La iglesia en el siglo XXI
La iglesia en el siglo XXI
La iglesia en el siglo XXI
SEÑALES DE LOS TIEMPOS: Las señales son muchas, así que escogemos
algunos que nos parecen muy relevantes. La idea es SEMBRAR INQUIETUDES,
PENSAMIENTOS Y PREGUNTAS QUE NOS IMPULSEN A REFLEXIONAR Y
ACTUAR, con relación a estos asuntos.
La globalización
Los países latinoamericanos se han visto obligados, por causa del modelo
económico neoliberal, a abandonar sus responsabilidades por el bienestar de
todos sus ciudadanos y en particular aquellos que viven al margen de la economía
formal. DOSCIENTOS MILLONES DE LATINOAMERICANOS VIVEN EN
SITUACIONES DE EXTREMA POBREZA (y esto también le toca a cristianos). La
brecha entre ricos y pobres ha aumentado, con la gradual desaparición de la clase
media. Hoy el pueblo es inducido a acomodar sus vidas a las demandas del
mercado y somos dominados por la filosofía del CONSUMISMO y CREA
NECESIDADES ARTIFICIALES y una PROFUNDA FRUSTRACIÓN en los que no
pueden seguirla.
Dado que la nueva tecnología de los medios masivos por un lado facilita las
comunicaciones, y al mismo tiempo estimula a la pluralidad de culturas:
La tarea política
Antes que nada: nuestra actitud hacia la política en gran medida dependerá de la
connotación que le demos a este término: la definición estrecha (referida a las
políticas y los programas para el cambio legislativo, desarrollados por los partidos
políticos) y la definición más amplia (la vida de la polis/la ciudad, y el arte de vivir
conjuntamente en comunidad).
Sin embargo en los últimos años se ha visto una creciente participación política del
pueblo evangélico en varios países latinoamericanos, siendo elegidos para ocupar
altos cargos públicos, que hasta hace poco no hubieran podido ocupar debido a su
posición religiosa.
Este nuevo panorama nos coloca frente a preguntas que nunca antes nos
habíamos planteado en términos concretos.
¿Cuáles son los medios más eficientes, y a la vez más coherentes con la fe
cristiana, para realizar este modelo?
La acción social
En esta área, hay una pregunta que generalmente se plantea como objeción al
papel que toma la Iglesia al involucrarse en un plan de acción social: ¿Acaso no
es posible esperar un cambio social a menos que la gente se convierta?
Las leyes pueden asegurar mejoras sociales, aun cuando no convierte a la gente
ni las transforma en personas de bien. Incluso las personas que todavía no han
reconocido a Jesús como Señor, retienen vestigios de su imagen divina como para
preferir la justicia antes que la injusticia, la libertad antes que la opresión, y la paz
antes que la violencia.
Tenía razón Martin Luther King cuando dijo: "La moralidad no se puede legislar,
pero se puede regular el comportamiento. Los decretos judiciales no pueden
cambiar el corazón, pero pueden restringir a los que no tienen corazón. La ley no
puede hacer que el empleador me ame, pero puede impedir que se niegue a
darme empleo debido al color de mi piel."
Jesús fue el hombre más próspero que pisó la tierra, pero jamás acumuló
riquezas.
¿Cómo alcanzar con el mensaje restaurador del evangelio a "los ricos de este
siglo".?
¿Cómo lograr que los recursos económicos sean instrumentos para el Reino de
Dios y no para solventar las obras de las tinieblas...?
La mayordomía de la creación
En América Latina son pocos los cristianos que han tomado conciencia de los
grandes problemas ecológicos que actualmente amenazan la supervivencia
humana.
Incluso son menos aun los que estarían dispuestos a admitir que dichos
problemas les competen y demandan un lugar de prioridad en la agenda de las
tareas de la iglesia. Mientras tanto, el deterioro del medio ambiente en el que
vivimos (porque todavía no estamos en el cielo, ¿verdad?) aumenta a pasos
agigantados.
Si bien la técnica es tan antigua como el ser humano, lo que pasa es que nunca
antes en la historia, la humanidad había dependido tan absolutamente de ella para
tantas cosas. En nuestro tiempo se destacan la INFORMATICA y las
COMUNICACIONES.
Por otro lado: "El hombre no se hizo para la técnica sino la técnica para el
hombre”. No todos los avances científicos son destinados al desarrollo humano y
al bienestar del planeta.
La "Nueva Era"
Por un lado, tiene la aspiración de una nueva era de paz y amor, salud integral, y
armonía con la naturaleza, transformación política y bienestar social. è Y esto se
asemeja en gran medida a la visión bíblica del Reino de Dios.
¿No será la Nueva Era una manera de exigirnos a los cristianos para que
recuperemos la dimensión integral y universal de nuestra fe? La Nueva Era nos
desafía a conocer más profundamente a nuestro Dios -revelado en Jesucristo-, a
vivir en comunión con él, en obediencia a sus principios y a proclamarlo como el
único Dios verdadero.
Lamentablemente, "del dicho al hecho hay mucho trecho". y los tales siguen
siendo pisoteados impunemente en todos los continentes del mundo.
Como cristianos no podemos mirar con indiferencia los terribles atropellos que se
cometen a diario contra personas, sea cual fuere la motivación o el propósito.
¿Qué relación hay entre el amor al prójimo y los derechos humanos? ¿Se
reconoce actualmente a las congregaciones cristianas como activas participantes
en defensa de la dignidad humana, sea cual fuere el derecho cuestionado o
violado?
¿Qué futuro pueden construir nuestros pueblos, con miles de sus niños criados en
la miseria?
Pero están surgiendo grupos cristianos que se niegan a darse por vencidos por la
impotencia y la frustración y amor de Dios los ha impulsado a "refugios", "hogares
sustitutos" y "programas" que brindan cuidado, comida, abrigo, educación,
esperanza y amor.
Las Sagradas Escrituras ofrecen principios que pueden ayudar a los cristianos a
tomar las decisiones más acertadas cuando un miembro de la comunidad
LGBTTQ se acerca.
Jesucristo ofreció su vida por todos, para que todos tengan la oportunidad de
escuchar el evangelio y de responder en arrepentimiento (Juan 3:16).
La iglesia tiene que convertirse en una comunidad donde todas las personas
experimenten el amor de Dios a través de aquellos que han conocido a Dios.
Esto no significa que la iglesia tiene que aceptar el estilo de vida o las preferencias
sexuales de todas las personas. La iglesia es también una defensora de la verdad.
Toda aquella persona que se acerca a Dios con sinceridad, tiene que también ser
transformada por Dios en la persona que Dios quiere que sea. Esto claramente
implica que quien se acerca a Dios tiene que abandonar las conductas que se
describen en la Biblia como contrarias a la verdad de Dios.
En segundo lugar, la iglesia tiene que reconocer que es mejor errar del lado de
la misericordia.
En Cristo, esa persona ha sido perdonada yes llamada a vivir una vida de santidad
que honre a Dios. La iglesia debe tomar una postura que reconozca que han
ocurrido cambios biológicos que, aunque han sido producto de una conducta que
va en contra de los propósitos naturales de Dios, ya no pueden revertirse
fácilmente.
Si hay fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente (Lucas 15:7) y más gozo
que por 99 justos que no necesitan arrepentimiento, entonces la iglesia debe
regocijarse y “no imponer otra carga” que realmente no se puede llevar (Hechos
15:28). Esta postura no es una postura que debe interpretarse como permisiva o
liberal.
La iglesia tiene que ser baluarte de la verdad pero tiene que ser también un
refugio de amor incondicional para todos.
Conclusión
Las tensiones creadas por las nuevas ideas sobre orientación sexual y orientación
de género deben mover a los profesionales de la salud cristianos a investigar
profundamente estos asuntos.
Por el contrario, la iglesia debe recibir con respeto lo que la academia está
descubriendo y responder con profesionalismo, produciendo investigaciones
abarcadoras reflejen la verdad de la evidencia.
La iglesia tiene que enfocarse además, en predicar y vivir el evangelio, para que el
amor de Dios alcance a todo ser humano y llame a todos al servicio y a la
adoración del Dios que es Verdad y Amor.
Nos exige tomar conciencia de los factores que facilitan la rápida propagación del
mal, y de las medidas que se requieren para atenuarlo.
El SIDA demanda que cultivemos una profunda compasión hacia los portadores
de VIH, semejante a la compasión de Cristo hacia los leprosos de su tiempo. “Los
leprosos de nuestro tiempo son los enfermos de SIDA".