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Trabajo 1

Trabajo Integrador, a Distancia. Secundaria primera.
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Identidades y diversidades socioculturales como construcciones

¿Identidades?
Cuando hablamos de identidades no nos referimos a una esencia interior, a algo que no
cambia o que depende solo de nosotras y nosotros, sino a las formas en las que nos
relacionamos con otras personas y con el mundo en general. Las identidades van a
remitirse, fundamentalmente, a procesos educativos, culturales y a vínculos afectivos por
los cuales vamos conformando quiénes somos. En este sentido, la identidad es algo plural,
ya que no somos una cosa o la otra y solo eso.
Somos a partir de múltiples características, si consideramos solo una de ellas, por más
que sea la que consideramos más importante, o la que más resalta para otros, nunca va a
ser una definición de quiénes somos ni de quiénes debemos ser. Es tarea de cada una y
cada uno de nosotros elegir, amar, reformular, reforzar y volver a identificar nuestra
identidad, a partir del lugar donde nacemos o vivimos, con quiénes nos vinculamos, es
decir, a medida que crecemos y con nuestras variadas experiencias.
En suma, las identidades son el producto de nuestras relaciones sociales en un
momento histórico y cultural determinado. Tanto la nacionalidad de la que nos sentimos
parte como la comida que nos gusta, la música que escuchamos o la ropa que usamos, y
también cómo definimos nuestro género y nuestra sexualidad, son resultado de procesos
complejos de construcción relacional. Esto es así, independientemente de alguna
característica de tu personalidad que puede no cambiar nunca, aun en los más diferentes
contextos. Obviamente, a veces cambia el cómo se valora esa característica.
¿Qué significa que la identidad sea relacional? La pertenencia a un grupo va a estar
relacionada con la diferenciación respecto de otros grupos. Solo es posible pensar un
nosotros en relación a otros. Por eso decimos que la identidad es relacional, porque está
en relación con las demás personas y grupos que nos rodean, con quienes establecemos
relaciones de afecto, empatía o diferencia.
¿Entonces mi identidad cambia con el tiempo? Sí, las identidades no son algo fijo,
sino que sufren transformaciones dependiendo no solo de las experiencias personales sino
también de los contextos históricos, culturales y sociales donde éstas tienen lugar.
Y entonces, ¿hay identidades que son valoradas más que otras? Así es, en la
sociedad existen identidades que son más valoradas que otras, pero esto no tiene que ver
con una característica propia de cada una de ellas, sino con el propio funcionamiento del
paradigma de la normalidad. Es la propia noción de normalidad la que construye
jerarquías entre las diferentes personas o grupos identitarios, haciendo que algunas
“valgan” más que otras. El problema con las identidades no son las diferencias que se
establecen entre ellas, sino que “lo normal” transforma esas diferencias, primero en
defectos y luego en desigualdades. Por el contrario, dentro del paradigma de la diversidad,
las diferencias -lejos de ser percibidas como dificultades- son vistas como oportunidades
de diálogo y enriquecimiento entre todas las personas.
¿Pero esto no tiene que ver con que existen razas mejores (superiores) a otras?
En primer lugar, aclaremos algo: no existen las razas humanas. El término raza es una
creación de los discursos racistas, y fue utilizado para jerarquizar a las personas,
estableciendo escalas de humanidad. A algunas etnias, colores de piel o formas culturales
que eran diferentes de la “blanca” occidental se las consideraba desde el racismo como
inferiores. El discurso racista y el concepto de raza para hablar de seres humanos
superiores e inferiores fueron descalificados desde múltiples disciplinas, pero
principalmente desde la genética, ciencia a la que habitualmente apelaban. Desde una
perspectiva antropológica, según la Declaración sobre la Raza de 1950 de la UNESCO, la
única raza es la raza humana.
¿Siempre son los mismos grupos de personas los estigmatizados y considerados
“diferentes”? La identidad, además de ser relacional, es histórica y contextual, por lo que
su valoración tendrá que ver con el momento histórico determinado en el que nos
situemos. Sería interesante hacer una historia de los llamados “bárbaros” y “salvajes” en la
conformación de la Argentina. Si le preguntamos a nuestros padres o madres, o a alguna
persona mayor y luego a otro/a que sea más grande y así sucesivamente; o si buscamos en
los medios de comunicación, podremos encontrar que a lo largo de la historia siempre
hubo identidades a las que se las vinculó con la barbarie, el salvajismo y la animalidad.
Reflexionemos sobre el siguiente enunciado: “los argentinos venimos de los barcos”.
Durante mucho tiempo, en nuestro país se negó la participación histórica de los pueblos
indígenas y de los/as afrodescendientes y se estableció el comienzo de “nuestra cultura”,
primero, a partir de los procesos de colonización y, luego, con la llegada de los/as
migrantes europeos a fines del siglo XIX y durante la primera mitad del XX. En relación a
ello, se estableció también el mito de la argentina como un crisol de razas: “la idea de crisol
procuraba cristalizar la repercusión de la gran ola inmigratoria a nivel social, económico y
político en el proceso de constitución del Estado-nación a principios del siglo XX. La
metáfora de crisol evoca la idea de fusión entre elementos. El mito del crisol lejos de
representar el principio de apertura y avance latente en aquella época, establecía una
jerarquización entre las supuestas razas, segregando y aniquilando a las consideradas
inferiores”. (INADI, 2013)
¿Qué implica que algunas identidades estén marcadas y otras no? Podemos
diferenciar las identidades entre “marcadas” y “naturalizadas” o “invisibles” (estas últimas,
asociadas generalmente al paradigma de la normalidad). Las identidades marcadas son
aquellas que están estigmatizadas y se las piensa como “anormales”. Un ejemplo de ello
podría ser cómo nos llama mucho más la atención ver a una pareja homosexual besándose
en la calle que a una pareja heterosexual. A la heterosexual ni siquiera la vemos, forma
parte “natural” del paisaje de una ciudad. La heterosexualidad como imperativo funciona
como una identidad neutral. Es decir, está invisibilizada, no se la ve porque no está
marcada, es la que se presenta a sí misma como “forma natural de ser”.
Esta forma de funcionamiento de las jerarquizaciones y las marcas no solo nos sirve para
ver el modo en que funciona la heterosexualidad como obligatoria en una sociedad, sino
que es el mismo mecanismo que opera en otro tipo de temáticas (étnicas, religiosas,
aspecto físico). En la historia de nuestro país, tenemos muchos ejemplos de cómo algunas
identidades se fueron marcando y cómo otras fueron presentadas como la “normalidad”.
Uno de ellos es la aparición de la formula estigmatizante “cabecita negra” en el lenguaje
cotidiano de los habitantes de las clases medias y altas de la Ciudad de Buenos Aires. Esta
fórmula nombraba en ese momento a las personas que, producto de la industrialización,
habían migrado desde las diferentes provincias hacia Buenos Aires. Así las llamaban y no
existía lo opuesto, (“cabecitas blancas”). Quienes utilizaban ese rótulo para designar a
otras personas pretendían jerarquizarse; desde una supuesta “identidad blanca” se
señalaba así a quienes eran “no blancos” y los ponían en un lugar de inferioridad o de
peligrosidad respecto de las “buenas costumbres” de esa ciudad. Si pensamos en la
actualidad, se sigue utilizando “cabecita” como un adjetivo estigmatizante para nombrar a
las personas pobres y a aquellas personas que se considera que tienen conductas
indeseables. ¿Desde dónde se habla cuando se dice “negro de mierda”? ¿Somos todas
personas “blancas”? Esa identidad “blanca” funciona, al igual que la heterosexualidad,
como una identidad naturalizada e invisible. De este modo, lo “negro” va a aparecer como
la diferencia, la marca. Pensemos por ejemplo cuando se les dice a las personas afro que
son personas “de color”. ¿Qué significa esta frase? ¿Las personas que se consideran
“blancas”, no tendrían color? Desde la mirada normalizadora justamente sería eso, “lo
blanco” aparece desde un lugar de neutralidad, el grado cero de la cultura, el modo natural
y correcto de ser.
¿Entonces todas las personas somos diferentes? Sí, cada una de nuestras
características, deseos, formas de hablar, donde nacimos nos hace diferentes a otras
personas. Por ello, es importante reconocer ese nosotros - desde el cual hablamos muchas
veces- como una diferencia más. Generalmente, cuando pensamos a quiénes
discriminamos, la respuesta más inmediata es “a quienes no son como nosotros” sin
reflexionar quién es ese “nosotros” y sin reconocerlo como una diferencia más. ¿Quiénes
son los otros?; ¿por qué muy pocas veces nos asumimos como partes de esos otros y
otras?; ¿podría ser el “nosotros” un otro más?

Actividades
1. Explica qué es la identidad
2. ¿Qué características se le puede atribuir a la identidad?
3. Explicar en qué consiste el paradigma de la “normalidad” y el de la “diversidad”.
4. ¿Qué implica que una identidad sea “marcada”?
5. ¿Cuándo una identidad es “naturalizada”?
6. Lee y analiza la siguiente frase: “No solo somos diferentes, también tenemos iguales
derechos a serlo”. ¿Por qué se realiza esta afirmación? ¿Cómo se puede relacionar, dicha
frase, con la identidad?

“Sabemos que todos y todas somos diferentes: provenimos de distintas familias, de diversas culturas; nos
diferenciamos en nuestras costumbres y aspectos, hasta en las ideas y cosas que valoramos. Mucho de ese
conjunto de características va constituyendo quiénes somos y quiénes queremos ser. En esa construcción
constante de nuestra identidad, la discriminación es una barrera que nos limita al desvalorizar alguna o
varias de nuestras particularidades. Es importante destacar que nuestras diferencias nunca deben servir para
que una persona o un grupo se crea superior a otro restándole posibilidades o quitándole lo que le
corresponde. Porque no solo somos diferentes, también, tenemos iguales derechos a serlo”.
“Somos iguales y diferentes”. Guía para jóvenes. INADI, p. 9.

a. ¿Es lo mismo tolerar, respetar o tener derecho a ser diferentes? Fundamenta.


b. ¿Por qué se dice que la identidad nacional constituye un “crisol de razas”? ¿Cómo era
percibido esto durante el siglo XX? ¿y en la actualidad?

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