Confrontation RPG-Razas y Ambientacion - 02

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RAZAS Y NACIONES

La nación de Alaham (Britania, dios Mitra): Los Leones de Alahán, protectores de la Luz y la Justicia, luchan para
restaurar el orden y la prosperidad en Aarklash. Pero sus tierras están amenazadas por las hordas de los condenados que
han regresado del del Inframundo.

La Teocracia de Akkylannie (Francia, dios Mitra):


Los discípulos del Imperio de Grifo se han embarcado en una cruzada para recuperar la tumba de su profeta. Purificarán
el mundo con el fuego de la Única Verdad en nombre de su dios, el sol invicto Mitra...

Las tierras de Kelt (distintas tribus, druidicos mas deidad patrona),


Esta amplia región es el hogar de los Keltois feroces guerreros nómadas. Los cazadores Drunes de las llanuras Avagddu,
las amazonas de Fianna de la jungla esmeralda, los berserks seguidores de Crom de las gelidas montañas del Ben Mogh,
los hombres palidos guadianes de los paramos de polvo blanco. Tambien entre los pueblos Kelt se encuentran semi-
humanos como los semi-gigantes y los centauros del desierto de Desolaz. De entre todas estas tribus escoge Gaia, la
madre naturaleza a sus guardianes los druídas.

Reinos subterráneos del Tir-Nâ-Bor (Enanos de la montaña, Reox):


Tir-Nâ-Bor, los reinos enanos bajo las montañas Aegis. En estos reinos los enanos rechazan su destino y se preparan para
el Argg-Am-Ork, la guerra del fin de las eras.
En sus antiguas moradas subterráneas forjan armas y armaduras por la gloria de su dios Reox capaces de repeler a
aquello para lo que se preparan y esperan: el fin de los tiempos.

Bosque de Cynwäll, bosque sin retorno (Altos elfos, deidades panteón elfico):
los elfos de Cynwäll, víctimas de una extraña maldición, intentan llegar al mundo de las Hadas antes de extinguirse.
¿Pero no puede estar su salvación en otra parte? Los altos elfos están saliendo de su largo exilio en el bosque sin retorno
para descubrir que el mundo les ha olvidado. ¿Quién sabe que magia tienen estos seres inmortales tan antiguos como
los dragones?

Valfresno (Elfos violeta, druidicos y shamanicos):


Los elfos Daïkinee, guardianes del Ygdrassil hijos predilectos de Gaia la madre tierra. Pobre de aquél que piense que son
vulnerables, ya que sus guerreros son aliados de los espiritus de la naturaleza.

El bosque de los lobos (Garou, druidicos):


en la region inexplorada de Kelt se encuentra el bosque de Yllie, mas conocido como el bosque los lobos, hogar de los
Garou, los mayores depredadores de Aarklash, una raza maldita.
Sólo los estúpidos creen que queda parte de humanidad en ellos. Esta raza misteriosa considera a las demás sus presas.
Tejerán el nombre de sus víctimas en grandes Bandas de Murmullos y aullarán su victoria a Elune, la Luna, hasta el final
de los tiempos.

Tierras de Bram-o-kor (Orcos, shamanicos):


Los orcos son una raza guerrera joven, fuerte, resistente y una de las mas prolificas de Aarklash. Si el gran caudillo
Bram-o-kor consigue unificar las tribus orcas, abandonaran los paramos y se extenderán por el mundo como una marea
para saciar su sed de venganza contra humanos, enanos y elfos...

Los No-Dan-Kar (Goblins, shamanicos):


los goblins son como las ratas, las naciones de Aarklash piensan que tienen conquistado el mundo, pero los goblins se
extienden como las ratas en las naciones humanas, se mezclan con los orcos en los paramos de Bram-o-kor, hostigan a
los enanos en sus tuneles... Donde quiera que vayas, ellos ya estarán allí.

Bosque de la Telaraña, bosque negro (Drows, Wyrm):


Los corazones de los elfos Akkyshan del Bosque de la Telaraña son tan negros como la noche. Las arañas viudas se
preparan para sacrificar Aarklash en el altar de Lilith, diosa de la Oscuridad.
El reino enano de Mid-Nor: el antiguo reino enano de Mid-Nor, cuyo esplendor compitió con el de Tir-Na-Bor
emponzoña las montañas Aegis. Los enanos que ocupaban este reino fueron mancillados por el Wyrm siendo
convertidos en marionetas de pura maldad hechas con carne y terror. Nadie sabe cuan profundos son los laberintos
subterráneos que excavaron los enanos para despertar esta plaga Hasta lo mas hondo de la tierra quizás, cerca de la
abominaciones dormidas desde el amanecer de los tiempos? Los que han intentado descubrirlo han acabado desollados
agarrandose a una piedra que contiene su alma destrozada...
Los Devoradores de Vile-Tis (Garous, Wyrm)
han desertado de sus hermanos Garou y de Diosa Gaia. Su lealtad están solamente con aquel que les ha abierto lo ojos y
les guia en la senda de las mentiras y la venganza, el Wyrm a desarrollado su bestia interior hasta una sed de sangre que
no conoce ataduras.

Acheron, las tierras sombrias (humanos, exaltados abisales, Wyrm)


La tierra de los muertos esta peligrosamente cerca de la tierra de los vivos en Acherón; el velo de la realidad es en
ocasiones frágil y en muchos lugares de Acheron este velo se ha rasgado. Los señores de la muerte, poderosos seres
movidos por el odio que sirven a los dioses oscuros y dominan el poder del inframundo sobre la creación. Este poder les
convierte prácticamente en semi-dioses cuando estan en sus propios dominios y les permite abrir las Puertas de la
Oscuridad al inframundo el mundo de los muertos. Las incesantes legiones de muertos vivientes que llegan a través de
ellas son sólo una parte de su terrible poder.
Dharijorn (humanos barbaros, Wyrm):
Corrompidos por el Wyrm los Keltois de los clanes Drunes se han aliado con los Fomori convirtiéndose en enemigos de
Gaia, la madre tierra, del resto de seres humanos y sobre todo del resto de Keltois.
Pero el cambio no ha sido en vano, los guerreros de Dharijorn son montañas de musculos con la fuerza de varios
hombres y la ferocidad de un tigre. Ademas su pacto con las tinieblas les proporcionan terribles armas y poderes
horrorosos.
La ciudad perdida de Dirz (humanos nigromantes, Wyrm):
dentro del desierto de Syharhalna existe una ciudad perdida conocida como Dirz, los nigromantes expulsados de las
naciones occidenteales encontraron esta ciudad y con ella el secreto de la vivisección. Los Alquimistas Dirz y sus
engendros biomecánicos observan pacientemente el mundo como una fruta madura, el odio por las naciones que les
expulsaron se huele en la torre primigenea y se extiende por las redes de tuneles bajo el desierto de Syharhalna. A una
señal de su Comodoro, liberarán los horrores adormecidos en sus laboratorios y establecerán un nuevo orden mundial
en Aarklash

ALIANZAS

El continente de Aarklash acaba de entrar en un periodo de guerra que promete ser largo... haciendo frente al horrible conflicto, los
pueblos con intereses comunes o filosofías similares deciden aliarse para hacer frente al peligro.
Según la raza con la que juegues, podrás utilizar a algunos aliados si la historia o el escenario lo permiten.
¡Atención! No puedes gastar más del 30% de los PE de tu ejército en aliados o Mercenarios de una raza diferente.

Los Seguidores de la Oscuridad


Limbo de Acherón: Alquimistas, Akkyshan, Drunes.
Alquimistas de Dirz: Acherón, Akkyshan.
Elfos Akkyshan: Acherón, Alquimistas.
Keltois del Clan Drune: Acherón.

La Senda de la Luz:
Leones Alahán: Grifos, Cynwälls, Sessairs.
Imperio del Grifo: Leones, Cynwälls, Sessairs, Enanos.
Elfos Cynwälls: Leones, Grifos.
Keltois del Clan Sessair: Leones, Grifos.

El Camino del Destino:


Elfos Daïkinee: Wolfen.
Orcos Bran-O-Kor: Goblins.
Wolfen de Yllia: Daïkinees.
Enanos de Tir-Na-Bor: Grifos.
Goblins de No-Dan-Kar: Orcos.

Miedo Primordial:
El olor de un hermano muerto en combate, mezclado con olores humanos. Ónice y su manada no habían tenido muchos problemas para seguir
el rastro de aquellos humanos enmascarados. Su olor particular se podía olfatear desde lejos, incluso con el viento en contra.
Sus ropas y el tono de su piel eran diferentes a cualquiera que el Wolfen hubiera visto antes. Kassar, un Wolfen sin dios ni señor, le dijo que aquellos
humanos vivían en el desierto, pero demasiado lejos como para llegar hasta el Bosque de las Piedras Alzadas. A pesar de todas las capas de ropas que
llevaban para soportar el clima de esta parte de Aarklash, tenían frío. Algunos ni siquiera llevaban expuesta la más ligera parte de su piel.
No saldrán de ésta con vida.
Han desafiado el tabú entrando en el santuario de Yllia, madre de todos los Wolfen. Capturaron a un joven Cazador y lo han encerrado en jaula
cubierta con extraños instrumentos. Ónice se preguntaba por qué habían venido desde tan lejos para capturar a un Wolfen. Sabía que su hermano
todavía estaba vivo, ¿pero por cuánto tiempo? Aquellos humanos no conocían el lenguaje del bosque, permanecían en grupo. Uno de ellos era del
tamaño de un Depredador. Sus músculos eran enormes y sus ojos eran de cristal. Extraños bultos, de aspecto parecido a un insecto, sobresalían de
diferentes partes de su cuerpo. Su enorme espada sería un fantástico trofeo. Se movían silenciosamente, a pesar de su equipo. Pero su olor asaltaba los
orificios nasales del Wolfen. No olían como los demás. No era un olor natural. Debían
morir. Haber cumplido con su misión era un gran alivio para los miembros de la
expedición Sihar. El genotipo especial de aquel Wolfen se usaría para mejorar a los suyos
y puede que les acercara a la perfección.
La gloria les esperaba cuando volvieran a casa. De momento tenían que salir
del bosque antes del anochecer. Algunos miembros de la expedición habían encontrado
una muerte inevitable en aquella loca cacería y todavía les quedaba un largo camino
por delante.
Para adaptarse al clima del norte del continente, habían adquirido nuevas ropas por
el camino... excepto el Guerrero Escorpión, el explorador. Sus terminaciones
nerviosas modificadas por los Tecnomantes Dirz le permitían ignorar parte
del dolor. No se veía afectado por el frío o el calor.
Este tipo de terreno pone a prueba sus habilidades. El desierto no enseña las mismas
cosas que los bosques...
Se detuvo un momento. Las huellas frescas de un Wolfen llamaron su atención.
¿Qué clase de criatura es... ésa?
El Depredador observaba con desdén al cazador humano armado con garras
articuladas en su espalda. El humano se giró hacia sus camaradas. Ha descubierto las
huellas. El Depredador mantuvo el paso de su presa acercándose gradualmente.
En el mismo momento en que el Guerrero del Alba que iba en cabeza vio a su
camarada volverse, observó como una figura grande tomaba forma tras él. Apenas le
dio tiempo a levantar un dedo en señal de aviso.
El Depredador cayó sobre él. La espada del cazador Wolfen perforó fácilmente la
armadura de Escorpión. Éste gritó sorprendido y devolvió el golpe inmediatamente:
las dos hojas dorsales se alzaron clavándose en el tórax del asaltante.
Los ballesteros de Syhar levantaron sus armas y repentinamente unos aterradores
aullidos rompieron el silencio del bosque. Un virote del tamaño de un hombre derribó a
uno de los porteadores de la jaula. Dos ballesteros murieron a manos de un Wolfen tan rápido como un relámpago. Un ballestero señaló a un
bosquecillo y todos dispararon a través de las hojas. Un Wolfen salió de él, tambaleándose y se derrumbó.
El Guerrero del Alba sintió de repente un aliento en la nuca. El Depredador estaba justo detrás de él con las garras preparadas. El grito de terror
quedó interrumpido por el crujido de su espina dorsal. El enorme Guerrero Keratis desenvainó su espada: dos Wolfen se acercaban a él rápidamente.
El primero fue barrido por un golpe demoledor, el segundo cayó bajo su espada ensangrentada. Finalmente, el alquimista se deshizo de los efectos de
la sorpresa. Comenzaban a organizarse pero... los Wolfen habían desaparecido, dejando tras ellos un rastro de cadáveres. La jaula estaba intacta.
Tras un largo momento de angustia, el líder de la expedición, un Tecnomante, hizo señas a sus hombres para que reanudaran la marcha, en
formación cerrada. El anochecer se acercaba. Unos cientos de metros más adelante, descubrieron el cadáver de un Guerrero del Alba colgando de un
árbol. Esto impresionó algo al Tecnomante, pero los soldados parecían aterrorizados... Y cuando todos observaban los restos de su hermano, la trampa
se disparó: cuatro guerreros y el Tecnomante quedaron atrapados en una red lo bastante grande como para atrapar a toda la escuadra, colgando de los
árboles. Los virotes que podrían ser de una balista llovieron sobre las tropas, clavando a los hombres al suelo como si fueran patéticas mariposas. Los
soldados se dispersaron. Bajo el mortal chaparrón sólo quedó el guerrero Keratis para liberar a los prisioneros.
Pero cuando cesaron los disparos, un Wolfen se acercó lentamente. Tenía la mirada de un asesino salvaje y los andares de un depredador. Podían
oírse los gritos de los fugitivos y el sol comenzaba a volverse rojo en el horizonte. El Keratis desenvainó su espada ensangrentada y echó una mirada
desesperada al Tecnomante cautivo.
Ónice quería disfrutar del combate. El cráneo de aquel imponente humano, creado por la magia, se uniría a sus trofeos. El resto de su manada estaba
cazando a los fugitivos.

Ahora sabía qué les daba a aquellos humanos ese olor tan peculiar: su sangre contaminada con substancias impuras. ¡Y aquél guerrero alto olía
mucho!
Su segadora, un arma con forma de luna, pedía sangre.
El Guerrero Keratis creía que al cargar hacia el Wolfen ganaría tiempo para que su señor pudiera liberarse por sí solo. Cargó con un grito
amenazador. Pero el Wolfen era demasiado rápido y no llevaba armadura. La espada del Keratis golpeó contra el tronco de un árbol. Ónice aprovechó
la oportunidad cortando profundamente el muslo del monstruo genético: con otro gruñido, el gigantesco Syhar hizo que su espada bailara ante él, tan
ligera como el viento. Vio que otro Wolfen se aproximaba por el rabillo del ojo, cargando con los cuerpos del resto de su unidad sobre los hombros.
Sintiéndose acorralado, redobló sus esfuerzos. Las ramas caían ante él, pero aquél maldito Wolfen no le permitía acercarse. El Tecnomante estaba
libre. Comprendió la situación y ordenó a sus hombres que huyeran con él para evitar una muerte segura. Un virote de ballesta Wolfen mató al
primero, los otros dos fueron atrapados y hechos pedazos. El Keratis no sabía a dónde había ido el hechicero Dirz pero estaba seguro de que estaba a
salvo.
Al final, Ónice puedo sentir el cansancio en su oponente. Seguía lanzando estocadas a través de los árboles, pero sus ataques se volvían cada vez
menos precisos y su respiración más irregular. Ya no se movía tan rápido como antes. Sólo era cuestión de tiempo...

Finalmente, con un rápido movimiento, el Wolfen bloqueó la espada del Keratis y con un golpe preciso, arrancó la máscara al humano. Un rostro
humano, tan blanco como la nieve y sin pelo quedó al descubierto, al igual que la propia Yllia en la distancia. El Keratis estaba desarmado. Sin las
sustancias que maximizaban su cuerpo no era nada. Sus pulmones se llenaron con el aire del bosque y exhaló un extraño humo. Respiraba con
dificultad, como un hombre agonizante. Ónice puso fin a su sufrimiento, cortando bruscamente su garganta. Observó la espada ensangrentada con
una sonrisa de satisfacción. Ningún Wolfen había poseído nunca un arma como esa.
El Tecnomante estaba alerta. El sudor le resbalaba por la frente. Era de noche y estaba solo en el Bosque Diisha. Todos los ruidos de la noche eran
posibles amenazas. Correr le llevaría a la muerte, pero si se quedaba las bestias le encontrarían.
Tomó una decisión rápidamente...
Un Wolfen se acercaba lentamente, por su espalda. De él emanaba el olor a una droga química
y su pelaje estaba mojado...

Cuerpo y alma
El amanecer se levantaba en el horizonte.
Alahel, Mensajero del rey Gorgyn de Alahán, estaba terminando de prepararse. Se acercó a los
centinelas y les ordenó que se adelantaran a explorar. Los dos Segadores desaparecieron en la
oscuridad. El Mensajero despertó a sus hombres uno por uno con mano firme y algunas
palabras seguras. Cadwallon todavía estaba a más de una semana de camino. Multitud de
peligros les aguardaban... El Bosque Allyvie no era tan seguro como decían los elfos. Los
primeros rayos de Lahn, el sol, templaban los rostros todavía somnolientos de la pequeña
escuadra que escoltaba a Alahel. El Mensajero escuchó el rugido distante de una de las
numerosas cascadas del Río Amillan hasta que uno de los exploradores le sacó de su ensueño.
El Segador había encontrado una aldea a un kilómetro de distancia. Un pesado silencio recibió
a los hombres en los alrededores de la aldea. No había humo en las chimeneas, ninguna señal de
vida. En silencio y con cuidado, Alahel indicó a sus hombres por señas que permanecieran
juntos y estuvieran preparados para cualquier contingencia.
Las puertas de las casas estaban abiertas. En algunos hogares la mesa estaba preparada para la
cena. Los habitantes de la aldea se habían marchado a toda prisa. Había oído hablar de casos
similares durante las incursiones Wolfen, pero aquí la situación parecía bastante diferente:
nada había sido destruido.
El Mensajero no tenía tiempo para esos misterios. Tenía una misión que cumplir. Al pasar
junto a una casa tuvo la desagradable sensación de ser observado. Éste era un sentimiento
compartido: sus hombres, todos veteranos de muchas batallas, también parecían nerviosos.
Repentinamente, la campana de la pequeña iglesia comenzó a sonar como si anunciara el final
de los tiempos... Esqueletos y zombis descarnados surgieron de sótanos, cobertizos, pozos y
tumbas. Alahel ordenó a sus hombres que salieran de la emboscada tan rápido como fuera
posible. Pero, antes de que pudieran reaccionar, estaban rodeados. Arqueros y Segadores dispararon a un grupo de macabros títeres, pero nada
parecía ser capaz de detener su avance.
Alahel podía suponer cuál había sido el destino de los aldeanos. La carne de algunos muertos vivientes todavía no había tenido tiempo de comenzar a
pudrirse. Su repugnante olor todavía no era lo bastante fuerte como para delatarlos. A su alrededor todo eran resoplidos, muestras de dolor y rostros
congelados por el miedo.
Los Leones de Alahán conocían muy bien a los condenados de las tierras malditas de Acherón. Nadie se dejó arrastrar por el pánico. Instintivamente,
formaron en cuadro alrededor de los tiradores e intentaron mantener la formación mientras avanzaban. Las espadas sagradas de los Paladines y las
lanzas de los soldados hacían pedazos fácilmente los andrajos junto a la carne y los quebradizos huesos de sus propietarios. Pero por cada muerto
viviente que caía, dos tomaban su lugar. Alahel abría la marcha, intentando mantener la concentración. Los movimientos de su espada Liberación y
su lanza sagrada rompieron fácilmente las desorganizadas filas de la sonriente horda.
Justo tras él, un Espadachín arriesgó su vida para proteger a un Lancero herido separado del resto del grupo. Una cimitarra herrumbrosa le propinó
un profundo corte en la pierna y gritó de ira, un gritó que se extendió durante unos segundos más antes de caer muerto... El número de los muertos
vivientes continuaba decreciendo cuando un jinete montado en un aterrador caballo de guerra salió del bosque empuñando una macabra espada. Con
la poderosa y rápida zancada de la bestia se abrió paso hasta el corazón de la batalla y mató de un golpe a un soldado de la luz. No hubo sangre a
borbotones manchando las ropas de sus compañeros. La enorme espada de hueso y oscuridad, una Espada Carnicera, ya había absorbido el precioso
líquido vital.
Fue fácil para los restantes muertos vivientes colarse por la brecha creada por la carga de su terrible señor. Un Guerrero Cráneo en un caballo de
guerra de la Tinieblas. Los soldados Leones quedaron separados entre sí.
Sacando fuerzas de flaqueza, Alahel intentó llegar hasta sus hombres y ayudarlos, pero fue contenido por un enjambre de Títeres Mórbidos armados
con simples palos. Mientras estas ridículas marionetas caían una tras otra a sus pies, sus hombres morían. La ira del Mensajero fue aumentando,
perdiendo el control de sí mismo poco a poco. Pronto el furioso intercambio de golpes acabó en poderosos e imprecisos giros. Cada uno de los
mandobles de Alahel enviaba a un esclavo de la oscuridad de vuelta al infierno.
El Guerrero Cráneo observaba, impasible...
El Campeón de la Oscuridad señaló con su Espada Carnicera a Alahel, desafiando al Campeón de la Luz. Los Títeres se apartaron a un lado cuando
la terrible montura cargó de nuevo. Alahel esquivó el recorrido de la aterradora espada en el último momento, mientras hundía profundamente su
espada Liberación en el caballo de guerra de su enemigo. Jinete y montura cayeron al suelo varios metros más adelante hechos un barullo. Por
desgracia, el Mensajero no logró reunir la fuerza necesaria para extraer su espada de la montura zombi... Pero todavía tenía su lanza y lo que era más
importante, su arco.
Dejó su lanza en el suelo y se arrodilló. El Guerrero Cráneo se levantó lentamente, aturdido por la espectacular caída. Su yelmo decorado con cuernos
de cabra había caído al suelo, revelando un rostro putrefacto con pelo ralo. En el fondo de sus cuencas vacías danzaban las llamas gemelas de la
Muerte y la Condenación. Alahel dudó durante un momento mientras tensaba su arco, El rostro esquelético le parecía familiar...
El Guerrero Cráneo cargó, emitiendo un gruñido gutural lleno de odio y maldiciones. La flecha se alojó profundamente en su pecho, en el lugar donde
se suponía que debería encontrarse el corazón. Alahel tuvo el tiempo justo para soltar su arco y detener un golpe espectacularmente potente con su
lanza. Si no se hubiera encontrado de rodillas habría caído al suelo. El Mensajero giró alrededor de su enemigo, intentando recuperar a Liberación.
Una pérdida de tiempo, el Guerrero Cráneo llegó hasta él con un par de zancadas. Con un desprecio absoluto por su vida el Campeón de la Muerte
propinó mandobles que podrían haber partido rocas por la mitad. Alahel esquivó y realizó piruetas para no resultar herido. Al final logró coger su
arma. En ese momento, Alahel finalmente notó que algunas partes de la armadura del Guerrero Cráneo pertenecían a una armadura de un Caballero
León.
El Guerrero Cráneo reveló un hacha en su mano zurda. Alahel quedó asolado por las dudas. Aquel siniestro enemigo estaba jugando con él. ¿Qué
nuevo truco era ese? Los dos campeones intercambiaron una larga mirada. Alahel podía contemplar la oscuridad de la muerte en los ojos de su
enemigo. Entonces algo fue obvio para el Mensajero. “Tú eres Tharn, Caballero del León y fuiste revivido por Reha de Brisis después de la Batalla de
Kaïber”. El Guerrero Cráneo respondió con un susurro prácticamente ininteligible. “No eres enemigo para mí. Vuelve cuando seas más fuerte y
lucharemos. Ahora corre si quieres salvar tu vida”. Alahel retrocedió unos pasos. Tenía una misión que cumplir. El Mensajero se dio media vuelta y
comenzó a correr a toda velocidad. Los supervivientes de su unidad terminaron con la horda de los condenados.
El hacha de guerra silbó en el aire cerca de su cabeza y se clavó en el montante de una puerta, como recordatorio para que no volviera.

“Te prometo que


regresaré y te
liberaré del mal que
te atormenta,
Tharn...”

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