La Guerra de La Madre Tierra
La Guerra de La Madre Tierra
La Guerra de La Madre Tierra
INDICE
La defensa de los derechos de la Madre Tierra en el TIPNIS 2 En torno al TIPNIS Las resistencias, las posibilidades alterativas y alternativas se encuentran en las comunidades indgenas-originarias 19 Quin ha decidido la construccin de la carretera que atraviesa el TIPNIS? 20 Las formas de la manipulacin 22 De contradicciones y confusiones del proceso 28 La instauracin de una tirana Una tirana anti-indgena al servicio del gobierno de Brasil, del IIRSA y de las trasnacionales 32 El crculo vicioso del teatro poltico y de la supeditacin 34 Consecuencias vitales de la Constitucin 36 La recreacin anacrnica del imaginario desarrollista 37 Anotaciones en torno a la defensa del TIPNIS 38 Los sntomas de la descomposicin 6
Las estrategias del gobierno ante el debate y la crtica 41 Notas despus de la marcha indgena 50
La defensa de los derechos de la Madre Tierra en el TIPNIS La determinacin del gobierno de construir la carretera que va de Villa Tunari a San Ignacio de Moxos ha desatado una polmica en el pas y la reaccin de las organizaciones indgenas del CIDOB y el CONAMQ, que han resuelto marchar el 15 de agosto para evitar que el trazo de la carretera pase por el ncleo del Parque Isiboro-Scure, exigiendo adems la consulta a los pueblos indgenas, como est establecida en la Constitucin Poltica del Estado. El Territorio Indgena del Parque Nacional Isiboro-Scure est protegido por leyes y la Constitucin, adems de ser parque, por lo tanto rea protegida, es territorio indgena, y exige el respeto establecido constitucionalmente de los Derechos de las Naciones y Pueblos Indgenas Originarios. Por otra parte el TIPNIS tiene que ver con las Resoluciones de Tiquipaya, con la Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climtico y los Derechos de la Madre Tierra (CMPCC), las mismas que prohben la explotacin en bosques, as como plantean claramente la defensa de los ecosistemas y los ciclos vitales integrados. En esa perspectiva, la Ley Marco de la Madre Tierra, que se encuentra en la agenda de la Asamblea Legislativa Plurinacional, concibe la defensa de los ciclos reproductivos de la vida, los ciclos del agua, por lo tanto de las cuencas, los ciclos del suelo, los ciclos de los bosques, los ciclos del aire, los ciclos de los seres, concebidos como componentes de la Madre Terra. Por todas estas razones es inconcebible, desde el punto de vista de la Constitucin y desde la perspectiva del Vivir Bien, adems del enfoque de los derechos de las Naciones y Pueblos Indgenas Originarios, la determinacin del gobierno de construir la carretera que atraviese el TIPNIS. El debate ha puesto en la mesa la direccin del proceso, por dnde va? Desarrollismo o Vivir Bien? Extractivismo o alternativa al desarrollo? Discusiones que deberan estar supuestamente resueltas desde la aprobacin de la Constitucin; no lo estn, pues el gobierno y sectores interesados en promover el nombrado desarrollo parecen no comprender
los contenidos y los alcances de la Constitucin y el sentido del proceso constituyente. Una visin nacionalista restaura el Estado-nacin, encaminando esta regresin hacia la ampliacin del modelo extractivista, fortaleciendo de este modo las cadenas de la dependencia, instaurada por la expansin, consolidacin e intensificacin del colonialismo, mtodo violento de la expansin capitalista. Este debate debe ser tomado en cuenta plenamente, considerando el momento del proceso, que se encuentra en crisis, el contexto del proceso, su propia genealoga, el despliegue mismo del proceso, con todas sus contradicciones y dinmicas moleculares. Sobre todo el debate debe traer a colacin una reflexin profunda sobre los procesos en curso y sus enredos con los mapas institucionales y la arquitectura estatal liberal, buscando evaluar las perspectivas de las emancipaciones y las posibilidades de la descolonizacin. La historia legal data de 1965 cuando la Ley 07401 crea el Parque Nacional Isiboro-Scure. En el texto de la argumentacin se habla de la necesidad de conservar las cuencas hidrogrficas, las nacientes de los ros para la navegacin, la riqueza de los recursos naturales y la belleza escnica, que podran ser afectadas por la construccin de un camino siguiendo el borde del piedemonte y por la colonizacin. Despus de la Marcha por el Territorio y la Dignidad, el Decreto Supremo 22610 del 24 de septiembre de 1990 reconoce el Parque como Territorio Indgena, donde se asientan los pueblos Moxeo, Yuracar y Chimn. Desde entonces se conoce el Parque como TIPNIS; el mismo decreto ampla su superficie a las reas externas de los ros Isiboro y Scure; de este modo se incorporan las comunidades asentadas en las riberas de los ros, conformando as una franja de amortiguamiento. Este mismo ao se reconoce el espacio del TIPNIS con 1.225.347 hectreas; sin embargo 19 aos ms tarde, el ao 2009, debido a la presin de los colonizadores, el presidente Evo Morales entrega a los pueblos originarios un ttulo ejecutorial sobre el TIPNIS, reduciendo la superficie del territorio indgena y del parque a 1.091.656 hectreas. Como compensacin se define una lnea roja que prohbe nuevos asentamientos. Al respecto no hay que olvidar que el TIPNIS no deja de ser rea protegida. La historia de la carretera tiene que ver con el proyecto de Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA); el IIRSA tiene su origen en la primera Cumbre de Presidentes de Amrica del Sur celebrada entre el 30 de agosto y el 1ro de septiembre de 2000 en Brasilia por invitacin del entonces presidente Henrique Cardoso. Los jefes de Estado observaron que el impulso de la integracin transfronteriza se vigoriza por ser una consecuencia de la proximidad geogrfica, de la identidad cultural y de la consolidacin de valores comunes. El IIRSA contempla los corredores transocenicos que vincularan el Atlntico con el Pacfico, posibilitando el transporte de mercaderas entre ambos ocanos. Si bien la justificacin del proyecto IIRSA habla de integracin entre los pases involucrados, desde el comienzo se han hecho sentir voces que acusan al proyecto como parte de la estrategia de dominacin de los Estados Unidos de Amrica, tambin se han hecho escuchar crticas que califican al proyecto tambin como parte de la expansin de la potencia emergente de Brasil. La carretera que cruza el TIPNIS forma parte de los corredores transocenicos y por lo tanto tambin del proyecto IIRSA. Sin embargo, el gobierno de Evo Morales lleg a un acuerdo con el gobierno del entonces presidente Luiz Incio Lula da Silva para la construccin de la mentada carretera, comprometindose un prstamo por parte del Banco Nacional de Desarrollo Econmico y Social (BNDES) de Brasil. Se entiende que por lo complicado de la situacin al
afectar el rea protegida, el parque y el territorio indgena, se decide hacer tres tramos para facilitar la aprobacin de la ficha ambiental. El tramo uno y el tramo tres se aprueban rpidamente, tramos que no atraviesan el parque, quedando pendiente el tramo dos que s atraviesa el parque. Esta maniobra es notoria pues adelanta partes de un trazo comprometido, condicionando la aprobacin del tramo II. Sin embargo, ante la inminente construccin de la carretera que atraviese el TIPNIS, los pueblos indgenas, las comunidades indgenas asentadas el territorio en cuestin y las organizaciones indgenas del pas, reaccionan exigiendo consulta previa a los pueblos y comunidades, adems de un tramo que no atraviese el Parque Isiboro-Scure. A pesar de la crnica del anunciado conflicto, en junio de 2011 ante una concentracin campesina cocalera en Eterazama (Cochabamba), el presidente Evo Morales dio por iniciada la construccin de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. La sealada carretera tiene una longitud de 306 kilmetros, la misma que ser construida en tres aos por la empresa brasilea OAS, observada en Brasil por los conflictos ambientales ocasionados. El presidente en su discurso expres que esta obra promover el desarrollo, la vertebracin de Bolivia y la integracin del pas con Sudamrica. La construccin de esa va y otras obras complementarias demandarn una inversin de 442 millones de dlares, de los que 332 provienen de un crdito blando otorgado por el Banco Nacional de Desarrollo Econmico y Social (BNDES) de Brasil. El conflicto est planteado, por un lado el gobierno, con el propsito de construir la carretera que atraviesa el TIPNIS, por otro lado las organizaciones y los pueblos indgenas, que exigen consulta previa y que se haga otro trazo de la carretera para no afectar al ecosistema y a los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios. Este conflicto se muestra como sntoma de una problemtica ms amplia, compleja y estructural. Cul es el proyecto del gobierno? Por qu se enfrenta sistemticamente a los pueblos y organizaciones indgenas? Por qu se aleja del cumplimiento de la Constitucin y la perspectiva del Vivir Bien? Por qu se mantiene obsecuentemente en un proyecto desarrollista y extractivista? Por qu no se construye el Estado plurinacional comunitario y autonmico? Por qu no se hacen las transformaciones institucionales y estructurales que requiere esta construccin? Por qu no se efecta la transicin transformadora y ms bien se opta por proyectos que repiten los mismos estereotipos nacionalistas, desarrollistas y extractivistas? El debate compromete la estructura y la direccin misma del proceso. Por eso mismo es indispensable analizar y hacer inteligible lo que est en juego en torno al TIPNIS. Hiptesis En el debate se han planteado algunas explicaciones del obsecuente comportamiento del gobierno. El ms conocido es el que tiene que ver con la expansin de la frontera agrcola, haciendo entrever tambin las consecuencias de la desforestacin; esta ampliacin est directamente conectada con la expansin de los cultivos de coca. Ya se dio antes un avasallamiento del territorio indgena por parte de productores de coca, ocasionando invasin y desforestacin; esta expansin ya era conocida el 2004. La contencin ante este avance se estableci mediante una lnea roja dibujada el 2009, prohibiendo toda nueva expansin. Sin embargo, ante la construccin de la carretera se esperan nuevos avasallamientos, desforestaciones, expansiones de la frontera agrcola y del cultivo de coca. Otra explicacin manejada en el debate es la de la supeditacin del
gobierno boliviano y de su proyecto desarrollista-extractivista al proyecto emergente de la burguesa brasilera, en el momento de la urgencia energtica de Brasil como potencia regional. Esta supeditacin explicara el papel condicionante de PETROBAS en la explotacin hidrocarburfera, la presencia de empresas brasileras constructoras de caminos y de infraestructura, as como la participacin de una empresa brasilera en el proyecto de San Buena Aventura. Por otra parte, este condicionamiento tambin explicara ciertas analogas entre los gobiernos progresistas de Bolivia y Brasil; estas analogas tienen que ver con combinaciones barrocas de pretensiones de Estado de Bienestar con polticas extractivistas y neoextractivistas, as como con la permanencia de prcticas monetaristas y hasta neoliberales. La otra hiptesis tiene que ver con las nuevas alianzas del gobierno, con los banqueros, la empresa privada, los agroindustriales de Santa Cruz, los soyeros, es decir la burguesa intermediaria boliviana. Estas alianzas econmicas muestran el efectivo proyecto en el que se encamina el gobierno, pasar de la estabilidad econmica y la acumulacin del ahorro, lo que se habra logrado, a un modelo econmico viable asentado en los grupos econmicos que supuestamente saben producir y pueden garantizar la mentada seguridad alimentaria, incluso ratificada por los propios agroindustriales. Estas nuevas alianzas dejan en un segundo plano o, en el peor caso, al margen, a las comunidades campesinas. Estas alianzas econmicas pueden explicar un proyecto de poder ventilado a largo plazo, evitando conflictos e incorporando a la burguesa agraria al proyecto gubernamental. Todo esto termina siendo coherente con la restauracin del Estado-nacin y explica el dejar de lado, como romanticismo, la construccin del Estado plurinacional comunitario y autonmico. Tambin se ha ventilado la hiptesis de la posible existencia de reservas hidrocarburferas en el TIPNIS. Es el propio Ministro de Hidrocarburos y Energa el que ha manifestado esta posibilidad. Situacin que pone aun en un ms grave peligro al TIPNIS. Independientemente de la contrastacin de esta hiptesis, lo que se hace evidente es el peso primordial que ha adquirido el modelo extractivista en las estrategias econmicas del gobierno. Con lo que nos habramos alejado definitivamente del Vivir Bien, de la economa social y comunitaria, de la articulacin integrada y complementaria de la economa plural, en transicin a la economa socialcomunitaria y al Vivir Bien. Ahora bien, por qu estara pasando todo esto? Todas estas explicaciones requieren de una hiptesis sobre la dinmica contradictoria del proceso. Cmo hemos llegado a esta situacin en el momento presente? La primera hiptesis al respecto es que no se ha resuelto la cuestin estatal, no se ha destruido el Estado-nacin, que es la forma moderna del Estado liberal, que es la forma de legitimacin en la periferia del sistema-mundo capitalista del Estado colonial. Se ha mas bien restaurado toda esta maquinaria sedimentada por capas, estratificada por formas administrativas, dndose una acumulacin geolgica de las reformas institucionales modernas. Lo que hace este Estado al ser restaurado es reproducir sus mltiples formas de dominacin y reencaminar la continuidad de las estructuras de poder, de los diagramas de fuerza, que atraviesan los cuerpos induciendo determinados comportamientos funcionales al sistema nacionalista, liberal y colonial. Tambin se reproducen las relaciones de dependencia y de supeditacin del Estado-nacin subalterno al orden mundial de la dominacin global del sistema-mundo capitalista. La pertenencia al sistema financiero, que es el centro de la dominacin imperial y capitalista, el sometimiento a sus reglas, el entregar el ahorro nacional a los bancos
extranjeros, hablan de este sometimiento de la periferia al centro de la economa-mundo capitalista. Lo mismo ocurre en lo que respecta a los engranajes y redes de las empresas trasnacionales; por el condicionamiento de sus monopolios tecnolgicos, financieros, de mercados, de sus mecanismos, procedimientos y agenciamientos de influencia, terminan imponiendo sus estrategias de enajenacin de los recursos naturales y de acumulacin ampliada de capital, convirtindolas de forma mediatizada en polticas de Estado del gobierno. Esto es una parte de la reproduccin del Estado, su funcionamiento implica otras ms; sin necesidad de recaer en una descripcin exhaustiva es menester mencionar algunas ms que tienen que ver con agenciamientos vinculados a la economa poltica del chantaje. Es sabido que los estados, sus instituciones, sobre todo aquellas que tienen que ver con actividades econmicas, se encuentran atravesados por circuitos de influencias, cuoteo, participaciones ilcitas, prebendas, doble informacin, sobreprecios, lo que llamaremos el mundo de la economa paralela, economa que corroe las propias prcticas administrativas. En otras palabras, el Estado se convierte en un botn para grupos fortuitos de poder. Esta red de relaciones perversas forma parte de los recovecos de una maquinaria estatal que chirria al funcionar. Este diagrama de poder de la corrupcin forma parte de la vida cotidiana de los Estado. Cuando no se resuelve la cuestin estatal, cuando no se desmantela esta maquinaria, cuando se deja intacta su arquitectura, tambin se deja que estas prcticas aviesas vuelvan a articularse y desplegarse, aunque sea con nuevos personajes, una nueva lite en el poder. Obviamente el panorama se complica cuando ampliamos la perspectiva a los circuitos del narcotrfico. Narcotrfico, contrabando, lavado de dinero, trfico de tierras, vienen acompaando a la lgica del enriquecimiento fcil e ilcito. El problema se hace agudo cuando de los mrgenes de la economa y los mrgenes del Estado estos circuitos se incrustan en los espacios y ncleos de realizacin de la economa formal, como la banca, cuando terminan incrustndose en las organizaciones mismas de las instituciones. En este caso el Estado se encuentra invadido. Esto pasa en estados vulnerables, pero tambin llega a pasar en estados no vulnerables, con tradiciones de institucionalizacin de larga data; esto pasa en modelos liberales y neoliberales, tanto de la periferia como en algunos pases del centro de la geografa del sistemamundo y la economa mundo capitalista. Empero, lo que no neja de ser sorprendente es que esta corrosin termine ocurriendo en gobiernos que tienen la responsabilidad de las transiciones hacia el poscapitalismo. Es esto lo que hay que explicar, es indispensable entender las razones que conducen a un gobierno popular a repetir la increble y triste historia del otoo del patriarca. En esta perspectiva, en la bsqueda de las condicionantes y los tendencias inherentes a las dinmicas moleculares del proceso, debemos tambin identificar otras prcticas sintomticas en esta fabulosa reproduccin de la maquinaria estatal. Sobresalen entre estas prcticas las relaciones de subordinacin y cooptacin de las organizaciones sociales, sobre todo de la dirigencia ejecutiva. No se permite la vida autnoma de las organizaciones, mucho menos la reaparicin de movimientos sociales de envergadura, como las que se dieron durante el periodo 2000-2005, no se permite entonces la participacin y la construccin colectiva de las decisiones, de la direccin del proceso y de las estrategias polticas. Las organizaciones, sobre todo sus bases, se han convertido en referentes de legitimacin de las decisiones cupulares que se toman en el gobierno. Esta relacin de subordinacin de las organizaciones sociales terminan convirtindose en relaciones prebndales,
comprometiendo a la dirigencia ejecutiva en beneficios compartidos y controlados por las instituciones gubernamentales o estatales. Estas prcticas se parecen mucho a las prcticas de gobiernos y partidos populistas con las organizaciones sociales y dirigencias, particularmente, en lo que respecta a Bolivia, se parece mucho a las prcticas del MNR durante los 12 aos de gobiernos del nacionalismo revolucionario (1952-1964). Estas prcticas prebndales muestran un mapa ms complejo de las estructuras de poder, las organizaciones sociales, los sindicatos, terminan participando del lucro del poder, aunque lo hagan en una proporcin y participacin secundaria, marginal, menos estratgica. Lo que cuenta aqu es la extensin de los engranajes y los mecanismos de poder, no slo para la legitimacin sino tambin como potencia y como aprovechamiento, aunque slo terminen hacindolo las dirigencias. De esta manera se trab y quebrant la posibilidad de participacin y control, de conduccin colectiva, por parte de las organizaciones sociales, afectando a las masivas fuerzas sociales, al poder constituyente de los movimientos sociales, que son el sostn y la defensa misma del proceso. En torno al TIPNIS De acuerdo a fuentes de investigacin cientfica sobre la biodiversidad 1el TIPNIS es el corazn de la produccin de agua de Bolivia (el 5to pas con mayores reservas de agua dulce del planeta). La interpretacin de esta situacin y esta condicin del TIPNIS, como ecosistema y como articulacin de ecosistemas y circuitos climticos, se la describe de la siguiente manera: La peculiar configuracin geogrfica de la cordillera de los andes en nuestro pas, en el llamado codo de los Andes, la cordillera hace una inflexin y en lugar de ir de sur a norte va de oriente a occidente. Los contrafuertes andinos reciben los vientos que provienen de la Amazonia (barlovento) recogiendo la humedad de la evapotranspiracin de la biomasa boscosa; estos vientos se elevan cambiando de curso, se enfran, forman nubes (cmulos cumnuloninmbus) que se precipitan en ese lugar en un circuito permanente de lluvia que es el factor ms importante de generacin de biodiversidad. Tambin las masas de nubes pasan al otro lado de la cordillera hacia los valles secos de Cochabamba y mesotrmicos de Santa Cruz dando lugar a bofedales, lagunas y cursos de agua responsables de la relativa humedad de algunos de estos valles productivos. Estas lagunas adems de proveer agua (ejemplo Misicuni) tambin proveen energa hidroelctrica (ejemplo Corani). Las nubes que atraviesan la cordillera tambin son responsables de la biodiversidad de los bosques de altura (ejemplo La Siberia en al camino antiguo Santa Cruz-Cochabamba) que forman cursos de agua para los valles de Santa Cruz (ejemplo Comarapa). La conclusin del anlisis de los mapas climticos que saca la fuente mencionada es categrica:
En fin, queda claro que existe un serio riesgo climtico en estas dos regiones (cuenca del rio Mamor) y valles de Cochabamba, si se da un proceso de deforestacin en los bosques amaznicos del sub-andino. Dicho proceso de deforestacin es, honestamente, imposible de ser evitado si se dan asientos de colonizacin en la carretera, ya que la cultura de la tala y quema seguramente podr ser erradicada en un nmero de aos no menor a los requeridos para deforestar el 80% del bosque tropical que est en la regin que tratamos. Otra conclusin que saca el anlisis cientfico es ilustrativa: Por otro lado, ser importante saber que la cantidad de suelo anegadizo en la regin del trazo que cruza el TIPNIS es tan grande que hasta la mejor ingeniera va a tener serios problemas para su ejecucin. Esta dems decir que el trazo por el lado oriente es sobre suelo mas fijo y de mejor transitabilidad. Son elocuentes los mapas que se presenta y el dibujo que termina interpretando grficamente esta dramtica evaluacin de la situacin vulnerable del TIPNIS.
Qu podemos decir al respecto? En relacin a este anlisis y descripcin de las condiciones, pero tambin de las probables consecuencias si se produce el quiebre del Territorio y Parque Isiboro-Scure, queda claro que la defensa del TIPNIS es no slo responsabilidad de las comunidades de las naciones y pueblos indgenas originarios que lo habitan, sino tambin de todos los bolivianos y bolivianas conscientes del problema y la problemtica, de todos los bolivianos y bolivianas que aprobamos la Constitucin Poltica del Estado. El TIPNIS es el corazn de la produccin de agua de Bolivia, no hay dnde perderse, si se ejecuta el proyecto extractivista, el proyecto IIRSA, la vinculacin transocenica, conllevando el desplazamiento e invasin cocalera, no slo se terminar desforestando, degradando y destruyendo uno de los ecosistemas ms ricos en biodiversidad del planeta, sino que tambin se habr quebrado el corazn de la produccin de agua, se habr cortado con la articulacin de los ciclos del agua conectados a los ciclos climticos, a los ciclos del suelo, a los ciclos de los bosques, a los ciclos de reproduccin de la vida. Cochabamba disminuir progresivamente su rgimen hidrolgico y con el pasar del tiempo quedar sin agua, cambiando los climas de los grandes entornos geogrficos y regionales del TIPNIS. Se entiende que a mentalidades desarrollistas, extractivistas, modernistas e industrialistas, estas consecuencias les preocupo poco, si no es que nada, pues ellos miden los costos y beneficios en trminos monetarios, en trminos de la brutal y reducida contabilidad capitalista. En sus imaginarios colonizados no entran para nada los costos ambientales, los costos ecolgicos; ahora sabemos que no les interesa para nada los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios. Qu es el desarrollo para estas mentalidades? Podemos interpretar que se trata del goce inmediato compulsivo de la ilusin dineraria; estos tardos burgueses
internacionalizados no llegan a un diseo estratgico de dominacin; al contrario, se supeditan a potencias, a las estrategias de estas potencias, creyendo que del rebalse de las ganancias de la acumulacin ampliada de capital, a escala mundial, les va tocar una parte. No son solamente ilusos, sino que tambin expresan la consciencia desdichada de las burguesas tardas y perifricas. El desarrollo al que apuestan es el desarrollo capitalista, que se da en escala mundial; este desarrollo produce subdesarrollo y dependencia en la periferia del sistema-mundo capitalista. Estos gobernantes al servicio de estrategias hegemnicas y de dominacin a escala mundial, esta lumpenburguesa, como la llamaba Andr Gunder Frank, no son otra cosa que dispositivos y agenciamientos de los diagramas de poder, de los mapas de fuerza, de la dominacin global del capitalismo contemporneo. El conflicto del TIPNIS ha puesto en evidencia los nuevos frentes polticos, sociales, econmicos y culturales, frentes dibujados en la coyuntura crtica del proceso; por un lado, defendiendo los derechos de la Madre Tierra, estn las naciones y pueblos indgenas originarios, sobre todo los movimientos y organizaciones propiamente indgenas, constatados en sus formas de organizacin, formas de representacin, mandos rotativos, normas y procedimientos propios, instituciones ancestrales y cosmovisiones nativas, apoyados por nuevos movimientos juveniles y urbanos, tambin por histricos movimientos como los regantes2, los guerreros del agua y los guerreros del gas; por otro lado, apoyando el trazo de la carretera por el TIPNIS, estn las organizaciones campesinas, organizadas en sindicatos (CSUTCB, CNMCIOB BS, CSCIB); todo el conglomerado campesino, de alguna manera conducido por las federaciones cocaleras. Todo este conjunto, mas o menos cohesionado, tambin diferenciado y plural, as mismo abigarrado, que fue parte del llamado bloque popular, y que ahora se encuentra llevando al ascenso desbocado a una nueva burguesa emergente, de nuevos ricos y nuevos intermediarios en los circuitos de capital, mercancas, transgnicos, contrabandos, trficos, incluyendo los del narcotrfico, en desplazamiento constante hacia alianzas inesperadas con los agroindustriales de Santa Cruz, la burguesa intermediaria, la banca, las empresas trasnacionales de los hidrocarburos y la minera, la empresas constructoras brasileras y el gobierno brasilero. Tomando en cuenta esta mapa de fuerzas, respecto a lo que decimos y afirmamos, vamos a respaldarnos en el anlisis que hace Enrique Ormachea, Investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), quien hace una ilustrativa descripcin de la dinmica estructura de clases en la coyuntura, lo que nos permite elucidar el carcter de la lucha de clases y de
2 Los reales regantes, desplazados por la maniobra montada del MAS cuando se eligi a sus supuestos nuevos representantes, que no son otra cosa que loteadores. Esta suplantacin aviesa fue avalada por el Vicepresidente. Los verdaderos regantes, los histricos regantes ligados a la Guerra del Agua, quedaron marginados. Hablamos entonces delos histricos regantes, los luchadores y defensores de las formas comunitarias de administracin y gestin del agua.
la guerra descolonizadora en el momento de la crisis del proceso. Enrique Ormachea escribe: Una buena parte de los cocaleros son ya campesinos ricos o acomodados porque obtienen ganancias gracias a la apropiacin de trabajo ajeno, pues producen normalmente con el concurso de peones asalariados. Por el contrario, los indgenas yuaracars, moxeos y chimanes que habitan en el Territorio Indgena y Parque Nacional Isiboro Scure (TIPNIS) y la mayor parte de los indgenas de las tierras bajas adems de realizar actividades agrcolas en chacos que usufructan individualmente y que combinan con otro tipo de actividades econmicas vinculadas con el mercado (como la extraccin de recursos forestales y la elaboracin de artesanas), normalmente se ven obligados a vender temporalmente su fuerza de trabajo a ganaderos, madereros y a los propios cocaleros para asegurar su medios de subsistencia. En este sentido, mientras los primeros son pequeos y hasta pequesimos capitalistas, los segundos son mayoritariamente semiproletarios3. Esta descripcin es importante pues nos ubica de lleno en la relacin social, en la relacin de dominacin de un conglomerado social sobre otro, de una dinmica bullente de monocultivo, agrcola, comercial, encaminada a la expansin de la frontera agrcola, de la comunicacin carretera y caminera, sobre otra dinmica, apegada al territorio, a las normas y procedimientos propios, a las instituciones ancestrales, a la bsqueda de un proyecto alternativo al desarrollo y a la modernidad, que actualice las comunidades ancestrales, sus manejos territoriales y de bosques, combinndolos con formas de organizacin emergentes y en la perspectiva establecida en la Constitucin, perspectiva traducida como la del vivir bien. Lo que fue el bloque popular, que se coalig y expuls a la mega-coalicin neoliberal, termin mostrando su composicin diferencial y ha terminado de manifestar las contradicciones inherentes rpidamente, justo en el momento de transicin hacia el Estado plurinacional comunitario y autonmico. Esta abertura y quiebre del bloque popular evidencia la existencia de proyectos distintos, dicotmicos y contradictorios; un proyecto capitalista, desarrollista, extractivista, dependiente, articulndose al reacomodo de las estructuras y formas de intercambio en la geopolticas del sistema mundo capitalistas; otro proyecto emergente, nacido de las entraas de las luchas sociales contra el neoliberalismo y de las entraas de la guerra anticolonial y descolonizadora de las naciones y pueblos indgenas originarios, que ha expresado su horizonte civilizatorio en la Constitucin, en tanto Estado plurinacional comunitario y autonmico, en tanto economa social y comunitaria, en tanto modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, la modernidad y el desarrollo. Los dos proyectos no pueden coexistir en el proceso, son opuestos; uno se coloca en la continuidad de la misma civilizacin moderna, capitalista,
3 Bolpress; 3 de septiembre 2011.
desarrollista y extractivista, el otro apunta a abolir esta civilizacin, abriendo la posibilidad civilizatoria alternativa haciendo emerger configuraciones culturales inhibidas por los colonialismo y los capitalismos, actualizndolos y combinndolos con formas autogestionarias y solidarias contemporneas. Este proyecto se opone abiertamente al desarrollismo y al extractivismo, se encamina ms bien a restaurar las complementariedades dinmicas con los ecosistemas, seres, ciclos vitales interrelacionados e integrados en las formas complejas de reproduccin de la vida. No debe sorprendernos entonces los conflictos que se dan entre el gobierno y las naciones y pueblos indgenas originarios, pues el gobierno se ha convertido en la expresin poltica e institucional del proyecto de continuidad capitalista, desarrollista, extractivista y de monocultivos. Por qu ha sucedido esto? La contradiccin era latente, solo que no tuvo las condiciones de posibilidad para mostrarse; una cosa era luchar contra los gobiernos neoliberales y el proyecto neoliberal en curso y otra cosa es abolir el Estado-nacin, construir el Estado plurinacional comunitario y autonmico, en la perspectiva del modelo civilizatorio del Vivir Bien, que se basa en el respeto de los derechos de los seres, componentes y ciclos vitales de la Madre Tierra. En lo que fue el bloque popular hay clases sociales que no estn dispuestas a abandonar las formas de monocultivo, menos la produccin de coca, tambin de cocana, no estn dispuestas a renunciar a la expansin de la frontera agrcola a costa de los bosques y ecosistemas, no estn dispuestas a renunciar a las ganancias y, sobre todo, a las ganancias fciles, tampoco van a renunciar a una compulsin individual por la tenencia de la tierra, aunque esto implique violar la Constitucin. La CSUTCB ha desarrollado un anteproyecto de Ley que contempla la desaparicin de las TCOs porque las considera latifundios, tambin contempla la redistribucin de la tierra de forma individual, contraviniendo a la Constitucin que establece la reversin de tierras a comunidades indgenas y campesinas de forma colectiva. Sorprende que en las argumentaciones justificadoras del anteproyecto se ventilen calificativos de terratenientes para los indgenas que habitan las TCOs, llama la atencin que se olviden de los latifundistas y terratenientes histricos, contra los que se haba tenido una larga lucha, precisamente por la reforma agraria. Qu pasa? Otros son los enemigos? Ahora son los indgenas, las naciones y pueblos indgenas, sus organizaciones, sus formas colectivas de propiedad, sus gestiones territoriales ancestrales. Ahora, en cambio, son aliados los latifundistas y terratenientes histricos, los agroindustriales, los soyeros, que emplean transgnicos, los empresarios, pues ellos, as como los campesinos, persiguen la continuidad del mismo modelo capitalista, desarrollista, extractivista. Ahora las alianzas son otras y los frentes de la lucha son otros. El conflicto en torno al TIPNIOS es demostrativo por poner al descubierto de una manera descarnada estas contradicciones:
Acicateados entonces por sus crecientes motivaciones de acumulacin, los cocaleros del trpico de Cochabamba se han visto en la necesidad de acrecentar sus propiedades, lo que implica expandir la frontera agrcola. Sin embargo, esta expansin slo puede darse hacia dos zonas claramente definidas. Por un lado, hacia el TIPNIS y, por otro lado, hacia el departamento de Santa Cruz; esta ltima opcin implicara avanzar sobre tierras que ya estn ocupadas tanto por otros colonizadores (buena parte de ellos tambin campesinos ricos) como por pequeas, medianas y grandes empresas capitalistas agrcolas y ganaderas articuladas a la agroindustria4. Mayari Castillo y Anah Durand, escriben en Identidades, etnicidad y racismo en Amrica Latina, que: En primer lugar, la economa de la coca, aunque no reconocida oficialmente, genera una porcin importante del PIB de Bolivia. Durante la peor crisis econmica, la economa ilegal de la coca permiti sustentar la aplicacin de los ajustes estructurales, siendo vlvula de escape de la pobreza y un nuevo espacio laboral para los ex mineros de las recin cerradas minas de la COB (Lanza, 1999). De la misma manera, frente a una economa con crecimiento estancado o negativo y uno de los ndices de pobreza ms altos de Amrica Latina, la cooperacin internacional radicada en Bolivia constitua una importante fuente de ingreso. En los ltimos doce aos, Bolivia recibi por concepto de asistencia financiera oficial cerca del 11% del PIB. Sumado a los aportes de agencias privadas, ONG y otros, la cifra se eleva a un 15% (Grebe, 2002). Tambin pudo reprogramar su deuda financiera gracias a los recursos donados por Europa y, hasta hace poco, reciba financiamiento de organismos multilaterales como el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporacin Andina de Fomento, adems de financiamiento de carcter bilateral desde Japn, Estados Unidos, Alemania y Pases Bajos. La mayor parte de estos apoyos estaban condicionados al cumplimiento de metas sobre control del narcotrfico, incluyendo la erradicacin del cultivo de la hoja de coca. Por ello, la resistencia cocalera al cumplimiento de metas otorgaba al conflicto una importancia nacional5. Los investigadores nos dejan en este dibujo panormico y de evaluacin del movimiento cocalero determinados perfiles de la problemtica; primero se habla de una economa de la coca, una economa subterrnea, que sostiene parte del funcionamiento de los circuitos econmicos. Segundo, que con el propsito de erradicacin y sustitucin de los cultivos de coca, la cooperacin internacional ha financiado programas de apoyo a la diversificacin de la produccin agrcola, as como programas de
4 Bolpress. 5 Mayari Castillo y Anah Durand: Movimiento cocalero, poltica y representacin: los casos boliviano y peruano. Edicin de Fernando Garca, FLACSO 2008, Quito.
interdiccin. Todo esto puede considerarse tambin como parte de las inyecciones monetarias al campo econmico boliviano, incidiendo en la formacin de su Producto Interno Bruto (PIB). En otras palabras, la economa de la coca forma parte de la realidad, como uno de sus niveles, en la compleja sedimentacin de sus mbitos, mundos paralelos o colaterales. Esta economa de la coca es tan importante que no slo dibuja circuitos, recorridos, articulaciones con otros niveles econmicos, sino que tambin ha terminado constituyendo sujetos sociales, subjetividades e imaginarios, incluso instrumentos polticos y electorales, adems de lograr catapultar a las Federaciones Cocaleras al gobierno. Se sabe que por lo menos dos mbitos territoriales campesinos estn articulados a la economa de la coca, Los Yungas y El Chapare, adems de otros territorios de expansin, comprendiendo otras zonas ms circunscritas y dispersas, que fueron tradicionales en el cultivo de la hoja de coca, como el caso de Apolo e Inquisivi; tambin hay que considerar la irradiacin espacial de la economa de la coca en relacin a otros circuitos comerciales y flujos dinerarios, de mercancas y migraciones. Tambin sabemos que la economa de la coca ha estado articulada a la historia econmica de la Audiencia de Charcas y de los periodos republicanos; el ciclo de la economa de la plata, el ciclo de la economa del estao y, tambin, aunque de un modo ms indirecto y con muchas mediaciones, al actual ciclo de la economa de los hidrocarburos. La economa de la coca ha formado parte entonces de las estructuras econmicas, de sus flujos, circuitos y recorridos. Por otra parte, podemos abrirnos a la comprensin de las estrategias diferenciales, plurales, cclicas y rtmicas de las economas campesinas, atravesadas por complementariedades, reciprocidades, tambin por transformaciones del ayni y la minka, como formas de relacin por servicios y especies, por un lado, y por trabajos y dinero, por otro. Comprender tambin que las formas de organizacin son complejas, variadas, expansibles o contrables, dependiendo de la forma como se relacionan las unidades domesticas con las familias, con las estructuras familiares, comprendiendo edades, gnero y generaciones. As mismo tener en cuenta las diferentes prcticas de los vecinos respecto a las prcticas combinadas de los pueblos y comunidades. Todo esto nos muestra una combinacin rica de estrategias y de estructuras, de composiciones y de ritmos cclicos, dependiendo del producto, de las interrelaciones entre productos, del lugar, del momento. Las economas campesinas son configuradas por racionalidades alternativas y colaterales a la racionalidad moderna y eficaz del clculo del costo y beneficio. En otras palabras, es imposible comprender las estrategias campesinas a partir de la reducida contabilidad econmica. Se trata de otras racionalidades, que funcionan flexiblemente, dctilmente y en combinaciones abiertas6. Empero, algo que podemos compartir con cierta certeza es que, de todas maneras, se trata de economas articuladas al mercado y a los vaivenes del mercado, por lo tanto
6 Revisar el libro de Alison Spedding Kawsachun Coca.Economa campesina cocalera en los Yungas y el Chapare. PIEB 204. La Paz.
a los movimientos de los precios de los productos. Ahora bien, un cultivo y producto altamente rentable es la coca, incluso en momentos de bajos precios; esto debido a los rendimientos, sobre todo a las cosechas que se dan al ao. Lo que decimos vale mucho ms cuando los precios de la hoja de coca suben estrepitosamente, debido a factores externos de extrema imponderabilidad, como la debida al comercio del narcotrfico, sobre todo de la cocana. Bajo estas consideraciones es posible una hiptesis en relacin a la expansin estrepitosa de los cultivos de la hoja de coca, incluyendo la invasin a los parques y territorios indgenas. Es tan gravitante el comercio de la cocana, tal la incidencia de sus circuitos, de su capacidad de incidencia, de su fuerza financiera, de sus mltiples estratgicas de trfico, que se ha convertido en el ncleo explicativo de la propia economa de la coca, por lo tanto no slo de los circuitos y de la acumulacin sino de la expansin compulsiva del monocultivo. Independientemente de cualquier pretensin moral o de pose artificial sobre la problemtica de la cocana, pretensin y pose falsa de las potencias, de NNUU y de la cooperacin internacional, lo que importan es comprender claramente el conflicto suscitado en torno al TIPNIS, as como los conflictos que se han dado sucesivamente, contiendas anteriores y en perspectiva, repetidos intermitentemente, colisiones del gobierno con las naciones y pueblos indgenas originarios, desde la aprobacin de la Constitucin, comprender el conflicto a partir de las fuerzas involucradas, de las tendencias, de los proyectos inherentes. La economa de la coca forma parte de la economa de la cocana y la economa de la cocana forma parte de las economas del sistema-mundo capitalista. Una apuesta por la expansin del monocultivo de la coca forma parte de la expansin compulsiva de la economa de la cocana y obviamente de la acumulacin ampliada de capital en la economa-mundo capitalista. Apostar por esta salida, se lo haga abiertamente, como en el caso de las decisiones prcticas que toman los cocaleros, o veladamente, haciendo como si no se viera nada, como ocurre con el comportamiento del gobierno respecto a esta problemtica, no importa, pero apostar por esta salida significa la continuidad del modelo capitalista, desarrollista extractivista y dependiente, ahora atravesado por la economa poltica del chantaje, es decir por la economa de la cocana, como una de sus formas. Este proyecto continuista se enfrenta abiertamente al otro proyecto, nacido de las entraas de las luchas sociales y de la guerra anticolonial y descolonizadora, expresada plenamente en la Constitucin. Este modelo es el del Vivir Bien, modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, a la modernidad y al desarrollo. Este modelo se basa en la condicin plurinacional, en la condicin comunitaria, en la condicin autonmica y en la condicin intercultural, por lo tanto este modelo se basa en las cosmovisiones indgenas y en la reconstitucin de los territorios ancestrales, actualmente habitados, como reza la Constitucin. Este modelo supone un descentramiento radical del antropocentrismo, desplazndose al reconocimiento de la condicin vital de los otros seres que
componen la Madre Tierra, reconociendo su condicin de sujetos y reconociendo sus derechos. Esta concepcin est plasmada en el proyecto de Ley de la Madre Tierra. El conflicto del TIPNIS est expresando entonces la guerra de dos proyectos opuestos, antagnicos, de modelos encontrados, uno el capitalista y moderno, el otro alternativo al capitalismo y la modernidad. Hay una lucha de clases y una guerra anticolonial y descolonizadora en curso, con sus sujetos sociales, sus organizaciones, sus instituciones opuestas, incluso con sus diferentes formaciones discursivas en franco y abierto debate. Volviendo al anlisis de Enrique Ormachea, podemos dimensionar los alcances concretos del conflicto en torno al TIPNIS. Entonces el conflicto especifico, en el territorio, en los lmites del parque y en el interior del parque, en el llamado bloque 7, que es la zona de avasallamiento del parque por los colonizadores, es entre comunidades indgenas y colonizadores, comunidades indgenas y cocaleros. En el documento citado se escribe: Si en algo hacen hincapi los indgenas cuando plantean la defensa del TIPNIS es en el tema de la expansin cocalera y sus efectos. No les faltan razones. En el Gobierno de Evo Morales se les ha recortado alrededor de 145 mil hectreas que acabaron siendo dotadas a cocaleros que haban ocupado estas tierras de hecho, al aprobar un ttulo final de propiedad colectiva de 1.091.656 hectreas frente al ttulo ejecutorial concedido en 1997 que ascenda a 1.236.296 hectreas7. La legitimacin del avasallamiento ya muestra el sentido del gobierno, de sus polticas en relacin a la tierra y al territorio, en relacin en lo que respecta a las reas protegidas y territorios indgenas. El gobierno responde en primer lugar, en el plano afectivo y de los compromisos orgnicos, a las federaciones cocaleras, tambin a las organizaciones de colonizadores, llamados ahora interculturales, que ya cuenta con ms de un milln de afiliados, as mismo responde a los compromisos sindicales con las organizaciones campesinas, constituidas en la CSUTCB y en la confederacin de mujeres campesinas, las conocidas como bartolinas; en segundo lugar, ya en un plano poltico, responde a la continuidad del proyecto capitalista, desarrollista, extractivista, dependiente, otorgndole un carcter popular al proyecto; en tercer lugar, ya en un plano estratgico o geopoltico, el gobierno est supeditado a la irradiacin de la poltica expansionista y hegemnica del Estado brasilero; en cuarto lugar, ya en un plano de las complicaciones de las que no puede zafarse, atado a las herencias de las lgicas de poder persistente, responde a los condicionamientos de las empresas trasnacionales, tanto de los hidrocarburos como de la minera; en quinto lugar, ya en el plan de las nuevas alianzas, responde a los acuerdos econmicos con la burguesa intermediaria boliviana, los agroindustriales, los soyeros y las mediaciones de los grandes monopolios de las empresas de transgnicos. La presin sobre la frontera agrcola cocalera y colonizadora se da no solo con la benevolencia del gobierno sino en alianza estratgica con los
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agroindustriales y soyeros, es decir, la burguesa intermediaria. Todos ellos forman parte de la composicin social, econmica, subjetiva e imaginaria del proyecto desarrollista-extractivista. Esta situacin es vivida, intuida, comprendida y elucidada por las organizaciones indgenas del CIDOB y CONAMAQ. Se comenta el testimonio de uno de los dirigentes del TIPNIS y ahora de la marcha indgena: En una entrevista reciente, el dirigente indgena Adolfo Moye ha sealado que, a raz de la expansin de los cocaleros hacia las comunidades indgenas del TIPNIS, muchas terminaron rodeadas de colonos por ejemplo, la comunidad de Santsima Trinidad donde yo vivo junto a 140 familias indgenas mezcladas con algunos colonos, hemos quedado al centro de la zona colonizada y rodeada por cocaleros. En la comunidad Limo, los hermanos del pueblo moxeo yuracar ahora tienen apenas una hectrea y trabajan como empleados de los colonos. Sus hijos han tenido que migrar a las ciudades capitales para buscar empleo queriendo adoptar otra forma de vida; en muchos pueblos solo quedan los viejitos. Algunas comunidades, como Puerto Patio e Isiborito, se extinguieron y no sabemos a dnde se fueron esos hermanos. (Entrevista en el Foro Social de Asuncin)89. El testimonio de Adolfo Moye es elocuente; lo que describe es una relacin de dominacin de los cocaleros y de los colonizadores sobre los indgenas del TIPNIS. Los indgenas no solamente son discriminados y explotados, sino vistos como menos. No se los considera iguales, ni se establece con ellos relaciones de igualdad. Esto ocurre de manera dramtica en los lugares de interseccin entre comunidades indgenas y colonos; si bien no ocurre lo mismo cuando los dirigentes de las organizaciones indgenas y de las organizaciones campesinas entablan relaciones de organizacin, de discusin, cuando entablan acuerdos y pactan sobre temas de inters comn, pues a este nivel se entiende que no considerarse como iguales sera una muestra insostenible de racismo. No ocurre porque a ese nivel se tiene otra concepcin de lo que es ser indgena; somos todos indgenas, aymaras, quischwas, urus, chipayas, guarans, moxeos, chcobos, chimnes, yuracars. La diferencia est en que unos somos campesinos y otros conservan la propiedad comunitaria, el ayllu; unos estamos organizados en sindicatos y otros en las formas organizativas propias comunitarias. Este discurso se mantuvo durante parte de la vida del Pacto de Unidad, sobre todo durante el proceso constituyente. Ahora parece desmoronarse este discurso ante la evidencia de las grandes diferencias, discrepancias de concepciones, de intereses y de proyectos. Los dirigentes campesinos se acercan rpidamente a los prejuicios que tienen los campesinos y colonos que habitan los lugares limtrofes con territorios indgenas. Sobre todo ahora, cuando se da el conflicto del TIPNIS, los dirigentes campesinos se apegan ms a defender el discurso
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gubernamental estridentemente descalificador del movimiento indgena en defensa de sus derechos, consagrados por la Constitucin. El bloque popular se ha roto. Esta descripcin me recuerda a lo que ocurra aos atrs, cuando era vigente, convocativo e irradiante el proletariado minero; a pesar de su consciencia de clase, de su condicin de clase compuesta por el desclasamiento de las otras clases, de clase que debera abolir todas las clases, los mineros mantenan relaciones de dominacin, subordinando a las comunidades indgenas y campesinas aledaas a los campamentos. Por qu ocurre esto? Se notaba un aire de superioridad; una cosa implica estar ligado al campamento minero, a la explotacin de las vetas mineras, a los ingenios, a la organizacin capitalista del trabajo, y otra cosa significa estar ligado a los ayllus, a las comunidades, donde preponderaban modos de produccin precapitalistas. La diferencia estaba dada. Los mineros compartan una ilusin desarrollista y un imaginario modernista, en contraposicin de los indgenas y campesinos, que ms bien expresaban un apego a otros imaginarios, mas bien animistas. Una de las consecuencias de la modernidad fue esta descalificacin de otras formas de vida, de otras formas de cohesin social y de relacionamiento, que no sean las propias de la modernidad. Las investigaciones y los estudios sociolgicos han descrito y han teorizado sobre la transicin a la modernidad; el desencanto, la desacralizacin, la ruptura y quiebre de las comunidades, de las instituciones y estructuras tradicionales, forma parte de las hiptesis iniciales de estos estudios y estos anlisis. El paso de la familia extendida y compuesta a la familia nuclear, las migraciones rural urbanas, la atomizacin y la individualizacin, la homogeneizacin de los comportamientos y las conductas, el disciplinamiento, forman parte de este proceso de modernizacin, entendida como una dinmica cultural y civilizatoria que pone en suspenso los valores y las instituciones tradicionales, la modernidad entendida como experiencia de la vertiginosidad, sensibilidad esttica que expresa esta experiencia como cuando todo lo slido se desvanece en el aire, frase de Shakespeare, recogida por Marx10. La historia de la representacin de la modernidad es toda una arqueologa, comienza con los poetas malditos, quienes le atribuyen caractersticas estticas y ldicas, haciendo hincapi sobre todo en la experiencia de la vertiginosidad y el suspenso. El concepto es retomado por la sociologa y la economa empero de una manera ms instrumental y descriptiva, perdiendo sus ribetes poticos, empezando a adquirir perfiles organizacionales, estructurales, institucionales y de relaciones de mapas definidos de transvaloracin y transicin modernizadora. Marx y algunas corrientes marxistas retoman el concepto dndole un carcter dialctico, retomando algunas ideas iniciales de la experiencia de la transformacin desbocada. Ya en la etapa de balance habra que contar con el anlisis desplegado por Marshall Berman, estudio que intitula precisamente Todo lo slido se desvanece en el aire11. En las
10 La frase aparece en la obra de Shakespeare La Tempestad, Marx, la retoma para caracterizar metafricamente a la modernidad. 11 Marshall Berman: Todo lo slido se desvanece en el aire. Siglo XXI 1994; Mxico.
corrientes marxistas tericas contemporneas un antecedente de la crtica de la modernidad es el libro de Adorno y Horkheimer titulado Dialctica del iluminismo12. Quizs sea el anlisis ms penetrante de la modernidad, a la que caracterizan como iluminismo, que tambin puede ser retomada como crtica; de lo que se trata entonces es de desplegar una crtica de la crtica, un iluminismo del iluminismo. Ponen en cuestin los mitos de la modernidad, como la idea de progreso y el mito de la historia; tambin ponen en cuestin la pretensin moderna de dominacin de la naturaleza. Queda claro en los autores, que hacen la crtica de la racionalidad instrumental, que no basta hacer una crtica de la economa poltica, sino que es necesaria y urgente hacer una crtica de la modernidad, matriz histrica y cultural, civilizatoria, en la que emerge y se recicla el capitalismo. Despus de ellos, todas las escuelas, corrientes tericas crticas de la modernidad, son deudoras de la apertura iniciada por la Escuela de Frankfurt. A nosotros nos interesa retomar las crticas de la modernidad en los contextos perifricos del sistema-mundo capitalista, pues nos interesa comprender los fenmenos complejos, abigarrados y heterogneos que desata la modernizacin en nuestras regiones y pases. Marshall Berman escribe sobre el modernismo del subdesarrollo y toma en cuenta el caso de San Petersburgo, dice que se trata de modernidades impulsadas desde arriba, por el Estado, el poder; quizs tambin por algunas lites. Son construcciones titnicas que se enfrentan a los pantanos, es la voluntad de la geometra que termina imponindose a la adversidad, a pesar de las inundaciones centenarias. Se trata de espacios modernos pero sin contar con una vida moderna, espacios pblicos que no llegan a tener vida pblica. Qu es la modernidad en estos lugares insondables? Es una ilusin? Un espejismo? Un fabuloso monumento? Todo lo dems no llega a ser moderno, las instituciones, el manejo de las instituciones, el Estado, la administracin del Estado; tampoco las subjetividades. Estamos ante transiciones problemticas, cuando el pasado no termina de irse, mas bien se queda persistentemente, combinndose con esas proposiciones iluministas de futuro. Se producen composiciones intrincadas que contienen tambin subjetividades recargadas, que acompaan a comportamientos que moran mundos que cohabitan. Ren Zabaleta Mercado habla de formaciones abigarradas y Bolvar Echeverra de modernidades barrocas13. Qu es la modernidad en la periferia del centro del sistema-mundo capitalista? Las corrientes hindes que estudian la subalternidad conciben que mas bien hay que comprender modernidades heterogneas o la modernidad en su condicin heterognea14. Ciertamente no se puede hablar del mbito social del campesinado como si fuera homogneo; esto desde ya est descartado. Estamos ante un
12 Adorno y Horkheimer: Dialctica del iluminismo; Trota, Madrid. 13 Ver de Zavaleta Mercado Lo nacional-popular en Bolivia; Amigos del Libro; La Paz. Tambin de Bolvar Echeverra Crtica de la modernidad capitalista; Vicepresidencia del Estado Plurinacional 2011; La Paz. 14 Revisar de Partha Chatterjee La nacin entiempo heterogneo. Siglo XXI-CLACSO 2008; Buenos Aires.
campo complejo y diferencial, cuyos ciclos y articulaciones con el mercado tambin son variados. En un tiempo se pens que la campesinizacin y la re-campesinizacin formaban parte de procesos de resistencia a la diseminacin capitalista. Se mostraban contradicciones de las formaciones campesinas con el mercado, con el capitalismo y con el capital a partir de la tesis de la subsuncin formal del trabajo al capital15. En Bolivia se realizaron estudios de la cuestin agraria, sobre todo de las economas campesinas, a partir de su irrupcin misma, irrupcin que se da desde la expansin de las formas de pequea propiedad agraria a partir de la reforma agraria de 1953. Se pueden hacer distintas clasificaciones de un abundante material, que llega hasta nuestros das, empero nos interesa, por los lmites y las razones implcitas de este ensayo, dibujar grandes campos de anlisis. Se puede apreciar que una de las reas de preocupacin, quizs las ms economicista, est relacionada con las evaluaciones de la reforma agraria y la bsqueda por reencaminarla; otra rea de preocupacin es la que tiene que ver con los estudios de caso, con un enfoque sociolgico; quizs los ms interesantes son los estudios que vienen acompaados de un orientacin antropolgica, sobre todo por el aporte etnogrfico en el anlisis de las estructuras y las instituciones involucradas. No podemos dejar de considerar los estudios sobre la estructura agraria y de clases desde una perspectiva marxista, mas bien anlisis macros que estudios locales o regionales. Por ltimo, deberamos considerar un rea de trabajos de investigacin antropolgicas, sociolgicas y econmicas, de enfoque mas bien integral, que cuestiona las perspectivas anteriores, consideradas estticas, que no contemplan las dinmicas locales, diferenciales, cclicas y de estructuras de cambiantes, vinculadas a las estrategias de adaptacin a las circunstancias de las formas de organizacin campesinas. Quizs las ms aportadoras a la elucidacin y a la inteligibilidad de la problemtica campesina sean estos estudios16. En relacin a toda esta arqueologa del saber de la cuestin agraria, debemos apreciar sus mapas conceptuales para poder atender con una mirada escrutadora a los recientes desplazamientos de las economas campesinas. Obviamente lo que se requiere para lograr una comprensin adecuada de lo que ocurre son investigaciones a profundidad y en los distintos espacios de desplazamiento de las formas de organizacin campesina; empero a falta de estas investigaciones, nos vemos obligados a lanzar algunas hiptesis interpretativas de lo ocurre en la coyuntura crtica del proceso con las economas y formas de organizacin campesina, sus estrategias y sus circuitos. Hiptesis
15 Roger Bartra ha realizado estudios antropolgicos sobre la identidad mexicana; en tanto que Armando Bartra ha realizado estudios sobre las problemticas que envuelven al mundo campesino e indgena, en parte rescatando sus luchas por la reforma agraria, en parte recuperando la condicin de comunidad, pero tambin mostrando las formas de subsuncin formal del trabajo al capital en la que estn involucrados sus circuitos. 16 Revisar de Alison Spedding Kawsachun coca. Economa campesina cocalera en los Yungas y el Chapare. PIEB 2004; La paz.
Por ms compleja que pueda ser la formacin social, econmica y cultural campesina, por ms diversa y diferencial, por ms barroca, combinada, compuesta y entrecruzada en que se encuentre, movindose contradictoriamente en transiciones cclicas, definiendo a veces rutas en espiral y en algunos casos desplazamientos lineales, toda esta complejidad est atravesada por los circuitos del mercado, los circuitos dinerarios, incluso, en menor escala los circuitos financieros, como los relativos al microcrdito; aunque tengamos que aceptar, como lo hicimos en otro tiempo, la presencia alterativa de resistencias, de otras lgicas, otras estrategias y otras racionalidades, el mercado y el desarrollo capitalista juegan un papel gravitante, sobre todo en determinados momentos de alta demanda de monocultivos y de la evidencia de la atraccin efectiva de subida de precios. Esta atmsfera de muchos microclimas culturales, imaginarios y de comportamientos, recrea la ilusin de una modernidad barroca, heterognea, del bienestar, del acceso y del consumo. En momentos de intervencin de circuitos de alta rentabilidad y de predisposiciones polticas que los facilitan, los conglomerados sociales campesinos, sus tendencias econmicas, tienden a volcarse plenamente a la ilusin del desarrollismo y sobre todo al espejismo de la riqueza fcil. Los ncleos de resistencias, alterativos, alternativos, las racionalidades y estrategias complementarias y cclicas, tienden a ser inhibidas, ocultadas, desarticuladas, en beneficio de las opciones ms comerciales, incluso ms perversas de los circuitos dinerarios. Las resistencias, las posibilidades alterativas y alternativas se encuentran en las comunidades indgenas-originarias En momentos de crisis, de desplazamiento social compulsivo hacia las formas ms veloces del comercio, incluso del comercio ilcito, del contrabando, de los trficos perversos, de la economa poltica del chantaje, los ncleos de resistencias, las posibilidades alterativas y alternativas al curso de las cosas, al dominio del capitalismo, incluyendo sus formas salvajes, se encuentra en las comunidades indgenas, como los ayllus, en tierras altas, y las formas comunitarias en reconstitucin, en tierras bajas. Las otras racionalidades, sobre todo complementarias, las otras estrategias, sobe todo rotativas, cclicas y en reciprocidad, tejiendo equilibrios y armonizaciones territoriales, se encuentran en estas formas comunitarias, en sus formas de organizacin, de cohesin, de convocatoria y de correspondencia territorial, se encuentran en la actualizacin y reconstitucin de sus instituciones ancestrales. Esta disposicin a la resistencia, esta reterritorializacin, se hace evidente en la coyuntura crtica del proceso, cuando el gobierno, las organizaciones campesinas, aliados a la burguesa intermediaria, a los agroindustriales, a los soyeros y las mediaciones que usan los transgnicos, aadiendo a los banqueros y los compromisos con el IIRSA y el proyecto hegemnico brasilero, se proponen ampliar estrepitosamente la frontera agrcola, atentando contra los bosques, los territorios indgenas, los parques, las reas protegidas, a cualquier costo. La marcha indgena por la defensa del TIPNIS es una clara muestra de la voluntad poltica de las organizaciones indgenas, del CIDOB y del CONAMAQ, por detener el avasallamiento, la compulsin desarrollista-extractivista apegada a la ilusin modernista de consumo y de riqueza.
Quin ha decidido la construccin de la carretera que atraviesa el TIPNIS? Se han consultado a las comunidades que habitan el TIPNIS, como exige la Constitucin? Es el pueblo boliviano el que ha aprobado la construccin de esa carretera? Si el 64% del pueblo ha aprobado la Constitucin, al aprobarla ha prohibido una accin como esta de atravesar un Territorio Indgena y un Parque. Quines entonces han decidido? Obviamente se decidi en otro lugar, donde siempre se ha decidido la suerte de nuestros pases, en los grandes acuerdos de los gobiernos coaligados con intereses de las empresas trasnacionales. La suerte de la Amazonia se decidi, primero cuando la construccin de la carretera que atraviesa la Amazonia brasilera se dio lugar en base a la estrategia de la dictadura militar brasilera de entonces (1964-1985). Segundo, cuando el presidente Fernando Cardozo convoc a los presidentes de los gobiernos de Sud Amrica para acordar el proyecto IIRSA (2000). Tercero, cuando el entonces presidente de Brasil Luiz Incio Lula da Silva comprometi al presidente boliviano Evo Morales Ayma en la construccin de la carretera que conecta Villa Tunari con San Ignacio de Moxos (2009), atravesando el TIPNIS, comprometiendo un prstamo del Banco Nacional de Desarrollo Econmico y Social (BNDES) de Brasil y condicionando que la construccin la efecte una empresa brasilera OAS, saltando los procedimientos regulares de las normas de contratacin de bienes y servicios. Se puede decir que esta es la crnica de una muerte anunciada, la del ecosistema que comprende el TIPNIS, si es que no se detiene este proyecto que podemos calificar como un ecocidio y etnocidio. En realidad el destino de parte de la Amazonia, la que comprende al Territorio Indgena y Parque Isiboiro-Scure, se est decidiendo ahora, en la batalla por el TIPNIS, con el esfuerzo y sacrificio de los marchistas que defienden los derechos de la Madre tierra y los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios. El gobierno ha decidido defender los intereses de OAS, del IIRSA, del gobierno brasilero y de todos los sectores del pas que apuestan por la ilusin desarrollista, la destruccin extractivista, y la reiteracin inaudita de la dependencia; hablamos de la burguesa intermediaria boliviana y los estratos campesinos ms apegados a las formas del capitalismo depredador, comprendiendo la desforestacin y el monocultivo. Viendo de esta forma las cosas, la decisin no es democrtica, es desptica y acordada con las estructuras de poder del orden de dominacin mundial y regional. Todos los discursos que se han empleado para camuflar la razones de esta decisin, todo los recursos represivos que se emplean para disuadir a los marchistas, no hace otra cosa que develar los grandes intereses comprometidos en tamaa accin y la supeditacin del gobierno a estos intereses. Lo que se ha dicho sobre los marchistas, sobre los dirigentes indgenas, no es otra cosa que una muestra pattica de los mtodos y procedimientos ms perversos que puede utilizar el Estado-nacin en contra
de las naciones y pueblos indgenas y una movilizacin que exige el cumplimiento de la Constitucin. Como se puede ver se ha ido muy lejos, se ha llegado incluso a una situacin de enfrentamiento entre colonizadores e indgenas. Una y otra vez, en los distintos dilogos, sin ninguna voluntad del gobierno a cambiar, los ministros han reiterado un solo argumento obsesivo: No hay alternativa, slo hay un trazo posible, el que atraviese el TIPNIS, esto ya se ha decidido. Qu significa este mensaje? Qu la realidad se reduce a esto? A la lgica irremediable del poder? Qu la historia no cambia? Qu los poderosos son los que deciden? Qu fue un sueo lo planteado por los movimientos sociales y las naciones y pueblos indgenas originarios, un sueo recogido por la Constitucin? Qu la realidad real va seguir siendo la misma a pesar de los sacrificios, las luchas y los procesos constituyentes? Qu la llegada al gobierno de un presidente con races indgenas no es ms que una nueva forma de legitimacin de los mismo, de las estructuras de poder establecidas y de los ciclos irreversibles del capitalismo? Este fatalismo no expresa otra cosa que el punto de vista de la dominacin; ni ms, ni menos. No es aceptable y es incluso insostenible el querer reducir la realidad a los efectos del poder. Cuando los imaginarios son dominados por el poder, cuando el poder se recrea en ellos, cuando los imaginarios reviven ilusiones, como las del desarrollismo y la modernidad, ilusiones que ocultan la produccin incesante de las desigualdades, entonces la realidad se reducen a los lmites de las representaciones sociales sometidas, lo que se llamaba en otro tiempo ideologa. En estos casos la representacin no es otra cosa que la repeticin del discurso dominante y tambin una re-presin de los impulsos emancipadores. El gobierno, los discursos transmitidos, sus actos violentos y represivos, muestran el decurso de este itinerario de la gubernamentalidad liberal, la misma que no ha cambiado, a pesar del proceso constituyente. Esta es la elocuencia de del monopolio de la violencia y de la legitimidad de la violencia. Qu se puede hacer frente a esta concurrencia avasalladora de la maquinaria estatal, de una maquinaria al servicio de las dominaciones polimorfas y de las formas del capital? El recurso de los explotados, de los pueblos, de las naciones oprimidas, ha sido la lucha permanente, constante, perseverante. Comienza con las resistencias, despus contina con las acciones directas emancipadoras; todo esto est atravesado por la creacin de otros imaginarios, por la imaginacin y el imaginario radical, creativos de la perspectiva de otras realidades, ms ricas y complejas, por la apertura de la realidad al campo de sus posibilidades; tambin podramos interpretar esto desde la sociologa de las ausencias, desde la sociologa de las emergencias, desde la ecologa de los saberes, desde la ecologa de las temporalidades, como configura Boaventura de Sousa Santos. Las organizaciones indgenas originarias, las comunidades indgenas que habitan el TIPNIS, no hacen otra cosa que recurrir a estas tradiciones de luchas de los explotados, dominados, discriminados. Que este enfrentamiento se d ahora desafiando al proyecto extractivista de un gobierno que se llama popular se explica por la combinacin de la lgica del poder cristalizada en la maquinaria estatal y la
lgica de la acumulacin de capital. Frente a esta racionalidad instrumental y racionalidad diagramtica de las fuerzas se oponen racionalidades alternativas, las racionalidades de las resistencias que se convierten en racionalidades emancipatorias. La lucha de los indgenas del TIPNIS y de las organizaciones indgenas originarias es una lucha que compromete el destino de la mayora de los bolivianos y bolivianas, que apostaron a lo largo de sus luchas y en el proceso constituyente por un mundo alternativo. No sabemos exactamente lo que va a pasar, a pesar de que el panorama se pinta, debido a la correlacin de fuerzas, desalentador y dramtico. Se presenta como que el gobierno terminar imponiendo la voluntad de OAS, del IIRSA, del gobierno brasilero y los estratos sociales que apuestan por la continuidad del modelo extractivista y la ampliacin de la frontera agrcola. Sin embargo, en esta coyuntura difcil, no se puede hacer otra cosa que apostar a lo que parece improbable, apostar a lo que parece imposible, apostar por revertir la situacin adversa, apostar por detener la marcha fatal de los acontecimientos. En esta apuesta, en esta habilidad, en esta creatividad e ingenio, radica la invencin de la poltica y la invencin de la historia como utopa en permanente realizacin. La lucha de los indgenas del TIPNIS, de las organizaciones indgenas, no puede quedar aislada, tiene que ser acompaada por todos y todas las que sienten y presienten que es posible otro mundo alternativo, que la realidad es ms rica y completa que la reducida imagen que de ella da el poder. Esta lucha es acompaada por otros movimientos y pueblos del mundo que enfrentan a la dominacin actualizada del capitalismo. Las formas de la manipulacin Hay que prestar mucha atencin a ciertas formas del uso del poder que tienen que ver directamente con lo que llamamos la manipulacin17, es decir, a la forma cmo se quiere forzar e inducir para lograr los objetivos establecidos. Sobre todo llama la atencin el manejo de la gente, el manejo de la opinin pblica, el manejo de las instituciones y de las organizaciones, el manejo de la informacin, el manejo de los conflictos. Se interviene impdicamente para convencer y conducir a la gente, para influir en sus conductas; se maneja la propaganda, la publicidad, la comunicacin para mostrar una imagen de la realidad de acuerdo al espejo del poder. El poder se mira en lo que informa y lo que expresa termina siendo la imagen del espejo, es all donde se legitima y ratifica el poder. Se manejan las instituciones como dispositivos de poder; aunque toda institucin es un dispositivo de poder, lo que hace a la manipulacin es el uso forzado que se hace de las instituciones, buscando alcanzar otros fines, distintos a las finalidades normativas. En el caso de las organizaciones, estas son 17 Jos Luis VEGA CARBALLO dice que: Se entiende por manipulacin un ejercicio
velado, sinuoso y abusivo del poder. Revisar Manipulacin, del citado autor; Comunidades.
cooptadas en la perspectiva de los fines extra-organizacionales impuestos. Se maneja la informacin como herramienta de propaganda, como una extensin de los alcances y el cumplimiento del gobierno. Quizs lo ms grave pasa con el manejo de los conflictos; lo primero que se hace es ignorarlos, despus se los descalifica, si avanza el conflicto, se intenta cooptar y dividir a las organizaciones involucradas en la demanda; por este camino se termina optando por los medios de disuasin y represivos. Tambin se puede pretender arreglar con los grupos ms vulnerables y dciles del conflicto, como lo que ocurre ahora en lo que respecta al conflicto del TIPNIS. No se quiere atender ni dialogar seriamente, solo se transmite la decisin antelada, la crnica de la muerta anunciada del territorio y del parque, empero se manipula montando una escenificacin en una comunidad, la de Santo Domingo, donde habitan un grupo de familias indgenas, ahora invadida por visitantes del tramo tres de la carretera Villa Tunara-San Ignacio de Moxos, quienes no habitan el TIPNIS, para aparentar multitud y hacer creer que se conversa y se consulta con las comunidades asentadas en el TIPNIS. A propsito de la temtica de la manipulacin, Jos Luis Vega Carballo dice Se entiende por manipulacin un ejercicio velado, sinuoso y abusivo del poder. Se presenta en cualquier relacin social o campo de la actividad humana, donde la parte dominante se impone a otras en virtud de que stas carecen de control, conciencia y conocimiento sobre las condiciones de la situacin en que se encuentran. Aunque la imposicin de cualquier curso de accin tiene siempre consecuencias reales, lo cierto es que, dentro del campo de la interaccin social manipulada, no hay manera de que las partes afectadas puedan vislumbrarlas anticipadamente, tampoco analizarlas y menos impedirlas; solo les queda afrontarlas como hechos consumados. La manipulacin es un ejercicio velado, sinuoso y abusivo del poder. El poder se ejerce deca Michel Foucault, no es una propiedad, no es una sustancia, no es una ideologa; diramos que se trata de relacin de fuerzas, una fuerza que afecta y otra fuerza afectada, una fuerza que hace de funcin de poder, otra fuerza que hace de materia de poder. La manipulacin se basa en relaciones de poder que buscan afectar conductas y comportamientos, como toda relacin de poder, pero que recurre en este caso al engao, a la distorsin, al chantaje, a la presin, al encubrimiento, al montaje, al teatro, pero tambin a sutiles mecanismos y deslizamientos de la violencia, que tienen una particularidad cuando se trata del Estado y de sus formas de gobierno. Llama la atencin la reiteracin desembozada de las formas de manipulacin de un gobierno que se dice indgena y popular, ms an que se concibe como gobierno de los movimientos sociales, de acuerdo a las expresiones rimbombantes del Vicepresidente. En los conflictos con las organizaciones indgenas, particularmente en lo que ocurre con el conflicto del TIPNIS, ha desplegado de manera abierta todas las artes de la poltica vulgar, la astucia criolla, como decimos popularmente, adelantndose a las consecuencias de la construccin de la carretera; la maniobra se muestra patentemente cuando se hace tres trazos de la carretera que va de
Villa Tunari a San Ignacio de Moxos, buscando eludir el estudio de impacto ambiental, sobre todo en lo que respecta al Territorio Indgena y al Parque. La anticipacin no consultada tambin se hace evidente cuando se acuerda con el entonces presidente de Brasil Luiz Incio Lula da Silva la construccin de la carretera, financiada en gran parte por el Banco Nacional de Desarrollo Econmico y Social (BNDES) de Brasil (2008-2009); en este acuerdo se establece el compromiso fuera de normas de que la construccin de la carretera queda a cargo de la empresa constructora brasilera OAS. Esta forma de comportamiento sinuoso y callado, toda esta actitud velada prevea conflictos, por eso se adelant a los hechos, encubriendo los acuerdos y convenios antelados. Cuando estalla el conflicto del TIPNIS la respuesta es escabrosa; primero se confronta internamente al entonces Viceministro de Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, Juan Pablo Ramos, quien no quera firmar la ficha ambiental justamente del tramo II, que pasa por el TIPNIS; segundo se oculta la informacin y se miente a la opinin pblica acerca del estado de la cuestin de esta carretera; tercero se dice que no hay trazo del segundo tramo; cuarto, cuando se desprende la marcha indgena en defensa del Territorio Indgena y Parque Isiboro-Scure, se descalifica a las organizaciones indgenas acusndolas de estar en contacto con la Embajada norteamericana, insinuando que esta marcha ha sido preparada por agentes de la embajada, volviendo a acusar a USAID por ensima vez de estar fomentando la marcha indgena; tambin se acusa a un conjunto fantasmagrico de ONGs de estar involucradas en la conspiracin. Cuando la marcha se acerca a San Ignacio-de Moxos, altos personeros de gobierno van a azuzar a los pobladores para que se levanten contra los indgenas de la marcha. Si bien no consiguen esto, lo que logran es que no se les d alojamiento, comida ni agua. Cuando la marcha se aproxima a Yucumo, se movilizan a colonizadores, cocaleros, policas e incluso la ABC para impedir el paso de la marcha pacfica, bloqueando a la marcha en esta localidad comercial. Cuando la marcha consigue apoyo internacional y del pas, movilizando a mltiples grupos de jvenes, a la organizacin de regantes, a la federacin de estudiantes de la ciudad de El Alto, a mineros e incluso a organizaciones de la ciudad de El Alto, como la conocida Coordinadora por la Dignidad de la Ciudad de El Alto, cuando es patente su contradiccin en relacin a la consulta previa libre e informada, consulta que exige la Constitucin, buscan dividir a las comunidades del TIPNIS; todo esto sin responder a la demanda de los marchista. Se opta entonces por el teatro poltico, se hace el montaje de un escenario grotesco de una reunin manipulada en la comunidad de Santo Domingo, llevando gente del tramo III, que habita fuera del TIPNIS. El presidente va a esa comunidad y efecta una tertulia improvisada con los supuestos comunarios, reunin que es transmitida por la radio emisora oficial Patria Nueva. El comportamiento del gobierno en todo el conflicto del TIPNIS devela descarnadamente el sentido de las polticas gubernamentales en relacin al medio ambiente, a la ecologa, a los parques y territorios indgenas, en relacin a los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, en relacin tambin al modelo heredado, el extractivismo, incluyendo a la ampliacin de la frontera agrcola y la desforestacin, as mismo devela el sentido de las polticas en relacin a la coca y la cocana. Pero, sobre todo, devela la constante recurrencia del procedimiento ms apreciado por los funcionarios en su relacionamiento con la sociedad, los pueblos y las organizaciones, este expediente es el de la mltiple manipulacin abierta y
desembozada. Por qu recurre a esta maniobra? Qu expresa esta recurrencia? Una gran debilidad, una gran vulnerabilidad, una descomposicin? Jos Luis Vega Carballo, el autor citado sobre la definicin de manipulacin, dice que: Pero an all, en momentos de crisis de consenso, cuando se ponen en entredicho la legalidad y legitimidad del rgimen, los dirigentes terminan apostando a la manipulacin para controlar las reacciones de los dominados. Surgen distintas frmulas para encubrir decisiones de emergencia, desde los discursos efectistas hasta los despliegues de propaganda, tcticamente destinados a compensar la carencia de argumentos capaces de persuadir a las masas y mantenerlas leales al rgimen. Cuanto ms avance la desestabilizacin y se aproxime la posible subversin violenta del rgimen, es mayor la frecuencia con que se aplican dosis variables de manipuleo con represin, incluyendo las llamadas cortinas de humo, cuyo propsito es distraer la atencin de los subordinados para apartarla de los verdaderos problemas que la dirigencia no puede resolver. La recurrencia a la manipulacin parece aumentar cuando hay crisis de consenso. Desde esta perspectiva vendra a ser algo que sustituye al consenso o cuando falta consenso se recurre ms a la manipulacin. Este procedimiento de maniobra vendra a ser un sntoma de la crisis de consenso, que tambin significa una crisis de credibilidad; la prdida de confianza tambin generara el incremento del uso de la manipulacin. Esta tesis podra llevarnos a pensar en una relacin inversamente proporcional, pero no es as, pues la variedad de los recursos, dispositivos y agenciamientos de poder ms bien presentan un mapa de combinaciones complejo, que se da de una determinada manera, dependiendo de las coyunturas y los contextos. Incluso cuando hay consenso los gobiernos no dejan de recurrir a tcticas de maniobra. Se trata de procedimientos altamente extendidos, diversos, recurrentes, no slo por gobiernos sino instituciones, tambin en las relaciones de grupos, as como en las relaciones interpersonales. Pero, en el caso que nos interesa, la manipulacin poltica, muestra los secretos engranajes de las formas de poder y de los entretelones gubernamentales. Se trata de un procedimiento no democrtico y mucho menos participativo, en todo caso tampoco transparente. Se da cuando se tienen finalidades establecidas, las mismas que no quieren ni deben discutirse, de acuerdo a los criterios de los diseadores de las finalidades; estas tienen que ejecutarse, para su cumplimiento se usan todos los medios al alcance, incluyendo preponderantemente los que tienen que ver con la manipulacin. En este caso las finalidades son como ordenes; se hace creer a los participantes que se est discutiendo, que se est tomando en serio el debate, la demanda, la reivindicacin, las propuestas alternativas, aunque en realidad este dialogo slo sirva para legitimar lo ya decidido, el cumplimiento de finalidades polticas. Esta manera de proceder nos muestra tambin una percepcin bastante esquemtica de los gobernantes, que se resume en el creer que los otros, los interlocutores, la opinin pblica, son manejables. Esta percepcin expresa una sobreestimacin extrema de las posibilidades del gobierno y
una desvalorizacin tambin extrema de los otros, de los interlocutores, del auditrium, de la opinin pblica. Hay ms de una sorpresa cuando los gobernantes se enfrentan a resistencias, a obstculos, a conductas no manejables ni manipulables, que responden a criterios formados sobre los temas en debate. Lo sorprendente es que en vez de corregir este comportamiento gubernamental, generalmente los gobernantes insisten como en una terca persistencia en estos mtodos, aunque estos mtodos pueden llevar ineludiblemente a la confrontacin. Por qu? Hay una especie de extensin estimativa de los microclimas institucionales gubernamentales a la sociedad. Se espera que de la misma manera que se obedece en las instituciones, las sociedades deban hacerlo. Hay un presupuesto de disciplina generalizada, que obviamente no se cumple en la realidad. No se considera para nada los propios raciocinios de la sociedad, de los grupos, de las organizaciones, de los movimientos. Lo que cuenta es la estrategia diseada o supuestamente diseada, las finalidades establecidas; lo dems es objeto, es materia de poder, es manipulable. De este modo podemos decir que la manipulacin dibuja una psicologa especial de los gobernantes, de la clase poltica; se sienten inmunes, se instala un egocentrismo que da lugar a una sensacin de que se es todo poderoso, una distancia cualitativa los separa de los mortales. Esta percepcin es alimentada por los propios funcionarios que rodean como cortes modernas a los ejecutivos. La ceremonialidad del poder, la adulacin constante, la informacin seleccionada, terminan convenciendo a los que toman decisiones de que es as, que los que gobiernan tienen el sartn por el mango, que sus decisiones son indiscutibles. Muchos de estos escenarios, de estos montajes polticos, son construcciones de los subalternos inmediatos, que quieren ganar puntos. La manipulacin termina entrampando a todos, como en un crculo vicioso; no convence, no disuade, y termina echando lea al fuego, incrementando la intensidad del conflicto. El autor citado contina con la contrastacin de la manipulacin, escribe: Si para un uso racional, persuasivo y legtimo del poder es decir, la dominacin segn Max Weber, se requiere comnmente la transparencia y una conciencia relativamente lcida acerca de los intereses en juego, la manipulacin se ubica en la esfera opuesta. Al rechazar la transparencia, la argumentacin y la persuasin procesos que en la democracia se aplican para llegar al consenso, los manipuladores, en su maquiavelismo, apelan a las dimensiones instintivas de la mente individual y colectiva, a impulsos inconscientes, a deseos y aspiraciones insatisfechas, a dependencias emocionales y pasionales de la conducta individual o de masas. Se esmeran por provocar reacciones impremeditadas que no requieran la aquiescencia ni el raciocinio, por obviar discursos que justifiquen las pretensiones de dominio, por evitar todo recurso metdico de justificacin y convencimiento. Descartando esa personalizacin de los manipuladores y de su supuesto maquiavelismo, pues no se trata de caer en la individualizacin, como si la manipulacin fuera un atributo de ciertas personas, inclinadas a ello, y el maquiavelismo un plan antelado, una conspiracin inherente. Este maquiavelismo, que proviene de la lectura francesa de la poca de Nicols Maquiavelo, interpretacin segada por cierto, que ha reducido las tesis de Maquiavelo a la caricatura de proposicin que se expresa en la frase popularizada de que los fines justifican los medios, convirtiendo a
Maquiavelo en un terico de las conspiraciones, las artimaas, las astucias y las intrigas. Lectura que no comprende la estructura, el contenido y el ncleo de la teora de Nicols Maquiavelo que tiene que ver con la figura del prncipe como articulador de la voluntad nacional. Dejemos entonces de lado esta apreciacin del autor para concentrarnos en sus definiciones sobre la manipulacin. Se concibe un aire irracional en el ejercicio de la manipulacin; esto es sostenible? Depende cmo concibamos la razn y la racionalidad; si aparece como un discurso iluminista, que exige argumentacin y justificacin, reducimos la razn a su forma lgica e instrumental; en cambio s ampliamos el uso de la razn a la elaboracin de juicios, entendidos como la adecuacin de los medios a los fines, nos abrimos a mltiples formas de la razn y de la racionalidad. La manipulacin no est exenta de una forma de racionalidad ligada a la astucia; no se trata en este caso de pretensiones de verdad y de validez. No estamos en el terreno de la accin comunicativa ni de sus racionalidades desplegadas, estamos mas bien en los espacios de las formas de violencia, en los mapas de la dominacin, aunque esta violencia y esta dominacin tenga que hacerse discursiva. En todo caso estamos ante pretensiones de logro, de ejecucin, pretensiones de dominacin. El uso de los discursos en la manipulacin no pretenden convencer de la verdad expuesta, al contrario son usados para engaar. Entonces las formas de la manipulacin tienen que ver con las formas de la dominacin; por eso no es un mecanismo democrtico, puesto que la democracia en sentido pleno suspende los mecanismos de la dominacin. El uso recurrente de la manipulacin caracteriza el perfil de los estados y gobiernos que la ejercen. No se trata de estados democrticos en pleno sentido de la palabra, que deberan ser ms participativos que representativos, sino de maquinarias, instrumentos, estrategias gubernamentales al servicio de la dominacin. No se trata entonces de un proyecto emancipatorio sino de un proyecto de poder. Esto es importante a la hora de caracterizar al Estado-nacin boliviano y al gobierno popular. Ciertamente lo que debera ser un proyecto emancipatorio, pues arranca de las luchas sociales, de los movimientos sociales, de la guerra anticolonial y descolonizadora, termina siendo otro proyecto de dominacin. De quienes es esta dominacin? No es una pregunta fcil en una transicin que debera ser de transformacin y resulta mas bien de restauracin. Al respecto, en relacin a esta pregunta, que tiene que ver con la estructura de poder, pero tambin con la estructura de clases, asentadas ambas en la matriz y estructuras coloniales, vamos desplegar una hiptesis de interpretacin. Despus de la movilizacin prolongada (2000-2005) nos encontramos ante dos gestiones de gobierno popular y un proceso constituyente, ambos contradictorios, que expresan de manera dramtica las contradicciones inherentes de los proyectos polticos congnitos que nacen como producto de la movilizacin; uno de ellos es el proyecto poltico que expresa la transicin descolonizadora hacia el Estado plurinacional comunitario y autonmico, en la perspectiva de conformar una economa social y comunitaria que apunta al modelo alternativo a la modernidad, al capitalismo y al desarrollo; el otro modelo est encaminado claramente a la continuidad expansiva e intensiva del estndar capitalista dependiente perifrico basado en el extractivismo compulsivo; modelo que se sostiene en la restauracin del Estado-nacin, liberal y colonial. Ambos modelos son
opuestos, contradictorios y antagnicos. El primer modelo alternativo ha quedado transcrito en la Constitucin poltica del Estado, el segundo modelo vigente es el que efectivamente se realiza desde el Estado y desde el gobierno. El primer modelo ha quedado como un ideal y el segundo modelo es el realmente implantado. El primer modelo es defendido por las naciones y pueblos indgenas originarios, por sus organizaciones matriciales, de tierras altas y de tierras bajas; el segundo modelo es el asumido por el gobierno, por el MAS, por las organizaciones campesinas, colonizadoras y cocaleras, en alianza ahora con la burguesa intermediaria boliviana, banqueros, empresarios, agroindustriales, soyeros, terratenientes, apoyados en este trmite por las empresas trasnacionales mineras, hidrocarburferas, las empresas constructoras, el gobierno brasilero, en el contexto de reacomodo de la estructura de la geopoltica del sistema mundo capitalista. Tomando en cuenta este panorama, qu sucede en la transicin? Concurre la reorganizacin de la composicin de la burguesa intermediaria boliviana; campesinos ricos, colonizadores ricos, cocaleros ricos ingresan a formar parte de esta nueva composicin de la burguesa, conjuntamente con los comerciantes; algunos de ellos se introducen en su condicin de dirigentes o ex dirigentes, al formar parte de la nueva clase poltica. Las formas de esta recomposicin burguesa no son distintos al de las otras y anteriores composiciones de la burguesa, procedimientos de despojamiento, de apropiacin, incluso de trafico de tierras y circuitos de influencias. Obviamente no son todos los campesinos, todos los colonizadores ni todos los cocaleros los que ingresan a formar parte de esta nueva burguesa, como en la genealoga de las burguesas, se forman estructuras piramidales, la gran masa social queda en la base piramidal y son determinados grupos pujantes y agresivos los que terminan ocupando el sitio de la cspide. Empero, como se comparte la ilusin desarrollista y el imaginero modernista, creyendo que el logro de la riqueza est al alcance de todos, el conjunto social cree que puede acceder y se embarga en un proyecto que obviamente va a recrear las desigualdades. En este mapa social, qu papel juegan los obreros? Si nos guiamos por el ltimo el XXXI Congreso de la Federacin Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, vamos a ver que el proletariado minero retoma la Tesis de Pulacayo, la tesis de transicin al socialismo, bajo la caracterizacin de un pas de capitalismo atrasado y dependiente. Vuelven a plantear la alianza obrero campesina, bajo la direccin del proletariado en la perspectiva de la revolucin socialista. Dnde entra este planteamiento en el antagonismo que plantean los dos modelos mencionados anteriormente? La propuesta minera se acerca ms a la modernidad, al desarrollismo, al extractivismo o la propuesta obrera se acerca al modelo alternativo a la modernidad, al capitalismo y al desarrollo? Este es un problema que tiene que resolver el proletariado minero, que tienen que resolver los obreros, en el contexto de las luchas y movimientos sociales antisistmicos contemporneos, que confrontan al capitalismo no solo en lo que respecta a la explotacin de la fuerza de trabajo sino por en lo que respecta a la explotacin y dominacin de la naturaleza. Ya no es el contexto ni la coyuntura histrica del momento de aprobacin de la Tesis de Pulacayo, este momento, el actual, es de una lucha contra el capitalismo en defensa de la Madre Tierra, que es el nombre que se usa para referirse a los componentes y ciclos vitales integrados de la vida, en toda su biodiversidad, comprendiendo su ecologa y ecosistemas.
La hiptesis interpretativa se resume a que hay una nueva composicin de la burguesa de la que forman parte los campesinos ricos, los colonizadores ricos y los cocaleros ricos. Esta nueva composicin en articulacin con los estratos heredados de lo que fue la burguesa intermediaria, ejerce el dominio sobre las naciones y pueblos indgenas originarios y el proletariado, que tiene cada vez ms caractersticas nmadas. Esta nueva burguesa todava no tiene un discurso propio o adoptado, como en el caso de la burguesa liberal o el caso del proyecto de burguesa nacional, en uno caso el discurso era liberal y en el otro caso el discurso era nacionalista. El discurso Constitucional, por el Estado plurinacional, comunitario y autonmico no les sirve, menos el discurso del vivir bien, pues entra rpidamente en contradiccin con sus propias acciones. Por eso se han convertido en escenas cada vez ms grotescas los montajes polticos del gobierno; el discurso no coincide con la prctica. Esta nueva burguesa se ve impelida a elaborar otro discurso acorde a su transicin restauradora. Por el momento no hay tal cosa, lo que hay es una recurrencia desesperada a las formas polimorfas de la violencia, desconociendo los derechos fundamentales, los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, los derechos de la madre tierra. Teniendo en cuenta esta lectura de la transicin podemos entender mejor el requerimiento recurrente a las formas de la manipulacin como parte de las formas de violencia, como parte de las formas de dominacin. De las tcticas y estrategias, de las herramientas e instrumentos polticos, de las formas discursivas, es uno de los mejores procedimientos que tienen a su alcance para implementar el proyecto de continuidad capitalista y extractivista. El problema es que los pueblos no son manejables ni manipulables, son resistencias que hay que vencer, el esquematismo ingenuo de los gobernantes que recurren a la manipulacin no comprende la compleja realidad social, poltica, econmica y cultura. Tiene enfrente un gran obstculo para la realizacin de su proyecto, la Constitucin, el horizonte abierto pluralista, los saberes y la politizacin de los pueblos. De contradicciones y confusiones del proceso En rigor hay profundas contradicciones en el proceso de transformaciones, lo que se nombrara antes, desde la perspectiva de las grandes narratividades, como proceso revolucionario; aunque la concepcin de transformaciones y la de revolucionario tiene connotaciones distintas. El siglo XX se abre a proyectos ultimatistas, por lo tanto es concebible en ese terreno un imaginario revolucionario; en cambio el siglo XXI comienza a complejizar y relativizar esos proyectos polticos y sociales, concibe paradjicamente un ms all de la modernidad, que deberamos entenderlo, usando la jerga, como ms revolucionario, pues atraviesa los lmites mismos de la civilizacin moderna, empero concibe esta trascendencia desde un pluralismo, tambin desde la complejidad, a su vez pensando transformaciones pluralistas. Bueno, en todo caso, distinguiendo estas diferencias imaginarias y discursivas, podemos comprender que tanto los procesos revolucionarios como los procesos de transformacin anidan grandes contradicciones, que no se pueden eludir con discursos ni con
ideologas, si todava podemos hablar as como de una consciencia falsa o, mejor dicho, desde un discurso de legitimacin del poder. El proceso mismo conlleva una carga fuerte de herencias que no solo obstaculizan el cambio sino que definen otras proyecciones. Uno de los temas que es urgente abordar es el que tiene que ver con la diferencia entre dominacin y emancipacin. El problema es que grupos importantes de revolucionarios, tambin de los sectores que los acompaan, creen que la liberacin tiene que ver con la dominacin. Lo mismo sucede en los procesos de transformacin; estratos, sectores importantes, que acompaan el proceso de cambio, creen que de lo que se trata es de sustituir una dominacin por otra. Se perdi de la comprensin que las luchas sociales anticapitalistas tienen que ver fundamentalmente con proyectos emancipatorios, por lo tanto de liberacin de las dominaciones y de las formas de explotacin. Que la emancipacin involucra, en primer lugar a los explotados y discriminados, pero tambin abarca a todos, que de lo que se trata es de liberarse de las formas de dominacin y de las formas de explotacin, poner en suspenso los engranajes de la dominacin, ofrecer emancipaciones a todos los involucrados, irradiar el proceso de liberalizacin mltiple. Asistimos pues a una contradiccin profunda en este sentido. Llamaremos a esta una confusin en los imaginarios, discursos y prcticas de estratos y sectores que mas bien manifiestan sus recnditas dominaciones cristalizadas, que ahora las quieren hacer funcionar dominando a otros, explotando a otros, que generalmente son otra vez los ms dbiles y vulnerables. Vinculada a esta confusin sobre la interpretacin del proyecto inherente al proceso, se encuentra otra. Algunos o muchos de los dirigentes involucrados con estos estratos y sectores que acompaan al proceso creen que de los que se trata ahora es hacerse ricos. Esta es la reduccin ms pedestre del proyecto; es la imagen del amo, del patrn, la que da curso a esta ilusin. Ser libre es ser rico, sustituir al amo en su papel. Este logro ciertamente es ms reductivo, pues no todos pueden acceder a la riqueza, aunque esta se la obtenga por procedimientos rpidos y fciles. Solo acceden unos cuantos, empero se forma una atmsfera que ilusiona a todos y todos caen vidamente en la ilusin de la disponibilidad monetaria. Por este camino se reproducen redes, circuitos, compromisos, lealtades, muy parecidas a las que haba antes y atravesaban informalmente las gestiones de gobierno y las gestiones econmicas. Se puede comprender entonces que un proceso que comienza con mucha expectativa, entusiasmo, esperanza, ungido de plena legitimidad, termina entrampndose por las rutas prcticas que ocasionan estas herencias y estas confusiones. El conflicto del TIPNIS ha puesto en evidencia estas contradicciones y confusiones. Es probable que el gobierno haya credo que aprobar una Constitucin, que define al Estado como plurinacional comunitario y autonmico, era nada ms y nada menos que un discurso de legitimacin del gobierno, no era otra cosa que un texto constitucional, que no iba a
tener ms consecuencias sino en la propaganda y en la publicidad, sobre todo internacional. Que no iba a comprometer al gobierno en transformaciones institucionales, en transformaciones estructurales, en la perspectiva de la fundacin de otra forma de Estado, con otra composicin y otra estructura, que, en espera que no pase nada, ni nada se comprometa, ni se est obligado a nada, poda mantener el mismo Estado dndole un barniz discursivo plurinacional e intercultural. Pero, si es as, el gobierno se equivoca, pues una Constitucin es un mandato, sobre todo cuando sta es resultado de las luchas sociales, de los movimientos antisistmicos y de la guerra descolonizadora de las naciones y pueblos indgenas originarios. Se equivoca, pues en la medida que no realiza los actos fundacionales, no elabora las leyes fundacionales, no hace las transformaciones institucionales, como crear el pluralismo institucional, administrativo, normativo y de gestiones, entra en flagrantes contradicciones que ponen en evidencia su vocacin no slo reformista sino restauradora.
Esto mismo ocurre con el discurso del vivir bien y la madre tierra; el gobierno ha credo que hablar del vivir bien era como un discurso moral que haba que plantearlo en el Plan Nacional de Desarrollo, pero que no tena mayores consecuencia en las lgicas y estructuras de la planificacin, cuando sta ya debera ser integral y participativa. Por eso continu siendo un plan economicista y desarrollista, aunque amarrado a objetivos democrticos y solidarios. Tampoco se inmut ante la siguiente contradiccin, que la continuidad del extractivismo minero e hidrocarburfera entraba en contradiccin con la defensa de la madre tierra, discurso principalmente internacional, sobre todo cuando se da la presencia de Bolivia en las Cumbres de Naciones Unidad sobre el Cambio Climtico. Se crey que era un planteamiento poltico para enrostrarle la cara a los representantes del capitalismo en estos foros, pero no se crey que tambin era indispensable ser consecuente en el pas. El extremo se llev a cabo en Tiquipaya, con la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climtico y los Derechos de la Madre Tierra, pues en esta Conferencia se llegaron a unas resoluciones que iban lejos, como definir el vivir bien como un modelo alternativo a la modernidad, al capitalismo y al desarrollo, como el prohibir la exploracin y explotacin en los bosques, como la defensa de la biodiversidad y los ecosistemas, en conjunto la defensa de la vida, es decir, de la madre tierra; adems de llamar a formar una internacional de los pueblos en defensa de la madre tierra en contra del capitalismo. Estas resoluciones fueron firmadas por los pases del ALBA y obviamente por Bolivia, y no les perturb para nada a los gobiernos firmantes el hecho de que estas resoluciones ya eran vinculantes. Posiblemente ni se dieron cuenta o dejaron pasar las circunstancias de manera desapercibida. Incluso se dio un hecho anecdtico a propsito; el embajador de Uruguay ley la carta del escritor Eduardo Galeano donde se disculpaba por su inasistencia al evento; en la carta se deca que no estaba de acuerdo con la inflamacin de las palabras, haciendo una clara alusin crtica a los escenarios y teatros polticos, a los sobrevuelos discursivos. Empero, cuando se escuchaba la lectura de la carta, el comportamiento oficial y de los organizadores del evento era como si no entendieran lo que se lea.
Las contradicciones llegaron a dos extremos crticos, uno es la crisis del gasolinazo, donde se devel el contenido prctico de la poltica econmica, basada en el supuesto del equilibrio macroeconmico y completamente monetarista. La medida de shock no haca otra cosa que repetir los mtodos de los gobiernos liberales, transfiriendo al pueblo los costos de estas polticas de equilibrio y monetaristas. Tambin se devel que las polticas hidrocarburferas, sobre todo el control tcnico, segua en manos de las empresas trasnacionales, sobre todo de REPSOL y de PETROBRAS, empresas que exigan la descongelacin de precios en el mercado interno, para convertir atractiva la inversin en exploracin, explotacin, construccin de plantas separadoras, refineras e incluso industrializacin. El argumento del gobierno fue que se subvencionaba los carburantes, que stos iba en gran parte al contrabando, que los que ganaban eran los pases vecinos y los contrabandistas, adems de los ricos que consuman gasolina barata. El gobierno uso cifras discutibles, como que se lleg a subvencionar en un monto de 380 millones de dlares, despus se dijo que el ltimo ao lleg la subvencin a una cifra entre 600 y 700 millones de dlares, y que el ao en curso se iba a llegar a subvencionar por un monto de 1000 millones de dlares. Estos argumentos son sorprendentes, en la lgica y en los montos; la informacin que se tiene es que no se trata de erogacin del Tesoro General de la Nacin sino de papeles fiscales, por otra parte que el monto de la subvencin no es 380 millones de dlares sino 175 millones de dlares. A qu conduce todo esto? A que no hay transparencia y honestidad. Hay crisis econmica, financiera? Dficit? Ha subido la deuda interna? Esto es muy difcil de responder, slo podra hacerlo el gobierno si se tomara la molestia de ser transparente y honesto con el pueblo.
El otro acontecimiento crtico de la coyuntura es el conflicto del TIPNIS, donde se evidencia que al gobierno no le interesa para nada las leyes que protegen las reas protegidas, los parques, los territorios indgenas; tampoco se inmuta para nada si entra en contradiccin con la Constitucin que consagra los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, la libre determinacin, el autogobierno, la gestin territorial, las normas y procedimientos propios de las naciones y pueblos indgenas, as como la consulta previa libre e informada. No le afecta para nada que la Constitucin establece claramente la ruta plurinacional de las autonomas indgenas y mucho menos le afecta que vulnere los convenios internacionales, constitucionalizados, como el Convenio 169 sobre Pueblos Indgenas y Tribales en Pases Independientes, as como la Declaracin de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indgenas. Prefiere optar por la descalificacin grotesca de los dirigentes indgenas, por la represin y la movilizacin sauda de colonizadores y policas para bloquear la marcha, optando tambin por caricaturescos montajes y manipulaciones como la reunin del presidente en la Comunidad de Santo Domingo en el Scure, sin tomar en cuenta la marcha y a los dirigentes orgnicos. Ahora insiste en montar una deslegitimada consulta extempornea que incluya tambin a los avasalladores del parque, lo que contraviene completamente las condiciones de la consulta a los pueblos indgenas. Se ha llegado a ancdotas tan escabrosas como decir que no hay bloqueo sino vigilia cuando las cmaras ponan en evidencia el bloqueo beligerante de colonizadores y policas, que incluso se atrevieron a no dejar pasar vitualla, alimentos, medicinas y vveres para los marchistas, en una actitud descomunalmente inhumana violando los derechos fundamentales. Qu nos muestran estas manifestaciones bochornosas del gobierno, colonizadores y policas? No slo que se ha entrado ya a una etapa de represin en la gestin de gobierno, sino que el gobierno, la Asamblea Legislativa Plurinacional, el rgano ejecutivo, as como el rgano electoral se han convertido en dispositivos de poder, en agenciamientos de la dominacin, una dominacin de una nueva recomposicin de la burguesa, donde a la anterior burguesa intermediaria se suman los nuevos ricos, los campesinos ricos, los cocaleros ricos, los colonizadores ricos, los comerciantes enriquecidos recientemente, los contrabandistas y dems traficantes. El gobierno es pues gobierno de esta burguesa y el Estado es la dictadura de esta burguesa. La instauracin de una tirana Una tirana anti-indgena al servicio del gobierno de Brasil, del IIRSA y de las trasnacionales La represin e intervencin sufrida por los marchistas indgenas de parte del gobierno y la polica es el paso que ha dado el ejecutivo ingresando a la etapa represiva en la temporalidad poltica. La desesperacin de un gobierno comprometido con la geopoltica de la burguesa internacionalizada brasilera, comprometido con el IIRSA y las empresas
trasnacionales, particularmente con OAS, ha llevado al gobierno a desenmascararse completamente optando por la violencia a secas en contra de la marcha y la interpelacin indgena, que sali en defensa de la Constitucin, de los derechos de las naciones y pueblos indgenas, de los derechos de la madre tierra. Desde un principio intentaron descalificar la marcha, dividirla, montando toda clase de maniobras, manipulaciones y de escenarios, al cual ms grotescos; en la medida que no pudieron quebrar la marcha terminaron optando por la represin, confiscando vituallas, alimentos, medicinas y agua que iba destinada a los marchistas, confiscando vehculos de las organizaciones indgenas, para que no puedan socorrer para apaliar el hambre y la sed de los marchistas. Esta manifestacin descomunal de inhumanidad ya muestra el grado de deterioro y descomposicin de un gobierno al servicio de las trasnacionales y de las mafias. Empero, lo que acaba de hacer el gobierno al intervenir y reprimir violentamente a los marchistas indgenas es ya el paso a una tirana, que no solamente viola los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, no solamente viola los derechos de la madre tierra, sino los derechos fundamentales consagrados en la Constitucin. Se trata ya de una tirana porque no solamente se ha puesto contra la Constitucin y contra el proceso, sino porque ha puesto en suspenso a la propia democracia, los propios mecanismos democrticos. Se ha llegado a la tirana y al despotismo por caminos sinuosos despus de haber elegido democrticamente al mismo presidente y asamblestas. Cul la razn de esta metamorfosis poltica? En la segunda gestin de gobierno, ungido con una victoria electoral tan amplia, que otorga los 2/3 de la votacin al MAS, facilitando de esta manera el control de la Asamblea Legislativa, se le concede tambin la posibilidad de usar esta confianza para otra cosa, para otros objetivos y finalidades, que nada tienen que ver con el cumplimiento de la Constitucin, sino con un proyecto restaurador del Estado-nacin, liberal y colonial, con un modelo extractivista al servicio de la acumulacin ampliada de capital en el sistema-mundo capitalista, y sobre todo al servicio de la geopoltica de la burguesa internacionalizada brasilera, en un contexto de reacomodo de la estructura de dominacin mundial, contando con las potencias emergentes. Aunque las contradicciones comenzaron antes, no solamente desde el 2006, sino en el propio ciclo de movimientos sociales de 2000 al 2005, sobre todo constatando la diferencia de los movimientos sociales convulsionados y una actitud ms electoralista del MAS, las contradicciones se hicieron antagnicas con medidas como el gasolinazo. La matriz de estas contradicciones no solamente tienen que ver con la cuestin estatal y la continuidad de las formas de gobierno, sino con la continuidad del modelo capitalista dependiente perifrico y extractivista, que entra en contradiccin con el modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, a la modernidad y al desarrollo del vivir bien, que entra en contradiccin con la perspectiva descolonizadora y la construccin del Estado plurinacional comunitario y autonmico. En la medida que el gobierno se ha dejado tomar por el poder, por las lgicas de poder, por la estructuras de poder establecidas, en la
medida que ha dejado imponer la voluntad de las trasnacionales, y en la medida que se ha incorporado a una geopoltica regional, la proyeccin del gobierno ya no era el horizonte abierto por la Constitucin, sino el contexto de dominacin definido por la geopoltica del sistema-mundo capitalista, el destino extractivista, depredador y destructor para los pases perifricos, que no es otra cosa que la aceptacin desgarradora de la dependencia y de la herencia colonial. Se entiende entonces la confrontacin intermitente con las naciones y pueblos indgenas originarios, con sus organizaciones y sus derechos, pues al optar por el modelo extractivista tiene inmediatamente como obstculo a los territorios indgenas, a las autonomas indgenas, a los derechos de las naciones y pueblos indgenas, as como tiene en la Constitucin un verdadero muro de contencin a esta proyeccin restauradora del modelo extractivista. Se comprende entonces las condiciones, las causas, las razones por las que la Constitucin ha sido violada desde un principio, cuando se promulgaban leyes inconstitucionales y se abra un camino distinto a la condicin plurinacional, a la condicin comunitaria y a la condicin intercultural del Estado. El conflicto del TIPNIS hizo saltar en pedazos todas las apariencias que todava guardaba el gobierno, termin desnudando la supeditacin a la geopoltica brasilera, tambin y sobre todo termin desnudando su proyeccin anti-indgena en la medida que apuesta a la ampliacin de la frontera agrcola, a la desforestacin, al extractivismo y los transgnicos. El Territorio Indgena y Parque est protegido por leyes, por la Constitucin y por convenios internacionales, por el Convenio 169 y por la Declaracin de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indgenas. Es un territorio indgena que cuenta con saneamiento y ttulo colectivo; las comunidades que habitan el TIPNIS cuentan con el derecho a la consulta previa libre e informada, adems de que est constitucionalizada la autonoma indgena, la libre determinacin, el autogobierno, la gestin territorial, instituciones, normas y procedimientos propios. Todo esto ha sido violado y violentado por el gobierno. Cul es la razn? A pesar del discurso sobre la defensa de la madre tierra, del discurso sobre los pueblos indgenas, del discurso del vivir bien, ha preferido encaminar la orientacin, direccin y conduccin del gobierno, del Estado y de los procesos inherentes hacia la continuidad del capitalismo dependiente perifrico y extractivista, hacia la supeditacin a la potencia emergente y a mantener las estructura y mecanismos de dominacin del sistema-mundo y la economa-mundo capitalista. La forma de realizar esta opcin dependiente y extractivista es ciertamente extravagante, por medio de procedimientos que tienen que ver con la manipulacin, la maniobra, el chantaje, la cooptacin, la prebenda, en una atmosfera simblica y significativa que llamaremos teatro poltico. De esta forma se entiende que el TIPNIS se haya convertido en el smbolo, la sntesis y el sntoma de un conflicto mayor, la reconduccin del proceso, la retoma de la construccin del Estado plurinacional comunitario por el camino de la descolonizacin, la realizacin del ejercicio plural de la democracia, de la democracia participativa, la apertura hacia el modelo
alternativo a la modernidad, al capitalismo y al desarrollo. La defensa del TIPNIS tambin significa la defensa de los derechos colectivos, de los derechos de los seres y ciclos vitales integrados de la madre tierra. La defensa por el TINIS es una lucha contra el avasallamiento, la ampliacin compulsiva de la frontera agrcola, la desforestacin, la contaminacin, la destruccin ecolgica; es tambin una lucha contra los trficos, de tierras y de la cocana, una lucha contra los contrabandos y la descohesin de las comunidades. La defensa del TIPNIS tambin significa la defensa de los ciclos del agua, de la reproduccin del agua y de la reproduccin mltiple, plural biodiversa de la vida. Un gobierno que escoge estos caminos no puede sino terminar seleccionando los mtodos de la dictadura, de la tirana, del despotismo, de la arbitrariedad para conculcar los derechos, los valores, los principios, los artculos establecidos en la Constitucin. Frente a la marcha indgena en defensa del TIPNIS y de los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios el gobierno tena dos opciones, buscar una solucin concertada u optar por la violencia descomunal del Estado, ha optado por lo segundo. El gobierno ya es una tirana anti-indgena, extractivista, dependiente y supeditada a la geopoltica del sistema-mundo capitalista. Una tirana, una dictadura, puede terminar constituyndose a pesar de haber sido elegido el gobierno democrticamente; esto ocurre cuando el gobierno elegido suspende los derechos democrticos y los derechos fundamentales. Un gobierno puede convertirse en una tirana anti-indgena por que suspende, conculca y viola los derechos de las naciones y pueblos indgenas y sus territorios. Eso es precisamente lo que ha pasado. Cuando ocurre esto se ha perdido toda legitimidad. Este gobierno ya no es un gobierno del pueblo. El crculo vicioso del teatro poltico y de la supeditacin Nadie que conozca algo de cmo se mueven y se deciden las cosas en el gobierno puede dar crdito a las justificaciones que ha transmitido el gobierno, a propsito de la intervencin policial en el Puente San Lorenzo contra la marcha indgena en defensa del TIPNIS. No se toman decisiones sin conocimiento del gabinete, por lo menos de la envergadura y del alcance de la que se tomaron en relacin al conflicto del TIPNIS, no se toman decisiones sin conocimiento del Vicepresidente y menos del Presidente, sobre todo tratndose de decisiones tan delicadas como una intervencin a la marcha. Por eso llama la atencin a propios y ajenos la forma infantil de cmo se transmiten las autoridades la responsabilidad de lo ocurrido. El extremo de la puerilidad de ese comportamiento se muestra en la manera de salir del paso del ministro de gobierno, que dice que l no dio la orden y traspasa la responsabilidad a su Viceministro de Rgimen Interior, quien renuncia y dice que tampoco ha dado la orden que ha sido una decisin operativa; es decir, del contingente de policas que estaban en la zona de contencin de la marcha. El Viceministro de relacionamiento con movimientos sociales dice que se tom la decisin pero no sobre la manera de operar, que esta es responsabilidad de los ejecutantes materiales. Se ha
llegado al extremo de decir que se va individualizar a los policas que han actuado pues ellos se habran excedido, obviando y encubriendo a los que tomaron la decisin y dieron la orden. Olvidan en esta sinuosa explicacin, transmisin de responsabilidades y encubrimientos, que ya el hecho de detener la marcha pacfica, que ni siquiera haba bloqueado en ningn momento la carretera, era una flagrante violacin a los derechos fundamentales, fuera de que el decidir el atravesamiento del Territorio Indgena y Parque Isiboro-Scure por una carretera era una flagrante violacin a los derechos de las naciones y pueblos indgenas, consagrados en la Constitucin y en los convenios internacionales firmados. Slo el hecho de intervenir el campamento donde pernoctaban los marchista ya era una violacin horrorosa a los derechos civiles y polticos, un atentado a los derechos humanos, una muestra de abuso de autoridad. El argumento que uso el gobierno constantemente para justificar la presencia de policas era el de evitar un enfrentamiento entre colonizadores y policas. Este argumento no es honesto y cae en la ms espantosa manipulacin. Se sabe que cuando avanzaba la marcha a San Ignacio de Moxos altos personeros del gobierno fueron a azuzar a la poblacin para que se alzara contra los indgenas que marchaban, no lo consiguieron, pero lograron que no se les d hospedaje en el pueblo, tampoco se les de comida ni agua. Estos personeros vinculados al ejecutivo y a la Agencia de Desarrollo de Fronteras estuvieron constantemente atizando el fuego y conspirando contra la marcha, tratando de quebrarla y de impedir su avance. Son los mismos que estn comprometidos en la movilizacin de los colonizadores contra la marcha en Yucumo. Es de esperar que el Ministerio de la Presidencia, el Viceministerio de relacionamiento con movimientos sociales, estn comprometidos en estas maniobras desde un principio, agitando a las organizaciones campesinas en contra de las organizaciones indgenas. El argumento del gobierno se cae de por s, cuando la marcha indgena logra romper el bloqueo de los policas, que se encontraban entre el bloqueo de los colonizadores y la marcha; despus que ocurri esto no hubo enfrentamientos. La distancia entre marchistas y bloqueadores era tan prxima que se podan comunicar de palabra. El teatro y la acusacin del secuestro del Canciller fue el justificativo para intervenir el campamento de la marcha. Cmo se llega a tal conducta trivial de eludir las responsabilidades? Hiptesis 1: En la medida que crecen la atmsfera y los microclimas del teatro poltico, en la medida que se vuelven indispensables, terminan creando una separacin entre el imaginario de los gobernantes y la realidad efectiva. Los funcionarios terminan tan atrapados en su guin que no pueden salir del mismo, terminan siendo los dramticos ejecutores de la trama, los actores de un tejido que los controla. De ninguna manera est hiptesis persigue eludir la gran responsabilidad de los ejecutantes intelectuales y materiales en los hechos desencadenados, sino explicar el modo de enajenacin a la que llegan cuando se prefiere el teatro poltico, la propaganda, la publicidad, la maniobra, la manipulacin, creyendo que esta
opcin es efectiva y tiene efectos duraderos en el convencimiento de la gente, creyendo que la opinin pblica es maleable. Obviamente esta hiptesis no puede ser la nica interpretacin de los acontecimientos sucedidos, sino que tiene que articularse a otras hiptesis de ms alcance y ms profundidad, quizs la otra hiptesis tenga un carcter ms explicativo de los comportamientos gubernamentales. Esta hiptesis 2 apunta a las estructuras de poder, a las relaciones de poder, a las lgicas de poder, enmaraadas con los circuitos y las estructuras econmicas establecidas en la regin. El gobierno opta en su primera gestin por el realismo poltico y el pragmatismo, y en su segunda gestin decide definitivamente por un modelo de continuidad del capitalismo dependiente perifrico y extractivista, distancindose abismalmente de los modelos constitucionales; el modelo poltico, plurinacional y comunitario; el modelo territorial, el pluralismo autonmico; el modelo econmico, economa social y comunitaria; y sobre todo el modelo del vivir bien, entendido como un modelo civilizatorio alternativo a la modernidad, al capitalismo y al desarrollo, como se establece en las resoluciones de Tiquipaya. Entonces los compromisos con el proyecto IIRSA, con las macrohidroelctricas, que abastecern de esta energa a Brasil y forman toda una geografa de instalaciones en la Amazonia y en otros lugares del Brasil y los pases vecinos, los compromisos con PETROBAS, que tienen el control tcnico de parte de la produccin hidrocarburfera de Bolivia, contando tambin con los financiamientos y el sistema financiero involucrado, terminaron convirtiendo al gobierno boliviano en engranaje de esta geopoltica regional. Por lo tanto, se opta por el teatro poltico para convencer a la poblacin, a la opinin pblica y sobre todo a las organizaciones fieles, as como se opta por el modelo extractivista y la restauracin del Estado-nacin, liberal y colonial, como consecuencia de un realismo poltico y pragmatismo, convertidos ahora en una supeditacin a secas a la dominancia de las empresas trasnacionales y de las fuerzas de dominacin del sistema-mundo capitalista. No podramos hablar tanto de una esquizofrenia como de una complementariedad perversa de los dos mtodos, el mtodo del teatro poltico y el mtodo de la supeditacin. De esta forma se explica que el gobierno entro intermitentemente desde hace un tiempo en contradicciones con el pueblo, con las naciones y pueblos indgenas originarios, pues las opciones seleccionadas responden a intereses no democrticos, no populares y menos de la descolonizacin. Consecuencias vitales de la Constitucin Prohibida la esclavizacin, prohibida la mercantilizacin de los seres humanos y de las relaciones humanas, de los seres y de los ciclos vitales de la madre tierra; todos los seres no son objetos, son sujetos, los ciclos vitales son sujetos. Por lo tanto prohibido reducir a los seres a objetos. El sistemamundo capitalista, la economa-mundo capitalista, el modo de produccin
capitalista han reducido a los seres a objetos, los han convertido en objetos. Este es un crimen de lesa humanidad, as como tambin es un crimen contra la madre tierra. Es indispensable someter a juicio al capitalismo, a los promotores del capitalismo, a los portavoces, a los ejecutores, a los que se hacen dueos de los seres humanos y de los seres de la madre tierra, a los gobernantes y funcionarios que promueven la continuidad de este sistema, de esta economa de este modo capitalista. Todos ellos son los agentes de este sistema, economa y modo capitalista, todos ellos son responsables de haber reducido la pluralidad de la vida, la diversidad proliferante de la vida, la creatividad y la reproduccin de la vida a objeto, por lo tanto materia mercantilizable e incluso esclavizable, todos ellos han conspirado contra la vida, la creatividad de la vida, la reproduccin de la vida, han atentado contra la vida y siguen hacindolo. En nombre de todos estos sujetos, de todos estos seres, de todos los ciclos integrales de la vida, denunciamos a estos portavoces, a estos promotores, a estos ejecutores, a estos agentes del capitalismo, a estos que se hacen dueos de los seres y de los ciclos vitales, al reducirlos a objetos y apropiarse de ellos mercantilizndolos. En nombre de estos sujetos exigimos su inmediato juicio de responsabilidades, exigimos tambin la abolicin inmediata des sistemamundo capitalista, de la economa-mundo capitalista, del modo de produccin capitalista. La recreacin anacrnica del imaginario desarrollista Nacionalistas, izquierda nacional, izquierda colonial y lumpen-burguesa comparten el imaginario desarrollista, todos son modernistas, creen en la evolucin, al estilo de Herbert Spencer, en la linealidad de la historia y en la fatalidad del capitalismo. Consideran que la tarea es el desarrollo, que un pas es soberano si se desarrolla, olvidando que el desarrollo del que habla est articulado a la acumulacin ampliada de capital que dibuja una geopoltica en el sistema-mundo entre centros de acumulacin y periferias de transferencia de recursos naturales, que el desarrollo del que hablaban produce subdesarrollo, que el mapa del mundo es un tejido de centros y una malla de periferias, un mapa de espacios de desarrollo y un mapa de espacios de subdesarrollo, ambos complementarios, producindose mutuamente. Olvidan que ese desarrollo del que hablan produce dependencia, fortalece las cadenas de la dependencia. Olvidan tambin que los gobiernos nacionalistas de Amrica Latina intentaron salir en el siglo pasado de la dependencia orientando la estrategia econmica y las polticas econmicas hacia la sustitucin de las importaciones. Soaban con la industrializacin as como los liberales del siglo XIX soaban con los ferrocarriles. Los gobiernos nacionalistas estuvieron acompaados por apoyo popular, tomaron medidas que beneficiaron a cierta redistribucin de la riqueza, tambin optaron por las medidas de nacionalizacin para recuperar el control de los recursos naturales, principalmente mineros e hidrocarburferos, por parte del Estado. Todo esto ocasion modificaciones en los trminos de intercambio en la economa-mundial capitalista, pero no
afecto a la estructura de dominacin, de explotacin y de control por parte de los grandes consorcios, oligopolios y monopolios trasnacionales. En algunos casos las revoluciones nacionalistas promovieron actos heroicos como los que se dieron durante el gobierno del General Lzaro Crdenas (1934-1940) en Mxico, quin nacionaliz a las empresas petroleras que residan en Mxico y tuvo que enfrentar el boicot de estas empresas y su influencia a nivel mundial. Tambin se dieron acontecimientos transformadores durante los primeros aos de la Revolucin Nacional de 1952-1964 en Bolivia; incluso antes, en 1937 en Bolivia se incursion en la experiencia de la nacionalizacin del petrleo, con el gobierno del General David Toro, una vez culminada la conflagracin blica del Chaco; ms tarde en 1969 se produjo una segunda nacionalizacin del petrleo bajo el gobierno del General Alfredo Ovando Canda y con la firma del ministro Marcelo Quiroga Santa Cruz. La tercera nacionalizacin de los hidrocarburos se produjo el 1 de mayo de 2006 durante la primera gestin del gobierno de Evo Morales Ayma. En Argentina, el primer gobierno de Juan Domingo Pern (1946-1952) ahond la poltica de sustitucin de importaciones mediante el desarrollo de la industria liviana. Pern tambin financi a la agricultura, especialmente en lo que respecta a la siembra de trigo. Frente a la carencia de recursos monetarios provenientes de la exportacin, ocasionada por el estancamiento del sector primario, con las que se importaban los bienes de capital e insumos necesarios para el proceso de industrializacin, se eligi la ruta de la nacionalizacin del comercio exterior. En esta perspectiva, en 1948, el gobierno peronista adquiri los ferrocarriles a los capitales extranjeros, en su mayora ingleses, creando la empresa pblica de Ferrocarriles Argentinos. En esta tnica, en el diseo del Plan Quinquenal se busc fortalecer las nuevas industrias creadas, comenzando con la industria pesada de la siderurgia y la generacin de energa elctrica en San Nicols y Jujuy. Tambin en Brasil tambin se vivi la experiencia populista y nacionalista, incursionando en proyectos modernizadores y de desarrollo. Este panorama poltico es irradiante en Amrica Latina, tambin en las geografas perifricas el sistema-mundo de entonces, que algunos casos incluso terminaban expresndose en tono antiimperialista. En Brasil, entre 1937 y 1945, durante el Estado Novo, Getlio Vargas dio un impulso fundamental a la reestructuracin del Estado y profesionalizacin del servicio pblico, creando el Departamento Administrativo del Servicio Pblico (DASP) y el IBGE. Suprimi los impuestos en las fronteras interestaduales y cre el impuesto a la renta. Se orient cada vez hacia la intervencin estatal en la economa y se concentr en impulsar la industrializacin. Fueron creados el Consejo PETROBRS , Nacional y del Petrleo (CNP), la Compaa posteriormente Nacional llamada (CSN), en 1951 Siderrgica
y la Fbrica Nacional de Motores (FNM). Promulg, en 1941, el Cdigo Penal y el Cdigo Procesal; en 1943, Getlio Vargas logr la Consolidacin de las Leyes del Trabajo (CLT), garantizando la estabilidad del empleo despus de diez aos de servicio, descanso semanal, la reglamentacin del trabajo de menores, de la mujer, del trabajo nocturno y fijando la jornada laboral en ocho horas de servicio. Como se puede ver vivimos periodos de efervescencia nacionalista y populista en Amrica Latina encaminados a la independencia econmica y a la consolidacin de la soberana por la ruta de la nacionalizacin, las medidas sociales y las medidas del trabajo, persiguiendo tambin la modernizacin de la administracin estatal y de las leyes. El nacionalismo es un movimiento democrtico por la ampliacin de la participacin popular, es un movimiento independentista por la lucha contra la dependencia econmica, busca la modernizacin del Estado y apunta al desarrollo nacional, impulsado desde el Estado.
Anotaciones en torno a la defensa del TIPNIS Paradigma pluralista Considero que el paradigma o la matriz de paradigmas, que podemos llamar pensamiento pluralista, comprendiendo tambin a las teoras de la complejidad, es el ms inquietante para abordar las luchas, la coyuntura contempornea y la crisis del capitalismo, considerando la crisis ecolgica; es lo que ms se acerca al pensamiento pluralista, animista e inmanente de las cosmovisiones indgenas. Hay que dejar en claro, que tratndose de las cosmovisiones indgenas, del pensamiento pluralista, de las teoras de la complejidad, es mucho ms grave la evaluacin que se hace de la agresin y el avasallamiento depredador a la Madre Tierra en el TIPNIS. Primeras notas en torno a la Marcha Indgena de defensa del TIPNIS Todos somos indgenas
Todos somos indgenas del TIPNIS, lo somos porque nos solidarizamos y comprendemos el sentimiento de pertenencia a la Madre Tierra de las comunidades yuracares, chimanes y moxeos asentados en el territorio indgena y parque del Isiboro Scur. Somos indgenas porque su lucha es la nuestra, contra el avasallamiento capitalista y la dominacin de la modernidad sobre la naturaleza. Somos porque sentimos como los rboles de los bosques, los seres y los ciclos vitales del nicho ecolgico, la estupefaccin contra la agresin del comercio, del negocio, que no mide consecuencias, en la desforestacin y en la destruccin de los ecosistemas.
Todos somos indgenas del TIPNIS porque la Madre Tierra nos convoca a defender sus derechos, el derecho de los seres y de los ciclos vitales. Apoyo a la marcha indgena Debemos generar toda clase de defensa del TIPNIS, mltiples defensas, plurales movimientos, en todas partes, de toda clase, diversa, como expresando metafricamente a la propia biodiversidad. Vamos a tenernos que enfrentar a todos los que optan por el negocio descarado, quienes prefieren destrozar los bosques, optando por el gozo escandaloso de su sucia ganancia. Disyuntiva El presidente tiene que escoger entre la defensa de la vida, de los bosques, de los seres y de los ciclos vitales de los sistemas de vida, o el derrotero del narcotrfico, el comercio corrosivo, el extractivismo dependiente, de las carreteras de la subalternidad a las potencias emergentes y al imperio. Si decide por la carretera que conduce a todo esto se sobreentiende el destino apocalptico que escogi a nombre del desarrollo. Frente a esta pulsin de muerte no queda otra cosa que la defensa movilizada por la vida, que la exigencia urgente de desplegar todas las fuerzas en esta lucha. La defensa del TIPNIS es la defensa de los derechos de la Madre Tierra y de la Constitucin. Quin tiene la soberbia? Quin tiene la soberbia? Los indgenas que marchan sacrificndose para defender la madre tierra o los gobernantes que han decidido destrozar un territorio indgena y parque protegido por las leyes y la Constitucin cueste lo que cueste? Qu clase de imaginario es este que cree que se puede manipular indefinidamente con el discurso del poder malversando la significacin evidente de los hechos? Imaginario jacobino? Imaginario extractivista? O simplemente el deleite desenfrenado del cinismo funcionario al servicio de la descomunal avaricia de las tras-nacionales, que llaman eufemsticamente desarrollo? Casualidades escabrosas Qu casualidad! Cuando hay marcha indgena en defensa de sus territorios, de los derechos de las naciones y pueblos, de la madre tierra, consagrados en la Constitucin, se acusa de que detrs est la CIA, como en la anterior marcha del CIDOB, que detrs est la embajada. Esta manipulacin contrainformativa se parece a las descaradas formas represivas de las dictaduras, los fascismos, los gobiernos neo-liberales, y tambin, eso es lo que llama la atencin, a los juicios escandalosos del estalinismo. A esto se le llama paranoia del poder.
El imaginario jacobino
Los gringos estn en el imaginario de Evo y lvaro, sobre todo cuando se trata de observar la crtica al proceso, a la conduccin del proceso, sobre todo cuando se trata de la defensa de la Madre Tierra y de los derechos de las naciones y pueblos indgenas, consagrados en la Constitucin, sobre todo cuando se viola la Constitucin sistemticamente y no se sabe cmo justificar esta violencia, sobre todo cuando se trata de reconducir un proceso que marcha estrepitosamente al abismo. Ahora parece que los gringos estn tambin en el imaginario de los funcionarios y de los lluncus. El imperialismo norteamericano, la dominacin a secas Estadounidense en este ciclo del capitalismo, que ha entrado en crisis, son reales. La lucha contra el imperialismo sigue adelante, pero se la hace consecuentemente y directamente. Yo no creo en quienes se desgarran las vestiduras contra el imperialismo, pero se mueren por restablecer relaciones. No creo en quienes hablan contra el imperialismo y les venden petrleo a los yanquis. Y menos en quienes usan este fantasma cuando conviene, cuando tienen que encubrir sus desviaciones alarmantes al nacionalismo, a la supeditacin a las trasnacionales y a la potencia emergente de Brasil. Menos en quienes cierran los ojos contra la expansin abrumadora del narcotrfico. Estos no son antiimperialistas, son unos farsantes y represivos nuevos colonizadores de los pueblos indgenas. La situacin de descomposicin del gobierno ha llegado lejos, la derechizacin de Evo es alarmante, sobre todo la de lvaro. Estan al servicio y supeditados a las empresas trasnacionales hidrocarburferas, a la burguesa brasilera, que se ha convertido en una de las potencias emergentes en plena crisis del capitalismo. El narcotrfico se expandido abrumadoramente, el gobierno cierra los ojos y otros grupos de poder, vinculados al contrabando, disputan la influencia en la toma de las decisiones. La batalla del TIPNIS es crucial. Las nuevas alianzas Las nuevas alianzas son mas bien con la burguesa intermedia agroindustrial, agropecuaria y soyera. Las alianzas se dan en Pando, Beni y Santa Cruz. Lo de la separacin "ideolgica" y "material" del Beni respecto de Santa Cruz fue una ocurrencia circunstancial y muy poco sostenida en un momento de los primeros tiempos de la gestin del primer gobierno. Ahora el contexto es otro. Se han introducido artculos que permiten transgnicos en la Ley de la Revolucin Productiva, que favorece a los soyeros; el peso de la burguesa agro-industrial y agropecuaria en la alimentacin de los bolivianos ha subido notoriamente en las dos gestiones de gobierno popular. La alianza econmica con esa burguesa ha crecido estratgicamente despus de la derrota poltica de las oligarquas regionales en Pando, una vez que ocurrieron los sucesos sangrientos en el Porvenir. Esa es la paradoja del "proceso de cambio". Son las paradojas de los procesos revolucionarios, que terminan convirtiendo la revolucin en una restauracin.
Resolver este problema depende de la capacidad abierta de asumir las contradicciones y resolverlas por la continuidad de la "revolucin", la profundizacin del proceso, mediante la revolucin cultural. No enceguecerse buscando la justificacin "ideolgica" de las contradicciones, que para lo nico que sirve es para encubrir el derrotero al fracaso y la cada. En todo caso, una supuesta estrategia de separacin, de geopoltica interna, que no se la ve por ningn lado, no justifica el alto costo de destrozar el Territorio Indgena y Parque Isiboro Scure, alto costo ecolgico, tambin alto costo tico, pues no se explica, de ninguna manera, el doble discurso de hablar de la defensa de los derechos de la Madre Tierra e inmediatamente agredirla desde la desenvoltura ms cnica del modelo extractivista. Contradicciones Se puede hablar desde donde se quiera sobre las contradicciones, desde el pensamiento dialctico hegeliano, quizs antes, desde la filosofa crtica de Kant; tambin desde las corrientes tericas o polticas de los marxismos, incluyendo las tesis sobre las contradicciones de Mao; tambin se puede hacerlo desde otras perspectivas tericas, incluso trasladndonos a la concepcin dualista, inherente a las cosmovisiones indgenas, que ms bien hablan de complementariedades, empero, desde ningn punto de vista se puede justificar la escandalosa dicotoma entre el horizonte abierto por la Constitucin y el pragmatismo jacobino desembarazado, que no es otra cosa que la regresin calamitosa al Estado-nacin, liberal y colonial. Menos justificar desde esta incongruencia el depredar uno de los territorios, parques, nichos ecolgicos, ms importantes e inconmensurablemente valiosos de la Madre Tierra, adems, hacerlo, violando los derechos de las naciones y pueblos indgenas, consagrados por la Constitucin. A esto se llama sencillamente el ms desembozado retorno a la vulgata del desarrollismo perifrico, que no es otra cosa que estractivismo dependiente. El mandato del pueblo, que ha aprobado la Constitucin es construir un Estado plurinacional comunitario y autonmico, no restaurar lo mismo. No se explican esas flagrantes contradicciones llamndolas eufemsticamente tensiones creativas. El montaje Cuando se sustituyen los hechos por la escenificacin meditica es cuando no se aceptan las evidencias, los sucesos, no se acepta las flagrantes contradicciones, cuando el poder es usado para forzar los acontecimientos. Esta manipulacin muestra la desesperacin en la que se debate el gobierno: es preferible el cuento de la conspiracin que aceptar la interpelacin de los pueblos y comunidades. Cuando ocurre esta violencia representativa es que se anuncia el inicio de una etapa represiva. Obviamente se est lejos del ejercicio plural de la democracia participativa y de la consulta, pues se ha optado por el descarnado uso de la fuerza. Las lgicas y los engranajes del poder llevan a esta situacin dramtica. Los compromisos con grandes intereses empujan a los gobernantes a este atropello; se trata de maquinarias montadas con antelacin, los
gobernantes terminan atrapados convirtindose en dispositivos del decurso descarnado del poder. No importa la objetividad, menos una elucidacin sobre la verdad, lo que importa es la justificacin de las acciones desmedidas e incomprensibles, insostenibles desde el horizonte abierto por la Constitucin.
LOS SNTOMAS DE LA DESCOMPOSICIN Las estrategias del gobierno ante el debate y la crtica Cmo explicar esa manera torpe de eludir la crtica y el debate? Despus que el Manifiesto por la reconduccin hiciera pblica los temas candentes de la coyuntura poltica, la respuesta fue la de una inmediata descalificacin y acusacin. Un texto, cuya autora es del Vicepresidente, publicado por la Vicepresidencia, difundido masivamente, acompaando la distribucin del peridico Cambio, expresa la violencia descomunal del Estado. Comenzando por un ttulo estrambtico que dice que trata de El Oenegismo, enfermedad infantil del derechismo (O cmo la reconduccin del proceso de cambio es la restauracin neoliberal), nos muestra de inicio el sentido de la violencia discursiva, explicita en el documento. Vaya uno a preguntarse qu tiene que ver un texto como este con un libro publicado por Lenin en plena discusin con la izquierda comunista europea. El libro de Lenin titula La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo; este libro entra en polmica con la izquierda de los partidos comunistas, izquierda radicalizada en el seno del movimiento obrero europeo. Lenin explica la importancia internacional de la revolucin rusa, las condiciones histricas que posibilitaron la revolucin bolchevique, hace una descripcin histrica de las etapas del ascenso del bolchevismo, hace un balance de las luchas de los bolcheviques y de los enemigos identificados, luchas que permitieron el fortalecimiento del partido; despus pasa a caracterizar a la izquierda alemana, a sus jefes, al partido, a la clase obrera y a la masa. Se hace preguntas del momento como si deben actuar los revolucionarios en los sindicatos reaccionarios, si deben participar en los parlamentos burgueses. Tambin se hace una caracterizacin del comunismo de izquierda en Inglaterra. En el anexo se analizan cuestiones como la escisin de los comunistas en Alemania, la relacin de los comunistas e independientes en Alemania, as mismo se analiza el papel de Turati y su gente en Italia, para terminar apreciando que esta izquierda saca conclusiones falsas de premisas justas. A Lenin jams se le hubiera ocurrido descalificar a esta izquierda como derecha. Se trataba de un debate con las tendencias radicalizadas del comunismo. No vamos a evaluar aqu ese debate de la segunda dcada del siglo XX, slo vamos a decir que Lenin se dio la tarea de debatir con estas tendencias radicales en momentos de peligro para la revolucin y observando las escisiones de la izquierda y del comunismo en Europa, en momentos que seguramente crea que se requera sobre todo unidad en el movimiento obrero internacional.
La Unin Sovitica ha cado estrepitosamente a fines del siglo XX, quin tena razn en la discusin? Eso lo dejaremos pendiente. Lo que llama la atencin es la pretensin de ser un libro leninista un texto que cae en la diatriba y no retoma la crtica, un texto que atribuye el valor de categora explicativa a un trmino como Oenegismo, un texto que si bien habla de una enfermedad infantil, moteja esta enfermedad de derechismo, sin comillas. Alguien que ha ledo El 18 de Brumario de Luis Bonaparte de Karl Marx, sabe que un proceso poltico es eso, un proceso atravesado por tendencias; hay tendencias que persiguen ir adelante, otras que pretenden mantener un paso lento, otras que buscan el equilibrio de fuerzas, y otras son restauradoras. Todas estas tendencias estn asociadas a la lucha de las clases. Se entiende que haya tendencias que conciban un proyecto ms radical; que se pueda hacerlo o no, que estn dadas las condiciones, es parte del anlisis; tambin se entiende que haya tendencias que persigan volver atrs, si se pueda hablar as, restaurar el orden; como tambin se entiende que en este intervalo haya otras tendencias ms mesuradas. Pretender que no hay nada a la izquierda de un gobierno popular es como pretender que ese es el lmite ltimo, ms all no hay nada. Slo as se explicara que todas las crticas al gobierno son slo discursos de derecha. Este esquema absolutista no es sostenible desde la perspectiva de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte. De dnde se saca que las crticas al gobierno solo pueden ser enunciados por la derecha? Obviamente esta apreciacin no viene de un anlisis objetivo, sino de un sentimiento, de una sobrevaloracin absoluta del gobierno y de su conduccin. Viene de un imaginario defensivo. A este comportamiento se ha llamado paranoico, por parte de tericos como Gilles Deleuze y Flix Guattari, tiene que ver con la paranoia del despotismo. De alguna manera los conductores del Estado, los gobernantes, terminan siendo paranoicos. Estos autores definan un juego de contraposicin en los personajes del poder, entre el mago prestidigitador y el jurista, entre el guerrero y la norma; en este juego o a travs del mismo, comprendiendo las contraposiciones, se definen los escenarios de la genealoga del Estado como una mquina codificadora y de captura. Lenin era guerrero o jurista? Buena pregunta. De qu depende? Del momento, de la coyuntura? Cundo criticaba a la izquierda europea, qu era? Qu es el Vicepresidente cuando blande su garrote azul, el libro que descubre el Oenegismo como enfermedad infantil del derechismo? No es ciertamente un investigador, un cientfico social, un analista. Ser leninista, explicando a las tendencias radicales sobre las condiciones que posibilitaron la emergencia del proceso? No parece. El perfil es mas bien de un furioso acusador y de un desesperado propagandista de los logros del gobierno. Es muy difcil tomar en serio la pretensin leninista del libro, independientemente de la evaluacin de
Lenin y del bolchevismo que se haga. Entonces estamos ante un libro que juzga, en el sentido de juicio, de penalizacin, de castigo. Estamos ante un tribunal supremo que aplica la ley; Cul ley? La ley que resulta del monopolio de la violencia, la ley que resulta de la verdad del Estado. Todo lo que atenta contra esta verdad es una mentira; toda crtica es una conspiracin y est asociada al derechismo y a la restauracin neoliberal. No hay cabida para la duda, no hay contradicciones en el proceso, solo hay tensiones creativas en la fase jacobina, una vez que se ha superado el empate catastrfico y hay una hegemona indiscutible del bloque popular. La demostracin de estos grandes logros se lo puede expresar estadsticamente, la ciencia cuantitativa del Estado. As se resuelve imaginariamente el problema, se hace desaparecer la problemtica. Todo avanza segn lo calculado. Esta representacin tranquilizadora del proceso, esta apologa del gobierno, ha sustituido la realidad por la diatriba, el panfleto y la propaganda. Los sntomas de la descomposicin La acusacin a los dirigentes del TIPNIS y de la marcha indgena por la defensa de la Madre Tierra en el Territorio Indgena y Parque Isiboro Scure forma parte de una costumbre; esto ocurre cada vez que hay una marcha de las naciones y pueblos indgenas en defensa de la Constitucin de sus derechos consagrados en el texto constitucional. Esta vez, as como las otras veces, se acusa de estar en contactos con la Embajada estadounidense. Quieren hacernos creer que la marcha por la defensa del TIPNIS ha sido preparada por agentes de la Embajada? Qu hay un acuerdo entre estados Unidos y los indgenas para desestabilizar el gobierno? Es decir, que no hay ninguna razn para protestar, luchar por los derechos de la Madre Tierra y de las naciones y pueblos indgenas, que no hay que defender un territorio indgena, saneado y sacramentado, que cuenta con ttulo de propiedad colectiva? Qu todo es una conspiracin norteamericana? Podemos creer semejante argumentacin, que blande como prueba lo que dicen que son extractos de llamadas y no pinchazos, queriendo calmar la ansiedad de sus consciencias culpables? Quines creen esta violencia contra la lgica y el sentido comn? Obviamente la poblacin estrepitosa de los lluncus. Esta desvergonzada y descarada acusacin es un sntoma de algo grave; cuando se recurren a estos mtodos morbosos y perversos de desinformacin y manipulacin vulgar de los hechos es porque algo se esconde, algo grande y grave se esconde. Qu es? Defensa de intereses empresariales? Madereros, agroindustriales, soyeros, cocaleros, ilcitos? Defensa de los acuerdos con el gobierno brasilero para implantar el IIRSA y los corredores transocenicos, corredores que vehiculizan la depredacin, el extractivismo, el comercio trasnacional y tambin del comercio delincuencial? En qu estn metidos los seores acusadores, que hasta su comportamiento, en unos casos nervioso, en otros cnico, los denuncia? No lo van a decir. Pero lo que se juega, lo que est en juego es
grande, pues no se explica de otra manera este desmesurado abuso de poder, de manipulacin comunicacional, y de violencia gubernamental. Estamos no solamente ante la crisis del proceso, ante la constatacin de que se ha cruzado la lnea, colocndose el gobierno al otro lado de la vereda, no solamente que ya se enfrenta al pueblo, que el gobierno se ha puesto en una disposicin peligrosa oponindose al proceso y restaurando el Estado-nacin, liberal y colonial, sino que estamos ante una diseminacin y descomposicin avanzada, en la medida que constatamos que las mafias, redes delincuenciales, metidas con el contrabando de tierras, el contrabando a secas y otros recorridos ilcitos, han terminado conformndose en grupos de presin, en grupos de poder, que empujan a la toma de decisiones. La situacin del proceso es mucho ms grave si se constatan este deterioro del mbito de relaciones, de estructuras y de instituciones comprometidas. Esta es la razn y estas son las condiciones que convierten a la batalla por el TIPNIS en una batalla crucial. Si se pierde esta batalla, la van a ganar las trasnacionales, las empresas madereras, el gobierno de Brasil, OAS, las mafias delincuenciales. Por eso es necesaria una movilizacin generalizada de todos los movimientos, organizaciones, sectores sociales, que son el contenido del proceso, pues lucharon por l y aprobaron la Constitucin. Ahora estn obligados a defender el proceso, a defender la Constitucin, a defender la Madre Tierra y a construir el Estado plurinacional comunitario y autonmico.
Situacin legal y constitucional del TIPNIS El TIPNIS es Parque, es Territorio indgena, ha sido saneado, cuenta con ttulo de propiedad colectivo. La Constitucin exige la Consulta; esto forma parte de los conjunto de derechos de las naciones y pueblos indgenas, consagrados por la Constitucin. No hay por donde justificar la violacin de la Constitucin y de los derechos indgenas, no hay por donde justificar la destruccin del parque, del territorio y del ecosistema del TIPNIS. Lo que hace el gobierno es inaudito. La nica explicacin que hay es que estn metidos con el IIRSA y con el proyecto extractivista y de supeditacin a la potencia emergente de Brasil. No se explica de otra manera que estn contra el proceso y contra los objetivos de la Constitucin. La perspectiva catastrfica del gobierno O sea que a las causas ya gravitantes de desforestacin hay que aumentarle otra ms grave que es la carretera a travs de un parque, rea protegida y territorio indgena, saneado y sacramentado, protegido por la Constitucin, las leyes y por los derechos de las naciones y pueblos indgenas consagrados en la Constitucin? En qu andamos? No me parece coherente esta compulsin destructiva y modernista tarda. Me parece la expresin desorbitada de un desarrollismo y extractivismo culpable, que a ultranza se somete a los intereses de las trasnacionales y del proyecto geopoltico de la burguesa internacionalizada brasilera.
Dramatismo del momento Lo trgico es que se restaura el Estado-nacin, liberal y colonial, no se construye el Estado plurinacional comunitario y autonmico, como manda la Constitucin. Lo trgico es violar la Constitucin con la promulgacin de leyes inconstitucionales; lo grave es haber dictado un gasolinazo respondiendo al pedido de las empresas trasnacionales; lo grave es atentar contra un territorio indgena, un parque y un rea protegida por leyes y la Constitucin. Lo trgico es violar los derechos de las naciones y pueblos indgenas, consagrados en la Constitucin. Por ltimo, lo trgico es encontrarse con estas realidades, incluso constatar la supeditacin de nuestro gobierno al IIRSA, al proyecto hegemnico de la potencia emergente de Brasil y encontrarse con justificaciones paranoicas como las tesis de la conspiracin, que no tienen nada de imaginacin, toparse adems con personas, que se hacen a las serias, que repiten aburridamente esas tesis, insostenibles. La tarea La intencin colectiva es defender la Constitucin, violada por el gobierno, defender la Madre Tierra, defensa acordada en las resoluciones de Tiquipaya. Estas defensas deberan ser de todo boliviano y boliviana conscientes de las tareas de transformacin que competen como mandato de la Constitucin. No la restauracin del Estado nacin, liberal y colonial, como lo hace el gobierno. Estas tareas se expresan concretamente en la transicin de salir del modelo extractivista y encaminar el proyecto a un modelo alternativo al capitalismo, a la modernidad y el desarrollo, que es el vivir bien, como establece la Ley de la Madre Tierra.
Pulsin de muerte Hay una atraccin del abismo? Algo as como una pulsin de muerte? Qu es lo que empuja insistir en lo mismo que llev al conflicto del TIPNIS? Despus de la derrota poltica, el gobierno insiste en las causas del problema. Por qu? Compromisos grandes con la constructora OAS, con los cocaleros excedentarios, con los cocaineros? Quin puede creer en esos montajes de San Ignacio de Moxos, localidad que se encuentra fuera del TIPNIS, donde una congregacin de supuestos indgenas pide que la carretera pase por el territorio indgena? Quin puede ser tan ingenuo o tan llunku? Es como un crculo, slo los propios funcionarios y los grupos de choque, que hasta los hay escribiendo, que se ocupan de insultar y descalificar. La imagen del espejo. Despus de aprobar una ley que declara al TIPNIS intangible, no pueden retroceder. Esto es retorcerse en coleteos de muerte. Por qu no tienen vocacin de reflexionar, de evaluar sobre lo que ha pasado? Por qu son incapaces de rectificar, de aprender de los errores y corregirlos? Parece un mal de la poltica prctica; la clase poltica est tan ensimismada en idolatrarse, en mirarse en el espejo, que se ha
desconectado de la realidad efectiva y prefiere vivir compulsivamente su propio imaginario desdichado. No pueden entender una cosa tan simple: la carretera no puede pasar por el TIPNIS pues est protegido por la Constitucin y las leyes, entre ellas la Ley de los derechos de la Madre Tierra. Hacerlo es violentar la constitucin y las resoluciones de Tiquipaya. No, no pueden entender porque estn abismalmente alejados de la Constitucin y enredados en el modelo colonial heredado: el capitalismo dependiente del extractivismo. Sin embargo, hay algo que tienen que saber estos polticos, si vuelven a cometer el mismo error, el pueblo boliviano volver a salir a defender la Madre Tierra y los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios. Por otra parte, deberan instruirse un poco antes de lazar ese castigo de verdugos de que ahora que es intangible el TIPNIS y nadie lo toca, ni los indgenas que habitan la zona. No consultaron otras experiencias de intangibilidad ambiental, como las de Ecuador. Lo intangible se refiere a que no pueden afectar el territorio fuerzas externas extractivistas y desforestadoras, no atenta esta declaracin contra los derechos de las naciones y pueblos indgenas consagrados en la Constitucin. Por lo tanto podemos hablar de la tangibilidad de la intangibilidad y de la intangibilidad de la tangibilidad, que no es lo mismo.
Poltica y violencia Hay reflexiones sobre la violencia, como las de Georges Eugne Sorel, tambin como las de Walter Benjamn, as como las de Jacques Derrida, que retoma esas reflexiones. En Comuna tambin se hizo una reflexin sobre la violencia en Tiempos de rebelin. Ahora es indispensable volver a hacer una reflexin de la violencia a partir de la experiencia del conflicto del Territorio Indgena Isiboro Scure (TIPNIS), la victoria de la marcha indgena, pero tambin a partir de las secuelas del conflicto que muestran la insistencia del gobierno en prolongar el conflicto al tratar de revertir su derrota, volviendo a la carga contra los dirigentes indgenas, descalificndolos y amenazndolos, amedrentando a la poblacin de las comunidades indgenas del TIPNIS, movilizando a los cocaleros, sobre todo de los lmites del territorio indgena, quienes efectan una guerra sucia contra los pobladores del TIPNIS, cobrando peaje por cruzar la frontera. Esta experiencia, la experiencia del conflicto del TIPNIS, es ilustrativa de la violencia estatal y de las formas de esta violencia; tambin es ilustrativa debido a que las formas de violencia desplegadas por el gobierno son sintomticas y alumbran sobre las profundas estructuras del poder y del Estado. Por qu se recurre a la desmesurada violencia del Estado? Por qu se opta por las variadas formas de violencia? Por qu se recurre de manera constante a la manipulacin, al chantaje, a la distorsin de los hechos, a la descalificacin inaudita, buscando definir al enemigo, de bestializarlo, para s justificar su represin, incluso su anulacin? Un senador de Cochabamba
dice que hay que expulsar a los dirigentes indgenas del TIPNIS, quienes estaran comprometidos en supuestas negociaciones de madera. En este discurso por lo menos se encuentran dos cosas; una se quiere sacar al enemigo de su cueva, pero tambin de su hbitat, expulsarlo, exilarlo, darle muerte civil. Por otra parte se sigue de manera insistente e irreflexiva con las acusaciones contra los dirigentes, acusaciones que, por cierto, nuca demostraron los acusadores. Por qu este senador lo hace? Por qu unos indgenas, que no se sabe quines son, pidieron en San Ignacio de Moxos que se expulse a los dirigentes orgnicos del TIPNIS? Se trata del Comit de Defensa del Desarrollo de Moxos (CODEMOX), que pide que la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos atraviese el TIPNIS. El mismo presidente del Estado, Evo Morales, particip del aniversario del Primer Grito Libertario del lder Pedro Ignacio Muiba, donde se transmiti este pedido. Retrocediendo ante su propia promulgacin de la Ley que declara intangible al TIPNIS, pide a esos extraos dirigentes que se dirijan a los diputados y senadores para que anulen la ley. Qu es esto? Marcha y contra-marcha, el tormento de Ssifo? Un conflicto de nunca acabar? Se ha firmado para que se vayan los marchistas a sus casas y se desmovilice el pueblo paceo, empero esperando la ocasin de dar la pualada por la espalda? Qu clase de prctica poltica es esa? Insistir, levantarse del suelo, volver a patalear, replantear la pelea, no es necesariamente un muestra de coraje, dependiendo de las circunstancias, sino una muestra de obstinacin y falta de instinto de sobrevivencia.
Quines son estos indgenas que acuden a una reunin oficial en conmemoracin a los hroes legendarios de la lucha de los indgenas amaznicos y chaqueos? Se dan nombres, se dice que son dirigentes. Son de comunidades del TIPNIS? Y qu hay del respecto a las direcciones orgnicas y a las organizaciones matrices? Nada de eso importa. Lo que importa es volver al recurso de la violencia descomunal del Estado en contra de los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, lo que importa es recurrir a los instrumentos coercitivos del gobierno, quien puede movilizar a los sindicatos cocaleros, quin puede movilizar bloqueos de caminos como lo hizo al levar colonizadores a Yucumo, utilizando los recursos del Estado. Ahora se hace lo mismo, el Ministerio de la Presidencia y otras instancias gubernamentales, incluso la gobernacin de Cochabamba, mueven recursos y personal para comprometer movilizaciones preparadas por el gobierno en contra de las dirigencias indgenas del CIDOB y el CONAMAQ. Ciertamente se entiende que no se sientan satisfechos despus de la derrota sufrida, empero, lo que llama la atencin es esta compulsin por las formas de la violencia como recurso desesperado a revertir la situacin y tratar de volver a imponer su voluntad por la fuerza.
Ante la desenvoltura del despliegue de la violencia uno se pregunta: para qu estn hechos entonces los derechos fundamentales, los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, los derechos de la Madre Tierra? Para qu est hecha la constitucin? De adorno? Discurso de propaganda? Texto de vitrina? La violencia es eso, violencia, porque viola derechos, no solamente porque afecta a sujetos y subjetividades, violentando su interioridades y exterioridades, violentando sus libertades. El Estado que debera ser garante de los derechos fundamentales, de los derechos de las naciones y pueblos indgenas y los derechos de la Madre Tierra, no lo es; al contrario, aparece en su forma descarnada como el monopolio de la violencia en su condicin desenvuelta de Estado de excepcin, suspendiendo los derechos. Qu intereses defiende el Estado? Estos intereses estn sobre los derechos? Hablar en este caso de intereses estratgicos como los relativos a la integracin no es otra cosa que ocultar las relaciones y estructuras de poder que defiende el Estado. La lgica de estas relaciones y estructura de poder impulsa la maquinaria estatal movilizando sus instrumentos, sus engranajes, sus dispositivos y agenciamientos, movilizando sus aparatos represivos e ideolgicos. Esta es la pulsin inmanente del Estado, la pulsin de dominacin. Los derechos son conquistas logradas por luchas sociales, que solo sern respetadas si las fuerzas sociales contrarrestan esta pulsin dominante con la exigencia de prcticas democrticas. En estas circunstancias la democracia efectiva y la efectuacin de la democracia desaparecen, son sustituidas por el juego de las fuerzas. Eso es lo que ha pasado en el conflicto del TIPNIS. El gobierno ha desplegado sus fuerzas en el terreno, tambin lo hicieron las naciones y pueblos indgenas originarios, sus organizaciones matrices. En el recorrido de toda la marcha lo que se ha visto es el despliegue aparatoso de la violencia estatal, enfrentada por las fuerzas sociales que se articulaban para defender una causa, la causa de la Madre Tierra, del Vivir bien, de la Constitucin, de los derechos fundamentales y de las naciones y pueblos indgenas originarios. Frente al descaro de la manipulacin y del chantaje, frente a lo grotesco de las descalificaciones del enemigo declarado, los marchistas manifestaron y desplegaron la fuerza tica y moral de la dignidad, la fuerza cualitativa ante la cual las otras fuerzas cuantitativas no pueden hacer nada, se fragmentan y diluyen como polvo. Igual, si hubiera el gobierno impuesto su voluntad a como d lugar, hubieran perdido, ante la demostracin heroica de la dignidad. No se puede contra esta accin tica; lo demuestran muchas experiencias en la historia poltica y social del mundo. El dramatismo de la marcha y la despavorida represin, primero en curso y despus abiertamente realizada de una manera descomunal en Yucumo, terminaron de volcar la correlacin de fuerza en beneficio de los marchistas. Despus de estos hechos bochornosos que recorrieron el mundo y motivaron indignacin en todas partes, la marcha se reanud; por donde iban eran bien recibidos, desmoronndose as la versin falsa del gobierno, de que todos los colonizadores estaban contra la marcha, contra las demandas de la marcha, defendiendo a la carretera. El pueblo paceo y el distrito 14 de la
Ciudad de el Alto, las organizaciones sociales, la Central Obrera Boliviana (COB), se volcaron a recibir a los marchistas como hroes en la sede de gobierno. Este fue el triunfo de la marcha. Quedaba claro que el pueblo boliviano, nuevamente, manifiesta su clara contraposicin contra las formas de la tirana. No acepta el desparpajo de la violencia, de la violacin de los derechos, no acepta la manipulacin y los montajes, no acepta sobre todo el desboque de la violencia. Lo que vino despus es el resultado, la consecuencia de esta victoria, la promulgacin de una ley que protege al TIPNIS. Por eso, los marchistas no festejaron con el gobierno esta conclusin sino con el pueblo paceo y las organizaciones que apoyaron a los marchistas y a la Madre Tierra. Esta realidad no se puede cambiar con discursos, con maniobras, con interpretaciones estrambticas, como la de otro senador de Cochabamba, quien considera irresponsables a los dirigentes indgenas por la declaracin de intangibilidad del TIPNIS, adelantando que intangible en la ley ambiental significara intocable, como si tuviramos que recurrir al diccionario para resolver el significado de una norma, obviando el anlisis y la comparacin jurdica. Herido por que se ha vetado su ley, la ley tramposa que quera ganar tiempo para que de todas maneras se apruebe ms tarde la carretera, hace gala de confusas interpretaciones, defendiendo algo que ni el mismo cree. Estos padres de la patria son los dispositivos elocuentes de la legitimacin de la violencia descarada y del despliegue de las polticas extractivistas y desarrollistas. Nada va cambiar lo sucedido, en la historia poltica va a quedar en la memoria de las luchas esta victoria contundente de los marchistas indgenas originarios. En Ecuador se ha declarado zona intangible a los territorios donde se suponen que hay poblaciones no contactadas. En el Per, cerca de la Laguna del Toro se reuni una multitud de comunarios de las comarcas del norte andino ultrajadas por las constantes actividades de la empresa minera canadiense Barrick Golden; todos los reunidos, que sobrepasaban a las 5000 personas, declararon por unanimidad la intangibilidad de la zona de las Lagunas del Toro. Los representantes municipales se comprometieron e este acto realizar los trmites necesarios para esta declaracin de amplio acuerdo popular se le otorgue el rango legislativo. En ninguno de los dos casos la intangibilidad anula los derechos de las naciones y pueblos indgenas, al contrario, protege sus derechos, pues los defiende frente al avasallamiento extractivista y desforestador. A quin se le ha podido ocurrir que la intangibilidad ambiental significa no tocar absolutamente nada del TIPNIS, territorio y recursos? Qu clase de imaginario es este? Imaginar una nada absoluta, una intangibilidad conceptual, lo suprasensible elevada a una alta potencia, para hacerla realidad inmovilizando a los habitantes del TIPNIS como si fuesen esculturas de estuco. Esta figura muestra elocuentemente las profundas paradojas del poder; la maquinaria ms elocuente de la cruda realidad del poder, la violencia, es decir, el Estado, se imagina la ms abstracta representacin, la nada, para
inmovilizar y hacer desaparecer a los indgenas de sus territorios, por lo menos imaginariamente. La reglamentacin de la Ley corta tiene que operar en funcin del sentido de la ley promulgada. El artculo uno de la ley expresa que: Se declara al Territorio Indgena y Parque Nacional Isiboro Secure TIPNIS patrimonio sociocultural y natural, zona de preservacin ecolgica, reproduccin histrica y hbitat de los pueblos indgenas Chimn, Yuracar y Mojeo-trinitario, cuya proteccin y conservacin son de inters primordial del Estado Plurinacional de Bolivia. El artculo dos dice que: Teniendo el territorio Indgena y Parque Nacional Isiboro Secure TIPNIS, adems de la categora de territorio indgena, la categora de rea protegida, se constituye, en garanta de conservacin, sostenibilidad e integridad de los sistemas de vida, la funcionalidad de los ciclos ecolgicos y los procesos naturales en convivencia armnica con la Madre Tierra y sus derechos. En este contexto de la ley hay que entender la declaracin de intangibilidad del TIPNIS. Por otra parte, la ley y el reglamento de la ley responden a la Constitucin, no pueden contravenirla, sino se anulan por ser inconstitucionales. Por lo tanto la intangibilidad afecta a los avasalladores del parque, a los cultivadores de coca, a las empresas extractivistas, a las empresas madereras, a todo emprendimiento y accin externa que afecte al ecosistema del parque y al territorio indgena, que afecte a los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios. El numeral 4 del artculo 30 de la Constitucin Poltica del Estado dice que las naciones y pueblos indgenas originarios tienen derecho a la libre determinacin y territorialidad. El numeral 7 habla de la proteccin de sus lugares sagrados. El artculo 8 dice que tienen derecho a crear y administrar sistemas, medios y redes de comunicacin propios. El numero 10 establece que tienen derecho a vivir en un medo ambiente sano, con manejo y aprovechamiento adecuado de los ecosistemas. El numeral 11 dice que tienen derecho a la propiedad intelectual colectiva de sus saberes, ciencias y conocimientos, as como a su valoracin, uso, promocin y desarrollo. El numeral 12 establece que tienen derecho a una educacin intracultural, intercultural y plurilinge en todo el sistema educativo. No como cree el vicepresidente que quiere darles una educacin liberal, que no es otra cosa que una educacin colonial y disciplinaria, base de la individualizacin de los sujetos modernos. El numeral 15 establece que tienen derecho a ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en particular a travs de sus instituciones, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles. Al respecto fue muy graciosa la interpretacin del presidente de la cmara baja que deca que cmo no era una medida legislativa y administrativa la carretera que atravesara el TIPNIS, entonces este compromiso del gobierno con OAS y el gobierno brasileo no afecta a los derechos de las naciones y pueblos indgenas constitucionalizados. Estas triquiuelas de abogados no sirven para nada en este caso pues la construccin de una carretera es la realizacin material de medidas legislativas y administrativas.
Despus de la victoria de la marcha indgena, despus de la promulgacin de la ley, que debera haber zanjado el problema, como el propio presidente lo dijo, el conflicto no ha terminado, pues se prepara una movilizacin de cocaleros, maniobras en un encuentro para debatir el modelo econmico, donde se va a buscar exigir la abrogacin de la ley. La descalificacin de los dirigentes contina con los mismos procedimientos escandalosos e indecorosos. Ahora hay que enfrentar el desafo del cumplimiento de la ley, de realizar efectivamente la proteccin del parque y el cumplimiento de los derechos de las comunidades indgenas del TIPNIS. La victoria del TIPNIS es un punto de inflexin como lo fue la guerra del agua, ah comenz la derrota del proyecto neoliberal; despus de la victoria indgena y de todo el pueblo boliviano que apoyo la defensa del TIPNIS comienza la reconduccin del proceso. El CIDOB, el CONAMAQ, la COB, las Juntas de Vecinos, las organizaciones de activistas, tienen la responsabilidad de conformar una alianza de reconduccin del proceso, de convertirse en el consejo poltico de la reconduccin, de orientar el curso del tiempo poltico en el sentido del ejercicio plural de la democracia, participativa, comunitaria y representativa; en construir colectivamente a decisin poltica, la ley y la gestin pblica como establece la constitucin. De hacer respetar la propiedad del pueblo boliviano sobre los recursos naturales no-renovables y el beneficio exclusivo de los recursos naturales renovables en los territorios indgenas. De exigir transparencia, participacin y control social en las polticas pblicas, sobre todo en los temas estratgicos, como los relativos al modelo integral y alternativo a seguir, entendido como el modelo del vivir bien.
Paul Valry: La idea de la dictadura. No se casi nada de la poltica prctica, en donde supongo que se encuentra todo aquello de lo que huyo. Nada ha de ser tan impuro, es decir, tan entremezclado de cosas cuya confusin no me gusta, como la bestialidad y la metafsica, la fuerza y el derecho, la fe y los intereses, lo positivo y lo teatral, los instintos y las ideas.
La entraable fuerza indgena Lo profundamente, lo entraablemente anticapitalista es el anticolonialismo anticapitalista indgena. El proyecto indgena es un proyecto civilizatorio alternativo; en este horizonte radica la gran diferencia, la integralidad emancipatoria, el llamado de lo profundamente humano, tambin de lo profundamente tierra. La vida.
Las organizaciones indgenas son la defensa profunda del proceso y de la Constitucin, es el gobierno el que est contra el proceso. Si el gobierno quiere estar con el proceso tiene que formar parte de la reconduccin que se ha iniciado con la victoria del TIPNIS por parte de las naciones y pueblos indgenas. El Pacto de Unidad tuvo sentido en el proceso constituyente, cuando fue parte orgnica del desarrollo del texto constitucional. Ahora se trata de reconducir el proceso y construir el Estado plurinacional comunitario y autonmico, desmantelar, acabar con el Estado-nacin, liberal y colonial, que restaura el gobierno. Los indgenas no pueden formar parte de una farsa, de un apoyo al nacionalismo y a los nacionalistas en el gobierno, no pueden formar parte de una alianza de clases que apuesta a ampliar las fronteras agrcolas, agrediendo a la madre tierra. Los indgenas no pueden apoyar una alianza que apoya a la recomposicin de la burguesa y el sometimiento a la burguesa internacionalizada brasilera. Los indgenas tienen que formar un nuevo pacto con el pueblo boliviano que los ha apoyado para reconducir el proceso.
Reducciones esquemticas Hay quienes confundan el pas con un aeropuerto; eso deca Sergio Almaraz Paz del General Ren Barrientos Ortuo. Hay otros que confunden el pas con la escenificacin teatral del desenlace del terror de la revolucin francesa. Tambin hay quienes confunden el pas con una contienda sindical. Pero tambin hay quienes confunden la poltica con la eterna maniobra de la manipulacin y el montaje. Creen que se pueden suplantar a las organizaciones matrices con la cooptacin de dirigentes corruptos.
Ms all de la izquierda y la derecha Ms all de la izquierda y la derecha, que son trminos modernistas y esquemticos. Intiles para interpretar las luchas emancipatorias contemporneas. Incluso, en su poca se olvidaron que ms radical que la izquierda jacobina, eran los montaeses, que ocupaban la galera del Congreso francs. Esta era la plebe, los san-culottes.
La problemtica del TIPNIS es una realidad, as como la problemtica de dominacin de las trasnacionales hidrocarburferas y mineras, adems de la construccin. El IIRSA es una realidad del proyecto hegemnico de la burguesa brasilera. La constitucin es una realidad jurdico-poltica, tambin los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios son una realidad poltica y social. Negar eso con el imaginario paranoico y acusador jacobino no es ms que defender el modelo capitalista dependiente y extractivista.
La hiptesis trasnochada del egosmo Decir que el egosmo es como un instinto inherente en el ser humano es como la hiptesis de que el hombre es el lobo del hombre, la hiptesis de la bestialidad. Eso forma parte del imaginario de la ideologa modernista. No es una hiptesis verificada. Eso es reducir la condicin humana a la condicin egosta a la que la ha restringido el sistema-mundo capitalista. Esta es una subjetividad meramente capitalista. Eso es reducir la plenitud y la complejidad humana a una de las ms pobres condiciones de la subjetividad. Como dicen los mexicanos, me extraa que siendo araa te subas por la escalera. No son acaso religiosos los que postulan esta hippotesis? No deberas buscar ms bien la condicin humana solidaria? Yo no soy catlico ni cristiano, pero respeto a todas las religiones y espiritualidades pues han abierto la comprensin del ser humano ms all de la cotidianeidad.
La famosa orden y la forma infantil de eludir responsabilidades Se supone que la orden se la tom en reunin de gabinete, estaban todos presentes. Todos fueron cmplices de la orden, desde arriba hasta todos los ministros y ministras, salvo honradas excepciones, como las del Canciller que estaba en contra y la exministra Cecilia Chacn, que renunci ante semejante violacin a los derechos fundamentales. Es ms se tena redactado el requerimiento a la fiscala de intervencin para que la firme la ministra de justicia. Con lo que estuvo de acuerdo. Todo esto ocurri bajo la excusa apresurada y compulsivamente difundida del "secuestro". A pesar de que el mismo Canciller se opuso a la interpretacin del "secuestro", pues su interpretacin es que fue obligado a caminar delante. Este tema de quin dio la orden? se parece a la discusin bizantina de cuntos ngeles dan vuelta alrededor de la punta del alfiler? Lo gracioso es
que se toman en serio esta pregunta sobre quin dio la orden cuando todos saben de quienes fueron y quin aval esa decisin conjunta? La fiscala se volvi bizantina.
El contraataque del gobierno sin ley y sin palabra A prepararse, la lucha continua. Se viene la contraofensiva. Quieren revertir la derrota poltica a como d lugar. Nuevamente el TIPNIS es objeto de ataques, las comunidades indgenas son amedrantadas, se les cobra por cruzar la frontera; hay un escenario de amedrentamiento constante, una guerra sucia contra los indgenas del TIPNIS. Se prepara una movilizacin cocalera, de ah se piensa llegar a resoluciones en contra del TIPNIS en el encuentro de Sucre, donde salga el mandato de abrogar la ley que protege al territorio indgena y parque.
La supuesta pose sociolgica Hay personas que recurren a la burla o a una supuesta pose sociolgica en lo que respecta a su discrepancia de las participaciones y apoyo a los marchistas de parte de jvenes activistas urbanos. No creo que sea curiosidad sociolgica sino toma de posicin. La batalla del TIPNIS enfrenta el modelo colonial del capitalismo dependiente extractivista, que es la opcin efectiva del gobierno, con el modelo del vivir bien, establecido en las resoluciones de Tiquipaya, contenido en la Constitucin, modelo alternativo al capitalismo, a la modernidad y al desarrollo. Las organizaciones indgenas y los marchistas defienden la Constitucin, su territorio y la Madre Tierra, en tanto que el gobierno defiende los intereses de OAS, la tras-nacional brasilea constructora, el IIRSA, el proyecto hegemnico del Brasil, la compulsin desforestadora de los cocaleros excedentarios, que avasallaron el parque, que les interesa lo mismo que a los terratenientes del oriente, a la burguesa intermediaria boliviana, a los agro-industriales de Santa Cruz y soyeros, la ampliacin de la frontera agrcola en detrimento de la Madre Tierra. Estas son las nuevas alianzas del gobierno. A qu vino Lula, reuniendo a la CAINCO con los dirigentes campesinos, encuentro financiado por OAS? Esta es la nueva burguesa. Los que se hacen la burla de los apoyos urbanos de jvenes activistas no hacen otra cosa que optar por defender ese modelo extractivista y este gobierno nacionalista que ya est contra el proceso, contra la Constitucin,
contra el Vivir Bien, contra los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios y el Estado plurinacional comunitario y autonmico. No es una opcin sociolgica la que se ventila, es una opcin poltica. El sentido y la diferencia poltica del momento no responde a un esquematismo imaginario y anacrnico, entre una derecha derrotada ya en Pando y una izquierda que ya no es el gobierno, sino entre fuerzas reales y pugnas reales en el momento. Esa posicin "objetiva" o de curiosidad es francamente legitimadora de la desviacin nacionalista en contra la alternativa plurinacional comunitaria y autonmica. Es una posicin colonial, responde a la recolonizacin por otros medios, por medio de un discurso populista desgastado y un doble discurso en relacin a la Madre Tierra.
Siempre se toman posiciones en la lucha de clases y en la guerra anticolonial Hay que respetar las opciones metodolgicas, son perspectivas e instrumentos del punto de partida de la investigacin. El me-todo es el camino. Empero hay distintas corrientes metodolgicas. Respeto el mtodo weberiano, sobre todo si da resultados en la investigacin. Empero no lo comparto, creo como Michel Foucault, desde la perspectiva histrico-poltica no hay neutralidad, se toman posiciones. El mismo conocimiento forma parte de un campo de luchas. La verdad no es lo que dice Tarsky, la hiptesis que tiene correspondencia con la realidad, sino el producto del poder. No se trata de negar la ciencia, sino comprender que ya estamos en otro horizonte epistemolgico cientfico, de las teoras de la complejidad. En relacin a lo otro, puede ser que pase, que se sume gente que no cree en los postulados de la lucha por la Madre Tierra y la Constitucin. Eso pas antes, puede volver a pasar. Lo importante es participar con las fuerzas que defienden la Constitucin, la Madre Tierra, el Vivir Bien, como alternativa al capitalismo, a la modernidad y al desarrollo.
Pulsin de muerte Hay una atraccin del abismo? Algo as como una pulsin de muerte? Qu es lo que empuja a insistir en lo mismo que llev al conflicto del TIPNIS? Despus de la derrota poltica, el gobierno insiste en las causas del problema. Por qu? Grandes compromisos con la empresa constructora OAS, con los cocaleros excedentarios, con los
cocaineros? Quin puede creer en esos montajes de San Ignacio de Moxos, localidad que se encuentra fuera del TIPNIS, donde una congregacin de supuestos indgenas pide que la carretera pase por el territorio indgena? Quin puede ser tan ingenuo o tan llunku? Es como un crculo, slo los propios funcionarios y los grupos de choque, que hasta los hay escribiendo, que se ocupan de insultar y descalificar. La imagen del espejo. Despus de aprobar una ley que declara al TIPNIS intangible, no pueden retroceder. Esto es retorcerse en el coleteo de muerte. Por qu no tienen vocacin de reflexionar, de evaluar sobre lo que ha pasado? Por qu son incapaces de rectificar, de aprender de los errores y corregirlos? Parece un mal de la poltica prctica; la clase poltica est tan ensimismada en idolatrarse, en mirarse en el espejo, que se ha desconectado de la realidad efectiva y prefiere vivir compulsivamente su propio imaginario desdichado. No pueden entender una cosa tan simple: la carretera no puede pasar por el TIPNIS pues est protegido por la Constitucin y las leyes, entre ellas la Ley de los derechos de la Madre Tierra. Hacerlo es violentar la Constitucin y las resoluciones de Tiquipaya. No, no pueden entender porque estn abismalmente alejados de la Constitucin y enredados en el modelo colonial heredado: el capitalismo dependiente del extractivismo. Sin embargo, hay algo que tienen que saber estos polticos, si vuelven a cometer el mismo error, el pueblo boliviano volver a salir a defender la Madre Tierra y los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios. Por otra parte, deberan instruirse un poco antes de lazar ese castigo de verdugos de que ahora que es intangible el TIPNIS y nadie lo toca, ni los indgenas que habitan la zona. No consultaron otras experiencias sobre normativa de intangibilidad ambiental, como las de Ecuador. Lo intangible se refiere a que no pueden afectar el territorio fuerzas externas extractivistas y desforestadoras, no atenta esta declaracin contra los derechos de las naciones y pueblos indgenas consagrados en la Constitucin. Por lo tanto podemos hablar de la tangibilidad de la intangibilidad y de la intangibilidad de la tangibilidad, que no es lo mismo. Despus de la derrota poltica se mueven todos los hilos para buscar revertir el desenlace. Una muestra de falta de sinceridad y seriedad, se promulga una ley para inmediatamente buscar su abrogacin. Se insiste en el suicidio poltico, se vuelve a retomar las prcticas del teatro poltico montando escenarios, confundiendo la ficcin con la realidad, el imaginario con los acontecimientos. Se cree que la poltica es astucia sin respetar los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, sin respetar la ley de intangibilidad del TIPNIS, sin entender lo que quiere decir intangibilidad en la normativa
ambiental. Se cree que se puede seguir manejando a la opinin pblica con campaas publicitarias y desinformacin. Este es el camino laberintico e irremediable al abismo. Enamorados inconscientemente de esta oscuridad caminan atrado por la gravitacin de la destruccin.
Sobre la intangibilidad en la normativa ambiental No se tiene la menor idea de lo que significa la norma de intangibilidad ambiental. No se consulta los antecedentes en otros pases, ni se hace comparaciones. Lo intangible en la norma ambiental no va contra los derechos de las naciones indgenas originarias, al contrario las complementa. Lo que no se puede hacer es violar la constitucin con esa clase de declaraciones tan desfachatadas, las del senador de Cochabamba. Se debe respetar la Constitucin, los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, consagrados en la constitucin, los derechos de la Madre Tierra. Se debe defender el proceso y no intereses desforestadores de la colonizacin y el monocultivo desbastador, no los intereses egostas de cultivos excedentarios destinados a la cocana, no los intereses de empresas constructoras trasnacionales. Esa actitud es atentatoria del proceso plurinacional, comunitario y autonmico. Represin y represalias gubernamentales No se pueden hacer las polticas pblicas de tal manera que siempre hay mala intencin en su elaboracin, sobre todo cuando se trata de polticas encaminadas a cumplir con la Constitucin y la Ley, particularmente aquellas encaminadas a cumplir con la ley corta promulgada en defensa del TIPNIS, avasallando a los dirigentes orgnicos del TIPNIS, ignorndolos. Se sabe que al final de cuentas el poder es solitario, que hay una desoladora soledad del poder, de los que estn encumbrados y aislados en el poder, empero, esta solitaria actitud no puede desolarnos a todos, a todo el pueblo que ha defendido el TIPNIS, a todas las organizaciones y naciones y pueblos indgenas originarios. No se pueden hacer las cosas por capricho y por voluntad propia y de ministros que lo nico que saben hacer es manipular y maniobrar, pues esta actitud lo nico que hace es ahondar la propia crisis poltica y avivar nuevamente el conflicto, que esta vez va a ser gigantesco e indetenible.
La Constitucin reconoce la condicin de pre-existencia a la Colonia de las naciones y pueblos indgenas originarios, el derecho al autogobierno y a la libre-determinacin; la Constitucin tambin establece los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, donde se encuentran definidos varios derechos, entre ellos, el derecho a la consulta, previa libre e informada. La Constitucin tambin establece la condicin autonmica del Estado, definiendo la autonoma indgena como una de las forma de conformacin del Estado plurinacional comunitario. El TIPNIS cuenta con ttulo colectivo de propiedad, adems que cuenta con una ley que lo declara intangible, que significa en la norma ambiental complementacin y reforzamiento de los derechos indgenas, no intocable en el sentido de que nadie toca, como han querido entender de manera apresurada y beligerante personeros del gobierno. No se puede ocupar militarmente el Territorio Indgena, esto no slo implica violar los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios, los derechos de la Madre Tierra, la ley corta en defensa del TIPNIS, sino tambin recuerda las ocupaciones militares de los campamentos mineros en pocas de las dictaduras.
las
armas
de
las
empresas
La manipulacin del OAS, de los comprometidos con esta construccin ilegal y llena de vicios, no tiene lmites. No se dan por vencidos, a pesar de la victoria indgena en el conflicto del TIPNIS y la Ley de proteccin de Territorios Indgena. Esta gente cree que en Bolivia se tiene que imponer la ley de la fuerza del capitalismo, del extractivismo, de los intereses empresariales a travs de la las redes de la corrosin y la corrupcin. No saben, no entienden, que enfrentan a un pueblo capaz de actos heroicos.
La violencia desmesurada del Estado La violencia desmesurada del Estado en la etapa represiva jacobina y las profundas contradicciones de un gobierno que opta por el modelo extractivista del capitalismo dependiente, desechando la Constitucin, el Estado plurinacional comunitario y autonmico, el modelo del Vivir Bien alternativo al capitalismo, a la modernidad y al desarrollo, ha llevado a esa represin sauda y llena de odio contra las naciones y pueblos indgenas que protegen su territorio contra el
avasallamiento. Empero, la victoria indgena con la Llegada a La Paz y el recibimiento de un milln de personas y de columnas inmensas, conformadas desde la cumbre hasta la Plaza San Francisco, victoria cristalizada en la promulgacin de la Ley corta que protege al TIPNIS y prohbe la construccin de la carretera, reivindica el sacrificio de los marchistas. Ahora hay que esclarece los hechos, develar a todos los comprometidos con la orden dada para intervenir la marcha y la represin. Es todo el gabinete.
Nuevamente la defensa del TIPNIS Otra vez la defensa del TIPNIS. El gobierno no entiende, cree que puede promulgar una ley y volver atrs. Cree que todo se resume a la astucia criolla o la manipulacin, a la movilizacin de gente afn con el objeto de volver a insistir en la violacin a la Constitucin, a la Madre Tierra, a los derechos de las naciones y pueblos indgenas. Volver a insistir en la violacin del buen entendimiento y la lgica. El gobierno cree que puede hacer lo que le da la gana slo por el hecho que tiene en sus manos el poder, los recursos para comprar gente y movilizar a los adherentes, quienes nunca han entendido ni el proceso ni la Constitucin, menos lo que significa construir el Estado plurinacional comunitario y autonmico. Estos adherentes creen que lo que se tiene que hacer es repetir consabidamente y aburridamente los trasnochados discursos desarrollistas. No tienen consciencia de que esos discursos no van con la condicin plurinacional, la condicin comunitaria y la condicin intercultural del Estado, no van con la Constitucin, no van con el modelo alternativo del Vivir Bien. Por eso no se avergenzan ni se inmutan de contradecirse de manera tan brutal.
La habilidad manipuladora de la clase poltica Para eso son buenos, para eso hay recursos, para pagar a la gente, para pagar a comunarios, para ponerlos contra sus propios intereses y territorio, aprovechndose de la pobreza y las necesidades de la gente. Son buenos para montar escenarios pues creen que se puede seguir haciendo poltica con astucia, engaando a la gente, haciendo teatro. Esta es una concepcin ciertamente pobre de la realidad. Para los polticos de turno la realidad se resume a la maniobra, es un producto del poder, de la potencia del poder, de su capacidad de deformar los hechos. Estn equivocados, ese montaje no dura mucho
tiempo, solo es un recurso provisorio de la instrumentalidad del Estado, de los alcances gubernamentales; la realidad efectiva es histrica, es el presente eterno, es la voluntad de cambiar, es resistencia al poder, es el campo de posibilidades abierto y los horizontes dibujados por las luchas sociales y la guerra anticolonial indgena. El recurso a la maniobra de los gobernantes no dura o dura lo que un castillo de naipes puede resistir a una brisa.
La curva de la indiferencia No es el siglo XX cambalache sino el siglo XXI curvo y laberntico. Los gobiernos de derecha y de izquierda cada vez se parecen ms. Repiten los mismos hbitos, tambin tienen el mismo habitus, las mismas prcticas, parecen responder a los mismos intereses. Se coaligan con las empresas trasnacionales, terminan defendiendo el mismo modelo extractivista del capitalismo dependiente, reprimen de igual forma a los pueblos indgenas, que son el contenido y el sujeto del proceso constituyente. En muchos casos, no necesariamente en todos, los gobiernos progresistas se atreven a tomar medidas que los mismos gobiernos neoliberales no se atrevieron. A qu se debe esto? Al gozar de mayor popularidad y credibilidad sienten que es una carta blanca la confianza que les brinda el pueblo? Lo cierto es que podemos hablar de una clase poltica, que ya es un estrato social y obviamente reproduce el mismo estilo y defiende la reproduccin de su misma clase. No importa que unos funcionarios hayan sido convocados de las clases populares y otros de las clases medias, cuando estn en funcin de gobierno responde a las lgicas del poder y a la racionalidad instrumental de la maquinaria estatal.
De la desfachatez poltica y los crudos intereses Qu se puede llamar esa maniobra tan complicada de aprobar una ley y luego hacer todo para abrogarla? Qu se puede decir de un gobierno que se compromete con resolver el conflicto del TIPNIS por la va saludable de reconocer los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios y despus, a los pocos das, maniobrar para que se anule sus compromisos? Hay algn pice de seriedad en todo esto? Qu es eso de moverse en una constante incertidumbre? Los acuerdos no son acuerdos, los compromisos no son compromisos, la ley no es la ley; se hace todo al capricho de los gobernantes. Quienes adems parecen estar amarrados a los intereses y puestas en juego
de empresas trasnacionales. Qu se pude pensar cuando la empresa constructora OAS recurre al chantaje, a la prebenda, a la corrupcin, moviendo sus recursos para imponer su voluntad? Los negocios son los negocios y para estos empresarios estn por encima de los derechos de los pueblos y de las soberanas. Estas empresas estn sobre los gobiernos, el Estado es sencillamente el aparato que garantizan el gran juego financiero y del mercado, garantizan las grandes ganancias que se consiguen alterando todas las reglas y las normas. Lo que se puede decir es que el gobierno no slo est atravesado por profundas contradicciones insoslayables sino se encuentra comprometido con intereses y estructuras de poder ms grandes que los propios alcances y controles del pas. El juego va ms lejos que el propio prestigio del gobierno, la propia imagen de los gobernantes, los mismos conflictos internos. Con esto se constata que la soberana se la ha perdido. Se encuentra supeditada a la irradiacin de hegemonas regionales. Claro que tambin estos intereses regionales se apoyan tambin en intereses particulares de clases sociales y sectores del pas. Quines estn interesados en que una carretera cruce un parque y territorio indgena protegido por la constitucin y las leyes, adems defendido por la ley corta promulgada en defensa del TIPNIS? Fuera de la empresa trasnacional OAS, el Banco Nacional de Desarrollo del Brasil, el propio gobierno brasilero y ciertamente, en esta ruta, el gobierno boliviano, son los cocaleros los interesados en esta carretera. La propaganda del gobierno habla de instituciones cochabambinas, las mismas que no se han puesto de acuerdo por observaciones y la posicin encontrada de la Universidad Autnoma de San Simn y otras organizaciones. Tambin se habl de instituciones benianas, cules? As mismo, y esto es lo ms grave, se presentan a comunarios indgenas del TIPNIS, saltando a las propias organizaciones matrices indgenas de tierras bajas y del TIPNIS. Se hace todo un montaje con la llegada de delegaciones indgenas del TIPNIS y su presentacin en la Asamblea Legislativa pidiendo la carretera. La desesperacin y la maniobra no tienen lmites, tampoco el decoro ni el cuidado de guardar las apariencias. No importa el compromiso del presidente, la promulgacin de la Ley corta; lo que importa es imponer la voluntad de dominacin vinculada a los caros compromisos, aunque se haga contra toda compostura, la ley, la Constitucin y los derechos. La gravitacin del mercado asitico y de la compulsin por ampliar la frontera agrcola es condicionante de estas actitudes inescrupulosas del gobierno. Con la llegada de un grupo indgena pagado por el
gobierno se cree que se guardan las apariencias, que se tiene la excusa para volver atrs, volver a foja cero, retomar la construccin de la carretera. Se tiene con esto un desprecio grande de la opinin pblica y de las organizaciones sociales, se muestra una imagen supeditada del pueblo, al que se lo considera dcil. Se muestra una pattica amnesia que olvida rpidamente los ltimos hechos relativos a la marcha indgena y a los recibimientos conmovedores de los pobladores de la ruta de la marcha desde Quiquibey, sobre todo se olvida la recepcin de un milln de personas de la ciudad de La Paz que se volcaron a recibir y apoyar a los marchistas. No interesa nada de esto, se tiene para todo otras versiones, aunque las mismas no puedan sostenerse empricamente. La amnesia unida al desconocimiento tcito de los hechos son los tristes recursos que se tiene para justificar el retorno a la violacin de los derechos de las naciones y pueblos indgenas originarios y los derechos de la Madre Tierra, la violencia sobre la misma ley promulgada. Sencillamente no se acepta lo ocurrido, no se acepta la derrota, no se acepta la voluntad popular; lo que se tiene por postulado son los compromisos y un discurso supuestamente desarrollista. Cunta sinceridad hay en todo esto? Por ms criticable que pueda ser la ilusin desarrollista, ventilada en los discursos gubernamentales, no parece ser el sentido de decisiones tan arriesgadas; el sentido parece ms pedestre. Hay compromisos, hay intereses en juego, hay economa poltica del chantaje, hay sobreganancias y participaciones. Hay una empresa constructora trasnacional, observada por donde estuvo, tanto en Brasil como en Sud Amrica, acostumbrada a ejercer su dominio comprando consciencias y corrompiendo; empresa que se ha convertido en el factor desequilibrante y perturbador en el conflicto.
Del cumplimiento constitucional El cumplimiento de la constitucin es para todos, nadie escapa a sus mandatos, sobre todo cuando se trata del cumplimiento y la garanta de los derechos fundamentales y de las naciones y pueblos indgenas originarios. La violacin desmesurada que se cometi en la represin a una marcha pacfica, que estaba adems acampando y en espera, comprende delitos flagrantes. Los que se niegan a cumplir con la Constitucin no solo cometen actos inconstitucionales, sino que tambin estn encubriendo delitos cometidos. Son tambin cmplices de la violacin de derechos.
La violencia profusa del gobierno, de la representacin y de las palabras La doble moral, el doble discurso del gobierno y la violencia descomunal de los cocaleros Se trata de la ideologa de yo hago lo que me da la gana El gobierno y la Asamblea Legislativa Plurinacional han promulgado una ley que declara intangible al TIPNIS; el gobierno se ha puesto a trabajar con los dirigentes indgenas la reglamentacin de la ley. Se lleg a un acuerdo; respecto a este acuerdo ahora dice que tiene observaciones. Un senador de La Paz dice que los indgenas que no marcharon pueden plantear la inconstitucionalidad de la ley. Habr ledo este senador la Constitucin? Sabr que la Constitucin protege el parque y el territorio indgena, que exige consulta previa libre e informada? Comprender que el modelo alternativo al capitalismo a la modernidad y al desarrollo, que es el vivir bien, protege a la Madre Tierra del extractivismo, de la desforestacin y el monocultivo, para no hablar de la produccin de cocana? Se puede decir cualquier cosa sin inmutarse de ya no de contradicciones sino de aterradores sin sentidos. Eso es posible en la medida que los que representan al pueblo, los representantes, no tienen la menor idea del proceso constituyente, menos de lo que significa el Estado plurinacional comunitario y autonmico. Hay en todo esto, en todas estas bochornosas declaraciones, exacerbadas confusiones. Hay que decirlo de manera directa, las luchas sociales, sobre todo las correspondientes al ciclo de movimientos sociales de 2000 al 2005, no se efectuaron para que los cocaleros se hagan ricos, tengan ms tierra a costa de los indgenas, a costa de los territorios indgenas, en contra de sus naciones y pueblos, en contra de sus derechos. Eso no es emancipacin, la emancipacin abarca y compromete a todos, libera a todos de las mltiples cadenas de dominacin, libera a proletarios, a pueblos, a naciones, a mujeres, a sujetos y subjetividades. No se ha peleado para tener nuevos amos, nuevos amos desalmados, que lo nico que les interesa es la ganancia, lcita e ilcita, que lo nico que buscan es ampliar la frontera agrcola, destrozar los territorios ricos en diversidad, oprimir a los indgenas como en las peores pocas de las formas violentas del colonialismo. Todas estas violencias y dominaciones contra las que se pele obviamente no estn legitimadas ni legalizadas en la constitucin sino en la cabeza delirante de senadores, de ministros y gobernantes, tambin en la cabeza delirante de algunos dirigentes cocaleros. A
estos caballeros, machos y dominadores, nuevos amos y nuevos ricos, hay que decirles que los movimientos sociales no pelearon por esto, por una nueva burguesa desvergonzada, tan explotadora y violenta como la otra, la antigua, ahora aliada. Para ambas burguesas los indgenas son un obstculo, sus territorios son un obstculo, sus derechos, consagrados en la constitucin es un obstculo. La misma Constitucin es un obstculo. Por eso arremeten contra la Constitucin, las leyes, los derechos, los territorios indgenas, las naciones y pueblos originarios. Hacer un recuento de lo que ocurre sorprende por la asombrosa sintomatologa que arroja. Mientras se promulgaba la ley, se discuta la reglamentacin y se llegaba a un acuerdo ocurra paralelamente otra cosa, otro flujo de hechos que atetan notoriamente contra la ley corta promulgada, contra la reglamentacin y los acuerdos. Para hacer este recuento vamos a recurrir a la fuente de Sarela Paz, antroploga e investigadora que comenta estos alarmantes sucesos: Mientras suceda lo que pareca ser la finalizacin del conflicto del TIPNIS brigadas de cocaleros ingresaron al ncleo del TIPNIS con motosierras para abrir una senda. Partieron hace tres semanas, a razn de tres comisiones, lo hicieron desde la comunidad Tres de Mayo del Ichoa, comunidad mojea. Han entrado con motosierras, se cuenta que entre 50 y 60 personas han ingresado conformando las tres distintas comisiones mencionadas. Lastimosamente se encontraban acompaadas por familias yuracars que pertenecen a San Antonio del Moleto, Ftima de Moleto y Mercedes del Lojojouta. Han abierto la senda entre el Ichoa y el Scure. Acaban de salir al Scure, aguas ms abajo de la comunidad de Areruta. En otras palabras, ya han abierto la senda que no haba y que ha penetrado el ncleo del TIPNIS, han atravesado el parque y el territorio indgena, sin consentimiento de ninguna clase; seguramente ahora nos van a decir que esa senda ya estaba. De hecho el alcalde de Villa Tunari dijo, cundo se aprob la ley corta, que ellos en persona abrirn el camino. Al gobierno no le preocupa la noticia; es ms, es cmplice de esta accin beligerante y violatoria de derechos, leyes y Constitucin. Aplica la intangibilidad para los indgenas, empero no para los colonos. Esta es la razn por la que el senador Julio Salazar dijo que estamos perdiendo el tiempo haciendo el reglamento. El mismo senador tiene tierras dentro del TIPNIS y saba lo que estaban haciendo los cocaleros. Seguramente el presidente y sus ministros estaban informados de lo que suceda. Estos hechos alarmantes los conocen los dirigentes del Scure. Los dirigentes del TIPNIS se encuentran desconcertados, aunque saban que todo esto iba a
suceder. La pregunta es: Quin ha puesto dinero para dicha movilizacin de los colonos, brigadas de 60 personas, armadas con motosierras y gasolina? Ante semejante vejamen, los indgenas quieren hacer un encuentro territorial en la comunidad de Santo Domingo. En estos momentos una comisin del gobierno se encuentra en la zona central del Ichoa, qu es lo que hace? Coordina acciones para seguir avasallando, para seguir violando la constitucin, la ley, los acuerdos, el reglamento?18 Como se ve, no se respeta nada, ni acuerdos ni leyes. No importa, lo que importa es imponer por la fuerza la voluntad de los que sienten propietarios del gobierno, del Estado, ahora de los territorios indgenas, que avasallan como en los peores tiempos de la expansin colonial de los latifundistas. Estos hechos alarmantes muestran claramente cul es el sentido de las polticas gubernamentales, cul es la direccin de sus medidas, cul es su vocacin. Sabamos que el gobierno haba optado por el modelo extractivista del capitalismo dependiente, por la supeditacin a las empresas trasnacionales, al IIRSA y al proyecto hegemnico de la burguesa brasilera, sabamos que su alianza es con la burguesa agroindustrial y los terratenientes, en contra de los indgenas; ahora sabemos que adems no tiene ley ni palabra, no le importa lo que acuerda. Se ha vuelto a la ley del ms fuerte, a la razn de la violencia. Sobre estas bases, no slo se impone el Estado de excepcin, la tirana, sino la violencia descomunal de los intereses ms pedestres, el de las ganancias ilcitas y la economa poltica de la cocana. No sabemos ahora en qu va a terminar el conflicto del TIPNIS, pues el gobierno ha decidido comportarse bravuconamente. Lo que s sabe el pueblo que ha aperturado este proceso, el proceso constituyente, el proceso que debera ser descolonizador, lo que s saben los movimientos sociales, las naciones y pueblos indgenas originarios, las juntas de vecinos, las organizaciones de jvenes autogestionarios, los sindicatos, los mineros, la COB, que apoyaron la defensa del TIPNIS, que volveremos a salir a las calles y a los caminos, que volveremos a movilizarnos no solo por la defensa del TIPNIS sino por la defensa del proceso contra un gobierno que ha usurpado a los movimientos sociales y al pueblo sus consecutivas victorias polticas, ha usurpado el proceso para ir por otro lado, en contra de la
18 Fuente: Sarela Paz. Se puede revisar su artculo ENTRE LA INDIGNACIN
Y EL DESCONCIERTO: Avasallamiento en el TIPNIS pos Ley de Proteccin del Territorio Indgena Parque Nacional Isiboro Scure (Ley 180).
Constitucin, en contra de la construccin del Estado plurinacional comunitario y autonmico, en contra del vivir bien, en contra de la Madre Tierra y a favor de las empresas trasnacionales y de la nueva burguesa recompuesta, conformada por los nuevos ricos y la vieja burguesa agroindustrial, comercial y financiera. La contradiccin entre un gobierno extractivista y desforestador y el pueblo, el poder constituyente, que son los movientes sociales y naciones y pueblos indgenas originarios, la contradiccin entre un gobierno cipayo, al servicio de la burguesa brasilera internacionalizada ha llegado a un punto culminante de la contradiccin y la crisis del proceso. Los movimientos sociales, naciones y pueblo estamos obligados a recurrir a las profundas fuerzas de la dignidad, de la emancipacin, de la rebelin, para detener la descomunal violencia estatal, la despavorida violencia de los nuevos ricos y de la burguesa recompuesta que tiene en la mira la ampliacin de la frontera agrcola, que es lo nico que sabe hacer, pues no es productiva, transfiere los costos de produccin, de los monocultivos, a la naturaleza. Este capitalismo extractivista es la continuacin por los medios de la desforestacin salvaje del capitalismo dependiente de todas las lites criollas que han gobernado el pas, que ahora han transferido esta compulsin destructiva a nuevos ricos, que tienen en la mira no el desarrollo sino la ganancia fcil. Por eso, en defensa de la Constitucin, del Estado plurinacional comunitario y autonmico, del vivir bien, de la descolonizacin, en defensa de la cohesin social y comunitaria, debemos salir, movilizarnos, en contra de este proyecto del capitalismo salvaje. Debemos comprender las causas profundas de estas contradicciones, debemos entender que los procesos, llammosle revolucionarios o transformadores, conllevan contradicciones inherentes, pues son herederas de la institucionalidad de la vieja maquinaria estatal, son herederas de las estructuras de poder cimentadas, no desmanteladas, son herederas de ilusiones de riqueza y de desarrollo, profusamente difundidas por la modernidad y el capitalismo. No iba a ser fcil dar lugar, liberar las potencialidades y capacidades del pueblo movilizado, de las naciones y pueblos indgenas originarios, se los sectores populares urbanos, del proletariado nmada, pues tambin las contradicciones yacen en el seno del pueblo, las contradicciones forman parte de nosotros, un nosotros que tiene un pasado de dominacin, de violencia cristalizada en los huesos, y por lo tanto poda repetir esa violencia con otros, poda querer reproducir al amo, ser semejante al amo, que nos haba dominado e inscrito su imagen en nuestro inconsciente. Por eso es importante que resolvamos las contradicciones en el seno del pueblo, en la
interioridad convulsa de nosotros mismos, es indispensable que luchemos con la parte retrograda, la parte conservadora, la parte egosta de nosotros mismos, y liberemos la parte innovadora, emancipadora, libertaria, creativa, rebelde de nosotros mismos. Una transicin descolonizadora slo se puede construir si liberamos esta parte, la que corresponde a la imaginacin radical y al imaginario radical. Este proceso no le pertenece al MAS, no le pertenece a Evo, menos a lvaro, mucho menos a sus ministros y senadores llunkus, tampoco a los dirigentes corruptos y cooptados, que no llaman a reunin con sus bases para tomar decisiones. Este proceso le pertenece, en primer lugar, a los muertos que ofrendaron sus vidas, a los heridos, a los familiares de los heridos y las vctimas; en segundo lugar, le pertenece a los movimientos sociales y naciones y pueblos indgenas originarios; en tercer lugar, le pertenece a toda la gente que ha confiado y ha votado consecutivamente por un proceso de cambio, por una Constitucin descolonizadora, por un nuevo Estado. Esta propiedad colectiva e histrica del proceso debe ser recuperada de manos de los que usurpan las luchas en beneficio propio.