Monografia a favor PMCF-1

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UNIDAD DIDACTICA:

Interpretación y Producción de Textos


Administración II Noche

TEMA:
El Debate

GRUPO:
03 (Posición a Favor)

INTEGRANTES

MODERADOR

DOCENTE

2024
PREGUNTA CONTROVERSIAL

¿SE DEBE DE APROBAR LA PENA DE MUERTE EN EL PERÚ PARA


LOS CASOS DE FEMINICIDIO?

PROPUESTA DEL PENSAMIENTO GRUPAL

El argumento de la defensa de la sociedad a favor de la pena de muerte


abarca una serie de consideraciones complejas. Desde afirmaciones sobre
el valor moral de la vida humana hasta cuestiones prácticas sobre la
eficacia y el uso de recursos, este debate refleja las tensiones
fundamentales entre los derechos individuales y la seguridad colectiva. La
continua controversia sobre este tema subraya la necesidad de un examen
cuidadoso y matizado de la evidencia empírica y las implicaciones éticas de
la pena capital como supuesto mecanismo de defensa social.

El apoyo social a la pena de muerte se ha utilizado frecuentemente como


argumento para su mantenimiento o reintroducción. Esta postura se basa
en la idea de que las políticas penales en una democracia deben reflejar la
voluntad popular. Sin embargo, un análisis más profundo revela la
complejidad de esta cuestión y los problemas inherentes de basarse
únicamente en el apoyo público para justificar una política criminal tan
controvertida.
PROPUESTA 1

Justicia para las Víctimas

La pena de muerte puede considerarse una forma de justicia retributiva.


Dado que los feminicidios son crímenes extremadamente violentos y
crueles, la pena de muerte se presenta como una respuesta proporcional al
daño infligido a la víctima y a su familia.

Disuasión

La posibilidad de enfrentar la pena de muerte puede actuar como un fuerte


disuasivo para aquellos que podrían contemplar cometer feminicidios. La
conciencia de que el costo de estos actos puede ser tan alto podría
contribuir a la reducción de este tipo de crímenes.

Protección de la Sociedad

Ejecutar a los feminicidas asegura que no puedan reinsertarse en la


sociedad ni volver a cometer crímenes. Esto proporciona un nivel adicional
de seguridad para las mujeres y la comunidad en general.

Cierre para las Familias

La pena de muerte puede ofrecer un sentido de cierre y justicia a las


familias de las víctimas. Saber que el responsable pago con su vida puede
ayudar a las familias a sanar y procesar su dolor.

Respaldo Social

En muchas culturas, hay un fuerte clamor público por la justicia en casos


de feminicidio. La pena de muerte puede alinearse con las demandas de la
sociedad para abordar eficazmente este problema social grave y urgente.
Falta de Rehabilitación

Muchos feminicidas son individuos que no muestran señales de


arrepentimiento ni tienen posibilidades reales de rehabilitación. En estos
casos, la pena de muerte podría verse como una opción válida, ya que la
sociedad no debería arriesgarse a que tales individuos sean liberados en el
futuro.

Impacto en la Prevención

La implementación de la pena de muerte para feminicidas puede enviar un


mensaje claro de que la sociedad no tolera la violencia de género. Esto
podría alentar a una cultura de respeto hacia las mujeres y contribuir a una
disminución en los casos de feminicidio.
PROPUESTA 2

Efecto disuasorio

Puede desengañar a algunas personas de cometer delitos graves, ya que


el temor a perder la vida podría ser un freno más potente que una pena de
prisión.

El efecto disuasorio es uno de los argumentos más recurrentes a favor de


la pena de muerte, y se basa en la idea de que el temor a una sanción
extrema, como perder la vida, podría desalentar a potenciales criminales de
cometer delitos graves.

Algunos puntos relevantes sobre este enfoque:

La psicología del miedo

Se asume que la amenaza de la pena de muerte tiene un efecto


psicológico poderoso porque la muerte es vista como el castigo definitivo e
irreversible. El miedo a enfrentar esta sanción podría hacer que algunos
individuos reconsideren sus acciones antes de cometer crímenes graves
como asesinatos o actos de terrorismo.

Prevenir delitos premeditados

Este argumento sostiene que, aunque puede no disuadir a personas que


actúan impulsivamente o bajo trastornos mentales, la pena de muerte
podría ser efectiva en disuadir a criminales que planifican delitos con
antelación. Por ejemplo, un asesino que evalúa las consecuencias legales
de sus acciones podría verse desmotivado si sabe que su crimen podría
costarle la vida.
Ejemplo para la sociedad

La existencia de la pena de muerte también podría enviar un mensaje más


amplio a la sociedad. Al imponer un castigo tan severo, el Estado podría
reafirmar su postura de tolerancia cero hacia ciertos delitos, creando un
ambiente donde se perciba que las consecuencias de esos actos son
extremadamente serias.

Comparaciones con otras penas

Algunos argumentan que penas como la cadena perpetua pueden ser


vistas por ciertos criminales como menos intimidantes, ya que en prisión
podrían adaptarse a la rutina, influir en otros reclusos o incluso escapar. La
pena de muerte elimina estas posibilidades, reforzando la percepción de
que no hay escapatoria para quienes cometan los crímenes más graves.

Impacto en los índices de criminalidad

En teoría, una pena severa como la ejecución podría disminuir las tasas de
criminalidad general, al reducir tanto los delitos cometidos como las
intenciones de cometerlos. Aunque los datos sobre su efectividad son
controvertidos, quienes defienden este argumento creen que la mera
posibilidad de la pena de muerte puede actuar como un freno poderoso.

Fuentes Sustentadoras

El argumento de que la pena de muerte tiene un efecto disuasorio sobre los


delitos graves, como el homicidio, están respaldados por algunas
investigaciones, pero es objeto de intenso debate. Un estudio de Isaac
Ehrlich en la década de 1970 sugirió que cada ejecución podría prevenir
entre 7 y 8 asesinatos, hipótesis que fue apoyada más tarde por autores
como Cass Sunstein y Adrian Vermeule, quienes argumentaron que la
pena de muerte podría ser incluso moralmente necesaria si salva vidas al
prevenir delitos graves. Otro estudio de la Universidad de Emory concluyó
que cada ejecución podría disuadir entre tres y 18 asesinatos. Sin
embargo, estas afirmaciones han sido criticadas por su metodología, y
varios investigadores, como John Donohue y Jeffrey Fagan, consideran
que no existe evidencia concluyente para afirmar que la pena de muerte
disuada de manera significativa el crimen. De hecho, se argumenta que
otros factores, como tasas de encarcelamiento o contexto social, son más
determinantes.
PROPUESTA 3

Otro aspecto importante que se tiene en cuenta por aquellos que aprueban
la pena de muerte es la gestión de los recursos públicos. Es decir, si el
gobierno pareja a una persona durante 50 años, este debe asumir los
gastos que conlleva la manutención de un recluso durante ese tiempo
(comida, asistencia médica, vestimenta, personal de vigilancia, etc.),
especialmente en compañías con sistemas penitenciarios superpoblados y
deficientemente financiados.

Es cuestionable asumir que estos fondos no podrían invertirse en


educación, servicios sociales, atención médica, etc., que sin duda
disminuirían el delito de manera mucho más eficaz que el castigo con la
pena capital. También se argumenta que la sociedad está compuesta de
individuos, cada uno de los cuales es libre de tomar sus propias decisiones
y vivir según su propio sentido del bien y del mal.

La misma tolerancia y libertad que queremos para ejercer nuestros


derechos deben ser ofrecidas a otros que piensan diferente a nosotros. La
sociedad y la ley deben tener un papel general y orientador, no coercitivo,
para nunca vulnerar el atributo más importante del ser humano que es la
libertad.

El método de aplicación de la justicia siempre ha estado constantemente


en evolución y adaptación.

Del talión pasamos a la pena de muerte y ahora la civilización occidental va


a abolirla. Será un paso más en conseguir un proceso penal más justo y
honesto. Las razones para ello son de orden judicial, moral y lógico.

He aquí algunas razones por las que optamos por la derogación del último
vestigio de un sistema penal primitivo.
La justicia retributiva

Es una versión de la justicia con la que creo que todos estamos


familiarizados, incluso si nunca nos paramos para articularla como tal.
Desarrollada desde la antigua Escuela Penal de Derecho positivista y
refinada a través de las minuciosas escrituras y artimañas lógicas del
Derecho Romano-Otomano y Canónico, la justicia retributiva, en su versión
moderna, sostiene que es aceptable o correcto, e incluso necesario, infligir
sobre el cuerpo del condenado el característico "mal" o "dolo" para así
restablecer el equilibrio que fue desestabilizado por el crimen.

Esta justicia se justifica diciendo que se basa en principios y que asegurará


una perversión del poder punitivo. Como señala Romano Gargarella, en la
justicia prepositivista, la pena tiene la función esencial de disuadir, es decir,
de incidir instrumentalmente sobre los otros potenciales futuros infractores
para evitar que infrinjan la norma. Por último, asevera que la pena
aceptada en la justicia es violencia o coacción, lo que se tolera es a razón
de la función defensiva.

En este sentido, para Rawls, "en la justicia retributiva, lo que anima a


castigar en su función principal es la idea de igualdad, que se viola cuando
alguien deliberadamente lesiona los derechos de otro".

El argumento de la justicia asume que el crimen distorsiona el orden moral


y político del estado; este tiene el deber de restaurarlo. Es justo que sufra.

La pena no es un "medio" simplemente para prevenir el crimen, sino la


lógica consecuencia de la justicia penal. (Como señalan algunos autores,
Gargarella tal vez sostuvo que en el plano de los fundamentos no hay
razón).

En definitiva, según el iusnaturalismo, la justicia y validez de las normas


positivas dependen del cumplimiento o atesono del Natural del gosas. Dos
doctrinas para fundamentar la pena: la preventiva y la retributiva.
Prevención de crímenes

La pena de muerte es, evidentemente, un logro de disuasión (disuade tanto


a los ejecutados como, potencialmente, a los que podrían correr su misma
suerte), si bien esta es muy módica. Cifras empíricas han destacado su
equiparación a penas largas de prisión ante crímenes similares. No
obstante, estas publicaciones han sido impugnadas por considerar que
metodologías más neutrales no han sustentado la misma correlación. Por
otra parte, la posibilidad de ejecución de la pena capital resulta funcional
para el correcto funcionamiento del Derecho penal. De no existir, no
podrían establecerse aun con reducciones de penas previas ciertos delitos
arriesgadamente escasos que, si bien son "insignificantes" en términos
cuantitativos, pero que, en cuanto a la peligrosidad de sus consecuencias,
reclaman su prohibición como el régimen nazi o un nuevo, si cabe, intento
penalmente uniformizante: las ideologías, que no comportan sino una
ampliación de la concepción uniformizante, han desaparecido.

Pese a las anteriores consideraciones sobre la pena, clama junto a la


actual tendencia a la supresión de la pena capital, en sus variantes

subsecuentes la elevación de las cantidades que permite pena de muerte


en España, 4000 o, incluso, 2000 reales a mayor cantidad absoluta y
proporcionada a los atenuantes que reducen las originales previsiones (en
España, entre 3000 y 6000 para el primero de los dos extremos
declarados.

Fuentes

Sánchez Aznar, C. (2023). Efectividad de la pena de muerte como medida


disuasoria y preventiva del delito de homicidio. Trabajo Fin de Grado,
Universidad Miguel Hernández.
https://dspace.umh.es/bitstream/Claudia_final.pdf
https://dspace.umh.es/bitstream/11000/33736/1/TFG%20Claudia_final.pdf

Brodowicz M(2024, junio) Los argumentos a favor y en contra de la pena de


muerte. Aithor
https://aithor.com/essay-examples/los-argumentos-a-favor-y-en-contra-de-
la-pena-de-muerte

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