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La caída de Granada y sus consecuencias para los musulmanes,

según una versión árabe

[Tras la rendición de Granada] cuando fue ya completa la tranquilidad


en la ciudad, [el rey Fernando] otorgó permiso para pasar el mar, para lo
cual puso en la costa las oportunas naves. Los que habían decidido hacer la
travesía empezaron a vender su hacienda, fincas y casas. Tal había que
vendía su huerta, tierra de labor, carmen o campo por un precio inferior al
valor de los frutos, siendo los compradores bien los musulmanes que
habían optado por quedar como mudéjares o bien los mismos cristianos. De
un modo parecido se enajenaban las alhajas y efectos. La orden dada para
el viaje era que se presentasen en la costa con todos sus familiares.
Una vez allí, los cristianos se encargaban de embarcarlos con toda
clase de consideraciones y respetos, pasándolos a la banda marroquí
completamente tranquilos y seguros.
Por aquel entonces prodigaba el monarca cristiano toda clase de
cuidados, consideraciones y respetos a los musulmanes, hasta el punto de
excitar los celos y la envidia de los propios cristianos. [...] En efecto,
rebajoles los tributos y tratábalos con justicia. Todo ello no era más que
habilidad y maña para atraérselos y apartarles de emigrar. Fueron muchos
los musulmanes que, movidos por la ambición y creyendo por otra parte
que este trato seria duradero, adquirieron a bajo precio haciendas y
muebles preciosos y se decidieron a convivir con los cristianos. [...]
Cuando vio el rey de los cristianos que los musulmanes habían
abandonado sus proyectos de emigración y que se habían decidido por
adoptar la condición de mudéjares, avecindándose y estableciéndose en el
país, empezó a faltar a las condiciones en un principio pactadas. Prosiguió
violándolas, una a una, y quebrantándolas, artículo por artículo, hasta
incumplirlas todas en absoluto.
Entonces cesó el fuero del Islam para los musulmanes, quienes se
vieron menospreciados, vejados y tratados altaneramente por los
cristianos. Impusiéronseles alfardas, gravóseles con pesados tributos y
hasta se les suspendió el pregón del almuédano en las torres. Ordenoles
también que, abandonando la ciudad, pasasen a habitar en los arrabales y
alquerías Y llenos de oprobio y humillación tuvieron que salir de la ciudad.

Texto anónimo en árabe, Fragmentos de la época sobre noticias de los


Reyes Nazaritas...,
editado por A. Bustani Larache

Decreto de expulsión de los judíos (Edicto de Granada)

Don Fernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios rey e reina de


Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Granada, de Toledo, de
Valencia, de Mallorca. .. duques de Atenas y Neopatria. Al Príncipe don
Juan, nuestro hijo, e a los Infantes, prelados, duques, marqueses, condes...
a los concejos, corregidores, alcaldes ... de todas las ciudades, villas y
lugares de nuestros reinos y señoríos, y a las aljamas de los judíos y a todos
los judíos y personas singulares, de cualquier edad que sean... salud y
gracia. Sepades e saber debedes que porque Nos fuimos informados que
hay en nuestros reinos algunos malos cristianos que judaizaban de nuestra
Sancta Fe Católica, de lo cual era mucha culpa la comunicación de los
judíos con los cristianos, en las Cortes de Toledo de 1.480 mandamos
apartar los judíos en todas las ciudades, villas y lugares de nuestros reinos,
dándoles juderías y lugares apartados donde vivieran juntos en su pecado,
pensando que se remorderían; e otrossí ovimos procurado que se ficiese
Inquisición... por la que se han hallado muchos culpables, según es notorio.
Y consta ser tanto el daño que se sigue a los cristianos de la comunicación
con los judíos, los cuales se jactan de subvertir la fe católica, que los llevan
a su dañada creencia... procurando de circuncidar a sus hijos, dándoles
libros para escribir y leer las historias de su ley... persuadiéndoles de que
guarden la ley de Moisés, faciéndoles entender que no hay otra ley nin
verdad sino aquella; lo cual todo consta por confesiones de los mismos
judíos y de quienes han sido pervertidos. Lo cual ha redundado en oprobio
de la Fe Católica. Por ende. Nos, en concejo e parescer de algunos
prelados, e grandes e caballeros, e de otras personas de ciencia e de
conciencia, aviendo ávido sobrello mucha deliberación, acordamos de
mandar salir a todos los judíos de nuestros reinos, que jamás tornen; e
sobrello mandamos dar esta carta por la cual mandamos... que fasta el fin
del mes de julio que viene salgan todos con sus fijos, de cualquier edad que
sean, e non osen tornar... bajo pena de muerte. E mandamos que nadie de
nuestros reinos sea osado de recebir, acoger o defender pública o
secretamente a judío nin judía pasado el término de julio... so pena de
confiscación de todos sus bienes. Y porque los judíos puedan actuar como
más les convenga en este plazo, les ponemos bajo nuestra protección, para
que puedan vender, enagenar o trocar sus bienes. Les autorizamos a sacar
sus bienes por tierra y mar. en tanto non seya oro nin plata, nin moneda
nin las otras cosas vedadas. Otrossí mandamos a nuestros alcaldes,
corregidores... que cumplan y hagan cumplir este nuestro mandamiento. Y
porque nadie pueda alegar ignorancia mandamos que esta Carta sea
pregonada por plazas e mercados.

Dada en Granada, a treinta y uno de marzo de 1.492.

CAPITULACIONES DE SANTA FE (1492)

"Las cosas suplicadas es que Vuestras Altezas dan y otorgan a don


Cristóbal de Colón, en alguna satisfacción de lo que ha descubierto en las
Mares Océanos y del viaje que ahora, con el ayuda de Dios, ha de hacer por
ellas en servicio de Vuestras Altezas, son las que se siguen. Primera mente
que Vuestras Altezas como Señores que son de las dichas Mares Océanos
hacen desde ahora al dicho don Cristóbal Colón su almirante en todas
aquellas islas y tierras firmes que por su mano o industria se descubrirán o
ganarán en las dichas Mares Océanos para durante su vida, y después del
muerto, a sus herederos y sucesores de uno en otro perpetuamente con
todas aquellas preeminencias y prerrogativas pertenecientes al tal oficio, y
segundo que don Alfonso Enríquez, Almirante Mayor de Castilla, y los otros
sus predecesores en el dicho oficio, lo tenían en sus distritos. Place a Sus
Altezas. Juan de Coloma. Otrosí que Vuestras Altezas hacen al dicho
Cristóbal su Virrey y Gobernador General en todas las dichas tierras firmes
e Islas que como dicho es él descubriere o ganare en las dichas mares [...].
Place a Sus Altezas. Juan de Coloma. Item que de todas y cualesquiera
mercadurías, sean perlas, piedras preciosas, oro, plata, especiería, y otras
cualesquiera cosas y mercadurías de cualquiera especie, nombre y manera
que sean, que se compraren, trocaren, hallaren, ganaren y hubieren dentro
en los límites de dicho Almirantazgo, que desde ahora Vuestras Altezas
hacen merced al dicho don Cristóbal y quieren que haya y lleve para sí la
decena parte de todo ello quitadas las costas todas que se hicieren en ello
por manera que de lo que quedare limpio y libre, haya y tome la dicha
décima parte para sí mismo, y haga ello a su voluntad, quedando las otras
nueve partes para Vuestras Altezas. Place a Sus Altezas. Juan de Coloma.
[...]. Yo el Rey. Yo la Reina. Por mandato del Rey y de la Reina. Juan de
Coloma. »

(Capitulaciones de Santa Fe, 17 de abril de 1492, Archivo General de


Indias, Indiferente General, legajo 418)

Diario de Colón, 11 de octubre.

A las dos horas después de media noche pareció la tierra de la cual


estarían dos leguas Amañaron todas las velas, y quedaron con el treo, que
es la vela grande sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta
el día viernes, que llegaron a una islita de los Lucayos, que se llamaba en
lengua de indios Guanahaní. Luego vinieron gente desnuda, y el Almirante
salió a tierra en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez,
su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la bandera real
y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante
en todos los navíos por seña, con una F y una Y: encima de cada letra su
corona, una de un cabo de la cruz y otra de otro. Puestos en tierra vieron
árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El
Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y
a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda el armada, y a Rodrigo Sánchez
de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos
tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey y por la
Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más
largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito. Luego
se ajuntó allí mucha gente de la isla. Esto que se sigue son palabras
formales del Almirante, en su libro de su primera navegación y
descubrimiento de estas Indias. «Yo -dice él-, porque nos tuviesen mucha
amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a
nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos
bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y
otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y
quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las
barcas de los navíos adonde nos estábamos, nadando, y nos traían
papagayos e hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y
nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de
vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de
buena voluntad. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos
andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres,
aunque no vi más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos
mancebos, que ninguno vi de edad de más de treinta años: muy bien
hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras: los cabellos
gruesos casi como sedas de cola de caballo, y cortos: los cabellos traen por
encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás
cortan. De ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios
ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado,
y de ellos de lo que hallan, y de ellos se pintan las caras, y de ellos todo el
cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos sólo el nariz. Ellos no traen
armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y
se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro: sus azagayas son unas
varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez, y otras
de otras cosas. Ellos todos a una mano Son de buena estatura de grandeza
y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas
en sus cuerpos, y les hice señas qué era aquello, y ellos me mostraron
cómo allí venían gente de otras islas que estaban cerca y les querían tomar
y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos
por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo
que muy presto dicen todo lo que les decía, y creo que ligeramente se
harían cristianos; que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a
Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestras
Altezas para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi,
salvo papagayos, en esta isla.» Todas son palabras del Almirante.

Defensa de los indios por Fray Bartolomé de las Casas

Muy poderosos y soberanos señores: el obispo que fue de Chiapas


besa á V.A. las manos suplico tenga por bien con atención oír cómo ha
muchos años que ando en esta real corte y ante este Real Consejo de las
Indias, negociando y procurando el remedio de las gentes y naturales de
las que llamamos Indias, y que cesen los estragos y matanzas que en ellos
se hacen contra toda razón y justicia; y puesto que la voluntad de los reyes
ha sido proveerlos de Justicia y conservarlos en ella, y no consentir que les
fuesen hechos daños y agravios y así lo han mostrado por sus muchas
leyes, pero llegadas allí no se han cumplido, porque los unos y los otros
siempre han engañado a los reyes. Dos especies de tiranía con que han
asolado aquellas tan innumerables repúblicas: la una en nuestra primera
entrada, que llamaron conquista. La otra fue y es la tiránica gobernación a
la que pusieron con nombre repartimientos o encomiendas, por la cual a los
reyes naturales habernos violentamente, contra toda razón y justicia,
despojado a los señores y súbditos de su libertad y de las vidas.

Memorial de FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS al Consejo de Indias,


1562-1563

Olivares y la unificación de la monarquía

... Tenga V. M. por el negocio más importante de su Monarquía, el


hacerse Rey de España; quiero decir, Señor, que no se contente V. M. con
ser Rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, Conde de Barcelona sino que
trabaje y piense con consejo mudado y secreto, por reducir estos reinos de
que se compone España, al estilo y leyes de Castilla sin ninguna diferencia,
que si V. M. lo alcanza será el Príncipe más poderoso del mundo.
conociendo que la división presente de leyes y fueros enflaquece su poder y
le estorba conseguir fin tan justo y glorioso, y tan al servicio de nuestro
señor, extender la Religión Cristiana, y conociendo que los fueros y
prerrogativas particulares que no tocan en el punto de la justicia (que ésa
en todas partes es una y se ha de guardar) reciben alteración por la
diversidad de los tiempos y por mayores conveniencias se alteran cada día
y los mismos naturales lo pueden hacer en sus cortes, (...) se procure el
remedio por los caminos que se pueda, honestando los pretextos por
excusar el escándalo, aunque en negocio tan grande se pudiera atropellar
por este inconveniente, asegurando el principal. (...)
Tres son. Señor, los caminos que a V. M. le pueden ofrecer la ocasión
(...) El primero. Señor, y el más dificultoso de conseguir (pero el mejor
pudiendo ser) sería que V. M. favoreciese los de aquel reino,
introduciéndolos en Castilla, casándolos en ella, y los de acá, allá y con
beneficios y blandura, los viniese a facilitar de tal modo, que viéndose casi
naturalizados acá con esta mezcla, por la admisión a los oficios y
dignidades de Castilla, se olvidasen los corazones de manera de aquellos
privilegios que, por entrar a gozar de los de este reino igualmente, se
pudiese disponer con negociación esta unión tan conveniente y necesaria.
El segundo sería, si hallándose V. M. con alguna gruesa armada y
gente desocupada, introdujese el tratar de estas materias por vía de
negociación, dándose la mano aquel poder con la inteligencia y procurando
que, obrando mucho la fuerza, se desconozca lo mas que se pudiere,
disponiendo como sucedido acaso, lo que tocare a las armas y a! poder.
El tercer camino, aunque no con medio tan justificado, pero el más
eficaz, sería hallándose V. M. con esta fuerza que dije, ir en persona como
a visitar aquel reino donde se hubiere de hacer el efecto, y hacer que se
ocasione algún tumulto popular grande y con este pretexto meter la gente,
y en ocasión de sosiego general y prevención de adelante, como por nueva
conquista asentar y disponer las leyes en conformidad con las de Castilla y
de esta misma manera irla ejecutando con los otros reinos.(...)
El mayor negocio de esta monarquía, a mi ver, es el que he
representado a V. M. y en qué debe V. M. estar con suma atención, sin dar
a entender el fin, procurando encaminar el suceso por los medios
apuntados.

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