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Cuento.
“Campesinita roja y la zorra ”
Érase una vez una dulce niña, a la que todos conocían como Campesinita Roja su mamita le llamaba juanacha. A la pequeña le encantaba disfrutar de la naturaleza de su pueblo de Tzactza además ponerse una manta roja que su abuela había cosido con mucho cariño.
La niña, su hermanita y su madre vivían en una preciosa
casa alejada del bosque.
La mama regañaba a su hijita María, para que termine de
preparar y alistar la comida para que juanacha lleve a la abuela—Apúrate María prepara la comida , ya se hace tarde.
---- Ya mamá ya voy a terminar, ¿tan apurada estas…….?
Ese día campesinita roja jugaba por la chacra, su mamá la
llamó continuamente en castellano y en quechua:
– Juanacha, juanacha apuré shamy …… tu abuelita está
muy sola y tal vez con hambre y le he preparado su comida . Tienes que llevárselo, pero ya sabes que su casa está en Rayampampa , tienes que cruzar el bosque de Yunaypampa , así que debes ir con mucho cuidado, no debes hablar con extraños, ni salirte del camino para buscar flores, pues podrías encontrarte con la zorra astuta y mentirosa.
– Hay mamá, me das cólera. Dice que mi abuela es su
enamorada del leñador y que el leñador le da de comer— Hija son habladurías de tus amiguitos, anda, anda y no te desvíes del camino recogiendo fresas y flores.
Ya mamita no te preocupes, así lo haré.
Caperucita se puso su manta y su sombrero, cogió la canasta y se fue y partió hacia la casa de su abuelita.
Por el camino, campesinita iba contemplando el paisaje,
los sembríos de su pueblo y los restos arqueológicos de Katiama , que está ubicado por Yungaypampa cerca a los cerros de Anacpampa estaba muy orgullosa. Desoyendo las advertencias de su madre, se salió del camino para recoger flores.
Ah lo lejos alguien le observaba, era su amiguito de la
escuela—¿Juanacha, juanacha adónde vas? Hola amiguita. Ella respondió que iba a la casa de su abuela.
Su amiguito le regalo fresas y un huevo y le advirtió que
se cuide de una zorra engañadora y que no le escuche. Agradecida campesinita siguió su camino.
En esto la zorra, que merodeaba entre los árboles,
escucho a la niña conversar con su amiguito y cuando él se retiró y rápidamente se acercó a ella con intención de comerse tan suculento bocado – ¡una niña tierna! – pensó la malvada zorra, mientras se relamía.
– Hola jovencita ¿adónde vas con esa canasta? – preguntó
la astuta zorra.
De nuevo, Campesinita desobedeció el consejo de su
mamá y, sin ningún miedo, se puso a hablar con aquella zorra desconocida. – Pues voy a casa de mi abuelita. Le llevo fresas, plátanos y huevos crudos, ----¿huevos? Dijo la zorra-- pues a la abuela le encantan los huevos---- ahhhhh son bueno para los huesos y para su edad –respondió la zorra. Cuando el lobo estaba a punto de lanzarse sobre campesinita, se le ocurrió una idea – iré a casa de la abuela y me la comeré y cuando llegue la niña no tendrá escapatoria y me la comeré también- – ¿Y vive muy lejos tú abuelita? – preguntó la zorra a Campesinita. – No mucho, al final del camino de Rayampampa hay una preciosa casa donde vive mi querida abuela – El lobo antes que se despida le sugirió otra ruta y atajo para que llegue más rápido a la casa de su abuela Se despidió de la niña sobándose la mano – Jjajajajajaja cayó en la trampa.-- Bueno jovencita yo me marcho, que tengo cosas importantes que comer…digo que hacer – – Así lo haré, que tenga usted un buen día – contestó amablemente la Campesinita. Rápidamente, la zorra se dirigió a la casa de la anciana. Llego al final de Rayampampa y ante sus ojos apareció la casa de la abuelita. Al llegar golpeo la puerta de la casa y fingió la voz de su nieta, la abuela salió de la casa y al verlo se desmayó, con la ventaja que le dio se abalanzó sobre la abuelita y se la comió de un bocado. Para engañar a Campesinita, se puso la ropa de la abuela y se metió en la cama, mientras esperaba a que llegase lo que iba a ser su segunda comida del día. Campesinita vio la puerta abierta y entró en la casa de la abuela – abuelita soy yo, tu nieta juanacha – La zorra, imitando la voz de la abuela, dijo – pasa hijita, estoy en la cama acostada – Cuando la pequeña entró en la habitación, vio a su abuelita algo cambiada. – Abuelita, que orejas tan grandes tienes. – ¡Son para oírte mejor! – contestó el lobo con voz suave. – Abuelita, que ojos tan grandes tienes. – ¡Son para verte mejor! ---¡Abuelita, tienes muchos pelos. ---- Es que me eche un líquido y me creció rápido. – Pero, abuelita, ¡que boca tan grande tienes! – ¡Es para comerte mejor! – dijo la zorra con su ronca y aterradora voz. La zorra salió de la cama de un salto quiso comer a Campesinita de un solo bocado. Juanacha le dijo: espérate zorra voy a comer mis fresas para que mi carne sea más rica y así puedas disfrutarme. De manera sorpresiva y veloz Campesinita le empapo de fresas sobre su ojos y le golpeo dos veces con los huevos en la cabeza y la zorra exclamo—Mi ojo mi ojo bandida niña y que feo huele ese huevo. Juanacha aprovecho y como un rayo salió corriendo y pidiendo auxilio al leñador que por esa zona estaba trabajando.—¡auxilio, auxilio señor leñador , la zorra se lo ha comido a mi abuela ayúdame por favor! El leñador comprendió la desesperación de la niña y le dijo: --- No te desesperes hija ¡Yo te voy ayudar, porque soy un hombre fuerte! Escondámonos detrás de estos árboles. La zorra corría y corría para darle alcance a la niña pero en esos instantes cuando se acercaba cerca del árbol donde se escondía el leñador y Campesinita zas .la zorra recibió un golpe certero en la cabeza con la madera del hacha y la zorra se desmayó, el leñador le increpo. El leñador corto la panza de la zorra y salió viva la abuela ..¡Libertad, libertad por fin zorra malvada recibiste tu merecido!. De felicidad se abrazaron con Campesinita. Los tres juntos decidieron dar un escarmiento a la zorra y le llenaron la tripa de piedras. Después, le cosieron y se escondieron para observar la reacción de la temible zorra. Cuando la zorra despertó, sintió que necesitaba beber, pues tanta comida le había dado algo de pesadez de estómago. Con gran dificultad, pues las piedras eran muy pesadas, llegó a un rio y al inclinarse para beber no pudo mantener el equilibrio y se cayó al agua. El peso que llevaba en la panza hizo que se hundiese y ya nunca más se supo de él. Todo ese acontecimiento observan la familia de Campesinita, su amiguito y el leñador…burlándose de su fechoría. Y desde aquel día ningún poblador o estudiante era engañado por la zorra y los senderos se llenaron de felicidad y confianza. La niña aprendió que debía hacer caso a los consejos de su madre y de su amiguito. Nunca más volvió a hablar con ningún desconocido o extraño.