Resumen

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“Caso La Cantuta”: Este caso fue uno de varios crímenes ocurridos durante el gobierno de

Alberto Fujimori (1990-2000), en los cuales, bajo su mando un Grupo Paramilitar Colina cuya
función era combatir el terrorismo termino asesinando y desapareciendo a gente que no se
comprobó una vinculación directa con Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario
Túpac Amaru (MRTA). Fue este uno de los motivos por las que fue condenado en 2009 a 25
años de cárcel. “La Cantuta” es como se le conoce a la Universidad Nacional de Educación
Enrique Guzmán y Valle al noreste de Lima, es donde en 1992 el grupo Colina vestidos de
negro y con pasamontañas llevaron a nueve estudiantes universitarios y un profesor señalado de
terrorismo los cuales fueron asesinados, exhumados, incinerados y trasladados en cajas al
basural de Cieneguilla en el cerro Santa Rosa, esto gracias al reciclador Justo Arizapana quien
los vio llegar a este lugar. Estos restos fueron encontrados el 8 de julio de 1993. El único cuerpo
que no fue quemado y se reconoció fue el de Luis Ortiz Perea, un estudiante de Educación
Física de 21 años.
Violación de los derechos humanos de las víctimas directas 1:
Artículo 4. Derecho a la Vida
El artículo 4.1 “toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Dicho derecho estará
protegido por la Ley, al momento de la concepción y nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente”
Los hechos del caso fueron producto de una operación ejecutada en forma coordinada y
encubierta por el Grupo Colina, con el conocimiento y órdenes superiores de los servicios de
inteligencia y del mismo Presidente de la República de ese entonces. Por otro lado, el hallazgo
de otros restos humanos y el reconocimiento de objetos pertenecientes a algunas de las personas
detenidas encontrados en las fosas clandestinas, permitirían determinar su violación Y que las 4
personas que no están debidamente localizadas e identificados su tratamiento jurídico es la de
desaparición forzada de personas, al igual que el resto de víctimas.
Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal
El artículo 5.1 “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y
moral”
Su violación es una consecuencia directa, del sufrimiento del hecho mismo. La Corte determina
que el sufrimiento padecido, las situaciones vividas y las posteriores actuaciones u omisiones de
las autoridades estatales como consecuencia de las circunstancias particulares de las violaciones
perpetradas contra las víctimas, si violan el derecho a la integridad personal de los familiares de
las víctimas.
El artículo 5.2 “Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad
inherente al ser humano”
La corte nos dice que es indiscutible que por las circunstancias en que fueron detenidas y
trasladadas a un lugar indefinido antes de ser ejecutadas o desaparecidas, las presuntas víctimas
fueron colocadas en una situación de vulnerabilidad y desprotección que afectaba su integridad
física, psíquica y moral. A pesar de no haber pruebas, el propio modus operandi de los hechos
del caso en el contexto de ese tipo de prácticas sistemáticas, sumado a las faltas a los deberes de
investigación, permiten inferir que esas personas experimentaron profundos sentimientos de
miedo, angustia e indefensión. En la menos grave de las situaciones, fueron sometidos a actos
crueles, inhumanos o degradantes al presenciar los actos perpetrados contra otras personas, su
ocultamiento o sus ejecuciones, lo cual les hizo prever su fatal destino. De este modo califican
estos actos contrarios a la integridad personal de las 10 víctimas ejecutadas o desaparecidas.
Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal
El artículo 7 de la Convención dispone:
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones
fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de los Estados partes o por las
leyes dictadas conforme a ellas.
3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y
notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro
funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser
juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que
continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su
comparecencia en el juicio.
Se observa que la privación de libertad de aquellas personas, por parte de agentes militares
y del Grupo Colina, fue un paso previo para su ejecución o desaparición. Las circunstancias
determinan la privación de libertad pq las presuntas víctimas se encontraban en sus
residencias cuando los efectivos militares irrumpieron en forma violenta en horas de la
madrugada y se los llevaron con base en una lista, la cual fue identificada por la CVR como
parte del modus operandi de agentes estatales para seleccionar a las víctimas. Esta detención
constituyó un acto de abuso de poder, no fue ordenada por autoridad competente y el fin de
la misma no era ponerlos a disposición de un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para que decidiera acerca de la legalidad de la misma, sino ejecutarlos o forzar su
desaparición.
6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal
competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o
detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueron ilegales. (victimas-f)
la Corte nos dice q la obligación general de garantizar los derechos humanos incluye la
obligación de investigar los casos de violaciones del derecho. Esta adquiere una particular y
determinante intensidad e importancia en casos de crímenes contra la humanidad. En
situaciones de privación de la libertad, como las del presente caso, el habeas corpus
representaba, dentro de las garantías judiciales indispensables, el medio idóneo para garantizar
la libertad. Pero en este caso los juzgados rechazaron las acciones, en dos de las cuales se
limitaron a aceptar las justificaciones o silencio de las autoridades militares, que alegaban
estado de emergencia o razones de “seguridad nacional” para no brindar información. Por ello la
Corte ha considerado que, a pesar de haber sido tramitadas y decididas, las acciones de habeas
corpus no constituyeron una investigación seria e independiente, por lo que la protección debida
a través de las mismas resultó ilusoria.

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