El Cuaderno de Mayra
El Cuaderno de Mayra
El Cuaderno de Mayra
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■r Día uno
*
Día cinco
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nunca tanto a nadie como a ustedes, dijo. Mis hijas, las dos.
Las echo tanto de menos a veces, en París una vez miré
largamente el río, el metro de Madrid lo miré tantas veces,
acá bebí toda la noche tantas veces. Era mi padre el que
hablaba desde su dolor. Decidí ir al médico en serio, me
dijo. No tomo más, dijo después, pero no me pidas que deje
de fumar. Eso no puedo todavía. No quiero hacerme más
mal. Le he contado todo, todo. Mis cortes, mi sangre, lo de
Iván no, eso no se le cuenta a un padre, pero sabe cómo
buscaba yo con qué enfermarme para no ir a clases, cómo le
tenía pánico al colegio, como me encerraba en el baño en
los recreos porque no soportaba la mirada del resto. Me
sentí gorda o fea o extraña. Nada me era suficiente. Las
notas de Dalia o los coqueteos de los compañeros, nada me
calmaba. Le ganaba a mi hermana y en lugar de alegrarme
me angustiaba. Siempre, siempre. Despertaba, papá, y era
como sentir el cuchillo sobre mis huesos arrancándome la
piel. Y después los meses fríos, del alma helada, cuando me
corté. ¿Sigues enamorada de Iván? No, le digo. No sé. Ese
no era el problema. No me separaré nunca de ti, me dice. Y
sé que son palabras de hombre, los hombres escriben sus
juramentos en el agua, nunca sabré si creerlas. Te quiero
mucho, papá, le digo. Se lo dije tan pocas veces. Temor a la
molestia de mamá. Sentir que mamá no se lo decía. Los
escuché reír tanto tantas veces. ¿Quién cambió? Yo, ella
también, dice. A lo mejor la enfermedad que te regalé. Le
cuento que una psiquiatra nos escribió un libro que se
llama Tocados por el fuego. No sé si sería más feliz con una vida
común y corriente, se ríe, a lo mejor
sí. Traté de ser Picasso pintando de noche, muerto de frío,
con la sangre empapada en whisky. Se puede pintar igual
bien sin quebrarse tanto. Muchos mueren en el intento.
Siempre me dio miedo tratarme con un psiquiatra, temía
perder la inspiración. Ahora solo me importa estar bien
para que tú estés bien. Anoto todo lo que me dijo. Es el
primer día después de tratar de matarme que puedo decir
que quiero a alguien y puedo sentir algo al decirlo. Y eso es
casi ser feliz. Casi estar viva.
^ Dieciocho, veinte, más quizá ■I