Revista Valvula. (1928) Literatura Venezolana
Revista Valvula. (1928) Literatura Venezolana
Revista Valvula. (1928) Literatura Venezolana
Edición facsimilar
Serie: Documentos
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres - ULA
Centro de Investigaciones y Estudios en Literatura y Artes - UNEG
DIRECCIÓN GENERAL Dirección General de Cultura y Extensión - ULA
DE CULTURA Y EXTENSIÓN
Primera Edición, 2011
Autoridades Universitarias Revista válvula (1928). Edición facsimilar
© Coedición de Ediciones Actual de la Dirección General de Cultura
Mario Bonucci Rossini y Extensión de la Universidad de Los Andes con el Instituto de In-
vestigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres-ULA y el Centro de
Rector Investigaciones y Estudios en Literatura y Artes de la Universidad
Nacional Experimental de Guayana.
Patricia Rosenzweig
Roger Vilain
Vicerrector Académico Diego Rojas Ajmad
Javier Lasarte
Universidad Simón Bolívar-Caracas
Sonia Mattalía
Universidad de Valencia-España
Susana Zanetti
Universidad de Buenos Aires
Concepto de Colección:
Kataliñ Alava
•
Director Diseño Gráfico:
Rabelt Mujica
Mauricio Navia A. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Experimental de Guayana
•
Presentación
Roger Vilain
Diego Rojas Ajmad
CIELA
CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS
EN LITERATURA Y ARTES
El Consejo editorial de las Ediciones Actual de la Dirección
General de Cultura y Extensión – ULA acorde con las Normas de
Publicación considera, luego de realizado su arbitraje que se:
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toca es preciso llevar a cabo una labor casi metafísica, es decir, debemos hablar,
considerar y estudiar un objeto que prácticamente nadie o muy pocos han visto.
En este sentido, suponemos que llevar a cabo un ejercicio de reflexión en
torno a la revista y los modos en que ésta se instala en los engranajes del con-
texto social al que perteneció en su momento, implica indagar sobre posibles
respuestas al hecho cultural y su incidencia en los subsistemas político, artístico,
social, económico... que dan forma a la red de relaciones en que nos movemos
como grupo humano. Así, pretendemos abordar el problema de lo que la revista
válvula supone en tanto artefacto comunicacional y sus vínculos con el desarrollo
sociocultural de Venezuela. Vale entonces, en función de lo anterior, preguntarse
lo siguiente: ¿De qué manera la revista válvula dialoga e influye significativamente
en el contexto cultural de su época, y viceversa? ¿Tal influencia llega a nuestros
días, como sugiere la historiografía literaria nacional? ¿De qué modo se originó, se
alimenta y se mantiene dicho diálogo, si es que existe en la actualidad?
II
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tivo de valores asociados a la nueva sensibilidad del siglo XX, que pone el debido
énfasis en la técnica, la velocidad, el cambio, la novedad, la imprevisibilidad y la
aventura” (1982: 150). Esta crisis es herencia del drama del siglo XIX que enfrenta
fe y razón, lógica e instinto, inteligencia y realidad; propiciado en lo estético por la
postura antinaturalista de Rimbaud, Lautréamont, Mallarmé, Verlaine y el mismo
Baudelaire, quien diría, con un empecinado rechazo hacia normas y escuelas: “La
naturaleza es fea y yo prefiero los monstruos de mi fantasía” (Van Tieghem, 1963:
214). El arte adquiriría nuevos ropajes e inusuales formas de nombrar al mundo;
en lo económico, el paso del capitalismo de libre concurrencia al capitalismo
monopolista y el amplio desarrollo de la segunda fase de la Revolución Industrial
abonarían la mentalidad emergente del siglo XX; en lo filosófico, el irracionalismo
de Nietzsche y Kierkegaard propiciaron la ininteligibilidad del mundo, y la sen-
tencia nietzscheana de la muerte de Dios secularizó la vida, dejando huérfano al
hombre, lleno de angustias.
En esa situación comenzaron a surgir los ismos vanguardistas en Europa.
Agrupaciones en constante afrenta contra la tradición, la academia, el canon, los
géneros, la institución artística; para ellos el arte tenía que ser la vida misma, y en
efecto lo fue. Así, cientos de agrupaciones, difícil de listar, rechazaban el pasado
y afirmaban su creación como el “nuevo arte”: Expresionismo (Alemania), Futuris-
mo (Italia/Francia), Cubismo (Francia), Dinamismo (Francia), Dadaísmo (Suiza),
Surrealismo (Francia), Ultraísmo (España)...
Podemos configurar intenciones comunes de todos ellos:
1. Conciencia de grupo: que evidencia una sensibilidad común entre sus in-
dividuos.
2. Institucionalización del grupo: por medio de manifiestos teóricos y la ela-
boración de revistas que sirvieran de vehículo de difusión.
3. Fundación y negación: actitud con la cual rechazaban todo el pasado y
manifestaban la novedad y verdad de su arte.
4. Experimentalismo: por medio del cual se transgrede la institución artística
con la confusión de géneros, se renueva la perspectiva en la pintura con el
abstraccionismo y la música comienza a ser atonal. Así, el arte todo explora
nuevas maneras que satisficieran al nuevo hombre del siglo XX.
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En Europa, los movimientos de vanguardia más influyentes fueron el Futu-
rismo, el Surrealismo y el Cubismo. El Futurismo, fundado en 1909 por Filippo To-
masso Marinetti (1876-1944) buscaba la exaltación de la modernidad, entendida
como adoración a la máquina en la que se veía un instrumento multiplicador de
los poderes del hombre. En el primer manifiesto del grupo se dirá: “Un automóvil
de carrera, con su caja adornada de gruesos tubos que se dirían serpientes de
aliento explosivo... un automóvil de carrera, que parece correr sobre metralla, es
más hermoso que la Victoria de Samotracia” (Centro de Investigaciones Literarias
Casa de Las Américas, 1970: 61).
Con el Surrealismo se pretendía renovar, más que el arte, la vida misma.
Fundado en 1924 por André Bretón (1896-1966), junto con Louis Aragón y Soupault,
se comienza a explorar la esencia de la realidad, lo que está más allá de la mis-
ma (superrrealismo). Se hurga entre los sueños por la influencia de Freud y del
psicoanálisis, en el que el subconsciente domina y guía la labor creadora. No por
nada un surrealista francés colocaba en la puerta de su dormitorio un cartel que
decía: “el poeta trabaja”. Bretón definiría el Surrealismo de la siguiente manera:
“automatismo psíquico puro por el cual uno se propone expresar, ya verbalmente,
ya por escrito, o de cualquier otra manera el funcionamiento real del pensamiento.
Dictado del pensamiento fuera de todo control ejercido por la razón y al margen
de toda preocupación estética o moral” (Van Tieghem, 1963: 236).
En 1910 aparece la tendencia denominada Cubismo, aunque ya para 1906
y 1907 encontramos los experimentos pictóricos de Picasso y Braque. El Cubismo
aspiraba a la autonomía de la obra artística por medio de las audacias de perspec-
tivas y la simultaneidad en un mismo plano, además de otorgar valor a la tipografía
en los poemas con el juego de las formas de Los Caligramas de Apollinaire.
Dejamos en reserva otros muchos movimientos de Vanguardia: Dadaísmo,
Expresionismo, Ultraísmo español, y un largo etcétera que motivó a J. Cirlot a
compilar un grueso Diccionario de los ismos, publicado en 1948.
Pero esa es la historia europea de la Vanguardia. Cuando cambiamos de
escenario y hablamos de la Vanguardia Iberoamericana, justificamos las primeras
líneas de este apartado, en las cuales criticamos el ejercicio de la definición, pues
no recoge la totalidad de lo estudiado. En este dilema se ha enfrascado la historio-
grafía tradicional, que practica fervientemente cinco pecados capitales:
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a. La fragmentación. Que segmenta la totalidad del sistema artístico, haciendo
ver sus distintas etapas como hechos aislados.
b. El eurocentrismo. Que explica el desarrollo de la producción artística ibe-
roamericana como simple reflejo de la cultura europea.
c. El criterio generacional. Que agrupa las producciones artísticas por me-
dio de criterios biológicos o historicistas, no discriminando las variantes que
pudieran existir en un mismo grupo.
d. La marginación. Que obvia del sistema artístico las obras que no encajan
dentro del método de la historiografía o del gusto e intereses del investigador.
e. La linealidad. Que muestra al sistema artístico como una suma de etapas
que nacen y mueren en simple cadena.
Muchos son los ejemplos de esa mala práctica. Cuando nos referimos a
la Vanguardia iberoamericana encontramos cosas como estas: “Los ismos que
aparecieron [en Iberoamérica] fueron sucursales de la gran planta industrial con
sede en Europa”, afirmado por Anderson Imbert en su Historia de la literatura
hispanoamericana (1966: 16). Parece que es una constante en la historia de la
cultura iberoamericana el movimiento pendular de las opiniones entre la imita-
ción y la invención. La discusión por nuestra identidad se halla presa entre esos
dos barrotes, empobreciendo así el análisis por nuestro ser. Cuando se habla de
hechos culturales, no se pueden establecer categorías de primacía u originalidad.
Ello equivaldría a hablar del inventor del sol o del descubridor del aire. En todo
caso, Iberoamérica no pudo escapar de la crisis del sujeto moderno que afectaba
al mundo, crisis de la que ya hablamos. La revolución mexicana, la fundación de la
Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), el crack de la Bolsa de Nueva
York, la Guerra del Chaco, la Reforma Universitaria de Córdoba, el aumento de la
inversión del capital extranjero, etc., son causas y efectos de la nueva mentalidad
iberoamericana.
Ya el Modernismo se había anquilosado y la Luna, el cisne y lo azul no
despertaban el interés de antes. El poeta mexicano Enrique González Martínez,
en 1910, diría: “Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje”. Más adelante
dirá: “El sapiente búho es mejor consejero” (Henríquez Ureña, 1969: 180), demos-
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trando así confianza hacia la razón y la técnica, nuevas para Iberoamérica, que a
diferencia de Europa ya mostraba rasgos de desconfianza hacia ella.
El arte no era el mismo; ahora se escribía de la siguiente manera:
El marrueco de la filosofía
se abrocha con tres botones y un testículo.
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la crítica e historiografía tradicionales, a las que ya les saldamos cuentas páginas
atrás, se acercaba al estudio de la Vanguardia iberoamericana con la herramienta
de oposición Viejo/Nuevo. Esta concepción fue criticada por Ángel Rama, quien
la tildó de superficial, esbozando la idea de una “doble Vanguardia latinoameri-
cana”:
Así, mientras que la primera posición decía que todo lo nuevo era vanguar-
dia, la segunda propuesta abría un compás de nuevas posibilidades. Posterior-
mente Nelson Osorio amplía la idea y señala:
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III
“La vanguardia, tal como la entendíamos los del 28, no significó una escuela
o una tendencia determinada. Son muy variados los ritmos y muy numero-
sos los metros, las estrofas, las modulaciones que nosotros empleábamos.
Nos expresábamos, en el salmo de origen bíblico, a la manera del gran bar-
do norteamericano Walt Withman; recurrimos muchas veces al tradicional
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octosílabo español, pero casi siempre nos expresábamos en el verso libre
(...)
El sentimiento de internacionalización, de universalización, de ecumenidad
de la vanguardia venezolana –del 28 venezolano, en este caso– claro es
que parecía sustentarse en los diversos ismos que por los años 20 conmo-
vían la conciencia literaria de Europa. (...) Del futurismo italiano se tomaba,
aparentemente, la actitud bélica, combativa; aun empleando imágenes de
guerra, de peleas de batallas, de trincheras. Del expresionismo alemán la
vivificación del paisaje; del ultraísmo español la reducción de todo poema a
una sola metáfora o a una sucesión de metáforas superpuestas... Mas todos
estos ismos encontraron en tierra venezolana una cabal expresión en
el afán y en el empeño de demostrar que estábamos inaugurando una
poesía y una literatura nuevas. (Rojas Guardia, 1972: 16-17). (Subrayado
nuestro).
“¡Oh sorpresa!, ese oscurantismo del cual yo venía hablando desde que
yo era estudiante de historia de Venezuela (...), ese oscurantismo no era
tal. ¿Cómo puede haber oscurantismo después de lo que he reseñado? En
donde sólo un 10% de la población es la que tiene acceso a la instrucción,
es verdad, me dirán Uds., el 90% estaba oscuro. Sí, estuvo oscuro, siguió
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oscuro y sigue oscuro. En todo caso, lo verdaderamente importante es que
los que dicen y los que hablan del oscurantismo no son miembros de ese
90%. Los que dicen, y los que hablan, y los que pregonan y señalan el os-
curantismo, son precisamente esos otros que tenían bibliotecas, esos otros
que daban conferencias, esos otros que estaban al día. Si en Venezuela no
hubo un Rubén Darío, no fue culpa de Gómez. (...) Entonces, la primera con-
clusión, (...), es que la intelectualidad venezolana de la época tenía acceso a
las publicaciones que estaban en boga para el momento”. (Sosa, 1987: 46).
IV
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A comienzos de ese mismo año se publica también uno de los más agresi-
vos artículos en defensa del Futurismo: en el número inaugural de la revista
Índice, de Maracaibo, bajo el encabezado de “Pensadores de Vanguardia”,
Arturo Úslar Pietri publica su artículo “El Futurismo”, que es una violenta y
apologética defensa de las ideas de Marinetti. (Osorio, Nelson: 1985, 164).
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La “Librería Maury Hermanos” se autoidentifica como la “agencia de las
principales publicaciones extranjeras”; la “Empresa Multicolor”, ofrece los
últimos libros de literatura de Vanguardia, en particular la revista Jarana,
de Perú, Martín Fierro, de Argentina y Gaceta Literaria, de Madrid; La “Li-
brería Central”, por su parte, asegura poseer un gran surtido de las últimas
novedades; finalmente, el aviso más recatado es el de la “Librería Cultura”:
“Siempre novedades”. (Segnini, Yolanda: 1987, 179).
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cierto que la intelectualidad estaba al tanto de lo que ocurría artísticamente en lo
internacional, es decir, poseía información de primera mano al respecto y se daba
a la tarea de asimilar, digerir y proponer en atención a los sucesos más allá de las
fronteras locales. Dice Guillermo José Schael:
Lo anterior, nótese desde ya, indica que al momento del nacimiento de vál-
vula existía en la capital venezolana un conglomerado de publicaciones constan-
tes en los que lo social y lo literario eran abiertamente considerados, acentuán-
dose el incipiente hecho artístico capitalino. El quehacer periodístico venezolano
potenciaba la publicación de páginas literarias, con lo cual éstas, fijémonos bien,
no pasaban desapercibidas en la Caracas de esos días. Nos dice al respecto,
nuevamente, el mismo Schael:
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Válvula fue una revista editada por la Litografía y Tipografía Vargas. Técni-
camente presentó las siguientes características: 21 centímetros de alto por 17 de
ancho, elaborada en papel premium (periódico) con portada, contraportada y una
página interna en papel glasé. La conformaban 56 páginas que incluían trabajos
literarios y publicidad. Incluyó un par de ilustraciones cubistas elaboradas por
Rafael Rivero Oramas. Su frecuencia de aparición, según se indica, era mensual,
aunque sólo se publicó un único número. Reportaba un Comisario para la Admi-
nistración: Nelson Himiob.
Nelson Osorio sostiene que el advenimiento de válvula es el equivalente
cultural a la Semana del Estudiante en lo político, y su presencia marca un hito de
madurez al respecto en Venezuela:
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Sírvanos éste para hacer hincapié en un punto de bastante importancia so-
bre este cisma literario y es éste la maravillosa ignorancia acerca del mo-
vimiento de Vanguardia que han ostentado todos los críticos adversos, con
muy escasas excepciones.
Ya lo hemos dicho en una de las notas finales de válvula, la Vanguardia ha
necesitado de una forma exterior aparatosa para significar su desligamiento
de la tradición, para que al simple golpe de vista se dé cuenta el lector
de que se trata de una cosa distinta, pero, lo gritamos y lo sostenemos, no
constituye ello lo esencial de su credo, se trata sólo de un fenómeno de
formas exteriores del que no vacilaremos en despojarnos cuando seamos
comprendidos.
Es necesario que se estudien más a fondo las tendencias de esta reacción
por aquellos que intentan decir al público la última palabra sobre la verdad
estética, la piedra liminar de nuestro credo es la absoluta libertad personal
del artista dentro de su emoción con la sola consigna de sugerir lo más posi-
ble en el sentido de lo hondo, de lo alto y de lo amplio. (Uslar Pietri, 1928).
La retaguardia
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teléfono automático 000000, dirección cablegráfica escape (coda, do, re mi,
fa, sol)
no se acepta otra colaboración sino la espontánea como el ñaragato
Editorial
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físico-química. El universo redúcese al tiempo y al espacio. Tarde nos indica
cuál es ese camino y los poetas de hui hai confirman la observación.
¿Hacen eso nuestros vanguardistas? Me parece que no. Ni siquiera eso han
hecho. Su técnica no es otra que la divertida regla del juego que llaman el
grito del diablo: reúnense varias personas para lanzar un grito; uno dirá A,
otro E, otro I, otro O y otro U. A una señal determinada cada uno grita su letra
y el resultado será un alarido inarticulado y extraño. (Planchart Burguillos,
1928).
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de la firma de Leopoldo Landaeta. Esa comparación estará bien en una
revista de la índole de Fantoches, pero no en un mensuario que aspira el
honor de ser el vocero literario de nuestra generación (…) Ellos (los van-
guardistas) quieren reformar cierto grupo de normas de la lengua. ¿Qué
han de hacer si no desean caer en lo grotesco, en lo inútil, en lo irrealizable
o en lo sencillamente romántico? No han de ejecutar la reforma de acuerdo
con normas arbitrarias, como lo vemos a cada instante en esas modificacio-
nes o supresiones en la puntuación, en las transposiciones ilógicas, en ese
olvido que desempeñan los elementos accesorios. No, nada convencional,
porque las masas no saben contrastar. Trátese de reformar valiéndose de
los elementos ya existentes y teniendo siempre en cuenta que por más que
sea la revolución de los espíritus, lo que mejor resiste al empuje de la des-
organización es la lengua. (Planchart Burguillos, 1928).
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de la noche, en el City Club, celebróse una heliogabalesca comida para
festejar, para rematar, la aventura de válvula. Asistieron los señores Rómulo
Gallegos, Juan de Guruceaga, Fernando Paz Castillo, Pío Tamayo, Carlos
Eduardo Frías, Nelson Himiob, Miguel Otero Silva, Inocente Palacios, Rafael
Rivero, Rolando Anzola. Llegaron tarde, sin apetito, pero con óptima inten-
ción los kamaradas: Arturo Úslar Pietri y Paúl Carrasquel y Valverde. Insólito
milagro: no hubo discurso que lamentar. (Revista Élite, 1928).
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Nueva York, 19 de abril de 1948.
Señores Directores
de “Contrapunto”.
Caracas.
Mis amigos:
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V
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Vale decir que, en este sentido, válvula es posteriormente adscrita al canon
literario venezolano en tanto genera el fuerte oleaje que conforma la diatriba que
llegó a suscitar. El golpe dado indica que, en efecto, la revista salió a la luz en un
momento crucial, y cumplió un cometido esencial, no otro que el de estremecer,
enriquecer y en buena medida funcionar como punto de inicio para redimensionar
las letras venezolanas.
¿Cuál es la lectura que ofrece válvula a las generaciones del presente? La
revista válvula pasó de ser un instrumento del discurso emergente y trasgresor,
que servía de difusor de las voces de la alteridad, a un discurso residual, impelido
por la historiografía y la crítica como mera anécdota sin contenido y trascenden-
cia.
El poner a transitar nuevamente a válvula en el circuito cultural abrirá la
oportunidad hacia múltiples lecturas y reinsertará con variadas ideas a la revista,
estamos seguros de ello, en el concierto de la reflexión por el ser y quehacer
cultural venezolano. Pensamos, por ejemplo, en nuevas lecturas acerca de la pre-
sencia de la publicidad en válvula como conformadora de las prácticas culturales
de la época; de los discursos estéticos que puedan desprenderse de la reflexión
acerca de las ilustraciones cubistas elaboradas por Rafael Rivero Oramas; de las
posibles significaciones de la recepción ofrecidas por su diseño y tipografía... en
fin, el tener nuevamente la revista en manos del público dará espesor y nueva vida
a válvula.
Diego Rojas
Roger Vilain
Ciudad Guayana, 2010
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literatura. México: Siglo veintiuno.
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