Mileymadness 2

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1.

MILEY

Es primavera, puedo sentir el calor del sol a través de la ventana, el canto de las
aves me despierta en las mañanas. Todo parece mejor, pero no lo es. El olor a
cloro y desinfectantes me provoca náuseas, la bolsa de sangre colgada junto a la
del suero, me recuerdan lo que hice, el vendaje de mi mano cubre la herida que
seguro dejará otra marca. No es la primera vez que lo hago pero, todo se ve
diferente.

He pasado aquí tres días, nadie ha venido a verme, excepto mi mamá, que viene
en las noches y se pasa el rato llorando, mi papá y mi hermano llaman por las
mañanas, sé que tampoco duermen porque se ven como la mierda, se ven más
delgados y las lunas bajo sus ojos se han vuelto más oscuras. Creo que nadie les
ha avisado a mis amigos, -excepto que yo le envié un mensaje a Jessica, la noche
que me corte las venas- Me trajeron de contrabando el celular y no hubo
respuesta. He aprovechado para buscar las drogas con las que me mantienen
calmada, nada que no conozca.

Esta mañana los doctores y mis padres han tomado la decisión de enviarme a otro
hospital, uno donde sepan cómo ayudarme, están arreglando mi traslado, voy
directo al Instituto Nacional de la Salud Mental, es un buen hospital quizá ahí me
ayuden a pegar los cachitos rotos de mi vida. Soy una persona curiosa, y me he
pasado la mañana desde que los escuché, investigando todo sobre el hospital,
parece que hay un reglamento para los pacientes y las visitas, como ya soy mayor
de edad puedo quedarme sola, pero no están permitidos los aparatos electrónicos,
ni los libros, ni pinturas, ni zapatos con cordones –eso tiene sentido-. Voy a pasar
ahí un promedio de 6 meses bajo tratamiento y supervisión médica. Seis meses
sin libros, sin pintura, sin fotografías, supongo que es un precio justo tomando en
cuenta que intente quitarme la vida y que lo sigo considerando. Sé que en
cualquier momento lo voy a intentar otra vez y eso me asusta, por eso no me
opuse cuando me dieron la noticia de forma oficial.

He estado deprimida por casi dos años, los últimos años de universidad,
curiosamente fueron los años en los que tuve las mejores notas, incluso logre
entrar a un posgrado y obtuve una oferta de trabajo de ensueño. Parecía que tenía
todo lo que uno puede desear a los 22, las mejores notas, un posgrado, una
familia amorosa, un buen trabajo esperando por mí, una mejor amiga apoyándome
en todo y al mismo tiempo me sentía –me siento- tan vacía, sin propósito, sola, sin
nada. Tenía todo lo que podía desear, probablemente más y aun así sentía un
vacío en el pecho cada vez que pensaba en lo que había logrado en mi vida.
¿Realmente yo había logrado todo eso? ¿Merecía todo el crédito? Yo creía que
no, aun lo creo. Por eso me voy, por eso necesito que alguien me ayude, porque
cargo el peso de algo que ni siquiera entiendo.

Mi papá empacó mi maleta, ¿hay acaso algo más vergonzoso que tu papá
empacando calzoncillos y medias sin par? Supongo que el dejar que vea las
cicatrices de mis brazos. No puedo mirarlo a los ojos ahora, ni a él ni a nadie.
Tengo mucha vergüenza y cada que miro sus ojos puedo ver el dolor y el pánico
de encontrar a su hija desangrándose en el suelo del baño. Sé, que hacemos esto
por el bien de todos y prometería hacer todo lo posible por mejorar si mis
promesas aun tuvieran alguna clase de valor, pero ya no es así.

-¡Miley! ¿Escuchaste algo de lo que te dije?- mi cerebro reaccionó y vi a mi mamá


lista con mi toalla y el estuche del baño, -Tienes que bañarte antes de irnos, ya
casi es hora-

-Claro, lo siento, estoy un poco nerviosa- no mentía, sentía las piernas como si
fueran espaguetis, -¿Nerviosa, mal? ¿Quieres que llame a un doctor? Solo
respira cariño, como siempre, inhala contando hasta seis, sostén el aire por tres
segundos y déjalo salir de apoco- Había oído esa instrucción tantas veces antes y
la mayoría de ellas no servía de nada, o yo no sabía respirar correctamente o me
hacia la tonta para que me durmieran con medicamentos.

Ya era viernes, mi último día de libertad y Jess no había respondido todavía, ya


había pasado una semana desde que le envié un mensaje lastimero diciéndole
cuanto la quería y lo mucho que significaba para mí que estuviera siempre
conmigo, ya había pasado una semana desde que me había dejado en visto, -
¡Pequeña idiota! Ahora podría estar muerta y esta tonta no tendría ni idea-

Entre a la ducha con ayuda de mi madre, esperando que el agua caliente lavara
también mis pensamientos, tomando respiraciones largas y profundas, mamá lavo
mi cabello como si fuera un bebé de meses otra vez, me sentía culpable por
hacerlos pasar por todo esto, ellos no lo merecían. Probablemente nunca pueda
hacerles saber que lo que hice nunca fue culpa suya, que ellos son buenos padres
y que los amo más que cualquier cosa en el mundo. Pero no puedo evitar pensar
como pienso, algo está mal en mi cerebro y no lo puedo solucionar sola, ya no.

Elegí viajar con mi traje de pintar, -era lo más cómodo que había en mi closet-, un
pantalón de algodón negro lleno de manchas de pintura, igual que una vieja
camiseta de mi padre llena de colores. Papá empacó todos mis pijamas y ropa
deportiva, no era mucha así que mi bolsa del gimnasio fue lo suficientemente
grande para guardar todo.
No hablamos mucho durante el viaje, decidí que mi papá me llevara hasta el
hospital, en lugar de subirme a la ambulancia, no quería llegar en una cosa de
esas, Mi ingreso ya estaba arreglado, pero debía pasar por la administración a
firmar cartas responsivas y a un consultorio por una “revisión de rutina” ahí me
asignarían una habitación y un horario de actividades.

-¿puedes sacarte los tenis, cariño?- dijo una enfermera rubia y con cabello crespo
de unos sesenta años mientras me entregaba un par de tenis slip-on. –Es por
seguridad, cielo, no te preocupes se los daremos a tu familia- Era muy amable y
transmitía una calma increíble, yo supuse que así debía ser todo el personal
trabajando en este lugar,- al menos creo que así deberían ser todos.-

No me hicieron cambiar mi ropa por una bata o por una camisa de fuerza, creo
que eso me sorprendió un poco, y cuando salí del consultorio, no se veía diferente
a cualquier otro hospital, solo no había nadie corriendo por los pasillos por alguna
emergencia, todo estaba muy tranquilo, eso me gustó.

De camino al que sería mi cuarto los próximos meses, me encontré con un grupo
de pintores en uno de los jardines, -supongo que no está del todo prohibido el arte
en este lugar, tal vez en algún momento yo pueda volver a pintar- Por ahora solo
deseo llegar y descubrir que no tengo que compartir la habitación con nadie, que
voy a tener mi propio espacio.

Despedirme de mis padres quizá sea lo más difícil, sé que estarán aquí en cuanto
les permitan venir pero, nunca me he separado de ellos así que pensar en un
mínimo de seis meses sin tenerlos en la habitación de junto es bastante duro.

–Miley, tu papá y yo te amamos muchísimo, solo hacemos esto porque es lo mejor


para ti, cariño. Si quieres que venga por ti solo tienes que llamar ¿ok?, solo pide
que me llamen y yo haré todo para llevarte de vuelta a casa-
-Tranquila, má. Está bien, voy a estar bien- Me besaron en la frente, me dieron el
abrazo más fuerte de mi vida y salieron de la habitación dejando mi maleta junto a
la cama.
2. OLIVER

Llegó la semana pasada como a eso del mediodía, su maleta no es tan grande
como la del resto que llegan aquí, es más bien una bolsa de gimnasio colorida y
grande, la maleta contrasta por completo con la imagen que ella tiene, es
pequeña, -de estatura, porque aún no sé su edad ni cómo se llama, no estoy
seguro de querer averiguarlo- tiene el cabello ondulado a media espalda, -más
bien despeinado, como si se hubiera secado en la ventanilla del carro en el que
llegó- su piel es blanca como el papel, y contrastan las lunas negras bajo sus
grandes ojos. El día que llegó vestía una gran camiseta negra y un pantalón
deportivo llenos manchas que no tengo intención de averiguar a qué se deben.Usa
lentes grandes de pasta negra, la he visto hojear algunos libros en el jardín, luego
regresa a su cuarto, está del otro lado del pasillo, casi al final, junto a Noah, No ha
compartido ninguna comida con el resto de nosotros, y es extraño porque a todos
nos obligan a comer al mismo tiempo, incluso quienes están aquí por un TCA1.

Está aislada de todos y Lauren dice que debemos darle tiempo para que se sienta
un poco cómoda aquí. La realidad es que entre más tiempo pasa sin hacer
contacto, más crece nuestra curiosidad, -porque no puedo ser el único que se
siente curioso sobre la nueva ¿no?-, usa esas camisetas enormes y se ve
pequeñita como la niña de esa película animada de monstruos que Cathy, mi
hermanita, veía todo el tiempo en casa cuando éramos niños.

Seguía pensando en esa niña, sabía que había intentado algo, el vendaje de su
mano la delataba, quería encontrarme con ella más seguido, quizá decirle “hola”
pero, la voz en mi cabeza no paraba de decir que era mejor así, que no debía
involucrarme más, haberme hecho amigo de Daniel, ya había sido demasiado, yo
no tenía intenciones de hacer amigos aquí, ¿por qué alguno de ellos querría ser
amigo mío en realidad? Mi mente viajaba a ese lugar oscuro cuando Daniel me
interrumpió.
–Oliver, tenemos que ver la película de hoy pero sin las palomitas, son como 370
calorías sin contar la mantequilla, no puedo comer eso, me moriría si como todo
eso, ¡OLIVER! ¡Carajo, hombre hazme caso!-
-Sí, sin palomitas, te estoy escuchando-
-Claro que no, tienes esa mirada rara otra vez, un momento estás aquí sin parar
de hablar y al otro te quedas en silencio como perdido en la nada ¿Es que estás
enamorado o tanta medicación te ha freído ya el cerebro? Creía que esas cosas
no te interesaban amigo.
-No seas tonto, ¿de quién estaría enamorado? solo estoy pensando.
-¿Tú? ¿El que sobrepiensa todo, todo el tiempo? ¡No me digas!
Le lance una frambuesa madura directo a la cara y no pudimos contener la risa.

1
Trastorno de la conducta alimentaria.
-Ollie, ¿has oído algo de la chica que llegó la semana pasada? ¿no es raro que
no haga nada con el resto de nosotros?
-La he visto salir de vez en cuando pero en realidad no sé nada. Lauren dice que
sigue adaptándose al lugar.
-Sí pero, me refiero a que no hace ninguna actividad, ni la he visto en ninguna
terapia. He estado aquí el tiempo suficiente para ver llegar e irse a muchos
chicos, este no es el protocolo.
-Pues yo la he visto leyendo en el jardín.
-¿tú? ¿acaso has notado la existencia de otro ser humano?-
-Claro que noto la existencia de otros seres humanos, estoy aquí hablando contigo
ahora, ¿no? -
-Ya, pero es que nunca prestas atención de verdad a nada.
-Bueno, a veces tengo curiosidad por ciertas cosas, tampoco es tan raro.
-¿Entonces sientes curiosidad por Miley?
-¿Quién es Miley?
-Demonios, Oliver, no puedo tener una conversación normal con nadie en este
lugar,ni siquiera contigo señor genio. Miley es la chica de la hablamos. Ese es su
nombre.
-¿por qué sabes cómo se llama?¿Y qué sabes sobre ella?-
-¡Vaya señor oficial! ¿De dónde ha salido esa repentina curiosidad?.
No se nada realmente, no habla mucho conmigo, pero si con Noah, sus
habitaciones están juntas, ella debe saber más. ¿Quieres preguntarle?-
-¡NO! Digo, no sé, no me parece buena idea-
-Viejo, hacer amigos no es malo, y si realmente quieres “hacer un cambio”, ayudar
a alguien nuevo a adaptarse sería bueno. La pobre se ve más triste desde que
llego. Creo que le crecieron las ojeras.
-Bueno, puede ser que tengas razón. Pero no forcemos las cosas, hay que
esperar el momento correcto para…. –
- ¡Noah, oye NOAH! ¿Quieres sentarte aquí hoy?
Ni siquiera pude explicarle que debíamos esperar para preguntar por la niña
nueva, cuando Noah comenzó a caminar hacia nuestra mesa en la cafetería, era
como volver al bachillerato. Me sudaban las manos y sentía el temblor de mis
rodillas.
-¡Hola, chicos! ¿Ollie, estás bien? Parece que viste un fantasma-
-Sí, solo estoy ansioso- me sequé el sudor de las manos en el pijama y tomé un
sorbo de mi jugo de manzana. Noah, era una chica bonita, de cabello lacio y
naranja como las zanahorias, tenía una cara redonda y llena de pecas, ojos claros
y apagados, llegó aquí después de perder a sus papás en un accidente, su
hermano mayor la trajo hace unos 6 meses, yo creo que ha mejorado mucho pero
al parecer no quiere irse, la comprendo, cuando mis padres murieron y me quedé
solo con Cathy y la abuela tampoco quería pasar tiempo en la casa sin ellos, me
refugie en la facultad, pasaba todo el día ahí, tomando créditos extra y tantas
clases extra como fuera posible, solo para pasar más tiempo fuera de casa.
cuando estaba a la mitad de los estudios de posgrado, todo se vino abajo, Las
becas del Instituto de Investigación Científica, eran apenas suficientes para cubrir
mis gastos pero así la abuela no tenía que preocuparse por mantenerme a mí y a
mi hermana en su casa. No quería ser una carga para ella. Creía que podía
hacerlo todo, incluso tenía una novia…

-¿Por qué estoy sentada aquí con ustedes, perdedores?- Noah, era muy tierna,
llamarnos perdedores era su forma de decir que le caíamos bien, aunque no
pasábamos tanto tiempo juntos, tomamos un par de talleres de escritura creativa
con ella, antes de darnos cuenta que no sabemos escribir historias.

-Oliver mi amor, quiere preguntarte sobre tu amiga nueva, ¿No es cierto Ollie
cariño?- Puse los ojos en blanco antes de contestar, no me molestaba que Daniel
me llamara “cariño” o “mi amor” ya estaba acostumbrado a sus muestras de
afecto, pero yo seguía indeciso sobre saber o no cosas de la chica nueva.

-¿Miley? ¿No la conocen aun?

-La hemos visto por aquí y por allá pero, no hemos tenido oportunidad de hablar-

-Pues bueno, la verdad es que tampoco habla mucho, ojalá hablara tanto como
duerme. ¿Qué quieres saber exactamente?- me miró con unos grandes ojos llenos
de curiosidad.
-Nada, solo cosas normales-
-¿”Nada, solo cosas normales”? ¿Me tomas el pelo, Ollie?
-No, solo no estoy seguro de querer saber-
-Bueno, pues se llama Miley, tiene 22 años, no cree en la astrología pero sabe que
es virgo, le gusta leer y pintar, pero ha estado tan drogada que apenas puede
mantener los ojos abiertos. No sé qué más decir, es realmente muy callada y le
está costando mucho adaptarse a este lugar. ¿Van a ver la película de hoy?, quizá
pueda invitarla y así la conocen mejor sin que yo quede como una chismosa.

-¡oh, Noah! Eso es genial ¿lo harías por el pequeño Oliver?


-Claro, le diré ya mismo. Los veo esta noche chicos. ¡Es como una cita doble!

¿Una cita? ¿Doble? en que momento acepté eso. Yo no quería una cita, y que
clase de cita sería, en un hospital psiquiátrico viendo una horrible película de
monos con inteligencia superior, los monos siempre me dieron miedo, ver el
Planeta de los simios no era la mejor idea. Pero ya estaba metido en esto, además
era solo una chica, ¿Qué podía pasar? ¿Que nos cayéramos mal y nunca más
volvernos a hablar? Podía con esto, necesitaba volver a conectar con la gente y
ella parecía agradable. Podía hacer un intento. Solo debía no ser raro.

Terminamos de comer y mientras dejaba las bandejas en la entrada de la cocina,


vi a Noah hablar con Miley, su nombre era Miley, era lindo. ¿Era lindo? ¿Qué
mierda con mis pensamientos?, Miley era solo otro nombre como Rufina o Rosita
o Teodora, ¿Qué tenía de especial “Miley”? seguía preguntándome eso cuando
entre al salón donde sería la rueda de la muerte con el Dr. De la Cruz y la vi ahí,
sentada en un rincón, con esos ojos enormes llenos de pánico, algo en mi interior
se ablando, era como ver a un conejito asustado esperando morir en cualquier
momento. Ella era una chica igual que todas las que han entrado y salido de aquí,
con problemas igual que todos y aun así había algo que, me hacía sentir
curiosidad por ella.

3. MILEY

He pasado ya una semana en el hospital, me he pasado los días mayormente


dormida, en la administración me dieron instrucciones sobre las cosas que puedo
y no puedo tener en mi habitación, no es tan distinto a las veces que me cuidaron
en casa, No tengo acceso a internet, ni a nada electrónico. No puedo tener aquí
mis propios libros pero, hay una pequeña sección de libros en la sala de estar,
tienen una horrible selección de libros de autoayuda, pero también hay varios
libros de fotografía,he visto algunos y trato de imaginar qué sentía el fotógrafo en
ese momento. Sé que si fueran otros tiempos me habría terminado en dos días
todos los libros que tienen aquí. Tampoco he conocido a nadie excepto por la
chica de la habitación de junto, se llama Noah, es muy linda y muy amable. La
enfermera que me recibió la semana pasada se llama Gladys, parece que estoy
en una fase de adaptación al nuevo medicamento, espero que pase pronto y
pueda hacer algo, cuando deje de sentir que voy en cámara lenta.

Hoy tengo terapia de grupo, donde un grupo de enfermos hablan de sus traumas y
del porqué piensan que están enfermos, no sé cómo realmente funciona, porque
nunca estuve en una, pero estoy aquí para probar lo que sea y mejorar. Pensaba
en lo horrible que sería presentarme como la nueva en un grupo que ya se
conoce, y cómo tendría que hablar sobre lo que me trajo aquí y seguramente me
quedaría en blanco cuando oí una voz dulce y calmada saliendo de la cafetería,
era Noah.

-¡Hey, Miley! ¿A dónde vas?-

-Oh, hola. Tengo terapia de grupo con el doctor de la Cruz. ¿Qué pasa,
necesitabas algo?

-¡Que linda! No. Bueno en realidad si, hoy hay una proyección del Planeta de los
simios en el auditorio tres, me preguntaba si querías acompañarme a mí y un par
de amigos, Va a haber palomitas y todo. Es a las 7 pm.
-¿me estas invitando a salir?
-bueno técnicamente no, porque no vamos a salir, pero sí, es como si fuera una
cita.-
-Lo siento Noah pero, no creo que tener citas aquí sea correcto-
-Solo es una cita de amigos, para que podamos conocernos mejor, los chicos
están algo curiosos, son buenos tipos, ven te vas a divertir o al menos a distraer
un poco.-
-¿A las 7 dijiste?-
-Sí, paso por ti a las 6:50 ¿te parece bien?
-Ok, bueno, está bien.

Ok, ahora tenía una cita con Noah y sus amigos. ¿Cómo se hacen amigos aquí?
Supongo que viendo películas terribles juntos, honestamente no quería ir, pero
Noah tenía razón, necesitaba distraerme. Necesitaba contacto humano, extrañaba
muchísimo a Jess, no había sabido nada de ella. No sabía si mis padres le habían
avisado o si por fin había respondido mi mensaje, -ojalá tuviera mi teléfono aquí
para poder llamarla- Jess y yo, habíamos compartido tantas cosas juntas desde
que nos conocimos, fue mi primer amiga en la facultad, pasamos casi todas las
clases juntas, yo le ayudaba a hacer las tareas y a estudiar para los exámenes y
ella me llevaba a las mejores fiestas de la universidad, solía reírse de mi cuando
me estresaba por los exámenes y siempre decía que no debía preocuparme, que
siempre me iba bien. Estuvo conmigo cuando me diagnosticaron depresión y no
hizo un drama por eso, me escuchaba siempre que necesitaba desahogarme y se
preocupaba por mí, Jess es mi persona favorita en el mundo. No sé qué sería de
mi sin su compañía, por eso es que me hace tanta falta ahora. Ojalá pudiera venir
de visita alguna vez.

Cuando entre al salón donde se daría la terapia, no había llegado nadie, así que
tome la silla más alejada del circulo que estaba en el centro, las personas fueron
entrando de a poco, personas mayores que yo, otras más jóvenes. Había una
señora de la edad mi mamá, no podía imaginarme un grupo más disparejo. Algo
en mi interior esperaba que todos fueran adultos jóvenes de entre veinte y treinta
años, pero había personas aquí que probablemente eran la abuelos de alguien.

El doctor De la Cruz, es fácil de identificar es un hombre de unos cincuenta años,


cabello cano bien recortado igual que una barba poblada y lo más infalible de todo,
una bata con su nombre.

-Buenas tardes, señores. ¿Están listos?- Los murmullos en la habitación cesaron y


todos tomaron asiento en el círculo, todos excepto yo. Seguía como pegada a la
silla, mis piernas no respondían, me estaba muriendo de pánico pero no podía
quebrarme aquí frente a todos, así que reuní todo el valor que pude y me puse de
pie. –hoy se nos une una nueva compañera, Miley, ya que estas de pie ¿quieres
acercarte y hablarnos un poco de ti? – ¡mierda! Debí quedarme sentada.
-Eeesta bien, puuuede iniciar alguieeen más- me temblaba la voz sentía que me
echaría a llorar ahí enfrente de todos, ya sentía las lágrimas salir de mis ojos
cuando alguien más habló,

-Vale, yo empiezo, Soy Oliver Jones, tengo 23 años, me aterran los monos y estoy
aquí porque me volví loco-

-Oliver, no usamos esa palabra aquí. Pero gracias por tu presentación.-

Vale si era así de sencillo, podía hacerlo. Gracias Oliver por hacerme perder el
miedo.

-Soooy Miley, tengo 22 años, y estoy aquí porque nadie sabe qué más hacer
conmigo- Oliver sonrió y levanto los pulgares a modo de aprobación.

-Muy bien, Miley, si quieres aportar algo más siéntete libre de participar-

Todos me sonrieron y comenzaron a hablar sobre sus progresos, como habían


estado adaptándose a sus medicamentos, como evitaban viajar a lugares oscuros
dentro de sus mentes y entonces pensé, todas estas son personas buenas, ¿Por
qué tienen que pasar por cosas tan horribles?, Tania, la señora de la edad de
mamá estaba ahí desde que perdió a su hijo en un incendio, él era bombero.
Robert un viejito de unos 80 años, está luchando contra el cáncer y una depresión
severa, como si el puro cáncer no fuera suficiente.

Cuando termino la sesión Tania, se acercó y me dijo que esperaba verme poco
tiempo aquí, que este no era lugar para una joven con tanto por hacer. Sé que
solo lo dijo con la intención de motivarme pero me hizo sentir como una estúpida
por desear mi muerte.

Pensé en eso en todo el camino de regreso a mi habitación, en cómo habría sido


todo si mi mamá no hubiera entrado al baño a tiempo, que habría pasado con mi
hermano Chris, con papá, con mis amigos, ¿alguno de ellos habría notado que ya
no estaría más con ellos? ¿Habrían pensado que fui una cobarde por quitarme la
vida o solo habría pasado desapercibida como siempre me sentí?

Cuando llegue a mi habitación, Noah estaba sentada en el piso con la espalda


contra la puerta.

-¿cómo te fue en la rueda de la muerte?-


-¿Qué?-
- Oh, así le llamamos a las sesiones en grupo, realmente nadie quiere hablar y
todos sienten que es como morir de vergüenza. No hay respuestas incorrectas
pero abrir tu mente y corazón con un grupo de extraños igual de dañados que tú,
intimida a veces.
-sí, sé a qué te refieres. ¿No pasarías por mí a las seis cincuenta?
-Eso planeaba, sí. Pero pensé que sería divertido ponernos lindas para tu primera
función en el cine del horror-
-¿no veríamos el planeta de los simios?-
-Sí, ¿no es eso aterrador?, en cualquier momento un grupo de simios
superdotados podrían tomar el control del planeta.

Noah tenía un buen punto, yo ya había pensado en eso una vez y si me asustaba
pensar en ello.

-Vale, ¿Quieres entrar?


-Seguro, chica, veamos qué tan dañada estas.
Noah se quedó en silencio por lo que parecieron horas inspeccionando cada pate
de la blanca habitación,
-¿y bien? ¿Cuán dañada estoy?-
-No hay nada, Miley. ¿Eres una asesina serial en potencia?- Me reí, pero solo
salió una risa seca y oxidada, hace mucho no me reía de nada.
-¡Cielos, no! No he tenido tiempo de poner nada, he estado dormida la mayor
parte del tiempo.
-Sïííí, essso veeeeo. Tienes que unirte algún taller pronto para darle vida a este
cuarto, niña. Pero bueno, manos a la obra.- dijo antes de sacar una bolsa ziploc
con lo que parecía un pedazo de carne sangriento.
-¡Noah, ¿Qué es eso?¡ creí que la asesina en potencia era yo-
-Tranquila, solo es betabel de la ensalada de ayer. Lo guardo siempre que la
sirven, ya sabes no hay maquillaje aquí pero sirve para darle algo de color a las
mejillas y los labios. Ya es suficiente con andar en pijama todo el tiempo aquí,
sentirse bonita con una misma también es una parte importante del tratamiento.
Ven acércate-
….

-Me veo como un payaso-


-Te ves colorida, ese look tuyo de niña del aro, no te sienta bien y asustas a los
demás. Pásame el cepillo-
Con toda la calma del mundo Noah comenzó a cepillarme el cabello como lo hacía
mamá, puso algo de crema para peinar y mi ondulado cabello dejo de parecer un
nido de pájaros para verse de una forma al menos decente.
-¿Lo ves? Quedaste bonita. Ahora hay que buscar un pijama que no tenga pintura
¿vale? Esta es linda- dijo sacando un pijama azul marino con lunares blancos,-
Puedes usar una bata si sientes que te dará frío. Ya es hora, hay que ver a Oliver
y Daniel en el auditorio antes de la función para tener buenos lugares.

Era como si realmente fuera a tener una cita con un chico, me sentía igual de
nerviosa, normalmente no salgo con chicos, por alguna razón Jess siempre
aparece antes de que salga con alguien y me salva del desastre. Pero ahora se
sentía como si tratara de impresionar a alguien con la cara llena de betabel y un
pijama de lunares.
El auditorio donde proyectaban las películas estaba al otro lado del jardín donde
solía leer mis dos párrafos diarios, por lo que la sugerencia de Noah sobre la bata
tenía sentido, ya era primavera pero el aire se seguía sintiendo frio. Me acomodé
en la bata cuando vi a dos chicos saludar con las manos.

Uno era muy delgado y usaba pantalones térmicos negros con una camiseta talla
chica que le quedaba enorme, era lindo y ya lo había visto en el grupo con el que
salgo al jardín a leer, parecía buena persona, tenía una sonrisa bonita y sincera,
pero todo eso se quedaba corto si mirabas a su amigo, estaba ahí parado con el
cabello oscuro revuelto, unos grandes ojos de un color entre azul y verde como el
mar, un par de hoyuelos y la sonrisa más bonita que he visto jamás, pero no era
bonita solo porque sí, había algo en ella que la hacía especial, un rastro de pena
apenas visible. Su piel era perfecta y pálida como el papel, era alto y su figura era
atlética, demasiado para alguien viviendo en este lugar, fue entonces que lo vi por
primera vez, pero verlo en serio, él era Oliver, el muchacho que me salvó en la
terapia grupal. Algo se movió en mi interior, algo que hace años no sentía, mis
manos comenzaron a sudar y sentía las piernas como si fueran gelatina.
Definitivamente no era algo normal, no podía ser algo bueno, era como el inicio de
un ataque de pánico, tenía que controlarlo, no podía dejar que esto me
consumiera aquí y ahora, solo tenía que respirar, profundo y despacio. Se sentía
como si me hubieran inyectado cafeína, mi corazón se aceleraba, sentía mareos y
náuseas, era una sensación horrible y al mismo tiempo gratificante, sentía algo por
primera vez en dos años, pero no era capaz de distinguir si era algo bueno o no,
creo que no averiguarlo sería la cosa más sensata que podía hacer.

Mientras yo sentía que el corazón se me salía por la boca, Noah, saludaba con
singular alegría al par de hombrecillos parados junto a la puerta del auditorio,
mientras sostenían bolsas con palomitas.

-Miley, ellos son Daniel y Oliver, chicos ella es Miley. Está con nosotros en el
corredor.
-Yo soy Daniel, estás en mi grupo de las 9 am, salimos al jardín, siempre estás
leyendo, te he visto pero, te ves tan concentrada en la lectura que no me parecía
correcto molestarte.-
-No me habrías molestado, hace mucho que no paso de los primeros dos párrafos,
tengo problemas de concentración-
-“Emma Woodhouse había vivido cerca de veintiún años…” – Todos miraron de
forma extraña a Oliver pero yo sabía de qué iba, eran las primeras palabras de
“Emma” así que respondí con lo único que había leído hasta el momento.
-“Sin que casi nada la enojara o la desconsolara”-
- Emma, es un buen libro aunque de Austen prefiero “Orgullo y Prejuicio”- y
entonces lo más raro del mundo paso y dijimos al mismo tiempo:
- Lo he leído mil veces-
Daniel y Noah nos miraron como quien ve a dos cucarachas voladoras, con la cara
llena de asombro y horror mezclados.
-¡Muy bien, par de gusanos de libros!, ya quedó claro que ahora serán mejores
amigos. ¿Podemos entrar a ver la película?- dijo Noah tomando una bolsa con
palomitas y pasándomela.

Había visto el Planeta de los simios con mi papá antes, así que, si dejaba de
poner atención realmente no me perdía de nada, me miraba las uñas destruidas
por los nervios, cuando sentí una respiración lenta y caliente cerca de mi oreja.

-No parece que disfrutes la película ¿quieres salirte?- asentí sin pensar dos veces
mi respuesta, Oliver me tomo la mano y salimos en silencio de la sala.

-
4. OLIVER
Tenía una cita con Noah, Daniel y Miley. ¿Qué se pone uno para ir a una cita que
no es una cita dentro de un hospital, donde solo tienes pijamas? Era una decisión
sencilla, pantalones oscuros de felpa y una camiseta gris de mangas largas. Eso
estaría bien, si fueran otros tiempos, quizá me habría preocupado por peinarme y
verme bien, pero por ahora me conformaba con haberme bañado y no oler mal.

Daniel era puntual, era en general muy ordenado y muy estricto con casi todo lo
que hacía, esta no era la excepción llego temprano a tocar la puerta de mi
habitación, se veía emocionado. Hacía varios días que esperaba la función de
hoy, no porque fuera el fan número uno de las películas del Planeta de los simios,
a Daniel le gusta uno de los camilleros del hospital, quien se encarga de las
proyecciones de los viernes, su nombre es Nathaniel, Nate, es un buen tipo,
siempre es amable con nosotros, porque él es así no porque sea su trabajo.
Usualmente escoge películas buenas, no digo que el Planeta de los simios no lo
sea, es solo que no me gustan los simios o los primates en general, yo creo que
es posible que en algún momento de la historia se vuelvan súper inteligentes y
lleguen a dominar a la raza humana, eso da miedo, sin embargo aquí estoy, yendo
a ver una película que no me gusta y que es más, me provoca ansiedad. Quiero
responsabilizar a la película por mis nervios y no al hecho de que voy a conocer a
mi propia versión de Lydia Deetz. Estoy pensando en qué debo decirle, cómo
debería presentarme, me siento como si tuviera seis años y quisiera correr a
esconderme detrás de mi mamá. Si ella estuviera aquí, estaría riéndose de lo
ridículo que me siento, ella siempre fue así, se entusiasmaba mucho cada que le
contaba sobre alguna chica, supongo que era porque no le hablaba mucho de
chicas. Hablar con mamá era sencillo, nunca te hacía sentir juzgado, siempre
parecía entender de lo que estabas hablando, con papá la cosa era diferente, no
hablábamos tanto pero pasábamos mucho tiempo juntos en el garaje reparando
cosas, escuchado y cantando sus viejos cassettes, el me introdujo al mundo del
deporte, siempre estaba buscando algún equipo al cual inscribirme, probé de todo
pero la natación y el boxeo fueron los únicos en los que fui especialmente bueno.
Ahora no podía nadar, no aquí y es una pena porque lo extraño muchísimo pero al
menos me queda el boxeo. Los doctores dicen que es terapéutico y que me ayuda
con mis problemas de ira, otra ventaja es que el gimnasio siempre está abierto y
cuando no puedo dormir puedo ir a descargar algo de sentimientos con el saco.

¡Demonios! Desearía no haber aceptado venir con los chicos, esto no está bien,
no me siento bien. Empezaba a formular alguna excusa para zafarme de la cita no
cita, cuando las vi caminar por el pasillo. Noah se veía tan chistosa como un
hámster pelirrojo, adorable y apachurrable con ese pijama de gatitos que le
gustaba tanto. Pero, Miley era otra cosa. Se veía tan diferente ahora, traía puesto
un pijama azul de lunares blancos y una bata de felpa rosa. Yo ya creía que era
bonita pero esto no me lo esperaba, incluso tenía algo más de color que la última
vez que la vi. Era una mezcla de los personajes de Winona Ryder en Beetlejuice y
Edward Scissorhands, ya no se veía nerviosa como en la rueda de la muerte, se
veía tranquila. Noah, nos presentó de la forma más básica que se le ocurrió, y
pensé en decirle algo interesante, cuando Daniel comenzó a hablar, dijo algo
sobre sus lecturas y entonces una oleada de alivio me invadió. Yo sabía de libros,
podía hacer algún comentario sobre eso, no me sentiría como un bicho raro si ella
entendía lo que estaba por decir.

-“Emma Woodhouse había vivido cerca de veintiún años...”–. En lugar de


presentarme como las personas normales aposte por algo más riesgoso y un poco
engreído, Daniel y Noah me dieron esa mirada de “estas siendo un raro engreído”
pero Miley lo entendió y entonces terminó la frase:
-“Sin que casi nada la enojara o la desconsolara”-
- Emma, es un buen libro aunque de Austen prefiero “Orgullo y Prejuicio”- y como
si mi mente y la suya fueran una misma dijimos al mismo tiempo:
- Lo he leído mil veces-

Sentí un poco, bueno mucha emoción, tanta que era vergonzoso, Noah
interrumpió mi momento cuando nos dijo algo sobre ser gusanos de libros, y nos
hizo entrar en la sala, aunque yo solo podía pensar en lo genial que parecía esta
chica nueva, tenía que mantenerme a raya y alejarme tanto como fuera posible.
Nos sentamos sin prestar realmente atención pero, Miley y yo quedamos uno junto
al otro, traté de concentrarme en la película pero ver primates gobernando el
mundo no era lo más satisfactorio o siquiera divertido de ver, ya no estaba
prestando atención a la pantalla, solo podía sentir la pierna de Miley temblando
junto a la mía y a ella inspeccionando sus uñas mordidas, ese era un hábito
horrible que yo también tenía y me avergonzaba a veces, y por alguna razón que
desconozco sentí el impulso de salir corriendo de la sala pero no quería irme solo,
así que sin pensarlo dos veces, me acerqué lentamente a su oído y le susurre lo
primero que se me ocurrió:
-No parece que disfrutes la película ¿quieres salirte?- Creo que ella tampoco lo
pensó dos veces porque tan pronto como hice mi pregunta, ella asintió, tome su
mano tan sudorosa como la mía y salimos de la sala.

-¿Te sientes bien? Te noto nerviosa.-
-sí, estoy bien. Solo que ya vi la película y los monos me ponen algo nerviosa-
-Nerviosa ¿cómo?-
-Como que me parece probable que eso pase en algún punto del futuro, ya sabes
los científicos siempre están haciendo cosas raras con los animales y me parece
que los simios sí podrían dominar el mundo.

¡Santo cielo! De dónde salió esta mujer, es como si me leyera la mente. No pude
evitar reírme, pero reírme de verdad, como hace meses que no lo hacía. Ella me
miró desconcertada, sé que estaba a punto de defender su punto cuando me
adelante a decirle que yo pensaba exactamente lo mismo, que incluso me sentía
asustado por el hecho de que fuera tan probable. Y entonces ella empezó a reírse
conmigo.
Caminamos un rato por los pasillos hasta que llegamos al jardín oeste, este era mi
favorito, estaba lleno de flores y unos grandes árboles de durazno que para estas
fechas comenzaban a florecer. Nos sentamos en una de las bancas de hierro frio y
ella dejó salir un suspiro, como si hubiera estado aguantando la respiración por
mucho tiempo.

-¿Estas bien? Bueno, estas aquí, es muy obvio que no, pero justo ahora ¿estas
tranquila?-
-Ja, ja, ja, Sí. Ahora que no tengo que fingir que me gusta la película estoy mejor,
¿qué tal tú?-
-Si, estoy tranquilo, no habría aguantado otros cinco minutos ahí adentro, solo
quería acompañar a Daniel en su misión de espiar a Nate.-
-¿Quién es Nate?-
-El camillero, el que proyecta las películas los viernes, Daniel tiene un flechazo
con él, cree que es mutuo pero que Nate es muy profesional para admitirlo.
-¿y lo es, es mutuo?-
-No, Nate es amable con todos aquí, Daniel solo vive en un castillo de aire-
-¿Todos son tan amables aquí?-
-No todos, hay un par de psicólogos que tratan de moldear nuestras mentes con lo
que ellos creen que es lo correcto. Ya los conocerás, pero en general sí, los
doctores, camilleros, enfermeros, todos saben que pasamos por cosas difíciles y
tratan de hacer su trabajo tan bien como pueden.
-¿y los internos?-
-Jaja. Miley, si dices “los internos” parece que estamos en prisión.-
-Lo siento, no era esa mi intención yo solo…-
-No tranquila está bien, nunca has estado en un hospital así ¿verdad?-
-Nunca había llegado a tanto, yo… no hice cosas buenas y…-
-Oye, no tienes que contarme si eso te hace sentir mal, tenemos mucho tiempo,
eso creo.
-¿Hace cuánto que estás aquí?-
-En junio hago un año, salí hace dos meses pero no me adapte y terminé por
volver. Creo que me asustó estar afuera. ¿Cuánto tiempo te dijeron que estarías
aquí?
-Dijeron que seis meses para iniciar pero, sé que podría ser más.
-Usualmente es más tiempo. No te asustes tampoco es tan malo.-
-¿puedo hacer una pregunta de prisión?-
-Puedes hacer todas las preguntas de prisión que quieras, pero eso no garantiza
que yo tenga las respuestas.
-¿puede ser una muy básica?
-puede… a ver…
-¿por qué estás aquí? Si me cuentas yo te cuento.
-no hay que ser un genio para saber porque estás aquí, niña- ¡IDIOTA! ¿Podría
alguien ser más idiota que yo? Como es que eso se me escapó. –Oye, lo siento,
no era mi intención, en verdad-
-No tranquilo, tienes razón, es muy obvio que hago aquí- Podía ver la cara de
Miley pasando del pálido blanco al rojo tomate.
-Vale, lo siento de verdad, así que voy a contestar a tu pregunta de prisión- tome
tanto aire como pude y comencé.
Hace cuatro años murieron mis padres, ellos eran ingenieros químicos trabajaban
en una empresa supervisando cosas químicas, un día hubo un accidente con algo
de ácido y ellos estaban ahí, realmente no sé los detalles y sería muy macabro
contártelos, pero sufrieron quemaduras graves, ni Cathy, mi hermana menor, ni yo
los vimos después de esa mañana, la abuela se encargó de todo. Todos vinieron
al funeral, mis amigos, mi familia lejana, mi novia; cuando regrese a la escuela
todo me parecía insignificante, las únicas personas a quienes quería impresionar
con mis buenas notas, ya no estaban. Las peleas con Ruth eran cada vez más
frecuentes porque yo no quería salir a ningún lado, entre mi duelo y el trabajo, no
prestaba atención a las clases, así que fui perdiendo una materia a la vez, tomé el
camino fácil y comencé a salir de fiesta todos los días, no era capaz de estar
sobrio más de dos días, mis problemas con Ruth se acabaron por un tiempo, a fin
de cuentas eso era lo que ella quería, que pasara más tiempo con ella y sus
amigos, aunque nunca me lleve bien con ellos, por eso empecé a incluir a Raúl, mi
mejor amigo, en los planes para salir, creo que eso fue un error, porque cuando
peor estaba, Ruth y Raúl comenzaron a verse en secreto. Hasta que fue
demasiado y Ruth me dejó por él. Mi problema con la bebida empeoró, pero
terminé la escuela y mantuve por unos meses más mi trabajo, Cathy había
cumplido ya quince años, estaba en esa etapa en que quería salir con chicos
pero, yo no estaba listo para ver a mi hermana salir con nadie. Una noche, salió a
cenar con sus amigas y un chico la trajo de regreso a casa solo unos minutos más
tarde, yo debí ver que era un buen muchacho pero estaba demasiado ebrio, les
grité y lo corrí de mi casa, y yo… Yo no podía controlar la rabia que sentía, no
hacia mi hermana o su amigo, yo solo era un alcohólico loco, y casi golpeo a mi
hermana, después de eso todo empeoró y yo salía con mucha frecuencia y
regresaba aún más alcoholizado y lleno de heridas, me metía en cada pelea que
podía, me pasaba el rato buscando pelear con cualquiera que me encontrara.
Estuve a punto de sufrir una congestión alcohólica, pero mi abuela intervino a
tiempo. Me pasé unos días en el hospital, y al salir comencé a ir a terapia y me
diagnosticaron una especie de TLP2, así que el ser impulsivo, agresivo e inestable
no era solo mi forma de ser, tenía un problema que se agravó luego de perder a
mis padres…

Me quedé callado unos segundos con la mirada en el pasto y cuando volví a mirar,
los ojos de Miley, se veían tristes, y de la nada me abrazó, sentí el calor de su
pequeño cuerpo y me sentí como un helado al sol, creí que en cualquier momento
me derretiría y me convertiría en un charco de auto compasión y malas
decisiones.

-Eras todavía un niño cuando los perdiste, yo no me imagino como sería estar sin
mis padres, es demasiado horrible siquiera pensarlo.- Miley me tomo la mano y la
apretó con fuerza. . –Eres muy valiente. Gracias por contarme, en verdad significa
mucho que tuvieras la confianza de decirme algo tan importante.

-Lo sé pero, me convertí en adulto y no fui el mejor de todos, hice muchas cosas
de las que no estoy orgulloso y muchas más de las que realmente me
avergüenzo.-
-Todos comentemos errores, somos humanos, es natural, lo importante es
aprender de ellos y usar esas lecciones para ser mejores personas-

Estaba a punto de preguntarle cómo alguien con una visión tan clara de la vida,
había llegado a un lugar así, cuando Gladys nos encontró.

-Están en el jardín de los duraznos- dijo la enfermera por uno de los radios.
-¿Gladys? ¿Qué pasa?
-¿Qué pasa, Oliver? Pasa que llevamos una hora buscándolos, sabes que no
pueden estar solos, ella especialmente, debiste avisarle a alguien.- Pude ver a
Miley ponerse roja hasta las orejas, lo de “Especialmente ella” no era lo más
amable que Gladys pudo decir.
- Vale, lo siento, fue culpa mía. No la pagues con ella.
-Tienen que regresar a sus habitaciones, Miley tienes cita con el Doctor Roberto
mañana temprano, te aconsejo que tomes tus píldoras y duermas bien.

5. MILEY

Caminamos por los pasillos medio vacíos, hasta que llegamos al lugar más bonito
que he visto en mi vida, el jardín estaba lleno de árboles de durazno, y flores de
colores por todos lados, había varias bancas de hierro por el lugar, era como estar
en un parque, nunca imaginé que un hospital tendría un espacio así de bonito,
lleno de vida, de color, era todo lo que nos hacía falta, me pregunto ahora
¿Cuántos lugares bonitos hará escondidos aquí?
2
Trastorno Límite de la Personalidad
Oliver y yo nos sentamos en una de las bancas al centro del jardín, era un alivio
no tener que ver El planeta de los simios, y pasar el rato con alguien que entendía
y compartía mis razones para temerle a los primates.

Platicar con Oliver era sencillo, era gracioso y ponía una cara de extrema atención
cuando me escuchaba, teniéndolo tan cerca se veía aún más guapo, tenía unos
ojos lindísimos que se robaban por completo la atención de cualquiera, y una
cicatriz sobre la ceja derecha casi al centro de la frente, ese rasgo de imperfección
lo hacía verse más real, más humano, de no haber tenido esa marca me habría
preguntado si él no era un invento de mi imaginación súper desarrollada.

Oliver estaba contándome cómo es que llegó aquí cuando Gladys y una flotilla de
camilleros llegaron al jardín con cara de haber visto un fantasma.
-Están en el jardín de los duraznos- dijo la enfermera por uno de los radios.
-¿Gladys? ¿Qué pasa?
-¿Qué pasa, Oliver? Pasa que llevamos una hora buscándolos, sabes que no
pueden estar solos, ella especialmente, debiste avisarle a alguien.
Cuando dijo “ella especialmente” sentí que me ardía la cara de vergüenza, yo era
como un niño pequeño que no puede estar sin supervisión, vale, lo entendía, con
mis antecedentes era algo normal, pero no pude evitar sentirme avergonzada.
- Vale, lo siento, fue culpa mía. No la pagues con ella.- Oliver puso su mejor cara y
aunque se veía más preocupada que molesta Gladys nos habló con un tono
bastante autoritario.
-Tienen que regresar a sus habitaciones, Miley tienes cita con el Doctor Roberto
mañana temprano, te aconsejo que tomes tus píldoras y duermas bien.

Los camilleros y Gladys nos escoltaron de vuelta al edificio de nuestras


habitaciones. La de Oliver estaba casi al principio del pasillo con el número 503
en el marco de la puerta.
-Lo siento Miley, no era mi intención que nos pillaran- Me guiñó un ojo y sonrió
como un sin vergüenza. -¿Está bien si nos vemos mañana?-
No pude evitar reírme, y asentí respondiendo su pregunta. Quizá mañana no me
pase todo el día dormida. Cuando llegue al 512 abrí la puerta y una de las
enfermeras entró detrás de mí con un carrito de medicinas.
-Tienes que ducharte, Miley, para que pueda cambiarte el vendaje.-
-¿Tienes que quedarte a mirar? No tengo nada con que hacerme daño.-
-Es el protocolo, cariño. Tengo que quedarme, pero si te incomoda puedo esperar
aquí afuera, siempre que dejes la puerta abierta.
-Vale, es un trato justo.- le sonreí y tomé ropa limpia del mini closet de mi
habitación. Abrí el grifo del agua caliente y por primera vez en mucho tiempo, me
di cuenta de lo bien que se siente tomar un baño con agua caliente, sentí algo de
escozor en el brazo izquierdo por la gran herida que se encontraba bajo el
vendaje. Sentí que mi estómago daba una vuelta completa por el recuerdo de esa
noche. Mi corazón comenzaba a acelerarse y tenía ganas de vomitar, podía
sentirlo venir, el miedo, el dolor, lo que inicio con un sollozo bajo, escalo hasta
convertirse en gritos de pánico y desesperación.
La enfermera entro como un rayo a la ducha, me envolvió en una toalla y me saco
del baño. Otras dos enfermeras entraron a la habitación mientras yo gritaba y no
paraba de llorar, de alguna forma lograron ponerme la ropa limpia que había
dejado en el baño y me dieron un par de píldoras y una inyección, seguía sintiendo
náuseas y sentía que me faltaba el aire, al mismo tiempo que una pesadez
insoportable me invadía, era la inyección haciendo efecto, El llanto incontrolable,
se volvió pequeños suspiros hasta que me quedé dormida.

El sol ardiente que entraba por mi ventana me despertó, había una enfermera a mi
lado, era la misma que me saco del baño la noche anterior.
-Buenos días, Miley. Soy Lauren, ¿Cómo te sientes?-
-Como si me hubiera pasado un camión encima-
-Es normal, tuviste una crisis anoche mientras te bañabas, te inyectamos un
sedante y te dormiste, no te pude cambiar el vendaje-
-Está bien, lo siento mucho-
-No, Miley, no tienes que disculparte por sentirte mal, sé que este es mi trabajo
pero, en verdad todos estamos aquí para ayudarte y cuidarte-
- ¿Lauren, por qué todos son tan amables y pacientes? -
-Bueno, cielo este es nuestro trabajo.-
-Sí pero, ¿por qué lo hacen?
-Porque sabemos que no están en un parque de diversiones, ni en un resort de
vacaciones, están aquí porque necesitan ayuda y si nosotros podemos poner un
granito de ayuda en su recuperación siendo empáticos y sensibles con ustedes,
no dudes que lo vamos a hacer. Además, los vemos aquí diario por muchos
meses, es difícil no llegar a sentir cariño por ustedes, aunque eso no sea muy
correcto.
-Gracias, Lauren. Por todo lo que hacen. Es algo muy lindo.-
-No es nada, cariño. ¿Quieres que te peine o quieres darte una ducha rápida
antes de ver al doctor Roberto?-
-Creo que es mejor si me doy un baño rápido-
-Muy bien, estoy aquí afuera, no te asustes ¿vale?
-Vale-

Me metí bajo el chorro de agua tibia y me apresure a enjuagar el champú de mi


cabello. Me cambié de ropa y salí del baño. Lauren me esperaba con un vasito
con una pastilla y un poco de agua. Cepilló mi cabello y caminó conmigo hasta el
edificio de las consultas.
-Es tu primera consulta con el doctor, ¿verdad? No te sientas nerviosa es muy
paciente, te va a caer bien- Lauren me guiño un ojo y seguimos caminando hasta
que llegamos al consultorio del doctor. Olía a desinfectantes y a vainilla una
combinación poco usual pero, no desagradable.
–Espera a que te llame y luego entra, cuando salgas puedes recorrer el edificio o ir
a los jardines, te esperamos, cielo- Lauren se despidió con la mano y recogió una
pila de papeles de un escritorio.
-¡Hola! Tú debes ser Miley, soy el doctor Roberto Mendoza. Voy a ser tu médico
de cabecera durante el tiempo que pases aquí. Entra, por favor.
El Doctor Roberto era muy alto y muy joven, de piel aceitunada, ojos ovalados y
muy oscuros, casi negros, una combinación atractiva pero, su cabello era lo que
más llamaba la atención pues, era completamente blanco. No podría decir si era
un tinte o eran canas, pero el color le sentaba bien.
Entre con algo de nerviosismo pues, no sabía que me iba preguntar y menos que
era lo que debía responder.

-Veamos, tuviste una crisis anoche, Miley. ¿Puedes identificar por qué?-
-El agua entro bajo el vendaje y recordé esa noche-
-Ok, no te cambiaron el vendaje ¿cierto?, vamos a cambiarlo ahora-
El doctor se colocó un par de guantes de látex y quito con mucho cuidado las
vendas y luego las cintas que mantenían en su lugar la curación, bajo todas esas
capas estaba la evidencia de mi crimen, una larga y roja herida de unos diez
centímetros, los puntos de sutura seguían ahí, debían quitármelos en los próximos
días, solo verla me provocaba náuseas, creo que el doctor se dio cuenta porque
apenas terminó de hacer la curación, me dio una pequeña pastilla y un vasito con
agua.
-Es para las náuseas, Miley. Tu cara se puso verde. Te sorprenderá saber que no
es la primera vez que hago este tipo de trabajos- Dijo con ironía.
-¿se ve muy mal?
- Tan mal como debe verse una herida tan grande. Te va a dejar una cicatriz
considerable, si es lo que quieres saber. Por suerte tenemos buenos dermatólogos
en el hospital. Pueden comenzar un tratamiento de desvanecimiento una vez que
haya sanado por completo.- Me dijo con una sonrisa franca. -bueno, ahora
veamos ¿Cómo te has sentido con el medicamento?-
-Me da mucho sueño, no he podido salir de mi cama en toda la semana. Pero he
estado tranquila, ayer incluso tuve ánimo para ir a ver una película-
-Película que no viste, te escapaste de la sala con Oliver, lo sé, todos lo sabemos.
Fue algo arriesgado escaparse así pero, creo que es bueno que sean amigos,
pueden apoyarse uno al otro. Volviendo a tu tratamiento creo que podemos reducir
un poco las dosis para que puedas estar más despierta, el antidepresivo no
tardará en hacer efecto, el antipsicótico y el ansiolítico te mantendrán tranquila
durante el día y dormirás más mejor en las noches. Yo voy a pasar la nueva orden
de tus medicamentos a Lauren, vas a empezar el nuevo régimen hoy mismo.

El doctor Roberto siguió dándome instrucciones mientras me pesaba y media,


hacía preguntas sobre mi dieta, mis actividades y me recomendó integrarme a
alguno de los talleres para pasar el rato, dijo que no era algo obligatorio pero que
podría ayudar en mi recuperación, y yo, a estas alturas del problema realmente
haría cualquier cosa por sentirme bien de nuevo.

La mañana era tranquila, no había mucha gente despierta tan temprano y las
visitas comenzaban hasta el mediodía, por lo que podría almorzar en la cafetería
por primera vez y conocer un poco como iba la rutina. No esperaba ver a nadie en
especial, me sentía un poco como en el primer día en una escuela nueva, donde
no conoces a nadie y a la hora del almuerzo no sabes dónde ni con quién
sentarte. Tampoco me sorprendió mucho ver a Noah, Oliver y Daniel, riéndose de
algo que había en el plato de Daniel, en una de las mesas del fondo.
Realmente no estaba segura si quería sentarme con ellos, creo que habría
preferido pasar la mañana sola. Pero Daniel me vio antes de poder girarme hacia
una mesa más lejana.
-¡Miley! ¡Estás despierta! Ven a sentarte con nosotros.
-¡Hola, chicos! ¿Cómo están hoy?
-¿nosotros, niña, cómo estás tú? Te oímos anoche.
-¡DANIEL!- gritaron Oliver y Noah al mismo tiempo.
-Está bien, chicos, no pasa nada. Anoche tuve una crisis de pánico, me durmieron
otra vez pero, ya todo está mejor. ¿Qué hay para desayunar?- pregunte con la
esperanza de aligerar la conversación y borrar la vergüenza de los ojos de Daniel.
-Avena con leche, fruta y jugo de naranja.- Dijo Noah con una voz llena de
desilusión. –Se suponía que hoy tocaban panques de chocolate pero, en lugar de
eso nos dieron esta fea avena sin chiste.
-La avena está bien para mí.- creo que decir eso podría haberse considerado un
crimen porque mis tres nuevos amigos me miraron con la cara llena de horror y
desagrado.
-Miley, esta es tu primer comida real aquí, te mereces más que solo una triste
avena.- Oliver parecía realmente triste por el hecho de que mi primer comida
juntos fuera solo un plato de avena. A mí no me parecía gran cosa pero quizá,
para ellos tenía mucha más importancia, pues los tres se miraron con complicidad
y de pronto volvieron a reírse.
-Miley, cierra los ojos y danos un momento. Dijo Noah con mucha emoción.
-eeeh.. ¡No! ¿Para qué?-
-Tenemos una sorpresa para ti, no es mucho pero creímos que te alegraría.-
-Vale- Cerré los ojos y mientras oía sus risas espere que no fueran a burlarse de
mí. Oí más risas y el ruido de platos, vasos y bandejas cambiando de lugar en la
mesa.
-Ábrelos ya, Miley.- dijo Oliver haciendo un notable esfuerzo por no reírse.
Un pequeño pastelito de chocolate con chispas apareció en una bandeja con una
tacita caliente de la que salía el sobre del té.
-Pensé que solo comería avena.- dije mientras me reía de la emoción.
-No, nosotros comeremos avena. Tenemos un contacto en la cocina pero, solo
pudo conseguirnos uno. Y Daniel de todas maneras lo iba a dejar. Quisimos que lo
tuvieras tú.- Dijo Noah con la sonrisa más grande que he visto jamás.
-Chicos, no tenían por qué hacerlo, podemos compartirlo.
-No, Miley, es para ti. Es nuestro regalo de bienvenida.
Me comí el pastelito con mucha emoción mientras mis nuevos amigos le hacían
caras a sus platos con avena, a mi realmente no me habría importado comer
avena, pero esto era un gran detalle, no iba a dejarlo pasar, cuando vinieran mis
padres les pediría que trajeran algo para compartir con Daniel, Noah y Oliver.
-¿Quién viene a verte esta semana? Preguntó Noah con el interés brillando en sus
ojos, mientras yo me terminaba de un bocado los restos del pan.
-No lo sé, mis padres y mi hermano supongo, la semana pasada no dijeron nada,
y solo estoy dando por hecho que vendrán-
-Que bien que ellos vengan pero, ¿no hay nadie más allá afuera esperándote,
algún amigo especial, un novio, alguien?- Oliver se puso serio por alguna razón y
su mirada tierna se volvió dura esperando mi respuesta.

-No, no en realidad. Está Jessica, es mi mejor amiga pero, dudo mucho que ella
venga o cualquier otro de mis amigos. Creo que nadie sabe que estoy aquí-
-¿Por qué? ¿No les han avisado?- Pregunto Daniel con un tono extraño
-La verdad es que no lo sé, mis padres y mi hermano no conocen a casi ninguno
de mis amigos, al menos no a los que quisiera ver ahora.
-¿Ni si quiera a Jessica?- Oliver parecía más relajado y a la vez bastante
interesado en saber,
-Chris, mi hermano, conoce a Jess pero no creo que sean amigos, la verdad.-
-¿Si es tu mejor amiga por qué no la conocen ni se llevan bien con ella?-
-Bueno, lo que pasa es que mi familia no cree que Jess sea una buena influencia
para mí. Ella es todo lo contrario a mí. Ella es la relajada, la divertida, la bonita.-
-Yo creo que tú eres bastante más bonita- intervino Daniel con la clara intención
de animarme.
-Eso lo dices ahora porque no la conoces pero, si la llegas a ver estoy segura que
cambiarías totalmente de opinión.-
Eso era verdad, Jess es la clase de chica que detiene el tráfico, a la que no
puedes evitar mirar, es alta, esbelta de cabello castaño claro perfectamente
peinado, ojos verdes y piel perfecta. Jess es divertida y siempre está rodeada de
gente, no le cuesta trabajo hacer amigos, conoce a mucha gente y es muy obvio
que todos la admiran, ella nunca se pierde una fiesta y de alguna manera siempre
logra notas destacables en los exámenes. Cuando estoy mal ella siempre sabe
que decir para animarme.
-Pues, ojalá la veamos pronto por aquí, de visita quiero decir. Si la consideras
tanto debe ser una persona genial- dijo Noah con una sonrisa llevándose a la boca
la última cucharada de avena de su plato.

El resto de la mañana paso tranquila, me dedique a repasar las pinturas expuestas


en la sala común. Todas estaban hechas por pacientes y obviamente todas
mostraban cosas muy interesantes, había una que llamo mi atención por completo
era un dibujo perfecto del jardín de los duraznos. Era como estar viéndolo por una
ventana. Era muy bonito y muy preciso. En la esquina inferior derecha había un
garabato circular, la firma del artista.

-Es muy bonito, ¿no?- preguntó Gladys al notar que no podía dejar de verlo.
-lo hizo Oliver la primavera pasada, es un muchacho muy talentoso, intentamos
que se mantenga en los talleres pero, ninguno ha logrado retenerlo más de dos
semanas.-
-Quizá deban intentar abrir talleres más variados- dije sin quitar la vista del dibujo.
-Tienes visita, cielo. Te esperan en tu habitación.

Cuando llegue a mi pequeña habitación, pude distinguir una figura alta de


hombros estrechos, cabello despeinado bajo una gorra de beisbol, era muy obvio
quien era pero al voltearse y ver mis ojos en esa cara tan conocida, no pude evitar
echarme a correr para abrazarlo. Era Chris, mi hermanito. Era menor que yo por
tres años pero era mucho más alto que yo. Tenía los ojos y cejas características
de la familia, eran exactamente iguales a los míos. Solo había pasado una
semana y ya lo extrañaba tanto.

-¡Miles! Pensé que estarías en tu consulta.- Dijo Chris al voltearse y abrazarme


con mucha fuerza para su delgada complexión.
-¿Cómo estás Chachi, te ves más grande, donde están mamá y papá?
-Extrañándote muchísimo, todos. La casa esta tan silenciosa ahora. Papá tuvo que
salir de la cuidad por el trabajo y mamá fue a visitar al tío Phill, no se ha sentido
muy bien. Pero, dijo que vendría a verte por la tarde. Pero, cuéntame Miles,
¿Cómo es estar aquí? ¿Qué haces? ¿Ya tienes amigos? ¿Es como la escuela?-
-Más despacio cerebrito, no puedo procesar tantas preguntas. Ya sabes, tengo el
cerebro frito de calmantes. Todo ha ido bien, tuve una de esas terapias grupales y
no fue tan malo. Tengo algunos amigos nuevos, duermen en este mismo corredor
quizá puedas verlos si salimos. Encontré un lugar precioso aquí adentro creo que
será mi lugar favorito para pasar el rato ¿quieres ir a verlo?-
-Claro, Miles. Pero primero una cosa.- dijo cris mientras se agachaba a recoger la
mochila que había traído. -Estuve haciendo algunas preguntas sobre el
reglamento durante la última semana y estoy ciento por ciento seguro que esto te
va a animar muchísimo. Mira, se supone que no puedes tener artículos
electrónicos aquí, pero en realidad a lo que se refieren es a artículos que tengan
conexión a internet, así que pregunté, pedí algunos favores y me han dado
permiso para traerte esto- dijo mientras extendía el brazo con mi cámara en la
mano. Ese había sido mi regalo de cumpleaños, la había deseado con tantas
fuerzas que el día que llego por paquetería no cabía de gusto, no tarde mucho en
adaptarme a ella, era sencillo usarla y la llevaba a todas partes, literalmente a
todas partes. Ya tenía más de un millar de fotos de un montón de cosas sin
sentido aparente y de vez en cuando publicaba un par en una cuenta de Instagram
donde había fotos de estaciones de gasolina, atardeceres en la carretera y un
montón de cosas que me parecían fotografiables. Yo no soy una profesional de la
fotografía pero me gusta más que mucho. Tener mi cámara en las manos otra vez,
me provocó el mismo cosquilleo que la primera vez, y lo único que pude hacer fue
soltar un par de lágrimas de emoción y abrazar a Chris por haber pensado en algo
tan genial
-Chachi, esto es perfecto. En verdad muchas gracias.-
-La tarjeta es la misma que tenías, por lo que tus fotos siguen ahí, cuando se llene
intentare traerte una nueva. Mamá te manda un par de pijamas nuevas, ropa
limpia y creí que con el calor que se viene querrías tus sandalias, así que las traje
también.
-Cielos, Chris, realmente piensas en todo. Muchas gracias. ¿Cómo esta Pich, me
ha extrañado?
-¿Qué si te ha extrañado? Miles, si alguien te extraña es ese animal. Se pasa el
día sentado frente a la puerta esperando que entres en algún momento, se ha
hecho un fuerte en tu habitación, se duerme ahí y no deja que nadie se acerque a
tu cama, su cama ahora.
Pich, es un perro chihuahua que adopte cuando era solo un cachorrito
desprotegido, lo llevaron a la casa en un cumpleaños de mi mamá. Era más
pequeño de lo que era normal, estaba un poco desnutrido y triste, no confiaba en
nadie, solo se limitada a volver a la transportadora en la que había llegado, para
sorpresa de todos, cuando lo saque de ahí y lo puse en mi regazo no se volvió a la
transportadora, se quedó dormido en mis piernas y cuando fue hora de dejarlo ir,
no pudimos controlar su llanto, aullaba por volver conmigo, me seguía llorando por
toda la casa, entonces lo supe, él estaría conmigo para siempre, sería mi mejor
amigo y yo velaría por su seguridad y bienestar siempre. Aunque bueno, las
últimas semanas no lo había considerado a él tampoco.
-Ojalá pudieras traerlo un día- dije con soltando un pequeño suspiro.
-Hablando de a quién debería traer… hablé con Jessica. Dijo que vendría pronto
tan pronto como ella arregle lo que sea en lo que se ha metido ahora. Dice que
también te quiere y que se siente terrible por no estar contigo justo ahora.
-Es bueno saber, muchas gracias.
-Sí, bueno. No es que leyera tus mensajes ni nada pero, Miles, ella no parecía
genuinamente preocupada y dijo algo sobre que ya se te pasaría y que no era
para tanto. No me mal entiendas, sé que es tu amiga pero, no me gusta ni un
poquito.-
-Es su forma de decir que todo estará bien, ella es así, a veces es la que me
regresa a la realidad. No la juzgues tan mal. Es buena y yo la quiero mucho.
-Bueno, Miles, son tus amistades, tú sabes lo que haces.

Lleve a Chris a caminar por el jardín de los duraznos, tomamos algunas fotos y
platicamos sobre él y la fecha de su examen de admisión a la universidad. Me
habría gustado mucho estar en casa para ayudarlo a estudiar, pero estaba aquí
dándole todo el apoyo que podía. Ojala que pudiera estar fuera para cuando
tuviera que presentar el examen. Pasamos la tarde platicado y riéndonos como si
yo no estuviera encerrada aquí y como si él no tuviera que irse, por un momento
parecía que todo estaba bien otra vez, esos pequeños momentos de claridad
hacían magia en mi ánimo. Chris me había traído muchas cosas en realidad, pero
lo mejor de todo era la cámara, por alguna razón quería salir corriendo a contarles
a mis amigos.

6. OLIVER.

Las paredes de este lugar parecen de papel. Uno escucha llorar a muchas
personas a través de los pasillos a veces sus llantos están tan llenos de dolor que
asustan, aunque tampoco es algo a lo que uno no pueda acostumbrarse. Las
enfermeras corren con jeringas llenas de sedantes y los llantos se detienen a los
pocos minutos, es muy raro que duren más de 10 minutos. Los llantos bajos,
apenas audibles son la canción de cuna de todos aquí. Hay mucha gente que se
echa una lloradita antes de dormir. Miley parece que no es la excepción. La oí
gritar desde el otro extremo del corredor, y por primera vez en todo el tiempo que
he estado aquí, sentí que se me rompía el corazón al oírla llorar de esa forma tan
desesperada. Ni siquiera lo pensé, cuando me di cuenta ya iba detrás de las
enfermeras para protegerla, quería abrazarla y decirle que todo pasaría, que yo
estaba ahí para ayudarla, pero me detuve antes de entrar tras las enfermeras,
estaba envuelta en una toalla e intentaban calmarla. Sabía que no podía
quedarme ahí parado, simplemente no podía estar ahí ¿con que la ayudaría, cómo
le diría que todo estaría mejor si ni yo me creía eso?
Volví a mi habitación y me senté muy silenciosamente en mi cama, podía oírla
llorando todavía y durante unos minutos más, yo sabía lo que se sentía en una
crisis de pánico, sabía lo horrible y desesperante que era, como sentías que
estabas a punto de implotar, la forma en que sientes que tu corazón puede
detenerse en cualquier momento, el miedo que provoca el vértigo, como parece
que todos tus órganos internos van a salirse por la boca, y como tu cuerpo se
pone frio y no dejas de sudar.
Ojalá hubiera podido hacer algo por ella, hacerle saber que lo entiendo, que sé
cómo se siente y que también sé que eso no dura para siempre, aunque eso
parece, que esos 30 minutos de terror se terminan si o si, y que al final no está
sola para pasar por ello, ahora estoy aquí, ahora quiero estar aquí.
No dormí bien pensando en Miley y en la forma tan dolorosa de su llanto, ¿qué es
tan malo como para que llore así? Se me ocurren un montón de cosas pero, no
quiero sacar conclusiones sobre ella, quiero que ella me lo cuente, que me tenga
confianza, quizá mañana no la vea en todo el día pero por si acaso intentaré
guardarle un panecillo de chocolate, el chocolate anima siempre a todos.

***

El desayuno no podría ir peor, creí que tendríamos panecillos de chocolate como


cada sábado pero resulta que no llegaron suficientes, Carlos, mi amigo de la
cocina, solo pudo conseguirme uno, y nos llenó de avena y fruta las bandejas,
Noah se sentó con nosotros de nuevo, con la sonrisa más macabra que le he visto
nunca y con una cara de “sé que has hecho algo malo y ahora me lo vas a contar”
-Buenos días, Ollie, Daniel-
-Mi zanahoria favorita, ¿cómo amaneciste?- le dijo Daniel tomado la mano de
Noah a través de la mesa, mientras ella le hacía una mueca de disgusto.-
-Muy bien a decir verdad. Pero, estoy un poco preocupada por nuestra pequeña
Merlina, ¿la oyeron anoche?, me habría gustado poder salir para ayudarle pero,
tampoco habría sabido que hacer.-
-¿No les parece curioso que aun sabiendo cómo se siente una crisis de eso, nadie
sabe realmente como consolar a alguien en medio de una?- Era un hecho
terriblemente feo, muchos aquí sabemos de primera mano lo que se siente en una
crisis pero, no sabemos hacer un RCP para la mente, solo podemos esperar,
respirar profundo y esperar.
-Lo sé, hermano es algo muy jodido. Pensé que podríamos guardarle un panecillo
y que se animara un poco con el chocolate, eso nunca falla.-
-¡Brillante!- dijo Noah entusiasmada –el problema, Ollie, es que hoy tenemos
avena, no panecillos-
-Lo sé vale, hoy era día de panecillos pero, Carlos no pudo hacer mucho. Solo me
ha dado uno y creo que los tres estamos de acuerdo en quién debe comérselo.-
Daniel y Noah me dieron una mirada extraña pero accedieron a dejarle el panecillo
a Miley.
-Hablando del rey de Roma, miren quien viene por ahí-
Miley caminaba un poco desorientada como un cachorrito perdido pero, su mirada
se volvió más segura y firme cuando Daniel la llamó, nos dio esa pequeña sonrisa
suya y se sentó a la mesa y luego de una vergonzosa intervención de Daniel, una
sorpresa de azúcar y chocolate y una pequeña charla sobre las amistades no
deseadas, Miley y los demás se levantaron de la mesa, todos teníamos citas
médicas y cosas por hacer y visitas que atender, así que la mañana se fue más
pronto de lo que llegó.

Cathy fue mi visita esta semana, ella y la abuela Pearl se turnaban cada semana
para venir, no sé por qué nunca vienen juntas, supongo que la logística familiar
cambio cuando llegué aquí.
-¡kitty Cat!- la llamé cuando vi su pequeña figura en la sala común, mientras
hablaba con Gladys sobre las pinturas de la sala. Yo hice una de esas, y la
doctora Clare dijo que era lo suficientemente buena para merecer un lugar fijo de
exposición, eso era lo mejor que había hecho en todo el tiempo que estuve
internado, estaba muy orgulloso de mi técnica y ejecución pero, nunca lo admitiría
en voz alta. No era tan ególatra,
-¡Olaf!- Como fastidiaba con llamarme de mil formas distintas, desde que vimos
Frozen con la abuela en una navidad “Olaf” era su apodo favorito. Cathy corrió a
abrazarme y por muy fastidiosa que fuera no podía negarle un abrazo a mi
salvavidas, eso siempre ha sido Cathy, ella ha estado conmigo y para mi en cada
momento, incluso cuando no venía, la abuela me traía algo por encargo de mi
hermanita.
Hoy la abuela había mandado galletas de chispas, que obviamente compensaban
la falta de panecillo en el desayuno, envió suficientes como para que comiera
hasta reventar y aun así podría compartirlas con los chicos. La abuela Pearl no
cocinaba muchas cosas pero, hacer galletas se le daba mejor que bien, cada
receta era un éxito asegurado, una delicia, ella decía que el abuelo Ted se había
enamorado de ella por sus galletas pero, mi mente adolescente siempre pensó
mal de esa expresión. Ahora que las recibía una vez cada dos semanas, las
apreciaba mucho más.

-Ha inventado una receta nueva de moras y lima, se ha volado la barda, en serio
están buenísimas, siento que no hayan sobrado para traerte, pero la próxima vez
te prometo que las traeré.-

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