Diferencia Existe Entre El Miedo Angustia y Ansiedad
Diferencia Existe Entre El Miedo Angustia y Ansiedad
Diferencia Existe Entre El Miedo Angustia y Ansiedad
ANSIEDAD
2.1 ¿Qué diferencia existe entre el miedo, la 2.2 ¿Qué es una crisis de
angustia y la ansiedad? angustia?
2.2.1. ¿Qué es una crisis durante el sueño? 2.3 ¿Qué es la hiperventilación?
2.5 ¿Qué es la ansiedad
2.4 ¿Qué es el trastorno de angustia?
anticipatoria?
2.6 ¿Qué es la ansiedad generalizada? 2.7 ¿Qué son las fobias?
2.8 ¿Qué es la agorafobia? 2.9 ¿Qué es la fobia social?
Vemos entonces que existen toda una serie de modificaciones corporales, que si son
tomadas por sí solas pueden ser sugerentes de enfermedad, pero que no son más que
respuestas adaptativas normales y saludables ante una amenaza exterior.
Sin embargo, entre el miedo y la angustia existen una serie de matices que nos permiten
diferenciarlos claramente. Mientras que el miedo podemos considerarlo como una
reacción normal frente a peligros o amenazas que vienen del exterior y son claramente
reconocidos por el individuo, la angustia aparece como un sentimiento aparentemente
inmotivado y en la mayoría de las ocasiones independiente de las circunstancias
objetivas externas. El miedo se acompaña siempre de algo concreto a lo que se teme,
mientras que en la angustia no se puede reconocer ese objeto, es un miedo indefinido o
en todo caso los temores están asociados con situaciones frente a las que el individuo
admite que está respondiendo desproporcionadamente.
Existen también períodos en el desarrollo evolutivo del individuo, en el que éste no está
libre de sentimientos angustiosos como respuesta a circunstancias vitales adversas, tales
como pérdidas o separaciones de seres queridos. Este tipo de angustia es considerada
como normal y puede ser reflejo de la puesta en marcha de mecanismos de adaptación.
Para nosotros y en general, la angustia hace referencia a una sensación más corporal,
opresiva, sobrecogedora, que llega a "encoger" el pecho o el estómago, el temor a morir
o enloquecer lentifica el paso del tiempo así como inhibe a la persona. La ansiedad sería
una sensación más mental de sobresalto y desasosiego mantenido, el tiempo aparece
como acelerado mientras se teme que cualquier cosa negativa puede ocurrir y la persona
se siente continuamente en tensión y con "necesidad de aire".
La relación entre la ansiedad y el rendimiento se puede representar como una curva con
forma de U invertida y se conoce como Ley de Yerkes-Dobson. Esta ley fue enunciada
en 1908 y, aunque hoy no se acepta de forma tan simplificada, sigue teniendo una
validez importante para entender el fenómeno de la ansiedad y sus consecuencias.
Con la anterior curva se explica como el aumento de la ansiedad ante determinado
problema, aumenta también la eficacia y rendimiento de la respuesta en un principio.
Por ejemplo, ante un examen o una entrevista se presta mayor atención al estudio o los
contenidos que pueden tener mayor importancia, se está "motivado" (ansiedad normal)
mejorando el rendimiento. Al aumentar esa ansiedad normal o motivación se llega a un
nivel óptimo en la relación ansiedad-eficacia, pero a partir de aquí cualquier aumento,
por mínimo que sea, genera una disminución muy rápida del rendimiento. De esta forma
se puede llegar a una eficacia nula, como cuando la persona se queda con la mente en
blanco o se bloquea en la acción. Si este estado se mantiene aun en ausencia de
demandas exteriores es cuando hablamos de ansiedad patológica, que puede configurar
un trastorno psiquiátrico con características propias o asociarse a otro gran número de
trastornos.
También llamada crisis de ansiedad o ataque de pánico. Este estado se corresponde con
la aparición más o menos repentina, muchas veces sin motivo aparente, de una
sensación de miedo intenso acompañado de un importante malestar corporal y una serie
de síntomas que pueden variar entre diferentes personas. Estos síntomas pueden ser muy
similares a los que se experimentan tras un susto o amenaza externa. Es como si esta
respuesta corporal se hubiera hecho muy sensible, saltando la señal de alarma de forma
automática en situaciones normales y no peligrosas.
La Asociación Psiquiátrica Americana en su última clasificación sugiere que para su
diagnóstico deben recogerse cuatro o más de entre un listado de síntomas (si se
presentan menos de cuatro síntomas se denominan "crisis sintomáticas limitadas").
Síntomas autonómicos
b) Escalofríos.
c) Temblores o sacudidas.
f) Sensación de ahogo.
l) Miedo a morir.
Síntomas generales
A pesar de que para hacer un diagnóstico de crisis de ansiedad suele ser suficiente un
relativamente pequeño número de síntomas de las reducidas listas anteriores, en la
práctica la variabilidad y diversidad de estos síntomas es mucho mayor, pudiendo
afectar y alterar un gran número de sistemas corporales, lo que llega a confundir aún
más a la persona que lo sufre. Como ejemplo, en los GRAFICOS 1 a 6 se recogen los
síntomas, junto a su intensidad relativa, descritos por un grupo de 35 personas (20
mujeres y 15 hombres) que respondieron a un cuestionario específico. Algunos de los
pensamientos (cogniciones) y sensaciones que pueden aparecer con mayor frecuencia se
recogen en el GRAFICO 7, correspondiéndose con las respuestas dadas por el mismo
grupo de personas anterior.
Hasta el momento, este tipo de cuadros no están bien estudiados, no conociéndose con
precisión su frecuencia de aparición entre la población. Las crisis nocturnas no se dan
en la totalidad de personas con un trastorno de pánico, oscilando su aparición entre un 4
% a 69 % según diferentes estudios en personas con crisis diurnas y un 2 % de casos
con crisis exclusivamente nocturnas.
No todas las interrupciones súbitas y angustiosas del sueño son debidas a una crisis de
pánico, pudiendo resultar de interés diferenciar estas de otras patologías como la apnea
del sueño (parada u obstrucción respiratoria breve), los terrores nocturnos, las
pesadillas, la parálisis del sueño o la epilepsia nocturna. Cuadros todos ellos más o
menos fáciles de descartar con una exploración detallada, sobre todo si coexisten crisis
diurnas.
Una persona con una crisis de pánico puede correr el riesgo de hiperventilar, con el
consiguiente empeoramiento del cuadro, pero también se sabe que personas
predispuestas pueden desencadenar la propia crisis si fuerzan su respiración de forma
voluntaria.
Lea en el punto 9.2 (¿Qué puedo hacer en el caso de repetirse una crisis de angustia?)
una estrategia para evitar el riesgo de hiperventilación.
Mis primeras crisis comenzaron sintiendo que el aire no me llegaba a los pulmones y por
lo tanto me moriría. Todos mis miedos giran alrededor de la falta de aire. Cuando
comienzo a sentirme ansiosa, lo primero que me sucede es que respiro en forma mucho
mas rápida y eso me produce mucho mareo, me parece que no puedo hablar y tengo una
sensación de hormigueo en las manos.
Angela, 27 años.
Tengo dificultades para respirar, casi constantes, y la verdad que es algo que me
desorienta mucho. Es como que el aire entra a los pulmones pero no puede ser
asimilado, por lo que me agito y tengo que controlar todo el tiempo mi respiración. Me
ahogo, aún estando sola, y cuando tengo que hablar, leer o cantar, me falta el aire y me
corto en el medio. Pareciera que el acto involuntario de respirar se ha convertido en
algo voluntario y al mismo tiempo, cuando quiero hablar con alguien y estoy así, se me
corta la voz, me agito y me pongo muy nerviosa por lo que me está pasando. En fin, me
genera mucha angustia, me inhabilita y me da miedo que me pase en momentos
importantes.
María, 33 años.
Soy abogado, con una buena situación económica, tres hijos, un matrimonio estable y
me atrevería a decir feliz. La vida me ha ido dando muchas cosas buenas pero desde
hace aproximadamente 9 años empece a sentirme mal, con mucho miedo, inicialmente el
miedo estaba referido a que en cualquier momento podía perder todo, no existiendo
razones aparentes para ello. Mi familia era la más perjudicada con esto, ya que tampoco
comprendían qué es lo que me pasaba. Luego, con el tiempo creo que se acostumbraron
y me hacían poco caso. Ahí, mi enfermedad tomó otro rumbo, cada cierto tiempo
corríamos de urgencia a la clínica más cercana porque presentaba todos los síntomas de
un infarto cardiaco. Por supuesto en la clínica me trataban inicialmente por esa
emergencia, pero al cabo de unas dos o tres horas, mientras mi familia estaba
desesperada porque podía pasarme algo grave, me decían los médicos que me fuera a
casa y descansara porque no tenía nada. Les discutía a los médicos que estaba muy mal,
pero lisa y llanamente me echaban, y ahí quedaba en la puerta de la clínica, indignado
porque no comprendían que estaba muy grave. Evidentemente, quienes más sufrían eran
mi mujer y mis hijos, ya que terminaba descargando mi enojo con ellos. Durante un par
de años fui aproximadamente unas 20 veces a diversas clínicas por este tema, y siempre
con el mismo resultado : ¡Señor, déjese de tonterías, a usted no le pasa nada, tómese este
relajante, duerma un poco y se sentirá bien !. Escuchaba que se hablaba de cualquier
enfermedad y automáticamente empezaba a sentir los síntomas, hipocondriaco en su
máxima expresión.
Martín, 45 años.
Alguien la describió muy gráficamente como un estado de "miedo al miedo", que puede
ser muy incapacitante y confundirse con un estado de ansiedad generalizada si no se
explora la existencia de ataques de pánico previos. El individuo está continuamente
pendiente de sus sensaciones corporales, alerta ante posibles señales de aviso que
anuncien la inminencia del ataque de pánico. Evidentemente esto genera una importante
tensión en las actividades diarias, sometidas a una hipervigilancia continua para evitar
verse sorprendido por la crisis.
Por fobias se entienden los temores excesivos e irracionales ante situaciones a las que la
mayoría de las personas no asustan o en todo caso sólo generan un malestar o
incomodidad mínima. Por ejemplo, permanecer un corto período de tiempo en un
recinto muy pequeño (ascensor), aunque no sea agradable o cómodo, se soporta con
facilidad por la gran mayoría de personas. Sin embargo puede haber individuos que son
incapaces de utilizar un ascensor y que en caso de hacerlo, sufrirán un estado de gran
ansiedad que incluso puede llegar al nivel de una crisis de pánico.
Existen infinidad de fobias posibles, en realidad cualquier objeto o situación puede ser
motivo de temores fóbicos dependiendo de la persona. Los temores más frecuentes
suelen referirse a:
La mayoría de las fobias son trastornos circunscritos que no necesariamente tienen que
ir asociados a un trastorno de angustia. Dos tipos particulares de fobias son la
agorafobia y la fobia social, que se describen a continuación.
El temor a aquellas situaciones de tipo social o público donde la persona puede sentirse
observada. No asociándose de forma tan característica como la agorafobia al trastorno
de pánico, debe ser diferenciada de esta, ya que aunque pueden presentarse aspectos
similares entre los dos trastornos, resultan básicamente diferentes.
Existe un relativamente gran número de cuadros que pueden clasificarse bajo el nombre
de "depresión". Sin embargo, básicamente podemos decir que es un estado anímico de
tristeza mantenida que se acompaña además de otros síntomas corporales variados. La
persona deprimida refiere sentimientos de tristeza, pérdida de la capacidad para
interesarse o disfrutar de las cosas, disminución de la atención y concentración, pérdida
de confianza en si mismo, autorreproches infundados, desesperanza hacia el futuro,
pesimismo y visión negativa de la propia vida, además de disminución de su vitalidad y
cansancio exagerado, trastornos del sueño, apetito, sexualidad u otras funciones
corporales. Estos síntomas pueden variar en intensidad o asociarse a otros dependiendo
del tipo de depresión que se trate, de igual forma que pueden ir asociados o no a
situaciones o sucesos particulares de la vida de la persona.
Pedro, 43 años.