Antologia Literatura I
Antologia Literatura I
Antologia Literatura I
ANTOLOGÍA COMENTADA
TÍTULO DE LA PRESENTACIÓN
LITERATURA I
Ciclo escolar agosto – diciembre 2015.
2015
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.5.1.1 Fábula.
La honda de David. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
1.5.1.3 Mito.
Orfeo y Eurídice.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Teseo y Ariadna. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Dédalo e Ícaro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
1
Competencias genéricas y disciplinares. . . . . . . . . . . . . 51
1.5.2.2 Cuento.
Día Domingo de Mario Vargas Llosa.
Llosa . . . . . . . . . . . . . . . 52
1.5.2.1 Novela.
Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. . . . . . . . . 79
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
2
INTRODUCCIÓN
La realización de la antología
ant La lectura, tiempo de vida y
comentada “La
realidades”, fue elaborada
orada por las docentes de la UAC de literatura I,
pertenecientes humanidades,, para brindar una selección
tenecientes al campo disciplinar de humanidades se
de textos relacionados a los distintos géneros literarios, en cuyas páginas
encontrarás una serie de lecturas que abordan diferentes temas, con la finalidad
de que los estudiantes reflexionen, analicen, critiquen, imaginen la creación y el
interés por los textos literarios, para desarrollar la habilidad lectora y el gusto por
la lectura.
3
Las unidades de aprendizaje curricular del área Humanidades se fundamentan en
las competencias disciplinares básicas. Se orientan a que los estudiantes
desarrollen competencias al aportar elementos para que conozcan, desde una
perspectiva crítica y reflexiva, así mismos, a la sociedad, al ser humano y las
relaciones persona-sociedad naturaleza, para que encaren la realidad de su
sociedad-naturaleza,
contexto. La importancia de esta unidad de aprendizaje curricular radica en que
el estudiante sea capaz de integrar la Literatura a su experiencia vivencial, a sus
orígenes y a su entorno para que, a partir de ella, entienda su devenir histórico y
trascienda su realidad presente y, asimismo pueda gozar de la palabra escrita
como valor artístico de la humanidad.
humanidad
4
Estos textos fueron seleccionado
seleccionados para despertar las habilidades de comprensión
lectora; para proyectar sus emociones en los diferentes momentos de su vida;
distinguiendo las características del cuento, por medio de la contrastación teórico-
teórico
práctica, para diferenciarlo de otras obras narrativas,
narrativas, identificando los personajes
de las narraciones (fabula, leyenda, mito, cuento y novela); las características de
los mismos mediante la lectura de textos representativos y la aplicación en la
valoración crítica de su contenido, artístico social, como un acercamiento a su
contexto particular.
5
desarrollado y eres competente para comprender cualquier texto en sus diferentes
géneros.
6
UNIDAD DE APRENDIZAJE, CONTRIBUCIÓN AL DESARROLLO ACADÉMICO DEL
CURSO BASADO EN COMPETENCIAS EN LOS ESTUDIANTES PARA SU
FORMACIÓN.
Las unidades de aprendizaje curricular del bachillerato están orientadas a que los
estudiantes desarrollen las competencias genéricas y disciplinares del Sistema
Nacional de Bachillerato (SNB), cabe señalar que estas competencias, constituyen
a su vez el perfil de egreso deseado para la totali
totalidad
dad de estudiantes de Educación
Media Superior (EMS).. A su vez, éstas consisten en la construcción o desarrollo
de conocimientos, habilidades y actitudes necesarios para una ciudadanía y una
vida en sociedad que sean plenas, y el ejercicio de un proyecto de
d vida razonable,
apropiado para el mundo actual, con la diversidad que lo caracteriza.
Las formas fundamentales de trabajo tendrán que ser la acción cooperativa entre
estudiantes para formular preguntas, discutir y analizar, contrastar con las ideas
eterminados autores, de compañeros de aula o de ellos mismos, así como
de determinados
para reconocer las acciones que realicen en este proceso y la manera en que las
realizan.
7
escritos, cultiva la comunicación interpersonal que contribuye a su desarrollo
nica al utilizar los textos,
humano y de quienes lo rodean; se expresa y se comunica
piensa crítica y reflexivamente al trabajar un organizador de ideas, ordena
información de acuerdo a categorías, jerarquías
jerarquí y relaciones, valora una hipótesis
o selecciona las ideas principales de un texto; aprende de fforma
orma autónoma cuando
en los procesos comunicativos y en el análisis de textos define metas y da
seguimiento a sus procesos de construcción de conocimiento; trabaja en forma
colaborativa al entablar diálogos o realizar dramatizaciones y asume una actitud
nstructiva, congruente con los conocimientos y habilidades que adquiere dentro
constructiva,
de distintos equipos de trabajo; participa con responsabilidad en la sociedad,
dialoga y aprende de personas con distintos puntos de vista y tradiciones
culturales mediante la ubicación de sus propias circunstancias en un contexto.
8
APORTACIÓN AL APRENDIZAJE
DEL ESTUDIANTE.
El estudiante, por medio de la lectura oral, reforzará los saberes tales como el
enfoque analítico, reflexivo y crítico, contextos actuales y significativos,
personajes,
rsonajes, moraleja e ironía, para identificar lo
los
s elementos contextuales de la
fábula de Augusto Monterroso.
Monterroso
La fábula es una narración breve, concisa, en la que los personajes pueden ser
personas, animales o seres inanimados, que conlleva una intención moralizante.
animales y objetos imitan el comportamiento de los humanos
De esta manera, animales
para dar lecciones de moral, se distinguen ante todo por su brevedad y su
moraleja que es un mensaje o principio explícito o implícito y puede estar escrita
en verso o en prosa.
9
La fábula es un subgénero
subgénero narrativo de tradición oral cuyos orígenes se confunden
con los cuentos de animales, con conducta y motivaciones aparentemente
humanas, y también responden a una finalidad didáctica y moralizante. En ella se
representan las virtudes y defectos humanos mediante
mediante la personificación de los
animales.
10
BLOQUE I
Identifica la Literatura como Arte.
Arte
Competencias a desarrollar:
11
LA HONDA DE DAVID
Augusto Monterroso
12
abía una vez un niño llamado David N., cuya puntería y habilidad en el manejo
Había
de la resortera despertaba tanta envidia y admiración en sus amigos de la
vecindad y de la escuela, que veían en él -y
y así lo comentaban entre ellos
cuando sus padres no podían escucharlos-
e un nuevo David.
Pasó el tiempo
Cansado del tedioso tiro al blanco que practicaba disparando sus guijarros contra
latas vacías o pedazos de botella, David descubrió que era mucho más divertido
ejercer contra los pájaros la habilidad con que Dios lo había dotado, de modo que
lante la emprendió con todos los que se ponían a su alcance, en
de ahí en adelante
especial contra Pardillos, Alondras, Ruiseñores y Jilgueros, cuyos cuerpecitos
sangrantes caían suavemente sobre la hierba, con el corazón agitado aún por el
susto y la violencia de la pedrada.
pedrada
13
VALORACIÓN CRÍTICA Y
COMENTARIOS DIRIGIDOS
VALORACIÓN CRTITICA:
La fábula es una composición literaria breve, los personajes casi siempre son
animales u objetos con características humanas, como el habla, el movimiento etc.
Estas historias concluyen con una enseñanza o moraleja de carácter instructivo,
que suele figurar all final del texto. Crea pequeños cuadros tomados del mundo
real que se va combinando con situaciones fantásticas y plantea problemas de
carácter moral. Cuando los personajes de la fábula son seres humanos que sirven
costumbres, vicios y situaciones de
como medio para comparar, criticar, costumbres,
naturaleza humana
na son las llamadas parábolas.
Desde hace muchos años el estudio de la vida literaria, hasta el día de hoy, se ha
vuelto prácticamente excepcional. Cada lectura que se analiza, hace que se
ábula “La
desarrollen ideas y se apliquen a nuestra rutina diaria. En la fábula “ honda de
David” de Augusto Monterroso se formula una tensión de carácter literario, la
brevedad frente al relato total y detallado. Una persona tiene que ser muy
puede dejar malos entendidos en la mente
prudente con lo que dice, ya que esto puede
de los demás y termina dando mal la información.
14
los padres la tarea de educar bien a sus hijos, en sentido de que éste en el futuro
sea un hombre de bien.
Cuando leemos la ironía que aparece en esta fábula detectamos que algo hay en
la obra, y algo le ocurre al lector, esta situación nos obliga a ir más allá del
omo visión de mundo, el mismo autor hace que el lector se
significado superficial como
encuentre a sí mismo, se identifique; y lo que encuentra en la lectura, sucede o
puede acontecer con él. Monte
Monterroso
rroso a través de la fábula ironiza la condición
humana. Satiriza ciertas acciones de la gente, nos recuerda que la brevedad no es
una expresión poética, sino una práctica de la buena educac
educación literaria.
COMENTARIOS DIRIGIDOS:
15
recónditos aspectos del ser humano, su relación con la sociedad, la historia y
esencialmente la vida humana, sus contradicciones e
consigo mismo. Plantea esencialmente
incluso sus curiosidades, vicios y virtudes, incluyéndose el autor en la crítica que
inflige a sus semejantes.
16
encuentran palabras con doble sentido, elemento lúdico que promueve la
ambigüedad.
17
APORTACIÓN AL APRENDIZAJE
DEL ESTUDIANTE.
A partir de la lectura del texto del mito “Orfeo y Eurídice”, incluida en esta
antología comentada “La lectura, tiempo de vida y realidades
realidades”, resolverán la
actividad y el ejercicio de autoaprendizaje número 5 de su cuaderno de trabajo,
intitulado, “Una
Una mirada a través de la literatura”.
literatura
El estudiante reforzará los saberes tales como el mito, contexto y texto, para
textuales y contextuales. Orfeo y Eurídice
identificar los elementos textuales Eurídice.
La obra de Orfeo y Eurídice está inspirada en la mítica historia del semidiós Orfeo,
cuenta su descenso al inframundo para devolver la vida a su esposa Eurídice,
muerta a causa de la mordedura de una serpiente. Espíritus malignos y furias
serán vencidos gracias al poder conjuratorio de la música emanada de su lira,
18
según la promesa del dios amor, con la única condición de no mirar a la amada,
sino hasta regresar al mundo de los vivo
vivos.
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BLOQUE I
Identifica la Literatura como Arte.
Competencias a desarrollar:
20
EL MITO
ORFEO Y EURÍDICE
21
En la época en que dioses y seres fabulosos poblaban la tierra, vivía en Grecia
un joven llamado Orfeo, que solía entonar
hermosísimos cantos acompañado por su
lira. Su música era tan hermosa que,
cuando sonaba, las fieras del bosque se
acercaban a lamerle
erle los pies y hasta las
turbulentas aguas de los ríos se desviaban
de su cauce para poder escuchar aquellos
sones maravillosos. Un día en que Orfeo
se encontraba en el corazón del bosque tañendo su lira, descubrió entre las ramas
una joven ninfa que, medio oculta, escuchaba embelesada.
de un lejano arbusto a una
Orfeo dejó a un lado su lira y se acercó a contemplar a aquel ser cuya hermosura
y discreción no eran igualadas por ningún otro.
La joven ninfa, llamada Eurídice, dudó unos segundos, pero finalmente se acercó
a Orfeo y se sentó junto a él. Entonces Orfeo compuso para ella la más bella
ión de amor que se había oído nunca en aquellos bosques. Y pocos días
canción
después se celebraban en aquel mismo lugar las bodas entre Orfeo y Eurídice.
22
ell delicado talón de la
campo, en la huida de Eurídice, una serpiente vino a morder e
ninfa depositando en él la semilla de la muerte.
Así fue como Eurídice murió apenas unos meses después de haber celebrado sus
bodas.
Orfeo atravesó en la barca de Carón las aguas que ningún ser vivo puede cruzar.
Y una vez en el reino de las tinieblas, se presentó ante Hades dios de las
profundidades infernales
nfernales y su esposa Perséfone, acompañado de su lira,
pronunció estas palabras:
23
La música y las palabras de Orfeo eran tan conmovedoras que consiguieron
paralizar las penas de los castigados a sufrir eternamente.
- ¡Oh, poderoso Hades! –Exclamó Orfeo-.. Haré cualquier cosa que me pidáis
con tal de recuperar a mi amadísima esposa.
- Pues bien –continuó Hades tu adorada Eurídice seguirá tus pasos hasta que
continuó Hades-,
hayáis abandonado el reino de las tinieblas. Sólo entonces podrás mirarla. Si
intentas verla antes de atravesar la laguna Estigia, la perderás para siempre.
24
trataba de un sueño? Orfeo dudó por un momento y, lleno de impaciencia, giró la
cabeza para comprobar si Eurídice le seguía.
- Eurídice, Eurídice...
Orfeo lloró y suplicó perdón a los dioses por su falta de confianza, pero sólo el
silencio respondió a sus súplicas. Y, según cuentan, Orfeo, triste y lleno de dolor,
se retiró a un monte donde pasó el resto de su vida sin más compañía que su lira
y las fieras que se acercaban a escuchar los melancólicos cantos compuestos en
recuerdo de su amada.
25
VALORACIÓN CRÍTICA Y
COMENTARIOS DIRIGIDOS
VALORACIÓN CRÍTICA:
26
COMENTARIOS
S DIRIGIDOS:
DIRIGIDOS
Quizá este sea el significado profundo del regreso de Eurídice al mundo de la luz;
no como un ser viviente totalmente resucitado, sino como una parte viviente del
corazón y del alma de Orfeo. En este sentido, revivir como si nuestra mente fuera
un disco rayado, nuestras pérdidas, sin una actitud reflexiva y comprensiva, nos
vir con el sufrimiento sin ninguna ayuda ni liberación, y habremos
condena a vivir
perdido mucho más que si hubiésemos llevado la pérdida con fe, fe en que la vida
tiene un propósito.
Puede que sea inevitable que, después de sufrir una pérdida, vivamos en el duelo,
en la oscuridad durante algún tiempo, y tengamos que superar esas etapas de la
aflicción que siguen su propio ritmo cíclico. La aflicción constituye un proceso
complejo y puede implicar cólera, desesperación, idealización, negación,
de la propia culpa, inculpación de los demás y
remordimiento, sentimiento de
momentos de depresión y de adormecimiento antes de que la vida comience a fluir
nuevamente en nosotros. No se trata de un proceso continuo, ya que el dolor
27
puede surgir e intentar apoderarse de nosotros en los momentos más
inesperados, y es necesario estar preparados para obrar adecuadamente cuando
esto suceda. Este puede ser también un modo de comprender el mandato de
Hades: «¡No
No mires hacia atrás!». Porque si lo hacemos, en realidad, con ello
intentamos congelar
ar el momento y detenemos el proceso de la aflicción, del duelo,
el cual lleva consigo el potencial de curar siempre que le acompañemos a su
propio ritmo.
Nos sentimos incómodos cuando los demás se conduelen durante más tiempo de
lo que consideramos necesario. Tenemos un concepto de lo que deben durar
necesario.
estos estados y de lo que debemos sentir respecto a los seres que hemos perdido.
Sin embargo, cada persona es diferente, y el proceso se desarrolla de forma
distinta en cada uno. El dejar de mirar atrás requiere que desechemos la creencia
requiere
ciega de que la vida va a hacer una excepción con nosotros; y puede que se nos
pida confiar en la vida, con su proceso natural del duelo por la pérdida sufrida, por
más prolongado que este sea y a pesar de las emociones inaceptables
inacep que
despierte en nosotros. En realidad, lo que descubrimos en estas experiencias
dolorosas, es a aprender a amar y a ser mejores personas, y a vivir desde un
plano de eternidad en el amor que hemos compartido con los seres que hemos
perdido.
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APORTACIÓN AL APRENDIZAJE
DEL ESTUDIANTE.
A partir de la lectura del texto del mito “Teseo y Ariadna”,, incluida en esta
antología comentada “La lectura, tiempo de vida y realidades
realidades”, resolverán la
actividad y el ejercicio de autoaprendizaje número 5 de su cuaderno de trabajo,
intitulado, “Una mirada
da a través de la literatura”.
literatura
El estudiante reforzará los saberes tales como el mito, contexto y texto, para
identificar los elementos textuales
tex y contextuales. Teseo y Ariadna.
El mito es una narración maravillosa mediante la que se trata de explicar el origen del
mundo del ser humano, de un pueblo, del lugar que éste ha habitado o de las cosas que
nos rodean como parte de la naturaleza. Su propósito es explicar el origen de la vida, así
como los grandes hechos sociales o históricos que han influido en un pueblo, forman parte
de la idiosincrasia de las comunidades humanas, pues las unen y les dan identidad,
permitiendo la vida colectiva.
Teseo fue un mítico rey de Atenas, hijo de Etra y Egeo. Atenas debía enviar un
tributo al rey Minos de Creta, que consistía en el sacrificio de siete doncellas y
siete jóvenes, que serían devorados por el monstruo Minotauro. Teseo se
presentó voluntariamente en el tercer envío ante su padre para que le permitiera
p
29
ser parte de la ofrenda y le dejara acompañar a las víctimas para poder
enfrentarse al Minotauro. Al llegar a Creta, la princesa Ariadna se enamoró de él y
propuso a Teseo ayudarle a derrotar al Minotauro, a cambio de que se la llevara
con él de vuelta a Atenas y la convirtiera en su esposa, y Teseo aceptó. La ayuda
de Ariadna consistió en dar a Teseo un ovillo de hilo que éste ató por uno de los
extremos a la puerta del laberinto.
30
BLOQUE I
Identifica la L
Literatura como Arte.
Competencias a desarrollar:
31
MITO
TESEO Y ARIADNA
32
Hace miles de años, la isla de Creta era gobernada por un famoso rey
llamado Minos. Eran tiempos de prosperidad y riqueza. El poder del
soberano se extendía sobre muchas islas del mar Egeo y los demás pueblos
sentían un gran respeto por los cretenses.
nas, en aquel tiempo, era aún una ciudad pequeña y no pudo hacer
Atenas,
frente al ejército de Minos. Por eso envió a sus embajadores a convenir la
paz con el rey cretense.
Minos los recibió y les dijo
que aceptaba no destruir
Atenas pero que ellos debían
cumplir con una condición:
enviar a catorce jóvenes,
siete varones y siete mujeres,
a la isla de Creta, para ser
arrojados al Minotauro.
33
Cuando se enteraron de la condición que ponía Minos, los atenienses se
estremecieron. No tenían alternativa. Si se rehusaban, los cretenses destruirían
la ciudad y muchos morirían. Mientras todos se lamentaban, el hijo del rey, el
valiente Teseo, dio un paso adelante y se ofreció para ser uno de los jóvenes
paso
que viajarían a Creta.
En Creta, los jóvenes estaban alojados en una casa a la espera del día en que
el primero de ellos fuera arrojado al Minotauro.
Minotauro. Durante esos días, Teseo
conoció a Ariadna, la hija mayor de Minos. Ariadna se enamoró de él y decidió
ayudarlo a Matar al monstruo y salir del laberinto. Por eso le dio una espada
mágica y un ovillo de hilo que debía atar a la entrada y desenrollar por el
camino para encontrar luego la salida.
34
las puntas del ovillo a una piedra y comenzó a adentrarse lentamente por los
pasillos y las galerías. A cada paso aumentaba la oscuridad.
El silencio era total hasta que, de pronto, comenzó a escuchar a lo lejos unos
resoplidos como de toro. El ruido era cada vez mayor.
35
Al día siguiente, Teseo reunió a sus hombres y les ordenó hacerse
inmediatamente a la mar, abandonando a Ariadna, que estaba dormida, en
Naxos.
Teseo, contrariado y triste por lo ocurrido con Ariadna, olvidó izar las velas
blancas. El rey Egeo iba todos los días a la orilla del mar a ver si ya
regresaba la nave.
Cuando vio las
velas negras pensó
que su hijo había
muerto. De la
tristeza no quiso ya
seguir viviendo y se
arrojó desde una
altura al mar Egeo;
por eso éste lleva su nombre. Teseo fue recibido en Atenas como un héroe.
Los atenienses lo proclamaron rey de Atenas y Teseo tomó como esposa a
Fedra.
36
VALORACIÓN CRÍTICA Y
COMENTARIOS DIRIGIDOS
VALORACIÓN CRÍTICA:
Desde que se tiene memoria, los seres humanos han manifestado asombro,
curiosidad y temor frente a los múltiples fenómenos de la naturaleza, por lo que
han explorado diversos caminos para explicar el origen y la esencia de la realidad
circundante. Por ello,, las diversas sociedades arcaicas (antiguas) trataron de
descifrar el misterioso orden que parece regir la realidad natural, humana y divina
a partir de una amplia gama de relatos, mejor conocida como mitos.
COMENTARIOS DIRIGIDOS:
37
extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano”. Así pues este mito relata la
actuación de un héroe, Teseo, que es capaz de realizar acciones extraordinarias
en un tiempo anterior al histórico en que la actuación de los hombres todavía
estaba condicionada por la voluntad de los dioses.
Este mito refleja también la situación política del mundo griego en el siglo XVI o
XVII a.C en que Creta dominaba económica y políticamente el entorno
mediterráneo, incluida Atenas.
El mito de Teseo y Ariadna nos relata cómo una joven princesa se enamora de un
príncipe, le ayuda a llevar a cabo sus tareas y luego éste la abandona sin piedad y
gracias La obra transmite gran cantidad de enseñanzas,
sin ni siquiera darle las gracias. ense
como la importancia de la autoestima, el coraje para superar los obstáculos, el
amor y la inteligencia. Es a través de estos valores, que los protagonistas Teseo y
Ariadna, logran derrotar al Minotauro, y salir del laberinto de muerte y soledad.
El Minotauro, narra la historia de un animal mitad hombre y mitad toro que vivía en
el laberinto de Creta y se alimentaba de personas. Un día Teseo de Atenas llegó
al laberinto para matar al Minotauro y liberó a su pueblo de esta amenaza.
amenaza Nos
recuerda la importancia que tenían los mitos en la antigüedad. Conocerla es
importante porque demuestra que valores como el coraje y el amor siguen
vigentes. Aunque hayan pasado miles de años desde su creación.
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APORTACIÓN AL APRENDIZAJE
DEL ESTUDIANTE.
A partir de la lectura del texto del mito “Dédalo e Ícaro”,, incluida en esta antología
comentada “La lectura, tiempo de vida y realidades”,
realidades , resolverán la actividad y
el ejercicio de autoaprendizaje número 5 de su cuaderno de trabajo, titulado, “Una
mirada a través de la literatura”.
lit
Con base a la lectura identificará y analizará las diferentes características del mito
mito,
la intención comunicativa, el lenguaje literario, las características externas e
internas, como la narración maravillosa, situada fuera de tiempo histórico
h sobre el
origen del mundo, fenómenos naturales o humanos.
39
La historia de Dédalo e Ícaro que es un ejemplo, una excelente lección sobre el
uso y el abuso de la libertad, pero una lección estrictamente laica. Los dioses
Todo es demasiado humano.
están absolutamente ausentes del texto. Todo
40
BLOQUE I
Identifica la L
Literatura como arte.
Competencias a desarrollar:
41
DÉDALO E ÍCARO
42
Dédalo, gran artesano estaba tan orgulloso de sus logros que no podía
soportar la idea de tener un rival. Su hermana había dejado a su hijo Talos a su
cargo para que aprendiese las artes mecánicas. El muchacho era un alumno
ingenio. Caminando por la playa encontró
capaz y dio sorprendentes muestras de ingenio.
una espina de pescado. Imitándola, tomó un pedazo de hierro y lo cortó en el
borde, inventando así la sierra. Unió dos trozos de hierro por un extremo con un
remache y afiló los extremos opuestos, haciendo así un compás.
Dédalo tenía tanta envidia de los logros de su sobrino que cuando un día
estaban juntos en lo alto del templo de Atenea en la Acrópolis, aprovechó la
oportunidad y lo empujó. Pero la diosa, que favorece al ingenio, le vio caer y
cambió su destino transformándole en un pájaro bautizado con su nombre, la
transformándole
perdiz. Este pájaro no hace su nido en los árboles ni vuela alto, sino que anida en
los setos y evita los lugares elevados, consciente de su caída. Por este crimen
Dédalo fue juzgado y desterrado.
43
con su hijo Ícaro en una torre para conservar el secreto de cómo salir.
salir El rey Minos
quería el laberinto para encerrar en él al Minotauro, el hijo de su esposa Pasífae.
Poseidón había maldecido a Pasífae y Dédalo le
construyó una vaca de madera hueca para que
pudiese aparearse con el Toro de Creta.
Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y
suspendido en el aire. Equipó
entonces a su hijo de la misma
manera y le enseñó cómo volar.
Cuando ambos estuvieron
preparados para volar, Dédalo
advirtió a Ícaro que no volase
demasiado
emasiado alto porque el calor del
sol derretiría la cera, ni demasiado
bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar. Entonces padre
e hijo echaron a volar
44
Pasaron Samos, Delos y Lebintos, y entonces el muchacho empezó a
ascender como si quisiese llegar al paraíso. El ardiente sol ablandó la cera que
mantenía unidas las plumas y
éstas se despegaron. Ícaro
agitó sus brazos, pero no
quedaban suficientes plumas
para sostenerlo en el aire y
cayó al mar. Su padre lloró y,
lamentando
ntando amargamente
sus artes, llamó a la tierra
cercana al lugar dónde Ícaro había caído Icaria, en memoria de su hijo. Dédalo
llegó sano y salvo a Sicilia bajo el cuidado del rey Cócalo, donde construyó un
templo a Apolo en el que colgó sus alas como ofrenda
ofre al dios.
45
VALORACIÓN CRÍTICA Y
COMENTARIOS DIRIGIDOS
VALORACIÓN CRÍTICA:
El mito de Ícaro es uno de los mitos clásicos más breves y, a la vez, más
complejos. El relato del mito es corto, pero la variedad de interpretaciones y
os jóvenes que no controlan sus
significados es amplia. Vamos a destacar a los
impulsos se estrellan de inmediato. Como subraya Carlos García Gual, Ícaro es el
símbolo de la temeridad juvenil castigada. Es el símbolo de la rebeldía de los
jóvenes respecto a sus padres“. Pero también es el símbolo de la curiosidad
placer de la aventura, del
innata de la juventud, de la atracción del riesgo, del placer
interés por aprender, de la fiebre por ascender a lo más alto. Al igual que su padre,
Dédalo, y quizá más que él, Ícaro es un mito contemporáneo; es un auténtico mito
de nuestro tiempo.
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utilizando todo el ingenio para alzar el vuelo
vuelo, representan el esfuerzo por alcanzar
el conocimiento de las ciencias, por una parte, y el de la reflexión filosófica, por
otra. Ambas intentan conocer la realidad mediante dos caminos diferentes. La
ciencia utiliza el método, la razón para adentrarse en los misterios de
del mundo. La
filosofía adopta un punto de vista alto, más general, una visión global. Claro que
es más arriesgado, pero tiene la ventaja de la perspectiva: puedes ver el laberinto
en su totalidad.
COMENTARIOS DIRIGIDOS:
Los mitos han sido creados en todos los pueblos y culturas desde tiempos
inmemorables. Según la prehistoria, fue la primera respuesta a la curiosidad
humana acerca de su origen y los fenómenos naturales, a los que necesitaban
entender para cosechar buenos frutos, librar con suerte feroces batallas contra
otros grupos, viajar por mares furiosos para intercambiar productos, domesticar
animales, y en general, para poder sobrevivir. En todo esto, sin embargo,
intervenían fuerzas naturales que en el pensamiento de las comunidades antiguas
estaban representadas por las deidades que daban origen a los mitos.
47
presentan ciertos rasgos extraordinarios. Las características más sobresalientes
sobresaliente
como subgénero narrativo son: se considera una historia sagrada y verdadera,
surge de la necesidad del ser humano de explicar y explicar el universo interior y
exterior, es tradicionalista, se transmite de generación en generación, ya sea de
forma oral o escrita y representa los arquetipos universales.
48
APORTACIÓN AL APRENDIZAJE
DEL ESTUDIANTE.
A partir del texto del cuento Día Domingo” por Mario Vargas Llosa,
cuento, “Día Llosa incluida en
esta antología comentada, “La lectura, tiempo de vida y realidades
realidades”, resolverán
la actividad y el ejercicio de autoaprendizaje número 6, 7 y 8 de su cuaderno de
trabajo, intitulado, “Una mirada a través de la literatura”.
literatura
49
instrumento privilegiado en la didáctica
didáctica y en la educación en general. En el no hay
definido,, sino muchos según el carácter del autor.
en realidad un estilo ni un tema definido
50
BLOQUE II
Comprende las Características del C
Cuento.
uento.
Competencias genéricas:
genéricas
51
DIA DOMINGO
Mario Vargas Llosa
52
Contuvo un instante la respiración, clavó las uñas en la
la palma de sus manos y dijo
muy rápido: "Estoy enamorado de ti". Vio que ella enrojecía bruscamente, como si
enrojecía
palidez resplandeciente y
alguien hubiera golpeado sus mejillas, que eran de una palidez
muy suave. Aterrado,, sintió que la confusión ascendía por él y petrificaba su
lengua. Deseó salir corriendo, acabar: en la taciturna mañana de invierno había
surgido ese desaliento íntimo que lo abatía siempre en los momentos decisivos.
Unos minutos antes, entre la multitud animada y sonriente que circulaba por el
Parque Central de Miraflores, Miguel se repetía aún: "Ahora. Al llegar a la Avenida
Pardo. Me atreveré. ¡Ah, Rubén, si supieras como te odio!". Y antes todavía, en la
iglesia, mientras buscaba a Flora con los ojos, la divisaba al pie de una columna y,
abriéndose paso con los codos sin pedir permiso a las señoras que empujaba,
conseguía acercársele
le y saludarla en voz baja, volvía a decidirme, tercamente,
como esa madrugada, tendido en su lecho, vigilando la aparición de la luz: “No
hay más remedio. Tengo que hacerlo hoy día. En la mañana. Ya me las pagarás,
Rubén". Y la noche anterior había llorado, por primera vez en muchos años, al
saber que se preparaba esa innoble emboscada. La gente seguía en el Parque y
la Avenida Pardo desierta; caminaban por la alameda, bajo los ficus de cabelleras
altas y tupidas. "Tengo que apurarme, pensaba Miguel, si no, me friego". Miró de
soslayo alrededor: no había nadie, podía intentarlo. Lentamente fue estirando su
mano izquierda hasta tocar la de ella: el contacto le reveló que transpiraba.
"Qué le digo,
Imploró que ocurriera un milagro, que cesara aquella humillación. "Qu
pensaba, qué le digo". Ella acababa de retirar su mano y él se sentía
desamparado y ridículo. Todas las frases radiantes, preparadas febrilmente la
víspera, se habían disuelto como globos de espuma.
53
Otra vez una compacta mancha blanca en su cerebro, el vacío. Ya no podía
jebe y las uñas alcanzaban el hueso. Sin
aumentar la presión: la piel cedía como jebe
embargo, siguió hablando, dificultosamente, con grandes intervalos, venciendo el
bochornoso tartamudeo, tratando de describir una pasión irreflexiva y total, hasta
descubrir, con alivio, que llegaban al primer óvalo de la Avenida Pardo, y entonces
calló. Entre el segundo y tercer ficus, pasando el óvalo, vivía Flora. Se detuvieron,
se miraron: Flora estaba aún encendida y la turbación había colmado sus ojos de
un brillo húmedo. Desolado, Miguel se dijo que nunca le había parecido tan
hermosa: una cinta azul recogía sus cabellos y él podía ver el nacimiento de su
cuello, y sus orejas, dos signos de interrogación, pequeñitos y perfectos.
-Todas
Todas las mamás dicen lo mismo, Flora -insistió Miguel- ¿Cómo iba a saber ella?
Nos veremos cuando tú digas, aunque sea sólo los domingos.
-Ya
Ya te contestaré, primero dijo Flora, bajando los ojos. Y
prime tengo que pensarlo -dijo
Perdona, pero ahora tengo que irme, se
después de unos segundos, añadió: -Perdona,
hace tarde.
Miguel sintió una profunda lasitud, algo que se expandía por todo su cuerpo y lo
ablandaba.
54
Una correntada cálida y violenta, lo invadió y se sintió herido, atontado, ante esa
respuesta que esperaba y ahora parecía una crueldad. Era cierto lo que el
Melanés había murmurado, torvamente, a su oído, el sábado en la tarde. Martha
los dejaría solos, era la táctica habitual. Después, Rubén relataría a los pajarracos
cómo él y su hermana habían planeado las circunstancias, el sitio y la hora.
Martha habría reclamado, en pago de servicios, el derecho a espiar detrás de la
cortina. La cólera empapó sus manos de golpe.
-No
No seas así, Flora. Vamos a la matinée como quedamos. No te hablaré de esto.
quedamos.
Te prometo.
-No puedo, de veras -dijo
dijo Flora-. e ir donde Martha. Vino ayer a mi casa
Flora Tengo que
para invitarme. Pero después iré
ir con ella al Parque Salazar.
Una vez más surgió entonces esa imagen que lo salvaba siempre que sufría una
de un lejano fondo de nubes infladas de humo negro se
frustración: desde
aproximaba él, al frente de una compañía de cadetes de la Escuela Naval, a una
tribuna levantada en el Parque; personajes vestidos de etiqueta, el sombrero de
ueantes lo aplaudían. Aglomerada
copa en la mano y señoras de joyas relampagueantes
en las veredas, una multitud en la que sobresalían los rostros de sus amigos y
enemigos, lo observaba maravillada murmurando su nombre. Vestido de paño
azul, una amplia capa flotando a sus espaldas, Miguel desfilaba delante,
delante mirando
al horizonte. Levantada la espada, su cabeza describía media esfera en el aire:
allí, en el corazón de la tribuna estaba Flora, sonriendo. En una esquina,
55
haraposo, avergonzado, descubría a Rubén: se limitaba a echarle una brevísima
tiva. Seguía marchando, desaparecía entre vítores.
ojeada despectiva.
venida Pardo continuaba solitaria. Acelerando el paso sin cesar, caminó hasta
La Avenida
el cruce de la Avenida Grau; allí vaciló. Sintió frío: había olvidado el saco en su
cuarto y la sola camisa no bastaba para protegerlo del viento que venía del mar y
se enredaba en el denso ramaje de los ficus con un suave murmullo. La temida
imagen de Flora y Rubén juntos, le dio valor y siguió andando. Desde la puerta del
barr vecino al cine Montecarlo, los vio en la mesa de costumbre, dueños del ángulo
que formaban las paredes del fondo y de la izquierda. Francisco, el Melanés,
Tobías, el Escolar lo descubrían y, después de un instante de sorpresa, se volvían
hacia Rubén, los rostros maliciosos, excitados. Recuperó el aplomo de inmediato:
frente a los hombres sí sabía comportarse.
-Hola -les
les dijo acercándose-.
acercándose ¿Qué hay de nuevo?
-Siéntate -le Escolar . ¿Qué milagro te ha traído por aquí?
le alcanzó una silla el Escolar--.
-Hace siglos que no venías -dijo Francisco.
dijo Miguel, cordialmente-.. Ya sabía que estaba aquí. ¿De
-Me provocó verlos -dijo
qué se asombran? ¿O ya no soy un pajarraco?
-¡Cuncho! -gritó
gritó el Escolar o. Que no esté muy mugriento.
Escolar-. Trae un vaso.
56
Cuncho trajo el vaso y el Escolar lo llenó de cerveza. Miguel dijo "por los
pajarracos" y bebió.
-Por
Por poco te tomas el vaso también -dijo Francisco-.. ¡Qué ímpetus!
-Apuesto
Apuesto a que fuiste a misa de una -dijo el Melanés, un párpado
pado plegado por la
satisfacción, como siempre que iniciaba algún enredo
enredo- ¿O no?
-Fui -dijo imperturbable-.. Pero sólo para ver a una hembrita, nada más.
dijo Miguel imperturbable
Miró a Rubén con ojos desafiantes, pero él no se dio por aludido; jugueteaba con
los dedos sobre la mesa y, bajito, la punta de la lengua entre los dientes, silbaba
LA NIÑA POPOF, de Pérez Prado.
-¡Buena! -aplaudió
aplaudió el Melanés-.
Melanés Buena, don
n Juan. Cuéntanos, ¿a qué hembrita?
-Eso es un secreto.
Entre pajarracos no hay secretos -recordó Tobías-. ¿Ya te has olvidado? Anda,
-Entre
¿quién era?
Qué importa -dijo
dijo Miguel.
dijo Tobías. Tengo que saber con quién andas para saber quién eres.
-Muchísimo -dijo
-Toma mientras -dijo
dijo el Melanés a Miguel-...
Miguel Una a cero.
-¿A qué adivino quién es? -dijo Francisco---. ¿Ustedes no?
-Yo ya sé -dijo Tobías.
dijo el Melanés. Se volvió a Rubén con ojos y voz muy inocentes-
-Y yo -dijo inocentes Y tú,
cuñado, ¿adivinas quién es?
-No -dijo
dijo Rubén, con frialdad-.
frialdad Y tampoco me importa.
Tengo llamitas en el estómago -dijo el Escolar-.. ¿Nadie va a pedir una ccerveza?
-Tengo
El Melanés se pasó un patético dedo por la garganta:
-Y
Y have not money, darling -dijo.
-Pago una botella -anunció solemne-.. A ver quién me sigue,
anunció Tobías, con ademán solemne
hay que apagarle las llamitas a este baboso.
-Cuncho,
Cuncho, bájate media docena de Cristal -dijo Miguel.
Hubo gritos de júbilo, exclamaciones.
-Eres
Eres un verdadero pajarraco -afirmó Francisco.
57
-Sucio, pulguiento -agregó
agregó el Melanés-,
Melanés , sí señor, un pajarraco de la pitri-mitri.
pitri
Cuncho trajo las cervezas. Bebieron. Escucharon al Melanés referir historias
sexuales, crudas, extravagantes y afiebradas y se entabló entre Tobías y
Francisco una recia polémica sobre fútbol. El Escolar contó una anécdota. Venía
de Lima a Miraflores en un colectivo; los demás pasajeros bajaron en la Avenida
uipa. A la altura de Javier Prado subió el cachalote Tomasso, ese albino de
Arequipa.
dos metros que sigue en primaria, vive por la Quebrada, ¿ya captan?; simulando
gran interés por el automóvil comenzó a hacer preguntas al chofer, inclinado hacia
ante, mientras rasgaba con una navaja, suavemente, el tapiz del
el asiento de adelante,
espaldar.
-Lo Escolar . Quería lucirse.
Lo hacía porque yo estaba ahí afirmó el Escolar-.
-Es
Es un retrasado mental -dijo Francisco-.. Esas cosas se hacen a los diez años. A
su edad no tiene gracia.
acia lo que pasó después -rió el Escolar-.. Oiga chofer, ¿no ve que este
-Tiene gracia
cachalote está destrozando su carro?
-¿Qué? -dijo
dijo el chofer, frenando en seco. Las orejas encarnadas, los ojos
espantados, el cachalote Tomasso forcejeaba con la puerta.
-Con su navaja -dijo Escolar . Fíjese como le ha dejado el asiento.
dijo el Escolar-.
El cachalote logró salir por fin. Echó a correr por la Avenida Arequipa; el chofer iba
tras él, gritando: "Agarren a ese desgraciado".
-¿Lo agarró? -preguntó
preguntó el Melanés.
-No robé la llave del motor, de recuerdo. Aquí la tengo.
No sé. Yo desaparecí. Y me robé
Sacó de su bolsillo una pequeña llave plateada y la arrojó sobre la mesa. Las
botellas estaban vacías. Rubén miró su reloj y se puso de pie.
-Me voy -dijo-.. Ya nos vemos.
-No te vayas -dijo Miguel Estoy rico, hoy día. Los invito a almorzar a todos.
dijo Miguel-.
Un remolino de palmadas cayó sobre él, los pajarracos le agradecieron con
estruendo, lo alabaron.
-No puedo -dijo Rubén-.. Tengo que hacer.
Anda vete no más, buen mozo -dijo Tobías---. y salúdame a Marthita.
-Anda
-Pensaremos
Pensaremos mucho en ti, cuñado -dijo el Melanés.
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-No -exclamó
exclamó Miguel. Invito a todos o a ninguno. Si se va Rubén, nada.
Ya has oído, pajarraco Rubén -dijo Francisco-,, tienes que quedarte.
-Ya
-Tienes que quedarte -dijo
dijo el Melanés
Melanés-, no hay tu tía.
-Me voy -dijo Rubén.
-Lo
Lo que pasa es que está borracho -dijo Miguel-.. Te vas porque tienes miedo de
quedar en ridículo delante de nosotros, eso es lo que pasa.
-¿Cuántas dijo Rubén-
¿Cuántas veces te he llevado a tu casa boqueando? -dijo Rubén ¿Cuántas te he
ayudado a subir la reja para que no te pesque tu papá? Resisto diez veces más
que tú.
-Resistías -dijo Miguel-.. Ahora está difícil. ¿Quieres ver?
-Con mucho gusto -dijo Rubén ¿Nos vemos a la noche, aquí mismo?
dijo Rubén-
-No. En este momento
o Miguel se volvió hacia
hacia los demás, abriendo los brazos:
pajarracos, estoy haciendo un desafío.
59
Los pajarracos rieron.
-¿Te rindes? -preguntó Rubén.
-Voy a hacer pis -gritó
gritó Miguel-.
Miguel Si quieres que traigan más.
En el baño, vomitó. Luego se lavó la cara, detenidamente, procurando borrar toda
señal reveladora. Su reloj marcaba las cuatro y media. Pese al denso malestar, se
sintió feliz.
Rubén ya no podía hacer nada. Regresó donde ellos.
-Salud -dijo
dijo Rubén, levantando el vaso.
- "Está furioso, pensó Miguel. Pero ya lo fregué".
-Huele a cadáver -dijo Melanés . Alguien se nos muere por aquí.
dijo el Melanés-.
-Estoy nuevecito -aseguró asco y el mareo.
aseguró Miguel, tratando de dominar el asco
-Salud -repetía Rubén.
60
-Mejor tú no hables -dijo Rubén ; ¿no ves que la envidia te corroe?
dijo Rubén-;
-Viva
Viva la Esther Williams de Miraflores -dijo el Melanés.
-Tremendo
Tremendo vejete y ni siquiera sabes nadar -dijo Rubén-.. ¿No quieres que te de
unas clases?
-Ya sabemos, maravilla -dijo
- el Escolar-.. Has ganado un campeonato de natación.
Y todas las chicas se mueren por ti. Eres un campeoncito.
-Este
Este no es campeón de nada -dijo
dijo Miguel con dificultad. Es pura pose.
-Te estás muriendo -dijo
dijo Rubén-.
Rubén ¿Te llevo a tu casa, niñita?
-No estoy borracho -aseguró
aseguró Miguel
Miguel-. Y tú eres pura pose.
Estás picado porque le voy a caer a Flora -dijo Rubén-.. Te mueres de celos.
-Estás
¿Crees que no capto las cosas?
-Pura pose -dijo Miguel-.. Ganaste porque tu padre es Presidente de la Federación,
Presidente
todo el mundo sabe que hizo trampa, sólo por eso ganaste.
Por lo menos nado mejor que tú -dijo Rubén-,, que ni siquiera sabes correr olas.
-Por
-Tú
Tú no nadas mejor que nadie -dijo
dijo Miguel. Cualquiera te deja botado.
-Cualquiera -dijo
dijo el Melanés-.
Melané Hasta Miguel que es una madre.
-Permítanme
Permítanme que me sonría -dijo Rubén.
-Te permitimos -dijo
dijo Tobías-.
Tobías No faltaba más.
Se me sobran porque estamos en invierno -dijo Rubén-.. Si no, los desafiaba a ir a
-Se
la playa, a ver si en el agua también son tan sobrados.
Ganaste el campeonato por tu padre -dijo Miguel-.. Eres pura pose. Cuando
-Ganaste
quieras nadar conmigo, me avisas no más, con tod
toda
a confianza. En la playa, en el
Terrazas, donde quieras.
dijo Migue
-En la playa -dijo Rubén--. Ahora mismo. -Eres pura pose -dijo Miguel.
61
-Si ganas -dijo
dijo Rubén, te prometo que no lee caigo a Flora. Y si yo gano, tú te vas
con la música a otra parte.
-¿Qué te has creído? -balbuceó
- Miguel-.. Maldita sea, ¿qué es lo que te has
creído?
-Pajarracos -dijo
dijo Rubén, abriendo los brazos-,
brazos , estoy haciendo un desafío.
-Miguel or qué no se juegan a Flora a
Miguel no está en forma ahora -dijo el Escolar-. ¿Por
cara o sello?
-Y tú por qué te metes -dijo
dijo Miguel-.
Miguel Acepto. Vamos a la playa.
-Están locos -dijo Francisco . Yo no bajo a la playa con este frío. Hagan otra
dijo Francisco-.
apuesta.
-He aceptado -dijo
dijo Rubén-.
Rubén Vamos.
-Cuando
Cuando un pajarraco hace un desafío, todos se meten la lengua al bolsillo -dijo
Melanés-.. Vamos a la playa. Y si no se atreven a entrar al agua, los tiramos
nosotros.
-Los
Los dos están borrachos -insistió el Escolar-. El desafío no vale.
-Cállate, Escolar -rugió
ugió Miguel
Miguel-.. Ya estoy grande, no necesito que me cuides.
dijo el Escolar, encogiendo los hombros-.. Friégate, no más.
-Bueno -dijo
Salieron. Afuera los esperaba una atmósfera quieta, gris. Miguel respiró hondo; se
sintió mejor. Caminaban adelante Francisco, el Melanés y Rubén. Atrás, Miguel y
el Escolar. En la Avenida Grau había transeúntes; la mayoría sirvientas de trajes
chillones, en su día de salida. Hombres cenicientos, de gruesos cabellos lacios,
eían mostrando sus
merodeaban a su alrededor y las miraban con codicia; ellas reían
dientes de oro. Los pajarracos no les prestaban atención. Avanzaban a grandes
trancos y la excitación los iba ganando, poco a poco.
-¿Ya te pasó? -dijo
dijo el Escolar.
-Sí -respondió Miguel-.. El aire me ha hecho bien.
62
Al bajar por la Diagonal, cruzaron a dos muchachas. Rubén se inclinó,
ceremonioso.
-Hola, Rubén -cantaron
cantaron ellas, a dúo.
Tobías las imitó, aflautando la voz:
-Hola, Rubén, príncipe.
63
Los pajarracos contemplaban desde allí, a sus pies, una breve cinta de agua libre,
y la superficie inusitada, gaseosa, donde la neblina se confundía con la espuma de
las olas.
-Me voy si éste se rinde -dijo
- Rubén.
-¿Quién
¿Quién habla de rendirse? -repuso Miguel---.. ¿Pero qué te has creído?
Rubén bajó la escalerilla de tres en tres escalones, a la vez que desabotonaba la
camisa.
-¡Rubén! -gritó
gritó el Escolar
Escolar- ¿Estás loco? ¡Regresa!
Pero Miguel y los otros también bajaban y el Escolar los siguió.
64
Cuando estuvieron desnudos, Tobías bromeó acerca de las venas azules que
escalaban el vientre liso de Miguel. Descendieron. La madera de los escalones,
lamida incesantemente por el agua desde hacía meses, estaba resbaladiza y muy
suave. Prendido al pasamano de hierro para no caer, Miguel sintió un
estremecimiento que subía desde la planta de sus pies al cerebro. Pensó que, en
cierta forma, la neblina y el frío lo favorecían,
favorecí el éxito ya no dependía de la
destreza, sino sobre todo de la resistencia, y la piel de Rubén estaba también
cárdena, replegada en millones de capas pequeñísimas. Un escalón más abajo, el
cuerpo armonioso de Rubén se inclinó: tenso, aguardaba el final de la resaca y la
llegada de la próxima ola, que venía sin bulla, airosamente, despidiendo por
delante una bandada de trocitos de espuma. Cuando la cresta de la ola estuvo a
dos metros de la escalera, Rubén se arrojó; los brazos como lanzas, los cabellos
alborotados fuerz del impulso, su cuerpo cortó el aire rectamente y cayó
lborotados por la fuerza
sin doblarse, sin bajar la cabeza ni plegar las piernas, rebotó en la espuma, se
hundió apenas y, de inmediato, aprovechando la marea, se deslizó hacia adentro;
sus brazos aparecían
ecían y se hundían entre un burbujeo frenético y sus pies iban
trazando una estela cuidadosa y muy veloz. A su vez, Miguel bajó otro escalón y
esperó la próxima ola. Sabía que el fondo era allí escaso, que debía arrojarse
como una tabla, duro y rígido, sin mover un músculo, o chocaría contra las
piedras. Cerró los ojos y saltó y no encontró el fondo, pero su cuerpo fue azotado
desde la frente hasta las rodillas, y surgió un vivísimo escozor mientras braceaba
miembros el calor que el agua les había
con todas sus fuerzas para devolver a sus miembros
arrebatado de golpe. Estaba en esa extraña sección del mar de Miraflores vecina
a la orilla, donde se encuentran la resaca y las olas, y hay remolinos y corrientes
había olvidado cómo
encontradas, y el último verano distaba tanto que Miguel había
franquearla sin esfuerzo. No recordaba que es preciso aflojar el cuerpo y
abandonarse, dejarse llevar sumisamente a la deriva, bracear sólo cuando se
salva una ola y se está sobre la cresta, en esa plancha líquida que escolta a la
espuma y flota encima de las corrientes. No recordaba que conviene soportar con
paciencia y cierta malicia ese primer contacto con el mar exasperado de la orilla
que tironea los miembros y avienta chorros a la boca y los ojos, no ofrecer
65
resistencia, ser un corcho,
corch limitarse a tomar aire cada vez que una ola se avecina,
sumergirse apenas, si reventó lejos y viene sin ímpetu, o hasta el mismo fondo, si
el estallido es cercano, aferrarse a alguna piedra y esperar atento el estruendo
sordo de su paso, para emerger de un solo impulso y continuar avanzando,
disimuladamente, con las manos, hasta encontrar un nuevo obstáculo y entonces
ablandarse, no combatir contra los remolinos, girar voluntariamente en la espiral
lentísima y escapar de pronto, en el momento oportuno, de un solo manotazo.
Luego, surge de improviso una superficie calma; el agua es clara, llana y en
algunos puntos se divisan las opacas piedras submarinas.
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excluyente, atronadora, que caía sobre Flora y la ocultaba, la imagen de una
montaña de agua embravecida, no precisamente la reventazón ( a la que había
llegado una vez, hacía dos veranos, y cuyo oleaje era intenso, de espuma verbosa
y negruzca,
uzca, porque en ese lugar, más o menos, terminaban las piedras y
empezaba el fango que las olas extraían a la superficie y entreveraban con los
nidos de algas y malaguas, tiñendo el mar), sino, más bien, en un verdadero
océano removido por cataclismos interiores, en el que se elevaban olas
descomunales, que hubieran podido abrazar a un barco entero y lo hubieran
revuelto con asombrosa rapidez, despidiendo por los aires a pasajeros, lanchas,
mástiles, velas, boyas, marineros, ojos de buey y banderas.
Dejó de nadar, su cuerpo se hundió hasta quedar vertical, alzó la cabeza y vio a
Rubén que se alejaba. Pensó en llamarlo con cualquier pretexto, decirle por
ejemplo "por qué no descansamos un momento", pero no lo hizo. Todo el frío de
su cuerpo parecía concentrarse en las pantorrillas, sentía los músculos
concentrarse
agarrotados, la piel tirante, el corazón acelerado. Movió los pies febrilmente.
Estaba en el centro de un círculo de agua oscura, amurallado por la neblina. Trató
sombra de los acantilados, pero esa gasa
de distinguir la playa, cuando menos la so
equívoca que se iba disolviendo a su paso, no era transparente. Sólo veía una
superficie breve, verde negruzco y un manto de nubes, a ras del agua. Entonces,
sintió miedo. Lo asaltó el recuerdo de la cerveza que había bebido, y pensó "fijo
que eso me ha debilitado". Al instante preciso que sus brazos y piernas
desaparecían. Decidió regresar, pero después de unas brazadas en dirección a la
playa, dio media vuelta y nadó lo más ligero que pudo. "No llego a la orilla solo
solo, se
decía, mejor estar cerca de Rubén, si me agoto le diré me ganaste pero
regresemos". Ahora nadaba sin estilo, la cabeza en alto, golpeando el agua con
los brazos tiesos, la vista clavada en el cuerpo imperturbable que lo precedía.
67
Poco después lo alcanzaba; estiró un brazo, cogió uno de sus pies.
Instantáneamente el otro se detuvo.
Rubén tenía muy enrojecidas las pupilas y la boca abierta.
-Creo
Creo que nos hemos torcido -dijo Miguel-...
... Me parece que estamos nadando de
costado a la playa.
segura. Rubén miró a todos lados.
Sus dientes castañearon, pero su voz era segura.
Miguel lo observaba, tenso.
-Ya no se ve la playa -dijo
dijo Rubén.
Hace mucho rato que no se ve -dijo Miguel-.. Hay mucha neblina.
-Hace
-No nos hemos torcido -dijo
dijo Rubén-.
Rubén Ya se ve la espuma.
En efecto, hasta ellos llegaban unos tumbos condecorados por una orla de
espuma que se disolvía y, repentinamente,
repentinamente, rehacía. Se miraron, en silencio.
-Ya dijo, al fin, Miguel.
Ya estamos cerca de la reventazón, entonces -dijo,
-Sí,
Sí, hemos nadado rápido.
-Nunca
Nunca había visto tanta neblina.
-¿Estás muy cansado? -preguntó
- Rubén.
-¿Yo?
¿Yo? Estás loco. Sigamos.
nmediatamente lamentó esa frase, pero ya era tarde, Rubén había dicho "bueno,
Inmediatamente
sigamos".
Llegó a contar veinte brazadas antes de decirse que no podía más: casi no
avanzaba, tenía la pierna derecha semi inmovilizada por el frío, sentía los brazos
semi-inmovilizada
torpes y pesados.
Acezando gritó "¡Rubén!". Este seguía nadando. "¡Rubén, Rubén!". Giró y
comenzó a nadar hacia la playa, a chapotear más bien, con desesperación, y de
pronto rogaba a Dios que lo salvara, sería bueno en el futuro, obedecería a sus
o y, entonces, recordó haber confesado a
padres, no faltaría a la misa del domingo
los pajarracos "voy a la iglesia sólo a ver una hembrita" y tuvo una certidumbre
como una puñalada, Dios iba a castigarlo ahogándolo en esas aguas turbias que
na muerte atroz y,
golpeaba frenético, aguas bajo las cuales lo aguardaba una
después, quizá, el infierno. En su angustia surgió entonces como un eco, cierta
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frase pronunciada alguna vez por el padre Alberto en la clase de religión, sobre la
bondad divina que no conoce límites, y mientras azotaba el mar con los brazos -
sus piernas colgaban como plomadas transversales, moviendo los labios rogó a
Dios que fuera bueno con él, que era tan joven, y juró que iría al seminario si se
salvaba, pero un segundo después rectificó, asustado, y prometió que en vez de
hacerse sacerdote haría sacrificios y otras cosas, daría limosnas y ahí descubrió
que la vacilación y el regateo en ese instante crítico podían ser fatales y entonces
sintió los gritos enloquecidos de Rubén, muy próximos, y volvió la cabeza y lo vio,
ros, media cara hundida en el agua, agitando un brazo,
a unos diez metros,
implorando: "¡Miguel, hermanito, ven, me ahogo, no te vayas!"
Flotaba hacia Rubén y ya iba a acercársele cuando recordó, los náufragos sólo
o tenazas de sus salvadores, y los hunden con ellos, y se
atinan a prenderse como
alejó, pero los gritos lo aterraban y presintió que si Rubén se ahogaba él tampoco
llegaría a la playa, y regresó. A dos metros de Rubén, algo blanco y encogido que
se hundía y emergía, gritó: "no te muevas, Rubén, te voy a jalar pero no trates de
agarrarme, si me agarras nos hundimos, Rubén, te vas a quedar quieto,
hermanito, yo te voy a jalar de la cabeza, pero no me toques". Se detuvo a una
abellos de Rubén.
distancia prudente, alargó una mano hasta alcanzar los cabellos
Principió a nadar con el brazo libre, esforzándose todo lo posible para ayudarse
con las piernas. El desliz era lento, muy penoso, acaparaba todos sus sentidos,
apenas escuchaba a Rubén quejarse monótonamente, lanzar de pronto terribles
alaridos, "me voy a morir, sálvame Miguel", o estremecerse por las arcadas.
Estaba exhausto cuando se detuvo. Sostenía a Rubén con una mano, con la otra
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trazaba círculos en la superficie. Respiró hondo por la boca. Rubén tenía la cara
contraída por el dolor,, los labios plegados en una mueca insólita.
-Hermanito -susurró Miguel , ya falta poco, haz un esfuerzo. Contesta, Rubén.
susurró Miguel-,
Grita. No te quedes así.
Lo abofeteó con fuerza y Rubén abrió los ojos; movió la cabeza débilmente.
-Grita, hermanito -repitió Migue . Trata de estirarte. Voy a sobarte el estómago. Ya
repitió Miguel-.
falta poco, no te dejes vencer.
Su mano buscó bajo el agua, encontró una bola dura que nacía en el ombligo de
Rubén y ocupaba gran parte del vientre. La repasó, muchas veces, primero
despacio, luego fuertemente, y Rubén gritó: "¡no quiero morirme, Miguel,
sálvame!"
Comenzó a nadar de nuevo, arrastrando a Rubén esta vez de la barbilla. Cada vez
que un tumbo los sorprendía, Rubén se atragantaba, Miguel le indicaba a gritos
que escupiera. Y siguió nadando, sin detenerse un momento, cerrando los ojos a
veces, animado porque en su corazón había brotado una especie de confianza,
algo caliente y orgulloso, estimulante, que lo protegía contra el frío y la fatiga. Una
piedra raspó uno de sus pies y él dio un grito y apuró. Un momento después podía
pararse y pasaba los brazos en torno a Rubén. Teniéndolo apretado contra él,
sintiendo su cabeza apoyada en uno de sus hombros, descansó largo rato. Luego
ayudó a Rubén a extenderse de espaldas, y soportándolo en el antebrazo, lo
obligó a estirar las rodillas: le hizo masajes en el vientre hasta que la dureza fue
cediendo. Rubén ya no gritaba, hacía grandes esfuerzos por estirarse del todo y
con sus dos manos se frotaba también.
-¿Estás mejor?
stoy bien. Salgamos. Una alegría inexpresable los colmaba
-Sí, hermanito, ya estoy
mientras avanzaban sobre las piedras, inclinados hacia adelante para enfrentar la
resaca, insensibles a los erizos. Al poco rato vieron las aristas de los acantilados,
el edificio de los baños y, fi nalmente, ya cerca de la orilla, a los pajarracos, de pie
finalmente,
en la galería de las mujeres, mirándolos.
-Oye -dijo Rubén.
70
-Sí.
No les digas nada. Por favor, no les digas que he gritado. Hemos sido siempre
-No
muy amigos, Miguel. No me hagas eso.
-¿Crees que soy un desgraciado? -dijo Miguel-.. No diré nada, no te preocupes.
Salieron tiritando. Se sentaron en la escalerilla, entre el alboroto de los pajarracos.
-Ya
Ya nos íbamos a dar el pésame a las familias -decía Tobías.
Hace más de una hora que están adentro -dijo el Escolar-.. Cuenten ¿Cómo ha
-Hace
sido la cosa?
Hablando con calma, mientras se secaba el cuerpo con la camiseta, Rubén
explicó:
Nada. Llegamos a la reventazón y volvimos.. Así somos los pajarracos. Miguel me
-Nada.
ganó.
Apenas, por una puesta de mano. Claro que si hubiera sido en una piscina, habría
quedado en ridículo.
Sobre la espalda de Miguel, que se había vestido sin secarse, llovieron las
palmadas de felicitación.
-Te
Te estás haciendo un hombre -le decía el Melanés.
Miguel no respondió. Sonriendo, pensaba que esa misma noche iría al Parque
Salazar; todo Miraflores sabría ya, por boca del Melanés, que había vencido esa
prueba heroica y Flora lo estaría esperando con los ojos brillantes. Se abría, frente
a él, un porvenir dorado.
FIN
71
VALORACIÓN CRÍTICA Y
COMENTARIOS DIRIGIDOS
VALORACIÓN CRÍTICA:
El cuento Día Domingo fue parte del primer libro que Mario Vargas Llosa publicó
en 1959.. Aquí notamos una fuerte trama que es desarrollada muy diestramente.
Es el enfrentamiento de los intereses comunes de la vida tal como está diseñada:
un gallo no quiere otro gallo en su corral. Y hay que hacer algo, tomar partido y no
quedarse quieto para no perder: es la disyuntiva a la que estamos expuestos a lo
largo de la vida, y para solucionar el problema algunas veces debemos decidir:
luchamos? El autor desarrolla la trama meticulosamente, como
¿Luchamos o no luchamos
un artesano modela su arcilla para convertirla en una vasija, conduce la trama
hacia un desenlace satisfactorio y a la vez verosímil, cosa a veces muy difícil de
lograr en la reducida extensión de un cuento.
72
Lo más interesante del cuento es como el autor presenta un gran cambio en sus
personajes principales, Miguel y Rubén. El lector acompaña a ambos personajes
personaje
en un crecimiento emocional en el que los dos sintieron que casi sucumbían en el
mar y se hace evidente la transición de adolescentes a hombres jóvenes que
honran su amistad y mantienen en reserva lo que sucedió.
COMENTARIOS DIRIGIDOS:
Su producción narrativa se inició en 1959 con los cuentos de Los jefes y alcanzó
resonancia internacional con la novela La ciudad y los perros (1963, premio
reflejo y denuncia de la organización paramilitar del
Biblioteca Breve de 1962), reflejo
Colegio Leoncio Prado, donde el autor había realizado sus estudios secundarios.
El ambiente cerrado y opresivo de aquel colegio militar de Lima parece
actual; los "perros" del título
compendiar toda la violencia y corrupción del mundo actual;
73
son los alumnos del primer año, sometidos a crueles novatadas por parte de los
mayores.
74
tema y crea la expectativa de lo que va a ocurrir, en seguida se descadena un
conflicto en el que se enfrentan fuerzas de diversa índole, el cual conduce a un
alto; finalmente se llega a un desenlace, en el cual
clímax o punto de tensión más alto;
el conflicto se resuelve de alguna
a manera.
75
APORTACIÓN AL APRENDIZAJE
DEL ESTUDIANTE.
El autor ofrece una gran libertad para integrar personajes, introducir historias
cruzadas o subordinadas unas a otras, presentar hechos en un orden distinto a
aquel en el que se produjeron o incluir en el relato textos de distinta naturaleza:
cartas, documentos administrativos,
administ leyendas, poemas, etc. Todo ello da a la
novela mayor complejidad que la que presentan los demás subgéneros narrativos.
narrativ
Ensayo Sobre la Ceguera, obra en la que realiza una profunda reflexión sobre el
alma humana al tiempo que proyecta un gran discurso narrativo. Se trata de una
ágico, varios eventos
novela distópica en la que, al modo del realismo mágico,
76
inexplicables alteran la vida de los personajes: en la historia, la realidad se ve
sometida a una ceguera blanca que se extiende como plaga sobre todo, haciendo
inútiles los aislamientos, cuarentenas y medidas preventivas. Pero, la obra es
también un relato psicológico que da cabida a largas introspecciones con las que
se pretende alertar sobre cómo la razón se usa para humillar la vida, en vez de
dignificarla.
77
BLOQUE III
Analiza las Características de la Novela.
Novela.
Competencias a desarrollar:
78
ENSAYO SOBRE LA CEGUERA
JOSÉ SARAMAGO
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Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos
aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador del paso de
peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle
pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto, nada hay que se
parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso. Los conductores,
impacientes, con el pie en el pedal del embrague, mantenían los coches en
tensión, avanzando, retrocediendo,
retroce como caballos nerviosos que vieran la fusta
alzada en el aire. Habían terminado ya de pasar los peatones, pero la luz verde
o libre a los automóviles tardó aún unos segundos en alumbrarse.
que daba paso
aparentemente insignificante, multiplicada
Hay quien sostiene que esta tardanza, aparentemente
por los miles de semáforos existentes en la ciudad y por los cambios sucesivos de
los tres colores de cada uno, es una de las causas de los atascos de circulación, o
embotellamientos, si queremos utilizar la expresión común.
80
Nadie lo diría. A primera vista, los ojos del hombre parecen sanos, el iris se
presenta nítido, luminoso, la esclerótica blanca, compacta como porcelana.
porcel Los
párpados muy abiertos, la piel de la cara crispada, las cejas, repentinamente
revueltas, todo eso, cualquiera lo puede comprobar, son trastornos de la angustia.
En un movimiento rápido, lo que estaba a la vista desapareció tras los puños
cerrados del hombre, como si aún quisiera retener en el interior del cerebro la
última imagen recogida, una luz roja, redonda, en un semáforo. Estoy ciego, estoy
ciego, repetía con desesperación mientras le ayudaban a salir del coche, y las
naron más brillantes los ojos que él decía que estaban
lágrimas, al brotar, tornaron
muertos. Eso se pasa, ya verá, eso se pasa enseguida, a veces son nervios, dijo
una mujer. El semáforo había cambiado de color, algunos transeúntes curiosos se
al atrás, que no sabían lo que estaba
acercaban al grupo, y los conductores, allá
ocurriendo, protestaban contra lo que creían un accidente de tráfico vulgar, un faro
roto, un guardabarros abollado, nada que justificara tanta confusión. Llamen a la
policía, gritaban, saquen eso de ahí. El ciego imploraba,
imploraba, Por favor, que alguien me
lleve a casa. La mujer que había hablado de nervios opinó que deberían llamar a
una ambulancia, llevar a aquel pobre hombre al hospital, pero el ciego dijo que no,
a puerta de la casa
que no quería tanto, sólo quería que lo acompañaran hasta la
stá ahí al lado, me harían un gran favor, y el coche, preguntó una
donde vivía, está
l llave está ahí, en su sitio, podemos aparcarlo en la
voz. Otra voz respondió, la
acera. No es necesario, intervino una tercera voz, yo conduciré el coche y llevo a
este señor a su casa. Se oyeron murmullos de aprobación. El ciego notó que lo
venga, venga conmigo, decía la misma voz. Lo ayudaron a
agarraban por el brazo, venga,
sentarse en el asiento de al lado del conductor, le abrocharon el cinturón de
ígame dónde vive,
seguridad. No veo, no veo, murmuraba el hombre llorando, dígame
pidió el otro. Por las ventanillas del coche acechaban caras voraces, golosas de la
novedad. El ciego alzó las m anos ante los ojos, las movió, nada,
manos n es como si
iera caído en un mar de
estuviera en medio de una niebla espesa, es como si hubiera
leche, pero la ceguera no es así, dijo el otro, la ceguera dicen que es negra, pues
yo lo veo todo blanco, a lo mejor tiene razón la mujer, será cosa de nervios, los
81
nervios son el diablo, yo
y sé muy bien lo que es esto, una desgracia, sí, una
ígame dónde vive, por favor, al mismo tiempo se oyó que el motor se
desgracia, dígame
ponía en marcha. Balbuceando, como si la falta de visión hubiera debilitado su
memoria, el ciego dio una dirección, luego dijo, no sé cómo
mo voy a agradecérselo, y
el otro respondió, nada,
ada, hombre, no tiene importancia, hoy por ti, mañana por mí,
nadie sabe lo que le espera, tiene
t razón, quién me iba a decir a mí, cuando salí
esta mañana de casa, que iba a ocurrirme una desgracia como ésta. Le
sorprendió
endió que continuaran parados, p
por qué no avanzamos, preguntó, el
e
h, dijo el ciego, y empezó de nuevo a
semáforo está en rojo, respondió el otro, ah,
llorar. A partir de ahora no sabrá cuándo el semáforo se pone en rojo.
ciego su casa estaba cerca. Pero las aceras
Tal como había dicho el ciego,
estaban todas ocupadas por coches aparcados, no encontraron sitio para
estacionar el suyo, y se vieron obligados a buscar un espacio en una de las calles
transversales. Allí, la acera era tan estrecha que la puerta del asiento del lado del
conductor quedaba a poco más de un palmo de la pared, y el ciego, para no pasar
por la angustia de arrastrarse de un asiento al otro, con la palanca del cambio de
velocidades y el volante dificultando sus movimientos, tuvo que salir
sali primero.
Desamparado, en medio de la calle, sintiendo que se hundía el suelo bajo sus
pies, intentó contener la aflicción que le agarrotaba la garganta. Agitaba las manos
ante la cara, nervioso, como si estuviera nadando en aquello que había llamado
un mar de leche, pero cuando se le abría la boca a punto de lanzar un grito de
socorro, en el último momento la mano del otro le tocó suavemente el brazo,
tranquilícese,
ranquilícese, yo lo llevaré. Fueron andando muy despacio, el ciego, por miedo a
caerse, arrastraba los pies,
p pero eso le hacía tropezar en las irregularidades del
piso, paciencia,
aciencia, que estamos llegando
lleg ya, murmuraba el otro, y, un poco más
ay alguien en su casa que pueda encargarse de usted, y el
adelante, le preguntó, hay
ciego respondió, no rá llegado aún del trabajo, es que yo hoy
o sé, mi mujer no habrá
ya verá como no es nada, nunca he
salí un poco antes, y ya ve, me pasa esto, ya
oído hablar de alguien que se hubiera quedado ciego así de repente, yyo, que me
ues ya ve. Habían
sentía tan satisfecho de no usar gafas, nunca las necesité, pues
llegado al portal, dos vecinas miraron curiosas la escena, ahí va el vecino, y lo
82
llevan del brazo, pero a ni
ninguna se le ocurrió preguntar, se
e le ha metido algo en
e me ha metido por
los ojos, no se les ocurrió y tampoco él podía responderles, se
leche. Ya en casa, el ciego dijo, muchas
los ojos adentro un mar de leche. m gracias,
perdone las molestias, ahora me puedo arreglar yo, qué
ué va, no, hombre, no, subiré
con usted, no me quedaría tranquilo si lo dejo aquí. Entraron con dificultad en el
estrecho en el tercero, no puede usted imaginarse qué
recho ascensor, en qué piso vive, e
agradecido le estoy, nada, nada, hoy por ti mañana por mí, sí,
ada, hombre, nada, s tiene
razón, mañana por ti. Se detuvo el ascensor y salieron al descansillo, q
quiere que le
racias, creo que podré hacerlo yo solo. Sacó del bolsillo
ayude a abrir la puerta, gracias,
unas llaves, las tanteó, una por una, pasando la mano porr los dientes de sierra,
sta debe de ser, y, palpando la cerradura con la punta de los dedos de la
dijo, ésta
mano izquierda,
erda, intentó abrir
a la puerta, no es ésta, déjeme
éjeme a mí, a ver, yo le
ayudaré. A la tercera tentativa se abrió la puerta. Entonces el ciego preguntó hacia
dentro, estás e lo que dije, no ha venido aún. Con los
ás ahí. Nadie respondió, y él, es
brazos hacia delante, tanteando, pasó hacia el corredor, luego se volvió
cautelosamente, orientando la cara en la dirección en que pensaba que estaría el
otro, cómo e he limitado a hacer lo que era mi deber,
ómo podré agradecérselo, dijo, me
se justificó el buen samaritano, no tiene que agradecerme
agradec nada, y añadió, quiere
que le ayude a sentarse, que le haga compañía hasta que llegue su mujer. Tanto
celo le pareció de repente sospechoso al ciego, evidentemente, no iba a meter en
casa a un desconocido que, en definitiva, bien podría estar tramando en aquel
mismo momento cómo iba a reducirlo, atarlo y amordazarlo, a él, un pobre ciego
indefenso, para luego arramblar con todo lo que encontrara de valor. No es
necesario, dijo, no se moleste, ya me las arreglaré, y mientras hablaba, iba
cerrando la puerta lentamente, no es necesario, no es necesario.
Suspiró aliviado al oír el ruido del ascensor bajando. Con un gesto
maquinal, sin recordar el estado en que se hallaba, abrió la mirilla de la puerta y
s hubiera un muro blanco. Sentía
observó hacia el exterior. Al otro lado era como si
el contacto del aro metálico en el arco superciliar, rozaba con las pestañas la
minúscula lente, pero no podía ver nada, la blancura insondable lo cubría todo.
Sabía que estaba en su casa, la reconocía por el olor, por la atmósfera,
a por el
83
silencio, distinguía los muebles y los objetos sólo con tocarlos, les pasaba los
dedos por encima, levemente, pero era como si todo estuviera diluyéndose en una
especie de extraña dimensión, sin direcciones ni referencias, sin norte ni sur,
sur sin
bajo ni alto. Como probablemente ha hecho todo el mundo, había jugado en
algunas ocasiones, en
n la adolescencia, al juego de y si fuese ciego, y al cabo de
cinco minutos con los ojos cerrados había llegado a la conclusión de que la
ceguera, sin duda una terrible desgracia, podría ser relativamente soportable si la
víctima conservara un recuerdo suficiente, no sólo de los colores, sino también de
las formas y de los planos, de las superficies y de los contornos, suponiendo, claro
era no fuese de nacimiento. Había llegado incluso a pensar
está, que aquella ceguera
que la oscuridad en que los ciegos vivían no era, en definitiva, más que la simple
ausencia de luz, que lo que llamamos ceguera es algo que se limita a cubrir la
apariencia de los seres y de las cosas,
co dejándolos intactos tras un velo negro.
Ahora, al contrario, se encontraba sumergido en una albura tan luminosa, tan total,
que devoraba no sólo los colores, sino las propias cosas y los seres, haciéndolos
así doblemente invisibles.
rección a la sala de estar, y pese a la prudente lentitud con
Al moverse en dirección
que avanzaba, deslizando la mano vacilante a lo largo de la pared, tiró al suelo un
jarrón de flores con el que no contaba. Lo había olvidado, o quizá lo hubiera
ó para el trabajo, con intención de colocarlo luego
dejado allí la mujer cuando salió
en el sitio adecuado. Se inclinó para evaluar la magnitud del desastre. El agua
s, pero no pensó en los vidrios
corría por el suelo encerado. Quiso recoger las flores,
rotos, una lasca larga, finísima, se le clavó en un dedo, y él volvió a gemir de
dolor, de abandono, como un chiquillo, ciego de blancura en medio de una casa
que, al caer la tarde, empezaba a cubrirse de oscuridad. Sin dejar las flores,
notando que por su mano corría la sangre, se inclinó para sacar el pañuelo del
bolsillo y envolver el dedo como pudiese. Luego, palpando, tropezando,
bordeando los muebles, pisando cautelosamente para no trastabillar con las
alfombras, llegó hasta el sofá donde él y su mujer veían la televisión. Se sentó,
dejó las flores en el regazo y, con mucho cuidado, desenrolló el pañuelo. La
sangre, pegajosa al tacto, le inquietó, pensó que sería porque no podía verla, su
84
sangre era ahora una viscosidad sin color, algo en cierto modo ajeno a él y que,
necía, pero como una amenaza contra sí mismo. Despacio,
pese a todo, le pertenecía,
palpando levemente con la mano buena, buscó la fina esquirla de vidrio, aguda
como una minúscula espada, y, haciendo pinza con las uñas del pulgar y del
índice, consiguió extraerla entera. Envolvió de nuevo el dedo herido en el pañuelo,
lo apretó para restañar la sangre, y, rendido, agotado, se reclinó en el sofá. Un
minuto después, por una de esas extrañas dimisiones del cuerpo, que escoge,
para renunciar, ciertos momentos de angustia o de desesperaci
desesperación, cuando, si se
gobernase exclusivamente por la lógica, todo él debería estar en vela y tenso, le
entró una especie de sopor, más somnolencia que sueño auténtico, pero tan
pesado como él. Inmediatamente soñó que estaba jugando al juego de y si fuese
ciego,
o, soñaba que cerraba y abría los ojos muchas veces, y que, cada vez, como
si estuviera regresando de un viaje, lo estaban esperando, firmes e inalteradas,
todas las formas y los colores, el mundo tal como lo conocía. Por debajo de esta
lizadora percibía, no obstante, la agitación sorda de una duda,
certidumbre tranquilizadora
tal vez se tratase de un sueño engañador, un sueño del que forzosamente
despertaría más pronto o más tarde, sin saber, en aquel momento, qué realidad le
estaría aguardando. Después, si tal palabra
pal tiene algún sentido aplicada a una
quiebra que sólo duró unos instantes, y ya en el estado de media vigilia que va
preparando el despertar, pensó seriamente que no está bien mantenerse en una
indecisión semejante, me despierto, no me despierto, me despierto,
des no me
despierto, siempre llega un momento en que no hay más remedio que arriesgarse,
qué
ué hago aquí, con estas flores sobre las piernas y los ojos cerrados, que parece
que tengo miedo de abrirlos, qué haces ttú ahí, durmiendo, con esas flores sobre
las piernas, le preguntaba la mujer.
No había esperado la respuesta. Ostentosamente empezó a recoger los
restos del jarrón y a secar el suelo, mientras rezongaba algo, con una irritación
que no intentaba siquiera disimular, bien
b podrías haberlo hecho tú en
e vez de
tumbarte a la bartola, como si la cosa no fuera contigo. Él no dijo nada, protegía
los ojos tras los párpados apretados, súbitamente agitado por un pensamiento, y si
abro los ojos y veo, se preguntaba, dominado todo él por una ansiosa esperanza.
85
La
a mujer se acercó, vio el pañuelo manchado de sangre, su irritación
ritación cedió en un
preguntaba compadecida mientras desataba el
instante, pobre, qué te ha pasado, preguntaba
vendaje. Entonces él, con todas sus fuerzas, deseó ver a su mujer arrodillada a
sus pies, allí, como sabía que estaba, y después, ya seguro de que no iba a verla,
abrió los ojos, vaya,
aya, has despertado
despertad al fin, dormilonazo dijo ella sonriendo. Se hizo
stoy ciego, no te veo. La mujer se enfadó, déjate
un silencio, y él dijo, estoy d de bromas
estúpidas, hay cosas jalá fuese una broma, la
s con las que no se debe bromear, ojalá
verdad es que estoy realmente ciego, no veo nada, por
or favor, no me asustes,
é que estás ahí, te oigo, te toco,
mírame, estoy aquí, la luz está encendida, sé
supongo que has encendido la luz, pero estoy ciego. Ella rompió a llorar, se agarró
a él, no es verdad, dime que no es verdad. Las flores se habían deslizado hasta el
suelo, sobre el pañuelo manchado, la sangre volvía a gotear del dedo herido, y él,
como si con otras palabras quisiera decir del mal el menos, murmuró, llo veo todo
blanco, y luego sonrió tristemente. La mujer se sentó a su lado, lo abrazó mucho,
só con cuidado en la frente, en la cara, suavemente en los ojos, vverás, eso
lo besó
pasará, no estabas enfermo, nadie se queda ciego así, de un momento para otro,
uéntame cómo ocurrió todo, qué sentiste, cuándo, dónde, no, aún no,
tal vez, cuéntame
espera, lo primero que hay que hacer es llamar al médico, a un oculista, conoces
o, ni tú ni yo llevamos gafas y si te llevase al hospital, para
alguno, no, p ojos que no
ven, seguro que no hay servicios de urgencia, tienes
t razón, lo mejor es que
vayamos directamente a un médico, voy a buscar uno en el listín, uno que tenga
consulta por aquí. notas alguna diferencia, ninguna,
í. Se levantó, y preguntó aún, notas
dijo él, atención,
tención, voy a apagar la luz, ya me dirás, ahora, nada, n
nada qué, nada,
sigo viendo todo igual, blanco todo, para mí es como si no existiera la noche.
Él oía a la mujer pasando rápidamente las hojas de la guía telefónica,
se nos irá bien, ojalá nos pueda
sorbiéndose el llanto, suspirando, diciendo al fin, ése
atender. Marcó un número, preguntó si era el consultorio, si estaba el doctor,
d si
podía hablar con él, no, no, el doctor no me conoce, es un caso muy urgente, sí,
por favor, comprendo, entonces se lo diré a usted pero le ruego que avise
inmediatamente al doctor, es que mi marido se ha quedado ciego, de repente, sí,
sí, tal como se lo digo, de repente, no, no es enfermo del doctor, mi marido no
86
lleva gafas, nunca las llevó, sí, tenía una vista excelente,
xcelente, como yo, yo también veo
bien, ah, muchas gracias, esperaré, esperaré, sí, doctor, sí, de repente, dice que
lo ve todo blanco, no sé cómo fue, ni tiempo he tenido de preguntárselo, acabo de
llegar a casa y lo encuentro así, quiere que le pregunte, ah, cuánto se lo
agradezco, doctor, vamos inmediatamente, inmediatamente.
iatamente. El ciego se levantó,
spera, dijo la mujer, déjame que te cure primero ese dedo, desapareció por un
espera,
momento, volvió con un frasco de agua oxigenada, otro de mercurocromo,
algodón y una caja de tiritas. Mientras le curaba el dedo, le preguntó, d
dónde has
ero tú así como estás no podías conducir, o ya
dejado el coche, y, súbitamente, pero
estabas en casa cuando, no, fue en la calle, cuando estaba parado en un
no,
favor de traerme, el coche se quedó ahí, en la calle
semáforo, alguien me hizo el fa
de al lado, bueno,
ueno, entonces bajaremos, me esperas en la puerta y yo voy a
n lo sé, él no me las devolvió, él, quién, el
buscarlo,, dónde has dejado las llaves, no e
l s habrá dejado por ahí, voy a ver,
hombre que me trajo a casa, fue un hombre, las
no ero las llaves han de estar
o vale la pena que las busques, el hombre no entró, pero
en algún sitio, seguro
eguro que se olvidó de dármelas, las metió en su bolsillo y se las
llevó, lo que faltaba, coge ien, vamos, dame la mano.
oge las tuyas, luego veremos, bien,
El ciego dijo, Si voy quedarme así para siempre, me mato, por
oy a quedarme p favor, no digas
disparates, para desgracia basta ya con lo que nos ha ocurrido, soy
s yo quien está
el médico te curará,
ciego, no tú, tú no puedes saber lo que es esto, el curará ya verás, ya
veré.
Salieron. Abajo, en el portal, la mujer encendió la luz y le dijo al oído,
espérame
spérame aquí, si aparece algún vecino háblale con naturalidad, dile que me estás
esperando, nadie que te vea pensará que estás ciego, no tenemos por qué andar
s pero no tardes. La mujer salió corriendo. Ningún
contándoselo a la gente, sí,
vecino entró ni salió. Por experiencia, el ciego sabía que la escalera sólo estaría
iluminada cuando se oyera el mecanismo del contador automático, por eso iba
arador cada vez que se hacía el silencio. Para él la luz, esta luz,
apretando el disparador
se había convertido en ruido. No entendía por qué la mujer tardaba tanto, la calle
si nos retrasamos mucho va a
estaba allí mismo, a unos ochenta, cien metros, si
marcharse el médico, pensó. No pudo evitar un gesto maquinal, levantar la
87
muñeca izquierda y bajar los ojos para ver la hora. Apretó los labios como si lo
traspasara un súbito dolor, y agradeció a la suerte que no hubiera aparecido en
imera palabra que le dirigiese,
aquel momento un vecino, pues allí mismo, a la primera
se habría deshecho en lágrimas. Un coche se paró en la calle, a
al fin, pensó, pero,
de inmediato, le pareció raro el ruido del motor, eso es diesel,, es un taxi, dijo, y
apretó una vez más el botón de la luz. La mujer acababa de entrar, nerviosa, ttu
o puede ser, seguro
santo protector, esa alma de dios, se ha llevado el coche, no
que no miraste bien, claro
laro que miré bien, yo no estoy ciega, las últimas palabras
pa le
e habías dicho que el coche estaba en la calle
salieron sin querer, me call de al lado,
n no, fue en ésa, estoy seguro,
corrigió, y no está, o quizá lo dejó en otra calle, no,
ues entonces, ha desaparecido, o sea que las llaves, aprovechó
pues a tu
desorientación, la aflicción en que estabas, y nos lo robó, y yo que no lo dejé que
entrara en casa, por miedo, si se hubiera quedado haciéndome compañía hasta
que llegases tú, no nos habría robado el amos, está esperando el taxi, te
e coche, vamos,
juro que daría un año de vida por ver ciego también a ese miserable, no grites
tanto, y que le robaran todo lo que tenga, a lo mejor aparece, seguro,
s mañana
llama a la puerta y nos dice que fue una distracción, nos pedirá disculpas, y
preguntará si te encuentras mejor.
Se quedaron en silencio hasta llegar al consultorio del médico. Ella
tar del pensamiento el robo del coche, apretaba cariñosamente las
intentaba apartar
manos del marido entre las suyas, mientras él, con la cabeza baja para que el
taxista no pudiera verle los ojos por el retrovisor, no dejaba de preguntarse cómo
era posible que aquella desgracia
desgr le ocurriera precisamente a él, por
p qué a mí. A
los oídos le llegaba el rumor del tráfico, una u otra voz más alta cuando se detenía
el taxi, también ocurre a veces, estamos dormidos, y los ruidos exteriores van
traspasando el velo de la inconsciencia en que aún estamos envueltos, como en
una sábana blanca. Como una sábana blanca. Movió la cabeza suspirando, la
mujer le tocó levemente la cara, era como si le dijese, Tranquilo, estoy aquí, y él
portó lo que pudiera
dejó que su cabeza cayera sobre el hombro de ella, no le importó
pensar el taxista, sii tú estuvieras como yo, no podrías conducir, dedujo
infantilmente, y, sin reparar en lo absurdo del enunciado, se congratuló por haber
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sido capaz, en medio de su desesperación, de formular un razonamiento lógico. Al
salir del taxi, discretamente ayudado por la mujer, parecía tranquilo, pero, a la
entrada del consultorio, donde iba a conocer su suerte, le preguntó en un
murmullo estremecido, cómo
ómo estaré cuando salga de aquí, y movió la cabeza
como quien ya nada espera.
espe
La mujer explicó a la recepcionista que era la persona que había llamado
hacía media hora por la ceguera del marido, y ella los hizo pasar a una salita
donde esperaban otros enfermos. Estaban un viejo con una venda negra
cubriéndole un ojo, un niño que parecía estrábico y que iba acompañado por una
mujer que debía de ser la madre, una joven de gafas oscuras, otras dos personas
sin particulares señales a la vista, pero ningún ciego, los ciegos no van al
oftalmólogo. La mujer condujo al marido hasta una
un silla libre y, como no quedaba
otro asiento, se quedó de pie a su lado, Vamos a tener que esperar, le murmuró al
oído. Él se había dado cuenta ya, porque había oído hablar a los que aguardaban,
ahora lo atormentaba una preocupación diferente, pensaba que cuanto más
tardase el médico en examinarlo, más profunda se iría haciendo su ceguera, y por
lo tanto incurable, sin remedio.
rem Se removió en la silla, inquieto, iba a comunicar
sus temores a la mujer, pero en aquel momento se abrió la puerta y la enfermera
dijo, pasen s orden del doctor, es
asen ustedes, por favor, y, dirigiéndose a los otros, es
un caso urgente. La madre del chico estrábico protestó, el derecho es el derecho,
ellos estaban primero y llevaban más de una hora esperando. Los otros enfermos
la apoyaron en voz baja, pero ninguno, ni ella misma, encontró prudente seguir
insistiendo en su reclamación, no fuera a enfadarse el médico y les hiciera pagar
luego la impertinencia haciéndolos esperar aún más, que casos así se han visto.
El viejo del ojo vendado éjenlo, pobre hombre, que está bastante
endado fue magnánimo, déjenlo,
peor que cualquiera de nosotros. El ciego no lo oyó, estaban entrando ya en el
racias, doctor, es que mi marido, y se
despacho del médico, y la mujer decía, gracias,
quedó cortada, en realidad no sabía lo que había ocurrido realmente, sabía sólo
bado el coche. El médico dijo,
que su marido estaba ciego y que les habían robado
siéntense, por favor, y él personalmente ayudó al enfermo a acomodarse, y luego,
teme lo que le ha pasado. El
tocándole la mano, le habló directamente, a ver, cuénteme
89
ciego explicó que estaba en el coche, esperando que el semáforo se pusiera en
verde, y que de pronto se había quedado sin ver, que había acudido gente a
ayudarle, que una mujer mayor, por la voz debía de serlo, dijo que aquello podían
ser nervios, y que después lo acompañó un hombre hasta casa, porque él solo no
podía valerse, Lo veo todo blanco, doctor. No habló del robo del coche.
El médico le preguntó, nunca
n le había ocurrido nada así, quiero decir, lo de
ahora, algo parecido, nunca,
n ctor, ni siquiera llevo gafas, y dice que fue de
doctor,
repente, sí, doctor, como
omo una luz que se apaga, más
ás bien como una luz que se
n la vista estos días pasados, n
enciende, había notado diferencias en no, doctor, y
hubo algún caso de ceguera en su familia, no, doctor, en los parientes que he
conocido o de los que oí hablar, nadie, sufre diabetes, no, doctor, y sífilis, no,
doctor, hipertensión
nsión arterial o intracraneana, intracraneana, no sé, de la otra sé
que no, en la empresa nos hacen reconocimi e dio algún golpe fuerte en la
reconocimientos, se
cabeza, hoy o ayer, no, doctor, cuántos
c años tiene, treinta y ocho, bueno,
b vamos a
ver esos ojos. El ciego los abrió mucho, como para facilitar el examen, pero el
médico lo cogió por el brazo y lo colocó detrás de un aparato que alguien con
imaginación tomaría por un nuevo modelo de confesionario en el que los ojos
hubieran sustituido a las palabras, con el confesor mirando directamente el interior
del alma del pecador. Apoye la barbilla aquí, recomendó, y mantenga los ojos bien
abiertos, no se mueva. La mujer se acercó al marido, le puso la mano en el
hombro, dijo, verás como todo se arregla. El médico subió y bajó el sistema
binocular de su lado, hizo girar tornillos de paso finísimo, y empezó el examen. No
encontró nada en la córnea, nada en la esclerótica, nada en el iris, nada en la
retina, nada en el cristalino, nada en el nervio óptico, nada en ninguna parte. Se
apartó del aparato, se frotó los ojos, luego volvió a iniciar el examen desde el
principio, sin hablar, y cuando terminó, de nuevo mostraba en su rostro una
o le encuentro ninguna lesión, tiene los ojos perfectos. La
expresión perpleja, no
a te lo dije, ya te dije
mujer juntó las manos en un gesto de alegría, y exclamó, ya
e caso, el ciego preguntó, puedo
que todo se iba a resolver. Sin hacerle p sacar la
s como dice, mis ojos están
barbilla de aquí, doctor, claro que sí, perdone, si,
or ahora no sé decírselo, vamos a tener que
perfectos, por qué estoy ciego, por
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hacer exámenes más minuciosos, análisis, ecografía, encefalograma,
encefalograma, cree que
esto tiene algo que ver con el cerebro, es una posibilidad, pero no lo creo, sin
s
embargo, doctor, dice usted que en mis ojos no encuentra nada malo, así es, no
veo nada, no entiendo, lo
o que quiero decir es que si usted está de hecho ciego,
ciego su
ceguera, en este momento, resulta inexplicable, duda
d acaso de que yo esté ciego,
o, hombre, no, el problema es la rareza del caso, personalmente, en toda mi vida
no,
de médico, nunca vi un caso igual, y me atrevería incluso a decir que no se ha
visto en toda la historia de la oftalmología, y cree usted que tengo cura, en
e
ado que no encuentro lesión alguna ni malformaciones congénitas, mi
principio, dado
respuesta tendría que ser afirmativa, pero, por lo visto, no lo es, ssólo por
quiero darle esperanzas que podrían luego resultar
prudencia, sólo porque no quiero
carentes de fundamento, comprendo,
c es así, y tengo que seguir algún tratamiento,
por ahora no voy a recetarle nada, sería recetar a ciegas,
tomar alguna medicina, p
sa es una observación apropiada, observó el ciego. El médico hizo como si no
ésa
hubiera oído, se apartó del taburete giratorio en el que se había sentado para
efectuar la observación y, de pie, escribió en una hoja de receta los exámenes y
análisis que consideraba necesarios. Le entregó el papel a la mujer, aquí tiene,
señora, vuelva con su marido cuando tengan los resultados, y si mientras tanto
hay algún cambio, llámeme, la águenla a la salida, a la
l consulta, doctor, páguenla
enfermera. Los acompañó hasta la puerta, musitó una frase dándoles confianza,
amos a ver, vamos a ver, es necesario no desesperar, y, cuando se
algo como vamos
encontró de nuevo solo, entró en el pequeño cuarto de baño anejo y se quedó
mirándose al espejo durante un minuto largo, qué
ué será eso, murmuró. Luego
volvió a la sala de consulta,
onsulta, llamó a la enfermera, que entre el siguiente.
Aquella noche, el ciego soñó que estaba ciego
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VALORACIÓN CRÍTICA Y
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VALORACIÓN CRÍTICA:
El valor social de esta obra es que nos que nos permite analizarnos a nosotros
mismos en un enfoque muy centrado y no muy lejos de la realidad. Muestra que si
no somos éticos, responsables y consientes podemos mostrar nuestra parte más
baja y miserable que todos tenemos dentro pero que esta sociedad nos a
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enseñado a mantenerla oculta ante la vista pero no borrada de nuestros genes y
conductas más arraigadas.
das.
También podemos ver que sin quién haga respetar la ley todo se vuelve un caos,
que somos incontrolables, que por nosotros mismos no tomamos un orden, que no
tomamos
respetamos al prójimo y que el avance sociológico de miles de años se puede
esfumar y regresaríamos a un estado primitivo al no estar preparados para
afrontar un cambio radical en nuestra vidas porque creemos que a “personas
como yo” no les puede pasar nada.
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ellos permite que el lector los identifique claramente, los describe por alguna
del médico, la mujer de las gafas
característica sobresaliente como la mujer del
oscuras, el primer ciego, etc.
José Saramago ha logrado compaginar sus viajes y su labor literaria con su amor
a Lisboa y sus estancias en Lanzarote, lugares en los que reside alternativamente
alt
y donde lleva adelante su búsqueda artística de todo aquello que la historia no
recoge, sustrayéndolo al conocimiento del hombre. Algo que señala con justificada
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reiteración en Cuadernos de Lanzarote, verdadera autobiografía espiritual donde
Saramago subraya las líneas maestras que guían su escritura.
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CONCLUSIONES
En ella hay una compilación de obras literarias que han sido seleccionadas para
despertar el placer de nuestros estudiantes de bachillerato,
e la lectura en nuestros bachillerato para
analizar
nalizar los textos apropiados a su nivel, estacar la estructura de los diferentes
nivel destacar
la importancia en su contenido, para que
tipos de textos, permitiéndole conocer la
pueda reconocer los elementos que conforman
con los géneros literarios y las
características particulares, lo cual permite producir sus propios textos.
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beneficios,
s, pero sobre todo, crecer como persona y por
or último, cómo se
construyen los elementos de cada género y la gama de posibilidades para crear
dentificar la trama y la
espacios, personajes, un ambiente, utilizar el ritmo e identificar
historia así como la estructura.
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BIBLIOGRAFIA
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Achugar. D, E (2012). Literatura I Competencia más aprendizaje
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