El Jaguar, El Colibrí y Bosque Prohibido. Chamanismo, Perú

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 27

VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU

Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

EL JAGUAR, EL COLIBRÍ Y EL BOSQUE PROHIBIDO. CHAMANISMO,


ANCESTRALIDAD, ORGANIZACIÓN DEL ENTORNO, Y GESTIÓN DE LOS RECURSOS
DE CAZA ENTRE LOS ASHANINKA DEL ORIENTE PERUANO

ENRIQUE CARLOS ROJAS ZOLEZZI1


Universidad Nacional Federico Villarreal

Resumen

En el presente texto se analiza la relación entre chamanismo y cacería entre los


ashaninka del oriente peruano. El texto muestra las características animistas del
sistema cosmológico ashaninka tal como este concepto fuera recientemente
redefinido por Ph. Descola.

Introducción

El presente informe trata acerca de un aspecto de las representaciones de los


ashaninka, horticultores-cazadores-recolectores de lengua arawak de la alta
amazonía peruana, aquellas referidas a la gestión de la relación entre los
cazadores y las presas en el entorno. Dichas representaciones guardan una
estrecha relación con aspectos de la dinámica de reproducción de los grupos
locales de co-residentes dispersos por el territorio de este grupo. En dichas
representaciones ocupa un lugar central la figura del chamán, quien ocupa un rol
mediador en la dinámica entre los cazadores ashaninka y las presas a través de los
espíritus guardianes de estas. De la Siberia a la Amazonía Sudamericana, se
atribuye al chamán la capacidad de establecer comunicación con los seres
espirituales (asociados a plantas, animales o ancestros) lo que lleva a cabo a través
de un viaje hacia los lugares de habitación de estos (Hamayon 1982). En el tema

1
Doctor en Antropología Social y Etnología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de Paris-
Francia. Profesor auxiliar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Universidad Nacional
Federico Villarreal.

622
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

que nos ocupa, presenta especial importancia la relación entre el chamán y los
espíritus a los que se atribuye una función tutelar de las presas, los llamados
dueños de los animales. Forman parte de las representaciones vinculadas a la
gestión de las presas otras que definen la existencia de zonas de refugio para estas
en el entorno.

El estudio de las relaciones de las sociedades de cazadores recolectores


con su entorno durante el último cuarto del siglo XX ha tenido como una de sus
grandes contribuciones la superación de la idea decimonónica del bosque tropical
amazónico como “naturaleza prístina” al encontrarse pruebas del origen
antropogénico de muchos de los suelos agrícolas así como de los diferentes tipos
de formaciones vegetales y asociaciones de especies vegetales y animales que
forman parte de dicho medio. Todo ello ha revelado dicho entorno como el
resultado de transformaciones consecuencia de actividades humanas de
producción y consumo (Descola 2005:59-65; Balée 1993, 2006, Rival 2006). De
hecho como señala Balée, una característica a menudo subrayada del bosque
amazónico, la diversidad de especies animales y vegetales en una localidad
restringida, sería el resultado de toda una historia de perturbación a pequeña
escala por los seres humanos según un modelo tradicional, por medio de fuegos
controlados y derribo de árboles que ha dado lugar a entornos constituidos a la
manera de mosaicos por parches de diferentes asociaciones de vegetales y
animales (Balée 2006:85). Sin embargo, al lado de esta alta diversidad resultado
de la perturbación mediada por los humanos, se encuentra también la presencia
de zonas de bosque excluidas de toda perturbación humana como mecanismo
para mantener dicha diversidad en lo referente a las presas de caza (Balée 2006:
84). Estas zonas prohibidas (“sacred groves”) aparecen como resultado de
procesos históricos y tradiciones independientes tanto en África sub-sahariana
como en el Este y el Sur de Asia así como en América Central, y en el caso
ashaninka su existencia se encuentra vinculada a las representaciones sobre el
lugar de los chamanes en la gestión de la señalada relación entre cazadores y
presas.

El análisis de este conjunto de representaciones nos permitirá acercarnos


a la mirada ashaninka sobre el entorno, la que describiremos aquí como endógena
por oposición a una mirada exógena o tipo paisaje. La mirada de los horticultores
y cazadores-recolectores ashaninka sobre el entorno como veremos puede ser
clasificada como endógena, en la medida en que ella se remite al conocimiento
tradicional acumulado por las generaciones anteriores acerca de los diferentes
elementos que lo constituyen – organismos vivos, elementos inertes y sus
asociaciones y dinámicas específicas – así como a las representaciones
compartidas por los miembros de esta sociedad indígena sobre toda una historia
623
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

de interacción entre sus ancestros humanos y los no humanos. Este tipo de


mirada sobre el entorno se opone a una mirada de tipo paisaje que es por el
contrario externa. Como ha señalado Descola (2005) la noción de paisaje implica
una mirada que sitúa el observador como exterior al entorno. Dicha mirada
externa implica un modelo estético (“el paisaje”) que guía la observación para
percibir la parte del entorno dentro del campo visual del observador como algo
exterior a este. Al ser un cierto tipo de obra de arte su referente, ella implica el
surgimiento de ciertas formas de arte que tuvieron lugar en Occidente, China y
Japón (Berque 2000: 159-161; Descola 2005: 59-131). Así, dicha mirada es el
resultado del devenir histórico de ciertas sociedades, resultado del cual el
observador es situado como exterior al paisaje. Ello nos lleva a tomar distancia en
el análisis del caso ashaninka del uso amplio dado al término paisaje por algunos
autores quienes la consideran una concepción de valor universal (ver E. Hirsch
1995)

Diversidad en el entorno y jerarquía de las personas

De acuerdo a las representaciones ashaninka, los humanos y los no


humanos (elementos inertes como rocas y elevaciones del terreno, plantas y
animales) que habitan sobre esta tierra kipatsi se encuentran dentro de una
jerarquía de posiciones entre los seres, lo que imprime con un mismo sentido a
todos los seres involucrados en ellas. En dichas representaciones, la categoría de
persona incluye y comprende plantas, animales y espíritus; todos estos son
considerados seres con una interioridad análoga a aquella de los humanos aunque
presenten una fisicalidad y exterioridad distintas evidentes. La mitología
Ashaninka describe un paulatino proceso de organización del mundo y de
definición de un orden socio-cósmico a partir de un estado primordial de
indiferenciación entre los seres, en el que las divinidades, los seres humanos, las
colinas, los riscos, los animales y las plantas se comunicaban e interactuaban en
conjunto. A lo largo del proceso de definición del cosmos en el tiempo primordial
según los mitos de origen, las divinidades se desplazaron al cielo o tomaron
posición en diferentes puntos de esta tierra y el inframundo, y diferentes
humanos perdieron el aspecto exterior antropomorfo dando lugar a las diferentes
especies, las que conservaron sin embargo una interioridad dotada de una
subjetividad análoga a la de los humanos. De este modo, estas diferentes
personas, humanas y no humanas, se encuentran ubicadas en diferentes
posiciones dentro de una jerarquía de los seres en el sistema socio-cósmico. Esta
jerarquía está fundada en el grado de desarrollo de la capacidad para comunicarse
y establecer relaciones con otros seres. Si los humanos sostienen relaciones de
consanguinidad y afinidad, no humanos como los animales, aunque pueden
presentar relaciones de consanguinidad con sus espíritus “padres” o “dueños”,
624
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

presentan sin embargo relaciones de afinidad imperfectas ya que pueden


cometer uniones dentro del ámbito de la consanguinidad, es decir, incestuosas.
En el caso de las plantas, se atribuye a estas sólo relaciones de consanguinidad
con el espíritu “madre” o “padre” y con los humanos, careciendo de relaciones de
afinidad, lo que las ubica en un nivel inferior al de los animales. De manera
coherente con esta noción de jerarquía, los humanos que en lugar de expandir su
capacidad de comunicación con otros seres humanos y no humanos actúan de
manera poco recíproca y distributiva, tras la muerte se transforman en no
humanos, preferentemente animales. Este es el caso de quienes cometen incesto
y el de aquellos dedicados al asesinato de otros humanos, los guerreros,
conductas que constituyen los opuestos a todo intercambio y comunicación. En
el primer caso se transforman en los pecaríes denominados piratsi (Tayassu
peccari) y en el segundo en las aves rapaces amempori (Vultur gryphus). Por el
contrario los chamanes a los que se atribuye ser entre los humanos quienes han
logrado el mayor desarrollo de la comunicación con otros humanos, no humanos
y espíritus se cree tras la muerte se sumarán a la categoría jerárquica superior de
los maninkari, el conjunto de los ancestros. A esta categoría también pueden
acceder tras su muerte, los grandes líderes locales. Los maninkari habitan en el
cielo en el estrato de las nubes y una subcategoría de estos, los llamados dueños
de los animales, en las cumbres altas poco transitadas por los humanos; estos
últimos constituyen divinidades donadoras que envían las presas a los cazadores.
Por su parte, los humanos comunes, que no han logrado un mayor desarrollo de
sus relaciones, siempre sospechosos de no haber sido suficientemente recíprocos
con los demás o de haberse unido furtivamente en un grado ilícitamente cercano
de parentesco, se transformarán en animales. Tras la muerte, se cree intentarán
ingresar al lugar de habitación de los manínkari sobre las nubes. Pero al no poder
sumarse a la categoría de los ancestros indefectiblemente caerán a tierra y se
transforman en diferentes tipos de presas (ver Rojas Zolezzi 2004; 2006: 271-273).
Un chamán que hubiera cometido incesto, correría una suerte similar a estos
transformándose tras su muerte en un agutí sharo (Dasyprocta variegata) (Elick
1969: 225). De ese modo, si dichos humanos no se constituyen en ancestros, no
por ello deja de ser establecido en este sistema de representaciones una relación
entre estos fallecidos y los humanos que les sobreviven: la transformación de
estos, de una generación a otra, en presas de caza, constituye la forma que asume
la herencia en una sociedad de cazadores recolectores sin división en clases como
la ashaninka.

Si los humanos que devienen ancestros o presas contribuyen a la


continuidad de los humanos, aquellos que devienen seres malevolentes kamari
por el contrario atentan contra la continuidad de dicha humanidad. Entre estos

625
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

se encuentran quienes mueren víctimas del ataque de los seres malevolentes


kamari los que se transforman a su vez en nuevos kamari del tipo que los atacó.
También son considerados kamari los llamados matsi, aquellos humanos
aleccionados desde la infancia por un kamari en los medios de la brujería para
enfermar a los humanos de su entorno. La proliferación en medio de los humanos
de estos seres malevolentes ocultos tras una apariencia humana por acción de
aquellos kamari merodeando por los bosques genera un desequilibrio en el
cosmos que sólo puede ser recuperado por medio de un cataclismo cósmico
desencadenado por los chamanes.

A medio camino entre los ancestros y los kamari, y considerados una


categoría de seres malevolentes, los guerreros dedicados en vida al asesinato
habitarán en itentari, una tierra donde la sangre ocupa el lugar del agua.

Dentro de esta representación jerarquizada del orden socio-cósmico, en


las relaciones diádicas entre los humanos existe el reconocimiento de que ciertos
humanos han desarrollado una capacidad mayor de relación con los demás
humanos, así como con los no humanos (animales o plantas) y los espíritus; dicho
desarrollo de ciertos individuos tiene que ver con la obtención de conocimiento
acerca de la organización y funcionamiento del sistema socio-cósmico y el lugar
en el cosmos y los atributos de las diferentes categorías de seres (Rojas Zolezzi
2004, 2006). El ejemplo más simple de esto es el caso del cazador que ha logrado
establecer una relación matrimonial con la hija del dueño de los animales
teniendo entonces un acceso privilegiado a las presas en el bosque (ver Anderson
1986,III: 172-179; Rojas Zolezzi 2004,I:268-270). A los líderes locales tradicionales,
habitualmente con reputación de buenos cazadores y horticultores, se les
atribuyen un importante nivel de conocimientos de este tipo que les permiten
una relación adecuada con los animales y plantas del entorno, como también
conocimientos que les permiten la gestión de las relaciones entre los humanos
residentes en su caserío. Es a los chamanes a los que se atribuye el mayor
desarrollo de su capacidad de comunicación, al tener a algunos espíritus por
auxiliares o ayudantes y teniendo la capacidad de establecer comunicación con
los dueños de los animales. Los chamanes mantienen relación con los espíritus
ancestrales manínkari, de los que forman parte los dueños de los animales. De
hecho se atribuye a estos la capacidad de reparar las relaciones con los dueños
de los animales cuando estas son lastimadas.

Categorización de las asociaciones de lo viviente en un entorno diverso

626
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

Humanos y no humanos ocupando diferentes posiciones dentro de la


jerarquía descrita, habitan sobre la tierra kipatsi sobre la que sostienen relaciones
complejas siempre en un precario equilibrio. Los ashaninka han mantenido hasta
muy recientemente un modelo de ocupación del espacio de gran dispersión, en
parte debido a la distribución extendida de recursos como los suelos agrícolas y
las presas de caza, en parte como estrategia para impedir la imposición de todo
poder político exterior de sus vecinos de las altas tierras de los Andes (Renard-
Casevitz 1985, 1986). De este modo, la ocupación efectiva por la sociedad
ashaninka de su boscoso y colinoso territorio es llevada a cabo a través de
pequeños grupos locales de alrededor de 50 personas, definidos por una regla de
uxorilocalidad, que demandan la explotación exclusiva de los recursos en una
fracción de dicho territorio frente a otros similares2. Las unidades domésticas de
cada grupo residencial se ubican dispersas dentro del territorio de cada uno de
estos grupos locales o nampitsi a una distancia que puede oscilar entre las dos
horas y el medio día de camino. El punto de vista sobre el territorio entre los
ashaninka corresponde a un modelo zonal o de definición de áreas sobre la
superficie del bosque en el territorio, constituyendo aquella explotada por el
nampitsi una suerte de polígono yuxtapuesto a otros; a su vez al interior de dicho
polígono, se definen diferentes áreas de recursos a manera de curvas cerradas.
Este se combina con un modelo concéntrico en el que se define como “el centro”,
nianki o niyanki, de dicho polígono, el bosque primario, en que no existen señales
o recuerdo de jardines o huertos ni del establecimiento de unidades domésticas.
Dentro de dicho centro como veremos se define en cada comunidad una zona
excluida de la actividad humana. Una red principal de senderos recorre el resto
del territorio, constituido por zonas de bosque –primario o secundario- con
diferentes niveles de perturbación humana, la que comunica las diferentes
unidades de subsistencia y lleva a las principales áreas de recursos, como lugares
de recolección de materiales y frutos y algunos lugares de caza y pesca de uso
común. Al lado de estos, existen diferentes caminos de uso exclusivo de cada
cazador, que parten del lugar de ubicación de su unidad doméstica y se internan
en un ámbito del bosque sobre el que tiene un uso prioritario sobre los otros
miembros del nampitsi.

2
Es sólo hacia 1980 con la aplicación de la ley de comunidades nativas de 1974 que hizo posible la
sedentarización de estas poblaciones en aldeas ubicadas en territorios titulados por el Estado, que empieza
a producirse un cambio hacia la ambilicalidad. Esto es consecuencia, de una parte, del reconocimiento de
los derechos territoriales por el Estado a un número de jefes de familia masculinos (ignorando el énfasis
uxorilocal del sistema) y de otra parte de la introducción de cultivos permanentes como el café, el cacao,
el achiote (Bixa orellana) y los cítricos producidos por los hombres lo que ha llevado a la reformulación de
los derechos de estos respecto a la tierra, hasta entonces únicamente transmitidos por línea femenina.

627
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

Los ashaninka emplean el termino antamimashi para designar el conjunto


de las formaciones vegetales naturales y poblaciones de animales, tanto del
bosque primario antami como del bosque secundario perturbado por la actividad
agrícola owantsiposhi. El sentido aproximado del término antamimashi sería aquel
de cobertura sobre la tierra kipatsi de seres vivientes en general. El término para
el bosque secundario, owaantsiposhi, deriva de owaantsi (alimento, y por
extensión huerto) y significa huerto abandonado. Su posición en la clasificación,
subordinada a la noción de antamimashi, guarda relación con el hecho de que,
una vez abandonado el terreno de cultivo, este espacio es nuevamente ganado
por la vegetación del bosque. Mientras que el owantsiposhi corresponde a las
zonas de mayor perturbación humana, el antami corresponde a las menos
afectadas. Dado el perfil especialmente rugoso del territorio ashaninka, las
asociaciones de plantas y animales, típicas del bosque secundario, se encuentran
principalmente en las zonas bajas cercanas a los ríos, resultado de una ocupación
humana reciente o cambios en los cursos de las corrientes de agua; las
asociaciones correspondientes al bosque primario antami se encuentran por el
contrario en las partes altas alejadas del río en las faldas de las colinas, las que
corresponden al llamado centro o nianki. Sin embargo entre estas últimas, dada
lo empinado de algunas cuestas, pueden aparecer asociaciones correspondientes
al bosque secundario, resultado no de perturbación humana sino de
deslizamientos de tierra y derrumbes en las laderas. Al interior de estas grandes
categorías, antami, owantsiposhi y owantsi son reconocidas las diferentes
formaciones de vegetales y animales que a la manera de un mosaico constituyen
el entorno ashaninka. El criterio de clasificación, en un entorno con gran
diversidad de especies como el bosque húmedo tropical amazónico, está
constituido por la presencia mayoritaria de individuos de una misma especie en
una determinada zona del bosque, vegetales o animales. Ello corresponde a
características específicas del lugar, tales como proximidad o lejanía del río, tipo
de suelo, drenaje de este, humedad, altura, pendiente, sombra proyectada por
otras especies o accidentes del terreno, e intervenciones humanas. Una zona es
entonces designada por un término derivado del nombre de la especie
predominante en el área en cuestión, al que es añadido el sufijo –mashi. Este
sufijo es desarrollado a partir del término meshina, piel, y es utilizado para
designar las diferentes asociaciones de seres vivientes sobre la superficie de la
tierra, las que son consideradas en su conjunto por los Ashaninka como la
cobertura que protege el suelo.

Los Ashaninka clasifican las aguas terrestres en nihá, término que designa
el agua en general, así como el río, y niháteni, término derivado del anterior y que
comprende las quebradas y riachuelos y los cursos de agua más pequeños. A partir

628
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

del nivel del río, el entorno ashaninka comprende diferentes formaciones


vegetales que corresponden al bosque secundario con un origen antropogénico,
las que se suceden cuesta arriba hasta las cumbres de las colinas cubiertas de
bosque primario. Estas en su conjunto proveen los materiales con los que los
ashaninka producen los utensilios de los que depende la realización de las
actividades cotidianas de producción y consumo así como diferentes alimentos.
En esta sucesión, en los suelos a nivel del río encontramos el toniromashi (zona de
la palmera Mauritia flexuosa, ubicada en terrenos con mal drenaje inundados la
mayor parte del año, empleados entre octubre y noviembre cuando fructifica
como lugar de caza del tapir kemari Tapirus terrestris y el sajino shintori Tayasssu
Tajacu); saworomashi (zona de la caña brava Gynerium sp. ubicada cerca de la
orilla del río y utilizada como material para la construcción de puntas de flecha
para caza mayor y cestería; es también zona de recolección a finales de la estación
de lluvias en marzo de pupas de mosca y escarabajos comestibles keshito). En
lugares de ocupación reciente encontramos zonas colonizadas por la herbácea
saontomashi (Calathea sp., bijao en español regional, que crecen en suelo del
bosque secundario, utilizadas para cocinar el pescado al vapor); el parotomashi
(zona de árboles de palo balsa Ochroma sp. ubicados cerca de la orilla del río y en
el bosque en recuperación) y el onkonamashi (Cecropia sp., cetico en español
regional) que en marzo a principios de la estación seca se convierte en lugar de
recolección de la larva comestible de mariposa shoopa, (Sub-oden Ditrysia).
Siempre en dirección a las partes altas, algo más lejos del río encontramos otras
formaciones vegetales que constituyen indicadores de pasadas perturbaciones
agrícolas y antiguas ocupaciones en todas partes en el bosque tropical, como
bosques de bambúes y de lianas que prosperan donde se presenta una abertura
mayor entre los árboles. Estos son el shiwithamashi (zona de lianas del género
Asplundia utilizadas para tejer canastas, las que crecen apoyadas a los fustes de
los árboles) y el kapiromashi (zona de bambú (Fam. Poaceae) empleado por los
ashaninka en la producción de puntas de flecha. En esta zona de bosque
secundario owantsiposhi aparecen también manchas de diferentes especies de
árboles que producen frutos comestibles carnosos siendo su distribución el
resultado de la dispersión de sus semillas por los ashaninka a lo largo del tiempo.
Así en enero fructifica el shiroira (Spondias purpurea L.); el paaroki (Myrsine
pellucida R&P Sprengel), el metsoki (identificada por Reynel et. al. 1990 como
Spondias mombin L.), el etinitoki (Rollinia cuspídata C. Martius), el panashiteki
(Matisia cordata H&B) en febrero; en marzo el pasotsoki (identificado por Reynel
el. al. 1990 como Caryocar amigdaliforme); en abril el panaropa (identificado por
Reynel et. al. 1990 como Jacaratia digitata) y el hoti (Adenaria floribunda HBK); y
en septiembre el meronki (Perebea guianensis, Perebea xanthochyma, Helicostylis
scabra según Reynel et. al. 1990) y el pamaki (Pseudolmedia laevigata y Perebea

629
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

angustifolia según Reynel et. al. 1990). Sin embargo, para que un área en el
bosque sea un buen lugar para establecer el nampitsi o grupo local estas zonas
resultado de perturbación humana cercanas al río deben encontrarse cerca de
otras que corresponden al bosque primario como el kompiromashi (zona de la
palma Phytelephas, conocida regionalmente como yarina), el tsiyaromashi (zona
de Scheelea, shapaja en español regional) o el shaamashi (zona del ungurahui
oenocarpus), palmas todas cuya hoja es utilizada para construir los techos de las
casas. Estas formaciones son también fuentes de alimento ya que el cogollo del
tsiyaro (Scheelea) está maduro en febrero cuando es extraído a la vez que son
recolectadas en el las orugas comestibles de los escarabajos chakopitake (Gen.
Chalcolepidius) y emoki (Rhynchophorus palmarum). Asimismo, es deseable la
proximidad de kamonamashi (o zona de la palma Iriartea, pona en español
regional) ya que la madera de su tallo es empleada para la construcción de los
pisos elevados de las casas y la vaina que envuelve sus frutos para la producción
de recipientes empleados en la culinaria para contener líquidos. El entorno
ashaninka es complementado con ejemplares dispersos de una palma que se
desarrolla tanto en bosque primario como el secundario, aunque no desarrolla
grandes colonias ni es cultivada, el kiri (Bactris Gasipaes). Esta proporciona a los
ashaninka la dura y flexible madera negra de fibra recta para la producción de
gran parte de sus utensilios, como las barras de sus arcos, la mayoría de los
diferentes tipos de puntas de flecha empleadas por los hombres , los alfileres de
los husos y las cuchillas y lanzaderas de los telares empleados por las mujeres para
tejer sus túnicas, así como las espátulas para procesar los alimentos en las
actividades culinarias; la vaina de esta palma es utilizada también para fabricar un
tipo de recipiente o vaso (Rojas Zolezzi 1994:96-100). La palma kiri provee
también entre enero y febrero a los ashaninka de frutos comestibles utilizados en
la elaboración de una bebida de importante uso ceremonial. En las zonas
cubiertas de bosque primario, hacia las zonas más alejadas del río, podemos
encontrar colonias de diferentes especies de árboles designados con el nombre
de la especie seguida del sufijo –mashi vinculadas a la caza como el almendro
pasotiki (Caryocar amigdaliforme) lugar de caza del añuje sharoni (Dasyprocta
variegata) y el shintori (Tayassu tajacu) entre enero y febrero (Reynel y Lao
1984:120-121) y la shirinka (Hevea sp.) que constituye entre marzo y abril el
comedero y lugar de caza del majaz samani (Cuniculus paca) (Gaviria 1980: 196-
197).

Además de estas formaciones designadas a partir de la especie vegetal


predominante, tenemos también otras zonas de gran concentración de una
determinada especie animal que son designadas con el nombre respectivo
seguido del sufijo -mashi. Así, en zonas particularmente colinosas y alejadas donde

630
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

los cazadores rara vez van, son utilizados términos como sawaromashi (zona de
los guacamayos sawaro, Ara macao) y kamárorimashi (zona de los monos
Lagothrix lagothricha) para designar áreas del bosque donde han encontrado
refugio colonias de dichas especies. Por otra parte, existen también en áreas de
perturbación humana tanto antigua como reciente zonas designadas con el
nombre de especies animales y que son el resultado de un manejo intencionado
de estos organismos. Así los ashaninka reconocen “manchas del caracol de tierra“
sankiromashi (Thaumatus melancheios), y “manchas de larva subterránea”
mahomashi (familia Scarabidae), especies animales que se desarrollan bajo tierra
a escasa profundidad. Si bien algunas de estas pueden haber tenido un origen
natural, como aquellas muy extensas en la zona de la confluencia de los ríos
Perené y Ene, hemos observado que algunos ashaninka que transitan por estas
zonas se llevan algunos ejemplares adultos vivos de estas especies para
“sembrarlos” en los territorios de sus nampitsi en zonas de suelos y humedad
similares con la finalidad de crear nuevas colonias cosechables de estos
organismos.

Al ser el bosque húmedo tropical un ecosistema estratificado, se pueden


encontrar en la misma zona, diversas formaciones vegetales y poblaciones de
animales bien que a diferentes altitudes. Así, a la sombra de las altas copas de un
conjunto de árboles adultos entre los que predomina una determinada especie,
puede prosperar sobre el suelo una colonia con la misma extensión de una
determinada especie de plantas herbáceas. Asimismo, entre el suelo cubierto por
dichas herbáceas y las altas copas puede haber prosperado una colonia de jóvenes
árboles de una determinada especie, menos altos, que pueden dar refugio o
alimento a especies animales distintas a la de sus vecinos más viejos. En estos
casos las categorías señaladas ya no se yuxtaponen sino que se traslapan unas a
otras.

Los Ashaninka practican la caza en el antamimashi, el espacio más allá del


borde del huerto siendo considerado como el ámbito de la cacería. Las técnicas
utilizadas van del empleo de trampas hasta el rastreo, siendo sin embargo la caza
al acecho la más practicada. Esta última es sobre todo practicada en puntos
específicos del antami o bosque primario. Así, los Ashaninka llaman owairentsiki,
término derivado de la raíz owaantsi, comer, las formaciones de árboles de una
especie determinada cuyos frutos constituyen el alimento de diferentes tipos de
animales silvestres. Ejemplos de estos además de los ya señalados son el árbol
sewantoki (Pouroma cecropiaefolia Mart) que fructifica en diciembre atrayendo a
la perdiz yonkiri (Tinamous Major), el árbol panáropa (Jacaratia digitata (P&E)
Solms-Laubach) cuyo fruto atrae en diciembre al agutí shatoni (Myoprocta pratti);
el árbol echiki (identificado por Reynel et. al. 1990 como Helycostilis tormentosa)
631
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

cuyos frutos son consumidos en enero por los tapires kemari (Tapirus terrestris),
el cerdo salvaje shintori (Tayassu Tajacu) y el pecarí pirachi (Tayassu peccari); los
árboles piiki (Sapiumgland ulosum) y shereki (identificado por Reynel et. al. 1990
como Guarea glabra) que fructifican en febrero atrayendo a perdices, paujiles
chachalacas y palomas; la fructificación del árbol shimperimétiki (Celtis schipii
Standl.) igualmente atrae en el mes de febrero a loros y guacamayos; el árbol
chenkoriaki (Mollinedia sp.) que fructifica en agosto atrayendo a la paca samani
(Agouti paca), los agutí sharoni (Dasyprocta variegata) y shatoni (Myoprocta
pratti); el arbol marométiki (identificado por Reynel et. al. 1990 como Brosimum
aliastrum Swartz) que fructifica en agosto atrayendo al tapir kemari y al aguti
samani; el árbol pankiriki (Pseudolmedia aff. Laevigata trecul) cuya fructificación
en septiembre atrae a lo monos osheto (Ateles paniscus) y las perdices ; y los
árboles pooroki (Alchornea triplinervia según Reynel et. al. 1990), chinítiki (Neea
floribunda) y tawároki (Ocotea javitensis (H.B.K.) Pitter, moena en español
regional), cuya fructificación atrae a las pequeñas aves entre septiembre y
octubre; y tsonkitiroki (Clarisia racemosa R&P y Clarisia biflora según Reynel et. al.
1990) cuyo fruto al madurar y caer al suelo atrae a los ciervos y las perdices.
Diversos medios técnicos, tales como trampas, son utilizados en la caza en los
owairentsiki según las características de la formación vegetal y el tipo de animal
que se alimenta en ella (ver Rojas Zolezzi 1994). La caza al acecho es también
practicada en los bordes de los huertos, a donde mamíferos tales como el ciervo
se acercan en busca de hojas frescas de yuca (Manihot) y el agutí (Dasyprocta
variegata) se aproxima en busca de las raíces de este mismo cultígeno.

Además de los owairentsiki, existen en el bosque primario lugares en que


los suelos poseen una gran concentración de sal así como también afloramientos
de agua salada, puntos hacia los que convergen los animales en busca de este
alimento mineral, muy escaso en el bosque húmedo tropical. Estos lugares
llamados en español regional “colpas” son llamados tsimí cuando se presentan
sobre suelos de perfil plano -lugares en los que los mamíferos se reúnen-, y
reciben el nombre de maapare cuando se presentan en los riscos donde el barro
salado sólo puede ser consumido por las aves.

El conjunto de estas categorías en el lenguaje ashaninka constituyen una


rejilla a través de la cual el actor social desarrolla una observación informada
sobre el entorno. En su conjunto, ellas corresponden a una tradición de
conocimientos acumulados a lo largo de las generaciones acerca de los
organismos vivos, elementos inertes y sus asociaciones y dinámicas específicas y
su utilización como alimento o material para la producción de utensilios. Al lado
de estas categorías aparecen sin embargo la del bosque prohibido, incluso a los

632
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

cazadores, espacio que guarda relación con las representaciones vinculadas al


chamán.

La dinámica de producción y consumo y la mediación chamánica

Una de las funciones más importantes del chamanismo ashaninka es la de


gestionar la relación entre cazadores y presas entendida como un ciclo de
intercambios de frágil equilibrio entre los seres de estos dos ámbitos. El punto
más alto de esta relación es la que un cazador puede llegar a establecer con los
maninkari habitantes del antami , al establecer este una suerte de matrimonio
paralelo a aquel con su esposa humana, con la hija del dueño de los animales, de
quien entonces recibirán muchas piezas de caza (v. Anderson 1986, Vol. III: 172-
179). Condición para llegar a esta relación es el estricto seguimiento de ciertas
reglas que tienen por fin la separación de los ámbitos de estas dos esposas. Una
de las más importantes, es que el cazador debe mantener el cuerpo limpio de
todo vestigio del contacto físico con su esposa, es decir, de la sangre menstrual
producida por ella, cuyo olor impedirá entonces una relación adecuada con los
espíritus guardianes de los animales, y anulará toda posibilidad de desposar a una
hija del dueño de los animales. Incluso cuando es compartida la caza con otras
unidades domésticas, una mujer menstruante no debe alimentarse de las piezas
atrapadas por el cazador, lo que lastimaría su relación con esto seres. Ello puede
alterar a tal punto esta delicada relación, que el cazador afectado puede llegar en
venganza, a manipular ciertas hierbas con la finalidad de producir una
enfermedad cutánea en la mujer transgresora de esta prohibición.

En su conjunto, la relación entre el cazador y del dueño de los animales o


ashitarori se encuentra llena de tensiones, en la medida en que esta es inversa a
la que un suegro humano sostiene con su yerno. Si este último está obligado como
reciprocidad con su suegro -quien le ha entregado una mujer- a entregarle sus
piezas de caza, en el caso de la relación con el dueño de los animales, es éste
quien entrega a su yerno piezas de caza además de una mujer, no cerrándose el
ciclo de la reciprocidad. Ello constituye el punto de partida de las tensiones entre
el ámbito de los humanos y los seres del mundo otro en el dominio de la cacería
y es el chamán el encargado de reparar cualquier daño ocasionado a dicha
relación por la conducta de un cazador “sucio” por las relaciones con su esposa
humana o que hiera a las presas sin lograr atraparlas lo que lleva a que se pierdan
en el bosque mal heridas y que muera lejos, ocultas, desperdiciándose su carne.
Estos actos se cree traerán por consecuencia que los manínkari dejen de enviar
presas a los cazadores y es el chamán el encargado de reparar el daño producido
a esta relación.

633
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

El sheripiari, en tanto que guardián del comportamiento socialmente correcto,


subrayará la necesidad de no desperdiciar los recursos del bosque: con este fin,
insistirá para que el cazador dispare sus flechas solamente cuando esté seguro de
lograr matar al animal al primer tiro. Asimismo insistirá en las reglas de limpieza
del cuerpo, forma de mantener separados los ámbitos de la esposa humana y la
del mundo otro3. Cuando las presas no vienen más, lo que es atribuido a la
conducta individual de algún cazador, un chaman puede, por medio del transe,
viajar hasta el lugar de habitación del dueño de los animales, quien es descrito
como un ser antropomorfo muy delgado. La negociación con este ser tiene en
buena cuenta el carácter de una súplica, ya que los términos atribuidos al chamán
vendrían a ser los siguientes: "Para mi hijo que tiene hambre, que no tiene nada
que comer, envíame animales que cazar". El chaman puede viajar volando hasta
donde este maninkari habita, en las cumbres de las colinas que dominan el
territorio del grupo local, donde se dice que las presas se encuentran dentro de
corrales bajo el cuidado de su dueño mítico. Las analogías para describir estos
lugares son múltiples: el pecarí, uno de los escasos mamíferos terrestres que se
desplaza en grandes bandas es considerado el prototipo de esta forma de
agrupación; los árboles en época de fructificación, en cuyas copas diferentes
especies de aves encuentran alimento son también el punto de partida para
desarrollar esta figura. Cuando el chaman llega a la casa la dueña de los pécaris -
ser femenino de manera excepcional en esta sub-categoría de seres masculinos -
esta sopla sobre una piel de este animal produciendo la multiplicación de este
tipo de presa, figura reportada anteriormente por Weiss (1975). Luego, el chaman
debe llevar estas presas al territorio habitado por los cazadores. En este punto, la
figura del vuelo, característica del chamanismo, aparece en relación a la
obtención de presas. El chaman, transformado en colibrí, debe hacer este viaje
premunido de un morral grande y resistente para cargar de regreso con todas las
presas donadas por estos seres. Los vientos fuertes anuncian el retorno del colibrí
con su preciada carga. Dentro del ciclo anual, los colibríes retornan al territorio
ashaninka cuando las lluvias han terminado, en la estación seca (abril-agosto),
época de la caza por excelencia y aquella de la aparición alrededor de las casas de
las plantas de tabaco cuya semilla se dice es traída por éstos. Así, esta coincidencia

3
Cabe hacer notar aquí, asimismo, que existe una relación inversa entre los humanos y los dueños de los
animales y entre los humanos y kiatsi, el dueño de los peces. El dueño de los peces es siempre un tomador
de mujeres, mientras que de manera inversa el dueño de las presas de caza es un donador de mujeres. De
hecho, uno de los objetivos del rito de paso femenino es evitar que kiatsi rapte en el río a las mujeres
humanas cuando estas llegan a la pubertad (v. Rojas Zolezzi 1994: 118-120; v. también Anderson 1986, Vol.
III: 172-179). Bien que los dos tipos de seres, estén ubicados en el ámbito de la afinidad, el primero está
ubicado en la posición de suegro, es decir, donador de esposas, mientras que el otro se sitúa en la posición
de tomador de mujeres: a diferencia de los dueños de los animales o ashitarori, en el caso de kiatsi no es
posible para los humanos de genero masculino establecer relaciones de afinidad por la vía del matrimonio
con sus hijas ya que toda relación de este tipo entraña la muerte (v. Anderson 1986 Vol. II:78-81).

634
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

en el ciclo anual constituye el punto de partida para establecer una homología


entre el chaman y el colibrí por la cual se atribuye al chaman el poder de
transformarse en este ser con valor de intermediario con los espíritus. La
presencia de presas en cantidad suficiente para cubrir las necesidades del grupo
local se atribuye por lo tanto a la gestión de estas relaciones llevada a cabo por el
chamán. El tratamiento de los despojos tras el consumo, sin embargo, si bien no
guarda relación con las creencias acerca de la reproducción de nuevas presas, si
está relacionado con la posibilidad de nuevas capturas. Así, los huesos de
mamíferos, aves y peces deben ser enterrados en un solo punto en el bosque
cercano ya que se dice que si estos se dispersan, las presas a su vez se dispersarán
lejos del territorio dificultando nuevas capturas.

Las funciones del chamán en relación a la gestión de las presas se extienden sin
embargo más allá de la muerte. Un chamán, como hemos señalado, al morir
puede transformarse en un manínkari o divinidad ancestral, habitando en el nivel
del cosmos sobre las nubes junto con otros seres resplandecientes. En otros casos
el chamán se transformará en un jaguar maniti que se constituirá en guardián de
la comunidad y sus recursos.

El chamán y las zonas excluidas de perturbación humana

El ashitarori antamimashi es el dueño del bosque con presencia en el territorio


de cada nampitsi o grupo local ashaninka. Los ashaninka le rinden una ofrenda de
hoja de coca cada vez que inician los trabajos de apertura de un nuevo huerto:
antes de derribar a golpe de hacha los árboles del pequeño espacio destinado a
convertirse en huerto, mastican y escupen sobre las herramientas de metal hojas
de coca, evitando así que este ser obstaculice la labor de alguna forma, haciendo
la madera de los árboles más dura. Al lado de este, el espíritu de un chamán
fallecido miembro del nampitsi, transformado en jaguar, se convierte en guardián
y protector de los seres vivientes al interior del territorio de su grupo local. Este
en forma de jaguar puede atacar a los humanos en el nampitsi con conductas
disruptivas como no distribuir y compartir el alimento excedente o la práctica de
la brujería, las que atentan contra la unidad del grupo local. Del mismo modo, será
el guardián de las presas pudiendo atacar a los cazadores descuidados que
incumplen las reglas cinegéticas ya señaladas cazando demasiado o hiriéndolas
sin matarlas generando un desperdicio de recursos. Surge entonces un entorno
protegido para las presas. Dentro del colinoso territorio ashaninka, cada nampitsi
se encuentra asociado a un cerro en cuya cumbre depositan sin enterrar el
cadáver de su chamán cuando este fallece, y que se piensa se transformará en
jaguar. La cumbre y sus inmediaciones dejarán desde ese momento de ser lugares
visitados o siquiera transitados por los residentes para constituirse en un ámbito

635
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

donde las presas se reproducirán bajo la protección del jaguar, la que se


constituirá en el núcleo del centro nianki o niyanki del territorio del grupo local.

Este modelo de zonas protegidas se da de manera ampliada en cada valle


del territorio ashaninka, coincidiendo con la estructura organizativa del
chamanismo ashaninka, siendo atribuido a ciertas zonas el carácter de lugar de
reunión de los chamanes transformados en jaguares. Morontoni (de omoro,
agujero) llamado también manitimoro o agujero del jaguar, en la margen derecha
del río Tambo, y manitipanko (casa del jaguar) en la orilla derecha del río Perené
(Weiss 1975:289) constituyen ejemplos de estos lugares, en los que se
reproducen el conjunto de las presas de caza bajo la vigilancia de estos seres
protectores. Lugares como manitipanko y morontoni constituían lugares donde el
conjunto de los diferentes jaguares asociados a cada cerro en el territorio de un
grupo residencial o nampitsi se reunían de tiempo en tiempo. El paso de los
cazadores a estos entornos es impedido por los anímiro, variante del tema de los
seres malevolentes mironti, de forma antropomorfa y provistos de grandes falos
con los cuales atacan y violan a los cazadores trasgresores ocasionándoles la
muerte. Los anímiro son considerados a su vez cazadores transformados en este
tipo de seres malevolentes luego de este tipo de ataque. Se cree que los jaguares
atacarán también a los cazadores que entran en estas zona prohibidas. Como ha
reportado Weiss (1975:289) los cazadores y sus perros son vistos por los jaguares
respectivamente como pecaríes shintori y agutíes kapeshi a los que entonces
cazarán. En una estrategia de desacralización del territorio tradicional ashaninka
utilizando la técnica moderna, durante la década de los años setenta un misionero
evangélico del Instituto Lingüístico de Verano saltó en paracaídas desde una
avioneta para caer en manitipanko en el valle del Perené. El misionero permaneció
una semana solo en este bosque reservado al que los ashaninka nunca entraban,
alimentándose de las piñas silvestres que crecen en el (causantes de locura para
el humano que las coma) y luego fue al encuentro de los ashaninka misionados
que le esperaban en los límites de ese lugar. Acto seguido, junto con éstos, hizo
su entrada a las aldeas por ellos lideradas a dar a sus habitantes la prédica
respectiva sobre ese tema. Esta experiencia sería repetida mas tarde en la orilla
izquierda del río Tambo en una estrategia misional que implicó la
desestructuración de un modelo por el que esta sociedad buscaba asegurar el
equilibrio con los otros seres vivientes del entorno4.

4
Weiss (1975:553) registra los nombres de ciertos riscos visibles desde el río vinculados a ciertas especies
animales como kataripanko (casa del pato Anhinga anhinga), chomparipanko (casa de la cigüeña
Casmerodius albus), kentiparopanko (casa de una especie de ave) shiritipanko (casa del pez shiriti),
kowiripanko (casa del pez Salminus sp.), koakitipanko (casa del gavilán), tontoripanko (casa del

636
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

Además de este tipo de espacios excluidos, encontramos otros prohibidos


también al tránsito de los humanos aunque de origen bastante distinto: se trata
al contrario de las ya señaladas de zonas reconocidas como de antigua e intensa
actividad humana violenta. En algunos casos, se trata de los lugares en que
tuvieron lugar antiguas batallas. Este es el caso de Chunchuyaku en el río Perené,
el que fuera el escenario del último gran enfrentamiento entre el Ejército Peruano
y la resistencia de los pueblos arawak de la región a la colonización hacia 1870, y
considerado lugar de residencia de kamari o seres malevolentes en los que se
transformaron los que fallecieron en dicho encuentro. En otros casos se trata de
los antiguos emplazamientos de campamentos de colonizadores blancos y
mestizos, asociados al asesinato de ashaninkas, como aquellos de los patrones
caucheros en el río Pichis, ganados con los años por el bosque y considerados
lugar de residencia de kamari. De estos se dice que un cazador puede encontrar
la muerte a manos de un kamari si entra en ellos por error. Aunque en los hechos,
estos puedan constituir lugares donde ciertos tipos de presas pueden
reproducirse a salvo de los cazadores, dichos lugares no son considerados lugares
reservados para su reproducción ya que son descritos como “lugares sin luz”
donde no hay presas y donde solo viven los kamari. Weiss registra la asociación
de antiguos lugares de habitación de hombres blancos, andinos y sacerdotes con
lugares de habitación con un tipo de kamari, el mankoite, así como el propio
mankoitepanko (Weiss 1975:553).

Otros puntos del territorio distinguidos por los ashaninka, corresponden a


aquellos en que aparecen accidentes de terreno a los que se atribuye ser las
huellas o vestigios de los actos de las divinidades de características demiúrgicas
en el tiempo primordial. Algunos corresponden a los actos atribuidos a la divinidad
demiúrgica Awíreri, en gran parte la transformación en piedra de invasores del
territorio ashaninka tales como comerciantes y soldados; en su mayoría estas han
sido reportadas anteriormente por Weiss (1975: 314-317, 323, 324). Podemos
decir que estos constituyen en su conjunto jalones en el derrotero atribuído a
dicha divinidad en el tiempo primordial. Otros corresponden al recorrido del
territorio ashaninka por otra divinidad de características demiúrgicas, Tsiwi hasta
su transformación en el yacimiento de sal explotado por los ashaninka, acto
fundador de las instituciones del intercambio en la sociedad ashaninka (Rojas
Zolezzi 1994: 50-51). Pakitsapanko, registrado por Weiss (1975:552) alude a un

puercoespín). Estos al parecer corresponden a lugares de presencia numerosa de la especie a la que hacen
referencia y no guardan relación con el tipo de zonas a las que aquí nos referimos.

637
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

risco que es el lugar de habitación atribuido a un águila antropófaga cuya


destrucción da origen a los hombres blancos, negros y a los yine 5.

Chamanismo, comensalismo y canibalismo

Si las representaciones ashaninka sobre la caza comprenden un ciclo de


retro-alimentación entre cazadores y presas, cabe preguntarse qué distingue en
ellas el consumo de la carne de los animales cazados de un acto de canibalismo.
La figura de la ingesta de carne humana es claramente repudiada por los
ashaninka según muestran dos mitos en particular. El primero de estos explica el
origen del pez shima (Prochilodus sp., boquichico en español regional). Cuando el
sol habitaba en la tierra, antes de subir a cielo, danzó con este pez que
originalmente era un humano, tocando la flauta de pan. Sin embargo este llevaba
en la boca hojas de coca las que masticaba con trozos de carne humana en lugar
de la cal y los trozos de corteza con los que habitualmente los ashaninka
acompañan la masticación de estas. Tras la danza, el sol invita a este hombre a
zambullirse y bañarse en un río. El sol se lanza al agua primero y coloca bajo la
superficie del agua una gran roca. Cuando el otro se lanza, su cabeza choca contra
esta perdiendo los dientes, adquiriendo su boca la forma achatada característica
de esta especie y transformándose su flauta de pan y la carne humana que
masticaba en sus antenas laterales (Weiss 1975:390). Otro mito referido al
canibalismo es el que explica el origen del venado maniro como un ser de largas y
delgadas patas. Según este mito registrado por Anderson (1986, II:24-29) el
venado era en el tiempo primordial un humano que como cazador era
extremadamente torpe no pudiendo obtener ninguna presa. A fin de agasajar a
sus parientes, partía solo al bosque, en donde fuera de las miradas de los demás,
se cortaba la carne de sus propias piernas la que hacía crecer de nuevo

5
Santos Granero ha propuesto el término topograma para referirse a aquellas unidades distinguidas en el
territorio a las que se les atribuye ser el resultado de la intervención humana de generaciones anteriores
(campos de batalla por ejemplo) como también el resultado de las acciones de las divinidades (humanos o
dioses transformados en roca por ejemplo) las que según este autor “encapsulan la memoria histórica” del
grupo (1998 :142) constituyendo así una suerte de escritura de la historia en el paisaje. Hemos señalado
anteriormente lo inadecuado del uso del término paisaje en el caso de sociedades como la ashaninka que
carecen de una noción equivalente y los elementos aludidos por lo tanto difícilmente pueden ser
entendidos como “unidades de paisaje” como propone el señalado autor. El uso de un concepto como el
de topograma además de reunir en una misma categoría hechos muy dispares (derroteros de divinidades,
expresiones de conflictos latentes y el lugar de antiguas poblaciones de extranjeros hostiles) privilegia el
aspecto de la memoria histórica, sobre otros de los que dichos hechos forman parte vinculados a la
dinámica de la relación entre los humanos y los organismos vivos que explotan. El uso de un concepto como
el de topograma nos lleva a una idea muy pobre de la mirada de los horticultores y cazadores recolectores
de esta región del mundo sobre su entorno, en el que para sobrevivir y reproducir sus sociedades
requieren, como ya hemos señalado, de una mirada iniciada acerca de las interacciones entre lo suelos, la
vegetación y los animales.

638
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

rápidamente con ayuda de una pintura vegetal corporal de achiote (Bixa Orellana)
especial. Finalmente descubierto el engaño, es repudiado por sus parientes,
furiosos porque les había hecho alimentarse de carne humana. Avergonzado,
huye corriendo antes de que la carne de las piernas vuelva a crecerle y se
transforma en el animal de delgadas patas que hoy vemos. Al haber provocado un
acto de canibalismo, este es considerado un kamari, categoría de seres
malevolentes en que el canibalismo es un común denominador. La figura del
ataque chamánico a través de un jaguar antropófago, generalmente resultado de
la transformación de un chaman enemigo, nos permite completar el cuadro
acerca de este tema. El siguiente texto en que se pone de relieve el tema del
consumo de carne por estos jaguares nos permitirá hacer una aproximación a la
cuestión de la ingesta de la carne de las presas.

Mito 1

Un cazador que también era chamán fue a cazar. Cazó monos, paujiles y pavas y
con estas presas regresó a su casa. Al llegar las colgó del techo de esta. Durante
su ausencia su mujer había preparado la bebida de yuca fermentada de manera
que al llegar bebió y se embriagó con los demás ashaninka que se encontraban en
el lugar mientras todos comían parte de las presas. Mientras se embriagaba dejó
al cuidado de su mujer la cocción de su tabaco. Pero había otro chamán que
también cocinaba su tabaco. Este entró en transe extático (mairetatsi) y envió a
casa del cazador y chamán a su jaguar hainaite, (ser con la capacidad de dividirse
en otros animales pequeños para eludir a sus perseguidores y de tomar la forma
humana). Este se presentó anunciándose con el saludo tradicional entre
ashaninkas diciendo: “Soy yo” (nakawé). El dueño de casa de acuerdo a la regla
de hospitalidad entre ashaninkas, recibió al recién llegado, el que portaba unas
flechas, simulando así ser un ashaninka en expedición de caza lejos de su grupo
local. De acuerdo a las maneras establecidas, le fue ofrecido un recipiente de
calabaza lleno de bebida fermentada de yuca. Este bebió todo el contenido de la
calabaza lo que fue celebrado por el dueño de casa, silbando con las manos. Pero
inesperadamente, el recién llegado se comió también el recipiente. Acto seguido,
el visitante, en contra de las buenas maneras, se comió también las presas frescas
que el dueño había colgado al llegar del techo de la casa, bebiéndose incluso la
sangre que goteaba de estas sobre el suelo de tierra. El chaman en transe
temiendo se descubriera el engaño, ordenó entonces a su jaguar retornar a donde
el se encontraba. Este sin embargo no quiso volver donde su dueño (ashitarori)
pues en aquel lugar encontraba bebida y comida en abundancia. Ya para entonces
el dueño de casa se había dado cuenta del engaño. Este decidió engañar a su vez
al visitante y le dijo que más allá de su casa había más gente y por lo tanto más
comida y bebida haciendo que los asistentes le acompañasen a beber de casa en
639
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

casa. Asimismo avisó a estos que impidieran que se fuera por los cerros y le
acompañaran en su camino de regreso. Al final le acompañaron hasta donde
estaba el chaman que le había enviado y metieron a este en un agujero junto con
su jaguar. Ese chamán sigue viviendo en el agujero hasta hoy (Juan García, 1986,
Comunidad de Guacamayo, Río Perené).

Este texto nos remite tanto al tema del consumo adecuado de las presas
por los humanos como de la antropofagia. Como hemos señalado líneas arriba, el
chamán de un nampitsi o grupo residencial transformado en jaguar, o un jaguar
dirigido por este, es considerado kashekari o jaguar antropófago por los
habitantes de los otros grupos residenciales enemigos. Otra posibilidad es que el
jaguar gobernado por el chamán sea un hainaite, jaguar también antropófago,
pero además con la capacidad de cambiar de forma para eludir a un perseguidor
o de tomar forma humana para atrapar humanos. En ambos casos, la figura de
que un jaguar devore a un humano es considerada una forma de captura a
distancia por un chamán enemigo de la interioridad y subjetividad del atacado. El
ataque de un matsi o brujo entrenado por los seres malevolentes kamari contra
un humano es entendido también como la acción de devorar la interioridad de
este, y de la apropiación de su subjetividad para que este sea transformado a su
vez en un kamari. Kashekari, hainaite y matsi en tanto que agresores se definen
igualmente como seres antropófagos y kamari. En el texto analizado es subrayada
como característica del hainaite además de la implícita antropofagia, la
alimentación con carne cruda, ya que devora las presas frescas que colgaban del
techo de la casa del cazador y que aún goteaban sangre. De este modo, este texto
enfatiza esta característica en este antropófago, el hainaite, la ingestión cruda de
las presas. A su vez, su posición de no humano, es subrayada por su capacidad de
conservar una forma de consumo impropia a los humanos a pesar de presentar
una forma humana. Ello contrasta con el modo de consumo de la carne por el
resto de los comensales, los humanos presentes en la reunión de bebida, quienes
consumen las presas cocidas de acuerdo al modo de consumo propio a los
humanos. El consumo de las presas en forma de carne cocida por los humanos
por lo tanto se sitúa en este texto en el extremo opuesto al consumo de presas
por no humanos antropófagos. Dicho de otro modo, en el extremo opuesto al
consumo de carne por el jaguar antropófago, el consumo de la carne de las presas
propio a los humanos, es siempre de la carne cocida. Como hemos señalado, el
devorar un individuo es el medio en este sistema de representaciones para
atrapar la subjetividad de un humano y esta es siempre entendida como
alimentación con carne cruda. Si el medio de atrapar otra subjetividad es el
consumo de su carne cruda, la alimentación con carne cocida, el extremo opuesto
a este acto, es el consumo de una carne despojada de toda subjetividad por su

640
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

exposición al fuego, un ser convertido en un objeto. En un contexto en que las


representaciones atribuyen a las presas ser el resultado de la transformación de
humanos en un ciclo de retroalimentación entre cazadores y pesas, el fuego de
cocina tendría por lo tanto la función de reducir las presas a objetos, eliminando
de estas toda subjetividad.

El proceso culinario sin embargo no garantiza la total eliminación de dicha


subjetividad, lo que guarda relación con diferentes prohibiciones alimenticias
respecto a la carne de animales como el venado en caso de enfermedad. Como
ya hemos señalado, el venado es considerado un humano transformado en no
humano como castigo a su práctica de la antropofagia en el tiempo primordial,
una presa con una interioridad subjetiva análoga a la de un humano, y confrontar
la interioridad del enfermo con la de este ser a través de la asimilación de su carne
en esas circunstancias podría resultar especialmente arriesgado. Esto tiene que
ver también con el hecho de que a menudo se piensa que los muertos se
transforman en este animal (ver Weiss 1975:291-292). Por tener su origen en un
humano caníbal, el consumo del pez shimá (Prochilodus sp.) es también prohibido
a enfermos y convalecientes.

El fuego de cocina es mencionado a lo largo del texto varias veces como


presente en la casa donde se realiza la reunión de bebida; se alude a este en
relación a la producción de la bebida de yuca fermentada y se lo menciona
directamente en referencia a la producción de la pasta obtenida de la cocción de
hojas de tabaco, consumida por el chamán, vinculándolo así a la capacidad de este
de identificar la posición de los seres en el entorno, y en este caso, descubrir la
posición de no humano del visitante y la relación entre este y el chamán enemigo.
Esto lleva al chaman dueño de casa y los comensales a seguirlo en su regreso hasta
la casa del chaman enemigo a fin de neutralizar los ataques de este. Esta
neutralización es descrita como el acto de introducirlo en un hueco junto con su
jaguar, medio análogo al que según otros mitos ashaninka fuera empleado por los
chamanes en el tiempo primordial para retirar a los monstruos antropófagos
kamari de la tierra para permitir a los humanos ashaninka poblarla (Fernández
1986:205-206). En el río Pichis conocimos un chamán que se atribuía tener a su
cuidado la prisión de un jaguar antropófago encerrado tras un risco cercano a su
casa; esta estaba ubicada en las empinadas faldas de un cerro en el que a menudo
se producían derrumbes atribuidos al efecto de los golpes dados por el prisionero.
Este gesto es pues el de la neutralización de una subjetividad que captura la
interioridad subjetiva de otros seres y la de la afirmación de un modelo de relación
entre los humanos y los no humanos en el entorno, de continua circulación de las
subjetividades en un ciclo de retro-alimentación entre cazadores y presas. El
canibalismo, sea en el ataque de un chamán enemigo como en el de un brujo
641
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

matsi u otro tipo de kamari del bosque, sería en último término, la enajenación
de una subjetividad – la víctima- a dicho ciclo.

Cambios y continuidades

La clandestinidad a la que ha sido empujado el chamanismo ashaninka por


el fundamentalismo de los misioneros de las iglesias del protestantismo
norteamericano y la masiva colonización que ha llevado a que esta sociedad
indígena pierda el control sobre su territorio tradicional ha llevado a que algunos
chamanes ashaninka abandonen las funciones de esta institución presentadas
aquí, vinculadas a la gestión de los recursos de caza, conservando únicamente las
curativas. Casos estudiados por Chevalier y Lenaerts, situados en zonas periféricas
al territorio ashaninka, nos muestran chamanes quienes dejan de lado las
funciones de reparadores de las relaciones con los dueños de los animales y
comunicadores con las divinidades ancestrales, para llevar a cabo únicamente
curaciones siguiendo el modelo del chamanismo de las poblaciones mestizas
ribereñas y urbanas del río Ucayali (ver Chevalier 1982: 337-406 ; Lenaerts 2005:
225-226) operándose de este modo en estos chamanes un cambio por disociación
de una parte de sus funciones tradicionales, acercándose a la figura del curandero
de las poblaciones de origen indígena que han perdido su identidad étnica.

Asimismo en esta situación, en algunos casos parece haberse dado el caso de


una asimilación a la estructura preexistente, de elementos nuevos provenientes
de un flujo exterior. Esto se percibe con especial claridad en el caso de las
representaciones vinculadas a las funciones curativas del chamán. Las religiones
chamánicas, a diferencia de las religiones de libro caracterizadas por la defensa
de dogmas trascendentes, definidos y cerrados, defendidos por una estructura
eclesial, son sistemas basados en el arte de la negociación, tanto con los poderes
ya conocidos como con aquellos nuevos que aparecen en el horizonte, lo que las
hace más flexibles, abiertas y capaces de incorporar nuevos elementos (Hell, B.
1999: 246; Hamayon, R. 2001b). En las señaladas zonas más tradicionales, los
auxiliares de los chamanes, llamados itomiayepayeni (i-, 1ª persona singular + -
tomi-, hijo + -oye-,arco iris + payeni, muchos) o hijos, son el jaguar maniti (Pantera
onca), el pez boquichico shimá (Prochilodus sp.), el arco iris oye o tsawirentsi y la
lluvia inkani. Cada uno de estos es la fuente de un tipo de flecha no visible a simple
vista, que el chamán guarda dentro de su antebrazo y que constituye un arma.
Dentro de la dinámica propia a la curación chamánica, la enfermedad es resultado
de una agresión por parte de alguna subjetividad, y es parte de la curación
chamánica atacar la fuente de esta con estas armas; las armas ofensivas son

642
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

siempre necesarias, en tanto que para lograr la cura se requiere neutralizar al


atacante que muchas veces es un chamán enemigo, y así, todos los chamanes las
utilizan. El chamán viaja hacia el lugar donde se encuentra la fuente de la
enfermedad y una vez allí llama a sus itomiayepayeni quienes proceden a
introducir sus flechas en el sujeto (kintiapákeri, le incaron). Los chamanes que se
cree que trabajan con los poderes negativos son siempre aquellos más allá de la
propia red de consanguíneos y afines, variando el juicio de valor buenos/malos
según la proximidad o el alejamiento en términos de parentesco entre el chaman
y el enfermo, conforme a un modelo bastante extendido en las sociedades de
este tipo. El término utilizado para designar a los chamanes enemigos es
amahonkari, el que corresponde también, en la jerarquía del conocimiento
chamánico, a aquellos que iniciaron el aprendizaje pero que no llegaron a tener
la capacidad de curar, lo que es considerado en este sistema de representaciones
condición para ser reconocido como chaman sheripiari. Dicho de otra manera,
dentro del conjunto de quienes iniciaron este aprendizaje, los enemigos son
aquellos que sólo saben dañar. En general, se atribuye a los chamanes foráneos
al propio asentamiento trabajar con intermediarios que le proveen con armas
ofensivas, y de este modo, la noción de amahonkari se muestra como una
categoría relativa, pues todo chaman es amahonkari para aquellos que no están
dentro de su ámbito de influencia. Entre los auxiliares atribuidos a los chamanes
enemigos, el más notorio es el arcoiris oye y quienes trabajan con el se
transforman en kashékari o jaguares caníbales. El pez boquichico shima es
considerado un hombre transformado por el sol debido a sus actividades
caníbales y por lo tanto peligroso. Se les atribuye también trabajar con la lluvia
inkani lo que les da el poder de enviar diversas enfermedades. Estos auxiliares en
el caso de ser utilizados por chamanes ajenos al propio entorno, y por lo tanto
potenciales enemigos son entonces entendidos como kamari, categoría que es
situacional. Por el contrario, al chaman del propio grupo residencial, el informante
le atribuirá siempre la relación con los poderes de los auxiliares de carácter más
convivial del trueno tsonkare, del colibrí tsonkiri (Fam. Trochilidae de pico recto,
donador del tabaco), y de la golondrina ashiwanti (Chaetura sp., donador de las
orugas y escarabajos comestibles) los que son mensajeros de los dones de los
tasorentsi y de los ancestros maninkari. Asimismo se le atribuirá a este chamán la
transformación en jaguar maniti que, en esta lógica situacional, a diferencia del
jaguar kashekari no atacará a los miembros del grupo local siendo el guardián de
este como ya hemos señalado. Sin embargo la lista de seres poderosos que
puedan constituir auxiliares, ante la situación de cambio señalada, cambia. Los
chamanes ashaninka buscan en el discurso de los extranjeros, que eventualmente
les llega por los media como la radio, personajes que puedan cumplir la función
de auxiliares, seres poderosos de los cuales conseguir protección para sus

643
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

seguidores. Ello explica el reporte por Chevalier acerca de un chamán de origen


ashaninka en el pueblo colono de Puerto Inca sobre el río Pachitea, afluente del
Ucayali, de un listado de auxiliares en que aparecen múltiples personajes foráneos
tales como “el abuelo ballena”, el “Banco Muraya” o “banco del brujo”, una
“reinita” y una sirena (Chevalier 1982: 350-360, 400). Aunque la mayoría de éstos
auxiliares fueron rechazados como falsa información por nuestros informantes,
habitantes de las zonas más tradicionales del territorio ashaninka en los ríos Ene
y Tambo, ello nos muestra este proceso, por el que en un contexto en que la
actividad de la caza mengua y el intercambio mercantil y las relaciones con el
poder estatal cobran mayor presencia en la vida cotidiana de los ashaninka,
figuras como las reinas y los banqueros pasan a ser más importantes que aquellos
de las que se cree depende la caza.

Conclusiones

Las representaciones ashaninka estudiadas nos muestran el entorno, que


desde una mirada externa es visto sólo como tierra cubierta de bosques, como un
espacio en que se combinan, a la manera de un mosaico, zonas en que
predominan diferentes especies que constituyen fuentes de materiales y recursos
alimenticios, algunas propias al bosque primario y otras resultado de la
perturbación del bosque como consecuencia de las actividades de producción y
consumo de los grupos humanos a lo largo de generaciones. Forman parte de
dicho entorno, zonas de bosque excluidas a la hora actual por los ashaninka de
perturbación humana -independientemente de que haya podido producirse
alguna en el pasado- cuya definición guarda relación con las representaciones
ashaninka acerca de la función desempeñada por el chaman en la gestión de la
relación dinámica entre cazadores y presas. En este sentido, comprender la
mirada de los miembros de esta sociedad indígena sobre su entorno y los no
humanos en el, va más allá del estudio de los efectos de los humanos sobre la
dinámica del bosque a la manera de la ecología histórica propuesta por Balée;
como ha señalado Rival para el caso de los nómadas Huaorani, ello requiere
también el análisis de creencias y valores de la sociedad bajo estudio (Rival 2006:
S 88-S 89).

Las relaciones que los humanos establecen con los no humanos tienen
como marco general una concepción de estos últimos que podemos llamar
animista, en el sentido de que es atribuido a los primeros una interioridad análoga
a la de los segundos (Descola, Ph. 2005). Animales y plantas aparecen como seres
a los que se atribuyen relaciones de consanguinidad y afinidad, si bien imperfectas
e incompletas en comparación a aquellas de los humanos, lo que define
posiciones jerarquizadas entre los seres. La relación entre los seres en los

644
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

diferentes niveles de esta jerarquía es dinámica, no existiendo fronteras rígidas


entre estos; los humanos a su muerte pueden devenir en no humanos o en
ancestros colectivos según el nivel de desarrollo de sus relaciones con otros seres.
A través del umbral de la muerte, los humanos que contravienen al modelo de
alianza o que privilegian la guerra sobre las relaciones de intercambio dejan de
ser humanos para transformarse en no humanos, algunos de ellos presas, dentro
de una concepción jerarquizada de los seres vivientes. En este contexto, las
relaciones entre cazadores y presas, son entendidas como parte de un ciclo de
retro - alimentación entre estos dos ámbitos de seres a los que se atribuyen
subjetividades similares. Esta figura es construida por analogía con la relación
entre consanguíneos y afines en la sociedad ashaninka. El estudio de la
organización social y la terminología de parentesco de los ashaninka (Chevalier
1982:262-263; 299-301) ha mostrado que esta – de tipo dravidio concéntrico
(Rojas Zolezzi 2004: 384-340) -divide la sociedad en dos ámbitos, consanguíneos
y afines, y todo matrimonio es entendido como parte de un intercambio simétrico
entre ambos. De la misma manera que un grupo de consanguíneos toma
idealmente una mujer de un otro grupo de consanguíneos para dar más tarde una
mujer a los grupos clasificados en el ámbito de los afines, los cazadores –los
humanos- toman no humanos en sus actividades cinegéticas para dar a
continuación humanos -los cazadores que hubieran contravenido las reglas de la
sociedad- a los no humanos a través de la muerte, por la que se transforman en
presas. Asimismo, el análisis de este sistema de representaciones nos permite
entender que en este, el canibalismo es reprobado en tanto que sustracción de
una subjetividad al señalado ciclo. El consumo de la carne cocida, forma de
asimilación propia a los humanos, es a su vez el extremo opuesto a la captura de
una subjetividad lo que se logra a través de la ingestión de su carne cruda. En este
sentido el caso ashaninka coincide con la definición recientemente propuesta de
canibalismo por Fausto, como la consumición del otro en su condición como
persona, es decir, cruda (Fausto 2007:504).

En la gestión de este intercambio entre cazadores y presas, el chamán


ocupa un rol central. En este sentido, el chamanismo ashaninka corresponde
netamente al modelo clásico de intermediación entre las fuerzas del cosmos y los
hombres, enunciado por G. Reichel-Dolmatoff (1970). Dicho rol de
intermediación, que Weiss interpretó en términos evolucionistas como una
posición intermedia entre la figura del chamán y la del sacerdote (Weiss 1973),
pensamos se encuentra más bien por entero dentro del ámbito de las dinámicas
propias a los sistemas chamánicos de comunicación entre los humanos y los
espíritus, signadas por la negociación y el juego con los poderes, ya conocidos o
nuevos, que aparecen en el cosmos (Hamayon, R. 1993; Hell,B. 1999). El modelo

645
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

de relación con las presas implica la idea de la relación con un principio espiritual
donador, el dueño de los animales, siendo la negociación con este una función
central del chamán ashaninka.

Bibliografía

Albert, Bruce y Le Tourneau, François-Michel 2007 « Ethnogeography and


resource use among the Yanomami. Toward a model of reticular space »,
Current Anthropology vol. 48, n° 4: 584-590
Anderson, Jaime 1986 Cuentos folkloricos de los asheninka. Yarinacocha, CALAP-
ILV, 3 Vols.
Balée, William 1992 “People of the fallow: a historical ecology of foraging in
lowland south america” En: Redford, K. & Padoch (eds.) Conservation of
neotropical forest. Working from traditional resource use. New York,
Columbia University Press.
Balée, William 1993 Indigenous transformations of Amazonian forests: an
example from Maranhão, Brazil” En: L’Homme n° 126-128, pp.231-254
Balée,William 1994 Footprints of the forest: Ka’apor Ethnobotany. New York,
Columbia University Press.
Balée, William 2006 “The research program of Historical Ecology” En: Annual
Review of Anthropology, Vol. 35: 75-98
Berque, Augustin 2000 Écoumène. Introduction à l’étude des milieux humains.
Paris, Belin.
Bird-David, Nurit 1999 “ « Animism » revisited. Personhood, environment, and
relational epistemology”, Current Anthropology vol. 40, supplement,
February 1999, pp. S 67-S 91
Chevalier, Jacques 1982 Civilization and the Stolen Gift. Capital, Kin and Cult in
Eastern Peru. Toronto University Press.
Descola, Philippe 2005 Par-delà nature et culture. Paris, Éditions Gallimard, 623
pp.
Fausto, Carlos 2007 “Feasting on people. Eating animals and humans in Amazonia”,
Current Anthropology vol. 48, n° 4, pp. 497-530
Fernandez, Eduardo 1986 Para que nuestra historia no se pierda. Lima, CIPA, 260 pp.
Gaviria, Antonio 1981 “La fauna Silvestre y su aprovechamiento por las comunidades
campa del río Pichis”, Revista Forestal del Perú (Lima) Vol. X, n°1, pp.192-201
Hamayon, Roberte 1982 “Des chamanes au chamanisme. Introduction”, L’Ethnographie,
n° 87-88 número especial « Voyages chamaniques 2 », pp. 13-48
Hamayon, Roberte 1990 La Chasse à l’ âme. Esquisse d’une théorie du chamanisme
sibérien. Nanterre, Société d’Ethnologie, 880 pp.
Hamayon, Roberte 1993 « Pourquoi les « jeux » plaisent aux esprits et déplaisent a Dieu
ou le « jeu » forme élémentaire de rituel a partir d’exemples chamaniques

646
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

sibériens. » En : Thinès, Georges y Heusch, Luc de (eds.) Rites et ritualisation.


Paris, pp. 65-100
Hell, Bertrand 1999 Possession & chamanisme. Les maîtres du désordre. Paris,
Flammarion. 392 pp.
Kindberg, Willard 1956-1960 Textos campa ashaninka III, Información de Campo
n° 47, Rollo 5, microfilm, Instituto Lingüístico de Verano, Yarinacocha.
Lenaertz, Marc 2004 Anthropologie des Indiens Ashéninka d’Amazonie: nos
soeurs manioc et l’étranger jaguar. Paris, L’Harmattan. 273 pp.
Lévi-Strauss, Claude 1991 Histoire de Lynx. Paris, Plon.
Métraux, Alfred 1967 « Le chaman dans les civilizations indigènes des Guyanes
et de l’Amazonie », En : Religions et magies indiennes d’Amérique du
Sud. Paris, Gallimard, pp. 81-101
Perrin, Michel 1995 Le Chamanisme. Paris, Presses Universitaires de France, Col.
Que sais-je?, 128 pp.
Reichel-Dolmatoff, Gerardo 1970 El Chamán y el Jaguar. Mexico, Siglo XXI.
Reichel-Dolmatoff, Gerardo 1971 Amazonian Cosmos. The sexual and religious
symbolism of the Tukano Indians. Chicago, The University of Chicago
Press.
Renard-Casevitz, F-M 1982 “Fragment de une leçon de Daniel, chamane matsiguenga”,
Amerindia (Paris) Nro. 7, 145-176
Renard-Casevitz, France-Marie 1985 “Guerre,violence et identité a partir des sociétés du
piémont amazonien des andes centrales », Cahiers ORSTOM Vol. 21 :1, pp. 81-
98.
Renard-Casevitz, France-Marie ; Saignes, Thiers ; Taylor, Anne-Christine 1986 L’Inca,
l’Espagnol et les Sauvages. Rapports entre les sociétés amazoniennes et andins
du XVe au XVIIe siècle. Paris : Éditions Recherché sur les Civilisations, 411 pp.
Reynel, Carlos y Lao, Rafael 1984 “Árboles vinculados con la caza entre la población nativa
del curso inferior del rio Perené y el río Tambo (nota técnica)”, Revista Forestal
del Perú (Lima), vol. XII, n°1-2, pp.117-122
Reynel, Carlos ; Alban, Joaquina ; León, J. Díaz, J. 1990 Etnobotánica Campa Ashanika con
especial referencia a las especies del bosque secundario. Universidad Nacional
Agraria La Molina – Facultad de Ciencias Forestales, Lima, 139 pp.
Rival, Laura 2006 “Amazonian historical ecologies” En: Journal of the Royal
Anthropological Institute. Special Issue: Ethnobiological and the Science of
Human Kind. Pp.S79-S94
Rojas Zolezzi, Enrique 1994 Los Ashaninka, un pueblo tras el bosque. Lima: Fondo
Editorial de la Universidad Católica del Perú, 360 pp.
Rojas Zolezzi, Enrique 2004 Mythes de la création du monde, représentations du gibier
et des plantes cultivées et définition de l’ordre social traditionnel chez les
Campa Ashaninka de l’orient péruvien. Thèse de Doctorat. Deux volumes. Paris,
EHESS. 980 pp.

647
VII CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA EN EL PERU
Universidad Nacional de Trujillo - Setiembre 2015

Rojas Zolezzi, Enrique 2006 « Representaciones del devenir de la persona entre los
ashaninka del oriente peruano », Journal de la Société des Américanistes 92- 1-
2, pp.255-278
Rojas Zolezzi,Enrique 2014 El morral del colibrí. Mitología,chamanismo y ecología
simbólica entre los ashaninka del oriente peruano. Lima, Editorial Horizonte.
Vitebsky, Piers 2000 “Shamanism” En: Harvey, Graham (ed) Indigenous
Religions. A companion. London and New York, Cassel. Pp.55-67
Vitebsky, Piers 2006 Los Chamanes. Taschen 184 pp.
Weiss, Gerald 1973 “Shamanism and priesthood in the light of the Campa Ayahuasca
Ceremony” En: Michael Harner (ed.) Hallucinogens and Shamanism, Oxford
University Press, pp. 40-47.
Weiss, Gerald 1975 Campa Cosmology. The world of a forest tribe in South America. New
York, Anthropological Papers of the Museum of Natural History, 52.

648

También podría gustarte