Tierra Fértil

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Tierra fértil

Génesis 21 y Mateo 13
“Y Sara concibió y dio a luz un hijo a Abraham en su vejez, en el tiempo
señalado que Dios le había dicho… Y dijo Sara: Dios me ha hecho reír;
cualquiera que lo oiga se reirá conmigo. Y añadió: ¿Quién le hubiera dicho a
Abraham que Sara amamantaría hijos? Pues bien, le he dado a luz un hijo en
su vejez”, Génesis 21:2, 6-7
La principal diferencia entre un suelo fértil y un suelo estéril es el contenido
de materia orgánica. La materia orgánica contiene la mayoría de los
elementos nutritivos que las plantas necesitan para su desarrollo.
¿Sabes lo que significa Isaac? Aunque no lo creas significa “Risa”. Sara se río
para sí cuando escuchó de Dios la promesa de un hijo a Abraham. Sin embargo,
tenía sobradas razones para pensar así. Ahora las cosas han cambiado. Es feliz
porque se concretó el anuncio de Dios, ella era por fin Tierra Fértil. Y el anciano
Abraham no se queda atrás en su alegría.
- Detrás y muy lejos quedaban las noches de nostalgia y los apremios en su
corazón por no dudar de la promesa de Dios.
- El Señor fue fiel para con Abraham y le concedió lo que él nunca
siquiera hubiera podido imaginar como una realidad.
- ¿Qué nos hace tierra fértil? Así como el agua puede volver el más
inclemente desierto en un precioso valle, así la Palabra de Dios es el medio
indicado para fructificar nuestros corazones agotados e improductivos y
convertirlos en fecundos lugares en donde el Poder de Dios se manifieste.
Entonces el SEÑOR visitó a Sara como había dicho, e hizo el SEÑOR por Sara
como había prometido” (Gn.21:1).
- Dios habló y Abraham y Sara estuvieron atentos a escuchar.
- Pero lo fundamental es que supieron escuchar la voz del Señor.
- Niveles de autismo (Problemas auditivos)
¿Cuántos de nosotros sufrimos de incapacidad para oír a Dios? Abraham
y Sara tenían una bendita virtud: oían con ambos oídos. Esa es la base de la
fertilidad espiritual.
- El Señor Jesucristo estableció cuatro tipos de terrenos y su capacidad de
retención de la Palabra de Dios en su magistral Parábola del Sembrador. El
Señor habla y lanza su semilla (la Palabra de Dios) al voleo.
- El terreno Falta de Comprensión: “y al sembrar, parte de la semilla
cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron… A todo el
que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y
arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se
sembró la semilla junto al camino” (Mt.13.4,19). Es tierra endurecida
porque se ha convertido en tierra de paso: todo pasa por ella pero nada es
capaz de quedar. Nunca se ha dispuesto para fructificar, solo tiene
curiosidad pero no entendimiento. ¿Por qué no entiende? Porque es un
corazón espiritualmente encostrado, irreflexivo, voluble. Como la tierra
muerta delgada y polvorienta del camino, que hace que aun el agua pase
por encima sin siquiera poder penetrarla con su vida. La semilla queda tan
a la vista que sin ningún dolor son escamoteadas por las aves. Hoy fue la
Palabra de Dios y mañana será otra cosa.
- El terreno Falta de Profundidad: “Otra parte cayó en pedregales donde
no tenía mucha tierra; y enseguida brotó porque no tenía profundidad
de tierra… Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, éste
es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo; pero no tiene
raíz profunda en sí mismo, sino que sólo es temporal, y cuando por
causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida
tropieza y cae” (Mt.13:5,20-21). Es un terreno que aparenta fertilidad, pero
solo hay una pequeña capa de tierra útil, aparentemente lista, pero por
debajo está llena de escombros y piedras, que generan un pequeño efecto
de invernadero. Personas que llegan a Cristo por sus problemas.
- El terreno Falta de Equilibrio: “Otra parte cayó entre espinos; y los
espinos crecieron y la ahogaron… Y aquel en quien se sembró la
semilla entre espinos, éste es el que oye la palabra, mas las
preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y se queda sin fruto” (Mt.13.7,22). Es un terreno lleno de otras
semillas. Un suelo sucio es una amenaza seria para el crecimiento de
cualquier planta deseable (no así para la mala hierba).
Ante el descuido de la diversidad de las semillas, muere la planta o se
vuelve infructuosa. ¿Cómo interpretamos las otras semillas? Son otras
filosofías, intereses, perspectivas y prioridades de la vida. Estos espinos
crecidos son los afanes de este sistema de vida que hacen que vivan con
un apetito insaciable y vehemente por tener lo que la sociedad vende como
felicidad. Viven perturbados por estos espinos que son las permanentes
aprensiones por ser como “todos deben ser”.
- El terreno Receptivo: ” Y otra parte cayó en tierra buena y dio fruto,
algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta…
Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, éste es el
que oye la palabra y la entiende, éste sí da fruto y produce, uno a
ciento, otro a sesenta y otro a treinta” (Mt.13.8,23). ¿Cuál es la
característica fundamental de este tipo de tierra? Simplemente, es tierra
preparada para recibir semillas. “Oye y entiende” son las palabras claves.
Bueno, pero todos oímos la palabra podrían decir. Sí, pero si separamos las
palabras “oír”, “entender” y “fruto”, nos aproximaremos a su profundo
significado. Oír tiene que ver con la disposición para estar atento a lo que
Dios dice. La atención es lo que hace que sepamos de qué se está
hablando. El siguiente paso es “entender”.
La “fructificación” tiene que ver con la asimilación y la permanencia de la Palabra
de Dios en mi vida.
El resultado: fruto abundante. Hacer de nuestro corazón tierra fértil es un proceso
tan arduo como preparar la tierra para recibir la semilla. Mientras sigamos siendo
volubles, inestables y vacilantes, la Palabra de Dios se la seguirá llevando el
viento. Mientras queramos que la Palabra de Dios solo toque nuestra superficie
pero no nuestros verdaderos problemas, seguiremos viviendo de chispazos de
bendición que pronto se esfumarán en el olvido. Mientras sigamos manteniendo
en nuestra vida códigos de comportamiento CONTRADICTORIOS y vivamos
alienados por las circunstancias, solo la disolución y el aturdimiento serán los
frutos que salgan de nuestra tierra. ¿Cuáles son los frutos de la Palabra de Dios
en tu vida? ¿Qué clase de terreno estoy siendo para el Señor? Jesucristo termina
su parábola con las siguientes palabras: “El que tiene oídos, que oiga” (Mt.13.9).

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