Eucaristía y Paternidad Espiritual Del Sacerdote

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EUCARISTA Y PATERNIDAD ESPIRITUAL DEL SACERDOTE

Ilma. Universidad de curas de Sevilla y Hermandad de San Pedro ad Vincula 5 de diciembre de 2oo5 Estimados sacerdotes, Queridos compaeros Es para m muy grato estar aqu con vosotros en el presbiterio Hispalense al que pertenec durante veintisis anos, donde se gest no solo mi formacin sino tambin mi ser sacerdotal. Hago memoria de los obispos con 1os que trabaj y de los hermanos sacerdotes con los que compart tantos afanes, unos segus en la brecha apostlica otros partieron a la casa del Padre. Pero a todos vosotros, os debo mucho y deseo pagaros algo de lo que me disteis, es por ello que estoy aqu con vosotros y como obispo os ofrezco humildemente estas reflexiones personales a la luz del Ao de la Eucarista y de la bsqueda de los temas esenciales que configuran al sacerdote catlico ayer, hoy y siempre.

I. PUNTO DE PARTIDA: LA CULTURA, LA SITUACION DEL CLERO Y LA ACTUALIDAD DEL TEMA.l. En los momentos que vivimos, las figuras o referencias al "padre, al maestro, al director de almas", estn en crisis. Hoy, como consecuencia de una sociedad y cultura marcada por el inmanentismo pragmtico, por la fragmentariedad del pensamiento y el igualitarismo empobrecedor, lo que se cotiza es hablar, en cualquier orden de la vida, de aquellas imgenes tales como: "amigo, compaero, enseante" que de alguna manera expresen horizontalidad en las relaciones y en los principios, quedando diluido cualquier principio aglutinador o de autoridad. Es ms, hablar de "paternidad espiritual" es para algunos como querer volver a concepciones paternalistas del ministerio sacerdotal que infantilizan a los fieles. Pues bien, nunca ms lejos de la realidad porque aquellos que han abordado el tema de la paternidad espiritual" han sido 1os santos y los msticos que son los ms comprometidos con el pueblo y los que verdaderamente han llevado en el seno de la Iglesia la llamada "revolucin de Dios" (Benedicto XVI). Mas bien, habra que decir que estamos ante un tema clsico, de siempre, y que es urgente y necesaria su recuperacin en la espiritualidad sacerdotal de hoy. De hecho, su relacin con la vida afectiva es abordada en la reciente Instruccin de la Congregacin para la

Educacin Catlica, que a este respecto dice: el sacerdote, en efecto, representa sacramentalmente a Cristo Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia. Por razn de esta configuracin con Cristo, la vida toda del ministro sagrado debe estar animada por la entrega de su persona a la Iglesia y por la autntica caridad pastoral. El candidato al ministerio ordenado debe, por tanto, alcanzar la madurez afectiva. Tal madurez lo capacitara para situarse en una relacin correcta con hombres y mujeres, desarrollando en l un verdadero sentido de la paternidad espiritual en relacin con la comunidad eclesial que le ser confiada. Nuestra reflexin se va a centrar ms en los elementos teolgicos y espirituales de la paternidad sacerdotal, damos por conocido y asumido los presupuestos de orden humano, psicolgico y afectivo que est en la base de este tema y que sera objeto de otra exposicin. 2. Los hechos pastorales nos hablan que la prdida de la identidad sacerdotal y las faltas de energas y celo apostlico comienza cuando se ha olvidado los grandes temas esenciales que estructuran nuestro ser sacerdotal y uno de estos es el que queremos abordar aqu. Porque no deberamos dejar de lado que la revitalizacin de la vida cristiana pasa por la santidad de sus pastores y esta tiene su eje en el Misterio de la Eucarista de la cual fuimos constituidos ministros, ya que desde la Eucarista, brota la transmisin de la fe, la celebracin del misterio cristiano, y el servicio al mundo en la caridad (lex credemli, lex orandi, lex vivendi). Somos conocedores de que al sacerdote le ha sido dada una potestad espiritual en orden a llevar a los hombres a la "madurez cristiana"(PO 6) y tambin sabemos que eso necesariamente tiene que ver con el corazn de la vida eclesial que es la Eucarista. Por eso decimos que la vitalidad apostlica y parroquial depende de en gran medida de la toma de conciencia de esa "paternidad espiritual" del pastor.

1 C.E.C., Sobre los criterios de discernimiento vocacional en relacin con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisin al Seminario y las Ordenes Sagradas, Roma 2005, n l. Respecto a la configuracin con Cristo, Esposo de la Iglesia, la Pastores dabo vobis afirma: "El sacerdote est llamado a ser imagen viva de Jesucristo Esposo de la Iglesia...Por tanto, est llamado a revivir en su vida espiritual el amor de Cristo Esposo con la Iglesia Esposa. Su vida debe estar iluminada y orientada tambin por este rasgo esponsal, que le pide ser testigo del amor de Cristo como Esposo" n 22

II. ORIGEN DE LA PATERNIDAD SACERDOTAL.3. El quehacer sacerdotal es semejante a la de un padre terrenal que engendra, ayuda a crecer y educa a la prole dndole el alimento necesario en todo momento. Por lo tanto la paternidad espiritual sacerdotal nace del oficio eucarstico para el cual hemos sido ordenados y que es "fuente y culmen de toda evangelizacin" (PO 5). El da de nuestra ordenacin sacerdotal se nos entreg el pan sobre la patena y el cliz con el vino y se nos dijo: Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios, considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Seor. (2) En el concilio de Florencia (1438-1445) se nos dice que el sacerdote "recibe la potestad de ofrecer el sacrificio en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos (DS 701) El concilio de Trento habla del presbiterado en relacin con la potestad de "consagrar y ofrecer el verdadero cuerpo y sangre del Seor y de perdonar los pecados" (DS 961). El concilio Vaticano II en la Presbyterorum ordinis plantea las funciones del presbtero como ministro de la Palabra, de los sacramentos y de la eucarista, y como rector del pueblo de Dios (PO 4-6) As, el sacerdote participa de la autoridad de Cristo en "hacer crecer, santificar y gobernar el propio cuerpo" (PO 2). Actuando en "nombre de Cristo, cabeza de la Iglesia", "modela y dirige al pueblo sacerdotal, efecta el sacrificio eucarstico ofrecindolo a Dios en nombre de todo el pueblo" (LG 10). 4. Los sacerdotes, asociados ntimamente por voluntad del Seor al Misterio Eucarstico, tienen una responsabilidad especial hacia la Iglesia, pues al igual que ella, tienen su origen en la Eucarista (3). La caridad del Buen Pastor con la que el sacerdote ama a la Iglesia brota de la Eucarista y en ella encuentra su ms alta expresin (4). Unindose a Cristo en el altar el sacerdote es invitado y guiado a ofrecer su propia vida, sus trabajos y todas sus cosas. Los sacerdotes, por su condicin de ministros de las "cosas santas" y sobre todo como ministros del sacrificio y del banquete de la Santa Misa tienen un pape1 insustituible, porque sin sacerdote no puede haber sacrificio eucarstico. Esto explica la importancia esencial de la Eucarista para la vida y el ministerio sacerdotal (5).

III. EL MODO DE ESA PATERNIDAD.5. Ahora bien, no somos dueos de los sacramentos. El sacerdote ha de ejercer su ministerio eucarstico desde la clave de siervo". Esta palabra encierra los fundamentos cristolgicos y eclesiolgicos del ministerio ordenado, ya que no ha de ser entendida desde esquemas sociolgicos, sino desde un contexto enteramente bblico que hace referencia a la naturaleza de nuestra relacin con Cristo y con su pueblo redimido. Por ello, aplicando las palabras del Evangelio, el sacerdote es el servidor "fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que le reparta la racin a su debido tiempo" (Le 12,40). Quiz a la mentalidad de hoy le cueste trabajo de entender el ejemplo de las Escrituras de criados, esclavos o administradores en toda su profanidad, porque entendemos la esclavitud en todo caso como un mal. Sin embargo, en aquella sociedad en la que la esclavitud era un dato social incuestionable, resultaba muy distinto ser esclavo de una manera o de otra (en ocasiones los esclavos eran considerados en la familia prcticamente como hijos). En el Evangelio aparecen criados y administradores, que a veces eran esclavos de confianza que el seor pona al frente del cuidado de sus bienes. En este caso, la bondad o maldad no estn en el amo, sino en unos criados u otros que cumplen o no la voluntad del seor de la casa. As, Dios es un "amo" bueno, al que nosotros, sus siervos", "esclavos", o "administradores", debemos saber responder, porque mucho se nos ha confiado (6). Por tanto, el ministro ordenado es un servidor de Dios y de sus hermanos. 6. Frente la fragamentaridad existencial que hoy se patentiza en tantos aspectos de la vida, Estamos llamados a recuperar el sentido unitario de nuestra propia vida. Por ello, es bueno que recordemos que Dios no ha pensado en mi primero como ser vivo, despus como cristiano y por ultimo como sacerdote, sino que existe una nica vocacin para cada uno, as cuando yo he elegido el sacerdocio como forma de vida, ese es el modo como Cristo quiere que le siga, esa es la modalidad con la que Cristo me llama a vivir el bautismo. La filiacin divina que nos viene por el primer sacramento, es vivida en clave de servicio como Jess que nos constituyo en otros "siervos", donde El siempre se complace (7). As, el sacerdocio ordenado nos convierte en siervo de Cristo y del Padre, por ello dice J. Ratzinger: "si el sacerdote viene definido como el siervo de Jesucristo, esto quiere decir que su existencia est determinada esencialmente como relacional. . .el sacerdote es servidor de Cristo por ser, a partir de l, por l y con l, servidor de los hombres"(8). Del mismo modo que

Cristo es portador de un mandato que viene del Padre, el sacerdote es portador de una misin que viene de Cristo. 7. San Pablo nos dice que: "todo proviene de Dios, que nos reconcili consigo por Cristo y nos confi el ministerio de la reconciliacin" (2Cor 5,18). La iniciativa nace del Padre que obra a travs del Hijo en nosotros, por ellos "somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros" (2Cor 5,20). Hay un paralelismo explicito entre la misin que el Padre asigna al Hijo y la que el Hijo nos asigna a nosotros los sacerdotes. De ah, que el Apstol de los Gentiles nos recuerde: "que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora en un administrador, lo que se busca es que sea fie1...Porque os quiero como a hijos, porque tendris mil tutores en Cristo, pero padres no tenis muchos por medio del evangelio soy yo quien os ha engendrado por Cristo Jess. Por eso, os exhorto a que sigis mi ejemplo" (1Cor 41.16). 8. La "paternidad sacerdotal" vivida desde las coordenadas de "siervo de Dios y de los hombres" est libre de cualquier desviacin paternalista o proteccionista del ejercicio ministerial. Porque qu significa servir al pueblo cristiano? El sacerdote es un bautizado entre los bautizados, como dice san Pablo: "no os pretendemos dominar sobre vuestra fe, sino que contribuimos a vuestro gozo" (2Cor 1,24). La misin primera y fundamental de este "servidor" es ensimismarse con su "amo", que no es otro que Cristo, con su sabidura, con su estilo de vida, con su caridad. Este es el objetivo de todo lo que hacemos, ya sea: orar, estudiar, trabajar, relacionarse, descansar, alegrarse, sacrificarse La santidad de vida sacerdotal no es ms que vivir lo que Cristo nos pide en el momento presente por el que camina el "rebao" de la Iglesia, porque es en el redil donde ejercemos nuestro ministerio para el bien de todos los hombres. Por eso mismo, el sacerdocio es una colaboracin con el ministerio de Cristo y que no puede darse ms que una relacin constante con l.
2 PONTIFICAL ROMANO, Ordenacin de presbteros. (versin espaola), Madrid 1997, n 135. 3 Cf Juan Pablo II, Carta Dominicae Coenae, 24.2.1980, nn 2-7. 4 Cf Id, Exhortacin Apostlica Pastores dabo vobis, 25.3.1992, n23. 5 Id., n 48. 6 Cf. Tiempo Ordinario. Orar y Celebrar. Octubre 2005, p.63. 7 Cf Mc I,9-ll; M 3-,13-17; lc 3,2l-22, Jn 1,29-34. 8 J. IRATZINGER, II ministerio e la vita dei presbiteri, en Studi Cattolici, 423(mayo l996)324-332.

IV. TENIENDO LOS SENTIMIENTOS DEL SEOR.9. Aun siendo consciente de haber sido llamado por Dios para apacentar el rebao de su Hijo, el Sacerdote tiene que ser hombre entre los hombres, teniendo "los sentimientos que corresponden a quienes estn unidos a Cristo Jess" (Filp. 2,5). As, al igual que Cristo asumi totalmente su condicin humana, de la misma manera el Sacerdote nunca debe perder de vista su frgil condicin humana que le sita en una vital dependencia de "Aquel que todo lo puede", dndole adems la capacidad para entender y escuchar a aquellos que son de su misma condicin. Esto es fundamental tenerlo claro para huir de una concepcin clerical de nos0tros mismos o de sentirnos pertenecientes a una casta diversa. Servimos al hombre concreto, al pueblo cristiano en la medida que estamos instalados en la "escuela de Cristo", es decir, si vivimos el Ministerio no como tarea encomendada por la comunidad para ejercer un liderazgo social y promocional, sino en cuanto somos referencia sacramental de la nica "piedra angular" (1P 2,6- 7) sobre la que Dios edifica slidamente la comunidad. Por eso mismo, si no vivimos nuestro ensimismamiento en Cristo, o dicho de otro modo si no estamos "enamorados" de Cristo y del ministerio encomendado, la edificacin de su pueblo se volver un trabajo agotador y nada gratificante. De ah, que el servicio al pueblo cristiano no puede ser una cosa ma, sino fruto de mi relacin intima con el Seor, nico buen Pastor, porque de no ser as fcilmente nos proyectamos en nuestras obras y amamos ms nuestras acciones y conquistas que a las criaturas que Dios ha puesto en nuestro horizonte existencial y pastoral para que les mostremos la salvacin y la gratuidad divina. No son las obras pastorales a las que debemos dar nuestro corazn, sino solo a Dios y desde El a nuestros hermanos. l0. Cada cristiano es, por el bautismo, sacerdote, pero no puede vivir el propio sacerdocio sin depender de la Eucarista. De hecho, es solo en la Misa donde el pueblo de los bautizados, ofreciendo su vida, se hace cuerpo en Cristo. Por esta razn, sin Eucarista no hay plenitud del pueblo de Dios. Por eso, contemplando este "misterio de la fe" entendemos la otra tarea de la paternidad espiritual sacerdotal que es la educacin de los fieles, el arte de hacer que madure el otro hasta su estructura humana total. En este sentido no se puede ser educador sin dejarse educar continuamente por aquel o por aquellos a los que tenemos que llevar a la madurez de la fe. Cada uno de ellos tiene su originalidad que hemos de respetar como Cristo lo hace; y al mismo tiempo, como pastores hemos de labrar el

"hombre nuevo" en sus corazones a fin de que lleguen a la estatura espiritual de Cristo. La liturgia celebrada es el mbito educativo privilegiado en el que la nueva creacin aparece visiblemente iniciada y sin ambigedades. A este respecto dice Mximo Camisasca: de hecho, en la liturgia las palabras, las cosas, los colores, los perfumes, los sentidos mismos y todo lo corporal entran en una unidad redimida, en la que todo se convierte en expresin de algo que vale para lo eterno. Solo en el cristianismo, gracias al misterio de Dios hecho hombre, se recompone la terrible discordia entre materia y espritu, entre razn e historia, entre presente y futuro, entre individuo y pueblo, entre conciencia sensible y conciencia intelectual" (9) La lex orandi ha sido la gran escuela donde ha sido alimentado el pueblo cristiano. Cuanto ms cuidemos la Liturgia, mas hijos engendraremos para la alabanza divina, porque es en ella donde la teologa, la vida y la cultura se encuentran para el bien del pueblo de Dios. 11. Adems de anunciadores y dispensadores de la celebracin de los sacramentos, Jess nos ha llamado a ser padres, generadores de hijos segn el Espritu, siendo sus lazos ms fuertes que los de la misma carne. Esta tarea no es una obra de masas, sino que se trata ms bien de hacer desarrollar la vocacin de cada uno mediante la cercana y la oracin. Por eso dice el Vaticano II : "corresponde a los sacerdotes, en su calidad de educadores en la fe, cuidar, por cuenta propia o por medio de los otros, para que cada uno de los fieles sea conducido por medio del Espritu Santo a desarrollar la propia vocacin personal segn el Evangelio; practicar una caridad sincera y activa, ejercitar la libertad con la que Cristo nos ha liberado. De muy poca utilidad sern las ceremonias ms o las asociaciones ms florecientes si no se dirigen a educar a los hombres hacia la madurez cristiana"(10) As, como un padre se afana por la unidad familiar y evita los elementos de divisin, de igual manera el sacerdote ha de educar desde la unidad de vida, ya que sus acciones y palabras tienen que fluir de la abundancia del corazn, ser entonces cuando el testimonio sea la mejor leccin que pueda dar a la grey, de manera que su autoridad moral preceda siempre a la potestad espiritual" que fluye del sacramento recibido mediante el cual rene "a la familia de Dios como fraternidad viva y unida", porque como nos recuerda san Juan de vila: "el sacerdote debe tener un corazn paternal con todos, a semejanza del Seor. Deca San Ambrosio que no menos amaba a los hijos espirituales que tenia, que si los hubiera engendrado de legitimo matrimonio; y San Juan Crisstomo dice que aun se debe amar mucho mas. Y as el nombre de

Padre, que a los sacerdotes damos, les debe amonestar que no es razn que los tengan en vano y mentira; deben de tener dentro de s el afecto paternal y maternal para aprovechar, orar y llorar por sus prjimos. . ., as la clereca ha de ser la principal hermosura de toda la Iglesia (11) . Por lo tanto, la paternidad espiritual del sacerdote implica tener un corazn de hijo leal para con nuestro Padre Dios, y a la vez con los parroquianos unos sentimientos y acciones que revelen esa paternidad divina. Una paternidad que tiene dos fases: la generacin espiritual por obra de la Palabra con que se suscita la fe, y la crianza y cuidado continuo a lo largo de la vida del renacido al Espritu mediante el ejercicio del ministerio sacerdotal. Sin embargo, todo lo expuesto hasta hora puede parecer muy bien a los que estn convencidos de esta vivencia sacerdotal, pero Cmo se percibe este tema en un mundo donde hay una ausencia de la figura paterna? Tiene todava hoy significado que el sacerdote se considere padre espiritual?

9 M. CAMlSASCA, El desafo de la paternidad Reflexiones sobre el sacerdocio, Madrid 2005, p.26. 10 Presbyterorum ordinis, 6. 11 S. JUAN DE VILA, Obras Completas. Tratado sobre el sacerdocio, Madrid 2000, 1916.

V. PATERNIDAD Y PERTENENCIA.12. En la historia ms reciente, sobre todo de los aos sesenta en adelante, la paternidad se ha ido lesionando de forma progresiva La cultura actual est dominada por el deseo de la privacidad, del repliego sobre nosotros mismos frente a la familia, el desinters por la polis que hoy caracteriza la vida de muchos. La falta de la figura del padre se manifiesta en la inseguridad, falta de vigor, resistencia a ser amados y guiados. La crisis actual de la paternidad es paralela a la de pertenencia, que es quizs la forma ms grave de la crisis del catolicismo. El debilitamiento de la experiencia de la paternidad hace etrea la figura de Dios como padre y reduce el espesor afectivo y creativo de la fe en la historia. La raz ltima de la infelicidad, de la violencia como el desafecto a la colectividad, est en la ausencia de la experiencia de ser hijos, de desconocer la fraternidad, de sentir como una carga la pertenencia a un pueblo, esto que se da en el orden social tambin se observa con frecuencia en el orden de la fe. Por lo tanto, se plantea que recuperar la espiritualidad de la paternidad sacerdotal pasa por el rescate y actualizacin de lo ms genuino del cristianismo: Dios como Padre que se revela en su HIJO, para formar mediante el Espritu la fraternidad de los redimidos que es la Iglesia. Es decir, el sacerdote como padre en la fe de muchos es tambin arquitecto del nuevo pueblo de Dios. 13. San Pablo afirma que Dios Padre es de quien "toda paternidad toma nombre en el cielo y en la tierra" (Ef 3,15). Entonces, hablar de la paternidad es ante todo hablar del misterio de la persona de Dios Padre, de aquel de quien viene todo ser y del que procede cada uno de nosotros, que no existamos y en un momento dado hemos comenzado a existir. Por eso, toda paternidad que quiera imitar a la de Dios es paternidad que hace ser y acompaa, que solicita, valora y custodia la libertad del otro. El padre es siempre el inicio de un pueblo, como es el caso de Abrahn, como es en Cristo, donde tiene origen el pueblo cristiano, y desde Cristo es tambin el caso del sacerdote que inicia una tarea pastoral con rostro concreto, con fechas y acontecimientos personales, que esta puesto al frente de un redil, de una parroquia, de una tarea. Podemos seguir mirando en la historia de la salvacin y veremos cmo los profetas recuerdan a Israel su pertenencia a Yahv, a esa incesante paternidad de Dios, con su ternura y delicadeza, con su preferencia hacia lo ms pobre y pequeo. En el Nuevo Testamento nos podramos fijar en los captulos quinto y sptimo del evangelio de san Juan y encontramos expresada de una forma

sugestiva la experiencia de Cristo en relacin al Padre. Jess va a identificar la esencia del Padre con la misericordia, con el amor, teniendo una actividad incansable de acoger, cuidar, corregir, favorecer. Esta es la historia referencial de la paternidad divina donde ha de mirarse todo engendrar humano y espiritual entre nosotros. Por lo que respecta a los sacerdotes, hablar de descendencia y paternidad es hablar del hecho de que Dios nos ha llamado para una misin enormemente positiva y para que seamos responsables del pueblo que l ha querido confiarnos. 14. Ahora bien, no podemos olvidar que la paternidad sacerdotal se da en el seno de una comunidad llamada Iglesia. En toda circunstancia y en la actualidad mucho ms, la Iglesia resulta incomoda al mundo porque sta llama a los hombres a la verdad y recuerda que ninguna forma de poder puede ser la respuesta adecuada a las exigencias ms profundas del corazn humano. Los sacerdotes son los predicadores de la verdad de Cristo frente a la mentira del mundo, por eso mismo ellos son en muchos casos los primeros que reciben el rechazo de esta sociedad sin padre". Ellos, por el sacramento del orden, han sido constituidos en servidores de la paternidad de Dios y de la maternidad de la Iglesia. Por eso, hay que vivir el sacerdocio en clave del verdadero discipulado donde: "ningn siervo es superior a su seor. Si el mundo os odia, recordad que primero me odi a m. Si pertenecierais al mundo, el mundo os amara como cosa propia; pero yo os eleg y os saqu de l, por eso el mundo os odia" (Jn 15,18-20), pero Quin es el que vence al mundo, sino el que cree que Jess es el Hijo de Dios? Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo; y sta es la fuerza victoriosa que ha vencido al mundo: nuestra fe" (1Jn 5,4-5). 15. Los aspectos de la paternidad espiritual se pueden resumir en tres. E1 primer aspecto sera en la actitud vigilante sobre la heredad del pueblo apacentado: "porque vendr el tiempo en que los hombres no soportarn la sana doctrina, sino que llevados de su propia concupiscencia, se rodearn de multitud de maestros que les dirn palabras halagadoras, apartarn los odos de la verdad y se volvern a las fbu1as (2 Timo 4,3). Esta vigilancia no solo en la "sana doctrina" (lex credendi), sino tambin en el tesoro que significa la "Divina Liturgia" (lex orandi) para que el pueblo vuelva a los templos a gustar su riqueza en la celebraciones de "los santos misterios" realizados como la Iglesia quiere y desea celebrar, evitando una liturgia hecha a desgana y dejadez o bien convertida en algo redundante y excesivo

pensando que con ello hay mas misterio o espiritualidad. Un segundo aspecto decisivo en el ejercicio de la paternidad espiritual es iniciar al cristiano en el gusto por aquellos textos o lecturas de la tradicin cristiana que a lo largo de la historia han forjado los grandes testigos del evangelio y que son piezas claves para la vida espiritual. El sacerdote es como el padre de familia que sabe sacar lo antiguo y lo nuevo del rea para alimentar a los fieles que ha de pastorear en el conocimiento y degustacin de los testimonios de los Padres de la Iglesia, de los grandes pensadores y telogos, de los santos y los mrtires que dieron la vida por Jesucristo. En definitiva, es dar a conocer la larga marcha de la Iglesia. Por ltimo est la educacin en la vida comunitaria, que no se agota en una formula o modelo pastoral, sino que va desde las peregrinaciones, marchas, o excursiones parroquiales, a las asambleas o a los encuentros comunitarios, etc. Todo ello puede convertirse en un medio eficaz para trasmitir el valor y el gusto por la comunin. Participando en los gestos comunitarios, la persona es introducida sin darse cuenta en una forma de vida netamente cristiana (lex vivendi). Educamos en el hablar en caridad, en escuchar amando al otro, en hacer silencio contemplativo, en saber estar al lado del prjimo en las alegras y en las penas: esta es la forma nueva de vida que Cristo y la Iglesia lleva a los hombres a travs del mandamiento nuevo. En fin, en esta compaa llamada Iglesia quien sienta el deseo o la necesidad del consejo espiritual, podr encontrar en el Sacerdote la referencia mas sacramental que la Iglesia a puesto para el bien y la salvacin de las almas: el sacramento de la Penitencia.

VI. CONCLUSION.16. La paternidad sacerdotal en estos tiempos de crisis se puede resumir en este declogo. 1) Toda la vida del presbtero est marcada por un amor filial a Dios y por una toma de conciencia de su pequeez. 2) Constantemente ha de tener una triple mirada: a Dios, a los hombres, y a s mismo. 3) Deber tener en alto aprecio el haber sido llamado a un oficio tan excelso como es ser servidor de Cristo y de los hombres. 4) Su vida espiritual se alimenta de lo que predica, celebra y realiza, imitando siempre a Aquel que vino para servir y no a ser servido.

5) Se despojar de afectos humanos y de la bsqueda de la honra e intereses personales, para s seguir mejor a Cristo pobre, casto y obediente. 6) Sentir con la Iglesia, porque es "guardin de la via". 7) Como padre del pueblo encomendado dar la sana doctrina que ser fruto de la oracin y del conocimiento de las Escrituras y de la Teologa. 8) Edificar la comunin eclesial siendo humilde, paciente y obediente. 9) Ha de tener un corazn paternal con todos, siendo sensible a los intereses de Dios y a los problemas de los hombres. 10) Como el pan eucarstico alimenta a la Iglesia, as tambin el sacerdote nutre a su grey con el testimonio de una vida santa y de un celo apostlico por extender el Reino de Dios.

+ Juan del Rio Martn Obispo de Asidonia-Jerez

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