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Wright, Henry

Museum of Anthropology, Univ. Of Michigam, Ann Arbor.


Michigan 48190

RECIENTES INVESTIGACIONES SOBRE EL ORIGEN DEL ESTADO

Anuario de la Revista Antropológica (1977: 379-397).

Explicar el origen de los estados prístinos, aquellos que aparecen en un contexto de


sociedades prestatales en interacción, ha permanecido como uno de los objetivos de los
antropólogos desde la publicación de Morgan Ancient Society 100 años atrás. Este es un
problema fundamental que, a pesar de no tener una solución definitiva, constituye una medida
para evaluar la eficacia de las nuevas perspectivas y los nuevos métodos. El centenario de la
publicación de la obra de Morgan no ha inspirado nuevas teorías de explicación comprensiva
del problema o avances en la investigación, pero ha coincidido con una síntesis de los trabajos
pasados, por replanteos provocativos en los acercamientos teóricos existentes y con la puesta a
prueba en base a nuevos métodos de las explicaciones propuestas a partir de esos
acercamientos. Esta revisión comienza con comentarios sobre las recientes síntesis, la
discusión sobre problemas de definición, y sobre las actuales contribuciones en la investigación
de varios casos de desarrollo estatal. En conclusión, se considera que las investigaciones
recientes han obviado algunas de las posiciones asumidas en las síntesis y han clarificado las
direcciones que deben seguir las futuras construcciones teóricas y la investigación.

RECIENTES SÍNTESIS SOBRE EL ORIGEN DEL ESTADO.

Comencemos con la consideración de The Origins of the State and Civilization de


Service, no solamente porque es la culminación de 40 años de actividad académica sino
también porque la considero conceptual y metodológicamente un éxito. Es importante sobre
todo porque sus conclusiones por una parte han resumido algunas de las condiciones de la
emergencia de los estados tempranos que todas las explicaciones deben seguir teniendo en
cuenta, y por otra ejemplificado algunas de las debilidades de las posiciones existentes. Service
“focaliza” sobre el origen del gobierno. El gobierno es definido como “una burocracia
instituida para dirigir al pueblo con autoridad basada en el derecho” (44: 10), una burocracia
que existe como una jerarquía de oficiales (44: 72). El gobierno aparece como la primera
institucionalización del liderazgo centralizado de las “jefaturas”. Las sociedades en este estadio
evolutivo “tienen una dirección centralizada, un ordenamiento en estatus jerárquicos con un
ethos aristocrático, pero sin un formal aparato legal de fuerza represiva” (44: 16). “Este poder
político organiza la economía… y ésta fue redistributiva, un sistema de asignación, no un
sistema de adquisición…” (44: 13). Para Service, el origen del estado gira sobre el tema del
uso de la fuerza como sanción institucionalizada, sin embargo “un buen gobierno no es
necesariamente o evidentemente un cuerpo represivo desde el momento que es responsable del
control de la violencia tanto como de la paz” (44: 307). En verdad, en sus consideraciones
sobre la información arqueológica disponible sobre civilizaciones arcaicas, Service encuentra
que el origen del estado definido en términos de fuerza represiva no es evidente en los datos
actuales.

Luego de considerar varios casos del desarrollo del gobierno institucionalizado tanto
desde el punto de vista etnohistórico como arqueológico, Service presenta una serie de
conclusiones que clasifica en positivas y negativas. Sus “conclusiones negativas”

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habitualmente enfatizan algunas condiciones generales en las cuales se han puesto todos los
esfuerzos para explicar el origen del estado, que deben ser tenidas en cuenta (44: 266-89).

1. La guerra como una motivación para la cooperación y como factor de


eliminación o subordinación de organizaciones menos efectivas es universal en el desarrollo
humano y no puede por sí misma explicar el desarrollo del estado.
2. La intensificación de la producción, y en particular la agricultura de irrigación,
antecede en mucho a la emergencia del estado como técnica de producción de unidades locales
y solamente alcanza un lugar más importante en lo que concierne a la investidura social y
política después de la aparición del estado.
3. El crecimiento, particularmente el crecimiento de la población, es una
condición habilitante o necesaria para la emergencia del estado, pero no una condición causal.
(Sin embargo Service proporciona pocos argumentos o evidencias en defensa de esto como
punto de vista general).
4. El urbanismo, considerado como nucleamiento de población, evidentemente
prosigue al origen del estado y está correlacionado con la modalidad e intensidad de la guerra
entre estados ya existentes.
5. La estratificación en clases y la consecuente represión para defender los
intereses de la clase privilegiada, es una construcción que no es útil en la consideración del
origen del estado desde el momento que las clases en las civilizaciones tempranas están
basadas en principios de autoridad más que económicos y la represión por parte del gobierno
para protegerse a sí mismo no puede ser una explicación del desarrollo del gobierno mismo.

Las “conclusiones positivas” de Service se encadenan lógicamente comenzando con el


hecho de que la desigualdad es un hecho básico, y que aún las más simples de las sociedades
periódicamente requieren que sus miembros más apreciados actúen como líderes. El liderazgo
llega a ser una actividad regular cuando se vincula el almacenamiento y redistribución de
bienes. Cuando el oficio de líder llega a estar regularmente cubierto, típicamente por herencia,
ha aparecido una jefatura. Si el estado no es nada más que eso, es una sociedad en la cual la
coerción principalmente se usa para corregir errores. En el gradual desarrollo de las
civilizaciones arcaicas, el punto actualmente alcanzado sobre el origen del estado no es
fácilmente definible como que tampoco se le ha dado suficiente importancia.

Si es correcta esta inferencia, para Service, el origen de las jefaturas es la clave del
problema. Ciertamente, muchas de las recientes publicaciones o artículos breves presentan
como más relevante este problema que el origen del estado en sí mismo. Desde el momento
que esta revisión no es principalmente sobre los orígenes, se puede comenzar con
consideraciones sobre algunos trabajos recientes sobre jefaturas “complejas” o desarrolladas y
su forma de funcionar. En contraste, podemos también considerar qué constituye mínimamente
un estado y cómo opera. Esta contrastación mostrará que los estados se pueden reconocer por
muchas características además de aquellas vinculadas con la coerción. Las definiciones
basadas sobre tales otras características pueden ser más útiles para guiar la investigación sobre
el origen del estado que la clásica definición adoptada por Service. Sólo después de esta
discusión taxonómica podremos proseguir la investigación sobre desarrollos evolutivos.

JEFATURAS Y ESTADOS.

En la conceptualización estática de la antropología tradicional, una jefatura compleja se


reconoce como una sociedad con clases estatificadas (ranked) cuyos miembros pertenecen a
ellas por adscripción. Sus cargos están ocupados por la clase más prestigiosa. Sin embargo, si

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uno está interesado en el cambio, se puede definir este fenómeno en términos de proceso a lo
largo del tiempo. Como nuestro interés es en la evolución política, podemos observar este
proceso como el que controla otros procesos: al centro de la toma de decisiones, o actividad
reguladora del sistema, más que a grupos, instituciones o roles. En esta perspectiva, la jefatura
se la puede reconocer como un desarrollo cultural en la cual el centro de la toma de decisiones
sobre las actividades está diferenciado, aunque en último sentido regula la toma de decisiones
en relación con la producción local y los procesos sociales locales, pero no está internamente
diferenciado. Está por lo tanto externamente pero no internamente especializado (54: 267). Al
faltar la especialización interna, cualquier delegación de la prerrogativa de la toma de
decisiones es una delegación total, y el subordinado que ejecute la acción debe ser capaz de
ejecutarla en forma independiente. La estrategia dominante en la toma de decisiones en
relación con el más bajo nivel de organización es aquella en la que existen solamente dos
niveles de jerarquías que tengan real poder de decisión –el local y el central-, en el cual las
unidades locales puedan tomar en sus manos la mayor parte de sus propias actividades, dejando
algunas demandas sobre el centro regulador y por lo tanto permitiéndole a éste, dada su
limitada capacidad o ámbito de control, el contralor de un gran número de unidades locales.
Una forma de lograrlo es ajustar el territorio de las unidades locales de tal manera que todas
ellas tengan acceso a la mayor parte de los recursos y por lo tanto exista poco intercambio entre
las unidades (20).

En la práctica, cuando un exitoso hombre encumbrado consolida cada vez más


ampliamente su control, o cuando por el contrario declina y se acerca a su desaparición,
comienzan a operar los niveles jerárquicos intermedios. A lo largo del tiempo se puede esperar
ciclos de dos o tres niveles de efectivas jerarquías. La jerarquía simbólica de los agentes
principalmente puede corresponderse con tres o más niveles de jerarquía, sin embargo tales
niveles no deben se confundidos con una real jerarquía en relación con la toma de decisiones.

¿Cómo puede el más alto nivel de la toma de decisiones regular los problemas de las
unidades locales más allá de la capacidad de los reguladores locales? No existe ningún estudio
general teórico o empírico, pero hay algunos llamativos casos de estudio. Uno de ellos es sobre
Hawai; Puebles y Kus (38) han sostenido que la condición general de la producción local está
señalada por el flujo desde las unidades locales de materias primas y bienes artesanales para el
uso y lucimiento de la elite (fig. 1). Cuando la producción de alimentos se intensifica como
respuesta al aumento de la población, disminuye la producción de manufacturas y este flujo
decreciente señalará la presencia de dificultades antes que éstas se conviertan en críticas en lo
concerniente a la producción de subsistencia. Los bienes son redistribuidos por el jefe
encumbrado a los otros miembros de la clase jerarquizada. Si el monto de lo redistribuido
decrece, o bien los miembros de esta clase fomentan una rebelión para reemplazar al jefe
encumbrado, o bien este último estimula una guerra con la finalidad de obtener más recursos.
En consecuencia, en este análisis los bienes del circuito redistributivo se encuentran en el
segundo nivel del sistema de regulación. Sin tener en cuenta si la acción perseguida tiene o no
éxito, el resultado indirecto es el mismo: la reducción de la población tanto del común como de
la descontenta nobleza y un cierto ajuste en la relación entre consumidores y producción.

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NOBLE
II UNREST WAR

REBELLION

I CRAFT

AGRICULTURE

TIME

Fig. 1: Diagrama sobre un aspecto de la regulación de una Jefatura hawaiana. La línea


punteada representa el movimiento de información entre actividades espacialmente discretas,
mientras que la línea llena representa el movimiento de bienes y de trabajo.

Este análisis tiene varios rasgos interesantes. Primero, los participantes en este sistema
de regulación probablemente no reconocen que su conducta, principalmente política es usada,
en última instancia, como gatillo a través del flujo de ciertos bienes por problemas a nivel
local, y que esa conducta puede resultar en a solución de esos problemas. Por lo tanto, mientras
el sistema regulatorio se mantiene oculto, los participantes no pueden falsear la información ni
tampoco interponerse con ella. Segundo, el flujo de bienes es el resultado de la producción
secundaria a la producción de subsistencia para satisfacer las necesidades locales. Como tal,
transmite información en forma simplificada procedente del sistema regulatorio local o
primario. Sin embargo, el impacto de las actividades, a pesar de que la población decrezca o
los recursos se incrementen, se proyecta directamente sobre la producción de las unidades
locales, antes que en el nivel de la toma de decisiones local y, por lo tanto, repercute en la
producción. Tercero y paradójicamente, hay que hacer notar que el centro de toma de
decisiones o regula la “economía redistributiva” en sentido estricto, es decir, el
almacenamiento de recursos de subsistencia y el aprovisionamiento a las unidades locales.
Cualquiera sea la importancia de la redistribución en las jefaturas simples y más aún en estados
complejos, lo que se designa como “redistribución” en las jefaturas complejas es extracción y
movilización de recursos de subsistencia (21).

Hasta este punto, las jefaturas complejas aparecen aisladas. Algunas pueden existir en
islas favorecidas, pero no parece que puedan desarrollarse en estados hasta incorporarse en
sistemas más amplios. Nuestro interés es en relación a redes de jefaturas reguladas por guerras
y alianzas. Particularmente, desde la etnografía, las jefaturas aparecen envueltas en constantes
guerras. Por el contrario, los casos documentados arqueológicamente –tradicionalmente
designadas “cultistas”, aunque más recientemente definidas como “esferas de interacción”-
(13) parecen representar redes con mayor énfasis en las alianzas que en la guerra.

Ahora volvamos a los estados. Si al examinar la definición tradicional de estado uno va


más allá de los simples mecanismos correctivos, tal como la coerción institucionalizada o ley,

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uno encuentra frecuentes referencias a “gobierno especializado”. Esta conceptualización
estática puede ser periodizada en términos de procesos a lo largo del tiempo. Contrariamente al
desarrollo de las jefaturas, el estado puede ser reconocido como un desarrollo cultural con un
centro de toma de decisiones que está externamente diferenciado en relación con el proceso
local que regula, como también internamente especializado en cuanto el centro es divisible en
partes separadas que pueden actuar en diferentes lugares y diferentes momentos. Aspectos de
la toma de decisiones pueden ser delegados con un mínimo de riesgo de modo que los
elementos subordinados jerárquicamente puedan alcanzar una real independencia de acción. En
realidad, la estrategia política dominante del más alto orden de toma de decisiones es
incrementar todo lo posible la jerarquización y segmentación a fin de crear un contexto de
solidaridad orgánica. Esta estrategia organizativa es reforzada por estrategias complementarias
del orden menor de toma de decisiones asegurando la defensa de los recursos y atacando a
quienes toman decisiones, ya sea a los enemigos que se ocultan dentro de sus iguales o, dentro
de lo posible, a los del más alto nivel. Cuando a lo largo del desarrollo de los estados la
capacidad de regulación alcanza la abundancia es más factible el control de las numerosas
unidades locales y la administración de la economía de intercambio o redistributiva a partir del
almacenaje de productos de subsistencia. En realidad, la especialización de la actividad
productiva, en esencia “urbanismo”, (52: 1-6) es meramente una extensión previsible de la
especialización del centro de toma de decisiones respecto del proceso local. Dada la rigidez de
la estructura del estado, uno puede esperar que las fluctuaciones a corto plazo en el número de
niveles jerárquicos que caracterizan a las jefaturas, sean más reducidas. Sin embargo, en
cualquier desarrollo histórico, dadas las estrategias opuestas que interactúan respecto a los
órdenes mayor y menor, se puede esperar casi un continuo aumento de la complejidad
jerárquica.

¿El más alto centro de toma de decisiones del estado regula los procesos locales en
forma diferente a cómo lo hacen las jefaturas? Sucede, como antes, que no hay estudios
generales ni teóricos o de otro tipo y pocos casos de estudio en relación con estados prístinos
en el mundo. La mayor parte de los estudios antropológicos se centran sobre los roles y las
relaciones más que en las conductas reguladoras reales o de otro tipo. Tomemos un ejemplo de
una conducta particular –la construcción de un canal de irrigación en el estado de Larsa sobre
uno de los brazos del Éufrates durante el reinado de Sumuel alrededor del 1800 a.C. Este
ejemplo de sistema de regulación lo conocemos a través de un archivo incompleto estudiado
por Walters (48). Estos documentos cuneiformes detallan la relación entre Nur-Sin, un
Administrador cercano al rey y Lu-igisa, uno de los tantos Asistentes a cargo de la
construcción y mantenimiento del canal, tanto como cartas que escribiera este último a Isar-
Kubi, un Inspector de la obra del canal de primer nivel. Este estudio sobre “papeles de
deshecho” de administración documenta conductas reales, aunque su interpretación está
cargada de dificultades filológicas e históricas. Mientras Walters resuelve esas dificultades, es
más interesante para los antropólogos que otros ejemplos sobre administración estatal porque
se refiere a irrigación. La construcción del canal, o reconstrucción, comienza con un
relevamiento y estimación de la cantidad de tierra que debe ser removida. Esta tarea la realiza
el Inspector (fig. 2), quien usa fórmulas establecidas que condensan la información de siglos
de experiencia en la construcción de canales en Mesopotamia: él estima los días-hombre
requeridos, y los recursos ya sea en granos o en metálico para obtener el alimento requerido
para el sustento de los trabajadores. Luego el Inspector autoriza al Administrador a planificar
los recursos y coloca a cada uno de los Asistentes para organizar las tareas. El Asistente reúne
a los trabajadores, a veces con la ayuda de lo que parece un agente externo, y a los supervisores
de las tareas a efectuarse; estos últimos son agentes de regulación de primer nivel. Los turnos
de trabajo son asignados y se monitorea frecuentemente el trabajo realizado. Si lo considera

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necesario, el Asistente solicita que el Administrador utilice su poder político para que envíe
supervisores ante el Asistente para evaluar los resultados, esta es una actividad de segundo
nivel en el sistema de regulación. Cuando el trabajo se acerca a su finalización, el Asistente
reporta los progresos al Inspector. El Inspector verifica los trabajos realizados y, o aprueba, o
pregunta si hay algo más que hacer, o bien solicita al Administrador que el Asistente sea
enjuiciado por mal desempeño. Después de tomar conocimiento por sí mismo, el
Administrador puede dar su aprobación o llevar el asunto ante el Rey, o sea a un cuarto nivel
de regulación. El Rey a su vez parece recibir información privada sobre la marcha de los
trabajos por parte de una especie de juez itinerante. Si el programa no se ha cumplido, uno de
estos tribunales especificará quién puede proveer apoyo en el futuro para conseguir más
trabajadores y terminar la obra.

AUTHORIZE TRIAL
IV RESOURCES BEFORE
KING

PLAN TRIAL OF PLAN


III CANAL ASSISTANT ADDITIONS
INSPECTION

APPOINT TRIAL OF

INSPECTION
II ASSISTANT SUPERVISOR

SPY
SUPERVISOR
AND LABOR QUOTA
I CHECK
ASSEMBLY

SURVEY EXCAVATION ADDITIONS

Fig. 2: Diagrama de la regulación estatal para la construcción de un canal en el estado de


Larsa.

La forma de operar del estado en este caso particular, es marcadamente diferente del
ejemplo descrito previamente. Primero, la información sobre las actividades desde la
planificación hasta la terminación y en todos los niveles de regulación es pública entre dos o
más de los participantes y falsearla puede ser ventajoso para algunos de los participantes. El
orden más alto de regulación previene detectar falsificación y distorsión obteniendo
información tanto del orden inferior de regulación como de fuentes independientes y cruza la
información. Segundo, excepto en el caso del relevamiento inicial, el regulador de mayor nivel
utiliza información sumaria tanto del nivel inferior como de sus propias breves inspecciones.
Sus decisiones toman la forma de cambiar al asistente a cargo o autorizar más recursos para
realizar más trabajo. Esta información sumaria es recibida por los agentes reguladores del nivel
inferior pero no hay evidencia de control directo sobre el trabajo básico de la construcción del
canal. Tercero, esta regulación en tres peldaños parece involucrar la actividad de dos figuras
complementarias: el Administrador no inspecciona oficialmente al asistente y a los
supervisores de la construcción del canal, el Inspector no ejerce su poder de policía para enviar

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a los agentes al tribunal. Ninguno puede trabajar sin el otro ni encontrar dificultades para sacar
provecho de la construcción del canal para fines personales. Las dos personas pueden ser
consideradas como las víctimas de una estrategia política dominante que genera
especialización con el fin de minimizar la autonomía de los subordinados. En oposición a esta
alta estrategia, estas figuras y sus subordinados siguen la estrategia complementaria atacando
figuras equivalentes en segmentos relacionados, tal como lo ilustra la mala relación entre
Nur-Sin, el Administrador, y Isar-Kubi, el inspector. El hecho que el primero parece controlar
el especializado aparato político respecto al segundo parece arrojar alguna luz sobre “el
monopolio de la fuerza”. Tanto en las jefaturas como en los estados el aparato de gobierno
puede ejercer fuerza coercitiva, aunque esto no significa el monopolio de la misma, para
conducir las actividades; sin embargo en los estados existen específicos tipos de fuerza que
sólo pueden ser usadas por ciertos agentes oficiales.
Hasta este momento hemos hablado de estados en aislamiento, pero éstos, igual que las
jefaturas, habitualmente se encuentran en redes de estados. Entre los estados simples, estas
redes parecen regularse por la competencia y la alianza, tal como brevemente lo consideramos
para las jefaturas. La diferencia consiste en que las redes estatales desarrolladas se encuentran
periódicamente centralizadas en una única unidad política que ha ido incorporando unidades
políticas prexistentes. Tales políticas, que debemos denominar “imperiales” tienen muchos
rasgos interesantes, pero no están directamente relacionados con esta revisión.
Finalmente, esta discusión pone de relieve varios puntos relevantes del trabajo de
Service y para cualquier otro futuro intento de explicar el origen del estado. Primero, las redes
tanto de las jefaturas complejas como de los estados simples pueden ser vistas como sistemas
con varios niveles de autorregulación teóricamente capaces de oscilar indefinidamente sin
aumentar su complejidad. Uno puede meramente asumir que las jefaturas se desarrollarán
inevitablemente en estados; uno por aislar las condiciones por las cuales se destruyen o
transforman los principales mecanismos de regulación y que pueden generar nuevos
mecanismos. Segundo, los estados difieren de las jefaturas en varios aspectos, entre los cuales
observo en particular el patrón de regulación, la estrategia de regulación, la estructura
jerárquica y la oscilación del patrón jerárquico a través del tiempo. Muchas de estas diferencias
se pueden detectar arqueológicamente, y no hay razón para que no pueda ser interpretado el
período que corresponde al origen del estado en cualquier secuencia histórica. No es un ocioso
ejercicio taxonómico desde el momento en que si uno puede especificar cuándo comienza el
estado, uno no puede rechazar la posibilidad de proponer hipótesis explicativas. Tercero,
cualquier explicación que se proponga sobre la emergencia del estado no puede solamente
considerar únicamente un simple cambio en el mecanismo coercitivo, sino una serie completa
de cambios en las variables de un subsistema, cada uno relacionado en forma diferente a las
cambiantes variables en un amplio contexto “ambiental”.

El presente texto ha sido adaptado a partir de la traducción de Marta Ottonello (Fac. de


Filosofía y Letras, UBA) y es para uso exclusivo de los alumnos de la cátedra de Historia
Antigua General (ciclo 2008). En esta versión se han omitido las notas y referencias
bibliográficas así como los ejemplos de estudios de casos presentados por el autor de acuerdo
con el objetivo que persigue el trabajo práctico.

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