2 El Pecado
2 El Pecado
- EL PECADO
Objetivo del tema: Reconocimiento de ser pecador y necesitado de la gracia de Dios.
El tema anterior se trató del amor de Dios. Sin embargo, ante la realidad de nosotros mismos y todo cuanto nos
rodea surgen algunas preguntas muy lógicas:
1. Si Dios nos ama, entonces ¿por qué a nivel personal se vive con tantas inseguridades, temores, envidias»
insatisfacciones, desequilibrios emocionales, competencia, angustia, tristeza y limitaciones, y no
experimentamos su amor?
2. Si Dios nos ama, entonces, ¿por qué a nivel comunitario las familias se desintegran, los hijos se rebelan
contra los padres, luchas de generaciones, competencias y odios de unos para con otros?
3. Si Dios nos ama ¿por qué la guerra, el hambre, la pobreza, la injusticia, la discriminación, la opresión y la falta
de libertad? ¿Por qué no vivimos en el plano social el maravilloso plan de amor, justicia y paz?
4. En el fondo late la siguiente inquietud: Si Dios nos ama, ¿por qué no lo experimentamos? ¿Por qué nuestro
mundo no es un paraíso donde se viva en armonía, paz y justicia?
A. El problema
Antes de querer solucionar el problema debemos conocer claramente cuál es el problema.
El, en su Palabra, nos dice:
Porque todos pecaron, todos están privados de la manifestación salvífica de Dios: Rom 3,23.
O sea, que lo que impide que en nuestro mundo se manifieste el amor de Dios y se realice su plan de felicidad, paz y
unión se llama pecado. El pecado es la causa de todos los males que aquejan a la humanidad.
Dios ha hecho caer un diluvio de amor sobre nosotros, pero nosotros estamos bajo un cristal irrompible que nos
permite ver llover; pero nosotros no nos mojamos con el Agua Viva del amor de Dios. El pecado es ese impedimento
que no nos permite experimentar el amor de Dios.
Gen 3, 9-13: Desde que en el paraíso Satanás engañó a nuestros primeros padres haciéndoles creer que por sus
propias fuerzas podrían alcanzar su felicidad y realización humana comenzó todo el desastre en que vivimos:
El hombre se alejó de Dios, fuente de la vida.
Se separó de su mujer, acusándola de ser la culpable.
Se enemistó con la creación, que se rebeló contra él.
Gen 4,3-10: Desde entonces comenzaron los odios, rencores y resentimientos. Inmediatamente después el más
fuerte, (Caín) mató al más pequeño (Abel). Dieron inicio las guerras, las injusticias, el afán por las riquezas y todo el
mal que existe en el mundo.
El problema que tenemos en que somos pecadores, y por tanto, alejados del amor de Dios. Y lo peor es que no
podemos evitarlo porque el pecado no es algo que podamos impedir que entre a nosotros, sino que sale del fondo
de nuestro propio ser: Mc 1,14-15.
¿Por qué un árbol de limones da siempre frutos agrios y ácidos y no dulces y apetitosos? Por la simple razón de que
tiene raíces de limón y no puede dar sino limones. Así también nosotros manifestamos frutos de pecado porque
nuestra raíz, el corazón, es el pecado. Necesitaríamos que alguien nos cambiara el corazón...
Nosotros somos pecadores, por eso precisamente pecamos. Porque nuestra raíz es de pecado aparecen lógicamente
frutos de pecado. Cuando el Rey David reconoció y confesó su pecado, dijo que había pecado porque desde que su
madre lo concibió, él ya era pecador: Sal 51,7.
El pecado es como nuestra sombra inseparable de nosotros. Sólo hay dos maneras de que no tengamos sombra:
a) Cuando buscamos por caminos falsos: desorden sexual, alcoholismo. drogas, activismo, afán de
riquezas, poder, fama, comodidades, etc.
b) Cuando confiamos en falsos redentores: lideres políticos, falsos pastores, ateísmo, ideologías. etc.
c) Cuando creemos en ídolos falsos: satanismo, brujería, curanderismo, control mental, yoga, lectura
de cartas o de otras cosas similares, horóscopos, etc.
d) Cuando dependemos de nosotros mismos: el cumplimiento de una ley, nuestra justicia propia,
nuestras buenas obras, etc.
Somos ciegos incapaces de atinar el camino. Y ningún otro nos puede ayudar porque, como nosotros, él es también
ciego. Necesitamos un poder de lo alto que no tenemos.
Dos hombres borrachos se subieron a una barca para pasar a la otra orilla del río. Ya estaba oscuro y ellos remaron
toda la noche sin conseguir llegar al otro lado. Al amanecer, y ya habiéndoseles pasado un poco la borrachera, se
dieron cuenta que ni siquiera habían avanzado un solo metro, ya que la barca había permanecido amarrada en la
orilla del río.
Y no importa cómo sea ese lazo. Un pajarito no puede volar si está atado por una cadena de acero o por un hilo
delgado, de todas maneras, no puede volar.
El pecado es, básicamente, no creerle a Dios, no confiar en él porque confiamos más en nosotros mismos. Creer más
en nosotros que en él. Preferimos a nosotros y negarlo a él. No querer depender de su voluntad. Hacer la vida por
nuestra propia cuenta. Es tener ídolos en nuestra vida: y por ídolos hemos de entender todo lo que de alguna
manera suplanta a Dios.
Pecado es todo lo que no proviene de la fe en Dios: Rom 14,23; toda actitud y actividad que no brota de la fe.
Los pecados son todas las formas concretas con las que manifestamos que estamos creyendo más en nosotros
mismos, en nuestros caminos y medios para conseguir la felicidad y realización personal. Odios, injusticias, robos,
abusos de sexo, asesinatos, egoísmos y orgullo son fruto del pecado.
El pecado hace más daño al hombre que a Dios, por eso Él no quiere que pequemos, porque tanto nos ama:
B. La mala noticia
El hombre tiene un problema que el hombre no puede solucionar y un enemigo al que no puede vencer.
El hombre, con toda su ciencia y todo su poder, no es capaz de echar abajo al príncipe de este mundo, ni quitar el
pecado del mundo: hace el mal que no quiere y no hace el bien que se propone.
El hombre es de naturaleza pecadora, por eso peca. Por tanto, el hombre no puede cambiarse a sí mismo. Por sus
propias fuerzas no es capaz de renovarse, hacerse criatura nueva, cambiar su corazón, solucionar el problema de su
existencia.
El hombre no puede salvarse a sí mismo, porque todo el que quiere salvar su vida, la pierde. Ningún hombre se
puede salvar por sí mismo.
Tampoco ningún hombre puede salvar a otro hombre. Un ciego no puede guiar a otro ciego, pues los dos se caerían
de cabeza al pozo.
El día que el hombre quiso ser Dios en el Paraíso se hundió en el absurdo. El día que el hombre quiso construir la
torre de Babel que alcanzara el cielo, fracasó. ¡El hombre no puede llegar a Dios!
C. Reconoce tu problema
Ciertamente somos pecadores, pero con una ventaja, ya que sólo los enfermos pueden ser sanados y sólo los
muertos pueden ser resucitados.
Cuando un ciego cree ver y no reconoce su limitación Jamás va a encontrar la ayuda necesaria para salir de su
problema:
Si fuerais ciegos no tendrías pecado; pero como decís: “vemos”, vuestro pecado permanece: Jn 9,41.
El único pecado que no puede ser perdonado es el que no reconocemos. Es necesario confesar que somos pecadores
y no tan buenos como muchas veces tratamos de aparentar.
Leer la parábola del trigo y la cizaña donde Jesús desentraña el misterio del mal en el mundo.
Leer la parábola de El fariseo y El publicano para darse cuenta de que sólo quien confiesa sus limitaciones es capaz
de recibir la ayuda adecuada.