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Virginia Woolf

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UN MUNDOSIN ORILLAS

LA LONDRES DE VIRGINIA WOOLF


ondres es una de las ciudades más emblemáticas, comple-
jas y fascinantes del mundo; depositaria de toda una litera-
tura, una cinematografía y una tradición en sus leyendas.
de contrastes, con un sector muy tradicional, en el que con-
Lugar
erigidos hace siglos con la ultramodernidad de
ó-en monumentos
arquitectónicos, y sus bajos fondos, con sus
los últimos diseños
tradicionesde asesinos —como Jack el Destripador—, y también,
Hoy es
por supuesto, con el glamour de las historias románticas.
centrales del turismo europeo.
uno de los destinos
Aquí, a comienzos del siglo pasado, creció, se educó y vivió
las es-
una de las mujeres más singulares de la historia y una de
critorasmás importantes de su época, creo yo de todo el mundo:
VirginiaWoolf.

Momentosde vida

Adeline Virginia Stephen nació el 25 de enero de 1882. Sus an-


eran campesinos escoceses y aristócratas franceses. Fue
la tercera hija de Leslie Stephen, compilador de biografías de Jo-
nathanSwift, de Paul Johnson y de Thomas Hobbes, y Julia Prin-
sepJackson, una reconocida belleza apasionada por la enfermería,
quienhabía dejado a su familia durante meses enteros para reco-
101
rrcr (lispcnsariosy atcndcr inválidos, En cl número 22 dc
Park Gatc, cn un rcspctablc dc Kensington, Virg,nja
vió junto con sus padrcs, «us SICtchermanos y sus sictc
La infancia dc Virginia fuc rclativatncntc feliz, aunquc no
ta dc momcntos traumáticos. La figura dcl padre —Un hombre
egocéntrtco, rcscrvado, scvcro— tuvo un lado muy positivopara
clla, porquc fuc quicn promovió su interés por la lectura,por los
libros. Pcro, por otra parte, él sicmprc mantuvo una Postura
lativamcntc distante, cerrada, y Julia, la madrc, quc cra una mujer
muy intcligcntc y humanitaria, implicada cn muchas causasgenes
rosas, estuvo volcada casi exclusivamente hacia su marido. Virgi_
ma siempre Ic reprochó esc estar centrada cn su padre. Ambos
Leslie y Julia, eran viudos y aportaron al nuevo hogar los hijos
que habían tenido en sus anteriores matrimomos.
Los jardines de Kensington fueron uno de los lugares de juego
privilegiados de la época victoriana. Cuando la niña Virginiavenía
desde su casa en Hyde Park Gate a jugar aquí, recorriendo el paseo
que atraviesa Kensington casi de punta a punta, había por supuesto
otros muchos niños, e incluso algunos escritores victorianosesta-
ban empezando a ambientar sus historias en esta pequeña jungla
urbana. Por ejemplo, James Barrie situaba aquí sus famosasaven-
turas de Peter Pan. En el pequeño estanque redondo, donde Virgi-
nia venía a jugar con barquitos, le ocurrió una historia de esastípi-
cas infantiles, que a ella la marcaron y recoge con mucha graciaen
sus memorias. Un día, uno de sus barquitos navegó perfectamente
hasta el centro del estanque y se hundió ante sus ojos asombrados.
Muchas semanas después, ya en primavera, estaba paseando junto
al estanque y vio a un hombre dragando en un bote. Ante su muda
excitación, él extrajo el barquito con su red. Ya en casa, su madrele
confeccionó nuevas velas y el padre las montó, y ese recuerdo que-
dó fuertemente sellado en su recuerdo para siempre.
Los sentimientos de Virginia hacia sus padres fueron comple-
jos, contradictorios y, en ocasiones, ambivalentes. Cuando murió
102
madre, tuvo una primera crisis depresiva
Era una c intentó
la ventana. niña dc una arrojarse
qcnsibilidad
extrema:
centro; cila ella, Y quedó
dc 1895, Porquc, dc«puéQdc
5 de gnayo aquel día, nada
quc hablado. La quedó del
del cuarto dc los murió me
la «cotana niños. Mc parece
vi al doctor que eran alrededor
Y Scton
de las scis. alciándosc, calle
arriba, con la
baja y las manos unidas a la espalda. Vi las
palomas flotando
osándose. Tuve una sensación dc calma, de
trieteza, de fin. Fura
una hermosa mañana azul dc primavera, y muy silenciosa,
de que todo ha de tener Esto
traela sensación su final».
La vida privada, que se compartía entre esta casa
y otra de ve-
rano, cerca del mar, estuvo marcada por el dolor. La muerte
de la
madredejó muy desamparados a todos, y como sir Leslie
ocuparse Stephen
era incapaz de de los asuntos familiares,el rol
por materno
fue sustituido Stella, la hija mayor. Sin embargo, pronto Stella
decidiócasarse y formar su propia familia, y al poco tiempo
tam-
bién murió, lo cual generó una nueva orfandad en la familia Ste-
phen. Aun así, Virginia siempre guardó un recuerdo idilico de su
infancia,de las primeras lecturas, las primeras aventuras intelec-
tuales,los primeros descubrimientos de autores. También estaban
omnipresentes la figura de su padre y la muerte y el abuso sexual
que sufrió por parte de su hermanastro George, hecho que le ha-
bría suscitado una relación traumática con su propio cuerpo. Aquí
sefraguaron muchos de los fantasmas que permanentemente, y de
manera tan extraordinaria, acuñó la obra de la gran novelista.

Unahabitación propia

La casa natal de Virginia, en Hyde Park Gate, era un edificio


verticalmuy alto cuyas habitaciones estaban dispuestas unas sobre
otras,de tal forma que todos sus moradores tenían la impresión de

103
vivir bajo la cima. ocupada poc cl (Ic<pacliopaterno,
fuc algo que Virginia tíctnpo
Ella podía scr .nitjycrítica con su padre y poco
las ilusiones que cl propio l»cslic «Stcpljctjge hacía
y su trabajo, Dice: 'l'enía cl desco ft'tjqtrado dc scr
de genio, pero tatnbién la CCHCZ,A dc (10cen realidad tio
intelectual de pt"injeracategoría, y csa ccrtc'/.a qtlc Ic provoca},
4
un gran desaliento se titiló a un cgocentristno toás
hizo codiciar curnplidos cotii() si fuera titi titño'
La vida cotidiana, con su sotnbría decoracion dc la platita
por la presencia de lánnparasdc gas y una luooe,atnadcra
puede reconstruirse en los escritos autobiográficos posttitnosde
Virginia y también en las escenas dc la novela Los años, publicada
en 1937,su libro más popular.
Al morir Leslie Stephen, que cn cierta forma mantcnía cohesio-
nada a la familia, los hermanos Virginia, Vanessa, Adrian y
Stephen se mudaron al barrio dc Bloomsbury y rotaron por trcg
domicilios diferentes: Gordon Squarc, Fitz Roy Squarc y, final.
mente, Tavistock Square, todos relativamcntc ccrcano.s, Pero al
poco tiempo murió Toby, quizá cl inventor dcl grupo Bloomsbury,
Bloomsbury no sólo es un barrio de la ciudad, ubicado cntrc
Tottenham Court Road, New Oxford Strcct, Grays Inn Roady
Euston Road. También fue un mítico grupo dc intclcctualcsquc
tomaron este territorio en algun momento industrial y Ic dieron
un toque de bohemia. Eran escritores, pensadores y artistas britá-
nicos que apostaban por luchar contra la moral y la sociedadvic-
torianas desde posturas liberales y humanistas, cn los terrenosdc
la religión, el pensamiento, la economía, cl fcmintsmo o la scxua•
lidad. El grupo, que tomó su nombre de ese barrio londincnsccn
el que residía buena parte de sus integrantes, se formó cn torno
a las figuras de las hermanas Vanessa y Virginia, Duncan Grant,
Lytton Strachey, Roger Fry, Desmond MacCarthy y Clivc Bcll,
Otras personalidades relevantes fueron John Maynard Kcyncs,

104
Russel), M, Ikott;tcry
hizo •qoeintrodujeran cn curi0J
la coropeei,
lo de ellos nuevo
que revolu-
El estilo cra desenvuelto y poco Ijolictnio y Qicrn
dc buen tono, Se hablaba Con libertad, ctnplc,iban palabras
crudas,pero Sietnpt-ccon un acctito atl%tocrático,A pesar dc
sos
opiniones políticas liberales, un clan cerrado, una casta
dentro dc otra casta,
Toby cra aniigo de l,ytton Strachcy y Clivc
Ihcll,entre otros,
quienes habían ennpczado a concurrir a su casa _para
participar dc
reuniones,a las que luego sc Incorporaron laq hermanase
Allí se
generaban esos debates y discusiones quc tanto gustaban
a Virgi-
nia, verdaderos torneos de ingenio, donde se hablaba dc
pintura,
del arte moderno, de literatura, sc criticaba, sc cotillcaba. Sc
ma-
nejabauna gran libertad, tanto de lenguaje como de expresión;
se
mencionaban temas íntimos, sexuales, que cn aquella época
toda-
vía eran prácticamente tabú. De alguna manera se estaba inventan-
do lo que luego fue la modernidad europea para todo el mundo.
Otro amigo de Toby, también de sus épocas en el Trinity Colle-
ge de Cambridge, que concurría a las tertulias era Leonard Woolf.
Tercerode una familia de diez hermanos, Leonard era un buen
representante de la burguesía judía no religiosa.El flechazo con
Virginiafue inmediato. Decía que se había enamorado de ella por
"su aspecto, sus modales, su mente, la manera en que hablaba y se
movía",pero la relación tardó años en concretarse.Entre 1904v
1911cumplió servicio civil en Ceylan, desde donde mantuvo una
profusa correspondencia con su futura esposa. Consumido por la
pasión, le propuso matrimonio a principios de 1912, provocando
en Virginia una gran crisis por la que estuvo en cama y se negó
a verlo hasta que hubiera pensado bien la respuesta. Finalmente,
Virginiay Leonard se casaron y formaron una de las parejas más
emblemáticas de Bloomsbury, y quizás de la literatura mundial. Su
unión fue de gran ternura y dependencia mutua. Leonard la cuidó
con aniof durante los cada vez más largos y frecuentes
dc depresión dc Vifigina, acompañándola y cargo
todos los detallcs dc la vida cotidiana, d
La casa dc Tavistock Squarc, ahora convertida cn hotel, do
vivieron los Woolf dcsdc mediados dc los años vcintc hasta
dc los treinta, fuc uno dc sus emplazamicntos más cstablcsdeI
zona de Bloomsbury. Aquí escribió alguna de sus obras más
portantes, torturada por el recuerdo dc su madre, cuya muerteI
había dejado muy marcada. Esc recuerdo duró mucho tiempo,
fue
muy intenso a lo largo de su vida, y concluyó cuando escribió
Al faro, una especie de despedida.
A Virginia le fascinaban las calles de Londres. Se percibe
amor en las páginas de La señora Dalloway, donde Clarissab
lloway camina por St. James's Park para comprar flores,
biendo el aire, meditando sobre un centenar de cosas y Confesan_
do, al detenerse en el cordón de la vereda mientras pasan los taxis
que tiene la perpetua sensación "de estar fuera, muy afueraen el
mar, y sola", lo cual, sea como fuere, enfatiza el placer de caminar
hacia la atestada Bond Street esa mañana soleada. "Amo caminar
por Londres", dice la señora Dalloway.
Londres es una ciudad de contradicciones entre aspectosque
imitan al pasado o lo conservan de una manera casi maniáticay
zonas nuevas adaptadas al traumatismo de la vida moderna.Vir-
ginia Woolf, en sus reflexiones sobre la ciudad, captó muy bien
esta dualidad y también el encanto de esa nueva Londres, queno
pretende ser ni tan perdurable ni tan venerable como la clásica.

En The Ivy

Leonard Woolf solía quejarse de que en Londres no se podía


hacer vida de tertulias y encuentros en los cafés como la que se
hacía, por ejemplo, en Francia o en otros países. La gente se reunía

106
sos casas, en privado, pero no en locales públicos. parc-
co
eran alguno« restoranes situados cn IAzona dc los teatros, o
National Gallery, que por su ubicación convocaban a gcntc
esos espectáculos y después cenaba,
iba
lugares que frecuentaba cl grupo dc Bloomsbury
Uno de los
situado en el área de Covent Garden, es decir, cerca
Royal Opera House. Y aquí hay constancia de que Virginia
de la
numerosas veces. Una anécdota cuenta que un día quc había
Vino
gente y hacía mucho calor, ella se desmayó, como solía
inocba
ocurrirleen ocasiones, y tuvieron que llevarla con cterta presura
tasi a su casa.
en un
Fernando Peire, afamado cocinero y actual director del exclusi-
restaurant, nos cuenta algunos detalles de esa época.

Virginiaera habitué de este restaurante, The Ivy, un local


no ha variado mucho con el tiempo, sino que se ha mantenido
prácticamenteigual desde fines de los años veinte.
Sí, ha habido períodos en los que el restaurante tuvo éxito
En los años treinta, cuarenta y cincuenta
con el público artístico.
gozó de muchísima fama, pero el dueño original lo vendió en la
décadade 1950 y se marchó para abrir el Caprice, la clientela se
quejaban uno respecto del otro.
dividióy los dueños se
similar a las antiguas tertulias,es decir, a
•Y hoy existe algo
en la semana donde la gente se reúne
esosencuentros en un día fijo
distintos temas?
a discutirsobre
—Creo que en Chelsea hay gente que todavía organiza reunio-
hay debate filosófico. Perc
nesen sus casas, y allí se lee poesía y
menosque antes, muchísimo menos.

107
Horas en una biblioteca

décadas, cl Brttánico es el
cultural dc Albcty,Agrandes exposictoncg y
extraordtnathA ttAídÁde todA< parte < del rnundos E.n la
dc VirgiOiA.el contenía una importante cantidad dc volú.
menes en cl Salón dc cl Rcading Room, que fue
vado cn 1857con CUAtcntA kilótnctro« de anaquclcs y que
en 1997,sc trasladó a un nuevo edificio en la calle Pancras.
centro del propto tnusco está la gran Biblioteca kNacional,don.
de tantos libros itnportantcs sc han documentado y donde tantos
cscntorcs han tornado sus notas. Incluso la han utilizado como
despacho, empezando por personalidades tan ilustres como
Marx y tantos otros.
Una de las personas que vivió asiduamente en la biblioteca del
Museo Británico fue Virginia Woolf. Aquí leyó de una manera
exhaustiva a casi todos los grandes novelistas de su época. Era
muy perceptiva sobre la importancia de los escritores precedentes
en su obra. No ha habido en ella ningún resentimiento o despre-
cio sobre otras escritoras; por el contrario, siempre destacó que la
labor de una novelista mujer era extraordinariamente difícil en un
mundo de hombres. Solamente por las críticas que escribióVir-
ginia Woolf sobre obras que había leído, bastaría para asegurarle
un puesto en la intelectualidadbritánica. Aquí, en la biblioteca
del Museo Británico, ella recibió el bagaje intelectual que luego
desarrolló en sus novelas, consciente de la herencia que recibía de
las pioneras de la literatura. Virginia dice en su hermoso ensayo
Un cuarto propio:
"Para una mujer, hasta principios del siglo XIX, tener un cuar-
to propio, para no hablar de una habitación tranquila o a prueba
de ruidos, era inconcebible,a menos que sus padres fueran ex-
cepcionalmentericos o muy nobles. Su dinero para gastos,que
dependía de la buena voluntad de su padre, le alcanzaba solamente

108
s,cstif's viéndose dc
I alcance de 'tecnny«on o CArlyle,
todoq hombrcy pobres:
a un viayccito a l:tanc'A, un
lina 1, Alojamiento Independtrn
tc por quc fuera, los protegía de
l.aQ dificultades log tcclAroosy tira
dc sus
(lias matctialcs cran fortni(lablesí
nitjcho peores cran las
Kcats, Flaubert indiferencia dcl mun
do, y otros dc genio han hallA(.lo
dc soportar, cra en su Caso tan
difícil no indifcrcociasino
hostilidad.
El nitjndo no 1c decía a la como les decía a loq
,Escribc,si qutcrcs, me da lo tiustno', El .mundo hombres:
le decía con una
risotada '¿Escribir? ¿Para qué quieres escribir?"

"La loca de la casa."


Diálogocon Isabel Durán, catedrática de Filología
Universidad Complutense Inglesa
de la de Madrid
—Con la figura de Virginia se da una suerte de
dualidad: hay
quienes se sienten tan fascinados por su papel de pionera cn
el cam-
po del feminismo que olvidan o vuelven la cara a su obra literaria;
y hay quienes fundamentalmente la consideran escritora,que es
como la propia Virginia se consideraba a sí misma.
—VirginiaWoolf tuvo y tiene una personalidadfascinante.
Efectivamente,hay un grupo de críticos, generalmentemujeres
feministas, que hacen una lectura biográfica de toda su obra, no
solamente de la ficción, sino también de los ensayos, los relatos,
la crítica, en particular en torno a las claves del suicidio y la locu-
ra. Pero existe a la vez una corriente crítica muy seria que se ha
fijado en la Virginia escritora, autora, en la mujer que abanderó el
modernismo en Gran Bretaña junto con Joyce. Podría decirse que
es la Joyce femenina, la mujer que cambió realmente la manera de
narrar, así como también la concepción del tiempo y de la caracte-
rización. Y esto no sólo en las novelas, sino que además cambió el

109
dc escribir cn«ayos y dc haccr crítica litcrariae Rin embargo
tnodo
cstaba interesada cn crear un nuevo Icnguajc; su cxpcrirncnta
no
forrnal opera en la dimcnsión dc la rctórica y cn cl ritmo.
ción
como sus hcrmanos, pero su padre
Ella no fuc a la untvcrsidad
y permitía a sus hijas Iccr todo lo
tenía una amplísima biblioteca
condiciones: primero, debían justifi.
quc quisieran. Pcro con dos
dctcrminado libro, es decir, justificar
carlc por qué habían elegido
un cscrlto analizando lo que
sus gustos literarios, y luego, hacer
habían leído. Yo crco que esto convirtió a Virgima en una de las
mayores universitarias de Gran Bretaña.

Claro, mejor que muchos unzversltarzos.


—Efectivamente. Y luego está su ensayismo, que hoy, creo, tie-
ne la frescura de la conversación. Y no olvidemos que el Blooms-
bury Group, donde las tardes de los jueves se reunían todos los
universitarios,los hombres que habían pasado por Cambridge,
que eran casi un lobby, al comienzo sólo lo integraban dos mu-
jeres. Al principio, había mucha vergüenza, mucha timidez, por
ambas partes: de los hombres y de ellas. Pero poco a poco Virginia
se convirtió en el centro de los jueves por la tarde. Yo creo que la
frescura de su conversación se traslada también a los textos escri-
tos. Además, fue una de las pocas críticas y escritoras de ensayos
para quien el lector era muy importante. De hecho, uno de sus
libros se llama The Common Reader [El lector común]. Quiere
decir que conocía perfectamente la naturaleza de su público.

—Hay algo que inevitablemente produce aquel personaje que


ha pasado por la locura, o por lo que nosotros llamamos locura.
¿Hasta qué punto esa condición fue parte de su genialidad literaria
y también lo que acabó con ella?
—La locura de Virginia Woolf, unida a su genio creativo, es
un tema muy largo. Santa Teresa decía de la imaginación que es
"la loca de la casa" y que hay cierto romanticismo en considerar

110
la corno tal genio creativo, Yo creo cn cicttAtendencia dc
a las dcprcsionc«, algo quc boy llamaríamos bipolaridad,
dccifquc su carácter pasaba dc un extremo a otro, dc depre-
niás profunda a su tnáxtma cxprcsión creativa, Incluso a ella
Sión
Ic prcocupaba quc la cnfcrmcdad retornara, ya quc en esos
motncntosno cra capaz ni siquiera dc lecr. De hecho, creo que el
suicidioocurrió cn uno dc csos lapsos dc oscuridad, y que se quitó
la vida, como dicc cn cl escrito dirigido a su marido, porque sentía
le estorbaba, quc no lo dejaba vivir tranquilo, que él se había
convertidoen su cuidador, su enfermero, y ella, en un peso para
fue un acto dc generosidad.
él, En el fondo,

—Lossuicidios siempre tienen un secreto,pero por otra parte el


contextOhistórico tampoco era alentador. En 1941 los nazis podían
entrar por la puerta. Ella se encontraba en una lista de personas u
deportar o ejecutar.
—Londres para ella era casi una medicina, una fuente de inspi-
ración.Cuando estaba en Londres, era feliz. Los años que vivió
en la ciudad fueron los más creativos, cuando escribió Las olas,
Alfaro... Pero cuando bombardearon su casa tuvo que volver al
campo,y ella era una mujer urbana, una mujer de Londres. ..

—Y ahí estaba exiliada.


—Entonces, caía en la depresión.

El rechazo del Ulises y el amor de Orlando

Cuando en 1917 Leonard y Virginia compraron una prensa ti-


pográficay la instalaron en el comedor de su casa de Tavistock
Square,nunca se imaginaron que acababan de fundar una de las
editorialesmás importantes en lengua inglesa: Hogarth Press.
Virginiaatravesaba un momento difícil. En 1913 había terminado

111
The Voyagc Out (Fin de viaje), publicada
su primera novela, física como en
tanto mentalmente
1915,y había quedado exhausta,
maníaco-deprcsiva, y si bicn durante años mantuvo su cnfer_
Era podía haber una recaíd
control, sabía que siemprc
medad bajo
con los libros podría ayudarla a
Leonard pensó que esa relación
sobrellevar su inestable situación.
Woolf publicó autores impor-
En su editorial, cl matrimonio
también cometió algunos errores. Por ejemplo, haber
tantes, pero
de James Joyce. De hecho
rechazado el manuscrito del Ulises,
No sentía el deseo de Conocer_
ella nunca llegó a conocer al autor.
completo el manuscrito del
lo. Quizá nunca haya llegado a leer
libro, y Joyce la inquie_
Ulises.Nunca le gustó verdaderamente el
taba. Ni él ni D. H. Lawrence formaban parte de lo que Blooms_
bury aceptaba con espontaneidad.
El Castillo de Sissinghurst, en el corazón del condado de Kent,
era uno de los lugares vinculados al grupo de Bloomsbury y a la
vida de Virginia Woolf. Como se mencionó, el grupo fue una es-
pecie de piedra de escándalo en su época por las relaciones sexua-
les promiscuas que mantenían sus miembros, donde había mucha
homosexualidad,tanto de mujeres como de hombres. Uno de los
personajes más provocativos fue Vita Sackville-West. Estaba casa-
da con el escritor y diplomático Harold Nicolson y fueron pre-
cisamenteellos dos quienes compraron ese castillo medieval en
ruinas,lo reconstruyeron, y ella, que era una gran jardinera, hizo
un jardín que probablemente sea uno de los más hermosos e imi-
tados de Inglaterra. Se lo puede visitar todo el año y está ubicado
en Kent, a pocos kilómetros al sudeste de Londres.
Una de las más singulares novelas de Virginia Woolf, muy
di-
ferente del resto de su obra, es Orlando, dedicada a Vita.
Orlando
es una historia fantástica,pero también un romance
con clave.
La crónica de un andrógino que se convierte
en mujer, que luego
vuelve a convertirse en hombre, y que
vive a lo largo de trescien-
tos años en la historia inglesa, desde
los tiempos de Shakespeare

112
la ni0dctnid,'d; que por de Arnoríos,de arnbos
trata dc deQAtfollhta cl intelecto y IAsensuali-
Sc puedc cotno cotop€'ti(lto(le loq conflictos tanto
cepiritualcgque tuvo propia Vita
Nicol«on, cl hijo dc i y de Vita q,ickvillc-Weqt,
cs la lict\ii0RAcarta dc que yamÁq•c ha escrito,
scrdadct•aofrenda que hizo Virginia a Vita, Pata 109lectores
ticnc cl plu« dc haber sido traducida por Jorge
dc lenguacspañola,
Borges.
I vis

desplegadas
Conlas banderas
A partir de 1919 los Woolf se instalaron a setenta y cinco kiló-
metrosdc Londres, cn el pueblo dc Rodmell, en Sussex.Monk's
Housese convirtió en su refugio, primero por breves temporadas
y luego d e manera permanente.
En un típico ritual matinal Virginia desayunaba, conversaba
un poco con Leonard sobre los chismes del pueblo y luego daba
una lenta caminata hacia su choza del jardín, donde escribía. En
eselugar, ella se dejaba caer sobre la última oración que había
escritoel día anterior. Luego, tal vez después de veinte minutos,
veía,como ella decía, "una luz en las profundidades del mar, y me
aproximaréfurtivamente; porque mis frases son sólo una aproxi-
mación,una red lanzada sobre alguna perla marina que puede
desaparecer;y si la izo no será de ninguna manera como era cuan-
do la vi bajo el mar"
Sobre las casas de los escritores, Virginia escribió uno de sus
capítulosde Londres: "Por esas casas conocemos a estos hombres,
y pareceun hecho cierto que los escritores imprimen su persona-
lidaden sus posesiones con más fuerza que otros hombres. Qui-
zá carezcan de todo sentido estético, pero causa la impresión de
poseerun don más insólito y más interesante, a saber, la facultad

113
de alojatQcadccuadamcntc, cn don de crear la mcsa, la silla, la
tina, la A propia itnagcn", Estas conqidcracioncs
sin duda válidas la Monk'« I lougc, dondc vivieron
v convivtctontanto tictnpo I conard y Virginia. ta casa, con
pcqucño jardín, cs discrcta, nada llamattva, entrañáble diríamos
incluso cn su sobr;cdAd,y está habitada por una cspccic dc
dad creadora, quc cs la que caracterizaba a la propa 'Virginia.
abierta al público algunos días dc la «etnana. Es un lugar
ro, nunuctosamcntcconservado, quc conmucvc a todos loq que
amamos a Virginia. Cicrtamcntc puede scnttrse su presencia y
pucdc imaginarlos, a clla y a Leonard, cn su cálidad vida cotidiana.
También poscc un precioso jardín y cl pueblo es entrañable.
Durante la década de 1930,y con mayor énfasis a medida que
se acercaba la guerra, Virginia había trazado su propia forma de
exilio interior. En marzo de 1941 escribió en su diario: "No: no
tengo la intención de volverme autista. Observar la llegada de la
vejez. Observar la codicia. Observar mi propio abatimiento. A
través de ese medio todo se vuelve aprovechable. O así lo espero.
Insisto en pasar esta época obteniendo la mayor ventaja posible.
Me hundiré con todas las banderas desplegadas"
La SegundaGuerra continuaba y hubo un momento en que
en Inglaterra muchos estaban esperando la invasión y la
posible
victoria alemana.Esto sin duda hubiera significado para
Virgi-
nia tener que dejar de escribir. Las listas de los nazis
de aquellas
personalidades públicas que iban a ser llevadas a campos
de con-
centración o ejecutadas la incluían a ella. Había
escrito contra el
fascismo, y además era una figura destacada
casada con un judío.
Su temor ante la posible invasión no era
exagerado. Lo mismo
ocurría con sus allegados; sus hermanos
incluso habían hecho un
pacto suicida si los nazis desembarcaban
en Inglaterra.

114
fin de viajo
En nuestro Viajepor esta tcgión al sur dc Inglaterra rccorrcmos
poco más dc seis kilómctros y llegamos hasta Charleston, la
dc campo que cra rcsidcncia dc eu hermana Vancssa,y su
casa
oco convencional familia, quc adcmáq dc su esposo Clive Bell
sus hijos incluía a su amigo, socio y amante ocasional, cl pintor
escocésPuncan Grant, que sc convcrtlría cn un gran artista.
Es una visita muy recomendable, donde sc pucdcn admirar el
imponente jardín y cl estanque creados por Vanessay hasta cs
osible ingresar a la casa, donde se exponen bellas obras de arte y
decoración.
Vanessafue una de las personas que mayor contención le brin-
daron a Virginia en los momentos más dramáticos de su vida. El
1941, Virginia viajó a Londres para discutir cues-
14de marzo de
tiones de negocios sobre la editorial. El editor John Lehmann es-
Entre actos, pero Virginia, a quien le
taba muy entusiasmado con
desprolija
temblabanlas manos, aún la consideraba"demasiado
incompleta". Un extraño episodio ocurrió cuatro días después.
e
regresó de uno de sus largos paseos por el campo com-
Virginia
empapada, "sintiéndose enferma y temblando", y dijo
pletamente
había caído en una zanja. Esto preocupó a Leonard. Ella
que se a hacer
muy poco, continuaba bajando de peso y se negaba
comía
puedo escribir. He perdido el arte", decía.
reposo. "No (así como una pa-
como su hermana Vanessa
Tanto Leonard
Octavia Wilberforce, quien fue una de las primeras
riente lejana, que la visitaba a
recibidas en la Facultad de Medicina,
doctoras aire libre, a des-
instaban a disfrutar del
menudo y la atendía) la su fatalismo y por
la reprendió por
preocuparse.Un día Octavia calmarse, dejar de
excusa". Decían que debía
"usar la guerra como problemas de su familia.
y olvidar los
obsesionarsepor el pasado a todo.
le resultaba imposible. Y un día puso fin
Pero eso a ella relativamente próxi-
río Ouse, que estaba
Salió a pasear, hacia el
115
mo a -Vsonk*sHousre, aunque cra una larga caminata. Cuando llegó
a}curso de agua, llenó sus bolsillos con piedras y se hundió en
como había dicho, con todas las banderas desplegadas. Tardaron
casi quince días en encontrar su cuerpo.
En sus canas de despedida, Virginia fue muy clara respecto de
decisión»A su marido Leonard le decía: "Estoy segura de que
me vov a volver loca de nuevo. Siento que ya no podemos atravesar
otro de esos espantosos períodos. Y esta vez no me curaré. Empie-
zo a oir voces, ya no puedo concentrarme. Así que voy a hacerlo
gue creo que es mejor. Tú me has dado la mayor felicidad posible.
Has sido para mí todo lo que una persona puede ser para otra.No
creo que otras dos personas hayan podido ser más felices hasta que
sobrevino esta terrible enfermedad. Ya no puedo luchar más. Sé
que estoy destrozando tu vida y que sin mí podrías trabajar. Y vas
a hacerlo, estoy segura. ¿Te das cuenta?, ni siquiera puedo escribir
esto correctamente. No puedo leer. Lo que quiero decirte es que te
debo toda la felicidad de mi vida. Has sido increfrlemente paciente
conmigo e increfrlemente bueno. Quiero decirlo, todo el mundo
lo sabe. Si alguien hubiese podido salvarme, habrías sido tú. Todo
me ha abandonado, salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo
seguir destrozando tu vida por más tiempo"
Leonard la sobrevivió veintiocho años. Con cariño y dedicación
cuidó su legado, supervisando la edición póstuma de sus textos y
manteniendo viva su memoria. Falleció a los ochenta y ocho años,
cuando prácticamente todo el grupo Bloomsbury ya había muerto.
Virginia Woolf fue una autora revolucionaria, imprescindible,
necesaria. Espero que este recorrido por los lugares de su vida y
de su obra los haya conmovido como a mí.

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