4 Tratado UE
4 Tratado UE
El Tratado va a tener una estructura basada en "tres pilares", según la jerga jurídica de
los que lo idearon y redactaron. La metáfora utilizada es la de que el TUE tiene la forma
de un "templo griego", que se sustentaría en tres pilares:
Hay que señalar también en este terreno que en 1990 se firmó la denominada Convenio
de Schengen, que desarrolla el Acuerdo de Schengen para construir una Europa
comunitaria sin fronteras. a dificultosa ratificación del Tratado de Maastricht
La ratificación del Tratado de Maastricht por los diversos parlamentos nacionales estuvo
plagada de dificultades. El simbólico año de 1992, se vio ensombrecido por tres crisis
que frenaron el impulso europeísta que había traído la firma en Maastricht del TUE el 7
de febrero de 1992:
En primer lugar, Europa sufrió una grave y profunda crisis económica que
disparó las tasas de desempleo. Los gobiernos y la opinión pública centraron su
interés en estas cuestiones, dejando a un lado la construcción europea.
En segundo lugar, hubo graves tensiones monetarios que pusieron en cuestión
el Sistema Monetario Europeo y el objetivo de la unión económica y monetaria
(UEM).
En tercer lugar, la UE se mostró incapaz de implementar una política exterior y
seguridad común en la crisis yugoslava, que había traído de nuevo la guerra al
continente tras muchos años de paz.
http://clio.rediris.es/udidactica/maastricht.htm - Arriba
El desarrollo de la Unión Europea (1993-1996) y la nueva ampliación a la "Europa de
los Quince" (1995)
Pese a las dificultades por las que pasaba la Unión y la vertiginosa transformación del
mundo en aquellos años, las candidaturas al ingreso en la Comunidad continuaron
presentándose en Bruselas: Austria en 1989, Malta y Chipre en 1991, Finlandia,
Noruega y Suiza en 1992, aunque esta última retiró su candidatura meses después tras
un referéndum en el país helvético.
El Tratado de Ámsterdam
No es un tratado más en la Unión Europea. En 1997, los ciudadanos de la Unión
tenemos conciencia europea y los órganos políticos avanzan con la sociedad
cambiando varios aspectos sociales.
Si el Tratado de Ámsterdam es importante, es por su alto contenido social. La mayoría
de las reformas que plantea son por y para el ciudadano. Es por ello que estamos ante
el primer Tratado en el que se tiene verdadera conciencia de Unión y en el que los
organismos políticos, instituciones europeas y el resto de parafernalia común,
presentan un mismo objetivo.
Ámsterdam es importante porque desde entonces, se plantea la posibilidad de una
justicia común y se empieza a enfatizar el papel del Parlamento Europeo.
1997, sería un año bueno para Europa. Sin embargo, hoy en el 2001, nos encontramos
inmersos de nuevo en un caos europeo debido a diferentes escándalos como la crisis
de “las vacas locas”, extendida ya a todos los países; y el de los bombardeos con
uranio en la última guerra de los Balcanes.
A pesar de todo, el ciudadano se adapta a su nueva situación de europeo y pugna por
cambios esenciales en la sociedad de La Unión.
El Tratado de Amsterdam
El Tratado de Amsterdam fue aprobado por el Consejo Europeo de Amsterdam (16 y 17
de junio de 1997) y firmado el 2 de octubre de 1997 por los ministros de Asuntos
Exteriores de los quince países miembros de la Unión Europea. Entró en vigor el 1 de
mayo de 1999 tras haber sido ratificado por todos los Estados miembros, según sus
propias normas constitucionales.
El Tratado de Amsterdam tiene como objetivo modificar ciertas disposiciones del
Tratado de la Unión Europea, de los tratados constitutivos de las Comunidades
Europeas (Paris y Roma) y de algunos actos relacionados con los mismos. No sustituye
a los tratados anteriores, sino que se les añade.
Como todo documento jurídico que responda a más de un interés, el Tratado de
Amsterdam ha sido recibido con abundantes críticas.
El Tratado no ha dado una solución a uno de los grandes problemas pendientes de
la Unión: la adaptación de las instituciones a una Comunidad cada vez más amplia.
Este punto ha sido corregido o ha habido un intento de solución, este verano enla
Conferencia de Niza.
Algunos piensan que las iniciativas del Tratado se quedan cortas y no soluciona
problemas políticos o temas escabrosos como las instituciones comunitarias; que hoy
en día refuerzan su poder y papel en los países miembros pero que aún no son los
suficientemente tenidas en cueta.
Otro fallo de la elaboración del Tratado de Ámsterdam es la poca trasnparencia que
ha tenido en cuanto a los ciudadanos se refiere. Como en anteriores disposiciones
comunitarias ha faltado la participación popular manteniendo ese “déficit democrático”.
Esto se debe a que el papel del Parlamento Europeo (único órgano comunitario elegido
por el pueblo), no ha sido suficientemente potenciado.
El texto del tratado sigue siendo bastante complejo -consta de tres partes, un anexo
y trece protocolos-, y no es fácilmente inteligible ni para los ciudadanos, ni, incluso, para
los agentes jurídicos, económicos y políticos que deben intervenir siguiendo sus
normas.
Pese a todos los defectos, el tratado de Ámsterdam ha supuesto un paso más en la
consecución de los objetivos comunitarios y en la integración ciudadana.
¿De qué habla el Tratado?
El contenido del Tratado de Ámsterdam se divide en varias partes, bien diferenciadas y
concebidas para la solución de un tema en concreto.
Libertad, seguridad y justicia
El Tratado afirma que la Unión Europea se basa en los principios de libertad,
democracia, respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales y del
Estado de Derecho. Estos principios son comunes a todos los estados miembros.
Posteriormente, en 1998, el Consejo Europeo reunido en Colonia, acordó que la UE
redacte y apruebe una Carta de Derechos Fundamentales. Esta Carta vendrá a
"comunitarizar" los principios generales expresados en el Convenio Europeo de
Derechos Humanos (CEDH), aprobado en 1950 en el marco del Consejo de Europa.
En este sentido encontramos el artículo 6.2
"La Unión respetará los derechos fundamentales tal y como se garantizan en el
Convenio Europeo de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales
firmado en Roma el 4 de noviembre de 1950, y tal como resultan de las tradiciones
constitucionales comunes a los Estados miembros como principios generales del
Derecho comunitario".
Con la llegada al poder británico de Tony Blair, también se dio un paso hacia el frente
en la UE; ya que Gran Bretaña se ha adherido al Acuerdo Social que iba anexo al
Tratado de Maastricht. Este protocolo ha sido incluido en el Tratado de Amsterdam y,
por él, los estados miembros se comprometen a respetar los derechos sociales
recogidos en la Carta Comunitaria de Derechos Sociales (Carta Social, 1989). La Unión
Europea puede en adelante actuar en los ámbitos de salud y seguridad de los
trabajadores, las condiciones de trabajo, la integración de las personas excluidas en el
mercado laboral o en la igualdad de trato entre hombres y mujeres.
El Tratado prevé la posibilidad de que algún país miembro viole los derechos
fundamentales y regula pasos y medidas a adoptar por parte de la Unión en tal caso.
En febrero del 200º, pudimos ver el primer gran ejemplo de la aplicación de estas
medidas. Con el acceso al gobierno austriaco de miembros del partido ultraderechista
de Jörg Haider, la Unión, muestra esta actitud general de defensa de los derechos
fundamentales y de prevención contra posturas atentatorias contra estos derechos.
El Tratado va más allá en los aspectos sociales. Se establece el principio de no
discriminación y de igualdad de oportunidades como una de las directrices básicas de la
política de la UE. El Consejo se compromete a adoptar todo tipo de medidas contra la
discriminación.
Como la libre circulación de personas hace necesario crear sistemas de información a
escala europea, se refuerzan las garantías de protección de datos personales. La Unión
se compromete a establecer progresivamente un espacio de libertad, de seguridad y de
justicia común, en el que el Parlamento Europeo tendrá mucho que decir. Este aspecto
sufrirá un proceso gradual durante los próximos años.
Respecto a la libre circulación de personas por la Unión, se incluyen en el Tratado los
Acuerdos y el Convenio de Schengen. Sin embargo, Reino Unido, Irlanda y Dinamarca
quedan fuera voluntariamente y, por tanto, se reservan el derecho de ejercer controles
sobre las personas en sus fronteras.
Un importante avance ha sido el que cuatro grandes países europeos, España, Italia,
Alemania y Francia, acordaran el 28 de julio del 2000 la eliminación de la obligación de
obtener un permiso de residencia a los ciudadanos de la UE. La medida se aplicará a
todos los nacionales comunitarios aunque no haya reciprocidad. En este aspecto
nuestro país ha jugado bien sus cartas al incluirse en este grupo y avanzar en la libre
circulación de personas.
La cooperación policial y judicial en materia penal (racismo y xenofobia, terrorismo,
tráfico de drogas y armas, trata de seres humanos y delitos contra los niños, corrupción
y fraude) siguen incluidos en el "tercer pilar" de Justicia y Asuntos de Interior (JAI), y por
tanto son materia de cooperación intergubernamental. Se fijan diversos objetivos como
facilitar la colaboración entre las autoridades judiciales, facilitar la extradición entre
Estados miembros, y fomentar la colaboración policial. Así, se establece un programa
gradual de fomento de las actividades de la Europol u Oficina Europea de Policía.
Este último aspecto de seguridad, es importante para España. Debemos conseguir toda
la colaboración Europea que podamos, para combatir el terrorismo dentro y fuera de
nuestras fronteras y colaborar en la disminución de tráfico de armas y drogas que
tienen en España una entrada asidua. De todos modos, las relaciones Exteriores
españolas en materia de terrorismo han mejorado mucho llegando a colaborar Francia
en varias operaciones de detención y búsqueda y comprendiendo el resto de los países
la gravedad del problema y la importancia de la colaboración europea.
La Unión y el ciudadano
El Tratado desarrolla un importante el concepto: la ciudadanía europea. Además,
recoge diversas medidas que tratan de poner al ciudadano común en el centro de las
preocupaciones de la Unión:
Se introducen medidas que fomentan la intervención comunitaria en la lucha contra el
desempleo, el respeto del medio ambiente y la protección de los consumidores.
Se garantiza el derecho de todos los ciudadanos a acceder a los documentos de las
instituciones de la UE y a comunicarse con ella en cualquiera de las doce lenguas
oficiales de la Unión (español, portugués, francés, italiano, inglés, irlandés o gáelico,
neerlandés, alemán, danés, sueco, finlandés y griego).
Política exterior común
La dramática ruptura de Yugoslavia y la vuelta de la guerra a nuestro continente ha
mostrado la urgente necesidad de que la Unión se halle en condiciones de actuar y
prevenir, y no solamente reaccionar ante los acontecimiento exteriores. La crisis
yugoslava puso, de nuevo, en evidencia la debilidad de los estados europeos cuando
reaccionan de manera dispersa ante una crisis internacional.
Ahora más que nunca (por el conflicto con los bombardeos de uranio en los Balcanes)
los ciudadanos reclaman una solución al eterno problema étnico -político de la zona.
Sin embargo, hay una gran desproporción entre unos objetivos ambiciosos y los medios
escasos con los que cuenta la Unión para llevarlos a cabo.
La principal novedad que introduce el tratado es la creación de lo que los periodistas
han denominado el Sr. PESC. Javier Solana, antiguo ministro español y ex-secretario
general de la OTAN, ha sido en 1999 el primer europeo designado para este puesto. El
Alto Representante para la PESC, que tienen también el cargo de Secretario General
del Consejo de la UE, es el encargado de asistir al Consejo en las cuestiones que
correspondan a la PESC y de contribuir a la formulación de una política exterior
comunitaria. Su principal función es la de personificar en un cargo concreto la aún
naciente política exterior y de seguridad de la Unión. Solana también ha sido nombrado
en 1999 Secretario General de la UEO.
En el terreno de la defensa el tratado simplemente plantea, como objetivos a largo
plazo, la adopción de un política de defensa común y la futura integración de la Unión
Europea Occidental (UEO) en la Unión Europea.
La reforma de las instituciones comunitarias
El tratado de Amsterdam amplió las competencias del Parlamento europeo, introdujo
algunas reformas en el funcionamiento de la Comisión y el Consejo de la UE y ha
reforzado las funciones del Tribunal de Cuentas, del Comité Económico y Social y del
Comité de las Regiones.
Se da en este tratado un hecho clave: la "cooperación reforzada". Es decir, la
posibilidad de que un grupo de países que quieran ir más lejos de lo previsto en los
Tratados en la integración en diversos aspectos, puedan hacerlo en el marco de la
Unión Europea. De este modo, el ritmo de la integración lo marcarán los países
deseosos de ceder más competencias a la Unión puesto que caminarán más
rápidamente en el camino de la unidad.
Este verano en la Conferencia de Niza, se resolvieron parte de las asignaturas
pendientes de la Unión en cuando la reformad e la instituciones comunitarias. Aunque
se acordó su ampliación, se fijaron fechas para el comienzo y final de la obra, no se
produjo una apertura total de La Unión hacia la Europa Occidental.
En dicha conferencia, el punto más discutido fueron las cantidad de sillones que tendría
cada país. Alemania, lógico, se llevó la mayor parte de sillones puesto que el país de la
Unión más poblado. En esta ocasión España consiguió una victoria al igualarse a otros
países como Italia y conseguir un sillón más, cuando muchos otros perdieron alguno o
estuvieron a punto.
El Tratado de Ámsterdam y la ciudadanía Europea
No hay que decir que desde que se creara la Unión como tal el concepto de ciudadanía
ha avanzado mucho. España, al haberse introducido en la Unión años después de su
creación, no asistió a los primeros pasos en política social.
Cuando nosotros llegamos el concepto clásico de ciudadanía había cambiado. Se había
reconocido el derecho de libre circulación de las personas dentro del territorio de la
Comunidad fue introducido en el Tratado constitutivo de la C.E.E., (Roma, 1957). Dicha
circulación estaba estrechamente vinculada al desempeño de una actividad económico.
Así, el derecho de residencia se reconocía a los trabajadores y sus familias, en relación
con el derecho a ejercer una actividad laboral en otro país miembro de la CEE.
Más, tarde, en el Informe Tindemans de 1976, se plantea por primera vez la necesidad
de crear una comunidad de ciudadanos.
Este informe, redactado por el entonces primer ministro belga a instancias de la
Cumbre de París de 1974 (se había planteado la cuestión de conceder residencia en
casos especiales, pero no se discute sobre ello), tiene escaso éxito entre los gobiernos,
pero tiene una importante influencia en posteriores pasos hacia la integración. En un
capítulo, titulado "La Europa de los Ciudadanos", Tindemans proponía, además de una
serie de actuaciones encaminadas a la mejor protección de los derechos de los
individuos, la aprobación de diversas medidas que hicieran perceptible, mediante
señales exteriores, el surgimiento de una "conciencia europea": la unificación de
pasaportes (hoy casi una realidad), la desaparición de los controles de las fronteras, la
utilización indistinta de los beneficios de los sistemas de Seguridad Social, la
convalidación de los títulos y cursos académicos...
Tindemans fue sin duda un adelantado a su tiempo. A pesar de ello durante la década
de 1990, en Europa se vuelve a discutir el concepto de ciudadanía. Debido en parte, a
los grandes avances y cambios de finales de siglo.
Y se ha producido este planteamiento de cambio a sido gracias la globalización. Es
decir, el hecho de que las actividades económicas centrales y estratégicas estén
integradas a nivel mundial a través de redes electrónicas de intercambio de capital,
bienes, e información. Un elemento clave de esta "globalización" es el desarrollo de la
red de Internet y de lo que se ha venido en denominar "la sociedad de la información".
Esta mundialización de la economía es la que impulsó los últimos pasos decisivos en la
integración europea, esencialmente, la Unión monetaria y económica aprobada en
Maastricht. La aparición de sociedades cada vez más multiculturales en las que se
fragmenta la teórica homogeneidad de los Estados-nación, la diversidad regional o
nacional y la multiculturalidad y multietnicidad derivada de la creciente inmigración son
aspectos clave de esta creciente diferenciación de las sociedades.
De esta necesidad y de la cercanía al concepto de ciudadanía europea nace, la
necesidad en el Tratado de Ámsterdam de revisar el concepto.
En Ámsterdam la condición de ciudadano europeo quedó reservada a toda persona que
tuviera la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía europea no sustituye sino
que complementa la ciudadanía de cada estado. Serán las leyes de cada estado
miembros las que regulan cómo se puede llegar a acceder a la ciudadanía de la Unión.
Artículo 17
1. Se crea una ciudadanía de la Unión. Será ciudadano de la Unión toda persona que
ostente la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión será
complementaria y no sustitutiva de la ciudadanía nacional.
Tratado de Amsterdam, 1997
Los ciudadanos de los estados que conforman la Unión Europea ya gozaban de
diversos derechos en virtud de la aplicación de las reglas que regulan el mercado único
europeo.
La Ciudadanía de la Unión establece unos derechos que se añaden a todos los
anteriores. Básicamente se pueden resumir en los siguientes:
Derecho de libre circulación y residencia en el territorio de los Estados miembros.
Artículo 18
1. Todo ciudadano de la Unión tendrá derecho a circular y a residir libremente en el
territorio de los Estados miembros, con sujeción a las limitaciones y condiciones
previstas en el presente Tratado y en las disposiciones adoptadas para su aplicación.
Tratado de Amsterdam, 1997
Derecho de ser elector y elegido en las elecciones al Parlamento europeo y en las
elecciones municipales en el Estado miembro donde haya fijado su residencia.
Artículo 18
1. Todo ciudadano de la Unión que resida en un Estado miembro del que no sea
nacional tendrá derecho a ser elector y elegible en las elecciones municipales del
Estado miembro en que resida, en las mismas condiciones que los nacionales de
dichos Estado (...)
2. (...) todo ciudadano de la Unión que resida en un Estado miembro del que no sea
nacional tendrá derecho a ser elector y elegible en las elecciones al Parlamento
Europeo en el Estado miembro en que resida, en las mismas condiciones que los
nacionales de dichos Estado.
Tratado de Amsterdam, 1997
Derecho a recibir protección diplomática y consular de cualquier Estado
miembro, si el país de origen del ciudadano europeo no tiene representación
diplomática en un tercer país.
Artículo 20
Todo ciudadano de la Unión podrá acogerse, en el territorio de un tercer país en el que
no esté representado el Estado miembro del que sea nacional, a la protección de las
autoridades diplomáticas y consulares de cualquier Estado miembro, en las mismas
condiciones que los nacionales de dicho Estado.
Tratado de Amsterdam, 1997
Derecho de petición ante el Parlamento europeo y derecho de acudir al Defensor
del Pueblo, en los casos de mala administración de las instituciones y los
órganos comunitarios.
Artículo 21
Todo ciudadano de la Unión tendrá el derecho de petición ante el Parlamento Europeo
(...)
(...) podrá dirigirse al Defensor del Pueblo.
Tratado de Amsterdam, 1997
Derecho de ponerse en contacto con las instituciones europeas en una de las
lenguas oficiales (español, portugués, francés, italiano, inglés, irlandés o gáelico,
neerlandés, alemán, danés, sueco, finlandés y griego) y a recibir repuesta
redactada en esa misma lengua.
Derecho de acceder a los documentos del Parlamento Europe, el Consejo y la
Comisión, excepto en los casos fijados legalmente.
Estos dos últimos derechos, así como el derecho de petición al Parlamento y de acudir
al Defensor del Pueblo, son también aplicables a todas las personas residentes en los
Estados miembros, aunque no sean ciudadanos de ellos.
La ciudadanía europea, a diferencia de las ciudadanías nacionales, no impone, hasta el
presente, ningún tipo de deber a los ciudadanos de los estados miembros.
El estatuto de la ciudadanía europea se contempla como un conjunto de derechos a
desarrollar y, así, la Comisión queda obligada a presentar cada tres años al
Parlamento, al Consejo y al Comité Económico y social sobre la aplicación de las
disposiciones de la Parte Segunda del Tratado, en la que se recoge todo lo relativo a la
ciudadanía europea.
El "Segundo informe sobre la Ciudadanía de la Unión" emitido por la Comisión en 1997,
el primero se realizó en 1993, pone el énfasis en desarrollar esencialmente todo los
relativo a la libre circulación de los ciudadanos europeos en la Unión. El informe señala
la necesidad de mejorar la información que los ciudadanos tienen sobre sus derechos a
libre circulación y libre residencia.
Entre las iniciativas para mejorar la información de los ciudadanos sobre sus derechos,
se ha creado un sitio web Ciudadanos, en el que el público puede acceder a
información desde una perspectiva eminentemente práctica.
Junto al nuevo estatuto jurídico que supone la ciudadanía europea, debemos incluir los
diversos avances que en materia de derechos humanos que se dieron en el Tratado de
Ámsterdam.
La igualdad de todos los ciudadanos al acceso a la función pública en las
instituciones de la Unión Europea.
El principio de no discriminación por razón de nacionalidad entre los ciudadanos
de la Unión, recogido en el artículo 6 del Tratado de Amsterdam.
El principio de nos discriminación por motivos de sexo, raza u origen étnico,
religión o creencias, discapacidad, edad u orientación sexual.
Artículo 13
(...) El Consejo, por unanimidad, a propuesta de la Comisión y previa consulta al
Parlamento Europeo, podrá adoptar acciones adecuadas para luchar contra la
discriminación por motivos de sexo, de origen racial o étnico, religión o convicciones,
discapacidad, edad u orientación sexual.
Tratado de Amsterdam, 1997
Hay que destacar, por último, que la Comisión ha puesto el énfasis en el hecho de que
la educación será el elemento clave a la hora de construir en un futuro una plena
ciudadanía europea. Los derechos introducidos en Maastricht y recogidos en el Tratado
de Amsterdam son solo el inicio de un proceso que, desde los planteamientos
europeístas, deberá conducir a una ciudadanía europea en la que se recojan derechos
y deberes engarzados en la vida cotidiana y en la que los europeos encuentren una
parte significativa de su identidad.
¿Cómo afecta el Tratado de Ámsterdam a España?
España no jugó mal del todo sus cartas en el Tratado de Ámsterdam.
Por la reciente situación política en España (un cambio radical en la cima del poder del
Estado), Ámsterdam no tuvo mayor trascendencia en cuanto a ciudadanos se refiere.
Lo mejor para España, han sido las inversiones de futuro que ha ido consiguiendo a lo
largo de los últimos 3 años y a consecuencia del tratado de Ámsterdam.
Por ejemplo, la mejora de relaciones entre Francia y España y el que el resto de países
miembros fueran conscientes de la importancia del terrorismo en nuestro país, nos ha
abierto las puertas de otros organismos de seguridad en algunos casos. Del mismo
modo que se fomenta la colaboración en temas de armas y tráfico de drogas. Este
punto de ayuda policial y cooperación entre países es muy importante para nuestro
país, que para lo bueno y l malo se convierte en entrada de todo tipo de mercancías y
personas.
En lo relativo a personas, España ha avanzado en cuanto a la ciudadanía europea pero
se ha quedado algo corta en el tema de la inmigración. Es de esperar que en breve, la
Unión actúe y recomiende a nuestro país una estrategia o proponga una táctica común.
En cuanto a la próxima presidencia de la Unión, pensamos que se está preparando bien
el terreno. Las relaciones exteriores han mejorado considerablemente y esto refuerza
nuestro peso político ante el resto de los Estados.
Toda la política social y de seguridad que plantea Ámsterdam, creemos que España la
está intentando poner en práctica. Sobre la discriminación, ya estábamos actuando
hace tiempo y aunque se siguen produciendo incidentes discriminatorios (en casi su
totalidad por inmigrantes no europeos) hay una mayor conciencia social, que no encaja
con la rigidez política en este tema de la inmigración.
Ante el reto de crear varias instituciones comunitarias, respetadas y con una función
necesaria, España responde sí, pero con cuidado. Y es que en este momento a nuestro
país le preocupa más lo extraeuropeo (al menos, le está dando mayores problemas)
quizás porque está demasiado preocupado (El Gobierno, no la sociedad)en ocupar un
peso sustancial en el camino de la integridad europea.
Fuentes de información:
Índice
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1 Concepto
2 Antecedentes teóricos
3 Antecedentes históricos
4 Nacimiento
5 Fases de la Unión
o 5.1 Primera (1990 1993)
o 5.2 Segunda (1994-1998)
o 5.3 Tercera (1999-2014)
6 Véase también
7 Referencias
8 Enlaces externos
Concepto[editar]
Así mismo, la Unión Económica culmina con la Unión Monetaria, proceso por el cual se
instauró el euro como moneda única de una parte de los países de la Unión Europea.
Antecedentes teóricos[editar]
Una unión económica es una forma superior de integración a la que supone el mercado
común. Añade a éste un mayor grado de armonización de las políticas económicas
nacionales en un intento de eliminar la discriminación que puede derivarse de las
disparidades en dichas políticas.
Antecedentes históricos[editar]
Nacimiento[editar]
Fases de la Unión[editar]
Segunda (1994-1998)[editar]
Creación del Instituto Monetario Europeo, como predecesor del Banco Central Europeo.
El 2 de mayo de 1998 se aprueban los once países que van a formar parte de la UEM a
partir de 1999 al cumplir los requisitos establecidos en el Acuerdo de Maastricht. Dichos
países
eran Alemania, Austria, Bélgica, España, Francia, Finlandia, Irlanda, Italia, Luxemburgo,
Países Bajos y Portugal.
Tercera (1999-2014)
El 1 de enero de 1999 se fijan los tipos fijos de cambio de cada una de las monedas
con respecto al euro y el Banco Central Europeo sustituye al Instituto Monetario
Europeo. Desde esta fecha el euro existía como unidad monetaria, de cotización y
cambio en los mercados, pero no existían los billetes y monedas de euro. El 1 de enero
de 2002 entran en vigor las nuevas monedas y billetes de euro, sustituyendo a las de
los respectivos países, que desaparecen.
Algunos meses antes se creará el Banco Central Europeo, que será independiente de
los gobiernos y adoptará la política monetaria del conjunto de los Estados que
participen en esta unión monetaria. Los Estados que en ese momento no hayan podido
formar parte de ese bloque se unirán a ellos en cuanto sus resultados económicos se lo
permitan.
Como muy tarde a partir del 1 de enero del 2002, y durante un corto periodo (no más de
seis meses), se pondrán en circulación los nuevos billetes y monedas denominados en
euros y se retirarán las antiguas monedas nacionales.
7. ¿Cuándo entrará en vigor?
La respuesta es compleja. A partir de 1999, el Banco Central Europeo, los bancos
centrales de los Estados miembros, y el sistema financiero comenzarán a operar en
euros; pero la moneda y los billetes no existirán todavía. Habrá que esperar hasta el
año 2002 para que entre los ciudadanos circulen los billetes y monedas.
Durante el periodo transitorio (desde 1 de enero de 1999 hasta no más tarde del 1 de
enero 2002), el euro no existirá en forma de billetes y monedas, pero sí lo hará como
una moneda "virtual" para cualquier transacción financiera.
8. Calendario de la introduccion del euro
Año 1996
El Consejo Europeo de Ministros de Economía y Finanzas adopta formalmente las
decisiones de la Cumbre de Madrid de diciembre de 1995.
Todos los Estados miembros comienzan campañas de información a continuación de
la Mesa Redonda celebrada en enero y de la consiguiente puesta en marcha, en el
ámbito nacional, de los acuerdos alcanzados en la misma. El Instituto Monetario
Europeo (IME) tendrá que especificar antes de que acabe el año la regulación
y estructura logística y organizativa necesarias para que el Banco Central Europeo y el
Sistema de Bancos Centrales Europeos lleve a cabo su cometido en la tercera fase de
la Unión Monetaria (especialmente los instrumentos de política monetaria). La Comisión
Europea propondrá la legislación necesaria para el cambio de las monedas nacionales
al euro (por ejemplo, reglas de redondeo, continuidad de las cláusulas contractuales,
etc.). Los Estados miembros están tratando durante el crucial año de 1997. Año 1997
Fecha económica decisiva para que los Estados miembros alcancen los cinco criterios
de convergencia (inflación, tipo de cambio, tipo de interés, déficit público y deuda
pública). Año 1998 En el TUE se dice que "tan pronto como sea posible", pero no más
tarde del 1 de julio, el Consejo Europeo decidirá los Estados miembros participantes.
Hay un peligro de inestabilidad entre el momento que se deciden los países que entran
y el de la fijación de las paridades. Para evitarlo, en la reunión informal de ECOFIN que
ha tenido lugar el pasado sábado, día 5 de abril de 1997, el ministro belga de finanzas,
Philip Maystadt, explicaba que, para evitar la especulación en los mercados, se está
estudiando el siguiente calendario: Día 1 de mayo: los ministros de Finanzas preparan
el terreno. Día 2: los jefes de estado y de Gobierno decidirán qué países cumplen los
criterios de Maastricht y, por tanto, formarán parte de la UEM desde el 1 de enero de
1999. Día 3: Se nombran los directivos del Banco Central Europeo y se fijan de manera
irreversible los tipos de cambio. (Este calendario se ha dado por definitivo, con la
posible excepción de lo referente al BCE). Una vez fijados los tipos de cambio, la UME
ha comenzado. De hecho (aunque hasta el 1.1.2002 no de derecho), ya habrá una sola
moneda (el euro) con fracciones no decimales (peseta, franco francés, marco, etc.).
Abundando sobre la idea de fracciones no decimales, si se fija en euro en 163 pesetas,
1 peseta es 1/163 de euro. 1/1,63 = 0,61 cent. Una moneda de peseta es equivalente a
que se hubiera acuñado una moneda de 0,61 cent. Es a este tipo de valores a los que
llamamos no decimales. En el sistema monetario decimal se suele dividir en céntimos o
décimos. El Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo estará formado por un mínimo
de 4 miembros, máximo 6; se eligen por ocho años no renovables. Asimismo, fijarán el
día para la introducción de los billetes y monedas en euros. El Sistema Europeo de
Bancos Centrales comenzará la fabricación de billetes en euros (5; 10; 20; 50; 100; 200
y 500 euros). El Consejo Europeo y los Estados participantes comenzarán la fabricación
de monedas en euros (0,01; 0,02; 0,05; 0,1; 0,5; 1 y 2 euros). Se creará el Banco
Central Europeo será y tendrá que definir su política monetaria. El Consejo Europeo
tiene que adoptar la legislación secundaria (pautas para la suscripción de capital propio
del Banco Central Europeo, recogida de información estadística, reservas mínimas,
consultas del Banco Central Europeo). El 31 de diciembre concluirá la segunda fase de
la Unión Económica y Monetaria. Años 1999-2001 El 1 de enero de 1999 comenzará la
tercera fase de la Unión Económica y Monetaria Europea. Fijación irrevocable de los
tipos de conversión entre monedas participantes y el euro. Un ECU se convertirá en un
euro. Las monedas nacionales de los miembros participantes continúan en circulación
como moneda de curso legal, como una fracción o múltiplo del euro. Entrada en vigor
de un nuevo estatus (pendiente de definir) para las monedas de los países de la Unión
Europea no participantes. El establecimiento por el Banco Central Europeo de la política
monetaria, operaciones de cambio exterior, sistema de pago interbancario y para
grandes empresas (TARGET), y medidas de nueva deuda pública negociable en Euros.
Últimos preparativos de las economías nacionales con vistas al inicio de las
operaciones del sector privado y la administración. Año 2002 El 1 de enero del 2002,
los billetes y monedas en euros comenzarán a circular. Comienza la retirada de los
billetes y monedas nacionales participantes. El conjunto de cuentas bancarias será
transformado en euros. Finaliza la consideración como monedas de curso legal de las
monedas nacionales participantes (No más tarde del 1 de julio). Cambio completo de la
administración pública (No más tarde del 1 de julio).
9. Billetes Euro
Los principales elementos del diseño del euro se han modificado, con carácter previo a
la elaboración de las planchas que permitirán imprimir los billetes reales, para corregir
aquellos rasgos arquitectónicos que pudieran introducir referencias claras
a estructuras reales y también para incluir a las islas Baleares y Canarias, ausentes del
mapa de Europa inicialmente seleccionado.
Por motivos de seguridad, las reproducciones que ahora ha difundido el Instituto
Monetario Europeo (IME) no muestran todos los detalles que serán incorporados en
última instancia, pero los nuevos bocetos serán la base del trabajo técnico adicional que
permitirá al Sistema Europeo de Bancos Centrales poner en circulación los billetes del
euro antes del 1 de enero del 2002.
Los billetes son siete, de 5, 10, 20, 50, 100, 200 y 500 euros. Las denominaciones
tienen colores diferentes y también tamaños y señales táctiles especiales, pensando en
las personas invidentes o con facultades visuales mermadas.
La elección efectuada por el IME se ha basado en una maqueta inspirada en el
tema Épocas y estilos de Europa porque "reúne, de una forma armoniosa, la evolución
de la técnica, el arte y los medios de comunicación en Europa a través de los siglos, y
simboliza el nacimiento de la nueva Europa unificada, depositaria de
una herencia cultural común, así como la visión de un futuro común para el siglo
próximo, es decir, para el nuevo milenio" (Comunicado de prensa del IME, 13/12/96).
El grafismo seleccionado responde a las características siguientes:
están representadas las 7 épocas de la historia de la cultura europea: clásica (billete de
5 euro), románica (10 euro), gótica (20 euro), renacimiento (50 euro), barroco y
rococó (100 euro), arquitectura del hierro y del vidrio (200 euro), arquitectura moderna
del siglo XX (500 euro);
estas 7 épocas están representadas por los estilos arquitectónicos respectivos: los tres
grandes elementos arquitectónicos representados - las ventanas, los pórticos y los
puentes - no son atribuibles a un monumento o a un país en particular, pero son
representativos de los estilos arquitectónicos que se han dado en una gran parte de
Europa;
el anverso de cada billete representa las ventanas y los pórticos - que simbolizan "el
espíritu abierto y de cooperación que reina en el seno de la Unión Europea" - y las doce
estrellas de la Unión Europea, que transmiten "el dinamismo y la armonía de la Europa
de hoy" (Comunicado de prensa del IME, 13/12/96);
el reverso de cada billete representa un puente (sobre el perfil de un mapa de Europa
desde el Atlántico a los Urales) que es característico del periodo de la historia de
Europa evocado por el billete: "metafóricamente, el puente simboliza el lazo que une no
solamente los pueblos europeos entre ellos, sino también a Europa con el resto del
mundo",
Los billetes euro serán los más seguros y difíciles de falsificar entre los que se emiten
actualmente. El papel contiene fibras fluorescentes y un dibujo de diversos tonos. La
imitación de este último exige por parte del falsificador un trabajo adicional, porque no
puede reproducirlo fácilmente a la vez que lo copia o imprime.