Ángel de La Calle
Ángel de La Calle
Antes de comenzar la lectura de esta obra no tenía la concepción sobre varios aspectos de la
dura infancia de un niño de la calle.
“Lágrimas de ángeles”, publicada en el año 2005 en Quito, país latinoamericano que
afronta problemáticas sociales, políticas y económicas derivadas del proceso de
globalización de finales del siglo XX. Escrita por Edna Iturralde, considerada una de las
más importantes y prolíficas figuras de la literatura infantil y juvenil ecuatoriana. Madre de
seis hijos, ha dedicado gran parte de su vida a escribir para niñas y niños. Sus libros han
sido publicados en España, México y Colombia. También se encuentran en Perú, Bolivia y
Estados Unidos.
El libro consta de 162 páginas, en las que la autora invita a reflexionar sobre el respeto y el
valor de la infancia en la sociedad contemporánea.
Es preciso hablar de la frialdad humana que se presencia claramente en la mayoría de las
líneas que conforman cada página de la obra. En primer lugar, el futuro que establece el
hampa minuciosamente a los niños desamparados, o niños “desechables” como los llama
“La Tía Meche”, jefa de esa organización, encargada de la explotación, maltrato, venta,
prostitución y desaparición de los niños que caen en sus manos.
Entre tanto, tenemos una historia en la que podemos apreciar y vivir la situación de ambas
partes, pensamientos y conversaciones tanto de los adultos perversos, como de los
inocentes infantes. El relato nos hace sentir como si estuviéramos al lado de cada uno de los
interesantes personajes.
Comenzando la obra, nos relata lo que le pasó a Jaime, un niño de campo, que cuando era
más pequeño su madre se fue a trabajar en el extranjero, y que, con once años, su padre iba
a hacer lo mismo, él quedaría al cuidado de su tía, quien poco le agradaba, entonces al
acompañar a su padre junto a su tía para despedirlo en el aeropuerto, él decidió que huir
antes que su padre era mejor, al menos él sería el que abandone y no el abandonado. Así
pues, soltó la mano de su tía y salió corriendo a toda velocidad.
En un semáforo conoció a La Flaca, una niña contemporánea a Jaime, niña que le enseñó
cómo sobrevivir en el mundo de niños de la calle; tuvo que pedir permiso para que él
pudiera trabajar vendiendo dulces en la calle en compañía de El Bota-La-Pepa, El negro
José y La Canguro. La Flaca lo apadrinó, le enseñó cómo trabajar, cómo conseguir comida,
cómo trasladarse de un lado a otro sin pagar y cómo evitar ser robado.
Ellos se volvieron muy cercanos, a tal punto que La Tía Meche utilizó esto para
manipularlos; pues al final de la obra, obliga a Jaime a colaborar en un secuestro,
amenazándolo con que, si se oponía, no volvería a ver a La Flaca, quien días antes del
secuestro se había ido para cumplir su sueño de ser modelo, con unas personas que La Tía
Meche había mandado.
De modo que Jaime, apodado “El Futre” por su amiga La Flaca, no tuvo otra opción que
aceptar hacer el trabajo. Habiendo cumplido con su misión fue encerrado en la misma casa
con el secuestrado, en una habitación, sin noticia alguna de su amiga, que desde hace varios
días no volvía a ver. En un momento, Calzón Tierno: trabajador de La Tía Meche, entró a la
habitación del niño a decirle que ya no lo necesitaban y que, de igual forma, nunca volvería
a ver a La Flaca, él se quedó en silencio y esperó, en una situación de impotencia, empezó a
patear la puerta e intentar escapar para dar con el paradero de su amiga; Calzón Tierno se
percata de sus acciones y le inyecta una droga, droga que lo llevó a lanzarse de la ventana
de un segundo piso.
Esta historia finaliza con el reencuentro de estos dos personajes: Jaime y La Flaca, en el
hospital en el que estaba luego de la caída. La Flaca ingresó a un orfanato y Jaime Volvió a
encontrarse con su tía, su padre estaba pendiente de él, pero no lo pudo visitar porque
estaba de ilegal en Europa.
En síntesis, esta obra nos da una visón mas amplia de lo que les sucede a los niños de la
calle, el cómo consumen drogas para calmar el hambre, pasan sus días trabajando en la
calle esperando con ansias el día en que “La Tía Meche” les ofrezca un trabajo mejor,
donde les paguen más, sin saber que posiblemente siquiera podrán volver a abrir los ojos;
en el caso de las niñas que quedarán consumidas en la prostitución.
Es muy valioso que las personas lean este libro, porque, aunque lo que está escrito ahí no es
ni la mitad de lo que verdaderamente pasa, sí sería bueno que la sociedad conociera todas
estas situaciones, para al menos poder ser un poco más empáticos cuando se encuentren
niños de esta índole en la calle.
Este libro me gustó mucho, toca una problemática social muy importante y poco tenida en
cuenta por la sociedad, por medio de la historia de dos niños. La escritora utiliza un
lenguaje sencillo de fácil comprensión para una persona de cualquier edad con la capacidad
de leer. Lo que la hace una obra accesible para todos, que explica de una manera no muy
explicita sino mas bien moderada en cuanto a detalles, todo lo que viven los niños y niñas
de la calle.
Un catálogo de sucesos de imprescindible conocimiento tanto para la población joven como
para las personas mayores. Una obra genial ya que está caracterizada por un narrador
omnisciente que domina el tiempo del relato y la conciencia de los personajes, lo que nos
ayuda a sentirnos dentro de la historia mientras la leemos.