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Ver 6 más- Sinopsis
- Australia, años 70. Grace Pudel es una niña solitaria e inadaptada, aficionada a coleccionar figuras decorativas de caracoles y con una devoción profunda por las novelas románticas. La muerte de su padre cuando tan solo es una niña, la lleva a tener que separarse de su hermano mellizo, Gilbert, lo que la aboca a una espiral de ansiedad y angustia. Sin embargo, la esperanza vuelve a su vida cuando conoce a una excéntrica anciana llena de determinación y amor por la vida llamada Pinky, con la que entablará una larga amistad que le cambiará la vida para siempre.
- Género
- Animación Drama Comedia Animación para adultos Stop Motion Familia Amistad Años 70 Vejez / Madurez
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2024 /
Australia
- Título original:
- Memoir of a Snail
- Duración
- 94 min.
- Guion
- Música
- Fotografía
- Animación
- Compañías
- Links
Premios
Caracolada maravillosa
24 de enero de 2025
En filmaffinity, esta memorias de un caracol es la segunda película australiana con mejor nota con un 7,6.
Curiosos, miramos la primera. Es, lo barruntábamos, Mary and Max. ¡Qué preciosidad es Mary and Max! Corran a verla por primera vez si son tan afortunados de llegar vírgenes hasta aquí. Corran a revisitarla, si ya la tienen olvidada.
Bueno, a lo que vamos: Stop motion y cine de plastilina:
Suena terrorífico, sí, pero ya nos dio una de las experiencias cinematográficas más satisfactorias que recordamos. Un mineral raro este de los muñecos de plastilina animados, un filón que nos encanta explotar.
Mary and Max es una peli que recomendar cuando estás al filo de lo imposible. Maravillosa, tierna como ella sola y tierna viéndola acompañados.
Yo se la suelo mandar a mis ligues de Tinder para impresionar, ya saben, soy un chico sensible y eso… (es coña, solo te la he mandado a ti ). También la vi en su día con una amiga ya diagnosticada de cáncer y nos despedimos con ella, hablando de ella, llorando y riendo con ella.
Pues esta del caracol me la apunto para el futuro. Para mandármela a mí mismo de vez en cuando. Un caracol que sabe tocar fibras sensibles. Para mí, tan buena o mejor que Mary and Max.
Y sí, es la historia de un “caracol”, pero joder ¡Qué historia! Si quieren volver a empatizar con muñecos de plastilina con más registros que muchos actores consagrados, corran, o mejor dicho, deslícense lentamente hasta su sala más cercana. Les espera otra montaña rusa de personajes curiosos, situaciones alocadas y el mismo impacto emocional. Alto.
La introducción ya enamora, con unos detalles laberínticos que habrá que descifrar en próximos visionados. De inmediato, una primera escena brutal en la que ríes y lloras alternativamente más rápido que Liza Minnelli en “Cabaret”.
Un genio este chico australiano de la manipulación sentimental.
Adam Elliot nos entrega en sus “Memorias”, unas locas aventuras al borde de complejas encrucijadas psicológicas que no sé si son reales, pero sí perfectamente creíbles. “Inside Out” se queda en pañales a su lado. Es comparar el sugus de piña de a la salida del cole, que está muy bueno, con un milhojas servido en un palacio colgado de las montañas por el mejor maestro pastelero francés. Palabras mayores y para mayores. Lecciones de vida, de muerte y sabiduría. Oxígeno intelectual y placer sensorial.
Notable de por sí, se convierte en planazo máximo acompañada de una caracolada (a la vizcaína, claro) y una copa de buen Rioja, que la peli tiene mucho cuerpo. Porque, te gusten o no los loquitos, tendrás que admitir que son, en el fondo de sus conchas y cuando sacan los cuernos al sol, adorables.
¡Bien por ellos!
Curiosos, miramos la primera. Es, lo barruntábamos, Mary and Max. ¡Qué preciosidad es Mary and Max! Corran a verla por primera vez si son tan afortunados de llegar vírgenes hasta aquí. Corran a revisitarla, si ya la tienen olvidada.
Bueno, a lo que vamos: Stop motion y cine de plastilina:
Suena terrorífico, sí, pero ya nos dio una de las experiencias cinematográficas más satisfactorias que recordamos. Un mineral raro este de los muñecos de plastilina animados, un filón que nos encanta explotar.
Mary and Max es una peli que recomendar cuando estás al filo de lo imposible. Maravillosa, tierna como ella sola y tierna viéndola acompañados.
Yo se la suelo mandar a mis ligues de Tinder para impresionar, ya saben, soy un chico sensible y eso… (es coña, solo te la he mandado a ti ). También la vi en su día con una amiga ya diagnosticada de cáncer y nos despedimos con ella, hablando de ella, llorando y riendo con ella.
Pues esta del caracol me la apunto para el futuro. Para mandármela a mí mismo de vez en cuando. Un caracol que sabe tocar fibras sensibles. Para mí, tan buena o mejor que Mary and Max.
Y sí, es la historia de un “caracol”, pero joder ¡Qué historia! Si quieren volver a empatizar con muñecos de plastilina con más registros que muchos actores consagrados, corran, o mejor dicho, deslícense lentamente hasta su sala más cercana. Les espera otra montaña rusa de personajes curiosos, situaciones alocadas y el mismo impacto emocional. Alto.
La introducción ya enamora, con unos detalles laberínticos que habrá que descifrar en próximos visionados. De inmediato, una primera escena brutal en la que ríes y lloras alternativamente más rápido que Liza Minnelli en “Cabaret”.
Un genio este chico australiano de la manipulación sentimental.
Adam Elliot nos entrega en sus “Memorias”, unas locas aventuras al borde de complejas encrucijadas psicológicas que no sé si son reales, pero sí perfectamente creíbles. “Inside Out” se queda en pañales a su lado. Es comparar el sugus de piña de a la salida del cole, que está muy bueno, con un milhojas servido en un palacio colgado de las montañas por el mejor maestro pastelero francés. Palabras mayores y para mayores. Lecciones de vida, de muerte y sabiduría. Oxígeno intelectual y placer sensorial.
Notable de por sí, se convierte en planazo máximo acompañada de una caracolada (a la vizcaína, claro) y una copa de buen Rioja, que la peli tiene mucho cuerpo. Porque, te gusten o no los loquitos, tendrás que admitir que son, en el fondo de sus conchas y cuando sacan los cuernos al sol, adorables.
¡Bien por ellos!
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24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adam Elliot lo ha vuelto a hacer
21 de noviembre de 2024
Pocos autores tienen la capacidad de hablar del dolor, desde el dolor, con tanta alegría, compasión y optimismo,
Adam Elliot, que ya nos conmovió con la obra maestra Mary and Max, vuelve a hacerlo, usando el género de la animación y el stop emotion (la "e" la he añadido yo). Desde un formato mayormente dirigido a niños, nos habla de temas muy de niños y muy de adultos, muy del ser humano: nacer con taras, la marginalidad, la pérdida, la soledad, la depresión, el suicidio... y lo hace con una inteligencia emocional que acaba provocando sonrisas y lágrimas a partes iguales, porque sabe dónde tocar en cada momento, porque sabe llegar hasta el centro del corazón.
He empezado mi crítica diciendo que pocos autores, al margen de Adam Elliot, tienen la capacidad de hablar del dolor, desde el dolor, con tanta alegría, compasión y optimismo. No. La verdad es que no. Es único. Nadie lo hace como él.
Y lo ha vuelto a hacer.
Adam Elliot, que ya nos conmovió con la obra maestra Mary and Max, vuelve a hacerlo, usando el género de la animación y el stop emotion (la "e" la he añadido yo). Desde un formato mayormente dirigido a niños, nos habla de temas muy de niños y muy de adultos, muy del ser humano: nacer con taras, la marginalidad, la pérdida, la soledad, la depresión, el suicidio... y lo hace con una inteligencia emocional que acaba provocando sonrisas y lágrimas a partes iguales, porque sabe dónde tocar en cada momento, porque sabe llegar hasta el centro del corazón.
He empezado mi crítica diciendo que pocos autores, al margen de Adam Elliot, tienen la capacidad de hablar del dolor, desde el dolor, con tanta alegría, compasión y optimismo. No. La verdad es que no. Es único. Nadie lo hace como él.
Y lo ha vuelto a hacer.
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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