Ramon Castilla

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Ramón Castilla

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Para otros usos de este término, véase Ramón Castilla (desambiguación).

Ramón Castilla
Presidente Constitucional de la República Peruana

24 de octubre de 1858-24 de octubre de 1862

Vicepresidente Juan Manuel del Mar y Bernedo

Predecesor Él mismo

Sucesor Miguel de San Román

20 de abril de 1845-20 de abril de 1851

Predecesor Manuel Menéndez

Sucesor José Rufino Echenique

Presidente Provisorio de la República Peruana


5 de enero de 1855-24 de octubre de 1858

Predecesor José Rufino Echenique

Sucesor Él mismo

Presidente de la Suprema Junta de Gobierno del Perú

17 de febrero de 1844-11 de diciembre de 1844

Predecesor Domingo Nieto


(como Presidente de la Suprema Junta de Gobierno del Perú)

Sucesor Manuel Menéndez


(como Presidente del Consejo de Estado)

Encargado del Mando del Perú

3 de abril de 1863-9 de abril de 1863

Predecesor Miguel de San Román

Sucesor Pedro Díez-Canseco

Presidente del Senado de la República Peruana

28 de julio de 1864-1 de febrero de 1865

Predecesor Miguel del Carpio y Melgar

Sucesor Antonio Salinas y Castañeda


(como Presidente del Congreso Constituyente)

Senador de la República Peruana


por Tarapacá

28 de julio de 1864-1 de febrero de 1865

Información personal

Nombre en
Ramón Castilla y Marquesado
español

Nacimiento 31 de agosto de 1797


San Lorenzo de Tarapacá, Virreinato
del Perú, Imperio español

Fallecimiento 30 de mayo de 1867 (69 años)


Desierto de Tiliviche, Tarapacá, Perú

Sepultura Panteón de los Próceres

Nacionalidad Peruana

Familia

Cónyuge Francisca Diez-Canseco y Corbacho

Pareja María de Cárdenas Rivera, Francisca


Villegas, Carolina Colichón

Hijos Manuel Castilla Cárdenas, Federico


Castilla Villegas, Juan Castilla Colichón

Información profesional

Ocupación Militar y político

Rama militar Ejército del Perú

Rango militar Gran Mariscal del Perú

[editar datos en Wikidata]

Ramón Castilla y Marquesado (San Lorenzo de Tarapacá, Virreinato del


Perú, 31 de agosto de 1797-Desierto de Tiliviche, Perú, 30 de mayo de 1867)
fue un militar, estadista y político peruano, presidente del Perú en los períodos
1845-1851 (como presidente constitucional), 1855-1862 (inicialmente como
presidente provisorio y luego constitucional) y 1863 (por unos días como
encargado interino). Es el segundo presidente que más años gobernó la
República Peruana, solo superado por Augusto B. Leguía, siendo considerado
el personaje más importante de las primeras décadas del Perú independiente.
Inició su carrera militar en el ejército realista, participando en la batalla de
Chacabuco (1817). Prisionero tras la batalla, fue llevado a Buenos Aires donde
obtuvo el permiso de salir del país y regresó al Perú. Reincorporado en
el Ejército Real del Perú, se plegó a la causa independentista a inicios de 1822.
Organizó y formó parte de la caballería de la Legión Peruana, destacando en
la batalla de Ayacucho (1824). Continuó con su carrera militar y política,
ocupando altos puestos públicos como la subprefectura de su
natal Tarapacá (1825) y la prefectura de Puno (1834) en los gobiernos
de Agustín Gamarra y Luis José de Orbegoso.

Tras el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana (1836), se exilió


a Chile donde se unió al ejército restaurador y tuvo una destacada participación
en la batalla de Yungay (1839). Durante la Restauración peruana sirvió como
ministro del gobierno de Gamarra, a quien acompañó a la campaña contra
Bolivia hasta que fue tomado prisionero tras la batalla de Ingavi (1841).
Terminada la guerra regresó al Perú, donde se unió a la revolución
constitucionalista de 1843 contra el gobierno de Manuel Ignacio de Vivanco.
Triunfante al año siguiente en la batalla de Carmen Alto, restableció el gobierno
interino de Manuel Menéndez.

Vencedor de las elecciones de 1845, asumió la presidencia del Perú. Su primer


gobierno constitucional se destacó por la estabilidad institucional del país tras
un largo periodo de anarquía, la organización del Estado peruano y la bonanza
económica gracias a las rentas producidas por la riqueza guanera. Entregó el
poder a su sucesor José Rufino Echenique (1851) tras cumplir su mandato,
hecho inédito hasta ese momento. Sin embargo, tras el escándalo de la
consolidación de la deuda interna, encabezó la revolución liberal de 1854 y
decretó la anulación del tributo indígena y la abolición de la esclavitud.
Finalmente, derrotó a Echenique en batalla de La Palma (1854) y asumió
nuevamente el gobierno como presidente provisorio.

Su gobierno provisorio duró de enero de 1855 a octubre de 1858. Convocó a


una Convención Nacional que promulgó la Constitución liberal de 1856, evento
que generó una reacción conservadora encabezada por Vivanco y el estallido
de la guerra civil. Tras derrotar a los rebeldes, Castilla se apartó de
los liberales y convocó a las elecciones generales de 1858 en las que se
presentó como candidato, obteniendo el triunfo. Inició así su segundo gobierno
constitucional (1858-1862) y convocó a un Congreso Constituyente en 1860,
que redactó la Constitución moderada de 1860, la carta magna con mayor
tiempo de vigencia en la historia del Perú.

En su segundo mandato continuó con la modernización del Estado y la


integración de su territorio, impulsando la colonización de la Amazonía peruana
e inclusive entrando en guerra con Ecuador (1858). Asimismo, su gobierno
coincidió con la introducción de varios adelantos tecnológicos en el Perú como
el telégrafo, el alumbrado a gas y la expansión de los ferrocarriles. El boom del
guano, producto que se convirtió prácticamente en el único sostén fiscal del
Estado, también tuvo lugar durante esos años. Entregó el poder a su
sucesor Miguel de San Román; tras su fallecimiento reasumió brevemente de
forma interna el gobierno (1863).
Al año siguiente fue elegido senador por Tarapacá y presidente del Senado,
desde donde se opuso a las políticas de Juan Antonio Pezet ante las tensiones
con España, lo que le valió el destierro en Europa (1865). Regresó al Perú y se
retiró a su natal Tarapacá (1866), desde donde se opuso al gobierno
de Mariano Ignacio Prado, el cual lo desterró a Chile. Sin embargo, volvió a
Tarapacá y encabezó una revolución en defensa de la Constitución de 1860
que el gobierno pretendía reemplazar por una Constitución liberal. Falleció
durante su marcha por el desierto de Tiliviche (1867); la revolución que inició
derrocaría a Prado meses después.

Es valorado como el primer presidente progresista e innovador de la República


Peruana y se considera que con él inició verdaderamente el período
republicano: trajo orden y prosperidad al Estado, eliminó el tributo indígena,
abolió la esclavitud, fundó el servicio diplomático, reformó la administración
pública, estableció el presupuesto, pagó la deuda externa e interna, promovió
la colonización de la Amazonía, creó el Consejo de Ministros, inició la reforma
educativa, modernizó el ejército y extendió la fuerza naval. Es el patrono del
Arma de Caballería del Ejército del Perú.

Descripción física y psicológica[editar]

Ramón Castilla, como Presidente del Perú.


Bajo de cuerpo, Castilla tenía una constitución de hierro y admirable resistencia física.
Su continente marcial acompañado de una mirada penetrante, le daba aire de
superioridad. Valiente y rápido en la acción, era excelente capitán y se conquistaba el
afecto del soldado. Conocedor de los hombres intuitivamente, sabía la manera de
gobernarlos. Su energía irresistible y su gran fuerza de voluntad lo elevaron sobre la
multitud de caudillos de la primera etapa de nuestra vida republicana.
Carlos Wiesse1
Mariscal Ramón Castilla, patriota esforzado que se consagró por entero a la grandeza
de la nación, la cual él soñaba unida, próspera y fuerte. Comenzó a gobernar cuando
ya había alcanzado esa madurez que dan los años y la experiencia del trato con los
hombres. Castilla no era una persona imaginativa, pero vivía de realidades. Tenía un
innato talento práctico y un espíritu penetrante. Era un hombre rudo y tosco, sus
maneras ciertamente distaban de ser elegantes. Su amigo, el mariscal Nieto, decía
que Castilla era «terco y de indomable carácter»; a veces dio muestras de
magnanimidad y liberalidad, pero en la dictadura fue implacable con sus enemigos, a
los que aplastó sin piedad y no sin rasgos de mezquina política, debido sobre todo a
las difíciles circunstancias que tuvo que afrontar en el poder. Tenía en su haber dos
cosas importantes: la una, conocer a la perfección el territorio peruano y el de las
vecinas repúblicas, y la otra, haber tratado a casi todos los caudillos políticos de la
época, de ahí que nadie le aventajase en la, conducción del gobierno. Durante su
gobierno comenzó la era del progreso en el Perú.
Rubén Vargas Ugarte2
«Redentor del indio, libertador del negro, fundador de la libertad de pren

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