La Guitarra Clásica
La Guitarra Clásica
La Guitarra Clásica
Fernando Sor
Fernando Sor (1778/1839) es considerado como el mayor compositor de guitarra
del siglo XIX y su labor interpretativa, compositora e incluso didáctica (Méthode
pour la guitare) (1830) contribuyó de modo destacado al prestigio de la guitarra en
gran parte de Europa.
Nacido en Barcelona, abandonó España tras aceptar un puesto administrativo
durante la ocupación francesa y ser tachado de "afrancesado", residiendo desde
entonces en París y en Inglaterra, y estableciéndose temporalmente en Rusia.
Dionisio Aguado (1784/1849) nacido en Madrid, donde conoció a Sor, se formó
con el Padre Basilio pero también se estableció en París. Ambos artistas
entablaron una profunda relación que dio lugar a una obra titulada “Los dos
amigos” compuesta por Sor.
Sin embargo cada uno tenía posturas contrarias en lo que constituía la gran
polémica guitarrística de la época: atacar las cuerdas de la guitarra con las uñas
(Aguado) o con las yemas de los dedos (Sor)
De todos modos ambos fueron grandes guitarristas, aunque Aguado destacó
sobre todo en el plano didáctico con la publicación de “Colección de estudios para
guitarra” (1820), "Escuela de guitarra” (1825) y “Nuevo método para guitarra”
(1843) que constituyen el tratado más importante sobre el instrumento del
siglo XIX.
Durante todo el siglo XIX los guitarreros españoles estuvieron experimentando los
modos de construcción para llegar a la creación de instrumentos de mejor calidad
y mayor volumen. La forma y las dimensiones del instrumento comienzan a
estandarizarse y algunos guitarristas andaluces como Manuel Soto y Solares5
comienzan a construir instrumentos de gran calidad y belleza. No obstante será el
guitarrero Antonio de Torres (1817-1892) quien cambiará para siempre la
percepción de la guitarra.6 Nacido en Almería su aportación como constructor de
guitarras fue tal que los guitarreros de España y Europa adoptaron sus reglas
convirtiendo su modelo a partir de entonces en el canon de la guitarra clásica
contemporánea.
Su mayor logro fue el sistema de refuerzo con varas de madera en abanico en el
interior que conseguía aumentar el tono y el volumen de sonido para los
conciertos en grandes auditorios al tiempo que aumentaba el tamaño de la guitarra
y reducía el grosor de la tapa.
Torres Jurado no sólo diseñó las líneas maestras de la guitarra clásica española,
sino también de la flamenca.
El siglo XIX termina con una figura clave en la guitarra española Francisco
Tárrega (1852/1909) Nacido en Villarreal es considerado el padre de la guitarra
clásica contemporánea. No sólo compuso obras de extraordinaria belleza como
“Capricho Árabe” o “Recuerdos de la Alhambra”, sino que adaptó obras de
compositores como Beethoven, Mozart, Bach, o Haendel.
Francisco Tarrega
Pero además su dedicación a la guitarra le llevó a desarrollar una ingente labor
estudiando los más mínimos detalles: perfeccionó las reglas académicas de la
guitarra clásica, la forma de sujetar el instrumento, el modo de pulsar las cuerdas,
la postura ideal del intérprete, etc. Introduciendo el uso de una pequeña banqueta
para apoyar la pierna sobre la que reposa la guitarra, alcanzando la altura ideal
para la ejecución. Francisco Tárrega tuvo innumerables discípulos de entre los
que destacan Salvador García (alias Pancha Verda), Estanislao Marco y Daniel
Fortea, que a la postre serán los profesores de muchos de los guitarristas del
siglo XX.
Siglo de oro de la guitarra (siglo XX)[editar]
El siglo XX, es la edad de oro de la guitarra clásica española. En este siglo
consigue su definitiva maduración como instrumento y se establecen las normas
de interpretación de esta. Las grandes generaciones de compositores e intérpretes
han llevado a la guitarra a lo más alto.
Han sido casi seis siglos de evolución los que han llevado la guitarra de las
tabernas a los escenarios sin por otra parte perder su carácter popular pues no
hay en la actualidad un instrumento más universal y versátil que la guitarra.
Los primeros grandes compositores españoles del siglo XX Isaac
Albéniz (1860/1909) y Enrique Granados (1867/1916) se sumergieron sin
prejuicios en las raíces nacionales y sobre todo en la música popular andaluza que
disfrutaba de un gran auge en la época.