Capra y La Sociedad

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Revista Logos, Ciencia & Tecnología

ISSN: 2145-549X
ISSN: 2422-4200
[email protected]
Policía Nacional de Colombia
Colombia

Fritjof Capra y la teoría social


Ortiz Ocaña, Alexander
Fritjof Capra y la teoría social
Revista Logos, Ciencia & Tecnología, vol. 9, núm. 1, 2017
Policía Nacional de Colombia, Colombia
Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=517752178003
DOI: https://doi.org/10.22335/rlct.v9i1.405
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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Fritjof Capra y la teoría social
Fritjof Capra and Social eory
Fritjof Capra e Teoria Social
Alexander Ortiz Ocaña [email protected]
Universidad del Magdalena., Colombia
hp://orcid.org/0000-0001-5594-9422

Resumen: En este artículo se presenta una panorámica sobre los aportes de Capra a la
ciencia postmoderna. Se analizan diversas concepciones epistemológicas desde la mirada
de este eminente filósofo, científico y epistemólogo moderno. Especial atención tiene
el positivismo de Augusto Comte y Emilio Durkheim, el estructuralismo de Saussure y
Lévi-strauss y el materialismo dialéctico e histórico.
Palabras clave: Ciencia postmoderna, epistemología, positivismo, estructuralismo,
materialismo dialéctico e histórico.
Abstract: is article presents an overview on the contributions of Capra to
postmodern science. Different epistemological conceptions are analyzed from the point
Revista Logos, Ciencia & Tecnología, vol.
9, núm. 1, 2017 of view of this eminent philosopher, scientist and epistemologist modern. Special
attention has the positivism of Augusto Comte and Emilio Durkheim, the structuralism
Policía Nacional de Colombia, Colombia of Saussure and Lévi-Strauss and dialectic and historical materialism.
Recepción: 20 Diciembre 2016 Keywords: Postmodern science, epistemology, positivism, structuralism, dialectical and
Aprobación: 01 Junio 2017 historical.
DOI: https://doi.org/10.22335/ Resumo: Este artigo apresenta uma panorâmica sobre os aportes de Capra a la
rlct.v9i1.405 science postmoderna. Se analizan diversas concepções epistemológicas desde a mirada do
Redalyc: https://www.redalyc.org/
eminente filósofo, cientifico e epistemólogo moderno. Especial atenção ao positivismo
articulo.oa?id=517752178003 de Augusto Comte e Emilio Durkheim, o estruturalismo de Saussure e Lévi-Strauss e o
materialismo dialéctico e histórico.
Palavras-chave: Ciencia postmoderna, epistemologia, positivismo, estructuralismo,
materialismo dialéctico e histórico.

Introducción

Al finalizar el siglo XX, y en la primera década del presente siglo XXI,


se asiste y participa de notables cambios en la epistemología, que han
acompañado y se han nutrido del inminente cambio paradigmático
en las ciencias. Sin lugar a dudas se está ad portas de una inigualable
revolución científica, una profunda metamorfosis de las concepciones
epistemológicas. En realidad el problema es más profundo, se trata de una
crisis del pensamiento. De ahí que se avecina o emerge con fuerzas una
transformación en la filosofía de la ciencia que ofrecerá nuevas visiones
de la realidad y nuevas formas de hacer ciencia. De esta manera, nuevas
categorías han ido dando forma a la visión sobre el mundo que nos
rodea, entre las que se destaca la noción de “red”, que hoy ocupa un lugar
significativo en la configuración de sentido y significado, tanto en las
ciencias fácticas o naturales (mal llamadas ciencias “duras”) como en las
ciencias sociales o humanas, o del espíritu, como diría Acosta(2012).

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Pensar en red significa e implica la posibilidad de tener en cuenta el


alto grado de relación, interconexión y configuración de los fenómenos,
eventos y procesos, y establecer ámbitos de conocimiento sustentados
en las diversas formas del conocimiento y la experiencia humana y sus
múltiples articulaciones.
El ser humano es un artista que a su vez integra su propio arte, por
lo que configura el mundo y le da sentido y significado a éste y, a su
vez, él mismo va reconfigurándose en las múltiples interconexiones que
tiene con los demás seres humanos, con él mismo y con los procesos,
eventos, fenómenos, acontecimientos y situaciones con las que interactúa
(Jiménez, 2013).
El siglo XXI avanza a pasos agigantados guiado por la complejidad y las
nuevas teorías de sistemas, tanto en la ciencia como en la epistemología
(Costantini, 2014). La ciencia clásica se caracterizó por privilegiar el
determinismo, la linealidad, el reduccionismo, la predicción, la causalidad
y la conservación mecanicista, dogmática y esquemática, pero los nuevos
paradigmas han puesto su mirada en los procesos complejos, sistémicos,
dinámicos, no lineales y relacionales.
En los albores del siglo XXI la modernidad acelera nuestra aversión
hacia ella debido a sus inertes paradigmas que aún dominan en el mundo
científico de occidente desde sus silenciosas tumbas, con pueriles discursos
que demuestran su inoperancia. Estos paradigmas hoy son muertos
insepultos. Es por ello que estamos buscando opciones y enfoques más
pertinentes, viables y sostenibles, un momento de configuración de
nuevos paradigmas, más tolerantes, incluyentes y comprensivos (Agis,
2015). En este sentido, son destacables, tienen sentido y pertinencia los
aportes de Fritjof Capra, reconocido y prestigioso físico austriaco, nacido
el 1 de febrero de 1939, en Viena.
A los 27 años Capra culminó un Doctorado en Física teórica, en
la Universidad de Viena. Luego fue profesor en la Universidad de San
Francisco, en Berkeley y en la Universidad de California (U.C), en
Santa Cruz. También se desempeñó haciendo investigaciones en física
subatómica en el Laboratorio Lawrence Berkeley de la U.C., en el
Acelerador Lineal de Londres y en la Universidad de París.
Fritjof Capra es un consagrado experto en la nueva teoría de sistemas,
rama de investigación en la que incursionó después en la década de los 80,
después de haber dedicado más de 20 años a la física de partículas.
Su producción intelectual, cuestionable, polémica y controvertida, ha
influido de manera considerable en la comunidad científica internacional
y ha contribuido de manera significativa en la formulación del nuevo
paradigma holístico y ecológico, sobre todo a partir de una de sus obras
más importantes: El punto crucial (1982).
Simultáneamente a estas actividades docentes y científicas, Capra ha
estudiado de manera profunda durante más de 40 años las consecuencias
de la ciencia clásica en el pensamiento occidental moderno, tanto desde
el punto de vista filosófico como social. Sobre este tema ha publicado
innumerables libros y artículos científicos, y frecuentemente desarrolla
conferencias y seminarios en diversos países. Sus obras se basan en la

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interconexión entre todos los fenómenos del universo, su teoría de la


convergencia entre física y metafísica y las relaciones entre el misticismo
antiguo, fundamentalmente el oriental, y el universo develado por la
física moderna. Precisamente, El Tao de la Física (1975) fue el best-seller
que se convirtió en la génesis de múltiples obras sobre este tema. Este
ícono moderno marcó un hito importante en la producción intelectual y
científica de este prestigioso Físico teórico.
Otro prestigioso físico, Werner Heisenberg, estremeció la palestra
científica internacional que defendía la predictibilidad de la naturaleza,
mediante axiomas infalibles, teoremas y ecuaciones. Esto lo logró con
su controversial enunciación del principio de la indeterminación. Capra
reconoció años más tarde el gran aporte que había recibido su obra de
las formulaciones de Heisenberg. En efecto, la obra de Capra evidenció
la impresionante similitud entre las tradiciones espirituales de Oriente
y las teorías científicas aceptadas en ese momento, lo cual ya había sido
reconocido décadas atrás de manera privada por diversos científicos e
intelectuales de la época.
Desde los años ochenta, Capra se dio cuenta de que a lo largo de quince
años había seguido persistentemente un solo tema: el cambio esencial de la
cosmovisión que estaba sucediendo en la sociedad y en la ciencia, así como
la aparición, desarrollo y consolidación de una nueva mirada acerca de la
realidad y las inminentes consecuencias sociales de dicha transformación
cultural.
Del crisol de estos nuevos paradigmas surge la psicología transpersonal
como nueva disciplina que estudia los procesos psíquicos humanos desde
una mirada más holística y ecológica. El padre de esta disciplina es
Stanislav Grof (s/f), quien en uno de sus escritos expresó:
Por lo general no se menciona en la mayoría de los libros de texto
que muchos de los fundadores de la física moderna, tales como Einstein,
Bohm, Heisenberg, Schrödinger, Bohr y Oppenheimer, no sólo hallaron
su trabajo plenamente compatible con la visión mística del mundo,
sino que en cierto modo entraron en el campo místico a través de la
investigación científica. (p.31)
En efecto, al profundizar en la obra de estos eminentes científicos
se percibe que las miradas de las tradiciones ancestrales espirituales
articulan de manera armónica y coherente con las miradas de la naturaleza
centradas en el papel esencial del observador en la percepción de los
fenómenos naturales.
Stanislav Grof, a partir de su residencia en el Instituto Esalen, afirmó
que la ciencia moderna es netamente neopitagórica y neoplatónica,
influenciado por el eminente ecólogo británico Gregory Bateson
(1904-1980), con quien compartió estas visiones neosistémicas, holísticas
y ecológicas. Esto significa que la visión de Pitágoras, Platón y la nueva
ciencia pueden ser fundamentadas desde el reconocimiento de estas
tradiciones místicas.
Por otro lado, los trabajos de investigación y divulgación de Capra
(2003, 2007, 2008, 2009, 2010), posteriores a la circulación de su
controvertido libro El Tao de la física, incluyen estudios sobre otros

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campos científicos diferentes a la Física, como la Ecología, la Biología y la


Psicología, inspirados en la obra de Bateson (2010, 2011). En su primer
libro Capra plantea unos postulados interesantes y controversiales, en
los cuales enfatiza la importancia de analizar nuestro universo desde
una mirada holística y lograr una comprensión ecológica del mismo,
relacionándolo con la trama de la vida, a partir de su pertenencia a la
infinita y extensa danza de la creación. Esto demuestra que su concepción
ontológica se sustenta en una visión de la naturaleza de la realidad como
un proceso creativo e interconectado en el que su comprensión implica
un análisis holístico, no aislado.

1. El positivismo y Augusto Comte

La escuela positivista fue fundada por filósofo francés Augusto Comte


(1798-1857; Montpellier). La doctrina sustentada en el positivismo la
podemos apreciar en sus obras principales: Discurso sobre el espíritu
positivo, Sistema de política positivista y Curso de filosofía positiva,
que comprenden una importante teoría de las ciencias. En estas tres
obras, Comte expuso los lineamientos generales de lo que ha denominado
positivismo y que él llamó también “filosofía positivista” o “espíritu
positivo”.
La mayoría de los teóricos sociales de aquella época se manifestaron
explícitamente en contra de la epistemología positivista, que es un modelo
epistémico derivado del empirismo, que a su vez emana del realismo, que
es el modelo originario. Según la concepción de Comte, la humanidad
evolucionó desde estadios en que estuvo denominada por la imaginación
y la superstición hasta llegar a su madurez en la era de la razón en la que
sólo admite explicaciones “positivas” (no sobrenaturales).
El positivismo de Comte se basa en el realismo y en el empirismo. Es
una teoría filosófica que no acepta otra realidad que la que está formada
por los hechos. Según esta doctrina, la tarea de la filosofía consiste en
comprender los métodos que permiten el avance de las ciencias. Por esta
razón, el positivismo rechazaba toda intuición directa del conocimiento,
toda metafísica, todo conocimiento a priori.
Según Comte (2008) el estadio positivo o real posterior al religioso y
al filosófico constituye el más avanzado en materia del conocimiento. En
el estadio positivo se acude a la realidad como fuente del conocimiento, y
por tanto, a la observación y a la constatación empírica.
El positivismo constituye una forma de reduccionismo, pues si bien es
cierto que la realidad y la experiencia constituyen fuente de conocimiento,
no son únicas ni exclusivas. Existen otras formas de conocimiento que
no niegan las anteriores pero que también proveen información al
investigador.
Para el positivismo las ciencias experimentales son más importantes
que las ciencias teóricas, y coloca a los hechos por encima de las ideas.
La comprobación es la condición para la determinación de la validez
del conocimiento. Para Augusto Comte el objetivo fundamental es la
verificación.

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Una de las características de su propuesta la explica Comte afirmando


que la filosofía positiva o científica renuncia al conocimiento casual
propio de la teología y de la metafísica. No se trata en adelante de saber
el porqué de los hechos, aspecto absoluto, sino el cómo ocurren, aspecto
relativo.
La filosofía a nivel científico o positivo se limita a constatar y describir
los fenómenos o hechos tal como aparecen, así como a descubrir entre
ellos aquellas regularidades ordenadoras que llamamos leyes. La filosofía
científica aspira, por lo mismo, a ser un saber legal: leyes y no causas.
Según el positivismo, la tarea de las ciencias consiste en coordinar
los hechos observados, en buscar la causa de los fenómenos. Para esta
doctrina todo conocimiento, para ser verdadero, debe tener su origen en
la experiencia sensible.
Comte propone la aplicación de las leyes de las ciencias naturales a la
sociedad y por tanto la visualización del ser humano como objeto que se
fracciona y diluye en partes para poderlas explicar en el marco de las causas
y consecuencias del positivismo racional imperante.
Comte (2008) advierte lo absurdo y peligroso que es tanto en política
como en filosofía el “eclecticismo correspondiente, inspirado también
por una vana intención de conciliar, sin principios propios, opiniones
incompatibles” (p.79), sin embargo, Habermas lo considera ecléctico,
pues su positivismo se basa en la mezcla de elementos ya desarrollados
por el empirismo y racionalismo. Su aporte básico sería dejar por fuera el
sujeto que percibe.
A pesar de las críticas que ha recibido la doctrina positiva de Comte, hay
que significar que esta propuesta reconoce el carácter complejo, dialéctico
e infinito del conocimiento humano. En este sentido Comte (2008b)
afirma: “Trátese de los menores o los más sublimes efectos, del choque
y del peso lo mismo que del pensamiento y de la moralidad, nosotros
no podemos conocer verdaderamente más que las diversas relaciones
mutuas propias de su cumplimiento, sin penetrar jamás el misterio de su
producción” (p.28).
No sólo investigaciones positivas deben reducirse esencialmente, en
todo, a la apreciación sistemática de lo que es, renunciando a descubrir
su origen primero y su destino final, sino que importa además darse
cuenta de que este estudio de los fenómenos en lugar de poder llegar en
modo alguno a ser absoluto, debe permanecer siempre relativo a nuestra
organización y a nuestra situación. Reconociendo, bajo este doble aspecto,
la imperfección necesaria de nuestros diversos medios especulativos, se ve
que, lejos de poder estudiar completamente ninguna existencia efectiva,
no podríamos garantizar en modo alguno la posibilidad de comprobar
así, ni siquiera muy superficialmente, todas las existencias reales, la mayor
parte de las cuales debemos quizá desconocer totalmente. (Comte; 2008b,
p.28). Aquí Comte reconoce el carácter dual del conocimiento en su
cualidad absoluta y relativa, influenciando con estas concepciones al
sociólogo Emilio Durkheim.

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2. Emilio Durkheim

El sociólogo francés Emilio Durkheim (1858-1917), reconoce a Comte


como el primero en proponer una ciencia positiva de la sociedad. Fue
él quien definió el campo y las tareas de la sociología como diferentes
de la filosofía y de la psicología, y lo hizo de una manera sistémica y
fundamentada. Le da a la sociología, por primera vez en forma explícita,
el carácter de ciencia natural, derivada del mismo tronco común. Una
de las bases de tal diferenciación es su preocupación por la investigación
empírica y la propuesta de un objeto propio de estudio constituido por
los hechos sociales. En este sentido, Durkheim, que era un inexorable y
riguroso empirista, se convierte en el precursor fundamental del enfoque
positivista en la sociología.
Comte es considerado el principal representante del positivismo y
junto con Durkheim, son los representantes de la doctrina filosófica
positivista más criticados, reprochados y reprendidos por quienes
conciben a las ciencias sociales desde perspectivas hermenéuticas,
históricas, comprensivas e interpretativas.
Los primeros estructuralistas trataron las estructuras sociales como
objetos materiales, también las entendían como todos integrados y
utilizaban el término estructura de forma parecida al modo como los
primeros pensadores sistémicos hablaban de patrón de organización.
Durkheim insistía en que cualquier explicación completa de los
fenómenos sociales debe combinar ambos análisis (causal y funcional), y
subrayaba la necesidad de distinguir entre funciones e intenciones. Parece
que, de algún modo, trataba de tomar en consideración las intenciones
y los propósitos (la perspectiva del significado) sin abandonar el marco
conceptual de la física clásica, con sus estructuras materiales, sus fuerzas
y sus relaciones de causa y efecto. (Capra, 2003, p.110). Según Ferrater
(2010), el positivismo “se niega a admitir otra realidad que no sean
los hechos y a investigar otra cosa que no sean las relaciones entre los
hechos” (p.289).
Desde la antigua Grecia existió una férrea oposición entre las corrientes
del pensamiento influidas principalmente por las matemáticas y la lógica
y aquellas que pretendían fundamentar la validez del conocimiento de
procedimientos empíricos. Los empiristas y positivistas lógicos del siglo
XX buscaron una forma de compatibilizar ambas perspectivas. Esta tarea
exigía tanto una revisión de los fundamentos de la matemática como de los
métodos de las ciencias naturales. De esta manera surge el neopositivismo
o positivismo lógico, derivado del positivismo, teoría contrincante y
antagonista del estructuralismo.

3. El estructuralismo: Saussure y Lévi-strauss

El modelo epistémico estructuralista también se deriva del biologicismo.


El estructuralismo surgió en la lingüística mediante la obra de Ferdinand
de Saussure y en la antropología a partir de los planteamientos de Levi-
Strauss, quien fue el primero en usar el sistema lingüístico como analogía

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para el estudio de la vida social. “La atención por el lenguaje se acentuó


en los años sesenta, con la aparición de las denominadas «sociologías
interpretativas», que hacen hincapié en que el individuo interpreta
la realidad social circundante y actúa en consecuencia” (Capra, 2003,
p.110). Según Barrera (2004), el estructuralismo estudia las distintas
formas y relaciones que en su totalidad configuran una determinada
estructura, las distintas composiciones como se organizan los fenómenos.
En el modelo estructuralista la episteme se configura por la estructuración
conceptual a partir de procesos de abstracción conceptual y de raciocinio.
El pensamiento es estructural y todo se integra en una organización
epistémica.
El estructuralismo es organizacional y centra la actividad en los
procesos y en las relaciones, en donde las relaciones estructurales son
expresión de la psicología pues la mente es un fenómeno natural y las
construcciones humanas (culturales) son manifestación de la naturaleza.
En el estructuralismo se diferencia el conocimiento y la realidad, la teoría
y la práctica.
El estructuralismo asocia las relaciones y los procesos con los signos.
Otro representante significativo de este modelo es el eminente psicólogo
suizo Jean Piaget, para quien la estructura se basa a sí misma. Del modelo
estructuralista se deriva el constructivismo.

4. El materialismo dialéctico e histórico

La escuela materialista se origina aproximadamente 450 años antes de


Cristo. Su principal representante es Demócrito (460-370 A.C.) La
doctrina fundamental del materialismo se refiera a que todas las cosas que
se existen en el mundo están compuestas por elementos últimos, átomos,
que son individuales e indivisibles (Ette, 2016). Para esta doctrina todos
los seres vivos, es decir, las plantas, los animales y los hombres, se forman
por esas partículas miniaturas indivisibles, pequeñas, que se combinan
de diferentes maneras, pero que pueden desintegrarse y formar nuevas
estructuras (Estrada, 2015).
El materialismo afirma que las entidades materiales son fuentes de
estímulos sensoriales y perceptivos, independientemente de cualquier
estado de conciencia y de pensamiento. Esta escuela y, por consiguiente su
doctrina filosófica, sostiene, desde una mirada ontológica, que la materia
es la única sustancia que existe en el mundo, que éste depende de la materia
para su existencia.
Según Ferrater (2010) “sólo desde el momento en que se estableció una
separación tajante entre la realidad pensante y la realidad no pensante
(para Descartes "extensa"), se pudo hablar de materialismo” (p.232).
El materialismo histórico es la doctrina esbozada por Federico
Engels y Karl Marx (1818-1883; Tréveris-Rin). Para ellos las relaciones
económicas de producción, como estructura básica de la sociedad,
determinan la vida espiritual, que se convierte en superestructura, a
diferencia de Hegel, quien consideraba que la historia está determinada
por el espíritu.

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Como se aprecia, para el modelo epistémico materialista lo


fundamental es lo material, y como ya hemos señalado su principal
representante fue Demócrito, para quien la materia constituía la
esencia de los fenómenos. Del materialismo se derivan el relativismo,
el fisicalismo, el mecanicismo, el economicismo y el utilitarismo. En
el materialismo también aparece como modelo epistémico derivado el
dialectismo, en la persona de Heráclito.
Marx toma la dialéctica de Hegel, en una inversión que pasa del
idealismo al materialismo, y así desarrolla las teorías del materialismo
dialéctico y el materialismo histórico, sin embargo, no elaboró con detalles
su concepción epistemológica de esas ciencias ni, en particular, su método
de investigación, a diferencia de Durkheim y Weber, grandes precursores
de las ciencias sociales.
Marx enseñaba una filosofía del cambio, de la acción, de la crítica,
de la transformación de la sociedad. “Los filósofos, escribió, no han
hecho más que interpretar el mundo de varias maneras; la cuestión, sin
embargo, es cambiarlo” (Citado por Capra, 2008, p.232). Para Marx,
“los principios contradictorios de la organización social se materializan
en la existencia de clases sociales; la lucha de clases es una consecuencia
de su interacción dialéctica” (Capra, 2008, p.36). Consecuentemente,
del materialismo se deriva el reproductivismo crítico, representado en
la escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, Marcousse, Fromm y
Habermas), quienes configuraron una teoría crítica de la sociedad.
Habermas contempla la teoría crítica como la integración de dos clases
distintas de conocimiento: el empírico-analítico, que se asocia al mundo
exterior y se ocupa de las explicaciones causales, y la hermenéutica o
comprensión del significado, asociada con el mundo interno, que se
ocupa del lenguaje y la comunicación. (Capra, 2003). Esta concepción de
Habermas se encuentra en el siglo XV, en la filosofía del Renacimiento,
en la mente de su gran genio, es decir, en la ciencia de Leonardo Da Vinci.

Conclusiones

Como se aprecia, los esfuerzos de Capra han estado encaminados


precisamente a cambiar la ciencia actual, de tal modo que dichas
consideraciones pudieran incorporarse en el marco científico y
epistemológico del futuro. Para ello, hace hincapié en que el primer paso
debía consistir en cambiar el enfoque mecanicista y fragmentario de la
ciencia clásica por un paradigma holístico y ecológico, en el que el énfasis
principal se desplazara de las entidades independientes a las relaciones.
Esto permitiría introducir las categorías de contexto y significado. Capra
afirma que sólo cuando se dispusiera de dicho marco eco-holista podrían
empezar a darse los pasos necesarios en respuesta a las preocupaciones
de una gran diversidad de científicos. Y él logra hacerlo de manera
excepcional.
En correspondencia con lo anterior, Capra (2009) considera que las
“instituciones sociales son incapaces de resolver los principales problemas
de nuestra época, por el hecho de aferrarse a una visión anticuada del

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mundo, la visión mecanicista de la ciencia del siglo XVII” (p.254).


El modelo clásico de la física newtoniana y el método cartesiano han
servido de cimiento epistemológico y metodológico no sólo para las
ciencias naturales sino también para las ciencias humanas y sociales, y las
limitaciones de esta visión del mundo son ahora evidentes en múltiples
aspectos de la crisis global. Si bien el modelo newtoniano es todavía
el paradigma dominante en nuestras instituciones académicas y en la
sociedad en general, los físicos han ido mucho más allá.
Capra afirma que de la nueva física emerge una nueva cosmovisión, que
describe con sus énfasis en la interconexión, las relaciones, la trama, las
pautas dinámicas, la red, y los cambios y transformaciones permanentes,
lo cual generará en otras ciencias un cambio de su filosofía subyacente,
con el fin de ser consecuentes con esta nueva visión de la realidad,
cuyo cambio radical, según Capra (2009), “constituye el único modo
de resolver verdaderamente nuestras urgentes problemas económicos,
sociales y ambientales” (p.255).
Los biólogos moleculares no comprendieron los procesos
interconectores holísticos de los sistemas vivos, a pesar de que
descubrieron los componentes básicos de la vida. Hace más de veinte años,
Sidney Brenner, uno de los principales biólogos moleculares, afirmaba:
De algún modo, todo el trabajo realizado en los campos de la genética
y de la biología molecular de los últimos sesenta años, podría ser
considerado como un largo intervalo (...). Ahora que el programa ha sido
completado, al encontrar de nuevo con los problemas que se dejaron
sin resolver. ¿Cómo se regenera un organismo dañado hasta recuperar
exactamente la misma estructura que tenía antes de producirse el daño?
¿Cómo forma el huevo al organismo? (...) (Citado en Capra, 2010, p.19)
A partir de estas consideraciones, los científicos configuraron un nuevo
lenguaje para el estudio de los organismos vivos, dada su complejidad y
alto nivel de integración e interconexión: sistemas complejos, dinámica de
redes, dinámica no-lineal, teoría de la complejidad, teoría de los sistemas
dinámicos, configuraciones vivas, psíquicas y sociales, etc. De manera que
algunos de los conceptos clave de estas nuevas teorías sistémicas, son: auto-
organización, estructuras disipativas, fractales, atractores caóticos, redes
autopoiéticas y configuración.
Sin embargo, a pesar de lo anterior, el pesimismo se ha apoderado de
la voluntad de los científicos. Sin lugar a dudas, existen soluciones muy
sencillas para los problemas fundamentales de nuestra época, pero para
ello se necesita una inmensa transformación en nuestro discernimiento,
en nuestra forma de ver el mundo, en nuestro pensamiento, en nuestra
concepción de ciencia, del conocimiento, en nuestros valores, en la forma
de analizar la esencia y naturaleza de los objetos de estudio (ontología)
y, por supuesto, del proceso o lógica de configuración del conocimiento
científico (epistemología). Sin duda, está emergiendo esta transformación
esencial de mirada en la sociedad y en la actividad científica, el surgimiento
de nuevos paradigmas científicos, tan radicales o más impactantes y
trascendentales que la revolución que provocó Copérnico.

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Referencias

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