Sujeto y Crisis de La Educación
Sujeto y Crisis de La Educación
Sujeto y Crisis de La Educación
educa- ción
Oaxaca
Miguel Á ngel Elorza Morales (Coordinador).
Sujeto y crisis de la educación.
Col. Ensayo Nº 1
Responsable de la edició n
Miguel Á ngel Elorza Morales
Portada
Edició n y diseñ o
Acela Ruiz Herná ndez
2
Índice
La Colección Ensayo. 5
Miguel Á ngel Elorza Morales
7
Presentación.
3
4
La Colecció n Ensayo
Y
a en los añ os sesenta, Marcuse alertaba a la sociedad
so-bre los riesgos de la civilizació n industrial, los inte-
lectuales de la segunda mitad del siglo no pudieron, ni
han podido, dar respuesta a la problemá tica de la sociedad
industrial avanzada. La amenaza ha asumido hoy propor-
ciones gigantescas y la automatizació n del aparato
material e intelectual, se ha impuesto en menoscabo de las
facultades del sujeto, la autonomía y la iniciativa personal
se encuen- tran cada vez má s reprimidas en los procesos
productivos, las má quinas resultan má s importantes que
los hombres, no só lo ha reemplazado al obrero, han sido
programadas para aconsejar y realizar cambios en otras
má quinas, inclu- so sugerir soluciones a problemas
filosó ficos y personales. La automatizació n ha alterado
todo el medio intelectual del hombre, su manera de
pensar y ver el mundo.
1
CASTORIADIS, Cornelius. 1996, El mundo fragmentado. ed. Altamira: Ar-
gentina. Trad. Roxana Paéz, Ignacio de Liorens y Claudia Oxman: del francés
Col. Caronte ensayos. p. 16.
6
sociedades se ha limitado a ser productivo. Existe hoy un
déficit teó rico y déficit ideoló gico, se habla de una derrota
de los intelectuales.
7
8
Presentación
C
on Sujetos y crisis de la educación el Colegio de In-
ves- tigadores en Educació n de Oaxaca inaugura
su Colec- ción Ensayo. Esta colecció n busca publicar
temas diversos de interés para los profesores, investigadores
sociales, estudiantes y sujetos que estén dispuestos a pensar
el mundo desde distintas perspectivas.
9
Presentación
10
LA COSIFICACIÓN DEL HOMBRE
EN LA SOCIEDAD CAPITALISTA
Francisco Covarrubias Villa
11
La cosificación del hombre en la sociedad capitalista.
existencia humana.
Se dice que existe una escisió n entre las prá cticas pú blicas
del sujeto y sus prá cticas íntimas, reservando un espacio de
la vida del sujeto para que exteriorice lo que pú blicamente
no puede hacer. Y esto es cierto. Los interaccionistas han es-
tudiado empíricamente este asunto. El problema está en que
también las prá cticas íntimas o supuestamente secretas reali-
zadas por el sujeto son socialmente establecidas y colocadas
en otro espacio de la vida del individuo. Por esto es por lo
que no es correcto colocar en el mundo de las prá cticas
íntimas de los sujetos las posibilidades de ejercicio de la
libertad, ya que aú n éstas son producto de la represió n desde
el momento en el que socialmente se considera que tales o
cuales acciones son reservadas para su realizació n en
espacios no pú blicos.
20
Francisco Covarrubias Villa
21
de que el mundo se creó para que él existiera. Aprendió
que todo lo que en este mundo existe tiene un precio y,
por tan- to, todo puede ser de su propiedad. Sabe cuá nto
vale él y cuá nto vale el otro: la suma de los precios de los
objetos que la sociedad le reconoce como de su propiedad.
Introducción
27
diente al gobierno estatal, sin que se aprecien bien los
cambios en los contextos nacionales e internacionales
que relativizan mucho la incidencia de esta llamada
"transferencia de la autoridad educativa".
29
unidad nacional) con esfuerzos "extraescolares" (como
el Tratado de Libre Comercio) por construir uno
nue- vo dependiente de la integració n del país al
mercado mundial de capitales y de bienes y
servicios, donde el proceso de mercantilizació n de
los espacios de la sociedad sustituye el papel del
Estado. Traslapadas a esta tensió n entre destrucció n
y construcció n está n las tendencias contrarias
expresadas en los dos conceptos del liberalismo
mencionados al comienzo de esta inter- venció n.
Como explicó Hugo Aboites4 recientemente,
32
altas tasas de deserció n y reprobació n, inadecuada
formació n docente, etc.), la crisis del Estado "de
bien- estar social" (insuficiencia presupuestal,
recortes al gasto social, etc.) y la crisis de los ajustes
acumula- dos (desde 1982) impuestos por el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional para
enfrentar la crisis "original" y que se han traducido
en controles má s estrechos sobre los trabajadores al
servicio del Estado. Estas crisis sobrepuestas han
afectado ne- gativamente, sin duda, las condiciones
de trabajo y de vida de la mayoría de los mexicanos.
De alguna manera, durante los añ os ochenta, las
respuestas a los problemas educativos quedaban
dentro del sector, sus soluciones claramente
"hegemonizadas" por el Estado bajo su política de
"modernizació n educativa". Todo esto cambió
cuando estas crisis "esperadas" (para los países "en
vías de desarrollo") se combinaron con una crisis
global del régimen político y del proyecto de país,
evidenciada inesperadamente en enero de 1994 por la
rebelió n de los de abajo y en diciembre del mismo añ o
por las revueltas (financieras) de los de arriba. Ahora
la crisis político-econó mica aparece como el fracaso de
la élite para ofrecer alternativas de mínimo bienestar a
la població n. El rescate de la dignidad que han
realizado los indígenas chiapanecos se presenta así
como un cla- mor por un nuevo modelo social de
acumulació n. Y, entonces, ahora todo tiene que ver
con la democracia. La solució n de los problemas
educativos, el repensar y resignificar la educació n,
pasa por el problema de la democracia social, de la
necesidad de devolver la conducció n de la
educació n a la sociedad.
33
Democratización, neoliberalismo y la
política educativa
34
nuevas modalidades de tomar decisiones sindicales,
que definieron nuevos á mbitos de decisió n autó no-
mos para los trabajadores desde su centro de
trabajo y desde sus regiones. La ideología inclusiva
de las masas magisteriales que surgió de las
movilizaciones pretendía corregir la gran brecha
entre representantes sindicales y maestros de base
que habían creado dé- cadas de prá cticas
corporativistas y clientelísticas del estilo dominante
"priista". La modernizació n admi- nistrativa
pretendía racionalizar los costos del sector, lograr
mayores niveles de eficiencia y de eficacia en la oferta
estatal de educació n, y sobre todo, realinear la
jerarquía de mando de la burocracia (federal, estatal y
municipal) a los nuevos grupos dominantes.7
36
Hugo Aboites10 argumenta que, si bien no hay un proyecto
educativo claramente neoliberal, sí hay una especie
de preproyecto, de políticas preparativas
caminando en un sentido excluyente y al margen del
sentido his- tó rico mexicano de "la educació n para
todos." Este autor ve los cambios en el Artículo
Tercero y en la Ley General de Educació n realizados
por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari como
ajustes del marco legal mexicano al nuevo modelo
econó mico, como adecua- ciones normativas que
llevan las discusiones al plano conceptual y al plano
de los sentidos.
Estas ideas coinciden con los aná lisis de otros autores que
destacan las características generales del nuevo
modelo neoliberal: la reducció n de los derechos
sociales (la
37
eliminació n del concepto "derecho" y su sustitució n
por el concepto de "recurso" cuyo acceso depende del
mercado); la mayor separació n entre lo pú blico y lo
privado; las modificaciones legislativas hacia mayor
desprotecció n laboral; los intentos por legitimar el
asistencialismo gubernamental como ayuda al
indivi- duo, todo lo que apunta al ataque global a los
sujetos colectivos con derechos y a la fragmentació n
e indivi- dualizació n de la lucha social.11
38
depende de la noció n estatista con todas sus premisas
acompañ antes. El vacío que deja la reducció n de la
participació n estatal no es llenado automá ticamente
con los efectos de las fuerzas ("invisibles") del mer-
cado y la tecnología porque está n mediando en
estas tendencias histó ricas los sujetos concretos que
se si- guen rigiendo por "usos y costumbres". Los
mismos conceptos de "maestro", "profesió n
docente", "escue- la" só lo son pensables como una
prá ctica del Estado Educador. No obstante, son estas
categorías escolares las que han sido señ aladas como
"anticuadas" "premo- dernas", susceptibles de
desaparecer ante las nuevas tecnologías, ante la
nueva era de "la informá tica". Los nuevos
significados de la educació n pasan por los filtros de
la individualizació n, de la comercializació n, del uso
eficiente de los recursos y del nuevo valor de la
evaluació n como seleccionador de los má s aptos y
má s productivos. En este contexto, tal vez se entienda
mejor la gran ambiguedad del Estado —la ausencia
de políticas sustantivas— con respecto a sus
propias creaciones: las escuelas normales, la
Universidad Pe- dagó gica Nacional, la formació n
profesional.
40
resignarse ante el alejamiento de la política educativa
(en un doble sentido: fuera del país y lejos de las ne-
cesidades reales de la població n). Implica no esperar
que se propongan desde arriba nuevos esquemas de
participació n (de consulta). Significa concebir la políti-
ca educativa como las prá cticas mismas de los agentes
educativos. Hay que efectuar un giro aquí: dejar de
pensar la política educativa como un conjunto de
orien- taciones y prioridades, para comenzar a vivirla
como la prá ctica educativa misma en las zonas
escolares.
Notas
1
OROZCO, José Luis. 1995, Sobre el orden liberal del mundo.
ed. Porrú a y UNAM: México, p. 14.
2
Hay que considerar la política de federalizació n educativa
como la continuació n de las políticas de descentralizació n
administrativa que la SEP central inició en 1978. Ver mis
artículos, "Burocracia y educació n: hacia un aná lisis político
de la desconcentració n administrativa en la SEP de México",
42
en Estudios Sociológicos, vol. 1, mayo-agosto, #2, 1983,
239-262; "Los distintos proyectos para la transformació n del
aparato burocrá tico de la SEP" en Perfiles educativos, octu-
bre-diciembre, #7, 1984, 14-29.
3
Beatriz Calvo tiene una muy só lida línea de investigació n
sobre el magisterio nacional y ha publicado mucho sobre
el impacto de la modernizació n educativa en las escuelas
del Estado de Chihuahua. Ver, Educación normal y control
polí- tico, CIESAS, 1989 Ediciones de la Casa Chata:
México, p. 31. 4 ABOITES, Hugo. "Un sexenio de la
educació n en México: el inicio de un nuevo proyecto
educativo (1988-1994)".
5
Ver la obra del soció logo frances, Edgar Morin, para una
formulació n totalizadora que plantee recuperar la
humani- zació n como camino del hombre. Por ejemplo,
Tierra patria, 1993, ed.Nueva Visió n: Buenos Aires.
6
Ver mi artículo, "SNTE: ¿proyecto de quién?" en El Coti-
diano, Nú m. 56, julio de 1993, pp. 54-59; también, "La
cultura política del movimiento magisterial chiapaneco", en
ALON- SO, Jorge, coordinador. 1994, Cultura política y
educación cívica. Ed. Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Humanidades, UNAM y M.A. Porrua:
México, pp. 427-466. 7 STREET, Susan.1992, Maestros en
movimiento; transfor- maciones en la burocracia estatal,
1978-1982. Ed. CIESAS: México; y "La política educativa y el
SNTE, 1970-1990" en Revista mexicana de sociología, #2,
1992.
8
Alfredo Guerrero, "Política educativa del Banco Mundial",
ponencia inédita presentada en la Conferencia de la Coalición
Trilateral para la Defensa de la Educación Pública, mayo, 1995.
Ver también los artículos del mismo autor en la revista Co-
yuntura.
9
Para una revisió n de la literatura sobre la descentralizació n
educativa en América Latina, ver Susan Street, "Las políticas
43
44
DEMOCRACIA RADICAL, ETICIDAD
Y EDUCACIÓN
Ma. Teresa Yurén Camarena
45
Democracia radical, eticidad y educación
46
Ma. Teresa Yurén Camarena
47
Democracia radical, eticidad y educación
52
Ma. Teresa Yurén Camarena
53
Democracia radical, eticidad y educación
54
Ma. Teresa Yurén Camarena
56
Ma. Teresa Yurén Camarena
Notas
1
Especialmente en la obra: YUREN CAMARENA, Ma. Te-
58
Ma. Teresa Yurén Camarena
59
Kant consideraba como plenamente autó nomo al sujeto que
podía arribar al punto de vista moral considerando a los
otros y a sí mismo como fin y no como medio. Por su parte,
Hegel se refiere a la libertad "caprichosa, "infantil" o
"rutinaria" de un sujeto centrado en sí mismo para
distinguirla de la "ver- dadera libertad" que implica el
reconocimiento del otro como sujeto y que só lo se satisface
con la libertad de todos. Agnes Heller habla del proceso que
conduce de la libertad genérica, la cual se realiza con la
relació n consciente del particular con el género humano al
que ve como finalidad de acció n, sin renunciar a constituirse
como individuo.
9
BOBBIO, Norberto. Igualdad y libertad./p. 108.
10
Ibid. pp. 110-114.
11
Esta libertad negativa constituye el interdicto de cualquier
totalitarismo y del autoritarismo.
12
Dahl juzga a la democracia como "un proceso singular de
decisiones colectivas" (V. DAHL, Robert. La democracia y
sus críticos./ p. 14) mientras que para Cerroni es un
conjunto de reglas que se orientan a garantizar la libertad y
la igualdad (V. CERRONI, Umberto. Reglas y valores en la
democracia. Estado de derecho, Estado social, Estado de
cultura. / pp. 181-
196). La definició n que aportamos sintetiza ambas posiciones.
13
Cfr HELLER, Agnes. Teoría de la historia./pp. 26 y 27.
14
Para abundar sobre esta distinció n, consú ltese la obra: FE-
RRY, Luc y Alain Renaut. Filosofía política. De los
derechos del hombre a la idea republicana./ pp. 21-26.
15
Recuérdese que en muchas sociedades se ha dado el
dere- cho censitario lo cual implica una igualdad ante la ley
de que goza un nú mero reducido de los integrantes de una
sociedad. 16 Pues como bien hace notar Bobbio, en una
sociedad de casas todos son personas jurídicas pero no
gozan de los mismos derechos. Consú ltese al respecto su
obra: BOBBIO, Norberto. Igualdad y libertad./Cap. I.
17
V. SANCHEZ VÁ ZQUEZ, A. "Democracia, revolució n y
socialismo".
18
En relació n con la distinció n entre acció n comunicativa
y acció n estrá tegica y las distintas formas de acció n comu-
60
nicativa, véase: HABERMAS, Jü rgen. Teoría de la acción
comunicativa./ pp. 351-432.
19
No debe olvidarse que el desarrollo del juicio moral
tiene como condició n el desarrollo intelectual. Por ello, si se
preten- de una educació n para la democracia, no puede
descuidarse éste ú ltimo. Al respecto consú ltense las
siguientes obras: HERSH, R., D. Paolitto y J. Reimer. El
crecimiento moral de Piaget a Kohlberg. y KOHLBERG,
Lawrence y Elliot Turiel. "Desarrollo y educació n de la
moral".
Tampoco puede hacerse abstracció n de que la educació n
centrada en valores no só lo debe atender a las estructuras
de juicio moral sino también a los contenidos de ese juicio,
especialmente las reglas. Al respecto V. PETERS, R. S. Desa-
rrollo moral y educación moral.
Por ú ltimo, tampoco debe olvidarse que el desarrollo de la
conciencia moral está en relació n bicondicional con la acció n
comunicativa. Al respecto V. HABERMAS, Jü rgen. Concien-
cia moral y acción comunicativa.
20
En cada estadio y nivel de las estructuras
motivacionales son distintas. Así por ejemplo, no es lo
mismo actuar con base en roles, o por respeto a las normas
legítimas, o porque las acciones y las normas obedecen a
principios universalizables. 21 En relació n con los
sentimientos, me baso principalmente en la obra: HELLER,
Agnes. Teoría de los sentimientos.
22
Estos principios los retomamos de la obra: BRUNER, J. La
importancia de la educación. / pp. 171-172.
23
En este punto habrá que atender no só lo al trabajo ya clá -
sico de David Ausubel acerca del aprendizaje significativo,
sino también y sobre todo a las recomendaciones en torno
a lo que Pérez Gó mez llama aprendizaje relevante y a su
recomendació n de superar la didá ctica operativa aplicando
"la didá ctica de la reconstrucció n de la cultura en el aula". V.
GIMENO SACRISTAN, Jose y A.I. Pérez Gó mez. Comprender
y transformar la enseñanza./pp. 63-77
Bibliografía
BOBBIO, Norberto. Igualdad y libertad. tr. P. Aragó n. Barce-
61
Democracia radical, eticidad y educación
62
Barcelona, Fontamara, 1987. Col. Fontamara, Nº29, 313 pp.
HERSH, R., D. Paolitto y J. Reimer. El crecimiento moral de
Piaget a Kohlberg. Tr. C. Ferná ndez A.; 2ª ed. Madrid, Nar-
cea, 1979. 191 pp.
KOHLBERG, Lawrence y Elliot Turiel. "Desarrollo y educa-
ció n de la moral". en Lesser, Geral S. (Comp.) La psicología
en la práctica educativa. Tr. R. Helier. México, Trillas, 1981.
739 pp./pp. 511-578.
ORTEGA, Pedro, et. al. La tolerancia en la escuela.
Barcelona, Ariel, 1996. Col. Ariel Educació n, 183 pp.
63
64
65
66
CRISIS EN LA FORMACIÓN
DE DOCENTES
Miguel Ángel Elorza Morales
Identificación de la crisis
67
Crisis en la formación de docentes
Uno de los principales retos que enfrenta la educació n del siglo XXI
es la formació n de sus profesores, por lo que en algunos países se
viene desarrollando un fuerte movimiento en busca de alternativas
que res- pondan a las nuevas condiciones sociales.
68
Miguel Ángel Elorza Morales
Problemática en la formación
-Dice Villoro- "Cuando un concepto se vuelve vago, por manido, una vía
para aclararlo es hacer de lado las interpretaciones innumerables que lo
han confundido, a fin de intentar recuperarlo en sus orígenes y poder así
pensarlo de nuevo." -agrega- Hay que preguntarse cual es el problema
exacto para cuya solució n resultó indispensable introducir ese concepto
69
Crisis en la formación de docentes
Para Hegel la formació n del hombre es: "La tarea de conducir al indi-
viduo desde su punto de vista informe hasta el saber," 13 Plantea que
esta tarea debe ser tomada "en su sentido general, considerando en su
formació n cultural al individuo universal, al espíritu autoconsciente
mismo."14
70
Miguel Ángel Elorza Morales
71
Crisis en la formación de docentes
72
Miguel Ángel Elorza Morales
26
BOCANEGRA GARCÍA, David y Federico R. Stockton Rejó n. Propuesta
metodológica de LEPEP 85. Taller integrador. Mecanograma, México 1992.
27
SEP. 1997, Plan de Estudios. Licenciatura en Educación Primaria.
Programa para la Transformació n y el Fortalecimiento académico de las
Escuelas Nor- males. ed. SEP: México p. 17
28
Ibíd p. 20
29
Ibíd p. 29
30
Ibíd p. 24
31
El té rmino capacitació n es empleado aquí en el mismo sentido que lo em-
plea Giroux «Es la habilidad para pensar y actuar críticamente. Esta noció n
hace una doble referencia: al individuo y a la sociedad. La libertad y las ca-
pacidades humanas de los individuos se deben desarrollar al má ximo, pero
las potencialidades individuales se deben vincular con la democracia en el
sentido de que el mejoramiento social debe ser la consecuencia necesaria de
la prosperidad individual. Los educadores radicales consideran las escuelas
como formas sociales. Dichas formas deben educar las capacidades que
tiene la gente de pensar, de actuar, de ser sujetos y de poder entender los
límites de sus compromisos ideoló gicos. É se es un paradigma radical. Los
educadores radicales creen que la relació n entre formas sociales y
capacidades sociales es tal que las capacidades humanas se llegan a educar
hasta el punto de poner en tela de juicio las formas mismas. Lo que pretenden
las filosofías educacionales dominantes es educar a la gente para que se adapte
a dichas formas sociales, y no para que las interpelen críticamente. La
democracia es una celebració n de la diferencia (la política de diferencia, la
llamo yo), y las filosofías dominantes tienen miedo a esto.» Vid. GIROUX,
Henry A. 1997. Cruzando límites. Traba- jadores culturales y políticas
educativas. ed. Paidó s: Mé xico. Trad. José Pedro Tosaus Abadía. Col. Paidó s
Educador. 298 pp., p. 22.
32
REYES ESPARZA, Ramiro. 1993, «La investigació n y la formació n en las
escue- las normales» en Cero en conducta, Añ o 8. Nº. 33 y 34, mayo de 1993,
pp. 72-73. 33 En congruencia con la posició n antes expresada, en el Programa de
Desarrollo Educativo 1995-2000 se señ aló la urgencia de iniciar, otorgá ndole
alta prioridad, una acció n intensa y adecuadamente preparada para consolidar
a las escuelas normales y mejorar de manera sustancial su funcionamiento.
De ahí se derivó la propuesta del Programa para la Transformació n y el
Fortalecimiento Aca- démicos de las Escuelas Normales, con una perspectiva
integral que considera todos los aspectos centrales de la actividad de las
instituciones normalistas. Vid. SEP. 1997, Plan de Estudios. Licenciatura en
Educación Primaria. Pro- grama para la Transformació n y el
Fortalecimiento académico de las Escuelas Normales. ed. SEP: Mé xico p. 22
78
MAESTROS: LA FORMACIÓN DE UNA CULTURA
MAGISTERIAL
Elsie Rockwell
Otras influencias se unieron a esa base decimonó nica para formar una
cultura docente posrevolucionaria. En 1918 algunos maestros
reportaron que habían hecho estudios en seminarios o en escuelas
comerciales, o que habían ejercido otros oficios ú tiles para el trabajo
docente, como el de costurera o escribano. 11 Se encuentra la influencia
de primarias metodistas de Panotla y Tlaxcala, 12 con cierta fama en
orientar parti- cularmente a las mujeres hacia la docencia. La influencia
del primer movimiento revolucionario se expresó particularmente en el
liberalismo popular13 y el anarco-sindicalismo que marcó las
trayectorias de los profesores de la regió n que se vincularon
abiertamente al movimiento armado, sin llamarse aú n
«revolucionarios.» Casi dos décadas después, apareció otra generació n
de maestros, los cardenistas, que se unieron al movimiento social de
la época y se identificaron a sí mismos como
«revolucionarios,»14 aunque sus ideas eran distintas a las de sus precur-
sores de la década de 1910.
Existían dos ausencias notables al inicio del siglo, en contraste con las
culturas magisteriales de añ os posteriores. Primero, entre los maestros
porfirianos en Tlaxcala no se había construido aú n los nexos que forman
propiamente un «magisterio,» como cuerpo colectivo. 15 Segundo, la tra-
dició n del normalismo, que asociamos actualmente con el magisterio, en
ese momento era una referencia lejana salvo para los pocos directores
de escuelas superiores y los inspectores que habían cursado la normal
81
Maestros: La formación de una cultura magisterial
los profesores del instituto. A pesar de ello, el prestigio del ICL no cedió
de inmediato.
El profesor que impartía la clase luego explicaba los pasos, dando nom-
bre técnico a «las formas, marchas, procedimientos, métodos o modos
de educar.»22 La gama de propuestas pedagó gicas descritas en las
actas es notable: modos socrá ticos y expositivos, recitaciones y
demostraciones, enseñ anza mnemó nica e intuitiva, formas prá cticas,
experimentales y
83
Maestros: La formación de una cultura magisterial
Incluso Aguilló n tenía que negociar su propuesta. Por una parte, las
sedes hacían sus propios reglamentos; era parte de la democracia que
Aguilló n mismo proponía. Ahí fijaban plazos distintos para las mesas,
cambiaban el orden de las prá cticas y normaban las críticas que se po-
dían hacer a los maestros que presentaban lecciones. En otros casos, se
introducían prá cticas distintas a las dispuestas. Aguilló n se vió obligado
a amonestar al Profesor Pelá ez, de Apizaco,24 porque éste proponía
dictar apuntes a los maestros sobre quince puntos de metodología.
85
Maestros: La formación de una cultura magisterial
86
Elsie Rockwell
88
Elsie Rockwell
89
Maestros: La formación de una cultura magisterial
Conclusiones
91
Maestros: La formación de una cultura magisterial
92
Elsie Rockwell
Notas
1
Mi discusió n sobre el concepto de cultura se encuentra en Rockwell 1996 y
en prensa.
2
Rockwell y Mercado, 1988, Lortie, 1975, Anderson-Levitt, 1990, Mercado,
1991, Talavera, 1992.
3
Ver la discusió n sobre este periodo en Tenti, 1992, cap. IV.
4
Exposició n Pedagó gica que rinde el C.Profesor Isabel H. Gracia al C.
Gober- nador del Estado Señ or Coronel Don Manuel Cué llar, concreta a los
incon- venientes que ha podido observar en su prolongada labor
pedagó gica, y los proyectos que propone para la reforma del actual
Reglamento de Instrucció n Primaria», enero 14, 1914. AGET-FRRO, 329-15,
1914.
5
Breve informe acerca del estado de la instrucció n pú blica durante el añ o de
1923, Ing. Aguilló n de los Ríos, 8 de marzo, 1924. Archivo General del Estado
de Tlaxcala (AGET)-EP, 115-12, 1924.
6
Actas del Congreso de Educació n 1929, Sesió n vespertina, 28 de agosto,
1929, AGET-EP 245-4.
7
Tenti, 1992, ofrece un excelente aná lisis de esta discusió n en el siglo XIX.
8
En 1918, por ejemplo, seguían en su misma escuela unos 15 maestros de la
lista de 200 de 1913, y otros en otras localidades. Ver nota # 9.
9
Véase el trabajo de Ruth Mercado, 1991 y María Luisa Talavera, 1992, sobre
la circulació n informal de saberes docentes.
93
Maestros: La formación de una cultura magisterial
10
Véase sobre este tipo de formació n artesanal a Rogoff, 1990, y Santoni R.,
1994. Lortie, 1975, consideraba que el magisterio, a diferencia de otras pro-
fesiones, en principio carece de un periodo de aprendizaje bajo tutela de un
experto.
11
Véase la encuesta de 1918 sobre maestros, nota # 9.
12
Entrevistas con la maestra Julia Ahuatzi en Contla, 1983 y con la maestra
Lucía Galicia, de Tlaxcala, 1993. Véase Bastian, 1986, sobre el metodismo.
13
Brading, 1980, Knight, 1985a y 1989 y Bastian, 1986, consideran que hubo
una veta popular del liberalismo que alimentó al movimiento revolucionario.
14
Este apelativo está asociado bá sicamente a una «ideología» desarrollada
bajo el régimen de Calles, y acentuada particularmente con la formació n del
PNR. 15 En cambio, este proceso sí se había dado en otros lugares. Véase al
respecto la discusió n sobre Alberto Correa, Director General de Enseñ anza
Normal del SIPBA en México, en Jiménez Alarcó n 1986: 208-209 y sobre el
magisterio en Tenti, 1992, y Galvá n, 1991.
16
Informació n sobre el Instituto Científico Literario se encuentra en: AGET-
FRRO, añ os 1910 a 1914, cajas 300, 303, 304, 309, 313, 321, 323, y AGET-EP
caja 22, 1915.
17
El primer director del Colegio Normal de Tlaxcala, Joaquín Ortega, había
sido fundador de la Normal de Jalapa, así como lo fue Aguilló n de los Ríos,
primer Director del ICL (Nava, 1978). Vé ase Galvá n R., 1986, entre otros,
sobre la Normal de Jalapa.
18
La importancia de estas prá cticas, particularmente vinculadas a las cere-
monias patrió ticas, se analiza en detalle en Thomson, 1989, y Vaughan, 1993.
19
La Ley de Educación Primaria de 1917 dispone que los inspectores «dará n
dos días de la semana y en distintos puntos de su zona, conferencias peda-
gó gicas.»
20
Se mencionan a José María Bonilla, en el Acta de Conferencia de Tlaxcala, 13
de octubre, 1917, en AGET-FRRO 346-29, David Soto, en el Acta de Conferen-
cia de Españ ita, 24 de febrero, 1921, AGET-FRRO 366-12, Lamberto Moreno,
en el Acta de Conferencia de Tlaxcala, 24 de mayo, 1924, AGET-EP 111-90.
21
Acta de Conferencia en Calpulalpan, 6 de septiembre, 1924, AGET-EP 111-
92. Clase a cargo de Alejandro Gallegos.
22
Actas de Conferencias Pedagó gicas, en Calpulalpan, AGET-EP 75-73, y
Circular de Aguilló n de los Ríos, 10 de junio, 1924, AGET-EP 111-91.
23
Oficio de Aguilló n de los Ríos a los Directores, 16 junio, 1924, AGET-EP 111-
91. Las actas de Conferencias durante el periodo de Aguilló n se encuentran
sobre todo en AGET-EP caja 111, expedientes 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92, 93, y
94. 24 Intercambio epistolar entre Aguilló n y Pelá ez, junio a agosto 1924,
AGET- EP 111-86, 1924.
25
Aguilló n al Profesor Juan Pelá ez, Director de la escuela de Apizaco, 12 de
mayo 1924, AGET-EP 111-86, 1924.
94
Elsie Rockwell
26
Acta de Conferencia, 192 Españ ita, AGET-FRRO 366-12.
27
Artículo 140, Ley de Educación Pública Tlaxcala 1929.
28
Oficio de E. Moreno, Secretario del Centro al Director General, remitiendo
acta de elecció n del delegado, 1º de agosto, 1929, AGET-EP244-6.
29
Actas de reuniones pedagó gicas, AGET-EP 268-13, 1930.
30
Informes de A. Basurto, Jefe de la Misió n 6, 1930, AGET EP, 266-7.
31
Santiago Sierra, 1973.
32
Oficio de Rafael Ramírez al Jefe de Misiones Culturales, en Archivo Histó rico
SEP (AHSEP)-DEANR 178-3, 1933.
33
Planes de las Misiones Culturales, AHSEP-DEANR, 178-3, 1933.
34
Entrevistas con egresados de Xocoyucan, y en inventarios de la biblioteca
de la escuela.
35
Después de larga carrera, el profesor Narciso Pérez era aú n supervisor en
1994.
36
Por ejemplo, los Planes de Trabajo de inspectores federales de Tlaxcala, en
AHSEP-DGEPET 724-8, 1937.
37
Planes de Trabajo de los inspectores federales de Tlaxcala, 1937,
AHSEP-DGEPET 724-8.
38
Informació n proporcionada por Concepció n Jiménez Alarcó n.
39
Comunicació n personal, Concepció n Jimé nez Alarcó n.
40
Rockwell y Mercado, 1988.
41
Véase R. Bonfil, 1992.
42
En varios relatos de SEP, Los Maestros y la Cultura Nacional, 1987.
95
96
Nota sobre los autores
98
99
Este libro se terminó de imprimir en
el mes de enero de 1999. Se
imprimieron 500 ejemplares más
sobrantes para re- posición en
Oaxaca, Oax.
100