El Juego en La Ninez Martha Glanzer Text

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Martha Glanzer

Un estudio de la cultura lúdica infantil


El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

10
El juguete como producto socio-cultural

Los juguetes son los intermediarios entre la fuerte realidad de la


INICIAL
EDUCACIÓN
LA
A
APORTES vida y la fragilidad del niño.1

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o, Á Algunas consideraciones sobre el juguete
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Podría decirse que el mundo de los juguetes es un mundo parale-
lo al existente, por cuanto en gran parte trata de reproducir, de diferen-
tes maneras, los objetos que se encuentran en el medio en que viven los
adultos. Ese mundo paralelo puesto al alcance de ¿os niños ofrece no só-
lo réplicas en tamaño reducido de innumerables objetos del mundo so-
cial, sino también gran cantidád de otros juguetes de actividad, especial-
mente diseñados para que el niño interactúe y juegue con ellos. En capí-
tulos anteriores nos hemos referido a otros objetos de connotación sim-
bólica que pueden sostener el rol de juguetes; consideramos también los
objetos que se prestan a representar simbolos polivalentes. En esos ca-
sos se ha dicho que es el niño quien atribuye roles ocasionales a elemen-
tos convencionales.
No serán ahora esos elementos los que se considerarán a continua-
ción, sino los juguetes ideados y diseñados por los adultos como producto
socio-cultural para inducir, motivar y sustentar el juego de los niños, y que
trataremos desde una óptica tanto esclarecedora como crítica.
El juguete, producto no suficientemente apreciado durante gene-
raciones, ha ido tomando un interés directamente proporcional a la im-
portancia que se le otorga al niño'en la sociedad actual. Se trata pues de
un tema vasto, ambicioso, imposible de abordar exhaustivamente, pero

1 Seguin, E., Rapport et mémoire sur l'éducation, París, 1840.

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su enfoque permitirá algunas apreciaciones para comprender en parte su


problemática. Podría afirmarse que se trata de un elemento de contro-
versia no manifiesta, oculta, velada; sin embargo, algunas reflexiones,
distintas observaciones de juego con juguetes, y varios enriquecedores
testimonios de recuerdos de infancia ayudarán a acercarnos a diferentes
puntos de vista y a obtener interesantes y válidas deducciones. ¿Qué es
un juguete? Se podría responder de múltiples maneras sin llegar a alcan-
zar la definición toda su dimensión. No obstante, la enunciación de algu-
nas de sus particularidades abren un camino para investigar sobre su
“identidad y su relación con respecto al niño y a la sociedad.

La identidad del juguete en la infancia

Es un objeto inanimado que cobra vida


1

El juguete en sí como elemento aislado, tal vez cuando reposa en


el cajón de los juguetes, es un objeto inanimado que sólo cobra vida en
las manos de un niño. Es un objeto que puede permanecer inerte duran-
te horas, días, años, durante generaciones tal vez olvidado en un desván.
Sólo el contacto con el niño produce la mágica transformación: “el ani-
mismo”. El juguete lo estimula, el niño le da vida y el juguete le ofrece
una apreciada interacción. Responde a todos sus requerimientos, aun a
la imaginación más audaz, se deja hacer, corresponde, propone y se es-
tablece así una interacción entre estímulo y respuesta, poniéndose en
marcha la situación lúdica: el juego.
Si tomamos el objeto juguete en sí, sabemos que una cocinita no
cocina, no calienta; un caballo de maderao de plástico no trota, una mu-
ñeca no pide nada. Pero si un niño contacta con ellos, todo cobra vida
y. acción: la cocinita produce ricas comidas, el caballo trota y galopa, la
muñeca llora porque tiene frío. Todo eso se realiza en un mundo que el
niño crea y recrea, pues para él la muñeca puede tener frío o tener ham-
bre, según su voluntad y el caballo partir hacia lejanos países o bien que-
darse a conversar con el oso que está cerca suyo. Ya habíamos visto que
el animismo es el fenómeno por el cual el niño da vida a esos elementos
inertes y sólo él comprende su significado. Los demás permanecen aje-
nos a sus propósitos.
En el juego con los juguetes, niños y niñas se asumen en produc-
tores de vida y de destinos, otorgando distintas personalidades a aquellos

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El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

que ponen en juego. Los otros quedan inertes, tal vez amontonados y, es-
tando fuera del juego, son muchas veces tratados como “cosas” que se pa-
san de un lugar a otro o que permanecen adornando las piezas infantiles.
Todo ese mundo paralelo, poblado de réplicas más o menos mi-
nuciosas, más o menos dotadas también de detalles fantasiosos, que ya-
ce inactivo a la espera de la intervención del niño, constituye la fuente
potencial de oportunidades para encausar nuevos y diferentes juegos,
para proponer ricas actividades, para incitar al niño a vivir interesantes
aventuras y enriquecedores momentos.

i
Es un objeto que asume diferentes identidades
1

1 En general, los objetos creados por el hombre tienen destinada


i una función que determina su uso de acuerdo a necesidades prácticas.
| Los juguetes tienen como función destinada el juego de los niños, pero
son los únicos elementos que abarcan también una dimensión simbólica,
|
que no viene implícita en ellos, sino que es agregada por el niño, Si ana-
lizamos objetivamente el juguete en sí como elemento potencial de jue-
go perteneciente a todos los tiempos, éste posee en su conformación un
aspecto funcional,yuna dimensión simbólica,
Del aspecto funcional -para qué se lo usa, cuál es su función-,
forman parte sus características intrínsecas: su aspecto exterior, su forma,
su colorido, sus accesorios, si tiene ruedas para transportar, si produce
sonido para escuchar, si es blando o suave para acariciar, etcétera. El as-
pecto funcional está dado por el adulto creador y fabricante, mientras
que la intención simbólica es aportada caprichosamente por el niño que
juega. Así, las características del aspecto exterior permanecen fijas mien-
ras la dimensión simbólica que el niño o la niña le atribuyen es cam-
biante y circunstancial.
No obstante, ellos fusionan estos dos aspectos (funcional y simbó-
ico), y el juguete se presta así a asumir distintos roles, diferentes identida-
des, y a funcionar como depositario de la simbolización infantil. Podría de-
cirse que el juguete propone una confrontación, en la que el niño toma
algunos de sus atributos y hace caso omiso de otros, los que hábilmente
sustituye por nuevos significados personalizados: así, un oso de felpa que
tiene una gorra puede hacer las veces de policía; una tortuga puede lle-
gar a ser tomada como tetera, prescindiendo de sus patas, y mil otras
afectaciones originales que son decididas en determinados momentos.

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Ésa es la aleatoria “transformación” del juguete, que, sin


perder
su forma aparente, juega roles inusitados, muy lejos de la función
que su
fabricante le había asignado. El juguete no queda pues confina
do a los fi-
nes de su rol técnico, sino que los pequeños le imponen
con su uso el
rol momentáneo que puede cambiar a voluntad.
i

El juguete, un partenaire? que ofrece al niño una relació


n
privilegiada

El juego con juguetes agrega al juego en sí la relación que


se es-
tablece entre el jugador y el elemento juguete. Se trata de una
actividad
dirigida hacia el elemento, cualquiera sea su categoría: juguete
s afectivos,
de construcción, mecánicos u otros. Para ello, el niño podrá
seleccionar
de aquel montón inanimado que antes mencionara, los objetos
a los que
dará vida y movimiento. Le será posible determinar entonce
s la idiosin-
crasia de los personajes que pondrá en juego, así como su
vocabulario y
su retórica, al crear las situaciones a voluntad.
Los juguetes seleccionados se irán entonces “iluminando” uno
a
uno y tomando los roles asignados. Sólo ellos cobran vida en
esa rela-
ción, los otros continúan inertes a la espera de la mágica interve
nción del
niño. Los juguetes que pone en juego en el escenario que él
decide, son
los que entran en su esfera mágica y, como ya lo hemos visto,
todos los
que se encuentran en ella son sus cómplices y comparten las
situaciones
lúdicas. El niño juega con ellos en una dimensión privada
que sólo él co-
noce; algo semejante al joven que escucha música con auricula
res: las
personas cercanas ven que está escuchando música, pero no
se perca-
tan de qué música se trata, sólo él la conoce y la disfruta.
Lo mismo acontece con la nena o el nene que están entrega
dos
al juego con sus juguetes: se los ve jugar ensimismados, dialoga
ndo con
sus cosas, actuando sobre ellas, pero en tanto no exterioricen sus
juegos
o los participen a los demás, sólo a ellos le pertenece el
secreto de su
experiencia. Esa actitud lúdica es pues una verdadera transmi
sión de sen-
timientos, de pensamientos y de intenciones que muchas veces no se
expresa verbalmente, pero que es la que provoca y que mantien
e las
conductas que se manifiestan en el juego. El contacto con
el juguete
propicia en gran parte el juego solitario, mientras que el juego sin

2 N de la T: Del francés, “Compañero” (en un equipo), “pareja”


(de baile). se pronuncia
Partener. . š

MM 214
1
1E El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil
|f
1
elementos es más favorable al juego compartido. El juguete es en es-
te caso el compañero de juego.
Pongámonos por un momento en la situación del niño, en su ubi-
cación física, en su óptica, siempre mirando hacia arriba para alcanzar la
vista del adulto, siempre pequeño con relación a su entorno, pues vive
en un mundo creado para los adultos; solamente tiene la oportunidad de
sentirse grande físicamente en relación a la reducida talla de sus jugue-
tes, a los que maneja a su voluntad y cuya suerte decide.
Los chicos juegan con su juguete en relación directa y en forma
confidencial. El juguete sólo les aporta su presencia y su compañía. No se
manifiesta en esa relación oposición alguna ni ninguna iniciativa que ven-
ga de ese apreciado compañero. Siempre es el niño el que libremente.
determina o dicta lo que quiere que su juguete haga o decida. A diferencia
de sus pares o compañeros, que en los juegos expresan sus opiniones —de
aceptación o de rechazo—, los juguetes son sus aliados dóciles, deposita-
rios de todas las intenciones e imaginaciones que el niño les confiere: le
permiten autoridad y agresividad y hasta se dejan mutilar calladamente,
pero en venganza ostentarán para siempre sus heridas.

Algunos atributos del juguete

Es un objeto singular de múltiples connotaciones

Los juguetes son portadores de infinitas posibilidades de juego, a


lo que contribuyen, tal vez entre otras cosas, la disparidad de sus atribu-
tos, los que al presentar proporciones y tamaños caprichosos agregan al
juego una connotación infantil de desorden. Sus tamaños son antojadi-
zos y las proporciones entre ellos desafían y no respetan las del mundo
que imitan. Puede haber un camión más pequeño que un perrito, un be-
bé más grande que el soldado, un caballo sobre una mesa, un tren deba-
jo de una silla y tantos otros... Pero ello no es óbice, el niño sabe ajus-
tar su tamaño en su imaginación y maneja a conciencia los objetos que
tienen una medida arbitraria, otorgándole su dimensión lúdica estimable
sólo por él.
Las proporciones dispares, a veces desatinadas, que guardan en-
tre sí los juguetes, son reguladas por el niño que juega, quien prescinde
de proporciones o desproporciones, las que no reinan en su mundo lú-

215 MN
om

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dico pues maneja a su conveniencia tamaños y detalles. Los rasgos que


se agregan a los juguetes para realzar sus características y darle mayor
viso de realidad no enriquecen eljuego de los niños, sino que, por el con-
trario, lo empobrecen. Los detalles de semejanza quitan al niño el poder
de imaginarlos él mismo, todo está ya dado en el juguete, y los agrega-
dos sonoros limitan su actividad: por ejemplo, el ruido del galope de un
caballo mecánico, agregado al juguete, priva a su jinete de marcar el rit-
mo a su manera; la bocina sonora de un autito impide al dueño de gri-
tar ' ‘tu-tuuu” tan fuerte o suavemente como sus circunstancias lo requie-
ran o como su euforia le dicte.
Todos esos artificios que el fabricante agrega a los juguetes son
productos del pensamiento adulto, para el niño no son necesarios en sus
juegos, sólo le basta la presencia del juguete, cualquiera sea su tamaño
o su imperfección, para alimentar y alentar sus juegos imaginativos, pues
ajusta apariencias en su mente, agrega detalles con ruidos que él emite
o con piezas sueltas de otros juegos. En definitiva, todo es útil para for-
mar el universo lúdico en que desarrolla su actividad.

En términos socio-culturales

Es un producto socio-cultural especialmente ideado para el niño

El elemento juguete puede ser un medio que permita a la infancia


expresar su mundo interior y exteriorizarlo en el mundo convencional de
los adultos. Podría considerarse como uno de los primeros objetos que la
sociedad pone a su disposición culturalmente, siendo por lo tanto, provee-
dor de una gran carga de intenciones y posible destinatario de proyeccio-
nes. Por cierto que la historia de la humanidad muestra que a lo largo de
los años, y en diferentes localizaciones, el juguete ha estado presente.
Aquellos que en un principio habían sido en su mayoría, como ya se ha
dicho, reproducciones de los objetos de la vida real en miniatura, han
ido, con la difusión de conocimientos y los estudios de psicología evolu-
tiva, tomando otra dimensión. Hoy se pueden brindar, por lo tanto, ele-
mentos adecuados a posibilidades de manipulación, de comprensión ya
los intereses consecuentes de cada edad.
Es significativo también que los juguetes permitan que la sociedad
trasmita a través de ellos roles genéricos, presentándolos como especial-
mente creados para niñas y para varones. Se los puede considerar pues

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como uno de los tempranos parámetros culturales de identidad, que di-


ferencia a unas y otros con roles y actitudes diferenciados.
De tal manera, al tener como objetivo el sustentar el juego de los
niños en todas las edades, van tomando distintas características según se
trate de juguetes para bebés, niños pequeños o mayorcitos en su paso
por diferentes etapas.
En la presentación de los juguetes con características afectivas,
para los más pequeños se puede apreciar el reflejo de los sentimientos
que el adulto tiene por los bebés. Se trata en general, de juguetes. blan-
dos al tacto, que no presentan elementos peligrosos para el uso en esa
edad, simpáticos en su presentación, que los niños pequeños saben
apreciar y apropiarse como pertenencia y que a veces se tornan insepa-
rables de sus dueños. Las distintas etapas evolutivas por las que atravie-
sa el niño durante su desarrollo determinan en él diferentes posibilidades
e intereses y un caudal potencial a nivel anímico y motriz que es muy im-
portante encausar debidamente. El juguete desempeña entonces un va-
lioso rol como depositario de sus tendencias y sensibilidades.
Un buen juguete respeta la idiosincrasia del niño en sus distintas
etapas; se atiene a los intereses infantiles sin ostentar agregados de ele-
mentos fantasiosos imaginados por los adultos. Los juguetes apropiados
pueden sustentar así toda forma de juegos y ofrecerse a una valiosa inte-
racción. Tal interacción tiene lugar en diferentes campos: en el campo fí-
sico, con pelotas y otros objetos que propongan movimiento; en el crea-
tivo, con juguetes de construcción y otros no demasiado estructurados; en
el afectivo, con muñecas, ositos, animales de felpa, etc. receptores de
emotividad; en el cognitivo, con juguetes educativos, juegos sociales o de
reglas y otros que satisfagan curiosidades, poniendo al alcance de los ni-
ños nuevos conocimientos; en el imaginario, con cualquier juguete al que
el niño le da su propio significado y en muchos otros campos.
Pero generalmente, un solo juguete toca distintos aspectos que in-
teresan al niño e interactúa con él de diferentes maneras en su forma-
ción, siendo un compañero necesario y apreciado en sus juegos, que
acepta su iniciativa y estimula su actividad. En tanto que elemento socio-
cultural especialmente concebido para el niño bajo la responsabilidad de
los mayores, la industria se ha hecho eco de ello, introduciendo algunas
pautas que guían su producción, entre ellas las de seguridad y durabili-
dad. La seguridad con respecto al uso que el niño hace del juguete, se
puede apreciar tanto en la materia prima seleccionada para sus compo-

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nentes, como en sus formas estudiadas, que pueden evitarle eventual


es
peligros. Formas básicas, de cuidadosos contornos y coloridos
llamativos
en los juguetes, particularmente para los más pequeños, forman
parte in-
tegrante de los que se fabrican actualmente. Tanto las formas como los
colores pueden estimular o desalentar la imaginación y la concentr
ación
de los niños.
Con respecto a los materiales empleados, toda clase de ellos en-
tran en la fabricación de los juguetes: tela, papel, madera, plástico, me-
tal, etc. En principio, ningún material es bueno o malo de por sí,
pero
es posible hacer peores o mejores juguetes con determinados material
es,
Teniendo en cuenta la utilización que se les dará, entrarán en su compo-
sición materiales más o menos resistentes al uso.
Hoy en día rigen normas internacionales que fijan pautas a seguir.
con respecto a la fabricación de los juguetes, para evitar posibles peli-
gros que puedan surgir de los materiales empleados o de su fabricación.
Antes habíamos dicho que los juguetes recargados de detalles no es-
timulan la imaginación pues los agregados limitan muchas veces la activi-
dad lúdica infantil. Ello también ocurre con los objetos que son minuciosas
reproducciones de los reales, en los que ya está todo dicho desde su con-
figuración, lo cual hace que su sustitución en los juegos imaginarios sea
más ardua y, a veces, imposible. Vale decir que el niño que dispone de un
revólver que es imitación perfecta del real no lo utilizará nunca en sus
juegos de otra manera que como revólver verdadero, haciéndole cumplir
la función para la cual ha sido creado. Se aleja entonces la posibilidad de
que la imaginación infantil lo reemplace en su función o le agregue otro
significado.

Generalmente se recibe como obsequio

Convengamos que el niño depende de los adultos, de su autori-


dad y de sus cuidados, pues son ellos quienes atienden a sus necesida-
des. Esa autoridad se pone de manifiesto aquí, tanto por el diseño y la
creación de los juguetes como por su adquisición, siendo el adulto el pro-
veedor y el niño, el destinatario y utilizador. Todo ese mundo paralelo de
juguetes ha sido dedicado especialmente a los niños para que puedan
disponer de un surtido riquísimo en posibilidades en un universo de fic-
ción en el cual moverse y jugar, un mundo muy amplio para manejar con
sus inagotables poderes imaginativos, disfrutando en su egocentrismo de
su propiedad y de su libertad.

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Sin embargo, en un principio, los juguetes no le pertenecen, sólo


están allí, todos cuidadosamente embalados en cajas de atrayente pre-
sentación o expuestos en las vidrieras esperando que sea el adulto quien
haga el contacto entre ese mundo paralelo y el mundo infantil, pues al
disponer de los medios necesarios para adquirirlos tienen la posibilidad
de elegirlos para luego dárselos a los niños.
El adulto podrá decidir entonces qué juguete regalar, pues éste es
generalmente un regalo que el niño recibe de sus mayores. Varias cir-
cunstancias entran en consideración para decidir la selección del juguete
a obsequiar: la edad, el sexo y, la gran mayoría de las veces, el poder ad-
quisitivo y la ocasión. Pero en la selección del juguete que se regala sue-
le incidir la relación afectiva hacia el niño: poder obsequiarle algo que sea
de su agrado. Muy seguido prima también una lógica de prestigio, don-
de la relación costo/juguete predomina sobre la consideración del disfrute
o el provecho que el niño podrá obtener de él; otras veces es el poder
adquisitivo el que orienta la decisión y, en esos casos, la situación puede
tornarse más restrictiva.
Algunas veces, el pedido del niño se anticipa a la selección del
adulto y éste ya conoce su deseo. Otras veces, el adulto decide por su
cuenta y el niño recibe su regalo, luego verá si su uso le trae satisfacción
o si se adapta a su idiosincrasia; pues, generalmente, la opinión y el gus-
to personal de quien compra el juguete influyen en la elección final.
Anatole Franceó expone al respecto el siguiente episodio:

Mi madrina me enviaba juguetes que no me parecían hechos pa-


ra mí. Yo vivía con mis libros, mis imágenes, mis potes de cola,
mis cajas de colores y todo lo que me atraía como niñito inteli-
gente y enclenque, ya sedentario, que se iniciaba, infantilmente,
por medio de sus juguetes, al sentido de las formas y los colores,
causa de tantos dolores y alegrías. Los regalos elegidos por mi
madrina no entraban en estos hábitos. Se trataba de un equipo
completo de sport-boy y de pequeño gimnasta con trapecios,
cuerdas, barras, pesas, todo lo necesario para ejercitar la fuerza
de un chico y prepararlo para la gracia viril.
Lamentablemente, yo ya tenía mi afección por el escritorio, el
gusto por los recortes hechos pacientemente a la noche, bajo la

3 France, A., Le livre de mon ami, París, Calman-Lewy, 1918.

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luz de la lámpara, el profundo sentido de las imágenes y, cuando


salía de mis distracciones de artista predestinado, era sólo por un
deseo alocado, por una necesidad de desorden, para jugar deses-
peradamente a juegos sin reglas, sin ritmo: al ladrón, al naufra-
gio, al incendio. Todos estos aparatos de madera barnizada y de
hierro me parecían fríos, pesados, sin caprichos y sin alma hasta
que mi madrina les puso, al enseñarme a usarlos, un poco de su
encanto.

Como producto social puede reflejar su procedencia

Tanto la práctica de los juegos como los juguetes fueron siempre


infinitamente variados y las diferentes colectividades los han ido marcan-
do con sus características étnicas y sociales específicas. Así como hemos
acordado que el niño crece en simbiosis con su medio, reflejándolo en
sus conductas y en sus juegos, ocurre también con los juguetes que en
él se producen, los que presentan particularidades distintivas que carac-
terizan una determinada sociedad. Hoy en día son cada vez más nume-
rosos los profesionales que aportan sus conocimientos y que contribuyen
con sus consejos y recomendaciones a la concepción de buenos jugue-
tes, y también son muchas las fábricas que recurren a ellos.
Entre la inmensa variedad de juguetes que pueblan ese mundo pa-
ralelo no han perdido vigencia los “juguetes reflejo” de la vida cotidiana,
esas copias en tamaño pequeño y accesible a los niños de los objetos del
mundo de los adultos de las diferentes épocas.
En ese tipo de juguetes entran muchas categorías de juguetes:
además de los más variados personajes, desde los elementos de uso co-
mún, hasta las más sofisticadas armas de guerra o los satélites de comu-
nicación. Los avances de la técnica se ven reflejados en productos cada
vez más perfeccionados, que la industria del juguete reproduce en tama-
ño pequeño para enriquecer y agrandar su línea de oferta: lavarropas,
secarropas, autos de marca, de carrera, aviones de diferentes tipos, barcos
y submarinos y muchos otros, todos ellos con detalles que los identifican
con los verdaderos.
Lejos de contentarse sólo con reproducciones, se conciben y rea-
lizan también productos de la imaginación, que ponen al alcance de los
niños personajes inexistentes, armas imaginarias con poderes sobrenatu-
rales, héroes de dibujos animados que el niño conoce por la televisión,

Em 220
TARA

dd?
rn
re
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

o por revistas infantiles, cohetes interplanetarios y otros mil elementos


que entran en la categoría de juguetes. Hay también muchos otros tipos
de juguetes, algunos apuntan a que el niño adquiera distintas destrezas
físicas y otras especies enfocan actividades intelectuales.
Algunas categorías de juguetes actuales no toman en cuenta las
características distintivas de las diferentes sociedades y culturas, sino que
enfocan más directamente las competencias o posibilidades de los niños
como seres humanos semejantes, teniendo en cuenta sus distintas eta-
pas evolutivas. Tomando como parámetros algunos juegos y juguetes de
otros continentes, Rabindranath Tagore“ cuenta en el siguiente pasaje
cómo se divertían los niños de la India en otras generaciones, con espec-
táculos autóctonos y cómo los juguetes de todas las ciudades ya eran los
mismos.

Los días pasaban monótonos... De vez en cuando, un exhibidor


de osos o un encantador de serpientes venía a la plaza central con
un oso que bailaba y las serpientes que se agitaban. A veces, la
visita de un malabarista aportaba también alguna novedad. Hoy,
los tamborines del malabarista y el son de la flauta del encantador
de serpientes no suenan más en nuestra calle Chitpore. Ellos sa-
ludaron de lejos a los cines y se escaparon de la ciudad. Hay una
clase de langostas o saltamontes, que va tomando el color de las
hojas muertas entre las que pasa desapercibida. Así mi vida se iba
marchitando en la tristeza incolora de los días siempre iguales.
Nuestros juegos eran pocos y muy comunes. Teníamos bolitas,
teníamos el “bat-ball”, que es un pariente lejano del criquet, te-
níamos también trompos y barriletes. Todos esos juegos de los ni-
ños de las ciudades eran de la misma indolente calidad. El fútbol,
que hace correr y saltar en un gran terreno, habitaba todavía su
país de ultramar.

Actualmente, la mundialización de los medios de comunicación


tiende a homogeneizar algunas categorías de juguetes, los que ya casi no
preservan las características de su procedencia, y todas las novedades
son diseminadas sin barreras debido a la distribución masiva del comer-
cio por todo el planeta. Se puede citar el fenómeno universal que repre-

4 Tagore, R., Souvenir d'enfance, París, Gallimard, 1985.

221 BE
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senta una muñeca con formas de señorita, de unos veinticinco centíme-


tros de alto y que, objeto de innumerables imitaciones, puede encontrar-
se en manos de niñas de casi todos los países del mundo. Dicha muñe-
ca, procedente de los Estados Unidos, hizo penetrar junto con ella sus
características en otros países y llegó a ser un juguete poseído por pe-
queños de diferentes clases sociales, residentes en muy distintos lugares
del globo, pertenecientes a grupos étnicos, cuyos rasgos distintivos no se
asemejan a la muñeca ante la cual muchas veces se proyectan. Como
ella, gran cantidad y variedad de distintos tipos de juguetes, provenien-
tes de países industrializados, acceden, gracias a los medios masivos de
comunicación y de transportes, a los más distantes puntos del planeta,
habiéndose llegado hoy en algunos aspectos a la universalización de mu-
chos de ellos.

Una aproximación a la historia del juguete

Reconociendo al juego como una constante, podemos volver a de-


cir que en todas las civilizaciones de todos los tiempos han habido jugue-
tes que el adulto ha brindado al niño. Recorriendo a grandes pasos un po-
co de historia, es posible constatar la importancia que daban algunas anti-
guas culturas a los juguetes, los que eran objeto de estima y de respeto en
sus aspectos afectivos, religiosos y sociales. Desde los remotos restos de
muñecas descubiertos en antiguas tumbas egipcias y peruanas, pasando
por distintas épocas hasta llegar a nuestros días, antropólogos, etnólogos,
sociólogos e historiadores confirman en sus tratados que esos pequeños
elementos han sido objeto de consideración.
En Egipto, una antigua y emotiva costumbre era la de enterrar a
los muertos con los sonajeros que habían provocado sus primeras sonri-
sas y con sus juguetes. Uno de los objetos más encontrados junto a los
restos de niños era cierto tipo de matracas. Para los antiguos egipcios,
era una connotación propia del juguete la de producir ruidos para ser es-
cuchados y llamar la atención de los niños, pues denominaban a los ju-
guetes Crepundia, cuya etimología proviene de la traducción del verbo
“crepitar” y “golpear”. El estrépito y la algarabía fueron siempre propios
de los niños como un certificado de vida.
Según la mitología griega, cuando un niño pasaba de la niñez a la
adolescencia consagraba a los dioses sus juguetes, que habían ameniza-
do los comienzos de su vida.

E 222
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

Re
Entre la documentación que permite conocer algunos juguetes an-
tiguos figura la siguiente dedicatoria: “Filocles te consagra, oh, Hermes,
su pelota saltarina, su resonante matraca de madera, sus sonajeros de
huesillo que tanto quiso, su vertiginoso trompo, todos juguetes de su pri-
mera infancia.”5 Se sabe también que los niños griegos festejaban en la
primavera la “fiesta de las golondrinas” cantando y corriedo por las ca-
lles, mientras hacían girar al viento sus molinillos con corazón de nuez y
aspas de papel. Hay algunos juguetes que cambian muy poco: los pe-
queños en la antigua civilización griega ya jugaban con aros. Los niños
romanos, y algunos miles de años antes, los pequeños egipcios, jugaban
ya a las muñecas.
Resulta paradójico constatar que los niños son considerados co-
mo seres destructores, pero que los juguetes parecen ser un símbolo de
permanencia. Todos los juguetes mencionados podemos reconocerlos
por su actualidad. Los niños de contextos rurales de distintos lugares del
mundo, África, Asia, América y Europa, han jugado siempre con jugue-
tes artesanalmente construidos por sus mayores o por ellos mismos, con
los elementos que les brindaba la naturaleza y el medio ambiente: made-
ras, vegetales, piedras y otros, como ya hemos visto en capítulos ante-
riores. Cada juguete o tipo de juguete refleja las especificidades cultura-
les de la sociedad que los produjo y sustentó. Asimismo refleja también
su relación con el medio. En medios urbanos, donde las distinciones so-
ciales son quizás mas fuertes y donde el desarrollo de la industria y del
artesanado especializado son decisivos, el juguete condensa en sí la his-
toria de su procedencia y la autenticidad de su momento.
Vemos así que en Francia, en el siglo XVI, los juguetes de lujo
eran significativos en la corte. Como dato interesante se cita que en
1571, la duquesa de Lorraine encarga para su hijita al orfebre real una
batería completa de cocina y de platos de juguete realizada en plata y al-
gunos objetos domésticos, entre los que figuraban dos pequeñas esco-
bas, con mango de madera barnizada e incrustaciones de filigrana de pla-
ta. Los pequeños cortesanos accedían desde la cuna a sonajeros de oro,
plata, coral o cristal facetado con mangos de marfil o de nácar —que en
la actualidad se exponen en los museos como objetos de arte.
Siguiendo el curso de la historia a pasos agigantados, llega en Eu-
ropa, en el siglo XIX, la era industrial, en la cual un nuevo tipo de pro-
ducción fabrica, entre otros elementos, también los juguetes. En distin-

5 Rabecq-Maillard M-M., Histoire du jouet, París, Hachette, 1962.

223 E
Martha Glanzer

tos países, grandes fábricas se construyen, se ponen en movimiento ma-


quinarias y miles de obreros van logrando la especialización. Comenzando
con latón, y pasando por toda la cadena de producción, salía el produc-
to terminado con detalles y colorido: centenares de pequeñas locomotoras
t
de vapor, de autos, de carruajes, siendo en su gran mayoría la reproduc-
ción en tamaño pequeño de elementos de la vida diaria y objetos reflejo
de la sociedad que los producía.
Entonces, junto con las máquinas, y también como testigos de su
época, aparecen los juguetes mecánicos, con movimiento propio. El mo-
vimiento como símbolo de juego, de vida y de alegría. La fabricación ma-
siva invade el mercado pues los juguetes son elaborados en serie.
Aparece entonces una profusión de autitos a cuerda que se desli-
zan solos y animales o personajes que, respondiendo también a algunos
giros de su cuerda, tocan el tambor, se mueven o animan. Ese tipo de
juguetes ha tenido una importante difusión, pues al ser posible una gran
capacidad de producción de las fábricas, los juguetes salían a bajo costo
y podían ser adquiridos por distintas capas sociales. Aunque ese tipo de
juguetes producidos tal vez con entusiasmo por los adultos no eran sino
parcialmente disfrutados por los niños.
En cuanto al aspecto técnico, los niños pequeños a quienes esta-
ban destinados no tenían aún la destreza motriz suficiente para girar la
cuerda, eso era aún dominio de los mayores. O sea que para ponerlos
en marcha era necesaria la intervención del adulto.
Los juguetes que, gracias a la cuerda, se animan y se mueven so-
los son juguetes espectáculo: pongamos por ejemplo el osito que toca el
tambor o el elefante que se desplaza en bicicleta moviendo las patas y
haciendo girar graciosamente las hélices que tiene sobre su cabeza. El
pequeño lo observa y disfruta con el espectáculo, pero, como todos sa-
bemos, no es pasivo, por lo tanto tiende siempre a una relación directa
con el juguete: lo toca, lo agarra, lo manipula. La respuesta del juguete
no se hace esperar ante ese contacto: o bien interrumpe su movimiento
y queda paralizado o bien sigue moviéndose sórdida y aceleradamente
entre sus manos, haciendo caso omiso del niño hasta que la cuerda se
acaba, ante la decepción del pequeño en ambas circunstancias. No exis-
te entonces en este caso la relación entre el niño y su juguete como ob-
jeto sumiso, pues una vez puesto en marcha se convierte en un objeto
autónomo con movimiento propio, que el niño ya no puede manejar.
La concepción de los juguetes se hacía en ese tiempo a nivel in-
tuitivo y afectivo, con el objetivo de divertir a los niños sin tener en cuen-

r224
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

ta algunas dificultades que éstos debieran salvar y sin dejar tampoco de


apreciar el beneficio económico que esa producción masiva ocasionaría.
Los juguetes animados, de movimiento propio, permanecen no obstan-
te hasta nuestros días, pero la primitiva cuerda ha sido reemplazada por
pilas eléctricas o por botones que pueden ser presionados sin dificultad
por los pequeños o por mecanismos de fricción, fácilmente abordables,
que ponen en marcha el movimiento requerido.
La problemática cuerda no era la única desventaja de los juguetes
de aquellas épocas, pues se provocaban también otros estereotipos que
no eran realmente accesibles a los niños, tal el caso de las muñecas con
cabeza, brazos y piernas de porcelana que se producían antiguamente y
que, por frágiles y costosas, imponían a las niñas un uso retringido y un
trato cuidadoso y delicado. Por esa causa, muchas veces sólo eran ex-
puestas en las repisas sin obtener el permiso de ser tocadas y disfrutadas
por sus dueñas.
J. L. Borges? hace mención a un episodio pintoresco en su ensayo.

Mi madre regaló una muñeca, acondicionada en una caja, a la hija


del capataz. Al año siguiente nos encontramos y le preguntamos
por su hijita. “¡Qué alegría le han dado ustedes con esa muñeca!”,
le dijeron a mi madre. Y nos la mostraron, todavía en su caja, col-
gada en la pared, como un cuadro. Era evidente que sólo le per-
mitían a la niña mirarla, pero sin tocarla, pues ella hubiera podido
ensuciarla o romperla. La muñeca ubicada en lo alto, protegida
contra cualquier daño, podía ser adorada desde lejos.

Esos y otros inconvenientes que formaban parte innecesaria, de


los juguetes de antaño, se han ido superando con el tiempo. En nuestros
días, aquellas costosas y frágiles muñecas fueron reemplazadas por otras
más accesibles, de plastisol (material plástico moldeable que permite pro-
ducir muñecas cuya apariencia se asemeja a la piel humana, de fuerte re-
sistencia y de uso duradero). Respecto de los materiales que intervienen
en la fabricación de otros tipos de juguetes, podemos decir que siguien-
do a la fabricación de juguetes metálicos -en su mayoría rodados, o con
movimiento propio—, se recurrió a otro tipo de materiales para cubrir los
requisitos de la industria. Para producir los juguetes para los más peque-

6 Borges J. L. y di Giovanni (eds.), An autobiographical essay, Nueva York, 1970.

225
Martha Glanzer

ños, se utilizó el celuloide y la goma pues éstos eran materiales


livianos,
irrompibles y moldeables; prontamente, el celuloide y varias
Otras mate-
rias primas fueron reemplazadas por los materiales plásticos que
tienen
vigencia hasta nuestros días. Éstos tienen la ventaja de presenta
r distin-
tas clases de consistencias, espesores, pesos y texturas
y una apreciable
propiedad que les permite adaptarse a todo tipo de juguetes ya
sean rí-
gidos, para vehículos u otros elementos, o blandos, que reemplazan a la
goma y son excelentes para moldear animalitos y muñecas irrompibles
con su uso y, por lo tanto, accesibles a los pequeños desde su más tier-
na edad. Esos materiales presentan generalmente un bajo costo, lo que
puede también inducir a una cantidad más importante de ventas Y, por
lo tanto, un acceso significativo a mayor cantidad de niños.
Corrigiendo defectos, creando novedades, agregando modelos,
incrementado la producción y, siempre de acuerdo a los progresos téc-
nicos y a los conocimientos pedagógicos, ha ido evolucionando la in-
dustria del juguete, que en nuestros días ofrece todo un universo
de
productos al servicio de los niños.

BE 226
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

11
Inventario de un mundo en miniatura

Luego de apreciar en los capítulos precedentes la importancia del


juego en la infancia, volveré a abordar el tema de los juguetes, en tanto
actúan como facilitadores del juego. Resulta fundamental reconocer que,
ofrecidos en el momento oportuno, los juguetes adecuados serán estímu-
losde un rico despliegue lúdico y generadores de un apropiado espacio
de juego. Por ello es que nos detendremos a analizar la variedad de ju-
guetes que se pueden ofrecer a un niño y, ante la asombrosa diversidad,
hemos de cuestionarnos cual será el más conveniente. Merece señalarse.
aquí que los juguetes adecuados son aquellos que responden a las capa-
cidades y a los intereses de los niños en cada etapa.
Así, podemos decir con respecto al interés que despiertan los ju-
guetes que, en general, son motivo de atención por su novedad pero en
cuanto a su uso, el niño actuará de acuerdo a sus posibilidades de mani-
pulación, distorsionando eventualmente la función para la cual ha sido
creado, en aras de la satisfacción que de él pueda obtener. Vale decir que
si el juguete no es adecuado para su edad, el niño lo adecua a las
posibil idades que domina en su propia edad, ignorando alguno de
sus atributos y valorizando otros. Tomemos como ejemplo un camión
de bomberos con todos sus detalles ofrecido a un nene de un año, que
no conoce aún su significado real; posiblemente lo ponga con las ruedas
para arriba, las que hará girar con el movimiento de los dedos, ejercicio
en cual está diestro e interesado. El valioso camión de bomberos oficia-
rá entones sólo de sostén de ruedas de giro. Más adelante, cuando com-
prenda su significado, y si aún el camión está íntegro, podrá jugar con él
incluyendolo en sus juegos dramáticos.
Las funciones que puede ejercer un mismo juguete podrán ir
cambiando con la edad de los usuarios y con la oportunidad de los mo-
mentos. Así, un mismo objeto puede representar en medios variados, roles

227 MMM
Martha Glanzer

particulares, tal el caso del balde, que en la playa es el recipien


te ideal
para ser llenado con arena o con agua, transportado y vaciado, y
en una
habitación servirá como receptor o depósito de pequeñas cosas o
como
tambor puesto en el suelo con la base hacia arriba, y hasta como
som-
brero o gorro de soldado al colocarlo invertido sobre la cabeza.
Volve-
mos entonces a encontrar el simbolismo que no respeta la idiosincr
acia
de las cosas, sino que las transforma a su capricho.
Luego, y a medida que el niño crece, prescindiendo ya del simbo-
lismo, la diversidad de juguetes permite una variedad de actividades
en-
riquecedora, tanto desde el punto de vista inquisidor de búsqueda activa
de descubrimientos como de la adquisición de nuevos conocimientos por
diferentes vías y medios de actividad. Recordemos algunas fases de la
in-
vestigación que el niño pone en práctica mientras interactúa con el ju-
guete: busca lo que quiere saber, descubre lo que no tenía en mente,
constata lo imaginado verificando su realidad. Así, estos elementos
propician tanto una actuación libre como una asimilación provechosa
de
nuevas nociones.
Sabemos también que niños de una misma edad pueden tener ca-
racterísticas muy diferentes, como resultante de esas diferencias bio-psi-
co-sociales, entre otras, sus requerimientos individuales y las etapas de sus
desarrollos pueden ser obviamente distintas. No obstante, algunos puntos
de vista pueden resultar útiles para guiar a quienes darán un juguete y cuál
es el momento propicio para presentárselo u ofrecérselo al niño.
Si bien resulta difícil predecir las preferencias estrictamente indivi-
duales que llevan a un niño a elegir un determinado juguete y desechar
otro, sí es posible discriminar a qué tipo de juego y a qué aspectos de
la
personalidad apunta principalmente cada uno. Es posible también tentar
una calificación de juguetes apropiados a la etapa evolutiva por la que
atraviesan y, considerando también otros parámetros, formular una cla-
sificación, aunque ésta no será exhaustiva ni definitiva.

Diferentes tipos de juguetes

Merece señalarse que la actividad lúdica infantil se ve enriquecida


por una variedad inagotable de juguetes, que la motivan, la encauzan
y
la sostienen. Existen juguetes para sustentar todo tipo de juegos. Muchos
de ellos contemplan la faz afectiva y la imaginación, otros proveen o in-

E 228
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

citan al movimiento, algunos propician la creatividad, mientras que los


de otra categoría inducen a la reflexión, a la concentración y enseñan re-
glas a respetar. Por último están los juegos que introducen al niño a la
informática, fuente actual de contacto con nuevos conocimientos y con
la diversión. Se contemplan aquí y se analizan muchos de ellos, que lue-
go serán insertados al final de este capítulo en los gráficos que exponen
una posible clasificación.
Teniendo en cuenta las características comunes a la evolución
propia de cada edad y pese a las diferencias posibles que hemos desta-
cado en cuanto a los intereses que determinan su desarrollo psíquico y a
las posibilidades de destreza física que puede dominar a cada edad, tra-
taremos de generalizar estos conceptos, tomando determinados paráme-
tros en la relación del niño con el juguete: posibilidad motora y sensorial,
afectividad y sociabilidad y la inteligencia. Es importante hacer la salve-
dad de que ésta, como toda clasificación, resulta en cierta medida arbi-
traria. A poco de adentrarnos en ella, tomamos conciencia de la imposi-
bilidad de una clasificación rígida y determinada, ya que el juguete que
estimula el desarrollo de una de las áreas no está dejando de lado, por
supuesto, las otras. Sabemos ya que toda conducta convoca siempre la
personalidad como totalidad.

Afecto e imaginación, los juguetes como


representación social

Representativos del medio de que provienen, los juguetes reflejo


expresan y proyectan mediante personajes y objetos distintos aspectos y
características de la sociedad. Entre los personajes femeninos se encuen-
tran las muñecas de todo tipo y entre los masculinos, los soldados, los
héroes y otros. Podrían incluirse también en la categoría de personajes
ficticios los animales dotados de caracteres antropomorfos.

Muñecas y muñecos para niñas y varones

Posiblemente sea la muñeca el juguete más difundido, por la va-


riedad y cantidad de diferentes creaciones que se han producido, a tra-
vés de todos los tiempos. Existen muñecas que representan diferentes
estados de la niñez, lo que permite a sus dueñas relacionarse con ellas

229 M
Martha Glanzer

desde distintas propuestas. Con los muñe


cos bebés, las niñas ejercen so-
bre ellos un rol maternal. El bebé es invar
iablemente su hijo. A menudo,
niñas y niños disfrutan particularmente de
un muñeco bebé cuando hay
un recién nacido en la familia, imita
ndo las actividades de la madre con
el bebé real. Luego, una muy difundida
versión es la representación de
las nenas en las muñecas. Éstas, en
la más disímil variedad y bajo distin-
tas presentaciones, son: sus más preciadas
compañeras.
Esa muñeca “niña” es muy a menudo
quien la acompaña en sus
juegos, su confidente, la compañera de
sus paseos y la fiel escucha de
los problemas que pudieran presentarse
a su dueña. Se puede constatar
así que muchas veces, en el juego proyectivo
, la niña se identifica a sí
misma con la muñeca, mientras que ella
asume las conductas de su ma-
dre. Inseparable receptora de expresione
s de cariño o despreciada y
abandonada, la muñeca se entrega a su
rol con estoicismo y cumple to-
das las funciones que caprichosamente
se le asignan. Luego, siguiendo
la escala, se encuentran las ya menciona
das muñecas que representan
una adolescente o una jovencita, con larga
s y esbeltas piernas, cuerpo
con formas femeninas, cabellos largos para
peinar y manejar a voluntad.
En este caso, es interesante observar que
la niña asume con ella una re-
lación particular, pues en general no se
identifica como madre ni como
amiga, sino que ejerce sobre ella plen
amente su voluntad como dueña:
la peina, la viste, la lleva por doquier y pued
e jugar con ella durante lar-
gas horas, dando la sensación de que pudie
ra disponer a voluntad de al-
guien a su cargo, a quien puede prodigar
sus cuidados y hacer interve-
nir en sus dramatizaciones de la vida real.
Asimismo vemos también como reflejo social
a las muñecas figu-
rines, con vestimentas regionales, típicas
de distintos países y que pue-
den clasificarse como juguetes de adorn
o. Raramente las niñas juegan
con ellas, pero presentes en sus habitacion
es son elocuentes recuerdos
de viajes. Muchos otros tipos de muñecas
refuerzan esta población lúdi-
ca: muñecas feas, lindas, de distintas razas
y colores... la lista sería tan
interminable como lo es su variedad. Se pued
e tambien constatar que las
muñecas no sólo son apreciadas por las
niñas sino que han tenido un va-
lor muy significativo en distintas sociedades
, en las que gozan siempre
del aprecio de los coleccionistas a través
de las épocas, y que aún sugie-
ren hermosas páginas literarias a escritores
de diferentes latitudes, como
lo vemos en la que sigue:

I 230
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

Cerradas, perfectas, como perteneciendo a alguna fuerza absolu-


ta, las muñecas son la representación de un mundo extraño, mu-
do estático, el espejo de una infancia hechizada. Personajes múl-
tiples, son como perpetuas alusiones a ensoñaciones insólitas. La
turbación invasora de su presencia encierra el espacio y el cuer-
po en un círculo mágico. Nada cautiva tanto como su silencio, co-
mo su mirada fija, inmóvil, donde se reflejan todos los terrores de
la realidad, la cristalización de todos los sueños y la imagen in-
quietante de uno mismo. Compañeras de temores, de enferme-
dades, de la angustiante e indescifrable noche, amortajadas bajo
las sábanas, vivientes por los brazos que las estrechan, pasan a
ser verdaderos personajes que suscitan quimeras.
La resplandeciente blancura de sus cuerpos lisos, entre el revue-
lo de muselinas, de sedas, de tafetas, da lugar a horas extraordi-
narias de vértigo, de deseos vedados, de emociones secretas. Hay
algo de terrible y de sorprendente en la manera en que consien-
ten todos los caprichos. Cuando sus pupilas de cartón se cierran
y sus lacias, largas y brillantes pestañas proyectan una sombra so-
bre sus redondas mejillas, blancuzcas, lechosas, evocan la muer-
te. Cuando sus ojos permanecen grandes, abiertos, fríos, impávi-
dos, en un misterioso sueño despierto, parecen contemplar el
mundo con una lucidez desesperada, su femenina apariencia confi-
gura la gravedad del destino. Exiliadas por los años, desamparadas,
abandonadas, reencontradas en los desvanes entre amarillentos
libros de esquinas dobladas, borroneados, de minúsculas vesti-
mentas, de baúles donde se amontona todo un pasado legado al
tiempo, yacente en su desnudez de comienzos del mundo sobre
el suelo polvoriento, y con ellas, todo el encanto sutil, desolado,
marchito de la estampería de antaño, son el desenlace de una vi-
da tormentosa, de una infancia inolvidable. Heroínas desde los
primeros latidos del corazón, guardan, en la vetustez de sus cabe-
llos enmarañados, de sus cuerpos descascarados, de sus miem-
bros desarticulados, de sus manos con dedos corroídos, de sus
rostros descoloridos, en el fondo de sus ojos. azul o marrón dorado,
algo de intacto, de bello, de inaccesible.1

1 Schavelzon, Irene, “Dominación perversa y casta de las muñecas” en Rev. Sorcieres


, N° 13, París, Stock, 1978.

921 MN
Martha Glanzer

Ante una manifiesta necesidad de expresiones tanto afectivas co-


mo valorativas, y considerando a la muñecá como baluarte en la relación
lúdica con las niñas, vemos que se han propuesto como sustitutos para
los bebés los clásicos ositos,y distintos muñecos de peluche y, para los
varones, variados tipos de muñecos y personajes. Los soldaditos Y sus
batallones que han ocupado un lugar privilegiado durante generaciones
actualmente están fuera de contexto y no son ya conocidos por nuestros
niños sino a través de los desfiles o de documentos históricos, pero con-
servan aún gran valor para los coleccionistas. No obstante, ante la evi-
dencia de que las guerras no perdieron vigencia en la superficie del glo-
bo —aunque han ganado en variedad—, toda clase de reproducciones de
soldados, tanques, portaviones y otros forman verdaderos ejércitos en la
producción de los juguetes infantiles.
Otra categoría de juguetes reflejoo imitativos de la realidad son los
animales de todas las categorías, accesibles en muy variadas formàs —in-
cluso antropomorfos—, o, para los más chiquitos, de plush o felpa. La in-
dustria del juguete produce también otros tipos, generalmente de menor
tamaño, que representan animales de granja o de selva, de zoológicos o
de arcas de Noé, base de infinidad de universos y de juegos,

Los títeres y las marionetas

De gran significación entre los juguetes personajes, se destacan


los títeres y las marionetas, que han propiciado momentos de grato es-
parcimiento a chicos y grandes y que no han perdido vigencia a través
de las generaciones, como se expresa en este recuerdo de infancia:

Eran cuatro, y hasta, si mi memoria no es mala, cinco. El más fa-


vorecido era el de M. Anatole, donde la blusa azul y la capucha
roja del pequeño Guillaume, silbando con picardía arrancaban grij-
tos de amor; y cuando aplastaba a golpes de palo la cabezota de
su padre que trituraba sentándose encima, uno se sentía sofoca-
do. Los pequeños bancos muy bajos estaban reservados a los ni-
ños, las sillas de atrás, a las personas mayores. Después, apretán-
dose contra la cuerda, al punto de casi romperla, el público que
no pagaba y que parado, no se divertía menos que los que ocu-
paban los asientos.
Yo mismo, más tarde, habiendo ya sobrepasado bastante la edad
de esos placeres, cuántas veces me detuve “en la cuerda” y que-

EN 232
rip
>
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

dé retenido por la ilusión de volver a ser por algunos instantes el


niño de la “primera fila” que devolvía al pequeño Guillaume, en-
tre sus manotas de madera, el gorro de la madre Pipelette ¡que él
había lanzado al diablo! Y después, surgía el Polichinela para de-
cir chapurreando y golpeando los zuecos, que la función se termi-
naba, que “agdadecía a los señodes y señodas” y para recibir in-
variablemente, en el instante en que saludaba, el telón sobre la
nuca. Hay que irse. ¡Qué difícil es!2

Tratándose de los títeres y las marionetas, el niño actualmente no


es mero espectador sino que puede manejarlos y hablar a través de ellos,
pues la industria del juguete los produce para ponerlos a su alcance. En
esta situación puede convertir a los títeres en intérpretes de lo que quie-
re expresar, asignándoles roles específicos e inventando diálogos o dis-
cursos en los que expone muchas veces situaciones proyectivas de sus
propias circunstancias. Así, niños y niñas pueden acceder a expresarse
más fácilmente a través de esos muñecos intermediarios que ante el re-
citado directo del rol en una actuación. En esas circunstancias, oculto de-
trás del decorado, hace mover el títere y disimula su voz prestándole una
diferente al personaje a encarnar. Encuentra así una forma fácil y diver-
tida de dirigirse a los demás sin enfrentarse al público, o a los especta-
dores, lo que muchas veces resulta difícil de afrontar a niños tímidos o
retraídos.

Los objetos de uso social

Los objetos de uso doméstico tales. como jueguitos de té, cocini-


tas y muchos otros que son reproducciones de objetos cotidianos, per-
miten a las niñas identificarse con ellos en su vida diaria. Otros elementos
de uso social, como son los rodados en general, comprenden los auti-
tos, camiones, trenes, barcos y aviones, cuya variedad en la producción
juguetera escapa a cualquier intento de clasificación. Todos o algunos de
ellos reunidos dan lugar a los universos que el niño arma o compone pa-
ra formar los escenarios de sus juegos dramáticos y proyectivos.

2 Lavedan, H., Avant loubli, París, Plon, 1933.

233 E
Martha Glanzer

Agresividad y descarga

Una categoría de juguetes, también reflej


o de la sociedad, pero
muy distante de la que vimos con las muñec
as, y que puede hasta figu-
rar en las vidrieras junto a ellas, es la compuest
a por los juguetes bélicos.
Revólveres, ametralladoras con ruido,
carabinas, fusiles y muchísimos
otros forman el arsenal que se ofrece a nuest
ros niños para que jueguen
con ellos. Ya habíamos visto que jugar
con la muerte contaba entre los
juegos “prohibidos”, pero jugar a matar
es distinto y pemitido. Se mata
al otro, que se hace el muerto y que vuelv
e a levantarse para a su vez
matar al primero. Escenas como éstas
se repiten entre los niños, que,
ajenos a su verdadero significado, se regoc
ijan “matando y haciéndose
los muertos”, lo que puede interpretarse
como la imitación de películas
o series de TV emitidos en horarios para
los niños. Por tratarse general-
mente de juegos de imitación, y que pued
en contribuir a descargar agre-
sividad, el permiso está presente y los niños
obtienen de los mayores
—aunque siempre hay algunos refractarios
que se oponen—, toda clase
de armas mortíferas producidas como jugue
tes, desde las más simples
hasta las más sofisticadas, y aun algunas inexi
stentes ideadas por los mis-
mos fabricantes. Algunas de concepción
moderna tienen en su diseño
sorprendentes detalles que imitan la realidad
e inquietan; otras son re-
producciones de armas antiguas.
El peligro de los juguetes bélicos no estaría
tanto en el juego, que
permite la descarga de instintos agresivos,
como en poner al alcance de
la inocencia y falta de experiencia juguetes
elaborados con perfección de
detalles para su conocimiento y para
su funcionamiento. Esta cuestión
nos lleva a explicitar que el juguete bélico
encubre también otra signifi-.
cación: fomenta la violencia y la justifica por
la autoridad que represen-
ta el permiso y la garantía del adulto. Cuan
do es uno de los padres el
que se lo da, la violencia se ve doblemente
legitimada. En su tendencia
a identificarse con el obsequio del padre,
el niño se verá así asegurado
en sus desbordes agresivos. Podemos tambi
én ver que algunos de esos
juguetes no son inofensivos en su uso
ni son réplicas para dramatizar
un
juego de guerra, sino que muchas veces son
reproducciones de armas
verdaderas y que funcionan a un nivel much
o menor, pero que no des-
Carta un cierto peligro, como lo cuenta Willi
ams3 en su relato autobio-
gráfico:

3 Williams, W. C., Autobiographie, París,


Gallimard, 1973.

| 234
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

Un 4 de julio, cuando mi tío Carlos y mis primos Carlitos y Ra-


quel estaban allí de visita, yo tendría nueve o diez años, y noso-
tros, los chicos, habíamos previsto jugar con un cañón en minia-
tura; lo cargábamos con pólvora negra, llenábamos su caño con
un bollo de papel húmedo que metíamos por la boca del cañón,
después lo cebábamos con un petardo. El cañón hacía un hermo-
so “¡buum!” y nosotros nos sentíamos orgullosos. Ya habíamos
disparado varios tiros, cuando de pronto la descarga no se pro-
dujo. Habíamos empujado la carga con la ayuda de un martillo y
un clavo como siempre, en realidad lo habíamos atiborrado has-
ta la boca para obtener una fuerte detonación, encendimos la me-
cha, pero no pasó nada. Esperamos algunos instantes para darle
tiempo de consumirse, después me agaché para mirar. Acerqué
mi cara, buscando ver por qué la mecha se había apagado. Pero
en lugar de salir por la boca del cañón, la carga, demasiado pe-
sada, explotó por la culata y la recibí en plena cara. Grité despa-
vorido que estaba ciego. Mi cara estaba acribillada de quemadu-
ras, pero por una suerte extraordinaria, sólo el blanco de mis ojos
fue tocado. Ninguna infección hubo después. Debí guardar cama
durante varias semanas, la cara cubierta de vendajes, mientras
Raquel, con una aguja, extraía los granos de pólvora de mis me-
jillas, de mi nariz y de mi frente. Un punto negro se mantuvo du-
rante años en la córnea de mi ojo izquierdo, entre el iris y el la-
grimal, pero luego él también terminó por desaparecer.

Movimiento y actividad, los juguetes como estímulo

Es fundamental reconocer el papel que desempeña el estímulo en


general y en el desarrollo del niño en particular. A los juguetes que se
enumerarán a continuación podríamos llamarlos juguetes estímulo, por
su propiedad de incitar al movimiento en la interacción entre el niño y
los mismos. Los juguetes de estímulo psicomotor instan al niño a activar
su motricidad en general; los que apuntan a la motricidad fina, inciden
en el desarrollo de la habilidad manual: precisión de movimientos para
golpear, girar, ensartar piezas, componer o ajustar; los que movilizan la
motricidad global interesan a la coordinación de movimientos, al domi-
nio> muscular y al equilibrio.

235 MM
Martha Glanzer

Esos juguetes son, para los más pequeños, los carritos de arrastre
que accionan mediante su marcha ruedas que producen sonido, para
empujar y otros. En general, para todas las edades es interesante tener
presente la pelota en primera instancia, también los aros, los milenario
s
barriletes, globos, zancos, patines, la cuerda de saltar y muchísimos otros
que llegan a comprometer a los niños en ejercicios de destreza, en los
que se irán superando a medida que el juego se repita. No sólo el niño
se irá perfeccionando en el uso de lo que dispone sino que se irán tam-
bién complejizando los elementos existentes. Se presentan entonces in-
novaciones que resultan muchas veces de la aparición de una nueva ten-
dencia particular, la que, combinándose con otras ya conocidas, origina
formas más complejas de juego, más preciadas por novedosas o exigen-
tes, y que también requieren más destreza en su realización o en su do-
minio.
O sea que el niño está, en general, dispuesto a superar una pro-
gresión de dificultades. Un ejemplo de esto lo vemos en el sempiterno
juego del salto a la cuerda, vigente aún en nuestros días en algunas es-
feras y que en los últimos años ha sido reemplazado por el juego del elás-
tico. Este último juego conserva algunas normas clásicas, las del salto,
pero sus consignas son mucho más complicadas por las diferentes for-
mas de obstáculos que ofrece el elástico en distintas posiciones de entre-
cruzamientos y alturas y por la mayor rigurosidad de las reglas a atener-
se. En general este tipo de juegos se realizan entre la competencia y la
demostración de habilidades adquiridas.

Juguetes espectáculo y con movimiento: de la muñeca


al autómata

Con miras a introducir detalles tanto para las niñas como para los
varones, los fabricantes fueron dotando cada vez más de facultades de
autonomía a los muñecos. No obstante, como habíamos visto, ello no
enriquece la calidad del juego pues va en detrimento de las posibilidades
de acción del niño con el juguete: muñecas que caminan, que hablan,
ositos que cuentan cuentos... Esos atributos van reemplazando la posibi-
lidad del niño de expresarse ante el juguete o de actuar con él. En el ca-
so del osito que tiene incorporada una grabación de uno o más cuentos,
sería la relación de los mayores con el niño la que se vería perturbada,
aunque sabemos que ese tipo de proezas no reemplazará nunca a los

E 236
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

cuentos para dormir relatados por los padres. En un principio, esas cua-
lidades de los juguetes resultan atractivas, pero al poco tiempo la repeti-
ción y la monotonía se instalan entre ellos.
Otro tipo de juguetes de gran difusión son aquellos que no incitan
al niño a jugar y a moverse, sino que lo colocan por lo general en mera
posición de espectador. Éstos vienen provistos de un mecanismo por
medio del cual se mueven o se desplazan, quedando así el niño fuera de
acción, aunque muy atraído por el espectáculo que ofrecen esos peque-
ños objetos en movimiento. La escala masiva en que se produce todo ti-
po de juguetes espectáculo -mecánicos o automáticos—, es debida en
parte a que tanto el niño como el adulto quedan fascinados por la auto-
nomía del juguete, lo que constituye también un factor de seducción pa-
ra el comprador.
La electrónica que anima a este tipo de juguetes, alimentados con.
pilas, otorga la posibilidad de movimientos autónomos y además puede
agregarle algunos efectos que hacen más atrayente el espectáculo, como
distintos movimientos én ojos y bocas de muñecas y animalitos de pelu-
che, imitación de voces de animales y humanas mediante síntesis, emisión
de*ruidos en rodados, ametralladoras y otros; efectos sonoros y/o lumi-
nosos como timbres, bocinas o señales y transmisión de movimientos di-
rigidos a contro! remoto. En los juguetes dirigidos por telecomando está
contemplada la intervención del niño, quien maneja a distancia los mo-
vimientos y los desplazamientos del juguete a su voluntad.
Vemos entonces que la electrónica es el medio que permite al jugue-
te salirse de su postura clásica para adquirir distintas funciones complemen-
tarias y así hemos pasado de la muñeca clásica a la muñeca autómata que
habla y camina y del revólver de plástico a la pistola con rayos láser.
En nuestra época electrónica, podemos precisar que son las pan-
tallas las que invadieron el mercado y, por ende, el dominio de los jue-
gos: hoy vemos gran cantidad de niños absortos en la observación del
movimiento de pequeños personajes que se deslizan, se atropellan o se
esquivan en los video-juegos, que se pueden accionar mediante minús-
culos movimientos de los dedos de las manos.
Hay aun otros juguetes espectáculo ajenos a estas innovaciones y
que permanecen con los mismos principios desde inmemorable data: pode-
mos citar entre ellos a los caleidoscopios. Con sólo girar lentamente el cilin-
dro, el espectáculo que ofrece cambia y se van sucediendo ante la vista las
más inusitadas y artísticas combinaciones de coloridas formas geométricas,

237 N
Martha Glanzer

en placenteras visiones que hacen disfrutar durante largos ratos a grandes


y
a chicos, como lo cuenta A. Gide en sus recuerdos:

Mis primas compartían conmigo mi inclinación por ese juego, pe-


ro se mostraban menos pacientes, sacudiendo cada vez el apara-
to para poder contemplar un cambio total. Yo no procedía así.
Sin quitar la escena de los ojos giraba el caleidoscopio suavemen-
te, suavemente, admirando las lentas modificaciones del rosetón.
Algunas veces, el imperceptible desplazamiento de uno de los ele-
mentos acarreaba consecuencias conmovedoras. Yo estaba tan
intrigado como deslumbrado, y bien pronto quise forzar al apara-
to a que me revelara sus secretos. Destapé el fondo, saquéy re-
conté los pedazos de vidrio y saqué del tubo de cartón tres espejos;
luego los volví a colocar; pero con ellos sólo tres o cuatro crista-
les. ¡La concordancia se empobreció! ¡Los cambios no causaban
más sorpresa, pero ¡qué bien podían seguirse las partes! ¡Cómo
podía comprenderse bien el porqué del placer!
Después quise reemplazar los pequeños pedazos de vidrio por
objetos de lo más insólitos: la punta de una pluma, un ala de mos-
ca, una cabeza de fósforo, una brizna de hierba. Resultó Opaco y
ya no era hechizante, pero, a causa del reflejo sobre los vidrios
que proyectaba un cierto interés geométrico... En resumen, yo
pasaba las horas y los días con ese juego.

El autor recuerda que, como niño inquieto y curioso, no se con-


tentó con respetar las consignas del “juguete para contemplar” e intervi-
no desarmándolo para obsevar su composición interna, como hacen mu-
chos de los niños curiosos que “rompen sus juguetes” para desentrañar
el misterio que les da movimiento propio. ¿Cuántas veces resulta que el
niño “destrozón” que deshace sus juguetes no es tal? Sino que es mera-
mente un niño curioso, ávido de comprender el porqué de las magias
ocultas en los juguetes, que ellos se obstinan en no manifestar.

La reflexión y la concentración a partir del juguete

Frente a los análisis que nos ocupan, en el enfoque de las conduc-


tas lúdicas de niños y niñas podemos asegurar que los juegos que sus-

4 Gide, A., Si le grain en meurt, París, Gallimard, 1950.

E 238
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

tentan una actividad intelectual exigen reflexión y concentración, siendo


por lo tanto muchos de ellos actividades solitarias. Se pueden citar entre
éstos el componer puzzles o rompecabezas, los juegos educativos y
algunos video-juegos.

Los puzzles

Como todo juego de reflexión, armar un puzzle requiere no sólo


atención sino también perseverancia. Las dos referencias a que debe ate-
nerse quien reconstruye un rompecabezas son: una de ellas, las partes
parciales de las figuras a completar identificadas por su forma y sus co-
lores; y la otra, la coincidencia de los cortes a integrar. Ambos atributos
deben coincidir al unísono y la ilustración de base va apareciendo. La
graduación de dificultades se proponen con el aumento del número de
piezas en los puzzles que se van afrontando. Cuando éstos presentan pie-
zas con cortes similares, uno de los dos atributos citados, el de las figuras
a completar, será la referencia más utilizada, ya que la correspondencia
de los cortes actuaría como elemento autocorrector.

Los rompecabezas de cubos

Los rompecabezas de cubos, que en general son presentados a


los más pequeños, implican la dificultad de presentar un solo parámetro
como guía: las figuras a completar. Esto, en lugar de simplificar, dificul-
ta la tarea pues no se dispone del auxilio autocorrector de los cortes si-
nuosos, ya que los lados de los cubos son siempre rectos y del mismo ta-
maño. Otro factor que dificulta la tarea es que para encontrar el trozo
correspondiente a la imagen buscada, se debe elegir entre las seis caras
de cada cubo, o sea que para cada unión debe salvar seis dificultades.
Esto, como muchos otros problemas a resolver, han sido siempre supe-
rados por los niños, pero viene al caso hacer notar el lugar que pueden
ocupar estos rompecabezas en la graduación de dificultades que se les
van ofreciendo.

Los juguetes educativos y el desarrollo intelectual

El objetivo general propuesto al proveer a los niños de Jardín de


Infantes y de las escuelas maternales de la batería de juguetes educativos,

239 EE
Martha Glanzer

detallados más adelante, es el de


brindarles posibilidades para desa
-dentro de un medio lúdico—, dete rrollar
rminadas habilidades y actitudes.
tas, al ir evolucionando, le permitir És-
án un mejor desarrollo motriz e inte-
lectual contemplando la etapa evol
utiva en que se encuentra, junto
preparación para su futura escolari a una
dad. Por tal motivo son positivos
liosos los elementos especialment y va-
e estructurados para obtener dete
nados logros en la faz madurati rmi-
va intelectual como, entre otros
lo estimulan en su motricidad o los , los que
que lo inducen al juego dramático,
que al obtener determinada evol ya
ución en una dirección, se van
lando al mismo tiempo los otros aspe apun ta-
ctos de su personalidad.
Consideramos al juguete educativ
o como un mediador padagógi-
co del desarrollo mental y del equil
ibrio afectivo, en contraposición
gunos hábitos ancestrales de peda a al-
gagía verbal y abstracta. El jugu
entonces no ete
sostiene un concepto oralment
e expresad o sino que es
una realidad concreta, múltiple
, sobre la que se construye la
xión. En la elaboración del pensamie refle-
nto conceptual, el niño atraviesa
ferentes y graduales etapas de di-
evolución para las cuales son acor
determinados materiales que moti des
varán sus actividades y que citaremo
esquemáticamente, desde sus comi s,
enzos. Habíamos ya tratado en
capítulo 2 los juguetes para bebés, el
quienes atraviesan la etapa de expl
ración y de la estructuración del obje o-
to mediante actividades sensoriales
y motrices.
Ya en su paso por el Jardín de
Infantes, su evolución intelectual
afronta la estructuración de formas,
tamaños, colores, comparaciones
tamaños y relaciones de igualdad, de
entre otros. Frente a su desarrollo
luego adquiriendo nociones lógicas irá
de identidad, de similitudes y difer
cias, relaciones de cantidad, de en-
continente y contenido, de part
de pertenencia, de agrupamiento e a todo,
y clasificación por distintos atributos,
de asociación de ideas, de secuenci
as temporales, nociones espaciales
concordancia y de memoria, entre , de
otros. Sustentadas por formas bási
de jueg
os clásicos, el niño va tomando cas
contacto con esas nociones a
vés de soportes lúdicos que tra-
generalmente se presentan en
func su aspecto
ional como dominós, loterías, jueg
os de cartas y otras variadas pre-
sentaciones.
Es por ello que considero apropiad
a la denominación de material
ludo-pedagógico, para designar
al conocido como material didá
preescolar, ya que esta última deno ctico
minación deja de lado la parte lúdi-
Ca, que es su verdadera esencia. Al
llamarlo material “ludo-pedagógico

240
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

se toma en cuenta que la actividad desarrollada es la lúdica, en el medio


pedagógico de la escuela o del jardín de infantes y que tiende al apren-
dizaje de nociones básicas, pues sabemos que el juego propicia siempre
situaciones didácticas ya que es una enriquecedora vivencia. La mayoría
de estos juegos que proponen distintas ejercitaciones y diferentes nocio-
nes a adquirir están basados en los primeros estudios y experiencias lle-
vadas a cabo desde siglos anteriores por pedagogos y científicos que, en
un principio, sustentaban materiales especialmente concebidos para tra-
tar niños con deficiencias en el desarrollo intelectual. Enunciaremos so-
meramente algunas de estas personalidades que adquirieron un rol rele-
vante en la educación: Jean Itard, médico francés (1774-1836); Ovidio
Decroly, médico y psicólogo belga (1871-1932); Federico Froebel, pe-
dagogo alemán (1782-1852); María Montessori, médica y pedagoga ita-
liana y varios otros. Siguiendo en esta posición, podríamos afirmar que
además de los juguetes y juegos otorgados en los Jardines de Infantes
con los fines precisos a los que nos hemos referido, todos los juguetes
son educativos -salvo raras o morbosas excepciones-, por cuanto el
contacto con todo juguete aporta al niño gran variedad de nociones bá-
sicas. Esto se pone de manifiesto cuando comprende las reacciones que
surgen de su propio accionar. Por ejemplo, el niño va comprendiendo
frente a una pelota los resultados de lo que llamamos estímulo y reac-
ción, cómo responde la pelota cuando la patea o cuando la tira al aire,
pues es el medio más propicio que tiene a su alcance para actuar sobre
él. Pero vemos que en el consenso general, la pelota no es considerada
como “juguete educativo”.
Si se toma en cuenta todo lo que aportan los juguetes con los que
el niño juega y actúa, se los podrá entonces aceptar como un importan-
te complemento de la educación, que contribuye a enriquecer la calidad
de las aptitudes de sus poseedores, lo que justifica que en las institucio-
nes educativas se proporcione a niños de distintos medios sociales la
oportunidad de jugar y de actuar con esos materiales ludo-pedagógicos,
que para ellos son sólo apreciados juguetes.

Liberación de la creatividad. Los juegos de construcción

Construir significa para el niño disponer en forma arbitraria una


serie de elementos, para conseguir, mediante su unión o agrupamiento,
distintas formas que luego él mismo podrá reconocer como algo a lo que

241
Martha Glanzer
o ——o —c——e— a a

posiblemente le dará un nombre —aunque la forma real de


lo consegui-
do diste mucho de lo convencional. Esta actividad libre
le permite expre-
sarse en muchos sentidos: mientras crea, va obteni
endo dominio de su
motricidad y de la coordinación visomotora; incrementa
su caudal cogni-
tivo y, generalmente, dramatiza situaciones con
su obra, dando cauce
tambien a la faz afectiva, y obtiene en forma import
ante un mayor do-
minio del espacio. Las construcciones pueden realiza
rse en el piso o so-
bre la mesa, con los mismos materiales o con
elementos de característi-
cas diferentes.
Una de las actividades que goza de más adeptos
entre la pobla-
ción infantil es el trabajo con bloques —en un princi
pio, de madera y lue-
go, de plástico en su presentación—, que propic
ia entre otros, los juegos
de construcción. En estas situaciones de juego, la
conducta que debe asu-
mir el niño difiere cuando encara juegos que se desarr
ollan en la mesa,
sentado en una silla, de la actividad realizada en
el piso, lo que lo predis-
pone a adoptar posturas libres. En este último caso
se puede desplazar
libremente para manipular las piezas según sus necesi
dades; goza enton-
ces de un espacio mayor, y las diferentes posiciones
que adquiera irán
determinando los apoyos de su cuerpo. Tanto
los desplazamientos co-
mo las distintas posiciones le permiten actuar desde
diferentes ángulos,
contemplar su obra desde varios lugares para asegur
arse una mejor co-
locación de los elementos y, por sobre todo, no perma
necer en un mis-
mo lugar: mientras juega, crea y explora el espacio.
Desde esta perspectiva podemos apreciar que el
juego con los
bloques implica también una conquista del espaci
o. El trabajo de
construcción se hace mediante la superposición de los
elementos, yuxta-
posición, unión y aproximación, lo que implica
una actividad tanto de
pinza fina al tomar los elementos, como de equilibrio
y coordinación vi-
somotora al superponerlos y calcular su colocación;
desplazamiento y
trabajo de musculatura gruesa al trasladarlos; creaci
ón al disponer las
piezas y obtener las formas y, por último, dramatizació
n cuando lo obte-
nido va a adquirir un valor simbólico. El niño podrá
entonces reconocer
una: forma convencional: aeropuerto, garage, puente
, etcétera. Podrá
luego agregar otros elementos o juguetes dramáticos,
que le ayudarán a
exteriorizar sus contenidos internos, moviendo las distint
as piezas dentro
de ese escenario construido por él. Pondrá así de
manifiesto un juego
dramático en el que puede liberar tensiones, deseos
, emociones, ansieda-
des, imaginación y conocimientos adquiridos. Los juegos
de construcción
varían según las edades y para ellos hay diferentes
tipos de elementos.

242
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

Para los niños mayores hay infinidad de juegos de construcciones


a realizar con piezas disímiles, que se ajustan entre ellas con
diferentes
sistemas de atornillados, ensartado, ajuste y otros. Se trata en general
de
piezas de tamaño pequeño con las que se pueden obtener interesantes
obras. En general, en esa etapa en que los niños dominan ya la posibili-
dad de construir obras tridimensionales, llegando a obtener complej
os re-
sultados, el juego en sí será la construcción misma del elemento desea-
do, con el que raramente jugarán después, sino que más bien podrá ser
exhibido como una proeza realizada. En esa circunstancia, el tiempo
de
juego terminará con la obra concluida.

El respeto a las reglas, juegos de sociedad y de simulación

Para los niños que manejan ya el pensamiento operatorio y para


mayores, son vastamente difundidos los llamados juegos de reglas o tam-
bién juegos de mesa. Ellos tienen la particularidad de reunir a varios
ju-
gadores para competir entre sí según el azar, según las capacidades o
co-
nocimientos de cada uno, siguiendo siempre las consignas establecidas
en el juego. En algunos de ellos, los jugadores se asumen en distintos
personajes simulados: banqueros, viajeros, etc., respondiendo a distintos
intereses en las diferentes edades. Para llegar a obtener sus fines,
algu-
nos jugadores anexan distintas argucias o agregan situaciones
espontá-
neas O divertidas. Esta actividad toma una reconocida connotación
social
por su condición de convocar a la reunión, ya sea de niños o mayores
O
de la familia en particular. Muchos de estos juegos se han hecho con el
fin determinado de que los jugadores vayan adquiriendo conocimientos
precisos: geográficos, históricos, sociales o sobre la naturaleza y los ani-
males. Algunos ya eran usados a principios de siglo, como lo cuenta en
sus recuerdos de infancia Nathalie Sarraute —su juego los contactaba
con la literatura.

A menudo, cuando mis padres salían, nosotros jugábamos a un


juego que me regalaron aquí (NT: San Petesburgo, Rusia): “El
cuarteto de escritores”. Era un poco parecido al juego de fami-
lias que yo jugaba en Paris. Como para jugar hacen falta cuatro,
Gacha y la otra mucama... sólo me acuerdo de su presencia... in-
vitaban a una de sus amigas que trabajaba en la misma casa. So-
bre cada carta blanca está el retrato de un escritor y debajo, su

243 E
Martha Glanzer

nombre en letras rojas. Más abajo en


caracteres negros, los títulos
de cuatro de sus obras. Nosotras
sabíamos leer, tanto ellas como
yo, y este juego nos apasiona. Nos insta
lamos en la mesa cuadra-
da que hay en medio de la cocina, ilumi
nada por una lámpara a
kerosene suspendida del techo, las
paredes oscuras y un poco hú-
medas... Era cálida y agradable la
cocina. .
Se distribuyen las Cartas, se tiran los
dados para saber quién va a
comenzar y luego la que ha sido desig
nada por la suerte se dirige
a una de las otras jugadoras:
—“Dame Tourgueniev: Padre e hijos”
.
La otra le da la carta.
—Y ahora, (con un tono más segur
o) me vas a dar otra vez “Tour-
gueniev: Relatos de un cazador”.
—(Triunfante) ¡No la tengo!
—Entonces, tú Gacha, dame “Tolst
oi: Ana Karenina”.
—Gracias y tú, Natacha, “La sonat
a Kreuser”.
—Gracias.
—Entonces, ahora dame...
—No la tengo...
—Y tú me vas a dar...
Y así se sucedían decepciones y victor
ias... sólo la llegada de mis
padres nos detenía... Mamá nos
regaña amablemente, como a
ella también le gusta jugar, nos comp
rende.
—Pero es una locura, ya es medianoc
he, qué cara tendrás...
—Pero mañana me puedo levantar
tarde...5

Juegos de mesa de este tipo con


diferentes contenidos sustentan
Una gran variedad de juegos educa
tivos. Así, mediante la repetición
esa situación lúdica, los jugadores de
toman contacto con una diversidad
temas y, de una manera divertida, de
van haciendo acopio de conocimien-
tos que luego quedarán grabados y
registrados en su haber cognitivo. Es-
tos juegos son presentados en su
mayoría bajo la forma de tableros
ilustraciones que conducen el desar con
rollo con fichas, dados y otros acce
rios o en forma de naipes, entre otras so-
. No podemos afirmar que los niños
de hoy hayan desistido de su uso,
pues hay formas de juegos clásicos
se mantienen que
durante generaciones
, pero sí se puede apreciar
tipo de juegos va tomando primacía que otro
en el interés actual de los niños.
A
5 Sarraute, Nathalie, Enfance, París,
Gallimard, 1983.

i 244
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

De lo real a lo virtual, los juegos y las consolas electrónicas

Vivimos en una civilización de pantallas: cine, televisión, computa-


doras, videojuegos, en las que las imágenes se deslizan constantemente.
Y como el juego es movimiento, entramos en una concepción actual de
los juegos a través de las pantallas en que los movimientos se realizan en
ellas y no involucran al jugador-espectador. Distintas fuentes los proveen:
ya sean los “juegos interactivos” que presentan algunos canales de televi-
sión, los que se ven en las computadoras por medio de diferentes logiciels
o CD-ROM, o esas pequeñas ventanitas de los video juegos, en los que
el movimiento no pertenece a los jugadores sino al juego en sí. La indus-
tria del juguete se hace eco de esta nueva concepción y da lugar a la pro-
ducción de los video-“juegos en los que los niños fijan su mirada durante
horas tratando, con el solo movimiento de dos dedos, de deslizar perso-
najes para salvar situaciones peligrosas previstas, o para unir piezas dise-
minadas de un puzzle a reconstruir, Vemos que también surgen las con-
solas por medio de las cuales los usuarios pueden manejar con solo cuatro
direcciones ya establecidas, el movimiento de las imágenes o de los per-
sonajes que se presentan en la pantalla.
En el transcurso de estos juegos podrá apreciarse que la imagina;
ción del niño se ve reducida, pues la electrónica parece tomar la delan-
tera.“El juguete sólo le ofrece una estructura ya organizada, dirigida, a la
que debe acogerse en forma pasiva y responder siguiendo las instruccio-
nes precisas. Por ello es importante tener en cuenta que los video--juegos
no son creativos, sino repetitivos, y que la base es generalmente la misma,
lo que pone de manifiesto que hay en ellas como una falta de ilusión.
Se produce entonces una situación paradójica, pues por un lado
se crea un compañero de juegos cuando el niño está solo, ante la ausen-
cia de un adversario tiene la libertad de poder jugar en cualquier momento.
Pero visto desde otra perspectiva, ello constituye una traba a la comuni-
cación. Así, algunos padres temen que los juegos electrónicos puedan
convertir a sus hijos en seres cada vez más solitarios que van perdiendo
el gusto por la comunicación. Otro inconveniente a tener en cuenta es
el aislamiento en que se sumergen los niños que se sienten demasiado
atraídos con los videojuegos, pues se produce como un corte con el
mundo que los rodea. Vayamos a una observación de juego con un vi-
deo-juego.
Martha Glanzer

Tal, 10 años, está sentada en la alfombra frente


al televisor junto
a otros chicos. Tiene en sus manos un video-juego
con una pan-
talla de aproximadamente 8x8 cm, en la que sobre
un fondo gris
se presentan diferentes combinaciones de pequeñ
os cuadrados
verdes. El objetivo del juego es armar un puzzle
juntando todos
esos conjuntos según las posibilidades, para formar
con ellos un
solo cuadrado verde que los contenga a todos.
Presionando los
botones que acceden a las cuatro direcciones
(arriba-abajo-dere-
cha e izquierda) se obtiene el deslizamiento de las piezas
para po-
der encajarlas convenientemente. Pero como Tal
es una niña de
esta época, desarrolla este juego mientras forma
parte de la te-
leaudiencia, en su casa, junto a los demás chicos,
que miran un
programa de televisión.
Su cabeza agachada, su mirada fija en la pequeña
pantalla del vi-
deo-juego, va desplegando su destreza visual y manual
en la con-
fección de ese cuadrado que debe llegar a formar, absort
a en su
quehacer. Sin embargo, sigue con el oído la trama
que se desa-
rrolla en la pantalla del televisor. De vez en cuando
, alertada por
Una música insinuadora o por la interrupción de los
diálogos en
la TV, alza su cabeza para ver qué pasa en la televis
ión, ya que
en ese momento sólo la música invade el lugar.
Ella ya sabe, o in-
tuye, que la gravedad de la música anuncia escena
s sin palabras,
que sólo se observan en silencio, y que una música
alegre o la
combinación de notas chillonas sostienen una secuen
cia entrete-
nida, siendo ésas las referencias que aguijonean
su curiosidad.
Los diálogos, las voces y los ruidos le van indicando
el argumen-
to, que sigue atentamente, en parte como si escuch
ara la radio,
pero con la diferencia de que en la pantalla se desarro
llan en con-
tinuo movimiento las escenas de la película y que,
alertada por la
música sugestiva, también ella quiere ver y puede
así seguir sin
perder la trama. En esta segunda actividad, su situaci
ón es mera-
mente receptiva, lo que le permite ir desarrolland
o a su vez otra
actividad simultánea, de la que es actora al tratar
de formar el
puzzle en el video-juego que tiene entre sus manos.
El cuerpo, quieto. La mente, redoblando su activid
ad en una si-
tuación receptiva que no es pasiva y, al mismo
tiempo, en un que-
hacer activo que no despliega movimiento corporal;
en esa vela-
da, la niña compartió su atención en dos pantallas:
una en la que `

| 246
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil
|
5—ui

se desarrollaba el pequeño juego electrónico que tenía en sus ma-


nos, y la otra en la que se pasaba la película que se transmitía por
televisión, al mismo tiempo y sentada simplemente en la alfombra.
Todos sus sentidos alertas, participa así de dos situaciones: una
como espectadora y la otra como actora y jugadora de los seden-
tarios juegos electrónicos.

Veníamos afirmando hasta ahora que los juegos electrónicos so-


meten a los chicos a una pasividad corporal. Ello no contradice la activi-
dad mental que se pone de manifiesto cuando “algunos ıde ellos exigenla
la
mente alerta y laagilidad de los reflejos para responder a distintas situa-
ciones, generalmente planteadas por el juego en sí. Esto demuestra una
vez más la multiplicidad de las situaciones lúdicas de que participan los
niños y las niñas mientras hacen uso de diferentes tipos de juegos: unos,
que privilegian la actividad física; otros, lo imaginativo y, finalmente,
los que acabamos de analizar que favorecen una actividad mental.
Los video-juegos son en general juegos solitarios, pero los niños
descubren a menudo los medios para jugar entre varios alternativamen-
te. En muchosj juegos de consola, la imaginación está suplantada por la
idéa de realizar un puntaje destacado y así los jugadores se tornan en
contrincantes ante la comparación de los puntajes obtenidos. Desde un
punto de vista crítico se podría decir que esos juegos tienden a una limita-
ción de la imaginación, de la creatividad y sobre todo de la actividad física.
Ante el encantamiento producido por la novedad de los juegos
que se presentan ante ellos, esa actitud no es duradera, pues luego de
un uso reiterativo de secuencias que se mueven siempre sobre una mis-
ma base, el poseedor puede llegar a una saturación y muchos juegos son
confinados al olvido, si no definitivo, al menos momentáneo. Siguiendo
con la posición crítica, podríamos decir también que se puede ver un
cierto conformismo con respecto al uso de los juegos electrónicos, ya
que muchos niños consideran que deben seguir los dictados de la época
actual y que no estar en esa tónica los pondría en situación de exclusión
frente a sus amigos y a los demás.

Pantallas maestras, iniciación a la informática

No obstante, mediante el acceso posible a las computadoras, ya


sea mediante los juegos repetitivos que proponen u otro tipo de activi-

247 MM
TA

Martha Glanzer

dades, los niños se preparan a enfrentar un futuro de estudios y de pro-


fesiones donde todo está ya informatizado. Entonces, ya iniciados en las
técnicas del futuro, les resultará más fácil y accesible encarar un entorno
tanto escolar como laboral, pues la electrónica, sin lugar a dudas, es
nuestro presente que se potenciará en el futuro. g

Una clasificación de los juguetes según sus


principales objetivos

Teniendo en cuenta las características comunes a la evolución


propia de cada edad, no obstante las diferencias posibles que ya hemos
destacado, y generalizando en estos conceptos, como final de capítulo y
a manera de resumen esquemático se incluyen a continuación cinco grá-
ficos que sugieren una posible de clasificación de los juguetes según los
tipos de estímulos que ofrecen.

Juguetes que posibilitan experiencias sensorio-motrices

2/6 6/12 | 12/24 | 2/3 4/5 6/7


meses | meses meses años años años

Sonajeros

ms
Cajitas de música
o A
Libros duros, o
de tela o plástico
Imitación
de instrumentos
El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

Juguetes para actividades motoras gruesas

2/6 6/12 | 12/24 | 2/3 4/5 6/7


meses meses años anos anos
meses

Pelotas
Pre-triciclos o
andadores
Carritos de arrastre
y empuje

Barriletes

saltar

(surf)
|
Zancos
Zancos |

249 I
Martha Glanzer

Juguetes para actividades motoras finas

2/6 6/12 | 12/24 | 2/3 4/5 6/7


meses | meses meses años años años
Cunero de activ.
Panel de activ.
Tente en pie
Recipientes u otros
para apilar
Anillos para ensartar
sobre un eje
Juguetes para
arena

Juguetes para
el baño
Trompos a resorte
Carros para cargar
y descargar
Cajas de formas
para introducir
Banco para
martillar
Banco de carpintero
(de madera)
Juegos de encaje
Perlas grandes
para enhebrar
Perlas chicas
para hacer collares

E 250
A

El juego en la niñez. Un estudio de la cultura lúdica infantil

Juguetes que favorecen la socialización, la expresión afectiva


y las proyecciones

Animales de plastisol |. Ea > A]


(plástico blando)
Animales de
felpa
Muñecas de tela

Autitos, camiones

[Muñecas elásicas [>]


Granjas, zoos,
arca de Noé

EP a
Barcos, i aviones

PO
Juegos de té y

Coche para |
llevar muñecas
|
al]
Titeres
Personajes de oo
cuentos y TV
Animales y B
personajes Mecanicos

Soldaditos y
accesorios de ejército
Indios y otros personajes a
Universos para
representar escenas
Vehículos
mecánicos o a pila
Casas de muñecas
y accesorios

SIA0)
las muñecas
Carpas y cabañas
para los niños

E e
Distraces y

|
figurines
Muñecas | |
[Meres JO
251 W
Martha Glanzer

Juguetes que potencian el desarrollo inteligente:


observación,
reflexión y resolución de problemas

2/6 6/12 | 12/24 | 2/3 4/5 6/7


meses | meses meses años años años

huecos

Bloques de
construcción

Pastas para
modelar
Caleidoscopios ||

Juegos de
dominó l
Juegos de
naipes
Juegos de mesa
(tableros y otros)
Video-juegos

E 252

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