Sintesis Bourdieu Modulo 1

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Síntesis bibliográfica de Bourdieu en Módulo 1 Prof.

Andrés Andra

1. Más allá de la antinomia entre física social y fenomenología social


La sociología de Bourdieu parte del rechazo a toda posición cartesiana de
división entre objeto y sujeto y/o materialidad y representación simbólica, para
proponer una mirada integrada para estudiar el fenómeno social.
Propone la superación de la mirada de la física objetivista, a la manera de las
ciencias naturales, que prioriza las estructuras materiales, y también, de la visión
fenomenológica constructivista apoyada en las estructuras cognitivistas, para investigar
en sociología, integrando ambas miradas a partir de un estructuralismo genético.
Básicamente, propone una forma de construir el objeto de conocimiento a partir
de la teoría y de un conjunto de procedimientos metodológicos, constitutivos de un
hábitus científico incorporado en el investigador y que es resultado de su práctica.
Para Bourdieu la tarea del sociólogo es explicar la doble interpretación de las
estructuras profundas de los diferentes contextos sociales que componen la sociedad.
La sociología debe considerar a la sociedad como un sistema bidimensional en
donde existe una “objetividad de primer orden” constituida por los recursos materiales y
los medios de dominación para apropiarse de bienes y valores socialmente escasos,
conceptualizado para el autor como capital, y una “objetividad de segundo orden” que,
bajo la forma de esquemas mentales y corporales que funcionan como “patrones
simbólicos”, para la elaboración de conductas, pensamientos, sentimientos y juicios que
posibilitan la práctica de los agentes sociales. Esto significa que la ciencia social debe
centrarse en las relaciones de poder y las relaciones de significado insertas en la práctica
de los grupos y clases sociales.
Señala Bourdieu:
Si es bueno recordar, contra ciertas visiones mecanicistas de la acción,
que los agentes sociales construyen realidad social, individualmente y
también colectivamente, debemos tener cuidado de no olvidar, como a
menudo la hacen los interaccionistas y los etnometodologistas, que ellos
no han construido las categorías que ponen en funcionamiento en este
trabajo de construcción. (P. 35)
Una ciencia social debe dejar de lado tanto el estructuralismo mecánico que no
considera la influencia del agente social, cuanto el individualismo teleológico o finalista

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que lo ve como un “adicto cultural” socializante. Ambas posiciones, objetivismo y
subjetivismo, o mecanicismo y finalismo, son falsas antinomias. Para el autor estos
paradigmas, aparentemente opuestos, se transforman en momentos de reflexión que
permiten capturar la realidad intrínsicamente doble de la sociedad. Primero, se
construyen estructuras objetivas de relaciones de poder que definen las tensiones
externas que influyen en las interacciones, para luego introducir la experiencia vivencial
de los actores sociales y reflexionar sobre las disposiciones internas que los motivan a
la acción.

2. Las luchas de clasificación y la dialéctica de las estructuras sociales y mentales


Bourdieu propone la homologación de las divisiones sociales y los esquemas
mentales ya que los segundos son la encarnación de los primeros, por lo tanto, están
genéticamente vinculados. Por esto habla de un estructuralismo genético. Las
disposiciones subjetivas de los actores sociales son internalizadas desde el contexto
social existente y reflejan la inercia y las tensiones externas.
La correspondencia de las estructuras sociales con los esquemas mentales se
manifiesta en los sistemas simbólicos, siendo estos, además de instrumentos de
conocimiento, instrumentos de dominación. Las relaciones sociales se constituyen a
partir de los sistemas sociales, pero a su vez, pueden ser un factor de cambio social. Es
así que, los campos de la política y la producción cultural están atravesados por los
juegos de poder que se manifiestan en la interacción de individuos o grupos.

3. Relacionalismo metodológico
La metodología para el estudio de lo social debe basarse en la primacía de las
relaciones.
Para entender la postura de Bourdieu debemos considerar los principales
conceptos que le dan sustento.
Sus conceptos de habitus y campos se explicitan a partir de las relaciones que
implican. El campo es un conjunto modelo de relaciones objetivas e históricas que
surgen de posiciones originadas en ciertas formas de poder, también conceptualizadas
como capital. El habitus es un conjunto de relaciones históricas corporizadas en el actor
social a través de esquemas mentales y corporales que condicionan la percepción, la
significación y la acción.

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El campo es un espacio de conflicto y competencia, en donde los actores sociales
ponen en juego la clase de capital que le resulta más conveniente, sea el mismo el
campo científico, el artístico, el político u otro. Las vicisitudes de esta competencia
pueden alterar y modificar las formas de capital, y así, re-estructurar el campo,
incorporando cierto grado de indeterminación no contemplada por el estructuralismo
clásico. Frente a esta situación es el habitus el que posibilita una vida social regular y
predecible.
El habitus es el factor estructurante que reacciona dando coherencia y
racionalidad a las demandas del campo, ya que encarna la colectivización de la
socialización. El habitus se relaciona con el campo y viceversa, es decir, funcionan uno
en relación con el otro.
El habitus obedece a una lógica práctica, que incorpora lo impreciso y lo
probable, por lo que no puede interpretarse con la lógica de un principio normativo a-
priori. Esto hace de la sociología una ciencia que pretende precisión a partir de una
realidad imprecisa, difusa y compleja. Es por esto, que necesita asentarse en conceptos
flexibles y adaptables, que hacen de la investigación un proceso de permanente
dialéctica entre las teorías y las metodologías para la construcción del objeto de
investigación social.
Bibliografía
Wacquant L. (2005) Cap. I. Hacia una praxeología social: La estructura y la lógica de la
sociología de Bourdieu. En Bourdieu P. y Wacquant L. (2005) Una invitación a
la sociología reflexiva. Buenos Aires: Siglo XXI

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Seminarios de París
1. Transmitir un oficio
Bourdieu comienza señalando que debe aprehenderse la investigación como un
emprendimiento racional despojándolo de toda otra connotación emparentada con lo
místico o lo grandilocuente, aunque esto coloque a la investigación científica dentro de
una actividad rutinaria y poco atractiva.
La presentación de un informe de investigación debe ser lo contrario a una
exhibición narcisista del investigador, sino una tarea en la que asume riesgos y se
expone a sí mismo. Cuanto mayor sea esta exposición mayor será la riqueza de la
discusión que promueva en la construcción del conocimiento. El trabajo de
investigación se verá enriquecido por el trabajo y la experiencia de otros investigadores
transformándose en un trabajo colectivo.
Bourdieu destaca que “el summun del arte en ciencias sociales es, a mi juicio, ser
capaz de comprometer apuestas “teóricas” muy altas mediante objetos empíricos muy
precisos y a menudo aparentemente mundanos, sino irrisorios”. (P. 308). Significa
desvalorizar la idea de que la importancia de la construcción teórica depende de la
importancia sociopolítica del objeto. Esto produce frecuentemente una menor atención
al método, cuando en realidad, lo que importa es la rigurosidad del trabajo de
construcción de un objeto aparentemente intrascendente en un objeto científico. Para
reforzar esta idea cita un lema de Flaubert: “Escribir bien sobre lo mediocre”.
El investigador debe traducir “problemas altamente abstractos a operaciones
científicas totalmente prácticas” (P. 309). Para esta tarea el autor señala que, no hay
otra forma de dominar los principios fundamentales de la práctica de la investigación
científica que practicarlos con la supervisión de un guía o entrenador que nos provea
seguridad, corrigiendo la tarea de un caso particular y en situación. Esto está presente
en observaciones de filósofos e historiadores de la ciencia que señalan que, gran parte
del oficio del científico se adquiere en formas de transmisión preponderantemente
prácticas.
Considerar la posición de un científico social dentro de su disciplina consiste en
abandonar la idea de que la captación de un problema se ve asentada en un automatismo
del pensamiento, generalmente asociado a una evidencia empírica, y confiar en la
capacitación que proviene de dominar los logros más recientes en cuanto a métodos,
técnicas y conceptos o teoría. Esto nos lleva a concluir que para obtener prácticas
eficientes se debe confiar principalmente en los esquemas encarnados del hábitus.

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El habitus científico es un modus operandi que ayuda a operar prácticamente de
acuerdo a normas explicitas de la ciencia encarnadas en el mismo, sin necesidad de
pensar acerca de las cualidades de las mismas. Se ocupa de proveernos del sentido del
juego que practicamos. La transmisión del habitus científico debe realizarse por medio
de sugerencias prácticas de la acción investigativa, y no desde un discurso social
explicativo.

2. Pensar relacionalmente
Todo lo expresado debe ser fundamentalmente aplicado a la operación científica
que consiste en la construcción del objeto de investigación, ya que se trata de la tarea
crucial en el proceso.
El positivismo la circunscribe en una oposición entre la teoría basada en
conceptos divorciados de toda especulación práctica y la metodología, entendida como
una serie de normas probadas a través de la práctica de investigación sin conexión
alguna con la teoría. Esta oposición se refleja en los conceptos de contexto de
descubrimiento y contexto de justificación, que producen la división social del trabajo
científico.
Bourdieu rechaza esta concepción señalando que no es posible abordar lo
concreto a partir de la combinación de dos abstracciones como las señaladas. Las
posiciones teóricas no pueden desentenderse de las posiciones empíricas en la
construcción del objeto, ya que “sólo en función de un cuerpo de hipótesis derivadas de
un conjunto de presupuestos teóricos, cualquier dato empírico puede funcionar como
prueba” (P. 314) o evidencia empírica. El desconocimiento de esta interrelación entre
teoría y metodología hizo posible el surgimiento de “escuelas” de metodologías de
investigación a partir de una técnica de recolección y análisis de datos. Un ejemplo de
esto es la formulación de una metodología cualitativa en oposición a una cuantitativa.
Se ignora así, que cualquier “dato”, sea este una interpretación cualitativa o una
medición cuantitativa, que se asocia a lo concreto en sí, es una construcción realizada en
base a abstracciones teóricas.
El autor propone utilizar todas las técnicas que sean pertinentes y prácticamente
utilizables, en función de la definición del objeto y de las condiciones de la recolección
de los datos. Así, Bourdieu señala:
…la investigación social es algo demasiado serio y difícil para nosotros
como para confundir la rigidez científica, que es la némesis de la

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inteligencia e invención, con el rigor científico y así privarnos de este o
aquel recurso disponible entre la panoplia de las tradiciones intelectuales
de nuestra disciplina y de las disciplinas hermanas de la antropología, la
economía, la historia, etc. (P. 317)
Esto no significa una posición epistemológica relativista que promueve el laissez
faire, sino una reflexividad permanente sobre las condiciones de utilización de las
técnicas y su pertinencia con el objeto de investigación abordado.
La construcción de un objeto, agrega Bourdieu, es una tarea continua que
requiere de rectificaciones y enmiendas en función de los principios prácticos derivados
de las elecciones metodológicas. La atención constante a los detalles del proceso de
investigación social, debe advertirnos de los peligros de sobrevalorar los conceptos y de
la propensión de considerar a los instrumentos teóricos – habitus, campo y capital – por
sí mismos y no como instancias necesarias de un trabajo constante.
La noción de campo posibilita la construcción del objeto que, a su vez, orienta
en la elección de las prácticas de investigación, y nos recuerda permanentemente que el
mundo social no está anclado en estructuras fijas tales como grupos, clases sociales,
etc., sino que es un espacio de relaciones. El campo nos debe impulsar a pensar
relacionalmente. La tentación, asentada en un habitus transmitido por la educación
cartesiana, nos impulsa a pensar categorías preconstruídas como, ancianos, pobres,
inmigrantes, etc. Esta actitud sustancialista de considerar el mundo social, de imponer
etiquetas prefabricadas, debe abandonarse y reflexionar acerca de lo que el autor llama
campo de poder, que refleja las relaciones de fuerzas entre las posiciones sociales que
garantizan a sus ocupantes una cantidad de fuerza social, o capital y que los capacita a
luchar por un monopolio del poder.
La tarea de investigación social en su análisis relacional se complica
significativamente, porque los espacios sociales se observan a partir de datos
correspondientes a propiedades distribuidas entre individuos o instituciones concretas.
Bordieu sugiere como estrategia para encarar esta situación el construir el objeto a partir
de un cuadro de las propiedades pertinentes de un conjunto de agentes o instituciones.
Otra práctica importante es la delimitación de las fronteras del campo para
conocer el espacio en el que se ha aislado el objeto de estudio. Esto hará posible
conocer la realidad en la que el fragmento ha sido abstraído y así, bosquejar las posibles
líneas de fuerza que ejercen coerción sobre el objeto.

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Adoptar una posición activa y sistemática para relacionar los “hechos” nos aleja
de la pasividad con pretensión de neutralidad empirista que solo se basa en el sentido
común, y nos permitirá construir un modelo que posibilite generar preguntas
sistemáticas pasibles de recibir respuestas sistemáticas (teoría) que estructurarán un
sistema coherente de relaciones para proponer. Interrogar sistemáticamente un caso
particular posibilitará extraer propiedades generales o invariantes.
El razonamiento por analogía, que razona a partir de las similitudes u
homologías con otros campos, a través del método de razonamiento comparativo, es un
excelente instrumento para la construcción del objeto.
A partir de este método pensamos relacionalmente un caso particular entendido
como “ejemplo particular de lo posible”. Esta es una forma de cumplir con la necesidad
de generalización de la ciencia sin apelar a construcciones conceptuales vacías de
contenido práctico.

3. Una duda radical


La construcción de un objeto científico requiere que nos apartemos de las
construcciones de sentido común, es decir, tanto las representaciones sociales
compartidas en el ámbito cotidiano como las representaciones surgidas
institucionalmente y que están encarnadas, como tales en el habitus. El investigador
social deberá conocer un objeto del mundo social del que es producto y su razonamiento
estará mediado por un ajuste entre estructuras objetivas y estructuras subjetivas que
condicionan el cuestionamiento. El investigador social debe poner entre paréntesis todas
sus presuposiciones y creencias que surgen de su condición de ser un ser social para
poder ejercer su dudar radical y así evitar que la construcción del objeto se realice a
través suyo a partir de estructuras internalizadas que lo impulsan inconscientemente.
La solución pasa por una actitud reflexiva permanente sobre su práctica
científica, es decir, proceder a partir de una práctica que se permita cuestionarse a sí
misma. Esto implica estar alerta para no actuar en base a los estímulos conscientes e
inconscientes que lo persuaden de distintas formas por ser un actor social y
transformarse en un simple instrumento de la construcción del objeto, constituyéndose
en un objeto de aquellos problemas del objeto que toma para investigar.
Pero esta actitud de estar alerta no basta. Es necesario legitimar los problemas a
partir del estudio de la historia de la emergencia de los mismos, de su evolución
progresiva, del accionar colectivo que fue necesario para visualizarlos. Así, puede

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evitarse la posición positivista que considera al problema ha sido producido socialmente
por un trabajo colectivo de construcción social que, a instancias de distintos organismos
y/o demandas, lo transformó en un problema social. El campo político a través del
campo burocrático tiene decisiva influencia, complicando aún más la situación la
aparición de expertos promovidos desde el Estado.
Este panorama convierte al ejercicio la investigación de las ciencias sociales, a
partir de la duda radical, en un trabajo asociado a lo marginal. Las rupturas
epistemológicas frecuentemente son rupturas de las creencias fundamentales de un
grupo y que incluyen a los sistemas de creencias compartidas por los profesionales.
Uno de los obstáculos más significativos para el investigador social proviene del
lenguaje, edificado mediante un depósito de precontrucciones significativas que, al ser
naturalizadas, no se reconocen como precostruidas y actúan como instrumentos de
construcción inconsciente.
Otro obstáculo epistemológico lo constituye la noción preconstruída de
“profesión”. Su significación es un producto social que se instaura como construcción
de grupo y desde allí ejerce su representación. Para Bourdieu es mucho más pertinente
considerarla como campo, es decir, como un espacio estructurado de fuerzas y luchas
sociales.
Si desechamos la noción de profesión abandonando las apariencias socialmente
construidas y sancionadas, el trabajo sobre un objeto construido genuinamente es
mucho más difícil porque el progreso teórico genera dificultades metodológicas
asociadas. Una de las dificultades más significativas es la determinación de las fronteras
del campo. Esta cuestión es solucionada por el positivismo apelando a lo que
denominan “definición operacional”, sin considerar que las definiciones son parte
interna del mismo objeto. Por ejemplo, definir a un “escritor” no discrimina a quién es
un verdadero escritor. Hay una lucha dentro del objeto para determinar quién merece
esa calificación. En el campo, tal como sabemos, se presenta la lucha y la competencia
por una definición legítima que establezca las fronteras.
El costo que, a menudo, se paga por el ejercicio de una sociología reflexiva es
que “se llegue a descubrimientos científicos genuinos al costo más alto y los beneficios
más bajos…”(P. 340)
Culmina el autor señalando que tomar como objeto de reflexión el sentido
común y la experiencia primaria del mundo social como una aceptación de un mundo
no construido y no como una oposición de un objeto frente a un sujeto es la forma de no

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quedar “atrapado” en el objeto. Es incorporar a la reflexión científica, además de la
representación preconstruida del mundo social, los esquemas cognitivos que posibilitan
la construcción y las experiencias del mismo
Bibliografía
Bourdieu P. (2005). La práctica de la sociología reflexiva (Seminario de Paris). En
Bourdieu P. y Wacquant L. (2005) Una invitación a la sociología reflexiva.
Buenos Aires: Siglo XXI

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