2019JIDA6 Educationofanarchitect
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DOCENCIA E INNOVACIÓN 6
EDICIÓN Y COORDINACIÓN A CARGO DE
DANIEL GARCÍA-ESCUDERO Y BERTA BARDÍ I MILÀ
RU Books
Recolectores Urbanos
ÍNDICE GENERAL
EPÍLOGO
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REFLEXIONES SOBRE
EL APRENDIZAJE
Education of an Architect. oportunidades a mediados de los años cincuenta para serlo realmente–. No en
Un punto de vista en retrospectiva vano una parte muy significativa de su producción podría entenderse como una
demostración de los principios que constituían el eje de su pedagogía. Tanto es
Raúl Castellanos Gómez así que, al respecto de las series de las Texas Houses (1954-62) y la Diamond
Universitat Politècnica de València Thesis (1962-67), Moneo alude a la composición de un manual, un libro de texto
o, incluso, un nuevo tratado, cuya misión no sería otra que la de arrojar luz so-
bre los puntos centrales del aprendizaje de la disciplina.3 Alexander Caragonne,
quien fuera alumno de Hejduk en Texas, completa su perfil docente al señalar
One cannot remember the future. que Hejduk no enseñaba tanto lo que sabía cuanto lo que estaba en proceso de
John Hejduk descubrir (Caragonne 1995, 192). Su mismo modo de trabajar mediante series,
en las que una obra sentaba las bases para las siguientes –y todas juntas mos-
Entre noviembre de 1971 y enero de 1972 se celebró en el Museum of Modern traban la historia generativa de las formas–, insistía en esta idea (Kaji-O’Grady
Art de Nueva York una importante exposición; inusual, de hecho, por un doble 1998). Hejduk creía en la experimentación –learning by making– y desconfiaba
motivo: en primer lugar, por su temática, pues mostraba exclusivamente trabajos del dogma; no planteaba programas con una solución tipificada sino proble-
realizados por estudiantes de arquitectura, provenientes de la neoyorquina The mas con un final abierto, con los que desafiaba incluso su propia pericia como
Cooper Union School of Art and Architecture; excepcional, asimismo, por su arquitecto.4
repercusión, con un impacto inmediato en la crítica y una difusión internacional Precisamente su intervención arquitectónica en el edificio de la Cooper Union
auspiciada por la publicación del catálogo homónimo Education of an architect: entre 1972 y 1974 –en sí mismo, una suerte de gran dispositivo didáctico (Fox
a point of view (Nueva York: Museum of Modern Art, 1971). Tras una primera 2016)– señalaría un punto de inflexión hacia la madurez en la trayectoria de
edición de apenas quinientos ejemplares, su postrera reedición, ya en 1999, la escuela desde la llegada de Hejduk, a la segunda de cuyas etapas seguiría
confirmaría la trascendencia del acontecimiento y su influencia en la forma- la publicación de una secuela del ya por entonces clásico de 1971 (Brighenti
ción del arquitecto durante las décadas finales del pasado siglo, al tiempo que 2018, 100). Este nuevo volumen cubre el período 1972-85 de The Irwin S.
compondría una primera revisión en retrospectiva a la que estas breves notas Chanin School of Architecture –rebautizada así en 1981 en honor de uno de
también rinden tributo.1 sus más reputados egresados–, y se inicia significativamente con la que para
En su prefacio a la segunda edición, el historiador de la arquitectura Alberto Hejduk era la quintaesencia o el paradigma del ejercicio más característico del
Pérez-Gómez acertaría a definir la obra como “un libro con muy pocas palabras ciclo precedente: el nine-square grid problem (Hejduk 1988, 12-13).5
e infinitas promesas” (Pérez-Gómez 1999, 14).2 Y en efecto, junto a una colec- La constatación, bien que a posteriori, de que el ejercicio del nine-square
ción de breves textos introductorios, la atención del lector pronto deriva hacia grid aspiraba a una conclusión lógica revela en parte la auténtica naturaleza del
la reproducción de unos cuarenta trabajos de estudiantes de la Cooper Union, problema y del proceso creativo que éste desencadenaba: en tanto que ejerci-
elaborados durante los siete años precedentes bajo la dirección del arquitecto cio de composición elemental, el nine-square grid no consistía en un mero simu-
estadounidense John Hejduk (1929-2000). Graduado por la institución en 1950, lacro destinado exclusivamente a la formación de los estudiantes noveles, ni se
Hejduk se había reincorporado a la Cooper Union como profesor a finales de reducía al juego aleatorio de los elementos al amparo de un sistema de reglas
1963 –tras un breve itinerario docente por Texas, Cornell y Yale–, y allí permane- que gobernara sus posibles relaciones –por más que los resultados suscitaran,
cería ininterrumpidamente hasta su muerte, ocupando el cargo de dean desde en ocasiones, cierta impresión de arbitrariedad–; se trataba, más bien, de un
1975 (Hejduk 1980a; Goldhoorn 1996). problema de arquitectura en sentido estricto: un enunciado cuyos supuestos
Hablar de la escuela de arquitectura de la Cooper Union es sin duda hablar eran inherentes a la propia disciplina, tanto como los instrumentos y mecanis-
de Hejduk (y viceversa). El propio Hejduk se definía a sí mismo como educador/ mos intervinientes y, al fin, los productos de su mediación. El nine-square grid
arquitecto (Goldhoorn 1996, 8), y quizá en este caso el orden de los factores sí contribuía a visibilizar algunas cuestiones nucleares del ejercicio del proyecto,
alteraba sensiblemente el producto. Para Rafael Moneo, en manos de Hej- entre las que destacaba la irreductible ambivalencia de dos lecturas contrapues-
duk la enseñanza devenía en un nuevo modo de ser arquitecto (Moneo 1980, tas: la gestación de la malla de nueve por nueve cuadrados por agregación de
75) –aunque, inicialmente, fuera una opción obligada, pues no abundaban las una unidad elemental o, al contrario, mediante la subdivisión de la figura global
(Moneo 1980, 65).
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y, entre otros, el arquitecto y artista suizo Bernhard Hoesli (1923-1984) –ex
colaborador de Fernand Léger y Le Corbusier en París–, en la Universidad de
Texas (Austin) entre 1954 y 1956 (Frampton y Latour 1980, 26-9; Caragonne
1995, 190-95). La diáspora posterior de sus protagonistas extendería la pene-
trante influencia de esta escuela y de su proyecto teórico a otras universidades
como Cornell, Cooper Union –donde coincidirían Hejduk y Slutzky– o la ETH de
Zúrich (Ockman 2012, 138). En Texas, Rowe y Slutzky escribieron su conocido
ensayo en dos partes “Transparency: literal and phenomenal” (publicado tiempo
después en Perspecta), que serviría de andamiaje teórico para algunos de los
ejercicios propuestos por Hejduk en la Cooper Union. Así, el nine-square grid,
el cube problem y el Juan Gris problem constituirían una tríada de ejercicios
paradigmáticos de composición con unas reglas arbitrarias aunque firmemente
establecidas, basados en las supuestas bondades de una limitación libremente
asumida (Eisenman 2017b, 255; Moneo 1980, 65).7
Con el nine-square grid, Hejduk desarrollaría el potencial arquitectónico de
un ejercicio geométrico iniciado por Slutzky en Texas, un desarrollo congruente
con los principios compositivos que Rowe había inferido, a finales de los años
Fig. 1 Lorna McNeur, “9 square grid”. Fuente: Hejduk, J. (1988) cuarenta, de su célebre análisis de la villa en Garches de Le Corbusier. El he-
cho de que éste entroncara, a su vez, con los estudios sobre las villas palladia-
nas de Rudolf Wittkower (1901-1971) –a la sazón, maestro de Rowe–, permite
imaginar una genealogía que vincularía indirectamente la biblioteca del Warburg
Además, las implicaciones del planteamiento del problema en el proceso crea- Institute londinense con el studio de la Cooper Union neoyorquina, transponien-
tivo no eran en absoluto menores: el nine-square grid confiaba en la repetición do un método analítico en una metodología de diseño o generativa, y difuminan-
y la seriación –no en la copia acrítica sino en “la producción de la diferencia por do, en suma, las fronteras entre la historia del arte, la crítica de arquitectura y la
medio de la semejanza formal” (Kaji-O’Grady 1998, 20)–, acaso con el propó- pedagogía del proyecto. Pese a la legalidad inmanente a la que aspiraban los
sito de conjurar los peligros de la creación libre e individual, pero expresamente productos del nine-square grid, Palladio les concedería, ab initio, una legitima-
por un doble motivo: en primer lugar, no serían pocos, en efecto, los artífices ción histórica (Weiner y Martin 2005, 197).
eventuales de la solución –entre ellos, el propio Hejduk y su escuela–, que apor- Por su parte, el cube problem podría entenderse como una derivación lógica
tarían algún eslabón a la serie;6 y, sobre todo, tal esfuerzo colectivo no pretendía del nine-square grid: una malla geométrica semejante serviría ahora de base
el hallazgo de un concepto que debiera ser aislado e identificado mediante para la configuración de un volumen cúbico de nueve metros de lado. Pese a
sucesivas operaciones formales, ni de una idea fija que confiriera legitimidad al que el enunciado contemplaba otras posibilidades –quedaba a la elección del
resultado una vez revelada mediante el juicio o la exégesis de la obra acabada; alumno el programa concreto que el cubo debía albergar (Jasper 2014a, 3)–,
el paradigma de la serie no compondría un canon, la expresión pura de una el propio Hejduk confesaría su sorpresa al comprobar que en la mayoría de
idea, sino que, por el contrario, sobresaldría del conjunto de las propuestas de los casos se trataba de una casa (Hejduk 1971, 99). Quizá fuera porque los
configuración como aquélla que mejor encarnase las infinitas potencialidades de estudiantes contaran con el precedente de algunas de sus primeras obras, de-
un sistema (Kaji-O’Grady 1998, 27): lo que verdaderamente representaba eran sarrolladas como variaciones sobre este mismo tema –y a lo largo de las cuales
las reglas del juego; no una solución ejemplar, definitiva. Hejduk había ya recorrido el camino entre la malla bidimensional y el volumen–.
Los orígenes del nine-square grid se remontan a la breve pero intensa expe- En cualquier caso, y más allá de la insistencia evidente en la pregnancia de la
riencia que Hejduk, al regreso de una reveladora estancia en Roma, compar- forma, el cube problem abordaría dos cuestiones específicas no contempladas
tiera con el arquitecto e historiador británico Colin Rowe (1920-1999), el pintor con la misma hondura en el nine-square grid: la superposición de niveles y la
neoyorquino Robert Slutzky (1929-2005) –discípulo de Josef Albers en Yale–, formalización de una envolvente.
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Si se tratase aquí de comprender la trascendencia de ambas operaciones, en la definición de los elementos cuanto la efectividad en sus relaciones, que,
convendría en este punto recuperar la hipótesis que Hejduk lanzase en su con suerte, estructurarían la arquitectura sobre el papel de manera análoga a
Diamond Thesis a mediados de los años sesenta: en aquella ocasión, un simple como componían la obra plástica sobre el lienzo.
giro de cuarenta y cinco grados del cuadrado de base le serviría para explorar, Tras la claridad metodológica de los enunciados del nine-square grid, el
gracias a la representación en axonometría, la sobreimpresión de una visión pla- cube problem y el Juan Gris problem, subyacía la confianza en el proyecto de
na sobre otra tridimensional; o, a la inversa: la visualización de un espacio poco arquitectura como algo que se podía enseñar (Slutzky 1980, 86); a modo de
profundo sobre la base de una planta –en realidad, de una superposición de catalizadores, activaban el proceso de aprendizaje y preparaban al estudiante
plantas–. Sin duda, los estudios mencionados de Rowe y Slutzky sobre la fron- para acometer, ya en las etapas más avanzadas de su formación, los proyectos
talidad y la visión espacial del cubismo estarían detrás de un experimento que de tema libre que completaban el currículo. La búsqueda de una teoría operativa
tendría continuidad en las propuestas de los estudiantes de la Cooper Union se trasluce asimismo en los ejercicios de análisis propuestos por Hejduk en la
para el cube problem. Se diría que la superposición de niveles y el trazado de la Cooper Union: “Hacíamos autopsias de edificios, edificios históricos de Andrea
envolvente no eran para Hejduk sino la coartada para un tipo de representación Palladio y de la arquitectura moderna”, “cortábamos y diseccionábamos” (Gol-
destinado a contemplar el objeto arquitectónico desde el propio objeto (Moneo dhoorn 1996, 15), recuerda. El análisis era también el momento propicio para
1980, 69), obviando el punto de vista circunstancial de un supuesto habitan- la invención, la recreación a partir de las potencias que habían pasado inadver-
te –su particular perspectiva–.8 La autosuficiencia de sus dibujos y los de sus tidas al autor de la obra original (Hejduk 1971, 209). Quizá fuera éste y no otro
estudiantes con respecto a cualquier marco contextual es manifiesta; si estable- el sesgo con el que Rowe y Slutzky contemplaran la arquitectura del período de
cen algún tipo de diálogo, su interlocutor no sería el medio circundante –aunque entreguerras, vislumbrando las complejidades que aquella arquitectura moderna
Hejduk no renunciase en algunas de sus Texas Houses a esbozar una suerte ortodoxa ni siquiera sospechaba poseer (Rowe 1975, 3).
de emplazamiento, éste se desdibujaría ya en las Diamond Houses (Jasper A lo largo de las páginas de Education of an architect: a point of view, se
2014b, 2)–; ni tan siquiera el espacio interior, del que ha desaparecido la figura adivina un intento por entroncar con las esencias de aquella modernidad heroica
del hombre que pudiera dar sentido, por la vía de la fruición estética o de la de los años veinte cuya recuperación, si bien podría resultar anacrónica a finales
satisfacción funcional, a tal despliegue de formas en el espacio. Es otro tipo de de la década de los sesenta –como arriesgada sería la reducción de aquellos
interioridad la que ahora se reclama: es la propia arquitectura –que estos dibu- enfoques teóricos a metodologías instrumentales (Pérez-Gómez 1996)–, no es
jos constituyen por derecho propio– la que, en un ejercicio de introspección, se menos cierto que se trataba, en el caso de la Cooper Union, de una reacción
mira a sí misma como ante un espejo que reflejase ciertos episodios gloriosos consciente frente al escepticismo imperante en otras escuelas norteamericanas
de su pasado reciente: las lecciones más fecundas de aquellas vanguardias, a respecto de los principios de la arquitectura moderna (Ockman 2012, 162). En
la sazón, para Hejduk y sus correligionarios, todavía vigentes. Con todo, ahora, un contexto social y político convulso, la sociología, la psicología, la antropo-
algunos de sus elementos más característicos, como los pilotis y los tabiques logía o la filosofía comenzaban a dominar el discurso arquitectónico; mientras,
mixtilíneos que componían la planta libre corbusieriana, aparecen desnaturaliza- como advirtiera Ulrich Franzen, la Cooper Union nadaba a contracorriente
dos, desprovistos de su función original, y convertidos en signos auto referen- (Hejduk 1971, 5). La autonomía de la arquitectura que entonces propugnaba –la
ciales que no vienen sino a acentuar la autonomía de la forma arquitectónica, y, reivindicación tácita de su naturaleza intrínseca– era la respuesta a las posturas
por extensión, de la arquitectura misma.9 contemporáneas que buscaban legitimidad al amparo de otras disciplinas.
Ante estas obras, la atención del crítico –que admira desde fuera una obra De las noticias y críticas periodísticas oportunamente incluidas en la edición
que se contempla, a su vez, a sí misma– no podría sino reparar prioritariamente de 1999, se desprende que las reacciones contemporáneas a la exposición de
en la consistencia formal y en la organización interna de su objeto de análisis. Y, la Cooper Union fueron polémicas y encontradas. Hoy, una relectura del clásico
precisamente estos atributos, que atañen a la propia constitución de la obra de acaso arrojaría, por la fuerza de los hechos, una valoración más ecuánime de su
arquitectura, fueron los que sirvieron de fundamento al tercero de los ejercicios fortuna y su repercusión. Significativamente, en octubre del mismo año 1971,
paradigmáticos planteados por Hejduk: el Juan Gris problem, enunciado en una exposición muy distinta tenía lugar en el Whitney Museum de Nueva York: la
términos tan lacónicos como: “Haz un edificio con la intención de Juan Gris” obra de Venturi and Rauch se exhibía junto a sus estudios urbanos realizados en
(Hejduk 1971, 163). Moneo habla, respecto de Gris, de un “maestro de la sin- Yale en torno al simbolismo y la iconografía del strip y los suburbios norteameri-
taxis”, y es que, en efecto, este enunciado no perseguía únicamente el acierto
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canos (Huxtable 1971). La coincidencia simbolizaba asimismo el enfrentamiento
REFERENCIAS
de dos escuelas, y auguraba que los principios abstractos generadores de la
forma y el espacio tan caros a Hejduk habrían de avenirse en lo sucesivo con el
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