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LA SALVACIÓN

Ef. 5:1-8

INTRODUCCIÓN. Ahora que tú eres salvo, quizá te preguntes ¿qué sucedió cuando yo acepte a Cristo como mi Salvador
personal? ¿en qué consiste mi nueva relación con Dios?. Tu decisión de confiar en Cristo Jesús e invitarle a que entre en
tu corazón es la decisión más importante que hayas podido tomar. No obstante, es poco probable que entiendas el
verdadero significado de lo que ha acontecido en tu vida como resultado de esa decisión. El propósito de esta lección es
el de explicarte brevemente lo que sucedió cuando recibiste a Jesucristo y la forma en la que tu decisión ha afectado tu
relación con Dios.

I. HAY SOLAMENTE DOS FAMILIAS ESPIRITUALES EN EL MUNDO.


A. La familia del Diablo.
1. Jn. 8:44 habla acerca de un grupo de personas que son “de vuestro padre el Diablo”. Las actitudes y
acciones de estos líderes claramente los identifica como hijos de Satanás. Si ellos hubieran sido
verdaderamente hijos de Dios, habrían reverenciado al Hijo de Dios. En cambio, su reacción contra Jesús
sólo revelaba el hecho triste de que su padre era el diablo.
2. La persona llega a ser parte de esta familia por medio del nacimiento a través de padre en la carne
(terrenal), quien es, en última instancia, descendiente de Adán, Gn. 5:3.
3. Todos heredamos esa naturaleza pecaminosa, Rom. 5:12. Adán peca, su naturaleza se vuelve culpable y
corrupta y así pasa a sus hijos. Así todos pecamos en él. Muchos piensan que no es justo que Dios nos
juzgue por el pecado de Adán. Sin embargo confirmamos nuestra solidaridad con Adán cada vez que
pecamos. Estamos hechos del mismo material, con tendencia a rebelarnos, y los pecados que cometemos
nos condenan. Debido a que somos pecadores, no necesitamos imparcialidad sino misericordia.
4. Rom. 5:12 también establece que como resultado de nuestro pecado somos sentenciados a muerte. La
muerte eterna es por el pecado, porque la muerte es la paga del pecado. Entonces entró toda esa miseria
que es la suerte debida al pecado: la muerte espiritual, y eterna. Si Adán no hubiera pecado no hubiera
muerto espiritualmente, pero la sentencia de muerte fue dictada como sobre un criminal; pasó a todos
los hombres como una enfermedad infecciosa de la que nadie escapa. Rom. 6:23, Así como el obrero es
digno de su jornal y siente que le pertenece por derecho, así es la muerte el pago del pecado, el jornal
propio del pecador. Véase 1 Cor. 15:22; Mt. 13:38; Hch. 13:10; 1 Jn. 3:8-10; Rom. 8:15
B. La familia de Dios.
1. Jn. 1:12-13 “Mas a todos los que le recibieron (la decisión de confiar en Cristo Jesús como tu Salvador
personal), a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (tu entrada a la
familia de Dios); los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios”. Es un nacimiento espiritual. Todos los que aceptan a Cristo como Señor de sus vidas
renacen espiritualmente y reciben nueva vida de Dios. A través de la fe en Cristo, este nuevo nacimiento
nos cambia desde adentro, reacondicionando nuestras actitudes, deseos y motivos.
2. Tu entras a la familia de Dios por medio de un nacimiento; pero este es un nacimiento espiritual, Jn. 3:3.
Nuestro Salvador habla de la necesidad y naturaleza de la regeneración o nuevo nacimiento. El
nacimiento es el comienzo de la vida; nacer de nuevo es empezar a vivir de nuevo. Debemos tener una
nueva naturaleza, nuevos principios, nuevos afectos, nuevas miras. Por nuestro primer nacimiento somos
corruptos, formados en el pecado; por tanto, debemos ser hechos nuevas criaturas. No podía haberse
elegido una expresión más fuerte para significar un cambio de estado y de carácter grande y muy
notable. Debemos ser enteramente diferentes de lo que fuimos antes, como aquello que empieza a ser en
cualquier momento, no es, y no puede ser lo mismo que era antes. Este nuevo nacimiento es del cielo, vs.
13, y tiende al cielo. Es un cambio grande hecho en el corazón del pecador por el poder del Espíritu Santo.
Significa que algo es hecho en nosotros y a favor de nosotros que no podemos hacer por nosotros
mismos. Algo obra por lo que empieza una vida que durará por siempre. De otra manera no podemos
esperar un beneficio de Cristo; es necesario para nuestra felicidad aquí y en el más allá.
3. Como resultado de tu nuevo nacimiento tienes vida eterna, Jn. 3:36. La vida eterna puede tenerse sólo
por fe en Él, y así puede obtenerse; pero no pueden participar de la salvación todos los que no creen en el
Hijo de Dios, sino que la ira de Dios está sobre ellos para siempre. Jesús dice que todo el que cree en El
tiene (no dice que tendrá) vida eterna. La vida eterna se recibe cuando uno se une a la vida de Dios, la
cual por naturaleza es eterna. Así que la vida eterna comienza en el momento del nacimiento espiritual.
Ver también Jn. 6:47; 1 Jn. 5:12.
II. ¿EN QUÉ CONSISTE MI RELACIÓN CON DIOS AHORA?.
A. El es tu Padre Celestial, y ahora eres su hijo. Mt. 5:45
B. Dios no se relaciona contigo al igual que como un inconverso. El se relaciona contigo como un hijo
C. Esa relación se muestra en la relación que hay entre un Padre y su hijo.
1. Un buen padre ama a su hijo y se preocupa por él, 1 Ped. 5:7. “Ser humilde y someterse a nuestro Dios
reconciliado, trae más consuelo al alma que los deleites de la soberbia y la ambición. Pero es a su debido
tiempo; no en el tiempo que tú imaginas, sino en el tiempo que Dios ha establecido sabiamente. Él
espera, y ¿no esperarás tú? ¡Cuántas dificultades superará la firme creencia en su sabiduría, poder y
bondad! Entonces, humillaos bajo su mano. —“Echad toda vuestra ansiedad”, preocupaciones
personales, angustias familiares, ansiedad por el presente, cuidados por el futuro, por vosotros
mismos, por otros, por la iglesia, echadlo todo sobre Dios. Son cargas onerosas, y suelen ser muy
pecaminosas cuando tienen sus raíces en la desconfianza y la incredulidad, cuando torturan y distraen la
mente, nos anulan para el servicio e impiden que nos sintamos contentos en el servicio de Dios. El
remedio es echar nuestra solicitud sobre Dios, y dejar todo suceso a disposición de su gracia y su
sabiduría. La creencia firme en que la voluntad y los consejos divinos son correctos calma el espíritu del
hombre. En verdad el piadoso suele olvidar esto, y se angustia sin necesidad. Remítelo todo a la buena
disposición de Dios. Las minas de oro de todas las consolaciones y bienes espirituales son suyas y del
Espíritu mismo. Entonces, ¿no nos dará lo que es bueno para nosotros, si humildemente esperamos en
Él, y echamos sobre su sabiduría y amor la carga de proveernos?”. Véase Salm. 37:5; 55:22
2. Un buen padre provee para su hijo, Fil. 4:19. “Podemos confiar en que Dios suplirá siempre nuestras
necesidades. El nos proveerá todo lo que necesitemos en esta tierra, aun el valor para enfrentar la
muerte como lo hizo Pablo. Sin embargo, debemos recordar la diferencia entre nuestros deseos y
nuestras necesidades. Puede que no recibamos todo lo que deseamos. Al confiar en Cristo, nuestras
actitudes y apetitos pueden cambiar de desear todo a aceptar su provisión y poder para vivir por El”. Mt.
4:4, Dt.8:3. Dios no solamente nos provee de nuestras necesidades físicas, sino también las espirituales.
No con solo el pan vivirá el hombre, más con toda palabra que sale de la boca de Dios— De todos los
pasajes del Antiguo Testamento ninguno podría ser más adaptado que éste para el propósito del Señor.
Esto habrá sugerido a Jesús lo siguiente: “Ahora bien, si Israel pasó no cuarenta días sino cuarenta años
en un desierto, donde no existían medios de humana subsistencia, sin haber muerto de hambre; y
habiendo recibido provisiones de parte de Dios, con el propósito de probar a todas las edades que el
sostén del hombre depende, no del pan, sino de la firme palabra de Dios que promete y garantiza todo
el cuidado providencial necesario, ¿debo yo, poniendo en duda esta palabra de Dios, y no esperando su
ayuda, tomar la providencia en mis propias manos? Como hombre, pues, esperaré la ayuda divina, sin
dudar de que a su debido tiempo llegará”. “El significado de rhema, diferente al de logos, se ilustra en
Ef. 6:17, donde se habla, no de las Escrituras como un todo, sino de aquella porción que el creyente
maneja como una espada en tiempo de necesidad”.
3. Un buen padre guía a su hijo y le enseña, Jn. 14:26. Dios en su Infinita sabiduría nos ha dejado un
Consolador para que nos guie y nos enseñe.
4. Un buen padre ayuda a su hijo Sal. 46:1, “Este salmo exhorta a esperar y confiar en Dios, su poder y
providencia, y en la gracia de su presencia en su Iglesia en los peores momentos. Podemos aplicar esto a
los enemigos espirituales, y tenemos el estímulo que seremos vencedores por medio de Cristo. Él es
auxilio, el auxilio siempre presente, el auxilio pronto, alguien que se caracteriza por ser así: auxilio
oportuno, amparo que siempre está cerca; no podemos desear algo mejor, ni hallaremos algo semejante
en criatura alguna”.
5. Un buen padre disciplina a su hijo, Hb. 12.5-11. Disciplina (gr. paideía), es la instrucción correctiva de
enseñar y disciplinar al niño hacia la madurez. El ser reprendido es señal de ser hijo del Padre, que ama a
sus hijos lo suficiente para disciplinarlos de modo que lleguen a la madurez. “Dios puede dejar solos a los
demás en sus pecados, pero corregirá el pecado en sus propios hijos. Actúa en esto como corresponde a
un padre. Nuestros padres terrenales nos castigan a veces para satisfacer sus propias pasiones más que
para reformar nuestros modales. Pero el Padre de nuestras almas nunca quiere apenar ni afligir a sus
hijos. Siempre es para nuestro provecho. Toda nuestra vida aquí es un estado infantil e imperfecto en
cuanto a las cosas espirituales; por tanto, debemos someternos a la disciplina de tal estado. La
corrección de Dios no es condenación; el castigo puede ser soportado con paciencia y fomenta
grandemente la santidad. Entonces, aprendamos a considerar las aflicciones que nos acarrea la maldad
de los hombres como correcciones enviadas por Nuestro Bondadoso y Santo Padre para nuestro bien
espiritual”. “¿Quién ama más a sus hijos, el padre que les permite hacer lo que les causa daño o el que
los corrige, disciplina y castiga para ayudarles a aprender lo que es correcto? Nunca es agradable ser
corregido y disciplinado por Dios, pero su disciplina es un indicio de su amor profundo por nosotros.
Cuando Dios le corrige, tómelo como una prueba de su amor y pídale que le muestre lo que está tratando
de enseñarle”.
D. Un buen Padre nunca hará algo “deliberadamente” para lastimar a su hijo. Nuestro padre terrenal, hará
solamente aquellas cosas que nos ayudaran a crecer y a madurar y a llegar a ser el hombre que él quiere que
seamos. Nuestro Padre Celestial opera en la misma forma, solamente que Sus caminos son perfectos. A
diferencia de los padres terrenales quienes a veces yerran, Dios jamás cometer un error en Sus tratos con Sus
hijos, Mt. 7:11.
III. TU NO PERDISTE TU NATURALEZA FÍSICA EN EL MOMENTO DE TU NACIMIENTO ESPIRITUAL.
A. Eso es obvio, ya que aun estamos vivos.
B. Ahora tenemos 2 naturalezas.
1. La antigua naturaleza – física, pecaminosa, a la imagen de Adán.
2. La nueva naturaleza – espiritual, perfecta, a la imagen de Dios.
C. Ambas naturalezas están presentes constantemente. La naturaleza que te controlará será aquella a la que
alimentes mejor, Col. 3:5-10; 2 Cor. 4:14-18.
IV. PREGUNTAS BÁSICAS.
A. ¿COMETERÉ PECADO DESPUÉS DE HABER SIDO SALVO?. Si, pues aun tienes tu vieja naturaleza pecaminosa.
B. ¿EN QUÉ FORMA AFECTA MI PECADO EN MI RELACIÓN CON MI PADRE CELESTIAL?. Dios no te echa fuera de su
familia. Cuando tu pecas, Él te disciplina como a un hijo, Hb. 12:5-11
C. ¿QUÉ DEBO HACER CUANDO PEQUE?. Confiesa tu pecado y confía en la sangre de Jesucristo para limpiarte, 1 Jn
1:6-10; Prov. 28:13.

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