Gutierrez Flia Aed
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EL MODELO DE ELECCIÓN
RACIONAL APLICADO A LA
FECUNDIDAD
Rafael Barrera Gutiérrez*
Revista de Economía Institucional, vol. 13, n.º 25, segundo semestre/2011, pp. 223-248
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Gráfica 1
Los hijos como bien normal
Cantidad de
hijos (n)
U1
e
U0 Cantidad de
I1 I2 otros bienes (Z)
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Diagrama I
p
p
R 1
px = y
Q x
El precio promedio pagado por cada unidad del bien i, p i, depende del vector
ei, que representa el conjunto de características que conforman la calidad. Se
obtiene así la siguiente relación:
n
x i pi (ei ) y = 0; y la función de utilidad a maximizar será: u(x1,…, xn, e1,…, en)
i =1
u
pi = 0
xi
Las condiciones marginales son: (i = 1,…, n; h = 1,…, mi)
u pi
xi =0
eih ei h
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Gráfica 2
Interacción entre cantidad y calidad de los hijos
Calidad de hijos
Restricción
Cantidad
de hijos
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Sin embargo, aunque los precios de los bienes que establecen la calidad
de los hijos son paramétricos, los precios sombra no lo son porque
los padres asumen precios paramétricos diferenciales que no se refle-
jan en precios de mercado. Así, ciertos insumos que los padres usan
para establecer la calidad deseada de los hijos no se adquieren en el
mercado, dependen del número de hijos y de la especificidad del jefe
de familia, la cual no es susceptible de elección.
Finalmente, la aplicación (y mayor formalización) de la idea ori-
ginal de la interacción entre cantidad y calidad a la demanda de hijos
lleva a que Becker considere que esta explicación es la más promete-
dora para entender la reducción de la fecundidad. Pero es claro que su
planteamiento forma parte de un cuerpo de ideas anteriores elaborado
para explicar el desarrollo económico, que permite entender el com-
portamiento de los consumidores cuando aumenta su ingreso.
Las dos definiciones más comunes del costo de los hijos son el dine-
ro gastado y el costo de oportunidad6. Para Becker la relación entre
cantidad y calidad puede discutirse mejor si se consideran costos fijos
de cantidad y de calidad. Un aumento moderado de los costos fijos
de los hijos o una caída moderada de la relación costo marginal/costo
medio de la calidad, que aumenta el precio sombra de la calidad, re-
duce la demanda de cantidad y aumenta la demanda de calidad en un
porcentaje mayor. Considera, por ejemplo, que “mientras que la tasa
de fecundidad en Taiwán (1960-1975) cayó en un 51%, la fracción
de personas entre 25-34 años con educación secundaria aumentó en
un 100%, o que mientras la tasa de nacimientos en Estados Unidos
(1960-1972) cayó en un 38% la fracción de personas entre 25-34
años con educación secundaria aumentó en un 33%”7 (Becker, 1991,
149-151).
El sistema de ecuaciones [4] indica que la utilidad marginal de los hijos
adicionales es mayor a medida que haya más calidad, y la utilidad marginal de
unidades adicionales de calidad es mayor a medida que haya más hijos. Por ello,
un aumento de la cantidad es más costoso si los hijos son de mayor calidad;
asimismo, mejorar la calidad de un hijo es más costoso a medida que hay más
hijos, porque la calidad es idéntica para todos los hijos (Becker, 1991, 145-146).
Por tanto, si se mejora la calidad de un hijo hay que mejorar obligatoriamente
la de los demás.
6
Espenshade (1972), Easterlin (1975), Pollack (1985), Kohler et al. (2006).
7
Tales “costos fijos de cantidad y calidad son: 1) los que no dependen de la
calidad, como el tiempo, los gastos físicos y monetarios del embarazo y el alum-
bramiento (así como de evitarlos), junto con ayudas estatales a los hijos (costo
negativo); y 2) los que no dependen de la cantidad, en gran parte debidos al
consumo conjunto de los hijos (como la ropa que se transfiere de un hijo a otro
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y el aprendizaje de los padres)” (ibíd.). Esta última parte supone que el consu-
mo conjunto tiene un periodo limitado, para hijos del mismo sexo y máximo
espaciamiento entre ellos; y en el caso de las mujeres que el aprendizaje incluye
condiciones de salud semejantes durante los embarazos y los periodos posparto,
hijos con características (físicas y de comportamiento) afines, y condiciones sociales
y familiares estables. Estos costos de “consumo conjunto y aprendizaje” son hasta
cierto punto controlados por los padres, a diferencia de los costos fijos de cantidad
–ayuda gubernamental, anticonceptivos y desembarazos– que son determinados
exógenamente, y los que Becker subraya para ejemplificar y mostrar evidencia
que refleja la sustitución de cantidad por calidad. Su análisis se apoya en una
demostración conjunta con Lewis de 1973 (Becker y Lewis, 1973).
8
Gobierno de Taiwán, [http://www.gio.gov.tw], consulta del 26 de abril de
2009.
9
Aunque este es un adelanto, algunas organizaciones consideran que la medida
es insuficiente y que se deben igualar los permisos de maternidad y paternidad, así
como los de adopción, para eliminar la discriminación laboral hacia las mujeres
y modificar la distribución de tareas del cuidado en el hogar.
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10
“Mientras que la posibilidad de un niño malvado se prevé y trata teóricamen-
te con la teoría del altruismo, no se considera lo que sucedería si hay un ‘papá
malvado’. Éste no solo puede no aportar lo suficiente al ingreso familiar sino
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En cada país existen un sistema legal propio que vela por los derechos
de los niños y mecanismos que vigilan el cumplimiento de las reglas
y obligaciones de los padres; aunque, por inoperancia, laxitud o falta
de cubrimiento, algunos padres abusan de su posición dominante y
no cumplen efectivamente sus obligaciones13. Así, la demanda de
12
Según Jones (1995), “en los países asiáticos, el estatus de la mujer tiende a
declinar sustancialmente en el matrimonio más que en el nacimiento de un niño
y, como consecuencia, las tasas de matrimonio se han reducido bruscamente para
la mujer, en particular para las más educadas” (citado por McDonald, 2000).
13
“Thernborn (1993) estableció una relación entre el desarrollo de los derechos
de los niños en las naciones occidentales y las formas legales patriarcales que se
aplicaban a comienzos del siglo XX, y que aún persisten en diferentes grados, [lo
que permite concluir que] la fecundidad es mayor donde hay mayor tradición
de valoración de los niños. La ley hace una buena reflexión sobre la moralidad
ideal de la familia, [y] si los códigos patriarcales están consagrados en la ley, o su
supresión de la ley es reciente, se puede esperar que la moralidad idealizada de
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veinte hijos apenas conserva dos. […] A pesar de que es difícil encontrar en
parte alguna más criaturas que en las barracas de los soldados, son muy pocos
los que llegan a la edad de trece o catorce años. En ciertos lugares mueren,
por lo regular, antes de la edad de cuatro años, en otros, antes de los siete, y,
en los más, sin llegar a los diez. […] Aun cuando sus matrimonios son más
fecundos que los de las clases altas, sólo una proporción de sus hijos alcanza
la madurez (Smith, 1776, 77).
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17
Para McDonald (2000) las políticas neoliberales (bajos salarios, aumento de la
inseguridad laboral y altos costos de vivienda) son un desincentivo para tener hijos,
pero irónicamente se justifican porque las sociedades necesitan prepararse para la
carga de población mayor. Por ello, quienes tienen menos recursos pierden muy
poco al tener hijos pues no tienen oportunidad de éxito en la economía principal.
La vida familiar con los hijos al menos da algún significado a su vida.
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Galor y Weil (2000), De la Croix y Doephke (2003), Adsera (2005) y Ri-
bero (2001).
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