El Juego en La Ninez Martha Glanzer Text
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El juguete como producto socio-cultural
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o, Á Algunas consideraciones sobre el juguete
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Podría decirse que el mundo de los juguetes es un mundo parale-
lo al existente, por cuanto en gran parte trata de reproducir, de diferen-
tes maneras, los objetos que se encuentran en el medio en que viven los
adultos. Ese mundo paralelo puesto al alcance de ¿os niños ofrece no só-
lo réplicas en tamaño reducido de innumerables objetos del mundo so-
cial, sino también gran cantidád de otros juguetes de actividad, especial-
mente diseñados para que el niño interactúe y juegue con ellos. En capí-
tulos anteriores nos hemos referido a otros objetos de connotación sim-
bólica que pueden sostener el rol de juguetes; consideramos también los
objetos que se prestan a representar simbolos polivalentes. En esos ca-
sos se ha dicho que es el niño quien atribuye roles ocasionales a elemen-
tos convencionales.
No serán ahora esos elementos los que se considerarán a continua-
ción, sino los juguetes ideados y diseñados por los adultos como producto
socio-cultural para inducir, motivar y sustentar el juego de los niños, y que
trataremos desde una óptica tanto esclarecedora como crítica.
El juguete, producto no suficientemente apreciado durante gene-
raciones, ha ido tomando un interés directamente proporcional a la im-
portancia que se le otorga al niño'en la sociedad actual. Se trata pues de
un tema vasto, ambicioso, imposible de abordar exhaustivamente, pero
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que ponen en juego. Los otros quedan inertes, tal vez amontonados y, es-
tando fuera del juego, son muchas veces tratados como “cosas” que se pa-
san de un lugar a otro o que permanecen adornando las piezas infantiles.
Todo ese mundo paralelo, poblado de réplicas más o menos mi-
nuciosas, más o menos dotadas también de detalles fantasiosos, que ya-
ce inactivo a la espera de la intervención del niño, constituye la fuente
potencial de oportunidades para encausar nuevos y diferentes juegos,
para proponer ricas actividades, para incitar al niño a vivir interesantes
aventuras y enriquecedores momentos.
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Es un objeto que asume diferentes identidades
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elementos es más favorable al juego compartido. El juguete es en es-
te caso el compañero de juego.
Pongámonos por un momento en la situación del niño, en su ubi-
cación física, en su óptica, siempre mirando hacia arriba para alcanzar la
vista del adulto, siempre pequeño con relación a su entorno, pues vive
en un mundo creado para los adultos; solamente tiene la oportunidad de
sentirse grande físicamente en relación a la reducida talla de sus jugue-
tes, a los que maneja a su voluntad y cuya suerte decide.
Los chicos juegan con su juguete en relación directa y en forma
confidencial. El juguete sólo les aporta su presencia y su compañía. No se
manifiesta en esa relación oposición alguna ni ninguna iniciativa que ven-
ga de ese apreciado compañero. Siempre es el niño el que libremente.
determina o dicta lo que quiere que su juguete haga o decida. A diferencia
de sus pares o compañeros, que en los juegos expresan sus opiniones —de
aceptación o de rechazo—, los juguetes son sus aliados dóciles, deposita-
rios de todas las intenciones e imaginaciones que el niño les confiere: le
permiten autoridad y agresividad y hasta se dejan mutilar calladamente,
pero en venganza ostentarán para siempre sus heridas.
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En términos socio-culturales
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Entre la documentación que permite conocer algunos juguetes an-
tiguos figura la siguiente dedicatoria: “Filocles te consagra, oh, Hermes,
su pelota saltarina, su resonante matraca de madera, sus sonajeros de
huesillo que tanto quiso, su vertiginoso trompo, todos juguetes de su pri-
mera infancia.”5 Se sabe también que los niños griegos festejaban en la
primavera la “fiesta de las golondrinas” cantando y corriedo por las ca-
lles, mientras hacían girar al viento sus molinillos con corazón de nuez y
aspas de papel. Hay algunos juguetes que cambian muy poco: los pe-
queños en la antigua civilización griega ya jugaban con aros. Los niños
romanos, y algunos miles de años antes, los pequeños egipcios, jugaban
ya a las muñecas.
Resulta paradójico constatar que los niños son considerados co-
mo seres destructores, pero que los juguetes parecen ser un símbolo de
permanencia. Todos los juguetes mencionados podemos reconocerlos
por su actualidad. Los niños de contextos rurales de distintos lugares del
mundo, África, Asia, América y Europa, han jugado siempre con jugue-
tes artesanalmente construidos por sus mayores o por ellos mismos, con
los elementos que les brindaba la naturaleza y el medio ambiente: made-
ras, vegetales, piedras y otros, como ya hemos visto en capítulos ante-
riores. Cada juguete o tipo de juguete refleja las especificidades cultura-
les de la sociedad que los produjo y sustentó. Asimismo refleja también
su relación con el medio. En medios urbanos, donde las distinciones so-
ciales son quizás mas fuertes y donde el desarrollo de la industria y del
artesanado especializado son decisivos, el juguete condensa en sí la his-
toria de su procedencia y la autenticidad de su momento.
Vemos así que en Francia, en el siglo XVI, los juguetes de lujo
eran significativos en la corte. Como dato interesante se cita que en
1571, la duquesa de Lorraine encarga para su hijita al orfebre real una
batería completa de cocina y de platos de juguete realizada en plata y al-
gunos objetos domésticos, entre los que figuraban dos pequeñas esco-
bas, con mango de madera barnizada e incrustaciones de filigrana de pla-
ta. Los pequeños cortesanos accedían desde la cuna a sonajeros de oro,
plata, coral o cristal facetado con mangos de marfil o de nácar —que en
la actualidad se exponen en los museos como objetos de arte.
Siguiendo el curso de la historia a pasos agigantados, llega en Eu-
ropa, en el siglo XIX, la era industrial, en la cual un nuevo tipo de pro-
ducción fabrica, entre otros elementos, también los juguetes. En distin-
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Inventario de un mundo en miniatura
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Agresividad y descarga
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Esos juguetes son, para los más pequeños, los carritos de arrastre
que accionan mediante su marcha ruedas que producen sonido, para
empujar y otros. En general, para todas las edades es interesante tener
presente la pelota en primera instancia, también los aros, los milenario
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barriletes, globos, zancos, patines, la cuerda de saltar y muchísimos otros
que llegan a comprometer a los niños en ejercicios de destreza, en los
que se irán superando a medida que el juego se repita. No sólo el niño
se irá perfeccionando en el uso de lo que dispone sino que se irán tam-
bién complejizando los elementos existentes. Se presentan entonces in-
novaciones que resultan muchas veces de la aparición de una nueva ten-
dencia particular, la que, combinándose con otras ya conocidas, origina
formas más complejas de juego, más preciadas por novedosas o exigen-
tes, y que también requieren más destreza en su realización o en su do-
minio.
O sea que el niño está, en general, dispuesto a superar una pro-
gresión de dificultades. Un ejemplo de esto lo vemos en el sempiterno
juego del salto a la cuerda, vigente aún en nuestros días en algunas es-
feras y que en los últimos años ha sido reemplazado por el juego del elás-
tico. Este último juego conserva algunas normas clásicas, las del salto,
pero sus consignas son mucho más complicadas por las diferentes for-
mas de obstáculos que ofrece el elástico en distintas posiciones de entre-
cruzamientos y alturas y por la mayor rigurosidad de las reglas a atener-
se. En general este tipo de juegos se realizan entre la competencia y la
demostración de habilidades adquiridas.
Con miras a introducir detalles tanto para las niñas como para los
varones, los fabricantes fueron dotando cada vez más de facultades de
autonomía a los muñecos. No obstante, como habíamos visto, ello no
enriquece la calidad del juego pues va en detrimento de las posibilidades
de acción del niño con el juguete: muñecas que caminan, que hablan,
ositos que cuentan cuentos... Esos atributos van reemplazando la posibi-
lidad del niño de expresarse ante el juguete o de actuar con él. En el ca-
so del osito que tiene incorporada una grabación de uno o más cuentos,
sería la relación de los mayores con el niño la que se vería perturbada,
aunque sabemos que ese tipo de proezas no reemplazará nunca a los
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cuentos para dormir relatados por los padres. En un principio, esas cua-
lidades de los juguetes resultan atractivas, pero al poco tiempo la repeti-
ción y la monotonía se instalan entre ellos.
Otro tipo de juguetes de gran difusión son aquellos que no incitan
al niño a jugar y a moverse, sino que lo colocan por lo general en mera
posición de espectador. Éstos vienen provistos de un mecanismo por
medio del cual se mueven o se desplazan, quedando así el niño fuera de
acción, aunque muy atraído por el espectáculo que ofrecen esos peque-
ños objetos en movimiento. La escala masiva en que se produce todo ti-
po de juguetes espectáculo -mecánicos o automáticos—, es debida en
parte a que tanto el niño como el adulto quedan fascinados por la auto-
nomía del juguete, lo que constituye también un factor de seducción pa-
ra el comprador.
La electrónica que anima a este tipo de juguetes, alimentados con.
pilas, otorga la posibilidad de movimientos autónomos y además puede
agregarle algunos efectos que hacen más atrayente el espectáculo, como
distintos movimientos én ojos y bocas de muñecas y animalitos de pelu-
che, imitación de voces de animales y humanas mediante síntesis, emisión
de*ruidos en rodados, ametralladoras y otros; efectos sonoros y/o lumi-
nosos como timbres, bocinas o señales y transmisión de movimientos di-
rigidos a contro! remoto. En los juguetes dirigidos por telecomando está
contemplada la intervención del niño, quien maneja a distancia los mo-
vimientos y los desplazamientos del juguete a su voluntad.
Vemos entonces que la electrónica es el medio que permite al jugue-
te salirse de su postura clásica para adquirir distintas funciones complemen-
tarias y así hemos pasado de la muñeca clásica a la muñeca autómata que
habla y camina y del revólver de plástico a la pistola con rayos láser.
En nuestra época electrónica, podemos precisar que son las pan-
tallas las que invadieron el mercado y, por ende, el dominio de los jue-
gos: hoy vemos gran cantidad de niños absortos en la observación del
movimiento de pequeños personajes que se deslizan, se atropellan o se
esquivan en los video-juegos, que se pueden accionar mediante minús-
culos movimientos de los dedos de las manos.
Hay aun otros juguetes espectáculo ajenos a estas innovaciones y
que permanecen con los mismos principios desde inmemorable data: pode-
mos citar entre ellos a los caleidoscopios. Con sólo girar lentamente el cilin-
dro, el espectáculo que ofrece cambia y se van sucediendo ante la vista las
más inusitadas y artísticas combinaciones de coloridas formas geométricas,
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Los puzzles
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Sonajeros
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Pelotas
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Carritos de arrastre
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Barriletes
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(surf)
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Zancos
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Juguetes para
el baño
Trompos a resorte
Carros para cargar
y descargar
Cajas de formas
para introducir
Banco para
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Banco de carpintero
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Juegos de encaje
Perlas grandes
para enhebrar
Perlas chicas
para hacer collares
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Barcos, i aviones
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Juegos de té y
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Soldaditos y
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Indios y otros personajes a
Universos para
representar escenas
Vehículos
mecánicos o a pila
Casas de muñecas
y accesorios
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las muñecas
Carpas y cabañas
para los niños
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Distraces y
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Muñecas | |
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Bloques de
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Pastas para
modelar
Caleidoscopios ||
Juegos de
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Juegos de
naipes
Juegos de mesa
(tableros y otros)
Video-juegos
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