Mecanica de Suelos en La Ingenieria Practica - Karl Terzaghi y Realph B. Peck

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KARL TERZAGHI + SALPH B.

PECK

SEGUNDA
EDICION

MEGANIGA DE SUELOS
EN LA INGENIERIA PRACTICA

Ad EDITORIAL “EL ATENEO” S.A.


www.freelibros.org
MECÁNICA DE SUELOS
EN LA INGENIERÍA PRÁCTICA
MECÁNICA DE SUELOS
EN LA

INGENIERÍA PRÁCTICA
Por
KARL TERZAGHI +
Profesor della Práctica de la ngentera Civil,
¡versidad de H
Conferenciante y Ptc de da en Ingeniería Civil
Universidad de [llinois
y
RALPH B. PECK
Profesor de Ingeniería de las Fundaciones,
Universidad de Illinois

Versión española
por
ORESTE MORETTO
Profesor Titular de Mecánica de Suelos y Fundaciones
y de Construcciones de Hormigón Arm
Universidad Nacional de La Plata

SEGUNDA EDICIÓN

EprrorIaL «EL ATENEO», S. A.


BARCELONA - BUENOS AIRES - CARACAS - LIMA
México - MONTEVIDEO - Río DE JANEIRO
Título original de la obra:
SOIL MECHANICS IN ENGINEERING PRACTICE
Second edition
Copyright O) 1955 sd a «El Ateneo» Editorial.
AL di e ile rized translation published
Inc., New York,
corri 3” 0 er 10 on Wiley 8: Sons, Inc.
All rights reserved.

Primera edición, 1955


Primera reimpresión, 1958
Segunda reimpresión, 1963
Tercera reimpresión, 1968
Cuarta reimpresión, 1971
Segunda edición, 1973
Primera reimpresión, 1975
Segunda reimpresión, 1976
Tercera reimpresión, 1978

ISBN: 84-7021-020-3
Depósito Legal: B. 42.731-1978

Reservados todos los derechos.


Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización
ta del editor

Printed in Spain Impreso en España


Industrias Gráficas M. Pareja - Montaña, 16 - Barcelona
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR

Traducir la segunda edición de este libro fue un compromiso adquirido


al encarar la primera y consolidado por la especial deferencia, consideración
y amistad que me brindaran sus autores. Con el correr de los años han cam-
iado, empero, de una manera singular las circunstancias en que hube de
desarrollar esta vez dicha labor. Por un lado está la menor disponibilidad
de tiempo, y por otro, la irresistible tentación —participada a los autores—
de agregar comentarios a pie de página, siempre que la lectura del texto así
me lo sugería.
Salvé la disponibilidad de tiempo con la ayuda que me brindara la señora
Susana Genta, quien comparó la segunda edición inglesa con la traducción
de la primera para marcar dónde había modificaciones, mecanografiar y com-
poner el borrador de la nueva traducción, partiendo de una versión dictada
a un grabador y corregida a fin de adecuarlo a una redacción castellana.
Traducir de corrida, dictando, presenta para mí el inconveniente de una ten-
dencia a mantener una estructura inglesa en la redacción, la cual con fre-
cuencia requiere en castellano una inversión de frases. Aun cuando al corregir
el dictado traté de salvar esa tendencia es posible que en algunos lugares
haya sobrevivido una estructu:ación inglesa mayor de la deseable que, sin
sacrificar el significado, quite un poco de fluidez a la lectura.
Controlé la tentación al comentario, limitando las notas del traductor
a aquellas aclaraciones que la enseña; universitaria y la experiencia pro-
fesional me han ido señalando como indispensables para evitar circunstan-
ciales interpretaciones antojadizas y equivocadas. Se adicionan también otras
que reflejan una práctica ingenieril ligeramente distinta de la preconizada
en el libro y que, sin alterar fundamentos, es de uso extendido en el ámbito
en que se desarrolla mi actividad profesional. En estos casos, sistemática-
mente, refiero al lector a alguvas publicaciones de las que soy autor o co-
autor, donde se detallan esas diferencias, pues soy en gran parte responsable
de su gestación. Asimismo, se ag egan algunas notas a pie de página que
sirven para actualizar el texto en los pocos aspectos en que, desde su apari-
ción, ha habido avances muy significativos.

OrestE MorErTO
Vicente López, 1972
PREFACIO DE LA SEGUNDA EDICIÓN

Gran parte del trabajo de revisión realizado para preparar esta segunda
edición fue completado antes de la muerte de Karl Terzaghi, acaecida el
25 de octubre de 1963. Para entonces ya estaba convenida en detalle la
amplitud de los cambios y el doctor Terzaghi había preparado los borra-
dores de las partes que principalmente se hallaban a su cargo. Los primeros
borradores de la mayoría de las demás revisiones importantes también ha-
bían sido objeto de su atención. Quien suscribe este prefacio se siente
agradecido de que dichas páginas reflejen, en la medida en que resultó
posible, la contribución de Terzaghi, pe“o así y todo lamenta y debe aceptar
la responsabilidad por las inevitables limitaciones que pudieran contener
y que no hubiesen escapado a la atención de aquél en su cuidadosa y crítica
revisión final del manuscrito.
En particular, el doctor Terzaghi preparó las revisiones de los artículos
sobwe la estabilidad de taludes y los extensos agregados con referencia a
los diques y sus fundaciones. Siendo así que los diques ocuparon una pro-
porción cada vez mayor de la actividad que desarrolló en sus últimos años,
dichos agregados pueden considerarse como la esencia de su pensamiento
y su experiencia en la materia,
El texto ha sido complementado con referencias y listas de lecturas
selectas que pueden servir de guía bibliográfica. Se ha adicionado, además,
un nuevo capítulo sobre observaciones del comportamiento en obra, para
ayudar al ingeniero en los métodos por utilizar en las mediciones, un paso
que hace a la esencia misma de la eficaz aplicación de la mecánica de los
suelos.
El enorme crecimiento habido en las últimas dos décadas con respecto
a la literatura sobre la mecánica de suelos ha aumentado vastamente el pro-
blema de seleccionar la información que debía ser incluida. Para concre-
tarla, los autores se han atenido al tratamiento seguido en el libro.
En la preparación del manuscrito, la señora Josephine B. Hegenbart ha
sobrepasado ampliamente los límites de sus deberes usuales de dactilógrafa.
Su incansable ayuda le es altamente reconocida aquí.
6 RaLrH B. Peck
Urbana, Illinois
Enero de 1967
PREFACIO DE LA PRIMERA EDICIÓN

La mecánica de suelos originóse hace varias décadas bajo el efecto de


la presión ejercida por la necesidad, a medida que los problemas prácticos
que involucraban a los suelos crecían en extensión y se hacía cada vez más
aparente que los instrumentos científicos existentes para resolverlos resulta-
ban insuficientes. Los intentos para remediar esta situación empezaron casi
simultáneamente en Estados Unidos y en Europa y, dentro de un espacio
de tiempo relativamente breve, dieron origen a un conjunto enorme de in-
formación útil.
El éxito inicial de este campo de la ciencia aplicada fue tan alentador
que desde un principio se tuvo la impresión de que una nueva rama de la
ingeniería de las estructuras estaba en formación, así que la extensión y la
d de las i iones teóricas al mis-
mo tiempo que se desarrollaban métodos y técnicas experimentales con un
alto grado de refinamiento. Sin los resultados de estas investigaciones pro-
lijas y cuidadosas no hubiese sido posible desarrollar un método racional para
resolver los problemas que plantea la ingeniería de los suelos.
Infortunadamente, la investigación en mecánica de suelos tiene un efecto
psicológico que a veces es nocivo, pues desvía la atención de muchos in-
vestigadores y profesores, los que olvidan las innumerables limitaciones que
la naturaleza impone a la aplicación de soluciones matemáticas en la resolu-
ción de problemas de la ingeniería de los suelos. Como consecuencia de este
efecto, se ha querido dar cada vez más énfasis a la necesidad de utilizar
grandes refinamientos en la obtención de muestras y en la solución de esos
pocos problemas que pueden resolverse con exactitud, olvidando que sólo
se obtienen soluciones exactas cuando los estratos de suelo son prácticamen-
te homogéneos y continuos en todas las direcciones horizontales. Además,
como las investigaciones que conducen a soluciones exactas involucran la
utilización de métodos de muestreo y de ensayo altamente especializados, se
justifican sélo en casos excepcionales. En la gran mayoría de los casos, no
se necesita más que una previsión aproximada de los fenómenos que se pro-
ducirán, previsión que si no puede efectuarse con medios simples, no se
puede hacer del todo. Si no resulta posible efectuar una previsión aproxi-
mada, hay que observar el comportamiento del suelo durante la construcción
y modificar el proyecto, en caso de ser necesario, a la luz de estas observa-
ciones. Estos hechos constituyen conceptos básicos en la mecánica de suelos
PREFACIO DE LA PRIMERA EDICIÓN XI

y no pueden ser ignorados sin desafiar sus propósitos. Ellos rigenel trata-
miento conceptual del contenido de este libro.
La Parte A trata de las propiedades físicas de los suelos y la Parte B
de las teorías de la mecánica de suelos. Estas dos partes
son muy breves,
pero contienen todo lo que los estudiantes y el ingeniero no especializado
necesitan conocer en la actualidad con respecto a la mecánica de los suelos.
La Parte C, que constituye la parte medular del libro, trata del arte de
obtener resultados satisfactorios en la ingeniería de fundaciones, y de suelos
en general, a un costo razonable, a pesar de la complejidad de la estructura
de los estratos naturales de suelo y de las inevitables lagunas que siempre
quedan en el conocimiento adquirido sobre las condiciones del subsuelo.
Para alcanzar este objetivo, el ingeniero debe valerse de todos los métodos
y recursos que tiene a su disposición, incluyendo la teoría, la experiencia y
el ensayo de los suelos. Empero, todos estos recursos no son de ningún be-
neficio, a menos de que sean utilizados con cuidadosa discriminación, pues
prácticamente todo problema a resolver en este campo de la ciencia presenta
por lo menos algún aspecto que no tiene precedente.
En la Parte C, el estudio de los problemas prácticos empieza con un
examen crítico de los métodos convencionales y prosigue luego paso a paso
a describir el progreso realizado con la ayuda de los resultados obtenidos .
con la investigación en mecánica de suelos. Por esta circunstancia, se acon-
seja que el ingeniero no especializado empiece a leer el libro por la Parte C|
y recurra a las Partes A y B sólo para referencia, a fin de estudiar aquellos
conceptos con los cuales no esté familiarizado. De otro modo se vería obli-
gado a digerir una cantidad considerable del material contenido en este libro
antes de que descubra su función en el campo de su interés particular.
Los detalles de los métodos para resolver los problemas prácticos des-
criptos en la Parte C pueden cambiar a medida que aumenta la experiencia,
y algunos pueden tornarse obsoletos en el término de pocos años, pues no
son más que recursos temporarios. No obstante, se considera que el método
general, de solución semiempírica, preconizado tiene méritos que son inde-
pendientes del tiempo.
Al final de cada artículo, el lector encontrará en la Parte C una lista
de referencias. Para su elección se dio prioridad a aquellas publicaciones
que por su leza incitan
y desar ol an la tend cia a laob
idadosa e i del de las en el terreno.
En relación con estas referencias debe hacerse notar que algunas de las dis-
cusiones, y contestaciones a las mismas, pueden contener información más
importante que los artículos originales.
Como el campo de acción de la ingeniería de los suelos es demasiado
amplio para ser cubierto en forma adecuada en un solo volumen, varios
tópicos importantes, como ser: caminos, aeropuertos y túneles, han sido
excluidos. En un apéndice, se han resumido algunas referencias breves con-
cernientes a estos tópicos.
Los primeros borradores del original del libro fueron estudiados en for-
ma crítica por el profesor C. P. Siess, cuyos comentarios resultaron espe-
cialmente útiles. Los autores también agradecen las sugerencias de varios
Xu PREFACIO DE LA PRIMERA EDICIÓN

ingenieros experimentados que leyeron distintas partes del texto. En par-


ticular, agradecen a los ingenieros A. E. Cummings, O. K. Peck y F. E. Schmidt
por su estudio orítico de la Parte C, al Dr. R. E. Grim por revisar el Artícu-
lo 4 y a la Dra. Ruth D. Terzaghi por su ayuda en la preparación del Ar-
tículo 63.
Toda vez que una tabla o una figura fue tomada —en parte o en su
totalidad— de otra fuente, el hecho se menciona cuando la tabla o la figura
aparece en el texto. Los dibujos fueron realizados por el profesor Elmer
F. Heater, al cual los autores están muy agradecidos por su interés en
cooperar en este trabajo y por la habilidad con que los mismos fueron eje-
cutados,

Kan TERzAGHI
RaLrH B. Peck
ÍNDICE

Parte 1 Propiedades físicas de los suelos ......oooooocooroocoocnos

.
Capítulo 1. Propiedades índice de los Suel0S ....00ooooooocoocoooo

»
Importancia práctica de las propiedades índice .

SBB SE omo
Principales tipos de suelos ..........0ooo...
ps to

Tamaño y forma de las partículas de los suelos .


Propiedades de los suelos formados de fracciones muy finas .
Análisis mecánico o granulométrico de los suelos .
Agregados de suelo .....ocoooocccccccnoo
Consistencia y sensil lad de las arcillas
Clasificación de los suelos .............
Requerimientos mínimos para una descripción adecuada de los
suelos sine
yeA
Capítulo 2. Propiedades hidráulicas y mecánicas de los suelos .......
5

10. Significado de las propiedades hidráulicas y mecánicas de los


suelos .
11. Permeabilidad de los suelos .
12. Tensión efectiva, tensión neutra, gradiente hidráulico crítico .
13. Compresibilidad de estratos confinados de suelo ...............
14. Consolidación de capas de arcilla
15. Tensiones y deformaciones de los suelos .
16. Condiciones de rotura de los suelos .....
17. Resistencia al corte de suelos no cohesivos
18. Resistencia al corte de suelos cohesivos ..
19. Efecto de las vibraciones sobre los suelos ........ooooooooooooo-

Capítulo 3. Drenaje de los suelos .......oooooooococccccccccaraos


20. Napa freática, humedad de suelo, fenómenos capilares .
21. Formas y tipos de drenaje
XIV ÍNDICE

Parte IL. Mecánica teórica de los Suelos ..0oooooccococcccccoios 154


Capítulo 4. Hidráulica de los suelos ..00oooooooccccccnccioicccóns 155
22. Alcance de los problemas hidráulicos ...0oooniiiiicc 155
23. Cálculo de la filtración .
94. Sifonaje ..........
25, Teoría de la consolidación .

Capítulo 5. Equilibrio plástico de los suelos ..........000o00o0.. . 182


26. Hipótesis fundamentales . 182
27. Estados de equilibrio plástico 185
28. Teoría de Rankine del empuje de las tierras 191
29. Influencia de la rugosidad del muro en la forma de la superficie
de deslizamiento
La teoría de Coulomb del empuje activo contra muros de sosteni-
mientos
8

31. Punto de aplicación del empuje


32. Empuje pasivo en el caso de superficies de contacto rugosas ....
33. Capacidad de carga de zapatas de fundación poco profundas .
34. Capacidad de carga de pilares de fundación y de pilotes
35. Estabilidad de taludes .
36. Estabilidad de diques de tierra .
37. Empuje de la tierra contra entibaciones de excavaciones a cielo
ADO: ¡SS 256
38. Efecto de arco en los suel0s .....0ooooccocorcccooorrrroncrros 262

Capítulo 6. Asentamientos y presiones de contacto .......0oo0ooo00o 264


39, Introducción wesisiirtii as ra 264
40. Presiones verticales en el suelo situado debajo de las zonas cargadas 266
41. Asentamiento de fundaciones
42. Presión de contacto y teoría de reacción de la subrasante ........ 276

Parte IL. Problemas de proyecto y la construcción .....000.o000. 283

Capítulo 7. Exploración del suelo ........ooooooccccooocrorocrroos 285


43.- Propósito y alcance de la exploración del suelo
44. Métodos de exploración del suelo ...........
45. Programa para la exploración del suelo
ÍNDICE xv

Capítulo 8. Empuje de tierras y estabilidad de taludes ....000o0


00. 357
46. Muros de sostenimiento ..
47. Dra de excavaciones .
48. Entibación de excavaciones a cielo abierto . cu
49. Estabilidad de laderas y de taludes de desmontes y excavaciones . 409
50. Compactación de suelos ......ooooooocccoconccronnoo
51, Proyecto de terraplenes, malecones y diques de tierra
52, Estabilidad de la base depee y diques de tierra

Capítulo 9. Fundaciones ......ooccooocrconorrcnccnnnccncnraro


no
53. Fundaciones de estructuras .
54. Fundaciones sobre zapatas
55. Plateas de fundación ... 509
56. Fundaciones sobre pilotes . 521
57. Pilares de fundación 553

Capítulo 10. Asentamientos debidos a causas no Comunes .......... 567


58. Asentamientos debidos a los procesos constructivos ...... 567
59. Asentamientos producidos por la depresión de la napa 57
60. Asentamientos causados por las vibraciones 582,

Capítulo 11. Presas y fundaciones de las presas .....oooomommmoc.. 586


61. Presas de tierra 586
62. Presas de escollera .. 596
63. Presas de hormigón fundadas sobre sedimentos 608
64. Supervisión de los embalses durante la construcción ..

Capítulo 12, Observaciones de comportamiento ....ooccoocccoco


oo.
$

65. Propósito y amplitud de las observaciones de comportamiento ....


34288

66. Medición de desplazamientos


87. Medición de empujes de tierra
68. Medición de la presión de poros
69. Registro de las observaciones de obra y del terreno ..
NOMENCLATURA

Los sino que se pena este libro concuerdan en general con los propuestos
en 1941 por la American Society of Civil Engineers (Soil Mechanics noe,
a Ma-
nual 13Practice N' 22) aunque se han hecho algunas vez
que se consideró necesario evitar confusiones. En la lista que sigue, da del eran
entre paréntesis, se indican sus dimensiones, si es que las tiene, y finalmente su significado.
A (cm?) =
A= e de presión de poroue/8,
ds (cm) = rea de la baso de un pllote'o pilar
= índice de áreas de un sacatestigos
e n/a <mt/gm) = coeficiente de compresibiidad
1 elcene depende poro1os
Cc ci
dimensión) Le il

presióndel suelo en la naturaleza; coeficiente de recorrido


índice de cempeción del suelo amasado
índice de hinchamien!
coeficiente de cari compensado (rotura por sifonaje)
e (kg/cm?) = cohesión
e (cm)= constante de la fórmula “Engineering News”
c, (kg/cm?) = cohesión como ordenada al origen en arcillas preconsolidadas
ca (kg/cm?) = adherencia entre suelo y pilote, pilar de fundación, pared o tablestaca
5 (cm?/seg)= coeficiente de consolidaci
D (cm) = tamaño de grano; profundidad; diámetro; distancia entre centro de pilotes
ivo

cm)= qe de un pilote; dista:


¿pi ') = módulo de aetcidad da E se refiere a un estado definido o a un intervalo
de tensiones, se usan subíndices)
E (voltios)= diferencia de potencial eléctrico
= eficiencia de una pantalla impermea!
fuerza normal en Tos lados
lados de una faja (análisis de estabilidad)
E, (kg/cm?) = módulo tangente inicial
e (coulomb/cm?) = carga eléctrica unitaria
€. = relación de po en el estado más Fr
£min = relación de v: en el estado más de
€» = volumen de apa pory unidad de volumen dede materia sólida (para un suelo saturado
e)
e. = relación de vacios crítica
F (kg) = reacción; fuerza resultante
F = coeficiente de seguridad
Xvul NOMENCLATURA

fu (kg/cm?)= suma de la fricción y la adherencia entre suelo > pilote o pilar de fundación
f= ¡ente de fricción entre suelo y base de una estructur:
fo (1/seg) = frecuencia natural (vibraciones)
fa (1/seg)= frecuencia del impulso (vibraciones)
= relación espacio de aire (drenaje)
H (cm)= espesor de un estrato, excepto cuando se refiere a una capa en consolidación.
e en Sy H = espesor de una capa semiabierta o un medio del espesor de una

H Es E de caída del martillo (hinca de pilotes)


H. (cm) = altura crítica de un talud
h (cm) = carga hidráulica
arga -zométrica
“aída de potencial (bideáulica)
altura d ión capilar; altura crítica de rotura por sifonaje
Len) = altura do ren “completa de un suelo drenado
tura por sifonaje según el cálculo basado en el método de la línea

E (kg/cm3) = gradiente de
cido a le aida delalapresión horizontal y la de la presión vertical en un
“mismo punto de una masa
Ko= coeficiente de la presión lateralde las tierras en reposo; es decir, valor de K para el
estado inicial de equilibrio elástico
Ka = coeficiente del empuje activo de las tierras
K = coeficiente del empuj pasivo de las tierras
K (cm?) = permea!
K. (kg/cm8) = coeficiente de reacción de la subrasante
k (cm/seg) = coeficiente de permea!
ka (om/sog) = coeficiente de permeabilidad en dirección paralela a los planos de estrati-
ficación
kn (cm/seg) = coeficiente de permeabilidad en dirección normal a los planos de estrati-
¡cación
k» (cm/seg)= coeficiente de permeabilidad de arcilla amasada
Ke" ka (kg/m8) = coeficientes para calcular el empuje que se ejerce sobre un muro de sos-
tenimien!
Ka (cm/seg)
= coeficiente de permeabilidad en la dirección horizontal
ko (cm/seg) = cosficiente de permeabilidad en la dirección vertical
k, (cm/seg) = jente de permeabilidad electroosmótica
L (cm) = a ¡de la lioes da recorrido, longitud
Lo = límite líquido
1 (em) = longitud
M. (kgcm) = momento de las fuerzas cohesivas
m = factor de reducción (empuje contra entibaciones de cortes a cielo abierto)
coeficiente de compresibilidad volumétrica
coeficiente (análisis de estabilidadcesa ecuación 85.11)
saciios sin dimensión (N., N, y Na = coeficientes de capacidad de carga;
N, = coeficiente de estabilidad en la teoría de la estabilidad de taludes); número de
golpes para hincar la cuchara sacamuestras durante la ejecución de un ensayo nor-
mal de penetración
valor de fluencia= tg? (45* + 9/2)
Número de caídas de potencial (red de filtración)
= número de canales de filtración (red de filtración)
¡NOMENCLATURA XIX

rosidad; número de potes een un gru


relación entre la distancia
del punto de aplicación
de la resultante del ¿role al
bardo inferir de la estructura de sostenimiento y la altura total
de esta última
factor de profundidad (estabilidad de taludes)
A de un terremoto
pez

porcentaje de granos menores E un tamaño dado


, qn ER
ó = Presión resultan!
activo ando hay efecto de arco (muros de sostenimiento;
)
Pa dom) = np activo cuando hay efecto de arco (entibación de excavaciones
a cielo abierto)
P, (gm) = resultante de las fuerzas de gravedad sobre una partícula
Pr (kg/m) = empuje pasivo. Puede “dividir en P»', que depende del peso unitario del
suelo, yen. Pe”, que dependo de la cobesón y de la sobrecarga P»” puede
a su vez
subdividirse en Pe y a respectivament
)= venal de las
dret de super de una partícula

ON = Pare del empuje activo debido a Ja cargaza lineal q


pl a) presión ormal; reacción de subrsato
> 2 lana yo= tenen principales: mayor, intermedia y ment
e 2) = presión efectiva (la barra paa ser omitida); predn efectiva de la cu-
jerta, cuando se usa en la expresión c/p
e (ena) = presión atmosférica
p. (kg/cm?) = presión de confinamiento; presión hidrostática triaxial
Ph a = ión horizontal sobre un plano vez
p» (kg, e Lo Dec
Pr a/a) = presión ca]
A a = aumento E presión sobre un muro de sostenimiento debido a una sobre-
q por
Pa (ela) = aumen de presión sobre un muro de sostenimiento debido
a la sobre-
q por unided
de longitud paralela a la cresta

tierra
pe (kg/cm?) = máxima presión de consolidación que actúa sobre el suelo en la natu-
= cambio de presión; tensión de consolidación, presión axial adicional en
, triaxal

¡tri
targa admisible de un pilote
capacidad de carga de falla estática de un pilote
eN Ue $ kg/m) = carga critica de una zapata 0 pilar de fundación que descansa en
lenso o resistente. Puede dividirse en Q”, debida al peso del suelo y Q”, de-
Bida a la cobesión y a la sobrecarga. La eppecicad de cara de is vagala cli
se designa por Qu; la de una zapata cuadrada por Q.
Qs ds 6 Ed = carga crítica sobre una zapata o un “pilar dt fundación que des-
suelo ao o blando
(ko — resistencia e va elotes. de pevención dintcica
fricción hr (total
capacida: o de un grupo
de pilotes
O, (kg) = resistencia
de punta de un pilote
XxX NOMENCLATURA

permanente
soe un ptes está formada por la suma del esfuerzo Q ejercido por
de Q' + Q*, debidos a la frición lateral negativa.
q (Kg/cat o kg/ad)= Sarga uniformemente distribuida; sobrecarga por unidad de área;
presión axial auplementara (ensayo triaxial)
q” (kg/cm o kg/m) = carga lineal uniformemente distribuida
de (K8/em2) = presión admisible del suelo
qu (kg/cm?) = capacidad de carga a rotura de un suelo denso o resistente, Para suelo
blando o suelto dicho valor se designa q'4 La capacidad de carga de una zapata
circular se identifica con qa, para una zapata cuadrada con qu, y para una zapata
oblonga con q,
Go (kg/cm)= capacidad de caga del suelo debajo de la punta base de pilote o pilar
; resistencia a la prosnacón dedel cono
qe a = resistencia a la con
A = relación etre el tamaño de material de iso y el material a ser protegido
E (ca) = rio de influencia de un pozo; rio de curvatura de vn talud deformado
r (cm) = re
+, (cra) = radio del círculo de ficción (estabilidad de taludes)
de (can) < ado de la espiral logarítmica
(g/m) = sesienca total al desizamiento entre la baso de un dique y el subsuelo
) Asentamiento: penetración del pilote bajo el golpe del
nd temporaria del pilote bajo el golpe del martillo

7 e a Torre de
d ceo en ocaras
LS de una faja (análisis de estabilidad)
T (grados centígrados)= temperatura
T. (gm/cm) = tensión apena de un líquido
T, = factor de tiempo

g/ presión neutra total en la base


de uz
U = grado de consolidación; coeficiente de a, = Do/Di
“ ea = sobrepresión hidro:
hidrasá ma dela
us (kg/cm?) = presión de poros causada por una presión hidrostática pa; incremento
idrostti tica en la célula de presiones
ua (gen) = proén de poros causada por la diferencia de tensión Ap en un ensayo
triaxial no
ue Ceg/eni) == pre de poros en el momento de la rotura en un ensayo triaxial conso-
as (kg/ca)= presión del are o de la faso gaseosa (vapor de agus) contenida en un
Ue de -= tensión neutra; presión del agua de los poros
v( = volumen

velocidad de descarga
= velocidad de filtración

un pilote
w. da = peso efectivo del suelo natural que ha sido sustituido por una zapata o un

wo= contenido de humedad en poriento del peso del suelo seco


z (cm)= profundidad
NOMENCLATURA XXI

ze (cm)< profundidad de ls gritas de tración


= áng
6 = fair de seducción de la reseca dela arcilla en cotcto con l fuste de un pl

peso unitario del suelo sumergido


peso unitario del suelo cuando toda el agua es remplazada por aire
peso unitario del agua
<= peso unitario de los elementos sólidos
4 Tela)— ecla vondia dans da Jos de pilotes
$ e, = dogulo de ficción entr suelo y muro; Angulo entre la tensión resultante
los logaritmos neperianos; deformación unitaria
€ (gm/cn seg) = viscosidad
8 (grados), — ángulo ogulocentral
u = coeficientede Poison,
mi
P = potencia) des veloc 10] de filtración)
de (grados) = lo de fricción interna; en la ecuación de Coulomb, ángulo de fricción
Por (ados) = ángulo de resistencia al corte correspondiente a las condiciones del en-
sayo consolidado no drena:
ángulo de fricción entre partículas
pc sus puntos de contacto
$( dos) ángulo de resistencia al corte de la arcilla preconsolidada
7 osetone que relaciona la presión de poros de la fase gaseosa y la fase líquida
el suelo
loga= logarteno neperlno (natural) de a
= logaritmo decimal de a
distancia ab, medida a lo largo de una línea recta
esa ab, medida a lolargo de un arco
; apro:
roximadamente igual
5 3, nds ¡lito 3, artículo 15. El número del articulo aparece en la cabecera de
tensión (Bajo) = esfuerzo unitario en el sentido más amplio de la expresión: com-
presión, tracción o estuerzo tangencial
INTRODUCCIÓN

Mecánica de Suelos en la Ingeriería Práctica se ha dividido en las tres


partes siguientes:
. Propiedades Físicas de los Suelos,
II. Mecánica Teórica de los Suelos.
III. Problemas del Proyecto y de la Construcción.
La Parte l trata de las propiedades físicas y mecánicas de probetas
homogéneas de suelos inalterados y de suelos amasados. Estudia aquellas
propiedades que sirven de criterios útiles para distinguir entre sí diferentes
suelos, y da instrucciones para describir los suelos en forma adecuada. Tam-"
bién estudia aquellas propiedades de los suelos que están directamente re-
lacionadas con el comportamiento de las masas de suelo durante y después
de la construcción de las obras.
La Parte II provee al lector de un conocimiento elemental de las teorías
* que se necesitan para resolver problemas que involucran la estabilidad o la
capacidad de carga de los suelos, o bien que atañen a la acción mutua entre
suelo y agua. A pesar de que todas estas teorías se basan en hipótesis radi-
calmente simplificativas respecto de las propiedades mecánicas e hidráulicas
de los suelos, cuando se aplican con propiedad, los resultados que se obtienen
con estos procedimientos aproximados son suficientemente exactos para la
mayoría de los propósitos prácticos.
La Parte III trata de la aplicación de nuestro conocimiento actual del
comportamiento de los suelos y de las teorías de mecánica de suelos al pro-
yecto y a la construcción en el campo de las fundaciones y de la ingeniería
de los suelos.
Las propiedades físicas de los suelos podrían estudiarse muy bien en
un curso general sobre las propiedades de los materiales de construcción,
y las teorías de la mecánica de suelos constituyen una parte del panorama
general que abarca la mecánica teórica. Pero el proyecto y la construcción
de fundaciones y obras de tierra, que forma la tercera y más extensa parte
de este libro, es un tema independiente, con características propias, pues
involucra métodos de razonamiento y de procedimiento que no tienen se-
mejanza con los utilizados en otras ramas de la ingeniería de las estructuras.
En otras especialidades, el ingeniero estudia el efecto que las fuerzas ejercen
sobre estructuras construidas con productos manufacturados, como ser el ace-
ro y el hormigón, o con materiales naturales seleccionados cuidadosamente,
como lo son la madera y la piedra utilizadas con ese propósito. Como las
XXIV INTRODUCCIÓN

Propiedades de estos materiales pueden determinarse con exactitud, los pro-


blemas que plantea el proyecto pueden casi siempre resolverse por aplicación
directa de la teoría, o de los resultados de ensayos sobre modelos.
Por contraposición, toda manifestación o conclusión relativa al compor-
tamiento de los suelos en el terreno involucra muchas incertidumbres, y, en
casos extremos, los conceptos que gobiernan el proyecto no alcanzan a ser
más que crudas hipótesis de trabajo, que pueden estar lejos de la realidad.
En estos casos, el riesgo de una falla total o parcial puede eliminarse sola-
mente con el uso de lo que podríamos llamar el procedimiento experimental,
basado en la observación del comportamiento real de la obra. Este proce-
dimiento se lleva a la práctica haciendo observaciones apropiadas del com-
portamiento de la obra desde el inicio de su construcción, a fin de descubrir
cualquier signo que indique que las condiciones reales divergen de las su-
puestas por el proyectista; en cuyo caso se modifica el proyecto o el método
constructivo, ajustándolo a dichas condiciones.
Estas consideraciones determinan el orden y el método de presentación
de los temas que se estudian en la Parte III. En lugar de empezar con ins-
trucciones para aplicar los principios teóricos en el proyecto, la Parte II
trata primero la técnica a utilizar para obtener, en un lugar dado, datos
respecto de las condiciones del subsuelo por medio de perforaciones, aus-
cultaciones, muestreo y ensayos. A pesar de que esta exploración del terreno
requiere siempre mucho tiempo y trabajo, los resultados que se obtienen
dejan comúnmente mucho lugar para la interpretación personal.
Los capítulos siguientes contienen un estudio de los principios generales
a utilizar en el proyecto de muros de sostenimiento, diques de tierra y fun-
daciones. El ie de estas depende principal,
de las propiedades físicas de los suelos y de las condiciones del subsuelo.
Como nuestro conocimiento de las condiciones del subsuelo es siempre in-
completo, es inevitable que exista cierta incertidumbre con respecto a la
validez de las hipótesis fundamentales que se utilizan en la confección del
proyecto, Esta incertidumbre requiere y recibe atención constante en la com-
posición de este libro. Tales disquisiciones no son necesarias en los libros
de texto que tratan de las otras ramas de la ingeniería estructural, ya que
casi siempre se puede tomar como segura la exactitud de las hipótesis fun-
damentales relativas a las propiedades de los otros materiales comunes de
construcción.
PARTE 1

Propiedades fisicas
de los suelos

La parte 1 está dividida en tres capítulos, El primero se ocupa de los


procedimientos comúnmente utilizados para diferenciar los distintos suelos
o distintos estados de un mismo suelo. El segundo, trata de las propiedades
hidráulicas y mecánicas de los suelos y de los métodos experimentales uti-
lizados para determinar valores numéricos representativos de esas propieda-
des. El tercer capítulo estudia los procesos físicos relacionados con el drenaje
de los suelos.
Capítulo 1
PROPIEDADES INDICE DE LOS SUELOS

ART. 1 IMPORTANCIA PRÁCTICA DE LAS


PROPIEDADES ÍNDICE
En fundaciones y mecánica de suelos, más que en cualquier otra rama
de la ingeniería civil, es necesaria la experiencia para actuar con éxito. El
proyecto de las estructuras comunes fundadas sobre suelos, o de aquellas
destinadas a retener suelos, debe necesariamente basarse sobre simples
reglas empíricas, así que éstas pueden ser utilizadas con propiedad sola-
mente por el ingeniero que posee un bagaje suficiente de experiencia, Las
obras de mayor vuelo, con características poco comunes, suelen justificar |
la aplicación extensiva de métodos científicos en su proyecto, pero, amenos
que el ingeniero a a Ae ellas posea una gran Ei no podrá
preparar inteli; de ensayos
sus resultados en la forma Pd
Como la experiencia personal no llega nunca a ser lo suficientemente
extensa, el ingeniero se ve muchas veces obligado a basarse sobre informes
acerca de experiencias ajenas. Si estos informes contienen una descripción
adecuada de las ¡gondiciones del suelo, constituyen una fuente estimable ae
conocimientos; dé otro modo pueden conducir a conclusiones erróneas. En
efecto, en el dominio de la ingeniería de:las estructuras una descripción
de la rotura de una viga sería de poco valor, a menos que se incluyese, ade-
más de otros datos esenciales, un párrafo indicando si la viga se hizo de
acero o de fundición. En todos los anales antiguos sobre experiencias con
fundaciones, la naturaleza de los suelos es descrita simplemente con térmi-
nos generales tales como “arena fina” o “arcilla blanda”, a pesar de que la
diferencia en las propiedades mecánicas de dos arenas finas de distintas
localidades puede ser más importante y de mayores consecuencias que la
existente entre acero y fundición. Por esta razón, uno de los principales
propósitos perseguidos en los esfuerzos recientes para reducir los riesgos
inherentes a todo trabajo de suelos ha consistido en buscar métodos para
diferenciar los distintos tipos de suelos de una misma categoría. Las pro-
piedades en que se basa dicha diferenciación se conocen con el nombre de
propiedades índice y los ensayos necesarios para determinarlas, ensayos de
clasificació:
La aldea de cualquier suelo puede ser alterada si se lo somete a
un tratamiento adecuado. Por ejemplo, una arena suelta puede trasformarse
en densa si se la vibra adecuadamente. Por eso, el comportamiento de los
4 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

suelos en el terreno depende no solo de las propiedades significativas de


los granos de su masa, sino que también de aquellas propiedades que tienen
su origen en el acomodamiento de las partículas dentro de ella. De ahí que
resulte conveniente dividir las propiedades índice en dos clases: propiedades
de los granos del suelo y propiedades de los agregados de suelo. Las prin-
cipales propiedades de los granos del suelo son la forma y el tamaño, y en
los suelos arcillosos, las características mineralógicas de las partículas más
ñas. Las iedades más significati le los de suelo
son a su vez las siguientes: para los suelos sin cohesión, la densidad relativa
y, para los suelos cohesivos, la consistencia.
El estudio de las propiedades de los granos y de los agregados de suelo
en el ordenamiento de este capítulo, por una descripción de
va precedido,
los principales tipos de suelos y seguido de una enumeración sintética de
los requerimientos mínimos para una descripción adecuada de los suelos,
descripción ésta que debe formar parte de todo informe relativo a obser-
vaciones efectuadas en el terreno,

ART. 2 PRINCIPALES TIPOS DE SUELOS


Los materiales que constituyen la corteza terrestre son clasificados por
el ingeniero civil, en forma arbitraria, en dos categorías: suelo y roca. Se
Íma suelo a todo agregado natural de partículas minerales separables por
medios mecánicos de poca intensidad, como agitación en agua. Por el con-
trario, roca es un agregado de minerales unidos por fuerzas cohesivas pode-
rosas y permanentes. Como los términos “poderosas” y “permanentes” están
sujetos a interpretaciones diversas, el límite entre suelo y roca resulta nece-
sariamente arbitrario, y existen muchos agregados naturales de partículas
minerales que son difíciles de clasificar. Para evitar confusiones, en esta
obra, el término suelo es aplicado solamente a aquellos materiales que en
forma incuestionable satisfacen la definición dada más arriba.
El ingeniero civil da generalmente por sobreentendida esta terminolo-
gía, pero no por ello resulta de uso universal. Para el geólogo, por ejemplo,
el término roca implica todo el material que constituye la corteza terrestre,
sin considerar el poder de las fuerzas de cohesión que unen las partículas
minerales, mientras que el término suelo lo aplica solamente a aquella por-
ción de la corteza que constituye el suelo vegetal. Por ello, si el ingeniero
civil se ve obligado a utilizar informes preparados por personas ajenas a
su profesión, debe primero fijar el significado con que los términos suelo
y roca son utilizados.
Según cuál sea el origen de sus elementos, los suelos se dividen en dos
amplios grupos: suelos cuyo origen se debe, esencialmente, al resultado de
la descomposición física y química de las rocas, y suelos cuyo origen es
esencialmente orgánico. Si los productos de la descomposición de las rocas
se encuentran aún en el mismo lugar de origen, constituyen un suelo residual;
en caso contrario, forman un suelo trasportado, cualquiera sea el agente de
trasporte.
ART. 2 PRINCIPALES TIPOS DE SUELOS 5

En climas semiáridos o lados los suelos residuales son Ú


firmes y estables y no se extienden hasta gran profundidad. En cambio,
en climas calientes y húmedos, en particular donde el tiempo de exposición
ha sido largo, estos tipos de suelos pueden extenderse hasta profundidades
de varias decenas de metros y ser firmes y estables; pero también pueden
componerse de materiales altamente compresibles que rodean bloques de
rocas menos alteradas (artículo 49). Bajo estas circunstancias llegan a ser
la fuente de dificultades para las fundaciones y otros tipos de construcción.
Igualmente, muchos de los depósitos de suelo trasportados son blandos y
sueltos hasta profundidades de varias decenas de metros y constituyen la
fuente potencial de serios problemas.
Los suelos de origen orgánico se han formado casi siempre in situ, ya
sea como consecuencia de la descomposición de vegetales —como en el caso
de las turbas—, ya sea por la acumulación de fragmentos de esqueletos
inorgánicos o de conchas de ciertos organismos. De allí que los suelos de
origen orgánico pueden ser tanto orgánicos como inorgánicos. No obstante,
la expresión suelo orgánico se aplica generalmente a suelos trasportados,
producto de la descomposición de las rocas, que contienen cierta cantidad
de materia orgánica vegetal descompuesta.
Las condiciones de los suelos del lugar donde ha de construirse una:
estructura son comúnmente exploradas por medio de sondeos, perforaciones
o excavaciones a cielo abierto. El técnico que las efectúa examina las mues-
tras a medida que éstas son extraídas y las clasifica anotando el nombre
del suelo e indicando su compacidad, color y otras características. Estos
datos le sirven luego para preparar el perfil de la perforación, donde indica
cada capa de suelo por su nombre y proporciona las cotas entre las cuales
se extiende. Los datos así obtenidos pueden ser completados más tarde con
un resumen de los resultados de ensayos de laboratorio efectuados sobre
muestras de los suelos del perfil.
A continuación se describen los suelos más comunes, con los nombres
generalmente utilizados para su clasificación en el terreno.
Las arenas y las gravas o ripios o cantos rodados son agregados sin cohe-
sión de fragmentos granulares o redondeados, poco o no alterados, de rocas
y minerales. Las partículas menores de 2 milímetros se clasifican como
arena, y aquellas de mayor tamaño hasta 15 6 20 centímetros, como grava
o ripio o canto rodado. Los fragmentos de rocas con diámetros mayores
se conocen como piedras-bolas, piedras-bochas, rodados grandes, etcétera.
Los limos inorgánicos son suelos de grano fino con poca o ninguna
plasticidad. Las variedades menos plásticas consisten generalmente en
ículas más o menos equidimensionales de cuarzo y, en algunos países,
se los distingue con el nombre de polvo de roca. Los tipos más plásticos
contienen un porcentaje apreciable de partículas en forma de escamas y se
denominan limos plásticos. A causa de su textura suave, los limos inorgáni-
cos son comúnmente tomados por arcillas, pero pueden distinguirse fácilmen-
te de éstas sin necesidad de efectuar ensayos de laboratorio. Si una pasta de
limo inorgánico saturado se sacude en la palma de la mano, la pasta expele
suficiente agua como para producir una superficie brillante que, si la pasta es
6 PROPIEDADES
ÍNDICE DE LOS SUELOS

posteriormente doblada entre los dedos, se vuelve nuevamente opaca. Este


simple procedimiento se conoce como ensayo de sacudimiento.
Después de secada, la pasta de limo inorgánico es frágil, siendo fácil
despegar polvo de ella si se la frota con los dedos. Los limos son relativa-
mente impermeables, pero cuando se encuentran en estado suelto pueden
subir del fondo de una perforación o excavación como si fueran un espeso
fluido viscoso. Los suelos más inestables de esta categoría se distinguen a
veces como arenas fluidas* muy finas.
Los limos orgánicos son suelos de granos finos más o menos plásticos,
con una mezcla de partículas de materia orgánica finamente dividida. A
veces contienen también fragmentos visibles de materia vegetal parcialmente
descompuesta o de otros elementos orgánicos. Estos suelos tienen colores
que varían de gris a gris muy oscuro, y pueden contener cantidades apre-
ciables de HS, CO, y de otros productos gaseosos originados por descom-
posición de la materia orgánica, lo que les da un olor característico. Los
limos orgánicos tienen muy alta compresibilidad, y su permeabilidad es
muy baja.
Las arcillas son agregados de partículas microscópicas y submicroscó-
picas derivadas de la descomposición química que sufren los constituyentes
de las rocas. Son suelos plásticos dentro de límites extensos en contenido
de humedad y cuando están secos son duros, sin que sea posible despegar
polvo de una pasta frotada con los dedos. Tienen, además, una permeabi-
lidad extremadamente baja.
Las arcillas orgánicas son aquellos suelos de este tipo que derivan algu-
nas de sus propiedades físicas más significativas de la presencia de materia
orgánica finamente dividida. Cuando están saturados son generalmente muy
compresibles, y secos presentan una resistencia muy alta. Tienen colores
que varían de gris oscuro a negro, y pueden poseer un olor característico.
Las turbas son agregados fibrosos de fragmentos macro y microscópicos
de materia orgánica descompuesta. Su color varía de un castaño claro a
negro. Las turbas son tan compresibles que casi siempre resultan inade-
cuadas para soportar fundaciones. Si bien es cierto que se han desarrollado
varias técnicas especiales para construir terraplenes sobre depósitos de turba
sin correr el riesgo de que se hundan en el terreno, el asentamiento resul-
tante suele ser grande y continuar a un ritmo decreciente por muchos años.
Si un suelo está compuesto de una combinación de dos clases distintas
de material, para identificarlo se utiliza el nombre del material predomi-
nante como sustantivo y el del que entra en menor proporción como adjetivo
calificativo. Por ejemplo, arena limosa indica un suelo en el que predomina
la arena, que contiene una pequeña cantidad de limo. Una arcilla arenosa
es un suelo con las propiedades de las arcillas, que contiene una cantidad
apreciable de arena.
* El término arena fluida se utiliza también comúnmente para identificar a las
arenas finas o muy finas que pasan a un uido se hallan sometidas
a una corriente ascendente de agua de infiltración. Por ello, esta terminología
solo distingue
a un estado particular de la arena y no a un material. (N. del 7.)
ART. 2 PRINCIPALES TIPOS DE SUELOS

Las propiedades de los agregados de granos de de arena y grava se descri-


ben cualitativamente por medio de los términos e densa
y densa. Los agregados de partículas de arcilla, e los términos dura, com-
pacta, medianamente compacta y blanda. Estas características son gene-
ralmente estimadas en el terreno, mientras se efectúa la perforación, basándose
en varios factores que incluyen la facilidad o dificultad relativa para hacer
avanzar las herramientas de sondeo o para sacar muestras y la consistencia
de las muestras obtenidas. Como este método de estimación puede conducir
a una concepción muy errónea de las características generales del depósito
de suelo, toda vez que sus propiedades mecánicas puedan resultar impor-
tantes para el proyecto a realizar, su descripción cualitativa debe suplemen-
tarse con determinaciones cuantitativas de dichas propiedades. Estas deter-
minaciones requieren comúnmente la realización de ensayos de laboratorio
sobre muestras inalteradas (artículo 7), o bien ensayos apropiados en el
terreno (artículo
Para reducir los riesgos de errores en la correlación de los estratos
identificados en los sondeos es conveniente señalar, en su registro, el color
de los distintos estratos. El color puede, en ciertos casos, ser también una
indicación de que existe una diferencia real en las características del suelo.
Por ejemplo, si la capa superior de un estrato sumergido de arcilla es amari-
llenta o de color castaño y más compacta que la arcilla más profunda, la
diferencia de color suele significar que la capa superior fue temporaria-
mente expuesta al secado y a la oxidación. Cuando en un mismo estrato
de suelo hay diferencia de color de punto a punto, suelen utilizarse para
clasificarlo los términos moteado, jaspeado, manchado, etcétera. Los colores
oscuros y parduscos indican, en general, la presencia de materia orgánica.
Bajo ciertas condiciones geológicas especiales se forman suelos que
están caracterizados por uno o más rasgos peculiares, tales como la presencia
de una estructura debida a la existencia de agujeros dejados por raíces
extinguidas o una estratificación regular poco común. A causa de estas
características, tales suelos pueden ser fácilmente identificados en el terreno
y por ello han recibido mombres especiales. En lo que sigue, se dan las
definiciones y descripciones de algunos de estos materiales.
Las morenas son depósitos glaciares no estratificados de arcilla, limo,
arena, cantos rodados y piedras que cubren aquellas partes de la superficie
rocosa que estuvieron bajo los hielos en los períodos de avance de los
glaciares.
Las tufas son agregados finos de minerales y fragmentos de roca muy
pequeños, arrojados por los volcanes durante las explosiones, y que han
sido trasportados por el viento o por el agua.
Los loess son sedimentos eólicos uniformes y cohesivos, comúnmente
de color castaño claro. El tamaño de la mayoría de sus partículas oscila
entre los estrechos límites comprendidos entre 0,01 y 0,05 mm y su cohesión
es debida a la presencia de un cementante que puede ser de naturaleza
predominantemente calcárea o arcillosa, A causa de la presencia universal
de agujeros verticales continuos, dejados por las raíces extinguidas, la per:
meabilidad en las direcciones horizontales es mucho menor que en la direc.
8 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

ción vertical. Además, el material se caracteriza por la capacidad de mante-


nerse estable en taludes casi verticales. Los depósitos vírgenes no han sido
nunca saturados; si lo son, el cementante que mantiene la adherencia entre
las partículas se ablanda y la superficie del depósito puede sufrir un
asentamiento.
Loess modificados son aquellos loess que han perdido sus características
típicas por procesos geológicos secundarios, como: inmersión temporaria,
erosión y nuevo depósito, cambios químicos que originaron la destrucción
de la adherencia entre las partículas, o la descomposición química de sus
elementos perecederos, como, por ejemplo, el feldespato. Por la descom-
posición química se produce el loess-loam, caracterizado por una mayor
plasticidad que los otros tipos de loess modificados.
Las tierras diatomáceas son depósitos de polvo silícico fino, general-
mente blanco, compuesto total o parcialmente de los residuos de diatomeas.
El término diatomeas se aplica a un grupo de algas unicelulares microscó-
picas de origen marino o de agua dulce, con la particularidad de que las
paredes de sus células son silícicas.
Marga es un término utilizado en forma vaga para identificar varios
tipos de arcillas marinas calcáreas compactas o muy compactas y de color.
verdoso.
El término caliche se aplica en algunos países a ciertas capas de suelo
cuyos granos están cementados por carbonatos calcáreos. Estas capas se
encuentran generalmente a poca profundidad y su espesor puede variar de
pocos centímetros a varios metros. Para su formación parece necesario un
clima semiárido.
Las arcillas laminadas consisten en capas alternadas de limo mediano
gris inorgánico y de arcilla limosa más oscura. El espesor de las capas
le de un a , aunque ionah se han encon-
trado láminas más gruesas. Los elementos que forman las arcillas lamina-
das fueron trasportados a lagos de agua dulce por el agua proveniente del
deshielo, al terminar el período glaciar. Generalmente poseen, combinadas,
las propiedades indeseables de los limos y de las arcillas blancas.
Greda es un término popular con el cual se designa una variedad grande
de suelos, pero que normalmente están constituidos por arcillas muy plás-
ticas, más o menos compactas, aunque a veces se incluyen dentro de esta
denominación hasta areniscas arcillosas, que como rocas entran en la categoría
de las rocas blandas.
Tosca es el nombre dado en ciertos países a una fuerte impregnación
calcárea de suelos de composición variable, en general limos de origen eólico-
fluvial, dando como resultado un material de composición y resistencia tam-
bién variable, pero que regularmente tiene una gran proporción de calcáreo y
es muy compacto. A veces la tosca se presenta como incrustaciones aisladas
de calcáreo en una base de loess-loam.
Las bentonitas son arcillas con un alto contenido de montmorillonita
(artículo 4). La mayoría de las bentonitas se formaron de la alteración
química de cenizas volcánicas. En contacto con agua, las bentonitas secas
se esponjan más que otros tipos de arcillas secas, y saturadas se contraen
ART. 3 TAMAÑO Y FORMA DE LAS PARTÍCULAS DE LOS SUELOS 9

más también, Los depósitos de bentonita son comunes en Norteamérica,


incluyendo Méjico. En la Argentina existen depósitos de dicho material en
el oeste del país*.
Todos los términos utilizados para la clasificación de los suelos en el
terreno abarcan una variedad más bien grande de materiales distintos y,
además, la elección del término para calificar su densidad o compacidad
depende demasiado del criterio de la persona que examina el material. Por
ello, la clasificación de los suelos en el terreno es siempre más o menos
incierta e i Datos más íficos pueden ot 1
con ensayos físicos que proporcionen valores numéricos representativos de
las propiedades del suelo.
Los métodos a utilizar para la exploración del suelo y los procedimien-
tos a seguir para determinar valores numéricos promedio de sus propiedades
forman parte del programa de estudio para el proyecto y construcción de las
obras y son tratados en el capítulo 7, parte TIL.

ART. 3 TAMAÑO Y FORMA DE LAS PARTÍCULAS DE


LOS SUELOS
El tamaño de las partículas que constituyen los suelos varía entre aquel
de un canto rodado y el de una molécula grande.
Los granos de un tamaño mayor de unos 0,06 milímetros pueden ser
examinados a simple vista o por medio de una lupa, y constituyen la fracción
muy gruesa y la fracción gruesa de los suelos.
Los granos comprendidos entre 0,08 milímetros y 2 micrones (1 micrón
= 0,001 milímetro) pueden ser examinados con la ayuda del microscopio
y constituyen la fracción fina de los suelos.
Los granos menores de 2 micrones constituyen la fracción muy fina. De
éstos, los comprendidos entre 2 micrones y 0,1 micrón pueden ser distin-
guidos con el microscopio, aunque no se llegue a percibir su forma. Para
los granos menores de un micrón ésta puede ser determinada con el micros-
copio electrónico, e investigada su estructura molecular por medio de los
rayos X.
El proceso de separar un agregado de suelo en sus diferentes fracciones,
cada una consistente en granos de tamaños distintos, dentro de ciertos
límites, se conoce con el nombre de análisis mecánico o análisis granulométrico.
Por medio del análisis granulométrico se ha encontrado que la mayoría de los
suelos naturales contienen granos de dus o más fracciones. Las caracterís-
ticas particulares de un suelo compuesto están casi enteramente determi-
nadas por las propiedades de la fracción más fina. En este aspecto, los
suelos son similares al hormigón, cuyas propiedades están determinadas
principalmente por el cemento, mientras que el agregado, que constituye
su mayor parte, actúa como inerte. El “agregado” o parte inerte de un suelo
* De la lista de nombres de suelos incluida en el texto original, se han eliminado
los nombres de “hardpan”, “lake marl” o “boglime” y “adobe”, por no tener en castellano
equivalentes de uso corriente, agregando en su lugar los de “greda” y “tosca”. (N. del T.)
10 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

compuesto forma entre el 80 y el 90 por ciento de su peso seco total, y la


parte decisiva o activa el resto.
Las fracciones muy gruesas, por ejemplo la grava, consisten en frag-
mentos de rocas compuestos de uno o más minerales. Los fragmentos pueden
ser angulares, redondeados o chatos. Pueden ser samos o mostrar signos
de considerable descomposición, ser resistentes o deleznables.
Las fracciones gruesas, representadas por las arenas, consisten en granos
compuestos por lo general de cuarzo. Los grangs pueden ser angulares o
redondeados. Algunas arenas contienen un porcentaje importante de esca-
mas de mica, que las hace muy elásticas o esponjosas.
En las fracciones finas y muy finas cada grano está constituido gene-
ralmente de un solo mineral, Las partículas pueden ser angulares, en forma
de escamas y ocasionalmente con forma tubular, pero nunca redondeadas.
En algunos casos excepcionales, la fracción fina contiene un alto porcentaje
de fósiles porosos, como diatomeas o radiolarias, que imparten al suelo pro-
piedades mecánicas poco comunes. En general, el porcentaje de partículas
escamosas aumenta en un suelo dado a medida que decrece el tamaño de
sus fracciones.
Si el tamaño de la mayoría de los granos de un agregado de partículas-
de suelo está comprendido dentro de los límites dados para una de las
fracciones, el agregado constituye un suelo uniforme. Los suelos uniformes
de granos muy gruesos y gruesos son comunes, pero muy raramente se
encuentran suelos muy finos o coloidales de este tipo. Todas las arcillas
contienen elementos finos, muy finos y coloidales y a veces hasta partículas
gruesas. Las fracciones más finas de las arcillas consisten principalmente
en partículas con forma de escamas.
El predominio de partículas escamosas en la fracción muy fina de los
suelos naturales es una consecuencia de los procesos geológicos de su forma-
ción. La gran mayoría de los suelos deriva de procesos químicos que se
deben a la acción de los agentes climáticos sobre las rocas, las que están
constituidas, en parte, de elementos químicamente muy estables y, en parte,
de minerales menos estables. Los agentes climáticos trasforman los mine-
rales menos estables en una masa friable de partículas muy pequeñas de
minerales secundarios que, comúnmente, tienen forma de escamas, mientras
que los minerales estables permanecen prácticamente inalterados. Es así
como el proceso de descomposición por los agentes climáticos reduce las
rocas a un agregado consistente en fragmentos de minerales inalterados o
prácticamente inalterados, embebidos en una matriz compuesta principal-
mente de partículas con forma de escama. Durante el trasporte por agua
que sigue a este fenómeno, el agregado es desmenuzado y sus elementos,
sujetos a impactos y al desgaste.
El proceso puramente mecánico de desgaste no alcanza a reducir los
granos duros y equidimensionales de minerales inalterados en fragmentos
menores de unos 10 micrones (0,01 milímetro). En contraposición, las partí-
culas friables, constituidas por minerales secundarios con forma de eseamás,
aunque y muy ñ so, n fácil 4 d y
zadas en partículas aun menores. Esto explica por qué las fracciones muy
ART. 4 PROPIEDADES DE LOS SUELOS DE FRACCIONES MUY FINAS 1

finas de los suelos naturales se componen principalmente de tal clase de


partículas.

ART. 4 PROPIEDADES DE LOS SUELOS FORMADOS DE


FRACCIONES MUY FINAS
Cuando se rompe y desmenuza un trozo de cualquier mineral dividiéndolo
en partes o fracciones con granos de diferentes tamaños, y se saturan las
fracciones, se encuentra que la fracción más fina exhibe propiedades que
están ausentes en la fracción más gruesa. Más aún, se observa que estas
propiedades dependen en gran medida de la naturaleza del mineral.
La influencia que ejerce el tamaño de las partículas y la naturaleza
del mineral se puede explicar comparando algunas propiedades de las dife-
rentes fracciones de cuarzo con ciertas propiedades de sendas fracciones de
cuarzo y de biotita con granos de tamaños iguales. Si cada una de las frac-
ciones en que se ha dividido el cuarzo, constituidas éstas por granos de
buena cubicidad, es decir, sin partículas alargadas, se mezcla con agua, se
agita y luego se pone a sedimentar, se observa que las porosidades de los
respectivos sedimentos están en relación directa con la finura de la fracción
de la cual partieron. En la fracción más fina del conjunto, las partículas
más pequeñas permanecen en suspensión por muchas semanas. No obstante,
si se agrega a esta suspensión una gota de una solución que contenga un
Jectrolito, la sedi 4 S casi il ás añ
porosidad del nuevo sedimento es mucho mayor que la del sedimento más
suelto precipitado dentro del agua destilada. Estas observaciones indican
que cada partícula está sometida no solamente a la fuerza de la gravedad
P,, que tiende a provocar su descenso, sino que, además, también hay otras
fuerzas, eya resultante se hago por P,, que tienen su asiento en la super-
ficie de las ícul, fi el de las
adyacentes. Se sabe que a fuerzas P, son de naturaleza eléctrica.
A medida que disminuye el diámetro D de los granos casi equidimen-
sionales de cuarzo, la fuerza P, que actúa sobre una partícula disminuye en
proporción a D*, mientras que la fuerza de superficie P, lo hace en propor-
ción a D?. Por tanto, la relación entre P, y P, decrece en proporción directa
con el diámetro D. Si, por ejemplo, un cubo de cuarzo con un volumen de
1 cm* fuese dividido en otros menores con tamaño de 1 micrón, la relación
P,/P, disminuiría por el factor 10*, Por tanto, para cubos muy pequeños,
las fuerzas de gravedad se tornan despreciables en comparación con las
fuerzas de superficie, las que, entonces, ejercen una influencia determi-
nante en las propiedades del agregado. Así es como, a pesar de que la
fracción gruesa de cuarzo es perfectamente no cohesiva, con la disminución
del tamaño de los granos adquiere una cantidad de coherencia que va en
aumento. No obstante, ni las fracciones más finas llegan a tener plasticidad
—esa propiedad de poder ser amasadas en pequeños cilindritos dentro de una
cierta amplitud en contenido de humedad— que caracteriza a muchos suelos.
Los granos de biotita, en contraste con los de cuarzo, se caracterizan
12 PROPIEDADES ÍNDICE DE'LOS SUELOS

por ser chatos. Para una partícula chata, en forma de lámina, la relación
entre volumen y superficie y, por consiguiente, la relación entre P, y P, es
relativamente mucho menor que la que tienen las partículas equidimensio-
nales, de modo que la influencia del tamaño de los granos en la porosidad
y en las otras propiedades físicas del agregado resulta mucho más evidente.
Además de adquirir cohesión con la disminución del tamaño de los granos, el
agregado de partículas saturadas también adquiere un considerable grado
de plasticidad.
Las importantes diferencias que existen entre el comportamiento de las
partículas de cuarzo y de biotita tienen su origen en la diferente estructura
cristalina de los dos minerales. La estructura cristalina del cuarzo conduce
a un hábito de buena cubicidad mientras que aquella de la biotita lo hace
a un hábito chato. Se ha determinado que el hábito chato que exhiben
algunos minerales va invariablemente asociado a una estructura cristalina
foliada. Más aún, se ha encontrado que las fracciones más finas de los dife-
rentes minerales con estructura cristalina foliada también muestran propie-
dades algo diferentes, porque las características eléctricas de las superficies
de estas hojas dependen de la estructura cristalina particular que corres-
ponde a cada mineral.
Prácticamente todos los minerales de estructura foliada, presentes en lás
fracciones más finas de los suelos, pertenecen a un grupo que se conoce
como minerales arcillosos. La mayoría de los minerales de este grupo se
puede clasificar en tres subgrupos conocidos por: las caolinitas, las ilitas y las
montmorilonitas. Cada uno de ellos se caracteriza por una distribución de
átomos que produce una carga eléctrica negativa en las superficies chatas
de los cristales. '
Una partícula simple de arcilla puede estar formada por muchas hojas
apiladas unas sobre las otras. Cada hoja tiene un espesor definido, pero no
está limitada en sus dimensiones perpendiculares a su espesor. Por ello, las
partículas de arcilla tienden a adquirir forma de láminas o adoptar dispo-
siciones que asemejan terrazas chatas (fig. 4.1). Las superficies chatas
llevan cargas eléctricas residuales negativas, pero los bordes rotos de las
láminas o de las terrazas pueden ser asientos de cargas positivas o negativas,
según cuál sea el ambiente en que se encuentran,
En los problemas que interesan al ingeniero civil, las partículas de arcilla
están siempre en contacto con agua. Las interacciones entre las partículas de
arcilla, el agua y los minerales disueltos en ella son las responsables princi-
pales de las propiedades de los suelos compuestos por estas partículas.
agua pura se compone principalmente de moléculas de H20, aunque
algunas de ellas siempre se disocian en iones de H*+ y en iones hidroxilos
OH-. Si hay impurezas, como ácidos o bases, éstas también se disocian en
cationes cargados positivamente y aniones cargados negativamente. La sal,
por ejemplo, se disocia en Na+ y en CI. Como las superficies planas de los
minerales arcillosos llevan carga eléctrica negativa, los cationes, incluyendo
el H+ proporcionado por la propia agua, son atraídos hacia la superficie de
las partículas. Se dice que dicho catión está adsorbido. Los varios minerales
arcillosos difieren ampliamente en su propiedad de adsorber cationes; la
ART. Á PROPIEDADES DE LOS SUELOS DE FRACCIONES MUY FINAS 13

Fig. 4.1. Microfotografía electrónica de partículas de eao'inita en láminas


superpuestas como terrazas,

capacidad aproximada de intercambio de cationes (expresada en términos


del número total de cargas positivas absorbidas por cada 100 gramos) de
i i arcillosos, con partículas de tamaño sem jant , se mues-
tra en la tabla 4.1.
Tabla 4.1
sa Número total de cargas positivas
Mineral adsorbidas por 100 g (X 10”)
Montmorilonita 360-500
Tita 120-240
Caolinita 20-90

Los ¡ones adsorbidos no están unidos permanentemente al mineral arci-


oso y si, por ejemplo, una arcilla que contiene iones adsorbidos de Na+
es lavada con una solución de KCI, la mayor parte de los iones de Na+ se
remplaza por iones de K+. Este procedimiento se conoce como intercambio
de cationes o también como intercambio de bases.
1 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

El agua adyacente a las caras negativamente cargadas de las partículas


minerales puede en sí misma sufrir una alteración y sus moléculas organi-
zarse en una disposición que viene determinada por la posición y la natu-
raleza de los cationes adsorbidos y, en cierta medida, por el espaciamiento
del entramado cristalino del mineral arcilloso. Se dice, entonces, que el agua
está adsorbida y tiene una estructura, El espesor de agua adsorbida varía
considerablemente con el tipo de mineral arcilloso y con las características
de los cationes presentes. Sus propiedades de adsorción no han sido todavía
adecuadamente investigadas, pero se sabe, no obstante, que puede ejercer
influencia importante en las propiedades mecánicas de la masa de arcilla, Los
iones adsorbid: con el agua adsorbid: di el com-
plejo de adsorción.
Los cationes adsorbidos por una partícula mineral se encuentran en
movimiento permanente debido a la agitación térmica. Se distribuyen esta-
dísticamente cerca de la superficie en un grupo que tiene su mayor densidad
de iones en el inmediato contacto con la superficie y una densidad decre-
ciente con la distancia, como indica la figura 4.2 Constituyen una zona

Porticulos de orcilla (=)

e ones (4)

Fig. 4.2. Representación diagramática de la distribución de cationes


adyacentes a una partícula de arcilla con carga superficial negativa.

cargada positivamente o una capa que, conjuntamente con la superficie car-


gada negativamente de la partícula, se conoce como la capa eléctrica doble.
Las capas eléctricas dobles que rodean dos partículas adyacentes aproxima-
damente paralelas se repelen entre sí con una intensidad que depende en
gran parte de la naturaleza y concentración de los iones existentes en el agua.
Además de las repulsiones asociadas con las capas dobles, otros campos de
fuerza rodean las partículas cargadas. Éstos incluyen fuerzas de atracción
como de repulsión. A pesar de que la naturaleza de los otros campos de
fuerza se conoce bastante bien, los factores que afectan la magnitud de estas
fuerzas no han sido analizados suficientemente, No obstante, la información
existente permite una interpretación razonable, aunque grosera, de muchos
de los fenómenos observados y sirve para ilustrar su complejidad.
Una de las consecuencias de las fuerzas asociadas con las superficies
de las partículas de arcilla es la estructura que pueden desarrollar durante
ART. 4 PROPIEDADES DE LOS SUELOS DE FRACCIONES MUY FINAS 15

su sedimentación. Si se introducen partículas de arcilla en agua destilada, la


carga negativa sobre cada partícula causa la repulsión de cualquier otra
partícula que trate de aproximarse. Ninguna partícula se adhiere a la otra,
la fuerza de gravedad sobre cualquiera de ellas permanece despreciable-
mente pequeña y las partículas sedimentan muy despacio o quedan en sus-
pensión mostrando movimiento browniano. En las aguas naturales que
contienen una suficiente concentración de electrolitos, como son las aguas
de las regiones con piedras calcáreas, las superficies de algunas de las par-
tículas atraen y adsorben iones de signo opuesto. Tales partículas pueden,
entonces, ser atraídas por otras, acumularse en flóculos, llegando éstos a ser
suficientemente grandes como para sedimentar en el fondo por efecto gra-
vitacional. Bajo ciertas circunstancias, especialmente si los bordes rotos
de las láminas que forman las partículas llevan cargas positivas, las partícu-
las del flóculo pueden poseer una estructura de contacto borde contra cara
(fig. 4.3a); en otras, los flóculos pueden componerse de partículas dispuestas
esencialmente en una estructura paralela (fig. 4.3b). Los sedimentos for-

7
ESS

la) (0)
Fig, 4.3. (a) Disposición borde contra cara de partículas de arcilla
de forma laminar y combinación de la misma en flóculos. (b) Fléculos
reilla en una disposición paralela.

mados exclusivamente de minerales arcillosos suelen, por tanto, componerse


de grupos de flóculos de partículas de arcilla, los que, a su vez, están dis-
puestos en una estructura suelta, constituida ésta con flóculos, que tienen una
estructura borde contra cara, una estructura paralela o bien alguna otra
estructura intermedia. Sin embargo, como la mayoría de los sedimentos tam-
bién contienen partículas más gruesas, éstas alteran de una manera signifi-
cativa dicha disposición (artículo 18).
Si la presión que actúa sobre un sedimento aumenta por la adición de
nuevos sedimentos o por la aplicación de una carga externa, el contenido de
humedad del sedimento disminuye, las partículas se ven forzadas a aproxi-
marsé entre sí y el suelo se dice que se consolida. La mayor parte de la
energía que debe gastarse para consolidar el sedimento se consume en pro-
ducir la rotura estructural de los flóculos y en el trabajo que es necesario
16 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

hacer contra las fuerzas de repulsión entre partículas; otra parte se emplea
en la deformación elástica de éstas.
Si se retira en cualquier momento la presión, manteniendo el suelo en
contacto con agua libre, el contenido de humedad y el volumen aumentan.
Este fenómeno se conoce como hinchamiento. Una parte de la energía recu-
perada como consecuencia del hinchamiento representa el trabajo realizado
por las fuerzas repulsivas para separar las partículas; otra parte proviene de
la restitución elástica.
Las causas de la consolidación y del hinchamiento suelen ser distintas
para las diferentes fracciones granulométricas. Si se altera la presión que
actúa sobre una mezcla de arena gruesa y mica, por ejemplo, mucho de la
consolidación o del hinchamiento se debe a la deformación elástica o restitu-
ción de los granos. En las fracciones muy finas de los suelos, sin embargo, los
fenómenos asociados con las cargas eléctricas pueden predominar.
Si se pudiese someter a un único flóculo de partículas de arcillas con
orientación paralela, como uno de los que se muestra en la figura 4.3b, a
¡a def i ial de corte, la resi: ia al deslizami: a lo largo
de las superficies situadas entre partículas sería extremadamente pequeña,
siempre y cuando las superficies de las partículas fueran planas. En realidad,
las partículas no son planas sino que poseen una configuración terrazada que
supone algunas interferencias que desarrollan resistencia al corte. Si un sedi-
mento formado de muchos flóculos, cada uno paralelo pero con orientación
diferente, fuese sometido al corte, se desarrollaría una resistencia considera-
blemente mayor debido a la interferencia entre flóculos. Si el sedimento
estuviese constituido de flóculos que tienen una estructura borde contra
cara (fig. 4.3a), se produciría una sustancial interferencia entre partículas.
Más aún, se ofrecería también resistencia a causa de la atfacción en los
contactos entre los bordes y las caras de las partículas. Las interferencias y
i d son bles de la resi ia al corte del sedi
Si un sedimento natural se amasa a fondo, los flóculos en su mayoría
se deshacen y muchas de las partículas de arcilla se orientan formando
conjuntos casi paralelos. Como consecuencia, la resistencia al corte puede
decrecer sustancialmente. Se dice, por tanto, que la arcilla es sensible a una
alteración.
Ciertas arcillas marinas de los países escandinavos y de la parte oriental
del Canadá se caracterizan por tener una sensibilidad extraordinariamente
alta y son, por ello, identificadas como arcillas fluidas. Después de una alte-
ración, como puede ser un deslizamiento, estas arcillas toman las caracte-
rísticas de un fluido viscoso y comúnmente fluyen desplazándose en una
gran distancia (artículo 49). Su alta sensibilidad se atribuye a una reducción
de la concentración de iones de sodio en el agua de los poros como conse-
cuencia del lavado por lixiviación. Esta teoría está apoyada en datos del te-
rreno, como así también en los resultados de experimentos de laboratorio.
Cuando se depositaron, las arcillas fluidas tenían sus huecos ocupados
por agua de mar, con un contenido sustancial de sal, en una concentración
que pudo haber alcanzado hasta 35 g por litro. Los análisis químicos del
agua de los poros de cierto número de arcillas fluidas de Escandinavia han
ART. 4 PROPIEDADES DE LOS SUELOS DE FRACCIONES MUY FINAS 17

demostrado que éstas contienen ahora muy poco o nada de sal mientras
que, en la misma localidad, el agua de los poros de otras arcillas marinas
similares, de solo moderada sensibilidad, posee considerable concentración
de sal. En general, entre las arcillas marinas de Escandinavia que se
analizado, las menores sensibilidades van apareadas con los mayores conte-
nidos de sal (Skempton y Northey, 1952).
Si se agrega cloruro de sodio a una muestra amasada de arcilla fluida
y se la deja después reposar, la sensibilidad no aumenta en forma signifi-
cativa. No obstante, si el contenido de sal de la arcilla amasada se separa
después por lixiviación, la arcilla se torna de nuevo altamente sensitiva (Ro-
sengvist 1946). El envejecimiento sin la adición de sal no está asociado con
un notable aumento de la sensibilidad.
Después que una muestra de una fracción muy fina de suelo ha sido
intensamente amasada, las posiciones de las partículas, una respecto de otra,
no están necesariamente asociadas con el equilibrio de las otras fuerzas de
atracción y repulsión. Por lo tanto, las partículas pueden tender a rotar y
asumir configuraciones más estables a volumen inalterado. La resistencia
al corte puede aumentar paralelamente. El suelo exhibe así tixotropía.
Un fenómeno algo similar, conocido como sinéresis, hace disminuir len-
tamente la porosidad de la capa superior de muchos sedimentos frescos, a
una velocidad que disminuye hasta que la capa se reduce a una pequeña
fracción de su volumen original. La contracción gradual no se puede explicar
en base a las fuerzas de la gravedad. En algunas arcillas produce una red
de fisuras capilares.
Como consecuencia de las múltiples repercusiones prácticas de los intrin-
cados procesos fisicoquímicos y de la gran demanda de arcillas con propie-
dades físicas específicas para propósitos industriales, se han realizado muchas
investigaciones durante las últimas décadas con respecto a la mineralogía
y a la interacción entre partículas de arcilla y el medio que las rodea. Se
han hecho también muchas investigaciones para estudiar las relaciones entre
los procesos fisicoquímicos y las propiedades ingenieriles de los suelos arci-
Bosos. No obstante, para la mayoría de los problemas prácticos de la inge-
niería, los beneficios que se obtienen de dichas investigaciones son todavía
muy limitados a causa del gran número de factores responsables de las
propiedades significativas que posee la arcilla. La influencia combinada de
todas las interacciones fisicoquímicas se refleja en las propiedades índices
(artículo 1), que son expeditivas y económicas de determinar. Una situa-
ción similar prevalece en la tecnología del hormigón.
procesos por los cuales el cemento Portland adquiere su resistencia
son también intrincados e imperfectamente conocidos, pero a pesar de ello,
el hormigón es una rama ya antigua y bien establecida de la ingeniería de
estructuras. Se basa sobre hipótesis que han sido derivadas de ensayos de
Iboratorio, de carácter puramente mecánico, ejecutados sobre probetas de
hormigón, y algunas de sus propiedades, tales como el aumento de resistencia
con la odad, se desprecian. A pesar de ello, las teorías elaboradas con estas
hipótesis simplificativas son suficientemente exactas para los propósitos de
k práctica corriente.
18 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

Lecturas seleccionadas
Los hitos principales del desarrollo de las presentes ideas, relativas a la influencia
de la estructura y de los procesos fisicoquímicos en las propiedades de los suelos de
granos finos, están contenidos en las siguientes referencias dispuestas en orden cronológico:
Atteberg, 4. (1911). “On the investigation ol the physical a. of sols and. the
plasticityof clays”, en alemán, Int. Mitteilungenfiir B vol, 1, tn
Terzaghi, K. (1925), “Structure
tuo sad volume of voids of soils”, . págs lolo, E
'chantk auf Bodenphystkalis e, A. Casaf
mecanica. Now York, John Wiley 6 Sons (1960),ppág 1491
Casagrande, A. (1989). “The structure of clay and its im foundation engi-
neering”, Journal Boston Society of Civil Engineers, vol, 19,“siem. z pág. 165,
Terza; mE (1941). “Undisturbed clay samples and undisturbed clays”, Founal Boston
of Civil Engineers, vol. 28, múm. 3, págs. 211-231,
seno, A AA Y Northey, R. D. (1952). “The sensitivity of clays”, Geotechnique, vol.
págs.3
vist, 1, To (1953). rra on the sensitivity of Norwegian quick clays”,
techni'nique, vol. 3, págs. 195:
Grim, R. E. (1953), Clay es Now York, McGraw-Hill, 384 págs.
baii E (1954). “Geotechntcal properties of Norwegian marine Li , Geotechnique,

Bolt, E: ye
H eo) ¿Elric chemical analysis of the compressibility of pure clays”,
», vol 6, págs,
Lambo YT. 47 “(1960). “Structure of compacted de Trans. ASCE, vol. 125, págs. 682-705.
Mitchell,J. K. (ion. «Hundamental aspect ob thixotropy in soils”, Trans. ÁSCÉ, vol. 128,
Parte1, págs.1:

ART. 5 ANALISIS MECÁNICO O GRANULOMÉTRICO DE


LOS SUELOS
Métodos de análisis
El propósito del análisis mecánico o análisis granulométrico es determi-
nar el tamaño de las partículas o granos que constituyen un suelo y fijar, en
porcentaje de su peso total, la cantidad de granos de distintos tamaños que
contiene. El método más directo para separar un suelo en fracciones de
distinto tamaño consiste en hacerlo pasar a través de un juego de tamices.
Pero como la abertura de la malla más fina que se fabrica corrientemente
es de 0,07 mm, el uso de tamices está restringido al análisis de arenas limpias,
de modo que, si un suelo contiene partículas menores de dicho tamaño, debe
ser separado en dos partes por lavado sobre aquel tamiz.
La parte de suelo retenida por el tamiz es sometida al tamizado mientras
que, aquella demasiado fina para ser retenida por tamices y que ha sido
arrastrada por el agua, es analizada por medio de métodos de análisis gra-
nulométricos por vía húmeda, basados en la sedimentación o en la levigación.
Los métodos para efectuar análisis granulométricos por vía húmeda están
basados en la ley de Stokes, que fija la velocidad a que una partícula esférica
de diámetro dado sedimenta en un líquido en reposo. En el método que se
utiliza comúnmente en mecánica de suelos de 20 a 40 gramos de suelo arci-
oso o de 50 a 100 gramos de suelo arenoso, se mezclan con un litro de
agua, se agitan y se vierten en un recipiente. A intervalos de tiempo dados,
ART. 5 ANÁLISIS MECÁNICO O GRANULOMÉTRICO DE LOS SUELOS 19

se mide la densidad de la suspensión por medio de un hidrómetro especial.


El tamaño de las partículas más grandes, que aún quedan en suspen:
psc
al nivel del hidrómetro en un instante determinado, se calcula por: medio
de la ley de Stokes, mientras que con la densidad de la sua aa dicho
nivel se determina el peso de las partículas menores que ese tamaño,
el peso de las partículas que aún no han sedimentado por debajo da pr
en que se mide la densidad. El ensayo requiere varios días para su realización.
Por medio del análisis por vía húmeda se pueden separar las partículas
del suelo hasta un tamaño de 0,5 micrones. Las fracciones más finas pueden
separarse utilizando una centrífuga, pero los resultados de métodos tan refi-
nados son de interés solo en relación con investigaciones de carácter científico.
La agitación en agua trasforma a muchas arcillas en suspensiones que
no están formadas por partículas individuales sino por flóculos y, al efecto
de dividir dichos flóculos en granos individuales o sea dispersar el suelo, se
debe agregar al agua un agente defloculante. Los errores más comunes
que se cometen al efectuar análisis granulométricos por vía húmeda se
originan de una dispersión incompleta de las partículas del suelo.

Valores de D (mm)
Z al 001
Lu De
lalores de P (%/
82

0 E e 3
S

Log D (mn)
Fig. 5.1. Representación semilogarítmica de los resultados
del análisis granulométrico.

Los resultados del análisis granulométrico por vía húmeda no son estric-
tamente comparables con los obtenidos por tamizado, porque los granos
no son nunca esféricos; los más pequeños tienen, por lo común, forma de
escamas. Con el tamizado, lo que se mide es el ancho de la partícula, mien-
tras que la dimensión que se obtiene. por sedimentación es el diámetro de
L esfera que sedimenta a la misma velocidad que la partícula, diámetro
que puede ser mucho menor que el ancho de ésta.
La forma más conveniente para representar el análisis granulométrico
La proporciona el gráfico semilogarítmico indicado en la figura 5.1. En
éste, las abscisas representan el logaritmo del diámetro de las partículas, y
has ordenadas el porcentaje P en peso de los granos menores que el tamaño
indicado por la abscisa. Cuanto más uniforme es el tamaño de los granos,
tanto más inclinada es la curva; una línea recta vertical representa a un
polvo perfectamente uniforme.
La ventaja más importante de la representación semilogarítmica estriba
20 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUXLOS

en que las curvas granulométricas de suelos de igual uniformidad tienen


formas idénticas, cualquiera sea el tamaño medio de sus partículas y en
que, además, la distancia horizontal entre dos curvas de la misma forma
es igual al logaritmo de la relación entre los tamaños medios de los granos
de los suelos representados.
La figura 5.2 muestra varias curvas granulométricas típicas. La curva
a es una del tipo más común y se asemeja a la curva de frecuencia normal,
que representa una de las leyes fundamentales de la estadística. Como la
granulometría es un fenómeno estadístico, se han querido utilizar los térmi-
nos y los conceptos de la estadística para describir los resultados de los
análisis granulométricos, pero tales refinamientos no son aplicables a la mecá-
nica práctica de los suelos.

Fig. 5.2. Curvas granulométricas típicas. (a) Curva de frecuencia


normal; (b) y (e) curvas para suelos que tienen fracciones finas y
gruesas de distinta uniformidad; (d) y (e) curvas compuestas,

Si una muestra tiene una granulometría como la indicada en la figura


5.2a, la uniformidad de la fracción con granos mayores de Dso (correspon-
diente a P = 50 % es aproximadamente igual a aquella de la fracción menor
de Dso. Si la granulometría se asemeja a la indicada en b, la mitad gruesa
de la muestra es relativamente uniforme, mientras que los tamaños de los
granos menores varían entre límites extensos. Por el contrario, la curva repre-
sentada en c corresponde a un suelo en que la fracción más gruesa tiene
granos cuyos tamaños varían entre límites extensos y la más fina es más
uniforme. Las curvas representadas en d y e corresponden a suelos con
granulometrías compuestas.
Las curvas granulométricas de suelos residuales de formación geológica
ART. $. ANÁLISIS MECÁNICO O GRANULOMÉTRICO DE LOS SUELOS 21

reciente son comúnmente similares a la indicada en la figura 5.2b. A medi-


da que la edad geológica de un suelo aumenta, el tamaño medio de sus
granos disminuye a causa de la descomposición de sus elementos, y la curva
granulométrica se hace más suave (figura 5.2a). Las curvas granulomé-
tricas de suelos maduros se asemejan a la indicada en la figura 5.2c, aunque
granulometrías similares a las representadas en b y c son también comunes
en los suelos de origen glaciar o fluvioglaciar. La ausencia de granos de
tamaño medio en suelos sedimentarios con curvas granulométricas como la
de la figura 5.2d es común en las mezclas de arena y grava que fueron
depositadas por ríos de corriente rápida que llevaban en suspensión un
exceso de sedimentos. Se dice que las gravas de este tipo están pobremente
graduadas. Se puede obtener también una curva como la de la figura 5.2d
si se mezclan los materiales de dos capas diferentes antes de realizar el
análisis mecánico. Una quebradura neta en la curva granulométrica puede
también indicar que el suelo ha sido formado por el depósito simultáneo
de los sedimentos trasportados por dos agentes distintos. Por ejemplo, una
fracción del suelo pudo ser llevada por un río a un lago glaciar, mientras
que la otra fracción deriva del deshielo de bloques desprendidos del glaciar.
Se ve entonces que la forma de la curva granulométrica puede ayudar a la
determinación del origen geológico de un suelo y reducir así el riesgo de
errores en la i ión de los datos obtenidos mediante las perforaci

Representación abreviada de la granulometría


Cuando se tienen que proporcionar los resultados esenciales de los
análisis mecánicos de un gran número de suelos puede resultar conveniente
expresar las características granulométricas de cada suelo por medio de
valores numéricos indicativos de algún tamaño de grano característico y del
grado de uniformidad, o bien por medio de nombres o símbolos que pun-
tualizan la fracción de suelo predominante. El procedimiento más utilizado
es el conocido con el nombre de método de Allen Hazen. A raíz de un
gran número de ensayos realizados con arenas para filtros, Hazen (1892)
encontró que la permeabilidad de dichas arenas, en estado suelto, depende
de dos cantidades que denominó diámetro efectivo y coeficiente de unifor-
midad. El diámetro efectivo, Do, es el tamaño de partícula que corresponde
a P = 10 por ciento en la curva granulométrica, de modo que el 10% de
las partículas son más finas que Dyo y el 90 % más gruesas. El coeficiente
de uniformidad U es igual a Dso/D1o en que Ds es el tamaño de partícula
que corresponde a P = 60 por ciento.
Las experiencias de Hazen indujeron a otros investigadores a suponer,
en forma más o menos arbitraria, que las cantidades D,o y U eran también
apropiadas para expresar las características gramulométricas de los suelos
naturales de granulometrías mixtas, pero con el mejor conocimiento de las
propiedades de los suelos de granos finos se ha hecho evidente que las
características de éstos dependen principalmente de la fracción más fina que
P = 20 % y que puede resultar preferible seleccionar Dzo y Dzo como canti-
22 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

dades representativas. Sin embargo, las ventajas a obtener por este cambio
no son de importancia suficiente como para justificar la modificación de
una práctica bien establecida.
En el artículo 8 se describe el uso de símbolos para indicar las carac-
terísticas granulométricas.
Lecturas seleccionadas
Las diferentes técnicas utilizadas para realizar análisis mecánicos y otros ensayos de
clasificación se hallan descritas en Soil testing for engineers, T. W. Lambe (1951), New
York, John Wiley £ Sons, 165 págs.

ART. 6 AGREGADOS DE SUELO

Introducción
El término agregado se refiere al suelo mismo, en contraposición con
cada uno de sus elementos constituyentes. Cualitativamente, los agregados
de suelo pueden diferir en textura, estructura y consistencia. Cuantitativa-
mente, pueden diferir en porosidad, densidad relativa, contenido de hume-
dad y de gas, y también en consistencia. Los datos cualitativos se obtienen
en el terreno por inspección visual y sirven como base para preparar los
perfiles de las perforaciones y obtener otras informaciones que permitan
describir la sucesión de los estratos del subsuelo. Los datos cuantitativos
se obtienen por medio de ensayos de laboratorio o ensayos in situ. Sin estos
datos, toda descripción de un suelo resulta inadecuada.

Textura, estructura y consistencia


El término textura se refiere al grado de fineza y uniformidad del suelo
y se describe por medio de términos tales como harinoso, suave, arenoso,
áspero, etcétera, según cuál sea la sensación que produce al tacto.
El término estructura se refiere a la forma en que las partículas se
disponen dentro de la masa del suelo.
Los suelos de granos finos pueden ser estables aun cuando cada partícula
no toque a varias de sus vecinas. Si no existen partículas gruesas, el suelo
puede tener una estructura dispersa, en la cual todas las partículas están
orientadas paralelamente entre sí, o una estructura en castillo de naipes
o estructura floculenta, en la cual muchas de las partículas tienen contacto
borde contra cara (artículo 4). Si el suelo consiste en un arreglo suelto de
manojos de partículas, independientemente de la disposición de las par-
tículas dentro de lós manojos, se dice que tiene una estructura en nidos
de abejas.
Casi invariablemente, los suelos naturales de granos muy finos contienen
partículas más gruesas. Los granos gruesos alteran las estructuras descritas,
de modo que éstas raramente se encuentran en la naturaleza. En algunos
casos los granos gruesos forman un esqueleto con sus intersticios parcial-
ART. Ó AGREGADOS DE SUELO 23

mente llenos de un agregado relativamente suelto de los constituyentes más


finos del suelo. Esta disposición de las partículas se denomina estructura
en esqueleto y es, probablemente, la causa que explica la notable inesta-
bilidad de muchos suelos apenas cohesivos con partículas cuyos tamaños
están comprendidos entre 0,05 y 0,005mm (artículo 17). En las arcillas
blandas la inestabilidad de la estructura en esqueleto aparece disimulada
por la cohesión.
Algunos pocos suelos más bien excepcionales, que incluyen ciertas mar-
gas, consisten en una aglomeración de granos compuestos, relativamente
grandes, que forman a su vez un agregado de estructura granular o en nidos
de abeja. Los granos mismos están formados de un denso conglomerado
de partículas de limo o arcilla. Se dice que los suelos formados por dichos
conglomerados tienen una estructura en conglomerados. Tal tipo de estruc-
tura se ha encontrado tanto en los depósitos de arcillas residuales como en
las sedi Los procesos de su f
son todavía conocidos y pueden ser muy distintos para los diferentes suelos
No obstante, la influencia de la estructura en conglomerados en las propie-
dades ingenieriles de los suelos es siempre benéfica. A pesar de que los
suelos con este tipo de estructura son muy compresibles, su hinchamiento
como resultado de la descarga es imperceptible, y el amasado a contenido
de inalterado de humedad reduce su permeabilidad a una fracción pequeña
de la que tiene el mismo suelo “in situ” (Terzaghi 1958b, Fitz Hugh et
al., 1947). .
Todo sedimento contiene al menos un pequeño porcentaje de partícu-
las en forma de escamas o de discos. Cuando estas partículas sedimentan
de una suspensión, sus caras chatas tienden a mantener una posición hori-
zontal y, como consecuencia, en el sedimento dichas partículas están orienta-
das más o menos paralelamente a los planos horizontales. El aumento de
las presiones por el aporte de nuevos sedimentos acentúa más esta tendencia.
Cuando un sedimento contiene partículas orientadas, se dice que presenta
isotropía trasversal.
La inspección visual de la estructura de los suelos de granos finos o
muy finos no es practicable, de modo que se debe juzgar sobre la base de la
porosidad y de otras propiedades del suelo. Las arcillas resistentes pueden
contener agujeros tubulares dejados por raíces de plantas que se extienden
hasta varios metros por debajo de la superficie, o bien pueden estar divididas
por fisuras capilares en fragmentos prismáticos o irregulares que se separan
tan pronto como la presión de confinamiento desaparece. Los movimientos
relativos de las paredes de las fisuras producen pequeñas estrías y pulen
sus superficies, las que por su lisura reciben el nombre de espejos de fricción.
El origen, naturaleza e importancia práctica de tales defectos en los estratos
de suelo se tratan en el capítulo 7, parte III.
El término consistencia se refiere al grado de adherencia entre las par-
tículas del suelo y a la resistencia ofrecida a las fuerzas que tienden a defor-
mar o a romper el agregado de suelo. La consistencia se describe por medio
de palabras tales como duro, resistente, frágil, friable, pegajoso, plástico
24 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

y blando. Cuanto más se aproxima un suelo a las características de las arci-


llas, tanto mayor es la variedad de estados de consistencia en que puede
presentarse. El grado de plasticidad se expresa a veces por medio de los
términos graso y magro. Una arcilla magra es poco plástica, debido a la
presencia de una proporción grande de limo o arena.La consistencia de
las arcillas se trata con mayor extensión en el artículo 7.
Porosidad, contenido de humedad y peso unitario
La porosidad n es la relación entre el volumen de vacíos y el volumen
total del suelo, entendiéndose como volumen de vacíos aquella parte del
volumen total no ocupada por los granos. Si la porosidad se expresa en
porcentaje, se denomina porcentaje de vacíos.
La relación de vacíos e es la relación entre el volumen de los vacíos
y el volumen de los sólidos. Si
V = volumen total
V, = volumen total de vacíos,

nh (6.1a)

(6.1b)

La relación de vacíos y la porosidad están relacionadas por las fórmulas:


(6.2a)

n= ES (6.2b)
l+e

La porosidad de una masa estable no cohesiva de esferas iguales depen-


de de la forma en que éstas están dispuestas. En la disposición más densa posi-
ble, n es igual a 26 por ciento y en el estado más suelto a 47 por ciento. La
porosidad de un depósito natural de arena depende de la forma de sus
granos, de la uniformidad del tamaño de éstos y de las condiciones de
sedimentación, y varía entre extremos que se extienden de 25 a 50 por ciento,
El efecto que la forma de los granos ejerce sobre la porosidad de los
agregados de suelo puede ser ilustrado mezclando varios porcentajes de
mica con arena angular uniforme. Si los porcentajes en peso de mica en
las mezclas se hacen iguales a 0, 5, 10, 20 y 40 por ciento, las porosidades
resultantes, cuando las mezclas son vertidas en forma suelta en un reci-
piente, alcanzan respectivamente a 47, 60, 70, 77 y 84 por ciento (Gilboy
1928). La porosidad de las arcillas naturales blandas, que contienen un
ART. Ú AGREGADOS DE SUELO 25

porcentaje apreciable de partículas lajosas, varía comúnmente entre el 30


y el 60 por ciento, pudiendo aun exceder el 90 por ciento. La gran influencia
que sobre la porosidad ejerce la forma de los granos y el grado de unifor-
midad hace que la porosidad por sí misma no proporcione una indicación
de si un suelo es suelto o denso. Dicha información puede obtenerse solo
por comparación entre la porosidad de un suelo dado y las porosidades de
ese mismo suelo en sus estados más denso y más suelto posibles. El estado
de densidad de los suelos arenosos puede ser expresado numéricamente por
medio de la densidad relativa D,, definida por la ecuación:

(6.3)

en la que:
relación de vacíos del suelo en su estado más suelto, estable;
= relación de vacíos en el estado más denso que puede obtenerse
en el laboratorio;
relación de vacíos del suelo natural en el terreno.
J
o

Para llevar una arena mediana o gruesa a su estado más suelto posible,
correspondiente a una relación de vacíos eo, la arena es primero secada y
luego vertida desde una altura muy pequeña dentro de un recipiente. Las
arenas finas y muy finas pueden, en ciertas circunstancias, ser llevadas a
su estado más suelto mezclando una muestra con suficiente agua para tras-
formarla en una espesa suspensión que después se deja sedimentar. El valor
de eo es igual a la relación de vacíos del sedimento obtenido. En otros
casos, el estado más suelto se puede obtener depositando cuidadosamente
arena ligeramente húmeda, de modo tal que las fuerzas capilares den lugar
a una estructura en nido de abeja, para después permitir el ascenso lento
del nivel del agua a fin de producir el derrumbe de la estructura inestable.
El estado más denso se obtiene por vibración prolongada bajo una pequeña
carga vertical a una frecuencia de 20 a 30 ciclos por segundo.
La densidad relativa de la arena tiene un significado bien definido, ya
que su valor es prácticamente independiente de la presión estática a que
el material está sometido. Depende principalmente del procedimiento utili-
zado para sedimentarlo y compactarlo. Por el contrario, el grado de densi-
dad de las arcillas y de otros suelos cohesivos depende en forma primordial
de las cargas que éstos han soportado y, en algunos casos, de la velocidad
con que las cargas fueron aplicadas. Por ello el grado de densidad de los suelos
cohesivos es reflejado en forma más clara por medio del índice de liquidez 1,
(artículo 7).
El contenido de humedad w de un suelo se define como la relación
entre el peso del agua contenida en el suelo y el peso del suelo seco, y
se expresa comúnmente en porcentaje. En las arenas y otros suelos situados
por arriba de la napa freática, parte de los vacíos pueden estar ocupados
26 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

por el aire y, si €, representa el volumen de agua por unidad de volumen


de materia sólida, la relación:

5, (1) = 10% (6.4)


expresa el grado de saturación.
El grado de saturación de las arenas es comúnmente descrito por medio
de los términos seca, húmeda, o mojada, La tabla 6.1 da una lista de tales
términos y de los correspondientes grados de saturación. La nomenclatura
allí indicada se aplica de preferencia a las arenas y suelos muy arenosos, ya
que ciertas arcillas en un estado de desecación representado por S, = 90
pueden ser tan duras que a primera vista serían clasificadas como secas.

Tabla 6.1
Grado de saturación de las arenas

Condición de la arena Grado de saturación (%)

Seca
Ligeramente húmeda
Húmeda
Muy húmeda
Mojada
Saturada

Las arenas gruesas situadas por arriba de la napa freática, por lo general,
están ligeramente húmedas. Las arenas finas o limosas se hallan muy húme-
das, mojadas o saturadas. Las arcillas casi siempre están completamente
saturadas o casi saturadas, salvo la capa superficial que está sujeta a las
variaciones de temperatura y humedad que se producen en las distintas
estaciones del año *. Si una arcilla contiene gas, éste se presenta en forma
de burbujas esparcidas por todo el material, burbujas que pueden estar
compuestas de aire que entró en el depósito durante su sedimentación o de
gas producido más tarde por procesos químicos tales como la descomposi-
ción de materia orgánica. El gas puede encontrarse bajo una presión sufi-
cientemente grande como para hacer experimentar a la arcilla un hincha-
miento enérgico, a contenido de humedad constante, cuando se disminuye
la presión de confinamiento. La determinación del contenido de gas de
una arcilla es una tarea muy difícil, si no imposible, que requiere un equipo
especial, no siendo, desde ningún punto de vista, un ensayo de rutina.
* La discusión se refiere esencialmente a las arcillas marinas de origen glaciar,
pues existen muchos suelos de origen esco, fluvial o eólico fluvial, que se clafican
e y que por encima del nivel freático están solo saturados parcialmente
N. del T.).
ART. Ú AGREGADOS DE SUELO 27

El peso unitario de un agregado de suelo se define como el peso del


agregado (suelo más agua) por unidad de volumen. Depende del peso de los
elementos sólidos, de la porosidad y del grado de saturación. Puede calcu-
larse en la siguiente forma:
Tabla 6,2*
Pesos específicos absolutos de los elementos sólidos más importantes de los suelos

g/cm g/em

Yeso 2,32 Dolomita 2,87


Montmorillonita ** 24 Aragonita 2,94
2,56 Biotita 3,03,1
Caolinita 2, Augita 323,4
ita ** 28 Hornblenda 3,23,5
Clorita 2,6-3,0 Limonita 38
Cuarzo 2,66 Hematita hidratada 43+
Talco 2,7 Magnetita 5,17
Calcita 2,12 Hematita 52
Muscovita 2,8-2,9

* Datos tomados de E. S. Larsen LL Berman (1934).


*2 Valores teóricos calculados sobre la base de los pesos atómicos de los elementos
del reticulado cristalino (según R. E. Grim).

Sea:
Y» = término medio de los pesos específicos absolutos de los elementos
sólidos.
Yu = peso específico del agua = 1 gr/cm?
li Becosidad (expresada enmo una relación)
El peso unitario del suelo seco (S, = 0 %) es:
Ye = (1—nm) y (6.5)
y el peso unitario del suelo saturado (S, = 100 %):
Y= (LM Y + Mo = Ya — 1 (Y — Yu) (6.6)
La tabla 6.2 proporciona el peso específico absoluto de los principales
elementos que constituyen la parte sólida de los suelos. Para los granos de
arena, el término medio de los pesos específicos absolutos es generalmente
2,65 gramos por centímetro cúbico y para las arcillas varía entre 25 y 29
gramos por centímetro cúbico, con un término medio estadístico de 2,7.
En la tabla 6.3 se indican las porosidades y los pesos unitarios de suelos
típicos saturados, incluyéndose además para los suelos arenosos su peso
unitario seco. Los pesos unitarios han sido calculados en base a un peso
específico absoluto y, = 2,65 gramos por centímetro cúbico para los suelos
28 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

arenosos y de 2,70 gramos por centímetro cúbico para las arcillas. Los
valores tabulados deben considerarse solo como aproximados y, en casos
prácticos, antes de efectuar los cálculos finales, hay que determinar expe-
rimentalmente el peso unitario del suelo en estudio.

Tabla 6.3
Porosidad, relación de vacíos y peso unitario de suelos típicos en estado natural

e Peso uni-
Poro- y nido tario
y Relación
Descripción del suelo sidad do vacios de hu
(%) . w ” Y
(%) g/em
1. Arena uniforme, suelta 46 0,85 32 1,43 1,89
2. Arena uniforme, den:a 34 0,51 19 1,75 2,09
3. Arena graduada, suelta 40 0,67 25 1,59 1,99
4. Arena graduada, densa 30 0,43 16 1,86 2,16
5. Morena glaciar con partículas
de todo tamaño 20 025 9 2,12 2,32
6. Arcilla glaciar blanda 55 1,2 45 . 1,77
TL. Arcilla laciar resistente 37 0,6 22 2,07
EN ligeramente orgánica — 68 19 70 158
9. Arcilla blanda muy orgánica 75 30 10 143
10. Bentonita blanda 84 52 194 1,27

w = contenido de humedad del suelo saturado, en por ciento del peso del suelo seco.
peso unitario del suelo seco.
peso unitario del suelo saturado.

Problemas
Una muestra de arcilla saturada 1528 gramos en su estado natural y 1053
granos spués de secada, Determinar el contenido natural de humedad. Si el peso
luto de los elementos sólidos es de 2,7 gramos por centímetro cúbico, ¿cuál
es la relación de vacios, la porosidad y el peso unitario?
Solución: w = 45,0
%; e = 1,22;
n = 0,55; y = 1,78 g/cm.
2. Una muestra de arcilla muy dura tiene en estado natural un peso de 129,1
gramos y un volumen de 56,4 centímetros cúbicos. Una vez secada a estufa, su peso se
reduce a 121,5 gramos. Si el peso específico absoluto de sus elementos sólidos es de 2,7
gramos por centímetro cúbico, ¿cuál es su contenido de humedad, relación de vacíosy
grado de saturación?
Solución: w = 6,3 %; e = 0,25; S, = 0,87.
3. Según determinaciones efectuadas en el terreno, el peso unitario de un terraplén
de arena es 1800 kg por metro cúbico y su contenido de humedad de 8,6 %. Determina-
ciones de laboratorio indicaron relaciones de vacios iguales a 0,642 y 0,462 los
estados más sueltos
ny más densos de dicha arem, respectivamente, Yi los elementos
sólidos tienen un ífico absoluto de 2,60 gramos por centímetro cúbico, ¿cuál
es la relación de vacios dal teraplén y su densidad selaiva?
Solución: e = 0,575; D, = 07.
ART. 7 CONSISIENCIA Y SENSIBILIDAD DE LAS ARCILLAS 29

4. Una arena cuarcítica q cuando está seca, 1550 kg. por metro cúbico. ¿Cuál
es su peso unitario cuando est da?
Solución: y = 1980 kg. por metro cúbico.
5. Por inmersión en mercurio se determinó que una muestra de arcilla limosa tenía
un an de 14,88 centímetros cúbicos. Con el contenido natural de ae su peso
es de 28,81 gramos y después de secada a estufa de 24,83 gramos. El peso especifico
Solano a iraterial es de 2,70 gramos por centímetro cúbico. Clcles relación de
vacíos y el grado de saturación de la muestra.
Solución: e = 0,62; S. = 70%.
mn los valores de las porosidades n de los suelos de la tabla 6.3, contrólense
los e el contenido de humedad 1 y del peso unitario y. Para los suelos 1 a 5, Y. =
2,65 gramos Al centímetro cúbico; para los suelos 6 a 10, y. = 2,70 gramos por
centímetro cúl

ART. 7 CONSISTENCIA Y SENSIBILIDAD DE LAS ARCILLAS

Consistencia y sensibilidad de los suelos inalterados


La consistencia de las arcillas y de otros suelos cohesivos se describe
comúnmente con los términos blando, compacto, resistente y duro. La medi-
da cuantitativa más directa de la consistencia es la resistencia a la compre-
sión simple (no confinada) de muestras prismáticas o cilíndricas del suelo,
y la tabla 7.1 proporciona los valores de dicha resistencia para varios grados
de consistencia*.
Las arcillas “comparten con muchas otras sustancias coloidales la pro-
piedad de perder resistencia por ablandamiento cuando son amasadas a un
contenido inalterado de humedad. El ablandamiento de una arcilla amasada

Tabla 7.1
Consistencia de las arcillas saturadas en función de la resistencia
a la compresió: simple*

ddtenda
Consistencia Resistencia
sionde qea laen compresión
Leer
Muy blanda menos de 0,25
Blanda 0,25—0,5
Medianamente compacta
Compacta
Muy compacta
mayor de 4,0

* La resistencia a la compresión simple resulta significativa en los suelos arcillo:o>


saturados uniformes, como lo son, entre otros, la mayoría de las arcillas marinas de
origen glaciar. Existen, empero, muchos suelos arcillosos de otro origen (residual, eólico-
fluvial, ete) en los qué por falta de uniformidad en su masa, porque contienen cepitas
de arena o un sistema desarrollado de microfisuras, dicha resistencia no es necesariamente
representativa: En estos casos la forma más aproximada de medir la consistencia en el
laboratorio es por medio de ensayos triaxiales no drenados (N. del T.).
30 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

se debe probablemente a dos causas distintas: a), la destrucción del orde-


namiento en que están dispuestas las moléculas de las capas adsorbidas, y
b), la destrucción de la estructura formada por las partículas durante el
proceso de sedimentación. Aquella parte de la pérdida de resistencia que
se debe al desordenamiento de las capas adsorbidas puede ser gradual-
mente recuperada si la arcilla permanece en reposo, a contenido de humedad
constante, después del amasado. El resto, causado probablemente por una
alteración permanente de la estructura, es irreversible a menos que se reduzca
el contenido de humedad del suelo. La importancia que cada una de estas
partes tiene en la estructuración de la resistencia de las arcillas inalteradas
es muy distinta para las diferentes arcillas.
El término sensibilidad se refiere al efecto que el amasado produce
sobre la consistencia de las arcillas'saturadas, independientemente de la natu-
raleza física de las causas del fenómeno. El grado de sensibilidad es diferente
para las distintas arcillas y puede también diferir en una misma arcilla según
cuál sea su contenido de humedad. Si una arcilla es muy sensitiva, un desli-
zamiento de cualquier naturaleza puede trasformarla en una masa de trozos
lubricados capaces de deslizar con un talud suave, mientras que un desli-
zamiento similar en una arcilla de baja sensibilidad, solo produce una defor-
mación local. El cambio de consistencia producido por la alteración de una
arcilla sensitiva trae siempre aparejado un cambio de su permeabilidad.
El grado de sensibilidad S; de una arcilla saturada se expresa por la rela-
ción entre la resistencia a la compresión simple de una muestra inalterada y la
resistencia de la misma muestra después de amasada a contenido de hume-
dad constante, es decir:

resistencia a la compresión simple de la arcilla inalterada


(7.7
$: resistencia a la compresión simple de la arcilla amasada
Los valores de S, están comprendidos entre 2 y 4 para la mayoría de
las arcillas saturadas. Para arcillas sensitivas varían entre 4 y 8. No obstante,
existen arcillas extrasensibles con valores de S; comprendidos entre 8 y 16,
habiendo lugares con arcillas que tienen una sensibilidad aún mayor, las que
se conocen como arcillas fluidas. Estos altos grados de sensibilidad pueden
reconocer como causa una estructura en nido de abeja bien desarrollada, una
estructura en esqueleto, o bien el lavado por lixiviación de arcillas blandas
glaciares que fueron depositadas en agua salada y subsecuentemente emergi-
das por levantamiento (artículo 4). Las arcillas fluidas de Escandinavia y del
Valle de San Lorenzo en Canadá son de este tipo. En cambio, las arcillas
extrasensitivas de la ciudad de México derivaron de la descomposición de
ceniza volcánica.
La resistencia de algunas arcillas saturadas después de amasadas puede
resultar tan baja como para imposibilitar la confección de una probeta, a
causa de que experimenta una deformación excesiva bajo su propio peso.
En tales circunstancias, el grado de sensibilidad S; puede evaluarse sompa-
rando la resistencia, inalterada y amasada, determinada por otrós procedi-
ART. 7 CONSISTENCIA Y SENSIBILIDAD DE LAS ARCILLAS 31

mientos, como ensayos con la veleta, también llamado el aparato de paletas


o molinete (artículo 44).
Consistencia de los suelos amasados
Después que un suelo cohesivo ha sido amasado, su consistencia puede
ser variada a voluntad, aumentando o disminuyendo su contenido de hume-
dad. Así, por ejemplo, si se reduce lentamente el contenido de humedad
de un barro arcilloso líquido, la arcilla pasa gradualmente del estado líquido
al estado plástico y finalmente al estado sólido. El contenido de humedad
a que se produce el paso de un estado al otro es muy distinto para las
diferentes arcillas de modo que puede ser utilizado para identificar y
comparar las arcillas entre sí. Sin embargo, la transición de un estado al
otro no ocurre en forma abrupta, tan pronto se alcanza un contenido de
humedad crítico, sino en forma muy gradual. Por esta razón, todo ensayo
para establecer un criterio con respecto a los límites que separan estados
de consistencia diferentes, lleva consigo algunos elementos arbitrarios.
El método que ha resultado más apropiado a los propósitos del inge-
niero fue tomado de la agronomía y sé conoce como el método de Atterberg.
Los contenidos de humedad que corresponden a los límites entre los distintos
estados de consistencia se conocen también como límites de Atterberg
(Atterberg 1911).
El límite líquido, L,,, es el contenido de humedad, en porciento del peso
del suelo seco para el cual dos secciones de una pasta de suelo, con las
dimensiones indicadas en la figura 7.1, alcanzan apenas a tocarse sin unirse
cuando la taza que las contiene es sometida al impacto de un número fijo
de golpes verticales secos. Como la ecuación personal tiene una influencia
importante en los resultados del ensayo, se utiliza para ejecutarlo un aparato
mecánico normalizado (A. Casagrande, 1932a).
El límite plástico, P.o, o límite inferior del estado plástico, es el contenido
de humedad para el cual el suelo comienza a fracturarse cuando es amasado
en pequeños cilindritos, haciendo rodar la masa de suelo entre la mano y
una superficie lisa.
Los informes de los resultados de ensayos de límite plástico deben
indicar también si los cilindritos antes de fracturarse eran muy resistentes,
como en el caso de las arcillas muy grasas; moderadamente resistentes, como
en el caso de las arcillas glaciares comunes; o débiles y esponjosos, como en
el caso de las arcillas orgánicas y las inorgánicas micáceas

¡Bor

Fig. 7.1. Corte de la taza para determinar el límite líquido con la


pasta de suelo (según A. Casagrande).
32 PROPIEDADES ÍND!CE DE LOS SUELOS

El límite de contracción, S., o límite inferior de cambio de volumen,


es el contenido de humedad por debajo del cual una pérdida de humedad
por evaporación no trae aparejada una reducción de volumen. Cuando el
contenido de humedad pasa por debajo del límite de contracción el suelo
cambia de color, tornándose más claro.
Los contenidos de humedad comprendidos entre los límites líquido y
plástico se llaman contenidos de humedad de la zona plástica del suelo y
la diferencia entre el límite líquido y el límite plástico, índice de plasticidad,
L,. A medida que el contenido de humedad de un suelo cohesivo se aproxima
más al límite inferior P., de la zona plástica, mayor es su resistencia y com-
pacidad. La relación:
w—Po
ER
se Mama índice de liquidez de suelo. Cuando el contenido de humedad es
mayor que el límite líguido, índice de liquidez mayor que 1, el amasado
trasforma al suelo en una espesa pasta viscosa. En cambio, si el contenido
es menor que el límite plástico, índice de liquidez negativo, el suelo no
puede ser amasado. La resistencia a la compresión simple de las arcillas
inalteradas uniformes con un índice de liquidez cercano a la unidad varía
comúnmente entre 0,3 y 1,0 kg/cm?; en aquellas con un índice de liquidez
cercano a 0, dicho valor está comprendido, en general, entre 1 y 5 kg/cm?.
Además de los límites de Atterberg, el conocimiento de la resistencia
de la arcilla seca es útil para la identificación y comparación de los suelos
cohesivos. La resistencia de muestras de arcillas secadas al aire varía entre
unos 2 y más de 200 kg/cm? y un experimentador acostumbrado puede
distinguir grados de resistencia muy baja, baja, mediana, alta y muy alta
cuando toma un fragmento angular de suelo y lo aprieta entre los dedos.
Una arcilla tiene resistencia seca mediana cuando al apretar un trozo entre
los dedos éste puede reducirse a polvo solo con un gran esfuerzo. Los
fragmentos de muy alta resistencia no pueden ser fracturados, mientras que
los de resistencia muy baja se desi muy fácil Los
deben obtenerse moldeando una probeta cilíndrica de unos 2 a 3cm de
diámetro e igual altura, con una pasta de suelo con contenido de humedad
cercano al límite líquido. Después que la probeta se ha dejado secar al aire,
se rompe en pedazos y los fragmentos a examinar se seleccionan de la parte
interior de aquélla.

Gráfico de las plasticidades


Se ha observado (A. Casagrande 19324) que muchas de las propiedades
de las arcillas y de los limos, como su resistencia seca, su compresibilidad,
su reacción a un ensayo de sacudimiento y su consistencia cerca del límite
plástico, pueden relacionarse con los límites de Atterberg por medio del
gráfico de las plasticidades (fig. 7.2). En este gráfico, las ordenadas repre-
sentan el índice plástico 1,, y las abscisas el correspondiente límite líquido Lv.
ART. 7 CONSISTENCIA Y SENSIBILIDAD DE LAS ARCILLAS 33

El gráfico está dividido en seis regiones, tres de ellas situadas por encima
de la línea A y las otras tres por debajo. El grupo al cual pertenece un
suelo dado viene determinado por el nombre de la región que contiene
el punto que representa los valores de L,, e I,, para dicho suelo. Todos los
puntos que representan las arcillas inorgánicas están situados por encima
de la línea A, mientras que todos los puntos que representan los limos
inorgánicos están situados por debajo, de modo que si se sabe que un suelo
es i ico puede ser clasificado con el simple im de los valo-
res de ly y Lu. Sin embargo, los puntos que representan las arcillas orgá-
nicas están normalmente situados en la misma región que les corresponde
Límile liquido Lw
> J0__20 Jo _40 50 _ 00 zo _ eo 30 100

0 L 4."50
Arcillas ¡norgáncas
22 o |
Y
3 Luz 30
g0tr
73
El
y
€ oo | Acillas inorgón-
Y cas de baja
Ss plaslicida.
1 E Suelos no
cobesivos
limos inorgánicos / Vimos inorgánicos de mediana
de baja compresibilidad compresibilidad
y limos orgánicos
Fig. 7.2. Cráfico de las plasticidades (según A. Casagrande).

a los limos inorgánicos de alta compresibilidad, y los puntos que representan


los limos orgánicos en la zona de los limos inorgánicos medianamente compre-
sibles, pero este inconveniente es en general fácilmente salvable, ya que los
suelos orgánicos se distinguen por su olor característico y por ser además
de colores oscuros. En casos de duda, se debe determinar el límite líquido
del material fresco y además el que le corresponde después de secado a
estufa. Si el secado a estufa disminuye el valor del límite líquido en un
30% o más, el suelo puede usualmente ser clasificado como orgánico, aun
cuando en algunos casos otros componentes, como el mineral arcilloso halloy-
sita, se caracterizan también por bajar el límite líquido.
Además, si un suelo inorgánico y otro orgánico están representados en
la figura 7.2 por el mismo punto, la resistencia del material seco es muy
superior en el caso del suelo orgánico que en el inorgánico.
34 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

La experiencia ha demostrado que los puntos que representan los resul-


tados obtenidos de diferentes muestras de un mismo estrato de suelo definen
una línea recta aproximadamente paralela a la línea A, y que, a medida
que aumenta el límite líquido de las muestras, aumenta también su plastici-
dad y su compresibilidad*.
«09

A)

Sa)

Líquido
Fig. 7.3. Relación entre límite líquido e es ¡miss para suelos típicos
(según A. Casagran:

La resistencia del suelo seco en el caso de las arcillas situadas por


encima de la línea A aumenta de mediana, para muestras con límite líquido
menor de 30, a muy alta para muestras con límite líquido superior a 100.
Por el contrario, si la línea que representa un estrato está situada muy por
debajo de A, la resistencia de los suelos secos con límite líquido menor
de 50 es muy baja y solo llega a ser mediana para materiales con límites
pgridos del orden de 100 por ciento. Estas relaciones indican entonces que
ia de suelos i icos secos de d y que
Debe entenderse que de dos suelos idénticos
en todos los demás
pur de vacios es más compresible aquel que tiene mayor mit Nut
ART. 8 CLASIFICACIÓN DE LOS SUELOS 35

tienen el mismo límite liquido aumenta en forma general con el índice


de plasticidad.
La figura 7.3 muestra la ubicación, dentro del gráfico de las plastici-
dades, de varios tipos de arcillas bien definidas.
Las muestras que se requieren para efectuar los límites de Atterberg
no necesitan ser inalteradas, pero a pesar de ello y del estado aún elemental
de nuestro conocimiento de las propiedades de los suelos, de dichos ensayos
se pueden derivar una cantidad de datos esenciales. Por ello, la investiga-
ción de relaciones estadísticas entre los límites de Atterberg y las otras
propiedades físicas de los suelos cohesivos constituye uno de los campos
más promisorios para el avance del conocimiento de la física del suelo, ya
que toda nueva relación bien establecida aumenta la extensión de las con-
clusiones que pueden derivarse de los resultados de dichos ensayos. Las
figuras 13.6 y 14.3 muestran dos relaciones útiles de este tipo.
Lecturas seleccionadas
El estudio clásico de los límites de Atterberg para propósitos de la ingeniería se
debe a A. Casagrande: on the Atterberg limits of soils”, Public (19820)
vol. 13, págs. 181 a 136.

ART. 8 CLASIFICACIÓN DE LOS SUELOS


Importancia práctica de la clasificación de los suelos
Desde el instante mismo en que las propiedades físicas de los suelos se
tornaron en un motivo de interés, se ha querido, con frecuencia, correlacio-
nar los resultados de simples ensayos de clasificación con las constantes del
suelo necesarias para resolver los problemas de la práctica. La mayoría de
estas correlaciones se remiten a las características granulométricas. No obs-
br los intentos para fundamentar sistemas de clasificación exclusivamente
n la ás han ducido a 1 Así,
na ejemplo, las tentativas efectuadas para determinar el coeficiente de
permeabilidad de los suelos partiendo de los resultados del análisis mecáni-
co han fracasado porque la permeabilidad depende, en gran parte, de la
forma de los granos, la cual puede ser muy diferente aun para suelos que
tengan granulometrías idénticas. Además, es generalmente más económico
y más exacto realizar un ensayo de permeabilidad que efectuar un análisis
nico.
Asimismo, se ha sostenido que la fricción interna de las arenas bien
graduadas compactadas es mayor que la que corresponde a arenas uniformes
en la misma condición. Si bien hay evidencias prácticas, por determina-
ciones efectuadas in situ, que indican que esta aseveración quizá sea correc-
ta, hay que recordar que el ángulo de fricción interna de una arena (véase
artículo 17) depende no solo de las características granulométricas sino
también de la forma de los granos y de la rugosidad de sus superficies. Así,
por ejemplo, los ángulos de fricción interna de dos arenas de granulometrías
idénticas pueden ser muy diferentes. La verdad es que hasta el presente
36 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

no se ha obtenido ninguna relación bien definida entre granulometría y


ángulo de fricción interna. Los ensayos ejecutados para correlacionar las
características granulométricas de los suelos finos, como los limos y las arci-
llas, con la fricción interna, han sido aún menos felices. La causa de estos
fracasos viene ilustrada en la figura 8.1.
La curva gruesa superior de la figura 8.1 representa lo que se conoce
como la curva de frecuencia granulométrica de las arcillas glaciares del
sudeste de Canadá, dibujada sobre abscisas que representan los logaritmos
del tamaño de los granos. El área de la faja rayada situada entre dos tamaños
cualesquiera, por ejemplo 2 micrones y 1 micrón, representa el porcentaje
de partículas de suelo comprendidas entre esos dos tamaños que existe en
el peso total de arcilla seca. El diagrama indica que la fracción macroscó:
pica (mayor de 0,06 milímetros) se compone esencialmente de cuarzo, como
ocurre en la mayoría de las arcillas. La fracción microscópica (0,06 a 0,002
milímetros) consta en parte de cuarzo y calcita, y en parte de escamas de
mica. El contenido de mica de esta fracción es muy diferente para las dis-

Curva de frecuencia
granulomélrica
Superficie folal
y. %
AS
Hontmorillenita
100 26.10 / 3g2qr 00200
Tamaño de grano d en micrones (escala log)
Fig. 8.1. Granulometría y composición mineralógica de una arcilla glaciar marina
(según R, E. Grim),

tintas arcillas y tiene influencia decisiva sobre la compresibilidad y otras


propiedades del material. En el caso en consideración, la fracción colvidal
(menor de 0,002 milímetros) se compone casi exclusivamente de montmo-
rilonita, pero en otras arcillas puede estar formada de caolinitas o ilitas o
mezclas de éstas. Como las propiedades físicas de una arcilla dependen
en gran parte del tipo de mineral arcilloso que predomina en la fracción
coloidal y de las sustancias presentes en sus capas de adsorción (artículo 4),
se ve que dos arcillas granulométricamente idénticas pueden ser muy dis-
tintas en otros aspectos.
A causa de estas circunstancias, solo en el caso de suelos de una misma
categoría y del mismo origen geológico —por ejemplo, todas las arcillas y
todas las arenas ubicadas en zonas limitadas—, se han podido establecer
relaciones estadísticas bien definidas entre la granulometría y las propie-
dades físicas de los suelos, como su fricción interna. En tales regiones la
granulornetría puede ser y es utilizada como elemento de juicio para apreciar
las propiedades significativas de los suelos, pero su extensión fuera de los
ART. 8 CLASIFICACIÓN DE LOS SUELOS 37

límites indicados no es aconsejable, pues se corre el riesgo de cometer


errores importantes.
Como las propiedades de los suelos de granos finos se pueden relacionar
de una manera general con su plasticidad, es preferible fundamentar su
clasificación en los límites de Atterberg que hacerlo en función de la granu-
lometría. La clasificación de los suelos mixtos que contienen tanto fracciones
gruesas como finas debe basarse no solo en las características granulomé-
tricas de la fracción gruesa sino también en la plasticidad de las fracciones
finas y muy finas.

Clasificación basada en la granulometría


A pesar de sus limitaciones, las clasificaciones de suelos basadas en las
características granulométricas tienen amplio uso, especialmente para des-
cripciones generales o preliminares. En estos tipos de clasificación se acos-
tumbra asignarles nombres de suelos, tal como “limo” o “arcilla”, a las dife-
rentes fi l Las ii más li. acep-
tadas se muestran en forma gráfica en la figura 8.2. Desde un punto

Arcilla

Limo Arcilla

Coloidal

1
£l límite siperior del famaño arcilla
embargo algunas orpanizaciones se cambié en/335
de G.005mm a G002mm. Si
fécnicas relienen fodavía, el Valer original
de
“mm.
Fig. 8.2, Clasificación de suelos basada en la granulometría.

de vista ingenieril, la clasificación del M.L.T. es preferible a las otras (Glossop


y Skempton, 1945). En muchos casos, los informes con respecto a la calidad
del suelo y a su comportamiento no incluyen más que el análisis granulo-
métrico de la fracción gruesa y el porcentaje del total que pasa el tamiz
200, que abarca todas las partículas menores de 0,074 milímetros. La par-
tícula de tamaño 0,074 milímetros es un poco mayor de 0,06 milímetros,
que en la clasificación M.I-T., separa la arena fina del limo.
38 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

Todo sistema de clasificación basado solamente en la granulometría


puede conducir a errores, pues las propiedades físicas de la fracción más
fina de los suelos dependen de otros factores ajenos al tamaño de los granos
(véase artículo 4). Por ejemplo, en función de cualquiera de las convencio-
nes comúnmente aceptadas que indica la figura 8.2, un suelo formado de
granos de cuarzo de tamaño coloidal debería ser clasificado como arcilla,
cuando en realidad no tiene el más remoto parecido con dicho material.
Por eso si los términos “limo” o “arcilla” son utilizados para indicar tamaños
de partículas deben ir acompañados de la palabra “tamaño” en expresiones
tales como “partículas de tamaño de arcilla”. Además, como las clasifica-
ciones granulométricas no han sido aún normalizadas, dichas expresiones
deben ir acompañadas de valores numéricos que indiquen los límites del
tamaño de las partículas que abarcan.
Salvo pocas excepciones, los suelos naturales consisten en una mezcla
de dos o más fracciones granulométricas, de modo que, en función de su

2 limo
Fig. 8.3. Gráfico del Public Roads para la clasificación de suelos.

granulometría, un suelo natural puede identificarse con los nombres de sus


componentes principales, tales como “arcilla limosa” o “limo arenoso”, o
bien se le puede asignar un símbolo que lo identifique con una de varias
mezclas normales de las distintas fracciones granulométricas.
La identificación de los suelos por medio de los nombres de sus elemen-
tos principales se simplifica con el uso de diagramas, como el adoptado
por el Bureau of Public Roads, figura 8.3 (Rose, 1924), en el cual cada uno
de los tres ejes coordenados sirve para representar una de las tres fracciones
granulométricas: arena, limo y arcilla. El diagrama está dividido en zonas
y a cada zona se le asigna un nombre. Las tres coordenadas de un punto
representan los porcentajes de las tres fracciones presentes en un suelo cual-
quiera y determinan la zona a la cual pertenece. Por ejemplo, un suelo
mixto, compuesto de 20 por ciento de arena, 30 por ciento de limo y 50
ART. 8 CLASIFICACIÓN DE LOS SUELOS 39

por ciento de arcilla, viene representado por el punto S y es clasificado


como arcilla,
La identificación de un suelo dado, por comparación con mezclas nor-
males, puede efectuarse rápidamente por medio de curvas granulométricas
tipo dibujadas en papel trasparente en un gráfico tipo. En dicho gráfico,
cada curva granulométrica lleva un símbolo de identificación. Para clasificar
un suelo real, se coloca el gráfico tipo sobre el papel en que ha sido dibu-
jada la curva granulométrica y se le da al suelo el símbolo de la curva tipo
que más se parece al mismo.

Sistema unificado de clasificación de suelos


La naturaleza poco satisfactoria de la mayoría de los sistemas de clasi-
ficación condujo a una revisión crítica del problema (A. Casagrande, 1948)
y a la proposición del Sistema Unificado de Clasificación de Suelos, el que
fue adoptado por el cuerpo de ingenieros del ejército de Estados Unidos,
por el U.S. Bureau of Reclamation y subsecuentemente por muchas otras
organizaciones de aquel país y del resto del mundo (U.S.B.R., 1963).
Según este sistema, los suelos se dividen en tres grupos principales: de
grano grueso, de grano fino y altamente orgánico (suelos-turbas).
Los suelos-turbas se fácih por las ísticas anota-
das en el artículo 2, Para separar los suelos de granos gruesos de los de
granos finos se adopta el tamiz 200 (0,074 mm). En el terreno, la sepa-
ración se realiza observando si las partículas individuales pueden o no ser
distinguidas a simple vista. Si se juzga que más del 50% en peso del suelo
consiste en granos que pueden distinguirse separadamente, aquél se consi-
dera de grano grueso.
Los suelos de granos gruesos se dividen en gravas (G) y arenas (S)
según tengan más o menos del 50% de granos visibles retenidos en el
tamiz N? 4 (mayores de 1 mm). A su vez, cada uno de estos tipos de suelos
se divide en cuatro grupos:
W: bien graduados (coeficiente de uniformidad U > 4); limpios
(< 5% que pasa el tamiz 200: partículas menores de 0,074 mm).
P: pobremente graduados (con granulometría discontinua, o U < 4
para gravas ó 6 para arena); limpios (< 5% de partículas meno-
res de 0,074 mm).
C: - bien graduados; sucios ( >12 % de partículas menores de 0,074 mm);
finos arcillosos o plásticos (I. > 7, ubicado por encima de la
línea A en el gráfico de las plasticidades).
F: pobremente graduados; sucios (> 12 % de partículas menores
de 0,074 mm); finos limosos o no plásticos (1, < 4, ubicado por
debajo de la línea A en el gráfico de las plasticidades).
* Según su composición, estos tipos de suelos se representan con símbolos
como GW y SP. Para los materiales límites se utilizan símbolos dobles,
como GW-CP.
40 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

Los suelos de granos finos se dividen en tres grupos: limos inorgánicos


(M), arcillas inorgánicas (C) y limos y arcillas orgánicos (O). Cada uno
de ellos se subdivide a su vez en los que tienen límites líquidos menor de
50% (L) o mayor de 50% (H).
La distinción entre las arcillas inorgánicas C, los limos inorgánicos M
y los suelos orgánicos O se realiza con el gráfico de las plasticidades modi-
ficado (fig. 8.4). Los suelos CH y CL se representan por puntos situados
encima de la línea A, mientras que a los suelos OH, OL y MH les corres-
ponden puntos por debajo de ésta. En cuanto a los suelos ML, exceptuando
algunas pocas arenas finas arcillosas, también vienen representados por pun-
tos situados debajo de la línea A.
Los suelos orgánicos O se distinguen de los inorgánicos M y C por su
olor característico y su color oscuro o, en casos dudosos, por la influencia
que el secado a estufa ejerce sobre el límite líquido (artículo 7).
F T T T T T T Ls

60 7

dl J
2
3er A =

Aso 10% y
g UN
a MH - 0H +]

> e y
¿LID ML- OL
0 ME, ] 1
o 10 20 30
20 30 50 70 70 90 100
Limite líquido Ly
3.4. Gráfico modificado de la plosizidad, adoptado para ser vil izado con la
ficación unificada de su
da se consideran suelos. límites y
S. Buresu of Reclamation, 1963).

En el terreno, los suelos de granos finos se pueden diferenciar por su


resistencia seca, por su reacción ante un ensayo de sacudimiento o por su
rigidez cuando la humedad está cerca del límite plástico (artículo 7). Las
características pertinentes se indican en la Tabla 8.1, Los materiales limí-
trofes se representan con un símbolo doble, como CL-ML.
El Sistema Unificado permite una clasificación digna de confianza sobre
la base de algunos ensayos de laboratorio poco costosos. Con experiencia,
también provee una base práctica para la clasificación visual en el terreno.
Como todos los procedimientos basados en la granulometría o en las propie-
dades de los suelos amasados, no alcanza a tomar en consideración las carac-
terísticas de los materiales intactos como se presentan en la naturaleza. Por
ART. 9 REQUERIMIENTOS MÍNIMOS PARA LA DESCKIPCIÓN DE LOS SUELOS 4L

ello en la descripción de las propiedades ingenieriles de las masas o depósitos


de suelos solo puede servir como punto de partida.
Tabla 8.1
Clasificación de suelos de granos finos. Sistema de clasificación unificado

E Reacción al ensayo Rigidez en el


Grupo Hesisióncia, peca de sacudimiento. límite plástico
ML ninguna o muy baja — rápida a lenta nula
CL a mula o muy lenta mediana
OL muy baja a mediana lenta .queña
MH muy baja a mediana lenta a nula pequeña a mediana
CH alta a muy alta nula alta
OH mediana a alta nula a muy lenta pequeña a mediana

Lecturas seleccionadas
El estudio definitivo de la clasificación de suelos como el de las bases para el
Sistema de Clasificación Unificada de los Suelos están contenidos en Casagrande A.:
“Classification and identification of soils”, Trans. ASCE, (1948), vol. 113, págs. 901-992.

ART. 9 REQUERIMIENTOS MINIMOS PARA UNA DESCRIPCIÓN


ADECUADA DE LOS SUELOS
En el artículo 8 se describieron procedimientos adecuados para dividir
los suelos en varios grandes grupos en función del tamaño de sus granos y
su plasticidad. Si el ingeniero conoce el grupo al cual un suelo dado per-
tenece, conoce en forma muy general las características físicas más impor-
tantes del suelo en cuestión. Sin embargo, cada grupo incluye suelos con
una gran variedad de propiedades y como, además, un suelo determinado
puede presentarse en el terreno en formas muy diversas, a fin de poder
efectuar una distinción más precisa entre los distintos miembros de un mismo
grupo o los diferentes estados de un mismo suelo, es necesario recurrir a
datos suplementarios. A este efecto se pueden aplicar dos métodos: subdi-
vidir cada grupo principal, o bien agregar al nombre del grupo los valores
numéricos de las propiedades índice que le correspondan.
El primero de estos procedimientos resulta adecuado para clasificar
suelos situados dentro de zonas limitadas, en las cuales el número de suelos
diferentes, y de los estados de un mismo suelo, es reducido. Por ello, el
método es utilizado extensamente y con grandes ventajas por organizaciones
locales, tales como los departamentos de caminos estatales de los Estados
Unidos. Sin embargo, las proposiciones para establecer un procedimiento
universal de clasificación de suelos sobre esta base tienen muy pocys proba-
bilidades de éxito, ya que la terminología a utilizar sería tan compleja que
inevitablemente llevaría a la confusión.
Por el contrario, el segundo procedimiento puede utilizarse en forma
ventajosa en todas las circunstancias, siempre que el ingeniero elija aquellas
42 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

propiedades índice que son indicativas de las características físicas esenciales


del suelo. A este efecto, la tabla 9.1 sintetiza las propiedades que se requie-
ren para la identificación adecuada de los varios tipos de suelos que fueron
descritos en el artículo 2. Después que el ingeniero ha establecido el tipo de
suelo que tiene entre manos, la tabla 9.1 le indica los ensayos que debe
realizar y que le servirán de norma para distinguir los diferentes suelos de
igual tipo.
Cos excepción de las morenas y las turbas, todos los suelos indicados
en la tabla 9.1 constan exclusivamente de granos gruesos, tales como la
arena y la grava, o exclusivamente de granos finos, del tamaño de las
partículas de limo y de arcilla. Los suelos que consisten en una mezcla de
granos gruesos y finos se consideran como compuestos. Para describir un
suelo compuesto es necesario determinar primero la relación de vacíos e del
suelo natural, su contenido de humedad w y su granulometría. Se divide luego
el suelo en dos partes, una que contiene los granos mayores de unos 0,07 mm
(retenidos por la malla del tamiz 200) y la otra formada por el resto. A la
primera se la somete a los ensayos de clasificación prescritos para la arena
y la grava, y a la segunda a los que corresponden a los limos y arcillas.
Si con-los suelos presentes en una obra dada se efectúan ensayos que no
son los indicados en la tabla 9.1, los resultados de dichos ensayos deben ser
también incluidos en el informe correspondiente. Como los estratos de suelo
son hi 6 aun los no pueden
ser descritos en forma adecuada, a menos que se hayan determinado las pro-
piedades índice de varias muestras. El informe debe también contener un
relato breve de lo que se conozca con respecto a la historia geológica del
estrato.
La mayoría de las grandes organizaciones técnicas de ingenieros, tales
como las reparticiones dedicadas a caminos o a obras hidráulicas, poseen
laboratorios en los cuales los ensayos de clasificación se efectúan normal-
mente como función de rutina. Estos ensayos tienen tanta importancia que
debieran también ser efectuados por todo ingeniero dedicado a la mecánica
de los suelos, pues su realización lo familiariza con las propiedades de los
suelos con los que trabaja, aumentando mucho el valor de sus observaciones
en el terreno.
Después que un ingeniero haya ensayado personalmente varias docenas
de muestras de suelo de una localidad dada, llegará un momento en que
podrá estimar las propiedades de dichos suelos sin necesidad de ensayo
alguno. Adquirirá también la habilidad de diferenciar distintos suelos o
estados de un mismo suelo que previamente había considerado idénticos.
Todo ingeniero debiera desarrollar el hábito de expresar su opinión
sobre la plasticidad y granulometría de los suelos que examina, por medio
de valores numéricos, más bien que por medio de adjetivos. La granulome-
tría de una arena debe ser expresada por el valor estimado de su coeficiente
de uniformidad U = Ds0/Dio (artículo 5), y no por las palabras “bien
graduada” o “pobremente graduada”. El grado de plasticidad debe indicarse
por el valor estimado de su índice de plasticidad 1,, (artículo 7), y no por
las palabras “vestigios de plasticidad” o “muy plástica”. Este hábito es tan
ART. 9 REQUERIMIENTOS MÍNIMOS PARA LA DESCRIPCIÓN DE LOS SUELOS 43

Tabla 9.1
Datos requeridos para la identificación de los suelos

Resultados de los ensayos de clasificación


Información General Ii mas inalteradas!] Muestras alteradas

Peso unitario del suelo secado a estufa Ya:


Resistencia a la compresión simple qu
Contenido natural de humedadw
Tipo

Peso unitario en estado natural


Relación natural de vacios e”

Relación de vacíos mínima mn


Relación de vacios máxima €ma.
Propiedades de los granos"
Resistencia del suelo seco*

Contenido de carbonato*
Análisis granulométrico *
suelo

Límite plástico Pe"


Límite líquido L.*
Sensibilidad St*
Dilatancia*
Textura*
Olor*
Color

jo
jo

IA
pra
PRERPREPPETED

o
nr» rmmlx=]mm»

mo
x x
PEPPER

Ta

Armin
MITIN

x x
rr rol
CPAP
oral

ritoa

mlln»»”
mmm

x x
IA

x x
TA

x x
Aa

x x
Limit

x
LLE

x
num»
AAA

x x
x

2, Sino se disponen muestras inalteradas o en tubos, utilícense las muestras obtenidas


en al normal (véase artículo 44).
el olor es muy débil, calentar un poco la muestra: el calor lo intensifica,
Des el Aao de. la actora Eresca de taa unicites Jalierada (granular,
opaca, brilante, suave). Frote luego una pequeña cantidad de suelo entre los dl
describa la sensación que le produce (harinosa, suave, arenosa, áspera). Si las muestras
:ndes se rompen fácilmente en fa entos mengres, describa el aspecto de las par
e las Fisuras opacas, brillantes) edia entre fisuras.
un ensayo de dimiento
eno, página 6. Describa sus resultados (intenso,
débil, A según la intensidad de los fenómenos observados.
3 Describa la forma (angular, rorra, redondeada, bien redondeada) y las caracterís-
ticas mineralógicas de las partículas macroscópicas únicamente. Las características mine-
boa se refieren a los tipos de rocas y minerales presentes en los granos y que
len identificarse en un examen con la lupa. Describa los fragmentos de roca (fresca,
Ego deecompuasta 9 muy descompuesta: dura o' fiable). Si ana arena contiene (escamas
44 PROPIEDADES ÍNDICE DE LOS SUELOS

importante que debiera ser promovido desde un principio por el profesor en


la clase, pues el uso de valores numéricos evita interpretaciones erróneas y
es un incentivo para controlar periódicamente el grado de exactitud de las
estimaciones. Sin dicho control, la habilidad para estimar las propiedades
puede perderse poco a poco, inadvertidamente,

de mica, indique su porcentaje (poco, moderadamente o muy micáceo). Tratándose de


turba, las propiedades
de los granos se refieren al tipo y estado de preservación de 1
remanentes visiblos do plantas, tales como fibras, ramitas y hojas.
om )r compresión un fragmento de suelo seco entre los dedos e indique su
dureza (muy hop, baja. mediana, ala o amy el)
se hn bienido ad inalteradas, sustitúyase por ensayo de penetración
normal bado 44)u otro ensayo equival
ages Ei a as y mo fino con un contenido de humedad mayor del
'repare la muestra en la forma indicada en la pág. 25.
%% Determínese utilizando el método descripto en la pág. 25 para arenas o gravas;
para otros materiales utilizando el método de Proctor, pág. 440 y siguientes.
" Si se sospeeia que el suelo puede ser orgánico, determine el límit líquido del
materil esco y, después, del mismo material seca
ds “del valor numérico del limite plástico, indique los “clindritos eran
duros, fomes medianos o débiles,
** Presente los resultados en la foma de un gráfico semilogarítmico, o bien por
medio de los valores Di, y U = (art, 5) acompañados de adj ivos que indi-
quen a es de curva pa véase figura 5.2).
tenido de carbonato puede establecerse humedeciendo el material seco con
HCl. Desciba el resultado del ensayo (fuerte, débil o ninguna efervescencia).
A los datos sobre la textura, agregue una descripción de la apariencia general, la
estructura y el gado de cobcadas de a de codo co y del mismo suelo después
de su [ren
"Ylos tos sobar la feliz agregue una descripción de la estructura macroscó-
pica del loess, en especial de diámetro y distancia entre agujeros de raíces.
Capitulo 2

PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

ART. 10 SIGNIFICADO DE LAS PROPIEDADES HIDRÁULICAS


Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

En el capítulo precedente se estudiaron las propiedades índice de los


suelos. Estas propiedades, que reflejan las características generales de un
suelo dado, sirven para indicar hasta qué punto suelos de distinto origen
Pueden ser similares o no serlo. Sirven además de base para registrar la
experiencia constructiva y para utilizarla luego en obras futuras.
Se ha hecho notar que la mecánica de los suelos práctica está basada
principalmente en la experiencia. Pero debe también reconocerse que la
ingeniería civil no alcanzó mayor progreso hasta que el cúmulo de expe-
riencia adquirida no fue fertilizada con el aporte de la ciencia aplicada, que
tuvo por función revelar las relaciones existentes entre los fenómenos y
sus causas.
Para establecer estas relaciones fue indispensable investigar las propie-
dades físicas de los diferentes tipos de suelo, de la misma manera que, en
el estudio de la estabilidad de las fue necesario i
las propiedades del acero y del hormigón. En la mayoría de los casos prác-
ticos, se considera que un acero o un hormigón están suficientemente des-
critos cuando se conocen la resistencia y el módulo de elasticidad. En el
caso de los suelos, el problema es algo más complicado y muchas veces es
necesario conocer varias propiedades distintas. De ellas, las más importan-
tes son: la permeabilidad, la compresibilidad, la resistencia a rotura, la resis-
tencia a la fluencia lenta y la relación tensiones-deformaciones. Dichas
propiedades se estudian en detalle en los artículos que siguen.

ART. 11 PERMEABILIDAD DE LOS SUELOS

Introducción
Se dice que un material es permeable cuando contiene vacíos continuos.
Como tales vacíos existen en todos los suelos, incluyendo las arcillas más
y en todos los d no
didos el granito sano y la pasta de cemento, dichos materiales son permeables.
La: circulación de agua a través de su masa obedece también aproximada-
mente a leyes idénticas, de modo que la diferencia entre una arena limpia y
un granito sano es, en este concepto, solo una diferencia de magnitud.
46 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

La permeabilidad de los suelos tiene un efecto decisivo sobre el costo


y las dificultades a encontrar en muchas operaciones constructivas, como lo
son, por ejemplo, las excavaciones a cielo abierto en arena bajo agua o la
velocidad de consolidación de un estrato de arcilla blanda bajo el peso de
un terraplén. Hasta la permeabilidad de un hormigón denso o de una roca
sana puede tener importancia práctica, ya que el agua ejerce presión sobre
el material poroso a través del cual circula, y esta presión, que se conoce
con el nombre de presión de filtración, puede llegar a ser muy alta. El con-
cepto generalizado y erróneo de que la arcilla compacta y el hormigón denso
son impermeables, se debe a que la cantidad de agua que escurre a través
del material es tan pequeña que, en el caso de superficies expuestas al aire,
ésta se evapora totalmente aunque la atmósfera esté muy húmeda y la super-
ficie tiene aspecto de estar seca. Sin embargo, y dado que los efectos mecá-
nicos del escurrimiento son independientes de la velocidad de circulación del
agua, la ausencia de una descarga visible no es una indicación de que no
existan presiones de filtración. Una manifestación notable de este hecho
ocurre a veces en excavaciones efectuadas en limos muy finos. A pesar de
que la permeabilidad es muy baja, una pequeña variación en la presión del
agua de sus poros puede resultar suficiente para trasformar una gran can-
tidad del material en una masa semilíquida.

Algunas definiciones. La ley de Darcy


Cuando el agua circula a través de un material permeable, el escurri-
miento se produce a lo largo de caminos que se desvían en forma errática,
aunque muy poco, de curvas que se denominan líneas de filtración. Si las
líneas de filtración son rectas y paralelas, se dice que la filtración es lineal.

Fig. 11.1. Di que indica el significado de carga hidrául de altura


o carga piezométrica para el caso del escurrimiento lineal del agua a través de
una muestra de suelo.
ART. 11 PERMEABILIDAD DE LOS SUELOS 47

Los principios hidráulicos que interesan en la filtración lineal están


ilustrados en la figura 11.1, donde los puntos a y b representan los extremos
de una línea de filtración. En cada extremo se ha instalado un tubo piezo-
métrico para indicar el nivel a que el agua se eleva en dichos puntos. El
mivel del agua en el tubo colocado en bh se llama nivel piezométrico en el
punto b y la distancia vertical entre este nivel y el punto hb es la altura o
carga piezométrica en b. Si el agua se eleva al mismo nivel en los tubos
piezométricos colocados en a y b, el sistema se encuentra en reposo y no hay
filtración, cualquiera que sea la diferencia de nivel entre los puntos a y b.
La filtración se produce solamente en el caso en que exista una diferencia
piezométrica h entre a y b, diferencia que también se denomina carga hidráu-
kica de a con respecto a b. Debe hacerse notar que la diferencia piezomé-
trica es igual a la diferencia entre las alturas piezométricas de a y b, solo en
el caso en que no hay diferencia de nivel entre dichos puntos.
En la figura 11.1, a, y b, representan dos puntos situados al mismo
nivel en los tubos piezométricos colocados en a y b. Como el peso específico
del agua es yw (gr/cm*), la presión hidrostática en a, es mayor que la presión
en b, en una cantidad yw.h. La diferencia yw.h entre la presión hidrostática
en dos puntos situados al mismo nivel se denomina sobrepresión hidrostática
y es la que provoca la circulación del agua a través del suelo, La relación:
h (1.1)
dy = Ye >
e

en la que u es la sobrepresión hidrostática, se llama gradiente de presión


(ex/cm*) entre a y b. Por otro lado:

¡22 Lio. (11.2)


es el gradiente hidráulico. En el sistema métrico decimal i, e ¿ son numéri-
camente iguales; la única diferencia estriba en que ¿no tiene dimensión
mientras que ¡, se expresa en gm/cm!.
La velocidad de descarga v es la cantidad de agua que circula en la
unidad de tiempo a través de una superficie unitaria perpendicular a las líneas
de filtración. En un material poroso, estadísticamente isótropo, la porosidad
de una sección plana es igual a la porosidad volumétrica n y, por consiguiente,
h velocidad de filtración media o, por los poros del material es igual a la
velocidad de descarga dividida por la porosidad. Toda vez que se hable de
velocidad sin indicar otro calificativo, se entenderá que se trata de la velo-
cidad de descarga y no de la velocidad de filtración.
La velocidad de descarga en arenas finas saturadas y en otros suelos de
granos finos también saturados, donde la circulación del agua no afecta la
estructura del material, puede ser determinada casi exactamente por medio
de la ecuación:
K
..—A ( u.3)
48 PROPIEDADES HIDRÁULICAS 1 MECÁNICAS DE LOS SUELOS

en la que y (gr segundo/cm?) es la viscosidad del agua y K una constante


empírica d inada lap bilidad. La viscosidad delagua dismi
con la temperatura, como lo indica la figura 11.2, mientras que K (centí-
metros al cuadrado) es una constante para un material permeable dado con
porosidad dada. El valor de K es además independiente de las propiedades
físicas del líquido que filtra por el material. De las ecuaciones 11.2 y 11.3
se obtiene que la velocidad de descarga es:
K
o= —vi 11.4
yr (11.4)
La mayoría de los problemas que enfrenta el ingeniero civil tratan de
la filtración del agua a poca profundidad, con muy poca variación en la
temperatura del líquido, de modo que yw es prácticamente constante, Como
además, dentro de cs rango de temperatura y varía entre límites poco exten-
sos, es costumbre sustituir en la ecuación 11.4, el valor:

k=Kk 2 (11.5)
n
con lo cual
o = ki (11.6)

En i iería civil k se de como el de p biliaad


y la ecuación 11.6 se conoce como la ley de Darcy (Darcy, 1856).

Temperatura - GradosC*
Fig. 11.2, Relación entre temperatura y viscosidad del agua.

Debe tenerse bien en cuenta que la permeabilidad de un material poroso


viene expresada por K (cm?) y no k (em/segundo), ya que el coeficiente K
es independiente de las propiedades del líquido, mientras que k depende,
art. 11 PERMEABILIDAD DE LOS SUELOS 49

no solo de las propiedades del material poroso, sino que también de las del
líquido que circula. Por esta causa el uso del coeficiente k, tanto en este libro
como en ingeniería civil en general, se justifica solo por razones de conve-
niencia,
En una masa de suelo, los canales a través de los cuales circula el agua
tienen una sección trasversal muy variable e irregular. Por ello, la velocidad
real de circulación es extremadamente variable. Sin embargo, la velocidad
media obedece a las mismas leyes que determinan el escurrimiento del agua
en los tubos capilares rectos de sección constante. Si la sección trasversal del
tubo es circular, la velocidad aumenta, de acuerdo con la ley de Poiseuille,
con el cuadrado del diámetro del tubo. Como el diámetro medio de los
vacíos de un suelo con una porosidad dada aumenta prácticamente en rela-
ción directa con el tamaño D de las partículas, es posible expresar k en fun-
ción de D tomando como base la ley de Poiseuille:
k = constante X D*
Para el caso de arenas sueltas muy uniformes para filtros (coeficiente
de uniformidad no mayor de 2), Allen Hazen obtuvo la ecuación empírica
siguiente:
k (cm/seg) = CDi? (11.7)
en la que D;o es el tamaño efectivo en centímetros (véase artículo 5) y el
coeficiente C,( ——— )varía entre 100 y 150. Como se ha hecho notar,
cm seg
la ecuación 11.7 es aplicable solo al caso de arenas bastante uniformes en
estado suelto,

Correspondencia entre la relación de vacios y la permeabilidad


Cuando un suelo es comprimido o vibrado, el volumen ocupado por sus
elementos sólidos permanece prácticamente invariable, mientras que el volu-
men de los vacíos disminuye. Por lo tanto, la permeabilidad del suelo tam-
bién disminuye. La figura 11.3 indica la influencia que la relación de vacíos
ejerce sobre la permeabilidad. Las abscisas representan la relación de vacíos,
y las ordenadas la relación k/ko,ss entre el coeficiente de permeabilidad k
del suelo a una relación de vacíos dada e y ese mismo coeficiente cuando
e = 0,85. La curva en trazos llenos es válida para arenas finas y medianas
limpias con granos de buena cubicidad. Dicha curva puede ser expresada
matemáticamente por medio de varias ecuaciones simples, tal como la ecua-
ción de A. Casagrande, aún no publicada:
k = L4%kos (11.8)
En problemas relacionados con fundaciones raramente se encuentran
arenas limpias del tipo indicado más arriba. Si la arena contiene un alto
porcentaje de partial en forma de escamas, como son las partículas de
mica, la correspondencia entre e y k/ko»s se asemeja a la indicada por la
50 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

curva punteada de la figura 11.3, Los suelos de granos finos siempre con-
tienen partículas en forma de escamas, pero como su proporción es distinta
para los diferentes suelos, las curvas que relacionan e y k/ko,ss son también
distintas.
Si un suelo contiene burbujas de aire, el tamaño de las burbujas dis-
minuye al aumentar la presión del agua, de modo que el coeficiente de per-
meabilidad aumenta con la carga hidráulica. En las arcillas que contienen
agujeros de raíces o fisuras abiertas, la circulación del agua trae casi siempre

45

Es3 y
SS 7
$ 7
$$ /
K
e se

%z a 5 a 70
Relación de vacios €
Fig. 11.3. Relación entre la permeabilidad y la relación de vacios de una
arena graduada (línea llena) y de un suelo con elementos escamosos
(línea punteada).

aparejada una erosión interna y las partículas erosionadas van a llenar poco
a poco los pasajes más estrechos, con lo cual el coeficiente de permeabilidad
disminuye a un valor muy pequeño con respecto al valor inicial. Por ello, la
ley de Darcy no es válida más que en el caso en que el volumen y la forma
de los canales de escurrimiento son independientes de la presión y del tiempo.

Ensayos de permeabilidad
La figura 11.4 indica en forma esquemática los principales tipos de apa-
ratos utilizados para determinar el coeficiente de permeabilidad de muestras
de suelos. El permeámetro con carga hidráulica constante (a y b) es indicado
para suelos muy permeables, mientras que el permeámetro con carga hidráu-
lica decreciente (c) se utiliza en los suelos menos permeables. Para realizar
un ensayo con cualquiera de estos aparatos, se establece una diferencia de
carga entre los extremos de la muestra y se hace circular agua a través
de la misma.
En el permeámetro de carga hidráulica constante (figura 11.4a), se man-
tienen fijos los niveles del agua y se mide la descarga. En el permeámetro
de carga hidráulica decreciente (figura 11.4c), el agua pasa del tubo peque-
ño P de sección trasversal A, a la muestra de área Az y de allí al recipiente V
de nivel constante. El coeficiente de permeabilidad k se calcula observando
ART. 11 PERMEABILIDAD DE LOS SUELOS 51

la velocidad con que el nivel del agua desciende en el tubo P mientras que
el nivel en el recipiente V permanece constante.
En los ensayos de permeabilidad, las fuentes más importantes de error
experimental son: la formación de una pequeña capa de material fino en la
superficie de la muestra, que actúa luego como filtro, y la existencia o for-
mación de burbujas de aire dentro de la muestra de suelo. Ambos fenómenos

Fig. 11.4. — (a y b). Permeúmetros de carga constante; (c) permeámetro de carga


hidráulica decreciente.

reducen la permeabilidad. El error originado por la formación de un filtro


puede ser eliminado midiendo la pérdida de carga entre dos puntos situados
en el interior de la muestra, en la forma indicada en la figura 11.4b.
El valor del coeficiente de permeabilidad determinado con los ensayos
arriba descritos depende de la temperatura a que se efectúa el ensayo, ya
que k (ecuación 11.5) es función de la densidad y,, y de la viscosidad y del
agua. Ambas cantidades varían con la temperatura. No obstante, dado que
la variación de yw con la temperatura es despreciable en comparación con la
variación de n, se puede calcular el coeficiente k para una temperatura cual-
quiera T por medio de la fórmula:
q
k=Yx (11.9)
11.9
En esta ecuación, derivada de 11.5, k, es el coeficiente de permeabilidad
medido y m, la viscosidad o la temperatura del ensayo.
Se acostumbra expresar k a una temperatura normal de 20"C y a este
efecto se dan en la figura 11.2 los valores de y en función de la temperatura,
52 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

tomando como referencia 1zo para T = 20*C, al cual se le ha asignado un


valor uno.
La ecuación 11.9 fue derivada suponiendo que el coeficiente de visco-
sidad del agua es independiente de la porosidad del suelo y que varía con
la temperatura según la ley representada por la curva de la figura 11.2. En
las arcillas, empero, la temperatura pareciera ejercer una influencia mayor
sobre la viscosidad que en el caso de suelos más gruesos. Además, la vis-
cosidad media del agua contenida en los poros de las arcillas aumenta
al disminuir la porosidad. Por otro lado, a una porosidad dada, la vis-
cosidad media aumenta durante cierto espacio de tiempo, después de ama-
sar una arcilla, aun en el caso de que la temperatura se mantenga cons-
tante. Estos hechos excluyen la aplicación de la fórmula 11.9 en el caso de
arcillas y otros suelos de granos finos, aunque no invaliden la ley de Darcy,
expresada por la fórmula 11.6.
Si una arcilla es amasada a contenido de humedad constante, su coefi-
ciente de permeabilidad generalmente disminuye del valor original k a un
valor menor k,. Para la mayoría de las arcillas inorgánicas, la relación k/k,
no es mayor de dos, Para las arcillas orgánicas y algunas margas con estrue-
tura de conglomerado, dicha relación puede llegar a valores de 30 *.
En los suelos gruesos con granos de buena cubicidad, como las arenas
cuarzosas, la correspondencia entre el coeficiente de permeabilidad k y la
relación de vacíos e puede expresarse con suficiente exactitud por medio de
una ecuación única como la 11.8 o por una curva como la de trazos llenos
de la figura 11.3. En este caso, para determinar el valor de k, se efectúa el
ensayo para un valor cualquiera e y deriva luego de la ecuación 11.8 ó de la
figura 11.3 los valores que correspondan a otras relaciones de vacíos, Por
el contrario, en el caso de las arenas micáceas y de prácticamente todos los
suelos de granos finos, el valor de k depende en gran parte del porcentaje de
elementos en forma de escamas y de otros factores que no dependen de la
relación de vacíos. Por esta razón se ha dicho que la curva punteada de la
figura 11.3 sirve solamente para ilustrar la forma general que la relación
k — e adquiere en tales casos, y no puede utilizarse en los cálculos. Si un
suelo es micáceo o contiene elementos finos o muy finos, la correspondencia
entre el coeficiente de permeabilidad y la relación de vacíos puede ser esta-
blecida solo por medio de ensayos directos, ejecutando por lo menos tres
ensayos de permeabilidad en tres probetas de suelo con relaciones de vacíos
muy diferentes.
La tabla 11.1 contiene datos relativos a los valores de los coeficientes
de permeabilidad de los distintos suelos y a los métodos más apropiados para
efectuar ensayos de permeabilidad en ellos.
í
+ Estos valores se refieren especialmente a las arcillas de formación marina. Existen,
empero, algunas arcillas de otro origen, como residual, eólico o eólico-uvial que, aun siendo
muy plísticas, en estado natural conticnen una red de huecos macroscópicos o un sistema
muy desarrollado de fisuras, de modo que su coeficiente de permeabilidad E (cm/seg) suele
alcanzar valores del orden de 10 a 10—* em/seg, en cuyo caso, de poder ser .
a mano o por procedimientos mecánicos, como ser la compactación, la relación men-
Cionada adquiere magnitudes mucho mayores, Negando a 1000 y aun más. (N. del 7.)
Tabla 11.1
Permeabilidad y condiciones de drenaje de los suelos *
Coeficiente de permeabilidad k en cm/seg (escala logarítmica)
10 10 10 102 10" 10-= 10 10 10-* 10 10" 10-*
| | | | Lp] | | | | |
Drenaje Bueno ] Pobre | Prácticamente impermeable
Tipo Grava limpia | Arenas limpias y mezclas lim-| Arenas muy finas, limos orgánicos e
Suelos “impermeables”, es
de pias de arena y grava. inorgánicos, mezclas de arena, limo y decir, arcillas homogéneas
ART. 11

suelo arcil la, morenas glaciares, sitos de situadas por debajo de la


arcilla estratifica epi zona de »mposición.
Suelos “impermeables” modificados por la vegeta-
sión o por descomposición.**
Ensayo directo del suelo “in situ” por ensayos de bombeo,
PERMEABILIDAD

Se requiere mucha experiencia, pero bien realizados son bas-


tante exactos.

Permeámetro de carga hidráulica constante. No


se requiere mayor experiencia,
Permeámetro de carga hidráu- | Permeámetro de carga hidráu- | Permeámetro de carga hidráulica
lica decreciente. No se re-|lica decreciente. Resultados | decreciente, Resultados de regular
uiere mayor experiencia y se | dudosos. Se requiere mucha | a bueno. Se requiere mucha expe-
DE LOS SUELOS

obtienen buenos resultados. | experiencia. riencia.

Solo aplicable en el caso de arena. y gravas lim sayos de consolidación. Re-


pias sin cohesión. sultados buenos. Se necesi-
ta mucha experiencia.
R. E. Fadum (1940).
pág, 52.
54 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

Permeabilidad de las masas estratificadas de suelos


Los depósitos de suelos trasportados consisten generalmente en capas
di bilidades. Para d inar el el coefici e pa E
lidad medio de tales depósitos, se obtienen muestras representativas de cada
capa y se ensayan independientemente. Una vez conocidos los valores k
correspondientes a cada estrato individual, el promedio para el depósito
puede ser calculado en la forma siguiente. Sean:
Ko Ko... k, = coeficientes de permeabilidad de los estratos;
H,, Ha, ... espesores de los estratos;
H, + H¿+ ... + H, = espesor total del depósito;
k, = coeficiente de permeabilidad promedio para la filtra-
ción del agua en sentido paralelo a los planos de es-
tratificación (generalmente horizontal);
Kn = coeficiente de permeabilidad promedio para la filtra-
ción del agua en sentido perpendicular a los planos de
estratificación (generalmente vertical),
Si el escurrimiento es paralelo a los planos de estratificación, la velocidad
media de descarga es:
oki [ollo + oa la]
Más aún, desde que el gradiente hidráulico debe ser el mismo en todas
las capas:
Ka = Ud, Y Rallo. + hai]
y ki= DMA RA + Ra] (11.10)
Para el caso de escurrimiento en sentido perpendicular a los planos de
estratificación, llámense i,, iz ... , los gradientes hidráulicos en las distintas
capas y h/H el gradiente total, igual a la pérdida de carga para todo el depó-
sito, La continuidad del escurrimiento requiere que la velocidad sea la mis-
ma en todas las capas, es decir:

o= kn km ha. = la
además
h= Hi + Hi+ o... + Hián
de modo que
ka E (1.11)
Hi, Ha
ART. 11 PERMEABILIDAD DE LOS SUELOS 55

Se puede demostrar en forma teórica que en todo depósito estratificado kz


es menor que ky.

Defensas contra la erosión


El ingeniero se ve muchas veces obligado a desviar la circulación natu-
ral del agua contenida en los suelos para enviarla a zanjas o pozos dis-
puestos al efecto o bien encauzarla hacia conductos subterráneos situados
debajo de fundaciones. La desviación o encauzamiento del agua por los
procedimientos mencionados se denomina drenaje (véase artículo 21). Los
pozos de drenaje son comúnmente revestidos con caños perforados y los
conductos consisten en cañerías con sus juntas abiertas o en caños perfo-
rados. Entre el suelo natural y los caños se coloca una capa de material
grueso para que actúe como filtro. Para que un filtro cumpla su cometido
en forma eficiente, su material debe satisfacer ciertas condiciones gramulo-
métricas. Si los vacíos del material son mucho mayores que las partículas
más finas del suelo adyacente en contacto con el filtro, dichas partículas
son poco a poco arrastradas a los intersticios del mismo, terminando por
obstruir el escurrimiento del agua. Si por el contrario, los vacíos del filtro
son del mismo tamaño que los del suelo, el filtro puede ser poco a poco
lavado por arrastre hacia el conducto subterráneo. Ambas condiciones son
igualmente indeseables. Para evitarlas, el filtro debe estar formado de un
material cuya granulometría ha de ajustarse a ciertos requerimientos. Se
dice que tal tipo de material constituye un filtro del suelo que protege.
Los requerimientos esenciales que deben cumplir los materiales para
Tabla 11.2
Requerimientos a cumplir por, los materiales a utilizar para filtro (según USBR 1963)

Características de los materiales para filtro Razón Rue Razón Ru

Distribución granulométrica uniforme


(U=324) 5410 -
Bien graduado a pobremente graduado
(no uniforme) granos subangulares + 12 a 58 1240
Bien graduado a pobremente graduado
(no uniforme) partículas angulares 9a30 6218

Dio del material de filtro Ds del material de filtro


Foo = 5 del material a ser protegido % del material ser
a protegido
Nota: Si el material a ser protegido se extiende desde grava (más del 10 % retenido
en el tamiz N? 4) hasta limo (más del 10 % ca el tamiz N? 200), los límites deben
basarse en la fracción que pasa el tamiz N9 4. El tamaño máximo del material de
filtro no debe exceder de 3”. Los filtros no deben contener más del 5 % e asa
el tamiz 200. Las curvas granulométricas del filtro y del material a ser protegido, dibu-
jadas en el gráfico semilogarítmico, deben ser aproximadamente paralelas en la zona de
Le granos de tamaño más fino.
56 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

filtro se han detorminado por experimentación (Terzaghi, 1922, USBR, 1947).


Se basan principalmente en la distribución granulométrica del filtro en rela-
ción con la de los materiales a ser protegidos y se resumen en la tabla 11.2,
Si un filtro separa un suelo grueso de uno fino con tamaños muy dife-
rentes, para cumplir con las exigencias requeridas por cada uno de ellos,
se deben usar materiales distintos. En estos casos, como es siempre deseable
reducir las pérdidas de carga debidas al escurrimiento a través del filtro al
menor valor compatible con los requerimientos granulométricos, el filtro se
construye de varias capas. Cada una de estas capas satisface, con respecto
a la capa precedente, las condiciones indicadas en la tabla 11.2, formándose
un filtro compuesto que se conoce como filtro graduado.
La descarga de agua en el límite entre un suelo grueso y un suelo fino
puede producir arrastre o erosión del material fino si la velocidad del agua
es grande, La erosión generalmente comienza con la formación de pequeños
manantiales en diferentes puntos del límite entre suelos, donde se inicia la
erosión de canales que poco a poco progresan hacia el interior del suelo
fino y hacia la zona de entrada del agua. El proceso se conoce como erosión
retrógrada. Es una de las amenazas más peligrosas que existen para los
diques de embalse, siendo la causante de los desastres más catastróficos
ocurridos en tales tipos de obras (artículo 63). Como la erosión no puede
producirse sin que una gran cantidad de suelo sea poco a poco lavada y
arrastrada, se controla en forma efectiva construyendo filtros en todas las
zonas donde exista alguna posibilidad de que se produzcan manantiales.
Problemas
1. En un permeámetro de carga hidráulica constante se ensayó una muestra de
arena gruesa de 15 cm de altura y 5,5 cm de diámetro, bajo una carga hidráulica de
, por un periodo de 6 segundos. La cantidad de agua escurrida fue de 400 gr.
Calcúlese el coeficiente de permeabilidad para la relación de vacíos y temperatura
del ensayo.
Solución: k = 1,05 cm/seg.
2. Un estrato de arena consta de tres capas horizontales de igual espesor. El
valor de k para la capa superior e inferior es de 1 X 10—* cm/seg y el de la capa
intermedia Í x 10—* cm/seg. ¿Cuál es la relación entre el coeficiente de permeabilidad
rredio del estrato en sentido horizontal y en sentido vertical!
Solución: 23 a 1.
3. Una muestra de arena graduada de partículas redondeadas tiene una relación
de vacios de 0,62 y un coeficiente de permeabilidad de 2,5 x 10—* cm/seg. Estímese
el valor de k para el mismo material a una relación de vacíos igual a 0,73.
Solución: k = 3,5 x 10—* cm/seg.

ART. 12 TENSIÓN EFECTIVA, TENSIÓN NEUTRA, GRADIE]


HIDRÁULICO CRÍTICO
Tensión efectiva, tensión neutra
La figura 12.1a indica la sección trasversal de una capa delgada de
suelo que cubre el fondo de un recipiente. Si se aplica una carga p, por
unidad de área, en la superficie de la muestra, cubriéndola, por ejemplo,
ART. 12 TENSIONES EFECTIVA Y NEUTRA, GRADIENTE HIDRÁULICO CRÍTICO 57

con municiones de plomo, la relación de vacios del suelo disminuye de


en a e. La presión p produce también un cambio de las otras propiedades
mecánicas del suelo, como su resistencia al corte. Por esta razón dicha
carga se denomina presión efectiva y se designa con el símbolo p.
“Ahora bien, si se llena de agua el recipiente hasta una altura hy = P/yws
la tensión mormal en una sección horizontal de la muestra es también
aumentada en p, pero, a diferencia del anterior, el incremento de presión

Fig. 12.1. Aparato para demostrar la diferencia entre presión efectiva


resión

debido al peso del agua no tiene influencia apreciable alguna sobre la


relación de vacíos o cualquier otra propiedad mecánica del suelo. Por ello,
la presión producida por la carga de agua se denomina presión neutra.
dice que es nula cuando iguala a la presión atmosférica, de modo que la
presión neutra es igual a la altura piezométrica fi multiplicada por la
densidad del agua yw = 1 gr/cm'.
Ue = Yohw (12.1)
La presión normal total p en cualquier punto de una sección a través
de un suelo saturado está formada, por tanto, de dos partes. Una parte.
4, actúa en el agua y en el sólido con igual intensidad en todas las direc-
ciones. Esta parte se conoce como la presión neutra o la presión de poios.
La parte restante p = p — tw representa un excedente sobre la presión
neutra 4. y tiene su asiento exclusivamente en la fase sólida del suelo. Esta
fracción de la presión total se llama la presión efectiv
Un cambio de presión neutra, que no implique un cambio simultáneo
de presión efectiva, no produce prácticamente variación alguna de volu-
men y no tiene influencia detectable en las condiciones de tensión que
conducen a la rotura, mientras que todos los efectos medibles de un
cambio de tensión, como la compresión, la distorsión, y una modificación
en la resistencia al corte se deben exclusivamente a variaciones en la tensión
efectiva fp. Por ello, toda investigación de la estabilidad o del asentamiento
de-una masa de suelo saturado requiere el conocimiento de ambas, la tensión
total y la neutra. Se concluye que la expres
=P + (12.2)
58 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

es una de las fórmulas más importantes de la mecánica de los suelos (Ter-


zaghi, 1936b).
La parte inferior del recipiente indicado en la figura 12.1b contiene
un suelo saturado de peso unitario y. El nivel del agua alcanza una altura
H, por arriba de la superficie del suelo, de modo que después de establecido
el equilibrio, la carga piezométrica o altura piezométrica hy a una profun-
didad z es igual a H, + z y la tensión neutra igual a:
Ue = (Hi + 2)Ye (12.3)
La tensión normal total es:
p= HiYe + 2 (12.4)
de modo que la tensión efectiva a la profundidad z resulta:
P=p—u=Hivo
bar — (M4 2) Yo =2 (110) = 21 (12.5)
en la cual:
Y =Y—Yo (12.6)
La cantidad y” se denomina peso unitario del suelo sumergido y es igual
a la diferencia entre el peso unitario y del suelo saturado y el peso espe-
cífico del agua yw = 1 g/cm?.

Gradiente hidráulico crítico


Al derivar la ecuación 12.5 se supuso que el agua contenida en los
vacíos del suelo se encontraba en reposo. Si, en cambio, el agua se encuentra
en movimiento y filtra a través de los poros, la ecuación 12.5 debe ser
sustituida por una expresión que contenga el gradiente hidráulico ¡.
El efecto que produce un gradiente hidráulico puede ser demostrado

(a)
£ Fuente deogua
Descarga Q por segundo

0
Gradiente tuarávlico ¿+14
Fig. 12.2. (a) Aparato para demostrar las condiciones hidráulicas que conducen
a la ebullición de la arena; (b) relación entre el gradiente hidráulico ascendente
y la descarga de agua por el plano superior de la arena en el aparato indicado en (a).
arT. 12 TENSIONES EFECTIVA Y NEUTRA, GRADIENTE HIDRÁULICO CRÍTICO 59

por medio del aparato indicado en la figura 12.2a, en la cual, A es un reci-


piente cilíndrico que contiene una capa de arena densa colocada sobre una
chapa perforada o criba. La capa tiene un espesor H y la boca del reci-
piente se encuentra a una altura H, sobre la superficie de la capa de arena.
La chapa perforada comunica con un recipiente B por medio de un tubo.
El nivel del agua en ambos recipientes A y B se mantiene constante, así que
cualquiera sea el nivel del recipiente B, la presión total p en una sección
horizontal a una profundidad z debajo de la superficie de la arena es siem-
pre igual a p (ecuación 12.4). La correspondiente presión efectiva Pp es
igual a:
P=P— la
Por lo tanto, si la presión neutra del agua aumenta o disminuye en
Au,, la presión efectiva disminuye o aumenta en la misma cantidad:
AP = — Mo (12.7)
Mientras el nivel del agua de ambos recipientes sea el mismo, la presión
efectiva a la profundidad z permanece igual a p = zy” (ecuación 12.5). Si
se hace descender al recipiente B en una altura h, el agua filtra hacia abajo
a través de la arena por acción del gradiente hidráulico ¿= h/H. La presión
neutra a la profundidad H se reduce en la cantidad hy» = ¿Hyw y aquella
correspondiente a una profundidad cualquiera z se reduce proporcional-
mente en la cantidad Au, = ¿2yw, de modo que la presión efectiva aumenta
en la misma cantidad.
Si por el contrario, se levanta el recipiente B en una altura h, la presión
neutra a la profundidad z aumenta en Au,. = izyw y la presión efectiva dis-
minuye al valor:
P= 2 — i2Yo (12.8)
El aumento Au, de la presión neutra tiene como causa exclusiva el paso
del agua de los poros del estado estacionario al estado de filtración y origina
un cambio igual también a Au, en la presión efectiva de la arena, cambio
que se denomina presión de filtración. Esta presión es producida por la
fricción entre el agua en movimiento y las paredes de los vacíos del suelo,
fricción que tiende a “arrastrar” dichas paredes. Si el agua circula hacia
abajo, la corriente “arrastra” en la misma dirección las partículas del suelo
y aumenta la presión efectiva en la arena. Si el agua circula hacia arriba, la
fricción entre el agua y las paredes de los vacíos tiende a levantar los granos
del suelo. En este caso, cuando el gradiente hidráulico i de la ecuación
12.8 alcanza el valor:

ga, (12.9)
h presión efectiva se hace igual a cero en todo punto de la masa de arena.
En otras palabras, la presión media de filtración se hace igual al peso de la
arena sumergida. El valor i, representa el gradiente hidráulico crítico.
60 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

La figura 12.2b ilustra el efecto mecánico de la filtración ascendente


del agua en las propiedades de la arena. ¿En a diagrama, las abscisas
el gradienteh: hi y las das las di gas de agua Q
en la unidad de tiempo. La curva Oabc representa la relación entre la des-
carga y el gradiente hidráulico, cuando éste es gradualmente incrementado.
Mientras i es menor de ¿,, la descarga aumenta de acuerdo con la ley de
Darcy (ecuación 11.6), en proporción directa con i y el valor de k perma-
nece constante, lo que indica que la posición mutua de los granos de arena
permanece prácticamente inalterada. Pero, en el instante en que ise hace
igual a ¿,, la descarga aumenta de repente como consecuencia de un aumento:
correlativo del coeficiente de permeabilidad (Terzaghi 192%). Si sobre
la capa de arena descansaba un peso, éste se hunde como si la arena fuese
un líquido. Si se continúa incrementando ¿, la descarga aumenta nueva-
mente en proporción directa al gradiente hidráulico y el coeficiente de per-
meabilidad retiene el valor alcanzado inmediatamente después de excedido
el gradiente hidráulico crítico. La merma de la descarga causada por una
reducción gradual del gradiente hidráulico desde un valor superior a ¿,,
viene indicada por la línea chbdO. Tan pronto como ise hace aproximada-
mente igual a i, la permeabilidad disminuye para permanecer después
constante nuevamente si ¿ decrece aún más. Como la línea bdO está situa-
da por arriba de Oab, el coeficiente de permeabilidad que le corresponde
es mayor que el valor original, lo que sugiere que el hecho representado
por el escalón ab de la línea Oab trae consigo una reducción permanente en
la densidad de la arena.
El fenómeno representado por la porción ab de la curva va acompañado
de una agitación violenta y visible de las partículas del suelo y por ello
se lo distingue como ebullición de la arena. En una excavación a cielo
abierto, la arena empieza a bullir toda vez que el agua subterránea asciende
hacia el fondo de aquélla con un gradiente hidráulico mayor que el valor
crítico i, Muchas veces se ha afirmado que la ebullición se produce solo
en ciertos tipos de arenas, conocidas como arenas fluidas, de modo que
resulta oportuno recalcar que dicho fenómeno ocurre en todas las arenas,
y aun en las gravas, tan pronto como el gradiente hidráulico se hace igual
a i/. El término arena fluida debe ser reservado para los miembros de un
pequeño grupo de arenas muy finas y muy sueltas capaces de trasformarse
en “fluidas” aun cuando el gradiente hidráulico del agua de filtración sea
menor del valor crítico y sin que exista una provocación externa perceptible.
Lo poco que se conoce con respecto a las características reales de las arenas
fluidas se estudia en el artículo 17.
La ebullición de las arenas comunes puede ser evitada construyendo
un filtro cargado sobre el área de la cual emerge el agua de filtración. Un
filtro bien proyectado no tiene prácticamente efecto alguno sobre las ten-
siones neutras del suelo, de donde se deduce que todo su peso sirve para
aumentar las tensiones efectivas y mantener las partículas de arena en su
posición original.
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO 61

Problemas
1. Una arena compuesta de elementos sólidos con peso específico 2,60 gr por
em cúbico tiene una relación de vacíos de 0,572. Calcule el peso unitario de la arena
seca, de la arena saturada y compare estos valores con el peso unitario efectivo de la
arena sumergida.
Solución: ye = 1,65; y = 2,02; y = 1,02 gr/cm.
2. En un espeso depósito de arena muy fina, la napa freática se encuentra a
1,20 metros debajo de la superficie. Sobre la napa, el suelo se encuentra saturado de
agua capilar. El unitario de la arena saturada es 2000 kg por m cúbico. ¿Cuál es
la presión vertical efectiva sobre un plano horizontal situado 1.00 m debajo de la
superficie?
Solución: 0,52 kg/cm”.
3. Un estrato sumergido de arcilla tiene un espesor de 15 m. El contenido medio
de humedad de las muestras tomadas del estrato es del 54 por ciento y el peso espe-
cífico absoluto de sus elementos sólidos de 2,78 gr por cm'. Se desea saber cuál es la
presión vertical efectiva en el fondo del estrato, originada por el peso del mismo.
Solución: 1,07 kg/cm".
4. El peso específico absoluto de las partículas de una arena es de 2,66 gr por
cm cúbico y su Poresidad, en estado suelto, del 45 por ciento y, en estado denso, del
37 por ciento. ¿Cuál es el gradiente hidráulico crítico para ambos estados?
Solución: 0,91; 1,05.
5. En un estrato de arcilla resistente saturado, de peso unitario 1750 kg por
metro cúbico, se efectuó una excavación a cielo abierto. Cuando la excavación
había alcanzado 7,50 m, el fondo comenzó a elevarse fisurándose poco a poco hasta que
finalrente la excavación fue inundada por el ascenso de una mezcla de arena y agua.
Perforaciones efectuadas a io indicaron que debajo del estrato de arcilla, que se
extendía hasta una profundidad de 11 metros, existía una capa de arena. Se desea
saber hasta qué altura hubiese ascendido el agua, por arriba de la capa de arena, si
antes de la excavación se hubiera efectuado una perforación.
Solución: 6,10 metros por encima del plano superior del estrato de arena.
Lecturas se'eccionadas
A. W. Skempton trata la historia y la importancia del concepto de la tensién
efectiva en “Terzaghis discovery of effective stress” en From theory to practice wn soil
mechanics, New York, Wiley, 1960, págs. 42-53.
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS
DE SUELA

Introducción
Si las zapatas de fundación de un edificio se encuentran apoyadas direc-
tamente sobre una capa de arcilla blanda, es probable que sufran un asen-
tamiento excesivo y que quizás lleguen hasta a hundirse en el suelo. Con-
diciones tan desfavorables del suelo de fundación se perciben fácilmente,
de modo que los proyectistas reconocen generalmente las posibles dificul-
tades y establecen sus fundaciones sobre pilotes o pilares que atraviesan la
capa blanda y descansan sobre estratos firmes.
62 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

Por el contrario, si debajo de un espeso estrato de arena existe una capa


delgada de arcilla blanda, las consecuencias que puede traer la presencia
de dicha capa no son tan fáciles de prever. Antes del advenimiento de la
mecánica de suelos muchos ingenieros creían que el asentamiento de una
zapata dependía exclusivamente de la naturaleza del suelo situado inmedia-
tamente debajo de ella, de modo que si la arcilla blanda se encontraba
situada a más de 3 ó 4 metros por debajo de la cota de fundación, su exis-
tencia era comúnmente ignorada. Aun hoy hay ingenieros que olvidan tener
en cuenta su presencia, sin considerar que la consolidación gradual de la
arcilla por el peso del edificio puede originar asentamientos excesivos y no
uniformes (véase artículo 54).
A causa de la relativa frecuencia con que han aparecido asentamientos
no previstos, originados por este tipo de situación, la compresibilidad de
los estratos confinados de arcilla ha recibido una atención creciente durante
las últimas décadas. Se han desarrollado, como consecuencia, métodos que
permiten calcular o estimar la magnitud y la distribución de los asenta-
mientos que se producen en tales casos específicos, de modo que si se
considera que éstos resultan excesivos, es siempre posible modificar el
proyecto de las fundaciones antes de iniciar su construcción.
La adherencia y la fricción en los bordes de los estratos confinados de
arcilla impiden que éstos se expandan en sentido horizontal; así que los
datos necesarios para calcular los asentamientos causados por la compresión
de estratos confinados de arcilla pueden obtenerse efectuando ensayos sobre
muestras del material mantenidas lateralmente confinadas *.

Fig. 13.1. Aparato para realizar ensayos de compresión lateralmente


confinada sobre muestras de suel

Método de ensayo
El ensayo de compresión confinada :o ensayo de consolidación se realiza
colocando una muestra de arcilla dentro de un aro, como lo indica la figu-
ra 13.1, y cargándola uniformemente por la interposición de un disco rígido.
La compresión del suelo es medida utilizando un dial o comparador micro-
métrico. Si el suelo está saturado, la muestra se coloca entre dos piezas
porosas que permitan el escape del agua durante la compresión.
Los resultados del ensayo se presentan gráficamente indicando en escala
natural la relación de vacíos e en el eje vertical y la presión p en el eje
+ Debe entenderse que estos ensayos son en verdad representativos solamente para
estratos confinados relativamente delgados respecto al tamaño de la fundación. (N. del T.)
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO, 63

horizontal. La curva resultante se denomina curva e-p. Es corriente también


dibujar tomando e en escala natural y p en escala logarítmica, y en este caso
se obtiene la curva e-log p. Como las dos formas de indicar las curvas de
consolidación tienen sus ventajas, en esta obra se utilizan ambos diagramas.
Antes de seguir adelante debe hacerse un distingo entre los suelos
considerados en su estado natural y aquellos en los que su estructura origi-
nal ha sido destruida por un amasado (véase artículo 7). Las partículas de
un suelo amasado alcanzan su posición final bajo el efecto de un proceso
que involucra el desplazamiento de los puntos de contacto previamente
existentes entre las mismas, mientras que las partículas de un estrato natu-
ral han sido depositadas grano por grano, de modo que no es de extrañar
que las masas resultantes tengan estructuras muy distintas. Además, en un
depósito natural, las partículas de la mayoría de los suelos no han cambiado
sus posiciones relativas en cientos o aun miles de años, mientras que en un
suelo amasado o en un polvo mineral obtenido artificialmente, dichas posi-
ciones datan de solo pocas horas o días antes de realizarse el ensayo. Un
punto de contacto de larga duración puede dar lugar al desarrollo de una
cohesión molecular entre los granos, que no existe en el caso de suelos
amasados. Por estas razones, la correspondencia entre presión y relación de
vacíos para suelos amasados puede ser muy distinta de la existente en el
caso de suelos inalterados, así que se tratan separadamente.
Compresibilidad de mi l i los y de suelos di
La figura 13.22 muestra varias curvas e-p típicas, y la figura 13.2b
las mismas curvas dibujadas en escala e-log p. Las curvas a, b y d de la
figura 13.2a ilustran el efecto de la forma de los granos sobre la compresi-
(a)

0 G0 q 1 o 100 1000 .
Presión p en Kg/em? Presión p en Mo/emt (Escala logarilimica)
Fig. 13.2. Resu'tados de ensayos a la compresión lateralmente confinada sobre
muestras de suelo preparadas en laboratorio. (a) Curvas e-p típicas; (b) las
mismas curvas representadas en escala e-log p.
64 PROPIEDADES H:DRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

bilidad del suelo. La curva a corresponde a una mezcla de 80 por ciento


de arena y 20 por ciento de mica; la curva b al 90 por ciento de arena y
10 por ciento de mica y la curva d al 100 por ciento de arena. Todas las
muestras fueron previamente compactadas con una varilla metálica y luego
vibradas (Gilboy, 1928). Estas curvas demuestran que la compresibilidad
aumenta rápidamente al incrementarse el porcentaje de partículas en forma
de escamas. La figura 13.2a indica además que la inclinación media de la
curva d, de la arena densa, es mucho menor que la que corresponde a
la curva c de la misma arena en estado suelto, y que la relación de vacíos
de una arena suelta, aun bajo una presión muy grande, es mayor que la
que tiene la misma arena en estado denso bajo presión nula.
La figura 13.20 muestra también que la curva e-p, que corresponde
a una muestra de arcilla blanda amasada, es muy similar a la curva que se

(6)
Relación de vacios e

2 4
Presión p en Ka fcmt » en Nofome (Fscala dog)
Fig. 13.3. (a y b) Relación entre e y p para ensayos a la compresión lateral-
mente confinada de arenas.

obtiene para una mezcla de 90 por ciento de arena y 10 por ciento de mica,
.con la diferencia de que la relación de vacíos de la arcilla bajo una presión
dada es mucho menor que la relación de vacíos de la mezcla arena-mica
bajo la misma presión.
Todas las curvas e-log p indicadas en la figura 13.2b tienen ciertas
características en común: se inician con una tangente horizontal y proba-
blemente terminan con una tangente que es también casi horizontal, estando
los dos trozos extremos unidos por una parte central bastante recta. Para
las arenas, la parte central es recta para presiones comprendidas entre apro-
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO 65

ximadamente 10 y 100 kg por cm cuadrado, presión esta última a la cual


se inicia la trituración de los granos, lo que origina un aumento en la incli-
nación de la curva. Esta inclinación permanece después constante hasta
aproximadamente 1000 kg por cm cuadrado, a partir de cuya presión comien-
za nuevamente a disminuir (Hendrom, 1963). La inclinación de la parte
media de las curvas obtenidas con las arcillas blandas amasadas disminuye
tan poco para presiones comprendidas entre 1 y 2000 kg por cm cuadrado
que las curvas pueden tomarse como líneas rectas en toda esta extensión
(Akagi, 1960). La parte media de las curvas obtenidas con mezclas de
arena y mica son prácticamente rectas para presiones comprendidas entre
1 y 10 kg por cm cuadrado. Más allá de esta presión, la inclinación de las
curvas disminuye hasta alcanzar una tangente casi horizontal.
Dos fenómenos más son de un interés especial en relación con la
compresibilidad de los suelos en general. Éstos son: la forma en que pro-
gresa con el tiempo la compresión y el cambio de volumen causado por la
remoción temporaria de la carga.
La figura 13.3 ilustra sobre las relaciones entre tiempo y compresión
en el caso de arenas. En esta figura K; representa la forma en que dismi-
nuye la relación de vacíos de una arena suelta cuando la presión aumenta
de manera continua y bastante rápidamente. Si se interrumpe el incre-
mento de la carga, la relación de vacíos sigue disminuyendo a carga cons-
tante, como lo indica el escalón vertical de la curva e-p y como lo muestra
además la curva e-tiempo correspondiente a dicho paso. Si después de una
interrupción se reanuda el aumento de carga a la misma velocidad anterior,
la curva K; empalma suavemente hasta confundirse con la curva que se

(6)

, h
j
$

?i y
a
Ny
€ 60 Ol 40 He 400
" Presión p en Ño/em? Presión pp en Kafem? [escala log.)
Fig. 13.4. Relación entree y p para una ENT densa, latera'mente confinada.
compuesta de 90 por ciento de arena y 10 por ciento de mi
66 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

hubiese obtenido si no hubiera habido interrupción alguna. La disminu-


ción en la relación de vacíos que se produce a carga constante es debida
a un retardo en el ajuste de la posición de los granos a la nueva presión
aumentada.
Efectos similares que corresponden a causa idéntica se observan tam-
bién cuando una muestra de arcilla amasada es sometida a ensayo. En
este caso, sin embargo, dichos efectos vienen combinados con otro mucho
más importante: el retardo producido por la baja permeabilidad de la arcilla.
A causa de este retardo, por el cual la deformación bajo una carga dada
necesita cierto tiempo para producirse, una curva e-p no tiene sentido
físico definido, a menos que cada punto corresponda a un estado para el
cual la relación de vacíos a carga constante ha alcanzado también un
valor constante,
La figura 13.3 muestra también el cambio producido en la relación
de vacíos cuando se retira temporariamente la carga. El efecto proveniente
de la remoción de la carga está representado por la curva de descarga bc;
y aquel que resulta de una nueva aplicación, por la curva de recompresión
cd. En el caso de arcillas, bc se distingue como la curva de hinchamiento.
El área comprendida entre la curva de descarga y la de recompresión es lo
que se conoce como un lazo de histéresis. Los lazos de histéresis para los
distintos suelos difieren solo por su inclinación y su ancho. En los diagra-
mas dibujados en escala aritmética son cóncavos hacia arriba, mientras que
en escala semilogarítmica son cóncavos hacia abajo. La figura 13.4 muestra
un lazo de histéresis para una mezcla compuesta de 90 por ciento de arena
y 10 por ciento de mica. Los lazos de histéresis de las arcillas amasadas
son muy similares a éste.
Arenas inalteradas
En la naturaleza todas las arenas se encuentran más o menos estra-
tificadas. La compresibilidad de un depósito estratificado en la dirección
de los planos de estratificación es algo menor que en una dirección normal
a éstos. Además, la mayoría de las arenas naturales contienen al menos
algún vestigio de material cementante y, por arriba de la napa freática,
siempre contienen algo de humedad, factores ambos que producen cohesión.
Por otro lado, algunas arenas tienen en estado natural una densidad relativa
mayor de la que se puede obtener en el laboratorio por cualquier método
artificial que no sea la vibración. Otras arenas tienen en su estado natural
una estructura muy inestable que puede aproximarse en el laboratorio solo
preparando probetas extremadamente sueltas, con procedimientos especiales
(artículo 17). Estos hechos sugieren que la estructura de las arenas en la
naturaleza puede ser algo diferente de la que adquieren en muestras prepa-
- radas en el laboratorio. Sin embargo, si las relaciones de vacíos de arenas
idénticas son las mismas en ambos casos, en general, sus compresibilidades
son también aproximadamente iguales,
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO 67

Arcillas inalteradas no sensitivas normalmente consolidadas


El estudio que sigue será limitado a aquellas arcillas que nunca estu-
vieron sometidas a una presión mayor que la que corresponde a su cubierta
actual, es decir, de la que soportan al presente por efecto de las capas
de suelo situadas sobre ellas. Tales arcillas se conocen como normalmente
consolidadas. La experiencia acumulada indica que el contenido natural de
humedad tw de las arcillas normalmente consolidadas se encuentra común-
mente cerca del límite líquido L,,. Si w está muy por debajo de L,,, la ex-
cepción a la regla se debe en general a que la sensibilidad de la arcilla
Reloción de vacíos, e

Aprox.04e,
Pr Pa Po f
Presión (esc. loq)
5. Relaciones entre e y p para una arcilla de sensibilidad ordi
rcilla amasada; K,, para la muestra inalterada de arcilla en el laboratorio;
> Para la arcilla en estado natural en el terreno.

(artículo 7) es excepcionalmente baja. Por el contrario, si w es mucho


mayor que L., dicha excepción se debe, en general, a que la arcilla tiene
una alta sensibilidad. De cualquier modo, las arcillas normalmente conso-
lidadas son siempre blandas hasta profundidades considerables.
Con el objeto de obtener datos con respecto a la compresibilidad de
un estrato confinado de arcilla normalmente consolidada no sensitiva situada
a una profundidad D, se ensaya una muestra inalterada del material, tomada
de“dicha profundidad efectuando una perforación. En la figura 13.5, las
coordenadas del punto a representan la relación natural de vacíos eo de la
muestra y la presión efectiva po a que el suelo a la profundidad D se encuen-
68 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

tra sometido por efecto:del peso de la cubierta. La presión po es igual a


la suma del peso del suelo sumergido situado entre la profundidad D y la
napa freática y el peso total, suelo más humedad, del material situado por
encima de la napa.
Durante la toma de muestra, la presión que soporta la arcilla es reducida
a un valor muy pequeño, mientras que su contenido de humedad permanece
casi inalterado. En la figura 13.5 este proceso viene representado por la
línea punteada agp. Si la presión en la muestra es nuevamente aumentada
sometiendo el suelo a un ensayo de consolidación, la relación de vacíos de
las arcillas ordinarias de baja o mediana sensibilidad disminuye al aumentar
la carga, siguiendo la ley indicada por la línea K,. La parte curva de K,,
que representa la recompresión del material y es similar a la curva cad de
la figura 13.4b, empalma con una línea recta. La prolongación hacia arriba
de la parte recta de K, corresponde a la tangente db de la curva cad de la figura
13.4b e intersecta a la horizontal trazada por el punto a, figura 13.5, en el
punto b. La experiencia indica que, para arcillas normalmente consolidadas,
el punto b se encuentra siempre situado a la izquierda del punto a.
Si se toma la misma muestra de arcilla y mezclándola con agua se la
trasforma en una pasta espesa para consolidarla luego gradualmente, some-
tiéndola a cargas crecientes, se obtiene en el diagrama e-log p, la línea K,
de la figura 13.5. Por debajo del punto c esta línea es casi una recta y, si
bien su inclinación es algo menor que la de la parte recta de K,, su prolon-
gación hacia abajo intersecta la continuación de la parte recta de K, en un
punto f, que corresponde a una relación de vacíos aproximadamente igual a
0,4eo (Schmertmann, 1953).
La línea de consolidación K, que representa la relación real entre e
y el log p en el terreno, debe pasar, como es obvio, por el punto a. A pesar
de ello, ninguna de las dos curvas de laboratorio, K, y K;,, pasa por dicho
punto, resultando entonces evidente que la línea K puede solo ser determi-
nada por medio de una extrapolación de los resultados obtenidos de los
ensayos de laboratorio. Como las dos líneas K, y K, son rectas y se inter-
sectan aproximadamente a la altura e = dep, parece razonable suponer
que la línea e-log p del suelo en el terreno sea también una línea recta que,
pasando por el punto a, al ser prolongada hacia abajo corte la ordenada
e = 0,4e, en el punto f. La línea así obtenida, se llama línea de consolida-
ción en el terreno.
Si no se dispone de muestras inalteradas, el punto f puede ser determi-
nado con suficiente aproximación por medio de una línea e-log p para una
muestra amasada, K, de la figura 13.5, siempre que la carga sea llevada
por lo menos hasta 20 kg por cm cuadrado.
El valor de la relación p,/po entre las presiones representadas por las
abscisas de b y a, figura 13.5, indica hasta qué grado la estructura de la
muestra ha sido alterada. Los valores de esta relación oscilan entre 0,3 y
0,7, con un término medio de 0,5, con la característica de que una dispersión
considerable de valores es muy común aun para muestras tomadas con un
mismo sacamuestras de una misma perforación. Se deduce, por lo tanto,
que el valor de p./po depende en gran parte de factores accidentales, tales
ART. 13 COMFRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS LE SUELO 69

como las variaciones en la sensibilidad de la arcilla y de si la probeta ensayada


fue tomada de la parte superior, media o inferior del tubo sacamuestras.
Las líneas K de consolidación en el terreno (fig. 13.5) sirven de base
para el cálculo de los asentamientos de las estructuras situadas sobre estratos
confinados de arcillas normalmente consolidadas *. El peso de la estructura
o del terraplén, según sea el caso, incrementa la presión a que está sometida
la arcilla desde po al valor po + Ap y origina una disminución de la relación
de vacíos desde e hasta e. Se puede, entonces, dentro del intervalo po,
Po + Ap, escribir:
eo —e= he = ap
El valor:
ay(emt/gr)
| = HZ
Ap(gr/cmi) (13.1)
se llama coeficiente de compresibilidad dentro del intervalo po, po + Ap.
Para una diferencia de presión dada, el valor del coeficiente de compresi-
bilidad disminuye a medida que la presión aumenta.
La disminución dede a porosidad An, por unidad de Icul:
volumen slizando
original lade
suelo, que lala disminuci Ae, puede
ecuación 6.2:
Ae
An = Ta

donde es es la relación de vacíos inicial. Resulta entonces:


a
An == FAP
z == mdp 13.2)
113.2

en la cual:

2/gr)
m,(cm?/gr) = 2lemt/en),
LF (13.3)
se di i td de ibilidad volumétri y la
compresión de la arcilla por unidad de espesor original bajo la influencia
de un aumento unitario de presión. Si H es el espesor de una capa de arcilla
que se encuentra solicitada bajo una presión p, un aumento de presión Ap
reduce el espesor del estrato en el valor:
S=H-Ap-m, (15.4)
* Como repetida y sistemáticamente lo especifican los autores, con el ensayo de
consolidación se obtienen las características de deformación de estratos con/ina: de
arcilla. Sirve por tanto para calcular los asentamientos que producen aquellos estratos
de suelos que cumplen con esa condición. En particular, la experiencia ha ido de-
mostrando que es solo aplicable estrictamente a un muy limitado rango de problemas
en los que interviene una capa de arcilla normalmente consolidada, relativamente
-delgada respecto al ancho de la fundación y que se ve sometida a una carga que en
su espesor puede considerarse como uniformerente distribuida o bien poco variable.
En casos diversos proporciona soluciones que pueden llegar a ser solo groseramente apro-
ximadas y aún muy alejadas de la realidad. (N. del 7.)
70 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

La línea K, de consolidación en el terreno de las arcillas ordinarias, tiene


en un diagrama semilogarítmico la forma de una línea recta, como lo indica
la figura 13.5, y puede ser expresada por la ecuación:

edo — CoNo a (13.5)


en la cual C, (coeficiente sin dimensión), llamado índice de compresión, es
igual a la tangente del ángulo de inclinación de la parte recta de K. Al
contrario de lo que ocurre con a, y m,, que disminuyen rápidamente al aumen-
tar los valores de la presión po, el coeficiente C, es una constante y la ecua-
ción 13.5 que la contiene es válida dentro de un intervalo grande de presiones.
En un diagrama semilogarítmico, la curva de descarga, como la bc, de
la figura 13.4b, es también bastante recta dentro de un gran intervalo; así
que para una disminución de presión desde p a p — Ap, dicha curva puede
ser expresada por la ecuación:
a a (13.54)
»
en la que C, (coeficiente sin dimensión), llamado índice de hinchamiento,
es proporcional al aumento de volumen que se origina cuando se retira la
carga que actúa sobre la arcilla.
Combinando la ecuación 13.5 con las 13.1 y 13.3 resulta:

A 2. Tp log10 Po +rr
Ap (13.6)

me - 10810 PAP
= a (13.7)
Ap(1 + eo)
Sustituyendo en la ecuación 13.4 el valor de m,, se obtiene la compre-
sión $ que sufre el estrato confinado de arcilla normalmente consolidada:

S=H Co logro Pe E4P (13.8)


1-+. po
Si la arcilla es amasada, su curva e-log p cambia de K a K, (fig. 13.5),
que es también una recta dentro de un intervalo extenso, y puede por tanto
ser expresada por la ecuación:
e = es — C¿ logroLEN (15.9)
análoga a la ecuación 13.5. El símbolo C., que representa el índice de com-
presión de la arcilla amasada, es igual a la tangente del ángulo de inclinación
de la parte recta de K,. Sus valores para las distintas arcillas aumentan en
forma consistente a medida que aumenta el límite líquido, como lo indica
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO 71

la figura 13.6. Las abscisas de los puntos indicados en el diagrama repre-


sentan el límite líquido L,, y las ordenadas los valores correspondientes de
C¿' para las diferentes arcillas. Las muestras fueron elegidas al azar y pro-
vienen de diferentes partes del mundo, incluyéndose en el conjunto tanto
Ls arcillas ordinarias como las extrasensitivas. Todos los puntos están situados
cerca de una línea recta de ecuación:
C¿ = 0,007 (Ly — 10 %) (13.10)
en la cual L, es el límite líquido expresado en por ciento del peso seco de
La arcilla. La dispersión de los valores reales de C.' con respecto a los deter-
minados por medio de la ecuación 13.10 varía entre == 30 por ciento (Skemp-
ton, 1944).
Para una arcilla ordinaria normalmente consolidada de mediana o baja
sensibilidad, las líneas K, y K son rectas en una gran extensión de su desarro-
llo y los valores de C, que corresponden a la línea K de consolidación en el
terreno resultan aproximadamente iguales a 1,30 C/ (ecuación 13.10), es
decir:
C. — 1,30 C/ = 0,009 (Ly — 10 %) (13.11)
Si se conoce el valor C, de un estrato de arcilla, la compresión que
produciría una sobrecarga Ap puede calcularse por medio de la ecuación
13.8. Para arcillas normalmente consolidadas, el valor de C, puede ser esti-
mado en forma aproximada utilizando la ecuación 13.11, de modo que puede
determinarse el orden de magnitud del asentamiento probable de una estruc-
tura situada sobre un estrato de arcilla de este tipo, sin necesidad de hacer
otros ensayos que la determinación de límites líquidos.
Compresión CG;
Indice de ,

Límite liquido(2 peso seco)


Fig 13.6. Relación entre límite líquido e índice de compresión para arcillas
amasadas. (Según A. W. Skempton, 1944, y otros.)

Arcillas inalteradas preconsolidadas


Se dice que una arcilla ha sido preconsolidada cuando alguna vez en
su historia geológica ha estado sometida a una presión mayor de la que
resulta de su cubierta actual, Esta mayor presión temporaria pudo haber
sido causada por el peso de estratos de suelo que fueron luego erosionados,
72 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

por el peso de hielo que más tarde se derritió, o bien por desecación debida
a que la arcilla estuvo temporariamente expuesta al aire. Si esta presión
mayor Apo fue menor de unos 4 kilogramos por centímetro cuadrado, la
arcilla puede encontrarse aún en estado blando; pero si fue mayor, la arcilla
es compacta.
La figura 13.7 ilustra dos procesos geológicos que llevan a la precon-
solidación de arcillas. Todos los estratos situados por arriba de la roca fueron
depositados en un lago cuando el nivel del agua se encontraba por en-
cima de la superficie actual del terreno alto. Luego parte de los estratos
fueron erosionados y el contenido de humedad de la arcilla del estrato B
aumentó un poco en la zona erosionada (a la derecha en la figura), y
disminuyó considerablemente en la parte no erosionada (a la izquierda) a
causa del descenso de la napa freática. Con respecto a su cubierta actual,
Estructura Pre-consolidada Nivel original
von desecación — $ de
y Mila

Arcilla blainda normal. Arcilla blanda


mente consolidada pre-consolíí Roca
madre
Fig. 13.7. Diagrama que indica dos procesos geológicos conducentes 2 la
preconsolidación de arcillas.

la arcilla de la derecha es una arcilla blanda preconsolidada, mientras que


la de la izquierda es también blanda, pero normalmente consolidada.
A medida que el nivel freático descendía de su posición original a la
posición actual por debajo de la superficie del valle erosionado, los estratos
de arena situados arriba y abajo de la capa superior A de arcilla drenaron
poco a poco el agua que contenía, y por lo tanto la capa A se fue secando.
En el artículo 21 se demuestra que un proceso de desecación de esta natu-
raleza resulta mecánicamente equivalente a la consolidación bajo carga y
por ello se dice que la capa A ha sido preconsolidada por desecación.
Cuando un estrato de arcilla se forma por sedimentación en una exten-
sión de agua sujeta a variaciones cíclicas de nivel, las porciones más altas
de la superficie del sedimento pueden quedar al descubierto de tiempo
en tiempo, formándose en correspondencia con las mismas costras de arcilla
desecada. Cuando el nivel del agua vuelve a aumentar, estas costras son
cubiertas de sedimentos frescos y su contenido de humedad aumenta, pero
a pesar de ello permanece anormalmente bajo, formando capas o lentes de
arcilla preconsolidada entremezcladas con capas de arcilla normalmente
consolidada.
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO 73

Si una capa de arcilla resistente se encuentra situada sobre otra capa


de arcilla blanda de la misma naturaleza, salvo raras excepciones, la dife-
rencia en consistencia proviene de que la capa superior ha sido preconsoli-
dada por desecación. Aún más: si la capa superior estuvo expuesta por
mucho tiempo a la atmósfera, es muy probable que haya sido decolorada
1 oxidación. Por ejemplo, en Chicago se encuentra una espesa capa de
arcilla blanda normalmente consolidada de color grisáceo cubierta por una
capa resistente preconsolidada de arcilla amarilla y gris de un espesor com-
prendido entre 0,60 y 1,80 metros. En el sur de Suecia se han encontrado
capas de arcillas glaciares preconsolidadas situadas entre capas de arcilla
blanda normalmente consolidadas de la misma naturaleza. En algunos casos,
las costras resistentes se pueden haber formado sin emerger, por un proceso
de trasformación subacua o por intercambio de bases (Moum y Rosenqvist,
1957).
En la figura 13.8 se muestra por medio de diagramas dibujados en
escala aritmética la influencia que la preconsolidación ejerce sobre la corres-
pondencia entre presión y relación de vacíos. La figura 13.84 representa
la relación entre e y p para la parte normalmente consolidada de la arcilla
del estrato B de la figura 13.7 y la figura 13.8b esta misma relación para
la parte preconsolidada del mismo estrato. En ambos diagramas el punto «'
representa el estado de la arcilla antes de que se iniciara la erosión, en cuyo
momento el nivel freático estaba situado por arriba del estrato A y la presión
unitaria efectiva sobre todo el estrato B era igual a py. Como la erosión
estuvo unida a un descenso de la capa freática con poco cambio de la pre-
sión total que soportaba la parte izquierda del estrato B, la presión efectiva
sobre éste aumentó de py” a po y el punto que representa el estado de la
arcilla (figura 13.84), se desplazó de a' hasta a.

ta)
Arcilla normalmente Consolidada

Ñ paa o
de vacíos e
Relación

doy
de,
a

NR
/

0 Lo Po Potdp Lo petdo lo
Bresión efectiva Presión efectiva
Fig. 13.8. (a) Relación entre e y p, en el terreno, para u la normalmente
«onso'idada: (b) relaciones entre e y p para una arcilla * preconsolidada,
74 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

En la parte derecha del estrato B, el descenso de la capa freática tuvo


h zar en forma simultánea con la erosión de la mayor parte de la sobrecarga
y la presión efectiva disminuyó de py «1 po pasando la arcilla del estado
a' al estado b (fig. 13.8b), originándose solo un pequeño aumento de la
relación de vacíos.
Un aumento Ap de la presión efectiva que soporta la parte normalmente
consolidada del estrato B, ocasionado por ejemplo por la construcción de un
gran edificio en el terreno alto, reduce la relación de vacios de la arcilla
situada debajo de su fundación en la cantidad Ae, (fig. 13.82), y la arcilla
pasa del estado a al estado d. Un incremento similar de la presión efectiva
sobre la parte preconsolidada del estrato B reduce la relación de vacíos en
Ae, (fig. 13.8b), y la arcilla pasa del estado b al estado d.
Si se tomasen muestras alteradas de las dos partes del estrato B, se
tendría probablemente la impresión de que la arcilla preconsolidada es más
blanda que la normalmente consolidada pues el contenido de humedad de
la parte preconsolidada del estrato, en el momento de extraer la muestra, sería
apreciablemente mayor que el que le corresponde a la parte normalmente
consolidada. A pesar de esto, si Ap es menor de aproximadamente un medio
de la diferencia py — po, la compresión Ae, del estrato preconsolidado será
mucho menor que la compresión Ae, del estrato normalmente consolidado.
Esto se debe al hecho de que el punto que representa el estado en el terreno
de la arcilla normalmente consolidada se desplaza de a a d (fig. 13.84) en
la curva que indica la disminución de la relación de vacíos para una presión
que aumenta en forma constante, mientras que para la arcilla preconsoli-
dada lo hace en la curva de recompresión desde b hasta d (fig. 13.8b).
Ahora bien, como indican las figuras 13.3 y 13.4, la inclinación de la curva
de recompresión es mucho menor que la de compresión directa.
Haciendo ensayos de consolidación sobre muestras representativas, se
puede derivar alguna idea de la compresión que la parte preconsolidada del
estrato B experimentará bajo el peso del edificio. Sin embargo, debido pre-
cisamente a la preconsolidación, la curva e-p del suelo en el terreno suele
diferir notablemente de la que se obtiene en ensayos de laboratorio. La
magnitud de esta diferencia depende del grado de alteración de las muestras.
Si la muestra está muy alterada, en el laboratorio la relación entre e y p
se asemeja a la curva empinada K, de la figura 13.8b. Si a las ordenadas
de esta curva les agregamos la distancia bg se obtiene la curva K;', que pasa
por el punto b que indica el estado de la arcilla en la naturaleza, pero aun
así, la experiencia demuestra que la curva K,” no tiene ninguna semejanza
con la línea bd que representa la consolidación en el terreno.
Cuando el ensayo de consolidación se efectúa sobre una muestra cuida-
dosamente cortada de una excavación realizada en el terreno, se obtiene
la curva K,. Si a las ordenadas de esta curva se les agrega la distancia cb
se obtiene la curva K,' que pasa por b. Aunque la inclinación de K,/ es
mucho menor que la de K/, se ha hallado que, si Ap es menor de
más o menos la mitad de la diferencia py — po, la compresión de la arcilla,
calculada sobre la base de K,' es todavía dos a cinco veces mayor que la
compresión de la arcilla en el terreno. Por esta razón, en arcillas precon-
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO 75

solidadas la extrapolación de los resultados de ensayos a las condiciones


reales del terreno es muy incierta, cualquiera sea el cuidado que se haya
tenido en la extracción de las muestras.
El cálculo, con la fórmula 13.11, de la relación entre e y p para una
arcilla con un límite líquido dado, conduce a una curva que pasa por b y
es más empinada que K,'. Las ordenadas de esta curva, medidas desde una
horizontal que pase por b, son por lo menos iguales al doble de las ordenadas
de K,/, las que a su vez son de dos a cinco veces mayores que las de la
línea K' que indica la relación entre e y p en el terreno. Por ello, el uso de
la fórmula 13.11 para estimar la compresibilidad de una arcilla preconso-
lfidada, conduce a valores comprendidos entre 4 y 10 veces mayores que
los valores reales. Como, por otro lado, la misma ecuación proporciona
valores razonablemente exactos cuando se utiliza para arcillas normalmente
consolidadas, resulta obvio que la historia geológica de una arcilla, en lo
que respecta a las cargas que ha soportado en el pasado, es de extraordi-
maria importancia práctica.
En el caso ilustrado por la figura 13.7, la presión máxima de consoli-
dación po” puede calcularse en forma bastante exacta en función de las
evidencias geológicas. La geología y la fisiografía de la región puntualizan,
sin dejar lugar a dudas, que la superficie original del terreno estaba situada

0
Presión p. (escala log)
Fig. 13.9. Diagrama que muestra la construcción gráfica usada
comúnmente para determinar el va'or máximo de la presión de
consolidación (según A. Casagrande).

al mismo nivel o por encima del terreno alto actual y que, además, la napa
freática llegaba hasta muy cerca de dicha superficie original. Pero, si la
evidencia geológica no es tan clara o si la preconsolidación fue causada por
desecación o por el peso de una capa de hielo que se derritió sin dejar seña
alguna de su espesor, la estimación geológica de la máxima presión de conso-
hidación es muy incierta. En tales casos, el único procedimiento que queda
para obtener por lo menos una idea general del valor de py consiste en
estimarlo en función de los resultados de ensayos de laboratorio.
Se han propuesto varios métodos para detérminar, en función de los
resultados de ensayos de laboratorio, el valor de la máxima presión de con-
solidación. La figura 13.9 (A. Casagrande, 1936b), que representa la cur-
va e-log p de una muestra inalterada de arcilla, ilustra uno de los métodos
más utilizados. Por el punto c, en que la curva tiene el mínimo radio de
76 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

curvatura, se traza una línea horizontal y una tangente a K,. La bisectriz


del ángulo a que forman estas dos rectas intercepta a la continuación de la
parte recta de K, en el punto d, cuya abscisa se supone que es igual a po".
El método indicado en la figura 13.9 se basa en la observación del
efecto que la carga y descarga tiene en la relación de vacíos de muestras
inalteradas de arcilla y provee una buena concordancia con la presión efec-
tiva resultante del peso de las capas sobrepuestas en depósitos que se
sabe que están normalmente consolidados, siempre que los ensayos se hayan
hecho con muestras inalteradas de la más alta calidad. En los pocos casos
en los cuales la máxima presión de consolidación de una arcilla preconso-
lidada ha sido fehacientemente determinada por evidencia geológica u otros
medios independientes, la concordancia entre la presión de consolidación
máxima real y la determinada por medio del procedimiento gráfico ha sido
bastante satisfactoria, siempre y cuando las muestras utilizadas para los ensa-
yos de consolidación fuesen inalteradas.
Cuando una arcilla ha sido altamente preconsolidada, puede darse que
en un ensayo de consolidación no resulte posible incrementar la presión
mucho más allá de la máxima presión de preconsolidación y que la parte
recta del diagrama e-log p no quede bien definida. Sin embargo, cuando
la magnitud de la preconsolidación permite determinar bien esta parte de
la curva, se puede obtener una mejor aproximación a la curva e-log p real
del suelo en el terreno por medio de un procedimiento gráfico debido a
Schmertmann, 1953, El procedimiento requiere descargar la muestra en
incrementos, después que se ha alcanzado la máxima presión del ensayo,
con el objeto de obtener una curva de descarga de laboratorio. La curva
de consolidación de laboratorio se representa por K, en la figura 13.10. El
punto b representa la relación de vacíos €, y la presión efectiva p, causada
por el peso de los estratos que cubren la arcilla en el terreno y que la solici-
tan antes del muestreo. La curva e-log p debe pasar por este punto
y la línea vertical define pl, como la máxima presión de consolidación
determinada por el procedimiento gráfico de la figura 13.9. La parte
de la curva real e-log p en el terreno, comprendida entre p, y P/, es
una curva de recompresión. Como en el laboratorio hay muy poca dife-
rencia en la inclinación de las curvas de descarga y recompresión, se supone
que en el terreno la curva entre p, y py es paralela a la curva de descarga
de laboratorio. Con esta idea se traza una línea que pase por b paralela
a cd. Su intersección con la vertical que pasa por p,' se designa a. Para
presiones superiores a py”, se supone que la línea recta a'f representa el com-
portamiento en el terreno, donde f es la intersección de la extensión hacia
abajo de la parte empinada recta de K, y de la ordenada que corresponde
a e = 0.4e,. Entre b y a' se traza una curva suave como la indicada en la
figura 13.10.
Para los propósitos de la práctica es con frecuencia suficiente saber si
una arcilla es o no altamente preconsolidada. Esta decisión puede realizarse
usualmente sin necesidad de recurrir a la construcción gráfica de la figura 13.9.
Si una arcilla es normalmente consolidada, los puntos b de la figura 13.5
se hallan invariablemente situados a la izquierda de los puntos a, de modo
ART. 13. COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO Tr
que si se han ensayado varias muestras inalteradas de un estrato de arcilla y
si todos los puntos b obtenidos de los ensayos están a la izquierda de los a
el valor de py es seguramente no mucho mayor que la presión que la arcilla
soporta en la actualidad, así que el efecto que la preconsolidación pudiera
tener sobre el asentamiento puede despreciarse. Si por el contrario, la presión
de preconsolidación es mucho mayor que la presión actual, por lo menos algu-
nos de los puntos bh están situados a la derecha de los a. En este caso, el asen-
tamiento de la estructura a construir sobre la arcilla será pequeño comparado
€ FS

KT
vacío

NS
Relación
de

Aprox.
Ote -—=+== p=-=-=%+---
Po o
Presión (esc. log)
Fig, 13.10, Construcción gráfica para estimar fa relación que
existe en el terreno entre e y p para una arcil'a preronsolidada
(según Schmertman, 1953).
con el calculado en función de los resultados de ensayos, pues la relación entre
has curvas de consolidación en el laboratorio y en el terreno, para una arcilla
de este tipo, se asemeja a la que existe entre las curvas K,' y K' de la figura
13.8b,
Si parte de un estrato de arcilla normalmente consolidada ha sido pre-
consolidado por desecación, el contenido de humedad de las capas preconsoli-
dadas es relativamente bajo, de modo que la situación y el espesor de estas
capas puede deducirse del perfil de contenidos de humedad. Cuando se hace
el cálculo de ie las capas das puedenfi
suponerse incompresibles.
Arcillas inalteradas extrasensitivas
Para las arcillas inalteradas ordinarias la curva K, del diagrama e-log p,
(fig. 13.5) es aproximadamente parabólica. En cambio, para las arcillas
extrasensitivas tiene la forma indicada por K, en la figura 13.11. Permanece
78 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

prácticamente horizontal hasta que la presión sobre la muestra se aproxima


o excede en algo la presión efectiva p, que soporta en el terreno, a partir
de cuyo instante se torna hacia abajo de una manera bastante abrupta. A
medida que la intensidad de la presión aumenta, la inclinación de la curva
de nuevo decrece apreciablemente hasta que al final pasa a constituirse en
una línea recta inclinada K,. La prolongación hacia arriba de la tangente
a la parte empinada de K, en su punto de inflexión c intercepta a la hori-
zontal que pasa por e, en el punto 5”.
Si el depósito de arcilla extrasensitiva fuese normalmente consolidado y
la muestra perfectamente inalterada, podría esperarse que b' coincidiese con
el punto a, que tiene por coordenadas (po, €»). Si la muestra fuese lige-
ramente alterada, »' debiera situarse hacia la izquierda de a. Teniendo en
cuenta estas condiciones, la construcción de un edificio que contribuye solo
con un muy pequeño aumento a la presión p, debiera ser seguida de un
dramático asentamiento de la obra. En la realidad se ha encontrado que,
en general, es posible incrementar la presión desde p, a un valor mayor
Po + Ap» sin que se produzca un asentamiento desproporcionado, pero que
para valores de A, que exceden Ap», el comportamiento corresponde al que
se obtiene de una curva e-log p por lo menos tan empinada como lo es
la parte más vertical de la porción superior de K, (fig. 13.11). La facultad
de una arcilla extrasensitiva de sostener sin mayor asentamiento una presión
que exceda la presión existente en el terreno puede ser, en algunos casos,
una consecuencia de un ligero grado de preconsolidación similar al tratado
en el apartado anterior. Por otro lado, puede ser la consecuencia del des-
arrollo de fuerzas de adherencia entre las partículas de arcilla (artículo 4).
Por ello, la fuerza Ap, se denomina, a veces, resistencia de adherencia (Ter-
zaghi 19410).
Cuando se puede estimar esa resistencia de adherencia, es dable apro-
ximarse a la curva K en el terreno de la siguiente manera. La parte recta
inferior de K,, se extiende hacia abajo hasta el punto f sobre la ordenada
e = 04e0. El punto b se sitúa en la línea e = eo a un valor de p igual a
Po + Ap». Finalmente, se traza una línea vertical por el punto f que
intercepta a la horizontal que pasa por e = es en el punto A. La curva K
se construye de tal manera que, para cualquier valor de e, la relación entre
la distancia horizontal que va desde K hasta fA y la distancia horizontal que
va desde K, hasta fA sea igual a:
L DA
L "VA
En algunas localidades, como la ciudad de Méjico, la resistencia de adhe-
rencia puede estimarse bastante bien sobre la base de la experiencia de obra,
* Pero si no se puede hacer una estimación fehaciente, es preferible suponer
que los puntos b y 1 coinciden.
La línea K, puede obtenerse únicamente ensayando una muestra inalte-
rada. Si la muestra se encuentra muy alterada o ha sido amasada y mezclada
con suficiente agua para trasformar la arcilla en una pasta espesa, la curva K,
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO 79

del material amasado se parece en todos sus aspectos a la curva K, (fig. 13.5)
de las arcillas ordinarias, siendo prácticamente recta sobre una gran extensión
de su desarrollo. Su inclinación es algo menor que la de la tangente K, a la
parte inferior de la línea K, de la figura 13.11. En otras palabras, la alteración
de la estructura de la arcilla destruye las propiedades responsables de la fuerte
flexión que tiene la línea K, por debajo del punto b de la figura 13.11. Por
ello, los datos necesarios para construir la línea de consolidación en el terreno
de las arcillas extrasensitivas pueden obtenerse únicamente realizando ensayos
de consolidación sobre muestras inalteradas. Afortunadamente, utilizando saca-
testigos a pistón con tubos de pared delgada (artículo 44) se obtienen, con
frecuencia, muy buenas muestras inalteradas de arcillas extrasensitivas, porque

Lo
Relación de vacios, e

Aprox. Ote-
La
Presión (esc log.)
Fig. 13.11. Relaciones entre e y p para arcillas extrasensitivas.
En el laboratorio: K, amasada, K, inalterada. En el terreno en su
estado natural: K.

el suelo en el borde cortante del sacatestigos está tan completamente amasado


que virtualmente no ofrece resistencia a la penetración, ya que, a medida que
el tubo sacatestigos se introduce en el terreno, se forma una delgada vaina
protectora de suelo casi sin fricción que rodea al corazón no distorsionado.
Si la arcilla es extrasensitiva, la inclinación de la parte superior de la
* curva K de consolidación en el terreno puede ser varias veces mayor que la
de la curva K, del suelo amasado. Para tales arcillas, el método aproximado
de calcular la compresión de una capa sobre la base de la ecuación 13.11
80 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

proporciona simplemente un límite inferior, pues la consolidación real puede


llegar a ser varias veces superior. Afortunadamente, estos tipos de arci-
lla son más bien raros. Involucran las arcillas de origen volcánico de
la ciudad de Méjico, ciertos tipos de arcillas marinas del sudeste de Cana-
dá y de los países escandinavos y varios tipos de arcillas altamente orgáni-
cas. Si una arcilla tiene un límite líquido mayor del 100 por ciento, o bien
si su contenido natural de humedad a una profundidad de 5 a 10 metros
debajo de la superficie es mayor que el límite líquido, o también si contiene
un porcentaje grande de materia orgánica, es probable que tenga como
características de consolidación las indicadas por la figura 13.11. La sensi-
bilidad S, (ecuación 7.1) de estas arcillas es siempre mayor de 4, mientras
que para arcillas ordinarias es menor. Si la sensibilidad de una arcilla es
mayor de 8, es casi seguro que tiene las características de consolidación
ilustradas por la figura 13.11.
Resumen de los métodos para determinar la compresibilidad de
estratos naturales de arcilla
Si el suelo situado debajo de una estructura contiene capas de arena
o arcilla compacta que alternan con otras de arcilla blanda, la compresi-
bilidad de los estratos de arena y de arcilla compacta puede despreciarse.
La compresibilidad de las capas de arcilla depende principalmente
de dos factores: el límite líquido del suelo y la magnitud de la máxima
presión que ha actuado sobre la arcilla desde que fue depositada. Si esta
presión nunca ha excedido a la presión efectiva que hoy le impone la
cubierta, se dice que el material es normalmente consolidado; en caso con-
trario, que es preconsolidado.
La compresibilidad de una capa de arcilla normalmente consolidada
con un límite líquido conocido puede estimarse en forma aproximada por
medio de la fórmula empírica 13.11, siempre y cuando la arcilla no tenga
propiedades raras. Pero si la arcilla tiene un límite líquido mayor de 100,
o si su contenido de humedad a una profundidad de 5 ó 10 metros es mayor
que el límite líquido, o bien, si contiene un alto porcentaje de materia
orgánica, la compresibilidad de la capa puede resultar muchas veces supe-
rior a la calculada con la fórmula 13.11. Por ello, si debe construirse un
edificio encima de una capa de arcilla de este tipo excepcional, es acon-
sejable determinar su compresibilidad por medio de ensayos de consolida-
ción sobre muestras inalteradas,
La compresibilidad de una arcilla preconsolidada depende no solo del
límite líquido del suelo sino que también de la relación Ap/(po — po),
en la que Ap es la presión que la estructura agrega-a la presión existente
Po, y Po' es la máxima presión que ha actuado sobre la arcilla en su historia
geológica. Si esta relación es menor del 50 por ciento, la compresibilidad
de la arcilla suele ser del 10 al 25 por ciento de la que corresponde a una
arcilla similar normalmente consolidada. Al aumentar esta relación, el efecto
que la preconsolidación ejerce sobre la compresibilidad de la arcilla dismi-
nuye y, para valores mayores del 100 por ciento, la influencia de la precon-
solidación sobre el asentamiento puede despreciarse.
ART. 13 COMPRESIBILIDAD DE ESTRATOS CONFINADOS DE SUELO 81

La preconsolidación de una arcilla puede deberse: al peso de estratos


de suelo que fueron eliminados por erosión, al peso de hielo que luego se
derritió, o a la desecación. Si se debe a una carga que fue eliminada, la
sobrepresión que actuó sobre el suelo fue la misma en todos los puntos
de una línea vertical que penetra en el subsuelo, pero si se debe a la dese-
cación, la sobrepresión probablemente disminuyó hacia abajo a partir de la
superficie expuesta a la evaporación, y el espesor total de la capa precon-
solidada puede no exceder de un metro o dos”.
La compresibilidad de mantos de arcilla altamente preconsolidados es
generalmente insignificante y puede despreciarse, a menos que el ingeniero
se vea precisado a construir sobre un espeso estrato de arcilla compacta
una estructura muy grande y pesada que sería dañada hasta por un asenta-
miento diferencial moderado. En este caso, si el problema justifica un cálculo
de asentamiento, deben efectuarse ensayos de consolidación sobre muestras
inalteradas extraídas de preferencia de excavaciones a cielo abierto. La
fuente y la importancia de los errores involucrados en los cálculos de asenta-
mientos basados en los resultados de ensayos sobre tal tipo de muestras
se trataron en la página 74.

Problemas
1, Un estrato de arcilla
un espesor de 7,50 metros. Su pla
de 10,50 metros debajo
huma la arcilla es del 40 por ciento y el peso
2,18 gramos por centímetro cúbico. Entre la Superficie y e la. al Artana
en arena fina y la nay eno su nivel a 450 metros de profundidad. El peso atari
sumergido promedio arena es de 1040 kg por metro cúbico y, por otro lado, de la
evidencia geológica, se pr que la arcilla es normalmente consolidada. El peso del
edificio a construir sobre la arena aumenta la presión existente sobre la arcilla en 1,2 kg
por centímetro cuadrado. Calcúlese el asentamiento promedio del edificio.
Solución: 28 centímetros.
2. El estrato de arcilla B de la figura 13.7 tiene un espesor de 7,50 metros y
ÑÉno emperiór está Mixed a une profundidad de 8 meto por deba del mir
medio de las aguas del río y a 10,50 metros por debajo del terreno natural. La superficie
del terreno all ita el valle, tiene una cota de 45 metros por encima del terreno
natural y iaa) la napa estaba a 1,50 metros por encima de la super . La
arcilla está cubierta por un estrato de arena que tiene el mismo ¡taric el
del problema anterior. Calcúlese la máxima presión de consolidación pe la mitad
derecha del estrato.
Solución: 4,5 kg por centímetro cuadrado mayor que la presión que soporta en
la actualidad.
3. El edificio indicado en el valle de la figura 13.7 aumenta la presión sobre
el estrato de arcilla en un valor de 1,2 kg por centímetro cuadrado. El límite líquido

* La observación se refiere a suelos de origen marino o lacustre formados por un


proceso continuo y uniforme. En cambio, en zonas donde el depósito de suelo estuvo
soretido por largos períodos a la acción de un clima árido o semiárido, existen espesas
formaciones idadas por desecación que alcanzan decenas de metros. Como en
alcunas de ellas la desecación ee produjo 2 mudida que el depósito crecla, yo existo una
relación definida entre profundidad y magnitud de la Preponsolidación El subsuelo de
idad de Buenos Aires constituye un caso típico (N. del T.
82 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

promedio de la arcilla es del 45 por ciento. Los datos relativos al espesor del estrato
52 la posición del Ingar son los mismos del problema 2. El contenido de humedad
romedio de la arcilla es del 35 por ciento y el peso unitario de las partículas sólidas
le arcilla de 2,78 gramos*por centímetro cúbico. Estímense los límites superiores e
inferiores del asentamiento del edificio.
Solución: No más del 25 por ciento de 35 centímetros, o sea 8,8 centímetros y
probablemente no menos del 10 por ciento de 35 centímetros, es decir, unos 3,5 centímetros.

Lecturas seleccionadas
Un estudio general de las propiedades in; ieriles de los sedimentos, con énfasis
sobre su compresibilidad, se encuentra Terzaght, K. (19550): “Influence of geological
factors on the engineering properties of sediments”, Economic Geology Fiftieth Anniversary
Volume, págs. 557-618. dl artículo incluye una lista de referencias cuidadosamente selec-
cionadas. "A pesar de estar escrito para familiarizar a loss gotogos con los aspectos
ingenieriles de las pro; des de los sedimentos, el artículo es también de mucho
interés para los ingenieros.

ART. 14 CONSOLIDACIÓN DE CAPAS DE ARCILLA


En el artículo anterior se hizo mención a la lentitud con que se desarrolla
la compresión de una arcilla, cuando se aumenta la carga que la misma
soporta, En una pequeña parte, esta lentitud se debe a un ajuste gradual
en la posición de los granos, ajuste que se produce tanto en arenas como
EN

Presión unilaria R

Fig. 14.1. Dispositivo para demostrar en forma mecánica cómo se prodnce


la consolidación,

en arcillas. Pero en arcillas, la causa principal tiene como fuente la muy


baja permeabilidad que estos suelos poseen, razón por la cual se necesita
mucho tiempo para que, con el aumento de presiones, el agua excedente sea
drenada y se restablezca el equilibrio en este aspecto. La disminución gra-
dual del contenido de humedad a carga constante se denomina consolidación,
El efecto mecánico de la lentitud con que, a raíz de la baja permea-
bilidad, se desarrolla la compresión de una capa elástica sometida a una carga
ART. 14 CONSOLIDACIÓN DE CAPAS DE ARCILLA 83

constante puede demostrarse con el dispositivo indicado en la figura 14.1.


Éste consiste en un recipiente cilíndrico provisto de una serie de pistones
separados por resortes. El espacio entre pistones se halla lleno de agua y
los pistones están perforados. Cuando sobre el pistón superior se aplica
una presión unitaria p, en el primer instante, la altura de los elásticos per-
manece inalterada, pues no ha habido tiempo suficiente para que salga el
agua situada entre los pistones y, como los elásticos no pueden sostener
carga a menos que su altura disminuya, en dicho primer instante, toda la
carga es soportada por una sobrepresión hidrostática hiyw = p del agua.
En este momento, el agua en todos los tubos piezométricos alcanza la altura
uniforme hy.
Después de trascurrido un corto tiempo t,, parte del agua del primer
compartimento habrá salido, pero los compartimentos inferiores estarán aún
prácticamente llenos. La disminución de volumen del compartimento supe-
rior va acompañada de una compresión del conjunto superior de elásticos,
de modo que éstos empiezan a sostener parte de la presión p al mismo
tiempo que la presión del agua en el compartimento disminuye. En los
á inferiores las condici aún inalteradas. En
este instante, los niveles del agua en los tubos piezométricos están situados
sobre una curva t, que se confunde con la horizontal a la altura hy. La
compresión o disminución de espesor del conjunto de pistones y resortes es en
este momento igual a S,. Toda curva, como la t, que une los niveles piezomé-
tricos en los tubos en un instante dado, se denomina una isócrona. Con el
trascurrir del tiempo, los niveles del agua en los tubos siguen decreciendo
para adoptar posiciones como la indicada por la curva tz hasta que final-
mente, después de un tiempo muy largo, la sobrepresión hidrostática se
hace muy pequeña y la compresión final adquiere el valor $ = Sw. Para
una arcilla, la compresión final es función de la altura del estrato y viene
determinada por la fórmula 13.4. La relación:
v()- (14.1)
representa el grado de consolidación al tiempo t.
E e
de consolida.
Grado
Lena ción

- Fig. 14.2. Curvas tiempo-<consolidación. Las líneas llenas representan dicha


relación para el mecanismo indicado en la figura 14.1. Las líneas puntea:
para una muestra de arcilla con características de consolidación similares
(según A. Casagrande).
84 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

La velocidad de consolidación de un sistema de pistones y resortes puede


calcularse sobre la base de los principios de la hidráulica. Las curvas llenas
de las figuras 14.2a y b representan la relación entre el grado de consolida-
ción y el tiempo trascurrido desde la aplicación de la carga para un sistema
de este tipo.
La velocidad de consolidación de una muestra de arcilla puede deter-
minarse en el laboratorio por medio del ensayo de compresión confinada
descrito en el artículo 13. Hasta un grado de consolidación del 80 por ciento,
la forma de las curvas experimentales tiempo-consolidación es muy similar
a la que tienen las curvas que corresponden a los sistemas elásticos-pistones,
pero a partir de dicho punto, en lugar de tender a una asíntota horizontal,
las curvas de las arcillas continúan con una suave inclinación, como lo indican
las líneas punteadas de la' figura 14.2.
En el gráfico semilogarítmico (fig. 14.2b) las líneas punteadas pueden
ser rectas o bien ligeramente curvas. La inclinación media de la porción
Coetitesi ce comeulidación Cv icon1/009) Faca.a soy.

Liquido en por crente


Fix. 14.3. Relación entre límits líquido y coeficiente de consolidación para
muestras inalteradas de arcilla.

puntcada es muy diferente para las distintas arcillas. Para las arcillas orgá-
nicas Ja inclinación inicial puede ser casi tan grande como la de la curva
llera. La consolidación progresiva, representada por las curvas llenas, se
conoce como consolidación primaria, mientras que la representada por la
- distancia vertical entre las curvas llenas y las punteadas, como efecto secun-
dario. El efecto secundario es probablemente una consecuencia del hecho
de que la compresión de una capa de arcilla está asociada con el desliza-
ART. 14 CONSOLIDACIÓN DE CAPAS DE ARCILLA 85

miento mutuo entre granos. Como la adherencia entre granos deriva de la


existencia de capas de agua adsorbida con una muy alta viscosidad (artículo
4), la resistencia de estas capas a la deformación tangencial demoraría la
compresión, aun cuando el retardo en tiempo proveniente de la baja per-
meabilidad de la arcilla fuese despreciable. En el sistema de pistones y
resortes a los cuales corresponde la consolidación primaria, la demora en
compresión se debe solamente a la resistencia al rápido escape del agua
excedente.
En los suelos inorgánicos el ritmo de los asentamientos originados por
el efecto secundario varía entre casi 0 y aproximadamente 2 centímetros
por año. A pesar de que el efecto secundario se puede observar y medir
durante la ejecución de los ensayos de consolidación, los resultados de los
varios intentos realizados para predecir el asentamiento de estructuras de
tamaño natural provocado por el efecto secundario, utilizando para ello los
resultados de laboratorio, todavía no han proporcionado resultados consis-
tentemente satisfactorios.
Resultados de ensayos de consolidación efectuados sobre muchas mues-
tras de arcilla han revelado la existencia de varias relaciones simples. Para
una arcilla dada, el tiempo necesario para alcanzar un grado de consoli-
dación dado aumenta en proporción al cuadrado del espesor de la capa y,
para capas de igual espesor, dicho tiempo aumenta en proporción lineal
con el valor m,/k, en el que m, es el coeficiente de compresibilidad volu-
métrica (fórmula 13.3), y k el coeficiente de permeabilidad. La relación:
k 1
co(cm?/seg)
2, a
== e (14.2)2

se conoce como el coeficiente de consolidación. Con la disminución de la


relación de vacíos tanto k como m, disminuyen rápidamente, pero la rela-
ción k/m, es bastante constante dentro de un intervalo grande de presiones.
El valor de c, para las distintas arcillas disminuye de una manera general
con el límite líquido, como lo muestra la figura 14.3, en la cual, las abscisas
representan valores del límite líquido y las ordenadas los valores correspon-
dientes del coeficiente de consolidación de muestras inalteradas de arcilla
bajo presiones normales comprendidas entre 1 y 4 kg por centímetro cua-
drado. La figura muestra que el coeficiente de consolidación de arcillas
con un mismo límite líquido varía dentro de límites extensos.
Si se retira la presión que actúa sobre un estrato de arcilla, por ejemplo,
excavando un pozo o un túnel, la expansión volumétrica de la arcilla común-
mente no empieza hasta después de una semana o más de haber terminado
la excavación. Asimismo, en algunos pocos casos se ha observado que la
consolidación de tales estratos por la acción de cargas impuestas no se inicia
sino después de algunas semanas de haber aplicado la carga. Estos retardos
«que experimenta la arcilla para reaccionar bajo el efecto de un cambio de
tensión, así como también el efecto secundario y la influencia que la mag-
nitud del incremento de presión tiene sobre c,, no se pueden explicar por
medio del simple concepto mecánico en que se basa la teoría de la conso-
86 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

lidación de modo que sus características y las condiciones bajo las cuales
se producen solo pueden investigarse por observación directa.
A pesar de las simplificaciones radicales que implica, la teoría de la
consolidación sirve a un propósito útil, pues permite, en base a los resultados
de ensayos de laboratorio, hacer por lo menos un cálculo aproximado de la
velocidad con que se producirá el asentamiento originado por la consoli-
dación. Por esta gd dicha teoría se presenta en forma breve en el
artículo 25 de la parte 2
Problemas
1. Los resultados de un ensayo de consolidación sobre una muestra de arcilla
con_un espesor de 2 centímetros indican que la mitad de la consolidación total se
roduce durante los primeros 5 minutos. En condiciones similares de drenaje, ¿cuánto
Erdaria un edificio cxastruldo encima de una capa de la misma arcilla, de 8,60'metros
de , para experimentar la mitad de su asentamiento total? (Desprecie el efecto
secundario).
Solución: + = 112 días.
2. La relación de vacios do la arcilla A disminuyó de 0,572 a 0,505 porES cambio
de presión de 1,2 a 18 kg por cm cuadrado. Bajo el mismo incremento de presión,
rolakión de vacios de la arcila B disminuyó de O12 a 0,597. El espesor de A era 15
Veces superior al de B, y sin embargo, el Uempo requerido para alcanzar el 50 por ciento
de la consolidación fue tres veces mayor para la muestra B que para la A. ¿Cuál es
relación entre los coeficientes de permeabilidad de A y de B?
Solución: 81 a 1.
3. El subsuelo en que está construido un edificio consiste en un espeso depósito
de arena que contiene en su parte media una capa de arcilla blanda de 3 metros de
espesor. En el laboratorio, una muestra de arcilla de 2,5 centímetros de espesor, drenada
por arriba y por abajo, alcanza el 80 por ciento de la consolidación en una hora. ¿Cuánto
tiempo se necesitará para que el estrato de arcilla alcance un grado de consolidación
del 80 por ciento?
Solución: t = 600 días.

ART. 15 TENSIONES Y DEFORMACIONES DE LOS SUELOS

Consideraciones prácticas
Las relaciones entre tensiones y deformaciones determinan en los suelos
el asentamiento de las estructuras soportadas por éstos, como asimismo el
cambio de presión o empuje provocado por pequeños movimientos de los
muros de sostenimientos u otros elementos de soporte o de retención.
Cuando el asentamiento de una fundación se debe esencialmente a la
consolidación de estratos de suelo situados entre capas de materiales relati-
vamente incompresibles, «aquél puede ser calculado o estimado como se
explica en el artículo 13. Sin embargo, este a simple es válido
cuando la def
«despreciable en compatación con su deformación enical En todas las
otras condiciones la aplicación local de cargas causa un desplazamiento de la
masa de suelo en todas las direcciones y las propiedades tensión-deformación
ART. 15 TENSIONES Y DEFORMACIONES DE LOS SUELOS 87
que ina el despl: i son d iadi lejas para ser di
en la forma 4 de relaciones cuantitativas
1 para
a serfehaci
utilizadas den el cálculo. de
los 'or ello, las e
pueden hacerse solamente sobre la base de experiencia lograda en observa-
ciones que se refieren al asentamiento de otros edificios soportados por
suelos similares. No obstante, como las posibilidades son pequeñas para
que una fundación propuesta tenga las mismas dimensiones que una exis-
tente, aun una estimación basada en la experiencia requiere un conoci-
miento de las influencias que sobre el asentamiento ejercen el tamaño del
área cargada, la profundidad de la fundación y otros factores. Estas influen-
cias se gobiernan en gran parte por las relaciones generales que existen
entre tensiones y deformaciones en los suelos.
La relación entre tensiones y deformaciones es mucho más compleja
en los suelos que en los materiales de construcción manufacturados, como
el acero, por ejemplo. Mientras que para el acero dicha relación puede
ser descrita adecuadamente, para muchos propósitos ingenieriles, por medio
de dos constantes que expresan el módulo de elasticidad y el coeficiente
de Poisson, los valores correspondientes para los suelos son función de
la tensión, la deformación, el tiempo y varios otros factores. Aún más, para
los suelos, la determinación experimental de esos valores es mucho más
difícil. Las investigaciones necesarias se llevan a cabo usualmente por medio
de ensayos de compresión triaxial,
Descripción del aparato triaxial
En un ensayo triaxial, una muestra cilíndrica de suelo se somete a una
presión hidrostática de confinamiento, igual en todas las direcciones, cono-
cida como presión de cámara, « la cual se agrega una presión axial que
puede ser variada independientemente de la anterior.
Los elementos esenciales del aparato triaxial se muestran en forma
esquemática en la figura 15.1. La superficie cilíndrica de la muestra se
cubre con una membrana de goma sellada a un pedestal en la parte inferior
y a una cabeza en la parte superior. El conjunto está contenido en una
Presión axial
unit haria. y
“at Dised metálica

daros y+
ión ha 7Funda
tálica triaxial L
PRA -
Piedra E ines

E
porosa y

Fig. 15.1. Diagrama que ilustra sobre las características principales


del aparato triaxi:
88 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

cámara, dentro de la cual se puede admitir agua bajo cualquier presión


deseada; presión ésta que actúa lateralmente en la superficie cilíndrica de
la muestra a través de la membrana de goma y verticalmente a través de la
cabeza. La carga axial adicional se aplica por medio de un pistón que pasa
a través de la tapa de la cámara.
Un disco poroso colocado contra la base de la muestra está comunicado
con el exterior por medio de una tubería, de modo tal que, a través de esta
conexión, se puede medir la presión del agua contenida en los poros de la
muestra si no se permite su drenaje. Alternativamente, cuando se permite
el drenaje a través de la conexión, se puede determinar la cantidad de agua
que pasa al interior o al exterior de la muestra durante el ensayo. Las
deformaciones verticales de la probeta, que se producen con el incremento
de las cargas, se miden por medio de un dial micrométrico.
Un ensayo corriente tiene usualmente dos etapas: primero, aplicación
de la presión de cámara, y segundo, adición de la carga axial.

Comportamiento bajo la presión inicial de confinamiento hidrostático


La muestra que corresponde a la figura 15.2a se supone completamente
consolidada bajo la presión de cámara p., conocida como la presión inicial
de consolidación. Se somete luego a una presión de cámara instantánea ps.
Si las líneas de drenaje del aparato están abiertas para que la muestra
pueda drenar libremente, el agua es expelida del suelo y el volumen de la
muestra decrece por un proceso de consolidación. Cuando la muestra está
inicialmente saturada, la disminución de volumen por unidad de volumen
AV/V se produce como lo indica la figura 15.2b, en la cual el tiempo se
ha dibujado en escala aritmética, o bien como indica la figura 15.2c, donde
está indicado en escala logarítmica. La velocidad del cambio de volumen
se produce de acuerdo con las leyes de la consolidación, tomando debida
cuenta de las condici iculares de bordes iadas con la disposició
del ensayo. Se observa, por lo común, que la consolidación secundaria es
relativamente pequeña cuando la presión de confinamiento es hidrostática,
lo cual puede deberse a que no hay aplicadas tensiones tangenciales externas
en este tipo de solicítación.
Si la muestra está saturada solo parcialmente, una parte del cambio
de volumen se produce en forma casi instantánea, por compresión del aire
de los poros. El resto del cambio de volumen va asociado con la expulsión
de agua, aire o ambos.
En cambio, cuando antes de aplicar la presión de cámara ps se cierran
las líneas de drenaje, éste no resulta posible y, si la muestra está saturada,
se observa que la presión de poros se hace igual a la presión de cámara
aplicada ps, como lo muestra la figura 15.2d, y el cambio de volumen es
igual a cero, figura 15.2e. Sin embargo, si la muestra está parcialmente
saturada, el cambio de volumen se produce igual, a causa de la compresión
del aire, y la presión de poros correspondientes es menor que para el mismo
suelo en condiciones saturadas. No obstante, para valores mayores de la
ART. 15 TENSIONES Y DEFORMACIONES DE LOS SUELOS

Fe,
P, PR P,
2 A

k
ta
Tiempo, t (a) >
«| Soturado
av Saturado y y 4
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Presión iniciol, P,
Tiempo,t lesc.leg) (a)
Saturado Tiempo,1
ay Soturado
v ay
No saturado v

(o)
(e)
Comportamiento de 2 indrica bajo la presi
forme inicial p, del ensayo triaxial. (a) Tenwiones principa
sobre la probeta; (b) y (c) Disminución de vo'umen en función de" tiempo
cuando se permite el drenaje; (b) En escala aritmética: (c) En escala loga-
rítmica; (d) Presión de poros como una función de la presión uniforme
(e) Disminución de volumen en función del tiempo et permi
el drenaje.
presión de cámara ps, el aire se comprime en mayor magnitud y una más
grande fracción del aire libre se disuelve en el agua de los poros. Para cierto
valor pz, todo el aire libre se disuelve, con lo cual la muestra se torna satu-
rada. Para ese estado, la inclinación del diagrama (fig. 15.2d), que repre-
senta la relación entre la presión de poros y la presión de cámara, se hace
igual a la que le corresponde a un material saturado. La relación entre lh
presión de poros ua, causada por una presión hidrostática de confinamiento
ps, y la presión pa se conoce como el coeficiente de presión de poros B
-(Skempton 1954). es decir que:
B=z (15.1)
9% PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

Resulta evidente que el valor del coeficiente de presión de poros B


para un suelo inicialmente saturado es igual a 1. Para suelos parcialmente
saturados el valor de B es menor que la unidad.
Si una muestra de arcilla normalmente consolidada de baja sensibilidad
fuese trasformada en el aparato triaxial en una arcilla extrasensitiva, la
posterior aplicación de la presión de cámara causaría el derrumbe de su
estructura metaestable, con lo cual el coeficiente de presión de poros B
subiría a un valor mayor que la unidad. Este tipo de trasformación podría,
por ejemplo, producirse por lavado de las sales que contiene una probeta
de arcilla marina (artículo 4) después que ha sido consolidada bajo una
presión hidrostática de confinamiento po.

Condiciones drenadas y no drenadas


Las características tensión-deformación de los suelos, como sus relacio-
nes presión-volumen, dependen mucho de que el contenido de agua pueda
o no ajustarse al estado de tensión (A. Casagrande, 1934). Se reconocen
dos condiciones extremas: la condición drenada, para la cual el cambio de
tensión se aplica tan lentamente, respecto de la capacidad de drenaje del
suelo, como para que no se produzca ningún exceso de presión de poros, y
la condición no drenada, durante la cual las tensiones se cambian tan rápi-
damente, con respecto a la posibilidad que el suelo tiene para drenar, que
no se produce disipación alguna de la presión de poros. Estas condiciones
extremas raramente se realizan íntegramente en el terreno. Son, empero,
fáciles de producir en el laboratorio y, por representar condiciones límites,
constituyen guías valiosas para entender el comportamiento de las masas
de suelo,

Ensayo drenado con aumento de la presión axial


Los ensayos en los cuales se permite la total disipación de la presión
de poros se conocen como ensayos drenados. En un ensayo drenado se
permite primero consolidar o expandir la muestra libremente bajo una pre-
sión hidrostática de confinamiento ps (fig. 15.3), hasta que dicha presión
de cámara se ha trasformado totalmente en una presión efectiva [3 que
soporta la estructura granular del suelo. Las deformaciones asociadas con
la tensión p, provienen solamente de un cambio de volumen y, para un mate-
rial isotrópico, son iguales en todas las direcciones. No se representan en la
figura 15.3.
Tan pronto se ha concretado la consolidación bajo fs, comienza la parte
final del ensayo. La tensión axial se aumenta por pequeños incrementos, o
a un ritmo suficientemente pequeño, como para que no se produzcan pre-
siones de poros apreciables dentro de la probeta. Para arenas sueltas o
arcillas normalmente consolidadas de baja sensibilidad, la relación entre la
deformación axial y la diferencia de presión axial Ap se muestra por medio
de la línea llena de la figura 15.3b. Los correspondientes cambios de
volumen se representan con la línea curva llena de la figura 15.3c. El volu-
ART. 15 TENSIONES Y DEFORMACIONES DE LOS SUELOS 91

men decrece continuamente con el aumento de Ap y se aproxima a un valor


límite. Las relaciones para una arcilla de alta sensibilidad son las que mues-
tran las curvas punteadas.
Si se realiza un ensayo similar sobre una muestra de arena densa o una
arcilla altamente preconsolidada, la curva tensión-deformación que corres-
ponde a un aumento de presión axial Ap tiene la forma indicada en la

14 )
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So 10 20 SO 10
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E 2
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(e)
Fig. 15.3. Comportamiento de una probeta triaxial saturada cuando »e
incrementa la tensión vertical Ap. (a) Tensiones principales que actúan
sobre la probeta; (b) y (c) Diferencia de tensión y cambio de volumen en
función de la deformación espe
mente consolidada; (d) y (e)Diferos de volumen
en fanción de la deformación especif ra arena densa y are
mente preconsolidada.
92 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

figura 15.3d. La curva que representa el cambio de volumen (fig. 15.3e)


es notablemente diferente de aquella que corresponde a una arena suelta
o a una arcilla normalmente consolidada (fig. 15.3c). El volumen decrece
algo durante los primeros incrementos de carga, pero, con el incremento
de la deformación, la muestra aumenta de volumen y, para deformaciones
grandes, éste es mayor que el volumen inicial, a pesar de que la muestra
se ha acortado en la dirección vertical. La tendencia del volumen a aumen-
tar bajo un incremento de la tensión axial se conoce como dilatancia.
Resulta evidente que existe un valor particular intermedio de la densidad
relativa de una arena, situado entre los estados denso y suelto, para el cual
la arena va a experimentar, en condiciones drenadas, un muy pequeño cam-
bio de volumen. Cuando la relación de vacíos para grandes deformaciones
es idéntica a la que existía antes de la aplicación de la diferencia de tensión
axial, se dice que la arena tiene una relación de vacíos crítica (A. Casa-
grande 19364). El significado de la relación de vacíos crítica se trata en
el artículo 17.
La razón que explica esta diferencia en las características del cambio
de volumen de los materiales puede visualizarse fácilmente tratándose de
arenas. Si una arena está en un estado suelto, una distorsión tiende a provo-
car el deslizamiento relativo de sus granos para adoptar una posición
más apretada. Por el contrario, si los granos de arena están ya inicialmente
en una disposición muy apretada, no se puede producir una distorsión de
la muestra sin un incremento de la distancia entre los centros de sus partícu-
las, a menos que los granos individualmente se rompan. Para las arcillas,
los fenómenos relacionados con el cambio de volumen son algo más com-
plejos. No obstante, se concibe que la estructura de una arcilla blanda tenga
características tales como para que sus granos puedan ser fácilmente des-
plazados a una posición más compacta, mientras que se puede pensar que
en una arcilla al lidada las ículas están tan d
entre sí como en una arena densa. Por ello, en este caso, la distorsión está
asociada con un aumento de volumen.
La inclinación de la tangente (tensión/deformación) en el punto de
origen de las curvas b y d de la figura 15.3 se denomina módulo tangente
inicial E, de la probeta. Para pequeñas diferencias de presión, Ap, la rela-
ción tensión-deformación de los suelos se aproxima bastante a la de un
material perfectamente elástico y homogéneo con módulo de elasticidad El,
aunque su valor, para todos los suelos, aumenta con la presión de consoli-
dación p, de acuerdo con la relación: z
E, = Cp. (15.2)
La figura 15.4 muestra esta relación para arenas, donde se puede ver
que, para las arenas sueltas, el coeficiente C es prácticamente independiente
de f. y aproximadamente igual a 100, mientras que, para las arenas densas,
«dicho coeficiente es alto para valores de p, bajos y decrece con el aumento
de po.. Para las arcillas, este tipo de relaciones para el estado drenado no
son todavía conoci
ART. 15 TENSIONES Y DEFORMACIONES DE LOS SUELOS 93

E
87 A Densa

E
eS
Su 2000
l/
3 Jeella
2 10 20
men kg/m”
Fig. 15.4. Relación para arena entre el módulo tangente inicial y la pre-
sión hidrostática triaxial (según A. Scheidig).

Ensayos consolidados no drenados con aumento de la presión axial


Un ensayo en el cual, después que la muestra ha sido inicialmente
llevada a equilibrio hidrostático bajo la presión de confinamiento ps, no se
permite la disipación de presión de poros, se conoce como un ensayo conso-
lidado no drenado. Cuando se efectúa un ensayo de este tipo sobre una
muestra inicialmente saturada de arena suelta o de arcilla blanda no sensi-
tiva, los resultados son similares a los que indican las curvas llenas de la
figura 15.5b a d. Las curvas punteadas se refieren, en cambio, a arcillas
de alta sensibilidad. Después de permitir el drenaje para que la muestra
llegue al equilibrio bajo la presión de confinamiento pa, se cierran las cone-
xiones de drenaje. Aumentando la presión axial p, = Ap + ps en forma
continua o por incrementos, se obtiene la relación entre la diferencia de
tensión Ap y la deformación específica que muestra la figura 15.5b.
Más aún, a medida que la deformación específica aumenta, la presión
de poros us, asociada con la diferencia de tensión Ap, aumenta como lo mues-
tra la figura 15.5c. La relación entre la presión de poros us producida por
la diferencia de tensión, y la diferencia de tensión misma se conoce como
el coeficiente de presión de poros "A (Skempton, 1954), es decir que:
= ua
Ario (15.3)

La relación entre A y la deformación específica se puede derivar de


las curvas de las figuras 15.5b y 15.5c y se muestra en la figura 15.5d. En
la mayoría de las arenas sueltas y de las arcillas normalmente consolidadas
no sensitivas, para bajas deformaciones específicas, el valor de A es menor
que uno, pero aumenta con éstas hasta alcanzar aproximadamente la unidad,
para maritenerse, para deformaciones crecientes, en este valor a través de la
mayor parte del ensayo. En cambio, en arenas extremadamente sueltas y en
arcillas extrasensitivas, la aplicación de la diferencia de la tensión axial puede
tender a causar el derrumbe de la estructura metaestable del material. Se
PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

per,
Aj?
a
2> ) 4
Arenasuelta oorcilo. — YP Arena denso o orcullo
normalmente consolidado — (2) ¡preconsolidado
ole fensión , dp
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aia Sensibilidad
Ss

Ss
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77
x Presión de poros , uy

S|

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Bol
: É AAA
AA
; E a 10 20 A 20
E Deformación (%)
SK Deformoción (%)

e (a) de (9)
Fig. 15.5. Comportamiento de una probeta triaxial saturada sometida
un ceo comolidado no drenado a medida que se incrementa la diferen:
ja Ap de tensión vertical. (a) Tensiones principales que actúan sobre la
Paro oa (e) y (d) Diferencia de tensión, presión de poros y cocficien-
te de presión de poros Á como funciones de la deformación específica para
* arena suelta Z arcilla normalmente consolidada; (e), (f) y (o Diferencia
de tensión, presión de poros y coeficiente de presión de poros A como fun-
ciones de la "ctormación especifica para arena densa y arcilla altamente
consolidada,
ART. 15 TENSIONES Y DEFORMACIONES DE LOS SUELOS 95

obtienen en este caso las líneas punteadas de las figuras 15.5b a d y el valor
de A puede exceder la unidad (artículo 18).
Cuando se realizan ensayos triaxiales consolidados no drenados sobre
una arena densa o una arcilla altamente preconsolidada, los resultados que
se obtienen son similares a los que se representan en las figuras 15.5e a g. La
primera muestra la relación entre la diferencia de tensión axial Ap y la
deformación específica. En cuanto a la presión de poros, para pequeñas
deformaciones específicas, suele aumentar positivamente, pero, para defor-
maciones mayores, tiende a disminuir y tornarse negativa con respecto a la
presión atmosférica (fig. 15.5f). La disminución de presión de poros va
asociada con la dilatancia del suelo. Sin embargo, como no se puede produ-
cir un cambio de volumen porque el drenaje de la muestra está impedido,
la tendencia a la absorción desarrolla una deficiencia de tensión en el agua
contenida en los poros.
El coeficiente de presión de poros Á que corresponde a esta situación tiene
valor positivo para bajas deformaciones especificas, pero disminuye con el
aumento de la deformación y se puede tornar negativo (fig. 15.58). En este
respecto, el pp de materiales densos o preconsolidados difiere
¡ue a los ¡ales sueltos o
consolidados. Para. la relación de vacíos crítica, una muestra de arena ensa-
yada en condiciones no drenadas experimenta un cambio de presión de
poros muy pequeño o despreciable.
La inclinación de la tangente al origen de la curva llena o de la curva
punteada de la figura 15.5b representa el módulo tangente inicial E,, para
el suelo en estado consolidado no drenado. Durante un ensayo consolidado
no drenado de una muestra de arena suelta o de una arcilla normalmente
consolidada, la presión de poros permanece positiva durante todo el ensayo.
Si se representan en la misma escala, la curva tensión-deformación llena de
la figura 15.5b es más achatada que la correspondiente curva lena de la
figura 15.3b, En cambio, para arena densa o arcilla preconsolidada (fig.
15.5e), la curva es más empinada que la correspondiente curva de la
figura 15.3d.
Como consecuencia, en la figura 15.4, que representa la relación entre
la presión de confinamiento y los valores de E;, la curva de E. para arena
suelta estaría situada por debajo de la línea E; de ésta. mientras que, para
arena densa, se situaría por encima de la línea E, correspundiente.
Si al final de su consolidación inicial bajo la presión de confinamiento
Ps, una probeta no está saturada, el cierre de las conexiones de drenaje
antes de aplicar la presión.externa Ap no impide el cambio de volumen, a
causa de que se comprime el aire contenido en ella. A medida que la dife-
rencia de tensión aumenta, la presión de poros también lo hace, no sólo
en el agua sino también en el aire contenido en los huecos. Ja relación
entre la presión que se desarrolla en el aire y la que se produce en el agua
“es compleja, y la medida por separado de la presión del aire y del agua
contenida en los poros no es todavía un procedimiento de rutina. La rela-
ción tensión-deformación depende en una medida considerable del grado
96 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS
Tensión, kg/cm”
>
=
Tensión, kg Jem?
S
S
S
Ñ

S, "8050" 90

Deformación, % Deformación, %
(o) 1a)
Fig. 15.6. Curvas tensión- deformación en compresión simple para cuatro
muestras típicas de arcilla inalteradas (lineas llenas) y amasadas (lineas
Punteadas).
ART. 15 TENSIONES Y DEFORMACIONES DE LOS SUELOS a

inicial de saturación. Para los suelos compactados, dicha relación se ve


también influenciada de una manera significativa por el método de com-
pactación (Seed et al. 1980).
Ensayo de compresión simple
Cuando una probeta saturada de arcilla que ha sido completamente
consolidada bajo la presión de confinamiento ps se retira de la cámara tri-
axial, la presión pa se remplaza por una presión capilar p, de igual intensidad
(ecuación 21.4) y, como consecuencia, tanto el contenido de agua como
las tensiones efectivas en la arcilla permanecen prácticamente inalteradas.
Por tanto, si la probeta es luego sometida a un ensayo de compresión simple,
los resultados que se obtienen son prácticamente idénticos a los que arroja
un ensayo normal de compresión consolidado no drenado ejecutado con el
mismo material.
Cuando la arcilla de que se trata ha sido normalmente consolidada
en el terreno, la presión de consolidación horizontal p, es siempre algo
menor que la presión vertical p, que aquélla soporta. La relación p/p, parece
estar situada alrededor de 0,6 para arcillas poco plásticas y 0,8 para arcillas
muy plásticas. Por tanto, si se recupera una muestra perfectamente inalte-
rada, las tensiones efectivas iniciales en su periferia se remplazan por una
presión hidrostática capilar igual en todos los sentidos con una intensidad
aproximada:
pa =1/3(P, + 261) = 0.72 097, (15.4)
Por ello, los resultados de un ensayo de compresión simple, ejecutado
con una muestra perfectamente inalterada, son aproximadamente los mis-
mos que se obtienen en un ensayo consolidado no drenado ejecutado con la
misma muestra bajo una presión de confinamiento pz (ecuación 15.4). Esta
relación torna posible obtener información relativa a las características
tensión-deformación de una arcilla bajo condiciones consolidadas no drena-
sin recurrir al aparato triaxial. La figura 15.6 muestra resultados típi-
cos. Las curvas llenas indicadas en las figuras 15.6a y 15.6b corresponden a
las curvas llenas de la figura 15.5b a d, mientras que las curvas llenas de la
figura 15.6c y d corresponden a las punteadas de la figura 15.5b y d *.
Si los ensayos representados por las curvas llenas de la figura 15.6 se
repiten sobre las mismas probetas después de ser amasadas con un conte-
nido de humedad constante, se obtienen las curvas punteadas. La diferen-
cia entre las ordenadas de las curvas llenas y las que corresponden a las
curvas punteadas indica el grado de sensibilidad de la arcilla, según se
define en el artículo 7.

- * Es conveniente destacar que el uso del ensayo de compresión simple debe en


general reservarse a las arcillas saturadas te consolidadas o a las poco pre
consolidadas por una cubierta que fue erosionada. No es necesariamente aplicable a
las arcillas preconsolidadas, debido a que suelen estar fisuradas. (N. del T.)
98 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

Se puede ver que la inclinación de la curva tensión-deformación para


una muestra inalterada de arcilla de baja sensibilidad decrece continua-
mente con el aumento de la deformación como aquella de la curva llena
de la figura 15.5b, mientras que para arcillas altamente sensitivas la pen-
diente permanece casi constante hasta que se llega al punto rotura (curva
punteada en la figura 15.5h). Se concluye que las arcillas altamente sensi-
tivas se comportan en estado inalterado como materiales frágiles, pero que
al ser amasadas adquieren la consistencia de líquidos muy viscosos.

Rel: tensión-def ión bajo dici. de tensión b

En la práctica de la ingeniería, la carga que actúa sobre los suelos


situados debajo de la mayoría de las estructuras, varía periódicamente entre
un valor inferior y otro superior, como lo son aquellos correspondientes al
peso propio y al peso propio más la sobrecarga. Tanto los ensayos de
laboratorio como la experiencia han mostrado que la reducción y subsecuente
reaplicación de la tensión en un suelo de cualquier tipo va asociada con un
aumento de deformación específica como lo indica la figura 15.7 para una

100

. 75
8
N
2=
8 so £
E Ciclo 2:
y 3
5Best
E
Q

o
0 04 08 12 16
Deformación vertical %
Fig. 15,7. Relación entre tensión y deformación verticales para arena
gruesa uniforme moderadamente densa sometida a una carga vertical re-
petida (según Hendron, 1963).

probeta confinada de una arena relativamente densa. No obstante, la mag:


nitud del aumento disminuye al incrementarse el número de ciclos de
tensión. Por ello, al calcular el asentamiento final de las estructuras que
soportan cargas muy variables, como los elevadores de granos o las
ArT. 16 CONDICIONES DE ROTURA DE LOS SUELOS 99

vías las consecuencias que acarrean las variaciones de carga deben


ser consideradas especialmente.

Lecturas seleccionadas
Andregen, A. y N, E: Simons (a (1900), “Norwegian triaxialequipment and technique”,
Proceedings ASGE Research Conference on Shear Strengin of Cohesive Soll, págs.
695-709. “Discusión sobre equipos especializados y procedimientos para ensayos
triaxiales.
Bate, A, Y. y D. Y Hentol (1009). The mueres soil properties ta hs triecial
Londres, Edward Arnold, 228 págs. da ¡ón sobre aparatos,
técnicas y resultados típicos.

ART. 16 CONDICIONES DE ROTURA DE LOS SUELOS


Diagrama de rotura de Mohr y ecuación de Coulomb
Los suelos, como la mayoría de los materiales sólidos, rompen por
tracción o por corte. Las tensiones de tracción pueden causar la abertura
de grietas que, bajo algunas circunstancias de importancia práctica, son
indeseables o dañinas. Pero en la mayoría de los problemas de ingeniería
solo la resistencia a rotura por corte merece ser conside;
La rotura por corte comienza en un punto de una masa de suelo, cuando
en alguna superficie que pasa por dicho punto se alcanza una combinación
crítica entre la tensión normal y la tangencial o de corte. Se han desarrollado
varios tipos de dispositivos para determinar e investigar el valor que adquie-
re esta combinación crítica bajo distintos estados de solicitación. Por el
momento, el más usado es el aparato triaxial descrito en el artículo 15. Como
con este aparato solo se pueden aplicar tensiones principales sobre la super-
ficie externa de la probeta, el estado de tensión en cualquier otro plano
que no sea uno de los planos principales debe ser determinado indirec-
tamente.
De acuerdo con los principios de la mecánica, la tensión normal y la
tangencial en un plano perpendicular al plano de la tensión principal inter-
media, e inclinado en un ángulo a cualquiera respecto del plano sobre el
que actúa la tensión principal mayor (fig. 16.1a) vienen dadas por las
siguientes ecuaciones:

p= lp + ps) + %e(p, — ps) cos 2 (16.1)


= Y(p. — Ps) sen 2 (16.2)
En un sistema de coordenadas (fig. 16.1b) cuyo eje horizontal corres-
ponde a las tensiones normales y el vertical a las tensiones tangenciales o
de corte, dichas ecuaciones representan puntos situados sobre una circun-
ferencia con centro en el eje de abscisas, representación ésta que se conoce
“ como el diagrama de Mohr. Se pueden también escribir expresiones simi-
lares para las tensiones normales y de corte que actúan sobre planos que
contienen la tensión principal intermedia, estando sus componentes deter-
PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

=¿ (9,+p)
00=+ (7-24)

———P
Tensión tongenciol, y

o 8 A O
E A| Tensión normal, p
Tensión tongenciol , s

Fig. 16.1. Diagrama de Mohr y envolvente de rotura. (a) Tensiones


principales y plano inclinado sobre el que actúan las tensiones norma-
les y tangenciales p y t; (b) Cireunferencia de tensiones; (e) Envol-
vente de rotura de una serie de circunferencias de rotura; (d) Relación
entre los ángulos a y $.
ART. 16 CONDICIONES DE ROTURA DE LOS SUELOS 101

minadas por las coordenadas de los puntos contenidos por las circunferen-
cias dibujadas en punteado en la figura 16.1b. Como en el ensayo triaxial
usual la tensión principal mayor actúa en la dirección vertical y la presión
de cámara es a la vez tensión intermedia y menor, el diagrama de Mohr se
reduce a la circunferencia exterior que corresponde a las tensiones princi-
pales mayor y menor p, y py. Esta eincuritrencia se conoce como la cir-
cunferencia de t
Las coordenadas de todo punto, como el D, situado sobre la circunfe-
rencia de tensiones, representan la tensión normal y la de corte que actúan
sobre un plano específico, inclinado de un ángulo a con respecto a la
dirección del plano sobre el que actúa la tensión principal mayor. De la
geometría de la figura se observa que el ángulo al centro AO'D es igual
ala
Siempre que las tensiones principales p, y ps corresponden al estado
de rotura de una probeta, por lo menos uno de los puntos de la circunfe-
rencia de tensiones debe representar una combinación de tensión normal
y de corte que conduce a la rotura en algún plano a través de ella. Más
aún, si las coordenadas de dicho punto fuesen conocidas, la inclinación del
plano sobre el cual se produce la rotura podría ser determinada por el
conocimiento del ángulo a.
Cuando se conducen una serie de ensayos y se dibujan, para cada uno
de ellos, las circunferencias de tensiones que corresponden al estado de
rotura, al menos un punto de cada circunferencia representa la combina-
ción tensión normal y de corte asociada con la rotura. Si el número
de ensayos aumenta indefinidamente y el material es homogéneo e isótropo,
resulta evidente que la envolvente de las circunferencias de rotura (figura
16.1c) representa el lugar geométrico de los puntos asociados con la rotura
de las probetas. La envolvente se conoce como la línea de rotura o la
línea de resistencia intrínseca y, para un material dado, depende de las
condiciones específicas que corresponden a la serie de ensayos ejecutados.
De la geometría de la figura 16.1d se puede ver que para cualquier
circunferencia de rotura:
AS
Por consiguiente, el ángulo entre el plano en que se produce la rotura
y el plano de la tensión principal mayor es:

aL (16.3)
En general, la línea intrínseca de rotura obtenida de una serie de
ensayos, ejecutados con un suelo dado, bajo un conjunto también dado de
condiciones, es curva. No obstante puede con frecuencia ser aproximada
por una línea recta de ecuación:
8$=C+ptgg9 (16.4)
102 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

Esta expresión se conoce como la ecuación de Coulomb *. En ella el


símbolo t, que representa la tensión de corte, se remplaza por s, conocida
como la resistencia a la rotura o la resistencia al corte, a causa de que los
puntos de la línea intrínseca se refieren específicamente a estados de tensión
asociados con la rotura.

Evaluación de c y y
Las ecuaciones 16.3 y 16.4 son válidas solamente si tg $ tiene el
mismo valor para cualquier sección plana que pasa por un punto dado del
material solicitado. Si los vacíos de un suelo isotrópico están ocupados
solamente por aire bajo presión atmosférica, esta condición se satisface. En
cambio, si están ocupados con un líquido bajo una tensión u,, una parte
de p de la presión p (ecuación 16.4) la soportan los componentes sólidos,
los que exhiben un valor definido del parámetro tg ¿, mientras que la
diferencia p — $.= 4 la soporta el líquido que tiene tg ¿ = O. La relación
pl, es distinta para las diferentes secciones que pasan por un mismo
punto, de modo que la ecuacióny la interpretación física precedente de la
línea de rotura de Mohr son válidas solo en la condición de que p en las
ecuaciones 16.1 a 16.4 se remplace por la tensión efectiva p = p — tw con lo
cual:
s=c+ (p—t) tgg¿=c0+ Pt (16.5)
Ecuación que se designa como la ecuación revisada de Coulomb (Ter-
zaghi, 1 ).
Cuando las abscisas del diagrama de Mohr representan presiones efec-
tivas p y la línea de rotura es una recta, la inclinación de dicha línea se

E pica decia le ticas de seibencla Intelcóccd es CSS ua fo 16 dos y de


pesca tres circunferencias de Mohr, lo que significa ejecutar tres ensayos tri

suelos cuya curva tensión-deformación tiene un pico máximo, como el de la fig. 16.2 (5),
es posible realizar los tres ensayos con una sola muestra para lo cual solo es
tomar el cuidado necesario para que, para cada presión de confinamiento pla deforma.
ción especifica no exceda de aquella. que desarolla el respecto máximo de Ap. Pi
ello, tan pronto como Ap adquiere una tendencia a disminuir, se da por terminado elel

roca tala decades lena y la grava. Durante los ensayos se ¡sinían a veces planos
potenciales de fractura de la probeta que, oen picipo, la debilitarían para los ensayos
siguientes, pero debido a que la Knea real de resistencia intrínseca es curva como lo
indica la fig. 16.1 (c), el ángulo a varía con la presión de confinamiento p, de modo
que dichoslr no son coincidentes para los distintos ensayos, hecho que explica
la posibilidad de realizarlos. ae Aa ensayo se lleva hasta definir la resistencia residual
Ap Véase O. Moretto y A. J.L. Bolognesi: “Shear strength on soft intact clay and
ty stones” YI Cong, Int. Soc. for RockMean Yugoslavia, 1970; también:Núñez E.
Los parámetros de corte obtenidos a partir de los ensayos's escalonados, 29 ner!Pano de
Mec. de Suelos as Brasil, 1983, Vol. II, pág. 123.
ART. 16 CONDICIONES DE ROTURA DE LOS SUELOS 103

conoce usualmente como el ángulo de resistencia al corte ¿ del material y


la intersección al origen para p = 0 se llama comúnmente la cohesión. Los
que estas s
materiales plásticos ideales. Sus características de corte se definen por medio
de dos parámetros: € y $.
El valor de ¿ de la ecuación 16.5 se supone una propiedad del mate-
rial. Pero en realidad la parte p tg $ de la resistencia al corte representa
el resultado combinado de dos componentes muy diferentes. Un compo-
nente es $ tg 4, en el cual ¿,, el ángulo de fricción entre las partículas en
sus puntos de contacto, depende de la composición de las partículas y del
líquido que ocupa los vacíos (Horn y Deere, 1963). Prácticamente no se
necesita deformación alguna para movilizar esta parte de resistencia al corte.
La segunda componente, mucho más importante, depende de la forma de los
granos y del grado de trabazón de las partículas situadas en correspondencia
con la superficie de deslizamiento. Su magnitud es una función de la densidad
relativa o del índice de liquidez del material. La movilización de este
componente está asociada con el desplazamiento por rotación relativa de
las partículas y requiere por tanto una deformación considerable. Más aún,
una vez que se ha desarrollado una superficie de deslizamiento, el despla-
_zamiento subsiguiente supone un grado de trabazón entre los granos situa-
dos en correspondencia con la superficie de deslizamiento, cada vez menos
íntimo del que existía en el instante en que se inició la rotura. En los suelos
cohesivos, la rotura está además comúnmente ligada a una disminución de
la cohesión. Por consiguiente, si se excluyen las arenas sueltas no cohesivas,
en todos los otros suelos el deslizamiento va asociado con una disminución
permanente de la resistencia al corte a lo largo de la superficie de rotura.
Este hecho explica las características engañosas respecto de la aparente
estabilidad de aquellos taludes en los cuales ya se han producido desliza-
mientos con anterioridad.
En la mecánica de
los bl de: esta elos,
d va
la solución matemática de prácticamente todos
dida de la d inació i 1
de los valores de c y ¿, con el subsecuente remplazo del suelo real por un
material plástico ideal al cual se le asignan los parámetros de corte c y ¿.
Estos remplazos suponen la hipótesis de que ambos c y $ son indepen-
dientes de la deformación e implican que los suelos no rompen hasta que
la tensión de corte en todos los puntos de una superficie potencial de desli-
zamiento continua alcanza el valor s definido por la ecuación 16.5. Las
roturas de este tipo se llaman simultáneas. La curva tensión-deformación
obtenida del ensayo triaxial de un material plástico ideal que exhibe rotura
simultánea se parece, por tanto, a una de las mostradas en la figura 16.2a.
Se dice que la rotura se produce cuando la diferencia de tensión alcanza
el valor Ap, y no hay por ello ambigiedad con respecto a la posición de la
línea de rotura dibujada en base a las tensiones efectivas.
En contraste, la curva tensión-deformación de un suelo real suele exhibir
un pico máximo Áp, que se produce para una pequeña deformación (fig.
16.2b), a partir del cual el valor de Ap que la probeta puede soportar dis-
minuye, para alcanzar, con grandes deformaciones, un valor menor Ap, cono-
104 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

cido como la resistencia final. La posición de la línea de rotura depende


entonces de cuál de los valores Ap se considera para representarla. A los
valores picos de Ap le corresponde la curva superior de la figura 16.2c. Por
el contrario, si resultase de interés considerar el límite inferior de la resis-
tencia al corte, sería del caso construir la línea de rotura de los valores
inales.
Toda vez que el material se caracteriza por una curva tensión-deformación
que exhibe un pico, hay poca probabilidad para que se den las condiciones
necesarias para llegar a una rotura simultánea, pues, aun en un material

4, [
Diferencia de tensión
$ o

pa
ze moción
s
Resistencio ol corte

a
Presión normol 7
(e)
Fig. 16.2. (a) Curva tensión-deformación para un material plástico ideal con
rotura simultánea; (b) Curva tensión-deforma:
mostrando la resistencia picoo máxima y la final; (2) Lin
Típicas para la resistencia pico y la final de un mismosuelo.

homogéneo, las deformaciones a lo largo de la superficie potencial de desli-


zamiento no suelen ser uniformes. Como consecuencia, el suelo a lo largo
de parte de la superficie de deslizamiento puede estar ejerciendo su resis-
tencia pico mientras que el resto solo desarrolla un valor menor. En condi-
ciones extremas, como se dan, por ejemplo, en las arcillas extrasensitivas,
ART. 17 RESISTENCIA AL CORTE DZ SUELOS NO COHESIVOS 105

una pequeña deformación tangencial puede resultar suficiente para reducir


La resistencia al corte s a una pequeña fracción de su valor pico (fig. 15.6c).
Por ello, la rotura de una masa de arcilla extrasensitiva suele comenzar por
un punto, en el que la tensión de corte se torna igual a s (ecuación 16.5)
y desde ese punto extenderse al resto de la superficie potencial de rotura.
Las roturas de este tipo se dice que son progresivas. Invalidan los resulta-
dos de los cálculos basados en la hipótesis convencional de la rotura simul-
tánea,
A causa de estas diferencias entre los suelos reales y los ideales, los
cálculos de estabilidad basados en resultados de ensayos y en la ecuación
16.5 son estrictamente válidos solo para el material plástico ideal que
sustituyó al suelo real. Las consecuencias prácticas de las diferencias obser-
vadas entre los suelos reales y sus sustitutos ideales deben ser compensadas
con un coeficiente de seguridad adecuado. La importancia de las diferen-
cias depende del tipo de suelo y, para un suelo dado, de su historia de carga.
El único suelo real que se comporta casi exactamente como su equivalente
plástico ideal es la arena limpia no cohesiva con una relación de vacíos
próxima al valor crítico.
Con respecto a sus características de corte, los suelos reales se dividen
comúnmente en dos categorías: suelos no cohesivos, como lo son las gravas,
arenas y limos no plásticos, y suelos cohesivos, como las arcillas y los limos
plásticos. Los suelos no cohesivos se tratan en el artículo 17, y los suelos
cohesivos en el artículo 18.
Lecturas seleccionadas
Henkel, D, J. (1960), “The shear strength of saturated remolded clays”, Procedings ASCE
Research Conference on Shear Strength of Cohesive Soils, págs. 533-554. Resumen
de ensayos triaxiales expresados en términos de relaciones fundamentales entre
tensiones.
Newmark, N. M. (1960), “Failure hypotheses for soils”, Proceedings ASCE Research
Conference on Shear Strength of Cohesive Soils, págs. 17-32. Discusión general
de las hipótesis de rotura para materiales ideales y sus posibles aplicaciones a los
suelos. Véase también “Discussions”, págs. 987-995.
Sctmertmano, 3. H. y J- O. Ostesberg (1990), “An experimental study of the develop-
ment of cohesion and friction with axial strain in saturated cohesive soils” Proceedings
ASCE Research Conference on Shear Strength of Cohesive Soils, págs. 643-694.
Bishop, A. W. (1966), “The strength of soils as engineering materials”, Geotechnique,
Vol. 18, págs. 91-128.
ART. 17 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS NO COHESIVOS

Arenas y limos inorgánicos


Las características de corte de las arenas y de los limos inorgánicos,
a menos que el suelo sea excepcionalmente suelto, pueden representarse
bastante bien con la ecuación 17.1:
5 s=(p—t0) t89=PtB9 (17.1)
Los depósitos naturales de arena y de limo pueden encontrarse en
cualquier estado intermedio comprendido entre el suelto y el denso. De-
106 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

pendiendo principalmente de la densidad relativa, el valor de $ varía entre


extremos bastante amplios. La distribución granulométrica y la forma de
los granos también influyen sobre el valor de f. La tabla 17.1 proporciona
valores representativos para presiones efectivas p menores que 5 kg/cm?.
Tabla 17.1
Valores representativos de $ para arenas y limos

Grados
mi Suelto Denso

Arena, granos redondos, uniformes 275 34


Arena: franos angulares, bien” graduados 33 45
Gravas arenosas 50
Arena limosa 27-33 30-34
Limo inorgánico 27-80

Como la mayor parte de la resistencia al corte proviene de la trabazón


entre granos, los valores $ no se diferencian apreciablemente para el
suelo seco o húmedo.
Cuando la presión p aumenta de unos 5 a unos 50 kg/cm?, los valores
de 4 disminuyen gradualmente en unos 10%. Esta disminución va asociada
con un aumento del porcentaje de granos que rompen por aplastamiento
a medida que se aproxima el estado de rotura.
En la figura 15.3c y e se destaca la tendencia de una arena suelta a
disminuir de volumen, y de una arena densa a dilatar durante el corte. La
permeabilidad de una arena muy fina y de un limo saturados es tan baja
que la aplicación rápida de una tensión de corte va asociada con un tempo-
rario aumento de la presión de poros 4» (ecuación 17.1) si el suelo es
suelto, o de una temporaria disminución de uo, si el suelo es denso. Para-
lelamente, la resistencia del suelo decrece o aumenta temporariamente. Por
ello, si se hincan pilotes, por ejemplo, en uno de estos materiales en estado
saturado y suelto, los pilotes encuentran solo una pequeña resistencia, que
prácticamente es independiente de la profundidad, mientras que si el mismo
material está en estado denso los pilotes pueden llegar pronto a rechazo.
Si la arena o el limo está en relación de vacíos crítica (artículo 15), la
presión de poros u,,, y por consiguiente la resistencia al corte, permanecen
prácticamente constantes. Por ello, cuando existen condiciones que tornan
posible la aplicación rápida de una tensión de corte, para evitar una reduc-
ción de se considera los
terraplenes de arena o de limo hasta una relación de vacíos menor que el
valor crítico. Teniendo en cuenta que la relación de vacíos crítica dismi-
nuye algo con el aumento de la presión de confinamiento, se necesita una
mayor compactación para alcanzar este propósito debajo de las funda-
ciones fuertemente cargadas o de los terraplenes altos que debajo de car-
gas menores.
ART. 17 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS NO COHESIVOS 107

Licuación espontánea y arenas fluidas verdaderas


En algunas localidades se han encontrado arenas finas que son tan
sueltas que una pequeña alteración, como un choque débil, causa una impor-
tante disminución de volumen a presión constante p (ecuación 17.1). Si
esta disminución se produce debajo del nivel freático, va precedida de un
aumento temporario de u,, a un valor casi igual a p, con lo cual p = p — o
se torna casi igual a cero y la arena fluye como un líquido viscoso. Este
fenómeno se conoce como licuación espontánea y ha ocurrido tanto en
terraplenes artificiales de arena suelta como en depósitos naturales. Ejem-
plos de rotura de taludes en depósitos naturales (verdaderas arenas fluidas)
se dan en el artículo 49.
La experiencia indica que la licuación espontánea más común ocurre
en las arenas finas limosas. Este hecho, combinado con el comportamiento
observado de las verdaderas arenas fluidas, sugiere que el agregado formado
por los granos de arena posee una estructura metaestable, es decir, que la
estructura es estable solamente porque existe alguna influencia estabilizante
suplementaria. Un depósito de arena limpia bajo agua es estable, aun cuando
sea suelto, porque los granos ruedan a posiciones estables. En una arena
capaz de licuación espontánea, algún agente debe interferir en este proceso.
Si un depósito artificial de arena húmeda se coloca por encima del
nivel freático, el agente que interfiere está formado por las películas de
humedad, las que producen una cohesión aparente suficiente para impedir
que los granos rueden hasta las posiciones estables. Este proceso y sus con-
secuencias han sido reproducidos en el laboratorio (Geuze 1948, Bjerrum
et al, 1961). Los experimentos también indican que la densidad relativa
de la areia fluida verdadera es mucho menor que aquella que corresponde
a la relación de vacíos crítica.
La arena limpia que se deposita bajo agua, aun cuando esté suelta,
tiene una estructura estable, pero cuando en cambio sedimenta juntamente
con limo puede desarrollar una estructura metaestable. Las depresiones
entre los granos de arena en la superficie del sedimento se llenan parcial-
mente de limo suelto, que impiden a los granos de arena alcanzar posiciones
estables. La subsecuente consolidación bajo una presión estática, sin defor-
mación lateral, es resistida por la fricción en los puntos de contacto entre
los granos de arena. No obstante, si se produce un deslizamiento en los
puntos de contacto, por ejemplo debido a un choque con una intensidad
que excede en cierto valor límite, la estructura metaestable se derrumba y
la licuación se produce. La rotura resultante aparece como progresiva,
empezando en un punto y prosiguiendo como una reacción en cadena.
Si debajo de la base de una estructura o de un dique de tierra existe
una capa de arena verdaderamente fluida, es evidente que ésta constituye
una fuente potencial de peligro. Pero en un depósito natural de arena es
muy difícil detectar la existencia de una estructura metaestable, a causa
de que ésta se derrumba durante el muestreo y subsecuente trasporte. No
obstante, la experiencia sugiere que las arenas verdaderamente fluidas pueden
producirse en capas, o en grandes lentes, entre otras capas de arena mode-
108 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

radamente densas o sueltas. Se originan, probablemente, como consecuencia


de variaciones periódicas en el contenido de limo del agua túrbida que
trasporta la arena al lugar de deposición. Por ello, si un dique debe ser
construido sobre una espesa capa de arena suelta, la arena debe ser com-
pactada como se describe en el artículo 50, porque puede contener zonas
de arena fluida verdadera.

Licuación bajo inversión de tensión o de deformación


En el artículo 15 se puntualizó que cada reducción y reaplicación de
tensión va acompañada de un aumento de deformación, a pesar de que la
magnitud del aumento aminora en cada ciclo. Si el suelo está saturado y se
impide el drenaje, cada reducción y reaplicación «de tensión o deformación
va iguálmente acompañada de un incremento de presión de poros cuya
magnitud también decrece progresivamente con los ciclos,

7 of
Presión de poros, kg/em* Deformación axial%

ol 1
S Presión ale consolidación inicial.
pSS
T

0 L
$ 12 3 4 gg 3100
E Ciclos decorga

da asp
35
$30

3 0s-
“Fig. 17.1. Resultados de un ensayo no drenado de arena suelta saturada du-
rante el cual la presión axial oscila entre 1 + 0,39 kg/cm? mientras la pre-
Sión de cámara se mantiene constante en 1 kg/cm? (según Seed y Lee, 1966).
ART. 17 RESISTENCIA AL CORTE Dz SUELOS NO COHESIVOS 109

Si se consolida en el aparato triaxial una probeta de arena suelta satu-


rada bajo una presión de confinamiento p, y luego, a presión de cámara
constante, con drenaje impedido, se hace alterar la tensión axial entre
Po + Ap y po — Ap, cada alteración oroduce un incremento Au de la pre-
sión de poros en el interior de la probeta (fig. 17.1). Después de un número
de alternancias, el valor de u» se torna igual a la tensión efectiva p. que
existía antes de que la carga cíclica comenzara, con lo cual la probeta pierde
su resistencia y no tiene más capacidad para mantener su forma. La repen-
tina pérdida de resistencia y rigidez corresponde a la licuación de la arena.
Si se repite el ensayo con la misma arena en un estado denso, los valores
de u, se incrementan de una manera similar, excepto que los incrementos
de Au son mucho menores por ciclo y el número de ciclos necesarios para
producir la licuación se aumenta grandemente. Un aumento en la presión
de consolidación p,, manteniendo las otras variables iguales, incrementa el
número de ciclos requeridos para producir la licuación, mientras que el
aumento en Áp tiene un efecto opuesto (Seed y Lee, 1966). Un compor-
tamiento similar ocurre si se imponen a la probeta alternancias de defor-
mación en lugar de alternancias de tensión.
masas de arena uniforme suelta relativamente fina, situadas debajo
del nivel freático, son susceptibles de licuación durante un terremoto, espe-
cialmente si su duración es suficientemente larga como para que ocurran
un gran número de oscilaciones que impliquen la repetición de inversiones
de deformación tangencial de gran magnitud. Después que un terremoto
violento se ha mantenido durante un tiempo suficiente, una capa suelta
situada a una moderada profundidad ¡puede llegar a licuarse, con lo cual
el agua di subirá a la en con
la formación de borbotones de arena espaciados más o menos a igual dis-
tancia. La arena situada por encima de la zona licuada se ve entonces
sometida a un gradiente hidráulico ascendente y también pierde su resis-
tencia al corte, con lo cual las zapatas que soporta pueden hundirse en el
terreno (IISEE, 1965). Es menos probable que las arenas densas tiendan
a la licuación bajo estas circunstancias a causa de que la duración de la
mayoría de los terremotos violentos no es suficientemente larga como para
llegar al número requerido de repeticiones.
Los terraplenes de arena suelta y los depósitos naturales de arena satu-
rada pueden licuar, aun cuando no posean una estructura metaestable,
bajo la pequeña provocación de débiles vibraciones o de unos pocos cho-
ques repetidos. Uno de estos terraplenes constituía la porción agua arriba
de un dique, con un núcleo vertical de arcilla, situado entre una presa de
embalse de hormigón y la margen derecha del valle del río. El talud tenía
una altura de unos 15 m; su inclinación disminuía de 2:1 en la cresta a 4:1
al pie, La arena, de la cual el 80% de los granos estaba comprendido
entre 0,3 y 1,5 mm, fue volcada en capas irregulares por encima del nivel
freático, en un estado húmedo sin compactación. El talud resultó estable
durante el primer llenado del embalse y un subsecuente descenso de su
nivel de 1,5 m; permaneció estable cuando los contratistas comenzaron a
practicar voladuras para demoler la ataguía agua arriba, situada a una dis-
110 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

tancia de aproximadamente 150 m. Pero la intensidad de las cargas fue gra-


dualmente aumentando y unos 8 a 10 minutos después de que la última
carga fuese explotada, el talud comenzó a fallar en la unión entre el dique
y la presa de hormigón. En el término de unos 20 segundos el movimiento
se extendió a toda la longitud del talud, llegando a una distancia de aproxi-
madamente 75 m desde el punto inicial. La arena se desparramó sobre el
fondo del embalse como una espesa solera y dejó la mayor parte del borde
agua arriba del núcleo de arcilla sin soporte.
Lecturas seleccionadas
Rutledge, P. C. (1947). Review of the cooperative triaxial shear research program of
C Engineers. Waterways Experiment Station. Capítulo IV: “Resultados
Para suelos no cohesivos”, Contiene considerable información sobre las
propiedades de las arenas y de las gravas.
Chen, L. S. (1948). “An investigation of stress-strain and strength characteristics of cohe-
sionless soils by triaxial compression tests". Proceedings - Segunda Conferencia
Internacional de Mecónica de Suelos, Rotterdam (1948), Vol. 5, págs. 35-43.
Penman, A. D. M. (1953), “Shear characteristics of a saturated silt, measured in triaxial
compression”, Geotechnique, Vol. 3, págs. 312-328.
Holtz, W. C. y H. J. Gibbs (19565). “triaxial shear tests on pervious gravelly soils”,
ASCE Journal Soil Mechanics, Vol. 82, núm. SMI, Art. núm. 867, 9 págs.
Wu, T. H. (1957). “Relative density an shear strength of sands”, ASCE Journal Soil
Mechanics, Vol. 83, núm. SMÍ, Art. núm. 1161, 23 págs.
Bjerrum, L., S. Kringstad y O. Kummeneje (1961). “The shear strength of a fine sand”,
Proceedings. Quinta Conferencia Internacional de Mecánica de Suelos, París, Vol.
1, págs. 29-37.

ART. 18 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS COHESIVOS


Arcillas inalteradas normalmente consolidadas de baja
a moderada sensibilidad
Los resultados de ensayos triaxiales drenados sobre suelos cohesivos nor-
malmente consolidados se pueden expresar con exactitud satisfactoria por
medio de la ecuación de Coulomb, con c = 0. Así:
.=Ptk9 (18.1)
El valor de ¿ para estos materiales, amasados o en estado inalterado, está
relacionado con el índice de plasticidad. Se pueden estimar valores aproxi-
mados con la ayuda de la figura 18.1, a pesar de que la dispersión, para la
mayoría de las arcillas, puede ser del orden de 5? (Bjerrum y Simons, 1960).
Sin embargo, para una arcilla con un límite líquido de 426 % proveniente
de la ciudad de Méjico, se obtuvo un valor excepcionalmente alto de $ = 47%
(Lo, 1962). Resulta de ello aparente que la relación estadística representada
por la figura 18.1 no es de validez general y debe, por tanto, ser usada con
precaución.
En condiciones corrientes de la práctica, la baja permeabilidad de las
arcillas retarda mucho el drenaje y, como consecuencia, la presión de poros
U. asociada con las fuerzas que tienden a romper el material Pueden no
ART. 18 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS COHESIVOS 11

Ms A
20 =>
0200 O BO
Indice pléstico (%)
Fig. 18.1. Relación entre el ángulo $ es condiciones deccados e índle
lástico para arcillas de sensibilidad mediana a baja.

llegar a disiparse con rapidez. Como las presiones de poros asociadas con
el corte son positivas (fig. 15.50) la resistencia indicada por la ecuación
18.1 puede requerir un largo tiempo Para desarrollarse, pues el lapso nece-
sario para la disipación de dichas presiones está gobernado por las carac-
terísticas de consolidación y las dimensiones de la masa cohesiva (artículos
14 y 25).
Las condiciones asociadas con una falta completa de drenaje pueden
aproximarse ejecutando ensayos triaxiales consolidados no drenados (artícu
lo 15). Los resultados de tales ensayos, en los cuales fp, y pz son las tensiones
efectivas principales de rotura, se representan por la circunferencia de rotura
E de la figura 18.2a. Esta circunferencia es tangente a la línea intrínseca
definida por la ecuación de Coulomb:
= 586 (18.1)
En el momento de la rotura, la presión de poros positiva uy actúa por
igual en todas direcciones (véase la figura 18.2a). Por tanto, las tensiones
principales totales de rotura son:
p=R+w (18.2)
p=h+w (18.3)
La circunferencia de rotura, en términos de tensiones totales, es por
tanto la A. Tiene el mismo diámetro que la circunferencia E, pero está
desplazada hacia la derecha en una distancia AjAp, igual a la presión
de poros uy inducida en la muestra en el instante de la rotura.
Si, utilizando una misma arcilla, que es inicialmente consolidada bajo
diferentes presiones de cámara pj, se realizan varios ensayos no drenados,
L envolvente de rotura de las circunferencias obtenidas, expresadas en tér-
minos de presiones totales, es también aproximadamente una línea recta que
pasa por el origen (línea punteada de la figura 18.20) y tiene por ecuación:
=P du (18.4)
112 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

en la cual go, conocido como el ángulo de resistencia al corte consoli-


dado no drenado, es apreciablemente menor que ¿. La relación entre $ y
o viene determinada por el valor de la presión de poros inducida por la
diferencia de tensión p, — pa en el momento de la rotura, Para arcillas
das, de baja a di dad, este valor es
aproximadamente igual a la diferencia de tensión misma.
Debe hacerse notar que la circunferencia de rotura para un ensayo
dado tiene el mismo diámetro, se dibuje ésta en término de tensiones efec-
tivas o de tensiones totales. Las presiones de poros actúan con igual inten-
sidad en todas las direcciones; por tanto, el incremento de presión de poros
es el mismo para la presión mayor como para la menor. Esta conclusión

+
o
E Pensión efectivo
E
E Tensión toto!
o — A
3 q S
$ E sa
> A / y
¿|< 1

19 h —4 AAp AE A 40 > |
Tensión tongenciolo decorfe, s

Tensión normal, p
(6)
Fig. 18.2, (a) Resultados de ensayos consolidados no, drenados de una
arcilla normalmente consolidada de sensibilidad moderada; (b) Diagrama
que ilustra la ¿ndición +=0.
ART. 18 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS COHESIVOS 113

conduce a un concepto extremadamente útil, conocido: como la condición


$ =0. En la figura 18.2b, la circunferencia en trazo lleno E es la circun-
ferencia de tensiones efectivas de la figura 18.2a. A su vez, la circunferencia
A, dibujada representando las tensiones totales, corresponde a un ensayo
consolidado no drenado en el cual la presión de poros al empezar es igual
a cero y al terminar igual a uy. Pero, si después de la consolidación inicial
bajo la presión de confinamiento ps, se hubiese incrementado la presión de
cámara en una cantidad adicional u, sin permitir el drenaje, la presión de
poros inicial en la muestra hubiese sido igual a u, y la presión de poros
final igual a u, + us. En términos de tensiones totales, la correspondiente
circunferencia de rotura hubiese sido la B de la figura 18.2b. A pesar de
ello, la circunferencia de tensiones efectivas todavía seguiría siendo la E.
Como la elección del cambio de presión de cámara u, fue arbitraria, se
concluye que si varias muestras son primero consolidadas bajo la misma
presión de confinamiento ps y después ensayadas en condiciones no drena-
das bajo distintas presiones de confinamiento, la línea de ruptura con res-
pecto a tensiones totales es horizontal. Esta línea puede considerarse como
un caso especial de la ecuación de Coulomb, que se distingue por la
circunstancia de que $ = c y $ = 0, razón por la cual se la conoce como
la condición ¿ = 0 (Skempton, 1948). Teniendo en cuenta que un ensayo
de compresión simple no es en definitiva más que un ensayo triaxial en el
cual la presión total principal menor ps es igual a cero, círculo C en la figura
18.2b, la resistencia al corte para la condición $ = 0 se puede determinar
por medio de un ensayo de compresión simple desde que:
s=c= Yu (18.5)
Cuando se trata con suelos saturados de permeabilidad muy baja, como
lo son la mayoría de las arcillas y de los limos, hay muchos problemas prác-
ticos en los cuales se puede suponer que el contenido de humedad del
suelo no cambia por un tiempo relativamente grande después de la aplica-
ción de la carga. Es decir que, por cierto tiempo, prevalece la condición no
drenada. Más aún, si se extrae una muestra conservando su contenido de
humedad y se ensaya sin permitir que el mismo cambie, tanto la compre-
sión simple como la triaxial, con presión de confinamiento ps + a, proveen
un valor de la resistencia del suelo con respecto a tensiones totales que es
aproximadamente igual al valor c, como se deduce fácilmente de la ecuación
18.5 dentro de las limitaciones impuestas por la ecuación 15.4. Por ello, y
como consecuencia del concepto $ = 0, el ensayo de compresión simple
adquiere una importancia inusitada *.
Cuando en problemas que involucran depósitos de arcillas saturadas se
presentan condiciones que van a ser controladas por la resistencia no dre-
* Téngase presente que lo inusual en esta importancia debe entenderse como li
- tado esencialinente a las arcillas saturadas, normalmente consolidadas o poco preconsoli-
dadas, homogéneas y uniformes. En las arcillas preconsolidadas. la existencia de un sistema
de micro fisuras internas invalida a veces los resultados y exige recurrir a ensayos triaxiales
no drenados para obtener valores representativos. Naturalmente, el ensayo no es aplicable
a las arcillas no saturadas. (N. del T.)
114 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

nada del material, con frecuencia se pueden usar ventajosamente otros tipos
de ensayos expeditivos para evaluar la cohesión c. Los más importantes son
los ensayos con el aparato de paletas, también llamado la veleta o el molinete,
aparato éste que se halla esquematizado en la figura 44.17 y que se utiliza
con el equipo que se describe en el artículo 44. En el laboratorio se usan
también veletas similares de tamaño menor, especialmente para investigar la
resistencia de muestras de arcilla muy débiles o de arcillas amasadas. Entre
ellos el más conveniente, por sus particularidades, es el aparato manual deno-
minado torvane (Sibley y Yamane, 1965) (fig. 18.3). Las veletas que lo

o
(6)
Fig. 18.3. Veleta manual “torvane” para deter» la resistencia al corte
de materiales para los cuales ¿=c, (a) Vista lateral; (b) Vista de las pa-
letas desde abajo.
constituyen se introducen dentro del suelo por empuje y luego, aplicando
un momento torsor, que se mide con un resorte calibrado,se hace rotar el
conjunto hasta que la arcilla rompe simultáneamente a lo largo de una
superficie cilíndrica que circunscribe las veletas y la base de dicho cilindro.
El valor de la cohesión c se lee directamente en el indicador del resorte
calibrado, de modo que, cuando resulta aplicable, por medio de este apara-
tito es dable practicar un examen rápido y detallado de la variación del valor
de c para un conjunto grande de muestras (véase fig. 45.5).
ART. 18 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS COHESIVOS 115

En la parte 11 de este texto se desarrollan varios ejemplos del uso del


concepto $ = 0 como criterio de medida de la resistencia al corte de arcillas -
saturadas.
Cuando una arcilla normalmente comprimida se consolida bajo una
presión hidrostática de confinamiento pz y luego se lleva a rotura en condi-
ciones no drenadas, la circunferencia de Mohr que la representa en términos
de tensiones totales es la A de la figura 18.2a. El radio c de esta circunfe-
rencia mide la resistencia al corte para la condición ¿ = 0. De la figura
18.4a, por geometría se deduce:
c _b
P+c e
y por lo tanto
e _ sen deu
Ps 1 — sen dos
relación ésta que, para una arcilla dada, es una constante. Ha llevado a la
idea (Skempton, 1957) de que debe existir una relación similar entre la
resistencia al corte no drenada de depósitos naturales de arcillas normal-
mente consolidadas, determinada ésta por medio de ensayos de compresión
simple, de ensayos triaxiales no drenados, o de ensayos con el aparato de
paletas, y la presión efectiva que el suelo soporta a la profundidad de la
cual proviene, por efecto del peso de los depósitos sobrepuestos. Se há
encontrado que, para un depósito normalmente consolidado, esta relación,
que se designa por c/p, es realmente una constante, siempre y cuando el
índice de plasticidad sea aproximadamente el mismo en todo el espesor del
depósito de que se trata. Más aún, también se ha encontrado que los valores
c/p que le corresponden en el terreno a varios depósitos, o bien a zonas
relativamente homogéneas de depósitos diversos, están íntimamente correla-
cionados con el índice plástico, como lo indica la figura 18.4b. Como todas
las relaciones estadísticas, la de la figura 18.4b encierra la posibilidad de
que aparezcan excepciones, pero la evidencia existente hasta el presente
muestra que la relación allí indicada es aplicable a un amplio rango de tipos
de arcillas sedimentarias.
La relación c/p, estimada por medio de la figura 18.4b, torna posible
una evaluación grosera de la resistencia al corte no drenada de los depósitos
normalmente consolidados, sobre la base de los resultados de los límites de
Atterberg. A la inversa, si la resistencia no drenada ha sido determinada
por ensayos independientes, la comparación con los valores obtenidos sobre
la base de la figura 18.4b puede servir de índice para indicar si la arcilla
está normalmente consolidada o preconsolidada.

Arcillas extrasensitivas y arcillas fluidas


La mayoría de los depósitos naturales de arcilla están formados por
mezclas de partículas más o menos bien graduadas, con tamaños intermedios
entre aquellos que corresponden a la arena fina y a la arcilla, y constituyen
116 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

formaciones relativamente poco sensitivas. En cambio, los suelos que con-


sisten principalmente en partículas de tamaño de arcilla, con una estructura
borde a cara o bien una estructura en flóculos (artículo 4), suelen experi-
mentar una apreciable disminución de resistencia cuando son amasados y
exhibir, además, por lo menos una sensibilidad moderada. Más aún, hay
algunos depósitos naturales de arcilla que están formados por una mezcla
de partículas de arena fina uniforme y de arcilla, en los cuales, cuando
sedimentaron, la deposición simultánea de las partículas en forma de escama
de la fracción más fina y de los granos equidimensionales de arena interfi-
rió con el rodamiento de estos últimos granos e impidió que alcanzaran
disposiciones estables. Por consiguiente, si los granos de arena se tocan entre
sí, su configuración puede ser tan metaestable como la que corresponde a
las verdaderas arenas fluidas. No obstante, los intersticios entre los granos
de arena están ocupados por un material con partículas de tamaño de arcilla,
Tensión tongenciolo de corte,s
>a
>2
Volores de c/5
Sa

e/6=0.1140.0037 1y

T
s

1 1 Io
70 80 90 100 10 120
a

40 50 60
Indice plastico de
(6)
Fig. 18.4. (a) Diagrama de Mohr de rotura que muestra la forma de
determinar la relación entre c y Po para 1 ensayo consolidado no dre-
nado; (b) Corresponden: estadística entre la relación c/p y el índice
plástico (según Skempton, 1957).
ART. 18 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS COHESIVOS 17

el que adquiere, como resultado de los procesos físico-químicos conocidos


por tixotropía y sinéresis, una resistencia apreciable a medida que progresa
la sedimentación. Como consecuencia, aun cuando la arcilla es sensitiva,
no por ello exhibe las propiedades de las verdaderas arenas fluidas. En
muchos aspectos, la transición que va desde una arena suelta a una arena
verdaderamente fluida tiene su contraparte en la distancia que separa las
arcillas de baja y muy alta sensibilidad.
La rotura de las arcillas extrasensitivas, a semejanza con la que se pro-
duce en las verdaderas arenas fluidas, parece ser progresiva. Pero en lugar
de trasformarse totalmente en un líquido viscoso, las arcillas extrasensitivas
rompen en pedazos relativamente sólidos, que flotan en un líquido viscoso
que puede desplazarse en el fondo de los valles alcanzando distancias de
varios kilómetros, con una velocidad que llega hasta 15 km por hora. Un
testigo, que tuvo la desgracia de estar parado sobre uno de los pedazos
sólidos durante uno de los deslizamientos, describió gráficamente las carac-
terísticas del material con las siguientes palabras (Terzaghi, 1950):
“... después de llegar al fondo fui desplazado en tal forma que en un
momento dado me encontré mirando hacia atrás, enfrentando lo que había
sido la cumbre de la barranca... La corriente tenía la apariencia de un
enorme torrente de tierra arcillosa mojada rodando rápidamente... En
ningún momento hubo una superficie lisa mi tampoco apariencia uniforme,
como en un verdadero líquido. A pesar de que rodé dentro y sobre la masa
por algún tiempo, mi ropa no llegó a mojarse seriamente ni alcanzó a emba-
rrarme... pues fui desplazado barranca abajo fuera de la zona afectada por
la rápida sucesión de derrumbes en rebanadas de material que se produce
en las cercanías de la punta del deslizamiento... Resultó posible, por medio
de pequeños saltos, cruzar gateando su superficie y llegar al terreno sólido
al costado del deslizamiento sin alcanzar a hundirme más allá de mis tobillos”.
Las arcillas fluidas son materiales normalmente consolidados de origen
marino, que difieren de las otras arcillas extrasensitivas porque han adquirido
su presente grado de sensibilidad en dos etapas: primero, durante su sedi-
mentación y, segundo, mucho más importante, por lixiviación después de emer-
ger por encima del nivel del mar en la forma que se describe en el artículo
4. En estado inalterado dichas arcillas son tan frágiles como cualquier otra
arcilla extrasensitiva. La falla de un talud constituido por este tipo de mate-
riales comienza comúnmente al pie, para continuar hacia arriba en rotura
progresiva, aun cuando la inclinación del talud sea muy suave. En el artículo
49 se tratan ejemplos de este tipo de roturas y del torrente de barro que
involucran.

Arcillas preconsolidadas intactas


La figura 18.52 ilustra sobre las características de resistencia al corte
de las arcillas preconsolidadas en “condiciones drenadas. La línea recta Od
kh de rotura di a la resi ia máxima o
resistencia pico de muestras de arcillas normalmente consolidadas. Considé-
rese ahora que se consolidan un número de muestras idénticas bajo una
118 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

4
a al
yE
$
E
E PP 2
?
$5 (a)
2
3
$
+

e
A
Tensión normol, p
(b)
Fig. 18.5. (a) Diagrama de rotura en condiciones drenadas para ar-
cilla preconsolidada hasta py; (b) Líneas de rotura simplificadas para
la misma arcilla.
misma presión de confinamiento fs, para luego ser sometidas a distintos
estados de solicitación. Si una de dichas muestras se ensaya en condiciones
drenadas, aumentando la presión vertical, la tensión en el plano de rotura
en el instante en que ésta se produce viene representada por el punto a de
la circunferencia de tensiones A, de modo que la tensión normal en el plano
de rotura es py. La circunferencia A corresponde a una muestra normal-
mente consolidada. :
Si, en cambio, se permite que una de las muestras que ha sido previa-
mente consolidada a la presión Ps expanda bajo una presión de cámara-
menor y, y se ensaya luego en condiciones drenadas, la resistencia de la
muestra, representada por la circunferencia B excede la del suelo normalmen- *
te consolidado ensayado en las mismas condiciones. La envolvente de rotura *
ART. 18 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS COHESIVOS 119

aa'b para tales condiciones de solicitación se encuentra por encima de la


línea Oa que representa material normalmente consolidado. La curba aa'b
se corresponde con la curva de descarga bc, del diagrama e-log p de la
figura 13.4.
Si, por otro lado, varias muestras son primero consolidadas bajo la
presión fa, después descargadas a presión nula permitiendo que expandan
il y idadas al fin bajo presiones i antes
de realizar el ensayo drenado, se encuentra que, para presiones de consolida-
ción menores que po”, la línea de rotura se sitúa como lo indica la línea infe-
rior ba, ligeramente por debajo de la curva de descarga y, para presiones ma-
yores, se torna casi idéntica a la línea de rotura Od que caracteriza a la arcilla
normalmente consolidada. La línea inferior ba se corresponde con la curva
de recompresión del diagrama e-log p de la figura 13.4.
Como una primera aproximación, hasta la presión py, las curvas de
descarga y recarga, ad'b y ba de la figura 18.5b, se pueden remplazar por
una línea recta de ecuación:
s=0+Pt (18.6)
Se observa experimentalmente que para una arcilla dada, el ángulo $,
es aproximadamente constante, mientras que el valor ci, conocido como la
cohesión medida como ordenada al origen, depende de po'. Para presiones
mayores que po”, la expresión:
s=Ptw8%4 (18.7)
vuelve a ser aplicable.
Teniendo en cuenta que para la mayoría de las arcillas el valor de c1
es muy pequeño y ¿, solo ligeramente menor que $, se comete un pequeño
error, que se encuentra del lado de la seguridad, cuando se considera que la
ecuación 18.7 es aplicable para todos los valores de p. Por, ello, la resistencia
de una arcilla moderadamente preconsolidada e intacta, solicitada en condi-
ciones drenadas, no difiere en forma significativa de aquella que le corres-
ponde a la misma arcilla normalmente consolidada.
En contraste con lo que se acaba de manifestar, en condiciones no
drenadas, la resistencia de una arcilla precomprimida puede ser mayor o
menor que la resistencia drenada, dependiendo del valor de la relación de
preconsolidación. Si la relación de preconsolidación está comprendida en el
rango que va de 1 hasta aproximadamente 4 a 8, el volumen de la arcilla
tiende a disminuir al ser sometida a la acción de corte, y la resistencia no
drenada, a semejanza de lo que ocurre en las arcillas normalmente consoli-
dadas, es menor que la resistencia drenada. Por el contrario, para relaciones
de preconsolidación mayores de aproximadamente 4 a 8, el volumen tiende a
aumentar, con lo cual la presión 4. disminuye y la resistencia no drenada
supera el valor que adquiere en condiciones drenadas. Para relaciones de
-preconsolidación muy altas la diferencia puede ser muy grande. No obstan-
te, las fuertes. presiones de poros negativas asociadas con altas relaciones
de preconsolidación tienden a absorber agua dentro de la masa de suelo y
120 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

causar su expansión, con lo cual la resistencia se reduce. Por esta razón, no


se puede confiar en la resistencia no drenada de tales suelos. Más aún, en
la mayoría de los problemas prácticos, la aplicación del concepto ¿ = 0
para una arcilla preconsolidada puede conducir a resultados que se encuen-
tran del lado inseguro mientras, por el contrario, para las arcillas normal-
mente consolidadas, la tendencia normal hacia su consolidación que éstas
tienen lleva hacia errores que se manifiestan en dirección conservativa. Por
las razones expuestas, excepto cuando la relación de preconsolidación no
excede posiblemente de 2 a 4, el concepto ¿ = O no debiera ser usado para
arcillas preconsolidadas.
Las arcillas altamente preconsolidadas y los esquistos arcillosos suelen
exhibir altas resistencias pico, aun cuando sean ensayadas en condiciones
totalmente drenadas, debido a la fuerte adherencia que se ha desarrollado
entre sus partículas (artículo 49). No obstante, después que se ha formado
una ficie de deslizamit y pi do un extenso resbalamil se
destruya la adherencia de las partículas a lo largo de dicha superficie, asu-
miendo éstas, además, en su correspondencia, una orientación que favorece
la disminución de la resistencia al corte del suelo, La resistencia final, des-
pués de un desplazamiento muy largo bajo condiciones totalmente drenadas,
se conoce como la resistencia residual (Skempton, 1964). No puede ser inves-
tigada con los ensayos triaxiales convencionales debido a que la magnitud
del deslizamiento es en estos casos relativamente restringida, Se requieren
ensayos de corte directo especiales o dispositivos para ensayar al corte por
torsión, que permitan reproducir en magnitud dichos desplazamientos (Hae-
feli, 1950). La resistencia al corte residual se puede expresar como:
Pts (18.8)
donde ¿, varía entre unos 30? para arcillas que tienen índices de plasticidad
bajos y una pequeña fracción de partículas de tamaño arcilloso hasta valores
tan pequeños como lo son 5 a 12” para algunas de las arcillas altamente plás-
ticas con un gran porcentaje de partículas de tamaño arcilloso (< 0,002 mm).
A causa de la casi completa destrucción de la estructura de la arcilla natural
a lo largo de la superficie de deslizamiento, es posible que los valores de pr
sean independientes de la historia de solicitación que haya tenido la arcilla
y que, por tanto, pueda ser determinado con suficiente aproximación utili-
zando probetas amasadas (Skempton, 1964).

Arcillas preconsolidadas fisuradas


La continuidad- de las arcillas altamente preconsolidadas está común-
mente interrumpida por una malla de fisuras capilares. Si la presión media
que actúa sobre esas arcillas se ve reducida, sea por excavación o por procesos
geológicos, comio una erosión, la resistencia al corte disminuye a solicitación
tangencial constante y puede finalmente llegar a ser tan pequeña como
0,2 kg/cm?, independientemente de cuál haya sido su valor original. Por la
razón expuesta, la rotura de taludes en excavaciones o cortes ejecutados en
ART. 18 RESISTENCIA AL CORTE DZ SUELOS COHESIVOS 121

tal tipo de materiales se puede producir muchos años después que se han
practicado. .
El mecanismo por el cual se produce el ablandamiento se explica en el
artículo 49. Cualquiera sea el instante que se considere, la resistencia al
corte de la arcilla aumenta rápidamente con la profundidad por debajo
de la superficie. Después que se produce un deslizamiento, el material
situado por debajo de la nueva superficie expuesta comienza a ablandar y el
proceso continúa hasta que se produce un nuevo deslizamiento. Por tanto,
las laderas de los valles formados en tal tipo de arcillas se ven expuestos
al deslizamiento superficial intermitente de sus masas inclinadas desde el
momento mismo en que dichos valles se originan y el proceso no termina
hasta que el ángulo de los taludes así formado se torna compatible con la
consistencia más blanda que la arcilla puede alcanzar. Es a través de este
mecanismo que los taludes se hacen cada vez más chatos. En algunas regio-
nes, como lo es, por ejemplo, el valle del río Saskatchewan al sur de Sas-
katoon en Canadá, todavía se producen deslizamientos sin provocación alguna
en taludes que se levantan con una inclinación de 1 vertical cada 15 hori-
zontal, El problema de determinar las características de resistencia al corte
de tales arcillas para propósitos de proyecto no ha sido aún resuelto (Peter-
son et al, 1960)*.

Comportamiento a rotura de los terraplenes cohesivos


Por las razones que se explican en el artículo 50, los terraplenes cohesi-
vos se colocan y compactan generalmente a un contenido de humedad que
está cercano al límite plástico. Los procesos de excavación, trasporte y
compactación destruyen completamente la estructura original del suelo de
modo que el comportamiento del producto terminado se asemeja al de una
arcilla amasada moderadamente preconsolidada. Los valores de g en con-
diciones drenadas dependen principalmente del índice de plasticidad y
pueden ser estimados por medio de la figura 18.1. Para la mayoría de los
propósitos' prácticos el valor de c puede considerarse igual a cero.
Si en el terreno la arcilla se satura, su resistencia, de acuerdo con la
ecuación de Coulomb revisada, se torna una función de la presión de poros.
Las investigaciones que se ls para determinarla son idénticas a aque-
llas que se efectúan con las arcillas preconsolidadas inalteradas. Cuando el
grado de compactación es tal que la arcilla tiende a consolidar bajo la carga
a la cual va a estar sometida y cuando, además, la velocidad de disipación
de la presión de poros es lenta con respecto a la velocidad de carga, se
puede utilizar el concepto de $ = 0. En cambio, si la arcilla tiende a
expandir bajo su carga, o lo hace como consecuencia de la tensión de corte
* Como se explica más arriba, la manifestación es cierta cuando el límite del equi-
kbrio.llega por relajación o disminución de tensiones normales con expansión del material,
somo ocurre en un talud natural o artificial, pero que no es normalmente aplicable cuando
ia to de dichas tensiones, como ocurre con una fundación
apoyada sobre una superficie horizontal. En estos casos, salvo que existan otras influencias,
no suele producirse ablandamiento. (N. del T.)
122 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

3$ T
y Grado inicio! de saturación, Sr
$$ ' él
E — 7

E 75%
$3 aa 87%
a LEY HET
8 10 15 20
Tensión normal total, p (kg/cm)
Fig. 18.6. Líneas de rotura obtenidas con ensayos no drenados de
una arcilla magra en término de tensiones totales para varios grados
iniciales de saturación,

a qu nl se ve sometida, los resultados de los análisis basados en la condición


$ = 0 serían demasiado optimistas.
Cuando el relleno permanece no saturado, la ecuación de Coulomb
revisada:
.-c+pue (16.5)
sigue siendo aplicable como una aproximación, pero la presión de poros
tiene valores diferentes en el aire y en el aguacontenida en los mismos. Si 4,
denota la presión en el aire o fase gaseosa y 4 la presión en el agua o fase
líquida, la ecuación 16.5 puede escribirse de la siguiente manera (Bishop,
Alpan y otros, 1960; Skempton, 1961a):

s =0+Íp — 4, — % (Ue — 45)] tg $ (16.6)


donde el factor » depende de las características del suelo y del grado de
saturación. Para suelos saturados » = 1,0 y para suelos perfectamente secos
x = 0, Teniendo en cuenta que las técnicas para medir u, y tw O para valuar
el factorx son complejas y limitadas todavía al campo de la investigación,
es corriente en la práctica investigar la resistencia de los suelos parcialmente
saturados por medio de ensayos triaxiales en los cuáles se miden solamente
las tensiones totales, tratando dé duplicar en el laboratorio condiciones de
ensayo que se acerquen lo más posible a las que se anticipan en el terreno.
La figura 18.6 muestra los resultados de cuatro series de ensayos no drena-
dos realizados sobre muestras de arcillas inorgánicas de tipo CL (Casagrande
y Hirschfeld, 1960) que Pueden considerarse como típicos. Las muestras
ueron inicialmente compactadas a la misma densidad seca. En cada serie
el nivel inicial de saturación S, (ecuación 6.4) fue constante, aun cuando
distinto para las diferentes series. Todos los ensayos se efectuaron con dre-
naje impedido, tanto bajo la presión hidrostática de confinamiento, como
ART. 18 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS COHESIVOS 123

Diferencia de tensión Ap, para uno


deformación unitario del 25 %

]
Fo]
Fo]
l
:
]
» a
T

1
1850,
Densidod seca, kg/m*

3 a

1710]
>=
3
ao

1600! 1 L 1 1 L
10012 1 16 18 20 22
Humedad
de colocación Ye
(6)
Fig. 18.7. (a) Resistencia de una arcilla magra en la condición en
que fue cos y después de embebida, representada en función
del contenido de humedad de colocación; (b) Curva densidad-humedad
para el mismo material.

durante la subsecuente aplicación de la diferencia de presión vertical. Se ve


que la resistencia de las muestras en las series que tienen el más bajo grado
inicial de saturación (S, = 61 %) excede, para igual valor de la tensión nor-
mal, a aquellasde las muestras que tienen el mayor grado inicial de saturación
y que la línea de rotura es marcadamente curva. A medida que aumenta el
grado inicial de saturación, las correspondientes líneas de rotura ocupan
sucesivamente posiciones más bajas en la figura 18.6,
En una muestra parcialmente saturada, que se ensaya en condición no
drenada, con el aumento de la presión el volumen de aire disminuye de
acuerdo con la ley de Boyle. Más aún, al aumentar la presión, aumenta la
solubilidad del aire en el agua y por tanto, en cualquier serie de ensayos
realizada con muestras que, inicialmente, tienen el mismo grado de satura-
ción, éste disminuye con el aumento de la presión total que actúa sobre la
.muestra o bien con la presión normal total que se desarrolla en el plano
de fractura. Si después de alcanzada una cierta presión todo el aire se
disuelve en el agua, la muestra se torna saturada y la línea de rotura con
respecto a presiones totales se hace horizontal (condición ¿ = 0). Es por
124 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

ello que todas las líneas de rotura de la figura 18.6 se aproximan a asíntotas
horizontales, para alcanzar la condición ¿ = 0 a presiones normales, que
están en relación inversa con el grado de saturación inicial.
Un terraplén compactado se coloca ordinariamente en una condición
parcialmente saturada. La resistencia en el momento de la compactación
depende, para un procedimiento de compactación dado, del contenido de
humedad con que se coloca el suelo, como lo ilustra la figura 18.7a, que
muestra los resultados de ensayos no consolidados no drenados realizados
sobre una arcilla limosa. No obstante, si el terraplén se torna total o casi
saturado, la resi ia puede variar significati con res-
pecto a la que tenía en el momento de ser colocado, como bien lo demuestra
la figura mencionada. Las relaciones que ejemplifica la figura 18.7 difieren
grandemente para distintos suelos, y para un mismo suelo dependen de los
diferentes procedimientos de compactación utilizados (Seed et al. 1960).
También dependen de si el cambio de humedad se produce con o sin varia-
ción de volumen del suelo.
Debido a la naturaleza compleja de los fenómenos asociados con la
resistencia al corte de los suelos parcialmente saturados, se necesita una
experiencia considerable para seleccionar el procedimiento de ensayo apro-
piado para medir su resistencia e interpretar los resultados.

Fluencia lenta (“creep”)


Cuando la tensión de corte que actúa sobre una muestra de arcilla es
menor que cierto valor conocido como resistencia de fluencia lenta o “creep”,
la arcilla se deforma durante la aplicación de la tensión tangencial y poste-
riormente durante un corto tiempo sin que, empero, experimente más tarde
deformación progresiva. Por el contrario, si se excede la resistencia de fluen-
cia lenta, la arcilla se deforma de una manera continua y progresiva bajo
tensión tangencial constante. La investigación de la velocidad de deforma-
ción de fluencia lenta requiere un equipo especial, como por ejemplo, un
aparato anular de corte por torsión, en el cual el área de la superficie de
rotura no disminuye con el aumento de la deformación tangencial. La figura
18.8a muestra los resultados de una investigación semejante realizada sobre
una arcilla amasada, altamente plástica y preconsolidada bajo condiciones
drenadas (Hvorslev 1937, 1960). En esta investigación, la relación entre el
tiempo y la defi ii ial se d inó para cada i de
tensión de corte. Las deformaciones que se produjeron durante las primeras
100 hs después de la aplicación de cada incremento, incluida la respuesta
inmediata al cambio de tensión, no están dibujadas; solo se muestran las
deformaciones ocurridas subsecuentemente. Resulta evidente que la velocidad
de deformación por fluencia lenta aumenta con el incremento de la tensión
tangencial. La rotura, evidenciada en este caso particular por una rotación
continua a velocidad constante, se produjo con una tensión tangencial de
0,5 kg/cm”.
Cuando el área de la superficie de rotura disminuye con el aumento
de deformación, la velocidad de deformación, bajo una tensión tangencial
ART, 18 RESISTENCIA AL CORTE DE SUELOS COHESIVOS 125

0 > T 2s T T
Lar 127 Le =35
Dal Al l: B=I7 |

$j E3]s
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$ ralem_] S ¿o 0xo
«*T 92 Y -m
skglem?|
01 kglem? 035
o ] Y o 018 kglem?
100 140 180 220 20 0 10 20 30 40
. lo carga ieor la carga
lo) (6)

Fig. 18.8. (2) Relación entes deformación angular y tiempo, obte


nida de un ensayo drenado de ade ano arcilla, plástica normal.
mente consolidada y amasada Cesia Hvors'ev, 1937); (b) Re'ación
entre deformación unitaria y tiempo para muestras idénticas de arcil'a
inalterada de Chicago de baja pasticidad, ensayadas en condiciones no
renadas a la compresión simple.
dada, suele acelerarse después de alcanzar un valor casi constante, con lo
cual la rotura se produce de una manera repentina. La figura 18.8b, que
ilustra este fenómeno, representa los resultados de ensayos de compresión
simple realizados en condiciones no drenadas con muestras inalteradas idén-
ticas de una arcilla de baja plasticidad proveniente de Chicago.
La relación que existe entre la resistencia de fluencia lenta y la resis-
tencia pico no ha sido aún investigada en detalle. Para algunas arcillas no
sensitivas parece llegar a ser tan baja como 0,3, mientras que para las arcillas
frágiles puede resultar del orden de 0,8. La existencia de tensiones que
exceden la resistencia de fluencia lenta ha ejercido una influencia importante
en el movimiento lateral progresivo de algunas estructuras, como muros de
sostenimiento y estribos de puentes.
Velocidad de carga
En todos los ensayos convencionales de corte, la rotura se alcanza gene-
ralmente en pocas horas o días. En algunos suelos el valor de s disminuye
al hacerlo la velocidad de aplicación de la carga en la forma que lo muestra
la figura 18.9 para ensayos no drenados (Casagrande y Wilson, 1951). El
conocimiento de este hecho condujo a la sospecha de que la. resistencia de
dichas arcillas puede también disminuir a tensión constante con el aumento
del tiempo de aplicación de dicha tensión. Esta posibilidad requiere consi-
deración cuando se deben seleccionar valores admisibles de la resistencia
al corte para analizar problemas de estabilidad.
126 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS
10;

2
306
Bogl 47 aro cebo cidade
México Lu =W=400
¿ OA B- Arcila ce Comiridge,
Moss. La 42: W*37.Ra "21
a € - Bentonita
de Oohe
ROLL D-Arcillo de Mississippi Ly=34; W=S/; Py =31 1
0 1 10 100 1000 10,000
s
1000307
Tiempo empleado poro olconzor lo rotura = minutos (esc1o3)
Fig. 18.9. Resistencia no drenada de suelos arcillosos en función del
tiempo empleado para alcanzar la rotura comparada con la resistencia
obtenida cuando para ello se emplea un minuto (según Casagrande y
Wilson, 1951).
Problemas
1. Los resultados de una serie de ensayos drenados a una arcilla magra vienen
expresados con suficiente aproximación por la ecuación $ Íg31%. Sobre ese material
se realiza un ensayo consolidado no drenado comp primero una probeta bajo
una presión hidrostática de confinamiento de 2 eje e nds y ri aumentando la carga
axial sin drenaje hasta que se produce la rotura. pe ein
18 kg/cm* en exceso dela presión de cámara. ¿Cuál es el valor de coeficiente de la
presión de poros Aj? ear es el valor de pex?
Solución: 0,64; 18,1*
2 La he riaa a compresión simple de una muestra de arcilla resulta igual a
2 kg/en*. La arcillati de plasticidad de 40 y su ángulo de fricción inten,
de ácuerdo con la fig. 18.1) es a oximademente 27,7". En la hipótesis de que este
valor de y es válido, ¿enál es en de de la rofura la magritud de la presión de
poros enla probeta jometida a la compresión simple
Solución: 1,15 kg/cm* negativa
3, Un depósito de sra “inalterada normalmente consolidada tiene un índice de
lascidad del so unitario saturado de 1,83 g/cm'. La arcilla se extiende
von prada de'de wins 15m por debajo de lala uperfco y el nivel freático coincide
ha extraído una muy buena muestra inalterada de una profundidad de 9 m.
Sá «la probable reitencia 4 Ta compresión simple del material?
Solución: Aproximadamente 0,55 kg/cm"
4. Sobre una muestra de arcilla amasada se realizan dos ensayos triaxiales conso-
lidados no drenados. Una de las probetas se consolida bajo una presión de cámara de
1,7kg/cu! y rompe bajo yn aumento de presión axial de 1,24 kg/m”, observándose par
que la presión de poros en el instante de la rotura alcanza un valor positivo
ira probeta e conslida bajo una presión de cámara de 4:27 kg/m!
necesi un aa de tensión axial de 3,12 k; legar a la rotura, en
cuyo instante desarrollala presión de poros igual a 2,7 kg/cm”. ¿Cuáles son los valores de
dm. y de $ que amojen ol caspa!
Solución: 15,5* y 30*
Lecturas seleccionadas
El estado actual del conocimiento con respectoa la resistencia al corte de los
suelos cohesivos fue anal lurante un congreso que se tituló “Research Conference
on Shear Strength of olas Sa realizado por la “American sa of Civil Engi-
ART. 19 EFECTO DE LAS VIBRACIONES SOBRE LOS SUELOS 127

neers” en el Estado de Colorado, en junio de 1960. Los anales de la conferencia


contienen muchas contribuciones útiles, entre las cuales se destacan las siguientes por su
relación directa con el tema desarrollado en el Art.
Bishop, A. W., 1. Alpan, G. E. Blight, and 1. ss al Factors controlling the strength
Of partly saturated cohesive coll,
soils, pág, 5
Bishop, A. W., L. Bjerrum. The re e of me triaxial test to the solution of stability
problems, pág. 437.
Bjerrum, L. and N. E. Simons. Comparison of shear strength characteristics of normally
consolidated ess, pág. 711.
Casagrande, A. and KR. C. Hirschfeld. Stress-deformation an strength characteristics of a
clay compacted to a constant dry unit weight, pág. 359.
Hvorslev, M. J. Prustcal components of the shear strength 7 saturated il pág. 169.
Peterson, R., J. L. Jaspar, P. EnEivard asa No pi non. Limitations
he oratory shear
strengih in cvaluatn stabili o ha icclays, pág. 765.
Seed, E E K. a o Chan! Th strength e ompactid cohesive soils,
Simons,pie, $E. Comprehensive investigations of the shear strength of an undisturbed
Drammen play, pis: 727.
Simons, N. E. The effect of overconsolidation on the shear strength characteristics of an
undisturbed odo elay, 747 págs.

ART. 19 EFECTO DE LAS VIBRACIONES SOBRE LOS SUELOS


Es de conocimiento general que las vibraciones producidas por la hinca
de pilotes, por el tránsito, o por el funcionamiento de máquinas, general-
menten aumentan la densidad de la arena y producen un asentamiento de su
superficie. Muchas veces se dañan edificios como consecuencia de los asen-
tamientos, originándose con frecuencia juicios civiles contra los causantes de
las vibraciones. Por otro lado, las vibraciones proveen el medio más eficaz
para compactar terraplenes de arena o densificar estratos naturales de arena
suelta antes de construir fundaciones sobre ellas (véase artículo 50). Se ve,
por lo tanto, que el efecto que producen las vibraciones puede ser nocivo o
ventajoso, pero que siempre merece atención.
El aparato que se indica esquemáticamente en Ja figura 19.14 (Hertwig
et al., 1933) ha sido utilizado para investigar cuáles son los factores que
influyen en el efecto de compactación producido por las vibraciones. Consta
de un plato de apoyo y de dos pesos iguales excéntricos que giran en direc-
ciones opuestas. La fuerza ejercida sobre el terreno por el plato de apoyo
es igual a la carga estática, debida al peso del aparato, más la fuerza pulsá!
cuya máxima intensidad iguala a la fuerza centrífuga de los dos pesos excén-
tricos. El múmero de revoluciones de los pesos excéntricos por unidad de
tiempo se denomina la frecuencia y se expresa en ciclos por segundo. La
distancia vertical máxima que recorre el plato de apoyo desde su posición de
equilibrio se denomina la amplitud de las vibraciones que el mismo experi-
menta. La amplitud es máxima para una frecuencia dada (fig. 19.1b), fre-
Cuencia ésta que es aproximadamente igual a la frecuencia natural fp del
. vibrador más la porción de suelo sujeta a vibración.
El término frecuencia natural se refiere a las vibraciones que se originan
en un cuerpo con límites bien definidos cuando se lo somete a un impulso
único. Si el impulso es periódico, la amplitud de las vibraciones forzadas
128 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

IE)
Petaciónce frecuencia,
rie. an L (u) Principio en que se basa el vibrador de suelos; (b) relación entre
amplitud de las vibraciones; (c) relación entre frecuencia y asentamiento
de la base del vibrador (según A. Hertwig et al., 1933).

que se originan aumenta a medida que la frecuencia f, del impulso se acerca


a la frecuencia natural del cuerpo, de modo que para frecuencias cercanas
a ésta, la amplitud es máxima. Este fenómeno se denomina resonancia, y
en la figura 19.1b está representada por el pico de la curva.
La tabla 19.1 contiene valores de la frecuencia natural o de resonancia
de un vibrador como el indicado en la figura 19.1, cuando se opera con él en
diferentes tipos de suelos y rocas blandas (Lorenz, 1934). Se utilizó un vibra-
dor que pesaba 2.700 kg y tenía una superficie de contacto de 1 m?. Dichos
valores se obtuvieron aumentando progresivamente la frecuencia del impulso
hasta producir la resonancia.
Tabla 19.1
Frecuencia natural del vibrador colocado sobre diferentes tipos de suelo

Suelo o roca Frecuencia,


E seguidociclos
Relleno suelto 19.1
Relleno artificial, denso, de escorias de carbón mineral 21.3
Arena mediana bastante densa 24.1
Arena bien graduada muy densa 28.7
Grava fina densa 28.1
Roca calcárea blanda 30.0
Arenisca 34.0
19 EFECTO DE LAS VIBRACIONES SOBRE LOS SUELOS 129
ART.

La frecuencia natural depende no solo de las propiedades del suelo sino


también, en cierto grado, del peso y de las dimensiones del vibrador. Estas
dos series
variantes han sido investigadas por el U.S. Corps of Engineers en sobre
de ensayos, una de ellas sobre arcilla limosa cohesiva y la otra 5.850unay
arena no cohesiva. El peso del vibrador y su base varió entre
29.250 kg; el diámetro de las áreas cargadas entre 15 y 4,8 m y la superficie
de sus áreas de contacto entre 1,90 y 18 m?. Distintos tipos de vibraciones extendido
se aplicaron separadamente (WES 1963). Los resultados han
considerablemente el rango de las variables correspondientes, pero no difie-
ren fundamentalmente de aquellos que se muestran en la figura 19.1. Sin
embargo, si se utiliza el mismo equipo para suelos distintos, la frecuencia
natural o de resonancia aumenta a medida que se incrementa la densidad
y disminuye la compresibilidad del suelo. Este hecho se ha utilizado exten-
samente para inar el grado de ión de 1 ificial
y para comparar la eficacia de distintos métodos de compactación.
Si se hace funcionar un vibrador sobre una capa de arena, el material
situado debajo de la placa de apoyo se compacta. Para impulsos de frecuen-
cia constante, el tamaño de la zona de compactación aumenta a una velocidad
que disminuye con el tiempo. El tamaño final de la zona compactada depen-
de de la intensidad de los impulsos periódicos ejercidos por el vibrador lay
de la densidad inicial de la arena. Más allá de los límites de esta zona,
densidad de la arena permanece prácticamente inalterada.
Como el vibrador descansa en la superficie del suelo que compacta, se
produce un asentamiento del aparato. Si la frecuencia del impulso se aumen-
ta gradualmente, el asentamiento del vibrador aumenta en la forma que lo
indica la figura 19.1c, donde puede apreciarse que cuando se aproxima a
la ia natural o de ia, el iento aumenta rápid
y alcanza valores muchas veces superiores a los producidos por una carga
estática de la misma magnitud que la fuerza pulsátil. La zona de frecuencias
dentro de la cual se produce el mayor asentamiento se denomina zona crítica
de frecuencias. Esta zona parece extenderse entre valores comprendidos entre
/ y 1 4 veces la frecuencia natural del suelo.
Cuando una máquina que produce vibraciones con frecuencias com-
prendidas dentro de la zona crítica se encuentra fundada sobre una capa
de arena, su asentamiento es muchas veces mayor del que resultaría por
la acción de cargas estáticas equivalentes. La frecuencia de las vibraciones
producidas por las pequeñas pero inevitables excentricidades de las par-
tes giratorias de las turbinas de vapor se encuentra dentro de la zona
erítica de las arenas (véase artículo 60). Por ello, las fundaciones de turbinas
de vapor situadas sobre arenas sueltas sufren asentamientos excesivos, a
menos que la arena sea compactada artificialmente antes de construir la
fundación. Cualquiera que sea el suelo de fundación, es aconsejable tomar
precauciones especiales para reducir lo más posible la amplitud de las vibra-
ciones forzadas.
El efecto que las vibraciones producen sobre las arcillas es mucho menor
que en las arenas, porque la cohesión entre las partículas se opone al despla-
zamiento de los granos. No obstante, hasta una arcilla blanda se consolida
130 PROPIEDADES HIDRÁULICAS Y MECÁNICAS DE LOS SUELOS

un poco cuando está continuamente sujeta a vibraciones intensas de frecuen-


cias próximas a la frecuencia natural del material.
En realidad, las vibraciones oscilan no solo verticalmente sino en varias
otras formas, cada una de las cuales pueden caracterizarse por una frecuencia
natural o de resonancia diferente. Los movimientos resultantes son muy
complejos y no pueden predecirse con exactitud, aun cuando en algunos
casos muy simples puede deducirse la frecuencia natural o de resonancia
con cierta aproximación (Barkan, 1962; Lysmer y Richard, 1966).
Un fenómeno similar de resonancia puede ser inducido montando un
vibrador adecuado en el extremo superior de un pilote. El sistema se utiliza
para hincar pilotes, en cuyo caso el vibrador se opera a la frecuencia natural
de las vibraciones longitudinales que transitan por el propio pilote, con lo
que éste penetra fácilmente en el terreno (ASCE, 1961)”.

* Los hincapilotes a vibración son muy eficaces para hacer penetrar pilotes
blestacas enPeri uy poco eliciatos y ineficaces ea limo y aacilla, (N,. del Z ll
Capítulo 3
DRENAJE DE LOS SUELOS

ART. 20 NAPA FREÁTICA, HUMEDAD DEL SUELO,


FENÓMENOS CAPILARES

Definiciones
Se denomina nivel de la napa freática al lugar geométrico de los niveles
a que alcanza la superficie del agua en pozos de observación en libre comu-
nicación con los vacíos del suelo “in situ”. El nivel de la napa freática puede
también ser definido como el lugar geométrico de los puntos en que la tensión
neutra 4 en el suelo (artículo 2) es igual a cero,
Si el agua contenida por un suelo no estuviera sujeta a otra fuerza que
la gravedad, el material situado por encima de la napa se hallaría seco. En
realidad, en el terreno, el suelo se halla completamente saturado hasta cierta
distancia por arriba de la napa, y parcialmente saturado encima de este
nivel, a partir del cual se dice que está húmedo.
Si la parte inferior de una masa de suelo seco se pone en contacto con
el agua, el líquido sube por los vacíos hasta alcanzar cierta altura por encima
del nivel libre. Este ascenso del agua se atribuye a la tensión superfici
que se desarrolla en la zona límite entre el aire y el agua. En esta zona, el
agua se encuentra en un estado de tensión comparable al que se desarrollaría
en una membrana de goma tendida y unida a las paredes de los vacíos del
suelo, con la diferencia de que la tensión superficial del agua no resulta
afectada por una contracción o extensión de la película que separa el agua
y el aire.
Los conceptos básicos relacionados con las acciones moleculares que
producen la tensión superficial son temas que se hallan aún en discusión.
A pesar de ello, la existencia de tensiones de tracción en la película super-
ficial ha sido probada fuera de toda duda hace más de un siglo, y la inten-
sidad de las mismas ha sido medida por métodos distintos con idénticos
resultados.

Ascensión del agua en tubos capilares


El fenómeno de la ascensión capilar puede demostrarse sumergiendo
en agua la parte inferior de un tubo de vidrio de diámetro muy pequeño,
que recibe el nombre de tubo capilar. Al ponerlo en contacto con el agua,
132 DRENAJE PELOS $

¿al
UR
pe x
127
Pe
+

Fig. 20.1. del agua en un tubo capilar: (b) estado


ón del agua en un tubo capilar.

la atracción molecular entre el vidrio y el agua se combina con la tensión


superficial y hace ascender el agua dentro del tubo hasta una altura h, por
encima del nivel del agua libre (figura 20.14). La altura h. se denomina
altura de ascensión capilar. La superficie superior del agua, dentro del tubo
capilar, toma la forma de una cavidad cóncava, llamada menisco, que se une
a las paredes del tubo formando con el mismo un ángulo de contacto a.
El valor de u depende del material de la pared del tubo y de las impurezas
que lo cubren. Para tubos de vidrio con paredes químicamente limpias a es
igual a 0, así que el agua asciende en los mismos a la mayor altura com-
patible con el diámetro del tubo y con la tensión superficial del agua. Si
las paredes del tubo no están limpias, a tiene un valor comprendido entre
0? y 90”, de modo que la ascensión capilar es menor. Finalmente, si las
paredes del tubo se hallan cubiertas de grasa, a es mayor de 90? y el menisco
se sitúa por debajo del nivel del agua. Este fenómeno se atribuye a que las
moléculas de agua y de grasa se repelen.
Si se denota con T, la tensión superficial expresada en gramos por
centímetros y yw el peso unitario del agua, el equilibrio requiere que:
haariyo = 2m1T, cos a

ho
9
= cora (20.1)
El valor T, disminuye un poco con el aumento de temperatura. A la
temperatura ambiente alcanza aproximadamente 0,075 gramos por centíme-
tro y Yu es igual a un gramo por centímetro cúbico. Por lo tanto,

holem) dy cos a (20.2)


ART. 20 NAPA FRFÁTICA, HUMEDAD DEL SUELO, FENÓMENOS CAPILARES 133

Por arriba del nivel del agua libre, la presión hidrostát ejercida
por el agua es negativa, y para una altura z es igual a
Ue = — Zo (20.3)
Ascensión capilar del agua en los suelos
En contraste con lo que ocurre en tubos capilares, los «vacíos continuos
de los suelos y de la mayoría de los materiales porosos tienen ancho variable
y se comunican entre sí en toda dirección constituyendo un enrejado de vacíos.
Si este enrejado es invadido desde abajo por el agua, su parte inferior se
satura completamente. En la parte superior, el agua sólo ocupa los vacíos
más pequeños, pues los mayores permanecen llenos de aire.
La ascensión del agua a los vacíos de una arena seca por efecto capilar
puede demostrarse en el laboratorio con el ensayo indicado en la figura
20.2a. Se vierte arena en un tubo vertical con una malla perforada en el
fondo, y luego se coloca este fondo en contacto con el agua. Por ascensión
capilar, parte de la arena se satura y adquiere un color oscuro. Hasta una
altura h,, por encima del nivel del agua, la arena se halla completamente
saturada y entre ho. y h. está parcialmente saturada, en la forma que lo indica
la figura 20.2b. La altura h, se lláma altura de ascensión capilar. La curva
de la figura 20.2c indica la velocidad con que la superficie de la zona húme-
da se acerca a la posición de equilibrio correspondiente a la altura h..
A medida que disminuye el tamaño efectivo, también lo hace el tamaño
de los vacíos y aumenta la ascensión capilar. La altura h. (en centimetros)
es aproximadamente igual a

lo = MUA (20.4)
eD;o
en la cual e es la relación de vacíos, D,y (centímetros) el tamazo efectivo
de Allen Hazen (artículo 5), y C (centímetros cuadrados) es una constante
empírica que depende de la forma de los granos y de las impurezas super-
ficiales. Su valor varía entre 0,1 y 0,5 centímetros cuadrados. Sin embargo,
debe tenerse en cuenta que la permeabilidad disminuye cuando decrece el
Sólido

a
Fig. 20.2. Ascensión espilar del agua en arena seca.
134 DRENA]J£ DE LOS SUELOS

ele asen.
a

feta
/

4 Tras (am)
me
3
DN
Y 001 q00,
Log. del lamaño cielos granos)
Fig. 20.3. Relación entre tamaño de grano de polvo de cuarzo uniforme y altura de
ascensión capilar en un período de 24 horas (según A. Atterberg, 1908).

tamaño efectivo y esto reduce la velocidad de ascensión capilar, de modo


que la altura a que asciende el agua en un tiempo determinado, por ejemplo
24 horas, adquiere su máximo valor para un tamaño de grano intermedio.
En la figura 20.3 las abscisas representan el logaritmo del tamaño del grano
de un polvo uniforme de cuarzo compactado denso, y las ordenadas la
ascensión capilar en 24 horas. La ascensión máxima se alcanza para un
tamaño de grano igual aproximadamente a 0,02 milímetros. Para un período
de 48 horas, el tamaño óptimo sería algo menor.
Sifonaje capilar
Las fuerzas capilares hacen ascender el agua contra las fuerzas de la
gravedad no sólo en el caso de tubos capilares o de columnas de vacíos en
suelos secos, sino que también dentro de canales angostos abiertos o de
acanaladuras en forma de V. Lo expuesto puede demostrarse con el dispo-
sitivo indicado en la figura 20.4. Si el punto más alto está por debajo del
nivel a que la tensión superficial puede levantar el agua, ésta irá pasando
por la ranura en V y poco a poco vaciará el recipiente. Este proceso se
conoce como sifonaje capilar, y se produce también en los vacíos de un
suelo. Como ejemplo, puede verse el caso"de la figura 20.5, en que el agua
circula por encima de la cresta del núcleo impermeable del dique a pesar
de que el nivel del agua libre está por debajo de dicha cresta. El sifonaje
capilar causaba una pérdida de 1.760 litros por minuto por encima del
núcleo impermeable de los diques laterales situados sobre una longitud
de 20 kilómetros del canal entre Berlín y Stettin, en Alemania. El núcleo
impermeable llegaba hasta una altura de 30 centímetros sobre el nivel del

Fiz. 20.4. Corriente capilar por Fig. 20.5. Corriente capilar sobre el mé
una ranura en forma de Y. leo impermeable de un dique de tierra.
ART. 2) NAPA FREÁTICA, HUMEDAD DEL SUELO, FENÓMENOS CAPILARES 135

agua. Cuando los núcleos se elevaron en 40 centímetros, la pérdida se


redujo a menos de 400 litros por minuto.
Humedad discontinua del suelo
Entre las alturas h¿, y h, (véase figura 20.2a), una parte de los espa-
cios vacíos se halla ocupada por canales continuos de aire, y el resto por
hilos de agua. Como estos hilos de agua son también continuos, la tensión
en el agua hasta la altura h, se halla gobernada por la ecuación 20.3. Pero,
si la arena solo está humedecida, las partículas de agua no se comunican
entre sí y la ecuación 20.3 no es aplicable.
El agua contenida en una arena humedecida se denomina humedad de
contacto, porque cada gota de agua rodea un punto de contacto entre dos
granos en la forma en que lo indica la figura 20.6, La tensión superficial en
el límite de separación entre aire y agua acerca los granos del suelo con una
fuerza P, llamada presión de contacto. La resistencia de fricción producida
por la presión de contacto da lugar a un efecto similar a la cohesión, es
decir, que desarrolla cierta cohesión entre los granos (véanse figuras 21.3a
y b), pero si se sumerge el suelo, se elimina la tensión superficial, desaparece
la presión de contacto y la arena se desintegra.
El efecto mecánico de cohesión debido a la presión de contacto depence
de la densidad relativa de la arena. Si la arena es densa, la cohesión aumen:a
a tal punto su resistencia al corte, que taludes verticales de bastante altura
permanecen estables sin soporte lateral alguno.
Si por el contrario, una arena húmeda ha sido depositada en forma suel-
ta, por ejemplo, por volcamiento sin compactación, la cohesión impide que
las partículas del suelo se asienten a posiciones estables, de modo que
reduce la capacidad de carga de la arena casi a cero. El volumen de una
arena en estas condiciones puede ser superior en un 20 ó 30 por ciento al
de la misma arena seca en estado también suelto. Este fenómeno se dis-
tingue a veces con el calificativo de abultamiento. Como las fuerzas que
los granos en son peque-
ñas, el fenómeno descripto solo puede producirse en los primeros decímetros
superiores (30 a 60 cm) de una capa de arena. Si dicha arena se moja,
la porosidad se reduce a la que tiene la misma arena seca o saturada en
estado suelto, ya que la saturación elimina la tensión superficial del agua.

AAEs

Fig. 20.6.
1
Fuerzas producidas por la humedad de contacto.
136 DRENAJE DE LOS SUELOS

Errores comunes
Como las causas físicas que producen el movimiento capilar del agua
en los suelos no son tan evidentes como las que originan el escurrimiento
gravitacional, se han deslizado varios errores en ciertas publicaciones téc-
nicas. Se ha aseverado, por ejemplo, que el agua no puede ascender en un
tubo capilar a una altura mayor que en el caño de una bomba de succión
(10 metros). La altura a que el agua puede ser elevada por succión depende
de la presión atmosférica y es independiente del diámetro del tubo, mien-
tras que la altura de ascensión capilar es independiente de la presión atmos-
férica y aumenta al disminuir el diámetro del tubo. Es, por lo tanto, evi-
dente que dichos fenómenos no tienen nada en común. En el vacío es impo-
sible levantar el agua por succión, mientras que la altura de ascensión capilar
es la misma que a la presión atmosférica.
Se ha dicho que la mayor parte del agua contenida en una arena fina
no puede escurrirse o filtrar por efecto gravitacional, porque es retenida en
la arena por atracción molecular. Esta opinión resulta incompatible con el
bien conocido hecho de que el espesor de la capa de agua retenida por la
atracción molecular del sólido no excede 0,1 micrón. Más allá de esta dis-
tancia, el agua tiene propiedades normales y puede desplazarse libremente
como si estuviera en un conducto. La cantidad de agua retenida en la dis-
tancia de 0,1 micrón de la superficie de los granos de una arena saturada
resulta despreciable frente al total del agua de saturación, de modo que
desde el punto de vista práctico puede considerarse que toda el agua está
en estado normal y participa en la filtración gravitacional.
Problemas
JQun ys a ascensión cop en ms wena muy, Goa cojo tamaño efectivo es
igual a0d milimetros y su relación de vacios igual a 0,
Solución: entre 33 y 165 centímetros.
2. La resistencia a la compresión simple de una arena fina densay húmeda
alcanza a 02 kg por centímetro cuadrado y su ángulo de fricción interna es igual a 40"
¿Cuál sería la intensidad de la presión triaxial p. que se necesitaría para producir sobre
Ía resistencia de la arena el mismo efecto que la humedad de contacto?
Solución: 0,056 kg por centímetro cuadrado.

ART. 21 FORMAS Y TIPOS DE DRENAJE


Propósito y métodos de drenaje
El drenaje se utiliza en la práctica siempre que resulte deseable elimi-
nar presiones de filtración, reducir el peligro a la acción nociva de las
heladas, o aumentar la resistencia al corte del suelo por reducción de las
tensiones neutras (véanse artículos 12 y 17). Consiste en deprimir la napa
free por debajo de la base de la masa de suelo que requiere protección
o refuerzo.
ART. 21 FORMAS Y TIPOS DE DRENAJT 137

. Para deprimir la napa hasta una profundidad dada es necesario esta-


blecer, por debajo de este nivel, un sistema de colectores ubicados dentro
de perforaciones, galerías o zanjas. El agua fluye del suelo hacia los colec-
tores de los cuales se elimina por bombeo o por otros medios apropiados.
El gradiente hidráulico que se produce en las paredes de los colectores
es muy alto y las partículas más finas del suelo son poco a poco arrastradas
al colector, a menos que sus paredes sean protegidas por medio de filtros,
los que consisten en mallas metálicas, o se forman con arena o grava zaran-
deada. Las ab de las mallas hicas deben ser dy
iguales al tamaño Dep del suelo natural con el que se encuentran en contacto
(Dso = tamaño de la malla por la cual pasa el 60 % del suelo). Los filtros
de arena o grava deben satisfacer los requerimientos granulométricos espe-
cificados en la parte final del artículo 11.
Las perforaciones para drenaje van corrientemente protegidas con tubos
camisa metálicos, que en su extremidad inferior llevan un trozo de caño
perforado o filtro, que queda en contacto con el estrato acuífero. Si el caño
camisa tiene un diámetro menor de 2 32 pulgadas, el pozo se distingue con
el nombre inglés well point. Cuando las perforaciones son de poco diámetro,
el bombeo se efectúa simultáneamente en varias perforaciones interconec-
tadas por medio de un tubo colector de cabeza. Si el diámetro de la perfo-
ración es mayor de 30 centímetros, se suele bombear el agua por medio de
un tubo de succión de mucho menor diámetro y el espacio entre este tubo
y las paredes de la perforación se rellena con arena gruesa o con grava. En
estos casos la perforación recibe comúnmente el nombre de pozo filtro. El
filtro anular de arena o grava sirve de sustituto a la camisa. Las zanjas
colectoras y las galerías consisten usualmente en conductos con juntas
abiertas, embebidos en arena o grava que satisface los requerimientos gra-
nulométricos de un filtro.
En el caso de arenas, parte del agua drenada que fluye a colectores
es remplazada por aire (drenaje por invasión de aire). Los suelos de granos
muy finos, por el contrario, permanecen saturados y el volumen de vacíos
disminuye en una cantidad igual al volumen de agua expelida (drenaje
por consolidación).
El drenaje de cualquier tipo de suelo se puede también producir por
evaporación desde la superficie pues a la atmósfera, proceso que se
denomina drenaje por desecación. Según cual sea el tipo de suelo, dicho
drenaje puede originarse por invasión de aire, por consolidación o por inva-
sión de aire precedida de consolidación.
Los suelos muy finos pueden también ser drenados haciendo pasar por
los mismos una corriente eléctrica. Este tipo de drenaje se conoce como
drenaje por electroósmosis. Asimismo, cuando se somete la parte superior
de una masa de suelo muy fino a temperaturas inferiores a 0”C, el material
absorbe agua de las capas inferiores, la que se acumula en la zona superior
y contribuye a la formación de capas de hielo. Se puede entonces decir que
el suelo de las capas inferiores está sujeto a drenaje por congelación, sin
olvidar, sin embargo, que hay acumulación de agua en las capas congeladas.
138 DRENAJE DE LOS SUELOS

Por otro lado, la presión de filtración del agua que escurre consolida el
suelo situado debajo de la zona de congelamiento.
Las secciones que siguen contienen una descripción de los diferentes
tipos de drenaje.
Drenaje por gravedad
El valor mínimo a que puede reducirse el contenido de humedad de
un suelo, cuando el mismo se halla sujeto al drenaje por gravedad, se llama
capacidad de retención de agua del suelo. Para obtener valores numéricos
que sirvan de comparación sobre la capacidad de retención de agua de los
diferentes suelos se utilizan varios procedimientos de laboratorio. En algu-
nos de estos procedimientos, conocidos como métodos gravitacionales, se
hace drenar el suelo bajo el único efecto de la gravedad. En otros, llamados
métodos por succión, la fuerza de la gravedad es incrementada sometiendo
al vacío la base inferior de la muestra o a presión su base superior. En un
tercer tipo, llamado método centrífugo, las fuerzas de la gravedad son
remplazadas por fuerzas de inercia de mayor intensidad.
Si se conoce la capacidad de retención de agua de un suelo, como asi-
mismo la relación de vacíos después del drenaje y el peso específico absoluto
de las partículas sólidas, se puede calcular el grado de saturación S, (por
ciento) (véase artículo 6), y la relación espacio de aire G,. La relación
espacio de aire o grado de aireación se define por la ecuación:
GQ, = “Pa io de aire _ 5-70) (21.1)
espacio vacío total — 1
Las curvas A y B de la figura 21.1 representan la relación espacio de
aire en función del tamaño efectivo para diferentes fracciones de suelo que
fueron drenadas utilizando dos métodos distintos. Los datos para dibujar
la curva A fueron obtenidos sometiendo muestras saturadas al drenaje por
succión, aplicando por 2 horas vacío a la base inferior de muestras de 10 cm
de altura. La curva B representa los resultados de los ensayos efectuados
por el método centrífugo, en el cual las muestras fueron sometidas durante
2 minutos a una fuerza igual a 18.000 veces la gravedad (Lebedeff 1928).
En el laboratorio, el drenaje de la arena bajo la influencia de la grave-
dad continúa por años a un ritmo decreciente, aun en el caso de arena
gruesa. La figura 21.24 representa el estado de dos muestras de arena
después de 25 años de iniciarse el drenaje. En ambas muestras, la relación
espacio de aire aumentó tanto más rápidamente cuanto más alejada de la
napa se encontraba la capa de suelo considerada (véase figura 21.2b),
pero aun después de dos años y medio, la relación espacio-aire seguía
aumentando en ambas muestras (King 1899).
En el terreno, todo proceso de drenaje por gravedad va periódicamente
acompañado de la incorporación de agua proveniente de las lluvias o del
deshielo, cuyo efecto sobre el contenido medio de humedad del suelo depen-
de no solo de la cantidad de agua incorporada y de la evaporación, sino que
ART. 21 FORMAS Y TIPOS DE DRENAJE 139
Volumen vac?os (ofeler. Ga
SsS
Volumen de aire

03
Relación media

az
0!
o
Zamaño de grano efectivoLy en mm. /Fecala logarítmica)
Fig. 21.1. Relación entre tamaño de grano y grado de aireación después del
drenaje. La curva 4 fue obtenida por el método de succión; la curva E por «cl
método de la centrifugación; la curva C por mediciones en el terreno (4, según
Zunker, 1930; B, según Lebedeff, 1928).

también en gran parte de detalles de la estratificación del terreno. La expe-


riencia indica que la relación espacio de aire del suelo en el terreno es
prácticamente independiente de su elevación sobre la napa freática, lo que
está en contradicción con lo encontrado en el laboratorio, donde dicha rela-
ción aumenta al alejarse el suelo de la napa, según lo indica la figura 21.2b.
Por ello, no hay una correspondencia definida entre la capacidad de reten-
ción de agua del suelo después de drenado en el laboratorio y la misma capa-
cidad de retención en el terreno. Esto puede verse comparando las curvas de
laboratorio A y B con la curva C de la figura 21.1. La zona sombreada alrede-
dor de la curva C representa la relación espacio de aire en función del tamaño
efectivo para varios suelos después de ser drenados por gravedad en el terre-
no bajo condiciones climáticas similares a las existentes en la parte central-
este de los Estados Unidos de Norteamérica. En regiones con condiciones
climáticas distintas, observaciones similares pueden conducir a curvas muy
diferentes, pero en ningún caso es de esperar que las curvas obtenidas en
el terreno tengan con las de laboratorio más que una semejanza en su forma
general.
f di dose de i de ingeniería, la can-
tidad de agua drenada de un suelo muy pocas veces tiene importancia, ya
que resulta de mayor significado conocer los efectos mecánicos que produce
el drenaje y el tiempo necesario para obtenerlos.
140 DRENAJE DE LOS SUELOS
D.en mm =0475 2083 cm

Humedad,
isconfinva

10 O=óa
(6)
Fig. 21.2. Humedad del sue'o en dos m istintas de arena después de
drenadas durante 2,5 años en el l orio (según King, 189

Velocidad y efecto del drenaje por gravedad


Como se dijo con anterioridad, los suelos pueden drenarse bombeando
de pozos filtros, captando estratos acuíferos por medio de galerías, deo des-
dre-
viando el agua hacia zanjas de drenaje. Cualquiera sea el método
naje, el tiempo que se requiere para drenar el suelo es siempre un factor de
la mayor importancia.
Los métodos teóricos existentes para calcular la velocidad de drenaje
por invasión de aire son aún poco satisfactorios. Por ello, para calcular el
tiempo necesario para drenar un estrato de arena, el ingeniero debe basarse
principalmente en la experiencia. El drenaje de un estrato de arena gruesa
limpia, por bombeo de pozos filtros espaciados mo más de 12 metros entre
sí, puede comúnmente completarse en unos pocos días (drenaje muy rápi-
do). En arena muy fina, por el contrario, la misma operación puede tardar
varios meses (drenaje lento). Los métodos existentes para drenar suelos y
las condiciones para su buena aplicación se tratan en el artículo 47, y los
asentamientos que pueden producirse al deprimir la napa se estudian en
el artículo 59.

Desecación de suelos
Si se expone un trozo de arcilla al aire, el agua que contiene el suelo
se desplaza del interior hacia la superficie donde se evapora. Durante este
proceso, la arcilla se hace más y más resistente hasta que finalmente deviene
ura. El momento en que cesa la evaporación depende de la humedad
relativa del aire circundante, ya que, de acuerdo con las leyes de la física,
ART. 21 FORMAS Y TIPOS TE DRENAJE 141

el agua se evapora en toda zona de separación entre agua y aire, salvo que
la humedad relativa sea como mínimo igual a cierto valor que es función
de la tensión a que está sometida el agua. La humedad relativa h,, se
define como la relación entre el peso de vapor de agua que existe en el
aire a una temperatura dada y la máxima cantidad de vapor que puede
contener el aire a la misma temperatura. En climas húmedos, la humedad
relativa varía comúnmente entre 0,15 y 0,95, alcanzando excepcionalmente
a 0,99. Cuando la humedad relativa del aire en contacto con la superficie
libre del agua es menor que uno, el agua se evapora hasta que la humedad
del aire se haga igual a uno, o bien hasta el secado completo. Si el agua se
halla bajo tensión, la evaporación cesa para una humedad relativa menor
que uno. Este valor menor h, se designa presión relativa de vapor. Para
temperaturas comprendidas entre 10? y 30%C y para presiones relativas de
vapor comprendidas entre 0,7 y uno, la relación entre la tensión neutra tz
del agua y la presión relativa de vapor h, puede expresarse en forma
aproximada por la ecuación:
(kg/cm?) = — 1500(1 — h,) (21.2)
Por ejemplo, para h, = 0,90, ts = — 150 kg por centímetro cuadrado,
es decir, que si la tensión neutra de un trozo de arcilla expuesto al aire es
igual a 150 kg por cm cuadrado, el contenido de humedad de la misma no
permanece constante a menos que la humedad relativa del aire circundante
sea igual a 0,90. Si la presión relativa de vapor es menor, la arcilla sigue
perdiendo agua por evaporación; si es mayor, el agua se condensa en la
superficie del suelo produciendo un hinchamiento de la arcilla hasta que la
tensión del agua desciende al valor determinado por la ecuación 21.2. Este
hecho puede ser utilizado para calcular la tensión del agua contenida en
materiales porosos de granos finos, como lo son las arcillas.
Si de un tubo capilar de radio r (centímetros) se evapora agua, la
curvatura del menisco y la tensión uy del agua aumentan hasta que tu se
hace igual a — h¿yw. Sustituyendo h; de la ecuación 20.2, se llega a:

tha mes (gm/cm) = —Mr


0,15:
amen
m/cm$
cosa (21.3)
Una evaporación mayor origina un descenso del agua dentro del tubo
capilar conservándose constante la tensión neutra. Un proceso similar se
produce cuando los suelos se secan. En efecto, al principio el valor de u,
aumenta hasta alcanzar el mayor valor compatible con el tamaño de los
vacíos en la superficie del suelo. Una evaporación mayor hace penetrar
aire en el suelo cambiando su color de oscuro a claro. Al principio de esta
segunda etapa, el contenido de humedad del suelo es igual al límite de
contracción (véase artículo 7), pero con su progreso la tensión neutra 4.
puede aún aumentar, ya que los meniscos de agua se retiran a las acanala-
duras y rincones más angostos de los vacíos.
La evaporación no cesa hasta que la presión relativa de vapor h, (ecua-
ción 21.2) se hace igual a la humedad relativa Ra. :
142 DRENAJE DE LOS SUELOS

El agua remanente en el suelo seco constituye lo que se denomina hume-


dad de contacto en el artículo 20. Después de secados al aire, el contenido de
humedad de los suelos varía desde casi cero para arena limpia hasta 6 6 7
por ciento para las arcillas típicas. En este estado, las arenas limpias son
materiales sin cohesión, mientras que las arcillas resultan muy duras. En
los casos mencionados la relación espacio de aire varía entre uno y 0,8.
Si una probeta de suelo secada a estufa se enfría en contacto directo
con la atmósfera, su contenido de humedad aumenta. El agua que las
partículas de suelo toman de la atmósfera se llama humedad higroscópica.
La cantidad de humedad higroscópica que puede absorber una probeta dada
depende de la temperatura y de la humedad relativa del aire y, en general,
aumenta a medida que disminuye el tamaño de las partículas. En arenas
es despreciable, en suelos limosos es muy pequeña, aunque suficiente para
producir un hinchamiento. En arcillas puede ser superior al 5 por ciento
de su peso seco.
Cuando una probeta de arcilla secada al aire es calentada hasta una
temperatura algo superior al punto de ebullición del agua, su contenido
de humedad decrece ligeramente. Asimismo, algunas de las propiedades
de la arcilla sufren cambios que parecen permanentes y que vienen refle-
jados en una variación persistente en los límites de Atterberg. Un aumento
mayor de temperatura, hasta alcanzar varios centenares de grados centí-
grados, produce la fusión de los granos en sus puntos de contacto dando
lugar a una cementación potente y permanente que proporciona a la arcilla
las características de un material sólido. La trasformación de mezclas de
arena-arcilla en ladrillos se produce de una manera similar.
La velocidad con que se evapora el agua en la superficie de probetas
de arcilla idas a dici de ici dismi a
medida que decrece el contenido de humedad. En el límite líquido, la velo-
cidad de evaporación es aproximadamente igual a la existente en un espejo
de agua libre. Para un espejo de agua libre, la velocidad de evaporación
depende de la temperatura, de la humedad relativa y de la velocidad del
viento. En los Estados Unidos de Norteamérica, el área de más baja eva-
poración para grandes espejos libres de agua se encuentra en la zona de los
grandes lagos, donde la velocidad de evaporación varía de 400 a 500 milí-
metros por año. Hacia el oeste y hacia el sur de esta zona, dicha velocidad
aumenta gradualmente y alcanza a 1.800 milímetros en el sudoeste de Texas
y sudeste de Nuevo Méjico. En la parte central del Imperial Valley, Cali-
fornia, se han medido valores que alcanzan a 2.300 milímetros anuales.
Aun cuando una muestra de arcilla recubierta de parafina se almacene
en una cámara húmeda, la arcilla gradualmente se contrae y separa de su
envoltura de parafina. Esta contracción indica que existe un escape de agua
a través de los poros invisibles aunque continuos de la parafina.
A medida que disminuye el contenido de humedad de una arcilla en :
desecación, la velocidad de evaporación también disminuye debido a que la ;
tensión del agua contenida en los poros aumenta. Según la ecuación 21.2, :
este aumento de tensión lleva aparejada una disminución de la presión
relativa de vapor, disminución que ejerce sobre la velocidad de evaporación
ART. 21 FORMAS Y TIPOS DE DRENAJE 143

a humedad relativa constante, el mismo efecto retardador que un aumento


de humedad relativa tiene sobre la velocidad de evaporación de un espejo
de agua libre.
Por debajo del límite de contracción, la velocidad de evaporación sufre
un nuevo retardo, ya que la humedad relativa del aire en los vacíos es
siempre mayor de la que existe en el aire libre y que la evaporación cesa
en el momento en que la presión relativa de vapor en los poros se hace
igual a la humedad relativa del aire. Si la humedad relativa del aire aumenta,
el contenido de humedad de la arcilla aumenta también levemente.

Efecto de la desecación sobre la resistencia de los suelos


Mientras un suelo se está desecando, se desarrolla cierta tensión en el
agua de sus poros, tensión que aumenta a medida que disminuye el conte-
nido de humedad. Como la tensión normal total en una sección dada del
suelo permanece constante y es igual a la suma de las tensiones neutra y
efectiva, el incremento de tensión en el agua de los poros lleva aparejado
un aumento equivalente de la tensión efectiva. A medida que la desecación
progresa, la tensión del agua aumenta de cero a —4yw y simultáneamente la
tensión superficial produce una presión efectiva triaxial:
Pr = — Uno (21.4)
Esta presión se conoce como presión capilar y aumenta la resistencia
al corte rápido del suelo en un valor:
As =p. tg9 (21.5)
donde $ representa el ángulo de fricción interna de la arena o el valor
consolidado no drenado del ángulo de resistencia al corte de las arcillas.
En el límite de contracción, el aire invade los vacíos de la probeta y
la humedad del suelo deja de ser continua. La tensión del agua que queda
en la arcilla produce presiones de contacto (véase figura 20.6), las que
originan resistencia al corte. Sin embargo, debido a la discontinuidad del
agua contenida en los poros, la relación entre As y u,, ya no es más gober-
nada por las ecuaciones 21.3 y 21.5.
Debido a la presión capilar, aun los materiales sin cohesión alguna,
tales como las arenas finas limpias, pueden temporariamente adquirir las
Ásti le los ial hesi dos a la ión sim-
ple, no confinada, demuestran tener resistencia, pero como este tipo de
cohesión desaparece al sumergir los suelos, se identifica como cohesión
aparente.
El contenido de humedad a que se desarrolla la máxima resistencia a la
compresión simple q, de un suelo en desecación depende principalmente
de su granulometría. Esta manifestación viene ilustrada en la figura 21.3,
«ue muestra el efecto que sobre la resistencia a la compresión simple de
tres suelos distintos ejerce la disminución del contenido de humedad como
consecuencia de la desecación. El contenido de humedad en el límite de
144 DRENAJE DE LOS SUELOS

y laJ Arena my
1 fina limpia
1) TS
(6) Arena limoso
a Sm
É o]
3 (e) Arcilla
?
?8
S
S
Y
E
$¿
O
Confenido de humedad W
Fix, 21.3.. Resistencia a la compresión simple de vacios suclos con contenidos
de humedad situados por encima del límite de contracción y para distin
le desecación por debajo de dicho límite (b y c, según A. Anabera, 1916).

contracción está identificado en la figura por la notación Si. Para valores


de 10 menores que Sy el grado de saturación (ecuación 6.4) es aproxima-
damente igual a 100w/S,..
Para una arena fina perfectamente limpia y humedecida con agua des-
tilada (fig. 21.3a), qu es máximo para un grado de saturación de aproxi-
madamente el 80 por ciento. Una desecación mayor reduce en última ins-
tancia q, a cero. Empero, si los intersticios se llenan con agua corriente,
sus impurezas son precipitadas durante la evaporación y se forma una capa
continua muy fina que se adhiere a los granos y los conecta en sus puntos
de contacto. De esta manera, la arena adquiere durante la última etapa de
la desecación una leve cohesión en la forma en que lo indica la curva
punteada de la figura 21.34.
La figura 21.3b indica la relación entre w y qu para el caso de una
arena fina limosa. La resistencia aumenta regularmente hasta el límite de
contracción, en cuyo punto, al ser invadida por aire la probeta, se produce
una ligera disminución hasta que el grado de saturación alcanza aproxima-
damente el 10 por ciento. Desde este punto en adelante la resistencia vuelve
a aumentar y sobrepasa el valor alcanzado en el límite de contracción
(Atterberg, 1916). Para las arcillas (fig. 21.3c), el desecado por debajo del
límite de contracción va siempre acompañado de un aumento creciente de
resistencia.
ART. 21 FORMAS Y TIPOS DE DRENAJE 145

Desecación en el terreno
En la naturaleza se produce desecación en los suelos siempre que su
superficie no se encuentre bajo agua en forma permanente. Debido a la
desecación periódica, la cohesión áparente de las arenas muy finas limosas
puede llegar a ser bastante importante. El agua de lluvia no llega a desalo-
jar más que una pequeña parte del aire contenido en los vacíos y la cohesión
sobrevive períodos lluviosos de larga duración. Por ello, estos suelos han
sido confundidos, particularmente en las zonas áridas y semiáridas, con rocas
blandas. Sin embargo, si se llega a inundar la superficie, la cohesión des-
aparece gradualmente y el suelo puede desintegrarse.
La desecación de una capa de arcilla blanda progresa muy lentamente
de la superficie expuesta hacia abajo y da lugar a la formación de una
costra que se hace más y más espesa con el correr del tiempo. Si esta cos-
tra es posteriormente tapada por nuevos sedimentos y permanentemente
inundada, forma una capa de arcilla resistente preconsolidada situada en-
tre dos estratos de arcilla normalmente consolidada (artículo 13). Espesas
capas de arcilla blanda pueden ser consolidadas haciendo circular aire seco
caliente por un sistema de túneles de ventilación, pero este procedimiento
muy raras veces resulta económico.
En zonas semiáridas, como ser el oeste de Texas, la desecación de
arcillas en la estación seca progresa hasta profundidades que alcanzan los
6 metros (Simpson, 1934), quebrándose el suelo como consecuencia de las
grietas de contracción que se producen. Durante la época de lluvias, el
agua penetra en las grietas y la arcilla se hincha originando un levanta-
miento importante de la superficie del terreno. Debajo de las zonas cubiertas
por edificios, la pérdida de humedad por evaporación es mucho menor que
en las zonas adyacentes. Por ello el contenido de humedad de la arcilla
situada debajo de las superficies cubiertas aumenta por muchos a“os a velo-
cidad decreciente y produce una elevación de la parte central de las mismas,
respecto a sus bordes exteriores. El valor de esta elevación es práctica-
mente independiente del peso de los edificios di su efecto es muy similar al
por Baj di les-
favorables, la elevación en ciertos suelos puede, con el tiempo, superar los
30 centímetros.
Si el subsuelo de un edificio con calefacción central descansa sobre
arcilla, la humedad del suelo puede evaporarse por los vacíos del hormigón
originando una contracción de la misma, que se separa del piso de hormi-
gón dejándolo sin su soporte. El efecto pernicioso puede evitarse cubriendo
la superficie de la arcilla con una capa bituminosa antes de colocar el
hormigón.
Desleimiento o desintegración de suelos secos por el agua
Cuando una probeta de arcilla seca se sumerge rápidamente en agua
(fig. 21.4), la zona exterior de la misma se satura atrapando aire en la zona
interior. La presión del aire origina una tracción en el esqueleto sólido y
146 DRENAJE DE LOS SUELOS

puede producir la rotura por tracción en una superficie cualquiera, como


la ab. Este fenómeno da lugar al desleimiento o a la desintegración del
suelo, siendo la causa que origina la erosión progresiva de los taludes de
arcilla no protegidos,
Drenaje por electroósmosis
Si en un suelo saturado se introducen dos electrodos y se hace pasar
una corriente eléctrica entre ellos, el agua del suelo migra del polo positivo
(ánodo) hacia el negativo (cátodo). Si el cátodo constituye un pozo filtro,
el agua que llega al mismo puede ser removida po» beo.
El movimiento del agua se debe a que ás artículo 4) la superficie
de las partículas de suelo llevan una carga eléctrica negativa. Esta carga
atrae hacia las partículas los iones positivos, formándose una película de
agua positivamente cargada como consecuencia de la preponderancia de
iones de este signo. Aunque no hay un límite neto entre el agua positiva-
mente cargada y el agua neutra, para los propósitos que aquí se persiguen
se pueden considerar capas bien definidas con cargas distintas (fig. 21.54),
y que se conocen como capas eléctricas dobles. Los iones positivos concen-
trados en el agua cercana a las partículas de suelo son atraídos por el
electrodo negativo y repelidos por el positivo. Por ello, la capa positiva,
junto con la columna de agua neutra que ella rodea, migra hacia el cátodo.
El escurrimiento de agua producido por la corriente eléctrica se denomina
electroósmosis.
Debe notarse que la velocidad de escurrimiento es constante en toda
la sección de la columna encerrada por las capas eléctricas dobles, fenómeno
que está en contraposición con el escurrimiento gravitacional en tubos capi-
lares, donde la velocidad aumenta de las paredes hacia el centro del tubo
como lo indica la figura 21.5b.
La velocidad v (centímetros por segundos), a que escurre el agua en
un tubo cilíndrico por efecto de la electroósmosis, viene dada en forma
aproximada por la ecuación:
- MEAR 21.)
donde:
e (coulombs/cm*) = carga eléctrica por unidad de área de las pare-
les del tubo.
E (voltios) = diferencia de potencial eléctrico entre los extre-
.mos del tubo.
d (centímetros) = espesor de la capa eléctrica doble.
n (gramos segundos/cm?) = viscosidad del agua.
1 (centímetros) = longitud del tubo.
Para pt constituidos de un material dado, dentro de un rango rela-
equeño de e,d y n son aproxi
y la canción 21.6 puede escribirse. de la siguiente manera:
= Ko (21.7)
ART. 21 FORMAS Y TIPOS DE DRENAJE 147

Vacíos llenos de
aire comprimido

Fig. 21.4. Diagrama que ilustra cómo se produce el desleimiento


de la arcilla seca cuando es sumergida en agua.

en el cual k, se denomina el c iente de permeabilidad electroosmótica


e i, es gradiente de potencial E/l (voltios/cm). El coeficiente de permea-
bilidad electroosmótica se expresa como una velocidad de escurrimiento
(cm/seg) bajo un gradiente de potencial de 1 voltio/cm. La ecuación 21.7
es aplicable a un grupo de tubos capilares de ancho constante. Representa,
no obstante, al menos en forma cruda, la velocidad de escurrimiento electro-
osmótica a través de los suelos, aun cuando sus vacíos varían en tamaño
de punto a punto. Es análoga a la ecuación 11.6 que representa el escu-
rrimiento del agua bajo la influencia de un gradiente hidráulico.
En contraste con el coeficiente de permeabilidad hidráulico k, que
varía entre límites muy extensos, dependientes del tamaño de los vacíos
del suelo y por consiguiente de la granulometría, el coeficiente de permea-
bilidad el ica es casi independi de la y ía. Para la
mayoría de los suelos está comprendido en el rango que se extiende de 0,4 a
0,6 < 104 cm/seg. Es por ello que en los suelos de granos finos, como
los limos, que no pueden ser drenados en forma efectiva por gravedad, la
electroósmosis puede resultar particularmente ventajosa (L. Casagrande,
1949, 1962).
Tan pronto como se aplica un potencial eléctrico a un suelo, el agua

Parte en movimiento de la capa eléctrica doble-


Capa adserbida-, 7
a

Fig. 21.5. Diagramas que ilustran sobre la diferencia que exis e


iento del agua en tubos capilares y en suelos, provocada por arga
fica; (a) y el escurrimiento originado por una corriente eléctrica.
148 DRENAJE DE LOS SUELOS

comienza a fluir hacia el cátodo. De inmediato se producen presiones de


filtración (artículo 23) que, si están dirigidas contra la cara expuesta de una
excavación, pueden aumentar grandemente su estabilidad. Se explica así que
la estabilización de taludes o cortes en suelos limosos saturados resulte una
de las aplicaciones más comunes de la electroósmosis (artículo 47)
La aplicación de un potencial eléctrico a un suelo de grano fino com-
presible, como una arcilla, conduce a la expulsión de agua por los cátodos
y, en consecuencia, a la consolidación de la arcilla. Esta consolidación trae
aparejada, por.un lado, un aumento de resistencia y, por otro lado, induce la
formación de grietas y fisuras, especialmente cerca de los ánodos. Los
ánodos se corroen a medida que los iones metálicos son trasportados hacia
el suelo. El depósito de estos iones, como asimismo el remplazo de los
iones de baja valencia por aquellos que aportan cargas mayores, conduce a
cambios permanentes en los límites de Atterberg y en otras características
físicas de los suelos. Los fenómenos fisicoquímicos involucrados en estos
cambios son complejos y todavía no se entienden bien.

Efecto nocivo de lus heladas y forma de prevenirlo


Si se hiela el agua contenida en los poros de una arena o de una grava
limpia saturada, la estructura del suelo permanece inalterada. La conge-
lación solo aumenta el volumen de cada vacío en un 9 por ciento por efecto
de la expansión del agua contenida en el mismo.
Si por el contrario se hiela un suelo saturado de granos finos, el conge-
lamiento origina la formación de capas de hielo limpio orientadas paralela-
mente a la superficie expuesta a bajas temperaturas. El espesor
capa de hielo puede aumentar hasta alcanzar varios centímetros y el suelo
sujeto. al congelamiento adquiere las características de un material estrati-
ficado compuesto de capas alternadas de suelo y hielo limpio (Taber, 1930).
Aun cuando se han realizado muchas investigaciones sobre la mecánica
molecular que rige la formación de los lentes de hielo y sobre la intensidad
de las fuerzas desarrolladas, no se tiene aún un conocimiento cuantitativo
del fenómeno (Yong y Warkentin, 1986). Se conocen, no obstante, cuáles
son las condiciones que conducen a su formación y la manera de prevenirlas
(A. Casagrande, 1931; Beskow, 1935).
Las capas de hielo se forman solo en suelos de granos finos. El tamaño
crítico que marca el límite entre los suelos sujetos a la formación de capas
de hielo y aquellos libres de este fenómeno depende de la uniformidad del
material. En suelos perfectamente uniformes, las capas de hielo no se for-
man a menos que sus granos sean menores de 0,01 milímetros. Los suelos
menos uniformes deben contener un mínimo del 10 por ciento de granos
menores de 0,02 milímetros. Para que se formen capas de hielo en suelos
graduados se requiere, en general, que los granos de tamaño menor de 0,02
milímetros formen un mínimo del 3 por ciento del total. En los suelos con
menos del 1 por ciento de granos menores de 0,02 mm no se forman capas
de hielo en ninguna de las circunstancias que se dan en el terreno.
La figura 21.6-representa tres probetas cilíndricas de limo fino saturado.
ART. 21 FORMAS Y TIPOS DE DRENAJE 149

la)

Caliente

ig. 21.6. Diagrama que ilustra la acción de las he' sobre los suelos. (a)
Sistema cerrado; (b) sistema abierto; (c) método para transformar un sistema
abierto en uno cerrado, por m: en arena gruesa que intercepta
la ascensión capi la zona he'ada.

La probeta a está rodeada de aire, mientras que las partes inferiores de


b y c están sumergidas en agua. Las partes superiores de todas las probetas
se mantienen a una temperatura inferior al punto de congelamiento. En la
probeta a el agua que forma las capas de hielo proviene de la parte inferior
de la misma, de modo que ésta se consolida como si su parte superior
estuviera expuesta a la evaporación. El crecimiento de las capas de hielo
probablemente continúa hasta que el contenido de humedad de la parte
inferior de la probeta se reduce al límite de contracción. Como toda el
agua que integra las capas de hielo proviene en este caso de la misma
probeta, se dice que la probeta forma un sistema cerrado. Ei aumento de
volumen que se origina en un sistema cerrado no excede del incremento
de volumen del agua contenida en el mismo, y varía entre 3 y 5 por ciento
del volumen total.
En b, el agua que se requiere para la formación de las primeras capas
de hielo también proviene al principio de la parte inferior de la probeta,
la que por lo tanto se consolida. Pero, a medida que la consolidación pro-
gresa, se establece paulatinamente una corriente de agua libre que va del
recipiente hacia el suelo hasta que se alcanza un equilibrio entre la cantidad
de agua que engruesa las capas de hielo y la que entra al suelo por la parte
inferior. Una probeta en tales condiciones constituye un sistema abierto y
las capas de hielo que se forman en el mismo aumentan, al menos teórica-
mente, en forma indefinida.
El sistema abierto representado por la muestra b puede trasformarse
en un sistema cerrado intercalando una capa de material grueso entre la
zona de congelamiento y el espejo de agua, en la forma en que lo indica la
figura 21.6c. Como el agua no puede atravesar por capilaridad la capa de
material grueso, la parte superior de la probeta c constituye un sistema
cerrado.
En la práctica se encuentran sistemas abiertos toda vez que la distan-
cia entre el borde inferior de la zona de congelamiento y la napa freática
es menor que la altura de ascensión capilar del suelo. Como el agua que
150 DRENAJE DE LOS SUELOS

migra de la napa es remplazada por nuevos aportes, las capas de hielo


crecen en forma continua durante los períodos de congelamiento y la super-
ficie del terreno situado arriba de las mismas se levanta. Este fenómeno se
conoce como hinchamiento por congelación, y su valor puede alcanzar, aun
en climas relativamente moderados como el de New England, E.U.A., valo-
res que sobrepasan los 15 centímetros. Por otra parte, como el espesor de
las capas de hielo es fiel reflejo de las variaciones de la permeabilidad del
suelo, el hinchamiento por congelación comúnmente no es uniforme. Los
caminos pavimentados colocados sobre zonas de congelamiento están expues-
tos a la rotura no solo por el hinchamiento, sino que, aún peor, el deshielo
trasforma el suelo en una masa de barro sobresaturada sin resistencia algu-
na, creando una situación más perjudicial que la anterior.
La tendencia a la formación y crecimiento de capas de hielo aumenta
rápidamente con la disminución del tamaño de los granos. Por otro lado,
la velocidad a que el agua fluye hacia la zona de congelación disminuye en
un sistema abierto, al disminuir dicho tamaño. Por ello, es razonable esperar
que la condición más desfavorable se produzca para suelos de granos inter-
medios. La experiencia ha demostrado que, en efecto, las mayores difi-
cultades se producen en los limos finos y en las mezclas arena-limo algo
más finas que aquellos suelos cuya ascensión capilar en un período de 24
horas es un máximo (véase figura 20.3). En una masa de suelo con una
granulometría dada y que forma un sistema cerrado, la velocidad de creci-
miento de las capas de hielo aumenta con la compresibilidad del materi
En climas húmedos con inviernos severos la acción de las heladas orig
na cambios de volumen similares a los que se producen en regiones semi-
áridas con veranos calientes, como ocurre en el centro de Texas. No solo
daña los caminos, sino que también desplaza muros de sostenimiento (véase
artículo 46) y levanta las fundaciones. Insertando una capa de grava entre
el más alto nivel de la napa y el límite inferior de la zona de congelación, la
masa de suelo se trasforma de un sistema abierto a uno cerrado y el hincha-
miento por congelación puede, en general, restringirse entre límites tolerables.
Problemas
1. El contenido de humedad de una muestra de suelo drenada alcanza al 16 por
ciento, su porosidad es del 42 por ciento y el peso específico absoluto de las partículas
2,70 gramos por centímetro cúbico. Calcular la relación espacio de aire.
Solución: 0,40.
2. Una muestra inalterada de arcila muy blanda se mantiene en una cámara
húmeda sin protección alguna. La arcilla se hace cada vez más resistente, hasta que al
cabo de un tiempo su resistencia a la crmpueión simple alcanza el equilibrio con un
valor de 10 kg por centímetro cuadrado. El valor consolidado rápido del ángulo de
resistencia al corte de la arcilla es igual a 20”. ¿Cuál es la humedad relativa del aite de
la cámara húmeda?
Solución: 0,9936.
Lecturas seleccionadas
Casagrande, A. (1931). “Discussion: A new tlieory of frost heaving”, Proceedings del
Highway Research Board, Vol. 11, págs. 168-172.
ART. 21 FORMAS Y TIPOS DE DRENAJE 151
Beskow, G. (1895). “Tllldntogen eE Tiilftningen med Sirlald Hoy suavá,
JAláravigar” ( con apli a
caminos ds Soslgws oca Undersokning, Sockholn
Serios
Cv, N? 375, das págs.
Osterberg, Lo O. (1940). “A survey of the frost-] envia problem”, Civil Engineer, Vol.
100-102. Contiene 'una bibliografía da sobre la materia.
Physics of he Earth- Parte 1X, “Hydrology” (1942). Editado por O, E. Meinzer, Nueva
York, McGraw-Hill, primera edición,
srl pa e -384. Revista sobre el estado actual
del conocimiento relativo a humedad
Yong, R. N. y B. P. Warkentin (1986). “Soil (reg can d permafrost”, Capítulo 12 en
“Introduction to soil behavior”, New York, MacMillan, págs. 391-428.
PARTE 1!

Mecánica teórica
de los suelos

La mecánica teórica de los suelos trata, esencialmente, de las acciones


mutuas entre suelo y agua (Capítulo 4), del estado de equilibrio límite de
las masas de suelo (Capítulo 5) y de las deformaciones producidas por las
fuerzas externas (Capítulo 6). Como las constantes del suelo que aparecen
en las fórmulas finales de estas teorías se deducen tomando el término medio
de los valores obtenidos de ensayos de laboratorio sobre muestras más o
menos representativas, o bien se estiman en base a la experiencia adquirida,
dichas teorías no deben considerarse más que como instrumentos útiles solo
para efectuar cálculos groseramente aproximados. Algunas de las teorías,
como las que tratan del asentamiento de bases de fundación en suelos no
estratificados, tienen por objeto servir únicamente como elementos de juicio
en el proceso de establecer reglas semiempíricas basadas en la experiencia.
La inevitable falta de certeza con respecto al valor real de las cons-
tantes del suelo y de las hipótesis fundamentales en que se basan las teorías,
conduce a la conclusión de que, en las mismas, la simplicidad es más impor-
tante que la exactitud. Si una teoría es simple, cualquier desviación de las
hipótesis consideradas en la misma puede ser fácilmente tenida en cuenta
en la práctica y previstas sus consecuencias. Por el contrario, una teoría
complicada no sirve ningún propósito práctico hasta que sus resultados han
sido condensados en gráficos o tablas, de modo de hacer factible su rápida
aplicación para las diferentes condiciones que se deseen estudiar.
in esta obra se consideran en detalle solo las teorías simples. Para los
casos excepcionales, en los cuales se justifican los refinamientos teóricos, el
lector debe consultar la extensa literatura existente al respecto.
Capítulo 4
HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

ART. 22 ALCANCE DE LOS PROBLEMAS HIDRÁULICOS


La interacción entre el suelo y el agua que escurre a través de su masa
influye en la solución de varios grupos de problemas de la ingeniería de
los suelos. Un primer grupo se refiere al cálculo de la cantidad de agua
que filtra hacia una excavación abierta para la construcción de una obra,
o de la cantidad de agua embalsada que se perderá por filtración a través
de un dique o su fundación (artículo 23). Un segundo grupo trata de la
influencia que la permeabilidad ejerce sobre la velocidad con que drena
el agua de un estrato de arcilla cargada (artículo 25). Un tercer grupo se
ocupa del efecto que las presiones de filtración ejercen sobre la estabilidad
de taludes y fundaciones. Como los temas de este último grupo también
involucran la consideración del equilibrio de masas de suelo, su tratamiento
se remite al Capítulo 5 “Equilibrio plástico de los suelos”.
La solución teórica de cada uno de estos problemas se basa en la hipó-
tesis de que la masa de suelo por donde escurre el agua es homogénea e
está compuesta por unos pocos estratos homogéneos con límites bien defi-
nidos. Hipótesis similares se hacen al derivar las teorías que estudian el
empuje de tierra, la estabilidad a rotura y el asentamiento, pero tratándose
de problemas hidráulicos la importancia práctica de tales hipótesis es fun-
damentalmente diferente.
El empuje, la estabilidad y el asentamiento dependen solo del término
medio de los valores de las propiedades del suelo involucradas y, por lo
tanto, aun una gran dispersión con respecto al término medio tiene pocas
ias prácticas. T dose de probl hidráulicos, por el con-
trario, detalles geológicos aparentemente insignificantes pueden ejercer una
influencia decisiva, tanto sobre el volumen de la filtración como en la dis-
tribución de las presiones de filtración producidas en el suelo. Los ejemplos
que siguen ilustran estas manifestaciones.
Si un espeso depósito de arena contiene algunas pocas capas delgadas
de limo fino denso o de arcilla compacta, la presencia de estas capas no
tiene prácticamente efecto alguno sobre el empuje que la arena ejerce
contra la entibación de una excavación a cielo abierto practicada por encima
de la napa, o sobre la capacidad de carga de la arena, o bien sobre el
asentamiento de una estructura que descansa en la misma. Por ello, en tal
tipo de problemas la presencia de tales capas puede ignorarse, teniendo poca
156 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

importancia que hayan pasado inadvertidas al hacer la investigación del


subsuelo,
Por el contrario, en cualquier problema práctico que trate de la filtra-
ción de agua en arena, por ejemplo desde agua arriba a agua abajo de una
hilera de tablestacas, la presencia o ausencia de delgadas capas de suelo
relativamente impermeables es de importancia decisiva. Si una de las capas
es continua y está situada por encima del borde inferior del tablestacado,
dicha capa intercepta casi toda la filtración.
Si las capas son discontinuas resulta imposible estimar su influencia
sobre la cantidad y dirección de la filtración sin conocer el grado de conti-
nuidad, Este grado de continuidad no puede determinarse por ningún medio
práctico y, a decir verdad, es posible que las perforaciones no lleguen ni
siquiera a hacer sospechar la presencia de estas capas.
Todo estrato natural de suelo y todo terraplén artificial contienen
inclusiones de material con permeabilidad excepcionalmente baja, o excep-
cionalmente alta. Su presencia es muy difícil de determinar, y la posición
de los límites horizontales de estas inclusiones solo puede ser objeto de
conjeturas. Por ello, la diferencia entre la realidad y los resultados obtenidos
de toda investigación que involucre la filtración de agua a través del suelo
puede resultar muy importante, cualquiera sea el cuidado y el detalle con
que se haya explorado el subsuelo. Esto no significa que la investigación
del subsuelo no deba realizarse, pues en ese caso el ingeniero estaría librado
completamente al azar. Por ello, la buena ingeniería exige seguir el siguiente
procedimiento frente a los problemas hidráulicos: el proyecto se ejecuta fun-
dándose en los resultados de una investigación hidráulica bien realizada,
pero teniendo el cuidado de que durante todo el período de la construcción
y, si es necesario, durante varios años posteriores, se efectúen observaciones
en la obra para determinar si, y hasta qué punto, las condiciones hidráulicas
reales del subsuelo difieren de las supuestas. Si las observaciones indican
que las condiciones reales son menos favorables que las que se previeron, el
proyecto debe modificarse a la luz de los nuevos conocimientos. Por medio
de este procedimiento, que es ilustrado por varios ejemplos en la parte 1II,
ha sido posible evitar muchos desastres en el caso de diques.

ART. 23 CÁLCULO DE LA FILTRACIÓN


Relaciones fundamentales
En el análisis que sigue, se supone que la filtración de agua por el suelo
obedece a la ley de Darcy (ecuación 11.6) y que el suelo está constituido
pa material relativamente incompresible tal como arena, arena limosa
o limo.
Para calcular la cantidad de filtración por tales suelos es necesario
determinar la intensidad y la distribución de las tensiones neutras, conocidas
usualmente como las subpresiones o presiones del agua de los poros. Estas
tensiones pueden determinarse construyendo una red de líneas de corriente
y de líneas equipotenciales, red que se conoce como la red de filtración
ART. 23 CÁLCULO DE LA FILTRACIÓN 157

n
Mveral z ZN o) ; [
2r,
Paz
4
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y %
de >
* Lar
de

la
%
Le
11,9 * Estralo impermeable
Fig. 23.1. — (a) Filtración del agua por debajo de la punta de una fila única de
tablestacas en arena homogénea; (b) presiones hidrostáticas actuantes en las cuatro
caras del elemento de arena indicado en (a).

y que representa la filtración del agua en un suelo incompresible (Forch-


heimer, 1917). Para ilustrar el métódo, se calcula a continuación la cantidad
de agua que por filtración pasa al interior de un recinto estanco construido
dentro de un lago con el tablestacado indicado en la figura 23.1a. Se supone
que la fila de tablestacas es impermeable y que las mismas han sido hin-
cadas, hasta una profundidad D, en un estrato homogéneo de arena de
espesor D,, que descansa sobre una base horizontal impermeable. Se supone,
además, que la carga hidráulica h, (véase artículo 11) se mantiene cons-
tante. El agua que entra en la arena del lado agua arriba recorre caminos
curvos que se llaman líneas de corriente, una de las cuales se ha marcado
con flechas y denominado AB.
La figura 23.1b muestra en escala mayor un elemento prismático del
estrato permeable, cuyas dimensiones en el plano del dibujo son iguales a
dy y dz y en el plano normal a éste, igual a dy.
Llamando:
1, = componente de la velocidad de descarga en la dirección hori-
zontal,
9h/9x, el gradiente hidráulico en la dirección horizontal,
0h/9z, estos mismos valores para la dirección vertical,
la carga hidráulica en el punto ocupado por el elemento,
la cantidad total de agua que entra al elemento en la unidad de tiempo es
igual a:
vedady + ve dx dy
La que sale del elemento:
vadady + a2 dedady + osdedy + 2Oz dz dx dy
158 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

Si el líquido es incompresible y el volumen de vacíos ocupados por el


agua permanece constante, la cantidad de agua que entra al elemento debe
ser igual a la que sale del mismo, es decir, que:
do, us
(va dz dy + = dxdzdy + vsdxdy + 7, Eddy)
— (vada dy + v.dedy) =0
de donde:
E (23.1)
La ecuación 23.1 se conoce como la condición de continuidad para la
filtración del agua paralelamente al plano XZ. Tanto el agua como el suelo
son compresibles, al menos en pequeña medida, así que la filtración en los
suelos no satisface estrictamente la condición de continuidad. No obstante,
tratándose de problemas prácticos, esta discrepancia puede comúnmente,
aunque no siempre, ser ignorada.
Combinando la ecuación 23.1 con la 11.6, se obtiene:

A E
+oz
De estas ecuaciones es fácil ver que las velocidades v, y 0+ pueden
considerarse como derivadas parciales con respecto a x y a z de la expresión:
0 = kh

conocida como potencial de velocidad. Sustituyendo los valores:


_ _ >»
e
en la ecuación 23.1, se obtiene:
ad a.
sata”? (23.2)
expresión conocida como la ecuación de Laplace y que gobierna la filtración
de cualquier fluido incompresible a través de un material poroso también
incompresible, cuando la misma puede considerarse bidimensional. Gráfi-
camente, la ecuación puede representarse por dos conjuntos de curvas que
se intersectan en ángulo recto. Uno de los conjuntos constituye las líneas
de fluencia o líneas de corriente, el otro las líneas equipotenciales. En todos
los puntos de una misma línea equipotencial, el agua asciende en un tubo
piezométrico hasta un mismo nivel piezométrico (artículo 11). Los filetes
de agua, por otro lado, recorren los caminos indicados por las líneas de
corriente, es decir, que se mueven en una dirección normal a las líneas
equipotenciales.
ART. 23 CÁLCULO DE LA FILTRACIÓN 159

En el problema indicado en la figura 23.1, el fondo del lago, es decir,


la superficie de la arena agua arriba, forma una de las líneas equipotenciales.
La superficie agua abajo del manto de arena forma otra línea equipotencial.
Asimismo, la superficie superior del estrato impermeable constituye una
línea de corriente. Estas líneas constituyen las condiciones hidráulicas de
borde del problema. Resolviendo la ecuación 23.2 de modo que cumpla
estas condiciones de borde, se obtienen los datos necesarios para construir
la red de filtración indicada en la figura 23.1a. La faja situada entre dos
líneas de corriente adyacentes se denomina canal de filtración, y la parte
de canal limitada por dos líneas equipotenciales un campo. Resulta con-
veniente construir las líneas equipotenciales de modo que la diferencia de
los niveles piezométricos entre dos líneas equipotenciales adyacentes cua-
lesquiera sea constante. Esta diferencia se denomina caída de potencial Ah.
Si h, es la carga hidráulica total y N¿ el número de caídas de potencial
(WN, = 18 en la figura 23.10), la caída de potencial es igual a:
Ah = Ni
hr (23.3)

Construida la red de filtración, la tensión neutra en cualquier punto


situado dentro de la red, tal como el punto C de la figura 23.1a, puede
haciendo el Si no hubiera
filtración, es decir, si la superficie del terreno agua abajo fuera absoluta-
mente impermeable, l pan neutra en C sería igual a la suma de la carga
hidráulica h, + hz + h¿. Empero, como consecuencia de la filtración, hay
una pérdida de carga entre la superficie agua arriba y el punto C, y como
además dicho punto está situado sobre el borde derecho de la decimosexta
caída de potencial y N¿ = 18, la pérdida de carga que se busca es igual a
16h,/18. Por lo tanto, la presión del agua en el punto C es igual a:

E 15
La parte
(Mi — 37ho) Yo = ho
que ses origina por efecto exclusivo de la filtración de agua se denomina
sobrepresión hidrostática.
Cálculo de la filtración y de la presión de filtración
Con el objeto de derivar las ecuaciones para calcular la cantidad de
filtración, se analiza el campo indicado por el área sombreada de la figura
23.1a. La longitud de sus lados en la dirección de las líneas de corriente
es igual a a, de modo que dentro del campo el gradiente hidráulico es
igual a:
160 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

y la velocidad de descarga:
a
o=k=k—= _ kh

Si se considera que el ancho del campo, medido normalmente a las


líneas de corriente, es igual a un valor arbitrario b, la cantidad de agua que
circula por el campo, por unidad de longitud de tablestacado, es:
ll =r25h
dt k
Para simplificar los cálculos, las redes de filtración se construyen de
modo que b = a, es decir, de modo que cada campo sea un cuadrado. En
este caso se obtiene:
_ de
O q (23.4)
Si N; es el número total de canales de filtración (N, = 9 en la figura 23.14),
la filtración Q por unidad de ancho del tablestacado y en la unidad de
tiempo es:
Q =NAQ = kh NL
No (23.5)
Utilizando esta ecuación puede calcularse fácilmente la filtración después
de haber construido la red correspondiente.
La sobrepresión hidrostática total sobre el elemento cúbico de lado a es:
agua arriba:
a? X 15Ahyo
y agua abajo del mismo elemento:
XX 14AhYe
La diferencia entre estas dos presiones

p= em = 00,
es trasferida del agua a los granos de suelo. Como + es Igual al gra-
diente hidráulico í, y a3 es el volumen del elemento, el agua ejerce sobre
el suelo una fuerza igual a:
Pe = io (23.6)
por unidad de volumen.
“Esta fuerza se conoce como presión de filtración. Tiene la dimensión
de un peso específico y, en cualquier punto, su línea de acción es tangente
a las líneas de corriente.
ART. 23 CÁLCULO DE LA FILTRACIÓN 161

Construcción de la red de filtración


Los datos que se requieren Para dibujar la red de filtración pueden
obtenerse resolviendo la ecuación 23.2, pero la solución no es practicable
a menos que las condiciones de borde sean muy simples, requerimiento que
no se cumple en la mayoría de las estructuras hidráulicas. Las redes de
eiración de dichas estructuras pueden también obtenerse por varios méto-
dos experimentales, pero el procedimiento más conveniente y más econó-
mico consiste en construir gráficamente la red de filtración por tanteos.
Los pasos a seguir en esta construcción gráfica se indican en la figura
23.2, en la que el diagrama (a) representa una sección trasversal de un
dique vertedero con una pantalla de tablestacas. Antes de iniciar la cons-
trucción de la red deben examinarse las condiciones hidráulicas de borde
del problema y determinar su efecto sobre la forma de las líneas de corriente.
En la figura 23.2a, la superficie del terreno agua abajo y agua arriba
representa líneas equipotenciales. La base del dique junto con las caras
de la pantalla representan la línea de corriente superior y, la base del estrato
permeable, la línea de corriente inferior. Las otras líneas de corriente se
hallan situadas entre estas dos, y sus formas deben ir en transición gradual
desde la forma de la línea superior a la inferior. Por otro lado, todas las
líneas de corriente deben empezar y terminar con una tangente vertical, es
decir, ser normales a las superficies del terreno, tanto agua abajo como
agua arriba.
El primer paso, al construir la red, consiste en dibujar varias curvas
suaves que representen líneas de corriente (curvas llenas de la figura 23.2b)
y que satisfagan las condiciones anteriores. Se construyen luego varias líneas
equipotenciales que intersecten en ángulo recto a las de corriente y de modo
que los campos resulten aproximadamente cuadrados. Se obtiene así una
primera aproximación grosera de la red de filtración.

Fig. 23.2. Pusos a seguir para construir una red de filtración. (a) Sección
trasverxal al dique y ul estrato permeable; (b) resultados del primer tant:o
para cowstruir la red de filtrución; (e) resultados de la corrección la red
indicada en (b); (d) red de filtración final.
162 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

El próximo paso consiste en examinar cuidadosamente la red de fil-


tración construida para identificar los defectos más visibles. En el primer
tanteo que indica la figura 23.2b, las líneas de corriente y las equipoten-
ciales se intersectan aproximadamente en ángulo recto, pero varios de los
campos no son aún cuadrados. Para corregir este defecto se dibuja una
Mreltel/ agua
la)

£siralo rimpermenble

Mvel del agua

£stralo impermeable
Fig. 23.3. Filtración en arena homogénea por debajo de la base de un diqu
de hormigón. (Según A. Casagrande, 1935 a).
ART. 23 CÁLCULO DE LA FILTRACIÓN 163

nueva red tratando de que los campos se aproximen más a cuadrados y se


prosigue con este procedimiento de ajuste hasta obtener una red satisfac-
toria. La red que se obtiene está representada en la figura 23.2c. Como paso
final se subdividen los campos de la figura 23.2c y la red resultante se
ajusta hasta que cada campo sea un cuadrado. Se obtiene así como resultado
final la figura 23.2d, en la cual se subdividió cada campo de la figura
23.2c en cuatro, y se eliminaron los pequeños errores remanentes.
Para todo propósito práctico, una red de filtración puede considerarse
satisfactoria tan pronto como los campos dibujados se aproximan bastante
a la forma de cuadrados, pero aun redes aparentemente inexactas dan resul-
tados notables por su exactitud.
Las figuras 23.3 y 23.4 pueden servir de guía para construir redes de
filtración que satisfagan distintas condiciones hidráulicas de borde. La red
de la figura 23.4a contiene una línea que representa la superficie del agua

(a) Eslado o embalse lleno

£stralo impermeable

(0) Estado durante periodo lluvioso contino

Fig. 23.4. Filtración a través de un dique homogéneo imaginario constituido


de arena muy fina limpia.
164 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

libre, y que está situada enteramente dentro del medio poroso. A lo largo
de esta superficie, la distancia vertical entre pares adyacentes de líneas
equipotenciales es una constante igual a Ah,
Toda red de filtración se construye en la hipótesis de que el suelo de
un estrato dado, por donde filtra el agua, es uniforme en su permeabilidad.
En realidad, en los estratos de suelos naturales, la permeabilidad varía de
punto a punto, especialmente a lo largo de líneas normales a los límites
del estrato. Por ello, la diferencia entre una red de filtración crudamente
esquematizada y otra exacta es comúnmente pequeña, comparada con la
diferencia entre la fluencia del agua en el suelo real y la que indica la red
de filtración exacta La universalidad de esta circunstancia hace que los refi-
namientos en la construcción de redes de filtración, como los estudios deta-
lados sobre modelos, no se justifiquen desde el punto de vista práctico.
El uso de modelos, basados en la analogía entre la filtración de agua
en medios porosos y la fluencia de electricidad en conductores, ofrece un
medio conveniente para construir una red de filtración como la de la figura
23.4a, que contiene una superficie de agua libre. No obstante, el armado
del equipo necesario es laborioso y no se justifica, a menos que deban tra-
zarse muchas redes de filtración de este tipo.

La filtración en suelos con isotropía trasversal


Las redes de filtración indicadas en las figuras 23.1 a la 23.4 se cons-
truyen en la hipótesis de que el suelo es isótropo desde el punto de vista
hidráulico, pero en la naturaleza toda masa de suelo se halla más o menos
estratificada. Por ello, como se dijo en el artículo 11, la permeabilidad
media k, en la dirección paralela a los planos de estratificación, es siempre
mayor que la permeabilidad media kr, en sentido normal a dichos planos.
Para construir una red de filtración en tales suelos estratificados, se
sustituye el suelo real por un material homogéneo que tiene permeabilidades
horizontal y vertical iguales, respectivamente, a k; y ki1. Un medio con tales
propiedades se dice que posee isotropía trasversal. La construcción de la
red de filtración de un medio homogéneo con isotropía trasversal se efectúa
en la siguiente forma: tomando una escala horizontal reducida, menor que
la vertical e igual a ésta multiplicada por Vk1/ kr, se dibuja una sección ver-
tical que intersecte al medio permeable paralelamente a la dirección de la
filtración. Para esta sección deformada se construye la red de filtración
como si el medio fuese isótropo y luego se aumentan las dimensiones hori-
zontales de la misma multiplicándolas por Vk;/k;r. La filtración se obtiene
sustituyendo
k= Viku

en la ecuación 23.5, con lo que resulta, por unidad de ancho:


=.
Q=h Ni Vik
er (23.7)
ART. 23 CÁLCULO DE LA FILTRACIÓN 165

(a) Sección modificada (b) Sección verdadera

Escala tocata A fáalrero) Eslralo impermeable


dona. el Vea imoriz)
E Escalo nafural
ión de la a a filtración cuando los coeficientes de per-
tos en sentido pociseatal | y val
a) ón deformada; (b) sección verdader:

procedimiento descrípto se halla ilustrado en la figura 23.5. Como se


desarrollado (Samsioc, 1931, partiendo de conceptos puramente mate-
máticos sin hipótesis simplificativa alguna. los resultados que se obtienen son
tan exactos como lo fueran la ley de Darcy y los valores de k, y kr que entran
en el cálculo.
El valor medio de k, es considerablemente mayor que el de k;, para
casi todos los suelos naturales, pudiendo la relación entre ambos variar entre
aproximadamente 2 y varias centenas. Lo peor es que no existe medio alguno
para determinar exactamente esa relación para un depósito dado. Por ello
es aconsejable dibujar dos o tres redcs de filtración, una basada en el mayor
valor probable de k;/k;, y la otra basada en el menor valor probable. Al
seleccionar estos valores debe recordarse que k/kp no puede ser menor
que uno ni mayor que la relación entre los coeficientes de permeabilidad
de las capas más y menos permeables. Para el proyecto se tiene en cuenta
la red de filtración que representa las condiciones más desfavorables o bien
se toman precauciones para que durante la construcción se determine si la
diferencia entre las condiciones reales de filtración y Jas que se previeron
se halla del lado de la seguridad.
Filtración hacia un único pozo
La figura 23.6a es una sección vertical de un pozo de radio ro que
atraviesa y llega hasta la base de una capa permeable horizontal situada
entre depósitos impermeables. La capa tiene un espesor Hp y un coeficiente
de permeabilidad uniforme de valor k. Bombeando un caudal constante Q
hasta obtener un estado de equilibrio, la altura del agua en el pozo, con res-
pecto al fondo de la capa permeable, baja desde H, hasta H y en las perfora-
ciones de observación, situadasa una distancia1, desde H, hasta h. Se supone
que el agua fluye hacia el pozo en forma horizontal y radial. El escurrimiento
166 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

total a través de los límites definidos por cualquier sección cilíndrica de


radio r se obtiene aplicando la ecuación 11.6:
0 kA=k-L oro
integrando resulta;
"dr .
SF - amor $, dh
o _ 2nblok(lo -— ha) (23.8)
log. 7.
o bien, si se bombea para evaluar k:
A pelTa .9
Ke y 18, (30)
La permeabilidad puede determinarse de manera más exacta midiendo
las alturas h, y hz que corresponden a los radios r, y r2 (artículo 44). No
obstante, se puede hacer una estimación grosera considerando que hi = H
para r, = fo y. que, para un valor grande de ra = R, ha se acerca a H,. La
dimensión R, conocida como radio de influencia del pozo, representa la
distancia a partir de la cual el nivel del agua permanece prácticamente
horizontal. No necesita “ser conocido con exactitud, pues se requiere que
R/ro aumente multiplicado por diez para que el log. R/ro solo se duplique.
Por ello, si se conoce al menos el orden de magnitud de R, el valor de k
puede estimarse sin la necesidad de disponer de perforaciones de observación,
Si, en cambio, el pozo penetra hasta el fondo de una capa permeable
abierta, figura 23.6b, el nivel de la napa freática en correspondencia con
las paredes del pozo no puede descender hasta el nivel a que ha bajado
el agua dentro del mismo debido a que una cantidad considerable del flujo

. Fig. 23.6. Diagrama que ilustra el escurrimiento del agua hacia el


durante un ensayo de bombeo. (a) Cuando el nivel piezométrico
está por encima de la capa permeable; (b) Cuando la superficie libre
del agua está dentro de la capa permeable,
ART. 23 CÁLCULO DE LA FILTRACIÓN 167

entra en el pozo a través de la superficie libre expuesta de altura H,. La


descarga a través de un pozo de este tipo fue evaluada por vez primera por
Dupuit (1863) en la hipótesis simplificativa de que H, = 0 (curva pun-
teada en la figura 23.6b) y que, además, para cualquier radio 7 el gradiente
hidráulico que causa el escurrimiento horizontal hacia el pozo es igual a
la pendiente de la curva de filtración supuesta en correspondencia con el
radio r. Con estas hipótesis:
Q= kiavd = koo 2arh

q 2 (23.10)
log,
n
de donde
*
e pes)
Para las condiciones de borde: h, = H para r, = fo y hz = H, para

e HH 187 (23.12)
log. +

Tanto la teoría (Boreli, 1955) como la experimentación (Babbitt y


Caldwell, 1948) han demostrado que la ecuación 23.12 conduce a valores
fehacientes de Q aun cuando H se reduzca a cero. Por el contrario, la dife-
rencia entre las ordenadas h, y hy' de la- curva de escurrimiento de Dupuit
y aquella que se obtiene tomando debida cuenta de la presencia de la super-
ficie de descarga H, se torna significativa para distancias al pozo menores
de unos 10 a 15 H, y aumenta rápidamente a medida que la distancia
al pozo disminuye y también a medida que decrece H.
Problemas
1. La arena en que se apoyan los diques indicados en la figura 28.8 tiene una
:rmeabilidad de 4,2 X 10—* centímetros por segundo en toda dirección. Si la carga
idráulica es igual a 7,50 metros, ¿cuál es la pérdida por filtración en metros cúbicos por
segundo por metro de dique?
Solución: (a) 1,05 x 10 (b) 1,05 x 10 (c) 175 x 10
(d) 0,79 x 10 metros cúbicos por segundo por metro.
2. Estímese la subpresión, en exceso a la existente agua abajo. en el punto medio
de la base de hormigón de los diques del problema 1.
Solución: (a) 4,50; (b) 2,75; (c) 1,70; (d) 0,80 metros de carga hidráulica.
3. El subsuelo en que está fundado el dique de la figura 23.3b contiene una
capa horizontal de limo de 2,5 centímetros de espesor que intersecta la fila de tablestacas
a corta distancia de la punta de las mismas. No hay medios para detectar la presencia
de esta capa por ninguno de los métodos prácticos de exploración. El coeficiente de
168 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

bilidad de la arena es de 42 Xx 10—*centimetros por segundo, mientras que el


1 limo solo alcanza a 2,1 X 10—* centímetros Agua arriba, el espesor
total del manto de arena alcanza a 1650 metros yla punta de las tablestacas se halla a
7,50 metros del límite inferior del estrato de arena, Se desea: a) una descripción de
cómo se podría valorar la influencia que la capa de limo ejerce sobre la filtración, supo-
niendo que la capa es continua; b) una descripción del efecto de las posibles discontinui-
dades de la capa sobre la filtación; 6) saber cómo puede determinarse a priori el grado
de continuidad de la capa de limo.
Solución: (a) La capa de limo tiene el mismo efecto que resulta de aumentar'el
espesor de la capa de srena de 16:50 a 06,59 metros, y la penetración del tablestacado de
9 a 59 metros. Por ello, la pérdida por filtración podría calcularse dibujando la red
de filtración para estas condiciones ficticias, Como la sección libre situada debajo de las
puntas de las tablestacas es pequeña comparada con la longitud que las mismas adquieren
en el diagrama ficticio, la pérdida de agua calculada con esta red de filtración solo
alcenzaria una pequeña frasción de la que resulta cuando mo existe la capa de limo;
(b) cuál sea el tamaño y la situación de las zonas en que no aparece la capa de
limo, el efecto de una capa Aeccotina Lecarosvariar de casi cero hasta Dar A que
corresponde a la capa continua; (c) no es posibl
4. Calcule la pérdida por filtración por metro del dique indicado en la figura
63.68b suponiendo k a na centímetros por segundo. Estime, además, la subpresión
en la base del dique en correspondencia con el paramento interno de la parte alta
de la sección.
Solución: 103 x 10—* m*/seg/m; 19,60 metros de agua.
5. El coeficiente medio de permeabilidad de la arena situada debajo del dique
indicado en la figura 23.5 es de 16 x 10—* centímetros por segundo en la dirección
y 4 X_10-—* centímetros por segundo en la dirección vertical. ¿Cuál es la
pérdida de filtración por metro si la carga hidráulica alcanza a 9 metros?
Solución: 1,8 x 10—" metros cúbicos por segundo.
6. Construir la red de filtración del dique indicado en la figura 23.5b para
valor de k ap a 36 Xx 10—* centímetros por segundo en la dirección horizontal yy
4 x 10—* centímetros por segundo en la direxción vertical. El dique tiene una base de
25 metros, el espesor del capa permeable alcanza a 11,60 metros, la longitud de las
tablestacas es de 8,90 m y la carga hidráulica es de 9,15 metros. ¿Cuál es la pérdida
por filtración por metro de dique? Compare este valor con la pérdida por filtración en
el mismo dique si k = 12 x 10—* centímetros por segundo en cualquier dirección.
Solución: 2,74 x 10—*; 2,08 X 10— metros cúbicos por metro.
7. Aproximadamente, ¿cuál es la intensidad de la sobrepresión hidrostática hori+
zontal contra el paramento izquierdo del tablestacado de la figura 63.64 en la punta de
las tablestacas?
Solución: 1,28 kg por centímetro cuadrado.

Lecturas seleccionadas
Casagrando, A rl] “socpago Eroush dams”, Journal New England Water Works
Association, Vol.5: 2, págs. 181-172. Reimpreso en Contelbaions to soil me-
chanics Tos 15 "ton Society of Civil Engineers,1940, y en el Harvard
University Soil Mechanics Series NO 5. Una clásica eritación del método de las
redes de filtración y sus aplicaciones.
Los siguientes tratados se refieren a aspectos avanzados del cálculo de las
filtraciones:
Muskat, M. (1937). The flow of homogeneous fluids porous media, New York,
McGraw-Hill, 63 págs. Reimpreso por J. W. Edw: Ana Arbor, , 1946.
Polubarinova-] Kochioa, P. Ya (1962), Theory of ground water movement. Traducido del
ruso Wiest, Princeton University Press, 618 págs.
ART. 24 SIFONAJE 169

Haz, ME 1980), A Mid y


Cedes HR. (1967 droinage, lew [o EN
"Sons, 480 págs, perno presentación excelente de los fundamentos de la
lean y sus aplicaciones.

ART. 24 SIFONAJE
Definición de sifonaje
Muchos diques fundados sobre suelos han roto por la formación, apa-
rentemente instantánea, de un túnel o sifón de descarga debajo de la base
del dique y dentro del suelo de fundación. La erosión, causada por el torrente
de agua que se produce, aumenta rápidamente el ancho y la profundidad
del túnel o sifón hasta que, en un momento dado, la estructura, que ha
quedado en el aire, rompe en fragmentos y es arrastrada por. 2 torrente.
La forma de rotura descripta se conoce como rotura por sifonajl
Las roturas por sifonaje pueden tener su origen en dos pde distintos.
En uno de ellos es el producto de la socavación o erosión subterránea que
s> inicia en la zona agua abajo cerca del pie del dique o en algún plano de
sedimentación (artículo 63). La rotura se produce tan pronto como la punta
de la galería de erosión alcanza el fondo del embalse. La forma de gestación
de este tipo de sifonaje, que se describe en el artículo citado, hace imposible
todo estudio teórico del mismo.
En el otro proceso, el sifonaje tiene su origen en el levantamiento instan-
táneo de una gran masa de suelo situada agua abajo, en las cercanías del
pie del dique. Una rotura de este tipo se produce solo cuando la presión de
filtración del agua que circula hacia arriba en el suelo situado al pie del
dique se hace mayor que la presión efectiva del suelo.
Las roturas de la primera categoría se denominan roturas por erosión
subterránea, las de la segunda roturas por levantamiento. En lo que sigue
solo se estudian las roturas por levantamiento; la erosión subterránea se trata
en el artículo 63,
La magnitud y la distribución de la sobrepresión hidrostática se deter-
minan por medio de la red de filtración. En el artículo 23 se hizo notar
que la red de filtración teórica nunca es idéntica a la que representa la
filtración del agua en el suelo real y que en ciertos casos ambas redes pueden
no tener parecido alguno. Por ello, los resultados de investigaciones teóricas
sobre los efectos mecánicos que produce la filtración deben servir solo como
una guía y una base para planear instalaciones apropiadas para la observa-
ción durante y después de la construcción.

Sifonaje por levantamiento


La figura 24.1a, que representa una sección vertical de una pared de
_un recinto constituido de tablestacas, ilustra la forma en que se produce el
sifonaje por levantamiento. Hasta una profundidad h,, por debajo del nivel
de agua, el suelo situado fuera del recinto consiste en grava gruesa, grava
que dentro del recinto ha sido excavada. La grava descansa en una capa
170 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

de arena uniforme. La pérdida de carga que se produce a través de la


grava es tan pequeña que puede despreciarse. Lo que se desea en este
caso es calcular el coeficiente de seguridad F, respecto del sifonaje, después
que el recinto ha sido desagotado por bombeo hasta el nivel de la capa
de arena.
Para ello deben considerarse previamente las condiciones hidrostáticas
en el momento de la rotura. Cuando se achica y disminuye el nivel del
agua que ocupa el recinto, el agua del exterior filtra hacia abajo en la arena
situada a la izquierda de las tablestacas y hacia arriba en la arena situada
a la derecha, introduciéndose en el mismo. La sobrepresión hidrostática en
una sección horizontal tal como la Ox (fig. 24.1b) reduce la presión efectiva
que actúa sobre dicha sección. Si la presión efectiva media que actúa sobre
y por encima de la zona delimitada por el plano Ox, y situada cerca de las
tablestacas, se hace igual a cero, el agua que filtra por la arena puede ende-
rezar y ensanchar los canalículos por donde circula, sin que el suelo ofrezca
ninguna resistencia. Este proceso aumenta la permeabilidad de la arena
situada cerca de las tablestacas, como se explica en el artículo 12, y desvía
una mayor parte de la filtración hacia esa zona. La superficie de la arena
entonces se levanta (véase figura 24.1a) y finalmente entra en ebullición,
con lo cual una mezcla de agua y arena, provenientes de agua arriba del
tablestacado, se desplaza por el espacio dejado debajo de las tablestacas y
avanza hacia la zona en que empezó la ebullición del material.
Por medio de ensayos sobre modelos (Terzaghi, 1922) se ha encontrado
que el levantamiento de la arena se produce dentro de una distancia D/2,
a partir de las tablestacas, es decir, que la rotura se inicia dentro de un
risma de arena de altura D y ancho D/2. En el instante de la rotura, la
presión vertical efectiva sobre cualquier sección horizontal considerada en
dicho prisma es aproximadamente igual a cero. Asimismo, la presión lateral
efectiva sobre las caras del prisma también es aproximadamente igual a
cero. Todo esto significa que el sifonaje se produce tan pronto como la
sobrepresión hidrostática en la base del prisma se hace igual al peso efectivo
de la arena situada encima de dicha base.

(a)
le, ¿Dtaporor)
[e levantamiento

Fig. 24,1. Uso de la red de filtración para determinar el coeficiente de seguridad


de una fi'a de tablestacas en arena con respecto al sifonaje. (a) Red de filtración;
(b) fuerzas que actúan en la arena en la zona de levantamiento potencial.
ART. 24 SIFONAJE 171

Para calcular la sobrepresión hidrostática es necesario construir la red


de filtración. Con ella (fig. 24.14) puede fácilmente determinarse la inten-
sidad de esta presión a la profundidad D, en cualquier punto de la base
del prisma, utilizando el procedimiento descripto en el artículo 23. En la
figura 24.1b estos valores se hallan representados por las ordenadas de la
curva C, referida al eje horizontal que pasa por O. Dentro de la distancia
D/2, a contar desde las tablestacas, la sobrepresión hidrostática en la base
del prisma tiene un valor medio igual a ywh, y la fuerza ejercida por la
misma sobre la base es U = + Dy.ha. La rotura por sifonaje se produce
tan pronto como U se hace igual al peso efectivo de la arena, que es a su
vez igual al peso sumergido W = + Dey!. Por consiguiente, el coefi-
ciente de seguridad con respecto al sifonaje es igual a:
w Dy
F=>+=x>
O hora pea
mW.)

En forma similar se puede calcular el coeficiente de seguridad en el


caso de un dique con una pantalla de tablestacas.

Compensación de la subpresión por medio de filtros cargados


Si el coeficiente de seguridad contra rotura por sifonaje es demasiado
pequeño, puede 'aumentarse colocando encima del prisma Oafe (fig.
24.1b) un filtro invertido de peso W. La presencia del filtro no altera
la sobrepresión hidrostática U, pero aumenta el peso efectivo del prisma de
W" a W' + W. Aumenta, por lo tanto, el coeficiente de seguridad de F
(ecuación 24.1) a:
W+w
F = PE (24.2)
El efecto estabilizador de los filtros invertidos cargados se ha demos-
trado repetidamente, tanto en modelos experimentales como en estruc-
turas protegidas de este modo. Para ser efectivos, los filtros deben ser
suficientemente gruesos como para permitir la salida libre del agua, pero
también tan finos como resulte necesario para impedir el escape de las
partículas de suelo por sus poros. El proyecto de filtros que satisfagan
ambos requerimientos se estudia en el artículo 11.
Problemas
1. En la figura 24.1 la carga hidráulica h, es igual a 7,50 metros. Las tablestacas
penetran 5,70 metros en la arena. Si el peso unitario de la arena saturada es de
1800 kg por metro cúbico, ¿cuál es el peso del filtro invertido que se requiere para
aumentar el coeficiente de seguridad al sifonaje hasta 2,5?
Solución: 1630 kg por metro cuadrado.
2. La capa de arena indicada en el problema 1 contiene un lente de arcilla
demasiado delgado para ser descubierto durante los sondeos, pero de suficiente espesor
172 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS
como para constituir una membrana relativamente impermeable. Los datos numéricos
to a a carga hidráulica y a la peor del tablestacado son idénticos a
los dados pare. el problema 1. El hato: de avala ss halla Eiuado Un poco. por: encima
de la ES de Eatablestacas, su límite izquierdo se halla, agua arriba, próximo a las
tablestacas. Agua abajo es continuo. El estrato de arena lleva agua abajo un filtro
invertido de 1630 kg metroo, cueca, con lo cual el coeficiente de seguridad contra
el sifonaje alcanza a 25, ue la arena no contiene obstáculo alguno para la
filtración: Se desea saber: CIEN
¿A qe ales reduce el coeficiente de seguridad el lente
de arcilla?; (b) ¿qué procedimiento podría utilizarse para descubrir el peligro?
Solución: (a) 0,82. Agua abajo la arena entraría en ebullición cuando la car;
hidráulica alcanzase a 6,20 metros; (b) instalar un pozo de observación agua abajo
tablestacado, con su fondo algo más profundo que las puntas de las tablestacas.

ART. 25 TEORÍA DE LA CONSOLIDACIÓN


Forma en que se produce la consolidación
Si se aumenta la carga que actúa sobre una capa de suelo poroso satu-
rado compresible, como ser una arcilla, la capa se comprime y expulsa agua
de sus poros. Este fenómeno se denomina consolidación (artículo 14). Du-
rante la consolidación, la cantidad de agua que entra en un elemento horizon-
tal de suelo es menor que la que sale del mismo, de modo que la condición
de continuidad expresada por la ecuación 23.1, en que se basa la teoría de
la filtración, no le es aplicable.
La tensión o presión unitaria que produce la consolidación se denomina
tensión o presión de consolidación. En el instante en que se aplica la carga,
la presión de consolidación viene casi enteramente resistida por el agua
que llena los poros del suelo (véase artículo 14), de modo que, al iniciarse
el fenómeno, existe en la arcilla una sobrepresión hidrostática casi igual
a la tensión de consolidación. Con el correr del tiempo, la sobrepresión del
agua disminuye, con lo cual aumenta la presión efectiva. En cualquier punto
de la capa que se consolida, el valor u de la sobrepresión hidrostática en un
momento dado paa determinarse por medio de la ecuación 12.1 expresada
en la siguiente form:
= Yh (25.1)
en la cual h es la carga hidráulica con respecto al nivel de la napa freática
situada encima de la capa que se consolida. Después de mucho tiempo, la
sobrepresión hidrostática u se hace igual a cero y toda la presión de conso-
lidación se trasforma en presión efectiva trasmitida de grano a
Si se denomina Ap a la presión de consolidación en un punto dado, el
equilibrio requiere que:
Ap =Ap+u (25.2)
en la que Ap representa aquella parte de la presión de consolidación que,
en un instante dado, se trasmite de grano a grano y u es la sobrepresión
hidrostática que corresponde al mismo instante.
Como en la ecuación 25.2 Ap es una constante, el progreso de la conso-
lidación en un punto dado puede visualizarse observando la variación de u'
ARY. 25 TEORÍA DE LA CONSOLIDACIÓN 173
a, e

de
FTC
ha Ye
Lrenaje pere | |
a E 0]
[STR

Lrenaje Drenaje
Fig. 25.1. Diagrama que ilustra la consolidación de una capa
compresible de as

en dicho punto o, teniendo en cuenta la ecuación 25.1, viendo cómo varía h


por medio de un piezómetro imaginario colocado en el mismo.
La figura 25.1 ilustra sobre la consolidación de una capa compresible
situada entre otras dos de arena. Debido a la construcción de un gran
edificio o a la instalación de un terraplén sobre la superficie del terreno, la
capa compresible se ve sometida a una presión de consolidación Ap. Se
supone que la capa puede drenar libremente por sus límites superior e
inferior y que, dentro de la misma, el agua fluye solo en la dirección vertical.
Se supone, asimismo, que la tensión de consolidación Ap es constante en
toda la altura de la capa.
Se puede estudiar la forma en que progresa la consolidación observando
el nivel del agua en una serie de piezómetros colocados, como lo indica
la figura 25.1, sobre una recta vertical que atraviesa la capa. Como la
sobrepresión hidrostática es independiente de la posición de la napa freática,
se supone que la misma se halla en correspondencia con el límite superior
de la capa compresible. Si se disponen los piezómetros de modo que las
distancias horizontales 1-2, 1-3', etcétera, sean iguales a las verticales 1-2,
1-3, etcétera, en la forma en que lo indica la figura, la curva que da el
lugar geométrico de los niveles de agua en los piezómetros en un instante
dado representa la isócrona de ese instante (véase artículo 14). El gra-
diente hidráulico ¿a cualquier profundidad d debajo de a es igual a la pen-
diente de la isócrona a una distancia horizontal d a partir de a. Más aún,
si la pendiente en un punto de la isócrona está dirigida hacia arriba y hacia
la derecha, el escurrimiento del agua en ese punto se realiza hacia arriba.
La distribución inicial de la sobrepresión hidrostática que actúa en una
sección vertical cualquiera de la capa de arcilla viene representada por la
recta horizontal de, situada a una distancia Ap/yy por encima del nivel del
174 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

agua libre. Esta recta horizontal constituye la isócrona inicial. Según lo


explicado en el artículo 14, la consolidación de una capa de arcilla se inicia
en la superficie de drenaje y prosigue de la misma hacia el interior. Por
ello, en los primeros momentos de la consolidación, los niveles piezomé-
tricos de la parte central de la capa se hallan aún en el estado inicial, mien-
tras que hacia los bordes han disminuido en la forma en que lo indica la
isócrona Cy. Con el tiempo, todos los niveles piezométricos bajan, alcan-
zando posiciones como las indicadas por la curva C, en la que siempre la
sobrepresión hidrostática en el centro es mayor. Finalmente, después de
largo tiempo, toda la sobrepresión hidrostática desaparece y la isócrona
final viene representada por la horizontal ac.
La figura 25.2 muestra las isócronas que se producen con distintas
condiciones de consolidación. Si el estrato que consolida puede drenar libre-
mente tanto en su superficie superior como en la inferior, la capa de suelo
2

EY,
Y

1
La
|

Fig, 25.2. Ieseronas que representan el progreso de la consolidación de una capa


ideal de arcilla bajo diferentes condiciones de dre formas de
stribución de la presión vertical de consolidación. (Según Terzaghi y Feólicl).
ART. 25 TEORÍA DE LA CONSOLIDACIÓN 175

se denomina una capa abierta y su espesor se denota por 2H. Si el agua


puede drenar solo por una superficie, la capa se denomina semiabierta, y
su espesor se denota por H. En la figura 25.2, las capas identificadas por
a, b, c y e son abiertas, mientras que las d y f son semiabiertas.
La figura 25.22 es una reproducción simplificada de la figura 25.1, en
la que no se indican los tubos piezométricos. El diagrama representa la
consolidación de una capa abierta de arcilla bajo la influencia de una tensión
uniforme en todo el espesor de la misma.
Si la capa que se consolida es bastante espesa con respecto al ancho
del área cargada, la presión de consolidación debida al peso de la estructura
decrece con la profundidad en forma similar a la indicada por la curva Ca
de la figura 40.3. Haciendo la hipótesis simplificativa de que la presión
disminuye linealmente con la profundidad, la isócrona inicial puede repre-
sentarse por la línea de de la figura 25.2b y las presiones de consolidación
en la parte superior e inferior de la capa son respectivamente iguales a
Apr y Apo.
Si el estrato que se consolida es muy espeso comparado con el ancho
del área cargada, la presión Ap, será tan pequeña con respecto a Ap, que
se podrá, con suficiente aproximación, suponer igual a cero. Las isócronas
que corresponden a este caso se hallan indicadas en la figura 25.2c para
una capa abierta y en la figura 25.2d para una semiabierta. Es interesante
notar que la consolidación de la capa semiabierta de la figura 25.2d origina
el hinchamiento temporario de la arcilla situada en la parte inferior.
Las figuras 25.2e y f ilustran sobre la consolidación de capas de arcilla
artificiales construidas por refulado. Se supone que la napa se halla a la
altura de la superficie superior de la arcilla y que la consolidación que se
produce durante la construcción es despreciable. El terraplén indicado en
la figura 25.2e descansa sobre un estrato de arena (capa abierta), mientras
que el de la figura 25.2f descansa sobre un estrato impermeable (capa semi-
abierta). En el momento inicial, + = (, todo el peso sumergido del suelo
(y por unidad de volumen) es soportado por el agua y la presión de conso-
lidación aumenta de cero en la superficie a Hy” en la base. El resultado
final de la consolidación es el mismo para ambas capas, pero la diferencia
de forma de las isócronas para estados intermedios de consolidación indica
que la velocidad con que se alcanza el estado final es muy distinta,

Cálculo de la velocidad de consolidación


Para calcular la velocidad y el grado de consolidación U por ciento
(ecuación 14.1) para los casos ilustrados por la figura 25.2, se hacen las
siguientes hipótesis simplificativas:
1. El coeficiente de permeabilidad k (ecuación 11.6) es constante en
cualquier punto del estrato que se consolida y no varía con el progreso
de la consolidación.
2. El coeficiente de compresibilidad volumétrica m, (ecuación 13.3)
es también constante en cualquier punto de la capa que se consolida y no
varía con el progreso de la consolidación.
176 HIDRÁULICA NE LOS SUELOS

3. El drenaje del agua se produce solo siguiendo líneas verticales.


4. La lentitud con que se produce la compresión tiene por causa exclusiva
la baja permeabilidad del material. El efecto secundario, que se estudió en
el artículo 14, no es considerado.
La figura 25.34 representa un corte vertical de una delgada capiva
horizontal de espesor dz considerada dentro del estrato en consolidación.
La velocidad del agua que fluye por la dicha capita es igual a o y la diferen-
cia de presión hidrostática entre su borde inferior y superior es (3/9) de.
La ley de Darcy (artículo 11) exige que:
: oh 1
== —k 3 =—k 7 (25.3)

Si la capa fuera incompresible, la cantidad de agua que sale de la


misma sería igual a la que entra, y podríamos entonces escribir:
dy
E. 0 (25.4)

condición que es idéntica a la condición de continuidad expresada por la


ecuación 23.1. Pero al consolidarse un estrato compresible, la cantidad de
agua que sale del mismo en la unidad de tiempo es mayor que la cantidad
que entra, siendo esta diferencia igual a la disminución de volumen del

PIT
> el 22%
y Edemita
dr ds

A pintsión
de agua pe
pS
1

(B) Carga q por unidad debrea

?
MH Arcilla

Fig. 25.3. (a) Sección vertical de un elemento delgado de una capa en conso-
lidación, en la que se indican las presiones hidráulicas en los bordes del elemento:
(b) corte vertical por la capa de arcilla en consolidación, donde se indican las
condiciones hidráulicas de borde,
ART. 25 TEORÍA DE LA CONSOLIDACIÓN 177
estrato, de modo que, utilizando la ecuación 13.2, podemos escribir, para
un estrato de espesor unitario:
% _, 245)
a Tm
Como Ap es constante, la ecuación 25.2 conduce a:
op)CE
__ a
y
O o jay
a
Combinando esta ecuación con la 25.3, se obtiene:
Y ao o
a Cm Yo WE
o
uk uy
ES (48:3)
La ecuación 25.5 es la ecuación diferencial que define todo proceso
de consolidación en que el drenaje se produce linealmente. La misma puede
simplificarse recordando que:
k(cm/seg)
colemt/s05)
2
—=— A
gen )ma(cn7ar) 8)
El coeficiente c, es el coeficiente de consolidación (ecuación 14.2).
Sustituyendo:
or
> "o (25.7)
La solución de esta ecuación debe obedecer las condiciones hidráulicas
de borde, las que dependen de la carga y de las condiciones de drenaje,
en la forma en que lo indican los diagramas de la figura 25.2. Las condi-
ciones de borde que determinan la consolidación de una capa semiabierta
por la acción de una presión uniforme pueden servir de ejemplo. Según
lo indica la figura 25.3b, las condiciones de borde son las siguientes:
(1) Para t = 0 y para cualquier distancia z a contar de la capa imper-
meable, la sobrepresión hidrostática es igual a Ap.
(2) Para cualquier tiempo t, en la superficie de drenaje z = H, la
sobrepresión hidrostática es igual a cero.
(3) Para cualquier tiempo t, en la superficie impermeable (2 = 0), el
gradiente hidráulico es igual a cero (%4/9z = 0).
178 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

(4) Después de un tiempo muy largo, la sobrepresión hidrostática es


igual a cero para cualquier valor de z.
Combinando la ecuación 25.7 con las condiciones de borde se obtiene
el grado de consolidación U por ciento para cualquier valor de t. La ecua-
ción de U por ciento tiene la forma:
U% = f(T,) (25.8)
En esta expresión:
T.= +Co t (25.9)

es un número sin dimensión que se denomina el factor de tiempo. Como


en la ecuación 25.8 las constantes del suelo y el espesor de la capa com-
presible intervienen solo en la combinación representada por el factor de
tiempo T,, que es un número sin dimensión, el valor UJ% = f(T») es el
mismo para cualquier capa que se consolide en idénticas condiciones de
carga y drenaje. Por ello, utilizando la ecuación diferencial 25.7, se lo
ha determinado para todas las condiciones posibles de importancia prác-
tica y los resultados se han dispuesto en forma de gráficos y tablas. Por
medio de estas tablas y gráficos puede resolverse cualquier problema de
la práctica, sin la necesidad de otro cálculo que el que se requiere para
determinar T,, con la fórmula 25.9. La figura 25.4 representa las solu-
ciones para los problemas ilustrados por la figura 25.2, gráficos que deben
utilizarse según las instrucciones siguientes:
Para toda capa abierta (espesor = 2H) la relación entre U por ciento
y T, viene dada por la curva C,, cualquiera sea la inclinación de la isócrona
cero de, es decir, que dicha curva representa la solución de todos los
problemas de consolidación ilustrados por las figuras 25.2a, b, c y e. Si
la isócrona cero es horizontal, es decir, si la presión de consolidación se
distribuye uniformemente en todo el espesor de la capa, la curva C, también
representa la consolidación de una capa semiabierta de espesor H. El ejem-
plo gue sigue ilustra la forma de utilizar el gráfico (fig. 25.4a).
El coeficiente de consolidación de una capa de espesor 2H (fig. 25.4)
es igual a c, y se desea determinar el tiempo t para el cual el grado de
consolidación de la capa, debido a la carga impuesta por un edificio, se
hace igual al 60 por ciento.
De la ecuación 25.9 se obtiene:

y de la curva C, (fig. 25.4a) para un grado de consolidación del 60 por


ciento, T, = 0,28, Sustituyendo:
H2
+= 0.2 Co
(25.10)
ART. 25 TEORÍA DE LA CONSOLIDACIÓN 179
Grado dl consolidación Y en por ciento
3
3

Faclor
de hempo Ty
Grado de consolidación Y en por ciento
23 3

factor de Mempo Tr (fscala log)

Fig. 25.4. Relación entre el factor de tiempo y el grado de consolidación.


logarítmica. Las curvas €;, C, y C, corresponden a diferentes con os de carr
y drenaje, que son, respectivamente, las de las figuras 25.2 a, d y f. nin Terzaghi
y Frólich, 1936).
180 HIDRÁULICA DE LOS SUELOS

cualquiera sea la inclinación de la isócrona cero. Si la isócrona cero de


una capa de arcilla semiabierta de espesor H es horizontal, el grado de
consolidación de la misma después de un tiempo t (ecuación 25.10) tam-
bién será igual al 60 por ciento.
Si la presión de consolidación de una capa semiabierta disminuye de
Ap, en la parte superior a cero en su borde inferior, del modo que lo indica
la figura 25.2d, la relación entre U y T, viene dada por la curva Ca y si,
por el contrario, disminuye de cero en la parte superior a Ap, en el borde
inferior (fig. 25.2f), es la curva Cs la que proporciona la relación antedi-
cha. Para casos de distribuciones de presiones intermedias entre las ante-
riores, resulta suficientemente exacto determinar los valores buscados por
interpolación.
La figura 25.4b representa las curvas C,, Cz y Ca dibujadas en coor-
denadas semilogarítmicas, las que resultan más convenientes para pequeños
valores de U, pues se obtienen datos algo más exactos. La curva semilo-
garítmica C, es igual a la dibujada en trazos llenos en la figura 14.2b.
A raíz de las hipótesis simplificativas indicadas al iniciar este análisis,
el cálculo de la velocidad a que se produce el asentamiento tiene el carácter
de una estimación grosera. La divergencia más importante entre la teoría
y la realidad se ha denominado, en el artículo 14, como efecto secundario.
Según la teoría de la consolidación, la curva tiempos-asentamientos debería
aproximarse a una asíntota horizontal, mientras que en la realidad termina
como una tangente inclinada en la forma en que lo indica la figura 14.22. Al
presente resulta imposible predecir con seguridad el asentamiento secun-
dario sobre la base de resultados de ensayos. La experiencia indica que el
asentamiento secundario de edificios fundados en arcillas normalmente
consolidadas varía, durante las primeras décadas posteriores a la construc-
ción, entre 3 y 12 milímetros por año. Se han observado, sin embargo,
como excepción, asentamientos del orden de 2,5 centímetros por año.
Es evidente que los resultados de los cálculos de asentamientos no
serán ni aproximadamente correctos, a menos que las condiciones hidráu-
licas de borde supuestas se hallen en concordancia con las reales existentes
en el terreno. Pequeñas capitas continuas de arena o limo, situadas dentro
del estrato de arcilla, actúan como capas de drenaje y aceleran Ja conso-
lidación, mientras que simples lentes de los mismos materiales no tienen
mayor efecto. Cuando las perforaciones indican que un estrato de arcilla
contiene capitas de arena o limo, es corriente que el ingeniero no +pueda
determinar si dichas capitas son continuas o no. En estos casos, la teoría
de la consolidación solo puede utilizarse para determinar valores límites,
superior e inferior, de la velocidad de consolidación. La velocidad real
permanece desconocida hasta que la misma se determina en la estructura
construida *.,
* La presencia de capitas drenantes poco espaciadas es de una ocurrencia frecuente
en formaciones de origen fluvial o deltaico, por cuyo motivo la velocidad de consolidación
pudo ses muy rápida en ipos de arcilla, cualquiera sea el espesor del estrato.
ART. 25 TEORÍA DE LA CONSOLIDACIÓN 181

Más aún, en realidad, el agua contenida en la arcilla situada debajo


de una fundación cargada no solo drena en las direcciones verticales sino
que también lo hace en direcciones horizontales o inclinadas, lo que invo-
lucra la consolidación tridimensional de la capa que se considera. Algunos
casos de consolidación tridimensional para condiciones de borde y estado
relativamente simples están resueltos (Biot, 1941; Gibson y
de solicitación
McNamee, 1963). Para condiciones más complejas se pueden obtener solu-
ciones por medio de métodos numéricos (Abbot, 1960; Gibson y Lum, 1953).
Problemas
1. De una capa de arcilla de 6 metros de espesor situada entre dos estratos
de
arena, se obtuvieron varias muestras representativas, que ensayadas a consolidación,
dieron para C.» un valor medio de 4,92 x 10=* centímetros cuadrados por segundo. Un
edificio construido encima de la capa aumentó la tensión vertical media sobre la misma
y el edificio empezó a asentarse. ¿Cuántos días son necesarios para que produzca la
mitad del asentamiento total?
Solución: 423 días.
2. Si la capa de arcilla del problema 1 contiene una delgada capita de drenaje,
situada a 1,50 metros de su borde superior, ¿cuántos días se requerirían para alcanzar la
mitad de la consolidación?
Solución: 238 días.
3. Una capa de arcilla de 9 metros de espesor, que descansa sobre una base
rocosa impermeable, tiene un valor de c» igual a 9,5 X 1Ó—* centímetros cuadrados por
segundo. La tensión de consolidación a lo largo de una recta vertical se supone que
varía uniformemente de un máximo en la parte superior a cero en la base rocosa,
¿Cuántos años se necesitarán para que el asentamiento llegue al 30% del valor final?
Resuelva el mismo problema suponiendo, en lugar la base rocosa, un estrato
permeable de arena.
Solución: 6,2; 4,75 años.
Lecturas seleccionadas
En las referencias que siguen se encuentran soluciones para la consolidación de
masas de suelo con diferentes condiciones de borde,
Terzaghi, K. y O. L. Frólich (1986). Theorie der Setzung von Tonschichten (Teoría
asentamiento de las capas de arcilla). Leipzig, Deutike, 168 págs.
Gray, H. (1945). “Simultaneous consolidation of contiguous layers of valle compressible
soils”, Trans. ASCE, 110, págs. 1327-1344.
Besson, R. A (1948). ¿Consaidatión of fine-grained soils by drain wells”, Trans. ASCE,
Cibson, R. E. 2 P. Lumb (1953). “Numerical solution of some problems in the consoli-
dation of clay”, Proceedings Institute of Civil Engineers, London, Partes 1 y 2,
págs. 182-198.
Carslaw, H. S. y J. C. Jaeger (1959). Conduction of heat in solids, Oxford, Clarendon
Press, segunda edición, 510'págs.
Abbot, M. B. (1960). “One-dimensional consolidation of multi-layered soils”, Geotechni-
que, 10, págs. 151-165.
Gibson, R. E. y J. McNamee (1963). “A three-dimensional problem of the consolidation
of a semi-infinite clay stratum”, Quart. Journal Mechanics and Appled Mathematics,
16, Parte 1, págs. 115-127.
Capítulo 5
EQUILIBRIO PLASTICO DE LOS SUELOS

ART. 26 HIPÓTESIS FUNDAMENTALES


El presente capítulo trata de la presión lateral o empuje de las tierras
sobre estructuras de retención, tales como los muros de sostenimiento o
las entibaciones de excavaciones a cielo abierto; de la resistencia de las
tierras al desplazamiento lateral; de la capacidad de carga de los suelos,
y de la estabilidad de los taludes. Los problemas de este tipo solo
requieren la determinación del coeficiente de seguridad respecto a rotura,
y su solución se obtiene comparando dos conjuntos de fuerzas: las que tien-
den a producir la rotura y las que tienden a impedirla. Esta operación
se llama cálculo de la estabilidad. Para hacer un cálculo de la estabilidad
se necesita determinar la posición de la superficie potencial de desliza-
miento y computar o estimar la resistencia a lo largo de dicha superficie.
La resistencia unitaria s al deslizamiento depende no solo del tipo
de suelo sino también de la presión normal efectiva p — uy en la super-
ficie de deslizamiento y de un número de otros factores que se han tratado
en los artículos 16 a 18. La selección del valor apropiado de s que corres-
ponde a un problema particular requiere experiencia y criterio. No obs-
tante, se puede obtener corrientemente una aproximación razonable utili-
zando una de las siguientes expresiones:
s = (p— te) tg $, para arenas sin cohesión (17.1)
s c+ (p — tv) tg $, expresión que representa crudamente
la resistencia de las arcillas preconso-
lidadas y la de los suelos arcillosos no
saturados (16.5)
s = % qu = Cc, para arcillas normalmente consolidadasy otros
suelos arcillosos saturados cuando prevalesa la
condición no drenada ($ = 0) (18.5)

Las arcillas resistentes presentan comúnmente un conjunto de fisuras


capilares que hacen que las condiciones de su estabilidad dependan en
gran parte de la duración y del grado de exposición a los agentes climá-
ticos que las mismas hayan experimentado (véase artículo 43). Por esta
razón, tales suelos están fuera del alcance de un estudio teórico.
ART. 26 HIPÓTESIS FUNDAMENTALES 183

En esta obra, cada problema de estabilidad es resuelto primero para


el caso de una arena seca (1,= 0) sin cohesión, para la cual es aplicable
la ecuación 17.1, y después para un material cohesivo que obedece a la
ley de la ecuación 16.5, Cuando el lector se sienta capacitado para resolver
problemas en los que intervengan estas dos ecuaciones, podrá también resol-
ver fácilmente problemas similares referentes a arenas parcial o totalmente
sumergidas y asimismo para aquellos que involucren arcillas saturadas bajo
la condición no drenada.
En una masa de arena parcialmente sumergida en agua en reposo, la
tensión neutra 4, a cualquier profundidad z debajo de la napa freática es
igual a:
Lo = Yuz
Esta tensión reduce el peso unitario efectivo de la arena situada por
debajo de la napa del valor y al y” (peso unitario de la arena sumergida,
ecuación 12.6). Por consiguiente, si un cálculo de estabilidad involucra
una capa de arena parcialmente sumergida, el cálculo se realiza en forma
similar al caso de arena seca, tomando como única precaución la de rempla-
zar para la parte de arena bajo agua el peso unitario y por el y”.
La presión que una masa de arena parcialmente sumergida ejerce sobre
una estructura de sostenimiento es igual a la suma de la presión o empuje
de la arena, calculada en la forma que se acaba de indicar, más toda la
presión del agua. Sin embargo, si el agua no está en reposo, sino que filtra
a través de los vacíos del suelo, el procedimiento descrito debe ser corregido
para tener también en cuenta la presión de filtración ejercida por el agua
en escurrimiento. La presión originada por el escurrimiento del agua en
los suelos se trata en los artículos 35 .
Considerando ¿ = 0, la ecuación 16.5 puede ser reducida a la 18:5,
que representa aproximadamente la resistencia al corte de las arcillas blandas.
de modo que las expresiones teóricas derivadas de la ecuación 16.5 se pueen
usar en muchos problemas de importancia práctica que se refieren a las
arcillas saturadas de consistencia blandas a medias. Se debe subrayar, no
obstante, que los cálculos basados en estas expresiones son estrictamente
aplicables solo si el contenido de agua de la arcilla permanece constante,

—-
8

La
e —p, | A
¡[lo de p, ———
Fig. 26.1. de Mohr de rotura para el caso en que la
línea envolvente es una rec
184 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

debiéndose hacer notar, además, que deben tenerse en cuenta los cambios
que se pudieran producir con el tiempo en la estabilidad del elemento que
se analiza. El efecto del tiempo puede predecirse en algunos casos estimando
las modificaciones que experimentarán las presiones de poros, pero usual-
mente solo es dable tenerlo en cuenta de una manera general en base al
conocimiento de las propiedades físicas del suelo. Algumos de los efectos
producidos por el tiempo se tratan en el artículo 18 y otros en la Parte III.
La condición de rotura expresada por la ecuación 16.5 se corresponde
con el diagrama de Mohr, cuando se supone que la línea de resistencia
intrínseca es una recta (fig. 26.1). Por consiguiente, en el instante de la
rotura, existe una relación definida entre la presión principal mayor p, y la
menor pa, que se deriva por geometría como sigue:
p.+d=0A+AB= OA (1 + sen$)
v+d=0A—AB= OA (1 + sen$)
De estas expresiones resulta:
pen 1 + sen $
Pr Pa A
pero como;

vV I—sm
sen $

se obtiene:
_ 1 + sen $ A + sen $
=P PLATA en
E)
Llamando:
No = tg (ss + 2) (26.1)
resulta: p=pNy +20 YN (26.2)
La cantidad N¿ es conocida como el valor de fluencia. Si c = 0,
pr = paÑo (26.3)
ysig=0,
Pi = ps + 2e (26.4)
ART. 27 ESTADOS DE EQUILIBRIO PLÁSTICO 185

Problemas
1. Se somete a ensayo triaxial una muestra de arena densa seca. Se cree que el
ángulo de fricción interna es aproximadamente 87”. Si la presión principal menor es de
2 kg/cm, ¿cuál será la presión principal mayor de rotura?
Solución: 8 kg/cm”.
2. Resolver el problema 1 en la hipótesis de que la arena tiene una pequeña
cohesión igual a 0,10 "kg/cm.
Solución: 8,4 kg/cm.
3. La resistencia al corte de un suelo está determinada por la ecuación: $ =C + p
realizan dos ensayos triaxiales sobre el material. En el primero la presión de
confinamiento es de 2 kg/cm” y la rotura ocurre a una presión axial adicional de 6 kg/cm”.
En el se; lo la presión de confinamiento es de 3,5 kg y la rotura ocurre a una presión
adicional de 10,5 kg/cm. ¿Qué valores de c y $ corresponden a estos resultados?
Solución: 0; 87".

ART. 27 ESTADOS DE EQUILIBRIO PLÁSTICO

Conceptos fundamentales
Una masa de suelo está en estado de equilibrio plástico si cada punto
de la misma se encuentra al borde de la rotura. Rankine (1857) investigó
los estados de tensión correspondientes a aquellos estados de equilibrio
plástico que se producen simultáneamente en todos los puntos de una masa
semiinfinita de suelo sujeta solo a su propio peso. Los estados de equilibrio
plástico similares a los considerados por Rankine se denominan estados de
equilibrio plástico de Rankine. La consideración de los estados de equilibrio
de Rankine, aplicables a una masa semiinfinita, tiene como propósito prin-
cipal servir de introducción a estados más complicados de equilibrio plás-
tico, que son los que tienen importancia práctica.
Los estados de equilibrio plástico de Rankine están representados en la
figura 27.1. En ella, AB representa la superficie horizontal de una masa
semiinfinita de arena sin cohesión de peso unitario y, y E un prisma de arena
de base unitaria y de altura z. Como el prisma es simétrico con respecto a
cualquier plano vertical, la presión normal en la base
Po = yz (27.1)
es una tensión principal y las presiones p,, normales a las caras verticales,
son también tensiones principales.
Según lo establecido en la ecuación 26.3, en un material sin cohesión,

pm=e(e+t)
la relación entre las dos tensiones principales no puede exceder el valor

Pon oh
186 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

La presión vertical p, de la masa de arena indicada en la figura 27.1a


puede ser tanto la tensión principal mayor como la menor, es decir, que la rela-
ción K =-P*. puede adquirir cualquier valor entre los límites:
Po
ko (0-4) (27.2)
y

Kp = = No = tg? (ss + +) (27.3)


En una arena en reposo, depositada por la naturaleza, o bien artifi-
cialmente por el hombre, K adquiere un valor Ko intermedio entre Ka y
Kp, de modo que:
Pr = Kopo (27.4)
El valor Ko es una constante empírica que se denomina coeficiente
de la presión lateral de las tierras en reposo y cuya magnitud depende de
la densidad relativa de la arena y del proceso de formación del depósito,
Si este proceso no involucró la compactación artificial por apisonado, Ky
tiene valores cercanos a 0,50 para arenas sueltas y a 0,40 para arenas densas.
El apisonado en capas puede aumentar dichos valores hasta 0,80,
Para que el K de una masa de arena pueda pasar del Kp del suelo
en reposo a cualquier otro valor, es necesario que toda la masa experimente
un movimiento de expansión o de contracción en el sentido horizontal,
Como el peso de la arena situada sobre un plano horizontal cualquiera
no sufre con este movimiento cambio alguno, la presión vertical p, no se
altera. Por el contrario, la presión horizontal p, = Kpp disminuye si la
masa se expande, y aumenta si se contrae.

Lira
huge
Fig. 27.1. (a y b) Diagramas que representan el estado de Rankine en
una masa semiinfinita de as e Ce y d) los mismos diagra “$ para el estado
/0 de Rankine.
ART. 27 ESTADOS DE EQUILIBRIO PLÁSTICO 187

Cuando la masa se expande, dos secciones verticales cualesquiera ab


y cd se separan y el valor de K disminuye hasta que alcanza el valor Ka
(ecuación 27.2). En ese preciso momento, la arena entra en el estado
activo de Rankine y a una profundidad cualquiera z, la presión horizontal
se hace igual a:

Pr = Kapo = Kayz E (27.5)


$

El valor K, se denomina el coeficiente del empuje activo de las tierras.


La figura 27.1b indica para este estado la distribución de las presiones
sobre las caras y la base de un elemento cualquiera E. Una mayor expan-
sión de la masa de arena no produce efecto alguno sobre el valor de p,
(ecuación 27.5), pero da origen a un deslizamiento a lo largo de dos
conjuntos de superficies planas como las indicadas a la derecha de la
figura 27.1a y que, según lo establecido en la ecuación 16.3, intersectan la
dirección de la tensión principal menor con un ángulo de 45? + 4/2. Como
esta tensión principal es horizontal, en el caso del estado activo de Rankine,
los planos de deslizamiento forman con la misma un ángulo de 45% + 4/2
El conjunto de rectas formadas por las trazas de los planos de deslizamiento,
sobre una sección vertical paralela a la dirección de la expansión, se deno-
mina esquema de los deslizamientos.
Una compresión horizontal de toda la masa de arena produce un mo-
vimiento de ab hacia cd, como lo muestra la figura 27.1c y, como conse-
cuencia, la relación K = pa/p» aumenta. Tan pronto como K se hace igual
a Kp (ecuación 27.3) se llega al estado pasivo de Rankine y, a una pro-
fundidad cualquiera z, la presión horizontal alcanza el valor:
Pa = Kppo = Kpyz = yaNo (27.6)
en la que K» es el coeficiente del empuje pasivo de las tierras.
Como la tensión principal menor del estado pasivo de Rankine es
vertical, las superficies de deslizamiento se elevan formando un ángulo de
159 —¿/2 con la horizontal, como lo muestra la figura 27.1c.
Los estados activos y pasivos de Rankine constituyen los dos estados
límites del equilibrio de las arenas. Todo estado Etermedio, incluido el
estado de reposo, se denomina estado de equilibrio elástico.

Estados locales de equilibrio plástico


Los estados de Rankine ilustrados en la figura 27.1 se producen cuan-
do todo el material de una masa semiinfinita de arena se comprime o expan
de uniformemente, y se denominan estados generales de equilibrio plástico
En un estrato real de arena no es posible producir un estado general de
equilibrio plástico, a menos de que el mismo derive de fenómenos geoló-
gicos, como ser la compresión horizontal de la base rocosa de una capa
de arena por fuerzas tectónicas. Efectos locales, tales como el desplaza-
miento de muros de sostenimiento, no producen cambio radical alguno en
188 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

—e
debo]
y
Ls

5 NENININ ON A | (a)
1 Xx X
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A 2
+ pr ÍeS Del 7j
3 LN
Fig. 27.2. (a) Diagramas que representan el estado activo local de Rankine er
arena contenida en una caja rectangular; (b) los mismos diagramas para el
estado pasivo local de Rankine.

las tensiones interiores de la arena, salvo en las cercanías inmediatas a la


fuente de los fenómenos, El resto de la masa de arena permanece en estado
de equilibrio elástico.
Los estados locales de equilibrio plástico pueden derivar de procesos
de deformación muy distintos. A su vez, los estados de tensión resultantes
en la zona plástica y la forma misma de dicha zona dependen preponde-
rantemente del tipo de deformación que los causa y del grado de rugosidad
de la superficie de contacto entre el suelo y la estructura de sostenimiento.
Estos factores constituyen las condiciones de deformación y las condiciones
de or: y sus influencias prácticas están ilustradas en las figuras 27.2
y 7.3.
La figura 27.2a representa un corte vertical de un cajón prismático
de una longitud 1 igual a la distancia entre las secciones ab y cd de la
figura 27.1. Si en el cajón se deposita arena por un procedimiento similar
al que dio lugar a la formación de la masa semiinfinita representada en
la figura 27.1, las tensiones internas de ambas masas, mientras permanez-
can en reposo en estado de equilibrio elástico, serán idénticas.
Para cambiar el estado de la masa semiinfinita de arena de la figura
27.1a y llevarla del reposo al estado activo de Rankine, es necesario tras-
ladar la sección vertical ab en una distancia d,. Si se desea hacer lo mismo
con la arena contenida en el cajón de la figura 27.2a, será necesario tam-
bién desplazar la pared ab en la misma distancia, ya que así lo requiere
la condición de deformación. A medida que la pared ab (fig. 27.20) se
desplaza, la altura de la masa de arena decrece y su longitud aumenta.
Esto crea movimientos relativos entre la arena y todas las superficies de
ART. 27 ESTADOS DE EQUILIBRIO PLÁSTICO 189

las caras del cajón en contacto con la misma y produce, si las superficies
son rugosas, tensiones tangenciales verticales y horizontales. Como en el
estado activo de Rankine las tensiones tangenciales en dichos planos son
nulas, este estado no es posible a menos de que las caras y el fondo del
cajón sean lisos. Este im ii dici
de borde necesaria para que la masa de arena del cajón pueda alcanzar el
estado activo de Rankine. Si se satisface, dicho estado se alcanza tan
pronto como ab llega a la posición abi. La expansión unitaria del suelo
es entonces d,/l, Cualquier movimiento adicional de la pared dará lugar
a un desplazamiento de las partículas de suelo según dos conjuntos de
superficies, indicadas en líneas punteadas en la figura 27.2a, sin que por
ello cambien las tensiones internas de la masa.
Si la pared ab es perfectamente lisa pero la base del cajón es rugosa,
la arena situada entre la pared ab y la superficie potencial de deslizamiento
be puede deformarse libremente de la misma forma que lo haría si la base
fuese lisa. Las tensiones internas en el resto de la arena no resultan mate-
rialmente modificadas, pues la fricción a lo largo de la base impide que
se produzca la deformación requerida. Por lo tanto, un desplazamiento
hacia afuera de la pared ab produce un estado activo de Rankine sola-
mente dentro de la cuña abe. Como el ancho de la cuña aumenta de cero
en la base a un valor 1, en la superficie, la exransión unitaria d,/l que se
requiere para producir un estado activo se alcanza tan pronto como ab
pasa a la posición ay'b (fig. 27.24). Ésta es la condición de deformación
necesaria para este caso. Si la pared ab se desplaza más allá de a,'b, la
cuña de suelo se.mueve a lo largo de un plano de deslizamiento be, que
forma con la horizontal un ángulo de 45" + $/2.
Si las paredes y la base del cajón son perfectamente lisas, y se empuja
la pared ab contra la arena, toda la masa pasa al estado pasivo de Rankine
(fig. 27.2b) tan pronto como la pared haya recorrido una distancia d». En
este caso, los planos de deslizamiento forman un ángulo de 45” — ¿/2 con
la horizontal.
Si la pared ab del cajón es perfectamente lisa y su base rugosa, el
estado pasivo de Rankine se produce solamente dentro de la cuña abe.
La transición del estado elástico al plástico no se produce hasta que ab
se haya desplazado hasta o más allá de az'b.

a
Pared
da: 24)
e: (0)
a
L=>| la
Ter
ta
Fig. 27.3. Rotura de la arena situada detrás del paramento vertical liso de un
inuro de sostenimiento, cuando no se satisface la condición de deformación para
e! estado activo de Rankine. (a) Corte trasversal al paramento interno; (b)
empuje contra el muro,
190 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Ly
Fig. 27,4. Rotura de la arena situada detrás del paramento vertical liso de un
muro cuando no se satisface la condición dr. deformación para el estado pasivo de
Rankine. (a) Corte transversal al paramento interno; (b) empuje contra el muro.

Si la pared del cajón puede desplazarse hacia afuera solamente por


giro alrededor de su arista superior, como lo indica la figura 27.3, la masa
de arena rompe por corte a lo largo de una superficie de deslizamiento
curva tan pronto el giro se hace perceptible, ya que las deformaciones que
una arena puede experimentar, compatibles con un estado elástico de
equilibrio, son muy pequeñas. A pesar de esto, la arena situada entre la
pared y la superficie de corte o deslizamiento no alcanza el estado activo
de Rankine, pues la parte superior de la pared no puede desplazarse y, por
iguil no se satisf: las condici de defi i i
Investigaciones teóricas y experimentales, relativas al tipo de rotura
resultante cuando la pared gira alrededor de su arista superior, han llevado
a la conclusión de que la superficie de deslizamiento se inicia en el punto b
(fig. 27.3a), con un ángulo de 45% + ¿/2, para curvarse luego hacia
arriba y cortar la superficie horizontal del terreno con un ángulo recto. La
parte superior de la cuña de deslizamiento permanece en estado de equi-
librio elástico, hasta que la zona inferior de la misma haya pasado por
completo al estado de equilibrio plástico. La distribución de las presiones
debidas al empuje tiene en este caso forma parabólica (fig. 27.3b), y no
triangular como en la figura 27.1b,
Investigaciones similares relativas al giro hacia adentro de la pared
por su arista superior (fig. 27,4a) han indicado que la superficie de desli-
zamiento se inicia en bh con un ángulo de 45" — $/2, y que también inter-
secta a la superficie horizontal del terreno en ángulo recto, La distribución
de presiones que corresponde a este caso está indicada en la figura 27.4b,

Lecturas seleccionadas
Una discusión general de la aplicación de la teoría de la plasticidad a estados de
equilibrios límites, incluyendo problemas de presión de suelos, estabilidad de taludes y
capacidad de carga, se encuentra en Sokolovki V. V. (1960): Static of soil media, tra-
elas del ruso al inglés por D. H. Jones y A. N. Schofield, London, Butterworths,
237 págs.
Métodos o para resolver problemas complejos de condiciones límiteg..
se, encuentran, desarrollados en Hansen, B. (1985): A theory of plasticity for ideal
frictionless materials, Copenhagen, Teknish Forlag, 471 págs.
ART. 28 TEORÍA DE RANKINE DEL EMPUJE DE LAS TIERRAS 191

ART. 28 TEORÍA DE RANKINE DEL EMPUJE DE LAS TIERRAS

Empuje contra muros de sostenimiento


Los muros de sostenimiento tienen una función idéntica a la de las
caras verticales del cajón indicadas en la figura 27.2. El suelo adyacente
al muro, que según sea el caso forma parte de un terraplén o es tierra de
relleno, se deposita siempre después de construido el muro y, a medida
que se procede a esta operación, el muro sufre alguna deformación bajo
el efecto de la presión creada. El valor final del empuje depende no solo
de la naturaleza del suelo y de la altura del muro, sino también de la mag-
nitud de la deformación o desplazamiento que el mismo sufre. Si el muro
no se deforma o desplaza, es probable que la presión de la tierra retenga
para siempre un valor cercano al que le corresponde al mismo suelo en
reposo (artículo 27). Sin embargo, tan pronto como el muro empieza a
sufrir deformaciones que lo desplazan en una magnitud suficiente, aunque
ible con su estabilidad, se satisf Ati s condicio-
nes de deformación para que el suelo adyacente pase del estado de reposo
al de equilibrio plástico. Por esta razón, para ser estable, un muro de sos-
¡mi que puede di o despl: debe tener un coefici de
seguridad adecuado respecto de los esfuerzos emergentes del empuje activo,
no siendo necesario, para determinar su estabilidad, la consideración de
empujes mayores.
A pesar de que la superficie de contacto con el suelo de todos los
muros de sostenimiento es rugosa, se pueden obtener valores aproximados
del empuje suponiendo que la misma es lisa, de modo que en este artículo
se considera por hipótesis una superficie de contacto lisa. Los métodos para
obtener valores más exactos son tratados en los artículos subsigu'entes.

Empuje activo de suelos sin cohesión. Muros de paramento


interno vertical liso
Si el paramento interno del muro de sostenimiento es vertical y per-
fectamente liso y si la superficie límite de la arena que forma el terraplén
es horizontal, la magnitud y distribución del empuje sobre el mismo son idén-
ticas a las determinadas en el caso del plano ficticio ab de la figura 27.1.
En este caso, el empuje puede ser calculado con las fórmulas ya deducidas.
En la realidad no existen muros con paramentos perfectamente lisos.
A pesar de ello, en razón de su simplicidad, las ecuaciones derivadas en
función de esta hipótesis son utilizadas con frecuencia para calcular el
empuje contra muros y otras estructuras reales sometidas al empuje de
tierras. Se demuestra más adelante que la rugosidad del paramento interno
del muro reduce comúnmente el empuje activo y aumenta el empuje pasivo,
así que, como regla general, el error que acompaña dichos cálculos está
del lado de la seguridad.
192 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Fig. 28.1. Rotura de la arena situada detrás de un muro de sostenimiento en


cantilever; la condición de deformación para el estado activo de Rankine es casi
completamente satisfecha,

La hipótesis de paramento interior perfectamente liso es casi estricta-


mente correcta en un caso de considerable importancia práctica. Este caso
está ilustrado por la figura 28.1, y comprende a los muros en L y en T
con solera inferior. Si el muro se deforma o desplaza por la acción del
empuje, la arena rompe por corte a lo largo de dos planos de deslizamiento
que arrancan del pie del mismo con un ángulo de 45 + $/2 Dentro de
la cuña así “formada, la arena está en el estado activo de Rankine y no
existen tensiones tangenciales en el plano ab que pasa por el pie del muro,
El empuje sobre este plano es idéntico entonces al que existiría en el caso
de un muro perfectamente liso.
Si la arena está perfectamente seca, el empuje unitario a una profun-
didad z, contra un paramento liso, viene expresado por:

Pr= - Y y]1 (27.5)5

La presión aumenta linealmente con la profundidad como lo indica el


triángulo abc (fig. 27.2a), y el empuje total sobre el muro es:
H 1 1
Pa =S. Padz = 57 yH? N (28.1)

El punto de aplicación de Pa está situado a una altura H/3 sobre el


pie del muro.
Si el muro es desplazado a una posición az'b (fig. 27.2b), la presión
Pa de la tierra toma los valores correspondientes al estado pasivo de Rankine:
Pp, = y2Ns (27.6)
y el empuje total viene dado por:

P,= S: pda = + y HN, (28.2)


ART. 28 TEORÍA DE RANKINE DEL EMPUJE DE LAS TIERRAS 193

Empuje activo en el caso de arena parcialmente sumergida que


soporta una sobrecarga uniforme
En la figura 28.2a, la recta ab representa el paramento interno perfec-
tamente liso de un muro de altura H. El peso unitario efectivo de la arena
seca es ys y el de la arena sumergida es y” (véase artículo 12); el peso unita-
rio del agua €s yw. La superficie horizontal del terreno soporta una sobre-
carga uniformemente distribuida q por unidad de área. El nivel de la napa
freática está a una profundidad H, debajo de la cresta del muro. Los ángulos
de fricción interna de la arena seca y de la arena sumergida se suponen
iguales a $ para ambas.
Si el muro se desplaza de la posición ab a la posición a,”b, la presión
sobre su paramento interno disminuye, del empuje unitario de la tierra en
reposo, al empuje unitario activo de Rankine. Al final del artículo 26 se
demuestra que el efecto total que la presión del agua de los poros ejerce
sobre las tensiones efectivas que actúan en la arena puede ser tomado en
cuenta considerando para su peso unitario el peso y” del material sumergido
(ecuación 12.6). Hasta la profundidad H,, el empuje del suelo está repre-
sentado por el triángulo ace de la figura 28.2b. A una profundidad cual-
quiera z” por debajo de la napa freática, la presión vertical efectiva en una
sección horizontal está dada por:
p =Hy +z2Y
y el empuje unitario activo de Rankine, según la ecuación 27.5, es igual a:
mo= Psqe (yz) yy, (28.3)
El empuje total efectivo por debajo de la napa freática viene dado entonces
por el área bced de la figura 28.2b. A este empuje debe agregarse el origi-
nado por el agua:
Po = Ya yoH2? (28.4)

miad Se y, ¿reo
Presión

al daddd

b i 7 ESF

reMe LE Lal
¿A Ye
po My

Fig. 28.2. Empuje activo de arena parcialmente sumergida que soporta una sobre-
carga. (a) Corte trasversal al paramento interno de la estructura de sostenimiento;
(b) empuje contra el paramento interno de la estructura.
194 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS
Presión y, por
unidad de área

(a)

Fig. 28.3. Rotura de la arcilla situada detrás del paramento interno liso y vertical
de un muro de sostenimiento, cuando se s ie
para el empuje activo. (a) Corte trasw paramento interno; (b) empuje
contra a muro.

que actúa en la parte inferior bc del paramento y que está representado por
el triángulo def en la figura 28.2b.
Si el terraplén soporta una sobrecarga uniformemente distribuida q
por unidad de área, la presión vertical efectiva po aumenta, a cualquier
profundidad, en dicho valor q, y el empuje activo unitario de Rankine
aumenta en:
Apr =% (88.5)
En la figura 28.2b, el empuje producido por la sobrecarga q está repre-
sentado por el área aefihg.
Empuje activo de suelos cohesivos, Muro de paramento interno
vertical liso
En la figura 28.3a, la recta ab representa el paramento interno liso de
un muro en contacto con un suelo cohesivo de peso unitario y, cuya resis-
tencia está definida por la ecuación:
s=cH+ptgg9

que, de acuerdo con lo dicho en el artículo 26, es aplicable por lo menos


como primera aproximación a suelos cohesivos secos o húmedos situados
por encima de la napa freática. En tales suelos, la relación entre las tensio-
nes principales extremas viene definida por la ecuación:
A (26.2)
donde p, y pa son, respectivamente, la tensión principal mayor y la tensión
principal menor y

No = tg?(1 + 4) (26.1)
ART. 28 TEORÍA DE RANKINE DEL EMPUJE DE LAS TIERRAS 195

es el valor de fluencia. En el artículo 16 se demostró también que, sea cual


fuere el valor de c, las superficies de deslizamiento siempre intersectan la
dirección de la tensión principal menor con un ángulo de 45? + 4/2 (ecua-
ción 2.2).
Si el paramento interno del muro es liso y la superficie del terreno
es horizontal, la presión principal vertical a una profundidad z es p, = yz.
Antes de que el muro sufra desplazamiento, el empuje es igual al que corres-
ponde a la tierra en reposo. En este estado, la presión horizontal pa es la
tensión principal menor. Un desplazamiento hacia fuera del muro, hasta
alcanzar o sobrepasar la posición ay'b, reduce pa al valor que le corresponde
en el estado activo de Rankine y, si se sustituye po = Pi = Ye Y Pa = Pa en
la ecuación 26.2, se obtiene:

mom Ñ 2 YN (28.6)
$

Esta tensión está representada, para cualquier profundidad z, por la


distancia entre las rectas ab y cd de la figura 28.3b.
A una profundidad:
NS EV Ne (28.7)
la tensión p, se hace igual a cero. Para profundidades menores que zo el
empuje contra el muro es negativo, siempre que no se produzca una grieta
entre el mismo y el suelo. El empuje total es igual a:
m=f'
4= ), deL 0 it.— 2e
dq 28.8)
(28.
Si el muro tiene una altura:
H=H.= Le UN; = a (28.9)
la presión total es igual a cero. Por consiguiente, según la teoría, si la altura
de un corte vertical es menor que H,, no necesita soporte alguno. En la
práctica, la altura máxima que un corte vertical puede alcanzar sin necesidad
de soporte es algo menor de H., debido a que este valor corresponde al caso
en que existe un muro adherido al suelo y el empuje unitario varía de
— 20/VN, en la superficie a + 2c/VN¿ a una profundidad Ho mien-
tras que, en el caso de un corte sin muro, la tensión horizontal en la cara del
mismo es nula en todos los puntos (véase artículo 35).
Para $ = 0 (artículo 18), N = 1
con lo cual:
Pa = a vH? — 20H 128.10)
196 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

H,= (28.11)

<|8
Como no siempre el suelo se adhiere al paramento, se considera común-
mente que para suelos cohesivos el empuje activo contra muros de sosteni-
miento es igual a la presión total representada por el área bde, igual al
área odd, menos el área cebd, (fig. 28.8b). Por consiguiente:
1
Pa = q Py,
1 2H Ata (28.12)

Para
$ =0,
.=>+ vir — 214 22 (28.13)
Empuje pasivo de los suelos cohesivos. Muros de paramento
interno vertical liso
Si la cara ab del muro o bloque que soporta el suelo y su sobrecarga
uniforme es empujada hacia el mismo, como lo indica la figura 28.4a, la ten-
sión principal horizontal p, aumenta y se hace mayor que po. Tan pronto como
ab alcanza o sobrepasa la posición az'b, que representa la condición de
deformación para el estado pasivo de Rankine, se satisfacen las condiciones
para que se produzca la rotura (ecuación 26.2). Como pa representa la
tensión principal mayor, se puede sustituir p,= Pi y Py = Ps = yz + q enla
ecuación 26.2 y se obtiene:
Pr = Y2N¿ + 20V No + qN5 (28.14)
La presión p, puede ser considerada en dos partes. Una de ellas,
py = y2Ng
aumenta como la presión hidrostática en relación lineal con la profundidad.
En la figura 28.4b, la tensión p,' está representada por el triángulo c,cado
con un área:
Pr ="/, y BPN5 (28.15)
El punto de aplicación de P' está situado a una distancia H/3 del punto
b, y su valor representa el empuje pasivo de un material sin cohesión con un
ángulo de fricción interna $ de peso unitario y.
La segunda parte de p, es:
pw” =2 V N¿+qN)
Esta presión es independiente de la profundidad y está representada por la
altura del rectángulo abc,d, de la figura 28.4b,
ART. 28 TEORÍA DE RANKINE DEL EMPUJE DE LAS TIERRAS 197
A
vidad e diva á
e
cd (6)
ee .
(7 Le
47]
z 4
+ 4-
3
E,
L - b e le al
la) Ze VNy > gy Ya
Fig. 28.4. Rotura de la arcilla situada detrás del paramento interno vertical y
liso de un muro, cuando se satisface la condición para el empuje pasivo, (a) Corte
trasversal al paramento interno; (b) empuje sobre el muro.

La presión total es igual al área del rectángulo, es decir:


Py"=H (2 V No+ qNg) (28.16)
El punto de aplicación de Pp” está situado en la mitad de la altura ab y,
como la ecuación 28.16 no contiene el peso unitario y, Pp” puede ser calcu-
lado suponiendo que el suelo no tuviera peso alguno.
De las ecuaciones 28.15 y 28.16 se deduce que el empuje pasivo total
es igual a:
= Pé + Po” ="/:yH?.N¿
+ H (20 VN¿+ qNg) (28.17)
Según lo demostrado, Pp puede ser calculado por medio de dos opera-
ciones independientes, Se calcula primero P»" suponiendo que la cohesión
y la sobrecarga son nulas (c = 0, q = 0). El punto de aplicación de Pp”
está situado en el tercio inferior de H. Se determina luego Pp” suponiendo
que el peso unitario del suelo es igual a cero (y = 0). El punto de aplica-
ción de Pp” está situado en la mitad de H.
En los artículos que siguen, este procedimiento simple se utiliza repe-
tidamente para determinar el punto de aplicación del empuje pasivo en
suelos cohesivos. La subdivisión de Pp en dos partes Pp' y Pp” es estricta-
mente correcta solo cuando el paramento interno de la pared es vertical y
perfectamente liso. Para cualquier otra condición, el procedimiento es
únicamente aproximado.

Problemas
de Un muro de paramento interno liso vertical de 3 metros de alto sostiene una
masa de arena seca sin cobesión con superfiio límite horizontal, El peso. witario, de
la arena es de 1800 kg por m cúbico, y su ángulo de ficción interna de 36". ¿Cuál es
aproximadamente el empuje total si el muro no puede desplazarse; si el muro
desplazarse lo suficiente como para satisfacer las condiciones del estado activo de
Raukine?
Solución: 3240 a 4050 kg por m; 2100 kg por m.
El nivel de la napa freática detrás del muro indicado en el problema 1 se
levanta hasta ima cloración o 1,20 m por debajo de la cresta del mismo. El peso uni-
198 + EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

tario de la arena sumergida es de 1050 kg por m cúbico. Si se cumple la condición de


deformación del estado activo de Rankine, ¿cuál es el empuje total de la tierra y el
agua contra el muro? ¿A qué altura de la base pasa la resultante de este empuje total?
Solución: 3410 kg por m; 0,85 m.
3. ¿Cuál sería el valor del empuje total de Rankine en el caso del problema 1
si la masa de arena soporta una sobrecarga uniformemente distribuida de 2000 kg por
m. cuadrado? ¿A qué altura de la base del muro actúa la resultante del empuje?
Solución: 3670 kg por m; 1,21 m.
4. El espacio comprendido entre dos muros con paramentos lisos ha sido llenado
con arena de peso unitario 1800 kg por m cúbico. Las fundaciones de los muros están
unidas por una solera de hormigón armado y sus crestas por medio de tirantes de acero,
Los muros son de 4,50 m de altura y están colocados a 15 metros de distancia. La
superficie del relleno sirve para depositar sobre ella lingotes de acero, cuyo peso es de
1500 kilogramos por metro cuadrado. Si el coeficiente de la presión lateral de la
arena en reposo es Ka = 080, ¡cuál es el empuje total contra los muros antes y
después de la aplicación de la sobrecarga?
Solución: 9110 kg/m; 11550 kg/m.
5. El mismo muro del problema 1 sostiene un suelo puramente cohesivo de peso
unitario 1800 kg por metro cúbico y cuya cohesión c = 0,10 kg por centímetro cuadrado.
El valor de $ es igual a cero. ¿Cuál es el empuje total de Rankine? ¿A qué distancia
de la base del muro se encuentra la resultante de dicho empuje? ¿A qué profundidad
el empuje unitario es igual a cero?
Solución: 2100 kg/m; 0,36 metros; 1,11 metros.
6. En una arcilla plástica de peso unitario 1900 kg por metro cúbico, se efectuó
una excavación con paredes verticales sin apuntalar. Cuando la excavación había legado
a una profundidad de 5,50 metros, una de las paredes se derrumbó. Si se supone que
$ = 0*, ¿cuál es el valor aproximado de la cohesión de la arcilla?
Solución: 0,26 kg/cm.
7. Ua muro liso vertical de 6 metros de altura es empujado contra una masa de
suelo con superficie límite horizontal y cuya resistencia al corte viene dada por la
ecuación de Coulomb, en la que c = d20 kg por centímetro cuadrado y $ = 15”. El
peso unitario del suelo es de 1920 kg por metro cúbico y su superficie sopo
sobrecarga uniforme de 1000 kg por metro cuadrado. ¿Cuál es el empuje pasivo total de
Rankine y la distancia de la base del muro a la resultante de dicho empuje? Determí-
nese, además, el empuje unitario en la base del muro.
Solución: 99700 kg/m; 2,42 m; 26340 kg/m.

ART. 29 INFLUENCIA DE LA RUGOSIDAD DEL MURO EN LA


FORMA DE LA SUPERFICIE DE DESLIZAMIENTO
El muro esquematizado en la figura 29.1a es idéntico al de la figura
27.2a, con la única diferencia de que su paramento interno es rugoso. El
terraplén es de arena limpia. Si el muro se desplaza alejándose del terra-
Plén, la cuña de deslizamiento se asienta y la arena, en la superficie de
contacto con el muro, se desplaza hacia abajo. El movimiento relativo entre
arena y muro desarrolla fuerzas de fricción que inclinan la resultante del
empuje activo en un ángulo 3 con respecto a la normal al muro. Este ángulo
se denomina ángulo de fricción entre suelo y muro y se considera positivo
cuando la reacción del muro tiene una componente vertical dirigida hacia
arriba (fig. 29.1a). Tanto los estudios teóricos (Ohde, 1938) como los
experimentales han indicado que en este caso la superficie de deslizamiento
ART. 29 INFLUENCIA DE LA RUGOSIDAD DEL MURO EN LA SUP. DE DESLIZ. 199

bc consta de una porción inferior curva, seguida de una línea recta. Dentro
de la zona adc de la cuña de deslizamiento, el esquema de los deslizamientos
es idéntico al que corresponde al estado activo de Rankine (fig. 27.2a),
mientras que en el área adb consiste en dos conjuntos de líneas curvas.
Si el muro se desplaza hacia abajo con respecto al suelo, por ejemplo,
por la acción de una fuerte carga en su cresta, el valor de ó se hace negativo
y la curvatura de la parte inferior de la superficie de deslizamiento se in-
vierte, como lo indica la figura 29.1b,
Cuando el muro se desplaza hacia el terraplén, su movimiento es resis-
tido por el empuje pasivo. Si el peso del muro es mayor que la fricción
total entre la arena y el paramento interno, la arena se levanta con respecto
al muro y la reacción de la resultante del empuje pasivo forma un ángulo 3
con la normal al mismo. La componente tangencial de esta fuerza tiende
a impedir el movimiento hacia arriba de la arena. En estas condiciones se
considera que 3 es positivo (fig. 29.1c). Se puede ver en la figura que la
porción recta de la superficie de deslizamiento está inclinada de un ángulo
de 45” — ¿/2 con respecto a la horizontal y que, dentro del triángulo
isósceles ado, el esquema de los deslizamientos es idéntico al indicado en la
figura 27.2b, es decir que en dicha zona el material se encuentra en el
estado pasivo de Rankine. Dentro del área adb los dos conjuntos de líneas
que forman el esquema de los deslizamientos son curvas.
Si el peso del muro es menor que la fricción entre arena y paramento
interno, el ángulo que forma la normal a dicho paramento con la reacción
de la resultante del empuje pasivo es menor que 3. Finalmente, si el muss
está sometido a la acción de una fuerza vertical hacia arriba igual a la suma
del peso del muro y de la fricción del mismo con la arena, la resultante del
empuje pasivo está orientada como lo indica la figura 29.1d, y el ángulo d
se considera negativo. En este caso, la curvatura de la parte curva de la
superficie de deslizamiento se encuentra invertida.

Fig. 29.1. Esquemas de los deslizamientos que se producen por rotura de la


arena situada detrás del paramento vertical rugoso de un muro.
200 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Las de il ias para que se prod: los


estados de po plástico representados por los esquemas de las figuras
29.1a y b exigen que cada uno de los elementos horizontales de la cuña
experimente un alargamiento mínimo, y las mismas condiciones de defor-
mación, en los casos de las figuras 29.1c y d, requieren que cada elemento
horizontal sufra una cierta contracción mínima, Estas exigencias son equi-
valentes a las que se necesitan para que se produzcan, en el caso de para-
mentos lisos, los estados activos y pasivos de Rankine que fueron ilustrados
en las figuras 27.24 y b.

ART. 30 LA TEORÍA DE COULOMB DEL EMPUJE ACTIVO


CONTRA MUROS DE SOSTENIMIENTO
Introducción
Como los paramentos internos de los muros de sostenimiento reales son
siempre más o menos rugosos, las condiciones de borde para la validez de
la teoría de Rankine raramente son satisfechas, de modo que los cálculos
basados en dicha teoría encierran generalmente un error apreciable. La
mayor parte de este error puede evitarse utilizando la teoría de Coulomb
(Coulomb, 1776).
El método de Coulomb puede ser adaptado a cualquier condición de
borde. Su único inconveniente consiste en la necesidad de efectuar una
simplificación con respecto a la forma de la superficie de deslizamiento.
El error producido por esta hipótesis simplificativa es, sin embargo, gene-
ralmente muy pequeño, comparado con el que resulta utilizando la teoría
de Rankine. Cuando las condiciones de borde son las mismas que se requie-
ren para satisfacer la teoría de Rankine, ambas teorías dan valores idénticos.
La teoría de Coulomb, como la de Rankine, está basada en la hipótesis
de que el muro puede desplazarse hasta más allá de la posición asb indi-
cada en la figura 29.1a y de que el agua contenida en los poros del suelo
no ejerce ninguna presión de filtración de importancia. Se sobreentiende,
además, que también se supone que las constantes del suelo que aparecen
en las ecuaciones tienen valores definidos que pueden ser determinados.

Teoría de Coulomb
La superficie de deslizamiento que se origina detrás de un muro de
sostenimiento real es ligeramente curva, como lo indican las figuras 29.1a
y b, pero, al efecto de simplificar los cálculos, Coulomb supone que es un
plano. El error introducido con esta hipótesis es muy pequeño.
En la figura 30.1a se indican las fuerzas que actúan sobre la cuña de
deslizamiento, cuya superficie límite inferior se supone arbitrariamente cons-
tituida por un plano cualquiera bc, La cuña abc,, de peso W,, está en
equilibrio con la reacción al empuje P, y la reacción F, en el plano de desli-
zamiento. La reacción F, está inclinada en un ángulo $ con respecto a la
normal a bc;, ya que se supone que en dicho plano se moviliza toda la
ART. 30 TEORÍA DE COULOMB DEL EMPUJE ACTIVO 201

resistencia a fricción del material. Si el muro descansa sobre una fundación


sólida, la fuerza P, está inclinada de un ángulo + 3 con respecto a la normal
al paramento interno del muro, como lo indica la flecha llena. Si, al con-
trario, existe la posibilidad de que el muro se asiente más que el terraplén,
el ángulo 3 de fricción entre muro y suelo puede resultar negativo, y la
resultante P, actúa como lo indica la flecha en punteado. Como se conocen
la magnitud y dirección de W, y además, la dirección de las otras dos
fuerzas, el valor del empuje P, puede obtenerse gráficamente por medio de
un polígono de fuerzas (fig. 30.1b). Pero la superficie bc,, elegida arbitra-
riamente, puede no ser la superficie real de deslizamiento, así que se deben
efectuar determinaciones similares de los empujes Pa, Pa, etcétera, para otros
planos bc, bc, etcétera (no indicados en la figura). El más grande valor
de P así obtenido representa el valor del empuje activo Pa.
Construcción gráfica de Culmann
Culmann (1875) ideó un método expeditivo para efectuar las construc-
ciones gráficas descriptas en el apartado precedente. Como primer paso
(fig. 30.1c), se traza una recta bS por el pie del paramento interno del

Fig. 30.1. (a y b) Diagramas que representan las hipótesis en que se basa la


teoría de Coulomb del empuje activo; (c) método gráfico de Culmann para
jeterminar el empuje de arena,
202 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

muro, que forme un ángulo ¿ con la horizontal. Esta recta se conoce como la
línea de pendiente, ya que representa la pendiente natural del suelo. Se
traza luego la línea de los empujes bL, colocada por debajo de la línea de
pendiente y formando con la misma el ángulo 9 igual al que forma la verti-
cal con la línea de acción del empuje Pa (fig. 30.1). El ángulo 0 depende
del ángulo 3 de fricción entre muro y suelo y de la inclinación a del para-
mento interno del muro.
Para determinar el empuje P,, ejercido por el suelo situado dentro de
la zona delimitada por un plano de deslizamiento arbitrario bc, es necesario
computar primero el peso W, de la cuña de suelo que, en cualquier escala
conveniente, es luego representado sobre la línea bS. Se obtiene así el
punto d,, por el cual se traza la recta de, paralela a bL. Como el triángulo
exd,b (fig. 30.1c) es semejante al polígono de fuerzas de la figura 30.1b,
la distancia d,e, es igual al empuje correspondiente a la superficie de des-
lizamiento bc,. Para determinar el empuje activo Pa, se repite la construc-
ción para diferentes planos bc», bc, etcétefa, y los puntos €,, €2, €, etcétera,
que se obtienen, son unidos por medio de una curva C, conocida con el
nombre de curva de Culmann. Se traza la tangente a la curva C paralela
a DS y la distancia ed representa el empuje Pa. La superficie real de desli-
zamiento pasa por el punto e.

Empuje producido por una carga lineal


La figura 30.2 representa la sección trasversal de un muro que sos-
tiene una masa de arena con superficie límite inclinada. A lo largo de una
línea paralela a la cresta del muro y a una distancia ac' de la misma, la
superficie de la arena soporta una carga q' por unidad de longitud.
El procedimiento para determinar el empuje activo es en este caso
esencialmente el mismo que el ilustrado en la figura 30.1c, con la única
diferencia de que cuando el plano de deslizamiento encierra la carga q,
en la cuña, la distancia a tomar sobre la línea bS debe ser proporcional al
peso de la arena, que constituye la cuña de deslizamiento, más la carga
lineal q” (véase figura 30.2).
Si la superficie límite de la arena no lleva sobrecarga, la curva C de
Culmann (curva en punteado de la figura 30.2) correspondería a la curva
C de la figura 30.1c. En el caso de que exista una sobrecarga lineal q”
aplicada en un punto c', la curva de Culmann consta de dos partes. La
parte situada a la izquierda del plano bc” es idéntica a la C, ya que las
cuñas limitadas por planos a la izquierda de dicho plano no llevan sobre-
carga. Hacia la derecha de bc” la curva de Culmann está situada por arriba
de la curva C, como lo indica la curva C' de la figura 30.2, ya que todas las
cuñas encierran la carga q”. Por consiguiente, la curva completa de Culmann
consiste, a la izquierda de bc”, en la curva C y, a la derecha, en la curva
C”, presentando una discontinuidad en el plano bc” que pasa por el punto
de aplicación de la sobrecarga lineal.
Si la sobrecarga está situada a la izquierda del punto cz, el empuje
activo viene dado por la distancia máxima entre la curva C' y la recta bS,
ART. 30 TEORÍA DE COULOMB DEL EMPUJE ACTIVO 203

Fig. 30.2. Método gráfico de Culmann para determinar el empuje que ejerer
un relleno de arena que soporta una carza lineal.

medida paralelamente a la recta bL. Cuando la sobrecarga actúa en cual-


quier punto entre a y c”, la mayor distancia es “e” y el desl
produce a lo largo del plano bc” que pasa por e”.
de = fe” representa la parte AP, del empuje debido a re
Las ordenadas de la curva K (fig. 30.2), referidas a la ica da
terraplén, representan los valores de AP, que corresponden a distintas posi-
ciones de la sobrecarga q/. Entre a y c”, K es una linea recta paralela a la
superficie del terraplén ya que, entre esos dos puntos. AP, es independiente
de la posición de q”.
Cuando la sobrecarga q' está situada más allá de c”. en la posición c,
por ejemplo, la curva de Culmann consta de la línea punteada C a la izquier-
da de bc y de la línea llena C* a la derecha. El valor máximo de P, viene
dado por el segmento dyes, el plano de fractura pisa por el punto es e
intersecta la superficie del terraplén en el punto de aplicacion de q”. Si el
punto de aplicación de q” se desplaza hacia la derecha. el valor de Sa
disminuye, como lo indican las ordenadas de la curva K (fig. 30.2).
hace cero cuando q” alcanza la posición cz.
Finalmente, si la línea de acción de q' se encuentra en c+”. el valor del
empuje ez'd,' determinado con la curva C' es igual al valor ed que representa
dicho empuje cuando la sobrecarga es nula. Si q” se desplaza a la derecha
de cz, el empuje determinado con C' se hace menor que ed. Por consiguien-
te, cuando la sobrecarga lineal actúa a la derecha de no tiene efecto
alguno sobre el empuje activo y la superficie de deslizamiento adc uiere la
misma posición bc que tiene en el terraplén descargado. Cuanto mayor sea
la sobrecarga lineal q”, tanto más alejado del muro se encuentra c..”; es decir,
que la distancia dentro de la cual la sobrecarga influye sobre el empuje
depende de la magnitud de la misma.
El procedimiento de Culmann se utiliza principalmente en los casos en
que el muro es de paramento interno quebrado, o cuando el terraplén tiene
204 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

0 ar az 03 —04= 4 faloresat
Valores de Pp, UE
2
y
cosg
10= Ra
Er?

NJ) "

Y 2%
HA | e"
A Es
1 3 ñ 90% 6

“DR AA 20 30 4078
Fig. 30.3. Dos tipos de gráficos para obtener los coeficientes para el cálculo
del empuje activo [(a) según O. Syffert, 1929].

forma irregular o lleva sobrecarga. Si un muro vertical sostiene un terraplén


no cohesivo con superficie límite horizontal, es más sencillo obtener el valor
de P, por medio de gráficos preparados para este caso. La figura 30.3
representa dos tipos de gráficos de esta naturaleza.

Problemas
1. Un muro de sostenimiento vertical de 6 metros de altura sostiene un terraplén
no cohesivo de peso unitario 1800 kg por metro cúbico. La superficie límite del terraplén
se levanta de la cresta del muro con un ángulo de 20” con respecto a la horizontal. El
ángulo de fricción interna es de 28* y el de fricción entre suelo y muro de 20”. Por
medio del método de Culmann determínese el empuje activo total contra el muro.
Solución: 15.000 kg/m.
2. Un muro 1 de solera inferior tiene un alma de altura igual a 11 metros
sin-contar la solera. El muro, de sección simétrica con respecto a su eje vertical, sostiene
una pila no cohesiva de material de . Tiene 1,80 metros de ancho en la cresta y
3.80 metros en su unión con la solera. Desde un punto situado en su paramento interno
a 1,20 metros de la cresta, la superficie límite de la pila de mineral se levanta con un
ART. 31 PUNTO DE APLICACIÓN DEL EMPUJE 205

ángulo de 35* con respecto a la horizontal, hasta una altura máxima de 20 metro
sobrela solera, para seguir luego horizontal, Si $ y $ son ambos iguales a 36* y y = 2550
kg por metro cúbico, ¿cuál es el valor total del empuje por encima de la solera? Si todo
el empuje contra el alma del muro debe ser resistido por medio de tirantes de sección
cuadrada de 7,5 centímetros de lado, solicitadosa una tensión de 1900 kg por centímetro
cuadrado, ¿cuál es la distancia entre tirantes reg ?
Solución: 73.000 kg/m; 1,50 metros.
3. Un muro vertical de 5,50 metros de altura sostiene un terraplén no cohesivo
de peso unitario 1700 kg por meto cúbico y de sopertici limite horizontal. Los valore
de $ y 5 son 81”y 20”, ivamente. El terraplén soporta dos sobrecargas lineales
de bg po melo, pralls a lalaca cresta y situadas a distancias de 2,40 y 3,95 metros
de la misma, respectivam: Calcúleseel empuje total contra el muro y determínese la
distancia horizontal, a partir del paramento interno, a que el plano de deslizamiento Inte:
secta la ra del terraplén.
: 9500 kg/m; 3,95 metros.
4. ca de paramento interno vertical, es apenas
suficiente para sostener un terraplén de arena de superficie límite horizontal, de peso
unitario 1850 kg por metro cóbico y yde + 829.
= El valor de 3 es 20", Se debe agragar
al mismo una sobrecarga de 7! por metro a lo largo de una línea par le a a la
cresta, y 80 desea saber cuál Aes e aboco Forti mita to ao y sobrecarga,
a fin de que no se incremente el empuje sobre el muro.
Solución: 5 metros.
5. Si el temaplén del problema 2 mo lleva sobrecarga, ¿cuál es la magnitud del
empuje activo? Contrólese el cálculo gráfico por medio de los gráficos de la figura 30.3.
Solución: 7300 kg/m.
Lecturas seleccionadas
Earth presures and. retaining walls, por W. C. Huntington (1957): New
York, Toe Wiley and Sons, 534 ra q métodos de cálculo de empuje de
suelos E cuñas tentativas de deslizamiento, idénticos en incpio Ñ método de
Culmanz, bajo condiciones variadas y para materiales con cohesión ángulo de

ART. 31 PUNTO DE APLICACIÓN DEL EMPUJE


El procedimiento descripto en el artículo 30 permite determinar la mag-
nitud del empuje total, siempre que su dirección sea conocida, pero no
proporciona información alguna sobre su punto de aplicación. Para obtener
esta información, eo Pepe que todo _ Punto del paramento interno
del muro pie de una ficie potencial de d
Por ejemplo, el punto 2 Me la línea curva ab del la figura 31.1a representa
el pie de la superficie potencial de deslizamiento de. El empuje Pa sobre
ad puede ser calculado por medio del método de Culmann descripto en el
artículo 30. Si la profundidad del pie de la superficie potencial de desliza-
miento es incrementada de z a z + dz, el empuje aumenta en
dP, = padz
en la que pa es el empuje unitario medio en el incremento dz. Por. con-
siguiente:
— Pa
E (31.1)
206 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Por este procedimiento se puede determinar la distribución del empuje


unitario, calculando pa para distintas profundidades. Conocida la distribu-
ción, se puede encontrar el punto de aplicación de la resultante por un
método gráfico o analítico, teniendo en cuenta que, en todos los puntos, pa
forma un ángulo á con la normal al paramento interno del muro.
Este método es más bien complicado, así que en la práctica se utilizan
procedimientos aproximados. Por ejemplo, en la figura 31.1a, el punto de
aplicación O, se sitúa aproximadamente en el punto de intersección de la
recta OO,, paralela a la superficie de deslizamiento bc y que pasa por el
centro de gravedad O de la cuña abc de deslizamiento, con el paramento
interno del muro.
Las figuras 31.1b y c ilustran un método simplificativo para estimar
la posición del punto de aplicación del empuje adicional AP, producido
por una carga lineal q/. Las rectas bc, bc”, etcétera, corresponden a las
rectas bc, bc”, etcétera, de la figura 30.2. Si q” está situada entre a y
c” (fig. 31.1b), se traza b' c' paralela a la superficie de deslizamiento
be” y a' C paralela a la línea de pendiente bS (véase fig. 30.2). El punto
de aplicación de AP, se encuentra en el tercio superior de a' b', Si q” está
situada entre c” y cz, se traza a' c' paralela a bS, y el punto de aplicación
de AP, se encuentra en el tercio superior de a'b, como lo indica la figu-
ra 31.1c.
Todos estos procedimientos están basados en la hipótesis hecha por
Coulomb de que todo punto del paramento interno representa el pie de
una superficie potencial de deslizamiento, La hipótesis es correcta en el
caso de muros de sostenimiento, pues ningún muro de este tipo puede ceder
sin antes desplazarse de modo tal que se cumplan las condiciones de defor-
mación del estado plástico. Coulomb no especificó, sin embargo, esta condi-

Fig. 31.1. icado para


leterminar el punto de aplicación del empuje activo,
ART. 32 EMPUJE PASIVO EN SUPERFICIES DE CONTACTO RUGOSAS 207

ción de deformación, así que la teoría fue con frecuencia utilizada para
calcular el empuje activo contra estructuras de sostenimiento que no cum-
plen con esas condiciones, tales como las entibaciones de excavaciones a
cielo abierto (véase artículo 37). Ahora bien, como los resultados de los
cálculos no concordaban con la realidad, muchos ingenieros experimentados
llegaron a la conclusión de que la teoría no era del todo correcta. Por ello
es necesario destacar que, si se satisfacen las condiciones de deformación
para su validez, la teoría de Coulomb es tan satisfactoria como lo pueda
ser cualquier otra teoría de la ingeniería de estructuras.

Problemas
1. ¿A qué distancia del pie del alma del muro de sostenimiento del problema 2
(artículo 30) actúa la resultante del empuje?
Solución: 3,80 metros.
2. Determínese laposición de las resultantes parciales de los empujes debidos a las
dos sobrecargas lineales del problema 3 (artículo 30), suponiendo que la influencia de
cada sobrecarga puede considerarse separadamente.
Solución: 3 metrús, 2 metros.

ART. 32 EMPUJE PASIVO EN EL CASO DE SUPERFICIES DE


CONTACTO RUGOSAS

Definición
En su sentido más amplio, se entiende por empuje pasivo la resistencia
que una masa de suelo opone a su desplazamiento cuando es solicitada por
una fuerza lateral. El elemento que ejerce dicha fuerza lateral puede estar
constituido por la fundación de un muro de sostenimiento, por la cara exte-
rior de la parte enterrada a un tablestacado, o por un bloque de mampos-
tería u hormigón, como ser, el estribo de un arco cargado. Puede también
estar formado por una masa de suelo que ejerce una presión horizontal,
como consecuencia de la carga vertical que la misma soporta, como por
ejemplo, la masa de suelo que soporta una base o zapata de fundación. Es
decir, entonces, que la estabilidad de casi todos los muros de sostenimiento
y la capacidad de carga de todas las fundaciones poco profundas dependen
en algún grado del empuje pasivo, de modo que el estudio de dicho empuje
es de mayor importancia práctica.
El plano de separación entre el objeto que ejerce el empuje y el suelo
se llama superficie de contacto. Coulomb calculó el empuje pasivo, en el
caso de superficies de contacto rugosas, tomando como premisa la hipótesis
simplificativa de que la superficie de deslizamiento era plana (véanse figuras
32.1a y b). Con esta hipótesis, el error que se origina se encuentra siempre
del lado de la inseguridad. Si 3 es pequeño, la superficie de deslizamiento
es en realidad casi plana y el error es tolerable, pero si 3 es grande, el error
es excesivo y el método de Coulomb no debe ser utilizado.
208 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

7
Y so”
3
2
$20
¿ 10H— |
z (c)
$
i 07 Ss 7 75 20 25
y Valores de Re Spa
Fig. 32.1. (a y b) Diagramas que representan las hipótesis en que se basa la
teoría de Conlomb del empuje pasivo; (c) gráfico para obtener los coeficientes
para el cáleulo del empuje pasivo.

Teoría de Coulomb del empuje pasivo de las arenas


El valor del empuje pasivo de Coulomb puede ser determinado gráfi-
camente utilizando el método de Culmann. El procedimiento es idéntico
“al descripto en el artículo 30, con la diferencia de que la inclinación de la
recta DS (fig. 30.1c) debe tomarse de modo que forme con la horizontal
un ángulo ¿ hacia abajo.
La figura 39.1c indica la influencia que el ángulo de fricción 3 ejerce
sobre el valor del empuje pasivo de Coulomb. El gráfico indica que el
empuje aumenta rápidamente al acrecentar el valor del ángulo de fricción
entre suelo y muro. Si Ú es mayor de ¿/3, la superficie de deslizamiento
es fuertemente curvada (fig. 29.1c) y por lo tanto, el error debido a la
hipótesis de Coulomb aumenta rápidamente. Para 5 = ¿, dicho error
puede alcanzar hasta el 30 por ciento. Por ello, para 3 mayor de 4/3 debe
tomarse en cuenta la curvatura de la superficie de deslizamiento.

Empuje pasivo en el caso de suelos cohesivos


A los efectos de estudiar los métodos para determinar el empuje pasivo,
sin la necesidad de fijar una superficie plana de deslizamiento, se resuelve a
continuación el problema indicado en la figura 32.2. En dicha figura, ab re-
ART. 32 EMPUJE PASIVO EN SUPERFICIES DE CONTACTO RUGOSAS 209

presenta la superficie de contacto empujada hacia una masa de un suelo


cohesivo ideal, cuya resistencia al corte viene expresada por la ecuación:
s=c+pteo (16.4)
La superficie del suelo es horizontal, el ángulo de fricción entre suelo
y paramento interno del muro es 3, y C, es la fuerza total de adherencia
entre muro y suelo. Por otra parte bde es la superficie real de deslizamiento,
que consta de una parte curva bd y una recta de. Según lo indicado en el
artículo 29, el suelo situado dentro del triángulo isósceles ade se encuentra
en el estado pasivo de Rankine y, por consiguiente, las tensiones de corte
en la sección vertical df son iguales a cero, de modo que el empuje P¿ sobre
la misma es horizontal. Este empuje P¿ puede ser calculado por medio de
la ecuación 28.17.
La masa de suelo abdf se encuentra entonces sometida a las siguientes
fuerzas: su peso propio W, el empuje Pa, la resultante C de la cohesión a
lo largo de bd, la adherencia C, en la cara ab la resultante F de las tensiones
normales y de fricción en la superficie bd, y la resultante Pp de las compo-
nentes normal y tangencial del empuje pasivo.
Como el punto de aplicación de Pp» no es conocido, se utiliza el proce-
dimiento aproximado indicado al final del artículo 28 y remplaza Pp por dos
fuerzas Pp” y Pp”. Ambas fuerzas forman un ángulo 3 con la normal a la
superficie de contacto. La fuerza Pp” está en equilibrio con el peso de la
masa abdf y las fuerzas de fricción debidas a dicho peso, mientras que Pp”
está en equilibrio con la cohesión en la superficie de deslizamiento y la
fricción debida a las fuerzas que no dependen del peso de la masa de suelo.
La fuerza Py! tiene su punto de aplicación en el tercio inferior de ab, mien-
tras que P»” se aplica en el centro. Conocidos los puntos de aplicación y las
direcciones de ambas fuerzas, éstas se pueden calcular en forma indepen-
diente y su resultante representa el empuje total Pp.
Los métodos existentes para determinar la forma real de la superficie
de deslizamiento son tan complicados, que no resultan adecuados para la
aplicación práctica. Se pueden, sin embargo, obtener resultados suficiente-
mente exactos si se efectúa la hipótesis simplificativa que considera la

Fig. 52.2. Diagrama que representa las hipótesis en que se basa la teoría d |
empuje pasivo contra paramentos de contacto rugosos.
210 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

porción bd de la superficie de deslizamiento como un arco de círculo o como


una espiral logarítmica de ecuación:
r= rotas (32.1)
Se considera a continuación que la parte curva de la superficie de
deslizamiento tiene la forma de una espiral logarítmica. Como esta espiral
es tangente a la recta de en el punto d, su centro debe estar situado sobre
la recta aD (fig. 32.2), que forma un ángulo de 45% — ¿/2 con la hori-
zontal. De la ecuación 32.1 surge que todos los radios vectores de la espiral
forman un ángulo ¿ con la normal a la curva en el punto de intersección.
Como $ es el ángulo de fricción interna del material, la resultante dF de la
tensión normal y de la fricción, correspondiente a cualquier elemento dife-
rencial de la superficie de deslizamiento, forma también un ángulo 4 con
la normal al elemento y, por consiguiente, su dirección coincide con la del
radio vector al centro de la espiral. Por tanto, todas las fuerzas elementa-
les dF pasan por el punto O, así que la resultante F' de todas las fuerzas
normales y de fricción que actúan sobre bd también pasan por el punto O.
Para calcular Py” (valor de Pp si c = 0) se elige arbitrariamente una
superficie de deslizamiento bd,e, (fig. 32.32), que consiste en una espiral
logarítmica bd, de centro O, y en una línea recta die, que forma con la
horizontal un ángulo de 45” — ¿/2. El empuje necesario para producir el
deslizamiento sobre esta superficie se designa Py. Se calcula luego la fuerza
Par, con punto de aplicación en el tercio inferior de fid;, utilizando la
ecuación:
Pa” = /s yHaPNo
y finalmente se toman momentos de las fuerzas Py”, Pay" W, y Fy con respecto
a O,. Como el momento de F;' es igual a cero:
Prl, = Wike + Perla

PY = q Wah + Para (32.2)


El valor de Py” es dibujado a escala a partir del punto f,, obteniendo
el punto Cy”. Se efectúan cálculos similares para otras superficies de desli-
zamiento elegidas en forma arbitraria y, por los puntos C' obtenidos, se traza
una curva P”. Si el suelo no tiene cohesión (c = 0), la segunda componente
P»” del empuje pasivo Pp es igual a cero y el valor de Pp viene representado
por la ordenada mínima de la curva P”, es decir, por el punto C'. La super-
. ficie de deslizamiento en este caso pasa por el punto d situado sobre aD
en la proyección vertical de C”.
Si el suelo tiene cohesión, se debe calcular también Pp” (valor de Pp
si y = 0). Para calcular P,”, correspondiente a la superficie de deslizamiento
ART. 32 EMPUJE PASIVO EN SUPERFICIES DE CONTACIO RUGOSAS 211

arbitraria bd,e,, hay que considerar primero las fuerzas que intervienen
en el cálculo (véase figura 32.3b). El valor de Py” se obtiene haciendo
=0, q = 0 y H = Ha en la ecuación 28.16:
= 2H V No
El punto de aplicación de esta fuerza está en el centro de dif.
La influencia de la cohesión sobre la superficie bd, puede calcularse

para c-0

(0) Sheaano
cascos$

Fig. 32.3. Método de la espiral logarítmica para la determinación de! empuje


pasivo. (a) Fuerzas a tener en cuenta en el cálculo de la componente debida
peso del suelo, no considerando la col ) fuerzas a tener en cuenta en el
cálculo de la componente debida a la fricción y a la cohesión, no considerando el
peso del suelo; (c) diagrama que indica cómo se hace el cálculo del momento
debido a la cohesión.
212 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

considerando un elemento de longitud ds (fig. 32.3c). La cohesión en ds


es cds y el momento con respecto a Or:
rdo
dM, == redscos $ == rc os $ = = cridl e

El momento de la cohesión total sobre bd, es entonces:


% e
Ma = S ME = (tm — 18)e (32.3)
Como la fuerza F,” pasa por O,, tomando momentos con respecto a este
Punto, se obtiene:
Pl = Ma + Palla — Cala
de donde:

BS = q [Ma + Pals — Ca (32.4)


El valor de P,” se dibuja a escala (fig 32.34) partiendo del punto Cy”.
Como P' y Ps” representan las fuerzas necesarias para vencer las dos partes
de que está compuesta la resistencia total al deslizamiento a lo largo de la
misma superficie bde,, la ordenada del punto C, representa la fuerza total
requerida. En forma similar se obtienen los valores de P” para otras super-
ficies arbitrarias de deslizamiento, uniéndose luego los puntos C, así obteni-
dos por medio de una curva P. El empuje pasivo P» lo da la ordenada míni-
ma de dicha curva, y la superficie de deslizamiento pasa p." el punto de aD
que se encuentra en la proyección vertical del punto C. La presión total
en la superficie de contacto es igual a la resultante de P» y de la fuerza de
adherencia Ca.
La forma real de la parte curva de la superficie de deslizamiento es
intermedia entre un arco de círculo y una espiral; pero, como la diferencia
entre ambas curvas es pequeña, el error resultante de remplazar la curva
real por un círculo o una espiral es despreciable. Comparaciones efectuadas
entre los resultados obtenidos con el método exacto y los métodos aproxi-
mados descriptos demuestran que éstos dan valores del empuje pasivo que
son al menos tan exactos como los que se obtienen para el empuje activo
calculado por el método de Coulomb, que supone una superficie de desli-
zamiento plana en lugar de la real que es ligeramente curva.
Los estudios realizados precedentemente se basan en la hipótesis de
que la masa de suelo en contacto con el paramento interno es empujada
hasta una posición situada más allá de ab, (fig. 32.2). Si la parte superior
de la superficie de contacto no llega a desplazarse hasta a:b,, la superficie
de deslizamiento es curva en toda su longitud y solo la parte “inferior .de
la masa de suelo pasa al estado pasivo de Rankine. Si por el contrario, la
parte inferior no llega a desplazarse hasta a;b,, es el suelo situado en sus
inmediaciones el que no alcanza el estado de equilibrio plástico. En estos
ART. 33 CAPACIDAD DE CARCA DE ZAPATAS DE FUNDACIÓN POCO PROF. 213

casos, el empuje pasivo total y su distribución en la superficie de contacto


depend: del tipo
Í de jeci impuesto al imi de le dicha
didl fici
de contacto.
Problemas
1, Construir una espiral logarítmica para p =,36". El valor de r. debe tomarse
igual a un centímetro y Ú se hará variar entre —30* e
2. Calcule por el método de la espiral logarítmica el empuje pasivo total contra
una superficie vertical en contacto con un relleno de arena con superficie libre horizontal.
La superficie de contacto tiene 6 metros de altura y el ángulo de fricción con el suelo es
igual a + 20. El relleno tiene un peso unitaio de 1800 kg por, metro cúbico y un
ángulo de fricción interna de 36”. Para facilitar la utilización de la espiral construida
en el problema 1, la resolución gráfica debe efectuarse utilizando papel trasparente.
Solución: 250.000 kg/m.
3. Calcule el empuje pasivo en el caso del problema 2, suponiendo que el suelo,
además de fricción, posee una cohesión de 0,25 kg por centímetro cuadrado. La
adherencia entre el suelo y la superficie de contacto es también de 0,25 kg por centí-
metro cuadrado, Determine, asimismo, el punto de aplicación de Pr.
Solución: 370.000 kg/m; 2,40 m sobre la base.
4. Calcule el valor del empuje pasivo en el caso del problema 2, en la hipótesis
de una superficie de desliza miento Polos A z cl
Solución: 290.000 kg/m.
Lecturas seleccionadas
“Tablas para empujes pasivo y activo de suelos, aplicables a materiales con fric-
ción, cohesión o ambos, diversos ángulos de fricción entre muro y suelo fueron
publicadas por Caquot, A. y Kerisel, J. (1948) bajo el título: Tables for the calculation
of passive pressure, active pressure and bearing capacity of foundations, traducido del
francés por Maurice A. Bec., París, Cauthier-Villars, 120 págs.

ART. 33 CAPACIDAD DE CARGA DE ZAPATAS DE FUNDACIÓN


POCO PROFUNDAS

Hipótesis fundamentales
Cuando se aplica una carga sobre un área limitada de la superficie del
suelo, la superficie sufre un asentamiento. La relación entre el asenta-
miento y la carga unitaria o presión media sobre el suelo puede represen-
tarse por una curva de los asentamientos (fig. 33.1). Si el suelo es bastante
denso o compacto, la curva de los asentamientos es similar a la curva C, y
la abscisa qu de la tangente vertical a la misma representa la capacidad de
carga del suelo. Por el contrario, si el suelo es más bien suelto o blando, la
curva de los asentamientos puede ser similar a la curva C2 y la capacidad de
carga no estar bien definida. En estos casos se toma generalmente como
capacidad de carga la abscisa qa del punto en que la curva de los asenta-
mientos se hace muy empinada y recta.
En la práctica, las cargas son trasmitidas al suelo por medio de zapatas
o bases de fundación como la que indica la figura 33.2. Las bases o zapatas
214 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

B" Ancho
de la 2apala
Fig. 33.1. Relación entre intensidad de la carga y asentamiento de una zapata
sobre suelo denso o compactado (C.) y sobre suelo suelto o blando (Cs).

pueden ser continuas, es decir, de forma rectangular muy alargada, o indivi-


duales, en cuyo caso tienen forma cuadrada, rectangular o circular. Se llama
carga crítica a la carga por unidad de longitud de zapata continua, o a la
carga total de una zapata individual, a la cual el suelo que la soporta rompe
o falla. La distancia desde el nivel del terreno o superficie del suelo a la
cota de fundación se denomina profundidad de la fundación, D,, y una
zapata cuyo ancho B es igual o mayor que D, se considera como una
fundación poco profunda. En el cálculo de fundaciones poco profundas,
el peso del suelo situado por encima de la cota de fundación puede ser
sustituido por una sobrecarga uniforme:
q = yD, (33.1)
Esta sustitución simplifica el problema y solo introduce un error que
es de poca importancia y que se encuentra del lado de la seguridad, pues
la carga resultante del cálculo es algo menor que la real.
Estados de equilibrio plástico originados en el suelo situado
debajo de zapatas continuas
Los resultados de investigaciones matemáticas relativas al estado de
equilibrio plástico que se desarrolla debajo de las zapatas continuas no son
del todo satisfactorios, pues no se ha encontrado aún una solución general
que satisfaga rigurosamente la ecuación 16.5 y además tome en cuenta
el peso del suelo, la influencia de la profundidad de la sobrecarga D, y la dis-
tribución real de las fuerzas verticales y horizontales en la base de la zapata.
Más aún, las teorías existentes suponen comúnmente que el volumen del
suelo no cambia cuando se alcanza la carga crítica. Estas limitaciones no
resultan empero de importancia práctica seria, debido a que la exactitud
alcanzada, aun en las soluciones aproximadas, está limitada por nuestra
habilidad para evaluar las propiedades mecánicas del suelo que deben intro-
ducirse en las fórmulas, más bien que por defectos de las teorías.
ART. 33 CAPACIDAD DE CARGA DE ZAPATAS PE FUNDACIÓN POCO PROF, 215

La
Fig. 33.2. Corte a través de una zapata continua poco profunda,
Se pueden deducir las siguientes conclusiones generales de los estudios
teóricos. Si la base de una zapata continua descansa en la superficie de un
suelo sin peso propio que posee cohesión y fricción, éste rompe como lo
muestra la figura 33.34 por fluencia plástica a lo largo de la superficie
compuesta fede,f,. La región así delimitada puede ser dividida en cinco
zonas, una marcada Í y dos pares de zonas marcadas II y III. Debido a la
fricción y a la adherencia entre el suelo y la base de la zapata, la zona 1
permanece en estado elástico y actúa como si fuese parte de la zapata y
penetrase en el suelo como una cuña. Sus límites se levantan con un ángulo
de 45% + 4/2 respecto de la horizontal. En las zonas 11 y III se desarrollan
sendos esquemas de deslizamientos, de los cuales los de las zonas III son
idénticos a los que corresponden al estado pasivo de Rankine (artículo 27),
de modo que se encuentran delimitadas por líneas rectas con una pendiente
de 45% — ¿/2 respecto de la horizontal. Las zonas II, situadas entre 1 y
III, se denominan zonas de corte radial, porque uno de los conjuntos de
líneas que forman sus esquemas de deslizamiento están constituidas por
rectas radiales, cuyo origen se encuentra en el borde exterior de la base
de la fundación. Las líneas del otro conjunto son espirales logarítmicas con
sus centros situados en el mismo punto de origen de los radios. Se deduce
que la capacidad de carga por unidad de área (Prandtl, 1921) es igual a:
= No (33.2)
en la cual c es la cohesión y N,, conocido como factor o coeficiente de ca-
pacidad de carga, depende solamente de ¿, resulta igual a:

N. = co y | eno ag (ss +-$)-1] (33.3)


Si la superficie del terreno soporta una sobrecarga uniformemente dis-
tribuida q, el esquema de los deslizamientos permanece igual y la capacidad
de carga es incrementada en la cantidad N, q (Reissner, 1924), siendo:
N, = exe sg (45 +4) (33.4)
De modo que resulta:
N. = cot p (N, — 1) (33.5)
216 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Si $ = 0, las espirales se tornan arcos de círculos y los correspondientes


valores de N, y N, se hacen iguales a (2 + 1) y 1, respectivamente. Por
tanto, para una zapata situada sobre la superficie del terreno:
= (241) c= 5,14c = 257 qu (33.6)
en la cual c es la cohesión no reacia (condición $ = 0) y Qu la resistencia
a la compresión simple. Para $ = 0%, el esquema de los deslizamientos y
la ecuación 33.6 permanecen tañas incluso cuando el peso del suelo no
sea igual a cero.
La mitad derecha de la figura 33.34 muestra la deformación del suelo
situado dentro de las zonas de desplazamiento plástico, pudiendo observarse
que las zonas III son comprimidas lateralmente. Su superficie se levanta
y termina en los costados de la base de la fundación en un berde vivo, que
da la impresión de que el suelo hubiese sido punzonado.
Si el suelo no es cohesivo pero posee fricción y peso, el esquema de
los deslizamientos está representado por la figura 33.3b. Los límites de las
zonas elásticas 1 son curvas y las dos ramas de las mismas se intersectan
en el punto d con un ángulo de 90? — ¿, mientras los límites de y de, de
las zonas II empalman suavemente en d con los límites de la zona 1. En
las zonas 1I las líneas radiales son curvas, mientras que en las zonas III el
esquema de los deslizamientos de nuevo corresponde exactamente al que
se desarrolla en el estado pasivo de Rankine. No se ha encontrado aún
una solución general rigurosa para la capacidad de carga bajo estas condi-
ciones, pero existen soluciones que contemplan casos particulares (Lundgren
y Mortensen, 1953).

Métodos aproximados para calcular la capacidad de carga de


zapatas continuas
Los suelos reales poseen peso y en general exhiben tanto cohesión como
fricción interna. Los planos de apoyo de la mayoría de las zapatas están
situados por lo menos a una corta distancia por debajo de la superficie del
terreno circundante. No existen métodos rigurosos para computar la capa-
cidad de carga bajo estas circunstancias, pero para propósitos prácticos son
suficientes los aproximados.
Cuando se excede la capacidad de carga real de una zapata de funda-
ción, el suelo falla a lo largo de una superficie de rotura similar a la señalada
por fede,f, en la figura 33.3. No obstante, es poco probable que la superficie
real de rotura coincida con cualquiera de las dibujadas en la figura 33.3
para materiales ideales. En los métodos aproximados se supone que la capa-
cidad de carga se obtiene en general por la suma de tres componentes, que
se calculan en forma separada y que representan, respectivamente, las contri-
buciones de: 1) la cohesión y la fricción de un material sin peso que no
lleva sobrecarga; 2) la fricción de un material sin peso que soporta una
sobrecarga q aplicada en la superficie, y 3) la fricción de un material con
peso que no soporta sobrecarga. Cada componente se calcula en la hipó-
tesis de que la superficie de los deslizamientos es la que corresponde a sus
ART. 33 CAPACIDAD DE CARGA DE ZAPATAS DE FUNDACIÓN POCO PROF. 217

límiles simplificados
6-0; $, Es
Fig. 33.3. Límites de la zona de equilibrio plástico después de la rotura del
suelo situado debajo de una zapata continua.

condiciones específicas, las que difieren entre sí. Se obtienen por tanto super-
ficies de deslizamiento distintas, que a su vez discrepan de la superficie
real de rotura que se desarrolla en el material natural. El error es sin embargo
pequeño y se inclina hacia el lado seguro.
El valor aproximado de la capacidad de carga está dado por la ecuación:
qa = ON. + yD/N¿ + Ya BN, (33.7)
en la cual N, y N, son, respectivamente, los factores de capacidad de carga
relativos a la cohesión y a la sobrecarga, y pueden ser evaluados con las
ecuaciones 33.5 y 33.4. La sobrecarga se halla representada por el peso
por unidad de área yD, del suelo que rodea la zapata. El factor de capacidad
de carga N, considera la influencia del peso del suelo. Todos los factores
de capacidad de carga son cantidades sin dimensión que dependen solo de $.
Como no hay disponible una solución teórica para evaluar N, se usa
una aproximada, en la cual los límites curvos ad y bd de la zona elástica abd
(fig. 33.3b) se remplaza por líneas rectas (fig. 33.3c) con inclinación y
respecto de la horizontal. El peso unitario del suelo es igual a y. En el
momento de la rotura la presión en cada una de las superficies ad y bd es
igual al empuje pasivo Pp. Como el deslizamiento se produce a lo largo de
estas caras, la resultante de la presión pasiva actúa con un ángulo $ res-
pecto de la normal de cada cara. Despreciando el peso del suelo situado
dentro de abd, el equilibrio de la zapata en sentido vertical requiere que:
Q = 2Ppcos (y— $)
218 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS
La presión vertical media, correspondiente a la capacidad de carga
media, es por tanto:
a = L - Locos (y) (35.8)
El problema se reduce, entonces, a determinar el empuje pasivo Pp
(artículo 32) cuyo punto de aplicación está situado en el tercio inferior de ad.
Introduciendo el símbolo:
_ Ao
N, = 7 os (y
— $) (33.9)
en la ecuación 33.8 se obtiene:
d+ = Ya YBN,, (33.10)
como tercer término de la ecuación 33.7.
Como el factor de capacidad de carga N,, es una cantidad sin dimensión
y depende solo de ¿, sus valores pueden calcularse de una vez por todas
con los métodos que se explican en el artículo 32, pero, recordando que se
desconoce la inclinación y, dichos cálculos deben repetirse para varias incli-
naciones y hasta obtener el mínimo de N, que corresponde a cada valor
de 4. Los resultados son conservadores, pero concuerdan bien con los obte-
nidos para casos particulares con los procedimientos más avanzados (Me-
yerhof, 1955). Los valores de Meyerhof se representan en el gráfico de la
figura 33.4 juntamente con los obtenidos para N. y N, con las ecuaciones
33.5 y 33.4. El gráfico facilita grandemente el cálculo de la capacidad
de carga.
El suelo cede en la forma indicada en la figura 33.3c solo cuando es
suficientemente denso o resistente como para que la curva de asentamiento
resulte similar a la C, de la figura 33.1. En caso contrario, la zapata se
hunde en el terreno antes de que el estado de equilibrio plástico se extienda
más allá de e y e, (fig. 33.3). La curva de asentamiento no tiene
en tal situación un punto definido de rotura y se asemeja a la curva C2z
de la figura 33.1. Se puede en estos casos obtener un valor aproximado
de la capacidad de carga Q4 de una base continua suponiendo que la cohe-
sión y fricción interna del suelo son iguales a dos tercios de los valores que
les corresponden en la ecuación de Coulomb, es decir, que:
c=%Yc (33.11a)

tg9=YVtg9 (33.11b)
Si se toma como ángulo de fricción interna a ¿'en lugar de ¿, los
coeficientes de capacidad de carga adquieren los valores N/, N/ y N./ que
vienen dados por las curvas punteadas de la figura 75. La capacidad de
carga se obtiene entonces de la ecuación:
de =*/sc0N/ + yD/N¿ + */2 BN] (33.12)
ART. 33 CAPACIDAD DE CARGA DE ZAPATAS DE FUNDACIÓN POCO PROF. 219

Faja cargada, ancho B +4


Carga por unidad de área de zapata Base 1 E %
Rotura por corte general q, "<h* 70M +4 78M, rugosa
Rotura por corte local q. =jcN:+T70pN+478N, Peso unitario del suelo = Y
Zapata cuadrada, ancho B Resistencia unitaria al corte
Carga unilaría 905 "/2<Nc + 70;N+04r8N, s=c+a tan $
“0
Valores de $

Valores de No y del,
Fig. 33.4. — Gráfico que muestra la relaciónpa 4 y los coeficientes de
capacidad de cargs

La experiencia ha indicado que, aun en el caso de fundaciones cargadas


uniformemente, la rotura del suelo siempre se produce por rotación de la
zapata, que se hunde inclinándose por una de sus aristas. Este hecho no
invalida, empero, el razonamiento precedente; solo demuestra que no existen
suelos perfectamente uniformes. Con el incremento de la carga, el asenta-
miento aumenta mucho más rápidamente en la zona de suelo más débil
que en el resto. Debido a la inclinación, el centro de gravedad de la estruc-
tura se desplaza hacia la parte más débil y aumenta la presión sobre la
misma, mientras que la presión sobre las zonas más resistentes disminuye.
Estos hechos, prácticamente, excluyen la posibilidad de una rotura sin que
se produzca la rotación de la zapata.

Capacidad: de carga de zapatas de longitud finita


El i expuesto d se refiere exclusir a
las bases o zapatas continuas. Para calcular la capacidad de carga de zapatas
aisladas de sección cuadrada o circular solo se han resuelto rigurosamente
algunos casos especiales, con soluciones que requieren el uso de procedi-
mientos numéricos. No obstante, sobre la base de estos resultados y recu-
riendo a experimentos, se ha deducido la siguiente ecuación semiempirica,
que proporciona la capacidad de carga qar de una zapata circular de radio
r que descansa sobre un suelo denso o resistente:
= 1,20N, + yD¡N, + 0.6yrN, (33.13)
220 EQUII .BRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

En el caso de una zapata cuadrada, B X B, situada sobre suelo denso


o resistente, dicho valor viene expresado por:
as = L20N, + yD¡N, + 0,4yBN,, (33.14)
Los valores de N vienen dados por las abscisas de las curvas llenas de la
figura 33.4.
Cuando prevalece una condición ¿ = 0 y el suelo tiene cohesión, la
capacidad de carga en la superficie llega a:
Qér = Ga = 6,20 = 3,1qu (33.15)
valor que es considerablemente mayor que el de q = 5,14c de la ecuación
33.6. Por otro lado, si c = 0 y D, = 0, la capacidad de carga gar por unidad
de área es considerablemente menor que el qa que corresponde a una zapata
continua con un ancho igual al diámetro de la zapata circular.
Cuando ¿=0yc>0 el aumento de capacidad de ¿Carga unitaria
d por la sob D, es por el peso
del suelo excavado para la construcción de la zapata. Por ello, es conve-
niente manejarse con la capacidad de carga neta:
Ja neta = Ge — YD, (33.16)
En realidad, como la resistencia de la arcilla situada por encima del
nivel de apoyo de la zapata no es realmente nula, la capacidad de carga
neta aumenta ligeramente con el incremento de D,. Para valores de Dy/B
que no excedan de 2,5, Skempton (1951) propuso la siguiente expresión
simple para la capacidad de carga neta de una zapata rectangular de ancho
B y longitud L:

dema a=50( 1402 -22)(1


D, +03 B
+) (33.17)

Resulta evidente que el valor de N, se ha redondeado de 5,14 a 5.


- Si el suelo es bastante suelto o blando, los valores de N deben rem-
plazarse por los valores N”, obtenidos de las curvas punteadas de la figura
33.4, y la cohesión c por c” (ecuación 33.11a).
Problemas
1. Calcule la capacidad de carga por unidad de área de una base continua de
2,40 metros de ancho situada sobre un suelo para el cual c = 0,20 kg por centímetro
cuadrado, $=l"yyY= ea A metro cúbico. La curva de asentamientos se
»e a curva C, della fig relación entre tensión normaly tangencial viene
ladá por la ecuación $ = . E $. La profundidad de la cota de fundación es
1,80 metros.
Solución: 4,1 kg/cm,
2. de Aspasia de cai de una zapata cuadrada de
3 metros de o im sobreEibar eE es cuando la En de fundación
se encuentra res] 2) rodados de 0, 0,60,
0 1,50, 3,00 y 4,50 metros. El
Paso vello del zu 6 iu kg por metro cúbico.
Solución: 12; 17; 24; 36; 48 kg/cw".
ART. 34 CAPACIDAD DE CARGA DE PILARES DE FUNDACIÓN Y DE PILOTES 221

3. superficie de un depósito de arena sin cohesión de peso unitario 1760 kg


por metro O a a a carga sobre una superticio de 0.30 X 0,30
metros. La curva de asentamientos llegó a una tangente vertical al alcanzar la carga
un valor de 1600 kg. Se desea saber cuál es el valor de $ de la arena en cuestión.
Solución: 39".
4. En una arena densa sin cohesión de peso unitario 1800 kg por metro cúbico
se efectuó un ensayo de carga utilizando una" placa de 0,30 [5 00 metros salecida
dentro de un cajón que estaba rodeado por má sobrecarga de 0.60 metros de suelo.
La rotura del suelo se produjo al lle; carga al valor de 6000 kg. ¿Cuál sería la
carga de rotura por unidad de área de una zapata cuadrada de 150. metros de largo
situada a la misma cota y en el mismo materi:
Solución: — 11 kg/cn*.
5. Una estructura fue construida sobre una solera de fundación de 30 Xx 30
metros. La solera descansaba en la superficie del terreno sobre una capa uniforme de
arcilla blanda que se extendía hasta una profundidad de 45 metros y cuando el
suelo sonortaba una carga uniformemente distibuida de 2,25 kg por centímetro cuadra-
do se produ: lu rotura del mismo, Se desea saber cuál es el valor medio de la cohesión
e de la arcilla. Dada la gran profundidad de la zona de equilibrio plástico se puede
despreciz la consolidación de la arcila producida antes de la rotura y suponer además
que $ =
Ei 0,36 kg/cm,
Lecturas seleccionadas
Meyer, G. G. (1951). “The ultimate bearing capacity of foundations”, Geotechnique
págs. 801 a 382. Contiene soluciones teóricas aproximadas para fundaciones pro-
PS y poco profundas complementadas con ensayos sobre modelos.
Skempton, A. W. (1951). “The bearing capacity of clays”, Proceedings of the British
paa Research Congress, 1, págs. 180 a 189. Discusión sobre la condición
; influenci en la capacidad de carga.
of base and groundwater conditions
on the ultimate Lio capacity of foundations”, Geoteciique, 5, págs. 227 a
242. Revisión del artículo de 10511 ca vs de acontecimientos posteriores.
Sokolovski, V. V. (1960). - Statics de London, Butterworths, 237 págs.
Discusión general de la a lel cima crítico, con soluciones para problemas
diversos de importancia,
Hansen, J. Brinch. (1961), “A general formula for bearing capacity”, Ingenidren, 5,
págs. 38 a 40; también a eBoletín
l 1, Dani Í 6 Geotecnia Institute, Brev> resu-
men del estado as los desarrollosteó

ART. 34 CAPACIDAD DE CARGA DE PILARES DE FUNDACIÓN


Y DE PILOTES

Definiciones
Se llama pilar de fundación a un elemento esbelto prismático o cilín-
drico de mampostería u hormigón que, atravesando un estrato pobre, tras-
fiere una carga a otro estrato mejor más profundo. Un pilote es, en esencia,
un pilar muy esbelto que trasfiere una carga por su extremo inferior a un
estrato firme, o bien que lo hacé por fricción, repartiéndola en el suelo
circundante. La relación existente entre la carga que trasmite un pilar o
222 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

un pilote y el asentamiento resultante es muy similar a la existente para


el caso de zapatas. La curva carga-asentamiento se acerca a una tangente
vertical, o bien a una tangente inclinada, como en el caso indicado en la
figura 33.1, La definición de capacidad de carga para el caso de un pilar
o un pilote es idéntica a la dada cuando se trata de la capacidad de carga
de las zapatas (artículo 33).

Capacidad de carga de pilares de fundación cilíndricos


De la carga total que soporta un pilar de fundación una parte se tras-
mite directamente al suelo situado inmediatamente por debajo de su base
y la restante se trasfiere a la masa circundante por fricción y adherencia”
entre la superficie lateral del pilar y el suelo. En el momento de la rotura,
la carga que soporta un pilar que ha alcanzado una profundidad D, puede
expresarse como:
Qu = Q, + Qs = qpAy
+ 2arf,D, (34.1)
en la cual q, es la capacidad de carga por unidad área del suelo situado
debajo de la base, A, el área de la base, r el radio del pilar cilíndrico y f,
el valor medio, en el momento de la rotura, de la resultante de la fricción
y de la adherencia por unidad del área de contacto entre la superficie lateral
del pilar y el suelo. Se lo distingue comúnmente como la fricción lateral,
La rotura del suelo situado debajo de la base no se puede producir sin
el desplazamiento de por lo menos una parte de la masa en que está embe-
bido, la que efectúa un movimiento hacia afuera o bien hacia afuera y
hacia arriba en las direcciones indicadas por las flechas curvas de la figura
34 1, Si el suelo situado dentro del espesor D, es apreciablemente mucho
más compresible que el situado debajo de la base, los desplazamientos

Fig. 34.1. Sección vertical por el centro de pilar de fundación cilíndrico.


ART. 34 CAPACIDAD DE CARGA DE PILARES DE FUNDACIÓN Y DE PILOTES 223

producen, dentro del espesor D,, tensiones tangenciales despreciables. Como


consecuencia, la influencia que ejerce el suelo circundante es idéntica a
la que corresponde a una sobrecarga con una intensidad igual a yD,. En
casos semejantes, los factores de capacidad de carga pueden tomarse direc-
tamente de la figura 33.4 y qy se puede considerar igual a qa 0 que (ecua-
ciones 33.13 ó 33.14). Por otro lado, si el suelo es homogéneo, las tensiones
tangenciales inducidas en el mismo por encima del nivel de la base, como
consecuencia de los desplazamientos mencionados, tienen dos efectos signi-
ficativos: pueden alterar el diagrama de los deslizamientos en tal forma
que los factores de capacidad de carga (fig. 33.4) no resulten más aplica-
bles y, además, pueden alterar la intensidad de la presión vertical en el
suelo en correspondencia con la base del pilar. Este último efecto parece
ser más importante y debido a esta circunstancia el término yD,N, (ecua-
ciones 33.13 y 33.14) debe ser remplazado por la expresión p.N, en la
cual p, es la intensidad real de la presión vertical efectiva en la adyacencia
inmediata del pilar, al nivel de la fundación, en el momento en que la
rotura de la misma se produce (Vesic, 1963).
En la realidad, el estado de tensiones cerca de la base de un pilar de
fundación enterrado profundamente en el momento en que se produce la
rotura es muy complejo y todavía no bien comprendido. Experimentos en
gran escala realizados con arenas homogéneas (Vesic, 1963, y Kerisel, 1964)
han indicado que para valores D,/2r mayores de aproximadamente 5, la
resistencia Q, de la base no aumenta más en proporción directa con
la profundidad, según resultaría del término yD,N,, y que, por otro lado,
para D,/2r mayor de aproximadamente 15, la resistencia de la base perma-
nece imad: eind di de la p: didad D,. Estos
hallazgos sugieren que para valores de D,/2r mayores de aproximadamente
15, la presión p, permanece prácticamente constante con el aumento de la
profundidad, y depende solamente de ¿. En arcillas homogéneas, bajo la
condición $ = 0, la resistencia neta de la base por unidad de área perma-
nece prácticamente constante para valores de D,/2r mayores de aproxima-
damente 4 y puede tomarse igual a 9c (Skempton, 1951).
El segundo término del segundo miembro de la ecuación 34.1 contiene
la fricción lateral f,. El valor f, se considera generalmente como igual a la
suma de los dos términos:
f.=0+ptgd (34.2)
en la cual c, es la adherencia por unidad de área entre el pilar y el suelo,
Pa es el término medio de la presión horizontal en la superficie vertical en
el instante de la rotura y 3 es el ángulo de fricción entre pilar y suelo. Los
valores de c, y 8 pueden en ciertos casos ser determinados aproximadamente
por ensayos de laboratorio. No obstante, ambas cantidades dependen, entre
otros factores, del método de instalación. Además, el estado de tensiones
en la superficie de contacto es desconocido y tan complejo como el que
está asociado con la presión vertical p,. Por ello, f, es comúnmente y con
preferencia estimado sobre la base de datos empíricos derivados de obser-
vaciones realizadas en el terreno (artículo 57).
224 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Capacidad de carga de los pilotes


Como los pilotes son esencialmente pilares de fundación esbeltos, su
capacidad de carga también puede estimarse con la ecuación 34.1. La
cantidad Q, se llama resistencia de punta. Si es mucho más grande que
Q, el pilote se dice resistente de punta. Por el contrario, si Q, es relativa-
mente insignificante, se dice que el pilote es un pilote de fricción.
La principal diferencia entre pilotes y pilares de fundación estriba en
el método que se utiliza para instalarlos. Los pilares se instalan excavando
el suelo, mientras que los pilotes, constituidos generalmente por cuerpos sóli-
dos o por camisas cilíndricas cerradas en su extremo inferior, se hincan
desplazando el suelo que atraviesan. Ocasionalmente, la hinca se facilita
removiendo parte del suelo que ha de desplazar el pilote por medio de
una inyección de agua o bien haciendo una perforación guía, pero el volumen
de suelo retirado con estos procedimientos es, comúnmente, pequeño en
comparación con el volumen de los pilotes.
Cuando los pilotes se hincan a través de un material compresible hasta
alcanzar un basamento firme, utilizando la ecuación 33.13 puede obtenerse
el límite inferior de la resistencia de punta Q, de los pilotes de sección
circular, y con la ecuación 33.14, la de los pilotes de sección cuadrada. En
cambio, si los pilotes se instalan dentro de una masa de material no cohesivo
homogéneo que se extiende por debajo de su punta, las ecuaciones 33.13 y
33.14 pueden sobreestimar la resistencia de punta, como se deduce de lo
explicado en el apartado anterior. La capacidad de carga de los pilotes
resistentes por fricción depende de la fricción f, entre pilote y suelo (véase
ecuación 34.1) cuya determinación mediante ensayos de laboratorio es
aún más imprecisa que tratándose de pilares, ya que el cálculo de las ten-
siones producidas por el desplazamiento parcial o total del suelo durante
la hinca del pilote se halla fuera de las posibilidades del análisis matemá-
tico. Por ello, la capacidad de carga Q4 de los pilotes resistentes por fric-
ción puede determinarse solo por medio de ensayos de carga en el terreno,
o bien, en forma menos exacta, en función de valores empíricos de f,,
como los que se dan para los principales tipos de suelos en el artículo 56.
En aquellas ciudades donde se usan extensamente pilotes resistentes por
fricción, los valores de f, derivados de la experiencia local son comúnmente
bastante buenos.

Fórmulas de hinca
La capacidad de carga Q, de un pilote resistente de punta puede, bajo
ciertas circunstancias (ver artículo 56), ser aproximadamente igual a la
resistencia Quy del suelo contra la penetración rápida del pilote bajo el
efecto del impacto del martillo del martinete. Existe al menos una posi-
bilidad teórica de estimar Qsy llamada resistencia dinámica del pilote, en
función de la penetración media S del mismo bajo el efecto de los últimos
golpes, siempre que el peso Wy del martillo y su altura de caída H sean
ART. 34 CAPACIDAD DE CARGA DE PILARES DE FUNDACIÓN Y DE PILOTES 225

conocidos. Esta posibilidad se ha traducido en muchos esfuerzos para


calcular la capacidad de carga por medio de la información así obtenida,
esfuerzos que han dado como resultado las llamadas fórmulas de hinca.
En lo que sigue, se estudian los conceptos fundamentales en que están
basadas dichas fórmulas.
El trabajo que ejecuta el martillo al caer es igual a WxH, y el que se
requiere para hacer penetrar el pilote en una longitud S contra una resis-
tencia Qu, es igual a QyS. Si todo el trabajo ejecutado por la caída del
martillo sirviera para aumentar la penetración del pilote, se podría escribir:
WH = QayS
de donde:
W¿H
Qu ==
Ésta es la fórmula de Sanders, publicada en 1850. Los valores que se
obtienen con la misma son excesivos, pues parte de la energía del martillo
es convertida en calor y absorbida por deformaciones elásticas.
Cuando se supone que todas las deformaciones y las pérdidas de energía
se producen simultáneamente con la aplicación de golpe de martillo, es
decir, cuando se ignóra la existencia de ondas de tensión en el pilote, se
puede escribir:
WH
= QS +A (34.3)
en la cual A representa la energía perdida y no disponible para causar la
penetración del pilote, Si no se produjese penetración alguna y toda la
energía de hinca se consumiese en compresión elástica de pilote, la energía
gastada sería:
Wal = */1 QuíS,
en la cual S, es la compresión elástica del pilote.
Teniendo en cuenta que:
5, — Qu
* CAE
resulta;
S, = y AE (34.4)
Si se supone que la pérdida de energía está constituida solamente por
la deformación elástica del pilote y que además no es influenciada por la
penetración de su punta, la ecuación 34.3 se trasforma en la siguiente:

WaH=Qu5 + Qu E = Qu (5 +3)
de donde resulta:
W»aH
Qa = TES (34.5)
226 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Esta expresión se conoce como la fórmula danesa y los estudios esta-


dísticos realizados con la misma muestran que debe utilizarse con un factor
de seguridad igual a 3 (Sórensen y Hansen, 1957)*.
Se han hecho numerosos intentos para tomar en cuenta las restantes
pérdidas de energía. Algunos de ellos han dado como resultados expresiones
y procedimientos muy complicados. No obstante, teniendo en cuenta que
los métodos basados en la ecuación 34.3 son fundamentalmente erróneos
debido a que ignoran los aspectos dinámicos del fenómeno (Cummings,
1940), las fórmulas complicadas no poseen ninguna de las ventajas inhe-
rentes a las simples. Los méritos relativos y la confiabilidad de cualquier
fórmula de hinca solo pueden ser juzgados a base de comparaciones con
resultados de ensayo de carga.
La fórmula danesa posee el mérito de la simplicidad y se ha encon-
trado que es de confiar para un amplio rango de condiciones (Agershou,
1962). Janbu (1953) propuso una forma ligeramente más refinada para la
fórmula danesa, haciendo intervenir un ajuste semiempírico que permita
tener en cuenta las variaciones en la relación W»/Wy de los pesos del pilote
y de la masa del martinete que produce su energía ”?. Se puede expresar
de la siguiente manera:
0 = Wal (34.6)
e = OS
donde:
k=0[1+ 1 En (34.7)
* En la Argentina y otros países de habla hispana )rtuguesa se utiliza mucho
la llamada iórmmula holandesa de expresil ESE
W»yH
e +?)
en la cual P es el peso del pilote.
Esta fórmula se deriva suponiendo que el término A de la ecuación 34.3 está
constituido únicamente por las pérdidas calculadas con la teoría de Newton para el
choque anelástico. Véase, por ejemplo, Código de Edificación de la Ciudad de Buenos
Aires, pág. 382. Para martillos Diesel o de doble efecto la fórmula se escribe:
Qu = E Ya
07 Wa+L
en la cual E = energía del martillo. La fórmula se aplica usualmente con un coeficiente
de seguridad de tres (N. del T.).
%* Las fórmulas de hinca analizadas son válidas para martillos en los cuales la
energía proporcionada al pilote está dada por um peso Wa que cae más o menos libre.
mente desde una altura H, como ocurre
en los martillos caída libre o en los de
vapor a simple efecto, si se desprecia en este último caso el freno que produce el escape
de vapor. Por ello, cuando se utilizan martillos de doble efecto o martillos Diesel, que
proveen una energía mayor por la acción acelerante de la' velocidad de la masa que
golpea producida por la presión de vapor en la cabeza superior de la misma, en el
primer caso, o,por la presión originada por la explosión del combustible en el segundo,
Para usar las fórmulas hay que sustituir Wx H por la energía entregada por el martillo
po pi del pilote, como lo señala la fórmula de la anterior nota del traductor.
ART. 34 CAPACIDAD DE CARGA DE PILARES DE FUNDACIÓN Y DE PILOTES 227

en la ecuación 34.7 el coeficiente empírico:


Ce =075 4015 PrY
(34.8)
Estudios estadísticos (artículo 56) indican que la fórmula de Janbu
debe ser usada con un factor de seguridad de 3 y que el coeficiente real
de seguridad es probable que no sea menor de 1,75 ni mayor de 4,4 (Flaate,
1964).
La fórmula Engineering News (Wellington, 1888), ampliamente usada
en Norteamérica, es similar en forma a la ecuación 34.5 excepto que el
término que contiene la compresión elástica del pilote se remplaza por la
constante c, de modo que:
_ WaH
0 = 3
Wellington consideró la cantidad c como una penetración adicional de
la punta del pilote, que se hubiese producido en caso de no existir pérdidas.
Lo evaluó en base a los datos empíricos que pudo tener a su disposición y
concluyó que c es aproximadamente igual a 2,5 cm para pilotes hincados
con un martillo de caída libre y 0,25 cm para pilotes hincados con un mar-
tilo a vapor. Como se dio cuenta de que esta estimación encerraba mucha
incertidumbre, propuso que la capacidad de carga admisible Q, por pilote
no excediese 1/6 de la calculada como carga de rotura Quy. De esta forma
obtuvo:
1 12 WÍ¿H 2WH
Q= 7 0= 5307 Tte (34.9)
Esta fórmula se la conoce como Engineering Nets.
Los estudios realizados para evaluar el grado de exactitud de la ecua-
ción 34.9 (Agershou, 1962; Fate, 1964) han demostrado conclusivamente
que no hay ninguna relación satisfactoria entre la capacidad de los pilotes
determinada por ensayo de carga y la calculada con la ecuación 34.9. Por
cada 100 pilotes ensayados hay 2 cuya capacidad de carga puede ser menor
de 1,2 6 más de 30 veces el valor calculado con la fórmula en la hipótesis
de un coeficiente de seguridad 6. No hay manera de predecir para un
pilote dado cuál va a ser su capacidad de carga real dentro de este rango.
En vista de esta situación, el uso de la fórmula Engineering News no puede
ya justificarse más *.
Un método fundamentalmente más satisfactorio para el desarrollo de
fórmulas de hinca es la adaptación de la teoría del impacto longitudinal
de barras (Glanville y otros, 1938; Smith, 1960, Sórensen y Hansen, 1957).
Los cálculos son complejos y no pueden aún ser condensados en relaciones
suficientemente simples para uso práctico. Además, no se han establecido
* Por otro lado, la fórmula Engineering News fuertemente, de una
manera arbitraria, sin razón aparente, el martillo de caída libre, rento l de vapor, ago
nando a la de energía un valor diez veces superior en el primer caso, lo que
conduce ocasionalmente a resultados sil (N. del T.).
228 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

todavía las limitaciones del dimiento por medio de sufi-


cientes entre las capacidades de carga predichas y medidas. Por eo, por
ahora, el proyectista de una fundación con pilotes resistentes de punta “debe
elegir entre varias alternativas. Puede usar una de las fórmulas dinámicas
menos objetables, tal como la danesa o la de Janbu, a riesgo de hincar
dos o tres veces más pilotes de los que la fundación requiere; puede estimar
la resistencia de punta en base a una fórmula estática (ecuación 34.1) a
riesgo de sobreestimar la capacidad, particularmente si los pilotes son largos
y están embebidos en arena densa, o bien recurrir al gasto de hacer ensayos
de carga en el terreno sobre pilotes de tamaño natural. La última alterna-
tiva suele involucrar procedimientos especiales para permitir la evaluación
de la resistencia de punta separadamente de la fricción lateral (artículo 56).
La justificación de los ensayos de carga depende del tiempo disponible y
de la relación entre el costo de los ensayos y el del total de la fundación *.
Problemas
L ¡Un pots de hostia timado 9 0/40 5 0140 retos de secs al
hincado hasta trar 75 centímetros dentro de un estrato de arena densa, después de
haber atras lo un depósito de 20 metros de espesor constituido por arena fina suelta
y por are e a muy cerca
de la
o dl eno natural. suelta y la arcilla peso unitario

olción: 104 toneladas SE Sta en a lugar un ensayo e carga sobre un


te real, seguido de un ensayo de arranque del mismo para determinar
resistencia de fricción, se comprobó que la resistencia de punta era
igual a 105 toneladas.
ego masters ol Ervblema anterior. Poe Hncaños pas e medio dee
martinete de EScuyo martillo tenía un pesoVW, caída H=
0,60 metros. o ral Ulcto dl Uli A
centímetros. SeginE Torla el Engineering News, ¿cuál sería la capacidad de
carga del piloteí
Solución: 562. toneladas, Según el ens de carga,la capacidad de
del
el poto, igual
igual a resistencia de punta A a.
a o bla (0d toneladas), fue iguala 205 toneladas
3, Ea uo puto del fea copada por la estructura del pre có a
pilote de prueba. Las condiciones del suelo eran idénticas a las anteriores, con la única
a pebeta generalizada eo la Argentina consiste en pescar m estado de
suelos que fectuarrn cálculo esiticode la capacidad de carga. Poco se
¿mala 3 da férias ds Eines, ls yue generalmente se utilizan solo como un medio
para obtener cierta uniformidad relativa en la penetracióny en el rechazo de cada
So de Jos potes de una obra dada, segín su capaci a de car Con frecuencia
se complementan estas determinaciones con compresióny
traccióna fin rs pe el TE da
dede pación de Accludad de EN
fundidad a la punta de los pilotes será determinada
en
fanción: 4 estudio de suelo, las caracteristicas de loslo pilotes a usar y de la carga a
q, Se 14 sao Para pts ya psa ponce Seno de uo resul-
tante perfil suel 'ara pilotes cuya punta dentro de suelosnó cohesivos,
al da ire utilizando la siscene fórmula de lines» (Vée
ara. cuya punt hesivos 'O nO Con-
templa el Egiculo del rechazo con una a (N, del T.). E
ART. 33 ESTABILIDAD DE TALUDES 229

diferencia de a 20 metros rofundidad estaba aquí en


estado suelto ES= 03:
37 Calcule le¡eresistencia de PuntaAo
Solución: 19,5 toneladas. (No se efectuó ningún ensayo do carga, ya que el
Pros Penetraba tan fácilmente en la arena, De el efecto deode golpes
el martillo, que se decidió cambiar
el tipo de fundación en toda. el
área ocupada por la arena suelta.) >
El pilote del problema 1 tenía 21 mm de longitud y su módulo de elasticidad
cra de 2501 kg/cm".¿Cuál sería su capacidad de carga según la fórmula holandesa
y la fórmula de Janbu?
Solución: 260 toneladas; 190 toneladas.

Lecturas seleccionadas
o, de los ciicosde la mecánica de suelos es “Demamic pilo driving formulas”
de Cummings, A EL (1940): Joumal Boston Societyo/ Civil Engineers, 1940,97,págs
e eblesdo también en Contributions
to soil mechanics 1925-1940, Boston Society
Engineers 1940, págs. 392-413.
ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES
Introducción
Se denomina deslizamiento a la rotura y al desplazamiento del suelo
situado debajo de un talud, que origina un movimiento hacia abajo y hacia
afuera de toda la masa que participa en el mismo.
Los deslizamientos pueden producirse casi de todas las maneras con-
cebibles: lenta o rápidamente, con o sin provocación aparente. Ceneral-
mente se producen como consecuencia de excavaciones o socavaciones en el
pie de un talud. Hay casos, sin embargo, en que son originados por la
desintegración gradual de la estructura del da. desintegración que, ini-
ciándose en fisuras capilares, termina por dividir la masa de suelo en frag-
mentos angulares. En otros casos se producen como consecuencia del
aumento de la presión del agua que llevan algunas capas excepcionalmente
permeables, o bien por efecto de choques que licuan el suelo situado debajo
del talud (artículo 49). Dada la extraordinaria variedad de factores y de
procesos que pueden ser causantes del origen de los deslizamientos, como
regla general, la estabilidad de los taludes no puede determinarse por medio
de análisis teóricos. Los cálculos de estabilidad basados en los resultados
de ensayos de suelos merecen confianza solo cuando las condiciones espe-
cificadas en las diferentes secciones de este artículo son satisfechas estricta-
mente. Pero aun en este caso debe siempre recordarse que la presencia
en el subsuelo de discontinuidades no reveladas por las perforaciones, como
ser sistemas de fisuras capilares, residuos de viejas superficies de desliza-
miento, o delgadas lentes de arena: acuífera, pueden invalidar por completo
los resultados de los cálculos.
Taludes en arena seca sin cohesión
Un talud en arena limpia es estable, cualquiera sea su altura, siempre
que el ángulo f entre el talud y la horizontal sea igual o menor que el
ángulo de fricción interna $ de la arena en estado suelto. El coeficiente de
230 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

seguridad del talud con respecto a su deslizamiento puede expresarse por la


relaci
ra- 34 (35.1)
Cualquiera sea su altura, la existencia de taludes con ángulos de incli-
nación mayores de $ es una imposibilidad en caso de arenas limpias.
Como muy pocos suelos naturales son absolutamente no cohesivos, en
lo que resta de este artículo solo se tratan taludes en suelos cohesivos.
Características generales de los deslizamientos en suelos
cohesivos homogéneos
Un suelo cohesivo cuya resistencia al corte viene expresada por la
ecuación:
s=c+ptg9
puede permanecer estable con un talud vertical, aunque solo sea por cierto
tiempo, siempre que la altura del mismo sea algo menor de H, (ecuación
28.11). Si la altura sobrepasa H., el talud no es estable, a menos que su
ángulo f sea menor de 90%, Cuanto mayor sea la altura, tanto menor debe
ser el ángulo $ hasta que, para una altura muy grande comparada con H,,
el talud es inestable, a menos que el ángulo f sea igual o menor que $.
La rotura de un talud en material cohesivo va comúnmente precedida
de la formación de grietas de tracción, que se producen detrás del borde
superior del mismo, en la forma en que lo indica la figura 35.1. La fuerza
que produce las grietas, en el caso de un talud vertical, es la representada
por el triángulo ace de la figura 28.3b, La formación de grietas es, tarde o
temprano, seguida de un deslizamiento a lo largo de una superficie curva,
como la indicada en línea llena en la figura 35.1. Generalmente, la super-
ficie de deslizamiento tiene su máxima curvatura en la parte superior, la
mínima en el centro, y una curvatura intermedia en su extremo inferior.
La curva. por lo tanto, se acerca a un arco de elipse.
Cuando la rotura se produce a lo largo de una superficie de desliza-
miento que intercepta al talud en su pie, o más arriba (véase figura 35.2a),
el deslizamiento se conoce como una rotura por el talud. Si por el contrario,

Fig. 35.1. Deformación que se produce con la rotura de un talud.


ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 231

% ta) nte É- (0)


ERE e
TA MNy oa
ió my e
2
e PD
Base firme
Fig. 35.2. Posición del círculo crítico para: (a) rotura por el ta'ud; (b) rotura
por la base. (Según W. Fellenins, 1927).
el 4uelo situado debajo del nivel del pie del talud no tiene suficiente resis-
tencia para soportar el peso del material situado encima del mismo, la
rotura se produce a lo largo de una superficie que pasa a cierta distancia por
debajo de dicho pie. La figura 35.2b indica este tipo de rotura. que se
conoce como una rotura por la base.
En los cálculos de estabilidad, la curva que representa la superficie real
de deslizamiento se remplaza por un arco de círculo o por una espiral
logarítmica. Cualquiera de estos dos procedimientos tiene un grado de
aproximación semejante al que tiene la hipótesis de Coulomb, que especi-
fica que la superficie de deslizamiento de la masa de suelo que soporta un
muro de sostenimiento es plana (artículo 30). En nuestro caso solo se
utilizará el círculo como sustituto de la superficie real de deslizamiento.

Propósito de los cálculos de estabilidad


En la práctica, los cálculos de estabilidad sirven para volver a proyectar
taludes que se han derrumbado, o bien para determinar, antes de iniciar la
obra, los ángulos de talud adecuados a los requerimientos de seguridad
especificados.
Durante la construcción, suelen a veces producirse roturas locales de
los taludes de desmontes o de terraplenes. Dichas roturas indican que el
valor medio de la resistencia mínima al corte ha sido sobreestimado y,
como constituyen en realidad ensayos de corte en gran escala, ofrecen una
oportunidad excelente para valorar la resistencia mínima real, y evitar
nuevos accidentes en la obra cambiando el proyecto en función de los
nuevos datos. El procedimiento a seguir consiste en determinar, por me-
dio de perforaciones o excavaciones, la posición de la superficie de desli-
zamiento, computar los pesos de las distintas partes de la masa que tendió
a producir o a oponerse al deslizamiento, y calcular la resistencia media al
corte s del suelo que resulta necesaria para satisfacer las condiciones de
equilibrio.
Cuando se debe calcular un talud en una región donde no se han pro-
ducido deslizamientos, es necesario estimar o determinar la resistencia al
corte. media s del suelo antes de iniciar la construcción. Los métodos para
determinar la resistencia al corte se estudiaron en los artículos 17 y 18.
Una vez fijado s, el ángulo del talud puede determinarse por teoría en
232 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

forma que satisfaga la seguridad requerida. Resulta obvio que este método
es utilizable solo en los casos en que las condiciones del suelo permiten deter-
minar s con cierta exactitud por medio de ensayos adecuados.

Cálculo de la resistencia al corte partiendo de los datos que se


obtienen de deslizamientos ocurridos
El método que se utiliza para determinar la resistencia media al corte
de los suelos, en función de los datos que se pueden obtener de desliza-
mientos ocurridos, viene ilustrado por la figura 35.1. Por medio de medi-
ciones en el terreno, se obtiene la profundidad z, de las fisuras de tracción
y la forma de la superficie de deslizamiento. La línea de deslizamiento se
sustituye luego por un arco de círculo de radio r y de centro O. El equilibrio
requiere que:

Wi, = Wah + sr des


de donde:
— Wih —Wab
==
r dies
W, es el peso de la masa de suelo akfe, que tiende a producir la rotura, y Wa
el peso de la masa kbdhf, que tiende a resistirla. :
Si la forma de la superficie de deslizamiento no puede sustituirse, aun
en forma aproximada, por un círculo, el procedimiento a seguir debe modi-
ficarse de acuerdo con lo que se indica bajo el subtítulo de superficies de
deslizamiento compuestas.

Procedimiento para determinar la estabilidad de taludes


Cuando se debe investigar si un talud dado en un suelo de resistencia
conocida es estable se necesita determinar el diámetro y la posición del
círculo que representa la superficie por donde se va a producir el desliza-
miento. Este círculo, conocido como círculo crítico, debe satisfacer la con-
dición de que la relación entre la resistencia al corte del suelo a lo largo
- de la superficie de deslizamiento y las fuerzas tangenciales que tienden a
producirlo constituye un mínimo. La investigación, por lo tanto, pertenece
a la categoría de los problemas de máximos y mínimos ejemplarizados por
la teoría de Coulomb (artículo 30) y la del empuje pasivo (artículo 32).
Una vez determinados el diámetro y la posición del círculo crítico, el
coeficiente de seguridad F con respecto a rotura se calcula con la relación
(véase figura 35.1):
(35.2)

donde r es el radio del círculo crítico y dez la longitud de la superficie de


deslizamiento.
ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 233

A semejanza con el empuje pasivo, la estabilidad de un talud se inves-


tiga por tanteos, salvo en casos simples en que puede determinarse por mé-
todos analíticos. Cuando se procede por tanteos, se eligen varios círculos
como probables superficies potenciales de deslizamiento. Para cada círculo
se determina F (ecuación 35.2). Su mínimo valor representa el coeficiente
de seguridad con respecto al deslizamiento, y su círculo, el círculo crítico.
Las soluciones analíticas se pueden utilizar solo excepcionalmente
para calcular el coeficiente de seguridad, debido a que están basadas en
hipótesis muy simplificativas. Son muy útiles, sin embargo, como guías para
estimar la posición del centro del círculo crítico y determinar el tipo proba-
ble de rotura. Sirven, además, para juzgar si un talud dado es tan seguro
que no deja duda, si está en el caso contrario y resulta evidente que es
i , O bien si se trata de un caso dudoso. Si se trata de un caso dudoso,
debe calcularse el Aci de idad con el dimi que se
termina de describir.
Las soluciones analíticas están basadas en las hipótesis siguientes. Hasta
cierta profundidad por debajo del pie del talud, el suelo es perfectamente
uniforme. A esta profundidad, el suelo descansa sobre un estrato más resis-
tente, llamado la base firme, que no es penetrado por la superficie de des-
lizamiento. Se supone que el talud es plano y que se halla situado entre dos
superficies planas horizontales, en la forma en que lo indica la figura 35.2,
Finalmente, se desprecia el debilitamiento que originan las fisuras de trac-
ción, ya que el mismo es más que compensado por el margen de seguridad
usual. Las secciones que siguen contienen un resumen de estas soluciones.

Taludes en arcilla blanda


La resistencia unitaria media al corte s de la superficie potencial de
deslizamiento en una arcilla blanda homogénea saturada bajo condiciones no
drenadas (f4 = 0) (artículo 18) es aproximadamente igual a un medio de
la resistencia a la compresión simple qu de la arcilla. Este valor, por razones
de brevedad, se denominará la cohesión c. Es decir:
s=!1qu=C (18.5)

Conocido c, la altura crítica H, de un talud con ángulo de inclinación $,


puede expresarse por la ecuación:
H.=N, - (35.3)

En esta ecuación, el coeficiente de estabilidad N, es un número sin dimen-


sión cuyo valor depende solo del ángulo $ del talud y del factor de pro-
fundidad na (fig. 35.2b), que expresa la profundidad a que la arcilla des-
cansa sobre una base firme. Si se produce'una rotura por el talud, el
círculo crítico generalmente es un círculo de pie, que pasa por el pie h del
talud (fig. 35.22), excepto cuando la base firme está situada muy cerca
del pie b, en cuyo caso puede producirse por un círculo de talud, tangente
234 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

a la base firme y que intercepta el talud por encima de b. Este tipo de


rotura no está indicado en la figura 35.2. Cuando se produce una rotura
por la base, el círculo crítico se denomina círculo del punto medio, debido
a que su centro está situado sobre una recta vertical que pasa por el punto
medio m del talud (figura 35.2b). El círculo del punto medio es tangente
a la base firme.
El tipo y la posición del círculo crítico a lo largo del cual se produce
la rotura dependen del ángulo f del talud y del factor de profundidad m4.
La figura 35.3 contiene una síntesis de los resultados obtenidos al respecto
por medio de investigaciones teóricas. Según esta figura, la rotura de todos
los taludes con un ángulo mayor de 53? se produce por un círculo de pie.
Si $ es menor de 53, el tipo de rotura depende del valor del factor de
profundidad m4 y, para valores bajos de na, también del ángulo f del talud.
Si na es igual a 1, la rotura se produce por un círculo de talud y, si n4 es
mayor de 4, el talud se desliza por un círculo del punto medio, tangente a
la base firme, cualquiera sea el valor de $. Cuando ny tiene un valor inter-
medio entre uno y 4, la rotura se produce por un círculo de talud si el
punto que representa los valores de n¿ y f se halla por encima del área
sombreada de la figura 35.3. Si el punto se halla dentro del área sombreada,
Valores del coeficiente de estabilidad Mi= Ll
a o

P=0*
Círculos
de pié.
Circula del punto medio
Círculos de lalvd

. Valores del ángulo del lalud 8


Fig. 35.3. Relación para material sin fricción entre el ángulo del talud f y el
corficiente estabilidad N, para diferentes va'ores del factor de profundidad n«.
(Según D. W. Taylor, 1937).
ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 235

Valores dea y de9


SN

5
A
Sao
Y
$
is

BI
¿ h
R/ z 5
60 q 30 sr20% 10"
Valores de B +
Fig. 35.4. (a) Relación entre el ángulo del talud $ y los parámetros a y 9 para
ubicar el círculo crítico de pie cuando $ es mayor de 53%; (b) relación entre
el ángulo $ del talud y el factor de profundidad na. para varios valores del
parámetro n.. (Según W. Fellenius, 1927.)

el círculo crítico es un círculo de pie. Por último, si el punto se encuentra


por debajo de dicha área, el talud rompe por un círculo del punto medio
tangente a la base firme.
Dados los valores del ángulo f del talud y del factor de profundidad
na, el coeficiente de estabilidad N, (ecuación 35.3) puede obtenerse sin
cálculo alguno utilizando la figura 35.3. El valor de N, determina la altura
crítica H, del talud.
Cuando la rotura se produce por un círculo de pie, el centro del círculo
crítico puede determinarse trazando los ángulos a y 2%, en la forma que lo
indica la figura 35.2a. Los valores de a y 6 para diferentes ángulos $ del
talud pueden obtenerse de la figura 35.4. Cuando la rotura se produce
por un círculo del punto medio tangente a la base firme, la posición del
círculo crítico viene determinada por la distancia horizontal m¿H que va
del pie del talud al círculo (véase figura 35.2b). Los valores de n,, para
distintos valores de $ y ma, pueden obtenerse del gráfico de la figura 35.4b,
Si la arcilla situada debajo de un talud consta de varias capas con dife-
236 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

rentes cohesiones medias c;, Cz, etcétera, o si la superficie de terreno es


irregular (véase figura 35.5), el centro del círculo crítico debe determinarse
por tanteos. Resulta obvio que la mayor parte de la superficie real de
deslizamiento estará situada dentro del estrato más blando, de modo que los
círculos de tanteo deben satisfacer esta condición. Si ma de las capas
superiores es relativamente blanda, la presencia de la base firme a cierta
profundidad puede no influir en el problema, ya que la parte más profunda
de la superficie de deslizamiento se sitúa enteramente dentro del estrato
más blando. Si, por ejemplo, la cohesión cz del segundo estrato de la fi-
gura 35.5 es mucho menor que la cohesión cz del estrato inferior, el círculo
crítico se torna tangente al borde superior del tercer estrato en lugar de
serlo a la base firme. -
Para cada círculo de tanteo se calcula la tensión de corte media t que
debe actuar a lo largo de la superficie de deslizamiento para poder balan-
“cear la diferencia entre el momento de deslizamiento Wi, y el momento
resistente Wal. El valor de t es igual a:
ra Wih — Wal
r ab
En base a los valores C,, C», Cs, etcétera, conocidos, se calcula el valor
medio de la cohesión c del suelo a lo largo de la superficie de deslizamiento.
El coeficiente de seguridad contra el deslizamiento es entonces:
r-+ (35.4)
El valor de F se anota en el centro del círculo,
En la misma forma y adoptando varios círculos de deslizamiento de
tanteo se determinan otros. valores de F que se anotan en los centros de sus
círculos respectivos. Se trazan luego curvas de nivel de iguales valores de F
(véase figura 35.5), las que pueden considerarse como las curvas de nivel
de una depresión. El centro del círculo crítico se halla en el fondo de la
depresión, y Fw es el coeficiente de seguridad del talud con respecto a
rotura,
Si no resulta evidente cuál de las dos capas distintas constituye la base
firme, para definir el círculo crítico, se debe proceder por tanteos conside-
rando separadamente cada posibilidad para determinar el respectivo Fmin- El
menor de los dos valores corresponde a la base firme que controla la rotura
y es el coeficiente de seguridad del talud.
Taludes en suelos con cohesión y fricción interna
Si la resistencia al corte del suelo puede expresarse aproximadamente
con la ecuación: a
s=c+ptg9
la estabilidad de sus taludes es analizable con el procedimiento que ilustra
la figura 35.60. Las fuerzas que actúan sobre la masa en deslizamiento son:
ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 237

Emo Y Uneosdeiguoles
volores poro F

Bose firme
Fig. 35.5. Rotura por la base en suelo cohesivo estratificado.

su peso W, la resultante Cde las fuerzas de cohesión y la resultante F de


las fuerzas normales y de fricción que se desarrollan a lo largo de la super-
ficie de deslizamiento. La resultante C de la cohesión es paralela a la
cuerda de e igual a la cohesión unitaria c multiplicada por la longitud L
de la cuerda. La distancia x que media entre el centro de rotación y C se
determina con la condición:
Cx = olx =c der
donde:
x=
e r/L
La fuerza C es, por lo tanto, conocida. El peso W también es conocido.
Como las fuerzas, C, W y F están en equilibrio, la fuerza F debe pasar por
el punto de intersección de W y C, es decir, que la magnitud y posición
de F pueden determinarse construyendo un polígono de fuerzas.
Si el coeficiente de seguridad es igual a uno, el talud está en el límite
del equilibrio. En esta condición cada reacción elemental dF de la figura
35.6a debe formar un ángulo ¿ con respecto a la normal al círculo de
deslizamiento y ser, por lo tanto, tangente a un círculo, llamado círculo de
fricción, cuyo radio es igual a:
1, = rseng
y que tiene su centro coincidente con el centro del círculo de deslizamiento.
La línea de acción de la reacción resultante F es tangente a un círculo de
radio algo mayor que r, pero, como una aproximación conveniente, se supo-
ne que, para un coeficiente de seguridad igual a la unidad, la resultante F
es también tangente al círculo de fricción. El error que se introduce es
pequeño y se halla del lado de la seguridad.
Para un valor dado de ¿, la altura crítica del talud que rompe por un
círculo de pie viene expresada por la ecuación:
HN
238 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Círculo >
de Fricción —: AN
ES
Valores del coefrianha ría oxirhilidad

Valores del ángulo del folua6


Fig. 35.6. Rotura de taludes en materiales que tienen cohesión y fricción
(0), diagrama que ilustra el método del cirento de fricción: (b) relación emre
el ángulo f del talud y el coeficiente de estabilidad N, para varios valores de $
(Según D, W. Taylor, 1937).
ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 239

que es idéntica a la 35.3, excepto de que N, no solo depende de $ sino


que también de ¿. La figura 35.6b indica la relación entre $ y N, para
distintos valores de p. Para un valor dado del ángulo $ del talud, N,
aumenta primero lentamente y luego más rápidamente con el incremento de $.
Cuando $ = q, N, se hace infinito.
Todos los puntos situados sobre las curvas de la figura 35.6b corres-
ponden a roturas por círculos de pie, ya que la teoría ha demostrado que la
posibilidad de una rotura por la base no existe, a menos que el valor de $
sea menor de aproximadamente 3?. Por ello, si en un suelo bastante homo-
géneo se ha producido un deslizamiento por la base, puede concluirse que
el valor de ¿g del suelo, medido en términos de tensiones totales en el
momento de la rotura, era cercano a cero.

Taludes irregulares en suelos no uniformes


Si el talud tiene una superficie irregular de modo que no puede ser
representado por una línea recta, o si existe la posibilidad de que la super-
ficie de deslizamiento pase a través de varios materiales con diferentes
valores de c y ¿, la estabilidad se puede analizar convenientemente utili-
zando el método de las fajas. De acuerdo con este procedimiento se elige
un círculo tentativo (fig. 35.74) y la masa deslizante se subdivide en un
número de fajas verticales 1, 2, 3, etc. Cada faja, como la N? 2 indicada en
la figura 35.7b, está solicitada por su propio peso W y por las fuerzas de
corte T y normales E en sus caras laterales y por un conjunto de fuerzas en
su base, las que incluyen la fuerza de corte S y la fuerza normal P. Las
fuerzas que actúan en cada faja, como las que solicitan el conjunto de la
masa, deben satisfacer las condiciones de equilibrio. No obstante, dado que
las fuerzas T y E dependen de la deformación y de las características tensión-

e lor
Epla tn
a JÁ S
PND
N
(a) á Na A

(6)
Fig. 35.7. Método de las fajas para investigar las condiciones de equilibrio
taludes situados encima del nivel freático. (a) Relaciones geométricas para u
superficie de deslizamiento circular; (b) fuerzas que actúan sobre una faja tí
pica, como la 2 en (a).
240 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

deformación del material que desliza, no pueden ser evaluadas rigurosa-


mente, aunque sí aproximadamente con suficiente exactitud para propósitos
prácticos.
ctict
La más simple de estas aproximaciones consiste en suponer estas fuer-
zas iguales a cero. Bajo estas circunstancias, si todo el círculo tentativo está
situado por encima de la napa freática y no hay sobrepresiones de poros, el
equilibrio del conjunto de la masa deslizante requiere que:
TEW sen a = rES (35.5)
Si s es la resistencia unitaria al corte a lo largo de 1, resulta:
s b
ia TF cos a (35.6)
y por tanto:
+ DW sn a -+ E (35.7)
de lo cual se deduce:
7 ZQblcos a) a)
EW sen a

La resistencia unitaria al corte s, empero, está determinada por:


s=c+ptg4
donde p es la tensión normal que actúa en la superficie de deslizamiento ].
Para evaluar p se debe considerar el equilibrio vertical de la faja (fig. 35.7b),
de la cual se obtiene:
W =S sena +P cos a

Por tanto:

y de donde:
c+ (W/b) tg 9
1+ (tg a tg 4)/F
si se llama:

= ( +58) cosa (35.11)


ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 241

resulta:
[c + (W/b) tg ¿$]b
m
E = Wena TT (35.12)

La ecuación 35.12, que produce el coeficiente de seguridad F para el


círculo tentativo que se está analizando, contiene en el segundo término
la cantidad m, (ecuación 35.11), que es a su vez una función de F. Por
ello, la ecuación 35.12 debe ser resuelta por aproximaciones sucesivas en
las cuales se adopta un valor F = F,, que se usa en el cálculo de m, para

IS
14
2584
mascosa + sena tg 9 lo
]
7

12 F Lo y

IA]
Ló le
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« (Grados)
(a)
Volores
oblenidos
de la sección transversal!

1 2 3 4 5 6 7 8

Faja
vo | e | sera | W
W
|Womalo+=; 499 | (5):b es
. (9/1)

20
Primer
imer tanteo, z(6)
ton Pa= 22
zw) F=>2 2(8)
=0
_
Fig. 35.8. Cálculo del coeficiente de seguridad de un talud para una superficie
de deslizamiento cirenlar despreciando las fuerzas entre fajas. (2) Gráfico para eva-
luar el coeficiente m,; (b) disposición tabular del cálculo.
242 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

(0)

Fig. 35.9. Método de las fajas para una superficie de deslizamiento circular
cuando el talud está parcialmente sumergido. (a) Relaciones geométricas para una
superficie circular; (b) fuerzas que actúan sobre una Ípica como la 2; (e)
polígono de fuerzas para la faja 2 cuando se consideran las fuerzas; (d) po-
lígono de fuerzas para la faja 2 cuando se consideran T y E que actúan sobre las
caras laterales son iguales a cero.

calcular F. Si el valor de F difiere en forma significativa de F,, el cálculo


se repite, La convergencia es muy rápida. Los cálculos se facilitan con el
uso del gráfico de la figura 35.8a, del cual se pueden obtener valores de Ma
(Janbu y otros, 1956), y además recurriendo a un arreglo tabular para el
cálculo como lo indica la figura 35.8b,
Teniendo en cuenta que los cálculos esquematizados en la figura 35.8
se refieren solamente a un círculo tentativo, éstos deben repetirse para otros
círculos hasta que se obtiene el mínimo para el valor F.
En general, el talud suele estar parcialmente sumergido y además se
desarrollan presiones de poros a lo largo del círculo tentativo (fig. 35.90).
La magnitud de las presiones de poros depende de las condiciones del
problema. En algunos casos éstas pueden ser estimadas por medio de
una red de filtración (artículo 23), por medio de ensayos de suelo, o en
base a observaciones realizadas en el terreno. Si el nivel de la superficie
del agua externa se denota por A — A, el peso W de la faja (fig. 35.9b) se
puede escribir como:
W=W. + W»
+ 2by (35.13)
en.la cual W, es el peso de la parte de la faja situada encima de A — A,
W, es el peso sumergido de la parte situada por debajo de A— A y 2byw
es el peso de un volumen de agua igual al de la porción sumergida de la
ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 243

faja. Si toda la faja está situada debajo del nivel freático, como la faja 5
(fig. 35.9a), el peso del agua situada encima de la faja debe ser incluido
en la expresión zZbyw. La presión de poros en el punto medio 0 de la base
de la faja es igual a 2yw + u, donde u es la sobrepresión de poros con
respecto al nivel externo del agua. Si el nivel del agua externo A — A está
ubicado por debajo de O” en la base de la faja (fig. 35.9b), la presión de
poros en O' es h/yw, donde h es la altura hasta la cual el agua sube en un
piezómetro en O”. Si la presión de poros se debe a capilaridad, h es
negativa.
Teniendo en cuenta que las fuerzas que actúan sobre una faja están
en equilibrio, éstas pueden ser representadas por un polígono de fuerzas
(fig. 35.9c). La fuerza normal P consta de una componente efectiva P”,
de la fuerza ul causada por la sobrepresión de poros, y de las fuerzas 2lyw
causada por la presión hidrostática del agua con respecto a A — A. La
resistencia £ a lo largo de la superficie de deslizamiento es igual a:

ta= F Fl0+pt $) = Por (Eau) 16 6] (95.10


de donde:
=tl=>lol1 — alo 1
S=t:1= + (P—=zlyo — ul
ul) tg 9] ==>37 (cl + P : 18 9)
(35.15)
El equilibrio de momentos de todo el deslizamiento con respecto al
centro del círculo tentativo requiere que:

Di w. + W + aba) r50na = DIS


7 +1 veda,
= +Ea +Ptg6) 1 + Yayudia, — (35.16)
Teniendo en cuenta que el agua situada debajo del nivel A — A está en
equilibrio resulta:
Ezbyyr sen a = 1/2 yud?a, (35.17)
de donde se obtiene:
Y (w. + ws) 7 sen aja + Dia + Ptgg)r (35.18)

_ d+ Ptg9)
E = XW, FW) sena (35.19)
El valor de F (ecuación 35.19) depende de P”, que puede ser deter-
minado para cada faja por medio de un polígono de fuerzas (fig. 35.9c).
244 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Si la superficie de deslizamiento es circular, la influencia de las fuerzas


T y E entre fajas es relativamente pequeña y P' puede comúnmente evaluar-
se con suficiente aproximación en la hipótesis de que las fuerzas T y E son
iguales a cero. El polígono de fuerza se > reduce entonces a la fig. 35.9d,
con lo cual:

We + Wo
+ 2byu = (2lyo
+ PI ul) cos a+ (> 64 y 5) sea
(35.20)
y
el
W,+W,—ub— F sen a
Pl o oe (35.21)
Ma

Remplazando en la ecuación 35.19, de acuerdo a la 35.21 resulta:

40 «e te
Ma
q SW, FW) sena (35.22)
La ecuación 35.22, del mismo modo que la ecuación 35.12, debe resol-
verse por aproximaciones sucesivas, porque el coeficiente de seguridad F está
contenido en la expresión m. que aparece en el segundo término de la
misma. Se puede notar que la influencia del nivel del agua externa desulla
incluida utilizando el peso ido W,y que la
poros u se calcula para la base e cada faja como see explica al as
la ecuación 35.13,
El iento descrito en los parágrafos precedentes puede ser mo-
dificado para tomar en cuenta las fuerzas T y E entre fajas (Bishop, 1955;
fubo, 19542). No obstante, si la superficie de deslizamiento es circular,
mejora en exactitud no suele exceder del 10 al 15% y el esfuerzo adi-
cional a realizar usualmente no se justifica. Por otro lado, si la superficie
de deslizamiento no es circular, el error puede resultar significativo. Estas
circunstancias se van a considerar en A próximo apartado. El procedi-
miento que se va a desarrollar puede, si así se desea, ser utilizado también
para tomar en cuenta las fuerzas entre fajas para una superficie circular de
deslizamiento.
Superficies de deslizamiento compuestas
En muchas circunstancias, las condiciones geométricas o geológicas del
problema son tales que la superficie de deslizamiento de ninguna manera
puede suponerse circular, Para estas condiciones el método de las fajas
puede extenderse (Jambu, 1954a, y Nonveiller, 1965).
La figura 35.10 muestra una masa deslizante con una superficie de
deslizamiento no circular. Las fuerzas que actúan en la faja cualquiera n
ostia repmeentadas de la mima: manera que lo indice la flgina 20-90, yel
polígono de fuerzas es idéntico al representado en la figura 35.9c.
ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 245

e 35.10. Relaciones geométricas del método de las fajas para investigar las
de equilibrio de un talud cuando la superficie de deslizamiento no
es circular.

El equilibrio de momentos de la masa deslizante respecto de un polo


arbitrario O requiere que:
XWx = E (Sa + Pf) + Yayuda, (35.23)
de la ecuación 35.15 se desprende que:
Dm + W + 2b10)3 = 5D (014218 9) 0+ DP radio,
Xd+PtgD)a (35.24)
"SW, FW,
+ 2byo)x — EP[— yola;
Observando que debajo del nivel A—A el agua está en equilibrio,
se concluye que:
Exbyux — Ya yedta, = Ezlyof = E (P—Pr)f (35.25)
donde:
P,=P —2lyo
La ecuación 35.24 se resuelve entonces en:
E(cl+P'tgg) a
P= SW, FWs)x— YPF (35.26)
Esta expresión puede evaluarse si se conocen P” y P;, cantidades que
se pueden determinar por medio del polígono de fuerza (fig. 35.9c). La
suma de las fuerzas de las componentes verticales conduce a la expresión:
Wo. + Wo + AT, + zbyo = zlyw cos a + (P' + ud) cos a +
$ + (cl + P tg 4) sena
de allí que:
po Wok Wo + AT, —ub
A
— (c/F) btga (35.27)
246 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

además:
P,=P+aul=
+ Wi + AT,+ (1/F) (ub tg $ — cb) tga
Ma
(35,28)
sustituyendo y combinando términos:
pa Xlcb + (We + Wo + AT,
— ub) tg 4] (a/m.)
DW. + w)x — 2” + Wi + AT,+
+ (ub
tg 9—ob) 2] 47m.)
(35.20)
Esta ecuación debe resolverse por aproximaciones sucesivas debido a
que el coeficiente de seguridad F y la cantidad m, aparecen explícitamente en
el segundo término de la expresión. Más aún, el valor de F depende de
AT,. Como la primera aproximación, AT, se puede suponer igual a 0. Los
cálculos se facilitan por medio del gráfico de la figura 35.82 y recurriendo
además a una disposición tabular como la de la figura 35.11. De nuevo,
teniendo en cuenta que el valor de F determinado de esta manera se refiere
solo a un círculo tentativo, los cálculos deben repetirse para otros círculos
hasta obtener el valor mínimo de F.
Para la mayoría de los problemas prácticos que involucran superficies
de deslizamientos no circulares, la hipótesis de que AT, es igual a O conduce
a resultados suficientemente exactos. Si la sección trasversal de una super-
ficie de deslizamiento se separa de una manera muy significativa respecto
de la forma circular, es preferible usar la ecuación 35.29, en la hipótesis de
que AT, = 0, que suponer una superficie circular de deslizamiento y utilizar
la ecuación 35.22 No obstante, si se justifica un refinamiento mayor, los
valores de AT, pueden agregarse en la ecuación 35.29 y recalcular el factor
de seguridad, Los cálculos son laboriosos.
Si los valores de T y de E no son iguales a cero, deben satisfacer las
condiciones de equilibrio del conjunto de la masa deslizante en las direc-
ciones verticales y horizontales, lo que significa decir que:
ZAT, =0 (35.30)
ZAE, + 2 Y =0 (35.31)
Más aún, para cada faja AT, y AE, están relacionadas entre sí de
acuerdo con los requerimientos del polígono de fuerza (fig. 35.9c) de
modo que resolviendo en la dirección de S, se obtiene: .
S= AE, cos a + (Wa + W, + AT, + 2byw) sen a
y por tanto:
AE, =S sec a — (Wa + Wa + AT,) tan a — zbyo tana (35.32)
ART. 35 ESTABILIDAD DE TALUDES 247

alsfals] o [7] s [ofiofsfs]1 15 16 w


ala[slal wale| 99 | ou We (9 05) 199 | (9) +16)

a 2 a |m|o
NS

200) 100) =
han 20 100 =
220) — 280)
Anpati
ls posas 24 al 30 inclusive
Fig. 35.11. Forma tabular para calcular el coeficiente de seguridad de un talud
por el método de las fajas cuando la superficie de deslizamiento no es cirenlar.

Sin embargo, puede deducirse del polígono de fuerza que:


s=L1d+ (2d 4) 64 =p +P gol (590)
Sustituyendo en la ecuación 35.33 según 35.27, resulta:
S= 1 + co+(W.+W+AT,—ub) tg9 - _M (35.34)
F Ma F
Utilizando la ecuación 35.32 y sumando todas las fajas:
Vir, + 2bro tg al = DF + a— (Ws + Wo -+ AT,) tg 2]
(85:35)
y desde que:
Ezbye tg a = 1/2 yud?
la ecuación 35.31 impone que el primer miembro de la ecuación 35.35 sea
cero. De allí que las fuerzas AT, deben satisfacer no solamente la ecua-
ción 25,30, sino también:
DE se «— (w. +, + 875) tgaj=0 (35.36)
248 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Debido a que el problema es estáticamente indeterminado, cualquier


conjunto de valores, T, que satisfaga las ecuaciones 35.30 y 35.36 asegura
el cumplimiento de todas las condiciones de equilibrio de la faja en su
conjunto, así como también de sus condiciones de equilibrio horizontal y
vertical. No obstante, no todos esos conjuntos de valores son razonables
o posibles. Por ejemplo, el valor de T, no debe exceder la resistencia al
corte del suelo a lo largo del borde vertical que corresponde a la faja bajo
la influencia de la fuerza normal E,. Más aún, no se deben producir ten-
siones de tracción a través de la parte significativa de cualquier límite
vertical entre fajas. En la mayoría de los casos, se comprueba que es satis-
factorio y expeditivo asignar valores arbitrarios, aunque razonables, al em-
puje de tierras E,, y en base a estos valores y a la ecuación 16.5, calcular
límites aproximados superiores de los valores de T,. Por tanteos se estable-
cen los valores de T, mínimos que satisfacen las ecuaciones 35.30 y 35.36.
Una disposición tabular sistemática (fig. 35.12) ayuda a la solución del
problema. Los valores que así se obtienen se sustituyen en la ecuación
35.29. Si el valor de F difiere apreciablemente del determinado previamente,
se requiere una revisión por aproximaciones sucesivas. La revisión puede
bincato alteración de las cantidades T, debido a que M (ecuación 35.34)
e de F.
No existen, naturalmente, seguridades de que el valor de F finalmente
determinado por este procedimiento sea correcto, debido a que otros con-
juntos consistentes de valores T pueden conducir a coeficientes de seguridad
distintos, No obstante, el valor de F para diferentes conjuntos razonables
de fuerzas entre fajas no suele diferir en gran magnitud.
Debe hacerse notar que el polígono de fuerza (fig. 35.9c) presupone
que cada faja está en equilibrio con respecto a momentos, mientras que
esta condición no va a ser generalmente satisfecha por las fuerzas derivadas
de la solución. Este requerimiento se puede agregar a aquellos represen-
tados por las ecuaciones 35.30 y 35.38, pero las dificultades de cálculo
ial El uso de di 1 es en este
caso virtualmente obligatorio (Morgenstern y Price, 1965).
Si el subsuelo contiene una o más capas delgadas excepcionalmente
débiles, la superficie de deslizamiento consta casi siempre de tres o más

rn 206) =0
Fig. 35.12, Forma tabular para determinar nn conjunto consistente de fuerzas
tangenciales T para sustituir en la ecuación 35.29 cuando los valores de AT, no
se consideran iguales a cero.
ART. 33 ESTABILIDAD DE TALUDES 249

fo

a _ ——_——Á
- HE" Arcilla rouy blanda
Fig. 35.13. Rotura de un talud situado encima de una delgada capa de
arcilla muy blanda.

secciones que no se conectan suavemente entre sí. Esta superficie no puede


ser remplazada por una curva continua en los cálculos de estabilidad sin
que se introduzca un error desfavorable, contrario a la seguridad del talud.
La figura 35.13 representa un talud debajo del cual existe una delgada
capa de arcilla muy blanda de cohesión c. Si el talud rompe, el desliza-
miento se produce a lo largo de una superficie compuesta tal como la abcd.
En el área abf se produce una rotura activa, ya que la tierra se expande
horizontalmente por la influencia de su propio peso. La parte central bcef
se desliza hacia la izquierda por el influjo del empuje activo en bf, y la
masa cde sufre empuje pasivo por efecto de la presión que ejerce la masa
bcef al deslizar.
El primer paso a seguir en la investigación de las condiciones de esta-
bilidad a talud estriba en calcular el empuje pasivo P, del suelo situado
a la izquierda de una sección vertical ec elegida por tanteo cerca del pie
pr a Está del lado de la seguridad suponer que P, es horizontal. El
o paso consiste en estimar la posición del borde derecho b de la parte
td cb de la superficie potencial de deslizamiento y calcular el empu-
je activo Pa sobre la sección vertical fb. La tendencia de la masa bcef a
moverse hacia la izquierda es resistida por el empuje pasivo Pp y por la
cohesión total C a lo largo de bc. Si el talud es estable, la suma de estas
fuerzas resistentes debe ser mayor que el empuje activo Pa, que se supone
horizontal. El coeficiente de seguridad es igual a la relación entre las fuerzas
resistentes y Pa. La investigación debe repetirse para distintas posiciones
de los puntos c y b, hasta que se encuentre la superficie de menor resistencia
al deslizamiento, que corresponde al menor coeficiente de seguridad.

Problemas
1. Se efectuó una ancha excavación a cielo abierto en un terreno de superficie
horizontal, adoptando taludes de 30”. La roca se hallaba a 12 metros de profundidad.
Cuando la excavación alcanzó los 7,50 metros de profundidad, se produjo una rotura
por deslizamiento de un talud. ¿Cuál era la cohesión media de la arcilla si su peso
unitario alcanzaba a 1900 kg/m*? ¿A qué tipo pertencca la superficie de deslizamiento?
'A qué distancia del 1 talud se produjo la intersección entre la superficie de
deslizamiento y el fondo de la excavación?
Solución: 0,24 kg/cm; círculo de punto medio; 5,60 metros.
2. En el caso del problema 1, supóngase que la roca estuviese a wma profundidad
250 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

de 9 metros. ¿Cuál sería en esta circunstancia la cohesión media de la arcilla y el tipo


de la superficie de deslizamiento?
Solución: 0.2 kg/cm; círculo de pie.
8. Se debe efectuar una excavación de 9 metros de profundidad en una arcilla
blanda que reposa sobre = capa resistente situada 12 metros debajo de la superficie
original del terreno. La arcilla tiene un peso unitario de 1820 kg por m' y una cohesión
de 0,35 kg/cm”. ¿Cuál es y ángulo de talud que originaría la rotura probable?
Solución: $ = 75%.
4. En arcilla blanda de peso unitario 1920 kg/cm* y cohesión 0,125 kg/cm,se
está excavando una zanja cuyos taludes se levantan 2 80* con respecto a la horizontal.
¿Hasta qué profundidad puede llegarse antes de que la zanja e desmancne? yA a
distancia del borde superior del talud, el circulo de desli miento, intersectará el

Solución: 2,80 metros; 2,40 metros.


5. Un subsuelo de arila consta de tes estratos horizontales de 430 metros de
da uno. Los valores de c para la capa superior, media e inferior son"8,30,
eo 15 kg/cm, respectivamente, E as illa
kg/m. En este material se efectúa una excavación con taludes 1 (vertical); 3 (hori-
zóntal), hasta una profundidad de 6,0 metros. ¿Cuál es el factor de seguridad contra
el deslizamiento?
Solución: 124,
¿fiasa qué profundidad puede excavar la zanja del problema 4 sin
saia: de docs vea ¿fbación, si el suelo además de su cobesión tiene un ángulo de
fricción interna de 20"?
Solución: 4,40 20
Lecturas seleccionadas
Un tratamiento detallado del atado de las fajasy las hipótesis en las cuales se
basa puede encontrarse en Taylor,D, W. (1948): Fundamentals “of soll mechanics, New
York, Wiley and Sons, plas. 432 a 441. Un resumen condensado del mí desde el
nto Se via de ds mes efectivas y en el uso de los coeficientes de la prerión
stá dado por Bishop, A. W. (1955): “The use of the slip circle in the
stablity Anab
ia of Iopes”, Cectechnique, Vol. 5, págs. 7-17.
pa

Bishop, A. W. y Morgenstern, N. R. : “Stability coefficients for earth slopes”,


Geotechnique, Vol. 10, págs. 129-150, provee gráficos para la solución de muchos
casos prácticos de importancia. Soluciones otros casos se dan en Janbu, N.
- "Stability analysis of slopes with. dimensionless parameters”, Haroard
Soil Mechanics Series, ha 46, 81
Morgenstem, N. R. y Price, V. E. (1965): Ene sa at the stability of general El
Cr Gesecmigie, Yo
Md 15,no 79-93, sarrollan matemáticamente
al

ART. 36 ESTABILIDAD DE DIQUES DE TIERRA


Estados críticos para el dimensionamiento
El coeficiente de seguridad de un dique de tierra con respecto a una
rotura del talud o de la fundación depende en gran parte de las presiones
de poros. En un dique con una sección dada sobre una fundación estable-
cida, la intensidad y distribución de las presiones de poros varían con el
ART. 36 ESTABILIDAD DE DICUES DE TIERRA 251

¿ 90

y
S 60
S Piedros,rodados
3 y escollera
E
$ 30]

$ <= 0

Fig. 36.1. Presiones de poros en metros medidas en la zona impermeable de la


presa Great Mountain al término de la construcción (según Wa'ker y Daehn, 1948).

tiempo entre límites muy extensos. Para los propósitos del dimensionamiento
es conveniente distinguir, en lo que respecta al desarrollo de las presiones
de poros, entre tres estados diferentes: durante la construcción, y en parti-
cular inmediatamente después que la construcción ha sido completada,
después que el embalse ha estado lleno durante un tiempo suficientemente
largo para desarrollar un estado de escuyrimiento estable en el dique y su
fundación, y finalmente, durante o inmediatamente después de bajar el
nivel del embalse. Estos tres estados se distinguen brevemente como cons-
trucción, embalse lleno y desembalse. La estabilidad del talud agua arriba
puede también alcanzar un estado crítico durante el primer llenado del
embalse, especialmente si el dique tiene un núcleo inclinado. Además, en
algunos casos, para el talud agua arriba la situación más crítica puede
desarrollarse para un nivel intermedio, conocido como embalse parcial, en
lugar de darse para el nivel máximo.

Evaluación de las presiones de poros en los estados críticos


de dimensionamiento
Durante la construcción solo pueden desarrollarse presiones de poros
significativas en las partes cohesivas de la presa y en el subsuelo, las que
están asociadas con la consolidación progresiva. La intensidad y la distri-
bución de estas presiones dependen no solo de las características de los
materiales y de las condiciones de borde que posibilitan su drenaje, sino
también, en gran medida, de la velocidad de construcción. Como un ejem-
plo, la figura 38.1 muestra las presiones de poros observadas al final de la
construcción en la porción agua arriba del dique Green Mountain en Colo-
rado (Walker y Daehn, 1948). La colocación del terraplén fue interrum-
pida durante el invierno cuando el dique había alcanzado aproximadamente
la mitad de su altura final. La influencia de la interrupción es evidente. Se
han hecho intentos para predecir las presiones de poros en tales condiciones,
252 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

sobre la base de ensayos de laboratorio (Hilf, 1948), pero el grado de


confianza que se puede dar a los resultados no ha sido todavía completa-
mente evaluado.
Después que el dique ha sido completado y el embalse ha permanecido
lleno durante cierto tiempo, la presa se ve sometida a presiones de filtra-
ción ejercidas por el escurrimiento continuo del agua que circula desde el
embalse a través de la obra hacia el talud agua abajo. Las correspondientes
presiones de poros se pueden estimar en base al método de la red de escu-
rrimiento (fig. 23.4a) o'con un procedimiento equivalente, siempre que las
condiciones del subsuelo sean suficientemente simples como para permitir
la construcción de un perfil de permeabilidad razonablemente fehaciente
del material sobre el cual el dique está fundado. .
Las condiciones de presión de poros que se desarrollan por un des-
censo del nivel del embalse dependen en gran medida del grado de com-
presibilidad de los diferentes materiales que forman el cuerpo del dique.
En las partes semipermeables y relativamente incompresibles, como aquellas
construidas de arena limosa bien compactada, la mayor parte del agua que
ocupa los vacíos antes del descenso es retenida dentro de los mismos; el
resto drena fuera del dique, manteniéndose la relación de vacíos práctica-
mente inalterada. Escapa parcialmente a través de las porciones inferiores
del talud y, si el subsuelo es permeable, parte a través de la base del dique.
La situación descenso del nivel del embalse se halla ilustrada en la figura
23.4c, la que muestra la red de filtración para un dique homogéneo de
arena fina, limpia y bien compactada, después de un desembalse completo
y repentino. Se supone que el dique descansa sobre una base impermeable.
Se puede ver que las presiones de filtración en el talud agua abajo per-
manecen inalteradas e iguales a las que corresponden al embalse lleno
(fig. 23.4a), mientras que las que actúan en la parte inferior del talud
agua arriba tienden a producir la rotura de esta porción por deslizamiento.
A medida que el tiempo pasa, la línea de filtración superior (límite inferior
de la banda capilar) desciende y todas las presiones de filtración disminuyen.
Las partes compresibles e impermeables del dique, como aquellas cons-
tituidas de arcilla, permanecen en un completo o casi completo estado de
saturación aun después del desembalse, la que es mantenida por capilaridad.
Simultáneamente, las presiones de poros en aquellas partes de la arcilla si-
tuadas debajo de la línea superior de filtración cambian de positivas a ne-
gativas, mientras que el total de las tensiones permanece casi inalterado. En
consecuencia, las presiones efectivas en la arcilla aumentan y ésta comienza
a consolidarse. La mayor parte del agua excedente fluye hacia la base de
la zona arcillosa del dique, reduciendo su resistencia al corte y, en defini-
tiva, emerge por la parte inferior del límite agua arriba de la masa de
arcilla,
Cualquiera = e sección trasversal de un as y el perfil geológico
de sus h le las inde-
seables de un oscatalos disminuyen a aida que ecrece la velocidad
de dicho descenso. Por ello, para determinar las presiones de poros que se
ART. 36 ESTABILIDAD DE DIGUES DE TIERRA 253

Probabie posición de lo
superficie
de deslizamiento

Fig. 36.2. Diagrama que ilustra la probabilidad de superficies de deslizamiento


no circular: res en presas de tierra compuestas de distintas
isti zonas,

desarrollarán durante el desembalse, deben conocerse todos los factores que


siguen: la posición de los límites entre materiales con propiedades signi-
ficati il la bilidad y las Ísti le consoli-
dación de cada uno de estos materiales, y la máxima velocidad de descenso
prevista. Es necesario, además, tener en cuenta las presiones de poros
inducidas por los cambios originados en las tensiones tangenciales que soli-
citan la masa (artículo 15). En la práctica de la ingeniería, pocos de estos
factores pueden determinarse fehacientemente y los vacíos en la informa-
ción disponible deben ser llenados adoptando las hipótesis más desfavo-
rables compatibles con los hechos conocidos.
Cálculos de estabilidad
- En todo dique, excepto en uno homogéneo que descansa sobre una
base rígida, la superficie potencial de deslizamiento pasa a través de las
porciones más débiles de la presa y del subsuelo (fig. 36.2). Para una sección
trasversal y una fundación dada, la posición de estas superficies también
depende de la intensidad y distribución de las presiones de poros. Por
ello, raramente pueden ser definidas como arcos de círculos, y en la mayo-
ría de los casos, solo pueden ser representadas por líneas con un radio
de curvatura variable o por curvas compuestas. Su posición debe ser deter-
minada por tanteo, empezando con una curva que se estima está situada
cerca de la superficie de mínima resistencia. Los cálculos se pueden
efectuar con los procedimientos descriptos en el artículo 35,
Los cálculos a realizar para cada uno de los tres estados críticos de
d inación de 4 pre-
siones de poros. De acuerdo con lo manifestado en el apartado precedente,
esta determinación debe estar basada en una adaptación de las teorías de
consolidación y de escurrimiento del agua a través de medios porosos a las
condiciones de borde interno y externo que corresponde a la obra, así como
también a un conocimiento de las propiedades tensión-deformación en rela-
ción con las presiones de poros que caracteriza estos materiales. Estas
últimas relaciones se expresan usualmente en términos de valores estimados
de los coeficientes de presión de poros A y B (artículo 15). Si las presiones
tu se han estimado de acuerdo con este procedimiento, los valores de c
y de $ a introducir en las ecuaciones del artículo 35 son aquellos expresa-
254 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

dos en término de tensiones efectivas y el análisis se dice que es un análisis


de tensiones efectivas.
Los valores de c y de $ se pueden determinar bastante fehaciente-
mente en base a ensayos de laboratorio, mientras que la elección apropiada
de valores de u, requiere mucha experiencia y criterio. Algunos proyectis-
tas prefieren evaluar la resistencia a rotura en forma más directa, en base
a ensayos en los cuales la influencia de las presiones de poros se toma en cuen-
ta en el procedimiento de ensayo. Por ejemplo, para analizar la estabilidad
del talud agua arriba después del descenso del nivel del agua, el proyec-
tista puede concluir que los materiales van a estar totalmente consolida-
dos bajo las condiciones que existen antes del descenso. Puede, por tanto,
ejecutar dos series de ensayos triaxiales. Una de estas series se realiza bajo
condiciones consolidadas no drenadas, en las cuales las muestras son conso-
lidadas bajo las tensiones que corresponden a las condiciones que inme-
diatamente preceden el descenso del nivel del embalse. La otre serie se
ejecuta en condiciones totalmente drenadas. Los valores de ¿y ¿$ obteni-
dos de estos dos conjuntos de ensayos representan condiciones límites,
que dependen, respectivamente, de si el material situado debajo del talud
agua arriba no experimenta prácticamente ningún drenaje durante el des-
censo, o bien drena tan rápidamente como para disipar prácticamente todo
el exceso de presiones de poros a medida que el descenso progresa. En
base a su conocimiento de la velocidad de descenso y de la permeabilidad
y dimensiones de la masa de suelo afectada por el mismo, el proyectista
juzga los valores más apropiados de los parámetros de la resistencia al
corte que debe adoptar entre esos límites. Los análisis de este tipo se cono-
cen como análisis de tensiones totales.
La experiencia y el criterio requeridos para elegir los valores más apro-
piados de la resistencia al corte, situados entre las condiciones límites im-
puestas por los procedimientos de ensayo, son tan importantes como aquellos
que se necesitan para el valor de u,, a usar en un análisis con tensiones
efectivas. Desde este punto de vista, puede decirse que ningún procedi-
miento merece preferencia. No obstante, si se excluyen las más bien raras
circunstancias bajo las cuales las simples condiciones ¿ = 0 son aplicables,
parece existir una tendencia creciente a estimar las presiones de poros a
usar en un análisis de tensiones efectivas, en parte porque pueden ser com-
paradas más directamente con los resultados de las observaciones de pre-
siones de poros que se realizan en el terreno,

Fuentes de error en el cálculo de la estabilidad


Las fuentes de error en los cálculos de estabilidad pueden dividirse
en tres categorías: hipótesis simplificativa introducida en los cálculos, la
suposición de una rotura simultánea y los errores en la evaluación de
la intensidad y distribución de las presiones de poros. Por esta razón, el
dimensionamiento debe basarse en las hipótesis más desfavorables respecto
de estas presiones, consistentes con el conocimiento de las propiedades físi-
cas de los materiales que componen el dique y su fundación.
ART. 36 ESTABILIDAD DE DIQUES DE TIERRA 255

Efecto de terremotos sobre la integridad de diques de tierra


Si un dique de tierra está situado en una región sujeta a terremotos,
el dimensionamiento debe satisfacer la condición de que aun el sismo más
intenso anticipado en la región no llegue a dañar la integridad del dique.
En métodos convencionales de análisis, la intensidad de un sismo se expresa
usualmente por la relación n, entre la máxima aceleración horizontal pro-
ducida por el terremoto y la aceleración vertical producida por la fuerza
de la gravedad. Durante un sismo todas las partes del cuerpo del dique
se supone que están sometidas por una fuerza horizontal uniforme yn,
por unidad de volumen que se suma a todas las otras fuerzas a las cuales
la presa está sujeta. El efecto de un terremoto podría, por tanto, ser conside-
rado en el cálculo de estabilidad agregando, a las otras fuerzas que actúan
sobre la masa situada por encima de la superficie potencial de deslizamiento,
una fuerza estática horizontal igual al producto de yn, por el volumen de
la masa deslizante. La superficie de deslizamiento correspondiente al míni-
mo coeficiente de seguridad se debe encontrar por tanteos.
Newmark (1965) ha demostrado, de acuerdo con la teoría y con ensayos
sobre modelos (Seed y Clough, 1£63), que la duración de la fuerza del
terremoto no es suficientemente prolongada como para justificar su remplazo
por una fuerza estática yn,, y que las roturas del tipo indicadas por los análisis
convencionales no son probables, a menos que la resistencia al corte del
material de la masa del dique se vea reducida por el terremoto. En cambio,
la repetición de pulsos produce una deformación de los taludes en forma
de una S, o un moderado aumento del ancho del dique asociados con un
asentamiento de la cresta. El asentamiento es esencialmente independiente
de n, ; aumenta a medida que lo hace la máxima velocidad del terreno y
la duración total de los impulsos producidos por el mismo. Si el coro-
namiento se asienta por debajo del nivel superior de las olas más altas que
pueden ocurrir durante el sismo cuando el embalse está lleno, el dique
puede fallar por rebalse del agua sobre el mismo. Por esta razón, en zonas
sísmicas, el dimensionamiento de la presa debe satisfacer la condición adi-
cional de que el asentamiento de la cresta del dique no llegue a ser sufi-
cientemente grande como para permitir el rebalse bajo las olas más altas,
incluyendo aquellas causadas por el terremoto o inducidas por deslizamien-
tos de ladera cuando el embalse está lleno.
Mucho más seria es la posibilidad de que la resistencia al corte de
parte del dique, o especialmente de su fundación, pueda resultar radical-
mente reducida durante el terremoto, particularmente por licuación (artículo
17). Los terremotos pueden también producir grietas trasversales a la parte
impermeable del dique y el sifonaje a través de estas grietas involucra la
posibilidad de una rotura. Tales grietas se pueden también formar por
asentamiento desigual, sin el concurso de un terremoto. Por ello, los diques
de tierra deben ser siempre proyectados de tal manera que el sifonaje a
través de grietas no pueda ocurrir (artículo 62).
256 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Lecturas seleccionadas
El método de análisis por tensiones efectivas, especialmente en relación con el
descenso rápido, es ejemplificado por Bishop, A. W. (1954): “The use of pore pressure
eoefficients in practice”, Geotechniq: que, 4, págs. 148-152. El procedimiento
hi de las
tensiones totales se describe en detalle en el Manual EM 1110-2-1902: Stability of
earth and rockfill dams”, Corps of Engineers, U. S. Army, Dec. 27, 1960, 67 págs.

ART. 37 EMPUJE DE LA TIERRA CONTRA ENTIBACIONES DE


EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO
Condici. de def ión i por la entibació:
La figura 37.1 ilustra una de las varias formas de entibar una exca-
vación a cielo abierto. Se hinca una fila de perfiles doble T de ala ancha
a cada lado de la excavación a efectuar, hasta una profundidad mayor que
el fondo de la misma. El espacio entre los perfiles es revestido con tablas
horizontales, colocadas directamente contra el suelo a medida que la exca-
vación progresa, tablas que son acuñadas contra las alas interiores de los
perfiles. Entre los perfiles se colocan puntales horizontales, o codales, de
acero o madera, que se insertan a medida que progresa la excavación.
Para poder proyectar los codales se debe conocer la magnitud y la
distribución del empuje de la tierra. En el artículo 27 se demostró que la
presión de la tierra depende no solo de las propiedades del suelo, sino que
también de las restricciones que el procedimiento de construcción impone
a los desplazamientos de la estructura que soporta el suelo. Por ello, el
primer paso a seguir al investigar el empuje sobre una entibación consiste
en examinar la naturaleza de estas restricciones. Cuando se coloca la pri-
mera fila de codales (fila I en la figura 37.1), la excavación ejecutada es
todavía tan insignificante que el estado de tensión en el suelo se halla aún
inalterado, es decir, que estos puntales se instalan antes de que el suelo
experimente alguna expansión. Mientras la excavación prosigue hasta el
nivel de la segunda fila de codales (fila 11), la rigidez de los puntales 1

Fig. 37.1. Diagrama que ilustra la condición de deformación que determina el


empuje sobre el revestimiento de una excavación a cielo abierto.
ART. 37 EMPUJE CONTRA ENTIBACIONES 257

impide toda deformación del suelo de los costados de la excavación situado


cerca de la superficie, a pesar de que los perfiles doble T están sujetos a
la acción del empuje. Pero, por otro lado, bajo el efecto de este empuje, en
profundidad, los perfiles se desplazan hacia adentro, girando alrededor de
una línea situada al nivel de los puntales superiores, es decir, que la coloca-
ción del segundo conjunto de codales va precedida de una expansión, en
correspondencia con el nivel de los mismos, del suelo que forma las paredes
de la ión. Con la profundización de la i def ió
que precede a la colocación de nuevos codales aumenta debido a que la
altura de las caras del corte crece. Por ello, a medida que la excavación pro-
gresa, la sección vertical ab (fig. 37.1) avanza hasta la posición aby. Como el
puntal superior impide la expansión de la parte superior de la cuña de
deslizamiento, el suelo puede romper solo en la forma indicada en la figura
27.3. Por esta causa, el empuje activo contra entibaciones de excavaciones
a cielo abierto no puede calcularse utilizando las teorías de Coulomb o de
Rankine, debiéndose recurrir a otro método que tome en cuenta la influencia
de las condiciones de deformación sobre el tipo de rotura.
Se ha d do que las condiciones de deformaci
por la línea ab, de la figura 37.1 originan un deslizamiento del tipo indi-
cado en la figura 27.3. Se ha demostrado también (artículo 27) que no se
puede producir la rotura a menos que el borde inferior b de la entibación
(fig. 37.1) se desplace más allá de una cierta distancia bb,. Esta distancia
depende de la profundidad de la excavación y de las propiedades físicas
del suelo. En el estudio que sigue se supone que se cumplen las condi-
ciones de deformación y luego, en el artículo 48, se describen las obser-
vaciones experimentales que fundamentan esta hipótesis.

Excavaciones en arena seca o en arena drenada


La figura 37.2 muestra un corte vertical de una de las paredes de una
excavación de profundidad H, efectuada en arena seca o en arena drenada.
La posición inicial de los perfiles doble T viene indicada por la línea llena
ab y su posición final por la punteada abs. El empuje de la tierra, por
unidad de longitud de excavación, se designa por P,, para distinguirlo
del empuje activo Pa que una masa de suelo similar ejerce sobre un muro
de contención de igual altura H. Como la parte superior de la cuña de des-
lizamiento (fig. 37.24) no puede deformarse lateralmente, la superficie
de deslizamiento corta la del terreno en ángulo recto (véase también figura
27.3). La curva real de deslizamiento puede expresarse aproximadamente
por la espiral logarítmica de ecuación:
r= 100 (37.1)
El centro de la espiral se halla situado sobre una línea recta que pasando
por d forma un ángulo $ con la horizontal. Como la deformación lateral
de la entibación hace que la cuña de tierra se deslice hacia abajo, la resul-
tante del empuje resulta inclinada de un ángulo 3 con respecto a la horizontal.
Investigaciones teóricas fuera del alcance de este libro han demostrado que el
258 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

Fig. Método de la espiral logarítmica para el cálculo del empuje sobre el


revestimiento de excavaciones a cielo abierto. (a) Diagrama que representa
las hipótesis en que se basa el cálculo; (b) fuerzas que actúan sobre la cuña
de deslizamiento; (e) comparación de la superficie de deslizamiento con la
supuesta en la teoría de Coulomb.

punto de aplicación del empuje viene determinado por la forma de la superfi-


cie de deslizamiento, y viceversa. Si la curva de deslizamiento es similar a la
bd de la figura 37.2, la teoría indica que la distribución del empuje de la
arena es aproximadamente parabólica, como lo muestra la figura 27.3b, y
que la elevación n,H del punto de aplicación debe encontrarse entre 0,45 H'
y 0,55 H. Esta conclusión teórica ha sido confirmada por mediciones efec-
tuadas en el terreno, de modo que en el cálculo que se efectúa a continua-
ción se supone que n, es conocido.
Para determinar la posición de la superficie de deslizamiento se elige
un punto arbitrario d, (fig. 37.2b) situado sobre la superficie horizontal
del terreno no excavado. Entre este punto y el borde inferior b del corte
se traza una espiral logarítmica con centro situado sobre d,¡D,. La reacción
F, sobre la superficie de deslizamiento bd, pasa por el centro O,, de modo
que, si tomando momentos con respecto al mismo, se obtiene:
Pal, = Wal
de donde
P= qe (87.2)
Se efectúan cálculos similares para espirales que pasen por da, d,...
(no indicadas) y se dibujan los valores de P,, Pa,.... etcétera, como ordenadas
que parten de d,, d»,... obteniéndose la curva P. El empuje activo P, es
igual a la ordenada máxima, correspondiente al punto C, y la superficie
de deslizamiento pasa por el punto d. El ancho ad de la base superior de
la cuña que ejerce el empuje máximo P, es siempre mucho menor que el
Er de cuña abd,, que corresponde a la teoría de Coulomb (ver figura
ART. 37 EMPUJE CONTRA ENTIBACIONES 259

El valor de P, depende en cierto modo de n,. Aumenta levemente a


medida que crece n, y es siempre mayor que el valor de P, de Coulomb.
Para $ = 38% y 3 = 0”, un aumento de n, de 0,45 a 0,55 acrecienta Pa
de 1,03 P, a 1,11 Pa. Si se supone n, = 0,55, cualquiera sea el error que se
cometa, el resultado se sitúa del lado de la seguridad, pues este valor corres-
ponde a la máxima elevación obtenida hasta hoy en mediciones efectuadas
en el terreno. El ángulo 3 tiene muy poca influencia sobre la relación ¿2Pa .
a
De lo que antecede se deduce que, para un cálculo preliminar, es suficien-
temente exacto suponer:
P.=11 Pa (37.3)
El próximo paso a séguir en este cálculo estriba en determinar el esfuer-
zo que debe soportar cada puntal. La distribución del empuje sobre enti-
baciones es aproximadamente parabólica, como lo indica la figura 27.3b,
pero, debido a variaciones de las condiciones del suelo y a detalles del proce-
dimiento de construcción, dicha distribución varía de sección en sección
con respecto al término medio estadístico. Por ello, para un valor dado
de Pa, el esfuerzo sobre los puntales situados a la misma altura varía de
puntal a puntal. El procedimiento utilizado para estimar el esfuerzo máximo
a que pueden estar sometidos los puntales de una fila dada se describe
en el artículo 48,

Excavaciones en arcilla saturada


El tiempo que se necesita para efectuar y entibar una excavación suele
ser muy corto en comparación con el que requiere una arcilla saturada
intacta para que su contenido de humedad cambie en forma significativa.
Bajo estas circunstancias, la condición 4 = 0 (artículo 18) suele resultar
aplicable y la ecuación 37.1 se hace idéntica a la de un círculo de radio

Fig. 37.3. Diagrama que ilustra las hipótesis en que se basa el cálculo del empuje
para cortes en arcilla bajo la condición $=0
260 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

T = fo. Como el círculo debe cortar la superficie del terreno con un ángulo
recto, su centro está al nivel de dicha superficie (fig. 37.3). La cara ab
del corte vertical está sometida al empuje P, y a la adherencia c,H entre
la arcilla y la pantalla. El cálculo de P, se hace tomando momentos, res-
pecto del centro del círculo, de todas las fuerzas que actúan sobre la cuña
de deslizamiento. El momento actuante lo produce el peso de la cuña; el
resistente es igual a la suma del momento de las fuerzas de adherencia
csH, del momento de las fuerzas de cohesión c.bd que actúan a lo largo
de la superficie de deslizamiento y del momento del empuje P,. El valor de
P, depende de la relación c,/c y de n,. Mediciones efectuadas en excava-
ciones para obras ejecutadas en arcillas saturadas blandas a medias han
demostrado que n, varía por lo general entre 0,30 y 0,50, estando su término
medio alrededor de 0,39, y que la distribución del empuje, por tanto, usual-
mente no es triangular sino que, a semejanza con las arenas, aproximada-
mente parabólica. El método para calcular el máximo esfuerzo a que pueden
estar sometidos los puntales se describe en el artículo 48.

Levantamiento del fondo en excavaciones en arcilla blanda


En excavaciones a cielo abierto ejecutadas en arcilla blanda debe con-
siderarse la posibilidad de que se produzca la. rotura del fondo por levan-
tamiento, debido a que el peso de los bloques de arcilla que constituyen
los lados 'de la excavación tiende a desplazar el fondo hacia arriba. La
figura 37.4a representa una sección trasversal de una excavación en arcilla
blanda de ancho B y altura H. Las dos franjas ab y cd, situadas al nivel del
fondo, soportan la acción de una especie de sobrecarga que proviene del
peso de los bloques de arcilla que éstas delimitan.
Las franjas ab y cd actúan, por tanto, como si fueran zapatas de funda-
ción. Si se excede la capacidad de carga del suelo debajo de las franjas, el
fondo de la excavación rompe por levantamiento. La capacidad de carga

(a) 0 / 2 3 5
1/8
(0)
Fig. 37.4, (a) Sección transversal de una excavación a cielo abierto en un espeso
depósito de arcilla; (b) valores del factor de capacidad de carga N. para estimar la
estabilidad del fondo del corte respecto de un levantamiento.
ART. 37 EMPUJE CONTRA ENTIBACIONES 261

del suelo para la condición $ = 0 puede tomarse igual a cN. (ecuación


33.7). El coeficiente de seguridad contra el levantamiento resulta entonces:
E EA (37.4)

El factor de capacidad de carga N, depende de la forma de la excava-


ción en planta y de la relación entre la profundidad y el ancho. Si se
supone que el suelo excavado puede asimilarse a una larga zapata que
ejerce una presión hacia arriba igual a yH al nivel abcd, los valores de No
pueden tomarse iguales a los que corresponden a las zapatas con las mismas
relaciones B/L, entre ancho y longitud, y H/B, entre profundidad y ancho
(Bjerrum y Eide, 1956). Los cálculos se facilitan utilizando el gráfico de la
figura 37.4b (Janbu y otros, 1956).
Si las tablestacas se extienden por debajo del fondo de la excavación,
su rigidez reduce la tendencia de la arcilla adyacente al fondo a desplazarse
hacia la excavación y, consecuentemente, reduce la tendencia al levanta-
miento. No se han desarrollado procedimientos teóricos satisfactorios que
permitan estimar las presiones que la pantalla de tablestacas debe resistir,
No obstante, si la arcilla blanda se extiende hasta una profundidad considera-
ble debajo del fondo, se ha encontrado que el efecto benéfico de un tablesta-
cado, aun relativamente rígido, es más bien pequeño. Si el extremo inferior
de las tablestacas penetra en un estrato duro, su efectividad aumenta en
forma apreciable. El soporte de la parte inferior de las tablestacas reduce
el máximo momento flector que solicita a la zona embebida de las mismas;
además, la carga vertical sobre ab y cd (fig. 37.4a) se reduce por el peso
trasferido por la adherencia entre el suelo situado encima del fondo y las
tablestacas. Si la resistencia de punta de las tablestacas es mayor que la
adherencia, la reducción es igual a la adherencia entre la arcilla y las tables-
tacas. Si es menor, la reducción es igual a la resistencia de punta.
Si el estrato duro se encuentra a corta distancia por debajo del fondo
de la excavación, el límite inferior de la zona de equilibrio plástico es
tangente a la parte superior del estrato duro. La tendencia al levantamiento
se reduce notablemente aun sin tablestacas y la efectividad de las tables-
tacas aumenta en forma sustancial.

Problemas
Con el método de la espiral logarítmica determínese el empuje total P. sobre
la entibación de 'una excavación de 9 metros de profndidad ejecutada en arca ón
cohesión de peso unitarioy = 1840 kg/m" y y = 30*. El valor de 3 se supone igual
a cero. El punto de aplicación a empuje está a 4,50 metros del fondo. Determínese
también el Empuje Pa de Coulomb,
Solución: 26.500 kg/m; 24.800 kg/m.
2. En una arcilla de unitario 2080 kg/m" cohesión i; a 0,32 kg/cm*
debe raza na Coniacilo de dE do potosi. do rear cos den ad de
d son iguals a ceo y que el punto de aplicación de la resultante del empu está
sl 50 m dl foo. Se desa l valor el empuje ta
Solución: 90.000 kg/m.
262 EQUILIBRIO PLÁSTICO DE LOS SUELOS

3. Se va a practicar una excavación entibada de 9 mx 45m enplanta, que


debe llevarse hasta una profundidad de 10,50 m en un espeso depósito de arcil a plástica
que tiene una resistencia al corte no drenado de 0,3 kg/cm y un unitario de 1,9
gr/cm', El tablestacado se extiende solo un metro por debajo del Edo de la excava-
ción. ¿Cuál es el coeficiente de seguridad contra el levantamiento del fondo?
ción: 0,95. El fondo se levantará cuando la excavación alcance la profundidad
10 m.
4. Si la excavación del problema 3 consistiese en una zanja de 1,50 m de ancho
y una longitud de 45 m, ¿cuál sería el coeficiente de seguridad contra el levantamiento del
fondo a una profundidad de 10,50 mP
Solución: 1,13, La excavación apenas si podría hacerse,

ART. 38 EFECTO DE ARCO EN LOS SUELOS


El empuje unitario o presión lateral sobre la entibación indicada en la
figura 37.1 tiene su valor máximo a media altura, aproximadamente, de
la excavación. Si se retiran, sin embargo, algunas de las tablas horizontales
que soportan el suelo a dicha altura, la parte expuesta permanece estable,
siempre que el suelo posea, al menos, una pequeñísima cohesión. Para
explicar este fenómeno, es necesario admitir que la presión que se ejercía
sobre las tablas que se retiraron fue trasferida a aquellas que permane-
cieron. Este fenómeno de trasferencia de presiones se identifica como efecto
de arco.
Las particularidades esenciales del efecto de arco pueden demostrarse
con el ensayo indicado en la figura 38.1a. Sobre una plataforma que posee
una escotilla o trampa ab se coloca una capa de arena seca sin cohesión de
peso unitario y . La puerta de la escotilla se halla montada sobre una balan-
za (no indicada en la figura) que permite medir la presión sobre la misma.
El espesor H de la capa de arena es varias veces superior al ancho de la
escotilla.

CA La »
(6)
=

rar la puerta
a escollo
Fig. 38.1. (a) Dispositivo para investigar el efecto de arco en una capa de arena
situada encima de una escotilla con puerta deformable col en una plataforma
horizontal; (b) presión sobre la plataforma y sobre la escotilla antes y después de
haber hech der ligeramente la puerta de la escotilla.
ART. 38 EFECTO DE ARCO EN LOS SUELOS 263

Mientras la puerta de la escotilla ocupa su posición primitiva, la pre-


sión sobre la misma es igual a yH, idéntica a la que existe en el resto de la
plataforma. Si se permite, sin embargo, un pequeñísimo descenso de lu
puerta, la presión sobre ésta disminuye a una pequeña fracción de su valo |
inicial, mientras que la presión sobre las partes de la plataforma adyacentes
a la escotilla aumenta. El fenómeno se debe a que el descenso del prisma
de arena situado encima de la puerta es resistido por las tensiones tangen-
ciales que se desarrollan sobre sus caras laterales ac y bd.
ja teoría, los resultados de ensayos y la experiencia ganada en la
perforación de túneles indican que la presión remanente sobre una puesta
de escotilla que desciende lentamente es prácticamente independiente del
espesor H de la capa de arena y no excede del peso de una masa de suelo
con las dimensiones aproximadas indicadas por el área sombreada abe de
la figura 38.1. Por ello, si la arena tiene una pequeñísima cohesión, la
puerta puede ser retirada sin que el suelo caiga por la abertura.
Lecturas seleccionadas
La teoría “convencional” del efecto de arco sobre un conducto, como una
alcentalo, es detallada por Costes, N. C. (1956): “Factors ocios verte pa
ergromad, deducts due to arching”, Highway h Boar tin, 125
S2-S7. La validez de los resultados depende, no obstante, del. valor de “la dubai
lateral o empuje consio rado como actuante en las supuestas Enperticies de rotura y no
existen medios fehacientes disponibles para predecir esta presi
Capítulo 6
ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

ART. 39 INTRODUCCIÓN
Fin perseguido con la investigación de los asentamientos
Se entiende por asentamiento el hundimiento de una estructura pro-
vocado por la compresión y deformación del suelo situado debajo de la
misma.
El cálculo de los esqueletos de edificios y de otras estructuras se basa,
salvo raras excepciones, en la hipótesis de que la estructura descansa sobre
una base indeformable. En realidad, el peso de toda estructura comprime
y deforma el suelo situado debajo de la misma, de modo que las hipótesis
de cálculo no son nunca estrictamente satisfechas. Cuando la base de la
plana, el ji no tiene i ia, ya que
las tensiones en la misma no son alteradas, pero si como consecuencia del
peso de la estructura el área cargada se alabea, la base sigue dicho movi-
miento y toda la estructura se distorsiona. Las tensiones suplementarias
causadas por esta distorsión no son en general consideradas en el cálculo
de la superestructura, a pesar de que en muchos casos son suficientemente
importantes como para dañar la apariencia exterior del edificio y hasta causar
daños permanentes e irreparables,
La complejidad de las propiedades mecánicas de los suelos y la hetero-
geneidad derivada de su estratificación hacen que el asentamiento de edifi-
cios pueda preverse con exactitud solo en condiciones excepcionales. Éste
no es un impedimento para que el análisis teórico de los asentamientos sea
indispensable y útil, ya que sus resultados permiten al ingeniero identificar
los factores que determinan la magnitud y la distribución de los mismos.
El conocimiento de estos factores constituye un requisito previo para poder
convertir la experiencia de obra en reglas semiempíricas para el cálculo de
las fundaciones (artículo 53).

Solución teórica del problema de los asentamientos


Los métodos teóricos a utilizar en la solución de problemas de asenta-
mientos deben elegirse teniendo en cuenta las propiedades mecánicas del
perfil del suelo y la naturaleza de la estratificación. Por ejemplo, si se va
a erigir una estructura sobre un perfil compuesto de una o más capas de
material muy compresible situadas debajo y separadas por estratos relati-
ART. 39 INTRODUCCIÓN 265

vamente incompresibles, como estratos de arena, el asentamiento depende


solo de las propiedades físicas de los estratos blandos y de la intensidad
y distribución de las presiones verticales sobre los mismos, pues la contri-
bución al asentamiento total debida a la deformación de los otros estratos
es despreciable. La experiencia ha indicado que las presiones verticales
pueden calcularse con suficiente exactitud suponiendo que el suelo es per-
fectamente elástico y homogéneo.
De manera similar, si una estructura descansa sobre un suelo bastante
uniforme, la distribución de las tensiones verticales sobre planos horizon-
tales puede calcularse suponiendo que el material es perfectamente elástico.
Sin embargo, esta hipótesis no es válida para el cálculo de ninguna de las
otras tensiones que se producen en la masa del suelo, pues, para ellas, los
valores reales suelen ser muy distintos de los calculados de esta manera.
Por otro lado, es común que la determinación de la relación entre tensiones
y deformaciones no resulte posible: así que, en tales casos, puede tornarse
necesario investigar la relación entre intensidad de carga, asentamiento y
tamaño del área cargada por medio de métodos semiempíricos.

Cálculo de las presiones de contacto


Una vez que el calculista ha distribuido sus fundaciones de modo que
los asentamientos desiguales no resulten excesivos y lleguen a dañar la super-
estructura, debe abocarse al diseño de las fundaciones mismas. Esto requie-
re el cálculo de los momentos flectores y esfuerzos de corte en aquellas
partes de la fundación, como ser las zapatas o las plateas, que trasfieren
el peso de la estructura al suelo. Las presiones que actúan en la base de
las zapatas o plateas se denominan presiones de contacto.
La distribución de las presiones de contacto en las bases de una fun-
dación se asemeja, en algunos casos, a la que se produce en fundaciones
apoyadas sobre un material isótropo y elástico, pero con mayor frecuencia
es completamente distinta. Más aún, si el material en que descansa una
fundación es arcilla, la distribución de las presiones de contacto puede cam-
biar considerablemente con el tiempo. Para simplificar el cálculo, es co-
rriente determinar los momentos en la suposición de que las zapatas descan-
san sobre una cama de elásticos uniformemente espaciados. Este proce-
dimiento se describe en el artículo 42 y la experiencia ha indicado que,
normalmente, es suficientemente exacto para los propósitos de la práctica.
Por ello, el calculista solo necesita estar familiarizado con las relaciones
generales entre tipo de suelo y las características de la distribución de pre-
siones que le corresponde. Si la diferencia entre la distribución supuesta
y la real puede resultar muy grande e insegura, el riesgo se elimina aumen-
tando el coeficiente de seguridad.
266 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

ART. 40 PRESIONES VERTICALES EN EL SUELO SITUADO


DEBAJO DE LAS ZONAS CARGADAS
Ecuaciones de Boussinesq
Una carga vertical concentrada, aplicada sobre la superficie horizontal
de cualquier cuerpo, un suelo por ejemplo, produce tensiones verticales
en todo plano horizontal situado dentro del mismo. Resulta obvio, sin la
necesidad de cálculo alguno, que la intensidad de la presión vertical sobre
cualquier sección horizontal que se considere disminuye de un máximo, en
el punto situado directamente debajo de la carga, hasta un valor cero, a
una gran distancia de dicho punto. Una distribución de presiones de este
tipo puede representarse por una superficie en forma de campana o de domo,
como lo indica la figura 41.1b. Como el esfuerzo ejercido por la carga se
distribuye en profundidad sobre una superficie cada vez mayor, la presión
máxima sobre una sección dada, representada por la altura máxima del
domo, disminuye con la profundidad. El equilibrio, por otro lado, requiere
que la presión total sobre cualquier sección horizontal sea igual a la carga
aplicada, de modo que la disminución de la altura del domo de presiones
lleva aparejado su ensanche. ]
Tanto la teoría como la experiencia indican que la forma de los domos
de presiones es prácticamente independiente de las propiedades físicas del
cuerpo cargado. Por ello, en la práctica de la mecánica de los suelos es
costumbre justificable calcular estas tensiones suponiendo que el material
es elástico, homogéneo e isótropo. Con estas hipótesis, una carga vertical
concentrada Q (figura 40.1a), aplicada sobre una superficie horizontal de
gran extensión, produce, sobre el punto N de la masa de suelo, una tensión
vertical de intensidad:
_ 30 1 5/a
Ps lp ta 2
En esta ecuación z representa la distancia vertical entre N y la super-
ficie de la masa y r la distancia horizontal entre N y la recta de acción de Q.
La ecuación 40.1 es una de un conjunto conocido como ecuaciones de
Boussinesq, ecuaciones que determinan el completo estado de tensión del
punto N (fig. 40.1a). Al contrario de lo que ocurre con la tensión p,, la
mayoría de las otras tensiones que definen el estado de tensión del punto
N dependen en gran parte de la relación tensiones-deformaciones del mate-
rial. Como los suelos no son, ni aun aproximadamente, elásticos y homogé-
neos, las otras ecuaciones no son adecuadas para calcular dicnas tensiones
en los suelos.
Distribución de presiones sobre secciones horizontales situadas
debajo de áreas cargadas
Al calcular las presiones verticales en el suelo situado debajo de un
edificio se supone comúnmente que el edificio es perfectamente flexible.
Cuando la superficie de una masa muy grande soporta una carga perfec-
ART. 40 PRESIONES VERTICALES DEBAJO DE ZONAS CARGADAS 27

tamente flexible de intensidad q, distribuida sobre un área A, la intensidad


de la presión vertical en un punto cualquiera N (fig. 40.1b), situado dentro
de la masa, puede calcularse dividiendo el área cargada en pequeñas partes
dA que soportan una carga:
dQ = qda
Esta carga se considera como concentrada en el baricentro de dA. Según
la ecuación 40.1, cada carga concentrada produce en el punto N una presión
vertical:
_ 3 1 P,
el di
que, integrada sobre toda el área cargada, da la intensidad de la presión
en N originada por toda la carga. Por ejemplo, si el punto N está situado
a la profundidad z debajo del centro N” de una superficie cargada de forma
circular de radio R, la presión vertical resulta igual a:

Ad E - (+) "] (40.3)


Si la carga de intensidad q se halla distribuida sobre un área de forma
cualquiera, la tensión p, en un punto arbitrario N situado a la profundidad
z puede calcularse fácilmente por medio del gráfico de la figura 40.2. El
gráfico (Newmark, 1942) representa un conjunto de líneas situadas en la
superficie del terreno, dibujadas en escala de modo que la distancia AB
sea igual a z. El punto N se halla situado directamente debajo del centro
de los círculos concéntricos. El gráfico se ha construido en tal forma que
una carga
de intensidad q, distribuida sobre ¡era de las subdivisi
limitadas por dos rectas radiales y dos círculos adyacentes, produce una
presión p, = 0,005 en el punto N. Cada subdivisión es, entonces, un área
de influencia (de valor 0,005) para la tensión p, en el punto N.
Para ilustrar el uso del diagrama se calcula el valor de po a una pro-
fundidad de 15 metros debajo del punto D del edificio indicado en planta
en la figura 40.10. El edificio trasmite una carga uniformemente distribuida
de 1,5 kg/cm? sobre toda el área cubierta. El primer paso del cálculo estriba
en dibujar en papel trasparente una planta del edificio en escala tal que
la profundidad 15 metros sea igual a AB. Se coloca luego el trasparente
sobre el diagrama, de modo que el punto D se halle directamente sobre el
punto N”, centro del gráfico, y se cuenta el número de áreas de influencia
cubiertas por la planta. En este ejemplo, el número de áreas de influencia
es 3L5 y la tensión po a la profundidad de 15 metros debajo de D es
315 X 0,005 X 15 = 0,235 kg/cm”. La tensión p, en cualquier otro punto
a la misma profundidad se obtiene con el mismo procedimiento, desplazando
el trasparente hasta que el nuevo punto se halle directamente sobre N'.
Para determinar las tensiones sobre una sección a otra profundidad z,, se
268 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

Fig. 40.1. (a) Intensidad de la presión vertical en el punto N del interior, de


un só finito sometido a una carga puntual Q; (b) presión vertical en
de usarse el grál
vertical. (Según N. M. Newmark, 1942).

dibuja nuevamente en trasparente la planta tomando una nueva escala de


modo que la profundidad z, sea igual a la distancia AB del diagrama.

Variación de la presión con la profundidad


La intensidad de la presión a lo largo de cualquier recta vertical, consi-
derada por debajo de una carga distribuida, disminuye a medida que aumen-
ta la profundidad z. Por consiguiente, si una capa compresible es de gran
espesor, la presión vertical en la misma disminuye en forma apreciable
desde la parte superior a la inferior. La compresión de una capa delgada,
ART. 40 PRESIONES VERTICALES DEBAJO DE ZONAS CARGADAS 289

Valor de tnflvencia Q005 8


L Y
Alar N. M. Newmark
Fig. 40.2. Gráficode influencia para la presión vertical.
(Según N. M. Nowenark, 1942).
270 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO
103

€, [E %
o Carga puntral

A
Fig. 40.3. Diagrama que ilustra la diferencia entre la presión vertical originada
por una carga pa sobre un área cuadrada y la misma carga considerada
como puntual en el centro del cuadrado, Las curvas representan la
tensión a lo go de una línea vertical por el centro del cuadrado.

por el contrario, depende solo de la tensión vertical media, que es aproxi-


madamente igual a la presión en el centro de la capa. Por ello, si una capa
compresible es relativamente delgada, la variación de la presión con la
profundidad puede despreciarse; resulta suficientemente exacto calcular la
intensidad y distribución de la presión sobre um plano horizontal situado
en el centro de la ca]
En la figura 40.3, las abscisas de la curva C, representan la intensidad
de la presión vertical a distintas profundidades debajo del centro de una
superficie cargada B X B, que soporta una carga uniformemente distribuida
q por unidad de área. Si la carga total B*g se sustituye por una carga
concentrada Q igual, situada en el centro del cuadrado, la curva C, se tras-
forma en la C,. La figura muestra que ambas curvas se hacen práctica-
mente idénticas a partir de una profundidad 3B, es decir, que para una pro-
fundidad mayor de 3B, la presión sobre una sección horizontal, originada
por una carga distribuida sobre un área cuadrada, es prácticamente igual
a la presión producida por una carga concentrada en el punto central del
área cargada. Las tensiones p, sobre secciones situadas a profundidades mayo-
res de 3B pueden, por lo tanto, calcularse con la ecuación 40.1.
La extracción del suelo que ocupa el espacio que va a ser tomado por
el sótano de un edificio reduce la presión vertical que actúa sobre los pun-
tos situados debajo de la excavación. Para calcular el cambio de tensión
resultante se supone que la superficie del suelo está situada al nivel del
fondo de la excavación y que el peso del material retirado actúa a este nivel
dirigido hacia arriba.
Problemas
Sobre la superficie de una masa elástica de gran extensión actúa una
ca2 kg concentrada en un poo, ¿Cuál es la intensidad de la presiónn veia,
por la carga, a una 60 metros,
med de ¿Ojuál es la intensidad de la O E ls
les, pero a de 15 metros recta de la
Solución: 3,16; 0,79; 0,03— 0,022; 0,075; 0,027 kg/cm.
ART. 41 ASENTAMIENTO DE FUNDACIONES 271

bre la perico de una masa elástica de gran extensión existe una car A
de 1% ro distribuida sobre un área circular de 3 metros de radio. ¿Cuál es
del
intensidad de la presión vertical en el punto situado a 4,50 m debajo del centro
circulo? ¿En el punto situado a la misma profundidad en el borde del círculo?
Solución: e 0,33 kg/cm”.
3. de gran, longitud tiene un ancho de ra todo
propósi po imposo al terreno una presión le E
das rent] yr sibmulo
constituido por arena sa, salvo entre 21,0 y 27,0 metros de profundidad, donc
capa de arcilla e ces la intenaidad de la presión vertical coda
hayr eluna edificio en los siguientes puntos situados sobre un plano horizontal en el centro
le la capa compresible: directamente debajo del borde del edificio, a 6.0 metros del
borde, a 12 metros del borde y en el centro.
Solución: 1,15; 1,48; 1,71; 1,78 kg/cm”.
4. Si el ediíiio del problema 3 3 es cuadrado, de 38 metros de lado, ¿cuáles serían
tensiones sección por el centro del edificio?
Solución: 054; 1,12; 1,30; de kg/cm”.
5, Para la construcción de un edificio
rec pe de 60 x 36 metros de lado
debe vjectuatso una excavación de O metros de profundidad en arena húmeda de peso
unitario 1840 kg/n". ¿Cuál es la reducción en presión vertical originada por la excava.
ción en un punto situado en el vértice del edificio a una profundidad de 2: 1 metros
Seto del terreno original?
Solución: 0,28 kg/cm.
Lecturas seleccionadas
siguiente bib afía contiene gráficos, tablas y, valores de influencia para
ser Mo en el cál de tensiones en materiales elástic
Jurgensen, L. a. “The application of ner and place to foundation pro-
oston Society of Civil Engineers, gs. 206a 241. Reimpreso en
Contributions to soil la 1925-1940, Boston Society of Civil Engineers,
148-183.
Novae E (1942). “Influence charts for computation of ¡eses in elastic fown-
. Únper of Hinois Eng. Esp. Sta Bulletin, 838, 28 págs.
To E ¿L19480). mechanics, New York, John Wiley and Sons,
Harr, Págs.
M. EN 1500). Foundations of theoretical soil mechanics, New York, McGraw,
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Burmister, D. M. (1956). “Stress and derlacemens characteristics of a two layer rigid
E soil system: influence diagrams and n. applications”, Proceedings High-
Research Board, 35, págs. 773-814.
Os J. O. (1957). “Influence values for vertical sresses in a semis infinite mass
to an embankment Josdiag”, a 4th International Conference on
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Menta, M. R. (1959). SeSener and displacements in layered systems, Ph. D. thesis,
University of 1 33 págs.

ART. 41 ASENTAMIENTO DE FUNDACIONES


Fundaciones situadas encima de estratos confinados de arcilla
En lo que cóntinúa, se indica el procedimiento a seguir para calcular
el asentamiento que sufrirá un edificio colocadoencima de una capa confi-
nada de arcilla blanda. El peso del edificio es trasferido al suelo por medio
272 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

Fig. 41.1. (a) Asentamiento de un edificio fundado sobre una platea que apoya
en un subsuelo que contiene un estrato compresible a la profundidad D; (b)
distribución de la presión vertical sobre un plano horizontal que pasa por el
centro de la capa compresible,

de una solera o platea de fundación de hormigón armado que se supone


reparte uniformemente la carga sobre toda la superficie ocupada por la
misma. El subsuelo está constituido por un estrato de arena que contiene
a una profundidad D una capa de arcilla blanda (fig. 41.1a).
Como la arena es casi incompresible comparada con la arcilla blanda,
el asentamiento del edificio es causado casi enteramente por la compresión
del estrato de arcilla. Se ha dicho que la arcilla está confinada, de modo
que la compresión puede calcularse con el método descripto en el artículo
13. Debe tenerse la precaución, sin embargo, de calcular el asentamiento
en varios puntos de la base del edificio, ya que el objeto principal de este
cálculo es determinar la deformación que va a sufrir la solera o platea de
fundación. Si el espesor del estrato de arcilla es pequeño comparado con
la profundidad D, para el cálculo, se puede suponer que la intensidad
media de la presión vertical p,, originada en la arcilla en correspondencia
con un punto dado de la base de fundación, es igual a la intensidad de la
presión vertical debajo de dicho punto en el centro del estrato. Esta presión
puede calcularse utilizando el diagrama de la figura 40.2.
El próximo paso a seguir consiste en calcular la compresión S de la
capa de arcilla debajo de cada punto elegido, Según la ecuación 13.2, el
cambio de porosidad An viene dado por la expresión
An = mAp
La cantidad m, representa el coeficiente medio de compresión volumé-
trica (ecuación 13.3) para una variación de presión que va del valor inicial
Po al valor final po + Ap. El cambio de presión Ap es igual a la presión
vertical p,, calculada como se indica más arriba. Como el espesor de la
capa compresible es igual a 2H, el cambio de espesor S originado por la
presión py es:
S = 2HAn = 2Hmpp, (41.1)
ART. 4l ASENTAMIENTO DE FUNDACIONES 273

El valor de S representa no solo la disminución del espesor del estrato


debajo de un punto dado, sino que también el asentamiento de la platea de
fundación en dicho punto. Si el subsuelo contiene varias capas compresi-
bles, el asentamiento de un punto dado de la fundación es igual a la suma
de las compresiones de cada una de las capas a lo largo de la recta vertical
que pasa por el punto.
Si un estrato de arcilla es relativamente espeso, o si p, y m, no pueden
considerarse aproximadamente constantes en todo su espesor, para resolver
el problema es necesario dividir el estrato en varias capas y determinar py
y M, individualmente para cada una. Se puede también remplazar la
ecuación 41.1 por la expresión más general:
a
s=f, mpd (41.2)
en la cual m, y p, son, respectivamente, el coeficiente de compresibilidad
y la presión vertical Ap a la profundidad z debajo del punto en que se
calcula el asentamiento. La integración se efectúa gráficamente como lo
indica la figura 41.2, La presión vertical p. a cualquier profundidad z debajo
de un punto dado se representa por el ancho del área sombreada de la
figura 41.2a. Para determinar la curva que limita p,, este valor debe calcu-
larse en cada punto para varios valores de z. Dibujando los valores de m,
como abscisas y las profundidades como ordenadas se obtiene la curva de la
figura 41.2b. Se representa luego el producto m,p, en función de la pro-
fundidad, con lo que se obtiene la figura 41.2c, cuya área total sombreada
da directamente el asentamiento S.
La compresión del estrato de arcilla origina una disminución del con-
tenido de humedad del suelo que, a raíz de su baja permeabilidad, se pro-
duce muy lentamente (véase artículo 14). Los métodos para calcular la
velocidad con que progresa el asentamiento se presentan en el artículo 25.
Independientemente de estos hechos, el asentamiento de una superficie car-
gada uniformemente adquiere desde un principio una forma semejante a
un cuenco, debido a que la presión sobre las capas compresibles es máxima
en correspondencia con el centro y decrece hacia los bordes de la superficie
(véase figura 41.1b).

Fig. 41.2, Método gráfico para calcular el asentamiento producido por una
capa compresible cuando la presión p» y el corficiente de compresibilidad m.
varían con la profundidad,
274 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

Fundaciones sobre suelos no estratificados


Si el subsuelo de una fundación es homogéneo, el peso del edificio
produce mo solo una compresión del mismo sino que se origina además
una deformación lateral. Por ello, una parte del asentamiento puede consi-
derarse como un acortamiento vertical del estrato cargado debido a una
disminución de su volumen, y la otra como un acortamiento adicional origi-
nado por una deformación o hinchamiento lateral.
Si el subsuelo fuera perfectamente elástico y homogéneo hasta una gran
profundidad, el asentamiento debido a la deformación lateral sería consi-
derablemente mayor que el producido por la disminución de volumen. Para
una intensidad dada de la carga, el asentamiento de superficies de la misma
forma geométrica aumentaría en simple proporción con el ancho de las
mismas.
Tratándose de asentamientos producidos por deformación de suelos debe
hacerse una distinción entre las cargas que descansan sobre arcillas y aque-
llas que lo hacen sobre arenas. En las primeras, el asentamiento debido a
la deformación lateral es generalmente pequeño comparado con el asenta-
miento total. Por ello, aun en el caso de fundaciones que descansan sobre
espesos estratos de arcilla, puede calcularse el asentamiento, aunque solo
sea en forma Broseramente aproximada, de la manera que se indicó en la
sección anterior*. Si por el contrario, la fundación descansa sobre estratos
de limo inorgánico o de arena, la segunda parte del asentamiento suele ser
mucho mayor que la primera.
* Enel suo Tentativa de licción del asentamiento de un suelo preconsolidado
por de O. Moretto, publicado por la Revista Latinoamericana de Geotecnia,
Vol. 1, N* 1, Caracas, 1971, se hace una breve reseña de los métodos propuestos para
tener €n cuenta en el cálculo el efecto que la deformación lateral, más lala il fluencia que
la prercoolicación y la alteración por muestreo puede ejercer sobre tamientos,
fuido el llamado camino o trayectoria de las tensiones”.
Como se dice en el art. 13, el ensayo de consolidación solo es aplicable al cáleulo del
setas to que lucen estratos confinados relativamente delgados de arcilla blanda
ormalmente consolidada o ligeramente preconsolidada. No obstante, constituye un ensayo
simple, de fácil realización, que no ha podido aún ser sustituido con éxito por otros más
complejos, como ser ensayos de consolidación triaxial siguiendo el camino de las tensiones,
que solo pueden ser fehacientemente ejecutados por personal muy experimentado, de
modo que, por algún tiempo, dicho ensayo servirá todavía de guía para hacer por lo menos
primeras estimaciones de los asentamientos, cualquiera sea el suelo y el espesor del estrato
involucrado. Sin embargo, las estimaciones de este tipo solo adquieren visos de realidad
cuando se ponderan las limitaciones de todo el proceso, en particular las que derivan del
estado de tensiones impuestoy las que impone la inevitable alteración de las muestras.
Cualquiera sea elmétodo de "muestreo utilizado,la alteración juega un papel importantísi-
mo, que depende del tipo de suelo y del grado e preccatidadón. Ue pues. amestres
se afecta muy poco la resistencia a rotura pero aun los mejores métodos de extracción de
muestras con sacatestigos pueden afectar sing te la deformabilidad ica, de-
terioro que, siendo una función de la estructura del rulo; crece con su consistencia, La
alteración por muestreo suele ser tan importante que, aun con las mejores muestras po-
sibles, en muchos suelos preconsolidados, la mayor aproximación respecto al asentamiento

la obra. Así suele ocurrir, por ejemplo, con el suelo preconsolidado por desecación que
constituye gran parte del bado 8de la ciudad de Buenos Aires (N. del
ART. 4l ASENTAMIENTO DE FUNDACIONES 25

Asentamiento
0 030 050 Tm
Ancho B de la zopala cuadrada
Fig. 41.3. Relación entre el ancho de una zapata cuadrada y el asentamiento
cuando la presión unitaria trasmitida al terreno es constante. (Kógler, 1933).

Para poder determinar la influencia que sobre el asentamiento de bases


fundadas en arena sin cohesión ejerce el tamaño del área cargada y la posi-
ción de la napa freática, se deben considerar los factores que determinan
en este material la relación entre tensiones y deformaciones (artículo 15).
Las investigaciones teóricas sobre el tema, los ensayos de laboratorio y los
ensayos realizados en el terreno conducen a las siguientes conclusiones
(Kógler, 1933):
El asentamiento de una base de ancho B disminuye con el aumento del
valor medio del módulo tangente inicial E, de la arena situada entre la base
y una profundidad aproximadamente igual a B debajo de la misma. Por su
parte, el módulo tangente inicial de una arena aumenta, según la figura
15.4, con el incremento de la presión efectiva de confinamiento *.
A una profundidad dada, por debajo de la superficie de la arena, la
presión de confinamiento es aproximadamente proporcional a la presión
efectiva originada por la cubierta. Si la napa sube de una profundidad
mayor que B, debajo de la cota de fundación, hasta alcanzar la superficie
de la arena, la presión de confinamiento disminuye aproximadamente en
un 50 por ciento (artículo 12). El asentamiento, por lo tanto, en términos
generales se duplica.
Para una presión dada, trasmitida a la cota de fundación, la profun-
didad de la masa de arena sujeta a intensa compresión y deformación aumen-
ta a medida que lo hace el ancho de zapata. Por otro lado, la capacidad
de carga de la zapata y el valor medio del módulo tangente inicial de la
arena también aumentan. Como consecuencia de estos factores contrapues-
tos, el asentamiento varía con el ancho de la zapata en la forma aproximada
en que lo indica la curva llena de la figura 41.3.
* Como resulta evidente de la figura 13.3, el módulo tangente inicial es también
una función de la historia de carga de la arena, pues si ésta ha sido preconsolidada,
el
cargas menores q| idación, luce según curvas
de recomy lo que implica un módulo E; muy superior al que al
mismo material en primera carga. La experiencia indica que el asentamiento de recarga
sólo alcanza valores que están en el orden del tercio al cuarto que se produce en primera
carga. Por ello, si bien E, es proporcionala la presión efectiva originada por la cubierta, el
facior de proporcionalidad depende también de la historia de carga (N. del T..
276 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

En la práctica, la magnitud del asentamiento de zapatas fundadas en


arena no puede ser prevista en función de los resultados de ensayos de
laboratorio sobre muestras del suelo. Puede, sin embargo, ser estimada cru-
damente por medio de reglas semiempíricas basadas, en parte, en las rela-
ciones generales descriptas más arriba y, en parte, en las relaciones que
se ha observado existen entre los asentamientos y los resultados obtenidos
de simples ensayos efectuados en el terreno, tales como los ensayos de pene-
tración (artículo 54 y 55)”.

Problemas
1, La capo de, axila descripta en el problema 3, del aníulo 40, Seno un
contenido natural de humedad del por ciento. El peso especifico de| ls parias
sólidas de arcilla es de 2,7 gm/em' y el peso unitario db la arena densa de 2080 k
El nivel de la napa es el mismo de la superficie del terreno. De ensa Dd cal lan:
ción se ha determinado que Cs es igual a 0,50. Caloílense los asentamientos en el borde
y en el centro
Solución: 21; a centímetros.
2. Sobre la superficie natural del terreno se halla distribuida, en un área muy
le, una carga 1,5 kg por centímetro cuadrado. El subsuelo consta de un estrato
Liens deves que contiens dos capas de arcóla, de. 9: metros dé espesor. Para ambas
Cos igualaa 085 el cotenido de humedad 54 porciento y el peo especifico de as
partículas cúbico. capa superior de arcilla
empieza .a metos de frufudidl, yae bocas a 2 at ju peso unitario
es de
2000 kg por metro cúbico,y ala docompletamente sumergida. ¿Cuál es el asenta-
miento originado por la e Eniforme?
Solución: 38 centímetros.

ART. 42 PRESIÓN DE CONTACTO Y TEORÍA DE REACCIÓN


DE LA SUBRASANTE
Presiones de contacto en la base de zapatas rígidas
Como el asentamiento de una zapata perfectamente rígida es por nece-
sidad uniforme, la distribución de la presión en la base es idéntica a la que
se requiere para producir el asentamiento uniforme de un área cargada. Si
la subrasante está constituida por un material perfectamente elástico,o bien
por arcilla, o arena que contiene espesas capas de arcilla blanda, un área
cargada uniformemente adquiere la forma de un cuenco poco profundo.
Para obtener un asentamiento uniforme sería necesario desplazar parte de
* La relación entre asentamiento y resistencia-penetración está también condicio-
nada por la historia de carga de la arena y es distinta según que el incremento de carga
Ap producido por la fundación se desarrolle a lo largo de de carva virgen o. lo haga
según una de recarga. En cambio, la resistencia a penetración es una función de
resistencia al corte de la arena que, como se india en el artículo 19, depende esencial"
mente de la densidad relativa a varía poco con la precarga. Por ello, en opinión del
traductor. las zoglas semiemplcicas rmencionadas a00 mula SEI ¡able estrictamente a Jos
lugares de en ds pues pueden resultar muy distintas según se trate de
Éormalmente consolidadas o preconsolidadas. Véase también nota traductor de
AE “275, (N. del 7)
ART. 42 PRESIÓN DE CONTACTO Y REACCIÓN DE LA SUBRASANTE 277

la carga del centro hacia las orillas, lo que significa que la presión de con-
tacto, en la base de una zapata rígida que descansa sobre tales subrasantes,
aumenta del centro hacia los bordes. Si por el contrario, una carga uniforme
descansa sobre una subrasante compuesta solo de arena, el asentamiento
es mayor en los bordes que en el centro. Un asentamiento uniforme solo
puede obtenerse distribuyendo la carga de modo que su intensidad dismi-
nuya de un máximo en el centro a un mínimo en los bordes, lo que significa
que la distribución de la presión de contacto en la base de zapatas rígidas
tiene las mismas características.
La figura 42.1 representa un corte trasversal de una base continua
rígida de ancho B que descansa sobre una subrasante elástica y homogénea
de gran espesor. La carga que soporta la base por unidad de longitud es
igual a g,B. Cálculos basados en la teoría de la elasticidad han demostrado
que la presión de contacto aumenta en la forma indicada en la figura, de
un valor menor de 0,7q, en el centro, hasta un valor infinito en los bordes.
Si la base descansa sobre un material elástico real, la presión en los bordes
no puede exceder un cierto valor finito q, para el cual el material pasa del
estado elástico al semiplástico o plástico, de modo que la presión se distri-
buye en la realidad en la forma en que lo indica la curva C, de la figura 42.2a.
Si se aumenta la carga sobre la base de la figura 42.2a, el estado de
equilibrio plástico se extiende de los bordes hacia el centro y la distribución
de las presiones cambia. Cuando la superficie de contacto de la base de
fundación es lisa, la distribución se hace uniforme en el mismo instante en
que la subrasante rompe por deformación plástica. La curva C, representa
la distribución de tensiones en este estado y la Cz en un estado intermedio.
Si una zapata o base de fundación, sea rígida o flexible, descansa en
la superficie de una masa de arena seca sin cohesión, la teoría indica que
la intensidad de la presión de contacto, para cualquier carga, decrece de

£
HE
e lis
1 Faja infinita,

A
Fig. 42.1. Distribución de la presión de contacto en la cota de fundación de
una zapata rígida de longitud muy grande cargada en forma uniforme y que
descansa sobre un subsuelo perfectamente elástico, homogéneo e isótropo.
28 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

Fig. 42.2. ibución de Ja presión de contacto en la cota de fundación de


una zapata rígida y lisa asentada sobre: (a) un material elástico real; (b) arena
no cohesiva; (c) suelo con características intermedias, Las curvas C. corresponden
a la presión de contacto para la zapata sometida a la carga que produce la
rotura del suelo.

un máximo en el centro a cero en los bordes en la forma en que lo indica


la figura 42.2b, resultados que han sido confirmados por investigaciones
experimentales.
La figura 42.2 representa la distribución de la presión de contacto en
el plano de fundación de una base o zapata apoyada sobre una subrasante
de características intermedias entre suelos puramente cohesivos y suelos sin
cohesión alguna. Para cargas pequeñas, la presión de contacto aumenta del
centro hacia los bordes (curva C,). Con el incremento de la carga, la
presión en el centro aumenta mientras que en los bordes permanece inalte-
rada. En el momento de la rotura la presión decrece del centro hacia los
bordes, como lo indica la curva Cu.

Definición de reacción de la subrasante


La figura 42.2 demuestra que no existen relaciones simples entre las
características de deformación de la subrasante y la presión de contacto en
la cara inferior de una base o zapata de fundación perfectamente rígida.
Si la base no es rígida, dichas relaciones se tornan aún más complicadas y
una valuación, aunque sea grosera, de la distribución real de la presión de
contacto es muy laboriosa. Sin embargo, sin algún conocimiento de la dis-
tribución real de dicha presión, no resulta posible calcular las zapatas o
plateas de fundación. Por ello, es usual y necesario calcular la presión de
contacto en función de hipótesis simplificativas y compensar el error que
pudiera resultar de las mismas adoptando un coeficiente de seguridad
adecuado. 5
Los procedimientos simplificados se basan en la hipótesis incorrecta y
arbitraria de que el asentamiento S de cualquier elemento de un área
cargada es completamente independiente de la carga que actúa sobre los
ART. 42 PRESIÓN DE CONTACTO Y REACCIÓN DE LA SUBRASANTE 279

elementos adyacentes. Se supone, además, en contraposición con la realidad,


que la relación
Ks =2 (42.1)

entre la intensidad p de la presión sobre el elemento y el asentamiento que


le corresponde es una constante K, (gramos por centímetro cúbico). Para
diferenciarla de la presión de contacto real que actúa en la cara inferior
de la base de fundación, la presión ficticia p que satisface la ecuación 42.1
se llama reacción de la subrasente. En lo que resta de este artículo, el
símbolo p está estrictamente reservado para la reacción de la subrasante y
ho se usa para representar a la presión real de contacto. El coeficiente K,
se conoce como coeficiente de reacción de la subrasante o también como
coeficiente de balasto y las teorías basadas en estas hipótesis son las teorías
de reacción de la subrasante.

Reacción de la subrasante en fundaciones rígidas


Tratándose de fundaciones rígidas, la ecuación 42.1 conduce a la con-
clusión de que la distribución de la reacción de la subrasante debe ser
lineal, ya que una fundación rígida permanece plana cuando se asienta.
Por ello, en base a esta hipótesis, para proyectar una fundación rígida,
según la ecuación 42.1, se supone que la reacción de la subrasante tiene
distribución lineal o plana. Se deben, además, satisfacer las condiciones
estáticas, es decir: 1) la reacción total debe ser igual a la suma de las cargas
que actúan sobre la subrasante, 2) el momento de la resultante de las cargas
verticales con respecto a un punto cualquiera debe ser igual al momento
de la reacción total con respecto al mismo punto.
Como ejemplo, considérese el muro de sostenimiento de gravedad indi-
cado en la figura 42.3 cuya base tiene un ancho B. La resultante Q de las
fuerzas verticales actúa a una distancia a del borde exterior y origina en
los extremos reacciones de la subrasante iguales a pa y p». Si se supone que

Fig. 42.3.: Reacción de la subrasante


1 en la cota de
fundación de un muro de sostenimiento rígido.
280 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

esta reacción se distribuye linealmente, las condiciones estáticas nos dan


dos ecuaciones:
Q =*/B(p. +7) (42.2)

Qa = '/sB?pa + /3B?po (42.3)


con las cuales pueden calcularse pa y Po. l
Debe notarse que las ecuaciones 42.2 y 42.3 no contienen el coeficiente
K, de reacción de la subrasante; es decir, que la distribución de la reacción
en la base de una zapata rígida es independiente de la compresibilidad de
la subrasante. Esto facilita visualizar la diferencia que existe entre la reacción
de la subrasante y la presión de contacto real. Si la resultante Q de la carga
que actúa en una zapata pasa por el centro de gravedad de la misma, la
reacción de la subrasante se distribuye uniformemente en toda el área de
contacto y es igual a Q/A. La distribución de la presión real de contacto,
por el contrario, puede estar lejos de ser uniforme (véase figura 42.2), ya
que depende de las propiedades mecánicas del suelo y de la intensidad de
la carga.
A pesar de estas evidentes discrepancias entre la teoría y la realidad,
las teorías que consideran la reacción de la subrasante pueden utilizarse
libremente en el cálculo de las zapatas y bases comunes, ya que los errores
se hallan dentro del margen usual de seguridad y, además, como regla
general, dichos errores actúan del lado de la seguridad.

Reacción de la subrasante sobre fundaciones flexibles


Si una zapata o una platea no es rígida, la distribución de la reacción
de la subrasante depende del valor numérico de K, y de la rigidez de la
fundación a flexión. La influencia de este último factor viene ilustrada por
la figura 42.4, que representa una sección trasversal de una losa rectan-
gular elástica de gran longitud que descansa sobre una subrasante elástica.
El eje de mayor longitud de la losa soporta una carga lineal Q por unidad
de longitud. A causa de la Flexibilidad de la losa, el asentamiento disminuye
del centro hacia los bordes y, por lo tanto, la reacción de la subrasante
también disminuye de un máximo en el centro a un mínimo en los bordes.

Fig. 42.4. Zapata elástica de gran longitud, sometida a una carga lineal y
soportada > una subrasante elástica. Deformación de la zapata bajo carga
distribución de la reacción de la subrasante.
ART. 42 PRESIÓN DE CONTACTO Y REACCIÓN DE LA SUBRASANTE 281

Si la losa es muy flexible, los bordes pueden levantarse y la reacción de la


subrasante en las partes extremas de la losa hacerse cero. En cualquier
caso, para una carga lineal Q dada y un ancho B de la losa también dado,
el momento máximo en la losa flexible es, por consiguiente, mucho menor
que en la losa rígida.
La reacción de la subrasante que actúa sobre un miembro relativamente
flexible de una fundación, puede calcularse por medio de la teoría de las
vigas elásticas sobre apoyos continuos elásticos. La teoría se basa en el
hecho evidente de que el desplazamiento vertical originado por el asen-
tamiento y la flexión del miembro cargado debe en cada punto ser igual al
asentamiento del terreno en dicho punto. El cálculo del asentamiento del
terreno se basa en la ecuación 42.1. Por ello, tratándose de fundaciones
elásticas, las ecuaciones para calcular la reacción de la subrasante, a dife-
rencia de las ecuaciones 42.2 y 42.3 de las fundaciones rígidas, siempre
contienen al coeficiente K, (ecuación 42.1).
Como la teoría de las vigas elásticas sobre apoyos continuos elásticos
se basa en la ecuación 42.1, no resulta más exacta que la teoría de la reac-
ción de la subrasante para fundaciones rígidas. Puede ser aún menos exacta,
pues involucra además el error que encierra la determinación de K,. Como,
por otro lado, los cálculos son siempre laboriosos, la investigación para obte-
ner una adecuada estimación de su valor no se justifica a menos que el uso
de la teoría citada conduzca a una reducción considerable en el costo de
la estructura.
En todas las teorías de la reacción de la subrasante, el coeficiente K,,
que representa la relación entre la intensidad de la carga sobre una subra-
sante ficticia y el desplazamiento vertical correspondiente, se supone una
constante que depende solo de las propiedades físicas del subsuelo. La
realidad es que la relación entre la intensidad media de la presión en la
superficie de un sólido dado y el asentamiento correspondiente no es una
constante. Para zapatas circulares apoyadas sobre una base isótropa y elás-
tica, la relación decrece a medida que el radio de la fundación aumenta.
Para una zapata de tamaño dado apoyada sobre el terreno, también dismi-
nuye a medida que aumenta la intensidad de la carga. Aún más, K, es
distinto para distintos puntos de la base de una misma fundación. Como
se ve, la determinación de K, involucra mucha incertidumbre y el proce-
dimiento usual de determinar K, con ensayos de carga sobre superficies
pequeñas se halla sujeto a todas las limitaciones que tiene el método del
ensayo de carga descripto en el artículo 54 *.

* En opinión del traductor gara salvar el inconveniente que implica la imposibilidad


práctica de evaluar con ponderación cierta el coeficiente K., es preferible hacer el cálculo
de las soleras elásticas adoptando varias distribuciones posibles y razonables para la reac-
ción de la subrasante y luego dimensionar cubriendotodas esas posibili
un cálculo que requiere mucho más trabajo y mo va a conducir necesariamente a mejores
soluciones. Véase: O. Moretto. Curso de Hormigón Armado, 2* edición, pág. 788, Lib. Ed.
Fl Ateneo, Bs. As., 1970 (N. del T.).
282 ASENTAMIENTOS Y PRESIONES DE CONTACTO

Problemas
1 Un uurwo de sosteataicuto a gravedad tieno une Iso de 3,40 2 de mncio, La
línea de acción de la resultante de las fuerzas verticales y horizontales intersecta
la base
a 0,50 metros del pie del muro. La com Aa de le resultat uo 1000 kg
por metro. ¿Cuál es la reacción de la subrasante en ambos extremos de la base?
Solución: 1,30 kg/cm; 0,19 kg/cm.
2. Una zapata trapezoidal tiene 3,60 metros de longitud, 090 metros de ancho
en un extremo y 1,80 metros
en el otro. Soporta dos columnas
en su línea central, una
000 sust extremo angosto y la otra a 0,90 metros del extremo ancho. La carga
re la primera columna es de 18 toneladas,y sobre la segunda de 36 toneladas.Si
pele UU Eajala e gls, ¿enál es la reacción de la subtasante en ambos extremos?
Solución: 1,11 kg/cm.
Lecturas seleccionadas
Hetén; va e Beams on elastic foundation, Ann Arbor, Univ. of Michigan Press,
renga E Los) “Evaluation of coefficients o subgrade reaction”, Geotechnique, 5,
PARTE 11!

Problemas de proyecto
y la construcción

La Parte 1 contiene una descripción de los suelos reales basada en los


resultados de ensayos de laboratorio. La Parte II está constituida por una
revista condensada de los procedimientos teóricos disponibles para predecir
el comportamiento de materiales ideales que tienen propiedades que se
aproximan a las de los suelos reales. Antes que las teorías puedan aplicarse
a la solución de problemas del proyecto y la construcción deben llevarse a
cabo dos i ind di Primero, d inar las iedadi
significativas de los materiales del subsuelo por medio de perforaciones,
muestreos y ensayos. Segundo, sustituir el complejo real por un subsuelo
idealizado consistente en unas pocas unidades homogéneas con límites
simples.
- En los pocos casos en que el perfil real del suelo es suficientemente
simple como para ser remplazado sin un error intolerable por una idealiza-
ción apropiada, la teoría combinada con los resultados de ensayos tornan
posible una predicción del i de las d.
por los suelos sobre una base matemática. Este procedimiento se ha usado
con éxito, por ejemplo, para predecir la magnitud y distribución del asen-
tamiento de estructuras fundadas encima de estratos confinados horizontales
de arcilla de espesor muy uniforme.
En todas las otras instancias, los resultados de la investigación del
subsuelo solo informan al proyectista respecto de las características gene-
rales de los materiales subyacentes y de la posición dentro de ellos de
potenciales fuentes de peligro. Las características detalladas de estas fuen-
tes permanecen desconocidas, pues aun cuando se conozca su existencia, el
tiempo y la labor necesaria para obtener los datos indispensables para la
exacta predicción del comportamiento sería prohibitivo. Bajo estas circuns-
tancias, el proyectista no puede más que construir perfiles idealizados del
suelo, que muestran aproximadamente los límites exteriores de las zonas
potenciales peligrosamente débiles o compresibles, y asignar a los mate-
riales situados dentro de estas zonas las propiedades más desfavorables,
il con los datos di: il Las estimacic i
basadas en estos perfiles pueden proporcionar solo límites superiores de
las consecuencias indeseables emergentes de la presencia de dichas zonas.
No obstante, su conocimiento permite al proyectista evitar las consecuen-
cias indeseables por medio de un proyecto adecuado. Antes que se desarro-
llaran los métodos para investigar las propiedades de los materiales subya-
284 PROBLEMAS DE PROYECTO Y LA CONSTRUCCIÓN

centes y me se estableciesen los principios tóricas del comportamiento del


subsuelo, el ifi o aun la zonas
sin identificarse hasta que eran reveladas ss cel comportamiento no antici-
pado de las estructuras que descansaban sobre dichos materiales.
Parte HI contiene una revista de los métodos de exploración del sub-
suelo y de las inevitables incertezas asociadas con los resultados obtenidos.
Trata pues de la práctica de la investigación del subsuelo considerando las
fuentes potenciales de peligro que pueden encontrarse en dicha práctica y
de los medios ries para anticipar y evitar las consecuencias nocivar
de dichas fuentes de peligro,
Capítulo 7
EXPLORACIÓN DEL SUELO

ART. 43 PROPÓSITO Y ALCANCE DE LA EXPLORACIÓN


DEL SUELO
Definición de exploración del suelo
El prosecto de una fundación, de un dique de tierra, o de un muro de
sostenimiento, no puede efectuarse de una manera inteligente y-satisfactoria,
a menos que el proyectista tenga como mínimo una concepción razonable-
mente exacta de las propiedades físicas y mecánicas de los suelos que debe
considerar. Las investigaeiones del terreno y las de laboratorio necesarias
para obtener esta información esencial constituyen lo que se denomina:
exploración del suelo, o reconocimiento del terreno, o estudio del subsuelo.
Hasta hace pocas décadas, la exploración del suelo era siempre inade-
cuada e incompleta porque aun no se habían desarrollado métodos racio-
nales para el ensayo de los suelos. Ahora, por el contrario, con frecuencia,
el número de ensayos y los refinamientos empleados en su técnica de reali-
zación se hallan bastante fuera de proporción cuando se los compara con
el valor práctico de sus resultados. Con el objeto de evitar estas condiciones
extremas, hay que adaptar el programa de exploración a las condiciones del
suelo y al tamaño del proyecto.

Influencia de las condiciones del suelo sobre el programa


de exploración
Si una estructura importante se va a fundar encima de una capa bas-
tante homogénea de arcilla, se puede justificar la realización de una cantidad
considerable de ensayos de suelos, ejecutados por laboratoristas expertos, ya
que los resultados permiten prever con relativa exactitud tanto el asenta-
miento como la velocidad con que éste se produce. Con esta previsión,
puede resultar posible eliminar, con un costo razonable, el peligro de asen-
tamientos diferenciales perjudiciales, por ejemplo, con una distribución apro-
piada de las cargas, o ajustando adecuadamente las profundidades de los
sótanos situados debajo de las diferentes partes de la estructura. Si por el
contrario, una estructura similar debe situarse encima de un depósito com-
puesto de bolsones y lentes de arena, arcilla y limo, la misma cantidad de
ensayos agregaría muy poco a la información que podría obtenerse deter-
286 EXPLORACIÓN DEL SUELO

minando meramente las propiedades índice pertinentes de varias docenas de


muestras representativas extraídas de las perforaciones de la exploración. Datos
adicionales de mucho mayor significado que los que se deducirían de extensos
ensayos de suelos se podrían obtener, en menos tiempo y con menor gasto,
por medio de simples ensayos de penetración en el terreno, a lo largo de
líneas verticales poco espaciadas entre sí, ya que dichos ensayos pondrían en
evidencia las zonas débiles que pudiera haber entre perforaciones. El des-
cubrimiento de dichas zonas es más importante que el conocimiento exacto
de las propiedades de algunas muestras tomadas al azar.
Lo que se acaba de decir demuestra que, si el perfil del subsuelo es
complejo, es muy probable que un programa elaborado de ensayos de suelo
se halle fuera de lugar. Por ello, los métodos para la exploración del suelo
deben elegirse, de acuerdo con el tipo de perfil del subsuelo, en el lugar
mismo de la construcción. En lo que sigue se describen las características
de los principales tipos de perfiles del subsuelo que comúnmente se encuen-
tran en la práctica.
La expresión perfil del subsuelo, o simplemente perfil del suelo, indica
una sección vertical a través del terreno, que muestra los espesores y el
orden de sucesión de los estratos. El término estrato se aplica a una capa
de suelo relativamente bien definida, que se halla en contacto con otras
capas de características bien diferentes. Si los límites entre estratos son más
o menos paralelos, se dice que el perfil del suelo es simple o regular. Si,
por el contrario, los límites son irregulares, se dice que el perfil del suelo
es errático.
Hasta una profundidad comprendida entre 1,50 y 2 metros, a contar de
la superficie del terreno, y excepcionalmente hasta una profundidad mayor,
. las propiedades físicas del suelo son influidas por los cambios periódicos de
humedad y temperatura y por los agentes biológicos, como ser las raíces,
los gusanos y las bacterias. La parte superior de esta región se conoce como
horizonte A, y se caracteriza por estar sujeto, principalmente, a los efectos
mecánicos del clima y a la pérdida por lavado de algunos de sus elementos.
La parte inferior se identifica como horizonte B y es donde se precipitan y
acumulan en parte las sustancias lavadas del horizonte A. e
Las propiedades de los suelos de los horizontes A y B interesan espe-
a los a los i ieros viales. Los ingenieros de suelos
y fundaciones se interesan más en el material madre inferior. Debajo del
horizonte B, las características del suelo vienen determinadas solo por la
materia prima de la cual derivan, por la forma en que se depositó y por
los procesos geológicos que le siguieron. Los estratos individuales que cons-
tituyen el perfil del suelo debajo del horizonte B pueden ser bastante
homogéneos, o bien estar compuestos por partes menores cuyas propie-
dades se diferencian más o menos del término medio. La forma, el tama-
ño y la distribución de estas partes más pequeñas determinan la estruc-
tura primaria del depósito. Como la mayoría de los suelos fueron deposi-
tados bajo agua, la estructura primaria más común es la estratificación. Si
las capas individuales no tienen espesores mayores de unos 2 a 3 cm y
además son aproximadamente del mismo espesor, se dice que el suelo es
ART. 43 PROPÓSITO Y ALCANCE DE LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 287

laminar. Un ejemplo lo dan las arcillas laminares descritas en el artículo 2.


La acción del hielo, de los deslizamientos de taludes naturales, de los ríos
torrenciales y de otros agentes naturales conduce a la formación de depó-
sitos con una estructura errática, Cuanto más se aproxima la estructura de
una masa de suelo al tipo errático, tanto más difícil resulta determinar
valores medios para las constantes y parámetros del suelo y más incierto
es el resultado.
En arcillas resistentes y otros suelos con gran cohesión, la estructura
primaria puede llevar asociada una estructura se: ia, que se desarrolla
después que el suelo ha sido depositado. La más importante de las carac-
terísticas estructurales secundarias está constituida por los sistemas de fisuras
capilares, grietas, diaclasas y espejos de fricción. Las fisuras capilares,
grietas y diaclasas se presentan comúnmente en las arcillas que se for-
maron en llanuras inundables y que consisten en capas, cada una de las cua-
les, después de ser depositada, estuvo temporariamente expuesta a la atmós-
fera, La contracción originó las fisuras durante el período de exposición.
El deslizamiento a lo largo de fisuras existentes o recientemente formadas,
originado como consecuencia de cambios de volumen producidos por pro:
cesos químicos o por deformaciones debidas a fuerzas tectónicas o gravita-
cionales, pule las caras de las fisuras dando origen a los espejos de fricción.
Si un estrato cohesivo tiene una estructura secundaria bien desarrollada,
los resultados de los ensayos de laboratorio pueden proporcionar una con-
cepción errónea de sus propiedades mecánicas, Por ello, tratándose de sue-
los con estas características, la única guía de confianza que le queda al
ingeniero consiste en su criterio, formado en la experiencia adquirida en el
terreno con materiales similares y, en algunos casos, ensayos en sitio en gran
escala.

Contenido de homedod
% peso seco oe
Fig. 43.1. Variación del contenido natural de humedad de la arcilla de una
perforación en Boston, (a) Variación dentro de una distancia vertical igual a 30
centímetros; (b) Variación en toda la altura de la perforación.
288 EXPLORACIÓN DEL SUELO

_
Limoarcilloso
Pa
| ¡Arena gris de
K ¡/ma o grueso

NÑ Ea
Arcilla limasa
blando
YA

o0
0o
Marga

peso seco
Fig. 43.2. Variación del contenido de humedad de las muestras de una
perforación en un depósito costero compuesto.

La experiencia ha indicado que las propiedades físicas de casi todos


los estratos naturales de suelo varían considerablemente en la dirección
vertical y mucho menos en las direcciones horizontales. Este hecho es demos-
trado en forma clara por la variación del contenido natural de humedad de
arcillas que, en base a una inspección visual, aparecen como homogéneas.
La figura 43.1, por ejemplo, muestra los resultados de una investigación
sobre el contenido de humedad de una capa de arcilla en Boston. La figura
43.1a indica las variaciones dentro de un espesor de 30 centímetros y la
43.1b en todo el estrato de 18 metros de espesor. Si la masa de arcilla
tiene aspecto de no ser homogénea, su contenido de humedad es probable
que varíe con la profundidad de una manera tan errática como la que
indica la figura 43.2
Si un estrato es del tipo errático, la única manera de obtener una infor-
mación adecuada con respecto a cómo varían las propiedades del suelo,
consiste en la extracción de muestras continuas que abarquen todo el espesor
del estrato y en efectuar ensayos sobre cada parte del material de la mues-
tra obtenida, o bien en ejecutar ensayos adecuados en el terreno. Cierto
tipo de ensayos, como los de penetración, proporcionan un registro continuo
de las variaciones de resistencia del estrato. Otros, como los ensayos de
bombeo, utilizad 4 inar el coefici de bilidad, pro-
porcionan valores medios de las propiedades del suelo que se investiga.

Influencia del tamaño de la obra sobre el programa de exploración


. En la preparación del programa de exploración del suelo debe consi-
derarse también la magnitud de la construcción. Si la construcción que se
propone ejecutar implica solo un gasto ínfimo, el proyectista no debe incluir
ART. 43 PROPÓSITO Y ALCANCE DE LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 289

en la investigación más que un pequeño número de perforaciones de reco-


nocimiento, y unos pocos ensayos de identificación, clasificación y resis-
tencia sobre muestras representativas de los suelos. La falta de información
exacta con respecto a las condiciones del subsuelo se compensa usando en
el proyecto un coeficiente de seguridad mayor. Si, por el contrario, con
condiciones similares del subsuelo, hay que ejecutar una construcción de
iguales características que la anterior, pero de gran volumen, aun el costo
de una investigación completa y elaborada es generalmente pequeño, com-
parado con las economías que pueden efectuarse utilizando sus resultados
en el proyecto y en la construcción, o comparado con los gastos que se ori-
ginarían por una falla debida a hipótesis erróneas de proyecto. Por ello,
por lo común, en proyectos de importancia, las investigaciones minuciosas
del subsuelo se justifican integralmente.
Para poder adaptar el programa de exploración a los requerimientos
de una obra dada y obtener los datos esenciales con un mínimo de tiempo
y dinero, el ingeniero debe hallarse familiarizado con los elementos y pro-
cedimientos existentes para explorar el subsuelo, con los métodos para ana-
lizar y clasificar los resultados de ensayos de laboratorio y de ensayos en el
terreno, y con las incertidumbres que encierran los resultados que se obtie-
nen con los diferentes métodos de exploración del suelo. Estos temas se
estudian en los dos artículos que siguen.

Causas de falsas interpretaciones de las condiciones del subsuelo


Cualesquiera sean las condiciones del subsuelo y el programa de perfo-
raciones y auscultaciones, la exploración solo provee información relativa a
la secuencia de materiales a lo largo de líneas verticales, comúnmente espa-
ciadas no menos de 15 m, e información relativa a las propiedades físicas
significativas de lo que se cree son muestras representativas. En base a esta
información, más bien fragmentaria, el proyectista se ve obligado a cons-
truir el perfil del suelo por interpolación entre perforaciones y muestras,
dividir el subsuelo en zonas que constan de materiales con aproximada-
mente las mismas propiedades ingenieriles, y estimar para cada zona los
valores medios de los parámetros del suelo que aparecen en sus ecuaciones.
A partir de ese momento olvida los suelos reales y opera con materiales
ficticios. Por tanto, el grado de seguridad de los resultados de sus cálculos
depende enteramente de la diferencia entre el subsuelo real y el ideal.
Si una diferencia desfavorable de una naturaleza esencial ha escapado a su
atención, el proyecto preparado en base a dichos datos puede resultar insa-
tisfactorio a pesar de una investigación adecuada del subsuelo.
La experiencia ha demostrado que las causas de una interpretación
fatal de las condiciones de subsuelo pueden dividirse en tres categorías:
1, Influencia en los resultados de los ensayos de una excesiva alte-
ración de las muestras o diferencias significativas entre los ensayos y las
condiciones del terreno.
290 EXPLORACIÓN DEL SUELO

2 No alcanzar a reconocer o juzgar correctamente las condiciones más


desfavorables del subsuelo compatibles con lu; datos del terreno.
3. Un inadecuado contacto entre las organizaciones de proyecto y
construcción, que impidan detectar diferencias significativas de las condi-
ciones o de los procedimientos de construcción con respecto a los antici-
pados o especificados por el proyectista (Terzaghi, 19580, 1963).
Observaciones durante la construcción
Proyectar en base a las hipótesis más desfavorables es inevitablemente
antieconómico, pero ningún otro procedimiento provee al proyectista, antes
de la ión, la idad de que la no va ad 1
defectos como consecuencia de condiciones de suelo no anticipadas. No
obstante, si el proyecto permite modificaciones durante la construcción, se
pueden realizar economías importantes concretándolo en base a las más
probables en lugar de las más desfavorables posibilidades. El vacío en la
inf ión d: ible se llena con ot il durante la ión, y
el proyecto se modifica de acuerdo con dichas observaciones. Esta forma
de proyectar puede denominarse “el procedimiento de la observación en obra”.
El procedimiento de la observación en obra se ha practicado con éxito
durante toda la historia de la construcción de túneles, debido a que la cons-
trucción de su revestimiento permanente va usualmente precedida de la
i de soportes ios y la ob ión de su it
provee toda la información necesaria para adaptar el proyecto de los revesti-
mientos a condici. del subsuelo bles no anticipad:
Por otro lado, en diques de tierra e ingeniería de fundación, las estructuras
se p antes que las i de cons-
trucción, y las consecuencias de una fuente de error no anticipada no apare-
cen hasta que la estructura está en un estado avanzado de construcción.
Para poder usar con éxito el procedimiento de la observación en obra en
la ingeniería de suelos, se deben satisfacer dos requerimientos. Primero, las
características generales de las zonas débiles deben ser reveladas por los re-
sultados de la exploración del subsuelo antés que se inicie la construcción.
Segundo, deben tomarse las previsiones necesarias para obtener durante
la construcción una información cuantitativa con respecto a las caracterís-
ticas indeseables de estas zonas antes que sea demasiado tarde para poder mo-
dificar el proyecto de acuerdo con estas observaciones. Estos requerimientos
no pudieron ser satisfechos hasta que se entendió con claridad la mecánica .
de la interacción entre el suelo y el agua y se desarrollaron medios de
observación adecuados. Según cual sea la naturaleza de la obra, los datos que
se necesitan para practicar el procedimiento de la observación en obra se
obtienen midiendo las presiones de poros, los niveles piezométricos, las cargas,
las tensiones, los desplazamientos horizontales, verticales y angulares, y el volu-
men del escurrimiento del agua. Los medios para hacer las mediciones se
describen en el Capítulo 12 y en los Capítulos 8 y 11 se dan algunos ejem-
plos al respecto. En la lista de las lecturas seleccionadas que se agrega a
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 291

continuación se relatan con detalles modificaciones de proyecto producidas


durante la construcción en obras diversas.
Lecturas seleccionadas
Las referencias que siguen contienen ejemplos de procedimientos por los cuales el
proyecto fue modificado como consecuencia de observaciones realizadas durante la, cons-
trucción:
Graftio, H. (1936). Some features in connection with the foundation of Svir 3 hydro-
electric power development. Proceedings de la Primera Conferencia Internucional
de Mecónica de Suelos, Cambridge, Mass. 1, págs. 284-290. Tómese especial cuenta
de los métodos para adaptar el proyecto y la construcción a las propiedades elásticas
terreno.
Fitz Hugh, M. M., J. S, Miller y K. Terzaghi (1947). “Shipways with cellular walls on
a marl foundation”, Transactions ASCÉ, 112, págs. E
Zeevaert, L. (1957). “Foundation design and behaviour of Tower Latino Americana in
léxico City”, Geotechnique, 7, N? 8, págs. 115-133.
Casagrande, A. (1960d). “An unsolved problem of embankment stability on soft ground”,
Proceedings Primera Conferencia Panamericana de Mecánica de Suelos e Ingeniería
de Fundaciones, México, 2, págs. 721-746,
Terzaghi, K. (1960d). “Stabilization of landslides”, Series de memorándum incluidos
en From theory to practice in soil mechanics, New York, John Wiley and Sons,
págs. 409-415.
Terzghi, K. y T. M, Legs (1900). “Design and performance of Vermilion dam”,
Transactions ASCE, 195, págs. 63-100.
Terzaghi, K. y Y. Lacroix (1965). “Mission dam, an earth and rockfill dam on a highly
compressible foundation”, Geotechnique, 14, págs. 14-50.
Casagrande, A. (1965). “Role of the “calculated risk' in earthwork and foundation engi-
úneering”, ÁSCE J. Soil Mechanics, 91, N? SMA, July, págs. 1-40.

ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO


Procedimientos principales
Toda investigación del subsuelo debiera ser precedida de una revisión
de la información existente respecto de las condiciones geológicas del terreno
en o cerca del lugar. En la mayoría de las veces esta información debe ser
suplementada con los resultados de investigaciones más directas. Usualmen-
te, el primer paso consiste en ejecutar unos pocos sondeos por un método
rápido y obtener muestras suficientemente intactas de los suelos que forman
cada uno de los estratos encontrados por las herramientas de sondeo. Estos
sondeos se conocen como perforaciones exploratorias. Se puede necesitar
además un muestreo más refinado, ensayos en el terreno o ambos. Las
muestras proporcionan el material para una investigación de las propiedades
del suelo por medio de ensayos de laboratorio. Los ensayos en el terreno,
como los de penetración, los de corte en el lugar o los de bombeo, propor-
cionan información directa relativa a detalles del perfil del suelo y a las
propiedades del suelo in situ.
Desde hace algunos años ciertos métodos geofísicos de exploración se
han adaptado a los propósitos de la ingeniería civil. Utilizando estos méto-
dos, por observaciones efectuadas en la superficie del terreno, es posible
292 EXPLORACIÓN DEL SUELO

obtener datos con respecto a la posición del plano de separación entre el


suelo y la roca. Si la roca es sana y su superficie superior no es demasiado
irregular, se puede determinar la posición y la topografía de la misma
mucho más económica y rápidamente que por medio de perforaciones. Bajo
condiciones favorables, los métodos geofísicos han dado buenos resultados
- para determinar la posición de los límites entre los diferentes estratos de
suelos y obtener datos respecto de las propiedades físicas de los mismos. No
obstante, en muchos casos, los resultados de tales relevamientos han con-
ducido a conclusiones totalmente erróneas. Por ello, no se debe confiar en
los métodos geofísicos a menos que sus resultados sean adecuadamente
controlados con perforaciones u otros medios directos de investigación.
Los métodos para obtener muestras se adaptan a los requerimientos
de la obra. Por otro lado, los procedimientos de perforación para bajar un
sacatestigos a la cota de extracción de la muestra y retirarlo del terreno
después que el mismo ha penetrado en su masa están determinados en
gran parte por la economía y las condiciones del lugar. Como regla, para
un procedimiento dado de muestreo, se pueden utilizar uno de varios
métodos gob de perforación. Por ello en los apartados que siguen los
de perforación y muestreo se describen separadamente.

Perforaciones
Formas de perforar. Los procedimientos más rápidos y más económicos
para perforar se basan en el uso de la inyección de agua, el barreno o la
perforación rotativa, Para poca profundidad, hasta unos 3 metros, se usa pre-
ferentemente el barreno; para profundidades mayores tienen aplicación los tres
procedimientos.
Perforaciones a inyección de agua. El equipo para efectuar perfora-
ciones a inyección (Mohr, 1943) incluye generalmente un caño camisa de
25 a 3 pulgadas de diámetro, en trozos de 1,50 o de 3 metros, que sirve de
soporte a las paredes de la perforación; un peso o martillo para hincar la
camisa en el terreno; un trípode para levantar los caños y el peso; y un
caño de inyección de una a una y media pulgada de diámetro en longitudes
de 1,50 6 3 metros. El caño de inyección lleva en su extremidad superior
una cabeza giratoria que sirve de unión con la manguera de la bomba de
inyección, y en su extremidad inferior una punta o barreno de inyección que
tiene agujeros por donde se fuerza el agua que se bombea por la parte
superior (figura 44.2d). El equipo incluye también un recipiente para
almacenar agua y una bomba a mano o a motor.
Para iniciar una perforación a inyección (fig. 44.1) se instala el trípode
y luego se hinca en el terreno un trozo de caño de 1,50 metros hasta una
profundidad de 1,20 metros. Se conecta a la parte superior del mismo una
T, en la forma que lo indica la figura 44.1, de modo que el brazo horizontal
de la T desemboque en el recipiente. Se levanta el caño de inyección a la
posición vertical por medio de una soga accionada a mano, a través de una
polea colocada en la parte superior del trípode, y luego se baja hasta la
parte superior del caño camisa. Se pone en marcha la bomba y se hace
ART. 44 MÉTODOS -DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 293

circular el agua, del recipiente a la cabeza giratoria y al caño de inyección,


salír por la punta de inyección, de donde asciende por el espacio
anular entre la camisa y el caño de inyección, pasa por la T y vuelve al
recipiente. El agua arrastra del fondo del pozo trozos de suelo que se
depositan en el recipiente, donde pueden ser examinados. A medida que
se hace circular agua, se levanta y baja el caño de inyección rotándolo al
bajarlo para romper el suelo que penetra. Repitiendo esta operación se
avanza con la perforación, agregando caños cuando se necesitan.
A medida que progresa la perforación, se observan el color y la apa-
riencia general del agua que sale de la misma. Cuando se nota un cambio,
se para la inyección y se introduce un sacatestigos para sacar una muestra
de suelo. Cuando las características del suelo aparecen como uniformes, se
obtienen muestras cada metro o cada metro y medio. No se deben tolerar
variaciones con respecto a este procedimiento, pues pueden conducir a
serios errores relativos a las condiciones del subsuelo. En efecto, aun cuan-
do la toma de muestras se haga en forma consciente, capas de arcilla de
hasta un metro de espesor pueden pasar inadvertidas cuando están situadas
entre dos capas de arena.
Toda vez que se para el avance con el objeto de tomar una muestra,

del,
E

Fig. 44.1. Aparato para ejecutar perforaciones con inyección de agua


(según H. A. Mohr, 1943).
294 EXPLORACIÓN DEL SUELO

debe esperarse que el agua en el caño camisa alcance un nivelestacionario,


que corresponde al nivel de la napa freática, el que se determina y anota *.
No es raro que el agua de los estratos inferiores se eleve a niveles mucho
más altos del que alcanza el agua de los estratos superiores. Cuando se
presenta una condición como ésta, debe hacerse constar expresamente, pues
su omisión podría conducir a consecuencias graves. En algunos casos extraor-
dinarios se puede presentar una situación inversa a la descripta anterior-
mente.
El equipo simple descripto en los párrafos precedentes tiene la ventaja
de que un perforador experimentado y consciente puede usualmente detec-
tar cambios en las características de los materiales a través de la sensación
que le da el caño de la inyección a medida que'es golpeado y girado,y
de la observación del color del retorno de la inyección. Por ello puede con be
cuencia fijar los niveles de los límites entre lentes o estratos con razonable
exactitud y parar la perforación para tomar muestras representativas de
todos los materiales penetrados, Los otros métodos de perforación o los
equipos más elaborados de inyección no comparten esta ventaja. Son, sin
embargo, usados extensivamente debido: a su economía y rapidez. Sus des-
ventajas con respecto a la comprobación de cambios en las condiciones del
subsuelo deben ser compensadas por un muestreo más frecuente o aun
continuo.
Perforación rotativa. Las características esenciales de la perforación
rotativa son similares a la que se practica por inyección, excepto que la
barra de perforación y el taladro cortante se hacen girar mecánicamente
a medida que el pozo avanza. El taladro cortante contiene agujeros por los
cuales el agua circulante emerge y levanta los trozos de material a medida
que asciende por el espacio anular fuera de la barra de perforación. Mien-
tras se hacen rotar, las barras de perforación se presionan mecánica o
hidráulicamente hacia abajo. Pueden retirarse y la herramienta cortante
ser sustituida por un sacatestigos toda vez que se necesite una muestra.
+ En las perforaciones rotativas, el fluido circulante con frecuencia no
está constituido por agua sino por barro de perforación, usualmente una
suspensión de bentonita de consistencia cremosa con una densidad especí-
fica de 1,09 a 1,15. Cuanto mayor sea la densidad del fluido, más se facilita
la remoción de las partículas del material desmenuzado. Además, las carac-
terísticas ligeramente tixotrópicas del barro ayuda a impedir la acumulación
de partículas en el fondo de la perforación, en el intervalo de tiempo que
* Cuando en la inyección se utiliza agua solamente, es importante que este nivel
se mantenga igual o superior al de la napa freática, para evitar que en el fondo de la
rforación el suelo a muestrear se vea sometido a presiones ascendentesde filtración
que lo alteren,en particular en el caso de e o cohesivos, como arena y limos
no plásticos, Para ello debe cuidarse de com nm que o desplaza al retirar,
antesdel muestro, el caño de inyección ss elas. E Moretto, O. y a
Dynamic Penetration Test-A Standard that is not Standardized”, Géot
A junio, 1970). Por otro lado, cuando se perfora sin e usando lodo bentonítico,
la determinación del nivel freático es más incierta, pues el equilibrio solo se obtiene
limpiando pom con agua llupla. y esperando un tempo, en general no menor de 24
horas. (N. del T.)
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 295

trascurre entre perforación y muestreo. Más aún, el barro forma una del-
gada capa de material cohesivo en las paredes de la perforación, que
usualmente impide su derrumbe en aquellas partes que atraviesa suelo
con poca o ninguna cohesión. Por ello, excepto para la parte superior del
pozo, la camisa con frecuencia no es necesaria.
El uso de fluido de perforación elimina la posibilidad de determinar
los diversos niveles piezométricos correspondientes a los varios estratos
permeables a través de los cuales pasa la perforación.
Perforaciones a barreno. Casi universalmente las perforaciones poco
profundas se hacen utilizando barrenos. Se ejecutan introduciendo en el
terreno por rotación la punta helicoidal del barreno, generalmente del tipo
mostrado en la fig. 44.2a, para luego retirarlo con el suelo que se le adhiere.
Este suelo se examina, y se repite la operación introduciendo y rotando
nuevamente el barreno. Si el pozo que así se ejecuta se cierra por esponja-
miento del suelo o resulta desmoronable, debe encamisarse con caños de
diámetro interior algo mayor que el diámetro del barreno. La camisa se
hinca hasta una cota no inferior al nivel en que se va a iniciar la toma de
una muestra y se limpia utilizando el mismo barreno. Se inserta luego el
barreno dentro del pozo limpio y se introduce en el suelo situado por debajo
de la punta de la camisa para extraer la muestra. En arena, por debajo
de la napa freática, no es posible efectuar perforaciones con barreno, pues
el material no permanece adherido al mismo.
Las muestras de suelo cohesivo obtenidas con barrenos contienen todos
los elementos sólidos que constituyen el material, pero su estructura ha sido
completamente destruida y, por debajo del nivel freático, su contenido de
humedad suele con frecuencia ser mayor que el que posee el suelo en sitio.
Por ello, el uso de barrenos como herramienta de perforación no excluye la
necesidad de obtener muestras con cuchara sacamuestras toda vez que la
perforación alcanza un estrato nuevo. Solo las muestras obtenidas con cu
chara pueden considerarse representativas de las características del suelo
inalterado.
Cuando un estrato relativamente firme, como ser una capa de grava,
es seguido de uno blando, no es raro que perforando con barreno no se
llegue a determinar la cota real de separación entre ambos. En cierto caso,
por ejemplo, la presencia de un estrato de arcilla blanda de 2,40 metros de
espesor, situado entre dos potentes capas de grava, pasó completamente
inadvertida. En otro, la línea de separación entre un estrato de grava y otro
de arcilla blanda que le seguía en profundidad fue ubicada tres metros por
debajo de su posición real. Los errores de este tipo se producen cuando se
hinca la camisa por debajo del nivel a que opera el barreno, pues en ese
caso la camisa arrastra los granos de grava y los introduce en la capa de
arcilla. Pueden evitarse avanzando siempre más con el barreno que con la
camisa, tanto como lo permita el material. y
Por medio de equipos mecánicos, las perforaciones a barreno pueden
alcanzar también profundidades mayores de 30 m, con diámetros superio-
res a un metro. Los barrenos continuos están constituidos por segmentos
que se hacen penetrar por rotación en forma sucesiva uniéndolos a medida
296 EXPLORACIÓN DEL SUELO

i Al
Cabezo de unión La | abertura
(A)
Fig. 44.2. Herramientas de muestreo para perforaciones exploratorias: (a) barreno;
(b) sonda; () trépanos; (d) diafragma para sostener la muestra; (e) sacamuestras
partido; (/) cucharón raspador.

que los segmentos entran en el terreno. El material desmenuzado sube a la


superficie a lo largo de las espirales, pero la profundidad de la cual proviene
un material dado no puede conocerse con certeza. Por ello, el barreno debe
retirarse con frecuencia para permitir un examen del material adherido a
su punta o preferentemente permitir un muestreo, El barreno de barra
hueca (fig. 44.3) es una variante del barreno continuo y permite el mues-
treo por debajo de su extremo inferior sin que el mismo deba extraerse de
la perforación. También elimina la necesidad de ur encamisado.
Registros de las perforaciones exploratorias. Cualquiera sea el proce-
dimiento utilizado para efectuar una perforación exploratoria, las notas toma-
das en el terreno por el perforador, o por el ingeniero supervisor, deben
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 297

Borro para bojor el socotestigos

- Borro hueco

(6)
Fig. 44.3, Barreno de barra hueca, (a) Tapado en la punta cuando se avanza;
(b) punta ciega retirada para insertar sacatestigos a fin de obtener muestras por
debajo de la profundidad de avance.

contener la fecha en que se realizó la perforación, la situación de la misma


con respecto a un sistema permanente de coordenadas y la cota del terreno
natural referida a un punto fijo permanente. Deben incluir, asimismo, la
elevación de la napa freática, las cotas de separación entre los sucesivos
estratos de suelos, la clasificación de los mismos efectuada por el perforador
y los valores de la resistencia a penetración obtenida por medio del ensayo
de penetración normal. Debe, además, anotarse el tipo de herramienta utili-
298 EXPLORACIÓN DEL SUELO

zada para perforar, y si hubiese sido necesario cambiar de herramienta,


indicar a qué profundidad y por qué razones se efectuó el cambio. Las per-
foraciones incompletas, o que fueron abandonadas, deben describirse con
el mismo cuidado que las perforaciones completadas. Las notas tomadas
durante las perforaciones deben incluir todos los fenómenos observados que
pueden resultar de utilidad, como, por ejemplo, las cotas en que se notó
que por infiltración en el pozo se producía una pérdida de agua de inyección.
Si el plano de fundación va a estar situado por debajo de la napa
freática, es aconsejable trasformar al menos una de las perforaciones en un
pozo de observación, para registrar los movimientos de la napa durante la
construcción. Cuando se prevé colocar hormigón por debajo de la napa
deben tomarse muestras de agua, con un volumen de 3 a 4 litros, de varias
de las perforaciones, a fin de someterlas al análisis químico para determinar
si el agua contiene elementos nocivos en suficiente cantidad como para
atacar al hormigón. Si existe alguna indicación de que el agua contiene
gases, el análisis debe hacerse en el lugar, inmediatamente después de toma-
das las muestras.
La información contenida en las notas tomadas en el terreno debe reunir-
se en la forma de perfiles de las perforaciones, en los cuales las cotas de
separación entre estratos se dibujan a escala en su posición correcta.

Muestreo
Propósito. Las partículas demenuzadas y el producto del retorno de
la inyección de las perforaciones exploratorias son inadecuados para proveer
una concepción satisfactoria de las características ingenieriles de los suelos
encontrados o incluso del espesor y la profundidad de los varios estratos.
Es un tipo de evidencia tan limitada que, en la mayoría de los casos,
conduce a conclusiones erróneas y ha sido responsable de muchas fallas
de fundación.
La identificación adecuada de los materiales del subsuelo requiere que
las muestras recuperadas contengan todos los elementos constitutivos del
material en sus propias proporciones. Más aún, la evaluación de las pro-
piedades ingenieril iadas, como la resistencia, la ibilidad o la
permeabilidad, puede requerir la realización de ensayos de laboratorio sobre
muestras bastante intactas o aun virtualmente inalteradas. El gasto de tiem-
po y de dinero aumenta rápidamente a medida que las exigencias se hacen
más estrictas con respecto al grado de alteración que puede ser tolerado
y con el aumento del diámetro de la muestra. Por ello, en obras pequeñas
o en los períodos iniciales exploratorios en obras grandes y complejas es
usualmente preferible obtener muestras suficientemente intactas, aunque
relativamente poco costosas, de perforaciones exploratorias. En base a la
información recogida de estas muestras se puede considerar la necesidad de
emplear procedimientos de muestreo más elaborados.
- Uso del sacamuestras partido en la toma de muestras en perforaciones
exploratorias. Para obtener muestras de suelo de las perforaciones explo-
ratorias se utiliza una cuchara o tubo sacamuestras que se baja con barras
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 299

de sondeo, que pueden o no ser las mismas utilizadas para el barreno o para
la punta de inyección. El sacamuestras es entonces forzado o hincado en el
terreno, para ser luego retirado con la muestra en su interior.
Los sacamuestras para perforaciones exploratorias suelen consistir en un
trozo de caño reforzado de aproximadamente 1,5 pulgadas de diámetro inte-
rior y de 30 a 60 centímetros de largo que ha sido dividido longitudinal-
mente, en la forma en que lo indica la figura 44.2e, y que por tal motivo se
distingue con el nombre de sacamuestras partido. Para tomar la muestra,
las dos mitades del tubo se mantienen unidas por dos pequeños trozos de
caño enroscados a sus extremos; uno de éstos sirve de pieza de unión con
las barras de sondeo, y el otro, que ha sido afilado en'una de sus puntas,
como zapato que facilita la entrada del sacamuestras en el terreno.
Según es práctica usual, el perforador extrae la muestra de la cuchara,
la inspecciona y clasifica guardando una porción en un frasco de vidrio
con tapa hermética, porción que luego envía al ingeniero para su inspección
visual, Como práctica, es preferible que las muestras a guardar en frasco
sean suficientemente grandes para que, bien selladas y cuidadosamente iden-
tificadas, puedan enviarse a un laboratorio para que se determinen sus
propiedades índice. Para los ensayos solo debe usarse un trozo de cada
muestra, guardándose el resto en frascos con cierre hermético, a disposición
de los contratistas que quieran examinarlas.
Las muestras de arcilla obtenidas con cuchara sacamuestras retienen al
menos parte de las características del suelo inalterado, pero tratándose de
suelos de alta permeabilidad, las muestras, al penetrar dentro del saca-
muestras, sufren una enérgica compactación, independientemente de si el
suelo in situ se halla en estado suelto o en estado denso. Por ello, dichas
muestras no alcanzan a informar al ingeniero sobre la densidad relativa del
suelo a pesar de que, como regla general, la determinación de esta propie-
dad es mucho más importante que las que se relacionan con las caracte-
rísticas intrínsecas de los granos.
El método más simple para obtener al menos alguna idea sobre el
grado de compactación del suelo in situ consiste en contar el número de
golpes que se requieren para hincar la cuchara sacamuestras 30 centímetros
en el terreno con un peso determinado y una altura de caída fija. La
figura 44.4 indica las dimensiones de una cuchara que se considera normal,

bnado para
lo llore

Agujeros de 16 Parte central partida longiluainolmente


Peso total G94g Zapelo de acero de herramientes
Fig. 44.4. Dimensiones del sacamuestras partido para ensayos de penetración
normales, (Cortesía de Raymond Concrete Pile Co.)
300 EXPLORACIÓN DEL SUELO

la que se hinca con un peso de 65 kg y 75 centímetros de caída”. Para


operar con la misma, se limpia primero la perforación por medio de inyec-
ción de agua, o con un barreno, y luego se baja la cuchara enroscada al
extremo de las barras de sondeo. Una vez que la cuchara ha llegado al
fondo de la perforación, se golpea la cabeza de las barras de sondeo para
que el sacamuestras penetre unos 15 centímetros en el suelo. Se inicia
entonces el ensayo de penetración, contando el número de golpes necesarios
para hacer penetrar la cuchara 30 centímetros más. Este procedimiento se
conoce como ensayo normal de penetración y, como proporciona una infor-
mación vital con muy poco esfuerzo extra, no debiera ser omitido jamás.
En arenas no cohesivas o muy poco cohesivas, situadas debajo de la
¡pa freática,es común que el suelo se desprenda del sacamuestras mientras
ésto se levanta del fondo de la perforación **. El uso de sondas con sopa-

* En algunos países se obtiene


la misma energía de hinca utilizando
un peso de
70 Kg, que cas de TO cn de altra. (del da
rendiniento de los suelos no cobesivos se produce por lavado, el que es
¡ui por'la filtración a través de la junta longitudinal de la cuchara partida. Se
evita utilizando lodo haa un sacamuestras enterizo is de una adecuada
válvula de cabeza, como elae la figura agregada a esta nota, por ejemplo. (Véase Moret-
to, O., 1967): “Minimum requirements for a subsoil investigation for Fimdaton purposes”.
Symposium on Site Tavestigpe for Foundation, Central ling_ Research Institute,
Roorkee, India. También: sion on field investigations”. Proc, Ea Congreso Panam.
de Mec. de Suelos y ondaciones Vol. IL, pág. 533, Brasil, 1963.
El uso de este sacatestigos en sustitución de la cuchara partida, siguiendo la misma
técnica aquí descrita para realizar un ensayo normal de penetración, ha sido oficializado
como obligatorio por algunas reparticiones públicas de la Arventina. Exige practicar una
perforación de tres pulgadas sin otro gasto adicional. (N. del T.

Zapato para suelos finos cohesivos


compactos.

3)Zapato para Limpia, grava fina


muy calImpactos. muy duros.
Sacamuestras enterizo con zapatos intercambiables.
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 301

pas (figura 44.2b) no resulta satisfactorio porque el amasado del suelo que
se requiere para llenarlas lava y separa las partículas finas de la arena.
Para obtener muestras de arena que contengan todos sus elementos, se
necesita experimentar con otros dispositivos, tales como la cuchara saca-
muestras que lleva un retén diafragma de acero de elástico que impide la
caída de la arena (fig. 44.2c). El retén diafragma se halla unido a las
paredes del sacamuestras en su parte inferior y, cuando éste se levanta, los
elásticos flexionan hacia el centro. Si ninguna partícula gruesa se les inter-
pone en el camino los elásticos se unen para constituir un fondo en forma
de domo que soporta la muestra.
Si el sacamuestras con diafragma no retiene la arena, se pueden obte-
ner muestras razonablemente completas por medio del cucharón rascador
indicado en la figura 44.2f, que se utiliza en perforaciones de cuatro pul-
gadas. El cucharón, cuyo extremo inferior se halla obturado con una punta
cónica, tiene un diámetro interno de 25 pulgadas y una longitud de 75
centímetros. En la mitad superior del cucharón hay una ranura, uno de
cuyos labios se ha doblado hacia afuera y se ha afilado como cuchillo. Para
obtener la muestra, se hinca primero todo el cucharón en el terreno y luego
se lo hace rotar en el sentido indicado en la figura para que la hoja afilada
de la ranura corte el suelo. El material cortado se acumula primero en la
parte inferior del cucharón y luego llena la parte superior, obteniéndose
una muestra completamente alterada y en parte segregada, pero con muy
poca pérdida del material fino.
Si en una perforación exploratoria de 25 pulgadas de diámetro se
encuentra un estrato de grava, no se pueden obtener muestras del material,
y muchas veces resulta hasta imposible atravesar el estrato con la camisa,
de modo que la perforación debe abandonarse. En estos casos, la nueva
perforación debe tener, como mínimo, un diámetro de 4 pulgadas.
Muestras en tubos de pared delgada. Cuando la obra requiere infor-
mación fehaciente respecto de la resistencia al corte o a las características
tensiones-deformaciones del depósito, el grado de alteración de las muestras
debe ser reducido al mínimo compatible con los beneficios que ha de brin-
dar la información. Cualquiera sea el sacatestigos a utilizar, hay cierta
magnitud de alteración del suelo que resulta inevitable.
El grado de alteración depende de las dimensiones del sacamuestras
y del procedimiento que se ha utilizado para introducirlo en el suelo. La
hinca del sacamuestras por medio de golpes sucesivos de un martillo es el
procedimiento que origina la mayor alteración, mientras que su introducción
rápida y a velocidad constante por medio de un esfuerzo estático produce los
mejores resultados. Para muestras de un diámetro dado, introducidas en el
terreno por el mismo procedimiento, el grado de alteración depende del
índice de áreas:
D2—D?2
AL%) = 10P z22 (44.1)
302 EXPLORACIÓN DEL SUELO

en la que D, es diámetro externo, y D; el diámetro interno del tubo saca-


muestras (Hvorslev, 1948). El índice de área del sacamuestras partido
usado comúnmente en el ensayo de penetración normal es 112 %, mientras
que su valor no debe exceder de un 20% si la alteración ha de ser mini-
mizada.
Si las perforaciones exploratorias son encamisadas con un caño de un
diámetro interno de 2/4 pulgadas, el sacatestigos más grande a usar no
puede exceder un diámetro externo de 2 pulgadas. Se pueden extraer
muestras razonablemente satisfactorias con tubos sacatestigos de 2 pulga-
das con un espesor de pared variable entre 1,4 y 1,6 mm y un índice de
área de alrededor del 13%. Los tubos tienen comúnmente una longitud
que varía entre 75 y 90 cm. Sus extremos inferiores se biselan formando
un borde cortante y sus extremos superiores se adaptan para unirlos a
barras de perforación (fig. 44.5).
Para obtener una muestra, se conecta el tubo al extremo de las barras
de sondeo y se baja dentro del pozo que, previamente, ha sido limpiado con
la inyección o con un barreno, sonda o cuchara, Se hinca luego el saca-
muestras en el fondo de la perforación hasta que penetre toda su longitud
menos unos 15 centímetros. De preferencia, la entrada del sacamuestras en
el terreno debe efectuarse con una fuerza estática y en un movimiento rápi-
do y continuo, utilizando un aparejo de poleas dispuesto en tal forma que
la reacción se ejerza sobre la camisa o bien utilizando un gato hidráulico *.
Debe evitarse que el sacamuestras se hinque por medio de golpes aplicados
con un martillo. Una vez que se ha hincado el sacamuestras, se hacen rotar
las barras de sondeo para cortar el extremo inferior de la muestra, y se
levanta y retira el sacamuestras. Se limpian ambos extremos de éste con
cuidado, sacándole parte del material recuperado, de modo que se puedan
insertar discos de metal para proteger las caras extremas de la muestra de
suelo, y finalmente sobre los discos metálicos se echa parafina ** con el
objeto de formar un tapón que evite la evaporación.

P. 700 a 1300 mm.

ña e ct E O Gma7n
Eosémm.= or
Ñ, tendo | Misas. $5lbme. |
Fubcin , de
(2, * Tubode acero soldado
o sincosiura
Fig. 44.5. Tubo sacamuestras de dos pulgadas.

* Debe hacerse presente que el procedimiento solo es aplicable a suelos cohesivos


compactos, o de consistencia menor, que no contienen concreciones duras, Para suelos
más resistentes o con concreciones duras hay que recurrir a un sacatestigos tipo Denison
o similar, (N. del T.)
+* En lugar de parafina, la práctica más reciente aconseja usar de preferencia cera
mineral pues es más impermeable que la parafina y se contrae menos. (N. del T.)
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 303

Comúnmente, después de obtener dos muestras, se avanza con la


camisa hasta pocos centímetros de la cota alcanzada, y el pozo se limpia
con una cuchara o por medio de la inyección de agua, para luego tomar
las dos muestras siguientes. Repitiendo este procedimiento, se puede obte-
ner un panorama casi continuo de la constitución del estrato de arcilla.
En el curso de estas operaciones, el pozo debe permanecer lleno de
agua y en ningún caso debe hincarse la camisa en la arcilla, por debajo de
un nivel dado, antes de que se haya tomado por lo menos una muestra
entera por debajo de dicha cota. En caso contrario, la muestra no se com-
pondrá de material relativamente inalterado, sino de suelo que fue forzado
dentro de la camisa. Si la arcilla es muy blanda, el agujero dejado por el
sacamuestras puede desmoronarse en forma tan rápida que resulte nece-
sario su encamisado antes de tomar la próxima muestra, pero si en cambio
el suelo es bastante resistente, resulta posible tomar varias muestras sucesi-
vas antes de que se haga necesario continuar con la hinca del caño camisa.
Cuando en una obra dada se han tomado muestras en tubos de pared
delgada, es siempre deseable investigar hasta qué punto la consistencia de
la arcilla ha sido afectada por las operaciones de muestreo. Dicha informa-
ción puede obtenerse solamente llegando a la arcilla por medio de exca-
vaciones a cielo abierto, u otro procedimiento, e hincando en su fondo varios
tubos sacamuestras, que se dejan hincados mientras se corta un banco de
arcilla que los contenga, del cual se corta a su vez cuidadosamente una
gran muestra de material que luego se retira junto con los tubos llenos.
Investigaciones de esta naturaleza se llevaron a cabo con arcillas de
distintas consistencias, durante la construcción de los túneles de los subte-
rráneos de Chicago (Peck, 1940). Los resultados de una de estas investi-
gaciones se hallan graficados en la figura 44.6, donde las curvas llenas a
representan las relaciones entre tensiones y deformaciones obtenidas de
ensayos a la compresión simple de las muestras cortadas a mano, y las cur-
vas punteadas b, dichas relaciones para las muestras en tubos. La curva C,
de punto y raya, representa la misma relación para una de las muestras
después de ser completamente amasada a contenido de humedad constante.
Con los resultados de un gran número de ensayos de este tipo, se llegó a
la conclusión de que la resistencia a la compresión simple de las muestras
de arcilla, tomadas en tubos de 2 pulgadas, era aproximadamente igual al
75 % de la resistencia de las muestras cortadas a mano, y que un amasado
completo reducía esta última resistencia al 30 por ciento de su valor.
Sacatestigos similares con un diámetro de 3 pulgadas también son de
uso común. Con tubos sacatestigos de un diámetro mayor, la dificultad en
retener las muestras aumenta de modo que el uso de sacatestigos de otro
tipo suele resultar más satisfactorio.
Sacatestigos a pistón. Parte de la alteración asociada con el muestreo
por medio de tubos, en especial en suelos cohesivos blandos no uniformes,
deriva del hecho de que las varias porciones del suelo in situ no están repre-
304 EXPLORACIÓN DEL SUELO

0 5 10 15 20 ES
Deformación, Ye
Fig. 44.6. Curvas tensión-deformación obtenidas con ensayos de compresión sim-
ple de arcilla de Chicago. (a) rra inalteradas cortadas de una banquina en
un túnel; (b) muestras en tubo de 2” de la misma arcilla; (c) muestras totalmente
A cgín Peck, 1940).

sentadas en la muestra en su verdadero espesor. Cuando el sacatestigos


vacío comienza a penetrar, la adherencia y la fricción en la parte exterior
del tubo, combinadas con la tendencia a la inestabilidad en que se encuentra
el suelo en el fondo de la perforación, pueden provocar el ascenso del mate-
rial dentro del tubo con una velocidad mucho mayor que la de su descenso.
Por otra parte, después que el tubo está parcialmente lleno, la adherencia
y la fricción entre el tubo y la muestra se opone al ascenso de la misma.
Bajo condiciones extremas, la parte inicial de las muestras puede actuar
como un tapón capaz de desplazar lateralmente las capas blandas de modo
que no entren en el sacatestigos para nada (Hvorslev, 1948).
Estas condiciones pueden mejorarse grandemente proveyendo al tubo
sacamuestras de un pistón (fig. 44.7) que cierra su extremo inferior hasta
que el mismo ha llegado al nivel de la cara superior de la muestra a ser
extraída, El pistón se mantiene entonces a dicho nivel en contacto con el
suelo, mientras que el tubo avanza penetrando en el suelo. En la primera
etapa de este desplazamiento relativo, la presencia del pistón impide la
entrada de una mayor cantidad de muestra de la que corresponde a la
penetración del tubo; en la última parte de dicho desplazamiento, el extremo
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 305

Tubo sacotestigos Cilindro

Agujero ento

(6)
Fig. 44.7. Sacatestigos a pistón operado hidráulicamente. (a) Descendido en el
fondo de la perforación con la barra de sondeo sujeta en posición fija en la su-
perficie; (b) tubo sacatestigos después de ser forzado en el terreno por la presión
hidráulica aplicada a través de la barra de sondeo.
306 EXPLORACIÓN DEL SUELO

superior de la muestra no puede separarse del pistón sin crear un vacío, de


modo que, en ese instante, la presencia del pistón ayuda a hacer penetrar
la muestra dentro del tubo. Después que el tubo sacamuestras ha penetrado,
el pistón se fija en su mueva posición con respecto al tubo y ambos elemen-
Coble sujeto en la superficie
"Bora evitar el movimiento
descendente del pistón

Tudo sacotestigos quese


“7 empuja hacia abajo

|_— Fijador paro cinto

h Pistón fijo

|__Cíntos (16 o/rededor


Sh delo periferio)

Cabezo de socotestigos
Carrete! de cintos

Fig. 44.8, ¡rama que muestra el principio en que se basa el sacatestigos con
cintas desenrollables (según Kyellman et al., 1950).
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 307

tos se hacen rotar para separar la muestra del suelo subyacente. El pistón
y el tubo se retiran luego unidos a la superficie.
Los sacamuestras a pistón con pequeños índices de áreas son capaces
de proveer muestras excelentes de suelos cohesivos aun cuando éstos sean
muy blandos y sensitivos. La necesidad de disponer para el pistón de una
barra que, pasando por dentro de la barra de perforación, llegue a la super-
ficie puede eliminarse por el uso de un mecanismo de operación hidráulica
(Osterberg, 1952).
Sacamuestras de lámina enrollada. Aun con los sacamuestras a pistón,
la longitud de la muestra que se puede obtener está limitada a unos pocos
decímetros y el grado de alteración aumenta con el incremento de la lon-
gitud. Sin embargo, eliminando la fricción y adherencia entre la muestra
y el tubo, la muestra puede subir libremente dentro del tubo sin alterar el
“suelo debajo de la cuchilla cortante y obtener de esta manera muestras
mucho más largas. Estos objetivos se alcanzan con el sacatestigos sueco
de lámina enrollada (fig. 44.8), encamisando el interior de un tubo saca-
muestras con una serie de delgadas cintas verticales de acero (Kjellman y
otros, 1950). Las cintas, enrolladas en la parte inferior del sacatestigos,
permanecen en contacto con el suelo después que éste entra dentro del
tubo. No se mueven verticalmente respecto del suelo sino que permanecen
estacionarias mientras que el tubo sacamuestras se desplaza hacia abajo
circundándolas. Los rollos para las cintas están situados en una parte
ensanchada del zapato del sacamuestras, que está suficientemente separada
de la cuchilla cortante como para mantener un índice de área pequeño.
Aun cuando el aparato es complejo, con el mismo se han obtenido mues-
tras continuas virtualmente inalteradas de arcillas y limos blandos extre-
madamente sensitivos, con longitudes de hasta 20 metros.
Muestreo combinado con perforación. El muestreo por la introduc-
ción forzada de tubos delgados no puede practicarse si el suelo es demasiado
resistente o compacto como para permitir la penetración sin dañar la cuchi-
la cortante o hacer pandear el tubo. Aun cuando el tubo pudiese ser intro-
ducido por hinca, la alteración producida en la muestra, especialmente en
materiales frágiles, podría resultar excesiva. En depósitos que contienen
capas sucesivas de consistencia blanda y dura, la posibilidad de un mues-
treo exitoso por medio de sacamuestras de tubos o a pistón es muy remota.
Bajo estas circunstancias, el sacatestigos Pitcher, en el cual las técnicas de
muestreo en roca se han adaptado al muestreo por medio de tubos, puede
resultar satisfactorio. Los elementos esenciales del sacatestigos se indican
en la figura 44.9. Al descender en la perforación, el tubo de pared delgada
se suspende del tubo exterior con cuchilla cortante. El fluido de perforación
circula hacia abajo a través del tubo interior y desplaza hacia arriba el
material desmenuzado. Cuando el tubo interior toca el fondo, éste es
empujado hacia arriba respecto del tubo exterior cortante, con lo cual la
inyección se desvía al espacio anular entre el tubo interior y el exterior,
308 EXPLORACIÓN DEL SUELO

pasa por debajo de la cuchilla y sube por el espacio entre el tubo exterior
y las paredes de la perforación. Si el suelo a muestrear es blando, el resorte
situado en la cabeza del tubo interior mantiene la cuchilla cortante del
mismo muy por debajo de la cuchilla cortante del tubo exterior y el primero
entra en el suelo de una manera similar a un sacamuestras ordinario. Si

— Válwulo abierta

Corona cortante

Socotestigo de
pared delgado.

Fig. 44.9, Diagrama esquemático del sacatestigos Pitcher. (a) El tubo sacatestigos
está suspendido del tubo portacorona mientras baja en la perforación; (b) el tubo
sacatestigos se fuerza en el suelo blando en avance de la corona por medio de un
resorte,
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 309

Cajinete deempuje Tubo exterior rotativo

Tubo interior
mo giratorio

Ñ Comiso

sorocezndosAl
Corona cortante
rotativa

Fig. 44,10. Diagrama esquemático que muestra las características principales del
y enison.

en cambio el suelo es duro, el resorte se comprime hasta que la cuchilla


cortante del tubo interior se sitúa por encima del nivel del fondo de la
cuchilla cortante del tubo exterior. A medida que el tubo exterior gira,
corta un aro que deja-un cilindro de suelo sobre el cual se desliza el tubo
sacamuestras y protege la muestra contra una mayor erosión por la inyec-
ción. De esta manera el sacatestigos se adapta a la consistencia del suelo.
Otra adaptación de las técnicas de muestreo en roca, basada en la
idea de hacer penetrar la muestra dentro de un tubo interior mientras es
cortada por otro exterior, ha sido utilizada extensamente en EE.UU. por el
Army Engineers y el Bureau of Reclamation. Se trata de una herramienta
de muestreo conocida como sacatestigos Denison (Johnson, 1940). Para su
utilización se inyecta barro de perforación en suspensión a través de las
barras de sondeo. El.tubo sacamuestras -está situado dentro de otro de
mayor diámetro (fig. 44.10) provisto con dientes cortantes en la parte
inferior. A medida que se perfora, el tubo exterior rota. El barro de per-
foración fluye hacia abajo a través del espacio anular entre los dos tubos
y escapa por- las aberturas que dejan los dientes cortantes subiendo hacia
la superficie por el espacio que queda entre el tubo exterior y las paredes
de la perforación. El sacatestigos tiene una longitud de 60 cm y un diá-
310 EXPLORACIÓN DEL SUELO

metro interior de 6”. Contiene una camisa cilíndrica delgada dentro de la


cual se aloja la muestra, que puede ser retirada del sacatestigos, y está equi-
pado con un retén a resorte similar al mostrado en la fig. 44.2d. Mientras
se perfora, el sacatestigos se empuja en el terreno por medio de gatos que
ejercen una presión de entre una y dos toneladas. Los gatos se reaccionan
contra el equipo de perforación *.
Por medio del sacatestigos Denison se han podido muestrear satisfac-
toriamente suelos cohesivos resistentes incluyendo algunos esquistos blandos.
En muchas ocasiones se han extraído, con pequeña alteración, hasta arenas
y limos ligeramente cohesivos. No obstante, en arena limpia debajo de agua,
el sacatestigos suele subir a la superficie vacío. Con frecuencia, los estratos
de grava dificultan las operaciones de perforación al extremo de exigir su
abandono.
Muestras de arcilla talladas a mano. En obras que requieren la eje-
cución de pozos, excavaciones a cielo abierto o túneles en arcilla, se puede
dar la oportunidad de obtener muestras inalteradas sin necesidad de prac-
ticar perforaciones. En otros casos un pozo o una excavación exploratoria
puede resultar preferible a una perforación: Las muestras que se obtienen
de tales excavaciones son, al menos potencialmente, menos alteradas que
las que se recuperan por cualquier otro procedimiento.
Para extraer de una excavación a cielo abierto o de un túnel una
muestra inalterada de gran diámetro, se corta cuidadosamente la arcilla
alrededor de la muestra que se piensa obtener formando un bloque algo
más grande que la muestra dispuesto en forma de pedestal. La arcilla
blanda se corta comúnmente con la ayuda de un alambre de cuerda de piano
estirado en un marco de sierra, o bien con un lazo formado con un fleje
delgado de acero duro. En materiales más resistentes puede resultar más
adecuado el uso de un cuchillo o de una espá:
El envase para la muestra está formado par un envase metálico cilín-
drico o un trozo de caño liso de pared delgada sin rebordes de ninguna
naturaleza. Una vez formado un pedestal que tenga una sección trasversal
y una altura un poco mayor que el tamaño final de la muestra, se coloca
sobre el mismo en posición invertida, y sin tapas, el envase que contendrá
el suelo. Se corta entonces cuidadosamente, de a pocos centímetros por
vez, el pedestal hasta que tome el diámetro del envase, el que a continua-
ción se empuja hacia abajo. Se prosigue en esta forma hasta que el envase
haya sido completamente colmado, en cuyo momento el pedestal se corta
por su pie por medio de un alambre de cuerda de piano. Se enrasa la
muestra con los bordes de su envase y, si han quedado huecos entre la
misma y el envase, éstos se llenan echando parafina derretida en la peri-
feria de la muestra. Finalmente, se colocan tapas' metálicas y se sella el
envase.
Muestreo en arena. Debe hacerse una- distinción entre muestreo en
arena por encima y por debajo del nivel freático. Por encima del nivel
* Para ejercer esta ión vertical
se ut con frecuencia también el -
rato' de empuje de la perforadorarotativa. (NL AE EA
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 31

freático la humedad del suelo imparte a la arena un vestigio de cohesión


(artículo 20). Para propósitos de identificación se pueden obtener mues-
tras de arena ligeramente cohesivas por medio de cucharas sacamuestras
provistas de retenes (fig. 44.2d). Muestras mucho menos alteradas son
recuperables por medio de sacamuestras a pistón de pared delgada. Tales
muestras son adecuadas para el estudio de la distribución granulométrica y
la estratificación. No obstante, en la mayoría de las arenas no saturadas las
operaciones de muestreo suelen causar un cambio de volumen del material
que entra en el sacamuestras, Por ello, si la naturaleza del trabajo requiere
información relativa a las relaciones de vacíos naturales de arena, deben
utilizarse procedimientos especiales. En muchos casos, el procedimiento
más satisfactorio es tallar muestras de un pozo excavado para ese propósito.
Antes de tomar una muestra de un pozo a cielo abierto, se corta un
pedestal en el fondo de la excavación. Se nivela luego cuidadosamente la
superficie superior del pedestal de arena, y sobre el mismo se coloca un
cilindro metálico de pared delgada con su eje vertical. El cilindro tiene
comúnmente un diámetro de 10 a 12 cm y una altura de 10 cm y está cons-
títuido de hojalata. Se fuerza suavemente el cilindro en la arena hasta que
se halle completamente enterrado, y luego se elimina la arena que lo rodea
por fuera. Se coloca en la parte superior una tapa metálica consistente en
una chapa circular que encaje justamente en el envase cilíndrico; cuando
la superficie de la muestra no enrasa justo con el borde superior del envase,
se rellena primero el espacio con parafina y luego se coloca la tapa. Con
una pala se corta la muestra varios centímetros por debajo del cilindro, y
se invierte. Se elimina el exceso de arena, de modo que pueda también
sellarse con una tapa metálica la superficie que ahora se halla en la parte
superior,
Las arenas situadas debajo del nivel freático no pueden, ordinariamente,
ser retenidas en ninguno de los tipos de sacatestigos de uso común *. Más
aún, su relación de vacíos suele ser marcadamente alterada a menos que
el índice del área del sacamuestras sea pequeño. A veces se pueden obtener
muestras satisfactorias por medio de sacamuestras a pistón, en especial si
el suelo contiene ocasionalmente zonas cohesivas que taponan el fondo
del tubo y ayudan a retener la arena. En la mayoría de los casos, sin em-
bargo, se deben usar procedimientos más elaborados **.
+ La experiencia reciente ha indicado que trabajando con una inyección de lechada
de bentonita u otro barro de perforación y un sacamuestras enterizo con un diámetro
interior del orden de las 2 pulgadas, provisto de una válvula en la parte superior que evite
el lavado de la muestra cuando es retirada de la perforación, la retención se mejora nota-
blemente li il Réaso N. del T.pá 300) (N. del T.).
a veces se presenta para hacer penetrar el tubo sacamuestras por presión estática sin
doblar su extremo inferior, o bien de la imposibilidad de hacerlo entrar por falta de
fuerza suficiente de empuje cuando la arena es gruesa y/o relativamente densa. En
esos casos hay que hacer instalaciones especiales, como anclar la máquina al suelo para
. aumentar la reacción que provee su peso. La delicadeza de su dispositivo no permite
usar los golpes de una masa hincar un sacamuestras a pistón. Por otro lado, como
a hinca a golpes altera la relación de vacios de la arena, no se justifica en ese caso usar
un sacamuestras tan refinado, (N. del T.)
312 EXPLORACIÓN DEL SUELO

Peso
$

3
Compano 3
$
$
toválvalo de alivio

Tubo sacotesfigos
con la muestro

Tubo sacatestigos

Fig. 44.11. Principio del sacatestigos Bishop para arena bajo agua, (a) Saca-

cable dentro de la campana llena de aire (: según Bishop, 1948).


ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 313

Debido a la fricción lateral, una muestra de arena saturada se puede


mantener en un tubo siempre que se desarrolle una pequeña tensión capilar
en el agua de los poros del extremo inferior del tubo. La tensión no puede,
naturalmente, existir si el fondo del tubo está sumergido. En el sacates-
tigos Bishop (Bishop, 1948) un tubo de pared delgada se aloja en una
cámara similar a una campana de buzo en el fondo de la perforación. Des-
pués que el tubo se: ha introducido en la arena, se expele el agua de la
campana por medio de aire comprimido (fig. 44.11) para formar una cámara
llena de aire justo encima del tubo, el que, sellado en la parte superior
por una válvula libre de pérdida, se levanta en la cámara muy rápidamente
para que la arena no pueda escapar. Tan pronto como la base inferior de
la muestra entra en la cámara llena de aire, se crean fuerzas capilares que
- ayudan a retenerla mientras el tubo y la cámara se elevan conjuntamente
en la perforación.
Como una alternativa, puede deprimirse el nivel freático por debajo
de la base del estrato de arena para excavar un pozo en el material drenado.
Si el pozo se desagua por bombeo desde un sumidero, el agua que fluye
hacia el sumidero tiende a aflojar la estructura de la arena o, si la arena
ya está suelta, el pozo puede ser invadido por una mezcla de arena y agua.
Por estas razones, se aseguran resultados satisfactorios, solamente si el nivel
freático se baja por bombeo desde well points (artículo 21). El nivel fre-
ático debe mantenerse varios decímetros por debajo del fondo del pozo.
Finalmente, una arena no coherente saturada situada debajo del fondo
de una perforación puede trasformarse en un material cohesivo y, por
tanto, muestreable con métodos apropiados para la arcilla. La trasformación
se ha obtenido por la inyección de emulsión asfáltica que se elimina con
un solvente después que la muestra ha sido recuperada (Bruggen, 1936), o
bien congelando un tapón en la parte inferior del tubo sacamuestras (Fahl-
quist, 1941). Estos procedimientos son onerosos y requieren un equipo
laborad: fi d: iendo a medios indi como ensa-
yos de penetración o ensayos de bombeo, en la mayoría de los problemas
de la práctica se puede obtener información suficientemente buena respecto
a las propiedades de la arena situada debajo del nivel freático.

Auscultaciones
Propósito de las auscultaciones. Las auscultaciones se utilizan para
explorar capas de suelo con una estructura errática. Se usan además para
comprobar si el subsuelo contiene o no lentes de material excesivamente
blando, situados en el espacio entre perforaciones, y también para obte-
ner alguna información sobre la densidad relativa de suelos poco o nada
cohesivos.
La experiencia ha demostrado que los perfiles de suelo erráticos son
mucho más comunes que los regulares. Los resultados obtenidos de perfo-
raciones realizadas en suelos con una estructura errática dejan un margen
demasiado grande a la interpretación libre, a menos que la distancia entre
perforaciones sea muy pequeña, en cuyo caso el costo de las mismas suele
314 EXPLORACIÓN DEL SUELO

ser prohibitivo, salvo que el área que se esté investigando sea también muy
pequeña. Pero por fortuna los cambios importantes en las características
del subsuelo van comúnmente asociados con un cambio en la resistencia
que el suelo ofrece a la penetración de un pilote, o de un caño obturado
con una punta en su extremo inferior, de modo que el margen mencionado
puede cerrarse auscultando el suelo con estos dispositivos.
El efecto que la densidad relativa de la arena ejerce sobre la resistencia
a penetración es un'hecho bien conocido por todo ingeniero experimentado
en la hinca' de pilotes. Si la arena es muy densa, el pilote no puede ser
hincado a una profundidad mayor de 3 a 5 metros; la hinca es muy difícil,
y el número de golpes para una penetración dada aumenta rápidamente
con -la protundidad. Por el contrario, si la arena es muy suelta, es fácil
hincar pilotes cilíndricos hasta cualquier profundidad, ya que el aumento
de resistencia con la profundidad es muy pequeño.
La variación de la resistencia a la penetración que ofrece el subsuelo
a lo largo de líneas verticales puede determinarse rápidamente, y con un
gasto moderado, por medio de ensayos conocidos como auscultaciones. Los
ensayos se realizan utilizando un dispositivo llamado el penetrómetro. Uno
de los procedimientos más usados para medir la resistencia a penetración
es el ensayo normal de penetración, en el cual el penetrómetro es la cuchara
partida misma. En los artículos 45 y siguientes se trata de la aplicación
de los resultados de los ensayos normales de penetración.
Mientras que el ensayo normal de penetración provee solo un valor de
la resistencia cada metro o cada metro y medio de profundidad, o bajo
condiciones especiales un valor cada 50 a cada 75 cm, muchos otros tipos
de auscultaciones del subsuelo proveen registros de penetración continuos
O casi continuos.
Métodos improvisados de auscultación. Por varias generaciones, los inge-
nieros han hecho crudos intentos para conocer la consistencia del subsuelo
hincando varillas, caños o rieles de ferrocarril: en el terreno y registrando
la penetración producida bajo cada golpe de martillo. Si el método es
inteligentemente utilizado en combinación con, por lo menos, unas pocas
perforaciones exploratorias, puede ser muy útil a pesar de su simplicidad.
El siguiente incidente es un ejemplo.
Las perforaciones preliminares de una fundación sobre pilotes mos-
traron un depósito errático, formado principalmente de arena suelta a media
con algunos pocos bolsones de limo o arcilla blanda. Durante la construc-
ción de la fundación se notó que la profundidad a la cual se encontraba
el rechazo variaba entre límites sorprendentemente éxtensos. Se temía que
los pilotes más cortos hubiesen encontrado rechazo en depósitos resistentes
situados encima de bolsones de limo blando o de arcilla. Para determinar
sin mayor pérdida de tiempo si este temor estaba o no justificado, se utilizó
ha método de la auscultación. El único equipo disponible con facilidad
ra una provisión de rieles de acero de 43 kg por metro y un martillo de
sa re de 1100 kg. El procedimiento adoptado consistió en hincar los
rieles, dejando caer el martillo desde 75 centímetros de altura, y anotar el
número de golpes para cada 30 centímetros de penetración. Las auscul-
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 315

Pualo B

Fig. 44.12. Resistencia a penetración obtenida hincando rieles en un subsue'o


constituido por una capa de limo y arcilla blanda, seguida por material grueso
de aluvión glaciar, en Port Alberni, Vancouver, British Columbia. Los puntos
A y B estaban distanciados 13 metros.

taciones revelaron variaciones extremadamente erráticas en la resistencia del


suelo contra la penetración de los rieles, variaciones que para dos auscul-
taciones distanciadas 13 metros se hallan indicadas en la figura 44.12 Con
estas auscultaciones fue posible determinar a corto plazo los límites de todos
los bolsones excepcionalmente blandos del subsuelo. Una vez obtenida esta
inforinación, se ejt unas pocas perforaci jas, en corres-
pondencia con los bolsones blandos, las que mostraron que la mayoría de
los mismos contenían arena limpia bien graduada pero muy suelta, en lugar
316 EXPLORACIÓN DEL SUELO

del limo o de la arcilla compresible temidos. La variación en la longitud


de los pilotes se debía solo a las variaciones muy grandes y erráticas de la
densidad de la arena.
Para que pueda obtenerse la máxima ventaja del método de la auscul-
tación es necesario adaptar su técnica a las condiciones del subsuelo. Por
esta causa se han desarrollado un gran número de procedimientos distintos,
los que pueden dividirse en dos grandes grupos: métodos estáticos y métodos
dinámicos. En los métodos estáticos, la barra de penetración se empuja
en el terreno por medio de una presión estática. Los métodos dinámicos
consisten en la hinca de una barra con el impacto producido por un martillo
de caída libre.
Métodos de auscultación estática. Las herramientas de auscultación
estática en uso fueron desarrolladas alrededor de 1917 por los Ferrocarri-
les Suecos (Fellenius et. al., 1922), alrededor de 1927 por los Ferrocarri-
les Daneses (Codskesen, 1936) y alrededor de 1935 por el: Departamento
de Obras Públicas de Holanda (Barentsen, 1936). De éstos, el último,
conocido como el aparato del cono holandés, ha encontrado una amplia
aplicación. En su forma primitiva consiste en un cono de 60% con un diáme-
tro de — 36 mm (superficie de la base del cono 10 cm?) (fig. 44.13a) rosca-
do a la parte inferior de un vástago de 16 mm, rodeado por un caño de gas
de 19 mm (fig. 44.14). El cono se empuja 50 cm en el terreno a una
velocidad de 1 centímetro por segundo por uno o dos hombres que aplican
parte de su peso a una barra trasversal unida al extremo superior del vástago
Barro.

Caño gas Bajo presi, E


DELITO ZZZZATIZZAA

NS ERA
ZA

SS EEES
NS
555559
ZE

> SSLADA
ÉS RS

>
SS

(0)

(o)
Fig. 44.13, Penetrómetros. (a) Cono holandés original; (b) y (c) cono holandés
mejorado con la punta retraída a medida que avanza la camisa y la punta exten-
dida después de haber medido la resistencia; (d) penetrómetro a inyección; (e)
punta cónica para hinca dinámica.
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 317

Manómetro
Manija

Turba blanda
S Arcilla gris blanda turba
[drealla blanda gris 01 Hgfer
12 Hg/em
aa
Turba más bien Cono ES
>2 19/07?
Pátrena sólida (a) (b)
Fig. 44.14. (a) Penetrómetro holandés, El gráfico muestra los resultados que
se obtienen en una auscultación; (b) perfil del suelo a lo largo de un cami-
no, donde se muestra la variación en resistencia a la ión. (Según P.
Barentsen, 1936).

del cono. La presión ejercida se registra en un manómetro conectado a un


cilindro hidráulico situado debajo de la barra trasversal. Después de cada
desplazamiento vertical, se empuja el caño hacia abajo también 50 cm y el
recorrido anterior se repite. La presión ejercida en el vástago durante cada
recorrido se dibuja en función de la profundidad. El registro de las pe-
netraciones individuales provee datos para construir perfiles de consistencia
del terreno (fig. 44.14b).
El aparato holandés original se usa todavía para efectuar rápidos levan-
tamientos de depósitos erráticos de arcillas, limos y turbas blandas. Se puede
realizar una auscultación de 10 m en unos 15 minutos. El equipo ha sido
mejorado y mecanizado permitiendo efectuar ahora una rápida exploración
de depósitos blandos hasta profundidades que alcanzan 30 m e investigar
la densidad relativa de las arenas. Se usa extensamente, en especial en
Holanda y Bélgica, para estimar la longitud y la capacidad de carga de pilo-
tes hincados a través de suelos compresibles que penetran en la arena. Con
los aparatos del cono holandés actualmente en uso (Sanglerat, 1965) no
solo se determina la resistencia a la penetración de la punta sino también
la fricción desarrollada en el caño camisa.
En arenas, la resistencia a la penetración determinada con el cono
holandés parece ser casi exclusivamente una función de la densidad relativa
o del ángulo de fricción interna. La profundidad de penetración por debajo
de la superficie tiene una influencia pequeña y usualmente despreciable.
Para eliminar totalmente la influencia de la profundidad y permitir además
la investigación de depósitos demasiados densos como para ser penetrados
318 EXPLORACIÓN DEL SUELO

por el cono holandés, en 1928 se desarrolló, para ser empleado en los traba-
jos del subterráneo de Nueva York, un método que utilizaba una punta
con inyección de agua. El subsuelo estaba formado de arena limpia, media-
na y gruesa. El penetrómetro estaba constituido por una punta cónica (fig.
44.13d), con un diámetro de 7 cm, unida al extremo inferior de un caño
de inyección reforzado de un diámetro externo de 2 pulgadas. El caño, con
la punta cónica en su extremo, se introduce dentro de una camisa con ur
diámetro interno de 3 pulgadas (fig. 44.154). El cono se hunde en el terreno
en una profundidad de 25 cm por medio de un gato hidráulico que actúa
en el extremo superior del caño. Se inyecta luego el agua, la que, al salir
por el cono a través de agujeros dirigidos hacia arriba trasforma en un semi-
líquido un volumen cónico de suelo situado por encima de la punta (figura
44.15b). Parte del suelo es arrastrada por el agua a lo largo del espacio que
queda entre el caño de inyección y la camisa, Mientras se hace circular el agua,
un esfuerzo pequeño es suficiente para bajar el caño camisa en una longitud
igual a la que previamente había descendido la punta. Se interrumpe enton-
ces la inyección y la punta cónica es nuevamente forzada en el terreno por
otros 25 centímetros. La presión ejercida por el gato, durante cada descenso
de la punta, se lee en un manómetro unido a la bomba de aceite y se dibuja

Fig. 44.15. (a) Aparato de penetración para investigar la densidad relativa de la


arena; (5) croquis, obtenido de una fotografía, que muestra el penetrómetro a
inyección al iniciar un ensayo de penetración, En el espacio cónico situado encima
de la punta, la estructura de la arena fue destruida por la inyección.
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 319

en un diagrama en función de la profundidad. Con este procedimiento


se efectuaron, en el trabajo mencionado de Nueva York, un gran número
de auscultaciones en un tiempo muy corto. Los resultados de dichas obser-
vaciones se calibraron con los resultados de ensayos de carga en platos de
30 X 30 centímetros, ejecutados en el fondo de una excavación a cielo abierto.

Descaircion E
BASADA EM MUESTRAS Carga sobre el cono en lonelados
0 2 6 RESULTADOS 0E 109
0
ENSAYOS DE CARGAS
Arena rojiza muy
gruesa, 4/-40mm.
Arena rojiza gruesa
mu
A
de la vereda, melvos

Arena rejiza uniforme


mas bien gruesa,
25mm
a
Profundidad debajo el mvel

Arena rojiza muy


gruesa,04-40mm.
Y

¡Arena rajiza bastante


aniforme G4-ZOmm
ta

Arena rajiza fina y


¡niforme 0,4- 0.5mm
29 S

rojiza
y fina y unilorme,
3

21m
Arena rojiza umlarme
"muy fina conalgo de
Y
Ls

mica <0.05
Arena rojiza uniforme
bastante gruesa,
05-/mm
UZZZAS

Arena gruesa no
unitorme0.2-60mm
0
DESCRIPCION DE LAS MUESTRAS EXTRADAS OL LA
EXOAVACION 4 CIELO ABIERTO
(a)- Arena gruesa rejiza unilorme y suelta
(6) - Arena rojiza conparticutos gruesas o mecranas
(c)- Arena gruesa con grava,s
1a)- Arena con parliculos medianos a gruesas, suella
le)- Arena tino rejiza con limo y algo ae mica
(£)" Arenalina rojizacon limo y algo de mica
19)- Arena lina rejizacontimo y mica
Fig. 44.16. Resultados obtenidos del estudio de un depósito de arena por medio
del penetrómetro con inyección de agua y con ensayos de carga ejecutados en un
pozo de inspección cavado después de efectuar los ensayos de penetración. (Subte-
rráneo de Houston Street, Nueva York).
32% EXPLORACIÓN DEL SUELO

Los ensayos se efectuaron a distintas profundidades, a medida que se


realizaba la excavación. Los resultados de los ensayos de calibración se
hallan indicados en la figura 44.16, Tanto durante la ejecución de los ensayos
de penetración como de los ensayos de carga se utilizaron las fundaciones
de edificios existentes para proveer reacción a los gatos hidrálicos (Ter-
zaghi, 1930).
Métodos dinámicos. Los métodos dinámicos de auscultación del terreno
consisten en la hinca de una barra con una punta, por medio de un martillo
de caída libre para medir el número de golpes por cada 30 centímetros
de penetración. Además del ensayo normal de penetración, se han desarro-
llado otros ensayos más o menos normalizados, En la mayoría de ellos, la
punta que se hinca es un cono de acero retractable o expandible. La gran
variedad de procedimientos en uso indica que ningún método de auscul-
tación es igualmente adaptable a todas las condiciones del subsuelo que
pueden encontrarse en el terreno. Para un lugar dado debe ajustarse tam-
bién el método al tipo de información que se necesita en la obra. Toda
vez que se usa un método nuevo se requiere cierta cantidad de experimen-
tación para adaptar el procedimiento a las condiciones locales del suelo.
Los depósitos de estructura errática más comunes son los depósitos
fluviales y costeros, formados de lentes de limo o de arcilla embebidos en
arena o en arena y grava con densidad relativa variable, Se puede obtener
una información general sobre la estructura de tales depósitos hincando un
caño de acero extrarreforzado de 2 pulgadas, provisto de una punta cónica
(fig. 44.13€). El caño se compone de secciones de 1,50 metros de largo
con juntas a tope, secciones que pesan 5 kg cada una. La punta cónica
se continúa con un vástago corto que encaja en un agujero de media pulgada
practicado en otro vástago que se atornilla al extremo inferior del caño.
Éste se hinca en el terreno por medio de un peso de 75 kg, que cae de 75
centímetros de altura, y se anota el número de golpes necesarios por cada
30 centímetros de penetración. Después de haber hincado el caño a rechazo,
éste se recupera mientras que la punta se pierde quedando en el terreno.
Utilizando un penetrómetro tan simple se pueden efectuar varias aus-
Cultaciones por día, hasta una profundidad de 20 a 25 metros. Puede obte-
nerse un rendimiento mayor utilizando un martinete mecánico equipado
con un dispositivo para registrar automáticamente la penetración por cada
golpe. Como el diámetro del cono es mayor que el del caño, la fricción
lateral es pequeña comparada con la resistencia de punta. A medida que
la profundidad de la punta aumenta, el peso del caño también aumenta.
Por ello la relación entre la densidad relativa y la resistencia a penetración
es en cierta medida dependiente de la profundidad.

Ensayo de corte in situ


En muchos problemas prácticos es necesario determinar la resistencia
al corte no drenada y la sensibilidad de depósitos de arcilla blanda. Tenien-
do en cuenta que tanto la resistencia como la sensibilidad de tal material
pueden ser radicalmente alteradas por el proceso de perforación, muestreo
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 321

q?

o
Sec. xx

(a)

Veleta (extendido)
Momento torsor

(0)

0 25 50 75
Aotación - grados
(6) (a)
Fig. 44.17. Aparato de paletas, veleta o molinete. (a) Veleta simple de cuatro
paletas; (B) curvas momento torsorzotación típicas para arcilla blanda nn
(c) vaina para hacer penetrar la veleta: sin practicar una perforación; (d)
$2 por la vaina ames de hacer avanzar la veleta (según Cadling y ddematad, 1950).

y leo en el lab io, se han varios para


medir la resistencia inalterada y amasada del material in situ. Dee, el
más versátil y el más extensamente usado es el aparato de corte a paletas
o veleta (Carlson, 1948; Cadling y Odenstad, 1950). En su forma más sim-
ple una veleta está formada por cuatro hojas (fig. 44.174) unidas al extremo
322 EXPLORACIÓN DEL SUELO

inferior de una barra vertical. La veleta y la barra se pueden introducir


por presión en el terreno sin originar una alteración apreciable. El conjunto
se hace luego rotar para: obtener la relación entre el momento torsor y la
rotación angular. La figura 44.17b muestra resultados típicos para una
arcilla blanda sensitiva. Las investigaciones han demostrado que el suelo
rompe a lo largo de una superficie cilíndrica que pasa por el borde exterior
de las paletas de la veleta y que está delimitada por bases circulares hori-
zontales en los extremos de la misma. Por tanto, la resistencia al corte se
puede calcular si se conocen las dimensiones de la veleta y la magnitud
del momento torsor. Si se.hace rotar rápidamente la veleta hasta producir
varias revoluciones, el suelo se amasa. Determinando nuevamente la resis-
tencia al corte se calcula la sensibilidad de la arcilla. No obstante, el grado
de alteración causado por la rotación de la veleta difiere de la obtenida
amasando la muestra en el laboratorio, de modo que los valores numéricos
de la sensibilidad determinada por los dos procedimientos no son estricta-
mente comparables. La veleta puede 'usarse para medir la resistencia al
corte de la arcilla debajo del fondo de una perforación y determinar suce-
sivos valores de dicha resistencia a medida que la perforación avanza. Puede
también, en suelos blandos, ser empujada en el terreno sin necesidad de
hacer primero una perforación. En estos casos, la barra del aparato se coloca
dentro de una camisa y la veleta se protege .con la vaina hasta que ha alcan-
zado la profundidad a que debe realizarse el ensayo (fig. 44.17c). La veleta
se hace avanzar entonces en profundidad hasta salir de la vaina con lo cual
se está en condiciones de realizar un ensayo rotándola,
Si el suelo contiene delgadas capas o láminas de arena o limo denso,
el momento torsor puede ser mucho mayor que el requerido si estas capas
no estuviesen presentes. Cuando prevalecen condiciones de este tipo los
resultados de los ensayos de la veleta pueden conducir a conclusiones
erróneas.

Ensayos de permeabilidad in situ


La información preliminar con respecto al orden de magnitud y la
variabilidad del coeficiente de permeabilidad de un estrato natural permea-
ble se obtiene con ensayos de permeabilidad ejecutados en las perforaciones
exploratorias a medida que las mismas se profundizan. Las observaciones
realizadas durante las perforaciones suelen también proporcionar informa-
ción respecto de la presencia o ausencia de una comunicación libre entre
los estratos permeables encontrados durante su ejecución.
Los procedimientos de uso más corriente están basados en el principio
del ensayo de permeabilidad con carga hidráulica variable (artículo 11).
Se encamisa la perforación desde la superficie hasta la parte superior de
la zona a ser ensayada y se extiende sin soporte una profundidad adecuada
por debajo de la camisa. Usualmente la parte no encamisada de la perfo-
ración tiene una forma groseramente cilíndrica y si el estrato permeable
no es demasiado potente es aconsejable que se extienda a todo su espesor.
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 328

En caso contrario, solo penetra parcialmente dentro del material permeable.


Cuando la zona permeable está debajo del nivel freático, el ensayo
puede realizarse agregando agua para levantar dicho nivel dentro de la
camisa y luego dejar que el mismo descienda hasta una posición de equili-
brio. Se mide la elevación del nivel del agua en función del tiempo y el
coeficiente de permeabilidad se calcula por medio de la expresión:
1 A(Ah/At)
K=5 hr (44.2)
donde Ah es la caída en el nivel del agua de la camisa durante un intervalo
de tiempo At, A es el área de la sección trasversal de la camisa, hy es la
diferencia media de nivel, durante el intervalo At, existente entre el nivel
del agua en la camisa y el nivel de equilibrio de la napa freática en la zona
permeable, ry es el radio medio del hueco groseramente cilíndrico practicado
por debajo de la camisa. El coeficiente C es una cantidad no dimensional
que depende de la forma del hueco cilíndrico y de su penetración dentro
de la capa permeable. En la figura 44.18 (Zangar, 1953) se dan valores
de C para varias condiciones de borde.
En un ensayo con carga hidráulica variable practicado en una perfo-
ración es probable que los finos suspendidos en el agua lleguen a formar
una película sobre las paredes y el fondo del pozo practicado en el material
permeable. De formarse esta película, actúa como un filtro y, en conse-
cuencia, la permeabilidad observada puede resultar demasiado pequeña en
comparación con la real. Se puede evitar el error extrayendo agua de la
camisa con un recipiente hasta que el nivel se encuentre por debajo del
que le corresponde al estrato permeable, a fin de medir la elevación del
nivel de agua en varios intervalos de tiempo a medida que sube hacia su
posición de equilibrio. El valor de k se calcula con la ecuación 44.2 dada
anteriormente. No obstante, si el estrato permeable está constituido por
un material no cohesivo, el nivel del agua no puede bajarse demasiado por
el peligro de que se desmorone el pozo y el material suba dentro de la
camisa.
Los resultados de tales ensayos son poco más que una indicación del
orden de magnitud de la permeabilidad. Se obtiene una información más
fehaciente haciéndo ensayos de bombeo desde pozos testigos.
El diámetro usual de un pozo testigo es de unas 12 pulgadas. En un acuí-
fero cerrado y bastante homogéneo, la alimentación del pozo testigo debe
hacerse a lo largo de todo el espesor del acuífero. Los pozos de observación
deben establecerse en dos líneas, una en la dirección de la afluencia normal del
agua v la otra en la dirección perpendicular. En cada línea deben estable-
cerse- por lo menos dos y con preferencia cuatro pozos de observación, los
que también deben alimentarse sobre la mayor parte del espesor del acuí-
fero. Antes de iniciar el bombeo hay que observar el nivel en todos los pozos
por un período suficientemente largo como para establecer la cantidad y
característica de cualquier fluctuación natural que normalmente ocurra en
324 EXPLORACIÓN DEL SUELO

) 0% Poro ¿<20%, use Lal


$ 30 Paro L>85%, use
200
y LA] 40% >
ecuac.23.9
¡a
Coeficiente C

Relación
(e)
Fig. 4. Fo Ensayo permeabilidad en una ÁÓnrealizada en un estrato
le. (a) Gráfico para determinar la ación (8) y (e) sráfico para
el coeficiente c a ser usado en la ecuación 44,2 (según Zangar, 1953).
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 325

el lugar. Debe entonces iniciarse el bombeo con un gasto constante de des-


carga y los niveles de agua ser medidos en los pozos de observación hasta
alcanzar el equilibrio. El valor de k puede entonces calcularse por medio
de la ecuación 23.9. La permeabilidad también puede evaluarse sobre la
base de la velocidad de descenso de los niveles de agua en varios pozos
de observación. El procedimiento se conoce como método del desequilibrio
(Todd, 1959).
Si el depósito permeable es abierto (fig. 23.6b), los pozos de obser-
vación se usan principalmente para estimar el radio de influencia del pozo
de bombeo y k puede calcularse en base a la ecuación 23.12. En estos
casos no hay que olvidar una adecuada tolerancia para tener en cuenta
la pérdida de carga experimentada cuando el agua entra en el filtro del
pozo (Petersen et al, 1955).
Para obtener resultados más fehacientes, el método de medir en pozos
de observación niveles de equilibrio asociados con el bombeo a un volumen
constante desde un pozo testigo requiere precauciones especiales. Si los
cálculos están basados en la ecuación 23.11, el punto de observación más
cercano no debe estar, del pozo de bombeo, a una distancia menor que el
espesor de la capa permeable que se extiende por debajo del nivel original
del agua (artículo 23). A esta y a mayor distancia el descenso en los puntos
de observación puede ser pequeño. Por ello, si las fluctuaciones normales
del nivel de agua son fracciones significativas de aquellas que produce
el bombeo desde el pozo de ensayo, los errores resultantes en el valor de k
pueden ser intolerables. En cambio, si los pozos de observación están situa-
dos más cerca del pozo de bombeo, el valor de k no puede calcularse más
por medio de la ecuación 23.11 debido a que la curva de descenso real
está considerablemente por encima de la curva de Dupuit, en la cual se
basa su deducción (artículo 23). Existen ecuaciones derivadas de teorías
más avanzadas (Borelli, 1955). No obstante, para usar estas teorías, los pozos
de observación no deben extenderse demasiado profundos en el depósito
permeable debido a que, dentro del radio en el cual las curvas reales de
descenso y las de Dupuit son significativamente diferentes, los niveles pie-
zométricos no son los mismos a lo largo de una línea vertical dada. Por
ello, para definir las superficies de descenso de nivel, los pozos de obser-
vación no deben extenderse apreciablemente por debajo de la posición
deprimida de la napa freática.
Si un pozo de bombeo atraviesa varios acuíferos, separados por capas
impermeables, la elevación del nivel original de la napa freática debe ser
determinada independientemente para cada uno de los acuíferos a medida que
se instala el pozo. Si dicho nivel es uniforme, k puede determinarse con un
simple ensayo de bombeo, pero Hp en la ecuación 23.9 debe modificarse
de acuerdo con los registros de las perforaciones. En los valles de los ríos
no es de ninguna manera inusual que el acuífero abierto superior esté sepa-
“rado por un estrato de arcilla de un acuífero inferior cerrado con mucho
mayor nivel piezométrico. Se necesitan en estos casos dos ensayos de bombeo
independientes.
326 EXPLORACIÓN DEL SUELO

Métodos geofísicos
Al principio de este artículo se hizo mención de que por métodos geo-
físicos se pueden obtener varios tipos de datos relativos a las condiciones
del subsuelo, sin necesidad de la ayuda de perforaciones o auscultaciones.
Algunos de los métodos geofísicos están basados en el hecho de que
la forma geométrica de todo campo de fuerza depende de la ubicación de
los límites entre las sustancias que ocupan el campo. El campo de fuerzas
puede tener existencia previa, como por ejemplo el campo magnético y el
gravitacional de la tierra, o bien puede ser creado artificialmente, como
cuando se envía una corriente eléctrica a través del suelo situado entre dos
electrodos enterrados.
La forma geométrica de todo campo de fuerza es, en un medio homo-
géneo, independiente de las propiedades físicas del medio. Es simple y
puede determinarse exactamente por teoría. La distorsión del campo, pro-
ducida por la existencia de un límite interno, depende de aquellas propie-
dades físicas de las sustancias, situadas a ambos lados del límite, que crean
el campo o tienen una influencia decisiva en su intensidad. Por ello, el
método más adecuado para localizar el límite entre dos clases de roca es
aquel que produce un tipo de campo de fuerza que, como consecuencia
de la diferencia de propiedades entre dichas rocas, experimenta la distorsión
más conspicua. Si sus pesos unitarios son muy distintos, el método gravi-
tacional puede resultar el más adecuado. Si, por el contrario, sus pesos
unitarios son casi iguales, pero sus conductividades eléctricas son muy dis-
tintas, el método del potencial eléctrico puede resultar más ventajoso.
Para localizar la posición de un límite interno, se determina la forma
real del campo de fuerzas por medio de un número adecuado de observa-
ciones en la superficie del terreno. Se compara esta forma con la calcu-
lada en la hipótesis de que el campo atraviesa una sustancia perfectamente
homogénea. La posición del límite interno se deduce de la diferencia entre
la forma ideal y la determinada en el terreno,
Un segundo grupo de métodos geofísicos, conocidos como métodos sís-
micos, se basa en el hecho de que la velocidad de propagación de ondas
elásticas es una función de las constantes elásticas del medio a través del
cual las mismas se desplazan. Si una onda llega al límite entre dos medios
con propiedades elásticas distintas, una parte se refleja y la otra se refracta.
Para determinar la posición de un límite interno, por ejemplo, entre una
roca dura y otra blanda o entre suelo y roca, se dispara una pequeña carga
de explosivo a corta distancia debajo de la superficie y se mide el tiempo
que las ondas reflejadas y refractadas tardan en llegar a distintos puntos
de la superficie. Con estos resultados se puede calcular la posición del
límite interno, siempre y cuando el límite sea bien definido y no demasiado
accidentado.
En la ingeniería civil solo los métodos sísmicos y de resistividad eléc-
trica se usan con alguna extensión, a veces conjuntamente. La principal
aplicación del método sísmico es la de localizar la superficie de la roca
ART. 44 MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DEL SUELO 3N

espesor de la capa superior alterado de la roca es pequeña


perficie de la roca muy despareja, los resultados son usualmente de
confiar. En realidad, si el depósito sedimentario superior contiene muchas
piedras grandes, el relevamiento por medio de perforaciones suele resultar
casi impracticable, mientras que un relevamiento sísmico puede ser tam
simple y seguro como si las piedras no existiesen. En algunos casos también
se puede determinar la profundidad de la superficie de un depósito de suelo
resistente o duro situado por debajo de sedimentos blandos. Como la velo-
cidad de las ondas sísmicas es mucho mayor en el suelo saturado que en
los no saturados, el método también puede usarse para localizar el nivel
freático en suelos permeables. En cambio, la presencia de una capa blanda
debajo de una resistente no puede ordinariamente ser detectada.
El método de la resistividad es útil para definir los límites entre suelos
de baja resistividad, como las arcillas blandas o los depósitos orgánicos
blandos, y los materiales de alta resistividad: arenas, gravas o roca. Los
materiales que tienen baja resistividad se pueden detectar aun cuando se
encuentren situados por debajo de otros de altas resistividades. El método
se puede usar desde la superficie de una masa de agua. Por otro lado, no
Pueden usualmente detectarse los límites que separan un suelo orgánico y
una arcilla blanda o aquellos que delimitan una arcilla resistente, un esquisto
arcilloso blando o el que existe entre una arena suelta y una arenisca de
grano grueso. En todas las aplicaciones, la interpretación requiere la cali-
bración del equipo con materiales conocidos en el área inmediata a su apli-
cación (Moore, 1961).
Se han desarrollado equipos sísmicos y de resistividad portátiles, útiles
para los propósitos de la ingeniería civil. Con tales equipos, la exploración
Puede con frecuencia realizarse económica y rápidamente sobre una super-
ficie grande. En algunas circunstancias el uso de ambos tipos de equipo
puede facilitar la interpretación. Por ejemplo, puede que no resulte posible
determinar sobre la base de un relevamiento sísmico si un supuesto límite
es el del nivel freático o el de la roca; en cambio, un relevamiento de resis-
tividad puede permitir diferenciar esta situación, debido a que la roca ordi-
nariamente tiene una alta resistividad en comparación con los estratos satu-
rados. No obstante, es siempre aconsejable controlar los resultados de los
relevamientos geofísicos con, por lo menos, algunas pocas perforaciones.

Lecturas seleccionadas
] . J, (1948). and g of soils for civil
cb
a
H."(1955).
das rar ld
Forages et sondages (Perforaciones y sondajes), París, Eyrolles,
gs.
Lowe, J. (1960). “Current practice in soil sampling in the United States”, Highway
s Ma id Special Report, 60, págs. 149-154,
janglerat, G. (1965). Le pénétrométre et la reconnaissancedes sols (El penetrómetro y
el reconocimiento de suelos), París, Dunod, 250 págs.
328 EXPLORACIÓN DEL SUELO

ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO

Tipo y orden de sucesión de las operaciones


Cualquiera sea la obra, el ingeniero no debe olvidar nunca que la mayo-
ría de los suelos se formaron por procesos geológicos que cambiaron en
forma absolutamente irregular en el espacio y en el tiempo. Debido a la
influencia decisiva que los factores geológicos ejercen en el orden de suce-
sión, en la forma, y en la continuidad de los estratos de suelo, el primer
paso a tomar en cualquier exploración del suelo debe siempre consistir en
una investigación de las características geológicas generales del lugar. Cuanto
mejor se entienda la geología del lugar, con tanta más eficiencia podrá
establecerse el programa para la exploración del suelo. El segundo paso a
tomar consiste en efectuar perforaciones exploratorias que proporcionen
datos más específicos relativos a las características significativas generales y al
espesor de cada estrato individual. Estos dos pasos son obligatorios; todos
los otros ¿emenden de la importancia de la obra y de las particularidades del
perfil del suelo.
En obras comunes, que comprendan por ejemplo el proyecto y la cons-
trucción de las fundaciones de una casa de departamentos de dimensiones
moderadas en distritos con suelos conocidos, no es necesaria ninguna otra
investigación. Los ensayos de suelo pueden limitarse a la determinación
de las propiedades índice (véase tabla 9.1) de las muestras obtenidas con
la cuchara utilizada en perforaciones exploratorias ”. Estos resultados sirven
para correlacionar los suelos con otros encontrados previamente en obras
similares, y por tanto, permiten utilizar la experiencia pasada. Las E
en la ión obtenida de
compensan cn un coeficiente de seguridad liberal, Toda vez que puedan
obtenerse datos, por inspección de las estructuras existentes en las cercanías,
la oportunidad no debe ser despreciada.
La exploración del suelo para obras de gran envergadura puede reque-
rir la determinación de una o varias de las siguientes propiedades: densidad
relativa de estratos de arena, permeabilidad de estratos de arena, resistencia
al corte y capacidad de carga de estratos de arcilla, o compresibilidad de
car Sñzndo en las peroracones exploratoris para extraer muestras, se utiliza una
ichara que provee testigos suficientemente intactos Ptas figura de la nota¿del traductor
de pág. 300— los ensayos de laboratorio suelen incluir también la determinación de la
resistencia a rotura de muestras típicas de los suelos cohesivos del perfil,obtenida
medio de ensayos triaxiales escalonados que, para cada probeta, proporcionan tres o más
circunferencias de Mohr de rotura y posibilitan
fan definir ununa envolvente para determinar
€ y $ en las condiciones de drenaje impuestas en los ensayos. En esta forma, con muy
plLoestaca, se consiguen datos más precisos que permiten disminuir el coeficiente
y compensar en economía conness olas coto que implica este
dimiento.dad Y técnica tiene ao difusión en la Argentina. En un ensayo triaxial
“escalonado, para presión de confinamiento p, se incrementa la presión vertical
Ap= mp de a iniciar la rotura incipiente. Se aumenta p, y se repitepa ensayo. El
ito es aplicable a todos los suelos tanto en la condición drenada como en la
no drenada.
Véase nota del traductor
de pág. 102. (N. del T.)
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 329

capas de arcilla. En cada caso particular el programa de exploración debe


prepararse teniendo en cuenta la cantidad de información y de datos útiles que
pueden derivarse de los resultados de ensayos de laboratorio. A medida que
aumenta la complejidad del perfil del suelo, decrece rápidamente la utilidad
a derivar de investigaciones elaboradas del subsuelo. Cuando el perfil del
suelo es errático, los esfuerzos deben concentrarse, no tanto en la obtención
de datos exactos relativos a las propiedades físicas de muestras aisladas
del suelo, sino más en obtener una información completa con respecto a la
forma estructural del subsuelo. Los esfuerzos para obtener dicha información
por medio de perforaciones y ensayos son comúnmente demasiado onerosos,
aun suponiendo que conduzcan a resultados satisfactorios, lo que no siempre
es cierto. Como los perfiles del suelo errático son mucho más comunes que
los simples y regulares, son relativamente raros los casos en que se justifica
desde el punto de vista práctico la ejecución de ensayos elaborados y en
gran escala. En la discusión que sigue, relativa a los medios para obtener
¡a información adecuada de las condiciones del subsuelo, se subraya cons-
tantemente la influencia que el grado de complejidad del perfil del suelo
tiene en el valor práctico de los ensayos de los suelos.

Consideraciones geológicas
La mayoría de los depósitos naturales de suelo se hallan comprendidos
en uno de los siguientes tipos principales: depósitos fluviales, depósitos de
inundación de planicies, depósitos de delta, depósitos costaneros, depósitos
glaciares, depósitos eólicos (arenas de dunas y loess) y depósitos formados
por sedimentación en agua estancada. Los únicos que suelen mostrar una
estructura bastante regular son los depósitos de inundación y los eólicos,
además de aquellos formados en grandes extensiones de agua estancada
a distancia considerable de las costas. Todos los otros suelen distinguirse
por variaciones importantes y erráticas, al menos en la densidad y consis-
tencia relativa, y comúnmente también en cuanto a su granulometría.
:n las cercanías del nacimiento de los sistemas fluviales, los depósitos
fluviales ocupan usualmente el fondo de valles cortados en la roca. Cerca
de la desembocadura suelen estar dispuestos en canales sinuosos y entre-
lazados, cortados en anchas bandas de sedimentos finos que fueron deposi-
tados con anterioridad por el río bajo condiciones de sedimentación distin-
tas. El tamaño medio de los granos disminuye a medida que aumenta la
distancia a las fuentes del río y, en un punto dado, generalmente aumenta
con la profundidad a que se halla el depósito. Desde luego, los detalles
de la estratificación son siempre erráticos y tanto la granulometría como
la densidad relativa varían de una manera imprevisible. Aún más abruptas
y notables son las variaciones que se presentan en los materiales aluvionales
depositados por las aguas derretidas en el borde de los campos de hielo
continentales. La figura 44.16 ilustra sobre las variaciones en densidad
* relativa de un estrato de arena fluvioglaciar, y la figura 44.12 sobre las
mismas variaciones para un estrato de arena y grava, también fluvioglaciar,
que se halla cubierto por un colchón de limo blando.
330 EXPLORACIÓN DEL SUELO

Los sedimentos de inundación son depositados a ambos lados de los


cursos inferiores de los ríos, durante la época de las crecientes. Consisten
regularmente en capas continuas de limo o de arcilla, de espesor bastante
uniforme, separadas entre sí por capas de sedimentos más gruesos. No obs-
tante, la continuidad de estos estratos puede hallarse interrumpida en cual-
quier punto o línea por la presencia de masas de sedimentos distintos que
rellenan depresiones o antiguos cursos de ríos (Kolb y Shockley, 1959). Si
una depresión de este tipo ocupa el espacio entre dos perforaciones, su
presencia puede pasar inadvertida. Varios accidentes bien conocidos, ocu-
rridos con fundaciones, se han debido a esta causa.
Los depósitos de delta se forman en los puntos donde los cursos de
agua desembocan en masas de agua estancada. Las características princi-
pales de los deltas son simples, pero los detalles de su estructura pueden
resultar muy complejos, como lo muestra la figura 45.1, como consecuencia
del cambio continuo de lugar de las corrientes que trasportan los sedimentos.
Los depósitos costaneros se componen de sedimentos que fueron ero-
sionados por las olas, o bien, llevados por ríos a una extensión de agua estan-
cada, y luego trasportados y depositados por las corrientes costeras. Común-
mente están formados de arena y grava, pero como resultado de importantes
fluctuaciones en el nivel del lago o del mar, combinadas con desplazamien-
tos del talweg de los ríos que cruzan la costa, los depósitos de arena y
grava pueden alternar de una manera intrincada con capas o bolsones de
limo, arcilla o turba. Los depósitos costaneros de este tipo se conocen
como depósitos costaneros compuestos. La figura 45.7 y la parte superior de
la figura 43.2 ilustran sobre la estructura de depósitos de este tipo.
Los constituyentes de los depósitos glaciares fueron recogidos y tras-
portados por las masas de hielo y depositados cuando éste se derritió. El
retroceso de los hielos siempre se alterna con períodos de temporario avan-
ce. El avance de glaciares ara y deforma las capas de material glaciar
depositadas previamente y aún más, en el frente del glaciar las corrientes
le agua que emergen del fondo del mismo producen una separación, sin
orden alguno, de materiales que son desplazados de un lado a otro. Por
ello, los depósitos glaciares se encuentran entre los más erráticos con que
debe vérselas el ingeniero. Bolsones irregulares y lentes de materiales gra-
nulares finos y gruesos mezclados con piedras grandes pueden presentarse
en continuidad de una manera absolutamente caótica,
En contraste con los depósitos glaciares, los sedimentos eólicos son
invariablemente de una uniformidad notable. No obstante, la forma de
sus límites puede ser muy irregular, pues el viento suele depositar su carga
en i cuando ficies muy accidentad.
Además, los sedimentos finos conocidos como loess (véase artículo 2) pue-
den perder completamente su homogeneidad original como consecuencia
de lavado o descomposición local. Muchas de las fundaciones defectuosas
construidas en loess se originaron como consecuencia de la omisión por parte
de los proyectistas a prestar atención a la existencia de tales alteraciones
parciales,
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 331

Los agentes de trasporte, es decir, las corrientes de agua, el hielo y el


viento, depositan durante o al finalizar su recorrido solo parte de su carga
sólida. El resto es llevado a las grandes extensiones de agua estancada,
como los lagos, bahías u océanos. Una vez que han traspasado la angosta
faja sujeta a las corrientes costeras, las partículas de suelo no se hallan some-
tidas a otra fuerza que la que deriva de su peso propio. Por ello, en con-
traste con los otros depósitos sedimentarios, aquellos formados en grandes
ji le agua da tienen úl una relati-
vamente simple. Esta estructura solo refleja los cambios periódicos, o pro-

Hehrencios
Simbolos k(cm/seg)
Arena]
Preeso Memorae 0?
9s MM 020o/0
YA 100 s0
EH 573%
ES 257/25
Coles en melros

Arenisca a reno y Grave muygrueso


Corriente orfestona fuerte
1 1 !
0 JO 60 90 120 150 160 210
Listencio en metros
Fig. 45.1. Perfil de permeabilidad de un depósito deltaico glaciar relativamente
homogéneo, situado cerca de Chicopee, Mass.
332 EXPLORACIÓN DEL SUELO

gresivos, en las características del material que entra en la región de sedi-


mentación, aunque se halla también influida en cierto grado por la compo-
sición química del agua.
El efecto de los cambios que con las estaciones sufren las características
del material en suspensión viene ilustrado por el diagrama de contenido
de humedad de la figura 43.1b. Debido a este efecto, la dispersión en
contenido de humedad, con respecto al término medio, es tan importante
en distancias verticales de pocos centímetros como en todo el espesor del
estrato, Aún más notable es el efecto de cambios estacionales sobre la
estructura de sedimentos depositados en lagos de agua dulce bajo climas
árticos, como los que prevalecieron en el norte de Estados Unidos y Canadá
durante la época glaciar. En verano, el material en suspensión en los lagos
consistía en limo y arcilla. Los materiales gruesos como la arena y la grava
no entraban al lago, pues se depositaban antes, en la boca de los ríos, for-
mando depósitos de delta. En verano, por tanto, sedimentaban las partículas
de limo. El invierno no aportaba nuevos materiales, pues los ríos estaban
congelados, y por consiguiente debajo de la capa de hielo que cubría los
lagos solo se depositaban las partículas de arcilla que habían quedado en
suspensión. durante el verano. Por ello, el sedimento está “compuesto de
capas claras, depositadas en verano y formadas de limo y de capas oscuras
depositadas en invierno y constituidas, principalmente, de arcilla. Cada
capa doble representa el depósito de un año. Estos sedimentos son las
arcillas laminares (fig. 45.2), mencionadas en el artículo 2 El espesor
de cada capa doble es comúnmente menor de 2 centímetros, aunque excep-
cionalmente alcanza valores mucho mayores; depende de la cantidad de
material aportado al lago durante el verano. Los depósitos de arcillas lami-

Fig. 45.2, Sección longitudinal de una muestra inalterada de arcilla


laminada tomada con un sacatestigos de cuatro pulgadas bien proyectado
(cortesía de M. J. Hvorslev).
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN
DEL SUELO 333

ares son muy comunes tanto en Europa como en Norteamérica, por encima
del paralelo 40, y son fuente prolífica de dificultades serias en las cons-
trucciones,
Si en lugar de desembocar en un lago de agua dulce, ríos árticos simi-
lares a los descriptos, desembocan en una bahía oceánica, la segregación
según tamaño de partículas es mucho menos perfecta, debido a que las
sales que contiene el agua de mar producen la floculación de las partículas
de ala Por ello, la mayor parte de la arcilla se deposita simultáneamente
con el lis
El análisis precedente demuestra que la naturaleza ha creado una
variedad infinita de formas estructurales, que van desde la estratificación
simple de depósitos formados en grandes lagos a las complejísimas estruc-
turas de las masas de grava, arena y limo que primero fueron depositadas
y luego aradas, distorsionadas, parcialmente erosionadas y vueltas a depositar
en los bordes de las masas de hielo continental. Debido a variaciones en
el material que les da origen y en el grado de alteración producida por los
agentes atmosféricos, las características de los suelos residuales no son
menos complejas.
do en una masa de suelo se ejecutan perforaciones en dos puntos
distanciados de 25 6 50 metros, el ingeniero conoce las características y
el orden de sucesión de los estratos a lo largo de dos líneas verticales, Entre
estas dos líneas el orden de sucesión de los estratos puede ser continuo,
pero también puede ocurrir que dicho orden desaparezca a corta distancia
de cada perforación y que el perfil a mitad de distancia entre perforaciones
no tenga el más remoto parecido con ninguno de los perfiles anteriores.
Un programa inteligente de investigaciones suplementarias del subsuelo
solo puede prepararlo un ingeniero bien familiarizado con nociones de geolo-
gía física y conocedor de la geología de la región donde está situada la obra.
En las ciudades grandes se puede usualmente encontrar una descrip-
ción de la historia geológica recurriendo a museos locales de historia natural
u otras instituciones similares, como ser las Direcciones de Minas y Geología,
donde puede además recogerse información respecto a las publicaciones
relativas a la geología de la zona. Como información general relativa a la
geología de distintas partes del mundo se citan las siguientes:
R. F. Legget, “Geological Surveys of the World”, Apéndice B en Geo-
logy and Engineering, segunda edición, Nueva York, 1962. Contiene breves
comentarios sobre investigaciones geológicas en diversos países, publicación
de los mismos y dirección postal a donde dirigirse.
R. F. Legget, “Geological Societies and Periodicals”, Apéndice C en
Geology and Engineering.
Catalogue of Published Bibliographies in Geology 1896-1920, Boletín del
National Research Council, 6, Parte 5, N? 36, 1923,

Muchas veces es posible hallar alguna publicación que describa la


geología del lugar donde va a estar ubicada la obra, sobre todo si ésta se |
halla en alguna ciudad, cerca de un río importante, de una falla muy
334 EXPLORACIÓN DEL SUELO

notable, etcétera. Sin embargo, es también común no encontrar ninguna


información específica, de modo que el ingeniero debe contar con su propia
capacidad para la observación e interpretación geológica del lugar. En obras
de gran envergadura, un levantamiento geológico detallado del lugar y de sus
cercanías es una necesidad imperativa y requiere los servicios profesionales
de un geólogo. 7

paración y profundi ad de las perforaciones exploratori


La distancia a que deben espaciarse las perforaciones exploratorias se
halla por ahora gobernada principalmente por la costumbre, más que por
consideraciones racionales. En obras de edificio suelen comúnmente espa-
ciarse unos 15 metros en ambos sentidos principales. En proyectos de
subterráneos y diques de tierra se considera generalmente 25 metros como
una distancia máxima. Sin embargo, si la zona que abarca el proyecto es
muy grande, puede resultar necesario aumentar esta distancia a 50 6 100
metros. Aun con esta separación, el número de perforaciones y la cantidad
de ensayos necesarios pueden resultar muy grandes y causar demasiados retra-
sos en la iniciación de la obra.
La normalización de la distancia a que deben espaciarse las perfora-
ciones exploratorias tiene desventajas evidentes. Cuando el perfil del suelo
es muy simple, la separación usual es demasiado pequeña, mientras que
cuando el perfil es errático dicha separación es excesiva. Para evitar la
pérdida de tiempo y dinero que significaría la realización de pozos super-
fluos, puede utilizarse con ventajas el método de la auscultación. En cada
uno de los puntos donde debería realizarse una perforación se ejecuta en
cambio una auscultación que es mucho más rápida y económica. Si todos
los diagramas de resistencia a la penetración son parecidos, es muy probable
que el perfil del suelo sea simple. En este caso solo se necesitan perfora-
ciones exploratorias cerca de aquellos pocos puntos donde los diagramas
de penetración indican las máximas desviaciones con respecto al término
medio. Si la geología del lugar indica la posibilidad de que la continuidad
de los estratos pueda hallarse interrumpida por rellenos locales de viejos
cauces o cualquier otra masa de materiales extraños, deben efectuarse aus-
Jaci dicionales en d con toda indicaci rficial
como ser pequeñas depresiones del terreno, en busca de posibles inclusiones
compresibles. Si una auscultación da con una inclusión de este tipo, debe
una i 1 ia en su dencia para deter-
minar la clase de suelo que forma la inclusión.
Si los diagramas de penetración obtenidos de auscultaciones explora-
torias son sistemáticamente muy distintos entre sí, es muy probable que el
_ suelo presente un perfil errático, de modo que, para determinar su forma
real, deben realizarse auscultaciones intermedias, hasta que los datos de
i: Í la ión sean sufici 1 como para no
dejar dudas con respecto a la forma general de las superficies de separación
entre los estratos de materiales gruesos y los de materiales finos, y la de
ART. 45 ' PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 335

aquellas que dividen las partes sueltas y densas de un mismo estrato. En


este caso, para completar el estudio solo se requieren unas pocas perfora-
determinar los tipos de suelo situados entre las
ciones, las necesarias para
distintas superficies de discontinuidad, y/o para saber si una masa de suelo
de resistencia excepcional, o una sin ninguna resistencia, está formada de
arena o de arcilla, Una situación de este último tipo se presentó cuando se
estaba realizando la auscultación indicada en la parte derecha de la figura
44.2. Surgió la duda de si el suelo situado entre cotás 24 y 18 estaba cons-
tituido de arena muy suelta o de arcilla, y para dilucidarla se efectuó una
perforación al lado de la auscultación. La perforación eliminó toda duda
con respecto a la posible existencia de arcilla por debajo de la cota 24,
indicando que la baja resistencia a penetración en deesta la zona se debía exclu-
sivamente a la estructura excepcionalmente suelta arena.
La profundidad a que deben llevarse las perforaciones exploratorias
está también más o menos normalizada por la costumbre. Pero en este
aspecto, la práctica corriente suele caracterizarse por el hecho de que sus
resultados no solo no tienen utilidad alguna sino que muchas veces hasta
son peligrosos. En efecto, muchos edificios han resultado seriamente dañados
por la consolidación de estratos de arcilla blanda situados por debajo de la
profundidad hasta la cual fue explorado el subsuelo. Con todo, no resulta
posible establecer reglas generales para seleccionar dicha profundidad, pues,
para una estructura de dimensiones y peso dados, la profundidad de las
capas que pueden tener una influencia significativa en los asentamientos
depende en gran parte del perfil del suelo. Los ejemplos que siguen ilustran
sobre los factores que deben considerarse antes de especificar la profundidad
a que deben llevarse las perforaciones.
Si por razones geológicas, o por conocimientos de perforaciones ante-
riores realizadas en las cercanías de la zona, se sabe que el suelo del lugar
donde se va a construir un grupo de edificios es arenoso y no contiene ningún
estrato de arcilla o de limo blando, es suficiente, en correspondencia con cada
edificio, explorar el suelo, según cuáles sean el peso y el tamaño del edificio,
hasta una profundidad de 5 a 10 metros por debajo del plano de fundación.
Las dimensiones del área ocupada por el conjunto de los edificios no requie-
ren consideración alguna pues en arena el asentamiento de cada edificio es
casi independiente de la existencia de los otros. La causa de esta particula-
ridad deriva del hecho de que la compresibilidad de los estratos de arena
decrece rápidamente con la profundidad (artículo 15).
Si, por el contrario, el subsuelo de un grupo de edificios contiene estra-
tos blandos, la causa principal de los asentamientos puede hallarse a una
profundidad mayor que el ancho total ocupado por el grupo de edificios,
pues, aun en el caso de que un grueso estrato de arcilla esté situado a gran
profundidad, 50 metros, por ejemplo, un aumento moderado de la presión que
actúa sobre el mismo puede llegar a producir un asentamiento mayor de
30 centímetros (véase artículo 55). Por ello, la profundidad a que debe
explorarse el subsuelo depende principalmente de la presencia o ausencia
de estratos compresibles, tales como los de arcilla o de limo plástico.
336 EXPLORACIÓN DEL SUELO

Cuando la geología del lugar indica que pueden existir estratos de


arcilla o de limo situados a gran profundidad, o cuando no se conoce abso-
lutamente nada con respecto a las condiciones del subsuelo, como primera
medida debe hacerse una estimación aproximada de la intensidad y distri-
bución de las presiones que se originarán en el subsuelo como consecuencia
de la construcción del grupo de edificios. El procedimiento a seguir para
este cálculo se describe en el artículo 40. Con esta estimación, se determina
la máxima profundidad, Da», para la cual la presencia de una potente capa
de arcilla blanda con un alto límite líquido puede aún ejercer una influencia
considerable sobre los asentamientos. La primera perforación debe efec-
tuarse hasta dicha profundidad; las restantes, junto con las auscultaciones
que se programasen realizar, pueden suspenderse después de haber llegado
a 3 metros por debajo del estrato de arcilla más profundo que se hubiese
do dentro de la profundidad Das. Este dimit es de regla,
cualquiera sea el tipo de fundación que indiquen como adecuada los estratos
superiores de suelo, es decir, tanto para fundaciones directas sobre zapatas,
plateas, o indirectas sobre pilotes, etcétera.
El ejemplo que sigue ilustra sobre las posibles consecuencias cuando
la exploración del suelo no se ciñe al procedimiento recomendado. Tratábase
de la construcción de un grupo de edificios en una playa aluvional a orillas
del mar. Ninguno de los edificios tenía un ancho superior a los 12 metros.
El subsuelo fue explorado con perforaciones hasta una profundidad de 27
metros, hasta cuya cota el perfil constaba de una transición gradual de limo
blando en la superficie a arena de densidad variable a una profundidad
de más de 20 metros. Debido a la alta compresibilidad de los estratos supe-
riores, se decidió apoyar los edificios en pilotes de 21 a 27 metros de longi-
tud. Para gran sorpresa de los ingenieros a cargo de la obra, los edificios
empezaron a sufrir asentamientos durante la construcción y en el curso de
tres años dichos asentamientos habían sobrepasado los 60 centímetros. Las
investigaciones del subsuelo, realizadas como consecuencia de estos fenó-
menos, demostraron que los mismos se debían a la consolidación de una capa
de arcilla blanda de 9 metros de espesor situada a una profundidad de 35
metros por debajo de la cota del patio de los edificios.
Cuando dentro de la profundidad Da, se encuentra el lecho rocoso,
debe determinarse, por lo menos en forma aproximada, la topografía de la
superficie del mismo por medio de perforaciones o auscultaciones, pues las
depresiones de la roca pueden estar ocupadas por sedimentos muy com-
presibles que aparecen solo con las perforaciones más profundas. La omi-
sión de esta ión ha sido, 23 causa de á
importantes.
Los resultados de las perforaci 1 ias y de las 1
deben condensarse en un informe que contenga todos los datos reunidos
relativos a la geología del lugar, una lista de las propiedades índice de todas
las muestras obtenidas con la cuchara normal, y un registro de los resultados
de los ensayos normales de penetración. Con este informe podrá entonces
decidirse si son necesarias o no investigaciones suplementarias para deter-
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 337

minar: la densidad relativa y la permeabilidad de estratos de arena, o la


resistencia al corte y la compresibilidad de capas de arcilla *.
Densidad relativa de estratos de arena
La densidad relativa de los estratos de arena ejerce una influencia deci-
siva sobre el ángulo de fricción interna de la misma (artículo 17), sobre su
capacidad de carga (artículo 33), y sobre el asentamiento de zapatas que
descansan en dicho material. Si una arena sumergida es muy suelta, un
choque brusco puede trasformar el material en una suspensión con
propiedades de un líquido viscoso (artículo 17). En estado denso, la misma
arena es insensible a los choques y perfectamente adecuada como base de
las estructuras más pesadas. Por ello, la densidad relativa de una arena
es mucho más importante que cualquiera de sus otras propiedades, excepto
posiblemente su permeabilidad.
Tabla 45.1
Densidad relativa de arenas de acuerdo con los resultados de los
ensayos normales de penetración
NP? de golpes N' Densidad relativa
04 Muy suelta
4-10 Suelta
10-30 Medianamente densa
30-50 Densa
mayor de 50 Muy densa

Siempre que se realizan perforaciones exploratorias, pueden obtenerse


datos con respecto a la densidad relativa de estratos de arena efectuando
ensayos normales de penetración (página 300), toda vez que se toma una
muestra con la cuchara correspondiente. Dada la extraordinaria importancia
de la densidad relativa, el ensayo normal de penetración debiera conside-
rarse como una parte esencial de las operaciones de sondeo. La tabla 45.1
da relaciones aproximadas entre el número de golpes N y la densidad
relativa **.
* Como se indica en la nota del traductor de pág. 328 utilizando una cuchara
mejorada en lugar de la partida, durante la ejecución de las perforaciones exploratorias
se pueden extraer sin mayor costo muestras de suelos de consistencia blanda, media,
compacta y muy compacta suficientemente inalteradas, útiles para determinar valores
razonables de la resistencia al corte de los suelos cohesivos. Se mejora así notablemente
la información que se obtiene con las citadas -perforaciones y evita la necesidad de realizar
otras adicionales en la gran mayoría de los casos. (N. del T.)
+2 Utilizando el zapato N? 4 del sacatestigos que ilustra la notá del traductor de
pág. 300 y la misma técnica de hinca, la resistencia a penetración N' que se obtiene en
arenas es prácticamente igual a la resistencia a penetración N que resulta con la cuchara
partida. Extensas comparaciones han indicado que N'= 1,25 N. Véase
Vé Moretto, O.
Discussion on The Standard Penetration Test. Proc. IV Congreso Panam. de Mec. de Suelos
e Ing. de Fund, Puerto Rico, 1971, (N, del T.)
338 EXPLORACIÓN DEL SUELO

La correspondencia entre el número de golpes y densidad relativa de


la tabla 45.1, debe usarse con cautela y solamente en los casos en que los
ensayos de penetración se han realizado de una manera escrupulosa. Por
ejemplo, si la arena está situada debajo del nivel freático y un perforador
inexperto permite que el nivel del agua dentro de la perforación descienda
por debajo del nivel piezométrico existente en la arena donde se realiza
el ensayo, ésta puede tornarse fluida y pasar a un estado suelto, con lo cual se
obtendría para N un valor demasiado bajo. El simple retiro de las herra-
mientas de perforación a una velocidad demasiado rápida, que no permita
que el agua aportada por el suelo remplace el volumen de las barras de
perforación retiradas, puede causar este descenso del nivel del agua. Por
otro lado, la existencia de cantos rodados o piedras bochas de un tamaño
mayor que el diámetro del sacatestigos puede conducir a valores excesi-
vos de N.
En una arena fina o en una arena limosa con una densidad relativa
moderada a alta y un tamaño efectivo comprendido entre 0,1 y 0,05 mm,
el número de golpes puede tornarse exageradamente grande debido a la
tendencia que tales materiales tienen a la dilatancia durante la rotura por
corte bajo condiciones no drenadas (artículo 15). Por ello, en estos casos
los ensayos normales de penetración deben ser contrastados con procedi-
mientos más seguros o, de lo contrario, los resultados ser interpretados de
manera más conservadora.
En trabajos importantes, la información concerniente a la densidad rela-
tiva de la arena, obtenida de los ensayos de penetración normales, debe ser
letad: ¡ltaci Dichas i i regis-
tros continuos, como los indicados en las figuras 44.12 y 44.16, de las varia-
ciones de la resistencia a penetración con la profundidad. Sin embargo, en
arena, la resistencia a penetración de un penetrómetro, o la energía nece-
saria para producir una penetración dada, depende no solo de la densidad
relativa sino que también de las dimensiones de la punta y del vástago
de prolongación, así como en cierto grado de la forma de los granos
y de la granulometría. Por ello, todo método nuevo de auscultación, así
como todo nuevo uso de un método dado en una localidad inexplorada,
requiere la realización de una serie de ensayos de calibración que propor-
cionen datos que permitan interpretar los resultados.
Puede efectuarse una calibración aproximada haciendo una auscultación
al lado de una perforación donde se hayan realizado ensayos de penetración
normales. Mucho más engorrosa, aunque también mucho más exacta, es la
ejecución de una serie de ensayos de carga a distintas profundidades, ejecu-
tados en una excavación a cielo abierto cercana al punto donde se ha reali-
zado una auscultación. Los ensayos se efectúan sobre placas de 30 X 30 cm
que descansan sobre la superficie horizontal de la arena, sin colocar sobre-
carga alguna hasta una distancia de por lo menos 90 centímetros a contar
desde el borde de la placa. La figura 45.3a muestra la relación entre la
carga unitaria y el asentamiento para ensayos realizados en distintas arenas.
Las curvas 1 y 2 fueron obtenidas de ensayos en arenas muy densas, la
curva 4 en arena de densidad mediana y la curva 5 en arena suelta. La
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 339

capacidad de carga aumenta rápidamente con la densidad relativa, y el


asentamiento bajo una carga dada disminuye en la misma forma. La figura
45.3a muestra que, de acuerdo con la experiencia en el'terreno y en discor-
dancia con la opinión generalizada, el tamaño del grano no tiene influencia
sobre la densidad relativa y la capacidad de carga de una arena.
La parte derecha de la figura 44.16 muestra los resultados de ensayos
de carga efectuados con el propósito de calibrar el penetrómetro a inyección
de la figura 44.13d. El procedimiento utilizado en estos ensayos fue des-
cripto en la página 318.
Con los resultados de ensayos de carga normales, como los indicados
en la figura 45.3a, puede determinarse la densidad relativa utilizando el
diagrama de la figura 45.3b. Para este propósito las curvas obtenidas de
los ensayos de calibración son comparadas con las de dicho diagrama tipo.
Como cada curva obtenida corresponde a una resistencia de penetración
dada, según cuál sea su posición con respecto a las zonas delimitadas en
dicha figura, se tendrá la respectiva densidad relativa en función de la
resistencia a penetración.
Un ensayo de carga normal puede, no obstante, conducir a resultados
engañosos si la arena que se ensaya es fina o muy fina y contiene una canti-
dad de humedad apreciable. Debido a la aparente cohesión provocada por
las fuerzas capilares (artículo 20), la arena puede aparecer como más resis-
Asentamientoa en cm.

02 4$
Presión en Ka/emt presión en Hajem*

Fig. 45.3. (a) Reación entre presión unitaria y asentamiento de un plato de


carga de 30 x 30 em que descansa en la superficie mo confinada de una espa
le arena. La curva 1 representa una arena fin: ja, densa, en un ensayo efectuado
dentro de un cajón de fundación a 7,80 neto a del fondo de un río; la curva
presenta una arena muy fina, muy densa, ensayada en una excavación a cielo
au 7,80 metros debajo de la superficie, en Lynn, Mass.; la curva 3 representa
una arena húmeda de densidad media, compactada 2 mano apisonando por capas:
la curva 4 representa una arena medianamente densa ensayada en el fondo de un
pozo de 9 metros de profundidad en la calle Houston, de Nueva York (el área som-
breada indica la zona ocupada por las curvas obtenidas en este pozo entre 6,00 y
18,00 metros de profundidad); la curva 5 representa una arena, suelta, gruesa,
limpia y muy áspera, ensayada en el fondo de una excavación a ciclo abierto, cerca
de Muskezom, Mich.; (5) gráfico para determinar la densidad relativa en, función
le los resultadosde ensayos normales de carga sobre platos de 30 x 30 cm.
340 EXPLORACIÓN DEL SUELO

tente y menos compresible de lo que sería el mismo material sin la presencia


del efecto causado por la humedad. La influencia de la cohesión aparente
decrece rápidamente a medida que aumenta el ancho del área cargada, pero
puede ser demasiado grande para ser ignorada si el área de ensayo solo
alcanza a un cuadrado de 30 cm de lado.
Se pueden obtener datos aún más exactos respecto de la densidad
relativa de arenas, efectuando ensayos de laboratorio sobre muestras inal-
teradas cortadas a mano de pozos excavados o extraídas de perforaciones
con uno de los métodos descritos en el artículo 44. Todas las perforaciones
de donde se extraen las muestras se ejecutan cerca de los puntos en que
i se habían efe d Jtaci. Correlaci. do los resul-
tados de los ensayos con las correspondientes resistencias a penetración, se
obtienen datos para la interpretación correcta de los resultados arrojados
por todas las otras auscultaciones. Sin embargo, son muy raros los-casos-en
que tales refinamientos se hallan justificados.
Permeabilidad de los estratos de arena
El conocimiento de la permeabilidad de los estratos de arena puede
tener como causa cualquiera de los dos propósitos siguientes: calcular la
cantidad de agua que filtra hacia una excavación con dimensiones dadas
cuando la napa está a una altura también dada, o bien determinar hasta
qué profundidad debe llevarse la pantalla de pie de un dique de embalse,
situado sobre una fundación permeable, para reducir las pérdidas por filtra-
ción a un valor menor del especificado como admisible.
Para calcular la filtración hacia una excavación a cielo abierto, la forma
más conveniente de obtener los datos respectivos estriba en la ejecución
de ensayos de bombeo (artículo 44). Los resultados de los ensayos permiten
calcular el coeficiente de permeabilidad medio del subsuelo en la dirección
horizontal. Una vez conocido dicho coeficiente, todos los problemas relati-
vos a la filtración hacia la excavación pueden resolverse con las leyes de la
hidráulica. Si la obra demanda la depresión de la napa por medio de pozos
filtrantes (artículo 47), se puede proyectar el sistema de pozos y calcular
la capacidad de las bombas que se requerirán: para mantener durante la
construcción el nivel de la napa por debajo del fondo de la excavación.
Para resolver problemas relacionados con pantallas impermeables y, en
general, con las filtraciones en obras de embalse, es necesario determinar
no solo la permeabilidad media del subsuelo sino que también las variaciones
más importantes en la permeabilidad del estrato de arena situado por debajo
y en los alrededores de la estructura del embalse. Esta determinación se
Puede realizar solo con la ejecución de ensayos de permeabilidad sobre una
serie bastante continua de muestras, obtenidas de un número considerable
de perforaciones.
Pero los depósitos naturales no son nunca homogéneos y el agua circula
a través de los mismos a lo largo de líneas más o menos tortuosas, siguiendo
aquellos lentes y capas compuestas de los constituyentes más gruesos.
Además, la permeabilidad en la dirección vertical es usualmente mucho
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 341

Fig. 45.4. Capitas de limo en arena mediana uniforme. La presencia de estas


capitas no podría descubrirse con perforaciones ordinarias, mas reducen la permea-
bilidad en sentido vertical de los estratos de arena a una pequeña fracción de la
permeabilidad horizontal.

menor que la en sentido hori 1. Por ello,


sean las investigaciones de laboratorio que se realicen, no se puede esperar
que éstas provean otra cosa que un orden de magnitud de la permeabilidad
del depósito, aun cuando los ensayos se practiquen provocando el escurri-
miento del agua en forma separada en sentido horizontal y vertical a través
de muestras inalteradas. Como los testigos nunca son continuos, una delgada
capa de limo situada entre dos muestras adyacentes de arena puede ejercer
una influencia radical sobre la relación entre la permeabilidad horizontal
y la vertical. La presencia de tales capas delgadas no es un hecho excep-
cional, como lo muestra la figura 45.4.
Por las razones expuestas, el uso de muestras inalteradas para realizar
ensayos de permeabilidad apenas si se justifica. Se pueden obtener resul-
tados que no son menos fehacientes ensayando muestras recuperadas por
medio de sacamuestras equipados con retén (fig. 44.24), o bien por medio
de un balde rascador (fig. 44.2f). Los componentes de estas muestras deben
ser cuidadosamente mezclados antes del ensayo. Después de haber realizado
15 ó 20 ensayos de permeabilidad sobre muestras de un estrato dado se
puede estimar el coeficiente de permeabilidad de los otros estratos' en base
a su textura y apariencia general. Estas estimaciones y resultados de ensayos
se deben ajustar para tener en cuenta la diferencia entre la densidad rela-
iva del material amasado y del material en el lugar. La relación entre la
342 EXPLORACIÓN DEL SUELO

permeabilidad en sentido vertical y la permeabilidad en sentido horizontal


se puede juzgar sobre la base de las ecuaciones 11.10 y 11.11.
Raramente se justifican, desde el punto de vista económico, investiga-
ciones elaboradas de este tipo. La determinación de la permeabilidad en
depósitos naturales por debajo del nivel freático por ensayos de permeabili-
dad in situ es siempre mucho más fehaciente que la obtenida por medio de
ensayos de laboratorio.
Se han desarrollado procedimientos para evaluar la permeabilidad de
estratos de arena situados por encima del nivel freático partiendo de la
cantidad de agua que penetra dentro del suelo a través del tramo de perfo-
ración que se extiende por debajo de la camisa. Los resultados mo consti-
tuyen más que crudas estimaciones y pueden resultar muy poco fehacientes
debido a que la forma de escurrimiento del agua dentro del suelo permanece
desconocida y a que la formación de una película filtrante en la superficie
de entrada difícilmente puede evitarse. El procedimiento (Zangar, 1953)
es similar al descripto para los ensayos de permeabilidad realizados en perfo-
raciones por debajo del nivel freático.

Resistencia al corte de arcillas saturadas


Cuando en una obra en la que existen suelos arcillosos se debe investigar
la estabilidad de los taludes, calcular el empuje que han de resistir los reves-
timientos de excavaciones a cielo abierto, o bien calcular la capacidad máxima
de carga de zapatas o plateas, es necesario siempre determinar la resistencia
de las arcillas. Cuando el contenido de humedad de la arcilla no cambia
en forma significativa durante el período en que los taludes van a permane-
cer descubiertos, o bien durante la vida de las entibaciones de excavaciones
a cielo abierto, o si el coeficiente de seguridad de la zapata de fundación
es mínimo antes que dicho contenido de humedad pueda disminuir como
consecuencia de la carga que el suelo soporta, para arcillas saturadas es de
aplicación la condición $ = 0 (artículo 18). La resistencia al corte no
drenada expresada en base de tensiones totales es entonces igual a un medio
de la resistencia a la compresión simple q, de muestras inalteradas de
arcilla o bien a la mitad de la diferencia de tensiones p, — pa = 2 Cu
obtenida de ensayos triaxiales. La resistencia al corte también puede deter-
minarse en forma directa por medio de la veleta (fig. 44.17) o bien de la
veleta manual torque (fig. 18.3). Teniendo en cuenta que muchos de los
problemas prácticos de importancia fundamental caben dentro de la cate-
goría p = 0, los medios para evaluar la resistencia al corte no drenada de
suelos arcillosos saturados merece especial. consideración.
Cuando se ejecutan perforaciones exploratorias es posible estimar grose-
ramente la resistencia al corte de la arcilla por medio de los ensayos de
penetración. La tabla 45.2 muestra la relación aproximada entre número
de golpes para 30 cm de penetración del sacamuestras y la resistencia a
compresión simple q, de las arcillas saturadas. Sin embargo, para un número
de golpes dados N, la dispersión con respecto al término medio de los valores
correspondientes de q, puede ser muy grande. Por ello, como control, siem-
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 343

pre deben realizarse ensayos de compresión simple con las muestras obteni-
das con la cuchara partida. Los otros ensayos de rutina a realizar con las
muestras mencionadas, indicados en la tabla 9.1, son también obligatorios,
pues sus resultados se necesitan para correlacionar el material con otros
similares encontrados en obras anteriores. Los valores de q. o los de Cy
determinados con las muestras obtenidas con la cuchara partida son gene-
ralmente mucho menores que los reales, pues dichas muestras se hallan
apreciablemente alteradas *.
Tabla 45.2
Relación entre consistencia de arcillas saturadas, número de golpes N de la cuchara
partida y resistencia a la compresión sim

qu en kg/cm
Consisten"
de Mediana-
cas Muy
blanda Blanda mentepot corm Compacta MYpacta9% ppra

No: <2 2-4 48 8-15 1530 >90


q ps <025 025050 030-100 100-200 200400 3400

Las investigaciones suplementarias que se necesitan en obras importan-


tes dependen de las características del perfil del suelo. Si el perfil del suelo
es simple y regular, es comúnmente posible llegar a determinar la resistencia
al corte medio del estrato de arcilla, utilizando los resultados de ensayos
de laboratorio. Las muestras se obtienen por medio de tubos sacamuestras
de pared delgada (artículo 44), que permiten sacar muestras continuas, una
detrás de otra. Para que los valores medios de los resultados de los ensayos
tengan suficiente exactitud, la distancia entre perforaciones no debe exceder
* Se obvia en a parte este inconveniente sustituyendo en las opel explo-
ratorias la cuchara partida por otra mejorada, que tenga índices de área mucho menores,
PEN con la opacidad del suelo a muestrear (véase nota del traductorpS pág. 337)
(N. del LT.
+* Como se advierte en el artículo 18, el ensayo de compresión simple es solo
estrictamente aplicable a las arcillas normalmente consolidadas o poco preconsolidadas. Por
ello, lo que en la tabla 45.2 se denomina resistencia a la compresión simple, para mate-
riales de consistencia compacta o mayor, debe entenderse, en general, como el doble de la
cohesión cu no drenada, obtenida por medio de ensayos triaxiales. Se hace notar, además,
que la relación entre número de pes Ny resistencia ha sido deducida como una corre-
lación estadística, a muy amplia dispersión, como lo destacan los autores, cerdo
marinas sal das de origen preponderantemente glaciar. Por ello, su extensión sin
control a otros tiposE arcillas saturadasy no saturadas suele resultar altamente cuestio-
nable. De cualquier manera, la relación ess nino múmerode olpes y reisienca no puede
tomarse sino como una primera aproximación Érdenes de idea, pero pre-
cisamente por ello sujeta a grandes errores emesgentes la
de amplia dispersión mencionada
y de los efectos que muchos factores incontrolables pueden tener sobreel valor de N medido
en el terreno (N. delT.).
344 EXPLORACIÓN DEL SUELO

de 30 metros. Cuando se sabe con anterioridad que el perfil del suelo es


bastante uniforme y que será necesario extraer muestras en tubos de pared
delgada, se toman las muestras continuas de los estratos de arcilla mientras
se realizan las perforaciones exploratorias. La cuchara partida se utiliza
solo en los. otros estratos*.
Las muestras se envían al laboratorio en tubos sellados, comúnmente
de 0,75 a 1 m de largo y, de preferencia, todas las muestras de arcilla de un
pozo dado debieran ser ensayadas siguiendo el orden, de arriba hacia abajo,
en que las mismas se suceden en la perforación.
Cada muestra se extrae del tubo por medio de un ajustado extractor a
pistón, desplazándola de modo que continúe moviéndose con respecto al
tubo en la misma dirección en que entró en éste. Si la fricción lateral causa
una alteración exagerada o excesiva durante la extracción, el tubo se corta
en secciones de 15 cm de largo por medio de una sierra para metales, mien-
tras el suelo se corta con una sierra de alambre y la extracción se hace indi-
vidualmente para cada sección.
Para los ensayos de rutina cada muestra se corta en secciones con longitu-
des iguales a 3 veces su diámetro, es decir, las muestras de 5 cm de diámetro
se cortan en longitudes de aproximadamente 15 cm de largo. Si la primera
probeta extraída de la parte superior del estrato de arcilla aparece como
relativamente inalterada, se ensaya a la compresión simple o la compresión
triaxial no drenada, primero, en su estado natural, y luego, una vez amasada
completamente a contenido de humedad constante. La relación entre los dos
valores da una medida de la sensibilidad de arcilla (artículo 8). Después
la probeta se divide longitudinalmente en dos partes; una parte se utiliza
para determinar el contenido de humedad y la otra se guarda en un frasco
de vidrio con tapa hermética. Si las probetas que siguen son de la misma
arcilla, con una consistencia similar, no se ensayan; su resistencia puede
determinarse por estimación. Pero toda vez que una probeta difiere percep-
tiblemente en consistencia, color o apariencia general de la probeta que le
precede, se repiten con la misma los ensayos descriptos. El cambio de con-
sistencia se revela por un cambio perceptible en la resistencia de la arcilla
a la presión de los dedos, Las probetas superiores de cada tubo pueden
estar mucho más alteradas que las otras; en este caso, los ensayos de com-
presión deben realizarse sobre una de las probetas menos alteradas.
La segunda probeta de cada tubo se parte longitudinalmente en dos.
Una mitad entera se utiliza para determinar el contenido de humedad, y la
otra se coloca en una atmósfera bastante húmeda con la superficie plana
hacia arriba para que se seque lentamente. Hay un estado intermedio de
desecación en que los detalles de estratificación se hacen claramente visi-
bles. Llegado a dicho estado, deben anotarse las características de la estra-
tificación indicando el color y el espesor aproximado de cada capa individual,
el grado de perfección de la estratificación y otros detalles visibles. Las
anotaciones se utilizan luego para preparar una descripción general de las
* Véase nota del traductor de pág. 343 (N. del T.)
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 345

características de estratificación de la arcilla. Toda vez que resulte posible,


se fotografían algunas probetas típicas.
Las probetas siguientes, de 15 cm de largo, se utilizan también sola-
mente para determinar su contenido de humedad y para la inspección visual.
Si el experimentador examina 5 ó 6 probetas de esta manera sin notar un

Contenido de humedad
Y Sensibilidad St
? profundidad
A.=. 25 50 20 40
Areno ygrovo
3 Limo-areno-arcilloso
grisozulado

6
Arcilla limosa gris
azulado, concapes
a de limo yarenafína

n
Arcilla limoso sensitiva
gris azulado, concopas
15 delimo yoreno fina

Arcilla limoso gris


exzuleda, con vestigios

y
Contenido
de humedad
notura! a
Resistencio o/ corte
FRA enkglem*
Límite plástico Límite líguido
la resistencia, de los límites
Fig 45.5. Resultados de un relevamiento detallado de suelo
de Atterberg y del contenido natural de humedad delcausados de una perforación en
arci'la efectuada con motivo de los deslizamientos por el terremoto del
Viernes Santo ocurrido en Anchorage, Alaska (según Shannon y Wilson, 1964).
346 EXPLORACIÓN DEL SUELO
Conlenido de humedad%

jy
0

]¿
a
/w

¿
y

4
—— Limile liguioo
Fig. 45.6. Diagrar dicador de las variaciones que, dentro de un espesor de
30 centímetros arcilla blanda glaciar, sufren las propiedades índice.

cambio evidente, ensaya la próxima probeta a la compresión, tanto en estado


natural como después de amasada, y determina su contenido de humedad.
Se sigue este procedimiento hasta encontrar una probeta que difiere mate-
rialmente de las que le anteceden, probeta que es sometida a los mismos
ensayos que la primera de la serie, con lo cual se reanuda la rutina del
procedimiento,
Si se desea un registro más detallado de la consistencia, cada una de
las secciones de 15 cm de largo, mencionadas en el párrafo precedente, se
secciona longitudinalmente en dos mitades y sobre cada una de ellas se
realizan uno o dos ensayos con una veleta torque manual de pequeño diá-
metro, aplicándola a la superficie seccionada de una de dichas mitades. La
otra mitad se usa para determinaciones de contenido de humedad, estudios
de estratificación y otros ensayos apropiados. La figura 45.5 muestra los
resultados de un análisis detallado de este tipo realizado sobre muestras de
arcillas arenosas sensitivas altamente estratificadas, involucradas en una serie
de deslizamientos causados por un importante terremoto (Shannon y Wilson,
1964). Los valores de la sensibilidad se calcularon sobre la base de los ensa-
yos realizados con una veleta miniatura sobre porciones completamente
amasadas de las muestras, en correspondencia con los lugares donde se'*
realizaron los ensayos de la veleta torque.
Después de haber ensayado en la forma descripta las muestras de una
perforación, se determinan los límites de Atterberg sobre trozos represen-
tativos de aquellas probetas que fueron sometidas a ensayos de compresión.
Los resultados de los ensayos se representan en diagramas como los indicados
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 347

en la figura 45.5, diagramas que deben ir acompañados de una breve des-


cripción de las características de estratificación de la arcilla (no incluida en
la figura).
Cuando el estudio se hace con el propósito de poder calcular el coefi-
ciente de seguridad de taludes o de terraplenes con respecto a su rotura
por deslizamiento, el conocimiento de los detalles de estratificación es por
lo menos tan importante como el conocimiento de la resistencia de la arcilla,
debido a que la mayor parte de la superficie potencial de deslizamiento
puede hallarse situada dentro de una o varias capitas o láminas de arena
fina o limo grueso y no en la arcilla. En tales casos debe prepararse una
descripción detallada y bien ilustrada de las características de estratificación.
Deben, además, separarse algunas muestras típicas de las capas estratificadas
para ser investigadas con más detalle, investigación que consiste en la deter-
minación del contenido natural de humedad y de los límites de Atterberg
de cada una de las capas que componen la muestra. La figura 45.6 muestra
los resultados de una investigación de este tipo.
En todos los casos debe tratarse, dentro de lo posible, de determinar
el grado de alteración de las muestras en tubo ensayadas, siguiendo para
ello el procedimiento indicado en el artículo 44.

Perforación 70 Cola 14,50

fumero ale
para hincar J0cm Simple
el penelrómelro A pesoseco Y enflgjemt “)
(1 o:Limite plástico; «Limite líquido
(22 e-Valores medidos ; o-Valores estimados
Fig. 45.7. Diagrama que representa el registro de una perforación, de una
auscultación, y los resultados de los ensayos de suelo sobre muestras extraídas de
una perforación en un depósito costanero compuesto.
348 EXPLORACIÓN DEL SUELO

$ /)
Gua me pesistencias o o comaresión
Votores en A/em:
* mu200000 0% DTD 08016
e (xuy240 0.
298 UU Mayorcelo

Fig. 45.8. Diagrama que muestra las variaciones en resistencia a la compresión


simple de un estrato algo errático de arilla glaciar, en Chicago. (Según Terzaghl,
434).

Todos los estudios que se acaban de describir tienen aplicación en el


caso de estratos de arcilla bastante homogéneos. Si los estratos presentes
en el subsuelo tienen espesor y consistencia variables, el método de inves-
tigación debe ser modificado. En lugar de concentrar la atención en el
ensayo de los suelos, el ingeniero debe esforzarse en investigar la topografía
de los límites superiores e inferiores de las capas de arcillay localizar las
partes más duras y más blandas de las mismas. El método Za expeditivo
para obtener dicha oración: consiste en realizar un número grande de
Después de
reunir y estudiar los resultados de estas investigaciones, se ejecutan dos o
tres perforaciones, de las cuales se toman muestras en tubos, perforaciones
que deben situarse en los mejores y en los peores puntos de la zona en
estudio. En las masas de suelo situadas entre estratos de arcilla, se sacan
muestras con la cuchara partida y se ejecutan ensayos de penetración, y
en la arcilla, se obtienen muestras continuas en tubos. La figura 45.7 repre-
senta una perforación de este tipo, que fue ejecutada en un depósito costa-
nero compuesto situado sobre uno de los taludes de un valle anegado. Hacia
la izquierda se muestra un resumen de las anotaciones del perforador. El
primer diagrama indica las resistencias a penetración obtenidas de una
auscultación hecha a corta distancia de la perforación, mientras que los
otros dos contienen los resultados de los ensayos de laboratorio.
La figura 45.8 representa los resultados de una investigación sobre la
resistencia a la compresión simple de un depósito de arcilla glaciar de carac-
terísticas intermedias entre poco homogéneo y errático. La obra exigía una
información general con respecto a la resistencia a la compresión de la arci-
ART. ÁS PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 349

sus variaciones en sentido verticaly horizontal, pero los estratos


dados no eran suficientemente hrinogineos como para justificar la
asignación de valores medios fijos para sus propiedades físicas. Para satisfa-
cer aquellas exigencias, se efectuaron cada 60 metros perforaciones para
extraer muestras en tubos, las que fueron sometidas a los mismos ensayos
que se ejecutan con las muestras continuas extraídas de estratos homogéneos.
La excavación del túnel, pues tal era la obra en cuestión, demostró luego
que los perfiles indicaban bien las características generales de los estratos
de arcilla que se perforaban en cada sección. Como era de esperar, entre
perforaciones, la dispersión en las propiedades de la arcilla con respecto al
término medio era muy importante, hecho que exigió una vigilancia conti-
nua durante la construcción, pero una investigación más detallada del sub-
suelo hubiera sido impracticable y, además, antieconómica (Terzaghi, 1943a).

Compresibilidad de los estratos de arcilla saturada


La compresibilidad de los estratos de arcilla interesa como propiedad
rque es la causante de los asentamientos progresivos y, además, porque
de ella depende la rapidez del aumento paulatino de resistencia al corte
que se origina cuando el estrato es sometido a una sobrecarga. ranas
sean las consecuencias prácticas de la compresibilidad, solo puede hacerse
una previsión ecuada: de sus efectos cuando los estratos de arcilla son
continuos y bastante homogéneos.
Si el subsuelo contiene un estrato eontinuo de arcilla bastante homo-
génea, el asentamiento que sufre la superficie bajo la acción de cualesquiera
cargas es en todo punto aproximadamente proporcional a la presión media
que las cargas producen en la arcilla en dicho punto. La intensidad y distri-
bución de presiones en la arcilla puede calcularse con los métodos descriptos
en el artículo 40, A su vez con estos resultados y los obtenidos de los ensayos
del suelo, pueden calcularse los asentamientos que originarán las cargas y
construir las curvas de igual asentamiento.
En obras de menor importancia, con fundaciones situadas por encima de
estratos homogéneos de arcilla saturada, no se requieren otras investigaciones
del suelo que las que son de rutina con la cuchara partida u otro sacamuestras
común, que en caso de arcilla incluyen la determinación del límite líquido y
el límite plástico. La ecuación 13.11 properciona k relación estadística entre
dicho límite y el índice de compresión C, de modo que, para arcillas nor-
normal, puede 1 el asenta-
miento utilizando el valor de C, derivado de dicha ecuación, que en estos
casos es suficientemente correcta para propósitos prácticos. Sin embargo,
si la arcilla es extrasensitiva, el valor correcto de C, es casi seguroSula
mayor que el calculado, salvo que fuese preconsolidada, en cuyo caso es
considerablemente menor. La sensibilidad viene indicada por el efecto que
el amasado tiene sobre la resistencia a la compresión de las muestras de la
cuchara partida, La existencia de una preconsolidación puede ser común-
mente deducida de las características geológicas del lugar de la obra.
En obras importantes, donde se requiera una previsión más exacta de
350 EXPLORACIÓN DEL SUELO

los asentamientos, se necesitan estudios adicionales, los que consisten antes


que nada en la obtención de muestras en tubos de pared delgada, extraídas
de perforaciones espaciadas no más de 30 metros entre sí. Las muestras
continuas obtenidas de tales perforaciones son sometidas a los mismos ensa-
yos que fueron prescriptos para determinar la resistencia al corte de estratos
homogéneos de arcilla, con la única diferencia de que, para obtener una
información adecuada sobre la sensibilidad del material, solo se necesita la
ejecución de ensayos de compresión en muestras representativas de una sola
de las perforaciones.
Después de haber representado los perfiles de contenido de humedad
de todas las perforaciones en diagramas similares al de la figura 45.5a, se
elige una perforación representativa. Cerca de dicha perforación se ejecuta
una de gran diámetro para extraer muestras inalteradas con un diámetro
mínimo de 4 pulgadas, que serán luego sometidas a ensayos de consolidación.
Debido a la gran cantidad de tiempo y trabajo que demandan los ensa-
yos de consolidación, no resulta en general posible ensayar más de 10 a 15
muestras sin que se produzca una demora inadmisible en los estudios res-
pectivos. Pero, aun en estratos relativamente homogéneos, las propiedades
de la arcilla suelen variar de punto a punto en una forma considerable. Por
ello, las características de compresibilidad de un material de este tipo solo
pueden determinarse, con un gasto razonable, por medio de las relaciones
estadísticas entre la compresibilidad y las propiedades índice de la arcilla.
De todos los ensayos indicados en la tabla 9.1 como ensayos de rutina
para arcillas, el más económico y conveniente es el de la determinación de
humedad. En efecto, el contenido natural de humedad se halla más ínti-
mamente relacionado con la compresibilidad de las distintas partes de un
estrato de arcilla que cualquier otra de las propiedades índice. Por ello, la
manera más conveniente de determinar la compresibilidad media de un
estrato de arcilla consiste en derivarla de una relación estadística entre
contenido natural de humedad y la compresibilidad de los componentes
del estrato.
El asentamiento originado por la consolidación de una capa de arcilla
normalmente consolidada, con una relación de vacíos promedio eo, depende
solo del índice de compresibilidad C. del material, siempre y cuando las
otras condiciones sean idénticas. La experiencia ha mostrado (Rutledge,
1939) que la relación entre el contenido natural de humedad.y la relación
de compresión C./(1 + es) puede ser aproximadamente representada, en
el caso de tales arcillas, por medio de una ecuación lineal. Para sacar venta-
jas de esta relación, se realizan ensayos de consolidación con varias muestras
de la arcilla y luego se representan los valores de C¿/(1 + €0) en función
del contenido natural de humedad, en la forma en que lo ilustra la figura
45.9. Todos los puntos que representan valores deducidos de ensayos indi-
viduales están situados cerca de una línea recta, siendo la dispersión de
valores experimentales, con respecto al término medio de C./(1 + ep) para
un contenido natural de humedad dado, la indicada por la distancia vertical
entre líneas punteadas.
Una vez, obtenida la relación entre contenido natural de humedad y
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 351

relación de compresión, el próximo paso estriba en hacer uso de dicha rela-


ción para calcular los valores de C¿/(1 + €s) que corresponden al contenido
natural de humedad de todas las muestras en tubos de dos pulgadas (5 cm
de diámetro interno) que se han ensayado, y finalmente determinar el tér-
mino medio de C./(1' + eo) por un procedimiento adecuado, ya sea arit-
mético o geométrico. Dicho valor puede entonces utilizarse directamente
en la ecuación 13.8 para calcular el asentamiento.
Cuando una arcilla es preconsolidada, la ecuación 13.8 no puede utili-
zarse y el método de cálculo de los asentamientos debe adaptarse a las
características de consolidación del material. $
Si la obra requiere el más alto grado de exactitud que puede razona-
blemente alcanzarse, se deben obtener las mejores muestras inalteradas posi-
bles para construir la curva e-log p del terreno en la forma indicada por el
procedimiento ilustrado en la figura 13.10. Sin embargo, por las razones
expuestas en el artículo 13, cualquiera sea el método utilizado, para arcillas
preconsolidadas, es generalmente imposible hacer una previsión razonable-
mente exacta de los asentamientos.
La figura 56.8 ilustra sobre el grado de exactitud que puede alcanzarse
en el cálculo de la distribución de los asentamientos en el área ocupada
por un edificio de planta compleja, aunque simétrica, situado por encima de
un estrato de arcilla bastante homogéneo. La parte izquierda indica la dis-
tribución real de asentamientos y la derecha, los valores calculados, siendo
de destacar la concordancia de forma entre ambos conjuntos de curvas.
Cuando el perfil es errático, no es posible obtener resultados tan buenos,
pues el asentamiento de los edificios no depende en tales casos solo de la
intensidad y distribución de las cargas sino que también de las variaciones
en la compresibilidad del subsuelo. Además, la velocidad con que se produce
el asentamiento depende en cada punto del grado de continuidad de las
capas y bolsones de material no cohesivo presente en el subsuelo, continui-
dad que puede variar de punto a punto, como lo ilustra el caso indicado en
la figura 45.10, Dicha figura representa los resultados de algunas de las
perforaciones, realizadas en un depósito costanero compuesto situado en
la ribera sur del lago Erie, cerca de Cleveland. A pesar de que se ejecu-

Contenido nalural ce humedad % peso seco


Fig. 45.9. Relación estadística entre contenido natural de humedad y la relación
de compresión de muestras de arcilla de una perforación, en Boston, Mass. (Según
R. E. Fadum).
352 EXPLORACIÓN DEL SUELO

3
3
|
¡j>
|
4 -Comoarmiba,
algo más resisiente

!
1
45.10. Depósito errático eostanero en el lago Erie, cerca de Cleveland.

taron más de 100 perforaciones, distanciadas entre sí en no más de 30 metros,


no resultó posible deducir de las mismas si las capas de arcilla eran con-
tinuas O no.
Cuando el perfil del subsuelo es errático, la extracción de muestras
inalteradas y las investigaciones elaboradas del suelo son tareas que se hallan
completamente fuera de lugar. Se pueden obtener datos de un valor práctico
mucho mayor ejecutando un número grande de auscultaciones, completadas
con perfo aci loratorias, pues los resultados de tales investigaci
por lo menos informan al proyectista sobre la situación exacta de los puntos
de la obra donde se hallan las zonas de material más blando y aquellas de
material más resistente. Luego pueden ejecutarse dos o tres perforaciones
para extraer muestras inalteradas en tubos con el objeto de obtener alguna
información sobre los detalles de la estratificación y sobre la sensibilidad
de la atci da en las perforaci yl i ie
máximo se estima en forma aproximada: por medio de la relación estadística
entre el límite líquido y el índice de compresión C.. Cuando se va a estudiar
si una estructura será capaz de soportar el asentamiento previsto, es nece-
sario tener bien en cuenta la distancia entre los puntos más débiles y los
más resistentes del subsuelo. Ahora bien, aun los resultados de una investi-
gación muy elaborada de las propiedades del suelo difícilmente podrían
agregar algo útil a los datos obtenidos con el procedimiento recomendado.

Resumen de los procedimientos a seguir para el reconocimiento


del terreno
Según se deduce del análisis que se acaba de realizar, el reconocimiento
del terreno implica la ejecución de una serie de operaciones, de las cuales
la primera consiste en decidir la profundidad y el espaciamiento de las
perforaciones exploratorias.
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 353

Si la estructura a construir es un edificio, la práctica corriente requiere


la ejecución de una perforación cada 200 metros cuadrados de la superficie
ocupada por el edificio. Por otro lado, si se trata de la construcción de un
muro de sostenimiento o de una excavación a cielo abierto, es usual ejecutar
por lo menos una perforación cada 30 metros de longitud de muro o de
excavación, Sin embargo, todas estas reglas están basadas más en motivos
convencionales que en consideraciones racionales; pues, si el subsuelo es
errático, es común que se puedan obtener datos mucho más útiles, en menos
tiempo y con un costo menor, combinando las perforaciones exploratorias
con auscultaciones.
La profundidad a que deben llevarse las perforaciones exploratorias
depende de si el subsuelo contiene o no capas de arcilla blanda. Si las
condiciones geológicas del lugar, o bien los resultados arrojados por perfo-
raciones previas realizadas en la zona, excluyen esta posibilidad, no se nece-
sita llevar las perforaciones a una profundidad mayor de 5 a 10 metros
por debajo del plano de fundación *. Por otro lado, cuando se sospecha que
el subsuelo puede contener capas de arcilla blanda a una profundidad des-
conocida, solo es dable llegar a una decisión correcta sobre la profundidad
mínima a que deben llevarse las perforaciones por medio de una estimación
de la máxima profundidad hasta la cual la presencia de una capa de arcilla
blanda puede aún ejercer una influencia significativa sobre el comporta-
miento de la estructura a construir.
Las investigaciones a realizar, después de ejecutadas estas perforaciones
y auscultaciones exploratorias, dependen de la importancia de la obra, de
la naturaleza del problema que la misma presenta y de las condiciones del
subsuelo.
En trabajos de rutina, como las fundaciones de edificios o puentes comu-
nes, no se requiere otra investigación que no sea la realización de ensayos
de rutina sobre las muestras extraídas con la cuchara partida u otro saca-
muestras adecuado (véase tabla 9.1). Cuando la obra es muy grande, o
de características poco comunes, puede resultar necesario realizar uno O
varios de los estudios suplementarios descriptos en las páginas anteriores.
Después de haber analizado dichos estudios, el ingeniero debe decidir si las
conclusiones basadas en los datos obtenidos pueden considerarse como
finales o si la incertidumbre que aún queda requiere que se proyecte un
sistema de mediciones para observar el comportamiento del suelo, o de la
obra, durante su construcción, Debido a la importancia de las consecuen-
cias prácticas que pueden derivar de dichas incertidumbres, las mismas son
tratadas en detalle al final de este artículo.
El resumen que se acaba de hacer con respecto a las operaciones a
efectuar durante el reconocimiento del terreno demuestra que raramente el
mismo puede ejecutarse siguiendo procedimientos simples que solo exigen
obedecer en forma consciente a un conjunto de reglas bien establecidas.
* Debe entenderse que las profundidades señaladas son indicativas y válidas cuando
el subsuelo está constituido por arena o suelos de características si s. Caso con-
trario, dependen también del tamaño de la fundación y de la carga. (N. del T.)
354 EXPLORACIÓN DEL SUELO

Por ello, a menos que el ingeniero que las realiza posea un criterio de una
madurez acabada y haya tenido una experiencia práctica variada, puede
malgastarse mucho tiempo y dinero.
En cada una de las operaciones descriptas, un conocimiento cabal de la
geología de las masas sedimentarias no consolidadas es una ventaja de un
valor inestimable, debido a que el conocimiento real derivado de las inves-
tigaciones del terreno se limita siempre a las condiciones del suelo a lo largo
de líneas verticales muy psttados entre sí. Se ha dicho ya en el artículo 43
que los i lación y de las estimaci sobre
las posibles dispersiones do conducir a conclusiones muy erróneas, a
menos que el investigador tenga una concepción suficientemente clara de
lo que podríamos llamar la anatomía del cuerpo de suelo que está estudiando.
El conocimiento de la geología de la región se necesita también para deter-
minar si los estratos de arcilla que presenta el lugar de la obra han estado
alguna vez sujetos a cargas mayores que las que le impone en el presente
la cubierta y, en caso positivo, proporcionar elementos de juicio que sirvan
para estimar la magnitud que alcanzó dicha presión.
Cuanto mayor sea la obra, tanto mayor será la necesidad de suple-
mentar los resultados de las investigaciones del suelo por medio de datos
derivados exclusivamente de fuentes geológicas, pues en obras grandes suele
resultar físicamente imposible —desde el punto de vista práctico— ejecutar
un estudio detallado del suelo.

Discrepancias entre la realidad y las hipótesis basadas en el


reconocimiento del terreno
Los resultados obtenidos del reconocimiento del terreno de cualquier
obra, sea grande o pequeña, son en última instancia condensados en un
conjunto de hipótesis que constituyen las bases del proyecto. Los pasos
que conducen a este resultado final involucran varios procesos de interpo-
lación y correlación basados en relaciones estadísticas, razón por la cual
las hipótesis están siempre, en alguna medida, en desacuerdo con la realidad.
La importancia relativa de estas discrepancias entre hipótesis y realidad es,
como se explica en detalle a continuación, muy distinta según cuál sea el
tipo de hipótesis en consideración.
Las hipótesis relativas al ángulo de fricción interna de suelos arenosos,
a la densidad relativa de arenas y a la compresibilidad media de estratos de
arcilla pertenecen a una misma categoría. Los errores inherentes a estas
hipótesis dependen principalmente del número y de la calidad de los ensa-
yos del terreno que proporcionan los datos básicos. Por ello, dichos errores
pueden considerarse, sin temor, como una consecuencia de un reconoci-
miento inadecuado del terreno, siempre y cuando el perfil del suelo sea
relativamente simple. Sin embargo, no puede demostrarse, con ningún
ensayo, si una arena muy suelta, parcial o totalmente sumergida, tiene o no
las características peligrosas de que se habla en el artículo 17. Por esta
razón, siempre debe suponerse que las arenas sueltas sumergidas pueden
ART. 45 PROGRAMA PARA LA EXPLORACIÓN DEL SUELO 355

llegar a trasformarse en un líquido por efecto de una pequeña provocación,


a menos de que sean compactadas por medios artificiales.
La determinación exacta de los valores medios de los coeficientes de
permeabilidad k, y kr de un estrato cualquiera de suelo, utilizando los
resultados de ensayos, es una operación impracticable, ya que los valores de k;
y Ku dependen de detalles estructurales de los estratos que no pueden ser
detectados por ningún método de exploración del subsuelo. No obstante,
si se elige con buen criterio y se utiliza con inteligencia el método a emplear
en la determinación de la permeabilidad, pueden obtenerse valores límites
bastante correctos casi en cualquier circunstancia. La diferencia entre los
valores límites y el valor medio real no purde ser determinada, pero para
muchos problemas prácticos solo se necesita un conocimiento de los valores
límites.
En este aspecto, el problema más difícil se presenta cuando se trata de
predecir las presiones que se originarán en el agua de los poros de capas
estratificadas de arena, o de estratos de arcilla que contienen delgadas capas
de material más permeable. Debido a que, bajo condiciones hidráulicas
dadas, la intensidad y distribución de las presiones en el agua de los poros
depende, en un grado aún mayor que el coeficiente medio de permeabilidad,
de detalles estructurales imposibles de detectar, los datos que se obtienen
del reconocimiento del subsuelo tienen un valor real muy relativo. Por ello,
si la seguridad, con respecto a rotura de una fundación, o de una masa de
suelo con respecto al deslizamiento, depende de las presiones del agua de
los poros, las hipótesis fundamentales que se efectúan referentes a dicha
presión no deben merecer confianza excesiza cu ninguna circunstancia, cual-
quiera sea el cuidado con que se haya efectuado la exploración del subsuelo.
En casos como éstos, las hipótesis en que se basa el proyecto no deben
ser consideradas más que como hipótesis de trabajo, sujetas a revisión como
consecuencia de los resultados de observaciones efectuadas en la obra du-
rante la construcción. Prácticamente todos los fracasos y roturas de funda-
ciones de diques, y de otras estructuras hidráulicas, pueden ser atribuidos
a un exceso, no justificado, de confianza en hipótesis de alguna naturaleza,
y muchos de ellos podrían haberse evitado con observaciones adecuadas del
comportamiento de la obra durante la construcción.
Si se consideran las pérdidas de vida y de capital que involucra la
rotura de una estructura hidráulica importante, un exceso de confianza en
las hipótesis en que se basa el proyecto original, y la omisión de prever las
observaciones que deben realizarse en la obra para investigar cuáles son
las condiciones reales, debe considerarse, teniendo en cuenta el estado actual
de nuestro conocimiento, como una negligencia imperdonable.
A pesar de que no se puede tener confianza en los valores de la presión
en el agua de los poros determinados por cálculo, nunca debe omitirse dicho
cálculo, pues sus resultados sirven un propósito vital. Constituyen la base
para valorar peligros posibles, para preparar el programa de observaciones
en el terreno, indispensables para descubrir durante la construcción un peli-
gro inminente, y para interpretar los resultados de tales observaciones.
356 EXPLORACIÓN DEL SUELO

Lecturas seleccionadas
las siguientes publicaciones so diseute o se dan ejemplos sobre la relación entro
ctiines geológicas, propiedades ingenierilesy procedimientos empleados para la
ración
Belcher, D, J. 094). “The engineering significance of soil patterns”, Photogrammetric
Engine: N? 2, págs. 115-148,
Lee, C. H. e ola le foundations
in San Francisco”, Proc. ASCE, 79 (Separate
325), 32
Sos G. F. E. “Soil and foundation problems in the southern Piedmont region”,
'roc. ASCE, 80 (Separate 416), 18
Pje, L g54). “Ceoteciical properties of Norwegian marine clays”, Geotechnique,
, NO 2, pás
Peck, h adv O. Reed (1954). “Engineering properties of Chicago subsoils”,
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Terzaghi, K. (1550). Tute of geological factors on the engineering, properties of
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de México, Facultad de Ingeniera, 29>» E 6
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tbution of soils in North America”, ce La Foundation Engineering, G. A.
mards, Mc Graw-Hill, New York,
Lamb, e Llsss ). “The residual soils of Ea “oa Geotechnique, 15, N? 2, págs.

Las poblaciones e se citan a continuación contienen ejemplos de programas


de exploración adaptados a las condiciones del lugar y los requerimientos del proyeto,
Terzaghi, K. (19290). ES studies for the Granville dam at Westfield, Mass.”, Journal
New England Water Works Association, 43, págs. 191-223. Control de permeabi-
lidad de un aluvión glacial en las inmediaciones de la presa. El método (ascensión
capilar) utilizado en esto estudio ha sido superado y remplazado por otros pro-
Peck, = B.
E. 15o), “Samy ampli
pling methods and laboratory tests for Chicago subway soils”,
lings of the Purdue Conference on Soil Mechanics, págs. 140-150. “Investi-
e
a las propiedades físicas de arcillas glaciales algo Erráticas, en correlación
de excavación de túneles.
Browa E. z: Ue ) “Foundation investigation for the Franklin Falls dam”, Journal de
laBoston Society of Civil Engineers28, págs. 120-143, Reproducido en Conti.
to soil ¡reclutas 1941-1953, oso ociety of Civil Engineers, págs. 2-
Peck, xa B. (1953). “Foundation exploration- Denver Coliseum”, Proceedings ASCE, 78,
[Separata 20),pda págs ¿auvestipación 3de arena errática y depósitos de grava y
de le áreas rel
Peck, R. B. (1954). led conditions in the Cuyahoga River valley”, Proceedings
ASCE, 80 e ea, 20o págs.
Teixeira, A. H. (1 conditions and settlement problems in Santos,
Brasil”, ro lings pon peana Conference on Soil Mechanics, México, 1,
l49-1
mt ak pe): a Day lock and dam: foundation investigations”, Proce-
edings ÁSCE, 88, N*'PO4, págs. 29-45. Exploración de unos 8 kilómetros de río
Ppa al Jugar de bicación de la presa, con requerimiento de estudios
geológicos, geofísicos e ingenieriles.
Capítulo 8
EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

ART. 46 MUROS DE SOSTENIMIENTO

Proyecto de muros de sostenimiento


El procedimiento a seguir en el proyecto de muros de sostenimiento
consiste, como en el caso de muchos otros tipos de estructuras, esencialmente
en la repetición sucesiva de dos pasos: (1) la selección tentativa de las
dimensiones de la estructura, y (2) el análisis de la estabilidad de la misma,
frente a las fuerzas que la solicitan. Si el análisis indica que la estructura
no es satisfactoria, se alteran las dimensiones y se efectúa un nuevo análisis.
Para hacer la primera tentativa con respecto a las dimensiones del muro,
el proyectista se guía por su experiencia, o utiliza tablas que proporcionan
la relación entre el ancho de la base y la altura para muros de sostenimiento
comunes. Para efectuar el análisis calcula primero la magnitud de las fuer-
zas que actúan por arriba de la base del muro, incluidos el empuje de la
tierra y el peso propio del muro, y luego investiga la estabilidad del muro
con respecto al volcamiento. Finalmente, calcula si el suelo de fundación
tiene resistencia suficiente como para: (a) impedir que el muro pueda des-
lizarse por el plano de su base, o uno situado por debajo de la misma; (b)
resistir la presión máxima en el borde exterior de la base sin que el muro
llegue a volcar; (c) soportar las fuerzas verticales, incluido el peso del
terraplén, sin asentamiento excesivo, volcamiento, o deslizamiento hacia afue-
ra del muro.
La mecánica de suelos interviene en dos de las operaciones descriptas:
el cálculo del empuje ejercido sobre el muro y el cálculo de la resistencia
del suelo de fundación frente a las fuerzas que actúan sobre el mismo.
Estos dos tópicos se tratan separadamente.

Cálculo del empuje

Introducción. Los métodos teóricos para calcular el empuje fueron pre-


sentados en los artículos 28 y 30. Dichos métodos están basados en las tres
hipótesis siguientes:
(1) El muro puede desplazarse por giro o deslizamiento en una dis-
tancia suficiente como para que se alcance a desarrollar toda la resistencia
al corte del terraplén o relleno.
358 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

(2) La presión del agua en los poros del relleno es despreciable.


3) Las constantes del suelo que aparecen en las fórmulas del empuje
tienen valores definidos y pueden determinarse con exactitud.
El uso de la teoría del empuje de tierras, para calcular la presión ejer-
cida sobre un muro de sostenimiento, se justifica solamente en el caso en
que se satisfacen las tres hipótesis mencionadas. Todo muro de sosteni-
miento que no esté rígidamente soportado en su cresta puede ceder lo sufi-
ciente como para satisfacer la primera condición. Pero para que se satisfaga
la segunda condición, el sistema de drenaje del relleno debe ser proyectado
y construido con el mismo cuidado con que se construye el muro, y para
satisfacer la tercera, el material del relleno o terraplén debe ser seleccionado
y estudiado antes de proyectar el muro. Además, durante la construcción,
dicho material debe ser colocado con mucho cuidado, pues la resistencia al
corte de rellenos que son simplemente volcados en el lugar no puede ser
determinada con suficiente precisión por ningún medio práctico.
Si no se satisfacen las dos últimas condiciones, el muro estará suje-
to a acciones y fuerzas fuera del alcance de las teorías del empuje de tie-
rras. Si el relleno se coloca en estado suelto, o no es drenado en forma
adecuada, sus propiedades cambian con cada estación, y durante el curso
de cada año pasa por estados de saturación parcial o total, alternados con
estados de drenaje o desecación parcial. Todos estos procesos causan cam-
bios cíclicos en el valor del empuje, cambios que no reciben atención alguna
en las teorías clásicas del empuje de tierras. Por ejemplo, mediciones efec-
tuadas con células de presión colocadas en el paramento interior de un
muro de hormigón armado de 10 metros de altura indicaron que en el tér-
mino de un año el empuje varió, con respecto al término medio, en + 30 por
ciento (McNary, 1925).
El valor máximo del empuje ejercido por rellenos o terraplenes sujetos
a cambios cíclicos es mayor que el valor derivado de Coulomb o Rankine.
Con todo, en obras comunes, como ser muros de sostenimiento para fe-
rrocarriles o caminos sería antieconómico e impracticable eliminar las va-
riaciones cíclicas anuales del empuje ajustando su proyecto y corístrucción
a las condiciones que requiere la teoría. Por razones de economía y con-
veniencia dichos muros se proyectan en base a simples reglas semiempí-
ricas para estimar el empuje. En su forma original, estas reglas se dedujeron
del análisis de la estabilidad de muros de sostenimiento construidos que,
salvo raras excepciones, se habían comportado en forma adecuada. Como
al formularlas no se tuvieron en cuenta las causas que pudieron originar el
fracaso, el cálculo siguiendo tales procedimientos raramente conduce al fra-
caso; más bien, en la gran mayoría de los casos los muros tienen una segu-
ridad mucho mayor de la necesaria. El advenimiento de la mecánica de los
suelos ha permitido mejorar las reglas sin por ello perder simplicidad.
Si por el contrario, un muro de sostenimiento constituye la parte más
importante de una obra grande, o si la altura del muro excede de unos 5
metros, suele ser más económico determinar las propiedades del relleno, uti-
ART. 48 MUROS DE SOSTENIMIENTO 359

lizar procedimientos adecuados de construcción que aseguren los requeri-


mientos teóricos necesarios, y calcular el muro para resistir solo el valor
teórico del empuje.
Métodos semiempíricos para estimar el empuje. La mayoría de los
muros de sostenimiento se calculan desde hace muchos años siguiendo mé-
todos empíricos o semiempíricos. El más antiguo, quizás, de estos métodos
consiste en el uso de gráficos o tablas que proporcionan valores adecuados
para la relación entre el ancho de la base y la altura para diversos tipos
de muros y distintas clases de suelos de relleno. El defecto principal de
este método estriba en que la fundación no puede ser estudiada en forma
adecuada, debido a que se desconocen las fuerzas que actúan sobre la misma.
Otro de los procedimientos de uso corriente es el conocido como método
del fluido equivalente, en el cual el muro se calcula para resistir el empuje
de un líquido que se supone ejerce una presión igual a la del suelo. A
pesar de lo extendido que se halla su uso, el concepto del fluido equivalente
no ha conducido a la adopción de valores del peso unitario del fluido equi-
valente que sean aceptables en general. Muchos ingenieros prefieren utili-
zar las ecuaciones teóricas del empuje de suelos no cohesivos, tomando
como ángulos de fricción interna valores que en el pasado han conducido a
proyectos satisfactorios. Existe, empero, una gran diversidad de opiniones
en cuanto a cuáles son los valores apropiados de f que deben utilizarse
en las distintas circunstancias, y además, el uso de este procedimiento para
calcular el empuje de suelos cohesivos no puede justificarse ni aun sobre
una base teórica,
A pesar de sus inconvenientes, cada uno de los métodos empíricos o
semiempíricos representa un aporte valioso de experiencia que, en esencia,
se sintetiza en el método mismo. El conocimiento actual de las pro-
piedades físicas de los suelos nos permite eliminar aquellos valores de las
constantes del suelo o del peso unitario del fluido equivalente inherentes a
las teorías mencionadas y que están evidentemente equivocados. Además,
puede utilizarse el conocimiento de las teorías del empuje de tierras para
tener en cuenta la cohesión, estimar la influencia de la sobrecarga, si existe,
o de una superficie irregular del terraplén o relleno, de modo que los méto-
dos mencionados adquieren un valor práctico que no puede desconocerse.
Todo este bagaje de conocimientos se resume a continuación en la forma
de un procedimiento práctico para el cálculo de muros de sostenimiento.
Al aplicar este procedimiento debe recordarse que todo método aproxi-
mado para calcular el empuje de tierras encierra dos condiciones primor-
diales: está basado en hipótesis más o menos arbitrarias y no puede apli-
carse a todos los casos encontrados en la práctica. Por tanto, las sugerencias
que se hacen a continuación, con respecto a la forma de proyectar muros
de sostenimiento pequeños, deben servir simplemente como fundamento para
poder extrapolar, desde las hipótesis simples estipuladas, a las condiciones
reales presentes en los problemas concretos de una obra.
El primer paso a dar en el proyecto de un muro por medio de un método
empírico estriba en clasificar el material de relleno dentro de uno de los
cinco tipos indicados en la tabla 46.1.
360 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Si el muro debe proyectarse antes de que se conozca el material de


relleno, el cálculo del empuje se basa en las condiciones más desfavorables
relativas al material suelo que ha de utilizarse en la obra, o bien se preparan
varios proyectos alternativos para distintas condiciones posibles. Cada pro-
yecto debe acompañarse de una nota explicativa, clara y simple, que espe-
cifique a cuál de los cinco tipos de suelos indicados en la tabla 46.1 perte-
nece, a fin de que el ingeniero de obra pueda elegir el proyecto adecuado
a las condiciones existentes.
En cuanto a la forma de la superficie del terraplén y al tipo de sobre-
carga que el mismo soporta, los casos que se presentan generalmente en la
práctica pueden dividirse en cuatro categorías:
(a) La superficie del terraplén es plana y no lleva sobrecarga alguna.
(b) La superficie del terraplén forma un plano inclinado que va desde
la cresta del muro hasta cierta altura sobre la cresta, donde se hace horizontal.
(c) La superficie del terraplén es horizontal y lleva una sobrecarga
uniformemente distribuida.
(d) La superficie del terraplén es horizontal y lleva una sobrecarga
lineal uniformemente distribuida, paralela a la cresta del muro.

Tabla 46.1
Tipos de suelos de relleno o terraplén en muros de sostenimiento

Suelo granular grueso, sin contenido de partículas finas (arena limpia o grava).
- Suelo granular grueso de baja permeabilidad, debido a su contenido de pariícu-
las de tamaño de limo.
a

Suelo residual con piedras, arena fina limosa y materiales granulares, con una
cantidad visible de arcilla.
Arcilla blanda o muy blanda, limos orgánicos, arcillas limosas.
ga

Arcilla compacta o medianamente compacta, depositada en trozos o cascotes


y protegida en tal forma que la cantidad de agua que penetra en el espacio
entre trozos durante las lluvias o inundaciones es despreciable, Si esta condi-
ción no se cumple, la arcilla no debe usarse para el relleno o terraplén. Cuanto
más compacta es la arcilla, mayor €s el peligro de una rotura del muro como
consecuencia de la infiltración del agua.

Si la superficie del terraplén es plana (caso a), el empuje puede calcu-


larse utilizando los gráficos de la figura 46.1. En el uso de los gráficos, el
primer paso a tomar consiste en determinar la altura H de la sección vertical
que pasa por el pie del muro y que se extiende desde el mismo hasta la
superficie del terraplén. La componente horizontal del empuje total sobre
dicha sección es igual a 3 k,FR y la componente vertical igual a 5 koH.
Los valores de k, y de k, se hallan indicados en la figura 46.1 para cada
tipo de suelo en función del ángulo $ de inclinación de la superficie del
terraplén. Se supone que el empuje unitario aumenta linealmente con la
ART. 46 MUROS DE SOSTENIMIENTO 361

Los números colocados sobre


dos curvos sereteren ados (ip08
desvelo descriptos en ta Roblale.
Para malerales del (ipoS, .
los cálculos se efectiancon 654 4.
wn volor de lí 20m. menor 0
que el real.
Valores del angulo J8*
Fig. 46.1. Cráfico para determinar el empuje sobre muros que sostienen un
relleno con superficie límite plana.

profundidad a partir del punto a, de modo que el punto de aplicación del


empuje total se halla en el tercio inferior de H. Si el material del relleno o
terraplén está constituido de trozos de arcilla (tipo 5), el valor de H a
utilizar en el cálculo debe reducirse en 1,20 metros y el empuje resultante
se considera actuando a una altura z (H — 1/20 m) por encima de la
base del muro.
Cuando la superficie del terraplén es inclinada con un ángulo $ hasta
llegar a cierta altura y luego se trasforma en horizontal (caso b), los valo-
res de ka y k, pueden obtenerse de las curvas de la figura 46.2. Como antes,
los gráficos dan los valores del empuje sobre una sección vertical ab por el
pie del muro. Se considera que el punto de aplicación de la resultante se
halla en el tercio inferior de H. Con materiales del tipo 5, para calcular el
empuje, se reduce H en 1,20 metros y su punto de aplicación se toma a
3H encima de la base, sin considerar la reducción de altura.
362 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES
Men ly/milm

A
Sn 1/0
Suelo tipo $

22 de 26 08 (0
Valores delo relación (4
Fig. 46.2. Gráfico para determinar el empuje sobre muros que sostienen un
relleno, cuya superficie límite forma un plano inclinado que va desde la cresta
del muro hasta cierta altura sobre la cresta, donde se torna horizontal.

Cuando la superficie del terraplén es horizontal y soporta una carga


uniformemente distribuida g por unidad de área (caso c), el empuje unita-
rio sobre la sección vertical ab se incrementa en forma uniforme en la
cantidad:

p= Cg (46.1)
ART. 46 MUROS DE SOSTENIMIENTO 363

donde C es un coeficiente que depende del tipo de suelo y que viene dado
en la tabla 46.2,
Si la superficie del terraplén soporta una carga lineal q” por unidad de
longitud y paralela a la cresta del muro (caso d), se considera que la carga
sjerce sobre la sección vertical ab una fuerza horizontal:

py = Cg (46.2)
por unidad de longitud de muro. El punto de aplicación d de la fuerza
pe (figura 46.31), se obtiene trazando desde el punto c de aplicación de la
fuerza q” una recta que forme con la horizontal un ángulo de 40”. El punto
d, de intersección de dicha recta con el paramento interno del muro es el
punto de aplicación de p”,. Si el punto d, está situado por debajo de la
muro, la influencia de la carga lineal sobre el empuje puede des-
preciarse; en cambio, si el punto c está situado a la izquierda del plano
vertical ab, la regla continúa siendo válida.
La carga lineal q” produce también una presión vertical sobre el talón
interior del pie del muro (figura 46.3b). Se puede suponer que esta presión p”
se halla uniformemente distribuida sobre la base ef de un triángulo equilá-
tero de vértice c, de modo que tiene por valor:

(46.3)
En el cálculo de la estabilidad del muro se considera solamente aque-
lla parte de p” que actúa directamente sobre el talón del pie del muro.
Los procedimientos descriptos se refieren a muros con fundaciones rela-
tivamente firmes, en cuyo caso la fricción y la adherencia entre muro y
suelo están dirigidas hacia abajo, son estabilizantes y tienden a reducir el
empuje. Cuando el muro descansa sobre una fundación muy compresible,
el asentamiento con respecto al terraplén tiende a invertir el sentido de estas
rzas hecho que aumenta el empuje en forma considerable (véanse artículo

Capa superior - >


baja permeabiliotod) ? cuneta
TT

Fig. 46.3. Diagramas que ilustran el método para calcular la magnitud y línea
de acción de la fuerza de empuje producida por una sobrecarga lineal g, por
unidad de longitud, paralela a la cresta del muro.
364 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Tabla 46.2
Valores de C en las fórmulas 46.1 y 46,2
(IO
Tipo de suelo c
1 027
2 0,30
3 0,39
4 100
5 100

29 y figura 29.1). Por ello, si el muro descansa en una fundación compresible,


como ser arcilla blanda, los valores del empuje calculados para los mate-
ríales del tipo 1, 2, 3 y 5 deben aumentarse en un 50 por ciento.
Los empujes calculados con el procedimiento semiempírico descripto
incluyen el efecto de las presiones de filtración y de las variaciones que,
con el tiempo, pueden originarse en las condiciones del terraplén. No obs-
tante, y a pesar de estas circunstancias, deben tomarse las precauciones
necesarias para evitar la acumulación de agua en el paramento interno del
muro y reducir el efecto de las heladas.
Para eliminar el agua que se infiltra en el terraplén durante las lluvias,
se colocan drenes que reciben el nombre de harbacanas. Las barbacanas
consisten normalmente en un caño de cuatro pulgadas empotrado en el
muro (figura 46.32), o también con más frecuencia en un simple agujero
rectangular, de 3 X 10 6 5 X 20 centímetros, dejado en el muro colocando
un taco de madera cuando éste se construye. La distancia vertical entre
filas horizontales de barbacanas no debe exceder de 1,50 metros. La distan-
cia horizontal entre barbacanas de una fila depende de las precauciones que
se hayan tomado para captar y dirigir el agua de infiltración hacia las bar-
bacanas. El método más económico, aunque el menos efectivo, para tomar
estas precauciones, consiste en volcar unos 30 litros de piedra partida o
grava en la boca interior de cada barbacana, material que sirve, en cambio,
para evitar el lavado del suelo a través de las barbacanas. Cuando se utiliza
este método, la distancia horizontal entre barbacanas no debe exceder de
1,50 metros.
El agua que emerge de las barbacanas se infiltra en el terreno al pie
del muro, donde el suelo debiera conservarse lo más seco posible. Esta
consecuencia indeseable puede evitarse sustituyendo cada fila horizontal de
barbacanas por un dren interno longitudinal, paralelo al paramento, y que
se extiende en toda la longitud del muro para desaguar más allá de su
terminación. El sistema más elaborado de drenaje de uso corriente lo cons-
tituye el dren interno continuo, consistente en una capa de grava que cubre
todo el paramento interno, y cuyo desagiie se halla en cada extremo del
muro.
ART. 46 MUROS DE SOSTENIMIENTO 365

Todas estas providencias de drenaje impiden la acumulación del agua


detrás del muro: pero, cualquiera sea el método utilizado, queda aún el
efecto de la filtración del agua desde cl t lén hacia los drenes. Estudios
teóricos, basados en la red de filtración, han demostrado que las presiones
de filtración resultantes pueden aumentar considerablemente el empuje ejer-
cido por materiales de baja permeabilidad (Terzaghi, 19364). Los valores
dados en las figuras 46.1 y 46.2 tienen en cuenta cste aumento temporario
del empuje, pues están Basados en la experiencia derivada de muros de
sostenimiento en los cuales las precauciones para el drenaje tenían las imper-
fecciones corrientes.
Para evitar que los rellenos del tipo 2 y 3 (tabla 46.1) lleguen a satu-
rarse durante las épocas de lluvia, su superficie debe cubrirse con una capa
de suelo que tenga una permeabilidad considerablemente menor que la del
relleno, a la que se le da una pendiente hacia una cuneta convenientemente
situada, como lo indica la figura 46.3a.
Si en el relleno o terraplén ha de colocarse una cañería de agua o una
cloaca, el caño debe rodearse de un dren de grava que desagiie en un punto
adecuado, como para que una rotura del mismo no pase inadvertida.
Dado que el método semiempírico descrito tiene en consideración las
fuerzas ejercidas por el suelo, por el agua que filtra hacia los drenes, y por
los cambios que con el tiempo se originan en las condiciones del terraplén,
el único factor que requiere ser considerado en forma independiente es el
efecto de las heladas. Cuando los rellenos de los tipos 2 y 3 de la tabla 46.1
se hallan saturados, el congelamiento del agua de los poros del suelo en
contacto con el paramento intemo atrae más agua del relleno hacia la zona
congelada y se pueden formar capas de hielo paralelas a dicho paramento
(véase artículo 21). Si el relleno se halla permanentemente separado de
la napa freática por medio de un estrato muy permeable, o muy impermea-
ble, el conjunto constituye un sistema cerrado y la formación de capas de
hielo solo involucra la migración de agua de la parte central del relleno
hacia la zona de congelamiento, sin que el volumen y la forma del relleno
sufran cambio apreciable alguno, de modo que el movimiento del muro resulta
prácticamente imperceptible. Si por el contrario, la napa freática sube hasta
el relleno, el conjunto forma un sistema abierto y la formación de capas de
hielo produce un fuerte desplazamiento hacia afuera del muro, pues ningún
muro de sostenimiento tiene peso suficiente como para resistir la presión de
Sapos de hielo y ¿ol

Mwelde
lo napa
Relleno impermeable
Fig. 46.4 (a) Acción de las heladas en el relleno de un muro de sostenimiento
que solo tiene un drenaje idinal; (b) forma en que debe drenarse el relleno
para pc formación de capas de hielo.
366 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

cristalización del hielo. Se ha sugerido que este inconveniente puede reme-


diarse instalando un dren continuo de grava en la intersección b entre el
paramento interno del muro y la superficie original del suelo (fig. 46.4);
dicho dren solo baja la napa hasta la posición bd, pero no impide que el
agua sea atraída por capilaridad hacia la zona de congelamiento, como lo
indican las flechas de la figura 46.4a. Puede, sin embargo, trasformarse el
relleno en un sistema cerrado cubriendo toda el área de contacto entre el
relleno y su base, hasta la más alta posición de la napa freática, con una
capa de grava o algún otro material muy permeable (véase figura 46.4b).
El dren colector debe colocarse fuera de la zona de congelamiento y sus
desagies ser protegidos para que no se obstruyan por helada. En el caso de
rellenos constituidos por suelos de los tipos 1, 4 y 5, como también cuando
el relleno forma un sistema cerrado, no hay necesidad de abrigar temores
de que las heladas puedan tener un efecto serio sobre la estabilidad del muro.
Cálculo del empuje por medio de la teoría. La magnitud del empuje
calculado utilizando la teoría es menor que el que resulta de los procedi-
mientos semiempíricos que se terminan de describir. Sin embargo, como se
ha dicho, el proyecto de muros de sostenimiento por medio de la teoría
solo se justifica en el caso de que se conozcan bien las constantes del mate-
rial de relleno y que se tomen las precauciones necesarias para estar seguros
de que las presiones de filtración resulten permanentemente despreciables.
El gasto que demanda el cumplimiento de estos requerimientos sobrepasa
con frecuencia los beneficios que se derivan de la aplicación de la teoría, a
menos que el muro de sostenimiento sea de una longitud y una altura supe-
riores a lo común. En este caso puede resultar más económico estudiar las
propiedades del relleno, tomar medidas adecuadas para estar seguros que
dichas propiedades permanecen constantes, eliminar la posibilidad de que
se desarrolle una sobrepresión en el agua de los poros y proyectar el muro
para que solo resista el valor teórico del empuje.
Las propiedades físicas del suelo que intervienen en el cálculo teórico
del empuje son el peso unitario, el ángulo de fricción interna y la cohesión.
A menos que se determinen los valores de estas constantes por medio de
ensayos de laboratorio sobre muestras representativas del material de relleno,
compactado a la misma densidad que tendrá después de depositado y com-
pactado en el terreno, los cálculos teóricos complicados no tienen justifica-
ción posible. A continuación se sintetiza el procedimiento a seguir para
obtener los valores de aquellas constantes.
El peso unitario de los suelos de tipos 1, 2 y 3 de la tabla 46.1 debe
determinarse pesando muestras que han sido previamente saturadas y luego
dejadas escurrir durante 30 minutos a través de una chapa perforada que
forma el fondo del recipiente que las contiene. Las muestras deben tener unos
10 centímetros de altura. Las arcillas se pesan con el contenido de humedad
con que serán colocadas en el terreno.
El ángulo de fricción interna de los suelos permeables, como los tipos
1, 2 y 3 de la tabla 46.1, puede determinarse con ensayos drenados, ya que
la relación de vacíos de estos materiales se adapta en el terreno durante la
construcción al cambio de tensiones a que están sometidos. Si tienen algo
ART. 46 MUROS DE SOSTENIMIENTO 367

de cohesión debe despreciarse, El coeficiente de fricción entre suelo y


muro, tgó, puede tomarse igual a dos tercios de tgg. Cuando el relleno
se halla sujeto a las vibraciones del tránsito, o tiene que soportar pesadas
sobrecargas de intensidad variable, como las que actúan en los pisos de los
depósitos aduaneros, los valores de tg y de tg3 deben reducirse en un 20
por ciento. Si hay posibilidad de que el muro se asiente más que el relleno,
da fricción entre muro y suelo debe tomarse como actuando hacia arriba.
Los valores de c y de $ para los suelos arcillosos, como los de tipo
4 y 5 de la tabla 46.1, deben determinarse por medio de ensayos triaxiales
mo drenados ejecutados sobre muestras con la densidad y el contenido de
humedad que se anticipa en el terreno cuando el relleno esté completo. La
adherencia entre la arcilla y el muro debe despreciarse, y el valor de 5
tomarse igual a cero. El efecto de las vibraciones del tránsito no necesita
ser considerado, Nunca debe usarse una arcilla resistente como material de
leno, a menos de que las condiciones del terraplén aseguren en forma com-
pleta y permanente que el agua no penetrará jamás en la arcilla, condiciones
que muy raramente se cumplen ?. Durante las lluvias, el agua que se infiltra
en el terraplén se escurre hacia el paramento interno del muro en la forma
en que lo indica la figura 46.5a, Las presiones de filtración (artículo 23)
resultantes del escurrimiento del agua aumentan el empuje ejercido por los
suelos de permeabilidad mediana, como los tipos 2 y 3 (tabla 46.1), durante
todo el tiempo en que dura el escurrimiento, hecho que debe ser impedido
utilizando capas inclinadas de drenaje como las que indica la figura 46.5b,
Las capas de drenaje cumplen un doble propósito, pues no solo sirven de
drenes, sino que también actúan como protección contra el efecto de las
heladas. Además de esta capa de drenaje, la superficie de rellenos de per-
meabilidad mediana debe cubrirse con una capa bien compactada de suelo
menos permeable, como se indica en la figura 46.30.
Cuando el relleno está constituido por arcilla, ésta suele separarse del
paramento interno del muro hasta una profundidad zp (ecuación 28.7).
Para impedir que el agua se acumule durante las lluvias en la fisura abierta
debe insertarse una capa de drenaje entre el muro y la arcilla hasta una
profundidad de 1,5 zo por debajo de la cresta. Además, como la parte supe-
rior de la arcilla suele agrietarse a consecuencia de su humedecimiento y
secado alternativo, se torna bastante permeable, de modo que para captar
esta agua la capa de drenaje vertical debe conectarse con una inclinada,
por medio de un filtro superior que tenga un pequeño declive hacia atrás
(figura 46.5c). Este filtro recoge el agua que se infiltra por la superficie de
la arcilla, creando las condiciones necesarias para que las propiedades físicas
de la masa de arcilla rodeada por el filtro superior y la capa inclinada de
drenaje permanezcan constantes durante todo el año.
La cantidad de agua que se infiltra por un relleno bien construido es

* Es evidente que esta advertencia de los autores tiene relación con posibles difi-
cultades de pulverización y compactación. Por ello, no es aplicable a las arcillas que
siendo resistentes Pedo no obstante, pulverizarse con relativa facilidad y compactarse
adecuadamente. (N. del T.)
368 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES
a a
la) (6) c

Fig. 46.5. Diagrama que ilustra las providencias a tomar para drenar los rellenos
situados detrás de muros de sostenimiento, (a) Capa vertical de drens
inclinada de drenaje para relleno no cohesivo; (c) drenaje horizontal con cap
de sellado combinado con otro vertical parcial para el drenaje de nn relleno cohesivo:
(d) drenaje de fondo para acelerar la consolidación de un relleno cohesivo.

tan pequeña que no hay peligro de que los drenes lleguen a obstruirse como
consecuencia del arrastre de partículas de suelo por el agua. Por tanto, no
es necesario que las granulometrías de los materiales de las capas de drena-
je cumplan con los requerimientos establecidos para los filtros (artículo 11).
Empuje contra muros de sostenimiento rígidos. Los muros rígidos que
no permiten desplazamientos, tales como el frente de un estribo de puente
en forma de U con muros de vuelta, o las paredes de sótanos profundos, no
están sujetos al empuje activo sino al empuje de la tierra en reposo. La
magnitud de este empuje es mayor que el activo, y depende no solo de las
propiedades físicas del relleno, sino en gran parte del método utilizado para
colocarlo. Por ello la intensidad del empuje que actúa sobre un muro
inamovible solo puede determinarse con ensayos, o calcularse en función
de la experiencia *. Hasta el momento, existen muy pocos datos empíricos

* El razonamiento efectuado vale para un muro que sostiene un suelo no cohesivo,


o que recibe el empuje de un relleno cualquiera construido después de terminado el
muro. Si, en cambio, mo se instala cortando verticalmente el suelo y hormigonando
contra el mismo, como es práctica generalizada cuando se construyen tanos en suelos
cohesivos fuertemente preconsolidados que permiten realizar cortes parciales verticales
temporariamente estables, el empuje suele ser considerablemente menor que el empuje en
reposo, a menos que el suelo sea de naturaleza expansiva, pues la excavación relaja la
tensión horizontal por debajo del valor que corresponde al reposo. El centro de la ciudad
de Buenos Aires constituye un ejemplo típico de una situación semejante. El perfil del
suelo está formado por una sucesión de estratos de origen eólico que constituyen un
loess modificado por erosión y nuevo depósito. Ha sido Frertemente preconsolidado por
ión y se estima que la relación K, entre tensión efectiva
vertical y tensión efectiva
horizontal está en el orden de 0,4. No obstante, la mayoría de los sótanos de sus edificios
ART. 46 MUROS DE SOSTENIMIENTO 369

al respecto. El empuje que un relleno suelto ejerce contra una pared baja
y fija parece ser menor que el ejercido por el mismo relleno compactado
(Terzaghi, 1934a). Los resultados de mediciones con células de presión
realizadas en dos estribos en forma de U construidos en el norte de Alema-
nia indicaron que la presión unitaria ejercida, a una altura cualquiera, por
una arena mediana bien compactada era aproximadamente igual al valor de
Coulomb, más un valor constante igual a unos 0,13 kg/cm? (Miiller, 1939).

Fundaciones de muros de sostenimiento


Introducción. La experiencia ha demostrado que la mayoría de las
roturas y fracasos relacionados con muros de sostenimiento se originan como
consecuencia de fundaciones inadecuadas. Como no se puede proyectar una
fundación adecuada si no se tiene al menos algún conocimiento del tipo de
suelo situado debajo de la base del muro, es evidente que debe estudiarse
antes el subsuelo, aunque sea utilizando medios primitivos. El requeri-
miento mínimo para la exploración del subsuelo situado debajo de un muro
de sostenimiento consiste en ejecutar perforaciones con un barreno o alguna
otra herramienta adecuada, hasta una profundidad por debajo de la base
igual a la altura del muro. Si antes se encuentra un estrato duro, las perfora-
ciones pueden suspenderse después de haber penetrado de 50 centímetros a
un metro en dicho estrato, siempre y cuando la experiencia local o la
evidencia geológica del lugar no deje duda alguna con respecto a la exis-
tencia de un estrato blando a mayor profundidad. Si, por el contrario, un
estrato blando se extiende hasta una profundidad mayor que la altura del
muro, las perforaciones deben continuarse hasta encontrar el fondo del estrato
blando, o hasta que la resistencia del suelo aumente en forma apreciable.
El proyectista debiera también conocer la profundidad de penetración de
las heladas, como la profundidad hasta la cual el suelo es cuarteado por las
alteraciones volumétricas que se producen con el cambio de las estaciones
del año, de modo que pueda establecer la cota de su fundación por debajo
de estas profundidades (véase artículo 53). Cuando no se tienen datos del
subsuelo, las dimensiones de las fundaciones no deben aparecer en los pla-
nos; en su lugar, deben darse instrucciones simples para que el ingeniero
de obra fije las dimensiones después de haber obtenido los datos necesarios.
Las fundaciones de muros de sostenimiento deben cumplir, por lo
menos, dos condicit tener un coefici de idad al deslizami.
suficientemente adecuado, y una presión en el borde exterior de la base de
fundación igual o menor que la tensión admisible (véase artículo 54). Para
impedir que el muro se incline excesivamente, se considera buena práctica
exigir que la resultante de todas las fuerzas que actúan por encima de su
base pase dentro del tercio medio de la misma. Además, si el subsuelo es
ible, debe satisf: el imi de que el i dife-
solo tienen muros capaces de resistir apenas un empuje del orden de un décimo a un
quinto de la presión vertical efectiva que produce la subierta de suelo. Véase: Moretto O.
Earth on for soil :onsoli dessication in the city of Buenos
Aires - V European Congress on Soil Mech and Found. Eng., Vol. II, Madrid, 1972.
370 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

rencial de la fundación no sea excesivo. Por tanto, no solo debe la resultante


caer dentro del tercio medio de la base sino que, en todos los casos, es
necesario investigar también la seguridad al deslizamiento, comprobar que
la tensión máxima es menor que la admisible, y asegurarse que los asenta-
mientos diferenciales no serán excesivos.
Seguridad contra el deslizamiento. El deslizamiento del muro sobre
su base es resistido por la fricción entre el suelo y la base y por el empuje
pasivo del suelo en contacto con la cara exterior de la fundación. Es común
exigir que el coeficiente de seguridad al deslizamiento sea por lo menos
igual a 1,5.
La fricción entre la base y un suelo bastante permeable, como ser
arena limpia o arena limosa, es igual a la componente normal de las fuerzas
que actúan sobre la base multiplicada por el coeficiente de fricción f entre
el suelo y la base. Para un suelo de granos gruesos que no contiene limo o
arcilla, se puede tomarf = 0,55; para un suelo de granos gruesos que con-
tiene limo f = 0,45.
Si el muro descansa sobre limo o arcilla se requieren precauciones espe-
ciales. Inmediatamente antes de hormigonar la base se retiran unos 10
centímetros de suelo de toda el área a hormigonar y se remplazan por 10
centímetros bien compactados de arena, o arena y grava, de granos ásperos.
El coeficiente de fricción entre la arena y el suelo cohesivo puede tomarse
igual a f = 0,35. Sin embargo, si la resistencia al corte no drenada del suelo
de fundación es menor que la resistencia a fricción en cualquier parte de
la base, el deslizamiento se producirá por agotarse la resistencia al corte del
suelo, a cierta distancia por debajo del plano de fundación. Así, por ejem-
plo, si la presión normal sobre el suelo aumenta de cero en el paramento
interno al valor p en el paramento externo, como lo muestra la figura 46.60,
la rotura entre a, y d se producirá por deslizamiento en el plano de contacto
entre arena y suelo de fundación y entre d y a, por vencerse la resistencia
al corte del suelo. Si la presión sobre la base tiene un valor uniforme p, la

(6)

Fig. 46.6. (a) Distribución aproximada de la presión de contacto en la base de


un muro de sostenimiento cuando la resultante intersecta la base en el extremo del
tercio medio; (b) diagrama que muestra la resistencia opuesta al deslizamiento
cuando la resistencia a corte no drenado del pa q debajo de la base es
menor que la resistencia a fricción entre muro lo; (ce) muro fundado sobre
pilotes verticales e inclinados.
ART. 46 MUROS DE SOSTENIMIENTO 371

resistencia al deslizamiento por unidad de área es igual al menor de los dos


valores: f. p y 8.
La segunda fuerza que resiste el deslizamiento de la base es el empuje
pasivo del suelo situado frente a la parte enterrada del muro. Ahora bien,
dentro de la zona de los cambios anuales de humedad y temperatura, no se
puede contar con el empuje pasivo, pues la presencia de agujeros de raíces
puede trasformar el suelo en un material tan compresible que, para que Ll
resistencia pasiva alcance a hacerse efectiva, resulte necesario que el muro
avance en una distancia excesiva. Además, si el subsuelo contiene limo y la
napa está cerca de la superficie, en los países fríos durante el invierno se
pueden formar capas de hielo en la parte superior (véase artículo 21) que
al derretirse trasforman el suelo en un material tan blando que práctica-
mente no ofrece resistencia pasiva. Por todas estas circunstancias, el empuje
pasivo debe descartarse, salvo que las condiciones locales de la obra permitan
una determinación de su valor límite inferior.
Si el coeficiente de seguridad al deslizamiento no se puede hacer igual
a 1,5 sin la construcción de una fundación excesivamente pesada, es proba-
ble que resulte más económico establecer el muro sobre una fundación con
pilotes, como la de la figura 46.6c, en la cual, las fuerzas horizontales son
absorbidas por pilotes inclinados. La práctica de incluir algunos pilotes incli-
nados en las fundaciones de muros de sostenimiento no es, por ningún con-
cepto, de aplicación universal, debido a que los pilotes verticales son más
económicos de hincar. Sin embargo, considerando que la resistencia al des-
plazamiento horizontal ofrecida por la parte superior de pilotes hincados en
terreno blando es muy pequeña, la ausencia de pilotes inclinados puede
traer como consecuencia un movimiento gradual hacia afuera del muro. Al-
gunos estribos de puentes fundados sobre pilotes verticales, sin pilotes incli-
nados para absorber las fuerzas horizontales, han avanzado en el curso del
tiempo hasta hacer que los miembros traccionados del puente empiecen a
pandear por compresión (Terzaghi, 1929b).
Cuando el peso del relleno o terraplén excede de la mitad de la capa-
cidad de carga a rotura del subsuelo, se presenta el peligro de que el movi-
miento progresivo del muro, o del estribo, llegue a ser excesivo, aun en el
caso de que la fundación vaya provista de un número suficiente de pilotes
inclinados como para resistir todo el empuje (Peck, Ireland y Teng, 1248).
En estos casos, puede resultar necesario pensar en la, sustitución del suelo
del relleno o terraplén por un material liviano, o bien alterar la disposición
del proyecto y eliminar por completo el terraplén. En puentes, un falso
estribo que permita disponer el frente del terraplén según su talud natural
puede resultar una solución más adecuada que la del estribo.
Presión admisible y asentamiento. Si la resultante de todas las fuerzas
que actúan sobre un muro pasa por el extremo del núcleo central de su base,
la presión sobre el suelo aumenta de cero en el paramento interior al doble
de la presión media en el paramento exterior y, como consecuencia, cuando
se coloca la tierra de relleno, el muro se inclina hacia afuera. Si el muro:
descansa sobre un suelo firme, como ser arena densa o arcilla arenosa resis-
tente, su inclinación es imperceptible, siempre y cuando la presión máxima
372 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

en la base no exceda la tensión admisible para dicho suelo (véase artículo


54). Si, por el contrario, el muro descansa sobre un suelo muy compresible,
como arcilla blanda, la inclinación puede llegar a ser muy grande, Más aún,
la consolidación progresiva de la urcilla puede incrementar dicha inclinación
con el tiempo. El aumento de la inclinación desplaza el centro de gravedad
del muro hacia afuera y aumenta la presión máxima en el paramento externo,
proceso que si avanza en forma progresiva puede llegar a producir el volca-
miento del muro. Por ello, si el muro descansa sobre un estrato muy com-
presible, la fundación debe ser proyectada de modo que la resultante de
todas las fuerzas caiga cerca del centro de gravedad de la base.
Cuando un muro de sostenimiento sirve de estribo de puente, su incli-
nación cambia la luz libre entre estribos. En algunos puentes, la luz libre
disminuye hasta que el puente, actuando como puntal, detiene el movimien-
to; en otros, aumenta, creando el peligro de que dicha distancia llegue a
sobrepasar la luz de la superestructura. Solo puede producirse un desplaza-
miento de este último tipo cuando el subsuelo del terraplén de acceso con-
tiene un manto potente de suelo compresible, como ser turba o arcilla blanda,
pues en este caso el peso del terraplén comprime el manto y sufre un asen-
tamiento grande. Como el estribo está situado en el extremo del área car-
gada con el peso del terraplén, su base se inclina y el muro gira hacia el
terraplén. El desplazamiento que resulta de este último fenómeno puede
adquirir valores mucho mayores que los que produce el giro hacia adelante
causado por el empuje.
Todas estas consideraciones sirven para indicar que la fundación de un
muro de sostenimiento exige tanta o mayor atención que la de un edificio
ordinario. Los principios generales que rigen el proyecto de las fundaciones
se estudian en los artículos 53, 54 y 56,

Observaciones de obras en el terreno


No pueden esperarse nuevos adelantos en cuanto a la forma de proyec-
tar y construir muros de sostenimiento mientras no se disponga de datos
relativos al comportamiento real en el terreno de muros comunes, con relle-
nos construidos de la manera usual y, además, de datos concernientes a la
eficacia de los drenes destinados a eliminar la presión del agua de los poros
en rellenos o terraplenes compactados. De aquí que las observaciones de
obras en el terreno, que proporcionen datos de este tipo, sean indispensables
para el adelanto de la técnica en este aspecto.
Ninguna regla empírica puede merecer más fe que las observaciones
en que está basada, de modo que, si se considera lo pobres e inadecuados
que son los datos sobre el comportamiento de muros de sostenimiento que
fundamentan las reglas semiempíricas de cálculo, es fácil deducir que aún
queda mucho por hacer para mejorar dichas reglas. En efecto, los informes
sobre el de muros de salvo raras
solo contienen una descripción muy vaga del material de relleno, y los datos
relativos a los desplazamientos se limitan generalmente a los fenómenos que
ART. 46 MUROS DE SOSTENIMIENTO 373

cualquier observador puede notar. Por ello, los procedimientos para estimar
empujes sobre bases semiempíricas tienen todavía mucho lugar para mejo-
ras. La verdad es que solo podrá progresarse cuando se observe el com-
portamiento de dichos muros en forma sistemática durante varios años, se
publiquen sus datos y se interpreten los resultados.
Los informes de las observaciones realizadas con el propósito de mejorar
el método semiempírico de cálculo deben contener una descripción adecua-
da del suelo que forma el relleno y del procedimiento usado en su cons-
trucción, de las providencias tomadas para el drenaje, de la época del año
en que se construyó el relleno, del término medio de las lluvias anuales y
de la profundidad de penetración de las heladas. Estos datos deben ir
acompañados de un croquis que muestre la sección trasversal del muro y
de un perfil del subsuelo que no deje dudas sobre las condiciones del suelo
de fundación. Las muestras de suelo del relleno pueden extraerse con un
barreno y la descripción del mismo debe contener los resultados de todos
los ensayos de identificación indicados en la tabla 9.1, página 43, que le
sean aplicables. Las observaciones del movimiento del muro deben incluir
mediciones de su inclinación y del desplazamiento de la cresta, mediciones
que deben efectuarse por lo menos cuatro veces al año, al finalizar cada
estación.
El desplazamiento de muros de sostenimiento por efecto de las heladas
es un fenómeno prácticamente inexplorado, que sería muy fácil estudiar con
mediciones periódicas de la inclinación y desplazamiento de algunos muros
de sostenimiento durante unos pocos años. Si se encontrase que el conge-
lamiento es la causa responsable de dichos movimientos, debería estudiarse
la estructura del hielo en la zona congelada, excavando detrás del muro
antes que se produzca el deshielo.
Los registros de observaciones efectuadas en muros de sostenimiento
grandes, calculados con la teoría del empuje, deben incluir también los
resultados de los ensayos de suelo efectuados antes de la construcción y
los resultados obtenidos de mediciones periódicas de la presión del agua
de los poros en varios puntos situados en forma estratégica en la masa del
relleno. La medición directa del empuje sobre el muro es un dato intere-
sante aunque no esencial, No es de esperar que las presiones medidas con-
cuerden necesariamente con los valores del empuje activo calculado con la
teoría pues, debido al margen de seguridad con que se calcula un muro
bien proyectado, sus movimientos son menores que los necesarios para redu-
cir la presión lateral a dicho valor. No obstante, antes que el muro pueda
fallar deben satisfacerse primero las condiciones de deformación del empuje
activo. Por ello, el cálculo en base a este empuje constituye un procedimiento
racional.
No se tendrán elementos satisfactorios para calcular el empuje sobre muros
rígidos cuya cresta no puede desplazarse hasta que se hayan efectuado
.numerosas mediciones del empuje que la tierra ejerce sobre tales muros.
Los pocos datos que se tienen se han derivado de mediciones con células
de presión que tenían un área pequeña comparada con el paramento interno
374 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

del muro y como consecuencia de ello sus resultados son más bien erráticos.
Se puede obtener una información que merece mucha más fe utilizando
dispositivos que midan la presión media sobre un área relativamente grande
(artículo 67).

RESUMEN
Cuando se va a proyectar un muro de sostenimiento, es mucho más
importante planear en forma adecuada las providencias para asegurar el
drenaje y dar consideración cuidadosa a las fundaciones que calcular correc-
tamente el empuje de la tierra. El empuje puede calcularse con los métodos
semiempíricos, o si no utilizando las teorías del empuje. El primer método
tiene el inconveniente de que algunos de los muros calculados con este mé-
todo tienen una seguridad exagerada, otros son apenas estables, y ocasio-
nalmente alguno falla o se cae. A pesar de este inconveniente, en obras de
rutina este método puede resultar el más económico y recomendable. El
segundo método requiere que el relleno y el sistema de drenaje se constru-
yan cumpliendo estrictamente con las condiciones impuestas por la teoría,
de modo que el trabajo y el tiempo que dichas condiciones exigen solo se
justifican cuando el muro constituye una parte muy importante de una obra
grande, o cuando tiene una altura mayor de unos 5 metros.
No se pueden esperar progresos en el proyecto y la construcción de
muros de sostenimiento, a menos que se realicen observaciones en muros
reales para determinar el efecto de las variaciones cíclicas anuales en las
condiciones del relleno y su influencia sobre el muro.

Lecturas seleccionadas

“Earth Pressures and Retaining Walls”, de W. C. Huntington, Nueva York,Jota


Wiley and Sons, 1957, es un amplio tratado que se ocupa de las teorías clásicas del
empuje y su aplicación al cálculo de los muros de sostenimiento. Ofrece mé
cuados de análisis y cálculo para una amplia gama de condiciones.
Las referencias indicadas a continuación contienen ejemplos de los procedimientos
semiempíricos mencionados en este artículo:
(a) Trautwine, “Design on basis of ratio of base width to height”, Civil Engi-
neer's Reference-Book, 21% <dición, Rthaca, 1937, pp.
(b) Tumeaure and Maurer, “Design by equivalent fluid method”, “Principles of
Betatocord Concrete Construction”, second edition, New Tod ee Pp- “370-378.
referencias indicadas a continuación contienen datos útiles sobre el tema
de este oa
Baker, B. (1881). “The Actual Lateral Pressure of Earthwork”, "Mín. Proc. Inst. Cio.
Engrs, Londres, vol. 65, pp. 140180, discusiones, 187-241. Este artículo
contieneuna descripción gráfica de las causas
y tipos de fallas que se producea
Es muros de sostenimiento. Las discusiones teóricasy métodos de
E puestos son anticuados.
Terzaghi, K. (18%4a). “Large Retaining-Wall Test”, E News Re de 112, p.
(36-140, 259-262, 3lesis, a054bo, 50250 ayos e Csrar
A electa del mote, del do
on de iaa dad
bución del empuje.
ART. 47 DRENAJE PE EXCAVACIONES 375
Terzaghi, K. (1934b). “Retaining-Wall Design for Fifteen-Mile Falls Dam”, Eng. News:
Record, vol. 112, pp. 632-636. Proyecto de un muro de sostenimiento a gravedad
de 52 metros de altura.
Area (1933). “Use of Portable Cribbing in Place of Rigid Retaining Walls and the
Utility of the Different Kinds of Cribbing”, Committee Report, Proc. Am. Rwy.
Eng. Assoc., vol. 34, pp. 139-148. Un digesto de la experiencia de conservación.
Kaufman, R. L2, W. C. Sherman, Jr. (1964). “Engineering measurements on Port Allen
Lock”, A.S.C.E. J. Soil Mech., 90 N* SMS, págs. 221-247. Medición de las presio-
nes laterales ejercidas por un relleno de arena sobre el muro de una esclusa bajo
varias condiciones de presión hidráulica.

ART. 47 DRENAJE DE EXCAVACIONES

Introducción
En muchas obras, como ser la instalación de servicios públicos subte-
rráneos, la construcción de sótanos profundos para edificios y la preparación
de fundaciones de diques, el suelo debe ser excavado hasta cierta profundi-
dad por debajo de la napa, de modo que se presenta la necesidad de elimi-
nar o reducir a un mínimo la filtración de agua hacia la excavación. Para
captar la entrada de agua, durante la excavación o con preferencia antes de
iniciarla, se coloca un sistema de drenes. Se puede entonces excavar en
seco, dando a las paredes de la excavación un talud adecuado, o bien apun-
talándolas con una entibación (artículo 48), cuando las circunstancias las
requieren verticales.
En una excavación con dimensiones dadas, que se extiende hasta una
profundidad determinada por debajo del nivel freático, la cantidad de agua
que debe extraerse y el tiempo requerido para drenar el suelo circundante
dependen de la permeabilidad y de la compresibilidad del suelo. En obras
comunes, el proyecto de las disposiciones a tomar para el drenaje no requiere
que se disponga de datos exactos con respecto a la permeabilidad del sub-
suelo, de modo que no se necesitan otras investigaciones de éste que no
sean los ensayos de rutina (tabla 9.1) sobre muestras obtenidas con una
cuchara adecuada. En obras grandes es común que se tengan que realizar
ensayos de bombeo. Sin embargo, cualquiera que sea la magnitud o impor-
tancia de la obra, el método de drenaje y la posición de los puntos en que
el agua será bombeada requieren una consideragión cuidadosa.
Métodos de drenaje
Para obtener resultados satisfactorios con el menor gasto, el método de
drenaje debe ser adaptado a la permeabilidad media del suelo que circunda
la excavación, a la profundidad con que ésta penetra dentro la capa freáti-
ca y, en obras pequeñas, al tipo de equipo de bombeo más fácil de obtener
. en el lugar. La permeabilidad de lus suelos que constituyen la mayoría
de los depósitos naturales, exceptuando quizás algunos de origen eólico.
varía considerablemente de punto a punto. La tabla 47.1 indica los límites
376 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

extremos entre los cuales, según la experiencia, varía el coeficiente de per-


meabilidad k dentro de un mismo depósito. Dichos depósitos son represen-
tativos de los tipos más comunes.
jegún cuál sea su coeficiente de permeabilidad, los suelos pueden divi-
dirse en cinco categorías, tal como lo indica la tabla 47.2. Muy raramente
se encuentran suelos de alta permeabilidad, y cuando se presentan alternan
comúnmente con capas menos permeables. Por el contrario, los suelos im-
permeables, como las arcillas, son muy comunes.
Hasta fines del siglo pasado, el drenaje de las excavaciones a cielo
* abierto se efectuaba generalmente conduciendo el agua de filtración hacia
zanjas poco profundas o pozos revestidos de madera, practicados en el fondo
de las mismas y que reciben el nombre de sumideros, de los cuales se extraía
el agua por bombeo. Este método todavía se utiliza en obras pequeñas. La
mitad izquierda de la figura 47.1, que representa la sección vertical de
una excavación ancha con taludes inclinados, ilustra el principio en que se
basa el método. La mayor parte del agua emerge del pie de los taludes y
es conducida por zanjas hacia uno o varios sumideros S, donde se instalan
bombas que la elevan hasta sus correspondientes caños de descarga.

Tabla 47.1
Coeficiente de permeabilidad de formaciones naturales y comunes de suelos

Formación Valores de k (cm/seg)

hasta 0,40
Arroyos en los pos orientales 0,02 a 0,16
Misurí 0,02 a 0.20
Misisipí 0,02 a 0,12
Depósitos glaciares
Derrames fluvioglaciares 0,05 a 2,00
Esker, Westfield, Mass. . 0.01 a 0,18
pa Chicos, Mass. 0,0001 a 0,015
menos de 0,0001

0,1 a03

Depósitos costeros marinos y depósitos lacustres


Arena muy fina uniforme (U =5 2.2) . 0,0001 a 0,0064
Limo iocrctaos Sith Ayo. N- YoY,U=3a2. 0,0001 a 0,0050
Limo inorgánico, Brooklyn,U 0,00001 a 0,0001
Arcilla menos de 0,0000001
ART. 47 ' DRENAJE DE EXCAVACIONES 377

Tabla 47.2
Clasificación de los suelos según su coeficiente de permeabilidad

Grado de permeabilidad Valor de k (cm/seg)


Alto . mayor de 10-*
Mediano 10— a 102
Bajo . 10-* a 10
Muy bajo - 10" a 10
Prácticamente impermeable - menor de 10—

La extracción del agua por bombeo desde sumideros tiene varias des-
ventajas. Antes que nada provoca el ablandamiento y el derrumbe de la
parte inferior de los taludes, debido a que en esta región la velocidad de
filtración y, como consecuencia, la presión de filtración, alcanza un máximo
(véanse artículos 23 y 24). Además, como todo estrato natural de suelo
es más o menos heterogéneo, el agua emerge del mismo en forma de peque-
ños manantiales u ojos de agua. Si el suelo contiene capas o bolsones de
arena fina o limo grueso, los manantiales pueden descargar uma mezcla
de suelo y agua en lugar de agua limpia. Cuando los manantiales de este
tipo se producen en el fondo de la excavación se denominan borbotones.
Teniendo dichos borbotones como punto de arranque, la erosión subterránea
puede retrogradar y formar túneles. La rotura del techo de estos túneles
lleva al hundimiento de la superficie del terreno que rodea la excavación,
produce el aplastamiento de los taludes o la rotura del apuntalamiento
(artículo 63).
Puede reducirse la probabilidad de que se formen borbotones rodeando
la excavación con un tablestacado hincado hasta una cota inferior a la del
fondo de la misma. El tablestacado intercepta la filtración que viene de
todos los estratos situados por encima de su punta y reduce el gradiente
hidráulico con que el agua se eleva hacia el fondo de la excavación. Sin
embargo, si las condiciones del suelo son desfavorables, ni siquiera el tables-
tacado alcanza a impedir la formación de borbotones, con todas sus desa-

Posición original de la ¡(Coño colectar que va a la bomba


i
an

" Fig. 47.1. Posición de la napa cuando se bombea desde sumideros (izquierda) y
cuando se lo hace desde pozos filtrantes (derecha). A pesar de haberse deprimido la
napa, las condiciones del suelo conducen a la rotura por levantamiento del fondo,
a menos que se instalen los pozos sangrías
378 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

gradables consecuencias. En trabajos pequeños, como excavaciones poco


profundas en suelos finos revestidas con madera, suele tratarse de prevenir
la formación de borbotones arrojando grava en la excavación toda vez que
el suelo presenta la tendencia de levantarse con el agua, pero este proce-
dimiento es lento y peligroso. En un trabajo grande, tal como la excavación
para la fundación de un dique, el procedimiento puede resultar absoluta-
mente impracticable.
La presión hidrostática que actúa en la base de una capa continua rela-
tivamente impermeable, como la indicada por ab en la figura 47.1, que se
halla situada debajo del fondo de la excavación, puede también ser el origen
de accidentes y demoras muy importantes en el trabajo. La filtración hacia
la excavación solo hace descender el nivel piezométrico de la masa de agua
situada por encima de ab sin cambiar el de la masa situada por debajo
de ab. Es decir, que si se coloca un tubo piezométrico en un punto situado
por debajo de ab, el agua sube en el tubo hasta el nivel original de la napa,
de modo que siendo:
h = distancia vertical entre ab y el nivel original de la napa
hs = distancia vertical entre ab y el fondo de la excavación
Yw = peso unitario del agua
y = peso unitario del suelo, sólido y agua combinados,

la presión sobre ab, debida al peso del suelo que está por encima, es yh,,
mientras que la subpresión es ywh. Si ywh es mayor que yh, y ab es prácti-
camente horizontal, el fondo de la excavación sube en toda su extensión.
Si por el contrario, la capa ab es muy irregular y accidentada, el fondo se
levanta en reventones solo en aquellos lugares en que h, es mínimo.

Examen histórico de las técnicas utilizadas para el drenaje


Los primeros intentos realizados para remplazar el método de bombeo
desde sumideros por otros procedimientos de achique menos peligrosos se
efectuaron en Inglaterra y en Alemania entre los años 1870 y 1890, Al prin-
cipio, los sumideros fueron remplazados por pozos filtrantes con un diá-
metro de 0,90 a 1,20 metros, pero, hacia fines de siglo, se descubrió que
podía aumentarse la eficiencia del nuevo procedimiento reduciendo la dis-
tancia entre pozos filtrantes, hecho que condujo a los métodos de drenaje
por bombeo desde una batería de pozos filtrantes. La evolución de estos
métodos se produjo en Europa y en Estados Unidos siguiendo dos caminos
distintos.
En Europa se hizo usual disponer cada pozw con una camisa de 8 pul-
gadas de diámetro, y bombear el agua por medio de un caño de succión
de 6 pulgadas colocado dentro de la camisa y que termina en un caño colec-
tor conectado a una bomba centrífuga. La distancia entre pozos varía de
6 a 12 metros. Las camisas van perforadas y cubiertas con una malla en el
espesor permeable y se instalan de modo de rodear la malla con un filtro.
ARI. 47 DRENAJE DE EXCAVACIONES 379

El procedimiento descripto se conoce con el nombre de sistema Siemens,


pues fue desarrollado por la compañía Siemens Bau-Union, de Berlín (Kyrie-
leis y Gichardt, 1930).
En Estados Unidos, alrededor de 1920, se introdujo el procedimiento
conocido con el nombre de sistema “well-point”. En vez de bombear,: como
lo hace el método Siemens, desde pozos filtrantes de gran diámetro espa-
ciados de varios metros, el sistema “well-point” consiste en extraer agua
de pozos con un diámetro de 2 pulgadas, espaciados entre 1 y 2 metros.
Los extremos superiores de los pozos se unen a un caño colector horizontal
que lleva a una bomba.
En ambos métodos, el caño colector se instala comúnmente sobre una
banquina construida cerca del nivel original de la napa. Debido a que existe
un límite en la altura a que puede elevarse el agua por succión, la napa
no puede ser deprimida más de unos 5,50 m (máximo: 6 m, aproximada-
mente) por debajo de su nivel original. Por ello, si una obra requiere el
drenaje del suelo en una altura mayor de unos 5,50 metros, la depresión
de la napa debe efectuarse por escalones, o bien recurrir al bombeo por
medio de bombas sumergidas, colocadas dentro de pozos filtrantes de gran
diámetro, bombas que pueden elevar agua desde gran profundidad. Para
este objeto, desde aproximadamente 1930, se hace uso extensivo de bombas
verticales sumergibles a turbina, instaladas dentro de pozos profundos enca-
misados con diámetros variables de 6 a 18 pulgadas. La distancia entre pozos
varía de 5 a 50 metros. Hacia 1960, con el mismo propósito se adoptó la
bomba eyectora a inyección para ser usada en pozos de diámetro menor.
Los pozos eyectores tienen comúnmente un diámetro de 4 a 6 pulgadas y
están espaciados entre 1,50 y 7,50 metros.
Poco después de haberse generalizado los sistemas de drenaje por bom-
beo en baterías de pozos filtrantes, se descubrió que los mismos no eran
efectivos si el suelo no tenía por lo menos una permeabilidad mediana,
pues, cuando el tamaño efectivo Do descendía por debajo de 0,1 milímetro,
el tiempo requerido para drenar una excavación aumentaba rápidamente y,
si D,o era menor de 0,05 milímetros, el bombeo en pozos filtrantes no alcan-
zaba a cumplir su propósito. Por ello, frente a este problema, se idearon
varios métodos para impedir el levantamiento del fondo en excavaciones
realizadas en suelos no cohesivos con un diámetro efectivo menor de 0,05
milímetros.
A partir de 1930 se hicieron en Alemania varios ensayos para la soli-
dificación previa del suelo situado por debajo de la cota del fondo de las
excavaciones por medio de la inyección sucesiva de dos componentes quí-
micos que, al reaccionar en los huecos del suelo, forman un gel insoluble.
Estos procedimientos son muy caros y, si el suelo contiene capas de baja
permeabilidad, generalmente resultan inefectivos, razón por la cual su utili-
dad práctica, tratándose de excavaciones, es muy limitada.
Por la misma época se observó en Estados Unidos que los suelos de
granos finos, como ser el limo grueso, podían ser consolidados si se mantenía
un vacío atmosférico en el caño que conecta el filtro de los “well-points” con
380 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

el caño colector. La observación condujo al desarrollo, entre los años 1925


y 1930, del método del vacío. Finalmente, por el año 1934 se hicieron expe-
riencias para consolidar suelos de granos finos utilizando los fenómenos elec-
troosmóticos, procedimiento de drenaje que hoy se denomina método elec-
troosmótico.
Los apartados que siguen contienen una descripción breve de los prin-
cipales métodos de drenaje y de las condiciones que deben cumplirse para
que los mismos sean efectivos. Las consecuencias que el drenaje puede
tener sobre las propiedades adyacentes a las obras se exponen en el artículo 59.

Método “well-point”
El término inglés “well-point” se refiere al extremo de un caño de 2 6
2 pulgadas, el cual se halla perforado en una longitud que generalmente
es de un metro, y que sirve el doble propósito de camisa del pozo y de
caño de succión. La parte perforada de los caños se cubre con una malla
de alambre. Los caños se introducen en el terreno por inyección de agua
y se colocan a una distancia que varía entre 1,00 y 2,00 metros.
Cuando una serie de pozos filtrantes “well-points” atraviesan un estrato
continuo de permeabilidad relativamente baja, el suelo situado por encima
de dicho estrato puede permanecer sin drenar. Para evitar este inconve-
niente y mejorar la eficiencia de los pozos filtrantes, en suelos de baja per-
bilidad, se ado) ús el siguiente dimir después que
el caño ha sido inyectado en el terreno, se aumenta la presión del agua de
inyección de modo de arrastrar por erosión el suelo que circunda el caño
y formar un hueco cilíndrico alrededor del mismo. Durante este proceso,
todas las partículas finas del suelo que antes ocupaba el hueco son elimi-
nadas por lavado, mientras-que las partículas más gruesas permanecen en
el lugar y se acumulan en la parte inferior formando un filtro cilíndrico.
Cuando el agua de inyección no alcanza a producir la erosión deseada, se
hace el hueco por medios mecánicos y se construye el filtro arrojando arena
en el mismo.
El drenaje de una excavación angosta puede usualmente conseguir
bombeando en una sola fila de pozos filtrantes “well-points” colocado en
uno de los lados de la misma, siempre y cuando la profundidad de la exca-
vación sea considerablemente menor que la profundidad a que puede bajarse
la napa con estos pozos. De otra manera, se necesitan dos filas de pozos,
una a cada lado de la excavación. El gasto que demanda el bombeo es
generalmente pequeño comparado con el costo de trasporte e instalación
de los pozos filtrantes, salvo que el suelo contenga capas muy permeables.
Cuando las perforaciones exploratorias denuncian la presencia de capas
excepcionalmente permeables, para calcular la capacidad de las bombas que
serán necesarias debe realizarse un ensayo de bombeo. En todos los otros
casos para elegir el equipo de bombeo basta el conocimiento práctico que
proporcionan las reglas empíricas. Por regla general se instala una bomba
autocebante de 6 pulgadas cada 150 a 200 metros de longitud de la batería
ART. 47 DRENAJE DE EXCAVACIONES 381

Roca madre físurada


Múveloriginalde la napa

Fig. 47.2. Drenaje de una excavación profunda: (a) con baterías escalonadas
de pozos filtrantes; (b) con bombas sumergidas profundas.

de pozos filtrantes y, cuando la altura a que debe elevarse el agua por


encima del caño colector no es excesiva, basta con un motor de 20 hp.
Para deprimir la napa se requieren entre 2 y 6 días.
Cuando la napa debe deprimirse más de 4,50 a 6 m no basta un sistema
de un solo escalón de “well-point”. La figura 47.2 muestra, por ejemplo,
una sección trasversal de una excavación con una profundidad de 15 metros
por debajo del nivel original de la napa. Utilizando la batería superior de
pozos filtrantes a, la napa solo puede ser deprimida hasta el nivel del punto b,
a una profundidad menor de 6 metros por debajo de a. Para llevar la exca-
vación a un nivel inferior se debe instalar una segunda batería de pozos
unida a un caño colector situado bastante por encima del nivel del punto b,
y así sucesivamente hasta formar una serie de escalones de bombeo que cons-
tituyen un dispositivo escalonado múltiple. Se requiere una hilera de pozos
filtrantes cada 4,50 metros de profundidad y además puede resultar nece-
saria otra siguiendo el pie del talud.
Cualquiera sea el número de escalones, el espesor medio de suelo del talud
que se drena no puede sobrepasar unos 4,50 metros (figura 47.2a). Por debajo
de este espesor, el suelo está sujeto a las presiones de filtración del agua
que drena y, si la profundidad de la excavación es muchas veces superior
a 4,50 metros, el espesor drenado tiene una altura pequeña comparada con
la altura de la masa de suelo que forma el talud. Las presiones de filtración
que actúan dentro de esta masa pueden poner en peligro la estabilidad
del talud.
382 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Métodos de drenaje por pozos profundos


El riesgo de reducir la estabilidad de un talud, debido a la presión de
filtración del agua que fluye hacia la delgada corteza drenada por un sistema
múltiple de “well-point”, puede eliminarse interceptando el flujo de la fil-
tración por medio de pozos profundos antes de que entre en el espacio situado
detrás del talud (fig. 47.2b). Los pozos profundos se adaptan también
mejor que los “well-points” para predrenar aquellos lugares en los cuales
se deben realizar profundas excavaciones con paredes verticales entibadas.
Si la permeabilidad del suelo aumenta con la profundidad, y si el suelo
permeable se extiende debajo de la posición presunta de la napa deprimida
en una magnitud suficiente como para asegurar que tanto la malla per-
meable como la bomba permanecerán sumergidas, los pozos profundos
de gran diámetro suelen constituirse en el método más económico de
agotamiento.
Cuando el perfil del suelo es bastante uniforme el espaciamiento entre
pozos profundos debe determinarse sobre la base de un estudio teórico del
escurrimiento del agua hacia la excavación. Se justifica económicamente una
investigación de este tipo debido a que cada unidad de una instalación de
pozos profundos es costosa. El espaciamiento varía normalmente entre
5 y 50 m. La-camisa tiene un diámetro comprendido entre aproximadamente
6” a 18” (15 a 45 cm), con una sección en malla filtro de 5 a 25 m de
longitud, rodeada normalmente por un filtro de arena y grava. Los reque-
rimientos granulométricos para el material de filtro se indican en la tabla
11.2. Si la malla tiene aberturas en forma de ranura, el ancho de la ranura
no debe exceder del diámetro D;y del material que la rodea, y si tiene aber-
turas circulares su diámetro no debe exceder del Dso del citado material.
En cada pozo se instala una bomba sumergible o una turbina profunda
operada eléctricamente y capaz de levantar el agua a alturas no limitadas
por el nivel de succión. La ejecución de las perforaciones y la instalación
de los filtros graduados requieren técnicas especiales (Mansur y Kaufman,
1962).
En el espacio entre pozos profundos puede fluir hacia la excavación
una pequeña cantidad de agua. Para prevenir el ablandamiento del pie de
los taludes se aconseja captar esta agua a través de una hilera de “well-
points” como los indicados en g en la figura 47.2b.

Sistema de “well-points” con eyectores


Cuando el nivel freático debe deprimirse más de unos 45 a 6,00 me-
tros y la permeabilidad es relativamente baja, de mudo que la cantidad de
agua por pozo es demasiado pequeña para que resulte económico el uso
de bombas para pozos _ profundos de gran diámetro, puede resultar ventajoso
un sistema “well-point” con eyector a inyección. La bomba con eyector a
inyección situada inmediatamente por encima del “well-point” se opera por
medio de agua alimentada al eyector bajo alta presión. Se instala el “well-
“ART. 47 DRENAJE DE EXCAVACIONES 383

point” en el fondo de una perforación encamisada de por lo menos 4”


(10 cm) de diámetro, en la cual se bajan los caños de presión de descarga
del eyector. La camisa puede rodearse por un filtro.
Los “well-points” a eyector se espacian usualmente entre 1,50 y 7,50 m
y descargan un máximo de alrededor de 40 a 60 litros por minuto cada uno.
Pueden deprimir la napa de 15 a 30 m. La eficacia de los eyectores es
considerablemente menor que la que ofrecen las bombas centrífugas o las
bombas turbinas.

Pozos de sangría
El bombeo por medio de pozos filtrantes deprime la napa hasta una
cota inferior al pie del talud o al fondo de la excavación, según sea el
caso, de modo que se elimina el peligro de derrumbes; una ventaja impor-
tante sobre el método de bombeo desde zanjas colectoras y sumideros cons-
truidos en el fondo de la excavación. Sin embargo, como se explicó previa-
mente, si la parte inferior perforada de los pozos filtrantes está situada por
encima de un estrato relativamente impermeable, tal como el ab de la figura
47.1, puede producirse el levantamiento o reventar el fondo de la excava-
ción, a pesar del drenaje producido por el bombeo. Para prevenir este tipo
de accidente deben disponerse escapes para el agua situada debajo de la
capa obstructora, escapes que se conocen con el nome de pozos de sangría.
El método más simple para construir pozos de sangría consiste en introducir
por inyección pozos filtrantes de dos o dos y media pulgadas, lavar un
espacio anular alrededor del caño y llenarlo con arena gruesa.
El peso unitario y de la mayoría de los suelos saturados es aproximada-

Caro colector
unido a ta bomba Presión
de vacio atmosférica Pa

plezomólrico
original

filibo de arena
., CUYOS poros
están sujetos al vacto

Hivel del agua


enel fillvo

Fig. 47.3. - Diagrama que ilustra el principio del método de drenaje al vacio.
384 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES
mente igual al doble del peso unitario y. del agua, de modo que, como regla
general, no se cumple la condición:
va = yeh
que inicia el levantamiento o revienta el fondo, a menos que h (fig. 47.1)
sea mayor de 2h,. No obstante, en algunas formaciones de suelos, el agua
asciende en los tubos piezométricos a mayor elevación si éstos están situados
en los estratos acuíferos profundos que si se hallan colocados en estratos
más superficiales, situación que se conoce con el nombre de condición arte-
siana. Cuando existe una condición de esta naturaleza puede producirse
el levantamiento o reventar el fondo, aun en el caso en que h sea conside-
rablemente menor de 2h,.
Para descubrir si existe una condición artesiana, las perforaciones explo-
ratorias deben llevarse hasta una profundidad igual por lo menos a h, y de
preferencia a 1,5h, por debajo de la cota del fondo de la futura excavación.
Toda vez que se toma una muestra debe permitirse que el agua suba en la
perforación hasta que su nivel se estabilice y anotar la cota correspondiente.

Método del vacío


Cuando el tamaño efectivo medio Do del suelo es menor de unos 0,05
milímetros, los métodos de drenaje a gravedad, descriptos en los apartados
precedentes, no llegan a producir los resultados deseados debido a que el
agua es retenida en los huecos del suelo por la acción de las fuerzas capilares.
Sin embargo, los suelos de granos finos pueden estabilizarse, por lo menos
gradualmente, si se mantiene un cierto vacío en los pozos filtrantes (fig. 47.3).
En efecto antes de aplicar el vacío, tanto la superficie límite superior de la
capa de suelo de grano fino como el suelo que rodea el filtro, se hallan sujetos
a la presión atmosférica pa = 1 kg/cm?. Después de producido el vacío, la
presión en el suelo que rodea los filtros es casi igual a cero, mientras que
en la superficie límite superior de la capa permanece igual a py Como
consecuencia, el agua sale poco a poco del suelo y entra en los filtros hasta
que la presión efectiva en el suelo que rodea la fila de pozos filtrantes ha
aumentado en una cantidad igual a la presión atmosférica, fenómeno que
produce al mismo tiempo un aumento de la resistencia al corte del suelo
en un valor igual a p, tg f, donde $ es el ángulo de fricción interna del
suelo, El fenómeno tiene mucha semejanza con el proceso de endurecimiento
de las arcillas por desecación (artículo 21).
El método utilizado para construir los pozos filtrantes es el siguiente:
después de haber inyectado el caño en el terreno, se aumenta la presión del
agua de inyección hasta formar un agujero de 25 a 30 centímetros de diáme-
tro alrededor del caño. Se echa luego arena en el pozo, sin por eso parar
la inyección, hasta que el nivel de la misma alcance aproximadamente un
metro debajo de la superficie superior del estrato de granos finos. Se retira
entonces la inyección y se llena el resto del agujero con arcilla o limo, de
modo que actúe como tapón (fig. 47.3).
ART. 47 DRENAJE DE EXCAVACIONES 385

Fig. 47.4. Excavación a cielo abierto, en Camden, N. J., practicada en limo


orgánico blando, después de su consolidación con el método del vacío. (Cortesía
de Moretrench Corp.)

Los resultados que pueden obtenerse con este procedimiento se hallan


ilustrados por la figura 47.4, la cual muestra una excavación en un limo
orgánico que tenía un tamaño efectivo medio menor de 0,01 milímetro y en
el que el noventa y cinco por ciento del suelo pasaba por el tamiz 200
(0,07 mm). El fondo de la excavación estaba a unos cinco metros por debajo
del nivel original de la napa. Antes de iniciar el bombeo, el limo era tan
blando que para mover la grúa en el fondo debía disponerse de una buena
cama de tablones, pero, después de bombear durante dos semanas, adquirió
suficiente resistencia como para ser excavado sin necesidad de entibación.
Las marcas dejadas por las uñas de la excavadora dan una idea precisa del
alto grado de cohesión adquirido por el suelo como consecuencia de su
drenaje.
Cuando se utiliza el método del vacío, los pozos filtrantes se distancian
entre sí en aproximadamente un metro. El equipo de bombeo es el mismo
que se utiliza para suelos de permeabilidad media, disponiéndose una bomba
de 6 pulgadas cada 150 metros de longitud de batería de pozos filtrantes.
Se conectan, además, una o dos bombas de vacío al caño colector. Un motor
-de 20 hp es suficiente para operar el conjunto de bombas, de las cuales,
las de vacío trabajan en forma ininterrumpida, mientras que las bombas de
agua solo lo hacen durante períodos cortos pues, como consecuencia de la
haja permeabilidad del suelo, es poca el agua de descarga. La eficiencia
386 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES
del método depende en gran parte de la calidad de las bombas de vacío
y de la pericia y experiencia del instalador.
Una vez drenado el suelo con el método del vacío, las partículas se
mantienen unidas por una presión efectiva igual al desequilibrio creado con
respecto a la presión atmosférica, aunque los poros del suelo se hallan com-
pletamente llenos de agua. Por ello, si la estructura del suelo es muy suelta,
como la de una verdadera arena fluida, se concibe que un choque súbito,
debido a la hinca de pilotes o a una voladura, por ejemplo, pueda originar
la rotura de dicha estructura produciendo su licuación espontánea (artículo
17). A pesar de esta posibilidad, no se tiene conocimiento de que se haya
producido hasta ahora un accidente de este tipo.

Drenaje por electroósmosis


El principio de este método se explica en el artículo 21. En la práctica
se ha aplicado con mayor frecuencia para estabilizar taludes excavados en
suelos limosos no cohesivos o ligeramente cohesivos situados por debajo del
nivel freático normal. El tiempo necesario para drenar tales materiales por
el método del vacío puede resultar excesivo, especialmente bajo condiciones
de emergencia. Son materiales que con facilidad se tornan rápidamente
fluidos bajo la influencia de presiones de filtración dirigidas hacia el interior
en la cara del talud y hacia arriba en el fondo de la excavación. Por medio
de un arreglo de electrodos, similar al mostrado en la figura 47.5, y la aplica-
ción de un potencial adecuado, se pueden crear presiones de filtración,
debido al flujo electroosmótico, que están dirigidas hacia el exterior de las
caras de la excavación, en el sentido, de los cátodos. La influencia estabili-
zante de estas presiones es en muchas instancias espectacular y ocurre tan
pronto como la corriente se conecta. Se produce, además, una progresiva
disminución en el contenido de humedad del limo y un aumento corres-
pondiente en su resistencia (L. Casagrande, 1949, 1962).
Los ánodos consisten comúnmente en caños de acero, aunque se han
usado también barras para hormigón armado y rieles de ferrocarril. La
corrosión suele concentrarse en algunos puntos de los ánodos y por lo tanto

Anodos suplementarios
0 usor de Se necesarios Catodos espaciodos
entre 2y 3 Hcon ánodos
intercalados a ¡gue! distancia
Fig. 47.5. Disposición de electrodos adecuada para estabilizar un talud por
electroósmosis.
ART. 47 DRENAJE DE EXCAVACIONES 387

éstos se tornan discontinuos, con lo cual la parte inferior de los mismos no


resulta más efectiva. Cuando los ánodos están formados por caños se pueden
insertar caños de menor diámetro o barras para restituir la continuidad. Los
cátodos también pueden estar constituidos simplemente por barras de perfo-
ración, a lo largo de las cuales el agua fluye a medida que escapa hacia la
superficie, pero es preferible el uso de caños perforados, recubiertos de una
malla en toda su longitud para permitir el más fácil y rápido escape del
agua. El potencial por aplicar es usualmente del orden de los 100 voltios
y la corriente necesaria para estabilizar una excavación, aunque sea relati-
vamente pequeña, suele ser de por lo menos 150 amperes. La potencia real- -
mente requerida depende de la resistividad del suelo y varía considerable-
mente. Un gradiente de potencial mayor de alrededor de 0,5 voltios/cm
puede conducir a una excesiva pérdida de energía en la forma de calor.
El proceso de la electroósmosis produce la consolidación de los suelos
compresibles, como las arcillas. Esta consolidación es acompañada de un
aumento de la resistencia y, generalmente, de una disminución de la sensibili-
dad. Además, la arcilla se fisura. El uso de la electroósmosis para mejorar
las propiedades de la arcilla no ha sido tan frecuente como para estabilizar
taludes en materiales limosos.

Resumen sobre los métodos de drenaje


Tanto la cantidad de agua que filtra hacia una excavación de dimen-
siones dadas como los métodos que se adaptan mejor para su drenaje
dependen en primera instancia de la permeabilidad media del suelo cir-
cundante. En obras pequeñas se puede hacer la previsión, con suficiente
exactitud, estimando el coeficiente de permeabilidad en función de los ensayos
de rutina ejecutados con las muestras extraídas de perforaciones explorato-
rias. En obras grandes los ensayos de bombeo pueden resultar apropiados.
Para decidir si será necesario o no prever pozos de sangría, las perfo-
raciones exploratorias deben llevarse hasta una profundidad, por debajo
del fondo de la excavación, igual por lo menos a la diferencia de altura
entre el nivel original de la napa y el fondo. 'Toda vez que se toma una
muestra con la cuchara debe permitirse que la napa suba en la camisa
hasta su nivel normal, dato que se anota en la planilla de la perforación.
Las excavaciones realizadas en suelos de alta permeabilidad (k mayor
de 0,1 centímetro por segundo), o en suelos mixtos muy densos de permea
bilidad media (k entre 101 y 107 cm/seg), pueden comúnmente drenarse
bombeando desde sumideros en su interior sin correr un riesgo indebido.
El ¡bles los suelos unif de ilidad
diana pueden también ser drenados sin contratiempos bombeando desde
sumideros. Empero, este procedimiento encierra la posibilidad de que se
formen borbotones en el fondo de la excavación, los que, unidos a una erosión
subterránea, pueden originar el hundimiento de la zona que rodea la exca-
* vación. Para evitar este riesgo es preferible drenar los suelos de mediana
permeabilidad instalando pozos filtrantes. El drenaje del suelo antes de
iniciar la excavación requiere que se bombee durante 2 a 6 días.
388 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

La máxima profundidad a que puede deprimirse la napa extrayendo


agua de una sola batería de pozos filtrantes es de 5,50 metros aproximada-
mente. Si el fondo de la excavación a ejecutar está a mayor profundidad,
se necesita instalar un sistema escalonado, en cuyo caso deben colocarse
dos o más caños colectores espaciados en sentido vertical en 4,50 metros o
bien, habiendo limitaciones de espacio que impidan una instalación esca-
lonada múltiple, recurrir a un sistema con eyectores. Cuando dicha profun-
didad excede de unos 15 metros es preferible drenar el suelo utilizando bom-
bas sumergidas profundas instaladas en pozos filtrantes de gran diámetro.
Los suelos uniformes de baja permeabilidad (k comprendido entre
103 y 10 cm/seg) no pueden ser drenados bombeando desde sumideros
ni desde pozos filtrantes comunes, de modo que para su estabilización es
necesario recurrir al método del vacío. La cantidad de agua que puede
extraerse de los mismos es pequeña, pero si se mantiene el bombeo durante
un período de varias semanas, el suelo puede llegar a adquirir tal rigidez
como para permitir la ejecución, sin riesgo alguno, de excavaciones con un
talud de 60? a 70? y una profundidad de hasta 4 ó 5 metros.
Los limos finos y suelos limosos uniformes, con un coeficiente de per-
meabilidad comprendido entre 10 y 107 centímetros por segundo, pueden
hallarse en un estado tan blando como para que asciendan en el fondo de
una excavación de profundidad moderada. No pueden ser drenados por gra-
vedad ni por el método del vacío, pero suelen estabilizarse con electro-
ósmosis. Como alternativa, las excavaciones en suelos blandos de esta cate-
goría deben ejecutarse por dragado o con aire comprimido.
Los suelos con un coeficiente de permeabilidad menor de 10—7 centíme-
tros por segundo son muy cohesivos, salvo pocas excepciones, y no pueden ser
drenados con ningún método práctico excepto en casos aislados en que resulta
efectiva la electroósmosis. - Por otro lado, el drenaje de estos suelos es rara-
mente necesario, pues en general su resistencia al corte es suficientemente
grande como para mantener la estabilidad del fondo de una excavación de
profundidad moderada. La profundidad a que puede llevarse una excavación
en estos suelos, sin peligro de que se levante el fondo, puede aumentarse
solamente reduciendo el talud En sus paredes, o, si sus paredes son verticales,
didad de las tabl que forman
parte de supe lateral ea artículo 37).

Lecturas seleccionadas
Mansur, C. 1. y R. 1, Kaufman (1962): “Dewa ring Cap. 3 de “Foundation engineering”,
A. Leonards, edic., McGraw-Hill, Nueva ork, Dag. 241-350, contiene un
lente estudio sobre sistemas de drenaje para la construcción, que incluye "detalles
de cálculo y construcción de los
Rockaway, . “The well-point system and ”, de Griffin
Welipoint Corp., Nueva York (1950) y a da the installation and
operation of Moretrench pumps and well-point system” de Moretrench Cop _con+
tienen información práctica útil de carácter general relativa a los “well-poin
La siguiente bibliografía contiene referencias sobre aspectos específicos de dci
de drenaje:
Casagrande, L. (1949). “Electro-osmosis in soils”, Geotechnique 1, N? 3, págs. 159-177.
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 389

Casagrande, L. (1962). “Electro-osmosis and related phenomena”, Revista Ingeniería,


Méjico, Suplemento 2, 32, Abril, págs. 51-62 (contiene fi y texto en »
págs. 1-50: versión inglesa págs. 51-62), publicado también en Harvard Soil Me-
chanics Series, N* 66.

ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO

Introducción
Las excavaciones a cielo abierto pueden ser permanentes, como los cortes
dos para la ión de caminos o fe iles, o pueden ser
solo temporarias, para ser rellenadas una vez que han servido el propósito
que determinó su excavación. Las paredes de las excavaciones permanentes
se hacen comúnmente inclinadas con un talud de por lo menos 1-3- a 1
(artículo 49), o si no, se soportan con muros de sostenimiento (artículo 46).
Por el contrario, en excavaciones temporarias, las paredes se hacen lo más
paradas que las condiciones del suelo permiten sin riesgo de rotura para el
talud formado (fig. 47.4), o se hacen directamente verticales y se apuntalan
o acodalan una contra otra. La elección depende de los costos relativos
y de las restricciones impuestas por las condiciones locales sobre el ancho
que puede darse a la excavación.
Este artículo trata del proyecto de la entibación de excavaciones tempo-
rarias con paredes verticales. Si el fondo de la excavación está por debajo
del nivel de la napa, ésta se deprime durante o antes de excavar. Por ello,
el proyecto de la entibación puede hacerse normalmente sin considerar la
posición de la napa.
Los datos que son necesarios para proyectar en forma adecuada el siste-
ma de entibación dependen en primera instancia de la profundidad de la
excavación. Conviene, por tanto, hacer una distinción entre exca:
poco profundas, de una profundidad menor de unos 5 metros, y excavaciones
das, de didad mayor. El dalami. o lami
de excavaciones poco profundas, tales como las zanjas para instalar conductos
maestros de agua corriente o de cloacas, se ejecuta según sistemas más o
menos normalizados. Los sistemas usuales pueden utilizarse sin peligro para
condiciones muy diferentes del subsuelo y, como los refinamientos en el
proyecto de tales sistemas de acodalamiento resultarían antieconómicos, solo
se necesita efectuar un reconocimiento general del suelo antes de la cons-
trucción, no requiriéndose por otro lado cálculo alguno con respecto al
empuje.
Si, por el contrario, se trata del proyecto del acodalamiento de una
excavación profunda, como las que se requieren en la construcción de subte-
rráneos, deben considerarse tanto las dimensiones de la excavación como las
características del subsuelo, ya que la economía resultante puede ser mucho
mayor que el costo que demanda obtener los datos para el proyecto. La
obtención de estos datos exige en general la extracción de muestras en tubos
de pared delgada, o efectuar ensayos especiales de penetración, además de
las perforaciones exploratorias normales.
390 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

En el pasado, el cálculo del acodalamiento se hacía comúnmente supo-


niendo que el empuje de la tierra aumentaba como la presión hidrostática,
en forma lineal con la profundidad. Tanto la teoría (artículo 37), como la
experiencia han demostrado que esta hipótesis raramente se justifica, Por
ello, en la segunda parte de este artículo, al estudiarse las excavaciones
profundas, se incluyen los métodos para calcular los acodalamientos teniendo
en cuenta la distribución real de presiones.
Entibación de excavaciones poco profundas
En suelo cohesivo, teóricamente, se pueden hacer excavaciones de una
profundidad igual o menor de H, (fórmula 28.9) sin acodalamiento alguno.
Los valores de H. para las arcillas de distinta consistencia son aproxima-
damente iguales a:
c Muy blanda Blanda Mediana
H. (metros) <150 1,50-3,00 8,00-5,50.

Las arcillas compactas y muy ¿Sompactas suelen estar fisuradas y, como


consecuencia, los valores de H, varían mucho, alcanzando a veces mínimos de
3 metros. Para una arena cohesiva Ho depende del grado de cohesión;
comúnmente está comprendido entre 3,00 y 5,00 metros, pero puede alcanzar
valores mucho mayores.
En realidad, si se hacc una excavación en suelo cohesivo sin acodalar
sus paredes verticales, suelen aparecer, pocas horas o días después de termi-
nadas, grietas de tracción en la superficie del terreno contiguo a la misma.
La presencia de dichas grietas reduce en forma considerable la altura crítica
(véase artículo 35) y, tarde o temprano, las paredes se desmoronan. Para
evitar tales accidentes, en excavaciones angostas, se acodala la parte superior
en la forma en que lo indica la figura 48.1a. Los miembros horizontales que
van de pared a pared se denominan codales, o también puntales, y suelen
estar formados por tirantes de madera o bien por puntales especiales exten-
sibles de acero. Los codales, que se colocan usualmente cada 2,50 metros,

(a) (6) (c)

Fig. 48.1. Diagramas que ilustran diferentes métodos para acodalar excavaciones
a cielo abierto poco profundas, (a) Filaúnica de codales; e entablonado horizontal;
(c) entablonado vertical.
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 391

soportan maderos horizontales que normalmente consisten en tablones de 3


pulgadas que son afirmados contra las paredes de la excavación colocando
cuñas entre los mismos y los codales, o bien extendiendo los puntales espe-
ciales por medio de sus tornillos. Exceptuando el caso en que la excavación
está situada en arcilla compacta expansible, los codales soportan una carga
muy pequeña.
Cuando la profundidad de una excavación angosta excede de a Ho
es usual colocar codales a medida que se excava. Los codales se afirman
en vigas verticales, conocidas como estemples o ademes, o simplemente
parantes, que descansan sobre tablones llamados soleras (véase figura 48.1b).
Comúnmente no es necesario colocar los tablones unos contra otros, de modo
que cuando se deja espacio entre ellos, forman soleras abiertas. Un proce-
dimiento alternativo consiste en acuñar los puntales contra vigas horizontales
llamadas carreras, que soportan un entablonado vertical. A fin de que haya
espacio para trabajar, la parte inferior de las paredes en una altura igual a
Y, H, puede dejarse libre sin apuntalar, siempre y cuando el suelo no tenga
tendencia a desmenuzarse y desmoronarse. Cuando existe esta tendencia, se
extiende solo el entablonado hasta el fondo de la excavación, mo así los
codales, que no son necesarios.
En arena o en grava perfectamente no cohesiva solo se puede utilizar
el sistema de entibación con entablonado vertical. Generalmente se hinca
una fila de tablones a cada lado de la excavación y las carreras y codales se
van colocando a medida que se excava. Con frecuencia los tablones se hin-
can poco a poco a medida que se excava, manteniendo siempre su extremo
inferior por debajo del fondo. En este caso el entablonado recibe el nombre
de tablestacado (figura 48.1c).
Tratándose de excavaciones poco profundas, se utilizan en general para
entibarlas dispositivos tipo, cualquiera sea la clase de suelo en que las
mismas se realizan. Los codales se disponen con una separación de unos
2,50 metros en sentido horizontal y de 1,00 a 2,00 metros en sentido vertical.
En excavaciones angostas, consisten generalmente en tirantes de madera de
6 por 4 pulgadas, dimensiones que se aumentan a 8 por 8 pulgadas cuando
el ancho de la excavación alcanza 3,50 metros. Para excavaciones de un
ancho menor de 1,50 metros, se dispone en algunos países de puntales metá-
licos tipo. Para las soleras o el entablonado vertical se utilizan tablones de
un ancho de 6 a 10 pulgadas. Los entablonados construidos de acuerdo con
estas dimensiones pueden utilizarse sin peligro en excavaciones en arena
no cohesiva hasta una profundidad de unos 9 a 10 metros, y en arcilla blanda
hasta una profundidad de unos 2 metros en exceso de + Ho.

Entibación de excavaciones profundas


Consideraciones generales sobre el proyecto de entibaciones. Los mé-
todos más comúnmente utilizados para sostener las paredes de excavaciones
profundas se hallan indicados en forma esquemática en la figura 48.2. Los
392 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

(a) (6) (c)

Y Tablones de A
revestimiento y Carrera arera
Y Y 'o puntal"
Tablones de
Codtalo punial revestimiento
Sec.A Sec.C

Codal o puntal
Fig. 48. hiagramas que ilustran diferentes métodos para acodalar excavaciones
a cielo ms profundas. (a) Con ger porronIslS (b) con pilotes 1;
(c) con tablestaca:

codales de estas entibaciones se insertan a medida que se excava, de modo


que, como se mostró en el artículo 37, se produce un desplazamiento hacia
la excavación de las paredes de la misma, En la superficie este movimiento
está limitado a un valor muy pequeño, pues la fila superior de codales se
coloca antes de que el estado de tensión en el suelo haya sido alterado en
forma apreciable por efecto de la excavación.
:1 desplazamiento que precede a la inserción de los otros codales aumen-
ta con la profundidad, de modo que la forma del desplazamiento de la pared
es del tipo que, de acuerdo con el artículo 27, trae aparejada una distribu-
ción de presiones aproximadamente parabólica, con la presión máxima situa-
da cerca de la mitad de la altura. Se recuerda que, por el contrario, en un
muro de sostenimiento, sobre el que actúa el empuje de un relleno de super-
ficie horizontal, las presiones aumentan en forma hidrostática, en función
lineal con la profundidad.
Otra de las diferencias fundamentales entre un muro de sostenimiento
y una entibación deriva de la forma en que estos dos tipos de estructuras
fallan o rompen. Un muro de sostenimiento constituye, en su conjunto, una
unidad estructural, y falla o rompe como un conjunto. Las irregularidades
locales en la magnitud del empuje unitario no son de mayor importancia,
pues sus consecuencias son pequeñas. Por el contrario, cualquier codal de
una entibación puede romper en forma individual y, como la rotura de un
codal origina un aumento de la carga que actúa sobre los codales adyacen-
tes, un accidente de este tipo puede dar origen a la rotura progresiva de
todo el sistema de entibación.
Finalmente, debe recordarse que la resistencia al corte del suelo adya-
cente a un paramento vertical no actúa en su totalidad sino después que el
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 393

paramento ha cedido y se ha desplazado en una cierta distancia (véase


artículo 27). Nu resulta posible determinar por medio de ensayos de labo-
ratorio, o por ningún otro método indirecto, si el proceso de excavar y enti-
bar una ión traerá o no jad despl i ficiente como
para reducir la presión lateral del terreno al valor del empuje activo. Ade-
más, para un empuje total dado, las cargas que debe soportar cada codal
pueden resultar muy distintas debido a que ellas dependen de factores
accidentales, como las variaciones locales en las características del suelo,
el orden y la rapidez con que se ejecuta la excavación, el tiempo que pasa,
para un punto dado, entre el momento en que se excava y aquel en que se
coloca el correspondiente codal, más la magnitud y uniformidad de la even-
tual precompresión a que son sometidos los diferentes codales. En vista de
estas circunstancias, no se puede dar fe a ningún procedimiento para el
cálculo de entibaciones, a menos que se haya demostrado su eficacia por
mediciones efectuadas en excavaciones de tamaño natural.
Hasta ahora se han hecho mediciones completas en este tipo de exca-
vaciones profundas solamente en las arenas de Berlín, Munich y Nueva
York, en las arcillas glaciares sensitivas, blandas a medias, de Chicago y en
las arcillas marinas sensitivas blandas a medias de Oslo, Existen además
unos pocos conjuntos adicionales de observaciones realizadas en una variedad
de suelos (Flaate, 1966)
La mayoría de las observaciones consisten en medidas de las cargas que
soportan los puntales en una sección vertical dada o en varias secciones
trasversales de una excavación, En algunos casos, las determinaciones de
las cargas en los puntales se suplementan con mediciones de deflexiones y
asentamientos. Como raramente se han hecho mediciones directas fehacien-

Cargos
sobrelos Empujesunitorios
puntales Dimensiones aparentes
E a

Qe/o
2(0210,)
Q3/o
¿lojrae)

6= Distancia horizontal entre puntales


18.3. Método para determinar el diagrama aparente de empuje
iendo de la medida de las cargas Q que actúan sobre los codales de
una excavación a cielo abierto,
394 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

tes del empuje contra el revestimiento, la magnitud+y la distribución de las


presiones que la tierra ejerce contra el mismo deben ser inferidas de las
cargas sobre los puntales. Para ello, el procedimiento más simple consiste
en suponer que la carga en cada puntal es igual al total del empuje que
actúa sobre el revestimiento en un área rectangular que se extiende, hori-
zontalmente, a cada lado del mismo hasta la mitad de la distancia de la
próxima hilera vertical de puntales y, verticalmente, hasta mitad distancia
respecto al conjunto horizontal de puntales situados encima y abajo. En
esta aproximiación grosera pero razonable se supone que el empuje está
uniformemente distribuido sobre el área rectangular así determinada. El
área rectangular tributaria del puntal superior se extiende hasta la superficie
del terreno. Para los propósitos del cálculo, se supone que el fondo de la
excavación constituye un puntal. Si no se ha medido el esfuerzo de corte
en el fondo del revestimiento de la excavación, el empuje unitario se supone
que tiene el mismo valor que se deriva para el puntal inferior. La fig. 48.3
ilustra el procedimiento.
Debido a la continuidad del revestimiento y a las hipótesis realizadas
con respecto a la distribución de presiones cerca del fondo de la excavación,
la distribución real del empuje contra el revestimiento puede diferir apre-
ciablemente de la calculada con el procedimiento descrito. Más aún, en
materiales no cohesivos, el empuje en la superficie debe ser cero. Por estas
razones, el empuje calculado de este modo se denomina el empuje aparente.
Conocido el empuje aparente, la carga sobre los puntales se puede calcular
siguiendo el procedimiento inverso.
'xcavaciones pri en arena. Durante la construcción del subte-
rráneo de Berlín, se midió la carga trasmitida a los codales por una exca-
vación de 1200 m efectuada en arena fina densa y uniforme. Antes y
durante la excavación, la napa fue deprimida hasta una cota muy inferior
a la del fondo por bombeo desde pozos profundos (artículo 47), de modo
que durante la construcción el corte estuvo en seco. La entibación se detalló
en la forma en que lo indica la figura 48.2b, con codales dispuestos en pla-
nos verticales distanciados uniformemente a todo ln largo de la excavación.
La carga que soportaban los codales se midió en seis de estos planos verti-
cales (Spilker, 1937), mostrando la figura 48.4a la distribución de presiones
obtenidas en cuatro de estos conjuntos de codales. Las curvas derivadas de
los otros conjuntos se hallan situadas dentro del área ocupada por las curvas
indicadas en la figura.
La arena del lugar donde se realizaron estas excavaciones era bastante
uniforme, pero a pesar de esta circunstancia, la forma de las curvas que
representan la distribución de presiones varió en forma considerable con
respecto al término medio estadístico. Dichas variaciones fueron causadas
probablemente, en cierta medida, por diferencias locales en las propiedades
del suelo y, en mayor proporción, por diferencias en los detalles del proce-
dimiento de construcción en los distintos puntos. No obstante, la distancia
n¿H al centro de presión desde el fondo de la excavación varió entre los
angostos límites de 0,46 H y 0,50 H. Resultados similares se obtuvieron de
mediciones realizadas sobre 7 conjuntos de puntales en una excavación para
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 395
Empuje aparente en kg/em?
97m 00102 00102 00/02 00102
S
315m [U
11,75 mm 345m |
2 Y
200m
Ma=049 na=050 na=050 na=046
ta)
Corgos medidas sobre puntales t/m

a Hetro Mera York $=35"


8

« Metro Berlín $=40"


> Metro Munich 9=40"
3

Pr ¿rniKa
Ky= tan? (45*- Yo)
S >

Corgas coleulades sobre los puntales t/m


Fig. 48.4. (a) Diagramas de empujes aparentes para cuatro conjuntos de punta'es
ma excavación a cielo abierto de! subterráneo de Ber'ín; (b) comparación entre
cargas totales medidas y calculadas en conjuntos verticales de codales de varias ex-
cavaciones a cie'o arena,

el subterráneo de Munich (Klenner, 1941), en cuyo caso n, varió entre 0,41


y 0555, y para seis conjuntos de puntales en una excavación para el subte-
rráneo de Nueva York (White and Prentis, 1940), en cuyo caso n, varió
entre 0,46 y 0,54. Resulta evidente que el valor de m,, en todas las exca-
vaciones realizadas en arena, se ubica alrededor de 0,5, indicando una varia-
ción aproximadamente parabólica del empuje y no cerca de 0,33, como
correspondería a una distribución lineal de presiones que aumentan con la
profundidad.
De acuerdo con el artículo 37, el empuje total, para las condiciones de
deformación asociadas con la apertura y apuntalamiento de una excavación
a cielo abierto en arena, debiera corresponder al calculado suponiendo
-que la superficie de deslizamiento es una espiral logarítmica. Para un corte
de una profundidad dada H en un material con peso unitario y, la com-
ponente horizontal del empuje total depende de los valores n,, y, y del
396 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

ángulo de fricción á que forma la horizontal con la dirección del empuje


que actúa sobre el revestimiento. En función del material con que está
construido el revestimiento y de las posibilidades de que el mismo se asiente,
3 puede variar entre 0 y f. Los valores del coeficiente de empuje activo,
Po
Ki = y HR (48.1)

calculados por el método de la espiral logarítmica para 3 = ¿/2 y para


valores de n, comprendidos entre 0,4 y 0,6, se proporcionan en la tabla 48.1,
donde también se incluyen los valores de K4 = tg? (45% — $/2) que corres-
ponden a la teoría de Rankine, ecuación 28.1,
La tabla 48.1 indica que para un valor dado de $ y un rango de n,
comprendido entre 0,4 y 0,6, el valor de Rankine no difiere de los obtenidos
con el método de la espiral logarítmica en más de un 15%. Más aún, para
n, = 0,5, la diferencia no supera el 4%. Por otro lado, una variación del
ángulo de fricción interna $ de solo 5” produce un cambio en K4 que
alcanza casi al 50%. Teniendo en cuenta que los valores $ de las arenas
existentes en los lugares donde se ejecutaron las excavaciones a cielo abierto
Tabla 48.1
Valores del coeficiente del empuje activo Ks en excavaciones a cielo
abierto en arena (5 = $12).
ne $ = 40”

04 0,311 0,238 0,202


0,5 0,340 0,257 0,217
06 0,391 0,282 0,235
Rankine 0,332 0,270 0.220

en Berlín, Munich y Nueva York no fueron determinados por ensayos y solo


pueden estimarse en función de una descripción de los materiales, resulta
aparente que las mediciones de las cargas sobre los puntales no pueden
usarse como una base para establecer la superioridad del método de la
espiral logarítmica sobre la solución más simple de Rankine. No obstante,
puede hacerse una evaluación general de la aplicabilidad de estos procedi-
mientos al cálculo del empuje total contra las paredes de una excavación,
comparando la suma de las cargas obtenidas para cada conjunto de puntales
verticales durante las mediciones con el empuje total calculado en base a la
ecuación 28.1 adoptando valores razonables para ¿. La figura 48.4b mues-
tra una comparación de este tipo, en la cual las cargas medidas sobre los
puntales incluyen un porcentaje de empuje transmitido al suelo por debajo
del fondo de la excavación, como lo muestra la figura 48.3. Las cargas
calculadas sobre los puntales se basan en valores de $ = 40% para las
arenas relativamente densas en las excavaciones de Berlín y Munich, y
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 397
Empuje aporenre añil [0.6511

=
PTI,
(a) (5)
Fig. 48.5. (a) Diagramas envolventes del empuje aparente en mediciones realiza-
excavaciones a cielo abierto en arena; (b) diagrama de empuje
aparente propuesto para el cálculo de los puntales de las excavaciones a cielo abierto

= 35" para las arenas más sueltas de Nueva York. La excelente concor-
dancia encontrada indica que el uso de la ecuación 28.1 para calcular el
empuje total que actúa sobre cortes similares en arenas se encuentra plena-
mente justificada.
Por otro lado, la distribución del empuje aparente en una sección ver-
tical dada puede ser semejante a cualquiera de los diagramas de la figura
48.4a. Cambia de lugar en lugar. Como cada puntal debe ser calculado
para la máxima carga a la cual puede llegar a estar sujeto, el proyecto de
los puntales debe basarse en la envolvente de todos los diagramas aparentes
de empuje, determinados en base a las cargas medidas sobre los puntales.
En la figura 48.54 está dibujado el empuje aparente máximo para cada una
de las tres obras. El empuje se calculó convirtiendo en empuje aparente la
carga individual máxima que solicitaba a un puntal para un nivel dado.
Este empuje aparente se ha expresado en términos de la cantidad KayH,
en la cual Ka es el coeficiente de Rankine: tg? (45% — $/2). La envolvente
más simple, que ajusta mejor, corresponde a una presión uniforme, igual a
0,65 K,yH, para toda la profundidad del corte,
Por lo tanto, para cortes similares en arena densa, los puntales deben
calcularse tomando en consideración cargas determinadas por medio del
diagrama aparente de empuje (fig. 48.5b). Este procedimiento cubre la
máxima carga que puede ocurrir sobre un puntal. El valor más probable
para la carga de cualquier puntal individual es más o menos el 25 % inferior
que el máximo.
398 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

El diagrama de presiones aparentes para el cálculo se ha establecido


sobre la base de observaciones realizadas sobre un número de excavaciones
más bien limitado, que variaron en profundidad entre aproximadamente
8,50 y 12 m. Por tanto debe usarse con precaución para cortes con profun-
didades sustancialmente mayores. Más aún, se hace notar especialmente
que el diagrama de empuje aparente aquí propuesto para proyectar los pun-
tales no tiene ninguna semejanza con la distribución real de empujes contra
el revestimiento que soporta el corté, Es meramente un artificio para caleu-
lar valores de las cargas que deben soportar los puntales y que no van a ser
excedidas en ningún puntal real de una excavación a cielo abierto similar.
Empuje unitario aparente kg/cm?
25 10 0 05 10 0 0510 0_ 05/00 05 10
E]
Profundidad, m
. 9

Xxe
1.

12
Chicago Chicago Shellhaven Vaterland3 Tokyo-M
Oslo
(a)
sobre puntales, toneladas
»
3
T

e
T
SS
33

Chicago Mefro-Contrato 08,


Cargas promedio

CofferdamA
aS
T
o

50 100 150 200 250 300 350


o

Cargas móximas y mínimos sobre puntoles, tonelado:,


(6)
Fig. 48.6. (a) Diagramas representativos del empuje aparente, obtenidos midiendo
las cargas sobre conjuntos de puntales en varias localidades con
blanda a2 media: (b) variación de la carga sobre los puntales en una excavación a
cielo abierto en Chicago; cada segmento horizontal representa el promedio, el mí-
mimo y el máximo de la carga medida sobre 8 codales a la misma altura e idéntico
ce de la excavación.
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 399

En general, los momentos flectores en las tablestacas o los pilotes, en las


carreras y el revestimiento, serán sustancialmente menores que los calcula-
dos en base al diagrama de empuje aparente propuesto para determinar las
cargas sobre los puntales.
En los casos en que la filtración se elimina por bombeo desde el interior
de la excavación, debe tomarse un amplio margen de seguridad para tener
en cuenta las presiones de filtración en la parte inferior de la entibación.
El drenaje a través del espacio dejado entre las tablas que sirven de soleras
no es suficiente para eliminar las presiones de filtración, pues su efecto es
similar al que ejerce la capa vertical de drenaje, colocada detrás de los
muros de sostenimiento, que se indica en la figura 46.54.
Excavaciones profundas en arcillas saturadas blandas a medias. En
contraste con las relativamente pocas mediciones de las cargas que actúan
sobre puntales instalados en excavaciones en arena, se han efectuado nume-
rosas observaciones en cortes practicados en arcillas blandas a medias. Aun-
que la mayor parte de la información disponible fue obtenida en Chicago y
Oslo, existen varios conjuntos de observaciones practicadas en Inglaterra y
en Japón. En todos los lugares se determinó la resistencia al corte no dre-
nado de las arcillas.
Los diagramas de empujes aparentes exhiben una variedad de formas,
de las cuales las de la figura 48.62 son representativas. El valor medio ny,
para 42 conjuntos de puntales, que representan todos los lugares donde
se hicieron mediciones, es de 0,39. Oscila entre 0,30 y 0,50, aunque en un
corte se observó un valor excepcionalmente alto igual a 0,59. Las medi-
ciones no dejan ninguna duda de que incidentes menores e inevitables en
el procedimiento de construcción, como diferencias en el intervalo de tiempo
entre la excavación de la arcilla y la colocación del puntal, son de impor-
tancia fundamental en la determinación de la carga que va a soportar el
puntal. Este hecho se ilustra en la figura 48.6b, en la cual cada horizontal
representa la carga media en los 8 puntales existentes a un mismo nivel y
en un mismo estado de profundización en una excavación a cielo abierto
en Chicago, a la vez que indica los valores máximos y mínimos de las car-
gas sobre los puntales en cada nivel y estado. El corte contenía cinco
niveles de puntales. La excavación se practicó en forma sistemática de un
nivel al siguiente y, después de alcanzar cada nivel de profundización, se
instalaron cuidadosamente los 8 puntales, los que fueron precomprimidos
con 10 t cada uno. No obstante, a pesar de que el procedimiento de cons-
trucción fue inusualmente uniforme, las cargas sobre los puntales individua-
ls en cada nivel variaron hasta + el 60 % del término medio. Variaciones
similares son también características para todos los cortes en los cuales se
hicieron suficientes determinaciones de las cargas sobre los puntales como
para obtener datos estadísticamente significativos.
La suma de las cargas que soportan los conjuntos de puntales verticales
de.un corte dado, siempre que estén igualmente espaciados en sentido hori-
-zontal, varía mucho menos que las cargas que actúan sobre los puntales
individuales, No obstante, aun la variación en el valor de la suma de las
cargas es considerable. Este hecho viene ilustrado por la fig. 48.7, en la
400 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES
cual los segmentos horizontales indican el rango en carga total y el término
medio en conjuntos idénticos de puntales de un grupo de excavaciones a
cielo abierto realizadas en Chicago. Se proporcionan los datos correspon-
dientes a 5 cortes que contenían entre 5 y 17 conjuntos de puntales. Para
algunos de los cortes la variación con respecto al término medio llega a
+ 30%. No hay indicaciones de que esta variación pueda ser menor en
otras localidades donde se han realizado mediciones.
Estos descubrimientos son de la máxima importancia práctica, pues
demuestran que, si las mediciones se hubiesen limitado solamente a uno o
dos conjuntos de puntales en un corte dado, se hubiese podido llegar a
conclusiones erróneas respecto de la validez de las teorías del empuje contra
las entibaciones. Más aún, todo cálculo teórico para estimar las cargas que
deben soportar individualmente los puntales de un corte debe tomar en
cuenta la dispersión inevitable, tanto en carga total por conjuñto de pun-
tales como en los puntales de distintos conjuntos situados a un mismo nivel,
De acuerdo con el artículo 37, el empuje resultante P, que actúa sobre
el apuntalamiento de un corte en arcilla saturada bajo la condición $ = 0%
se puede calcular en la hipótesis de que la superficie de deslizamiento es
un arco de círculo. Más aún, el valor de P, no solo depende de la relación
$
Promedio cargo totel sobre puntoles -tonclodos
$ a
ÉS

S/A-17 Conjuntos
se
S

Inland Sreel-5 Conjuntos


3 8

0 100 200 300 400 3500 600


S

Carga total mínimo y máxima sobre puntales -toneledas


Fig. 48.7. Variación de la carga en conjuntos verticales idénticos de codales en
varias excavaciones a cielo abierto practicadas en arcilla blanda a media en Chicago,
Cada segmento horizontal representa el término medio, el mínimo y el máximo de
la suma de las cargas en el conjunto de puntales en una excavación dada después
que la misma ha sido completada,
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 401

Na=04

0 os 10 0 05 10
Valores de 4c/qH
Fig. 48.8. Valores del coeficiente de empuje K«=P./YsyH? para suelos arcillosos,
calculados en la hipótesis de que la superficie de deslizamiento es circular (líneas
llenas) y por medio de la teoría de Rankine (líneas punteadas).

n, que define el centro de presión sino también de la razón c,/c, en la cual


e, es la adherencia que se desarrolla entre el revestimiento y la arcilla. La
teoría indica, sin embargo, que la influencia de c,/c es pequeña en compa-
ración con la de n, y despreciable frente a la que ejerce el valor de la
resistencia al corte c. Esto se puede ver en la figura 48.8 en la cual el empu-
je, expresado en términos de K4 = Pa/YayH?, se ha calculado en la hipótesis
de que la superficie de deslizamiento es circular para varios valores de
Ca/C y a. La figura también demuestra que para valores de n, no mayores
de aproximadamente 0,5, el factor K¿ puede estimarse con razonable exac-
titud con la expresión de Rankine:
4c
Ki = 13 (48.2)

representado en dicha figura con líneas punteadas. Para el valor n, = 0,4,


tomado como promedio ponderado de todos los cortes observados, la aproxi-
mación es excelente. Por ello, para propósitos prácticos, resulta apropiado
comparar el empuje total contra varios cortes, medido como suma de las
cargas que actúan sobre conjuntos verticales de puntales, con el que se
obtiene por cálculo con la ecuación 48.
La figura 48.9 muestra una comparación como la descripta. Resulta
evidente que todos los empujes calculados coinciden con los medidos dentro
de una variación del orden del + 30%. Se exceptúan las observaciones
realizadas en ciertos cortes efectuados en Oslo, para los cuales los empujes
calculados resultan mucho menores que los reales. Por su importancia, el
hecho requiere una explicación. Se cree que las razones que conducen a
esta discrepancia están ligadas a las condiciones de estabilidad que se pro-
ducen en el fondo del corte.
medida que aumenta la profundidad de una excavación a cielo abier-
to, el peso de los bloques de suelo situados a ambos costados de la misma
402 EMPUJE DE TIERh ESTABILIDAD DE TALUDES

actúan como una sobrecarga que acciona al nivel del fondo del corte verti-
cal y tiende a desplazar lateralmente hacia la excavación la arcilla situada
debajo de ese nivel para provocar una rotura del fondo o base de la exca-
vación por levantamiento (artículo 37). Si la resistencia media de la arcilla
situada debajo del fondo de la excavación es igual a c, la base puede fallar
cuando la profundidad del corte alcanza un valor crítico determinado por
la relación:
= No (48.3)
donde N, es el factor de estabilidad. De acuerdo con la ecuación 37.4, No
tiene un valor del orden de 6 a 7. Como índice de la medida en que una
excavación se aproxima al punto de una rotura total por la base, se puede-
usar el número no dimensional N, obtenido de la expresión:
N= yH
Cc
(48.4)
Se ha encentsia (artículo, 58) que el movimiento dela evstimibnto y los
terreno ad; a
cielo abierto en Sscilla se tornan significantes para valores.de N del orden
de 3 a 4. Aproximadamente para este valor, se comienzan a formar en la
arcilla zonas plásticas cerca de los bordes inferiores de la excavación y, a
medida que N aumenta, dichas zonas se agrandan. Bajo estas condiciones,
la hipótesis simple de que la superficie de deslizamiento se extiende como
arco de círculo desde la superficie del terreno al borde inferior del corte
se torna cada vez más errónea, ya que la cuña que se forma detrás del
corte empalma con la zona plástica del fondo para formar una mayor, unida
a una superficie de deslizamiento que se extiende mucho más lejos en el
borde superior de la excavación y mucho más profundo dentro del sub-
suelo, de modo que el empuje aumenta.
En la mayoría de los cortes que han sido sometidos a observaciones,
la profundidad a la cual se podía extender la zona plástica estaba limitada
por la presencia de la roca madre o bien por materiales que aumentaban
de resistencia con la profundidad en correspondencia o cerca del fondo de
la excavación. En tales casos, la concordancia entre los valores medidos y
calculados del empuje (fig. 48.9) fue satisfactoria. Por el contrario, en tres
cortes realizados en Oslo y representados en la figura 48.9 por los puntos
N3 a N8 inclusive, una masa extensa de arcilla blanda se extendía por
debajo del corte y los valores de N alcanzaron, para la profundidad defi-
nitiva, entre 6,3 y 8,5. Por tanto, las zonas plásticas pudieron desarrollarse
sin restricción debajo del fondo de la excavación y la superficie de desliza-
miento no tuvo parecido con la que corresponde a la teoría en la cual se
basa la figura 48.8. Por ello, los empujes excedieron en mucho a los pre-
vistos en base a la ecuación 48.2,
Todavía no se ha desarrollado una teoría consistente o satisfactoria para
calcular el empuje contra el revestimiento de un corte bajo las condiciones
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO

084
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YY Toto T.8log (trae 1969)
7 Tero tefro169(£ngo
(spero1569)ona ueso 143
da" duelo Mela) lénao 196)
Chicago Oslo:
Crk, Metro SIA (Peck 1963) "Wi.2 Granlana 2 (1611965)
ES6' Metro 53 M3. Voteriona 1 (NG! 1962)
7 Metro 540 + MSG Vereriana 2 (NG! 1962)
coEo, Metro
Mato SOss MS.MZ8 Enerhougen
Voteriona 3 (NG! 1962)
(1611962)
CIO. Metro
Metro ne (Wu ona Berman 1953) Englana:
1eel Blag (Locrois 1956) , Poole Power so (Megar 1951)
E05-22 Morro Tres! (ne 1940) Ez Shelinowen (Shen) ¡pron ana Mara 1952) ,
Fi. 48.9. Comparación entre los empujes medidos en excavacionesa cielo abierto
empujes calculados con la teoría de
practicadas en arcillas blandas a medias y
Rankine (según Flante, 1966 ).
404 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

en el párrafo d Como una imación grosera, la


ecuación 48.2 puede modificarse empíricamente incorporando un factor de
reducción m que se aplica a la resistencia al corte c. Se obtiene así:
4c
K,=1—m (48.5)
yH
Para aquellos cortes de la ciudad de Oslo en que debajo de su fondo
la zona plástica pudo formarse libremente, y para los cuales Ñ fue mayor de
aproximadamente 4, se encontró que el valor de m era igual a 0,4. Solo se
pueden determinar valores de m para otras arcillas efectuando mediciones
de las cargas que actúan sobre los puntales o de los empujes laterales que
desarrollan esos depósitos.
Todo parece indicar que el valor de m depende de las características
tensión-deformación de la arcilla. En varios de los cortes realizados en
Chicago, al llegar a profundidades intermedias, el valor de N excedió de 4.
No obstante y aun cuando la arcilla resistente situada debajo del fondo de
la excavación estaba suficientemente profunda como para permitir el desarro-
No integral de las zonas plásticas, de modo que se satisfacian las condiciowes
necesarias para que aumentase la presión contra el revestimiento, éste no se
produjo. En efecto, las cargas medidas sobre los puntales se correspondieron
con las proporcionadas por la ecuación 48.2 o bien con las de la ecuación
48.5 para m = 1. La diferencia más destacable entre las arcillas de Oslo
y de Chicago deriva de la extensión de la precarga o preconsolidación. Si
se exceptúa una costra superior, las arcillas de Oslo parecen estar normal-
mente consolidadas de verdad, mientras que aun las arcillas blandas de
Chicago tienen una pequeña preconsolidación que fue provocada por el
peso del hielo de la época glacial. Aun cuando la precarga de las arcillas
de Chicago no cambió. sígnific ativamente su resistencia, fue suficiente para
aumentar el módulo tangente inicial (artículo 15) a un valor apreciable-
mente mayor de aquel que le corresponde a una arcilla normalmente
idada. Por ello, las det i que ñan la reducción de
presión que produce una excavación y el correspondiente desarrollo de las
zonas plásticas pueden haber sido menores que en las arcillas de Oslo. Tenien-
do en cuenta que las arcillas en verdad notmalmente consolidadas son más
bien raras, es muy probable que usualmente el valor de m se aproxime a 1,0.
Por las razones expuestas, pareciera que la ecuación 48.2 provee una
estimación fehaciente de la presión total contra el revestimiento de exca-
vaciones a cielo abierto en arcillas blandas a medias, a menos que N exceda
un valor de alrededor de 4 y que, además, la arcilla que forma las paredes
y el fondo de la excavación, hasta una profundidad considerable por debajo
del corte, tenga un módulo tangente inusualmente bajo, como el de arcillas
normalmente consolidadas de verdad.
Como en el caso de los cortes en arena, la distribución del empuje
aparente varía de corte a corte y de sección en sección en un mismo corte.
Como cada puntal debe dimensionarse para la máxima carga a que puede
llegar a estar sometido, su proyecto debe basarse en la envolvente de todos
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 405

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(5)
Fiz. 48.10. Diagramas de máximo empuje aparente para excavaciones a cielo abier-
lo representativas practicadas en arcillas blandas a medias. (a a d) Cortes en Chica-
go; (e y $) cortes en Tokio; (g) cortes en Os cortes en Inglaterra; (1)
cortes en Osto por cima de un profundo depósito de la normalmente consoli=
dada en el supuesto de tomar un factor de reducción m = (j) datos de los mismos
cortes en Oslo en el supuesto de que m= 0,4.

los diagramas aparentes de empuje determinados midiendo las cargas sobre


los puntales. En la figura 48.10 se han dibujado los diagramas de empujes
máximos aparentes representativos de cortes realizados en varias localida-
des. El empuje aparente se expresa siempre en función de la cantidad
KayH, en la que K, se determina con la ecuación 48.5. En los diagramas
(a) a (h) el factor de reducción m se ha tomado igual a uno y se observa
«que el valor máximo raramente excede de 1,0 KyH. No obstante, como ya
406 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

se ha dicho al considerar la figura 48.9, para aquellos cortes de Oslo con


valores de N mayores de 4 que por debajo de su fondo hasta considerable
profundidad apoyan en arcilla con un muy bajo módulo tangente inicial, es
necesario tomar en consideración empujes mucho mayores, como los repre-
sentados en los diagramas (i). Si para estos cortes se toma un valor de
m = 0,4, se obtienen los diagramas (¿), los que son similares en todos los
aspectos a los de los otros cortes.
El diagrama de empuje aparente de la figura 48.11a se considera como
una base razonablemente conservadora para estimar las cargas a utilizar
en el proyecto de los puntales de los revestimientos de cortes practicados
en arcilla saturada blanda a media. En algunos casos los diagramas de
empuje máximo aparente (figura 48.10) muestran presiones algo mayores
a lo largo de distancias verticales limitadas, pero la influencia del exceso
sobre las cargas de los puntales es pequeña y se sitúa bien dentro de la
revancha que proporciona el coeficiente de seguridad con que los mismos
deben proyectarse. El método de cálculo de las cargas a utilizar en el
proyecto de los puntales es el mismo descripto previamente para las arenas.
El factor de reducción m se toma igual a 1,0, a menos que el factor de
estabilidad N exceda de 4 y el corte apoye sobre un profundo depósito de
arcilla con un módulo tangente inicial muy bajo.
Algunos de los cortes de Oslo y Chicago estuvieron expuestos por exten-
sos períodos a la acción de un tiempo con temperaturas inferiores a la de
congelamiento. Los empujes aparentes que corresponden a estas condicio-
nes no se incluyen en la figura 48.10. En ciertos casos alcanzaron magni-

RA
an | 025H

050H
Y,

0254
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10K4 1H Ñ
Klm Le, 0.21H-04rH
(a) (0)
Fig. 48.11. Diagramas de empuje aparente para el cálculo de codales de cortes
excavados en suelos arcillosos. (a) Diagrama para arcillas blandas a medias: el valor
de m se toma igual a uno, salvo cuando para arcillas efectivamente normalmente
pira las resistentes fisuradas: se puede usar nna presión menor solo cuando
la deformación lateral se mantiene en un mínimo y el período de construcción
es corto.
ART. 48 ENTIBACIÓN DE EXCAVACIONES A CIELO ABIERTO 407

tudes varias veces superiores a las que se habían desarrollado para el mismo
nivel de excavación antes de las heladas.
Cortes en otros materiales: Se han realizado mediciones en dos cortes
.practicados en arcillas compactas fisuradas. Uno de ellos, una zanja en
Oslo, tenía solo 4,20 m de profundidad (DiBiagio y Bjerrum, 1957). La
otra, en Park Village East en Londres (Golder, 1948), llegaba hasta unos
16 m. Para ambos cortes la cantidad 1 — 4c/yH es negativa si c se determina
por medio de ensayos no drenados de muestras inalteradas. No obstante,
se desarrollan empujes apreciables. Sobre la base de la magra información
disponible, para el proyecto de los puntales se sugieren los diagramas. de
empuje aparente máximo muy tentativos indicados en la figura 48.11b.
El máximo empuje unitario se toma igual a un valor comprendido entre
0,2yH y 0,4yH. Los valores menores son aplicables cuando el movimiento
del revestimiento se puede mantener en un mínimo y el tiempo de la cons-
trucción va a ser corto. En caso contrario, son aplicables los valores mayores.
Se han efectuado mediciones en dos trincheras angostas realizadas cor-
tando suelo residual y roca descompuesta hasta una profundidad de unos
25 m (Humphreys, 1962) para construir el endicamiento de una presa, Debi-
do a que el ancho de las trincheras y por consiguiente el peso del suelo
excavado eran pequeños, el estado original de tensiones en el terreno puede
no haber sido alterado grandemente. La presión aumentó en forma casi
lineal con la profundidad, de acuerdo con una ley p, = 0,35yH, en la que
pa es la intensidad del empuje unitario.
No hay todavía datos disponibles con respecto a cortes practicados en
arcillas compactas intactas o en suelos en cuya resistencia al corte aparecen
los dos términos c y ¿. Incluidos en la última categoría se encuentran
las arcillas arenosas, las arenas arcillosas, los limos cohesivos y una variedad
de otros suelos de ocurrencia común. No se podrán establecer reglas para
dichos materiales hasta tanto se hayan efectuado observaciones adecuadas *.

Resumen de procedimientos y problemas


La ejecución de excavaciones con una profundidad menor de unos 6
metros y su acodalamiento solo exigen seguir en forma estricta las reglas
empíricas existentes. El cálculo del empuje que actúa sobre la entibación
es una cuestión de menor importancia, pues es más económico usar uno
de los sistemas tipos de entibación, aunque sea al precio de un exceso de
material, que adaptar el sistema a las condiciones del suelo que se excava.
En excavaciones profundas y anchas, la entibación insume una parte
considerable del costo total de modo que, con frecuencia, si en vez de seguir
simplemente los métodos corrientes se estudia un poco el problema se
pueden efectuar economías considerables, como ocurre cuando resulta facti-
ble dejar un gran espacio libre entre el fondo de la excavación y la última
fila de codales. En este caso, a los efectos de satisfacer los requerimientos
* La Municipalidad de la, Ciudad de Buenos Alres establos en su código que,
para el cálculo de los empujes de tierra sobre los muros de sostenimientos permanentes
408 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES
de la seguridad y los de la economía, es necesario efectuar una investigación
detallada del subsuelo y además preparar el proyecto en función del empuje
de tierra calculado.
La experiencia ha demostrado que la magnitud del empuje total que
actúa contra los entibamientos de excavaciones en arenas y en arcillas satu-
tadas blandas a medias puede calcularse utilizando las teorías del empuje
de tierras, siempre que el corte no sea seguido en profundidad por un
espeso depósito de arcilla en verdad normalmente consolidada con un módu-
lo tangente inicial bajo, en el cual se inducen grandes deformaciones como
consecuencia de las operaciones de excavación. Por el contrario, la distri-
bución de carga entre los puntales de un conjunto o fila vertical no puede
predecirse en base a dichas teorías. Las cargas para proyectar los puntales
pueden, en cambio, calcularse con los métodos descriptos en los apartados

o las entibaciones temporarias se deben utilizar los diagramas de empuje indicados


en la figura adjunta.
arenas comncas|, anns vanos lancia santos | amas sons cas
(2 ar uy ts) 4

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Diagramas de empuje de tierra incluidos en el Código de la Municipalidad de la
Ciudad de Buenos Aires,
Para calcular los empujes horizontales ejercidos sobre paredes vígidas de sostén
impedidas de rotar por su apoyo inferior o desplazarse se aplican los diagramas (1), (2),
y a, segín ¿orresponda, El diagrama (2) tiene en cuenta la estructura particular
de la formación campeana, un depósito de origen eólico que ha sido depositado, ero-
sionado, redepositado y preconsolidado por desecación en un proceso que se desarro
bajo condiciones climáticas variables, pero siempre adecuadas para la deposición de
material eólico, que fue pronto erosionado por el agua, redepositado y desecado. Véase:
Moretto O. - Earth pressure on rigid walls for soils preconsolidated by dessication in the
cis of Buenos Aires - V Congr. on Soil Mech. and Found. Eng., Vol 1, Madrid,
1972.
juando por el tipo de vinculación la naturaleza de la estructura de contención
permita una rotación por la base o un desplazamiento como en los muros de sostenimien-
to con coronamiento libre, el empuje se determina utilizando el diagrama (5). El factor
e ON posibles errores en la determinación de las constantes c y b del suelo.
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 409

precedentes. El uso de la teoría o de procedimientos similares a Pro


yectar sistemas de entibamiento de excavaciunes en otros ti
debe practicarse con cuidado hasta que la aplicabilidad de ll ceniedos
se demuestre por mediciones en el terreno.
Resulta evidente la necesidad de efectuar mediciones adicionales con
otros tipos de suelos, las que deben ir acompañadas de una descripción
adecuada del material.
Lecturas seleccionadas
Entre los artículos de carácter general que tratan de la presión de suelos contra el
apuntalamiento de excavaciones a cielo abierto se encuentran:
Terzaghi, K. (1941b). “General wedge theory of earth pressure”, Trans. ASCE, 106,
págs. 68-97.
Peck, R. B. (1943). “Earth-pressure measurements in open cuts, Chicago subways”,
Trans. ASCE, 108, págs. 1008-1086.
Un artículo de ps ns de eo 0 CC. Meem (1908). “The bracing of trenches
and tunnels, with praoti formulas for earth pressures”, Trans. ASCE, 60 Dag. 1-23 y
discusión del mismo en págs. 24-100,contiene interesante” información sobre observaciones
hechas en trincheras abiertas en diferentes clases de suelo. La parte teórica del artículo
y su discusión pueden tan solo rama velos linia y la información sobre suelos
es inadecuada.
in Technica! Reports N* 1-9 delrg Geotechnical Institute se da infor-
mación detallada sobre las mediciones de Oslo, sin interpretación de valores.

ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y DE TALUDES DE


DESMONTES Y EXCAVACIONES
Causas y características generales de la rotura de taludes
Toda masa de suelo situada debajo de la superficie de una ladera o
talud natural, o bien debajo de la superficie del talud formado por un des-
monte o una excavación, tiene tendencia a desplazarse hacia abajo y hacia
afuera por el efecto de su propio peso. Cuando esta tendencia es contrarres-
tada por la resistencia al corte del suelo, el talud es estable; en caso
contrario, se produce un deslizamiento. El material en el que se produce
el deslizamiento puede estar constituido por un suelo natural, un terraplén

Grielas de Iracerón

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ES
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Leronte-

Fig. 49.1. Forma típica de un deslizamiento en un material cohesivo.


410 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

artificial o una combinación de ambos. En este artículo solo se consideran


deslizamientos en suelos naturales, pues los otros casos se tratan más
adelante,
Los deslizamientos en taludes naturales pueden originarse como con-
secuencia de distintas perturbaciones externas, como ser la socavación del
pie de un talud existente o la ejecución de una excavación con paredes
no apuntaladas, pero a veces ocurren también sin provocación externa alguna
en laderas que han permanecido estables durante muchos años. Las roturas
de este último tipo se originan como consecuencia de un aumento tempo-
rario en la presión del agua de los poros, o bien a raíz de un deterioro pro-
gresivo de la resistencia del suelo.
Si bien los deslizamientos pueden ocurrir como consecuencia de fenó-
menos diversos, casi todos presentan características generales similares a las
que ilustra la figura 49.1. La rotura va precedida de la formación de grietas
en la región superior del talud o más allá de su cresta. Durante el desli-
zamiento, la parte superior del área que éste abarca, denominada la raíz,
se hunde, mientras que la inferior, llamada la lengua, se levanta. Por ello,
si la superficie original del talud es plana, después del deslizamiento, el
perfil de dicha superficie, a lo largo de su eje, se trasforma en una curva
con forma de S (véase figura 35.1). La forma de la lengua del desliza-
miento depende en parte del tipo de material en el que éste se produce. En
arcillas homogéneas de baja sensibilidad, en general el suelo se levanta en
esa zona y la lengua toma la forma indicada en la figura 49.1. A su vez,
en arcillas con una estructura muy sensible y en arcillas que contienen bolso-
nes de arena, el suelo de la zona de la lengua suele, como consecuencia
del deslizamiento, llegar a fluir como si fuese un líquido.
Es muy raro que se produzcan deslizamientos que abarquen toda la
longitud de un talud. Aun tratándose de taludes uniformes de gran longitud
y de altura casi constante, los deslizamientos se producen generalmente en
zonas aisladas separadas entre sí por una gran distancia. Por ejemplo, los
bien conocidos derrumbes del canal de Panamá aparecen en planta como
cicatrices aisladas separadas por largos intervalos con taludes intactos. Los
deslizamientos producidos en desmontes de gran longitud y de sección tras-
versal uniforme, ejecutados para construir líneas ferrovarias, presentan carac-
terísticas similares.
ay, empero, una clase importante de deslizamientos que constituye
la excepción de esta regla general con respecto al reducido ancho de sus
frentes. En efecto, si las condiciones geológicas tienen características de
una naturaleza tal como para que la mayor parte de la superficie de desli-
zamiento se halle situada dentro de una capa de limo grueso o de arena
que separa dos estratos de arcilla, el ancho del deslizamiento, medido a lo
largo de la cresta del talud, puede ser mucho mayor que su longitud. Los
deslizamientos de este tipo son causados comúnmente por una sobrepresión
en el agua de los poros de la capa de arena o de limo, y además, en contraste
con los otros tipos de deslizamientos, estos derrumbes no van precedidos
por síntomas, fáciles de descubrir, indicadores del peligro que se acerca,
sino que ocurren casi de repente.
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 411

Problemas de la ingeniería que invol la estabilidad de taludes


La mayoría de los problemas que involucran la consideración de la
estabilidad de taludes se relacionan con el proyecto y la construcción de
desmontes para caminos, ferrocarriles y canales. La necesidad de construir
grandes desmontes no apareció hasta principios del siglo XIX, cuando se
construyeron los primeros ferrocarriles, pero desde entonces se han excavado
un sinnúmero de estos cortes con una profundidad y longitud cada vez
mayores.
La experiencia ha demostrado que los taludes con pendientes 2
(horizontal) y 1 (vertical) son generalmente estables y la verdad es que
la mayoría de los desmontes para ferrocarriles y caminos con una profundi-
dad menor de 6 metros tienen taludes con dicha inclinación, y que lo
mismo ocurre con muchos desmontes más profundos y perfectamente esta-
bles, Por ello, puede considerarse la inclinación 1-¿—a 1, como el talud
normal en la construcción de caminos y ferrocarriles, Cuando los taludes se
hallan sumergidos, como en los canales, dicha pendiente varía entre 2:1 y
3:1, Taludes más parados deberían construirse solo en roca, suelo arenoso
denso con cantos rodados y en loess.
Los taludes en roca están fuera de la competencia de este libro. En
suelos residuales densos y en mezclas densas de arena y grava con cantos
rodados grandes, los taludes 1:1 suelen ser permanentemente estables. Los
taludes en loess se estudian más adelante.
Las estimaciones preliminares, relativas a la cantidad de excavación
necesaria para establecer una nueva vía de comunicación, se realizan común-
mente con la hipótesis de que todos los desmontes en tierra se ejecutaran
con taludes normales. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que los
taludes normales solo son estables si los desmontes se realizan en terreno
favorable. El término terreno favorable indica un suelo no cohesivo, un
suelo arenoso cohesivo o bien una grava cohesiva, situados en un clima
húmedo o seco. Tratándose de arcilla blanda o de arcilla resistente fisurada,
la excavación de un desmonté con taludes normales, aunque sea de poca
profundidad, puede dar origen a un movimiento del suelo hacia el desmonte,
movimiento que suele extenderse progresivamente hasta alcanzar una dis-
tancia igual a varias veces la profundidad del mismo. Las arcillas que con-
tienen capas o bolsones de arena acuífera pueden reaccionar a una alteración
de su equilibrio en una forma similar a la descripta. Los depósitos con esta
clase de propiedades constituyen lo que se denominan terrenos difíciles.
Los ingenieros experimentados tratan siempre de trazar las nuevas vías
de comunicación evitando, dentro de lo posible, los desmontes en terrenos
difíciles, pues si un proyecto requiere la ejecución de largos desmontes en
terrenos potencialmente difíciles, es muy probable que el cálculo de su
presupuesto indique que es antieconómico, salvo que la seguridad con res-
pecto a la estabilidad de los taludes se reduzca a un valor mucho menor
412 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

que el margen de error que deriva de los cálculos mismos de la estabilidad.


Por ello, se considera, con razón, que los deslizamientos locales en desmon-
tes ejecutados en terrenos difíciles son fenómenos inevitables desde el punto
de vista económico. Pero al mismo tiempo es de buena ingeniería requerir
que estos deslizamientos inevitables no lleguen a originar pérdidas de vida
ni de bienes, requerimiento que solo puede satisfacerse por medio de exten-
sas y cuidadosas observaciones en el terreno, llevadas a cabo durante y
después de la construcción. Solo y exclusivamente a través de dichas obser-
vaciones resulta posible descubrir los síntomas indicadores de deslizamientos
inminentes y tomar medidas adecuadas para evitar consecuencias fatales.
Los métodos a utilizar para encarar los problemas que presentan los
taludes inestables dependen principalmente de la naturaleza de los suelos
en juego. Por ello, para propósitos prácticos, lo más conveniente es clasificar
los deslizamientos en función de los suelos en que los mismos ocurren. Los
terrenos difíciles más comunes son: los constituidos por las formaciones deri-
vadas de la meteorización in situ de capas de esquistos y pizarras, los detritus
de ladera, las arenas acuíferas muy sueltas, las arcillas blandas homogéneas,
las arcillas resistentes fisuradas, las arcillas con intercalaciones laminares
de arena o de limo y las masas de suelos cohesivos que contienen capas o
bolsones de arena o de limo acuíferos. En lo que sigue se describen las causas
de los deslizamientos en cada uno de estos suelos y se trata en forma somera
la práctica actual para atacar los problemas de ingeniería que los mismos
presentan, pero, dada la complejidad del tema, lo que se dice en este artículo
solo puede considerarse como una introducción al estudio de la estabilidad
de taludes en estratos naturales de suelo,

Estabilidad de taludes y de desmontes en arena


Cualquiera sea el tipo de arena, si está permanentemente por encima
del nivel del agua, puede considerarse como terreno estable en el cual se
pueden cortar, sin peligro, desmontes con taludes normales. Las arenas
densas y medianamente densas situadas bajo agua son igualmente estables.
Solo se producen deslizamientos en arenas sueltas saturadas, como conse-
cuencia de la licuación espontánea (artículo 17). La alteración requerida
para iniciar un deslizamiento en arena puede tener origen en un choque
o bien en un cambio rápido del nivel del agua. Una vez iniciado el movi-
miento, la arena fluye como si fuese un líquido y no se detiene hasta que
la inclinación del talud se hace menor de 10”.

¡emm aries del deslizamiento


HAZ]

Fig. 49.2. Sección longitudinal de un deslizamiento por expansión en arena, en


la costa de Zelanda. (Según F. Mier, 1898).
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 413

En algunos lugares los deslizamientos de este tipo constituyen fenómenos


periódicos. Por ejemplo, los deslizamientos de arena que se producen en
la costa de la isla Zelanda (Holanda) pertenecen a esa categoría (Miiller,
1898). La costa está situada sobre un potente estrato de arena cuarzosa
fina de granos redondeados, y el talud de la playa solo alcanza a unos 15?.
A pesar de esta circunstancia, cada varias décadas, después de mareas de
primavera de una altura excepcional, la estructura de la arena se desmorona
en una corta longitud del cinturón costanero. La arena fluye entonces y se
desliza con gran velocidad en forma de abanico hacia el fondo de la masa
de agua. La lengua del deslizamiento es siempre mucho más ancha que
Ja raíz. La figura 49.2 muestra una sección longitudinal de uno de estos
di i por ión, en el que la inclinación final de la superfici
llegó a ser menor de 5”. En un deslizamiento ocurrido en Borssele en 1874,
la cantidad de suelo en movimiento alcanzó casi a 2.000.000 de m?.
Como los deslizamientos de este tipo solo ocurren cuando la arena es
muy suelta, aumentando su densidad puede reducirse la tendencia a deslizar,
lo que, a su vez, puede llevarse a cabo de varias maneras, como ser, hincando
pilotes o haciendo estallar pequeñas cargas de pólvora en muchos puntos
de su masa (véase artículo 50). En taludes con estabilidad marginal, estos
procedimientos pueden, empero, dar origen a un deslizamiento.

Estabilidad de desmontes en loess


El loess verdadero es un suelo eólico cohesivo con partículas de un tama-
ño efectivo comprendido entre unos 0,02 y 0,006 milímetros y un bajo coefi-
ciente de uniformidad. Consiste principalmente en granos angulares y sub-
angulares de cuarzo que se hallan levemente cementados. Además, siempre
contiene una red intrincada de agujeros, más o menos verticales, dejados por
antiguas raíces. La cohesión del loess se debe a películas delgadas de material
cementante parcialmente soluble que cubre las paredes de los agujeros deja-
dos por las raíces. Como los agujeros de raíces son con predominio vertica-
les, el loess tiene una tendencia a romper partiéndose según superficies
verticales, y además su permeabilidad en sentido vertical es mucho mayor
que en el sentido horizontal. Su porosidad puede alcanzar hasta el 52 %.
Cuando el loess se halla situado en forma permanente por encima del
nivel del agua, es un suelo muy estable si se exceptúa el hecho de que es
fácilmente erosionable. Para reducir lo más posible la erosión a los cortes
en loess debe dársele un talud casi vertical (Turnbull, 1948). El pie de las
caras verticales requiere una protección cuidadosa contra la temporaria
saturación durante las tormentas de lluvia. A pesar de esta precaución, es
inevitable que de tiempo en tiempo se produzca la rotura de una faja angos-
ta, que de nuevo deja caras verticales que permanecen estables durante
muchos años. Para prevenir el bloqueo del camino o del ferrocarril por el
desecho de los derrumbes, es costumbre hacer los cortes en loess con un
ancho mayor que el que requieren las necesidades del tráfico.
Si, por el contrario, se halla permanentemente sumergido, el loess suele
ser muy inestable debido a su gran porosidad y a la acción disolvente del
414 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

agua. El agua disuelve las sustancias cementantes y trasforma el loess en


una masa de material casi sin cohesión que no es estable, a menos de
que su porosidad sea menor del 47 % (Scbeidi, 1934).
El efecto que produce la saturación viene bien ilustrado por los resul-
tados de experimentos en gran escala realizados en una meseta de loess
en el Turkestán soviético. En este lugar, el loess tiene una porosidad del
50 %, y en seco se sostiene en paredes verticales de una altura mayor de
15 metros. El experimento se realizó con el objeto de determinat si el mate-
rial permanecería estable en el caso de que se excavase un canal no revestido
para conducir agua de riego. Se ejecutó una excavación de 50 X 20 metros
y 3 metros de profundidad con paredes en talud 1,5 (horizontal) a 1 (verti-
cal). La excavación se llenó de agua, la que se mantuvo a nivel constante
restituyendo la pérdida por filtración. Después de algunos días, los taludes
empezaron a desmoronarse y el fondo a hundirse, fenómeno que continuó
a un ritmo decreciente por un período de unas seis semanas. Al cabo de
este tiempo, la superficie que rodeaba la excavación se había agrietado y
hundido Pasta una distancia de unos 6 metros a contar desde el borde
original de la excavación, y, por su parte, el fondo se había hundido en
unos 75 cm. Dentro de la zona de los hundimientos y de los derrumbes, el
loess estaba tan blando que resultaba imposible caminar sobre él
Se concibe, aunque no es seguro, que la resistencia del loess del fondo
y de las paredes de dicho canal podría preservarse tratando su perímetro
con material bituminoso.

Deslizamientos en arcilla blanda homogénea


Si los taludes de un desmonte excavado en una espesa capa de arcilla
blanda se ejecutan con una inclinación normal de 1,5:1, hay muchas proba-
bilidades de que, antes de que el desmonte alcance una profundidad de
3 m, se produzca su derrumbe. Dicho derrumbe tiene las características
de una 'rotura por la base (véanse artículo 35 y figura 35.2b) asociada con
un levantamiento del fondo de la excavación. Si el estrato de arcilla se halla
situado debajo de sedimentos estables, o si tiene una costra dura, el levan-
io del fondo se produce cuando la excavación se acerca al material
lando.
* Si, al contrario, por debajo del fondo de una excavación en arcilla blanda
hay a corta distancia una capa de roca o de arcilla compacta, la rotura del
talud se produce a lo largo de un círculo de pie tangente a la superficie

Superficie de
deslizamiento

Fig. 49.3. Sección a través de un des , por un circulo de pie, en arcilla


blanda, en el canal Sódertalje Romario Sci Fellenius et al., 1922).
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 415

del estrato duro, pues el fondo de la excavación no puede levantarse (véase


artículo 35).
Cuando una masa de arcilla blanda tiene forma irregular, la superficie
de deslizamiento suele seguir dicha forma. Esta aseveración viene ilustrada
por la figura 49.3, que representa una sección trasversal de un desliza-
miento producido durante la construcción del canal Sódertalje, en Suecia.
Si la arcilla blanda se hubiese extendido hasta gran profundidad, la rotura
se hubiese producido siguiendo un círculo del punto medio. La presencia
de la capa de grava excluyó la posibilidad de una rotura por la base, de
modo que la misma se produjo según un círculo de pie. El deslizamiento
ocurrió de una manera tan rápida que varios trabajadores murieron en el
accidente (Fellenius y otros, 1922).
La experiencia ha demostrado que en masas homogéneas de arcillas
blandas saturadas las roturas por deslizamiento durante la construcción
se producen bajo condiciones no drenadas. Por consiguiente, prevalece la
condición ¿ = O (artículo 18) y la resistencia al corte c puede tomarse
igual a la mitad de la resistencia a la compresión simple del material o de su
resistencia a la compresión triaxial no drenada. Por tanto, se puede calcular,
antes de iniciar la obra, cuál será el coeficiente de seguridad al desliza-
miento del desmonte o excavación a construir utilizando los métodos des-
criptos en el artículo 35. Sin embargo, debe advertirse que cualquier dis-
continuidad en la arcilla, como ser capitas o bolsones de arena o de limo,
puede invalidar los resultados del cálculo, como se explica al estudiar más
adelante los deslizamientos en arcilla no homogénea.

Aluviones de arcilla o deslizamientos por expansión


Una vez producida la rotura de un talud en arcilla blanda, el movimiento
de la masa de suelo que el deslizamiento origina se detiene tan pronto
como la lengua del mismo (fig. 49.1) ha avanzado en una distancia mode-
rada, desde su posición original. Hay, sin embargo, una excepción notable
a esta regla general. En arcillas fluidas (artículo 7), como las que existen
en el valle del río de San Lorenzo, en Quebec, y en Noruega y Suecia, se
producen de tiempo en tiempo deslizamientos progresivos, a veces sin provo-
cación evidente. El movimiento comienza como un pequeño deslizamiento,
con frecuencia en la barranca de un río, pero la deformación del material
que desliza trasforma la arcilla en uma masa viscosa espesa que fluye y
priva al nuevo corte de su soporte de pie, por cuya razón se produce un
nuevo deslizamiento. La alteración se propaga rápidamente hacia adentro
desde el punto inicial a medida que la arcilla se trasforma en una matriz
fluida de material amasado, que se desplaza hacia la rotura producida en la
barranca del río, y lleva consigo terrones flotantes de arcilla todavía intacta.
El diagrama de la figura 49.4 muestra las características principales de
uno de estos aluviones, producido en las barrancas de uno de los tributarios
de la margen norte del río San Lorenzo, en Quebec. Durante el aluvión,
una superficie de una longitud de 500 metros en sentido paralelo al río
y un ancho de 900 metros en sentido perpendicular, se hundió de 4,50
416 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

a 9,00 metros. En el período de algunas horas, una masa de arcilla limosa


de 3.000.000 m* en volumen se desplazó hacia el cauce del río a través de
una abertura de 60 metros de ancho, bloqueando el río en una longitud
de 3.000 metros y elevando la altura del agua en el mismo en 7,50 metros.
En el gran aluvión de arcilla de Vaerdalen, Noruega, producido en 1893, más
de'50.000.000 m* fluyeron a través de una angosta abertura en menos de
una hora (Holmsen, 1953).
Existe considerable evidencia que indica que las arcillas pueden haber
douirido su extrema sensibilidad y disminuid de resistenci
como consecuencia de una reducción del contenido de sal en el agua de sus
poros desde el tiempo en que se depositaron dentro de un ambiente marino.
El material consiste esencialmente en cuarzo finamente dividido y minerales
arcillosos inactivos. A pesar de que hasta un 40 % del material puede estar
formado por partículas arcillosas (menores de 0,002 mm), el límite líquido
y el índice plástico son bajos: del orden del 26 y del 7 %, respectivamente,
El contenido natural de humedad, por el contrario, está muy por encima
del límite líquido y la sensibilidad S, con frecuencia excede de 40. El con-
tenido de sal en el agua de los poros suele ser solo del orden de 2 a 3 gramos
por litro, en contraste con el contenido de alrededor de 36 gramos por litro
que caracteriza al agua de mar (artículo 4).
El bajo contenido de sal del agua de los poros puede ser una conse-
cuencia del lavado por agua dulce que ha escurrido a través de la arcilla
desde que la superficie del terreno se levantó respecto del nivel del mar,
existente al tiempo en que la misma fue depositada. Por tanto, el proceso
puede todavía estar en desarrollo. Si esta hipótesis es correcta, la frecuencia
de los aluviones de arcilla puede aumentar en aquellos lugares donde las
condiciones geológicas son favorables,

Estabilidad de taludes en arcillas que contienen capas o bolsones


de arena acuífera
En lo que antecede se ha considerado solamente la estabilidad de
suelos más o menos homogéneos. Las formaciones más importantes de suelos
no homogéneos son los depósitos estratificados consistentes en capas alter-
nadas de arena y de arcilla, y las masas de suelos cohesivos que contienen
lentes irregulares o bolsones de arena o de limo.
Comú en un manto de capas al das de arcilla
y de arena o de limo grueso, por lo menos algunas de estas últimas capas
son acuíferas, durante una parte o durante todo el año, y, si se ejecuta un
desmonte, los taludes exudan el agua en varios puntos o a lo largo de varias
Tíneas situadas a distinto nivel. Los taludes que presentan estas caracterís-
ticas se denominan taludes húmedos y requieren que se les preste un cuida-
do especial, sobre todo si los estratos tienen pendiente hacia el talud. Las
vertientes que aparecen a lo largo del borde inferior de los afloramientos
de arena suelen ablandar el suelo, y además el congelamiento puede tam-
bién ayudar en este proceso. Por ello, es práctica corriente interceptar las
venas de agua por medio de drenes que siguen el borde inferior de las
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 417

Escna Arno
Fig. 49.4. Maqueta que muestra las características principales de un deslizamiento
en arcilla muy limosa, cerca de St, Thuribe, Canadá. (Según C. F. S. Sharpe.)

capas acuíferas a una profundidad de por lo menos 1,50 metros, medida


en sentido normal al talud. Además, si los estratos de arcilla son blandos,
o están fisurados, éstos pueden constituir una fuente adicional de debilidad
estructural, Por todas estas razones, si el desmonte es profundo, debe efec-
tuarse un cálculo de la estabilidad para saber si es aconsejable o no adoptar
un talud normal.
Las masas de suelos cohesivos que contienen lentes irregulares o bolso-
nes de suelos no cohesivos son comunes en las regiones de antigua glacia-
ción, donde los sedimentos depositados por el deshielo de glaciares fueron
luego deformados por el empuje producido por el nuevo avance temporario
de los hielos. Se han encontrado también en el lugar de viejos deslizamientos
ocurridos en masas estratificadas de arena y arcilla.
es de arena situados dentro de la arcilla actúan como depó-
sitos de agua, y durante las épocas de lluvia son el asiento de considerables
presiones hidrostáticas, que tienden a reventar y producir un movimiento
hacia afuera de las masas en que están contenidos. Cuando las masas citadas
llegan a adquirir este movimiento, se desintegran en una mezcla de limo
saturado, arena y fragmentos de arcilla, que fluye como un glaciar o como
un líquido viscoso espeso.
Como la fuente de inestabilidad es la presión de agua atrapada en los
bolsones de arena, se consigue su estabilización por medio del drenaje. No
obstante, como el perfil geológico puede ser muy irregular, la determinación
del espaciamiento de los drenes puede resultar muy difícil de determinar
a priori, aun después que el suelo y las condiciones hidráulicas han sido
investigados cuidadosamente por medio de perforaciones, ensayos y periódi-
cos relevamientos del nivel de la napa freática. Bajo estas circunstancias,
un procedimiento expeditivo y eficiente suele ser la inserción de drenes
horizontales instalados a barreno (Smith y Stafford, 1957). Tales drenes
consisten comúnmente en caños de plástico o de metal agujereados de unas
2” de diámetro, insertados en perforaciones oradadas casi horizontalmente
dentro del suelo al pie del talud. La longitud de los drenes varía desde
1 a 2 metros hasta más de 50 metros. Su espaciamiento horizontal depende
418 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

de las condiciones locales; usualmente varía entre 3 y 5 metros. Varias


filas a diferente nivel pueden resultar también efectivas. Para facilitar la
evacuación del agua por gravedad, los drenes suelen instalarse con una
pequeña pendiente hacia la cara exterior del co,
Los agujeros para instalar los drenes se practican comúnmente utili-
zando barrenos continuos de vástago hueco (fig. 44.3), que permiten la
inserción del caño de drenaje sin que se desmorone el pozo. En algunos
materiales Ep resultar necesario instales un filtro para prevenir la erosión
la di , el material de
filtro se isla trasportar ad ely pozo alrededor del dren por medio del
barreno, invirtiendo el sentido de su rotación y retirándolo gradualmente
del agujero. Se han practicado pozos también recurriendo a una modifica-
ción del procedimiento utilizado para perforar por rotación. Se usa para
ello una camisa que lleva en su extremo un barreno hueco, que se hace
avanzar por rotación mientras el agua de la inyección se hace circular por
el interior de la camisa y retornar por su exterior. El barreno queda perdido
en el terreno cuando la perforación alcanza su longitud final, se inserta el
dren y se retira la camisa.
La técnica de la instalación de drenes horizontales requiere adaptación
a las condiciones locales, pero tales drenes pueden con frecuencia ser insta-
lados tan rápida y económicamente que su longitud y espaciamiento se
determinan por tanteos. Algunos de los drenes pueden no ser productivos
pero los que bolsones ¡bles suelen resultar
efectivos. Una vez que se ha completado el drenaje, el terreno se torna
tan estable que se pueden efectuar cortes con taludes normales.
Deslizamientos en arcillas resistentes
Casi todas las arcillas muy resistentes se hallan debilitadas por una red
de fisuras capilares. Si dichas fisuras dividen la arcilla en fragmentos peque-
ños, de menos de 2 a 3 cm de lado, un talud practicado en la misma puede
tornarse inestable durante su construcción o poco tiempo después. Si, por
el contrario, la distancia entre fisuras es mayor, la rotura no suele produ-
cirse sino después de muchos años de haberse construido el desmonte.
En las arcillas divididas en trozos pequeños, la rotura del talud se
produce tan pronto como las tensiones tangenciales exceden la resistencia
al corte promedio de la masa fracturada. En un desmonte con talud 3

das
está sometida la arcilla Cb) con la disminución de tensis fisuras se abren y el
agua, al circular por las mismas, ablanda la arcilla de sus pas
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 419

Fig. 49.6. Fotografía de un deslizamiento en arcilla muy resistente fisurada,

construido para instalar vías de ferrocarril en Rosengarten, cerca de Franc-


fort, se produjeron varios deslizamientos de este tipo. En su lugar más bajo
el desmonte tenía 30 metros de profundidad y las tensiones tangenciales
promedio que actuaban a lo largo de las superficies potenciales de desliza-
miento eran en esta parte del orden de los 10 kg/cm?, La arcilla era muy
resistente, pero los trozos grandes se rompían con facilidad en pequeños
fragmentos angulares con superficies brillantes. Los deslizamientos empe-
zaron a producirse inmediatamente después de terminado el desmonte y
continuaron por un período de 18 años (Pollack, 1917).
Si la distancia entre fisuras es mayor-de unos 10 cm, los taludes pueden
permanecer estables por muchos años y aun durante décadas después de
ejecutado el desmonte. El espacio de tiempo que trascurre entre la aper-
tura del desmonte y la rotura del talud indica que se produce una pérdida
gradual de la resistencia del suelo. Las concepciones actuales relativas
a este proceso de debilitamiento se hallan ilustradas en la figura 49.5.
Antes de excavar, la arcilla es muy rígida y las fisuras se hallan completa-
mente cerradas. La reducción de tensiones originada por la excavación
produce una expansión y algunas de las fisuras se abren. El agua entra
entonces, ablanda las caras de estas fisuras, y por expansión desigual se pro-
ducen nuevas fisuras hasta que los trozos se desintegran y la masa se trasfor-
ma en una matriz blanda que contiene fragmentos duros. Cuando por este
proceso la resistencia al corte de la arcilla debilitada deviene demasiado
pequeña para contrarrestar la fuerza de la gravedad, se origina un desliza-
miento. La mayoría de estos deslizamientos se producen a lo largo de un
círculo de pie, que involucra una masa de suelo de relativo poco espesor, ya
que la resistencia al corte de la arcilla aumenta rápidamente a medida que
ésta se aleja de la superficie expuesta. El agua solo parece causar un dete-
rioro de la estructura de la arcilla, sin que las presiones de filtración lleguen
a ser de importancia.
La figura 49.6 muestra un deslizamiento en una arcilla fisurada muy
42 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

resistente en la que se había construido un desmonte de 18 m de altura


con taludes 2,5:1 para instalar una línea férrea. La rotura se produjo
después de 80 años de construida la línea, sin que apareciesen vertientes
ni ningún otro signo que indicase filtración de agua. En la fotografía puede
verse claramente la forma de S que ha adquirido la masa de suelo y que es
característica de estos deslizamientos.
El estudio de los informes de varios de estos deslizamientos o e
ducidos en arcillas con fisuras di
resistencia al corte promedio de la arcilla disminuye desde el alo. valor
inicial que posee, cuando se practica el desmonte, hasta alcanzar valores
comprendidos entre 0,20 y 0,35 kg/cm? en el momento del deslizamiento.
Como el proceso de ablandamiento suele requerir varias décadas, sería anti-
económico elegir el ángulo del talud en función de la resistencia al corte
final de la arcilla. No obstante, es conveniente retardar lo más posible el
deterioro de la arcilla drenando una faja de tierra limítrofe con el borde
superior del desmonte, y de un ancho igual a la profundidad del mismo.
Conviene, además, tratar en forma adecuada la superficie de la zona ocu-
pada por el desmonte para reducir su permeabilidad. De este modo, si
más tarde ocurre alguno que otro deslizamiento parcial, el daño puede ser
remediado con arreglos locales. Si estos deslizamientos diferidos pueden
causar pérdidas excesivas de bienes, o bien constituir un peligro de muerte,
los taludes deben ser provistos con puntos de referencia para efectuar obser-
vaciones periódicas, ya que estos tipos de deslizamientos van siempre prece-
didos de deformaciones que aumentan en forma acelerada al aproximarse
el momento de la rotura, Cuando el movimiento se torna alarmante, deben
aplanarse los taludes de la zona en peligro.
Para evitar los movimientos en las zonas de peligro se han utilizado
también con éxito drenes rígidos, consistentes en muros de mampostería
en seco, instalados en zanjas dispuestas trasversalmente al desmonte siguien-
do el talud, y distanciadas entre sí de 4,00 a 6,00 metros. Las zanjas se
excavan hasta una profundidad algo mayor de aquella en que se ha ablan-
dado la arcilla. Un muro de pie de hormigón sostiene el extremo inferior
de todos estos muros trasversales. El efecto beneficioso de este tipo de
construcción se asigna comúnmente a la acción de drenes que ejercen los
muros, pero es mucho más probable que la función principal de los mismos
sea la de trasferir por fricción parte del peso de la masa inestable de arcilla
al muro de pie.
El comportamiento de esquistos arcillosos con adherencia pobre es muy
semejante, en muchos aspectos, al de las arcillas resistentes; por ello la
información que sigue es aplicable también a los deslizamientos en arcillas
fuertemente preconsolidadas.

Taludes en esquistos o lutitas (del inglés “shales”)


Desde el punto de vista ingenieril, los esquistos tienen una importancie
extraordinaria porque constituyen aproximadamente el 50% de las rocas
que están expuestas en la superficie terrestre o enterradas debajo de una
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 421

pequeña capa de sedimentos superiores. Todas las rocas de esta categoría


consisten en antiguos depósitos de arcilla o limo que han adquirido sus
características actuales bajo la influencia de presiones y temperaturas relati-
mes moderadas.
A medida que el espesor de la cubierta aumenta de unos pocos a
varios cientos de metros, la porosidad del depósito de arcilla o limo dismi-
nuye y se desarrollan un número de cementantes cohesivos entre las partí-
culas, que son la resultante de interacción molecular, aun ' cuando su como
sición
una gran profundidad, todas las partículas se encuentran unidas en foema
virtualmente permanente por cementantes rígidos que imparten al material
Jas propiedades de una roca real. No obstante, todos los materiales citados,
tengan éstos cementación incipiente o completa, se denominan esquistos.
Por ello, las propiedades ingenieriles de un esquisto con composición mine-
ralógica dada pueden variar entre los que corresponden a un suelo y aque-
llos que pertenecen a una roca real.
La diferencia más conspicua entre los esquistos originados por la com-
pactación de depósitos sedimentarios idénticos tiene su origen en el número
de cementantes permanentes desarrollados entre partículas por unidad de
volumen del esquisto. Se consigue una medida relativa del grado de cemen-
tación ob el de Í intactos obtenidos de
una profundidad de varias decenas de metros. Cuando se sumergen, todos
se despedazan gradualmente en pequeños fragmentos. No obstante, según
cuál sea el grado de cementación, los fragmentos en que se ha dividido la
masa pueden tener tamaños del orden de 0,5 ó 1 cm, o bien llegar hasta el
que corresponde a las partículas minerales individuales. En base a este
comportamiento, los esquistos se pueden clasificar dentro de un rango que
va desde los bien cementados, de los cuales los tipos extremos son los que
tienen características rocosas, y los pobremente cementados, de los cuales
los tipos extremos están constituidos por limos o arcillas esquistosas alta-
mente preconsolidadas. Además de dar una estimación del grado de cemen-
tación, la descripción de los esquistos debe indicar también cuál es su
constituyente principal, es decir, si se trata de un esquisto arcilloso o limoso.
Por ejemplo, debe expresarse como: “esquisto arcilloso pobremente cemen-
tado”. No obstante, dentro de los límites que corresponde a una descripción
dada de las propiedades ingenieriles del esquisto, éstas pueden variar entre
límites tan extensos como los que corresponden a las arcillas o a los limos.
Durante la remoción por procesos geológicos de la carga que condujo
a la trasformación del limo o la arcilla en un esquisto, éste se expande con-
servando prácticamente constantes sus dimensiones horizontales. Las fuerzas
de cementación se ven en este proceso solicitadas por acción expansiva que
en muchos puntos alcanza o supera la resistencia cementicia y provoca su
rotura. Por ello, los esquistos se encuentran comúnmente debilitados por la
red de fisuras y diaclasas. Por debajo de una profundidad del orden de los
30 m, las diaclasas están completamente cerradas y muy separadas entre sí.
Para profundidades menores, en cambio, las juntas se encuentran bien abier-
tas debido a la expansión desigual de los bloques que las mismas delimitan.
422 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Fig. 49.7. Fotografía de un deslizamiento de detritus en-un talud suave cerca de


Barboursville, W. Va. (Según G. E. Ladd, 1935.)

Por esas circunstancias; el contenido de humedad de los bloques aumenta


y su resistencia decrece, siguiendo un proceso similar al que se produce en
cualquier arcilla o limo durante una reducción de presión posterior a una
carga de preconsolidación. Durante este proceso se forman nuevas fisuras.
El resultado final depende, como ocurre con la experiencia de la inmersión
de un trozo de un espécimen de esquistos, del grado de cementación que
existe entre las partículas que forman la masa esquistosa.
Dentro del espesor hasta el que penetran las variaciones de humedad
y temperaturas anuales, el esquisto puede experimentar alteraciones adicio-
nales, como una mayor desintegración mecánica y pequeños cambios mine-
ralógicos que se manifiestan por una decoloración. Estas alteraciones son
manifestaciones de meteorización. No obstante, debido a que el límite entre
el esquisto duro e intacto y aquel que ha sido debilitado por la remoción
de cargas provocadas por erosión, puede estar situado varios metros por
debajo de la base superior meteorizada, la presencia o ausencia de tales
capas tiene pequeña influencia sobre las propiedades de un depósito esquistoso.
A pesar de ello, se ha hecho costumbre entre los ingenieros designar como
meteorizada toda la masa de esquisto situada por encima del esquisto duro,
aun cuando la capa superior esté ausente. En otras palabras, el término
se aplica a los materiales que deben sus propiedades ingenieriles actuales
a dos procesos enteramente diferentes. Para evitar un malentendido, el
término meteorizado no va a ser usado en lo que sigue.
Cualquiera sea el tipo de esquisto, la disminución del ángulo del talud
a su valor final de equilibrio se produce primeramente por deslizamientos
intermitentes. Las marcas dejadas por estos deslizamientos.dan a los taludes
la apariencia de colinas onduladas, la que se conoce como topografía de
deslizamientos. Los detalles del comportamiento de los distintos esquistos
que constituyen estos taludes dependen primeramente de los constituyentes
minerales que los forman y del grado de cementación. Los extremos están
representados por los esquistos bien cementados, que aparecen en la zona
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 423

de los montes Alleghanis en EE.UU., y por los pobremente cementados,


entre los cuales se encuentran los que cubren extensas superficies en las
zonas sudoeste y noroeste de los Grandes Lagos.
En la región de los montes Alleghanis de Virginia del Oeste, Pennsyl-
vania del sur y del este de Ohio, muchos taludes se desarrollan en esquistos
más o menos limosos, bien cementados. El aumento en contenido de hume-
dad de los bloques situados entre juntas, que es consubstancial con la remo-
ción de carga producida por erosión, es muy pequeño y los deslizamientos
raramente interesan una profundidad mayor de unos 5,00 metros. Las figuras
49.7 y 49.8 ilustran sobre la topografía de los deslizamientos resultantes. Estas
formaciones se caracterizan porque los cortes a media ladera con taludes empi-
nados pueden permanecer estables durante muchos años, puesto que las
roturas, sea de los taludes de las colinas o de los cortes, se producen sola-
mente durante las épocas de lluvias. Cuando se produce una rotura, el
material deslizante fluye por una distancia corta, como si fuese un líquido
viscoso, para luego volver al reposo. Debido a su relativamente alta per-
meabilidad, el material deslizante puede estabilizarse por medios simples,
como la instalación de drenes horizontales colocados con barreno.
Todas las veces que se ha intentado explicar tales tipos de desliza-
mientos en esquistos bastante bien cementados por medio de cálculos de
estabilidad basados en los resultados de ensayos de laboratorio, se ha encon-
trado que el coeficiente de seguridad del talud con respecto al desliza-
miento obtenido en el cálculo es por mucho ampliamente adecuado, aun
en la hipótesis de que la napa freática en el momento de la rotura estuviese
situada al nivel de la superficie. La notable y persistente discrepancia entre
el cálculo y el comportamiento en el terreno se pueden explicar muy lógica-
mente haciendo la hipótesis de que los deslizamientos van precedidos de un
ascenso repentino, aunque temporario y local, de la presión de poros en la
zona de deslizamientos. El esquisto dentro de estas zonas consiste en frag-
mentos macroscópicos que están en un proceso de progresiva desintegración.
Debido al talud, la acumulación de fragmentos está solicitada por fuerzas
tangenciales y las juntas entre fragmentos se abren, de modo que, durante
las épocas lluviosas, los espacios abiertos se llenan de agua. Tan pronto
como el deterioro alcanza un estado crítico, que ocurre en diferentes lugares
en distintos instantes, los fragmentos se fracturan durante el período de
lluvias bajo el efecto combinado del peso de la cubierta y las presiones de
filtración. De ese modo, el peso de la cubierta es temporariamente trasfe-

So £ verhicio original
. on "Superficie después del primer deslizamiento
a A Superficie después del
A 5 "Segundo deslizamiento
Esquisto sano

A
Fig. 49.8. Perfil de un deslizamiento doble en detritus. (Según Ladd, 1935.)
4924 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

rido al agua, con lo cual las presiones efectivas y por consiguiente la resi
tencia al corte a lo largo de la superficie potencial de deslizamiento dismi-
nuyen y se produce el movimiento del talud. Puede detenerse en forma
abrupta debido a que la sobrepresión de poros se disipa rápidamente como
ia de la relati alta bilidad de la lación de
fragmentos de material rocoso.
En el otro extremo de los miembros de la familia de esquistos están los
esquistos arcillosos pobremente cementados, como los que prevalecen en
algunas partes de las Dakotas, Montana y en las praderas del oeste de
Canadá. Estos esquistos también deben sus propiedades ingenieriles pre-
sentes a la intensa consolidación producida bajo la sobrecarga provista por
un espesor de depósito del orden de centenas de metros y la subsecuente
remoción de dicha carga. Por debajo de una profundidad que se mide en
unos pocos metros, estos esquistos también son muy duros. En túneles prac-
ticados por debajo de esta profundidad se puede observar que su masa está
segmentada con diaclasas cerradas muy espaciadas, como ocurre en los esquis-
tos bien cementados. En cambio, las modificaciones en el contenido de
humedad que se han producido en los metros superiores como consecuencia
de la descarga son radicalmente diferentes. Mientras que en los esquistos
bien cementados, éstos suelen ser casi imperceptibles, en los esquistos arci-
llosos pobremente cementados puede alcanzar valores del 10% y aún más.
Por ello, el resultado final que produce la remoción de cargas es también
muy diferente. Los esquistos bien cementados se trasforman en un agregado
angular bastante permeable de fragmentos macroscópicos de roca, mientras
que las arcillas esquistosas pobremente cementadas se trasforman en arcillas
plásticas resistentes. El mecanismo de la trasformación, que lleva desde
un esquisto duro a un material con características de arcilla, es esencialmente
el mismo que conduce al deslizamiento en arcillas fisuradas resistentes y
que está ilustrado en la figura 49.5. Sin embargo, como la permeabilidad
del esquisto arcilloso es mucho más baja que la que le corresponde a una
arcilla preconsolidada bajo una carga relativamente menor, el proceso de
ablandamiento es también considerablemente más lento.
Debido a los grandes cambios de volumen que van asociados con la
descarga de los esquistos arcillosos pobremente cementados bajo condiciones
de deformación lateral nula, sus masas se tornan el asiento de tensiones
horizontales residuales intensas. A medida que la sobrecarga de la cubierta
es gradualmente erosionada, la relación entre las tensiones normales hori-
zontales y verticales aumenta. Aun en depósitos de arcillas preconsolidadas
con menor intensidad, la relación puede acercarse al coeficiente K, que
corresponde al empuje pasivo de la arcilla (Skempton, 1961b; Terzaghi,
196la). Estas tensiones contribuyen a la desintegración mecánica de los
esquistos adyacentes a los taludes de los valles fluviales, como de aquellos
situados detrás de cortes efectuados por el hombre.
Los taludes naturales en esquistos arcillosos pobremente cementados
retroceden principalmente por deslizamientos intermitentes y se tornan cada
vez más chatos. A medida que decrece el ángulo del talud también lo hace
la tensión tangencial media que lo solicita a lo largo de las superficies poten-
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 425

ciales de deslizamiento. No obstante, se siguen produciendo deslizamientos


a intervalos de tiempo crecientes hasta que el talud se reduce a una incli-
nación de 1 en vertical a 10 en horizontal y aun menos. Estas observaciones
indican que la pérdida de resistencia debida a la descarga es extremada-
mente lenta y no puede ser predicha fehacientemente en base a ensayos de
laboratorio. Como consecuencia final de este proceso (Skempton, 1964), a
lo largo de aquellas superficies donde las deformaciones tangenciales se
tornan muy grandes, la resistencia puede disminuir hasta acercarse al valor
residual del suelo” (artículo 18). Todo deslizamiento es precedido por la
deformación por fluencia acelerada de la masa involucrada hasta una
profundidad mucho mayor de aquella interesada por las variaciones esta-
cionales de humedad y temperatura. El deslizamiento se produce cuando
la deformación de fluencia alcanza varios centímetros por año. Durante el
mismo el esquisto situado encima de la superficie de deslizamiento perma-
nece casi intacto, reteniendo las características de una arcilla bastante resis-
tente e intensamente fisurada.
Debido a la baja permeabilidad de los esquistos arcillosos pobremente
di quiera sea la profundidad debajo de la ficie actual,
la rotura de los nuevos cortes o del material de fundación situado debajo
de terraplenes nuevos se produce bajo la condición $ = 0. No obstante,
todos los intentos para determinar la resistencia al corte de los esquistos
por medio de ensayos triaxiales no drenados hasta ahora han fallado (Peterson
et al, 1960), pues las resistencias determinadas en el laboratorio consisten-
temente dan valores que son varias veces mayores que los esfuerzos unitarios
que producen la rotura de los taludes en el terreno. Las opiniones relativas a
las causas de estas diferencias tan notables están divididas. Si bien la rotura
progresiva es un factor significante (Bjerrum, 1966), la existencia de discre-
pancias respecto a otros efectos eliminan, por ahora, la posibilidad de obte-
ner una información razonablemente fehaciente, relativa a las caracterís-
ticas de resistencia al corte de un esquisto dado, recurriendo a cualquier
otra fuente que no sea el análisis de deslizamientos que han ocurrido en el
mismo esquisto bajo condiciones similares.
En los valles fluviales los esquistos se han visto sujetos a grandes tensio-
nes tangenciales durante un largo período y por ello han alcanzado un estado
más avanzado de expansión que aquellos situados debajo del terreno alto
adyacente, Por la circunstancia expuesta, las condiciones de estabilidad de
nuevos cortes resultan mucho menos favorables que practicados a cierta distan-
cia fuera de los valles profundos. No obstante, a medida que pasa el tiempo
la resistencia al corte de la arcilla adyacente a los nuevos taludes, aun cuando
estén alejados de los valles, también decrece. Cualquiera sea el lugar, las
operaciones de excavación deben empezar en la parte superior de un nuevo
talud, para reducir al mínimo inevitable la apertura de las diaclasas existentes
en el esquisto adyacente.
Mucha de la información cuantitativa disponible con respecto al mo-
vimiento de taludes en esquistos pobremente cementados ha sido obtenida
en la formación Bearpaw que cubre el lugar en que se ha construido el
embalse South Saskatchewan River Dam. Los taludes naturales se levantan
426 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

hasta una altura de unos 60 metros por encima del fondo del valle del río,
con una pendiente de 1 en vertical cada 8 a 12 en horizontal, y exhiben una
topografía de deslizamiento típica. La suavidad de los taludes y la larga
intermitencia entre deslizamientos indican que los mismos están ya en un
estado avanzado de desarrollo. Durante el período de observación (1944-
1964) no se produjo ningún deslizamiento fuera de la zona afectada por las
operaciones de construcción. No obstante, las fisuras trasversales a sen-
deros existentes a lo largo del borde de las tierras altas se ensancharon pro-
gresivamente. Toda vez que se alteró el equilibrio del talud, por ejemplo,
con motivo de la excavación de un corte a media ladera, se produjo un desliza-
miento y la resistencia al corte puesta en juego se encontró que era tan
pequeña como aquella que habría resistido una rotura de talud similar
debido a causas naturales. Se presentaron condiciones excepcionalmente
desfavorables en aquellos lugares en que los esquistos contenían capas
delgadas de bentonita, o bien en las zonas donde existían fallas geológicas
o zonas sometidas previamente a esfuerzos de corte. Como la permeabilidad
del esquisto es muy baja, el drenaje es prácticamente inefectivo.

Taludes en roca descompuesta


Los taludes en roca con una pendiente menor de 40” están común-
mente cubiertos con una capa, producto de la descomposición de la roca,
que dentro de distancias cortas puede variar en espesor entre cero y varias
decenas de metros. Se ha puntualizado en el artículo 2 que las propiedades
físicas de estos suelos residuales pueden resultar muy distintas de las que tie-
nen los suelos trasportados con características gramulométricas y mineraló-
gicas similares. Más aún, estas propiedades pueden variar dentro de distancias
cortas, cualquiera sea su dirección, debido a una acción errática en grado
de meteorización. Por ello, sobre la base de los resultados de perforaciones
y ensayos resulta imposible predecir con algún grado de seguridad las
consecuencias de un corte practicado en una ladera natural, los efectos
que el escurrimiento del agua desde una fuente artificial pueden ejercer
sobre dichos declives o bien el grado de estabilidad de taludes resultantes
de una excavación. La mecánica del suelo solo provee el conocimiento
necesario para la correcta interpretación de lo que pueda observarse en el
terreno antes y durante la construcción para anticipar el comportamiento
de los materiales de un modo general y para tomar toda la ventaja que
iona el im de la existencia de d
A medida que pasa el tiempo, los taludes formados por la naturaleza
en la roca, cualquiera sea su calidad, se achatan, proceso éste que no termina
hasta que las pendientes adquieren inclinaciones que solo llegan a 15 en
horizontal por cada 1 en vertical y aun menos. Este hecho indica que los
productos de la descomposición de la roca se desplazan de manera más o
menos continua y descienden hacia el fondo de la pendiente, donde se acu-
mulan o son arrastrados por erosión. El desplazamiento se produce en la
mayoría de los casos por fluencia plástica lenta, un movimiento impercep-
tible, a modo de glaciar, del material situado dentro del espesor de las
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 427

variaciones estacionales de humedad y temperatura. Existen, empero, algu-


nos tipos de roca en los que dichos desplazamientos se producen por desli-
zamientos intermitentes, en cuyo caso la continuidad de las pendientes
expuestas a experimentar deslizamientos es interrumpida por los restos de
numerosas cicatrices de deslizamientos formando lo que se denomina una
topografía de deslizamientos, de modo que este tipo de desplazamiento de
desechos se revela con frecuencia a través de los detalles de la topografía.
Las características de los materiales residuales y el mecanismo del des-
plazamiento reflejan el tipo y las propiedades mecánicas de la roca subya-
cente meteorizada. Por ejemplo, en rocas solubles, como el calcáreo, existe
comúnmente un límite muy brusco, aunque extremadamente desparejo, entre
la roca intacta y el material completamente descompuesto, siendo de notar
la ausencia total de zonas de transición. La roca descompuesta está formada
con los minerales insolubles, comúnmente de grano muy fino, que consti-
tuyen la roca madre. El desplazamiento de estos desechos se produce exclu-
sivamente por fluencia plástica lenta, y por debajo de la capa que fluye por
este fenómeno el suelo residual suele poseer una considerable cohesión, de
modo que se pueden efectuar cortes estables con taludes de hasta 1 horizon-
tal: 5 vertical,
Por contraste, las transiciones graduales desde la roca descompuesta a
la intacta son características de las rocas ígneas intrusivas, como el granito,
y de las rocas con alto grado metamórfico, como el gneiss, que contienen un
bajo porcentaje de constituyentes micáceos y un alto porcentaje de materia-
les i inestables, como el feld desplazami de los
desechos insolubles se produce, como para las rocas solubles, solo por fluen-
cia plástica lenta. Las pendientes con una inclinación de 3 en vertical por
cada 2 en horizontal no resultan de ninguna manera inusuales, aun en cortes
profundos. Ocasionalmente se producen deslizamientos en puntos donde el
talud corta a través de zonas cizalladas descompuestas o bien la orientación
y la situación de las diaclasas mayores son especialmente desfavorables. Los
lugares donde éstos se pueden producir raramente se conocen por anticipado
y evitarlos reduciendo la inclinación de todo el talud resulta demasiado cos-
toso. Por ello, en la mayoría de los casos resulta más económico cortar los
taludes con inclinaciones tan fuertes como parece apropiado al material
intacto y disponer un ancho adecuado en la base del corte para permitir la
acumulación del material de los desprendimientos ocasionales sin que lleguen
a obturar las zanjas de drenaje al pie del talud. El material así acumulado
se limpia de tanto en tanto.
Los lugares con antiguos deslizamientos se identifican comúnmente
por su topografía. En cuanto a los cortes que se practican en el material
deslizado son siempre difíciles porque éste llegó al reposo tan pronto como
el coeficiente de seguridad respecto a un mayor desplazamiento se hizo
igual a uno. Si las situaciones de este tipo no pueden evitarse, la construc-
ción debe ir precedida de un drenaje radical y permanente.
Dentro de la zona de meteorización de rocas de tipo insoluble no resulta
de ninguna manera inusual que el coeficiente de permeabilidad de la roca
descompuesta aumente de valores muy pequeños cerca de la superficie a
498 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES
Altura (m)
— 427
Niveles piezométricos
5

sono
Descompuesto

Sy Monontial
— 330
Fig. 49.9. Sección a través de una loma de gneiss descompuesto que separa el
embalse de la izquierda del valle de la derecha,

valores máximos en las cercanías del límite entre la roca descompuesta y la


sana. Así es como la zona de roca descompuesta forma una cubierta relati-
vamente impermeable que descansa sobre una capa permeable. Si el agua
entra en la capa permeable a través de una abertura en la cubierta o a
través de fisuras abiertas en la roca sana, se pueden desarrollar condiciones
artesianas en la zona permeable y la capa superior impermeable puede llegar
a deslizarse pendiente abajo aun cuando su inclinación sea muy suave. El ejem-
plo que sigue ilustra esta posibilidad.
La figura 49.9 muestra una sección a través de una loma de una serie
de colinas, la que separa un embalse situado a su izquierda de un valle
profundo a la derecha. En la loma se construyó un pequeño dique de
embalse. Las colinas están constituidas por gneiss con planos de foliación
inclinados unos 60? en la dirección del eje del dique. En la cresta de la
loma el espesor de la roca descompuesta es de unos 25 m a partir de cota
390. Las perforaciones realizadas en la cercanía indicaron la existencia de
una capa superior, formada principalmente de arcilla, que descansa sobre
otra de gneiss descompuesto de consistencia blanda a media que contiene
menos arcilla que la capa superior. Debajo hay gneiss descompuesto com-
pacto a duro en el cual hubo una marcada pérdida de agua. Como lo indica
la figura, la inclinación del prolongado talud de la derecha disminuye de
15 horizontal a 1 vertical en la parte superior hasta llegar a más o menos
5:1 a cota 350. Antes que se llenase el embalse, no había marcas de desli-
zamientos, de modo que el desplazamiento del desecho de la roca se había
producido por fluencia plástica lenta solamente.
A cota 375, sobre un corte lateral con un ancho de aproximadamente
8 m, se construyeron dos conductos a presión apoyados en pilares de hor-
migón. La excavación para fundar los pilares se suspendió al alcanzar una
situación por la que no se podía progresar más sin recurrir a voladuras.
Cuando el nivel del agua en el vaso llegó a cota 391,50, situándose a 1,50 m
por encima del nivel superior de la roca sana, los conductos de presión
cedieron en dos puntos y hubo que submurarlos. Cuando el nivel en el
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 429

vaso llegó a cota 396, los pilares submurados volvieron a ceder y otros acom-
pañaron también este movimiento. Asimismo apareció un pequeño ojo de
agua a cota 330, a una distancia de 240 m de la cresta de la loma. Cuando
el nivel del embalse llegó a cota 414 se produjeron nuevos afloramientos
de agua por encima de cota 330, y toda la parte inferior del talud, entre los
conductos de presión a nivel 375 y el ojo de agua a cota 330, se desplazó
hacia abajo a lo largo de una superficie cercana al límite superior de la
roca sana, No obstante, los taludes casi verticales de corte a media ladera
y la fuerte pendiente superior aparentemente no se movieron.
A medida que subió el nivel del embalse, también se levantaron los
niveles piezométricos en la capa permeable de contacto con la zona des-
compuesta (fig. 49.9). La secuencia de los fenómenos descriptos en el
párrafo precedente indica que las presiones hidrostáticas en la zona per-
meable aumentaron pendiente abajo y que el deslizamiento comenzó al pie
del talud, aproximadamente a cota 330, donde la presión hidrostática superó
primero el peso de la cubierta superior.

Taludes en “talus” o rocalla


El término talus o rocalla se refiere a una agregación suelta de pedazos
de roca que se acumulan al pie de un acantilado. La pendiente de la pila
de rocalla se ubica comúnmente entre 1Y y 1% horizontal a 1 vertical.
Ordinariamente los taludes son estables y los deslizamientos se producen
en su mayoría cuando se derrite la nieve y a veces durante períodos de
fuertes lluvias. La naturaleza de los fragmentos no parece ser significativa.
Después que se inicia el movimiento, el material saturado se precipita pen-
diente abajo como un rápido torrente trasportando fragmentos de hasta
varios netos cúbicos en jamaño, anastrando a su paso puentes y otros
ácul abanico f do un cono de d
la boca delvalle o al pie de la Tadera. “Estos deslizamientos, que se conocen
como aluviones de rocalla, son comunes en las altas montañas de todas partes
del mundo. En la ladera oeste de las montañas Wasatch de Utah todos los
cañones contienen remanentes de por lo menos un aluvión de rocalla (Sharpe,
1938). Como los deslizamientos de este tipo se producen solo en pendientes
pronunciadas, cualquiera sea la densidad relativa o las características petro-
gráficas del “talus” es probable que sean causados exclusivamente por las pre-
siones de filtración del agua que escurre a través de los mismos.
En los Alpes se ha observado que los aluviones de rocalla van común-
mente precedidos por el segado de los manantiales que emergen en las cer-
canías del aluvión. El fenómeno indica que se produce un temporario
incremento en el volumen de poros del material antes de iniciarse el movi-
miento, el que es similar al aumento en relación de vacíos que experimenta
una probeta de arena densa antes de su rotura por corte (artículo 15).
Dado que no se puede producir un deslizamiento de “talus” sin la abun-
dante presencia de agua, es dable eliminar el peligro de que ocurran impi-
diendo su saturación temporaria. Se puede obtener esta seguridad insta-
Lando un dren profundo a lo largo del límite superior del área a ser prote-
430 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

gida y cubriendo la superficie de la misma con una capa de suelo relativa-


mente impermeable. En muchos casos el dren sólo produce los efectos
deseados.

Deslizamientos repentinos de taludes en arcilla


La experiencia ha demostrado que las roturas de taludes por desliza-
mientos repentinos tienden a producirse en ciclos, con períodos de máxima
frecuencia separados por intervalos más o menos regulares, Es caracterís-
tico en este tipo de rotura que un talud suave de arcilla, que ha permanecido
estable durante décadas o aun siglos, se deslice de repente por extensión a
lo largo de un ancho frente. Al mismo tiempo, el terreno situado frente al
deslizamiento se levanta en una distancia considerable, a partir del pie del
talud. Al estudiar estos fenómenos, se ha encontrado invariablemente que
el deslizamiento se produce siguiendo una superficie situada a una profun-
didad considerable, a contar desde el pie del talud, y que dicha superficie
corre a lo largo del plano de separación entre la arcilla y un manto inferior
acuífero, o bien a lo largo de una simple capita de arena o de limo. Las
causas probables de estos deslizamientos repentinos, y con frecuencia catas-
tróficos, vienen ilustradas en la figura 49.104.
La figura 49.104 representa una sección de un valle con un subsuelo
formado por un espeso manto de arcilla blanda que hacia la izquierda se
trasforma gradualmente en un estrato de arena, La arcilla, que tiene una
cohesión promedio igual a c, contiene delgadas capas horizontales de arena
fina o de limo grueso, como la indicada en la figura por S-S. El agua de la
capa S-S se comunica con la del estrato de arena; de modo que, si las líneas

Ta - Mveles piezomélricos en 55 duran

: Etapa eolrade de arena


Fina acuítera
Fig. 49.10, (a) Condiciones geológicas que encierran el peligro de una rotura del
talud por expansión; (b) diagrama de !as fuerzas que actúan en el suelo por debajo
del talud ab.
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 431

llenas Ad y Be representan en la arena los niveles de la napa en épocas de


sequía y en épocas muy lluviosas, las líneas punteadas Ab y Bg representan
las alturas piezométricas respectivas del agua contenida en S-S durante las
mismas épocas.
En la arcilla se ha excavado un desmonte con un talud ab y una pro-
fundidad H. Toda sección horizontal situada debajo del desmonte, inclu-
yendo una por S-S, se halla sometida a tensiones tangenciales, ya que la
arcilla tiende a desplazarse, tanto en sentido vertical como en el horizontal,
por efecto de su propio peso. Si la presión del agua de los poros del suelo
de la capa S-S es baja, como cuando el nivel piezométrico está dado por la
línea Ab, la resistencia al corte a lo largo de S-S suele ser mucho mayor que
la suma de las tensiones tangenciales. Cuando se produce esta situación, la
estabilidad del talud depende solo de la cohesión c de la arcilla, y, para
cualquier ángulo de talud menor de 532, la altura crítica H, es igual a:

H, = 5,52 e (49.1)

donde y es el peso unitario de la arcilla (véase artículo 35). Esta fórmula


es válida para el caso en que no haya una base firme a corta distancia del
fondo del desmonte que dé lugar a un bajo factor de profundidad np (figura
35.2), pues, en este caso, la altura crítica es aún mayor y aumenta al dis-
minuir el ángulo del talud hasta alcanzar el valor 9c/y para taludes de 20%,
como lo muestra la figura 35.3.
Pero si debido a lluvias prolongadas, o a que se derrite mucha nieve
acumulada en la superficie del terreno situado encima del estrato de arena,
los niveles piezométricos del estrato S-S suben a la posición Bg, aumentan
también las presiones neutras u,, en dicho estrato. Si p es la presión total
que actúa sobre S—S, como la capa es prácticamente no cohesiva, su resis-
tencia al corte viene determinada por la expresión:
s=(p— tv) lg9 (17.1)
Por lo tanto, el aumento de los niveles piezométricos lleva aparejada una
disminución de la resistencia al corte de cualquier sección horizontal que
pase por dicha capa. La condición límite se produce cuando la resistencia
al corte promedio en S-S decrece hasta un valor igual a las tensiones tan-
genciales promedio en la misma, en cuyo instante el talud situado por encima
de S-S rompe repentinamente, aun cuando posea todavía un coeficient de
seguridad adecuado con respecto al deslizamiento a lo largo de una super-
ficie curva situada por encima o que corte la capa S-S.
La altura crítica del talud situado por encima de S-S nunca puede ser
menor del valor que se obtiene suponiendo que la presión del agua de los
poros, 4, es igual a p (fórmula 17.1), caso que lleva a admitir que la
resistencia al corte a lo largo de S-S es igual a cero. Aceptadas estas hipó-
tesis, el talud queda sujeto a las fuerzas indicadas en la figura 49.10b, que
432 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

representa un detalle en escala grande del desmonte de la figura 49.100,


Según la fórmula 28.10, el empuje sobre la sección vertical aa, es:
Pa = av (H + Hi)? — 20(H 4H)
y, de acuerdo con la fórmula 28.17, el empuje pasivo sobre bb, es:
Pp = a yH? + 20H,
Si la resistencia al corte a lo largo de ab, es igual a cero, el talud alcanza el
estado límite de rotura inminente cuando P4 = Pp, es decir, cuando:

H=H.=4 E (49.2)

Este valor es aproximadamente igual a 3,85 c/y, el que, de acuerdo con


la figura 35.3, es igual a la altura crítica de un talud vertical.
Así, pues, si la presión del agua en los poros puede llegar a ser sufi-
cientemente grande como para anular la fricción en la capita S-S, la altura
crítica del talud situado encima de la misma se reduce a un valor apenas
mayor que la altura crítica de un corte vertical, cualquiera sea el ángulo
de inclinación del talud. Para taludes suaves, este efecto de subpresión
puede originar una reducción de altura crítica de casi el 50 por ciento.
Durante los años excepcionalmente lluviosos, o cuando se derrite una
capa de nieve de espesor inusual, el nivel de la napa sube en todas partes.
Como consecuencia, disminuye la resistencia al corte de todas las capas
acuíferas y se hace posible el deslizamiento de taludes que antes habían sido
siempre estables. En 1915 se produjo un deslizamiento de un talud muy
suave, de unos 12 metros de altura, situado dentro de los límites de la fábrica
de cemento Knickerbocker en Claverack Creek, cerca de Hudson, N. Y. El
talud estaba situado en arcilla laminar, consistente en capas alternadas de
arcilla y de limo, de aproximadamente un centímetro de espesor cada una.
De repente y sin provocación visible, el talud se desplazó en un frente de 360
metros y la superficie plana a su pie sufrió un levantamiento en una lon-
gitud de unos 90 metros. A su vez, en una longitud de unos 180 metros,
el fondo del arroyo fue levantado por encima del nivel del terreno circun-
dante, levantamiento que se produjo en forma tan rápida que los peces
quedaron en seco, sobre las suaves lomas que tomaron el lugar que ocupaba
anteriormente cl arroyo. La central eléctrica de la fábrica fue destrozada y
sus ocupantes muertos. Este deslizamiento fue uno de los muchos que se
sabe ocurrieron en las arcillas laminares del valle del Hudson desde la época
en que fue colonizado (Newland, 1916). La historia del valle indica bien
claramente que los deslizamientos se producen con más frecuencia en inter-
valos de 20 a 25 años, en correspondencia con los años de máxima preci-
pitación.
La diferencia entre los deslizamientos comunes, que se producen por
deficiencia de cohesión en la arcilla, y los deslizamientos por extensión, se
halla ilustrada en las figuras 49.11a y b. En contraste con los deslizamien-
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 433

tos del tipo a, los del tipo b se producen de repente. Es probable que ni
siquiera vayan precedidos de movimientos perceptibles de la masa de suelo
en proceso de sufrir un deslizamiento, pues la superficie débil no se halla
situada dentro de la masa de arcilla, sino en la zona de separación entre
ésta y su base. Además, la altura crítica de taludes en arcilla homogénea
depende solo del ángulo del talud y de la cohesión media c, mientras que
la altura crítica de taludes en arcilla situada encima de estratos o capitas
de suelo no cohesivo depende en gran parte de la presión uw del agua de
los poros de las capas no cohesivas. A medida que esta subpresión aumenta,
la altura crítica disminuye y se acerca al valor H, (fórmula 49.2), cualquiera
sea el ángulo del talud. Por ello, si la altura de un talud en arcilla con
capitas acuíferas de arena o de limo es mayor que H., resulta imposible
formarse una opinión segura con respecto al coeficiente de seguridad del
talud al deslizamiento sin conocer el valor de la subpresión y.
El máximo valor posible de la subpresión u, del agua de las capitas
acuíferas puede estimarse en forma aproximada estudiando la geología y
la fisiografía general de la región en que está situado el talud. Solo con
observaciones en el terreno, por medio de piezómetros, puede determinarse
el valor real de esta subpresión, sin que sea posible hacerlo por cálculos
teóricos ni tampoco basándose en ensayos de laboratorio. Por ello, si se
concibe la existencia de condiciones que hagan posible un deslizamiento
del tipo b (fig. 49.11), el ingeniero debe reflexionar sobre cuáles serían las
consecuencias prácticas del mismo. Si éste solo originara una interrupción
del tránsito, por ejemplo, puede resultar justificable la ejecución de la obra
sin tomar precaución alguna, en pleno conocimiento de que se puede llegar
a producir un deslizamiento, a los pocos años o después de décadas de

(a). Deslizamiento simple por graveoad


Se necesitan varías horas)

is (6) Deslizamiento por extensión


4 (Se produce en pocos minutos)

Capiles de limo
Fig. 49.11, Corte a través de un deslizamiento típico en arcilla laminar. (a)
Cuando la presión en el agua de los poros de las capas de limo no tiene importancia:
(b) cuando la presión en el agua de los poros de las capas de limo es casi igual
al peso de la tapada.
434 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

construido el talud. Si, por el contrario, un deslizamiento _Puede involucrar


pérdidas de vidas o bien de bienes valiosos, es imperativa la instalación
de dispositivos para medir periódicamente la subpresión. Toda vez que
los cálculos de estabilidad basados en los resultados de la presión medida
en los dispositivos indiquen que el margen de seguridad del talud se hace
muy pequeño, la buena ingeniería requiere que el peligro sea eliminado
instalando drenes a fin de mantener la subpresión del agua de las capas
acuíferas dentro de los límites que fija la seguridad.

Resumen de problemas y procedimientos


El grado de habilidad ingenieril que se necesita para resolver los pro-
blemas que plantea el trazado de un camino, o de un ferrocarril, que requiere
la construcción de desmontes, depende en gran parte de la naturaleza del
terreno. El proyecto y la construcción de desmontes en terreno favorable
están bastante normalizados, pero si la obra pasa por terreno difícil, para
resolver con eficacia los problemas que surgen, el ingeniero debe poseer
la más alta capacidad. Esto se debe en parte a la infinita variedad de com-
binaciones de suelos y condiciones hidráulicas que pueden dar origen al
peligro de deslizamiento, y en parte al hecho de que consideraciones econó-
micas exigen con frecuencia sacrificar en forma radical los coeficientes de
seguridad corrientes. El ingeniero que hace el estudio debe ser capaz de
identificar, en función del aspecto del terreno y de alguna que otra perfo-
ración, si el terreno es favorable, desfavorable, o muy desfavorable. Debe
también ser capaz de prever cuáles serán las peores dificultades construc-
tivas que pueden presentarse en cada lugar y estimar los costos y plazos
de construcción que corresponderán en cada caso.
Si el terreno desfavorable no puede evitarse, el ingeniero debe ejecutar
sucesivamente las siguientes operaciones:
(a) Situar los lugares más críticos y estudiarlos con muestras y ensayos.
(b) Elegir los ángulos de los taludes en función de un balance razo-
nable entre los requerimientos de la economía y los de la seguridad.
(c) Proyectar los sistemas de drenaje en caso de ser necesarios.
(d) Preparar el programa de las observaciones que deberán efectuarse
durante la construcción, para eliminar tanto las dudas existentes sobre la
naturaleza del lugar como los peligros de accidentes.
(e) Estabilizar con la mayor rapidez y el menor gasto aquellos taludes
que empiecen a moverse.

En todos los apartados de este artículo se ha puesto en claro que no


se pueden establecer reglas fáciles y rápidas para ejecutar ninguna de estas
tareas. La teoría de la estabilidad de taludes, dada en el artículo 35, puede
utilizarse con provecho únicamente en aquellas raras instancias en que debe
efectuarse un desmonte en una masa bastante homogénea de arcilla blanda
'o medianamente compacta. Cuando se trata de otros suelos, o de combi-
naciones de suelos, el ingeniero, para resolver el problema, solo puede contar:
con su capacidad natural para descubrir los factores que determinan la
ART. 49 ESTABILIDAD DE LADERAS Y TALUDES 435

estabilidad del depósito en consideración, con su habilidad para imaginar


las derivaciones que las incertidumbres aún remanentes mientras ejecuta
su proyecto tendrán en la estabilidad, y con su ingenio para proveer medios
que eliminen dichas incertidumbres a medida que se construye el desmonte.
El desarrollo de estos atributos vitales requiere algún conocimiento de
geología y una familiarización completa con las leyes que gobiernan la
acción mutua entre el agua y los distintos tipos de suelo. Estas leyes se han
descripto en la parte 1 de este libro, pero su conocimiento debe ir aparejado
con una gran experiencia en cuanto concierne a la ejecución de desmontes
y a la predicción de deslizamientos. Como la experiencia personal solo
puede proveer parte de este conocimiento, la experiencia descripta en las
publicaciones relativas a estos temas tiene también mucha importancia.
Lecturas seleccionadas
Numerosas publicaciones describen en detalle los deslizamientos de suelo, estudian
sus mecanismos y Jas correcciones a tomar. Entre las más útiles se hallan:
Lada, aE. (1935). “Landslides, subsidences and rock-falls”, Proceedings de la American
hoay ES Ed 36, págs. 1091-1162,
Stage E,c a 5. 698 end phenomena. Nueva York, Columbia Uni-
pres. La isicación
de in Selíamenes
de jul po «sepia par los
¡tos de la ing civil lescri; n de fenómenos es vi
os a al Podeis«etgial ¿uciety of America, “Engk
, Berkey Volume, págs. (8% licado también en “From
theory, 10 praccs in soil mechanios, Noa En oa Wiley 8 Sons, 1960,
págs.
HRB cs, Lancélidos and enginecing practico”, Comité sobre la investigación de
deslizamientos, Highway Research Board Special Report, 29, pág.
Entre muchos otros excelentes artículos que tratan sobre un deslizamiento en
particular, se han elegido los que se mencionan a, continuación como representativos de
Ena amplis gama de condiciones
Newland, D. H. (1918). “Landslides in unconsolidated sediments”, State Museum Bulle-
tin
«o de ¿Nueva York, 187, págs. 79-105. Deslizamientos de arcillas laminadas en
río
Close, Uy ESMeComic (1992). “Where the mountains walked”, Natural Geological
fagazine, 41, págs. 445-464. . Aluviones de loess en China
riaL. (ss) a tability of natural slopes in quick clay”, "Geotechnique, 5, N* l,
Skempton, ze ñN e D. J. Henkel (1955). “A landslide at Jackfield, Shropshire, in a
overconsolidated clay”, Geotechnique, 5, NY 2, re 181-197. El mecanismo
ha sido interpretado nuevamente en Skempton, A. 1964) “Long-term stability
of clay slopes”, Geotechnique, 14, N* 2, págs. 0.
Deere, D. des. “Seepage and stability problems in deep cuis in residual so
Charlone, N. C. 'roceedings de la American Roadwa: 1g Association,
S, págs. 158-046. Fallas causadas por erosión suporlcial y subsipenicial con
presencia de fisuras.
Gould JP, (1960).MEN study of shear failure in certain Tertiary marine sediments”,
Proceedings de la Research Conference on Shear Strength of Cohesive Soils, de la
AsCE pe 215-541. Desizamientos a lo largo de la zona costera cerca de
Terzaghi, K. (1960b). “Memorandum concerning, landslide on slope adjacent to power
lant, South America”, en “From mechanics”, Nueva
us John Wiley e Sons, págs. 410-415, Detalles de las" investigaciones efectuadas
controlar tos de taludes en suelos residuales afectados por la
Zcción de cima tropical.
HE
436 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Kjaemgl 3 5. y N. Simons (1962). “Subiliy meto of the north bank of the


»nriver”, Geotechnique, 12, NÓ 2, págs. 147-167. Deslizamiento circular
en arcillas blandas Kimosas.

ART. 50 COMPACTACIÓN DE SUELOS

Propósitos y métodos de la compactación de suelos


El artículo precedente trató de la estabilidad de masas de suelos en
su estado natural. Si se excavan tales masas de suelos y se redepositan sin
tomar un cuidado especial, la porosidad, permeabilidad y compresibilidad
de los mismos aumenta, mientras que su capacidad para resistir la erosión
interna por efecto de venas de agua disminuye grandemente. Por ello, hasta
en la antigiiedad, se acostumbraba compactar los terraplenes que debían
actuar como diques o malecones. No se hacían, sin embargo, esfuerzos
especiales para compactar los terraplenes viales, pues las calzadas eran
suficientemente flexibles como para no ser dañadas por un asentamiento.
Hasta hace poco, los terraplenes para líneas ferroviarias eran también cons-
truidos echando tierra suelta, que luego se dejaba asentar bajo su propio
peso durante varios años antes de colocar un balasto de alta calidad.
El asentamiento de los terraplenes sin compactación no trajo inconve-
nientes serios hasta que, después de iniciado el siglo veinte, hizo su apari-
ción el automóvil y, con su rápido desarrollo, creó una demanda creciente
de caminos pavimentados. Poco tiempo después se hizo evidente que los
caminos de hormigón construidos sobre terraplenes no compactados se rom-
pían con cierta facilidad, y que los pavimentos flexibles de tipo superior
tenían la tendencia a desnivelarse en exceso. La necesidad de evitar estos
inconvenientes fomentó el desarrollo de métodos de compactación que fue-
sen a la vez eficientes y económicos. Por su parte, un aumento simultáneo
en la construcción de diques de tierra proveyó un incentivo adicional, que
coadyuvó también a la concreción de dichos métodos de compactación.
Las investigaciones que se realizaron demostraron que ningún método
de compactación es igualmente adecuado para todos los tipos de suelos.
Además, el grado de compactación que alcanza un suelo dado, sometido
1 procedimiento de compactación también dado, depende en gran parte
del contenido de humedad del suelo. La compactación máxima se obtiene
para un cierto contenido de humedad conocido como contenido óptimo de
humedad, mientras que el procedimiento utilizado para mantener, durante
la compactación, la humedad del terraplén cerca de la óptima, se conoce
como control de humedad.
En la actualidad, aún se tiene un conocimiento muy imperfecto acerca
de las relaciones que existen entre el contenido de humedad en el momento
en que se construye el terraplén, el grado de compactación y la forma como
cambian las características físicas del mismo durante su período de servicio.
Los cambios de resistencia, rigidez y permeabilidad que el terraplén sufre
con el tiempo y con las variaciones en su contenido de humedad, merecen
mucha más atención de la recibida hasta el presente. De aquí que en lo
ART. 50 COMPACTACIÓN DE SUELOS 487

que resta de este artículo casi no se trate de las propiedades de los suelos
compactados y solo se describan los procedimientos constructivos.
En lo que sigue, los métodos corrientes de compactación de terraplenes
artificiales se dividen en tres grupos: los adecuados para suelos no cohesivos,
los adecuados para suelos arenosos o limosos con cohesión moderada y
los adecuados para arcillas. Finalmente, se tratan los métodos para com-
pactar masas naturales de suelos en su lugar de origen.

Compactación de suelos no cohesivos


Los métodos para compactar arena y grava, colocados en orden de
decreciente eficiencia son: vibración, mojado y rodamiento. En la práctica,
se han utilizado también combinaciones de estos métodos,
Las vibraciones pueden producirse de una manera primitiva apisonando
con pisones a mano, o con pisones neumáticos, o bien dejando caer un peso
grande desde cierta altura; un metro, por ejemplo. Empero, la compacta-
ción alcanzada con estos procedimientos es muy variable, pues depende
en gran parte de la frecuencia de las vibraciones (véase artículo 19). Los
mejores resultados se obtienen con máquinas que vibran a una frecuencia f,
cercana a la de resonancia del conjunto suelo-vibrador. Cuando f, es apro-
ximadamente igual a fo, la disminución de volumen o asentamiento es 20
a 40 veces mayor que la que produce una fuerza estática equivalente a la
pulsátil.
Por medio de rodillos de 5 a 15 t, equipados con vibradores que operan
a frecuencias comprendidas entre 1100 y 1500 pulsos por minuto, se ha
obtenido la compactación efectiva de arena gruesa, grava y de enrocado
de piedra partida con partículas de tamaños comparables (Bertram, 1963).
El material se desparrama en capas de 30 a 40 cm de espesor, habiéndose
obtenido en algunas obras una compactación adecuada de capas de espesor
mayor, aun cuando en estos casos es difícil evitar la segregación durante
el desparramo del material. El tamaño máximo de las partículas está limi-
tado únicamente por el espesor de las capas. Entre 2 a 4 pasadas de tales
rodillos tirados a una velocidad que no exceda de alrededor de 3 km por
hora suele resultar adecuada para alcanzar un alto grado de compactación.
No es necesario un control en el contenido de humedad. Tal tipo de mate-
riales han sido también compactados por medio de rodillos neumáticos
tirados por tractores Diesel montados sobre cubiertas pesadas. Durante
el proceso de compactación se puede agregar agua. Mucha de la compac-
tación que se obtiene en estas condiciones deriva de la producida por el
tractor más bien que por el rodillo. Se necesitan normalmente entre 6 y 8
pasadas del equipo sobre un mismo lugar para obtener un grado satisfac-
torio de compactación, siempre y cuando el material sea depositado en capas
de un espesor no mayor de 30 cm.
Cuando se trata de compactar áreas limitadas, pueden resultar ade-
cuados los compactadores manuales mecánicos o los operados a motor. El
peso de estos compactadores varía entre varios cientos de kilogramos a
varias toneladas y la fuerza pulsante que entregan al terreno, a una fre-
438 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

cuencia aproximada a la de resonancia del compactador y el suelo, se tras-


fiere a través de una chapa plana o de un rodillo. El espesor de las capas
que pueden compactarse efectivamente varía entre 10 y 20 cm.
La compactación con agua se fundamenta en el hecho de que la presión
de filtración del agua que escurre hacia abajo rompe los grupos de granos
inestables y la inundación temporaria elimina, por lo menos brevemente,
las fuerzas capilares. Es mucho menos efectivo que la compactación por
vibración. Para compactar terraplenes de caminos se han utilizado dos
métodos de mojado. En uno de ellos, se amontona la arena en caballetes
a ambos lados del camino y luego se arrastra el suelo hacia el centro con
chorros de agua, con una presión de 4 a 5 kg/cm?, formándose de este modo
un depósito que tiene algo de las características de un dique construido
por refulado. En el segundo método, la superficie del camino se inunda
de agua, la que filtra hacia abajo por la arena ya colocada y escapa por el
pie del terraplén. Ambos métodos requieren aproximadamente 1,5 metros
cúbicos de agua por metro cúbico de arena. Comparando la porosidad de
los terraplenes antes y después del tratamiento, se ha comprobado que el
grado de compactación que se obtiene con cualquiera de estos métodos es
relativamente bajo (Loos, 1936). Por ello, esta práctica debe ser desalentada.
Los rodillos no vibrantes son relativamente inefectivos para compactar
suelos no cohesivos, obteniéndose los mejores resultados cuando la arena
está prácticamente saturada. No obstante, en arena limpia, el agua se escu-
rre rápidamente y puede no resultar practicable mantener el material en
un estado de saturación.

Compactación de suelos arenosos o limosos con cohesión moderada


A medida que aumenta la cohesión, disminuye rápidamente la eficacia
de las vibraciones como medio de compactación, pues por pequeña que
sea la adherencia entre partículas, ésta interfiere con su tendencia a des-
plazarse a posiciones más estables. Además, la baja permeabilidad de estos
suelos hace inefectiva la inundación con agua. En cambio, la compactación
por capas utilizando rodillos ha dado muy buenos resultados. Hay dos tipos
de rodillos en uso general: neumáticos y patas de cabra. Los rodillos neu-
máticos se adaptan mejor para compactar los suelos arenosos ligeramente
cohesivos, los suelos compuestos cuyas partículas se extienden desde el
tamaño de las gravas a la del limo y los suelos limosos no plásticos. Los
rodillos patas de cabra tienen su máxima eficacia con los suelos plásticos.
Los rodillos neumáticos consisten usualmente en una chata soportada
por una única fila de 4 ruedas equipadas con neumáticos inflados a presio-
nes que oscilan entre 50 y 125 libras por-pulgada cuadrada (3,5 a 9 kg/cm?).
Las ruedas están montadas en tal forma que el peso que se trasmite desde
la chata se distribuye uniformemente entre las mismas, aun cuando la super-
ficie del terreno no esté nivelada. Los terraplenes para edificios se com-
pactan normalmente en capas que tienen un espesor terminado que varía
entre 15 y 30 cm con rodillos de 25 t y presiones de inflado de las cubiertas
comparativamente bajas. Para terraplenes de otro tipo y para presas de
ART. 50 COMPACTACIÓN DE SUELOS 439

embalse es práctica usual utilizar rodillos de 50 t con presiones de inflado


de las cubiertas mucho más altas y capas de espesor compactado que varía
entre 15 y 30 cm, aun cuando a veces se utilizan rodillos de 100 t variando
en este caso el espesor de la capa compactada entre 30 y 45 cm. Se requie-
ren usualmente de 4 a 6 pasadas para alcanzar la compactación requerida.
En obras grandes donde se presentan materiales inusuales, el número de
pasadas debe determinarse por medio de ensayos de compactación en el
terreno al iniciar los trabajos.
La superficie cilíndrica de los rodillos patas de cabra viene provista
de salientes prismáticos, o patas, con una frecuencia de 1 por cada 700 cm?
de superficie cilíndrica del rodillo. Los rodillos que se usan comúnmente
en la construcción de presas de tierra tienen un diámetro de 1,50 y una
longitud de aproximadamente 2 m. Cargados pesan alrededor de 15 t. Las
salientes tienen una longitud mínima de 23 cm y una superficie que varía
entre 30 y 100 cm?. Según el tamaño del pie, la presión de contacto varía
entre aproximadamente 20 y 40 kg/cm?”. En terraplenes de caminos se
utilizan rodillos algo menores y menos pesados. Con el equipo ordinario,
el espesor de las capas después de compactadas no debe exceder de unos
15 cm. El número requerido de pasadas debe ser determinado en el terreno
por medio de ensayos realizados con pequeños terraplenes experimentales.
Se obtiene generalmente la compactación satisfactoria después de 6 pasadas
de rodillo (Turnbull y Shockley, 1958).
Cualquiera sea el tipo de equipo de compactación disponible y el grado
de cohesión del suelo, la eficacia del procedimiento de compactación depen-
de en gran medida del contenido de humedad del suelo. Esto es especial-
mente verdad para los suelos finos y uniformes de muy baja plasticidad
pues, a menos que su contenido de humedad sea casi exactamente igual al
óptimo, no pueden compactarse de ninguna manera.
Si se construye un terraplén de ensayo con suelo de propiedades uni-
formes bajo condiciones de un cuidadoso control en el terreno, y si el espesor
de las capas, el tipo de compactación y el número de pasadas se mantienen
todas constantes, se descubre que la efectividad de la compactación depende
solo del contenido de humedad del suelo de la capa durante la compactación.
La efectividad de la compactación se mide por el peso de los sólidos por
unidad de volumen, es decir, por lo que se conoce como densidad seca. La

* La forma de la pata y la superficie de apoyo más adecuadas dependen del tipo


de suelo. Hay una cia hacia el uso de patas tronco piramidales que evitan el
arado del suelo a su paso, La superficie de apoyo más efectiva es en cierta medida
función de la plasticidad y constitución granulométrica del suelo. En suelos uniformes
finos, cuanto más limoso y menos plástico 2 e mayor es la superficie de la pata
a usar, dentro de los límites señalados en
Se están usando también con buen lado rodillos pata de cabra vibrantes
y rodillos lisos vibrantes, similares a los utilizados para compactar arena. Con rodillos lisos
de un peso de unas 8 t/m de longitud y una frecuencia de unas 1200 vibraciones por minuto
en 6 a 8 pasadas se compactan capas de hasta 30 y 40 centímetros de a En estos
casos, tanlo para los rodillos pata de cabra como para los lisos, la acción principal de las
vibraciones es la de aumentar el efecto gravitacional del peso del sodio. (Ne del 1.)
440 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

AA
$
So Nina de sofuración |
$ 2200
Xx
3
3 200)
y
E 2000

a
1900 2000 210 2200 2300 2800
Contenido humedad “/
peso seco
Fig. 50.1. Relación entre densidad seca y humedad de compactación para un suelo
da a) con limi do de ón utilizando
un rodillo dado; (5) con idéntico procedimiento de compactación, pero usando
un rodillo más liviano. Ambas curvas se acercan a la 'ínea de saturación que
representa dicha relación para un suelo completamente saturado,

relación entre densidad seca y contenido de humedad de compactación tiene


la forma característica que muestra la curva llena de la figura 50.1. Para
las condiciones del ensayo, la densidad seca que corresponde a la cima
de la curva se conoce como máxima densidad seca o densidad seca para el
100 % de compactación, y el correspondiente contenido de humedad se
designa como el contenido óptimo de humedad. Ninguna de estas canti-
dades es una propiedad del suelo en sí mismo. Si, por ejemplo, todas las
condiciones se mantienen inalteradas menos el peso del rodillo y se utiliza
uno más liviano, el valor de la máxima densidad seca, como lo indica la
curva b), es menor y el contenido óptimo de humedad mayor que para un
rodillo más pesado. Un incremento en el número de pasadas de un rodillo
liviano puede aumentar la máxima densidad seca pero, aun cuando se pudie-
se alcanzar un valor comparable al de la curva a), es casi seguro que el conte-
nido óptimo de humedad que corresponde al nuevo valor de ya mas. resultará
mayor que el obtenido para un rodillo más pesado.
Cambios similares en las relaciones humedad-densidad para un suelo
dado acompañan la variación en espesor de las capas y el tipo o peso del
equipo de compactación. Por tanto, el término 100% de compactación o
contenido óptimo de humedad para un suelo dado tiene significación espe-
cífica solo en relación con un determinado procedimiento de compactación.
No obstante, para cualquier material potencial de préstamo es esencial cono-
cer, antes de iniciar la construcción, si para el procedimiento de compacta-
ción que se piensa especificar el contenido de humedad en el terreno
es excesivo o deficiente con respecto al valor óptimo que corresponde a
ART. 50 COMPACTACIÓN DE SUELOS 441

dicho procedimiento. Más aún, durante la colocación de un terraplén, el


ingeniero debe tener los medios para determinar si la compactación espe-
cificada se está alcanzando adecuadamente, aun cuando las características
del material de préstamo cambie de tiempo en tiempo. Estos requerimientos
han conducido al desarrollo de los ensayos de compactación de laboratorio.
El propósito de todo ensayo de compactación de laboratorio es deter-
minar una curva humedad-densidad comparable a la que le corresponde
al mismo material cuando se compacta en el terreno por medio del equipo
y procedimiento que se pretende utilizar. Los métodos más corrientes para
este propósito se han derivado de uno desarrollado por el Departamento
de Caminos de California en los primeros años de la década de 1930, cuando
el equipo de compactación que se utilizaba era de un peso relativamente
bajo. De acuerdo con este procedimiento, conocido como el ensayo Proctor
normal (Proctor 1933, ASTM D-698-58T), se seca y pulveriza una muestra
de suelo, la que se separa en dos fracciones pasándola por el tamiz N? 4.
Unos 3 kg de la fracción que pasa se humedecen con una pequeña cantidad
de agua y se mezclan cuidadosamente para producir uma parte húmeda
que se apisona en tres capas iguales dentro de un recipiente cilíndrico de
dimensiones especificadas. Cada capa se compacta con 25 golpes de un
pisón normalizado que se deja caer desde una altura de 30 cm. Una vez
llenado el cilindro, se enrasa el suelo con su borde superior y se determina:
el peso total del suelo y su contenido de humedad. Con estos datos se
puede calcular el peso del suelo seco contenido en la unidad de volumen,
es decir, la densidad seca. De una forma similar se determina la densidad
seca para mezclas compactadas con humedad creciente hasta que aquélla
disminuya con el aumento de la humedad. Se dibuja entonces una curva
que muestra la relación entre la densidad seca y el contenido de humedad.
El contenido óptimo de humedad, según el ensayo normalizado de Proctor,
es el valor de la humedad que produce la máxima densidad seca.
Debido a la influencia que el método de compactación ejerce sobre la
curva de humedad-densidad, no se puede esperar de ningún ensayo norma-
lizado, incluido el ensayo de Proctor, que conduzca a resultados de validez
general. Solo se puede obtener información concluyente con respecto al
contenido óptimo de humedad realizando ensayos a escala natural en el
terreno con el equipo de compactación que se va a utilizar en la obra.
Por algún tiempo se han estado realizando esfuerzos para desarrollar
en el laboratorio métodos de ensayo que imiten los tipos más corrientes
de equipos de compactación en una forma más real que la que resulta del
ensayo Proctor normal. Estos esfuerzos han conducido a varias modificaciones
del procedimiento original. Para el equipo pesado de uso actual, en particular
en la construcción de diques de tierra o de playas de estacionamiento y
accesos a las pistas para aviones pesados, el ensayo Proctor modificado
(ASTM D-1557-58T) suele resultar más apropiado. Varios tipos de com-
pactadores por amasado (Johnson y Sallberg, 1962) conducen a curvas hume-
dad-densidad más realistas, pero hasta ahora estos ensayos no tienen una
aceptación amplia.
442 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Conienido de humevad
en 96 peso seco
Fig. 50.2. Curvas típicas humedad-densidad para distintos sue'os, (a) Arena bien
graduada con pequeño porcentaje de arcilla; (b) arcilla de baja plasticidad; (c)
limo inorgánico no plástico; (d) arcilla de altá plasticidad.

La figura 50.2 muestra curvas típicas humedad-densidad para varios


suelos, las que fueron obtenidas por el método de Proctor normalizado. La
curva a representa relación humedad-densidad para una mezcla de arena-
arcilla, la b para un suelo arcilloso con baja plasticidad, la c para un limo
uniforme de baja compresibilidad y la d para una arcilla de alta plasticidad.
Si el contenido de humedad del suelo en el terreno es mayor que el
óptimo, debe permitirse que se seque en el lugar de su almacenamiento, o
bien proceder a su desparramo para este efecto. Si dicho contenido es
menor, el agua debe agregarse en el propio préstamo o por aspersión antes
de iniciar su compactación *. Con un cuidado razonable resulta general-
mente posible mantener el contenido de humedad dentro del 2 ó 3% del
valor óptimo. Sin embargo, para suelos uniformes no plásticos ligeramen-
te cohesivos se necesita un acercamiento mayor al contenido óptimo de
humedad.
El peso unitario y él-contenido de humedad del suelo se controlan en
el terreno por muestreo y ensayo rutinario. Para determinar el peso unitario
se excava en el suelo compactado un hoyo que tenga por lo menos un volu-
men de 150 cm? y el material excavado se guarda cuidadosamente y se
pesa antes que pierda humedad por evaporación. El volumen del material
excavado se puede medir por medio de varios métodos. Uno de los proce-
dimientos más antiguos y más usados consiste en medir el volumen llenando
el hoyo con arena seca en estado suelto después que el peso unitario de
la arena en este estado se ha establecido previamente. La arena se vuelca
desde un recipiente que es pesado antes y después de llenar el hoyo. De
¡La tendencia actual, en particular para presas de tierra, es exigir la humectación,
en préstamo, pues, enn psa es ésta la única manera de obtener una distribución unifor-
me de humedad en el material que asegure un producto compactado con características
tambi il , Raramente la humectación por aspersión en el terraplén arroja re-
sultados similares. (N. del T.).
ART. 50 COMPACTACIÓN DE SUELOS 443

acuerdo con el segundo procedimiento, se coloca un globo de goma debajo


de una cubierta horizontal y se lo fuerza por medio de inyección de agua
a acomodarse a la forma que tiene el hoyo. El volumen del hoyo se deter-
mina midiendo el volumen de agua inyectada. Se puede obtener rápida-
mente un valor aproximado del contenido de humedad determinando la
pérdida de peso por secado de la muestra colocada en una bandeja que
se calienta con la interposición de una chapa. De cualquier modo, después
de haber adquirido una experiencia moderada en un trabajo dado, un ins-
pector puede normalmente estimar el contenido de humedad con bastante
exactitud a través de la apariencia y la textura del material. Si el material
que va a ser usado para un terraplén es bastante variable en características,
o si el trabajo está situado en una región sujeta a frecuentes lluvias, la
exigencia de ajustarse a determinados requerimientos en el contenido de
humedad puede aumentar considerablemente el costo de la construcción
del terraplén.
El contenido de humedad al cual se compacta un suelo tiene cierto
efecto sobre las propiedades físicas del material obtenido, incluyendo la
permeabilidad. La experiencia indica que el aumento en contenido inicial
de humedad a partir de un valor algo menor que el óptimo hasta alcanzar
un valor algo mayor puede causar una gran disminución en el coeficiente
de permeabilidad. La disminución parece incrementarse a medida que lo
hace el contenido de arcilla del suelo. Tratándose del material del núcleo
del dique Mud Mountain, que contenía hasta 3% de arcilla con un alto
contenido de montmorinolita, se observó que un aumento de humedad que
variaba del 2% por debajo del óptimo al 2% por encima, disminuía el
coeficiente de permeabilidad en unas 10.000 veces (Cary et al, 1943). Una
influencia de esta magnitud es probablemente una rara excepción, pero aún
efectos de menor importancia merecen ser considerados.

Compactación de arcillas
Si el contenido natural de humedad de una arcilla en el préstamo no
está próximo al óptimo, puede resultar muy difícil llevarlo a dicho valor
óptimo, sobre todo si el contenido natural de humedad es demasiado alto.
Por ello, el contratista puede verse obligado a utilizar la arcilla con un
contenido de humedad no muy diferente del que tiene en la naturaleza.
Las excavadoras extraen el material de los préstamos en pedazos o
terrones. Ahora bien, un terrón o trozo individual de arcilla no puede com-
pactarse con ninguno de los procedimientos mencionados previamente, pues
tanto las vibraciones como las presiones de corta duración solo producen
un cambio insignificante en su contenido de humedad. Los rodillos pata
de cabra son, sin embargo, efectivos para reducir el tamaño de los espacios
abiertos existentes entre los terrones. Se obtienen los mejores resultados
cuando el contenido de humedad es ligeramente superior al límite plástico.
Si es mucho mayor, la:arcilla tiene tendencia a pegarse al rodillo, o bien
éste a hundirse en el terreno. Si es mucho menor, los terrones no se defor-
man y los espacios quedan abiertos. -
444 £MPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Ce ión de masas de suelo y de ¡pl


existentes

Los estratos naturales y los terraplenes existentes no pueden compac-


tarse en capas, hecho que excluye la aplicación de la mayoría de los métodos
descriptos previamente, ya que, para ser efectivo, el agente compactador
debe actuar en el interior de la masa de suelo. El método de compactación
más adecuado para una obra dada debe seleccionarse en función de la
naturaleza del suelo.
La forma más efectiva para compactar arena no cohesiva es por vibra-
ción. El método más simple para producir vibraciones a mucha profundi-
dad consiste en hincar pilotes. Cuando se hincan pilotes en arena suelta,
la superficie del terreno situado entre pilotes comúnmente se asienta, a
pesar de la disminución de volumen producida por el desplazamiento de la
arena por los pilotes. En un caso, la hinca de pilotes moldeados en sitio, de
14 metros de longitud, distanciados 0,90 metius de eje a eje, produjo, en
arena suelta bajo agua, un asentamiento de la upetticio que alcanzó hasta
0,90 metros, a pesar de que el volumen de los pilotes era equivalente a una
capa de 0,30 metros de espesor. La hinca de los pilotes redujo la porosidad
de la arena de 44 a 38 por ciento, aproximadamente.
Los depósitos espesos de arena pueden también ser compactados por
b ; D' 1953). Eli que
produce la compactación consiste en un vibrador combinado con un dis-
positivo que inyecta agua en la masa de arena que lo rodea. Primero se
introduce por inyección el vibrador dentro de la arena hasta la profundidad
a que se desea compactar el estrato, y luego se lo levanta nuevamente. La
compactación se produce al levantar el vibroflotador, merced al efecto com-
binado de las vibraciones y de los inyectores de agua. La operación com-
pacta, con un costo moderado, la arena situada dentro de un espacio cilín-
drico de un diámetro comprendido entre 2,50 y 3,00 metros. El método da
muy buenos resultados en arena limpia, pero si el material contiene limo
o arcilla, su eficacia disminuye notablemente.
Se ha obtenido también la compactación satisfactoria de gruesos estratos
de arena muy suelta haciendo estallar pequeñas cargas de dinamita en
muchos puntos del interior de su masa. Los requisitos previos para que
este método dé buenos resultados son los mismos que se indicaron para el
proceso de vibroflotación. En uno de estos estratos, que se extendía desde
la superficie hasta una aa que variaba entre 4,50 y 9,00 metros,
se hicieron estallar cargas de 3.600 gramos, de un explosivo que contenía
50 por ciento de Amigo cc a una profundidad de 4,50 na Las
la idad de la
arena desde su valor cod el 50 por ciento al 43 por ciento (Lyman,
1942,
En el dique Karnafuli se llenó un gran pozo provocado por la socavación
que tenía un volumen de aproximadamente 50.000 m%, volcando dentro del
ART. 50 COMPACTACIÓN DE SUELOS 445

agua una arena limpia uniforme (Djo = 0,18 mm, U = 2) y compactando


la arena por una serie de cargas explosivas, usualmente cada una de 3,6 kg,
colocadas a profundidades de 4,50 m, 10 m y 15 m debajo de la superficie
de la arena. Los agujeros se espaciaron 6 m en sentido horizontal. Las
cargas inferiores fueron disparadas primero y seguidas, a intervalos de 4
horas, por las cargas intermedias y las superiores. Luego se instaló una
cuarta serie que se disparó a una profundidad de 7,50 m. La porosidad de
la arena se redujo del 47 al 41 %, aproximadamente (Hall, 1962).
Los suelos arenosos con alguna cohesión y los terraplenes existentes
cohesivos también pueden compactarse hincando pilotes. La compactación
de estos suelos no es, sin embargo, causada por las vibraciones producidas
por la hinca, sino por presión estática, la que reduce el tamaño de los espa-
cios vacíos. Si el suelo está situado por encima de la napa y los vacíos
están en gran parte llenos de.aire, el efecto de compactación producido por
la hinca de pilotes es en general muy satisfactorio, pero si el suelo está
situado debajo de la napa, dicho efecto disminuye rápidamente a medida
que también disminuye la permeabilidad del material. Par: facilitar la
expulsión del agua se pueden instalar drenes de grava. Así, por ejemplo,
para compactar un relleno suelto de marga, colocado dentro de las células
de un “cofferdam” de tablestacas (Fitz Hugh et al., 1947), se utilizó con
buenos resultados el siguiente procedimiento: se hincaron en el relleno caños
de acero de 30 centímetros de diámetro, cuyos extremos inferiores se hallaban
cerrados por discos de acero, dispuestos en forma tal que pudieran despren-
derse fácilmente de los caños y quedasen en el terreno cuando éstos se
retiraban. Cada caño se hincaba hasta la base de la marga, se llenaba con
una mezcla de grava y arena, y se lo cerraba con una capa hermética. El
caño era luego extraído inyectando aire dentro del mismo a una presión
de 15 a 2 kg/cm?. La presión del aire mantenía el suelo blando en su
posición, impidiendo que éste ocupase el lugar dejado por el caño antes
que la grava. La consolidación del suelo circundante se aceleró extrayendo
por bombeo agua de los drenes.
Los suelos compresibles, como las arcillas blandas, los limos sueltos y
la mayoría de los suelos orgánicos, pueden también compactarse por pre-
carga. La zona a ser tratada se cubre cón un terraplén que trasmite un
peso unitario suficientemente alto como para consolidar el suelo en una
magnitud que aumente su resistencia y reduzca su compresibilidad a los
límites requeridos dentro del tiempo disponible para la operación de pre-
carga. Los suelos limosos que ecatienen lentes o capas de arena suelen
consolidarse con la misma rapidez con que se incrementa la precarga, pero
los suelos más impermeables pueden llegar a necesitar un tiempo mucho
mayor. La velocidad de consolidación se puede calcular por medio de la
teoría del artículo 25, pero las estimaciones suelen resultar muy poco feha-
cientes debido a que el espaciamiento y el grado de continuidad de las
capas drenantes más permeables no pueden usualmente evaluarse con exac-
titud. Cuando la velocidad estimada de consolidación es demasiado lenta,
el proceso puede acelerarse suplementando la presencia de las capas natu-
446 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

rales de drenaje con la instalación de drenes de arena similares a los descriptos


en el to precedente. Los drenes tienen comúnmente un diámetro de
por lo menos 30 cm y están espaciados en disposiciones triangulares o cua-
dradas a distancias comprendidas entre unos 2 y 4 m. El espaciamiento
necesario se puede calcular por teoría, pero la confiabilidad de las predic-
ciones está sujeta a las limitaciones siempre presentes respecto al conoci-
miento de la permeabilidad real de los depósitos en sentido horizontal y
vertical. Las técnicas para la instalación de drenes de arena se han perfec-
cionado hasta alcanzar un alto grado de eficiencia (Carpenter y Barber,
1953). Antes de colocar el terraplén de sobrecarga, el área ocupada por
los drenes debe ser cubierta con una solera de drenaje que permita el
escape del agua evacuada a través de los mismos. Existan o no drenes de
arena, el terraplén de precarga no debe construirse con una velocidad tal o
con taludes demasiado parados como para producir un deslizamiento o una
rotura por la base. En particular, si se han instalado drenes, un accidente
de este tipo suele provocar una discontinuidad en los mismos y tornarlos
ineficientes. Para evitar estos deslizamientos, la precarga y las instalaciones
de drenaje se proveen con medios para observar el asentamiento de la
superficie del suelo .que soporta la sobrecarga, las presiones de poros que
se desarrollan en el subsuelo y el levantamiento o movimiento lateral del
suelo natural más allá de los límites de la sobrecarga (cap. 12).
Si se hincan pilotes en un limo suelto situado debajo del nivel de la
«mapa, el suelo se trasforma y pasa a un estado semilíquido. Por ello, en
lugar de compactarlo, la hinca lo debilita, por lo menos temporariamente.
La compactación de tal tipo de estratos se puede obtener solamente por
algún proceso de drenaje, por precarga o por la combinación de ambos.

Lecturas seleccionadas
Sherard, Woodward, Gizienski y Clevenger (1963): “Earth end earthrock dems”, Nueva
York, John Wiley 8 Sons, 725 páginas. Contiene una buena descripción de equipos
y procedimientos de compactación y control de diques de tierra.

ART. 51 PROYECTO DE TERRAPLENES Y MALECONES

Principales tipos de terraplenes

Los terraplenes de tierra pueden dividirse en cuatro grandes grupos:


terraplenes de ferrocarril, terraplenes de caminos, malecones y diques de
tierra. En cada grupo, los terraplenes son similares no solo por el fin a que
están destinados, sino también én cuanto a los factores que deben consi-
derarse cuando se eligen sus taludes laterales. En el estudio que sigue res-
pecto de la elección de taludes, se supone que los terraplenes descansan
- en suelo estable. Las condiciones para la estabilidad de la base y el efecto
que la presencia de terreno desfavorable tiene sobre la estabilidad de los
terraplenes se tratan en el artículo 52
ART. 5] TERRAPLENES Y MALECONES 447

Antigua práctica en la construcción de terraplenes'de ferrocarriles


y
Hasta la década de 1930, los terraplenes de ferrocarril se construían
en general volcando material de préstamo por el extremo de la parte termi-
nada del terraplén. Dichos terraplenes se consideraban satisfactorios cuando
eran permanentemente estables. Como no se utilizaba la compactación arti-
ficial, no se balastaba la vía hasta que los terraplenes se hubiesen “asentado”
con los años. Durante este período, como se ha dicho, los terraplenes se
asentaban por el efecto de su peso propio. El asentamiento alcanzaba, en
el caso de pedraplenes, a un valor del orden del 3 por ciento de su altura.
Para terraplenes de material arenoso estaba en el 4 por ciento; y si el terra-
plén tenía un fuerte porcentaje de arcilla, alcanzaba hasta el 8 por ciento.
Para contrarrestar este efecto, las vías se sobreelevaban sobre el nivel defini-
tivo en una cantidad igual al asentamiento previsto.
El talud normal de los terraplenes de ferrocarril construidos en esta
forma era de 1,5 (horizontal) a 1 (vertical). Empero, si un terraplén con
un alto contenido de arcilla tiene una altura mayor de 3 a 4 metros, dichos
taludes pueden llegar a desmoronarse durante la construcción, o después
de trascurridas algunas pocas épocas de lluvias. Por ello, se hizo costum-
bre reducir el ángulo de los taludes de estos terraplenes, de 1,5:1 en la
cresta, a más o menos 3:1 en la base. La decisión de si las características
de la arcilla requería o no disminuir la inclinación del talud, se dejaba
comúnmente a cargo del ingeniero inspector de la obra. Pero como aun el
ingeniero más experimentado puede equivocarse ocasionalmente al juzgar
las características de un suelo, de vez en cuandlo se producía la rotura de
una sección de terraplén. En ese caso, se arreglaba el desperfecto y se
aumentaba la estabilidad del terraplén, ora construyéndole otro bajo, al
pie del talud que falló, o bien disponiendo un muro de pie de mampostería
en seco, a veces suplementado con drenes rígidos.
Como consecuencia del incremento del peso y la frecuencia del tráfico,
las partes superiores de los terraplenes de arcilla o arcilla limosa con fre-
cuencia se ablandaron, especialmente en presencia de agua, con lo cual el
balasto tiende a penetrar dentro del terraplén formando bolsones deprimi-
dos de balasto en los cuales se junta el agua y se ablanda aún más la
subrasante. El deterioro progresivo del apoyo de los rieles conduce a un
mantenimiento costoso. Por ello, en la década del 40, se intentaron varios
métodos de estabilización, entre los cuales el más efectivo resultó la inyec-
ción de arena y cemento en forma de lechada para hacerla penetrar en la
parte inferior de la capa de balasto (Smith y Peck, 1955).
Los primeros terraplenes de camino fueron similarmente construidos
volcando material suelto sobre los terminales de las partes completadas.
Los taludes normales variaron en diferentes partes de EE.UU. desde 1,5:1
a 1,75:1. Los asentamientos diferenciales de los terraplenes desnivelaron los
caminos, dando lugar a situaciones poco satisfactorias para el tránsito y
condujeron con frecuencia también a la rotura de la superficie de roda-
448 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES
miento. A diferencia con los rieles, que pueden ser levantados en forma
rutinaria compactando balasto adicional debajo de los durmientes, los pavi-
mentos de caminos solo llegan a ser nuevamente nivelados, reconstruyén-
dolos, cubriéndolos con una nueva superficie de rodamiento o, en alguna
medida, debajo de los pavimentos de hormigón, recurriendo a su levanta-
miento por bombeo de barro. Por otro lado, en los terraplenes para caminos
no se daba ordinariamente un lapso de espera durante el cual el terraplén
pudiese asentarse antes de someter el camino al tránsito, de modo que en
el intervalo de una década, después de la introducción de los modernos
pavimentos firmes, la distribución en capas y la compactación por medio
de equipo de trasporte y de rodillos apropiados se fue haciendo práctica
común.
Poco a poco se fue descubriendo que el comportamiento de los terraple-
nes compactados de esta manera dependía principalmente de las propieda-
des físicas del material suelo utilizado. En consecuericia, varios de los depar-
tamentos de caminos estatales y el Bureau of Public Roads unieron sus
esfuerzos para correlacionar el comportamiento de los terraplenes compac-
tados con las propiedades índices del material utilizado. Estos esfuerzos
condujeron a una práctica generalmente aceptada de juzgar la calidad del
suelo sobre la base de los valores de sus límites de Atterberg y de la densidad
máxima de compactación determinada con el ensayo Proctor normalizado
o su equivalente local. De conformidad con la experiencia realizada +*
algunas localidades, se adoptaron requerimientos como los indicados en la
tabla 51.1, los que, lamentablemente, fueron con frecuencia copiados en
otras localidades sin tener el beneficio de una experiencia similar. Raramente
se especificaba o requería que el contenido de humedad de compactación
estuviese situado en las cercanías del contenido óptimo de humedad, pues
solo se establecía que se alcanzase el mínimo porcentaje especificado de la
máxima densidad seca de Proctor.

Práctica moderna para la construcción de terraplenes de


ferrocarril y caminos
Si se considera que la mayoría de los nuevos terraplenes de ferrocarril
en países desarrollados industrialmente se ejecutan para mejorar los alinea-
mientos o el gradiente a fin de permitir mayores velocidades o más altas
cargas, no existe ya ninguna diferencia esencial en los procedimientos de
construcción entre terraplenes de ferrocarriles y caminos. Toda vez que
resulta posible se utilizan materiales granulares estables, pero con fre-
cuencia la economía exige la colocación de los materiales disponibles más
cercanos, cualquiera sea su composición, a menos que contengan un alto
porcentaje de materia orgánica. En la mayoría de las circunstancias, el
terraplén se desparrama en capas de unos 30 cm de espesor utilizando
palas frontales y se compacta con rodillos hasta que se alcanza una densidad
seca especificada. Raramente se exige un control de humedad. Los taludes
normales siguen siendo del orden de 1,5:1 para materiales granulares; para
ART. 51 TERRAPLENES Y MALECONES 449
suelos cohesivos varían entre 2:1 en terraplenes hasta 3 m de altura y 3:1
en terraplenes de 30 m de altura.
Este procedimiento ha llevado en general a resultados satisfactorios
si el contenido de humedad del material en préstamo no excede el óptimo
del Proctor normal en más de algunos puntos por ciento. En cambio, si el
material en préstamo está muy húmedo, se pueden producir serias dificul-
tades y demoras. Por ello, el aspecto más importante de la investigación
de préstamos para materiales finos es obtener la relación que existe entre
el contenido natural de humedad y el valor óptimo. Esta información debe
ser suplementada con la determinación de los límites líquidos y plásticos,
los que sirven de base para juzgar la posibilidad de que el material de
préstamos pueda ser secado hasta el contenido de humedad óptimo bajo
las condiciones climáticas que prevalecen en la región.
Si el contenido de humedad es excesivo y el clima demasiado húmedo
para permitir un secado efectivo, no hay cantidad de esfuerzo de compac-
tación que pueda satisfacer especificaciones con exigencias de un 90 ó un
95 % de la densidad máxima normal. Bajo estas circunstancias, el ingeniero
debe investigar la resistencia que desarrollará el material del terraplén
después de ser colocado con su contenido natural de humedad y sometido
a una suficiente manipulación por el equipo de trasporte y de compactación,
a fin de eliminar la posibilidad de que queden grandes huecos en su masa.
Ordinariamente solo un equipo liviano puede trabajar en forma satisfactoria
con tal tipo de material. El ingeniero debe por ello seleccionar los taludes
del terraplén a fin de proveer un adecuado coeficiente de seguridad frente
a la posibilidad de que se exceda la resistencia del material colocado. En
muchas i las se han id isfactorios con id
de humedad tan altos que no se pudieron obtener más que del 50 al 70 %
de la densidad Proctor miormal (Jiménez-Quiñones, 1963).
En el trópico húmedo, el grado de saturación de los suelos residuales
está con frecuencia cercano al 100 % y la reducción del contenido de hume-
dad es impracticable. Más aún, si se secan los suelos con el propósito de
hacer un ensayo de compactación, sus características pueden sufrir cambios
drásticos e irreversibles, de modo que la curva humedad-densidad de labo-
ratorio puede no llegar a tener relación alguna con las condiciones en el
terreno.
Un ejemplo extremo del error que se puede introducir secando el suelo
antes de realizar un ensayo de compactación se muestra en la figura 51.1,
que se refiere a las cenizas de Peepeekeo, un suelo volcánico alterado que
aparece en la parte más húmeda de la isla de Hawaii (Willis, 1946). El
límite líquido de la ceniza es de alrededor de 240% y su límite plástico
de 130 % aproximadamente. El secado al aire la trasforma en un suelo no
plástico. El contenido natural de humedad está alrededor del 200 %, y
si se compacta una muestra de acuerdo con el procedimiento Proctor normal
para este contenido de humedad, la densidad seca es de alrededor de
Si un conjunto de muestras se dejan secar hasta alcanzar dife-
400 kg/m*.
rentes contenidos de humedad y luego se compactan, se obtiene la relación
indicada por la curva a), pero si el suelo se seca hasta un contenido de
450 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

1300 T T T T T T T T
Densidad seco kg/m"

T
ES

800 L L ] l L L L L 1
0 20 40 60 80 100 120 140 160 180 20
Contenido de humedad “/e peso seco
Fig. 51.1. Curvas humedad-densidad obtenidas con el ensayo Proctor normal para
la ceniza Peepeckeo (a) Curva tenido secando cada una de las
maestras sucesivas desde su contenido rat humedad hasta llegar a la hu-
medad de compactación; (b) ex
hasta w=10%, luego se agrega agua y la muestra se compacta en la forma co-
rriente usada en el ensayo de Proctor (según Willis, 1946).

humedad del 10% y luego se determina la curva humedad-densidad a


la forma usual agregando agua a la muestra seca, se obtiene la curva b).
Esta tiene un pico para un contenido de humedad del 35%, al que e
corresponde una densidad máxima seca de 1.200 kg/m'. Los intentos reali-
zados para secar el material en el terreno hasta llegar a la humedad óptima
determinada de esta manera han resultado inútiles. Más aún, el uso de un
rodillo para compactar el suelo lo torna en un fluido que se escurre del
terraplén. No obstante, se ha descubierto que este material tan poco propicio
puede ser usado para construir terraplenes estables de camino hasta 27 m
de altura con taludes 1,5:1, colocándolo tan suavemente como resulte posible
en capas de más de 1 m de espesor con una pala frontal liviana (Hirashima,
1948). Aun cuando el comportamiento de la ceniza de Peepeekeo es inusual,
se han tenido experiencias similares aunque en grado menor con otros suelos
tropicales descompuestos que contienen óxidos hidratados de hierro y alumi-
nio o minerales arcillosos de aloisita (Terzaghi, 1958b; Jiménez-Quiñones,
1963). Un marcado descenso del límite líquido como consecuencia del secado
al aire constituye una razón de sospecha.
El uso de arcillas bastante compactas para-la construcción de un terra-
plén puede entrañar el peligro de su subsecuente expansión por aumento
de volumen al contacto con el agua. Si la expansión es desigual tienden a
formarse fisuras, con lo cual la estructura de la arcilla puede llegar a
desintegrarse y los taludes comenzar a descascararse.
ART. 5] TERRAPLENES Y MALECONES 451

Tabla 51.1
Condiciones de compactación que deben cumplir los suelos para terraplenes
Resumen de las especificaciones del Departamento de Caminos del Estado de Ohio.
Del año 1946

Condición 1 Condición 1
Terraplenes hasta 3 metros de altura, Terapias de más de 3 metros de altura,
etidos a inundaciones de larga de menor altura sujetos a períodos
duración. largos de inundación.
ml
Densidad seca má- Exigencias
¿0% mínimas s
Densidad seca má- Exigencias mínimas
e
xima de laboratorio
: el42 terreno
Compactación
(porcen-en ma de laboratorio
A el9 terreno.
compactación
(porcen-en
ón taje de densidad se- xs taje de densidad se-
) ca de laboratorio) ca de laboratorio)
1439 y menos 0) 1519 y menos (
1440-1649 100 1520-1649 102
1650-1759 98 1650-1759 100
1760-1919 95 1760-1919 98
1920 y más 9 1920 y más 95

€) La máxima densidad seca se determina por el ensayo normal de Proctor descripto


en el artículo5
2) Los a con máxima densidad seca menor de 1440 kg/m' se consideran
inadecuados y no se deben utilizar en terraplenes.
(*)_ Los suelos con una densidad seca máxima menor de 1520 kg/m* se consideran
inadecuados y no se deben utilizar en terraplenes bajo la condición IL ni en los 20 centí-
metros quide E terraplén que constituye la subrasante de un pavimento y que se
halla en
Además de pe celica indicadas más arriba, los suelos a utilizar tendrán un
límite líquido menor de 65. El índice de plasticidad de los suelos con límite líquido
»mprendido entre 35 y, 55 no será menor del valor que resulta de aplicar la fórmula 0,8
Émile líquido menos 9,0.

La magnitud del hinchamiento de un terraplén depende de la capacidad


de expansión inherente al material y de otros factores como el contenido
de humedad al cual éste fue colocado, del método y la extensión de la com-
pactación y de la presión proveniente del peso de la parte superior del
terraplén que lo cubre. El efecto combinado de estas influencias sobre un
terraplén compuesto de cascotes compactados de arcilla compacta puede
ser investigado preparando muestras representativas de la arcilla en su
estado inicial en el terreno. Cada una de las muestras se introduce en un
aro de consolidación y se la somete a una presión igual a la que va a actuar
sobre la arcilla en el punto que se considera en el terraplén. Se admite
entonces que el agua llegue a las piedras porosas que cubren la base y la
parte superior de la arcilla y se mide el incremento de volumen. La adecua-
452 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

ción del material se juzga por su tendencia al hinchamiento. Si el incre-


mento de volumen, bajo la presión vertical que tendrá el suelo en el terra-
plén, excede de alrededor del 5 %, es probable que el terraplén se comporte
de manera no satisfactoria.
El gasto de realizar ensayos de hinchamiento y las incertidumbres inhe-
rentes a la interpretación de resultados justifican los intentos para identificar
estos materiales de préstamo que exhiben una capacidad exagerada de
hinchamiento. En términos generales, se ha encontrado que la capacidad
potencial de hinchamiento depende del índice plástico (Holtz y Gibbs,
1956a; Seed et al., 1962) en la forma que se indica en la tabla 51.2,
Si se tiene que usar una arcilla con una capacidad potencial de hincha-
miento alta a muy alta, conviene minimizar los efectos del hinchamiento
colocando la arcilla al más alto contenido de humedad practicable y utili-
zando cualquier material no expansivo disponible en las partes exteriores
del terraplén. El peso de una sobrecarga pequeña, limitada a alturas del
orden de unos metros, colocada sobre un material expansivo, coo sust:
1 la d de la ión y, por la pérdid:
resistencia de la arcilla.

Tabla 51.2
Relación aproximada entre el índice plástico y la capacidad potencial de expansión

Indice plástico Capacidad potencial


de expansión

0-15 Baja

Muv alta

(Según Seed et al., 1962)

Malecones
Los malecones sirven para proteger las tierras bajas durante los períodos
de crecientes, de inundaciones, o de altas mareas, y difieren de los diques
de embalse en tres aspectos principales: sus taiudes interiores se hallan
sumergidos solo durante un Período de pocos días o de Pocas semanas
por año; su ¡bi viene da por las id: de
contra i di ind di de si las de
son favorables o no; y finalmente, el material para el ps o obte-
nerse de préstamos poco profundos, situados cerca de la posición de los
malecones. Estas condici nes pa que el poroto de estas estructuras
leba el ucha con
respecto a su comportamiento. Ea “algunas regiones, la necesidad de cons-
ART. 51 TERRAPLENES Y MALECONES 453
truir malecones ha existido desde tiempos remotos, de modo que el arte de
construirlos ha llegado allí a un alto grado de perfección pese a las dificul-
tades planteadas.
Si las características del suelo varían en el préstamo de punto a punto,
la sección trasversal del malecón se elige comúnmente en función de las
exigencias de los materiales más malos que deberán utilizarse. Se toma,
además, en cuenta el grado de libertad que se dará al contratista para elegir
el plazo y el método de construcción. En algunos lugares se controla rí;
damente la forma de colocar el material, mientras que en otros el contra-
tista tiene libertad para elegir entre métodos de construcción muy distintos.
La influencia que el método de construcción tiene sobre el costo del male-
cón depende principalmente de la relación entre el costo de la mano de
obra y el de las máquinas. Como esta relación difiere en los diversos países,
los esfuerzos para construir malecones en la forma más económica han
conducido a reglas distintas en las diferentes partes del mundo.
En países como Alemania y Holanda, antes de la Segunda Guerra Mun-
dial, donde la mano de obra era barata, los malecones se compactaban
cuidadosamente y construían con taludes empinados. Por el contrario, en
el valle del Misisipí y en otras partes de los Estados Unidos ni siquiera se
intentó usar la compactación, pues allí los malecones no compactados, con
taludes suaves, son habitualmente más económicos que si se construyen
con secciones mucho menores y se compactan. En Europa y Asia se han
construido muchos malecones de arcilla con taludes 2:1, mientras que en
el valle del Misisipí se les daba comúnmente un talud interior de 3:1 y
uno exterior de 6:1. Ambos tipos de construcción se desarrollaron por un
proceso lento de tanteos, y sirven por igual su propósito bajo las condiciones
que prevalecen en las regiones en que tuvieron nacimiento,
Sin embargo, aun en los EE.UU. en las zonas altas de buen valor venal,
los taludes empinados pueden justificarse económicamente. Mientras que
los malecones a lo largo del río Misisipí se construyeron con taludes chatos,
los de la zona industrializada del valle del río Ohio se materializaron con
taludes mucho más empinados. Esta tendencia se ha hecho mucho más
pronunciada recientemente y ha justificado el aumento del uso de métodos
teóricos para el proyecto de malecones aun en regiones donde hay en exis-
tencia un sistema de malecones. Por otro lado, si en tales regiones los
factores económicos no han cambiado en forma significativa, la mecánica
de suelos puede utilizarse con ventaja solo para correlacionar la experiencia
constructiva y de conservación con las propiedades índice de los suelos que
sirvieron de “material de construcción. La información obtenida de esta
manera conduce a eliminar la simple apreciación como método para clasifi-
car los suelos encontrados en zonas de nuevos préstamos.
El uso de métodos teóricos para proyectar malecones asentados en
terreno estable se justifica plenamente, a menos de que los mismos se
encuentren situados en una región con amplia experiencia calificada donde
se hayan construido malecones previamente y observado con detalle su
comportamiento. Excluyendo estos casos, el método de los tanteos es muy
lento y caro, y además la experiencia no calificada basada en los sistemas
454 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

de malecones existentes apenas si puede utilizarse como guía, pues tales


instancias en muy pocos de los registros de construcción contienen datos ade-
cuados con respecto a las propiedades de los materiales usados. Por esta
razón, el proyectista se ve obligado a usar los mismos métodos que utiliza
cuando proyecta diques de tierra,
La influencia que las condiciones del subsuelo ejercen sobre la estabili-
dad de malecones y otros terraplenes se trata en el art. 52,

Lecturas selecelonadas
Casagrande,A. (1949), “Soil mechanicsin construction of
Eimport”, Journal de DE Boston Society yc
of cd Engine
jnaere, 35, NY2 págs.e
Nieva publicado en “Contributions mechanios Boston
Society of Civil Engineers (1953), págs. 116.205. Rellenos por ido:
Area (1955). “Soil engineeringIn mlioad consiruction”, Procgadi %s de la Amencan
vaduray Enginesring Asociation, 56, págs. 604-102. Cálculo de taludes para
de Cr ocn coc

ART. 52 ESTABILIDAD DE LA BASE DE TERRAPLENES

Tipos de fallas o roturas por la base


Siempre que es posible los terraplenes y diques de tierra se construyen
sobre subsuelos firmes relativamente incompresibles. Pero, en muchas regio-
nes, hay necesidad de construir terraplenes de camino y de ferrocarril sobre
anchas llanuras pantanosas, o en valles tapados rellenados con arcilla o limo
blando. Los malecones tienen que construirse cerca de los cauces de des-
borde, cualesquiera sean las condiciones del subsuelo. Aun los diques de
tierra tienen a veces que situarse en zonas cuyo súbsuelo está constituido
por materiales indeseables. En todos estos casos, el proyecto del terraplén
debe adaptarse no solo a las características de los suelos disponibles para
el mismo, sino también a las condiciones del subsuelo.
Las roturas por la base pueden producirse de diferentes maneras. El
terraplén puede hundirse en masa dentro del suelo que lo sostiene, accidente
que se denomina falla por hundimiento. Por otra parte, el terraplén, junto
con la capa de suelo que lo sostiene, puede extenderse deslizando sobre un
estrato inferior de arcilla excepcionalmente blanda o sobre capitas de arena
o de limo que contienen agua bajo presión (véanse artículo 49 y figura
49.11b), tipo de rotura que se denomina falla por extensión. Cuando el
terraplén tapona una vía de agua, puede también fallar por sifonaje, como
consecuencia de la erosión retrógrada ocasionada por vertientes que emer-
gen del terreno cerca del pie agua abajo del terraplén. Finalmente, en
terraplenes situados encima de estratos de arena muy suelta, la rotura de la
base puede producirse como consecuencia de la licuación espontánea de la
arena. Este último tipo de rotura es muy raro, excepto durante terremotos
de importancia (Ambraseys, 1960), y puede evitarse compactando la arena
por uno de los métodos descriptos en el artículo 30. Además, la falla por
ART. 52 ESTABILIDAD DE LA BASE DE TERRAPLENES 455

sifonaje se trata en forma independiente en el artículo 63, de modo que


en este artículo solo se estudian las roturas por hundimiento y por extensión.

Métodos para determinar la estabilidad


El proyecto de un terraplén a construirse sobre estratos de arcilla
blanda debe siempre ir precedido de una investigación completa del sub-
suelo, incluyendo perforaciones, muestreo y ensayos. Los resultados de la
exploración proveen al proyectista datos referentes al perfil y a las propie-
dades físicas del subsuelo. El próximo paso consiste en calcular el coefi-
ciente de scidas del terraplén con respecto a una rotura de su base. Los
cálculos deben efectuarse siguiendo el método de las tensiones promedio
(artículo 35). En condiciones normales, se considera que la base del terra-
plén no es satisfactoria salvo cuando el coeficiente de seguridad con res-
pecto a.rotura, durante o inmediatamente después de terminada la cons-
trucción, es igual a 1,5, por lo menos.
Las condiciones que la base de un terraplén debe cumplir para ser
estable, y los métodos para impedir una rotura por la base, se estudian en
el siguiente orden: terraplenes sobre terrenos muy blandos o pantanosos,
terraplenes sobre mantos espesos de arcilla blanda homogénea, terraplenes
sobre terrenos estratificados que contienen capas bastante homogéneas
arcilla blanda, y terraplenes sobre arcillas que, contienen capitas de arena
o de limo. Las condiciones del subsuelo referentes a los dos primeros casos
suelen producir roturas por hundimiento; aquellas referentes a los dos últi-
mos, fallas por extensión.

Terraplenes en arcilla o limo orgánico muy blando


Los depósitos naturales de este tipo son comunes en regiones donde
antes existían lagunas o lagos poco profundos. Los bordes de estos depósitos
poco profundos suelen estar cubiertos de musgos de pantano u otros tipos
de vegetación de pantano. El limo o la arcilla traída en suspensión a los
lagos se mezcla con materia orgánica descompuesta arrastrada desde las
orillas, de modo que los sedimentos finos originados en los mismos suelen
tener un alto contenido de materia orgánica y su relación de vacíos es con
mucha frecuencia mayor de 2. Estos depósitos pueden contener capas de
turba o estar enterrados debajo de una capa de turba.
Si la superficie de un depósito de esta naturaleza no ha estado nunca
sometida a una sobrecarga, el depósito puede no tener resistencia ni para
sostener un terraplén de mediana altura. En muchas regiones, el terreno
pantanoso blando se halla cubierto con un colchón espeso que es más rígido
que las capas más profundas y que se halla bien reforzado por una densa
red de raíces. El colchón actúa como una platea y puede llegar a soportar, al
menos temporariamente, un terraplén de cierta altura. Los terraplenes cons-
- truidos en tales fundaciones sufren asentamientos excesivos durante muchos
años o décadas, y la experiencia de conservación indica que pueden llegar
a romper el colchón después de muchos años de servicio y hundirse de repen-
456 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Onda
de barro,
relirado

Fig. 52.1. Diagrama que muestra las fuerzas que actúan sobre el suelo en la
parte enterrada de un terraplén construido por el método del desplazamiento,

te. Por ello, si la obra tiene carácter de permanente, debe destruirse la


continuidad del colchón antes de construir el terraplén para facilitar la
penetración del material del mismo dentro de las capas blandas.
Los costos y los méritos relativos de los distintos métodos para construir
terraplenes en terrenos pantanosos dependen del espesor del estrato blando,
de modo que antes de hacer el proyecto debe practicarse un levantamiento
acotado del fondo firme. Si el espesor del manto blando no excede de 1,50
a 2,00 metros, puede resultar económico eliminar dicho material excavando
hasta el fondo firme; pero si el espesor es mayor, resulta comúnmente pre-
ferible permitir que el terraplén al hundirse desplace el material blando. Este
dimiento de ión se d il 'odo del le de
Para acelerar la penetración del material del terraplén y acortar el
período de los asentamientos, el terraplén puede construirse más alto de lo
necesario (digamos de 4 a 6 metros más alto) y luego llevarlo a cota reti-
rando el material en exceso. Como ura alternativa, la penetración del terra-
plén puede facilitarse colocando cargas de explosivos en el subsuelo blando.
Durante las últimas décadas, el método de las cargas de explosivos se ha
llevado a un alto grado de perfección y, si se conoce la posición del fondo
del estrato blando, antes de iniciar los trabajos se puede estimar con bas-
tante exactitud la cantidad de material necesario para construir el terraplén.
Las condiciones de equilibrio de un terraplén cuya base se establece
por desplazamiento se indican en forma esquemática en la figura 52.1. La
cara de contacto ab se halla sujeta al empuje activo del material del terra-
plén. El desplazamiento de ab hacia la izquierda es resistido por la suma
de la presión hidráulica del material blando y por la fuerza necesaria para
vencer su cohesión. Si la penetración del terraplén es ayudada por una
sobrecarga temporaria o con explosivos, la fuerza que produce el despla-
zamiento es mucho mayor que la que actúa sobre ab en servicio, después
de terminada la obra. Además, después de terminado el terraplén, el mate-
rial blando recupera parte de la resistencia perdida como consecuencia
del amasado producido por su desplazamiento (véase artículo 4). Por ello,
si el terraplén tiene una sección trasversal similar a la que indica la figura
52.1, el asentamiento progresivo de su cresta suele hacerse de poca impor-
tancia, corto tiempo después de terminada la construcción. :
El canal de Kiel, construido durante los años 1887-1895, constituye un
ejemplo notable de la aplicación con buen éxito del método del desplaza-
ART. 52 ESTABILIDAD DE LA BASE DE TERRAPLENES 457

miento. En un trecho de unos 20 kilómetros, el canal debía construirse sobre


una capa de turba y arcilla orgánica muy blanda con un espesor de hasta
9 metros, que en algunas partes era tan blanda que resultaba imposible
caminar sobre la misma. El método utilizado para construir el canal en estas
secciones es el que viene ilustrado por la figura 52.2. Del lado interior de la
línea central de los futuros terraplenes, que actuarían a la manera de male-
comes, se construyeron terraplenes de arena en la forma indicada por la
línea punteada. Estos terraplenes, que desplazaban el material blando en
un ancho cinturón, hasta llegar casi al terreno firme, servían de base para
los malecones, y formaban las partes superiores de los taludes del canal
terminado, Para reducir el peligro de deslizamientos durante la construcción,
la excavación no se empezaba sino seis meses después de haber colocado
el terraplén, precaución que no impidió que se produjeran deslizamientos
en algunos pocos puntos.
La figura 52.3, que muestra uno de estos deslizamientos, representa
etapas sucesivas en la excavación del canal. La segunda etapa b fue seguida
de los deslizamientos indicados en la etapa c, durante los cuales los terra-
plenes de arena se desplazaron hacia el eje del canal. Para finalizar la
construcción fue necesario echar más arena (etapa d), con lo cual la exca-
vación pudo completarse sin más accidentes (Fiilscher, 1898).
Tratándose de la construcción de terraplenes de ferrocarril y de cami-
no, el método del desplazamiento se aplica como un procedimiento corrien-
te de rutina. Hasta se ha propuesto este método como uno de los proce-
dimientos alternativos para construir un dique de escollera, con una altura
de unos 30 metros, a establecer en Cobsock Bay en la obra Passamaquoddy
del Estado de Maine, en Estados Unidos (Hough, 1938).
Los estratos blandos, que tienen en sentido horizontal una permeabi-
lidad media relativamente alta pueden adecuarse para soportar el peso de
terraplenes drenándolos durante la construcción con drenes de arena, suple-
mentados a veces con terraplenes de precarga (artículo 50).

Terraplenes en arcilla homogénea blanda


En lo que sigue, se supone que la superficie superior de la arcilla
está muy cerca de la base del terraplén, que el espesor del manto blando
es por lo menos igual a la mitad del ancho de la base del terraplén, y que
el estrato en cuestión es además bastante homogéneo.

Fig. 52.2. Sección trasversal típica del canal de Kiel, (Según J. Fiilscher, 1898.)
458 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Fig. 52.3. Cuatro etapas sucesivas en la excavación del canal de Kiel, en


terreno excepcionalmente blando. (Según J. Fiilscher, 1898.)

La rotura de un terraplén apoyado sobre una fundación de esta natu-


raleza tiene, en general, las características de un deslizamiento por la base
a lo largo de un círculo del punto medio (artículo 35). La parte superior
de la superficie de deslizamiento interesa al terraplén artificial, cuya resis-
tencia al corte es distinta de la que posee la arcilla inferior. Por ello, el
primer paso a seguir en el cálculo de estabilidad consiste en determinar la
resistencia media al corte no drenado s, a lo largo de la parte inferior de
la superficie de deslizamiento, en base a un levantamiento de la resistencia
del estrato de arcilla. El segundo paso estriba en determinar la resistencia
al corte sz a lo largo de la parte de la superficie de deslizamiento situada
dentro del terraplén. Esta resistencia puede estar formada de cohesión
y fricción, o de fricción solamente. En el análisis de estabilidad, el terra-
plén real se remplaza por una arcilla ideal (4 = 0) que tiene una cohe-
sión igual a s». Como primera aproximación, se supone que la rotura ocurre
a lo largo del círculo de punto medio; no obstante, el círculo crítico real
debe determinarse por tanteo. Debido a la rotura progresiva, la resistencia
al corte medio a lo largo de la superficie de deslizamiento puede ser menor
que el promedio pesado de las resistencias picos s y sz (artículo 16).
Normalmente se exige un coeficiente de seguridad con respecto a rotura
por lo menos igual a 1,5. Si se consideran los errores inevitables que pueden
producirse al determinar la resistencia al corte promedio de la arcilla, este
coeficiente de seguridad es ya muy pequeño; mas, en razón de que, para
satisfacer esta exigencia, los terraplenes altos construidos sobre arcilla blan-
da requieren taludes muy tendidos, puede resultar económico reducir este
coeficiente de seguridad aún más —hasta 1,2 6 1,1— cuando el terraplén
ART. 52 ESTABILIDAD DE LA BASE DE TERRAPLENES 459

además de ser alto es muy largo, y confiar en los resultados de observa-


ciones realizadas durante la construcción para descubrir las zonas de desli-
i inmi y prevenirlos introduciend: dificaci. locales
en el proyecto,
La rotura o falla de la base de un terraplén en arcilla va comúnmente
precedida por el levantamiento gradual de anchas fajas de terreno situadas
a ambos lados del terraplén, levantamiento que aumenta de ritmo a medida
que se aproxima el momento de la rotura. Si el levantamiento se descubre
en su estado inicial, por medio de nivelaciones periódicas de puntos de
referencia situados dentro de las zonas de levantamiento potencial (capí-
tulo 12), la rotura puede ser evitada cubriendo las áreas que se tornan
ij con un contrapeso formado por una espesa capa de suelo similar
al que se usa en la construcción del terraplén.
Los deslizamientos causados por la rotura de la base de arcilla blanda
d 1 durante o di después de A
la construcción, ya que con el tiempo la resistencia de la base aumenta
dual como ia de la lidación. Si se ducid
ya un deslizamiento, resulta comúnmente posible efectuar sondajes en varios
puntos, determinar la posición real de la superficie de deslizamiento por
medio de pozos de observación o de inclinómetros y luego calcular la resis-
tencia al corte promedio de la arcilla con bastante exactitud.
La resistencia al corte obtenida sirve de base para proyectar de nuevo. La
figura 52.4, que muestra una sección trasversal de un terraplén de camino
hecho de grava bien compactada y construido sobre un depósito de arcilla
limosa orgánica, ilustra la aplicación de este procedimiento (Gottstein,
1936). La rotura se produjo cuando la cresta del terraplén estaba aún a
2,40 metros por debajo de su cota definitiva, y una masa de suelo con un
peso efectivo W (véase artículo 12) se desplazó girando alrededor de un

Fig. 52.4. Sección trasversal de un'terraplén de grava construido sobre un


depósito de arcilla blanda homogénea. La mitad izquierda muestra las caracte-
rísticas principales de la rotura producida durante la construcción; la mitad derecha,
el terraplén reconstruido estabilizado con un contrapeso de grava. (Según E. y.
Gottstein, 1936.)
460 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Fig. 52.5. Escollerado rompeolas construido en el puerto de Spezia, Italia, arro-


juado bloques de roca sobre arcilla blanda: (a) directamente sobre la capa de
cilla; (b) sobre una capa de arena que se había depositado previamente en una
excavación poco profunda abierta por refulado. (Según M. €. Barberis, 1935.)

punto O bajo la acción de un momento Wl. Antes de completar el terraplén,


se construyó un contrapeso de grava de peso W,, cuyo centro de gravedad
se hallaba a una distancia l, de O. Las dimensiones del contrapeso se eli-
gieron de modo que el momento Wal;, más el momento debido a la resis-
tencia total al corte a lo largo de la superficie de deslizamiento, excediesen
el momento volcador del terraplén terminado en un 50 por ciento, La mitad
derecha de la figura 52.4 muestra la sección trasversal del terraplén ter-
minado. Los últimos 2,40 metros fueron ejecutados con escoria compactada
con rodillos para disminuir lo más posible Appeso del terraplén. Después de
el no se más si se excluye un
pequeño hundimiento como consecuencia de la consolidación de la base.
Después de terminar con éxito la construcción de un terraplén sobre
una masa de arcilla homogénea, la base del mismo se asienta gradualmente
como consecuencia de la consolidación de la arcilla, asentamiento que puede
alcanzar magnitudes muy grandes. El asentamiento se calcula con el proce-
dimiento descripto en el artículo 41 y, para tenerlo en cuenta, se le da a la
cresta del terraplén una sobreelevación igual al asentamiento. La consoli-
dación incrementa la resistencia al corte de la base, y con ello aumenta la
estabilidad del terraplén,
Las observaciones realizadas en pedraplenes que sirven de base de esco-
llerados rompeolas sugieren que el asentamiento de dichos pedraplenes no
depende solo de las propiedades de la base arcillosa, sino también en gran
parte del método de construcción. En el siglo pasado, los pedraplenes se
construían arrojando grandes piedras al agua. Este procedimiento destruye
completamente la estructura de la capa superior de arcilla y causa grandes
concentraciones locales de presión en el material subyacente, de modo que
el asentamiento de los pedraplenes se hace muy grande. La parte vieja del
tajamar del puerto de Spezia, Italia, es un ejemplo de este método de cons-
trucción. La figura 52.54 muestra una sección trasversal del rompeolas que
se construyó en una zona con 10 metros de agua, cuyo fondo estaba formado
de arcilla blanda con un contenido de humedad cercano al 100 por ciento.
Los resultados de ensayos de carga indicaron que las capas más profundas
ART. 52 ESTABILIDAD DE LA BASE DE TERRAPLENES 461

tenían una resistencia a la compresión simple de alrededor de 0,5 kg por


cuadrado. La construcción se inició en 1862, pero a pesar de un
asentamiento rápido, para mantener la cresta del pedraplén a un nivel más
o menos constante fue necesario agregar más material al mismo, lo que a
su vez aceleró el asentamiento. El material que fue necesario agregar duran-
te un período de 50 años equivalió a una capa de 18 metros de espesor. A
medida que el hundimiento aumentaba, la base del pedraplén adquiría la
forma indicada en la figura 52.54.
En 1912 se inició la construcción de una nueva sección de escollera.
Para evitar el asentamiento excesivo, en esta nueva parte, se retiró primero
el barro del fondo por dragado en un espesor que variaba de 2 a 5 metros
y se lo sustituyó por arena cuyos granos variaban en tamaño entre 0,2 y 0,4
milímetros (figura 52.5b). De este modo, al construir el pedraplén, las
piedras caían sobre el colchón de arena en vez de penetrar en l arcilla,
evitando que en ésta se produjesen concentraciones locales de tensión. Pro-
bablemente, como consecuencia de este hecho, el asentamiento del nuevo
pedraplén resultó insignificante comparado con el viejo. Al terminar la cons-
trucción, el asentamiento era de 50 centímetros y 9 años después solo había
alcanzado los 80 centímetros. Procedimientos similares se han utilizado con
éxito en la construcción de las escolleras de los puertos de Valparaíso (Chile)
y Kobe (Japón) (Barberis, 1935).
Distintos tipos de rotura por extensión
Se han registrado roturas por extensión solamente en el caso de terra-
plenes situados encima de depósitos estratificados que contienen capas de
arcilla blanda. Estos terraplenes, por lo común, tienen seguridad suficiente
con respecto a su hundimiento en el terreno, pero corren el peligro de
romper por extensión.
Durante los últimos 40 años este tipo de rotura ha sido el causante de
desastres ocurridos en media docena de presas mayores y en varios diques
menores, razón por la cual la estabilidad de terraplenes situados encima de
estratos de arcilla merece una atención especial. Las roturas por extensión
más notables son las del dique Lafayette, en California, en 1928 (ENR, 1929);
de la presa Marshall Creek, en Kansas, en 1937 (ENR, 1937) y del dique
Hartford de protección contra las inundaciones, en Connecticut, en 1941
(ENR, 1941).
El estudio de los informes referentes a la rotura de estas presas revela
h existencia de dos tipos de rotura por extensión. Uno de estos tipos se
distingue por el descenso relativamente lento de la cresta del terraplén. El
talud plano toma la forma de una S alargada, como lo muestra la figura
49.11a, y el levantamiento del terreno natural se extiende solo sobre una dis-
tancia corta desde el pie del talud. La rotura del dique Chingford, cerca de
Londres (Cooling y Golder, 1942), y de la presa Lafayette proveen ejemplos
instructivos de este tipo de falla, El otro tipo de rotura se produce muy
rápidamente y el levantamiento del terreno se extiende hasta una gran diis-
tancia a contar del pie del talud.
462 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

Durante la rotura del dique Lafayette, que tenía 36 metros de altura,


la cresta descendió 4,50 metros en tres días sobre una longitud de 150 me-
tros. El pie del dique se desplazó hacia afuera unos 6 metros, y el levanta-
miento del terreno natural estuvo limitado a una zona comprendida entre el
pie del talud y una corta distancia a contar del mismo. Por el contrario, en
la presa Hartford, de solo 9 metros de altura, la rotura se produjo en un
tiempo de menos de un minuto. La cresta descendió 4,50 metros en una
longitud de más de 300 metros y una fila de tablestacas situadas al pie del
talud fue desplazada lateralmente en 18 metros, mientras que el levanta-
miento del terreno se extendió hasta una distancia de unos 45 metros a
contar de dicho pie. 5
El análisis de los desastres y el estudio de las causas que originaron las
fallas han demostrado que las catastróficas roturas de tipo rápido no se
producen ni pueden producirse a menos que el estrato de arcilla contenga
capas continuas de limo grueso o de arena. Por ello, los detalles de estrati-
ficación tienen una importancia decisiva y debe hacerse una distinción entre
los estratos de arcilla que contienen capitas muy permeables y aquellos que
no contienen dichas capas. En lo que sigue, primero se analizan las causas
que pueden originar la rotura en cada caso y después se consideran los mé-
todos para mejorar la estabilidad de terraplenes construidos encima de tales
estratos.

Falla por extensión de terraplenes construidos encima de capas


de il a homogénea

En la figura 52.64 se supone que el estrato de arcilla situado debajo


del terraplén es perfectamente homogéneo. La arcilla empieza a consoli-
darse apenas se inicia la construcción del terraplén y el estrato se hace
cada vez más resistente pero, al principio, solo en las cercanías de los límites
superior e inferior del mismo adquiere esta consolidación importancia, pues
en el centro del estrato, durante todo el período de la construcción, el peso
del terraplén es soportado por una sobrepresión hidrostática, indicada en la
figura por los niveles piezométricos marcados en la mitad izquierda de la
misma. En esta parte central del estrato, la resistencia al corte de la arcilla
permanece igual a su valor inicial, de modo que, en caso de producirse la
rotura, la superficie de deslizamiento sigue alguna capa de resistencia míni-
ma situada cerca de dicha zona central.
Para poder determinar el valor de esta resistencia mínima al corte es
necesario efectuar una investigación o levantamiento completo de la resis-
tencia no drenada de la arcilla (véase artículo 45), pero, como dicha
resistencia, con mucha probabilidad, varía tanto en sentido vertical como
en el horizontal, la selección de un valor apropiado para el cálculo requiere
experiencia, un criterio maduro y una investigación completa de la estrati-
ficación del manto de arcilla. Resulta también esencial adquirir la seguridad
de que realmente la arcilla no contiene ninguna capita continua de arena
o de limo.
Después de haber decidido cuál es el valor que con propiedad se le
ART. 52 ESTABILIDAD DE LA BASE DE TERRAPLENES 463

io xy -A -
¿Talud original
Napa
XSSRSSS HRS 2
ps XA
o de Direcciones enque .El destizamiento es resistido
e tamogérea se produceel porta cohesión a lo largo de la capa
drenaje más debil
Mreles piezomélticos (6)
alolargodeab

timo
Fig. 52.6. Tipos de rotura por la base, cuando el subsue'o que sostiene un
terraplén contiene un delgado estrato de arcilla: (a) cuando el estrato de arcilla no
contiene capitas permeables; (b) cuando el estrato de arcilla contiene espitas per-
meables de arena o limo.

puede asignar a la resistencia al corte de la arcilla, suele calcularse el coefi-


ciente de seguridad al deslizamiento utilizando el método descripto en el
artículo 35 para el caso de una superficie de deslizamiento compuesta.
Como a lo largo de la parte horizontal de la superficie de deslizamiento se
ofrece una resistencia apreciable, al romper, el talud toma la característica
forma en S indicada en la figura 52.64.

Falla por extensión de terraplenes construidos encima de estratos


de arcilla con capitas de limo o de arena
Si la arcilla contiene capitas continuas de arena o de limo, el drena-
je de la misma no solo se hace en sentido vertical por los bordes supe-
rior e inferior del estrato, sino también en sentido horizontal por las capitas
muy permeables, en la forma indicada por la figura 52.6b; de modo que
éstas devienen la sede de altas sobrepresiones hidrostáticas. La presencia de
condiciones hidrostáticas del tipo ilustrado por los niveles piezométricos
indicados en la figura 52.6b ha sido demostrada en varios casos por medi-
ciones piezométricas directas realizadas en las obras mismas. La diferencia
entre la sobrepresión hidrostática y la suma del peso del suelo y del terra-
plén situado encima de la capita adquiere su máximo valor en correspon:
dencia con el pie de los taludes; así que en estas regiones la resistencia al
corte de la capita no cohesiva puede reducirse a cero, de modo que la única
- resistencia opuesta a la extensión del terraplén es la ofrecida por el empuje
pasivo de la tierra situada por encima y más allá de la superficie de desli-
zamiento. Si se excede este empuje, las partes laterales del terraplén se
464 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

-Niveles piezoméfticos cuando no hay


Lentes o bolsones de arena

deslizamiento
Fig. 52.7. Diagrama que muestra el efecto que sobre las condiciones hidrostáticas
ejerce la presencia de una capa delgada porosa, ubicada dentro de un estrato de
arcilla situado en el subsuelo de un terraplén.

desplazan hacia afuera como una sola masa, y la parte central desciende
dejando una depresión cóncava, tal cual lo indica la figura 52.6b. Como
las condiciones del suelo no son nunca exactamente simétricas con respecto
a la línea central del terraplén, la rotura se produce solo de un lado, sin que
sea posible predecir de qué lado se producirá. La depresión cóncava en
forma de batea, característica de este tipo de rotura, ha sido observada repe-
tidamente.
El coeficiente de seguridad al deslizamiento depende de la distribución
de la sobrepresión hidrostática dentro de las capitas permeables, la que a
su vez depende de variaciones locales en la permeabilidad y de otros deta-
lles geológicos que son desconocidos. El significado práctico de estas incerti-
dumbres viene ilustrado por la figura 52.7. Se hicieron perforaciones a lo
largo del eje del terraplén indicado en la figura y, como no se encontraron
capitas permeables en ninguna de ellas, los proyectistas supusieron que,
durante la construcción, se producirían las condiciones hidráulicas indicadas
por la línea piezométrica trazada en punteado, condiciones que son normales
y que no comprometen la estabilidad de la base del terraplén. En la reali-
dad, la arcilla debajo de la mitad derecha del dique contenía una capita de
arena fina, y como las presiones hidrostáticas se trasmiten libremente a
través de dichas capitas, las presiones reales adquirieron las características
indicadas por la línea de trazos y el dique se rompió en la forma que indica
la figura 52.6b.
Por tanto, si la geología del estrato indica la posibilidad de que la arcilla
contenga capitas muy permeables, el riesgo de una rotura solo puede elimi-
narse adoptando para el terraplén taludes muy tendidos, al costo de un
excesivo volumen, o bien utilizando uno de los expedientes constructivos
indicados a continuación.

Medios para aumentar la estabilidad de terraplenes construidos


encima de estratos delgados de arcilla blanda
Si el borde inferior del estrato de arcilla está situado a una profundidad
de 1,50 a 2,00 metros con respecto a la superficie del terreno, es aconsejable
sacar la arcilla de toda la zona ocupada por la base del terraplén. En caso
ART. 92 ESTABILIDAD DE LA BASE DE TERRAPLENES 465

contrario, el proyectista puede elegir entre dos alternativas: especificar que


lén se 1 ue la velocidad de lidaci
e q
de la arcilla en el centro del estrato, o bien tomar las previsiones necesarias
para acelerar el proceso de consolidación por medio de pozos filtrantes.
Los dos métodos merecen consideración, independientemente de si el estrato
de arcilla contiene o no capitas permeables.
Para utilizar el primer procedimiento, el proyectista debe conocer la
velocidad de consolidación de la parte interior del estrato. No es posible
a este efecto confiar solo en el cálculo, pues sus resultados pueden ser inva-
lidados por algún detalle geológico que haya pasado inadvertido, como ser
la presencia de capitas altamente coloidales. Por ello, solo debe ser utilizado
para efectuar una estimación preliminar de la máxima velocidad a que puede
construirse el terraplén, pero, para eliminar el riesgo de una rotura, durante
la construcción debe observarse por medio de piezómetros cómo progresa
la consolidación y adaptar su ritmo a estas comprobaciones. Este hecho
representa decididamente una desventaja, pues no elimina la posibilidad de
que el período de construcción se prolongue en forma intolerable.
Si los resultados del cálculo indican que el proceso normal de consoli-
dación es demasiado lento para ser utilizado como refuerzo de la base, debe
entonces considerarse la aceleración de este proceso por medio de drenes
verticales de arena, procedimiento que ya se describe en el artículo 50.

Resumen
Los terraplenes altos pueden establecerse encima de terrenos blandos
siguiendo uno de dos métodos posibles. El primero consiste en desplazar
el terreno blando con el peso del terraplén. Para evitar que después de
inada la ión se d un ji excesivo, el terra-
plén debe construirse con una altura de 4 a 6 metros sobre la altura final,
y el exceso de material retirarse uma vez que el terraplén se ha hun-
dido. El segundo método consiste en acelerar la consolidación por medio
de drenes de arena que se extienden hasta el fondo del estrato y que des-
cargan el agua en conductos de drenaje situados en la base del terraplén.
Para determinar cuál es el procedimiento más económico es necesario pre-
parar una planimetría acotada de la base firme en que descansa la capa
blanda. Cuando el espesor de la capa es menor de 1,50 a 2,00 metros puede
resultar ventajoso sacar el suelo blando por excavación.
El proyecto de terraplenes a construir encima de espesos mantos de
arcilla blanda debe ir precedido de un cálculo de estabilidad, En condicio-
nes normales debe especificarse un coeficiente de seguridad de 1,5 con res-
pecto al hundimiento, pero, si el terraplén es muy largo, puede resultar
más económico basar el proyecto sobre un coeficiente de seguridad de 1,2
6 1,1, individualizar los puntos más débiles del subsuelo por medio de
observaciones para detectar durante la construcción cualquier levantamiento,
y cubrir las áreas donde éste se produce con contrapesos consistentes en una
espesa capa del material utilizado para el terraplén,
La construcción de un terraplén en terreno estratificado que contiene
466 EMPUJE DE TIERRAS Y ESTABILIDAD DE TALUDES

capas de arcilla blanda exige un cálculo de estabilidad. Debido a la sobre-


estimación de la estabilidad de subsuelos de este tipo, se han producido una
serie de accidentes catastróficos. Si los estratos de arcilla no contienen capi-
tas de arena o de limo, la resistencia contra la rotura por extensión depende
de la resistencia promedio de las capas más débiles del subsuelo. Ahora
bien, como las capas excepcionalmente blandas no son necesariamente con-
tinuas, su existencia puede pasar inadvertida, aun para el investigador más
prolijo. Si la arcilla contiene capitas de arena o de limo, la resistencia a
rotura por extensión depende principalmente de la presión del agua de los
poros en dichas capitas, Esta presión cambia durante la construcción, no
resultando posible predecir con exactitud la magnitud que alcanzará. Sólo
se conocen dos métodos seguros para prevenir una rotura por extensión a lo
largo de una capita de este tipo. Uno consiste en la medición periódica,
durante la construcción, de la presión en los poros para determinar si se
presenta un peligro inminente de rotura, y el otro en la eliminación de la
presión utilizando medios adecuados de drenaje.

Lecturas seleccionadas
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Casagrando, A. (1960). “An unsolved problem of bai sabi a nesoft
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cional de Mecénica de Suelos, Montreal 2, págs. 568-570.
Capítulo 9
FUNDACIONES

ART. 533 FUNDACIONES DE ESTRUCTURAS


Tipos de fundaciones
La fundación es aquella parte de la estructura que tiene como fin exclu-
sivo trasmitir el peso de la misma al terreno natural.
Si existe a poca profundidad un estrato de suelo adecuado para sopor-
tar la estructura, ésta puede establecerse sobre el mismo con una n
directa, pero si los estratos superiores son muy débiles, las cargas se tras-
fieren a un material más adecuado situado a una mayor profundidad, utili-
zando para ello pilotes o pilares de fundación. Las fundaciones directas son
de dos tipos. Cuando una losa única cubre el estrato de fundación en toda
el área ocupada por la superestructura, la fundación se denomina con platea,
y cuando las distintas partes de la estructura se soportan sobre apoyos indi-
viduales, la fundación se llama con zapatas. Una zapata que soporta una
sola columna se llama zapata individual; una que soporta un grupo de
columnas, zapata combinada, y una que soporta un muro, zapata continua.
Se llama profundidad de la fundación a la distancia vertical D, entre la
base de la zapata o pilar y la superficie del terreno. Cuando la base está
situada debajo de un sótano o subsuelo, la profundidad D, se refiere a la
cota del nivel del piso del sótano; si la estructura es un puente, a la cota
del fondo del río teniendo debida cuenta de la socavación. La diferencia
principal entre zapatas y pilares se centra en el valor de la relación Dy/B,
en la que B es el ancho de la base. Para las zapatas D,/B varía normal-
mente entre 0,25 y 1, mientras que para los pilares es en general mayor de
5 y puede alcanzar hasta 20 o más. Es corriente que los soportes monolíticos
de los puentes se denominen también pilares, cualquiera sea la relación
D;/B. No obstante, dependiendo de la magnitud de este valor, los pilares
de los puentes se calculan siguiendo los principios que gobiernan el dimen-
sionamiento de las zapatas o de los pilares de fundación.

Profundidad mínima de las fundaciones de edificios


La figura 53.1, que representa un corte de una parte de un edificio,
indica las condiciones que determinan la profundidad mínima de las funda-
ciones de edificios. La parte exterior del edificio no tiene sótano, pero la
interior sí lo tiene.
La primera exigencia estriba en que las cotas de fundación de todas
[capos oe pere
hielo auronte
heladas seve- ls
ros.
a, E NT
Fig. 53.1. — Corte simplificado a través de una fundación con zapatas de un
edificio con un sótano en su parte central,

las bases de la estructura deben estar por debajo de la zona en que el suelo
se halla sujeto a variaciones cíclicas anuales, de humedecimiento y secado.
En general, la profundidad de dicha zona no excede de- 1,50 metros, pero
hay excepciones notables a esta regla, como ser la que se menciona en el
artículo 21 al tratar del hinchamiento y contracción cíclica anual de ciertas
arcillas de la parte central de Texas. Estas arcillas son suficientemente com-
pactas como para soportar una tensión de 2 a 3 kg por centímetro cuadrado
sin un asentamiento perceptible, pero, debido a los cambios volumétricos
anuales, aun para estructuras livianas, hay que recurrir a fundaciones sobre
cilindros que se extienden hasta una profundidad mayor de 6 metros (Simp-
son, 1934). Cambios volumétricos anuales similares, que se extienden hasta
gren profundidad, también se han observado en Cauadá, Sudáfrica y otras
muchas partes del mundo (Bozozick, 196%; Jennings, 1953)”. La absorción
* Con frecuencia el cambio volumétrico mencionado involucra principalmente un hin-
chamiento emergente de tapar la superficie de tea con la construcción, el que va
asociado a fuertes presiones de expansión que tienden a levantar y a dilatar las estructuras.
En edificios, para enfrentar el problema se han propuesto diversas soluciones que tienen en
común la trasferencia de las cargas con pilotes perforados o pilotines con o sin base ensan:
chada a un estrato no expansible o a una profundidad a cubierto de las variaciones cíclicas
de humedad. Sobre estos pilotes se construye el edificio en el aire, separando el piso bajo
el suelo, o se trata de absorber los esfuerzos diferenciales producidos por la expansión

Espacio de
A
Pon erario

Tipo de fundación usado en la Argentina para casas ecónómicas de uma o dos


plantas cuando existen arcillas activas.
ART. 53 FUNDACIONES DE ESTRUCTURAS 469

de agua del terreno por parte de las raíces de árboles grandes situados cerca
de los edificios es otra de las causas que han originado importantes perjui-
cios por asentamientos diferenciales.
La cota de fundación debe también estar situada debajo de la profun-
didad hasta la cual la estructura del suelo es debilitada en forma apreciable
por los agujeros de raíces o por las cavidades producidas por animales, como
ser roedores o gusanos. El límite inferior de la zona debilitada se distingue
fácilmente al observar las paredes de excavaciones de sondeo.
En las regiones con clima húmedo y frío, las fundaciones de las colum-
nas y paredes exteriores deben llevarse hasta una profundidad mayor del
nivel hasta el cual las heladas pueden producir un hinchamiento perceptible
(artículo 21). En la parte nordeste de Estados Unidos, esta profundidad
alcanza hasta 1,50 metros. Por esta razón, las paredes y columnas exteriores
pueden requerir fundaciones más profundas que las interiores.
Los pisos de sótanos se establecen comúnmente a una profundidad situa-
da bien por debajo de la mínima exigida para las zapatas de edificios sin
sótanos. Por ello, en condiciones normales, la profundidad mínima de las
fundaciones situadas dentro de los límites de un sótano (c y d en la figura
53.1) está condicionada únicamente a las necesidades estructurales. Solo
se presentan excepciones a esta regla cuando pueden producirse situaciones
que lleguen a afectar la integridad del suelo situado debajo de las zapatas,
como ocurrió en un caso en que la desecación gradual de -la arcilla media-
namente compacta que rodeaba un cuarto de calderas profundo produjo el
asentamiento desigual del edificio.” Debido a la baja humedad y alta tem-

desigual del suelo dando rigidez a la estructura. En casas económicas se suele usar en Ar-
gentina la solución que ilustra la figura agregada en la cual, para las paredes y los tabiques,
el efecto de la expansión se absorbe y evita con cámaras huecas de expansión dispuestas
debajo de las vigas de apeo, colocadas éstas al nivel del terreno natural, como lo indica
la figura, para tomar mejor el efecto de dilatación. Para los pisos interiores, donde el hin-
chamiento casi siempre es el efecto más dañino. se adopta una solución que supone un
riesgo calculado y que consiste en construir, sobre el suelo previamente humectado por
aspersión durante varios días para provocar su expansión, un contrapisp ligeramente ar-
mado sobre el cual se coloca el piso. Para aminorar aún más el costo,el contrapiso se
sustituye a veces por un relleno de suelo no expansivo. La solución es aplicable a situa-
ciones en las cuales el espesor del suelo expansivo es moderado y/o la magnitud de su
expansión no supera valores del orden de los 5 a 10 cm. (Véase O. Moretto - Funda-
ción de edificios livianos sobre arcillas activas - 1 Congreso Brasileiro de Mecánica dede
Solos, Porto Alegre, 1954, También revista La Ingeniería, Buenos Aires, 1957.
donde existen formaciones loésicas de estructura muy suelta, amadas. opables, laLl
profundidad de la cimentación está frecuentemente condicionada por el pelgro de un
derrumbe de la citada estructura como consecuencia de una saturación ta resul-
tante de factores posa como ser la rotura de una cañería S on de
agua o de evacuación cloacal.En tales casos
casos, para ponerse a cubierto hay que llevar las
fundaciones a una profundidad no influenciable por las pérdidas de agua o hasta un
estrato con estructura no st tible de “colapso”. (N. T.)
* Es bastante frecuente el desarrollo de un fenómeno A este tipo en las acerías
donde la imradiación de calor de los hornos, de no haber una aislación adetuada, puede
llegar a secar el suelo aa fundidades considerables. Cuando el fenómeno se ex-
tiende también a lo largo pocas de humo gu llevan a las chimeneas, éstas
se inclinan hacia los o xr el secado Besgal así se orig Para evitarlo hay
que fundar a una profundidad a cubierto del to de secado. (N. del T.)
470 FUNDACIONES
peratura del aire del cuarto mencionado, el agua de la arcilla fue evapo-
rándose a través de las paredes de hormigón. En otro caso, las zapatas de
un edificio fundado en arena fina sufrieron un asentamiento originado por
una pérdida de agua en las juntas abiertas de un caño cloacal mal construido,
situado a un nivel inferior a la cota de fundación. El agua arrastró la arena
hacia la cloaca y el asentamiento se produjo por socavación. Por ello, antes
de decidir la profundidad mínima de la fundación de un edificio con “sótano
deben tomarse en consideración los posibles cambios artificiales de las con-
diciones del suelo soporte.
Profundidad mínima de las fundaciones de puentes
Toda vez que sube el nivel de las aguas de un río, se produce un des-
plazamiento del suelo que constituye el fondo en casi todo el ancho y el
largo del mismo, y el fondo del río baja. Este fenómeno se conoce con el
Cotos en meltos
$ $

Arena fina
y (mo
2 3
Colas en melros

eb:

e. E
Fig. 53.2. Socavaciones provocadas por las crecientes: (a) en el curso sin obs-
táculos del
del río Colorado, cerea deYume, Ariz. (según Murphy, 1908), y (b) entre
los estribos de un puente sobro el río Drau, en los Alpes orientales. La escala hort-
tal es diez veces mayor que la
ART. 53 FUNDACIONES DE ESTRUCTURAS 471

la)
Fig. 53.3. Resultados obtenidos con mode'os hidráulicos para investigar el efecto
que la forma del pilar ejerce sobre la socavación. (Según Th. Rehbock, 1931.)

nombre de socavación. La profundidad mínima de la fundación de un


pilar de un puente viene determinada por la condición de que la cota de la
misma debe hallarse por debajo del nivel hasta el cual el río puede socavar
en creciente máxima.
En aquellas partes donde existen altas barrancas, malecones o diques
longitudinales que impiden que la creciente se extienda por inundación sobre
una gran superficie, la socavación puede llegar a ser muy profunda, aun en
el caso en que el cauce no esté parcialmente obstruido por la presencia de
pilares de puentes. La figura 53.2 ilustra esta posibilidad. La parte superior
de la misma representa un perfil trasversal del río Colorado, cerca de
Yuma, Arizona, donde el fondo está constituido de arena fina limosa y de
limo. Una elevación de 4,20 metros en el nivel de las aguas produjo una
socavación del fondo que alcanzó casi a 12 metros (Murphy, 1908). La
figura 53.2b, a su vez, representa el perfil trasversal de un arroyo de mon-
taña confinado entre los estribos de un puente. El fondo del arroyo consta
de arena gruesa y grava con un alto porcentaje de piedras grandes. En este
caso, una elevación de un 1 metro en el nivel de las aguas trajo aparejada
una socavación que varió entre 60 centímetros y casi cuatro metros.
La obstrucción producida por los pilares de los puentes aumenta la
socavación, en particular en correspondencia con los pilares mismos.
influencia que la forma de los pilares ejerce sobre la topografía de la depre-
sión que forma la socavación se halla ilustrada en la figura 53.3, que ha
sido derivada de los resultados obtenidos de ensayos sobre modelos (Reh-
bock, 1931).
La socavación no siempre recibe la atención que merece, y por ello
el hundimiento de pilares de puentes por esta causa no es un fenómeno
poco común. El hundimiento o falla de los pilares puede producirse aun en
condiciones que parecieran excluir el riesgo de una socavación. En un río
torrencial del Estado de Colorado se estableció la base del pilar de un
puente a una profundidad de 3 metros por debajo del fondo del río. A
dicha profundidad el fondo contenía piedras de un tamaño de hasta 226
472 FUNDACIONES

decímetros cúbicos tan acuñadas entre sí que, durante la construcción, resultó


imposible efectuar una excavación más profunda, pues ésta era solo factible
recurriendo a los explosivos, razón por la cual la fundación de los pilares
fue establecida a esa cota. A pesar de esta circunstancia, la primera cre-
aces Enbide después de terminada la construcción produjo el hundimiento
el pilar.
Cerca de la costa Este de los Estados Unidos de Norteamérica se fundó
un pilar de puente a 60 centímetros por debajo de la cota superior de una
capa de grava de unos 2 metros de espesor. Este estrato estaba cubierto
por una capa de barro blando, cuyo espesor alcanzaba a su vez a 2,40 metros.
Durante una creciente extraordinaria se produjo un asentamiento apreciable
del pilar, y lo notable es que, después del descenso de las aguas, se compro-
bó que el manto de grava se hallaba aún cubierto con su capa de barro.
Del informe relativo a la forma en que se produjo el hundimiento parece
derivarse que éste se debió a socavación de la grava, con la remoción previa
de la capa de barro superior, y que, a medida que las aguas descendían, el
río volvió a depositar una nueva capa de barro.
En aquellas partes de un río donde durante las crecientes se produce
un desborde que abarca un área grande, la socavación puede llegar a ser
imperceptible y hasta, en algunos casos, el fondo del río se eleva local-
mente. Sin embargo, los puentes se ubican normalmente en puntos donde
estas condiciones no se cumplen, y por otro lado, en una sección trasversal
dada de un río, el punto de máxima socavación suele desplazarse año a año
de un lugar a otro y de una manera completamente imprevisible.
Como la predicción fehaciente de la posible socavación requiere una
vasta experiencia en la hidráulica de ríos, solo pueden efectuarla los espe-
cialistas en este tema, pero debido a las incertidumbres inevitables que encie-
rran esas predicciones, se hace necesario adoptar un gran margen de seguri-
dad. Cuando no se han hecho investigaciones sobre la socavación por parte
de un especialista y más aún, cuando la roca o el estrato a prueba de soca-
vación está a una profundidad muy grande, es aconsejable establecer la
cota de fundación a una profundidad, por debajo del fondo del río en estia-
je, igual o no menor de cuatro veces la máxima diferencia conocida entre la
cota de estiaje y de creciente máxima *.

Tensión admisible del suelo


A medida que aumenta la carga sobre una fundación, ésta se asienta.
Para cargas pequeñas el asentamiento suele desarrollarse en proporción direc-
ta con la carga. Para cargas mayores aumenta más rápidamente y, si éstas
* En opinión del traductor, este límite de socavación debe entenderse comode
máximo que pone a cubierto de « quier eventualidad en los ríos con cauce no diva
Puede, empero, en casos exce] ser pequeña para ríos de régimen torrenci
cauce divagante y suele resultar muy ad a rios de régimen relativamente tran.
quilo. Por ello, el traductor entiende ue dicho Íimite no debe utilizarse como una regla,
sino que solamente como un criterio de base a ajustar de acuerdo a las condiciones espe-
cíficas del problema, siendo éste el espíritu con que, interpreta, ha sido redactado el
texto por los autores (N. del T.).
ART. 53 FUNDACIONES DE ESTRUCTURAS 473

superan cierto valor, se torna excesivo o incontrolablemente grande y se


dice que la fundación ha roto por penetración en el terreno o bien que se
ha alcanzado la capacidad de carga a rotura del suelo. Con frecuencia, la
diferenciación entre asentamiento excesivo y rotura por penetración en el
terreno es bastante arbitraria. No obstante, conviene considerar las dos
condiciones en forma independiente, en especial porque el asentamiento
puede aumentar por consolidación de suelos compresibles situados por deba-
jo de la cota de cimentación, aun cuando la carga se mantenga constante.
Por las razones expuestas es apropiado exigir que toda fundación deba
satisfacer dos condiciones independientes.
Primera: el coeficiente de seguridad de la fundación con respecto a
una rotura o falla por hundimiento en el terreno no debe ser menor de 3,
que es apenas mayor del mínimo coeficiente de seguridad comúnmente exi-
gido en el proyecto de los elementos más críticos de la superestructura *.
da: la deformación provocada en la estructura, por efecto de un asen-
tamiento desigual, no debe ser demasiado grande a fin de no dañarla.
No hay una relación definida entre el coeficiente de seguridad a rotura
y el asentamiento, de modo que dichos fenómenos deben considerarse sepa-
tadamente, Los métodos teóricos para calcular el coeficiente de seguridad
de las fundaciones a rotura por hundimiento en el terreno (artículo 33) son
simples y bastante exactos, de modo que pueden utilizarse en el proyecto
de las fundaciones sin introducirles modificación esencial alguna. Por el
contrario, los métodos para calcular la magnitud y distribución de los asenta-
mientos son complicados y, en muchos casos, muy poco fehacientes o exac-
tos. Esta circunstancia especial determina el procedimiento a seguir para
calcular la tensión admisible del suelo cuando el proyecto debe basarse en
la consideración de los asentamientos.
Como todas las sustancias, incluidos el suelo y la roca, son compresibles,
todas las fundaciones sufren un asentamiento. Si la fundación o plano de
asiento de la estructura permanece plana durante el asentamiento, la mag-
nitud del mismo tiene, en general, solo importancia relativa. Pero si la
fundación se alabea, la estructura puede llegar a sufrir algún desperfecto.
Por esta razón, la distribución del asentamiento en la fundación o plano de
asiento de una estructura tiene mucha más importancia que su valor máximo,
pero al mismo tiempo es mucho más difícil de determinar.
* En opinión del traductor, cuando no se hace un cálculo de asentamientos, el uso
de un coeficiente de seguridad igual o mayor de S, viene impuesto no solo por las cnptin-
gencias propias relativas a la incertidumbre respecto a la magnitud de la solicitación y al
valor de la resistencia del , sino que interviene, dem, como factor determinante
el peso de la experiencia puntualizando que, en tal circunstancia, la probabilidad de que
el asentamiento resultante se coloque dentro de límites tolerables es muy grande. Dismi-
nuir el coeficiente de seguridad por debajo de dicho valor significa salirse de los límites
de la experiencia citada y entraña el peligro que significa penetrar en zona desconocida.
De hacerlo se torna indispensable un cálculo de asentamientos. Véase O, Moretto, “Ro-
, ción”. Rev, “La Ingeniería”, N? 1000, Bs. As., septiembre de 1968, y también
Cimientos profundos - “Síntesis escogida del estado actual del conocimiento sobre la
interacción con el suelo”, Revista Latinoamericana de Geotecnia, Vol. I, N* 2, Caracas, Ve-
nezuela, 1971. También revista “La Ingeniería”, Buenos Aires, 1972.
474 FUNDACIONES

Según el artículo 41, la magnitud y distribución del asentamiento de un


área cargada dependen de las propiedades físicas del suelo situado debajo de
dicha área, del tamaño de la misma, de la profundidad de la fundación y
del nivel de la napa freática. Además, si un edificio descansa sobre zapatas
de fundación, el cálculo del asentamiento se complica aún más por el hecho
de que las condiciones del subsuelo existentes debajo de cada zapata suelen
ser distintas (artículo 45). Por ello, resulta impracticable un cálculo correcto
del efecto que todos estos factores ejercen sobre el asentamiento, de modo
que normalmente el proyectista se ve obligado a determinarlo recurriendo a
simples reglas semiempíricas. La teoría de los asentamientos (artículo 41)
sirve solo de fundamento para una interpretación racional de los resultados
de los ensayos de suelo y de los ensayos de carga, y para determinar los
límites de validez de las reglas semiempíricas. Los cálculos afinados de
asentamientos se justifican solamente cuando el subsuelo contiene estratos
de arcilla blanda situados debajo del plano de fundación o de la punta de
los pilotes (artículos 54 al 56).
Las reglas semiempíricas para determinar el asentamiento se funda-
mentan en relaciones observadas entre los resultados de ensayos simples en
el terreno, como ser los de penetración, la carga por unidad de área y el
comportamiento de estructuras existentes. Toda relación de este tipo es de
carácter estadístico y lleva consigo una dispersión más o menos importante
con respecto al término medio. La experiencia demuestra que una relación
deducida para una región de características geológicas bien definidas invo-
lucra siempre una dispersión menor que cuando la misma relación se aplica
a todos los depósitos de idéntico tipo, cualquiera sea su origen geológico y
ubicación. En este libro solo se consideran relaciones de este último tipo,
y debido a la gran dispersión que debe esperarse de las mismas, las reco-
mendaciones que el libro contiene son de un carácter muy conservativo.
Por ello, toda vez que deba construirse dentro de una zona limitada, como
ser la ocupada por una gran ciudad, las reglas dadas en los artículos subsi-
guientes deben ser contrastadas con la experiencia local y, si se encuentra
que son demasiado conservadoras para esa región particular, deben modifi-
carse a la luz de dicha experiencia.
Por ejemplo, siguiendo una de las relaciones generales tratadas en el
próximo artículo, una arena que tiene como resistencia a penetración un
valor N = 25 (página 300) es de densidad mediana y, si la napa freática
está cerca de la cota de fundación, debe asignársele para una zapata de gran
dimensión una tensión admisible de unos 1,2 kg por centímetro cuadrado.
Sin embargo, investigaciones locales han demostrado que el depósito de
arena situado en el extremo sur del lago Michigan, cerca del límite entre
Indiana e Illinois, que tiene un valor de N = 25, es en realidad una arena
densa que puede con seguridad ser sometida a una tensión de 1,6 kg por
centímetro cuadrado cuando se construye una zapata grande.
Mientras no se hayan establecido reglas locales, las exigencias de la
seguridad requieren que el proyecto se efectúe en base a las reglas gene-
rales más conservadoras. Pero, debido precisamente al mayor gasto que
este procedimiento significa, la acumulación de datos necesarios para esta-
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 475

blecer reglas locales es una inversión excelente que debe ser fomentada.
Solo en esta forma puede el ingeniero sacar las máximas ventajas de las
características del suelo local.
Los artículos que siguen tratan de los métodos para adaptar los cuatro
tipos principales de fundación a las características del subsuelo.
Lecturas seleccionadas
Los movimientos de la fundación debidos a variaciones volumétricas estacionales
y los métodos para evitarlos se tratan en las siguientes referencias:
Jeamings, J. E- (1953). “The heaving € buildings on desiccated clay”, Proceedings de
Tercera Conferencia Intemacional de Mecánica de Suelos, Zar 1 págs. 390-396.
Dawson,E Y. (1950). ¡ces used in the Leen ol foundations for strug-
tures on expansive pracb School of Mines Quariesy, 54, N' 4, págs. 67.-87,
Means, R. E. ¿e ¡Buildings on expansive clay”, Col Scheol of Mines Quarterly,54,
Ño 4 p
o "publicados el Simposium sobro Suelos Expansivos, África del Sur,
1957. 1, contienen mucha información al respecto.
Las siguientes referencias contienen datos sobre profundidad de socavación obser
de los pilares de puentes.
an D, E. (1994), “Some fold y orales of scour at bridge piers and abutments”,
Hubbard,P. G. TIE Mode pise, pmparison of bridge:pler scow", Proceedings
'he Highway Boar
Laursen, E ME (1985), “Mod oe com sison of bridge-pier scour”, Proceedings
Highiay Research Board, 34, págs,1
Nell, CE, (1904), 24 evi for ideo eigioce ', Canadian Good Roads Assn,
Tecl "ul

ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS


Origen y limitaciones de los métodos convencionales de proyecto
El paso más importante a seguir en el proyecto de una fundación sobre
zapatas consiste en determinar la máxima presión que puede aplicarse al
suelo situado debajo de las zapatas sin que se produzca la rotura del suelo
o un asentamiento excesivo. Ántes del advenimiento de la mecánica de los
suelos, los métodos existentes para elegir esta presión se basaban en la expe-
un conocimiento inadecuado de las propiedades y del compor-
tamiento de los suelos. Aun cuando dichos métodos presentaban muchas
desventajas, eran expeditivos. Por ello, se ha mantenido su estructura intro-
duciendo las modificaciones pertinentes, para tener en cuenta los conoci-
mientos desarrollados por la mecánica de los suelos. El uso inteligente de
estos procedimientos modificados presume un conocimiento de los que pre-
valecieron antes de la primera mitad del siglo.
Antes del siglo xxx, la estructura de la mayoría de los grandes edificios
estaba formada de pesadas paredes principales, algo flexibles, segmentadas
y unidas por paredes trasversales también gruesas y flexibles que formaban
las divisiones de los mismos, Como dichos edificios podían sufrir grandes
asentamientos sin ser dañados, los constructores prestaban poca atención a
476
Tabla 54.1
Presiones admisibles del suelo según varios códigos de edificación norteamericanos (Presiones en kg/cm")

261
$361

2361

T61
Características del suelo de
fundación

“au
TIOT “sqodyomu
TE6L “epauosppel

3681 “LOA MON

“oppasmoT

Wuspy
Or6I “mea as

“puepaoro

0361 “uony
9361 “uojsog.
1 Arena fluida o suelo de aluvión ......
2 Arcilla blanda o húmeda de al menos
4,50 metros de espesor ....o.0.m.o.ooooo
3 Arcilla blanda y arena húmeda .....
y arena, mezcladaso en capas
4 Arcilla

11 Loam, arcilla o arena fina, firme y seca — —


12 Loam seco firme ....ooooooomommmo..
seca firme
18 Arena .....oomooocoomooo.
Le
16 Arena fina húmeda ..

1
3
3

1
17 Arena gruesa muy fina ..

pato
low
19 Arcilla
dura seca .

3<
3
é
33
!

É
Í
1

h
ART. 54

21 Arcilla fina Seca ....ooooomorccrrors - 2-3 = - -

28 Arena gruesa y grava compacta ...... - - - - - -


24 Crava y arena gruesa en mantos espesos — 5 = as 8 - =
25 Arena gruesa o mediana húmeda o seca — - 5 e - -
26 Arcilla azul dura, mezclada
con arena. — - 5 - = e
27 Grava, arena compacta y arcilla amarilla
EN ES
28 “Hardpan
FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS

29 Esquisto duro, no expuesto .


30 Esquisto y “hardpan” ..
31 Roca blanda ..
477

Según Kidder-Parker: Architects" and Builders, Handbook, 1931.


478 FUNDACIONES

las fundaciones, como no fuera la preocupación de aumentar el espesor de


las paredes en correspondencia con sus cimientos. Si el terreno era demasiado
blando para soportar las cargas, las paredes se instalaban sobre pilotes.
Cuando debían construirse estructuras de dimensiones excepcionales con
grandes domos, bóvedas o columnas individuales pesadas, los proyectistas
tenían tendencia a dimensionar fundaciones muy pequeñas, pues no había
reglas ni experiencia que los guiase. Como consecuencia, muchos edificios
importantes se derrumbaron o quedaron desfigurados a causa de los refuer-
zos agregados a posteriori,
El desarrollo durante el siglo xrx de una industria altamente competitiva
condujo a la demanda de edificios grandes pero económicos. Los tipos de
construcciones que se desarrollaron resultaron mucho más sensibles a los
asentamientos diferenciales y, además, muchos de los sitios más adecuados
para la construcción de edificios industriales estaban situados en regiones
que habían sido antes descartadas debido a las conocidas malas condiciones
del subsuelo. Por ello, los proyectistas se encontraron en la necesidad de
disponer de un procedimiento más seguro, aplicable a todas las condiciones
del subsuelo, que les proporcionase un método para dimensionar las zapatas
de un determinado edificio en forma tal que todas sufriesen aproximada-
mente el mismo asentamiento.
Para satisfacer esta necesidad se desarrolló, simultáneamente en varios
países en la década que siguió al año 1870, el concepto de la “tensión admi-
sible del suelo”. Este concepto se basó en el hecho evidente de que, bajo
condiciones bastante similares del suelo, las zapatas que trasmiten presiones
de alta intensidad al subsuelo sufren generalmente asentamientos mayores
que aquellas que trasmiten presiones de baja intensidad. Con esta idea en
la mente, los proyectistas empezaron a observar las condiciones en que se
encontraban los edificios soportados por zapatas que ejercían distintas pre-
siones sobre el suelo. Las presiones trasmitidas por las zapatas de aquellos
edificios que sufrieron daños debidos a asentamientos, se consideraron dema-
siado grandes para las condiciones del subsuelo existentes debajo de las
mismas. Fue tomada como satisfactoria la máxima presión para la cual no
se había producido daño estructural alguno, y esta presión considerada como
la presión admisible del suelo o capacidad de varga admisible. Los. valores
obtenidos por este procedimiento empírico, para cada tipo de suelo de una
localidad dada, fueron reunidos en una tabla de tensiones admisibles, que
luego se incorporó en el reglamento de edificación de dicha localidad. La
tabla 54.1 i ú de las ificaciones de los regl:
de varias ciudades norteamericanas en los años «ue precedieron a la déca-
da del 30,
Aunque la mayoría de los códigos de edificación contienen tablas de
presiones admisibles del suelo, ninguno proporciona indicación alguna del
origen de los valores, ni tampoco explican el significado de la expresión
“presión admisible del suelo”. Estas omisiones han fomentado la creencia
de que el asentamiento de un edificio será uniforme y no tendrá consecuen-
cias, toda vez que la presión que las zapatas trasmiten al suelo sea igual
a su tensión admisible. Se cree que el tamaño del área cargada y el tipo de
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 479

edificio no tienen importancia alguna. Hay ingenieros que hasta creen que
un edificio con zapatas que ejercen sobre el suelo la presión admisible no
sufre asentamiento alguno. En gran medida estos conceptos errados toda-
vía prevalecen en la actualidad.
Muchas de las fundaciones proyectadas en base a la tensión admisible
del suelo dada en las tablas se comportaron en forma completamente satis-
factoria, pero de tanto en tanto aparecía alguna sorpresa y las estructuras
se asentaban en exceso. Como los ingenieros creían que, si no se excedía la
presión admisible, las zapatas no experimentaban asentamientos apreciables,
asignaban las fallas a una clasificación errónea del suelo. Supusieron que se
había elegido una presión admisible equivocada, debido a que los términos
utilizados para describir el suelo en el terreno y en el código de edificación
no tenían el mismo significado. Para evitar esta dificultad gradualmente se
izo costumbre seleccionar o por lo menos verificar la tensión admisible del
suelo en base a los resultados de ensayos de carga.
Un ensayo de carga se ejecuta aumentando la carga sobre un plato, por
pequeños incrementos, y midiendo los asentamientos resultantes. El plato
de carga descansa en el fondo de una excavación al nivel de la cota de
fundación. Según cuál sea la preferencia del ingeniero que hace el ensayo,
el plato se rodea de un cajón y se rellena el pozo hasta la altura a que la
zapata quedará enterrada (fig. 54.1a) o, en caso contrario, el pozo se hace
grande suficiente como para que el plato descanse en el medio de un área
plana. Los le ensayo se por curvas pi
miento, similares a la indicada en la figura 54. 107 En lo que : sigue se de
criben dos de los métodos más utilizados para realizar ensayos de carga e
interpretar sus resultados.
El primer método consiste en cargar un plato cuadrado o circular de
una dimensión cualquiera elegida por el investigador. La carga admisible
qu por unidad de área se considera igual a una fracción, como ser un medio,
de la presión media sobre el plato en el momento de producirse la rotura.
Este procedimiento es objetable por varias razones: en primer lugar, si la
curva carga-asentamiento se asemeja a la C, (figura 33.1), no existe ninguna

Presión vnilaria

Fig. se L 0% Dispositivo de ensayo para determinar la relación entre la presión


mita asentamiento de un plato de ensayo, con el fin de elegir la presión
admisible a suelo; (b) uno de los métodos corrientemente utilizados para represen-
tar los resultados del ensayo de carga.
480 FUNDACIONES

carga definida de rotura; en segundo lugar, el tamaño del área cargada, que
es optativo, puede ejercer una gran influencia sobre la capacidad unitaria
de carga (véase artículo 33). Por ello, utilizando este primer procedimiento,
dos investigadores diferentes pueden obtener valores muy distintos de qu
para un mismo suelo,
a segundo método consiste en cargar un aa que cubre un área de
30 pox La presión admi. efine
como amitad de aquella carga unitaria que ES un hundimiento del
plato igual a media pulgada. (En países que utilizan el sistema métrico, el
q del plato se hace a igval a 1.000 centímetros cuadrados, y
) Este
aunque arbitrario, resulta e . anterior, pues, por lo menos dos
investigadores distintos ensayando el mismo suelo obtienen el mismo valor
para qu.
Existen muchos otros métodos para realizar ensayos de carga y muchas
otras reglas para interpretar sus resultados. Pero, cualquiera sea el método,
los resultados del ensayo solo reflejan las características del suelo situado
dentro de una profundidad menor de dos veces el ancho del plato de carga,
mientras que el asentamiento de las zapatas depende de las propiedades de
un espesor de suelo mucho mayor. Por ello, si las características del suelo
cambian por debajo de una profundidad aproximadamente igual a dos veces
el ancho del plato, como ocurre con frecuencia, los resultados conducen a
conclusiones muy erróneas. Como es práctica casi universal elegir la presión
admisible sin considerar para nada el tamaño de las zapatas, ni el tipo de
superestructura ni otras características vitales de la fundación a construir,
no resulta sorprendente llegar a la conclusión de que la aplicación cada vez
más extendida de los ensayos de carga no redujo de una manera significativa
la frecuencia con que se proyectaban zapatas inadecuadas. En efecto, a
pesar de la ejecución y aplicación cuidadosa de cocos de carga, se han
varias fallas de las fundaci: Por ello,
para reducir el riesgo de un proyecto defectuoso, la relón admisible del
suelo debe elegirse no solo en función de los ensayos de carga o sus equi-
valentes, sino también en función de las características del perfil del subsuelo
y de las de la fundación misma. Una parte de los conocimientos necesarios
puede obtenerse de las teorías tratadas en los artículos 33, 40 y 41; el resto
se deriva de la experiencia constructiva.
Debido a la gran variedad de suelos y combinaciones de suelos que se
presentan en la práctica no resulta posible desarrollar un método único
para determinar la presión admisible que resulte aplicable en todos los
casos. El procedimiento a seguir debe siempre ser adaptado a las condi-
ciones del subsuelo que revelan las perforaciones exploratorias, pero además,
y en particular, dicho procedimiento depende de la profundidad activa. Esta
expresión se refiere a la profundidad hasta la cual la carga sobre la zapata
altera el estado de tensión en el suelo en una cantidad suficiente como para
producir una contribución perceptible en su asentamiento.
La profundidad activa depende no solo del tamaño de la zapata y de
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 481

la carga que soporta, sino también, en alto grado, del perfil del subsuelo
y de las propiedades físicas de los suelos que constituyen cada uno de sus
estratos, Si el módulo tangente inicial del suelo (artículo 15) aumenta con
la profundidad, a contar de la cota de fundación, la profundidad activa no
excede el ancho B de la zapata; pero si por el contrario el suelo se hace más
blando con la profundidad, la profundidad activa puede resultar igual a
varias veces el ancho B.
En lo que sigue se consideran cuatro tipos principales de condiciones
del subsuelo:
a) Las zapatas descansan en arena o en arena y grava que no contienen
capas de arcilla blanda u otro suelo altamente compresible dentro de la
profundidad activa.
b) Las zapatas descansan en arcilla que hasta la profundidad activa es
bastante homogénea.
c) Las zapatas apoyan sobre un suelo con propiedades intermedias en-
tre aquellas de la arena y de la arcilla, como ser limo, algunos tipos de
rellenos, o loess. Se supone que el subsuelo es bastante homogéneo en la
zona delimitada por la profundidad activa.
d) Las zapatas apoyan sobre un suelo que contiene dentro de su! pro-
fundidad activa una o más capas blandas. -

Zapatas sobre arena homogénea


La tabla 54.2 ejemplifica las concepciones que prevalecían en los códi-
gos antes de 1930 y que aún se conservan en algunos, con respecto a las
presiones admisibles del suelo en el caso de arenas. Como un primer paso
en el proceso de establecer una base racional para la determinación de la
presión admisible' se examinan las limitaciones de esta tabla. Los valores
numéricos indicados en la misma pueden resultar completamente inapropia-
dos, pues la clasificación del suelo está basada en propiedades que en gran
parte no tienen importancia álguna, mientras que al mismo tiempo se igno-

Tabla 54.2
Presiones admisibles usuales en arena (Códigos de edificación anteriores a 1930)
Resumen de la tabla 54.1

qe en kg/cm"
AAA
1 Arena fluida .. 05
8 Arena mojada 2
11 Arena fina, firme y seca 253
14 Arena fluida drenada .. 3
17 Arena gruesa muy firme 3-6
24 Grava y arena gruesa en mantos espesos 53
xáK——_ _——— _— _—__—— =>
482 FUNDACIONES

ran las propiedades significativas. Por ejemplo, la expresión arena fluida no


describe ningún tipo de arena, pues ni siquiera indica una arena que nece-
sariamente debe hallarse en estado suelto antes de iniciar la obra. En efecto,
una arena fina y uniforme situada por debajo del nivel de la napa, cerca de
Lynn, Massachusetts, ilustra muy bien esta aseveración. Este material tenía,
entre los constructores de la zona, la fama de ser una arena fluida peligrosa,
pues, cuando en las obras se utilizaban aún métodos primitivos de drenaje,
el fondo de las excavaciones efectuadas en la misma se hacía tan blando
que la arena empezaba a bullir a la menor provocación. Sin embargo, depri-
mida la napa con pozos filtrantes y realizado un ensayo de carga, los resul-
tados, que son los indicados por la curva 2 de la figura 45.3a, demostraron
que se trataba de una arena firme y densa.
En este mismo sentido, la descripción del segundo suelo de la tabla
no indica si el material se halla por encima o por debajo de la napa, a pesar
de que este factor es decisivo. Asimismo, el tamaño de los granos indicados
para el tercero, quinto y sexto materiales no tiene una influencia directa
sobre su capacidad de carga. En efecto, la más pobre de las arenas repre-
sentadas por la figura 45.3 a, e indicada por la curva 5, era limpia, gruesa,
de granulometría variada y seca; mientras que la mejor, representada por
la curva 1, era uniforme, fina y mojada.
Para establecer criterios más adecuados para proyectar zapatas en
arena, la presión admisible del suelo debe relacionarse, no con las propie-
dades sin importancia, sino con aquellas propiedades y condiciones que
tienen una influencia significativa sobre el comportamiento de la arena
bajo carga. Estas propiedades y condiciones son la densidad relativa y la
posición del nivel de la napa con respecto a la cota de fundación de las
zapatas.
La densidad relativa tiene una influencia decisiva sobre el ángulo de
fricción interna $ y sobre la forma de la curva carga-asentamiento. Depen-
diendo de la densidad relativa, el ángulo $ de una arena puede variar
dentro de un intervalo grande, como, por ejemplo, de 27,5" a 46” (artículo
17), y la curva carga-asentamiento tener cualquier forma intermedia entre
las C, y C; de la figura 33.1. La densidad relativa debe estimarse con ensa-
yos normales de penetración, utilizando para ello la tabla 45.1 de la página
337. Datos más completos, referentes a variaciones en la densidad relativa,
pueden obtenerse rápidamente efectuando auscultaciones.
La posición que la napa freática ocupa con respecto al plano de fun-
dación tiene influencia, tanto en la capacidad de carga a rotura de la arena
como en el asentamiento. Si la napa sube, de una cota inferior a la que
corresponde a la profundidad activa, hasta la base de la zapata, el peso
unitario efectivo del suelo situado entre ambos niveles se'reduce'en aproxi-
madamente un 50 por ciento (artículo 12) y, como consecuencia, disminuye
el coeficiente de seguridad con respecto a un hundimiento de la zapata
por rotura del suelo (artículo 33) y el asentamiento aumenta sustancialmen-
te (artículo 41).
Cálculos basados en la teoría presentada en el artículo 33 conducen a
las siguientes conclusiones relativas al coeficiente de seguridad F de zapatas
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 483

calculadas teniendo en cuenta las presiónes admisibles usuales en arena:


si la-base de la zapata descansa en arena suelta al nivel o por debajo de la
napa y si, además, el ancho B de la zapata es menor de aproximadamente
1,50 ó 2,00 metros, y la profundidad de la fundación por debajo del terreno
natural o del nivel del sótano es menor que B, el valor de F puede resultar
menor del mínimo de 3 exigido. En los casos raros en que estas condiciones
se satisfacen en forma simultánea, se debe realizar un cálculo de estabilidad
para determinar si se cumplen las exigencias de la seguridad. En todos los
otros casos el coeficiente de seguridad es mayor, y comúnmente mucho ma-
yor de 3. Por ello, en condiciones normales la presión admisible en arena
viene determinada exclusivamente por razones de asentamiento.
La distribución de los asentamientos, en el plano de fundación de un
edificio apoyado en, zapatas de un ancho B, viene determinada principal-
mente por las variaciones en la compresibilidad de la capa de arena de
espesor B, situada inmediatamente por debajo de las zapatas (véase artícu-
lo 45). La figura 54.2, que muestra los asentamientos de varias zapatas
continuas de ancho constante, cargadas en forma uniforme, demuestra la
importancia práctica de estas variaciones. Si los subsuelos hubiesen sido
uniformes, las zapatas se hubieran asentado en forma casi uniforme; la dife-
rencia de asentamiento tuvo por causa las variaciones locales en la com;
presibilidad del suelo (Terzaghi, 1938b).
El estudio de las observaciones de asentamientos, realizadas hasta el
momento, conduce a la conclusión de que el asentamiento diferencial de
zapatas continuas uniformemente cargadas, y de zapatas individuales de
tamaño aproximadamente idéntico e igualmente cargadas, muy difícilmente
excede el 50 por ciento del asentamiento máximo. Pero en la práctica, el
tamaño de las zapatas que soportan las distintas colummas de un mismo
edificio suele ser muy distinto, pues las cargas que trasmiten las columnas
difieren mucho entre sí, de modo que este hecho introduce una nueva fuente
de asentamiento diferencial.
De acuerdo con lo expuesto en el artículo 41, en función de considera-
ciones teóricas y de las características tensión-deformación de la arena, el
o
Asentamiento en m

Longitud de la pared en metros


Fig. 54.2. Diagrama que muestra el asentamiento sufrido por zapatas continuas
largas y angostas, que soportaban muros de ladrillo, (Según Terzaghi, 19385.)
484 FUNDACIONES

Valores de s/s,
S
a a
on

Ancho BX0e/o zopota - m


Fig. 54.3. Relación aproximada entre el ancho B de una zapata en arena y el
cuociente S/S, entre el asentamiento S de una zapata de ancho B y el asentamiento
S, de un plato de 30 cm de ancho sometido a la misma presión unitaria. La curva
(a) se refiere a condiciones comunes. La curva (b) representa la”. relaciones posibles
para una arena suelta, La curva (c) se refiere a arenas cor »equeño contenido
orgánico.

asentamiento de zapatas cuadradas, que ejercen igual presión unitaria sobre


una arena homogénea, aumenta con el ancho de la zarata en la forma en
que lo indica la curva llena de la figura 41.3. Por su parte, los resultados
de experimentos y observaciones confirman esta conclusión teórica, e indican
que el asentamiento aumenta con el ancho B de la zapata, siguiendo apro-
ximadamente la ley representada por la curva a de la figura 54.3. Los datos
empíricos para la construcción de esta curva se de ivaron de ensayos de
carga sobre áreas pequeñas, realizados sobre arena compactada artificial-
mente; de ensayos de carga efectuados en estratos le arena homogénea y
de mediciones de asentamientos de edificios, En la misma, S, es el asenta-
miento de un área de 30 X 30 cm bajo una carga dz la q por unidad de área,
y S el asentamiento bajo la misma presión unitaria de una zapata de ancho
B. En la construcción de la curva a (fig. 54.3) se le dio el mayor peso a los
datos empíricos derivados de asentamientos diferenciales observados en
estructuras fundadas sobre zapatas de diferente; tamaños apoyadas sobre
un mismo depósito de arena. Los experimentos en escala reducida que se
realizan en el terreno, incluidos los ensayos de carga sobre pequeños platos
de 30 X 30 cm, suelen conducir a la conclusión errónea de que se deben
producir asentamientos relativamente mayores »on el aumento del ancho de
la zapata, debido a que la cohesión aparente originada por la capilaridad
tiene en la arena una influencia desproport ionadamente grande sobre el
asentamiento de áreas cargadas pequeñas en comparación con la que tiene
para las grandes. La presencia de materia orgánica puede incrementar
radicalmente la influencia del tamaño del área cargada, como lo indica la
curva (c) de la figura 54.3. Hay alguna indicación de que la relación S/S,
puede aumentar más rápidamente con el ancho, como lo indica la curva b,
si la arena es suelta que si es medianamente densa o densa (Bjerrum y
Eggestad, 1963).
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 485

Para la curva a, la relación entre S, S, y B viene expresada en forma


aproximada por la fórmula:
2
S=S, (5) en cm (54.1)

en la que todos los valores, S, S, y B deben expresarse en centímetros.


No hay mayor diferencia entre los asentamientos de zapatas continuas
y cuadradas de igual ancho B, pues el efecto de las zapatas continuas, de
interesar la arena hasta una profundidad mayor que en las cuadradas, se
halla compensado por el confinamiento longitudinal producido por las pri-
meras, que impide que la arena pueda desplazarse en una dirección paralela
a la zapata. La figura 54.3, curva a, indica que, cuando las presiones tras-
mitidas al suelo son iguales, el asentamiento de una zapata grande (mayor
de 6 X 6 metros) excede al de una zapata chica (de 1 X 16 15 X 15
metros) en aproximadamente un 30 por ciento. Además, para un ancho
dado B de la zapata, el asentamiento disminuye algo a medida que aumen-
tan los valores de la relación de profundidad D,/B, en la que D, es la pro-
fundidad de la fundación (artículo 53). Teniendo en cuenta todas estas
circunstancias, es muy poco probable que, aun en casos extremos, que com-
prendan una fundación sobre zapatas de tamaños muy distintos y relaciones
de profundidad también muy distintas (fig. 53.1), el asentamiento diferen-
cial llegue a exceder el 75 por ciento del asentamiento máximo. Normal-
mente será mucho menor.
La mayoría de las estructuras ordinarias, como ser edificios de oficinas,
casas de departamentos o fábricas, pueden absorber un asentamiento dife-
rencial entre columnas adyacentes de unos 2 centímetros de magnitud. Este
asentamiento diferencial no será excedido si, siguiendo lo indicado en el
parágrafo anterior, se elige la presión.sobre el suelo de modo que el asen-
tamiento de la zapata más grande del edificio no sea mayor de 2,5 cm, aun
en el caso de que la misma descanse en la parte más compresible del depó-
sito de arena. Por tanto, para el proyecto de las zapatas de dichas estructuras
puede tomarse como presión admisible aquella que produzca en la zapata
más grande un asentamiento igual a 2,5 cm. Lo que sigue es una descrip-
ción-de un método aproximado para elegir la tensión admisible en arena,
tomando como bgse dicha hipótesis. Si se puede tolerar un asentamiento
diferencial AS mayor de 2 cm, la presión admisible dada por dicho método
puede multiplicarse por -, pero en tales casos es aconsejable investigar
si se cumple la condición de estabilidad (Terzaghi, 1935).*
* La magnitud del asentamiento admisible es también función de la distancia entre
columnas, de modo que, si se desea afinar criterio, AS puede hacerse también función
de esa distancia. Teniendo en cuenta que en casas de Separtamento la distancia men-
cionada suele corrientemente situarse entre 4,00 y 6,00 m, un asentamiento diferencial
admisible de 2 cm supone una distorsión angular máxima del orden de 1/200 a 1/300
como valor admisible. La tendencia actual es aceptar 1/300 como razonable, (N. del T.)
486 FUNDACIONES

Presión admisible en arena seca y en arena húmeda


El asentamiento de una zapata apoyada en arena seca o en arena húmeda
depende principalmente de la densidad relativa de la arena y del ancho
de la zapata. Según se explica en el artículo 45, la determinación directa
de la densidad relativa de arenas es difícil y lenta. Por ello, en la práctica,
la densidad relativa se estima utilizando medios indirectos, como los ensayos
de penetración y los ensayos de carga. Los resultados que arrojan estos
ensayos dependen no sólo de la densidad relativa de la arena sino también
de numerosos factores, como la forma de los granos y su granulometría, de
modo que, estrictamente hablando, para evaluarlos se requerirían en cada
caso ensayos de calibración. Sin embargo, ensayos de este tipo, que permi-
tan establecer la relación entre los resultados de ensayos de carga o de
penetración y la densidad relativa, raramente pueden practicarse en trabajos
de rutina y, además, aun cuando se efectúen a conciencia, la variabilidad
de la mayoría de los depósitos naturales de arena suele interponer dudas
con respecto a la amplitud de la validez de las conclusiones. Esta circuns-
tancia ha conducido al desarrollo de procedimientos semiempíricos para
estimar los asentamientos de zapatas apoyadas en arena, los que se basan
en el uso de los resultados delos ensayos de penetración o de los ensayos
de carga.
En Estados Unidos de Norteamérica el procedimiento usado más común-
mente para investigar las características de los depósitos de arena es el
ensayo de penetración normal (pág. 300). Aun cuando el procedimiento
es muy crudo e involucra mucha incertidumbre, los resultados que arroja
constituyen una base mucho más segura para estimar la presión admisible
del suelo que las tablas de los códigos o los resultados de unos pocos ensayos
de carga convencionales.
Para determinar la presión admisible en función de los resultados de
ensayos normales de penetración es necesario estimar primero en forma
aproximada el ancho B de la zapata más grande. Entre la cota de fundación
y la profundidad B, a contar de la misma, debe realizarse un ensayo de
penetración cada 75 cm de profundidad *. El término medio de los N de
esta zona indica la densidad relativa de la arena situada dentro de la pro-
fundidad activa. Si los ensayos realizados en distintas perforaciones propor-
cionan diferentes valores de N, para determinar la presión admisible debe
utilizarse el menor de los términos medios.
Una vez determinado el valor de N, la presión admisible se obtiene
por medio del gráfico de la figura 54.4, en la cual las curvas representan
la relación entre el ancho B de la zapata y la presión del suelo que produce
un asentamiento de la misma igual a 2,5 cm, siempre y cuando la zapata
descanse sobre una arena para la cual el número de golpes N tenga el valor

* En ue utilizan el sistema métrico, el espaciamiento entre ensayos es


corrientemente un metro. (N, del 7.)
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 487

Presión admisible del suelo en Hatem? (El nivel


mayor de 28)
o
ae la napa está a una profunaidod
e a A

Suella

Ancho8 ce la zapata
en melros
Fig. 54.4. Gráfico para determinar la presión admisible del suelo para zapatas
en arena, en función de los resultados de ensayos normales de penetración.

indicado en la curva que se utiliza. Si N tiene un valor intermedio entre


aquellos para los cuales se han dibujado curvas, la presión admisible puede
obtenerse por interpolación lineal.*
El gráfico de la figura 54.4 fue preparado en base al conocimiento
actual con respecto a la relación entre el número de golpes N, necesarios
para hincar la cuchara partida 30 centímetros, el comportamiento de fun-
daciones reales en arena, los resultados de ensayos superficiales de carga
y la ecuación 54.1. Si B es el ancho de la zapata más grande de una estruc-
tura, y si todas las zapatas se dimensionan en función de la presión admisible
que al ancho B, el ie máximo de la dación no
excederá de 2,5 cm y el asentamiento diferencial del 75 por ciento de dicho
valor, es decir, que no alcanzará a dos centímetros.
Cuando el subsuelo está compuesto de grava, o de arena que contiene
partículas grandes de grava, el número de golpes necesarios para hincar la
cuchara no puede ser considerado como indicativo del grado de compac-
tación del suelo. No obstante, las propiedades de estos suelos son tan varia-
bles como las de la arena. En efecto, una mezcla compacta de arena y grava
*, Conviene observar, que el procedimiento de cálculo representado por la figu-
ra 54.4 constituye un método crudo, aunque expeditivo, para determinar la presión
admisible, que es difícil y muy costoso de mejorar en la práctica, pero al cual no se le
deben asignar más méritos ni pretender más exactitud que los específicamente señalados
en el texto. Para tener una des de la crudeza del método basta pensar, entre otras
cosas, en la forma rudimentaria con que generalmente se determina N y recordar que
la preconsolidación no modifica la resistencia a penetración y en cambio reduce sustan-
cial ente el asentamiento, (N. del T.)
488 FUNDACIONES

es menos compresible que una arena muy densa, mientras que la compre-
sibilidad de una grava suelta puede ser tan grande como la de una arena
de densidad apenas mediana. Por ello, para evitar una sobreestimación de
la presión admisible de una grava deben efectuarse varias excavaciones que
interesen las capas situadas dentro de la profundidad activa y estimar el
grado de compactación del material en función de su apariencia, estabilidad
y resistencia a la excavación. Si la presión admisible de la grava se supone
igual a la de la arena a la misma densidad relativa, el gráfico de la figura
54.4 proporciona valores conservativos para la misma.
En algunas obras puede resultar expeditivo usar un penetrómetro de un
diámetro suficientemente grande para que sea solo ligeramente influido
por el tamaño de la grava y calibrar el penetrómetro dentro de una capa
de suelo más fino, comparando sus resultados con el ensayo normal de
penetración (Peck, 1953).
En Europa, para reconocer depósitos de arena, se usan con mayor
frecuencia los ensayos estáticos de penetración, como el ensayo del cono
holandés (pág. 316), que el ensayo normal de penetración. Los proce-
dimientos descriptos en los párrafos precedentes y el gráfico de la figura
54.4 pueden aplicarse con los resultados de los ensayos del cono holandés
utilizando la siguiente relación simple, aunque cruda, entre la resistencia
a penetración del cono q, (kg/cm) y la resistencia normal a penetración
N (Meigh y Nixon, 1961; Schuttze y Melzer, 1965; Meyerhof, 1956).
% = KN (54.2)
en la cual K tiene un valor que varía entre aproximadamente 5 y 10.
Se han hecho intentos para evaluar la compresibilidad de la arena en
forma directa o en base a procedimientos indirectos, como el cono holandés,
calculando el aumento de presión vertical a distintas profundidades por
debajo de la base de la zapata y determinando el asentamiento con el uso
de los métodos descriptos en el artículo 41 (Buisman, 1943). Semejante proce-
dimiento implica suponer que el asentamiento de una zapata en arena tiene
como razón principal la disminución del volumen del suelo, cuando en
realidad una parte sustancial es una consecuencia de desplazamientos late-
rales de sus partículas, en especial si la arena es densa (Eggestad, 1963).
Más aún, el procedimiento no alcanza a poner de manifiesto la influencia
de inevitabl iaciones en la ibilidad
de la arena inmedi:
por debajo del plano de asiento de la zapata aun dentro de límites de espesor
muy reducidos. Por ello, pareciera que no hay fundamentos sustanciales
para dar preferencia a este método sobre el empírico que representa la
figura 54.4. No obstante, para zapatas grandes o plateas, el método puede
conducir a resultados útiles (artículo 55). -
Si una arena está sometida a vibraciones de alta frecuencia, las zapatas
fundadas sobre la misma pueden sufrir asentamisntos excesivos, aun en el
caso de que en el proyecto se hayan utilizado presiones admisibles muy
bajas. Esto es aplicable tanto a las arenas saturadas como a las húmedas
y a las secas. Por ello, las fundaciones que deben soportar máquinas que
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 489

producen vibraciones deben calcularse por medio de la teoría de las vibra-


ciones (Barkan, 1962; Richart, 1960), teoría que no será considerada, pues
se trata de un tema especializado, fuera del alcance dado a este libro.

Presiones admisibles en arena saturada


Si una zapata descansa en arena saturada muy suelta, un choque de
cualquier naturaleza puede producir su licuación espontánea (artículo 17),
y con ello el hundimiento de la zapata. En efecto, se ha observado que un
cambio rápido del nivel de la napa ha causado ocasionalmente un gran
hundimiento en arena suelta. Por ello, si una arena es muy suelta (N igual
o menor de 5), las fundaciones deben establecerse sobre pilotes o, en caso
contrario, la arena debe ser compactada (artículo 50).
Durante una prolongada serie de vibraciones sísmicas, como las que
ocurrieron en Niigata, Japón, en 1964, se pueden producir hundimientos
catastróficos de zapatas situadas sobre arema uniforme con valores de N
menores de aproximadamente 15 (II SEE, 1965). Los rellenos de arena de
granulometría uniforme depositados por refulado parecen ser especialmente
vulnerables,
Si el valor N para la arena en su estado natural es mayor de 5, o si la
arena ha sido compactada, la presión admisible q, sobre la misma debe
elegirse en forma tal de que el asentamiento máximo no exceda de 2,5 centí-
metros. Cuando para este objeto se utilice el gráfico de la figura 54.4, debe
considerarse el efecto que la sumersión, o sea la saturación del suelo, ejerce
sobre el asentamiento.
De acuerdo con la teoría, la sumersión de la arena situada debajo del
plano de fundación de la zapata debería duplicar, aproximadamente, el
asentamiento, siempre que la cota de fundación esté en, o cerca, de la super-
ficie del terreno arenoso (artículo 41). Teniendo en cuenta estos hechos,
se puede determinar la presión que causará un asentamiento de la zapata
igual a 2,5 centímetros, utilizando el gráfico de la figura 54.4 de la siguiente
manera: si la relación de profundidad D,/B de las zapatas es pequeña, como
la de las zapatas del sótano de la figura 53.1, los valores obtenidos del grá-
fico deben reducirse a la mitad. Si, por el contrario, la relación de profun-
didad se halla cercana a la unidad, se pueden tolerar dos tercios de dichos
valores, pues el efecto que el peso del suelo de cubierta ejerce sobre el
asentamiento compensa en parte el aumento debido a la saturación.
El procedimiento descripto en el párrafo precedente conduce a resultados
conservadores y, muy probablemente, fuertemente conservadores (Meyerhof,
1965). La influencia que la sumersión ejerce sobre los resultados de ensayos
normales de penetración o del ensayo del cono holandés no ha sido todavía
investigada adecuadamente. La sumersión puede, a menos bajo ciertas
circunstancias, tender a reducir la resistencia a penetración. Si esto ocurre,
el uso de determinaciones realizadas en el terreno en estado sumergido lleva
inherente su propia corrección. No obstante, en vista del inadecuado estado
actual del conocimiento en este aspecto, las estimaciones de asentamientos
deben ser corregidas para considerar aparte la sumersión, a menos que la
490 FUNDACIONES

local haya de d que el di i es


conservador.
Las condiciones que favorecen una falla por capacidad de carga de una
zapata colocada sobre arena sumergida se han tratado en la página 483,
Donde prevalecen tales condiciones resulta imperativo realizar un cálculo
de estabilidad, que puede efectuarse utilizando las ecuaciones del artículo 33
y los gráficos de la figura 33.4.
Para arena suelta, con un valor de N igual a 5, deben utilizarse las
curvas punteadas y para arena densa, con un valor de N igual a 30, las
curvas de trazo continuo. Para valores de N comprendidos entre 5 y 30 los
factores de capacidad de carga pueden determinarse por interpolación lineal
entre los dos conjuntos de curvas. Si el cálculo de estabilidad indica que el
coeficiente de seguridad de las zapatas es menor de 3, debe aumentarse el
tamaño de las mismas o incrementar la profundidad de la cota de fundación
hasta que se haya satisfecho la exigencia de la seguridad.

Requisitos para realizar buenos ensayos de carga en arena


El procedimiento para determinar la presión admisible en arena por
medio del gráfico de la figura 54.4 elimina muchas de las incertidumbres
que resultan de usar las tablas de presiones admisibles (como la tabla 54.1),
ya que proporciona valores que están relacionados con las propiedades y
condiciones significativas del suelo y no con aquellas sin importancia. En
contraste con los métodos convencionales, permite que el proyectista adapte,
por lo menos en forma aproximada, las presiones sobre el suelo al asenta-
miento diferencial que él cree puede tolerarse, y, además, el método se presta
a ser progresivamente mejorado a medida que el conocimiento y la expe-
riencia aumentan.
Por el momento solo se pueden obtener datos más fehacientes, con res-
pecto a la presión admisible de arenas, con un gran sacrificio en tiempo y
dinero, por medio de ensayos de carga.
Todos los años se efectúan en casi todos los países un gran número de
ensayos de carga. La gran mayoría son inútiles, cuando no conducen a
conclusiones erróneas, debido a que los resultados no se prestan a una inter-
pretación racional, razón por la cual es necesario que el ingeniero conozca
los requisitos que deben cumplirse para obtener resultados que merezcan fe.
Todo ensayo de carga debe ejecutarse sobre una plancha de 30 X 30
centímetros, situada en el fondo de una excavación de por lo menos 1,50
metros de lado. El plano de apoyo de la chapa debe estar al nivel de la
cota de fundación de las zapatas y la carga sobre la misma debe aplicarse
en incrementos de aproximadamente el 10 % de la presión admisible supuesta
y aumentarse hasta alcanzar por lo menos 1,5 veces la presión admisible
estimada. El aparato para medir los asentamientos debe permitir lecturas
directas de por lo menos 0,05 milímetros. Los ensayos de carga que satis-
facen estas condiciones se denominan ensayos normales de carga.
Los resultados de cada ensayo deben representarse gráficamente por
una curva carga-asentamiento. La presión unitaria que producirá en la
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 491

zapata más grande un asentamiento igual a un valor permisible determinado


puede calcularse utilizando la relación indicada en la figura 54.3. Por ejem-
plo, si la arena no contiene materia orgánica y no es extremadamente suelta,
y si B es el ancho de la zapata en centímetros y el proyecto va a basarse
en la condición de un asentamiento máximo S = 2,5 centímetros, la presión
admisible es igual a la carga por unidad de área para la cual el asentamiento
de la chapa, en centímetros, es igual a:
2
S, = 25 B +3025 y en centímetros (54.3)

Si se hacen varios ensayos de carga en distintos puntos de un mismo


lugar, los resultados obtenidos serán comúnmente más o menos diferentes,
debido a la influencia ejercida por variaciones locales de la densidad relativa
de la arena en sentido horizontal. En sentido vertical se observan variacio-
nes similares toda vez que se hacen ensayos de penetración (figuras 44.16
y 45.7). Estas variaciones, que siempre existen, son fuente importante de
serios errores potenciales. Por ejemplo, si se realiza un ensayo de carga
sobre una capa de arena densa de 60 centímetros de espesor, que descansa
arena suelta, el resultado del ensayo es idéntico al que se obtendría si
la arena densa se extendiese hasta gran profundidad. La zapata real, sin
embargo, se asentará mucho más de lo anticipado en función del ensayo
de carga. La razón de esta diferencia se halla indicada en la figura 54.5.
Esta figura, que representa el perfil geológico de un subsuelo estrati-
ficado, muestra en A el plato de carga de 30 por 30 centímetros y en B
la zapata real. Se supone que A y B trasmiten al suelo la misma presión
unitaria q y se indican, calculadas con el gráfico de la figura 40.2, las curvas
que unen los puntos del subsuelo sometidos a la misma presión vertical. La
carga en A'aumenta la presión vertical que actúa sobre el estrato C en un
valor que, en promedio, alcanza aproximadamente a 0,02q, mientras que
debajo de la zapata B dicha presión se incrementa en 0,504. Por ello, si el
estrato C es muy compresible, el asentamiento de B puede llegar a ser muy

A,— q, porunidad
de area a A

NAgesg PLN,
qtrato E 2
IA E pz o
9257
Fig. 54.5. Corte a través de un subsuelo estrati do, en el cual se muestran las
tensiones que se originan en el estrato C por efecto de la presión unitaria q, transmi-
tida a la superficie del terreno: (4) por un plato de carga de 30 x 30 em; (B)
por una zapata de tamaño natural.
492 FUNDACIONES

grande; si al contrario, C es duro, el asentamiento de B será muy pequeño.


No obstante, los resultados del ensayo de carga son prácticamente indepen-
dientes de la compresibilidad de C, pues el incremento de presión sobre
dicho estrato, producido por la carga que actúa en el plato de prueba, es
despreciable.
Debido a las circunstancias ilustradas por la figura 54.5, es necesario
ejecutar ensayos de penetración para saber si las variaciones de densidad
del subsuelo son puramente erráticas, o si la densidad del subsuelo, situado
dentro de la profundidad activa de las zapatas a construir, aumenta o dis-
minuye visible y firmemente con la profundidad. Si la variación es com-
pletamente errática, resulta suficiente ejecutar por lo menos seis ensayos
de carga en diferentes lugares a la cota de fundación de las futuras zapatas.
Si la densidad varía en forma consistente con la profundidad, deben efec-
tuarse además ensayos de carga a uno o dos niveles distintos dentro de la
zona activa. La presión admisible debe siempre determinarse en función
de los resultados más desfavorables de los ensayos.
La descripción efectuada de la técnica para ejecutar ensayos de carga
supone que el nivel de la napa freática está a gran profundidad por debajo
de la cota de fundación. Si el nivel de la napa coincide con la cota de fun-
dación, o está apenas por debajo de la misma, el plato de carga debe colo-
carse al nivel de la napa en el fondo de una excavación de 1,50 metros de
lado. Por otra parte, si el nivel de la napa está por encima de la cota de
fundación, debe deprimirse con pozos filtrantes o bombeando desde sumideros
antes de efectuar los ensayos de carga. Si se bombea desde pozos filtrantes,
la excavación no necesita tener un ancho mayor de 1,50 metros. El plato
de carga debe colocarse al nivel de la napa deprimida y las presiones admi-
sibles se calculan utilizando la fórmula 54.3,
Siempre que la napa se encuentre a poca profundidad por debajo de la
cota de fundación (menos de 1 a 1,5 m), los ensayos de carga deben ejecutarse
al nivel de la napa, pues en caso contrario la cohesión aparente que la
humedad imparte a la arena puede introducir un error que falsea los resul-
tados y exagera la capacidad de carga de la arena.
A decir verdad, aun cuando el nivel freático se encuentre a una profun-
didad considerable, la influencia de la cohesión aparente sobre la curva
carga-asentamiento de una chapa cuadrada de 30 X 30 cm que apoya en
arena fina o muy fina puede resultar intolerablemente grande, mientras que
su influencia sobre una zapata de tamaño natural suele ser mucho menor y
aun d iable. Bajo estas ci ias, el uso del procedimi: de los
ensayos normales de carga no es aconsejable.
Si la napa se deprime por bombeo desde sumideros, la excavación en
la que se va a efectuar el ensayo de carga debe tener un ancho por lo
menos igual a 3 metros. Una vez que la excavación ha llegado al nivel de
la napa, debe construirse inmediatamente una zanja de drenaje que circunde
el fondo de la misma. Si la excavación debe llevarse a uma cota más pro-
funda, la zanja de drenaje tiene que mantenerse suficientemente profunda
como para impedir que el agua llegue a filtrar por la parte central del fondo
de la misma. Estas exigencias requieren mucho cuidado y una atenta super-
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 493

visión, pues, si no son satisfechas en forma estricta, los resultados de los


ensayos de carga pueden conducir a conclusiones muy erróneas, ya que las
presiones del agua de filtración, que sube hacia el fondo de la excavación,
pueden aumentar en forma considerable los asentamientos.
en arenas por medio
El método de determinar la presión admisible debido
de ensayos de carga es siempre muy caro y laborioso, a las cuidadosas
preparaciones y al gran número de ensayos requeridos y a que, además, si
el programa de ensayos no se plantea y ejecuta con habilidad, los resultados
obtenidos pueden conducir a conclusiones erróneas. Por ello, el uso de este
métodos debe considerarse solo en obras muy importantes, donde el costo
de los ensayos constituye una pequeña fracción del costo total de la obra.
Presiones admisibles en arcilla saturada
La tabla 54.3 proporciona una lista de los valores corrientes, utilizados
como presiones admisibles en arcillas. Esta tabla, al igual que la tabla 54.2,
que se refiere a arenas, está sujeta a la crítica de que la terminología utilizada
es vaga y que, además, se basa en propiedades del suelo que no tienen
importancia para el caso. La única forma en que se puede desarrollar un
dimi isf: io para di inar la presión admisible consiste en
lacil dicho im con propiedad icas bien definidas
de la arcilla.
La presión admisible en arcillas debe satisfacer, como en el caso de
arenas, la condición de que el coeficiente de seguridad respecto de la rotura
del terreno sea adecuado y, además, que el asentamiento producido por las
cargas permanezca dentro de límites tolerables.
Tabla 54.3
Presiones admisibles corrientes en arcilla
Resumen de la tabla 54.1

Suelo qu en kg/cm

20 Arcilla en mantos espesos, siempre Seca -=. 46

El coeficiente de seguridad a la rotura por hundimiento de una zapata


en arcilla depende de la resistencia al corte de la misma. En este aspecto,
494 FUNDACIONES

y mientras no se modifique en forma apreciable su contenido de humedad


por consolidación, las arcillas saturadas se comportan en el terreno como
si $ fuese igual a cero y la cohesión c fuese aproximadamente igual a un
medio de la resistencia a compresión simple q. o a la cohesión no drenada C.
de muestras suficientemente inalteradas (véase artículo 18). Por tanto, de
la capacidad de carga unitaria neta a rotura qu neto (artículo 33) para una
zapata apoyada cerca de la superficie de un estrato de arcilla puede calcu-
larse con la expresión:

qa soto = 50 (: +02 2) ( +02 +) (83.17)


donde B y L son el ancho y la longitud de la zapata, y la profundidad D,
de la fundación no excede de 2,5B. Para una zapata circular se puede const-
derar al diámetro D = B = L.
Para arcillas blandas, estos valores son apenas superiores a las presiones
admisibles usuales indicadas en la tabla 54.3, de modo que no es de sor-
prender que roturas completas de zapatas en arcillas de esta consistencia
se produjeran con cierta frecuencia como resultado de una elección no acer-
tada de la presión admisible.
En condiciones normales, el coeficiente de seguridad de zapatas
arcilla saturada, al igual que en caso de arenas, no debiera ser menor de 3.
No obstante, si las zapatas se calculan para cargas que tienen muy poca pro-
babilidad de producirse, se puede tolerar un valor F = 2. Por ejemplo, este
valor sería adecuado si la carga de cálculo de una zapata de un edificio de
oficinas incluyese la sobrecarga máxima, simultáneamente con la máxima
acción del viento y de la nieve.
Para calcular la capacidad de carga de una arcilla saturada se necesita
conocer la resistencia media no drenada del suelo situado por debajo de la
cota de fundación de las zapatas. La forma más expeditiva de obtener estos
datos consiste en efectuar perforaciones en correspondencia con la ubicación
de varias de las zapatas y extraer muestras continuas, en tubos de pared
delgada de dos pulgadas, o preferentemente de tres pulgadas, entre la cota
de fundación y una profundidad por debajo de la misma por lo menos igual
al ancho de la zapata, Extraídas las muestras de los tubos, pueden éstas
seccionarse longitudinalmente y ensayarse a intervalos de 10 a 15 cm con la
veleta manual ilustrada en la figura 18.3, o bien ser utilizadas para determinar
en laboratorios la resistencia no drenada con ensayos de compresión simple
o triaxiales, según resulte apropiado, ejecutados con un intervalo de unos
15 cm. Se calcula luego el término medio de la resistencia al corte c obte-
nida de los ensayos de torsión o de los ensayos de laboratorio para cada per-
foración y el menor de estos valores medios se introduce en la ecuación
33.17, con la cual se calcula la capacidad de carga a rotura, la que se divide
por un coeficiente de seguridad de 3 para obtener la tensión admisible.
Este procedimiento es válido siempre y cuando no exista, dentro de la
profundidad activa, una capa de arcilla más blanda que la que define el
valor c que sirve para determinar la presión admisible (Skempton, 1951) y,
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 495

por tanto, no puede utilizarse para calcular la presión admisible de una


costra de arcilla compacta que descansa sobre arcilla más blanda.
La determinación de la resistencia no drenada por medio de ensayos
de compresión simple, ensayos triaxiales no drenados o con la veleta manual
de torsión es tan expeditiva que no es correcto estimar la capacidad de carga
a rotura en base a los resultados del ensayo normal de penetración descripto
en el artículo 44. Si no se pueden obtener muestras en tubos, los ensayos
deben ejecutarse utilizando las extraídas con el sacamuestras partido, aun
cuando la alteración que éste produce puede conducir a una apreciable
estimación por defecto de la resistencia del suelo.”
Si la arcilla no contiene numerosas capitas de arena o limo que lleguen
a invalidar los resultados, el valor de c puede también determinarse en el
terreno utilizando una veleta (artículo 45). Los ensayos deben en tal caso
realizarse a intervalos no mayores de 30 cm a lo largo de varias líneas
verticales. Se calculan luego los términos medios a lo largo de cada línea
vertical y la determinación de la capacidad de carga se realiza con el menor
de los valores así obtenidos.
Algunas arcillas compactas están compuestas de pequeños fragmentos
angulares separados entre sí por fisuras capilares. La presencia de las fisuras
impide la realización de ensayos a la compresión simple, pues el material
suele desintegrarse cuando se preparan las probetas. Además, las fisuras
invalidan la ecuación 33.17, ya que cambian el estado de tensión que origina
la rotura, de modo que la capacidad de carga a rotura de dichas| arcillas
tiene que determinarse con el método de los ensayos de carga.”
Se deben ejecutar ensayos de carga sobre platos de 60 X 60 centímetros,
dispuestos en el fondo de excavaciones de por lo menos 1,80 X 1,80 metros
de lado que han llegado hasta la cota de fundación. Si entre esta cota y
una profundidad B (zapatas cuadradas) o 2B (zapatas continuas) la consis-
tencia de la arcilla varía mucho, los ensayos de carga deben efectuarse a
dos o tres niveles diferentes dentro de esta zona. El número de ensayos
de carga o conjuntos de ensayos de carga necesarios depende en especial
del grado de homogeneidad del estrato de arcilla y del número de zapatas.
La carga debe aplicarse en incrementos hasta que la curva presión-
asentamiento (fig. 33.1) indique que se ha alcanzado la capacidad de carga
del suelo 44 neto, O bien hasta superar una presión por lo menos igual a tres
veces el valor de la máxima que la fundación va a trasmitir al terreno.
La presión admisible sobre una arcilla saturada puede tomarse igual a
un tercio del valor q4 neto determinado con la ecuación 33.17, o con ensayos
de carga como los descriptos en el párrafo precedente, siempre que las
condiciones del subsuelo justifiquen la hipótesis de que el asentamiento que
Véase nota del traductor pág. 337 (N. del T.
+ Toda vez que la preparación de probetas se torna posible, la capacidad de carga
a rotura puede con frecuencia calcularse también determinando los pa letros de re-
sistencia al corte de suelo con ensayos triaxiales
no drenados, consolidados no drenados
o drenados, según corres] a las condiciones
de drenaje y a la velocidad
con que se
incrementa la carga de la obra; no así con E de compresión simple. El cálculo se
realiza con las ecuaciones del artículo 39, (N. 1 T.)
496 FUNDACIONES

AnchoB ae la zapata en melros


Fig. 54.6. Relación aproximada entre el ancho B y el asentamiento final de una
zapata apoyada arcilla normalmente consolidada.

va experimentar la fundación se sitúa dentro de un valor tolerable. La


validez de esta hipótesis depende principalmente de si la arcilla es normal-
mente consolidada o preconsolidada.
Si las zapatas descansan en arcilla normalmente consolidada, tanto el
asentamiento total como el diferencial pueden alcanzar una magnitud muy
grande, hecho que puede demostrarse calculando el asentamiento total de
zapatas continuas de distintos anchos fundadas sobre arcilla blanda normal-
mente consolidada. La figura 54.6 muestra los resultados de un cálculo
de esta naturaleza. Se supone que las presiones trasmitidas por las zapatas
son de 500 gramos por centímetro cuadrado, que la cota de fundación está
a 1,50 metros por debajo del terreno natural, que dentro de la zona activa
el suelo pesa 1.800 kg por metro cúbico, que el Kmite líquido de la arcilla
es del 40 por ciento y que el asentamiento de las zapatas se debe exclusi-
vamente a la consolidación del suelo. El índice de compresión de la arcilla
se calculó utilizando la fórmula 13.11, y el asentamiento con la fórmula
13.8. La curva que representa la relación entre el asentamiento y el ancho
de la zapata se asemeja a la curva de punto y raya de la figura 41.3 e indica
que, a diferencia de lo que ocurre con las zapatas en arenas, el asentamiento
de las zapatas en arcilla aumenta casi en proporción directa con el ancho
de las mismas.
Por otro lado, la figura 54.6 muestra que los asentamientos de zapatas
continuas uniformemente cargadas y de ancho constante, fundadas sobre un
depósito uniforme de arcilla normalmente consolidada, pueden ser muy
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 497

grandes y que los asentamientos de zapatas de anchos distintos pueden ser


muy diferentes. Pero, además, los asentamientos de zapatas de un mismo
ancho pueden también ser muy distintos, ya que la compresibilidad de los
estratos naturales de arcilla suele variar en forma considerable en sentido
horizontal. Así es que, en zonas de ciertas ciudades, como las de Estambul
y Méjico, en que el subsuelo está constituido por arcillas normalmente conso-
lidadas, los asentamientos diferenciales de los frentes de las casas son fácil-
mente percibidos a simple vista.
Afortunadamente, la fundación de zapatas sobre arcillas normalmente
consolidadas es una excepción rara. En la mayoría de las localidades, aun
las arcillas blandas son preconsolidadas en cierto grado, ya sea por deseca-
ción o por descenso temporario de la napa freática.
En las pocas regiones en que por fuerza las estructuras deben construirse
sobre arcillas ] lidadas o lidadas, se
considera por lo común inevitable que se originen asentamientos diferenciales
de varios centímetros y aun decímetros de magnitud, asentamientos que no
pueden disminui duciendo las tensiones admisibl 1 del cri-
terio,
do = 1 quee
(Eq. 33.17) pues lo único que se consigue es aumentar inútilmente el costo
de la fundación. Por ello, el proyectista solo tiene dos alternativas entre las
cuales puede elegir. Proyecta sus zapatas con los valores obtenidos según
eq. 33.17, corriendo el riesgo de que se produzcan grandes asentamientos
diferenciales, o bien recurre a otro tipo de fundación (platea, pilotes, pila-
res o cilindros), tipos que se tratan en los próximos artículos.
Las arcillas de consistencia media a compacta situadas a poca profun-
didad son siempre preconsolidadas y la tensión admisible q,, que corresponde
a un coeficiente de seguridad de 3 respecto a una rotura, es casi siempre
menor que la presión de preconsolidación. Como consecuencia, los asenta-
mientos diferenciales de fundaciones sobre zapatas apoyadas en tales arcillas
raramente exceden de los que se producen en zapatas en arena adecuada-
mente proyectadas. Aun cuando los asentamientos máximos pueden llegar
a ser mayores que los que se producen en fundaciones semejantes en arena,
son en general moderados. Se calculan en base a los resultados de ensayos
de lidación cuidad lizados sobre muestras inalteradas. La
curva e-log p del terreno debe determinarse siguiendo los procedimientos
bosquejados para las arcillas preconsolidadas en el artículo 13, La relación
entre e y p obtenida de dicha curva es válida, sin embargo, solo en la condi-
ción de que en la arcilla las deformaciones laterales se encuentren impedidas,
como en el ensayo de consolidación. Si, en cambio, en el terreno las defor-
maciones laterales se pueden desarrollar libremente, la presión de poros
inicial producida con la aplicación de la carga es una función del coeficiente
A de presión de poros (ecuación 15.3) el que, para arcillas preconsolidadas,
suele tener un valor considerablemente inferior a uno. Como resultado, los
asentamientos reales debidos a la consolidación son menores que los calcu-
498 FUNDACIONES

lados con las curvas e-log p. Con razonable aproximación los asentamientos
calculados con dichas curvas pueden multiplicarse por un factor de correc-
ción que varía entre aproximadamente 0,4 y 0,7 para arcillas moderada-
mente preconsolidadas, y de 0,2 a 0,6 para aquellas fuertemente preconso-
lidadas (Skempton y Bjerrum, 1957).
Aun cuando el asentamiento de estructuras apoyadas en zapatas de
fundación situadas sobre arcilla blanda suele ser excesivo si la arcilla es
normalmente consolidada, la más pequeña precompresión puede reducir
radicalmente los asentamientos. Lamentablemente, aun las mejores técnicas
de muestreo y ensayo suelen resultar inadecuadas para detectar o permitir
una evaluación segura de pequeñas presiones de preconsolidación (Simons,
1963), de modo que los asentamientos calculados son con frecuencia mucho
mayores que los reales. Por otro lado, las consecuencias de una sobreesti-
mación del grado de precompresión pueden resultar muy perjudiciales. Por
ello, solo un estudio cuidadoso del comportamiento de las estructuras exis-
tentes sobre el mismo depósito puede permitir un juicio sano sobre las
condiciones reales. Caso contrario, debe adoptarse un criterio conservador.

Presiones admisibles de suelos intermedios entre arena y arcilla


Los suelos más importantes que tienen características intermedias entre
arena y arcilla son el limo y el loess. Tratándose de limo, se puede obtener
una información preliminar grosera con respecto a las condiciones del suelo
ejecutando ensayos normales de penetración. Si el número de golpes para
hincar el sacamuestras 30 centímetros (véase artículo 44) es menor de 10,
el limo es suelto; si es mayor de 10, el limo es medianamente denso o denso.
El limo suelto puede ser menos adecuado que la arcilla blanda nor-
malmente consolidada para soportar fundaciones directas sobre zapatas.
Esta aseveración se halla bien demostrada por los resultados de observa-
ciones de asentamientos en nueve estructuras fundadas sobre depósitos de
limo en Alemania, Las estructuras trasmitían al suelo presiones relativa-
mente bajas; variables entre 1,1 y 2 kg por centímetro cuadrado. Los asen-
tamientos alcanzarun valores comprendidos entre 20 centímetros y un me-
tro. Una reducción del 50 por ciento en la presión admisible hubiera au-
mentado enormemente el costo de las fundaciones, sin llegar a reducir los
asentamientos a valores tolerables (L. Casagrande, 1936).
Los limos densos y medianamente densos pueden dividirse en dos cate-
gorías: limos con características de un polvo de roca, es decir, no plásticos,
y limos plásticos (véase artículo 2). La presión admisible de los limos
sin plasticidad puede determinarse con las reglas que son aplicables a la
arena muy fina; la de los limos plásticos con los métodos utilizados para la
arcilla, '
En obras importantes, para las cuales se justifica un análisis más refi-
nado, la capacidad de carga a rotura puede calcularse utilizando las ecuacio-
nes del artículo 33. La evaluación de estas ecuaciones requiere un conoci-
miento de c y de ¿, obtenidos de ensayos triaxiales ejecutados sobre mues-
ART, 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 499

tras inalteradas. Las muestras deben consolidarse en la célula triaxial bajo


la presión de cámara antes de incrementar la presión vertical hasta llegar
a la rotura. El procedimiento a seguir durante este incremento depende de
la velocidad de disipación de presión de poros anticipada para el terreno
en relación con la velocidad del incremento de la carga en la zapata. Si
el limo es relativamente impermeable y el aumento de carga rápido, los
ensayos consolidados no drenados son los apropiados. Por el contrario, si
el limo es permeable y la velocidad de construcción y carga muy lenta se
puede aproximar a la condición drenada (artículo 15). Con suelos limosos
y velocidades usuales de carga suelen prevalecer condiciones intermedias.
Por ello, para seleccionar los valores adecuados de c y $ a utilizar en estas
circunstancias se necesita un criterio maduro ayudado con estimaciones de
la velocidad de disipación de presiones de poros basadas en la teoría de la
consolidación (artículo 25)*.
No hay todavía disponible un procedimiento seguro para estimar el
* Para suelos intermedios no saturados, o saturados de rápido drenaje, el traductor
ha utilizado en la práctica profesional uno de los siguientes criterios para obtener los
valores de c y $ a introducir en las ecuaciones del artículo 33, cuya elección la ha
acondicionado al peso de la experiencia de que menciona en su nota de pág. 473.
a) ensayos no drenados, en cuyo caso la capacidad de carga a rotura qu, calculada
con las ecuaci mencionadas, se sitúa bien del lado de la seguridad. Los asenta-
mientos de las fundaciones así proyectadas resultan siempre pequeños, salvo que el suelo
sea un limo del tipo “colapsible” (Véase N, del T. pág. 468).
b) ensayos parcialmente consolidados no drenados o parcialmente drenados, que
tengan en cuenta una relación presunta entre velocidad de incremento de la carga y
drenaje del suelo, en cuyo caso la capacidad de carga a rotura qx calculada con las ecua-
ciones del' art. 33 proporciona un valor tope superior de la condición crítica que se
desarrolla al sobrecargar por primera vez la estructura.

—*—
ZAPATA
AISLADA
|
= 7
sx
/ sx
UELO NO DRENADO ae E SUELO NO DRENADO
== No

SUELO PARCIALMENTE DRENADO


Estimación de la capacidad de carga a rotura cuando durante la construción se
produce drenaje parcial.

e) debido a que el drenaje por consolidación no se extiende a todo el volumen que


abarca la configuración de rotura, sino que la comprende solo parcialmente como indica
500 FUNDACIONES

asentamiento de fundaciones directas apoyadas sobre limos, de modo que


se está obligado a recurrir a los métodos semiempíricos desarrollados para
las arenas. Las predicciones de asentamientos para las variedades plásticas
pueden basarse en los resultados de ensayos de consolidación de laborato-
rio ejecutados sobre muestras inalteradas.
El segundo suelo importante que tiene características intermedias entre
arena y arcilla es el loess (véase artículo 2). Éste es un suelo que cubre
grandes extensiones en la parte central de cada uno de los cinco continentes.
Debido a la presencia de un cementante calcáreo y de agujeros de
raíces, características típicas de todo loess verdadero, las propiedades de
este suelo son muy distintas de las de otros suelos con características granu-
lométricas similares. La capacidad de carga de un limo normalmente conso-
lidado es, por lo general, muy baja, mientras que la del loess puede ser muy
alta. Así, si un estrato de loess verdadero está situado permanentemente
por encima de la napa freática, puede tener capacidad para soportar zapatas
que trasmiten presiones de 2 6 3 kg por centímetro cuadrado, sin que se
produzca un asentamiento perceptible.
Sin embargo, no siempre se puede confiar en el loess, pues en algunos
lugares su capacidad de carga cambia mucho con las estaciones del año,
cambios que se originan como consecuencia de parieciones en el valor de
la cohesiva das por al ido de hume-
dad. Así, por ejemplo, en Rusia Central se ea la fundación de un
depósito de carbón tomando como base los resultados de ensayos de carga
ejecutados en el verano. El depósito se construyó también en el verano,
pero antes de que estuviese terminado comenzaron las lluvias del otoño y el
depósito empezó a asentarse en forma desigual y las paredes se agrietaron.
En la parte central de Alemania se construyó una casa de calderas en un
estrato de loess situado parcialmente por debajo del nivel superior de la
napa, y aquí también los proyectistas fueron engañados por la resistencia
3 te del suelo. Las zapatas fueron proyectadas para una presión admi-
sible del suelo de 1,2 kg por centímetro cuadrado, pero bajo presiones mucho

la figura agre ad ,
Para el cálculo puedeel valor de la capacidad de carga real
suponerse: q es intermedia entre q» y
q qu
qr=0qx
+ (1-0) qu
El valor de a debe ser estimado en base a unrcendlita de le megnttod relativa, de
rta peo cesar e lo largo de la eupecticia de cidltzamiento: Como me
de seg tentativamente se usa a =
lo se tiene suficiente conocimient
Eo sora lali ss pilla ias
la solución Prepa E La ra autores y la práctica expuesta cuando para la primera se
adoptan ensayos consol no drenados. Conviene, empero, advertir que en estos
si el suelo es muy ornato o tiene una relación de vacíos alta se pueden desarro-
Maraasentamientos relativamente importantes que is particular ración.
SY se reune, en cambio, a casayos denad
drenados,
Tas capacidades de carpa calenladés
según la ta de los autores son, en general, mayores que las deducidas de la
fórmula que pe y lo mismo e Puedo pases cerda
el o Para respectoa
cómo varían o y $ con el drenaje parcial véase tto O. “Contributionto Main
Session 2 - Foundations of buildings”. Proc. in Co on Soil Mech. and Found.
Eng. Vol, III, págs. 246-248, México, 1969.
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 501

menores el asentamiento ya se había tornado excesivo, de modo que algunas


de las zapatas tuvieron que ser recalzadas, mientras que las restantes se
proyectaron de muevo durante la construcción para una presión sobre el
suelo de 0,35 kg por centímetro cuadrado (Scheidig, 1934).*
La variedad de dades físicas que los
suelos loéssicos imposibilita el desarrollo de simples reglas empíricas, simi-
lares a las descriptas para arena y arcilla, que permitan determinar la tensión
admisible en dichos suelos, Por ello, si debe construirse una fundación
directa sobre un loess en una región donde no existen precedentes, el pro-
yectista debe recurrir al método de los ensayos de carga, combinado con
una investigación sobre el efecto que la humedad ejerce sobre la capacidad
de carga del suelo. En algunos casos descubrirá que, a pesar de la aparente
solidez, el loess que se estudia no tiene resistencia permanente para soportar
una fundación directa sobre zapatas (Clevenger, 1958; Peck e Ireland, 1958).
Zapatas situadas en suelo firme por encima de estratos blandos
Los valores dados para los asentamientos de zapatas proyectadas siguien-
do las reglas descriptas en los apartados precedentes se basan en la hipótesis
de que el suelo no se torna más blando con la profundidad. Si esta condición

q enelpleno seperoción?
Fig. 54.7. Disgrama que ¡lutra el método de cáleulo para verificar si la presión
trasmitid subsuelo constituido de arcilla estratificada es o no excesiva, La
cscnta la variación con la profundidad de la presiónvertical debajo de
única, despreciando la influencia de las zapatas 5. La curva Ci
representa la presión vertical debajo de la misma zapata cdo om e raenia
la influencia de las zapatas vecinas,

* Es ésta una característica que no solo distingue a los loess de baja densidad
sioo que lambién observan algunos Himos poco plásticos no saturados llamados “colapei-
bles”, Jos cualez poseen una estractura sulla que, bejo ciertas: condiciones: se derrunba
cuando, sometidos a carga, se saturan. Véanse, por elejemplo, los ensayos de carga sobre
“platos de 1 m X 1 m descriptos en Moretto O. y - “Propiedades y comportamiento
-de un suelo limoso de E p AA 22 Cong a de Mee, de Suelos y imentacio-
31. (N.
502 FUNDACIONES

no se satisface, sichos valores dejan de tener validez, por las razones que
e la figura
Esta figura te la distribución de: tensiones debajo de una zapata
que descansa en un estrato firme A situado encima de un estrato blando B.
Si el borde superior del estrato blando se halla cerca del plano de fundación,
la zapata puede llegar a punzonar el estrato firme y hundirse en el blando.
Este tipo de rotura no es raro (Skempton, 1942); puede evitarse dando a la
zapata las dimensiones necesarias para que la presión sobre el borde superior
del estrato B no exceda la presión admisible del mismo. La presión en
dicho borde puede calcularse con el método descripto en el artículo 40, o
en forma menos exacta, se puede suponer que la carga sobre la zapata se
distribuye uniformemente según una pirámide truncada cuyas aristas nacen
en las aristas de la zapata y tienen una inclinación de 60% con la horizontal.
Si el límite superior del estrato blando B está situado a mucha profun-
didad con respecto a la cota de fundación, la rotura por punzonamiento y
hundimiento en el terreno no se puede producir, pues el estrato A actúa
como si fuese una espesa platea que distribuye todo el peso del edificio
casi uniformemente sobre la superficie de B. La rigidez a flexión de esta
platea natural impide el levantamiento del plano superior del estrato B
fuera de la zona cargada, pero no es obstáculo para que el asentamiento
pueda llegar a ser muy grande. Por ejemplo, el peso del edificio represen-
tado en la figura 54.8 se trasmite por zapatas continuas a un estrato de
arena y grava densa que, a una profundidad de 7 metros por debajo de la
cota de fundación, descansa en una capa de arcilla blanda de 15 metros de
espesor. Las zapatas se calcularon para una presión admisible de 2,5 kg/cm*,
un valor conservativo para la arena y grava densa. La prin máxima que
actuaba en la superficie de la arcilla como consecuencia del peso del edificio
era de 1,1 kg/cm?. Durante la construcción, que duró un año, las zapatas
se asentaron entre 2,5 y 10 centímetros y, en los cuarenta años subsiguientes,
el asentamiento máximo aumentó hasta alcanzar casi un metro. Como el
piso del sótano, que descansaba en la arena entre las zapatas, no se agrietó
ni se desplazó respecto de estas últimas, resulta evidente que la capa de
arena y las zapatas se asentaron en forma simultánea.
El deterioro que había sufrido el edificio, diez años después de cons-
truido, era tan grande, que sus dueños decidieron reforzar la fundación, pero,
a pesar de los síntomas mencionados, no se sospechó que la fuente de los
os estaba situada debajo de la arena, de modo que el “refuerzo”
aumentando el ancho de las zapatas para reducir en un 30 por
ciento la presión trasmitida por las mismas. Como la presión sobre la
il a no se varió con estas medidas, las costosas alteraciones ejecutadas
no tuvieron el menor efecto sobre la marcha de los asentamientos, que con-
tinuaron según las curvas de la figura 54.8c.
Años más tarde se extrajeron muestras inalteradas de la arcilla a cierta
distancia del edificio y se calculó, en función de los resultados de ensayos
de consolidación, la magnitud y velocidad media de asentamiento del edificio
en conjunto. La magnitud y velocidad teórica del asentamiento, represen-
tadas por la curva de trazos interrumpidos en la figura 54.8c, son muy
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 503

5
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Fig. 54.8, (a) Sección trasversal de la fundación de una estructura apoyada en
densa, debajo de la cual hay arcilla blanda; (b) planta de la estructura;
(e) curvas tiempo-asentamiento observadas, La curva punteada representa la relación
tiempo-asentamiento, calculada con los resultados de ensayos de consolidación.
Según Terzaghi, 1933.)
similares a las reales, si se excluye el efecto secundario que no puede aún
ser calculado (artículo 14). Debido al efecto secundario, el asentamiento
real tiende a una velocidad constante, que varía en distintas partes de la
estructura de 3 a 8 milímetros por año, mientras que la curva de los asen-
tamientos calculados tiende a una horizontal (Terzaghi, 1935).
Las observaciones que se han ilustrado con la figura 54.8 muestran
muy claramente que el asentamiento, debido a la consolidación de capas
blandas profundas situadas por debajo de la cota de fundación, es en reali-
dad prácticamente independiente de la presión trasmitida por las zapatas.
Esto se debe al hecho de que el estrato firme que soporta las zapatas actúa
como una platea natural que distribuye las cargas sobre las capas blandas.
Los procedimientos para calcular los asentamientos originados por la conso-
lidación de capas profundas y los métodos para reducirlos se tratan en el
artículo 55, al considerar las fundaciones sobre plateas. Una vez que se
han distribuido las fundaciones de modo que el asentamiento producido por
la consolidación de las capas blandas permanezca dentro de límites tole-
rables, las zapatas pueden proyectarse como si los estratos biandos no exis-
tiesen. Es decir que la presencia de los estratos blandos puede obligar al
proyectista a cambiar la disposición de su fundación, pero no tiene relación
alguna con la presión admisible a considerar para las zapatas.
Resumen de las reglas para determinar la presión admisible
«de los suelos
(1) Exceptuando el caso de zapatas angostas sobre arena suelta satu-
rada, las presiones admisibles en arena dependen solo de los asentamientos
504 FUNDACIONES

máximos permisibles, ya que se puede presuponer que el coeficiente de


* seguridad con respecto a una rotura del suelo será adecuado. Las reglas
que se han sugerido para determinar estos valores satisfacen la condición
de que el asentamiento máximo difícilmente llegará a exceder 2,5 centíme-
tros y el diferencial 2 En obras cori la presión admisibl
de arena seca o húmeda puede determinarse en función de los resultados
de ensayos de penetración normales utilizando el gráfico de la figura 54.4.
Si el nivel superior de la napa freática está cerca o por encima de la cota
de fundación, debe también considerarse la relación de profundidad D//B.
Cuando esta relación es muy pequeña, los valores obtenidos del gráfico
deben reducirse a la mitad; si está cerca de la unidad, basta con disminuirlos
en un tercio. Las fuentes más importantes de error que tiene este proce-
dimiento y la manera de evitarlas fueron consideradas al tratar el procedi-
miento. En obras importantes puede aplicarse el método de los ensayos
de carga, pero tiene el inconveniente de ser caro y laborioso, y además, si
no ha sido planeado y ejecutado con habilidad, los resultados pueden con-
ducir a conclusiones muy erróneas. La arena muy suelta y saturada debe
ser compactada.
(2) La tensión admisible de la arcilla se determina comúnmente con
la condición de que el coeficiente de seguridad con respecto a la rotura
del suelo sea por lo menos igual a 3.
La capacidad de carga a rotura se puede calcular con las ecuaciones
del artículo 38 y los resultados de ensayos triaxiales o de corte no drenados
o de ensayos de compresión simple de la arcilla situada debajo de las zapa-
tas a construir. Una vez que se ha fijado la presión admisible del suelo
iguiendo este dimi es necesario di inar si el i
tendrá valores tolerables o no. Si la arcilla es normalmente consolidada,
hay muchas probabilidades de que el asentamiento llegue a ser excesivo
y puede que la fundación a adoptar no sea la directa sobre zapatas. Si, por
el contrario, la arcilla es preconsolidada, el asentamiento diferencial es en
general tolerable. En casos de duda debe utilizarse el método de los ensayos
de carga. La presión admisible en arcillas compactas fisuradas solo puede
determinarse con este método *.
(3) El limo suelto saturado, de cualquier naturaleza, es inadecuado
para soportar una fundación sobre zapatas. La presión admisible del limo
no plástico (del tipo polvo de roca) denso, o medianamente denso, puede
determinarse con las reglas indicadas para la arena. Para el limo plástico
medianamente compacto o compacto, puede aproximarse con los procedi-
mientos aplicables a las arcillas. Para cálculos más refinados, se requiere
la ejecución de ensayos triaxiales y un criterio maduro en lo que se refiere
a la disipación de la presión de poros en el limo a medida que aumentan
cargas sobre las zapatas. No se puede dar reglas generales que sirvan
para obtener la presión admisible en loess.
(4) Si el área ocupada por las zapatas excede de un medio del área
* Véanse notas del traductor, págs. 495 y 499, (N. del T.)
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 505

total cubierta por el edificio, puede resultar más económico dotar al edificio
con una fundación sobre platea.
Proyecto de las zapatas
Pasos a seguir en el proyecto. El primer paso a seguir en el proyecto
de las zapatas consiste en calcular la carga total efectiva que será trasferida
al subsuelo en la cota de fundación. El segundo, en determinar la presión
admisible del suelo. Con ello se obtiene el tamaño de la zapata dividiendo
la carga total efectiva por la presión admisible, para calcular finalmente
los momentos flectores y esfuerzos de corte y dimensionar la zapata,
Cargas de cálculo. La carga total efectiva Q; trasferida al subsuelo
puede expresarse con la fórmula:
Q: = [0 —W.] + Q: = Qan + Qu (54.4)
en la que
Q = carga permanente en la cota de fundación, incluyendo el peso de la
zapata y del suelo situado sobre la misma. Si la napa freática está
por encima de la cota de fundación, debe deducirse la subpresión
(artículo 12), en la parte de suelo y hormigón sumergido.
W, = peso efectivo del suelo (peso total del suelo menos la subpresión)
que estaba situado por encima de la cota de fundación antes de
excavar, salvo que el edificio tenga sótano. En este caso, zapatas
e y d de la figura 53.1, para el cálculo de Q; solo debe deducirse el
peso del suelo situado por debajo del piso del sótano, ya que el
suelo situado por encima no solo ha sido retirado en correspondencia
con el área ocupada por la zapata, sino también al menos hacia uno
de los costados de la misma.
Qán Q — W, = carga permanente neta.
sobrecarga que actúa sobre la zapata, incluida la: debida al viento
Q
y a la nieve.
En todo estudio correspondiente a la sobrecarga debe hacerse una dis-
tinción entre la sobrecarga normal y la sobrecarga máxima. La sobrecarga
normal Qi, es aquella parte de la sobrecarga que actúa sobre la fundación
por lo menos una vez al año, mientras que la sobrecarga máxima Qimax
únicamente actúa cuando se producen simultáneamente varias circunstan-
cias excepcionales. Por ejemplo, la sobrecarga normal de un edificio de
oficinas de mucha altura incluye solo el peso de los muebles, de las personas
que normalmente ocupan el edificio en días de semana, y de la carga normal
“de nieve. La sobrecarga máxima es la suma de los pesos de los muebles y
del máximo número de personas que pueden apiñarse dentro del edificio
en ocasiones excepcionales, combinados con la máxima rarga de viento y
nieve. La carga total sobre la zapata bajo la sobrecarga no:mal se designa
con la notación:
Qin = Qun + Qin (54.5)
506 FUNDACIONES

y bajo la sobrecarga máxima:


Qimax = Qán + Qimaz (54.8)
Debido a las características excepcionales de la sobrecarga máxima y
a la poca probabilidad de que la fundación tenga que llegar a resistirla
alguna vez, es usual proyectar las zapatas para la carga total normal Q;,,
de modo tal que las presiones trasmitidas al suelo sean las mismas para
todas las zapatas. No obstante, es de buena ingeniería exigir también que
la carga máxima Qimax, en caso de producirse, no llegue a causar un daño
irreparable a la estructura. El procedimiento a seguir para cumplir con esta
exigencia, sin que se origine un gasto excesivo, depende del tipo de subsuelo.
Si las zapatas descansan en arena, un aumento de carga produce un
aumento casi simultáneo en el asentamiento, sin que por ello el coeficiente
de seguridad con respecto a una rotura del suelo deje, en general, de ser
aún adecuado. Para eliminar la posibilidad de que la estructura resulte
seriamente dañada como consecuencia de la acción de la sobrecarga _máxima,
el p ista debe ii el máximo 1 AS, en
exceso del normal de 2 centímetros, que, a su criterio, la estructura puede
aguantar sin daño perjudicial. Un asentamiento diferencial adicional igual
a ÁS correspondería a un asentamiento máximo de 1,33 AS sobre el valor
máximo normal de 2,5 centímetros.
Si todas las zapatas fueron calculadas en base a un asentamiento máxi-
mo de 2,5 centímetros para la sobrecarga normal, la sobrecarga máxima
incrementaría dicho asentamiento máximo a un valor:

= 25 Le (am) (54.7)
Si Smaz es menor del máximo tolerable de (13345 + 2,5), la sobrecarga
m ¡a no necesita ser considerada. Si, por el contrario, Smax es mayor de
(1,33AS + 2,5), las zapatas deben proyectarse de modo que bajo la sobre-
carga normal la presión sobre el suelo no sobrepase el valor:
e , ario AOS
1,3845 + 2,5
Smax
(54.8)
El valor de q.” es comúnmente distinto para las diferentes zapatas, pero
para calcularlas debe utilizarse el menor de los valores obtenidos, que es el
que corresponde a la zapata para la cual la relación Qrmazx/Qi es máxima.
Si las zapatas del edificio descansan en arcilla saturada, la presión admi-
sible viene determinada por la condición de que bajo la carga total normal el
coeficiente de seguridad debe ser por lo menos igual a 3 y que, además,
bajo ninguna circunstancia llegue a ser menor de 2, Si el coeficiente de segu-
ridad F bajo cargas normales es igual a 3, el coeficiente de seguridad F'
bajo la sobrecarga máxima es:
F=-=32 Qu
Doa (54.9)
ART. 54 FUNDACIONES SOBRE ZAPATAS 507

Si F' es igual o mayor de 2, la sobrecarga máxima no necesita ser conside-


rada y las zapatas pueden dimensionarse en función de la sobrecarga normal
con un coeficiente de seguridad F = 3; pero si por el contrario F' es menor
de 2, la presión admisible debe elegirse en tal forma que el coeficiente
de seguridad bajo sobrecarga mormal sea por lo menos igual a 6/F.
Reducción del asentamiento por variación del tamaño de las zapatas.
AL tratar de las tensiones admisibles de los suelos se dijo que el asentamiento
de áreas cargadas de la misma forma y que trasmiten la misma presión
al suelo aumentaba con el ancho del área cargada. Si las zapatas de una
estructura difieren mucho en tamaño, el asentamiento diferencial debido a
esta causa puede resultar importante. En estos casos puede ser justificable
adaptar, en cierta medida, las tensiones trasmitidas al suelo al tamaño de
las zapatas. Si el subsuelo consiste en arena, el asentamiento diferencial
puede disminuirse reduciendo el tamaño de las zapatas más pequeñas, pues
aun después de la reducción, el coeficiente de seguridad F con respecto
al hundimiento de las zapatas en el terreno suele resultar adecuado. La
aplicación de este procedimiento a las fundaciones directas en arcilla satu-
rada disminuiría a un valor menor de 3 el coeficiente F de las zapatas más
peq lo que no es admisible. Por ello, el i is ial de
fundaciones directas en arcilla saturada, solo puede disminuirse aumentando
el tamaño de las zapatas más grandes a dimensiones mayores que las reque-
ridas en función de la tensión admisible. Empero, para hacer estos ajustes
con alguna perspectiva de alcanzar los resultados deseados se necesita
mucho criterio, debido a que, además, hay que considerar los cambios
periódicos y excepcionales que se pueden producir en las condiciones de
carga de la estructura.
Disposición de las zapatas y cálculo de los momentos. Es costumbre
disponer cada zapata en forma tal que la carga resultante Qi (fórmula
54.5) pase por el centro de gravedad del área cubierta por la misma. En
este caso, los momentos flectores se calculan en la hipótesis de que la
presión del suelo se distribuye uniformemente en la superficie de contacto
entre zapata y suelo. En realidad, la presión de contacto en zapatas sobre
arena disminuye del centro hacia los bordes (fig. 42.2b) y los momentos
flectores reales son comúnmente menores que los calculados. Si, por el con-
trario, las zapatas descansan en arcilla blanda o medianamente compacta
y son además muy rígidas, las presiones de contacto pueden aumentar hacia
los bordes (fig. 42.2a), y entonces los momentos reales exceden a los cal-
culados. Esta diferencia entre hipótesis y realidad es cubierta ampliamente
por los márgenes de seguridad comúnmente adoptados en el cálculo de las
estructuras.
Las columnas de edificios industriales que soportan rieles de grúas se
hallan sujetas a grandes cargas excéntricas, toda vez que la grúa opera cerca
de las mismas, pero en el resto del tiempo solo soportan el peso propio y
las sobrecargas ordinarias. Es costumbre proyectar las conexiones entre las
-columnas y las zapatas de modo que resistan las cargas excéntricas, así que
los momentos producidos por las mismas se trasmiten a la fundación. Si
las zapatas descansan en arcilla saturada, la tensión máxima en el extremo
508 FUNDACIONES.

más solicitado del suelo, cuando se consideran todas las cargas, incluida la
debida a la grúa, no debe exceder la tensión admisible q,. El centro de gra-
vedad de las zapatas debe hacerse coincidir con el a de aplicación de la
resultante del peso propio, más la sobrecarga normal, más una pequeña frac-
ción, como ser el 25 por ciento, de la carga de la grúa y, además, deben
proporcionarse para la misma presión sobre el suelo bajo la acción de esta
resultante, Si, por el contrario, las zapatas descansan en arena, se debe
disponer de modo que, bajo el peso propio, más la sobrecarga normal, más
la máxima carga que, en condiciones normales de operación puede esperarse
de la grúa, la presión sobre el suelo resulte uniforme e igual a qa. En ninguna
combinación de carga concebible debe la presión exceder 1,5 ga.
Precauciones a tomar durante la construcción. 'Todas las fundaciones
directas sobre zapatas se proyectan inevitablemente en la hipótesis de que -
el suelo situado debajo de las mismas se halla aproximadamente en el mismo
estado en que fue encontrado durante las perforaciones o ensayos de carga
efectuados para estudiarlo. Si el suelo contiene bolsones blandos no intere-
sados por las perforaciones, o si la estructura del suelo es alterada durante
la excavación, el asentamiento será mayor y más desigual de lo que antici-
para el proyectista. Se puede evitar este riesgo ejecutando un ensayo simple
de penetración en el lugar de cada zapata una vez hecha la excavación
correspondiente. Uno de los varios métodos prácticos consiste simplemente
en contar el número de golpes por metro necesarios para 'hincar una barra
en el terreno por medio de un martillo de caída libre. Si dentro de la profun-
didad activa de una zapata dada se encuentran puntos excepcionalmente
blandos, la zapata debe proyectarse de nuevo. Este procedimiento es más
económico que tener luego que recurrir a una reparación.
Hay dos casos que se presentan con frecuencia en obra y que merecen
especial cuidado, pues suelen producir una alteración de la estructura del
suelo. Si el subsuelo consta esencialmente de limo o de arena fina, puede
resultar alterado en forma radical cuando se bombea desde sumideros en el
interior de la excavación. La alteración suele a veces ir asociada con el
descenso del terreno adyacente a la excavación, debido a que por sifonaje
la arena inferior surge por el fondo, descenso que puede provocar desper-
fectos en las propiedades vecinas. Por ello, si las zapatas a construir en
tales suelos exigen excavar bajo agua, debe drenarse el lugar bombeando
desde pozos filtrantes y no desde sumideros (artículo 47). Ocasionalmente,
aun en el caso en que se bombea desde pozos filtrantes, se produce cierto
asentamiento de la superficie del terreno adyacente. Sin embargo, si esto
ocurre, es seguro que los efectos nocivos que se originarían bombeando
desde sumideros serían mucho mayores.
Si el subsuelo está constituido de arcilla, la parte superior de la arcilla
expuesta por la excavación suele ablandarse como consecuencia de la absor-
ción de agua de lluvia
y del efecto
de amasado que se produce al caminar
sobre la misma. Por ello, las zapatas en arcillas deben hormigonarse y tapar-
se inmediatamente después de terminada la excavación. Si esto no puede
realizarse, la excavación debe dejarse de 10 a 15 centímetros por encima
ART. 55 PLATEAS DE FUNDACIÓN 509

de la cota de fundación hasta el momento en que todo esté preparado para


empezar a hormigonar.
Lecturas seleccionadas
Peck, R. B. (1948). “History of building foundations in Chicago”, Univ. de Illinois,
E Station Bullétin S78, 64 págs. dl
Sowers, G. F. (1962). “Shallow foundations”, Chapter 6 de “Foundation Engineering”,
G. A. Leonards, edit. McGraw Hill, Nueva York, págs. 525-632.
Aldrich, H. P. (1965). ¡erecompression for support of shallow foundations”, ASCE
Joumal of Soil Mechanics, 91, N* SM2, págs. 5-20.
Meyerhof, G. G. (1965). “Shallow foundations”, ASCE Journal of Soil Mechanics, 91,
NO 'SM2, págs. 21-31.

ART. 55 PLATEAS DE FUNDACIÓN

Comparación entre zapatas y plateas


Si la suma de las áreas de contacto de las zapatas que se requieren para
sostener una estructura es mayor de la mitad de la superficie cubierta por
el edificio, puede resultar preferible combinar las zapatas disponiendo una
platea única de fundación. Dicha platea no es más que una zapata grande,
y como tal debe satisfacer las exigencias conocidas: el coeficiente de segu-
ridad con respecto a la rotura del suelo de fundación no tiene que ser menor
de 3, y el asentamiento no debe exceder de una cantidad aceptable al pro-
yectista de la superestructura.
El coeficiente de seguridad de las plateas de fundación depende de la
naturaleza del subsuelo.” Si el suelo está compuesto por arena muy suelta
saturada, debe compactarse por medios artificiales antes de construir la
platea (véase artículo 50). Si la arena es medianamente densa, o densa, el
coeficiente de seguridad de la platea es mucho mayor que el de la zapata,
de modo que se puede dar por segura sin cálculo alguno.
El coeficiente de seguridad de plateas en arcilla saturada es práctica-
mente independiente del tamaño del área cargada. Además, a veces en el
pasado solía ser muy pequeño, hecho que ha originado varias catástrofes, una

Arcilla firme
Piedra caliza
Fig. 55.1. Diagrama que indica cómo se produjo la falla de un e'evador de
granos cerca de Winnipeg, Canadá, el cual se hundió dentro de un estrato de arcilla.
510 FUNDACIONES

de las cuales viene ilustrada por la figura 55.1. La estructura, un elevador de


granos cerca de Winnipeg, Canadá, tenía en planta 23,50 por 58 metros y 31
metros de altura, y descansaba sobre un estrato de arcilla “firme”, al cual
seguía en profundidad la roca madre. Se estimó, en función de los resultados
de ensayos de carga, que la capacidad de carga a rotura de la arcilla estaba
comprendida entre 4 y 5 kg por centímetro cuadrado, adoptándose una
tensión admisible de 25 kg por centímetro cuadrado, con la cual se pro-
yectó la fundación de la estructura. Cuando la carga sobre el suelo alcanzó
este valor admisible, uno de los lados de la estructura se hundió 8,70 metros
y el lado opuesto ascendió 1,50 metros. Los movimientos se produjeron
un término menor de 24 horas (Peck y Bryant, 1953; White, 1953). Para
a una catástrofe de este tipo, las plateas sobre arcilla saturada deben
de modo que la carga neta sobre el suelo, dividida por la super-
Ecio de la ss no exceda en un tercio el valor de 94 neto calculado con la
fórmula 33.
La a neta en la cota de fundación de una platea se calcula de la
misma manera que para las zapatas (artículo 54). Si la platea (fig. 55.3)
está situada debajo de un sótano, constituye con las paredes de éste una
enorme zapata hueca. El suelo cargado solo puede desplazarse hacia arriba
en la zona exterior a la ocupada por la platea, como lo muestran las flechas,
de modo que la profundidad de fundación a considerar en el cálculo es
igual a D,, medida desde la superficie del terreno y no D,, como en las
zapatas de sótanos (fig. 53.1c, y d). Por ello, la sobrecarga total neta Q;
a considerar en la cota de fundación de la platea es igual a la diferencia
entre la carga total efectiva Q + Qi menos el peso total efectivo W, del
suelo excavado para el sótano, es decir:
Q: = (Q+Q1) —W. (55.1)
i q, es la tensión admisible del suelo y A la superficie cubierta por la
platea, la Fundación debe satisfacer la condición:

Se = da (55.2)

Fig. 55.2. Distribución de las presiones dentro del suelo situado debajo de un
edificio: (a) apoyado es zapatas muy espaciadas entre sí; (b) apoyado sobre
una platea de hormigón. La presión unitaria que se trasmite al suelo es la misma
en ambos casos.
ART. 55 PLATEAS DE FUNDACIÓN 511

ZaN Zona activa del subsuelo


N
y

Fig. 55.3. Diagrama que representa la distribución errática de bolsones de arena


suelta dentro de un estrato de arena densa situado debajo de la cola de fundación
de un edificio.

La relación expresada en la fórmula 55.1 indica que aumentando la


altura o el número de sótanos puede reducirse la carga neta que actúa en la
cota de fundación de una platea. Esta reducción aumenta el coeficiente de
seguridad de la fundación con respecto a un hundimiento por rotura del
terreno y disminuye el asentamiento. Algunos ingenieros se dieron cuenta,
hace más de un siglo, de la importancia de la relación mencionada y la
utilizaron para construir estructuras pesadas en suelos blandos sin recurrir
a la fundación sobre pilotes.
Si bien, tratándose de plateas y zapatas, las leyes que gobiernan la
seguridad al hundimiento por rotura del suelo son muy similares, la distri-
bución de los asentamientos es muy diferente en estos dos tipos de funda-
ción. La figura 55.2, que representa secciones verticales de dos estruc-
turas, una sobre zapatas y la otra sobre platea, aclara las causas de esta
diferencia. Las zapatas y la platea ejercen sobre el subsuelo la misma presión
unitaria, hecho que viene indicado por los diagramas de presiones de con
tacto. La figura muestra, además, la intensidad y distribución de las pre
siones verticales a varias profundidades por debajo del nivel de la cota de
fundación.
Las zapatas indicadas en la figura 55.2a están tan separadas entre sí
que cada una de ellas se asienta como si la otra no existiese. Si el suelo
fuese homogéneo, las zapatas se asentarían todas prácticamente igual; en la
. realidad se asientan en forma variable, debido a que ningún estrato de suelo
es homogéneo. Como además la profundidad activa solo interesa el estrato
superior, la distribución de los asentamientos refleja las variaciones de com-
presibilidad del suelo situado dentro de este estrato (véase figura 54.2),
512 a
variaciones que son siempre erráticas y que no pueden predecirse con mí:
medio práctico. Este hecho es el quedetermina las reglas que se edo
cen a el artículo 54 para fijar las presiones admisibles en fundaciones sobre
zapatas.
En una fundación sobre platea (fig. 55.2b) la profundidad activa se
extiende a una distancia mucho mayor y, dentro de la misma, los puntos
débiles están distribuidos al azar, como lo muestra la figura 55.3, de modo
que sus efectos sobre el asentamiento del área cargada se contrarrestan
parcialmente unos con otros. Por ello, la estructura se asienta como si el
subsuelo cargado fuese más o menos homogéneo. El asentamiento no es
necesariamente uniforme, pero adquiere una forma bastante definida en
lugar de la errática que se observa en las zapatas. Esta forma difiere, sin
embargo, dependiendo de si el suelo situado dentro de la profundidad
activa es arena o arcilla,

Asentamiento de fundaciones sobre plateas


Tanto la teoría como la experiencia indican que en arena el asenta-
miento de superficies cargadas es bastante uniforme, siempre y cuando dichas
superficies se hallen a una profundidad mayor de unos 2,50 metros por debajo
del terreno adyacente a sus costados. Si la profundidad es menor, las partes
exteriores del área cargada suelen asentarse más que la parte central, salvo
-Qque la fluencia lateral de la arena sea impedida en una profundidad com-
prendida entre 2,50 y 3,00 metros a contar desde la superficie del terreno.
El asentamiento diferencial de la superficie cubierta por la platea refleja
en una forma general las variaciones de compresibilidad del subsuelo. Sin
embargo, debido a que las zonas más compresibles están distribuidas al
azar (fig. 55.3), y que además la rigidez de la platea y de la estructura del
edificio tienden a uniformar los asentamientos, se puede suponer con segu-
ridad que el asentamiento diferencial de una fundación sobre platea, por
centímetro de hundimiento máximo, no es mayor de la mitad del valor que
le correspondería a un edificio sobre zapatas. Por ello, si se puede tolerar
un i dife ial de 2 centí la presión admisible del suelo
puede elegirse en forma tal que el asentamiento máximo no sobrepase 5 cen-
tímetros —en lugar de los 2,5 centímetros especificados para las zapatas—.
El ancho de las plateas está comprendido generalmente entre 10 y 50 metros
y, dentro de estos límites, el valor de B tiene muy poca influencia sobre el
asentamiento máximo (véase figura 54.3), de modo que, para fijar la presión
admisible, no necesita ser tomado en cuenta. Finalmente, por lo menos
mayor parte de la arena situada dentro de la zona activa de los asentamientos
suele hallarse saturada, debido a que la distancia vertical entre la cota de
fundación y la napa freática es generalmente pequeña comparada con el
ancho de la platea.
Dichas condiciones, juntamente con la densidad relativa de la arena,
determinan la presión admisible del suelo, siempre que se tome también en
cuenta la compresibilidad media de la arena, propiedad ésta que se
relacionada con la densidad relativa, Por el momento, el método más rápido
ART. 55 PLATEAS DE FUNDACIÓN 513

Tabla 55.1
Tensiones admisibles aconsejadas para plateas en arena
Densidad relativa sueo Modianamente Dina Muy di

N menor de 10 10.30 30-50 más de 50


de requiere com-
pactación 0,7-2,5 2,545 más de 45
Los valores de las tensiones admisibles se basan en un asentamiento máximo de

eSe supone que el 1 espesor


es] del estrato de
de aresa es mayos que el l ancho
ancho BB dede l:la
platea y que la bapa estk cercao por encima de la cote de fundación. Sia una
las mucho menor de B/2 hay roca, o si la napa está a una profundidad mayor
B/2, las tensiones admisibles aumentarse.
Se supone que las cargas se distribuyen en forma prácticamente uniforme en toda
la superficie ocupada por la platea. Si las distintas partes de una gran platea en arena
soportan presiones unitarias muy as es aconsejable establecer | juntas de construe-
ción en Es bordes de cada una de las partes.

N
q tom abc
número de
osmacoda
¡acer
Ragor.
trar la cuchara
P partida 30 centímetros.

para determinar la densidad relativa consiste en ejecutar ensayos normales


de penetración o el ensayo del cono holandés (artículo 44). Cuando se usa
el ensayo de penetración normal, debe ejecutarse un ensayo cada 75 cm
o cada metro a partir del nivel de la cota de fundación de la platea y hasta
una profundidad mínima B por debajo de este nivel Para una perforación
dada, el valor de N es igual al término medio de los N entre la cota de
fundación y la profundidad B. Se necesitan por lo menos 6 perforaciones, y
la presión admisible debe elegirse sobre la base del menor de los valores
N determinados en esta forma.
La tabla 55.1 proporciona tensiones admisibles en función de los valo-
res N en la hipótesis de que dicha presión es igual al doble de la admisible
en zapatas en arena saturada y que por extrapolación se obtiene de la
figura 54.4. Esta hipótesis se basa en la conclusión de que en plateas puede
tolerarse un asentamiento máximo de 5 centímetros en lugar de los 2,5
centímetros admisibles en edificios sobre zapatas.
Si el subsuelo contiene grava, o si consta de arena fina o de arena limosa,
es necesario efectuar ensayos apropiados de control o correcciones (véase
artículo 54), correcciones que pueden conducir a valores menores que los
dados en la tabla 55.1. Por otro lado, si la arena descansa a una profundidad
menor de B/2 en roca sana, o si la napa está situada en forma permanente
por debajo de dicha profundidad, pueden tolerarse presiones mayores.
Si la investigación se lleva a cabo con el cono holandés, se necesitan
por lo menos 6 auscultaciones con registros esencialmente continuos de la
resistencia a penetración q, como una función de la profundidad. Para cada
auscultación se determina el término medio de q, dentro de una profundidad
514 FUNDACIONES

mínima B por debajo del nivel de apoyo de la platea. En base al término


medio menor de q), se estima crudamente con la expresión 54.2 el valor
medio correspondiente a N, con lo cual se obtiene la presión admisible de la
tabla 55.1.
Los resultados del ensayo del cono holandés pueden también utilizarse
para evaluar un índice de compresibilidad C para la arena a fin de calcular
el asentamiento de la platua siguiendo un procedimiento análogo al usado
para la arcilla. El índice de compresibilidad se estima por medio de la
relación estadística (Buisman, 1943):

C=15 a (55.3)
donde po es la presión efectiva de la cubierta al nivel en que se mide la
resistencia a penetración. El incremento Ap en presión vertical a profundi-
dades z, debajo de la cota de apoyo de la zapata, como consecuencia de la
carga que ésta soporta, se determina en la hipótesis de que el subsuelo es
elástico (artículo 40) y el asentamiento se calcula con la expresión:

s fol
S q Po +PE Ap (55.4)
Los resultados que arrojan estos cálculos parecen razonables y están
generalmente del lado conservador (DeBeer y Martens, 1957; Meyerhof,
1965; Bogdanovic y otros, 1963)”.
Todas estas recomendaciones suponen tácitamente que la distribución
de cargas sobre la platea es bastante uniforme. Si la estructura soportada
por la platea consta de varias partes con alturas muy distintas, puede resultar
aconsejable prever juntas de construcción en los límites entre dichas partes.
La máxima presión admisible a adoptar para el suelo cuando la platea
descansa en arcilla es igual a la aconsejada en el caso de zapatas y se obtiene
dividiendo la capacidad de carga neta a rotura Q4 neto (ecuación 33.17) por
un coeficiente de seguridad F igual a 3 para el peso propio más la sobrecarga
normal y no menor de 2 para el peso propio y las combinaciones más extre-
mas de la sobrecarga, incluidos el viento y/o la nieve. Sin embargo, dadas
las grandes dimensiones de la superficie cubierta por la platea, y el rápido
aumento que en arcilla sufre el asentamiento cuando aumenta el tamaño
del área cargada (fig. 54.8), es siempre necesario determinar, al menos
con un cálculo aproximado, si el asentamiento será tolerable. Este cálculo
puede hacerse suponiendo que la arcilla se halla lateralmente confinada. Los
resultados de los cálculos indican, en un todo de acuerdo con la experiencia,
que las bases de área cargadas uniformemente, apoyadas en arcillas, adquie-
* El ensayo del cono holandés,
como todo ensayo de tración, constituye una
prusba a otura que no hace intervenér la deformabilidad espatifica del material xino en
forma indirecta por su relación com la resistencia. Por ello, no alcanza a diferenciar el
comportamiento de una arena normalmente consolidada de aquel de la misma arena
consolidada, ciremmstancia que puede explicar que algunas estimaciones estén del
conservador. (N. del T.)
ART. 55 PLATEAS DE FUNDACIÓN 515
ren la forma de un cuenco poco profundo, debido a que las presiones de
consolidación disminuyen del centro hacia los bordes (fig. 55.2b). No obs-
tante, los taludes del cuenco son tan suaves que la diferencia entre el asenta-
miento de dos columnas adyacentes nunca excede de una pequeña fracción
de la diferencia entre el asentamiento máximo y el mínimo. Para plateas
en arena la dif ia entre el i de dos col d
puede llegar a ser del mismo orden de magnitud que la diferencia entre el
asentamiento máximo y el mínimo, de modo que el asentamiento diferencial
tolerable en arcilla es mucho mayor que en el caso de plateas en arena.
Proyecto de fundaciones sobre plateas
La presión unitaria media trasmitida al suelo por la platea es igual
al peso total efectivo del edificio, Q + Q,, dividido por la superficie total A
de la platea y, como el área ocupada por la misma solo puede ser igual o
apenas mayor que la que ocupa el edificio, no hay posibilidad de cambiar
las presiones sobre el suelo variando el tamaño de la platea. Por ello, si se
tiene necesidad de satisfacer la ecuación 55.2, lo único que se puede hacer
es aumentar el W, en la tula 55.1. Esto solo puede conseguirse dispo-
niendo la estructura con uno o dos sótanos de una altura adecuada, La
profundidad necesaria puede calcularse por tanteos.
Después de haber determinado la profundidad de sótanos, el próximo
paso del proyecto consiste en calcular las fuerzas que actúan sobre la platea.
En esta operación el proyectista se ve obligado a depender en gran parte
de la bondad de su criterio. Para ello debe considerar los factores y condi-
ciones que se ilustran en la figura 55.4.
La figura 55.4a, muestra un corte vertical de una estructura constituida.
por una torre pesada y dos alas, en la que la cota de fundación está por
encima de la napa freática. Con estas hipótesis, la reacción total del suelo

Disminuciónde presión cow.


sado por la excavación
Diagrama que ilustra tres métodos distintos para proyectar p'ateas de
- sobre subsuelos compresibles: (a) superestructura rígida que asegura un
asentamiento uniforme; (b) superestructura flexible capaz de sufrir grandes
deformaciones sin experimentar daños; (c) superestructura flexible en la que la
uniformidad del asentamiento se asegura disponiendo sótanos de una profundidad
proporcional al peso de la parte de la estructura que se construye sobre los mismos.
516 FUNDACIONES

es igual al peso completo Q + Q; del edificio, incluido el peso de la platea,


mientras que la carga total neta Q, (fórmula 55.1), que determina el asen-
tamiento, es igual a la diferencia entre el peso de la estructura y el peso W,
del suelo que ha sido excavado. Si la carga total neta Q, es igual a cero y
si, además, la estructura es rígida, prácticamente no se producirá asenta-
miento alguno, aun cuando la reacción del suelo sea muy grande. En una
aproximación grosera, la reacción del suelo en la base de una estructura rígida
puede considerarse uniforme, como lo indica el rectángulo sombreado en la
figura 55.4a. Ahora bien, como las cargas están concentradas en la parte
central de la base del edificio, su estructura se halla en este caso sujeta a
momentos flectores muy severos, así que el costo de los refuerzos necesarios
para resistir dichos momentos puede resultar prohibitivo.
Si el edificio es flexible, la reacción del suelo en cada una de las partes
de la platea es aproximadamente igual a la carga que actúa sobre la misma
(fig. 55.4b), y los momentos flectores son relativamente pequeños. Sin em-
bargo, tenida en cuenta la alta concentración de cargas existente en la parte
central de la platea, esta zona existe una carga neta positiva, mientras
que las partes laterales están sujetas a vna carga neta negativa y, como
consecuencia, la torre sufre, como lo indica la figura, un asentamiento mayor
que las alas, de modo que resulta inevitable que se produzca una diferencia
de asentamiento, aun en el caso en que la carga neta total sea igual a cero.
Si el edificio descansa en arena, la diferencia entre el asentamiento de la
torre y el de las alas suele ser demasiado pequeña como para llegar a ejercer
un efecto perjudicial sobre la superestructura, de modo que la platea puede
proyectarse suponiendo que está sometida a las fuerzas indicadas en la
figura 55.4b. Si, por el contrario, la platea descansa en arcilla, el asenta-
miento diferencial originado por la distribución no uniforme de presiones
puede resultar muy grande. La disposición de juntas de construcción entre
la torre y las alas mejora ligeramente las condiciones de tensión en los miem-
bros de la superestructura, pero no llega a impedir el asentamiento diferen-
cial y la inclinación de las alas hacia la torre. Por ello, es necesario efectuar
un de Í d inar si el i dife ial
puede llegar a exceder el valor que la estructura es capaz de soportar sin
que se produzcan desperfectos en la misma. Si el asentamiento diferencial
es excesivo, el proyectista tiene que elegir entre dos alternativas: establecer
una fundación sobre pilotes o sobre pilares de fundación, o bien proyectar
sótanos de distinta profundidad para la torre y las alas (fig. 55.4c). La
profundidad de cada sótano debe establecerse de manera que el asentamiento
de la torre y de las alas sea teóricamente idéntico. Si se cumple esta condi-
ción, el proyectista puede sentirse bastante seguro de que, presumiblemente,
el asentamiento diferencial será tolerable.
Cuando se calculan el espesor y la armadura de la platea, se supone
frecuentemente que es una losa contínua apoyada libremente en cada punto
y a lo largo de cada línea en que se le trasmite a la misma la carga superior,
y que por debajo actúa una carga uniformemente distribuida. Esta carga
distribuida es igual a la reacción total del suelo, la que, a su vez, es igual
al peso total del edificio sin deducción de la subpresión ni del peso de la
ART. 55 PLATEAS DE FUNDACIÓN 517

tierra excavada. Como la diferencia entre la distribución teórica y real de


los momentos flectores que actúan sobre la platea puede ser muy grande, es
comúnmente aconsejable prever para la misma una cantidad de armadura
considerablemente mayor que la teórica para cubrir la posibilidad de que
hasta el signo de los momentos flectores difiera de los calculados *.
En lo que antecede se ha supuesto tácitamente que una platea rígida
no se asienta hasta que la carga sobre la misma se hace igual al peso del
suelo excavado, En muchos casos, el error originado por esta hipótesis puede
ser ignorado, pero si el subsuelo es blando y la excavación profunda, el
asentamiento que se produce antes de que el peso efectivo sobre la platea
alcance el peso efectivo del suelo excavado puede resultar suficientemente
grande como para que deba tomarse en cuenta. Las causas de este asenta-
miento se tratan a continuación.
Levantamiento del fondo de la excavación para sótanos
La excavación que se realiza para sótanos trae aparejada la supresión
completa de las presiones verticales que originalmente actuaban sobre el
suelo al nivel de la cota de fundación y, como consecuencia, el fondo de
h excavación se levanta, es decir, asciende. Luego, con el progreso de la
construcción, las presiones trasmitidas por el edificio igualan y generalmente
terminan por sobrepasar las presiones originales ejercidas por el suelo exca-
vado, de modo que el levantamiento desaparece y el edificio se asiénta. Si
el edificio tiene un peso mayor que el del suelo excavado, el asentamiento
pasa por dos períodos. El primero dura hasta que la presión unitaria en
la cota de fundación de la platea se hace igual a la presión original que
ejercía el peso del suelo excavado, y el segundo empieza en el momento
en que esta presión es excedida. Ya se han descripto las características del
asentamiento que se produce en el segundo período. Las del primer período
pueden ser muy distintas.
Al terminar el primer período, cuando la carga del edificio se hace igual
al peso del material excavado, el asentamiento es igual o ligeramente supe-
rior al 1 je que ha iy el fondo, que ú es
muy pequeño. Si la carga total que el edificio terminado trasmite al suelo
no alcanza un valor mayor, el asentamiento se detiene poco después de
inad: ión. Se ha ñ ya que este f se ha
utilizado desde hace mucho tiempo en el proyecto de edificios construidos
en suelos blandos, pero no se ha comprendido con igual generalidad que
también puede eliminarse el asentamiento progresivo de edificios construidos
en suelos más duros excavando una cantidad suficiente de suelo como para
compensar el peso del edificio. Tan es así que algunos edificios que poseen
sótanos suficientemente profundos como para satisfacer esta exigencia han
sido en realidad provistos con costosas fundaciones sobre pilotes, malgas-
tando inútilmente el dinero dispuesto para los mismos.
* Siguiendo una línea de pensamiento similar, el traductor en su Curso de Hormigón
Armado, 2* ed., Lib. Ed. El Ateneo, Bs. As. 1970, pág. 793, aconseja efectuar el cálculo
de las plateas adoptando varias distribuciones y razonables para la reacción del
suelo para cubrir luego con el dimensionamiento todas esas posibilidades. (N. del T.)
518 FUNDACIONES
La magnitud del levantamiento del fondo y del asentamiento resultante
del mismo dependen de la naturaleza del subsuelo y de las dimensiones
de la excavación. Raramente pueden predecirse en función de ensayos del
suelo y de la teoría. Si la excavación se efectúa en arena por encima de la
napa freática, el levantamiento del fondo es tan pequeño que normalmente
puede despreciarse. Por otro lado, una arcilla blanda se deforma a contenido
de humedad prácticamente constante, como si fuese un material no compre-
sible y elásticamente isótropo, de modo que el levantamiento del fondo
podría calcularse por la teoría de la elasticidad, en el caso en que fuese
posible determinar el módulo de elasticidad del suelo por medio de ensayos.
Lamentablemente, el módulo tangente inicial E, (artículo 15) es extremada-
mente sensible al grado de alteración de las muestras, de modo que el
levantamiento puede resultar fuertemente sobrevaluado por el cálculo.
Para determinar E, las muestras deben obtenerse con la menor altera-
ción posible y ser ensayadas en condiciones no drenadas en un aparato
triaxial bajo presiones de cámara aproximadamente iguales a la presión efec-
tiva de la cubierta. La carga axial debe aumentarse en forma moderada y
luego reducirse a cero varias veces, y el valor de E, tomarse como la tangente
inicial de la curva tensión-deformación correspondiente al último armento
miento calculado no sobreestime grandemente la realidad, a menos que
suelo en estado natural posea una rigidez que no puede sobrevivir las opera-
ciones de muestreo.
Si la arcilla situada debajo del fondo de una excavación contiene un
gran número de capas continuas de limo grueso o de arena, el contenido
de humedad de la arcilla puede llegar a aumentar lo suficiente como para
que la mayor parte del levantamiento se produzca por hinchamienta del
suelo. Las predicciones respecto de la velocidad con que se producirá el
hinchamiento, realizadas en función de resultados de ensayos de consolidación
de laboratorio, suelen ser muy inexactas, en razón de que no puede determi-
narse con perforaciones el grado de continuidad de las capas permeables.
Si la profundidad de la excavación a cielo abierto para sótano se aumenta
más allá de cierto valor, el fondo de la excavación se hace inestable y falla,
es decir, rompe, por levantamiento, cualesquiera sean la resistencia y el tipo
de entibación utilizado para las paredes laterales (véase artículo 37). La
profundidad crítica puede, sin embargo, duplicarse, casi, ejecutando la exca-
vación con aire comprimido. En terrenos excesivamente blandos se han
establecido con buen éxito fundaciones sobre plateas, construyendo como
una unidad las paredes laterales y el piso de los sótanos cerca de la super-
ficie, y luego hundiendo el conjunto, hasta llegar a la cota, con inyección
o por bombeo a través de agujeros dejados en el piso.
Zapatas sobre plateas naturales
Si las zapatas de un edificio descansan en un espeso estrato firme, debajo
del cual hay otros considerablemente más compresibles, el estrato firme
cumple las funciones de una platea natural y distribuye el peso del edificio
sobre las capas blandas. Las zapatas se calculan como si los estratos blandos
ART. 55 PLATEAS DE FUNDACIÓN 519

no existiese pues el asentamiento causado por la consolidación de estos


estratos es prácticamente independiente de la presión que se trasmite al
suelo en la cota de fundación.
La carga que produce el asentamiento originado por la consolidación
es igual al peso total efectivo del edificio, menos el peso efectivo del suelo
excavado. En el cálculo de la magnitud y distribución de la presión de
consolidación dentro de las capas blandas, el peso del suelo excavado se
supone igual a una carga negativa uniformemente distribuida en el plano
de fundación. El peso del edificio es a su vez una carga positiva, que actúa
en la cota de fundación de las zapatas, de modo que la presión de consoli-
dación en un punto dado de las capas blandas es igual a la diferencia entre
las presiones producidas por estas dos cargas. El asentamiento originado por
consolidación se calcula suponiendo que el suelo se halla lateralmente con-
finado. La figura 54.8 da una idea de la magnitud de los asentamientos
que pueden llegar a producirse.
Si los cálculos indican que los asentamientos resultantes son inadmisi-
bles, debe cambiarse el proyecto de la fundación. Esto puede efectuarse,
por ejemplo, disponiendo sótanos de distintas profundidades para las diversas
partes del edificio (fig. 55.4c), o bien previendo una fundación sobre pilotes
o sobre cilindros.
Zapatas en arena en sótanos por debajo de la napa
Un sótano situado debajo de la napa, debe ser provisto de un piso
formado de una losa impermeable que una las zapatas entre sí. Si la carga
que va a trasmitir la zapata empieza a actuar después de construida la
losa, las zapatas, en unión con la losa, constituyen una platea, cuya base
está sometida no sólo a la presión del agua sino también a una reacción
del suelo, distribuida en forma más o menos uniforme.
Para evitar la necesidad de construir una losa de piso de resistencia
suficiente para resistir ambas presiones no debe hormigonarse la losa entre

Durante la consióucción
Lespués de lerminada
da superestruciura
| Morel normal dt la napa

|
| Losa proyectada para resis
dir solamente
la presión chfezes
IZA ZZRIAZ,
E Capo
biluminosa/

Fig. 55.5. Detalles de una zapata sobre arena, en un sótano situado debajo
del nivel de la napa.
52) FUNDACIONES

zapatas hasta que éstas soporten todo el peso propio. En este caso, la carga
trasmitida directamente al suelo por las zapatas es igual al peso total del
edificio, menos toda la subpresión que actúa en el piso del sótano, y la losa
del piso solo resiste la subpresión. No obstante, las zapatas deben proyec-
tarse en la hipótesis de que la subpresión no existe, pues la necesidad de
posponer la construcción del piso del sótano exige que la napa, que ha
sido deprimida, permanezca a un nivel inferior a la cota de fundación
hasta la terminación del edificio, es decir, hasta que sobre las zapatas actúa
todo el peso propio de la estructura. La figura 55.5 indica el orden de su-
cesión de las operaciones de construcción. Para impedir que la losa del piso
del sótano llegue a flotar, debe anclarse a las columnas, o con preferencia a
las zapatas.

Resumen de las reglas a seguir en el proyecto de


plateas de fundación
1. Si una estructura que descansa en un estrato de arena soporta, sin
i lOs, Un i i ial de 2 ás entre
columnas adyacentes, se puede tolerar un asentamiento máximo de 5 centí.
metros, en cuyo caso las presiones admisibles vienen dadas en la tabla 55.1.
2. Con ensayos de carga no se puede determinar con seguridad la
presión admisible para una platea de ancho B, a menos que se ejecuten
una serie de conjuntos de ensayos de carga a varias profundidades, dentro
de un espesor B, medido por debajo de la cota de fundación. Dichos
conjuntos de ensayos solo se justifican económicamente en condiciones
excepcionales.
3. Si las distintas partes de una gran platea en arena soportan cargas
muy distintas, es aconsejable establecer juntas de construcción en los bordes
de dichas partes.
4, Una platea de fundación en arcilla saturada debe satisfacer las con:
diciones de que el coeficiente de seguridad con respecto a una rotura del
suelo no sea menor de 3, y que el asentamiento diferencial no alcance una
magnitud que llegue a dañar a la superestructura. Tanto el coeficiente de
seguridad como el asentamiento no dependen del peso total de la estructura
sino de la diferencia entre dicho peso y el del suelo excavado. Por ello pue-
den comúnmente cumplirse las especificaciones exigidas para el proyecto,
eligiendo una profundidad de sótanos adecuada.
5. El asentamiento diferencial de una platea flexible, uniformemente
cargada, construida sobre arcilla saturada, se debe usualmente a que la platea
adquiere la forma de un cuenco, de modo que es aproximadamente igual a la
mitad del asentamiento máximo. Si el edificio es flexible, el asentamiento
diferencial se puede eliminar proyectando una infraestructura muy rígida para
el mismo. No obstante, si las distintas partes de una gran platea sobre arcilla
soportan cargas muy distintas, los momentos flectores en la infraestructura
suelen ser tan grandes que su costo llega 'a ser prohibitivo. La otra alter-
nativa consiste en variar la profundidad de los sótanos con la carga, de tal
manera que la diferencia entre el peso del edificio por unidad de superficie
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 521

y el peso del suelo excavado, también por unidad de superficie, tenga apro-
ximadamente el mismo valor en todas las partes de la platea. Cualquiera
sea la solución adoptada, el proyecto requiere un cálculo, al menos apro-
ximado, de los asentamientos.
6. Las capas de arcilla compacta o de arena densa situadas encima de
estratos de arcilla blanda se comportan como plateas naturales. En tales
casos, las zapatas de los edificios apoyados en dichas capas se proyectan
como si los estratos blandos no existiesem; pero, como el asentamiento origi-
nado por la consolidación de estos estratos puede ser muy grande, resulta
necesario hacer, además, un cálculo de asentamientos. Los sistemas para
reducir estos asentamientos son los mismos que se han descripto para plateas
en estratos homogéneos de arcilla.

Lecturas seleccionadas
Caldaz yH. 0. (1965). “State-of- ho of floating foundations”, ASCE Journ. Soil Me-
:hanics, 91, N9 SM2, págs.8:

ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES


Función de los pilotes
Una estructura se funda sobre pilotes cuando el suelo situado inmedia-
tamente por debajo de su base no tiene suficiente capacidad de carga, o
cuando una estimación de costos indica que un pilotaje puede resultar más
económico que cualquier otro tipo de fundación.
Los pilotes se construyen de muchas formas y maneras, y con una
variedad de materiales. En Chellis (1961) existe una descripción de los
principales tipos de pilotes y de los métodos para instalarlos en el terreno.
En lo que sigue, solo se consideran los pilotes más comunes, los que son
hincados en el terreno con un dispositivo mecánico llamado martinete. No
obstante, los principios generales son también aplicables, con pequeñas modi-
ficaciones, al proyecto de fundaciones con otros tipos de pilotes, instalados
en el terreno de una manera distinta ?
En función de la forma como trasmiten su carga al suelo, los pilotes
pueden dividirse en tres categorías: Ñ
1. Pilotes de fricción en suelos de granos gruesos muy permeables.
Estos pilotes trasfieren al suelo la mayor parte de su carga por fricción
lateral. La hinca en grupos, con una distancia pequeña entre pilotes, reduce
grandemente la porosidad y la compresibilidad del suelo situado dentro y
i bien esto es verdad respecto a los principios generales, conviene hacer notar
que la experimentación reciente en el tema señala que, en ciertas circunstancias, puede
haber diferencias importantes, tanto en la magnitud de la fricción lateral como de la re-
sistencia de punta desarrollada, cuando los pilotes se instalan por empuje o por excavación.
Véase Moretto O., Ci tos Profundos - Síntesis nda E 1 estado actual de conoci-
miento sobre la interacción con el suelo - Revista Li icana de ceciecalt, Vol. L,
N? 2, Caracas, 1971. También revista La Ingeniería, na yrR 1972. (N. del T.)
522 FUNDACIONES

alrededor de los grupos. Por ello, los pilotes de esta categoría se denominan
a veces pilotes de compactación.
2. Pilotes de fricción en suelos de granos muy finos de baja permea-
bilidad. Estos pilotes trasmiten su carga al suelo por fricción lateral, pero
sin llegar a compactar el terreno en forma perceptible. Las fundaciones
sobre pilotes de este tipo se denominan comúnmente fundaciones sobre
pilotes flotantes.
3. Pilotes resistentes de punta. Estos pilotes trasmiten su carga
estrato firme situado a una profundidad considerable por debajo de la ase
de la estructura.
En la naturaleza, los estratos homogéneos de suelo son muy raros, por
lo cual no se pueden establecer límites bien definidos entre esas tres cate-
gorías principales de pilotes. Un mismo pilote puede desplazar parte de
la masa de suelo que atraviesa sin cambiar su densidad relativa y producir,
en cambio, compactación en el resto, o bien, una parte considerable de la
carga aplicada a un pilote puede ser resistida por fricción lateral, a pesar
de que su punta descansa en un estrato de arena firme capaz de soportarla
íntegramente. Dada la gran variedad de condiciones que se presentan en
la práctica con respecto a la naturaleza del subsuelo, todo intento para
establecer reglas para el proyecto de fundaciones sobre pilotes necesaria-
mente exige simplificaciones radicales y, además, por otro lado, no se puede
pretender que las reglas resultantes sirvan otro propósito que el de ser
simples guías para poder tomar decisiones con criterio. Por esta misma
razón, en problemas relativos a pilotes, los refinamientos puramente teóri-
cos, como las pretensiones de calcular la carga de rotura de grupos de pilotes
por medio de la teoría de la elasticidad, están completamente fuera de
lugar y pueden ser ignorados sin peligro. A decir verdad, hasta las conclu-
q en de ensayos sobre pequeños modelos pueden estar muy lejos
le la

Proyecto de fundaciones sobre pilotes


Desarrollo histórico. Antes del siglo XIX casi todos los edificios se
construían sobre zapatas continuas. Los pilotes se utilizaban solamente
cuando el aspecto del terreno indicaba que era incapaz de soportar las
presiones que ejercían las zapatas. Como la madera era abundante y la
mano de obra barata, se hincaban tantos pilotes como resultaba posible
instalar en el terreno. El asentamiento no causaba inquietud alguna, pues
el tipo de estructura más en boga podía experimentar un asentamiento dife-
rencial muy grande sin sufrir daño alguno.
Durante el siglo XIX, el desarrollo industrial creó una demanda de
estructuras pesadas y económicas, situadas en lugares en que había terreno
blando, de Fdo que el costo de las fundaciones sobre pilotes se trasformó
en un ítem de importancia y los ingenieros se vieron en la necesidad de
especificar un número de pilotes que no fuese mayor del necesario para
proporcionar soporte adecuado a los edificios. No podía cumplirse este
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 523

requisito sin tener por lo menos algún conocimiento de la carga máxima


o de falla que un pilote podía soportar. Los esfuerzos hechos para obtener
la información necesaria con un mínimo de gasto y de trabajo condujeron
a especulaciones teóricas que dieron como resultado un enorme surtido de
fórmulas de hinca. Pero poco a poco se fue notando que las fórmulas de
hinca adolecen de defectos intrínsecos y se hizo más y más usual, en las
obras de alguna importancia, determinar la carga admisible por pilote ejecu-
tando ensayos de carga en pilotes de prueba.
El número de pilotes necesarios para soportar una estructura dada se
determinaba por el procedimiento simple de dividir la carga total por la
admisible por pilote. Muchas de las fundaciones proyectadas en esta forma
resultaron satisfactorias, pero de vez en cuando alguna estructura sufrió
asentamientos inesperados y excesivos. Estas circunstancias evidenciaron
que el de una fundación no estaba, i
con el asentamiento del pilote único de prueba, aun en el caso de que la
cargs. por pilote fuese igual a la de prueba. Naturalmente, estos hechos
llevaron a la conclusión de que el conocimiento de la capacidad de carga
de un pilote único es solo una parte de la información necesaria para el
proyecto de una buena fundación sobre pilotes. Para determinar si el asen-
tamiento de una fundación sobre pilotes permanecerá dentro de límites tole-
rables, el proyectista debe considerar, además, las tensiones producidas en
el suelo por toda la carga trasmitida por la fundación, y calcular el asenta-
miento que originarán dichas tensiones. Este cálculo requiere un conoci-
miento de los principios fundamentales de la mecánica de los suelos. Si los
resultados de esta investigación indican que el asentamiento puede exceder
un valor aceptable, el proyecto debe cambiarse.
Pasos a seguir en el proyecto de fundaciones sobre pilotes. Para el pro-
yecto preliminar de una fundación sobre pilotes se requiere, como primer
elemento, un perfil del suelo que represente los resultados de perforaciones
exploratorias. Los factores que determinan la profundidad a que deben
llevarse estas perforaciones se tratan en el artículo 45. Comúnmente, el perfil
del suelo provee toda la información necesaria para decidir si la fundación
puede establecerse sobre pilotes de fricción, hincados enteramente en arena,
sobre pilotes resistentes de punta, que atraviesan un estrato blando y se apo-
yan en uno firme, o sobre pilotes flotantes.
El próximo paso del proyecto preliminar consiste en elegir la longitud
y el tipo de pilote a utilizar. Si los pilotes indicados son los resistentes de
Punta, suele ser posible estimar la longitud necesaria con bastante exactitud,
examinando el perfil del suelo. Sin embargo, como los métodos para estimar
la longitud de pilotes de fricción en arena están aún en estado rudimentario,
para determinarla hay que hincar con frecuencia pilotes de prueba y, si se
trata de pilotes de fricción en arcilla blanda, hacer un cálculo del coeficiente
de seguridad de los grupos de pilotes con respecto a su falla total (véase
página 535). La selección del tipo de pilote viene gobernada, al menos en
parte, por consideraciones prácticas (Chellis, 1961).
Después de haber elegido en forma tentativa el tipo y la longitud de
los pilotes, se calcula, o determina con ensayos de carga, la capacidad
524 FUNDACIONES

máxima de carga de un pilote único. Este valor se divide por un coeficiente


de seguridad apropiado y se obtiene la “carga admisible” por pilote. El
número total de pilotes necesarios para soportar la estructura se determina
dividiendo su peso total por la “carga admisible” por pilote,
Una vez determinado el número de pilotes, el próximo paso consiste en
elegir su espaciamiento. En general, se considera que por razones prácticas
la distancia D, entre ejes de pilotes con una cabeza de diámetro igual a d,
no debe ser menor de 2,5d. Si la distancia es menor de 2,5d, el levantamiento
del suelo suele ser excesivo, y la hinca de todo pilote nuevo puede llegar a
desplazar, o a levantar, los pilotes adyacentes. Por otra parte, una distancia
entre pilotes mayor de 4d es antieconómica, pues aumenta el costo de los
cabezales sin benefici: iah a la fundación. El valor más ad: di
de D debe elegirse entre esos límites, en función con las condiciones del
subsuelo, como se explica a continuación.
Una vez decidida la distancia entre pilotes, éstos se disponen en filas
paralelas, formando cuadrados, o en tresbolillo, y el área total requerida
para la solera cabezal de los mismos se obtiene multiplicando el número
de pilotes por D? (disposición en cuadrado) o por > D?Y3 (disposición
en tresbolillo). Si esta área es considerablemente menor de la mitad del
área total cubierta por el edificio, los pilotes se disponen en grupos que sos-
tienen cabezales comunes; si es considerablemente mayor puede ser más con-
veniente proyectar una platea soportada por un solo grupo de pilotes, en cuyo
caso la distancia entre los mismos se aumenta de modo de obtener una
distribución regular. Si la intensidad de la carga que actúa en las diferentes
partes de la platea es muy distinta, la distancia entre pilotes se condiciona
en cada parte a dicha intensidad. Finalmente, si resulta dudoso saber de
entrada si la estructura debe fundarse con cabezales aislados o con platea,
la decisión se toma después de haber efectuado una comparación de costos
entre las dos alternativas.
Si la fundación va a ser soportada por pilotes de fricción en arcilla
blanda o en limo plástico, debe hacerse un cálculo de la capacidad de carga
de los grupos de pilotes, a fin de cerciorarse de que la carga admisible no
es mayor de un medio, o preferiblemente de un tercio, de la máxima de
falla. Las consecuencias de ignorar esta condición pueden llegar a ser catas-
tróficas. En efecto, en varias ocasiones, estructuras, junto con sus pilotes y
el suelo situado entre los mismos, se han hundido repentinamente en el terre-
no, a pesar de que la carga por pilote no llegaba a exceder la “carga admi-
sible”, El procedimiento para calcular la capacidad de carga de grupos de
pilotes se describe más adelante.
Si la carga por pilote es menor que la que provoca la falla de un grupo
de pilotes, la fundación no romperá por hundimiento repentino en el terreno,
pero esto no excluye la posibilidad de un asentamiento excesivo, pues el
asentamiento de toda una fundación sobre pilotes, a una carga dada por
pilote, no tiene relación alguna con el asentamiento de un pilote único bajo
la misma carga. El asentamiento de la fundación puede variar entre menos
de un centímetro y varios decímetros, según cuáles sean las condiciones del
ART. 58 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 525

subsuelo, el número de pilotes y el área cubierta por la estructura. Asenta-


mientos máximos menores de 5 centímetros no producen comúnmente efectos
nocivos, pero si éstos alcanzan a valores del orden de 15 ó más centímetros,
las consecuencias para la estructura pueden llegar a ser muy graves. Por ello,
si una fundación descansa sobre pilotes de fricción hincados en arcilla blanda,
o si los extremos inferiores de pilotes resistentes de punta están situados
por encima de estratos blandos, la necesidad de un cálculo de asentamientos
es imperativa. La omisión de dicho cálculo ha traído como consecuencia
muchas fundaciones sobre pilotes no satisfactorias.
El paso final del proyecto de la fundación consiste en el cálculo de la
zapata o de la platea que forma el cabezal de los pilotes. El cálculo de los
momentos flectores y esfuerzos de corte se efectúa comúnmente suponiendo
que cada pilote soporta la misma carga. Tanto el análisis teórico como los
resultados de ensayos en el terreno (Swige, 1941) conducen a la conclusión
de que esta hipótesis se halla normalmente muy lejos de la realidad. En
efecto, si los estratos son razonablemente horizontales y las puntas de los
pilotes no se apoyan en roca, la carga por pilote en un grupo que soporta
un cabezal rígido aumenta del centro hacia los bordes. El error resultante
de la hipótesis común arriba mencionada se halla, sin embargo, bien cubierto
por el margen de seguridad que es usual en el proyecto de estructuras de
hormigón armado.
En los apartados que siguen se tratan en detalle los pasos sucesivos que
deben seguirse en el proyecto de fundaciones sobre pilotes.

Carga de falla y “carga admisible” para un pilote único


Resistencia a fricción lateral y resistencia de punta. La expresión carga
de falla o capacidad de carga de un pilote único indica la carga para la cual
el asentamiento del pilote aumenta en forma continua sin mayor incremento
de carga o bien para la cual el asentamiento comienza a aumentar a una
velocidad completamente fuera de proporción respecto al citado incremento.
Cualquiera sea la carga, una parte es resistida por fricción lateral y, la res-
tante, de punta por el suelo situado inmediatamente debajo del extremo del
pilote, como lo indica la figura 56.1a. Es decir, que la capacidad de carga
Q: puede descomponerse más o menos arbitrariamente en dos partes: Q,
debida a la fricción lateral y Q, debida a la resistencia de punta. Por tanto:
Qu = Qy + Qo (56.1)
En la figura 56.1b, ab representa una sección horizontal por la punta
del pilote y las áreas sombreadas indican las presiones sobre la misma. La
resultante de dichas presiones es naturalmente igual a Q/. Se han tratado
de utilizar varios métodos teóricos sutiles para calcular la distribución de
estas presiones, pero dichos cálculos no merecen fe, pues todos se basan en
la hipótesis de que el suelo es perfectamente homogéneo y elástico. Solo
se pueden obtener datos fehacientes con respecto a la distribución de presio-
nes efectuando mediciones directas, mediciones que hasta el momento no
se han realizado. Con todo, no hay duda de que la distribución depende
526 FUNDACIONES

Fig. 56.1, (2) Piloto de fricción en arcilla blanda; (0) distribución de la presión
bre el plano horizontal que pasa por la punta.

no solo de las dimensiones del pilote sino también de la carga, de la natu-


raleza del suelo y de su estratificación. Es también probable que cambie
en forma apreciable con el tiempo.
Fricción lateral sobre un pilote único en arena. Cuando se hinca un
pilote en arena muy densa, el rechazo se alcanza muy pronto, a una profun-
didad reducida, mientras que en arena suelta pueden hincarse pilotes hasta
gran profundidad sin hallar una resistencia grande.
En toda arena, tanto la fricción lateral por unidad de superficie de
contacto como la resistencia de punta aumentan con la profundidad. La
fricción lateral total que resiste la penetración de un pilote cilíndrico o
prismático, hincado en un estrato homogéneo de arena, es considerable-
mente mayor de un medio de la capacidad de carga Q4 del pilote, pero la
que resiste la extracción es mucho menor de un medio de Q4. La diferencia
entre estos dos valores de la fricción lateral proviene del hecho de A a
descenso del pilote aumenta la presión que la arena ejerce contra
des, mientras que su ascenso la disminuye. Después de haber hiocado un
pilote a rechazo, la fricción lateral media que se opone a su descenso bajo
carga estática es del orden de 0,25 kg/cm? para arena suelta (pilotes largos)
y de 1 kg/cm? para arena muy densa (pilotes cortos)*.
* Experienciasa pets eveas a cabo en Fiancla pú Eccócl; en: Estados Voidos
por Vésle y en Japón por el B.C.P. Commiti , han demostrado que para cargas de
rta duraci to la resistencia unitaria a fricción como la de punta aumentan en
dp ue per pes lud o ma da ara una
ididad de unas 10 veces el diámetro o ancho del pilote
veces
el diámetro o ancho arena densa. Para to “prfaididad, int
ln la fón
Interal como
E coditondie ala permanecen constantes. El valor que adquieren
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 527

La capacidad de carga a rotura de un pilote único de fricción en arena


depende no solo de la densidad relativa de la arena sino también de la
conicidad del pilote, de la rugosidad y configuración de su superficie y del
volumen de arena desplazado. La densidad relativa en sí misma depende
del número y distanciamiento de los pilotes adyacentes. Los intentos para
predecir la capacidad de carga a rotura de tales pilotes sobre bases semiem-
píricas parecen promisorias, pero los procedimientos indicados para ello
están aún en estado evolutivo (Nordlund, 1963).
A veces se ha observado que la capacidad de carga de pilotes en arena
disminuye visiblemente durante los dos o tres primeros días después de
hincados. Aunque este fenómeno es más bien excepcional, no debe olvidarse
que hay posibilidad de que se produzca. Es probable, aunque no se sabe
con seguridad, que la alta capacidad de carga inicial se deba a un estado
temporario de tensiones, que se desarrolla durante la hinca, en la arena que
rodea la punta del pilote. Este estado de tensiones trae como consecuencia
un aumento temporario de la resistencia de punta.

Vésic (1970) ha avanzado las siguientes expresiones para determinar el valor que
adquiere la fricción lateral y la resistencia de punta en pilotes cilíndricos instalados total-
mente en arena:
Fricción lateral
Pilotes hincados: f, mg, = 0,08 (10)*"D,* (kg/cm*)
Pilotes perforados y
pilares de fundación: f, gx = 0,025 (10)*D,* (kg/cm*)

Estos valores pueden también estimarse, en primera instancia, en función de la


resistencia normal a penetración N con las relaciones aproximadas siguientes:
pilotes hincados: f, py4x= 0,02 N (kg/cm)
pilotes perforados:
y pilares fundación: fo más = 0,006 N (kg/cm)
Resistencia de punta:
pilotes hincados: q» = 4 (10)*D,* (kg/cm*)
lotes perforados
Es ES fundación: q» = 15 (10)*D,* (kg/cm*)
igualmente se indican las relaciones aproximadas:
pilotes hincados: q» = 4N kg/cm"
pilotes perforados y
pilares de fundación: qe = 1,5N kg/cm*
En opinión del traductor, a las expresiones aproximadas que relacionan la fricción
528 FUNDACIONES

Fricción lateral en pilotes en arcilla blanda. La resistencia de punta de


pilotes de fricción embebidos en arcilla blanda es despreciable comparada con
la resistencia de fricción. La fricción lateral por unidad de área de contacto
es más o menos independiente de la profundidad de penetración y del método
utilizado para instalar el pilote, pues depende casi exclusivamente de las
propiedades de la arcilla. La resistencia opuesta a la extracción del pilote
es comúnmente, aunque no siempre, casi igual a la resistencia a penetración
bajo carga. Todas estas relaciones son mucho más simples que en el caso
de pilotes de fricción en arena, pero, por contraste, en arcilla, las relaciones
entre fricción lateral y tiempo son mucho más complejas y todavía impre-
visibles. La fricción lateral aumenta generalmente durante el primer mes
después de hincado el pilote, pero el porcentaje de aumento varía mucho
con la naturaleza del suelo.
La curva de la figura 56.2 representa el aumento de capacidad de
carga experimentado con el tiempo por un pilote de fricción. El pilote fue
hincado en arcilla blanda de color castaño, con vetas de limo. El límite
líquido de la arcilla estaba comprendido entre 37 y 45 por ciento, el límite
plástico entre 20 y 22 y la humedad natural era apenas menor que el límite
líquido. Durante la hinca, el suelo se tornó casi líquido y la fricción lateral
tenía un valor muy pequeño. Si bien los pilotes penetraban 30 centímetros
por golpe, ascendían luego 25 centímetros tan pronto como se retiraba el
martillo, y hubo de utilizarse un dispositivo especial para mantenerlos en su
lugar después de la aplicación de cada golpe. Sin embargo, después de
un mes, la fricción lateral había aumentado a más de tres veces su valor
inicial.

lateral y la resistencia de punta con la resistencia a penetración N, deben fijárseles valores


topes. “Por ejemplo:
pilotes hincados: f, mz < 1 kg/cm”
q» máx < 200 kg/cm"
lotes perforados
Fares He Fundació "fa máx < 05 kg/cm”
qe máx <= 100 kg/cm”
En realidad, en la práctica resulta muy difícil obtener sobre cierta longitud de pilote
una fricción superior a f. = 0,8 kg/cm*, que corresponde según las fórmulas de Vésic a
una densidad relativa del 90 %, pues, para densidades mayores, la hinca de pilotes sin
desplazar la arena con inyección es prácticamente imposible,
En opinión del traductor, para el cálculo práctico puede suponerse que la fricción
lateral aumenta
en forma lineal hasta una profundic i a 15 veces el diámetroo
lado del pilote, cualquiera sea la densidad relativa de la arena, y Juego permanece cons-
tante e igual al valor máximo dado por las fórmulas transcriptas que proporcionan fe max
Véase Vésic, A. S.: “Test on instrumented piles, Ogeechee River site”, Journal or
Soil Mechanics and Foundation Division, ASCE, marzo 1970; B.C.P. Committee: “*
rimental studies of bearing capacity of piles in sand”, Tokio, 1969. También: O. Moretto:
Cimientos profundos - Síntesis escogida del estado actual del conocimiento sobre la in-
teracción con el suelo - Revista Latinoamericana de Geotecnia, Vol. 1, N* 2, Caracas, 1971.
También revista La Ingeniería, Bs. As., 1972. (N. del T.)
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 529

do
es
Sas
: e
Jan
j os

Liar después oe híncado


Fig. 56.2. Diagrama que muestra el aumento de capacidad de carga a rotura de
un pilote de fricción con el tiempo,

Cuando se hincan pilotes en arcilla blanda, el suelo situado en el camino


que recorre el pilote es desplazado y fuertemente deformado. Después de
hincado el pilote, la arcilla alterada lo circunda como una cáscara de unos
pocos centímetros de espesor (Cummings y otros, 1950), pero más allá de
la misma la alteración de la estructura del suelo es muy moderada. Si el
número de pilotes que se hincan es grande y está dentro de un área redu-
cida, los efectos de la alteración pueden acumularse y extenderse mucho
más allá de los límites de la construcción, circunstancia ésta que ha dado
lugar en algunos casos especiales al asentamiento de estructuras vecinas (A.
Casagrande, 1947, Lambe y Horn, 1965). Por otro lado, la cáscara de arcilla
muy alterada que rodea a cada pilote usualmente se consolida en forma
rápida, tornándose más resistente que la arcilla inalterada, de modo que suele
adherirse al pilote si éste se arranca.
Cuando un pilote se hinca en arcilla extremadamente sensitiva o arcilla
fluida, la cáscara de material alterado suele tener un espesor que no supera
un valor del orden de los 3 cm y aun mucho menos. Se comporta durante
la hinca como si fuese un líquido y asciende a lo largo del pilote hacia la
superficie, donde se acumula (Legget, 1950). Fuera de esta delgada cás-
cara, el suelo permanece prácticamente inalterado. Dentro de la cáscara el
material licuado recupera resistencia por consolidación y tixotropía, sin que,
empero, la resistencia final llegue necesariamente a igualar la del suelo
inalterado.
La hinca de pilotes en arcillas o limos saturados produce un aumento
temporario de la presión de poros (Lambe y Horn, 1965). En los limos
blandos la sobrepresión hidrostática puede licuar temporariamente el mate-
rial hasta una distancia considerable. Ésta se desvanece, empero, en pocos
- días o semanas y el limo se torna nuevamente tan sólido y estable como lo
estaba originariamente.
Los efectos que la hinca de pilotes ejerce sobre las arcillas y los limos
blandos son obviamente complejos y no bien comprendidos. Deben siempre
530 FUNDACIONES

tenerse en cuenta, aun cuando en muchos casos no son nocivos. Por ello,
en lo que sigue, se supone que las propiedades físicas y mecánicas de los
suelos no experimentan una alteración permanente significativa.
A pesar de las influencias que ejercen la alteración que origina la
hinca y los diversos efectos función del tiempo que se inician después que
un pilote ha sido hincado en arcilla blanda o en limo plástico blando, el valor
de la resistencia final de fricción es comúnmente igual, aproximadamente, a la
resistencia no drenada o a un medio de la resistencia a la compresión simple
de la arcilla saturada (Peck, 1958). No obstante, en algunos casos inusuales
se han obtenido valores considerablemente menores para la fricción (Peck,
1961). Hasta ahora estas situaciones irregulares se han producido única-
mente en arcillas laminares, pero no se conocen aún las circunstancias que
conducen a su desarrollo. Por ello, las decisiones finales relativas a la fricción
lateral en pilotes instalados en arcillas blandas saturadas deben basarse en
ensayos de carga.
En arcillas más resistentes, el valor final de la fricción lateral puede
llegar a ser sustancialmente menor que la resistencia triaxial no drenada de
la arcilla inalterada, y la discrepancia parece aumentar con el incremento
de la resistencia de la arcilla (Tomlinson, 1957; Peck, 1958; Woodward y
otros, 1961). La fricción depende también más del material que forma la
superficie del fuste del pilote. La tabla 56.1 resume el conocimiento actual.
Se estima necesario hacer notar que esta tabla, como cualquier otra que
se confeccione, cualquiera sea su detalle, solo sirve como guía para hacer
cálculos preliminares. La única forma de obtener datos más exactos consiste
en ejecutar ensayos de carga y ensayos de arranque en el terreno con pilotes
de tamaño natural *. .
Comportamiento de los pilotes resistentes de punta. En contraste con
los pilotes de fricción, se supone que los pilotes resistentes de punta tras-
fieren la carga por la punta a un estrato firme, a pesar de que, como lo
demostrado ensayos de carga realizados tanto en el terreno como en el
laboratorio (Vey, 1957, D'Appolonia y Romualdi, 1963; D'Appolonia y Hri-
* Hay experiencias recientes que indican que la reducción relativa de la fricción
con la resistencia de la arcilla no es un fenómeno universal. En pilotes
de hormigón, hin-
cados en depósitos de origen fluvial, la experiencia recogida en la zona que rodea a la
ciudad de Buenos Aires muestra que la fricción qe se lla en rotura es sensible-
mente igual a la resistencia al corte no drenado material inalterado
en que se hinca
el pilote. Por ello, en lugares sin experiencia previa acotada, la ejecución de ensayos de
carga y de arranque es de importancia fundamental. Véase Núñez, Vardé, Bolognesi y
Moretto: “Algunas relaciones entre los métodos de cálculo de la carga permisible y el
comportamiento real de pilotes de hormigón”, III Con; Panamericano de Mecánica
de Suelos e Ingeniería de Fundaciones, Caracas, 1967. Hay experiencias similares
recientes que pias en el mismo sentido, ejemplo, Sherman, W. C., “Instrumental
pille tests in sti clay”, Proc. VIL Int. Conf. on Soil Mechanios and Foundation Engí-
neering, México, 1969, y Stermac, Shelby y Devata, “Behaviour of various types of piles
in a stiff clay”, Proc, VII Int. Conf. on Soil Mechanics and Foundation Engineering,
México, 1069. Véase también Moretto, O. “Cimientos s - Síntesis escogida del
estado actual del conocimiento sobre la interacción con el suelo”. Revista Latinoamericana
de Geotecnia, Vol. I, N* 2, Caracas, Venezuela, 1971. También revista La Ingeniería,
Bs. As, 1972, (N. del T.)
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 531

Tabla 56.1
Valores de la resistencia a fricción en rotura para pilotes embebidos
en suelos cohesivos *

Pp o Fricción lateral de
sión sico de la ar- rotura entre pilote y
Material del pilote
kg/en*
cil
kg/cm ,

Hormigón y madera 0-0,75 00,35


0,15-1,50 0,35-0,50
, 0,50-0,65
más de 3,00 0,65
Acero 0-0,75 0.035
0,75-1,50 0,35-0,50
1503, 0,50-0,60
más de 3,00 0,80
> (Según Tomlinson, 1968).

ber, 1963), una parte considerable de la carga sea resistida por fricción
hateral, por lo menos temporariamente. Mas, si los pilotes atraviesan un
suelo muy compresible, como arcilla o limo blando, la presión trasferida
al suelo por fricción lateral lo consolida gradualmente y, como consecuencia,
el pilote tiene tendencia a asentarse. Solo el suelo en que está embebida
la punta resiste dicha tendencia, de modo que, a medida que pasa el tiempo,
la presión sobre la punta aumenta. Este proceso continúa hasta que la
mayor parte de la carga que actúa sobre el pilote es resistida por la punta.
Si la carga que tiene que soportar el pilote es mayor que la resistencia de

Goloes porcentímelro
02 4,022 4 5 2
Y
Piloleen T
Relleno
arena
3 Huesa | 3 +
Limo
6 0 LA 6
8 passa
E Pra
y S Turba ?
en
$ | arena 12
e e
$ Er Arcilla y 7

ira * ]
$ 4 ho arena reno!
S

Ya a (b)e) e lo)

Fig. 56.3. Número de golpes por centímetro de penetración en función de la


profundidad hincada, para pilotes de madera instalados en distintos tipos de subsuelos.
532 FUNDACIONES

punta, el asentamiento puede llegar a ser muy grande. Los ensayos de carga
sobre un pilote único no llegan, sin embargo, a revelar el peligro, ni aun en
el caso en que se ejecuten varias semanas después de la hinca. Por ello, en
un pilote resistente de punta, es más importante conocer la resistencia de
punta que la capacidad de carga total.
Relaciones entre la resistencia a la hinca y la profundidad. Si el número
de golpes requeridos por centímetro de penetración se representa en función
de la profundidad penetrada, se obtienen diagramas de resistencia a la pene-
tración o diagramas de hinca, como los indicados en la figura 56.3. La
forma de la curva de penetración indica de manera casi inequívoca a cuál
de las tres categorías principales pertenece el pilote, La figura 56.3a mues-
tra curvas típicas para pilotes hincados en arena suelta y en arena densa. En
ambos tipos de arena la resistencia a penetración aumenta con la profundi-
: i 56.3d corresponde a un pilote hincado arcilla blanda,
Pudiéndose notar que la resistencia a penetración se torna prácticamente
constante. A su vez, el rápido incremento de resistencia indicado en la curva
de la figura 56.3c puntualiza que la punta del pilote ha pasado de limo
suelto a arena bastante densa. Dichos incrementos acentuados son típicos
en pilotes resistentes de punta. Relacionando los diagramas de hinca con
el perfil del suelo, el ingeniero puede comúnmente derivar una concepción
fehaciente del material en que cada pilote ha sido hincado. En particular,
Puede determinar si la punta del pilote ha alcanzado un estrato de apoyo
adecuado,
Uso de las fórmulas de hinca para calcular la capacidad de carga. Cuan-
do un pilote resistente de punta encuentra un estrato firme, la resistencia
a penetración aumenta en forma repentina (fig. 56.3c). En términos gene-
les, cuanto mayor es este aumento, tanto mayor suele ser la resistencia de
punta, Esta observación condujo a efectuar tentativas para establecer una
relación entre la capacidad de carga de un pilote y su penetración por la
acción de los últimos golpes aplicados por el martinete. Los resultados
obtenidos se conocen con el nombre de fórmulas de hincas (artículo 34).
En todas las fórmulas de uso corriente, como la desarrollada por Janbu
(ecuación 34.6) o la fórmula Engineering News (ecuación 34.9), la capa-
cidad de carga a rotura calculada depende de la penetración S bajo el último
golpe del martillo. De acuerdo con la figura 56.3d, el valor de S que aparece
en las fórmulas es, para pilotes de fricción en arcilla, prácticamente inde-
pendiente de la profundidad y, por tanto, la aplicación de cualquiera de
las fórmulas conduce a la conclusión de que la carga de falla de dichos
pilotes es también independiente de la profundidad. La experiencia, sin
embargo, ha indicado que la capacidad de carga de pilotes de fricción en
arcilla aumenta aproximadamente en proporción directa con la longitud de
los pilotes, hecho que excluye en forma absoluta la aplicación de cualquier
fórmula de hinca al cálculo de la carga de falla de pilotes de fricción en
limo blando o en arcilla blanda.
La verdad es que, en ciudades como Shanghai y Nueva Orleáns, en las
que el predominio de espesos depósitos de suelo blando exige el uso de
pilotes de fricción, ningún ingeniero experimentado llega siquiera a consi-
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 533

derar la posibilidad de utilizar una fórmula de hinca. En efecto, en obras


pequeñas, la capacidad de carga se calcula en base a valores empíricos de
la fricción lateral media por unidad de superficie, y la resistencia de punta
se desprecia. En obras grandes se ejecutan ensayos de carga.
Pero, por las razones expuestas en el artículo 34, aun en el caso de
pilotes resistentes de punta, y de otros tipos de pilotes en que la resistencia
a la hinca aumenta con la profundidad, la comparación entre la capacidad
de carga real y la calculada con la mejor de las fórmulas de hinca deja
mucho que desear, mientras que la obtenida con la fórmula Engineering
News es tan pobre y errática que no queda justificación alguna para seguir
usándola, Por ello, en obras pequeñas, la capacidad de carga de falla de
los pilotes puede estimarse utilizando la fórmula de Janbu con un coeficiente
de seguridad de 3. Se corre así el riesgo de que este coeficiente solo alcance
valores del orden de 1,75 o, a la inversa, existe la posibilidad de que resulte
mayor de aproximadamente 4,4 y ge hinquen en este caso pilotes en exceso.
En obras de importancia, es de buena ingeniería que la capacidad de carga
de los pilotes se determine por ensayos de carga sobre pilotes de prueba de
tamaño natural.*
Ensayos de carga de pilotes. Se ha señalado que la capacidad de carga
de todos los pilotes, excepto los que se hincan hasta la roca, no alcanza su
valor permanente sino después de haber trascurrido cierto tiempo. Por
ello, los resultados de ensayos de carga no son concluyentes, a menos que
se realicen después del período de adaptación. Para pilotes en terreno per-
meable, este período alcanza a 2 Ó 3 días y para pilotes hincados total o
parcialmente en limo o en arcilla, a aproximadamente un mes.
Los ensayos de carga se efectúan comúnmente construyendo una plata-
forma encima del pilote, cargándola con arena o con lingotes, y midiendo
los asentamientos con un nivel. Este procedimiento es engorroso, a causa
del enorme peso que hay que mover y del tiempo que se requiere para este
trabajo. Un método más expeditivo consiste en hincar tres pilotes alineados,
separados 1,50 metros entre sí, instalar una potente viga de unión entre
las cabezas de los dos pilotes extremos, y ensayar el pilote central cargán-
dolo con el esfuerzo ejercido por un gato que reacciona contra la viga de
unión. El esfuerzo de arranque sobre los pilotes extfemos reduce ligera-
mente el asentamiento del pilote de ensayo, pero esta desventaja se halla
más que compensada por la facilidad con que se puede repetir el ensayo
con unos pocos días de intervalo. La curva indicada en la figura 56.2 se
obtuvo con este procedimiento.
Otro método de carga muy usado consiste en actuar sobre el pilote con
gatos que ejercen su esfuerzo reaccionando contra el centro de una platafor-
ma cargada con pesos muertos y que se apoya en sus cuatro vértices sobre
sendos pilotes. Estos pilotes deben distanciarse por lo menos 1,50 m del
pilote de ensayo.
Para poder proyectar fundaciones sobre pilotes resistentes de punta,
que atraviesan un estrato de arcilla y que descansan en arena, se necesita
* Véase nota del traductor de pág. 228. (N. del T.)
534 FUNDACIONES
conocer la capacidad de carga de aquella parte del pilote embebida en la
Sxena. Por raonea de brevedad, csta capacidad de carga so denominará
resistencia de punta, aunque también incluya la fricción lateral de la zona
del pilote en contacto con la arena. En estos casos, a menos que se sepa con
certeza que la “carga admisible” que actúa sobre el pilote es considera-
blemente menor que la resistencia de punta, ésta debe determinarse por
ensayos de carga en el terreno.
Para estos ensayos se pueden hincar dos pilotes de prueba distanciados
entre sí en aproximadamente 1,50 metros. Uno de los pilotes se hinca hasta
alcanzar rechazo en el estrato resistente, y el otro solo hasta que su punta
se encuentre a 1 metro, más o menos, por encima de dicho estrato. Como
la resistencia de punta de un pilote embebido en arena alcanza su valor
definitivo bastante rápidamente, los ensayos pueden efectuarse tres días des-
pués de hincados los pilotes. El efecto del tiempo sobre la fricción lateral
se puede eliminar cargando ambos pilotes simultáneamente y con la misma
velocidad de carga. La resistencia de punta es igual a la diferencia entre
la capacidad de carga de falla de los dos pilotes.
Determinación de la “carga admisible”. La expresión “carga admisible”,
Q+, indica aquella carga para la cual el coeficiente de seguridad, con respecto
al hundimiento en el terreno de un pilote único, tiene un valor consistente
con los requerimientos de seguridad usuales.
Cuando la “carga admisible” se calcula por medio de la fórmula de
Janbu (ecuación 34.6) el coeficiente de seguridad a aplicar no debe ser
menor de 3. Si, en cambio, se determina con ensayos de carga la resistencia
de falla del pilote, el coeficiente de seguridad puede variar entre 1,5 y 2
(Chellis, 1961). A menos que las condiciones del subsuelo no sean muy uni-
formes, hasta el menor de los valores indicados es ampliamente adecuado,
pues la incertidumbre más importante del ensayo de carga se produce en
la asignación de un valor a la capacidad de carga de falla en función de una
adecuada interpretación de la curva carga-asentamiento.
Las características generales de las curvas carga-asentamiento varían
entre los dos extremos indicados en la figura 56.4. La curva de la figura
56.4a es típica de pilotes de fricción enterrados en suelos le granos gruesos,
y de pilotes resistentes de punta que trasfieren su carga a un estrato de
4
en cm.
Asentamiento

Fig. 56.4. Curvas típicas carga-asentamiento: (a) para pilotes resistentes de punta;
Cb) para pilotes resistentes por fricción,
IE
Fig. 56.5. Diagrama que muestra la forma como se produce la rotura originada
por hundimiento de todo el grupo de pilotes, incluyendo el suelo encerrado por

cuando la carga total de proyecto (número de pilotes multiplicado por


“carga admisible” por pilote) no excede de Q,/3. Si esta condición no se
satisface, debe cambiarse el proyecto de la fundación,
Asentamiento de fundaciones sobre pilotes de fricción en arena
La arena densa es un suelo excelente que no necesita ser reforzado con
pilotes. Si por alguna razón especial, como ser la necesidad de trasferir
el peso del pilar de un puente a un nivel inferior a la socavación máxima,
hay que instalar pilotes en arena densa, éstos usualmente tienen que hin-
carse con inyección a los efectos de ayudar su penetración. Por tal razón,
en lo que sigue, se consideran solamente los pilotes hincados en arena suelta
y, además, se supone que la arena en la que se hincan los pilotes no es
seguida en profundidad por ningún material más compresible que la arena
misma.
Si todas las demás condiciones son idénticas, la fricción lateral contra
los pilotes aumenta con la densidad relativa de la arena. Cuando se hinca
un pilote, la densidad de la arena que lo rodea aumenta (Plantema y Molet,
1957). entos en gran escala han demostrado que la compactación
causada por la hinca de un pilote influye sobre la capacidad de carga de
3
Volores de S,/S,
a .3
sn

Ancho de lo fundación - m
Die 506, nálcss siste ererntemda cuco el dio 8 de un grupo de pi-
lotes en arena y la rela en la que S, representa el asentamiento de un gra
po de pilotes con ancho B, y 5,el asentamiento de un pilote aislado de ensayo
sometido a la misma carga que actúa sobre cada uno de los pilotes del grupo (según
Skempton, 1953).

sobre pilotes flotantes, pues la presión trasmitida por fricción lateral a


dichas capas produce su consolidación,

Asentamiento de fundaciones sobre pilotes resistentes de punta


Introducción. Las fundaciones sobre pilotes resistentes de punta pueden
dividirse, según cuál sea la naturaleza del estrato resistente, en cinco cate-
gorías, que a continuación se consideran por separado:
1. Pilotes cuyas puntas descansan en roca sana.
. ess cuyas puntas se han hincado en roca descompuesta.
3. Pilotes cuyas puntas se hallan embebidas en arena densa, la que en
profundidad es seguida de estratos igualmente incompresibles.
4. Pilotes cuyas puntas se hallan embebidas en arcilla compacta que
es seguida en profundidad por estratos aún menos compresibles.
5. Pilotes cuyas puntas se hallan embebidas en arena densa o en arcilla
compacta situada encima de un estrato de arcilla blanda.
Pilotes cuyas puntas descansan en roca sana. En condiciones ideales los
pilotes hincados hasta la roca sana actúam como si fuesen columnas, y el
“asentamiento de la fundación no excede al acortamiento elástico de los mis-
mos. Sin embargo, si no se protegen las puntas de los pilotes de madera
de una manera adecuada, existe la posibilidad de que éstas se abran en flor
durante la hinca, al entrar en contacto con la roca, y se pierdan todas las
ventajas del apoyo rígido. Además, si las puntas de los pilotes llegan a dar
con una superficie inclinada y lisa de la roca, existe la posibilidad de que
se deslicen por la misma sin que aparezca ninguna indicación de su flexión
progresiva, de modo que, cuando se le agrega el peso del edificio, la flexión
puede seguir creciendo y la fundación llegar a fallar. En tales casos, no
deben utilizarse pilotes de madera; y hasta los pilotes de hormigón armado
pueden llegar a romperse.
ART. 58 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 539

Pilotes cuyas puntas se hincan en roca descompuesta. Las rocas descom-


puestas, en especial las de origen metamórfico, pueden ser tan compresibles
como la arcilla medianamente compacta, y con todo, usualmente contienen
fragmentos de roca bastante intacta, los cuales impiden que los pilotes atra-
viesen la zona compresible. En estos casos no se pueden hacer estimaciones
fehacientes sobre el asentamiento probable si no se obtienen testigos inalte-
rados del material descompuesto para someterlo a ensayos de consolidación
y calcular con sus resultados el asentamiento a prever. Si el asentamiento
puede concebiblemente exceder un valor tolerable, hay que buscar un método
para atravesar la zona de roca descompuesta.
Pilotes que atraviesan un estrato compresible y descansan en arena.
Al tratar en pág. 530 de la capacidad de carga de un pilote único de este tipo,
se demuestra que el asentamiento depende en especial de la relación entre la
resistencia de punta y la carga que actúa sobre el pilote. Esto mismo es
aplicable al asentamiento de toda la fundación. Si la carga por pilote es
igual o menor que la resistencia de punta, el asentamiento no tiene, en gene-
ral, mayor importancia, pero si es mayor que dicha resistencia, puede llegar
a adquirir un valor grande y perjudicial. En cualquier caso, sin embargo, el
asentamiento medio de la fundación es muchas veces mayor que el asenta-
miento de un pilote único sometido a la “carga admisible”. El ejemplo siguien-
te (Terzaghi 1938b) ilustra estas manifestaciones:
En Viena, Austria, se construyó una casa de departamentos sobre cabe-
zales continuos de 1,00 metro de ancho soportados por pilotes moldeados en
sitio que, atravesando 6 metros de relleno blando, terminaban dentro de grava

=Á GR
es

10 20 30
Cargo sobre el pilote enfonelodas
Fig. 56.7. (a) Curvas de asentamiento ide un edificio de mampostería apoyado
en. zapatas continuas sobre pilotes cónicos, cuyas puntas descansan en un estrato
de grava densa. Los asentamientos dibujados fueron medidos un año después de
terminada la obra; (b) curvas carga-asentamiento para un pilote de prueba durante
el ensayo de carga, y para el mismo pilote como parte integrante de la estructura.
540 FUNDACIONES

bastante densa, Cada pilote soportaba una carga de 24 toneladas. La curva


Co de la figura 56.7b muestra el resultado de un ensayo de carga de un
pilote único; la curva C el asentamiento del mismo pilote durante la cons-
trucción. Como puede verse, cuando la carga sobre el pilote debida al peso
del edificio alcanza su valor final de 24 toneladas, el asentamiento resulta
mucho mayor que el que experimentara el mismo pilote durante el ensayo
de carga.
Por su parte, la figura 56.74 muestra curvas de igual asentamiento para
toda la estructura 11 semanas después de haberse terminado. La falta com-
pleta de simetría que tienen estas curvas sugiere que la fuente de los asenta-
mientos se hallaba en la parte superior del estrato firme y que, por tanto,
los mismos reflejan, principalmente, las variaciones locales de compresibilidad
de dicho estrato. Si las paredes hubiesen sido perfectamente flexibles, las
curvas de igual asentamiento se extenderían sin interrupción a través de la
junta de expansión situada en el centro del edificio. Las discontinuidades
indican que las paredes actuaron como vigas semirrígidas y salvaron como
tales los puntos más débiles del estrato resistente. Desde el punto de vista
práctico, cabe decir que el asentamiento no tuvo importancia, pues el asenta-
miento diferencial máximo no llegó a exceder de 1 centímetro. El buen éxito
de la fundación se debió a que la carga por pilote era menor que la resis-
tencia de punta.
En el ejemplo que se acaba de describir, la resistencia de punta era
grande porque solo se necesitó un pequeña cantidad de energía para atra-
vesar los estratos superiores, pero si alguno de los estratos atravesados es
muy firme, la mayor parte de la energía de hinca se consume en vencer la
fricción lateral en los mismos y la resistencia a la penetración se hace exce-
siva, aun cuando la resistencia de punta sea todavía muy baja. Solo se puede
obtener una información fehaciente con respecto a la resistencia de punta
de tales pilotes, cuando se hacen ensayos de carga sobre dos pilotes de
distinta longitud en la forma descripta en la página 534 o en obras muy
grandes, con instalaciones sensibles a los asentamientos, instrumentando los
pilotes de ensayo con extensómetros a varias profundidades para permitir
una determinación de la carga que realmente llega a las puntas durante los
ensayos. Tales ensayos, aunque costosos, se han llevado a cabo en. varias
obras importantes (Stevens et al., 1965).
Cuando la carga por Hlote no excede de los dos tercios de la resistencia
de punta, el le la fund no tiene i
sea la distancia entre pr Una distancia entre pilotes igual a 3d satisface
todas las exigencias prácticas pero, además, debe tenerse el cuidado de
hincar primero los pilotes centrales de un grupo dado, si se quiere tener
la seguridad de que todos los pilotes puedan penetrar bien dentro del estrato
resistente.
“En algunos lugares, la roca madre está cubierta con un estrato compues-
to, constituido de bolsones irregulares de arena o de arena y grava que se
alternan con bolsones de material más compresible, como ser arcilla o frag-
mentos de roca embebidos en arcilla, y esta base compuesta está cubierta
con sedimentos blandos. Las perforaciones exploratorias comunes no siempre
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 541

revelan la naturaleza compuesta de estos estratos, la que se pone en eviden-


cia sólo cuando se hincan los pilotes de prueba. En efecto, la figura 56.3b
representa el diagrama de hinca de un pilote hincado a través de relleno y
turba para penetrar dentro de un estrato de arena que contiene capas y
bolsones de arcilla. La curva del diagrama consiste en partes inclinadas, como
las ab, que son seguidas por otras verticales, transiciones abruptas éstas que
pueden indicar que la punta del pilote pasa de un suelo firme a un limo o una
arcilla blanda; pues, si el suelo situado debajo del nivel del punto b fuese
similar al situado encima, la curva tendría que haber seguido la forma indi-
cada por la línea punteada hc. Como el diagrama de hinca tiene varios
escalones, resulta evidente que la punta del pilote ha pasado a través de
varios estratos firmes que se alternan con otros blandos. Empero, debe tener-
se en cuenta que el pasaje de la punta de un pilote de una capa de arena
densa a otra de arena suelta puede causar transiciones abruptas similares.
La figura 44.12 ilustra esta posibilidad. Cualquiera sea el caso, los pilotes
de un grupo, hincados en un subsuelo con perfil errático, suelen alcanzar el
rechazo a profundidades muy distintas. Por ejemplo, de dos pilotes adya-
centes situados a una distancia de 75 cm, hincados en el subsuelo indicado
por la figura 44.12, uno de ellos encontró rechazo a una profundidad de
18 metros, mientras que el otro llegó hasta 25,50 metros. Si el suelo situado
entre las puntas de pilotes de muy distinta longitud está constituido solo por
arena suelta, el comportamiento del grupo de pilotes bajo carga suele resultar
perfectamente satisfactorio, pero si contiene bolsones de arcilla blanda o de
limo, el asentamiento puede llegar a ser excesivo. Por ello, si dos pilotes
adyacentes alcanzan el rechazo a profundidades muy distintas, debe efec-
tuarse una perforación en sus cercanías para determinar la causa de la dife-
rencia. Si la perforación indica que, por debajo del nivel de los pilotes
más cortos, el subsuelo presenta bolsones de material muy compresible, hay
que forzar su penetración para que todos los pilotes atraviesen la zona que
contiene dichos bolsones, recurriendo para ello a la inyección o a una perfo-
ración previa si es necesario. Todos aquellos pilotes que alcanzan el rechazo
a un nivel por encima de los bolsones blandos más profundos deben arran-
carse o bien anularse como malos y ser remplazados por otros que alcancen
la longitud requerida.
En zonas de inundación y a lo largo de las costas marítimas, la construc-
ción de fundaciones sobre pilotes va a menudo precedida de la construcción
de un terraplén que cubre la superficie que va a ocupar la estructura. Cuando
el subsuelo está constituido por arena suelta u otros suelos muy permeables
y relativamente incompresibles, el efecto que el terraplén ejerce sobre los
pilotes puede despreciarse, pero, si el subsuelo contiene capas de limo blando
o de arcilla, la presencia del terraplén aumenta en forma considerable la
carga que actúa sobre los pilotes, y, como consecuencia, también produce un
sento de los asentamientos. Este fenómeno fue descubierto por primera
vez en Holanda, donde muchos de los edificios situados en las planicies
costeras descansan en pilotes resistentes de punta que, atravesando unos 18
metros de estratos muy blandos, alcanzan rechazo en un manto de arena.
Toda vez que en el área cubierta por la obra se construía un relleno o terra-
542 FUNDACIONES

plén de cierta altura, poco antes de hincar los pilotes, se observaba que la
fundación sufría asentamientos excesivos. Una vez descubierto este hecho,
la causa de los asentamientos se tornó evidente.
Antes de hincar los pilotes, los estratos compresibles se consolidan gra-
dualmente bajo el peso del terraplén recientemente construido y éste se
asienta libremente. Pero una vez instalados los pilotes, el terraplén situado
dentro del grupo de pilotes no puede más asentarse libremente, pues su
descenso es resistido por la fricción lateral entre el material del terraplén y
los pilotes. En efecto, un descenso imperceptible del terraplén con respecto
a los pilotes es suficiente para trasferir sobre los mismos el peso de todo
el terraplén situado dentro del grupo. Si A representa el área de una sec-
ción horizontal limitada por el grupo de pilotes, n el número de pilotes, H
la altura del terraplén y y su peso unitario, la carga Q' que actúa sobre cada
pilote, como consecuencia del peso del terraplén situado dentro del grupo,
es igual a: :
ml Es H (36.
36.3)

En los espacios situados entre grupos de pilotes el peso del terraplén


produce un asentamiento progresivo. Si los pilotes resisten por la punta
no participan de este movimiento, de modo que el suelo que rodea el grupo
desciende con respecto a los mismos y tiende a arrastrarlos. Este arrastre
aumenta a medida que se incrementa la' consolidación. Su valor mínimo
depende del asentamiento que sufre el plano superior de la capa de arcilla.
Para asentamientos muy pequeños es casi igual a cero y aumenta a medida
que lo hace el asentamiento, pero no puede llegar a ser mayor que el pro-
ducto del espesor H del estrato de arcilla por la circunferencia L del grupo
y por la resistencia promedio al corte s de la arcilla. Si n es el número de
pilotes en el grupo, el máximo valor del arrastre es igual a:
LHs
Quel! == (56.4)
El valor real de Q” varía entre cero y Q”max, no siendo posible, en el
estado actual de nuestro conocimiento, determinar su magnitud por otro
medio que no sea una estimación con criterio.
Las fuerzas que originan las cargas Q' y Q” se conocen con el nombre
de fricción lateral negativa. A medida que aumenta la distancia entre pilo-
tes tanto Q como Q” aumentan, de modo que para reducir el efecto de la
fricción negativa conviene reducir dicha distancia a 2,5d, que es el mínimo
compatible con las exigencias prácticas.
Si Q es la carga por pilote que ejerce un edificio fundado sobre pilotes
que atraviesan un terraplén reciente, seguido de arcilla blanda, para des-
cansar en un estrato de arena, la parte inferior de cada pilote tendrá que
soportar en definitiva una carga que, en total, es igual a:
Q=0+0+0” (56.5)
ART, 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 543

Si esta carga es superior a la resistencia de punta del pilote, el asen-


tamiento de la fundación será excesivo, cualquiera sea la capacidad de carga
que se haya obtenido ensayando los pilotes en el terreno. Por ello, si se va
a establecer una fundación sobre pilotes resistentes de punta en un lugar
recientemente cubierto con un terraplén, debe determinarse tanto la resis-
tencia de punta como el valor Q, dado por la fórmula 56.5.
Se han usado varios artificios para reducir los efectos de la fricción
negativa. En Holanda, se ha hecho costumbre utilizar pilotes premoldeados
con punta ensanchada (Platema y Nolet, 1957). En condiciones extremas,
los pilotes se han hincado dentro de una camisa y el espacio entre ambos
TN de material viscoso antes de retirar la camisa (Golder y Villeumier,
1964).
Pilotes que atraviesan un estrato compresible y descansan en arcilla
compacta. En estas condiciones, la mayor parte de la carga que actúa
sobre los pilotes va a ser trasferida, en última instancia, a la punta de los
mismos, hecho que produce una gran concentración de tensiones en la arcilla
en correspondencia con la punta de cada pilote. Los resultados de un ensayo
de carga sobre un pilote único pueden proporcionar la sensación de una
seguridad que no existe, debido a que, primero, durante el ensayo la mayor
carga es soportada por fricción lateral y, segundo, porque la con-
solidación de la arcilla cerca de la punta de los pilotes avanza muy lenta-
mente. Con el tiempo, sin embargo, el asentamiento originado por esta
consolidación puede llegar a ser muy grande. Para obtener datos feha-
cientes con respecto a esta posibilidad es aconsejable hincar un caño con
una punta cónica suelta hasta que ésta penetre en la arcilla compacta, y
luego llevar a cabo un ensayo de carga colocando una columna dentro del
caño, de modo que la carga actúe directamente sobre la punta. El diámetro
del a debe ser aproximadamente igual al de la punta de los pilotes a
instalar.
Con preferencia, la punta debe hacerse de un material permeable, como
ser, piedra porosa artificial, y la carga debe permanecer sobre la punta por
lo menos un mes. El asentamiento debe medirse una vez por día durante
la primera semana, y dos veces por semana a partir de entonces. La forma
de la curva tiempo-asentamiento obtenida dibujando los datos del ensayo
permite derivar una estimación, aunque sea grosera, del asentamiento final
que experimentará el pilote.
La distancia entre pilotes no debe ser menor de 3d, a fin de reducir
lo más posible la alteración del estrato resistente de arcilla por efecto de
la hinca, siendo preferible una distancia de 3,5d. La diferencia entre el
asentamiento final del pilote único de ensayo y el de toda la fundación
suele no tener importancia.
Si la superficie ocupada por la fundación ha sido cubierta por un terra-
plén o relleno reciente, la fundación debe proyectarse para una carga por
pilote Q, (fórmula 56.5) que tenga en cuenta la fricción lateral negativa.
Pilotes cuyas puntas están enterradas en un estrato firme debajo del
cual hay arcilla blanda. Si el estrato resistente, como ser un espeso manto
de arena densa, se halla situado encima de una capa de arcilla blanda, el
544 FUNDACIONES

asentamiento de la fundación sobre pilotes es igual a la suma de dos partes


independientes. La primera parte está constituida por el asentamiento que
se produciría si el estrato de arena no fuese seguido de material comprensible.
Los factores que determinan esta parte del asentamiento se trataron por
separado en los apartados anteriores. La segunda parte se debe a la conso-
lidación de la capa compresible situada debajo del estrato en que están
enterradas las puntas de los pilotes. Si la fundación está bien proyectada,
el asentamiento originado por la primera parte es despreciable, mientras
que el producido por la segunda puede llegar a ser muy grande y perju-
dicial. Esta posibilidad ha sido con frecuencia pasada por alto, aun en
obras de hace pocos años.
En un caso se hincaron unos 5.000 pilotes de madera de 24 metros de
largo que, después de atravesar un relleno y 15 a 20 metros de arena fina
suelta, que contenía delgadas capas blandas de limo y de arcilla, se apoyaban
firmemente dentro de un estrato de arena densa. Los pilotes se dispusieron
en grupos y fueron coronados con cabezales. La carga por pilote era de unas
16 toneladas, es decir, menos de un cuarto de la capacidad de carga de falla
determinada por ensayos de carga, de modo que no se preveía que se pro-
dujese ningún asentamiento medible. Sin embargo, la fundación sufrió
en realidad un asentamiento superior a los 60 centímetros. La fuente del
origen de los asentamientos era una capa de arcilla de 9 metros de espesor
situada a 7,50 metros por debajo de los pilotes más largos y que tenía un
contenido de humedad cercano al límite líquido.
El asentamiento de una fundación sobre pilotes, producido por la con-
solidación de una capa blanda situada debajo del estrato resistente, se puede
calcular con los procedimientos indicados en los artículos 13 y 41 suponiendo
que la estructura es perfectamente flexible y que las cargas actúan directa-
mente sobre la superficie del estrato resistente. La carga total que produce

Fig. 56.8. (a y b) Planta y corte de una estructura apoyada en pilotes hincados


hasta una capa de arena densa situada encima de un potente depósito de arcilla;
(c) curvas de asentamiento de la estructura. Las curvas de la mitad isquienda repro.
sentan en pulgadas los asentamientos observados al terminarse las curvas
de la derecha, las línens de igual asentamiento calculadas con los resultados de los
yos de consolidación.
ART. 6 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 545

la consolidación es igual a la diferencia entre el peso total efectivo del


edificio y el peso efectivo del suelo excavado (véase artículo 55). La figura
56.8 ilustra sobre la exactitud de este procedimiento. Las figuras 56.84 y b
representan, respectivamente, una planta y una sección vertical simplificadas
de un edificio con estructura de acero y fachadas recubiertas de piedra. La
estructura descansa en 10.000 pilotes de madera de 8 metros de longitud,
hincados de modo que sus puntas tomen apoyo en la parte superior de una
capa de arena densa. La carga por pilote es de 15 toneladas, y como el
promedio de los asentamientos de los pilotes de ensayo bajo una carga de
30 toneladas fue de 6 milímetros, los proyectistas no creyeron que el asen-
tamiento máximo llegara a exceder este valor, pero, dos años después de
construido el edificio, dicho asentamiento ya había excedido los 30 centí-
metros. La parte izquierda de la figura 56.8c indica en pulgadas las líneas
de iguales asentamientos, medidos al terminarse la construcción, y la parte
derecha muestra las líneas de iguales asentamientos calculados, expresados
como una fracción. del Escctamlento máximo. A Pesar de las hipótesis sim-
bas-
tante bien con el na real, Los resultados qa pe de asenta-
mientos indican que el asentamiento máximo alcanzará a unos 55 centíme-
tros, pero el real será considerablemente mayor a causa del efecto secunda-
rio (artículo 14).
Para obtener datos referentes a la magnitud del asentamiento resul-
tante de la consolidación de estratos compresibles situados debajo de las pun-
tas de los pilotes, las perforaciones exploratorias deben completarse con,
por lo menos, varias perforaciones para extraer muestras continuas en tubos
de pared delgada de todos los estratos altamente compresibles y, si se
necesita hacer una predicción afinada de los asentamientos, debe también
ejecutarse una perforación para extraer muestras inalteradas. El programa
de ensayos para las muestras y el método a utilizar en el cálculo son idén-
ticos al que fueron descriptos en el artículo 55 al tratar del asentamiento de
fundaciones sobre plateas situadas por encima de estratos de arcilla blanda.
Si el cálculo indica que el asentamiento puede llegar a exceder un valor
tolerable, deben considerarse otros métodos para construir la fundación.
Cuando, por el contrario, el cálculo puntualiza que el asentamiento ten-
drá valores tolerables, la distancia entre pilotes puede determinarse utilizan-
do las mismas reglas que se usan para fundaciones con pilotes resistentes
de punta embebidos en arena.
Repetición de la hinca de pilotes resistentes de punta. Si al ser hin-
cado un pilote atraviesa limo o arcilla, los pilotes vecinos hincados previa-
mente pueden sufrir un levantamiento de varios centímetros con respecto
a su posición original, y por lo tanto, sus puntos perder contacto con el
suelo resistente, de modo que la subsecuente aplicación de carga sobre los
mismos origina un asentamiento igual al levantamiento mencionado. Por
ello, si las condiciones del subsuelo pueden conducir a un levantamiento
de los pilotes ya hincados, deben establecerse puntos de referencia en las
cabezas de los mismos, con el fin de observar por medio de un nivel si
dicho levantamiento se produce, en cuyo caso debe renovarse la hinca antes
548 FUNDACIONES

de construir los cabezales (Klohn, 1961). Si los pilotes son del tipo moldeado
en sitio con camisa flexible perdida, deben colocarse indicadores que per-
mitan detectar el ascenso de las puntas. Si el ascenso se produce, deben
rehincarse las puntas antes de hormigonar.

Asentamientos de fundaciones sobre pilotes flotantes


En algunos tipos de suelos blandos, los pilotes pueden hincarse hasta
gran profundidad sin que se obtenga una apreciable resistencia a la pene-
tración. En dichos casos, el diagrama de hinca se asemeja al indicado en
la figura 56.3d. En estas condiciones se requiere una fundación sobre pilo-
tes flotantes en la que la longitud mínima de éstos no viene determinada
por una resistencia especificada con respecto a la penetración bajo el efecto
de los golpes del martillo, sino que por la exigencia de que el coeficiente
de seguridad de los grupos de pilotes, con relación a una rotura o falla por
la base, sea por lo menos igual a 2 6 3. La capacidad de carga Q, de cada
po se puede calcular por medio de la fórmula 56.2, y la mejor forma
de determinar el valor de s que figura en la misma consiste en cargar hasta
su falla varios pilotes de prueba de distinta longitud.
Antes de poder iniciar los cálculos debe tomarse una decisión sobre la
separación con que se dispondrán los pilotes. Ahora bien, según la fórmula
56.2, la capacidad de carga de falla de un grupo de pilotes de fricción
aumenta con la distancia entre éstos y, además, para una carga dada por
pilote, el asentamiento de un grupo, que consta de un número determinado
de pilotes, disminuye a medida que aumenta la distancia entre pilotes. Pare-
cería, por tanto, que una distancia grande entre pilotes fuera ventajosa, pero,
hasta el presente, los datos empíricos existentes con respecto al efecto que
la distancia entre pilotes ejerce sobre el asentamiento son todavía muy
escasos. En 1915, dos grupos de pilotes de fricción, hincados en arcilla
limosa blanda, fueron cargados con 240 toneladas por grupo (Staniford,
1915). Cada grupo contenía 16 pilotes de 23,50 metros de longitud. En
uno de ellos los pilotes estaban espaciados 75 centímetros entre sí, en el
otro 1,05 metros. Después de 40 días ambos grupos se habían asentado
11,5 centímetros, pero trascurridos 270 días, el asentamiento de los pilotes
con menor espaciamiento era de 28 centímetros y el del otro grupo de sólo
20 centímetros. Como la ventaja de una distancia mayor entre pilotes debe
pagarse construyendo un cabezal mucho más grande, es dudoso que un
espaciamiento superior a 3,5d resulte económico.
Si para una distancia entre pilotes y una carga por pilote dadas se
aumenta el número de pilotes, se aumentan también la intensidad de la
máxima tensión en el suelo y la profundidad de la zona sometida a altas
tensiones, hechos fáciles de comprobar si se comparan las mitades derechas-
de los diagramas dibujados en la figura 56.9a y b. Por ello, el asentamiento
de una fundación sobre pilotes que cubre un área grande es mayor que
* el de una fundación menor que tiene pilotes de la misma longitud, hincados
con el mismo espaciamiento, y que soportan la misma carga. Por idéntica
razón, el asentamiento de una fundación, que cubre un área dada y soporta
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 547

una carga total también dada, disminuye a medida que aumenta la longitud
de los pilotes, a pesar de que se necesita un menor número de pilotes para
absorber la carga. Estas conclusiones han sido confirmadas por la expe-
riencia en todas las ciudades donde las condiciones del subsuelo exigen
construir sobre fundaciones con pilotes flotantes (Clarke y Watson, 1936).
En las mitades izquierdas 'de la figura 56.9a y b se indican la intensidad
y la distribución de las presiones en el suelo, en la hipótesis de que no
existiesen pilotes. Ahora bien, el asentamiento final de las fundaciones sobre
pilotes, como las indicadas en las mitades derechas de dichas figuras, puede
calcularse en forma aproximada haciendo la siguiente hipótesis simplifica-
tiva: los dos tercios superiores del espesor de suelo en que están embebidos
los pilotes no experimentan cambio alguno en su contenido de humedad.
Por debajo de esta cota la consolidación se produce como si el edificio
estuviese apoyado a dicho nivel sobre una platea flexible y los pilotes no
existiesen.
Según esta hipótesis, la ventaja que se deriva de la hinca de pilotes
equivale al remplazo del subsuelo por un material prácticamente incom-
presible, que se extiende desde el cabezal de los pilotes hasta una profun-
didad igual a los dos tercios de la longitud de los mismos. Si esta profun-
didad es varias veces mayor que el ancho de las zapatas o cabezales y éstos
están muy separados entre sí, el asentamiento de la fundación sobre pilotes
será pequeño, por malo que sea el suelo. Pero si, por el contrario, dicha
profundidad es mucho menor que el ancho del área cargada y esta área es
grande, el asentamiento final puede resultar excesivo aun bajo una carga
muy moderada, Estas usii han sido confirmad id:
por la experiencia. Asimismo, tanto la experiencia como la teoría han mos-
trado que las fundaciones sobre plateas, apoyadas en pilotes de fricción

Presión unleria vertical


enpor ciento de lepresitn
wniteria que actúa Sobre
|Moyarae 75
$0 a 75
25 a SO
25
Fig. 56.9. Diagramas que muestran el aumento de presión vertical producido en
el suelo situado debajo de pilotes de fricción, en dos fundaciones que tienen potes
de la misma longitud y que soportan la misma carga. En (a) el ancho de la fundación
es pequeño, comparado con la longitud del pilote; en (b) el ancho de la fundación
es grande, comparado con la longitud del pilote.
548 FUNDACIONES

cargados y distribuidos en forma uniforme, siempre tienden a asumir, al


igual que las fundaciones sobre plateas simples, la forma de un cuenco
poco profundo.
Si la estructura tiene sótano, la carga que produce la consolidación es
igual a la diferencia entre el peso efectivo del edificio y el peso efectivo
del suelo excavado para el sótano (véase artículo 55).

Fórmulas de eficiencia
En lo que antecede se ha demostrado que el asentamiento de una
fundación sobre pilotes no guarda ninguna relación con el asentamiento de
un pilote único, bajo una carga igual a la que soportan los pilotes de la
fundación. La comprensión cada vez más generalizada de este fenómeno
ha dado origen a varias tentativas para expresar, por medio de las llamadas
fórmulas de eficiencia, la influencia que el número y la distancia entre
pilotes ejercen sobre el asentamiento de la fundación (Seiber y Keeney,
1944; Master, 1943; Feld, 1943). Mas la extraordinaria variedad de suelos
que se presentan en la práctica excluye la posibilidad de establecer un
número limitado de fórmulas de eficiencia suficientemente exactas y de vali-
dez general, pues el efecto que el número y la distancia entre pilotes ejercen
sobre la relación entre el asentamiento de un pilote único, bajo una carga
dada, y el que le corresponde a un grupo, bajo la misma carga por pilote,
depende en gran parte del orden de sucesión y de las propiedades de los
estratos del subsuelo. Además, para una longitud y distancia entre pilotes
dadas, la relación mencionada cambia considerablemente con la carga por
pilote. Ninguna de las fórmulas de eficiencia existentes considera en forma
adecuada estos factores vitales, de modo que, teniendo en cuenta el gran
número y la diversidad de los mismos, se estima dudoso, para decir poco,
que dichas fórmulas representen en realidad un paso correcto hacia la solu-
ción de este problema.
Cuando se valora el estado actual de nuestro conocimiento, que por
otro lado no podrá sufrir variaciones radicales por muchos años, se llega a
la conclusión de que, en lugar de utilizar las fórmulas de eficiencia, parece
preferible considerar cada caso en forma individual, y determinar el asen-
tamiento probable de la fundación sobre pilotes propuesta en función de
las propiedades físicas de los suelos a los cuales los pilotes trasmiten su
carga, siguiendo para ello los ejemplos que se dieron con anterioridad en
este artículo. Si el asentamiento probable llega a exceder el máximo tole-
rable, el proyecto debe modificarse. El máximo asentamiento tolerable de
las fundaciones sobre pilotes viene determinado por los mismos factores que
gobiernan el asentamiento admisible en fundaciones sobre zapatas y plateas
(artículos 54 y 55).
Si la distribución de las cargas sobre la superficie que va a ocupar
una estructura es muy desigual, las tensiones secundarias producidas en la
misma por los asentamientos desiguales pueden disminuirse mucho dividien-
do el edificio en bloques separados entre sí por juntas verticales continuas.
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 549

Elección del tipo de pilote


Cuando se va a proyectar una fundación sobre pilotes, el proyectista
puede, en general, de entre varios tipos diferentes de pilotes, elegir al arbi-
trio uno cualquiera de los que resultan adecuados para soportar la funda-
ción propuesta. La elección definitiva depende de cuestiones económicas y
de las condiciones impuestas por las características de la obra.
Tabla 56.2
Cargas admisibles usuales por pilote

“Tipo de pilote Cares ata


Madera 15-30
Compuesto 20-30
Hormigón mol E 30-50*
Premoldeado de hormigón armado 30-50*
Moldeado en sitio vaciando hormi;
ido. 40-60
Acero, doble 30-60

mn
una carga admisible igual a la obtenida multiplicando su sección trasversal bruta por una
tensión unitaria de 60 a 70 kg/cm”, lo que implica adoptar entre 75 y 85 t para un
pilote premoldeado cuadrado de 35 X 35 cm de lado, por ejemplo. Esta carga se dismi-
Fuye cuando así lo exige el perfil del suelo y se aumenta hasta una tensión específica
máxima de 100 kg/cm en situaciones excepcionales que requieran tratamiento especial,
en cuyo caso se extreman los controles de obra a fin de obtener realmente un coeficiente
de seguridad adecuado. (N. del T.)

Hasta fines del siglo pasado se utilizaban casi exclusivamente pilotes de


madera no tratada, Este pilote es relativamente barato, pero tiene dos des-
ventajas principales. La primera consiste en que un pilote de madera debe
cortarse por debajo del nivel mínimo de la napa y, si la napa desciende a
posteriori a una cota inferior como consecuencia de un cambio permanente
del régimen de aguas subterráneas, la parte superior de los pilotes se des-
integra a corto plazo. La segunda estriba en que, si un pilote de madera
se hinca con demasiada fuerza, puede llegar a romperse sin que el capataz
alcance a notar nada anormal. El riesgo de deterioro puede reducirse im-
pregnando los pilotes con sustancias preservadoras de la madera, pero el de
rotura solo puede reducirse interrumpiendo la hinca cuando la capacidad
de carga del pilote es todavía relativamente baja. Como los pilotes de
hormigón o de acero pueden hincarse en forma más enérgica que los de
madera sin correr el riesgo de dañarlos, la carga admisible para dichos
pilotes es mucho mayor que para éstos. Los valores de carga comúnmente
asignados en la práctica a los pilotes de varios tipos, y que se hallan ejem-
550 FUNDACIONES

plificados por los datos que indica la tabla 56.2, representan un reconoci-
miento de la importancia del hecho mencionado. No obstante, es frecuente
que las cargas de cálculo difieran mucho respecto de las dadas en la tabla.
Aunque las cargas admisibles de los pilotes de distinto tipo son dife-
rentes, el espaciamiento a que los mismos se disponen es prácticamente
igual para todos los tipos Por ello, los cabezales que se requieren para tras-
ferir una carga dada a pilotes de madera son mucho mayores y más caras
que los cabezales de la misma capacidad de carga soportados por pilotes de
hormigón o de acero. Además, el nivel inferior de dichos cabezales sobre
pilotes de hormigón o de acero puede establecerse a cualquier cota que
resulte conveniente, mientras que con pilotes de madera debe estar por
debajo del nivel mínimo de la napa freática. En muchos casos estas ventajas
compensan el mayor costo de los pilotes de hormigón o de acero respecto
de los de madera.
Antes de iniciarse el siglo xx, todos los pilotes de hormigón eran del
tipo premoldeado, pero durante la primera década siguiente los pilotes mol-
deados en sitio adquirieron gran desarrollo, y la construcción de pilotes de
hormigón se trasformó en una industria altamente especializada. En tiem-
pos más recientes, los pilotes de hormigón pretensado y los perfiles y caños
de acero, utilizados como pilotes, han hecho también su entrada en este
campo de aplicación. $
Los tipos de pilotes que tiene a elección el proyectista difieren en su
método de instalación, en su forma, en la textura de su superficie y en varios
otros aspectos. Casi sin excepción, cada tipo de pilote tiene características
que lo hacen excepcionalmente adecuado bajo ciertas condiciones del sub-
suelo y menos adecuado o inaplicable en otros. Por ejemplo, si se espera
que los pilotes soporten su carga por fricción lateral, los tipos cónicos son
preferibles a los prismáticos, y los pilotes con bulbo no son aplicables. Si,
por el contrario, se espera que los pilotes deriven su carga por resistencia
de punta, los pilotes cónicos no ofrecen ventaja alguna y los con bulbo
pueden resultar los mejores, a menos que otros tipos resulten más econó-
micos. Con frecuencia, para condiciones dadas, es la economía la que decide
entre las soluciones técnicamente aceptables. Para satisfacer las exigencias
de la gran variedad de condiciones del subsuelo encontradas en la práctica,
todas las grandes compañías especializadas ofrecen a sus clientes tipos muy
distintos de pilotes.
La elección del tipo de pilote puede también ser influida por exigen-
cias especiales impuestas al proyectista por las características de la obra.
Por ejemplo, los pilotes premoldeados exigen martinetes pesados, con guías
suficientemente altas como para poder manipular los pilotes más largos de
la obra y, además, requieren un espacio libre grande que sirva de playa
de hormigonado, de modo que si no se satisfacen esas condiciones, los pilo-
tes premoldeados no pueden usarse.” Si por alguna razón no se pueden
* Se han desarrollado
varios tipos de uniones o empalmes que permiten construir
pilotes premoldeados por tamos evitando el requerimiento de guías altas cuando su uso
no ta económico o técnicamente conveniente. El empalme más simple consiste
dos chapas de acero enfrentadas que se sueldan en su perímetro. Para obtener una buena
ART. 56 FUNDACIONES SOBRE PILOTES 551

tolerar las vibraciones que se producen durante la hinca, debe adoptarse un


pilote que pueda ser hincado con gatos a presión estática, o bien instalarlo
dentro de un agujero practicado a priori.
El ingeniero debe, por tanto, considerar estos y otros factores similares
toda vez que tiene que proyectar una fundación sobre pilotes. La elección
adecuada del tipo de pilote requiere criterio, experiencia en la hinca de
pilotes y un conocimiento profundo de los principios tratados en este artículo,

Resumen de los principios para el proyecto y construcción de


fundaciones sobre pilotes
El proyecto de una fundación sobre pilotes requiere como primera
medida la elección del tipo, la longitud y el espaciamiento de los pilotes y
de la “carga admisible” por pilote.
La selección del tipo de pilote se halla gobernada principalmente por
consideraciones de carácter económico y práctico. La elección entre pilotes
resistentes de punta de distintos tipos debe basarse en su resistencia por la
punta y no en su capacidad de carga de falla total.
La longitud de los pilotes resistentes de punta viene determinada por
k situación del estrato resistente. Los pilotes de fricción en cualquier tipo
de suelo deben ser tan largos como resulte posible desde el punto de vista
económico. Aumentando la longitud de los pilotes de fricción se disminuye
el número necesario para resistir una carga dada, se aumenta la capacidad
de carga de falla de toda la fundación y se reduce su asentamiento.
La distancia D entre centros de pilotes con una cabeza de diámetro
d debe obedecer aproximadamente a las siguientes reglas: en pilotes resis-
tentes de punta hincados hasta la roca, o a través de estratos de arcilla
blanda hasta la arena, poco después de haber cubierto la superficie del
terreno natural con un relleno: D = 25d. En pilotes resistentes de punta,
hincados a través de estratos menos compresibles hasta alcanzar arena densa,
o en pilotes de fricción en arena suelta: D = 3d. En pilotes resistentes de
punta, hincados hasta alcanzar arcilla compacta, o en pilotes de fricción en
arcilla blanda, D = 3d a 3,5d.
La “carga admisible” puede determinarse por medio de las fórmulas de
capacidad de carga, o con un ensayo de carga. El método del ensayo de
carga es más exacto. No obstante, una fundación sobre pilotes no es nece-
sariamente satisfactoria por el simple hecho de que la carga por pilote sea
menor que la “carga admisible”, pues aun así puede llegar a sufrir asenta-
mientos excesivos o, si se trata de una fundación sobre pilotes flotantes,
experimentar falla total. Para evitar estos riesgos debe tenerse en cuenta
el comportamiento de los pilotes como un grupo.

unión y un adecuado alineamiento, las chapas se anclan eficientemente al hormigón de


cada tramo y el vaciado de los pilotes se realiza alineando los tramos en posición con las
chapas enfrentadas. En obra, hincado el primer tramo, se presenta con la máquina el
segundo, se sueldan las chapas, se protegen con una pintura para evitar su oxidación
y se hinca el segundo tramo. Raramente se requieren más de dos tramos. (N. del T.)
552 FUNDACIONES

El uso de las fórmulas de eficiencia para determinar el comportamiento


de grupos de pilotes suele con frecuencia conducir a conclusiones erróneas.
Todas las fórmulas existentes dicen tener un amplio campo de validez, pero
la variedad de condiciones del subsuelo que se presentan en la naturaleza
excluyen la posibilidad de que cualquiera de ellas pueda tener más que un
límite muy estrecho de aplicación. Por esta razón, las fórmulas de eficiencia
no deben utilizarse. En el curso de este artículo se dieron instrucciones gene-
rales para juzgar el comportamiento de los grupos de pilotes en función de
los perfiles del subsuelo.
A menos que la carga por pilote sea considerablemente menor que la
resistencia de punta, los pilotes resistentes de punta, hincados a través de
estratos compresibles hasta llegar a la arena, pueden sufrir asentamientos
excesivos. Si una gran parte de la energía utilizada para la hinca es consu-
mida por la fricción lateral en los estratos superiores, la resistencia de punta
puede ser menor que la “carga admisible”, de modo que, en caso de duda,
debe determinarse dicha resistencia. Si los pilotes de un grupo resistente
de punta encuentran rechazo a profundidades muy distintas, hay que ejecu-
tar una perforación cerca del grupo para determinar la causa de esa anoma-
lía, y si la perforación indica que el suelo situado entre las cotas alcan-
zadas por los pilotes más cortos y los más largos contiene bolsones o capas
de arcilla blanda o limo, deben considerarse solo satisfactorios aquellos
pilotes que se extienden por debajo del nivel de los bolsones más profundos.
Los otros deben descartarse y ser remplazados por otros pilotes, a hincarse
rn la profundidad necesaria con la ayuda de inyección o cualquier otro
todo.
Los grupos de pilotes resistentes de punta, que atraviesan estratos de
arcilla que soportan un terraplén reciente, estarán solicitados, no solo por
el peso de la estructura, sino también por el peso de la parte de terraplén
nuevo situado dentro de cada grupo, y por la fricción negativa a lo largo
de las superficies verticales que sirven de límite a cada grupo.
Si las puntas de grupos grandes de pilotes se han hincado hasta un
estrato de arena situado por encima de capas de arcilla blanda, o si tales
grupos se hallan completamente enterrados en dichos suelos blandos, re-
sulta inevitable que se originen apreciables asentamientos progresivos, los
que deben calcularse antes de imiciar la construcción.
Los grupos grandes de pilotes de fricción, hincados en arcilla blanda,
Pueden no tener una seguridad adecuada respecto de una falla o rotura por
la base del grupo como unidad. Por ello, debe siempre calcularse el coe-
ficiente de seguridad relativo a tal tipo de falla.
Si los pilotes se hincan en arena sin la ayuda de inyección, la hinca
debe ejecutarse desde el centro del grupo hacia los bordes. Los pilotes
de fricción en limo blando o en arcilla blanda deben hincarse hasta la misma
profundidad, cualquiera sea el número de golpes que exijan los últimos centí-
metros. Los pilotes de cualquier otra categoría, deben hincarse hasta que
el número de golpes por centímetro se haga igual a los que se requirieron
para hincar el último centímetro de los pilotes de prueba que sirvieron de
base para valorar la carga admisible. Si los -pilotes resistentes de punta
ART. 57 PILARES DE FUNDACIÓN 553

deben atravesar estratos firmes seguidos en profundidad por, o que se al


nan con, otros blandos compresibles, puede resultar necesario recurrir a l;
inyección o a perforar por otros medios dichos estratos firmes.

Lecturas seleccionadas
“Pile foundations” de R. D. Chellis (1961), Nueva York, McGraw-Hill, constituye
un tratado completo sobre el tema. A su vez, en los capítulos sobre fundaciones sobre
pilotes del libro de M. S. Tomlinson “Foundation designand construction”, 1968, Nueva
York, John Wiley and Sons, se encuentra mucha información útil para el proyectista con
atención % la práctica inglesa,
:n el libro *] vamdaon ds and ed practice” de S. A. Thornley, 1951, Nueva York,
Columbia: Universi fan extensamente" aspectos económicos y práctios, in:
cluidos criterios de Lust da tipo de pilote.
En el Informe General sobre fundaciones profundas presentado por A. Kezdi a la
VI Conferencia Internacional de Mecánica de 'Shelos Fundaciones, Montreal, 1965, se
esgone un resumen del estado sctal de la práctica y le dnvesigación. Est publicado en
el tercer volumen de los respectivos anales,
El artículo de S. D. Parsons sobre“ aE in the New York Area” es
gna, ación ejemplar a la magra documentación sobre" el' coniporiamiiaato de julia Y
fundaciones sobre pilotes bajo condiciones adecuadamente descriptas, ASCE Journal of
Soil Mechanics, EN N? SMI' (19868).

ART. 57 PILARES DE FUNDACIÓN


Función de los pilares de fundación
Los pilares de fundación son columnas prismáticas o cilíndricas que
tienen esencialmente la misma función que desempeñan los pilotes o con-
juntos de pilotes.
Cuando los pilares de fundación forman parte de la infraestructura de
un puente, su función puede ser única y exclusivamente la de transferir las
cargas a una profundidad que esté a cubierto de socavación por parte del
río. En algunas regiones semiáridas, los pilares de fundación se utilizan para
trasferir las cargas a un nivel que esté por debajo de la zona de desecación
periódica de las arcillas muy plásticas (véase artículo 21). Pero, en todos
los otros casos, los pilares de fundación, como los pilotes resistentes de
punta, tienen por función trasferir las cargas a un estrato firme que está
situado debajo de otros blandos.
La diferencia principal entre pilares de fundación y pilotes deriva del
método que se utiliza para instalarlos en el terreno. Los méritos relativos
de los pilares de fundación respecto de los pilotes dependen no solo de
razones económicas sino también de factores técnicos varios, como el efecto
que el método constructivo ejerce sobre la carga que puede asignársele a la
fundación y la influencia que lascondiciones del subsuelo tienen en la
facilidad o dificultad de y en la i idad de la fi
terminada, factores éstos que se influyen mutuamente. Los ejemplos que
siguen ilustran al respecto.
Si un pilote se hinca a través de terreno blando hasta un estrato de
arena densa, la punta del pilote desplaza la arena y la compacta, de modo
554 FUNDACIONES

que la resistencia de punta de dicho pilote suele ser varias veces mayor que
la de un pilar de fundación de igual diámetro, pues el método de instalación
del pilar no solo no compacta la arena, sino que presenta condiciones favo-
rables para su expansión. Pero si, por el contrario, la capa de arena densa
está situada debajo de una sucesión de capas delgadas de arcilla blanda y
de capas espesas de arena, es probable que la mayor parte de la energía
disponible para la hinca sea consumida por la fricción lateral y, por tanto,
que ésta deba interrumpirse cuando la resistencia de punta es todavía muy
pequeña. En tales condiciones es probable que los pilares sean más seguros
y más económicos que los pilotes resistentes de punta.
Si lo que se requiere es trasferir el peso de una estructura a la roca
madre, que está cubierta de una espesa capa de roca descompuesta que,
a su vez, está enterrada debajo de sedimentos blandos, los pilares de fun-
dación pueden ser preferibles por las razones siguientes: a pesar de que
algunas rocas descompuestas son tan compresibles como la arcilla mediana
o blanda, contienen con frecuencia grandes fragmentos de material menos
descompuesto que impiden que la punta de los pilotes llegue a la roca
sana, de modo que los pilares se imponen por el hecho de que en este caso
no ll dificultad en retirar dichos fragmentos durante la excavación.
Si debajo de una estructura hay arcilla media que descansa a una pro-
fundidad razonable sobre un espeso depósito de arcilla resistente, puede
convenir una cimentación que trasfiera la carga total de cada columna a
un pilar de fundación único con base ensanchada que descansa justo debajo
del borde superior de la arcilla resistente. El pilar se construye excavando
a máquina o a mano un pozo cilíndrico que se llena de hormigón, sistema
de cimentación que en algunos lugares se conoce como de “pozos roma-
nos” o simplemente por “pozos”. Tal tipo de fundación puede resultar mucho
más económica que el uso de pilotes de fricción en arcilla resistente. Por
otro lado, si el depósito de arcilla contiene capas de arena y limo acuífe-
ros, puede no resultar posible ensanchar las bases de los pozos sin que se
produzcan derrumbes o sin dar lugar a una invasión de material suelto y
húmedo que impida obtener un soporte firme, haciendo impracticable un
hormigonado seguro.

Tipos de pilares de fundación


En razón de que los pilotes y_ los pilares de fundación sirven al mismo
propósito, no se puede hacer una distinción neta entre ambos. Por ejemplo,
los pilotes hormigonados en sitio, depa dede practicar un agujero en el
terreno, pueden muy bien denominarsepilares de fundación de pequeño
diámetro, pues se construyen siguiendo ein similares a los usa-
dos para instalar grandes pilares. Hay pilares de fundación que se cons-
truyen hincando primero un pesado caño de acero, provisto de una zapata
cortante, hasta alcanzar la roca o bien hasta entrar en la misma todo lo
posible. En este aspecto de la hinca, estos pilares de fundación en realidad
son pilotes. Después de alcanzado el rechazo, se extrae el suelo encerrado
dentro del caño y se perfora con un barreno giratorio o a percusión un
ART. 57 PILARES DE FUNDACIÓN 555

agujero a través de la capa superior de roca descompuesta hasta alcanzar


la roca sana, para llenar finalmente el agujero y el caño con hormigón, ope-
raciones que son características de los pilares de fundación.
La gran variedad de tipos de fundación intermedios entre pilotes típicos
y pilares de fundación típicos involucra una diversidad similar en cuanto
a métodos de instalación. Si el diámetro del pilar de fundación es suficien-
temente pequeño para justificar el uso de métodos de perforación comunes,
el mismo puede ser instalado en casi cualquier tipo de suelo. En cambio,
si el pilar de fundación es de gran diámetro, el método de construcción
depende principalmente de las condiciones del subsuelo, pues si se intenta
construir el pilar de fundación por un método que no es adecuado a dichas
condiciones, el contratista se verá obligado a cambiar de método durante la
construcción. Como siempre un cambio de esta naturaleza trae aparejada
una pérdida considerable de tiempo y dinero, la elección del método cons-
tructivo de un pilar de fundación de gran diámetro debe estar a cargo de
un ingeniero experimentado en la materia. En lo que sigue, se describen
los métodos más comunes de construcción para este tipo de fundación.

Métodos para construir pilares de fundación de gran diámetro


Los métodos para construir pilares de fundación se pueden dividir, en
general, en dos clases: descenso de cajones o cilindros premoldeados y
excavación de pozos abiertos vaciados en sitio. Raramente se usan cajones
o cilindros para pilares con diámetros menores de unos 5 metros, mientras
que las dimensiones de los pozos abiertos pueden variar desde 30 cm hasta
el tamaño de las mayores unidades de fundación. Estrictamente hablando,
un cajón o cilindro es un elemento hueco que se hace descender excavando
desde su interior hasta alcanzar el nivel de fundación. Se prolonga hacia
arriba en la pila o columna que sostiene. El tipo más antiguo de cajón o
cilindro es el abierto (fig. 87.1a y c). Se identifica como cajón cuando tiene
forma prismática; como cilindro cuando es circular u ovalada.
El descenso del cilindro o del cajón en el terreno se produce por su
propio peso, a medida que desde su interior se excava el suelo en el que
penetra. Cuando el fondo del cilindro está por encima de la napa, o bien
éste se achica por bombeo desde su interior, la excavación se puede hacer
a mano (figura 57.1a); en caso contrario, el suelo debe excavarse bajo agua
con una cuchara mecánica (figura 57.1b y c) y la construcción del tapón
inferior del mismo debe practicarse hormigonando también bajo agua. La
presencia de un obstáculo en el camino de la cuchilla, como ser un tronco
enterrado o una piedra grande, puede hacer demorar la hinca del cilindro
en varios días o semanas, y si no puede eliminarse dentro de un tiempo
razonable, hay que recurrir al trabajo con aire comprimido (figura 57.1d).
La presión del aire en la cámara de trabajo se mantiene igual al valor que
corresponde a la presión hidrostática del agua de los poros del suelo a nivel
de la cuchilla, Por razones fisiológicas, el aire comprimido solo puede utili-
zarse hasta una profundidad de aproximadamente 35 metros por debajo del
nivel del agua, pero, a partir de una profundidad de 12 metros, el costo
Fig. 57.1. Diagramas que muestran varios métodos para construir pilares de
fundación: (a a c) excavación común en el interior de un cilindro o un cajón;

aumenta rápidamente. El método del aire comprimido tiene también que


utilizarse cuando las especificaciones exigen que se limpie el fondo de la
excavación antes de hormigonar el tapón.
Hasta la década de 1950, para instalar pilares de fundación por pozos
abiertos se recurría casi sin excepción a la excavación a mano. Desde
entonces se han desarrollado máquinas para practicar agujeros con alta
eficiencia, que han desplazado en gran parte a los procedimientos manua-
les. No obstante, la excavación a mano se utiliza todavía en las localidades
donde es más barata o no hay equipo mecánico disponible y se usa casi
siempre en combinación con éste para ensanchar las bases o resolver situa-
ciones no i
Los dos métodos más comunes para construir fundaciones por pozos
son los llamados en Estados Unidos de N. A. método Gow (figura 57.1e) y
el método de Chicago (figura 57.1f). Estos métodos pueden utilizarse sola-
mente cuando el achique, ya sea con bomba o a mano, es posible. En el
método Gow las caras de la excavación se soportan por una serie de cilindros
de acero que con la profundidad disminuyen en diámetro de 5 en 5 centí-
ART. 57 PILARES DE FUNDACIÓN 557

metros. Los cilindros se hincan con un martillo liviano a medida que el


suelo se excava a mano. La parte inferior del pozo se hace, en general,
acampanada. Después de haber terminado la excavación, el pozo se llena
de hormigón y los cilindros se retiran uno a la vez (Mohr, 1964).
El método de Chicago se utiliza exclusivamente en arcilla. Se empieza
excavando a mano un pozo cilíndrico hasta uma profundidad que varía
entre 60 centímetros en arcilla blanda y 1,80 metros en arcilla dura. Las
caras de la excavación se cortan con mucho cuidado y exactitud, y luego se
revisten con tablas verticales que se mantienen contra la arcilla por medio
de dos o más aros de acero. Se repite esta operación hasta llegar a la cota
deseada y luego se llena el pozo de hormigón. En arcilla homogénea, el
agua no causa dificultad, pero si se atraviesan estratos de arena o de limo
acuíferos puede resultar necesario recurrir a procedimientos especiales de
trabajo (Peck, 1948).
Se han desarrollado una gran variedad de equipos y técnicas para efec-
tuar la excavación mecánica de pozos para pilares de fundación. En su
forma más simple estas máquinas consisten en un vástago vertical rotativo
que termina en un barreno o en un cucharón provisto de aberturas cortan-
tes. Para formar una campana en el fondo del pozo, se usan ensanchadores
unidos a un cucharón especial, Los barrenos y cucharones se levantan con
rapidez trayendo el material excavado, para volver a ser introducidos en el
pozo y reanudar prontamente el avance. Por ello, en condiciones favorables,
se progresa con mucha mayor velocidad que excavando a mano. El diáme-
tro de los pozos puede variar desde 30 cm hasta más de 3 m, y las profun-
didades que es dable alcanzar superan los 30 m. Para los diámetros grandes
y las profundidades mayores se necesita un equipo pesado.
En terreno seco y firme sin obstáculos, la excavación a máquina puede
resultar extremadamente económica. Se encuentran condiciones de este
tipo, por ejemplo, en el sudoeste de Estados Unidos, donde los pilares de
fundación son necesarios aun para las estructuras livianas, a fin de ponerse
a cubierto de las variaciones volumétricas estacionales del suelo de la parte
superior del perfil (artículo 21). Si el terreno contiene lentes o capas de
suelos ligeramente cohesivos, éstos pueden permanecer estables en las pare-
des del pozo, al menos durante un corto tiempo, aun cuando estén bajo agua,
de modo que aprovechando la rapidez del equipo mecánico se puede com-
pletar el pozo antes que se produzcan derrumbes objetables e instalar una
camisa temporaria para sostener sus paredes mientras se prepara el fondo
para hormigonar. Cuando los suelos no se mantienen estables durante un
tiempo suficiente, hay que insertar una camisa antes de alcanzar la cota
definitiva. En este caso, la herramienta cortante debe tener cuchillas retrác-
tiles para que pueda ser descendida y levantada dentro de la camisa, o bien
disminuirse el diámetro del pozo por debajo del borde inferior de la misma.
En cualquier caso, la necesidad de instalar una camisa reduce grandemente
la velocidad de avance. Como una alternativa se puede mantener lleno con
* un lodo de perforación ligeramente tixotrópico (artículo 44), que provee
soporte a las paredes hasta llegar a cota con el pozo. Se inserta entonces
una camisa y se extrae el lodo por bombeo para inspeccionar el fondo. En
558 FUNDACIONES

suelos no cohesivos, en particular por debajo del nivel freático, el uso de


lodo de perforación es requisito previo para el éxito. Los obstáculos, como
las piedras grandes, pueden en este caso ser extraídas, previa rotura si es
necesario, utilizando dispositivos especiales (Gaunt, 1962). En caso de
pozos excavados a través de suelos cohesivos blandos, el uso de lodo puede
también resultar conveniente para reducir la sobreexcavación (art. 58).
Por razones de economía, la camisa temporaria con frecuencia se retira
a medida que se hormigona. Este trabajo requiere el máximo de cuidado y
una muy experta vigilancia para impedir el ingreso del suelo circundante
dentro del espacio que debe ocupar el hormigón. Debe mantenerse la super-
ficie del hormigón fresco bien por encima del extremo inferior de la camisa
para contrabalancear la presión del suelo circundante que, en caso con-
trario, ingresaría dentro del hormigón; al mismo tiempo, la columna de
hormigón situada dentro de la camisa no debe ser tan alta como
formar un tapón que suba con ella dejando un hueco dentro del cual
ingrese el suelo. En muchos casos de investigaciones realizadas para analizar
las causas de graves asentamientos de pilares de fundación, se ha encon-
trado que las columnas de hormigón que las formaban estaban totalmente
cortadas por el suelo ingresado (Peck, 1965).
En todos los métodos de excavación para instalar pilares de fundación,
la estabilidad del fondo durante la construcción constituye un hecho de
relevante importancia práctica, en particular mientras se prepara el fondo
para iniciar el hormigonado. De estos temas se ocupa el apartado que sigue.

Estabilidad del fondo durante las excavaciones y preparativos


para hormigonar
La estabilidad del fondo de la excavación que se efectúa para instalar
un pilar de fundación se gobierna por los mismos factores que determinan
la estabilidad del fondo de excavaciones a cielo abierto (artículos 47 y 48).
En arena densa puede resultar posible bombear agua del fondo de un cilin-
dro, o de un pozo, sin llegar a destruir la estabilidad del material situado
debajo del fondo, debido a que la deformación producida por las presiones
de filtración no causan un aumento de las tensiones neutras. Pero en arena
suelta, la deformación causa una sobrepresión hidrostática que tiende a licuar
el suelo, En efecto, en una obra se utilizó con buen éxito el método Gow
(figura 57.1e) para establecer un primer grupo de pilares. Las excava-
ciones se hacían a través de un estrato de arena fina densa, hasta la roca que
estaba situada 3 metros por debajo del nivel de la napa. Pero al querer
instalar los pozos en otra parte del edificio, cuando en uno de ellos la
excavación alcanzó cierta profundidad por debajo del nivel de la napa, se
rompió el fondo de la misma llenándose parcialmente el pozo con una mez-
cla de agua y arena. Todos los esfuerzos hechos para detener la corriente
de agua y arena terminaron en el fracaso, y el resto de los pozos tuvieron
que construirse por un método que no exigiese el achique por bombeo, La
razón más probable de este fenómeno inesperado estriba en que los pozos
mencionados dieron con un gran bolsón de arena suelta. La presencia de
ART. 57 PILARES DE FUNDACIÓN 559

tales bolsones sueltos, rodeados de arena densa que tiene esencialmente las
mismas d y icas, es un lati común.
Cuando el achique por bombeo desde el interior no es practicable, los
métodos de alternativa son: drenaje previo por medio de pozos filtrantes,
excavación con aire comprimido, excavación bajo agua o biem dentro del
lodo bentonítico que llena el pozo. Las investigaciones del subsuelo nece-
sarias para determinar si un método dado de achique o drenaje es practi-
cable en una obra determinada se describen en el artículo 47 al tratar de
los métodos de achique de excavaciones a cielo abierto. Si el suelo está
constituido de limo fino puede que ni aun el método del vacío sirva para
estabilizarlo. Debido al costo y a sus otras limitaciones, el aire comprimido
(página 555) se usa solo excepcionalmente. Como alternativa del bombeo
se recurre, en cambio, a la excavación bajo agua o a la excavación con el
uso de lodos de perforación.
Cuando se excava bajo agua en arena, el volumen de suelo que se extrae
es generalmente mayor que el volumen del cilindro, y, si la arena es suelta,
la cantidad excavada puede llegar al doble del volumen desplazado. La
demasía en volumen de arena va asociada con un levantamiento del fondo
de la excavación y un asentamiento de la superficie del terreno alrededor
del cilindro. Puede ser casi completamente evitada con el simple expediente
de mantener el nivel del agua dentro del cilindro bien por encima del nivel
del agua en la parte de afuera, como lo indica la figura 57.1c. La mayor
presión interior así obtenida hace que la circulación del agua se produzca
desde el cilindro hacia la arena situada debajo del fondo de la excavación
y que, por tanto, las presiones de filtración resultantes traten de anular la
tendencia de la arena a levantarse, Para mantener esta circulación de agua,
las herramientas de excavación deben extraerse del cilindro lentamente.
Cuando se trata de elegir entre el método de excaxación bajo agua, o
el método con aire comprimido, deben considerarse varios factores. Por
ejemplo, si se está excavando bajo agua y aparece un obstáculo en el camino
de la cuchilla, las demoras que el mismo puede ocasionar son imprevisibles.
El método del aire comprimido evita este riesgo, pues los obreros tienen
acceso directo al obstáculo. Presenta además la ventaja adicional de que la
base del cilindro puede prepararse con cuidado y limpiarse de todo mate-
rial suelto, pero presenta el inconveniente de que es mucho más costoso.
Cuando se construye el pilar de un puente no es raro bajar la parte
inferior del cajón excavando bajo agua hasta alcanzar o estar cerca del
estrato resistente, en cuyo momento se recurre al aire comprimido convir-
tiendo adecuadamente el cajón al efecto. De esta manera, se combina la
economía de la excavación bajo agua con la mayor seguridad que ofrece el
método neumático para la preparación de la superficie de apoyo y el vaciado
del hormigón.
El uso de lodo para estabilizar las paredes de un pozo perforado
previene simultáneamente contra la inestabilidad del suelo situado debajo
del fondo a medida que se avanza en la excavación. Sin embargo, cuando
el pozo ha llegado a cota y se ha insertado la camisa para soportar las
paredes, el fondo puede reventar durante el bombeo del lodo, a menos que
560 FUNDACIONES

el pozo haya penetrado en material suficientemente firme como para perma-


necer estable bajo la influencia de las presiones ascendentes de filtración.
Si el material del fondo está formado por roca cubierta de materiales incohe-
rentes potencialmente inestables, puede tornarse imposible desagotar el
lodo por bombeo sin causar un ingreso de agua y suelo a través de aberturas
entre el fondo de la camisa y la superficie irregular de la roca. Por ello,
es a veces necesario arbitrar procedimientos onerosos y elaborados, como
la provisión de un zapato con dientes de acero duro para posibilitar la
penetración de la camisa dentro de la roca, a fin de obtener un sellado que
posibilite el achique del pozo para hormigonar en seco (Peck y
1961)".
Determinación de la fricción lateral durante el descenso de
cajones o cilindros de fundación
Cuando se extrae el suelo del interior de un cilindro, el cilindro sirve
de sostén lateral al suelo que lo rodea. El cilindro se construye por seccio-
nes y su descenso, que es resistido por la fricción lateral, pues la excavación
interior descalza prácticamente la cuchilla, se produce como consecuencia
de su propio peso. Los cilindros livianos, como son los de acero, tienen que
cargarse con pesos muertos para vencer la fricción lateral; los pesados, como
son los de hormigón armado, suelen descender bajo su propio peso.
La adición de pesos sobre un cilindro es una tarea engorrosa, que
aumenta mucho el costo de la fundación. Por ello, los cilindros de hormigón
se proyectan comúnmente de modo que su peso exceda en todo instante a la
fricción lateral, así que al calcularlos se necesita conocer el valor de dicha
fricción. La experiencia ha demostrado que los métodos teóricos para
determinar la fricción lateral en base a ensayos de suelos resultan cuestio-
nables, de modo que para ello hay que recurrir a mediciones prácticas. La
fuente principal de información en este aspecto deriva del cálculo de la
fricción lateral, determinada en función de las cargas que se requirieron
para iniciar el descenso de cilindros que se habían detenido. Estos informes
sugieren que, para un suelo dado, la fricción lateral por unidad de área de
contacto aumenta hasta una profundidad de 7 a 8 metros y que, por debajo
de la misma, adquiere valores prácticamente constantes. La tabla 57.1 pro-
porciona los valores que se han obtenido con cilindros cuya altura variaba
entre 7,50 y 37,50 metros. Para cada suelo, el intervalo de valores es muy
parecido al que existe para la fricción lateral de pilotes hincados en el mismo
material. Sin embargo, no es de esperar que exista una concordancia per-
fecta, pues, para un material dado, f, depende del diámetro y de la forma
de la parte inferior del cilindro y del método de excavación. Por esta razón,
no se puede confiar en la aplicación de los valores obtenidos en obras veci-
* En cualquiera de estos casos existe siem re el recurgo de hormigonar bajo agua
haciendo un caño
de vaciado hasta el fondo para despl
bentonítico a medida porel o lt exa dsd en foma comia in
mezclarsecon el lodo. (N. del T.)
ART. 57 PILARES DE FUNDACIÓN 5er

Tabla 57.1
Valores de la fricción lateral en cilindros y cajones de fundación
durante su descenso

Tipo de suelo e al.


0,075 0,30
0,50_ 2,00

nas, a menos que se conozcan todos los detalles relativos a la hinca de 'os
cilindros. En arcilla la fricción lateral suele aumentar con el tiempo.
La fricción entre cilindros de hormigón y suelos de granos finos, coma
ser limo o arcilla, puede disminuirse considerablemente cubriendo la super-
ficie externa del cilindro con un revestimiento que tenga una superficie
suave y aceitosa y que, además, sea suficientemente resistente como para
no desprenderse durante el descenso del cilindro. En los cajones de funda-
ción del puente San Francisco- Oakland, se utilizó un revestimiento de este
tipo y los resultados de los ensayos de fricción efectuados antes de iniciar la
construcción indicaron que la fricción entre el hormigón y una arcilla bas-
tante compacta se reducía aproximadamente en un 40 por ciento.
Presión admisible de pilares de fundación apoyados sobre arena
Los pilares de fundación sirven comúnmente para trasferir el peso de
una estructura a un estrato firme que está cubierto por suelo blando y
compresible. Si en un perfil de este tipo se hincan pilotes, eventualmente,
casi toda la carga que actúa sobre el pilote es resistida por la punta (véase
artículo 56), de modo que, por razones similares, prácticamente toda la
carga que actúa sobre un pilar de fundación es también, con el tiempo,
soportada solo por su base. Por ello, en pilares de fundación rodeados de
suelo relativamente compresible, la presión admisible en la base no debe
incluir sobreasignación alguna para tener en cuenta la fricción lateral.
La parte enterrada del cilindro de fundación del pilar de un puente
puede estar completamente rodeada de arena que tiene baja compresibili-
dad, y que puede soportar por fricción lateral una parte considerable de la
carga que actúa sobre el cilindro. Sin embargo, la base de dicho cilindro
suele estar a poca profundidad por debajo de la socavación máxima (artículo
53), de modo que, durante las crecientes extraordinarias, la mayor parte de
la arena que rodea el cilindro es eliminada. Por tal razón, en estos casos,
aun tratándose de cilindros de fundación completamente rodeados de arena,
debe suponerse que toda la carga es resistida por la base.
562 FUNDACIONES

La capacidad de carga a rotura de un pilar de fundación que apoya


con su base en arena situada debajo de depósitos compresibles se puede
calcular con suficiente exactitud utilizando las ecuaciones 33.7, 33.13 6 33.14,
en las cuales el término yD,N, expresa la influencia del peso efectivo
del suelo situado entre la superficie del terreno natural y el nivel de la base
del pilar. Como esta influencia crece rápidamente con la profundidad, a
menos que el pilar de fundación sea comparativamente poco profundo o
tenga un ancho pequeño, es difícil que pueda llegar a experimentar una
rotura por la base, de modo que la tensión admisible depende exclusiva-
mente del asentamiento.
En el artículo 34 se puntualizó que la capacidad de carga a rotura
de pilares de fundación totalmente embebidos en arena no aumenta con
la profundidad en la forma en que lo indican las ecuaciones 33.13 Ó 33.14”.
Este hecho no tiene mayor importancia práctica, pues es casi seguro que la
presión admisible del suelo venga gobernada por consideraciones relativas
al asentamiento y la capacidad de carga a rotura sea irrelevante. No obs-
tante, en el caso de grandes puentes, puede resultar indispensable evaluar
la capacidad de carga a rotura ya que, siendo la sobrecarga pequeña en
comparación con el peso propio, la mayor parte del asentamiento se produce
durante la construcción, en el período de erección de los tramos, cuando
es aún posible realizar los ajustes necesarios para evitar efectos dañinos.
El asentamiento de una base apoyada sobre arena depende, en gran
parte, de las condiciones de tensión que existen en la arena antes de la
aplicación de la carga. Ahora bien, la construcción de un pilar de fundación
va siempre precedida de la excavación de un pozo, de modo que, en corres-
pondencia con las paredes y el fondo del pozo, se produce una disminución
de las tensiones que existían previamente en la arena. Si la profundidad
del pozo excede de cuatro o cinco veces su diámetro, el estado de tensión
resultante en la arena cercana al fondo del pozo es prácticamente indepen-
diente de su profundidad. Por ello, es de esperar que la influencia que la
profundidad de la fundación ejerce sobre el asentamiento de los pilares de
dacii ati pequeña, en ión con la influencia que
ejerce sobre la capacidad de carga a rotura de los mismos. Esta conclusión
se halla confirmada por las observaciones siguientes:
Sobre dos platos circulares, de 900 centímetros cuadrados cada uno,
se hicieron dos ensayos de cargas iguales y a la misma profundidad. Una
de las placas estaba situada en el fondo de una gran excavación a cielo
abierto, mientras que la otra lo estaba en el fondo de una perforación con
un diámetro de 35 centímetros. Para una carga de 2 kg/cm”, el asentamiento
de la primera placa fue de 228 mm y el de la segunda 13,2 mm.
Experimentos similares se realizaron en el pozo a que se refiere la
figura 44.16. Después de haber excavado el pozo hasta unos 15 metros, se
hizo un ensayo de carga sobre un plato de 30 X 30 cm, y el asentamiento
bajo una carga de 2 kg/cm? alcanzó a 6,3 mm. Se instaló luego un segundo
plato de 1,00 X 1,00 m en el fondo del pozo, y el poco espacio remanente
* Véase nota del traductor, pág. 526.
ART. 57 PILARES DE FUNDACIÓN 563

entre el borde del plato y las paredes del pozo se llenó de hormigón para
impedir hasta un levantamiento localizado de la arena cargada. Para una
carga de 2 kg/cm*, el asentamiento fue de 11,9 mm. De acuerdo con la
fórmula 54.1, el asentamiento de un plato de las mismas dimensiones, apo-
yado sobre la superficie de un depósito similar de arena sin ningún confi-
namiento ni sobrecarga, sería de 15 mm (Terzaghi, 1930).
Estas y otras observaciones realizadas indican que el asentamiento de
la base de un pilar de fundación en arena, hincado a cualquier profundida:
mayor de 4 a 5 veces su ancho, suele ser aproximadamente igual a un medio
del asentamiento de una zapata sometida a la misma carga, que cubre un
área de igual tamaño, y que apoya sobre una arena de las mismas caracte-
rísticas. Por tanto, las presiones admisibles para pilares de fundación en
arena se pueden tomar igual al doble del valor que sería admisible para
una zapata que descansase sobre la misma arena en el mismo estado (artículo
54). Si la presión neta en la base de los pilares de fundación no excede
de este valor, el asentamiento no será mayor de 2,5 centímetros y, además,
si las bases de todos los pilares de fundación tienen aproximadamente el
mismo ancho, el asentamiento diferencial entre pilares de fundación no
excederá de la mitad de dicho valor, es decir, de aproximadamente 1,2
centímetros. Si el proyectista cree que puede tolerar asentamientos mayores,
puede aumentar en forma proporcional las tensiones admisibles.
Si la base de un cilindro de un puente está situada bastante cerca de!
nivel previsto para la socavación, debe introducirse una modificación a este
dimi i luce la profund de la fundación a un
valor mucho menor de 4 ó 5 veces el ancho de la base, de manera que el
procedimiento descripto ya no tiene validez y la tensión admisible, a consi-
derar en esos cilindros, no debe exceder la que es indicada para zapatas
de la misma área descansando en la misma arena en estado saturado.

Pilares de fundación en arcilla


La capacidad de carga de falla de un pilar fundado sobre un estrato
de arcilla compacta situada debajo de depósitos compresibles se determina
con la ecuación 33.17, en la cual D, se toma igual a la distancia vertical
entre el borde superior de la arcilla compacta y el nivel de la base del pilar.
El valor de N, no se aumenta por encima de aquel que le corresponde a
una zapata poco profunda, pues la baja resistencia y fuerte compresibilidad
de los materiales de cubierta impiden el desarrollo de las zonas de equili-
brio plástico que caracterizan el comportamiento de las fundaciones pro-
fundas en materiales cohesivos homogéneos (artículo 34). El procedimiento
expuesto es conservador ya que en realidad la capacidad de carga es algo
mayor, dado que el material de cubierta la aumenta en cierta cantidad.
En algunos lugares, que incluyen a Londres y el sur de California, el
suelo situado debajo de los depósitos superficiales consiste en arcilla com-
pacta, con frecuencia fisurada, que se extiende hasta profundidades grandes.
En tales casos se ha encontrado que los pilares perforados o pozos de funda-
ción rectos o con base ensanchada constituyen una forma expeditiva y eco-
564 FUNDACIONES

nómica de trasferir las cargas de las columnas a la arcilla. Una parte sustan-
cial de la carga, aun para los pozos con base ensanchada, la soporta la
fricción lateral. Ensayos en gran escala (Skempton, 1959; Whitaker y Col-
man, 1965; Woodward et al., 1961) demuestran que la capacidad de carga
de falla viene dada aproximadamente (ecuación 34.1) por la expresión:
Qe = Q, + Q. = Qs + 2D, (57.1)
La capacidad de carga de falla de la base Q, se puede tomar igual a:
), = CN., Ay, en la cual c es la resistencia al corte no drenado de la arcilla
inalterada, N, tiene el valor que corresponde a las fundaciones profundas
en suelo cohesivo homogéneo y A, es el área de la base. El valor de c de
las muestras intactas suele ser mayor que el de la arcilla fisurada inalterada,
pero la influencia de las fisuras es normalmente pequeña a las profundidades
que alcanzan las bases de los pilares de fundación.
La capacidad de carga de falla por fricción del suelo en contacto con el
fuste Q, se puede expresar como igual a: acA, en la cual a es un factor de
reducción que afecta a la resistencia media al corte no drenado de la arcilla
en contacto con el fuste de área A,. El factor a debe ser evaluado por medio
de ensayos en escala natural. Hasta ahora se han realizado experimentos ex-
tensivos de este tipo solamente en unas pocas localidades. Para las arcillas
de Londres, a toma valores del orden de 0,45 (Skempton, 1959) mientras
que para las arcillas compactas del sur de California varía entre 0,49 y 0,52
(Woodward et al., 1961). Los resultados son más bien independientes de la
naturaleza de la base siempre que, para bases ensanchadas, se ignore cual-
quier fricción que pudiese desarrollarse en el ensanche.
ara un coeficiente de seguridad dado, el asentamiento inmediato de
pilares de fundación con base ensanchada es siempre mayor que los de sec-
ción recta instalados en el mismo suelo. Esta situación deriva de la circuns-
tancia de que la fricción alcanza su valor máximo para asentamientos muy
pequeños, del orden del 1% del diámetro del fuste para las arcillas de
Londres, y luego permanece prácticamente constante para asentamientos
mayores. La resistencia de punta se desarrolla, en cambio, lentamente y
no llega a rotura hasta que el asentamiento alcanza una magnitud del orden
del 10 % del diámetro de la base (Whitaker y Cooke, 1965)".
La presión total de trabajo que puede aplicarse sobre la arcilla situada
debajo de la cota de fundación es igual a la suma de la presión admisible
a dicha cota más el peso efectivo del suelo excavado para la construcción
del pilar de fundación. Por tanto, la carga total, neta a aplicar sobre pilares
de fundación grandes puede aumentarse considerablemente, para una presión
admisible dada, haciendo los pilares huecos, circunstancia que se ha utilizado
e nencias de Wiilater y Cooke (1908) so refiera a pozos de fundación
con fustes de diámetros comprendidos entre 60 y 90 cm, de modo que el 1% de dichos
valores conduce a definir asentamientos
del orden de 1,0 cm. La experiencia más reciente,
incluida la propia recogida por el traductor, señala que el asentamiento necesario para
alcanzar la máxima fricción es independiente del diámetro y adquiere valores del orden
de un centímetro y aún menores, tanto para pilotes como para pilares de fundación en
arena
o en arcilla, Véase refe ia de la nóta del traductor
de pág. 521.
(N. del T.)
ART. 57 PILARES DE FUNDACIÓN 565

muchas veces en el proyecto de cilindros de fundación para pilares de


puentes.
En forma análoga a lo que ocurre en fundaciones con zapata, el asenta-
miento de pilares de fundación en arcilla depende en gran parte de la his-
toria de carga del suelo. En arcillas normalmente consolidadas los pilares
de fundación son anti icos y su resulta prohibitivo, a:
que este tipo de fundación se construye solamente en arcillas preconsoli-
dadas. Esto, sin embargo, no excluye la posibilidad de que se produzcan
asentamientos importantes, sobre todo cuando el pilar de fundación tiene
en planta una gran superficie. El ejemplo siguiente ilustra esta manifestación.
Al final del siglo pasado se construyó sobre el río Danubio un puente
cuyos pilares se fundaron sobre cajones hincados con el método del aire
comprimido hasta alcanzar un potente estrato de arcilla preconsolidada muy
compacta. La base de cada cajón tenía 22,50 metros de largo y 6 metros
de ancho, y la presión efectiva que los mismos trasmitían a la arcilla variaba
entre 3,3 y 4,8 kg/cm”. Para una arcilla muy compacta, esta presión está muy
p debajo de la crítica que origina la rotura del suelo. A pesar de este
ho, después de 50 años, la diferencia entre el asentamiento de los pilares
alcanzaba a 7,5 cm. El valor del asentamiento máximo no pudo determi-
narse, pero no hay duda de que fue mucho mayor que el diferencial. Dadas
estas razones, toda vez que un pilar de fundación apoyado en arcilla com-
pacta tenga en planta una superficie grande, es aconsejable hacer un cálculo
de asentamientos. Las incertidumbres que se presentan cuando se hace un
cálculo de asentamientos de fundaciones apoyadas en arcillas preconsolidadas
se tratan en el artículo 13,

Pilares de fundación que descansan sobre plateas naturales


Las fundaciones sobre pilares de fundación que descansan sobre plateas
naturales no difieren, esencialmente, de las fundaciones sobre zapatas que
descansan también en dichos tipos de plateas. Los pilares de fundación se
calculan como si la platea natural descansase sobre una base rígida, pero
debe además efectuarse un cálculo de asentamientos (véase artículo 55).

Resumen de las reglas para determinar las presiones admisibles


del suelo en la base de pilares de fundación
1. La tensión admisible del suelo en la base de un pilar sobre arena es
igual al doble de la presión admisible para zapatas que, teniendo en planta
la misma área que el pilar, están apoyadas en arena de las mismas caracte-
rísticas (véase artículo 54). El asentamiento de los pilares proyectados con
estos valores difícilmente exceda de 25 cm, de modo que, si se pueden
aceptar asentamientos mayores, la presión admisible puede aumentarse en
forma proporcional. Cuando los pilares de fundación están rodeados de
- arena que puede ser socavada durante las crecientes, la presión admisible
tiene que tomarse igual a la que corresponde a zapatas apoyadas en arena
de las mismas características,
566 FUNDACIONES

2, Cuando se excava bajo agua, el nivel del agua dentro del cilindro
debe mantenerse lo más alto posible con respecto al nivel exterior. Esta
precaución reduce la tendencia de la arena a ascender hacia el fondo de
la excavación. Aun en el caso de que se impida dicha fluencia, el fondo
de la excavación terminada será muy irregular y se hallará parcialmente
cubierta de una capa de arena suelta. Por ello, si se excava bajo agua, debe
tenerse en cuenta que inevitablemente se producirá cierta alteración en la
arena, Cuando se excava con aire comprimido, no hay necesidad de hacer
ninguna disminución en la presión admisible del suelo.
Si la excavación en arena se efectúa por medios mecánicos, mientras se
realiza este trabajo, las paredes laterales y el fondo del pozo se pueden
mantener estables por medio de lodo de perforación. La provisión de una
camisa protege las paredes laterales durante la extracción por bombeo del
lodo pero existe el peligro de que se torne inestable, a menos que se haya
sudo en un estrato cohesivo fi
La arcilla normalmente consolidada no es adecuada para soportar
fondaciones sobre pilares. Las presiones admisibles para pilares de fundación
en arcilla preconsolidada pueden obtenerse con la ecuación 33.17, si el
estrato resistente está situado debajo de depósitos blandos y compresibles,
o con la ecuación 34.1, en el caso en que la arcilla compacta es homogénea
y de gran espesor. Cuando el ancho de la superficie cubierta por la base
de cada pilar de fundación es mayor de 3 metros, debe hacerse un cálculo
de asentamientos.
4. Las fundaciones sobre pilares apoyados en plateas naturales deben
estudiarse en la misma forma como se estudian las zapatas sobre tales plateas.

Lecturas seleccionadas
En el Jbro de Jcnby, HL. Sy Paris, Ra Po (1941)1) ¡Foundations e Brida ed
Buildings”, Nueva York, Me yw Hill, 3rd. Edition, se inch ipciones_ generales
del Ep de Tedacn y mies de emir on sencón espai a 1 pl
de fundación
de
En el capado 9 de tro de Teg, W. €. (1962), Foundeon
design, Now Jensy,
Prentice-Hall, pág. 254-286, se tratan
en extenso los Pilares fundación perforados.
Capítulo 10

ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

ART. 58 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A LOS PROCESOS


CONSTRUCTIVOS

Causas anormales de asentamientos


En el capítulo 9 se trata de los asentamientos de edificios y otras
estructuras bajo la influencia de las cargas que les son propias. Si bien
éstos son los tipos más comunes de asentamientos, hay otros que tienen su-
ficiente importancia práctica como para merecer atención. Se trata de los
asentamientos producidos por aumentarse la carga sobre el suelo circundan-
te, por excavaciones en las cercanías, por depresión de la napa freática y
por vibraciones. En este artículo solo se consideran las dos primeras causas.

Asentamientos producidos por el aumento de la carga que


actúa sobre el suelo cir
La aplicación de una carga sobre una porción de la superficie, encima
de cualquier tipo de suelo, produce un hundimiento inclinado de la super-
ficie del suelo adyacente (véase figura 58.1a). La distancia hasta la cual
dicho hundimiento tiene alguna importancia práctica depende del perfil
del suelo y de las dimensiones del área cargada. Si el subsuelo contiene
arcilla blanda, la magnitud y la distribución del asentamiento pueden calcu-
larse en forma estimativa en función de los resultados de ensayos del ma-
terial compresible. Si el subsuelo consiste en arena, el asentamiento no es
calculable y las estimaciones solo pueden basarse en datos obtenidos de la
experiencia relativa a casos simil
Cuando las plateas asentadas sobre arena se proyectan siguiendo las
reglas contenidas en los códigos municipales, suelen comúnmente sufrir un
asentamiento de hasta 5 centímetros, y excepcionalmente aún superior (véase
artículo 55). Como la mayor parte de este asentamiento se produce durante
la construcción, la estructura que se construye no es dañada; salvo que sea
muy sensitiva. Pero el asentamiento inclinado de la superficie circundante
puede llegar a ser excesivo para las estructuras vecinas. En Nueva York,
por ejemplo, se construyó un edificio de 20 pisos en un lote situado entre
dos edificios de 7 pisos soportados por zapatas fundadas en un depósito
de arena fina. El nuevo edificio descansaba sobre una platea, 6 metros
568 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

(a)

(6)

Fig. 58.1. Diagramas que muestranel asentamiento de la mperficio que so


produce en la zona adyacente a una obra (a) Asentamiento origi-
ado por el peso de la estructura; (b) asentamiento debido a la deformación lateral
o avance de la arcilla de las paredes hacia una excavación profunda y angosta; (9)
asentamiento producido por la deformación lateral de la arcilla que forma las
paredes de una excavación profunda y ancha practicada por encima de terreno más
firmes (8) asentamiento debido a la deformación lateral de la arcilla que forma las
paredes y que está por debajo del fondo de una excavación profunda y ancha, en
arcilla blanda que se extiende hasta gran profundidad.

por debajo de la superficie del terreno natural. La presión sobre el suelo


era de 2 kg/cm? en exceso del peso del suelo excavado. El edificio se asentó
solo 4,5 cm y, como el asentamiento fue bastante uniforme, no sufrió daño
alguno, pero en los edificios lindantes aparecieron fisuras de corte y se
deformaron los marcos de las puertas y ventanas.
Si el subsuelo está constituido de arcilla blanda, el efecto que el peso
de un edificio nuevo ejerce sobre las estructuras lindantes puede resultar
mucho mayor, aunque no necesariamente más perjudicial. En Estambul se
construyó un edificio alto, en un lugar separado por un corredor angosto
de otro edificio también alto. La nueva estructura hizo inclinar tanto a la
existente que las cornisas de los dos edificios llegaron a tocarse, pero ninguna
de las dos resultó dañada.

Asentamientos debidos a la excavación


Previsión del asentamiento originado por una excavación. Si todas las
otras condiciones son iguales, el asentamiento producido por una excavación
depende en gran parte del tipo de entibación utilizado para soportar las
ART. 58 ASENTAMIENTOS
POR PROCESOS CONSTRUCTIVOS 569

paredes de la excavación y del cuidado con que el mismo se instala. Por


ello, la magnitud del asentamiento no puede calcularse y toda previsión
debe basarse solo en la experiencia derivada de casos bien documentados.
Los tipos más comunes de excavaciones grandes se hacen a cielo abierto
y se practican para construir sótanos de edificios. Un segundo tipo lo
constituyen las excavaciones ejecutadas para instalar pilares de fundación.
Los túneles, que no son tratados en este libro, constituyen un tercer tipo.
Excavaciones a cielo abierto en arena. Aun en el caso de que la super-
ficie del terreno adyacente a una excavación a cielo abierto en arena soporte
zapatas poco profundas muy cargadas, el asentamiento originado por la
excavación no se extiende más allá de una distancia igual a la profundidad
de la excavación. Si, por el contrario, el terreno adyacente no soporta carga,
el asentamiento no. se extiende más allá de la mitad de dicha distancia.
Además, si la excavación es bien entibada, el asentamiento máximo no
suele exceder de aproximadgmente 0,5 por ciento de la profundidad de la
excavación, mas, según cuál sea el caso, aun este pequeño asentamiento
puede ser suficiente para producir daños, como lo indica la figura 58.2. En
el ejemplo de la figura, la excavación causante del asentamiento se ejecutó
en grava bajo agua. El entibamiento se colocó con cuidado, según el método
que ilustra la figura 48.2c, y las tablestacas se hincaron de modo que atra-
vesaran la grava y llegaran hasta el estrato de arcilla compacta, así que no
hubo infiltración de agua. A pesar de esto, las zapatas del edificio adya-
cente se asentaron entre 25 y 5 cm y aparecieron grietas en las paredes,
como lo indica la figura. Parte del asentamiento se produjo mientras se
hincaban las tablestacas.
Excavaciones a cielo abierto en arcilla blanda. Para visualizar los
efectos resultantes, se puede considerar que cuando se excava en arci-
lla blanda, la arcilla de los costados de la excavación actúa como una

Grieta de 25 a decm
ae ancho

Tablestacas de sección Z
y (som de longilva

Nivel
de la napa
Grava
. tason — Arcilla azul compacta
Fig. 58.2. Corte trasversal de una excavación a cielo abierto, practicada en
grava, en el que se muestran el método utilizado para la entibación y el daño
lucido a la estructura adyacente como consecuencia del asentamiento.
570 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

Relleno
dearena
Lrofundidod en melros

medir la
ot /as lableslacas 1|.
Blanda
Las líneas punteadas incican
6 700 elalcance de la excavación ampara
pa ua en las fechas indicadas.
Fig. 58.3. que muestra los resultados obtenidos en las mediciones del
lazamiento lateral que tó un £ox el reves

aparecen al lado de los indican el día en que éstos fueron


(Según Peck, 1943.)

sobrecarga. Bajo esta sobrecarga, la arcilla situada cerca del fondo se defor-
ma lateralmente hacia la excavación y el fondo de la misma se levanta.
Como consecuencia de estos movimientos, la superficie del terreno se asien-
ta. Durante el espacio de tiempo que pasa entre la excavación y la instalación
de los puntales, se produce una deformación lateral adicional. La magnitud
de estos movimientos laterales, y de los asentamientos correspondientes,
depende principalmente de la relación ancho-profundidad de la excavación,
del procedimiento constructivo y del espesor del estrato de arcilla blanda
por debajo del fondo de la excavación.
Si la excavación es muy angosta (fig. 58.1b), o si el fondo está situado
cerca de la superficie de un estrato firme (fig. 58.1c), la deformación lateral
se extiende solo hasta una corta distancia de las paredes de la excavación,
así que el asentamiento de la superficie se limita a fajas relativamente angos-
ART. 58 ASENTAMIENTOS POR PROCESOS CONSTRUCTIVOS 571

tas, situadas a cada lado de la misma. El ancho de estas fajas no excede


la profundidad de la excavación y más allá de esta distancia, el asenta-
miento es de poca importancia. Entibando con cuidado, se puede mantener
la deformación lateral de la arcilla dentro de un valor menor de 05 por
ciento de la profundidad de la excavación, en cuyo caso el asentamiento
de la superficie es del mismo orden. Los asentamientos mucho mayores se
deben generalmente a una mano de obra pobre.
Las deformaciones del suelo que conducen al asentamiento de la super-
ficie adyacente a excavaciones anchas en arcillas se han observado y medido
en varias instancias en Chicago y Oslo. En el lugar del corte ilustrado por
o figura 58.3 (Peck, 1943), la cubierta superior estaba formada por unos
3,50 m de arena, la que era seguida de arcilla blanda, que descansaba, a
unos 4 m por debajo del fondo, sobre arcilla compacta. Las paredes de la
excavación eran sostenidas por tablestacas hincadas hasta el estrato com-
pacto antes de empezar a cavar. Las curvas de la parte izquierda de la
figura 58.3 representan posiciones sucesivas del tablestacado en las fechas
allí indicadas. En la parte derecha de la figura se indican las fechas en
que se colocaron los codales y las líneas punteadas indican las posiciones
correspondientes del fondo de la excavación. El diagrama muestra que la
deformación lateral llegó hasta la base del estrato blando, a poco de haberse
iniciado la excavación. Como las tablestacas penetraban en la arcilla com-
pacta, el movimiento hacia adentro de la parte enterrada de las mismas
disminuía hacia las puntas, de modo que el levantamiento del fondo no tuvo
importancia y el pequeño túnel indicado en la figura solo ascendió 2,5 cen-
tímetros. El movimiento excepcionalmente grande del tablestacado a una
profundidad de 3 metros se produjo a consecuencia de una demora en colo-
car el codal superior, pues, en caso contrario, no se hubiera originado. A
una distancia del borde de la excavación igual a su profundidad, el asenta-
miento alcanzó a 18 milímetros, habiéndose notado su influencia hasta una
distancia de 26 metros.
Si la excavación es ancha y la arcilla blanda hasta una profundidad
grande por debajo del fondo, la deformación lateral abarca una masa ancha
y profunda de suelo (fig. 58.1d). El asentamiento correspondiente puede
extenderse hasta una distancia considerablemente mayor que la profundidad
de la excavación. A medida que aumenta la profundidad, el factor de esta-
bilidad N = yH/c (ecuación 48.4) también aumenta y, cuando alcanza
valores del orden de 4, el asentamiento empieza a crecer rápidamente
y se extiende hasta una gran distancia del borde, cualquiera sea el cuidado
con que se entiben las paredes. Para los valores de N que se acercan a 7
u 8, se torna inevitable una rotura por la base y el fondo se levanta (véase
artículo 37).
La excavación que ilustra la figura 58.4a fue practicada en Oslo para
construir un subterráneo (NGI, 1962e). Fue realizada dentro de un potente
depósito de arcilla media (S; = 3 a 7) con una resistencia al corte del orden
de los 0,4 kg/cm?. A ambos lados del corte se hincaron tablestacas metálicas
pesadas hasta una profundidad de 2 a 250 m por debajo de la cota de
fondo, estando la roca localizada a unos 10 m más abajo de esta cota. Mien-
$ Edif demomposterio
pets origino! del terreno 572
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ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

(b) Roc”
e =

Fig. 58.4. Diagramas que muestran los resultados de mediciones de asentamientos en zonas adyacentes, le-
pósitos profundos de arcilla media en Oslo. (a) Sucesivas posiciones de la superficie del terreno y del
tablestacado en los días señalados; (b) progreso del asentamiento y anmento del factor de estabilidad N como
una función del tiempo desde el inicio de la excavación (según NGÍ, 1962e).
ART. 58 ASENTAMIENTOS POR PROCESOS CONSTRUCTIVOS 573

tras se profundizaba la excavación, las tablestacas avanzaron hacia el inte-


rior, a pesar de que se instalaron codales en las instancias que muestra la
figura. Simultáneamente, el suelo situado debajo del fondo de la excavación
ascendió, como lo indican las líneas punteadas que representan la elevación
de puntos de referencia H1 y H2, y descendió la superficie del terreno
adyacente. Hasta los 80 días posteriores al inicio de la excavación, el factor
de estabilidad WN no superó un valor del orden de 3 (fig. 58.4b) y los movi-
mientos fueron pequeños. Entre los 80 y los 109 días N subió a más de 6,
con lo cual el ascenso del fondo y el movimiento hacia el interior de las
tablestacas aumentaron en forma marcada. Durante el mismo período, la
extensión del asentamiento de la superficie se amplió a una distancia mayor
del doble de la didad de la i lándose un agrietamien-
to en un edificio de tres pisos. El rápido aumento del asentamiento con el
incremento de N se representa en la figura 58.4b por el volumen del des-
censo producido a un lado del corte por metro de longitud del mismo.
Aun cuando los asentamientos adyacentes al corte representados en la
figura 58.4 pudieron haberse reducido aumentando la profundidad de
penetración de las tablestacas, la reducción hubiese sido muy pequeña. Esta
conclusión se basa en los grandes cambios de curvatura que experimentaron
las comparativamente rígidas tablestacas instaladas, aun para estados inter-
medios de avance en la excavación.
Los inevitables movimientos que se producen al practicar excavaciones
anchas y profundas en espesos depósitos de arcilla blanda son en algunos
casos demasiado grandes para ser tolerados. Se pueden reducir adoptando
un método que no implique retirar a un mismo tiempo el peso del suelo
a excavar de toda área en consideración. En el método de la zanja o trin-
chera, el primer paso consiste en excavar alrededor de la periferia una zanja
o trinchera profunda que permita construir las paredes permanentes perime-
trales de la infraestructura a construir. Las paredes de la zanja o trinchera
se sostienen con soleras y codales (fig. 48.1b). Como la zanja es angosta,
los movimientos en las zonas adyacentes a la misma son mucho menores
de los que se producirían si la excavación fuese ancha y de la misma pro-
fundidad. En ciertos casos, la trinchera se excava sin apuntalar utilizando
el método del lodo bentonítico y la pared permanente se construye hormi-
gonando bajo agua por desplazamiento del lodo. Después que se han com-
pletado las paredes exteriores, se excavan trincheras trasversales, las que se
apuntalan siguiendo un procedimiento similar al utilizado para las perime-
trales: El puntal inferior a nivel del fondo está constituido corrientemente
por columnas de hormigón que se incorporan a la losa de base de la infra-
estructura. De esta manera, el lugar a excavar es subdividido por las trin-
cheras y puntales en unidades rectangulares. El suelo situado dentro de
estas unidades se excava, a razón de una unidad por vez, y se hormigona
la losa de base antes de excavar las unidades adyacentes. Con este proce-
dimiento se reducen sustancialmente las tensiones en el suelo situado debajo
de la cota de fundación y, por tanto, los movimientos resultantes. En algu-
nos casos, las losas completadas se cargaron rellenando temporariamente
los recintos hasta que el peso obtenido compensara la descarga por excava-
574 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES
(a) (6)
Posición
original

Avance odeformación
lateral durante la
excavación de la
'cción

Secció

Fig. 58.5. (a) Diagrama que muestra cómo se produce el avance de la arcilla
hacia la excavación, cuando se utiliza el aquí llamado método de Chicago, avance que
como consecuencia un mayor volumen de excavación; (b) mayor volumen
2 excavar.

ción. En el Japón se han instalado grandes infraestructuras para edificios


haciendo descender cajones hasta profundidades mayores de 30 metros
(Mason, 1952).
Pozos o cilindros en arcilla blanda. Durante la excavación de un pozo
o la hinca de un cilindro en arcilla blanda, el suelo situado debajo del fondo
también se levanta y, además, si la parte inferior de las paredes del pozo
no están revestidas, como en los pozos excavados con el método de Chicago
(fig. 57.1f), la deformación lateral de la arcilla puede resultar bastante
grande. Debido a estos movimientos, el volumen de suelo excavado es
mayor que el del pozo o cilindro, fenómeno de sobreexcavación que siempre
trae aparejado un asentamiento de la .superficie del terreno.
La figura 58.5b representa los procesos físicos que van asociados con
la deformación lateral. La figura muestra un corte vertical por el eje de un
pozo que se excava por el método de Chicago. Antes de colocar una sección
de revestimiento, se procede a excavar por debajo de la parte ya revestida
en una altura h, igual a la altura de la sección a colocar. La figura 58.54
representa un corte horizontal de la parte inferior, aún no revestida, del
pozo. Antes de haber excavado, la superficie cilíndrica de diámetro dy
estaba sometida a una presión radial po. La excavación reduce esta presión
a cero; así que la cáscara cilíndrica que rodea el pozo se ve sometida a una
presión radial externa no equilibrada. Esta presión reduce el diámetro inte-
rior de la cáscara y la arcilla avanza hacia el pozo, tal como indican las
áreas rayadas de la figura 58.5b. A causa de esta deformación, todo elemento
trapezoidal como el abcd de la figura 58.5a-es comprimido en el sentido
tangencial de la circunferencia y extendido en sentido radial. Por razones
similares, el fondo del pozo se levanta, como puede verse en la figura 58.5b.
ART. 58 ASENTAMIENTOS POR PROCESOS CONSTRUCTIVOS 575

El área sombreada representa el exceso de material que es excavado en una


sección del pozo. Su volumen total es aproximadamente igual al área total
de las paredes del pozo multiplicada por la magnitud Ad de la deformación
que sufren las paredes (fig. 58.5b). Esta deformación produce un asenta-
miento de la superficie del terreno que rodea el pozo.
Cuando se excava un pozo único, el efecto que las deformaciones de
las paredes del mismo origina en la superficie puede no llegar a notarse.
Pero si se practican muchos pozos cercanos, los hundimientos se acumulan
y afectan toda la zona. En la obra indicada por la figura 58.6 se produjo
un hundimiento de este tipo. En un lote de 57 por 45 metros se practicaron
120 pozos con un diámetro que variaba entre 1,50 y 2,40 metros. Los pozos
atravesaban arcilla glaciar “blanda hasta alcanzar arcilla muy compacta,
sobre la cual descansaban los pilares de fundación. La ejecución de los
pozos exigió 3 meses de trabajo y la excavación de 13.000 metros cúbicos
de arcilla. Apenas iniciada la excavación, el área que rodeaba el lote empezó

Viskiacia desde
la Excavación en meldos Mempo
en meses
4 so 45 2 oc 2

$
e) ¿
E
$
x

lisom. 45m

(a)E ,
HH H A 20m l
30036metos Ki |; “H Y

Harta muy blanda


4 | ; lili
Arcilla muy compacta * :
Fig. 58.6. (a) Corte trasversal de la fundación de una estructura durante la
excavación para pilares por el aquí llamado método de Chicago; (b) relación entre
asentamiento de la superficie y distancia al borde del lote donde se construía la fan-
dación; (c) relación entre la cantidad de suelo excavado de los pozos, el asen-
tamiento de la superficie y el tiempo.
576 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

a asentarse, llegando finalmente a la posición indicada en la figura 58.6b;


así que los edificios adyacentes tuvieron que apuntalarse temporariamente
y submurarse para poder mantenerlos en su posición original. La figura
58.8c muestra el progreso con el tiempo de la excavación de los pozos y
también los asentamientos de dos puntos de referencia, P, y Pa, situados,
respectivamente, en el centro de uno de los lados y en uno de los vértices
del lote. La semejanza entre la curva de volumen excavado y las que repre-
sentan asentamientos indica claramente que el asentamiento se debió prin-
cipalmente a la deformación lateral que se produce al excavar los pozos.
Hay varios medios para reducir el asentamiento originado por la exca-
vación de pozos para pilares de fundación que atraviesan arcilla blanda.
1) Usando tablestacas o cáscaras cilíndricas de revestimiento que eli-
minen la necesidad de cavar caras verticales no revestidas. Uno de estos
métodos está indicado en la figura 57.1.
2) Usando herramientas de excavación mecánica y el método del lodo
o del líquido pesado de perforación (artículo 57).
3) Usando aire comprimido. Como la presión del aire solo compensa
h presión del agua en el fondo, es inevitable que se produzca alguna defor-
mación lateral, pero el asentamiento se reduce a una pequeña fracción del
que se origina con el aquí llamado método de Chicago (fig. 57.1f).
4) Usando un revestimiento robusto de acero, que es hincado hasta
alcanzar la tota de fundación y luego se deja perdido. Después de haber
hincado este caño de gran diámetro o cilindro, el suelo se excava mecáni-
camente; o si no, por medio de una inyección de aire o agua a presión. Se
limpia el revestimiento con herramientas adecuadas, como ser un cepillo
mecánico, y luego se llena de hormigón. Este método se ha utilizado con
frecuencia y con éxito en la construcción de pilares cilíndricos de fundación
que deben atravesar suelos muy blandos. Puede resultar más económico
que el uso del aire comprimido.

Valor práctico de las observaciones de asentamientos efectuados durante


el período de excavación. El estudio que acaba de practicarse, relativo a
las varias causas que originan el asentamiento de la zona que rodea una
excavación, no deja duda alguna de que cierta cantidad de asentamiento
resulta inevitable. En efecto, a menos que se cambie todo el procedimiento
constructivo por una alternativa, como el método de las zanjas o trincheras,
nada se puede hacer para evitar el asentamiento debido a la deformación
lateral del suelo hacia la zona de levantamiento del mismo por debajo del
fondo de la excavación. Tampoco puede impedirse la deformación lateral
o expansión de las paredes de una excavación, cuando se excava desde el
nivel de una fila de puntales al nivel de la siguiente. Pero, en contraposición
con la deformación que se produce debajo del fondo, el valor del despla-
zamiento lateral de las paredes depende en gran parte de la distancia verti-
cal entre puntales, de la velocidad con que se excava y de varios otros deta-
Jles del proceso constructivo; de modo que el “asentamiento resultante puede
disminuirse en forma ideral dificando de manera iada dicho
ART. 59 ASENTAMIENTOS
POR LA DEPRESIÓN DE LA NAPA sí7

proceso. Solo por medio de mediciones del asentamiento y un registro


Fetallado de todas las circunstancias que pudieron influir en su desarrollo
y magnitud se pueden obtener datos que merezcan fe respecto A a la impor-
tancia relativa de las deformaciones laterales que se producen arriba y
abajo del fondo de una excavación dada. Haciendo observaciones de esta
naturaleza, el ingeniero adquiere elementos de juicio para decidir si el
asentamiento puede o no reducirse substancialmente con cambios posibles
en el procedimiento de trabajo. Además de servir su propósito en cada caso
particular, los registros de asentamientos tienen gran utilidad como elemen-
tos de juicio para planearel procedimiento constructivo para otras excava-
ciones a ejecutar en suelos similares, como asimismo para predecir los efectos
que la excavación ejercerá sobre las estructuras y las canalizaciones de ser-
vicios públicos situados en las cercanías,

Lecturas seleccionadas
Las lcaciónes que se indican a continuación contienen resultados de ptas
ciones realizadas para determinar el asentamiento que se produce durante la construcción
y los factores a a originan.
isK. “Settlement of Structures
in e sad Methods of Observation”,
a E ol 103 (1938), pp. Lacasa, :cto que el llenado de tanques
sobre los tanques vecinos.
re. E GON “Shield Tunnels of the Chicago Subway”, J. Boston Soc. Civil Engrs.,
vol. 29 (see), pp. 163-210. Observaciones de levantamientos y asentamientos pro-
ducidos avance de un o a a nes
Peck, Rob. (1948 carios in Open Cuts, Chicago Subway”,
apo vol, Los (1943), e 008-1030. Observaciones de asentamientos de-
ción de excavaciones a cielo abierto en
Terzaj e cad AS'Tunnels on the Chicago Subway”, Trans. ASCE, vol. 108
1943), pp. no )bservaciones
de los asentamientos originados por la excavación
túnelesez
Ireland, H. O. saale due to foundation construction in Chicago, 1900-1950.
Tesis de do Univ. of llinois, 128/05.
Na Geotechnical Institute, Technical Reports, N? 1-8, Oslo, 1962-1966. Serie de
informes sobre mediciones efectuadas en relación con excavaciones a cielo abierto
entibadas practicadas en Oslo, que incluyen observaciones de asentamientos, des-
plazamientos de las entibaciones y levantamientos de los fondos.

ART. 59 ASENTAMIENTOS PRODUCIDOS POR LA DEPRESIÓN


DE LA NAPA
Causas de los asentamientos
Toda vez que se practica una excavación a cielo abierto por debajo
del nivel de la napa siguiendo un método que no sea la hinca de un cilindro
con aire comprimido o la excavación bajo agua, la napa debe ser tempora-
riamente deprimida (artículo 47). Al bajar la napa se aumenta la carga
que actúa sobre el subsuelo en una cantidad proporcional a la altura depri-
mida, e igual a la diferencia entre el peso del suelo drenado (sólido más
humedad del suelo) y el peso del mismo suelo sumergido. El aumento de
carga causa una compresión del subsuelo, y esto se traduce en un asenta-
578 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

miento, que en cada punto es aproximadamente proporcional al descenso


del nivel piezométrico en dicho punto. Para un descenso dado de la napa,
el asentamiento depende de la compresibilidad del subsuelo.
Efecto que la depresión de la napa produce en estratos de arena
Cuando se drena arena que no contiene ninguna capa de arcilla, se
aumenta la presión efectiva, pero, a menos que la arena sea muy suelta, el
asentamiento resultante es generalmente pequeño. Sin embargo, si la napa
se deprime y eleva periódicamente, el asentamiento puede llegar a ser im-
portante, pues, cada vez que se produce un aumento temporario de la presión
efectiva, el asentamiento sufre un incremento. Este fenómeno puede demos-
trarse con ensayos de laboratorio sobre arena lateralmente confinada. La
magnitud del incremento del asentamiento disminuye con el número de
ciclos y tiende a cero, pero el asentamiento total es muchas veces mayor
que el producido por el primer ciclo. Cuanto más suelta es la arena, mayor
es el asentamiento.
Mientras se construye, las fluctuaciones de la napa deprimida para una
excavación son generalmente insignificantes; así que, si la depresión de la
napa causa asentamientos grandes y la arena no es suelta, éstos deben proba-
blemente tener una causa que no es precisamente el aumento del peso
efectivo de la parte drenada del estrato de arena. La causa más común
proviene de bombear sin mayor cuidado desde sumideros (artículo 47). En
el artículo 59 se describen varios ejemplos de asentamientos originados por
esta causa; en todos estos casos se formaron uno o más conductos subte-
rráneos como consecuencia de la erosión retrógrada, que tuvo su origen
en manantiales que descargaban a una zanja. Asimismo, el asentamiento
producido por la erosión condujo a la formación de pequeñas depresiones
en la superficie, depresiones que aumentaban a medida que las mismas
se alejaban del punto de origen de los manantiales. Los asentamientos de

Fig. 59.1. (a) Revestimiento tipo Louvre, usado con éxito en una parte de una
excavación a cielo abierto en arena acuífera con el objeto de evitar el sifonaje
de la arena por el fondo; (b) tablestacado metálico continuo, utilizado en otras
" secciones de la misma excavación. Las fundaciones indicadas en esta figura se
asentaron como consecuencia de la invasión del material de los costados, producida
por la acción erosiva de las venas ascendentes de agua. (Según E. A. Prentis y L.
White, 1950.)
ART. 59 ASENTAMIENTOS POR LA DEPRESIÓN DE LA NAPA 579

este tipo pueden evitarse drenando por bombeo desde pozos filtrantes, o
bien disponiendo un filtro de revestimiento en el sumidero.
Si una excavación está revestida con un tablestacado estanco, puede
también producirse por sifonaje una invasión hacia el fondo del material
de los costados. Dicha invasión tiene origen en la acción erosiva del agua
que asciende hacia el fondo de la excavación siguiendo la cara interna de
las tablestacas; puede evitarse disponiendo un revestimiento permeable para
las paredes de la excavación, en lugar de hacerlo impermeable (Prentis y
White, 1950). La observación siguiente demuestra la eficacia del procedi-
miento. En Nueva York, durante la construcción del subterráneo, se estaba
practicando una excavación en arena fina y limo grueso, cerca de edificios
con columnas fundadas sobre pilotes cuyas puntas no descansaban en un
estrato duro. En una parte de la excavación, la entibación era del tipo
indicado en la figura 48.2b y el revestimiento consistía en tablones horizon-
tales con un espacio libre entre los mismos, como indica la figura 59.1a.
Estos espacios libres fueron rellenados con paja para permitir el escurri-
also libre del agua sin que arrastrase la arena. En otra parte de la excava-
consistía en tabli 1
tálico obligó a que el agua de filtración entrase a la excavación dando
la vuelta por la punta de las tablestacas, como indica la figura 59.1b, pre-
sentándose de este modo condiciones favorables al desarrollo de la erosión
por la formación de manantiales, y las columnas de los edificios adyacentes
sufrieron un asentamiento de 15 centímetros. La excavación de la sección
con revestimiento permeable, por el contrario, no produjo ningún asenta-
miento perceptible.
Efectos que la depresión de la napa produce en estratos de arcilla
Si el subsuelo contiene capas de arcilla blanda, de limo o de turba, la
depresión de la napa puede originar grandes asentamientos. En la ciudad
de Méjico, por ejemplo, donde el subsuelo consta de arcillas altamente com-
presibles con capas horizontales de arena acuífera, la extracción de agua
por bombeo desde estas capas de arena ha traído aparejado un hundimiento
general e irregular de toda la superficie que, entre 1900 y 1956, en algunos
lugares ha descendido más de 6 metros (Marsal y Mazari, 1962). De la
misma manera, en el valle de Santa Clara de California, el funcionamiento
de 2.000 pozos para proporcionar agua para riego inició un proceso de
asentamiento progresivo. El fondo de este valle está constituido por un
espeso manto de arcilla marina que contiene, a una profundidad de 30 a
60 metros, capas de arena y grava acuífera. En 1918, la extracción de agua
empezó a exceder el aporte natural y los niveles piezométricos aserto:
Como en 1956, el habí,
en algunos lugares hasta 2,40 metros (Poland, 1958).
Se dan también localidades con un subsuelo constituido por arcillas
que han Por ejemplo,
el descenso de los niveles de agua debajo de la ciudad de Houston, en una
magnitud del orden de los 75 m entre 1905 y 1951, fue acompañado de un
580 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

(6)

dl Zi mieiaiogóa +
$ e
ha Z, Arcilla |

E Arena
Pa Y, PV
OH AY be
Fig. 59.2. Diagramas que muestran la causa que produce el asentamiento de
una superficie de arcilla cuando se bombea agua del estrato inferior de arena
acuífera,

descenso que llegó hasta los 60 cm, al que se asoció la producción de un


sistema local de fallas con pronunciados asentamientos diferenciales de
estructuras ordinarias (Lockwood, 1954). De manera similar en Londres se
han producido entre 1865 y 1931 hundimientos del orden de los 15 cm a
medida que el nivel piezométrico descendía en unos 60 m (Wilson y Grace,
1942). Se han producido fenómenos semejantes en los campos de petróleo,
notablemente en Long Beach, “California (Berbower, 959), y en el lago
Maracaibo, Venezuela (Collins, 1935).
Las causas físicas de este fenómeno están indicadas en la figura 59.2,
que representa un perfil de una capa de arena sobre la cual se apoya un
manto de arcilla saturada. En la figura 59.24 se supone que el nivel piezo-
métrico alcanza la superficie del terreno y en b que, a consecuencia del
bombeo del agua de la capa de arena, dicho nivel ha descendido en una
altura AH. Antes de iniciar la extracción del agua, la presión efectiva en
la sección ab es igual a:
Pa = YH,
siendo y' el peso unitario de la arcilla sumergida (artículo 12). Mientras
se bombea, la presión efectiva aumenta y, finalmente, alcanza el valor:
Po = YAH + Y Ha
siendo y el peso unitario del suelo más el agua de la arcilla saturada. El
aa presión efectiva producido por el descenso del nivel piezométrico
es igual a:
YAH + YH2
— YH, = AH (y— Y) = yoAH
Por tanto, el descenso de la napa en una altura AH aumenta en última
instancia la presión efectiva que actúa sobre la arcilla en un valor igual al
peso de una columna de agua de altura AH. Este aumento trae aparejado
un asentamiento progresivo de la superficie del terreno como consecuencia
de la consolidación. La velocidad y la magnitud del asentamiento pueden
usando la teoría de la consolidación, en función de los resultados
ART. 59 ASENTAMIENTOS POR LA DEPRESIÓN DE LA NAPA 581

"UY HZ
Posición original de la napa

ADT ETIRZITITATÍA

Filtrantes
Fig. 59.3. Sección trasversal simplificada de mna excavación practicada para
las esclusas Vreeswijk, en Holanda, donde se muestra la posición de la napa depri-
mida durante la excavación por medio de pozos filtrantes (la escala vertical está
muy exagerada). (Según W. H. Brinkhorst.)

de ensayos de suelos (artículo 25). No obstante, en zonas con hundimiento


regional proveniente de la consolidación de grandes espesores de suelos
compactos, los resultados así obtenidos pueden no resultar adecuados, pues
la compresibilidad de los suelos es sustancialmente alterada por los proce-
dimientos de muestreo y, además, la situación y el grado de continuidad
de las capas de drenaje con frecuencia no pueden ser evaluados.
Si se deprime la napa en una altura importante y además los estratos
de arcilla son blandos y espesos, el asentamiento resultante puede llegar
a ser muy grande y extenderse sobre una gran superficie. Durante la cons-
trucción de las esclusas de Vreeswijk, en Holanda, se efectuaron observa-
ciones para medir el asentamiento producido por el descenso de la napa.
En el lugar ocupado por las esclusas, el subsuelo estaba formado por 6 a
7 metros de arcilla y suelo turboso, seguidos de una espesa capa de arena
acuífera. El fondo de la excavación estaba a 6,30 metros de profundidad
y cubría una superficie de 50 por 270 metros.
Antes de iniciar la obra, el nivel del agua estaba a 20 centímetros sobre
el terreno natural y durante la excavación se deprimió a la posición indicada
en la figura 59.3, bombeando desde pozos filtrantes que penetraban en la
arena. Como consecuencia de la depresión de la napa, la presión vertical
efectiva sobre un plano horizontal cualquiera, como el ab, aumentó gradual-
mente hasta alcanzar un valor igual a la altura del área sombreada, situada
por encima de ab, multiplicada por el peso unitario del agua. Como la
altura total del área sombreada es máxima en el límite con la excavación,
el asentamiento máximo se produjo en el borde de la misma, pero, a una
distancia de 40 metros, todavía alcanzaba a 60 centímetros, y podía notarse
hasta una distancia de 750 metros (Brinkhorst, 1936).
En varias obras, el hundimiento adyacente a la zona desagotada fue
evitado o fuertemente reducido rodeando el lugar con las tablestacas e
inyectando agua detrás de las mismas por medio de pozos filtros “well
points” o de zanjas filtrantes (Zeevaert, 1957, Parsons, 1959). Comúnmente
se inyecta parte del agua extraída por desagote. Hay que tomar medidas
para limpiar los pozos filtrantes de inyección debido a su tendencia a obtu-
rarse, en particular por acción bacteriana. El hundimiento en las cercanías
de Long Beach fue virtualmente detenido después de instituir un programa
582 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

de puesta nuevamente en pin. de las formaciones petrolíferas por inyec-


ción de agua iniciado en 1:

Lecturas seleccionadas
Wilson, G, y H. Grace (1942), “The settlementof London due to underdrainage of the
]. Inst. Civil Engrs,, Lose 19 - PR. o
Zeevaert, L,ER Te pressure measurements pg to of surface
suísidenos in Mexico City”, Pro. $d Int. Con (Soil Mesh, Zurich,
2 ppPp. 299-304.
Lockwood, M. G. (1954), “Ground subsides in Houston area”, Civ. Eng, 24, N? 6,
48-50.
Folaad Y, E, (1958), “Land subsidenos a to ground-water development”, ASCE J. 1rr.
and Drainage Dio., 84, Paper,1:

ART. 60 ASENTAMIENTOS CAUSADOS POR LAS VIBRACIONES


Factores que determinan la magnitud del asentamiento
Toda estructura fundada en un suelo no cohesivo puede llegar a sufrir
asentamientos excesivos si el suelo se halla sujeto a vibraciones provenientes
de maquinarias, tránsito, hinca de pilotes, explosiones o terremotos. El
asentamiento que las viliaciones producen en una fundación sobre arcilla
es, por el contrario, comúnmente tan pequeño que, cualquiera sea el caso,
es poco probable que llegue a ser el origen de inconvenientes serios. Esta
diferencia tan notable entre el efecto que las vibraciones producen en arena
y en arcilla ya se hizo resaltar cuando se trataron los métodos para com-
pactar terraplenes (artículo 50). A causa de su sensibilidad a las vibracio-
nes, la arena se compacta en forma más efectiva con equipos vibradores,
mientras que la arcilla solo puede compactarse con fuerzas estáticas. Hasta
el presente no se tiene cónocimiento de que, como consecuencia del efecto
de las vibraciones, se hayan producido asentamientos importantes en alguna
fundación sobre arcilla, de modo que al estudiar este efecto solo se tienen
en cuenta las fundaciones en arena.
a el a 19 se demuestra que en arena el asentamiento originado
Pulsátil es muchas veces mayor que el que produce la acción
estática. del vacalas máximo de dicha carga. Para un valor máximo dado, el
asentamiento depende de la frecuencia de las pulsaciones. Los asentamien-
tos más grandes se producen para frecuencias comprendidas entre 500 y
2500 impulsos por minuto. Como el número de revoluciones de las turbinas
a vapor y de los turbogeneradores se encuentra comprendido en dicho inter-
valo, el efecto que el funcionamiento de estas máquinas produce sobre el
asentamiento es particularmente notable.

Ejemplos de asentamientos debidos a las vibraciones


Los ejemplos que siguen ilustran sobre la magnitud de los asentamientos
que pueden originar las vibraciones de máquinas. En Alemania, una planta
de manipulación de carbón de 50 X 20 metros contenía trituradores de
carbón montados sobre bloques de hormigón de 3 X 3 metros. El edificio
ART. 60 ASENTAMIENTOS CAUSADOS POR LAS VIBRACIONES 583

descansaba sobre zapatas apoyadas en un manto de arena bastante densa,


de un espesor que variaba entre 18 y 39 metros, y trasmitía una presión
de solo 1,4 kg/cm?, un valor muy moderado para el material. A pesar
estas cl les. los ' if sales al tales
proporciones que el edificio resultó severamente dañado y tuvo que ser
recalzado. En otra localidad, en una usina fundada en arena y grava bas-
tante densa, se instalaron turbogeneradores cuyo número de revoluciones
era igual a 1500 por minuto. Como consecuencia, el asentamiento máximo
de las fundaciones, un año después de entrar en funcionamiento la usina,
sobrepasó los 30 centímetros.
frecuencia de las vibraciones producidas por el tránsito puede
tener carácter periódico. La experiencia ha indicado que la exposición con-
tinua a tales vib suele traer di i ide
En Holanda, se ha observado que los edificios nuevos, situados sobre cami-
nos viejos, normalmente se inclinan hacia el lado opuesto al camino. La
causa de esta inclinación deriva del hecho de que las vibraciones originadas
por el tránsito han compactado el subsuelo del lado que da al camino, mien-
tras que la arena de la parte trasera del edificio está todavía en su condición
original. En Berlín, en 40 años de funcionamiento, algunas de las funda-
ciones del ferrocarril elevado sufrieron asentamientos que alcanzaron hasta
35 centímetros. Estas fundaciones descansaban sobre arena bastante densa
y fueron proyectadas para una presión admisible del suelo de 3,5 kg/cm?.
En Munich, donde, la mayoría de los edificios apoyan sobre 6 metros de
arena y grava densa que descansa sobre roca, el aumento en la intensidad
del tránsito de camiones causó asentamientos de tal magnitud que varias
calles tuvieron que cerrarse a dicho tránsito pesado. En un período de 10
años, el daño causado a las estructuras adyacentes alcanzó a aproximada-
mente 1.500.000 dólares,
La hinca de pilotes puede también originar el asentamiento de áreas
adyacentes. La frecuencia de los golpes que aplican los martillos conven-
cionales está muy por debajo de la que corresponde a la resonancia, pero
cada golpe da lugar a una serie de vibraciones en el suelo que alcanza dicha
frecuencia. En un caso se instalaron 100 pilotes en un depósito de arena y
grava tan suelto que podían hincarse sin inyección pilotes de una longitud
de hasta 15 metros. Dentro del área ocupada por los pilotes, la superficie
del terreno se hundió 15 centímetros. El asentamiento disminuyó con la
distancia al borde de dicha área hasta alcanzar a los 15 metros un valor
de 3 milímetros.
Los intensos y han causado espec-
taculares de la superficie de depósitos no cohesivos, aun en los casos en que
la licuación no ha sido un factor interviniente. En los valles aluviales de la
península de Kenai en Alaska la superficie se hundió hasta un metro y
medio durante el sismo del viernes santo de 1964 y los asentamientos dife-
renciales dañaron seriamente los caminos, ferrocarriles y edificios. No obs-
tante, aun durante un terremoto de muy poca intensidad ocurrido en Viena,
se ol que un elevador de granos con un ancho de 18 metros y una
altura de 24 metros se había asentado 4,3 centímetros más de un lado que
584 ASENTAMIENTOS DEBIDOS A CAUSAS NO COMUNES

del otro. El valor del asentamiento máximo absoluto no se conoce. El


elevador estaba fundado sobre pilotes cónicos cortos, embebidos en arena
fina acuífera bastante densa. La carga era de 4 kg/cm? por unidad de
superficie cubierta por el elevador y cuando éste se llenó por primera vez
el asentamiento resultó prácticamente uniforme y solo alcanzó a 5 milímetros.
El efecto que ejercen las explosiones es algo similar al que produce
un terremoto débil. El mayor daño atribuible a las explosiones no proviene,
empero, de los asentamientos sino de movimientos transitorios del terreno
y de la sacudida emergente del golpe de aire.
De vez en cuando, la hinca de pilotes y el uso de explosivos origina
quejas o juicios por daños, en cuyo caso el ingeniero debe actuar como
perito y dictaminar si la acción emprendida está justificada o no. Los ejem-
plos que se dan a continuación indican un método de investigación que
elimina la ecuación personal.
En el primer caso, el dueño de una casa hizo una demanda diciendo
que las vibraciones originadas por la hinca de pilotes estaban dañando su
estructura. Para comprobar la validez de la demanda, se hizo pasar frente
a la casa un camión cargado del tipo más pesado a la máxima velocidad
permitida, Se hicieron observaciones sismográficas en aquellos puntos de
la casa en los que el dueño decía que las vibraciones eran más intensas,
observaciones que se repitieron durante las operaciones de hinca de pilotes.
Los resultados indicaron que las vibraciones causadas por la hinca de pilotes
eran débiles comparadas con las causadas por el camión. Como el dueño
de la casa no podía poner objeciones a vibraciones que eran menores que
las causadas por camiones que pasasen frente a su casa a la máxima velo-
cidad permitida, su demanda de indemnización fue desestimada.
En el segundo caso, un propietario interpuso quejas contra el uso de
explosivos en las cercanías de su casa y se hizo nuevamente un experimento
similar con un camión. Después se dispararon cargas experimentales de
explosivos y se observaron las vibraciones producidas en la casa. Al contra-
tista se le dio permiso para utilizar cargas de explosivos que no fuesen
mayores que las que produjeron vibraciones equivalentes a las originadas
por el camión. .
Los asentamientos de las fundaciones de máquinas se pueden reducir
en forma muy efectiva evitando las frecuencias para las cuales se produce
la resonancia. Con el conocimiento adquirido hasta el presente (Barkan,
1962; Lysmer y Richard, 1966), se pueden realizar cálculos bastantes feha-
cientes de las frecuencias resonantes de sistemas simples, pero las compleji-
dades de las instalaciones actuales son comúnmente tan grandes que se
necesitan simplificaciones radicales para concretar los cálculos de modo que,
a pesar de que se tomen todas las precauciones del caso, siempre se pueden
producir condiciones indeseables de resonancia. Para cubrir esta eventua-
lidad se han probado varios procedimientos para alterar, de ser necesario,
la frecuencia resonante del sistema construido, entre los que se incluyen el
descenso del nivel freático, aumento de peso de la base de fundación e
inyección de productos químicos en el subsuelo granular. En algunos casos
estos procedimientos han sido altamente exitosos, pero en muchos otros no
ART. 60 ASENTAMIENTOS CAUSADOS POR LAS VIBRACIONES 585

han tenido utilidad. Por ello, el proyecto cuidadoso de máquinas para redu-
cir las fuerzas no balanceadas es de importancia capital en este aspecto.
No existen procedimientos de aplicación general para reducir la influen-
cia que puedan ejercer las vibraciones que llegan al subsuelo de una estruc-
tura desde una fuente externa. Un método consiste en rodear la estructura
con una zanjaprofunda.
Las paredes de la zanja deben, de preferencia, no ser entibadas, y si el
espacio disponible es tan limitado que la zanja debe hacerse con paredes
verticales apuntaladas entre sí, los puntales deben proyectarse de modo que
no trasmitan las vibraciones de una a otra pared de la zanja. Las observa-
ciones efectuadas hasta el presente indican que las zanjas de protección
tienen máxima eficacia cuando la frecuencia de las vibraciones es alta.

Lecturas seleccionadas
Crandell F. J. (1949), “Ground vibration due to blasting and its effect upon structures
J. Boston Soc. Civil Engrs, 36, pp. 245-268. Reprinted in Contributions to soil me-
je > Boal Engrs., 1953, pp. 206-229,
Gnaedinger, J. P. (1961), “Grouting to prevent vibration of machinery foundations”,
so OE: Bol Mesh 37 a po Les ducido al
Barl 1962), bases and foundatione. Traducido al ruso por L. Dra-
shevska, New York, McGraw-Hill, 434 pp. e
Capítulo 11
PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

ART. 61 PRESAS DE TIERRA


a para un proyecto satisfactorio
El proyecto de una presa o dique de tierra debe ser adaptado a los mate-
riales de construcción disponibles. Como en la mayoría de los lugares es posi-
ble obtener tanto materiales impermeables como materiales permeables, la
presa se proyecta disponiendo una zona central relativamente impermeable,
conocida como núcleo, y dos zonas laterales permeables que proveen la es-
tructura resistente necesaria para la estabilidad de la obra. Este tipo de presas
se conoce como presas heterogéneas, Las cantidádes de material a disponer
en las distintas zonas que constituyen una presa heterogénea vienen deter-
minadas principalmente por consideraciones de orden económico. Un dique
formado casi exclusivamente de arcillas puede ser provisto de un delgado
filtro central que mantenga la mitad agua abajo de la presa en un estado
permanentemente drenado. Por otro lado, para obtener estanqueidad, una
presa construida enteramente de materiales permeables debe contener una
pared o núcleo impermeable. En muchas de las antiguas presas de tierra
este núcleo estaba formado por gruesas paredes de hormigón simple. La
experiencia ha ido mostrando, sin embargo, que pocas de estas paredes, si
es que alguna lo hizo, sirvió su propósito, porque se agrietaron debido a la
deformación lenta o fluencia lateral desuniforme del suelo que las sostenía.
Solo las paredes delgadas, adecuadamente armadas, tienen probabilidad de
permanecer razonablemente intactas.
Toda vez que se debe construir una presa sobre sedimentos permeables,
el proyecto exige disponer de una estimación del valor límite superior admi-
sl de la pérdida de agua a través del subsuelo. Esta estimación puede
utilizando una red de filtración apoyada en determinaciones del
coeficiente de permeabilidad obtenidas de ensayos de bombeo y de ensayos
de laboratorio. Si la pérdida estimada excede un volumen mayor del admi-
sible, teniendo en cuenta las funciones a cumplir por la obra, la presa debe
suplementarse con algún tipo de cortina impermeable o bien con una solera
impermeable dispuesta hacia agua arriba.
Una presa de tierra puede fallar debido al paso del agua sobre su cresta,
una rotura de uno de sus taludes, una rotura por expansión o bien por sifo-
naje. La falla por paso del agua sobre su cresta puede evitarse por medio
de un vertedero proyectado con amplitud, prestando atención especial a los
peligros de rápidos deslizamientos hacia el embalse de las laderas que lo
ART. 6l PRESAS DE TIERRA 587

bordean, y a una generosa revancha en la altura de la presa. Las roturas


de talud y las roturas por expansión se pueden evitar calculando la presa
en la forma en que lo indican los artículos 36 y 52, y adoptando las medidas
para que durante la construcción se realicen observaciones de su compor-
tamiento, principalmente mediciones de las presiones de poros que se des-
arrollan en su masa. En realidad, la mayoría de las roturas de este tipo sue-
len producirse durante la construcción, provocan gastos no anticipados y
demoras en la obra, pero no resultan catastróficas. Las roturas realmente
catastróficas son aquellas debidas al sifonaje por erosión subterránea, pues
ocurren sin ningún aviso previo cuando el embalse está lleno, con frecuen-
cia muchos años después que el embalse fuera puesto por primera vez en
operación. Produce la devastación en el valle situado agua abajo de la presa,
circunstancia que impone, como primera y más importante condición a
satisfacer en el proyecto de una presa, excluir la posibilidad de su rotura
por sifonaje.
La erosión subterránea que produce la rotura por sifonaje siempre
empieza con la aparición de manantiales u ojos de agua alimentados por
el escurrimiento. Progresa en la dirección agua arriba hacia el embalse
siguiendo la línea o las líneas de menor resistencia a la erosión, El meca-
nismo del proceso se describe en mayor detalle en el artículo 63. Las líneas
de menor resistencia pueden estar situadas a lo largo de conductos de eva-
cuación, a través de grietas producidas en el múcleo impermeable de la
presa, en zonas de material impermeable inadecuadamente compactado que
están apoyadas sobre superficies accidentadas, o en zonas susceptibles a la
erosión situadas dentro del subsuelo. La erosión a lo largo de los conductos
de evacuación puede prevenirse adecuadamente disponiendo collares, juntas
flexibles y una cuidadosa compactación del terraplén en contacto con los
conductos. El sifonaje a través de grietas que cortan el núcleo impermeable
puede prevenirse con el uso de gruesas capas de transición a lo largo de
ambas caras extremas del núcleo, tanto agua arriba como agua abajo.
El sifonaje a lo largo de superficies accidentadas en contacto con la
roca madre puede evitarse con una compactación adecuada. Las únicas
líneas a lo largo de las cuales la resistencia contra el sifonaje no se puede
aumentar por medio de un proyecto y una construcción cuidada de la presa
son aquellas situadas en el subsuelo, cuya resistencia depende de detalles
d idos de la de ificaci La ilidad de una rotu-
ra por sifonaje debido al escurrimiento del agua a través del subsuelo, solo
puede eliminarse con un drenaje profundo adecuado y otras providencias
que impiden la remoción de partículas sólidas de la masa del subsuelo. Si
estas condiciones no se satisfacen, la teoría del sifonaje (artículo 24) puede
conducir a conclusiones engañosas.

Cortinas y soleras impermeables


- , Si buena parte o toda la base de una presa está situada sobre sedimentos
permeables, el agua escapa del embalse por escurrimiento subterráneo.
Cuando se estima que esta pérdida puede resultar excesiva, debe reducirse
588 PRESAS Y FUNDACIONES
DE LAS PRESAS

por medios artificiales, como cortinas impermeables construidas en el terre-


no, cortinas obtenidas por la colmatación de los poros del suelo permeable
con la inyección de un material impermeable, o bien disponiendo para el
mismo efecto de una solera impermeable agua arriba. Cuando la presa
forma parte de un desarrollo hidroeléctrico con gran altura de caída puede
resultar económicamente justificable recoger el agua escurrida y bombearla
de vuelta al embalse durante los períodos de baja demanda en los que
sobra energía.
Según cuales sean la profundidad y la permeabilidad de los sedimentos
y dependiendo de la pérdida de agua que se considere tolerable, las cortinas
impermeables instaladas en el terreno se extienden sobre todo el espesor
del sedimento hasta alcanzar los materiales impermeables inferiores (cor-
tina completa), o se termina a una profundidad situada entre la base de
la presa y el límite superior de la formación impermeable (cortina parcial).
Estas cortinas pueden consistir en zanjas o trincheras con taludes verticales
o inclinados llenos de arcilla, paredes de hormigón simple, tablestacas, o
en filas continuas de pilotes hormigonados en sitio y secantes entre sí. Como
resultado de la construcción de la cortina, la elevación piezométrica inme-
diatamente agua arriba de la misma excede la correspondiente elevación
inmediatamente agua abajo en una cantidad h'. La eficiencia de la cortina
puede expresarse convenientemente por la relación:
w”
E=35 (61.1)

en la cual h es la carga total, igual a la diferencia entre la elevación del


nivel de agua a embalse lleno y el nivel de descarga. Durante el proyecto,
E se estima con la ayuda de una red de filtración (artículo 23), en la
hipótesis de que la cortina es perfectamente impermeable. Para cortinas
completas perfectamente impermeables, E = %.
La eficiencia real no puede determinarse hasta que el embalse se ha
llenado por primera vez y solo en base a los resultados de lecturas efec-
tuadas en pozos de observación situados inmediatamente agua arriba y
agua abajo de la cortina. En muchos casos estas observaciones han mos-
trado que la eficiencia real es mucho menor de la que anticipara el pro-
yectista. La magnitud de la diferencia entre los valores reales y estimados
de E depende del tipo y de la profundidad de la cortina, de las condiciones
del subsuelo y de la calidad del trabajo realizado, como reflejo este último
de la idoneidad del personal del contratista. Por ello, en la selección del
tipo de cortina deben considerarse todos estos factores.
El único tipo de cortina cuya eficiencia puede controlarse efectiva-
mente por una supervisión escrupulosa es la cortina de arcilla construida
en una excavación con taludes inclinados. No obstante, antes de la cons-
trucción, las condiciones del subsuelo en el fondo de la excavación solo
se conocen en algunos puntos. Por ello, las especificaciones para preparar
la base de la cortina y colocar la parte inferior del material arcilloso pueden
requerir modificaciones radicales después que se ha abierto la zanja y
ART. 61 PRESAS DE TIERRA 589

observado su fondo. Tales modificaciones fueron necesarias, por ejemplo,


en el dique Mammooth Pool (Terzaghi, 1962). La profundidad hasta la
cual la cortina de arcilla es preferible respecto a los otros tipos depende
en gran medida de consideraciones económicas.
Todos los otros tipos de cortinas pueden resultar defectuosos, _2 pesar
de una Par: de ellas, la
entre> la eficiencia real y lacalculada. aumenta a medida que lo hace la
Bajo la ia real puede ser
tan baja como para tornar la cortina impermeable prácticamente inefectiva.
Por ejemplo: aun cuando un tablestacado esté intacto no resulta im-
permeable debido a las pérdidas que se producen en las uniones entre
tablestacas. Pero, además, estas uniones pueden romperse debido a defectos
en el acero o bien a que durante la hinca una o varias tablestacas se encuen-
tren con un obstáculo. Una vez que se ha partido una unión, el ancho de
la abertura aumenta rápidamente con el aumento de la profundidad y
puede adquirir grandes dimensiones. En efecto, este tipo de abertura ha
sido encontrada con frecuencia en excavaciones a cielo abierto practicadas
dentro de recintos cerrados por tablestacas. Por ejemplo, el lugar Corres-
podi a dos dársenas de carena fue rodeado por una ataguía o “coffer-
dam” cel formado con tablestacas de 23 m de largo que fueron hincadas
hasta e profundidad de 15 m dentro de una arcilla calcárea dura que
no contenía obstáculos. No obstante, cuando se desagotaron las dársenas
se descubrió que 4 de las tablestacas habían saltado de su engarce a partir
de una profundidad menor de 1,50 m por debajo de la superficie de la
arcilla. El número de roturas de engarce situadas a mayor profundidad
es desconocido (Fitz Hugh et al., 1947). La medición de la eficiencia de
cortinas completas de tablestacas construidas debajo de varios de los gran-
des diques del río Missuri, mostró que su eficiencia podría llegar a ser solo
del orden del 10%, a pesar de que las tablestacas fueron hincadas hasta
penetrar dentro de un esquisto (Lane y Wohlt, 1961).
Si se hincan tablestacas metálicas hasta llegar a una roca dura con una
superficie despareja puede quedar una fila continua de aberturas triangu-
lares situadas entre el extremo inferior de las tablestacas y la roca, o bien
las tablestacas pueden doblarse formando rizos en su parte inferior si éstas
se hincan demasiado fuerte. Los defectos de este tipo se pueden evitar
instalando cortinas formadas por filas de pilotes hormigonados en sitio que
se intersectan entre sí, los que se construyen practicando perforaciones de
un diámetro comprendido entre 60 y 75 cm que se hacen penetrar ade-
cuadamente dentro de la roca. La cortina más profunda de este tipo insta-
lada hasta 1963 está situada debajo de la ataguía agua arriba del desarrollo
Manicouagan V en Quebec, Canadá. Se extiende hasta una profundidad
de 75 m cruzando sedimentos fluviales que contienen grandes piedras (Ja-
cobus, 1963). Las observaciones piezométricas han demostrado que es
prácticamente impermeable. En esta obra, la tolerancia máxima para la
desviación respecto a la vertical de cualquier perforación era de 15 cm. No
obstante, en este tipo de construcción, a medida que aumenta la profun-
didad se hace más. difícil impedir que las perforaciones salgan fuera de
590 PRESAS
Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

plomo, de manera que si por esta razón la distancia fijada entre dos pilotes
adyacentes aumenta más allá de unos 30 cm. los pilotes pueden quedar
separados dejando una abertura.
La exitosa construcción de una cortina de cualquier tipo, excluida la
zanja rellena de arcilla, en un lugar determinado, no es indicación de que
este mismo tipo no va a ser casi inefectivo en otro lugar por razones que
están más allá del control del proyectista, como la idoneidad del técnico
asignado al trabajo por el contratista. La literatura ingenieril contiene des-
cripciones de una gran cantidad de cortinas impermeables de todos tipos,
pero muy pocas de ellas incluyen una información adecuada respecto a
los valores de E obtenidos. En realidad es muy poco probable que las
determinaciones de E que resulten desfavorables lleguen a ser publicadas.
Por ello el lector puede obtener la impresión errónea de que la mayoría
de las cortinas fueron exitosas y que las fallas de las cuales puede haber
oído fueron causadas únicamente por una supervisión inadecuada.
Las cortinas inyectadas se obtienen llenando, dentro de la zona corres-
pondiente, los vacíos de los sedimentos con cemento, arcilla, productos
químicos o una combinación de estos materiales. Hasta aproximadamente
1925, la sustancia inyectada consistía casi invariablemente en cemento puro,
Pero, el cemento puro no penetra los vacíos de un material granular, a
menos que su tamaño efectivo Dio exceda de los 0,5 mm si el material está
suelto, o de 1,4 mm si está denso, condiciones éstas que raramente se satis-
facen. Por ello, a pesar de que algunas pocas cortinas así construidas fue-
ron exitosas y muy publicitadas, la mayoría resultaron defectuosas y su
comportamiento mantenido, dentro de lo posible, en forma confidencial.
En 1925, Joosten patentó un procedimiento para solidificar e impermeabi-
lizar por inyecciones sucesivas de soluciones de silicato de sodio y cloruro
de calcio. El procedimiento se usa todavía, aun cuando su costo es común-
mente prohibitivo para grandes cortinas. Siguió un período de experimen-
tación, realizado principalmente en Francia, que culminó con la práctica de
inyectar mezclas de cemento y arcilla en proporciones variadas con la
adición. caca. de productos químicos que actúan usualmente como
fl se han al
como el AM-9 pe se polimeriza en los vacíos y los obtura, soluciones éstas
que son todas muy onerosas”*. Un aspecto esencial de todos los procedi-
mientos es la inyección sucesiva, comúnmente desde una misma perforación,
de las zonas progresivamente más finas del depósito. Como no puede
hacerse penetrar la inyección dentro de los materiales más finos mientras
existen disponibles zonas más permeables, se tratan primero los materiales
gruesos, usualmente utilizando mezclas más gruesas y menos costosas y
luego se cubren las partes más finas con fluidos menos viscosos.
'ara impermeabilizar
un pequeño volumen de arena fina situado debajo ¡de una
za]pata desu mo de al dl ts ron e femign sul cn 1 que de Mo
Hondo sobre el o Dulce en A sgentiza un gel dano formado
metaestable. Véase Moretto “Contribución de la da cl dd al a e
las obras hidráulicas”, Rev. Planea N? 209, Bs. As,, 1968. (N. de T.)
ART. 6] PRESAS DE TIERRA 591

Ensayos en gran escala ejecutados en los sedimentos fluviales de los


diques de Aswan, Serre Pongon y Mangla han conducido a la conclusión
de que el coefici de bilidad de los sedi i se
coloca en el intervalo situado entre 10 y 10 cm/seg cualquiera sea el
coeficiente de permeabilidad del sedimento no tratado (Wafa, 1961; Guelton
et al, 1961; Skempton y Cattin, 1963).? Sobre la base de estos valores
puede determinarse el espesor de cortina inyectada necesaria para limitar
el valor de la pérdida por escurrimiento al máximo tolerable.
Un ejemplo reciente de la exitosa aplicación de las técnicas de inyec-
ción es la cortina del dique Karl Terzaghi en la Columbia Británica del
Canadá. Se i cinco filas de perforacic hasta una profundidad
máxima de unos 150 m, con un espaciamiento de 3 m. La desviación media
de las perforaciones respecto a la vertical fue del 1,7% y el máximo del
4,2%. En las filas exteriores el material inyectado fue cemento puro. La
segunda y cuarta fila fueron inyectadas con cemento y arcilla en propor-
ciones variadas, y la fila central con una mezcla de cemento, arcilla y una
pequeña cantidad de productos químicos. El coeficiente de permeabilidad
del sedimento después de inyectado fue de 2 X 10 cm/seg, y el valor
medido de E excedió del 90 %.
Cualquiera sea el tipo de cortina de inyección, éstas presentan uno o
más defectos que deben considerarse, Se desconocen el tamaño y la situación
de aquellas partes de los sedimentos tratados que pudieron no haber sido
penetrados por la inyección, con el peligro de que si una capa de arena
muy fina no tratada cruza, por ejemplo, la cortina, el agua escurre a través
de la misma bajo un alto gradiente y puede llegar a erosionar una abertura.
Por otro lado, la mayoría de las inyecciones químicas son extremadamente
compresibles, de modo que las presiones de filtración de larga duración
pueden llegar a agujerear la cortina. Los resultados durante las operaciones
de inyección dependen en un grado demasiado grande de la habilidad y
experiencia del personal que realiza el trabajo. Por ello en obras impor-
tantes deben realizarse ensayos en gran escala aun cuando éstos mo pro-
* Véase también Micucci, Scolaro, Bolognesi y Moretto - “Dique Los Nogales - Efi-
ciencia de la pantalla” - IV Congreso Panamericano de Mecánica de Suelos e Ingeniería
Fundaciones, San Juan, Puerto Rico, 1971, Se muestra que el tratamiento de una
de 48,500 m* de aluvión fino con una mezcla de limo o arcil y cemento, con pequeñas cam-
tidades de bentonita y silicato de sodio, permitió disminuir unas cien veces su permeabilidad
original hasta obtener un coeficiente medio de permeabilidad de k = 5 X 104 cm/seg. Se
inyectaron tres filas de perforaciones dispuestas en tres bolillos, distanciadas 2 m entre sí.
Primero se practicaron las perforaciones de las filas exteriores y se inyectaron con una
mezcla de suelo del lugar inmediato a la obra —un limo que f iament tratado para

agua: materiales totales de 2 en la primera pasada de inyección y de 3 en la segunda.


tratamiento se terminó inyectando, la interi e El más fis url
tuida de arcilla plástica defloculada, proveniente de un yacimiento situado a cierta dis-
tancia de la obra, y supercemento de molienda fina en una mezcla de 89 % de arcilla
defloculada y 11% de supercemento, adoptando una relación agua: materiales totales
de 7,7. (N. der)
592 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

ninguna inf ión respecto al iento de la cortina


a largo plazo.
Para reducir la pérdida a través de sedimentos de gran espesor, como
alternativa de la cortina de inyección, debe considerarse una solera imper-
meable construida agua arriba de la presa. Su única función es aumentar
la longitud del recorrido, que debe realizar el agua para pasar desde el
embalse al punto de salida más cercano, de modo de reducir el gradiente
hidráulico medio. La eficacia depende, en gran parte, de la relación entre
los ic de bilidad de los sedis en las di ii hori-
zontal y vertical. Esta relación es casi siempre desconocida, aunque se sabe
que es bastante grande (artículos 11 y 45). No obstante, si la pérdida de
agua se estima en la hipótesis de que la relación es igual a la unidad y el
valor de K representa la permeabilidad en sentido horizontal, la cantidad
estimada constituye un límite superior.
El lecho de muchos embalses está cubierto de una capa superior que
es menos permeable que los sedimentos inferiores, pero que ha sido remo-
vida localmente por la erosión fluvial o debe ser excavada cerca del dique
para permitir la construcción. Con frecuencia, la efectividad de una solera
i ble puede ser di i d: do los defectos
conocidos de dicha capa superior y uniéndola a la solera impermeable natu-
ral. Este procedimiento demostró ser altamente beneficioso en el dique
Vermilion en California (Terzaghi y Leps, 1960). En muchos embalses la
pérdida de agua disminuye con el tiempo debido al depósito de limo en
su fondo.

Previsiones para el drenaje


El agua que escapa del embalse a través del subsuelo y de las aberturas
que existiesen en la cortina impermeable emerge a la superficie en forma
de manantiales agua abajo de la parte impermeable de la presa. La posición
de los manantiales es desconocida antes que el embalse se llene por primera
vez. No obstante, la erosión subterránea iniciada en estos manantiales puede
conducir a una rotura por sifonaje. Para eliminar el riesgo, la parte. per-
meable agua abajo de la presa debe establecerse sobre un filtro invertido,
y Cualquier manantial que emerja al pie de presa debe ser cubierto con
tal tipo de filtro. Sin embargo, si el subsuelo contiene una capa imper-
meable que termina debajo de la presa, la presión del agua en la parte
inferior de esta capa puede levantar los sedimentos superiores cerca del
pie de la obra y conducir también a su rotura por sifonaje. Esta posi-
bilidad puede investigarse por medio de observaciones sistemáticas de las
presiones de poros que se desarrollan en el subsuelo, cerca del pie de la
obra, durante las primeras épocas del llenado del embalse. Si las observa-
ciones de las presiones de poros no se pueden realizar antes de llenar el
embalse, o bien, si investigadas se demuestra que son peligrosas, se deben
instalar pozos de alivio en la vecindad del pie de la presa. Estos sirven al
doble propósito de aliviar el exceso de presiones hidrostáticas por debajo de
ART. Gl PRESAS DE TIERRA 593

la zona ocupada por la presa y de secar o, por lo menos, reducir la descarga


de los manantiales.
Los pozos de alivio se proyectan para que descarguen agua sin sólidos
en suspensión. Habitualmente se espacian entre 15 y 30 m y se construyen
con elementos adecuados para medir la descarga. Se instala un pozo de
observación entre cada par de pozos de alivio adyacentes. A medida que
pasa el tiempo, la descarga de los pozos de alivio puede disminuir por una
o varias razones: el embalse se puede estar colmatando con limo; lo mismo
puede ocurrir con los pozos de alivio; o bien las cribas del pozo obstruirse
con depósitos de productos químicos o como consecuencia de la corrosión.
Si la disminución de la descarga se debe a la colmatación del embalse, los
niveles de agua en los pozos de observación, para embalse lleno, descien-
den. En todas las otras circunstancias, ascienden. La descarga excesiva
de limo debe ser prevenida sellando cualquier capa o lente de limo que
aparezca durante la instalación de los pozos de alivio. Las acumulaciones
menores de limo deben ser lavadas periódicamente. Por esta razón y para
permitir el remplazo de las cribas deterioradas, es conveniente prever un
fácil acceso a los pozos de alivio. Si las observaciones realizadas durante
los primeros años que siguen al primer llenado del embalse indican que la
presa hubiese sido segura aun sin los pozos de alivio, su vigilancia y man-
tenimiento pueden ser descontinuado.
El proyecto y la construcción de pozos de alivio para el control del
exceso de presiones debajo de presas permanentes han sido desarrollados en
alto. grado por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos en
las obras de los sistemas de los ríos Misisipí y Misuri. Han llegado a
constituir una parte integral del proyecto de estructuras de gran magnitud
como el dique de Randall (Thorfinnson, 1970).

Consecuencias del asentamiento


La construcción de una presa de tierra va siempre asociada con y segui-
da del asentamiento diferencial de su cresta y de sus taludes. Si el material
de fundación es roca, los asentamientos provienen casi exclusivamente de
una compresión del cuerpo de la presa. Su importancia y los efectos que
éstos tienen en el comportamiento de la presa dependen del proyecto y
del im ilizados durante la i h resultan
sin cuidado. No obstante, bajo condiciones desfavorables pueden ser cau-
santes de la formación de grietas abiertas a través de la sección impermea-
ble de la presa. En valles angostos, por ejemplo, tales grietas se han pro-
ducido por la tendencia del núcleo impermeable a apoyarse en las laderas
del valle. En valles anchos, durante la construcción se deja con frecuencia
abierta una parte del cierre para permitir el paso del río, mientras la presa
se completa a cada lado de la misma. En estas instancias, el agrietamiento
puede tener como causa la tendencia de la parte del cierre dejada para el
“final a colgarse de las porciones adyacentes terminadas antes. También
a desarrollado grietas cerca de un corte brusco en el talud de una
era.
594 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

Arcilla residwo/ compoctado


Filtro > "Pie de piedra partida

Fig. 61.1. (a) Sección trasversal y (b) vista desde agua abajo de la presa Stock=
ton Creek, en California. Rotura por sifonaje causada por el asentamiento diferencial
en correspondencia con una ladera empinada (según Sherard, 1953).

En California, la presa Stockton Creek parece haber fallado inmediata-


mente después de su construcción en 1950 como consecuencia del sifonaje
a través de una grieta causada por un asentamiento diferencial (Sherard,
1953). La presa (figura 61.1) estaba constituida por un terraplén homo-
géneo de arcilla residual derivada de la descomposición de un esquisto
anfibolítico, que fue compactado en capas de 15 cm de espesor hasta alcan-
zar una altura de 24 m. El pie del talud agua abajo, formado por un enro-
cado, se suplementó con un filtro horizontal. En noviembre de 1950, seis
meses después de terminado, cuando el embalse fue llenado por primera
vez, el agua rompió a través de la presa creando una abertura en las cerca-
nías de la ladera izquierda. La abertura tenía umos 12 m de altura, un
ancho de 12 m en la parte superior y de 6 metros en la parte inferior.
Una vez que se ha iniciado la formación de una grieta por debajo del
nivel del embalse, el agua entra a presión y la ensancha por empuje y
erosión, Aun cuando la formación de grietas no puede siempre ser evitada,
particularmente en las regiones sísmicas, la posibilidad de consecuencias
di ivas puede eli ji zonas de ición generosa-
mente dimensionadas a ambos lados de la parte impermeable de la presa,
Después que se ha completado la construcción de un dique, su cresta
continúa dose a un ritmo di i is dismi
desde un máximo, en correspondencia con la porción más alta de la presa,
ART. 6l PRESAS DE TIERRA 595

hasta cero en ambos extremos. Para conservar la revancha y mejorar la


apariencia de la presa, se llega con el nivel de la cresta hasta una altura
que compense el asentamiento anticipado. Para diques bien compactados
de altura moderada, el asentamiento de la cresta después de completado el
terraplén raramente excede el 0,25 % de la altura de la presa.
Si la presa descansa sobre sedimentos, el asentamiento de la cresta y
de los taludes aumenta debido a la compresión de los materiales de funda-
ción producido por el peso de la misma y por el agua almacenada. Las
condiciones más severas se encuentran cuando los depósitos sedimentarios
contienen espesos lentes o capas de arcilla. En semejantes lugares no es
raro que los asentamientos lleguen a magnitudes de varios metros. Bajo
estas circunstancias, además de un análisis conservador de la estabilidad, el
proyecto debe contemplar como pasos esenciales la determinación de las
características de consolidación de los estratos de arcilla existentes en ese
lugar y la construcción de curvas de iguales niveles de asentamientos antici-
pados para la base de la presa. Los cálculos deben basarse en las hipó-
tesis más desfavorables compatibles con los resultados de los ensayos de
laboratorio.
En realidad, las características de consolidación de los depósitos natu-
rales de arcilla siempre varían entre límites bastante amplios. Por ello no
es de esperar que las curvas reales de iguales asentamientos finales resulten
idénticas con las calculadas. No obstante, los resultados de los cálculos
informan al proyectista de una manera general respecto a las distorsiones
que es dable esperar en la obra y lo ayudan a visualizar donde se pueden
desarrollar los efectos más serios sobre la estructura propuesta. Así puede
tornarse evidente que el núcleo impermeable se va a agrietar de una manera
inevitable, que aquellas cortinas que no estén formadas por zanjas llenas
de arcilla pueden llegar a deformarse y aun dañarse por las presiones late-
rales no balanceadas producidas por el agua o que la cresta puede llegar
a asentarse sustancialmente.
Resulta obvio que el comitente no puede esperar que una presa cons-
truida en un lugar semejante resulte perfectamente estanca. No obstante,
es siempre posible estimar antes de iniciar la construcción cuál va a ser
la máxima cantidad de agua que va a escurrir a través de la presa. Si esta
cantidad es compatible con el propósito de la obra, la presa puede siempre
proyectarse de tal manera que no falle. La presa Karl Terzaghi de Canadá,
con una altura de unos 50 m, es un ejemplo ilustrativo. Está situada encima
de sedimentos muy permeables que contienen lentes de arcilla normalmente
consolidada y excepcionalmente compresible con un espesor máximo de
24 m. Dos años después de llenado el embalse, el asentamiento de la base
del dique había ya oscilado entre O y más de 4,50 m. La pérdida de agua
por escurrimiento no superó sin embargo unos 200 l/seg. La presa fue
proyectada de tal manera que una rotura local no llegase a dañar su inte-
gridad (Terzaghi y Lacroix, 1964).
En los lugares donde existen en el subsuelo depósitos de loess se pueden
producir condiciones que conducen a asentamientos excepcionales (Cleven-
596 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

ger, 1958).* En las regiones semiáridas con materiales de fundación formados


de sedimentos relativamente poco cohesivos, que nunca han sido totalmente
saturados, ocasionalmente se han producido severos asentamientos, asociados
con la formación de grietas a través del núcleo permeable, después de llenar
el embalse (Marsal, 1960).

Lecturas seleccionadas
tratados Egnerales qme siguen contienen mucha información relativa a los de-
talles $ proyecto y la construí
U. S. Bureau of Reclamation Limo) e of el
smallEa ashineo Ad 725 págs.
U. S. Bureau
of Reclamation (1963), Washington, D. C.,783 págs.
Sherard, Woodward, Gizienski y Clevenger (1963), “Earth and earthrock dams”, Nueva
York, John o asand Sons, 725 pá;
“Además, los Anales de los Congresos sobre Grandes Diquesconienen una gran va
aa de artículos de mucho valor. Se realizaron en Estocol ¿ Wo D. C.,
1936, Estocolmo, 1948; Nueva Delhi, 1951; París, 1955; Nueva pea 1958, Roma, 1961,
Edimburgo, 1964.>
Un estudio útil de los métodos de inyección encarado desde el punto de vista
histórico fue presentado por Glossop, R. (1960): “The invention and development ol
inection processes”, Parte 1: 1802-1850, Geotechnique, 10, N* 3, págs. 91-100; Parte 2:
1950-1960, Geotechnique, 11, N* 4, págs, 255-279.

ART. 62 PRESAS DE ESCOLLERA

Tipos de presas de escollera


El término presa de escollera se refiere a un dique en el cual la mayor
parte de la presión ejercida por el agua embalsada se trasmite a la fundación
a través de un escollerado. El material que lo forma consiste en fragmentos
de roca sana obtenida de canteras por voladura, de las excavaciones para
el vertedero o de los túneles. El peso de los mayores fragmentos puede
variar entre unos 20 kg y unas 20 t. El material se deposita por tongadas con
una altura que alcanza hasta varios metros, o bien puede ser desparramado
y compactado en capas con un espesor considerablemente menor, que solo
por excepción llega a un metro.
También existen depósitos limosos no saturados sin estructura loésica, aun cuando
asimismo desmoronable. En estos casos, igual que en los primeros, convieno presaturar
el suelo de fundación para que el asentamiento que va a originar el “colapso” de su
estructura por saturación al enarse el embalse se produzca durante la [Cad En
la práctica se satura por inundación, sin que empero se alcance a desalojar todo el airo
contenido en la masa del suelo. En el dique Río Hondo, en Santiago del Estero,
República Argentina, cuya margen derecha se presaturó inundando la fundación con apro-
ximadamente 0,5 m* de agua por metro cúbico de
de suelo, el grado mínimo de de tración
obtenido fue del orden del 70%. No obstante, resultó suficiente para que pr
lo el asentamiento se produjese durante la construcción del pié. (ya o.
to, '0 “Contribución de la mecánica de suelos al desarrollo de las obras hidráulicas”,
Revista Construcciones, N? 209, Buenos Aires, sep-dic., 1987. (N. del T.)
e an oras ha habido congresos en Estambul, 1967, y Montreal, 1970.
ART. 62 PRESAS DE ESCOLLERA 597

Los primeros diques de escollera se construyeron a mediados del siglo


pasado en el oeste de Estados Unidos, durante el período de la colonización,
cuando había pocos materiales de construcción disponibles que no fuesen
trozos de roca y madera. La estructura estaba usualmente formada por un
dique de escollera con taludes iguales al ángulo de reposo del material y
una cubierta de madera colocada sobre el talud agua arriba que era sellada
a la roca madre. Actualmente se utiliza una gran variedad de materiales
de construcción en combinación con la escollera y, por consecuencia, las
secciones trasversales de las presas realizadas con este material varían desde
aquellas que corresponden al tipo ancestral y las de un moderno dique de
tierra heterogéneo. Se pueden establecer tres categorías: diques de escollera
recubiertos aguas arriba con una membrana, dique de escollera con un
núcleo impermeable inclinado y dique de escollera con núcleo impermeable
central.
La membrana que sustituye el recubrimiento de madera del tipo ances-
tral está comúnmente constituida de hormigón armado. Algunas presas van
provistas de un recubrimiento compuesto de capas de hormigón armado que

Altura 100m

Pantalla de hormigón
espesor Q30.09m s2iearaorrojedo Piedras bolos
Piedro colocado compactas
espesor 45 m

> cortino de inyección


(lc)
Fig. 62.1. Tipos de presas de escollera arrojada. (a) Dique Salt Spring, California,
con el talud agua arriba revestido de hormigón. (b) Dique Kenney, Columbia Bri-
tánica, con un delgado núcleo inclinado. (e) Dique Watanga, Tennessee, con un
ancho núcleo central.
598 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

contienen otras de concreto asfáltico o una cama de drenaje; en otras el


recubrimiento está construido enteramente de concreto asfáltico. Excepcio-
nalmente se usan membranas de acero. El volumen ocupado por un núcleo
impermeable inclinado puede constituir solo el 1% del volumen total de la
presa, mientras que para una con núcleo central, éste puede alcanzar hasta
el 50 % de dicho volumen. La figura 62.1 provee ejemplos de las nume-
rosas variedades de diques de escollera que se construyen. Desde el punto
de vista del proyectista, la diferencia principal entre una presa de escollera
moderna y un dique de tierra heterogéneo se encuentra en la magnitud
y el tipo de las incertidumbres asociadas con la predicción del compor-
tamiento de la obra y en la cantidad de atención personal que el dique
requiere durante la construcción. Para el proyecto de un dique de tierra
heterogéneo, por medio de ensayos de laboratorio se pueden determinar
antes de la construcción las propiedades significativas de todos los materia-
les que intervienen y, para llevarlo a cabo, es posible establecer en las
especificaciones a seguir en la construcción de la obra cuáles son las propie-
dades exigidas para dichos materiales. Por contraste, las propiedades signi-
ficativas de las escolleras arrojadas, en particular su compresibilidad, no
pueden ser determinadas por ensayos de laboratorio. Solo se conocen de
una manera general, pudiendo variar sustancialmente, aun para materiales
obtenidos de lugares poco distanciados entre sí en una misma zona de
préstamos. Esta diferencia de propiedades puede, empero, tener una influen-
cia muy i en el i de la parte j ble de la
presa. Mas aún,, los gradientes hidráulicos que provocan el escurrimiento del
agua a través de la zona de contacto entre el terreno natural y la membrana
impermeable o el núcleo pueden resultar muy altos, dependiendo sus con-
secuencias de detalles geológicos que nunca son conocidos antes de la
construcción,

Características tensión-deformación de las escolleras arrojadas


Las escolleras arrojadas descansan comúnmente sobre la roca madre o
sobre una capa de sedimentos fluviales, densos, más o menos incoherentes.
La experiencia ha demostrado que la compresibilidad de la escollera arro-
jada es mucho mayor que la de tales sedimentos. Por otro lado, la escollera
compactada en capas, aun cuando es algo más compresible que un terraplén
granular compactado, se comporta esencialmente como un terraplén. Por
ello, las presas de escollera compactadas se pueden proyectar de acuerdo
con los principios enunciados en el artículo precedente, de modo que en
éste solo se consideran las características tensión-deformación de las esco-
lleras arrojadas.
La deformación de los taludes de las escolleras arrojadas depende de
dos factores. Uno de ellos deriva del peso propio de la escollera, el otro
de la presión del agua que actúa sobre la parte impermeable de la presa
después que se ha llenado el embalse. La deformación instantánea produ-
cida por estas dos causas es seguida de una pequeña deformación adicional
que progresa a un ritmo decreciente bajo tensión constante. La mecánica
ART. 62 PRESAS DE ESCOLLERA 599

En <
10.

(
7 Longitud de lo cresta 3858m
Asentomiento en pies

Fig. 62.2. Curvas de igual desplazamiento o deformación, medida normalmente al


plano del talud, del revestimiento de hormigón del dique Salt Springs (fig. 62.1a)
durante el primer ciclo de Menado, dos años después de haber alcanzado su máximo
nivel (según Steele y Cooke, 1960).

de este proceso es similar a la de la compresión de una capa de arena no


cohesiva bajo una carga constante (artículo 13). Cuando se aplica la carga,
algunas piezas de roca se desplazan a posiciones más estables, o se quiebran
en sus vértices, con lo cual cambian las condiciones que corresponden al
equilibrio de todas las demás piezas. Tal tipo de reacción en cadena requiere
una cantidad considerable de tiempo. Como el número de piezas que rompen
disminuye con el tiempo, la velocidad de la compresión diferida también
hace.
La mayor parte del asentamiento provocado por el peso propio de la
presa se produce durante la construcción y resulta comúnmente de impor-
tancia secundaria, pero, en cambio, el llenado del embalse va siempre aso-
ciado a una deformación de la cara agua arriba de la parte impermeable
de la presa. Esta deformación está ilustrada por las líneas de igual deforma-
ción del talud agua arriba de la presa Salt Springs (figura 62.2) obtenida
varios años después que el embalse fuera llenado por primera vez (Steele y
Cooke, 1960). La presa, de unos 100 m de altura, se construyó en 1929 utili-
zando bloques de granito duro sano y tiene un revestimiento del talud agua
arriba formado de hormigón armado. Su primer llenado requirió 2 años y el
máximo desplazamiento del talud agua arriba, localizado en un punto situa-
do en el tercio inferior, fue de 1,20 m al terminarse el llenado. Durante los
25 años siguientes este desplazamiento aumentó a ritmo decreciente hasta
alcanzar 1,65 m. El asentamiento máximo de la cresta durante el primer lle-
nado fue de 45 cm y durante los 25 años siguientes dicho asentamiento, en el
que se incluye el diferido debido al peso propio del escollerado, superó un
poco más de 1 m. Steele y Cooke dedujeron de sus observaciones sobre esta
y numerosas otras presas construidas con granito que el desplazamiento má-
ximo D del talud agua arriba aumenta aproximadamente en proporción di-
recta con el cuadrado de la altura de la presa,
El valor de D determina el radio de curvatura media R del talud defor-
600 - PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

mado. El iento de las b: i del im


to o de los núcleos impermeables de tierra inclinados depende, en cambio,
del valor mínimo Rin, del radio de curvatura, y no existe una relación con-
sistente entre R y Rmin- Cerca de las laderas la relación Rmi/R para una
obra dada depende principalmente de los detalles topográficos de los límites
laterales de la presa, mientras que en la parte central es una función del
grado de homogeneidad estructural de la escollera. Ninguna de estas dos
influencias puede ser evaluada adecuadamente, de modo que sus conse-
cuencias prácticas dependen del proyecto de la presa.
Pareciera que no existe evidencia alguna de que los núcleos de tierra
dos entre zonas de ición adecuadas hayan lado pérdidas
importantes debido al asentamiento desigual de los escollerados que los
soportan, En cambio, son inevitables y con frecuencia muy evidentes los
efectos nocivos que movimientos diferenciales moderados ejercen sobre el
hormigón y otras cubiertas semiflexibles. Como el porcentaje de presas con
cubiertas de hormigón apoyadas sobre escollerado arrojado es más bien
alto, se ha pensado y gastado mucho esfuerzo para reducir los asentamientos
de este tipo de escollera exigiendo una estricta obediencia a especificaciones
más o menos rígidas para seleccionar y colocar el material rocoso.

Especificaciones para escolleras arrojadas


Las ísticas de def ión de las escol eras arrojadas
de la resistencia de los fragmentos de roca, de la variación del tamaño de
sus partículas, del proceso de deposición y del grado de homogeneidad
estructural. La importancia de cada uno de estos factores aumenta con el
incremento de la altura de la presa.
Un gran porcentaje de la compresión total de las escolleras bajo carga
es causada por la rotura de las aristas de sus piedras. Por tanto, muchos
roca
proyectistas especifican que la resistencia a la compresión simple de la
a ser usada en escolleras arrojadas no debe ser menor de 700 kg/cm?. Si
esta resistencia es menor, se considera que la roca debe ser desparramada
y compactada en capas. Es una regla arbitraria pero conservadora.
La distribución en tamaño de las est ú bl
en las especificaciones, pero sus requerimientos raramente pueden satisfa-
cerse debido a que la gradación del producto de la cantera suele cambiar
de lugar en lugar y el tamaño de las piedras es demasiado grande para
permitir la ejecución de análisis granulométricos. Por ello, las especifica
ciones que se refieren al tamaño de las partículas no tienen mayor signifi-
cado. La escollera del dique Lower Bear River (Steele y Cooke, 1960)
sirve de ejemplo. De acuerdo con las especificaciones, ésta hubo de consistir
en bloques con un peso comprendido entre 1 y 10 t, no debiendo contener
más del 5% en peso de partículas menores de 10 cm. En la realidad, la
obra se construyó con trozos que llegaron a pesar basta 20 t y muchas
de las cargas de material incorporadas a la obra contenían más del 5%
de finos. A pesar de ello, el comportamiento de la presa ha sido satisfac-
ART. 62 PRESAS DE ESCOLLERA 601

torio. Algunos proyectistas establecen que los bloques más grandes deben
ser arrojados en el talud agua abajo y que las cargas que contienen muchos
finos pueden depositarse cerca de la parte central del terraplén donde deben
ser desparramadas y compactadas. Cualquiera sea el caso, el grado de homo-
geneidad estructural de las escolleras arrojadas depende mucho menos de
las especificaciones que de la forma en que la roca rompe en la cantera
y de la idoneidad de los inspectores de obra.
El grado de homogeneidad estructural de la escollera arrojada depende
marcadamente de la altura de cada una de las tongadas. El desplazamiento
de los trozos de roca a lo largo del talud desde una gran altura va asociado
inevitablemente con una cierta cantidad de segregación, con el resultado
de que en cada tongada el tamaño medio de partículas aumenta con la
distancia vertical desde la parte superior de la tongada. Más aún, las
grandes partículas que llegan a la parte inferior de los taludes han estado
sujetas a una mayor cantidad de rotura de aristas durante su depósito que
aquellas que alcanzan su reposo cerca de la parte superior, circunstancia
ésta que probablemente reduce la compresión diferida de las capas infe-
riores, En la parte superior de cada tongada, el desplazamiento del equipo
de trasporte aplasta muchas de las partículas más grandes y produce una
capa superior con una permeabilidad y una compresibilidad baja. Por ello
siempre se especifica que esta capa superior sea abierta antes de iniciar
la próxima tongada. Resulta evidente que las características de deformación
de cada tongada cambian de una manera desconocida en la dirección ver-
tical y que los límites horizontales entre las mismas son planos de discon-
tinuidad asociados con estados de tensión anormales para la cubierta o
membrana que cubre el talud agua arriba. Estas tensiones no pueden
evaluarse y por ello las opiniones relativas a las alturas más deseables para
las tongadas están divididas (Terzaghi, 1960; Steele y Cooke, 1960). En la
actualidad, en las escolleras arrojadas se colocan comúnmente tongadas con
una altura que varía entre unos 10 y 40 m.
Todos los proyectistas de diques de escollera están de acuerdo en que
la escollera arrojada debe ser generalmente mojada con chorros de agua
a medida que se coloca. Existe empero una amplia discrepancia de opiniones
respecto de las razones que conducen a los resultados beneficiosos y respecto
a la cantidad de agua que debe agregarse a la escollera (Terzaghi, 19604;
Steele y Cooke, 1960). De acuerdo con la práctica actual, el volumen de
agua a utilizar varía entre 2 y 7 veces el volumen de la escollera. No hay
una evidencia tangible que indique que se gana algo aumentando dicha
relación de volumen por encima de 2. Por otro lado, las consecuencias de
arrojar en seco pueden, en condiciones excepcionales, resultar catastróficas.
Esto fue demostrado por el comportamiento del dique Cogswell en Califor-
nia del Sur, una presa en escollera de unos 85 m de altura con una mem-
brana delgada de hormigón. La escollera se construyó arrojando en seco
tongadas con una altura de 7,50 m. Consistía en granito sano y contenía
bloques que pesaban hasta 7 t. No obstante, la resistencia media a la
compresión simple de 212 muestras de granito solo alcanzó a unos 465
602 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

kg/cm, valor que para el granito es muy bajo (Bauman, 1960). Cuando
el dique se había completado el 80 %, una fuerte lluvia causó un asenta-
miento de unos 25 m en su cresta. El subsiguiente mojado a través de
de infiltración aumentó el asentamiento en una magnitud variable
entre 2,40 y 3,60 m.
Cualesquiera sean las ificaci. ilizadas para i y colo-
car los materiales de escollera, las características de compresibilidad de la
escollera arrojada dependen en gran medida de factores que están más allá
del conocimiento y el control del proyectista. No obstante, la precaución
de atenerse a especificaciones derivadas de la experiencia reduce la impor-
tancia de la diferencia entre la escollera real y aquella que el proyectista
esperaba obtener. Por ello, las especificaciones cumplen un propósito útil,
a pesar de que no pueden ser aplicadas rígidamente y de que, en particular,
durante el proyecto no se pueden en realidad valorar los beneficios que se
derivarán ajustándose a las mismas. No obstante, la experiencia ha demos-
trado que en algunos casos desviarse de una manera conspicua de sus exi-
gencias ha tenido efectos detrimentales.

Materiales para las zonas de núcleo y las de transición


En los diques de tierra con espesas zonas impermeables, el material
de núcleo se define adecuadamente por su resistencia al corte y sus carac-
terísticas de permeabilidad. En las presas de escollera con núcleos de tierra
angostos deben también tomarse en consideración la resistencia del material
a la erosión y su grado de fragilidad. Desde el punto de vista de la resis-
tencia a la erosión, los materiales más indeseables son los limos inorgánicos
no plásticos o ligeramente plásticos, debido a que se ponen en suspensión
rápidamente y a que es casi impracticable construir una zona de transición
que impida a las partículas gruesas de limo migrar a través de las mismas
para entrar en la escollera.
El grado de fragilidad determina la magnitud del alabeo que el núcleo
Puede soportar antes que se agriete. Algunas arcillas permanecen relativa-
mente plásticas por tiempo indefinido, mientras que otras se hacen más
frágiles a medida que envejecen. No obstante, la pérdida de agua a través
de las grietas de un núcleo de arcilla raramente es un problema de seria
consideración, siempre y cuando el núcleo esté situado entre zonas de transi-
ción adecuadamente proyectadas y construidas.
La figura 62.3a constituye una sección a través de un núcleo de arcilla
inclinado que contiene una grieta de tracción. Las zonas de transición a y b
están situadas agua arriba, y las c, d y e agua abajo del núcleo. Las condi-
ciones de deformación responsables por la grieta también existen en las
capas de transición adyacentes. El agua fluye desde la capa de transición b
situada agua arriba hacia la grieta y desde la grieta hacia la capa c. La
capa b está saturada. Ideálmente debe consistir en arena moderadamente
compactada que va a migrar dentro de la grieta del núcleo para llenarla.
Aun cuando la capa b contenga algo de limo y por consiguiente posea una
ART. 62 PRESAS DE ESCOLLERA 603

Agua arriba

Escollero Núcleo escoltera


orrojado centro!

Fig. 62.3. Núcleos impermeables y zonas de transición en diques de escollera


arrojada. (a) Sección a través de un núcleo inclinado de areilla con una grieta de
tracción. (b) Sección a través de un núcleo central que muestra la disposición de
los taludes de las sucesivas tongadas de escollera.

débil cohesión, la grieta en b no va a permanecer abierta debido a las pre-


siones de filtración. Sin embargo, si b está formada de materiales bien
graduados y cuidadosamente compactados se formará un filtro natural que
Smpedirá la deseable migración de las partículas finas hacia la grieta del
núcleo.
Desde la grieta, el agua escurre hacia la capa c, en la cual se desparrama
radialmente hacia afuera. Antes de la formación de la grieta el material c
solo estaba húmedo. Posee una pequeña cohesión que es fuertemente aumen-
tada por una compactación intensa o una pequeña cantidad de limo en su
masa. Una grieta que se forme en tal tipo de material puede permanecer
abierta y, si el agua la invade, fluye hacia el material adyacente y estabiliza
las paredes de la grieta, manteniendo así una comunicación libre con la
capa permeable d. Debido a esta muy indeseable posibilidad resulta esencial
que la capa c no contenga limo y que solo sea compactada con el equipo de
trasporte. En instancias puede resultar necesario eliminar el limo de un mate-
rial c, que de otra manera sería adecuado, lo cual se consigue de una manera
604 PRESAS Y FUNDACIONES
DE LAS PRESAS

económica por un procedimiento rudimentario de lavado, como el que se usó


en el dique Kenney (Bleifuss y Hawke, 1960).
Las reglas para establecer el criterio gramulométrico para seleccionar
el material c están dadas en el artículo 11. Fueron derivadas de ensayos
de laboratorio y su validez presupone que las características granulométricas
de cada material de filtro son las mismas a través de toda la capa. En
realidad, la colocación de capas de filtro va inevitablemente asociada con
una cierta cantidad de segregación. Dado que los bolsones de material
excesivamente grueso están desparramados más o menos al azar, los efectos
adversos de la segregación se pueden minimizar aumentando el espesor
de la capa c. Por razones de facilidad de construcción, la mínima dimensión
horizontal que debe asignarse a cualquier capa es de alrededor de 2,50 m,
igual al ancho del equipo de trasporte, pero por lo menos la capa c debiera
tener un ancho considerablemente mayor.
Debido a las funciones vitales de las capas b y c, las especificaciones
para los materiales de transición deben preferiblemente estar basadas en
resultados de laboratorio, programados para obtener información relativa
a la acción del agua cuando la misma fluye desde un material h a través
de una ranura angosta practicada en el material de núcleo para entrar en
materiales c y d. Este procedimiento se usó en el dique Kenney (Huber,
1960).
Cuando una obra en escollera tiene un núcleo inclinado (fig. 62.3a)
la colocación de los materiales de transición se realiza siempre simultánea-
mente con la construcción del núcleo. La superficie de trabajo del núcleo
debe tener una pequeña pendiente hacia una de las zonas de transición
para prevenir la acumulación de agua de lluvia sobre la misma. Si en cambio
la obra tiene un núcleo central, el talud interior de cada nueva capa baja hacia
el núcleo (fig. 62.3b) mientras que la superficie exterior del núcleo baja
en la dirección opuesta. Los límites de las zonas de transición deben, por
tanto, disponerse como lo muestra la figura. La compresibilidad de las
capas externas de transición a y e pueden ser muy diferentes de la que
exhibe la escollera arrojada adyacente y, como consecuencia, el soporte
lateral del núcleo puede resultar muy desuniforme. Esta condición excluye
el uso de núcleos centrales muy delgados en combinación con escolleras
arrojadas. Hasta ahora a las bases de los núcleos de tierra de tal tipo de
diques se les ha dado un ancho igual, por lo menos, a la tercera parte de
la altura del dique, salvo cuando el núcleo y las zonas adyacentes de tran-
sición han sido separadas de la escollera arrojada por anchas zonas de esco-
llera compactada.
Debido a la gran diferencia entre las características de deformación
de los núcleos de tierra y de las escolleras arrojadas, las zonas de contacto
entre el núcleo central y la escollera son la fuente de intensas tensiones
tangenciales. Estas tensiones son responsables del desarrollo de grandes
asentamientos diferenciales en la cresta en sentido perpendicular al eje de
la presa y de la formación de grietas paralelas a dicho eje. Tales grietas,
empero, no tienen efectos dañinos serios.
ART. 62 PRESAS DE ESCOLLERA 605

Control del escurrimiento


Las medidas que se toman para controlar el escurrimiento tienen dos
funciones independientes: reducir la pérdida a un valor compatible con las
funciones de la obra y eliminar la posibilidad de una rotura de la estructura
por sifonaje. Muchas presas han prestado un exitoso servicio por décadas,
a pesar de que las pérdidas alcanzan a más de 3 m3/seg. Por ello, el pro-
yecto racional de las medidas necesarias para reducir las pérdidas debe
iniciarse con una estimación de la máxima cantidad de agua que puede
escurrir del embalse cuando no se hace ningún intento para interceptar el
escurrimiento a través de otros mantos que no sean los estratos más evi-
dentemente permeables encontrados durante la ejecución de las perfora-
ciones de estudio. En muchos casos se descubre que el costo para reducir
las pérdidas de agua más allá de estos límites excede en mucho el valor
del agua adicional que puede ser retenida. Los medios para reducir las
pérdidas se describen en el artículo 61.
La seguridad de una presa respecto a una rotura por sifonaje no tiene
relación con la cantidad de agua que escurre desde el embalse. Grandes
pérdidas de agua pueden estar asociadas con un alto grado de seguridad
contra el sifonaje.* Por ello, los medios para eliminar los peligros de sifonaje
requieren consideración independiente. Los peligros de rotura de un dique
por sifonaje aumentan rápidamente con el incremento de los valores del
gradiente hidráulico con que el agua escurre a través de las partes “imper-
meables” de la presa y a lo largo del contacto de éstas con el terreno natural.
En las presas de escollera los gradientes hidráulicos que llegan hasta 10 no
son, de ninguna manera, raros. El sifonaje a través del núcleo se puede
eliminar con seguridad por medio de zonas de transición adecuadamente
proyectadas y construidas. Sin embargo, el impedimento del sifonaje a lo
largo del contacto entre el núcleo y el terreno natural requiere algo más
que la aplicación de procedimientos de rutina. Por ello, la atención del pro-
yectista debe concentrarse en este contacto. Las precauciones que es nece-
sario adoptar se describen en los párrafos siguientes.
En la mayoría de los diques de escollera se puede limpiar la fundación,
por lo menos en la zona correspondiente al núcleo y a la capa de transición
c, hasta llegar a la roca madre (fig. 62.3). El núcleo se acuña entonces
dentro de la roca hasta una profundidad que no excede la que se puede
excavar sin el uso de explosivos.
Después que ha sido excavada la zanja de acuñamiento, la roca sana
pero fisurada situada debajo del fondo de la misma debe ser inyectada con
bajas presiones, que no excedan apreciablemente, a cualquier profundidad,
el peso de la cubierta de roca. La orientación y el espaciamiento de las
perforaciones de inyección se disponen en obra de modo de aprovechar con
ventajas la estructura geológica conocida de la roca madre. No obstante,
ordinariamente, en los planos de contrato se indican con una profundidad
igual al ancho del fondo de la zanja y un espaciamiento de unos 3 m en
ambos sentidos. Como las condiciones reales de la roca se van revelando
606 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

por las observaciones de los profesionales a cargo de la inyección, dicha


didad S e modifican d lurante la ión (Ter-
zaghi, 1962).
Antes de comenzar las operaciones de inyección deben limpiarse las
fisuras aparecidas durante las perforaciones realizadas para este efecto y
sellarse con un mortero a presión (“gunita”), o una lechada desparramada
sobre las fisuras expuestas en el fondo y en los costados de la excavación, para
reducir la pérdida de inyección por resurgencia superficial. La superficie de
la roca situada agua abajo de la trinchera, que va a ser cubierta con la capa
c, también debe ser limpiada y sus fisuras selladas con gunita para prevenir
la subsecuente remoción del vital material c a través de manantiales que
emerjan de la roca.
Después que la trinchera de acuñamiento ha sido excavada y la roca
subyacente inyectada, se comienza a llenar la zanja utilizando material de
núcleo, compactado a mano hasta alcanzar un espesor suficiente que permita
que el resto se pueda compactar de manera segura utilizando los equipos de
compactación convencionales. A medida que adelanta la construcción del
contacto del núcleo con la fundación, se encuentran muchas situaciones que
no fueron previstas por quien escribió las especificaciones de la obra. Por
ello, el vital contacto entre el núcleo y el terreno natural puede no resultar
satisfactorio, a menos que se realice bajo la supervisión personal continua
de inspectores bien calificados que conocen cuándo y dónde la intervención
del proyectista resulta indispensable.
No es infrecuente que, destapada la parte inferior más o menos horizontal
de la fundación del núcleo de tierra, la superficie de la roca resulte tan
despareja que la parte inferior del núcleo no se pueda compactar con equipo
convencional y que, además, la compactación adecuada de esta porción
requiera una cantidad prohibitiva de apisonamiento a mano bajo estricta
supervisión. En condiciones semejantes es más seguro, y probablemente
más económico, llenar las ranuras y las depresiones con hormigón y comen-
zar la colocación del material del núcleo sobre un contrapiso de hormigón
terminado en una superficie que se eleva ligeramente hacia agua abajo. Se
actuó de este modo, por ejemplo, en el dique Kenney (Huber, 1960).
De una manera similar, cuando se destapa la fundación del núcleo en
el área de contacto con las laderas, se pueden encontrar diaclasas o planos
de estratificación, a través de los cuales el agua escurriría y podría erosionar
el núcleo y las capas de transición adyacentes. En roca estratificada hori-
zontalmente, con diaclasas verticales, las laderas pueden presentarse como
una serie de escalones, en el fondo de cada uno de los cuales es probable
que exista una ranura en ángulo recto, más o menos continua, en cuyo inte-
rior no se puede compactar adecuadamente el material de núcleo, Puede
haber también voladizos. Los voladizos deben ser eliminados, de preferencia
sin uso de explosivos, o los huecos situados debajo de los mismos rellenados
con hormigón. Las ranuras hay que obturarlas con hormigón o gunita y
las diaclasas deben ser selladas con mortero a presión para impedir que el
agua que fluye de las mismas llegue a atacar al material del núcleo. Se
necesita también un gran cuidado para evitar la segregación de los mate-
ART, 62 PRESAS DE ESCOLLERA 607

riales de transición en los rincones cruciales localizados entre el núcleo y


las laderas.

Revestimientos de hormigón en escolleras arrojadas


El comportamiento de los revestimientos de hormigón depende prima-
riamente de las características de deformación de la escollera, en especial
de la magnitud y la velocidad de deformación después de terminada la
construcción, y de la forma en que se produce la desviación de las carac-
terísticas de deformación respecto al término medio. Estos factores no
pueden ser evaluados de una manera eficiente antes de iniciar la construc-
ción por ensayos de ningún tipo. Por ello, la única guía adecuada para
proyectar los revestimientos consiste en recurrir a la documentación que
proveen los registros sobre tal comportamiento como los que fueran reunidos
durante el Simposium de la American Society of Civil Engineers, en 1960
(véase referencia al final de este artículo).
Los revestimientos de hormigón no son solo más sensibles a los asenta-
mientos diferenciales que los núcleos de tierra, sino que además están sujetos
a severas tensiones producidas por las variaciones diarias y estacionales de
temperatura. Por ello, siempre se dividen en paneles cuadrados o rectan-
gulares con dimensiones del orden de los 10 a 12 m, separados entre sí por
medio de juntas de expansión. El problema de sellar adecuadamente las
juntas en sus puntos de intersección no ha sido aún resuelto en forma satis-
factoria. Cerca de las laderas se pueden desarrollar muchas grietas a través
de los paneles y el agua que entra por las mismas escapa libremente dentro
de la escollera adyacente. Mas aún, si el ciclo normal de operaciones no
involucra el vaciamiento del embalse todos los años, la reparación de cubier-
tas defectuosas de hormigón puede ser inconveniente y costosa. Por ello,
para un costo similar, los núcleos de tierra son de preferir respecto de las
cubiertas de hormigón, a pesar de que las medidas necesarias para eliminar
el peligro de roturas por sifonaje son en los embalses de escollera con cubierta
de concreto mucho menos severas que las descriptas en la sección precedente
para los núcleos de tierra.

Lecturas seleccionadas
En fusio de 1958, » American Society of Civil Engineers realizó un simposio sobre
las presas de escollera. Los artículos se planearon para presentar datos respecto al
yecto, construcción y comportamiento e los diques de "escollera más altos del mundo.
Junto con sus discusiones fueron recopilados en “Transactions”, ASCE, a, Parte 2,
1960. Este volumen es una fuente invalorable de información en todos los aspectos del
tema.
Más lesés penes] se encuentran en los siguientes artículos:
Baumana, PoE Es elos strucion el San Cabriel Dam N>" Y Tranenciions
8
Fucik, E “M. y R Y. brete (1960), “Ambuklao rockfill dam, design and construc-
¡Irensocions 4 , 125, Parte 1, págs. 1207-1227.
Sherara, Wi 'oodward, aa y Clevenger (1963), Earth and earthrock dams, Nueva
York, John Wiley and Sos, 725 págs.
608 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

ART. 63 PRESAS DE HORMIGÓN FUNDADAS SOBRE


SEDIMENTOS

Tipos de presas de harmigón fundadas sobre sedimentos


Las presas de embalse de hormigón apoyadas sobre sedimentos se com-
ponen de unidades rígidas separadas unas de otras por juntas estancas que
permiten un desplazamiento moderado de las unidades entre sí para com-
pensar un i desigual. Usual se ituacil
que conducen al proyecto de tal tipo de diques en ríos importantes que
escurren en depósitos aluviales de gran espesor donde la mayor parte o
toda la presa sirve de vertedero o bien en aquellas obras en que durante
aguas máximas se desea bajar la cresta de la presa al nivel del fondo del
río. Los tipos principales son las presas masivas a gravedad que llevan
unidas piletas de aquietamiento (fig. 63.5), las presas a contrafuerte de
hormigón armado tipo Ambursen (fig. 63.1), las presas de compuertas
guiadas sobre pilares que descansan sobre una pesada solera de hormigón
y los diques de compuertas movibles, como los tipos beartrap.
Cualquiera de estos diques puede fallar por sifonaje o deslizamiento
sobre su base, resultar dañado por asentamiento desigual o bien no alcanzar
a servir su propósito debido a una pérdida excesiva de agua por escurri-
miento, La pérdida por escurrimiento solo suele tener embarazosas conse-
cuencias financieras y el daño debido al asentamiento desigual puede común-
mente ser reparado, La rotura por sifonaje o por deslizamiento siempre causa
en cambio inundaciones catastróficas y suele ser el motivo de pérdida de
vidas humanas. Mas aún, como puede producirse sin aviso previo, muchos
años después de haber prestado la presa servicios satisfactorios, sus conse-
cuencias suelen verse agravadas por la sorpresa. Por ello, los medios de
que se dispone para prevenir las roturas de este tipo son más importantes
que todos los otros aspectos del proyecto de los diques y no se pueden
tolerar ni “riesgos calculados” ni aún la remota posibilidad de tal tipo de
rotura.

Influencias de los factores geológicos sobre la mecánica del sifonaje


La rotura de un dique por sifonaje debe clasificarse entre los accidentes
más serios que pueden producirse en la ingeniería civil, pues no solo suele
incluir la rotura de la estructura sino también producir daños muy grandes
en el subsuelo hasta una profundidad considerable. Además, no es raro
que la rotura se produzca sin aviso previo y que cause pérdidas de vidas
y cuantiosos daños materiales. Por esta razón, las condiciones que conducen
a la rotura por sifonaje y los medios para evitarla merecen una atención
especial.
La figura 63.1 ilustra una rotura típica causada por sifonaje. La presa,
que era de contrafuerte y pantalla, descansaba sobre una platea de hormi-
gón armado provista con dos muros de pie: uno agua arriba de 2,70 m de
ART. 63 PRESAS DE HORMIGÓN SOBRE SEDIMENTOS 609

Nivel del ogua antes ae la rolura


Am
7 =
tom
Om
Al > AS
Fig. 63.1. Diagrama que muestra cómo se produce la rotura de la fundación de
un dique por sifonaje.

profundidad y otro agua abajo de 2,10 m. La rotura se produjo en forma


repentina y, al precipitarse el agua por debajo de la presa, originó en el
subsuelo una socavación de 15,60 m de ancho en el sentido del eje de la
misma, quedando ésta en el aire.
Si una presa descanía sobre un subsuelo no cohesivo perfectamente
el factor de idad respecto al sif puede
como lo indica el artículo 24. La teoría presentada en este artículo, concor-
dante con ensayos de laboratorio, conduce a las siguientes conclusiones:
1) la carga hidráulica h, a la que se produce el sifonaje es independiente
del tamaño de los granos del suelo, y 2) la rotura se produce en forma
casi instantánea, tan pronto como la carga hidráulica se hace igual a la
carga crítica a la cual la presión de filtración levanta el terreno adyacente
al borde agua abajo de la estructura. Las roturas de este tipo se conocen
como sifonaje por levantamiento.
En la realidad, la mayoría de las roturas por sifonaje se producen para
cargas hidráulicas h', mucho menores que la carga h¿ calculada en base a
la teoría, Se desarrollan indistintamente después que han pasado unos pocos
o muchos años desde el primer embalse. Mas aún, la relación de h'./h,
disminuye rápidamente a medida que lo hace la granulometría. El notable
y casi universal espacio de tiempo entre la aplicación de la carga hidráulica
y la rotura indica que la mayoría de las roturas por sifonaje son causadas
por un proceso que reduce el factor de seguridad respecto a ese tipo de
falla en forma gradual e insospechada hasta el momento en que se llega a
la rotura. El único proceso que puede dar origen a este tipo de fenómeno
es una erosión subterránea que progresa a lo largo de una banda angosta
hacia el embalse. Como se indica en el próximo apartado, tal tipo de pro-
ceso mo se puede desarrollar en una masa homogénea de arena no cohesiva.
En materiales no homogéneos la posición de las líneas de menor resistencia
contra erosión subterránea y el gradiente hidráulico necesario para producir
un canal continuo a lo largo de esta línea dependen de detalles geológicos
que no pueden ser descubiertos por ningún medio práctico. Los coeficientes
de seguridad respecto al sifonaje por levantamiento y por erosión subte-
rránea pueden ser comparados con los coeficientes de seguridad a rotura
por flexión de una viga de madera en un estado intacto y de la misma viga
después que ha sido debilitada hasta una magnitud desconocida por la
610 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

acción de las termitas. El valor del coeficiente de seguridad bajo la última


condición no puede determinarse por procedimientos racionales.

Erosión subterránea
La destrucción de los diques producida por sifonaje es por lo común
tan completa que raramente se puede reconstruir el orden de sucesión de
los fenómenos ocurridos. Pero la erosión subterránea se puede también
producir achicando una ión en forma idada desde idi
o por fenómenos naturales, como ser la afloración de masas de agua subte-
rránea como consecuencia de la erosión de las barrancas de un río. En estos
casos, quedan generalmente rastros de la forma en que se producen los
fenómenos, rastros que pueden luego estudiarse y que constituyen en la
actualidad las fuentes principales del conocimiento existente respecto de las
características de la erosión subterránea. Lo que sigue es un resumen de
las observaciones efectuadas a este respecto.
La figura 63.2 representa una sección trasversal de un manto ligera-
mente inclinado de grava que descansa sobre un potente estrato de arena
muy fina, uniforme y suelta. En A se practicó una excavación para las
fundaciones de una nueva máquina y, a pesar de que la excavación estaba
rodeada de tablestacas que llegaban hasta una profundidad mucho mayor
que la cota de fundación, la bomba descargaba una mezcla de agua y
arena. La cantidad de arena extraída fue muy superior al volumen de la
excavación. Antes de que con la excavación se llegara a la cota de funda-
ción, el edificio se derrumbó y al mismo tiempo se produjo en B, a 90 metros
de A, una depresión de 90 centímetros de profundidad y 6 metros de diá-
metro. Entre A y B, la superficie del terreno permaneció intacta. La depre-
sión solo puede explicarse imaginando el trasporte de suelo a lo largo
de un conducto subterráneo relativamente angosto. Seguramente dicho
conducto estaba situado inmediatamente debajo del manto de grava, pues
como era ligeramente cementada, ésta podía formar el techo del túnel
horadado sin derrumbarse.
En la zona del río Rin, durante 13 años se bombeó agua de un pozo
practicado en arena, cuyo fondo estaba entre 4,80 y 6,00 metros por debajo
del nivel original de la napa freática. Durante este período, en tres de los

Fig. 63.2. Diagrama que ilustra cómo se produjo la erosión subterránea al


bombear en el sumidero A una mezcla de arena y agua. La depresión B se produjo
a 90 metros de A.
ART. 63 PRESAS DE HORMIGÓN SOBRE SEDIMENTOS 611

(a) o (b)

Gnliguos movimientos
Arcilla allerada,

Fig. 63.3. Diagrama que muestra la forma como se produjo un gran hundimiento
originado por la erosión subterránea; (a) estado de hundimiento incipiente; (b), (e)
y (d) hundimientos, después de 24 horas, dos meses y un año, respectivamente.

manantiales que descargaban en el sumidero, se produjo una erosión retró-


grada que horadó túneles en la arena, que era ligeramente cohesiva. Cada
túnel terminaba en una depresión en la superficie. El túnel más grande
tenía un ancho que variaba de 0,90 a 180 metros y, en su longitud de 50
metros, una pendiente media de solo el 6 por ciento. La depresión pro-
ducida al final del mismo alcanzaba 2,40 metros de profundidad y 10,50
metros de diámetro.
En otro caso, se practicó una zanja para la construcción de una cloaca.
La zanja atravesaba arcilla bastante compacta y llegaba a la arena fina,
que era drenada por bombeo desde un sumidero. Mientras se bombeaba,
se produjo en la superficie del terreno natural uma angosta depresión de
unos 30 centímetros. La formación de esta zanja se inició en el sumidero
y progresó gradualmente en túnel hacia arriba, hasta alcanzar la superficie
a una distancia de 180 metros de la zanja. Su ancho aumentaba lentamente
desde el sumidero hacia la superficie, donde alcanzaba 3 metros.
Los ejemplos de erosión subterránea originada por fenómenos natu-
rales son también relativamente comunes. Durante la creciente del año
1997, en el río Misisipí, cerca de Memphis se produjo un gran hundi-
miento de una parte de la barranca. En este punto la barranca es empinada
y tiene una altura de unos 30 metros. De repente, una franja de la parte
superior de la barranca, de unos 200 metros de largo y 30 metros de ancho,
empezó a hundirse a una velocidad de 30 centímetros por hora. El pavi-
mento que cubría la superficie permaneció horizontal y más o menos intacto
por un período de unas 30 horas. Durante los dos meses subsiguientes, el
hundimiento siguió aumentando hasta alcanzar un total de 18 metros, y la
superficie hundida se rompió como indica la figura 63.3. El hundimiento
fue causado por la rotura del techo del extremo de un túnel en arena pro-
ducido por la erosión subterránea (Terzaghi, 1931).
Los fenómenos de sifonaje que se acaban de describir se han originado
en formaciones geológicas muy distintas, que comportaban diferentes perfi-
les del suelo, pero todas presentan dos características importantes que les
son comunes.
612 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

Primero, el material que cubre el suelo erosionado siempre posee al


'menos un vestigio de cohesión, suficiente para formar un techo sobre el
túnel de erosión. Como en arenas homogéneas no cohesivas no se puede
mantener un techo sin soporte, tales materiales no están sujetos a la erosión
sub-superficial a menos, desde luego, que se encuentren debajo de un techo
artificial, como la base de una presa de hormigón.
La segunda característica común a todos los ejemplos es que la depre-
sión o hundimiento del túnel siempre se produjo a gran distancia de la
boca de descarga. Este hecho indica que la capacidad de erosión de un
manantial aumenta a medida que lo hace la longitud del túnel. La red de
filtración de la figura 63.4 explica el fenómeno. Las curvas punteadas son
las líneas equipotenciales, es decir, indican los niveles de la napa; las llenas
representan las líneas de fluencia y las curvas de punto y raya delimitan
la zona que aporta agua al manantial. Se ve que, al aumentar la longitud
del túnel, aumenta el número de líneas de fluencia que concurren al mismo,
de modo que la descarga se incrementa y, por lo tanto, también lo hace la
erosión.
La erosión subterránea progresiva, que empieza en manantiales que
nacen al pie de un dique, también se desarrolla, como lo indica la figura
63.4, a lo largo de líneas que se dirigen hacia el embalse. Todos los que
han tenido experiencia con diques saben que con mucha frecuencia se
producen manantiales en el borde agua abajo de los mismos. Si un manan-
tial adquiere potencia suficiente como para empezar a erosionar, es casi
seguro que la erosión va a adquirir mayor seriedad con el tiempo, pues
el caudal de un manantial dado aumenta con la longitud del túnel erosio-

Flg,63.4. Redes de filiación que muetran cómo aumenta la cuenca de un


a medida que aumenta la longitud del canal erosionado: (a) estado
inicial € 0) después que la erosión ha progresado en una distancia considerable.
ART. 63 PRESAS DE HORMIGÓN SOBRE SEDIMENTOS 613

nado (fig. 63.4). Finalmente, llegará un momento en que el dique romperá


por sifonaje.

Reglas empíricas para estimar el coeficiente de seguridad


£ ia con que se producían y lasd ias de
las roturas de diques por sifonaje condujo a establecer reglas empíricas
para evaluar el coeficiente de seguridad al sifonaje antes que su mecanismo
fuese claramente entendido. Las primeras reglas de este tipo (Bligh, 1910)
fueron propuestas después de la catastrófica rotura en 1898 del dique Narora,
sobre el río Ganges, en la India, cuando se prestó seria atención al problema
y se hizo un esfuerzo real para analizar la experiencia acumulada y esta-
blecer un conjunto de reglas para el proyecto de fundaciones de diques
sobre estratos permeables. Estas reglas se basaron en la hipótesis de que
el sifonaje se producía como consecuencia exclusiva de la erosión a lo largo
de la superficie de contacto entre el suelo y la base del dique. El camino
recorrido por una partícula de agua a lo largo de esta superficie se deno-
minó línea de recorrido. Si la longitud L de la línea de recorrido era tal
que el gradiente hidráulico promedio ¿ = h/L resultaba menor de un cierto
valor crítico para el material de fundación, se creía que el dique resultaba
seguro. El coeficiente:
L
Co (63.1)
se llamó coeficiente de recorrido. El valor h,, representaba la altura máxima
a que podía llevarse el nivel del embalse, con referencia al nivel agua abajo,
sin llegar a producir la rotura por sifonaje. Los estudios realizados de las
roturas ocurridas indicaban que el coeficiente C. aumentaba con la fineza
del suelo, variando de 4 para grava, a 18 para arena y limo.
Cuando se proyectaba un dique, el primer paso a seguir con respecto
a la fórmula 63.1 consistía en estimar el coeficiente de recorrido C. del
subsuelo. Esto se hacía por medio de una tabla que contenía los valores
de C, para los tipos principales de suelos. La longitud de recorrido
L necesaria se obtenía después multiplicando el coeficiente C, por la
carga hidráulica h., creada por el dique, y la fundación se disponía de tal
manera que la longitud de la línea de recorrido fuese por lo menos igual
a L. Por ejemplo, la longitud de la línea de recorrido del dique indicado
en la figura 63.5 es igual a
L=t+4+B+ += B4 Y
y esta distancia debe por lo menos ser igual a Chop.
En los 30 años subsiguientes se fue reconociendo poco a poco que los
tramos verticales de la línea de recorrido contribuyen más a la reducción
del peligro de sifonaje de lo que lo hacen los tramos horizontales de igual
longitud. La diferencia se debe al hecho de que el subsuelo en que se
apoyan los diques es comúnmente de origen sedimentario, y que los depó-
sitos sedimentarios son siempre mucho menos permeables en sentido vertical
6l4 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

Fig. 63.5. Diagrama que indica los valores que se utilizan para calcular la
longitud de la línea de recorrido.

que en sentido horizontal (véase artículo 11). Si k, y k, son, respectivamente,


los coeficientes de permeabilidad en las direcciones horizontales y verticales,
la pérdida de carga, por unidad de longitud, en las partes verticales de la
línea de recorrido es aproximadamente igual a k,/k, veces la pérdida de
carga de las partes horizontales. El valor de la relación X,/k, varía entre
2 6 3 y casi infinito, dependiendo de cuáles sean los detalles de la estratifi-
cación y la importancia de las variaciones de la permeabilidad en sentido
vertical,
Para tomar en cuenta la mayor eficiencia de los tramos verticales de la
línea derrecorrido, el procedimiento de cálculo original se modificó con la
hipótesis de que todo tramo horizontal tiene solo una eficacia igual a un
tercio de la eficacia de un tramo vertical de la misma longitud. Con esta
hipótesis se obtuvo la fórmula:
1
Co LEPE (63.2)
en la que el valor de C., se conoce como coeficiente de recorrido compensado.
Como la fórmula 63.2 corresponde aproximadamente a un valor k,/k, = 3,
resulta obvio que la misma no tiene en cuenta la gran variedad de valores
que para dicha relación se presentan en la naturaleza. La tabla 63.1 es
un resumen de una lista de valores admisibles para C., obtenidos de una
recopilación de datos acerca de 280 fundaciones de diques, de las cuales
24 habían fallado (Lane, 1935).
La solución basada en la línea de recorrido es puramente empírica y,
como cualquier otro procedimiento basado solamente en datos estadísticos,
conduce a la ejecución de proyectos con un coeficiente de seguridad desco-
nocido. La experiencia y la investigación experimental han demostrado que
los valores de C., de la fórmula 63.2 tienen, para un suelo dado, una gran
dispersión con respecto al término medio estadístico. Los valores de Cy
contenidos en la tabla 27 representan más bien valores máximos, así que
los valores de hy, obtenidos con la fórmula 63.2 y la tabla 63.1, propor-
ART. 63 PRESAS DE HORMIGÓN SOBRE SEDIMENTOS 615

Tabla 63.1

Coeficientes de recorrido compensado C.= (Fórm. 63.2)

:ravaa gruesae leyendo


incluyendo cantos rodados
rodados grande es
Piedras bochas con algunos cantos rodados grandes y grava .
Según E. W. Lane (1985).

cionan las cargas hidráulicas más pequeñas para las cuales se ha producido
alguna vez sifonaje. Por tanto, la gran dispersión de valores de C,, respecto
del término medio estadístico supone que, como regla general, el coeficiente
de seguridad de diques proyectados con la fórmula 63.2 y la tabla 63.1
es muy grande. El coeficiente de seguridad de algunos de los diques debe
ser coincidenci
una excesivo; el de otros puedede varias
dinaria resultarci apenas admisible,
las desfi de blesmodopodría
que
hasta llegar a producir su rotura.

Medios para evitar el sifonaje


La teoría y la experiencia conducen a las siguientes conclusiones. Prác-
ticamente todas las roturas por sifonaje registradas se han debido a la erosión
subterránea con la remoción progresiva de materiales a través de manan-
tiales, conclusión ésta que invalida la teoría del sifonaje por levantamiento
(artículo 24). El coeficiente de seguridad respecto al sifonaje por erosión
subterránea no puede ser evaluado por ningún medio práctico. No obstante,
si se previene adecuadamente la remoción del material superficial, se satis-
facen las condiciones para la validez de la teoría y se puede calcular la carga
hidráulica crítica. Más aún, el valor obtenido es mucho mayor que la carga
crítica que produce la erosión subterránea. La forma de prevenir la erosión
subterránea depende de la importancia de la obra y de los detalles de
estratificación del subsuelo.
La buena ingeniería requiere que se evite la concentración innecesaria
de líneas de filtración debajo de las superficies no protegidas de la zona
agua abajo del dique. La figura 63.6, que representa una sección tras-
versal del dique Hauser Lake, de Montana, EE.UU., ilustra sobre las conse-
cuencias que puede traer la omisión de este requerimiento fundamental.
El subsuelo constaba de 19,80 metros de grava. El agua era contenida
por una pantalla de acero apoyada sobre un entramado metálico que des-
cansaba sobre grandes bases de fundación. La presencia de estas bases
616 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

produjo, como indica la figura, una concentración local de líneas de filtra-


ción. El dique se rompió en 1908, un año después de ser llenado (Sizer,
1908), así que, como no rompió inmediatamente, la causa debió induda-
dablemente ser la erosión subterránea. La figura 63.6b muestra un segundo
ejemplo. Representa una sección trasversal del dique construido en el río
Elwha, en el Estado de Washington, en EE.UU. El dique descansaba sobre
grava y arena gruesa, debajo de la cual había roca. Cuando se estaba lle-
nando el embalse, se produjeron grandes manantiales en el pie agua abajo.
Para reducir la filtración, se hincó, a 240 metros del pie del dique, una fila
de tablestacas hasta una profundidad comprendida entre 9 y 12 metros.
Esta obstrucción produjo una concentración de líneas de filtración, en la
forma que indica la figura, que originó la erosión subterránea. El dique
se rompió antes de que se terminara de construir el tablestacado.
Si se evita la concentración local de líneas de fluencia, el proyecto
basado en la ecuación 63.2 resulta aceptable desde el punto de vista de la
seguridad, pero la seguridad puede variar entre un valor muy alto y otro
cercano a la unidad, dependiendo su magnitud de factores que son
nocidos. Por ello, en obras importantes deben tomarse las previsiones nece-
sarias para evitar la posibilidad de una erosión subterránea, siguiendo uno
o más de los procedimientos siguientes: 1) bajar el nivel piezométrico en
el terreno en correspondencia con el borde agua abajo de la fundación
por medio de pozos de alivio; 2) construir en la parte agua abajo de la
fundación un filtro invertido, y 3) observar el terreno agua abajo de la
fundación durante el primer llenado del embalse y cubrir con filtros inver-
tidos la áreas donde los manantiales comienzan a emerger. Se siguió este
procedimiento, por ejemplo, en el dique Vermilion (Terzaghi y Leps, 1960).
En obras menores estos procedimientos, por su complejidad, suelen no jus-
tificarse económicamente, siendo comúnmente razonable proyectar en base
a la ecuación 63.2,
Las dificultades más grandes para prevenir la erosión subterránea se
encuentran en los depósitos sedimentarios con capas de limos inorgánicos
en contacto directo con otras de arena gruesa limpia o de grava. La erosión
se produce en el limo, el que es llevado en suspensión hacia los pozos de
alivio o hacia los manantiales. A su vez, si se evita la salida del material

Impermeable Impermeable
Fig. 63.6. Redes de filtración que muestran las concentraciones de líneas de
corriente que originaron la rotura por slfonaje de dos diques: (6) dique Hauser
e, Mont.; (b) dique del río Elwha, Wash.
ART. 63 PRESAS DE HORMIGÓN SOBRE SEDIMENTOS 617

a través de la capa de arena, cubriéndola con un filtro suficientemente


fino para prevenir el escape del limo, el filtro obstruye el escurrimiento
del agua a través de la capa de arena. Tales condiciones de estratificación
excluyen con frecuencia la posibilidad de prevenir con seguridad la erosión
subterránea por medio de filtros, y las fundaciones de las estructuras, aun
cuando sean importantes, deben proyectarse sobre la base de una inter-
pretación conservadora de la ecuación 63.2. Si se instalan pozos de alivio
hay que tomar precauciones especiales (artículo 64).

Seguridad de los diques de hormigón con respecto al deslizamiento


La superficie potencial de deslizamiento que atraviesa el subsuelo de
un dique de hormigón puede hallarse situada dentro de un material muy
permeable, como arena limpia; de un suelo de permeabilidad intermedia,
como limo; o de una arcilla, que es prácticamente impermeable. En lo que
sigue, solo se consideran las dos probabilidades extremas.
Si la superficie de deslizamiento está situada en arena, la resistencia
total al deslizamiento S, en kilogramos por metro lineal de dique, es:
S=(P-UltB4
en la que
P = presión vertical total en la base del dique, debida al peso del
mismo y a la componente vertical de la presión del agua sobre
las caras inclinadas del dique (kg por metro lineal).
U = presión neutra total o subpresión en la base del dique (kg por
metro lineal).
$ = ángulo de fricción entre hormigón y arena.
Como el valor de tg $ es comúnmente igual a 0,6 y como, además, la
presión neutra U puede usualmente reducirse a un valor muy pequeño por
medio de medidas de drenaje adecuadas, es raro el caso en que es difícil
eliminar el peligro de deslizamientos.
Por el contrario, si el subsuelo contiene capas horizontales de arcilla
blanda, o si el dique descansa sobre un espeso estrato de arcilla, puede
resultar muy difícil establecer una resistencia adecuada contra el desliza-
miento. Después que la arcilla situada debajo del dique se ha consolidado,
el deslizamiento es resistido conjuntamente por la cohesión y por la fricción.
Sin embargo, debido a la baja permeabilidad de la arcilla, la consolidación
progresa muy l a una idad que puede deci
con exactitud. Por esta razón, es comúnmente aconsejable suponer que la
resistencia a fricción es aún despreciable (condición $ = 0) al terminarse
la obra y contar solo con la cohesión (artículo 18).
Para asegurar el dique indicado en la figura 63.8 contra el desliza-
miento, antes de que la arcilla en que está fundado se hubiese consolidado,
se ensanchó la base del mismo desde 33 hasta 75 metros, construyendo una
platea de hormigón armado del lado agua arriba. Como la platea formaba
618 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

Aguas alles +a90


Aguas bajas +190

Fig. 63.7. Corte trasversal de la usina hidroeléctrica del dique Svir III (Rusia).
dique que descansa sobre un depósito potente de arcilla estratificada. La usina
forma parte integrante del muro de embalse. (Según H. Graftio, 1936.)

una parte integral del dique, el deslizamiento fue resistido por la cohesión
sobre toda la longitud de los 75 metros. El coeficiente de seguridad aumen-
tó en forma continua, debido a la consolidación de la arcilla bajo el peso
conjunto del dique y del agua situada encima de la platea, pues, para
hacer el peso del agua efectivo, se drenó la parte inferior de la misma.

Consideraciones sobre el asentamiento de fundaciones de diques


Si un dique es de tipo rígido, o contiene elementos rígidos, es necesario
efectuar un cálculo de asentamiento, antes de iniciar la obra, para determinar
si se requieren juntas entre las distintas partes de la estructura y, en tal
caso, fijar cuánto movimiiento debe anticiparse. Los métodos para efectuar
el cálculo de asentamientos son los mismos que se describieron para calcular
el asentamiento de edificios (véase artículo 41). Para completar el conoci-
miento con respecto al valor y distribución del futuro asentamiento, se
puede con frecuencia utilizar el método de la observación directa en la obra
(véase pág. 290). El relato siguiente, referente a un dique sobre el río Svir,
en Rusia, va a servir de ejemplo (Graftio, 1936).
El dique comprende una sección que contiene la usina eléctrica (fig.
63.7) y otra que está constituida por una presa sumergible de hormigón sim-
ple (fig. 63.8). Todo el conjunto descansa sobre un depósito de arcilla estra-
tificada altamente preconsolidada, que tiene un espesor de por lo menos 9
metros. Según el artículo 13, las predicciones de asentamientos debidos a la
consolidación de arcillas preconsolidadas son siempre poco exactas. Por otro
lado, el programa de construcción de la obra eliminaba la posibilidad de
realizar investigaciones precisas del subsuelo, de modo que se decidió efec-
tuar cálculos preliminares de asentamientos, en base a los resultados obte-
nidos del ensayo de unas pocas muestras representativas extraídas de una
perforación. Los cálculos demostraron que se necesitaba una junta entre
la zona de la usina y la zona del dique sumergible, y que además no era
ART. 63 PRESAS DE HORMIGÓN SOBRE SEDIMENTOS 619

posible tolerar una unión rígida entre el cuerpo del dique y las plateas
del mismo.
Los cálculos preliminares de asentamientos indicaron también que, al
llenarse el embalse, la usina se inclinaría aguas arriba en aproximadamente
1”. Como las turbinas debían instalarse antes de llenar el embalse, y la
inclinación calculada era muy superior al valor considerado como admisible
por los proyectistas de las mismas, se decidió instalarlas con sus ejes incli-
s, de modo que se tornaran verticales cuando se llenase el embalse.
Para obtener un valor más exacto de la inclinación, los resultados de los
ensayos preliminares del subsuelo fueron utilizados para calcular, para dife-
rentes estados de la construcción, el desplazamiento de muchos puntos
situados en o debajo de la superficie del terreno. A medida que progresaba
la construcción se medía el desplazamiento. Se descubrió que los despla-
ientos reales, en forma consistente, eran iguales a 0,35 veces los despla-
zamientos calculados; así que los ejes de las turbinas fueron dispuestos con
una inclinación agua abajo de 0,35% y, cuando se llenó el embalse, se
tornaron prácticamente verticales.
La mayoría de las presas de embalse de tipo rígido están situadas
sobre depósitos aluviales de gran espesor con una estratificación relativa-
mente regular. Por ello, se satisfacen comúnmente los requisitos previos
para una predicción acertada del asentamiento.

Pérdida de agua debido al escurrimiento


Para cumplir con el requerimiento de que la pérdida de agua no exceda
de una cantidad especificada, es necesario antes que nada tener un cono-
cimiento de los coeficientes de permeabilidad k, y ko del subsuelo. Usual-
mente, la información se necesita ya cuando se estudia la factibilidad de
ha obra. Por debajo del nivel freático k, debe ser determinada por ensayos
de bombeo, mientras k, se estima en base a los registros de las perforacio-
mes. A los sedimentos situados arriba del nivel freático se le deben asignar

Mvel del agua (+17. 74)

sm
Fig. 63.8. Corte trasversal del dique Svir III, de Rusia, que descansa sobre
mn potente depósito de arcilla. La estabili al desli; to se aumentó insta-
lando una platea cargada en la parte agua arriba, (Según H. Graftio, 1936.)
620 PRESAS Y FUNDACIONES DE LAS PRESAS

los más altos valores compatibles con los resultados de ensayos de bombeo
suplementados con los registros de las perforaciones.
Si la roca madre está situada a una profundidad moderada, se usan
con frecuencia cortinas masivas de hormigón llevadas hasta la misma. Si,
por el contrario, la profundidad de la roca madre es demasiado grande
para permitir la instalación de una cortina que llegue hasta la roca, las
alternativas principales son las cortinas inyectadas o las soleras impermeables
dispuestas agua arriba (artículo 61).

Lecturas seleccionadas

Terzagh K. (19290), «Effect of minor geologir details ou the, safety ol dams”, Am. Inst.
Met: Eng. publicación técnica, NO 215, págs. 91-44.
Lane, EW. (1998),security from under-seepage-masonry dams on earth foundations”,
Trans. ASCE, 100, págs. 1285-1351.

ART. 64 SUPERVISIÓN DE LOS DIQUES DE EMBALSE


DURANTE LA CONSTRUCCIÓN
Propósito y amplitud de la supervisión
El comportamiento de la fundación de un edificio o de un puente (Cap.
9) depende principalmente del término medio estadístico de las propiedades
físicas de los principales estratos que componen el subsuelo del lugar, de
modo, que si en el proyecto de as fundaciones se han tido ropita
¡enta las a los Had
del ibrelo, todos los detalles esenciales del proyecto se da cubrir
en los planos y especificaciones preparadas con antelación a la construcción
de la obra. Por ello, en la mayoría de los casos no es necesario tomar deci-
sión alguna durante la construcción que afecte la seguridad de las fundaciones.
Por contraste, el comportamiento exitoso de una presa depende de
muchos detalles del proyecto y la construcción que no pueden ser adecua-
damente previstos en los planos y especificaciones antes de la contratación
de la obra y de la limpieza del terreno de fundación. Estos incluyen, entre
otros, la disposición de las instalaciones temporarias para drenar el lugar
antes de comenzar a colocar los materiales de la presa, el procedimiento
para compactar los materiales impermeables en la proximidad de cada una
de las partes accidentadas del contacto con la fundación, la distribución
en profundidad de las perforaciones de inyección en la roca defectuosa
situada debajo de tales superficies y los detalles respecto a los medios
para eliminar las posibilidades de un sifonaje. Para cubrir estas lagunas
de los planos y de las especificaciones se requieren decisiones vitales a
realizar durante la eoutrucción, a veces de una manera perentoria por el
ingeniero director de obra en cooperación con el contratista. No obstante,
ninguna de estas personas están necesariamente alertas respecto de las con-
de sus decisi Por ello, el de la
terminada puede resultar muy diferente de la que anticipara el proyectista,
a menos de que se le dé una oportunidad para mantenerse en contacto
ART. 64 SUPERVISIÓN DE LOS EMBALSES 621

íntimo con la obra hasta que el embalse haya sido llenado por primera vez.
El proyectista debe asegurarse también de que se mantenga un registro
continuo de todos los detalles significativos del proyecto y de la construc-
ción que no fueron previstos en los planos y especificaciones originales.

Agotamiento de excavaciones

La construcción de un dique va comúnmente precedida por una exca-


vación y el desagie del lugar. Si el lugar está situado sobre roca, nada se
conoce antes de practicar la excavación respecto a la microtopografía de
su superficie o respecto a la situación o localización de los puntos donde
han de emerger manantiales de la misma, de modo que la distribución
de sumideros y drenes solo puede disponerse en la propia obra. Si se colocan
drenes en lugares donde resultan más convenientes y son inadecuadamente
inyectados después que han servido su propósito, se puede producir una
rotura por sifonaje muchos años después de completada la obra como
consecuencia de la erosión subterránea a lo largo de los drenes. Por ello,
la distribución de drenes y la técnica de su subsecuente inyección debe
ser el objeto de aprobación o modificación por el proyectista, después que
ha inspeccionado el lugar durante la construcción de la obra una vez practi-
cada la limpieza del terreno. La posición real de los drenes instalados debe
indicarse en los registros de obra.

Superficies de contacto
Después de haberlo limpiado, el fondo de la excavación realizada para
instalar la presa puede resultar desparejo. Para unir adecuadamente la
presa con la fundación se exige al contratista que coloque y compacte el
material de contacto en capas delgadas. Pero no puede hacerlo sobre una
superficie despareja utilizando el equipo normal, de modo que se ve tentado
a llenar las depresiones con material inadecuadamente compactado. Por
ello, es importante que tenga instrucciones especiales de parte del pro-
yectista sobre la forma en que debe proceder, y que, además, sea inspec-
cionado cuidadosamente y sin interrupción hasta que se haya obtenido un
área de trabajo suficientemente grande como para que opere sin dificultad
el equipo de compactación. Es necesario también que el proyectista provea
instrucciones especiales para la compactación del material del terraplén
en la adyacencia de aquellos taludes que quedan muy desparejos, instruc-
ciones que solo pueden concretarse en forma específica después que éstos
se han limpiado y han sido examinados por el proyectista.

Materiales de construcción
El proyecto de una presa de tierra presupone que cada parte de la
misma será razonablemente homogénea. Las desviaciones más dañinas en
cuanto a homogeneidad están constituidas por la presencia de capas are-
nosas que atraviesan las partes impermeables o de capas limosas que cruzan
aquellas permeables. Para evitar estos inconvenientes se requiere una tarea
622 PRESAS Y FUNDACIONES
DE LAS PRESAS

continua de muestreo y ensayo a medida que se construye el terraplén. El


proyectista solo puede preparar especificaciones -adecuadas para que estas
operaciones se realicen en forma conveniente después que ha tenido una
oportunidad de examinar la forma en que se presenta la estratificación
del material de préstamo en el terreno. Todo material inadecuado debe
ser rechazado.
Antes de iniciar la construcción, las propiedades físicas de los mate-
riales de la zona de préstamos suelen conocerse solamente a lo largo de
líneas verticales que pueden estar separadas entre sí en varias decenas de
metros. Por ello, es siempre posible que ens la construcción se descubra
que los volú de mM las especi-
ficadas sean mucho menores de los que había previsto el proyectista. Cuan-
do se descubre una situación de este tipo debe notificarse al proyectista
sin demora, a fin de que modifique los límites establecidos entre las dis-
tintas zonas. Nunca debe dejarse una decisión de esta naturaleza en manos
del personal de obra.
Para obtener seguridades de que la compresibilidad de la escollera
arrojada será razonablemente uniforme, en las especificaciones se suele
establecer un porcentaje admisible máximo de “finos”. No obstante, si la
cantera está situada en formaciones rocosas que contienen zonas que han
sido cizalladas por corte, o si el espaciamiento entre diaclasas cambia dentro
de distancias cortas, resulta difícil determinar si el contratista cumple o
no con las especificaciones. Solo se puede obtener una seguridad razona-
blemente adecuada cuando inspectores conscientes vigilan las operaciones
de carga en la cantera, de modo que clasifican, aceptan o rechazan cada
montón de material durante la carga. Aun en estas condiciones no debe
esperarse una estricta adhesión a las especificaciones.

Medios para prevenir el sifonaje


El sifonaje puede prevenirse por medio de pozos de alivio y filtros
invertidos bien proyectados. Cuando el subsuelo es bastante homogéneo
y bien graduado, la instalación de estos detalles es una operación de rutina
que puede llevarse a cabo de acuerdo con los planos y las especificaciones
preparadas antes de llamar a licitación.
Si el suelo contiene estratos continuos de arena uniforme muy fina o
de limo no plástico, del llamado “polvo de roca”, que'cubren gruesos estratos
de arena limpia o grava, las líneas de erosión potencial que se desarrollan
en el subsuelo están situadas a lo largo del límite de separación entre
estos dos tipos de materiales. Ahora bien, si un filtro que abarca la su-
perficie de separación mencionada tiene en todos lados la misma compo-
sición, el filtro resulta demasiado grueso para impedir el arrastre de las
partículas finas, o demasiado fino para permitir el drenaje libre del agua
contenida en el estrato grueso. Por ello, cuando en la instalación de los
pozos de alivio se encuentra una estratificación de este tipo, la longitud
de las partes permeables de los pozos debe limitarse a la porción central
de los afloramientos que corresponden a los estratos de granos gruesos.
ART. 64 SUPERVISIÓN DE LOS EMBALSES 623

Como los espesores y miveles de los estratos pueden cambiar de un pozo


a otro, es indispensable mantener un registro detallado de su secuencia
a medida que se perfora cada pozo, para decidir directamente en la obra
el procedimiento de instalación que le corresponde a cada uno de ellos.
Las condiciones más difíciles y desfavorables se encuentran en aquellos
sedimentos acuíferos que, teniendo una estratificación errática, contienen
capas o lentes de arena muy fina o limo no plástico en contacto directo
con materiales de granos muy gruesos y muy permeables. En formaciones
de este tipo puede resultar imposible impedir la descarga continua y exce-
siva de limo dentro de, por lo menos, uno de los pozos filtros. Más aún,
mientras se llena el embalse por primera vez, puede ocurrir que agua abajo
de la línea de pozos filtro se produzcan grandes manantiales que descargan
agua que arrastra limo. La adopción de medidas adecuadas para impedir
la descarga de limo en tal tipo de manantiales puede exigir la experimen-
tación paciente en el terreno debido a que la forma en que se produce
el escurrimiento del agua hacia los manantiales es desconocida y perma-
nece desconocida, cualquiera sea el número de pozos de observación, ya
que los registros siempre dejan un ancho margen para la interpretación.
En algunos casos, las observaciones realizadas durante el primer llenado
del embalse pueden demostrar que para satisfacer todos los requerimientos
esenciales de la seguridad solo hace falta completar con detalles menores
el programa original de drenaje (Terzaghi y Leps, 1960). En otros lugares
que tienen depósitos geológicos similares pueden, en cambio, encontrarse
dificultades muy gravosas (Terzaghi, 1961b).
Cualesquiera sean las condiciones del subsuelo, los medios para prevenir
el sifonaje deben ser total y permanentemente adecuados. En caso contra-
rio, tarde o temprano se puede desarrollar una rotura catastrófica. Por ello,
los esfuerzos para parar la erosión subterránea deben continuar hasta obte-
ner resultados exitosos. En los casos en que durante el primer llenado
aparece agua abajo un poderoso manantial, que rompiendo el terreno des-
carga agua cargada de sedimento, puede resultar necesario suspender el
llenado hasta que el manantial haya sido controlado.

Lecturas seleccionadas
Bjerrum, L. 1960, “Some notes on Terzaghi's method of worl Del líbro From theory
to practice in soil mechanics, Nueva York, John Wiley de Sons, págs. 22-95.
Terzaghi, K. (19600), “Report on the pa storage dam south of Lower Stillwate: lake
+ On the Cheakamus river, B.C.”, Del libro From theory to practice in soil mechanics,
Nueva York, John Wiley 2 Sons, págs. 395-408. Reproduce un informe de trabajo
ejemplificando una cuidadosa supervisión de obra con esencial cuidado en los detalles.
Capítulo 12
OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

ART. 65 PROPÓSITO Y AMPLITUD DE LAS OBSERVACIONES DE


COMPORTAMIENTO

Introducción
Las observaciones que se realizan en el terreno sirven en general
dos propósitos. En primera instancia permiten la eliminación, durante el
período de la construcción, de los defectos de proyecto resultante de los
inevitables claros en el conocimiento de las condiciones del subsuelo exis-
tentes en el momento que se preparan los planos de obra. En segunda
instancia, proveen información durante y después de la construcción res-
pecto a los efectos que las operaciones de construcción originan en el sub-
suelo y a las correspondientes acciones que los cambios producidos en el
subsuelo ejercen sobre la estructura, De acuerdo con sus funciones específi-
cas, las observaciones realizadas en el terreno se pueden clasificar y descri-
bir en cinco categorías.
Observaciones que sirven para detectar signos de peligro inminente

Con frecuencia se ha manifestado que un accidente, producido durante


la construcción de una obra de tierra, se desarrolló sin aviso previo. En
realidad, se debió haber dicho que los síntomas del inminente accidente esca-
paron a la atención de los observadores y responsables, porque ellos no anti-
ciparon la posibilidad que el mismo se desarrollara y omitieron observar sus
síntomas por medio de dispositivos suficientemente sensibles. En muchos
casos, aun la presencia de claros signos de una rotura inminente escaparon
a la atención no solo de los legos sino también de los ingenieros. Dos días
antes que ocurriera un deslizamiento catastrófico en Suiza, las abejas deja-
ron sus panales y el ganado se puso nervioso escapando hacia las zonas
seguras. No obstante, los habitantes de una villa situada en el camino del
deslizamiento fueron tomados por sorpresa. De idéntica manera, mientras
se construía en Alemania un terraplén para camino sobre una pendiente
suave de arcilla, los trabajadores protestaron manifestando que la arcilla
estaba adquiriendo “vida” y que se podía producir un deslizamiento. El
deslizamiento se produjo un día después que una comisión de ingenieros,
ART. 65 PROPÓSITO DE LAS OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO 625

que: había do el lugar para it ii dición inf di por


los trabajadores, llegara a la conclusión de que el talud era seguro.
La mayoría de los accidentes que ocurren por sorpresa se deben a la
subpresión hidrostática y a las fuerzas creadas por el escurrimiento del
agua. Todas las previsiones respecto al desarrollo de estas fuerzas son más
o menos inciertas y la experiencia ha ido demostrando que las condiciones
de permeabilidad pueden cambiar con el tiempo durante meses o años
después de terminada la construcción. Por ello, siempre que exista la posi-
bilidad de que la subpresión, o las presiones de filtración, puedan ser las
causantes de un accidente es deber de los ingenieros observar y controlar
las condiciones hidráulicas hasta que éstas se hayan estabilizado.
Las roturas de taludes por deslizamiento y las roturas completas de
dación van didas por despl: i que a un ritmo
creciente cuando se desarrollan simultáneamente con un incremento de
tensiones, o que aumentan a un ritmo prácticamente constante cuando las
tensiones también permanecen constantes. Estos síntomas pueden ser detec-
. tados observando puntos de referencia bien elegidos en las zonas de movi-
miento potencial, como los instalados, por ejemplo, por los ingenieros de
ferrocarriles para parar el tránsito antes de que ocurran deslizamientos en
zonas peligrosas de sus líneas donde señales automáticas, ajustadas para
que funcionen tan pronto el desplazamiento horizontal de ciertos puntos de
referencia excedan determinados valores, detienen el tránsito.

Observaciones del terreno destinadas a proveer información


vital durante la construcción
En muchos casos, la seguridad de una presa requiere el drenaje del
suelo natural adyacente por medio de perforaciones, pozos o túneles. La
información que se obtiene de las perforaciones de sondeo raramente resulta
suficiente para servir como única base para disponer la distribución
del drenaje. Por ello, al principio solo se instalan los dispositivos de drenaje
más urgentes; el resto se construye después que las condiciones de drenaje
se tornan evidentes como resultado de las observaciones de las presiones
hidráulicas desarrolladas durante el primer llenado del embalse. Otro ejem-
plo del uso de observaciones del terreno para obtener información vital
para el proyecto se describe en el artículo 63. Se sabía, por cálculos preli-
minares basados en ensayos del suelo, que el llenado del embalse causaría
una inclinación apreciable en los ejes de las turbinas de la casa de máqui-
nas. Para obtener un valor fehaciente de la magnitud que adquiriría la
inclinación, durante la ión se reali i de asenta-
miento e hinchamiento en un número de puntos preestablecidos, con cuyos
valores se calcularon las propiédades del suelo, necesarias para hacer con-
cordar los cálculos con las observaciones. La inclinación se volvió a calcular
entonces con la ayuda de los valores corregidos y las turbinas se constru-
yeron con una inclinación inicial opuesta a la que experimentarían sus
ejes. Mientras se llenaba el embalse, los ejes de las turbinas se verticalizaron.
626 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

Observaciones del terreno a realizar antes de efectuar submuraciones


Teniendo en cuenta que, en el estado actual del conocimiento, se puede
predecir por lo menos el orden de magnitud de los asentamientos antes
de iniciar la construcción, no se deberían producir situaciones en las que
se desarrollase un asentamiento excesivo de una estructura. De producirse
sin haberlo anticipado a causa de un reconocimiento inadecuado del sub-
suelo, la primera medida a tomar para proyectar la corrección necesaria es
explorar el subsuelo por medio de sondeos y de ensayos. Si los resultados
dejaran duda respecto a la fuente de los asentamientos, se deben establecer
puntos subterráneos de referencia para ser observados hasta que dicha
fuente se torne evidente. En caso contrario, el dinero empleado en la sub-
muración puede resultar malgastado.
Se dio el caso de una estructura en la cual, después de haber sido
practicada la submuración, se descubrió que las grietas de corte producidas
en las paredes se debían a la compresión desigual de juntas de mortero
excesivamente gruesas. En otro caso se encontró, también después de haber
submurado, que la fuente de los asentamientos estaba varios metros más
abajo que la base de los pilares utilizados en la submuración.
Observaciones del terreno como medios para mejorar
métodos de construcción
Algunos procedimientos constructivos han sido fuertemente influidos
por concepciones teóricas erróneas. Otros dejan todavía un gran margen
para el mejoramiento. En estos casos solo se puede avanzar procesando
los resultados de observaciones adecuadas, realizadas en el terreno utili-
zando procedimientos que no son otra cosa que el uso inteligente de tanteos
llevados a la práctica con datos pertinentes. Por ejemplo: el apuntalamiento
de los cortes del subterráneo de Berlín se proyectó durante varias décadas
en la hipótesis, basada en concepciones teóricas erróneas, de que la distri-
bución de las presiones era hidrostática. En 1936 se descubrió, recurriendo
a mediciones en el terreno, que la distribución real era aproximadamente
parabólica y en base a este descubrimiento se dispuso un arreglo más ade-
cuado de los puntales que forman parte del acodalamiento.
Toda vez que se practican excavaciones a cielo abierto o construyen
túneles dentro de las ciudades debe tenerse el cuidado de que la superficie
no experimente un asiento mayor que el mínimo compatible con el proce-
dimiento general de construcción que se está utilizando. En Chicago, obser-
vando el efecto que las modificaciones en el procedimiento de construcción
producía en la magnitud del asentamiento, fue posible reducirlo durante
las primeras etapas de la construcción a una pequeña parte de la magnitud
que alcanzara al inicio de la obra.
del terreno realizadas para lar experiencia local
En las ciudades, la experiencia local relativa: a las fundaciones se sin-
tetiza en códigos de edificación que contienen tablas con presiones admi-
sibles y reglas para determinar las cargas de trabajo. de los pilotes. Para
ART. 65 PROPÓSITO DE LAS OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO 627

evitar la aplicación errónea de estas tablas y reglas y aumentar su utilidad,


las organizaciones municipales debieran acumular datos respecto al com-
portamiento de casos reales. Estos historiales deben contener, por ejemplo,
el registro de los asentamientos asociados con las presiones admisibles
adoptadas para zapatas de diferentes tipos y tamaños situadas a distintas
profundidades debajo de la superficie. Sin esta información suplementaria,
lento: no satisfaciorio:de las fuñdack 4 i6nd
el seguirá
con una frecuencia no disminuida, a pesar de los códigos de edificación,
debido a que el asentamiento depende de muchos factores ajenos a la carga
unitaria o a la carga por pilotes (artículos 40 y 41).

Observaciones en el terreno para producir evidencia en juicios


Los juicios se originan frecuentemente en razón de conflictos entre
el comitente y el contratista debido a defectos en la estructura terminada,
o bien entre el primero y un vecino respecto a daños producidos en la
propiedad de este último durante la construcción. Cualquiera sea el caso,
solo se puede esperar una decisión ecuánime si se conocen las causas y
la naturaleza del contratiempo. Así, por ejemplo, si el contratista o el
comitente puede probar que había anticipado la dificultad, observado su
progreso durante la construcción y hecho todo lo posible para evitarla,
se encontrará en una posición mucho más favorable que si el contratiempo
lo tomó por sorpresa. El elemento sorpresivo no solo daña su reputación
profesional sino que además puede afectar su situación financiera. En
varios casos el asentamiento excesivo se asignó a fundaciones defectuosas
sobre pilotes en la hipótesis de que el número y la calidad de los pilotes
era inadecuada. Observando puntos de referencia en la superficie fue posi-
ble probar que la fuente de los asentamientos era mucho más profunda
que la punta de los pilotes y esta evidencia cambió totalmente el aspecto
legal de la situación litigada.
Observaciones del terreno para comprobar teorías
Se ha insistido repetidamente que en mecánica de suelos ninguna teoría
nueva debiera ser aceptada para uso práctico sin una amplia demostración
por medio de observaciones en el terreno que prueben de que al menos
resulta razonablemente exacta bajo una variedad de condiciones. Uno o
dos conjuntos de observaciones no se pueden considerar como evidencia
conclusiva. Las observaciones para comprobar teorías deben encararse
solamente en aquellas obras donde las condiciones del subsuelo son inusual-
mente claras, simples y completamente conocidas. En los casos en que esta
condición se satisface, se justifican hasta las investigaciones muy elaboradas,
como la medición de la presión del suelo en la base y en los costados de
las estructuras.
Las grandes organizaciones permanentes que se dedican a la cons-
trucción, como lo son en los EE.UU. Ingenieros del Ejército, el Bureau of Re-
clamation, el Bureau of Public Roads y otras reparticiones de servicios
628 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

públicos, tienen un gran interés en reducir el costo de la construcción mejo-


rando el proyecto y, por tanto, están entre los principales beneficiarios del
progreso en el conocimiento teórico, de modo que se justifica en tales
casos el gasto de sumas considerables para llevar a cabo extensas obser-
vaciones en el terreno. Para ello, a veces, hasta las obras pequeñas ofrecen
oportunidades excepcionales para producir un aumento significativo en el
conocimiento,

Conclusión
La práctica de hacer observaciones en el terreno ha aumentado última-
mente en forma rápida, tanto entre las organizaciones públicas como entre
los contratistas, con efectos muy beneficiosos para el proyecto y la cons-
trucción. En el estado actual de la técnica, un programa adecuado de
observaciones del terreno reduce generalmente el riesgo de accidentes por
sorpresa a una pequeña fracción del riesgo que se tenía antiguamente.
Este hecho no dejará de tener una influencia decisiva en las actuaciones
legales que surgiesen como consecuencia de accidentes producidos durante
la construcción de túneles, excavaciones a cielo abierto, presas y fundaciones.
Desde el punto de vista técnico, las observaciones en el terreno se
pueden dividir en cuatro grupos principales: medición de desplazamientos,
de la presión del agua contenida en los poros, de la carga que soportan
puntales y otros métodos de acodalamiento, y medición del empuje unitario
o de la presión que ejercen las tierras por medio de células de presión.
Para preparar un programa satisfactorio para cualquier tipo de obser-
vación, el proyectista debe tener una clara concepción del propósito que
persigue y además ser capaz de predecir y anticipar los resultados de una
manera más o menos general. Caso contrario, es probable que indique
observaciones en puntos donde no se necesitan y no las especifique en otros
donde la información resulta esencial, de modo que los registros contendrán
una duplicación innecesaria, a la vez que lagunas en la información.
La instalación de puntos de referencia y pozos de observación puede
ser hecha por cualquier ingeniero o contratista competente sobre la base
de especificaciones detalladas, y su lectura es una cuestión de rutina.
La medición de las cargas que soportan los puntales requiere capacidad
para adaptar los procedimientos generales a las condiciones locales, razón
por la cual tal tipo de mediciones debe ser hecha por un ingeniero bien
entrenado en ensayos a escala natural.
La instalación de dispositivos para medir la presión del agua contenida
en los poros de arcilla y la de células de' presión para medir el empuje
unitario requiere un conocimiehto íntimo de todos los factores que pueden
llegar a influir sobre el funcionamiento de los dispositivos de medición.
Un descuido simple o un pequeño defecto en la instalación puede arruinar
todo el trabajo. Por ello, la instalación de tal tipo de dispositivos no se
puede manejar como una cuestión de rutina. Requiere la supervisión con-
tinua y cuidadosa de un ingeniero competente con un conocimiento profundo
ART. 66 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS 629

de los procesos físicos involucrados y de todas las particularidades de los


instrumentos que se utilizan.

ART. 66 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS

Propósito y naturaleza de las observaciones


Las observaciones en el terreno pueden servir para detectar el despla-
zamiento o la def ión de una portada por una fundaci
localizar la fuente de los asentamientos en el terreno por debajo de la estruc-
tura, detectar síntomas de rotura inminente de un talud o revelar la defor-
mación de una estructura flexible, como un túnel tubular, que está totalmente
enterrada..
Los desplazamientos verticales van comúnn. :nte asociados con el asen-
tamiento o el levantamiento de estructuras, y las observaciones para deter-
minar la magnitud del movimiento experimentado pueden o no estar combi-
nadas con mediciones que sirvan para localizar las fuentes del asentamiento
o levantamiento. Se producen desplazamientos horizontales en una estructura
cuando la misma está solicitada por fuerzas. horizontales, como el empuje
del agua o de la tierra. Cuando existen tanto fuerzas verticales como hori-
zontales, la puede inelij inclinación que puede d úl
observando el movimiento vertical de dos líneas de puntos de medición
ituados a distinto nivel, o el asentamiento de dos líneas de puntos de
medición separadas horizontalmente. La rotura de un talud, a menos que
S2a causada por uma pérdida instantánea de resistencia al corte provocada
por un exceso de presión hidrostática, ya precedida por el alabeo de la
superficie del terreno. Este alabeo puede detectarse por medio de puntos
de observación situados a lo largo de líneas que, según la experiencia, es
dable que experimenten la máxima desviación desde su posición original.
Como la posición de estas líneas solo puede ser estimada, la distribución del
sistema de puntos de observación requiere criterio sano respecto a las defor-
maciones que se van a producir. La ubicación de la superficie de desliza-
miento y la observación de la velocidad” de desplazamiento a lo largo de
esa superficie requieren la instalación de tubos verticales flexibles cuya forma
pueda determinarse de tiempo en tiempo por medio de instrumentos espe-
ciales. La medición de las deformaciones que experimentan las estructuras
enterradas solo requiere la determinación periódica de las dimensiones inte-
riores en las direcciones aproximadas de máximo ensanche y máximo angos-
tamiento. Estas dimensiones se pueden determinar por medio de aparatos
muy simples.

Observación de asentamientos
- — El propósito de las' observaciones de asentamiento es el de proveer
inf respecto a su itud, velocidad y distribución. El asenta-
miento de la base de una estructura y de puntos adecuadamente seleccio-
mados situados por debajo de la cota a que apoya dicha base sirven al
630 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

propósito mencionado. Lo común es que solo se hagan observaciones del


primer tipo. Según las circunstancias, estas observaciones pueden ser nece-
sarias únicamente durante un tiempo comparativamente corto para deter-
minar, por ejemplo, si una estructura asienta excesivamente durante la
excavación para construir un sótano adyacente, o extenderse durante muchos
años y con gran precisión para permitir comparar el asentamiento de un
edificio bajo su peso con el asentamiento previsto en base a la teoría y a
los ensayos de suelo.
El primer requerimiento para efectuar una observación adecuada del
asentamiento es disponer de un buen punto fijo de referencia. Con prefe-
rencia, aun para una serie de observaciones de corta duración, el punto
fijo de referencia debiera estar fundado sobre roca o sobre algún estrato
que con seguridad no se asienta. Como no siempre es posible construir tal
tipo de punto de referencia, en situaciones semejantes se ha hecho costum-
bre utilizar un edificio existente a cierta distancia de la estructura que se
va a observar. En tal caso, si no existe un registro fehaciente del asenta-
miento del edificio elegido como punto fijo, conviene establecer por lo
menos dos o preferiblemente tres referencias independientes utilizando
edificios de distinta edad, situados en diferentes lados respecto de la estruc-
tura que se va a observar. Debido al inevitable descenso de la superficie
del terreno en la vecindad del área cargada, la menor distancia entre el
punto fijo de referencia y el edificio bajo observación nunca debe ser inferior
a dos veces el ancho del edificio. En ciertas ciudades como Boston y New
Orleans no se puede confiar en un punto fijo, salvo que se establezca en
el fondo de una perforación profunda que penetra dentro de un estrato
duro. En Cambridge, Massachusetts, por ejemplo, una gran área a lo largo
de la Avda. Massachusetts experimentó asentamientos variables entre 0
y 60 cm en un período de 40 años. Es dable pensar que descensos desi-
guales y singularmente extendidos se produzcan también en toda ciudad
construida sobre capas de arcilla o de limo, de modo que las observaciones
referidas a puntos fijos ubicados en estructuras vecinas no proporcionan
otra cosa que información respecto a los asentamientos diferenciales entre
la estructura que se observa y el hundimientc general de la superficie que
la circunda. En tales circunstancias, sería deseable que las autoridades
municipales construyeran unos pocos puntos fijos de referencia en el fondo
de perforaciones, que sirvan para controlar la elevación de puntos auxiliares .
de referencia de tiempo en tiempo.
La figura 66.1 muestra un punto fijo de referencia adecuado para
nivelaciones de precisión, de largo alcance en el tiempo, apto para una
estructura situada por encima de un espeso depósito compresible (Bjerrum
et al., 1965). Como la camisa exterior puede ser comprimida por las fuerzas
provocadas por la fricción negativa debida al asentamiento del suelo cir-
cundante, el punto fijo está constituido por la parte superior de una barra
interior que no está influida por las deformaciones de la camisa.
Los puntos de medición colocados sobre las estructuras deben ser fácil-
mente accesibles al observador y bien protegidos contra cualquier daño.
Si el período de observación es corto y el propósito es registrar los movi-
ART. 66 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS 631
Micrómetro

Caño de referencia
en superficie

Véstago central:

Fig. 66.1. Punto fijo profundo y referencia superficial adecuados para


nivelaciones de precisión de larga duración.

mientos que se producen en una construcción adyacente, pueden bastar


marcas o ranuras practicadas en las paredes y columnas de la estructura
que se va a observar. Por el contrario, si las observaciones deben continuar
durante cierto tiempo bay que adoptar medidas contra la corrosión y el
desgaste. El múmero de puntos de observación debe ser numeroso, como
para permitir el dibujo de curvas suficientemente correctas de iguales asen-
tamientos, como lo muestran las figuras 56.7, 56.8 y 69.2 y, para satisfacer
ese requerimiento, por lo menos las dos terceras partes de los puntos de
m n deben situarse en el interior de la estructura. En estructuras
632 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

con sensibilidad ordinaria basta un punto de medición por cada 20 m* de


terreno cubierto.
Las observaciones se pueden realizar por medio de un nivel común o
bien con un nivel de agua. El nivel común se ha usado mucho en el pasado
y es en general satisfactorio para observar puntos de medición situados
en la parte exterior de la estructura, pero suele resultar inconveniente en
el interior, donde existen muchas obstrucciones, como columnas y tabiques.
La exactitud de las lecturas de asentamientos obtenidas con el nivel común
no supera en general a unos 3 mm.
Se obtiene una mejor exactitud y una mayor conveniencia de obser-
vación, en particular en los lugares obstruidos, utilizando el nivel de agua
que se indica en la figura 66.2 (Terzaghi, 1938b). Consiste en dos tubos
de vidrio unidos entre sí por una manguera de goma, llenos de agua. En
cada tubo de vidrio, la posición del nivel del agua se mide utilizando un
micrómetro a tornillo. Como las distancias verticales zp son constantes e
iguales para ambos tubos, la medición de 2, y z2 por medio del tornillo
micrométrico provee la diferencia de elevación entre dos puntos como igual
a 2; - Za. El error inherente al uso de este dispositivo es aproximadamente
de 0,005 cm. Con el objeto de eliminar errores sistemáticos y proveer u
control de las lecturas individuales, es deseable determinar la diferencia
de elevación entre dos puntos de medición con los tubos de vidrio en una
posición y después repetir las operaciones con los tubos de vidrio inter-
cambiados. Debe tenerse cuidado de que toda la manguera esté al sol o
en la sombra, pues la diferencia de densidad del agua, causada por la dife-

(o)
Cuchilla

Fig. 66.2. (a) Diagrama esquemático de un nivel de agua; (b) detalle de los tubos
de vidrio y del tornillo mierométrico uti'izados para medir; (c) punto de observación;
(d) detalle de la tapa de protección utilizada antes de empotrar el caño en su lugar
(según Terzaghi, 1938b).
ART. 66 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS 633

rencia de puedeintroducir un error iderable. Dife i


en la presión atmosférica en los tubos pueden también conducir a errores
significativos. Eliminando los micrómetros a tornillos y leyendo el nivel
del agua con una escala graduada adosada al tubo de vidrio, se obtiene
un nivel de ua muy simple que puede leerse con una aproximación de
alrededor d
Los de de “observación ilustrados por la figura 66.2d satisfacen el
requerimiento de ser accesibles y permanentes. Consisten en un pequeño
trozo de caño embebido totalmente en la pared, cuyo extremo se cubre
con un tapón de cobre a ras con la superficie de la misma. Para hacer
observaciones de asentamiento se retira el tapón y se remplaza tempora-
riamente con una extensión cilíndrica (fig. 66.2c).
Cualquiera sea el tipo de instrumento, es deseable hacer un circuito
completo que comience en el punto fijo de referencia, incluya a todos los
puntos de observación y retorne al punto de referencia. De esta manera
se determina el error total cometido. El valor de este error debe siempre
incluirse en los registros de los respectivos asentamientos.
Para medir el asentamiento de la cresta de una presa o del fondo de
una galería de inspección puede resultar conveniente instalar una cañería
permanente equipada a intervalos con tubos verticales trasparentes. El nivel
del agua en los tubos sirve como un nivel de comparación a partir del
cual se determina la distancia vertical al punto de medición situado sobre
la esucnra o en la cañería misma.
Iquiera sea la ística del rel i de sobre
slo puntos elegidos se deben hacer observaciones sistemáticas con
intervalos de tiempo suficientemente cortos como para permitir la cons-
trucción de adecuadas curvas tiempo-asentamiento para cada uno de ellos.
Tan pronto se han instalado los puntos de medición, debe hacerse un
relevamiento general antes de iniciar los trabajos de construcción. Si las
observaciones tienen por objeto determinar los asentamientos que pudieran
causar una excavación o construcción vecina, se deben realizar relevamientos
adicionales a intervalos frecuentes, en algunos casos diariamente, mientras
la construcción procede en forma activa. Después, los intervalos pueden
espaciarse hasta que resulte evidente que los movimientos han cesado. No
es, sin embargo, infrecuente que los períodos de reajuste se extiendan por
varios meses, o aun un año, de modo que las observaciones no deben inte-
rrumpirse prematuramente. Si las observaciones tienen por propósito deter-
minar el asentamiento de una estructura bajo sus propias cargas, el primer
conjunto de lecturas debe hacerse antes que las fundaciones soporten carga
alguna. Hay que realizar lecturas completas una o dos veces durante la
construcción: una vez terminada ésta, cuando actúan todas las cargas de
peso propio; tan pronto como se le haya agregado la sobrecarga y, después,
por lo menos una vez por año hasta que el asentamiento termina.
Cuando lo que se desea es determinar la fuente de los asentamientos
o la distribución de la compresión del suelo a lo largo de líneas verticales,
resulta necesario ubicar puntos de observación subterráneos a varias pro-
634 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO
Vestago interior

Coño guía.
exterior

A Caño exferior refirado unos


| + 30cm de la punto
ds ZZZZZZZZIIZA
SL ZZAS ZZZZZZZIZIZ,
ZAS GN
+ MA 7
A:

Anclajes metólicos
Flexibles

Fig. 66.3, Punto de observación Borros (según Bjerrum et al., 1965).

fundidades. Para establecer un punto de observación subterráneo, se prac-


tica una perforación hasta la profundidad necesaria, la que se encamisa
con un caño de 2 Y4”. Se llena la parte inferior en una altura de unos 0,50
a 1,00 m con hormigón y se hace descender un caño de 1” que se introduce
dentro del hormigón mientras éste está fresco. La parte del caño que que-
da por encima del concreto debe estar bien engrasada. Se retira entonces
la camisa hasta que su fondo se sitúe unos 50 cm por encima del hormigón,
con lo cual el extremo superior del caño de 1” sirve de punto de medición.
La camisa debe ser cubierta con una tapa adecuada para proteger la parte
ART. 66 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS 635

superior del caño de 1”. Un tipo conveniente de punto de medición sub-


terránea lo constituye el dispositivo llamado punto Borros (Bjerrum et al,
1965), que se caracteriza porque la barra interior se prolonga en su parte
inferior en tres anclajes flexibles que pueden forzarse dentro del terreno
para formar un soporte que impida el movimiento entre el fondo del punto
de medición y el suelo circundante (fig. 66.3).
Antes de instalar puntos de observación deben realizarse perforaciones
exploratorias que permitan una visualización de las fuentes del asentamiento.
Por lo menos hay que instalar un punto de observación en el límite superior
y otro en el límite inferior de cada estrato que pueda contribuir al asen-
tamiento.
En muchos casos es necesario determinar el asentamiento de la base de
un terraplén debido a la compresión del suelo inferior, sabiendo que la com-
presión del propio terraplén es insignificante. Bajo estas circunstancias, se
instalan comúnmente asentímetros de placa (fig. 66.4) sobre la superficie
del terreno natural antes de iniciar la construcción del terraplén. El tamaño
de la placa depende de la compresibilidad y uniformidad de los mate-
aña superficiales situados debajo del terraplén. La placa va provista de
a la cual se une un trozo de caño usualmente de 1,50 m de
Jongitud. A medida que se levanta el terraplén se agregan trozos adicio-

Superficie del
Taper. terrapién

Trozos de (,5m
|_coño I/4*roscodo
| o tope

Superficie del
Pesiono terreno original
AA
Placo de ocero de
60 x 60cm o mayor
Fig. 66.4. Asentímetro de placa para determinar el asentamiento de la base de
un terraplén,
636 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO
( Nivel de medición
po Cinta
de acero
greduede

p
h
[|_Lamiso (O) Sesezo giratoria
Brozo en cruz Il
NE
y Coña común 114"

cesan — Punto de medido


distanciado, L_—corño común 2*
A o
Excovación paro
Cestalortrazo en cruz
Nivel cero
Brozo encruz poro focinta
/ PC TS tong.JOCmM
ñ Tringuetes
Relleno compoctodo a mono fo Peras
Estopo atado con olombre ?
¿som AE E/e medición
se L— arg"
[TE—4guyero =100m a
É— Chapo de fijación

(a) (6)
Fig. 66.5. Dispositivo desarrollado por el U.S. Bureau of Reclamation ps
asentamientos dentro de un dique. (a) Disposición de los brazos en cruz; (|
para medir (según U.S.B.R., 1963).

nales de caño, determinando antes de cada prolongación el nivel del último


trozo instalado e inmediatamente después la elevación de la parte superior
del nuevo agregado. De esta manera se obtiene el asentamiento producido
por el incremento del peso del terraplén. Como la elevación del caño sobre
el nivel de trabajo interfiere con las operaciones de terraplenado y com-
ART. 66 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS 637

pactación, alrededor de cada asentímetro el terraplén debe colocarse y


compactarse a mano. La exactitud de los resultados que se obtienen con
este tipo de medición es del orden de 1 cm.
Cuando se trata de la construcción de presas de tierra y otros terra-
plenes de gran altura, el asentamiento producido por compresión del propio
terraplén puede ser tan importante como el originado por la fundación. La
instalación de un conjunto de placas para medir el asentamiento a distintos
niveles produciría la información requerida pero interferiría mucho con la
colocación del terraplén, Por ello, se han desarrollado asentímetros múlti-
ples que permiten la observación a distintos niveles utilizando una única
instalación. La figura 66.54 muestra uno de estos dispositivos, que ha sido
desarrollado por el U.S. Bureau of Reclamation, el que consiste en una serie
de caños dentro de los cuales, a intervalos de 1,50 6 3 m, se insertan otros
que llevan brazos en cruz que cumplen la función de las placas de asenta-
miento. La posición de los caños menores deslizantes, y por tanto el nivel
de los brazos en cruz, se determinan y miden por medio de un torpedo
(fig. 66.5b) que contiene un conjunto de trinquetes que se engranan en la
parte inferior del tubo deslizante (USBR, 1963). El dispositivo ha sido
usado exitosamente en muchos grandes diques.
Los asentamientos que se producen en el interior de un terraplén tam-
bién pueden medirse utilizando un dispositivo en nivel de agua (Mallet
y Pacquant, 1951). Este aparato (fig. 66.6) elimina la necesidad de instalar
caños de elevación en el terraplén que interfieren con las operaciones de
tonstrucción. Aun cuando el principio de este dispositivo es simple, se
requiere una atención meticulosa respecto a los detalles, si es que se desean
obtener resultados satisfactorios. La presencia de burbujas de agua en las
líneas conduce a errores intolerables, que deben evitarse haciendo circular
agua a través de las cañerías antes de efectuar una observación. La cámara
de desborde situada en correspondencia con la célula de observación debe
ser purgada a presión atmosférica. Como la mayoría de los terraplenes altos
i no sólo un sino un :hami: hori. 1
los conductos que van desde la célula hasta el punto de medición deben
poder acomodarse a los movimientos sin llegar a su rotura. La exactitud
de las mediciones no es usualmente mayor de 1 cm.

Célula premoldeodo ns
culocado enelterraplén — Salida deoire=a y Miómetro

SS = NA jr Caño
de desborde

a a opt
Fig. 66.6. Nivel de agua para medir el asentamiento de un punto en el interior de
una presa (según Mallet y Pacquant, 1951).
638 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

Fig. 66..7, (a) Diagrama de instalación para ol observar el movimiento de un muro


de sostenimiento; (b) detalle de la barra de medición y del tapón de protección en
la cara del muro.

Ob ión de 5 hori: de
Este grupo de mediciones comprende la observación del desplazamiento
de la cresta de muros de sostenimiento o ataguías y de la inclinación de tal
tipo de estructuras.
La medición de los desplazamientos horizontales a lo largo de una
línea, como la cresta de una ataguía, requiere el uso de un buen teodolito
con una sólida fundación para apoyarlo mientras se realizan las observa-
ciones y, al menos, dos puntos fijos a los cuales se pueda dar fe como
referencia del registro que se realiza. De preferencia, el teodolito debe
instalarse de tal manera que las lecturas se puedan realizar sosteniendo
horizontalmente una regla graduada contra los puntos de medición. Con el
uso de este procedimiento es posible hacer lecturas con una precisión de
alrededor de 2 mm. Al seleccionar la posición de la fundación sólida para
soportar el teodolito, debe tenerse en cuenta la probable magnitud del
desplazamiento anticipado.
Los desplazamientos horizontales de los muros de sostenimiento pueden
medirse por medio de un teodolito en la forma en que se describió en el
párrafo anterior. Se pueden, empero, obtener mediciones más exactas con
.menos esfuerzo mediante la ayuda de barras horizontales dispuestas como
lo muestra la figura 66.7. Uno de los extremos de cada barra se ancla
en una parte estacionaria del terreno a una distancia considerable del muro
de sostenimiento. La parte media de la barra se coloca dentro de un caño c
y el extremo exterior en un caño d embebido en el muro a observar.
Se mide la distancia entre el extremo frontal del caño que sirve como
punto de referencia y el extremo libre de la barra. Si se requiere una gran
exactitud, la regla que se usa para medir la distancia puede equiparse con
un vernier.
Si los desplazamientos se deben totalmente a un movimiento de incli-
nación pueden observarse utilizando uma plomada, ya que los desplaza-
ART. 66 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS 6%

mientos angulares producen un cambio en la distancia que separa un punto


de observación colocado en la pared y la posición de la plomada libre-
mente suspendida. En presas de hormigón se han utilizado también exten-
samente inclinómetros de diferente diseño, los que permiten medir con
gran precisión la inclinación producida.

Observación de la distorsión de taludes


Estas observaciones sirven para detectar el peligro de un deslizamiento.
La medición de la deformación progresiva de los taludes se torna difícil
porque la capa superior del suelo tiene la tendencia a deformarse por fluen-
cia lenta o creep; aun cuando el talud en su conjunto posea adecuada esta-
bilidad. En climas moderados, la fluencia lenta puede extenderse hasta una
profundidad de 1 m, de modo que se torna necesario impedir el contacto
entre la barra de referencia enterrada en el talud y el suelo en un espesor
de lm, medido desde la superficie del talud. Uno de los varios métodos
utilizados para detectar el movimiento de un talud consiste en practicar
un hoyo de 4” a 6” de diámetro hasta una profundidad de 1,50 m y encami-
sarlo. Se introduce luego un caño de observación de 2” de diámetro, que
se hinca 1 m por debajo del fondo del hoyo. El extremo superior del caño
de observación debe sobresalir ligeramente por encima de la camisa, pero
no extenderse demasiado a fin de que se lo pueda proteger por medio de
una tapa roscada a la camisa. El desplazamiento horizontal del caño se
mide con un teodolito como se explicó anteriormente. Para facilitar las
mediciones, los puntos de observación deben situarse a lo largo de líneas
rectas y las mediciones de desplazamientos horizontales suplementarse con
medidas de nivel.
La posición más adecuada para ubicar los puntos de observación en
relación con el talud depende de si se anticipa una rotura de talud o una
rotura por la base. Si se anticipa una rotura de talud como probable, los
caños suelen colocarse como se indica en la figura 66.84, siendo en cambio
la disposición de la figura 66.8b más satisfactoria para una rotura por la
base. En arcilla blanda o plástica solo es necesario considerar roturas por
la base.

Fig. 66.8. Posición de los puntos de observación para detectar el movimiento de un


talad. (a) Si se espera un deslizamiento por un círculo de pie; (b) si puede produ-
cirse una rotura por la base.
640 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

Perforación lleno
de lodo arcilloso
coloreado

Placa metálica
de medición con oletos

Corte A-A

Fig. 66.9. Punto de observación para medir levantamiento.

Cuando durante la excavación de un corte a cielo abierto existe la


posibilidad de una rotura por la base, para detectarla se pueden establecer
puntos de observación subterráneos, colocados un poco por debajo del nivel
final de excavación. Una rotura por la base va siempre precedida por una
marcada elevación del fondo del corte, de modo que, si se observa tal levan-
tamiento, se pueden tomar medidas antes que ocurra un accidente. Para
estas observaciones solo se necesitan lecturas de nivel.
La figura 66.9 ilustra un tipo especial de punto de observación. Consiste
en una placa fijada a cuatro hojas que se hunden en el terreno en el fondo
de un hoyo o perforación (Bjerrum et al., 1965). Las paredes de la exca-
vación se mantienen abiertas con una mezcla de bentonita y agua coloreada
con un Pigmento que permite encontrar el hoyo a medida que la excavación
levañtamiento se mide bajando una barra de longitud conocida
a través del relleno blando hasta que hace contacto con la placa para deter-
minar la elevación del extremo superior de aquélla. En ciertas instancias,
debido a las condiciones de trabajo, resulta difícil localizar el relleno colo-
reado, pero excluida esta' dificultad la observación se puede realizar con
una precisión del orden de 2 mm.
Los movimientos horizontales que preceden o van asociados con la
inestabilidad de los taludes pueden también ser investigados por releva-
mientos sucesivos de la forma y posición de tubos verticales flexibles insta-
ART. 66 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS 64]

Ruedas guías montados


sobre resortes

Péndulo

Punto de contacto

Resistencia o
Lobino de precisión

Comisa de plástico
o deoluminio
construído con ronuras

Fig. 66.10. Diagrama esquemático del inclinómetro Wilson. (a) Vi del instru-
mento; (b) sección transversal mostrando el instrumento dentro de l: ranuras de la
camisa (según Wilson y Hancock, 1960).
642 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

Movimiento
en cm
025 5 750
Profundidad por debajo del borde
superior de lo camisa, m

Los números indican los díos transcurridos


Oesde lo instalación dle lo comiso

(6)
66.11. (a) Sección transversal de un deslizamiento en Hawaii mostrando la
posición de la camisa del inclinómetro; (b) resultado de una serie de observaciones
que muestran que la zona del movimiento se concentra a una profundidad de 8 m.

lados en el terreno. Los relevamientos se practican haciendo descender


un dispositivo que contiene un péndulo que indica la desviación del tubo-
camisa respecto a la vertical. Se realiza inicialmente un relevamiento de
las desviaciones respecto a la verticalidad a intervalos poco espaciados, y
tomando éstos como lecturas iniciales, se repiten relevamientos sucesivos
para determinar los cambios de inclinación experimentados a los mismos
niveles. Los cambios de inclinación se pueden integrar para determinar la
desviación que el tubo-camisa ha experimentado en el período de tiempo
pasado entre dos conjuntos de lecturas. Se han desarrollado varios tipos de
inclinómetros sensibles (Koch et al., 1952; Wiegmann, 1954; Wilson y Han-
cock, 1960). La exactitud de las observaciones no está limitada por la sensi-
bilidad de los inclinómetros, sino por el hecho de que las sucesivas lecturas
se realicen con la misma orientación del instrumento y en el mismo punto
del caño-camisa. El dispositivo más ampliamente usado para satisfacer
este requerimiento estriba en usar una camisa con acanaladuras guías en
los cuales las observaciones se realizan por medio del inclinómetro de Wilson.
ART. 68 MEDICIÓN DE DESPLAZAMIENTOS 643

El inclinómetro está constituido por un péndulo cuyo extremo inferior


hace contacto con una bobina subdividida en dos resistencias que forman
una mitad de un puente de Wheatstone. La otra mitad está contenida en una
caja portátil de control, que incluye un potenciómetro de precisión cuyas lec-
turas son proporcionales a la inclinación del instrumento en el plano del pén-
dulo, El instrumento (fig. 66.104) lleva cuatro ruedas montadas sobre resortes
en el plano del péndulo, que se desplazan a lo largo de las acanaladuras
de la camisa. La camisa en sí misma está constituida de plástico o de aluminio
anodizado, con un diámetro interno de 2 7/8”. Contiene dos conjuntos de
ranuras en planos perpendiculares entre sí (fig. 66.10b) que permiten
orientar al instrumento en los sucesivos registros. Cada conjunto de obser-
vaciones implica la lectura en los dos planos mencionados, de modo que se
puede determinar la inclinación resultante.
La figura 66.11 muestra los resultados de una serie de observaciones
realizadas en el lugar de un deslizamiento. La posición de la superficie
de deslizamiento y la velocidad de desplazamiento se muestran claramente.
La exactitud en la medida de los desplazamientos depende de la forma de
la camisa curvada, Cuando el desplazamiento se produce dentro de un
espesor del orden de los 50 cm, el movimiento de la parte superior de una
camisa de 30 m de profundidad con respecto al fondo puede determinarse
con una exactitud del orden de 1 cm. En cambio, si las distorsiones se
extienden sobre una zona que tiene un espesor de 3 ó más metros, la exacti-
tud puede ser solo del orden de 2,5 cm.

Observaciones sobre la deformación de túneles y alcantarillas flexibles


Si el revestimiento temporario de un túnel o alcantarilla aproximada-
mente circular está formado de anillos o costillas cerradas, se puede obtener
una información valiosa respecto a las presiones que ejerce la tierra midiendo
varios diámetros de una sección dada inmediatamente después de instalado
el revestimiento y a intervalos regulares de tiempo posteriormente. Resulta
en general más conveniente medir los diámetros horizontal y vertical y dos
diámetros inclinados a 45%. Las mediciones se pueden realizar utilizando
una Cinta metálica.
La medición de la deformación gradual de revestimientos permanentes
de túneles, como secciones tubulares de hormigón, requiere un método más

Cajo de protección Reg! Aolenzo


Hilo invar on pinto
ZaÍBloque A, Cilindro
y a
deoluminio
y Los lecturas se hacen en el extremo
del cilindro

Fig. 66.12. Dispositivo para observar el cambio de diámetro de revestimientos per-


manente de túneles tubulares.
644 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

refinado debido a que las deformaciones son menores. Un procedimiento


que ha sido usado con éxito determina el cambio de distancia entre dos
bloques permanentes de referencia por medio de un alambre de invar. En
uno de los extremos, el alambre tiene fijo un aro metálico que se apoya
contra un pasador en uno de los bloques de referencia, en la forma que lo
muestra la figura 66.12, El otro extremo se une a un cilindro de metal
liviano con terminales cuidadosamente pulidos. El cilindro va provisto de
un gancho al cual se une una pequeña balanza de resorte. Para hacer una
medición, el alambre de invar se extiende entre los dos bloques de refe-
rencia con la interposición de la balanza a resorte, de modo que el esfuerzo de
tensión en el mismo alcance un valor predeterminado, como por ejemplo 10 kg.
Alcanzada la tensión especificada, se mide la distancia por medio de una
regla metálica terminada, en un extremo, en punta aguzada que se apoya
contra el segundo bloque, y en el otro sobre el cilindro metálico. Para
tener un control de la longitud del alambre o permitir su remplazo si se
doblase o resultase dañado, se instala en forma permanente un conjunto
de bloques tipo, que se disponen en un lugar accesible, donde la distancia
entre bloques no esté sujeta a cambios. La lectura de la distancia entre
bloques debe realizarse antes y después de cada conjunto de observaciones
en el terreno. Para distancias que alcanzan alrededor de unos 10 m, las
mediciones realizadas con este dispositivo tienen una exactitud del orden
de 0,5 mm.
Lecturas seleccionadas
Kjellman, W., T. Kallstenius y Y. Liljedahl (1955), “Accurate measurement of settlements”,
Proc. Royal Swedish Got. Inst., NO 10.
Shannon, W. L., S. D. Wilson y R. H. Meese (1962), “Field problems: field measurements”,
Capítulo 13 de Foundation Engineering, G. A. Leonards, ed., Nueva York, McGraw
. Kenney y B. Kjaernsli (1965), “Measuring instruments for strutted ex-
cavations”, ASCE Journal, de Soil Mechanics, 91, NO SML, págs. 111-141.
Wilson, S. D. y C. W. Hancock (hijo) (1965), “Instrumentation for movements within
rockfill dams”, ASTM Special Tech. Publ, 392, págs. 115-180.

ART. 67 MEDICIÓN DE EMPUJES DE TIERRA


Propósitos y medios de observación
La medición de las presiones o empujes de tierra se realiza para deter-
minar la magnitud y distribución de las presiones de contacto entre los
suelos y las estructuras, con el objeto de: 1) verificar o mejorar las bases
de proyecto; 2) determinar la magnitud y distribución de las tensiones que
se desarrollan en las masas de tierra, como las subrasantes de pavimentos
para caminos y aeropuertos, y 3) proveer información respecto a las cargas
que soportan los miembros individuales de apuntalamientos temporarios O
permanentes que sostiene al suelo durante o después de la construcción.
- Los intentos para medir las presiones de contacto contra las caras planas
en estructuras de hormigón se han realizado usualmente utilizando células
de presión embebidas en el hormigón, de tal modo que la superficie de
ART. 67 MEDICIÓN DE EMPUJES DE TIERRA 645
contacto entre suelo y célula estuviese enrasada con la superficie plana del
concreto. Los resultados pueden ser engañosos debido a errores provenien-
tes de las imperfecciones propias de las células de presión y también deri-
vados del pequeño tamaño de las células mismas y del área de contacto
entre suelo y célula. Los errores asociados con la imperfección de las células
pueden evitarse con una instalación adecuadamente proyectada; en cambio,
aquellos debidos a la pequeña área de contacto pueden resultar tan grandes
como para necesitar el uso de un sistema totalmente diferente de medición,
como aislar una parte grande de una estructura enterrada y medir la carga
total que actúa sobre la misma. El uso de células de presión para medir
las tensiones que se desarrollan en el interior de masas de tierra también
conduce a errores, a menos que las células se proyecten e instalen en tal
manera que su presencia no altere el estado de tensiones de la masa. Cuando
el empuje que actúa contra un sostén es soportado por un sistema estructu-
ral simple, como los puntales de una excavación a cielo abierto (artículo
48), la magnitud y distribución de la presión pueden investigarse en forma
muy conveniente y segura midiendo las cargas que actúan sobre los puntales.

Células de presión para medir las presiones de contacto


Como la cara de contacto entre suelo y célula está a ras con la cara
externa del hormigón y la célula está totalmente embebida en concreto,
su forma no tiene importancia. No obstante, cualquier desplazamiento
de la cara de contacto entre célula y suelo cambia la presión en dicha cara.
El error se toma excesivo si la relación entre desplazamiento y diámetro
excede aproximadamente de 1/1000 (Taylor, 1947). Las primeras células
consistían en cajas circulares chatas, llenas con un líquido, cuyas caras de
contacto estaban formadas por una membrana flexible. La presión en el
líquido se medía utilizando un manómetro ordinario. Aun cuando la defor-
mación absoluta de la membrana era pequeña, resultaba suficientemente
grande como para causar un importante cambio de presión. Por otro lado,
las células eran extremadamente sensibles a los cambios de temperatura.
El próximo paso (Goldbeck y Smith, 1916) en el desarrollo de células
de presión está representado por la célula Goldbeck que consiste en una
caja circular de 5,4” de diámetro y 1,5” de espesor. El área de contacto
con el suelo es de 10 pulgadas cuadradas. En este dispositivo, que está
ilustrado por la figura 67.1a, la cara de contacto viene soportada en su
centro por un botón metálico de contacto. Detrás del resto de la cara de
contacto existe una cámara en la cual se puede hacer penetrar aire bajo
presión. Cuando la presión de aire dentro de la cámara interior resulta
suficiente para balancear la presión externa en la cara de contacto, ésta
se desplaza y se corta el circuito eléctrico que hace el botón de contacto.
Estos cortes vienen indicados por una luz eléctrica que se apaga o por una
caída en la lectura de un amperímetro.
Aun cuando la célula de Goldbeck representa un gran adelanto sobre
las anteriores, posee un número de desventajas, siendo la más importante
el movimiento hacia afuera de la superficie de contacto, necesaria para
646 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

(a)
Fig. 67.1. Células para medir la presión, (a) Célula Goldbeck; (b) célula Carlson;
(c) célula Waterways Experiment Station; (d) adaptación de la célula a cuerda vi-
brante para medir la presión contra la cara de un tablestacado.

interrumpir el circuito eléctrico. Por ello, la presión indicada es demasiado


grande, Así por ejemplo, en una instalación, la presión observada por medio
de las células de Goldbeck fue 80% en exceso de la carga determinada
por métodos más exactos. En muchos casos, la interrupción del circuito
eléctrico no se define en forma aguda sino que se produce como una dis-
minución gradual de la corriente dentro de un intervalo grande de presión.
La condensación de agua proveniente del aire comprimido o de otras
fuentes comúnmente falsea los puntos de contacto y torna a la célula inope-
rativa. Para evitar estas dificultades se intentaron varias modificaciones, pero
como los resultados no fueron muy felices, se han buscado nuevas aproxi-
maciones al problema.
En las células mejoradas, en contraste con las del tipo Goldbeck, las
lecturas se pueden hacer sin producir antes un desplazamiento por medios
artificiales y las deformaciones de la cara de contacto son muy pequeñas.
Los registros respecto de la confianza a largo plazo en la respuesta
de la
mayoría de las células colocadas en obra han sido en cambio más bien
insatisfactorios. Entre aquellas que han demostrado ofrecer una respuesta
confiable en un alto grado están la célula Carlson, la célula Waterways
E Station y la célula a alambre o cuerda vibrante.
La célula Carlson (fig. 67.1b) está esencialmente formada de dos
placas chatas de acero de 7” de diámetro separadas por una película de
ART. 67 MEDICIÓN DE EMPUJES DE TIERRA 647

mercurio de aproximadamente 0,02" de espesor (Carlson y Pirtz, 1952). La


carga aplicada contra las chapas de acero produce una presión en el mer-
curio. La parte central de la chapa superior de acero tiene un espesor redu-
cido de modo que actúa como un diafragma relativamente flexible que se
deforma hacia arriba debido al aumento de la presión de mercurio y actúa
sobre un medidor de deformación Carlson. El medidor de deformación
consiste en dos bobinas de alambre de acero montadas sobre carretes de
porcelana y ligadas a un marco de acero. La deformación del diafragma
aumenta la tensión en los alambres de una de las bobinas y reduce en la
misma magnitud la tensión en la otra. Los cambios de tensión causan un
cambio en la relación entre las resistencias eléctricas de las dos bobinas
que puede medirse por medio de un puente de Wheatstone. El cambio
en relación de resistencia es una medida de la deformación del diafragma
y, por tanto, de la presión de contacto contra la célula. Es interesante
hacer notar que un cambio de temperatura aumenta o disminuye la tensión
en los alambres de las dos bobinas en la misma cantidad y, en consecuencia,
no ejerce ningún efecto sobre la relación mencionada. Todo el medidor
de deformación está colocado dentro de un vástago y puede leerse por
medios eléctricos desde un punto distante. La exactitud de las lecturas
Puede ser influida por los cambios de resistencia de los cables de conexión.
El módulo efectivo de elasticidad de la célula de Carlson es casi igual
al del hormigón. Por ello, los errores debidos a la deformación de la super-
ficie de contacto no son importantes. La capacidad de las células de Carlson
varía entre unos 300 y 50.000 kg. Para una instalación dada, debe seleccio-
narse una So que tenga la menor capacidad factible, sin que llegue a
da, a fin de obtener la mayor sensibilidad posible. La sensi-
Bilidad es aproximadamente igual al 1% de la capacidad.
La célula de Waterways Experiment Station (WES) (fig. 67.1c) es simi-
lar en principio a la célula de Carlson, excepto que la ón del diafrag-
ma que constituye la superficie de contacto se mide por medio de rn
tros eléctricos adheridos al interior del diafragma (Woodman, 1965).
circuito eléctrico elimina la posibilidad de error debido a un cambio Z
resistencia en los cables de conexión, pero la tendencia a la fluencia lenta
del cemento utilizado para pegar los extensómetros eléctricos al diafragma
pueda conducir a la inestabilidad.
La célula de alambre o cuerda vibrante (fig. 67.1b) opera sobre el prin-
cipio de que la deformación del diafragma modifica la tensión en un alambre
elástico extendidd entre dos pernos fijados al diafragma y que ello causa
un cambio en la frecuencia natural de vibración del alambre. Cerca del
alambre se monta un magneto eléctrico permanente. Para efectuar la obser-
vación se envía un impulso eléctrico a través del magneto, el que induce
al alambre a vibrar. La vibración del alambre dentro del campo del mag-
neto permanente produce una fuerza electromotriz en la bobina del magneto
eléctrico con una frecuencia igual a la del alambre vibrante. La fuerza
electromotriz se amplifica y su frecuencia se determina por medio de un
instrumento portátil de medir frecuencias (Bjerrum et al., 1965). La defor-
mación del diafragma es proporcional al cuadrado del cambio de frecuencia.
648 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

La temperatura produce la misma deformación en el diafragma que en el


alambre vibrante y por tanto no requiere compensación. El comportamiento
a largo plazo de tales células ha sido muy satisfactorio (Cooling, 1962). La
célula que muestra la figura 67.1d se construyó para medir la presión de
contacto contra la cara de un tablestacado metálico. La calibración de la
célula no fue dañada por las vibraciones producidas por la hinca de las
tablestacas.

Medición de las presiones de contacto contra grandes superficies


Cualquiera sea el tipo de célula de presión, las de uso común proveen
un área de contacto que es muy pequeña comparada con el área total de
contacto entre la estructura y el suelo, aun cuando se han instalado células
del tipo WES con un diámetro que alcanza hasta 30” (Thayer, 1966). En
la obra, la presión de contacto nunca está uniformemente distribuida por-
«que el suelo nunca es homogéneo. Más aún, las operaciones de construc-
ción introducen tensiones locales que pueden desviarse mucho de las pre-
siones medias de contacto. Por ello, una segunda etapa en el desarrollo de
técnicas para medir las presiones de contacto se ha dirigido a la creación
de métodos para medir presiones sobre grandes áreas,
La figura 67.24 ilustra un método para medir presiones sobre grandes
árcas y se refiere a las instalaciones realizadas para medir la presión de
contacto en la base de una sección de un túnel del subterráneo de Chicago.
En esta instalación las caras de contacto estaban constituidas por losas de
hormigón fuertemente armadas, colocadas dentro de marcos formados por
perfiles U de acero. Las losas fueron aisladas del resto de la solera del
túnel utilizando planchas de corcho suficientemente compresibles como para
no tomar más de una parte insignificante de la presión máxima a medir.

(6)
Espacio lleno de
plonchos de corcho
Sy Placa
Ie deocero
S

(e)

dog
¿e
J20cm 2, | i50cm_ 1120, !S00m 1 18 60
"Fig. 67.2. Instalación usada para medir la presión de contacto en la base del túnel
del subterráneo de (a) Media sección transversal por el intradós mostrando
las losas de medición; (5) sección transversal de detalle de una losa; (c) planta con
Ja disposición de las losas (según Terzaghi, 19430).
ART. 67 MEDICIÓN DE EMPUJES DE TIERRA 649

SS Sy<
IDA

Plancho demeto!
D2 Chopo de meto!

X Llenado y colafoteado
NV ontes de hormigonar
SS

Fig. 67.3. Método propuesto para medir el empuje contra un muro


. de sostenimiento.

Entre cada losa y la solera se colocaron tres células Carlson, por medio
de las cuales se puede determinar la carga que soporta la cara de contacto.
En general, esta instalación operó de una manera exitosa y, con modi-
ficaciones, es dable esperar que los principios utilizados conduzcan a resul-
tados fehacientes bajo otras condiciones. De preferencia, las losas de medi-
ción, como las que se indican en la figura 67.2a, deben ser premoldeadas
o bien vaciadas en el lugar con la mayor antelación posible a su solicitación
por la presión de la tierra. En caso contrario, la deformación del hormigón
fresco de las losas puede llegar a causar uma disminución en la presión
indicada, similar a la que se origina por deformación de las caras de con-
tacto en las viejas células hidráulicas. Después de endurecidas, las losas
deben ser prácticamente rígidas. Las losas de la instalación de Chicago
no eran suficientemente rígidas, razón por la cual las células simples no
llegaron a soportar una carga proporcional a la que solicitó a las células
dobles combinadas. Parece probable que cuatro células por losa, en lugar
de tres, hubiesen dado resultados más satisfactorios.
Las células Carlson, cuando se utilizan para medir reacciones en la
manera descripta, constituyen una de las diversas variedades de células de
carga. Otra variedad que hace uso de extensómetros de alambre vibrante
se describe a continuación al tratar de la medición de las cargas sobre los
puntales en excavaciones a cielo abierto.
La figura 67.3 sugiere un método para instalar losas similares para
medir la presión que ejerce la tierra contra una pared vertical, Cuando se
construye la pared se dejan recesos verticales para colocar la losa y las célu-
650 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

las de carga se embeben en el hormigón de la pared. Después que el hormi-


gón ha endurecido y que se ha retirado el encofrado, la cara de cada célula
se cubre con un disco metálico circular que sirve para trasmitir la carga
desde la losa a la célula. La cara del hormigón entre discos se cubre con
corcho, y la losa premoldeada se coloca en el receso. En la cara lateral
inferior las losas se apoyan sobre rodillos que ofrecen una resistencia
muy pequeña a un ligero movimiento lateral de la pared. La luz entre el
receso en las paredes y la losa se llena de corcho.
Si resultase más conveniente colar la losa en el lugar, debe dejarse un
espacio por encima del receso, como muestra la figura 67.3, para dar lugar
a la colocación del hormigón.

Medición de la presión en el interior de masas de tierra


Cuando las células de presión se utilizan para medir la presión interior
de una masa de tierra, deben satisfacer la condición adicional de que su
presencia no ejerza una influencia acentuada sobre el estado de tensiones
de la tierra. Una célula representa un núcleo rígido colocado dentro de un
medio compresible. Tanto la teoría como la experiencia han demostrado
la conveniencia de que la relación entre el diámetro y el espesor sea mayor
de cinco cuando la célula se instala para medir la presión vertical sobre un
plano horizontal dentro de un terraplén, como un dique de tierra (Taylor,
1947). La misma célula conduciría a resultados erróneos si fuese usada para
medir la presión horizontal contra un plano vertical, debido a que la dimen-
sión vertical de la célula restringiría la deformación vertical del suelo adya-
cente y cambiaría radicalmente el estado de tensiones en la zona de contacto
inmediata a la célula,
Como no existe posibilidad de instalar células en ningún tipo de suelo
inalterado sin producir un cambio radical en el estado de tensiones del
suelo hasta una distancia considerable desde la célula, se concluye que las
células de presión solo pueden utilizarse en terraplenes artificiales.

Medición de la carga en puntales y otros soportes temporarios


Las mediciones más efectivas para proveer información respecto a la
carga que soportan los miembros individuales de un sistema temporario
de soporte de una masa de suelo son las que se realizan sobre miembros
sometidos a compresión pura, como los puntales horizontales de una exca-
vación a cielo abierto. La carga sobre miembros comprimidos puede deter-
minarse ya sea por cálculo, partiendo de datos obtenidos con el uso de
extensómetros, o bien trasfiriendo la carga de los miembros a un disposi-
tivo adecuado de medida, En algunos pocos casos se han intentado hacer
estimaciones de las cargas observando la deformación que experimentan
vigas sometidas a flexión, pero los resultados de estas estimaciones no resul-
tan adecuados debido a que la deformación de las vigas induce un efecto
de arco en el suelo situado en la cercanía del soporte que flexiona y dismi-
nuye la presión en una magnitud desconocida.
ART. 67 MEDICIÓN DE EMPUJES DE TIERRA 651

Cualesquiera sean los métodos de medición usados, las observaciones de-


ben hacerse en varias secciones independientes a fin de obtener una concep-
ción de la desviación de las cargas respecto del término medio (artículo 48).
Hasta hace poco los extensómetros que requerían un circuito eléctrico
no daban resultados satisfactorios en obra, en gran parte debido a la sensi-
bilidad de los extensómetros a la humedad y a la imposibilidad práctica de
proveer una protección adecuada contra el deterioro y la humedad bajo
las condiciones adversas que existen en los trabajos de construcción. Por
estas razones, en muchas de las primeras mediciones realizadas para obtener
las cargas que actuaban sobre los puntales, se utilizaron extensómetros mecá-
nicos manuales de 25 cm de longitud. La operación era lenta y requería
gran habilidad de parte del operador (Peck, 1941). Más recientemente, se
ha desarrollado el extensómetro a cuerda vibrante, un instrumento simple,
robusto y seguro que ha mejorado considerablemente la facilidad y exacti-
tud del trabajo. En la figura 67.4 (Bjerrum et al. 1965) se ilustra una
adaptación adecuada para ser usada en la medición de la carga que actúa
sobre los puntales. Si los puntales son de perfiles de acero doble T de ala
ancha, se usan dos extensómetros montados uno a cada lado del alma, en
el núcleo central del puntal. Para evitar la influencia de una distribución
no muy uniforme de tensiones, los extensómetros no se colocan cerca del
extremo de un puntal sino a una distancia de aproximadamente 6 veces
la altura del puntal entre alas. Los extensómetros se instalan practicando
dos agujeros a través del alma del puntal e insertando un perno en cada
agujero, fijados por medio de tuercas roscadas. A cada lado del alma, los
pernos sostienen un alambre tensionado y un magneto eléctrico. Cada
extensómetro se cubre luego con una caja protectora y se conecta por cable
a un enchufe instalado en el alma del puntal, en un lugar conveniente cerca
de sus extremos, donde el operador puede conectar el instrumento de medi-
ción de frecuencia cuando desea realizar una observación. Como los alam-
bres tensionados están situados simétricamente respecto al eje neutro, se

Caja de protección

Cuerdo vibrante Magneto elecírico


Fig. 67.4. Adaptación del extensómetro a cuerda vibrante para medir la carga
sobre un puntal (según Bjerrum et al.. 1965).
652 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

Fig. 67.5. Dispositivo para medir la carga sobre puntales por medio
de gatos hidráulicos.

obtiene el término medio de las tensiones de compresión en el puntal divi-


diendo simplemente por dos los resultados obtenidos con los dos extensó-
metros. Si los puntales son asimétricos se pueden necesitar varios extensó-
metros para determinar la distribución de tensiones de compresión en su
sección trasversal. El error en las cargas sobre los puntales determinada
por medio de los extensómetros de cuerda vibrante no excede usualmente
del 10%. De ser posible, debiera realizarse un conjunto final de lecturas
en los puntales descargados después de ser retirados de la excavación, para
detectar y permitir la corrección de cualquier desviación en el cero de los
extensómetros.
Los extensómetros montados sobre puntales son relativamente poco
costosos y pueden considerarse como gastables. No deben, sin embargo,
usarse si no se conocen las condiciones elásticas del puntal o éstas no resultan
constantes. Por ello, no se pueden usar para determinar valores confiables
de las cargas que actúan sobre puntales de madera. En estos casos se pueden
realizar mediciones bastante buenas utilizando gatos hidráulicos, con un
equipo como el que muestra la figura 67.5. La fuerza entre el puntal y la
carrera se trasfiere a un par de gatos hidráulicos intercomunicados, cuya
carga se registra con un manómetro. La presión hidráulica se aumenta por
incrementos hasta que los gatos ejercen fuerza suficiente para producir una
pequeña luz entre el extremo del puntal y la carrera. El ancho del espacio
asi producido se mide por medio de micrómetros. Después que la separación
ART. 67 MEDICIÓN DE EMPUJES DE TIERRA 653

entre el puntal y la carrera ha alcanzado un valor del orden de 2 mm, se


disminuye la presión hidráulica que actúa sobre los gatos por incrementos.
Para calcular la carga que actúa sobre el puntal se dibuja una curva
como la de la figura 67.64, que muestra la relación entre la carga trasmitida
por los gatos y la separación entre puntal y carrera. Debido a la fricción
propia de los gatos, la curva encierra un lazo de histéresis de modo que,
para una separación dada, la carga real que soportan los gatos es aproxi-
madamente igual al promedio de las dos ramas del lazo de la histéresis. Sobre
esta base, el lugar geométrico de los puntos que representan las cargas que

019
Abrazoderos de 3"x Ya”
[ey
í! ¿a 30 ala anch o es
+ ¡pora alojar gatos Angulo e apoyo

Fig. 67.6. (a) Relación entre la carga que soportan los gatos y la srparavión entre
y carrera; (5) y (d) métodos para proveer Ja reucción para los gatos en el
con carga pequeña; (c) zapato para puntad de madera; (e) cartel
ara Puntal de aceros (/) método paca medir Ta scparación Cacgún Peck, 1941).
654 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO
Placa para sostener puntal Solido cable
A Gage post
Y) Célula dle cargo puntal
Zak 6)
A er
isco soldado o la Placo deapoyo Caño
placa deopoyo soldada al puntal Bitesdneiro
(a) É cuerda vibronte
lc)

Fig. 67.7. (a) Cátala de carga del tipo a cuerda vibrante admptada para medir
la cargo sol un puntal; [CA y (c) secciones transversales de la célula de carga
según Bjerram, et al., 1965).

soportan los gatos para diferentes valores de la separación es una línea


recta que intercepta al eje de abscisas, que representa separación cero,
en el punto que corresponde a la carga que sostenían los gatos antes que
la compresión del puntal fuese incrementada por los mismos. Esta carga
es aproximadamente igual a la carga que los puntales soportaban antes de
a el gateo.
ga sobre puntales determinada con este procedimiento excede
la mal en e magnitud de la fuerza necesaria para descargar de tensión la
parte del puntal adyacente a los gatos. El error es sin embargo despre-
ciable a menos que el puntal sea muy corto y muy rígido. En la práctica,
lo corriente es que el puntal comience a separarse de la carrera en un punto
de contacto antes que de otros y que resulte necesario promediar los valores
de la carga sobre el puntal obtenida por medio de mediciones realizadas
en los cuatro vértices del puntal durante la separación.
Para poder utilizar el método de los gatos, resulta necesario proveer
una reacción suficientemente fuerte para trasmitir la carga a trasferir a
los gatos. Los métodos que se muestran en la figura 67.6b y d se han
utilizado exitosamente para medir las cargas sobre puntales cuya solicitación
no excedía de unas 15 t. Tienen la ventaja de que los puntales no necesitan
ser preparados de antemano. Cuando las cargas sobre los puntales son
mayores, las mediciones deben prepararse antes que el puntal se instale
en la excavación. Para puntales de madera se pueden disponer zapatos en
cada extremo del puntal para alojar a los gatos (fig. 67.6c). En los puntales
metálicos se pueden soldar pequeñas ménsulas, como indica la figura 67.6e.
Deben tomarse las medidas necesarias para impedir que el extremo del
puntal caiga si por alguna razón los gatos se descargaran repentinamente.
La separación entre puntal y carrera puede medirse por medio de micró-
metros, con una precisión de 1/1000 de pulgada o 1/100 de milímetro, soste-
nidos en la forma que lo indica la figura 67.6f.
La experiencia ha indicado que el error asociado con el procedimiento
de los gatós puede alcanzar valores del orden del 20 al 30 % de la carga
ART. 68 MEDICIÓN DE LA PRESIÓN DE POROS 655

que soporta el puntal. Se pueden obtener mediciones más seguras y mucho


más convenientes de las cargas que actúan sobre los puntales, cuando las
ias tornan i los una Célula
de carga entre el extremo del puntal y la carrera, como lo indica la figura
67.7a. Un tipo de célula de carga está formada por un corto cilindro metá-
lico dentro del cual se han montado tres extensómetros a cuerda vibrante.
Las caras terminales del cilindro se cierran con chapas que los tornan her-
méticos (fig. 67.7b). El cable eléctrico se extrae de la célula a través de
un agujero con tapón estanco. Cada célula se calibra en una máquina de
ensayos. Tal tipo de célula de carga tiene la ventaja de que es robusta,
segura y puede usarse aun bajo agua (Bjerrum et al, 1965). Por otro lado,
es relativamente costosa, requiere una preparación previa por parte del
contratista para poderla insertar y es algo sensible a la excentricidad de la
carga. El error que se comete en la medición de las cargas que actúan sobre
los puntales se considera que es del orden del 20%.
Lecturas seleccionadas
Ward, Y (1955), “Techniques for field measurement of deformation and earth pressu-
Proceedi of the Conference on Correlation between Calculated and Observed
lacements in Structures”, Institution of Civil Engineers, Londres,
Aculo Ne 3, eo 1, págs. 28-40.
Note Lt
H. pora “Garrison dam test tunnel: investigation and construction”, Tran-
195, págs. 230-267. 1 extensivo de extensómetros mecánicos.
Cong LEz¿(ssi) “Field measurements in soil mechanics”, Geotechnique, 12, N* 2,
NGI EN NR Virung: wire measuring devices used at strutted excavations”, Norwegian
Geotechnical Institute, Tech,. Ropt. N? 9. Comentario explicativo detallado sobre ex-
port ce a cuerda vibrant
Sikso, H. A. Johnson (1964), “Pressure cell pbservations Carrison dam project”,
ASCE hand Soil Mechanics 90, N0 SM5, págs.
Bjerrum, L., T. C. Kenney y B. Kjaernsli (1965), casaca instruments for strutted
xxcavations”, ASCE Journal of Soil Mechanics, 91, N? SL págs. 111-141.

ART. 68. MEDICIÓN DE LA PRESIÓN DE POROS


Requerimientos fundamentales
Cuando el subsuelo es bastante permeable, la presión de poros se puede
determinar fácilmente observando el nivel piezométrico en un caño abierto
o en un pozo de observación, pues todo cambio de presión hidrostática produce
un cambio casi simultáneo del nivel del agua dentro del pozo. Si, por
ejemplo, la presión de poros aumenta en el suelo que rodea el extremo
inferior abierto de un pozo de observación, se crea un gradiente hidráulico
hacia dicho pozo. Como consecuencia, fluye agua rápidamente hacia el
pozo, hasta que se alcanza el equilibrio, de modo tal que el nivel del agua
en el pozo se corresponde entonces con la presión de poros que existiría
en el suelo si no estuviese el pozo de observación. La presencia del pozo
no tiene virtualmente ninguna influencia sobre la presión del agua conte-
nida en los poros cerca del punto de medición.
656 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

Por el contrario, cuando el subsuelo es bastante impermeable, la pre-


sencia de un dispositivo para medir la presión del agua contenida en los
poros puede alterar tan radicalmente dicha presión cerca del punto de
medición, que los resultados de las observaciones llegan a ser totalmente
engañosos. En efecto, si para indicar un cambio de presión se necesita que
una pequeña cantidad de agua fluya dentro o fuera del dispositivo de medi-
ción, el tiempo requerido para alcanzar el equilibrio puede resultar intole-
rablemente largo. Mientras el agua fluye hacia el instrumento, la presión
de poros en el punto de medición es menor que la que existiría si el instru-
mento no estuviese presente. Si la presión de poros en la masa de suelo
disminuyese debido a efectos naturales o resultantes de la construcción antes
de alcanzar dicho equilibrio, la presión indicada seguiría aumentando hasta
que la presión de poros general hubiese decrecido por debajo del valor
localmente deprimido en la cercanía del instrumento, con lo cual el agua
tendería a fluir del instrumento hacia el suelo. La presión local de poros
en correspondencia con el instrumento se haría entonces mayor del valor
que existiría si el dispositivo de medición no estuviese presente.
Por la razón expuesta, con el objeto de evitar resultados erróneos y sin
significado, un instrumento para medir la presión de poros en un suelo im-
permeable debe reaccionar casi instantáneamente, sin requerir un movi-
miento significativo del agua contenida en los poros del suelo que lo rodea.
Los piezómetros que utilizan sistemas hidráulicos cerrados y los dispositivos
de medición eléctricos se han creado para satisfacer estas condiciones.
El tipo de instalación que mejor se adapta para un lugar y propósito
dados se determina en gran parte por el tiempo de reacción o de retardo
hidrostático de la instalación (Hvorslev, 1951). Este número se define como
el tiempo que necesita la instalación para ajustarse casi completamente al
cambio de presión de poros producido. Como el tiempo teórico para com-
pletar el ajuste es infinitamente largo, los requerimientos prácticos se basan
en el tiempo que se necesita para alcanzar el 90 % de la igualización. El
tiempo de retardo depende de la cantidad de flujo requerido para producir
una respuesta del aparato, de la permeabilidad del suelo y de las dimen-
siones de los filtros que rodean el extremo permeable.
La adaptabilidad de cualquier tipo de equipo también depende de
los requerimientos físicos del lugar. Los piezómetros constituidos por caños
abiertos, por ejemplo, solo pueden observarse si el extremo superior de los
caños resulta accesible. Por tanto, pueden tornarse imprácticos para medir
las presiones de poros en el núcleo de un dique de tierra durante la cons-
trucción, en cuyo caso un sistema hidráulico cerrado puede sustituirlo con
ventaja ya que la lectura remota puede resultar mucho más apropiada. Por
el contrario, en un sistema hidráulico cerrado, no resulta factible medir una
presión de poros negativa de gran magnitud porque la tendencia del aire
a liberarse de la solución y el vapor de agua conducen a la formación de
burbujas dentro del sistema de medición. La formación de tales burbujas,
conocida como cavitación, aumenta grandemente el tiempo de demora del
sistema. Aun cuando la presión de poros resulte positiva en el punto
donde se realiza la medición, las presiones negativas en el sistema hidráulico
ART. 68 MEDICIÓN DE LA PRESIÓN DE POROS 657

no pueden evitarse a menos que todas las líneas de conductos y la caja


que contiene los aparatos de medición estén situadas a una altura no mayor
que el nivel piezométrico del punto que se está investigando.
Si el suelo no está saturado, los poros están llenos parcialmente de
agua y parcialmente de aire, y las presiones en las fases líquidas y gaseosas
son diferentes. La diferencia es pequeña si el grado de saturación es cer-
cano al 100%, pero puede ser extremadamente grande para grados de
saturación bajos. La significación de las mediciones depende entonces en
grado considerable del valor de la presión característica de paso de aire
del extremo poroso o del filtro del aparato en contacto con el suelo (Bishop
et al., 1964). El valor de la presión característica de paso de aire es igual
al excedente de presión de aire sobre una cara de un filtro saturado, res-
pecto de la presión de agua existente en la cara opuesta, necesaria para poder
forzar aire a través del filtro.
Si la diferencia uy — tw entre la presión del aire y la del agua conte-
nida en el suelo excede el valor de la presión característica del paso de
aire, el aire entra en el filtro saturado, el agua contenida en “el filtro es
absorbida por el suelo y la presión medida corresponde a la presión del
aire más que a la presión del agua contenida en los poros. Por ello, para me-
dir la presión del agua en los poros de los suelos parcialmente saturados, se
necesitan filtros con un alto valor de la presión característica de paso de aire.
ta condicit ha satisfecho en las instalaci lizadas hasta
ahora en los núcleos de diques de tierra compactados del lado seco del
óptimo, de modo que la mayor parte de las mediciones efectuadas en los
mismos no tiene validez. Si la presión negativa del agua de los poros es muy
grande, aun el uso de un filtro con un alto valor de la presión característica
de paso de aire puede no llegar a impedir la cavitación y la acumulación de
aire y vapor de agua entre el filtro y el dispositivo de medición, con lo
cual ya no resulta posible medir con seguridad.
Cuando el subsuelo está formado de capas permeables separadas por
otras menos permeables, los niveles piezométricos en las capas permeables
pueden diferir entre sí, de modo que todo piezómetro que tenga por pro-
Pósito medir la presión de poros en una cualquiera de estas capas debe
ser cuidadosamente sellado dentro de la misma. De no hacerlo se puede
originar un escurrimiento a lo largo de la instalación, desde una capa per-
meable a la otra, que invalida los resultados de las observaciones.
El análisis realizado conduce a la conclusión de que, a diferencia con
las observaciones de desplazamientos y aun de las presiones de tierra, la
selección e instalación de instrumentos para medir presiones de poros no
pueden considerarse como una cuestión de rutina sino, por el contrario,
requiere un conocimiento profundo de la mecánica de suelos, experiencia
y una atención meticulosa respecto a los detalles. De otro modo, las obser-
vaciones pueden no tener valor alguno y aun conducir a conclusiones erróneas.
Los apartados que siguen contienen descripciones de algunos de los
tipos más comunes de dispositivos de medición y las precauciones que es
necesario tomar durante su instalación. Esta información es seguida por
una descripción sumaria de los tiempos de retardo hidrostático de cada
658 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

uno de estos dispositivos bajo distintas condiciones, a fin de posibilitar una


decisión sobre los tipos más adecuados para cada caso particular.

Piexómetros abiertos o pozos de observación


Si el coeficiente de permeabilidad k es mayor de aproximadamente
10 em/seg, valor éste que corresponde a una arena fina limpia o ligera-
mente limosa, la medición de la presión de poros se puede realizar por
medio de pozos de observación. Cuando el estrato acuífero es bastante
homogéneo, se pueden hincar o hacer descender por inyección pozos fil-
trantes del tipo well point (artículo 47), de unas 2” de diámetro hasta
alcanzar una profundidad bien por debajo de la posición más baja estimada
para el nivel freático. Los pozos filtrantes y sus caños de subida sirven
como tubos piezométricos en los cuales asciende el agua hasta el nivel que
corresponde a la superficie libre o nivel freático. Para hacer mediciones
acotadas, es necesario conocer los niveles de los extremos superiores de los
caños de subida, ya que los mismos sirven de puntos de referencia. Si no
se necesita un alto grado de exactitud, la profundidad a que se encuentra
el nivel del agua se puede determinar haciendo descender una varilla de
madera después que su superficie ha sido cubierta con una capa de tiza
blanca. La tiza que se sumerge se tonaliza. Otro método consiste en bajar
un par de conductores pelados en sus extremos inferiores que están ligados
a una fuente de potencia y a un galvanómetro que señala cuándo se cierra
el circuito por inmersión de los extremos en el agua,
Si el estrato acuífero contiene una o más capas que tienen una per-
meabilidad relativamente baja, es necesario instalar tubos piezométricos
separados que lleguen a cada horizonte permeable. Hay que cuidar que
los extremos filtrantes no se hinquen o fuercen a través de las capas poco
permeables, debido a que las aberturas de la parte inferior perforada de los
mismos pueden obturarse. Más aún, no deben ser colocados dentro de una
perforación no encamisada debido a que el diámetro exterior del caño de
subida puede resultar menor que el diámetro de la perforación. Por ello, es
jabl ¡car y isar ajustad: una perforación de unas 6”
de diámetro, que se extienda desde la superficie hasta un punto cercano al lí-
mite inferior del horizonte que se desee investigar. El metro inferior debe lle-
narse con arena limpia que tenga un tamaño efectivo dos o tres veces mayor
que el de la arena del subsuelo, para luego insertar dentro de la misma un
tubo de 1” hasta hacerlo penetrar por empuje unos 30 cm dentro de la arena.
Como alternativa, se puede bajar al fondo de la perforación un extremo
filtrante tipo well point para luego echar arena dentro de la misma hasta
que se haya formado un filtro de aproximadamente 1 m de altura que rodee
y tape el extremo filtrante. Durante esta operación es muy importante
mantener una corriente continua de agua hacia la perforación, a fin de
evitar que las aberturas del filtro resulten obturadas con materiales de
arrastre de la perforación. Se levanta luego la camisa, hasta llegar un poco
por debajo de la superficie superior de la capa permeable, y se agrega más
arena. Desde este nivel hasta un punto situado un poco por encima del
ART. 68 MEDICIÓN DE LA PRESIÓN DE POROS 69

estrato débilmente permeable, la perforación se obtura con un material


impermeable a medida que se levanta la camisa. El material de obturación
puede estar constituido por arcilla bien compactada, con un contenido de
humedad intermedio entre el límite plástico y el límite líquido, depositada
dejando caer de a poco pequeños trocitos o bolitas a medida que se com-
pacta cuidadosamente. Después de haber colocado cierto espesor de arcilla,
puede resultar más expeditivo sellar la perforación utilizando una lechada
espesa de cemento portland. Cualquiera sea la solución adoptada, se nece-
sita una inspección cuidadosa para evitar que el descuido llegue a arruinar
la instalación.
En materiales menos permeables, el tiempo de reacción de un piezó-
metro abierto ordinario puede tornarse excesivo. Se reduce aumentando
el área de contacto entre el filtro y el suelo circundante lo más posible y
reduciendo el diámetro del caño de subida a la mínima dimensión para la
cual aún se puede sondear con exactitud. Más aún, en suelos débilmente
permeables, la presencia de burbujas de gas en el filtro, el extremo poroso,
y en otras partes del aparato aumenta el tiempo de reacción, de modo que,
teniendo en cuenta que por acción electrolítica sobre los metales se facilita
la formación de gas, resulta ventajoso eliminar en este caso todo elemento
metálico. A. C: de ha un pi que es
usado, en el cual se han incorporado todos estos refinamientos.
El piezómetro Casagrande (fig. 68.1) consiste esencialmente en un
extremo tubular poroso instalado a la profundidad a la cual se desea medir
la presión de poros, que está ligado a un caño de elevación en el cual se
dbserva o se mide el nivel que alcanza el agua. El extremo inferior o punta
está constituido de un cilindro hueco poroso, formado de material cerámico
de grano fino de una longitud variable entre 30 y 60 cm, con un diámetro
exterior de 1 Y+” y uno interior de 1”, El tubo de elevación es de material
plástico con un diámetro exterior de Y+”. El dispositivo no utiliza ningún
material metálico. Para que exista una gran superficie de contacto entre
el instrumento y el suelo, el tubo poroso se embebe en una columna de
arena permeable que debe cumplir con la condición de ser filtro del mate-
rial en que se desea medir la presión de poros.
El piezómetro se instala dentro de una perforación cuya parte inferior
se obtiene hincando una camisa de 2” de diámetro y 3 m de longitud, for-
mada por un solo caño sin cuplas ni zapato, que se limpia luego sin llegar
a lavar por debajo de su extremo. De esta manera se asegura un estrecho
contacto entre la camisa y el suelo. A medida que se vuelca la arena fil-
trante y se coloca el piezómetro en posición, el caño se levanta aproxima-
damente 1,5 m. El tubo de elevación de plástico se sella contra el interior
de la camisa por medio de dos capas de bentonita, introducida en la misma
forma de bolitas plásticas de aproximadamente 1 cm de diámetro, que
se dejan caer y apisonan con un peso cilíndrico especial provisto de una
parte hueca central que permite su desplazamiento hacia arriba y hacia
abajo a lo largo del tubo de elevación.
Los detalles de la forma en que tiene que practicarse la instalación
han sido elaborados con gran cuidado (Casagrande, 1949, 1958) y deben
660 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

Llenado con cualquier


'"materio! conveniente o
dejado vacio

Arena
Bolitas de Bentonita de $ ¡cm
con ennsistencio ote masilla
tompoctodo encojosde5 00m
Tubo plástico $,% l2mm Capo 7po dede ¡on de guijajj
9:=/5mm sin jontos Arena soturado arrojada
en lo perforación llena de agua
Cormsa dimín. =2"-7res metra Sello de bentonita s
como arribo
sin zapofoni cuplo extremo Capa de lem degujjo

Camisoa lid
levontodo po poro Arena fíttro soturada arrojada
2 lo perforación llena deagua

Topón-manguito
de Neoprene o goma
Arena soturada que rodeo
bo lporco de asi el tubo poroso
e
A” Arena filtro saturado arrojada
pata 06 Mariano gora. . en a perforación llena deoguo
Lo camisa se hinco primero
basto aquí
Fig. 68.1. Piezómetro abierto tipo Casagrande (según A. Casagrande, 1949).

seguirse en forma estricta, a menos que las condiciones locales requieran


o justifiquen desviaciones. Bajo ciertas condiciones, el lento y tedioso proce-
dimiento de formar los sellos de bentonita puede ser remplazado por el
uso de una mezcla de caolinita y AM-9 de endurecimiento relativamente
rápido (Lambe, 1959).
La posición del nivel freático se puede observar por medio de una
sonda a cable formada por dos conductores aislados expuestos en su extre-
mo inferior. Se hace descender el cable dentro del tubo de elevación hasta
que los extremos expuestos hacen contacto con el agua, en cuya circuns-
tancia se cierra un circuito eléctrico, cierre que es acusado por un galva-
nómetro. Para mantener el cable en estado tirante se arrolla un alambre
én forma de espiral en su parte inferior. Hay que tener cuidado de que
la presencia de gotas de agua adheridas a las paredes del caño de elevación
no den una falsa indicación del nivel freático. Se puede construir una sonda
ART. 68 MEDICIÓN DE LA PRESIÓN DE POROS 661

más refinada utilizando un cable protegido con una cubierta de material


plástico, como el que se utiliza para micrófonos (A. Casagrande, 1958).
El procedimiento de trabajo cuidadoso elaborado y delicado que es
necesario seguir para asentar el piezómetro de Casagrande puede evitarse,
bajo condiciones favorables del subsuelo, usando dispositivos que se prestan
para ser introducidos por empuje en el terreno. El piezómetro Geonor (fig.
68.2) es representativo de un dispositivo de este tipo. Está sellado en su
parte inferior por una punta común metálica que facilita la introducción
del piezómetro. La parte permeable está constituida por un cilindro de
bronce poroso que tiene el mismo diámetro externo que la parte superior
de la punta cónica, diámetro que a su vez es igual al de las barras normales
de sondeo tipo E, las que se utilizan por tanto para hacer penetrar por
empuje, o con gatos, el instrumento en el terreno. Para mantener el tiempo
de reacción del piezómetro, el elemento poroso es relativamente largo, y

Tubo plástico
Bint 6mm; Bext 10m
NN SS
OCRA
ZII

Filtro bronce poroso

Vástago centrol
con agujeros
5d jaZE2Z2ZZ YA VAZAZA
SS OYZZAZA

Punta cónica

Fig. 68.2. Piezómetro abierto tipo Geonor (según Bjerrum et al., 1965).
662 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

los tubos plásticos tienen el menor diámetro con el cual es aún posible
realizar un sondeo fehaciente. En suelos blandos el piezómetro puede intro-
ducirse por empuje en toda su longitud. En los suelos más resistentes, en
cambio, hay que practicar una perforación hasta una cierta profundidad
y luego introducir el piezómetro por empuje por debajo de la misma en la
longitud necesaria para asegurar un buen sellado del piezómetro y las barras
de sondeo.

Sistemas hidráulicos cerrados


Un tubo de elevación puede ser convertido en un sistema hidráulico
cerrado colocando un manómetro en su extremo superior, siempre y cuando
la posición de equilibrio en el nivel del agua dentro del tubo esté por encima
del nivel del manómetro. Sin embargo, si se exceptúan los suelos permea-
bles, el tiempo de reacción del piezómetro no suele reducirse apreciable-
mente, a menos que todas las partes del sistema estén completamente llenas
de agua, debido a que la compresibilidad de las inclusiones —gases, burbujas
de aire o vapor de agua— es tan grande que se necesita una fluencia sustan-
cial de agua para producir una respuesta. Más aún, si bien un sistema cerra-
do puede teóricamente medir por lo menos una pequeña presión negativa,
la tendencia del aire a salirse de su estado de solución, o del gas a acumu-
larse, con frecuencia torna un sistema inicialmente saturado en un disposi-
tivo que no responde. Por ello, los sistemas cerrados idóneos para medir pre-
siones pequeñas o negativas van comúnmente provistos de medios para eli-
minar el aire acumulado dentro de su circuito.
La figura 68.34 muestra el dispositivo desarrollado por el U. S. Bureau
of Reclamation para medir las presiones de poros en diques de tierra y otros
terraplenes, el cual es extensamente usado por muchas organizaciones (U S
BR, 1963). Está constituido por una punta plástica, en la cual se hallan
embebidos discos porosos, a través de los cuales la presión de los poros se
trasmite al sistema de medición. Los discos conducen a una cámara de la
cual parten dos tubos plásticos. Estos tubos permiten la circulación de agua
desaireada a través de la punta con el objeto de arrastrar y extraer las bur-
bujas de aire existentes en el sistema, La punta se coloca en una cavidad,
excavada por debajo de la superficie del terraplén durante su construcción,
y los tubos plásticos se disponen en zanjas prácticamente horizontales que
conducen a una casilla de medición colocada normalmente en el talud agua
abajo de la presa. En la casilla de medición están situados los manómetros y
una bomba para hacer circular agua desaireada. Con objeto de hacer una
observación, el agua se hace circular a través del sistema hasta haber extraído
todo el aire libre, en cuyo momento se cierra la línea de circulación y se
conecta el sistema a los manómetros, los que a su vez han sido desaireados.
Si esta desaireación se ha realizado con éxito, los manómetros prontamente
alcanzan el estado de equilibrio.
La experiencia derivada con este tipo de sistemas hidráulicos ha sido
en general satisfactoria, excepto por la dificultad de que hasta hace poco,
toda vez que se observaban presiones de poros negativas, la medición efec-
ART. 68 MEDICIÓN DE LA PRESIÓN DE POROS 663

Tubos plósticos
$=5mm

Pléstico $ =38 mm Cabeza de bronce

/ubo de
eplástico
Y,
de YA Ñ Y, 2. Piedra poroso
LDL
Ze y
VE

Punta de bronce
10)
Fig. 68.3. Piezómetros hidráulicos cerrados, (a) Punta plástica para terraplenes
tipo USBR (según USBR, 1963); (b) punta tipo Bishop (según Bishop et al., 1960).

tuada se refería, probablemente, más a la presión del aire contenido en los


poros que a la presión del agua. Esta situación era una consecuencia del
uso de piedras porosas con un valor demasiado bajo de la presión carac-
terística de paso de aire y ha sido subsanada en instalaciones recientes. Un
inconveniente práctico serio lo constituye la vulnerabilidad de los tubos
plásticos, que pueden ser fácilmente dañados durante la construcción. Más
aún, a menos que se tomen medidas adecuadas, los tubos pueden también
resultar dañados por las deformaciones propias del terraplén, en especial
las que causan su estiramiento horizontal. Si la longitud de los tubos entre
la punta porosa y la casilla de mediciones es muy larga, el cambio de volu-
men del tubo puede aumentar el tiempo de reacción.
Se han desarrollado varias modificaciones al piezómetro tipo USBR.
La que muestra la figura 68.3b (Bishop et al., 1960) tiene por objeto reducir
al mínimo la necesidad del lavado para extraer el aire. Está provisto de
un tubo cerámico que tiene un valor de la presión característica de paso
de aire del orden de los 2 kg/cm? y es cónico para mejorar el contacto inicial
con el suelo cuando la punta se coloca dentro de un agujero formado pre-
viamente en el terraplén utilizando una estampa cónica de acero. Como algu-
nas variedades de tubos plásticos son ligeramente permeables al aire y otras
al agua, y teniendo en cuenta además que algunas poseen una rigidez que
es más bien deficiente y tienden a distorsionarse con el tiempo, la elección
del tubo de plástico más adecuado merece atención especial (Bishop etal,
1964). Las 1 de estos di ivos en los núcleos ¡
664 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

de varios diques de tierra estaban aún operando en forma exitosa en 1964,


después de cuatro años, y requerían ser desaireadas solamente una vez
por año.
La necesidad de obtener un sello adecuado alrededor del tubo plástico,
para evitar la existencia de caminos permeables que pudieran alterar la
distribución de las presiones de poros cerca del punto de medición, se torna
más vital con la disminución de la permeabilidad del suelo. Las zanjas
que contienen los tubos de los piezómetros tipo USBR deben ser llenadas
y compactadas a mano, en particular en la parte impermeable del dique
o terraplén. El relleno a utilizar debe consistir en arcilla plástica, con una
humedad por encima de la óptima de Proctor. Cuando los piezómetros se
instalan dentro de perforaciones se deben seguir procedimientos similares
a los descriptos para el piezómetro tipo Casagrande. Se necesita un cuidado
especial para asegurarse de que las dos líneas de tubos que forman parte
del mismo piezómetro estén suficientemente separadas entre sí como para
permitir la colocación de material de sellado alrededor de cada tubo.

Pieszómetros eléctricos
En principio es dable construir un piezómetro con un retardo hidros-
tático extremadamente pequeño, recurriendo a una cámara estanca separada
de la punta porosa por un diafragma cuya deformación se mide con un
extensómetro de lectura remota a través de un circuito eléctrico. El com-
portamiento a largo plazo de la mayoría de estos dispositivos no ha sido
satisfactorio, principalmente debido a la inestabilidad elástica y a la defor-
mación plástica lenta de los extensómetros eléctricos, o de los cementantes
utilizados para pegarlos a los diafragmas, y a la eventual entrada de agua
en la cámara estanca. Estas y otras dificultades son similares a las tratadas
en el artículo 67 al estudiar las células de presión.
Hasta ahora, el mejor registro de comportamiento lo proveen los piezó-
metros que contienen extensómetros de alambre o cuerda vibrante (artículo
67). La fig. 68.4 muestra el piezómetro Maihak, provisto de una cuerda vi-
brante (Brooker y Lindberg, 1965). Para la mayoría de las instalaciones, la
piedra porosa ha estado formada de metal poroso, saturado con un aceite ani-
mal apropiado, Dado que el valor de la presión característica de paso de aire
de estas puntas es más bien bajo, del orden de 0,1 kg/cm”, es probable que
en las instalaciones realizadas en suelos no saturados se haya medido más
bien la presión del aire que la del agua contenida en los poros, en particular
si la diferencia entre la presión del aire y la del agua era en el lugar mayor
de unos décimos de kilo por centímetro cuadrado. La medición de presiones
de poros positivas ha sido satisfactoria.
El remplazo de la punta de metal poroso por otra saturada de agua
con un alto valor de la presión de paso de aire debiera permitir la medición
de presiones de poro negativas en instalaciones a corto plazo. Sin embargo,
como es dable esperar que el aire salga de solución y se acumule en la parte
inferior de la punta porosa, y como no hay medios disponibles para eliminar
ART. 68 MEDICIÓN DE LA PRESIÓN DE POROS 665
Coble eléctrico

Magneto eléctrico
Alambre vibronte

Fig. 68.4. Piezómetro a cuerda vibrante operado eléctricamente


(según Brooker y Lindberg, 1965).

el aire por lavado, el dispositivo puede eventualmente comenzar a leer pre-


siones de aire (Bishop et al., 1964).
Se necesita el mismo cuidado para sellar los piezómetros eléctricos en
sus hoyos o perforaciones como el que se requiere para los piezómetros
hidráulicos de circuito cerrado.

Piezómetros neumáticos
En los piezómetros eléctricos, la presión de poros actúa sobre un dia-
fragma que se deforma, deformación ésta que sirve de elemento de medi-
ción. En los piezómetros neumáticos, el diafragma se somete por arriba a
una presión de aire que balancea la presión de poros. La sensibilidad del
instrumento depende de la magnitud de la deformación del diafragma nece-
saria para balancear la presión de aire. Se construyen de dos tipos.
En ambos tipos, dos tubos de aire conducen a una cámara situada
666 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

detrás de un diagrama flexible. En los piezómetros a burbuja, el aire se


introduce en el tubo de admisión a una presión que crece lentamente. Mien-
tras la presión de aire es menor que la presión de poros, el diafragma man-
tiene cerrada la entrada al tubo de salida. Cuando la presión del aire iguala
a la presión del agua de los poros, el diafragma se desplaza ligeramente y
el aire escapa por el tubo de salida, el que descarga dentro de un recipiente
lleno de agua. La aparición de burbujas de aire indica que la presión del
agua es igual a la presión del aire inyectado en el tubo de admisión y
medida por un manómetro (Warlam y Thomas, 1965).
En un segundo tipo de piezómetro, los tubos de admisión y salida nor-
malmente se comunican entre sí por detrás del diafragma. Cuando se quiere
realizar una observación, se aumenta lentamente la presión del aire en el
tubo de admisión mientras se mantiene cerrado el de salida. Cuando la
presión en la tubería alcanza a la presión del agua de los poros, el diafragma
acciona una válvula que bloquea la fluencia de aire entre tubo de admisión
y salida. La lectura de un manómetro instalado en la línea de salida propor-
ciona el valor de la presión del agua (Wilson, 1966).
Los piezómetros neumáticos eliminan la necesidad de desairear los tubos
de agua y de proteger a éstos y a los manómetros de las heladas. Tampoco
necesitan de un circuito eléctrico. Su tiempo de reacción es relativamente
pequeño, pero no ha sido aún totalmente evaluado.

Elección del tipo de piesómetro


Como regla, el piezómetro seleccionado para un propósito dado debe
ser el más simple de todos los que satisfacen las necesidades del problema
en consideración. A medida que aumenta la complejidad del piezómetro o
del sistema de medida, se multiplican el costo y las posibilidades de un
funcionamiento deficiente y de su eventual rotura.
Ya se hizo mención de la influencia que las restricciones del lugar
ejercen sobre el tipo de piezómetro a seleccionar. Pero no solo debe consi-
derarse el tipo de instrumento sino también la relativa facilidad o dificultad
para obtener un sellado real y la medida en que la instalación puede inter-
ferir con las operaciones de construcción.
En todos los casos, el retardo hidrostático de la instalación merece cui-
dadosa atención y puede eliminar ciertos tipos de piezómetros. De la figura
68.5 se puede deducir el orden de magnitud del tiempo necesario para
obtener una respuesta del 90% con distintos tipos de piezómetros. La
significación que puede tener el retardo en la respuesta depende en gran
parte de la naturaleza de las fluctuaciones en presión de poros anticipada.
Por ejemplo, según la figura 68.5, el tiempo necesario para obtener una
respuesta del 90% con un piezómetro a tubo de elevación abierto en un
suelo con un coeficiente de permeabilidad de 107 cm/seg es de unos 5
días. No obstante, el uso de un piezómetro Geonor puede resultar apropiado
si el instrumento puede dejarse en posición durante varios días y la instala-
ción tiene por propósito determinar la presión de poros en un depósito
ART. 68 MEDICIÓN DE LA PRESIÓN DE POROS 667

natural donde no se esperan fluctuaciones importantes. Por el contrario, si


se intenta un registro detallado de las condiciones piezométricas sobre una
gran extensión insertando el instrumento en distintos lugares y esperando
en cada lugar el tiempo necesario para alcanzar el equilibrio antes de pasar
al siguiente, una demora mayor de unos pocos minutos resultaría intolera-
ble y el instrumento inadecuado. Más aún, si la presión del agua en el punto
de medición estuviese sujeta a fluctuaciones diarias, como puede ocurrir
con el embalse de una presa para una casa de máquinas, un retardo hidros-
tático de tres días oscurece completamente las variaciones reales de la
presión del agua y las observaciones no tienen valor alguno. Para obtener
resultados satisfactorios bajo estas condiciones se necesita una instalación
con un retardo no mayor de 30 a 60 minutos y, de acuerdo con la figura
68.5, se necesitará un piezómetro hidráulico a circuito cerrado.
Resulta evidente que es necesario dar a los requerimientos de cada
instalación una consideración cuidadosa. Para una elección adecuada del
instrumento se necesita un conocimiento detallado de las condiciones del
subsuelo y de la forma en que se produce el escurrimiento del agua. Más
aún, a menos que la instalación se realice con el máximo de cuidado y
con una consideración inteligente de las condiciones del terreno, sin ajus-
tarse ciegamente a reglas establecidas, aun los instrumentos más refinados

107

107%
Cuesiciente ate permenbitidod en em/seg.
Ss

* Con tuberia de 240m long -


* * Sin filtro dearena
a

añ en los puntos J]

AAA AAA AA A A)
001 ol 10 10 100 1
Tiempo para una respuesta del 90% -días
Fig. 68.5, Retardo aproximado do los diferentes tipos de piezómetros (según
Hvorstev, 1951; Penman, 1961; Brooker y Lindberg, 1965, y otros).
668 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

pueden conducir a resultados totalmente erróneos o bien dejar de funcionar.


Por ello, la ix de si se los suelos
y permeables, no puede ser delegada al personal corriente sino que debe
ser realizada o supervisada en todos sus pasos por una persona experimen-
tada que aprecie el significado de todos los requerimientos necesarios para
tener éxito.

Lecturas seleccionadas
En el Earth Manual (1963), 1* edición, reimpresión serisada: Denver, págs. 620-
672, se proporcionan instrucciones detalladas para la instalación y pa 1 dos, pieó-
metros tipo USBR. También se describen y proveen instrucciones para instalar plezánetros
aleros del po Cuapanda senón medibcicicoss para sa uno introducidas or el 0.5
Bureau of Reclamation, dando detalles de una sonda eléctrica adecuada para este tipo de
plezómetoa
1 el Apéndice del artículo de A. Casagrande (1949), titulado “Soil mechanics in
the desen construcion of the Logan aisport”,J. Boston Soc: Civil Engra, 96, N' 2.
págs. 192-221, reimprimido en Contributions soil mechanica, 1941-1953, Boston Soc. Civil
Entes» pp. 188-205. se dea piezómetro Casagrande y se proporciona el procedimien-
to, paso por paso, para su instalación.
En la publicación P jar and suction in sol, 1 Londres, Butterworths,1991,
se encuentran varios artículos referentes a las presiones
de su medición. Est
volumen contiene los als e un congreso organizado bajo la misa denominación q
la SS británica de la Sociedad Internacional de Mecánica de Suelos y Fundaciones
en 1960.

ART. 69 REGISTRO DE LAS OBSERVACIONES DE OBRA Y DEL


TERRENO

Introducción

Los capítulos precedentes han demostrado el papel vital que las obser-
vaciones de obra y del terreno tienen en la ingeniería de suelos y funda-
ciones. No se puede, empero, obtener un beneficio total de tales observa-
ciones a menos que los registros que contienen la información se mantengan
de una manera cuidadosa e inteligente. Con frecuencia, se han ignorado
mediciones que eran avisos de desastres inminentes debido a que fueron
registrados en los libros de obra o en tablas complicadas, o no fueron llevadas
a la atención de un ingeniero en posición de apreciar su significado. En
muchos casos, información potencialmente valiosa hubo de descartarse como
inútil debido a unas pocas omisiones que escaparon a la atención de los obser-
vadores en el momento en que se efectuaban los registros. Muchos registros
son inútiles debido a que los datos están tan pobremente presentados que
resulta demasiado oneroso gastar el tiempo necesario para organizarlos e
interpretarlo,
Para ser útiles los registros deben llevarse de tal manera que cualquier
ingeniero pueda obtener los datos sin más consulta y sin posibilidad de equi-
vocarse. Los apartados que siguen resumen los requerimientos mínimos que
deben cumplir las observaciones de obra y del terreno.
ART. 69 REGISTRO DE LA OBRA Y DEL TERRENO 669

Plano general e información geotécnica


Todo registro de observaciones en el terreno debe contener un plano
general que muestre la posición planialtimétrica de cada punto de obser-
vación y su relación con los elementos principales de la obra. Una vez que
a un punto se le ha asignado una letra o un número, la designación adoptada
no debe modificarse, pues el registro del cambio puede llegar a perderse.
El plano general debe también contener una descripción completa de los
puntos fijos de referencia y sus cotas. Debe, además, mostrar la posición
de todas las perforaciones efectuadas.
Las condiciones del subsuelo deben mostrarse en un digesto de los
resultados obtenidos representados en una única hoja que contenga perfiles
implificados con la ipción verbal de las f i incipales, suple-
mentada con valores muméricos representativos de las propiedades perti-
nentes del suelo.
Dimensiones y datos numéricos
Los resultados de todas las observaciones deben reunirse en un solo
documento en forma tabular. El encabezamiento de cada columna de datos
numéricos debe contener el significado exacto de la cantidad representada por
dichos números. En este aspecto nada debe tomarse por sentado. Hay que
recordar que las dimensiones con que se representan los resultados de las
mediciones varían de lugar en lugar y en un mismo lugar de tiempo en
tiempo. :
Los datos numéricos deben ser completos. En un caso se recibió un
registro de observaciones piezométricas. Contenía los resultados de las lec-
turas pero faltaban las cotas de instalación de piezómetros.

Frecuencia de las observaciones


Si se efectúan observaciones demasiado frecuentes, se malgasta el dinero
y los registros se tornan demasiado complejos. Por el contrario, si están
demasiado espaciados, los registros contienen vacíos que solo se descubren
cuando es muy tarde.
En general, para una obra dada, es ventajoso efectuar observaciones
frecuentes hasta que las características del fenómeno que se quiere inves-
tigar se tornan evidentes. Después se puede disminuir la frecuencia sin
reducir el valor de los resultados. La figura 69.1a representa una sección
trasversal de un dique de carena, y la figura 69.1b el efecto que el llenado
y vaciado de un dique adyacente ejerce sobre el nivel piezométrico en el
estrato permeable situado debajo de ambos diques. Cuando se llenó por
primera vez el dique adyacente se hicieron lecturas cada seis horas, las que
mostraron que el retardo entre el cambio de nivel libre y el piezométrico
era pequeño. En consecuencia, toda vez que se repitió la operación de
llenado y vaciado las observaciones se limitaron a lecturas manométricas
realizadas inmediatamente antes y después de llenar el dique, antes y des-
pués de vaciarlo, y una vez por semana mientras permanecía vacío.
670 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO
ds Eg oMÚÓXI Z Pozo de observoción

Manómetros SS
y, EllTm
tae,
Aren:
7 na Y:
A, ”
ad Punto de observación a

e dores

e/ punto a
Nivel piezométrico en m

¿PE Manómetros
y

Nivel del agua


en el cofergom

17
Y
Tiempo en díos
Fig. 69.1. (a) Sección transversal de nna ataguía apoyada en arcilla que descansa
sobre arena; (b) niveles piezométricos correspondientes al nivel del agua en la arena
(según Fitz Hugh et al., 1947).

El diagrama de la figura 69.1b también muestra que los cambios dé


nivel de agua en uno de los pozos de observación tenía una demora into-
lerable con respecto al cambio de nivel del agua libre, razón por la cual
la lectura de este piezómetro fue abandonada. Esta experiencia ilustra una
de las ventajas de la representación gráfica de datos, pues si éstos se hubie-
sen simplemente tabulado, los defectos en la lectura del piezómetro descom-
puesto pudieron haber pasado inadvertidos.
fubo un caso en que los resultados tabulados de las mediciones de los
asientos de una gran pared parecían indicar que, aun después de tres meses,
éstos continuaban aumentando diariamente en un valor considerable. Lo
real era que la tendencia del aumento estaba oscurecida por los inevitables
errores de observación, como resultó evidente tan pronto las mediciones se
representaron en función del tiempo en un diagrama a escala pequeña,
donde se vio que la velocidad media de asiento disminuía rápidamente y
ART. 69 REGISTRO DE LA OBRA Y DEL TERRENO 671

que la pared estaba alcanzando un estado de equilibrio. Resultó también


evidente que la curva tiempo-asentamiento pudo haberse construido con
suficiente exactitud con lecturas cada cinco días en lugar de diarias.
Con el objeto de obtener la máxima cantidad de información con un
conjunto dado de mediciones, es conveniente que se le den al observador ins-
trucciones detalladas respecto al tipo de información esperada. Por lo menos
una parte de la decisión respecto a la frecuencia de las mediciones debe
dejarse a su criterio. Si resulta posible anticipar la tendencia general de las
lecturas, es aconsejable preparar un gráfico tentativo, que muestre los
resultados que se esperan obtener e indique todos los puntos que deben
verificarse con observaciones.
Procesamiento de los datos
La presentación de los datos obtenidos de observaciones en el terreno
de la obra debe hacerse en forma tal que un ingeniero no familiarizado
con el trabajo pueda entender con el mínimo esfuerzo todos sus resultados
esenciales. Una forma muy satisfactoria de presentación consiste en graficar
los datos en una escala pequeña. Estos gráficos deben acompañarse de un
plano indicador y de una breve descripción del problema. Un plano grande
cubierto de datos numéricos solo confunde y desalienta al lector.
Para evitar la pérdida de información potencialmente valiosa es acon-
sejable utilizar el siguiente procedimiento. Tan pronto como se efectúa un
conjunto de observaciones, los resultados esenciales deben volcarse en grá-
ficos dibujados en una escala que permita cubrir todo el período de duración
de las mediciones propuestas. Si la persona a cargo de las lecturas no tiene
capacidad para seleccionar el tipo de gráficos y sus escalas, debe ser instruido
adecuadamente por su superior. Cuando se deben enviar informes perió-
dicos a una casa central, éstos deben contener no solo los datos completos
sino también los gráficos a escala reducida.
Los beneficios que se derivan del procedimiento gráfico de presentación
de observaciones vienen ilustrados por las figuras 69.2 a 69.5. La figura
69.2 representa los asientos de una platea de fundación para tres estados

(6)

SN |
110 98765.

Miveles de asentamientos iguales Corgo unitaria sobre lo ploteo


(1=3cm) (Beso propio ploteo 0225 talon
Fig. 69.2. Asentamientos de una platea correspondientes a tres estados de carga.
672 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

Asentamiento Corgo unitaria


em kg/cm?

Tiempo en días
Asentamiento
em

Carga
Fig. 69.3. (a) Relación entre asentamiento, carga y tiempo para un punto de una
tea de fundación; (b) relación entre asentamiento y carga para el mismo punto.

de carga diferentes. La cara de la platea está situada a una pro-


fundidad de 3 m por debajo del nivel original del terreno. Hasta una pro-
fundidad de unos 6 m por debajo de la cara inferior de la platea, el suelo
está constituido de limo y de arena fina limosa que descansa en un espeso,
estrato de arcilla bastante compacta. Las observaciones de asentamiento
se realizaron durante la construcción sobre 34 puntos de medición distri-
buidos uniformemente sobre la platea, con una frecuencia de una 'vez cada
pocas semanas. Si los resultados de estas mediciones se hubiesen reunido
en tablas, pocos ingenieros hubiesen tenido la paciencia de analizarlas. Por
ello se decidió representarlos dibujando curvas de iguales asentamientos.
En la figura 69.2 los diagramas de la parte izquierda representan curvas
de iguales asentamientos para tres estados típicos de carga, y los diagramas
de la derecha los estados de carga correspondientes. Durante el primer
estado (a), mientras la carga era todavía muy pequeña, la distribución
de los asentamientos pareciera no tener relación alguna con la distribución
de las cargas. Durante el segundo estado (b), con cargas de valor inter-
medio, el asentamiento de la parte central se hizo más acentuado que en
los dos extremos. Con carga total (c) el asentamiento adquirió la forma
de una suave depresión cóncava.
ART. 69 REGISTRO DE LA OBRA Y DEL TERRENO 673

Para poder seguir el desarrollo de la velocidad del asentamiento, se


dibujaron en función del tiempo los asientos de varios puntos, en la forma
que ilustra la figura 69.3a para uno de ellos. Debido a la falta de unifor-
midad en el incremento de la carga, estos diagramas solo mostraron que el
asentamiento aumentaba. Sin embargo, cuando el asentamiento se dibujó
en función de la carga unitaria sobre la platea (fig. 69.3b), se descubrió
que después de un pequeño ajuste inicial aumentaba en forma sensible-
mente lineal con la carga. Las figuras 69.2 y 69.3b condujeron a la siguiente
interpretación. Durante la excavación, la capa superior del estrato en que
apoya la fundación se ablandó, pero solo fue necesario una pequeña sobre-

$Ss 3 T 7 T T

z 2h A
S
$
¿¿
0
S
Sol J
E2
Szob 57
2
$ sl l a J
$ 0 10
Tiempo
en días
(a)

go 7 T 7
S
2o+
2 volcado 7
3

a 7
Falo

3
X gol 1 1 L
0 7 2
Presión unitaria kg/cm?
(6)
Fig. 69.4. Relación entre asentamiento, carga y tiempo para un punto de la base
de un elevador de granos cimentado sobre un depósito de arci'la blanda; (b) rela-
ción entre presión unitaria media y asentamiento de la estructura en el centro de
gravedad de la superficie cargada.
674 OBSERVACIONES DE COMPORTAMIENTO

90
Niveles en pie -Nivel de o- Manómetro O-Pozo de observación
morco máxima medio =100
Fig. 69.5. Curvas de igual nivel piezométrico para el estrato de arena situado
debajo de los diques de carena de fig. 69.1 (a).

carga para reconsolidarla. Por ello, el asentamiento bajo las pequeñas cargas
iniciales fue relativamente pequeño y reflejó solamente las variaciones loca-
les del estrato de apoyo, hecho que explica el carácter errático del diagrama
de la izquierda de la figura 69.2a. Con el incremento de la carga, el asen-
tamiento adicional se debió a una ligera compresión del suelo situado inme-
diatamente debajo de la capa ablandada por la excavación.
La depresión regular (fig. 69.2c) representativa del asentamiento bajo
la carga máxima indica, en cambio, que el estrato compresible es, término
medio, bastante homogéneo. La forma de la curva carga-asentamiento (fig.
69.3b) demuestra, por otro lado, que la capacidad de carga a rotura del
subsuelo excede de manera sustancial a la máxima carga aplicada, pues, en
caso contrario, dicha curva sería cóncava hacia abajo.
En la figura 69.4 se muestran curvas similares a las de la figura 69.3
para un punto de observación situado en la base de un gran elevador de
granos, obtenidas durante el período en que el elevador fue llenado por
primera vez. De nuevo, tanto la curva tiempo-carga como tiempo-asenta-
miento (fig. 69.4a) indican solamente que el asentamiento aumenta. La
confrontación del asentamiento con la carga (fig. 69.4b) muestra, en
cambio, en forma clara el peligro inminente de una rotura. En la realidad,
la estructura se inclinó y resultó totalmente destruida. El accidente no fue
previsto y sobrevino sorpresivamente debido a que la curva indicada en
último término no fue dibujada sino después de la catástrofe. Si el dibujo
se hubiera hecho a medida que se cargaba, la aproximación del desastre
hubiese resultado evidente y se hubiese podido limitar la carga a un valor
menor que la capacidad máxima hasta que la resistencia del subsuelo se
tornara adecuada por consolidación de la arcilla que lo constituye.
La figura 69.5 es una representación gráfica de los resultados de medi-
ciones de presiones hidrostáticas realizadas por debajo del borde inferior
del estrato de arcilla que constituye el fondo de los diques de carena que
ART. 69 REGISTRO DE LA OBRA Y DEL TERRENO 675

muestra la figura 69.1. Las elevaciones piezométricas se midieron utili-


- zando pozos de observación coronados con manómetros instalados en los
puntos señalados con circulitos. Presentados en tablas, los resultados indican
meramente que los niveles piezométricos varían de una manera considerable
de punto a punto. Pero, cuando los datos se usan para dibujar curvas de
igual nivel piezométrico, como lo indica la figura 69.5, se puede ver de una
ojeada la intensidad y distribución de las fuerzas que tienden a levantar
el estrato de arcilla y el piso de los diques.
Después que se ha terminado una obra no se necesita más procesar
los datos pues la información esencial está ya contenida en gráficos a escala
reducida, similares a los que muestran las figuras 69.2 a 69.5. A estos
gráficos deben agregarse el plano general, los registros condensados de las
perforaciones y de todos los ensayos realizados, como los de hinca o de carga
de pilotes, juntamente con algunas pocas páginas de texto que contengan
un resumen describiendo todas las obs i dizad: i
de los resultados obtenidos. En su conjunto, estos elementos de información
constituyen el digesto de las observaciones de obra.
Cuando en un informe condensado y resumido de mediciones de obra
se incluyen datos de resultados obtenidos por cálculo haciendo algún tipo
de hipótesis, como la forma de la distribución de los empujes que actúan
sobre el revestimiento de un corte vertical en el cual se han medido los es-
fuerzos sobre los puntales, la información que sirve de base para el cálculo
debe aparecer en la misma hoja que muestra los resultados graficados.
Después que se ha terminado una obra, los registros condensados deben
prepararse en duplicado, guardando una copia en los archivos dedicados al
tema de las observaciones de obra y la otra junto con los datos originales
de la obra en cuestión. Esta última copia debe contener todas las referencias
necesarias para localizar tales datos sin una pérdida excesiva de tiempo.
Todo buen artículo profesional relacionado con la construcción de una
obra dada es esencialmente un resumen de mediciones procesadas. Por
ello, la técnica respecto al procesamiento de mediciones de obra se puede
aprender leyendo tal tipo de artículos.
A continuación, se incluye una lista de varios ejemplos.
Lecturas seleccionadas
Los siguientes artículos profesionales son esencialmente una versión perfeccionada
de digestos de registros de obras preparados originariamente para controlar su construc-
ción. Sirven como ejemplo de la técnica a seguir en la preparación de tales digestos y de
su valor informative -
Terzaghi, K. (1942), hield tunnels of the Chicago subway”, J. Boston Soc. Civil Engrs.,
9, pp. 163-210.
Peck, 3. (1940), “Earl presure measurement in open cuts, Chicago subway”, Trans.
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ÍNDICE DE AUTORES

Bolt, G. H,, 18, 679


reli, M. 167,

ich,
Alpan, Le 199, EA ES
Ambraseys, N. N., des, 877
Andresen. _A.,
AREA, 875, ES n ms,
ASCE, Bryant, F. G,, 510, 690
Ala A, e, 31, 41, 184, 144, 677 Buchanan,S.
Buisman, A. Ko gts, 514, 019
Burke, H. H. 619
Babbitt, H. E., 167, 677 Burmister, D.Di 271, 679
Baker, B., 374, 677
Baldy, P., P., 684
Barber, E. S., 446,
beris, M. C.. 460, 461, 677
Barentsen, P., 316, 317, 677

Bec, M. A, ee
Carpenter, J. C., Dn, o, 680
Belcher, D. J., 856, 678 Carslaw, H. S.. Je 680
Berbowex, R. F., 580, 678 Cary, A. S., 443, 680
Berman, H., 27, Casagrando, Ar 18, 31, 32 3, 34, 35,
Berman, S., 408, 560, 192, 125,
Bertram, G. E, 437, 13%, Sus, iso, 12 "168, al, 454, 466,
Beskow, G., 148, 151, 678 529, 659, 860, L, 668, 16,
Bi A. Lo, Cosagrande, L., 147, 388, 388, 389, 498,
Biot, M. A., 181, 678 681
Bishop, A. W. 105, 122, 121, 244, Cattin, P., 591, 698
863, 665, Cedergren, H. 'R,, 169, 681
Berman, Es 18, 107, Y 197, 261, Es. Certió Z, 810,
425, 435, 484, 498, 840, 847, Ss Chan, O. K, 197,
FS = e e 679, 682, 685, 8: Ghells, R. E! á y, 594, 550, 681
Bleifuss, D. J., L. S, 110,
Bligh, 1 W. G., 09 co ro N. W. B,, Sa, 631
Blight, G. E., 127, 678 Cerengen, W. A., 446, 501, 595, 607,
Bogdanovic, L., 514, 679
Boitano, J. D., 697
Boiten, K. G., 688 od NA 25, 802
700 ÍNDICE DE AUTORES
Collins, J. J., 580, a, comas: O., 316, rn
Colman. R. B,, 564,6 A. 645,
Gir í. Q, “407, e 521, 543, 681,
Guti E.
E. E a 683

d. b02,
., 201, 681 291, 618, lo, 684
Cummings, A. E., 226, 229, 529, 681 a H, 181,
rim, R. E. 18,
684
27, 36, 684

Daehn, W. W., 251, 696

Haefeli, R, 120, 684


Hall, C. E., 445, 684

Dupuit, J., e as Sen

Edbrooke, R. F., 607,


Eggestad, A., ds 8, 679, 082
Eide, O., 261,
Endo, M., 403, E
Fadum, R. E., 53, 351, 681, 682
Fahlquist, F. E., $18, 682
Fasullo, E.,
Feld, J.. 548, 682
Fellenius, W., 231, 235, 316, 414, 415,
682
FitzHugh, M. M., 23, 291, 445, 589, 670,
676, 682
Flaate, K. S., OS
Forchheimer, P., 157,
Fox, E., 683
Fró ich, O. K., 174, 179, 181, 696
684 IISEE, 109, 489,
Ireland, H. O., 371,Lo, 577, 685, 690
Fúlscher, J, 457, 683 Ishihara, K., 408, 685
Iverson, N. L., 127, 690
Gaunt, G. C., 558, 683
Jacobs, NW. Wo Je»58589, 685
Jacoby, H. S.,
Jaeger,J. C., 181, y
Janbu, N., 226, 242, 244, 250, 261, 533,
Jaspar, J. L., 127, 690
Glossop, R., 87, 596, 683 Jennings, J. E., 468, 475, 685
Gnaedinger, 3. P., 585, 683 Jiménez-Quiñones, P., 449, 450, 685
ÍNDICE DE AUTORES 701

Johnson, A. Y. 441, 685 Lyman, A. K. B., 444, 687


Lysmer, J 130, 584, 585, 687

, Da
Jurgensen, E 271, 688 Magne, C., 682
Mallet, C., 637, 687

ls: Ta 644, 688


Kapp, M. S., 694
Ka aa, E Lo 975, 382, 988, GTO, 680,
887

“ummeneje, O., 110, 679


aa: W., 379,

dr G. E., 422, 423, 435, 688


Lambe, T. W., 18, 22, 529, 660, 686

M,, 466,
Miller e / 369, 412, 413, 688
C., 470, 471, 688
MY M., 168, 688
Legget.
R. F., 333, 529, 687
Leogards, 6. o 360, 144, 687, 602,
Neill, C. R., 475, 689
Lap TM, 2), 52, 00, 02, 00 Newland, D. H., 432, 435, 689
Lier. Neat N. M., 105, 255, 267, 269, 271,
car, Y,, 644, 688
Lindberg, D. A., 664, 687, 679 NC 409, 571, 4 577, 655, 689
Lo, K. Y, 110, 687 Nixon, L K,,
Lockowood, Nolet, C. A., 536,ss,
Nonveiller, E., 244, 689
Nordlund, R. L., 527, 689
Northey, R. D., 17, 18, 693
Odenstad, S., a 679
Lumb, P., 181, 356, 689, Ohde, J, 198,68
Lundgren, H., 216, es, a 697 Osterberg, J. O, Los, 151, 271, 807, 689,
Lundgren, R., 691,
702 ÍNDICE DE AUTORES

Pocquari, J, 657, 087 Sichardt, W., 879. 686


ms,J. D., 553, 581, 689 Sikso, H. A., 655,
56, 371, 408, 409, Simons, N. En, 0 110, 127, 490, 498,
580, 557, 558, 877. 679, 686, 692
50, 571,a 651, 653, 676, 681, 689. Simpson. W. E. 145, 468, 6092
Sizer, F. L.,
penaan, 110, 667, 678, 690. Skempton, A. a E 18, 37, 61. 71, 89,
Petersen, J. S,, 325, 690 98, 113, 115, 116, 120, 122, 221, 223.
Peterson, R., 121, 127, 425, 690 403, 424, 425, 435, 494, pe 501, 537,
Pies E » E 3, 692, 698
Pl

Spilker, A., 394,


Stafford, G. V., 417, 693
Stamatopoulos, A. C., 466, 693
Proctor, E E Pra $ Staniford, C. W., 546, 693
Steele, 1. C., 599, 600, 601, 698
Rankine, W. J. M., 185, 691 Steuerman, S., 444, 698
Reed, W. C. .
Rehbock, Th., 471, 691
Reissner, H., 215, 691
Richart, F. E., Jr, 180, 489, 584, 585,
691 Taylor, D. W., 234, 238, 250, 645, 694
Rivard, P. J., 127, 690 Teixeira, E H.. 356, 694
Rockaway. N. J., 888 Teng, C. 690
Teng, W. e 37, 500, 004
Terraghi, K., 18, $3. 58, 58,
102, 117, 170, ña, 179, 0% 8 "282,
290, 29 320, Dr 349, 356, 365, 369,
E ¡Pe 371, 374, 375,409, 424, 435, 450, 483,
485, ), 539, EN 577, 589, 591, 592,
Rutledge, P. C.. 110, 466, 688, 691
595, €01, 604, | 611, 616, 620, 623, 648,
, 696
Sallberg,
J. R., 441, =
Samsioe, A. F., 165,
Sanglerat, G.,ar, en. 01
Santen, .G.
Scheidig, A., So aaEa 691 Todd, D.
Schmertmano, J. H. , 105, 691
ono M. e vs, 553, 593, 696
a J., 374,
Schneible, D. E.. 475, col Tumbull. We Ju 413, 2, 480, 696
Schultze, E., 488, 691 Turneaure, F. E,, 874, 696
Seed, H. B., 97, 109, 124, 127, 255, 452,
69Í. 692
Seiler, J. F., 548, 692 USBR, 39, 40, 55, 56, 596, 637, 662, 654,
Shannon, W. L., 345, 346, 644, 692 696
Sharpe, C. F. S., 417, 429, 435, 692
Sherard, J. L., 446, 594, 596, 607, 692
Sherman, W. C., Jr., 375, 686 Vaughan, P. R,, 678
Shockley, W. J., 330, 439, 686, 696 Vesic, A. B., 223, 696
Sibley, ME. A, 11, 602 Vey, E., 530, 696
ÍNDICE DE AUTORES 703

Wafa, T. A. 3591, 006 Willis, 449, 450


Wager, O. Wilson, G., 580, 582, 697
Wa Wilson, S. D., 125, 345, 348, 041, 042,
644, 686, SL, 00, 0
Woods, K. 697
Warkentin, 7 po P pe cl Woodward, RC Jo do, 530, 564, 596, 607,
'arlam, Á. A,, 00, er
Watson,J. B., 547, Wu, T. H., 110, 408, 697
Wellington, A. M., 7 697
WES, 129, 897
Whitaker, G. M. ]., 564, 697 Yong, R. N., 148, 151, 697
White, E. E., 408,
Waite, Lo, E >,STA, 519, 600, 097
Zangar, C. 324, 342, 697
Wiegrann, D. 642, 697 Zeobcn La d9l,A S8l. 882. 697
Wilmer, G. C., "543, 683 Zunker, F., 139, 697
ÍNDICE ALFABÉTICO

A
Ablandamiento de arcillas, 121, 424
Eentreicción,suelocony elmuro,muro, 198,208 208
Angulo, de contacto, 182

185 de resistencia al corte, 108


de arcillas, e
partículas, 120 de arenas,
Agotamiento de excavaciones, 621 de limosy" ná
Agregados de suelo, 22 Aparato, amulaz de corte por torsión, 124
Agua, cos npactación con, 438 del cono holandés,3)
raíces, 413 de consolidación, E
Aire comprimido, 388 de corte a paletas, 321
cajón o cilindro, 556 de paletas, ensayos, 114
de permeebilidad, 51
rrétodo de excavación con, 566, 576 87
pilares de fundación, 559 Arcilla, 6, 43, 424
Aireación, grado, 138 ablandamiento, ») 121, 422
laska, 583 aluviones, 415
Alcantarillas, efecto de arco, 263 amasada, 29
observación de deformaciones, 643 asentamiento, a los costados de cilindros
Aenarda 500, 583 O pozos,
Alpes, 42: por resión del nivel freático, 579
cid por Eo ¡smcliscicos, 323 le fundaciones situadas encima, 271
de muestras, 289, 30; producido a los costados de excavacio-
Altura, de ascensión Card 192 nes, 569
tica, de un corte vertical, 195 blanda, deslizamient
Ml un talud, a arcilla, 431, 432 capacidad de carga, EA la de un pilar
inclinado, 233 fundado a
piezométrica, 47 de pilares de fundación,
568
Aluviones, de ai 415 coeficiente de seguridad de zapatas, 504
compactación, 443
mprenblidad, 349 24
consolidacií
contenido,cd fimucdad, 344
Ambuklao, dique, 607 de sal,1
Amplitud de las vibraciones, 127 cortina etñiable 588
Análisis, granulométrico, 18 debilitamiento, 419
efecto de las vibraciones, 129
por vía húmeda, 19 ensayos, consolidados no drenados, 111
de tensiones, efectivas (presas), 254 con la veleta torque (torvane), 346
ques), 254 entibaciones, 259
Anchorage, Alaska, 345 estratificación, 344
706 ÍNDICE ALFABÉTICO
Arcillas(s) (Cont) Arena(s), 5, 48
extrasensitivas, 30, 349
comprensibilidad, 77 ángulo de fricción "fnterna, 854
resistencia al corte, 115
ascensión capilar, 133
acto, por depresión de la napa,
fisuración, 419, 494
fisurada, 120, 390
cortes, 406 pepilotes de fició, 586
fluidas, 16, 80, us, ze
de zapatas,
en_zonas rats a excavaciones,
resistencia al corte 569
fricción lateral de lotes 528, 530
glaciar. 359
auscultaciones,3
grasa, ad dede a de pilares de funda-
hinchamiento, 518
ción,
compac. En 444
inalteradas, reel
compresibilidad,
67
consolidadas, compresibilidad, 66
preccnsolidadas compresibilidad, 71
a, relación tensión deformación, 91
densidad relativa, 318, 387,8
laminadas, 8,$, a
les] s, 432
efecto, del nivel de la napa, Teátca so
re el asentamiento,
levantamiento,Edo cortes, 260 de las vibraciones, 120
magr
del fondo en cortes, 402 empuje pasivo, 208
ensayos de carga, 398, 504
entibaciones,
de corales deslizamientos, 416 errática,
normalmente consolidadas, 67, 850 excavaciones profundas,3'
asentamiento, 504 experimento de la Sila o o trampa, 262
relación tensión-deformación, 90 fluida, 6, 60, Sor, 116
no saturada, resistencia al corte, 122
orgánicas, 6,
fricción inteal de pilotes, 526
pérdida de resistencia, 419
permeabilidad, 52 auestres
pilares de fundación, 563 Permeabilidad, 34
pilares de fundación. 561, 565
preconsolidada, 319, 351, 425
asentamiento,
presión admisible,
de plateas de tundación 518, 520
coeficiente de resión de pozos A, 98 relación tensión-Jeformación, 91
compresibilida 80 resistencia al corte, 1
fisuradas, suelta, relación tensión-deformación, 90
een al corte, 117 sumergida, efecto en el empuje, 193
tensión-deformación, 91 taludes, 229
presión admisible,
504 de desmonte, 412
propiedades indico. 940
resistencia, al corte, 110 annecapilar, 181
al corte no drenada, 342 altur
a fricción, 351
del suelo seco, 32 acentaniento(9), 264, 349, 350
resistentes, 182 adyacentes al área cargada,5
deslizamientos, 418 causados por, erosión Vetrógrada, 581
fricción lateral en pilotes, 530 excavación, 568
saturadas, normalmente consolidadas, explosiones, 584
asentamientos, fricción negativa, 543
preconsolidadas, asentamiento, 497 saturación de loess, 414
presión admisible, sifonaje, 578
resistencia al corte, 842
sensibilidad, 16, 96 580,
taludes, 233 vibraciones, 582
valores de N, 343 a los cias de excavaciones en arena
Arco, efecto de, 262 y en
le la escotilla o trampa, 262 control por rebombeo, 581, 582
Area, indice (muestreo), 301 diferencial, pilares de fundación en are-
de influencia, 287 na, 562, 563
ÍNDICE ALFABÉTICO 707
de diques, de hormigón sobre sedimen- perforación, 295
tos, 618 de vástago hueco, 418
o presas de tierra, 593 Barro de Perforación, 294, 309
e da en brazos en cruz del USBR,
en nivel edeagua para medir, 637
fuente de, 65
de Fundaciones, en arena, 536
de máquin Bishop, piezómetro hidráulico, 683
sobre poes de 596, 538, 546 sacatestigos, 312
flotantes, Bomba, eyectora, 379
con pilotes tte de punta. 538, a inyección,
539 sumergible, 379, 382, 388
sobre plateas, 512 Bombeo, ensayo, 168, 340, 375
de grupos de pilotes, 546 Borbotones, 377, 387
influencia, de k arcilla blanda, 335 Borde contra cara,E cruenta de contacto,
del tamaño del área cargada, 275 15
de muros de sostenimiento, 371 Borssele, 413
observación, 629 Boston, 288, 351, 630
durante el período de excavación, 576 Boussinesq, ecuaciones,
de bp de pi a arcillas, 564
y en arena, 56í o AA
tamientos,
dep pilotes en arcilla ads por la alte-
ración, 529 Bulbo, pilotes con, 550
Burbujas, de aire, influencia sobre la per-
de plateas de fundación, 514, 516, 520,
671 pi
se esas de
cidos porda. cl A Bureau ofPublio Roads, 627

profundidad activa,
puntos de obtención, €631, 634 Cc
secundario, 180
de la superficie del terreno adyacente a Caída de potencia, 159
una excavación a cdo abierto, Ey ina abierto, 556
torpedo param fricción lateral, 560
de zapatas, en srcilas cnticadas, 496 neumático,
en arena, Cálculo de la estabilidad, 182
en zonas adyacentes a excavaciones en Caliche,8
arcil illa, 569 California, 563, 564, 592,
Asentímetro, de brazos en cruz, 636, 637 Departamento de "Caminos, e
Cámara, presión en ensayo triaxial, 87
Cambridge, Mass., 630
Atterbaca, odess límite liquido, limite plás- Camden, N.N. J., 385
tico, límite de contracci Canadá, 36, 80, 421
Auscultación(es), 289, Al "315, 334, 340 Camisa, 137
dinámicas, 320 Canadá, 36, 80,
estática, métodos, 316 Canal, entre Bed ar Stettin, 134
métodos, dinámicos, 320 de filtración,
improvisados, 314 Cantos rodados, 1

B Capa(s), elay ¿melidación). 175


de absorción,
Balasto, costiclente, 279 eléctrica oo 14, 146
Balde puñado, 4 le espesor compactadas,
Barbacanas, semiabiertas emsodación, 175
Bastoursvile,W. Va, 422 Capacidad, de Da 213
Barreno(s), de barra hueca, 296, 297 admisible,
continuos, factor de, is, 219
708 ÍNDICE ALFABÉTICO
ca (Cont, de los suelos,
de grupos de dotes, 524, 535 del Bureau E Public Roads, 38
Claverack Creek, 432
Cleveland, 351
Codales, , 390,
de fundación, 221, en entibaciones, 256
de pilotes, 221, 525, 527 Coeficiente, de balasto, 279
a e le e un elevador de granos, de capacidad de carga, 219
de A de fundación poco profun- de comprensibilidad, 69
volumétrica,
das, 213
de intercambio de cationes, 13 de consolidación, 85, 177
de retención de agua, 138
llo oada la tierra, 187
Capilares, 339 187
Característicaserrát es sabia (sides 233
permeabilidad, 48,
Cargo, admisible ps unElo; 525, 534, de ay lateral de “las tierras en re-
células de, 649 “de poros,89, 259
sobre codales, en corte en arcilla, 408 de reacción de la subrasanto, 279
medición, 407 de recorrido,6:
hr zapatas, 214
505
compensado, 614
de |, 238, 289, 328
aolla a un pilote único, 525 al deslizamiento, de desmontes o exca-
hidráulica,4
en arcilla blanda, 415
constante permelmcto, E31, 53 dones 67 Sn
decueciento, ensayos de permeabilidad, en las fórmulas de hinca, 227, 533
de una platea de fundación, 309, 514,
lineal empuje por, 202
piezométrica, 47 respecto al levantamiento del fondo,
neta, 510
que soportan los praia medición, 393 pao
Stoll efectiva, al omaje, 171
171, Cal
Carlson, chale de
Carreras, 391 del talud, 230, 241, 248, 347, 423
de zapatas en arena, 504
'asagrande, piezómetro, e, 860, 688 de ia, 21
Catión, adsorbido, 112,1 Cohesi:
acido 856 cda Tor, 143, 339
Célulne le carga, 654 momento,
bre
E Carlson, 646
ei 646 ¡reptda al origen, 119
Colorado,
de Calpe
de presión,
e645, 646
646
Columbia Británica, 591
a alambre ilcaats, 647
de Carlson, 646
Cementantes cohesivos, 421
¡pra
de masas naturales, 444
Íncción lateral,no por pilotes de arena, 446
Círculo, crítico, por precarga, 445
de fricción
da ( ito, 27 de terraplenes existentes, 444
le pie, PA ibreción, 197, 199, 444
dores vibrantes, 437
omorcibiidad: se
Circunferencia de tensiones, 101 e las secas,
eines ción, basada en la granulometría, extri Ns 7
3 naco consolidadas, 350
ensayos, 3 coeficiente,
MIT, 37 de mlnecalos triturados,63
sistema unificado, 39 de suelos amasados, 63
ÍNDICE ALFABÉTICO 709
volumétrica, coeficiente, 69 levantamiento del fondo, 404
Compresión, relación, 350. en loess, 418
simple, 343 de taludes en material deslizado, EA
ensayos, 97, 113,
3, 125, 344 verticales apuntalados en arcillas,3:
en Chicago, 304 :. Cortina(s), de arcilla, 588
resistencia, 233 cia,
Condición(es), artesiana, 384 impermeables, 587
le borde, empuje de tierras, 1 de Enyección. 592,
consolidadas no e (diques), 254 inyectada, 590, 591
de continuidad,1: arcial, 588
de deformación, 250 de pilotes que se intersectan, 580
empuje de tierras, 188 de tablestacas, 589
os 395 c/p relación, 115, 116
drenadas,
90 Creep, 124, 639
ques, 254 Coulomb, ecuación revisada, 99, 102
ológicas, 291 teoría del Zepuio, activo,
údráulicas de borde, 159, 177 pasivo,
no drenadas, 90, 112, 113, 233, 342, Cuchara, arta, 300, 314, 343, 349, 353
415, 425 investigaciones del núcleo,
34:
resistencia al corte, 118 sacamuestras, 298, 328, 375
de rotura, 184 Cucharón raspador, 296, '301
Congelación, m7 Cuerda vibrante,célula de carga, 654
drenaje por,1: con tro, 651
Congelamiento, ís, 416 célula de presión. 646
Cono holandés, aparato, 317 Cuerpo de ingenieros de Estados Unidos, 39
ensayo, 316, 513, 514 Cala, a para el empuje acti-
Contento,
arcillas, 267
Consolidación 15, 82, 172, 387, 581
epeliciente, A
dicnajo por,
efecto secundario, 180
ensayo, 850
grado, 83, 178 hinchamiento,68
inicial, presión, 88 humedad-densidad seca, 441
presión, 172 de recarga, 119
le recompresión, 66, 74
Cuyahoga River Valley, 356
teoría, 172
tridimensional, 181 CH
velocidad, 175
Contacto, ángulo, 1 Charlotte, N. Cn 435,
con el núcleo de proa: tratamiento, 605 Cheakamus, dique,6:
Cicaso! Ts 28, 950,390, 399, 400, 404,
Contenido de humedad, 25, 332, 346, 350 0%, 409,571, 510, 877
excavaciones a cielo abierto, 626
nat 350
método de excavación, de pilares de fun-
ión, 556
de sal de laara 17, 416 de pozos o, ciidroz, 574, 576
Contracción, grietas pozos de fundaci:
límite, 38, 141, 148 subterráneo, 356, Se 848, 675
Control de humedad, 436 Chicopee, Mass., 331
Corte(s), en arcillas compactas fisuradas,
D
apuntalados, en roca descompuesta, 407
en suelo residual, Dakota, 424
consolidado no drenado, ángulo de re- Danubio, 565
sistencia, 112 Darcy. ley, 48, 156
710 ÍNDICE ALFABÉTICO
Datos de observaciones, procesamiento, 671 medición,
Debilitamiento de arcillas, 419 «llrevesimieno de excavaciones a ciero
Deformación, de alcantarillas, observación,
Diaclaras, a e
licuación por la inversión de, 108 Diagrama(s), de empujes aparentes
en
de túneles, observación, 643 excavaciones en aren:
Denison, sacatestigos, de Mohr, 99, 100
Densidad, relativa, 25 presiones aparen!
de la arena, 337, 339 de toa de Mohr, SS, bra
de capas de arena, 339 para la muestra, 296
de estratos de arena, 837 Dikmetroefectivo, 21
seca, 1 Diatomeas, 10, 18
determinación en el terreno, 442 piezométrica, 47
máxima, 440 Dilatancia, 92
Denver, 356 quel), 134, 615
Depésito(s), costeros, 288, 330, 347, 351 lao,
compuestos, dl de tensiones, efectivas, 254
marinos, Permeabilidad, 716 254
ee 00
es 330
permeabilidad, 876
errático costanero, 352 drenaje, 50%, 083
fluviales, ie as fectos de los terremotos, 25:
permea ilidad, 376 escollera, agrietamiento el núcleo,
glaciares, 380 602
permestiidad 376 control del escurrimiento, 605
¡ón de e 329 espesor de las tongadas, 601
lacustres, Ed, materiales para ace; 602
marinos, con membrana im able, 597
Decio), por erosión subterránea, con n ná impermeable, central, 597
pe sifonaje, 578 revestimientos de hormigón, 607
Derrumbes, Ea zonas de transición, 608,
Descarga, velocidad, estabilidad, 250
Desecación, 197, o. Tas, 344 Franklin Falls, 856
preconsolidado por, 72 Garrison, 655
Desembalse, 251, 252 Cranville, 356
Desintegración, 145, 146 Green Mountain, 251
Desleimiento, 145, 146 Hauser, Jato, els
Deslizamiento, 409, 410 John 356
antiguos, 42 Karl ei 591, 595
en e, blandas homogéneas, 414 Karnafuli,
no homogéneas, 416 Kenney, 597, 604, 606
resistentes, 418 Lower Bear River, 600
avisos previos, 624 Mammoth Pool, 589
por la base, 239 Mangla, 591
coeficiente de seguridad de diques, 617 Manicouagan, Y, 580
esquema, 187, 199 materiales de préstamo, 622
en esquistos, 419 Mission, 676
por fluencia, 412 Mud Mountain, 443
de muros de sostenimiento, 370 Narora, 613
operaciones de muestreo, 820
progresivos, 415
arpentios de taludes de arcillas, 430
perdidas po escurimieno, 619
le Ri , 593
puesta,4 rotura, 855,
de taludes en arcilla,94 San Gabriel N9 1, 607
Desmontes en arena, 412 Salt $ rings. se
Desplazamientos, horizontales, observación, "ono!
638 pi el río Pata, 616
ÍNDICE ALFABÉTICO Tu
sobre el ce Svir (Rusia), 618, 619 Edimburgo, 596
Stockton Creek, 594 Efecto, de arco,
Svir IL, se de las heladas sobre muros de sosteni-
de tierra, 586 miento,
asentamientos, 593 secundario, 84
estados críticos para el dimensiona- consolidación, 180
miento, dl Eficiencia de una cortina, Impemmeatio, 588
grietas,5%
rotura porsonal, sa
tablestacas metálica:
Electrodos, 880
solera impermeable, 5 Electroósmosis, Lor, 18, 380
tratamiento de contacto, con q ade: drenaje, 137,1
sistema de EN 380
a núcleo
coo yy cepas,espaldones, 68
Vermiion, 616 se Elevación, del fondo, medición, 640
por hinchamiento, 145
Watauga,5 Embalse, parcial, dique de tierra, 251
Dispositivo csalodo
« múltiple (well sobre el río South Saskatchewan, 425
point),3 supervisión durante la construcción, 620
Distancia cae pilotes, 524, 541, 548, 546, Empuje(s), activo, coeficiente, 187
8, 551 construcción de Culman, 201
Dago 86
“ammer, ota, 197, 436 entibaciones, en alle "259
Drenaje, 374, 429 en arena, 257
asentamientos, 577 teoría de Coulomb, 200
por centrifugación, 138 aparente,
por congelación, 187 cortes verticales, 397
por consolidación, 187 entibación de excavaciones, 397 '
e desecación: 137, 140 excavaciones, 399
Sigue a cielo abierto, 394
crodomotí, 137, 380, 386, 388 entibados, 3
Estabilización de taludes, 417 contra entibaciones de excavaciones a
cielo abierto, 256
or gravedad, 138 contra muros de sostenimiento, 191
istoria, 378 gráficos para determinarlos, 361, 862
por invasión de aire, 187 medición, 6:
método del vacío, 384, 388 pasivo, en el caso de superficies de con-
de muros de sostenimiento, 364, 365, 367 tacto rugosas
por pozos, filtrantes, 559 coeficiente,
profundos, 382, 388 de suelos clean, pr 208
de presas o diques, 592 teoría de Couloml
previo, producido por una cargaq lineal, 202
por succión, 188
tiempo requerido, 140, 387
con vacío, 379 construcción de Culman, 201
medición, 644
punto de aplicación,
lo arena, 448 Encamisado en pilares de endación perfo-
horizontales instalados a barreno, 417 ra
rígidos, 4 Engineering-News, fórmula de hinca, 227
Dapuit, a, 5 Ensayo(s), con el aparato de paletas, 114
hipótesis, 187 de bombeo, 53, 166, 323, 340, 875
E
Pilares de fundación en arena, 562
Ebullición por filtración, 60 de pilotes, 530, 540, 531
dlasificación,3
de compresión, confinada, 62
simple, 97, 113, 125, 846
revisada de Colom, 102 de consolidación, 350
712 ÍNDICE ALFABÉTICO
Ensayo(s) (Cont.) Esquistos, arcillosos, 120
consolidado no drenado, 93 desli jentos, 421
320 bien cementados, 421, 423
lesli tos, 420
de la formaciónn Boarpaw, 435
a,
Pobfinal comentados 421, 424
de ena 320, 348 al corte,
normal, 300, 314, 319, 343, 348, 498, Estabilidad,cálculos, 182, 291
504 coeficiente (taludes),¿Es
de permeabilidad, 51 de diques de tierra, 250
con carga hidréulica variable, 322 del fondo de la excavación para un pi-
in situ, 399 lar de fundación, 558, 566
Proctor, modificado, 441 de taludes, 220, 409
no 441 determinación, 282
de secuelas E 43 superficie no circular de deslizamien-
con el torvane,1 to, 258
triaxiales, 87, ol Estado, activo Rankine,
consolidados mo drenados de arcilla, pasivo de Sunls 186, 1 189
Estambul, 497,5
o de corte, 504
diques, 254
en esquistos arcillosos, 425 Estratificación, 288
Entablonado, ¡Arciecata, 392 de arcillas, 344
vertical, Estrato, 286
Entibación deo Ercavaconos, SOL Estribos de puentes, 369, 372
en arena, Estructura, 22
a .. arcilla, 14
Es placa borde contra cara, 15, e
AS sico, 187 en castillo de naipes,
plástico, 182
debajo de zapatas, 214
estado,qa 167
estados locales, 187
185

secundaria,
Bugpacin El
daa, ea
Excavación(es), a cielo abierto, 389
empuje contra entibaciones, 256
apuntaladas profundas en arcillas, 399
asentamientos, 568
e icaciones, 600 bajo agua, pilares de fundación, 559,
colocación con chorros de agua, 601 566
presas, 598 entibación, 389
Escurrimiento, del agua debajo de los di- levantamiento del fondo,
ques, 619 método de la zanja o E 573
¡bterráneo, presa, observación asentamientos, 578
de pilares de fundación, 556
poco profundas, 389
profundas, 389, 391
:n arena, 394
oración geofísica, 291, 356
a slo,
ÍNDICE ALFABÉTICO 713
método, de resistividad eléctrica, 328 Franklin, Fals, dique,_940
sísmico, 3: Frecuencia, nature
Explosiones, asentamientos , 584
pólvora dentro de de aca de
arena, 41: colón lateral, 222
Explosivos, compactación, 444 cajones o cilindros, 560,
Extensómetros, 651 Pilar de fundación en ra, 564
Eyectores, sistema. well point, 382 sobre un pilote único, 525, 526
negativa, 541, 542, 543, 552
asentamiento, 543, 552
F con el paramento interno de un muro,
199
“actor, de capacidad de carga, 215 pilote, 224
aid, levantamiento del fon- entre suelo y muro, 198, 208
lo de una excavaci ángulo, 198
de profundidad (lodos),28 Fundaciones, asentamiento, 271,
de seguridad de las a ds to de ques sellado de fisuras a
de tiempo, 178 flexibles, reacción de la subrasante, 280
Fajas, fuerzas (taludes), 246 de muros de sostenimiento, 369
todo (taludes), 239 pilares,
Fenómeno capilar, 181 plateas, oe, 520
Ferrocarriles, daneses, 316 presas,
suecos, Prefundidad, 214
Filtración, 156 YÍsao, pci. e la subrasante, 279
lineal, e pilotes,5%
presión, 46, 59, 136, 148, 161, 399, 419 eslamients en 551
través de los diques en escollera, 605 flotantes, 522
velocidad, 47 fórmulas de eficiencia, 552
Filtro, 55, 1, 418, 579 pasos a seguir en el proyecto, 523
cargado,
gras de 56
invertido, 171, 592, 616 G
de mallas meláias, tamaño de las
aberturas, 137 Ganges, 618
requerimientos, 55 Gatos hidráplics para medir cargas so-
Fisuras, 23, 419 re puntales, 6:
en arcilla, 419, Geología, 828, 35%, 956
sae e 1d 145, 182, 229, Granos, plezómetro, $81, 086
Goldbeck, célula, 6
Gow, pilar de tundación 556
639 Gradiente, de presión, 47
plástica lenta, 426 bidránlico, 47
Fluido de perforación, 3 crítico,
Férmaolas de eficiencia ¿piote), 548, Grado, de aireación, 138
de consolidación, 83, 178
de hinca, 2: de saturación, 26, 1
cociente de seguridad, 533 Gráfico(s), para determinar el empuje
lanesa, 296 de tierras, 361
de Engineering News, 532 de influencia para presiones verticales,
de Janbu, 226, 227, 582
de pilotes, 532 de las plasticidades, 32
« San "modificado, 40
Fracción, coloidal, Grandes Lagos, 142
Granulometría, “clasificación basada en, 37
Granville, dique, 356
Gravas, 5, 48
de 'suel compactación, 487
Francfort, 419 Gravedad, drenaje, 138
714 ÍNDICE ALFABÉTICO
Greda, 8, 4: Inclinación, medida, 639
Green Mountain, dique, 251 Inclinómetro, 641
Crietas, 287 Invasión de aire, drenaje 137
de contracción, 145 Indice, de áreas, 801,
en diques, 25 , 503 e compreciblidad 70, 850
en el núcleo de presas en escollera, 603 de hinchamiento, o
presas, 587 de liquidez, 25, 32
zonas de transición en presas de escollera, de plasticidad, 31, 110, 121
602 Ingenieros del Ejército de Estados Unidos,
Grupo de pilotes, asentamiento, 546 627
capacidad de carga, 524, Inglaterra, 399, 405
Gunita, tratamiento del contacto del núcleo Intercambio, de bases, 13
de diques con la fundación, 606 de cationes,

H
92,
del contacto con el núcleo, diques, 605,
Hawaii, 642 de drenes, 621
Heladas, efecto nocivo, 148 de fundaciones de diques o presas, 621
Hidrómetro, 19 Quimica, 590,
Hielo, lentes, 148 sucesivas, 591
Hinca de pilotes, 413 Jones absorbidos, 18
Isócrona, 83, 173
Isotropía trasversal, 23

por congelación, 150


por expansión, 145 Jackfield, 435
índice, Janbu, fórmula de hinca, 226
Hipótesis de Dupuit, 167 Japón, 399, 574
Histéresis, lazo, 66 John Day, esclusa y dique, 856
Holanda, 316, 413, 581, 583 Joosten, procedimiento, 5
Hong Kong, 356 Juicios, observaciones para evidencia en, 627
Horizonte, 288
A, 286
B, 286
Hormigonado de pilares de fundación, 558 K
Houston Street, subterráneo, Nueva York,
319 Kenai, península, 583
Houston, Texas, 579, 582 Kenney, dique, 604, 608
Hudson, Nueva York, 432 pr esa,
Hudson, valle del río, 432 Knickerbocker, fábrica de cemento, 432
Humedad, de contacto, 135, 142
L
Laderas, estabilidad, 409
tratamiento en diques, 606
Hundimiento general, 579 Lago, Erie, 351
Maracaibo,
Lavado por lixiviación, 416
1 10 rocoso, exploración, 886
Lengua de un deslizamiento, 410
pdicción de los suelos, 44 Levantamiento, por drenaje, 313
Mitas, del fondo, en cortes o excavaciones, 404
Imperia Valley, 142, por drenaje, 383
ÍNDICE ALFABÉTICO 715
de la excavación para sótanos, 517 M
280, 414, 571
8 Malhak,piezómetro, 694.
Mammoth Pool, dique,5
lo, 377, 429, Si, 587, 592, 611,

Ma, dique, 591.


Máquinas, asentamiento de fundaciones, 584
deslizamientos, 412 Marga, 8, 23, 43
diques, 255 Materiales, aluvionales, 329
espontánea, 107 para núcleo, ps de escollera, 602
por inversión de deformación, 108 plsticos,
por terremotos, 1 préstarro,e diu es.
por vol 109 Máxima densidad seca,
Lábte(s), de Anerbe 31, 148, 347 Méjico, ciudad, 30, 80, A, 356, 497, 579,
de contracción, 32,141, 144 676
líquido, 31, 80, 349, Sn Memphis, 611
pléstio, SÍ, 349 Menisco, 182
Limo(s), compactación, 438 Meteorización de los esquistos, 422
inorgánicos, 5, Método(s), de auscultación estática, 316
orgánicos, 6, 43 centrífugo de drenaje, 138
aje, 385 de las fajas (taludes), 239
plásticos, 5 del fluido equivalente (empujes), 359
presiones admisibles, sa, 504 geofísicos, 292, 326
resistencia al corte, sísmicos de exploración del suelo, 326
Línea(s), de ecanldación en el terreno, 68 por succión, drenaje,
de corriente, 157 del vacio Catenaje), 380, 384, 388
de los empujes, construcción de Culman, Mica, 24, 86
coinpresilidad, 64
cguipotenciales, 158 Miner alos arcillosos, 12, 36
iltración, 46 so, 598, 811
de pendiente, construcción de Culman, Mision: dique, 676
Misuri, río, 589, 593
MIT,, clasificación, 37
Médulo tangente inicial, 92
Mohr, diagrama de rotura, 183, 184
Mojado de la escollera,
Molinet, ensayos, 114
Montana, 42 ,
Lodo, excavación de pilares de fundación, Morenas, 7, 43 12, 86, 442
Montmorilonitas,
559 Mud Mountain, dique,4
de perforación, 557, 566,5
excavación, de pilares de fundación, Muestra(s), allerción, 230, 301
rtada a mano, 310, 11
566
de pozos o cilindros, 576 Extraldas con cuchara bartida, 358
inalteradas, 304
La 8, 43, 330 sellado,
le la saturación, 414 tallada a EE 310
esa de taludes, 413 en tubo, 347, 348, 350
Joa: de pared algnda, 303, 848
Iacdlicado,
presiones <amisbles, 498, 500 Muestreo, 298
alteración, 304
en el subsuelo de diques, 595, 596 Munich, 393, 396,
Muros de dere, 150, 353, 357, 392
Long Beach, 0. 581
Losas de con enaje, 364, 865, 367
Lower Súliwato Lake, 623 efecto de las heladas, 365
Lynn, Mass., 339 empuje, 191, 357
716 ÍNDICE ALFABÉTICO
[uros de sostenimiento (Cont.)
naciones 369
Panamá, canal, 410
Parantes, 391
París, 596
Pasadas, múmero, 489
Patas de cabra, rodillos, 43;
Couloml
Película filtrante, ensayo e Permeabilidad
in situ,
nos
sa de ea 260 Penetración, lec 348
egon, Mich,,

Penetrómetro, 314, 318


Napa, 131, 140 cono holandés, 316
cática, 181, 294 A inyección, S16, 319, 339
asentamientos causados por su depre- Pensilvania, 423
)n, 578 Perfil, errático, 35]
snlleica sobre el asentamiento de za- del subsuelo, ES
Patas en arena, del suelo, 829
Mero dique, N del suelo, 286
Perforaciones, 292, 828
Nivel, del agua, con barreno, 293
dispositivo” da medir asentamientos, distanciamiento, 834, 55
yecci
a inyección de ay gua,
con muestras en dos de pared delgada,
profundidad, 334, 335, 358
registros, 296
rotativas, 294
Nueva Orleans, 532, 630 Permeabilidad, 435, 48, 355, 375, 376
Nueva York, 318, 319, 893, 898, 553, 567, de arcillas, 53
579, 596 arenas micáceas, 52
Nueva Zelandia,41 coeficiente, 48, 147, 322
Nexalo, del ensayo aer da penetración, Ccresponelenca colla reláción do vacos,
19
EA la resistencia normal a penetración, 337 de depósitos, deltaicos, 331
eólicos, 376

o
Observación(es), de asentamientos durante marinos costeros, 376
electroomadtias 147
de comportamiento, ensayos,5.
directa en obra, 618 con a Nidulica variable, 322
en obra, procedimiento, 200 in situ,
el terreno, cia, 669 de los estratos de areni
e de ar 372 del múcleo del dique MMud Mountain, 443
procesamiento de datos, 675 relación vertical a horizontal, 340
registro, 008 los sedimentos in; oetados, 590
Plezométricas, representación gráfica, 670, de suelos estratificados, 54
a de carga hidráulica, constante,
3
decreciente, 50, 53
Penetración, resistencia, 340
Peso, espetó absoluto de los elementos
saka, sólidos,2
Oslo, 127, 898, 399, 401, 405, 571, 577 propio,56, 514
ÍNDICE ALFABÉTICO 717
unitario,2' a de arcilla blanda, asentamiento,
del Suelo sumergido, 58
Piedmont, 356 ensayo decats, 530, 541, 551
Piedras, bochas,5 flotantes, 522
asentamiento de fundaciones sobre, 546
SO: abiertos, fórmulas, de eficiencia en fundaciones so-
Blalop a sistema iráico cerrado, 663 re, 548
de hinca, 5:
de fricción, 2 521, 522, 526, 528
a lateral, 525, 596
en arcilla, 528, 529
eléctricos,
Ceonor, 661, 666 en arena, 526, 536
negativa, 541, 542, 543
hidráulicos cerrados, 662
il fundación, 521, 546
neumáticos, 665 re arcilla blanda, asentamiento, 552
de hormigón, 549
retardo,
selección del tipo, 666 inclinados, 371
USBR de punta plástica, con discos poro- le madera, 549
repetición de la hinca, 545
m.
piedras porosas, 662 resistencia, a po en arcilla, 530
Pilares de fundación, 558, 563 a la hinca, 53í
apoyados en arena, presión admisible, 561 de punta, 2 522, 525, 530, 538
en arcilla, 566 Pisones,
asentamiento de fundaciones, 588, 589
capacidad de carga, 564, 566 Pitcher, sacatestigo, 308
en arenas, asentamiento, 562
ce pacidad de cares, 565 Plasticidad, 11
ase ensanchada, 564 Plateas, 509
Capacidad! de carga, 221 asentamiento, 514, 520
enterrados profundamente, 223 de fundaciones sobre, 512
estabilidad Kal fondo de la excavación, de fundación, asentamientos, 671
momentos, 516
sida, estabilidad del fondo, 558, :ctores, sobre, 520
566 naturales, 518, 521
excavación con aire comprimido, 559 pilares de fundación, 565.
método, de Chicago, 5 proyecto de fundaciones,
variación de la ofndidad” Me los só
per 5. es, 563, 566 tanos con la carga, 520
554 Polvo de roca, 5
plale(a), en arcilla, alteración causada por
la hinca, ja, 156
efecto del tiempo sobre la fricción late- presiones negativas, 119
r Porosidad, 24,
de arena, compacteción, 445 Port Alberni, Vancouver, B.
asentamiento, tcs sobre, 536, Port Allen Lock, 676
5 A caída, 159
de grupos de, 539
con bulbo, 550 Poza
capacidaddde carga, 221, 525 de “io, 592, 616,
a
carga, admisible, 594, 504, 551 asentamiento
ción de agua, 579
acido por la extrac-
le falla, 525 de drenaje, 187
de compactación, 522 con eyectores, 382
cónicos, 5: filtración o escurrimiento, 166
curvas carga-asentamiento, 534 filtrantes, 340, 378, 382, 388, 559
daño por exceso de hinca, 537 filtro, 137, 382, 622
distanciamiento, 524, 548, 548, 551 de fundación, 563
efecto de la hinca en arcillas, 529 de observación, 325,
elección del tipo, 549 predicción de la presión ón del agua, 955
718 ÍNDICE ALFABÉTICO
Pozos (Con qua vibrante, 647
rofundos, asenaje, 382, 388 efect
le sangría, 388
a
e “llenó, 46, 59, 136, 148, 159,
recarga,
caes muros de enrimicno 367
eos 601 inicial de consolidación,
88
análisis de tensiones, efectivas, 254 laterales
tol
tales, » 2
cortinas impermeables, 587
drenaje, 3% de por
de escollera, 396 iento, 258
asentamiento, 599
control del “escurrimiento, 805 B, 89
en diques, 251
con membrana, 59 medi ición, 65: 5
con núcleo impermeable, central, negativas, 119
59' edición, 664
inclinado, 597
de hormigón fundadas sobre sedimen- observación en diques de tierra, 592
de preconsolidación,
relativa de vapor, lalo
Salt Springs, 599 en la superficie de contacto entre za-
de tierra, 586 pata y suelo,
cortinas, im -meables, 587 variación con la profundidad, 268
heterogéneas, 586 verticales debajo de áreas cargadas,
rotura por sifonaje, 587
soleras impermeables, 587 Pe anta de la observación en obra,
tratamiento del contacto del núcleo
con la fundación y las laderas, 605, on de datos, 671
606 de observaciones de obras y del terro-
bes (es), admisibles, 626 no, 675
e
lateas, en arcilla, 514
arena, 513
Proctor, ensayo, modificado, 441
normal, 44]
de fundación en arena, 520 Profundidad, activa, SH
zapatas, en arcilla, 504 factor (taludes), 233
en acia saturada, 496 a ¿nndación, 214
are relación, 504
.
en limo 498,
less, 498, 500
504 Propiedades de los agregados de suelo,
ds
lel agua
o 501 dedos granos del suelo, 4
se,cción,de 358
los poros, indico, 3, 17, 328, 940, 350
Public Loads, Bureau
, diagrama de entibiación de Puente San “Francisco. Oskland, 561
Puerta de presión por rebombeo, control
de asentamientos, “581, 582
característica de paso de aire, 657 Punta cónica,
Puntales, 390
E etro,
células, 650 en excavaciones a cielo abierto, 390
a alambre o cuerda vibrante, 646 medición de cargas, 40, 407, 850
Carlson 646, Punto (s), Borros para medir asenta-
mientos, 68:
de cola
Coldbeck, 643, 646 fijos, 630, 631
de observación subterráneos, 633, 634,
de oesoldación, e
de contacto, 265, ana medir levantamientos, 640
le baña de sopas27
ir o na, medi.
debajo” e Ss cargadas, Q
producida por la add 180 Quebec, 415
ÍNDICE ALFABÉTICO 719

R máxima pico,
o drena de ]a area, 504
Radio de influencia, 168, 323 a, Penstación, 289, 354
ensayos de bombeo, 325
Radiolarios, 10 ala (pilote), 224, 525
Raíz de un deslizamiento, 410 resi lual, 120, 425
Randall, dique,
Rankine, ado, ato, 187 34
de equilibrio plástico, 185 Resistividad eléctrica, método de explo-
pasivo, ración Fer Ear >
paa da sE de tierras, 396, 401 Resonancia,
Rayos X, Retardo acosta. 656, 666, 667
Mexeción de la subrasante, 278 Retén, 301, 341
Recorrido, coeficiente, 613 Retención de, qna, capacidad, 138
compersado, 613
lnea, Movestimiento.. excavaciones a cielo
Red de ración, 156, 161, 252 abierto, movimientos, 4
construcción, 161 de hormigón, escolleras arrojadas, 607
Registro, de observaciones de obra y del Rhin, 610
terreno, Bios, 5, 49
de perforaciones, 296
Reglas empíricas, copia, 426
Relación de compresión, 350 deslizamientos, 426
espacio de aire, co entibiadas, 407
de preconsolidación, 120 los, neumáticos, 487, 438
de profundidad, 5Ó1 tas de cabra, 138, 443
de vacios, Vibrantes, “497
1 Roma, 5'
influencia. sobre. la permeabilidad, Rosengarten,
Rotura(s), por e base, 231, 236, 237, 414
petición de la hinca de * lots, 545 le excavaciones, 571
Resistencia, de adheren observación, 640
de la arcilla seca, 92 condiciones, E
a la compresión, 348 de diques, 355
simple, 30, 343, 504 progresiva, 105, 117, 415
al corte, x sifonaje, 608, 622, 616
ángulo, 10: simultán
de arcillas, extrasensitivas, 116
fisuradas, 120 Rusia, 500, 618, 619
fluidas, lea

petomsolidadas,
da 1 117, 7, 121 s
satura 342
consolidado mo drenado, ángulo pa- Sacamuestras, enterizo con zapatos inter-
Ya ar cambiables,
efecto de la velocidad de cargo; 195 de lámina enrollada,
de esquistos arcillosos pobremente de pared delgada, 301
sados, partido, 296, 298, 299
in situ, a pistón, 303,
tir de desciende, Sacatestigos, 294
Bishop, 312
de rellenos mo saturados, 192 con cintas o láminas desenrollables,
de suelos, cohesivos, 110 306
cohesivos no saturados, 122 Denison, 309
no cohesivos, enterizo con zapatos intercambiables,
dinámica 224 300
a ficción a pilote único, a pistón, 308, 305
Pitcher,
ta 104 sueco de lámina enrollada, 807
720 ÍNDICE ALFABÉTICO
.cudimiento, ensayo, Stockton Creek, dique, 594
Sar Springs, presa,e presa, 594
Sander,dra
fó de hinca, 225 St. Thuribe, Queber, 417
Submuraciones, 626
Sa Call, dique N* 1, 607 Subpresiones, 156
Subrasante, reacción, a
obten): de Chi
unto de referencia pa e eran
miento:
jucción, altura de elevación en tubo, 136
e "414, 415
Saskatoon, Canadá, Suelo! de
121-
Sasumua, dique, 676 agregados, 22
aclio sobre amasados, compresibilidad, 63
el loess, 414
grado, característicos de drenaje, 53
Sección cada clasificació;
(filtración), 164
Sedimentos eólicos, 330 cohesivos, altura crítica de un corte ver-
Segregación, de las capas de filtro cal,
Eras $de. nión e digas compactación, 438
de escolll deslizamientos, 280
Sellado de lan iraestras, 302 emp, activo, 194
Sensibilidad, 17, 30, 80, 96, 111, 117, ) 196, 2
322, 346, 416 vestencia, al corte, 110
de arcillas, 18 a fricción en pilotes, 581
in situ, determinación, 322 compuestos, 42,
Serre Poncon, dique, 591 exploración, 2
Shanghai, 532 estatifcados. pormenbilidad, 54
Shrosphire, 485 humedad,
Siemens, sistema de drenaje, 378 citas 135, 143
Sifonaje, 169, 587, 592, 605, identificación, 44
neta causado por, 578 lamina
capilar,1 no cohesivo, empuje activo, 191
cinto de seguridad contra, 613 orgánicos, 5, 38, 40
por el fondo de una excavación reves- perfil,
tida, 579 errático, 329
presiones admisibles, 626
de relleno en muros de sostenimiento
Sistema, abierto [ecsnelamienao), 149
cerrado elamiento), residuales, 4, 333, 426
escalonado well point, ciao excavaciones entibadas, 407
Siemens (drenaje),
unificado de alcacón de suelos, 39 unil e, 10
Sobrecarga, Sumtdecos, 376, 877, 383, 387, 508, 578,
empuje por, 1%
máxima, 505 suoerfici, de contacto,
norm: mento, pea) 244, 253
Sobreexcavación, 558, 5' observa:
Sobrepresión e adi. 47, 159 Svir III, a de
Socavación, 561,

Tablestacado, 391

sonda, 296 movimientos en un corte en grill, 570


Sótano fecto en
en e presiones, 270 ey en entibaciones,
Talludes, 229
Sou Saskatchewan, mbalse sobre el río, en arcilla, deslizamientos, 347
repentinos, 430
ÍNDICE ALFABÉTICO 721

prapicneesed = la estabilidad, 232 sacamuestras, 298, 302


Sacatestigos, “302
Estabilidad, o “400 Tufas,
de superficies no circulares de desliza- Tie, observación de deformaciones, 643
Turbas, 6, 43
Turbinas a vapor, 129
Turquestán, 414
irregulares, 239
observación de distorsiones, 639
en roca descompuesta, 428 U
superficies Ernie de deslizamiento
(no circulares),
25: Uniformidad, coeficiente,
2:
en “talus”, UL.ls: Bureau of ata, 39, 598, 627,
ria en diques, 621
Ti piezómetro de punta porosa, 662, 663
Tamaño ¡Es 49, 133, 379, 884 Utah, 429
Tami
Tensión(es), circunferencia, 101
mación, relaciones, 86 v
efectiva, 56, 58
horizontales residuales, 424 Vacío(s), método de drenaje, 384
licuación causada por la inversión, 108 porcentaje, 24
neutra, 58 relación, 24
etida, volumen, 24
residual horizontal, 424
superficial, 181 ncia, 184
totales, resistencia con respecto a, 113 la presión característica de paso de
Teoría de Coulomb del empuje pasivo, 208 an piezómetro, 65
Terzaghi, Karl, dique, 591 Vapor, presión relativa, 141
Terraplén(es), cohesivos, resistencia al Varia presión con la profundi-
compactado, 124 ve, Es
Terremotos, ensayos, 114
asentamientos causados por, 583 miniatura (“torvane”), 346
efecto sobre los diques, 255 torque, ensayos de resistencia al corte,
Ticuación causada por, 109
Terreno, difícil, 411 Velocidad, de carga, efecto sobre la resi
favorable, tencia al rte, 125
Texas, 142, 145, 150
Textura,
“Tiempo de reacción, 656
“Tierras de diatomeas, 8 de filtración, 47
Tisotropis 17, 117, 294 Venezuela, 580
Tokio, Vermilion, dique, 592, 616, 67%
esa de los deslizamientos, 422, 427 Vertientes, 416
Torpedo para medir asentamientos, 636 Vibración(es), 437
Torvane, 114 amplitud, 12
Tosca, 8, 43 asentamientos causadas por, 582
“Tower Latino Americana, 676 compactación por, 444
Trabazón de granos, 108 efecto, 127, 129
Tractores, compactación, 437
Tránsito, asentamientos causados por, 583 frecuencia, 127
Trépano, 293, 296 zona crítica de frecuencias, 129
"Trincheras, excavadas con lodo de perfo- Vibrador(es), 198
ración, rodillos con, 437
método de excavación, 578 Vibroflotación, 444
Tubo, capilar, 131, 141 Vien:
colector. 137 Virginia del Oeste. 428
72 ÍNDICE ALFABÉTICO
Voladuras, licuación gua por, 109 z
Vreeswijk, esclusas, 1
Zanja, método de excavación, 573
Zapata, en arena,
w carga crítica, 214
Wasatch, montañas, 429 coeficiente de seguridad en arcilla, 504
Washington, 616 de fundación, capaci de carga, 218
Washington, D. C., 598 momentos flectores,
Watauga, presa, 597 sobre plateas ria 518, 521
Ver prin Station, célula de poco profundas, 213
WEE,
dispositivo escalonado múltiple, 381, 388
presión de contacto, 276
Zona(s), de corte ra
y
For ego crítica de frecuencia de las vibraciones,
129 o -
sistema as "drenaje, 379
Mass, 956
Wenfild,inclinómetro, de desplazamiento plstco, 210
641, 642 plástica,
noe. Canadá, 510 de ación en diques en escollera, 602
Este libro se terminó de imprimir
el día 15 de diciembre de 1978, en los
Talleres Gráficos de Manuel Pareja
Montaña, 16 - Barcelona - Espana
KARL TERZAGH! - RALPH B. PECK p

Mecánica de Suelos
en la Ingeniería Práctica

Este libro constituye un tratado completo de la rama de la técnica


conocida con el mombre de mecánica de suelos y fundaciones, “y que
comprende el estudio del comportamiento de los suelos en relación con las
obras de la ingeniería civil
Ha sido escrito por dos autoridades en la materia, que además de su
profundo coriocimiento del tema poseen la experiencia adquirida en una
intensa y extraordinaria actividad profesional y de investigación en los
diversos.continentes del mundo. Contiene información original —producto de
la actividad mencionada— de excepcional valor en la práctica del ingeniero y
que, por su'carácter, es exclusiva de este libro.
Con respecto a la edición anterior se han introducido en la actual
traducida y adaptada por el profesor ingeniero Oreste Moretto= numerosos
agregados, especialmente sobre diques y fundaciones. El texto ha sido
complementado con referencias y listas de lecturas selectas que pueden servir
de guía bibliográfica. Cuenta, además, con un nuevo capítulo relativo a
observaciones del comportamiento en obra, a.fin de ayudar al ingeniero en los
métodos por utilizar en las mediciones, contribución esencial para la eficaz
aplicación de la mecánica de los suelos, E

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