Clapes - Tú No Eres El Problema
Clapes - Tú No Eres El Problema
Clapes - Tú No Eres El Problema
Alma Eixea
(@psicologiaconalma_)
Presentación
Lo que más traumático nos resulta a los
seres humanos
ANABEL GONZÁLEZ
Empatía cognitiva
Pese a no tener empatía emocional, es frecuente ver que saben
cómo responder ante ciertas situaciones de carácter emocional.
Digamos que saben «hacer el papelón» y esto suele
desconcertar, porque, si no sienten, ¿cómo pueden fingir que sí
y hacerlo tan bien?
Impulsividad
En su caso, la impulsividad no proviene de su falta de
autorregulación, sino de querer obtener lo que desean de forma
inmediata. Suelen tener dificultades para demorar la
recompensa porque son personas caprichosas que pretenden
conseguir todo lo que quieren con facilidad, sin tener en
consideración a los demás y sin sopesar las consecuencias que
sus conductas pueden tener.
Manipulación
Su forma de relacionarse con otros es mediante la
manipulación constante, no se trata solo de una técnica que
utilizan en determinadas circunstancias por necesidad. Se trata
de su forma de vida, de su manera de actuar para conseguir
que los demás estén donde ellos quieren que estén, pero
también para tener la sensación de «salir ganando», aunque
sea totalmente innecesario. Una vez más, es otra forma de
control.
Una confrontación con ellos puede verse así:
1. Te miento.
2. Me pillas.
3. Te lo niego a muerte.
4. No me crees.
6. Insistes.
7. No me queda más remedio que admitirte que
efectivamente me has pillado, PERO tengo excusas
que justifican mi conducta, y es que resulta que yo he
actuado así por tu culpa.
Mentiras
Mienten para tener el control de lo que piensan los demás
acerca de ellos y así asegurar la imagen que quieren mantener
de cara a la galería, pero también por placer. Por el mero
placer de sentir el poder de controlar la información y la
imagen que se tiene de ellos. Además, esto no les supone un
esfuerzo porque les sale de forma natural. Como decía antes,
es su modus operandi.
Mienten sobre mentiras, tapan engaños con más engaños y
acaban montándose historias totalmente inverosímiles, pero
que relatan con tanta convicción y labia que consiguen que los
demás se las crean, pese a ser imposibles de creer. Esto hace
que, cuando las víctimas de sus engaños relatan a los demás
las tremendas historietas que los psicópatas les han contado a
ellas para dar explicación a alguna de sus «hazañas», se
sientan estúpidas y digan algo así como: «Sé que contado por
mí suena rarísimo y que no tiene ningún sentido, pero si te lo
explica él lo entiendes todo».
Hay que tener presente que los narcisistas también cuentan
con la ventaja de que el resto de las personas no mienten de
esa forma, no construyen historias exageradas para cubrir otras
mentiras y, como es normal, no conciben que haya gente que sí
porque montarse semejantes películas es algo que no suele
entrar en la cabeza de nadie. Se nos hace más lógico pensar:
«Si me lo dice será porque es verdad, ¿por qué iba a montarse
semejante historia si no?». Tendemos a escoger la opción más
sencilla y menos retorcida porque es con la que actuaríamos
nosotros.
Ausencia de ética
A causa de su insuficiente (en los peores casos, inexistente)
sentido de la ética, moral y principios básicos, las personas de
su entorno se sorprenden con frecuencia viéndose obligadas a
explicarles conceptos tan sencillos como el respeto, la
empatía, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad, la lealtad o,
simplemente, la benevolencia. Son términos con los que no
conectan de ninguna forma y, aunque intenten fingir que sí,
cometen actos que delatan claramente que no. No sería de
extrañar verlos dándoselas de abanderados de la fidelidad y la
sinceridad en las relaciones de pareja y, a la vez, engañando
constantemente a la suya. De hecho, esto es bastante habitual
en ellos.
Camaleonismo
Con la intención de entrar por todo lo alto en la vida de la
víctima y generar admiración, evitando a toda costa percibirse
como un peligro, los más manipuladores se convierten en
aquello que quiere y añora la persona a la que han escogido
depredar. Digamos que cambian su forma para convertirse en
la pieza de puzle que encaja con la víctima en ese momento.
En la primera etapa, o hasta que sienta que es necesario para
así obtener algún beneficio, serán exactamente lo que la
víctima quiere que sea. Serán incluso aquello que ni siquiera
ella sabe que necesita y cubrirán necesidades que ni ella es
consciente de que tiene, pero que ellos sabrán detectar.
Encanto superficial
Son personas carismáticas que suelen tener una buena imagen
social fruto de un gran esfuerzo constante por mantenerla
mediante manipulación, mentiras, camaleonismo, etc.
Sentimiento de inmunidad
El narcisista cuenta con un incomprensible sentido de
inmunidad, como, si hiciera lo que hiciese, sus actos no fuesen
a tener consecuencias. Se sienten por encima de la ley, de la
moral y del resto de las personas, motivo por el cual en algún
momento acaban cometiendo actos estúpidos que los llevan a
generar dudas a los demás de la versión que han contado de sí
mismos o, incluso, a ser descubiertos.
Narcisismo
Consideran que, por el mero hecho de ser ellos y existir, están
por encima del resto y merecen recibir un trato especial («¿Tú
no sabes quién soy yo?», cuando realmente no son nadie
importante). Esto hace que no ofrezcan nada, pero, sin
embargo, esperan recibirlo todo de los demás. Adoptan una
actitud dominante con las personas de su entorno, tratándolas
como inferiores y desvalorizándolas para poder seguir
ocupando el pedestal en el que ellos mismos se han colocado
sin ostentar mérito alguno. Esto no siempre se hace de forma
descarada, y menos en un principio, ya que, si actuasen así de
primeras, nadie los tendría en un pedestal.
Se muestran como personas seguras de sí mismas, que
saben lo que hacen, resolutivas y en las que se puede confiar
cualquier problema para que lo solucionen. Consiguen que los
demás los idealicen y los consideren un referente para todo, y
hasta llegan a generar en su gente más cercana la sensación de
no poder vivir sin ellos.
Esta necesidad de ser idolatrados los lleva a ser personas
muy envidiosas que difaman a cualquiera para ensuciar su
imagen y así preservar la suya. Consideran que estarán mejor
posicionados si los demás están por debajo de ellos. Digamos
que, cuando no pueden controlar a alguien (o sus logros y
crecimiento), tratan de controlar la forma en la que las otras
personas lo ven. Es decir: si no puedo convertirte en un
fracasado porque tu éxito es evidente, me inventaré lo que sea
necesario para que los otros piensen que eres un farsante.
Suspicacia y paranoia
Mantienen una actitud de desconfianza crónica hacia los
demás, sintiéndose amenazados por ellos de forma constante y
atribuyendo maldad a sus intenciones. Esto sería el ejemplo
perfecto de «cree el ladrón que todos son de su misma
condición».
Interpretan cualquier mínimo gesto insignificante por parte
del otro como un motivo para atacar, por ese motivo no son
leales a nadie. En cualquier momento, la persona que se
suponía que era su aliada o un ser querido puede convertirse
en su peor enemigo y no dudarán ni un segundo de que sus
acciones son derivadas de la maldad. En la víctima esto
también genera mucha confusión, ya que se consideraba «vip»
en la vida del psicópata, algo así como «intocable», pero se da
cuenta de que no lo es y siente un gran desconcierto.
No hay vínculo que pase por encima de su concepción de
los demás, ya que entendemos el mundo desde nuestros
esquemas mentales, y los suyos son estos.
Suelen tener integradas las siguientes creencias (Piñuel,
2013):
• Como he sido tratado injustamente, tengo derecho a
conseguir por cualquier medio lo que creo que me
corresponde.
Conflictividad
Como se sienten atacados con facilidad porque interpretan
cualquier gesto por parte del otro como una amenaza, tienden
a las confrontaciones. Esto también se debe a que disfrutan
generando situaciones tensas porque las aprovechan para sacar
toda la artillería pesada que llevan dentro. Digamos que, en
parte, se convierten en momentos ideales para desahogarse y
mostrar su «verdadero yo».
Intolerancia a la frustración
No llevan nada bien que no se cumplan sus deseos o
expectativas. Esto les hace tener conductas agresivas,
impulsivas, impertinentes y desafiantes cuando no se
satisfacen sus necesidades. Es aquí donde solemos ver las
primeras veces en las que su «verdadero yo» asoma la patita.
Parasitismo
Es frecuente que vivan de los recursos de los demás y que
lleguen a entablar relaciones para obtener todo lo posible de
esas personas. También es habitual que, una vez absorbido
todo lo que podían absorber de alguien, lo abandonen en busca
de otra presa de la que sí puedan seguir obteniendo lo que
desean. Cuando el narcisista es quien tiene el poder
económico, cosa que por su manera de ser también es algo
frecuente, lo usa como forma de control.
Esto dependerá de su momento vital y también de sus
prioridades, ya que algunos preferirán vivir de otras personas
toda la vida o, al menos, hasta que puedan dejar de hacerlo,
mientras que otros lucharán más por ocupar un puesto que les
dé el poder de controlar con hilos invisibles a la gente que los
rodea.
IDENTIFICA LAS TÉCNICAS
DE MANIPULACIÓN
Por favor, vean al animal que hay dentro
de él:
no vean a la persona socialmente
aceptable,
esa imagen que sabe crear de puertas
afuera.
VÍCTIMA DE NORMAN RUSSELL
Inculcación silenciosa
En lugar de imponer su forma de pensar directamente a la otra
persona, que también pueden hacerlo, tienen por costumbre
llevar a cabo un cuidadoso trabajo de manipulación con el que
conseguirán que la víctima piense y haga lo que ellos quieren,
pero creyendo firmemente que es algo que surge de ella misma
y no de un adoctrinamiento lento e insidioso por parte del
depredador. Esto les hará sentir poder y control sobre la otra
persona.
Intentarán que la víctima piense y haga lo que ellos desean
también con la intención de manipular la forma en la que la
víctima percibe su entorno para así poder aislarla, haciendo
que desconfíe de todo aquel que pueda parecerles una
amenaza. Los más manipuladores pueden hacerlo con frases
como «he escuchado a tu amiga hablar mal de ti», «en tu
trabajo no te valoran, deberías dejarlo», «¿no te das cuenta de
que tus padres tratan con favoritismo a tu hermana?», etc.
Tratan de sembrar la duda en la víctima.
Esto, además de emplearlo para aislarla, también pueden
usarlo para conseguir algo que desean, como, por ejemplo,
dinero: «Tus padres dejaron dinero a tu hermano, entonces lo
justo es que a ti también, que nunca te dan nada», o un cambio
de conducta en la víctima: «Van diciendo por ahí que tu forma
de vestir es provocativa, no te quería decir nada, pero es que
me han llegado unos comentarios…». Poco a poco van
insertando en la víctima dudas, inseguridades, nuevos motivos
para enfadarse con otras personas, etc., con el fin de
conducirla hacia donde ellos quieren que vaya.
Cuando el psicópata narcisista entra en la vida de alguien se
puede apreciar un cambio notorio, sobre todo en su relación
con los demás. Siempre marcan un antes y un después.
Antes de su llegada, la víctima tiene un entorno
determinado, pero, para cuando el depredador ya lleva tiempo
con ella, se puede observar que la red de apoyo de la víctima
ha disminuido considerablemente y también como ha
empeorado su percepción sobre las personas a las que antes
apreciaba. Parece que ya no confía en nadie. Ha tenido muchas
discusiones con sus amistades. Se ha alejado de seres queridos.
Ahora solo consulta las cosas con el manipulador. Su forma de
pensar ha cambiado a la que a él le interesa. Sus intereses, su
tiempo libre y con quién lo pasa también han cambiado.
Parece ser otra persona hecha a medida para ese nuevo
integrante de su vida. Y, sin embargo, la víctima creerá que es
algo que ha salido de ella, que ha sido una decisión propia. O
que, incluso, gracias a él ha abierto los ojos.
Sin embargo, en víctimas que desde el primer día de su vida
han convivido con estas personas, ya sea porque son sus
padres o parientes muy cercanos, es complicado saber cómo
habrían sido sin ellos porque se han desarrollado con estas
personas influyendo constantemente en su entorno,
personalidad y percepción del mundo desde el primer minuto
de vida. Por eso, desvincularse de ellas supone preguntarse:
«¿Quién soy yo sin ti?».
Mirroring
El mirroring es la técnica empleada por los psicópatas
narcisistas mediante la cual estudian la personalidad, gustos y
necesidades de la persona que tienen delante para así agradarle
y darle la sensación de que son «almas gemelas». Responde al
principio básico de que nos sentimos más atraídos hacia
aquellos que se nos parecen.
Idealización de sí mismos
Los narcisistas tienden a idealizarse a sí mismos para
«contagiar» esa imagen a los demás y que estos los vean como
seres superiores y mejores de lo que realmente son. Esto
funciona, sobre todo, en los primeros contactos con alguien, ya
que, si la persona se presenta a los demás como alguien
«importante» y mantiene una fachada que más o menos lo
respalde, es probable que la vean tal y como se muestra, pero
esto, inevitablemente, se derrumbará cuando la conozcan más
en profundidad. Tarde o temprano se verá que realmente todo
era una farsa.
DARVO
Este término, acuñado por Jennifer Freyd (1997), se trata del
acrónimo inglés de deny, attack and reverse victim and
offender, que en español significa «negar, atacar e invertir
víctima y agresor». Consiste en, como indica su nombre, negar
el maltrato, atacar a la víctima cuando esta lo confronta con
pruebas y dar la vuelta a la situación de manera que los roles
de agresor y víctima se invierten, haciendo que el culpable
acabe pareciendo el afectado, y viceversa.
En estas situaciones, la víctima empieza a estar enfadada
(con razón) por una conducta del agresor, pero llega un punto
en el que, sin saber muy bien cómo, se invierten los roles de
víctima y victimario y es ella la que acaba consolándolo a él.
Creación de cómplices
Los depredadores emocionales buscarán crear cómplices en el
entorno de la víctima para que estos colaboren, normalmente
de forma inconsciente, en sostener el abuso. También es una
forma de evitar que las personas más cercanas, que, por ende,
son las que antes se darían cuenta del maltrato, sean un
problema para ellos. De esta manera, lejos de proteger a la
víctima acaban defendiendo y encubriendo al agresor sin
querer.
Victimismo
Como grandes manipuladores que son, adoptan el papel de
persona afectada para así conseguir la compasión de terceros y
perjudicar a la verdadera víctima. Suelen presentarse como
víctimas de aquellas situaciones en las que realmente fueron
agresores, tienden a tergiversar los papeles de «el bueno» y «el
malo» en los relatos. Casualmente, son las víctimas de todas
las historias que cuentan.
Presentarse como víctimas ante personas que sí conectan
emocionalmente con los demás es como llegar con un cartel
que dice: «Me han hecho daño y, por lo tanto, soy del lado de
los buenos», y si, además de ser personas que empatizan y se
compadecen del otro, tienen tendencia a ejercer un «rol de
salvador», ya son el combo perfecto, porque al cartel le
añadiríamos la frase de «y necesito que me ayudes, lo cual te
hará sentir útil e importante».
Rol de salvador
Es frecuente que traten de hacer creer a los demás que son los
salvadores de aquellos que se encuentran en situaciones de
vulnerabilidad, pero la realidad es que en ningún momento
pretenden ayudar, sino más bien detectar a una persona que
por el momento que está viviendo es «una presa fácil». Saben
perfectamente que, de una persona en un buen momento vital,
con un entorno saludable, independencia económica y toda su
vida más o menos estructurada, es más complicado
aprovecharse.
Esto puede sonar contradictorio al haber dicho antes que
buscan a alguien con rol de salvador/a para aprovecharse de su
bondad, pero realmente no es incompatible. Depende de la
víctima y de su momento vital.
Te explico… Si su «presa» es una persona empática que
conecta mucho con el dolor ajeno y tiende a ayudar a todo el
mundo, como gran estratega que es, verá más sentido a entrar
en su vida haciendo creer que es él quien necesita ayuda, en
lugar de ir de salvador cuando en ese momento no hay nada
que salvar porque la víctima no está en situación de
vulnerabilidad. La única vulnerabilidad, en este caso, será la
bondad de la víctima.
Gaslighting
La técnica del gaslighting o «luz de gas» consiste en
afirmar/negar o tergiversar información con el fin de que la
víctima dude de su propia cordura o memoria. Pueden llegar a
mentir acerca de un hecho incluso teniendo las pruebas
delante, motivo por el cual la víctima llega a desesperarse y a
sentir que se está volviendo loca. No es de extrañar que, con el
tiempo y tras mucho gaslighting, la víctima desconfíe
totalmente de sí misma, de su capacidad para interpretar el
entorno y de su memoria, y delegue todo en los demás, con
frases como «yo es que no me entero de nada», «tengo tan
mala memoria», «soy muy despistada», «apúntatelo tú porque
yo…», etc.
Hoovering
Esta técnica de manipulación tiene el propósito de tener el
control sobre la víctima y que esta nunca llegue a
desvincularse del todo. Lo hacen apareciendo de repente en la
vida de la víctima tras un tiempo sin contacto y manipulándola
para convencerla de retomar la relación.
La sensación que esto genera en la persona afectada es la de
que no puede rehacer su vida por si el otro vuelve. No
descansa, no apaga el móvil, no da nada por finalizado. Está
en constante vilo por si el otro decide volver. Digamos que
pone su vida en pausa hasta su regreso porque la intermitencia
del psicópata le ha demostrado que siempre vuelve.
MÁS ALLÁ DE LO QUE
MUESTRAN
Puedo imaginar que siento emociones (y
saber qué son),
pero no puedo experimentarlas en
realidad.
JACK ABBOT (ASESINO)
¿Qué sienten?
Sí sienten emociones agradables como la alegría o
desagradables como la rabia, pero normalmente de forma
autorreferencial y egocéntrica, es decir, como respuesta a algo
que los afecta a ellos y a sus intereses, pero no si lo siente o lo
padece otro. Difícilmente se van a alegrar por los éxitos de
otras personas, ni tampoco van a sentir rabia o tristeza por sus
fracasos. Sentirán estas emociones si son como respuesta a
algo que les repercute a ellos. Además, la intensidad de las
emociones de estas personas suele ser mucho menor como
resultado de su pobre mundo emocional, aunque sean
autorreferenciales. Digamos que viven en una constante
anestesia emocional.
Las emociones más pobres en este perfil de personalidad
son las asociadas a la vinculación con otros, como son la
empatía, la compasión o la alegría compartida. Por ejemplo, si
su pareja, tras mucho esfuerzo, consigue el puesto de trabajo
que tanto ansiaba, lo primero que el narcisista va a pensar no
es en que se alegra por ella, sino en cómo puede afectarle a él
ese cambio. Si le interesa que su pareja tenga ese nuevo
trabajo para que entre más dinero en casa, se alegrará. Si, por
lo contrario, prefería que no lo consiguiese para que así
siguiese dependiendo de él, no se alegrará.
VICENTE GARRIDO
¿Nacen o se hacen?
El narcisismo y la psicopatía no son rasgos que aparecen de
repente y sin previo aviso, sino que, desde niños, estas
personas ya empiezan a mostrar ciertas actitudes que avisan de
que su personalidad puede estar desarrollándose de forma
problemática: desafían a los adultos y son inmunes a las riñas
y castigos, roban e intimidan a otros niños, sabotean las
victorias de otros compañeros, mienten constantemente, son
muy envidiosos y vengativos, se muestran indiferentes ante el
dolor de los demás si eso les permite salir ganando, etc.
Cómo es la relación
Inicialmente, el psicópata narcisista te mostrará su encanto
superficial y eso resultará muy atractivo para ti, sobre todo por
su forma de ser y de tratarte. Te halagará y dará mucha
importancia a tus atributos, exacerbándolos y haciéndote saber
lo mucho que le gustan. Te hará sentir digna de ser amada y
cuidada. Además, como es probable que, sin ser casualidad, el
psicópata haya aparecido en un momento de vulnerabilidad
para ti, su forma de tratarte te hará sentir protegida y
acompañada, cosa que, probablemente, necesitas mucho.
La dependencia y la codependencia
emocional
La dependencia emocional es la necesidad excesiva de
contacto y cercanía con otra persona, normalmente la pareja.
Los dependientes emocionales acostumbran a hacer lo posible
por preservar su relación porque tienen terror al abandono. Se
sienten inferiores a su pareja, acostumbran a ser personas
celosas y suelen buscar «fundirse» con el otro: hacerlo todo
juntos, no separarse para ninguna actividad y convertirse en
una única persona.
En cambio, las personas codependientes son las que
desatienden absolutamente todas sus necesidades con tal de
cuidar al otro y responder a sus necesidades porque esta es la
forma en la que se validan a sí mismos: «Cuanto más me
desviva por los demás, más me amarán y, por lo tanto, más
valdré». Su foco principal es conseguir el bienestar del otro.
Son personas que acostumbran a estar muy atentas a lo que
necesitan los demás, anticipándolo todo y tolerando conductas
abusivas hacia ellos. Suelen acabar ejerciendo esta
codependencia porque tienden a vincularse con personas que
necesitan ayuda.
En resumen, podríamos decir que la dependencia emocional
se definiría como un «te necesito» y la codependencia como
un «necesito que me necesites».
En relaciones con depredadores emocionales, pueden darse
ambas. Si el manipulador se ha presentado como tu salvador,
haciéndote sentir que lo necesitas para vivir, tú serás quien
probablemente desarrolle la dependencia emocional. De la
misma manera, pero al revés, si se presentó como alguien que
necesitaba ayuda y por ello despertó en ti ese rol de salvadora,
serás tú quien ahora esté en una situación de codependencia.
Invalidación
Cuando tienes un padre o una madre del perfil narcisista,
tiendes a esforzarte mucho por hacer todo lo que él o ella
espera de ti para así recibir el amor y reconocimiento que tanto
añoras tener por su parte, pero eso no sucede. Ni una mísera
palmadita en la espalda. Parece que nunca nada es suficiente.
Y, realmente, aunque lo fuera, no te lo haría saber porque no
quiere que estés por encima de él, a no ser que sea para
atribuirse tus méritos como «quien ha logrado que los
consigas».
Victimización
Es habitual que este perfil de madre use las enfermedades y el
dolor para que los demás le presten atención. Busca ser
cuidada y, si no lo consigue, se victimiza hasta lograrlo,
haciendo como que está más enferma, fingiendo «ataques»,
«crisis» o, incluso, amenazando con quitarse la vida. Todo esto
para generar un profundo sentimiento de culpa en aquellos que
no le prestan la atención y los cuidados que ella desea.
También es habitual que utilice estos «problemas de salud»
para dar pena y desviar la atención a sí misma cuando alguien
le destapa una mentira o expone cualquier otra información
que la deja en mala posición.
El perfil de madre narcisista se
preocupa por tu imagen en la
medida en la que esta influye en la
suya, así que trata de moldearte
para que seas lo que ella quiere,
independientemente de si eso te
gusta o no.
¿Y papá? Estas madres se casan con hombres que les
permiten ser el centro de atención y «las aceptan tal y como
son» porque han entendido que confrontarlas no sirve de nada
con ellas, más bien al contrario: acaba derivando en conflictos
y dramas terribles a los que no quieren verse expuestos de
nuevo. Lo que hace el padre para «mantener la paz» en su
matrimonio, y muy probablemente fruto del maltrato
psicológico al que lleva expuesto todos los años de relación, es
que, sin querer, desprotege a los hijos que tienen en común y
los convierte también en víctimas de una madre egocéntrica,
cruel y sin empatía.
Cuando una hija es víctima de una madre así, mira a su
padre con dolor e incomprensión, preguntándose cosas como:
«¿Por qué no me defiendes? ¿Por qué solo proteges a mamá?
¿Y yo qué? ¡Soy tu hija! ¿Dónde estabas cuando ella me hacía
daño?». Estas preguntas duelen en el alma y, además, como
nunca se obtiene una respuesta que «consuele», suelen dejar
mucho resentimiento hacia el progenitor que ha
«desprotegido».
Las víctimas de las madres de este perfil tienden a ser
personas muy complacientes con los demás, pero
extremadamente autoexigentes consigo mismas. Suelen tener
un diálogo interno tremendamente castigador en forma de voz
interior que creen que proviene de sí mismas, pero realmente
es que han interiorizado la voz culpabilizadora e invalidante de
la madre. Esta voz, inconscientemente, afecta a sus acciones
porque les lleva a tomar decisiones basadas en la creencia de
no ser suficiente, como, por ejemplo, no sentirse capaces de
ejercer puestos de trabajo de mucha responsabilidad, pese a
tener la formación y experiencia para realizarlos; sacrificar su
salud por «estar a la altura» de lo que se espera de ellas (que
siempre es menos de lo que ellas creen); conformarse con
relaciones que no les llenan o en las que no son valoradas por
creer que para ellas no hay nada mejor…
Estas personas crecen con la sensación de nunca ser
suficiente.
Negligencia
Un padre o madre negligente es aquel que, voluntaria o
involuntariamente y de forma sostenida en el tiempo, no cubre
las necesidades físicas y emocionales necesarias para el
adecuado desarrollo de su hijo/a.
Ser padre no solo consiste en proveer de alimento y techo a
un hijo, sino que también comprende todos los cuidados a
nivel afectivo, como son la validación, la protección, el cariño,
el cobijo, el sostén emocional… Y, como es evidente, cumplir
con estas «obligaciones» no entra en los planes de alguien que
se tiene a sí mismo como una prioridad y que carece de
empatía.
Entre los padres negligentes encontramos aquellos que
abandonan, los ausentes, los que siempre están fuera de casa
por sus propios proyectos personales sin tener en cuenta cómo
esto puede repercutir en el desarrollo de su hijo, los que llevan
la vida que quieren sin dar importancia a que tienen una
persona a la que cuidar y que trajeron al mundo por voluntad
propia, etc.
Endiosamiento
El endiosamiento se da cuando uno de los progenitores, por
ejemplo, el padre, crea un personaje sobre sí mismo
inventándose falsos logros y actuando como un ser superior,
consiguiendo que el resto de los miembros lo idealicen y
promuevan que la dinámica familiar gire en torno a él y a sus
decisiones y deseos. Dentro de las casas de estas familias, se
puede ver claramente como hay un miembro que está colocado
en un pedestal, y el resto orbitan a su alrededor. Nadie se
atreve a cuestionar su palabra y, si alguien lo hace, se
convierte en la oveja negra de la familia.
El hijo dorado
El hijo dorado hace referencia al niño tratado como «el
favorito». De sus hijos, el narcisista elige a uno como «su
protegido» para emplear la alianza con él como herramienta
para salir beneficiado mediante las comparaciones y chantajes
con los demás hijos. Por ejemplo, «tu hermana sí que obedece,
no como tú» (para conseguir que «moleste» menos), «mira tu
hermano qué pocos problemas da y tú siempre enfermo o con
que te duele esto o lo otro» (para no tener que ocuparse de él)
o «fíjate qué delgada está tu hermana, podrías coger sus
hábitos» (para que adelgace, porque la imagen que da su hija
repercute en la suya propia), entre otros.
Esta actuación por parte del padre o madre con este perfil de
personalidad hará que se den conflictos terribles entre los hijos
por celos y resentimiento. Una dinámica así casi que
imposibilita que dos hermanos se lleven bien, ya que siempre
han sido criados como rivales.
El hijo «disyuntor»
Un disyuntor es un interruptor que corta automáticamente el
flujo de corriente en un circuito eléctrico en caso de
sobrecorriente o cortocircuito para proteger a las personas de
las descargas eléctricas. En una familia, el miembro al que
podríamos llamar disyuntor sería el que rompe con la cadena
de dinámicas familiares disfuncionales para proteger a los
miembros que vengan detrás de él.
Una vez sembrada la duda en el miembro disyuntor, esta no
hace más que engrandecerse y llevar a otras preguntas más y
más complejas. Empieza a ver que su padre no es quien dice
ser, destapa algunas de sus mentiras, lo cuestiona, lo
confronta, etc.
La figura protectora
La salvación para un hijo de un padre o madre narcisista es
crecer al lado o muy cerca de una figura protectora que le
explique y ayude a interpretar el mundo desde los ojos de una
persona sana que lo aprecie, proteja y vele por su bienestar.
Sucede lo mismo con los hijos de padres o madres con
problemas de salud mental graves, adicciones u otras
enfermedades severas: necesitan a alguien que ejerza de
referente, que les explique lo que está sucediendo y los
acompañe durante su proceso de desarrollo. Esta figura puede
ser un tío, el otro progenitor, una abuela, un hermano, una
amiga de los padres… Quien sea. Lo que importa y marcará la
diferencia es que esta persona logre estar presente en la vida
del niño o niña durante el tiempo suficiente como para influir
en ella.
No puedes buscar tener paz con
una persona que nunca supo dar
otra cosa que guerra.
Siempre y cuando la presencia de esta persona en la vida del
menor haya sido suficiente, será un lugar seguro para él y le
permitirá crecer teniendo un ejemplo de relación y figura sana
y consistente en su vida, lo que le facilitará crear vínculos
saludables el día que tenga que construir su propio entorno.
Gracias a ese buen punto de referencia con el que tuvo la
suerte de crecer, sabrá discernir entre lo que quiere y merece
en su vida y lo que no.
Otros se convierten también en sus propios salvadores y
crean un entorno sano a partir de amigos, parejas y familiares
de estos. Un entorno en el que sanar y crecer con la seguridad
que no tuvieron en su infancia. En muchas ocasiones, son
personas que acaban dedicando su vida a profesiones que les
permiten reparar eso que a ellos les rompieron. Esto es
adaptativo y saludable, es una forma de transformar su dolor
en la sanación de los demás, lo que es, a la vez, para ellos, la
suya.
En cualquier caso, el miembro disyuntor suele ser el que
más sufre. Es quien tiene que arrancarse la venda de los ojos,
romper con la cadena familiar, sanar por su cuenta y repararlo
todo para salvar del dolor heredado a los que vengan después
de él. Esto, evidentemente, conlleva muchas consecuencias en
su salud mental, pero «alguien tenía que hacerlo». Los
disyuntores son el eslabón más importante de la cadena,
aunque ellos, muchas veces, nunca llegan a sentirse como tal.
Hermanos
Los narcisistas no suelen cambiar su comportamiento con los
otros en función de si tienen parentesco con ellos o no. Son así
con sus parejas, con sus padres, con sus amigos, con sus
hermanos, sus hijos… Con cualquiera, porque es algo que está
dentro de ellos: es su forma de ser y su forma de relacionarse.
Tener un hermano de este perfil de personalidad es algo
muy complicado de gestionar, ya que a él no le importa el lazo
sanguíneo ni tampoco la historia vivida compartiendo casa,
familia y crianza, mientras que, para los que tenemos un
mundo afectivo sano y desarrollado, todo esto tiene mucho
peso y nos dificulta enormemente el ponerle límites porque
«es que es nuestro hermano».
Los hermanos de este perfil pueden identificarse porque se
dan de las siguientes maneras:
• Tienden a querer acaparar la atención de los padres, son
muy celosos y siempre quieren ser el hijo dorado.
• No se alegran por los logros de sus hermanos, al
contrario. Los envidian profundamente y, si pueden,
los sabotean.
• No se responsabilizan de sus padres u otros mayores y
no tienen ningún reparo en abandonarlos a su suerte.
Pueden vivir con la conciencia tranquila igualmente.
Hijos
Evidentemente, uno de los motivos por los cuales un niño
puede acabar teniendo este perfil de personalidad es porque ha
pagado las consecuencias de tener un padre o una madre que
es así y su mundo afectivo no se ha desarrollado como el de
otros niños, o bien porque se ha criado aprendiendo e imitando
las conductas de sus figuras de referencia y ha ido viendo que
estas le dan resultados beneficiosos (control, poder,
dominancia…), además de la innegable carga biológica que
también existe en estos casos.
Aunque es cierto que el contexto en el que se cría un niño y
el comportamiento de sus padres tiene mucho que ver con el
desarrollo de una personalidad problemática, hay familias en
las que los padres lo hacen lo mejor que saben y pueden, pero
el resultado no es el que esperan, y es que, aunque estos
influyen y mucho en la forma de ser de sus hijos, no llegan a
tener el poder de moldearlos al cien por cien.
PAUL BABIAK
Cuando es tu jefe
El rol de jefe de alto cargo es muy suculento para un psicópata
narcisista por los beneficios económicos, el poder y el margen
para actuar a su antojo que de este puesto obtiene, pero…
¿cómo llega hasta ahí?
Compañeros y mobbing
En ocasiones, el narcisista no es un superior, sino un
compañero. Un igual que empieza fingiendo ser encantador y
querer entablar una relación de amistad con nosotros para
acabar haciéndonos el vacío y difamándonos incluso con
información que obtuvieron cuando confiábamos en él.
También son personas que tratan de involucrarnos en
proyectos que terminan siendo un fracaso, estafándonos,
engañándonos, etc.
El narcisista puede no estar mal visto por todos los
compañeros, incluso algunos creerán ser sus amigos. Este
sujeto tiende a tener como «personas enchufe» a aquellas con
las que relacionarse puede ofrecerle algo de lo que
beneficiarse (adaptación de los horarios de trabajo, subida de
sueldo, buena relación con un jefe, etc.) y a tratar de aplastar a
las que, por el motivo que sea, considera una posible
competencia. Además, también hay algunos miembros de la
empresa que, tengan o no relación con él, deciden hacer voto
de silencio ante sus agresiones por miedo a que la violencia se
les torne en contra. Así es como empieza a surgir el mobbing.
El mobbing hace referencia al maltrato en el ámbito laboral
y la víctima sufre algunas de las siguientes situaciones:
• Desprecios y gestos desagradables por parte de uno o
varios compañeros.
VICENTE GARRIDO
El autoengaño
El primer paso que vas a tener que dar para recuperarte del
vínculo con un psicópata es aceptar la realidad y dejar de lado
el autoengaño. Es frecuente intentar ver la realidad como si
fuese menos cruel de lo que es, pero se trata de un
contraproducente mecanismo de defensa ante el dolor.
¿Y si la estabilidad me aburre?
Tiene todo el sentido del mundo que, si te has acostumbrado a
las subidas y bajadas, la estabilidad te parezca aburrida, pero
no es aburrimiento, sino paz y normalidad. Esto sucede porque
te has acostumbrado a la montaña rusa emocional y ahora la
calma la percibes como insípida.
No solemos tenerlo en cuenta, pero existe un punto
intermedio entre aquellas personas o situaciones que nos
mantienen al límite y aquellas que nos adormecen. No hemos
de conformarnos con el aburrimiento para no pasarlo mal o
con el dolor para no aburrirnos, nada es o blanco o negro. Hay
personas que nos permitirán ese punto intermedio, que habrá
días en los que nos den calma, otros en los que nos aporten
alegría y otros, inevitablemente, malestar. Pero siempre dentro
de unos márgenes de normalidad. Porque así son las
relaciones: fluctuantes, pero no inestables.
Confía en ti
Para que nadie más consiga hacerte dudar de tu cordura y de tu
criterio, tienes que crear un eje (casi) inamovible dentro ti.
Si siempre buscas la validación en el exterior y te fías más
de lo que dicen otros que de lo que tú percibes, es muy
probable que quien quiera manipularte pueda hacerlo. Te vas a
encontrar en muchas ocasiones en las que haya personas que
traten de girarte la tortilla.
En estos momentos, tienes que aprender a parar y a tomar
distancia de lo que está sucediendo para poder mirar hacia
dentro y pensar: «Independientemente de lo que me cuenta
esta persona, ¿yo qué estoy percibiendo y qué entiendo de la
situación?». Y, a partir de aquí, «¿cuál va a ser mi
interpretación de ella?».
Si buscas la validación externa en una buena persona,
genial, pero si, sin querer, la buscas en la persona equivocada,
puede aprovecharlo para hacerte daño. A lo largo de la vida te
encontrarás de todos los tipos, por lo que lo que interpretas del
entorno no puede depender siempre de lo que te dicen los
demás. Es importante tener un eje dentro de ti inamovible que
esté construido desde tus principios y tus valores, un pilar que
te diga: «Esto sí, pero esto no».
Un ejemplo de la necesidad de tener un eje inamovible
dentro de nosotros mismos son esas situaciones en las que
sabemos claramente que algo ha sucedido y el otro nos lo
niega con tanta intensidad y convencimiento que hace que nos
cuestionemos nuestra propia percepción de lo sucedido. Si nos
validamos a través de lo que nos dicen los demás y no tenemos
esa confianza plena en nuestra cordura, corremos el riesgo de
sucumbir a este tipo de manipulaciones.
La importancia de la intuición
Muchas personas emplean la palabra «intuición», pero a mí
me gusta hablar de la «vibra» o «sensación» que nos dan las
personas, y es que esta es muy importante. Escuchar lo que
nuestro cuerpo nos dice sobre alguien, en lugar de centrarnos
únicamente en la parte de esa persona que queremos ver,
puede salvarnos de mucho dolor. Y es que, cuando una
persona no nos da buena sensación, no tenemos por qué
quedarnos a indagar más. O sí, pero desde fuera, desde una
posición en la que estemos protegidos, no sucumbamos a los
«encantos» de esa persona y que nos permita verlo todo con
perspectiva.
WILLIAM MARCH
Si el narcisista es un miembro de tu
familia
Cuando el psicópata forma parte de tu infancia y ha sido
partícipe en cómo te has construido como persona, deshacerte
de él no es nada fácil.
En este caso, puedes elegir dos caminos.
El primero es permanecer a su lado, y eso supone entender
que:
• Tiene unas limitaciones que nunca entenderás, ni
compartirás, ni te gustarán, ni te harán feliz.
• Probablemente os mantengáis siempre en silencioso
conflicto o en una falsa y tensa estabilidad.
• Es válido llorar y estar triste porque esa persona no sea
lo que merecías tener de ella.
• No va a cambiar nunca.
• Debes aprender a observar las dinámicas familiares
desde fuera porque tú no formas parte de ellas. No
tienen nada que ver contigo. Obsérvalos de una manera
objetiva y de lejos, pero no te lo lleves hacia dentro.
No están en ti, tú eres otra persona diferente. Tener un
mínimo contacto con ellos no te convierte en uno más.
• Debes poner límites y establecer líneas que no les
permitas cruzar.
• Tu misión es poder tener una relación civilizada, no te
desvivas por conseguir más allá porque sufrirás al ver
que no es posible.
ROBERT D. HARE
No
fue
tu
culpa.
La culpa la queremos siempre en su sitio: colocadita en la
persona que hace daño y nunca en la que lo recibe.
Epílogo. De mí para ti
Querido lector/a:
Por desgracia, las malas personas existen. Sí, tienen un
hueco en el mundo y ojalá no lo tuviesen. Pero ¿sabes qué?
Que no son la mayoría.
Páginas web
Álvarez, Mónica G., «Russell Williams, el coronel fetichista,
violador y asesino», La Vanguardia, 5 de junio de 2020,
<https://www.lavanguardia.com/sucesos/20200605/4815800
98895/russell-williams-coronel-fetichista-violador-
asesino.html#foto-1>.
Díez, Beatriz, «Ted Bundy en Netflix: la extraña fascinación
por uno de los asesinos en serie más letales de la historia de
EE. UU.», BBC News Mundo, 11 de febrero de 2019,
<https://www.bbc.com/mundo/noticias-47167068>.
ISBN: 978-84-10050-13-6
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Índice
Tú no eres el problema
Prólogo
Presentación
Introducción
detectarlas
¿Quién es el narcisista?
¿Cómo es un narcisista?
¿Qué sienten?
¿Nacen o se hacen?
narcisistas
Hermanos
Hijos
Cuando es tu jefe
Compañeros y mobbing
narcisista?
narcisista?
¿Y si la estabilidad me aburre?
Confía en ti
La importancia de la intuición
te tratan
Recupérate bien
Epílogo. De mí para ti
Agradecimientos
Bibliografía
Créditos