03 Tema 3 HIPER

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TDAH. Criterios para


el diagnóstico y
patrón conductual
TEMA

INTRODUCCIÓN
El significado etimológico del término hiperactividad es el de un movimiento
excesivo que, connotativamente, no suele tener una propositividad o intencionalidad
dirigida a un fin planeado constructivo. Cualquier persona puede sentirse inquieta en un
momento dado y responder impulsivamente. Sin embargo, cuando este exceso conductual
es mantenido durante todo el día y persiste durante más de seis meses, y, a su vez, interfiere
negativamente en la vida diaria produciendo un deterioro en el ámbito personal, escolar,
social y familiar, nos encontramos ante un verdadero trastorno que nosológicamente ha
sido etiquetado como Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
El TDAH es una alteración del neurodesarrollo que constituye un importante
problema en la infancia, tanto en el ámbito clínico como en el contexto escolar. Su
frecuencia y las características de su sintomatología hacen que cada vez se le preste más
atención por parte de los padres, la escuela y los médicos. Constituye un campo científico
de gran interés en el ámbito clínico y educativo, tanto en la evaluación multidisciplinar
como en los tratamientos mediante diversos modelos en constante proceso de revisión.
Sus manifestaciones conductuales y cognitivas tienen un gran impacto en el
desarrollo de la personalidad, en el rendimiento escolar, en las relaciones interpersonales,
en la dinámica familiar y en la adquisición de las habilidades sociales necesarias para el
desenvolvimiento y adaptación en la sociedad (fragilidad de los mecanismos adaptativos
al entorno; Narbona, 1997).

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1. DESARROLLO HISTÓRICO Y DEFINICIONES DEL TRASTORNO
TDAH
Ya en 1846, Heinrich Hoffamn, un médico que fundó después el primer hospital
mental en Frankfurt, describió los síntomas típicos del TDAH. De modo interesante, su
descripción se publicó en un libro infantil titulado “Struwwelpeter” que él había diseñado
para su hijo de tres años Carl Philipp. Los síntomas se describen de manera admirable en
la historia ilustrada a todo color de “Zappel-Philipp” (El inquieto Philipp), probablemente
la primera mención escrita del TDAH por un profesional médico (Thome y Jacobs, 2004).
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) con semejante
denominación fue identificado por primera vez hace ya más de cien años (Still, 1902)
para referirse a niños con agresividad, hiperactividad, resistencia a la disciplina, excesiva
emocionalidad, problemas de atención y defectos en el control moral. Lo describió como
un “defecto anormal en el control moral en los niños”. Definió también el control moral
como “el control de las acciones en conformidad con la idea de la bondad... [que] sólo
puede existir cuando hay un vínculo consciente con el medio ambiente”. Los estudios
realizados posteriormente sobre el trastorno estaban fundamentados en el análisis de
traumas cerebrales y de los comportamientos hiperkinéticos derivados, como los trastornos
de conducta social, falta de descanso, episodios de agitación motriz; empleándose
términos como Daño Cerebral Mínimo y Disfunción Cerebral Mínima, constructos ambos
que fueron sustituidos por Síndrome Hiperquinético de la Niñez en la década de los
sesenta. Posteriormente, Satterfield y Dawson en 1971 (citados por Spencer, 2002) fueron
los primeros en proponer que los síntomas del TDAH eran causados por un débil control
inhibitorio de la corteza frontal sobre las funciones límbicas.
Originariamente estos niños hiperactivos se clasificaron dentro del síndrome de
lesión cerebral mínima, aunque también han recibido otras denominaciones tales como
hiperkinesia, trastorno impulsivo hiperkinético, etc., produciéndose una disparidad en las
definiciones, al igual que ha venido ocurriendo con la conceptuación de las Dificultades
de Aprendizaje.
El concepto de hiperactividad se acordó por primera vez a través del DSM II, (APA,
1968), cambiando su denominación posteriormente por el de Alteración por déficit de
atención en el DSM-III (APA, 1980). En 1980 la Asociación Psiquiátrica Americana definió, en
la tercera edición del Manual de Estadística y Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM-
III), la entidad diagnóstica Trastorno por Déficit de la Atención, el cual podía presentarse
con o sin hiperactividad. La revisión del DSM-III en 1987 presentó la denominación actual
Trastorno por Déficit de la Atención e Hiperactividad (Hill,1998; citado por Dueñas-García,
2005). En la revisión del DSM-IV-R las denominaciones al uso son las de TDAH (Trastorno
por Déficit de Atención con Hiperactividad) (con tres subtipos) y la de THA (Trastorno
de Hiperactividad). En el DSM-5 (2013) se especicia un patrón persistente de inatención

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y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento o desarrollo. En los
últimos años, se han producido numerosas propuestas de conceptuación, clasificación,
evaluación y tratamiento, y son numerosas las definiciones que se han ofrecido sobre el
trastorno desde estos momentos iniciales de su identificación. En las líneas que siguen se
ofrecen algunas de ellas que han contribuido a delimitarlo.
El Trastorno por Déficit de la Atención con Hiperactividad (TDAH) es un patrón de
conductas que presentan algunos niños y adolescentes caracterizado por la falta de control
en el mantenimiento de la atención, la impulsividad y el autocontrol de su conducta motriz
en sus interacciones con la situación (Anastopoulos y Barkley, 1992). Por su parte, Barkley
(1990) la define como “Un desorden en el desarrollo de la atención, control sobre la
impulsividad y la conducta que aparece tempranamente, es significativamente crónica por
naturaleza, y no es atribuible a retraso mental, sordera, ceguera, alteraciones neurológicas
graves o severa alteración emocional”, y también como “Un trastorno del desarrollo
caracterizado por unos niveles evolutivamente inapropiados de problemas atencionales,
sobreactividad e impulsividad. Normalmente surgen ya en la primera infancia, son de
naturaleza relativamente crónica y no pueden explicarse por ningún déficit neurológico
importante ni por otros de tipo sensorial, motor o del habla, sin que tampoco se detecte
retraso mental o trastornos emocionales graves. Estas dificultades guardan una gran
relación con una dificultad para seguir las -conductas gobernadas por reglas (CGR)- y
con problemas para mantener una forma de trabajo consistente a lo largo de períodos
de tiempo más o menos largo”.
Existe un amplio acuerdo en definir al TDAH como “Un trastorno del comportamiento
infantil de amplio sustrato biológico con base genética, en el que se encuentran
implicados diversos factores neuropsicológicos que provocan alteraciones en la atención,
la impulsividad y la sobreactivación motora” (Cardo y Servera, 2005) y que resultan
inapropiados desde el punto de vista evolutivo. Desde la perspectiva clínica es “Un
trastorno crónico sintomáticamente evolutivo, y que presenta importante alteración
en sus dimensiones clínicas, académicas y relacionales. En el ámbito escolar, se ha
constatado de modo reiterativo la importante repercusión negativa que el trastorno
ocasiona, deteriorándose progresivamente los resultados académicos con la edad”
(López-Villalobos et al., 2004).
“El trastorno afecta a la capacidad de esfuerzo cognitivo, a la vigilancia continua
y a la organización secuencial” (López-Campo et al., 2005). Sin embargo, todavía no se
dispone de marcadores clínicos ni de laboratorio que permitan su identificación clara.
De acuerdo con la CIE 10 (Catálogo Internacional de Enfermedades de la
Organización Mundial de la Salud) (OMS, 1992), los trastornos hiperkinéticos se incluyen
en la categoría: “Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo en la
infancia y en la adolescencia” y describe a este trastorno del siguiente modo: “Grupo de
trastornos caracterizados por un comienzo precoz, la combinación de un comportamiento

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hiperactivo y pobremente modulado con una marcada falta de atención y de continuidad
en las tareas y porque estos problemas se presentan en las situaciones más variadas y
persisten a lo largo del tiempo”.
El trastorno puede estar asociado o no a la hiperactividad. En el primer caso,
suelen presentar alteraciones del comportamiento, especialmente agresividad y conducta
antisocial. Por el contrario, los niños con déficits de atención sin hiperactividad parecen
más callados, más ansiosos, tímidos y poseen una competencia escasa para los deportes
(Lahey et al., 1985; citados por Miranda, Císcar y Roselló, 1992; p. 94).

2. EL PATRÓN CONDUCTUAL DEL TDAH


El patrón conductual de la hiperkinesia en los niños con el Trastorno por Déficit
de la Atención con Hiperactividad (TDAH) se caracteriza por la disruptividad, las peleas
y agresiones, oposicionismo, vandalismo, baja autoestima, labilidad emocional, escasa
tolerancia a la frustración, ansiedad y depresión. Algunas de estas manifestaciones
conductuales no afectan a la generalidad de los niños con TDAH, sino solamente en
determinados casos. Todo ello les ocasiona importantes problemas en la interacción
social con los compañeros que impiden una socialización satisfactoria, siendo rechazados
frecuentemente por estas conductas (McCleary, 2002).
En el ámbito escolar, estos niños presentan importantes problemas cognitivos y
lingüísticos. No resuelven bien tareas de resolución de problemas, no tienen habilidades
organizativas y frecuentemente presentan alteraciones en el lenguaje oral. Una clasificación
detallada de los síntomas es la ofrecida por Pichardo (1997), que los tipifica según seis áreas:
1. Área conductual:
- Períodos cortos de atención.
- Distractibilidad.
- Inquietud.
- Poca capacidad de control.
- Destructividad.
2. Área social:
- Pobre relación con los compañeros.
- Desobediencia de órdenes.
- Bajo autocontrol.
- Agresión, robo.
- Lenguaje beligerante e irrespetuoso.
- Pobre habilidad para solucionar problemas sociales.

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3. Área cognitiva:
- Autolenguaje inmaduro.
- Falta de atención.
- Ausencias de conciencia.
4. Área académica o curricular:
- Bajo rendimiento para su capacidad.
- Dificultades de aprendizaje.
5. Área emocional:
- Depresión.
- Baja autoestima.
- Excitabilidad.
- Facilidad para la frustración.
- Bajo control emocional.
- Humor impredecible.
6. Área física:
- Enuresis/encopresis.
- Crecimiento óseo inmaduro.
- Frecuentes otitis medias.
- Frecuentes alergias.
- Anomalías menores de carácter físico.
- Cortos ciclos de sueño.
- Alta tolerancia al dolor.
- Pobre coordinación motora.
Los trastornos hipercinéticos tienen un comienzo temprano (por lo general, durante
los cinco primeros años de la vida). Sus características principales son una falta de
persistencia en actividades que requieren la participación de procesos cognoscitivos y una
tendencia a cambiar de una actividad a otra sin terminar ninguna, junto con una actividad
desorganizada, mal regulada y excesiva. Los niños hiperkinéticos suelen ser descuidados
e impulsivos, propensos a accidentes, y plantean problemas de disciplina por saltarse las
normas, más que por desafíos deliberados a las mismas, por una falta de premeditación. Su
relación social con los adultos suele ser desinhibida, con una falta de la prudencia y reserva
naturales. Son impopulares entre los demás niños y pueden llegar a convertirse en niños
aislados. Es frecuente la presencia de un déficit cognoscitivo y son extraordinariamente
frecuentes los retrasos específicos en el desarrollo motor y del lenguaje.
Las complicaciones secundarias son un comportamiento disocial, antisocial y una
baja estimación de sí mismo. Hay un considerable solapamiento entre la hipercinesia y otras
formas de comportamiento anormal como el trastorno disocial en niños no socializados. Sin

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embargo, la evidencia más general tiende a distinguir un grupo en el cual la hipercinesia
es el problema principal.
Los rasgos cardinales son el déficit de atención y la hiperactividad. El diagnóstico
requiere la presencia de ambos, que deben manifestarse en más de una situación (por
ejemplo, en clase, en la consulta clínica, en el hogar).
El trastorno de la atención se pone de manifiesto por una interrupción prematura de
la ejecución de tareas y por dejar actividades sin terminar. Los niños hiperkinéticos cambian
frecuentemente de una actividad a otra, dando la impresión que pierden la atención en una
tarea porque pasan a entretenerse con otra (aunque estudios de laboratorio no demuestran
con precisión un grado extraordinario de distracción sensorial o perceptiva). Estos déficits
en la persistencia y en la atención deben ser diagnosticados sólo si son excesivos para la
edad y el CI del afectado.
La hiperactividad implica una inquietud excesiva, en especial en situaciones que
requieren una relativa calma. Dependiendo de las circunstancias, puede manifestarse como
saltar y correr sin rumbo fijo, como la imposibilidad de permanecer sentado cuando es
necesario estarlo, por una verborrea o alboroto o por una inquietud general acompañada
de gesticulaciones y contorsiones. El criterio para valorar si una actividad es excesiva está
en función del contexto, es decir, de lo que sería de esperar en esa situación concreta y de
lo que sería normal, teniendo en cuenta la edad y el CI del niño. Este rasgo comportamental
es más evidente en las situaciones extremas y muy estructuradas que requieren un alto
grado de control del comportamiento propio.
Normalmente estas dificultades propias del trastorno persisten durante los años de
escolaridad, adolescencia e incluso en la vida adulta, pero en muchos de los afectados se
produce, con el paso de los años, una mejoría gradual de la hiperactividad y del déficit de
la atención; todo ello, en función de la eficacia del tratamiento recibido.
En la edad adulta puede también hacerse el diagnóstico de trastorno hipercinético.
Los fundamentos son los mismos, pero el déficit de atención y la hiperactividad deben
valorarse en relación con la evolución de cada caso. Cuando la hipercinesia se presentó
únicamente en la infancia y en el curso del tiempo ha sido sustituida por otra entidad
como un trastorno de la personalidad o un abuso de sustancias, debe codificarse la entidad
actual en lugar de la pasada.
La CIE-10 (OMS, 1993, 2010, 2015) enfatiza la actividad motora del trastorno del
siguiente modo:
a) Trastorno de la actividad y de la atención.
b) Trastorno hipercinético disocial.
c) Otros trastornos hiperkinéticos.
d) Trastorno hipercinético sin especificación.

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Tal y como afirma Polaino-Lorente (1997), es bastante criticable colocar el trastorno
motor como núcleo central (eje diagnóstico) de este trastorno. Por el contrario, la DSM-5
subraya el déficit atencional y la hiperactividad-impulsividad.
Desde la perspectiva de la consistencia de estas manifestaciones conductuales,
Barkley (1997) señala que estos problemas de inatención, impulsividad e hiperactividad
presentan una gran variación situacional y temporal en determinados casos. Esta variación
está relacionada con (Fernández y Muñoz, 2005):
- Grado de exigencia de las demandas medioambientales para la inhibición de
la conducta.
- Relación de la conducta con los padres.
- Las veces que se repiten las instrucciones.
- La novedad y complejidad de las tareas a realizar.
- La estimulación proporcionada por las tareas.
- La fatiga psicofísica.
- La magnitud de las consecuencias (reforzadores o estímulos aversivos)
asociados a la conducta del niño.
- El momento del día.
- La restricción impuesta por el contexto.
- Presencia/ausencia de supervisión por el adulto.
- Programación del refozamiento.
Estos factores condicionan el grado de gravedad de las manifestaciones conductuales
del trastorno. En la medida en que exista una mayor exigencia y control externo (como
es el caso del contexto escolar en el que se le demanda al alumno la realización de tareas
curriculares en ocasiones de escaso interés para él y excesivamente complejas para sus
capacidades de atención sostenida) se exacerban sus síntomas de inatención, impulsividad,
hiperactividad y, con frecuencia, alteraciones conductuales.

2.1. LA HIPERACTIVIDAD EN LA EDAD PREESCOLAR.


En estas edades tempranas en torno a los 3-5 años, es difícil distinguir y diferenciar
entre el comportamiento activo propio y esperable de los niños que están explorando el
mundo que les rodea con una gran curiosidad y los síntomas de la impulsividad-hiperactividad.
No obstante, el límite de esta diferenciación se encuentra en la adaptación global del niño al
entorno. Si las conductas interfieren significativamente en el desarrollo psicobiológico del
niño y afectan negativamente a su desenvolvimiento social, entonces deberemos valorarlas
como evidencias clínicas de posibles trastornos.
En la etapa escolar de la Educación Infantil, es importante diferenciar entre el
comportamiento de un niño considerado como “difícil” o sobreactivo, de aquellos otros que

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realmente pudieran presentar la sintomatología atencional, impulsiva y de sobreactividad
del trastorno. En este sentido, Rusthton et al. (2004) han alertado sobre la presión que
ejercen algunos profesores sobre las familias para que se llegue al diagnóstico y se aplique
alguna terapia farmacológica. Sin embargo, no resulta fácil lograr una discriminación
certera acerca de lo “patológico” y lo normal, tal y como señala Artigas-Pallarés (2004).
“En el tramo de edad comprendido entre los 3 y los 5 años los rasgos de inquietud e
hipermotricidad, de conductas manipuladoras y de reclamo de especial atención son
una manifestación frecuente de muchos trastornos del desarrollo y de alteraciones
conductuales y socioafectivas e incluso de normalidad” (p. 521).
En el tramo de edad comprendido entre los tres y los cuatro años, la mayor parte
de los padres (un 53 %) empiezan a apreciar los primeros síntomas del TDAH (Barkley et
al., 1990; Calderón-Garrido, 2003; entre otros), produciéndose una demora de algunos
años hasta que buscan o son derivados a especialistas para el tratamiento farmacológico,
psicosocial o combinado para sus hijos.
En la actualidad no existe un sistema de clasificación empíricamente validado para
el diagnóstico del TDAH en edades comprendidas entre los 3-6 años (Miranda et al., 2003),
de acuerdo con los parámetros del trastorno. La falta de instrumentos con la suficiente
validez predictiva y discriminante para las diferentes edades impide establecer una etiqueta
diagnóstica del TDAH en la Educación Infantil. No obstante, la primera infancia es un período
crítico en el que aparecen problemas comportamentales clínicamente significativos que
pueden ser indicadores de posteriores trastornos.
Conductas prototípicas de los niños con TDAH en preescolar son:
- Excesiva inquietud
- Desatención e impulsividad.
- Mayor riesgo de pequeños accidentes, en la escuela y en el hogar.
- Desobediencia.
- Conductas desafiantes y oposicionistas desproporcionadas.
- Conductas inmaduras en el juego: escasamente constructivo, uso
estereotipado de los juguetes y tendencia a romperlos.
Las intervenciones dirigidas a los alumnos con TDAH en edades preescolares son
más efectivas que en edades posteriores (Miranda et al., 2003), puesto que las conductas
disruptivas están menos consolidadas.

3. EPIDEMIOLOGÍA DEL TDAH


Para delimitar con rigor la epidemiología del TDAH es necesario identificar y
establecer a priori una serie de variables que son las que condicionan la exactitud de los
datos que se pudieran ofrecer al respecto. Estas variables son:

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a) Definición empleada en el trastorno.
b) Instrumentos empleados en el diagnóstico.
c) La comorbilidad.
d) Acceso a servicios para su identificación (factores culturales).
e) Criterios legales en tratamiento con fármacos.
f) ….
Asimismo, para conocer cómo se distribuye el trastorno en la población es necesario
identificar aspectos como la población de riesgo, las edades en las que se inicia y se
manifiesta, la ratio varones-mujeres, los factores de desarrollo, condiciones sociales, curso
del trastorno, etc.
Los trastornos hipercinéticos se presentan en varones con una frecuencia varias
veces superior a la que se manifiestan en el sexo femenino. A este respecto la Fundación
ADANA señala que en lo referente a la distribución por sexos, los estudios realizados
informan de una mayor incidencia del TDAH en varones, con una relación de entre 4/1 (4
varones por cada niña) en la población general y 9/1 en población clínica. No obstante, cabe
señalar que hay escasas investigaciones sobre niñas hiperactivas. Actualmente la mayoría
de autores (Barkley, 2003) consideran que el TDAH está infradiagnosticado en las niñas,
puesto que presentan menos comportamientos perturbadores, que son los que interfieren
significativamente en la vida escolar y familiar, y más preocupan a maestros y padres, y en
cambio presentan más síntomas de humor/ansiedad que los chicos (Fundación ADANA).
Antes de los 7 años resulta problemático realizar un diagnóstico de TDAH. Sin
embargo, ya en la edad preescolar se manifiestan conductas típicas del síndrome y sus
diferentes subtipos. Existen diferentes estudios epidemiológicos que arrojan datos distintos
de prevalencia del trastorno. Algunos de ellos son los siguientes:
Bauermeister et al. (1994) analizaron la prevalencia del TDAH, en la población
general, con grupos de niños entre los 4-18 años de edad, con base en informes de diferentes
países (Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, Inglaterra y Puerto Rico) encontraron
una prevalencia entre el 1.7 y 10.1 %.
Pelma et al. (1994; citados por Idiazábal, 2005) encontraron un rango de prevalencia
del trastorno de hasta el 20 %. En las investigaciones desarrolladas por Byrne et al. (2000)
sobre los diferentes subtipos del TDAH, se obtuvieron porcentajes del 68 % del subtipo
hiperactivo-impulsivo; del 28 % subtipo combinado y del 4 % para el subtipo inatento.
Prevalecen más en la edad preescolar la impulsividad e hiperactividad que la
inatención, aunque en estas edades la demanda atencional no es muy exigente ni
comparable a la de la Educación Primaria. Los niños de preescolar con TDAH tienen niveles
similares de comorbilidad que los niños con dicho síndrome en la Educación Primaria
(Wilens et al., 2002).

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Los estudios de Vaquerizo-Madrid et al. (2005) ponen de relieve una prevalencia
del trastorno en edades de 8 a 9 años del 7.5 %. Los realizados por Cardo y Servera (2005)
informan de tasas del 3-7 %, con margen de variabilidad en función de la edad, el sexo,
el nivel sociocultural y los subtipos (predomina el TDA subtipo combinado, seguido del
predominantemente inatento y del hiperactivo-impulsivo). Los varones están más afectados
que las niñas (2.5:1), diferencia que se reduce conforme se van identificando más casos
de TDAH en niñas que no habían sido diagnosticadas. Según el DSM-5, la prevalencia más
alta se encuentra en la población de 6 a 9 años. Del 3 al 7 % en niños de edad escolar
(APA, 2002). Otros estudios indican un 4,9 % (Jiménez, Artiles et al, 2012). En un nivel de
tasa semejante, se sitúan los datos ofrecidos por Montiel-Nava, Peña y Montiel-Barbero
(2003), la prevalencia en población venezolana se sitúa entre el 7 y el 10 %. Esta prevalencia
informada por los diferentes estudios realizados es variable en función de los instrumentos
de evaluación empleados, de las fuentes de información (padres, profesores, profesionales de
la salud, los propios niños, etc.) y de las características de la muestra (clínica o comunitaria).
Son tasas, como vemos,, muy variables.
El TDAH afecta tanto a niños como a niñas, sin embargo existe un predominio en
varones e inicio en la niñez temprana, con un predominio de 9:1 en población clínica y de
2:1 en muestras comunitarias. Esta diferencia de prevalencia en función de la población se
debe a que la mayor parte de las investigaciones desarrolladas lo han sido sobre varones
con este trastorno. Cabe pensar que haya un elevado porcentaje de niñas sin diagnosticar
y sin recibir tratamiento adecuado (Idiazábal, 2005). Un 50 % muestra sintomatología en
la edad adulta.

3.1. EL TDAH SEGÚN EL GÉNERO.


Existen diferencias en la sintomatología manifestada en el trastorno en función
del género, que se observan en áreas como la conductual, la cognitiva, la social. Estas
diferencias entre niños y niñas suelen desaparecer en la pubertad (APA, 2000). Las más
relevantes son las siguientes:

3.1.1. Niñas.
a) Área conductual.
Las niñas con TDAH sufren una menor afectación en su dimensión conductual
(Gaub y Carlson, 1997), muestran una menor hiperactividad y una menor proporción de
trastornos de conducta.
- Menos agresivas e impulsivas.
- Menor número de síntomas de trastornos de conducta.
- Tendencia a ser más reservadas y tímidas.

54 Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual


b) Área cognitiva.
- Mayor fallo cognitivo.
- Menores puntuaciones en el Cociente Intelectual (CI): en el factor verbal y
el manipulativo, aunque no son significativas desde el punto de vista clínico.
(Biederman et al., 2004), no tienen repercusión en el rendimiento cognitivo.
- Menores habilidades de lenguaje (James y Taylor, 1990).
- Menor número de trastornos de aprendizaje y menor probabilidad de fracaso
escolar.
- Mayores puntuaciones en competencia lectora.
- Mayor proporción de síntomas de inatención.
c) Área social.
- Mayor propensión a tener problemas con el abuso de sustancias tóxicas en la
adolescencia (alcohol, drogas y tabaco) (Biederman et al., 2004). Sin embargo
existen investigaciones que arrojan datos contrarios, como los de Rucklidge
y Tannock (2001) que no hallaron diferencias entre adolescentes con TDAH
en función del género, sobre el abuso de drogas.
- Mayor riesgo de sufrir depresión mayor que las niñas sin TDAH, pero menor
riesgo que los niños con TDAH.
- Mayor riesgo de sufrir trastorno de pánico que los niños con TDAH (Jackson
et al., 2004; citados por Idiazábal, 2005).
- Menos problemas de interrelación social. Sin embargo cuando el TDAH está
asociado a problemas de conducta tendrían más problemas sociales que los
niños y presentan un peor pronóstico psiquiátrico en la edad adulta (Faraone
et al., 2000; Carlson et al., 2001).
- Mayor participación en actividades extraescolares (Biederman et al., 2003).
- Con respecto a niñas sin TDAH presentan más problemas de relación social
(Hinshaw, 2002).
- Mayor agresión verbal que las niñas sin TDAH (Abikoff et al., 2002) y menor
que los niños con TDAH.
- Mayor probabilidad de ingresos psiquiátricos en la edad adulta (Dalsga et
al., 2002; citados por Idiazábal, 2005).

3.1.2. Niños.
a) Área conductual.
- Mayor hiperactividad.
- Mayor falta de atención.
- Trastorno oposicionista desafiante (comorbilidad).

Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual 55


- Trastornos de conducta.
- Más conductas disruptivas en clase.
Por lo que respecta al curso del trastorno, tienden a desaparecer las diferencias
intergénero mencionadas, sin embargo persiste durante la edad adulta, aunque los síntomas
tienden a disminuir con la edad. Los estudios de seguimiento a largo plazo ponen de relieve
que los estudiantes con TDAH tienen dificultades escolares y vocacionales, desarrollando
algunos de ellos (un 40 %) trastornos de personalidad antisocial, abuso de sustancias tóxicas
y comportamiento delictivo en la adolescencia y en la vida adulta. Tal y como señalan
Anderson et al. (1987), en los valores la sintomatología tiende a remitir en el período de la
adolescencia, mientras que en el caso de las niñas existe una tendencia a que los síntomas
persistan después de la pubertad. Según los estudios de Hansen et al. (1999) entre un 31
% y un 71.5 % de pacientes con TDAH diagnosticado en la niñez, continúan teniendo el
diagnóstico en la adolescencia y, aproximadamente 50 % de los casos con TDAH seguirán
presentando síntomas discapacitantes al entrar en la edad adulta (Cuffe et al., 2001).
De los resultados obtenidos en estudios longitudinales se pueden extraer las
siguientes consecuencias: A largo plazo se dan estas tres opciones:
1. Remisión completa de la sintomatología.
2. Síntomas residuales del TDAH.
3. Persistencia del síndrome completo.

4. CRITERIOS PARA EL DIAGNÓSTICO DEL TDAH


Los criterios para cumplir los requisitos del trastorno son los aportados por la DSM-IV
(APA, 2000) y por la CIE-10 (OMS, 1993). Tanto unos como otros, aunque difieran en algunos
aspectos que pueden compararse en las páginas que siguen, permiten la clasificación en los
diferentes subtipos. No obstante, existen algunos aspectos referidos a la heterogeneidad
de la población, la cuál puede presentar formas clínicas inhabituales en su sintomatología
que puede dificultar su diagnóstico diferencial.

4.1. DIFICULTADES EN EL DIAGNÓSTICO.


La población con TDAH es muy heterogénea y, además, suelen concurrir otros
trastornos asociados. Una determinada parte de la población con el trastorno presenta
determinados síntomas que difieren de los que presentan otros grupos de niños con TDAH.
Ello obliga a, por una parte, realizar un diagnóstico certero y, por otra, a establecer los
diferentes subtipos y clasificaciones a que hubiere lugar para establecer un tratamiento
más eficaz.
El TDAH se puede confundir con otros cuadros de notable componente conductual
como es el ACQ syntomes, que incluyen estados de ansiedad, depresión, agresividad,

56 Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual


delincuencia, personalidad esquizoide y afecciones psicosomáticas. Barbero, Téllez de
Meneses y González (2004) refieren formas clínicas inhabituales de presentación del déficit
de atención con hiperactividad en las que predominan un grupo de sujetos numeroso que
presenta cefaleas tensionales crónicas y recurrentes, con exploración neurológica normal y
alto porcentaje de fracaso escolar. Para diferenciar este posible solapamiento diagnóstico,
Etchepareborda y Mulas (2004) proponen obtener información de las funciones cerebrales
frontales, que incluyen:
a) Las funciones atencionales: estado de alerta, atención sostenida y la
discriminación atencional.
b) El control de los impulsos.
c) El control de la interferencia.
d) La flexibilidad cognitiva.
Todo ello puede realizarse a través de una evaluación neuropsicológica.

4.2. CRITERIOS DE LA DSM-IV (APA, 2000).


El DSM-5 (APA, 2012) distingue entre la inatención, la hiperactividad y la
impulsividad, estableciendo los siguientes criterios diagnósticos para cada uno de los
componentes:
• INATENCIÓN.
Deben tenerse 6 o más síntomas de inatención y que su evolución dure al menos 6
meses, lo cual supone una desadaptación, teniendo en cuenta el nivel de desarrollo. Los
síntomas son:
1. Frecuente incapacidad para prestar atención a los detalles junto a errores
por descuido en las labores escolares y en otras actividades.
2. Frecuente incapacidad para mantener la atención en las tareas o en el juego.
3. A menudo aparenta no escuchar lo que se le dice.
4. Imposibilidad persistente para cumplimentar las tareas escolares asignadas
u otras misiones.
5. Disminución de la capacidad para organizar tareas y actividades.
6. A menudo evita o se siente marcadamente incómodo ante tareas como los
deberes escolares, que requieren un esfuerzo mental mantenido.
7. A menudo pierde objetos necesarios para unas tareas o actividades, como
material escolar, libros, etc.
8. Fácilmente se distrae ante estímulos externos.
9. Con frecuencia es olvidadizo en el curso de las actividades diarias.

Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual 57


• HIPERACTIVIDAD-IMPULSIVIDAD.
Tener 6 o más de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad, con una
evolución de al menos 6 meses, lo cual supone una desadaptación teniendo en cuenta el
nivel de desarrollo.
a) Hiperactividad:
1. Con frecuencia muestra inquietud con movimientos de manos o pies, o
removiéndose en su asiento.
2. Abandona el asiento en el aula o en otras situaciones en las que se espera
que permanezca sentado.
3. A menudo corretea o trepa en exceso en situaciones inapropiadas.
4. Inadecuadamente ruidoso en el juego o tiene dificultades para entretenerse
tranquilamente en actividades lúdicas.
5. Persistentemente exhibe un patrón de actividad excesiva que no es
modificable sustancialmente por los requerimientos del entorno social.

b) Impulsividad:
1. Con frecuencia hace exclamaciones o responde antes de que se le hagan las
preguntas completas.
2. A menudo es incapaz de guardar turno en las colas o en otras situaciones
en grupo.
3. A menudo interrumpe o se entromete en los asuntos de otros.
4. Con frecuencia habla en exceso sin contenerse ante las situaciones sociales.
Además de presentar, como se ha dicho anteriormente, de 6 o más síntomas, deben
cumplirse otros requisitos como:
1. Aparecer antes de los 7 años.
2. Los síntomas deben presentarse en dos o más situaciones: la escuela, en casa...
3. La alteración es causa de un significativo distrés o impedimento en el
funcionamiento social, académico u ocupacional.
4. No debe aparecer exclusivamente durante el curso de un desorden penetrante
de desarrollo, esquizofrenia u otro desorden psicótico y no se puede justificar
tampoco por un desorden de humor, desorden de ansiedad, desorden
disociativo o desorden de personalidad.
El DSM-IV en su versión renonavada y previo al DSM-5 distinguía entre cuatro
tipos de desorden:
1. Desorden de atención/hiperactividad predominando el tipo inatención.
2. Desorden de atención/hiperactividad con predominio de hiperactividad.

58 Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual


3. Desorden de atención/hiperactividad combinado.
4. Desorden de atención/hiperactividad no especificado.
En la última edición el DSM-IV-R (APA, 2002) se han mantenido tres subtipos del
trastorno TDAH:
1. Con predominio de desatención.
2. Con predominio de hiperactividad/impulsividad.
3. Combinado.

TIPO SÍNTOMAS
Más de 6 ítems en inatención.
TDAH combinado.
6 ítems o más en hiperactividad e impulsividad.
6 ítems o más en inatención. Menos de 6 ítems en
TDAH inatención.
hiperactividad e impulsividad.
TDAH hiperactividad/ Menos de 6 ítems en inatención. Más de 6 ítems en
impulsividad. hiperactividad e impulsividad.

TABLA 1. Criterios diagnósticos de los subtipos de TDAH del DSM-IV (APA, 2000).

Para realizar el diagnóstico en función de estos ítems señalados por la DSM-IV es


necesario que concurran las siguientes circunstancias:
a) Los síntomas observados han de haberse iniciado antes de los 6 años.
b) Deben tener una duración mínima de 6 meses.
c) Las conductas observadas deben ser de manifestación diaria.
d) Las conductas observadas se producen en diferentes ámbitos de la vida diaria
del niño y en diferentes circunstancias.
e) No deben ser atribuibles a déficits o disfunciones sensoriales.

4.3. CRITERIOS DE LA CIE-10 (OMS, 1995).


Por otra parte, los criterios para su diagnóstico que establece la CIE-10 (OMS, 1995)
son:
• DESATENCIÓN-HIPERACTIVIDAD.
1. Seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención han persistido por
lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e
incoherente en relación con el nivel de desarrollo:

Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual 59


Desatención:
a) A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores
por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades.
b) A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en
actividades lúdicas.
c) A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
d) A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos,
u obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a comportamiento
negativista o a una incapacidad para comprender instrucciones).
e) A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades.
f) A menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas
que requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o
domésticos).
g) A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (p. ej.
juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas).
h) A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
i) A menudo es descuidado en las actividades diarias

2. Seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad


han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es
desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo:

Hiperactividad:
a) A menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento.
b) A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que
se espera que permanezca sentado.
c) A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es
inapropiado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a
sentimientos subjetivos de inquietud).
d) A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a
actividades de ocio.
e) A menudo «está en marcha» o suele actuar como si tuviera un motor.
f) A menudo habla en exceso.

Impulsividad:
g) A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las
preguntas.

60 Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual


h) A menudo tiene dificultades para guardar tumo.
i) A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (p. ej.
se entromete en conversaciones o juegos).

3. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención que causaban


alteraciones estaban presentes antes de los 7 años de edad.
4. Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presentan en dos o más
ambientes (p. ej., en la escuela [o en el trabajo] y en casa).
5. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la
actividad social, académica o laboral.
6. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno
generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se
explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno del
estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un trastorno
de la personalidad).

INATENCIÓN
- Dificultad para mantener la atención, especialmente en la realización de tareas
prolongadas.
- Atención escasa e insuficiente a los detalles y aspectos analíticos de las actividades.
- Lentitud y pasividad en la realización de las tareas.
- Tendencia a distraerse. Atención multifocalizada y oscilante, es decir, abandono de la
actividad atencional primaria (distracción) focalizándola a continuación en estímulos
distractores: ruidos, entradas y salidas de compañeros en clase, etc. Dificultades en
la atención selectiva.
- Dificultad para completar y acabar tareas.
- Dificultad para seleccionar estímulos a los que prestar atención.
- Dificultad para explorar estímulos complejos de un modo ordenado.
- Cometer errores por descuido.
- No escuchar. Apariencia de no prestar atención a las instrucciones verbales.
- Pérdida de objetos con cierta frecuencia, especialmente los necesarios para el
aprendizaje escolar. Tendencia a la desorganización.
- Procesamiento lentificado de la información.
- Evitación de tareas que requieren concentración (esfuerzo mental sostenido).
- Tendencia a olvidar instrucciones recibidas.
- Dificultad de concentración en una sola tarea de trabajo o estudio.
- Atención automática en función de su interés.
- Olvido de las actividades diarias previstas.

Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual 61


IMPULSIVIDAD
- Actividad motora excesiva sin finalidad constructiva.
- Propensión al movimiento. Actividad motora inapropiada. Levantarse con elevada
frecuencia, salir corriendo, tropezar con los demás, excitarse con las actividades.
- Dificultad para permanecer sentado. Se levanta con mucha frecuencia de su asiento
para moverse, desplazarse, distraerse (sensación interna de intranquilidad).
- Conductas disruptivas de molestia a los demás.
- Movimiento motor de sus extremidades. Movimientos de dedos de las manos, de
los pies, retorcimientos del tronco cuando está sentado.
- Expresión verbal rápida.
- No guarda filas ni turnos.

HIPERACTIVIDAD
- Respuestas rápidas e irreflexivas. Latencia de respuesta inexistente.
- Inexactitud en las respuestas.
- Incapacidad para inhibir conductas (ausencia de autocontrol).
- Incapacidad de demorar la gratificación.
- Falta de control en las reacciones o respuestas.
- Baja tolerancia al aburrimiento.
- Falta de planificación y previsión del comportamiento.
- Interrupciones en las conversaciones y juegos con los compañeros.
Tabla 2. Sintomatología observada en el ámbito escolar.

4.4. CRITERIOS DE LA ASEBA (ACHENBACH SYSTEM OF EMPIRICALLY BASED


ASSESSMENT; ACHENBACH, 1988; ACHENBACH Y RESCORLA, 2000).
El Sistema Achenbach de evaluación con base empírica (ASEBA) es un sistema de
clasificación infantil de los problemas de conducta referidos a tres síndromes básicos:
problemas de atención, conducta delictiva o de ruptura de reglas y conducta agresiva
(Fernández y Muñoz, 2005). Las conductas que forman parte del denominado síndrome
mixto son:
a) Problemas de atención:
- Actúa como si fuera mucho menor de su edad.
- No puede concentrarse o prestar atención por mucho tiempo.
- No puede quedarse quieto/a; es inquieto/a o hiperactivo/a.
- Está confundido/a o parece como si estuviera en las nubes.
- Sueña despierto/a; se pierde en sus propios pensamientos.
- Impulsivo/a, actúa sin pensar.
- Nervioso/a, tenso/a
- Movimientos involuntarios o tics.
- Trabajo deficiente en la escuela.

62 Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual


- Mala coordinación o torpeza.
- Se queda fijo/a mirando al vacío.

4.5. DIFERENCIACIÓN EN SUBTIPOS.


El DSM-5 distingue características específicas en el TDAH según la preponderancia de
los componentes de atención, impulsividad e hiperactividad. Tanto los de uno u otro subtipo
tienen como común el escaso control cognitivo y la incapacidad para mantener un esfuerzo
mental. El hecho de que en el Trastorno por Déficit de la Atención con Hiperactividad
(TDAH) y en el Trastorno por Déficit de la Atención sin Hiperactividad (TDAsH) unos niños
sean hiperkinéticos y otros no lo manifiesten, parece depender de la interacción entre el
escaso control cognitivo con los rasgos de personalidad y con factores motivacionales que
actuarían como elementos moduladores del comportamiento hiperactivo. Los diferentes
subtipos que la DSM-IV-TR, (APA, 2002) (anterior al DSM-5) establecía son:
a) Predominantemente inatento (Predomina el déficit de atención).
- Dificultades de aprendizaje de la lectoescritura y de las matemáticas.
- Proceso cognitivo lentificado.
- Hipoactividad (menor alerta cortical).
- Más autocontrolados en situaciones sociales.
- Menos propensos al trastorno negativista desafiante.
b) Predominantemente impulsivo e hiperactivo.
- Iniciación entre los 5-8 años.
- Menor control en las interacciones sociales.
- Emocionalmente inestables. Cambios de estados de humor. Labilidad emocional.
- Propensos al trastorno negativista desafiante.
- Propensos a trastornos de conducta.
c) Combinado o mixto.

Las combinaciones posibles entre los componentes del trastorno dan lugar a las
siguientes consecuencias:
a) Déficit atencional + hiperactividad: se producen mayor número de conductas
agresivas, enfrentamientos interpersonales entre compañeros de clase, mayor
impulsividad y estos niños son más impopulares entre el grupo. Los demás
les evitan.
b) Déficit atencional solo: son alumnos más callados y tímidos, con un estilo
pasivo en el afrontamiento de las relaciones sociales. Emplean más tiempo
para la resolución de las tareas. Su “tempo” cognitivo es más lento.

Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual 63


Se han establecido diferencias con respecto al componente de la atención en los
diferentes subtipo del TDAH. Así, Servera y Galvan (2001) señalan que los problemas de
atención que presentan los niños con el subtipo hiperactivo lo son en la modalidad de
la atención sostenida, mientras que los del subtipo inatento presentan sus dificultades
en la atención selectiva, tienen más dificultades para focalizar su atención y procesar la
información así como para recuperarla posteriormente de la MLP (Barkley, 1990). Ello les
exige un importante esfuerzo de concentración e influye negativamente en su rendimiento
escolar
Por lo general, ambos grupos son valorados por los profesores como retrasados en
todas las áreas curriculares, siendo bajo su rendimiento escolar. Excepcionalmente algunos
de ellos con elevadas capacidades aptitudinales pueden mostrar un mejor rendimiento
escolar que, no obstante, se ve obstaculizado por la impulsividad y la inatención.
El subtipo hiperactivo (predominancia de la hiperactividad frente a la inatención)
presenta una disfunción anterior en el lóbulo frontal del cerebro y otras estructuras
subcorticales conectadas a él, y que desempeñan una importante función en la atención
y en la inhibición motora del hemisferio derecho.
El subtipo inatento presenta una disfunción neurológica posterior en el hemisferio
derecho. Sin embargo, y pese a todo ello, los niños con TDAH son capaces de concentrarse
y mantenerse atentos en determinadas circunstancias tales como:
a) Tareas nuevas.
b) Tareas medianamente estresantes.
c) Tareas que susciten interés (juego, TV, videojuegos, etc.).
Estos subtipos del trastorno podrían representar fases del mismo, a juicio de
Faraone et al. (1998). Las diferencias de edad entre los subtipos sugieren que los síntomas
de hiperactividad emergen más temprano, y que a éstos les siguen los síntomas de falta
de atención, con tendencia a persistir durante la adolescencia. De este modo podemos
plantearnos la siguiente cuestión: ¿Son estables o cambiantes estos subtipos? En una
investigación llevada a cabo por Lahey et al. (2005) en niños con TDAH con edades
comprendidas entre los 4–6 años informaron que los subtipos exhibieron constantemente
diferentes niveles medios de síntomas hiperactivo-impulsivos durante los años 2 a 8,
correspondiendo con sus clasificaciones iniciales del subtipo. En niños pequeños, el subtipo
combinado y el desatento pueden ser bastante estables. Los niños raramente permanecen
en la clasificación H-I (hiperactivo-impulsivo) un cierto plazo; por lo que concluyeron
que utilizar grados continuos de los síntomas de hiperactividad-impulsividad como
calificador diagnóstico se debe considerar como una alternativa para clasificar los subtipos
nominales del TDAH en el DSM-5. En la actualidad prevalece los subtipos INATENCIÓN e
HIPERACTIVIDAD/IMPULSIVIDAD.

64 Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual


Habida cuenta que el TDAH es un trastorno de naturaleza multidimensional, es muy
probable que no exista un único tipo de atención ni de impulsividad ni de sobreactivación
motora, ante lo cual autores como Cardo y Servera (2005) han postulado la necesidad de
contar con criterios diagnósticos que permitan identificar con mayor detalle cada subtipo.
En lo referido a la impulsividad, estos autores diferencian:
a) Impulsividad cognitiva. Referida al estilo general de aprendizaje y al
afrontamiento de las tareas. Asociada a niños con Dificultades de Aprendizaje.
b) Impulsividad motora. Falta de control motor, incapacidad para contener el
movimiento, para esperar el turno y para permanecer en reposo motriz (muy
característico del trastorno TDAH).

Por otra parte, la CIE-10 establece los siguientes subtipos del trastorno:
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado. Si
se satisfacen los criterios A1 y A2 durante los últimos 6 meses.
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio
del déficit de atención. Si se satisface el criterio A1, pero no el criterio A2
durante los últimos 6 meses.
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio
hiperactivo-impulsivo. Si se satisface el criterio A2, pero no el criterio A1
durante los últimos 6 meses.

En la clasificación estadística internacional de enfermedades de la OMS (la CIE-10 de


1993), más utilizada en el ámbito europeo, el TDAH se ubica en el apartado de “Trastorno
hipercinético”, clasificado en cuatro categorías básicas:
1. Trastorno de la actividad y de la atención: subdividido en Trastorno de
déficit de atención y Síndrome de déficit de atención con hiperactividad.
2. Trastorno hipercinético disocial.
3. Otros trastornos hipercinéticos.
4. Trastorno hipercinético sin especificación.

Capdevila y Artigás (2003) ponen de relieve las dificultades que pueden darse en la
identificación de los diferentes subtipos. El estudio realizado por dichos autores analiza las
diferencias existentes entre cada uno de ellos. Así, en cuanto a su epidemiología, indican
que el subtipo desatento se da con mayor frecuencia en muestras comunitarias o generales,
siendo más frecuente el subtipo combinado en muestras clínicas. Según estos autores, los
síntomas atencionales que más diferencian al subtipo desatento son los indicadores del
denominado “tempo cognitivo calmoso”, tales como:

Tema 3. TDAH. Criterios para el diagnóstico y patrón conductual 65


a) Hipoactividad.
b) Soñar despierto.
c) Perderse en sus pensamientos.
d) Apatía.
e) Desmotivación.
f) Mirada fija.
g) Desconexión.
h) Confusión fácil.
i) Lentitud de movimientos.
j) Falta de energía.

Por el contrario, el grupo de niños con hiperactividad, suelen ser más irresponsables,
presentan una mayor distractibilidad, impulsividad y dejadez. Asimismo, resulta común
a todos los subtipos los problemas académicos y las dificultades en las relaciones
interpersonales, produciéndose habitualmente conflictos entre ellos. La percepción social
de estos niños es deficitaria y poseen escasa competencia y bajo autoconocimiento acerca
de sus habilidades sociales para la interacción con los compañeros de clase. Tal y como
afirman Capdevila y Artigás (2003), los niños del subtipo combinado presentan una mayor
agresividad y son más rechazados por sus compañeros.
Con respecto a la prevalencia de los subtipos los datos ofrecidos en los estudios
de Lahey et al. (1994; citados por Idiazábal, 2005) arrojan las siguientes proporciones en
función del género::
- Subtipo combinado: 7,3 niños por cada niña.
- Subtipo hiperactivo-impulsivo: 4 niños por cada niña.
- Subtipo inatento: 2,7 niños por cada niña.
Otros autores como Biederman et al. (2002) señalan, igualmente, al subtipo
combinado como el de mayor prevalencia, seguido del inatento y del hiperactivo-impulsivo.

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