Globalización
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Globalización
desventajas en el mundo
actual
Publicado el 10/11/2022
por Redacción APD
Escenarios GlobalesGlobalización
Ventajas de la globalización
En la cara amable de la globalización se pueden encontrar
las señales que caracterizan a las sociedades más modernas:
integración y facilidad de las comunicaciones, libre movimiento de
mercancías o extensión de los derechos humanos. Son signos de
modernidad que definen a los países desarrollados y mejoran la vida
de sus ciudadanos.
1. La extensión de la comunicación
2. Intercambio cultural
4. Intercambio lingüístico
La permeabilidad cultural que favorecen las redes sociales es uno
de los factores que favorecen el intercambio lingüístico en todo el
planeta. Otro es la aparición de las plataformas en línea que ofrecen
series de televisión y que se han convertido en fenómenos culturales
globales.
Estas plataformas, que permiten el visionado en versión original con
subtítulos, son un gran avance para el conocimiento de otros idiomas
en países que, como España, solo tenían esta opción en casos
aislados.
1. Intervencionismo extranjero
Entre los problemas que algunos ven al proceso globalizador está una
cierta disminución de la soberanía nacional. Como los países están
tan interrelacionados en lo económico, social, político y cultural,
cualquier desvío de las pautas generales es visto con recelo.
Sin embargo, este intervencionismo no es malo ni bueno por sí mismo,
simplemente es un rasgo característico de los nuevos tiempos. La
bondad o maldad dependerá de las consecuencias. Por ejemplo, que
la comunidad internacional obligue a un país a respetar los derechos
humanos es algo positivo para sus ciudadanos. Sin embargo, si un
grupo de países obliga a otro a adoptar determinadas políticas
económicas que van contra la mayoría de su población, será negativo
para su sociedad.
I. Introducción
El término "globalización" ha adquirido una fuerte carga emotiva. Algunos consideran que
la globalización es un proceso beneficioso --una clave para el desarrollo económico futuro
en el mundo-- , a la vez que inevitable e irreversible. Otros la ven con hostilidad, incluso
temor, debido a que consideran que suscita una mayor desigualdad dentro de cada país y
entre los distintos países, amenaza el empleo y las condiciones de vida y obstaculiza el
progreso social. En esta nota se analizan de manera general algunos aspectos de la
globalización y se procura identificar en qué forma los países pueden aprovechar las
ventajas de este proceso, evaluando al mismo tiempo desde una óptica realista las
posibilidades y riesgos que plantea.
En los años setenta y ochenta, muchos países de América Latina y África, a diferencia de
los de Asia, aplicaron políticas orientadas hacia el sector interno y su economía se estancó o
deterioró, la pobreza se agravó y la alta inflación pasó a ser la norma. En muchos casos,
sobre todo en África, los problemas se vieron agravados por factores externos adversos. No
obstante, al modificarse las políticas en estas regiones, el ingreso comenzó a aumentar.
Actualmente se está produciendo una importante transformación. Alentar esta
transformación --y no dar marcha atrás-- es la mejor forma de fomentar el crecimiento
económico, el desarrollo y la lucha contra la pobreza.
Las crisis desencadenadas en los mercados emergentes en los años noventa han mostrado a
las claras que las oportunidades que ofrece la globalización tienen como contrapartida el
riesgo de la volatilidad de los flujos de capital y el riesgo de deterioro de la situación social,
económica y ambiental como consecuencia de la pobreza. Para todas las partes interesadas -
-en los países en desarrollo o los países avanzados y, por supuesto, para los inversionistas--
esta no es una razón para dar marcha atrás sino para respaldar reformas que fortalezcan las
economías y el sistema financiero mundial de modo de lograr un crecimiento más rápido y
garantizar la reducción de la pobreza.
¿Cómo se puede ayudar a los países en desarrollo, especialmente a los más pobres, a
recuperar el terreno perdido? ¿La globalización agrava la desigualdad o puede ayudar a
reducir la pobreza? ¿Se exponen inevitablemente a la inestabilidad los países integrados a la
economía mundial? Estas son algunas de las preguntas a las que se procura responder en las
secciones siguientes.
En el siglo XX hubo un crecimiento económico sin precedente, que casi quintuplicó el PIB
mundial per cápita. Sin embargo, este crecimiento no fue regular, ya que la mayor
expansión se concentró en la segunda mitad del siglo, período de rápida expansión del
comercio exterior acompañada de un proceso de liberalización comercial y, en general un
poco más tarde, de la liberalización de las corrientes financieras. En el gráfico 1a se divide
el siglo en cuatro períodos1. En el período entre las dos guerras mundiales, el mundo le dio
la espalda a la internacionalización --o la globalización como se la llama actualmente-- y los
países cerraron su economía y adoptaron medidas proteccionistas y un control generalizado
de los capitales. Este fue el principal factor determinante de los devastadores resultados de
ese período: el crecimiento del ingreso per cápita se redujo a menos del 1% entre 1913 y
1950. Durante el resto del siglo, aunque la población creció a un ritmo extraordinario, el
aumento del ingreso per cápita superó el 2%, principalmente durante la fase de expansión
de que disfrutaron los países industriales después de la guerra.
El siglo XX estuvo marcado por un notable crecimiento del nivel medio de ingresos, pero
los datos muestran a las claras que este crecimiento no estuvo repartido de manera
igualitaria. La brecha entre los países ricos y los países pobres, y entre los sectores ricos y
pobres dentro de cada país, se amplió. Para la cuarta parte de la población mundial más rica
el PIB per cápita casi se sextuplicó durante el siglo, en tanto que para la cuarta parte más
pobre no llegó a triplicarse (gráfico 1b). Sin duda, la desigualdad de ingresos se ha
agravado. Sin embargo, cabe señalar que el PIB per cápita no explica totalmente la
situación (véase la sección IV).
La globalización supone una integración cada vez mayor del comercio mundial y los
mercados financieros. Pero, ¿en qué medida han participado los países en desarrollo en esta
integración? Los esfuerzos de estos países para ponerse a la par de las economías avanzadas
han tenido resultados dispares. En el gráfico 2a se observa que, desde los años setenta, en
algunos países --sobre todo asiáticos-- el ingreso per cápita se aproxima con rapidez a los
niveles alcanzados en los países industriales. Un mayor número de países en desarrollo sólo
ha avanzado lentamente o ha perdido terreno. Específicamente, en África el ingreso per
cápita se redujo en comparación con los países industriales, y en algunos países disminuyó
en términos absolutos. El gráfico 2b explica en parte esta evolución: los países que
recuperaron terreno son aquellos en los cuales el comercio exterior registró una vigorosa
expansión.
En el siglo XX, el ingreso medio mundial per cápita registró un fuerte aumento, pero con
considerables variaciones entre los países. Se observa claramente que la brecha de ingresos
entre los países ricos y los países pobres se ha ampliado a lo largo de varias décadas. En la
última edición de Perspectivas de la economía mundial se analizan
42 países (que representan casi el 90% de la población mundial) sobre los que se dispone de
datos para la totalidad del siglo XX. La conclusión a la que se llega es que el producto per
cápita creció apreciablemente, pero la distribución del ingreso entre los países muestra hoy
una mayor desigualdad que a comienzos del siglo.
Sin embargo, el ingreso no lo explica todo; una medición más amplia del bienestar que tiene
en cuenta las condiciones sociales muestra que los países más pobres han logrado
considerables avances. Por ejemplo, en algunos países de bajo ingreso, como Sri Lanka, los
indicadores sociales son extraordinarios. En un estudio reciente 2 se llega a la conclusión de
que, si se comparan los países utilizando los indicadores del desarrollo humano (IDH)
elaborados por las Naciones Unidas, que tienen en cuenta la educación y la esperanza de
vida, el panorama es muy diferente del que muestran los datos referidos solamente al
ingreso.
En realidad, es posible que la brecha se haya reducido. De este estudio se infiere
sorprendentemente que existe un contraste entre lo que podría denominarse la "brecha de
ingresos" y la "brecha entre los indicadores del desarrollo humano". Actualmente, el nivel
de ingresos (ajustados por la inflación) de los países pobres es aún mucho más bajo que el
de los grandes países en 1870, y además la brecha de ingresos se ha ampliado. No obstante,
a juzgar por los indicadores del desarrollo humano, la situación de los países pobres es hoy
mucho mejor que la que existía en 1870 en los grandes países. Esto se debe en gran medida
a que los avances médicos y el mejoramiento de las condiciones de vida han aumentado
considerablemente la esperanza de vida.
Sin embargo, aunque la brecha entre los indicadores del desarrollo humano se ha reducido a
largo plazo, son demasiadas las personas que están quedando a la zaga. La esperanza de
vida puede haber aumentado, pero para muchos la calidad de vida no mejoró, y muchos aún
se encuentran sumidos en la indigencia. A esto se suma la propagación del SIDA por toda
África en el último decenio, que está reduciendo la esperanza de vida en muchos países.
VI. Cómo pueden los países más pobres recuperar con mayor
rapidez el terreno perdido?
Todas estas políticas deben inscribirse en el marco de estrategias elaboradas por cada país
para combatir la pobreza mediante políticas que beneficien a los pobres --y para las que se
preverán recursos presupuestarios suficientes--, por ejemplo, en lo que respecta a la salud y
la educación y la creación de redes de protección social eficaces. Un enfoque participativo,
en el que se consulte a la sociedad civil, acrecentaría enormemente las posibilidades de
éxito.
Las economías avanzadas pueden apoyar de manera crucial los esfuerzos de los países de
bajo ingreso por integrarse a la economía mundial:
• Fomentando el comercio exterior. Una propuesta que se está estudiando es dar acceso
irrestricto a los mercados a todas las exportaciones de los países más pobres, lo cual
ayudaría a estos países a pasar de la especialización limitada a los productos primarios a
la producción de bienes manufacturados que puedan exportarse.
• Estimulando los flujos de capital privado hacia los países de menor ingreso, sobre todo
de inversiones extranjeras directas, lo cual tendría la doble ventaja de asegurar flujos
financieros regulares y facilitar la transferencia de tecnología.
• Acelerando el alivio de la deuda y complementándolo con un aumento de la asistencia
financiera. En los países avanzados la asistencia oficial para el desarrollo se redujo al
0,24% del PIB (1998), frente al objetivo del 0,7% previsto por Naciones Unidas. Como
señaló Michel Camdessus, ex Director Gerente del FMI: "La fatiga de los donantes y
acreedores no es una excusa creíble --sino más bien un argumento sencillamente cínico--
en un momento en que, desde hace diez años, los países avanzados tienen la oportunidad
de beneficiarse del dividendo de la paz".
El FMI apoya las refomas en los países más pobres mediante un nuevo servicio financiero,
el servicio para el crecimiento y la lucha contra la pobreza, y contribuye al alivio de la
deuda por medio de la Iniciativa para los países pobres muy endeudados4.
También en las economías avanzadas la globalización suscita inquietud. ¿En qué medida
existe, como se piensa, el riesgo de que los trabajadores de alta remuneración pierdan su
empleo y que la demanda de trabajadores menos calificados disminuya debido a la
competencia que plantean las "economías de bajos salarios"? ¿Son los cambios que se están
produciendo en estas economías y sociedades el resultado directo de la globalización?
¿Cuál debe ser la respuesta de las autoridades? ¿Deben tratar de proteger a grupos
particulares, como los trabajadores de bajo salario o los de las industrias antiguas, limitando
el comercio y los flujos de capital? De esta manera se podría ayudar a algunos segmentos de
la población en el corto plazo, pero en definitiva se estarían menoscabando las condiciones
de vida de toda la población. Más bien, las autoridades deberían aplicar políticas que
promuevan la integración a la economía mundial paralelamente a la aplicación de medidas
que alivien la situación de los más gravemente afectados por los cambios. Sería más
ventajoso para el conjunto de la economía aplicar políticas que favorezcan la globalización
mediante una mayor apertura de la economía y que, al mismo tiempo, se orienten
decididamente a asegurar que los beneficios de esta apertura estén ampliamente
distribuidos. Las autoridades deberían centrarse en dos campos importantes:
La sucesión de crisis financieras de los años noventa --México, Tailandia, Indonesia, Corea,
Rusia y Brasil-- llevan a pensar que algunas de ellas son el resultado directo e inevitable de
la globalización. En realidad, cabe preguntarse si, tanto en las economías avanzadas como
en las economías de mercados emergentes, la globalización crea mayores dificultades para
la gestión económica (recuadro 1).
Cabe preguntarse si una mayor integración, sobre todo en el ámbito financiero, hace
más difícil para la gestión de la actividad económica, por ejemplo, al limitar las
posibilidades de elección de las tasas y sistemas impositivos, o la libertad de acción en
la política monetaria o cambiaria. Si se supone que el objetivo de los países es lograr un
crecimiento sostenible, acompañado de baja inflación y progreso social, la experiencia
de los últimos 50 años muestra a las claras que la globalización contribuye a la
consecución de este objetivo a largo plazo.
Como hemos visto en los últimos años, la volatilidad de los flujos de capital de corto
plazo puede comprometer la estabilidad macroeconómica en el futuro inmediato. Por lo
tanto, en un mundo en que los mercados financieros están integrados, los países verán
que es cada vez más peligroso seguir políticas que no promuevan la estabilidad
financiera. Esta disciplina se aplica también al sector privado, para el que será más
difícil aumentar los salarios y los precios si como resultado el país pierde
competitividad.
Existe también un riesgo de otra naturaleza. A veces, los inversionistas -sobre todo los
que operan a corto plazo- se confían demasiado en las perspectivas de un determinado
país, que puede así seguir recibiendo flujos de capital aun cuando su política económica
se haya apartado demasiado de la disciplina necesaria. Esta situación expone al país al
riesgo de que, frente a un cambio de opinión, se produzca un éxodo de capitales.
Estas crisis fueron complejas debido a que fueron el resultado de la interacción de las
deficiencias de las políticas nacionales y las del sistema financiero internacional. Los países
y la comunidad internacional en su conjunto están tomando medidas para reducir los riesgos
de que se produzcan crisis en el futuro.
A escala nacional, aun cuando varios de los países habían logrado excelentes resultados
económicos, no estaban plenamente preparados para hacer frente a las conmociones que
podían propagarse a través de los mercados internacionales. La estabilidad
macroeconómica, la solidez financiera, la apertura de la economía, la transparencia y la
buena gestión son igualmente condiciones esenciales que los países deben reunir para
participar en los mercados mundiales. Cada uno de los países afectados adolecía de
deficiencias en uno o más de estos aspectos.
A nivel internacional, se quebrantaron varias líneas de defensa importantes contra las crisis.
Los inversionistas no evaluaron adecuadamente los riesgos. En los principales centros
financieros, las autoridades de reglamentación y supervisión no efectuaron un seguimiento
suficientemente atento de la evolución de la situación. Además, la información sobre
algunos inversionistas internacionales, sobre todo de instituciones financieras
extraterritoriales, era insuficiente. En consecuencia, los mercados se mostraron proclives a
un "comportamiento de rebaño" que provocó cambios repentinos de la actitud de los
inversionistas y rápidos movimientos de salida o entrada de capitales, sobre todo de flujos
financieros de corto plazo.
X. Conclusión
A medida que el proceso de globalización ha avanzado, las condiciones de vida (sobre todo
medidas utilizando indicadores amplios del bienestar) han mejorado apreciablemente en
casi todos los países. Sin embargo, los más beneficiados han sido los países avanzados y
sólo algunos de los países en desarrollo.
El hecho de que la brecha de ingresos entre los países de alto ingreso y los de bajo ingreso
se ha ampliado es motivo de inquietud. Y el número de personas que, en el mundo entero,
viven en la miseria extrema es profundamente preocupante. Sin embargo, es erróneo
concluir sin más que la globalización ha sido la causa de esta divergencia, o que nada se
puede hacer para mejorar la situación. Por el contrario: los países de bajo ingreso no han
podido integrarse a la economía mundial con la misma rapidez que los demás en parte
debido a las políticas que han decidido aplicar y en parte debido a factores que escapan a su
control. Ningún país, y menos aún los más pobres, puede permitirse quedar aislado de la
economía mundial. Todos los países deberían tener como objetivo reducir la pobreza. La
comunidad internacional debería esforzarse --fortaleciendo el sistema financiero
internacional a través del comercio exterior y de la asistencia-- por ayudar a los países más
pobres a integrarse a la economía mundial, a acelerar su crecimiento económico y a reducir
la pobreza. Esta es la mejor forma de garantizar que todas las personas de todos los países
se beneficien de la globalización.
Globalización y diversidad
cultural: Desafíos y
oportunidades en los
negocios globales
COMCE Noreste
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Consejo Mexicano de Comercio Exterior
Fecha de publicación: 24 may 2023
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