Articulo Cientifico La Cultura.

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UNIVERSIDADAD NACIONAL AUTÓNOMA DE HONDURAS

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

ASIGNATURA: ADMINISTRACIÓN

CATEDRÁTICO: LIC. FELIPE HERRERA

SECCIÓN: 1901

TEMAS:

LA CULTURA

LA INDUCCION DE NUEVOS EMPLEADOS

CLIMA ORGANIZACIONAL

PRESENTADO POR:

ALBA ROSIDALIA CARCÁMO ZEPEDA ----------20241003465

KEIDY GRISEL MONDRAGÓN OSORIO-----------20231031447

DANIEL ISAÍ BENÍTEZ SOTO------------------------20241002774

FECHA:

02/07/2024

M.C.D, TEGUCIGALPA, FRANCISCO MORAZÁN,2024

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AUTOR(A):

Alba Rosidalia Cárcamo Zepeda


20241003465
Administración 1901

AUTOR(A):

Keidy Grisel Mondragón Osorio


20231031447
Administración 1901

AUTOR:

Daniel Isaí Benítez Soto


20241002774
Administración 1901

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Resumen.

En este artículo veremos que la cultura se refiere al conjunto de valores, creencias,


comportamientos y prácticas que caracterizan a un grupo específico de personas en
una sociedad o comunidad. Es la forma en que un grupo comparte significados y
normas que guían sus interacciones y decisiones, la cultura se comparte a través de
diversos medios como el lenguaje, las normas sociales, los rituales, las tradiciones y
los artefactos. Se transmite de generación en generación y también entre individuos
dentro de una misma generación mediante la socialización, la educación formal e
informal, y la observación y participación en prácticas culturales, la transmisión
cultural puede ser explícita, mediante la enseñanza directa de normas y valores, o
implícita, a través de la observación y la imitación de comportamientos y actitudes,
durante la inducción, se busca familiarizar al nuevo empleado con la cultura
organizacional. Esto incluye presentar los valores y normas de la empresa, explicar
cómo se espera que los empleados se comporten y participen, y facilitar su integración
a través de actividades que refuercen estos aspectos culturales, el administrador
modela la cultura organizacional a través de su liderazgo, decisiones y
comportamientos. Sus acciones y comunicaciones influyen significativamente en
cómo se perciben y practican los valores culturales en la empresa, el responsable de la
cultura de la empresa generalmente es la alta dirección y el equipo directivo. Ellos
establecen los valores y normas, y tienen la responsabilidad de promover una cultura
organizacional saludable y coherente, el sistema de cultura organizacional se puede
categorizar en varios niveles:

 Artefactos visibles (símbolos, rituales, espacios físicos).


 Valores compartidos (creencias y principios fundamentales).
 Asunciones básicas (conceptos implícitos sobre la realidad y cómo deben
actuar las personas).

El clima organizacional se refiere al ambiente psicológico que perciben los empleados


en su lugar de trabajo, incluyendo aspectos como el grado de satisfacción, motivación,
conflicto, comunicación y ética percibida, las variables que influyen en el clima
organizacional incluyen la cultura organizacional, el estilo de liderazgo, las políticas y
prácticas de recursos humanos, la estructura organizacional, la comunicación interna,
el grado de participación y la percepción de equidad y justicia dentro de la
organización.

Palabras Clave
3
. Cultura, desarrollo, visión economicista, visión humanista, democracia,
participación, organización, clima organizacional, ambiente laboral, estrategia.

Introducción

En los últimos años se han sentado las bases de un debate sobre la importancia de la
cultura en el desarrollo social y económico de una sociedad. Sin embargo, en la esfera
política, es uno de los elementos en el último renglón, por lo que las políticas públicas
son desarticuladas y sectorizadas. Los debates sobre la relación que ha adquirido la
dupla cultura-desarrollo resultan muy interesantes dependiendo del enfoque
epistemológico que tengan las naciones; así son afianzadas las políticas públicas y
perspectivas de desarrollo. La importancia radica en el hecho de que las ciencias
sociales han dado cabida a esta discusión, resaltando la diversidad de significados
frente al concepto de cultura. De esta manera en la actualidad se puede adecuar, sin
trastocar lo esencial, utilizar la cultura a los distintos contextos, ya sea en la vida
social, laboral, económica, familiar, política, comercial, institucional, comunitaria,
individual y colectiva, reafirmando así la idea que ya ha expuesto hace algún García
Canclini (2005) sobre la relación existente entre los diferentes elementos que
impulsan los procesos culturales. Utilizando sus propias palabras, el mismo concepto
es un concepto híbrido, dado que se plantea como la articulación de diversos
elementos contextualizados a partir de la necesidad que suscita su utilización además
de su situación geográfica.
A partir de identificar unos usos específicos para el concepto de cultura y al ser esta
una construcción social que satisface necesidades tanto económicas, políticas y
sociales, cabe preguntarse ¿cuál es el sentido de la cultura en el desarrollo de los
Estados? visto este fenómeno desde una óptica crítica de los procesos sociales que ha
iniciado la globalización y las transformaciones culturales de nuestra cotidianidad.
Desde la Posguerra Fría, la desintegración de la U.R.S.S. (Unión de las Repúblicas
Socialistas Soviéticas), la caída del Muro de Berlín, y la bipolarización económica y
política mundial (socialismo-capitalismo) se restructuraron las relaciones jerárquicas
del orden mundial ubicando en la base de la pirámide global los países mal llamados
subdesarrollados y a la cabeza los organismos trasnacionales y las potencias
capitalistas.
En esta época fuimos testigos del distanciamiento y el crecimiento de la brecha entre
ricos y pobres, asistimos a la estratificación del mundo (Macionis & Plummer, 1999).
Dados los acontecimientos recientes, las dinámicas de internacionalización y
transnacionalización de la economía, el intercambio cultural se ha masificado y las
sociedades cada vez más se ven obligadas a transformarse en su interior. Así se

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evidencia que las fronteras territoriales y culturales son más difusas con la imposición
de dinámicas culturales impuestas desde las potencias. Luego de más de dos décadas,
la mayor atención ha estado concentrada en la expansión del comercio, de la economía
y del mercado internacional, en apoyo con los diversos Estados-Nacionales que
colaboran en el proceso, sin contemplar el aumento en la asimetría política y
económica. Ahora bien, la cultura como pilar del desarrollo ha provocado fuertes
debates epistemológicos entre los diferentes actores que participan en la construcción
de los modelos de desarrollo de las naciones (Sen, 2004). Es así como desde los
Naciones Unidas, en asocio con las UNESCO, a través de los diversos programas para
el desarrollo a nivel mundial, se ha mostrado un interés mayor por comprender que la
cultura es uno de los pivotes del desarrollo de los pueblos, teniendo en cuenta que
fortalece las libertades fundamentales, mejora la infraestructura cultural, económica y
remunerativamente reafirma las actitudes y aptitudes y el comportamiento social;
robustece la participación política y ciudadana, vigoriza la solidaridad social y
cooperación; y refina la formación en valores y fortalece la re-memorización de la
herencia histórica.

Lo importante es reconocer que a partir de los esfuerzos que los organismos


internacionales han hecho, se ha logrado considerar e incluir a la cultura como
dimensión del desarrollo, de tal forma que sería necesario profundizar este debate
desde la academia, teniendo en cuenta las dimensiones del concepto del desarrollo
contempladas por las ciencias sociales. Abordar la reflexión sobre el lugar de la
cultura en el desarrollo económico de una sociedad, implica establecer relaciones
entre dos grandes conceptos que a su vez refieren a dos de las dimensiones más
complejas de cualquier sociedad contemporánea, la cultura y el desarrollo. En primer
lugar, cuando se aborda el estudio de la cultura es necesario partir de reconocer la
naturaleza polisémica del concepto. En este sentido, es útil la categorización que
propone Ariño (1997), quien plantea una mirada histórica a dos grandes perspectivas
desde las cuales abordar la comprensión de la cultura. La primera es la perspectiva
humanista, cuya implicación es la jerarquización de la sociedad en cultos e incultos,
colocando en la cúspide social a las personas y naciones que hubiesen cultivado su
espíritu a través de la razón, la educación y las bellas artes. Esta perspectiva cobra
sentido en el contexto de la ilustración donde cultura es equivalente a civilización y
desde este marco se justifica la desigualdad en las relaciones sociales.
La segunda es la concepción que emerge en el contexto de las Ciencias Sociales, que,
iniciando en la Antropología, define a la cultura como un todo complejo que vincula a
la totalidad de manifestaciones que expresan la vida de un grupo humano, tal como lo
definió Edward Taylor en el siglo XIX. En este punto, la diversidad, es la respuesta a
la desigualdad de la perspectiva humanista. En posteriores desarrollos de esta
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disciplina, la cultura ya no solo describe el modo de vida humano, sino que se la
interpreta como una dimensión simbólica, en la que la cultura, al decir de Clifford
Geertz (2005) es una urdimbre de significados en las que se entrelazan toda clase de
relaciones semánticas y sintagmáticas, pero también sociales y de intercambio de
contenidos culturales a través del que podemos hacer el ejercicio exegético de la
ontología del ser.
A partir de estos desarrollos, la Sociología reconoce en la cultura un concepto
multidimensional, en la que se destacan sus dimensiones ontológica y
fenomenológica, pero que al analizarlas es necesario atender a las relaciones sociales
estructuradas en las que se insertan. Por tanto, desde esta perspectiva, el estudio de los
fenómenos culturales puede comprenderse como el estudio del mundo socio-histórico
como campo significativo, en el que los individuos producen, construyen y reciben
expresiones significativas (Thompson, 1990). En este sentido es que (Williams,
1928)considera a la cultura como un sistema significante realizado, al que se puede
acceder a través de una doble llave, en tanto que sistema significante manifiesto y
sistema significante latente. En sentido manifiesto, se refiere a las prácticas directas de
producción de sentidos y significados (dimensión simbólica), tal como en las artes, la
educación y la comunicación. En sentido latente, las prácticas de producción de
sentidos y significados se encuentran ocultas en otras prácticas humanas, como la
política, la economía o la reproducción social.
Desde esta perspectiva, hacer un análisis de la relación entre la cultura y desarrollo
económico, implicaría partir, tal como lo proponen García Canclini y Bonfil Batalla
(1987), de entender las políticas culturales como: “el conjunto de intervenciones
realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios
organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades
culturales de la población y obtener consenso para un tipo de orden o transformación
social”. Y en esta dirección, se abren dos posibles caminos de análisis de tal relación.
Los productos manifiestamente simbólicos como mercancías que coadyuven la
economía y las prácticas simbólicas presentes de manera latente en las prácticas
económicas. En otras palabras, el análisis de la cultura económica que caracteriza
diferencialmente a las sociedades contemporáneas y que tiene un efecto directo sobre
el desarrollo social de las mismas, ya sea de manera positiva o no. “Tal como lo
sostiene Shalins, la economía está constituida por la cultura, y la cultura no es el reino
del interés desinteresado” (Ariño, La concepción de la cultura., 2005). El concepto de
desarrollo hace parte de la realidad, de manera que se hace necesario discutir de qué
forma se utiliza en este texto. La antropología ha dedicado literatura de considerable
magnitud con el objetivo de adquirir un panorama suficientemente amplio para no
caer en reduccionismo innecesarios.

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Desde el posestructuralismo antropológico se ha extendido un ejercicio de análisis de
discurso que se denomina antropología del desarrollo, dentro del cual el desarrollo
adquiere una connotación negativa, dada, sobre todo por las imposiciones del discurso
que se dan desde las potencias económicas y políticas. Se ha visto como un elemento
que modifica las realidades. Hasta tal punto se entiende como algo satanizado, que
como concepto ni se piensa, se percibe como inherente a la realidad y al contexto,
como una enfermedad innata de la sociedad. Desde el ámbito académico se ha
debatido en gran medida, sin embargo ha sido criticada puesto que solo se quedó en el
análisis del discurso, crítico más no propositivo (Escobar, 1999). En síntesis,
epistemológica y paradigmáticamente, el desarrollo y la cultura se enmarcan en una
relación de explotación económica y de mano de obra en países periféricos,
redundando en resultados reduccionistas y economicistas, favorables solo para las
grandes compañías y corporaciones multinacionales que se sirven de las pequeñas
economías y de su riqueza cultural.
Desde la otra orilla del debate, desde la antropología para el desarrollo, se ha
construido una posición menos radical, no tan rigurosa en su calidad de académica,
más bien se trata de un ejercicio empírico orientado a utilizar el desa rrollo como un
medio para rescatar elementos culturales e identitarios propios de entornos locales. Se
permite pensar el desarrollo no en sentido contrario al análisis posestructuralista. No
se ve como algo sagrado ni totalmente benéfico, pero si se aprovechan sus ventajas
para negociar desde las periferias, dada la calidad de exótico y único. A partir de este
último contexto se puede entender la cultura como un medio de cambio y
transformación social. (Escobar, 1999) El planteamiento resulta más enriquecedor
cuando la visión epistemológica nos lleva a pensar el desarrollo desde un enfoque
humanista, que incluya la participación de los Estados-Nacionales, de las
comunidades locales y de los diferentes actores sociales en la toma de decisiones y en
la formulación e implementación de las políticas culturales. Como producto de estas
relaciones se llega a una mirada más incluyente y democrática, respetuosa de la
diversidad, la heterogeneidad y la pluralidad histórica de las sociedades. El objetivo de
este artículo es poder explicar el debate teórico y epistemológico que surge sobre el
enfoque economicista de las políticas culturales al interior del fenómeno de la
globalización y la visión humanista de la cultura de las organizaciones sociales y los
movimientos sociales. El abordaje implica entender los paradigmas en discusión y su
incidencia o impacto en el escenario local, nacional y mundial, los actores
representativos y las reglas de juego que inciden en la toma de decisiones y en las
relaciones de poder que emergen dadas las condiciones, las jerarquizaciones y las
estratificaciones en las prioridades de los Estados-Nacionales.
La metodología de investigación es la perspectiva hermenéutica, que pone en
consideración los elementos problemáticos de orden político, económico y socio-

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cultural que se someten al análisis con el objetivo de comprender e interpretar sus
visiones, a fin de re-significar y re-crear las divergencias, encontrando la comple
mentariedad de las mismas que hacen posible una toma de postura para el futuro
lector. En este contexto, la invitación teórica que se sugiere es re-pensar la cultura
como un pilar del desarrollo y el sentido que ésta adquiere para los diversos actores
que allí interactúan. “Culture is a full-fledged economic sector that – as any other –
generates impacts on the urban environment, ranging from direct and indirect
expenditure to employment generation” (Van Der Borg & Russo, 2005, pág. 7). La
cultura como puntal de desarrollo. Según la Unesco, “(…) en su sentido más amplio,
la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos,
espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un
grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los
derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las
creencias (…)” (1982) A pesar de este consenso, y de ser una acepción considerada
como general, hay diferencias que deben ser tenidas en cuenta dependiendo del
contexto. Asimismo, la Unesco cuando hace referencia a la identidad cultural,
especifica que cada vez que se trate de establecer un dominio jerárquico sobre una
cultura se atenta contra la libertar y el desarrollo de esta. De esta forma podemos
comprender que los afanes que trae consigo el capitalismo de manera expansiva,
tienden a homogeneizar sociedades y valores culturales. Por lo que se puede pensar
que es una invasión al libre desarrollo de las sociedades locales, periféricas. “Lo
universal no puede postularse en abstracto por ninguna cultura en particular, surge de
la experiencia de todos los pueblos del mundo, cada uno de los cuales afirma su
identidad. Identidad cultural y diversidad cultural son indisociables.” (Unesco, 1982)
La cultura debe definirse como un sistema complejo y problemático. Complejo,
porque permite crear y re-crear tejidos de significación y prácticas simbólicas tangible
e intangibles en escenarios de diversidad y pluralidad. Problemático, porque se
produce entre los individuos y en su interacción social, reproduciéndose y
socializándose de generación en generación, provocando sus múltiples
transformaciones, de acuerdo a dinámicas sociales, económicas y políticas, tanto
individuales como colectivas que lo permean. Asimismo, permite asegurar que dicha
estructura social da cuenta de procesos de construcción múltiples, diversos y plurales
en el que los individuos son los actores más importantes de la acción cultural. Gracias
a los sujetos, la cultura se expresa como creación artística, referente, identidad,
educación, patrón de conducta, modelo de vida, representación social, símbolo, valor
y práctica, así como un elemento de poder.
El individuo como parte medular del fenómeno de la comunicación, por estar inmerso
en procesos culturales tiene la capacidad de recrear el significado del mundo y de su
propia existencia. Es así que la cultura, su libre y autónomo desarrollo, permite que la
creación de tejido social se maximice. De lo contrario, fenómenos económicos,
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políticos y sociales impuestos desde afuera, reducen la participación comunitaria y
exaltan el individualismo, por lo que no se piensa en un bienestar común, sino que
prima el interés personal. De esta forma se debilita el tejido social y las relaciones
interpersonales se modifican, así como los escenarios de interacción, dando como
resultado procesos de transformación cultural permeados por elementos ajenos y
externos. Los planteamientos de Sen (2004) nos permiten sustentar que la cultura
influye sobre el desarrollo en el fortalecimiento de los derechos humanos, en el
fortalecimiento de los valores sociales y como instrumento o motor de crecimiento
económico, de tal forma que se entiende que el entrecruzamiento de factores sociales
influye en el desarrollo cultural y económico de una sociedad. García Canclini (2005)
afirma que la cultura es un sistema de relaciones de sentido que debe entender al
sujeto en su complejidad histórica para la construcción de alternativas de inclusión
que se traduzcan en políticas de la diversidad.
A este postulado se añade que no basta con establecer un paradigma que permita
visualizar el panorama histórico del ser humano como especie, hace falta también
comprender la historia de las instituciones –en términos funcionalistas- para
comprender cómo el ser humano crea y recrea su mundo y su realidad, tanto que
interviene en el devenir histórico y cultural de su entorno. Si tomamos la cultura como
un recurso del ser, podemos afirmar que es el insumo principal para la construcción y
consumo de riquezas materiales e inmateriales, así como el espacio de participación
ciudadana y de construcción de tejido (Yúdice , Ventureira, & Navarro, 2002). Dado
que es per se un espacio que condiciona, no determina, el desarrollo social y
económico. La definición de Clifford Geertz (2005) sustenta que la cultura es una
urdimbre de significados en las que se entrelazan toda clase de relaciones semánticas
y sintagmáticas, pero también sociales y de intercambio de contenidos culturales a
través de lo que podemos hacer el ejercicio exegético de la ontología del ser. De esta
manera, todos estos elementos son claves para el desarrollo social y el crecimiento
económico de las naciones, sobre todo de aquellas naciones que viven problemáticas
internas de pobreza, desempleo, desigualdad, inequidad, exclusión, violencia
generalizada, marginalidad y opresión. Se convierte la cultura en sí en el medio y el
espacio propicio para el reforzamiento del ejercicio democrático. Desde una óptica
institucional transnacional, la cultura se sitúa como el fenómeno catalizador para la
permanente construcción subjetiva e inter-subjetiva. La UNESCO (2000) la ha
catalogado como una dimensión fundamental del proceso de desarrollo de los pueblos,
ya que es un derecho en el que deben participar activamente los sujetos en sociedad,
convirtiéndose en un instrumento para el mejoramiento socio-político y socio-
económico. En síntesis, la cultura como proceso se constituye en articulador y
cohesionador social.

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El concepto de Desarrollo Humano, promovido a nivel internacional por parte del
PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) y Amartya Sen en el 2010,
incluyó la educación o la sanidad como factores clave en el desarrollo humano, que se
define como la ampliación de las capacidades de cada persona y sitúa, de este modo, a
la persona en el centro de la propia acción del desarrollo. Actualmente UNESCO
promueve a su vez la comprensión de la cultura como un proceso continuo, maleable
y evolutivo y señala a la diversidad cultural como condición esencial para la paz y el
desarrollo sostenible. Ahora bien, para generar los cambios y las transformaciones que
la sociedad requiere, es necesario provocar vínculos entre la cultura y las políticas
culturales públicas, al interior de procesos de gestión cultural. Entendiendo políticas
culturales públicas como “el conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las
instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el
desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población y obtener
consenso para un tipo de orden o transformación social.” (García Canclini & Bonfil
Batalla, 1987). Por lo que, desde el ámbito político, es perentoria una política cultural
pública. Tanto a los Estados como a las Instituciones Públicas les compete la
responsabilidad moral, legal y constitucional de garantizar a los ciudadanos el derecho
a la vida cultural, como un bien público; diseñar las políticas públicas que permitan el
acceso a la cultura sin distinción o discriminación; y velar por la promoción e impulso
de los valores culturales tradicionales y modernos en escenarios de inclusión,
participación y diversidad. Por esta razón se hace necesario la creación de políticas
públicas en cultura desde el ámbito económico que dinamicen el desarrollo económico
de los pueblos, generen y posibiliten la vinculación de la sociedad civil a actividades
económicas altamente productivas tendientes a mejorar la calidad de vida de los
individuos, de la familia y de la sociedad en general; desde el ámbito social permite
que la cultura sirva de integrador, articulador y cohesionador social, como catalizador
de valores, los principios axiológicos de la sociedad en el ejercicio de la sana
convivencia, la tolerancia, respeto mutuo y la comunicación recíproca a partir de la
diversidad. Asimismo, permite visibilizarse como motor de referentes simbólicos
positivos, transmisibles de generación en generación. Dichas políticas culturales se
piensan, reflexionan y diseñan en el marco de un proceso de construcción en equipo
en el que participan diversidad de actores (Estado, instituciones educativas,
empresarios, gestores y actores culturales, líderes barriales y representantes de la
sociedad civil en general). Cada uno con diferentes formas de actuación en la toma de
decisiones, roles, actitudes, comportamientos, influencias, valores y puntos de vista,
con distintos intereses, objetivos y propósitos sociales o económicos, con posiciones
semejantes, contrarias o complementarias, a la luz de dinámicas de diálogo que se
visibilizan y se denotan permanentemente.
Debido a esta multiplicidad de relaciones de poder y de escenarios de comunicación
que emergen, bien sea entre las Instituciones del Estado, los empresarios y los
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gestores culturales deben dar como resultado espacios y procesos que fortalezcan y
amplíen la diversidad de expresiones, representaciones e interpretaciones simbólicas
que den sustento al sueño del desarrollo integral y al mejoramiento de la calidad de
vida, así como lo manifiesta el profesor Licona Calpe (1997) al hacer alusión a la
gestión cultural como una postura de acción en originalidad, motivación, planificación
y lucidez. En dicho orden, el Estado debe por su parte atender, obligatoria y
necesariamente, por deber constitucional, las políticas culturales que garanticen el
acceso a los bienes culturales tanto materiales como inmateriales a las clases menos
favorecidas. Es una responsabilidad no solo jurídica y legal, sino ética y moral a través
de sus gobernantes, generar amplios mecanismos de participación e inclusión
ciudadana que apoyen y que favorezcan la potencialización de la cultura en todas sus
manifestaciones, de forma amplia, duradera, integral y orgánica, que se convierta en
parte vital del desarrollo social y económico de los pueblos. El compromiso del
Estado se demostraría a partir de verdaderas políticas educativas, sociales, económicas
y laborales que generen cambios significativos y sustanciales en las condiciones de
vida de las personas. Por su parte la sociedad civil, de igual manera, le atañe el
liderazgo en la co-construcción de proyectos colectivos en la consecución de
escenarios que apalanquen la cultura por ende el crecimiento del sector.
La propuesta del profesor Licona Calpe se sustenta en la idea de que “la gestión
cultural es el conjunto de acciones que potencializan, viabilizan, despiertan, germinan
y complejizan los procesos culturales, dentro de su particularidad y universalidad. Es
un trabajo organizado, es decir, con sentido” (1997, p. 2). Significa que la gestión
cultural implica un ejercicio reflexionado de manera multidimensional, abordando las
complejidades de la cultura, no es un mero ejercicio práctico, ni pragmático, ni
estadístico de las realidades sociales, al contrario, es una praxis que requiere
establecer puntos de diálogo y comunicación entre las dinámicas socio-económicas,
socio-políticas y socio-culturales, tanto cualitativas como cuantitativas, considerando
las características, los enfoques y los modelos de gestión que han sido consensuados
históricamente, así como a los sujetos implicados. De igual forma desde el Informe
sobre nuestra diversidad creativa de la UNESCO se lee que la cultura no es un
instrumento del progreso material, sino el fin y el objetivo del desarrollo como
manifestación de reafirmación de la misma existencia humana en todas sus formas
plenamente (Kliksberg & Tomassini, 2000). Es así como la cultura sirve como eje
articulador para que las generaciones presentes y las futuras en el fortalecimiento de
los valores individuales y colectivos, la generación del sentido de pertenencia, del
trabajo en equipo, en la reafirmación de la solidaridad y la comunicación dentro del
respeto mutuo, entre sujetos diferentes y diversos. La cultura se ha convertido en las
últimas décadas en una dimensión que toma cada vez más importancia desde las
experiencias locales y populares, sirviendo como potencializadora del cambio social y
emancipadora de sujetos en lo social, económico y político.
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Quedando demostrado una vez más la importancia de la cultura en el desarrollo
económico. Visión economicista de la Cultura. Si bien la globalización ha acelerado el
proceso de incorporación de la dimensión cultural a las nuevas dinámicas mundiales,
es relevante decir que la cultura como estructura social compleja se manifiesta de
diversas formas, teniendo en cuenta las transformaciones que se han dado en los
intercambios que se suscitan en el proceso. La primera transformación se relaciona
con el proceso de homogeneización cultural que deviene del proceso mismo de la
globalización, como fenómeno en expansión a escala mundial donde las dimensiones
económicas, políticas y socio-culturales se ven permeadas positiva y/o negativamente.
La era global nos presenta un acelerado proceso de dinamización de la economía de
mercado y de la expansión del sistema económico capitalista que ponen en relevancia
lo privado sobre lo público, lo cuantitativo sobre lo cualitativo, ahondando el
problema de la brecha entre países ricos y pobres. En esta primera transformación, la
cultura del consumo, del individualismo, de la competencia, de la acumulación, de lo
importado, etc, se profundizan valores, o si se quiere, antivalores propios de la
globalización económica. Desde una perspectiva analítica, la triada Mercado – Estado
– Sociedad son factores fundamentales en la consolidación del modelo de desarrollo
de Nación que se ha construido o que se pretende construir, a partir del enfoque
epistémico imperante. Cuando el mercado es el elemento más importante y el Estado
junto a la sociedad se encuentran en el segundo y tercer lugar de importancia, el
paradigma que prima es el economicista o determinista en una relación vertical de
poder. El mercado a través de sus diversos agentes (empresarios, inversores,
instituciones financiadoras) controla la toma de decisiones políticas de los Estados,
sobre todo de aquellos en crecimiento, dando paso al orden de prioridades que deben
complacer las expectativas de inversión desde afuera hacia adentro (Sen, 2004;
Rausell Köster, 1999). Sin embargo, hoy se puede decir que, en este escenario de
interrelaciones cambiantes, de transnacionalización e internacionalización de la
economía, es imperativo analizar muy bien a los sujetos y a los actores locales como
globales que intervienen. Las distintas maneras en que se ha enfocado la relación entre
cultura y desarrollo permiten tener un espectro más complejo y amplio en
consideración. Esto da paso a pensar en una segunda transformación, en torno al bien
común. Se trata de un proceso a partir del cual, al tratar de oprimir un grupo social,
antes que establecer un dominio total, lo que se generan son nuevas formas de
manifestaciones, es decir, surgen nuevos procesos culturales. En este orden de ideas,
cómo países gobernados por regímenes de dictadura, crecen y maximizan la
producción de bienes culturales, lo que a futuro ha redundado en mayor oferta
cultural, incremento de las industrias creativas, en concreto, ciudades con espacios de
apropiación y producción.

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Estos fenómenos no ocurren porque hayan sido estandartes de estos gobiernos, todo lo
contrario, al querer borrar huellas de democracia y otros aspectos que luchen contra la
dictadura, se crean espacios marginales de explosión social y cultural, espacios donde
la sociedad se une para expresarse e interactuar. La razón, más que lógica es que ni
siquiera un Estado de dictadura puede obligar a la sociedad a adquirir ciertos gustos o
apegarse a prácticas culturales ajenas a su propio contexto. Para continuar con el
análisis, vale la pena citar el concepto de cultura que propende por la comprensión de
la cultura como un eje de desarrollo económico. El término cultura […] incluye las
actividades de los artistas y artesanos, consumidores e instituciones como las
compañías de teatro, productoras teatrales, orquestas y otro tipo de instituciones
artísticas permanentes. Adicionalmente, incluye actividades transitorias o temporales
como exposiciones, festivales y ferias. Además, en la cultura de masas es innegable
incluir la música popular, los elementos artísticos de algunos medios de comunicación
como cierto tipo de películas, radio, televisión y publicidad. Una concepción amplia
del término, incluye también aquellas instituciones que, aunque no producen cultura
para su consumo, hacen que ésta sea posible, tal como las instituciones educativas
básicas y las actividades de bienes y servicios complementarios a algunas actividades
artísticas. Esto extiende el interés hacia las tiendas de fotos, las librerías, los teatros,
las academias públicas y privadas, el personal dedicado a la formación, los estudios de
sonido, la industria de la edición y aquellas tiendas que se dedican a elementos
relacionados con las artes. Finalmente, la arquitectura, como elemento cultural que
obliga a su preservación, y como input de otras actividades culturales, el arte en los
sitios públicos, el desarrollo arquitectónico actual (como expresión artística) y la
rehabilitación de edificios estéticamente e históricamente significativos. Visión
humanista de la Cultura. La expresión de Néstor García Canclini, todos tienen cultura:
¿quiénes pueden desarrollarla? (2005), se refiere a que todos los individuos de una
sociedad por diversa que sea tenemos el derecho natural de la cultura, nacemos con
ella, nos desarrollamos, la producimos y la reproducimos, y morimos con ella. Esta
tesis del autor implica pensar: Desarrollar la cultura a partir de la riqueza de las
diferencias, ayudando a corregir las desigualdades y ponderando la cultura sobre el
mercado.
Lograr que la cultura sea sustentable a partir de políticas que garanticen la diversidad
cultural, por medio del control de los mercados y los intercambios, colocando el
aprendizaje intercultural, la innovación y el pensamiento crítico en el centro de las
acciones de democratización cultural. Repensar las relaciones de la cultura como
negocio, industria y servicio, reconociendo la diferencia, impulsando políticas de
protección del patrimonio cultural y contro lando los oligopolios. Abrir un mapa de
comunicación que permita la construcción de ciudadanías con acceso a la cultura, a la
diversidad, a la integración y a la equidad. Como dice el mismo Canclini (2004), los
procesos culturales y de desarrollo son actividades complementarias, que implican la
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participación de la sociedad civil, la intervención del Estado y la cooperación de los
empresarios, que permitan impulsarla. Tanto los bienes tangibles como intangibles de
la cultura son el sustento de la cultura y al mismo tiempo factores intervinientes del
desarrollo social, económico y político de las sociedades. Ello implica el
reconocimiento tanto de la multiculturalidad como de la interculturalidad, dados los
fenómenos de internacionalización y mundialización vigentes, así como la
identificación de los valores, las costumbres, las tradiciones, las creencias, la historia,
los modos de vida, las prácticas sociales y ciudadanas, las orientaciones éticas y
morales, y todo el conjunto de dinámicas entre los sujetos que hacen posible la
participación y la intercomunicación dialogante.
Una de las acepciones más valoradas del concepto de cultura para las humanidades es
el que la UNESCO redactó, que se remite al objetivo y el fin del desarrollo, entendido
en el sentido de realización de la existencia humana en todas sus formas y en toda su
plenitud, reafianzando el argumento de que la cultura es en sí misma una estructura de
poder social, que permite el disfrute a plenitud de la dignidad humana. Según el
mismo Kliksberg y Tomassini (2000) es viable y da resultados efectivos. Hay
referencias significativas en las cuales apoyarse. Para llevar a cabo esa movilización
en escala considerable —un gran desafío hacia el futuro— se necesitará de políticas
orgánicas y amplias concertaciones entre el Estado y la sociedad civil.
En la era global la diversidad cultural debe ser vista como un recurso para el
mejoramiento socio-político y socio-económico (Yúdice , Ventu- reira, & Navarro,
2002), ya que incluye dinámicas de participación de los sujetos sociales y políticos, y
de afianzamiento reivindicativo de los derechos culturales, a través de la construcción
de prácticas culturales y de políticas de la diversidad, desde el plano local hacia el
global, en el marco de las relaciones de poder entre las instituciones públicas, los
movimientos sociales y los gobiernos, en la búsqueda de procesos de inclusión y
participación, que aboguen por la heterogeneidad, la pluralidad y la democracia de los
pueblos en la permanente construcción de su historia. Para concluir es válido
argumentar que la cultura y el desarrollo pueden ser vista desde cualquiera de sus
aristas; ello permite pensarse como el escenario o estructura donde el ser humano se
manifiesta, verbaliza su mundo y su realidad. Se trata de la capacidad de la sociedad
de materializar sus construcciones mentales, al mismo tiempo es el espacio físico
donde se permite exponer toda la serie de creaciones artísticas o manifestaciones
culturales que hacen parte de un proceso histórico y biológico de interiorización del
entorno natural y social. Además, permite el empoderamiento de los espacios públicos
por parte de la sociedad, así como la participación política y democrática.

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TRANSMISIÓN CULTURAL
Innovación
Anteriormente en el capítulo aprendimos que los grupos grandes con un alto grado de
interconectividad son más innovadores y menos propensos a perder conocimiento. La
innovación incluye combinar la información existente para crear algo nuevo. En un
grupo o población grande, es muy probable que una persona haga un nuevo
descubrimiento que será adoptado o compartido con el grupo, pero sólo si la
innovación es útil (Heine, 2016). Considere las transiciones del forrajeo a la
agricultura o las transiciones más recientes del correo electrónico a los mensajes de
texto, innovaciones que se han adoptado, compartido y transmitido en todo el mundo.
Difusión
La difusión es la difusión de la cultura material y no material y se relaciona con la
integración entre culturas y dentro de las culturas. Aprendimos antes que la cultura
material se refiere a objetos tangibles o pertenencias de grupo. Por ejemplo, los
estadounidenses de clase media pueden volar al extranjero y regresar con una nueva
apreciación de los fideos tailandeses o el helado italiano. La difusión de la cultura
inmaterial (normas, valores y creencias) se ha acelerado a medida que el acceso a la
televisión e Internet ha llevado los estilos de vida y valores retratados en la comedia
de situación a hogares de todo el mundo. Los feeds de Twitter de manifestaciones
públicas en una nación han alentado a manifestantes políticos en otros países. Cuando
se produce este tipo de difusión, los objetos materiales y las ideas de una cultura se
introducen en otra. Las ideas que son fáciles de comunicar tienen más probabilidades
de difundirse y los mensajes emocionales se difundirán más rápidamente. Si una idea
o un mensaje desafía nuestras suposiciones o expectativas, pero parece razonable,
también es más probable que se comparta y comunique (conocida como la idea
mínimamente contraintuitiva).
Aculturación
La aculturación es el proceso de cambio social, psicológico y cultural que ocurre
cuando las culturas entran en contacto entre sí y se mezclan. La aculturación se puede
experimentar a nivel de un grupo (e.g., guerra, dominación política, colonización) y a
nivel del individuo (e.g., datación después del divorcio). El proceso de aculturación
puede ser muy angustiante o solo levemente incómodo pero es una parte normal de
nuestra adaptación a cosas que son nuevas para nosotros. Algunos de los efectos más
notables de la aculturación a menudo incluyen cambios en los alimentos, la ropa y el
lenguaje. Discutimos más a fondo la aculturación y el choque cultural en el Capítulo
13.

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ENFOQUE SOCIAL:

1. Cultura organizacional orientada al poder


Su objetivo es la competitividad empresarial, por eso los valores y la cultura en
general están orientados a destacar su posición en el mercado. El liderazgo
empresarial es su principal vertiente.

Esta cultura ve al empleado como quien presta un servicio. Llama a formar grupos de
trabajo entre los directivos de área únicamente cuando surgen problemas; fuera de
estos incidentes, el trabajo es individual y la información de cada área es privada.

2. Cultura organizacional orientada a las normas


Busca la estabilidad y seguridad de la compañía con un cumplimiento estricto de las
normas y reglas internas; por lo tanto, es común que se apliquen sanciones a todo el
que las infringe. Se apega a los procesos, protocolos y procedimientos para garantizar
un funcionamiento correcto, por lo que establece funciones y responsabilidades.

3. Cultura organizacional orientada a los resultados


Su objetivo es la eficacia y la optimización de los procesos laborales; además, prioriza
las metas a corto plazo y fomenta el ahorro de recursos, tanto materiales como
humanos.

4. Cultura organizacional orientada a las personas


Esta cultura se centra en el desarrollo personal y profesional de su equipo de trabajo,
fomenta valores sociales e incita a la motivación y la creatividad. También es
incluyente y busca la satisfacción de los clientes y de los colaboradores.

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Diferencias entre cultura y clima organizacional

Hasta este momento hemos revisado en términos generales qué es la cultura


organizacional y cuáles son sus características más importantes. Sin embargo, es
posible que en este punto te preguntes si no podríamos intercambiar el concepto por el
de clima organizacional. A fin de cuentas, hemos hablado de la organización que se da
dentro de un grupo de personas y de la importancia que esta tiene en sus labores.

A pesar de que pueden parecer términos intercambiables, es importante tener claro


que el clima organizacional no es lo mismo que la cultura organizacional, sino solo
uno de sus elementos constitutivos.
Cuando hablamos de cultura hacemos referencia a todos aquellos factores que
influyen en la consolidación de un sentimiento colectivo, de objetivos comunes y de
formas de vivir y trabajar. Estos elementos, que desarrollaremos más adelante,
involucran la filosofía de la organización, su misión, los valores que están detrás de
ella y, naturalmente, la calidad del ambiente en el que se desarrollan sus miembros.

Una organización que mantenga relaciones de colaboración tóxicas, violentas o


denigrantes tendrá un clima negativo, ya que estos ambientes y dinámicas de trabajo
impiden la productividad y afectan el bienestar de las personas. Por el contrario, un
buen entorno de colaboración hace que todos sean más productivos, que surjan metas
comunes y que se promueva la salud de todos los integrantes del equipo. En resumen:

El clima organizacional es solo una parte de la cultura organizacional.


La cultura organizacional involucra más cosas que la pura convivencia interna.
El clima es una cuestión subjetiva, ya que depende de cómo perciben las personas —
dentro y fuera de la organización— la forma en que se establece la colaboración
interna.
La cultura es una cuestión de hecho, que no depende de los criterios de nadie.
El clima puede ser positivo o negativo; la cultura organizacional, no.
Ahora, veamos los elementos de la cultura empresarial.

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LAS VARIABLES QUE INFLUYEN EN EL CLIMA
ORGANIZACIONAL

1. Liderazgo
Para que un equipo de trabajo se desempeñe adecuadamente, la presencia de un líder
es vital, pues es el modelo a seguir del resto del equipo. Y resulta ideal, según sea el
nivel de capacidad del equipo, que el líder involucre a los colaboradores en la toma de
decisiones y que asigne las funciones o metas basándose en la experiencia y el tipo de
tarea en cuestión; explotando las mejores habilidades de cada persona y haciéndola
crecer con cada tarea.
Un líder de equipo eficaz, no solo es capaz de sacar adelante los proyectos de trabajo a
cualquier costo. Es una persona que sabe ver lo mejor de cada empleado y valora a
cada uno por su papel en la empresa y como ser humano.

2. Motivación
La motivación es una energía poderosa que impulsa y emociona a los empleados, lo
que da como resultado su máxima contribución. Permitir la creatividad e innovación,
así como dar reconocimiento, retroalimentación y posibilidades de crecimiento
contribuyen a aumentar la motivación en el lugar de trabajo.

3. Empoderamiento
El empoderamiento se refiere a conferir cierto grado de autoridad y responsabilidad a
los empleados, con el fin de involucrarlos en el proceso de toma de decisiones, más
allá de las actividades laborales que les corresponden de acuerdo con su puesto de
trabajo.
Es decir que los empleados participan en varios niveles de gestión. Su palabra tiene
peso. No solo están en las reuniones para satisfacer el ego de los líderes de equipo, por
ejemplo, sino para aportar su experiencia y puntos de vista en asuntos trascendentes
para la empresa.

4. Competitividad
En muchas empresas se fomenta un ambiente de competitividad en el que las mejores
ideas, las innovaciones o los logros son reconocidos y premiados. Esto puede ser útil

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para mantener a los equipos enfocados y ayudarlos a sentirse capaces de enfrentar
nuevos retos y más responsabilidades.
No obstante, se debe tener cuidado con abusar de las horas extra, los plazos ajustados
y las demandas cada vez mayores, ya que pueden hacer sentir a los empleados
preocupados, agotados y abrumados, lo que influye de manera negativa en el clima
laboral de tu empresa.
Para ello se deben establecer reglas, límites y evaluaciones que permitan mantener la
competitividad sin perjudicar la estabilidad y la salud física y psicológica de los
colaboradores.

5. Colaboración
Contrario al punto anterior, algunas empresas propician un ambiente de trabajo en
equipo y apoyo; en donde si un colaborador se retrasa o se estanca, los demás le den la
mano para salir a flote y cumplir con sus objetivos, que al final, son las metas de todo
el equipo.
Este tipo de esquema de cooperación favorece que todos trabajen bajo los mismos
preceptos y en favor de las mismas causas. Pero también requiere que cada empleado
aporte el mismo nivel de esfuerzo y compromiso.

6. Valores
Los valores representan la manera en que una empresa hace las cosas, por lo que no
solo se encuentran en la actitud de los empleados, sino en los productos, la
comunicación, la atención al cliente, la responsabilidad social y demás. Establecer y
aplicar los valores a todo lo que hace la empresa ayudará a tener un clima laboral bien
definido y favorable a la organización.

7. Cultura organizacional
Tanto el clima laboral como la cultura organizacional son importantes para el buen
funcionamiento y la comunicación entre los miembros de una empresa. Cuando la
implementación de la cultura organizacional es eficiente el clima laboral es positivo.
En HubSpot nos inspiramos en el ejemplo de las mejores culturas corporativas, a la
vez que creamos nuestras propias formas de dar sentido a lo que nos apasiona. Así
surgió el Culture code o código de cultura, que es tanto un manual del empleado como
un manifiesto.

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8. Resolución de conflictos
Un conflicto no resuelto entre colaboradores puede provocar sentimientos de
insatisfacción, infelicidad, desinterés, desesperanza, depresión y otras emociones.
También puede ocasionar la renuncia al trabajo y, en casos extremos, la agresión. Por
ello muchas empresas crean unidades de atención dedicadas a resolver conflictos
internos, las cuales se especializan en temas como equidad de género o
discriminación.
Su papel es mediar y conciliar cualquier situación para mantener un clima laboral
positivo. Ahora bien, si el conflicto tiene implicaciones legales, lo más recomendable
es que el abogado corporativo participe en el proceso. Estamos hablando de casos muy
serios en los que se pudo haber cometido acoso o abuso laboral y psicológico en
contra de un emplea

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ANEXOS

BIBLIOGRAFÍA

23
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concepción de la cultura.
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Diferentes, desiguales y desconectados: mapas de la interculturalidad. Barcelona:
Gedisa. García Canclini, N. (2005).
Culturas híbridas: estrategisas para entrear y salir de la modernidad. Barcelona:
Paidos.
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Latina. México: Grijalbo. Geertz, C. (2005). La interpretación de las culturas.
Barcelona: Gedisa. Kliksberg, B., & Tomassini, L. (2000). Capital social y cultura:
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Paidos. Yúdice , G., Ventureira, G., & Navarro, D. (2002).
El recurso de la cultura: usos de la cultura en la era global. Barcelona: Gedisa.

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CONCLUSIONES SOBRE CULTURA

•Cultura es todo aquello, material o inmaterial (creencias, valores, comportamientos y


objetos concretos), que identifica a un determinado grupo de personas, y surgen de sus
vivencias en una determinada realidad. Dicho de otro modo, cultura es la manera
como los seres humanos desarrollamos nuestra vida y construimos el mundo o la parte
donde habitamos; por tanto, cultura es el desarrollo, intelectual o artístico. Es la
civilización misma.

•La cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos,
espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un
grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los
derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las
creencias y que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es
ella laque hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y
&ticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos
opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se
reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones,
busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.

•La importancia de la cultura radica en el hecho de que cada uno de nosotros se siente
representado por un grupo de tradiciones, elementos, formas de pensamiento, formas
de actuar que son parte de la sociedad o del grupo social en el cual desarrollamos
nuestra vida cotidiana y que nos dan una idea de pertenencia. De este modo, es muy
difícil que alguien de nacionalidad alemana se sienta parte de la cultura india porque
las representaciones culturales de cada sociedad son muy distintas y tienen que ver
con las especificidades del lugar, del ambiente, del momento, del grupo social, etc.

•La cultura es la base y el fundamento de lo que somos. Esta existe en nosotros desde
el momento en que nacemos y es el aporte moral e intelectual de nuestros progenitores
en un inicio y de nuestro entorno posteriormente.

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•La cultura es una abstracción, es una construcción teórica a partir del
comportamiento de los individuos de un grupo. Por tanto, nuestro conocimiento de la
cultura de un grupo va a provenir de la observación de los miembros de ese grupo que
vamos a poder concretar en patrones específicos de comportamiento.

•La diversidad cultural es una fuerza motriz del desarrollo, no solo en lo que respecta
al crecimiento económico, sino como medio de tener una vida intelectual, afectiva,
moral y espiritual más enriquecedora. Estas diversidades un componente
indispensable para reducir la pobreza y alcanzar la meta del desarrollo sostenible,
gracias, entre otros, al dispositivo normativo, elaborado en el ámbito cultura

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