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Django sin cadenas (2012)

Django sin cadenas
165 min.
7,9
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Sinopsis
En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY)
Género
Western Drama sureño Esclavitud Racismo Spaghetti Western Siglo XIX Venganza Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Django Unchained
Duración
165 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2012: 2 Oscars: mejor guión original y actor secundario (Waltz). 5 nominaciones
2012: 2 Globos de Oro: Mejor guión y actor secundario (Waltz). 5 nominaciones
2012: Critics Choice Awards: Mejor guión original. Nominada a mejor película
2012: 2 Premios BAFTA: Mejor guión y actor secundario (Waltz). 5 nominaciones
2012: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor actor secundario (Waltz)
5
Crítica impopular
Pues, la verdad, le resulta a uno raro tener que ponerle los pies en el suelo a tan elogiosas críticas.

Es una película que contiene escenas geniales, una por una; cuyas actuaciones son todas absolutamente magistrales; cuyos diálogos encierra cada uno pequeñas joyas (ver spoiler para glosa de todo esto); con una fotografía y una dirección absolutamente deslumbrantes, marcas de la casa.

Pero, a diferencia de la muy reciente "Malditos Bastardos" (que, de otras anteriores suyas, ya ni hablamos), que al menos era irreverente y muy original, y que daba para unas cuantas preguntas, al terminar de ver Django Desencadenado, muy bien puede el espectador decir: "Muy entretenido: ¿Y qué?"

Si estuviera dirigida por Peter Smith, nos parecería resultona y simpática. Como viene con la marca de Fábrica de Tarantino, le damos automáticamente nuestra complacencia con notas elevadas.
No obstante, en su reverso también sucede lo contrario: a Tarantino, a su genio (manifiesto sobradamente en esta película, como en todas las suyas) se le exige mucho más, viendo lo que pone en juego de arte cinematográfico. Por eso le otorgo un 5, en vez del 6 que se merecería. Porque la película en sí misma destila oro, y al final el resultado parece endeble cual hojalata, por sus excesos.

La última media hora es un desastre metido con calzador, se mire como se mire. Los geniales hallazgos se diluyen. El gozo inicial (qué inmensos 30 primeros minutos) queda aminorado y hundido.

Esto no es Clint Eastwood. Ni John Ford. Ni Peckinpah. Ni Kurosawa. Ni Hawks. Aquí no hay lecturas sobre la naturaleza humana. Ni siquiera enterradas entre la trama, que era la baza de los maestros. Éstos siempre tenían algo de verdad que decir. Aquí no.
Aquí hay absoluto vacío envuelto en perfecto papel de celofán. No se merece más de un 7, a mi entender.

Es una lástima que tantísimo talento, tanto genio, se enrede en sus amaneramientos.

Que su talento innato sin par esté al servicio de una estética huera y amanerada.


Y que esta crítica sea necesariamente impopular. :P

(Pero lean los spoilers antes de votar, sean caballeros)
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714 de 1176 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Brutal, genial y bastardo revolver cinematográfico
1. Hasta que llegó su hora

Muchos consideran que a Tarantino le llegó su hora en “Kill Bill”: la suma de referencias, el pastiche de tonos y la división del tomo-cinematográfico-pop-oriental convirtió la pieza mutante en un inmediato controvertido objeto de culto. Sabe que no puede sorprender ya al espectador con originales estructuras narrativas y sus últimas referencias eran demasiado evidentes. Ahora ha decidido iniciar una nueva andadura marcando cimas dentro de géneros explotados para reinventarlos bajo su estilo, con forma de superproducción y mandato de serie B. ¿Se ha hecho alguna vez una película bélica ambientada en la Segunda Guerra Mundial que hable del nazismo como “Malditos Bastardos”? ¿Veremos un western que narre la esclavitud en EEUU como “Django desencadenado”?

Tarantino siempre ha conseguido dejarse balas en la recámara, apartar proyectos malditos y reconvertirlos pasado el tiempo en afiladas y letales balas que salen de la pantalla dispuestas a quebrantar nuestros corazones. Esta vez parece quitarse la espina de la adaptación de ‘40 Lashes Less One’ de Elmore Leonard y enfrentándose a su eterna constante en su propio género: Sergio Leone. Finalmente “Django desencadenado” es puro Leone y puro Tarantino, pura pólvora incandescente prendida por la llama de Peckinpah, la auto-parodia-y-referencia y empapados de sangre de subgéneros. Es ese maldito y bastardo revolver cinematográfico que ansiaba la revalorización del género. Pura e impecable dinamita capaz de jugar con fuego y la anarquía, con el exhibicionismo y la versión extendida, con la brutalidad y el exceso, con la reinvención histórica y la apropiación.

2. Blax-spaghetti–tarantino-ploitation

El director de “Malditos bastardos” siempre se ha sentido muy cómodo dentro de subgéneros bajo esquemas y estructuras clásicas. “Django desencadenado” está marcada por el lado más salvaje e hiperbólico para retratar el pasado sanguinario y violento del pueblo norteamericano. De nuevo existe un triunfo al aunar la elegancia, precisión y monumentalidad clásica fordiana con la originalidad, provocación y radicalidad del cine más alternativo desde Leone hasta el blaxploitation.

La blasfemia excesiva desmigaja la cultura americana y a través de la ofensa y la violencia establece un espejo aparentemente distorsionado pero realmente esclarecedor. Aquí los negros montan a caballo y bailan sobre la tumba de John Wayne. Aquí pasamos de los llaveros de Pussy Wagon a las Muelas del Dr. King Schultz, de Ennio Morricone a mash-up musical referencial y contemporáneo. Aquí se muestra una historia visceral y extrema, que profana lo sagrado para reinventar la leyenda aria de Sigfrido y triturarla por el blaxploitation para obtener un recital de venganza y desenfreno. Todo un baño de sangre y de cine desde la idealización de Broomhilda hasta sus constantes clímax fragmentados en capítulos. Tarantino es el Yasuzo Masumura y el Seijun Suzuki de nuestro tiempo. Ódiale o ámale, pero jamás podrás ignorarle. Blanco, negro y rojo son los colores de su nueva bandera. Django, su héroe portador… Y recuerden, la ‘D’ es muda… pero sus aplausos no.
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