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¿QUÉ ES UN CONCEPTO?

THEODOR W. ADORNO Y LA
CRÍTICA COMO “MÉTODO”*

AUTOR
RODRIGO CORDERO
Universidad Diego Portales, Chile.

Cómo citar este artículo:


Cordero, R. (2019) ¿Qué es un concepto?
Theodor W. Adorno y la crítica como “método”.
Revista Diferencias, N. 8, pp. 40-50.

* El presente artículo es parte del proyecto de investigación Fondecyt Regular 1181585. Agradezco el extraordinario
espacio intelectual y apoyo material brindado por el Institute for Advanced Study, en Princeton, para desarrollar este Articulo
trabajo. Deseo agradecer, en particular, a David Bond, Robin Celikates, Didier Fassin, Murad Idris y Rahel Jaeggi por
sus generosas observaciones en variadas conversaciones en torno al “trabajo” de los conceptos. Agradezco también a Recibido 03/03/2019
Francisco Salinas por sus agudos comentarios al texto y a Daniel Chernilo por su labor como editor del presente número. Aprobado 25/04/2019

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RESUMEN
¿Qué es un concepto? Al proponer esta pregunta como hilo conductor, el artículo discute el alcance que el estudio y la
crítica de los conceptos tiene como momento ineludible del estudio y la crítica de la sociedad. A partir de una lectura del curso
Introducción a la Dialéctica de Theodor W. Adorno, explora la “utopía cognitiva” que anima la comprensión de la crítica como
la búsqueda de alcanzar con conceptos la realidad material de la vida social. Para tal efecto, se reconstruyen tres momentos
que articulan una aproximación crítica al trabajo que los conceptos realizan en la sociedad: i) el efecto pedagógico de los
conceptos, ii) la vida que movilizan y iii) la sensibilidad etnográfica hacia ellos. Sobre esta base, el artículo sostiene que tra-
bajar a través de los conceptos implica no sólo desafiar los límites epistémicos que dividen a la filosofía de la sociología, sino
que hacerse cargo del problema ético de hacer justicia de aquello que el orden conceptual de la sociedad misma excluye así
como de lo que emerge como posibilidad más allá del dominio de lo existente.

PALABRAS CLAVES: ADORNO; CONCEPTOS; CRÍTICA; DIALÉCTICA; MÉTODO

ABSTRACT
What is a concept? By exploring this question, this article discusses the extent to which the study and critique of concepts
is an unavoidable moment of the study and critique of society. Through a reading of Theodor W. Adorno’s lecture course on
Introduction to Dialectics, it explores the dialectical critique’s cognitive utopia of using concepts to reach the material reality
of social life. The article reconstructs three moments that articulate Adorno’s critical approach to the work that concepts do in
society: i) the ‘pedagogical effect’ of concepts, ii) the life they mobilize, (iii) the ethnographic sensibility towards them. Within
this framework, the article argues that working through concepts not only entails challenging the epistemic limits that divide
philosophy and sociology, but also coming to terms with the ethical problem of making justice to what is not grasped by the
existing conceptual order of society and thus may emerge as a possibility.

KEYWORDS: THEODOR W. ADORNO; CONCEPTS; CRITIQUE; DIALECTICS; METHOD;

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DIFERENCIA(S). Revista de teoría social contemporánea. SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA

I. importa es el trabajo que nosotros hacemos con los concep-

¿
tos, como si estuviésemos diseñándolos en un laboratorio
Qué es un concepto? Al proponer esta pregunta como de experimentos mentales, es muy probable que el orden de
hilo conductor de mi reflexión en este artículo, debo ad- nuestros conceptos termine imponiéndose como parámetro
vertir, no deseo añadir una definición más a un catálogo para lidiar con el des-orden del mundo. Esta es la razón de
ya de por sí sobrepoblado por filósofos analíticos, psicólogos por qué, para Hegel (1989: 26) –el filósofo del concepto por
experimentales y lingüistas. Me interesa, por el contrario, la excelencia–, “no hay peor inicio para una filosofía que hacer-
productividad del problema en sí para reflexionar acerca de lo con una definición” porque ello no hace más que indicar
las relaciones entre filosofía y sociología, y, más concreta- que “la filosofía se inicia con la filosofía misma”. Interpretado
mente, para discutir el alcance del estudio y la crítica de los en este sentido hegeliano, el deseo mismo de alcanzar defi-
conceptos como momento ineludible del estudio y la crítica niciones unívocas resulta revelador: constituye un reconoci-
de la sociedad. miento de que un concepto siempre señala la existencia de
Cuando pensamos sobre los conceptos, comúnmente cosas más allá de sí mismo, es decir, de cosas que eluden la
pensamos en entidades abstractas, separadas del ámbito de pretendida claridad de las definiciones conceptuales.
los hechos y de los objetos materiales. Estamos acostum- Esta situación tiene paralelos interesantes con la política.
brados a concebir a los conceptos como productos refinados Como alguna vez comentó Max Weber en una de sus confe-
del intelecto humano que nos ayudan, entre otras cosas, a rencias sobre la vocación, la política es una actividad huma-
situar, representar, clasificar y ordenar a los objetos empíri- na sostenida por una especie de “fe” en ciertos conceptos
cos de un modo generalizado. Al hacer trabajo científico nos fundamentales. Sin nociones como “progreso”, “libertad” y
preocupan mucho los conceptos. La situación puede variar “democracia”, plantea Weber, la política sería una actividad
entre distintas disciplinas, pero lo cierto es que constante- sin alma, despojada de textura humana, en tanto los obje-
mente recurrimos a ellos como herramientas cognitivas in- tivos que persiguen los actores políticos están cognitiva y
dispensables para operacionalizar y hacer comprensible el éticamente vinculados a ideales conceptuales. Sea esto en
la forma de una “convicción” perseguida con independencia
conocimiento. En virtud de la centralidad que les otorgamos
de los resultados, o de una elección “responsable” hecha a
al momento de establecer las distinciones que guían nues-
la luz de sus posibles consecuencias. No obstante, la polí-
tras observaciones, no contar con definiciones claras para
tica moderna también es el lugar donde se anida un nuevo
los conceptos que uno utiliza es, por lo general, objeto de
tipo de realismo, estimulado por la creciente influencia de
críticas y visto como un defecto metodológico imperdonable.
los expertos, los procedimientos burocráticos y la racionali-
No es de extrañar, entonces, que para muchos académicos,
dad legal. Si bien este realismo se consagra a un reconoci-
especialmente en las ciencias sociales y la historia, la prime-
miento claro de los problemas fácticos y las preocupaciones
ra regla del método sea: ¡define tus conceptos!
prácticas, también produce un nuevo culto abstracto de lo
Obviamente, sería absurdo negar el valor epistemológi- existente: a saber, la paradójica idea de que las cosas deben
co de contar con conceptos bien trabajados para llevar a “convertirse en cuestiones de hecho (Versachlichung)”.
cabo la investigación empírica y la comunicación científica. En tanto los hechos son elevados a la categoría de funda-
Pero el deseo de definir las cosas sin ambigüedades tam- mento último de todo conocimiento genuino y el estándar desde
bién alimenta un sentido de autoridad y seguridad intelectual el cual las acciones deben ser juzgadas, los conceptos son de-
que tiene algo inevitablemente seductor: permite determinar gradados al lugar de representaciones funcionales dentro de un
aquello que es ajeno al pensamiento de acuerdo a las reglas “frívolo juego intelectual” practicado por aquellos que afirman
del pensamiento sistemático. En efecto, esta forma de rela- saber más que el resto (el soberano, el líder, el político profesio-
cionarnos con los conceptos por medio de actos soberanos nal, o el diseñador de políticas públicas), mientras que la mayor
de definición, cuando es llevada a su extremo, conduce a dos parte de los ciudadanos debe “someterse a una proletarización
resultados problemáticos: por un lado, subsumir la particula- espiritual” (Weber, 1994: 365). Esta mistificación de los hechos
ridad de los objetos bajo un orden de sentido universalizante va de la mano de una actitud anti-intelectual que se aferra a
y, por el otro, propiciar la auto-referencia de las definiciones los actos de decisión como el valor político más alto. Dicha fór-
conceptuales al punto de volver irrelevantes las experiencias mula –aunque aparentemente racional y no problemática para
no-conceptuales. aquellos involucrados en la actividad política cotidiana– es con-
Probablemente este sea uno de los pecados originales tradictoria en su centro. En efecto, la facticidad no es algo que
que la filosofía comete al querer ubicarse a sí misma como pueda darse por sentado; para existir, requiere ser re-inscrita
proveedora de fundamentos universales para el conocimien- conceptualmente en la realidad política una y otra vez, ya que
to verdadero. Pero también cuando ella presume que una aquello que cuenta como “factual” es un objeto de contestación
reflexión sobre los conceptos solo puede tener sentido real y disputa. Después de todo, la evidencia indiscutible que los he-
si tiene lugar dentro de los límites del terreno y el lenguaje chos producen en la política (y también en la ciencia), es que
filosófico. La ironía de esta actitud es que si aquello que más ellos son siempre más que simples hechos.

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¿Qué es un concepto? Theodor W. Adorno y la crítica como “método” - Rodrigo Cordero

II. cia misma de una alternativa rígida entre filosofía y sociolo-


gía, una duda que perturba el supuesto de que uno puede
Estoy seguro de que estos planteamientos iniciales no quedarse tranquilo en un lugar, ya sea el pensamiento ló-
hacen justicia a la complejidad de la ciencia y la política; gico-abstracto o la realidad social empírica, como si estas
ellos se limitan a iluminar una experiencia particular con la fueran regiones ontológicamente distintas del mundo. Para
que ambos campos se enfrentan en la modernidad: la au- llevar a cabo esta reflexión y hacerla plausible, exploraré el
sencia de una jerarquía estable de sentido para ordenar la particular sendero dialéctico y materialista abierto por Ador-
realidad. La consecuencia más interesante de esta condición no para desplazar la manera en que tanto el trabajo filosófico
de contingencia no es que posibilite el relativismo, la inde- como la investigación sociológica se vinculan con la concep-
terminación o la arbitrariedad de los significados; sino que tualidad. Puesto que, si el primero pretende tener acceso a
más bien refuerza formas de pensamiento que buscan fijar la verdad a través de la autonomía del pensamiento racional
el sentido de los conceptos. Interpretada en este modo espe- y el poder sintético de conceptos producidos lógicamente, la
cífico, la ansiedad por definir en la ciencia y la ansiedad por segunda acepta como autoevidente “la idea de que el mundo
decidir en la política se corresponden entre sí como dos ca- de los hechos, al que estamos sujetos... deba ser lo último
ras de la misma moneda: a saber, un proceso de abstracción en nuestra existencia” (Adorno, 2013: 217).
que produce un sentido de unidad producto de la división. Lo que está en juego en esta intersección entre filosofía
Dicho de otro modo, los conceptos operan como formas de y sociología es la exploración de un método de análisis y
“marcar” sentido en virtud de las cuales se pueden afirmar, de crítica del mundo social que toma a los conceptos como
sus indicadores, no para definirlos, sino que para trabajar a
relacionar y distribuir una serie de cosas, al tiempo que se
través de ellos: esto es, para entender “la vida que prevale-
suprimen y dejan sin marcar muchas otras (Cordero, 2019).
ce” en los conceptos y el trabajo que los mismos conceptos
Como argumenta con fuerza Theodor W. Adorno (2013: 363),
realizan en la vida social. Para avanzar en esta dirección,
esto demuestra que, en vez de un centro fijo, siempre hay
no basta con explorar el uso y las definiciones de ciertas
“vida que prevalece” en los conceptos. En tanto los actos
“palabras” dentro de los límites de un léxico establecido. De-
de definición dotan a los objetos y las experiencias con una
bemos reinsertar los conceptos como órganos vivientes de
forma de identidad que produce coherencia, o los fuerzan
la realidad social y observar su trabajo dentro de procesos
dentro de un marco de alternativas excluyentes que deman-
históricos y sociales específicos. Esto requiere avanzar en
dan una decisión, los conceptos siempre dejan un “residuo”
un tratamiento de los conceptos que en vez de emplearlos
(1984: 17). Este residuo no es simplemente un elemento
como artefactos para mantener control cognitivo sobre el
secundario o accidental, sino una parte intrínseca de la vitali-
mundo social, los utilice como puntos de entrada concretos
dad, la conflictividad y la incompletitud de todo concepto. De
para sumergirnos en la operación y las contradicciones de
modo específico, la existencia de dicho residuo opera como la sociedad. Este es precisamente el corazón de la “utopía
un trazo de evidencia de que “el mundo no se funde en nues- cognitiva” que subyace al entendimiento que tiene Adorno
tros conceptos, [y] que nuestros conceptos no se funden en de la dialéctica como un método crítico: a saber, buscar (y
eso que es” (2013: 149–50). fallar en el intento de) “penetrar con conceptos lo que no
Hacer de los conceptos un tema u objeto central de estu- es conceptual” (1984: 18). La pregunta relevante, entonces,
dio en las ciencias sociales es, por decir lo menos, complica- es: ¿Qué tipo de trabajo es necesario para utilizar a los con-
do. Ello se debe en parte importante a que existe la sospecha ceptos de modo de ir más allá de los conceptos? ¿Qué tipo
permanente de que el trabajo conceptual inevitablemente de conocimiento produce la crítica cuando procede de esta
nos desvía de la realidad concreta. Una investigación sobre manera? ¿Con qué propósito lo hace?
conceptos, se suele insinuar, nos acerca más a la especula- En las siguientes secciones mi plan es explorar, de modo
ción filosófica pura que a la observación empírica del mundo más bien fragmentario, esta pretensión “utópica”, reconstru-
tal como es. Es más, muchos académicos parecen coincidir yendo tres líneas de pensamiento en torno a los conceptos
en que los hechos, y no los conceptos, son el punto de re- que Adorno enuncia en su curso Introducción a la Dialécti-
ferencia último de todo conocimiento sobre la sociedad. En ca. La primera línea se vincula a la idea de la exploración
consecuencia, si bien los conceptos pueden ser considera- dialéctica de los conceptos como poseedora de un “efecto
dos dispositivos metodológicos útiles para el análisis socio- pedagógico”, no porque enseñe a las personas lo que de-
lógico, casi nunca son el objeto real, el verdadero asunto en ben saber, sino porque se despliega como una autorreflexión
juego (Swedberg, 2019). crítica que desafía los hábitos de pensamiento y formas de
Ahora, la pregunta acerca de lo que es un concepto, conocer. La segunda línea interroga la pretensión de que los
planteada al inicio, conlleva una duda acerca de la existen- conceptos deben ser definidos en aras de la precisión cien-

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tífica y que su valor debe ser verificado a partir de hechos; Al leer el curso sobre la dialéctica debemos ser caute-
para la dialéctica, los conceptos son en sí mismos organis- losos de no tomarlo como una presentación acabada del
mos vivientes de una realidad social contradictoria y, en con- proyecto filosófico de Adorno. Las veinte lecciones que lo
secuencia, deben ser explorados como un “campo de fuer- componen constituyen más bien un esfuerzo tentativo de
zas” activo. La última línea, consiste en el desarrollo de un “auto-aclaración metodológica”1 que, al mismo tiempo, re-
método “micrológico”, de forma tal de satisfacer la demanda vela una genuina determinación por revitalizar (¿exorcizar?) a
ética de “hacer justicia” a aquellos elementos y experiencias la dialéctica como un método crítico para pensar el presente.
Es decir, se trata de reclamar un estilo de pensamiento que
particulares en la sociedad que, estando mediados por con-
“lucha contra la cosificación del mundo... [no] en nombre de
ceptos, no se agotan en los conceptos.
algún tipo de principio... sino que intenta vencer la cosifica-
Al poner en relación cuestiones de “pedagogía”, “vida”
ción entendiéndola en su propia necesidad; es decir, que los
y “método”, concluiré reflexionando brevemente acerca de fenómenos... de esclerosis de las instituciones... [se deriven]
las relaciones entre utopía y justicia para desde allí ubicar del concepto histórico, del «movimiento del concepto»” en
el alcance de la crítica de los conceptos como un momento la configuración material del mundo social (2013: 48–9). El
ineludible de la crítica de la sociedad. curso es una clara manifestación de esta idea ya que, en vez
de definir el concepto de dialéctica, intenta desplegarlo: ex-
III. plorando los supuestos que lo movilizan, las ansiedades que
produce, las resistencias que provoca, las contradicciones
A su retorno a Alemania desde el exilio en los Estados que encarna y las posibilidades que abre. Al proceder de esta
Unidos, Adorno retomó casi inmediatamente sus actividades manera, Adorno quiere demostrar a sus estudiantes que la
de enseñanza en el semestre de invierno de 1949-1950. A dialéctica no nos aleja del mundo; al contrario, nos acerca
lo largo de los más de treinta cursos que dictó en Frankfurt, más aún a la realidad de las cosas al penetrar sus fachadas
se desplaza con exquisito dinamismo de la filosofía a la so- y fracturas.
ciología, de las preguntas de la estética a las de la historia, Comparadas con textos escritos, tales como Hegel: Tres
de los problemas de la teoría a los problemas del método, de ensayos y Dialéctica negativa, las clases de Adorno esta-
cursos introductorios al análisis en profundidad de un autor ban concebidas con un claro objetivo pedagógico dirigido
o un texto (Bobka y Braunstein, 2015). a estudiantes que deseaban estudiar filosofía. Como sabe-
El curso de 1958, Introducción a la Dialéctica, parece mos, la cuestión de la pedagogía se encontraba al centro de
a primera vista como cualquier otro curso convencional de los esfuerzos de post-guerra por comprender los horrores
filosofía. Como sugiere el título, el curso invita a los estu- del nacionalsocialismo y la persistencia de tendencias fas-
diantes a explorar las principales características y objetos de cistas en la sociedad alemana2. Planteada en términos de
la “dialéctica” como un método de pensamiento cuyo largo una “re-educación” para la democracia, Adorno comprendía
linaje filosófico va de Platón a Marx, pasando por Kant y He- claramente que la cuestión de la pedagogía tenía un vín-
gel. Sin embargo, esta larga revisión no está pensada como culo directo con la creación de condiciones sociales para
una historia de la filosofía sino como algo distinto: una forma la “autonomía” y la “autorreflexión crítica”, por una parte, y
de vinculación crítica con nuestros hábitos de pensamiento con el inescapable imperativo moral de que “Auschwitz no
y nuestros modos de lidiar con la realidad. El corazón de la puede volver a ocurrir”, por otra (2005a: 191). Con todo,
invitación de Adorno se sustenta en la tesis de que la dialéc- como afirma en una lección radial de la misma época, “la
tica se ha vuelto irrelevante en la Alemania de post-guerra alienación de las personas respecto de la democracia refleja
debido a una constelación de corrientes intelectuales. La la auto-alienación de la sociedad” (2005b: 93). Bajo tales
primera es la transformación acrítica de la dialéctica en un condiciones, Adorno veía que trabajar en contra de la falta
método filosófico rígido, en “una simple doctrina del proce- de reflexión socialmente determinada e incrementar nuestra
dimiento del pensar” (Adorno, 2013: 39), desvinculada de la sensibilidad moral hacia el mundo, requería algo más que
dinámica de los procesos sociales e históricos. La segunda buenas intenciones. En concreto, decía, “la educación debe
es la hostilidad conservadora hacia la dialéctica por liberar tomar en serio una idea en ningún caso desconocida para
“una suerte de relativismo universal” que nos priva de todo la filosofía: que la ansiedad no debe ser reprimida” (2005a:
fundamento ontológico sólido para la verdad (2013: 60). Y 198). Este planteamiento no es por cierto una receta para
la tercera es la resistencia positivista a la dialéctica debido producir mejores instituciones educativas, constituye más
a su asociación con una “entera intelectualización del mun-
do” que derivaría la realidad a partir de conceptos abstractos
(2013: 91, 152). Lo que todas estas corrientes comparten, a
juicio de Adorno, es el supuesto implícito, pero en la práctica 1 Tomo esta expresión de Rolf Tiedemann, editor de las obras completas
de Adorno.
muy influyente, de que la dialéctica es “un pensar alejado de
2 Para una discusión más detallada, véase Mariotti (2014), Heins (2012)
las cosas” (2013: 31). y Fisher (2009).

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¿Qué es un concepto? Theodor W. Adorno y la crítica como “método” - Rodrigo Cordero

bien una alerta en contra de la naturalización de aquellos há- recto que lleva a los misterios del Ser, sino que explorar el
bitos que nutren estructuras y prácticas autoritarias de pen- complejo proceso de emergencia histórica de lo que aparece
samiento: entre otras, la actitud de tratar “pedagógicamente” como dado.
a los estudiantes, como recipientes de verdades ya estable- Visto así, el efecto pedagógico de la dialéctica no pro-
cidas y sujetos susceptibles a la “influencia calculada” de las viene de haber aprendido a definir los conceptos, sino que
técnicas de enseñanza (2005c: 181-2); y la fe ideológica en se alcanza producto de trabajar a través de los conceptos:
el orden social establecido, la que a su vez alimenta la ansie- es decir, por medio de una sostenida vinculación con los
dad por acomodarse a los valores dominantes (2005d: 27). conceptos en tanto abstracciones sociales reales (Sohn-Re-
En este contexto, Adorno dice a sus estudiantes: thel, 1978). Por medio de este ejercicio, los conceptos nos
enseñan algo acerca de las formas que tenemos de lidiar
“me parece tarea de la formación filosófica in- con aquello que se encuentra más allá del pensamiento, así
munizar a aquellos que la buscan en serio contra como también nos enseñan algo del mundo en que vivimos.
los innumerables eslóganes aparentemente filo-
sóficos y contra los conceptos acuñados y fijados Tal como lo expresa Adorno, el desafío consiste en explorar
que circulan por el mundo y en los que se imagina nuestra propia “posición ante el concepto” (Adorno, 2013:
uno haber encontrado una «imagen rectora» o una 346) así como en liberar “la vida que prevalece en el concep-
norma o una razón de ser, sin asumir el esfuerzo ni to mismo” (2013: 363). Tomada en este sentido materialista,
el trabajo de pensar estos conceptos por uno mis- la dialéctica está irremediablemente ligada a la tensión entre
mo y, en lo posible, de examinarlos críticamente”
(2013: 63). “conceptos” y “vida”, es decir, a la interacción histórica entre
la vida de los conceptos (estructuras generales de sentido
El planteamiento de Adorno da cuenta de ciertos rasgos reproducidas y movilizadas en sitios concretos en el tiempo)
distintivos del rol pedagógico de la filosofía en la sociedad. y formas de vida (prácticas, experiencias y espacios embebi-
En un nivel, la filosofía está interesada en aumentar la re- dos material y normativamente)3.
flexividad sobre nuestras prácticas de conocimiento y formas Para Adorno el verdadero reto yace, precisamente, en
conceptuales reificadas que estabilizan modos específicos “quebrantar esta imagen” que propone una alternativa rígida
de observación y comprensión. De manera más precisa, el entre una orientación exclusiva hacia los conceptos teóricos
horizonte pedagógico de la filosofía dialéctica se sitúa en tor- (filosofía), o hacia los hechos inmediatos de la vida (cien-
no a la idea de que “para el pensamiento no hay otra regla cia). Esta dicotomía no produce conocimiento alguno, sino
que la siguiente: que tenga libertad hacia el objeto” (2013: que un tipo de ceguera desde la cual el pensamiento puede
reclamar independencia de la realidad social, mientras que
269). Esta libertad para “esta[r] constantemente en busca
los hechos pueden presentarse como “lo último en nuestra
de algún tipo de ligazón” con el objeto, no significa que de-
existencia”. El reconocimiento de la mutua mediación entre
bamos recurrir a “la arbitrariedad de la mera ocurrencia y la
conceptos y vida es lo que hace posible el trabajo de la críti-
contingencia”, sino que de hecho representa el cultivo de
ca. Ello es así puesto que, a pesar de los intentos por poner
una forma de un pensar que “se mide” permanentemente
a los conceptos en una armonía inequívoca con la vida, una
en contra del mundo exterior a la filosofía (2013: 269). En
forma de vida particular no puede nunca ser completamente
términos pedagógicos, el objetivo de esta “disciplina del pen- subsumida en conceptos universales. Esta imposibilidad de
samiento” no reglamentado es la de revelar y de rebelarse una identificación total hace posible que, a través “del tra-
en contra de la “pedantería del pensamiento”: a saber, de la bajo y el esfuerzo del concepto”, podamos reconocer en la
compulsión por traer todo aquello que es particular bajo una “apariencia de lo natural” otras posibilidades de ser, a saber,
categoría estable. la experiencia de que el mundo es más que lo simplemente
En otro nivel, la filosofía dialéctica apunta a reconocer existente (2013: 215–8).
la fuerza ideológica de los conceptos y desafiar sus efectos
coercitivos en las relaciones sociales cotidianas. Ello porque IV.
los conceptos no solo permiten sancionar jerarquías de co-
nocimiento y definir los parámetros de lo que cuenta como Existe una vida que prevalece en los conceptos. Es lo que
verdad; también proveen de principios moralmente vincu- Adorno recuerda una y otra vez a sus estudiantes a lo largo
lantes, patrones y marcos de referencia que dan forma a de veinte lecciones. Vale la pena considerar la repetición re-
las prácticas sociales y a los modos de auto-comprensión tórica de esta idea como signo del incansable esfuerzo que
de aquello que es significativo y valorable en la sociedad. El Adorno despliega por hacer conscientes a sus estudiantes
punto decisivo para Adorno consiste en reconocer que exis- sobre algo que parece olvidarse fácilmente: el hecho de que
ten “elementos conceptuales dentro de la constitución de la
realidad”, de que “en el acontecer básico de la sociedad, ya
hay algo conceptual presente” (2013: 155). En este esce- 3 Para una elaboración más detallada de la noción de “formas de vida”,
nario, la filosofía dialéctica no pretende transitar el camino véase Fassin (2018) y Jaeggi (2019).

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los conceptos se mueven y lo hacen aun cuando parecen vemos es que conceptos como “ciudadano”, “vida, “legal” no
estar quietos. La noción del movimiento de los conceptos existen encerrados en un espacio lógico de ideas abstractas
constituye el núcleo que Adorno intenta retener de la dia- que se relacionan entre sí –la pretensión de que así sea es
léctica idealista de Hegel, en tanto apunta a reconocer que ideológica–; dichos conceptos son abstracciones vivas que
la forma en que los conceptos son empleados para identifi- habitan, circulan y constituyen la vida social a través de una
car, ordenar y describir las “cosas” descansa en un proceso densa red de prácticas y de disputas sociales. Es por ello,
de cognición socialmente mediado. Esto significa que en el dice Adorno,
proceso de querer conocer “algo”, no existe ni se expresa
esencia o sujeto trascendental alguno, sino que actividad cuando operamos en lo general con concep-
humana (2013: 165). La afirmación de que hay vida en los tos, [eso que] se nos aparece en estos conceptos
como vago horizonte de asociaciones, […] no es
conceptos responde, entonces, a un esfuerzo por reconocer completamente algo casual y meramente cons-
no sólo la “voluntad de saber” que mueve al concepto, sino tituido a partir del sujeto, sino que es algo que
que también las intrincadas formas en que esta voluntad, siempre está presente dentro del concepto mismo
históricamente situada, se despliega, fijando posiciones, de- –sin dudas, no unívocamente presente, sin dudas
jando trazos al pasar y creando conexiones. presente con la posibilidad de la aberración, con la
posibilidad de todos los tipos de malentendidos y
Esto conduce a un segundo aspecto que es igualmente de interpretaciones subjetivas–, pero es un error
relevante para la preocupación de Adorno por el movimiento nominalista creer que cada concepto que usamos
de los conceptos: esto es, la crítica a la idea de que los con- es una tabula rasa que, solo gracias a nuestras
ceptos están atados al movimiento lógico del pensamiento. definiciones, se transforma entonces en una mesa
Ya que no somos nosotros –los cientistas sociales, los filó- bien cargada (2013: 347–8).
sofos u otros trabajadores intelectuales– quienes le damos
vida a los conceptos, sino que es el movimiento mismo de la Considerados en un sentido materialista, los conceptos
realidad material y social lo que los produce. En consecuen- son sedimentos de vida humana puesto que, en esencia,
cia, la vida de un concepto no debería confundirse con “la ar- “[ellos] siempre nos acercan algo que, de ninguna manera,
bitrariedad de su determinación [cuando] es tratado como si somos nosotros quienes lo producimos y a lo que, por así
fuera una tabula rasa” (2013: 356). La vida de los conceptos decir, tenemos que someternos” (2013: 348). Este some-
solo puede ser comprendida si los reinsertamos como parte timiento no conlleva una recepción muda o un compromiso
de una “constelación” de relaciones sociales (2013: 348) y, previo con ciertas palabras cosificadas, sino que el reconoci-
por tanto, si ubicamos su operación en espacios históricos miento de que el pensar no adquiere forma a partir de nues-
específicos. En consonancia con ello, Adorno propone una de tros propios términos, y de que existe una dinámica social
sus tesis centrales: entender los conceptos como “campos que ya se encuentra en juego entre los términos disponibles.
de fuerza” activos (2013: 353). Esto significa que un concepto es siempre un terreno de
Tomemos como ejemplo algunas preguntas fundamen- fricciones y un tejido de múltiples capas que produce dis-
tales asociadas a conceptos que resultan relevantes en el tintos vínculos entre personas, lugares y cosas. Aunque los
contexto de los dilemas globales contemporáneos: ¿Quién lazos de conexión social que producen los conceptos puedan
puede ser considerado “ciudadano” dentro de una comu- resultar inaprehensibles para los métodos de investigación
nidad política? ¿Qué es lo que constituye la “vida” para la convencionales, la tarea de un enfoque dialéctico es justa-
ciencia? ¿Cómo se debe hacer cumplir “lo legal” en la socie- mente la de reconstruir el campo dinámico de fuerzas sobre
dad? Estas preguntas en sí mismas carecen de sentido si no el cual estas relaciones sociales son codificadas y reproduci-
son ubicadas en contextos de problematización específicos: das, así como ciertas posibilidades de ser quedan instituidas
por ejemplo, un debate parlamentario o protestas callejeras y olvidadas. Esta es la razón de por qué, para Adorno, “los
contra la migración; una comisión que discute políticas para conceptos universales aislados en realidad [no] pueden ser
afrontar el cambio climático o la inteligencia artificial; el pro- tolerados”: debido a la violencia ejercida sobre experiencias
ceso judicial en un caso de violencia policial en contra de y formas de vida particulares. Y esta es también la razón del
minorías raciales. En cada uno de estos casos, lo que las por qué, si uno desea comprender y moverse más allá de la
preguntas en cuestión traen a la palestra son experiencias lógica de dominación social, “tampoco el pensar dialéctico
concretas que, eventualmente, contradicen la coherencia puede prescindir de los conceptos abarcadores y universa-
de las definiciones establecidas, revelan sus fallos episté- les” (2013: 358–9).
micos y hacen visible lo que ellas omiten. Pero estas pre- Todo el argumento de Adorno, tal como lo interpreto,
guntas –cuando son planteadas con una intención crítica y “no se trata de si se pueden usar conceptos universales” in
no simplemente descriptiva– también conducen a examinar abstracto, sino si acaso somos capaces de alcanzar, arrojar
los supuestos metafísicos, altamente abstractos, que sus- luces y “hacer justicia a los objetos en su complejidad” a tra-
tentan la estructura de las relaciones sociales, pero que son vés de un genuino análisis y crítica de los conceptos (2013:
ellos mismos un resultado de esas relaciones. Así, lo que 359, 330). En esencia, el reto consiste en trabajar a través

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¿Qué es un concepto? Theodor W. Adorno y la crítica como “método” - Rodrigo Cordero

de conceptos en múltiples maneras: observando la constitu- un intento de moralizar la búsqueda por el conocimiento,
ción de los órdenes conceptuales que dan forma y sostienen sino que, por el contrario, con la moralidad del pensar como
entre sí a las relaciones sociales, destilando la fuerza mate- tal: a saber, que luego del acontecimiento de Auschwitz la
rial y el poder normativo que ejercen los conceptos sobre la “memoria del pensamiento” está marcada por la demanda
vida social, y revelando sus contradicciones y ausencia de moral de evitar que la barbarie ocurra nuevamente, y por la
significado ontológico. Al hacerlo, el propósito de la crítica “necesidad” de persistir en la búsqueda de “comprehender
dialéctica no es la de declarar a los conceptos inadecuados lo incomprensible”4. En este marco, la crítica dialéctica no
o falsos, sino que revelar el momento de no-identidad entre puede sino oponerse al chantaje epistémico que subyace
las formas conceptuales y la vida social. al culto del método, la claridad y la precisión en el trabajo
científico y filosófico. Puesto que, en nombre del rigor y la
V. honestidad intelectual, se nos invita a posponer todo juicio y
discusión acerca de lo que está en juego hasta que hayamos
La pretensión de desbloqueo inherente al trabajo de la clarificado y acordado el significado de los términos disponi-
crítica, tal como la entiende Adorno, supone la existencia de bles (2013: 347). Confrontados a las experiencias radicales
condiciones que circunscriben ideológica y conceptualmente de violencia, destrucción y dominación que han dado forma a
el movimiento del pensar, de los cuerpos y de las experiencias. la modernidad, tal actitud no sólo es irresponsable, sino que,
En otras palabras, la existencia de condiciones sociales que en último término, barbárica.
obstruyen las capacidades reflexivas de los actores ordinarios, Sin la seguridad de algún principio o fundamento sobre
al trazar un horizonte que establece el rango de lo observable, el cual sostenerse, el “método de movilidad” propuesto por
lo decible y lo esperable. El problema es que un bloqueo no es Adorno resulta equivalente a la experiencia de entrar en una
un momento particular o un punto específico que puede ser constelación para la que no existe una llave maestra (1984:
indicado con facilidad, sino que es una constelación de fuerzas 165-169). Es literalmente un trabajo de inmersión en un
cuya durabilidad y sobrevida se extiende tanto semiótica como campo compuesto de multiplicidad de elementos materiales,
materialmente a través de una pluralidad de instituciones, temporales y simbólicos. Si se sostiene por tiempo suficien-
prácticas, vocabularios y espacios. Por este motivo, el trabajo te, este trabajo revela que aquello que está articulado en un
de desbloqueo al cual aspira la crítica dialéctica requiere de concepto es resultado de cosas que han sido laboriosamente
un tipo de “método” distinto, requiere de un “método de mo- organizadas de cierta manera; al igual que un tejido hecho
vilidad” más radical y experimental que aquel que caracteriza de incontables hebras, cabos sueltos y nudos apretados que
a las ciencias sociales y a la filosofía en general (2013: 283). dan forma a una identidad unificada. Adorno es del todo cons-
Puesto que, si es el caso que las técnicas de investigación en ciente acerca de los peligros de “relativismo”, “arbitrariedad”
las ciencias sociales a menudo están embriagadas por el culto y “flexibilidad espuria” a la que esta estrategia se expone y
al “espíritu del método”, la reflexión filosófica no hace menos de la que habitualmente es acusada. No obstante, la clave de
que atarse a sí misma al “método del espíritu” (2013: 238). A este método se encuentra en la obligación que se autoimpone
lo largo de su curso, Adorno enfrenta estas tendencias des- de “entregarse a la cosa […] con una incomparable mayor
menuzando los supuestos que ellas proyectan acríticamente seriedad de lo que permite hacer el pensar convencional en
sobre la realidad social: “claridad”, “objetividad”, “verdad”, “ri- general”, de modo de desplegarse para ir más allá y alcanzar
gor”, “coherencia”, “adecuación” y “completitud”. aquello que escapa al concepto (2013: 282).
Ahora, el trabajo de desbloqueo enfrenta otra dificultad: Dicho lo anterior, si hay un motivo estructurante en el mé-
no puede llevarse a cabo por medio de la mera creación de todo de la crítica que Adorno presenta en Introducción a la
“definiciones” alternativas para luego oponerlas a la realidad Dialéctica, sería la obligación de “seguir la corriente” (along
existente. Esta estrategia no sólo resulta inefectiva, sino que the grain) de los conceptos (Stoler, 2009). Por supuesto que
cae en el error de reificar la posición del sujeto cognoscen- no tiene sentido alguno pensar en sistematizar un método de
te como una fuerza externa e independiente del contexto. este tipo, en tanto ello iría en contra de la afirmación del propio
Como señala Adorno, uno debería descartar esta estrategia Adorno de que la dialéctica solo es posible si es entendida
“no meramente por razones gnoseológicas […] sino tam- como un anti-sistema y es practicada en la forma de frag-
bién […] por razones morales” (2013: 346–7). El problema mentos (Adorno, 2013: 381). No obstante ello, me gustaría
reside en que al establecer por adelantado el sentido de lo enfatizar dos atributos claves que Adorno asocia al método
que puede ser visto y pensado, tal estrategia renuncia a te- de movilidad de la crítica dialéctica: un estilo de “pensamiento
ner un contacto genuino con el contenido histórico del objeto micrológico” y la práctica de “construir modelos”.
que se quiere comprender, al tiempo que evade la respon-
sabilidad de prestar voz y hacer justicia a aquello que no es
captado por el orden racional de los conceptos existentes. 4 Véase Garcia Düttmann (2002). Para una discusión sobre el uso que
Si Adorno arguye la existencia de “razones morales” Adorno da a la expresión “comprehender lo incomprensible” en su re-
para objetar esta posición, esto no tiene nada que ver con flexión sobre las tareas de la sociología, véase Cordero (2017: 153-161).

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DIFERENCIA(S). Revista de teoría social contemporánea. SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA

La referencia a un estilo de pensamiento “micrológico” re- ricas, sin la necesidad de un sistema de explicación general.
sulta reveladora para un filósofo como Adorno, cuya particular En este sentido, los tipos ideales son mucho más dinámi-
prosa especulativa, a menudo parece apuntar más arriba en cos y pluralistas que los procedimientos convencionales de
la escala de la abstracción antes que descender hacia el te- definición conceptual, ya que operan como “composiciones”
rreno empírico. Pero lo peculiar del estilo de Adorno no está experimentales de elementos distribuidos en la objetividad
en lo abstracto que puede llegar a ser, sino en la manera en social (1984: 168). Desde un punto de vista dialéctico, los
que (especialmente a través de la escritura) busca estirar las tipos ideales weberianos son un importante antídoto epis-
posibilidades de significación de cada frase como forma de ir temológico en contra de las afirmaciones totalizantes sobre
más allá de la división jerárquica entre lo abstracto y lo concre- la sociedad que eliminan lo particular, al tiempo que ofrecen
to. El motivo micrológico del pensamiento dialéctico, de esta indicios normativos para disputar cualquier intento por ce-
manera, desafía el supuesto de que tener los pies en terreno rrar el espacio existente entre las estructuras de sentido y
nos asegura tener mejor acceso para comprender el mundo, la experiencia concreta. Es por ello que se puede decir que
así como también desafía la creencia en que un “marco de re- la estrategia filosófica de Adorno de crear modelos es una
ferencia” teórico lógicamente organizado (à la Talcott Parsons) continuación de los tipos ideales, pero con una importante
puede acomodar todo lo que se proponga (2013: 318-326). salvedad: el método weberiano, en virtud de su neokantismo,
El estilo de reflexión micrológica requiere el desarrollo de una no es lo suficientemente radical (Rose, 2009). Porque en la
profunda sensibilidad etnográfica de raíz fenomenológica, en medida que sean creaciones subjetivas ubicadas una al lado
el sentido de una atención sin reservas a “los rasgos más mí- de la otra como mónadas conceptuales sin conexión entre
nimos de este mundo” (1984: 405) y de un deseo de perma- sí, los tipos ideales no logran explicar “cómo lo universal
necer con el objeto, sin subsumirlo bajo conceptos pre-conce- [el concepto] habita en lo particular” (Adorno, 2013: 300).
bidos y más elevados (2013: 197, 220, 246, 250). Entendido en relación al problema de lo universal en lo
El centro de gravedad de esta aproximación yace, enton- particular, el método de creación de “modelos” puede ser
ces, no en una pretendida claridad sino que en su “carácter mejor descrito como un ejercicio de abstracción radical.
laberíntico”, es decir, en que es un tipo de conocimiento que Radical no porque corte sus vínculos con el mundo concreto,
es tan “interconectado como no sistemático” (2013: 304). Al sino más bien porque se sujeta a esos lazos hasta su misma
presentar estas ideas, Adorno solicita a sus estudiantes que raíz. La tracción crítica de este ejercicio consiste precisa-
las tomen “como una interpretación” y elaboración adicional mente en intentar hacer “justicia” a la vida de lo particular, a
de un planteamiento que él mismo hiciera años antes en aquellos momentos que escapan del alcance de lo universal,
Minima Moralia, por lejos su texto más micrológico: “Solo pero para hacerlo no renuncia a los conceptos sino que se
son verdaderos los pensamientos que no se comprenden a sí mueve junto a ellos para comprender el trabajo que hacen en
mismos” (2013: 304; 1998: 192). Esta formulación no cons- el mundo social. Después de todo, tal como afirma Adorno en
tituye una apología del pensar excesivamente complicado, La Dialéctica Negativa, “solo los conceptos pueden realizar lo
sino que una manera de dar cuenta lo que está en juego que impide el concepto” (1984: 58).
en el trabajo de la crítica dialéctica: por un lado, la búsque-
da de perderse a sí misma “al interior” del objeto, de modo VI.
de capturar su textura y movimiento interno en términos de
vivencias; por otro, la necesidad de salir “afuera” hacia el “Pedagogía”, “vida” y “método”. Estos términos dan
“contexto donde el objeto mismo se halla” (2013: 234), de cuenta de una constelación de preocupaciones específicas
modo de no quedar capturada por la aparente autosuficien- que aparecen a lo largo del curso introductorio de Adorno
cia del objeto. La sensibilidad fenomenológica y etnográfica sobre filosofía dialéctica. Tal como las he reconstruido, es-
que el pensamiento micrológico de Adorno intenta insertar tas preocupaciones no constituyen tesis aisladas dispuestas
en el corazón de la dialéctica, resulta clave a la hora de con- en una secuencia lógica, sino que se corresponden entre
frontar “un mundo en sí coherente y articulado de una no- sí como fragmentos en torno al problema de los conceptos
table manera, pero que [al mismo tiempo] se sustrae a todo como un medio de reflexión filosófica y de crítica de la socie-
concepto homogéneo” (2013: 305). dad. Al desentrañar el lugar y las insuficiencias de los con-
La realización de esta forma de pensamiento está íntima- ceptos en el trabajo filosófico en general, y en la dialéctica
mente relacionada a una operación metodológica concreta: la en particular, Adorno apunta también a la idea fundamental
creación de “modelos”. Aquí, el ejemplo guía de Adorno es la de modificar nuestra relación con la conceptualidad: desde
noción de “tipo ideal” de Max Weber, un dispositivo heurístico una comprensión de los conceptos como actos de definición
elaborado para arrojar luz sobre fenómenos individuales por soberanos hacia los conceptos como constelaciones de ex-
medio de la organización conceptual de sus rasgos esencia- periencias y prácticas socio-históricas. La relevancia de esta
les. Lo que Adorno más valora de la aproximación de Weber transformación no se circunscribe a los límites epistémicos
es su capacidad de comprender los fenómenos sociales en de la propia filosofía, sino que supone hacerse cargo del
relación a un contexto más amplio de determinaciones histó- problema ético de modificar nuestra relación con el mundo.

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¿Qué es un concepto? Theodor W. Adorno y la crítica como “método” - Rodrigo Cordero

Esto significa que, en vez de quedarnos conformes con la de sí, pero también aquello que emerge como un espacio de
idea de que podemos poseer conceptos, debiéramos tomar posibilidad más allá de lo existente. El cruce de este umbral
en serio el reto de trabajar a través de ellos. empuja el trabajo inmanente de la crítica hacia utilizar con-
En mi lectura del curso de Adorno, reconstruí este de- ceptos para ir más allá de los conceptos. En este marco, la
splazamiento a partir de tres momentos: la auto-reflexión del verdadera utopía para Adorno no está en incitar una justicia
sujeto respecto de sus hábitos de pensamiento (pedagogía), restaurativa dentro de la filosofía, sino que en activar una
el movimiento tanto de los objetos de conocimiento como del justicia transformativa al interior del tejido social.
sujeto que desea comprenderlos (vida), y la auto-exposición
a la fuerza cualitativa y material del objeto (método). Lo que
propongo es que estos momentos constituyen la base de la
“utopía cognitiva” que anima la comprensión de la dialéctica
para Adorno: a saber, la expectativa de hacer justicia en el
pensamiento a aquello que no es pensamiento, o, más bien,
aquello que ha sido dejado de lado por los hábitos de pens-
amiento. En su comentario a la Introducción de la Dialéctica
Negativa, Axel Honneth trata este problema con el propósito
de demostrar que el proyecto adorniano de revitalizar la di-
aléctica adopta, en última instancia, la forma metodológica
de una auto-crítica de la filosofía. Practicada desde este án-
gulo, la crítica dialéctica terminaría siendo insuficiente pues
se aplica a “formulaciones filosóficas heredadas” y rara vez
se haría cargo de otros objetos. Como consecuencia, señala
Honneth (2009: 86-7), el horizonte normativo se estrecha a
tal punto en que la crítica queda circunscrita a “la práctica
de una justicia restaurativa” dentro de la filosofía. Si bien
esta lectura es textualmente correcta, tergiversa un aspecto
central que recorre trasversalmente el trabajo de Adorno: la
búsqueda de entender y problematizar las relaciones entre
pensamiento y sociedad.
Como he intentado mostrar a lo largo de este artículo, un
aspecto clave de la crítica dialéctica consiste en encontrar
una forma de comprender tanto la vida que prevalece en los
conceptos como la operación de los conceptos en la socie-
dad. Para ello, no basta con explorar los límites del léxico
filosófico, o afirmar la existencia de un orden no-conceptual
más allá de la filosofía y sobre el cual la filosofía reflexio-
na acerca de sus propios límites. Como plantea Adorno, el
desafío es mucho más complejo: consiste en reinsertar los
conceptos como organismos vivientes de la realidad social
y observar su operación en procesos históricos específicos.
Y ello, por implicancia, requiere reconsiderar las relaciones
entre filosofía y sociología.
Esto resulta relevante no solo porque el ejercicio de
pensar esté socialmente mediado, sino, más importante
aún, porque la vida material de la sociedad se encuentra
atravesada por formulaciones filosóficas heredadas. Lo que
importa, por tanto, es la auto-reflexión de la sociedad (o la
falta de ella). Porque a medida que la sociedad reflexiona
acerca de su “concepto” –ya sea a través del debate políti-
co, los movimientos sociales, las expresiones artísticas o el
conocimiento científico–, en algún momento se ve obligada a
involucrarse en asuntos metafísicos y a pensar en contra de
sí misma. En otras palabras, tiene que confrontar aquello que
el orden conceptual de la sociedad misma excluye y deja tras

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DIFERENCIA(S). Revista de teoría social contemporánea. SOCIOLOGÍA Y FILOSOFÍA

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SOBRE EL AUTOR
Rodrigo Cordero

Rodrigo Cordero es Profesor Asociado en la Escuela de Sociología y Director del Núcleo de Teoría Social, Universidad Die-
go Portales. Durante el año académico 2018-2019 es Miembro del Institute for Advanced Study en Princeton; previamente
ha sido professor visitante en The New School for Social Research, Nueva York y Birkbeck College, Londres. Su trabajo se
ubica en la intersección entre la teoría crítica, la historia conceptual y la sociología política. Es editor fundador de la revista
Cuadernos de Teoría Social y autor de Crisis and Critique: On the Fragile Foundations of Social Life (Routledge, 2017).

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