Cambiar de Sexo p1-10

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ú

La carne y la metáfora
U n a reflexión so bre el cuerpo
en la teoría queer

Gerard Coll-Planas

editorial

BARCELO NA - MADRID
© Gerard Coll-Planas, 2012

© Editorial EGALES, S.L. 2012


Cervantes, 2. 08002 Barcelona. Tel.: 93 412 52 61
Hortaleza, 62. 28004 Madrid. Tel.: 91 522 55 99
wvvw.editorialegales.com

ISBN: 978-84-15574-90-3
Depósito legal: M-35277-2012

© Diseño de portada: Mireia Coromina Portas


http:/ / mireiacoromina.blogspot.com

© Fotografía del autor: Sebastián Freire


www. s eb as danfreire.com

Maquetación: Cristilian González

Imprime: Safekat. Laguna del Marquesado, 32 - Naves K y L.


Complejo Neural. 28021 - Madrid

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o trans­


formación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titu­
lares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro español
de derechos reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear
algún fragmento de esta obra.
A M arta Pére% Triviño,
porque la brutalidady la injusticia
no han borrado la ternura de su mirada.
ÍN D IC E

1. I nvitación .....................................................................9

2. C uerpo consumido ................................................... 15


Cambio óvulos por cu lo ...................................15
C uerpo y civilización ........................................17
I-NTERLUDIO.......................................................... 27

3. L a carne......................................................................37
P osdata................................................................. 37
P retérito (im) perfecto .................................... 38
E l cumpleaños .................................................... 40
E l después ............................................................ 42
E l juicio ................................................................ 44
P unto y aparte.................................................... 46

4. L a metáfora .............................................................. 49
Q ué es q ueer ....................................................... 49
E l lenguaje da vida (y también mata) ......... 56
L a doble vida de B utler ................................. 67
5. E l n u d o ......................................................................85

6. E p íl o g o ......................................................................89
L a transgresión (in) f e l iz ................................ 90
E l acercamiento (im) posible ........................... 92
E l valor político de la contradicción ..... 96

7. B ibliografía ............................................................ 101


1. IN VITA CIÓ N 1

Apreciada lectora / Apreciado lector:


Con tu permiso, presupondré que has comenzado
a leer el libro por esta página (no por el medio o por
el final, sino por el principio, com o establece la co s­
tumbre). Partiendo de esta suposición, aprovecharé
para compartir contigo algunas reflexiones sobre el
espacio en que, si decides jugar, estamos obligadas2
a colaborar para que estas pequeñas manchas de tinta
— las letras— adquieran significado.
Como plantea Umberto E co (1997), cualquier
texto es una obra abierta, un tejido de signos sus­
ceptible a múltiples interpretaciones. N o hay, pues,

1. Este libro nace en el marco del proyecto Corpografías, del grupo de


investigación Cos i Textualitat. Quiero agradecer muy especialmente a Meri
Torras y Mireia Calafell haberme brindado la posibilidad de desarrollar este
libro en un marco tan cuidado y sugerente. También quiero dar las gracias
a Javier Sáez por los estimulantes comentarios que ha hecho a la versión en
castellano del libro,
2. Siguiendo la propuesta de Mauro Cabral (2009: 14) opto por el asterisco
cuando quiero marcar el carácter abierto de una palabra en términos de género.

[9]


La carne y la metáfora

una única manera de leerlo y, aun menos, una única


manera correcta de hacerlo. E l texto es, volviendo a
tomar prestada una metáfora de Eco, una «máquina
perezosa» que necesita de la cooperación de la per­
sona lectora — de tu cooperación— para generar sig­
nificados.
Tus deseos, tus expectativas, tus valores políti­
cos, tus conocimientos y tu trayectoria rellenarán los
vacíos que dejen las palabras escritas, presupondrán
Ó
una determinada entonación (¿humilde?, ¿prepo­
tente?, ¿irónica?) a cada una de mis afirmaciones, y
marcarán las evocaciones que se desprenderán de las
letras impresas. Así pues, aunque a mi narcisismo de
presunto autor le duela, no tengo más remedio que
asumir que la autoría la comparto contigo: el signifi­
cado final será producto de ambos.
Ya que comenzamos a compartir este camino,
aprovecho para confesarte que no ha sido fácil disci­
plinar las ideas que quiero transmitir para ordenarlas
de una forma lineal. Las ideas, revueltas como después de
una hora de recreo que se ha hecho demasiado corta,
se han resistido a ponerse en fila india. La dificultad
consistía en que había tres hilos que estirar. Colocar­
los en un orden o en otro hace cambiar el producto
final. Cada uno de los órdenes nos guía por un camino
diferente: a pesar de llevarnos al mismo lugar, resulta
Invitación

diferente la experiencia de la llegada en función del iti­


nerario que tomemos. Sin embargo, no he tenido otra
opción que establecer un determinado orden; con lo
interesante que sería poder seguir los tres hilos para­
lelamente, o entrelazándolos en una trenza irregular,
como efectivamente se han ido tejiendo mis pensa­
mientos.
E l objetivo del libro es reflexionar sobre las aproxi­
maciones queer al tema del cuerpo. Pero antes de lle­
gar ahí te propongo hacer un cierto rodeo. Em pezaré
presentando lo que considero que es la forma domi­
nante de abordar el cuerpo en la contemporaneidad:
como objeto de consumo, moldeable, sin límites,
potencialmente inmortal. Considero que es en este
marco en que tenemos que situar la reflexión sobre la
posición de la teoría y el activismo queer con relación
al cuerpo: ¿implica una subversión de la forma impe­
rante de entender el cuerpo?, ¿es una reproducción de
su forma hegemónica? La respuesta no será unívoca.
E n el siguiente capítulo nos sumergiremos en una
historia real: el asesinato de dos chicos gays en Vigo el
2006. Relataré la historia a partir de una entrevista que
mantuve con Marta Pérez Triviño, la madre de uno de
los chicos. ¿Qué relevancia tiene la historia en el con­
texto de la reflexión sobre las aproximaciones queer
al cuerpo? Se trata de una historia en que los cuerpos
La carne y la metáfora

están muy presentes y nos aparecen en su dimensión


más camal, más material: cuerpos asesinados, cuerpos
quemados, cuerpos violados, cuerpos golpeados, cuer­
pos medicados. Esta dimensión contrastará con una
perspectiva queer que privilegia entender el cuerpo
como metáfora, vacío de su materialidad.
Después estiraremos el tercer hilo: la aproxima­
ción queer a la corporeidad. E n este sentido, propon­
dré una definición de queer y la ubicaré en el marco
del construccionismo, es decir, la perspectiva teórica
según la cual lo humano no tiene un carácter esencial
ni biológico, sino que está construido por el lenguaje,
por la cultura. Propondré entender que, desde esta
base, se produce una bifurcación que también encon­
tramos en la teoría y el activismo queer. Por un lado,
hay una aproximación desde la cual este carácter cons­
truido no niega que el cuerpo es vulnerable, limitado,
mortal. Por el otro, encontramos una forma de abor­
dar el cuerpo en que se presenta como enteramente
moldeable por parte del individuo, sin límites. D esde
mi punto de vista, esta segunda aproximación deriva
hacia un idealismo desde el cual es imposible entender
y explicar la vertiente más material de la homofobia,
la que nos muestra el caso extremo de los asesinatos
de Vigo. Además, no solo no resulta tan subversiva
como quiere aparentar sino que se puede considerar

[ 12]

i
Invitación

una expresión más de la tendencia dominante a enten­


der el cuerpo como un objeto de consumo.
Estos tres hilos confluyen en un apartado, «E l
nudo», en que se sintetiza el itinerario trazado. E l libro
acaba con un epílogo en el que planteo unas últimas
reflexiones teórico-políticas sobre algunas incomodi­
dades que me generan determinados planteamientos
ubicables dentro del área de influencia queer.
Te invito, pues, a acompañarme en este itinerario.
Las letras que se han ido ordenando en filas te espe­
ran ansiosamente para que les des vida con tu mirada
(crítica, entregada, cómplice, suspicaz, indomable); los
márgenes están ávidos para dejar sitio a tus anotacio­
nes, y los extremos de las páginas están dispuestos a
sufrir el pliegue que harás cuando dejes de leer y no
tengas un punto de libro a mano. E n cualquier caso,
mi parte del trabajo ya está hecha. Ahora te toca a ti, si
te apetece, empezar la tuya.

[13]
2. CU ERPO CO NSU M ID O

C ambio óvulos p o r culo

Enciendo la tele. Practico un rato este deporte de


riesgo llamado ^apping. Engancho Princesas de barrio. Me
quedo embobado con la historia de una chica que tra­
baja de gogó. Hace unos años se operó los pechos. Su
siguiente objetivo es operarse el culo, lo quiere «como
el de una negra». N o tiene dinero para costeárselo,
pero ella «necesita» tener «su» culo. Le pide dinero a
la madre. Chantaje emocional. N o funciona. Intenta
vender el coche. N o le alcanzaría. Ya a una clínica de
donación de óvulos. Quiere cambiar óvulos por culo.
Tampoco le bastaría. Vuelve a la estrategia del chantaje
emocional a la madre. Si no le paga el culo nuevo, se
hará stripper. Funciona. Se opera. «Estoy buenorra, por
fin tengo el culo de una negra.» E s fotografiada para
Interviú. Su nuevo culo fotografiado, retocado con Pho­
toshop, expuesto.

[15]
La carne y la metáfora

E n esta historia el cuerpo se nos presenta como S


base de la identidad y de la valoración de la persona. 1
Un cuerpo que está sujeto a la voluntad individual. Me J
pongo pecho. Me quito caderas. Me pongo el culo de j
una negra. E l cuerpo como objeto de consumo. Ella j
trabaja mostrando su cuerpo. Gana dinero fotogra- ¡
fiándolo desnudo. También vemos a otros profesio- j
nales que viven del cuerpo (extrayendo e implantando j
óvulos, poniendo pechos, reduciéndolos, quitando
cartucheras, fotografiando cuerpos, modificándolos
por ordenador). Cuerpos paradójicos: nos dan identi- j
dad, unidad, consistencia, pero al mismo tiempo apa- |
recen como ficciones fragmentables. Cambio coche ¡
por culo. Cambio óvulos por culo. Cambio culo por j
dinero. Quiero tu culo. Cambio tetas y culo por deseo. 1
¿D e quién? i
D esde mi punto de vista, esta historia (que pue- j
des seguir a través de los vídeos de la web del pro- j
grama) tiene la virtud de ilustrar la form a hegemónica j
de vivir nuestro cuerpo actualmente. E s cierto que la j
narración puede tener elementos hiperbólicos propios j
de la cultura del espectáculo de la que form a parte. Y ]
hay que tener en cuenta también que en esta historia ¡
las problemáticas sobre el cuerpo están contextuad- ¡
zadas en un determinado entorno social y de clase, i
Pero hechas estas precisiones, como trataré de expli- !

[16]
Cuerpo consumido

car en este capítulo, la particular odisea de esta chica


para conseguir «su» culo condensa la form a actual de
vivir y construir nuestra corporeidad. Para argumen­
tarlo, hagamos un salto mortal y pasem os de Princesas
de barrio a un clásico de la teoría sociológica: Norbert
Elias.

C u erpo y c iv iliza ció n

Considero que puede ser productivo situar la discu­


sión que hemos empezado en el marco del proceso
de civilización, ya que nos puede dar pistas sobre
la forma actual de concebir el cuerpo, marcada por la
exigencia de control y la negación de la vulnerabili­
dad. Adoptam os como base la explicación del proceso
civilizatorio según N orbert Elias (1989), que lo defi­
nió como los cambios de larga duración, a lo largo de
generaciones, de las estructuras emotivas y de control
de los seres humanos hacia una mayor autoconten-
ción, Elias nos invita a leer la historia de la civilización
occidental como una lucha continua del ser humano
para imponer, a través de la cultura, su poder sobre
una naturaleza que se muestra resistente, desordenada,
destructora, violenta.

[17]

i
La carne y la metáfora

Se trata de una lucha que tiene dos frentes. Uno es


externo: el afán para hacer habitable el territorio, para
domesticar los animales o para controlar las enferme­
dades. E l otro es interno: la persona no deja de ser
un animal a domesticar, un ser que solo toma form a
humana a través de la aculturación, un arduo proceso
de control de sus pulsiones.
Se han conseguido grandes logros a lo largo de esta
lucha contra la naturaleza en su frente interno: se ha
construido un sistema defensivo a través del estable­
cimiento de la moral, de la religión, del derecho, de las
reglas para la convivencia, etc. Pero esta muralla levan­
tada contra la naturaleza tiene dos puntos débiles, el
sexo y la muerte, por donde siempre rezuma algo de
violencia salvaje:

La sociedad de los hombres {sic\ tuvo muchí­


simo cuidado de reforzar estos dos puntos débi­
les. Hizo cuanto pudo para atenuar la violencia
del amor y la agresividad de la muerte. Contuvo
la sexualidad con prohibiciones que han variado
de una sociedad a otra, pero que siempre han
buscado moderar su uso, disminuir su poder,
impedir sus extravíos. Asimismo, ha despojado a
la muerte de su brutalidad, de su incongruencia,
de sus efectos contagiosos, atenuando su carác-

[18]
Cuerpo consumido

ter individual en provecho de la permanencia de


la sociedad, ritualizándola y haciendo de ella un
paso entre los demás pasos de cada vida, apenas
algo más dramático (Aries, 1987: 326-327).

La lucha contra ambas amenazas de la cultura ha


tenido éxitos dispares. Para Elias (1987), en el contexto
occidental, estaríamos viviendo un proceso de relaja­
ción de las reglas sociales que controlan la sexualidad:
las prohibiciones externas se han debilitado porque
se ha logrado un alto grado de autocontrol interno.
Se produce, en cambio, un progresivo aislamiento de
la muerte y un aumento de las estrategias defensivas
y de los sentimientos de vergüenza que nos produce.
En definitiva, la cultura ha ganado la guerra contra el
sexo, mientras que el horror que nos provoca nuestra
finitud va en aumento.
Veamos brevemente cómo ha evolucionado la
capacidad de aceptar nuestro carácter mortal que,
como veremos después, está muy relacionada con la
forma actual de entender el cuerpo. A lo largo del pro­
ceso civilizatorio, la muerte va dejando de estar pre­
sente en la vida cotidiana a causa de la transformación
de las condiciones de vida: el creciente dominio de la
naturaleza, los avances en el conocimiento técnico y
científico (que permiten prevenir desastres naturales,

[19]
La carne y la metáfora

plagas y enfermedades), el mayor control de la agresi­


vidad y el establecimiento del monopolio estatal de la
violencia (Bauman, 1992; Elias, 1987).
Este cambio tiene un claro impacto en la vivencia
de la muerte y en la concepción de esta en el marco del
conjunto de la existencia humana. Antes de la moder­
nidad, la convivencia con la muerte era soportable por­
que las despiadadas y violentas rupturas eran conside­
radas normales, inmutables, inevitables; en definitiva, la
muerte era parte de la vida. Estas rupturas eran enten­
didas como obra del destino o de la voluntad divina,
como no eliminables a través de la acción humana.
Para Bauman, la ambición de dominio que caracteriza
la modernidad cambia esta consideración. Esta sería la
formulación del principio de la modernidad:

N osotros podemos hacerlo, nosotros que­


remos hacerlo, nosotros lo haremos. (...) El
mundo será el reino de la razón — de la razón
humana. Se acabó lo inesperado, lo no predicho
y lo impredecible (Bauman, 1992: 133)2

D e esta forma, la muerte deja de ser admitida como


una parte de la existencia humana, como la única

3. A lo largo del texto, la traducción al castellano de todas las citas que


originalmente eran en inglés o en catalán es mía.

[20]
Cuerpo consumido

circunstancia que inevitablemente viviremos. E n la


modernidad, la muerte se convierte en la humillación,
el gran escándalo, «el núcleo de la impotencia del ser
humano en un mundo crecientemente sujeto a su
voluntad» (Bauman, 1992: 134). Así, al declarar todas
las constricciones ilegítimas, el proyecto moderno
convierte la mortalidad en la gran ofensa a la supuesta
omnipotencia humana, el gran reto de la razón, el pro­
totipo de todas las limitaciones a superar, una herida
mortal al narcisismo del ser humano.
La imposibilidad de asumir la mortalidad es una de
las causas del creciente aislamiento al que se somete
a las personas que están cercanas a la muerte. Aisla­
miento, además, que está legitimado y exacerbado por
otro de los procesos definitorios de la modernidad: la
fe en la ciencia y el progreso técnico, que justifica la sepa­
ración de enfermos y moribundos en centros especia­
lizados por razones higiénicas y médicas.
En los centros hospitalarios, la prolongación de la
vida se convierte en la meta, y la muerte, en un fracaso.
La lógica del discurso médico, que Bauman (1992)
define como el «lenguaje de la supervivencia», se carac­
teriza por ser instrumental, por guiarse por el cálculo
de medios y fines, y por concebir la muerte como algo
evitable. Las preocupaciones prácticas y los peligros
específicos enmascaran así la preocupación metafísica

[21]

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