7 Pecados Salvajes

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PECADOS SALVAJES

Daniel Salomone González


Mención Concurso de Dramaturgia COFONTE

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PECADOS SALVAJES

Mujer y Hombre.

o Hombre y Mujeres

o Mujer y Hombres.

o Hombres y Mujeres

Da igual. Somos todos pecadores.

(Al principio de la escena se escuchan las siete noticias más relevantes de los periodísticos

locales, las cuales resultarán, evidentemente, dramáticos sucesos que reflejen el caos, la

violencia y la inseguridad que hoy en día vivimos.

El escenario estará vacío. Sólo se observará un enorme perchero tras el cual los actores se

cambiarán de vestuario y un baúl de donde extraerán la utilería necesaria. También puede

haber algo ropa colgada de los telones)

CANTO 1 - INFERNO

(Entran la mujer y el hombre, o el hombre y las mujeres, o la mujer y los hombres, o los

hombres y mujeres; en definitiva, los pecadores)

MUJER: ¿Qué significa el número siete?...

HOMBRE: El culo.

MUJER: ¡No! (Furiosa) Siete…Hay mucha simbología detrás de ese número…Son siete

Pecados Capitales…Siete…estados alquímicos…El siete significa…

HOMBRE: El culo.

MUJER: Siete mares…

HOMBRE: El culo

MUJER: Siete enanos…

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HOMBRE: El culo

MUJER: Siete notas musicales…

HOMBRE: El culo

MUJER: Siete colores del arcoíris.

HOMBRE: ¡Viva la diversidad!

MUJER: ¡Siete!

HOMBRE: El…

MUJER: Shhh…

HOMBRE: Perdón. Me callo.

MUJER: El mundo está perdido…

HOMBRE: Es un culo.

MUJER: ¡Se termina acá! Ya basta de repetir la misma ordinariez. Se puede hacer un show

teatral prescindiendo de las groserías. No es necesaria la ligereza para que el público te siga

como artista. Es un recurso básico e imperdonable para el arte. Te prohíbo rotundamente los

improperios…

HOMBRE: (Adelantándose)

El mundo no se detiene. Rueda en una gran masa de caos. Ya no queda más remedio

que estallar. Un Big Bang destructivo. Así está la humanidad o lo que queda de ella.

Somos todos pecadores. La juventud está perdida. La adultez está perdida. En la era de

los lazos de control se olvidaron los abrazos descontrolados. ¿Adónde fueron los besos?

¿La caricia que enmudece los gritos? ¿Qué somos? ¿Somos buenos o malos? Todo es

tan confuso. Eso es la vida; un vacío en medio del paréntesis del bien y el mal. Un

abismo en mitad de dos gigantes montañas.

MUJER: ¡Uauh! “La vida es un abismo en medio de dos gigantes montañas”

HOMBRE: Un culo.

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………..

MUJER: Pausa…Zapping. Enciendo el televisor y veo las noticias. Leo el periódico, las redes

sociales, miro los cuarenta videos diarios de WhatsApp. Escucho la radio. Es preferible no

tener un cuchillo cerca cuando se sabe del acontecer del día.

HOMBRE: El mundo se derrumba. El mundo llora.

MUJER: El mundo está inundado de lágrimas por culpa de los pecadores.

HOMBRE: Envidiosos, iracundos, golosos, perezosos, avaros, soberbios y lujuriosos. Todos

están rodando al compás de la Tierra, formando la gran bola de mierda.

MUJER: ¡Shhh!...Esto será un pantallazo general de la psicopatía general…Así que mejor, me

voy.

(Sale de escena)

HOMBRE: Se fue… (Directamente al público) Escuchen, ustedes. Sí. A ustedes les hablo,

televidentes invidentes, espectadores sin expectativa, whatsAaperos, facebookeros, twiteros,

instragrameros, internetloqueros, etcéteraqueros. ¿Qué creen que está pasando? Pues déjenme

decirles que captar colores y siluetas no significa ver. La verdad no tiene forma, pero se

observa, se palpa, se huele aunque tenga mal olor. El espectáculo que verán a continuación

contiene monólogos de soledad que pueden lastimar la sensibilidad de alguien del público, de

algún espectador en especial; de ése que nunca ha pecado. ¡Ja! ¡Qué arrojen las primeras

piedras! ¡Qué arrojen las segundas piedras! Qué comience esta Comedia que será

Divina…para aquellos que ríen o se emocionan con el pecado. Drama y comedia; un viaje

entre el bien y el mal donde dejaremos al descubierto el gran agujero que representa la

humanidad…El culo. (Tras bambalinas se escucha “Shhh” y el hombre sale de escena)

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CANTO 2 – INVIDIOSI

(Sale el hombre. Entra una mujer y se detiene en medio del escenario)

MUJER:

Soy invisible. Nunca me han visto. Por ejemplo; mamá siempre prefirió a mi hermana. Ella es

sólo un poco menor. Nació después de los once meses de mi arribo al mundo, por tanto, en mi

vida, tuve sólo once meses de atención unilateral. A ella le prestaban más atención por ser la

más bonita y sonriente niña. El parto de mi hermana se había complicado y corrió el riesgo de

no haber nacido. ¡Una lástima!... Pero luego de varias horas en la camilla del sanatorio, no

hubo más complicaciones, y mi hermana nació feliz y vigorosa. A mamá le quedó el mal

gusto en el alma y sintió que debía sobreprotegerla el resto de su vida. Desde ese día

comenzaron las diferencias. Siempre la puso sobre mí. Incluso ella dormía en la cama de

arriba en la cucheta. Le cumplían todos los gustos, le hacían buenos regalos. A mí me

compraban siempre lo mismo; una bombachita. Ya con más edad manifesté mis quejas, pero

mamá siempre decía: “eres la más grande y tienes que entender que tu hermana está

enferma”… ¡¿Cuántos años va estar enferma?!...Para colmo de males tuve la desventura de

ser mayor de edad, pero no de tamaño, así que a mí me tocó vestir la ropa que mi hermana ya

no usaba: Los uniformes del colegio, los vestiditos para salir y hasta la ropa interior. ¡Cómo si

no tuviese tres cajones de bombachitas!...Mis protestas nunca llegaron a buen puerto, así que

busqué una forma de acabar con las diferencias; comencé a imitarla con fundamentos en el

viejo refrán que dice “si no puedes con el enemigo, únetele”. Me vestía igual, me cortaba el

pelo en la misma peluquería y usaba el mismo peinado, mismos colores de zapatos, de

medias, de carteras y hasta el mismo color de ojos. Mamá decía que mi hermana tenía los ojos

más bonitos que había visto. Yo pensaba. “¡Son marrones, mamá! ¡Marrones! Yo tengo los

ojos celestes.”…Y me puse lentes de contacto de color. La adolescencia la vivimos bien; ella

con muchos novios y yo con la misma cantidad específica y con rasgos físicos similares.

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Incluso tuvimos algunos comunes y al mismo tiempo. A veces es difícil encontrar

características particulares de las personas; como pelirrojos, chuecos, afrodescendientes; así

que los compartía sin que ella se enterase. Incluso debutamos el mismo día. Apenas me enteré

que ella se fue con un compañerito al baño del liceo, yo tomé al primero que encontré en el

patio de clases y lo amé en el inodoro. No me disfruté mucho el momento, pero cuando ella

me contó que había sido el mejor día de su vida, yo traté de asumir que también había sido el

mío. Hicimos la misma carrera universitaria; escribanía. No me gusta mi profesión. ¿Quién en

su sano juicio es escribano por vocación? A mí me gustaban más las bellas artes; pero me

esforcé y soy mejor profesional que ella…Aunque la realidad es que mi hermana tiene

muchos más contratos. La gente la prefiere por sus buenos modos y su risa patética…Incluso

traté de imitarle la sonrisa, pero me resultaba prácticamente imposible copiarla. Con una vida

condenada a la desdicha, ¿cómo podría yo sonreír? Lo intentaba, hacía muecas; y resultaba

tan fingido, que decidí citarme con un cirujano plástico para que hiciera unos retoques en mi

rostro, para que la sonrisa me saliera naturalmente. Le llevé una foto de mi hermana y le dije:

¿Quiero esto? El doctor señaló que sería muy difícil dado que mi hermana era una mujer

hermosa naturalmente y que la belleza natural no se puede fabricar. Yo insistí e hizo lo mejor

que pudo, pero exageró tanto en los detalles que me dejó la maldita sonrisa impregnada por

varias semanas. Todos se reían al verme. Dicen que la risa es contagiosa, pero en este caso,

supongo que se burlaban de mi desgracia. Aún más furiosa me sentía. ¡No hay nada peor que

estar enojada y seguir riéndote! ¡Qué porquería! Al cabo de unos meses, mi rostro volvió a la

normalidad y el cirujano logró hacer unos retoques que me devolvieron mi cara antigua. Seguí

practicando las sonrisas frente al espejo hasta que logré una aproximación bastante certera.

Admito que en eso estoy en falta; la risa es el mal de los tristes. Nunca nos quedará bien. Mi

hermana se casó con un abogado muy flaco e inteligente, bastante feo, pero se trataba de un

hombre bonachón y amigo de la vida en familia. Yo, que tenía como pareja a un fortachón

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hermoso; idéntico al último novio de mi consanguínea, tuve que abandonarlo para buscar en

el universo de las leyes a un aburrido hombre a la par del marido de mi hermana. Lo encontré.

Eran prácticamente iguales. Me casé en la misma iglesia, con el mismo vestido y hasta el

mismo cura…Mamá fue con el mismo atuendo a los dos casamientos, pero ese detalle no se lo

pedí yo. Es común que mi madre no invierta en mí…Ella no muestra las fotos de mi boda,

pero tiene cuatro albúmenes de la fiesta de mi hermana al alcance de la mano. Yo seguí

infelizmente casada. Mi hermana tuvo una nena, así que, cuando yo quedé embarazada de un

varón, lo entregué en un orfanato. Después de unos meses, adopté una niña que viste y calza

igual que la hija de mi hermana. La diferencia está en que no tuve mucho margen de elección

y el estado me dio una beba japonesa…pero ya estoy tomando medidas para acomodarle los

ojos rasgados y llevarlos al formato que corresponde. Le aprieto las sienes con unos tornillos

de acero. Mi sobrina es la favorita de mi madre. Es su nieta preferida. Le compra muchos

juguetes para las festividades; y a mi hija japonesa; una bombachita. Así ha sido mi vida, una

total diferencia que me he esforzado en reprimir…hasta hoy…Mi hermana murió ayer…Una

enfermedad terminal. Mamá la lloró desconsolada. Yo la abracé con mi mayor esfuerzo de

diplomacia y hasta logré que se escapara una lágrima de mis ojos. “No te preocupes, mami.

Me tienes a mí” – Le dije. Y ella lloró con más fuerza todavía y se abrazó al cajón con un

vigor avasallante… ¡Ordinaria! Yo quedé allí, mirándola, con mi rabia oculta tras las gafas

negras; gafas de la misma marca que usaba la difunta en vida. Mi hermana no puede

lastimarme más. Ahora que falleció, todo puede ser mejor. Ahora que murió puedo resolver al

fin mi destino. Es ahora mi momento. Ya lo tengo decidido, así que después de todos estos

años de esfuerzo desmedido por ser visible, después de todo este tiempo en la búsqueda

furtiva en post de la igualdad, el equilibrio de la sangre y el encuentro con el amor de mi

madre; ya no me queda otra solución a este problema. Mi hermana murió y yo estoy aquí, con

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este revolver en mi mano; dispuesta a morir y terminar de una buena vez con tantas

diferencias. (Apagón y suena un disparo).

CANTO 3 – IRANCONDI

(Entre un hombre)

HOMBRE:

Leí en el diario que una mujer se voló los sesos en el panteón familiar. ¡Qué horrible! ¡Cómo

está la sociedad! (Lee el diario) En el primer párrafo dice que la policía aún investiga, pero

asocian el hecho a la nostalgia sufrida por la reciente muerte de su querida hermana… ¡¿Qué

nos lleva a esos extremos?!...Pensar que yo nunca he sido un hombre violento, pero todo ha

cambiado tanto en el mundo. Por eso soy un ferviente admirador de la estabilidad. Creo

firmemente que el cambio es la perdición. Hace veinticinco años que soy curtidor. Siempre en

la misma rutina; lavar el cuero, limpiarlo bien, recortarlo con la cuchilla y ponerlo en una

bolsa sellada con grampas. Salgo a las seis de la mañana de mi casa, en mi bicicleta vieja. La

mayoría de las veces está pinchada o me la desinflan los niños del barrio. Yo les tiro todo lo

que encuentro a mano, pero nunca le emboco a ninguno. Nunca tuve puntería. Son más

rápidos y además padezco un reumatismo bastante agravado por tantos años de laboreo

pesado y una dificultad al respirar por el trabajo con cromo. A mitad de camino siempre se

sale la cadena de la bicicleta, una o dos veces, y me engraso las manos mientras la vuelvo a

colocar. Por eso siempre llevo un trapo viejo en la mochila de herramientas. Cada día, desde

hace veinticinco años, llego quince minutos antes a la planta industrial número tres del barrio

Nuevo París. Mi jefe siempre me trata con soberbia. Tiene veintisiete años y es ingeniero. Se

cree que sabe más que yo que hace veinticinco años que opero en la misma máquina.

Tampoco es tan difícil el trabajo en la curtiembre; son ocho horas, más las cuatro horas extras,

en la misma tarea; lavar el cuero, limpiarlo bien, recortarlo con la cuchilla y ponerlo en una

bolsa sellada con grampas. El ingeniero me humilla, me ha dicho que soy incapaz, que yo no

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estudié en la facultad como él lo hizo ¡A veces me dan ganas de clavarle la cuchilla en la

yugular y ver como su sangre mancha la producción del día!…Pero me aguanto, porque en

realidad no soy un hombre violento. En el trabajo no muchos me quieren, pero yo sé que soy

buen compañero. No formo parte del sindicato, prefiero no meterme en líos con los jefes, pero

trato de llevarme bien con todo el mundo. Sólo había uno que me sacaba de mis cabales; un

operario llamado Eladio Santos. Era un orejón de dientes gigantes que se escapaba por una o

dos horas aludiendo que iba al baño, o a fumar, o a hacer diligencias en el auto de los jefes. A

ése no lo soportaba y lo denuncié con recursos humanos. Me dejaba trabajando solo y volvía

con la cara feliz, (con vergüenza) de recién garchado. ¿Quién se acostaría con alguien tan

feo?...Como era simpático, mujeriego y bohemio, nadie lo sancionaba. De hecho tenía mayor

sueldo y trabajó sólo dos años en la curtiembre. Le caía bien a todos; jefes y compañeros. Yo

no tenía por qué soportar esas diferencias y mucho menos laburar el doble por culpa de un

holgazán. No es tan difícil lo que debemos hacer; lavar el cuero, limpiarlo bien, recortarlo con

la cuchilla y ponerlo en una bolsa sellada con grampas. ¡A veces me daban ganas de clavarle

la cuchilla y arrancarle los enormes dientes!…Pero me aguantaba porque en realidad nunca

fui un hombre violento. Con mucho pesar para el ingeniero, la gerencia lo despidió luego de

mi denuncia. No les quedó otra. Después de ese día, todo volvió a la normalidad. El mejor

momento del trabajo es esa hora antes de regresar a casa; esa sensación de que falta poco para

encontrarse con la felicidad. Mi mujer siempre me espera con la comida caliente. Es hermosa

y muy buena conmigo. Acariciar su piel es lo mejor que he hecho en toda mi existencia. Verla

en cueros, yo digo que es un milagro. Algunos me dicen que no es posible, pero después de

quince años de matrimonio, la sigo amando como el día en que entró a la iglesia de la mano

de su padre; ese viejo gordo y maldito que le decía que no se casara conmigo porque era un

“bueno para nada”, que con lo inteligente que ella era, ¡¿Cómo se iba a casar con un

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cortacueros?!...Le clavaría la cuchilla en su panza gorda y fofa, pero me aguanto porque en

realidad nunca fui un hombre violento.

No tenemos hijos. Yo no puedo. Tengo un problema de espermatozoides debiluchos. No

llegan al óvulo. Nunca tuve puntería o el cromo me secó los testículos…No sé…Tenemos

sexo dos veces por semana, del bueno, el que me gusta, yo arriba y ella abajo. Tiene buenos

senos, a pesar de que ya no es una adolescente. A mí me gusta mordérselos, pero ella se queja

y dice que no le gusta, que no muerdo bien, que me duerma de una buena vez. Pero hoy fue

un día diferente…no sé…se podría decir que peor que los anteriores, pero tuvo un buen

desenlace. Mi mujer dormía, me levanté y habían cortado la luz por pagos atrasados. No pude

desayunar, ni bañarme, no había electricidad así que el mameluco que encontré en la

oscuridad me quedaba chico y me apretaba los testículos. Salí de mi casa y la bicicleta

directamente no estaba, me la robaron. Comencé a caminar y pisé la mierda del perro de mi

vecina. Saqué la caca con un palito y después empecé a correr hasta la parada del ómnibus.

No podía llegar tarde a la curtiembre. El bus venía lleno y no se detuvo. Me ensopó al pasar

sobre un charco. Un perro me meó y un hombre se murió de la risa. Así está el mundo. Pensé

en volver a casa y dar parte de enfermo. Quería quedarme en la cama con mi esposa y

acariciar su piel, morderle los senos; pero no podía, soy un empleado ejemplar y jamás he

faltado en veinticinco años de trabajo. Corrí y llegué cuarenta y tres minutos tarde. Mi joven

jefe me estaba esperando en su oficina. Me dijo que estaba despedido, que volvería a tomar a

Eladio Santos en mi lugar, que levantara las cosas de mi casillero, que dejara todo el material

de la empresa a disposición del personal de seguridad, adiós gracias y que me vaya bien, le

avisaremos para que pase a cobrar lo que se le debe. No protesté a pesar de que la medida

resultaba exageradamente excesiva. No sé por qué causa me sentí aliviado. Le di la mano,

sonreí y fui a mi casillero. Antes vi a los pobres infelices que debían seguir con esa maldita

rutina durante los restantes veinticinco años de su vida; lavar el cuero, limpiarlo bien,

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recortarlo con la cuchilla y ponerlo en una bolsa sellada con grampas. Así como estaba,

sucio, transpirado y con olor a mierda de perro, volví a casa. El día me pareció más brillante

que nunca. Hacía mucho tiempo que no veía la vida tal cuál era, con sus colores y sus ruidos.

Durante veinticinco años salía de noche hacia el trabajo y volvía de noche a mi hogar. De

regreso pensé muchas cosas. Había ahorrado dinero así que podía tomarme unas vacaciones.

Ahora que lo pienso, nunca me había tomado ni un día de licencia. Las facturas pendientes

podían esperar. Abrí la puerta de mi casa con deseo de besar a mi esposa, de contarle mi

felicidad. No estaba en la cocina, ni el living, ni el baño. Fui al dormitorio y allí la encontré;

bajo el cuerpo desnudo y enloquecido de Eladio Santos que, con sus enormes dientes, le

mordía mis senos. No grité, no emití comentario. Me aguanté. Yo no soy en realidad un

hombre violento. Sólo fui hasta al comedor, tomé la cuchilla de mi mochila y los maté a los

dos. Luego, les arranqué la piel, lavé los cueros, los limpié bien, los recorté con la cuchilla y

los puse en una bolsa que sellé con grampas. Maldita rutina.

(Sale de escena arrastrando una bolsa de nylon ensangrentada)

CANTO 4 – GOLOSI

(Entra una mujer)

MUJER:

Mientras cocinaba, vi en la tele una noticia terrorífica. Un curtidor mató a su mujer y a su

amante porque los encontró desnudos en su cama. Lo desolló y los deshuesó como a las

vacas. Les arrancó la piel y la guardó en una bolsa. En el informativo muestran esas imágenes

a las tres de la tarde. Son tan tétricos. Los que hacen esas locuras son los pobres. Los que

tienen plata, viven otra historia. Yo, durante muchos años fui empleada doméstica en casa de

ricos. Ellos siempre me decían que estaba gorda…y quizá fuera cierto. Es que no aguantaba la

tentación. Abría la heladera y era como entrar al jardín del Edén, pero congelado. Yo comía la

manzana, la frutilla, la mandarina y todo lo que encontraba a mi paso. El patrón era un viejo

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que, en lugar de pelo, tenía canas al aire. Se mantenía en forma porque iba al gimnasio por la

tarde y se acostaba con una morena de pechos operados. Supe que le pagó la cirugía y le

compró un apartamento en la playa sólo para ella. La patrona era una pituca flaca que

desconocía el concepto de trabajo…Era tan maldita. Se reía con esa cara falsa de dientes con

limpieza de sarro. Si le hubiese contado las chanchadas que sabía del marido, se le hubiesen

borrado las risitas a la urraca malparida. La única hija del matrimonio era aún más inmunda

que ella. Tenía mi edad y un novio que era rico por ser hijo de ricos. Manejé las humillaciones

y los desplantes por un buen tiempo. Necesitaba ahorrar dinero porque tengo una pequeña;

una hermosa niña, y quería mandarla a una escuela privada para que no fuera una don nadie,

para que no fuera…como yo. Siempre busqué cuidarla en las comidas y, hoy en día, se ha

convertido en una linda y flaca princesa. Todo fue bastante tolerable hasta que ocurrió aquel

inusual suceso. Cierto día estaba terminando mi jornada de trabajo y me encontré al novio de

la hija semidesnudo en el cuarto de servicio. Tenía tantos abdominales que pensé que estaban

dibujados con marcador indeleble. Me dijo que me estaba esperando, que siempre había

tenido fantasías conmigo, que le gustaba el sexo exótico… ¿Qué sería eso del sexo exótico?...

Yo traté de controlarme, porque mi madre me educó como mujer decente; pero como buena

gorda, soy fanática de la carne. ¡Y cuánto filete tenía ese hombre! Sus nalgas eran bien

pulposas ¡Cómo me comería esas nalgas! Me aguanté como pude y le dije que tenía que

pensar la propuesta, que no quería lastimar los sentimientos de la joven patrona… ¡Mentira!

¡Qué sufra la desgraciada! Quedé en juntarme con él en un restorán alejado de la mansión

para tener una cita y conocernos mejor. Yo gasté todos, absolutamente todos mis ahorros en

un vestido nuevo y accesorios. Fui a la peluquería; me maquillaron, me hicieron extensiones,

me pintaron las uñas con un rojo rojísimo. Me puse tacos y estuve toda la tarde practicando

para no caerme. Me sentía tan feliz, tan feliz que ya no me importaba si me echaban de la casa

por acostarme con el novio de la cogotuda, o si no me quedaba un céntimo para costear la

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escuela de mi niña. Ya podría volver a juntarlo. Nunca le hice asco al trabajo. Lo que no

podría jamás era perder aquella oportunidad. Sería algo novedoso para mí…La felicidad.

Cuando entré al restorán, me vi sola en la mesa. Sin embargo, los pingüinos comenzaron a

traerme botellas de vino y refresco, entradas, platos principales y postres. Él no llegó hasta

que devoré el último pedazo de torta. Tenía el rostro cubierto de crema y lágrimas cuando se

presentó de la mano de su novia, ambos muertos de risa…Nada dijeron. Sólo se rieron a

carcajadas y no pagaron la cuenta. ¡Qué angustia! Tenía que irme de aquella casa con

urgencia. Mi última noche, cuando renuncié definitivamente a mi trabajo, se llevaba adelante

el compromiso de los dos tórtolos enamorados. Estaban invitadas las respectivas familias de

los novios, el cura que cobró unos miles de dólares para darles un horario inusual en la iglesia

y un par de viejos ricos, que apenas conocían a la pareja, pero que oficiarían como padrinos

de boda. La patrona me dijo que tuviera lista la cena a las once en punto, que no fuera

irresponsable como siempre y que al menos me peinara porque venía gente importante. Diez y

veinticinco llegaron todos los invitados menos los novios. Ellos querían hacer su entrada

triunfal a la hora señalada y vestidos de gala. Los comensales se sentaron a la mesa, y

bebieron algunos tragos mientras esperaban a los homenajeados. Los padrinos miraron sus

teléfonos celulares verificando la hora. Eran las once menos cuarto, pero los novios no se

hacían presentes. Escuché la insoportable campanita y la patrona me dijo que verificara si los

prometidos estaban listos. Salí, comprobé la consulta, los vi y volví a entrar. “Ya están”, dije

con entusiasmo, y todos levantaron las copas. Eran las once de la noche. Abrí la gran puerta

de madera y, a la hora exacta de la cena, entraron el novio y la novia en unos buenos trozos,

dorados al horno, puestos en bandeja de peltre con una guarnición de papas rosti al ajo picado

fino y un perejil comprado por la mañana en la feria de verduras. Los patrones quedaron

petrificados. A la pituca se le borró la sonrisa sin sarro. Cuando estuvo cada plato servido, les

dije con toda elegancia a los invitados; “Buen provecho…Renuncio”…Y me guardé un trozo

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de carne de nalga del novio, para comérmelo tranquila en la cocina antes de salir de aquella

casa para siempre. (Sale de escena con un plato con trozos de carne)

CANTO 5 – ACCIDIOSI

(Entra un hombre)

HOMBRE:

¡Qué loco el video de WhatsApp que vi en el celular! Me lo pasaron por los treinta grupos que

estoy. Soy el administrador de veintisiete. Estoy salado…El video es de una gorda que se

comió a los patrones. Estamos todos enfermos. La gente está loca en serio. Eso les pasa por

trabajar mucho. Se vuelven maniáticos. Yo estoy tan bien así…Siempre seguí mis

sueños…Por eso hoy me levanté a las tres de la tarde. Es que ocho horas, la tercera parte de

un día completo, la tercera parte de una vida, es un tiempo muy largo para pasarlo recibiendo

órdenes de algún viejo cascarrabias. ¡Al demonio! ¡Qué necesidad! Me levanto pasado el

mediodía, relajado. Almuerzo un rico estofado y tomo fuerzas para enfrentar la jornada. Yo

vivo con mi esposa y mis hijos. El trabajo que duré más tiempo fue de sereno, un mes

aproximadamente; días más, semanas menos. Me despidieron porque me encontraron

durmiendo. Tampoco me gustaba mucho ese laburo. Yo siempre quise ser actor, pero ojo, de

tele, no de teatro. Los actores de teatro se mueren de hambre...Y es muy

sacrificado…Ejercicio de respiración…ejercicio de plástica…ejercicio de mo-du-la-ción de la

voz. Con tanto ejercicio… ¿Por qué no van al gimnasio? Ser actor de cine es mucho más fácil

y los amigos no te piden el 2 x 1. Pasa que ningún productor ha logrado descubrirme.

Tampoco voy a muchos castings porque comienzan muy temprano y, con cuarenta años el

cuerpo no está tan joven para exigirlo demasiado. Así la llevamos. Esta vida requiere de

tantos sacrificios. Mi mujer me pide que trabaje, que es hora de buscar otro camino, que no

tengo pasta de actor… ¿Por qué me quiere cortar las alas? Con su sueldo nos da bien. Yo

apuesto a mantener el equilibrio en mi casa, la paz. Mi hogar es mi templo. ¿Qué pasaría si yo

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no estuviera regenteándola?...Se vendría todo abajo. Ella se enoja conmigo. Me mira con

rabia. Me dice que soy inútil y eso, eso es porque no entiende la importancia de mi presencia

bajo este techo. Yo soy vital. Les ordeno a mis hijos que limpien, que barran, que laven mi

ropa; les enseño a sobrevivir en este mundo. Yo siempre fui bueno organizando…Y, por

sobre todas las cosas, los cuido, saben que hay un adulto en casa a quien pueden recurrir. La

convivencia familiar es lo más importante para llevar adelante un hogar…Mi mujer a veces

no me soporta, ya lo sé, pero cocina tan rico. El estofado es maravilloso. Llega de trabajar y

se pone a guisar. Yo podría ayudarla, pero si a ella le queda exquisito, ¿por qué cambiar algo

que sale bien? Además soy alérgico a algunos metales de las ollas y me salen granitos en la

cara. La pantalla agiganta esos desperfectos y sería perjudicial para mi carrera. Mi esposa creo

que me engaña porque está llegando tarde últimamente. No lo sé. Se excusa diciendo que se

retrasa porque trabaja en tres lugares. Siempre se está quejando por chiquiteces. La semana

pasada me dijo que quería divorciarse, que no daba más, que la plata no alcanzaba y que

estaba agotada…Pero ella no sabe lo que es el cansancio…Igualmente me apiadé y salí a

buscar trabajo…Le conseguí una changuita de fin de semana como niñera de la hija de una

amiga. No se lo tomó bien. Juro que no entiendo a las mujeres. No las entiendo. Ayer ella

estaba preparando el estofado. Cuando le hablaba y contaba mi día, veía como agarraba el

cuchillo por el mango y lo clavaba con fuerza en la tabla de picar. Vi en sus ojos el deseo de

asesinarme, pero se contuvo. En el fondo sé que me ama. Hoy me levanté con un dolor de

cabeza terrible y me di cuenta que puso veneno en mi estofado. Encontré un frasquito de

cucarachicida junto a la olla. ¿Será que piensa que soy una cucaracha? Igualmente estaba rico

como siempre, quizá mejor, y me comí otro plato más. ¡Ah! Me duele la cabeza. Eso es

hambre. Ahora me sirvo otro platito más antes de la siesta. Morir no me importa demasiado;

lo tomo como un descanso largo y además, pensándolo bien, vivir da mucho trabajo.

(Bosteza y sale de escena)

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CANTO 6 – AVARI

(Entra una mujer)

MUJER:

(Hablando a un punto perdido) ¿Cómo estás, mi amor? Escuché en la radio mientras el chofer

me traía hasta aquí, que una mujer mató a su esposo por inútil. ¿Quién asesina por esa causa?

Ésas son cosas de pobre. O quizá fue por cansancio. La pereza; el eterno mal de los

perdedores. Sabes bien que yo siempre desconocí el concepto de la holgazanería. Jamás me

detuve ante nada y ante nadie. Por eso estoy aquí… ¡Ay, mi amor! Hace un tiempo salí a

buscarte y al fin te encontré. Quería contarte mi historia, mi historia sin ti…Estoy un poco

más vieja y casi completamente triste – Nada que las anfetaminas y el vodka no puedan

resolver - He acumulado desamores y dinero, mucho dinero, tanto que no puedo

contarlo…Hasta hace poco tomaba los billetes y los besaba como si fuesen amantes. Hoy en

día ya no puedo hacerlo porque lo pago todo con la tarjeta gold master plus doublé black

platinum. Desde niña he tenido todo lo que he querido, (con añoranza) “Barbie en la

playa…Barbie y su casita rosada…Barbie y su autito con Ken”. Menos amigos, lo tuve

todo…Perdón, Barbie era mi amiga. No quiero que se ofenda. Gasté fortunas en tonterías que,

apenas las tenía en mis manos, perdían su valor. Es que me gustan más las cosas de los otros.

Yo siempre adoré las pertenencias ajenas; esas que no tienen precio. Me encantaba

arrebatarles los tesoros a los demás y después desecharlos como si fuesen baratijas. Una vez

le compré un alhajero a un vecino. Era de su adorada madre. Había perdido su dinero y

comenzó a venderlo todo. Le pagué más de lo que pedía, tomé el alhajero en mis manos y lo

arrojé al piso. Se hizo añicos. ¡Qué placer ver su rostro petrificado! ¡Que felicidad percibir en

los otros el dolor de perderlo todo…el dolor más angustiante…como cuando te perdí!...Yo

soy la dueña, la dueña de todo lo que se me acerca…de todo y más…menos de ti…que

siempre fuiste un alma libre. Tuve tres esposos o, tres negocios como quieras llamarle; y no

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amé a ninguno de ellos; porque siempre te amé a ti; mi primer amor, mi primer encuentro bajo

aquellas sábanas en la casona de mis padres cuando ellos se marcharon a la fiesta del

International Bank Global Imperium. Yo me sentía una zorra, pero una zorra libre. Recuerdo

el día que nos conocimos. Yo paseaba, sola como siempre, recorriendo galerías de alta

costura. Los albañiles me gritaban ludibrios como: “Qué zanja para plantar mi boniato” o

“Qué lindo sartén para estos dos huevos”…Lo recuerdo bien porque, siendo honesta, tampoco

me molestaba que me lisonjearan aunque fuese con improperios banales. Tú caminabas, con

esa felicidad desbordante, junto a aquella chica…pobre, una percudida, ínfima y morena; “un

porotito negro sin gracia” que hacía limpiezas en mi casa. No podía concebir que esa mujer

fuese tu dueña y te quise para mí desde ese día. Sabía que fornicaban. Escuchaba el

“besuqueo inmundo” y quería una dosis de todo ese gozo antihigiénico. Hice lo que estuvo a

mi alcance para conquistar tu amor. Sin dar demasiadas pistas a las habladurías, te llevé a

pasear por los teatros, por los restoranes con cocina del autor; con esos platos minúsculos de

nombres indescriptibles. Todo lo probé. Acepté tus costumbres. Hasta deglutí completamente

un “choripan” en defensa de nuestro amor. La verdad que estaba delicioso. El congrio en

salsa de tinta de calamar me tenía bastante aburrida… ¡Ah! ...Y hasta me subí a un ómnibus

público un día de lluvia, enfrentándome a la mezcolanza de olores más indescriptible que han

detectado mis narinas. Eso también lo hice por ti…Pero te conquisté. Logré mi cometido.

Aquella morena lloraba desconsolada y yo reía, porque le había roto su alma, porque no era

posible que tú, el ser más hermoso de la tierra, fuese manchado por esas manos pobres. La

belleza no puede ensuciarse con la vulgaridad. Es el peor delito que conozco…No dejé que

mis padres despidieran a esa mujer sólo para oírla sufrir. “¡Maldita bruja indigente!” Sabía

que me espiaba, me observaba con su rostro envidioso, esa cara de poca clase, de “mugrienta”

que espera cobrar el aguinaldo para comprarse un teléfono celular. Ella quería asesinarme,

quería acabar con mi vida porque le había arrebatado su más preciado tesoro, quería

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recuperarte y volver a ser amada como yo lo era en ese momento. Pero tú no ibas a dejarme.

Era imposible que alguien te tratase como yo lo hacía, que cumpliera todos tus deseos y

caprichos sólo a cambio del placer de tus besos. Pasado un mes de molicies y derroches, de

encuentros furtivos en las breves sombras del placer obsceno, todo terminó. No pude contigo,

había una fuerza motriz en tu interior que te impedía permanecer en un solo sitio…“Tengo

cucarachas en el culo”, me decías con tu gracia. Empezaste a escaparte por las noches, a

deambular sin un destino y a encontrar nuevos puertos, nuevos besos. Me robabas dinero y lo

gastabas en los bares de la ciudad, buscando consuelo a esa inquietud de tu alma y tus

genitales. Yo te esperaba cada noche, desnuda y dispuesta, bañada en champagne aunque tú

me decías que preferías el “vino clarete cortado con Sprite”; hasta que no volviste nunca más.

…….

Eras rebelde, eras…hermosa, eras mi bella Alejandra. Contigo rompí tantas barreras; tantos

conflictos en mi mente. Nunca en mi vida fui tan feliz. Dos mujeres tan distintas, ¿cómo

podían alcanzar una mixtura tan perfecta? No me importaba si todos se enteraban, sólo quería

amarte y no necesitaba nada más, pero tú, mi amor, estabas más allá de mis anhelos. Te

busqué con la esperanza de revivir. Estoy muerta, vacía. Sólo tú podías salvarme y ahora te

encuentro aquí, en esta tumba, bajo la más abrumadora y oscura tierra. No hay remedio. La

sangre de mis venas viajará por los laberintos de las hormigas hasta encontrar tu boca y

devolverle el color. Llegó la hora de ser feliz, contigo, mi hermosa Alejandra. (Saca un

cuchillo. Apagón)

CANTO 7 – SUPERBI

(Entra un hombre)

HOMBRE:

Vi en el Feisbú que encontraron el fiambre de una millonaria junto a una tumba. Se suicidó la

vieja cheta. Debió ser por deuda. Nada peor para un rico que ser pobre. Lo cajetilla de lo

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pariente no quisieron dar declaracione. Lo rico sabemo como son la rede sociale y lo medio

televisivo, como buscan cualquier chusmerío pa hundirte. Lo sé porque soy bosiador, de los

profesionale. Desde chico soñé con ser campión del mundo. Lo mataba a piña a lo niño del

barrio. El que se hacía el vivo conmigo, o con alguno de mi amigo, se la tenía que ver con este

puño. La primera ve que pelié fue con un grandote, el Juanjo Martine. Por nada, porque tenía

gana de cagarlo a puñetazo no má. Lo peché, le dije lo que se me vino a la boca (lo má chico

fue puto) y al ratito empezó la pelea. La piña iban y venían, iban y venían, iban y venían, y

venían y venían y venían…Me mató a trompada. Me chorriaba sangre de la narí. Pero no

lloré. Me dolía todo, pero aguanté como buen machito que soy. Despué nadie me paró. Todo

lo día me enredaba en algún combate, a trompazo y patada; a muerte. A lo poco mese ya era

muy difícil que alguno me tirara al piso. ¡Yo era el campión! ¡El campión del barrio! El día

que todo empezó a brillar pa’mí estaba peliando en la calle con tre, ¡eh!, ya uno no me

alcanzaba, con tre o cuatro o cinco me enredaba. Un viejo entrenador del gimnasio me vio y

me preguntó si no quería practicar con él; que tenía potencial me dijo, Po-ten-cial. ¡Tomá! Yo

trabajaba en el mercado cargando cajone de naranja, y la verdá, que cuando empecé a cobrar

por lo combate, dejé el trabajo enseguida. Cada ve era má guita, y yo quería cada ve má. Fui

afirmando mi nudillo a cachete ajeno y me prometí que sería campión del mundo, y si no lo

era, si yo no era un ganador, que me fueran a buscar a la tumba. Se lo dije a mi amigo del

barrio, bien clarito, si no salgo campión del mundo, me tiro de un puente, porque a mí, a mí,

que me vean en el barrio como a un perdedor, jamá. ¡Yo soy el campión! ¡Ja! Todo se reían y

me agarraban pa’la chacota. No confiaban en que llegara tan lejo. Pero yo sí me tenía fe. Yo

siempre lograba lo que me proponía. Y empecé a ganar pelea como loco. Una atrá de otra…Y

lo estadio eran cada ve má grande y la mina estaban cada ve má divina. Yo tenía una novia

desde hacía tre año. Una piba buena, media gordita, pero buena, de familia con plata. Me

querían. Siempre me apoyaban cuando yo estaba en la lona. La quería mucho, e la verdá, pero

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cuando me hice famoso y agarré buena plata, me tuve conseguir una novieta nueva. No se

puede estar enamorado teniendo guita encima. Son cosa que no van junta. La cambié por una

rubia con ceja negra. Tenía buen culo, un culo imponente. Hasta miedo daba tanto culo…De

teta, nada…Dio le mandó toda la carne pa’bajo…Hasta me casé con ella…pero yo no servía

pa’star atado. ¡Con toda la vida que me quedaba por delante! Me divorcié a lo tre mese. Me

sacó tanta plata que casi me fundo, pero un futuro campión del mundo nunca se debe mostrar

rendido. Yo quería má, así que me conseguí otra novia, una colorada que era brava pa’la

imundicia. No paraba. A mí me dejaba como loco. “Tengo fiebre uterina” me decía, ¿fiebre

uterina?, ¿qué carajo será eso? Lo que sé e que me dejaba muerto en la cama. La única pelea

que perdí despué de hacerme famoso fue con esa colorada. Nunca fui bien hablado. Creo que

se nota. No se me pegó la costumbre de decir palabra fina aunque era cosa de rico; y eso que a

lo poco año ya tenía mucha, mucha platita. De casualidá aprendí a escribir, porque las mano la

usé pa’ otra cosa; pa’ lastimar toda cara que se me cruzaba en el camino. La guita me

llovía…Y yo quería má…Y má tenía y ma gastaba; auto cero ka pa’ dó persona. Lo que

tienen plata no andan en auto pa’cuatro. También me compré una casa en la playa, casi en la

arena. Seguí avanzando, paso a paso hasta conseguir la pelea por el campionato del mundo.

No entrenaba mucho, lo mío era un don. Igualmente me parecía raro que en alguna pelea lo

contrincante eran medio flojo y con una trompada ya caían en el primer round. Tiempo

despué me dijeron que estaban “arreglado” lo combate. No sé por qué. Yo lo hubiese

reventado a eso marica sin ningún acomodo. A esa altura ya llevaba do divorcio y cuatro niño

con mi apellido…pero no importaba, al campión, al campión nadie lo para. Cuando me

consiguieron la pelea por el campionato, la verda que me sentía motivado. Quería reventarlo,

pero sentía que me faltaba un poco de fuerza, de práctica. La última pelea habían sido tan

fácile, habían mostrado tan poca resistencia mi oponente, que no me sentía al cien por cien.

Pa’ no estresarme demasiado, la noche ante me fui al bar a tomar uno trago y me conseguí una

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morena pa’ pasar la noche. Hubo droga, do botella de whisky y otra amiguita que se hizo

presente con una tanguita que ni se vía. Me salieron cara, pero se me fueron todo lo nervio. Al

otro día, el día de la pelea por el título, era otro. No dormí. Estaba encendido, lo ojo rojo de

rabia. Lo iba a matar. En el barrio me iban a adorar. Me recibirían con pancarta y organizarían

una fiesta… ¡El campión! ¡El campión del mundo!... Me levanté y vi a la do nena desnuda en

la cama y dije pa’ mí: “Vamo por otra victoria, campión”. Hice una flesione, una abdominale

y partí en mi auto rumbo al gimnasio. En la esquina, a una cuadra del club, un nabo, un

tremendo nabo, se cruzó en roja y me hizo mierda el auto. Yo salí ileso…Por algo soy el

campión…Ni un auto…ni un camión me para. Al otro le di tanta trompada, tanta piña que lo

dejé tirado en el piso, babeando sangre. ¡Maricón!…Yo no tuve la culpa del accidente, pero

por el alto alcohol en la sangre me mandaron preso uno mese y me cancelaron el derecho a

bosiar. Le destrocé la cara al otro chofer. “No é ético lo que usted hizo”, dijeron lo de la

comisión deportiva. Nunca llegué a la pelea por el campeonato. Una lástima. Le hubiese roto

todo lo hueso…Y ahora estoy acá, parado en este puente, dispuesto a dar el salto de muerte

como todo buen ricachón que car en desgracia. Yo cumplo lo que prometo; “ante muerto, que

perdedor”. ¿Oyeron? ¿Oyeron bien? “ante muerto, que perdedor”…Aquí está el campión.

Sigo siendo el campión, ¿Oyeron?...Yo soy el campión…

(Se acerca al proscenio y mira hacia abajo. Cierra los ojos. Apagón)

CANTO 8 - LUSSURIOSI

(Entra una mujer)

MUJER:

Leí en Internet que uno de mis exnovios con plata saltó de un puente. Se creía por encima de

los demás y terminó bajo tierra. ¡Ja! Era un boxeador muy famoso. Le gustaban las posiciones

raras y los encuentros multitudinarios. (Al público) ¿Alguna vez han participado en un trío? o

¿Han atado a su amante a la cama con unas esposas y le dieron azotes con un látigo? ¿Se han

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disfrazado de enfermera o de colegiala? Yo he cumplido todas mis fantasías. Lo que imagino,

lo concreto. Quise un moreno y tuve un morenazo, quise un japonés y tuve un coreano;…más

o menos es lo mismo. Me gustan los hombres, las mujeres, el reino animal. En la penumbra

no se distinguen los colores ni los sexos. Hay que probarlo todo. Por ejemplo, hace un rato

tuve una experiencia increíble. Yo estaba sola y llamé a mi novio por teléfono. Comencé a

decirle guarradas de todo tipo y empecé a tocarme sobre el pantalón; primero despacito y

después no me controlé. Me perdí en la imaginación. Entonces, le pedí que viniera con

urgencia, que trajera a quien quisiera y entre todos complacieran mis fantasías…Él llegó

tiempo después y, a los dos segundos, ya estábamos en la cama. Dejó la luz baja y la puerta

del dormitorio abierta. No entendí por qué lo hacía, pero lo dejé improvisar. Mi novio siempre

me complace. Es un perro fiel, obediente y de buena lengua. Le digo que ladre y ladra. Le

digo que muerda y me come toda. Allí estábamos los dos en la semioscuridad. De pronto,

sentí que otro par de manos me tocaban. En la penumbra pude ver a un bombero. “¿Y esto?

¡Qué manguera!” Grité. Llevaba el gorro, el impermeable y las botas puestas. El pantalón,

no. Los calzoncillos, tampoco. El bombero me obligó a sacarme la blusa. La situación se puso

candente. Me pusieron una frutilla en el ombligo y me contraje como gata. “¡Oh, my God!”

Dije en inglés para que sonara más erótico. Estaba en una orgía. Era mi fantasía y mi novio

siempre cumplía mis deseos. Sentí dos manos que se sumaban al encuentro. Era una

monja…O una mujer vestida de monja. ¿Cómo saber lo que hace una monja por las noches?

Me tocó. Gritó clamando a Dios “¡Qué el señor Todopoderoso te bendiga, hija! Eres la

elegida”. Me sacó el corpiño de encaje, me pellizcó las tetas, me lastimó un poco, pero la

dejé seguir. La monja gritaba; “¡Pecadora! ¡Niña mala! ¡Niña mala!” y me daba bofetadas

“¡Me duele, monja de mierda!” Le grité, pero no me escuchó y me dio otra cachetada. Todo

ocurría tan deprisa que las situaciones se mezclaban y no sabía quien me estaba tocando.

Empecé a relajarme, me aflojé. Otras manos intentaban sacarme el pantalón. Era un policía;

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un cabo, dijo que era lo que yo había pedido…Un cabo...Tenía una porra. No parecía muy

inteligente. Demoraba mucho en desprenderme el botón. Pasaban los minutos y el idiota no

podía. Lo ayudé. Lo logró después de una eternidad. Lo tomé de la camisa y le grité de nuevo

en inglés “¡Fuck me! ¡Fuck me!” - “No entiendo”, me dijo. “¡Que me folles! ¡Que me folles!”

Le hablé en gallego. “¿Eh?” Me preguntó confundido. “Garchame, por favor”. Me ató con

unas esposas a la cama y me puso aceite en todos lados menos donde realmente iba. Pensó

que era algún tipo de mermelada que se podía comer porque se tragó todo el lubricante. De

pronto, aparecieron otras manos que me bajaron las bragas. Ahora era un violador

enmascarado. Era raro que el violador y el policía estuviesen juntos, pero yo me sentía aún

más excitada. Los masajes de las diez manos me llevaban a otro nivel. La monja me pegó con

una regla en las nalgas. “¡Pecadora! ¡Niña mala! ¡Niña mala!” - “¡Monja trola, me duele!” Me

dejó el culo rojo. Ya no me importaba. Yo seguía en lo mío. Jugaba con todos. Mi cuerpo se

comprimía. “Ahí viene. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Apaga el fuego, mi bombero”. El Cabo pensó que

había un incendio y se asustó. Quiso escapar antes de que las llamas ocupasen toda la

habitación. Corrió de un lado a otro buscando un extintor hasta que le explicaron lo que

ocurría y volvió a su tarea. Todos me masajeaban y me amaban. Yo estaba a punto de

explotar. “¡Soy puta! ¡Soy puta! ¡Soy puta!” Aullé como loca y la monja sacó un látigo. “¡La

concha de tu madre, monja del orto!” No me importó. A esa altura hasta me gustaban los

golpes. El violador dijo “No te hagas la loquita o te mato” y sacó una pistola; una magnum de

mucho calibre. “¡Ay, por Dios! Violame ya”. Yo seguí el juego. Estaba a punto de explotar.

“¡Ya llego, ya llego, ya llego!... ¡Llegué!”. Fue un gran orgasmo. Abrí los ojos y vi que seguía

con el teléfono en la mano; solita, muy solita hablando con mi novio que me preguntaba si

estaba bien. ¡Puf! ¡Qué buena es la ficción!...Fue un gran momento… Ahora, él viene a

visitarme y cumpliremos una nueva fantasía… Ya está en camino… (Suena un timbre)…

(Entusiasmada) Ya llegó mi sorpresa.

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(Sale emocionada por un lado del escenario. Se escucha la apertura de una puerta y, después

de una confusión, se escucha un grito desesperado)

CANTO 9 - PARADISO

(Entran mujer y hombre o hombres y mujeres, entran los que quieren entrar)

HOMBRE: Encontraron el cadáver de una mujer hermosa en su cama. Un hombre entró por la

noche, le robó el dinero y luego de poseerla, sexualmente, se largó minutos después. El novio

la encontró muerta en el piso de su apartamento. Todavía se busca a los culpables.

MUJER: Los delitos aumentan, las posibilidades de adoptar medidas preventivas se ha vuelto

muy costosa y el pueblo no puede sobrevivir de ese modo.

HOMBRE: Mejor buscamos el camino al paraíso.

MUJER: ¿Cómo?

HOMBRE: Mejor no seguir viviendo.

MUJER: Mejor no seguir muriendo.

HOMBRE: Mejor nos matamos entre todos.

MUJER: La homicida no es la humedad.

HOMBRE: Es la humanidad.

(Comienzan a gritar y a blasfemar sin sentido por unos segundos)

MUJER: ¡Ya basta!

HOMBRE: ¡Ya cállate!

MUJER: (Saca un arma y apunta hacia un hombre) ¡Qué me dijiste!

HOMBRE: (Saca un arma y apunta hacia una mujer) ¡Qué te importa!

MUJER: (Al público) ¿Y ustedes qué miran?

HOMBRE: (Al público) Sí. ¿Ustedes qué miran?

(Apagón. Suenan varios disparos en la oscuridad y luego, cantan los ángeles)

FIN

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