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Índice De Las Poesías

1. Vivo sin vivir en mí


2. Vuestra soy, para Vos nací
3. Sobre aquellas palabras «dilectus meus mihi»
4. Coloquio amoroso
5. Dichoso el corazón enamorado
6. ¡Oh hermosura que excedéis!
7. Ayes del destierro
8. Alma, buscarte has en Mí
9. Nada te turbe
10. Hacia la Patria
11. Pastores que veláis
12. Al Nacimiento de Jesús
13. Para navidad
14. Ya viene el alba
15. A la circuncisión
16. Otra a la circuncisión
17. En la festividad de los Santos Reyes
18. Cruz, descanso sabroso...
19. En la Cruz está la vida
20. Abrazadas a la cruz
21. A San Andrés
22. A San Hilarión
23. A Santa Catalina Martir
24. A la vestición de la Hermana Jerónima de la
Encarnación
25. Al velo de la Hermana Isabel de los Ángeles
26. A la profesión de Isabel de los Ángeles
27. A una profesa
28. En una profesión
29. Para una profesión
30. A la gala gala de la Religión
31. Pues nos dais vestido nuevo...
Porque si es dulce el amor,
1. Vivo sin vivir en mí no lo es la esperanza larga:
Vivo sin vivir en mí, quíteme Dios esta carga,
y tan alta vida espero, más pesada que el acero,
que muero porque no muero. que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí, Sólo con la confianza
después que muero de amor; vivo de que he de morir,
porque vivo en el Señor, porque muriendo el vivir
que me quiso para sí: me asegura mi esperanza;
cuando el corazón le di muerte do el vivir se alcanza,
puso en él este letrero, no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero. que muero porque no muero.
Esta divina prisión, Mira que el amor es fuerte;
del amor en que yo vivo, vida, no me seas molesta,
ha hecho a Dios mi cautivo, mira que sólo me resta,
y libre mi corazón; para ganarte perderte.
y causa en mí tal pasión Venga ya la dulce muerte,
ver a Dios mi prisionero, el morir venga ligero
que muero porque no muero. que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida! Aquella vida de arriba,
¡Qué duros estos destierros, que es la vida verdadera,
esta cárcel, estos hierros hasta que esta vida muera,
en que el alma está metida! no se goza estando viva:
Sólo esperar la salida muerte, no me seas esquiva;
me causa dolor tan fiero, viva muriendo primero,
que muero porque no muero. que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga Vida, ¿qué puedo yo darle
do no se goza el Señor! a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti, Veis aquí mi corazón,
para merecer ganarle? yo le pongo en vuestra palma,
Quiero muriendo alcanzarle, mi cuerpo, mi vida y alma,
pues tanto a mi Amado quiero, mis entrañas y afición;
que muero porque no muero. dulce Esposo y redención,
2. Vuestra soy, para Vos nací pues por vuestra me ofrecí:
Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?
¿qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte, dadme vida:
Soberana Majestad, dad salud o enfermedad,
eterna sabiduría, honra o deshonra me dad,
bondad buena al alma mía; dadme guerra o paz crecida,
Dios alteza, un ser, bondad, flaqueza o fuerza cumplida,
la gran vileza mirad que a todo digo que sí:
que hoy os canta amor así: ¿qué mandáis hacer de mí?
¿qué mandáis hacer de mí? Dadme riqueza o pobreza,
Vuestra soy, pues me criastes, dad consuelo o desconsuelo,
vuestra, pues me redimistes, dadme alegría o tristeza,
vuestra, pues que me sufristes, dadme infierno o dadme cielo,
vuestra pues que me llamastes, vida dulce, sol sin velo,
vuestra porque me esperastes, pues del todo me rendí:
vuestra, pues no me perdí: ¿qué mandáis hacer de mí?
¿qué mandáis hacer de mí? Si queréis, dadme oración,
¿Qué mandáis, pues, buen Señor, si no, dadme sequedad,
que haga tan vil criado? si abundancia y devoción,
¿Cuál oficio le habéis dado y si no esterilidad.
a este esclavo pecador? Soberana Majestad,
Veisme aquí, mi dulce Amor, sólo hallo paz aquí:
amor dulce, veisme aquí: ¿qué mandáis hacer de mi?
¿qué mandáis hacer de mí? Dadme, pues, sabiduría,
o por amor, ignorancia; muéstreme la ley mi llaga,
dadme años de abundancia, goce de Evangelio blando;
o de hambre y carestía; esté penando o gozando,
dad tiniebla o claro día, sólo vos en mí vivid:
revolvedme aquí o allí: ¿qué mandáis hacer de mí?
¿qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, para vos nací,
Si queréis que esté holgando, ¿qué mandáis hacer de mí?
quiero por amor holgar. 3. Sobre aquellas palabras
«dilectus meus mihi»
Si me mandáis trabajar,
Ya toda me entregué y di,
morir quiero trabajando.
y de tal suerte he trocado,
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
que es mi Amado para mí,
Decid, dulce Amor, decid:
y yo soy para mi Amado.
¿qué mandáis hacer de mí?
Cuando el dulce Cazador
Dadme Calvario o Tabor,
me tiró y dejó rendida,
desierto o tierra abundosa;
en los brazos del amor
sea Job en el dolor,
mi alma quedó caída,
o Juan que al pecho reposa;
y cobrando nueva vida
sea viña fructuosa
de tal manera he trocado,
o estéril, si cumple así:
que es mi Amado para mí,
¿qué mandáis hacer de mí?
y yo soy para mi Amado.
Sea José puesto en cadenas,
Hirióme con una flecha
o de Egipto adelantado,
enherbolada de amor,
o David sufriendo penas,
y mi alma quedó hecha
o ya David encumbrado;
una con su Criador;
sea Jonás anegado,
ya yo no quiero otro amor,
o libertado de allí:
pues a mi Dios me he entregado,
¿qué mandáis hacer de mí?
y mi Amado es para mí,
Esté callando o hablando,
y yo soy para mi amado.
haga fruto o no le haga,
4. Coloquio amoroso y así alegre pasa y muy gozoso
Si el amor que me tenéis, las ondas de este mar
tempestuoso.
Dios mío, es como el que os
tengo, 6. ¡Oh hermosura que excedéis!
Decidme: ¿en qué me detengo? ¡Oh hermosura que excedéis
O Vos, ¿en qué os detenéis? a todas las hermosuras!
Alma, ¿qué quieres de mí? Sin herir dolor hacéis,
- Dios mío, no más que verte. y sin dolor deshacéis,
- Y ¿qué temes más de ti? el amor de las criaturas.
- Lo que más temo es perderte. Oh ñudo que así juntáis
Un alma en Dios escondida dos cosas tan desiguales,
¿qué tiene que desear, no sé por qué os desatáis,
sino amar y más amar, Pues atado fuerza dais
y en amor toda escondida a tener por bien los males.
tornarte de nuevo a amar? Juntáis quien no tiene ser
Un amor que ocupe os pido, con el Ser que no se acaba;
Dios mío, mi alma os tenga, sin acabar acabáis,
para hacer un dulce nido sin tener que amar amáis,
adonde más la convenga. engrandecéis nuestra nada.
7. Ayes del destierro
5. Dichoso el corazón ¡Cuán triste es, Dios mío,
enamorado
la vida sin ti!
Dichoso el corazón enamorado
Ansiosa de verte,
que en solo Dios ha puesto el
deseo morir.
pensamiento;
Carrera muy larga
por él renuncia todo lo criado,
es la de este suelo,
y en él halla su gloria y su
contento. morada penosa,
Aun de sí mismo vive descuidado, muy duro destierro.
porque en su Dios está todo su ¡Oh sueño adorado!
intento,
sácame de aquí! vida verdadera
Ansiosa de verte, la hay sólo en el cielo.
deseo morir. Permite, Dios mío,
Lúgubre es la vida, que viva yo allí.
amarga en extremo; Ansiosa de verte,
que no vive el alma deseo morir.
que está de ti lejos. ¿Quién es el que teme
¡Oh dulce bien mío, la muerte del cuerpo,
que soy infeliz! si con ella logra
Ansiosa de verte, un placer inmenso?
deseo morir. ¡Oh! sí, el de amarte,
¡Oh muerte benigna, Dios mío, sin fin.
socorre mis penas! Ansiosa de verte,
Tus golpes son dulces, deseo morir.
que el alma libertan. Mi alma afligida
¡Qué dicha, oh mi Amado, gime y desfallece.
estar junto a Ti! ¡Ay! ¿quién de su amado
Ansiosa de verte, puede estar ausente?
deseo morir. Acabe ya, acabe
El amor mundano aqueste sufrir.
apega a esta vida; Ansiosa de verte,
el amor divino deseo morir.
por la otra suspira. El barbo cogido
Sin ti, Dios eterno, en doloso anzuelo
¿quién puede vivir? encuentra en la muerte
Ansiosa de verte, el fin del tormento.
deseo morir. ¡Ay!, también yo sufro,
La vida terrena bien mío, sin ti,
es continuo duelo: Ansiosa de verte,
deseo morir. ¡Ay!, logren mis lágrimas
En vano mi alma te dignes oír:
te busca oh mi dueño; Ansiosa de verte,
Tú, siempre invisible, deseo morir.
no alivias su anhelo.
¡Ay! esto la inflama, 8. Alma, buscarte has en Mí
hasta prorrumpir: Alma, buscarte has en Mí,
Ansiosa de verte, y a Mí buscarme has en ti.
deseo morir. De tal suerte pudo amor,
¡Ay!, cuando te dignas alma, en mí te retratar,
Entrar en mi pecho, que ningún sabio pintor
Dios mío, al instante supiera con tal primor
el perderte temo. tal imagen estampar.
Tal pena me aflige Fuiste por amor criada
y me hace decir: hermosa, bella, y así
Ansiosa de verte, en mis entrañas pintada,
deseo morir. si te perdieres, mi amada,
Haz, Señor, que acabe Alma, buscarte has en Mí.
tan larga agonía; Que yo sé que te hallarás
socorre a tu sierva en mi pecho retratada,
que por ti suspira. y tan al vivo sacada,
Rompe aquestos hierros que si te ves te holgarás,
y sea feliz. viéndote tan bien pintada.
Ansiosa de verte, Y si acaso no supieres
deseo morir. dónde me hallarás a Mí,
Mas no, dueño amado, No andes de aquí para allí,
que es justo padezca; sino, si hallarme quisieres,
que expíe mis yerros, a Mí buscarme has en ti.
mis culpas inmensas. Porque tú eres mi aposento,
eres mi casa y morada, monjas del Carmelo.
y así llamo en cualquier tiempo, La pobreza es el camino,
si hallo en tu pensamiento el mismo por donde vino
estar la puerta cerrada. nuestro Emperador del cielo,
Fuera de ti no hay buscarme, monjas del Carmelo.
porque para hallarme a Mí, No deja de nos amar
bastará sólo llamarme, nuestro Dios y nos llamar,
que a ti iré sin tardarme sigámosle sin recelo,
y a Mí buscarme has en ti. monjas del Carmelo.
9. Nada te turbe En amor se está abrasando
Nada te turbe, aquel que nació temblando,
nada te espante, envuelto en humano velo,
todo se pasa, monjas del Carmelo.
Dios no se muda, Vámonos a enriquecer,
la paciencia a donde nunca ha de haber
todo lo alcanza. pobreza ni desconsuelo,
Quien a Dios tiene monjas del Carmelo.
nada le falta. Al Padre Elías siguiendo
Sólo Dios basta. nos vamos contradiciendo
10. Hacia la Patria con su fortaleza y celo,
Caminemos para el cielo, monjas del Carmelo.
monjas del Carmelo. Nuestro querer renunciado,
Vamos muy mortificadas, procuremos el doblado
humildes y despreciadas, espíritu de Eliseo,
dejando el consuelo, monjas del Carmelo.
monjas del Carmelo. 11. Pastores que veláis
Al voto de la obediencia ¡Ah, pastores que veláis,
vamos, no haya resistencia, por guardar vuestro rebaño,
que es nuestro blanco y consuelo, mirad que os nace un Cordero,
Hijo de Dios Soberano! el mal ajeno se esconde!
Viene pobre y despreciado, - ¿No ves que gana renombre
comenzadle ya a guardar, de pastor de gran rebaño?
que el lobo os le ha de llevar, - Con todo, es cosa muy fuerte
sin que le hayamos gozado. que muera Dios Soberano.
- Gil, dame acá aquel cayado 12. Al Nacimiento de Jesús
que no me saldrá de mano, Hoy nos viene a redimir
no nos lleven al Cordero: un Zagal, nuestro pariente,
¿no ves que es Dios Soberano? Gil, que es Dios omnipotente.
- ¡Sonzas!, que estoy aturdido - Por eso nos ha sacado
de gozo y de penas junto. de prisión a Satanás;
- ¿Si es Dios el que hoy ha nacido, mas es pariente de Bras,
cómo puede ser difunto? y de Menga, y de Llorente.
- ¡Oh, que es hombre también ¡Oh, que es Dios omnipotente!
junto!
- Pues si es Dios, ¿cómo es
La vida estará en su mano; vendido
mirad, que es este el Cordero, y muere crucificado?
Hijo de Dios Soberano. - ¿No ves que mató el pecado,
- No sé para qué le piden, padeciendo el inocente?
pues le dan después tal guerra. Gil, que es dios omnipotente.
- Mía fe, Gil, mejor será - Mi fe, yo lo vi nacido
que se nos torne a su tierra. de una muy linda Zagala.
- Si el pecado nos destierra, - Pues si es Dios ¿cómo ha
querido
y está el bien todo en su mano,
estar con tan pobre gente?
ya que ha venido, padezca
- ¿No ves, que es omnipotente?
este Dios tan Soberano.
- Déjate de esas preguntas,
- Poco te duele su pena;
muramos por le servir,
¡oh, cómo es cierto del hombre,
y pues El viene a morir
cuando nos viene provecho,
muramos con El, Llorente,
pues es Dios omnipotente. pues ya viene hombre,
muramos los dos.
13. Para navidad - Pues ¿qué le darán
Pues el amor por esta grandeza?
nos ha dado Dios, - Grandes azotes
ya no hay que temer, con mucha crudeza.
muramos los dos. - Oh, qué gran tristeza
Danos el Padre será para nos:
a su único Hijo: si esto es verdad
hoy viene al mundo muramos los dos.
en pobre cortijo. - Pues ¿cómo se atreven
¡Oh gran regocijo, siendo Omnipotente?
que ya el hombre es Dios! ¿Ha de ser muerto
no hay que temer, de una mala gente?
muramos los dos. - Pues si eso es, Llorente,
- Mira, Llorente hurtémosle nos.
qué fuerte amorío, - ¿No ves que El lo quiere?
viene el inocente muramos los dos.
a padecer frío; 14. Ya viene el alba
deja un señorío Mi gallejo, mira quién llama.
en fin, como Dios, - Angeles son, que ya viene el
alba.
ya no hay que temer,
Hame dado un gran zumbido
muramos los dos.
que parece cantillana.
- Pues ¿cómo, Pascual,
Mira Bras, que ya es de día,
hizo esa franqueza,
vamos a ver la zagala.
que toma un sayal
Mi gallejo, mira quién llama.
dejando riqueza?
- Angeles son, que ya viene el
Mas quiere pobreza,
alba.
sigámosle nos;
¿Es parienta del alcalde,
o quién es esta doncella? Gran inconveniente
- Ella es hija de Dios Padre, será no amarle,
relumbra, como una estrella. ¡Dominguillo, eh!
Mi gallejo, mira quién llama. 16. Otra a la circuncisión
- Angeles son, que ya viene el Este Niño viene llorando:
alba.
Mírale, Gil, que te está llamando.
15. A la circuncisión
Vino del cielo a la tierra
Vertiendo está sangre,
para quitar nuestra guerra;
¡Dominguillo, eh!
ya comienza la pelea,
Yo no sé por qué.
su sangre está derramando.
¿Por qué, te pregunto,
Mírale, Gil, que te está llamando.
hacen dél justicia,
Fue tan grande el amorío,
pues es inocente
que no es mucho estar llorando,
y no tiene malicia?
que comienza a tener brío,
Tuvo gran codicia,
habiendo de estar mandando.
yo no sé por qué,
Mírale, Gil, que te está llamando.
de mucho amarme,
Caro nos ha de costar,
¡Dominguillo, eh!
pues comienza tan temprano,
¿Pues luego en naciendo,
a su sangre derramar,
le han de atormentar?
habremos de estar llorando.
- Sí, que está muriendo
Mírale, Gil, que te está llamando.
por quitar el mal.
No viniera El a morir,
¡Oh, qué gran Zagal
pues podía estarse en su nido.
será, por mi fe!
¿No ves, Gil, que si ha venido,
¡Dominguillo, eh!
es como león bramando?
¿Tú no lo has mirado,
Mírale, Gil, que te está llamando.
que es niño inocente?
Dime Pascual, ¿qué me quieres,
- Ya me lo han contado
que tantos gritos me das?
Brasillo y Llorente.
- Que le ames, pues te quiere,
y por ti está tiritando. y yo esté empeñada:
Mírale Gil, que te está llamando. vaya con los Reyes
17. En la festividad de los Santos la mi manada.
Reyes
18. Cruz, descanso sabroso...
Pues la estrella
Cruz, descanso sabroso de mi vida
es ya llegada,
vos seáis la bienvenida.
vaya con los Reyes
Oh bandera, en cuyo amparo
la mi manada.
el más flaco será fuerte,
Vamos todas juntas
oh vida de nuestra muerte,
a ver el Mesías,
qué bien la has resucitado;
pues vemos cumplidas
al león has amansado,
ya las profecías.
Pues por ti perdió la vida:
Pues en nuestros días,
vos seáis la bienvenida.
es ya llegada,
Quien no os ama está cautivo
vaya con los Reyes
y ajeno de libertad;
la mi manada.
quien a vos quiere allegar
Llevémosle dones
no tendrá en nada desvío.
de grande valor,
Oh dichoso poderío,
pues vienen los Reyes,
donde el mal no halla cabida,
con tan gran hervor.
vos seáis la bienvenida.
Alégrese hoy
Vos fuisteis la libertad
nuestra gran Zagala,
de nuestro gran cautiverio;
vaya con los Reyes
por vos se reparó mi mal
la mi manada.
con tan costoso remedio;
No cures, Llorente,
para con Dios fuiste medio
de buscar razón,
de alegría conseguida:
para ver que es Dios
vos seáis la bienvenida.
aqueste garzón.
19. En la Cruz está la vida
Dale el corazón,
En la cruz está la vida
y el consuelo, de la Esposa, que a su sombra
y ella sola es el camino se ha sentado
para el cielo. para gozar de su Amado,
En la cruz está «el Señor el Rey del cielo,
de cielo y tierra», y ella sola es el camino
y el gozar de mucha paz, para el cielo.
aunque haya guerra. El alma que a Dios está
Todos los males destierra toda rendida,
en este suelo, y muy de veras del mundo
y ella sola es el camino desasida,
para el cielo. la cruz le es «árbol de vida»
De la cruz dice la Esposa y de consuelo,
a su Querido y un camino deleitoso
que es una «palma preciosa» para el cielo.
donde ha subido, Después que se puso en cruz
y su fruto le ha sabido el Salvador,
a Dios del cielo, en la cruz está «la gloria
y ella sola es el camino y el honor»,
para el cielo. y en el padecer dolor
Es una «oliva preciosa» vida y consuelo,
la santa cruz y el camino más seguro
que con su aceite nos unta para el cielo.
y nos da luz. 20. Abrazadas a la cruz
Alma mía, toma la cruz Caminemos para el cielo,
con gran consuelo, monjas del Carmelo.
que ella sola es el camino Abracemos bien la Cruz
para el cielo. y sigamos a Jesús,
Es la cruz el «árbol verde que es nuestro camino y luz,
y deseado» lleno de todo consuelo,
monjas del Carmelo. Si el padecer con amor
Si guardáis más que los ojos puede dar tan gran deleite,
la profesión de tres votos, ¡qué gozo nos dará el verte!
libraros de mil enojos, ¿Qué será cuando veamos
de tristeza y desconsuelo, a la inmensa y suma luz,
monjas del Carmelo. pues de ver Andrés la cruz
Al voto de la obediencia, se pudo tanto alegrar?
aunque es de muy alta ciencia, ¡Oh, que no puede faltar
jamás se le hace ofensa en el padecer deleite!
sino cuando hay resistencia. ¡Qué gozo nos dará el verte!
De ésta os libre Dios del cielo, El amor cuando es crecido
monjas del Carmelo. no puede estar sin obrar,
El voto de castidad ni el fuerte sin pelear,
con gran cuidado guardad. por amor de su querido.
A solo Dios desead, Con esto le habrá vencido,
y en El mismo os encerrad, y querrá que en todo acierte.
sin mirar cosa del suelo, ¡Qué gozo nos dará el verte!
monjas del Carmelo. Pues todos temen la muerte,
El que llaman de pobreza, ¿cómo te es dulce el morir?
si se guarda con pureza, ¡Oh, que voy para vivir
está lleno de riqueza en más encumbrada suerte!
y abre las puertas del cielo, ¡Oh mi Dios, que con tu muerte
monjas del Carmelo. al más flaco hiciste fuerte!
Y si bien así lo hacemos, ¡Qué gozo nos dará el verte!
los contrarios venceremos ¡Oh cruz, madero precioso,
y a la fin descansaremos lleno de gran majestad!
con el que hizo tierra y cielo, Pues siendo de despreciar,
monjas del Carmelo. tomaste a Dios por esposo,
21. A San Andrés a ti vengo muy gozoso,
sin merecer el quererte. - Vuelta, vuelta, pecadores,
Esme muy gran gozo el verte. sigamos este sendero.
22. A San Hilarión Ya ha ganado la corona,
Hoy ha vencido un guerrero y se acabó el padecer,
al mundo y sus valedores. gozando ya el merecer,
- Vuelta, vuelta, pecadores, con muy encumbrada gloria.
sigamos este sendero. ¡Oh venturosa victoria
Sigamos la soledad, de nuestro fuerte guerrero!
y no queramos morir, - Vuelta, vuelta pecadores,
hasta ganar el vivir sigamos este sendero.
en tan subida pobreza. 23. A Santa Catalina Mártir
¡Oh, qué grande es la destreza ¡Oh gran amadora
de aquéste nuestro guerrero! del Eterno Dios;
- Vuelta, vuelta, pecadores, estrella luciente,
sigamos este sendero. amparadnos vos!
Con armas de penitencia Desde tierna edad
ha vencido a Lucifer, tomastes Esposo;
combate con la paciencia, fue tanto el amor,
ya no tiene que temer. que no os dio reposo.
Todos podemos valer Quien es temeroso,
siguiendo a este caballero. no se llegue a vos,
- Vuelta, vuelta, pecadores, si estima la vida
sigamos este sendero. y el morir por vos.
No ha tenido valedores, Mirad los cobardes
abrazóse con la cruz: aquesta doncella,
siempre en ella hallamos luz, que no estima el oro
pues la dio a los pecadores. ni verse tan bella:
¡Oh, qué dichosos amores metida en la guerra
tuvo este nuestro guerrero! de persecución,
para padecer por eso, no os descuidéis.
con gran corazón. Aqueste velo gracioso
Más pena le da os dice que estéis en vela,
vivir sin su Esposo, guardando la centinela,
y así en los tormentos hasta que venga el esposo,
hallaba reposo: que, como ladrón famoso,
todo le es gozoso, vendrá cuando no penséis;
querría ya morir, por eso, no os descuidéis.
pues que con la vida No sabe nadie a cuál hora,
no puede vivir. si en la vigilia primera,
Las que pretendemos o en la segunda o tercera,
gozar de su gozo, todo cristiano lo ignora.
nunca nos cansemos, Pues velad, velad, hermana,
por hallar reposo. no os roben lo que tenéis;
¡Oh engaño engañoso, por eso, no os descuidéis.
y qué sin amor, En vuestra mano encendida,
es querer sanar, tened siempre una candela,
viviendo el dolor! y estad con el velo en vela,
24. A la vestición de la Hermana las renes muy bien ceñidas.
Jerónima de la
No estéis siempre amodorrida,
Encarnación
catad que peligraréis;
- ¿Quién os trajo acá doncella,
por eso, no os descuidéis.
del valle de la tristura?
Tened olio en la aceitera,
- Dios y mi buena ventura.
de obras y merecer,
para poder proveer,
25. Al velo de la Hermana Isabel
la lámpara, que no se muera.
de los Ángeles
Porque quedaréis de fuera,
Hermana, porque veléis,
si entonces no lo tenéis;
os han dado hoy este velo,
por eso, no os descuidéis.
y no os va menos que el cielo;
Nadie os le dará prestado; mi grandeza en puesto bajo.
y si lo vais a comprar, De mi camino el atajo
podríaseos tardar, y mi gloria sea la cruz.
y el Esposo haber entrado. Mi honra el abatimiento,
Y desque una vez cerrado, y mi palma padecer,
no hay entrar aunque llaméis; en las menguas mi crecer,
por eso, no os descuidéis. y en menoscabo mi aumento.
Tened continuo cuidado En el hambre mi hartura,
de cumplir con alma fuerte, mi esperanza en el temor,
hasta el día de la muerte, mis regalos en pavor,
lo que habéis hoy profesado. mis gustos en amargura.
Porque habiendo así velado, En olvido mi memoria,
con el Esposo entraréis; mi alteza en humillación,
por eso, no os descuidéis. en bajeza mi opinión,
26. A la profesión de Isabel de en afrenta mi vitoria.
los Ángeles
Mi lauro esté en el desprecio,
Sea mi gozo en el llanto,
en las penas mi afición,
sobresalto mi reposo,
mi dignidad sea el rincón,
mi sosiego doloroso,
y la soledad mi aprecio.
y mi bonanza el quebranto.
En Cristo mi confianza,
Entre borrascas mi amor,
y de El solo mi asimiento,
y mi regalo en la herida,
en sus cansancios mi aliento,
esté en la muerte mi vida,
y en su imitación mi holganza.
y en desprecios mi favor.
Aquí estriba mi firmeza,
Mis tesoros en pobreza,
aquí mi seguridad,
y mi triunfo en pelear,
la prueba de mi verdad,
mi descanso en trabajar,
la muestra de mi firmeza.
y mi contento en tristeza.
27. A una profesa
En la oscuridad mi luz,
¡Oh!, dichosa tal zagala
que hoy se ha dado a un tal Zagal - ¿No ves que se lo da todo,
que reina y ha de reinar. hasta el vestir y calzar?
Venturosa fue su suerte Mira que es ya su marido,
pues mereció tal Esposo: que reina y ha de reinar.
ya yo, Gil, estoy medroso, - Bien será que la tomemos,
no la osaré más mirar, para este nuestro rebaño,
pues ha tomado marido y que la regocijemos
que reina y ha de reinar. para ganar su amistad,
- Pregúntale qué le ha dado pues ha tomado marido,
para que lleve a su aldea. que reina y ha de reinar.
- El corazón le ha entregado 28. En una profesión
muy de buena voluntad. ¡Oh qué bien tan sin segundo!
- Mi fe, poco le ha pagado ¡oh casamiento sagrado!
que es muy hermoso el Zagal, Que el Rey de la Majestad,
que reina y ha de reinar. haya sido el desposado.
- Si más tuviera más diera. ¡Oh qué venturosa suerte,
- ¿Por qué le avisas, carillo? os estaba aparejada,
Tomemos el cobanillo, que os quiere dios por amada,
sírvanos, deja sacar, y haos ganado con su muerte!
pues ha tomado marido, En servirle estad muy fuerte,
que reina y ha de reinar. pues que lo habéis profesado,
- Pues vemos lo que dio ella, que el Rey de la Majestad,
¿qué le ha de dar el Zagal? es ya vuestro desposado.
- Con su sangre la ha comprado. Ricas joyas os dará
¡Oh qué precioso caudal, este Esposo Rey del cielo.
y dichosa tal zagala, Daros ha mucho consuelo,
que contentó a este Zagal! que nadie os lo quitará.
- Mucho le debía de amar, Y sobre todo os dará
pues le dio tan gran tesoro. un espíritu humillado.
Es Rey y bien lo podrá, Ya no durmáis, no durmáis,
pues quiere hoy ser desposado. pues Dios falta de la tierra.
Mas os dará este Señor No haya ningún cobarde,
un amor tan santo y puro, aventuremos la vida,
que podréis, yo os lo aseguro, pues no hay quien mejor la guarde
perder al mundo el temor, que el que la da por perdida.
y al demonio muy mejor, Pues Jesús es nuestra guía,
porque hoy queda maniatado; y el premio de aquesta guerra
que el Rey de la Majestad, ya no durmáis, no durmáis,
ha sido hoy el desposado. porque no hay paz en la tierra.
29. Para una profesión Ofrezcámonos de veras
Todos los que militáis a morir por Cristo todas,
debajo desta bandera, y en las celestiales bodas,
ya no durmáis, no durmáis, estaremos placenteras.
pues que no hay paz en la tierra. Sigamos estas banderas:
Si como capitán fuerte pues Cristo va en delantera,
quiso nuestro Dios morir, no hay que temer, no durmáis,
comencémosle a seguir pues que no hay paz en la tierra.
pues que le dimos la muerte.
Oh qué venturosa suerte 30. A la gala gala de la Religión
se le siguió desta guerra; Pues que nuestro Esposo
ya no durmáis, no durmáis, nos quiere en prisión,
pues Dios falta de la tierra. a la gala gala
Con grande contentamiento de la Religión.
se ofrece a morir en cruz, ¡Oh qué ricas bodas
por darnos a todos luz ordenó Jesús!
con su grande sufrimiento. Quiérenos a todas,
¡Oh, glorioso vencimiento! y danos la luz;
¡Oh, dichosa aquesta guerra! sigamos la Cruz,
con gran perfección: Pues nos dais vestido nuevo
a la gala gala Rey celestial,
de la Religión. librad de la mala gente
Este es el estado este sayal.
de Dios escogido, La Santa:
con que del pecado Hijas, pues tomáis la cruz,
nos ha defendido. tened valor,
Hanos prometido y a Jesús, que es vuestra luz,
la consolación, pedid favor.
si nos alegramos El os será defensor
en esta prisión. en trance tal.
Darnos ha grandezas Todas:
en la eterna gloria, Librad de la mala gente
si por sus riquezas este sayal.
dejamos la escoria La Santa:
que hay en este mundo, Inquieta este mal ganado
y su perdición, en oración,
a la gala gala el ánimo mal fundado,
de la Religión. en devoción.
¡Oh qué cautiverio Mas en Dios el corazón
de gran libertad! tened igual.
Venturosa vida Todas:
para eternidad. Librad de la mala gente
No quiero librar este sayal.
ya mi corazón. La Santa:
A la gala gala Pues vinisteis a morir
de la Religión. no desmayéis,
31. Pues nos dais vestido y de gente tan cevil
nuevo...
no temeréis.
Remedio en Dios hallaréis Pues nos dais vestido nuevo
en tanto mal. Rey celestial,
Todas: librad de la mala gente
este sayal
Santa Teresa de Ávila
LOS «CONCEPTOS DEL AMOR DE DIOS»
CAPÍTULO 1
Trata de la veneración con que deben ser leídas las Sagradas Escrituras y de la dificultad
de comprenderlas las mujeres, principalmente el «Cantar de los Cantares».
PRÓLOGO

1. Viendo yo las misericordias que nuestro Señor hace con las almas que traía a estos
monasterios que Su Majestad ha sido servido que se funden de la primera Regla de nuestra
Señora del Monte Carmelo, que a algunas en particular son tantas las mercedes que nuestro
Señor les hace, que solas a las almas que entendieren las necesidades que tienen de quien les
declare algunas cosas de lo que pasa entre el alma y nuestro Señor, podrán ver el trabajo que se
padece en no tener claridad, habiéndome a mí el Señor, de algunos años acá, dado un regalo
grande cada vez que oigo o leo algunas palabras de los Cantares de Salomón, en tanto extremo
que sin entender la claridad del latín en romance, me recogía más y movía mi alma que los
libros muy devotos que entiendo; y esto es casi ordinario, y aunque me declaraban el romance,
tampoco le entendía más... que sin entenderlo mi... apartar alma de sí.

2. Ha como dos años, poco más o menos, que me parece me da el Señor para mi propósito a
entender algo del sentido de algunas palabras; y paréceme serán para consolación de las
hermanas que nuestro Señor lleva para este camino, y aun para la mía, que algunas veces da el
Señor tanto a entender, que yo deseaba no se me olvidase, mas no osaba poner cosa por escrito.

3. Ahora, con parecer de personas a quien yo estoy obligada a obedecer, escribiré alguna cosa de
lo que el Señor me da a entender que se encierran en palabras de que mi alma gusta para este
camino de la oración, por donde, como he dicho, el Señor lleva a estas hermanas de estos
monasterios e hijas mías Si fuere para que lo veáis, tomaréis este pobre donecito de quien os
desea todos los del Espíritu Santo como a sí misma, en cuyo nombre yo lo comienzo. Si algo
acertare, no será de mí. Plega a la divina Majestad acierte.

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CAPÍTULO 1

Trata de la veneración con que deben ser leídas las Sagradas Escrituras y de la dificultad de
comprenderlas las mujeres, principalmente el «Cantar de los Cantares». Béseme el Señor con el
beso de su boca, porque más valen tus pechos que el vino, etc... (Cant. 1, 1).

1. He notado mucho que parece que el alma está, a lo que aquí da a entender, hablando con una
persona, y pide la paz de otra; porque dice: Béseme con el beso de su boca. Y luego parece que
está diciendo a con quien está: Mejores son tus pechos. Esto no entiendo cómo es, y no
entenderlo me hace gran regalo; porque verdaderamente, hijas, no ha de mirar el alma tanto, ni
la hacen mirar tanto, ni la hacen tener respeto a su Dios las cosas que acá parece podemos
alcanzar con nuestros entendimientos tan bajos, como las que en ninguna manera se pueden
entender. Y así os encomiendo mucho que, cuando leyereis algún libro y oyereis sermón o
pensareis en los misterios de nuestra sagrada fe, que lo que buenamente no pudiereis entender
no os canséis ni gastéis el pensamiento en adelgazarlo; no es para mujeres ni aun para hombres
muchas cosas.

2. Cuando el Señor quiere darlo a entender, Su Majestad lo hace sin trabajo nuestro. A mujeres
digo esto, y a los hombres que no han de sustentar con sus letras la verdad; que a los que el
Señor tiene para declarárnoslas a nosotras, ya se entiende que lo han de trabajar y lo que en ello
ganan. Mas nosotras con llaneza tomar lo que el Señor nos diere; y lo que no, no nos cansar,
sino alegrarnos de considerar qué tan gran Dios y Señor tenemos que una palabra suya tendrá en
sí mil misterios, y así su principio no entendemos nosotras. Así, si estuviera en latín o en
hebraico o en griego, no era maravilla; mas en nuestro romance ¡qué de cosas hay en los salmos
del glorioso rey David, que cuando nos declaran el romance solo, tan oscuro nos queda como el
latín! Así que siempre os guardad de gastar el pensamiento con estas cosas ni cansaros, que
mujeres no han menester más que para su entendimiento bastare. Con esto las hará Dios merced.
Cuando Su Majestad quisiere dárnoslo, sin cuidado ni trabajo nuestro lo hallaremos sabido; en
lo demás, humillarnos y -como he dicho- alegrarnos de que tengamos tal Señor, que aun
palabras suyas, dichas en romance nuestro no se pueden entender.

3. Pareceros ha que hay algunas en estos Cánticos que se pudieran decir por otro estilo. Según
es nuestra torpeza, no me espantaría. He oído a algunas personas decir, que antes huían de
oírlas. ¡Oh, válgame Dios, qué gran miseria es la nuestra! Que como las cosas ponzoñosas, que
cuanto comen se vuelve en ponzoña, así nos acaece, que de mercedes tan grandes como aquí
nos hace el Señor en dar a entender lo que tiene el alma que le ama y animarla para que pueda
hablar y regalarse con Su Majestad, hemos de sacar miedos y dar sentidos conforme al poco
sentido del amor de Dios que se tiene.

4. ¡Oh Señor mío, que de todos los bienes que nos hicisteis, nos aprovechamos mal! Vuestra
Majestad buscando modos y maneras e invenciones para mostrar el amor que nos tenéis;
nosotros, como mal experimentados en amaros a Vos, tenémoslo en tan poco, que de mal
ejercitados en esto vanse los pensamientos adonde están siempre y dejan de pensar los grandes
misterios que este lenguaje encierra en sí, dicho por el Espíritu Santo. ¿Qué más era menester
para encendernos en amor suyo, y pensar que tomó este estilo no sin gran causa?

5. Por cierto que me acuerdo oír a un religioso un sermón harto admirable, y fue lo más de él
declarando de estos regalos que la Esposa trataba con Dios; y hubo tanta risa y fue tan mal
tomado lo que dijo, porque hablaba de amor (siendo sermón del Mandato, que es para no tratar
otra cosa), que yo estaba espantada. Y veo claro que es lo que yo tengo dicho, ejercitarnos tan
mal en el amor de Dios, que no nos parece posible tratar un alma así con Dios. Mas algunas
personas conozco yo, que así como estotras no sacaban bien -porque, cierto, no lo entendían, ni
creo pensaban sino ser dicho de su cabeza-, estotras han sacado tan gran bien, tanto regalo, tan
gran seguridad de temores, que tenían que hacer particulares alabanzas a nuestro Señor muchas
veces, que dejó remedio saludable para las almas que con hirviente amor le aman, que entiendan
y vean que es posible humillarse Dios a tanto; que no bastaba su experiencia para dejar de temer
cuando el Señor les hacía grandes regalos. Ven aquí pintada su seguridad.
6. Y sé de alguna que estuvo hartos años con muchos temores, y no hubo cosa que la haya
asegurado, sino que fue el Señor servido oyese algunas cosas de los Cánticos, y en ellas
entendió ir bien guiada su alma. Porque, como he dicho, conoció que es posible pasar el alma
enamorada por su Esposo todos esos regalos y desmayos y muertes y aflicciones y deleites y
gozos con El, después que ha dejado todos los del mundo por su amor y está del todo puesta y
dejada en sus manos. Esto no de palabra -como acaece en algunos-, sino con toda verdad,
confirmada por obras. ¡Oh hijas mías, que es Dios muy buen pagador, y tenéis un Señor y un
Esposo que no se le pasa nada sin que lo entienda y lo vea! Y así, aunque sean cosas muy
pequeñas, no dejéis de hacer por su amor lo que pudiereis. Su Majestad las pagará; no mirará
sino el amor con que las hiciereis.

7. Pues concluyo en esto: que jamás en cosa que no entendáis de la Sagrada Escritura, ni de los
misterios de nuestra fe, os detengáis más de como he dicho, ni de palabras encarecidas que en
ella oigáis que pasa Dios con el alma, no os espantéis. El amor que nos tuvo y tiene me espanta
a mí más y me desatina, siendo los que somos; que teniéndole, ya entiendo que no hay
encarecimiento de palabras con que nos le muestre, que no le haya mostrado más con obras;
sino, cuando lleguéis aquí, por amor de mí os ruego que os detengáis un poco pensando en lo
que nos ha mostrado y lo que ha hecho por nosotras, viendo claro que amor tan poderoso y
fuerte que tanto le hizo padecer ¿con qué palabras se pueda mostrar que nos espanten?

8. Pues tornando a lo que comencé a decir, grandes cosas debe haber y misterios en estas
palabras, pues cosa de tanto valor, que me han dicho letrados (rogándoles yo que me declaren lo
que quiere decir el Espíritu Santo y el verdadero sentido de ellos), dicen que los doctores
escribieron muchas exposiciones y que aun no acaban de darle. Parecerá demasiada soberbia la
mía, siendo esto así, quereros yo declarar algo; y no es mi intento, por poco humilde que soy,
pensar que atinaré a la verdad. Lo que pretendo es, que así como yo me regalo en lo que el
Señor me da a entender cuando algo de ellos oigo, que decíroslo por ventura os consolará como
a mí. Y si no fuere a propósito de lo que quiere decir, tómolo yo a mi propósito; que no saliendo
de lo que tiene la Iglesia y los santos (que para esto, primero lo examinarán bien letrados que lo
entiendan, que los veáis vosotras), licencia nos da el Señor -a lo que pienso-, como nos la da
para que pensando en la sagrada Pasión, pensemos muchas más cosas de fatigas y tormentos
que allí debía de padecer el Señor, de que los evangelistas escriben. Y no yendo con curiosidad,
como dije al principio, sino tomando lo que Su Majestad nos diere a entender, tengo por cierto
no le pesa que nos consolemos y deleitemos en sus palabras y obras, como se holgaría y gustaría
el rey si a un pastorcillo amase y le cayese en gracia y le viese embobado mirando el brocado y
pensando qué es aquello y cómo se hizo. Que tampoco no hemos de quedar las mujeres tan
fuera de gozar las riquezas del Señor. De disputarlas y enseñarlas, pareciéndoles aciertan, sin
que lo muestren a letrados, esto sí. Así que ni yo pienso acertar en lo que escribo (bien lo sabe el
Señor), sino, como este pastorcillo que he dicho, consuélame, como a hijas mías, deciros mis
meditaciones y serán con hartas boberías; y así comienzo, con el favor de este divino Rey mío y
con licencia del que me confiesa. Plega a El, que como ha querido atine en otras cosas que os he
dicho (o Su Majestad por mí quizá por ser para vosotras), atine en éstas; y si no, doy por bien
empleado el tiempo que ocupare en escribir y tratar con mi pensamiento tan divina materia que
no la merecía yo oír.

9. Paréceme a mí, en esto que dice al principio, habla con tercera persona, y es la misma: que da
a entender que hay en Cristo dos naturalezas, una divina y otra humana. En esto no me detengo,
porque mi intento es hablar en lo que me parece podemos aprovecharnos las que tratamos de
oración; aunque todo aprovecha para animar y admirar un alma que con ardiente deseo ama al
Señor. Bien sabe Su Majestad que, aunque algunas veces he oído exposición de algunas
palabras de éstas y me la han dicho pidiéndolo yo, son pocas, que poco ni mucho no se me
acuerda, porque tengo muy mala memoria; y así no podré decir sino lo que el Señor me
enseñare, y fuere a mi propósito, y de este principio jamás he oído cosa que me acuerde.
Béseme con beso de su boca.

10. ¡Oh Señor mío y Dios mío, y qué palabra ésta, para que la diga un gusano a su Criador!
¡Bendito seáis Vos, Señor, que por tantas maneras nos habéis enseñado! Mas ¿quién osara, Rey
mío, decir esta palabra, si no fuera con vuestra licencia? Es cosa que espanta, y así espantará
decir yo que la diga nadie. Dirán que soy una necia, que no quiere decir esto, que tiene muchas
significaciones, que está claro que no habíamos de decir esta palabra a Dios, que por eso es bien
estas cosas no las lean gente simple. Yo lo confieso, que tiene muchos entendimientos: mas el
alma que está abrasada de amor que la desatina, no quiere ninguno, sino decir estas palabras. Sí,
que no se lo quita el Señor. ¡Válgame Dios! ¿Qué nos espanta? ¿No es de admirar más la obra?
¿No nos llegamos al Santísimo Sacramento? Y aun pensaba yo si pedía la Esposa esta merced
que Cristo después nos hizo. También he pensado si pedía aquel ayuntamiento tan grande, como
fue hacerse Dios hombre, aquella amistad que hizo con el género humano; porque claro está que
el beso es señal de paz y amistad grande entre dos personas. Cuántas maneras hay de paz, el
Señor ayude a que lo entendamos.

11. Una cosa quiero decir antes que vaya adelante, y a mi parecer, de notar, aunque viniera
mejor a otro tiempo, mas para que no se nos olvide: que tengo por cierto habrá muchas personas
que se llegan al Santísimo Sacramento (y plega al Señor yo mienta) con pecados mortales
graves; y si oyesen a un alma muerta por amor de su Dios decir estas palabras, se espantarían y
lo tendrían por gran atrevimiento. Al menos estoy yo segura que no la dirán ellos, porque estas
palabras y otras semejantes que están en los Cantares, dícelas el amor; y como no le tienen, bien
pueden leer los Cantares cada día y no se ejercitar en ellas, ni aun las osarán tomar en la boca;
que verdaderamente aun oírlas hace temor, porque traen gran majestad consigo. Harta traéis
Vos, Señor mío, en el Santísimo Sacramento; sino, como no tienen fe viva, sino muerta, estos
tales ven os tan humilde bajo especies de pan, no les habláis nada, porque no lo merecen ellos
oír, y así se atreven tanto.

12. Así que estas palabras verdaderamente pondrían temor en sí si estuviesen en sí quien las
dice, tomada sola la letra; mas a quien vuestro amor, Señor, ha sacado de sí, bien perdonaréis
diga eso y más, aunque sea atrevimiento. Y, Señor mío, si significa paz y

amistad, ¿por qué no os pedirán las almas la tengáis con ellas? ¿Qué mejor cosa podemos pedir
que lo que yo os pido, Señor mío, que me deis esta paz con beso de vuestra boca? Esta, hijas, es
altísima petición, como después os diré.

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