Comportamiento Humano

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1.

INTRODUCCIÓN

Resumir en pocas páginas un tema tan complejo y extenso como el que se aborda

en el presente capítulo es una tarea complicada y, a la vez, estimulante. Trataré de

proporcionar una visión lo más práctica posible de la aplicación de la Psicología

al ámbito criminal y de cuáles son los aspectos que se deben de tener en cuenta

en la práctica pericial penal.

El término «Psicología criminal» se refiere a la aplicación de los conocimien-

tos científicos de los que dispone la Psicología como ciencia, así como sus mé-

todos, a la hora de esclarecer determinados delitos punibles por nuestro Código

Penal. Otros términos para referirnos a esta disciplina son Psicología policial,

Psicología de la investigación o Psicología criminalista. Así pues, podemos en-

tender que la Psicología criminal es el conjunto de principios, métodos y técnicas

de la Psicología científica que, aplicados al conocimiento del delito en general, y

del crimen en particular, contribuyen a la investigación de los hechos delictivos

graves, la identificación de criminales y la seguridad de los ciudadanos.

Las evidencias conductuales y/o comportamentales son las bases de todo este

entramado de conocimiento, al igual que las evidencias físicas lo son para otros

campos forenses (médicos forenses, balística, etc.). Cuando hablamos de conducta

o comportamiento, nos estamos refiriendo tanto a lo observable como a los com-

portamientos privados (pensamientos, emociones, sensaciones). Indudablemente,


los primeros son mucho más evidentes que los segundos y, por tanto, debemos

abordarlos desde posiciones y metodologías distintas. No obstante, incluso cuando

las conductas puedan convertirse en una evidencia, no alcanzan el mismo nivel de

claridad que las evidencias físicas. Un agresor puede dejar en el lugar del crimen

múltiples evidencias físicas, mientras que las evidencias conductuales serían, por

ejemplo, el modo en el que cometió el crimen, dónde y cuándo lo hizo, sus posibles

motivaciones, etc. Ahora bien, aunque sean evidencias intangibles, son más difíciles

de «eliminar», de manera accidental, que las físicas, lo cual las convierte en muchas

ocasiones en las principales evidencias para poder resolver algunos crímenes.

La labor del psicólogo criminal o criminalista se basa en su integración en un

equipo con la misión de realizar el análisis psicológico de los escenarios de un

crimen, desde el punto de vista de los indicios y evidencias conductuales. Así,

analiza a la víctima y su perfil de personalidad, analiza al agresor y sus motivacio-

nes, las características del crimen (método, nivel de violencia, secuencia de actos,

etc.). Con todos estos datos, se elaboran perfiles de los agresores que ayudan a la

clarificación de los delitos y la identificación de los criminales.

Por otro lado, cuando hablamos de práctica pericial, nos estamos refiriendo a

otra especialización de la Psicología como ciencia. En este sentido, hablamos de

la Psicología forense, que es la parte de la Psicología jurídica que se aplica en los

foros (juzgados), en una intervención específicamente solicitada. La Psicología

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y el Derecho tienen en común su «objeto de intervención», que no es otro que la

«conducta de la persona». Urra (1993) define la Psicología forense como la «cien-

cia que enseña la aplicación de todas las ramas y saberes de la Psicología ante las

preguntas de la Justicia, y coopera en todo momento con la Administración de

Justicia, actuando en el foro (tribunal), mejorando el ejercicio del Derecho». La

práctica de la Psicología forense está regida por conceptualizaciones que provie-

nen del Derecho y no de la psicopatología, y se encuentra al servicio de la justicia

antes que del valor de la salud. Esta diferenciación requiere adecuaciones teóricas

y técnicas. La intervención no podrá circunscribirse a una cuestión diagnóstica o

de tratamiento, sino que debe construir la información que se solicita (objeto de

la pericia). Así, las preguntas que con mayor frecuencia se suelen hacer al psicó-

logo forense dentro del ámbito penal son (Ávila Espada, 2004):

1. ¿Padece esta persona un trastorno mental?

2. ¿Cuál es la probabilidad de que esta persona se implique en una conducta

peligrosa o violenta futura?

3. ¿Por qué cometió (motivaciones) este delito esta persona?

4. ¿Qué características de personalidad posee un asesino concreto que toda-

vía no ha sido detenido?


5. ¿Cómo pueden ser identificados los delincuentes sexuales a partir de las

evaluaciones psicológicas y cómo se puede predecir su conducta futura?

6. ¿Cuáles son las secuelas que presenta la víctima?

7. ¿Cómo se puede afirmar si una persona concreta es honrada o falseó su

testimonio?

8. ¿Qué grado de credibilidad tiene el testimonio de este menor en relación a

los abusos alegados?

En relación con estas cuestiones temáticas, a lo largo del presente capítulo nos cen-

traremos en los aspectos que debemos tener en cuenta para clarificar las seis primeras

preguntas, por lo que en primer lugar abordaremos todas las cuestiones que tienen

que ver con el acusado, salvo las relativas a la predicción del riesgo de violencia que

se abordará en el último punto de este capítulo. A continuación, nos centraremos en

la víctima como objeto de estudio de la Psicología criminalista para terminar, como

hemos dicho, con la predicción de comportamientos violentos en el futuro.

2. LA EVALUACIÓN DEL ACUSADO

En Psicología forense a veces no resulta fácil conocer las causas y/o motivos

por los cuales un sujeto comete un delito. Por ello, se debe investigar la historia

vital del acusado y las circunstancias de naturaleza ambiental en las que se ha

desarrollado su vida para, de esa forma, poder determinar las causas que llevaron

al acusado a delinquir y los mecanismos utilizados para realizar el hecho. Como

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consecuencia de ese conocimiento, podemos llegar a diferenciar una conducta

delictiva en una personalidad psíquicamente normal, o con anormalidades psíqui-

cas menores, de las conductas delictivas de los sujetos con profundas alteraciones

o perturbaciones de la personalidad. Ante un delito, primero se estudia al delin-

cuente y luego el acto delictivo; cuando el delincuente no se encuentra, se estudia

el delito y se infiere la personalidad del delincuente que lo pudo cometer.

2.1. Conceptos de imputabilidad, eximentes y atenuantes

Aun cuando no es competencia del perito decidirse sobre la culpabilidad, inocen-

cia o responsabilidad del detenido, conviene que sepamos que por imputabilidad

se entiende en la actualidad: a) la capacidad de comprender lo injusto del hecho

o comportamiento que se ha tenido, y b) la capacidad de dirigir la actuación con-

forme a dicha comprensión. El inimputable es aquella persona que no puede res-

ponder penalmente porque actúa o, mejor dicho, ha actuado sin libertad o sin co-

nocimiento. Por tanto, «Imputabilidad» es el término que nuestro Derecho utiliza

como concepto de responsabilidad, refiriéndose con ello a que el perpetrador, a la

hora de cometer un delito, tenía la intención de hacerlo, comprendía la naturaleza

de su acción y lo hizo con total libertad. De igual forma, en nuestro ordenamiento


jurídico, se establece una serie de causas que pueden dar lugar a la no imputabi-

lidad-responsabilidad de una persona que ha cometido un acto delictivo. Es éste

uno de los temas de mayor complejidad para un psicólogo o psiquiatra forense,

no sólo por el hecho en sí, sino por las repercusiones que pueden tener para otras

personas las conclusiones a las que llegue el experto.

En nuestro Código Penal se recogen estas cuestiones en el Capítulo dos titula-

do: «De las causas que eximen de la responsabilidad criminal», del cual reprodu-

cimos aquellos artículos que pueden afectar a las periciales psicológicas:

«Art. 20. Están exentos de responsabilidad criminal:

1.o El que al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de cualquier ano-

malía o alteración psíquica, no pueda comprender la ilicitud del hecho o actuar

conforme a esa comprensión.

El trastorno mental transitorio no eximirá de pena cuando hubiese sido pro-

vocado por el sujeto con el propósito de cometer el delito o hubiera previsto o

debido prever su comisión.

2.o El que al tiempo de cometer la infracción penal se halle en estado de in-

toxicación plena por el consumo de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas, estupefa-


cientes, sustancias psicotrópicas u otras que produzcan efectos análogos, siempre

que no haya sido buscado con el propósito de cometerla o no se hubiese previsto

o debido prever su comisión, o se halle bajo la influencia de un síndrome de abs-

tinencia, a causa de su dependencia de tales sustancias, que le impida comprender

la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión.

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3.o El que, por sufrir alteraciones en la percepción desde el nacimiento o desde

la infancia, tenga alterada la conciencia de la realidad.

4.o El que obre en defensa de la persona o derechos propios o ajenos, siempre

que concurran los requisitos siguientes:

Primero. Agresión ilegitima. En caso de defensa de los bienes se reputará agresión

ilegítima el ataque a los mismos que constituya delito o falta y los ponga en grave

peligro de deterioro o pérdida inminentes. En caso de defensa de la morada o de sus

dependencias, reputará agresión ilegítima la entrada indebida en aquélla o éstas.

Segundo. Necesidad racional del miedo empleado para impedirla o repelerla.

Tercero. Falta de provocación suficiente por parte del defensor.

[...] 6. o El que obre impulsado por miedo insuperable.»

De igual manera, es de interés el Capítulo III, «De las circunstancias que ate-
núan la responsabilidad criminal»:

«Art. 21. Son circunstancias atenuantes:

1.o Las causas expresadas en el capítulo anterior, cuando no concurrieren todos

los requisitos necesarios para eximir de responsabilidad en sus respectivos casos.

2.o La de actuar el culpable a causa de su grave adicción a las sustancias men-

cionadas en el número 2.o del artículo anterior

3.o La de obrar por causas o estímulos tan poderosos que hayan producido

arrebato, obcecación u otro estado pasional de entidad semejante.

4.o La de haber procedido el culpable, antes de conocer que el procedimiento

judicial se dirige contra él, a confesar la infracción a las autoridades.

5. o La de haber procedido el culpable a reparar el daño ocasionado a la víc-

tima, o disminuir sus efectos, en cualquier momento del procedimiento y con

anterioridad a la celebración del acto del juicio oral.

6.o Cualquier otra circunstancia de análoga significación que las anteriores.»

Otro artículo relevante es el Art. 25: a los efectos de este Código se considera

incapaz a toda persona, haya sido o no declarada su incapacitación, que padezca

una enfermedad de carácter persistente que le impida gobernar su persona o sus

bienes por sí misma.

Por tanto, la imputabilidad puede verse anulada o reducida por factores indivi-

duales o situacionales. Entre los primeros destacamos la enfermedad mental y las


deficiencias intelectuales, contemplándose por nuestro Código Penal el llamado

«trastorno mental transitorio», sin traslación posible a los sistemas diagnósticos

al uso dentro de la psicopatología actual (CIE-10, DSM-IV-TR).

Como expone Ávila Espada (2004), «hay numerosas controversias en torno a

la cuestión de Imputabilidad. La misma posibilidad de aplicación de la eximente

puede provocar un efecto potenciador del delito, ante la expectativa de ser excul-

pado por trastorno mental. Complementariamente, debe tenerse en cuenta la irra-

cionalidad que puede resultar del ingreso del sujeto inimputable en un Hospital

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64 PSICOLOGÍA CRIMINAL

Tabla 3.1. Niveles de relación entre alteración o trastorno mental y conducta delictiva

[Tomado de Shapiro (1986), modificado por Ibáñez y Ávila (1989)]

Penitenciario, haciéndole sufrir el aislamiento social en previsión del daño que

pueda causar a futuras víctimas».

La Responsabilidad Penal es un concepto legal y existe una distancia entre

éste y el supuesto concepto psicológico. Como científico, al perito psicólogo se le

suele pedir que se pronuncie sobre la capacidad del acusado para discernir entre

el bien y el mal, sin entrar en valoraciones morales. En este sentido, el sistema

legal posibilita una respuesta creando entidades ficticias, no recogidas en los ma-

nuales diagnósticos, para que sean utilizadas por los profesionales psicólogos,
como por ejemplo el Trastorno mental transitorio o el Impulso irresistible.

En el Derecho Penal español, la Imputabilidad se ha venido definiendo por la vo-

luntariedad consciente. Por tanto, la Responsabilidad del acto se fundamenta en la

Imputabilidad y se define como la propiedad del Ser Humano en virtud de la cual debe

dar cuenta de sus actos respondiendo ante una Autoridad Superior. De ello se han veni-

do utilizando tres grados jurisprudenciales de apreciación de la Responsabilidad:

• Imputable (Responsable);

• Semi-imputable (Responsabilidad atenuada); e

• Inimputable (Irresponsable).

Nivel causal Clase de eximente Descripción

Nivel I INIMPUTABLE

(Art. 20 CP)

Correspondencia perfecta entre Trastorno y Delito; el

trastorno es inseparable (o causa) del delito.

Nivel II INIMPUTABLE

(Art. 20 CP)

El Trastorno tiene un impacto significativo en el Delito,


pero median variables intervinientes actuales. (p.ej. El

acto criminal se basa en una interpretación delirante de la

realidad; es efecto de un impulso irresistible, etc.)

Nivel III IMPUTABILIDAD

DISMINUIDA

(Art. 21 CP)

El Trastorno es un factor de influencia, pero la conducta no

está determinada decisivamente por él. (p.ej. La deficiente

expresión emocional favorece la desinhibición explosiva

de los impulsos bajo ciertas circunstancias intra-sujeto y

ambientales.)

Nivel IV IMPUTABLE La relación entre Trastorno y Delito es indirecta, no

influyendo causalmente en él. Hay Trastorno, pero éste

determina actividades periféricas al Delito, no al Delito en sí.

Habitualmente han sido los médicos forenses adscritos a los juzgados y los

psiquiatras los expertos llamados a declarar cuando se intuía que podía existir un

trastorno mental. Desde hace ya algunos años, cada vez es más frecuente recurrir

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Capítulo 3 ■ La Psicología criminal en la práctica pericial forense 65

a los psicólogos como expertos a la hora de valorar actos criminales. La función


en estos casos, como indica Ávila Espada (2004), se centra en:

1. La evaluación de la existencia de determinados déficit básicos (del desa-

rrollo; episódicos o crónicos): neurobiológicos y psicofisiológicos, intelec-

tuales, de personalidad, motores.

2. La evaluación de procesos cognitivos y afectivos, con el objetivo de valorar

la capacidad que el sujeto tiene de reconocer y comprender la significación

de las propias acciones (Consciencia), lo que supone la evaluación de todas

las alteraciones del procesamiento cognitivo, determinadas por: alteracio-

nes de la percepción, alteraciones de la atención (déficits atencionales),

alteraciones de la memoria, alteraciones del razonamiento, alteraciones del

pensamiento (Juicio de Realidad), alteraciones del lenguaje, trastornos psi-

cóticos, trastornos de la personalidad.

Si bien el principio científico que inspira nuestra ley penal es el de imputabili-

dad, el Código Penal enuncia la no imputabilidad o inimputabilidad y, para esta-

blecerla, adopta un criterio mixto, resolviendo la cuestión con criterio moderno y

dejando de lado los problemas exclusivos de la Psicología. Genéricamente esta-

blece que el autor de un delito debe ser penado, pero la ley debe determinar las ex-

cepciones a tal principio. Con igual criterio sustituyó el término «responsabilidad»


por el de «imputabilidad», adecuándolo a la evolución jurídica del tema. El criterio

biológico sólo se utiliza para establecer el límite mínimo de edad, 18 años.

2.2. Trastornos psicopatológicos asociados a las eximentes

y atenuantes

Existen múltiples manuales de Psicopatología donde podemos ampliar la infor-

mación que a continuación se va a exponer, y a ellos remitiremos a aquellos lec-

tores que quieran ampliar dichas cuestiones. El objetivo del presente apartado es

el de sintetizar al máximo dicha información para que pueda ser un instrumento

de fácil manejo para el profesional. Es por lo que hemos optado por utilizar un

modelo basado en tablas, que facilita la exposición de la información y la locali-

zación del tema o cuestión que nos interesa valorar.

2.2.1. Psicopatología de la atención y de la conciencia

Higueras, Jiménez y López (1979), dentro de su obra, incluyen un capítulo de-

dicado a la Psicopatología de la atención y de la conciencia, afirmando que la

relación entre ambas es tan estrecha que no sería posible separarlas la una de la

otra. Distinguen entre anormalidades cuantitativas y cualitativas. En aras a la cla-

rificación de estas psicopatologías para su aplicación a nivel forense, seguiremos

los planteamientos de Montañez, B. (2003), los cuales trataremos de sintetizar


para facilitar su aplicación práctica.

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66 PSICOLOGÍA CRIMINAL

Tabla 3.2. Psicopatología de la atención y sus implicaciones jurídicas.

• Aspectos psicológicos relacionados con la capacidad de atención

CAPACIDAD CONCEPTO ESTADOS QUE LA

AFECTAN

IMPLICACIONES

JURÍDICAS

ATENCIÓN

Íntimamente relacionada con

la consciencia y la memoria.

Existen determinados factores,

internos y externos que tendrán

influencia sobre la atención.

Entre los externos destacan

las características físicas de

los objetos y los efectos del

consumo de drogas. Entre


los internos diferenciaremos

entre los fisiológicos ligados

a las estructuras nerviosas

más vinculadas a la atención

(formación reticular, sistema

límbico y la corteza cerebral); y

los psicológicos, especialmente

los aspectos motivacionales, los

intereses y las expectativas. Por

último, existen otros factores

que pueden incidir sobre la

atención, como la fatiga, el

estrés y el sueño.

Básicamente cualquier

trastorno psicopatológico

del espectro de las

neurosis, las psicosis y los

trastornos de personalidad

pueden afectar a los

procesos de atención. En el

caso que afectara lo haría

sobre las capacidades

cognitivas más que sobre

las volitivas.
En general se

considera que la

afectación en los

procesos de atención

no afecta a la

imputabilidad de los

sujetos, salvo que se

hallara en un estado

tal de alteración

que le impidiera

comprender la ilicitud

de su actuación.

Psicopatología de la atención IMPLICACIONES

JURÍDICAS

HIPOPROSEXIA: es el más frecuente y el menos

patológico; es una constante fluctuación de la

atención de una cosa a otra sin que se pueda

fijar en una en concreto.

Suele darse en trastornos

depresivos, las esquizofrenias

y ciertas deficiencias

intelectuales. También, en su

grado máximo (aproxexia)


se encuentra en estados

confusionales, en el coma,

el estupor, el Delirium y las

demencias.

Al estar contenida

la atención en otros

procesos como

la consciencia y

la memoria, está

implicada en los

procesos cognitivos

que permiten al

sujeto distinguir

entre la licitud o no

de una conducta.

A la hora de poder

aplicar una eximente,

las alteraciones han

debido de ser muy

graves, si no, sólo

podríamos hablar de

atenuante.

PSEUDOPROSEXIA: se trata de un déficit

aparente de atención cuando ésta se focaliza en


un aspecto diferente al que se supone que debe

ser el foco.

Aparece fundamentalmente

en las hipocondrías y en los

trastornos obsesivos.

HIPERPROSEXIA: la focalización de la atención

cambia continuamente y suele ir asociado a

cambios en el curso del pensamiento.

Los trastornos bipolares, en

sus fases maníacas suelen

ser los más característicos

de estos déficits.

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Capítulo 3 ■ La Psicología criminal en la práctica pericial forense 67

• Aspectos psicológicos relacionados con la capacidad de conciencia

Cuando hablamos de conciencia nos referimos a un acto complejo que implica a

su vez a otras esferas de lo cognitivo. En la siguiente tabla resumen exponemos

sintéticamente las cuestiones relevantes, desde un punto de vista psicológico, que

afectan a la responsabilidad penal de los sujetos.


CAPACIDAD CONCEPTO ESTADOS QUE LA

AFECTAN

IMPLICACIONES

JURÍDICAS

CONCIENCIA:

Distinguiremos

los siguientes

apartados

Entendida como la

capacidad a partir

de la cual un sujeto

puede verbalizar

sus pensamientos.

Para poder hablar de

conciencia sobre algo

antes eso se debe haber

atendido, percibido y

memorizado en forma

de esquema mental.

Es necesario que ciertas

estructuras del sistema

nervioso central no se
encuentren alteradas como

la formación reticular o la

corteza cerebral. Lesiones

en éstas o todo proceso

bascular, degenerativo o

hormonal que las afecte,

repercutirá sobre la

conciencia.

La mayor o menor

alteración en esta

esfera será motivo

de ser considerado

eximente o

atenuante de la

responsabilidad

penal.

1. Nivel de

vigilancia

Habitualmente se

distinguen siete niveles

o grados en un continuo

que va desde una

activación extrema
hasta un estado donde

no se responde a los

estímulos externos.

Prácticamente todos los

trastornos psicopatológicos

afectan a este aspecto.

Son especialmente

relevantes ambos

extremos del

continuo, ya que

la capacidad

cognitiva con toda

probabilidad esté

afectada.

2. Alteraciones

cuantitativas de

la conciencia

Habitualmente se

caracterizan por un

bajo nivel de activación

general, embotamiento

y enlentecimiento de la
actividad física, a la vez

que adormecimiento.

Podemos distinguir

la somnolencia, el

estupor, el coma y

la hipervigilancia.

Guarda una estrecha

relación con el nivel de

vigilancia.

Somnolencia: produce

gran fatigabilidad en todas

las facultades psíquicas,

especialmente la atención y

la tendencia al sueño.

Podría ser

considerado como

atenuante.

Sopor: es una intensificación

del estado anterior,

aparentemente se está

dormido y sólo se responde

ante estímulos muy intensos.

Se suele dar al principio de


los estados confusionales y

en los trastornos mentales

orgánicos.

En función de

la valoración

psicológica y la

afectación de la

conciencia se puede

considerar una

atenuante.

(continúa)

Tabla 3.3. Psicopatología de la conciencia y sus repercusiones jurídicas.

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68 PSICOLOGÍA CRIMINAL

CAPACIDAD CONCEPTO ESTADOS QUE LA

AFECTAN

IMPLICACIONES

JURÍDICAS
Coma: es una ausencia

total de respuesta

ante cualquier tipo de

estimulación, afecta

intensamente a la

capacidad cognitiva y

volitiva.

Al no ser consciente

el sujetos, se

le considera

inimputable.

Hipervigilancia: es un

aumento en el nivel de

conciencia y puede ser

provocado por el consumo

de drogas como cocaína

y alcohol (en un primer

momento). Si la activación

llega a ser excesiva, puede

afectar a la capacidad de

atención y llevarlo a un

estado de confusión.

En los estados de
plena intoxicación

o síndrome de

abstinencia, el

sujeto puede llegar

a ser considerado

como inimputable.

En el resto de

los casos puede

ser considerado

imputable parcial

o plenamente

imputable.

3. Alteraciones

cualitativas de la

conciencia

Nos estamos

refiriendo a aspectos

que tienen que

ver con la lucidez

o claridad de la

conciencia donde

distinguiremos

entre Obnubilación,

Estupor y Estados
crepusculares.

Obnubilación: su

característica principal es

una percepción confusa

de sí mismo y del entorno,

al que suele acompañar

una disminución para

poder concentrar la

atención, siendo confusa la

percepción de los objetos

y situaciones. Hay serias

dificultades para recordar

lo ocurrido en dichos

periodos. Cuando a esto se

le añade una producción

psíquica patológica

hablamos de estado

confusional, donde no se

sabe distinguir entre lo real

y lo no real. Aparece en

estados febriles, intoxicación

por drogas, Delirium

tremens, epilepsias y en los

estados disociativos.
El sujeto no es

consciente totalmente

de sus actos ni de

sus consecuencias.

Es sobre todo

en los estados

confusionales donde

la responsabilidad

penal está atenuada

o incluso puede ser

considerada como

una eximente.

(continúa)

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Capítulo 3 ■ La Psicología criminal en la práctica pericial forense 69

CAPACIDAD CONCEPTO ESTADOS QUE LA

AFECTAN

IMPLICACIONES

JURÍDICAS

Estupor: es un estado
donde hay una relativa

falta de respuesta ante

los estímulos y donde el

sujeto está inmóvil, mudo

y reacciona torpemente a

los estímulos, conservando

cierta consciencia en

relación al ambiente,

no existiendo amnesia

posteriormente. Es típico de

la esquizofrenia catatónica,

en depresiones y en estados

histéricos.

Los delitos cometidos

bajo este estado

son muy pocos.

El psicólogo debe

determinar el grado

de afectación de

la conciencia para

considerarse una

posible atenuante

en la pena que se

imponga.
Estados crepusculares:

supone un estrechamiento

de la conciencia, donde la

actividad mental se focaliza

en un objeto o grupo de

objetos y todo lo demás

pasa desapercibido. Se

pueden llegar a realizar

actos complejos como viajes

acompañado de amnesia

con respecto al mismo.

Lo podemos observar

en personas epilépticas,

trastornos histéricos,

algunas psicosis y en

personalidades histéricas.

Bajo estas

circunstancias el

sujeto carece de

capacidad de juicio

para valorar su

conducta y, por ello,

se debe considerar

como mínimo la

atenuante de la pena
que se imponga

y, en ocasiones, la

inimputabilidad.

4. Alteraciones

del contenido de

la conciencia

Dentro de esta categoría podemos distinguir los siguientes trastornos:

4.1 Trastornos de

la conciencia del

YO corporal

Como resultado de

las sensaciones que

recibimos del exterior y

del interior de nuestro

organismo y de

nuestras experiencias

inmediatas, tenemos

el concepto de unidad

corporal.

Agnosia: es la ausencia de

conciencia de una parte del


cuerpo que, generalmente,

está paralizada. Suele darse

en persona paralíticas,

hemipléjicas

No tiene relevancia a

nivel penal.

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