TESIS
TESIS
TESIS
TESIS
AUTOR
Victoria Esther MENDOZA OTINIANO
ASESOR
Mg. Juan Gualberto CHÁVEZ MARMANILLO
Lima, Perú
2023
Reconocimiento - No Comercial - Compartir Igual - Sin restricciones adicionales
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Referencia bibliográfica
Datos de autor
Datos de asesor
Datos de investigación
No aplica.
Línea de investigación
Sin financiamiento
Agencia de financiamiento
Universidad Nacional Mayor de San Marcos:
País: Perú
Departamento: Lima
Provincia: Lima
Distrito: Lima
Ubicación geográfica de la Calle: Avenida República de Venezuela,
investigación cuadra 34
Latitud: -12.05608
Longitud: -77.08454
En la ciudad de Lima, a los diecisiete días del mes de noviembre del año dos mil veintitrés, siendo
las dieciséis horas, bajo la Presidencia del Dr. Octavio Galvarino Delgado Guzmán, y con la asistencia
de los Profesores: Mg. Héctor Elvis Marlínez Flores, Mg. Juan Gualberto Chávez Marmanillo, Mg.
Manuel Alexis Berrnúdez Tapia, Mg. Segundo José Leyva Saavedra y la postulante al Grado Académico
de Magíster en Derecho con mención en Derecho Civil y Comercial, Bachiller doña Victoria Esther
MEI.IDOZA OTINIANO, procedió a hacer la exposición y defensa púrblica de su tesis titulada:
..INEFICACIA DE LA REGULACIÓN CONTENIDA EN EL CéDIGO CIVIL SOBRE LA
PROTECCTÓX A LOS DERECIIOS DE LOS ADULTOS MAYORES EN LA SOCIEDAD
\.- PERUANA ACTUAL".
Se ertiende la presente acta en dos originales y siendo las diecisiete horas con veiute minutos. se
dio por conclilido el acto académico de sustentación.
INTRODUCCIÓN .............................................................................. 1
2.4.3. Deberes del Estado y de los integrantes del grupo familiar respecto
de las personas adultas mayores ............................................................70
CONCLUSIONES ...........................................................................143
RECOMENDACIONES. .................................................................145
LISTA DE CUADROS
RESUMEN
Esta investigación tiene como objeto demostrar que el Código Civil peruano no se encuentra
al nivel de estos tiempos actuales, en la compleja problemática de los adultos mayores, no ha
actualizado y efectivizado sus normas, como ya ocurre con los Códigos Civiles de Colombia,
Chile, España, México y otros países, especialmente en cuanto a la regulación referida a los
alimentos y la propiedad, resultando que en el Perú, no se presta protección eficaz al adulto
mayor cuando su derecho a vivir dignamente es vulnerado.
Para el logro de los objetivos, se seleccionaron como indicadores de eficacia del Código Civil
peruano en la protección de los derechos hacia el adulto mayor a los alimentos y a la
propiedad, instituciones normadas en el cuerpo legal referido. Se indagó a través de informes
y datos actualizados proporcionados por instituciones autorizadas como el INEI, Defensoría
del Pueblo, MIMP y otros organismos.
Se recopilaron y analizaron los casos que evidenciaban la vulneración de los derechos del
adulto mayor hallados en notas de prensa, resoluciones del Consejo de Notarios del Perú,
jurisprudencia nacional y extranjera. Asimismo, a fin de comprobar la actualización de las
normas del Código Civil peruano vigente, se contrastó con los Convenios y Declaraciones
Internacionales suscritos por el Perú, como también con códigos civiles de países con
realidades similares.
ABSTRACT
The purpose of this research is to show that the Peruvian Civil Code is not up to date with the
new times in the complex problem of older adults. It has not updated and implemented its rules,
as it occurs with the Civil Codes of Argentina, Spain, Mexico. Other countries have already
done the same, especially about the regulation of alimony and property. As a result, Peru does
not provide effective protection to older adults when their right to a dignified life is violated.
To achieve these objectives, alimony and property, institutions regulated by the Peruvian Civil
Code, have been selected as indicators of effectiveness of the Code in protecting the rights of
older adults. Inquiries were made based on reports and updated data provided by authorized
institutions such as INEI, the Ombudsman ' s Office, MIMP and other agencies.
Cases of violations of the rights of older persons found in press releases, resolutions of the
Peruvian Council of Notaries and national and foreign jurisprudence were collected and
analyzed. In addition, to ascertain whether the provisions of the current Peruvian Civil Code
have been updated, a comparison was made with the international conventions and
declarations to which Peru is a party, as well as with the civil codes of countries with similar
situations.
As this research demonstrates the scant protection of other normative bodies and the
ineffectiveness of the norms contained in the Peruvian Civil Code in situations of
abandonment, abuse and property violence to which older adults are victims, this report
presents legal proposals that would contribute to lessening the painful reality exposed,
providing older adults with tools and legal bases to demand respect for their rights, as well as
access to a dignified life, as prescribed by the Peruvian Constitution. Similarly, research topics
that would contribute to reducing family conflicts between older adults and their families are
recommended.
KEYWORDS
INTRODUCCIÓN
Vivir más años, es un deseo de casi toda la humanidad y lo bueno es que ahora es posible,
las cifras al respecto así lo informan en el Perú y en el mundo. No obstante, este significativo
logro, no viene aparejado con plenitud y satisfacción para la última etapa vital del ser humano.
Como es de esperar, aunque no se quiera, hay cambios significativos en el estado de salud
del adulto mayor causados por un progresivo deterioro físico y mental que va imponiendo un
estado de vulnerabilidad, ciertamente, en unos más que otros, porque guste o no, las
capacidades físicas y mentales, si disminuyen, convirtiéndose la edad en un factor de riesgo
ante determinadas enfermedades o intervenciones o de reacciones adecuadas ante
imprevistos o abusos de terceras personas.
El tema no es baladí, el incremento de la expectativa de vida es cada vez mayor, las personas
viven más, lo cual lo convierte de suma importancia y complejo, impacta fundamentalmente
en los aspectos socioeconómicos de los países. Las economías están diseñadas,
especialmente las latinoamericanas, entre ellas el Perú, para responder ante la productividad
de las personas; no se ha previsto modelos económicos que incluyan al colectivo de los
adultos mayores, valorando otras capacidades, su experiencia y valiosa utilidad, dejándolos a
su suerte, verbigracia, sólo el 38. % es parte de un precario sistema pensionario por lo que
los sistemas previsionales, resultan insuficientes.
Los casos y las cifras presentadas en esta tesis, muestran que la integridad personal de este
colectivo es la más afectada cuando ya no pueden generar ingresos propios, no gozan de
pensión de jubilación o ésta es insuficiente, entonces, se convierten en una carga molesta
para los parientes llamados por ley a brindarles asistencia necesaria. La situación es más
deplorable, como se ha visto en los casos que se presentan en este informe, no sólo, no se
les presta el debido cuidado y asistencia, sino que son víctimas de despojo de sus propios
bienes, los que deben servir de garantía para su sostenimiento, colocándolos en una situación
de pobreza o indigencia, afectando severamente su dignidad.
El patrimonio del anciano es un tema importante a tener en cuenta en esta etapa de su vida;
desde la antigüedad condicionó su trato, pues si contaba con bienes era escuchado, seguido
y respetado, por lo contrario, si carecía y presentaba algún mal físico o mental, era
abandonado a su suerte. De una u otra manera, en el transcurso del tiempo se siguió la misma
línea con el agravante que en la actualidad, de casos ignominiosos de despojo o violencia
patrimonial, perpetrada por los familiares cercanos, sin importar dejar a los ancianos en
completa carencia y desolación.
En el Perú la protección al adulto mayor se inició con la Ley N°28803, el cual fue revocada
por la Ley N°30490 - Ley del Adulto Mayor, instrumentos jurídicos dados con el objetivo de
establecer un marco normativo que asegure la función de los derechos del adulto mayor en el
Perú, lo que constituye un hito importante, pero no suficiente. La violencia patrimonial, el
abandono y otras carencias han ido aumentando contra los ancianos como lo informa “el INEI
en su último informe publicado el 11 de julio de 2019”.
Esta investigación ha tenido como objetivo identificar el conflicto actual que tienen los adultos
mayores en el Perú, sus características y sus problemas. Se seleccionó ciertos indicadores
de la eficacia del Código Civil peruano sobre proteger los derechos hacia el adulto mayor a
los institutos de alimentos y de la propiedad, normados en el referido cuerpo legal, teniendo
en cuenta que los principales problemas hallados se refieren a sus carencias alimenticias, de
salud, de vivienda, de buen trato y en los casos de los ancianos propietarios o poseedores de
bienes, despojo total o parcial de los mismos.
3
Es importante agregar que el proyecto de investigación que sostiene esta investigación fue
presentado antes de la pandemia de COVID-19 que se presentó en el Perú y en el mundo y
fue ejecutado durante la misma. Como es de conocimiento público, la expectativa del adulto
mayor se agravó, ya que la edad fue considerada un factor de riesgo, lo cual se evidenció con
la gran cantidad de víctimas en este grupo poblacional. El sistema sanitario del país, resultó
poco útil, fue desnudado, mostrando sus limitaciones, carencias y principalmente la
indiferencia y no empatía de gran número de autoridades.
ASPECTOS METODOLÓGICOS
i. Situación Problemática
La vida de la persona humana se inicia con la concepción y termina con su muerte (Código
Civil Peruano, 1984, artículos 1 y 61); entre estos dos hechos transcurren varias etapas bien
definidas y diferenciadas, la final llamada desde la antigüedad ancianidad, vejez y en los
últimos tiempos, tercera edad, cuarta edad, adulto mayor, persona mayor, caracterizada por
su vulnerabilidad, invisibilidad, discriminación también por un aumento exponencial de su
población sin precedentes, originando un serio problema socio jurídico.
Según el Informe de la Adjuntía N°006-2019 DP/ AAE de la Defensoría del Pueblo, el Perú
cuenta con 3’497,576 de adultos mayores de 60 años, lo cual equivale a un 11.9% de la
población general, más del doble de lo que se tuvo en 1950, cifra que evidencia un
preocupante crecimiento. El hecho que un mayor número de personas vivan más años es un
logro de la sociedad moderna, los avances en la tecnología, medicina y nuevos hábitos
alimenticios son algunas de las razones que han contribuido al aumento de la condición de
vida.
para ello se debe contar con nutrición adecuada, con atención médica oportuna y óptima, pero
los servicio de salud pública, en el Perú presenta carencias, deficiencias que no cubren
satisfactoriamente la atención del adulto mayor (PAM).
Ante, “el natural decrecimiento de la salud del adulto mayor, la necesidad de restablecerla y
mantenerla, se impone la asistencia de eficientes servicios de salud pública”, empero, la
pandemia de COVID-19 ha expuesto y confirmado la precariedad y deficiencia del sistema de
salud peruano. Esta carencia, exige que la familia cumpla su función protectora ante la
vulnerabilidad de sus miembros, tan importante en el bienestar personal y desarrollo social y
para tal cometido, necesita del amparo de la ley civil.
En el año 2017 los casos reportados por violencia contra el adulto mayor fueron 5,594, que
equivale al 5.9 % de los casos en general, en el año 2018 se incrementó a 8,108 también
subiendo el correspondiente porcentaje a 6.15%, cifras que sólo revelan los casos
denunciados, lamentablemente los ancianos no denuncian a sus familiares. Los casos que
configuran violencia económica o patrimonial en 2017 fueron 80 y en el 2018 subieron a 103
denuncias. También se estableció que los autores o agresores de los daños fueron los propios
familiares, hijos, cónyuge, nietos entre los más señalados.
porque le pertenece – cuanto error, ella no tiene ningún derecho, los padres viven por tanto
son los únicos propietarios.
Este es uno de los casos que cotidianamente se dan en el Perú, en los diferentes estratos
sociales, en mayor o menor medida y que de una u otra forma tomamos conocimiento, sea
presencial o a través de los medios de comunicación, siendo la tendencia su incremento. Si a
esto se suma el impacto del consumismo sobre la familia peruana que empuja a sus miembros
a querer ganar más dinero y considerar como expresión de éxito la acumulación de bienes
materiales, eso implica mayor tiempo fuera del hogar, desatendiendo a niños y a ancianos,
también que haya lógicamente menos familiares dispuestos a atenderlos y la carencia de
recursos económicos en la mayoría de familias para contratar un cuidador. Por otro lado, es
preciso señalar que la sociedad ni el Estado peruano se prepararon para atender a personas
mayores que ahora viven más años, aunque este último se encuentra implementando
Políticas de Estado, cuyos resultados se verán a largo plazo; son también motivo de revisión,
las leyes que fueron promulgadas a favor del adulto mayor y contra la violencia familiar, las
que no protegen en forma efectiva los derechos de propiedad y alimentos, siendo, la primera
más declarativa y la segunda con orientación penal. En casos, como el mencionado (caso
Enriqueta), al amparo de la Ley N°30364, debe ser derivado al Juzgado de Familia, el Juez
dictará medidas de protección a favor de los ancianos, entre ellas, el retiro de la agresora de
la casa de los ancianos, no obstante, no se cumple porque no existe policía especializada y
la que hay, por lo general carece de empatía y compromiso para que se haga seguimiento a
la ejecución de la medida. Los pocos casos que llegan a la vía judicial no logran el objetivo
propuesto, por el contrario, el maltrato y despojo se agudiza y se convierte en desaliento y
pérdida de interés para recurrir a la instancia judicial.
Los hechos abusivos contra los adultos mayores siguen presentándose, los casos están
aumentando y el Código Civil de 1984 sigue inalterable en estos temas, razón por la que con
esta investigación se pretende determinar la eficacia de tan importante cuerpo legal en
asegurar los derechos del adulto mayor.
Código Civil peruano, frente a la realidad social actual de esta etapa de la vida?
- ¿Cuáles son las características y problemas que confronta esta etapa de la vida
en la sociedad peruana actual?
- ¿Cómo mejorar la eficacia de la regulación contenida en el Código Civil peruano
para proteger los derechos del adulto mayor?
iii. Hipótesis
La protección a los derechos del adulto mayor regulada en el Código Civil peruano es
ineficaz frente a la realidad social actual de esta etapa de la vida.
- Identificar las características y problemas que confronta la etapa del adulto mayor
en la sociedad peruana actual.
- Establecer la eficacia de la normatividad en materia de protección al adulto mayor
frente a la nueva realidad social de este grupo etario en el Perú.
- Revisar y analizar legislación extranjera sobre el problema de investigación.
- Proponer la incorporación de nuevas disposiciones normativas que mejoren con
proteger los derechos del adulto mayor en el Código Civil peruano.
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v. Metodología aplicada
La Unidad de análisis: está determinada por los adultos mayores, cuyos derechos son
vulnerados y la normatividad del Código Civil, particularmente en la debida prestación
de alimentos y la protección de su patrimonio, seleccionados como indicadores. Este
tema tiene como universo a todos los adultos mayores peruanos, habida cuenta que
son afectados en mayor o menor medida.
La preocupación del hombre por la llegada de la etapa final de su vida ha estado presente
desde antaño, ello puede verificarse a través del tratamiento de la vejez en las distintas épocas
de la historia de la humanidad.
Es en las sociedades sedentarias agrícolas-ganaderas en que la vejez deja de ser una carga
para ser apreciada por el grupo al ser un miembro capaz de colaborar en la supervivencia del
grupo (Polo y Ortega, 2001, p.16). En este periodo, las duras condiciones de la vida primitiva
causan un prematuro deterioro del aspecto físico de las personas, por ello se es viejo
prematuramente.
En Egipto se reflexiona sobre la vejez, respecto lo que ésta conlleva al declinar la fuerza, la
salud o la capacidad mental, sin embargo, se aspiraba alcanzar la “Edad de la Sabiduría” la
cual suponía llegar a vivir hasta los 110 años, y para ello se centran en el cuidado de la salud.
Se creía que esta etapa de la vida, era fuente de sabiduría al haber acumulado conocimientos
y experiencia en su larga vida (Polo et ál, 2001, p.17; Acerbi, 2013, p. 69).
Los egipcios llegaron a distinguir entre la vejez cronológica y la vejez física, la primera era
apreciada si no suponía también el deterioro físico de la persona, pues llevaba a la sabiduría,
así se pronuncia el sacerdote Tjeni: “Yo soy un hombre digno de confianza para mis hermanos
y hermanas, viejo de corazón, pero uno quien no conoce la debilidad que ello conlleva”
(Janssen, 2007, p. 147); mientras que la vejez física era rechazada por cuanto suponía el
deterioro corporal y mental (Cardona, 2013, p. 17).
El pueblo hebreo, según afirma Polo, también tuvo en alta estima a los ancianos a quienes
consideraban jefes naturales, líderes con atribuciones religiosas y judiciales de gran
importancia (Polo et ál, 2001, p. 17). En el Antiguo Testamento a la vejez se le atribuye
dignidad y sabiduría, los ancianos son guías, modelo para el pueblo, se aprecia en estos
textos antiguos que la longevidad es positiva, se menciona en el Génesis a memorables
10
ancianos como Matusalén (969 años), Adán (930 años), Abraham (175 años), Jacob (110
años), Josué (110 años). No obstante, esto no fue siempre así, con el trascurso del tiempo,
se cuestionará su capacidad aludiendo a los límites físicos y debilidades de la vejez, surge el
llamado “conflicto generacional” donde se discuten las opiniones de los mayores (Polo et ál,
2001, p. 18; Acerbi et ál, 2013, p. 70).
Grecia, cuna del pensamiento filosófico, también aporta ideas sobre la vejez, si bien los
ancianos gozan de prestigio y autoridad e integran el Consejo de Ancianos, no es menos cierto
que hubo dos potentes concepciones sobre esta etapa vital; por un lado, el filósofo Platón
mostrando sumo respeto por la experiencia vital de los mayores, ensalza su prudencia,
discreción, sagacidad y juicio, dignos de ostentar cargos de autoridad, lo que se denomina
“visión positiva de la vejez” (Agulló, 2001, p. 70). En esta línea destaca la loa de Marco Tulio
Cicerón a la vejez en su obra “De Senectute”, en la que hace hablar a Marco Catón para
rebatir cada una de las alegadas causas que agravan la vejez: i) aparta a la persona de la
gestión de negocios; ii) la salud se debilita; iii) priva de casi todos los placeres y; iv) la cercanía
de la muerte. Para este autor griego “la causa de todas estas lamentaciones está en el
carácter de cada uno, no en la edad” (sed omniun istius modi quere llarum in moribus est
culpa, non in aetate). No puede dejar de advertirse que Marco Tulio Cicerón reconoce
expresamente que su vejez ha sido más placentera gracias a sus recursos, riquezas y
dignidad política, empero, solo en parte, pues afirma que la persona necia aún en abundancia
su vejez será una carga.
En Esparta los ancianos llegaron a ocupar lugares privilegiados al conformar “La Gerusia”
(órgano de gobierno conformada por 28 miembros de 70 años de edad a más).
En la posición opuesta se encuentra Aristóteles, quien concibe esta etapa vital como una
etapa de deterioro, decadencia, debilidad, que causa compasión social y que hace a la
persona inútil socialmente, incluso asocia a la vejez con la enfermedad (Carbajo, 2008, p. 241)
y por ello deben ser apartados del poder (Agulló, 2001, p. 70). Esta visión negativa de la vejez
también se aprecia en la literatura que crea una imagen desagradable del adulto mayor,
ridiculizándolo (Anacreonte rechaza el tormento de la vejez).
Si tenemos en cuenta que Roma fue receptora de los valores griegos, además de la diversidad
cultural de los pueblos que conquistó, se tiene que la vejez fue ensalzada y denostada a la
vez; si eran ciudadanos romanos eran apreciados por su sabiduría acumulada con los años,
fue el Senado Romano el más elevado órgano político durante la Republica y estuvo
conformado por patricios ancianos primero, para posteriormente incorporar a plebeyos, es el
momento de la Gerontocracia. Situación distinta atravesaban los pueblos conquistados, pues,
11
los ancianos de los pueblos sometidos eran asesinados al ser vistos como una carga por el
imperio romano (Rojas, Silvera y Martínez, 2014, p. 3). El desprecio a la vejez también se
aprecia en la literatura romana y así lo demuestra Plinio al describir a un anciano como
“vanidoso y aburrido”:
En su obra, Plauto también presenta al anciano como una carga: “la agilidad me abandona,
la vejez me agobia, mi cuerpo es una carga pesada. Mala mercancía esto que se le llama la
mala edad” (Gonzales, J.A., 8 de febrero de 2014. El Anciano en la sociedad de Roma Antigua.
Salamanca Al Día.es. Recuperado de https://salamancartvaldia.es/noticia/2014-02-08-el-
anciano-en-la-sociedad-de-roma-antigua-273741)
Al preguntarse sobre la situación del anciano en el Perú, los investigadores Agulló, Polo y
Ortega coinciden en señalar que el poblador anciano en el Imperio Incaico fue considerado
como fuente de sabiduría, se apreció positivamente su aporte al trabajo comunal, su autoridad
dentro de la familia fue elevada, y cuando la progresiva disminución de sus capacidades no
le permitía valerse por sí mismo, paso a depender del Ayllu (2001, p. 70; 2001, p. 16).
Durante la Edad Media se mantienen las concepciones positiva y negativa de la vejez, San
Agustín ensalza la posición cristiana de la persona mayor, frente a Santo Tomas de Aquino
que consideró a la vejez como una etapa decadente tanto a nivel físico como moral (Carbajo
et ál, 2008, p. 241). Según Martínez, Polo y Carrasco el cristianismo de esta época no es
compasiva con los viejos pues los asocian con la fealdad física que revela la imagen del
pecado, son dependientes de la buena voluntad de su familia o conforman el numeroso grupo
de indigentes (2002, p. 41).
Avanzada la Edad Media (S. XI hasta el Siglo XIV) las personas mayores recobran relevancia
como fuente de saber y autoridad moral, cambio que responde a los desequilibrios
demográficos que favorecen a la población vieja.
En los siglos XI y XII, en los estados medievales europeos se abren casas de reposo y
hospitales para cubrir la necesidad de atención de los ancianos y moribundos; empero,
también se les aparta de la vida pública (Agulló et ál, 2001, p. 70)
En la Edad Moderna, con el Renacimiento, autores como Acerbi et ál (2013, p. 71), Martínez,
Polo et ál (2002, p. 42), Agulló et ál (2001, 70) y Carbajo et ál (2008, 242) coinciden en que la
vejez es rechazada porque supone decadencia y muerte, es la juventud con su belleza y
fuerza lo que se ensalza, lo que se ansía como estado permanente; a los ancianos se les
atribuye una imagen melancólica, en suma, se concibe a la vejez como negativa. Esto se
contradice, como es obvio, con la presencia en esta época de grandes personajes que a su
12
avanzada edad aportaron a la cultura universal: Giuseppe Verdi compuso Otelo después de
cumplir 70 años, Miguel Ángel inicio el Juicio Final de la Capilla Sixtina a los 65 años, Goethe
terminó el “Fausto” cuando pasaba los 80 años de edad, resaltan también otros grandes
artistas como Degas, Rembrandt, Goya, Monet, Leonardo Da Vinci, Picasso, Tolstoi,
Cervantes y Beethoven.
El médico alemán Cristoph Wilhelm Hufeland (1762 – 1836) investigó sobre la vejez en su
libro “Macrobiótica o el Arte de Alargar la vida”; en el año 1903, el sociólogo y biólogo ruso
Michel Elie Metchnikoff, Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1908, propuso el concepto
de Gerontología como la especialidad que estudia científicamente el envejecimiento en sus
distintos aspectos; y en el año 1909, el médico austriaco Ignatrius Leo Nascher, introdujo el
concepto de “Geriatría” como especialidad médica dedicada al estudio, diagnóstico,
tratamiento, prevención, rehabilitación y paliación de los padecimientos propios de la vejez,
por tal aporte se le considera “el padre de la investigación médica de la vejez” (Carbajo et ál,
2008, p. 243).
Carbajo et ál (2008, p. 248) sostiene que la investigación del envejecimiento se centró en los
cambios en el rendimiento y en las funciones de la persona mayor, estudiándose las
13
condiciones biológico – fisiológicos de estos cambios. Sin embargo, recién a partir de 1960 se
inició el interés de la investigación desde enfoque psicológico (psicología de la personalidad
y psicología social).
Dado el continuo crecimiento poblacional que preocupa a la sociedad actual, al siglo XXI se
le ha denominado “el siglo más encanecido de la historia”.
El envejecimiento es un fenómeno global del cual el Perú no es ajeno, pues, según los
datos estadísticos nacionales también ponen en evidencia “el envejecimiento de la
población peruana”, es decir un alto porcentaje de peruanos integran al grupo
poblacional mayor de 60 años de edad.
Así, el INEI et ál (2018, p.1) estimó que el año 1950 de adultos mayores en el territorio
peruano representaba el 5,7% del total poblacional, representación que se duplica en
los siguientes 68 años, pues en el 2018 la población de adulto mayor alcanzó el 10,4 %,
sobrepasando ampliamente el índice de 7% establecido como referente para considerar
a una población como envejecida. Para el año 2019, el INEI (Defensoría del Pueblo,
2019, 7) determinó que la población adulta mayor se incrementaría hasta llegar alcanzar
el 11,9%, crecimiento sostenido que no se ha detenido ni en la irrupción de la pandemia
del COVID-19, tal como lo informa el INEI (INEI, 2022, p.1), en su Informe Técnico N°03
del mes de septiembre de 2022, al determinar que la población adulta mayor aumentó
al 13,3%; lo que le permite proyectar estadísticamente que al año 2050 representará el
14
Si se tiene en cuenta que el Censo Nacional 2017 (INEI, 2018, p. 9) arrojó un total de
31’237,385 pobladores en el territorio peruano, y aplicando las proyecciones estadísticas, al
año 2019, la población adulta mayor aproximadamente está conformada por 3’497,576
16
adultos mayores que tienen 60 años o más de edad (Defensoría del Pueblo et ál, 2019, p. 7),
cifra importante y cuyas necesidades el Estado está obligado a atender tal como lo ha
determinado el Tribunal Constitucional al sostener que la vejez en las personas es inevitable
y se exige al Estado, adoptar un marco normativo que avale la creación de instrumentos
legales para el ejercicio pleno de los derechos ya establecidos en la Carta Magna del Perú…
(Callo vs Segunda Sala Penal de Apelaciones del Cusco, 2017).
La Defensoría del Pueblo reconoce que no existen bases de datos que permitan establecer
con exactitud las calidades de vida del adulto mayor, sin embargo, algunos datos estadísticos
relevantes proporcionados por el INEI nos muestran lo que en verdad atraviesan los adultos
mayores en el Perú:
En este rubro, el Ministerio de Justicia (MINJUS, 2018, p. 62) en el PNDH 2018 – 2021 informa
que al 2017 se ha alcanzado un 53,4% de personas adultas mayores afiliadas al SIS y se
proyectó como meta que al año 2021 esta cobertura alcance al 90 % de adultos mayores; sin
embargo, al año 2022 sólo el 48,9% de adultos mayores se encuentra afiliada al SIS (INEI,
17
2022, https://m.inei.gob.pe/prensa/noticias/el-893-de-la-poblacion-adulta-mayor-tiene-algun-
seguro-de-salud-
13930/#:~:text=El%2048%2C9%25%20de%20la,similar%20trimestre%20del%20a%C3%B1
o%202021).
Si se pregunta por la protección económica en esta última etapa vital, se tiene que del total
de adultos mayores el 35,0% está afiliada a un sistema de pensión, siendo que el 19,5%
corresponde a afiliados al ONP, el 9,8% está afiliado al AFP, el 2,5% está afiliado a la Cedula
Viva (D.L. Nº20530) y el restante 3,1% corresponde a otros sistemas pensionarios (INEI, 2022,
p. 10).
Lo que se advierte es que el 65,0% de adultos mayores no cuenta con ningún sistema de
pensión lo que constituye un factor de vulnerabilidad en este grupo poblacional.
Los adultos mayores también ejercen actividad económica para contribuir al propio
sostenimiento y/o al de su familia, por lo que el 56,4% de los adultos mayores están incluidos
dentro de la PEA (INEI, 2022, p. 13).
Otro problema identificado está relacionado con la seguridad social, pues, los
adultos mayores muchas veces están en condición de pobreza y no cuentan con
ninguna pensión; y en el caso de acceder a una pensión, también deben padecer
que ésta sea insuficiente para satisfacer sus especiales necesidades básicas. Los
países advierten problemas en la sostenibilidad del sistema de pensiones,
precisamente por el incremento de los adultos mayores dado por sus años de vida
(expectativa de vida).
masculina solamente alcanzan los 69 años y ocho meses de edad (BBC News, 5
de febrero de 2019).
El Ministerio de Trabajo (2020, p. 20) informó que ocho de cada diez trabajadores
adultos mayores se encuentran desempeñando trabajo de manera informal,
dentro de este grupo, el 71,8% trabajan en empresas informales que no tienen
RUC, mientras que el 7,4 % trabajan en empresas que teniendo RUC no les
reconocen beneficios sociales), situación que constituye un factor adicional de
vulnerabilidad para este grupo poblacional.
aprovechamiento del tiempo libre del adulto mayor, lo que no coadyuva a lograr
una vejez activa y saludable. En efecto, son escasos los programas públicos y
privados dirigidos a incentivar la participación del adulto mayor en actividades
artísticas, culturales, deportivas, turísticas, etc., lo que pasa también por gestionar
más espacios que permitan el desarrollo de estas actividades.
El PLANPAM (2013, p. 30) identifica dentro de este problema que los propios
adultos mayores necesitan estímulos para tomar conciencia de los beneficios del
aprovechamiento de su tiempo libre, es decir, que por sí mismos o con el aliciente
de su entorno familiar, social y del Estado comprenda que aún tiene mucho que
aportar a su entorno.
Por lo tanto, queda claro que los adultos mayores mantienen incólumes sus
derechos ciudadanos y políticos a elegir y ser elegidos y a participar activamente
en la vida política, económica, social y cultural de la Nación, consagrados en los
arts. 2º, inc. 17, 31º y 35º de la Carta Magna del Perú.
Como parte del compromiso asumido por el Estado Peruano para promover una
vejez activa de su población, el MINJUS en su Plan Anual de Derechos Humanos
2018 – 2021, se planteó como objetivo estratégico: Garantizar y promover la
autonomía e independencia mejorando la condición de vida y el pleno ejercicio de
los derechos del adulto mayor, con su participación, destacando la acción
estratégica consistente en Respaldar el aumento de los niveles de participación
social y política del adulto mayor de manera que los integre como agentes del
desarrollo comunitario detallándose que consiste en la participación organizada
de las personas adultas mayores, en presupuesto participativos, planes de
desarrollo y otros espacios de toma de decisión.
Para el año 2022, el MIMP informó que existen 1694 de adultos mayores en
situación de riesgo con medidas de protección a su favor (MIMP. 2022. 60+. En
https://www.mimp.gob.pe/omep/estadisticas-btn-pam.php).
35
Se anotó anteriormente que existe compromiso del Estado frente a los problemas que
aquejan al adulto mayor, lo que se traduce en la implementación de políticas públicas
(dación de normas jurídicas protectoras y planificación gubernamental para crear
espacios positivos en la sociedad y en el propio Estado); sin embargo, también es cierto
que esta tutela de los derechos del adulto mayor no ha tenido suficiente acogida en el
37
ámbito del Código Civil, cuerpo normativo fundamental en la tutela de los derechos
subjetivos de las personas, específicamente en la esfera privada.
Entre estos derechos subjetivos que necesitan tratamiento especial encontramos dos
derechos trascendentes que tienen incidencia directa en su propia subsistencia: el
derecho de alimentos y el derecho de propiedad.
No cabe duda de que toda persona necesita alimentos para su propia existencia y que
este derecho puede bien asegurarse mediante el pleno ejercicio de los atributos del
derecho de propiedad, escenario ideal que no siempre puede verificarse en la realidad
de los adultos mayores, pues, muchas veces no tienen patrimonio, e incluso, teniéndolo,
no les es redituable (no produce frutos aprovechables y que se traduzcan en dinero
efectivo, les genera obligaciones para su conservación como impuestos y otros gastos),
o en el extremo de la tragedia, ni siquiera tienen una fuente que les proporcione
alimentos indispensables para sobrevivir (desamparo familiar).
En el mismo año 2014, en el Perú, la Red Perú de HelpAge Internacional dio a conocer
que en un estudio del año 2012 lograron determinar que el 68% de adultos mayores han
sufrido abuso financiero, y de este total, un 14% afirmaba haber sido engañado respecto
de dinero, bienes o pensiones, un 17% sufrieron despojo de sus bienes y el 14% fueron
38
Esta cruel realidad generó que, en el mes de julio del año 2019, en el Estado de México,
el Pleno del Congreso aprobó modificaciones al Código Penal para introducir supuestos
fácticos agravantes cuando la víctima sea un adulto mayor, específicamente en los
delitos de extorsión y despojo agravado (Expansión Política, 30 de julio de 2019).
Como ya se advirtió, en el Perú, al cierre del año 2018, en el 21.7% de los hogares que
tienen entre sus integrantes a personas adultas mayores, existe por lo menos una
persona de 60 y más años de edad que presenta déficit calórico, es decir, estos adultos
mayores no pueden satisfacer el consumo de calorías que su cuerpo necesita, tienen
dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias que a la larga los pueden llevar
a la desnutrición.
Este dato negativo se corrobora con el prolijo estudio realizado por la Defensoría del
Pueblo, a través del Informe de Adjuntía - Informe N°001- 2018-DP/AAC, titulado “El
proceso de alimentos en el Perú: avances, dificultades y Retos”, publicado en el mes de
julio del año 2018, en el cual, como expresamente se declara en la introducción del
informe, se menciona el tratamiento del derecho al acceso a la justicia y la tutela
39
jurisdiccional efectiva, vinculado con el sector compuesto por las madres y los niños y
niñas necesitados de la provisión de alimentos, es decir, en la investigación desde el
inicio se parte de la idea de que los procesos de alimentos versan sobre la protección
del derecho alimentario de personas menores de edad.
Esta realidad estadística se ve confirmada con los distintos casos de despojo patrimonial
que se han ventilado a nivel administrativo y judicial. En el ámbito administrativo se han
identificado casos en el ámbito notarial, resueltos bajo la jurisdicción del Consejo del
Notariado, órgano del MINJUS y Derechos Humanos encargado de supervisar el
correcto ejercicio de la función notarial dentro del territorio peruano, y que entre sus
funciones principales está la de resolver en segunda instancia los procesos disciplinarios
seguidos contra los notarios autorizados a nivel nacional
(https://www.minjus.gob.pe/notariado/)
Entre los casos recurrentes se tienen aquellos en los que se engaña o coacciona a la
persona adulta mayor para que firme documentos con los que se puede disponer de su
42
Un primer caso identificado es resuelto mediante Resolución del Consejo del Notariado
Nº 041-2015-JUS/CA de fecha 7 de setiembre de 2015, presentándose los siguientes
hechos:
El Consejo del Notariado reconoció que la Ley de Notariado, artículo 54 inciso h),
prescribe que se expresará la fe del Notario de la capacidad, libertad y conocimiento
con que se obligan los otorgantes; es decir, basta la apreciación o juicio del notario, sin
que exista ninguna estipulación legal referida a exigir certificado médico de capacidad.
En este nivel de justicia administrativa no se discute sobre la anulación del acto jurídico
de compraventa celebrada por la persona adulta mayor, no está en entredicho su
capacidad porque esta se presume, sólo se limita a discutir sobre la observancia de la
formalidad de obligatorio cumplimiento por parte del notario.
Un segundo caso identificado fue resuelto mediante Resolución del Consejo del
Notariado Nº 008-2018-JUS/CN de fecha 1 de febrero de 2018, presentándose los
hechos siguientes:
- El denunciante es don Rubén Félix López Durán, quien se presenta como hijo de
doña Felipa Paulina Durán Espíritu de 62 años de edad.
- Afirma el denunciante que su padrastro Antonio Paul Romero Isla, en contubernio
43
Un tercer caso identificado fue resuelto mediante Resolución del Consejo del Notariado
Nº 024-2018-JUS/CN de fecha 11 de abril de 2018, presentándose los hechos
siguientes:
- El denunciante es don Eduardo Gabriel Zirena Garay, quien se presenta como hijo
de doña Nilda Maximiliana Garay Feijoo Vda. De Zirena, persona de avanzada
edad como se consigna en la resolución administrativa, quien habría otorgado
poder por escritura pública el 13 de julio de 2017, a favor de Elva Lourdes Santos
Pilares para que dispusiera de sus bienes.
- El denunciante presentó certificados médicos que acreditan que la otorgante
adulta mayor, desde el año 2013, padeció infartos cerebrales, esquizofrenia y
demencia tipo vascular diagnosticada en el año 2014.
- En primera instancia se decidió no abrir investigación contra el Notario porque no
se cuestiona la fe notarial, tampoco existe la obligación de requerir certificado
médico de salud mental.
y que el notario se “cercioró que, al momento de celebrar el acto jurídico, la señora Nilda
Garay Feijoo Vda. De Zirena se encontraba en capacidad de celebrar actos jurídicos,
pues verificó que en todo momento se encontraba lúcida”.
El cuarto caso identificado fue resuelto mediante Resolución del Consejo del Notariado
Nº102-2018-JUS/CN de fecha 30 de octubre de 2018, presentándose los siguientes
hechos:
En este caso, al igual que los ya reseñados, el Consejo del Notariado desestimó la
denuncia alegando que no existe obligación legal de requerir certificado de salud mental
y que la fe notarial de la capacidad legal del otorgante y de su libertad para contratar era
suficiente. Se precisa en la resolución administrativa acotada que: “el notario no ha
certificado el estado de salud mental del otorgante, sino que ha dado fe que para el
otorgamiento de la escritura pública de dación en pago el señor Carlos Alberto Farach
Monroy tenía capacidad legal, liberad y conocimiento bastante para contratar”.
De los casos expuestos se evidencia que a nivel notarial y del Código Civil, no existen
medidas legales para proteger el patrimonio del adulto mayor, instrumentos que
permitan garantizar la plena capacidad de discernimiento de los adultos mayores al
momento de celebrar actos jurídicos.
Los familiares de Guillermo Restrepo Mejía cuestionan los actos jurídicos por cuanto
sostienen que celebrante no se encontraba en capacidad de consentir el acto, además,
se realizaron los actos en circunstancias irregulares al ser solicitado por terceros y no
por el titular del dinero, se realizó ante una notaría alejada de la jurisdicción domiciliaria
de la persona adulta mayor pues en el despacho notarial competente si exigió el
certificado médico sobre el pleno uso de las facultades del disponente. En este proceso
se estableció en primera instancia la nulidad de los actos jurídicos cuestionados por
ausencia de consentimiento, empero, en segunda instancia se estableció la inexistencia
de los actos jurídicos por causas de forma (irregularidad en el trámite para autenticar la
firma de la persona adulta mayor, en específico por ser firma a ruego), en esta instancia
se consideró que no había duda sobre la habilidad o capacidad del celebrante dado que
sus limitaciones eran de orden físico y no intelectual o psíquico: “Desde luego, la
“sanidad mental” o “cabalmente sano de mente” de Guillermo Restrepo Mejía, son los
términos del citado fallo, es cosa que el juzgador de la época no puso en duda, en su
sentir, por cuanto durante todo el discurrir de esa diligencia, “(…) sus reflexiones, sus
deseos, su memoria, sus expresiones (…)”, simplemente daban cuenta de “(…)” una
limitación motora de algunos de sus músculos para la expresión oral con libertad y
agilidad (…)” (ii) Si bien unos testigos expusieron el presente deterioro de la salud física
de Guillermo Restrepo Mejía, ninguno mencionó el estado de sus facultades psíquicas.”
SOCIAL APLICADO
2.2 Envejecimiento
2.2.1 Definición
Esta complejidad exige que el envejecimiento debe continuar siendo objeto de estudio,
pues las teorías elaboradas hasta la actualidad aun no dan respuestas definitivas sobre
el proceso de envejecimiento. Por ello, Carbajo (2008, p. 251) sostiene que “el estudio
del envejecimiento es interdisciplinario y en él están implicados médicos, psicólogos,
sociólogos y asistentes sociales, juristas ecologistas y arquitectos, con el objetivo de
esclarecer las interacciones entre los factores que forman el proceso de envejecimiento,
es decir, los factores bio-psico-sociales”
Esta definición legal coincide con la definición teórica antes esbozada, respecto a que
el envejecimiento es una realidad compleja, heterogénea y que debe ser estudiada
desde distintos ámbitos del conocimiento.
2.3 Vejez
2.3.1 Definición.
Como ya se anotó, envejecimiento y vejez son conceptos que van entrelazados y sin
embargo son distintos. Así, vejez deriva etimológicamente del latín vetulus que significa
“de cierta edad”, “algo viejo” (Agulló et ál, 2001, p. 55).
La vejez es una etapa vital, a decir de Martínez, Mitchell y Aguirre et ál (2013, p. 3):
La vejez es una etapa vital, es irreversible porque a diferencia del envejecimiento que
se puede ralentizar -o detener o revertir en el caso del envejecimiento demográfico-, no
se detiene, se llega a la vejez se quiera o no, el solo paso del tiempo determina que se
arribe a esta etapa de la vida.
- Anciano, hace referencia a las personas que superaron “la edad de esperanza de
vida determinada por el desarrollo social del momento” (García Sanz, 1997, citado
por Agulló, 2001, p. 52).
Para la OMS son “viejos” o “ancianos” las personas de entre 75 y 90 años. Fabián
Romano (2015) refiere que la palabra “viejo” alude a “vetusto”: lo que se desecha,
mientras que la palabra “anciano” alude a lo “antiguo”: lo que se guarda.
En 1994 la OMS empleaba los términos “mayor” o “adulto mayor”. Actualmente, la OMS
denomina “personas de edad” a las personas de 60 a 74 años de edad y personas “muy
viejas” a aquellas que rebasan los 90 años de edad.
Agulló (et ál, 2001, p. 55) afirmó que el término “tercera edad” fue acuñado en Francia
y se basa en identificar el ciclo de la vida con distintas edades: primera edad (niñez y
juventud), segunda edad (adultez), y tercera edad (posterior a la adultez).
54
Este trascendental instrumento jurídico reconoce que los valores como “la libertad,
la justicia y la paz en el mundo tienen por base de reconocimiento de la dignidad
56
Esta declaración contiene una referencia expresa que engloba a todas las
personas sin distinción, en la que están incluidos también los adultos mayores,
como integrantes de la familia humana, reconociéndoles su dignidad intrínseca y
sus derechos, entre ellos, tener un nivel de vida adecuado, alimentación, servicios
sociales y seguros, en casos de desempleo. Manifestación de suma importancia
que fundamentó e inspiró a otros tratados y en particular a normatividad especial
de los adultos.
Según datos proporcionados por el INEI este sistema tiene 2’518,800 de afiliados
y 570,337 tienen la condición de pensionistas (2016, p. 9). Comprende pensión de
jubilación, pensión de invalidez y pensiones de supervivencia (pensión de viudez,
pensión de orfandad y pensión de ascendencia), habiéndose establecido una
pensión mínima de S/. 500.00 y máxima de S/. 857.36, que corresponde al cumplir
los requisitos de edad (65 años) y de aporte (mínimo de 20 años).
Por otro lado, el Sistema Privado de Pensiones (SPP) fue creado mediante el
Decreto Ley Nº 25897, como alternativa a los regímenes pensionarios gestionados
por el Estado. El MEF precisa que el SPP “es un régimen de capitalización
individual, donde los aportes que realiza el trabajador se depositan en su cuenta
personal … la que se incrementa mes a mes con los nuevos aportes y la
rentabilidad generada por las inversiones del fondo acumulado” (MEF, 2004, p.
32).
En el año 1978, la Asamblea General de las Naciones Unidas convocó para el año
1982 a una Asamblea Mundial sobre el envejecimiento con el propósito de
constituir un foro “para iniciar un programa internacional de acción encaminado a
garantizar la seguridad económica, y social de las personas de edad, así como
oportunidades para que esas personas contribuyeran al desarrollo de sus países”,
buscando también que “las comunidades reaccionen plenamente ante las
consecuencias socioeconómicas del envejecimiento de las poblaciones y ante las
necesidades especiales de las personas de edad” (Asamblea General reunida el
11 de diciembre de 1980).
58
Este plan de Acción es la base que sostiene los Principios de las Naciones Unidas
en favor de las Personas de Edad adoptados en 1991 por la Asamblea General
de las Naciones Unidas.
proponen son: atender las necesidades básicas de las personas mayores que
carezcan de medios para atender sus necesidades, mediante la facilitación de
espacios adecuados, alimentación, servicios de salud, programas laborales y el
estímulo para la creación de organizaciones sociales que coadyuven mejorando
la calidad de vida
Para efectos de cumplir con las obligaciones asumidas con este Protocolo los
Estados se comprometieron a adoptar medidas progresivas para establecer el
respeto a los derechos reconocidos en el mismo protocolo, para lo cual deberán
presentar informes periódicos ante la Secretaría General de la OEA. El Perú
ratificó este protocolo el 06 de abril de 1995 y se encuentra en vigor en el sistema
jurídico peruano.
En abril del año 2002 se celebró en Madrid la Segunda Asamblea Mundial sobre
el Envejecimiento como parte de las acciones de los Estados por enfrentar la
manifestación poblacional del envejecimiento, adoptando en esta Asamblea la
“Declaración Política y el Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento de
Madrid” cuyo objetivo primordial es diseñar la política internacional sobre el
envejecimiento donde se priorice las necesidades de la creciente población de
avanzada edad.
60
2.4.1.10. Carta de San José sobre los Derechos de las Personas Mayores de
América Latina y El Caribe (2012).
Los países reunidos, mediante la Carta de San José sobre los Derechos de las
Personas Mayores de América Latina, se reafirmaron en el compromiso que
asumieron la suscribir la Declaración de Brasilia, es decir, sumar esfuerzos para
“promover y proteger los DD.HH. y las libertades fundamentales de todas las
personas mayores, trabajar en la erradicación de todas las formas de
discriminación y violencia y crear redes de protección de las personas mayores
para hacer efectivos sus derechos.
Los Estados firmantes convivieron adoptar las medidas necesarias para alcanzar
la mayor difusión y capacitación progresiva de todos los miembros de la sociedad
sobre el contenido de la Convención, compromiso que se reflejó en el Perú, en la
adopción de ciertas políticas públicas y la promulgación de la Ley 30490,
quedando aún mucho por hacer.
A nivel del Estado Peruano, el primer referente legal es la Carta Magna del Perú
que en su art. 1 consagra el respeto a la dignidad de la persona como uno de los
fines supremos de la sociedad y el Estado, que, si bien no hace referencia expresa
a las personas adultas mayores, si es un pilar fundamental para elaborar un marco
normativo y jurisdiccional que tenga al valor dignidad como núcleo protector y del
cual se irradie y desarrolle todos los derechos que permitan asegurar la
tranquilidad en la población peruana adulta mayor.
La Carta Magna del Perú, en el párrafo tercero de su art. 6, establece los deberes
recíprocos entre padres e hijos: “Es deber y derecho de los padres alimentar,
educar y dar seguridad a sus hijos. Los hijos tienen el deber de respetar y asistir
a sus padres”, dispositivo normativo en el que no se hace referencia expresa a los
adultos mayores, pero se puede colegir que cuando se impone el hijo debe asistir
a sus padres, esto implica también darles asistencia a los padres cuando se
encuentran en su última etapa vital, y en la que requieren mayor consideración y
atención por parte de sus entorno familiar y social.
2.4.3. Deberes del Estado y de los integrantes del grupo familiar respecto de las
personas adultas mayores
Conforme a lo prescrito en el art. 8 del Reglamento, los deberes del Estado son
fortalecer las medidas normativas, de toda naturaleza, que garanticen “un trato
diferenciado, inclusivo, preferencial y prioritario a la persona adulta mayor”, y promover
la mejora de las condiciones, espacios y accesibilidad de las personas adultas mayores
que les permitan ejercer plenamente sus derechos a participar e integrarse en la vida
social, económica, educacional, política y cultural de su comunidad.
2.4.4.2. Ley que modificó el artículo 323 del Código Penal sobre el tipo
penal de Discriminación- Ley N°28867.
Así, se incorporó el numeral 5 del art. 325° de la Ley Nº 26702 que señala las
actividades prohibidas a las empresas de seguros. Entre estas prohibiciones se
encuentra la de “Impedir renovar la póliza de seguro médico, de salud o de
asistencia médica interrumpidamente e incluir cualquier cláusula que impida al
tomador del seguro renovar su póliza por causa de su edad, a menos que no la
hubiera renovado sucesiva e ininterrumpidamente en los últimos cinco años.”
El Estado peruano, en diciembre del año 2013, promulgó la Ley Nº 30137, por la
cual se prevé como criterio de priorización la naturaleza previsional del proceso
judicial concluido, en el que se ha emitido sentencia con calidad de cosa juzgada
que identifica el derecho a favor del adulto mayor jubilados y establece
obligaciones de pago que deben ser cumplidas prioritariamente. Expresamente se
establece, también, como aspecto a tener en cuenta la edad de los acreedores,
donde quedan comprendidas las personas adultas mayores.
Por este sistema, los procesos judiciales que tengan como actor o demandante a
una persona adulta mayor serán registrados automáticamente como prioritarios y
se notificará, mediante correo electrónico institucional y/o un mensaje de texto al
teléfono móvil del juez que conoce el proceso, advirtiendo sobre la existencia de
dicho proceso.
Mediante este programa, conforme lo prescribe el art. 1 del citado D.S., se otorga
“pensiones económicas a los adultos en condición de extrema pobreza a partir de
los 65 años”. Para ser beneficiario de esta subvención económica, que
actualmente asciende a S/. 250.00, no se debe percibir pensión o subvención que
provenga del ámbito público o privado, ni que se esté afiliado a ESSALUD o algún
otro programa social, con excepción del SIS y el PRONAMA.
2.4.5.1. Definición.
En el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud del año 2003, presentado por
la OMS, se define a la violencia como:
76
El envejecimiento poblacional es un fenómeno mundial que viene siendo tratado por los
Estados, tanto para enfrentar los retos que supone (demanda mayor de servicios
médicos geriátricos, debilidad de los sistemas pensionarios, etcétera) como para avalar
el pleno goce de los derechos fundamentales de los adultos mayores, para la cual han
adecuado o modificado su legislación interna o se están reconociendo derechos
específicos a su favor.
79
– Ley del Adulto Mayor, por la cual se decreta la obligación de toda persona natural
o jurídica que tenga el cuidado y trato de un adulto mayor de proteger por una
buena atención y trato respetuoso (artículo 22).
El Estado peruano ha adoptado una serie de acciones para velar por los derechos de
las personas adultas mayores, protección que se ha centrado principalmente en el
ámbito de políticas públicas, protección institucional propia del derecho público. Empero,
como se ha advertido, existen problemas que aquejan a las personas adultas mayores
y que atacan directamente sus derechos subjetivos cuya fuente de protección primera
es el Código Civil, así tenemos los derechos alimentario y de propiedad, derechos del
orden civil, contenidos en el Derecho Civil, el cual es “el Derecho que regula las
relaciones del ser humano en su ciclo vital, esto es, en cuanto siendo persona es
86
protagonista de las relaciones jurídicas que crea, regula, modifica y extingue” (Vidal,
2014, p. 20), y que el maestro Fernando Vidal Ramírez llamó el “derecho troncal”. El
Derecho Civil, se mantiene como garantía de igualdad, de integridad física y mental, de
protección a la vida, de seguridad y no discriminación.
Los derechos subjetivos son entendidos como especial poder reconocido a las personas
naturales, una “facultad de obrar que se tiene para satisfacer un interés propio” y que
“constituye un medio para eliminar las necesidades que experimenta el hombre”
(Escobar, 1998, p. 298).
En el Derecho del siglo XXI se continúa considerando a la familia como la célula básica
de la sociedad, lo cual es reconocido en la Carta Magna del Perú al establecer que es
una instituto natural y fundamental de la sociedad la familia (artículo 4). En esa línea, la
jurisprudencia constitucional ha reafirmado esta trascendente función de la familia al
resolver los distintos conflictos suscitados con ocasión de la defensa de las complejas
relaciones familiares que se presentan en la actualidad, para ello ha acudido a los
principios de interpretación constitucional, optimizando las disposiciones
constitucionales dentro de la concepción de la Constitución como un todo con fuerza
normativa e integradora de la sociedad y el Estado, como se aprecia de sus sentencias
en las que interpreta y aplica el artículo 4 de la Constitución, sale a luz los instrumentos
jurídicos internacionales como la DUDH, el PIDCP, la CADH: “7 (…) Así, cambios
sociales y jurídicos tales como la inclusión social y laboral de la mujer, la regulación del
divorcio y su alto grado de incidencia, las grandes migraciones hacia las ciudades, entre
otros aspectos, han significado un cambio en la estructura de la familia tradicional
nuclear, conformada alrededor de la figura del pater familias. Consecuencia de ello es
que se hayan generado familias con estructuras distintas a la tradicional, como son las
surgidas de las uniones de hecho, las monopaternales o las que en doctrina se han
denominado familias reconstituidas (T.C., Pleno Jurisdiccional, Expediente Nº01204-
2017-PA/TC LIMA, 2018).
En este informe de la OMS se identifica que han surgido situaciones que afectan a la
“piedad familiar”: tensión intergeneracional que supone el desinterés de los jóvenes por
prestar cuidados al adulto mayor que integra en su entorno familiar; la drástica reducción
del número de miembros de la familia (hay menos hijos “para compartir las
responsabilidades físicas, emocionales y financieras de los padres y abuelos al
envejecer”); la expedición de normas que imponen la obligación a los hijos de prestar
auxilio a sus ascendientes adultos mayores; y, la ausencia de descendencia en un
creciente núm. de personas adultas mayores, que los expone al desamparo o abandono.
A esta actual realidad se suma el hecho de que la piedad filial se expresa en remesas
de fondos y pagos de atención por parte de terceros, es decir, el calor del hogar familiar,
el tiempo en familia, se reemplaza con una fría transferencia de dinero o la contratación
de atención institucionalizada, situaciones que no garantizan, necesariamente, la
protección integral de los adultos mayores (2015, p. 15).
Ante este panorama, voces autorizadas critican que los Estados se hayan centrado en
marcar avances legislativos en materia de protección de los derechos de las personas
adultas mayores, pero sólo desde el ámbito de políticas públicas, desde una óptica
institucional, mas no se fortalece la defensa de sus derechos de orden subjetivo o
privados que se regulan a través de los códigos civiles (Davobe, 2015, p. 13). Así,
Kemelmajer (2006, p. 56) reconoce la escasa regulación civil referida a los “deberes y
derechos entre los ancianos y sus parentela”, para sustentar ello reseña las pocas
normas jurídicas que regulan la relación de los adultos mayores y sus descendientes:
los hijos deben respeto y obediencia a sus padres, se establece el deber de los hijos de
cuidar a sus padres en la ancianidad y proveer sus necesidades cuando requieran
auxilio, sobre prestación alimentaria a su favor, derecho a visitar a los nietos y la
protección frente a la violencia
Distinto es el caso de la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores expedida
por el Estado mexicano, el cual establece que “La familia de la persona adulta mayor
deberá cumplir su función social, por tanto, de manera constante y permanente deberá
velar por cada una de las personas adultas mayores que formen parte de ella, siendo
responsable de proporcionar los satisfactores necesarios para su atención y desarrollo
integral…”, precisando la obligación de prestarles alimentos conforme a lo prescrito en
su Código Civil y de protegerlos frente a la celebración de actos jurídicos que pongan
en riesgo sus bienes y derechos (art 9).
Así también cabe advertir, con relación al principio de solidaridad, este Tribunal en
los Expedientes N°s 2945-2003-AA/TC y 2016- 2004-AA/TC ha precisado que: “La
solidaridad implica la creación de un nexo ético y común que vincula a quienes
integran una sociedad política. Expresa una orientación normativa dirigida a la
exaltación de los sentimientos que impulsan a los hombres a prestarse ayuda
mutua, haciéndoles sentir que la sociedad no es algo externo sino consustancial.
El principio de solidaridad promueve el cumplimiento de un conjunto de deberes,
a saber:
Esta solidaridad familiar es la que se invoca para sostener toda medida o acción
que tienda a proteger eficazmente el derecho de las personas adultas mayores a
un envejecimiento positivo que le garantice una vejez con dignidad, la cual ha sido
reconocida y definida por la jurisprudencia constitucional nacional y extranjera.
90
Cuando se regula los alimentos que se deben prestar en el área del Derecho de
Familia, sólo establece un precepto general que puede invocarse o aplicarse en
favor de un reclamo de pensión alimenticia que formule una persona adulta mayor.
Este precepto es el artículo 474 que se refiere a la reciprocidad del deber de
prestar alimentos. Así, en el inciso 2 de la norma citada se establece que existe
obligación de prestarse alimentos entre ascendientes y descendientes, es decir,
no sólo son los padres, abuelos o demás ascendientes quienes deben alimentar
a sus hijos, nietos o bisnietos, de ser el caso, sino que, también opera esta
obligación en forma inversa, es decir, los hijos, nietos o demás descendientes
están obligados a prestar alimentos a sus ascendientes, sin soslayar que para que
94
Sin embargo, amén de la mala técnica legislativa que puede tornar confusa la
norma, y de que se invoca como sustento de dicha propuesta el deber de los hijos
de asistir a sus padres y que el Estado tiene la obligación de “salvaguardar los
derechos humanos y el respeto a la dignidad de la persona” y la necesidad de
observar lo prescrito en la Ley N°30490 – Ley de la Persona Adulta Mayor, esta
propuesta no hace más que restringir el ámbito de aplicación de la protección ya
establecida en el art. 474, inc. 2, del C.C. vigente, pues, este prescribe la
obligación alimentaria de forma recíproca entre ascendientes y descendientes sin
establecer límites en el grado de parentesco, es decir, esta obligación recae en
los hijos, y a falta de éstos, en los nietos y bisnietos.
Leonor Moreno Rojas, por vulneración del derecho al mínimo vital y a la vida digna,
alegando que las demandadas no cumplían con pagarle la cuota alimentaria
acordada.
jurisprudencia peruana
Como se ha expuesto, las personas adultas mayores vienen siendo víctimas de estafas,
engaños, violencia, abandono o desamparo, tanto por acciones de sus propios
familiares como por parte de terceros, sin embargo, aún no se asume la necesidad de
establecer medidas eficaces que resguarden sus intereses frente a situaciones que los
superan.
A raíz de la pandemia del Covid -19 que asoló a toda la humanidad, con la particularidad
de que esta enfermedad tuvo incidencia mortal entre el grupo poblacional conformado
por las personas adultas mayores, el profesor Manuel Bermúdez Tapia (2021, p. 29) -
al analizar las relaciones familiares en contextos de crisis- consideró que su impacto
será evidente en el ámbito de las relaciones familiares, arribando a la conclusión de la
importancia de una reforma legislativa que de mayor protección a las personas de la
tercera edad a través una mayor autonomía económica con la disposición total de su
patrimonio, incluso condicionando la sucesión hereditaria a la atención y cuidado que le
proporcionen sus potenciales herederos.
Consultada la regulación jurídica de los alimentos a favor de las personas adultas mayores en
el C.C. peruano vigente, se ha constatado que no existe en este cuerpo normativo la
protección suficiente al sólo normarse de forma general la obligación alimenticia de las
personas frente a sus ascendientes, además, esta protección se desplegará cuando la
persona adulta mayor demuestre encontrarse en estado de necesidad y requerirá – más de
las veces- activar un proceso judicial, lo cual no siempre es posible, pues, existen situaciones
en las que las personas adultas mayores sí cuentan con patrimonio consistente en un
inmueble el cual destinan para su vivienda, único bien del cual podrían obtener provecho, sin
embargo, se convierte en una carga si el titular no cuenta con ingresos en efectivo para
106
mantenerse a sí mismo y para conservar dicho patrimonio (gastos tributarios y por mejoras
necesarias).
Como está aceptado en la doctrina, ello se celebra con el fin de obtener una suma
de dinero u otro bien fungible (renta) sin que necesariamente la relación
establecida entre las partes se funde en sus cualidades personales, no teniendo
necesariamente un carácter personalísimo, lo cual sí se reconoce en el contrato
de alimentos, donde, además de la relación íntima (familiar) o de confianza
(cuando interviene terceros), se establece que la prestación puede variar en su
contenido de acuerdo al incremento de las necesidades del beneficiario
alimentista. Estas diferencias, fueron dando a lugar a que se creara una figura
jurídica nueva tradicionalmente llamada “Vitalicio” y que fue perfilada por las
decisiones de los tribunales españoles.
por una razón de política económica, para abaratar los crecientes costes sociales
generados por la atención a nuestros mayores, empleando la fórmula de movilizar
el patrimonio privado forjado por los propios mayores, en mecanismos dirigidos a
atender a su subsistencia…”, finalidad que se torna más apremiante cuando
España proyecta que en el año 2023 “el sistema público carecerá de recursos para
afrontar el pago de las pensiones” (Calaza et ál, 2016, p. 247).
En una concepción más integral, Chillón Peñalver (como se citó en Muñoz, 2018,
p. 57), da la siguiente definición:
En este contrato son las partes quienes regulan el contenido de los alimentos,
definen aquello que le es indispensable al alimentista cedente: alimento
propiamente dicho, vestido, vivienda, que son llamados gastos ordinarios; así
como los gastos extraordinarios propios de los adultos mayores, los que incluyen
la atención médica farmacológica, cuidados domiciliarios, terapéuticos e incluso,
de ser el caso, los costos de vivienda en residencia para ancianos (Davobe, 2015,
p. 16)
Entre sus caracteres, en la doctrina (Calaza et ál, 2016, 251-252, y Muñoz at ál,
2018, 59), se mencionan que es un contrato típico, nominado, consensual
(dejando atrás la idea del carácter real del contrato), bilateral (habiéndose olvidado
el carácter unilateral que se atribuyó al antiguo Vitalicio), oneroso (rechazándose
que pueda constituirse a título gratuito porque desnaturalizaría su estructura),
aleatorio (determinado por la duración incierta al depender del tiempo de vida del
alimentista cedente, y por la variabilidad del contenido de la prestación),
personalísimo o intuitu persone (las cualidades de los sujetos son esenciales al
basarse en la íntima y mutua confianza), de tracto sucesivo (tiene vigencia durante
el tiempo de vida del alimentista cedente), vitalicio (su extinción se determinará
por la muerte del alimentista cedente).
Este contrato está llamado a aliviar las carencias del adulto mayor, que cada vez
viven más años, no tienen familia o han sido abandonados pero que cuentan con
patrimonio propio.
No obstante, hay autores como Calaza (et ál, 2016, p. 246), que identifican como
una traba para el uso masivo del contrato de alimentos su elevado costo:
“regulación fiscal altamente gravosa que coarta su potencial versatilidad”,
haciendo referencia al pago de impuesto por la renta.
Según el profesor Torres (et ál 2006, p. 41), entre los caracteres del patrimonio se
pueden identificar: su legalidad, referido a que es una “creación del ordenamiento
jurídico”; que pertenece a un determinado sujeto, lo cual responde al conocido adagio
“no hay persona sin patrimonio, ni patrimonio sin persona”; es valorable en dinero,
atribuyéndosele un “valor de cambio”; su variabilidad, al fluctuar conforme a los
ingresos y egresos que se obtienen a través del tiempo.
En cuanto a la definición del derecho de propiedad, el art. 923 del C.C. peruano
110
establece, “La propiedad es el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y
reivindicar un bien.”, noción que destaca los atributos de este derecho, empero, la
jurisprudencia suprema ha esbozado una noción más compleja identificando su
naturaleza real y los límites de este derecho: “El derecho de propiedad es el derecho
real por excelencia, consagrado en el art. 70 de la Carta Magna del Estado, en virtud
del cual el titular puede utilizar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien, conforme al art.
923 del C.C.; siendo que este derecho sólo se realiza o desarrolla de manera plena
cuando excluye a otras personas en la participación del mismo derecho sobre
determinado bien; dado que es imposible sobre un mismo bien concurran dos idénticos
derechos de propiedad” (Corte Suprema de la República, Sentencia de Casación
N°3818-2012-LIMA NORTE, 2014).
Ante esta realidad de precariedad económica del adulto mayor, es necesario que los
legisladores creen fórmulas jurídicas que permitan garantizar el bienestar y respeto a
sus derechos, máxime si al revisar el Código Civil peruano vigente no se halla ninguna
disposición normativa que proteja su patrimonio, tampoco se ha preocupado el
legislador peruano en establecer medidas precautorias para garantizar que los adultos
mayores, al realizar negocios jurídicos, no sean vulnerados en sus derechos a
manifestar su voluntad y que esta sea prestada libremente informado.
Esta necesaria protección de la esfera patrimonial del adulto mayor se vio reconocida
por la Corte IDH, en el caso Muelle Flores vs. Perú, cuando estableció que el derecho a
la pensión de jubilación forma parte del derecho de propiedad.
En tal dirección, a fin de incrementar la protección de los derechos del adulto mayor
frente a la violencia económica, se verifican importantes cambios en la normatividad civil
en distintos países, como los que se exponen a continuación.
propio beneficiario (patrimonio forjado por el adulto mayor) o con el patrimonio que
aporte un tercero; la administración de este patrimonio se establece en el título de
constitución (escritura pública) cuando es el propio beneficiario quien lo constituye,
designando al administrador, y, en el supuesto que sea un tercero (familiar o
autoridad competente en protección familiar) quien solicita la constitución del
patrimonio será en la sentencia que se regule la forma de administración.
En el Perú, la Hipoteca Inversa está regulada por la Ley 30741 – Ley que regula
la Hipoteca Inversa, en cuyo artículo 1 se establece claramente que se le regula
con la finalidad de servir “como un medio que permitirá que las personas
complementen sus ingresos económicos, mediante el acceso a un crédito con
garantía hipotecaria cuyo pago será exigible recién al fallecimiento del titular o
titulares del crédito”. En el ámbito de la banca peruana, aún antes de su regulación
en el derecho nacional, se le concebía como “un producto hipotecario que permite
a las personas obtener liquidez sobre la base de propiedades inmobiliarias y como
una herramienta para la carga fiscal de los sistemas pensionarios estatales”; sin
embargo, desde ya se identificó aspectos negativos en su regulación, al exigir
como condición que la persona habite la vivienda, lo que ante una eventual
ausencia por salud o viaje, ocasionaría la resolución del contrato e inminente pago
de la deuda acumulada o la pérdida de la inmueble hipotecado, lo que refuerza en
el consumidor adulto mayor su temor a perder su vivienda y potencial patrimonio
sucesorio; también se identifica su alto costo en gastos notariales, seguro del
inmueble y tributos (Concha y Lladó, 2013, p. 27).
La propia ley, en su art. 2, establece que “por la hipoteca inversa una entidad
autorizada, comprendida “en el art. 5 de la presente ley, “otorga un crédito a favor
del titular o titulares del derecho de propiedad sobre un inmueble contra la
afectación en garantía hipotecaria del referido inmueble, siendo el reembolso del
crédito exigible y la garantía ejecutable al fallecimiento del referido titular o
titulares”.
La propuesta modificatoria consiste en incorporar un párrafo final en el art. 1801 del C.C.
chileno, en los siguientes términos:
alegan que es innegable que la avanzada edad de la persona puede suponer una
disminución de su capacidad que lo coloca en posición de indefensión frente al
aprovechamiento y mala fe de aquellos que busquen despojarlo de su patrimonio.
Esta propuesta legislativa ha sido objeto de serios reparos por parte de la CSJ de Chile,
que mediante informe legal cuestionó que:
con el cual se garantiza la satisfacción de sus necesidades básicas; sin embargo, las
investigaciones realizadas (Sagarra, 2019, p. 58) dan cuenta que esta figura no ha
tenido mucha acogida en su público objetivo, pues, en el año 2011, a ocho años de
vigencia, sólo se reportaron 200 patrimonios constituidos en las notarías, número que
no se incrementó notablemente al año 2019, acusándose ello a los escasos incentivos
fiscales que ofrece el Estado español.
118
3.1.1. Resultados
Por los resultados que se ven, se evidencia que las políticas de estado
emprendidas desde muchas décadas atrás, no contemplaron con rigurosidad y
solvencia la previsión del sostenimiento de una población que va en aumento, que
los costos por recuperación y mantenimiento de la salud serían mayores, que
cuidar de la subsistencia de la población adulta mayor, es también una prioridad,
como de toda persona, que están de por medio sus derechos fundamentales a la
vida, a la salud, al bienestar, a la no discriminación, reconocidos en la CIDH de los
Adultos Mayores, adoptada por la OEA el 15 de junio del 2015, en la Constitución
Política del Perú y otros instrumentos supranacionales que conforman el Derecho
Peruano.
El presupuesto para el sector salud (Perú) es uno de los más bajos de América
Latina a pesar del aumento que tuvo el 2019, respecto al 2018, en él se han
priorizado distintos programas entre ellos Materno Neonatal, Articulado
Nutricional, Cuna Más, entre algunos, pero no se ha incrementado alguno referido
a la vejez o a los adultos mayores, lo que confirma que la problemática de este
segmento poblacional aún es postergada, incluso desde el Estado, el que tiene
responsabilidad constitucional en la protección especial para los ancianos en
condición de abandono. Postergación con fatales consecuencias para estas
personas porque son las que más requieren de atención hospitalaria y ¿Qué
encuentran? Citas escasas y tardías, ausencia de médicos y personal asistencial,
también carencias de medicamentos, equipos y otros materiales, lo que se traduce
en la falta de idoneidad del servicio. Otra limitación que se suma es la falta de
atención adecuada a la salud mental, lo que es grave porque el 20% de los adultos
mayores carecen de ella, tal como delata el Informe N°180-2018 de la Defensoría
del Pueblo en su conclusión N°7.
La familia peruana también ha sido afectada por los cambios sociales, los nuevos
modelos económicos y avances tecnológicos han contribuido a que la mujer ya no
esté en casa, como algunas décadas atrás para las labores domésticas o de
124
cuidado a los hijos o padres; ahora ella también está insertada en el mercado
laboral, los hijos tampoco permanecen por lo general en el hogar, salen a estudiar
o a otras ocupaciones o distracciones, generándose carencia de atención a las
necesidades del adulto mayor dependiente o vulnerable.
El que se tengan recursos económicos tampoco los libera del drama, los hijos se
patrimonio, despojándolos de sus bienes, dando lugar a lo que se conoce como
violencia familiar, en su modalidad violencia patrimonial contra los adultos
mayores.
Violentar a los padres sea contra su persona o patrimonio, implica daño a su salud
(lesiones físicas, desnutrición, baja de defensa, enfermedades crónicas,
dificultades motoras, entre algunas manifestaciones) existiendo una relación
directa entre depresión y enfermedad; afecta también el bienestar y la economía
del adulto mayor, por cuanto, dado su estado de vulnerabilidad y dependencia son
víctimas de maltrato, sustracción de sus pertenencias, apropiación de su casa, o
de su chacra, que por lo general en este país, es escaso lo que tienen, con la
finalidad de despojarlos, llegando incluso a desalojarlos. Violencia patrimonial,
también es la negativa a prestarle alimentos y dejarlos en el más cruel abandono,
como se aprecia en la muestra presentada.
Si bien desde el año 2016, la violencia familiar contra un familiar que hubiera sido
sancionado constituye causal de indignidad, su impacto aún no se aprecia porque
en este país, existe en términos generales desconocimiento de las normas
jurídicas y más aún de los derechos que protegen a las personas; no se presta la
suficiente difusión por parte de las instituciones del Estado y si a esto se suma, la
onerosidad y lentitud de los procesos judiciales, se aprecia entonces, su poca
eficacia.
El Estado peruano, estuvo presente en todas las convocatorias efectuadas por los
organismos internacionales con motivo del preocupante tema sobre el
envejecimiento mundial; como se sabe, el Perú suscribió todos los acuerdos y
entre ellos el más importante, la Convención Interamericana sobre los DD.HH. de
las Personas Mayores, consecuente elaboró y publicó el 21 de julio de 2016 la
vigente Ley N°30490, Ley del Adulto Mayor, su objetivo es proporcionar un marco
normativo que asegure el ejercicio de los derechos de la persona mayor a fin de
mejorar su condición de vida, encargando la rectoría al MIMP. Si bien es un
avance, pero los resultados de implementación de las medidas establecidas se
verán a mayor plazo, comprendiendo que mejorará las calidades de vida de la
PAM, depende también de otros factores. En estos más de cinco años de vigencia
de la ley, las condiciones del adulto mayor no han variado, en el tema de salud y
de violencia, por el contrario, persiste el crecimiento de vulneración de sus
derechos como lo muestran las cifras ya presentadas.
Los esfuerzos por difundir y crear conciencia de esta ley en la población son
escasos, sólo se ha avanzado con el derecho a la atención preferencial, en el
mejor de los casos, aunque a un segmento de la sociedad les cueste entender
que es un derecho que les pertenece y no una dádiva o un favor.
Otro instrumento legal es el referido; Ley 30364, Norma establecida para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer e integrantes del grupo familiar,
en ella se encuentran disposiciones específicas referidas a los adultos mayores,
sean padres o abuelos. Estos ascendientes por lo general no denuncian los
agravios de los familiares, por temor a que sus hijos sean sancionados por la
autoridad o éstos se alejen de ellos o tomen algunas represalias como negarles la
asistencia o poder ver a los nietos.
Las dos leyes mencionadas párrafos arriba, si bien en teoría, protegen los
derechos del adulto mayor, la no adecuación coadyuvante en su conjunto del
ordenamiento jurídico peruano y particularmente el civil, las tornan de poca
efectividad.
El Estado peruano ha adoptado una serie de acciones para custodiar los derechos
del adulto mayor, protección que se ha centrado principalmente en el ámbito de
políticas públicas, protección institucional propia del derecho público. Empero,
como se ha advertido, existen problemas que aquejan a gran número de adultos
mayores y que atacan directamente sus derechos subjetivos, los que son
entendidos como especial poder reconocido a las personas naturales, una
capacidad de obrar que se tiene para satisfacer un interés propio y que constituye
un medio para eliminar las necesidades que experimenta el hombre (Escobar,
1998, p. 298), cuya fuente de protección primera es el Código Civil.
Dejar los conflictos del adulto mayor al amparo de la Ley N°30490, resulta no
aquilatar la dimensión de los problemas y no conocer las limitaciones que la
referida ley contiene; es el Código Civil el que debe contribuir significativamente
con una regulación acorde con la problemática de la población de los adultos
mayores. Hasta la fecha, el referido código no ha incluido ninguna disposición
específica, abdicando de su principal función, regular las relaciones entre los
particulares, y para el tema en mención a las referidas a la asistencia y protección
familiar.
hecho evidente, a todas luces que no se puede negar, razón por la que se
convierte en un tema de actualidad, mereciendo la atención de especialistas de
diferentes áreas del conocimiento, dando lugar a distintos enfoques como
posturas en cuanto al origen, el tratamiento y medidas a adoptar en esta
problemática. Estas motivaciones, originaron la presente tesis que tiene como
objetivo principal determinar si la protección a los derechos del adulto mayor,
regulada en el Código Civil peruano es eficaz frente a la realidad social actual.
seguridad y real protección del anciano, con lo que se pretende disminuir los
actos de abuso. Sin lugar a duda, siempre habrá formas de burlar estas
previsiones, pero ya está la mirada que cautela al vulnerable.
En la actualidad, de consumarse un acto dañoso, el afectado tendrá que
interponer acciones judiciales como nulidad de acto jurídico por decir una, la
que resulta onerosa y con mucha demora, sin previsibilidad de ser favorable,
más aún en casos dramáticos, sin contar con ayuda desinteresada. Si bien
el Decreto Legislativo N° 1384 incorporó el sistema de Apoyos y
Salvaguardas, no contiene normas específicas referidas a los adultos
mayores. Es necesario que sea socializado y recurrido para conocer su
efectividad.
El acceso a la justicia para los pobres, ancianos, carentes de educación y
salud, está muy lejana, razón por la que no acuden al órgano judicial,
sumado el temor a las represalias de los hijos. Es labor del Estado y la
sociedad, así lo indica el art. 4 de la Carta Magna del Perú, proteger al
anciano, implementando una cultura de respeto y protección de la persona
humana y en particular, de los ancianos.
3.1.3.8. Limitación en los casos del único bien del adulto mayor.
140
141
La propuesta se enfoca en los dos problemas principales que afectan al adulto mayor,
como son la carencia de alimentos y la falta de protección a su patrimonio.
El contenido de los alimentos incluirá sus gastos geriátricos, a los sobrinos como
obligados y permitirá que el Ministerio Público inicie la demanda de alimentos cuando el
adulto mayor no pueda o no quiera hacerla. Así mismo, el contrato de alimentos
propuesto dará utilidad al bien del propietario en su vejez.
CAPÍTULO 4: CONSECUENCIAS
• Social
La población del adulto mayor, cada día más creciente, podrá contar con la
asistencia familiar adecuada y en los casos que fuera, también disfrutar de sus
bienes, consecuentemente, los conflictos familiares, se aminorarán. Una
regulación jurídica con normas claras y específicas, en cuanto a los derechos
familiares, civiles y sociales que gozan los adultos mayores, contribuye a su
bienestar, respeto y dignidad. Las propuestas aportadas, no sólo benefician al
adulto mayor, también a la familia y a la sociedad peruana.
• Económico
Al cumplir los hijos con su deber de alimentar y cuidar a sus padres desde las
primeras etapas, el deterioro físico y mental que ocasiona la vejez disminuirá; de
igual modo, los gastos del Estado en geriátricos, hospitales y farmacia también
serán menores. Así mismo, la protección efectiva que brinde la ley al patrimonio
del adulto mayor contribuye al gozo los derechos establecidos sobre sus bienes y
aleja la figura del despojo patrimonial.
• Transformador e inspirador
Implica un cambio cultural y buen ejemplo para los descendientes, así como, el
respeto a la persona y a los bienes del adulto mayor contribuye a la preservación
de su identidad y dignidad.
143
CONCLUSIONES
2) La vulneración del derecho a vivir dignamente es el problema principal que padece gran
parte de los adultos mayores en cuanto, los llamados a asistirlos en este trayecto de la
vida no lo hacen y en ciertos casos, son despojados de sus bienes
8) A fin de lograr una regulación eficaz y eficiente del Código Civil peruano, en materia de
protección hacia los derechos del adulto mayor, es necesario incorporar normas
específicas y pertinentes, teniendo presente, la nueva realidad de la sociedad actual.
144
RECOMENDACIONES
2) La viabilidad del Patrimonio Protegido del adulto mayor en el Código Civil Peruano (ya
regulado en España).
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