Dignidad Humana y Libertad. R.A.

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Dignidad humana y libertad

La Lic. Claudia Navarro comparte sus reflexiones acerca de un punto sumamente controversial de la actualidad: la dignidad. Controversial en cuanto posee un alto status en la Declaracin de derechos humanos, y un rebajante lugar en la realidad de los hechos mundiales. I. Paradojas actuales en torno de la dignidad humana Nunca antes como hoy, la consideracin y respeto debidos al hombre por el hecho de serlo, se han afirmado con tanta intensidad, vehemencia e intenciones de universalidad. Lo anterior se ve por ejemplo patentizado en la Declaracin de los derechos humanos (1948); ensalzndose y exigindose con tanto vigor valores como el de la igualdad y la libertad, en sus muy variadas vertientes. Sin embargo tambin en la actualidad, en contraposicin, nos enfrentamos a un cmulo de atentados tericos y prcticos contra esa misma persona que se ensalza. En este sentido, en el mbito de la teora proliferan las corrientes filosficas y en el despliegue de la vida cotidiana, vemos multiplicarse movimientos de naturaleza terico-prctica, ideolgica y econmica que someten a la persona a entidades impersonales y abstractas que se tornan contrarias a los derechos del individuo. Lo anterior revela que el paradigma humano por el que se rige nuestra civilizacin es un modelo de hombre: - Que no permite salvaguardar, porque lo ignora, el privilegio ms grande que le compete como persona: su real capacidad de amar, de manera incondicional y absoluta: para siempre. - Que tampoco recoge el derecho, consubstancial e irrenunciable al dolor, reconociendo que el padecimiento constituye tantas veces un requisito ineludible para el progreso del amor y , con el, de la propia categora personal. A estas afrentas particulares y tambin como consecuencia de la prdida del sentido de personase suman heterogneamente los horrores de las guerras, estado de belicismo constante, terrorismo, ataques contra la vida a inocentes, clonacin, aborto, etc., habremos de convenir que existe un claro contraste entre la afirmacin terica tajante de exquisita reverencia al ser humano y las constantes infracciones de esa respetabilidad tan cacareada. Se pueden tambin aadir la multitud de asechanzas psquicas a las que hoy se ven sometidos nuestros contemporneos por medio de la manipulacin psicolgica individual o de masas. Todos en nuestra vida podemos constatar esta carencia en el conocimiento y prctica del sentido de la dignidad humana ya que experimentamos que actualmente se exige que las relaciones ya no sean entre personas, la persona generalmente es lo que hace y por lo tanto su vala est fundamentada en su utilidad funcional, por lo tanto, objeto de recambio, no indispensable en cualquier tipo de relacin. El problema radica en que las manifestaciones a favor de la excelencia de la persona, que han ido engrosando la vida de la humanidad durante los ltimos siglos- y que nada autoriza a catalogar de infundadas o insinceras, sin embargo, no poseen la fuerza necesaria para invalidar la muy solvente opinin que considera como el drama ms profundo de nuestro tiempo: La prdida del sentido de la persona humana, el olvido de su dignidad, la esclavitud de los hombres con respecto a sus obras y proyectos.

Una primera explicacin a este hecho, pudiera residir en que hoy casi nadie piensa, en serio, sobre casi nada; porque conocer la verdad supone esfuerzo y compromiso. II. La espiritualidad del alma humana, clave de la dignidad del hombre. El hombre posee una dignidad de la que carece todo el universo, el antropocentrismo, no deriva de que el hombre sea hombre, sino de que tiene dignidad; lo cual no engendra slo derechos sino sobre todo deberes: El deber de estar a la altura de la dignidad de ese hombre que se es. Lo que ms puede afirmarse de la palabra dignidad es que constituye una sublime modalidad de lo bueno. En sentido absoluto el vocablo digno apela a una perfeccin, a una bondad, a algo que, en cualquier caso hay que clarificar como positivo. El hombre es persona porque segn demuestran el conocimiento intelectual y el obrar libre - su alma es de tal categora que puede recibir el ser en s misma, sin el apoyo intrnseco y constitutivo de la materia. De ah que semejante alma en oposicin a la de los animales o plantas, sea capaz de subsistir cuando el cuerpo perece. La espiritualidad del alma humana es la clave metafsica de la dignidad del hombre. Santo Toms de Aquino nos da cinco razones para hacernos ver que el hombre es efectivamente poseedor de espritu: 1. Tenemos ideas universales que piensan por encima de toda materia. Este poder que proviene del espritu capacita al hombre para generalizar, universalizar, la capacidad de abstraccin. 2. Poseemos ideas espirituales, es decir, el hombre es capaz de conocer realidades que no exigen de suyo y por s una materia, por ejemplo: La sabidura, la verdad, la bondad. 3. Somos libres. La tercer razn por la que se posee la dignidad inherente al espritu es el hecho de que los animales estn incapacitados para realizar acciones multiformes, heterogneas y aun opuestas. El hombre en cambio, se halla exento de las solicitaciones y estmulos de la materia, es independiente de las fuerzas corpreas, es libre de los instintos corporales. 4. Podemos reflexionar sobre nosotros, en esto reside la capacidad que tiene el hombre de ser consciente de algo. El hombre tiene conciencia moral por la que no solo es consciente de lo que hace, sino de lo bueno o malo. 5. Nuestra capacidad infinita de progreso. Diferencia bsica que tiene lugar en las facultades del hombre, que no existe en las del animal. Los rganos corporales se destruyen cuando su objeto se intensifica, por ejemplo, demasiada luz en los ojos deja ciego aun siendo su objeto. La verdad, al revs, no destruye el entendimiento sino que lo perfecciona a medida que es superior y ms eminente. El crecimiento espiritual por ello es infinito, y siempre podr ser ms sin terminar su progreso III. Dignidad humana y libertad. La dignidad del hombre en cuanto a hombre, consiste en dos cosas, deca fray Luis de Granada: su razn y su libre albedro. Su capacidad de formar conceptos que son representaciones abstractas y de deliberar por medio de ellos ponderando los motivos que le movern a obrar es un fruto, del que se hallan desprovistos los dems seres del universo visible.

La dignidad humana seala aquella excelencia o encumbramiento correlativos a un tal grado de interioridad, de riqueza interior, que permite al sujeto manifestarse como autnomo. Quien posee un dentro en virtud del cual puede decirse que se apoya o sustenta en si sin necesidad de lo que le circunda, conquista esta estatura en su ser, capaz de introducirlo en la esfera propia de lo sobre eminente, de lo digno. Como veamos anteriormente en una de las cinco razones por las que el hombre tiene espritu, la excelsa trascendencia de la persona sobre el cosmos infrapersonal, su elevacin respecto a l, se manifiesta con claridad en el hecho de que el hombre puede actuar libremente, mientras que los animales y plantas obran movidos por la necesidad y de forma predeterminada. Por lo anterior la dignidad humana est relacionada con la libertad. Respecto a lo anterior, Antonio Milln Puelles comenta que si el hombre no pudiera libremente preparar y realizar los actos que le hacen ser lo que es , el hombre sera un animal inteligente, pero no sera responsable de sus propios actos, no sera autor y actor al mismo tiempo de la propia materia de su vida. La libertad se manifiesta en la facultad de eleccin, pero ms all de sta, como su fundamento o trmino, se encuentra la prerrogativa admirable del hombre de dominar sus actos en relacin al bien y, as, de autoedificarse: De dirigirse, a travs de semejantes elecciones, hacia su propia plenitud y perfeccin. La consideracin del obrar libre nos introduce hasta el muy peculiar ser de la persona en el que radical y efectivamente reside toda su suprema nobleza (dignidad). En la actualidad se hace un mal uso del concepto de dignidad de la persona humana diciendo que es un bien puramente fsico y de su ser , que por si mismo se convierte en un ser moral o bueno. Lo que equivale a decir que la persona humana por ser persona humana digna es buena. Desde el punto de vista de su ser fsico y ontolgico, la persona humana es la ms perfecta de las criaturas y por ello tiene mayor prestancia; pero al contrario, si se la considera ticamente la persona por si misma no es digna o indigna. Son sus obras concretas las que nos tienen que decir si un hombre es buena o mala persona, persona digna o indigna. Sin menoscabo a su dignidad original, el hombre , al ser un ser perfectivo, puede errar en la operacin de alcanzar el su fin hacia el que debe encaminarse, y entonces la dignidad inicial de la persona se empaa con la indignidad final de la accin. IV. Dios origen y fin de la persona humana, fundamento ltimo de su dignidad La mdula personal del sujeto humano el alma descansa en s y no puede verse amenazada por nada ni por nadie: ni siquiera la muerte biolgica del sujeto pone en peligro su eterna necesidad participada ni destino terminal en el Absoluto, al que a continuacin aludiremos. En virtud de su privilegiada subsistencia, al informar a la materia a la que anima, el alma espiritual en sus dimensiones ms altas que originan el entendimiento y la voluntad, constituye ese dentro, que ante la conciencia del sujeto se manifiesta como interioridad. Por ltimo, el alma posibilita el enaltecimiento humano ntegro. La condicin espiritual del alma humana, su trascendencia respecto a la materia, explica que por su libertad la persona humana tenga la capacidad de conocer y querer las restantes realidades y, de manera muy particular, a las personas, tal y como son, sin someterlas a las falsificaciones derivadas de los propios intereses.

La emergencia absoluta sobre la materia permite al alma humana, en las dimensiones propiamente espirituales del entendimiento y la voluntad, recibir como ajenas esto es, tal como son en s las perfecciones de todo lo que existe. La dignidad de la persona humana se fundamenta en lo ms profundo, en que cada alma es espiritual creada por Dios. Lo que se constata a travs del anlisis de los siguientes puntos Partimos de que el ejercicio por parte del hombre de las operaciones inmateriales o espirituales - las del entendimiento y de la voluntad libre y amorosa implican la existencia de un principio vital o alma, tambin espiritual. Una realidad de tan excepcional calibre, puesto que posee cualidades del todo superiores a la de los meros seres corpreos, incluso vivos, de ningn modo puede derivarse de stos. Por lo anterior semejante alma habr de ser infundida en el universo desde fuera, en virtud de una accin creadora de Dios. La eminencia del ser humano hace que Dios se relacione con cada hombre como con algo que no necesita de otro, algo autrtico, exento, al que pone de manera inmediata ante S, y no como ocurre con las realidades infrapersonales, a las que se refiere a travs del conjunto del orbre infrapersonal. Y este inmediato estar ante Dios constituye la razn ms profunda de la dignidad persona humana. Existe un estrechsimo lazo que liga a la libertad con el amor, hasta el punto de poderse afirmar que la libertad no es otra cosa sino capacidad de amar, por lo tanto, el acto especfico de la libertad es el amor, que constituye simultneamente el trmino u objetivo de todo obrar autnticamente libre. En este sentido ayuda a advertirlo una reflexin somera sobre el acto creador. Dios ser infinito y perfectsimo, plenitud tambin del Amor y de felicidad, nada propio poda ganar con la creacin puesto que ya lo tena todo. El nico motivo que habra de inducirlo a crear, era entonces el de comunicar su propio bien, destina ya naturalmente a las personas a participar de su Amor y a amar. As el hombre se advierte libre al ver que puede querer algo que estrictamente no necesita. Qu es lo que el hombre puede querer sin necesitarlo y, en esa proporcin, libremente? La respuesta es sencilla: el bien del otro en cuanto a otro, aquello que quiere, justamente, al amar. La posibilidad de aprehender lo bueno en cuanto tal se configura como raz y condicin de la autntica libertad, como facultad de sustraerse a la coaccin instintiva que ejerce el bien-para m. Y es, simultneamente, principio posibilitante del amor: slo porque puede captar el bien-en-s, trascendiendo la estrechez de sus propios intereses y apetencias, est el hombre capacitado para advertir , bajo la razn comn de bien, la bondad de los dems. En la medida en que se eleva por encima de los condicionamientos instintivos , queriendo con libertad el bien-en-s y el bien-de-losotros-, se demuestra y configura ulteriormente como ser libre y amoroso. Libertad, pues, y amor caminan unidos de la mano: resultan inconcebibles fuera de su conexin mutua. Y de esta libertad amorosa, en general y hacia Dios, deriva la dignidad humana. Resumiendo existe un estrechsimo lazo entre el momento constitutivo de cada hombre y el destino al que, por ese motivo, se encuentra enderezado. Y ambos fundamentan la dignidad de la persona. Al hablar de momento constitutivo nos referimos al inicio temporal y real de cada uno de los hombres que existen. Desde una perspectiva filosfica, corresponde a la directa donacin por parte de Dios

del ser personal, propio y especfico de cada individuo, e indisolublemente unido a la creacin del alma. En el preciso momento en que Dios crea cada alma en particular, infundindola en el cuerpo que los padres engendran, la nueva criatura goza, radicalmente de toda la dignidad de la persona. Pero este hecho no es en absoluto independiente de la orientacin que el ser personal imprime a su entera existencia. En el mismo instante en que una persona humana es concebida, se asienta en ella una fuerza originaria, un vector radical, que le encamina a su plenitud terminal en Dios. Al contrario que los restantes componentes del cosmos material, al hombre lo pone Dios directamente ante s . Ciertamente, el hombre tiene que responder a esta llamada, ejerciendo a fondo su libertad y su capacidad de amar. Pues la seriedad eterna de la libertad la opcin total consiste en elegir a Dios en seguida y sobre todo: incluso sobre m mismo y sobre mi propia libertad, que es lo ms ntimo y noble que poseo. En esa opcin por Dios el hombre incrementa radicalmente- y de forma creciente en las elecciones sucesivas su propia libertad y su dignidad personal. De tal manera que lo que enriquece esencialmente a la persona, y aade dignidad sobre su dignidad inicial, es la libre relacin de conocimiento y amor que entabla con el Dios personal su voluntario estar ante El y con las dems personas, en la medida en que no repudia la constituyente relacin a Dios de cada una de ellas. Bibliografa consultada MELENDO, Toms. Milln PUELLES, Lourdes: Dignidad una palabra vaca LLANO CIFUENTES, Carlos: "Las caras de la dignidad"

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