Tema 1 - Propiedad Intelectual

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1. La Propiedad Intelectual. Introducción.

LA PROPIEDAD INTELECTUAL.

La propiedad intelectual se relaciona con las creaciones de la mente: invenciones, obras


literarias y artísticas, así como símbolos, nombres e imágenes utilizados en el comercio.
Básicamente se divide en dos categorías: La propiedad industrial, que abarca las
patentes de invención, las marcas, los diseños industriales y las indicaciones geográficas,
y el derecho de autor, que abarca las obras literarias (por ejemplo, las novelas, los
poemas y las obras de teatro), las películas, la música, las obras artísticas (por ejemplo,
dibujos, pinturas, fotografías y esculturas) y los diseños arquitectónicos.

Por otra parte, bajo la tutela de los derechos conexos contempla los derechos de los
artistas intérpretes y ejecutantes sobre sus interpretaciones o ejecuciones, los de los
productores de fonogramas sobre sus grabaciones y los de los organismos de
radiodifusión respecto de sus programas de radio y televisión.

Los derechos de propiedad intelectual permiten al creador, o al titular de una patente,


marca o derecho de autor, gozar de los beneficios que derivan de su obra o de la
inversión realizada en relación con una creación. Esos derechos están consagrados en el
Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que contempla el derecho
a beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales resultantes de la
autoría de las producciones científicas, literarias o artísticas. La importancia de la
propiedad intelectual se reconoció por vez primera en el Convenio de París para la
Protección de la Propiedad Industrial (1883), y en el Convenio de Berna para la
Protección de las Obras Literarias y Artísticas (1886). La Organización Mundial de la
Propiedad Intelectual (OMPI) administra ambos tratados.

En líneas generales, la Propiedad Intelectual se refiere a la protección del producto del


intelecto humano, sea en los campos científicos, literarios, artísticos o industriales
y otorga a los creadores, autores o inventores un derecho temporal para excluir a los
terceros de la apropiación de conocimiento por ellos generados, convirtiendo de
forma inmediata a dichos derechos en activos intangibles.

Por consiguiente, se trata de bienes intangibles y esta condición caracteriza a la


propiedad intelectual bajo un sistema de propiedad sui generis, es decir propia en su
género. Por ejemplo, se protege la obra pictórica como acto creativo, y no meramente el
valor del lienzo. Si bien toda creación para merecer protección tiene que estar expresada
en un soporte material, el bien protegido es la creación y por ello intangible. Por caso, la
composición musical puede expresarse mediante cualquier sistema de soporte, pero la
protección no se agota en la partitura sino en la creación.

Desde otro prisma: la propiedad de un inmueble se protege individualizando el bien, con


sus medidas mensuradas, datos catastrales, su formalidad para adquirir el dominio por
escritura pública y su inscripción en el Registro de la Propiedad Inmueble; un bien
mueble registrable como el automotor se adquiere el dominio con su inscripción en el
Registro de Automotores, se identifica el vehículo y sus partes. A diferencia de los bienes
intangibles.

Por ello, la forma en tutelar la propiedad intelectual radica en reconocer a su titular –


creador- (autor o inventor) y otorgar la exclusividad en el uso, difusión, reproducción, y
explotación patrimonial en todas sus formas.

En este punto, tendremos presente durante todo el curso que los bienes que protege la
propiedad intelectual son intangibles y la exclusividad en cabeza de su titular.

Siendo así, el autor, compositor, interprete, productor fonográfico, y todos los creados
en los diferentes géneros artísticos, tiene la exclusividad de disposición y explotación
de su obra. En otros términos, tiene el monopolio para la difusión y uso de su obra, de
manera que sin su autorización no es posible publicar, reproducir servirse de su obra.

Ya se advierte que la propiedad intelectual presenta características sui géneris, porque


dada la trascendencia que tienen los inventos y las artes en general genera un interés
social que colisiona con el monopolio de su obra, y por consiguiente la exclusividad no
puede ser absoluta y los estatutos jurídicos que la rigen contempla limitaciones a la
exclusiva, temporales en su vigencia, y diversas formas para su utilización libre, sin el
requerimiento de autorización y sin exigencia patrimonial.

Reflexionemos en esto. En el régimen de la propiedad ordinaria, de un inmueble por


ejemplo, su vigencia no tiene limitación temporal alguna y se transmite en las siguientes
generación de su propietario; en cambio, todo el régimen de la propiedad intelectual
tiene una vigencia temporal, y transcurrido este tiempo todos los derechos patrimoniales
pasan al dominio público. Sus titulares, cumplido el plazo previsto en la legislación, de
pleno derecho, pierden la exclusividad y la obra queda en el ámbito del dominio
público, y en su consecuencia todos pueden hacer uso de la misma sin necesidad de
pedir autorización ni pagar derechos patrimoniales.

Miremos esta condición más detenidamente: El régimen de patentes (inventos)[1]


establece que se otorga al inventor el título patentario luego de un procedimiento
administrativo en el que se debe acreditar la novedad del invento, sea un medicamente,
elementos mecánico, eléctrico, genético, biológico y de cualquier género o producto de
producción. Se tramita ante una oficina oficial (Instituto Nacional de Propiedad Industrial
. INPI), en que interviene un comisario de patentes especialista en el género que verifica
que el invento rompe la novedad existente, es algo nuevo, en el mundo, y para ello
utiliza nomencladores establecidos en tratados internacionales. Cumplido ese recaudo, el
inventor -sea persona física o jurídica- adquiere la patente que le brinda la exclusividad
sobre el bien patentado. Su vigencia, se limita, por el plazo de 20 años que se cuentan
desde el día en que solicitó la patente. Transcurrido ese plazo el invento pasa al dominio
público.

Pensemos, por ejemplo, en los medicamentos, que se protegen por el sistema de


patentes. El remedio que patenta un laboratorio adquiere la exclusividad y nadie puede
reproducirlo sin la licencia de su titular, bajo sanciones civiles y penales. Es decir, tiene el
monopolio sobre el medicamento y con ello no resultan aplicables dispositivos de
defensa de la competencia. El titular lo licencia a su arbitrio y pone el precio que le
permite su monopolio y las condiciones de mercado.

Es fácil advertir el interés social que interviene en estos casos, ya que una medicación
puede salvar vidas, curar enfermedades y recuperar afecciones. Por ello, se lo limita
temporalmente, y transcurridos 20 años desde que solicitó la patente el remedio pasa al
dominio público, lo que comúnmente denominamos genéricos.

Corresponde decir, que todos los países mediante su legislación en la materia ejercen
una política pública sobre los inventos. Es universal el principio de que una técnica
quirúrgica no es patentable, de lo contrario el creador de la misma tendría la exclusiva y
se tendría que pedir su autorización para utilizarla. Las políticas públicas varían en cada
estado, por ejemplo en la Argentina no se otorgan patentes por descubrimientos
genéticos y en EEUU se les reconoce la patente.

Por otro lado, en materia de marcas de comercio, su propiedad intelectual se protege


con un régimen especial[2] . El título marcario se tramita también en el INPI, y obtenido
el mismo du vigencia es de 10 años contados a partir de la fecha en que se otorgó la
marca. Puede renovarse indefinidamente, por igual plazo, cuando se acredita que se
mantiene su utilización en el comercio, de lo contrario pasa al dominio público.

La marca, es un símbolo, gráfico, denominación, nombre, diseño, sonoro, etc., que


reconoce su origen y calidad, cualquiera sea. Es común escuchar, primeras, segundas,
terceras, marcas. El titular tiene la exclusividad de la marca y su violación se sanciona civil
y penalmente.

Podríamos continuar la enumeración con el régimen de diseños industriales,


denominaciones de origen, bases de datos, etc., pero ingresemos en una materia tan
compleja como interesante como es el derecho de autor.

Todas las creaciones intelectuales que no se regulan por patentes, son tuteladas por el
derecho de autor, en todas sus géneros y ramas artísticas, literarios, musicales,
pictóricos, esculturas, obras dramaturgas, pantomímicas, etc.

Nuestra legislación presenta una descripción enumerativa –no taxativa- de las creaciones
intelectuales que incumben al derecho de autor:[3]

Artículo 1°. — A los efectos de la presente Ley, las obras científicas, literarias y artísticas
comprenden los escritos de toda naturaleza y extensión, entre ellos los programas de
computación fuente y objeto; las compilaciones de datos o de otros materiales; las obras
dramáticas, composiciones musicales, dramático-musicales; las cinematográficas,
coreográficas y pantomímicas; las obras de dibujo, pintura, escultura, arquitectura;
modelos y obras de arte o ciencia aplicadas al comercio o a la industria; los impresos,
planos y mapas; los plásticos, fotografías, grabados y fonogramas, en fin, toda
producción científica, literaria, artística o didáctica sea cual fuere el procedimiento de
reproducción.

Su titular: autor, herederos y derechohabientes, adquieren la exclusividad sobre su


obra, y ejercen sobre la misma el monopolio para su difusión y explotación en cualquiera
de sus formas.

Su vigencia es durante la vida del autor y luego de su fallecimiento durante 70 años,


contados desde el 1ro. de enero posterior a su muerte, cumplido el mismo, de pleno
derecho pasa al dominio público, cae la exclusiva, y cualquiera puede servirse de la obra,
sin necesidad de autorización ni de abonar derechos de autos.

Corresponde aclarar que en nuestro país, el dominio público es pagante, y todos los
usuarios de bienes del dominio público deben tributar derechos patrimoniales que
administra el Fondo Nacional de las Artes, cuestión que analizaremos en su momento.

La vigencia temporal del derecho de autor, en los plazos y condiciones indicados, se


cuenta desde el momento en que se creó la obra. El compositor finalizó su creación,
terminó la partitura, y la obra ya existe, podrá difundirse inmediatamente o quedar
guardada en un cajón, pero ya existe y desde ese momento nace el derecho y la
protección para su autor. En esta materia, no existe un organismo que examina la obra,
su contenido, calidad, virtuosidad, o calificación alguna.

Digamos por el momento, que el régimen de depósito legal de la obra, comúnmente


denominado registro, no es constitutivo para la titularidad, y responde a un sistema de
fecha cierta que brinda presunción de autoría sujeto a prueba en contrario. Llegaremos,
más adelante al análisis de este tema.

En conclusión: El derecho de propiedad tutela bienes intangibles, mediante la


exclusividad a favor del autor sobre su obra, condicionado a las limitaciones previstas en
la legislación y que serán materia de estudio en las próximas clases.

Recomendamos, como tarea derivada de la clase contar con la Ley 11.723, que iremos
citando en el transcurso del curso.
[1][1] En la Argentina la Ley 24.481

[2] En la Argentina ley 22.363

[3] Ley 11.723

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