Comentario de Texto Del Cantar de Mio

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COMENTARIO DE TEXTO DEL CANTAR DE MIO CID

Con lgrimas en los ojos, muy fuertemente llorando,


La cabeza atrs volva y quedbase mirndolos. Y vio las puertas abiertas, y cerrojos quebrantados, y vacas las alcndaras sin las pieles, sin los mantos, sin sus pjaros halcones, sin los mudados. Suspir entonces el Cid, que eran grandes sus cuidados. Habl all como sola, tan bien y tan mesurado: -Gracias a ti, Seor Padre, T que ests en lo ms alto, los que as mi vida han vuelto, mis enemigos son, malos. 1. Tema. El tema del texto es el dolor que siente el Cid al dejar tierra. 2. Resumen. Al marcharse, el Cid se vuelve a contemplar su casa vaca y desmantelada, desposeda de sus ropas y de sus aves de cetrera. Despus, en una apelacin a Dios, acusa a sus enemigos de lo que ocurre. 3. Estructura. El texto est constituido por una tirada pica con rima asonante en -a-o. Al tratarse de una versin moderna de un texto medieval, el editor se ha tomado algunas licencias modernas. As, la ltima palabra del segundo verso, mirndolos, posibilita la continuidad de la rima porque, al ser esdrjula, no se toma en cuenta la penltima slaba. Igualmente, se ha regularizado la mtrica de los versos, pues todos tienen diecisis slabas, mediante la supresin de la penltima slaba de palabras esdrjulas (mirndolos al final del segundo verso y alcndaras al final del primer hemistiquio del cuarto verso) y el uso de sinalefas: entre que y eran en el segundo hemistiquio del sexto verso; entre que y ests en el segundo hemistiquio del octavo verso; entre que y as en el primer hemistiquio del noveno verso. En el texto se pueden distinguir dos partes: -Primera parte (vv. 1-5): descripcin de lo que contempla el Cid. -Primera subparte (vv. 1-2): llanto del Cid. -Segunda subparte (vv. 3-5):estado de la casa del Cid al quedar vaca. -Segunda parte (vv. 6-9): manifestacin de la serenidad del Cid. -Primera subparte (vv. 6): gesto de pesar del Cid. -Segunda subparte (vv. 7- 9): palabras del Cid sobre los culpables de su destierro. 4. Comentario crtico. El texto pertenece al Cantar de Mo Cid, el ms antiguo poema pico espaol conservado, cuya fecha de composicin es incierta: 1120, para Menndez Pidal; entre 1201 y 1207, segn los estudios ms recientes. En este poema se narra el destierro de don Rodrigo Daz de Vivar (h. 1043-1099), infanzn castellano, su lucha en tierras musulmanas hasta recuperar el favor real y la primera boda de sus hijas, con el posterior juicio contra sus yernos.

Se trata de un poema del mester de juglara, anisosilbico y de rima asonante, que plantea su argumento desde una perspectiva realista, circunstancia que lo convierte en una obra inusual dentro de la pica europea. Tambin destaca por el carcter de su protagonista, un hroe de edad madura, prudente y pragmtico, con una firme conciencia de su orden social y de la posicin que en l le corresponde. A estos rasgos, se aade una personalidad emotiva, como se aprecia en el fragmento que comentamos, al marchar el hroe hacia el destierro. La primera parte est organizada en torno a la mirada del hroe, con el fin de llamar nuestra atencin sobre aquello que provoca su tristeza y que sintamos as de modo ms inmediato su dolor. Para facilitar esta inmediatez con el lector, el texto comienza con un hiprbaton, en el que el complemento circunstancial del verbo volva, ocupa todo el primer verso: Con lgrimas en los ojos, muy fuertemente llorando. De esta manera, antes de informarnos sobre lo que le ocurre al hroe, se nos da a conocer en primer lugar su pesadumbre. A ello contribuyen la intensificacin de los sentimientos del hroe mediante el pleonasmo inicial, donde se muestra al Cid llorando (Con lgrimas en los ojos) y la amplificacin hiperblica de esa imagen en el siguiente hemistiquio (muy fuertemente llorando). De la referencia a los ojos como manifestacin del dolor, se pasa en el segundo verso a la mirada, cuya direccin se insina en los gestos externos del Cid: el Cid contempla lo que deja tras de s. En estos gestos, que nos lo muestran girando la cabeza hacia atrs, (la mirada atrs volva), y retrasando su marcha, (y quedbase mirndolos), se descubre a un hroe ensimismado en lo que deja y dominado por la pena, ajeno a toda iniciativa que revele un carcter fuerte. Este aspecto del hroe redunda en la impresin de dolor que se nos transmite, pero tambin en la idea que nos formamos de l desde el principio del poema. El poeta ha escogido comenzar con el retrato de un hombre, no de un hroe. Y no slo porque as nuestra identificacin con el Cid ser mayor. El que el Cid sea una persona que llora, capaz de conmoverse porque debe abandonar su hogar, nos predispone a creer en su honradez y en la injusticia del destierro al que se marcha. El rey, los infantes de Carrin o el conde de Barcelona son capaces de obrar con ira, con cobarda o con soberbia, pero nunca se dejan llevar por la emocin o la ternura. Sus sentimientos, sus defectos, no se salen de los que el oyente del poema poda relacionar con la nobleza o, mejor, con el poder que ejerca la nobleza. El Cid, sin embargo, es despojado desde estos primeros versos de estos rasgos. El hroe del poema ha de ser un hroe que acte por razones que, en apariencia y slo en apariencia, nada tengan que ver con su condicin de noble: la recuperacin de su familia, el cuidado de sus hombres, la consecucin de un nuevo hogar Y, por supuesto, el restablecimiento del honor del hroe, entendido en el poema ms como un acto de justicia que de ascenso social, aunque en el fondo no deje de ser esto ltimo. El segundo verso acaba provocando un momento de tensa incertidumbre al finalizar la frase sin desvelar lo que mira el Cid, el origen del sufrimiento, que se elude con el pronombre los. Esto permite que en los tres versos siguientes culmine la desolacin del hroe, pues el poeta, descrita ya la situacin, puede utilizar ahora un slo verbo, vio, al principio y dejar que el resto del espacio de estos versos lo ocupen los objetos y seres que animaron la vida del protagonista. En la enumeracin de estos elementos, hay que destacar el uso de dos recursos opuestos. La dilacin temporal que sugiere quedbase mirndolos, se mantiene mediante un polisndeton, (Y vio las puertas abiertas, y cerrojos quebrantados,/y vacas las alcndaras), al describir el estado en que queda la casa, como si la mirada del Cid penetrara las habitaciones abiertas y se espaciara en ellas, en la amplitud creada por el vaco en los cuartos desiertos. Sin embargo, al evocar los bienes perdidos, el estilo se acelera por el uso del asndeton, (sin las pieles, sin los mantos,/ sin sus pjaros halcones, sin los mudados),y resulta ms tenso por la repeticin constante de la preposicin sin y la similicadencia, producida por el plural en que van todos los miembros de la enumeracin. Se crea la sensacin de que el hroe deja atrs un gran nmero de posesiones, cuando tan slo se nombran dos prendas de abrigo y dos tipos de aves de cetrera, aunque todo ello de gran valor material, como corresponde a un noble guerrero de xito y prestigio. Ambos recursos, el polisndeton y el asndeton, continan profundizando en la pena del infanzn, descubriendo que los pensamientos del hroe estn pendientes de aquellas cosas de su vida cotidiana que ya slo existen en su recuerdo. Lo que consigue en estos versos el poeta es bastante sencillo y muy efectivo para atraer nuestro inters: mostrar a un hroe desconsolado y que ha sido despojado de todos sus

bienes. Sin nada a su favor, casi como un mendigo, a partir de ahora se habr de ver cul es la verdadera grandeza del Cid. En contraste con esta primera parte, puesta al servicio de la desolacin del hroe y de su mirada fija en el pasado, la segunda parte recoge principalmente gestos externos del Cid (el suspiro y sus palabras) y supone la aceptacin del presente. Se pretende mostrar la entereza del hroe y su mesura, una vez expresada la intensidad de sus sentimientos. Tras una ltima referencia al abatimiento del Cid, que eran grandes sus cuidados, se prepara el paso en el hroe de la contemplacin a la accin con ese habl, que supone, en cuanto ruptura del silencio externo, una vuelta del hidalgo a la realidad. As lo confirma la apostilla como sola, tan bien y tan mesurado, porque, al tiempo que matiza la actitud del hroe, nos retrata su personalidad habitual, para que el dolor de la primera parte se revele, por contraste, an mayor al descubrir un carcter resistente a dejarse dominar por las emociones. A la vez, esa misma personalidad se engrandece por el control que ejerce sobre unas circunstancias tan dolorosas. Esta impresin queda refrendada en las palabras del Cid, donde, lejos de expresar alguna queja o manifestar de algn modo su dolor, el hroe se limita a dar las gracias a Dios y a describir de una manera bastante estoica su situacin, con una referencia muy contenida a sus enemigos, que tan slo merecen un simple juicio tico: malos. Implica todo ello una asuncin de lo pasado y un distanciamiento de lo ocurrido, que anuncia el carcter animoso y constante con que el hroe se enfrentar a los hechos futuros. El texto es un brillante ejemplo de la habilidad del poeta del Cantar para sugerir caracteres y sentimientos con vivacidad en pocos versos, hasta el extremo de que ya en esta primera tirada queda retratada plenamente la personalidad del Cid que se desarrollar a lo largo del poema.

Texto descriptivo literario (retrato)


Doa Uzeada de Ribera Maldonado de Bracamonte y Anaya era baja, rechoncha, abigotada. Ya no existia razon para llamar talle al suyo. Sus colores vivos, sanos, podian mas que el albayalde y el soliman del afeite, con que se blanqueaba por simular melancolias. Gastaba dos parches oscuros, adheridos a las sienes y que fingian medicamentos. Tenia los ojitos ratoniles, maliciosos. Sabia dilatarlos duramente o desmayarlos con recato o levantarlos con disimulo. Caminaba contoneando las imposibles caderas y era dificil, al verla, no asociar su estampa achaparrada con la de ciertos palmipedos domesticos. Sortijas celestes y azules le ahorcaban las falanges Manuel Mujica Lainez, Don Galaz de Buenos Aires El texto descriptivo, en este caso un retrato de una persona, provoca en el receptor una imagen tal que la realidad descripta cobra forma, se materializa en su mente. En este caso el texto habla de un personaje real: Doa Uzeada de Ribera Maldonado de Bracamonte y Anaya. Como se trata de una descripcion literaria, la actitud del emisor es subjetiva, dado que pretende transmitir su propia vision personal al describir y la funcion del lenguaje es predominantemente poetica, ya que persigue una estetica en particular.

COMENTARIO DISCURSO DEL MTODO. DESCARTES 4 PARTE. Parrafo 2. Examin despus atentamente lo que yo era, y viendo que poda fingir que no tena cuerpo alguno y que no haba mundo ni lugar alguno en el que yo me encontrase, pero que no poda fingir por ello que yo no fuese, sino al contrario, por lo mismo que pensaba en dudar de la verdad de las otras cosas, se segua muy cierta y evidentemente que yo era, mientras que, con slo dejar de pensar, aunque todo lo dems que haba imaginado fuese verdad, no tena ya razn alguna para creer que yo era, conoc por ello que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno, ni depende de cosa alguna material; de suerte que este yo, es decir, el alma, por la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta ms fcil de conocer que ste y, aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejara de ser cuanto es. anlisis A) Se trata de un texto de carcter ontolgico fundamentalmente, aunque, con consideraciones epistemolgicas. Es la duda como acto de pensamiento (aspecto epistemolgico) lo que le conduce a la afirmacin de que l existe como substancia (aspecto ontolgico).<Descartes nos presenta qu le conduce a concebir la existencia de s mismo como substancia mental, independiente del cuerpo y del resto del mundo fsico.
B) Se puede dividir en dos partes bastante claras. La primera ira hasta la lnea 7 (hasta no tena ya razn alguna para creer que yo era) y la segunda desde ah hasta el final. En la primera parte destaca que es la duda y la reflexin sobre la duda, es decir el pensamiento, la actividad de pensar, la que le permite descubrir que hay algo indudable y esto es que l existe como cosa pensante, hasta el punto de que con slo dejar de pensar pierde la posibilidad de identificarse a s mismo como algo real que piensa. A su vez, la actividad de pensar es lgicamente independiente (no requiere para ser concebida de la idea de ninguna otra realidad o mbito ontolgico) de que exista el mundo o la extensin *poda fingir que no tena cuerpo y que no haba mundo ni lugar alguno en el que yo me encontrase+ Pero con slo dejar de pensar ya era imposible concebirse a s mismo. Esto le permite descubrir que la nocin de s mismo es inseparable de la de pensamiento. Son dos nociones lgicamente inseparables, no pueden concebirse de forma independiente. Por eso el atributo esencial del alma es el pensamiento. Por tanto, y esta es la segunda parte, afirma que su naturaleza ontolgica, la manera en que se da su existencia, es pensamiento, y el pensamiento no necesita de nada fsico. Por tanto, lo que es el sujeto es esencialmente un alma inmaterial, que me hace ser lo que soy, mi identidad como persona, y ello es enteramente distinto del cuerpo. El cuerpo es extenso, pero el alma no supone la extensin, como ya ha dicho en la primera parte. Por tanto, es ms fcil de conocer que el cuerpo: hay un acceso privilegiado del yo a sus propios contenidos mentales, a sus propios estados mentales: pensamientos, deseos, dolores, placeres, todo lo que constituye la vida mental subjetiva y privada de cada persona. El alma permanecer

inaccesible al investigador que con los mtodos propios de la ciencia natural pretenda violar la intimidad del sujeto. [Algunos filsofos han inventado, como experimento mental, el cerebroscopio, un aparato imaginario que permitira escrutar nuestros pensamientos una vez que nos lo colocasen en la cabeza. Pero como los pensamientos tienen lugar en el alma, ningn cerebroscopio podr nunca registrar nuestra vida mental, si no queremos compartirla. Por tanto, el mbito de lo mental es el de la privacidad ms absoluta, a diferencia del mbito de lo fsico, que es pblico y accesible a todos] Podr verse qu ocurre en el cerebro, pero no qu contenido mental tienen esos sucesos cerebrales. Esto es algo espiritual. Esta es la base del dualismo ontolgico de Descartes. Puesto que son substancias independientes, aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejara de ser cuanto es Por tanto, en esta segunda parte, se extraen las consecuencias ontolgicas del anlisis epistemolgico de la primera parte. C) Anlisis de conceptos: YO: El yo es la substancia pensante de cada cual, el ncleo de la identidad personal. Qu la individualiza? Dios, que ha creado a cada una de ellas, eso las hace numricamente distintas, aunque ontolgicamente son iguales. Ya hemos dicho que este yo es alma. Al analizar la substancia nos extenderemos un poco ms. POR LO MISMO.: La duda certifica la existencia de la cosa pensante. Si dudo, s que existo, dice Descartes. Lo mismo que me mantena en la duda haca indudable mi existencia como substancia pensante. Por eso el cogito es la base indudable que permite iniciar el camino del conocimiento cierto, al partir de la verificacin indudable de que yo existo. Ms tarde, al analizar cmo se da esta existencia Descartes descubre que esta existencia consiste en pensamiento: esa es su substancialidad. SUBSTANCIA: En rigor, la nica substancia existente es Dios, pues una substancia es aquello que puede existir con independencia de otra cosa. Lo que no necesita de nada para existir. Pero Descartes tambin llama substancias al alma y al mundo fsico: res cogitans y res extensa. Lo que interesa aqu es subrayar la relacin entre ellas. Descartes est interesado en remarcar la independencia del alma respecto del cuerpo, pues l tiene una concepcin mecanicista de la naturaleza material y considera que la razn y la libertad, que nos convierte en sujetos morales, no pueden reducirse a algo material, no son algo de lo que se pueda dar una explicacin materialista. Por eso no somos como los animales, que son irresponsables moralmente, por ello nada deben temer tras esta vida. Pero nuestra vida contina tras la muerte del cuerpo y deberemos enfrentarnos a una evaluacin de nuestros actos ante Dios, segn la firme creencia religiosa de Descartes.

La relacin que mantiene el alma con el cuerpo es muy estrecha, no es como la del piloto con su navo y esto nos permite sentir dolor o placer. Pero es el alma quien siente. El lugar en el que l pensaba que se produca la conexin entre alma y cuerpo era la glndula pineal (epfisis). Sin embargo, la dificultad de explicar la interaccin entre

estas dos substancias, algo que Descartes se limit a enunciar pero no a explicar, dio lugar al ocasionalismo (cuyo mximo representante fue Malabranche) que sostena que era el mismo Dios el que con ocasin de cada movimiento ocurrido en el mundo fsico actuaba como causa. As se solventaba el problema de la relacin entre las dos substancias.

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