Guia Derecho
Guia Derecho
Guia Derecho
El ser humano y la vida social son elementos condicionantes del derecho. El ser
humano, más allá de su dimensión biológica, es un ser libre con capacidad de
elección. Sin la libertad humana no habría vida social, historia, cultura, ni por
supuesto normas que regulen la conducta humana con carácter coactivo o
autoridades que las impongan. El derecho puede facilitar o dificultar la realización
de la libertad humana o cualquier otro fin o valor del derecho como la dignidad, la
justicia, la igualdad o la seguridad jurídica.
La libertad de elección del ser humano no es un elemento abstracto, está en
relación con otros elementos de la persona y con las circunstancias particulares de
cada sociedad. El derecho toma en cuenta esa compleja realidad, para que sus
normas y la interpretación que de las mismas hacen las autoridades, se vinculen a
los elementos individuales, sociales y culturales, que definen la vida humana
social que se materializa históricamente. Para Aristóteles no hay persona sin vida
social, pues es relación con los demás en donde se desarrolla el pensamiento y la
cultura. En las sociedades contemporáneas no hay vida social sin derecho; sin
embargo, tanto el derecho como el Estado son productos históricos, son
consecuencia del desarrollo humano. Es posible que pueda haber sociedad
humana sin derecho y sin Estado, por lo menos así lo postulan corrientes del
pensamiento como el marxismo o el anarquismo. La sociedad es el conjunto
organizado de individuos que viven establemente diversos tipos de relación en un
tiempo y espacio determinados, en donde el derecho es un aspecto de la
sociedad. En las sociedades contemporáneas el derecho está en todas partes,
son sociedades que juridifican casi todas las actividades humanas; sin embargo, el
hecho de que el derecho regule casi todas las conductas humanas no
necesariamente significa que sea más justo. La justicia del derecho tiene que ver,
en términos generales, con la manera en que las normas jurídicas y las
instituciones garantizan y protegen los derechos humanos y desarrollan los
procedimientos democráticos. El derecho ha evolucionado de las sociedades
primitivas a nuestra época. Existen diversos niveles o grados de juridicidad que
explican la complejidad y el desarrollo de las sociedades y del propio derecho.
Existen tres explicaciones sobre el origen del derecho y el Estado: 1) la marxista,
que indica que el derecho surgió en torno a la apropiación de los recursos
hidráulicos de los ríos; 2) la religiosa, que justifica lo jurídico a través de la
aceptación humana de la coerción, y 3) la conflictualista, que señala el origen del
derecho en relación con el tratamiento del conflicto social por vías institucionales y
pacíficas. Las funciones del derecho en la sociedad se explican desde las
vertientes conflictualista, esencialista y funcionalista. La conflictualista sostendrá
que el derecho debe regular los conflictos de intereses económicos y de carácter
ideológico, ya sea para prevenirlos, solucionarlos e inclusive fomentarlos, pero de
forma justa e igual para todos. La esencialista propone que el derecho realice y
materialice la justicia y los demás valores del derecho. La dimensión funcional
entiende a la sociedad como un todo coordinado y en equilibrio, en el que el papel
del derecho consiste en mitigar el conflicto, en facilitar las relaciones sociales y en
reprimir las conductas que se consideren irregulares por la sociedad.
El derecho suele ser presentado como un instrumento de conservación y
mantenimiento del statu quo y por tanto en manos de los poderosos para la
defensa de sus intereses; sin embargo, el derecho también puede ser instrumento
de transformación y de cambio en la sociedad, tanto para reformar condiciones de
la vida social como para sustituirlas y proponer otras alternativas, más justas y
democráticas. La cultura es un conjunto complejo de conocimientos, creencias,
artes, moral, leyes, costumbres y usos sociales que el ser humano adquiere como
integrante de una sociedad determinada. Lo medular del concepto cultura son las
ideas y categorías del pensamiento, seleccionadas y transmitidas históricamente,
así como sus valores concomitantes. La cultura es contemplada en cuatro niveles
y en tres aspectos. Los niveles son: 1) el histórico, en cuanto a las tradiciones y
legados sociales; 2) el normativo, integrado por las reglas y usos sociales así
como por los valores e ideales de conducta; 3) el psicológico, consistente en
procesos de aprendizaje y en costumbres seculares, y 4) el estructural, que son
los modelos de organización de la propia cultura. Los aspectos de la cultura son:
1) el tradicional, que ahonda en lo que fue —tradiciones y legados—; 2) el
innovador, que propone con lo que fue el cambio social, y 3) el pluralista, que
destaca que en las sociedades contemporáneas la cultura no es homogénea, pues
diversas culturas pueden convivir en una sociedad concreta. El derecho es parte
de la cultura de una sociedad y todo derecho presenta rasgos culturales
específicos que atienden al tiempo histórico y al espacio geográfico, al igual que a
la familia jurídica en la que se integra ese derecho concreto. Otros factores como
el nivel de desarrollo de la sociedad o las características políticas de una sociedad
influyen en los elementos que conforman cada cultura jurídica, la cual puede ser
externa e interna. La externa es la que reside en toda la población, son las
expectativas y sentidos que los integrantes de una sociedad dan a su respectivo
derecho. La cultura jurídica interna es el sentido y significado que los miembros de
las profesiones jurídicas confieren al derecho. Las culturas jurídicas de nuestro
tiempo tienen un componente nacional y otro compartido en virtud de la
interdependencia entre las naciones. No hay por tanto cultura jurídica aislada. A
pesar de la importancia de toda cultura jurídica porque dota de sentido y
significado a las normas jurídicas y a las instituciones, su trascendencia
permanece generalmente ignorada o no advertida con suficiencia por los expertos
jurídicos.
DEFINICION DE DERECHO
En este capítulo hemos rechazado los conceptos “esencialistas” del derecho. No
existe la esencia del derecho ni la esencia de las cosas. Las palabras no tienen
una relación mágica con las cosas ni existen “ideas” o “arquetipos” que definan las
cosas como fue propuesto por la filosofía platónica. El derecho debe ser definido
convencional y explicativamente, a partir de cómo se usa o se ha usado la
expresión entre las personas y tratando de definir para cada época y cultura sus
notas o características más sobresalientes. Es difícil definir el derecho por razones
lingüísticas y no lingüísticas. Entre las últimas mencionamos y explicamos las de
carácter histórico, porque el derecho está en permanente cambio y en cada época
histórica puede presentarse con diferentes rasgos; advertimos que es un
fenómeno complejo en donde cada perspectiva, por ejemplo profesional,
ideológica, teórica o metodológica, puede orientar una definición diversa, y
además, indicamos que el derecho tiene un carácter práctico y valorativo, esto es,
sirve para orientar y evaluar las conductas de las personas a partir de cánones
valorativos que cada sociedad (aunque cada sociedad es plural y heterogénea)
considera plausibles. Igualmente destacamos la carga emocional que poseen
muchos conceptos jurídicos incluyendo la expresión derecho. Entre las razones
lingüísticas que no favorecen una definición simple del derecho, hablamos de su
ambigüedad y vaguedad. La primera entraña que la expresión derecho puede y
tiene distintos significados, por ejemplo: derecho objetivo, subjetivo, ciencia del
derecho, juicio de valor, etcétera. La vaguedad, dijimos, puede ser intensional,
esto es, saber cuáles son o deben ser las características o propiedades de la
expresión derecho, y extensional, que implica conocer a que tipo de fenómeno —a
cuántos fenómenos— de la realidad aplicamos la expresión derecho. Abordamos
diferentes clases de definiciones que pueden utilizarse para definir el derecho. Nos
referimos a las ostensivas, las reales, las nominales y las explicativas. Concluimos
que las definiciones explicativas son más útiles que las otras, porque no sólo
acuden a los usos habituales de una expresión, sino que intentan determinar el
núcleo o los núcleos de mayor amplitud significativa, de tal suerte que la definición
tenga claridad, rigor, nitidez y elasticidad. Consideramos que las definiciones que
se han forjado a partir de la teoría tridimensional del derecho de Miguel Reale, son
definiciones explicativas del derecho, en tanto que pretenden definirlo
determinando elementos del derecho como el de norma, hecho y valor, los que
interactúan y se implican mutuamente en la realidad del derecho. Estimamos que
las definiciones del derecho que sólo integran a uno de esos elementos norma,
hecho o valor, aunque pueden tener fuerza explicativa, no tienen el mismo alcance
en claridad, nitidez, rigor o elasticidad que las definiciones que puede proporcionar
la teoría tridimensional. No obstante, lo dicho respecto a la teoría tridimensional
del derecho y sus definiciones, preferimos acogernos a la visión argumentativa del
derecho, que entiende que el derecho no sólo se integra por normas, hechos y
valores, sino que en la vida social es esencialmente argumentación. Sobre la
concepción argumentativa del derecho hablamos de su importancia en nuestra
época y de las relaciones que tiene con movimientos como el
neoconstitucionalismo. Expusimos las notas o características de la visión
argumentativa del derecho y a partir de ellas construimos una definición de
derecho, que no pretende ser la verdadera, la única o la correcta.
LA NORMA JURIDICA.
Este capítulo nos ha permitido comprender que aunque el derecho está
esencialmente integrado por normas, no podemos entenderlo sólo a partir de ellas,
el derecho como se ha dicho en los capítulos anteriores también es hecho, valor,
interpretación y argumentación jurídica, entre otros elementos que explican el
fenómeno jurídico, como el poder. En cuanto a las normas jurídicas también aquí
ha quedado de manifiesto que aunque la mayor parte de ellas tienen carácter
prescriptivo y expresan factores deónticos tales como obligar, prohibir o permitir,
no todas tienen esas características, hay en el derecho, como lo han puesto de
manifiesto Atienza y Ruiz Manero, otros materiales jurídicos. Entre esos materiales
jurídicos han cobrado en las últimas décadas una importancia inusitada los
principios jurídicos de carácter constitucional, muy diferentes a los viejos principios
generales del derecho. Estos principios que en el derecho de nuestra familia
jurídica se encuentran en la Constitución, orientan y guían al resto del
ordenamiento. Los principios por sus contenidos y su jerarquía normativa
prevalecen sobre las reglas secundarias y son responsables de uno de los
cambios jurídicos más extraordinarios de nuestra época, al grado que algunos han
hablado del cambio del Estado de derecho clásico basado en la pura legalidad al
Estado constitucional. El Estado constitucional alude a la prevalencia de la
Constitución y sus normas llamadas principios por encima de cualquier otra norma
constitucional. Esa prevalencia no debería ser vana, es una prevalencia con
consecuencias muy serias. Obliga a todas las autoridades a ajustarse a ella,
incluyendo por supuesto a los intérpretes. Éstos no deberían aplicar normas
secundarias sin acudir en primer lugar a la norma constitucional y sus significados.
Se trataría de un concepto de Constitución normativa exigente, pues acerca la
Constitución a cualquiera. Coloca a la Constitución al alcance de todos, y evita
que sólo determinados augures la interpreten y accedan a ella. En el campo de la
interpretación y argumentación jurídica, la argumentación por principios abandona
la subsunción y la aplicación mecánica de las normas. Exige la sustitución de la
interpretación literal, exige el abandono del silogismo judicial formal, y se aproxima
a los métodos de la interpretación retórica basada en la ponderación y en la
razonabilidad, porque el derecho es algo más que la ley, y su intérprete más que
conocer las reglas de los sistemas jurídicos debe aprehender el ethos del
ordenamiento y su relación con el contexto social, económico y político.
EL ORDENAMIENTO JURIDICO
Este capítulo ha tenido por propósito explicar que es incorrecto estudiar las
normas jurídicas sin mirar a los ordenamientos jurídicos. Éstos son sistemas
jurídicos complejos que existen en el tiempo y que aspiran a cumplir con
características fundamentales; entre ellas, las de unidad, coherencia, integridad, y
que además entran en relación o conflicto con otros ordenamientos. Un
ordenamiento no es sólo un conjunto de normas, es la estructura, la función y fin
normativo que da sentido a las normas, que permite predicar su validez, su
existencia, sus características, jerarquía y clasificación. Las normas jurídicas sin
inscribirse en un ordenamiento no podrían explicarse, reconocerse como jurídicas,
ubicar su jerarquía, su lugar en alguna clasificación, determinar su validez,
existencia y eficacia. De esta suerte, entender la norma dentro del ordenamiento
es dotarla de sentido. Hemos insistido que el derecho de nuestra época no debe
ser entendido sólo por sus características normativas. Ni siquiera nos podemos
conformar con la manera en la que lo entiende Hart como unión de reglas
primarias y secundarias, o como lo entiende Dworkin como reglas, principios y
directrices. El derecho contemporáneo debe ser entendido en la realidad que
habita, en su contexto histórico y social, en las finalidades axiológicas que
persigue, en su carácter argumentativo y discursivo. Lo anterior, sin embargo, no
implica que los elementos normativos del derecho no tengan una importancia
fundamental para comprender el fenómeno. Sin ellos el derecho sencillamente no
podría ser explicado. Por eso, el estudio de la unidad, de la coherencia, de la
integridad y de las relaciones entre ordenamientos resultan cruciales para
cualquier jurista que quiera tener una visión estructurada y lógica del derecho.
DEFINICION DE JUSTICIA