Comision de La Verdad Ii.

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COMISION DE LA VERDAD

Comisión de la verdad
Es una entidad autónoma del Estado
colombiano que busca el esclarecimiento de los
patrones y causas explicativas del conflicto
armado interno que satisfaga el derecho de las
víctimas y de la sociedad a la verdad, promueva el
reconocimiento de lo sucedido, la convivencia en
los territorios y contribuya a sentar las bases para
la no repetición, mediante un proceso de
participación amplio y plural para la construcción
de una paz estable y duradera.
Colombia herida
Los relatos territoriales del conflicto hacen
visible la dimensión del daño causado por la
guerra en las vidas individuales, las familias,
las comunidades y los territorios. Permiten ver
que las víctimas fueron especialmente los
sectores económicos y socialmente más
vulnerables, que han vivido violencias de largo
plazo y diferentes tipos de violaciones a sus
derechos.
Colombia herida
Se visibilizan las fuertes repercusiones
colectivas representadas en el miedo, la
rabia, la desconfianza, entre otros efectos.
La guerra ha afectado al menos a tres
generaciones de colombianos y colombianas
y ha desprotegido a millones de personas en
sus territorios. El impacto a Colombia es
masivo, intolerable e insoportable.
Colombia herida
Como resultado de ello, muchas familias y
comunidades han vivido durante décadas
atrapadas en el miedo de hablar, de sufrir
más violencia por denunciar, del
señalamiento social y político, de la
criminalización, de no tener respuestas
sociales o del Estado, de ser señalados
como colaboradores de unos o de otros
Las limitaciones del sistema democrático

Los relatos territoriales permiten ver que el Estado


y la democracia se construyeron en medio de la
guerra. Quizá por eso el modo de vivir en guerra
está arraigado en la sociedad y en las instituciones,
muchas de las cuales fueron moldeadas por la
lógica amigo-enemigo. El origen y el desarrollo de
la guerra estuvieron marcados por las disputas por
el control del poder político y del Estado, así como
por el control de territorios estratégicos.
Las limitaciones del sistema democrático

En principio fue una disputa entre las élites políticas y


económicas en el poder y las izquierdas radicalizadas que se
armaron. En el marco de la guerra fría, ambos sectores se
enfrentaron, unos para hacer la revolución y los otros para
mantener el statu quo.
Al ser una disputa política entre adversarios, convertidos en
enemigos, la guerra involucró a diversos sectores de la
sociedad. La combinación de armas y política está presente en
el régimen político de Colombia desde hace casi un siglo. Ese
uso de la violencia política fue motivo de la guerra y explica
su continuación.
Las limitaciones del sistema
democrático
La guerra contribuyó al cierre democrático y en general
reversó los logros reformistas, entre ellos las propuestas de
reforma agraria o los avances en la descentralización, mientras
la paz abrió la posibilidad de acuerdos y reformas incluyentes.
La paz es un requisito para que la democracia sea plena. La
paz grande implica la paz política, ya no solo entre ejércitos
combatientes, sino entre colombianos. La paz política implica
instituciones para todos, y no para unos pocos, transparencia,
libertades y acuerdos sobre lo fundamental.
Las limitaciones del sistema democrático

La guerra contribuyó al cierre democrático y en general


reversó los logros reformistas, entre ellos las propuestas de
reforma agraria o los avances en la descentralización, mientras
la paz abrió la posibilidad de acuerdos y reformas incluyentes.
La paz es un requisito para que la democracia sea plena. La
paz grande implica la paz política, ya no solo entre ejércitos
combatientes, sino entre colombianos. La paz política implica
instituciones para todos, y no para unos pocos, transparencia,
libertades y acuerdos sobre lo fundamental.
Las guerrillas
Las guerrillas fueron la expresión armada de sectores
políticos de la izquierda que buscaban cambiar el
sistema y el Estado de manera radical mediante la
revolución. Su percepción en los años 60 y 70 era que
el sistema estaba cerrado y que las armas eran la vía
para abrirlo.

Sin embargo, ni era un sistema cerrado como el de las


dictaduras del cono sur, ni con la guerra lograron
abrirlo, sino más bien lograron ahondar la respuesta ya
de por sí violenta del régimen político a las demandas
de democracia e igualdad social.
Las guerrillas
Las guerrillas obtuvieron un lugar en el sistema político al
hacer la paz. Esta paz se hizo en medio de la reacción
violenta de élites contra sus agendas de cambio y contra
ellos mismos. Sin embargo, cuando las guerrillas
persistieron en la guerra, lo hicieron apoyadas en grandes
flujos de dinero provenientes de rentas ilícitas que
significaron una triple perversión: lo militar se antepuso a lo
político (los frentes con más recursos mandan); la disputa
de rentas orientó las dinámicas de guerra; y los valores y
doctrinas se modificaron.
Modelo de seguridad
El modelo de seguridad terminó siendo útil a los
intereses de sectores políticos y sectores de las
élites económicas en la guerra. La autonomía
relativa que se les entregó a los militares durante el
Frente Nacional los convirtió en un poder
específico y temido, con capacidad para oponerse a
decisiones políticas en favor de la paz, impedir las
propuestas de reforma al modelo de seguridad y
mantener niveles altos de impunidad.
Modelo de seguridad
En Colombia se implementó un modelo de seguridad centrado en el control de
la población y los territorios, entendiendo estos como base del proyecto
revolucionario, y en consecuencia se privilegiaron las armas a la participación,
a la garantía de derechos y a la democracia. Fue otro factor de persistencia del
conflicto.

En ese modelo de seguridad, sectores de la población son identificados por el


Estado como base social de la guerrilla y como parte del enemigo de la guerra.
Esto sucede como correlato del proyecto insurgente que busca conquistar o
cooptar la población civil y sus organizaciones como parte de la estrategia para
la insurrección popular.
Modelo de seguridad
En ese contexto, la estrategia fundamental de la seguridad para el control de las poblaciones y
territorios es “buscar y destruir”; buscar enemigos entre la ciudadanía y la población civil y
destruir los vínculos entre estos y las guerrillas. Es una lógica en la que se busca subordinar a
la población a la dinámica de la guerra, en la que con frecuencia el objetivo de vencer a los
enemigos reales o imaginarios se pone por encima de la protección de la población.
Paramilitarismo
A ese modelo de seguridad se ha articulado el
paramilitarismo, que ha estado vinculado
históricamente con decisiones de gobierno e
instituciones del Estado ancladas en la tendencia
estatal a la delegación de la seguridad pública, de la
coerción y las armas en agencias y grupos de civiles
encargados de proporcionar seguridad de manera
privada bajo el objetivo de la seguridad y la defensa
nacionales. Hemos comprendido que el
paramilitarismo no ha sido solo un actor armado,
entendido como ejércitos privados con estrategias de
terror contra la población civil.
Paramilitarismo
Ha sido más un entramado de intereses y alianzas asociado a
proyectos económicos, sociales y políticos que logró la imposición de
controles territoriales armados a través del uso del terror y la
violencia, y también a través de mecanismos de legitimación,
establecimiento de normas y reglas. Se trata de una estrategia armada
y paraestatal, defensiva y ofensiva, con diversas expresiones
regionales y cambios en el tiempo, que se ha consolidado a partir de
una coalición de sectores de la fuerza pública, poderes e intereses
económicos y políticos y grupos narcotraficantes, que convergen en el
propósito contrainsurgente, el cual no solo incluye acciones contra la
guerrilla, sino también contra la población civil que se considera su
apoyo.
Paramilitarismo
Construir la paz en el país incluye diseñar un modelo
de seguridad para la paz, desde un enfoque
comprehensivo, centrado en la salvaguarda del ser
humano, que se oriente a la protección de todas las
personas y comunidades, sin discriminación alguna,
que reconozca y fomente el pluralismo, la
participación y el diálogo social e institucional. Un
modelo de seguridad civilista y que garantice el
monopolio de la fuerza legítima en el Estado.
Paramilitarismo
Un modelo que entienda que la seguridad no es
únicamente la protección de los límites territoriales o la
seguridad del Estado a través del uso de las armas, sino
que se construye con la presencia integral del Estado en
los territorios y combatiendo la desigualdad
socioeconómica, la carencia de servicios de salud
suficientes y de calidad, la inseguridad alimentaria y el
hambre, los riesgos ambientales, la exclusión política y
la inseguridad personal y de las comunidades.
Narcotráfico
Entender que la guerra en Colombia se ha desarrollado y
persistido por los tejidos de alianzas, pactos,
convivencias, disputas y tensiones entre los actores
armados y diferentes sectores del Estado y la sociedad
requiere adentrarnos en la relación entre el conflicto
armado y el narcotráfico. En Colombia el narcotráfico, la
política antidrogas y las economías de la cocaína o
marihuana deben verse como protagonistas del propio
conflicto armado y como un factor de persistencia del
mismo
Narcotráfico
La vinculación entre el poder político y la violencia, y
los entramados que durante la guerra conectaron
actores legales e ilegales, han producido una
democracia violenta. La disputa por el poder político
se ha desarrollado más desde las trincheras
ideológicas que buscan la destrucción física y moral
del adversario que desde el diálogo constructivo. La
violencia ha sido un recurso utilizado desde la
derecha y la izquierda para suprimir a los
competidores.
Impunidad
Entender los enquistes del poder político, los
modelos de acumulación legal e ilegal y los actores
del conflicto armado facilita la comprensión de la
oprobiosa impunidad que ha cubierto a los poderosos
y a quienes han sido decisores durante la guerra. El
déficit de justicia histórico, generalizado y
permanente respecto a violaciones producidas contra
millones de víctimas, constituye un factor de
persistencia del conflicto armado.
Impunidad
La impunidad aumenta la repetición de la
violencia y debilita la legitimidad de las
instituciones democráticas, transmitiendo un
mensaje de permisividad de la violencia. La
negación del derecho a la justicia degenera en
desconfianza hacia el Estado y también, de algún
modo, en desesperanza sobre las posibilidades de
los habitantes de ser respetados como ciudadanos.
Impunidad
La impunidad se teje a lo largo de los años a través de diferentes factores:
• La baja respuesta institucional por la falta de acceso a la justicia en los territorios y muchas veces
por la ausencia de empatía hacia las víctimas.

• Una fuerte burocratización de la justicia; la creación de mecanismos de justicia de excepción, que se


plantearon como respuesta a la violencia y generaron sin embargo nuevas violaciones de derechos
humanos.

• El ataque a jueces, magistrados y defensores de derechos humanos por parte de distintos grupos
armados, y la corrupción y cooptación de las instituciones para evitar investigaciones, especialmente
contra autoridades o sectores con poder político o económico.
Paz territorial
La guerra profundizó esta situación de desigualdad. El
dominio de los actores armados en los territorios
desprotegidos no solo hizo posible la desproporcionalidad de
la violencia y sus impactos en las poblaciones étnicas y
campesinas o en los habitantes de los barrios pobres de las
ciudades, sino que también promovió el acaparamiento
improductivo de las mejores tierras por parte de las familias
dominantes de las regiones fértiles, y facilitó que estas hayan
podido mantener posiciones de privilegio político y
económico sin reinvertir el capital en los territorios que
generan esa riqueza, ni fomentar la inclusión de distintos
actores en el mercado.
Paz territorial
La relación entre desigualdad territorial y guerra constituye un círculo vicioso: la desprotección y
desigualdad promueven la violencia, y la violencia profundiza la desprotección y la desigualdad. La
guerra ha hecho inalcanzable el goce y disfrute efectivo de los derechos reconocidos para las
comunidades étnicas y ha impedido la protección y desarrollo de la economía y proyecto político del
campesinado.
Paz territorial
La fuerza transformadora de los sujetos étnicos y campesinos se enfrentó a los intereses políticos y
de los capitales privados legales e ilegales, que, haciendo uso de la violencia, desconocieron los
derechos adquiridos por las comunidades y poblaciones, y los empujaron a la exclusión y la
pobreza. La manera de transformar este proceso de retroalimentación mutua entre desprotección y
violencia es crear un modelo de ordenamiento territorial participativo que ponga en diálogo –en
igualdad de condiciones– a los diferentes actores territoriales.
Cultura y conflicto armado
Los discursos, valores, ideas, imaginarios y prejuicios que alimentan esos rasgos de la cultura pueden
rastrearse desde antes de la formación del Estado nacional y son anteriores al conflicto armado.
Desde la Conquista han existido estrategias simbólicas para mostrar como justa, conveniente o
necesaria la violencia contra diferentes poblaciones. Además, estas lógicas culturales excluyentes y
discriminatorias han hecho parte del proceso de construcción del Estado y de la sociedad a través de
un sistema de jerarquías, ubicando a estas poblaciones en lugares de subordinación.
Cultura y conflicto armado
Los pueblos étnicos, las mujeres, la población LGTB, y los campesinos y pobladores rurales pobres
han sido las principales víctimas de estas violencias. Esas exclusiones en tanto se tradujeron en
desprotección del Estado no solo pusieron a estas poblaciones y territorios en situación de mayor
vulnerabilidad al impacto de la guerra, sino que también marcaron la desproporcionalidad de la
violencia del conflicto armado contra ellas, pues los actores armados reprodujeron estos rasgos
culturales en sus prácticas.
Cultura y conflicto armado
Como estos rasgos culturales han promovido
durante nuestra historia la violencia, la Comisión
de la Verdad insiste en hacer visibles estos asuntos
de la cultura que operan sobre cada uno de
nosotros y sobre el conjunto de la sociedad, pues
los valores y comportamientos son centrales en la
transformación de la cultura. Debemos recurrir a
otros valores culturales que también tenemos y de
los que hemos sido testigos también en el
recorrido por el país.
Cultura y conflicto armado
La solidaridad de las mujeres que se acompañan en la
búsqueda de sus hijos desaparecidos; la entereza de
los jueces que prefirieron exiliarse antes que
traicionar el deber de buscar justicia; la abnegación
de los defensores de derechos humanos que
entregaron su vida por defender la vida de otros; la
sensibilidad de las víctimas que han encontrado en su
corazón el llamado de la reconciliación; la
responsabilidad de los políticos que han luchado en
el Congreso o en el Gobierno por hacer las
transformaciones que necesita el país.

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