Mancomunidad Venezuela 2016

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Opción

ISSN: 1012-1587
[email protected]
Universidad del Zulia
Venezuela

YICÓN, Linda; ANSA, Marisol; ÁÑEZ, Carlos


Mancomunidad Colombo-Venezolana para la integración fronteriza
Opción, vol. 32, núm. 80, 2016, pp. 244-260
Universidad del Zulia
Maracaibo, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=31047691011

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Opción, Año 32, No. 80 (2016): 244-260
ISSN 1012-1587

Mancomunidad Colombo - Venezolana


para la integración fronteriza
Linda YICÓ N
[email protected]
Marisol ANSA
[email protected]
Carlos ÁÑEZ
[email protected]
Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos
“Dr. Gastón Parra Luzardo”
Universidad del Zulia

Resumen
Se analiza la mancomunidad para la integración fronteriza
colombo-venezolana según el principio de la subsidiariedad. Por
ello, de acuerdo con la estructura legal de cada país, se afirma que
la cooperación fronteriza encuentra su marco operativo para
estructurar progresivamente regiones colindantes abocadas a crear
condiciones de bienestar y sentar bases de desarrollo. El principio
de subsidiariedad cobra vital importancia al redimensionar y
fortalecer la vida local dentro de una estructura de poder federativa.
Se concluye que la posibilidad de una mancomunidad binacional es
factible legalmente, pero está condicionada por la forma de asumir
el federalismo descentralizado, así como por el consenso sobre los
elementos de naturaleza política y jurídica que materializan la
mancomunidad.
Palabras clave: Integración fronteriza; Frontera; Mancomunidad
fronteriza; Principio de Subsidiariedad; Federalismo
descentralizado

Recibido: 15-03-2016 Aceptado: 02-06-2016


245 Linda Yicón, Marisol Ansa y Carlos Áñez
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Colombian-enezuelan Commonwealth for


border integration
Abstract
Following the Principle of Subsidiarity, the commonwealth
was analyzed for the purpose of the Colombian-Venezuelan border
integration. On that basis, in accordance with the legal structure of
each country, it is asserted that the operational framework for
border cooperation is focused on progressively structuring adjacent
regions with the intent to create conditions of welfare and
establishing the foundations for development. The Principle of
Subsidiarity is of vital importance when reshaping and
strengthening local life within a federative structure of power. The
conclusion is that the possibility of having a binational
commonwealth is legally feasible, however, it is conditioned by
how the decentralized federalism is assumed, as well as the
consensus regarding the political and legal elements that materialize
the commonwealth.
Key words: Border Integration; Border; Border Commonwealth;
Principle of Subsidiarity; Decentralized Federalism.

INTRODUCCIÓN
Autores como Socorro Ramírez y miembros del Grupo
Académico Binacional Colombia-Venezuela, han debatido sobre la
situación de tensión e inercia dentro de la integración fronteriza
binacional, colombo-venezolana, a pesar de que la persistencia de
los factores vinculados con la convivencia en dicha frontera
evidencia una relación indisoluble, a partir de lo cual ha sido
posible visibilizar aspectos que merecen atención por ser de interés
común. En vista de esto la idea de hermandad aparece en los
discursos en los momentos de tensión diplomática. Asimismo, la
inobjetable presencia migratoria de colombianos en el estado Zulia
y Táchira determina una frontera viva entre ambas naciones, lo
cual ha sido variable importante para sostener un nivel de
tolerancia. Esto especialmente evidenciado con la declaratoria de
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para la integración fronteriza

estado de excepción en agosto de 2015 por parte de Venezuela


sobre en algunos ámbitos fronterizos con la República de
Colombia. La medida de estado de excepción se argumentó en
consuetudinarios problemas fronterizos ligados con la seguridad y
el contrabando, los cuales desvían la senda de la integración
fronteriza.
La inestabilidad de las relaciones binacionales se ha visto
reflejada en intensidad de la relación comercial, la Cámara de
Integración Colombo-Venezolana (CAVECOL), registra que el
intercambio comercial entre Venezuela y Colombia se redujo en
39%, por cuanto acumuló entre enero y agosto de 2015 un monto de
$ 874 millones, mientras que en el mismo período de 2014 se
concretaron $ 1.440 millones, producto de las actividades de
importación y exportación entre ambas naciones (eluniversal.com,
Sept 2015).
Ahora bien -como se señaló- a pesar de la tensión, no se ha
dejado de establecer puntos de encuentro, que sin embargo no
llegan hasta el diseño y mucho menos ejecución de un plan de
desarrollo conjunto cónsono con la integración fronteriza. Por
ejemplo, se toma en cuenta el proyecto de gasoducto transcaribeño
que se enlaza con la integración, asimismo como hay otros puntos
de coincidencia compendiados en memorándum de entendimiento
sobre: tratamiento de desplazados colombianos (Caracas,
23/4/2010), tráfico de drogas, contrabando, suministro eléctrico
(Caracas, 14 /4/2009). Tales coincidencias se mantienen en vista de
la continuidad geográfica, la vecindad y demás problemas
fronterizos.
Ahora bien, ante la necesidad de fundamentar la cooperación
fronteriza y contar con un acompañamiento teórico al proceso de
integración fronteriza, la mancomunidad figura como la posibilidad
de establecer un marco asociativo orientado al actuar de manera
conjunta sobre asuntos de interés común; tal como está definida la
mancomunidad dentro del marco del asociativismo municipal
latinoamericano.
Bajo la consideración de tipo legal vigentes en ambos países,
el presente artículo analiza la mancomunidad para la integración
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fronteriza colombo-venezolana. Pues centrarse en el trabajo


conjunto para establecer condiciones socioeconómicas favorables,
de bienestar y desarrollo dentro de un espacio geográfico dado,
constituye un propósito permanente de la integración fronteriza; lo
cual estaría amparado en el principio de la subsidiaridad, según el
cual la mancomunidad encuentra su mejor expresión.
El principio de la subsidiariedad facilitó la conformación de
la integración fronteriza, en el caso de la Comunidad Europea,
dicho precepto fue incluido en el Tratado de Maastricht. Conforme
este principio la competencia para atender un asunto corresponde a
la instancia mas eficiente dentro del sistema de relaciones (Estados
nación y la Unión Europea), de tal modo que si el nivel inferior
dentro de la jerarquía de gobierno puede atender eficientemente el
asunto, éste es el competente e idóneo para solventar y atender la
situación. Bajo esta misma visión tanto dentro del asociativismo
como de la mancomunidad la subsidiariedad encuentra referente, y
asimismo en toda aquella donde la delegación sea una variable
importante.
Como complemento, la mancomunidad proyecta la frontera
integrada, impulsada por acciones que generan mejoras sobre las
circunstancias de ese contexto, con lo cual se asume la
responsabilidad de hacer que lo positivo suceda de una manera
planificada y coordinada. Claro está, la perspectiva de
mancomunidad entre Colombia y Venezuela está supeditada a la
situación binacional y al ejercicio del poder municipal, activo hacia
la cooperación fronteriza y a un contexto de apertura binacional.

1. SITUACIÓN BINACIONAL
La relación binacional fronteriza se debate de modo
característico entre encuentros y desencuentros, esta dualidad se
halla sintetizada en textos y artículos relativos al tema; por lo cual
la connotación conflictiva es incontrovertible. La referencia a
eventos o dinámicas binacionales de rupturas y concurrencias no es
el propósito de éste punto, sin embargo es conveniente una reseña
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para la integración fronteriza

de lo más reciente, desde el punto de vista del contexto para la


perspectiva de plantear una mancomunidad.
Es claro que la evocación conflictiva se manifiesta como
consecuencia de la falta de voluntad política con determinación
para intervenir en el espacio fronterizo con perspectiva de
desarrollo concreto, donde no ha sido suficiente las buenas
intenciones y los discursos de hermandad, donde los memorándum
de entendimiento quedan como letra muerta. La descripción de las
condiciones en los ámbitos fronterizos revela la falta de presencia
estatal, ante la escasa infraestructura y limitaciones en los servicios
básicos, el efecto es la desolación en la frontera, lo cual ha
favorecido las dinámicas al margen de la ley que distorsionan la
calidad de la relación binacional. Esto constituye una realidad
inobjetable.
Para precisar vale preguntarse: ¿qué hay en la situación
binacional de particular a partir de la década dos mil? Y surge como
respuesta el peso de la ideología política que ha definido modelos
económicos divergentes entre Colombia y Venezuela. El régimen
cambiario, la política de precios para productos de consumo, la
disposición hacia la inversión privada, la orientación de la política
internacional, constituyen algunos factores diametrales en los que
divergen los dos países.
Con la recién declaratoria del estado de excepción sobre
espacios fronterizos de Venezuela se genera una vez más una
situación de alerta y tensión, que frena la posibilidad de integración
fronteriza. Esta determinación -decisión del gobierno venezolano-
es adoptada ante episodios de inseguridad y por la exacerbación del
contrabando de extracción de alimentos y gasolina, en un momento
en el cual el abastecimiento en Venezuela en cuanto a ciertos
productos no llega a satisfacer el consumo nacional. El problema
deja entrever la inexistencia de una política fronteriza conjunta,
pues la medida generó mutuas reclamaciones sobre la efectividad
del control fronterizo por parte de cada estado, no se llegó a señalar
la inexistencia de una política de cooperación fronteriza en un
sentido socioeconómico que favorezca el bienestar.
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El decreto de excepción se basó en la Ley Orgánica Sobre


Estados de Excepción, aprobada por la Asamblea Nacional en 2001.
De acuerdo con dicha ley el Presidente de la República podrá
ordenar la movilización de cualquier componente o de toda la
Fuerza Armada Nacional ante circunstancias adversas. En la
frontera actualmente está presente un componente militar que
restringe el normal desenvolvimiento de la vida fronteriza. A partir
de las acciones tomadas por el gobierno venezolano se suscitó la
deportación de ciudadanos colombianos radicados en zonas de
frontera, lo cual generó una situación de tensión en la zona y el
cuestionamiento de los derechos humanos en el procedimiento.
Con la declaratoria del estado de excepción se
desencadenaron una serie de hechos que nutrieron el ambiente de
incertidumbre en la frontera colombo-venezolana, se recurrió a la
vigilancia militar extrema, en lo inmediato se restringió la
circulación de personas y la salida de colombianos asentados en
territorio venezolano. Sin embargo, como la convivencia es
indetenible, de modo alterno quienes necesitaban o necesitan cruzar
la frontera se valen de trochas, asumiendo el riesgo de la
inseguridad. Ahora bien, como es indefectible, la normalidad busca
su cauce, por efecto de la misma vecindad, por lo cual junto a la
militarización de la zona se dispuso el “corredor humanitario”, que
consiste sencillamente en facilitar el cruce de frontera por razones
vinculadas a la cotidianidad como el estudio y la atención de la
salud; el corredor funciona mediante algunos autobuses dispuestos
por el gobierno venezolano para facilitar el cruce fronterizo. Esto
indica que al fin y al cabo la convivencia tiende a restablecerse y,
poco a poco también se está registrando el retorno de colombianos
residentes que fueron deportados. Ante la conflictividad, esta salida
intempestiva de colombianos se refirió como éxodo de
colombianos.
En esta situación, la calma y la normalidad de las relaciones
diplomáticas se debió a la mediación de UNASUR. Los
presidentes de Colombia y Venezuela se reunieron en Ecuador para
firmar someros parámetros reducidos a siete puntos: 1. El retorno
inmediato de los respectivos embajadores. 2. Realizar una
investigación de la situación de la frontera. 3. Reunir a los equipos
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para la integración fronteriza

de ministros inmediatamente para empezar a tratar los temas


sensibles de la frontera. 4. La progresiva normalización de la
frontera. 5. La coexistencia de los modelos económicos, políticos y
sociales de cada país. 6. Hacer un llamado al espíritu de hermandad
y la unidad, propiciando un clima de mutuo respeto y convivencia,
finalmente continuar trabajando con el acompañamiento de Ecuador
y Uruguay. Con dichos puntos se atendió diplomáticamente una
situación coyuntural, de raigambre antigua en realidad.
La situación acontecida es la pauta permanente de la política
de ambos estados sobre la frontera, en cuanto a la erradicación de
prácticas ilícitas y sostener la política del estricto control fronterizo
basado en la presencia militar fundamentalmente. Al respecto Pavel
Rondón (ex embajador de Venezuela en Colombia), expresó: “el
actual cierre de fronteras es ajeno a la realidad binacional y que
ambas naciones deben encontrar puntos en común que permitan una
cooperación real en beneficio de los pobladores de toda la franja
fronteriza binacional” (Aporrea 6/1/2016).
Basado en el contexto descrito, la intensión de ambos
gobiernos no es frontalmente hacia los asuntos de conduzcan a la
integración fronteriza, pues en los puntos acordados la posición
ideológica de profundizar la integración fronteriza no se manifiesta.
Hasta ahora no hay una agenda integracionista fronteriza ni de
corto, mediano y largo plazo; la relación se ha restringido al
mínimo de una vecindad controlada.
Paradójicamente, la inexistencia de una agenda binacional
coherente con la integración fronteriza deja el camino libre para las
propuestas, en tanto persista esa misma tendencia natural a
conservar la convivencia y una fluctuante vinculación comercial.
Esto bajo la convicción de que la mayor contribución de la
integración fronteriza es erradicar prácticas perniciosas en la
frontera para dar paso al bienestar y el desarrollo.

2. INTEGRACIÓN EN LA FRONTERA Y LA
MANCOMUNIDAD
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La última aseveración conduce a exaltar la vinculación


integración y mancomunidad, al constituir conceptos
complementarios, porque mientras la integración se presenta como
un concepto abierto, la mancomunidad concreta en la práctica la
integración. Se entiende la integración como un proceso continuo y
dinámico de unión, que se perpetúa por la existencia de la
convivencia, y el sometimiento a unas condiciones cambiantes que
reclaman acciones de transformación y fortalecimiento constante,
en aras de preservar dicho proceso. De modo que es indefectible y
unánime el contar con estrategias de integración valederas en el
tiempo, más allá del efecto transitorio de unas medidas. En este
sentido, tuvo beneplácito la política comunitaria sobre desarrollo e
integración fronteriza, en el marco de la Comunidad Andina de
Naciones y la idea misma de conformar Zonas de Integración
Fronteriza (ZIF). Esta propuesta se apreció como una vía
interesante para los países miembros, y virtud de lo cual, en medio
de avances y retrocesos, se encaminaron a trabajar en función de
ámbitos geográficos definidos de ZIF. La importancia de la
propuesta de conformar ZIF determinó que conceptos como
territorio y soberanía fueran redefinidos, bajo un criterio maleable o
flexible, adaptable a una visión comunitaria y en permanente
construcción para comprender espacios cada vez más amplios,
Ramírez, 2008 habla sobre la redefinición de tales conceptos. Ahora
bien, entre avance y estancamiento, la iniciativa de ZIF deja al
descubierto que la cooperación en torno a la localidad fronteriza
está ajena al poder central, son los gobiernos locales los que se
visibilizan estratégicos en ese proceso de construcción
comunitarias, implícita en la integración fronteriza.
La experiencia europea en integración fronteriza muestra una
trayectoria particular, donde se resaltan elementos de cohesión, que
emergieron de una su propia dinámica aparejada de una política
regional consecuente, así los Comités de Regiones, de orden local
y revestidos de autonomía marcaron el rumbo factico de la
integración. En este caso la región, más que entidad regional, fue
actor político internacional con capacidad jurídica reconocida con
la finalidad de desarrollar la cooperación (Briceño, 2002).
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para la integración fronteriza

Para la finalidad de la integración fronteriza latinoamericana,


la mancomunidad acentúa la unión o asociación con fines
específicos en torno a satisfacer intereses comunes
latinoamericanistas. Se trata de una alianza de esfuerzos para
alcanza un mismo objetivo o afrontar una situación de manera
conjunta, la cual puede ser impulsar una potencialidad o erradicar la
adversidad. Esta sería la esencia de la mancomunidad.
Jurídicamente, la mancomunidad es constituida como una
corporación o entidad legalmente conformada por agrupación de
municipios o provincias. El esfuerzo y el interés común miran la
consolidación de un proyecto o el establecimiento de un solo
entorno para Latinoamérica. La mancomunidad ha establecido su
existencia como figura jurídica en el ámbito de la gestión pública y
su acción alcanza propósitos comunes de diversa naturaleza. La
mancomunidad reagrupa lo que está dividido para extender los
beneficios del desarrollo o para remediar problemas que solamente
de modo aunado encuentran solución efectiva. Y de esta manera es
concebida con unanimidad dentro del ordenamiento jurídico de
países latinoamericanos (Molina, 2011).
Ahora bien, la mancomunidad se perfecciona mediante
componentes esenciales, que no se suceden de manera espontánea y
uniforme en todas las experiencias. Tales son: delimitación de
territorios colindantes, fortalecimiento ciudadano, marco legal e
institucional, definir objetivos claros, desarrollo de capacidades
productivas, vinculación estrecha entre actores no municipales,
presupuesto, apoyo técnico permanente y la identificación de
limitantes (Sumpsi, 2006).
Una referencia regional sobre la manifestación de esta
temática es el Programa de Promoción de Bienes Públicos
Regionales del Banco Interamericano de Desarrollo, el cual
representa una contribución al proceso de integración y la
cooperación Sur-Sur (CSS), la idea central del programa es proveer
apoyo a los países que han realizado un creciente movimiento de
bienes, servicios y gente a través de la frontera. En la práctica
mediante tal programa se fomenta la mancomunidad, por asociación
de autoridades de gobiernos distintos. Básicamente, se trata de
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identificar bienes públicos regionales (BPR) y brindar apoyo


técnico-financiero a iniciativa de asociación, lo que contribuye con
armonizar políticas públicas y la acción colectiva. Se declara como
bien público regional aquel que requiere condiciones favorables
para sacarle provecho o conservarlo, encontrándose es una situación
problemática y con la dificultad de no poder ser atendido de
manera individual, lo cual lo reviste del carácter de problema
regional.
La finalidad es procurar la eliminación progresiva de
asimetrías entre países mediante el establecimiento de condiciones
de equilibrio (Banco Interamericano de Desarrollo).
“El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) creó la
Iniciativa para la Promoción de Bienes Públicos Regionales (BPRs)
en 2004. Su objetivo es fomentar la cooperación entre países de
América Latina y el Caribe para abordar de forma conjunta y con
medidas innovadoras de política pública desafíos comunes en
instancias cuando la acción colectiva regional aporta un valor
agregado a las iniciativas individuales de cada país” (Nieves,
Ramírez y Monroy, 2012; 6).
Como caso concreto, El Sistema Centroamericano de
Fortificación de Alimentos, representa la acción conjunta de países
centroamericanos dirigidos a mejorar los componentes
nutricionales, los cuales condicionan la capacidad productiva e
inciden en el desarrollo humano, Se trata de mejorar la alimentación
mediante la adición de micro nutrientes que aportan, por ejemplo
mayor cantidad de hierro, entre otros minerales.
Para ello se acuerda y exige niveles nutricionales en los
alimentos que se comercializan entre países centroamericanos. Una
medida acordada por los ocho países comprometidos fue crear en
2010 la Comisión Regional de Micronutrientes y Alimentos
Fortificados, que facilitó el proceso de toma decisión articulada y
consensuada entre los países.
Asimismo, fueron aprobados manuales que incorporan
lineamientos sobre el uso de criterios técnicos para el
establecimiento de rangos de cantidades de cada micronutriente
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para la integración fronteriza

para la fortificación de los alimentos. La aprobación de los


manuales establece un marco legislativo común de aplicación
nacional. (Nieves, Ramírez y Monroy, 2012). “El contar con un
sistema normativo regional de fortificación de alimentos con
micronutrientes ya permite a los países centroamericanos compartir
una plataforma regulatoria común que puede facilitar la
colaboración intrarregional en temas normativos, legales y técnicos.
Además, haría posible la actuación de Centroamérica como una
entidad en temas de fortificación de alimentos en el ámbito
internacional” (Nieves, Ramírez y Monroy, 2012; 19).

3. MANCOMUNIDAD EN VENEZUELA Y COLOMBIA


La vinculación colombo-venezolana, no es solamente
geográfica e histórica, pues los nexos socio-económicos han sido de
gran significación. Históricamente, amparados por el marco del
Acuerdo de Cartagena (CAN), ambas naciones llegaron a
convertirse en los socios fuertes en el comercio total dentro del
esquema. Además, se generaron formas de relación, asociadas a las
relaciones que unen a las zonas de frontera y a los agentes
económicos privados, ello fue así con facilidad. El cambio surgió a
partir de la decisión adoptada por el gobierno venezolano de
denunciar el Acuerdo de Cartagena en abril de 2006, siendo que
bajo el marco de dicho acuerdo se había llegado a una unión
aduanera y a la conformación de uno de los ejes de integración
bilaterales más dinámicos de América Latina. El cambio, con el
tiempo, se ha coronado con posiciones diametrales, indiferente con
la realidad fronteriza actual, más necesitada de la construcción.
Vista la mancomunidad como una alternativa de gestión. El
contexto normativo sobre la figura de la mancomunidad se muestra
a favor en el sentido de hacerla factible. Sin embargo, su
articulación con el ámbito de la frontera depende del alcance de la
competencia local sobre dicho espacio.
En principio, en Venezuela la mancomunidad está prevista en
la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (Gaceta Oficial No
38.204 de 8 de junio de 2005) donde se autoriza a las entidades a
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que se agrupen en torno de algún objetivo común o para fines


específicos. El capítulo IV de la mencionada ley, comprende en los
artículos del 40 al 46 la mancomunidad y formas asociativas. Según
el artículo 40 de la ley, la mancomunidad es una figura asociativa
constituida en forma voluntaria por dos o más municipios para la
gestión de materias específicas de su competencia. Esta ley fue
modificada parcialmente en 2008, pues no hubo alteración en
cuanto a la mancomunidad.
Ahora bien, en Colombia, como en el resto de países de la
región latinoamericana y caribeña, la mancomunidad se perfila a
partir del auge de la descentralización que emerge por
contraposición al centralismo de Estado en la gestión de gobierno.
Como expone Gaviria (2003) Colombia opta por un proceso de
descentralización fiscal y administrativa a mediados de los años 80,
el que se concreta explícitamente en la Constitución de 1991. Devia
(2006), destaca que en materia legislativa para fortalecer los
municipios como entes territoriales autónomos, está la figura de
asociaciones de municipios en la ley 136 de 1994, como figura
jurídica que promueve la planificación entre regiones en cuanto a:
la obtención de esquemas de financiación más atractivos, mejora la
prestación de los servicios públicos, y facilita la ejecución de
proyectos de obra pública de beneficio común. .
4. PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD EN COLOMBIA Y
VENEZUELA
La subsidiariedad es un principio distributivo de
competencias, de delegación de funciones en sentido vertical. El
carácter de la subsidiariedad está dado por la capacidad de sustituir
a otro que es principal en algún caso concreto. Se ha visto como un
límite en la acción porque es una especie de “límite o una
prohibición a la intervención del nivel superior” y “una obligación
o un deber de intervención por parte del nivel superior respecto de
los niveles inferiores cuando éstos se muestren incapaces o
desbordados por la tarea a realizar” (Rojo Salgado, citado por
Inciarte y Morales, 2010; 10).
El principio es recurrido para dar lugar a una ampliación del
perímetro o espacio de participación, y es referente común en los
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para la integración fronteriza

concepto de desconcentración y descentralización (Inciarte y


Morales, 2010). Se expresa, entonces la subsidiariedad como
sinónimo de supletoriedad, accesoriedad y hasta de adjunto.
La subsidiariedad tiene lugar cuando se trata de la idoneidad,
de idoneidad de la autoridad en cuanto a la actuación, sin llegar a
un paralelismo en la titularidad de quien en principio es la autoridad
jerárquica superior. De lo que se trata es de cumplir con eficiencia y
eficacia una labor o acción específica en un momento dado. La
subsidiaridad, involucra una estructura jerarquizada que guarda
coherencia con las estructuras federativas de Estado. Como
consecuencia de este principio, los principios de cooperación y
concurrencia tienen aplicabilidad. El principio de la cooperación se
plantea a partir de la distribución de competencias en función de la
eficiencia, donde la armonización entre jerarquías permite la
efectividad en los fines del Estado, y la concurrencia se plantea
cuando las autoridades se abocan solidariamente a fortalecer la
gestión pública en cuanto a los objetivos socioeconómicos del
Estado.
En Venezuela, la acogida del principio de la subsidiariedad
en el cuerpo constitucional está comprendido junto a los principios:
concurrencia, cooperación corresponsabilidad, solidaridad, en vista
de la existencia en Venezuela de la estructura de poder federalista
descentralizada. Al respecto en artículo 4 de la Constitución
Bolivariana de Venezuela (CBV) establece “La República
Bolivariana de Venezuela es un Estado federal descentralizado en
los términos consagrados en esta Constitución”. En Venezuela, el
federalismo tiene características que desnaturalizan lo que es el
federalismo, de allí que no se considere como tal en la práctica.
Christi Rangel, citado por Villegas (2009) resalta tres razones por la
cuales en la práctica es inexistente el federalismo en Venezuela
desde el punto de vista descentralizado, pues realmente es
federalista centralizada; las razones son las siguientes: inexistencia
en la práctica de una instancia de armonización en las relaciones
intergubernamentales ni de coordinación en la ejecución de las
competencias, la dependencia de asignación financiera nacional en
un alto porcentaje (98%), y la gestión legalmente limitada o en
función de lineamientos y los términos emanados del Ejecutivo
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Nacional. Y más recientemente se habla de una “federación


socialista” lo que no es otra cosa que la acentuación del centralismo
de Estado, de acuerdo con una tendencia política ideológica. Esto
determina, que “Venezuela se encuentre en un escenario de abierta
contradicción entre los postulados federalistas descentralizadores de
la actual Constitución y la clara línea del Gobierno en otro sentido”
(Villegas, 2009; 84).
En el artículo 165 de la CBV, el principio de la
subsidiariedad parece inmerso en la concurrencia de competencias:
“Las materias objeto de competencias concurrentes serán reguladas
mediante leyes de bases dictadas por el Poder Nacional, y leyes de
desarrollo aprobadas por los Estados. Esta legislación estará
orientada por los principios de la interdependencia, cooperación,
corresponsabilidad y subsidiariedad. Los Estados descentralizarán
y transferirán a los Municipios los servicios y competencias que
gestionen y que éstos estén en capacidad de prestar.”
De acurdo con la Constitución Política de la República de
Colombia, Art. 298 se señala que el Departamento constituye la
instancia articuladora entre la Nación y sus Municipios en el
proceso de desarrollo económico y social, dicho artículo habla de
complementariedad. El Art. 311 (CPRC) indica al Municipio como
la entidad fundamental de la división política administrativa, al que
se le encomienda la prestación de servicios y el mejoramiento
comunitario. En el titulo relativo a la organización del Estado, se
estable en el Art. 285 (CPRC) la posibilidad de que existan otras
instancias distintas a las tradicionalmente previstas -mencionadas
en el Art. 286 (CPRC) (departamentos, distritos, municipios y
territorios indígenas)- esto es con la finalidad de cumplir con los
fines del Estado. Es importante señalar que conforme al Art. 288
(CPRC) “Las competencias atribuidas a los distintos niveles
territoriales serán ejercidas conforme a los principios de
coordinación, concurrencia y subsidiariedad en los términos que
establezca la ley”.
Ahora bien, a partir de la Ley 1454 de 2011 Ley Orgánica de
Ordenamiento Territorial, se plantea la regionalización del país,
según la cual dos o más departamentos podrán asociarse
Mancomunidad Colombo – Venezolana 258
para la integración fronteriza

administrativa y políticamente para la prestación de servicios


públicos, la ejecución de obras, el cumplimiento de funciones
administrativas propias; para el ejercicio de competencias
concertadas en torno al de desarrollo de en un modelo conjunto.

CONCLUSIÓN
El principio de la subsidiariedad que posibilita formas
asociativas como la mancomunidad tiene en Colombia y Venezuela
su referente legal. Hablar de la posibilidad de mancomunidad
entraña condicionantes, que pasan por asumir el federalismo
descentralizado en función de los asuntos socioeconómicos del
ámbito fronterizo. Es fundamental, el consenso sobre los elementos
que materializan la mancomunidad, esto indica concertar sobre el
orden jurídico-normativo que permita estructurar el funcionamiento
de la mancomunidad, que promueva abiertamente las asociaciones
municipales para la integración de territorios en función de la
gestión pública que procure bienestar y se encamine hacia el
desarrollo.
La mancomunidad es la asociación libre de entes públicos
locales al que se delegan parte de las funciones o competencias que
la ley les atribuye, para lo cual se fijan con claridad el objetivo,
disponen de financiamiento y órganos de gestión, igualmente
propios y diferenciados de los participantes, puede ser conformado,
según su objetivo propuesto, sin límite de tiempo, por un tiempo
determinado o para la realización de una actividad en concreto. Es
importante que la mancomunidad, disponga de recurso económico
binacional para financiar proyectos asociativos que contribuyan
con el desarrollo y bienestar de la zona que se integren en la
frontera.

REFERENCIAS DOCUMENTALES

BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO. 2011.


Programa de Promoción de Bienes Públicos Regionales.
Disponible en http://www.iadb.org/es/temas/integracion-
259 Linda Yicón, Marisol Ansa y Carlos Áñez
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