Historias, Mitos y Leyendas Colombianos

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Historias,

Mitos y
Leyendas
Colombianos
"...Todo lo que usted quiera, si señor, pero son
las palabras Las que antan, las que suben y
bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo,
OCAMPO LÓPEZ, Javier. Mitos Colombianos, El Án- las adhiero, las persigo, las muerdo, las de-
cora Editores, 1997. rríto... Аmo tanto las palabras... Las inespe-
radas... Las que glotonamente se esperan, se
PERRIN, Michel. El camino de los indios muertos.
Monte Ávila Editores, 1993.
acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos
amados... brillan como piedras de colores, sal-
SOLARTE LINDO, Fernando. El hombre con cola de tan como platinados peces, son espuma, hilo,
león. Mitos y Leyendas Indígenas de Colombia. Pana- metal, rocío... Persi о algunas palabras... Son
mericana Editorial, Bogotá, 1997. tan hermosas que las quiero poner todas en
mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van
UHIÁ PINILLA, Agustín. Mitos y Leyendas Colombia-
nos. Educar Cultural Recreativa, Bogotá, 1989.
zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo,
me preparo frente al plato, las siento crista-
WALTER, Krickeberg. Mitos y leyendas de los Aztecas, linas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceíto-
Mayas y Muiscas. Fondo de Cultura Económica, Mé- sas, como frutas, como algas, como ágatas,
xico, 1971. como aceitunas... Y entonces las revuelve, las
agito, me las bebo, me las zampo, las trituro,
ZAPATA OLIVELLA, Manuel. El hombre colombiano.
Canal Ramirez - Autores. Bogotâ, 1974.
las « emperejilo, las liberto... Las dejo como
estalactitas en mi poema, como pedacitos de
Fuentes orales: distintas versiones de personas de es- madera bruñida, como carbón, como restos de
tas regiones, especialmente de adultos mayores. naufragio, regalos de la ola...”

PABLO NERUDA

194
Bibliografía

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nes Banco Popular, 1991.

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Tecníempresos Ibagué, 1992.

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torial Universitaria de Buenos Aires, 1975.

LÓPEZGUEVARAMax.Leyendas índigenasde Colom-


bia. Tunja, 1973.

193
Nacuco...........................................................99
El judío errante........................................... 101 Introducción
La sirena de Hurtado.................................. 105
La llorona loca............................................ 111
El color de los hombres.............................. 115 Las historias, los mitos y leyendas forman parte de la
El oro.......................................................... 119 vida de los pueblos, razón por la cual, están relacio-
Tzazitzetze y Caragabí................................123 nados con creencias de otras latitudes; sin embargo,
La Madremonte...........................................127 para tener un mejor conocimiento sobre la vida y las
La Candileja................................................131 costumbres de nuestros antepasados, es necesario es-
culcar en lo que ha sido su entorno cultural y el legado
La Llorona...................................................135 que hemos recibido de ellos, generalmente, a través de
El Mohán.....................................................139 la transmisión oral por generaciones en las distintas
La madre de agua........................................143 manifestaciones culturales, sociopolíticas y de creen-
La Patasola..................................................147 cias religiosas.
El Mandigas................................................151
Los duendes................................................155 Las historias, mitos y leyendas son producto de la ima-
ginería y las creencias de los pueblos, —para bien о
La Muelona................................................ 159 mal— a las que se han ido agregando el castigo divino
Las brujas................................................... 163 o maligne, según la conveniencia, por lo que éstos no
El Fraile...................................................... 167 son más que actos de fe heredados, en los que creemos,
El Silbador.................................................. 171 sobre todo nuestros campesinos, porque aún perciben
El Guando.................................................. 173 en los atardeceres, las noches y las madrugadas, la
La Gaitana.................................................. 177 aparición de esos enigmáticos seres, que rigen vien-
tos, lluvias, desobediencias y hacen apariciones para
Armero....................................................... 181 castigar a incrédulos, borrachos y mugeriegos con ex-
Glosas..........................................................185 traordinarias manifestaciones de poder.
Bibliografía................................................ 193

5
ÍNDICE
Los mitos cuentan hechos sagrados, reales o ngina-
rios, enriquecidos y exagerados metaforicamerzte, por
lo general referidos a los orígenes del hombre, a la
creación del mundo, a las transformaciones de los se-
Introducción.................................................. 5
res humanos y sus castigos por desobediencia a los El hombre...................................................... 9
designios de los dioses. Por tanto y, de acuerdo con la El diluvio..................................................... 11
creencia generalizada, los acontecimientos que narra El más allá................................................... 13
se han dado en un tiempo y en un lugar determina- Bochica.........................................................15
dos, en el pasado, el presente y, se seguirán dando, de El hijo del sol.............................................. 19
manera fabulada, trágica o para “castigar” la des-
obediencia de los hombres, por la creencia de éste de
La creación u origen Chibcha...................... 25
atribuirle origen divino a sus fracasos, guerras, frus- Leyendas de El Dorado............................... 29
traciones y demás calamidades. Asi, en el mito se des- Los ticunas pueblan la tierra........................ 35
criben y castigan los acontecimientos por las distin- El Sol y la Luna........................................... 39
tas manifestaciones de poderes sagrados que, poco a Niño y trueno............................................... 43
poco, se convierten en historia, referidas а realidades. La creación.................................................. 47
Es el caso delfenómeno cosmogónico, que es la crea-
Kimaku........................................................ 53
ción y origen del mundo y del hombre. Ésta es, sin Namaku: hombre y tigre.............................. 57
duda, la razón por la cual éste, desde sus orígenes has- Seinekan...................................................... 61
ta hoy, vive inmerso en lo sagrado; de esta forma, los El viento...................................................... 65
personajes de los mitos, sean benévolos о malévolos, El niño serpiente.......................................... 67
adquieren dotes sobrenaturales, carentes de principio Creación de los indios vaupés..................... 71
y fin, por lo que son eternos en el tiempo, de manera
recurrente.
El tigre......................................................... 75
Toros.............................................................79
Dinari y Yamacar......................................... 83
El Autor Yuruparí........................................................87
El hombre caimán.........................................91
Origen de las lluvias.....................................95

6
...Me di cuenta que la realidad es
también los mitos de la gente‚
es las creencias, en sus leyendas;
son su vida cotidiana e intervienen
en sus triunfos y en sus fracasos.

Gabriel García Márquez


22. Mito - Leyenda del pacífico colombiano, según la
cual una mujer llamada EWANDAMA, formó una la-
guna de leche, donde debian bañarse todos los seres
humanos. Los primeros que se metieron son los que
ahora son blancos. Los segundos por estar la leche
ya un poco sucia, quedaron amarillos y son los indios.
Los últimos en meterse por negligentes y perozosos,
cuando la leche ya estaba sucia, salieron negros.

25. El oro: Leyenda del pacifico colombiano, según la


cual eljoven Oro, formó este metal de los pedacitos
de sol que cayeron después de lanzarle piedras con su
honda desde la loma más alta de la región.

24. Tzazitzetze o Dachisese: dios supremo de la crea-


ción, primer padre y padre de todos, según la creencia
de los indios catíos de Antioquia y Chocó.

189
El hombre
Dios puso al primer
hombre solo en la tierra.
El hombre estaba formado
de un soplo de barro,
vivía a plenitud y gozaba
de todo, pero su piel,
19. El judío errante es una leyenda de origen biblico,
su cuerpo y su sexo
que cuenta el castigo que le puso Jesús, desde la cruz
se agitaban en la
а Samuel de Meliveo, por haberle gritado cuando in-
soledad donde soñaba.
tentaba descansar sobre una piedra en el camino al
Entonces, Dios lo
calvario.
sumió en un sueño
profundo,
20. Leyenda del Valle de Upar, que cuenta la historia
perforó sus costillas,
de Rosario, quien desacatô una vieja creencia de su
formó a la mujer
padre la cual consistía en no bañarse en el río los días-
y le colocó una
jueves y viernes santo porque se convertiría en pez.
manzana en las piernas
Tiempo más tarde de su desaparición la verían con-
para que él
vertida en sirena.
la comiera allí;
si lo lograba,
21. La llorona loca es una leyenda de la población de
podría poblar el mundo.
Tamalameque, en el Departamento del Cesar. Según
El hombre emprendió
el relato, una mujer sale a llorar sus penas por las ca-
su tarea y desde es día
lles del poblado. La leyenda ha dado origen a diversas
se alimenta con el sudor
crónicas, cuentos y canciones populares.
de su frente.

188 9
12. Los Huitotos, indígenas de la región amazónica
colombiana, que creen en el dios solar Huisaniamuí y
lo representan сото ип hombre con el solpor corona.

13. El Hombre Caimán, leyenda popular de las pobla-


ciones aledañas al río Magdalena, que tiene especial
acogida y difusión en la población de El Plato.

14. Los Guambianos viven en las riberas del río Pien-


damó en el departamento del Cauca.

15. Los paeces viven en la región de Tierradentro en el


departamento del Cauca.

16. Los indígenas del Vaupés creen en espíritus malos


y buenos, para combatir los malos, celebran danzas
cubriendo el cuerpo en una envoltura de lienzo de cor-
teza con pinturas y flecos.

17. Macuco y Locomboo, dioses creadores del hombre


y el mundo respectivamente, según la creencia de los
indios Pjaos en el departamento del Tolima.

18. Yuruparí, dios civilizador de los indios vaupés,


se le conoce también con los nombres de Itzi, Uaktí,
Mahsankero y Milómaki. Fue engendrado cuando su
madre Seucy, desobedeció y comió la fruta prohibida
del pihycán.

187
5. Chibchacum, báculo de los Chibchas, condenado a
cargar el mundo. Era dios de los comerciantes, labra-
dores y de los pobres. Protector de Bacatá.
El diluvio
6. Los Muiscas о Chibchas del altiplano cundiboya-
cense, creían en los caciques Sogamoso y Kamiriqui
como creadores del sol y la luna. Hicieron a las muje-
res de hierba y tallos. A los hombres de tierra amarilla.

7. Goronchacha, cacique de Тита, hjo de la princesa


Cuando los hombres
deosbedecieron, antes que
fecundada por un rayo solar. Habla a los mortales y
existiera el mundo de hoy,
les transmite órdenes.
todo se sumergió en las
aguas del diluvio, todo
8. Guatavita, cacica infiel a su esposo, quien la sor-
era un mar inmenso.
prendió con el amante y le profirió castigo con deshon-
Dios hizo crear una gran
ra pública, lo que hizo que ésta se lanzara a la laguna
barca, donde sólo
que lleva su nombre y se convirtió en dragoncillo о
cabían algunos animales
serpiente.
y el hombre. Después
Dios hizo volar la
9. Bachué, diosa de las aguas: engendró el género hu-
paloma, cuando ya todo
mano. Surgió de una laguna cerca de lguaque con un
estaba seco, para;
niño en los brazos que posteriormente desposó.
repoblar la tierra.
Desde entonces con el ramo
10. A los Tícunas también se les conoce como pieles
de olivo vivimos en
negra. Habitan en el Amazonas colombiano.
guerra, nos matamos por
amor, dinero о politica Dios
11. Los Cogi, habitan la Sierra Nevada de Santa Marta
hizo la guerra y la paz.
y están íntimamente ligados a la naturaleza. Creen que
la madre del mundo es el mar. A la madre la llamaban
Gualchováng.

186 11
Glosas

1. Chiminigagua о Chimichagua, es el ser supremo,


omnipotente y creador del mundo entre los chibchas.
Una divinidad universal y bondadosa que difundió la
luz por el universo y señaló la importancia de adorar
al sol о Suhá y a su mujer y compañera Chía, o la luna.

2. Los Chibchas o Muiscas, indígenas de la región de


los altos valles cundiboyacenses de Colombia: Sabana
de Bogotá, los valles de Ubaté, Chiquinquirá, Tanja,
Duitama y Sogamoso. Sus máximosjerarcas eran el
zipa de Bacatá, hoy Bogotá, y el zaque de Bojacá, hoy
Boyacá.

3. En la cultura Chibcha, Chiminigagua, es el dios


creador de todas las cosas e iluminó el mundo con la
ayuda de grandes aves negras.

4. Bochica, es conocido también con los nombres de


Nemqueteba y Sidagua. O Nemterequeteba y suegua-
gua, que quiere decir “Diablo o demonio con luz". Es
el dios civilizador de los Chibchas. Se representa como
un anciano de cabellera blanca, espesas barbas y ojos
azules. Enseñó a los Chibchas a hilar, tejer mantas,
píntarlas y elaborar cerámicas y les predicó los pre-
ceptos morales, sociales y políticos.

185
El más allá
Los hombres ciegos y ensimismados en los asuntos
cotidianos olvidan la sentencia en desafiante actitud,
considerando inútiles los presagios repentinos y ma-
Cuando los hombres mueren
inician el viaje al más allá,
nifiestos en las columnas de vapor, en las cenizas que
a las profundidades del
cubren árboles y techos con capas destilantes de tris-
mundo que es la tierra,
tezas y aromas de azufre. De súbito, el sacerdote se
de donde viene. Antes,
retuerce en su caverna, los vientos se vuelven fuertes,
mucho antes en el tiempo
el volcán emana violento y se eleva en llamas infinitas
de la inocencia los antepasados
que deshielan el nevado y cuajan el rio, provocando
dotaban al difunto de
avalanchas y olas inmensas que arrastran consigo lo
alimentos, enseres y compañía
que encuentran. El pueblo ya no existe y los que sobre-
para que emprendiera
viven mueren de pánico.
el viaje de regreso.
Todas las almas deben
O M A I R A.- En la oscuridad, fuiste arrastrada con
pasar por el infierno
los tuyos, para ungirnos en el silencio, desde la más
donde hay fuego,
inútil lucha que la sombra de los espiritus hayan li-
por eso su regreso
brado.
nunca se lleva acabo.
Los muertos arden en
O M A 1 KA. - Con el rostro cristalizado, fijas inten-
pena, sofocados
samente los ojos en el Supremo para inquirirle por la
en sed infinita; entre tanto,
violencia del sacerdote y la natura convirtiéndote en
nosotros esperamos invocando
símbolo del sosiego, mientras nos señalas el camino
al buen Dios el día de la
inexorable al más allá, imbuida en el lodo y la mente
resurrección en los
de los hombres con una ternura que se prolonga hasta
brazos de las mujeres,
el cielo.
urdiendo, siempre urdiendo
sus cuerpos en posición fetal.

184 13
Los hombres cierran los ojos y olvidan deliberadamen-
te sus debilidades tratando de salvaguardar su destino,
pero aquí todo es como al principio: la maldición del
sacerdote continúa latente y vuelve de tiempo en tiempo
más violenta trayendo consigo enormes desgracias a la
tierra blanca en el aturdimiento repentino provocado
por avalanchas de lodo, piedras y árboles que empu-
jan y rugen monstruosos, abriéndose paso en medio del
eco de pájaros agoreros que vislumbran de nuevo la
erupción, la invasión de cada rincón del espacio, hasta
arrastrar con fuerza devastadora а Агтего, susjardi-
nes y sus veinticinco mil almas en pena, sepultadas а
todo lo largo y ancho de su brutal lengua de fango.

Ahora regresa a la indefinida tranquilidad sumando a


su letargo el sueño eterno de nuestros antepasados, en-
gullidos en las verbenas de la niñez, en el encanto de
lajuventud y en la ansiedad de la vejez; enfrentándo-
nos а una partida sin fin y al hechizo lastimero de los
arbustos donde ayer yacía con extraviada mirada una
muchacha que ventilaba deseos, ansiedades y amores
con auroras en los ojos, en medio de juegos de niños en
el esplendor de los relámpagos y la urgencia de la vida
en las debilidades de los hombres.

Círculo de arena y lodo incandescente en la penumbra


rabiosa donde se levantan, en silencio cristalizado, los
lamentos profundos de las almas en pena buscando su
último refugio de paz en las transformaciones de la na-
turaleza, crispando la piel de los que merodean libran-
do batallas incubadas en las esperanzas graficadas en
los instantes de zozobra anunciados por los vientos, las
lluvias y las cenizas.

183
bras de los señuelos premeditados, para seducirlo con
voz suave y corazón renacido, apretujado de simulados Bochica
amores a través de las constelaciones del tiempo, vive
momentos difíciles que oscilan entre la supervivencia y
el presagio. Volcados en los temores del alma prepara
un cálido ambiente ornado de flores y grandes peñas- Mito Musica
cos, como de purgatorio, colocados estratégicamente
sin la mâs minima dificultad entre la paciencia y la in-
termitencia necesarias, logrando que el gran sacerdote
ingrese a la cueva. Al pasar la puerta de la misma, en
Chiminigagua fue un poderoso dios Chibcha, temido
y adorado, dedicado a dirigir, guiar y lograr conquis-
posiciön ventajosa, calcula el tiempo y el sueño de éste tas para su pueblo por largos años para lo que tenia
y bajo la complicidad de sus amigas le taponan la en- consejeros de distintos rangos entre ellos a Chibcha-
trada con rocas, piedras, arenas y escombros, asegu- cum, encargado de velar por el progreso y el bienestar
rándose que no existan salidas, dejándole abandonado de los mercaderes, procurando aliviar las diferencias
a su suerte para buscar, en el vacío del silencio, el ol- que se presentaban entre ellos, castigando con severi-
vido absoluto de lo ocurrido, a fin de evitar cualquier dad y sin consideración alguna las rebeliones, lo que
enjuiciamiento a la única determinación posible que la llevaba a muchos a las tristezas y angustias. Esto gene-
libraria para siempre de las avasalladoras garras del ró, al tiempo, voces de protesta, criticas y desobedien-
cautivo. cia civil, lo que provocó su ira, por lo que se lleno de
dolor e impaciencia. Así, miró al cielo e hizo llover to-
El sacerdote no encuentra forma de escapar para sal- rrencialmente durante días y noches, hasta lograr que
varse de aquel encierro. Asfixiado en la oscuridad de la el desbordamiento de las aguas de ríos y quebradas
cueva, lanza su última voluntad a través de poderosas arrasaran e inundaran todas las tierras acabando con
magias que hacen temblar el mundo quebrantando la cultivos, caseríos y animales. Entonces los hombres y
tierra y las montañas para que salgan de sus entrea- las mujeres, con sus hijos tuvieron que correr y refu-
biertas entrañas intensos quejidos lastimeros con in- giarse en las tierras altas para salvarse, en medio de
mensas columnas de humo negruzco formando ríos de espantosos rayos y centellas. La superficie de la tierra
azufre en lenguas de barro nacidas de los siglos. era invisible. Los pájaros y los animales entraron en
un silencio profundo y misterioso. A lo lejos, a lo lejos,
La entrada de la caverna se frunce y del suelo húmedo sólo existía agua, desolación y cielo.
brotan tres manejos o hilos de corriente de agua: una
azufrada, una hirviente y otra extremadamente fría.

182 15
Armero

Del viento fuerte de la montaña de hielo sale vehe-


mente una bocanada de vapor hacia arriba, hacia aba-
jo salpicando los contornos de donde surge la leyenda
de la princesa Dulima perseguida en una nube trans-
parente por el Mohán o sumo sacerdote ante la indife-
rencia de los caciques indios y la complacencia de los
dioses. El Mohán, cazador experto, curioso y furtivo la
acecha, observándola de cerca, de lejos, como hombre
enamorado. Su aspecto abominable, mandigas contra-
hecho de artes malignas, la aterra y la enloquece.

En las vagas sombras del devenir, ante la carga de las


indiferencias, la princesa se decide et no sucumbir y
tantea suerte embriagándole en la máscara de los en-
cantos, brindándole pócimas fermentadas en el recinto
sagrado de la flor del borrachera para que, persuadi-
do con el silvestre aroma de su cuerpo de diosa, fuera
conducido mediante engaño certero a la caverna, lu-
gar de seducción, donde consumaría su sacrificio para
satisfacer por única vez, las lujurias insaciables del
sacerdote.

Ansiosa, ип día se llena de coraje, cautelosa, empren-


de viaje, acompañada de otras damas de su alcurnia,
que le secundan en su más feroz y difícil tarea por los
perdidos caminos del tiempo, en las aposentadas som-

16 181
En lo alto de las montañas los hombres elevaban ora-
ciones e imploraban al gran dios para que cesara su
castigo. Un día, un día cuando casi no quedaba nada y
hasta las ilusiones se habían perdido, apareció de súbi-
to el gran enviado: Bochica. Su presencia constituía la
aceptación de los ruegos y la satisfacción a todos, pues
este gran hombre-dios, de abundante cabellera, bar-
bas blancas y ojos azules, era la esperanza y la vida.
Pero las aguas no cedían, por lo que las tierras seguían
inundadas.
Entonces, cuando amaino la claridad del cielo, Bochica
se dirigió a la región del Tequendama, alzó La mirada
y en el horizonte descubrió una inmensa roca, caminó
hacia ella y encontró que represaba el agua, ensegui-
da sacó su vara mágica, la tocó e invocó a su dios, de
inmediato la enorme roca se partió en dos y provocó
una descomunal caida de aguas buenas, al tiempo que
se formaba el salto, por donde corren los cauces ince-
santes que dejan la tierra despejada, acogedora y fértil
para los cultivos, la vida del hombre y los animales, al
formarse una deslumbrante superficie.

Para compensar los sufrimientos del pueblo por los


abusos y penalidades a los que fue sometido, Bochica
ordena el castigo por la eternidad a Chibchacum con-
denéndolo а cargar, con los brazos extendidos, la tierra
que antes, mucho antes, estaba sostenida por cuatro
inmensos árboles de profundas raíces que al ser sacu-
didos por las nubes y los vientos se estremece.

17
La Gaitana le toma prisionero, invoca la vida a su hijo
en los follajes de las plantas cuando se abre una flor
con el estruendo de la tarde, exacerbada por el pesi-
mismo y la angustia incesante reflejada en los arrepen-
timientos del hombre que destrozara los frutos tejidos
en su laboriosa madeja; le castiga más allá del incons-
ciente, donde los sueños fluyen violentos y golpean con
fuerza el inerme cuerpo del infeliz verdugo ahogado en
susurros que se aferran a la vida. El tirano, arrogante
de ayer, es el equilibrista de hoy con los pelos crispa-
dos por las zary'as del tiempo suspendido en los absur-
dos de la existencia arrojada a brazos que prosiguen el
cortejo impreciso que le espera tras los clarines de las
luciérnagas en las furias de la natura.

Al paso indeciso del prisionero, gotas de sangre hier-


ven los poros engendrando victoriosas marchas que
bordean clamores de venganza. Los indígenas danzan
alrededor del reo tirado de la soga que le sale por la
boca y las agujereadas cuencas se adornan de moscas
simulando un remedo de negros ojos y de buey tirado
por el yugo.

Vibrantes hombres con lanzas festejan halando el pri-


sionero, dejando en cada caserío una parte de su cuer-
po como escarnio para tributar uenganza a la dolorida
madre por el alma del hijo, atado por siempre a la me-
moria imperativa de la historia de tragedias infiltradas
en los paisajes del tiempo; alegoría de una raza de fle-
chas y arcos que en sigilosas mañanas corta al invasor
los desfiles tríunfales de las escopetas y los caballos
bajo el candor gigantesco del crepitante fuego de la
vida.

179
ansiosos, sin rambo, y se esparcen espantados para
embutir la cabeza en los nichos, con el repique repenti-
no de la muerte pisoteada en los montes, donde las ma-
El hijo del Sol
riposas les sobrevuelan con alas de libertad, mientras
fecundos cantos de pájaros les incitan a luchas inex-
presadas, pintadas de sangre en el horror de los siglos. Mito Chibcha

Los ríos cambian su curso, avanzan con sombras de


fantasmas en el enfúrecido tropel de las corrientes,
cuando la vida se reagrupa tras nebulosas noches de
sueños fermentados para avizorar al invasor al reflujo
del sol, desde las mayores alturas, emboscándolo en
El mundo estaba rodeado de tierras llenas de aguas,
no había luz solar y se pedía con voces e imploraciones
cada arbusto, en cada camino, asediándolo en las som-
а los dioses de la creación del sol puesto que todo esta-
bras, a la luz del día o con el titilar de fragmentadas
ba en tinieblas. Existía el deseo, y había súplicas para
lunas y estrellas, para cazarlos а la manera de los ti-
que se fundiera en el cuerpo de una doncella ilusiona-
gres de bengala, sobre el que se hace un grandioso rito
da en ser la designada por su pueblo y por su voluntad.
de danza y libación a los dioses, ocultándoles el dolor
No hay olvido, no hay fechas, no hay sacrificios, sólo
y las heridas.
se sabía de voz en voz pór todas partes de la buena
nueva, para señalar con los brazos inclinados a las
En el horizonte se vislumbra la piel tediosa y cansada
hjas del cacique, seducidas y arriesgadas en la tozudez
palpitando sobre las redes tendídas y crujen los dien-
para ser las poseídas. Escogidas, aceptan el designio,
tes de los caballos ajuchados por Añasco y los dieci-
por lo que se desplazan todas las mañanas a los cerros
séis hombres que le acompañan, parecidos a dieciséis
y colinas que dan contra las estrellas, donde se acosta-
estrellas en la concha del firmamento, mirados desde
ban con la esperanza de ser la fuente de la pasión y la
la espesura de las montañas. El viento los envuelve en
ilusión; ingrimas en medio de los ecos de los cantos de
sombras de guerra, los cadáveres ruedan y los caballos
las aves donde esperan ser penetradas con los prime-
relinchan y cocean, unos moribundos, otros desboca-
ros rayos solares hasta ser concebida milagrosamente
dos.
la mayor de ellas. Con el vientre crecido busca y se
desplaza por los caminos de la vida y el amor, en medio
Añasco es una ciudad sitiada y adornada de luna cre-
de ârboles y parajes bordeados de verdes, invocando
ciente por la carnicerîa al lado de las piedras que le
siempre por el hijo purificado de pecados.
vieron caer.

178 19
Después, nueve meses después, logra parir a la vera
de los caminos cerca de donde pasan los ríos y se oye La Gaitana
abajo el crepitar de las profundidades de las cordille-
ras, donde explosiones torrentosas la confunden, entre
tanto, toma en sus brazos a La criatura: una enorme y
desarrollada piedra, о guacata como la llaman en su “¡Pueblo mío, pueblo quemis magros
tierra, que quiere decir esmeralda grande y rica. pensamientas alimentan con migajas,
Al principio tuvo temor, pero, convencida y segura de su con exhaustas imágenes репosamente
maternidad, con la fiereza y la ternura de una loba, la extraídas de la piedra!
toma en sus manos, la limpia y le da calor en sus senos.
Intrigada por lo sucedido, esperó con paciencia hasta OCTAVIO PAZ
que un día, un día se dio la metamorfosis, por lo que
percibieron sus ojos un hermoso niño al que llamaron
Goranchacha, entonces, todos confundieron los senti-
mientos de nobleza, lo criaron y educaron en casa del
cacique llamándolo hjo del sol, asi vivió los primeros
El alma de la Gaitana Cimbra cuando infinitos rayos
que le atemorizan estremecen el mundo en las arenas
años hasta que decidió ir а Ramiriqui por lo que cami- de viento, al ver a su hijo colgado a un árbol, mientras
nó mucho sin perder fuerzas, atravesando ríos, dejando hogueras inmensas lo envuelven en nubes de humo que
de lado rayos y centellas. Cuando Ramiriquí se enteró se balancean con su cuerpo y lo consumen al compás
de su llegada, le ofreció recibimiento con abundante y de cabalgatas inspiradas en indolentes infelices enca-
pomposa gala. Encontrándose allí se levanta como im- bezados por Pedro de Añasco.
pulsado por un cielo mágico, …con la ilusión el deseo
de ir a Sogamoso, ansioso de conocerlo por su fama e El cru-crú del corazón altera su dolorido y estoico si-
insistió en descubrir nuevas experiencias y sobre todo lencio de madre, confundida por fantásticas y violentas
compartir con quienes parecía llevar vidas comunes, imágenes en las que se van perdiendo las ilusiones, la
hasta que unos violentos deseos de volver a los suyos vida del hjo encadenado con colleras y tirado de un
lo encaminaron de nuevo а sus horizontes, con fatal caballo, como símbolo de escarmiento a los indios que
suerte porque en el viaje por los montes de Paipa supo se mantienen parados, enraizados en las invocaciones
que el cacique, en una lamentable tragedia, torturó y de sus figuras celestes para resistir la conquista, for-
ahorcó a uno de sus hombres, por lo que encendio en mando bosques, nubes de hombres que los españoles
ira con deslizamientos de locura al punto de eliminar derriban sin piedad como una aglomeración de mur-
a su llegada al cacique de Ramiriquí asentándose allí, ciélagos embestida por hambrientos halcones.
demostrando gran podery prolongando sus dominios. Azuzadas bestias les atropellan y manotean, а las que
Había allí un vistoso indio con una inmensa cola que atribuyen poderes sobrenaturales por lo que corren

20 177
21
se orientaba según las corrientes de aire, pero que era aún así, éste se resistió imposibilitando se le conduje-
sensato y gozaba de aprecio en su ofício de pregonero. re haciéndose estremadamente pesado por lo que era
Así había construido un inmenso imperio Gorancha- imposible caminar sin relevos efectuándose éstos cada
cha, caracterizado por la tiranía, la crueldad, la humi- cuadra hasta llegar al puente de madera donde ocurrió
llación, los azotes y el desprecio por los suyos. que el cuerpo estaba aún más pesado provocando la
ruptura del mismo cayendo el cuerpo al río donde des-
Los vientos fuertes son malos presagios que atraviesan apareció en segundos.
y generan zozobra, asombro en el pueblo, en medio de
crepitaciones terribles por lo que en la llamada cuadra Todavía se siente rondar por las noches una sombra
de Porras, construyó un edificio para honrar y cele- con titilantes luces que producen pânico а los que vi-
brar al padre sol con aterradores sacrificios humanos ven en estas tierras, especialmente la víspera de difun-
en un ir y venir lento de la condensación abnosférica, tos haciendo penitencia en procesión con sacrificios a
calentando ceremoniosamente los pasos que debía dar cuestas.
en tres días, empezando el recorrido desde su palacio
de su trono, hasta quedarse otros tres días en retiro,
donde expresaba en voz alta profundas oraciones que
terminaban en un dejo lastimero y promisorio de la ca-
tástrofe anunciada.

Con premoníción de su desgracia, desesperado y resig-


nado, reúne a su pueblo y con realismo descarnada lo
informa de lo sucedido, advirtiéndole de los peligros
de los feroces blancos, entra en retiro con esfuerzo de
resignación para perderse por siempre en los espacios
del tiempo, abrazado al imposible en los instantes de la
angustia silenciosa arrastrada por la tensión terrible
de huracanes violentos, entonces, a la distancia en su
palacio, desapareció por siempre en el resplandor de
la tarde.

22 175
Entre tanto llegó la devastación ibera con explosiones,
escombros, muertos y heridos, todos a una con tras-
tornos físicosy mentales en los devastados habitantes
sometidos a los destrozos y la barbarie, en medio de
un silencio impenetrable donde se ve pasar de vez en
cuando entre las tinieblas de la oscuridad las almas en
pena y agonizantes.

174 23
El Guando

Después de muchos años en la tierra, los cielos se


han abierto para recibir en su peregrinaje al avaro,
terco y malgeniado que se negó en su paso por esta
vida а servir а su prôjimo. Señor de las malquerencias
y los reproches, levantado del andamio de guaduas
picadas, cubierto de sábanas blancas, provocador de
chírridos parecidos a frotes de lazos nuevos sobre ma-
dero, acompañado de otra lumbre que le transportan a
manera de féretro se levanta cuando los cuatro vientos
del anochecer sejuntan,justo al momento de ocultarse
el sol y el agua amenaza con llenar las cuencas tal vez
por el enojo de los dioses, provocando la creciente de
los pequeños y grandes ríos, por lo que los corazones
de los hombres se salen de sus órbitas, estrellando sus
articulaciones mientras pasa el guando a la vera del
camino, o por el pantano que va al bosque.

Señor del inframundo, indolente y malvado que por


siempre se negó a la colaboración y solidaridad aún
para el entierro de los difuntos pidiendo a cambio que
a su muerte lo echaran al rio, о a los buitres. Según
mandato de los dioses, murió estancándose en el cie-
lo del tiempo por lo que los vecinos tuvieron que re-
coger su cadáver para darle cristiana sepultura, pero

173
La creación
u origen Chibcha

Mito Musica
+

Al principio, en el año de la nada, antes que hubie-


se días, noches y tormentas, todo era caos y misterio,
sólo había enormes rayos de luces iluminando la tierra
hasta el infinito.

Cuando la luz alcanzó las mayores alturas del cielo,


mandó distintas señales, creando con ellas grandes
aves para que fuesen por el mundo a cubrirlo de aire,
aliento, vida, plantas, animales y todo lo que vive en
la tierra. La luz de la creación tenía nombre de dios
poderoso e infalible: se llamaba Chiminigagua.

Este poderoso dios creó lo demás, incluído el sol y la


luna a los que se adora como macho y hembra.

172 25
El Silvador

De lo más profundo del monte, entre la oscuridad


y la tiniebla, por la cañada, la selva y los cultivos, en
noches silenciosas, emana un silbido agudo y fúnebre
producido por una extraña ave que según los que la
han visto es de color gris oscuro. En realidad, nadie
puede decir cómo es porque nunca se le ha podido ver
detenidamente. Su fatídico canto produce en quien lo
escucha pánico con decaimiento general del cuerpo y
en especial de las extremidades inferiores, además, un
vacío inmenso en el alma, turbación en el ánimo, de-
presión y sobresalto.

Todos los que le han escuchado, dicen que su canto se


repite tres veces con intervalos cortos y que es señal
inequívoca de fatales acontecimientos lo que genera en
el desafortunado caos y confusión, luego todo es tenso
porque lo transmitido por el mensajero puede ocurrir
inmediatamente, en tres días o en una semana.

Después de referida la historia del ave del mal agüe-


ro, todos los hombres y mujeres del lugar se reúnen a
esperar en qué momento se cumple el presagio y sobre
quién recae el anuncio que por lo general es mensaje
de muerte, por lo que dicen que hubo con aquel animal
una maldición quedando muchos hombres como víc-
timas de sus profundos y dilatados cantos que se van
nombrando por parajes y pueblos.

26 171
De los páramos y neblinas surge la laguna de Igua-
que, bordeada de cordilleras, peñascos y sierras. De
las profundidades de sus aguas, cuando el sol arrecia
en el mes de enero, un día, un día al amanecer, salió de
sus entrañas un hermoso y maravilloso ser que se lla-
mó Bachué, que quiere decir “mujer buena”, trayendo
consigo un niño de brazos, luego nadaron hasta llegar
a la orilla, se ubicaron cerca de la sierra y construye-
ron una choza donde queda Iguaque. Cuando eljoven
creció se casaron y se multiplicaron, porque ella tenía
partos de cuatro а seis hjos, poblando de manera rápi-
da toda la tierra.
Años, muchos años después de haber poblado la tie-
rra y estar sumamente viejos, volvieron a la laguna,
haciendo antes llamados a las gentes para que les es-
cucharan en sus últimos deseos y recomendaciones con
cantos y exhortaciones a la paz y el amor, así mismo les
pidieron que guardasen los preceptos, credos y leyes
que se les habían otorgado. Concluida la ceremonia
de despedida, los dos ancianos padres del mundo, se
fueron metiendo lenta y cuidadosamente en las aguas
de la laguna, hasta convertirse a lo lejos en dos inmen-
sas serpientes que fueron desapareciendo ante los sor-
prendidos, tristes y temerosos ojos de quienes le vieron
partir en el fragor fantástico de la revelación.
Por siempre, lospobladores de la tierra van al adorato-
rio sagrado a cumplir con ofrendas y plegarias en las
suaves aguas de la laguna.

27
por los bosques hasta perderse todo rastro suyo. Entre
tanto, el borracho irrumpió una vez más en la “Elba”,
mostrando el hábito como gran trofeo en medio de bur-
las y alaridos hasta que concluyó que éste no le era útil
para nada por lo que determinó arrojarlo al rio.

Los hombres devotos rezan y piensan acongojados que


comparten el pecado del borracho y con él acuestas
miran al cielo con súplicas de perdón a ver si los dioses
se apiadan del alma en pena que atraviesa, pensativa y
solitaria el campo talado de tristezas, donde cada no-
che se hace penitencia.

169
Leyenda de
El Dorado

Llegaron soñando, agitados por el misterio de todos


los tiempos, ofreciendo sacrificios a los dioses de los
cielos y la tierra. Tocando la flauta de los vientos in-
vocaron penitencias, abstinencias amorosas, vigilias,
ofrendas y condecoraciones en las aguas sagradas
cerca de los peñascos del Bosa, para la coronación
del Zipa, gobernador y cacique. Entre tanto, vientos
fuertes atravesaban sombras y follajes, el sol clavaba
sus rayos deslumbrantes sobre el titilante adoratorio
de la laguna de Guatavita, donde se llevaban acabo
los rituales por la hermosura del paisaje decorada de
helechos, diente de león, claveles y rosas, adornados
de colibríes, copetones y mariposas, bordeados de los
manantiales, de los cerros engalanados de pétalos y
nieve. Así se realizaron los sacrificios para pagar tri-
buto a los dioses aparecidos en la mitad, en las profun-
didades de las aguas al amanecer, en forma de dragon-
cillos, para que se les ofrezca esmeralda y oro.

168 29
Cientos de ojos curiosos y expresivos vigilan ansiosos El Fraile
desde las alturas de los cerros, ubicados en chozas se-
cretas para observar los distintos ofrecimientos que
se hacían de tiempo atrás 6 incrementados de manera
sigilosa y tormentosa al diseminarse por todos los rin-
cones de El Dorado el coro de voces que van contando
una y otra vez las andanzas y los favores que recibía un
caballero de la corte de una de las mujeres del cacique
de Guatavita, preciosa y extraña, que conmovía a los
hombres hurgando en lo profundo de sus sentimientos.
El adulterio fue castigado con la condena а muerte del
D ice Ia historia de los naturales y antiguos poblado-
res que en la medida en que fueron muriendo los dioses
desdichado, empalândolo primero y cortándole, a ma- de nuestros antepasados, los conquistadores trajeron
nera de escarmiento, los testículos en presencia de la a nuestras tierras sacerdotes para “ciuilizarnos”, ad-
amada, los que fueron cocidos y luego se le obligó a la ministrar los sacramentos y oficiar la misa. En una de
infortunada a comérselos, maniatada de pies y manos. esas misiones llegó un fraile al que le gustaba eljuego
Destrozada, con el rostro ensangrentado, no pudo con- de azar más que la comida о evangelizar, por lo que
tener la repulsa, quedando desmayada ante la mirada cada vez que tenia ocasiòn edificaba una pirámide de-
de deleite, delirio y dolor de quienes presenciaban tan juegos con los beodos y tahúres en las casas de las
macabro espectáculo. afueras conocidas como “Elbas”; por lo que no había
día en que el fraile no se juntara con dichos persona-
De lo profundo del alma y el cuerpo de la mujer brota- jes allí, apostándole a todo, así, una noche antes del
ron fuerzas volcánicas, vertiginosas, fantasmales, que amanecer en un día que parecía iba а ser muy opaco
arrastraban a la muerte secreta, presagiada por vigo- y como si no se pudiera ir de un lugar a otro por dar
rosas nubes, por eso un día, aprovechando el descuido la sensación de perder la vista, por oscurecimiento ne-
de sus vigilantes se fugó con su hija y se lanzó con ella buloso y rojizo a causa de rayos y centellas que caían
en brazos a las profundas aguas, ofrendando con ello por todas partes, dicen que antes de que amaneciera,
la falta, por lo que la terrible tragedia conmovió a to- como consecuencia de haber apostado a ип borracho
dos, provocando procesiones a la lagunapara implorar su hábito, el fraile, obligado por este desnaturalizado
ál dios supremo Chibchacum, a la diosa de las aguas, con arma еп mano para que se lo entregase, comenzô
Badini, y a los mohanes, súplicas que nunca fueron a suplicarle le permitiera hacerlo en el campo а fin
atendidas porque su caída en las aguas solo dejó dolor, de no pasar la pena de quedar en ropa íntima en pú-
humillación e impotencia. Entonces el cacique entró en blico, después de muchas súplicas aceptó la petición
la escala de los mortales, ofendido, desgraciado con la del fraile, quedando éste a la interperie y deambulando

30 167
31
muerte de los seres queridos en los abismos del alma, sobre el techo con su disfrazado bartoleo que deja en
donde sombras, profundas e inciertas atravesaban su el último rincón la parada de la escoba, los interio-
mente perdida en los relámpagos glaciales del tormen- res contrahechos о la camuflada mostaza; extendidos
to, así, con fuerza, con fuego, con decisión, acude al al soplo de los vientos de las hostias en los azahares
hechicero rastreador de ensortijos para que cumpla la de la dormidera, en la pesquera de la luna picoteando
orden de búsqueda, acompañado de ayudantes y pes- granos con las alas trenzadas, en las olas que pasan
cadores expertos. el tiempo sin mover las sombras, en el hechizo de los
tenebrosos ritos de las misas negras, en la salvación de
La antigua serenidad del cacique había dado paso a un culto sexual arrimalgado a un tijeretazo indeseable,
lа angustia, su piel estaba pálida, sus ojos profundos, en el candor de la novicia atrapada, en los inclinados
perdidos, acribillados por noches de dolor e insom- desfiladeros de la luna con un desmayado vuelo de pi-
nio, de esta forma implora a los dioses por la vida tonisa envuelta en bruscas lluvias, granizos y lloviz-
de la hija y la mujer, e invoca pidiendo compasión, nas; en el cántaro delirante de las lejanas nebulosas,
comprensión, justicia, clemencia y bondad, rogando en la vigilia de las luciérnagas y el ajetreo del alba.
encontrarlas con vida. Después de muchos intentos, el
cuerpo sin vida de la niña es localizado por el hechice-
ro rastreador que manifiesta al cacique que ésta se en-
cuentra bien en compañía de la madre cumpliendo con
la voluntad del dragoncillo en la búsqueda del centro
de la tierra, origen de la vida y las cosas, por lo que es
necesario dejarlas en paz, ya que la causa para estar
alli es él.
De esta forma, se divulgó por la región este suceso de-
jando rastro en cada sentimiento, generando romerías
y sacrificios en la laguna por considerar, los morado-
res, que alli vivían madre e hlja y, según la creencia
generalizada, ésta se aparecía en ciertas épocas con el
torso desnudo y una manta colorida de las caderas ha-
cia abajo, con la que cubría a la pequeña, indicando
cuándo iban a suceder hambrunas, guerras, enferme-
dades, crecientes y sequías. Términado su recorrido,
desaparecía en una balsa ornada y de su cuerpo, to-
cado por el sol, salían distintos reflejos de oro y esme-
raldas… Entre tanto, las alma en pena se purifican, los

32 165
materiales preciosos atraen a los creyentes que hacen
ofrendas e invocaciones, los avarientos saquean los
preciosos metales tomando posesión de los montes y
valles.

Trasciende entre piedra y cielo: El cacique Guatavita,


adhiere oro a su piel para las consagraciones a los
dioses, los paseos en balsa y Las zambullidas en la
laguna; envuelto en esmeraldas y piedras preciosas,
va dejando en las aguas, en ceremoniosos rituales, co-
llares, pulseras y vasijas huecas. Lo mismo hacen sus
súbditos.

La noticia vuela, estalla entonces la romería enca-


bezada por Belalcázar en procura de la leyenda. Los
cansados pies de los conquistadores y los hombres am-
biciosos hasta hoy buscan el sueño Dorado.

164 33
Las brujas
“Había allí una docena de brujos que
comían sopa de cerveza, ycada uno
de ellos manejaba el hueso del antebrazo
de un muerto а modo de cuchara”

ALOYSIUS BERTRAND

La arboleda va desapareciendo, apacible, cuando la


noche cae comprimiendo los ojos al vaivén de un timi-
do titilar de estrellas que abren un compás de ilusión a
lo lejos del enrarecido ambiente y despeja el camino en
la maraña profunda de la penumbra que expele vahos
penetrantes, con extraños y descomunales seres cavi-
lantes en las ventanas del tiempo, de rimbombantes es-
pejos imaginarios, que van satanisando el vivo ritual,
mágico, efímero y supersticioso de las brujas.

En el olvido han quedado sus endemoniados orígenes,


multiplicados con los pasatiempos excéntricos de las
feligreses silenciosas y las bandadas de los martes y
los viernes en las colinas más cercanas, para alzar
vuelo, con aletazos de martillo, al caballete de la casa
escogida en la hondura de la noche que afirme el eco
sofocante del ritual lujurioso de las constelaciones
de murciélagos; cuando el viento sacude un pétalo y
el lagrimeo de un capullo de rosa diabólica envuelve
en mantos sangrados а la pesada pisca que descansa

163
Los Ticunas
pueblan la tierra

Solo, en el silencio, desde la creación del mundo,


vivía en las oscuridades del tiempo Yuche, en montes
y montañas donde por guardianes tenía a los pájaros
de coloraciones indefinidas, leones fabulosos y tigres
de ojos radiantes; en los árboles y bejucos tenia las
culebras incisivas, monos ennegrecidos, ardillas vola-
doras y hormigas grisáceas; por ellos se daba cuenta
de los movimientos del mundo en que vivía, del paso de
los días y las noches, del viento que viene y va. Todos
tenían sus guaridas, lechos, querencias y nidos para
multiplicarse, pero, no había un lugar más bello que
el de Yuche hundido entre el verdecer de los montes, la
medusa y el relámpago.

La suya era una pequeña choza rodeada de distintos


brazos fluviales entre el claro de la Selva, bordeada
por playas de arenas acumuladas por la sedimentación
en medio de los resplaîqdores de los vaivenes arborife-
ros. El aroma de troncos selváticos, de lluvias y folla-
jes, hacía un ambiente placentero. Nadie ha visto aquel
lugar, donde esperan estar todos los Ticunas al final de
los tiempos.

35
Monstruo, víctima de la pasión lujurial que desconoce
el juicío a su debido tiempo quiere, con las fuerzas del
rencor, vengar su muerte desenmascarando la menti-
ra, la pasión y el adulterio; con rondas de sufrimientos
voluptuosos acariciados en las miradas propagadas
por el fuego del silencio que arrastra la melancolía im-
precisa, adherida a la herida lujuriosa de talismanes
agüerados a los dientes que aprieta un equilibrista del
vacío, mientras se invocan infinitos ritos de muerte al
son de cantos de cuervos en las conjeturas sombrías
incrustadas en la orfandad de los espectros de muerte,
presagios de vida.

36 161
De la natura brota el arroyo que prolonga sus már-
genes detenidas en el sol, donde va a bañarse un día
Yuche en su cotidiana costumbre. Se mete lento en el
rumor de las aguas hasta quedar semisumergido como
un inmenso pez deslumbrado en el reflejo que copia su
rostro surcado. A1 verse viejo e íngrimo, se deprimió
de tal forma que en silencio ceremonioso se dijo: “¡He
envejecido, estoy viejo y solo! ¡Muero y la tierra flori-
da quedará aún más sola!”. Triste, regresó a la Choza.
El rumor de las aguas, el trepidar de la selva y el canto
furibundo de las aves lo sumían en una profunda y lar-
ga depresión. De camino, percibió un pequeño dolor
en la rodilla, parecido а la picadura de un insecto, no
supo con exactitud qué seria, pero pensó que tal vez
era la pinchadura de una abeja, sintió que un gran
sopor le invadía el cuerpo y decidió acostarse una vez
llegara a la Choza.

Continuó el recorrido con demasiada dificultad, al lle-


gar se recostó y se quedó dormido, profundo e ido, de
tal manera que tuvo un sueño: “soñó que entre más
soñaba más envejecía, poniéndose cada vez más débil,
a tal punto llegó su agónico desvanecimiento que se
veía proyectado en otros cuerpos”.

Al despertar de la profundidad del sueño, al día si-


guiente quiso levantarse pero le fue imposible, estaba
agotado. Confundido, se sobó el cuerpo, se miró y se
palpó la rodilla; sorprendido descubrió que se le había
hinchado y la tenía transparente. Al llegar а esta situa-
ción, siente que algo en su interior se mueve, observa
con detenimiento y ve dos pequeños seres, como niños,
se mueven por lo que permanece fijo e inmóvil hasta

160 37
descubrir, asombrado, la imagen de un hombre y una
mujer. El hombre disparaba un arco y la mujer tejía La Muelona
un chinchorro con paciencia sublime. Ellos continúan
entregados a su oficio, intrigado, Yuche les pregunta:
¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen? ¿Cuándo llega-
ron? ¿Cómo llegaron? Ellos lo miraron silenciosos y
continuaron en su oficio. Al no recibir respuesta algu-
na, él multiplica sus esfuerzos procurando ponerse de
pie, pero, sus fuerzas le fallan y cae al suelo, tendi- Al anochecer aparece esta singular criatura, de es-
do sobre la tierra donde se fija con atención profunda belto traje fiestero e irresistible encanto, con un res-
en lo que va ocurriendo hasta quedar inconsciente. plandory sensualidad que iluminan sufigura de diosa
Al caer, su pierna se revienta, entonces salen de allí de atrayente sonrisa y delicados ademanes que se pa-
los dos pequeños seres que crecen rápido mientras él sea por jardines, carreteras y caminos, donde simula
muere. esperar a alguien о recoger flores para adornar los
rizos que resaltan sus inmensos ojos, ora negros, ora
En seguida, una nube ennegrecída con una cola quе se carmelitas. Su rubia cabellera y radiante cutis le sir-
arrastra por la tierra cubre los cielos dejando solos e ven para ilusionar a los hombres que deambulan soli-
inmersos como flotando en la nada, a los Ticunas que tarios, sumergidos en el devenir.
estuvieron así un largo tiempo, mientras tanto tuvieron
muchos hijos con los que poblaron el mundo. Después Incierta y cautelosa en sus misterios apuesta al azar,
se marcharon en una procesión inmensa porque que- al amor y a los gallos, y se fuga en el tiempo por los
rían conquistar más tierras. campos al llegar la penumbra, buscando los goces de
la vida terrenal; vagando por ríos, quebradas y cami-
Desde entonces los Ticunas buscan el lugar eterno, nos, donde acecha a sus víctimas para dcvorarlas en
oloroso, ardiente y fulgurante perdidos en el tiempo, horrible orgia. Desgarrándoles la garganta, tritura sus
en la nada. cabezas, les hace brotar los ojos, los que semejan dos
enormes bolas de fuego con la lengua pendiendo, tra-
tando de escapar y a la vez volver a su lugar impedida
por los enormes colmillos de la transformada figura,
que sale de repente del cielo, del infierno, con aparien-
cia humana.

38 159
El Sol y la Luna
Mito Ticuna

Al principio, en los origenes de la creación, el sol y


la luna estaban suspendidos en el aire formando una
especie de telaraña en el cielo, oscurecidos por torren-
ciales lluvias. Por eso la primera luna y el primer sol
vivíanjuntos, enroscados y dándose calor, como si fue-
ran amantes, como si fueran hermanos en el palpitar
del mundo, en el nacimiento de los Ticunas.
Sol y luna tenían una relación apacible, maravillosa,
con la que convivían entre los árboles, las estrellas, los
animales y los hombres. Después, mucho tiempo des-
pués, surgió entre los dos el celo, la insidia, la envidia,
azuzados por los hombres malos que los incitaron a
enfrentamientos a través de desafíos e insultos provo-
cadores que les inducían a demostrar quién era más
fuerte y poderoso.

Entonces, al engreído sol se le ocurrió burlarse y tor-


nar del pelo a la luna con un goce desparpajante en el
límite de la ironía, al punto de dejarla estupefacta al
llamarla lámpara sin fuego. Enseguida, cínico e iróni-
co, la desafió en apuesta a ver quién era más fuerte. La
luna inició la apuesta por gabela que le diera el arro-
gante sol; ella se estremeció, formó rayos, centellas,
huracanes y provocó diluviales aguaceros que saca-
ron de cauces a ríos, lagunas y mares que destruyeron
39
Alrededor desborda gracia, fastidia las visitas de no-
vios, enreda los profundos deseos del corazôn y puebla
de pajaritos de oro los sentimientos; para que vaguen
fuegos encontrados por hechiceros odiosos, hasta aho-
garlos con espinas de viento y pesadillas tortuosas de
sonámbulos delirantes en lejanos desiertos de abismos
y olvido que propone, con pelo de fiera tenebrosa y ar-
diente, para devorar a tajos las furias del amor.

40 157
montañas, cultivos, ahogaron animales y desaparecie-
ron poblados. A continuación, el sol resplandecíó con
furia y respondió enviando enrojecidos rayos donde se
hundió el cielo; los ríos, las Lagunas y los mares se
sacaron; los árboles y las plantas producían incontro-
lables incendios, los animales y los hombres morían
insolados, la tierra era un infierno y todo, todo era
desolación, muerte y tristeza, el sol era el señor de la
muerte con interminables hogueras.

Años, años después, la luna se levantó, tornó соraje y


decisión, coqueta y valerosa movió su torso en medio
de la bruma, las empalizadas y los campos desiertos,
seguida por una corte de titilantes estrellas. Silencio-
sa, monta su defensa y dice “hermano sol, altanero,
tenebroso y vengativo, câlmate porque tus formidables
rayos ya han demostrado poderío, eres el más fuerte,
colorado y resplandeciente, avanzas incontenible por
montañas, bosques y tinieblas Sin que se te puedan
dirigir los ojos”. Diciendo esto, la luna se alejó, se
fue, temerosa y aturdida. A pesar de la zozobra, ella
se detuvo en su adolescencia y empezó a resplandecer
casi igual al sol y provocó fuertes vientos que estre-
mecieron caminos, crearon tinieblas, acompañadas de
lluvias torrenciales hasta formar cascadas y lagos que
dieron vida a plantas, animales y al hombre.

Desde entonces, el sol y la luna una y otra vez son


como agua y aceite, por lo que van recorriendo el
mundo en la encrucijada del día y la noche.

156 41
Los duendes

Desde el viento de la sierra, un pájaro agónico


transforma su alarido tembloroso en eco obstinado y
cimbreante, con rumores angustiosos de penurias nos-
tálgicas que atraviesan los atajos de la memoria de
duendes lúgubres y soliloquios monótonos; empotra-
dos en travesuras, sonrisas y cantos desgarrados por
festivas danzas de aire frío sobre noches desbocadas,
con muñecos grises, con gestos grotescos que ator-
mentan а la victima, casi siemprejôuenes enamorados.
Absortos de pasión y ternura, aparecen en fugaces cír-
culos, de incógnito, con la picardía de fantasmas sal-
vajes bajo sombras lunáticas, irradiando el aroma y el
candor que expelen rosas perdidas en las desdeñosas
contradicciones de las cosas.

Sin rumbo, escondidos en imágenes fantasmagóricas


de instantes eternos, presagian perversos augurios,
colgados de recuerdos y maldades concebidos en estre-
chos rincones. Los delirantes duendes, con la mirada
enclavada en el crepúsculo del silencio profundo y la
ansiedad pertinaz, provocan en el alucinado infinitos
delirios, voces, sueños, luces y relámpagos, con la de-
voción postrera del ensifnismado por el deseo. El pose-
sivo duende traidor vuelca sobre el embrujado espejo
sus contradicciones.

155
Niño y trueno
Mito Ticuna

Al comienzo, en los tiempos de la nada, cuando la


tierra no habia tomado forma alguna y predominaba
la lluvia y los truenos, porque había una gran capa
que lo impedia todo, el sol, que se veía más poderoso,
no podía salir, estaba eclipsado, sumido en un largo
silencio, por lo que se creía que se gestaban otros mun-
dos, otras fuerzas capaces de ahuyentar a los truenos,
rayos y lunas que lo tenían castigado.

En la tierra, donde todo estaba bien, vivía el primer


niño, unjoven que nunca dormía, estremecido en las
tinieblas metálicas por truenos y rayos. Las largas no-
ches lo mantenían lúgubre y trastornado, sin embargo,
canta y cuenta a los dioses con hálitos de esperanzas
porque a la distancia, al otro lado del gran rio Amazo-
nas, en las profundidades infinitas, divisaba titilante y
como semiescondida una pequeña luz implacable que
se expandía como un látigo severo por la extensión del
firmamento. Una mañana, una mañana cuando sopla-
ba el viento fuerte ve, lejos, la luz resplandeciente en
la bóveda celeste. Así, empieza un largo camino hacia
ella, cubriéndose de valor en díasvy noches en medio
de empalizadas, vientos y el incesante rugir del trueno
que le perseguía con violentos rayos y centellas que
descargaba para arrasarlo. Tenebroso, con el corazón
43
acongojado y a punto de Claudicar, una noche, una
noche mientras la tierra cny'e como si quisiera reven-
tarse por dentro, mira al cielo y ve dos pequeñas luces
que se acercan a él y en medio de la fatiga se da cuenta
que es una extraña ave. Confundido, se siente envuelto
en medio del misterio de corrientes volcánicas. Estaba
solo, aterrado, con escalofrío. En silencio escuchó una
voz que le decía: “¡No tengas miedo! ¡No temasl”.
“Para llegar al camino señalado no te dejes vencer
por el sueño”, frenético avanza con firmeza en medio Con el paso del tiempo, el caballero del cuchicheo y
de las noches salvajes, los días tormentosos, los true- alma de candela desde el principio de los siglos, con
nos y los rayos agitados y malhechores; “ten fuerza, te imprevisibles transformaciones recorre el mundo a ma-
doy mis cuatro hijos como compañía, ellos te guiarán nera de gigantesca estructura cerebral, infinitos ten-
con sus ojos, te dirán qué debes hacer, porque ya les táculos, nariz de garfios y uñas de fiera; sometiendo a
he instruido sobre el camino a seguir; cuando lleguen sus caprichos a los dóciles, ambiciosos y estrafalarios.
al punto señalado, con una aurora sublime, cada uno
levantará vuelo”. De súbito, el ave voló y se perdió a El caballero del potro de la noche se alimenta con ban-
lo lejos, en medio de una sorprendente tranquilidad quetes de sapos fritos, carne de ahorcados, niños muer-
ritual de voces y mensajes de las alturas. tos bajo su influjo, fieras y pájaros caídos por accidente
о vejez; con su capa extendida sobre la fuerza irresis-
El niño obedeció la poderosa y convincente voz que lo tible del follaje de los bosques perdidos entre el pleni-
impulsa a continuar camino, asediado por poderosas lunio de mandrágoras y el asombro de un arco sideral.
descargas de truenos y rayos que, sin cesar, golpean
cada vez más fuertes alrededor de sus apresurados
pies. Menguado por su desesperado esfuerzo, que-
brantado, el rayo se resigna mientras el niño se apro-
xima al sol.

44 153
152 45
El Mandingas

La sombra se abre azul en la mente, con las contra-


dicciones de los tiempos que propician luces infinitas a
los caminos de los vientos, caídos al paso de soles de
venados, sin conocer las alimañas que se refugian en
sus penumbras. Sobre el potro de la noche va Mandin-
gas а manera de rico hacendado, buen mozo, simpáti-
co y apostador de enormes cantidades en las casas de
juego, donde nunca pierde.
En el silencio, los misteriosos pájaros se fusionaron Siempre de negro, el que lo encuentra se pierde en vi-
con el sol en la escala del manantial para formar la siones asombrosas, desbordado por esbeltas aves ago-
luz solar; luz de arenas, desiertos, la misma que cobija reras que muestran su ambiente diabólico al son de
al inmenso Amazonas provocando lluvias, granizos y macabras danzas; tirando de las colas de las lagartijas
nieve. Después, nacieron las plantas, los animales y de viento, bajo la cúpula nebulosa, enrojecida en la
los hombres, que fueron seguidos de victoriosos cantos manta cálida que pende de los pechos y la espalda con
de sirenas, fríos síderales, calores desérticas y cópulas lentejuelas rítmicas de murciélagos regocijados a lа
silenciosas en las soledades de las noches de trementi- deriva de las estrellas.
na para que la vida se multiplicara en su propia carne.
En noches ardientes de huracanados vientos monta
el jinete de las sombras en su natura de mandingas,
frecuentando mangones, zanjas, cerros y llanos; for-
mando hogueras y enamorandojovencitas que atrae
transfonnéndose en galán, trovador y exquisito caba-
llero que marca sus víctimas rayándolas con el meñi-
que, dibujándoles unpequeño sapo en los ojos con un
efecto de láser о tatuándoles una parte del cuerpo para
etemizar su influencia. Por eso, arroja lenguas de fue-
go, piedras preciosas y bultos repletos de dinero а los
quе pactan con él; eliminando а quienes se le oponen a
pemanecer en los misterios de sus tentaciones.
46 151
La creación
Mito Kogi

Antes de la noción del tiempo, antes, mucho antes


que los espíritus rondaran los suplicantes llamados
para responder los secretos llevados en la expresividad
de sus silencios; antes, cuando sólo había mar y cielo,
la luna y el sol no existían, tampoco el hombre ni los
pájaros, ni peces, ni árboles, sólo había tiniebla, mar
y cielo; el mar era laguna, río y quebrada; las aguas
lo cubrían todo, reinaba el silencio y el caos; enton-
ces, apareció del limbo, de las alturas indomables, con
magnitud impetuosa, la madre del mundo que tuvo por
nombre Gualchováng, principio y fin de la vida y de
los dioses. Diosa, relâmpago, tinieblas, espíritu y alma
que vive en el infinito, es madre, vida y cantos.
Todo a una, devenir omnipotente y sabiduría que rige
los destinos acercándose en el silencio de la tierra, de-
leite y morada, diosa en la manzana de los mortales,
allí, con ellos, alma sonora, raíz de vida, madre purifi-
cada, deidad eterna y silenciosa de la creación de las
tierras y del mundo florido convertido en nueve mun-
dos, formados mientras el sol estaba frente a la luna,
entonces se dio el primer mundo, donde está la madre
agua y la noche y la primera estrella que es hembra,
dadora de vida; estando en la discreta y sabia crea-
ción, la madre se llamaba ahora se-ne-nuláng, también
había un padre llamado Kata-ke-nene-Huláng. Ellos
tuvieron un hijo que se llamó Búnkua-sé, pero aún no
47
tenían carne ni hueso, no eran seres humanos ni cosa
distinta а dioses guardianes, por eso eran aluna, sólo
poder invisible generador de vida, espíritu y pensa-
miento del inframundo. Entonces se formó el segundo
mundo, existió un Padre que era un tigre, un tigre de
alma.
Después estaba el tercer mundo, con hombres y muje-
res pero aún eran proyectos transparentes, sin carnes Entonando viejas canciones de amores perdidos en
ni huesos, parecían fecundizados por espermas tem- laderas con sensibles lamentos, acecha a 1а víctima,
blorosas en las tinieblas nupciales, porque carecían de transformada en poderosa fiera. Amante de la noche,
fuerzas, eran similares a gusanos y lombrices nacidos compañera de búhos y tigres busca en trasnochados
de la madre. cantos los recuerdos de ип атог perdido, con tan-
ta ansiedad y pasiòn que olvida el dolor en las flores
En el cuarto mundo, la madre era Sáyaganeye-yu- del alma, a la espera de la luna con voces de alegría;
máng, poderosa y altíva va trepando por el lecho de mientras se abre en su corazón la funesta desdicha del
la vida para comprobar su obra, con una nueva madre odio al agua en los azules cielos. Vestida de líquenes
llamada Disi-se-yuntaná, cargada de la intensidad de alegra, con sus magras manos, el suplicio de la muerte.
su luz para generar vida venturosa, y había un Pa-
dre, Sai-taná, de allí venían a la tierra, este padre era Reina del desorden y las malquerencias, con asombrosa
el único que sabía cómo serían los humanos, porque capacidad para metamorfosearse de mujer a hombre,
imaginaba que tenían cuerpo, brazos, piernas, cabeza en caminos y parajes; con el furtivo éxtasis de novicia
y alma. enamorada y fantasma engañoso de filosos delirios y
melodiosa voz, devora a los hombres en lo profundo
En el quinto mundo estaba la madre Enkuane-nelméng, de las selvas para castigarles su maléfica devoción por
con los animales, las aguas y demás señales de vida; destruir los bosques, las selvas y los ríos, procurando
se construyeron las primeras casas entre bosques y que sus espíritus den más atención a la memoria de los
manantiales, no de palos y bejucos sino de almas. dioses y los invoquen en los atardeceres de la fe perdi-
Aún no se definía la forma humana porque a los seres da por la insaciable búsqueda de riquezas.
no se les habian formado las orejas, ojos y nariz; sólo
tenían piernas y brazos; mordieron y hablaron un len-
guage rumioso, soleado y brumoso que se interpretaba
sai-sai-sai que quiere decir noche-noche-noche, para
entonces, en la constelación escarlata estaban Keshin-
dúkua, Hoana-se y Hánacu.

48 149
148 49
La Patasola
En la noche sagrada nació el sexto mundo en las al-
turas de los relámpagos. La madre fue Bunkuáne-He-
Huláng y el padre Sai Chaká. La vida tomó forma,
tomó extensión y semilla en los cuerpos enteros con
brazos, cabeza y boca. Germinó, germinó la vida y
nacieron los dueños del mundo entre las zarzas y los
tejones husmeando por doquier. Eran dos : El Bunkua
En las sombrías estancias de la cordillera, bajo el
imponente universo de los enmarañados montes y en
se Azul y El Bunkua-se Negro, que dividen el mundo en el sigiloso dominio de las llanuras habita, como una
dos sistemas, como dos lados del mismo río, corrien- mancha de infmítos colores, La Patasola; misterioso
te equivocada en dos polos: azul y negro, cada uno ser que avanza a veloces saltos sobre su estrafalaria
con nueve Bánkua-Se. Asombroso : los de la izquierda pata de oso о elefante, como alma en pena, persiguien-
eran azules y los de la derecha eran negros. do a los hombres del campo, caminantes y mineros,
que llegan a sus predios; por detestar las peinillas,
Creció el mundo, los pensamientos y las soledades, hachas y herramientas agrícolas. Los aterroriza y se
mientras se formaba el séptimo mundo en la fibra de desdobla en esfuerzo de maldades para dañar plantíos
lá arcilla de la madre Ahunyíka. El cuerpo aún no te- y cultivos, provocando súbitos vendavales en locos ins-
nia sangre, pero ya iba surgiendo de los contomos pal- tantes de delirio, para que no se dé ni una flor sobre los
pitantes y germinantes de las sangrientas venas. Sin fragmentados silencios de la noche.
cesar, nacieron más gusanos en la noche, en el crepús-
culo sin fuerzas. Eran hombres con vida corta y larga Para algunos, es una hermosa princesa de campo que
cargada de espejismo, de todo, de la nada, en una pro- atrae y conduce a los hombres а aventuras y enamo-
cesión temblorosa en el peso de su cruz. ramientos de despechos, dirigiéndolos siempre hacia
La bruma y la oscuridad de los arcabucos, sin mediar
palabras, utilizando sólo ensoñadoras miradas; has-
ta convertirse en espantosa mujer con fuego en los
tornasolados ojos, inmensa boca con dientes fieros
y cabellos largos, rojizos, que le cubren los perlados
huesos del rostro.

50 147
El tiempo enreda torrenciales desfiladeros de amor for-
mando el octavo mundo con la madre Kenyajé y el pa-
dre Ahuina-Katana. De esta forma nacieron los padres
del mundo, dedicados a la germinación de la vida, sin
embargo, todavía las aguas cubrían la tierra y aün no
había amanecido.

De las sombras perdidas surgió el noveno mundo y ha-


bía nueva Bunkua mientras que las aguas fueron to-
mando sus cauces y en la tierra florecida amanecía.
Así, los padres cortaron el palo grande y construyeron
la casa con maderas y bejucos llamada Alnáva.

51
Rememoran los ribereños, que grita y se agita frené-
tica en encantadora letanía atrayendo a los niños en
cautelosa enajenación del misterio de la aurora, donde
prosigue la búsqueda incansable de sus amados con
lamento de paloma herida.

La Madre de Agua va por las riberas y ríos con mensa-


jes de Paz y ternura, contagiando de tormento y dolor
a todos los que logran ver su tierno rostro, sus cabellos
de oro y los inmensos ojos azules, en el espasmo de
las triquiñuelas de las aguas. Bajo las profundidades,
ansiosa se esconde, cuando La desesperación llega al
límite de su alma en pena, y arrasa montes, produce
inundaciones, enloda corrientes con tumefactos restos
de párvulos, raptados en quejumbrosos lamentos ma-
ternos deslizados en el silencio de la noche.

Sobresaltada por la destrucción inmisericorde de bos-


ques y la contaminación de ríos por insaciables hom-
bres de dinero, apacigua los sentimientos en las som-
bras de su espiritualidad.

145
Kimaku
Mito Kogi

Al principio, el primer hombre estaba solo.


Había creado el cielo, la tierra, los mares, el sol y los
animales. Un día, un día soñaba con la noche virtuosa
mezclando los frutos de la vida. El sueño era el engaño
de un espíritu maligno que le decía: “La tierra se abri-
rá y te tragará”. Yde inmediato colocó a una mujer а
su lado.

Kimaku, el primer hombre que fue formado de tierra


por los dioses, se sorprendió y quedó suspendido en
una superficie luminosa, envuelto en el misterio de
aquel episodio, siguiò su camino y la dejó sola.

Después, en el tiempo del día y la noche, fue encon-


trando desfiles de mujeres que se contorneaban por
todas partes, pero él no se interesaba en ellas; sereno
contemplaba la salida del sol y las estrellas en medio
del grito del viento y los rayos iracundos.

De regreso, los ruidos tomaron otros rumbos, pero las


mujeres permanecieron allí transformadas en fieras
devoradoras con ojos fosforescentes, bajo vientos te-
merarios y danzas de juego. Viendo esto, регтапесіó
tranquilo, con la mirada fija en el firmamento dilata-
do en gotas brillantes. Si se hubiera quedado con una
de ellas lo habría devorado, convirtiendo sus restos en
barro húmedo, porque eso era lo que se proponían los
espíritus malvados.
144 53
La madre de agua

A esta diosa de las aguas con cara de niña le lle-


gó, sin cita previa, en el silencio de la noche, la furia
del amor, y le volvió trizas el corazón, al fisgar por
las hendijas de los ventanales al fornido indio, que los
vasallos de su padre apresaron y azotaron ante sus frá-
giles e hipnotizadores ojos azules adornados por fron-
dosa cabellera rubia.

Vigilante de lunas y estrellas, lleva en las arterias el


virus del amor por el nativo amarrado a sus pechos
en lujuriosas oleadas, olas materializadas en el hijo
salido de las entrañas de la pasión.

En tanto, el caudal de la locura desdeña, excita, des-


quicia al padre, violento y bárbaro conquistador, que
arroja al niño a torrentosas aguas y decapita al indi-
gena.

Confusa, loca, busca en el agua al primogénito y al


amado. Ahora vive en el lecho de los ríos, y en las
profimdidades tiene el plenilunio de sus palacios, don-
de desteje sus enmarañadas penas en la camándula del
tiempo.

54 143
Creador y padre del ancho rumor, cantaba y bailaba
por las mañanas y tardes hasta que se encontró con
una mujer hermosa. Él, sonriente, se dirigió a ella, la
galanteó, pero ella no le puso atención. Estaba flecha-
do y no ocultaba el resplandor de sus ojos enamorados.
Por eso se decidió a conquistarla con cantos, rosas,
la exuberancia y la danza de los dioses porque al ver-
la de cerca se dio cuenta que ella era buena. Estando
juntos la hizo su esposa cuando la luna acariciaba a su
raza, soplando vientos de mares sagrados para poblar
la Sierra Nevada

55
Expresa su poderío presentándose como un inmenso
hombre de vivaces y picarescos ojos rojizos, gigantesca
boca con asombrosos dientes desiguales cubiertos en
oro, enorme cabellera rubia y espesa barba.

Cuida las dolientes almas mientras ronronea, al son de


las guitarras, desconocidas canciones al paso de las
acrobáticas sombras de la luna, asomândose con los
relámpagos que Sirven de collar a montes y ciudades.

141
Namaku:
hombre y tigre
Mito Kogi

En la Sierra Nevada, por las noches, hay un hombre


solitario que hace penitencias. El pueblo queda cerca,
todos sus pobladores van escuchando la voz del Mama
que va contando y diciendo lo que se debe hacer en un
mundo de diamantina belleza, donde el cereal no esca-
sea ni las manos se ponen encima de los condenados.
Un día, un pájaro agorero apareció en el poblado y
con su canto mañanero señaló la desgracia. En ade-
lante, todo fue incertidumbre. Por la noche apareció,
como un rayo, Hamaku, raptándose las mujeres; él to-
maba un camino muy quebrado hacia arriba donde se
formaba un rectângulo, y allî desaparecía con la esco-
gida; después no se volvîa a saber nada de ella.

Impotentes, todos desfallecían. Un día, cansado de los


abusos, el pueblo se reunió y le hicieron saber al gran
Mama que no toleraban más plagios, que hiciera algo
para salvarlos de tan feroz enemigo porque los estaba
sumiendo en profundas angustias y tristezas, entre re-
lâmpagos y nieve, pero el Namaku seguía de tigre feroz
atemorizando cada vez más, con arremetidas estreme-
cedoras entre piedra y piedra, desgarrando el alma de
los hombres.

140 57
El Mohán

Para los antepasados fue divinidad acuática y espí-


ritu maléfico con oscura capacidad de daño, poderoso
y feroz. Contrecho, monstruoso, travieso, aventurero,
brujo y parrandero, cubierto de inmenso pelaje, da la
sensación de llevar puesta una enorme cabellera con
la que produce reuerente temor.

Dios de las aguas y libertino desconsiderado, zozo-


brador de embarcaciones, raptor de bogas, redes, car-
nadas y anzuelos; oportunista de los mejores vientos,
conspirador del caos de las aguas para ahuyentar los
peces con mágicas convocatorias de eclipses y tor-
mentas. Cortejador de lavanderas y muchachas, acu-
cioso músico, hipnotizador y embaucador, negra fiera
de ojos centelleantes, traidor y receloso; por lo que su
presencia es Signo de malos presagios manifiestos en
pestes, terremotos e inundaciones.

Colmado de perfeccionesy fuerza, se refugia en su


enorme palacio subterráneo repleto de oro, piedras
preciosas y demás riquezas, que cuida celosamente es-
ponjando sus marchitos cabellos y su boca de gnomo
dentón.

58 139
Hombre de la luna, sigiloso y temerario, con el rumor
de las conjeturas, se deja provocar y como una estam-
pida se abalanza por las sombrîas calles donde una
niña comentaba el cuento de los rezos que le estaban
haciendo. Desconcertados y temerosos los hombres es-
condieron sus ng'eres, observando de lejos qué haría.
De lo alto los pájaros y los animales miraban acucio-
sos lo que iba ocurriendo, asustados, nadie se movía;
todos estaban sigilosos, asomados por puertas y venta-
nas Maltratado en su orgullo se mira y se va con frus-
tración y fatiga a las afueras del pueblo, toma aliento,
se rasca la cabeza temblando de ira, confuso decide
regresar y entonces sufre un trastorno fantástico, cae
sin provocarse ningún daño. Al levantarse, asombra-
dos los pobladores pudieron ver cômo misteriosamente
se había convertido en enorme tigre que va furibundo
a la Sierra; los hombres le persiguen para obtener el
beneficio de la piel y cuando están a punto de cogerle
se convierte nuevamente en Namaku, que busca afano-
so las mujeres. Los hombres huyen despavoridos, pero
cuando está a punto de entrar de nuevo al pueblo se
convierte una vez más en tigre.

El mágico hechicero desterró al embravecido hombre,


por lo que ahora los pobladores pueden tener sus muje-
res seguras, Cuidándose de no meterse en las tierras de
aquel tigre de piel tatuada y ojos fosforescentes.

59
abandona a la noche, a la tormenta, con la avidez del
agua que le golpea sobre la cara y el cuerpo remontan-
do caminos y cañadas; ansiosa y equivocada presume
que la lluvia cesará, conservando un hálito de esperan-
za. Las torrenciales aguas hacen saltar de sus cauces
ríos y quebradas, arrastrando todo y arrebatándole el
hijo de los indefensos brazos, sin dejar rastro ni seña-
les en las confusas sombras, en la inmisericordia de la
tormenta, que la convierten en la Llorona implorante
de campos y ríos, en el silencio húmedo de las flores.

Alma en pena que sale vestida de penumbras y teje una


y otra trama a los hombres en la incertidumbre de tor-
mentosas lluvias, о cuando transitan por parajes, ríos
y quebradas, donde aparece descalza, calavérica, de
larga cabellera negra, con brazos y piernas de huesos
harapientos y ronca voz de sensibles y profundos lla-
mados al hjo perdido en el rumor de la tormenta.

Responsabiliza a los energúmenos hombres de su des-


gracia por provocar guerras y violencias, por ambi-
ciosos, rapaces, egoístas y falsos que, sin la menor in-
mutación, destruyen bosques y laderas, extraviando el
curso de los ríos y quebradas que al salir de sus lechos,
como repentinos rayos, producen mantos de tragedia
en las obscenas pesadillas de la devoción por la glo-
ria y el poder caprichosos, que los induce a abandonar
mujeres e hijos al suplicante sobrevivir, con la mirada
perdida en los pâjaros del tiempo.

137
Seinekan
Mito Arhuaco

Antes de que hubiese días, noches y ríos, en las pro-


fundidades de la penumbra se llevó a cabo un concilio
de dioses. Así comenzó el canto de La vida en medio de
imâgenes resplandecientes. Kaku Serankua creó la tie-
rra. La tierra fértil, frágil y bravia que convirtió, con
rituales de vientos y alegría, en su esposa. En la oscu-
ridad fue extendiendo cuerdas invisibles, como de ma-
rionetas, con las que sostenía el mundo desde distintos
puntos y caminos que conducen al centro de la tierra:
la Sierra Nevada, el inframundo, señor y dueño del co-
razôn de la vida. Todos los espacios los convierte en
morada, porque los hilos son cadenas de los que pende
la vida. Avanzó, retrocedió, penó y creó al hombre, las
aguas que corren por los ríos, los animales que van
por los montes, el sol, la luna, el fuego y todo lo demás.
Kaku Serankua caminó he hizo cuatro movimientos.
Con el primero, trajo la tierra blanca que había al prin-
cipio y se llama Bunekan porque así eran los hombres.
Con el segundo, cuando venían los vientos, movió los
cielos y el sol y formó a Minekan, que es La tierra ama-
rilla con hombres iguales. En el tercero hubo fuego, las
piedras se estremecieron y nació Gunekan, que es la
tierra roja, con los colores y el calor los hombres fue-
ron rojos. En el cuarto, toda la tierra fue negra, porque
una inmensa nube que pasaba oscureció el firmamen-
to, entonces la tierra se llamô Seinekan y los hombres
fueron negros. Las cuatro tierras crearon los colores
de la piel de los hombres que poblaron el universo;
para compensarles la diferenciación, Kaku Serankua,
ordenó crear frutos iguales y necesarios para todos.
136 61
La Llorona

Bella valerosa y pacifica mujer que vivía cerca de la


plaza principal del pueblo, con su esposo, hasta que
pájaros agoreros sobrevolaron la casa con abomina-
bles cantos y liturgias del más allá en el denso follaje
de la noche, anunciando el maldito flagelo de la guerra
y la violenciaporpasiones, creencias e injurias de los
hombres.

En repentinas e inciertas opacidades, con inusitadas


fuerzas, el marido emprende extensos viajes dedicados
a los quehaceres guerreros en el sacrificio voluntario-
so de la pasión, dejándola en la incertidumbre de vi-
dente sin futuro, por lo que el mago corazón le predijo
abandono y soledad, creándole ímperdonables triste-
zas, impotencia; y rabias, que le agrietaron el alma en
el monólogo del yo y la llevaron en desbordada pasión
tras un amor furtivo, perdiendo el juicio del tiempo por
azar, mientras le crecía el vientre desenmascarando la
falsa trama de su hechizado encanto.

En el caos de la guerra, con un cirio en la mano, el


hombre vuelve a casa en la confabulación del silencio,
justo en el momento en que deljardin de las entrañas de
la mujer sale un niño. Enterada del encuentro que se
aproxima, con los dolores de haber dado a luz recien-
con infinitas fuerzas y traumático sollozo. Corre, se

62 135
Cuando el mundo fue creado, los hombres poblaron la
tierra, crearon y soñaron formando otros mundos con
imágenes fantásticas, guerras, desigualdades y ham-
brunas alargadas por los siglos en pesadillas sin fin,
ocultas en la ambición delirante, el rumor de poderes,
vanaglorias, con un dios circulante que cobra con la
came y los huesos de los hombres y Las mujeres en el
infortunio y la desgracia, con llamados a las palomas
en la histeria de bombas y fusiles.

Serenkua creó el mundo con flautas de viento para que


fuera fértil con tierras y semillas, magna de rituales en
el crepúsculo incierto.

63
Bajo su influencia, los montes se cubren en mantos de
fuego, por lo que los temerosos hombres le hacen can-
tos celestiales invocando alfirmamento el alivio de sus
penas.

133
El viento
Mito Guambiano

Al principio sólo estaban el cielo, las estrellas, la


lипa‚ е1 reláтрago y el sol. El viento era apenas una
pesadilla que se ínsinuaba leve. Después, mucho tiem-
po después el viento, al que nadie hasta ahora ha po-
dido mirar, se fue esponjando como un pavo real que
gluturea en celo para resplandecer, porque ya se sentía
fuerte en el alboroto de su artillería arrasadora, ora
en forma de tornado, ora en tempestades resplande-
cientes, frías o calientes va arrastrando el mundo que
encuentra y atraviesa a latigazos ciénagas, ríos, mares
y montes.

El viento, el viento Siempre viene y va triste. Medi-


tabundo, piensa si tuviera compañera o al menos hijos
para encontrarle gozo a la vida, para cantar y bailar,
así lo fue cavilando hasta que encontró a la пиbе gran-
de y hermosa, la enamoró y la conquistó llevándola
siempre consigo. La nube se encogía y se estiraba con
furia e incertidumbre al infinito, a veces sumida en lá-
grimas, con lo que provocaba lluvias, opacaba al sol y
dejaba todo en sombras. El viento transparente Siguió
sus pasos en el estrellado firmamento y La posó, tuvie-
ron muchos hjos que desfilan por el mundo en invierno,
primauera y verano, los que provocan los vientos sua-
ves, el aire, las tempestades, los truenos, borrascas y
las lluvias que llevan por todas partes.

132 65
La Candileja
U na luz fantástica ilumina por enésima vez los ca-
minos de los campos, deslizándose por la piel de los
árboles. Ensimismados en la superficie cósmica, en las
anchas alamedas donde se levantan sierras y colinas
flanqueadas por crestas de cerros, al preludio de la no-
che o en el oscuro caos del amanecer, entre el cielo y la
tierra, como una gigantesca pesadilla, vemos cerca о
en el poniente una fulgurante antorcha que ondea con
tal fuerza que empuja al infinito. Es la Candileja. Para
algunos, alma en pena de una mujer quemada viva con
sus hijos en remotas épocas de violencia; para otros,
el espíritu errante de una extraña anciana, condena-
da apenarpor alcahuetear а sus nietos permitiéndoles
todo tipo de desafueros, al punto de convertirla en el
cuadrúpedo favorito de sus cabalgatas vespertinas;
por eso se le ve al amanecer con el canto de los ga-
llos cuando aparece, según la brújula, en forma de un
inmenso ovni con titilantejuego de luces en la cima de
los montes, cerca a las ceibas о al pie de los cámbulos
en el entorno del silencio, donde se agita sigilosa en
los matorrales y camina silenciosa entre el pasto, bor-
deando los caminos en las marañas del tiempo.
Atrapada en una bola de fuego, le viene la tentación de
buscar riberas о ríos para despojarse del letárgico ex-
ceso de calor y envolventes llamas que la carcomen en
un rito que destruye y revive el ciclo apacible y violen-
to de luces lenticulares, rojizas, con ruidos de tiestos,
mientras persigue borrachos e infieles desolados con
el espeso aire de la condena conminando quisquillosa
y profunda a los complacientes padres.

66 131
El niño serpiente
Mito Guambiano

Aún no sabemos de dónde vinieron. Cuentan que lle-


garon del otro lado del mar, más allá del sol, por lo
que se cree que provienen de la piedra obsidiana de
los inframundos donde está la clave de la vida, de esta
manera se formó un caserio con chozas multicolores
donde vivía una anciana con su hija.

La joven fue creciendo en el fragor de la esperanza


y las sorpresas de la vida, al lado de la madre, mujer
enjuta, de grandes sentimientos y principios morales
pero extremadamente severa en la crianza y en el con-
trol de la joven, por lo que sólo salían en épocas de
fiestas a los dioses, llevando siempre bajo estricto celo
а la runa.

La madre dormía con la niña en una pieza con terraza


y fortalezas, vigilándola de cerca con fieros animales
que señalaban la presencia de quien merodeaba. Nо
1а dejaba sola. Incluso numerosos jóvenes del lugar
la acechaban, pero nunca tenían oportunidad de verla
ni de hablarle, por eso muchos se enojaban, tanto, que
intentaron entrar a la fuerza a la casa donde estaba
la mujer que soñaban, que era alegría y tristeza, mis-
terio y pena. Era bonita, diosa, ensoñación y vida. La
barrera de contención se derrumba, porque la pajarita
enjaulada que tiende su nido, es seducida por unjoven
que tiene la cualidad de convertirse en culebra, gato
67
o ratón y llega а su lecho, asi, surge un amor intenso,
azaroso y erótico que se materializó con su embarazo,
sin embargo, no se sabía quién era el padre o cómo
había concebido aquel ser. El afortunado, era un hÿo
de los dioses.
Erguida, castiga Sin piedad a los que invaden sus te-
Todo era alegria, tristezas e incertidumbre; entre tanto, rrenos o pelean por linderos, а lo's perjuros, peruersos,
el vientre de la joven crecía, después, nueve meses des- vagabundos e infieles, y como grandiosa criatura del
pués, tuvo un hjo que amamantó con dedicación, crió universo cuida los ríos, riberas, valles y lluvias, cas-
y formó con devoción y ejerciendo la misma vigilancia tigando severamente а usurpadores de terrenos, mal-
y control que su madre había tenido sobre ella. Asípa- diciendo con plagas sus ganados, convirtiéndolos en
saban los días y los meses. Cuando el niño ya gateaba, espasmos del tiempo.
un día que tuvo que salir, para no dejarlo solo le pidió
а la madre el cuidado del bebé, no sin antes hacerle re- Con la cabeza cubierta por multitud de hojas que brin-
comendaciones sobre el trato que debería darle: man- can alrededor de sus furiosas uenganzas, los ojos titi-
tenerlo envuelto, vestido y sin dejarlo llorar. lantes de candelazos y los duros gestos de largos hue-
sos alisados, golpea los matorros, tendiendo sobre la
Los dos permanecieron en silencio un buen tiempo, no tierra violentos vendavales, acompañando sus rugidos
había llanto ni sufrimiento, apenas sí se sentía el respi- de truenos y relámpagos, reflejando en los cielos las
rar, algunos leves movimientos en la hamaca y el can- poderosas garras para que los temerosos de su cántico
tar de La aves, hasta que esa tranquilidad fue rota de ímploren al Supremo y busquen en los escapularios y
súbito por el llanto desesperado y angustioso del niño medallas la protección y el conjuro en el rumor de la
que fue cargado por la abuela, arrullado y acostado, noche salpicada de brisas ligeras en los vivos deseos
quedando todo de nuevo en normalidad; de repente se de las ilusiones encantadas entre astros y montes, para
dieron bruscos movimientos, mientras el niño se revol- retenerla en la vaguedad del silencio con el humo de
caba y se transformaba râpidamente en una enorme tabaco, suspendidas pepas de cabalongas en los bolsi-
serpiente que se deslizaba lenta a las profundidades de llos o el repentino bastón de guayacán.
los montes que se abrían a su paso. La abuela levanta
los brazos e implora a los dioses, se mece los cabellos,
llora y gesticula impotente, asombrada por lo sucedi-
do; ahora con la cabeza gacha, aturdida, sólo atina a
preguntar qué pensará y qué será de su hija cuando se
entere de lo ocurrido.

68 129
128 69
La Madremonte
En los hervores de La tarde apareció la madre del niño
y se dirigió rápido a la hamaca donde estaba. Al no
verlo le preguntó a su progenitora, la que le contó, sin
rodeos, lo sucedido, habiendo desaparecido el niño
como poseído por espíritus extraños y fantasmas en lo
profundo del monte convertido en terrible y temerosa
serpiente. Entonces la madre se Sintió venerada y se-
gura, entró en un largo letargo, después caminó sere-
na, con los ojos fijos en el firmamento, mientras de su
Sobre la alborada, las sombras de los tiempos sostie-
nen sus dioses en una larga luz vestida de líquenes, ho-
cuerpo iban brotando gotitas y gotitas como lluvia que jas frescas y un sombrero alón extendido en la soledad
formaron pronto quebradas, ríos y una inmensa laguna de los montes y playas, para que nadie mire las varian-
que lo cubría todo. Había llegado el agua buena, así, tes de su rostro encendido, sonriente, vivido, resbalan-
cada vez que llueve, es porque ella absorbe la laguna do alaridos de tristezas en noches de ternporales.
y después riega los montes, cordilleras y valles, des-
pejando la tierra para que se críen los animales y las Sola, la escuchamos entre los ârboles perderse sigilosa
plantas den fruto. Cuando las tierras estân secas apa- y prematura, condenada a no dejar ver su rostro con la
rece en lo alto de la montaña una gran planta cubierta lumbre.
de un follaje inmenso, llamando la atención de todos
los que la miran y les cortan las hojas, entonces brotan Su cabellera, como rosal, fluye ardiente y radiante en
gotas de sangre; es la madre del niño convertida luego confusos llanos о frecuentadas Laderas donde semeja
en árbol, afirman los guambíanos. Se dice que duerme fantasmas enigmáticos; es espíritu, memoria y pensa-
y sueña poco y que en días muy especiales, al amane- miento en los estremecidos campos enmarañados.
cer, se les puede ver a los dos, madre e hijo, bordeados
de fragmentados rayos, mientras а lo lejos se vislum- Alejada de la civilización, entretenida con el canto de
bra un sol regocijado y caen las aguas de los buenos las aves, imitándolas a veces en las tardes de verano
tiempos para que florezca la tierra. con luna liviana y virgen al lado de su aposento rosa o
amarillo, en ese otro mundo arriba о abajo, detrás de
un peñasco triste en el melodioso templo de descono-
cidos cantores confusos, tras oscuras tempestades se
distrae.

70 127
Creación de
los indios Vaupés

En la contradicción del tiempo, cuando germina-


ban noches y era el día de la nada, sólo había pájaros
cantores, animales juguetones, peces inmensos, ríos
tormentosos, precipicios extensos y pajonales que cu-
brían las piedras gimientes. De lo profundo del cielo
salían lluvias, resplandores y leves quejidos, hasta que
retumbó un ruido profundo y fosforescente, que en su
convulsionado recorrido se estrelló estrepitoso contra
el cielo y lo convirtió en lluvia bermeja y profunda que
quedó flotando en las nubes indefinidas.

Entre el cielo y la tierra aún no se había originado la


vida del hombre, reinaba la tranquilidad de las aguas
de los ríos, los mares y el cielo. De repente retumbó
nuevamente el cielo golpeado por rayos y centellas y la
lluvia que habia flotado en las nubes como en el vacío,
parecida a duende fantástico se precipitó sobre la tie-
rra a borbotones incontrolables y fue tanto su prodigio
y tal su magnitud y fertilidad que de allí surgió el hom-
bre. Entonces habitó la tierra el hombre del Vaupés con
la ayuda de los cielos; desorientado en los misterios
de los vientos, en la conspiraciön de la noche le ronda
71
А Caragabi, le correspondió el reinado del último de
los mundos superiores, que es donde vivimos, rodeados
de plantas y ârboles frutales para darnos vida, recoger
la siembra y criar animales. Luego hizo resplandecer
el cielo, lo tornó côncavo para que reflejara el sol, la
luna, las estrellas y sus otras creaciones, así se dio la
luz del alba y la noche, para que se esparcieran por
todos los cielos, adornaran los jardines, provocando
las alegrías del trabajo y la procreación del hombre al
ponerse el sol. Arriba en el infinité está Nitré y otros
mundos superiores que es donde se da el misterio del
Creador y es donde se le pide cuenta a los difuntos des-
pués de un largo viaje, а la deriva por un túnel desco-
nocido.

Caragabí se volvió sabio y profundizó en conocimien-


tos, y transmitió a los hombres la codicia, los deseos
de grandeza y de ser poderoso por lo que arremetió
contra su padre y el creador Tzazitzetze, al que desafió
y venció en una lucha titánica, así el creador deambuló
sin rumbo hasta perderse en el infinito, desde entonces
anda en nuestro mundo suelto como el viento Antomiá,
que es el demonio, el que entristece las almas y per-
sigue sin piedad a los hombres para llevarlos a una
inmensa hoguera donde brinda en vasijas preciósas la
sangre de los pecadores.

72 125
el temor sin horizonte, busca refugio en las cisternas,
en las cuevas, en las grutas atemorizantes por un sin-
fin parpadeante y brujeril de estrellas que le producen
incertidumbres. No sabe aún Si el día volvera en forma
de fuego y el sol sea devorador y dador de fulgurante
vida, erôtica en los animales y en el.

Cuando el sol apareció de nuevo surgieron los rui-


dos de los pájaros cubiertos de plumas multicolores,
de tigres y de jaguares devoradores, de mariposas ba-
lanceándose en el colorido de las flores y abejas zum-
badoras que esparcen el polen por montes y llanuras;
entonces, entonces el hombre mira e imita los animales
e igual que ellos se alimenta de los frutos, se acaricia
y procrea con gestos vivientes entre las arenas y las
piedras, mezclado en las formalidades del cultivo de la
tierra y la adoraciôn de los dioses.

124 73
Tzazitzetze
y Caragabí

Al рrіпсіріо de la nada, cuando el cielo, la tierra,


el sol, la luna, el viento y las estrellas formaban un
globo inmenso como flotando en sí mismo, no existía
el hombre ni la mujer, tampoco había plantas ni ani-
males, sólo había una masa uniforme en un mundo de
tristezas con vientos y tormentas espantosas en me-
dio de rayos y centellas; entonces del más profundo
inframundo surgió solemne TZAZITZETZE con cara
radiante mirando y haciendo movimientos como una
mariposa recién salida de su crisálida. Se formó así
mismo en el lugar y en el tiempo de la nada, por lo que
se dijo: Soy el ser supremo en adelante TZAZITZETZE
o Dachisese, el que no tiene principio ni fin, que es el
primer y único padre, padre de todos.
Después de su autocreación se fue al cielo donde for-
mó su trono y tomó а su cargo la formación del mundo,
para lo que hizo primero la ceremonia de la saliva con
la que creó a Caragabí, dios de la tierra, para que la
habite, la haga fértil y se alimente de ella junto al hom-
bre; enseguida, hizo distintas ofrendas y formó ocho
mundos más, divididos en cuatro superiores y cuatro
inferiores.

123
El tigre
Leyenda Llanera

En el llano devorador, bajo gigantescas sombras de


árboles, los hombres reposan tensionados por la fatiga
y el frenesí que les produce la cacería del tigre.
El animal infunde respeto sacando ventajas al temor
que se le tiene por su poder de destroncar vacas, ca-
ballos, cerdos y todo lo que se le atraviese. Los prime-
ros tigres fueron mito y leyenda y envejecieron con los
abuelos.

El tigre es receloso y casi nunca deja rasgo de supre-


sencia, por eso debe ser cazado durante la noche, para
lo que hay que hacer intensas caminatas por barrizales
y empalizadas. En el corazón de la selva y en las ori-
llas del río, reina, demarcando territorio, cubriendo de
sangre el hocico y el pasto; devorador y verdugo, la-
brador impredecible, traidorfidminante de los barran-
cos, desde arriba, desde las colinas, los hombres le
admiran atados al temorjunto al mensaje de los dioses.

Transcurrido el tiempo, los hombres creen que el paso


de las estrellas produce borrascas, truenos y rayos, con
quebrantos de salud y aflicción de los espíritus porque
el tigre acecha.

75
golpe acertado caían pedacitos de sol que eran espar-
cidos por los vientos о se los tragaban los rios.
Muchos golpes más recibió el astro rey, pero ninguno
parecía hacerle daño por lo que una enorme desilusión
al cabo de los dias se iba apoderando de Oro, entre
tanto, el viento alejaba rápido las boronitas que se des-
prendían como fuego artificiales con cada uno de los
golpes, los que fueron formando a lo lejos en el infinito
poco a poco la luna, las estrellas y las nubes que son
las que hacen ahora las noches y las lluvias.

Después cesaron los golpes, entonces el sol se reaco-


modó contorneado para dejarle espacio a la luna, las
nubes y las estrellas que salen por el oriente con luces
suaves para alcanzarlas con los ojos, mientras el joven
Oro es ceñido con coronas formadas de pedazos de sol
que titilan como lunas y estrellas.

76 121
Cuando ha pasado la tormenta, cuando los hombres no
sienten ruidos, temores, ni nada sale, ni se mueve en
los caminos y en las orillas de los ríos, sigilosos y velo-
ces como los rayos irrumpen, acechan, capturan y dan
muerte al tigre. El acontecimiento va de boca en boca
hasta que se reúne un sinnúmero de pobladores en tor-
no al cuerpo inerte que va siendo desollado lentamen-
te por los expertos cazadores. A lo lejos, por caminos
desconocidos una luz que se pierde en el infmito desata
un palpitar precipitado en el follaje fosforescente de un
devorador fuego.

120 77
El oro

Al рrіпсіріо, cuando el mundo era extraño, los pri-


meros hombres y mujeres del pacifico vivían confusos,
parecían estar esperando en pena en medio de una
atmósfera tensa, donde todo lo cubria el sol, provo-
cando un calor intenso, de fuego, miedo, angustia y
sufrimiento.

Los hombres y rmg‘eres estaban desesperados, vivian


una pesadilla y no se encontraba una salida, por lo que
se ofrecía a los dioses cantos, rezos, plumas y metales
preciosos. Un día en que el sol estaba muy caluroso,
parecía candela viva, un joven valiente y corajudo pro-
tegido por los dioses determinó acabar con la zozobra
para lo que se armó de su honda y una morralada de
piedras, con la que se fue caminando, caminando, has-
ta encontrar la parte más alta.

El viento fuerte arrastraba lo que encontraba con rá-


fagas impredecibles que formaban espirales hasta el
sol, entonces parecia imposible cualquier cosa, pero el
joven Oro, no se detuvo y llegó a la parte más alta de la
loma, enseguida se preparó y empezó a lanzar piedras
al sol. De repente los lanzamientos cesaban y parecía
que no se podía hacer nada porque a lo sumo por cada

119
Toros

Leyenda Llanera

El toro tiene cachos abultados, filosos y tensos.


Cuando el camino está sombrío, al amanecer, él con-
duce sus hembras por los matorrales, cañaduzales o en
las marañas de la selva donde las vigila y se aparca,
defendiéndolas de los constantes asedios de otros toros
extraviados o solitarios que buscan harén. El macho
corteja insistente, trota y rastrilla el gramado, olfatea
mostrando su esplendor después de haber ganado la
batalla por las hembras, se repone y deja un trance
fustigando enardecido a cualquier intruso en su des-
ventura.

Amo y dueño, se evita nuevos enfientamientos cas-


cando la tierra, golpeando y dejando señales por los
caminos interminables y eróticos en las riberas, a ve-
ces repletas de machos descorazonados que han sido
expulsados en las zarzas salvajes de los borrascosos
combates.

79
Después de un receso entró otro grupo y se bañó pero
la leche ya estaba un poco sucia, como negruzca, de tal
manera que los hombres que salieron ahora eran ama-
rillentos, enseguida surgió una nueva raza, los indios.

Sin embargo, un último grupo del que no se sabe por


qué eran perezosos y tenían una actitud displicente, en-
tró a bañarse con gran alegría de espíritu y holgaza-
nería sin dar mayor importancié al asunto, pero cuan-
do salieron ya estaban negros porque la leche estaba
sucia, sólo la planta de sus manos y pies y sus dientes
quedaron blancos porque no los alcanzó a penetrar.

80 117
Por las tardes, cuando el sol reposa en la llanura, de
repente un intruso llega al rebaño sagrado; violento
y agresivo el padrón sevuelve contra él, lo enfrenta y
persigue en feroz combate sin detenerse escarbando la
tierra y cubriendo los lomos de arena y pasto, entonces,
entonces las frentes chocan y producen un ruido como
de trueno o de tierra que se estremece, a su alrededor
los árboles cimbran y las hembras se paralizan de te-
mor. Cuando uno vence, el otro se va como un espanto
en la tarde tenebrosa y pululante de la tragedia con-
certada. En los ramales, grupos de micos atemorizados
husmeanjunto al nido de la garza de ojos despavoridos.
El toro va ahora moviendo las ancas y la cola, mientras
sacude la cabeza y mueve las orejas haciendo distintos
ademanes que tal vez señalan de nuevo el orden de las
jerarquías.

116 81
El color de
los hombres

Al principio de los siglos [heron creados el cielo, el


sol, la luna, las estrellas, los mares y la tierra.
Antes, mucho antes, todo estaba en tinieblas. Los hom-
bres aún no habían sido creados y la tierra estaba
cubierta de agua, entonces, con la claridad del cielo,
las aguas se retíraron dejando los espacios necesarios
en la superficie para el hombre, para el cultivo de las
plantas y la vida de los animales. Así se pobló la tierra
y el corazón de la montaña, adornada de collares de
rayos, centellas, refrescadas por huracanes y la ale-
gría de montes y valles. Entre tanto, surgió el hombre
del Creador; su creación fue una obra maravillosa,
pero no había mujeres, entonces, en un sueño profun-
do, vieron ng'eres hermosas traídas por extraños seres,
cuando despertaron se alegraron y comprendieron que
poblarían el mundo, sin embargo, estaban confusos
porque no tenían color en su piel y sus ojos no dist-
guían los colores, entonces EWANDAMA, una mujer
que había llegado del más allá, hizo una inmensa lagu-
na de leche donde debían bañarse todos los hombres;
no todos lo hicieron al tiempo, sino que se fueron su-
mergiendo poco a poco, así, los primeros en bañarse
salieron blancos, de ojos azules, verdes y cabello fino
y mono.

115
Dinari y Yacamar

Leyenda de los Llanos

Dinari era la más bella mujer del Amazonas y los


Llanos, con ensortÿados cabellos, piel morena y ojos
inmensos como dos fulgurantes estrellas. Al verla, ya
nadie podía dejar de contemplar el maravilloso ros-
tro, ora divino, ora de luna amorosa. Así, en la flor
de la vida, en la flor del amor, nunca pudo aceptar la
costumbre de su pueblo de mantener encerradas a las
mujeres, por eso se fue a explorar otros mundos. En un
claro de la noche, en medio de la llovizna, se internó
en la selva. Allí un día fue encontrada, suspendida en
el éxtasis prodigioso de su hermosura, por el jefe de los
pájaros yacamares que se había transformado en hom-
bre. Yan pronto se conocieron, surgió una apasionada
relación amorosa que los llevó al matrimonio en des-
bordante erotismo. Pronto se dieron cuenta que iban a
tener hijos, asediados de alegrías y penas en las den-
sas sombras de los árboles. Entonces, pidió vigorosa y
segura a su marido que la convirtiera de nuevo en mu-
jer, porque quería que sus hjos no fuesen polluelos en
la aurora dorada de los amores profundos. Después,
en el año de la bienaventuranzay en la hora en que en
la tierra hay ceremoniales silenciosos, vino el alum-
bramiento con dos hijos. Las vertientes y los ríos fulgu-
rantes diseminan alegría en todos los corazones. Los
83
Lo cierto del caso es que, pese а los comentarios, sur-
gen las dudas de Si es cierto о по que hay una lloro-
na suelta que se pasea de arriba abajo de la calle del
burrito а la del colegio y de ésta por La perla hasta
llegar al puerto, lanzando quejidos en zigzaguear de
sombras bajo el cielo estrellado; y palpitante como una
loca, con un tabaco encendido en la boca, azotada en
parpadeos intensos por encontrados sentimientos, así
camina, arrastra sus pies, paseándose por La ribera
hasta perderse en la frescura del amanecer, mientras
aclama Ayyyy... Ayyyy... Mi madre. Ayyy, Ayyyy mi vida.
Desde entonces, el asunto se convirtió en historia,
mito, leyenda y canto; por lo que al llegar la noche se
tiene cuidado de rezarle а las ânimas en pena para que
no recorran las calles envueltas en lamentos espantan-
do a la gente ni caminan en Silencio solitario con di-
rección al río, iluminado por estrellas reflejadas en las
aguas con el eco escalofriante del quejido doloroso en
tinieblas, hasta escuchar al amanecer el llanto de la
Llorona Loca, de la que afirman fue una mujer de gran
belleza, de piel morena, ojos negrosy cabellos rizados
quepaseaba su tormento provocado por la pérdida de
su único hjo raptado por su compadre una noche de
verano.

Ahora reconocemos la presencia de la Llorona Loca


que sale sigilosa como un sabueso de media noche,
mientras se entona en los jolgorios su historia; En
una calle de îlämalameque dicen que sale una Llorona
Loca, en una calle de Yamalameque dicen que sale una
Llorona Loca, que brinca por aquí, que salta por allá
con un tabaco prendido en la boca”.

84 113
yacamares tenían asignadas tierras donde hacían sus
moradas en los árboles con frutos, allí debían fecun-
darse y multiplicarse, pero, como el yacamar se trans-
formaba en hombre, iba a visitarla. Después, cuando
los hijos crecieron salieron de caza, buscaron en los
montes los pájaros, cuando encontraron un grupo de
ellos los mataron con sus cerbatanas, mucho de estos
quedaron atrapados en las ramas de los árboles. Cuan-
do volvieron donde la madre, por la tarde, ella se dio
cuenta que habían dado muerte al Yacamar padre. Len-
ta y silenciosa entra en profunda depresión, escarba en
la tierra y mira al infinito, mientras corta pedacitos da
pasto que refriega en sus dedos, enfurecida y frustrada,
hasta comprender en el corazón de la noche que los
hjos eran inocentes.

112 85
La llorona loca

Afuera la noche pasa con brisa fresca. Ante un re-


pentino y doloroso llanto que se escucha a lo lejos, cer-
ca, más cercano uno se despierta desconcertado, intri-
gado y temeroso. Es un grito claro Ayyyy... Ayyyy... mi
madre. Enseguida todo queda en silencio. Eso ocurre
de vez en cuando pero no todo el mundo lo oye.

Los nocheros se confunden con los lamentos, entran


en crisis, no atinan ni siquiera а mirarse unos a otros,
solos, se recuestan entre Sí, como protegiéndose y titi-
ritando de miedo. Ahora sólo existe silencio profundo
entre ellos con los ojos desorbitados, el corazón acele-
rado y la borrachera ida. Las mujeres están petrifica-
das porque reconocen la presencia de la Llorona como
un ladrón de las noches de pasión, goce y lujuria. Sien-
ten rápidos y leves movimientos pero nunca se ve nada
en dirección del intruso que se pasea igual a un fan-
tasma con el grito lastimero que se repite al principio
con agudos alaridos Ayyyy, seguido por uno más fuerte
Ayyy... Mi madre, hasta perderse a lo lejos.

En los corrillos que se forman al día siguiente, muchos


dicen no creer en nada, otros, que son asuntos de bo-
rracheras o simples pesadillas e incluso sonambulismo
de algunas que empiezan а enloquecer de hambre, ne-
cesidades y penas.

111
beza ligeramente, enseguida los hombres se lanzaron
a las aguas desde donde vieron perder de sus ojos los
brazos, pechos y sensuales ojos de lajoven sirena. Yuruparí
Desde entonces y sin mayores preámbulos, cada año,
igual a un rito, el señor Hurtado mandó а се1еbrаr una
misa en aquel lugar, solamente interrumpida el día en Mito Guambiano
que un sacerdote falló a la cita.

Lo que nunca miraron, lo que nunca se sospechó, es


que durante la procesiôn de Jesús de Nazareno, el Valle
El sol viene de las alturas, estrella contra el viento
sus rayos, golpea las nubes y carga la tierra de los
de Upar fuera sorprendido con un maravilloso canto
mejores frutos. Entonces, se enamora de La más bella
en la voz de Rosario, acompañado de una corte frenéti-
mujer, Seucy a la que induce a comer la manzana pro-
ca de aves. No obstante, una maldición de enardecidos
hibida el pihycán. De lejos, muy lejos en las montañas
hizo que la sirena buscara y se fuera a los mares, de-
rocosas, pájaros cantores anuncian la buena nueva. El
jando sus recuerdos en los pozos de Hurtado.
sol está resplandeciente, gira, tiene fuerzas y canta al
Así se creó la sirena, asi se hizo leyenda.
amanecer.

Seucy está embarazada y se encuentra sola. La mater-


nidad, la larga noche y el día bajo tormentas misterio-
sas, la llenan de coraje para ocultar en las enramadas
de inmensos árboles a su hijo, al que ua a amamantar
a diario acosada por ráfagas de vientos que taladran
su alma.

El alma le fue rasgada cuando el hijo le fue arreba-


tado por los sabios Payés, para enseñarle preceptos
morales, políticos y sociales para que de regreso a su
pueblo empréndiera la misión de dios civilizador, por
lo que recibió amuletos e insignias de mando junto con
la piedra sagrada, Nanacy, de parte de la luna.

110 87
vez las esperanzas se frustraban. Ya no se coordinaba,
ya no había pensamiento, pero continuaba la persis-
tencia por superar el dificil momento, por eso, de re-
pente hacia las cinco de la tarde los distintos grupos
se encontraron, enseguida se desprendiô un torrencial
aguacero, caía tanta agua que parecía que todas las
lluvias del mundo se hubieran puesto de acuerdo para
juntarse en los cielos de Valledupar y caer de manera
borrascosa rayos, centellas y tempestades espantosas
que suspendían La respiración. De repente, en medio
de la lluvia, unos quejidos lentos, profundos, por mo-
mentos vivaces llevaron al señor Hurtado a reconocer
а su hija. Pasada la tormenta, los hombres alistaron
mechones y linternas, ordenaron a los mejores nadado-
res para buscar en el pozo pero no se logró nada, sólo
se escuchaban los quejidos de Rosario. Al día siguien-
te, en medio de una romería de tristezas, los hombres
salieron en busca de Rosario, silenciosos, mirando por
todos los lugares hasta encontrar grabado en una roca
restos: la jabonera, el peine y señales de su cuerpo; las
ilusiones se iban perdiendo en las contradicciones de
los sucesos mientras los hombres, agitados, resoplaban
sin saber qué hacer, pues aún no se conocía el destino
de la hermosa y extraña mujer, agotados, en medio de
la incertidumbre suspendieron la misión.

Tres días después, algunos pescadores vieron a lo lejos


sobre una peña a una hermosa mujer pero no podían
definir con exactitud de quién se trataba porque era
perfecta en belleza, resueltos a saber de quién se tra-
taba, se fueron acercando Sigilosamente hasta descu-
brir a Rosario, por lo que decidieron rápidamente ir a
rescatarla, pero, tan pronto llevaron a cabo su intento,
ésta se sumergió en el río, al momento, asomaba su ca-

88 109
verdaderos engolosinamientos; deseos de los ojos, las
bocas vueltas agua, que unos rezos sin cesar obligan a
esperar para su degustación hasta el domingo de re-
surrección, cantando el Ave María, rezando el Padre
Nuestro; golpeando el pecho con el Yo Pecador... Yuruparí, agradeció yprometió cumplir conjusticiapa-
ra lo que volvió fértiles a hombres y mujeres y les orga-
Pero un día la bien delineada mujer, la de las curvas nizó sus obligaciones y deberes en el mundo. Las mu-
perfectas y el rostro de virgen, la doncella favorita de jeres tenían vedado conocer los rituales ceremoniosos.
la comarca, sobrepuso su soberbia а la fe con la fuerza Curiosas, desobedecieron al moverse en sombras para
de un huracán, por lo mismo, no le importó que fue- fisgonear. Desbordado por la furia, las convirtió en
ra jueves Santo. Su cabeza y su alma ardían ofendidas piedra cósmica, incluso a su propia madre. Después
porque había visto en la procesión de la Virgen del Ro- mira a su alrededor y se da cuenta que está solo en
sario a bellas mujeres con hermosos vestidos, entoncas los bosques y en el mundo por haber impartido el cas-
con envidia, como un perro furioso refunfuñaba, hasta tigo a los hombres. Frenético, invoca a los dioses en
que de manera metódica y parsimoniosa igual a ипа las alturas de las montañas, elevando plegarias. Entre
gata consentida con la impotencia del regaño en el te- tanto, los hombres lo siguen de cerca, sigilosos y en las
jado, caminó al río, entre el sigilo y la desconfianza. profundidades de la noche lo matan, ensangrentándolo
todo, por lo que deciden incinerarlo con hojas de Ingá.
Pasado un rato, sus padres la echaron de menos, en- Con ello destruyeron el orden, la fertilidad y desobe-
tonces la buscaron en la casa, en los alrededores, en decieron a los dioses, los que convirtieron sus cenizas
todas partes con ansiedad y desesperación, pero todo en Pachuba para que los humanos hicieran con ella la
fue inútil, había desaparecido Sin saberse por qué, flauta de los tiempos de donde sale la voz de Yuruparí.
dejando confundidos а todos, además, nadie hubiera
sospechado mientras caminaba al río que hubiera to- Un rumor hundido hay en el escalofrío secréto de la
mado la determinación de ir a bañarse, hasta que una noche, cercano a La cordillera adonde regresa Yuru-
anciana vecina contó a sus afligidos padres que la ha- parí y organiza a hombres y mujeres para ordenar de
bía visto pasar para el río. Entonces, el desesperado nuevo al mundo en el reino de los bosques con frenético
padre formó comisiones del vecindario para encon- canto de aves en el más confuso suceso en medio de
trarla, ahora no había más alternativa, pensaba para una sonrisa entre la luz y el azul del cielo. Yuruparí, se
sí mismo el atribulado hombre mientras los vecinos convierte ahora en mata de yuca brava para que brote
hacían conjeturas rastreando los distintos rincones del la chicha de su sangre lechosa.
paraje, agarrados a la fe de encontrarla en los Pozos
del Monito, los Caballos о el de Hurtado, sin embargo
y a pesar de mirar con detenimiento en las boyas cada

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nombre de la patrona de Valledupar: Rosario, espejo
de las alegrías, virgen de la devoción, princesa de los
milagros. La traviesa niña, en las navidades, engaña- El hombre caimán
ba a sus padres haciéndoles creer que estaba dormida
al momento de éstos entregarle los regalos, igualmente
Leyenda de El Plato
se ocultaba tras las puertas a fisgonear a su madre en
su arreglo íntimo y después a escondidas, entraba a
su cuarto e imitaba lo que ésta había hecho, incluso Las mujeres van a las orillas del río a lavar la ropa,
los modales frente al espejo, con el uso del pintalabios. sus vestidos mojados son transparentes, sus pies están
De esta forma creció con carácter fuerte e irritable, hundidos en las aguas, mientras golpean con sus ma-
queriendo ser doncella pronto, por lo mismo, siempre nos las piedras obsidianas cubiertas porjabón de la tie-
estaba íntranquila, agobiada, pensando que debía ser rra, que va dejando un rastro espumoso como si fuera
la mujer más linda vista por los hombres, vestida de baba de sapos. El sol va engarruñando la piel morena,
sedas rojas en las mañanas y de blanco en las noches, mientras ellas fuman el tabaco y los niños chapalean
para ser la atracción de los caballeros y la envidia de en medio de tonadas lejanas.
las damas.
Por la atmósfera sosegada se expanden los cantos y la-
En la ciudad, igual que en toda la región y el país, la mentos profundos de los pájaros agoreros que van ras-
gente recatada no trabaja, hace poco ruido, deja la guñando el agua. Los hombres ennegrecidos y tozudos
búsqueda de los placeres mundanos en arrepentimiento las observan con pasos lentos hasta perderse, a lo lejos,
y procura del reino de Dios, los dias anteriores a Sema- sin sospechar peligros, cuando el rio va cambiando su
na Santa, los dedican al almacenamiento de alimentos, canto según la fuerza de las aguas. Cerca, un hombre
arreglo de la ropa, abandonando distintos quehaceres; fornido y bien presentado se ha quedado en solapada
incluso los árboles se tornan serenos, las lluvias cesan, actitud, primero caminó lento, balanceándose entre las
parece que por una semana el mundo cambiara y se piedras, luego extiende los brazos y comienza a nadar,
tiene la impresión que en adelante todo será distinto, con los qjos enclavados en la otra orilla aguantando la
incluso la voz y los actos de la gente son más suaves respiración, hacia la mitad de las aguas, donde flotan
y ceremoniosos, entonces, casi todo es de una tran- trozos de árboles. De repente surge un enorme caimán,
quilidad ociosa en donde Las crisis espirituales de los lo atrapa еп sus mandíbulas y lo lleva al fondo del
arrepentidos llega a su climax el Viernes Santo con la río, río y arena, arena y selva, hasta que las fuerzas lo
laceración de los fanáticos temerosos, que para enton- abandonan sin dejar huellas ni rastro; entre tanto, las
ces han ayunado toda la semana, incluso noprueban mujeres gritan y los hombres miran impávidos desde
si quiera los dulces y manjares de toronja, anís, maíz los barrancos. Las aguas siguen su curso.
con queso, envueltos, suspiros y otros que provocan

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La sirena de
Hurtado
Relato de María Antonia Flórez

Descendiente de los primeros colonos, de los que


vinieron en navíos por puertos y que caminaron por
montes y riberas hasta instalarse en el Valle de Upar,
es el señor Hurtado, un hombre fornido, de abundante
barba, cabello crespo y de ojos negros, de un negro
azabache quien siempre anda a caballo detrás de to-
das las mujeres, galanteándolas entre suspiros y pa-
rrandas, por lo que se convirtió en el gavilán temido
de las madres y la adoración de las muchachas; en su
época más brillante era el dueño de todas las tierras
que de lejos cuando uno levanta los ojos sobre las nu-
bes cubren el inmenso recorrido del río Guatapurí. Por
las barrancas del río, se abren los caminos que dejan
cuando van а los tomaderos, sus arreas de ganado, ca-
ballos, burros, cabras, cerdos y los demás animales,
incluidos los pájaros del cielo que también eran suyos,
por eso alegran con sus cantos los corazones cubiertos
por mosaicos de plantaciones, desde el amanecer has-
ta bien entrada la noche.

Todo el campo está adornado por la flor más hermosa


y de mayor aprecio del señor Hurtado, su hija, que fue
dada a luz con los colores verdes y amarillos que bor-
dean la piedra obsidiana, por eso, la bautizaron con el

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Con los ojos puestos en el río, los hombres y las muje-
res buscan, de remanso en remanso, aguas abajo, sin
encontrar rastro de nada, tal vez el animal lo devoró
todo. Una noche, cerca de la orilla donde se escucha-
ban los pasos y quejidos de un alma en pena, como
si alguien vivo estuviera alli, los pescadores, atónitos,
presenciaron, en medio de una atmósfera especial, una
extraña sombra de una dimensión excepcional y rara;
se trataba de un inmenso caimán con cara de hombre
que ondulaba, candoroso, mostrando sus doradas es-
camas y su poderosa cola, procurando cubrir la ca-
beza; sin duda se trataba del sujeto que había sido
arrastrado aquella tarde, lo que atemorizó mucho а los
moradores.

Todo se había vuelto peligroso, era distinto a otros


tiempos, ya no se quería ir al río, pero la gente no
tenía alternativa; se oían voces de prevención, se re-
comendaban medidas precautelativas; de cualquier
manera existía allí la necesidad de ir a sus aguas a
cumplir con distintos oficios. La orilla, como de cos-
tumbre, estaba llena de lavanderas semiparalizadas de
temor, de repente, de las profundidades del agua sur-
gía el animal-hombre, tal vez en procura de compañía
para mitigar penas a la vuelta del río donde los peces,
atemorizados, lo habian dejado solo. Sin embargo, le
seguimos viendo, asomándose en pena con los ojos bri-
llantes en el esplendor de las lluvias, incansable, mien-
tras los hombres pretenden amarrarle fuerte en las
empedradas riberas. El caimán atraviesa ahora el río
con su cabeza de hombre y cola plateada, al rumor de
volcánicas aguas, con tonadas de lavanderas en medio
del humo del tabaco.

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Después de los siglos de los siglos llegaron unos con-
quistadores con sus credos, guerras, dioses, violencia
y el alma en pena, que va dejando rastros por el nuevo
mundo; por la Costa, por Antioquia, donde sus pobla-
dores creen en sus apariciones y le dicen a la gente
cuando no tienen tranquilidad que se parecen al judío
errante; el mismo que paraliza con su mirada y deja sin
sentido a quien lo ve porque lo recuerda como un ser
descomunal con un tabaco encendido en la boca y los
ojos parecidos а dos inmensas llamaradas.

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Origen de las lluvias
Mito Huitodo

Al principio, el sol reinaba; la luna, las estrellas y


los rayos aclaraban la noche. El sol cargaba con el
mundo porque todo dependía de su voluntad, debajo
de los árboles, los hombres y los animales soportaban
sus inclementes embestidas. Todo era calor, el tigre y
el jaguar no cesaban en busca de refugio; los pájaros
acesantes agonizaban con los ojos cerrados en medio
del fuego devorador. Ea tal la sequía que producía el
sol que la tierra, en el fondo de su resquebrajada su-
perficie, se volvió fosforescente, sólo quedaban pozos
encharcados, asediados por todos los seres vivientes.
Una mañana tensa, cuando ya no se podía aguantar ni
esperar más, Bigidima, el único poblador que quedaba
por voluntad de los dioses, se fue а sacar agua de la
charca para su uso y para regar su plantío de fruta-
les, yuca, maîz y chontaduro. Del fondo del magna de
agua, como un trueno, salta un inmenso pez, las ondas
forman círculos palpitantes, rumorosos, que provocan
la ira, el temory la angustia de Bigidima, quien se lan-
za furioso con su ancla. Perseguido, el pez fue herido
en el cuello, se sobrepuso, abrió sus enormes ojos y se
contorneö resoplando fuerte, muy fuerte, oscureciendo
los cielos y provocando nubarrones ennegrecidos. En-
seguida el agua fue diseminada por torrenciales agua-
ceros. Llovió tanto, tanto, que toda la tierra se anegó.
Después escampó y surgió la flor, los montes se dise-
minaron, los loros formaron nuevos tropeles y los ríos,
quebradas y manantiales tomaron su curso.

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El judío errante

Al principio, cuando los hombres vivían en la os-


curidad, el caos, y las tinieblas por su incredulidad,
un hombre, un hombrejudío al que la historia conoce
como Samuel de Meliveo, cuando Jesús de Nazaret,
cargaba la cruz camino del Calvario, quiso sentarse
y descansar, cuando fue observado por Samuel que le
gritó: “Anda”, “Anda”, a lo (ще el Maestro le respon-
dió: “Anda tú, anda hasta que vuelva, hasta el fin de
los tiempos”.

Desde entonces, el alma en pena de este hombre vaga


por el mundo, por eso se le encuentra por todas par-
tes y a veces se le ve su enorme rostro de ojos inmen-
sos que denotan cansancio y fatiga. Nunca ha logrado
asentamiento porque cuando intenta reposar en algún
lugar, su cuerpo le hormiguea, un gran cosquilleo le
invade y sus pies parecen que estuvieran bajo enormes
brasas de carbón.

Por eso el judío errante anda por campos, veredas y


ciudades sin parar, ni comer, ni beber, ni morir por lo
que va vagabundeando por el mundo a hurtadillas de-
jando en quienes tienen la desdicha de encontrárselo
fatales recuerdos de su tenebrosa mirada.

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Ahora, el delfín rosado anuncia, con su presencia, la
llegada de las lluvias para que germine por las noches
la vida sagrada en forma de plantas, animales y en la
ternura del hombre y la mujer quienes aprouechan el
relámpago y el frío para acariciarse y prolongar la es-
pecie.

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Nacuco
Mito Pijao

Nacuco vino de lo alto, de la cima del fulgurante


nevado del Ruiz, antes que el mundo fuera poblado de
hombres y mujeres.

Luego se orientó según los vientos y entró en profun-


da meditación, iluminado por reflejos de divinidades,
porque Locomboo ya había creado los ríos, el sol y la
luna.

Entonces, Macuco encontró la forma de crear al hom-


bre. Amasó el barro al que puso las cenizas volcánicas
con la ayuda de la lluvia y los vientos huracanados
salidos del nevado, así nació el primer hombre y la
mujer. Él les dio todo: cuerpo y voz, y fueron enviados
a engendrar mucha gente para poblar el mundo. Des-
pués invocaron a los dioses cuando se dieron cuenta
que en días despejados en las alturas del nevado se
reflejaba la imagen de Macuco y Locomboo, las deida-
des creadoras.

En los temores de rayos y truenos los hombres, ahora


creen que los dioses creadores están hechos de рajа
menuda para mantenerse suspendidos en las alturas
como la luna y las estrellas en las profundidades de
las nubes.

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